10 conocer Vitoria

razones para

La catedral en obras es la mayor atracción turística de Vitoria en estos momentos. Cuesta creerlo, pero es así. Con un casco en la cabeza, el visitante arranca la aventura de recorrer el templo de estilo gótico por dentro, por fuera y en las alturas, tocar sus grietas, comprobar los delicados trabajos de restaura-ción. Algo inesperado. La muralla de la ciudad recién recupera-da, palacios renacentistas, los cantones o empinadas escaleras que rompen los círculos concéntricos del Casco Histórico son algunas de las cosas que se puede uno topar en su paseo por la zona más antigua de la ciudad.

Casco Histórico

La tradición musical sale por los poros en la ciudad, en forma de coros, en su Escuela de Música, dedicada al gran músico Jesús Guridi… Pero si hay que reservar días en el calendario es en el mes de julio para acudir al Festival de Jazz, que ha subido al escenario en Vitoria a intérpretes de la categoría de Ella Fitzgerald, sí, sí, Ella Fitge-rald, Muddy Waters, Dizzy Gillespie, Chick Corea, Wynton Marsalis, Pat Metheny, The Manhattan Transfer, Miles Davies, Sarah Vaughan… ¿sigo?

Música

Todas las grandes cadenas han recala-do en Vitoria para ofrecer sus servicios en elegantes hoteles, perfectamente incardinados en la estética de la ciudad. Junto a ellos, ofertas más económicas aguardan al visitante en pequeños establecimientos con encanto, algunos de ellos en lugares estratégicamente bien situados.

Dormir

De pintxos Tosta de mouse de foie, jamón y vinagreta de miel. Por ejemplo. O antxopis, serranitos, copa de bacalao, vieira con salsa de mojito. Todo eso se encuentra cualquier día y a cualquier hora sobre los mostradores de los bares de Vitoria. La oferta es ilimitada y permite sustituirlo por una comida ante una mesa. Para quien prefiera la opción sedenta-ria, estupendos restaurantes, alguno, incluso, con una estrella Michelin.

De vinos Cualquier bar o restaurante es bueno para paladear un buen vino. Y si uno quiere más, no tiene más que acercarse a la Rioja Alavesa y abrir la puerta de algunas de las bode-gas que dan nombre a vinos que, seguro, ha escuchado alguna vez como sinónimo de calidad. Por no hablar de los edificios singula-res que pueblan la geografía alavesa con firmas de arquitectos de la categoría de Frank Gehry, Santiago Calatrava…

Naturaleza La naturaleza rodea Vitoria. Cerca, muy cerca, y desde un excepcional mirador suspendido en el aire, se puede observar sin molestar las diferentes especies de aves acuáticas que pasan a lo largo del año por las balsas de Salburua.

Arte Un paseo bajo la bóveda verde de La Senda desemboca en el Museo de Bellas Artes de Álava, donde reposa una buena colección de arte vasco de 1850 a 1950. Merece especialmente la pena la obra del vitoriano Fernan-do de Amárica. También se debe hacer un alto en el Museo de Arte Sacro, en la Catedral nueva, y perderse por algunas de las iglesias del Casco Histórico, que reservan sorpresas tanto en su interior como en sus fachas en pórti-cos. Y en vuelco, nos podemos dejar seducir por las propuestas más novedosas que nos esperan en el palacio de Montehermoso y el museo de arte contemporáneo Artium.

Naipes Más de veinte mil naipes de todo el mundo y de todos los tiempos. Eso es lo que se puede examinar a fondo en el Museo de Naipes, que alberga el Palacio de Bendaña, en pleno corazón del Casco Histórico. Auténti-cas obras de arte en miniatura, que un día empezó a coleccionar Félix Alfaro Fournier. Las hay relacionadas con el arte, la mitología, la música, el erotismo, la tauromaquia, el esote-rismo. Las más antiguas son ni más ni menos que del siglo XV.

Más de cincuenta mil personas aclaman el 4 de agosto a las seis de la tarde a Celedón que desciende, suspendido de su paraguas, desde la torre de san Miguel. Dicho así puede parece que los vitorianos están locos. No. Lo pasan genial. Y con ellos, todos los que se acercan a Vitoria en esas fechas. Más para los de casa, pero con el aroma de lo popular y auténtico, las romerías de San Prudencio y de Olárizu son muy, muy especiales.

Fiestas

Shoping No hace falta dar nombres, pero las grandes firmas también están en Vitoria, sobre todo en el ensanche de la ciudad, por donde creció durante el siglo XIX, con sus enigmáticos miradores. Pero cada vez son más los pequeños comercios que pugnan por salir adelante. Detrás siempre hay un intento de ofrecer algo diferen-te. Muchos se han arriesgado y han escogido el Casco Histórico. El primer tramo de la calle Correría es un ejemplo de ello.

Idea original: Amaia ArrazolaIlustraciones: Amaia Arrazola e Itziar San Vicente

Textos: Carmen Gutiérrez

Octubre 2010