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HECHOS DE PAZ V-VI A la Mesa de Negociación Presidencia de la República de Colombia Oficina del Alto Comisionado para la Paz

HECHOS DE PAZ IV-VI - 1/5

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5 PARTE HECHOS DE PAZ IV-VI

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HECHOS DE PAZ V-VI

A la Mesa de Negociación

Presidencia de la República de ColombiaOficina del Alto Comisionado para la Paz

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HECHOS DE PAZ V-VIA la Mesa de Negociación

Agosto 7 de 1998 - Octubre 24 de 1999

Presidencia de la República de ColombiaOficina del Alto Comisionado para la Paz

ISSN0124-2261

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CONTENIDO

PRESENTACiÓN 13

PRIMERA PARTE 15

• Hechos de paz, Víctor G. Ricardo, Alto Comisionado para la Paz,Santa Fe de Bogotá, D. C., 11 de enero de 1999 17

SEGUNDA PARTE 25

PRINCIPALES INTERVENCIONES SOBRE LA POLíTICA DE PAZ 27• Una política de paz para el cambio, Andrés Pastrana Arango, candidatoa la Presidencia de la República, Santa Fe de Bogotá, D. C.,8 de junio de 1998 29

• De la retórica de la paz a los hechos de paz, Andrés Pastrana Arango,Presidente de la República, Santa Fe de Bogotá, D. C.,11 de agosto de 1998 43

• Hacia el camino de la paz, Víctor G. Ricardo, Alto Comisionado parala Paz, Cartagena, 21 de agosto de 1998 49

• Espacio para la paz, Andrés Pastrana Arango, Presidente de la República,Santa Fe de Bogotá, D. C., 14 de octubre de 1998 59

• La paz no puede ser un diálogo de sordos, Víctor G. Ricardo,Alto Comisionado para la Paz, Popayán, 18 de octubre de 1998 63

• La paz no se hará a espaldas de los departamentos, Víctor G. Ricardo,Alto Comisionado para la Paz, Popayán, 20 de octubre de 1998 69

• El plan Colombia: una gran alianza con el mundo contra el delitointernacional, por los derechos humanos, los derechos sociales ypor la ecología, Andrés Pastrana Arango, Presidente de la República,Santa Fe de Bogotá, D. C., 22 de octubre de 1998 75

• Discurso del alto comisionado para la paz, Víctor G. Ricardo, durantela creación de la zona de distensión en San Vicente del Caguán,7 de noviembre de 1998 83

• Discurso del presidente Andrés Pastrana Arengo, en el acto delanzamiento del "programa de fomento al cultivo de la palma paralos habitantes de Puerto Wilches", Puerto Wilches,19 de diciembre de 1998 89

• Los Gobernadores son un extraordinario factor aglutinador y un vehículopropicio para facilitar la convergencia de los anhelos de sus regiones.Víctor G. Ricardo, Cartagena de Indias, 10 de febrero de 1999 97

• Intervención del alto comisionado para la paz, Víctor G. Ricardo, durantela sesión del Comité de Paz de Santander, Bucararnanga,3 de marzo de 1999 105

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• Sin manejo responsable en los medios, la paz puede fracasar.Víctor G. Ricardo, Santa Fe de Bogotá, D. C., 8 de marzo de 1999 113

• Palabras del alto comisionado para la paz, Víctor G. Ricardo, enel evento Vida para los Indígenas, Santa Fe de Bogotá, D. C.,10 de marzo de 1999 119

• Intervención del alto comisionado para la paz, Víctor G. Ricardo, antela Federación Nacional de Municipios, 15 de abril de 1999 129

• Intervención del Alto Comisionado para la Paz en la reunión conlos secretarios de gobierno municipales 137

• Palabras del presidente de la República, Andrés Pastrana, con ocasióndel nonagésimo aniversario de la Escuela Superior de Guerra,Santa Fe de Bogotá, D. C., 6 de mayo de 1999 141

• Palabras del alto comisionado para la paz, Víctor G. Ricardo,en el foro de El Espectador "Agenda común con las FARC",Santa Fe de Bogotá, 20 de mayo de 1999 151

• Palabras del alto comisionado para la paz, doctor Víctor G. Ricardo,en la sesión inaugural del Diplomado sobre Cultura de Paz.Universidad Sergio Arboleda, 21 de mayo de 1999 159

ALGUNOS COMUNICADOS DE INTERÉS 167• Declaración pública del alto comisionado para la paz, Víctor G. Ricardo 169• Del alto comisionado para la paz, Víctor G. Ricardo, para los alcaldesde la zona de distensión, Santa Fe de Bogotá, D.C.,8 de noviembre de 1998 171

• Declaración pública del alto comisionado para la paz, Víctor G. Ricardo,Santa Fe de Bogotá, D. C., 23 de noviembre de 1998 175

• Del Alto Comisionado para la Paz a los medios de comunicación,Santa Fe de Bogotá, D. C., 4 de diciembre de 1998 177

• Declaración pública del alto comisionado para la paz, Víctor G. Ricardo,Santa Fe de Bogotá, D. C., 15 de diciembre de 1998 187

• Carta del Presidente de la República dirigida a cada uno de los elegidosa participar como voceros de le.Mesa de Diálogo, Fabio Valencia Cossio,María Emma Mejía Vélez, Nicanor Restrepo Santamaría y RodolfoEspinosa Meola, Santa Fe de Bogotá, D. C., enero 6 de 1999 189

• Carta del Fiscal General de la Nación al Alto Comisionado para la Pazen relación con la administración de justicia en la zona de distensión,Santa Fe de Bogotá, D. C., 7 de abril de 1999 191

• Respuesta del Alto Comisionado para la Paz al oficio enviado porel Fiscal General de la Nación, Santa Fe de Bogotá, D.C.,13 de mayo de 1999 193

• Comunicado conjunto, Caquetania, 28 de abril de 1999 195• Carta del Alto Comisionado para la Paz a Plinio Apuleyo Mendoza,en relación con los comentarios sobre la destitución de generales,Santa Fe de Bogotá, D.C., 16 de abril de 1999 197

PROCESO ENTRE EL GOBIERNO NACIONAL Y LAS FARC-EP 199• Carta abierta al señor Presidente de la República, firmada por ManuelMarulanda, donde se da a conocer la lista de los soldados retenidospor las FARC-EP,montañas de Colombia, 21 de septiembre de 1998 201

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• Respuesta del Alto Comisionado para la Paz a Manuel Marulanda dela carta abierta dirigida al Presidente de la República,Santa Fe de Bogotá, D. C., 30 de septiembre de 1998 213

• Carta al presidente de la República, Andrés Pastrana Arango, enviadapor Manuel Marulanda Vélez, montañas de Colombia,30 de septiembre de 1998 215

• Respuesta del Alto Comisionado para la Paz a la carta enviadaal Presidente de la República por Manuel Marulanda Vélez,Santa Fe de Bogotá, D. C., 25 de octubre de 1998 219

• Carta abierta al doctor Víctor G. Ricardo, firmada por el jefe delas FARC-EP, Manuel Marulanda Vélez, montañas de Colombia,20 de octubre 1998 221

• Carta enviada por el Alto Comisionado para la Paz, Víctor G. Ricardoa Manuel Marulanda, jefe de las FARC, Santa Fe de Bogotá, D. C.,31 de octubre de 1998 223

• Carta enviada al Alto Comisionado para la Paz, por Manuel MarulandaVélez en relación con el canje de detenidos, montañas del Caquetá,12 de noviembre de 1998 227

• Del alto comisionado para la paz, Víctor G. Ricardo. a Manuel Marulanda,Santa Fe de Bogotá, D. C., 20 de noviembre de 1998 229

• Del alto comisionado para la paz, Víctor G. Ricardo, a Manuel Marulanda,Santa Fe de Bogotá, D. C., 23 de noviembre de 1998 231

• Carta abierta al doctor Andrés Pastrana Arango, Presidente dela República, montañas del Caquetá, 3 de diciembre de 1998 233

• Declaración pública del alto comisionado para la paz, Víctor G. Ricardo,versión de prensa, 15 de diciembre de 1998 237

• Comunicado conjunto del Gobierno Nacional y las FARC-EP,La Machaca, 21 de diciembre de 1998 239

• Petición de la guerrilla de las FARC-EPa la fiscal Maritza Chavarro Anturi.San Vicente del Caguán, 25 de febrero de 1999 241

• Comunicado del alto comisionado para la paz. Víctor G. Ricardo,a la opinión pública, Santa Fe de Bogotá, D. C.. 26 de febrero de 1999 243

• Comunicado de prensa del Gobierno Nacional ante el secuestroy asesinato de los tres ciudadanos norteamericanos que cumplíanlabores humanitarias, Santa Fe de Bogotá, D. C., 5 de marzo de 1999 245

• Comunicado del Gobierno Nacional a las FARC-EP,Santa Fe de Bogotá. D. C., 8 de marzo de 1999 247

• Balance sobre el trabajo realizado en el proceso de diálogo entreel Gobierno y las FARC-EP,Caquetania, 2 de mayo de 1999 249

• Carta del Alto Comisionado para la Paz a Manuel Marulanda Vélez,acerca de la propuesta de acuerdo sobre reglas de juego en la zonade distensión, San Vicente del Caguán, 7 de mayo de 1999 251

• Propuesta de acuerdo sobre reglas de juego en la zona de distensión 253

MESA DE DIÁLOGO GOBIERNO FARC·EP 257• Discurso del presidente Andrés Pastrana Arango, en la instalaciónde la Mesa de Diálogo con las FARC-EP. San Vicente del Caguán,7 de enero de 1999 259

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• Palabras de Manuel Marulanda Vélez, comandante en jefe de las FuerzasArmadas Revolucionarias de Colombia, FARC-EP, leídas por JoaquínGómez, San Vicente del Caguán, 7 de enero de 1999 265

• Declaración conjunta del Gobierno Nacional y las FARC-EP,San Vicente del Caguán, 7 de enero de 1999 275

• Discurso del alto comisionado para la paz Víctor G. Ricardo, enla instalación de la Mesa de Diálogo con las FARC-EP, San Vicentedel Caguán, 7 de enero de 1999 277

• Acta No. 1 del Gobierno Nacional y las FARC-EP.Primera reunión dela Mesa de Diálogo, San Vicente del Caguán, 7 de enero de 1999 281

• Comunicado No. 1 del Gobierno Nacional y las FARC-EP,Caserío La Machaca, San Vicente del Caguán, 9 de enero de 1999 283

• Comunicado No. 2, La Machaca, San Vicente del Caguán,11 de enero de 1999 285

• Comunicado No. 3. La Machaca. San Vicente del Caguán,25 de enero de 1999 287

• Comunicado No. 4, La Machaca, San Vicente del Caguán,21 de abril de 1999 289

• Comunicado No. 5, La Machaca, San Vicente del Caguán,25 de abril de 1999 291

• Comunicado No. 6, La Machaca. San Vicente del Caguán,30 de abril de 1999 293

• Comunicado No. 7. Caquetania, departamento del Caquetá,4 de mayo de 1999 295

• Comunicado final de la Mesa de Diálogo, La Machaca, departamentodel Caquetá, 6 de mayo de 1999 297

PROPUESTAS DE AGENDA PARA LA MESA DE DIÁLOGO 299• Una Política de Paz para el Cambio. Agenda de Paz del GobiernoNacional, La Machaca, San Vicente del Caguán, 11 de enero de 1999 301

• Propuesta de agenda de las FARC-EP 305

INSTRUMENTOS JURíDICOS 309• Resolución número 84 del 14-0ctubre-1998 311• Resolución número 85 del 14-0ctubre-1998 313• Resolución número 01 del 5-Enero-1999 315• Resolución número 27 del 1°-Mayo-1999 317• Resolución número 31 del 7-Mayo-1999 319• Resolución número 32 del 7-mayo-1999 323

ALGUNAS DEFINICIONES SOBRE TEMAS DE INTERÉSEN EL CONTEXTO DE LA PAZ 327

• Sobre la Zona de Distensión 329• Sobre la beligerancia 333

ALGUNOS DEBATES EN EL CONGRESO DE LA REPÚBLICA 339• Respuestas al cuestionario de la proposición No. 09 341• Proposiciones números 59 y 80, respuesta del Alto Comisionadopara la Paz. al Congreso de la República 343

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• Proposición número 22, respuesta al cuestionario enviado al AltoComisionado para la Paz por la Comisión Sextadel Senado de la República 349

TERCERA PARTE 353

ACCIONES Y PLANTEAMIENTOS DEL GOBIERNO NACIONAL ENLA DEFENSA DE LOS DERECHOS HUMANOS Y LA LUCHACONTRA EL PARAMILlTARISMO 355

• Discurso del presidente de la República Andrés Pastrana Arango,en la posesión del vicepresidente, Gustavo Bell Lemus, como AltoConsejero Presidencial, Santa Fe de Bogotá, D. C.,9 de septiembre de 1998 357

• Directiva presidencial No. 03, Santa Fe de Bogotá, D. C.,15 de octubre de 1998 361

• Carta abierta del Secretariado del Estado Mayor Central de las FARC-EPal señor presidente de la República, Andrés Pastrana Arango,montañas de Colombia, 18 de enero de 1999 369

• Respuesta del Alto Comisionado para la Paz a la carta abiertaal Presidentede la República,del Secretariadodel EstadoMayorCentralde las FARC-EP,Santa Fe de Bogotá, D. C., 20 de enero de 1999 371

• Posición del Gobierno Nacional frente a las Autodefensas de Colombia(AUC).Comunicado, Santa Fe de Bogotá, D. C., 19 de enero de 1999 375

• Carta de las Autodefensas Unidas de Colombia al alto comisionadopara la paz, Víctor G. Ricardo 377

• Informede avancede la política de protecciónde los derechos humanos 379• Lineamientos generales para una política estatal permanente conrelación a los grupos armados privados 385

• Carta al Alto Comisionado para la Paz de las Autodefensas Unidasde Colombia ratificando su posición, montañas de Colombia,23 de enero de 1999 391

• Combate contra los grupos de autodefensa 393

CUARTA PARTE 399

ALGUNAS CONSECUENCIAS DEL PROCESO DE PAZ 401• Comunicado del Alto Comisionado para la Paz sobre los hechosrelacionados con el informe de la Procuraduría 403

• Declaración del Gobierno Nacional que cancela la controversiarelacionada con el informe de la Procuraduría,Santa Fe de Bogotá, D. C., 3 de febrero de 1999 405

• Acción de tutela contra el procurador general de la Nación, JaimeBernal Cuéllar y el alto comisionado para la paz, Víctor G. Ricardo,Bucaramanga, 18 de febrero de 1999 407

• Respuesta del Alto Comisionado para la Paz a la solicitud delos Magistrados del Tribunal Administrativo de Santander,Santa Fe de Bogotá, D. C., 15 de febrero de 1999 415

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• Notificación al doctor Víctor G. Ricardo de la Sentencia a la Acciónde Tutela contra el Procurador General de la Nación y el Alto Comisionadopara la Paz, Bucaramanga, 19 de febrero de 1999 419

• Respuesta del Alto Comisionado para la Paz a la impugnaciónpresentada por Jesús María Clavijo Clavijo contra la sentenciaproferida por el Tribunal Administrativo de Santander,Santa Fe de Bogotá, D.C., abril de 1999 421

PROPUESTA DEL GOBIERNO PARA LOGRAR UN GRAN ACUERDONACIONAL POR LA PAZ 427

• La paz es un compromiso Nacional, Santa Fe de Bogotá, D. C.,18 de febrero de 1999 429

• Comunicado del Gobierno Nacional y los sectores político, eclesiásticoy gremial a la opinión pública, Casa de Nariño, 18 de febrero de 1999 437

PLAN COLOMBIA 439• Introducción 441• El Plan Colombia 447• Mecanismo financiero para el Plan Colombia 461

ALGUNOS COMENTARIOS SOBRE EL SECTOR AGROPECUARIO 467• La reactivación del sector agropecuario como estrategia para la paz,pensamientos del alto comisionado para la paz, Víctor G. Ricardo,sobre el sector agropecuario 469

REFORMA POLíTICA 473• Sugerencia de adición al proyecto de acto legislativo "Sobre la Reformade la Política Colombiana e Instrumentos para la Paz",Santa Fe de Bogotá, D. C., 11 de mayo de 1999 475

CONSEJO NACIONAL DE PAZ 479• Discurso del presidente Andrés Pastrana Arango, durante la reunión delConsejo Nacional de Paz, Santa Fe de Bogotá, D. C.,24 de marzo de 1999 481

• Intervención del alto comisionado para la paz, Víctor G. Ricardo.Consejo Nacional de Paz, Santa Fe de Bogotá, D. C.,24 de marzo de 1999 491

• Sesión plenaria del Consejo Nacional de Paz, declaración a la opiniónpública, Santa Fe de Bogotá, D. C., 24 de marzo de 1999 499

ENTREVISTAS AL ALTO COMISIONADO PARA LA PAZ S03• Víctor G. Ricardo en pocas palabras, Santa Fe de Bogotá, D. C.,enero de 1999 505

• Reportaje de la agencia Ancol, febrero de 1999 509• Cuestionario de la Unidad de Paz de El Tiempo, al Alto Comisionadopara la Paz, Santa Fe de Bogotá, D. C., 23 de marzo de 1999 513

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• Respuesta del Alto Comisionado para la Paz al Cuestionario dela Unidad de Paz de El Tiempo, Santa Fe de Bogotá, D. C.,23 de marzo de 1999 515

APOYO INTERNACIONAL Al PROCESO DE PAZ 519• Más ayuda para la paz de Colombia, EL PAís, Cali,10 de agosto de 1998 521

• Crece apoyo externo para proceso de paz colombiano,EL NUEVO SIGLO, Santa Fe de Bogotá, D.C., 2 de septiembre de 1998 523

• Iberoamérica respalda proceso de paz en Colombia, aporto, Portugal,18 de octubre de 1998 525

• Británicos dispuestos a respaldar la paz, El UNIVERSAL, Cartagena,24 de octubre de 1998 527

• Espaldarazo de Venezuela al proceso de paz en Colombia,EL ESPECTADOR, Santa Fe de Bogotá, D.C., 3 de noviembre de 1998 529

• Alemania no condiciona ayuda al proceso de paz, EL ESPECTADOR,Santa Fe de Bogotá, D.C., 9 de enero de 1999 531

• Bloque con Cuba y Venezuela, EL ESPECTADOR,Santa Fe de Bogotá, D. C., 18 de enero de 1999 533

• Apoyo y colaboración de España para el proceso de paz,EL ESPECTADOR, Santa Fe de Bogotá, D.C., 16 de marzo de 1999 535

• Declaración del Táchira, LA REPÚBLICA, Santa Fe de Bogota, D.C.,5 de mayo de 1999 537

• Clinton complacido por cita Pastrana-Marulanda, EL ESPECTADOR,Santa Fe de Bogotá, D.C., 5 de mayo de1999. 539

• Estados Unidos reitera apoyo al Proceso de Paz en Colombia,Santa Fe de Bogotá, D.C., 20 de mayo de 1999 541

AGENDA COMÚN 543• Agenda común por el Cambio hacia una Nueva Colombia, La Machaca,6 de mayo de 1999 545

• Por el Cambio: Encuentro con la Nación, La Machaca,6 de mayo de 1999 549

REGISTROS FOTOGRÁFICOS 551

SOBRE ALGUNOS ARTíCULOS DE PRENSA 647• Plan B, ¿perverso? 649• Carta del alto comisionado para la paz, Víctor G. Ricardoa Juan Manual Santos, columnista de El Tiempo 653

• Pastrana sin partitura para la paz. El Nuevo Herald, Gerardo ReyesSanta Fe de Bogotá, D. C., martes 17 de agosto de 1999 655

• Carta del alto comisionado para la paz, Víctor G. Ricardo,a Carlos Castañeda director de El Nuevo Herald 659

ALGUNAS CARTAS ENVIADAS POR LAS FARC 663• Carta enviada al alto comisionado para la paz, Víctor G. Ricardo,de Manuel Marulanda Vélez 665

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• Carta abierta al señor Presidente de la República 667

CARTAS RECIBIDAS DE LAS AUTODEFENSAS UNIDAS DE COLOMBIA 669• Carta abierta, Colombia, 24 de mayo de 1999 671• Carta dirigida al alto comisionado para la paz, Víctor G. Ricardo,de las Autodefensas Unidas de Colombia 673

ALGUNAS CARTAS RECIBIDAS 679• Voluntad manifiesta de un militante del Segundo Frente de las FARC-EP 681

ALGUNAS INTERVENCIONES SOBRE EL PROCESO DE PAZ 683• Cuántos muertos más necesitamos para hacer la paz 685• La paz es misión de todos los colombianos 691• Nos movemos por la fuerza de la razón y no por la razón de la fuerza 695• La paz la construimos todos 703• Debemos ampliar y fortalecer nuestra democracía 709• A los incredulos del proceso de paz les pregunto si esposible Colombia sin paz 715

ALGUNOS DEBATES EN EL CONGRESO 721• Respuesta al cuestionario enviado por la Honorable Comisión Primerade la Cámara de Representantes, con ocasión a la citación del 9 deseptiembre de 1999 723

• Respuesta del Alto Comisionado para la Paz a la proposición de citacióna la Comisión Primera de la Cámara de Representantes el 21 de octubrede 1999 731

• Respuesta al cuestionario de la Comisión Segunda del Senadode la República, Proposición No. 31 735

CON MOTIVO DEL ASESINATO DE JAIME GARZÓNY JESÚS ANTONIO BEJARANO 741

• Declaración Pública, Santa Fe de Bogotá, D. C., 13 de agosto de 1999 743• Comunicado, Santa Fe de Bogotá, D. C., 16 de septiembre de 1999 745

SOBRE LA BELIGERANCIA RESTRINGIDA 747• Sobre la Beligerancia Restringida 749

CON ALGUNOS COMUNICADOS LLEGA LA NEGOCIACiÓN 753• El Gobierno Nacional y las FARC-EPse permiten informara la opinión pública 755

• Declaración Pública, San Vicente del Caguán, departamento del Caquetá,16 de octubre de 1999 757

SE INICIAN PROYECTOS DE SUSTITUCiÓN DE CULTIVOS ILíCITOSDURANTE EL PROCESO DE PAZ EN LA ZONA DE DISTENCIÓN 759

• Plante UNDCPjUNOPS, desarrollo alternativo en la zona de distensiónde los departamentos del Caquetá y Meta 761

ALGUNAS GRÁFICAS SOBRE EL CONFLICTO ARMADO 765

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PRESENTACIÓN

Por: Víctor G. Ricardo

Colombia se está viendo enfrentada a retos múltiples: lograr la paz y la re-conciliación nacional, promover condiciones favorables para el desarrollo conjusticia social, reformar sus instituciones políticas, todo lo anterior unido ala necesidad de insertarse en el ordenamiento internacional. La reforma delEstado para construir uno nuevo donde quepamos todos los colombianos,donde reine la equidad y se fundamente en la justicia social.

Esta estrategia tiene también el componente de cultura de paz encaminada alograr la reconciliación nacional. Es claro que los procesos en curso con losprincipales grupos insurgentes responden al reto de todos los colombianosque es lograr la paz.

La actual administración encamina sus esfuerzos dentro de una estrategiaque se basa en el Plan Nacional de Desarrollo, con un proyecto específico alestilo del Plan Marshall, que hemos denominado Plan Colombia, dirigido alas zonas más deprimidas del país.

En el mismo sentido se continúa estructurando una reforma a las institucio-nes políticas, para volverlas acordes con la realidad nacional.

Mediante la "Diplomacia por la paz", los principales componentes de la polí-tica de paz se comparten con la Comunidad Internacional, a efecto de lograrsu acompañamiento y apoyo dentro del marco del respeto a nuestra sobera-nía, siempre y cuando responda a nuestras necesidades.

Como lo hemos comentado, desdejunio de 1998, cuando se presentó el docu-mento "Una Política de Paz para el Cambio", múltiples sectores de la sociedadhan participado con entusiasmo y convicción en la gran empresa de la paz.

La presente publicación describe los Hechos de Paz del gobierno del presidenteAndrés Pastrana e incluye los principales documentos sobre este proceso a par-tir del 7 de agosto, día de la transmisión del mando.

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En la primera parte, se define la visión del gobierno sobre la paz y los logrosalcanzados hasta la fecha. En la segunda parte, se incluyen las principalesintervenciones sobre la política de paz, comunicados de interés, los más des-tacados documentos relacionados con el proceso desarrollado entre el GobiernoNacional y las FARC-Ef~en especial los de la Mesa de Diálogo, al igual que laagenda común que inicia la etapa de negociación con un esquema de participa-ción ciudadana. Se relacionan los principales instrumentos jurídicos, algunospensamientos y criterios sobre temas de interés en el contexto de la paz y algu-nos de los debates que han tenido lugar en el Congreso de la República.

En la tercera parte se incluyeron las principales acciones y planteamientosque el Gobierno Nacional ha venido desarrollando a efectos de defender losDerechos Humanos y acabar con el paramilitarismo, que constituye uno delos más graves y perversos factores de degradación del conflicto armado enColombia.

La cuarta parte destaca, algunas consecuencias que ha generado el proceso depaz, al igual que la propuesta presentada por el Gobierno para lograr unGran Acuerdo Nacional por la Paz, los principales lineamientos del Plan Co-lombia y algunos comentarios sobre el sector agropecuario. Incluimos tam-bién una sugerencia de adición al proyecto "sobre la Reforma de la Políticacolombiana e Instrumentos para la Paz".

Hacemos también referencia al Consejo Nacional de Paz, a varias entrevistasrealizadas al Alto Comisionado para la Paz, y a las principales declaracionesde apoyo internacional a nuestro proceso de paz, como también presentamosun registro gráfico de distintos hechos sucedido s durante el proceso.

Presentamos el Gran Acuerdo Nacional por la Paz, logrado con los dirigentespolíticos, así como la agenda común denominada "Por el Cambio hacia unaNueva Colombia" y el documento de participación ciudadana titulado "Por elCambio: Encuentro con la Nación".

En esta publicación damos a conocer los documentos posteriores a la firmade la agenda común, con lo que se da inicio a la Mesa de Negociacion.

Reiteramos que es con orgullo que esta Administración sigue cumpliendocon su compromiso de abrir un nuevo camino de reconciliación nacionalpara el pueblo colombiano; con el propósito de encontrar una paz que nos hasido esquiva, frente a lo cual no podemos ser inferiores a la responsabilidadde la hora presente.

Santa Fede Bogotá, D.c., 24 de octubre de 1999.

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PRIMERAPARTE

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HECHOS DE PAZ

Por: Víctor G. Ricardo

LA OPORTUNIDAD DE LA PAZ

Nunca una oportunidad se repite, se dará mejor o peor, pero no igual.Colombia está frente a una oportunidad única e irrepetible tras una his-toria sembrada de injusticia, dolor y muerte.

Ahora todos los colombianos tenemos una responsabilidad histórica paraponer fin al conflicto colombiano. El Gobierno del presidente AndrésPastrana Arango ha recibido un mandato sin precedentes del pueblo co-lombiano, y con su apoyo y bajo su liderazgo busca poner fin a cincodécadas de guerra civil.

LOS PILARES DE LA PAZ

La política de paz del Gobierno tiene tres principios fundamentales:

1. Negociaciones sistemáticas con los alzados en armas, combinadas conun proceso de reconciliación nacional.

2. El lanzamiento de una nueva visión participativa de desarrollo, "ElPlan Colombia", que se apoyará en el Fondo de Inversión para la Paz, quese nutriría de los Bonos de Paz, los aportes internacionales y los créditosespeciales.

HECHOSDE PAZ V 17

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3. La negociación de una serie de reformas sociales, políticas y económi-cas para mejorar la calidad de vida de los colombianos menos favorecí-dos.

LOS OBJETIVOS ESTRATÉGICOS

La negociación política que permita superar las causas de un conflictoque rechazan masivamente los colombianos, debe ser principalmente laestrategia que conduzca a la obtención de una paz sustentada en la justi-cia social. Así lo respaldaron los colombianos al acoger la propuesta depaz que les presentó el presidente Andrés Pastrana y el Mandato Ciudada-no por la Paz, la Vida y la Libertad, el cual acepta el Gobierno Nacional.

Los objetivos estratégicos de la Política de Paz del Gobierno son:

1. Protección incondicional de los derechos humanos y respe-to al derecho internacional humanitario: el derecho fundamentala la vida, los demás derechos humanos y el derecho internacional huma-nitario, deben respetarse integral mente como base esencial de la cons-trucción de una sociedad democrática y de una paz duradera y estable.En este sentido, el secuestro, principal y más lesivo atentado contra ladignidad de la persona, debe finalizar en forma definitiva. Debe procurar-se la humanización del conflicto mientras avanzan las negociaciones ydebe tenerse como meta lograr el cese al fuego.

2. Estructura económica y social: el análisis de la estructura eco-nómica y social debe concentrarse en la superación de las causas objeti-vas de la violencia: la pobreza y la inequitativa distribución del ingreso.Uno de los principales objetivos de la negociación es realizar una ampliareforma económica y social que sirva de base para la construcción de unpaís donde convivamos todos los colombianos.

3. Reforma política y del Estado: para profundizar la democracia ydentro de la construcción de un nuevo Estado de Derecho, debe efectuarseuna reforma política que garantice, entre otros puntos, la separación depoderes, la existencia de organismos de control independientes, un régi-

18 REPÚBLICA DE COLOMBIA

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men territorial ágil y eficiente para fortalecer el proceso de descentraliza-ción, reglas electorales, movimientos y partidos políticos modernos yparticipativos, garantías reales para las minorías y para el ejercicio librede la oposición.

Se hace necesario proceder a la reforma administrativa del Estado, quepermita tener una estructura adecuada, no burocratizada y eficiente.

4. Desarrollo alternativo y sustitución de cultivos: sobre la basede reconocer el carácter social de este fenómeno, se buscarán solucionesfundamentadas en el desarrollo alternativo para regiones y campesinosmediante inversiones en el campo social, en el sector agropecuario y en lainfraestructura regional. El Plan de Desarrollo Alternativo, iniciado conexperiencias piloto, será el eje fundamental en la obtención de las accionesy metas aquí propuestas.

5. Protección del MedioAmbiente: se trata de construir un modelode desarrollo basado en el potencial social y ambiental de la Nación,enmarcado dentro de un proceso participativo de ordenamiento territo-rial, tomando en cuenta su diversidad cultural y sus particularidades geo-gráficas. La solución al conflicto requiere también la decisión de respetarel patrimonio ecológico de la Nación. Es menester preservar el medioambiente como fuente de riqueza nacional y mundial para las generacio-nes presentes y futuras, sobre la base del desarrollo racional y sostenible.

6. Fortalecimiento de la justicia y lucha contra la corrupción:a efecto de restablecer la confianza de los ciudadanos en la correcta yoportuna administración de justicia, se hace necesario mejorar el funcio-namiento de la rama judicial del poder público y fortalecer su estructura,de manera que se garantice la credibilidad en la justicia colombiana y seeviten la impunidad y los abusos en la aplicación de la ley. Para combatirla corrupción es necesario fortalecer las instituciones que velan por la trans-parencia en el ejercicio, aplicación y ejecución de la administración públi-ca y la actividad privada.

Erradicar el narcotráfico, la violación de los derechos humanos y la co-rrupción, exige el establecimiento de una normatividadjurídica especial y

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una adecuada y eficiente estructura administrativa de las entidades aquienes corresponde su control.

7. Reforma Agraria: Colombia posee considerables extensiones de tie-rra que no están siendo utilizadas de manera apropiada y otras pertene-cientes al narcotráfico. A través de una reforma integral y con base en laparticipación de las comunidades, se buscará una adecuada distribuciónde la tierra, a fin de lograr, entre otras, la sustitución de los cultivos ilícitos,proporcionando alternativas reales para los campesinos con una adecua-da explotación de los recursos naturales y con programas productivosrentables para los beneficiarios.

8. Paramilitarismo: los grupos paramilitares contradicen esencialmentela facultad exclusiva del Estado de aplicar justicia y de ejercer la autori-dad y son factor gravísimo del conflicto armado. No puede concebirse lapaz sin acallar sus armas, lo cual deberá hacerse como una responsabili-dad exclusiva del Estado.

9. Apoyo de la comunidad internacional al proceso: la participaciónde la comunidad internacional es fundamental en todos los estadios delproceso: como facilitadora de fórmulas de entendimiento que impulsen lanegociación, apoyando económicamente la redención y el desarrollo in-tegral de las zonas en conflicto, como testigo de los compromisos adqui-ridos y como instancia de verificación del cumplimiento de esos compro-mISOS.

10. Viabilización de instrumentos hacia la paz: una paz verda-dera y estable se debe enmarcar en la formalización de los puntos pacta-dos como producto de una negociación política del conflicto armado. ElGobierno considera esencial la participación de la totalidad del pueblo co-lombiano en la ratificación de los acuerdos. Un instrumento ampliamen-te democrático, objeto del acuerdo, será la garantía para que quienes hoyestán por fuera del Estado de Derecho se incorporen en su actividad ycondición a la nueva normatividad constitucional y legal que ponga fin ala violencia y permita la obtención de un país donde impere la paz, laequidad y la justicia social.

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LOS LOGROS YA ALCANZADOS

Durante los primeros meses de su Gobierno, el presidente Pastrana ha cum-plido con su promesa de poner en marcha un proceso continuo de paz.

Los principales logros alcanzados hasta el momento son:

• El objetivo de la paz ha sido definido como política central del Gobier-no.

• El presidente Pastrana apoyado por su equipo de gobierno, ha presen-tado al país un proceso de paz.

• Se ha logrado un nuevo consenso entre las partes sobre el carácterpolítico de la solución al conflicto armado.

• Desde el 7 de noviembre se estableció una zona de distensión en 5 mu-nicipios del territorio nacional para permitir los Diálogos de Paz conlas Farc- Ep.

• El Gobierno, a través del Alto Comisionado para la Paz, ha celebradovarios encuentros preliminares con las Farc-Ep y el Eln, y ha previstoiniciar una Convención Nacional con el Eln en el mes de febrero, conla participación de la sociedad civil.

• Hay un consenso en cuanto a que el objetivo de las negociaciones esuna amplia reforma política, económica y social para mejorar la ca-lidad de vida de los colombianos .

• Hay también un consenso en cuanto a que la erradicación de los cul-tivos ilícito s requiere medidas para tratar las raíces sociales del proble-ma.

• El Gobierno del presidente Pastrana ha lanzado su Plan de Desarrollo"Cambio para construir la paz" y ha diseñado el "Plan Colombia" para

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enfrentar la pobreza e injusticia social que han agobiado al pueblocolombiano. Este implica la participación de una amplia gama de sec-tores incluyendo la empresa privada, sindicatos, las comunidadescampesinas y el sector agrícola organizado, al igual que la insurgen-CIa.

• Se ha creado el Fondo de Inversión para la Paz, que será apoyado porla banca multilateral y la comunidad internacional. Mediante estemecanismo se espera captar los fondos necesarios para financiar elPlan Colombia.

• El presidente Pastrana ha diseñado una audaz política internacionalque tiene como una de sus principales estrategias "La diplomacia parala Paz", en cuyo desarrollo ha hecho múltiples visitas internacionalespara explicar la nueva política de paz en los países y foros internacio-nales más importantes. Se ha logrado así un amplio apoyo político,diplomático y financiero para el proceso de paz, y también un nuevorespeto internacional para l,: imagen de Colombia y su dignidad na-cional.

• El presidente Pastrana ha comprometido a su Gobierno y al país en elrespeto absoluto por los derechos humanos y por el Derecho Interna-cional Humanitario.

• El Gobierno ha nombrado un equipo de voceros compuesto ademásdel Alto Comisionado para la Paz, por los doctores: Nicanor RestrepoSantamaría, Fabio Valencia Cossio, Rodolfo Espinosa Meola y MaríaEmma Mejía Vélez, para las reuniones con la insurgencia, dando asícomienzo a los diálogos de paz.

El 7 de enero se inició una nueva fase del proceso de paz, la cual buscaestablecer una agenda con las Farc-Ep y un calendario para las negocia-ciones.

Con base en estas discusiones, el Gobierno espera llegar a acuerdos concre-tos para lograr una paz verdadera y estable durante el mandato del pre-sidente Pastrana.

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El producto de los acuerdos negociados es lograr una nueva realidad parael país, haciendo los cambios sociales, económicos y políticos necesariospara una Colombia donde quepan todos los colombianos, construida bajoel fundamento de la justicia social.

Se trata de concebir la paz como el escenario de la construcción conjuntade un Estado más equitativo, más justo y donde impere el respeto por losvalores éticos y morales.

La paz debe ser una gran alianza de todos los colombianos contra la co-rrupción, el narcotráfico, la violación de los derechos humanos y la injus-ticia social.

LA ESPERANZA DE LA PAZ

El proceso de paz ha comenzado, tal como el Gobierno ofreció que iba asuceder. El presidente Pastrana personalmente ha dado inicio a la etapa dediálogo como lo prometió desde el comienzo de su mandato, buscando lapaz con una agenda abierta y sin condiciones.

El proceso que se inició el 7 de enero de 1999 es una responsabilidad delGobierno, pero también debe ser la oportunidad de todos los colombianos.Cada sector y cada ciudadano de la sociedad tiene un deber en su com-promiso para alcanzar la paz.

El logro de la paz puede estar muy cerca o muy lejos; de todos los colom-bianos depende.Un pueblo que busca la verdad y que practica la honradezmerece un gobierno que lo represente en sus empeños, por ello el GobiernoNacional seguirá comprometiendo sus mejores recursos humanos, finan-cieros y técnicos para el logro de una paz en paz y no en medio de unaguerra fraticida que carece de sentido.

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SEGUNDAPARTE

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PRINCIPALESINTERVENCIONES SOBRELA POLÍTICA DE PAZ

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UNA POLÍTICA DE PAZ PARA EL CAMBIO

Doctor Andrés Pastrana Arango,Candidato a la Presidencia de la República.

Santa Fe de Bogotá, D.C., 8 de junio de 1998

Estamos llegando al final de un debate electoral que definirá por muchosaños el destino de Colombia. La encrucijada que tienen ante sí los ciuda-danos el 21 de junio tiene dos rostros opuestos: uno, el del candidato delGobierno, que mira hacia el pasado, que representa el viejo sectarismoenterrado para siempre por la historia, el derrumbe de la economía, elauge del clientelismo y de la corrupción, el desprestigio internacional, eldesbordamiento bestial de la violencia, la mancha imperdonable de la dig-nidad presidencial, y todas las nefastas consecuencias que nos deja de he-rencia la administración de Samper y de Serpa. El otro, el de la GRANALIANZA POR EL CAMBIO, un rostro fresco y optimista, lleno deideales y esperanzas, que mira hacia el futuro de grandeza que soñamospara esta tierra amada. Ellos encarnan las sombras del crepúsculo, noso-tros somos la claridad y la esperanza de los amaneceres.

1. La Gran Alianza por el Cambio: Un movimientomultipartidista

Hoy puedo decir con alegría y con fe en el porvenir que los objetivos queme propuse cuando convoqué a los colombianos a conformar la GRANALIANZA POR EL CAMBIO se han cumplido plenamente. Hemos inte-grado un gran movimiento multipartidista, férreamente unido y absolu-tamente identificado en los grandes propósitos de la Nación: la paz, lageneración de empleo, la reactivación de la economía, la justicia social, ladignidad de la Nación.

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Independientes, conservadores, liberales, católicos, cristianos y evangéli-cos participan con entusiasmo y convicción en la gran empresa de trans-formar las instituciones y rescatar para todos el derecho a vivir en unpaís decente.

11.El Gobierno Samper y el candidato Serpa han fracasado sinatenuantes en aclimatar la paz

He querido hoy aprovechar la ocasión que me brinda un auditorio tanselecto como el conformado por ustedes para presentarle al país nuestraPOLITICA INTEGRAL PARA LA PAZ. Si hay un aspecto en el que elGobierno haya fracasado sin atenuantes, es en el de la pacificación delpaís. Perdimos tristemente cuatro años, y hemos pagado el más alto delos precios por la ineptitud de los inquilinos del Palacio de Nariño: miles demuertos, de heridos, de mutilados, miles de vidas frustradas, pérdidasmateriales incalculables.

El candidato del Gobierno dice que nos dará la paz, y esgrime como argu-mento para sostenerlo, sin inmutarse, que tiene la experiencia de haberfracasado como ministro y como negociador en sus superficiales diálogoscon los alzados en armas. Es como si un aspirante al cargo de gerente deuna compañía arguye para demostrar su eficacia que ha quebrado todaslas empresas que ha gerenciado. Todos sus vagos planteamientos sobre lapaz se sostienen sobre una propuesta que hice desde la campaña pasada,la de que el presidente debía negociar directamente con la guerrilla. Lodemás es retórica vacía.

111.Tomar en serio los planteamientos de la guerrilla: origende un verdadero proceso de paz

Mi política integral para la paz parte de la base de que lo que busca laguerrilla es una transformación de las estructuras políticas y económicasdel país, que tiene sus principales trazos en las agendas de reconciliaciónque en tiempos recientes los grupos insurgentes han dado a conocer. Esasagendas versan sobre los aspectos sustantivos que pueden y deben ser abor-

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dados por el Gobierno en una negociación, lo cual le resta aún más senti-do a la guerra. La negociación no sólo pondría fin a la confrontación,sino que garantizaría que a través de la concertación amplia de un nuevoproyecto de país quedarían sentadas las bases de la verdadera reconcilia-ción entre los colombianos. Cuando se analizan las agendas sustantivaspara la reconciliación que han sido presentadas por los movimientos in-surgentes, especialmente la plataforma para la reconciliación de diez puntosde las Farc y la de doce puntos del Eln, es fácil apreciar que todos los temasallí consignados son susceptibles de negociación.

Hay sobre la mesa dos posturas sobre la paz: una del Eln y otra de lasFarc. El Ejército de Liberación Nacional adelantó recientemente algunosimportantes pasos que se expresaron en el llamado preacuerdo de Viena.Hoy este acuerdo se encuentra en suspenso por motivos que no son delcaso discutir pero resalto públicamente que cuando salió este documentoa la luz pública, como candidato no tuve vacilación alguna en respaldar-lo de frente. Eso mismo digo ahora: la intención de promover la llamadaConvención Nacional que desemboque en un proceso constituyente en elque quepa todo el país es un camino abierto al examen.

IV.Veinte puntos concretos para acercarse a la Paz

Mi política sobre la paz tiene los siguientes elementos fundamentales:

1. No habrá paz sin una reforma política de fondo: partidos sólidos,representatividad con responsabilidad y garantías a minorías

Lideraré la gran reforma política que espera el pueblo colombiano y que esindispensable para aclimatar la paz, erradicar la corrupción y elclientelismo, y consolidar la apertura de nuevos espacios para que otrastendencias puedan expresarse en el panorama político nacional. Tenemosque reestructurar a fondo y modernizar los partidos políticos, tal comolo han pedido los sectores liberales e independientes que nos acompañan,para que cumplan cabalmente la función que la democracia les asigna de

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ser quienes canalicen las inquietudes populares y los voceros del pueblo enel Congreso.

Uno de los aspectos que considero importante reformar es el de la manerade elegir a los congresistas, porque eljuego de los residuos, que en algunaoportunidad un distinguido expresidente llamó la "operaciónavispa", aten-ta definitivamente contra la unidad y la disciplina de los partidos y hadesdibujado elcriterio de representación nacional que la Constitución quierepara la integración del Senado. En la práctica, hemos llegado a que cadacongresista sea eljefe de un "minipartido", y a que actúe en los debates yvotaciones de las Cámaras libremente, sin sujeción a las directrices de lacolectividad a la que pertenece, lo cual no ocurre en ninguna democraciaseria. Esto indudablemente es un incentivo para el clientelismo, propicialas maquinarias y entraba el trabajo parlamentario.

Pienso, en consecuencia, que los partidos o movimientos políticos no po-drían avalar más de una lista por circunscripción, lo cual contribuiría afortalecer las organizaciones partidistas, a democratizarlas y a obligarlasa actuar disciplinadamente en las grandes decisiones nacionales.

En este mismo sentido se encamina la propuesta de financiar las eleccio-nes en forma previa y exclusiva por parte del Estado.

2. Una real separación de poderes

El Parlamento debe ser un órgano completamente independiente del PoderEJecutivo, para que tenga la autoridad moral y política necesaria para serel gran fiscal del Gobierno, porque en la esencia de la democracia está quela institución depositaria de la soberanía popular cumpla la misión indis-pensable de controlar y vigilar los actos del Ejecutivo, porque sin controlno hay democracia y el unanimismo es el fermento por excelencia de lacorrupción y de la arbitrariedad. Quienes quieran hacer oposición debenrodearse de las más absolutas y estrictas garantías, establecidas en unverdadero "Estatuto de oposición" que estoy dispuesto a promover con laparticipación de todos los partidos y movimientos que quieran participar

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en esta tarea. Por otra parte, considero que debe desaparecer toda formade relación entre los congresistas y la ejecución del presupuesto. En talsentido, abolir la actual forma de utilización de los fondos de cofinanciaciónconstituye un imperativo.

3. Organos de control independientes

Los órganos de control deben ser absolutamente independientes tanto delEjecutivo como de los partidos políticos, para evitar inconvenientesinterferencia s en sus decisiones.

Es necesario revisar el régimen de ordenamiento territorial, para hacerlamás ágil y eficiente y profundizar el proceso de descentralización.

4. La reforma se hará dentro del Estado de Derecho: cambiar la Constitu-ción dentro de la Constitución

La reforma política se llevará a cabo respetando integralmente el Es-tado de Derecho. No estoy dispuesto a violar la Constitución que ju-raré defender.

Si al final del proceso de paz, y para concretar las reformas políticas einstitucionales que se acuerden con la participación de todos los estamentosimportantes de la nación surge la conveniencia de convocar una Asam-blea Nacional Constituyente, tal convocatoria se hará respetando los pro-cedimientos establecidos para tal efecto por la Constitución vigente. Losostengo con la más absoluta claridad: no seré el sepulturero del Estadode Derecho.

5. Zonas de distensión: espacios para la paz

Públicamente me comprometo ante la nación y ante los gobiernos y or-ganismos internacionales interesados en colaborarnos, que una de misprimeras decisiones como Presidente de la República será establecer zonasde despeje, que las normas legales definen como zonas de distensión, y por

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el tiempo que resulte necesario, para garantizar la seguridad de los nego-ciadores designados por la guerrilla, de las autoridades civiles que quedenen la zona, especialmente de los alcaldes, que continuarán ejerciendo susfunciones como autoridades de policía en los términos de la Constitución,de los voceros de la sociedad civil que deben participar en el proceso, de losdelegados de los estados y de los organismos internacionales que coopera-rán en el curso de las negociaciones, y de los representantes del Congreso queinvitaremos a ser partícipes de los diálogos, porque me parece que el PoderLegislativo, como depositario de la soberanía popular, tiene que desempeñarun papel protagónico en la gran empresa de alcanzar la paz.

Yo, como Comandante de la Fuerza Pública, no vacilaré en dar órdenesprecisas y concretas para defender a los colombianos de las amenazas delos grupos armados. Al mismo tiempo, no dudaré en disponer de la FuerzaPública para asegurar la realización de un proceso de paz.

6. Internacionalizar la paz para terminar la guerra

Estimo de la mayor importancia la participación de la comunidad inter-nacional en la totalidad de los estadios del proceso: como facilitadora delas condiciones de prenegociación, como proponente de fórmulas de en-tendimiento que impulsen la negociación, como testigo de los compromi-sos adquiridos, y como instancia de verificación del cumplimiento de esoscompromisos. No obstante, esa cooperación de la comunidad internacio-nal que debe darse de manera autónoma y soberana, tiene que ser productode entendimientos entre las partes en conflicto, lo que presupone la claravoluntad de paz, porque sólo las partes en conflicto pueden hacer la paz, nola comunidad internacional.

7. Empresarios por y para la paz

Los creadores de riqueza nacionales participarán dentro de la esfera de sucapacidad y competencia. Llamaré a esa importante agrupación de co-lombianos que integra el Movimiento de Empresarios por la Paz, impul-sado por la Fundación Social, y al Consejo Gremial Nacional, con el pro-

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pósito de que se desplacen a las zonas de distensión y a otros sitios denuestra geografía agobiados por la guerra, a fin de que con su experienciaen creación de mercados y con su capacidad técnica y de gestión identifi-quen conjuntamente con los alzados en armas y con la comunidad engeneral proyectos agroindustriales o de otra naturaleza que puedan serfinanciados con recursos propios y con fondos provenientes de la bancamultinacional.

8. Liderazgo presidencial para todo el proceso

Como Presidente legítimo de los colombianos y con toda la autoridadmoral y política que me otorgará una investidura intachable, dirigiré per-sonalmente las negociaciones. Yomismo instalaré y daré comienzo a losdiálogos, en los que el gobierno jugará sin cartas marcadas y esperamosque la guerrilla haga lo mismo, porque desaprovechar esta coyunturasería imperdonable traición a los anhelos de paz de los colombianos. Elliderazgo presidencial hará cualquier proceso de paz más eficiente altener la necesaria unidad de mando, unidad de propósitos y unidad deesfuerzos.

9. Agenda abierta y sin condiciones

El Gobierno llegará a la mesa de negociaciones con una agenda abiertay sin condiciones previas. Los temas a tratar serán definidos conjun-tamente.

10. A trabajar desde el 21 de junio: diplomacia y convocatoria

Como Presidente electo, visitaré a los gobernantes de las nacionesindustrializadas que han manifestado su interés en ayudamos, especial-mente los Estados Unidos, para concertar con ellos la manera como noscolaborarán para iniciar la redención económica y social de las zonasmás afectadas por el conflicto, que son precisamente aquellas secularmenteabandonadas por la inversión del Estado. He dicho que con hambre nohay paz. Necesitamos llevar salud, educación, servicios públicos, vías de

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comunicación, y generar fuentes de trabajo en esas regiones, para con-solidar la paz que se logre en la mesa de las negociaciones.

11. Un Plan de Emergencia Social dentro del Plan Nacional de Desarrollo

Desde el21 dejunio. desde el mismo día en que sea elegido Presidente de loscolombianos y hasta el 7 de agosto de este año convocaré, de manerainformal, al sector privado, a las organizaciones sociales del orden nacio-nal, a las federaciones de alcaldes, gobernadores, concejales y diputados,al igual que la representación de las autoridades indígenas, para que conel equipo económico y social de la campaña elaboren una propuesta sobreel Plan Nacional de Emergencia Social, tendiente a eliminar la enormediferencia entre ricos y pobres en Colombia. Este plan será presentadodurante los primeros cien días de mi gobierno para que lo refrenden me-diante los instrumentos de participación ciudadana, para luego incorpo-rarlo al Plan Nacional de Desarrollo.

El Plan de Desarrollo, que la Constitución prevé como marco supremoque orienta la acción estatal, será el vehículo para incorporar las aspira-ciones y las necesidades de la paz. De esta forma la acción del Estado seconcentrará en las llamadas causas objetivas de la violencia: la pobreza yla inequitativa distribución del ingreso. Ya es hora de que Colombia cuen-te con una política de paz que involucre en este gran propósito nacionallas principales herramientas políticas y económicas con que contamos.

12. Recuperar el monopolio efectivo de la fuerza, precondición de unasociedad pacífica

Para lograr la paz el Estado debe recuperar el monopolio de las armasmediante medidas administrativas y reformas legales para evitar que lasociedad civil siga vinculada al conflicto armado.

13. La paz permitirá preservar un patrimonio de la humanidad: la selvahúmeda tropical

El fin del conflicto implica también la decisión de respetar el patrimonioecológico de la Nación. Se trazará una frontera agrícola que haremos

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respetar, y le propondremos a los países que conforman la Amazonia y laOrinoquia la suscripción de un acuerdo internacional que, respetando desdeluego la soberanía de cada Estado, interprete las aspiraciones de los paísesque suscribieron tratados reconociendo el valor para la humanidad denuestros recursos en estas zonas como pulmón del planeta y solicitandoque jamás llegue a ser escenario de guerra ni de discordia internacional, nisiquiera bajo el pretexto de combatir los cultivos ilícitos.

14. Las vías traen paz

Dependiendo de las necesidades de cada zona, la estrategia de paz irá acom-pañada de obras de infraestructura. Por vía de ejemplo hay que resolverla incomunicación de zonas como el Yarí y el Caguán, o la rehabilitacióndel transporte veredal e intermunicipal en el Magdalena Medio, o las obrasde la Mojana, o la comunicación por Ferry desde Urabá.

15. Los narcocultivos: un problema social cuya solución pasa por el findel conflicto armado

Íntimamente ligado al problema social y a la violencia está el asunto delos narcocultivos. Pienso que éstos no se erradicarán ni con fumigacionesni con actos de fuerza. El narcocultivo, más que un problema judicial, esun problema social, derivado de la miseria de los miles de campesinosdedicados a esta actividad, arruinados por las equivocadas políticas agra-rias de este gobierno. Los países desarrollados deben ayudamos a ejecutaruna especie de "Plan Marshall" para Colombia, que nos permita desarro-llar grandes inversiones en el campo social, en el sector agropecuario y enla infraestructura regional. para ofrecerles a nuestros campesinos alter-nativas diferentes a los cultivos ilícitos. Invitaré a la Naciones Unidas aparticipar en este proceso a través de su Programa para el Desarrollo,para que a través de canales institucionales como la Red de SolidaridadSocial, el SENA, Bienestar Familiar y otras entidades del Estado participenen este gran propósito de luchar por la paz. Ello será complementado conuna reforma agraria integral, que vaya más allá del simple criterio distri-butivo y ayude a los campesinos con centros de acopio, seguros de co-

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secha, transporte y valor agregado local, que contribuya a crear una in-dustria alimentaria capaz de competir eficientemente en los mercados.

Resulta también indispensable, para afrontar con éxito el tema de losnarcocultivos y todas sus implicaciones, que pueda llegarse a una solu-ción del conflicto armado interno.

16. Detener la barbarie y defender el derecho a la vida

Defenderé del derecho a la vida, a la vida de todos los colombianos, sinexcepciones. Los delitos consagrados por los tratados internacionales comodelitos contra la humanidad no pueden escapar a la espada de la justicia.Masacres como la cometida recientemente en Barrancabermeja no tienenperdón de Dios. No hay argumento político que las justifique. No tolera-ré más asesinatos selectivos, como los cometidos recientemente contraciudadanos de distintas tendencias políticas.

No quiero que bajo mi mandato haya colombianos exiliados por razonespolíticas. A quienes han tenido que expatriarse por ese motivo, les darétodas las garantías y toda la protección necesaria para que regresen alpaís.

17. Mano dura con los para militares

Pienso que los llamados "grupos paramilitares" son una de las máspreocupantes expresiones de la degradación del conflicto: surgen al im-pulso de la falta de seguridad, que es una estricta obligación del Estado, yaunque quieran sustentarse en el principio de legítima defensa, inexora-blemente devienen en grupos de justicia privada que terminan por sergrupos armados sin control alguno. El hecho de que actúen al margen dela ley y sobre la pretensión de apoyar la lucha contrainsurgente les desprovéjurídicamente de estatuto político. Estos grupos contradicen esencial-mente del principio del monopolio de las armas en poder del Estado y sonun factor gravísimo de la guerra. Por ello no puede concebirse la paz sinacallar sus armas, lo que tendrá que hacerse en un escenario distinto del de la

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negociación de la paz con la guerrilla y como una responsabilidad exclu-siva del Estado.

18. Fuerza pública: convivencia al interior y defensa de soberanía

Estoy seguro de que las Fuerzas Militares y la Policía Nacional demostra-rán una vez más su espíritu patriótico y de profundo compromiso con lapaz apoyando sin vacilaciones a su Comandante General en este proceso.Colombia y la democracia tienen una gran deuda con sus soldados ypolicías, que han defendido con su vida las instituciones en esta azarosaetapa de la vida nacional. Mi Gobierno las respaldará sin vacilaciones niequívocos mientras tengan que enfrentar la guerra. y cuando llegue alfin la paz, serán reestructuradas bajo los parámetros de los modernosejércitos, dentro de una doctrina de seguridad democrática que supere losviejos parámetros de la seguridad nacional, que no tendrán razón de seren un país pacificado, para que se dediquen con su reconocidoprofesionalismo a su misión constitucional de resguardar las fronteras dela Patria. En el mismo orden de ideas, la Policía Nacional afianzará sunaturaleza de cuerpo civil dedicado a resguardar la seguridad de los habi-tantes.

19. El mandato por la paz es un mandato para mi gobierno

Los diez millones de colombianos que votaron el 26 de octubre por "Lapaz, la vida y la libertad" le dieron un mandato incontrovertible al go-bierno: no más guerra, no más atrocidades. Esta expresión, más que nin-guna otra, demostró a qué nivel nuestra sociedad se encuentra saturadapor la violencia y la impunidad. Este fue un mensaje claro para todos losdirigentes políticos, económicos y religiosos de que el pueblo colombianono tolerará más que alguien se interponga en el camino de la reconcilia-ción, no importa su origen o su investidura.

Comparto y acepto plenamente este mandato. Es así como este plan depaz se inspira en este mandato y se propone articularlo en políticas yacciones concretas.

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20. Seremos inflexibles en recuperar la autoridad del Estado en todo elterritorio nacional

Pero así como es firme nuestra voluntad de paz y reconciliación entre loscolombianos, así mismo debemos ser inflexibles en recuperar la autoridaddel Estado en todo el territorio nacional. Casi la mitad de Colombia seencuentra hoy bajo la amenaza de paramilitares y guerrilleros. Su duraley de intimidación y muerte que subyuga a los campesinos y los desplaza desu zona de influencia ha traído pobreza y abandono al campo colombiano.Así como les ofrezco diálogo, reforma política y asistencia económicapara solucionar el conflicto, así mismo les advierto que cumpliré con mideber constitucional de mantener la autoridad y el orden en todo el terri-torio nacional. No más masacres, no más crímenes, no más violaciones alos derechos humanos y al derecho internacional humanitario.

Colombia entera espera que la guerrilla libere a los militares y policías quetiene en su poder. Ellos serán mi preocupación personal a partir de estanoche, en vista de la incapacidad del gobierno para asumir esa responsa-bilidad. Para ello espero el respaldo de todos los ciudadanos amantes de lapaz.

En síntesis, apreciados amigos, implantaremos un proyecto de nueva so-ciedad y un proyecto de Estado para construir la Colombia del siglo XXI.

Finalmente, quiero decirles que la paz tiene que ser el gran propósito na-cional, que ella quiere el apoyo irrestricto de toda la ación al próximogobierno, por encima de consideraciones partidistas y cualquiera que seaeJ resultado de las próximas elecciones.

v. La paz no tiene fórmulas mágicas

La paz no tiene fórmulas mágicas, ni es asunto de una sola persona. Elenfoque que propongo parte de la cruda realidad que hoy nos agobia. Hayque frenar la barbarie, defender la vida de los colombianos y parar el con-flicto. Entiendo que la paz no es sólo asunto de voluntades, ni de la delgobierno ni de la de los alzados en armas sino que es necesario construir-la. Con este fin, propongo reconstruir el Estado y recuperar la confianzade los ciudadanos en él.

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La reforma política, por lo tanto, es la clave para dar garantías a quieneshan estado excluidos o marginados de nuestro sistema político. Ella per-mitirá que quienes han permanecido relegados del ejercicio del poder y dela participación en política tengan la oportunidad de expresar sus ideas yeventualmente acceder en condiciones de equidad a la administración delEstado.

Pero la paz no es sólo una cuestión política. La paz tiene que tener conte-nido social y económico. Por eso estoy dispuesto a que el instrumento porexcelencia del Estado para orientar el desarrollo económico se ponga alservicio del empeño por la paz. En nuestra propuesta la reforma políticay el Plan de Desarrollo buscarán como objetivo fundamental la paz y lareconciliación entre los colombianos.

También es necesario entender que parar el conflicto y buscar las condi-ciones para que cese el alzamiento armado es parte de un proceso de solu-ción negociada. Hay dos posturas sobre la mesa que el país conoce: la delas Farc y la del Eln. Estoy dispuesto a avanzar sobre estas bases en laseguridad de que no hay diferencias, por grandes que sean, que haganposible continuar el baño de sangre que hoy vivimos.

La Colombia en paz que yo sueño es aquella donde los colombianos ten-gan un empleo digno y un ingreso justo, donde los colombianos vivancon tranquilidad y con seguridad y no esclavizados por el miedo, dondehaya justicia, donde cada uno sea tolerante y respetuoso con las ideas delos demás, donde no imperen el hambre ni la pobreza, donde no se mal-trate a nuestros niños, donde todos ellos puedan asistir al colegio, dondelos campesinos puedan trabajar su tierra y generar un ingreso digno, dondenuestros jóvenes estén libres del flagelo de la droga, donde el Estado esté alservicio de los ciudadanos, es decir, un país con auténtica justicia social.

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DE LA RETÓRICA DE LA PAZA LOS HECHOS DE PAZ

Andrés Pastrana Arango,Presidente de la República.

Santa Fe de Bogotá, D.e., 11 de agosto de 1998

La paz es un proyecto nacional en el cual cabemos todos. He asumido eldesafío de liderar ese proyecto nacional, convencido de que existe unavoluntad colectiva de dejar de ser parte del problema para convertimosen parte de la solución.

Una inmensa mayoría de la Nación ha aceptado mi propuesta de pazcomo carta de navegación para el siglo XXI. Tengo la convicción que comofruto de las negociaciones, la unidad nacional estará consolidada.

Mi entrevista con los máximos líderes de las Farc demostró la seriedad ycredibilidad de la Gran Alianza por el Cambio y el reconocimiento de queel movimiento guerrillero es una realidad política.

Ha llegado la hora de tomar en serio la agenda de la guerrilla, como con-dición para romper el nudo gordiano de la mutua desconfianza. ComoJefe de Estado he decidido convocar a la Nación entera por el camino de lapaz.

De igual manera los comandantes de la guerrilla deberían convocar atodos sus integrantes o frentes para iniciar el camino de la paz.

Como comandante supremo de las Fuerzas Armadas asumo con realis-mo que voy a negociar con fuerzas insurgentes que han expresado sudecisión de ser coprotagonistas de la reconstrucción nacional.

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En 90 días o antes, según los avances preliminares, despejaremos cincomunicipios que se convertirán en zonas de distensión y laboratorios depaz.

Invito a la insurgencia a demostrarle a Colombia y a la comunidad inter-nacional, que el despeje no será un corredor de impunidad para el incre-mento del narcotráfico.

Hemos coincidido con parte de esa comunidad internacional, con los jefesde la guerrilla y con muchos colombianos, que la paz es fundamentalpara erradicar el narcocultivo, lo cual hace entendible por qué losnarcotraficantes son los primeros beneficiarios de la guerra en Colombia.

Han dicho los señores jefes de la guerrilla que cuando exista por parte delGobierno una clara decisión de combatir el pararnilitarismo, la paz esta-rá más cerca.

Quiero responderles que me comprometo a prevenir con todas mis facul-tades y con la más clara voluntad política, la punible asociación que pue-da darse entre algunos agentes del Estado y los grupos paramilitares; ainvestigar las denuncias, procurando eficacia en esas investigaciones y apromover la sanción de la conducta indebida.

Debo esperar una actitud recíproca por parte de los jefes de la guerrilla connarcotraficantes que operan en zonas controladas por la insurgencia.

Los escenarios futuros del proceso de negociación deben ser lugares detransparencia sin cartas marcadas, con negociadores que representen algobierno y la legitimidad y con negociadores que representen la guerrillay sus programas.

Pero todos unidos en el propósito común de realizar una reingeniería denuestra democracia que permita una paz duradera y verdadera, para elpaís del siglo XXI.

Estoy invitando a la comunidad internacional y a todos los colombianosa que contribuyamos con un plan al estilo Plan Marshall para la paz en

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Colombia. Este plan no puede entenderse como una simple bolsa de recur-sos, es algo mucho más profundo. Es la suma de recursos educativos,científicos, técnicos, culturales, sociales, económicos y políticos, para po-tenciar las energías con que cuenta esta Nación, a partir del trabajo honra-do de sus hombres y mujeres. De esta manera no quedará un solocolombiano ajeno al proceso de consecución de la paz.

La paz tiene objetivos y tiene instrumentos. A veces hemos caído en elerror de darle prioridad a los instrumentos descuidando los objetivos.

En adelante unas y otras tendrán igual valor.

La aceptación de instrumentos como la Convención Nacional, los diálo-gos regionales y nacionales o la Asamblea Nacional Constituyente, asícomo el examen de la viabilidad jurídica del canje, implica tener claro elgran objetivo de la transformación política que sirva de sustento a lasgrandes transformaciones económicas, sociales y culturales que puedanconducirnos, tanto a las organizaciones guerrilleras como al resto de lasociedad colombiana, a la democracia y al siglo XXI.

En ese sentido no tengo miedo a hablar de las Farc, del Eln, del Epl Y de lasdemás organizaciones de cara al siglo XXI, como garantes y coadyuvantesde la paz, el orden, la disciplina, el trabajo y la seguridad de todos loscolombianos.

Las Fuerzas Armadas que comando, pueden ser fuerzas armadas para lapaz o para la guerra. En ambos escenarios tienen que ser eficientes. Para-dójicamente es este un punto de partida de unas negociaciones serias.

Para mi Gobierno la paz es el más serio de los temas. Espero que para lainsurgencia también lo sea.

Como vocero de la Nación colombiana entiendo que la afirmación ante-rior, me impone deberes de transparencia, y de juego limpio.

En lo posible la insurgencia también debiera imponerse deberes semejantes.

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Aún la más sucia de las guerras tiene límites. Esos límites se encuentranen el derecho internacional humanitario, en el derecho de gentes y tam-bién en la misma condición humana. Pero todos sabemos que más im-portante que humanizar la guerra, es terminarla.

Todo el Gobierno y seguramente en un futuro muy próximo todo el Esta-do, con el apoyo de la sociedad civil y la facilitación de la comunidadinternacional, somos responsables de llevar a feliz término este anhelomultitudinario de paz. Por eso, y por mi condición de liderar personal-mente el proceso, he dicho que no quiero construir una burocracia de lapaz.

De igual manera, seré inflexible para asegurar una sola vocería de la paz,la cual corresponde privativamente al Presidente de la República o en sudefecto al Alto Comisionado de la Paz.

Recientemente importantes voceros de la sociedad civil han hecho contri-buciones para la paz que examinaremos con el mayor cuidado, porqueseguramente muchas de ellas fecundan el camino de la paz.

Desde hace varios años diversos organismos de la sociedad civil y otros decarácter institucional vienen trabajando con patriótico empeño en ini-ciativas de paz. Tengo la seguridad que acogerán mi llamado para traba-jar unidos con una sola partitura, lo cual no significa postergar susintereses u objetivos concretos.

Sé muy bien que todos coincidimos en la urgente necesidad de hacerle laguerra a la guerra.

La paz no tiene color político; la paz no tiene diferencia de clases sociales;la paz ha de ser el punto de encuentro de todos los colombianos.

Doctor Víctor G. Ricardo: usted es un hombre valeroso y leal, con unahoja de vida relacionada principalmente con la gestión política. Las im-portantes responsabilidades que hoy asume garantizan un proceso serio,

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responsable y discreto. Garantizan además coherencia para que la disper-sión y el protagonismo no perturben el desarrollo normal de los inter-cambios y la construcción de un clima de confianza. En este propósito esesencial la comprensión y colaboración de los medios de comunicación.

He asegurado para su gestión, doctor Víctor G. Ricardo, instrumentos yapoyos institucionales del más alto nivel: su presencia permanente en elConsejo de Ministros y en el Conpes, el establecimiento de un gabineteespecial de paz y los actuales instrumentos jurídicos e institucionales queobran por Ley de la República o decreto del ejecutivo, facilitarán su tarea.

Señoras y señores: debemos pasar de la retórica de la paz a los hechos depaz. Con la ayuda de todos podemos lograrlo.

Que el Dios de Colombia nos bendiga.

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HACIA EL CAMINO DE LA PAZ

Víctor G. Ricardo,Alto Comisionado para la Paz.

Cartagena, 21 de agosto de 1998

Compartir con ustedes algunas ideas sobre el proceso de paz, constituyeun honor que agradezco y una ocasión muy excepcional para convocarelliderazgo empresarial a participar en la creación de hechos, que trans-formen la realidad cotidiana de nuestra amada Colombia.

Los Empresarios y la Paz

El empresario está seriamente preocupado por los síntomas del aceleradodeterioro de la situación nacional. La ciudadanía percibe el nuevo gobier-no y la puesta en marcha del proceso de paz, como la oportunidad derevertir la tendencia hacia la desintegración de la sociedad colombianaque ha caracterizado los últimos años.

Las manifestaciones de las crisis que vivimos tienen un alto costo para elpaís. Generan pobreza para grandes sectores, elevan los riesgos de los em-presarios, limitan los beneficios de la subversión, promueven el rezago,restan competitividad a la producción y condicionan, negativamente, lasposibilidad de un crecimiento económico más acelerado.

El avance de los enfrentamientos ha generalizado la violencia en todo elterritorio nacional y sus consecuencias amenazan a los ciudadanos, sindistinciones de ninguna especie.

La recuperación de la concordia y el establecimiento de una convivenciacivilizada, son condiciones necesarias para el bienestar del pueblo colom-

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biano, el crecimiento económico y el desarrollo. Para los empresarios, apo-yar los esfuerzos de pacificación y contribuir a cimentar una paz durade-ra y sostenible, es una necesidad impostergable.

El deterioro de la convivencia, la violencia y la subversión, atentan contrala sociedad colombiana. Los empresarios quieren la paz, respaldan las ac-ciones para poner fin al conflicto armado y juzgan prioritario el fortaleci-miento de las instituciones encargadas de asegurar una justicia oportuna,frente a las formas de delincuencia que resultan de la guerra.

La solución militar no es posible como única forma de responder al con-flicto. El diálogo con las fuerzas subversivas es una urgente necesidad. Elavance del narcotráfico y su poder de corrupción, amenazan el contenidopolítico de la insurgencia, dificultando todavía más la negociación.

En su propuesta de pasar de la retórica de la paz a los hechos de paz, elseñor Presidente señaló que la paz es un proyecto nacional, en el cualcabemos todos y que el proceso está orientado por la manifiesta voluntadcolectiva de dejar de ser parte del problema para convertirse en parte de lasolución.

La decisión del despeje como zonas de distensión y laboratorios de paz, estambién reconocimiento a la seriedad de la decisión de la guerrilla de sercoprotagonista de la reconstrucción nacional, expresada en su agenda.

Ello implica responsabilidades recíprocas. De un lado, de quienes actua-mos en el marco de la ley y a nombre de la democracia, la obligación deuna conducta impecable que dé valor a la palabra en el ejemplo de laacción. Del lado de los insurgentes, establecer linderos claros entre suspropuestas y acciones políticas y las actividades delincuenciales.

Se trata de viabilizar el diálogo entre contrarios, a partir del reconoci-miento del otro, como contradictor válido.

Para lograr un propósito común, el de realizar una reingenieria de nues-tra democracia que permita una paz duradera y verdadera para el país

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del siglo XXI, es necesario aprender a respetar las diferencias, la diversidady especificidad que caracterizan los múltiples intereses que se expresan enla realidad política, económica y social de la Nación.

Colombia enfrenta uno de los momentos más definitivos de su vida repu-blicana, cuando su crisis nacional, fruto de numerosas crisis parciales quese han acumulado a través de los años, ha llegado a un punto donde suagravamiento y generalización, comprometen seriamente su futuro.

La subversión, el narcotráfico y el paramilitarismo son manifestacionesagudas de esa situación. Sin embargo, es un momento de esperanza, porlos cambios significativos que se han dado en la opinión pública, que fi-nalmente se reconoce comprometida con la crisis y con la solución. Lo estambién por la preocupación y el interés creciente de la comunidad inter-nacional, con la suerte del país y su creciente voluntad para apoyar acti-vamente los esfuerzos nacionales, tendientes a afrontar con decisión yrealismo el camino de la superación y de la presente situación.

En Colombia urge que se pueda confrontar de manera directa y personal,las distintas posiciones, visiones, sueños y expectativas de los ciudada-nos, para una mejor comprensión de la realidad y de sus posibilidades; delas del país pero también, de las de los distintos actores.

Lograrlo hará posible la cesación del conflicto interno, la superación delproblema del narcotráfico, así como la definición y ejecución de un plande desarrollo de largo plazo para construir la paz, consolidar la democra-cia, garantizar la vigencia de ley y de los derechos humanos, y una eco-nomía que a partir del absoluto respeto y apoyo al trabajo honrado,garantice grados crecientes de prosperidad, compartida por los distin-tos sectores económicos, sociales y regionales.

Narcotráfico y Subversión

La debatida relación entre el narcotráfico y la subversión es un puntoneurálgico para definir su tratamiento y el camino a seguir interna e

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internacionalmente. Crecientemente en el país y en el exterior, se reconoceun hecho fundamental y es que la continuación del conflicto interno co-lombiano dificulta enormemente la lucha contra los narcocultivos y porconsiguiente contra el narcotráfico, y hace que ésta alcance unos costosdesproporcionados en términos sociales, políticos, ambientales y aún eco-nómicos y que sus resultados sean deleznables frente a la gravedad de lasituación.

Por parte de los grupos subversivos, las Farc en especial, se han enviadoseñales a actores nacionales, norteamericanos y agencias de organismosinternacionales, en el sentido de que podrían aceptar una acción decididay concertada para acabar con los narcocultivos en el país, desarrollar unambicioso pero realista programa de desarrollo alternativo, en las regio-nes de cultivo y colaborar para desterrar del territorio nacional alnarcotráfico, que se alimenta de los narcocultivos.

El conflicto interno colombiano como ya se dijo, se inscribe en una crisisgeneral de la sociedad que tiene dimensión histórica. Todos los estamentosde esa sociedad, especialmente los que no han estado excluidos de su desa-rrollo, tienen responsabilidad en la situación presente y en el diseño y eje-cución de las soluciones que se acuerden.

Este punto es fundamental para abordar el tema militar, pues el principaltemor de este cuerpo social es terminar sacrificado en las negociaciones,condenado de manera indiscriminada. Los militares, al igual que todoslos estamentos de la sociedad, necesitan reformas profundas para que pue-dan ser activos y creativos, en el proceso de reconstrucción nacional. Esasreformas las deben asumir con lucidez, sin trasplantar modelos de otrospaíses. La situación colombiana tiene elementos específicos que no permi-ten trasladar las experiencias de otras negociaciones recientes, en especiallas centroamericanas, pero sí aprender de ellos que es posible negociar unconflicto por complejo que éste sea.

Los ejércitos del hemisferio están llamados a pasar de la estrategia de laseguridad nacional, en el marco de las guerras de baja intensidad, a unadefensa de los derechos humanos y de los métodos democráticos para

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enfrentar el conflicto social e ideológico. El ejército colombiano, inmersoen el conflicto interno en curso, tiene dificultades para asimilar ese cam-bio. Por ello, el tema del paramilitarismo y la violación de los derechoshumanos están en el corazón del problema colombiano, en el momentopresente, y debe de atenderse de inmediato. Las fuerzas militares y de po-licía deben ser eficaces en el cumplimiento de su deber constitucional, perosiempre en el marco de las leyes.

Las Élites de Poder y la Paz

De la posición que asuman las élites de poder depende, en una buena me-dida, la suerte que tengan las iniciativas de paz en Colombia.

El empresariado nacional en su conjunto busca tener una participaciónactiva y propositiva en todo el proceso que conduzca a la paz. No quierenser simplemente los que "firmen los cheques de la paz".

Es posible y conveniente adelantar con el conjunto del empresariado, unaverdadera interlocución política. Debe discutirse con ellos la suerte de temasfundamentales para el futuro del país y que son necesarios para garanti-zarle su sostenibilidad a largo plazo. Entre otros se pueden mencionar elempleo, el manejo de crédito, la educación y el desarrollo del talento hu-mano, la descentralización y la vida de las regiones, y el reconocimientoefectivo de la igualdad de oportunidades. Los empresarios ya entiendenque en Colombia deben analizarse con realismo, un conjunto de temas defondo, cuya importancia no habían apreciado plenamente antes del agra-vamiento de la crisis nacional.

Los empresarios consideran que la guerra y la paz son asuntos de la socie-dad pero que es el Estado, dirigido por un gobierno legítimo y con unaclara representación, quien debe liderar el proceso de negociación, con elpleno apoyo de las fuerzas sociales organizadas.

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Sociedad Civil, Negociación y Construcción de la Paz

Es necesario reconocer, a partir de las experiencias colombianas en el tema,que la paz no puede ser objeto de una negociación instrumentalista, puesexige un proceso continuado, coordinado y profundo de cambios, paraconstruirla, para desarrollarla, para llenarla de contenidos de democra-cia, de participación, de equidad y sostenibilidad en todos los frentes. Unbienestar excluyente no es sostenible ni en lo social, ni en lo político, ni enlo ambiental, ni en lo económico. Se trata de una tarea de construcciónnacional, no de simple negociación, desmovilización y desarme.

El conflicto armado colombiano tiene expresiones regionales propias conespecificidades territoriales alimentadas, entre otras, por la débil y des-igual presencia del Estado y por la ausencia de un proyecto de sociedadsignado por la legitimidad y el consenso. Esta situación debilita lagobernabilidad y dificulta el afianzamiento de una identidad colombianaque se sustenta en propósitos comunes y en la vigencia de pautas básicasde convivencia.

Es en las regiones en donde toman cuerpo los acuerdos, las políticas y losproyectos que deberán abrirle el camino a la terminación de la guerra y ala construcción de una sociedad capaz de enfrentar sus conflictos pormedios pacíficos y democráticos. Pero es en la distancia nacional donde senegocian y se introducen las modificaciones de fondo en el ordenamientopolítico, económico y jurídico que se requieran; es allí donde se afianzanlos valores comunes que se permitirán aclimatar la convivencia en losámbitos regionales y locales.

La experiencia reciente indica claramente que la posibilidad misma de lasnegociaciones, para no hablar de su éxito, depende de que el poder políticoque la lidere, sea considerado legítimo, tanto por la sociedad como por la. .msurgenCla.

La negociación no involucra sólo a los agentes armados, sino el conjuntode la sociedad bajo la dirección del gobierno. Es la presencia de esa socie-

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dad, la que legitima realmente los acuerdos firmados y, sobre todo, la queles garantiza su cumplimiento en los hechos.

Es fundamental mantener orden en el manejo de las iniciativas, propues-tas y contactos entre las partes, para evitar confusiones y contradiccio-nes, con el consiguiente debilitamiento de las condiciones para adelantarlas negociaciones. Un ambiente de anarquía en el proceso puede generarprevención y aún desconfianza en participantes tan importantes, comoson los empresarios y los militares. Algo semejante puede decirse de lacooperación internacional, cuyos proyectos deben, igualmente, ser cana-lizados y ordenados.

La Cooperación Internacional, un Plan Marshall para Colom-bia

La comunidad internacional empieza a tener una visión renovada, máscompleja y por ello más realista de la realidad del narcotráfico en el esce-nario colombiano. Ese cambio permitirá que en el conjunto de los paísesamigos, le dé un trato diferente a la situación del país en el presente inme-diato y en el mediano plazo.

No se trata sólo de la cooperación para lo concerniente a la negociación ya velar por el cumplimiento de los acuerdos, sino también la participa-ción decidida en la estructuración, financiación y ejecución de un ambi-cioso proyecto de desarrollo a largo plazo, para construir las bases de lapaz, sustituir los cultivos y garantizarle la plena sostenibilidad al proyec-to nacional que se ha acordado en el marco de las negociaciones.

Se trata de un verdadero Plan Marshall para Colombia que permitaorganizar las iniciativas, canalizar los recursos y adelantar una ac-ción mancomunada que dé una respuesta eficaz a las necesidades delas zonas marginadas.

En las modificaciones de las estructuras y procesos socioeconómicos quesurgirán en las negociaciones ocuparán un lugar destacado los asuntos

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rurales, a través de una política agropecuaria de desarrollo rural que ga-rantice, entre otras, que la reforma agraria a realizarse se traduzca efec-tivamente en el mejoramiento continuado de la capacidad productivadel país, en un aumento significativo de la población de pequeños ymedianos agricultores, que se organizarán como empresarios para aco-meter proyectos que tengan claras y verificadas posibilidades de suce-so económico. Para ello hay un número importante de tierras, dedicadasal narcocultivo y otras abandonadas que serían fundamentales en esteproyecto.

Una Asamblea Nacional Constituyente para sellar el nuevoPacto Social y Político

Los acuerdos de paz, al implicar un nuevo pacto social y político, danorigen a nuevas reglas de juego y de allí el tema de una Asamblea Cons-tituyente.

El trabajo de esa Asamblea buscaría, el espíritu aún no desarrollado de laConstitución de 1991, abrirle el camino a la consolidación de un Estadosocial de derecho como realización de la democracia y alejado de todatentación totalitaria, cualquiera que sea su signo ideológico, y en conso-nancia con las nuevas realidades internacionales surgidas del proceso deglobalización y sus claros impactos en los diferentes órdenes de la vida dela Nación; en lo económico, en lo social, en lo ambiental, en lo cultural yen lo jurídico normativo.

Para superar la crisis, el empresariado reconoce la necesidad de reformasy estoy seguro que apoyará los procesos de concertación con el Congreso,los insurgentes, entre otros, para realizarlos. Igualmente respaldan loscambios que garantizan la igualdad de oportunidades para todos y elderecho de los ciudadanos al trabajo y al bienestar, tanto en las ciudadescomo en el campo.

Más allá de recursos financieros, el país reclama la inteligencia, los sue-ños, la audacia y la seriedad de las personas dedicadas a la actividad empre-

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sarial para construir un régimen de oportunidades y de iniciativas, deri-vado de la globalización y la descentralización característica de la vidacontemporánea que viabilice económicamente el trabajo nacional.

Con un optimismo realista, al que no se le oculta el dolor que desgarra lavida de miles de compatriotas, quiero invitarlos a iniciar una expediciónpor el conocimiento de los oficios en el territorio, que nos permita acome-ter la construcción del espíritu nacional a partir de valorar y valorizar eltrabajo honrado, fuente de la dignidad del ciudadano.

y si hablamos de una transformación de la sociedad que permita cons-truir la paz y consolidar la democracia, debemos referir nos a la calidad devida ciudadana. Tal vez el síntoma más aberrante de la situación del países la resignación de miles de compatriotas de ser incluso masacrados, por-que la precariedad de las alternativas es igualmente indeseable.

Estoy convencido de que todos los colombianos somos capaces de desa-rrollar un comportamiento social estructurado en la cortesía, el humor,y la estética. uestro territorio tiene la capacidad de brindar condicionesde arraigo a sus pobladores. En cuestión de generar ámbitos articuladoresde economías promotoras y comunidades científicas que tiendan puentesentre lo local y lo global y estimulen la formación de individuos autóno-mos y aptos para satisfacer sus necesidades y contribuir al bien común.No se trata de plantear un ejército meramente redistributivo, sino de esti-mular las potencialidades del pueblo para que con su esfuerzo contribu-yan a la solución de los problemas de la Nación.

En este sentido ha dicho el señor Presidente que la paz es la prioridad quecompromete las tareas del Gobierno. Ello implica una visión que funde laspolíticas económica y social dentro de un todo coherente a la estructuraciónde un modelo de desarrollo que garantice la competitividad, lasostenibilidad y la equidad de la sociedad colombiana.

Tenemos que abordar la coyuntura con visión de largo plazo y generar unordenamiento estratégico de las prioridades que incremente la pertinenciaen la focalización de los recursos disponibles y facilite la alineación dedistintos intereses hacia un propósito común de bienestar.

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La reconstrucción del sentido de lo político debe permitir a cada quien,desde sus responsabilidades e intereses particulares, contribuir a la conso-lidación de la unidad nacional a partir de la generación de espacios fértilespara la materialización de sus esperanzas y ambiciones en los marcos deuna ley y un orden, legítimos en tanto asimilables por las conductas co-tidianas de los ciudadanos.

La tarea es ardua y nos involucra a todos, los invito a participar en unambiente de libertad, lealtad y transparencia, con su lucidez y entusias-mo, en este esfuerzo patriótico de creación colectiva al que hemos sidoconvocados todos los colombianos por el Jefe de Estado.

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ESPACIO PARA LA PAZ

Andrés Pastrana Arango,Presidente de la República.

Santa Fe de Bogotá, D.e., 14 de octubre de 1998

Colombianos:

Apoyado en la Constitución y la Ley, que juré cumplir como Presidente deColombia y con la confianza irrestricta en la capacidad de reconciliaciónde los colombianos, he tomado la decisión de ordenar el despeje por partede la Fuerza Pública en los municipios de Uribe, Mesetas, Macarena, VistaHermosa del departamento del Meta y de San Vicente del Caguán en eldepartamento del Caquetá. Esta medida estará vigente durante 90 días ytiene como finalidad facilitar los diálogos entre el Gobierno y las FuerzasArmadas Revolucionarias de Colombia - Farc, que puedan conducir a unproceso de paz consolidado y firme. Esa paz que nos ha sido tan esquiva yque anhelamos todos, para terminar por fin con largos años de conflicto,de desgarramiento interno, de crueldad y violencia.

La inmensa mayoría de los colombianos quiere la paz y está dispuesta apagar el precio por ella, siempre y cuando signifique más democracia,más justicia social, más igualdad de oportunidades. Siempre y cuandopodamos conservar con ella nuestro Estado de Derecho, cuya defensa nosha costado tantos años de esfuerzo y sacrificio.

La oficina del Alto Comisionado para la Paz ha cumplido una difícil tareade consulta y pedagogía política bajo la dirección del Presidente en buscade los consensos imprescindibles para lo comprensión del significado deldespeje, el cual busca en primer lugar crear un clima de confianza, paraun diálogo sobre los problemas fundamentales del país y la búsqueda deacuerdos para solucionarlos.

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La paz de Colombia no será una paz de vencedores ni vencidos, sino laconstrucción de una nueva democracia. Esa es la salida que señala unanegociación política.

Con las Farc coincidimos en señalar la existencia de una Colombia endonde hay injusticia, exclusión y desigualdades sociales. Considero elloun punto de partida para iniciar los diálogos de paz. Igualmente tambiénhay coincidencia en el propósito de erradicar para siempre de Colombia elflagelo del narcotráfico, una necesidad impostergable de la Nación co-lombiana que requiere una apoyo audaz por parte de la comunidad inter-nacional.

En general, hago un llamado al Secretariado de las Farc para que aprove-chemos esta oportunidad y sin temas vedados le demos sentido al diálogopara convertirlo en una negociación sincera que conduzca a una paz ver-dadera y sostenible. El diálogo es una oportunidad de recomposición co-lectiva. No puede quedar nadie por fuera del resultado de esa acción derecomposición.

Estamos en el momento histórico en el cual debemos pasar de la retóricade paz a los hechos de paz. Tenemos la obligación de crear espacios deconfianza que permitan afianzar la credibilidad del proceso que tenemospor delante. Buscamos un nuevo capítulo de la historia de Colombia quefortalezca la unidad nacional proyectada vigorosamente hacia el sigloXXI. Las instituciones serán reformadas, para así consolidar las bases deuna sociedad que cada día sea mejor.

Se trata que el Estado, el pueblo, la Nación entera, salgan fortalecidas dela reconciliación con aquella parte de Colombia que hasta la fecha se hamanifestado por la vía de las armas.

Muchos procesos de paz han conducido a un escenario de grandeza don-de cabemos todos. Las transformaciones que surjan de éste y de todo es-fuerzo de paz, tendrán la capacidad de dirigir el país hacia un futuro deconvivencia y respeto; porque serán leyes para todos y no para el benefi-cio de unos pocos.

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Quienes hoy encuentran en el ejercicio de las armas su única razón deexistir, mañana encontrarán en la ciencia, la tecnología, el trabajo, laproducción, la cultura, el arte, la libertad y el ejercicio político, un magní-fico menú de opciones y esperanzas.

No sólo todos tenemos que reformarnos, smo que todos tenemos quemodernizarnos.

Ningún colombiano, incluida la guerrilla, quiere que la paz se haga aespaldas de las Fuerzas Armadas. Todo será compartido con ellas. Si haypaz el joven oficial de hoy en el año 2030 cuando sea general de la Repú-blica estará dedicado a cuidar nuestras fronteras, nuestros mares, nues-tro oxígeno, nuestros recursos naturales.

La Fuerza Pública no puede ser vencida, ni va a ser vencida en las negocia-ciones de paz porque entonces el vencido sería el Estado colombiano. Loque vamos a vencer es el abuso en el ejercicio de la función pública queconduce a la ilegitimidad y al colapso de la democracia.

El proceso de paz precedido del gran diálogo en las zonas de distensión,será una oportunidad de abrir nuestro corazón al mundo. Eso significatransparencia, compromiso democrático y capacidad de recibir los bene-ficios de la civilización.

A las autoridades regionales y locales, a las comunidades y a las organi-zaciones sociales en las zonas de distensión, quiero decirles que éstas ser-virán para unirlas más estrechamente al conjunto de la Nación colom-biana. En esos municipios tenemos mucho que aprender sobre ecología,aire, agua, oxígeno, animales y árboles que se están extinguiendo en otraspartes y que allí viven y allí se reproducen. No por casualidad formanparte de un ecosistema esencial para el futuro del mundo, que es laAmazonia.

Colombianos: gobernar un país como el nuestro no es fácil. Pero es pro-fundamente satisfactorio por la calidad de nuestra gente y nuestras ri-quezas culturales y naturales. Quiero decirles que si avanzamos firme-mente en la paz, dejaremos atrás los costos de la guerra y los elevados

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recursos que tenemos que destinar hoy para defendernos de la muerte,podremos destinarlos mañana para construir vida.

A partir de la fecha he dictado las medidas necesarias para que se lleve acabo la instrumentación necesaria que permita a partir del 7 de noviem-bre y hasta el 7 de febrero de 1999 llevarse a cabo la verificación de laorden presidencial y el diálogo que conduzca a viabilizar la salida políticaal conflicto armado.

Con la ayuda de Dios y de todos ustedes, conservadores, liberales, inde-pendientes, guerrilleros, hombres sin partido, es decir, de Colombia, esta-mos cumpliendo.

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LA PAZ NO PUEDE SERUN DIÁLOGO DE SORDOS

Víctor G. Ricardo,Alto Comisionado para la Paz.

Popayán, 18 de octubre de 1998

Es grato para el Alto Comisionado intercambiar con ustedes sobre el pro-ceso de paz, convertido cada día más en el gran proyecto nacional.

Después de haber dialogado con muchos de ustedes el Gobierno tiene latranquilidad de sentirse acompañado en la política de la reconciliación,por quienes en cada departamento son agentes del Gobierno Central. Sémuy bien que ustedes asumen patrióticamente la corresponsabilidad enel proceso, como garantes en sus regiones de el Estado de Derecho y gesto-res de democracia.

Esa responsabilidad compartida exige recíprocamente una informacióntransparente, permanente y fluida por parte del Gobierno Nacional.

Esa información no puede estar limitada por circunstancia distinta de laineludible reserva necesaria para proteger la confianza y la seguridad delproceso.

Muchas veces se ha pretendido convertir el proceso de paz en un ejerciciode contraprestaciones recíprocas. Una interpretación arrogante pretendeconfundir el espíritu nacional con la tesis peregrina de que "lo estamosdando todo a cambio de nada". Es esta una visión empobrecedora tantodel conflicto, como del proceso de paz.

Afirmo lo anterior, porque sé muy bien que si el país acompaña a suPresidente en la búsqueda de la paz, es porque tiene claro que nuestro

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holocausto de violencia no puede continuar. Es porque sabe que si no fre-namos la confrontación, el país terminará sucumbiendo en una tragediaque ya es vergüenza histórica frente al mundo y frente a nosotros mis-mos.

Para conseguir la paz, el señor Presidente estará siempre enmarcado ensus facultades legales y constitucionales. Ni un milímetro más allá. Perode igual manera los demás poderes del Estado y los poderes regionales ydepartamentales deben tener confianza en elliderazgo del Presidente y laseguridad de que en todo momento, obrará en nombre de la Nación, por-que la Nación entera quiere la paz.

Hoy voy hablar de qué es y qué no es el proceso de paz.

El proceso de paz es en primer lugar una garantía de unidad nacional.Como les dije, no es una balcanización que ponga en peligro nuestrodestino histórico de Nación unitaria.

Es un esfuerzo de reconciliación entre contrarios que buscan una agendacomún, de cara al mundo, al siglo XXI, para resolver las contradiccionesen procedimientos civilizados y no con métodos bárbaros. No es el proce-so de paz el encuentro entre banderas de victoria y trapos empolvados dederrota. En él no habrá vencedores ni vencidos. La paz no mira por elcañón de los fusiles; la paz mira por los ojos de la esperanza.

No puede estar lejano el día en que el fusil deje de ser un arma para laguerra y se convierta en un instrumento para la paz. El proceso de paz noes un proyecto sectorial, refundido entre muchos programas de una pla-nificación que sea escrita, porque la guerra no la deja convertir en reali-dad. El proyecto de paz es el gran proyecto nacional. Es la síntesisprogramática de la GRAN ALIANZA PARA EL CAMBIO, Y no un plande acción periférico de cuatro años de gobierno.

Invito a los señores gobernadores a compartir la esperanza de la paz comola meta principal de sus tres años de mandato. Para ello es importante

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convertir los diálogos de paz en un gran ejercicio en cada entidad territo-rial. Sé muy bien que la insurgencia comparte este objetivo.

Cuando el Gobierno ha insistido en una vocería única del proceso de paz,es porque tiene claro que de otra manera nunca podremos llegar a unaparticipación ordenada y masiva en la construcción de la paz.

Si cada cual hace lo suyo, y lo hace bien, con seriedad, con discreción ycon responsabilidad, el proceso de paz estará protegido del exceso de par-tituras y del torbellino de los protagonistas.

El papel de las regiones y de los departamentos en el proceso de paz no esotro que rescatar la racionalidad de nuestro sistema productivo agrario.Es la única manera de evitar que las grandes ciudades continúen ahoga-das por los cinturones de miseria y que el centralismo disuelto, ceda porfin el terreno a la participación regional y departamental, armónica, equi-tativa y sostenible.

En los últimos años las migraciones campo-campo y ciudad-campo, su-madas al descomunal proceso campo-ciudad, nos están indicando quehay una transformación demográfica que nos obliga a reflexionar seria-mente sobre lo que está pasando con el conjunto de nuestro territorio.Señores gobernadores: ese será uno de los temas cruciales de los diálogosde la paz: qué está pasando con nuestros campos, nuestras regiones, nues-tros ecosistemas, nuestra fauna y nuestros recursos naturales. Con nues-tras fronteras y con nuestro patrimonio marítimo.

Recurriendo a la expresión popular "no vamos a ponerle conejo a la paz",esperamos que la insurgencia tampoco le ponga conejo a la paz.

De allí, que los instrumentos de la paz como el despeje, las reformas polí-ticas, las facultades al ejecutivo, la suspensión transitoria de los procedi-mientos judiciales del indulto, de la amnistía, la liberación de secuestra-dos, el otorgamiento de estatus político, el reconocimiento de miembros yvoceros, constituyen un conjunto de mecanismos que deben manejarse

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con prudencia, con cautela y con absoluta transparencia entre los prota-gonistas del proceso de paz. Por eso las ineludibles interconsultas con losactores del conflicto no son una muestra de debilidad, sino una muestrade seriedad en la estrategia y en la táctica.

Como tampoco es debilidad oír y entender las razones del otro.

Si somos sinceros, tenemos que aceptar que en buena medida los diálogosde paz han fracasado en Colombia porque hasta la fecha han sido undiálogo de sordos.

Es muy fácil de posar de intransigente y de "duro" cuando no se tiene unhijo secuestrado por servirle a la patria o por sustraerle dinero a la fami-lia; cuando no se vive el dolor de la muerte por violencia en el campo y enla horrible inseguridad en las ciudades; cuando no se ha sido torturado,desaparecido o se padece persecución.

Es muy fácil oponerse a la paz cuando no se está desempleado ni hay laangustia de educar a los hijos, salvar la parcela o la vivienda o la salud dela familia. Es muy fácil ser irresponsables frente a la paz cuando el hori-zonte de la vida está despejado.

Pero el deber del señor Presidente es hacer hasta lo imposible para que ceseel holocausto y el campo vuelva a florecer y las ciudades a ser seguras y loque gastamos en la guerra lo podamos dedicar a darle un futuro a lajuventud y una tranquilidad a la vejez.

Estas verdades son humildes, pero son profundas y las entiende la gente.

Señores gobernadores, ustedes llevan sobre sus espaldas y en sus preocu-paciones de gobernantes la tremenda crisis de los departamentos y de lasregiones: crisis financiera, crisis de gerencia, crisis de viabilidad. Sabemoslo difícil que es para ustedes administrar regiones al borde del colapso.

Quiero decirles que la paz es la última oportunidad de los departamentosy de las regiones para ser una alternativa de desarrollo local y de contri-bución a la unidad nacional.

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Sin el apoyo de ustedes la reconciliación es una tarea imposible. Con suapoyo y su generosidad es una tarea llena de posibilidades.

El señor Presidente ha repetido a los colombianos y a la comunidad inter-nacional que la paz en Colombia puede estar muy cerca o puede estarmuy lejos. Una u otra alternativa depende de lo que hagamos todos loscolombianos y cada colombiano, con nuestro liderazgo y con nuestragenerosidad.

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LA PAZ NO SE HARÁ A ESPALDASDE LOS DEPARTAMENTOS

Víctor G. Ricardo,Alto Comisionado para la Paz.

Popayán, 20 de octubre de 1998

Agradezco esta nueva oportunidad de reunirme con ustedes para aproxi-marnos al tema del papel de los departamentos en el proceso de paz, pro-ceso que debe consolidar y no balcanizar la unidad nacional.

Ese compromiso con la unidad nacional, no solamente es un mandato dela actual Constitución, sino que debe serlo en las futuras transformacio-nes de la Carta Magna que sean el cemento articulador de los acuerdos depaz.

Unidad imprescindible para el nuevo pacto de gobernabilidad; para la de-fensa estratégica de nuestras fronteras y para nuestro destino históricocomo país democrático.

Pero la teoría política contemporánea se orienta a definir la mayor o me-nor fortaleza de un Estado nacional solamente como resultado de gobier-nos regionales y locales fuertes y participantes.

Nuestra región Caribe, nuestra región Andina, nuestra región Pacífica,nuestra Orinoquia y nuestra Amazonia harán de Colombia un país líderen la medida que cada una de ellas sea región líder.

Numerosos estudios nacionales e internacionales sobre el conflicto y laviolencia en Colombia analizan el problema del reordenamiento territo-rial como el nudo gordiano que debe romperse para conseguir la anheladapaz.

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Ese reordenamiento tiene en la reforma agraria su expresión jurídica; enla descentralización su expresión política y en el desarrollo del talentohumano su expresión participativa.

Reforma agraria, descentralización y desarrollo del talento humano, sonla trasescena, es decir, el cemento articulado del gran escenario de la pazen Colombia.

Ese escenario distribuye el libreto para los principales papeles de unos pro-tagonistas que a pesar de sus contradicciones pueden llegar a acuerdossobre lo fundamental, siempre y cuando sean respetados como diferentesy no se pretenda asimilarlos con marrullería s políticas, con bravuconadaso mediante victorias ficticias que se ganan en la capital de la República através de los medios de comunicación y se pierden en las regiones y losdepartamentos en la amarga realidad, como la que todos los días y entodo momento padecemos con el nombre y las dimensiones de undemencial holocausto. La paz, señores gobernadores, no es una de tantasalternativas; por el contrario, la paz es la única alternativa.

Para que lo anterior no sea solamente una frase retórica, quisiera com-partir con ustedes dos evidencias que cada día están en la agenda de suspreocupaciones como gobernantes: en primer lugar, por causa del con-flicto, los departamentos líderes están viviendo el decaimiento de suliderazgo.

Ese decaimiento se debe exclusivamente a la incapacidad de interactuarcon el Estado central, porque el Estado central, a causa de la crisis, esapenas un fantasma de su antiguo esplendor. Hemos llegado a la parado-ja de un Estado rabiosamente centralista y terriblemente vulnerable acausa de ese centralismo. El Estado colombiano, en las actuales condicio-nes, no puede dejar de ser centralista porque aceleraría su fin; pero si con-tinúa siéndolo, cada día perderá más viabilidad. Esta encrucijada sola-mente podrá resolverse con una paz firme y sostenible.

En segundo lugar, la nueva Constitución que data de 1991 y las reformasdel régimen municipal y departamental, a pesar de reconocer a los de-

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partamentos como realidades culturales, sociales y económicas, los desti-tuyeron como realidades políticas. He ahí la clave de una de las más gra-ves crisis de la gobernabilidad en Colombia.

El derecho francés, que sigue siendo la mayor fortaleza teórica del sistemade "unidad política y descentralización administrativa", ha sido extra-ñamente abandonado por los seguidores criollos del modelo anglosajónque sustenta la fortaleza teórica de los regímenes federales.

La Constitución de 1991 bebe en las fuentes del pensamiento anglosajón,que sirve para el régimen federal pero no para el régimen departamental.

La única solución a esta otra encrucijada es que a través del proceso depaz y desde el pensamiento colombiano encontremos el ropaje jurídico ypolítico que sirva para vestir con las medidas exactas la nueva realidad deun nuevo modelo de desarrollo.

La insurgencia ha aceptado de manera explícita, unas veces ante el señorPresidente de Colombia y otras ante el Alto Comisionado para la Paz, queestá dispuesta a construir con el conjunto de la Nación colombiana, des-de los municipios, las regiones y los departamentos, ese tercer escenario deconvergencia, que significa en primer lugar, óigase bien, en primer lugarun reconocimiento o expedición sobre el conocimiento del territorio, ca-paz de estimular la economía promotora adecuada al desarrollo de losdepartamentos y las regiones.

Esa economía promotora tendrá en cuenta ventajas comparativas y rea-lidades locales y regionales frente a las cuales lo político tendrá gran flexi-bilidad.

Por ejemplo: cultivos agroindustriales de gran plantación como sucedecon la palma de aceite necesitan espacios territoriales amplios y adecua-dos; naturalmente en ellos no puede pensarse con una mentalidadparcelaria. En esos enclaves de economía promotora los temas priorita-rios del desarrollo local, de la igualdad de oportunidades, de autosuficien-

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cia y de desarrollo del talento humano son los prioritarios, teniendo comoeje una mentalidad contemporánea de respeto a la propiedad, pero de am-biciosa redistribución del ingreso de la ganancia y del excedente. Una filo-sofía que reivindique el valor del trabajo honrado como generador de ri-queza.

Regiones como la Amazonia y la Orinoquia deben suscitar conveniosinterdepartamentales. no sólo de departamentos limítrofes para vastosdesarrollos de ciencia y tecnología referenciados con el oxígeno, el agua,la fauna, la flora y el bosque. Con las tradiciones culturales, los ritualesdel respeto y la conservación y el uso austero y democrático de los bienesde la naturaleza. En estos escenarios, como en todos los descritos, la uni-versidad regional, una de nuestras fortalezas como país, tiene que desem-peñar un papel protagónico.

La reforma agraria campesina, otra de las metas de los diálogos de paz,no puede darse si no está simbióticamente integrada a proyectos empre-sariales, nacionales e internacionales ubicados con sostenibilidad en áreasgeográficas que tengan la infraestructura necesaria y un acceso racionala los mercados realmente mayoristas.

La reforma agraria no puede servir para expulsar población campesina dezonas en las cuales el Estado ha hecho inversiones importantes.

Como decía un notable empresario antioqueño, no podemos seguir invir-tiendo recursos descomunales en carreteras, energía, riego y comunica-ciones para ambientar el paisaje de la ganadería extensiva.

Aquí se necesita un esfuerzo modernizador, audaz e irreversible, cuyasostenibilidad solamente puede asegurarse mediante los acuerdos de paz.

Como ustedes observan, señores gobernadores, el papel de los departa-mentos y las regiones en los procesos de paz tiene que ir más allá de losimplemente instrumental, aun cuando en este aspecto instrumentoscomo los diálogos regionales son importantes. Tiene que ir más allá: tiene

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que ser el gran reencuentro entre la Nación y los departamentos a travésde un gran esfuerzo participativo que invite a dialogar bajo elliderazgo delos gobernadores, las fuerzas vivas, las organizaciones sociales, cultura-les, la comunidad internacional, los comunicadores, la academia, entreotros, con los demás protagonistas del proceso de paz, a partir de suspropuestas y no de sus destacamentos, porque el entendimiento con lainsurgencia como fuerza armada es compromiso privativo del Gobiernonacional. Pero el entendimiento con la insurgencia como fuerza políticaes tarea de toda la sociedad colombiana. Sólo así será posible la reconcilia-ción nacional y será más expedito el camino de la reconstrucción.

El Gobierno aspira a que el diálogo político esté ambientado por el silenciode las armas. De no ser posible, por lo menos por el respeto a normaselementales del derecho de gentes. Esta aspiración se ve frustrada por ac-ciones demenciales como las ocurridas recientemente en el departamentode Antioquia, que el Gobierno condena con energía y desilusión.

La Oficina del Alto Comisionado está organizándose para interactuar conla Federación Nacional de Departamentos y con cada departamento enparticular. Será un esquema de interconsultas permanentes y de inter-cambios.

De esa manera aseguraremos un flujo de información según lo planteadopor el señor Presidente de la República.

Señores gobernadores: al ordenar el despeje, el señor Presidente dijo quenada se haría a espaldas de las Fuerzas Armadas. De igual manera en sunombre y en el mío propio quiero decirles que todos los avances del proce-so de paz serán construidos democráticamente con los poderes regionalesy departamentales y con los poderes locales para lo que sea pertinente.

El proceso de paz es en primer lugar, una garantía de unidad nacional.Como les dije: no es una balcanización que ponga en peligro nuestro des-tino histórico de Nación unitaria.

Es un esfuerzo de reconciliación entre contrarios que buscan una agendacomún, de cara al mundo, al siglo XXI, para resolver las contradicciones

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con procedimientos civilizados y no con métodos bárbaros. No es el pro-ceso de paz el encuentro entre banderas de victoria y trapos empolvadosde derrota. En él no habrá vencedores ni vencidos. La paz no mira por elcañón de los fusiles; la paz mira por los ojos de la esperanza.

No puede estar lejano el día en que el fusil deje de ser un arma para laguerra y se convierta en un instrumento para la paz. El proceso de paz noes un proyecto sectorial, refundido entre muchos programas de una pla-nificación que sea escrita porque la guerra no la deja convertir en reali-dad. El proyecto de paz es el gran proyecto nacional. Es la síntesisprogramática de la Gran Alianza para el Cambio, y no un plan de acciónperiférico de cuatro años de gobierno.

Invito a los señores gobernadores a compartir la esperanza de la paz comola meta principal de sus tres años de mandato. Para ello es importanteconvertir los diálogos de paz en un gran ejercicio en cada entidad territo-rial. Sé muy bien que la insurgencia comparte este objetivo.

Cuando este gobierno ha insistido en una vocería única del proceso depaz, es porque tiene claro que de otra manera nunca podremos llegar auna participación ordenada y masiva en la construcción de la paz.

Si cada cual hace lo suyo, y lo hace bien, con seriedad, con discreción ycon responsabilidad, el proceso de paz estará protegido del exceso de par-tituras y del torbellino de los protagonistas.

En los próximos días el coordinador de la oficina del Alto Comisionado,doctor Darío Barberena, y el equipo de asesores de mi despacho, trabajaráen armonía con el equipo de la Federación Nacional de Departamentospara los correspondientes esquemas de trabajo conjunto hacia la respon-sabilidad compartida.

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EL PLAN COLOMBIA: UNA GRAN ALIANZA CON ELMUNDO CONTRA EL DELITO INTERNACIONAL,POR LOS DERECHOS HUMANOS, LOS DERECHOS

SOCIALES Y POR LA ECOLOGÍA

Andrés Pastrana Arango,Presidente de la República.

Santa Fe de Bogotá, D.C., 22 de octubre de 1998

Cuando, como Presidente electo de Colombia, cumplí la palabra empeña-da de entrevistarme con las principal fuerza guerrillera, estábamos segu-ros que ese hecho histórico contaría con el apoyo de la Nación colombia-na y de la comunidad internacional.

Ese encuentro demostró al mundo que en nuestro país se estaba abriendocamino una poderosa alianza contra el delito del narcotráfico, del terro-rismo, de los privilegios, de la corrupción, del abuso contra los derechoshumanos y del irrespeto a la naturaleza.

Con la insurgencia coincidimos en que era necesario construir una agen-da compartida de apoyo internacional al proceso de paz, que fuera respe-tuoso de la iniciativa nacional, que se asumiera como parte del problemay se decidiera por lo tanto a ser parte de la solución. Que tuviera además,la amplitud y la flexibilidad necesarias para ser una contribución eficazy pertinente.

Como es normal en esta época de globalización, ninguno de nuestrosproblemas es ajeno, por acción o por omisión, al resto de países y particu-larmente aquellos que más interactúan con nosotros.

La comunidad internacional ha expresado generosamente su interés yconfianza en los primeros pasos de nuestro proyecto de paz. La recientecumbre iberoamericana es un ejemplo de sólida convergencia con el plande gobierno.

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Gracias al entusiasmo del presidente del Banco Interamericano de Desa-rrollo, iniciamos con buenos auspicios el Plan por la Paz de Colombia, quea semejanza del plan Marshall para la reconstrucción de Europa, devas-tada por los horrores de la Segunda Guerra Mundial, le dé sostenibilidad yfirmeza a la paz que todos anhelamos conseguir.

Mi gobierno no permitirá que la paz sea narcotizada ante el mundo, por-que está firmemente convencido que la prolongación del conflicto internoen Colombia, beneficia en primer lugar a los capos de la droga. De allí quesean los narcotraficantes los más interesados en extender ese conflicto eimpedir por todos los medios la reconciliación.

Colombia padece dos guerras nítidamente diferenciables: la guerra delnarcotráfico contra el país y contra el mundo y la confrontación de laguerrilla contra un modelo económico, social y político que considerainjusto, corrupto y auspiciador de privilegios.

Mi gobierno, en nombre de toda la Nación colombiana, sabe muy bienque con el narcotráfico no existe ni debe existir diálogo ni entendimientoalguno. Sabe también mi gobierno, y así lo quiere el país, que con la gue-rrilla es posible dialogar para construir un tercer escenario de democraciaen Colombia que resuelva las principales contradicciones y ponga fin a laviolencia política.

El Plan Colombia es un conjunto de proyectos de desarrollo alternativoque canalizarán los esfuerzos compartidos de los gobiernos y de los orga-nismos multilaterales con la sociedad colombiana. Sus indicadores de re-sultados serán la transformación de las zonas donde se cultiva el 80% dela producción mundial de coca y de amapola, en desarrollos agrícolaseconómicamente rentables para nuestros campesinos, en santuariosecológicos donde puedan florecer el turismo que respeta la naturaleza ysean protegidos ecosistemas actualmente vulnerados por el flagelo de lanarcoproducción como son la Amazonia, la Orinoquia, parte de los An-des y la Sierra Nevada de Santa Marta.

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Esas regiones que son valiosas para el mundo por su diversidad biológica,por el agua, el oxígeno, los bosques, la fauna, la flora y los animales enpeligro de extinguirse, deben ser rescatadas y protegidas con un audazproyecto de erradicación y paz. La guerrilla ha expresado su disposiciónprogramática de facilitar esa erradicación, porque tiene claro que lanarcoproducción como actividad económica principal en sus zonas deinfluencia, es un grave riesgo para su proyecto político.

En Colombia la paz es una condición ineludible para el triunfo final con-tra el narcotráfico. Porque con la paz aseguraremos gobernabilidad, jus-ticia eficiente, desarrollo regional y desarrollo del talento humano. Por-que con la paz el valor del trabajo honrado que es el trabajo de la inmensamayoría de los colombianos, alcanzará respeto y prioridad.

Con la paz tendremos un Ejército Nacional comprometido con nuestrasoberanía, con la defensa, protección y promoción de los derechos huma-nos, vinculado a la producción y centinela de nuestras fronteras.

La comunidad internacional está decidida a apoyar nuestro Plan Colom-bia porque sabe cuán profundamente ese plan asegurará para nuestropaís una democracia plena, cuya expresión jurídica prioritaria sea la re-forma agraria integral, cuya expresión política será la descentralizaciónque fomente el liderazgo regional y asegure la unidad nacional y cuyaexpresión participativa será el desarrollo del talento humano, a partir deformidables transformaciones técnicas y culturales lideradas por las uni-versidades regionales.

El Plan Colombia inducirá además transformaciones económicas, socia-les y productivas en las zonas periféricas desde donde se desplazan losasalariados de la narcoproducción, porque el Estado, la sociedad y el mo-delo económico no les permite una alternativa de trabajo ni movilidadsocial en los sitios donde se asientan sus familias, casi siempre centrosdemográficos densamente poblados con graves problemas de necesidadesbásicas insatisfechas.

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En esto tenemos que ser muy precisos y muy focalizados. Mi actividadpolítica y de hombre de Estado me ha llevado por diversas expediciones, aun entrañable conocimiento de mi patria. Ese conocimiento me enseñaque la devastadora colonización del narcotráfico no puede sustituirsemecánicamente por una devastadora colonización campesina basada enesquemas productivos incapaces de ser competitivos en el contexto detoda la Nación.

El proyecto, en la mayor parte de las zonas donde se erradique elnarcocultivo, tiene que ser un proyecto fundamentalmente ecológico.

Así mismo, el proyecto en las zonas periféricas más densamente pobla-das, tiene que ser de una gran imaginación productiva, técnicamente sos-tenible, rentable y competitivo. Frenar el narcotráfico en la selva y en lallanura debe estimular un compromiso mundial que dé prioridad a laconservación del ecosistema, lo cual exige un esfuerzo cultural, científico,técnico y financiero especialmente de las grandes potencias, las cualesestán experimentando con muchas de las iniciativas de la conferenciamundial de Río de Janeiro realizada en 1992.

Por eso, el Plan Colombia se orienta hacia el desarrollo regional, el forta-lecimiento de los departamentos y la promoción de las iniciativas y lasenergías de las poblaciones más vulnerables. Se focaliza hacia los miles dedesplazados y refugiados internos y procura la defensa, protección y pro-moción de los derechos humanos, dramáticamente socavados en Co-lombia por todos los actores del conflicto.

El Presidente Misael Pastrana, mi padre, cuya ilustre memoria me autori-za a recordarlo como el estadista que más se preocupó por hacer de lapolítica un ejercicio de reconciliación entre el hombre y la naturaleza,repetía muchas veces que la paz en Colombia era posible y deseable parala comunidad mundial, porque nuestro país era un santuario de labiodiversidad.

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Yo quiero afirmar hoy, que la paz está cerca porque la comunidad inter-nacional no economizará esfuerzos para proteger ese santuario de labiodiversidad, que tiene en el conflicto interno y en el narcotráfico dospoderosos enemigos.

Las guerras de Colombia nos han obligado a canalizar ingentes recursospara protegernos de la muerte. Si conseguimos la paz, esos recursos po-dremos destinarlos para construir la vida. Para ofrecerle a la niñez y lajuventud un escenario de futuro del cual no tengamos que avergonzar-nos.

El Plan Colombia será fundamentalmente un programa para la juven-tud.

El Plan Colombia será un esfuerzo gigantesco de abrir nuestro corazón almundo y esperamos de las naciones una respuesta semejante.

Las regiones que son hoy principales escenarios de nuestra confrontaciónse proyectan sobre la geopolítica regional en la actual coyuntura, comouna zona crítica de la narcoproducción y el narcotráfico y en el inmedia-to futuro, como una zona estratégica de las tendencias del desarrollomundial. Una y otra circunstancias, justifican el esfuerzo multilateralcompartido con Colombia.

En años muy recientes la comunidad de las principales naciones, con elliderazgo de los Estados Unidos, ha flexibilizado su cooperación para pro-teger países estratégicos del colapso provocado por el nuevo orden econó-mico internacional. Es innecesario, por ser de todos conocido, reiterar laencrucijada estratégica que implica para el mundo la situación colom-biana.

El plan que hoy iniciamos con dignidad y autonomía frente al mundo,demanda de los colombianos un esfuerzo proporcionalmente descomu-nal, dada la crisis de nuestra economía. A través de los bonos de paz, que

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serán suscritos por los cinco mil contribuyentes principales, asegurare-mos recursos para el plan en cuantía superior a los ochocientos millonesde dólares. De igual manera esperamos contribuciones voluntarias quefortalezcan el fondo por parte de ciudadanos colombianos que en esa for-ma complementarán económicamente su interés político de participar enla construcción de la paz.

La comunidad internacional podrá ser muy creativa en su contribuciónal plan de paz mediante preferencias arancelarias; acceso a mercados;asistencia técnica; financiamiento focalizado; líneas de crédito con inte-reses especiales, entre otros.

Señoras y señores: el proceso de paz en Colombia avanza firmemente.Pero Colombia necesita del apoyo internacional que sea oportuno, gene-roso, y sin condicionalidades que afecten nuestra soberanía o no se pue-dan cumplir.

Es imprescindible reiterarle a esa comunidad internacional un hecho ab-solutamente novedoso en la agenda del proceso de paz. Me refiero a ladecisión de la insurgencia de desnarcotizar sus áreas de influencia a con-dición de no presentarla como un cartel terrorista y de viabilizar laaltenatividad productiva que no es necesariamente la sustitución de cul-tivos, sino que además puede y debe ser la erradicación no contaminanteni destructiva.

Esa erradicación debe complementarse con una estrategia consensuadaentre la insurgencia, la comunidad internacional y el Estado colombiano.

Los planes de sustitución para que sean competitivos no pueden darse enasentamientos poblacionales a cualquier costo, ni mediante propuestasartificiales, porque el daño ecológico puede ser gigantesco.

Muchos estudios muestran la coincidencia de mapas de narcocultivo yguerrilla y de allí surge la presunción del inextinguible compromiso de laguerrilla con elnarcotráfico, lo cual no está demostrado. Pero puede afirmar-

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se que dicha coincidencia obedece a la inaccesibilidad de las zonas, a lacoexistencia de una forma de autoridad subversiva que convive con lanarcoproducción sin ser un cartel y a la corrupción pública y privada quefavorece esa coincidencia.

Señoras y señores: Colombia está en crisis, pero ha frenado frente al abis-mo y ha iniciado la ruta del diálogo con vocación de escuchar y de tomaren serio las dimensiones internacionales de sus dificultades y de sus forta-lezas.

Mi gobierno ha comprendido juntamente con el país, que en la rebeldía dela clandestinidad política también existen causas genuinas; que en laeconomía ilícita existen agricultores que quieren vivir de su trabajo hon-rado y que en la valorización de ese trabajo honrado, está el punto departida para la proyección de nuestras importantes contribuciones alnuevo orden internacional de democracia plena; para lo cual, hemos dise-ñado una vigorosa diplomacia de la paz.

Señor doctor Enrique Iglesias, usted ha sido siempre un amigo de Colom-bia; ha entendido la problemática de nuestra Nación y ha sido pieza fun-damental desde la Presidencia del BID en los distintos proyectos que hadesarrollado Colombia.

De nuevo muchas gracias. Usted y el Banco Interamericano de Desarrollohan entendido muy especialmente la situación difícil de nuestra econo-mía y nos han tendido la mano en uno de los momentos cruciales denuestra historia, cuando los colombianos estamos empeñados en apun-talar un proceso de paz sólido y duradero.

En las discusiones de Washington conmigo y con mi equipo económico yahora con el enorme honor que usted me hace de venir personalmente aeste sencillo pero importante evento, nos ha demostrado nuevamente,como siempre lo hace, el cariño que guarda por nuestra Patria.

Además de la creación del fondo del Plan Colombia, cerramos hoy tam-bién con inmensa satisfacción un fructífero capítulo de negociaciones con

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el BID. En total nos han sido aprobados 3.100 millones de dólares parafortalecer los programas prioritarios de mi administración, programasque nos permitirán acercar la paz a través del desarrollo. Y además, he-mos logrado asegurar desembolsos por 1.000 millones de dólares para1999, año crítico en materia económica, en vista de la actual situaciónde los mercados internacionales.

Hoy, renovamos en usted nuestro afecto y reconocimiento porque es-tamos seguros que su apoyo al Plan Colombia, que ya se inició con lainstrumentación del Fondo de Inversiones para la Paz, que será uninstrumento para consolidar el Plan Colombia para el cual con gran res-ponsabilidad y dedicación ha prestado su inteligencia y trabajo el doctorAugusto Ramírez Ocampo y el equipo de consultores y funcionarios queparticiparon en la elaboración del proyecto.

Con la ayuda de Dios, la inflexible voluntad de mis compatriotas y ladecidida colaboración internacional, el Plan Colombia será un éxito, por-que con él estaremos compartiendo responsabilidades y asegurando lapaz.

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DISCURSO DEL ALTO COMISIONADOPARA LA PAZ, VÍCTOR G. RICARDO,DURANTE LA CREACIÓN DE LA ZONA

DE DISTENSIÓN EN SAN VICENTE DEL CAGUÁN

San Vicente del Caguán, Colombia, 7 de noviembre de 1998

Compatriotas: hemos venido hoya participar en ésta gran fiesta de lacultura, de la inteligencia, de la confraternidad de las gentes que habitanla región, para que seamos protagonistas en éste nuevo escenario que hade servir en la búsqueda de la reconciliación nacional; es decir, de la pazpara todos los colombianos. Ad portas de un nuevo siglo.

Hemos venido a esta parte lejana del territorio colombiano, distintas au-toridades, para que esté presente el Estado: se encuentran la Rama Legis-lativa del Poder Público, la Rama Judicial, la Rama Ejecutiva pero, sobretodo, está el pueblo colombiano que somos los que estamos aquí reunidosy estaremos aquí presentes caminando juntos los senderos de la paz, enbeneficio de todo el pueblo y del territorio de la Nación colombiana. Eso eslo que estamos haciendo hoy, es lo que estos medios de comunicaciónhan de transmitirle al país y al pueblo entero.

Hoy se inicia la creación de la Zona de Distensión, es decir, una área terri-torial en la cual no debe haber confrontación armada para que, una vezverificada ésta situación, gobierno e insurgencia, vayamos a dialogar so-bre lo que ha de ser la agenda de negociación y, por supuesto, las reglas deljuego en la búsqueda de la paz. Una paz donde no haya vencedores nivencidos; una paz que no significa, en ningún momento, derrotar a lasFuerzas Armadas de Colombia, sino construir el equilibrio y la equidadque Colombia necesita para su progreso, para la salud, para la educación,para el desarrollo de la tecnología, para la producción y la justa tenenciade nuestra tierra y para la confirmación de un Estado participativo, don-

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de todos los días veamos a los colombianos progresar y no a los colom-bianos fracasar y morir.

Por eso, cuando escuchaba la poesía del señor Ministro de Educación ydecía que hasta hoy había llegado también la poesía a éste territorio, pen-saba para mis adentros, que a Colombia también le había llegado la horade construir la paz, con poesía, con imaginación, con sentimiento patrió-tico, con amor.

La paz no se decreta, la paz no se hace de un día para otro, la paz seconstruye como se construye la música, como se construye la poesía,como se construye la participación, como se construye la cultura y comose construyen los espacios de paz como el que hoy estamos viviendo. Hoyme siento realmente orgulloso y estoy convencido que yo interpreto atodos los que estamos aquí presentes: no se trata de crear escenarios don-de vayamos a promover la desconfianza: no se trata de crear escenariosdonde vamos a transmitir hechos confusos que lo único que conducen no- es al beneficio de la paz - sino también a la confusión en el ánimo de lasgentes y, por supuesto, a empañar la transparencia del proceso.

Aquí, en ésta región, ha de cumplirse la palabra del señor Presidente de laRepública de Colombia: vamos a construir un escenario donde no hayaconfrontación armada; se desplaza la fuerza pero queda la autoridad delEstado, de un Estado de Derecho, con él vamos a gobernar todo el territo-rio nacional, incluidos los cinco municipios de distensión. Los alcaldesmunicipales han de ser la autoridad que cumpla, en su leal saber y enten-der, la Constitución y las Leyes de la República; son los alcaldes las auto-ridades políticas, administrativas y los jefes de policía y en virtud de ellose ha creado una Policía Cívica adulta que los apoye en el ejercicio de esafunción que es responsabilidad de la autoridad civil y los Concejos comorepresentación de la democracia; no se trata de reemplazar una autori-dad por otra, se trata de crear un escenario en el cual podamos dialogarlos colombianos en la búsqueda de la reconciliación, en la búsqueda delsueño que todos tenemos: una Colombia justa, una Colombia en paz,una Colombia equilibrada, una Colombia en la cual hagamos la gran

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alianza contra el delito, el delito de la corrupción, el delito del narcotráfico,el delito de la violación de los Derechos Humanos y nos pongamos a tra-bajar en la construcción de un escenario más amplio, donde todos tenga-mos posibilidades de vivir, donde hoy a las gentes que están dedicadas alos narcocultivos les podamos presentar una propuesta de desarrollo al-ternativo, sostenible, para que las gentes de trabajo, que si bien están encultivos ilícito s, les demos una propuesta clara para que tenga viabilidadeconómica y así podamos, también, tener producción en nuestras tierrasy en nuestra Nación; se trata de que todos nosotros, sin excepción, traba-jemos por la paz de todos los colombianos.

No basta sino leer estas vallas que están colocadas en la plaza de SanVicente: "tú eres muy importante para la paz, - la razón divina es Dios, -la razón humana es la libertad, - si quieres la paz desarma tú corazón, -bienvenido a San Vicente, laboratorio de paz". Estas mismas vallas que enésta plaza están izadas, lo estarán en todos los territorios del área de dis-tensión. Yo creo que lo que hoy se está viviendo aquí es ejemplarizantepara todos los municipios del territorio nacional pero, sobre todo, parala comunidad internacional, de la cual también tenemos que buscarsu apoyo.

En el proceso del área de distensión hemos designado una comisión deacompañamiento compuesta por dos colombianos, colombianos de bien,que deben estar atentos a las inquietudes que se presenten en ésta región;vendrán a dialogar con ustedes, estarán dialogando con las autoridades.Los doctores Juan Manuel Santos y Juan Gabriel Uribe y en esa mismacomisión también hemos pedido colaboración de gentes de otras nacio-nes, de países amigos, que vienen con su propia representación, no de unpaís, porque en términos de la representación de los países, cuando este-mos en diálogo con la insurgencia, los dos decidiremos qué países han defuncionar como facilitadores del proceso, pero en ejercicio de esa colabo-ración hemos escogido personas que conocen del conflicto en Colombia yque quieren trabajar y ayudar por la paz de los colombianos, un mexica-no como el doctor Gustavo Carvajal, el canciller de Costa Rica y tambiéndos personas que han trabajado por la paz del mundo, que nos asesora-

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rán, el doctor James Le Moyne y el doctor Jan Egeland, los dos, uno denacionalidad americana y otro de nacionalidad noruega, estarán tam-bién ayudándonos en este proceso. Se trata entonces, de crear un escena-rio transparente, donde el valor de la palabra sea la bandera que identifi-que siempre nuestras relaciones.

El Gobierno llega a este proceso, y lo ha dicho el señor presidente Pastrana,reiteradamente, con cartas sin marcar y aspira a que ésa sea la mismaactitud de la insurgencia, porque se trata, entre otras cosas, de aprove-char la responsabilidad histórica del momento o de la hora presente, setrata de que los libros no sigan yendo a las bibliotecas con las páginas enblanco o simplemente ensangrentadas, se trata de que en torno a la paztrabajemos todos, en torno a la paz no puede haber protagonismo indivi-dual, ni exclusivista, ni partidista; en torno a la paz tenemos quetrabajar con seriedad, con responsabilidad y con discreción. A eso esta-mos convocando éste pueblo de San Vicente, como también a los cuatromunicipios del Meta, que hoy viven en desarrollo pleno.

Las gentes están recorriendo sus calles, con el rostro alegre, continúan suvida cotidiana, creando y prestando el escenario que ha de estar en estosdías visible para Colombia y para el mundo. Ustedes en el fondo estánsiendo copartícipes del nuevo siglo XXI; ustedes le están ayudando a Co-lombia a escribir la historia, no con retórica de paz, sino con hechos depaz.

Lo que hoy estamos viviendo es un nuevo hecho de paz. Convoco a todoslos colombianos a que desarmemos nuestros espíritus, que creemos he-chos de paz y que trabajemos por el porvenir de Colombia, dentro de unEstado de Derecho. Vamos a convenir las reglas para crear el tercer esce-nario donde quepamos todos y allí nos encontraremos orgullosos dedecirle a nuestros hijos: hemos cumplido con nuestro deber, le hemoscumplido a la historia, tenemos un país en paz, en justicia social y endesarrollo.

Mil gracias al pueblo de San Vicente, mil gracias a sus autoridades, milgracias al Poder Público aquí representado en sus ramas, mil gracias a la

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representación de la empresa privada, que ayer, entre otras cosas, partici-pó y dio su apoyo a un proyecto de Ley que les da la posibilidad a loscolombianos de contar con recursos de los cinco mil primeros contribu-yentes creando los bonos de paz para ser invertidos en las zonas de con-flicto, ellos también se merecen un aplauso. Aquí no se trata de alabar aunos y olvidamos de otros, se trata de una tribuna donde se haga elreconocimiento justo a quien se lo merece y que se haga realmente laexplicación clara de lo que ha de venir.

Aquí están las tres ramas del poder, aquí está el Estado y vamos a trabajarpor la paz, no a cualquier costo, pero la paz tiene un costo, el costo de quetodos los colombianos participemos en su búsqueda, para que todos losque habitemos el territorio tengamos mejores condiciones de vida, paraque la tierra esté en buenas manos y sea productiva, para que las necesi-dades se colmen, para que la corrupción se erradique, para que elnarcotráfico se aleje y para que la salud del pueblo colombiano sea la quereine en la mente y el porvenir de nuestra Nación.

El presidente Andrés Pastrana debe estar en este momento en otro lugardel territorio colombiano al igual que nosotros, observando, seguramen-te, cómo nos encontramos alrededor de la zona de distensión; él ha devenir, él prometió venir el día de la inauguración de los diálogos y él cum-ple su palabra. A Andrés Pastrana lo vamos a rodear y lo vamos a ayudarpara que convoque y siga convocando a todos los colombianos a hacer lapaz y la reconciliación perdida, a veces lejana, pero por la cual tenemosque trabajar y sobrepasar los obstáculos que nos opongan.

Muchas gracias a los señores ministros, al señor Procurador General, alseñor Presidente de la Corte Constitucional, a todos los funcionarios, alseñor Gobernador, al señor Alcalde, al padre Leonel y al Vicario. Pero, so-bre todo, muchas gracias a ustedes, porque ustedes son la garantía de lapaz en Colombia.

Transcripción magnetofónica del discurso improvisado por el Alto Comi-sionado para la Paz.

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DISCURSO DEL PRESIDENTEANDRÉS PASTRANA ARANGO,

EN EL ACTO DE LANZAMIENTO DEL "PROGRAMA DEFOMENTO AL CULTIVO

DE LA PALMA PARA LOS HABITANTESDE PUERTO WILCHES"

Puerto Wilches, 19 de diciembre de 1998

Aquí, en esta tierra bañada por el sol, de tierras rojas y sembradíos, viveun pueblo que aunque ha llorado, no ha olvidado la importancia de son-reír y de seguir luchando.

y ese ejemplo que ustedes nos han dado, reafirma mi convencimiento deque el anhelo supremo de los colombianos es la paz.

Hoy les quiero decir que la reconciliación nacional es una tarea que noscompromete a todos y que esa debe ser nuestra más importante y solida-ria misión.

Como Presidente de los colombianos me ha correspondido liderar este cam-bio, trazar la ruta por la que vamos a llegar a un punto al que llamamospaz. y sólo con la ayuda de cada uno de ustedes, podremos decir en unosaños que llegamos a donde queríamos.

Para marchar por ese camino debemos estar preparados, aprovisionados,y dispuestos a avanzar a paso firme. Sólo llegaremos a nuestro destinocuando estemos convencidos que todos debemos dirigirnos hacia la mis-ma dirección.

La paz que he propuesto es la que va más allá de la solución al enfrenta-miento armado. Es la paz con la que podremos construir una nueva Co-lombia, más justa, más democrática, más desarrollada y más equitativa.Un país en el que quepamos todos.

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Para llegar a esa paz integral por la que tanto trabajamos los colombia-nos, debemos buscar, mediante un proceso de diálogo con la insurgencia,el escenario en el que se identifiquen y pongan en marcha las transforma-ciones requeridas para hacer realidad esta paz integral.

Como Presidente me he encargado directamente de liderar la solución po-lítica del conflicto armado, expresando en hechos concretos la voluntadnegociadora del Gobierno, ofreciendo a la insurgencia la disposición detrabajar sobre la base de una agenda amplia, y buscando el más propicioescenano.

Quiero que el escenario de la paz sea el punto de encuentro de todos loscolombianos, y que allí se propicie con entusiasmo la deliberación, la de-cisión y ejecución de esta obra colectiva.

Esa concepción integral e integradora de la paz, como construcción detodos y para todos, es también la que identifica y gobierna los propósitosdel Plan Colombia, que hoy presentamos ante ustedes como una reali-dad.

Debe estar claro para todos que el Plan Colombia no será sólo un progra-ma de inversiones del Gobierno, sino que será el proyecto social y econó-mico que convierta su ejecución en un verdadero contrato social. Su másimportante misión es la de atender la rehabilitación de las zonas del paísen donde la violencia ha amenazado la preservación de la vida de los hom-bres, y del ecosistema.

Nuestro Plan Colombia es la alianza que hemos hechos con los países delmundo y con el sector privado para luchar por la paz, por los derechoshumanos, por los derechos sociales y por la ecología. Lo conforman unconjunto de proyectos de inversiones estratégicas para la paz que canali-zarán los esfuerzos compartidos a favor de quienes viven en las zonasmás afectadas por la violencia.

Cuando asumí la presidencia dije que este proyecto se encargaría de ma-nejar las inversiones para construir la paz sobre bases sólidas, en las re-giones donde la violencia ha hecho mayores daños.

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y en estas regiones que se encuentran deprimidas por el lastre que deja laviolencia, sólo si los ciudadanos participan y trabajan por el cambio ob-tendremos resultados. El cimiento al que me refiero no es otra cosa que elderecho a participar que tienen todos los colombianos.

Ustedes son un ejemplo para las comunidades que también han sufridopor la violencia. La organización social que hoy tienen nos demuestra queparticipando se avanza mucho más rápido en la ruta de la paz.

Yo quiero insistir en que el ánimo del Plan Colombia es la participación.Que sus programas y proyectos de desarrollo e inversión estarán concebi-dos y serán ejecutados como resultado del ejercicio de la participación.

Los proyectos que hagan parte del Plan deberán ser un espejo de los propó-sitos de las comunidades. Esto no sólo nos garantiza su utilidad, sino queafianza el entendimiento permanente entre los ciudadanos.

Tal como lo he dicho desde que asumí la Presidencia, mi deseo es que tam-bién la insurgencia atienda esta iniciativa y se vincule, en un escenario deamplia concertación, al proyecto de reconstrucción y rehabilitación delpaís. Por eso, en aras de la verdadera reconciliación del pueblo colombia-no, invito a los grupos insurgentes para que se hagan presentes en la pre-paración, conformación y ejecución de los programas y proyectos delPlan Colombia.

Esta es una invitación seria y confiable. Mi Gobierno ha demostradoampliamente la consistencia de sus propósitos, y ha aceptado que tene-mos que convenir una agenda sustantiva de paz con la insurgencia, depuertas y ventanas abiertas, y que sólo se puede cumplir si hay compro-miso de las partes.

En el compromiso de esa agenda nadie puede quedar por fuera. Todos ten-dremos que optar por ella, y hasta la hora de las definiciones, la insisten-cia del Gobierno será que se haga por la vía de la construcción, y no por lavía de la destrucción.

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Hoy el Plan Colombia da su primer paso, paso que debemos dar todospara no quedar atrás, como dijo mi padre, Misael Pastrana, para no que-dar "con el desasosiego de no haber tomado el tren a tiempo".

Más claro no canta un gallo: mi propuesta es evidente, la insurgenciadebe participar de manera activa en las decisiones del Plan Colombia.

A las puertas de iniciar con ella un proceso de diálogo, quiero aclararlesque el Plan Colombia no es "la caja de galletas" de la paz.

Si en esta tierra corrió la sangre, hoy en ella se siembra la esperanza, y deella brotará la paz duradera.

Mi Gobierno se asegurará de preservar ese fruto, consciente como es deque nos congrega hoyes un ejemplo que debe enarbolarse y reproducirse alo largo y lo ancho de la geografía nacional, pues es baluarte y paradigmade la paz.

El Plan Colombia es una realidad en marcha. Todas las instituciones delGobierno se deberán volcar hacia las comunidades más apremiadas, po-niendo sus recursos humanos, científicos y financieros al servicio de pro-yectos como el que hoy se lanza.

El proyecto para el fomento al cultivo de palma, que mi Gobierno apoyahoy en Puerto Wilches, es la mejor prueba de las aspiraciones que tiene elPlan. Este proyecto dará trabajo y mejorará la calidad de vida de 150familias campesinas en 1500 hectáreas de tierra apta para el cultivo depalma. En cuatro años, cuando inicie la producción, cada campesino so-cio del proyecto tendrá un ingreso de 2 millones 500 mil pesos de hayalmes.

Es muestra de una iniciativa solidaria de desarrollo, que se materializógracias a la capacidad de sus gentes para comprender que el diálogo y laconcertación son imprescindibles para el progreso.

He entregado la enorme responsabilidad de coordinar las actividades delos proyectos del Plan a nuestro alto comisionado para la paz, Víctor G.

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Ricardo, ya su equipo asesor, seguro de que en ellos, los colombianos tene-mos a los mejores garantes del éxito.

y a todas las comunidades interesadas en que el Plan apoye sus proyectosde desarrollo, les insisto para que los objetivos que se propongan coinci-dan con los que el Gobierno presentó en el Plan Nacional de Desarrollo yen los Planes Sectoriales. Los proyectos que mi Gobierno quiere promoverdeben ser productivos, solidarios y sostenibles.

Tenemos que garantizar que todos los proyectos que hagan parte del PlanColombia encuentren desde su primera instancia condiciones de éxito ysean rentables, promuevan el capital humano que fortalezcan el capitalsocial y aseguren la preservación del medio ambiente. Estoy seguro de queasí lograremos una equitativa distribución de la riqueza y una mayorjusticia social.

Para consolidar el éxito del Plan Colombia vamos a acompañar estos pro-yectos de programas de capacitación productiva, agropecuaria,agroindustrial y administrativa.

Este esfuerzo gubernamental requiere del complemento que le puedan brin-dar los empresarios colombianos. Nadie mejor que un empresario exitosopara enseñarnos los secretos del negocio, más aún cuando la paz reclamaesa actitud solidaria de todos los colombianos.

Por eso vamos a fomentar las alianzas estratégicas entre pequeños, me-dianos y grandes productores, de tal forma que todos tengan la posibili-dad de alcanzar las tecnologías modernas. Con esto estaremosoptimizando los procedimientos para la producción, el almacenamiento,la comercialización y el mercadeo de los productos. Vamos a incorporarmecanismos de financiación adecuados y compatibles con la alta renta-bilidad, que deberán generar los proyectos.

La puesta en marcha del Plan permite que los hombres y mujeres campe-sinos de Colombia se conviertan en nuevos empresarios, generando más

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empleo. Yo estaré satisfecho cuando esos colombianos tengan garantiza-do un ingreso digno y estable, y hayan recibido la recompensa de un pro-yecto productivo.

El Plan Colombia va a ofrecer programas eficientes de desarrollo alterna-tivo en zonas de cultivos ilícitos. Y confío en que podremos acordar con lainsurgencia los mecanismos y procedimientos que hagan posible obtenerlos mejores resultados en este aspecto.

Quiero que los colombianos que viven en esas regiones puedan tener unavida digna, en condiciones de legalidad.

Quiero que quienes, movidos por la necesidad o por el afán de lucro yoptaron por el cultivo de la coca o la amapola, tengan otra posibilidad desustento para sus familias.

Los miles de colombianos que han sido desterrados por la violencia seránel centro de atención del Plan Colombia:

Vamos a garantizar a los desplazados por la violencia todos sus derechosciudadanos para que recuperen la esperanza perdida.

La puesta en marcha de este Plan representa una alternativa de arraigopara los campesinos desplazados, ya que contarán con un programa detitulación de tierras, con zonas adecuadas para la atención temporal y deemergencia, con las estrategias para su adecuado retorno o reubicaciónvoluntaria.

El Plan Colombia se ocupará también de construir o reconstruir la infra-estructura física que se requiera para hacer realidad los proyectos pro-ductivos. No en la perspectiva de pavimentar una calle, construir un puenteo alumbrar un billar en los pueblos lejanos y olvidados. No. La infraes-tructura para la paz deberá integramos. hacernos prósperos, la capaci-dad y fortaleza de distribuir y comercializar los productos, todo ello enestricto respeto a los ecosistemas y a las culturas y tradiciones que defi-nen nuestro ser nacional, rico y diverso.

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También en el terreno de la infraestructura, la participación, que es laexpresión colectiva de la libertad, será el fundamento de las decisiones.

Todos los programas y proyectos del Plan Colombia deberán servir alpropósito de hacer libres a los colombianos. Libres de la pobreza, libresde la exclusión, libres de la violencia, libres del analfabetismo, libresdel desempleo.

Para asegurar los recursos financieros del Plan Colombia hemos creado elFondo de Inversión para la Paz, que se nutrirá de aportes del Estado, delsector productivo y la comunidad internacional.

ELmanejo de este fondo será absolutamente transparente. Por lo que lasdeliberaciones, el proceso de toma de decisiones, la administración de re-cursos y los resultados de la gestión, de sus programas y proyectos seránampliamente conocidos y estarán abiertos al escrutinio de la sociedad.

Vamos a manejar en urna de cristal todos esos recursos con los que cons-truiremos la paz.

Invito a todos los colombianos para que hagan parte de la solución, yaporten a este proyecto según su justa capacidad. Me llena de satisfac-ción que hoy ya haya 5.000 contribuyentes del Estado, que por medio delpago de los Bonos de Paz, van a ser los primeros en colaborar con lospropósitos del Plan Colombia y en ayudar a la solución de los problemasde las zonas olvidadas de Colombia.

En los próximos días el gobierno anunciará el mecanismo con el que loscolombianos sin distingo de condición social o política, podremos contri-buir con este propósito. Quiero que todos los colombianos se llenen deentusiasmo y que colaboren con el fondo en la medida de sus capaci-dades.

Si cada uno de nosotros aporta 100 pesos, sólo 100 pesos, esa pequeñacifra multiplicadora servirá de base en la construcción de la paz que que-

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remos. Señoras y señores, este es el momento en el que todos tenemos queescribir esa nueva página en la historia de Colombia.

En esa nueva página escribiremos con mayúsculas equidad, justicia so-cial y reconciliación. La responsabilidad que tenemos con nuestros com-patriotas exige participación y compromiso.

Hoy en Puerto Wilches estamos escribiendo los primeros renglones de esapágina. En un año quisiera volver para ver con alegría todo lo que hemosavanzado.

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LOS GOBERNADORES SON UN EXTRAORDINARIOFACTOR AGLUTINADOR y UN VEHÍCULO PROPICIO

PARA FACILITAR LA CONVERGENCIA DE LOS ANHELOSDE SUS REGIONES

Palabras del alto comisionado para la paz Víctor G. Ricardo,en la reunión de Gobernadores

Cartagena de Indias, 10 de febrero 1999

Transcurridos cuatro meses desde nuestro último encuentro en la ciudadde Popayán, he creído oportuno hacer con ustedes unas reflexiones sobrelos esfuerzos que el señor Presidente de la República, el Alto Comisionadopara la Paz y el equipo de Gobierno, han venido realizando, para la obten-ción de la paz duradera de Colombia.

Quisiera comenzar por reiterarles que todas nuestras acciones para la rea-lización de ese anhelo nacional, tienen como referente esencial y comomapa de navegación la política de paz que el Jefe de Estado dictó en elmomento de tomar posesión. Por esa razón, quisiera dirigirme a Ustedestomando en cuenta los postulados esenciales de esa política, que perma-necen inamovibles, por tratarse de convicciones, pero que, a la vez, seconjugan con la necesaria destreza que exige el devenir de los aconteci-mientos.

Desde su campaña el señor Presidente de la República sustentó su políticade paz, afirmando que para alcanzar la reconciliación es necesario reali-zar transformaciones en las estructuras políticas y económicas del país.La negociación para solucionar el conflicto, por lo tanto, no se limita abuscar el fin de la confrontación armada, aunque por supuesto la supone.Ella busca abrir los espacios para que la paz sea una construcción de to-dos, por todos y para todos.

Abiertas en el mundo las compuertas del dique de las libertades, felizmen-te los tiempos que vivimos no son aquellos del pasado en los que, por la

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fuerza o con la fuerza, se pretendía justificar ser la "voz de los que notienen voz". Hoy para la paz, cada colombiano quiere hacer sentir suvoz- representarse a sí mismo; concurrir a la construcción de un nuevoproyecto de Nación.

Así entonces, la paz exige el encuentro de la totalidad de la sociedad co-lombiana y, como tantas veces lo ha dicho el Primer Mandatario, su agen-da definitiva debe ser producto de la deliberación integral e integradora delas regiones de Colombia.

Lo dijo con claridad el Presidente cuando afirmó que las exigencias de lacomunidad colombiana imponen un nuevo modelo de negociación queno se limita a la consideración de los temarios definidos por las partes,sino que implica la apertura de un espacio amplio, representativo y pluralpara que la agenda de paz y su negociación sea el resultado del criteriodemocrático.

Todas las decisiones que se han venido adoptando, tanto en materiasustantiva como procedimental, tienen como propósito allanar ese ca-mino, bajo la conducción directa y la orientación permanente del Jefede Estado.

Quisiera destacar, en ese sentido, el respaldo decidido que el Gobierno Na-cional ha venido dando al proceso de Convención Nacional de Paz quepropuso el Ejército de Liberación Nacional. Con grandeza hemos promo-vido esa iniciativa, convencidos como estamos, de que el diálogo amplio,abierto y sereno de los múltiples rostros de Colombia, enriquecerá y escla-recerá los rumbos de la reconciliación. Los resultados de ese encuentro delos colombianos deberán servir como levadura para la negociación res-ponsable y constructiva entre el Gobierno Nacional y la insurgencia.

y esa misma razón nos alienta para pensar que los grupos insurgentesrespetarán y tomarán en serio los puntos de vista y los clamores de unasociedad que no solamente está hastiada del conflicto, sino también aler-ta y animosa para participar en las soluciones a los graves problemasdel país.

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Los Gobernadores son un extraordinario factor aglutinador y un vehícu-lo propicio para facilitar la convergencia de los anhelos de sus regiones y,por lo tanto, actores indispensables para la preservación y consolidaciónde la unidad de la República, que es el norte del proceso de paz y de lapolítica del estado en su conjunto.

Sé de la preocupación que tiene el conjunto de la sociedad en los resulta-dos de los procesos de paz que hemos iniciado con las Farc y con el Eln. Lohe dicho, antes, es apenas obvio que los colombianos se muestrenambivalentes, conjugando un sentimiento de elevada expectativa por re-sultados concretos y rápidos del proceso, y a la vez uno de excesiva cau-tela, como coraza de una nueva frustración. Esa ambivalencia se percibeclaramente con ocasión de nuestra decisión de prorrogar la zona de dis-tensión en el sur del país, en el marco del proceso de paz con las Farc y delas dificultades que han venido presentándose.

Nuestra decisión de prorrogar la zona de distensión es coherente con laconvicción que tiene el Gobierno Nacional de que ella debe ser el espaciopara cumplir los propósitos de la paz.

Quisiera recordarles las palabras del Primer Mandatario, cuando dijo:"reitero mi convicción en que la zona de distensión tiene una dimensiónadjetiva e instrumental de la negociación. Por lo tanto la única condiciónque estimo fundamental para su realización es la del compromiso clarode la insurgencia para que el territorio señalado sea el espacio para el ini-cio de un diálogo que conduzca a una negociación que sólo culminarácon los acuerdos, sobre la base de que por medio de la negociación sepuede lograr la paz, lo que además supone el compromiso de no inte-rrumpir unilateralmente el diálogo".

Agregó el Presidente que "sólo de esa manera se tendrá también la certezade que el despeje no tiene también la intención de sumar a favor de laguerrilla victorias políticas en una lógica de confrontación y no de paz.Ese compromiso debe ser claro y expreso, porque es sano para el procesoque se procuren las bases y los principios de negociación que permitan irconstruyendo las condiciones de confianza para llegar a acuerdos".

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Es en ese marco que hemos decidido la prórroga, y es bajo esa perspectivaque esperamos que las Farc lo estén comprendiendo. Ellos saben que elobjetivo político y jurídico de la zona de distensión es, y solo es, procurarel escenario para iniciar las negociaciones de paz en condiciones de seguri-dad para las delegaciones de ambas partes, y que cualquier pretensiónadicional no es coherente con su naturaleza de instrumento de paz.

Otro de los temas que preocupa al Gobierno, a los colombianos en suconjunto y a la comunidad internacional, es el de la existencia y activi-dad de los grupos de autodefensa y justicia privada.

Con la convicción de que violencia solo trae más violencia, es urgente quetodos los colombianos hagan un solo frente a favor de la solución políticadel conflicto. Se equivocan gravemente quienes creen contribuir a los pro-pósitos nacionales y a los objetivos del Gobierno mediante la usurpacióndel uso de las armas y la aplicación de la lógica del "ojo por ojo, diente pordiente". Frente a la insurgencia, las únicas respuestas válidas las deben darlas autoridades legítimas en el marco del estado de derecho, que no sepuede violar con el pretexto de defenderlo. Hay que decirlo claro, la pazjamás se logrará haciendo de cada casa una trinchera y de las plazas delos pueblos, cadalsos.

Por eso el Gobierno ha manifestado y reiterado su voluntad de compro-meter todos los recursos del Estado para hacer frente a los grupos deautodefensa y justicia privada que operan actualmente en el territorionacional.

Hemos dicho que el combate contra los grupos de autodefensa y justiciaprivada proviene de una convicción del Gobierno y se libra con total inde-pendencia del proceso de paz iniciado con los movimientos insurgentes.Sobre el entendido de que su desmantelamiento es una tarea que corres-ponde lograr exclusivamente al Estado, esa obligación no está ni estarásujeta al desarrollo y los resultados del proceso de diálogo y negociacióncon la insurgencia.

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En ese mismo sentido, la insurgencia debe aceptar, con la misma confian-za que a ella le ha sido brindada, que la acción del Estado frente a esosgrupos hace parte de una política firme e indeclinable para alcanzar lapacificación definitiva del país. Son palpables las demostraciones de serie-dad, honestidad y transparencia que el Gobierno ha hecho en la políticade paz.

Las regiones del país han sido desoladas por la violencia del conflicto ar-mado. Un compromiso con la paz es devolverles su pujanza. Ante todo,ello depende de la capacidad que tengamos para frenar la barbarie y recu-perar el patrimonio más sagrado del país, que es el respeto por la vida y ladignidad de sus gentes.

Por eso hemos sido siempre partidarios del cese al fuego y hemos dichoque él sería la mejor demostración de la voluntad de paz de las partes. Lapoblación colombiana vería en ese acto un elemento esperanzador de op-timismo y credibilidad en el proceso. Pero si esta propuesta no encuentrael eco que merece, la que sí tiene que encontrarlo, por el más elementalsentido de humanidad, es la de la celebración de un acuerdo verificable yde ejecución inmediata para que se respete a la población civil y a susbienes mientras llega el fin de la confrontación.

Por eso propusimos como punto inicial y privilegiado, el tema del DerechoInternacional Humanitario.

Tenemos confianza en que más pronto que tarde, y atendiendo a las ur-gencias que no dan más tregua, tengamos ese acuerdo que sin duda serála catapulta del proceso de paz, como está tan amplia y contundente-mente demostrado en otras latitudes.

Para el Gobierno no es suficiente paliar los rigores del conflicto y brindarcondiciones mínimas de supervivencia a la población civil, incluso en elescenario de la confrontación. La obtención de la paz exige también lapromoción de la dignidad humana, y por eso hemos propuesto y hemosiniciado ya, en medio del enfrentamiento, el Plan Colombia, para recupe-

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rar y rehabilitar las zonas deprimidas del país y devolver la prosperidad anuestros campos.

Como es sabido, el Plan Colombia privilegia en su primera etapa la reali-zación de programas de desarrollo alternativo que liberen a nuestros cam-pesinos de la condena a la que han sido sometidos por el cultivo de lashierbas malditas.

Sabemos que los colombianos prefieren vivir en la legalidad; que el cultivode la coca y la amapola, de la que ellos son obreros, no proviene de unafán de lucro desmedido; sabemos que esa ha sido su única opción frentea un campo empobrecido por la violencia, la ineficacia del estado y lacorrupción.

He aquí una primera y formidable coincidencia con las Farc. Porque "obrasson amores y no buenas razones", tenemos esperanza en hacer una reali-dad práctica el propósito que nos hemos trazado con esa organización,para llevar a cabo, hombro a hombro, un primer programa piloto de desa-rrollo alternativo, así como para la custodia de nuestro patrimonio ecológico.

Por primera vez, y en desarrollo de una invitación del señor Presidente dela República, el Gobierno y las Farc desarrollaremos un proyecto en asocioy corresponsabilidad. Nos compromete demostrarle al país, al mundo yanosotros mismos, que somos capaces de construir, y que para ello tene-mos mayores energías, que las que históricamente se han desperdiciadoen destruir.

Este proyecto, enmarcado en el Plan Colombia, no se reduce a la sustitu-ción de los cultivos ilícitos, ni es visto desde la estrecha óptica de brindar anuestros campesinos alternativas agrícolas de pancoger. Está pensado parailuminar el rumbo de una reforma agraria, que solucione de manera inte-gral los problemas del campo y proyecte a los campesinos hacia la vidadigna que merecen, y que estamos en obligación de brindarles.

De allí que sea tan importante la acción de los Gobernadores en la deter-minación de la vocación agrícola de sus departamentos y regiones, en el

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liderazgo y preparación de sus comunidades en la participación activa ypropositiva de los proyectos de desarrollo rural, y en constituirse en ver-daderos puentes, que permitan superar de una vez y para siempre los abis-mos que existen entre las percepciones citadinas y las realidades de nues-tra despensa natural, que nos han condenado casi a ser ciudadanos demundos diferentes.

No muestra nuestro proceso de paz signos de fatiga prematura, comodiría Misael Pastrana, sino la necesidad de aprovisionarse permanente-mente de las energías, el coraje, la perseverancia y el sentido de unidad querequiere la más grande de las campañas y faenas que se nos han impuestoen nuestra historia republicana. Quiero invitarlos a continuar liderandoy dando ejemplo de estas virtudes, que son las de los luchadores de la paz.

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INTERVENCIÓN DEL ALTO COMISIONADOPARA LA PAZ, VÍCTOR G. RICARDO, DURANTELA SESIÓN DEL COMITÉ DE PAZ DE SANTANDER

Bucaramanga, 3 de marzo de 1999

Al agradecer la cordial invitación que me han formulado para estar hoycon ustedes, vengo consciente de que me corresponde exponerles la formaen que el Gobierno Nacional concibe y viene ejecutando la política de paz.

Por obvias razones, presumo que en el centro de sus preocupaciones estála necesidad de conocer de primera mano el estado del proceso de paz, asícomo el contenido y alcance de la convocatoria efectuada por el señorPresidente de la República a un acuerdo de Unidad Nacional por la paz.

Como ustedes saben, el eje gravitacional y el talante propio que caracteri-zan la actual política de paz, es su concepción como un proceso de cons-trucción de todos, por todos y para todos los colombianos.

Con elliderazgo directo del Jefe de Estado, estamos empeñados en llevarpor buen rumbo un proceso de diálogo que conduzca a la negociacióncon los distintos movimientos insurgentes que presenta dos vertientesinterdependientes e igualmente esenciales: por un lado, la determinaciónde las reformas de orden económico, político y social necesarias para ase-gurar el desarrollo, que como lo sentenció en Bogotá el Papa Pablo VI, es elnuevo nombre de la paz; por el otro, el fin de la confrontación armada,asunto prioritario para el conjunto de la sociedad colombiana, que com-promete a fondo la voluntad y la acción de los actores en armas.

Todas las acciones que hemos emprendido se tributan por entero al cum-plimiento de esos propósitos. Son coherentes, porque son piezas de un

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mismo engranaje, en el cual no hay ruedas sueltas, pues todas funcionanhacia el propósito común que nos ha guiado desde el principio.

Debe entonces verse cada árbol con la lente convexa que nos permite divi-sar a la vez el bosque. El despeje, por ejemplo, se inscribe inequívocamenteen el objetivo de realizar un proceso de diálogo que conduzca a una nego-ciación cuyo único resultado aceptable sea la resolución del conflicto so-cial y armado en el que estamos inmersos. No es un fin en sí mismo, sinoun medio; un procedimiento que sólo cobra sentido en la medida en quenos acerque al final de esta tragedia de la guerra. El Gobierno así lo haentendido, así ha sido planteado, así ha sido acordado, así se viene desa-rrollando, y así estamos seguros que lo entiende la insurgencia.

Por estas razones, el Jefe de Estado ha dispuesto su prórroga. Tenemos laesperanza que ella será importante para recuperar la vitalidad del proce-so, sin más dilaciones innecesarias y con la conciencia de que estamos enmora de aprovecharlo en su más profunda razón de ser, como escenariopara el diálogo de los grandes temas nacionales que hemos convenidotratar y concertar con la guerrilla.

Esa esperanza proviene del compromiso público que tanto el Gobiernocomo las FARChemos hecho para no desmayar, ni desalentarnos en elpropósito de encontrarle una salida política al conflicto colombiano. Noestamos quietos, ni tenemos síntomas de fatiga prematura, como mallohan querido vender algunos presurosos formadores de opinión a la socie-dad colombiana. Por el contrario, tenemos nuestra imaginación en ac-ción, para seguir creando la atmósfera de la paz definitiva en el país.

Tenemos que entrar a trabajar en programas pilotos que confiamos poderdesarrollar, hombro a hombro, entre el Gobierno Nacional y las FARC,como también con otras agrupaciones insurgentes. De esa manera, en lacoejecución y la corresponsabilidad, probablemente encontraremos desa-fíos comunes que nos habrán de obligar a utilizar nuestras fuerzas parala construcción, reemplazando así el inútil empeño de ponerlas al serviciode la guerra.

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Ese proyecto se enmarca en la propuesta del señor Presidente de la Repú-blica para que los programas de inversión social y la reconstrucción yrehabilitación de las zonas del país deprimidas y azotadas por la violen-cia, surjan de la concertación entre el Gobierno, las comunidades y losmovimientos insurgentes. En ese sentido, responde inequívocamente a unelemento sustantivo de la política de paz, según el cual la superación delas condiciones objetivas del conflicto puede constituirse en la empresacomún que por fin y para siempre aproxime a los colombianos.

y corno la participación es la piedra angular de la política de paz, el Go-bierno ha respaldado, y se ha comprometido a fondo, con la iniciativa delELN de realizar una Convención Nacional de Paz. El Gobierno entiendeeste certamen como una extraordinaria ocasión para convocar a los co-lombianos comprometidos con la paz, a un foro amplio, de debate abier-to, edificante de consensos, cuyo resultado sea un trascendental aporteque ilumine la discusión, la negociación y los acuerdos de paz con esaorganización insurgente.

El Gobierno Nacional ha presentado al ELN cuatro alternativas sobre lascondiciones del lugar en que puede realizarse la Convención Nacional. Entodas ellas la preocupación que prima es la seguridad y las garantías paraque las personas que asistan a este certamen puedan presentar y confron-tar sus tesis con toda libertad, en un escenario ajeno al conflicto armado.Estoy seguro de que también el ELN privilegia este enfoque, por lo quepodremos construir un foro en el que prime, tanto la civilidad como unambiente sereno y distendido.

Permítanme una palabra adicional sobre este tema: el Gobierno Nacionaltiene la obligación de garantizar las condiciones de seguridad a los asis-tentes () la Convención Nacional, ya sea que se trate de los miembros de laSociedad colombiana, como de los Representantes del Gobierno y del ELN.Para cumplir este deber, el Gobierno solo puede atender criterios ciertos yobjetivos.

La Convención acional tendrá éxito en la medida en que sea inclusiva yno excluyente; es decir en la medida en que ella se ponga al servicio del

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encuentro del conjunto de los rostros que definen nuestra diversidad na-cional. Así parece entenderlo el ELNcuando acepta que es fundamental laparticipación del Gobierno Nacional, representante legítimo de la Naciónconforme a la democracia, imperfecta si se quiere, pero no por ello menosdemocracia.

Una convención de ausentes sería la reafirmación del abismo profundoque nos separa a los colombianos. Una convención excluyente sería unaherida más en las ya hondas divisiones de nuestra estructura social. Unaconvención sin todos tendría el riesgo de constituirse en una alambradamás que separa a unos colombianos de otros.

Ha convocado el Jefe del Estado a un Acuerdo Nacional por la Paz quebusca congregar toda la fortaleza de Colombia, para hacer un gran fren-te común que permita alcanzar el propósito supremo de la reconciliaciónnacional.

Ese acuerdo exige el concurso de todos los estamento s políticos, económi-cos y sociales de Colombia, así como la participación y respaldo del con-junto de la sociedad. Solo de esa manera el proceso de paz tendrá la solidezy permanencia necesarias, para que cualquiera que sean las dificulta-des y el tiempo que llegue a demandar, se asegure su coherencia y sufirmeza.

Ese acuerdo tiene su fundamento en el anhelo común de la Nación paravivir en un país en el que imperen la democracia plena, la libertad, lajusticia social, el desarrollo, la equidad y los derechos humanos, que sonlas bases de la paz genuina y perdurable.

Porque estamos persuadidos que el diálogo y la negociación con los movi-mientos insurgentes son el camino correcto para poner fin al conflictocolombiano, hemos propuesto que ese acuerdo respalde esa vía de solu-ción, cuyas bases, lo reitero, están en la agenda de los grandes temas quepreocupan al conjunto de la Nación, incluidos los que han venido siendoreivindicados por los movimientos insurgentes.

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adie duda que es necesario proporcionar los escenarios, mecanismos yprocedimientos que permitan el desarrollo eficaz de los diálogos y las ne-gociaciones, por lo que debe asegurarse que el Gobierno Nacional cuentecon facultades que le permitan facilitar los entendimientos con la insur-gencia, tales como las consagradas en la Ley 418 de 1997, cuya prórrogaestimamos indispensable, con el respaldo nacional.

Sobra decir que todos los instrumentos de orden procedimental para elproceso de paz, tales como la declaratoria de zonas de distensión, los es-quemas de participación de terceros imparciales, o las condiciones defavorabilidad jurídica o política, deben inscribirse en el inequívoco propósitode las partes de poner fin al enfrentamiento armado por la vía política.

No hay duda de que uno de los temas que reclama acciones urgentes es elfin a la degradación del conflicto armado, mientras se logra obtener, ojalámuy pronto, el cese definitivo de la confrontación armada.

La ejecución de un programa de inversiones para la paz, el Plan Colombiaque, como ya he dicho, ponga su acento en la recuperación y rehabilita-ción de las zonas del país más deprimidas y azotadas por la violencia, yque guarde coherencia con el Plan Nacional de Desarrollo. En la planifica-ción y ejecución de los proyectos para la paz, junto con la participaciónactiva de las comunidades, es necesaria la decidida vinculación del sectorproductivo nacional y el concurso de la Comunidad Internacional.

Estamos convencidos de que la coejecución de los programas de desarrolloalternativo, entre el Estado, las comunidades y la insurgencia, puedeniluminar el rumbo para la exitosa realización de una reforma social agrariaintegral, que garantice el bienestar, el progreso y las condiciones de unavida digna a que tienen derecho nuestros campesinos. Esa reforma, queha sido reivindicada insistentemente por la insurgencia, puede comenzarahora y merece el favorecimiento de la opinión pública nacional.

No sobran quienes mal auguran que el proceso de paz puede someternosal riesgo de socavar la unidad de la Nación. No compartimos ese criterio,

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pues todas nuestras acciones se llevan a cabo en ejercicio de la soberaníanacional, con apego al estado de derecho y teniendo como norte lapreservación y consolidación de la unidad política, territorial, socialy económica de Colombia.

Participamos de la necesidad de ir al encuentro de las regiones apartadas ymarginadas de la República, del desarrollo y profundización de la descen-tralización, de un responsable y adecuado reordenamiento territorial y dela preservación y desarrollo de nuestras fronteras.

Ha manifestado el señor Presidente de la República que es necesario contarcon unas fuerzas militares fuertes para la paz. Ha dicho también queaunque parezca paradójico, la paz estable y duradera depende tambiéndel adecuado funcionamiento de la institución castrense. El proceso depaz deberá apoyar su actualización doctrinal, logística y profesional, porlo que estamos impulsando desde ya, la aprobación en el Congreso Na-cional de un nuevo Código Penal Militar, tarea en la que esperamos tenerel respaldo de nuestros conciudadanos.

Hemos propuesto también como norte del proceso de paz el afianzamien-to de la Policía Nacional como cuerpo armado de naturaleza civil quetiene por encargo proteger los derechos humanos y velar porque los co-lombianos convivan en paz.

En el marco de la búsqueda de la paz, y conscientes de que ella no selogrará sumándole personas a la guerra, o depositando en ellas res-ponsabilidades que por su naturaleza corresponden exclusivamente alEstado, trabajamos en la disolución de las cooperativas de vigilancia yseguridad privadas Convivir. Estamos convencidos de que la seguridadciudadana y la defensa nacional deben proporcionarse por las institucio-nes del Estado, por servidores públicos profesionales y garantizando elestricto apego a los derechos humanos.

La paz supone restituir en la mente de los ciudadanos la confianza en laadministración de justicia, mediante la superación de la impunidad y elirrestricto respeto a las normas y principios del debido proceso legal. Se

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trata de una tarea de largo aliento, pero que hemos comenzado ya, através de acciones inmediatas que buscan la derogación de la JusticiaRegional, la tipificación penal de las violaciones graves de los derechoshumanos y del Derecho Internacional Humanitario, así como la aproba-ción de la jurisdicción de la Corte Penal Internacional.

Conscientes de que los recursos naturales son un patrimonio hipotecadoa favor de las generaciones futuras, su custodia y su uso racional no pue-de estar ajeno de las transformaciones para la paz duradera. Estamosrealizando programas y proyectos para la preservación del medio am-biente y la promoción del desarrollo sostenible, y somos especialmentepartidarios de las iniciativas cuyo propósito es asociar a la insurgencia eneste interés común.

Quisiera finalmente referirme a los grupos de autodefensa y justicia pri-vada, que son un grave factor de degradación del conflicto y en que, auncuando están desposeídos de carácter político, son actores del conflictoque deben considerarse en la política de paz. Estamos empeñados en com-batirlos y someterlos, y en obtener el definitivo desmantelamiento de susestructuras militares, con el propósito de recuperar el monopolio de lasarmas en poder del Estado.

Son estas algunas de las acciones que venimos ejecutando y para las cua-les requerimos el generoso y comprometido respaldo de todos ustedes.Colombia es un país de regiones, muchas de ellas diversas en su riqueza ydiversas en sus problemas. No obstante, hay soluciones globales, porquehay problemas nacionales. Porque no olvidamos las circunstancias parti-culares de cada región, proponemos reformas de alcance nacional quepueden y deben abrir los vasos comunicantes mediante soluciones efica-ces que al mismo tiempo que ataquen la raíz de los problemas locales y re-gionales, permitan consolidar una paz para todos, una paz sin parcelas.

La paz que queremos y estamos buscando es una paz donde no hayavencedores ni vencidos. Una paz donde está garantizada la Unidad Na-cional; una paz que no tenga color político ni sea factor de división, sinoque por el contrario se convierta en el punto de unidad de todos los co-

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lombianos mediante la cual rescatemos el concepto de la solidaridad y asíderrotemos el individualismo, egoísmo y exclusivismo. Una paz que seaconstruida por todos nuestros conciudadanos, una paz que sea el pro-ducto de una gran alianza contra el delito, la corrupción, elparamilitarismo y la violación de los derechos humanos.

No podemos continuar inermes los colombianos frente a un país donde laclase pobre no come, la clase media no vive y la clase rica no duerme.

Llegó el momento de unirnos todos en la construcción de una Colombiacon la cual soñamos y participemos en la estructuración de un Estadodonde reine la equidad y se fundamente en la justicia social como lo havenido convocando y liderando el señor Presidente de la República, AndrésPastrana Arango.

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SIN MANEJO RESPONSABLE EN LOS MEDIOS,LA PAZ PUEDE FRACASAR

Intervención del alto comisionado para la paz,Víctor G. Ricardo, en el foro

"Periodismo en tiempos de crisis"

Santa Fe de Bogotá, D.C., 8 de marzo de 1999

A las puertas del nuevo milenio nadie pone en duda que los medios decomunicación son protagonistas de primera línea en las interrelacioneshumanas y que ejercen un poder insospechado. El de hoy, ~s el mundo deCNN, Internet, indidium, palabras todas ellas que cobran' m sentido fa-miliar, que se incorporan a nuestro lenguaje de todos los días.

El asombroso avance de la tecnología nos permite ver lo que ocurre en elmomento que ocurre, y "simultaneidad", se ha convertido en la palabraque rige la eficiencia de la información pública en nuestros tiempos. Elhombre moderno es el hombre informado.

Las grandes decisiones en el campo financiero, político, social, científico,y en fin, en todas las actividades humanas se rigen por la información.Desde aquellas que tienen que ver con lo más cotidiano, como la decisiónde portar el paraguas según lo aconsejen los reportes matutinos sobre elclima, hasta las más trascendentales, aquellas que incluso afectan nues-tra propia existencia individual y colectiva.

y si la información impacta en forma contundente, y penetra en todoslos ámbitos de la vida al punto de coparlos, es claro que quienes se encar-gan de transmitirla, los profesionales de la información, tienen en susmanos una responsabilidad enorme con la sociedad; inciden de manerasustantiva en el juicio y en el actuar de prácticamente todos los indivi-duos, donde quiera que se hallen.

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Por eso no dudo en afirmar que los periodistas y los comunicadores socia-les ejercen uno de los más hermosos oficios: son conductores de la socie-dad. Estoy convencido además de que las virtudes que requieren son simi-lares a las que debe poseer un político: la prudencia, el amor por la verdad,la justicia y la vocación de servicio a los intereses colectivos.

Esas cualidades son irremplazables, incluso por la tecnología, pues feliz-mente aún en nuestros días el criterio y la libertad humanas prevalecensobre las máquinas, por sofisticadas que ellas sean.

No hay noticia posible sin la intermediación del hombre; ninguna de ellasse aparta por completo de las interpretaciones o las opiniones, divergentesincluso, como divergentes pueden ser los puntos desde los que se miran ypor tanto desde los que se ven las realidades.

Quisiera, en ese marco de reflexión y sin entrar a hacer consideracionesparticulares sobre los avances registrados en el curso de estos ocho mesesen el proceso, llamar la atención acerca de la importancia trascendentalque tienen los periodistas y los comunicadores sociales para la construc-ción de la paz de Colombia. No solo porque ella constituye, sin duda algu-na, el reto en el que nos jugamos nuestra propia existencia como Nación,sino porque la labor de ustedes, como pocas, es crucial e indispensable paramodificar por fin el curso fatídico de nuestra historia reciente.

Nuestras gentes de Colombia, ya lo he dicho en otras oportunidades, sedebaten en una ambivalencia de sentimientos y pensamientos sobre lasposibilidades de la paz. Es apenas natural que después de fracasados in-tentos en el pasado, y de varios años de ausencia de diálogos de paz, lasociedad colombiana reciba con enormes expectativas el inicio del proce-so de diálogo entre el Gobierno Nacional y los grupos insurgentes.

Por las mismas razones, es fácil entender que los colombianos tengandudas, e incluso prevenciones, sobre el éxito de la tarea que hemos em-prendido, como resguardo de una eventual frustración, que ningún com-patriota quiere ni está dispuesto a soportar.

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La sociedad necesita entonces orientación; requiere saber de manera obje-tiva lo que pasa con la paz. Pero esa objetividad no depende de la informa-ción puntual e inmediatista de los hechos, que de suyo y por la compleji-dad del proceso no son lineales, sino que por el contrario pueden, en elgrueso de los casos, ser fluctuantes e incluso parecer contradictorios.

Se requiere mostrar cada árbol, sí, pero también el bosque, a través de unaapreciación panorámica del proceso que permita observar que a pesar delas dificultades, los obstáculos y los vericueto s del camino, hay un rumboa seguir y una bitácora de viaje.

Si la valoración del proceso de paz se mide a través del resultado diario, deléxito o fracaso de una gestión observada en sí misma, de la subordina-ción de los elementos procedimentales a los elementos sustantivos, so-meteremos a la sociedad a una agobiante y frustrante dinámica de éxitos yfracasos que la fatigarán y la sumirán en el desconcierto o el escepticismo.

Por eso lo primero que nuestros compatriotas deben comprender es que labúsqueda de la paz no es un póquer, en el que sejuega lo que se tiene en lamano, sino un ajedrez, en el que el triunfo final depende de la previsión, lainteligencia y la perseverancia con la que cada decisión se adopte, pensan-do en sus efectos sobre el escenario en su conjunto.

La información sobre el proceso debe mostrar ese tablero en su integridad,así como la interpretación o el editorial debe contemplarlo para la cons-trucción de la opinión pública. De lo contrario estaremos expuestos a quese piense que se trata de un asunto de corto plazo, o que la paz está a lavuelta de la esquina, o lo que es peor aún, que las dificultades momentá-neas son el epitafio del proceso de paz.

Hasta ahora estamos comenzando un proceso que será sin duda largo yque estará colmado de altibajos. No podemos acostumbramos a juzgarsus resultados ni por sus altos ni por sus bajos, sino que desde ahora debe-mos hacer conciencia en el país sobre la necesidad de aprovisionarse deperseverancia y capacidad de resistencia ante los eventuales fracasos co-yunturales.

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Pretender que no existan obstáculos o magnificar los problemas son am-bas actitudes inconvenientes, pues distorsionan la realidad del proceso depaz e introducen falsos signos de fatiga prematura en la voluntad de ne-gociación.

He dicho que en este proceso nadie debe ser ave de mal agüero, como loson quienes se dedican a sentenciarlo a la muerte con cada tropiezo oresbalo. Quiero invitar a los periodistas y comunicadores sociales paraque se cuiden celosamente de no serlo, ya que estamos incomprensible-mente acostumbrados a que las mejores noticias son las malas noticias.

El tiempo se desquita de las cosas que se hacen sin su colaboración, así quedebemos todos acostumbrarnos desde ahora a no pretender atropellar elcurso del proceso de paz, esperando y exigiendo resultados inmediatos osepultándolo cada vez que éstos carecen de espectacularidad.

Lo importante es mantener la voluntad de diálogo y mirar con lente con-vexa cómo los avances que hemos tenido en los últimos meses sonsustancialmente mayores a los registrados durante los últimos cincolustras. Y no quiero decir con esto que nos debamos declarar satisfechos oconformes, ni que se deban ocultar o desconocer los errores en el desarro-llo del proceso.

Claro está que la sociedad debe vigilar el proceso y presionar por resulta-dos, y que en ese sentido es fundamental la tarea de los comunicadores yperiodistas. Pero también es claro que esa vigilancia y esa presión seránmucho más útiles si cada colombiano percibe con realismo la compleji-dad del proceso y en especial si se convence que la mejor manera de apor-tar a la paz es, insisto, con la perseverancia que merece la obtención delmás esquivo pero también el más anhelado propósito nacional.

El proceso de paz no es simplemente el escenario de los diálogos entre elGobierno Nacional y la insurgencia. El proceso de paz es la convergenciade todos los colombianos en un proceso de reformas que nos permitan supe-rar toda forma de violencia y proyectamos hacia el desarrollo humano.

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Nadie entonces puede ser un mero espectador, ni las noticias sobre el pro-ceso de paz pueden ser la mera alocución de lo que ocurre en la distancia.

En la paz no hay asientos en tribuna sino un campo común para la ideay la acción colectivas. Los periodistas y comunicado res tienen en susmanos la formidable oportunidad de convocar a todos los colombianos aese encuentro con la paz.

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PALABRAS DEL ALTO COMISIONADO PARALA PAZ, VÍCTOR G. RICARDO,

EN EL EVENTO VIDA PARA LOS INDÍGENAS

Santa Fe de Bogotá, D.C., 10 de marzo de 1999

¡Es necesario hacer primero nuestra propia Paz!

Quisiera introducir mis reflexiones de hoy celebrando la posibilidad quetengo de dirigirme a un grupo de colombianos que expresa y representalos valores más profundos de cuantos están impresos y definen el talantede nuestra identidad nacional.

Tal vez nadie, como lo pueden hacer nuestros compatriotas indígenas,comprende con tanta profundidad el sentido de la paz, en su connotaciónmás genuina, que la vincula inexorablemente a la armonía de los hom-bres con Dios, consigo mismos, con sus semejantes y con la naturaleza.

Finalmente, son ustedes la expresión viva y pujante del origen mismo denuestra patria; conocen por tradición los mayores aciertos y también lasmás grandes desgracias de nuestro acontecer histórico, la mayoría de ellasoriginadas en la perniciosa costumbre de ver, en las diferencias, puntos decontradicción en vez de oportunidades de progreso y desarrollo.

Tengo aquí la tranquilidad de manifestarles, con la confianza sobre el ecode mis palabras, que al referirme a la paz lo hago desde una perspectivaprofunda, reverenciando la tradición oral y por lo tanto la grandeza y lafuerza de la palabra y del diálogo como instrumentos vitales para la com-prensión entre los seres humanos.

Hablo desde la tribuna de un Gobierno que reconoce y privilegia la diversi-dad nacional y ve en ella el patrimonio más valioso de Colombia. Una

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diversidad que, lejos de constituir una fuente de conflictos, debe ser el cru-ce de caminos en el que confluya lo mejor de nuestras culturas para con-figurar el país de nuestros sueños, el país de la justicia, del pluralismo, dela solidaridad, sin duda elementos comunes al momento de definir lo queentendemos por paz.

Quisiera, entonces, reiterarles que todas nuestras acciones para la realiza-ción del anhelo nacional de paz tienen como norte y como ruta alcanzarlas transformaciones en las estructuras sociales, políticas y económicasque hagan de Colombia, no sólo un país en el que quepamos todos, sinoaquel en el que el encuentro solidario de sus rostros múltiples, de sus étnias.sus cosmovisiones, sus creencias, sus tradiciones y culturas, sea el motordel desarrollo, la felicidad y el respeto.

Suele pensarse que la paz para Colombia se reduce a la negociación políti-ca entre el Gobierno Nacional y los movimientos insurgentes para ponerfin a la confrontación armada. Por supuesto, esa es una visión que seorigina en los evidentes afanes nacionales para detener el baño de sangreal que nos tienen sometidos los violentos. Y claro está que ello es indis-pensable, pero es el punto de partida y no el de llegada, y así lo entende-mos en esta administración.

Pero la paz que queremos para Colombia va más allá. Es una paz perenne,duradera y estable. El proceso que hemos propuesto para alcanzarla, yque se inicia en medio de nuestra propia desgracia del conflicto, buscaanticiparse y resolver problemas de insospechada hondura, como los quehoy en otros contextos universales representan las amenazas más laten-tes a la paz; aquellos que, en palabras de Samuel Huntington, son los"conflictos entre civilizaciones", cuya solución se aplazó por cuenta de laperniciosa confrontación ideológica que signó casi todo nuestro siglo.

La paz que buscamos trasciende el consenso sobre los temas de las agen-das de la insurgencia y del propio Gobierno. Los problemas del mundocontemporáneo son tan complejos, y las fórmulas para su solución defi-nitiva están tan ausentes, que sin arrogancias o vestigios vanguardistas

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insistimos en que el proceso de paz debe ante todo abrir los espacios paraque la paz sea una construcción de todos, por todos y para todos loscolombianos.

Abiertas en el mundo las compuertas del dique de las libertades, felizmen-te los tiempos que vivimos no son aquellos del pasado en los que por lafuerza o con la fuerza se pretendía justificar ser la "voz de los que notienen voz". Hoy para la paz cada colombiano quiere hacer sentir su voz,representarse a sí mismo, concurrir a la construcción de un nuevo pro-yecto de Nación.

Así entonces, la paz exige el encuentro de la totalidad de la sociedad co-lombiana y, como tantas veces lo ha dicho el Primer Mandatario, su agendadefinitiva debe ser producto de la deliberación integral e integradora de lascosmovisiones de Colombia, de las cuales ustedes son representantes deprimera línea.

Lo dijo con claridad el Presidente cuando afirmó que las exigencias de lacomunidad colombiana imponen un nuevo modelo de negociación queno se limita a la consideración de los temarios definidos por las partes,sino que implica la apertura de un espacio amplio, representativo y plu-ral, para que la agenda de paz y su negociación sean el resultado del crite-rio democrático.

Todas las decisiones que desde el Gobierno hemos venido adoptando, tan-to en materia sustantiva como procedimental, tienen como propósitoallanar ese camino, bajo la conducción directa y la orientación perma-nente del Jefe de Estado.

Proponemos una política de paz de Estado, que ponga al servicio de lasbienaventuranza s nacionales todo aquello que de bueno hemos logradolos colombianos en el pasado y allane los caminos para un futuro mejor.

No dudo en decir que uno de los más importantes avances que ya nosacompañan en el camino hacia la paz es el que nos brinda el hecho de

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haber consagrado una moderna legislación en materia indígena, a partirde la Constitución de 1991, que pretendió ser un pacto de paz para Co-lombia.

Pero aunque ahora podemos afirmar que pocos países en el mundo comoel nuestro están tan avanzados en esa materia, tenemos claridad y con-ciencia sobre los desafíos que nos propone el desarrollo y la traducción enla práctica de nuestras normas de respeto y protección de los pueblos in-dígenas. Es mucho lo que aún tienen ustedes por decir, por proponer, en elánimo de estrechar los vínculos de pertenencia a una misma Nación, sus-tentada y cimentada en nuestra riqueza pluriétnica.

La voz de nuestros pueblos indígenas es esencial para la preservación yconsolidación de la unidad de la República, que es el norte del proceso depaz y de la política del Estado en su conjunto.

Ustedes comparten la preocupación que tiene el conjunto de la sociedaden los resultados de los procesos de paz que hemos iniciado con las FARCycon el ELN.

Quisiera decirles que la coyuntura actual del proceso de paz no puedeconstituirse en el termómetro para valorar el éxito o fracaso de la políticaque nos hemos empeñado en ejecutar, pues claramente la búsqueda de lareconciliación nacional está y estará llena de altibajos, probablemente enun largo trasegar, así que ni por los altos ni por los bajos deben efectuarselos balances de la gestión, sino más bien por la perseverancia con la que sebusquen las soluciones a los de por sí profundos desencuentros que estánen el origen y han venido alimentando el conflicto.

Lo he dicho antes, es apenas obvio que los colombianos se muestrenambivalentes, conjugando un sentimiento de elevada expectativa por re-sultados concretos y rápidos del proceso, ya la vez uno de excesiva cau-tela, como coraza de una nueva frustración.

Desafortunadamente, poco ayudan a la paz quienes pretenden forzar elcurso de los acontecimientos en cualquiera de esas dos direcciones.

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No faltan quienes, con mezquindad y en contradicción con la grandezaque nos exige la hora presente, usan y abusan del afán nacional de pazpara socavar los esfuerzos del Gobierno.

Varios de ellos, desde la mullida silla de la oposición por la oposición, li-brados de responsabilidad por la suerte del tiempo pero no por la de losresultados, quieren hoy en forma irresponsable vcnderle al país la idea deque la paz se logra de la noche a la mañana, en un almuerzo o una jorna-da de trabajo. Yo repito, como Oscar Wilde, que si los críticos supieran dearte, no serían críticos sino artistas.

Hay también los que auguran que cualquier intento de reconciliación noes más que la planificación de una derrota, como si el destino de Colom-bia estuviese inexorablemente vinculado a la guerra, y que actúan comopregoneros de las desgracias del proceso y se obstinan en hacer de cadadificultad un epitafio de la paz.

He llamado la atención de los medios de comunicación para que custo-dien celosamente la objetividad y adopten las salvaguardas que garanti-cen la veracidad de las informaciones sobre el proceso de paz. Y lo hagopreocupado por el interés colectivo. Bien sé que la propia naturaleza delcargo de Alto Comisionado para la Paz me pone en el ojo de la crítica y enel escrutinio de la sociedad, condición a la cual no pretendo rehuir. Heaceptado esas críticas de manera constructiva y me he sobrepuesto a aque-llas que son abiertamente injustas, en ocasiones guardando el silencio queaconseja el éxito del proceso.

Pero lo que no puedo pasar por alto es que las informaciones que se brindensobre el proceso de paz no se ciñan a la verdad y suman a los colombianos enun clima de desconcierto, como ha venido ocurriendo debido al desmedidointerés de hacer de cada uno de sus pasos un episodio de primera página,así ello signifique introducir en las noticias elementos de ficción y fanta-sía, más propios de la farándula que de la política de paz.

Por eso de nuevo hago un llamado vehemente a los medios de comunica-ción para que sujeten sus informaciones a los hechos ciertos y no a las

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especulaciones o a las cábalas, como las que se le han vendido al paíscuando se dice que la insurgencia se niega a recibir al Alto Comisionadopara la Paz, o que el Alto Comisionado fue notificado de un hecho duran-te una comida, cuando si bien la comida sucedió, la información nuncaocurrió, o cuando se construyen a partir de adivinanzas o conjeturas susconversaciones con ella, o cuando se espectaculariza la presencia de per-sonas que, como el doctor Santiago Rojas, asisten a las reuniones en laimportante condición de asesores del Gobierno Nacional en temas de pazy no por su afamado prestigio en la medicina, queriendo hacer creer a laopinión que el Alto Comisionado necesita la compañía de un médico espe-cializado en bioenergética.

Dificultades encontraremos muchas en el curso del proceso. Pero en lo queestamos comprometidos a fondo es en asegurar la solidez, la estabilidad yla permanencia de un camino cierto y seguro hacia la paz.

La creación de esa infraestructura de la reconciliación implica la com-prensión cabal en cada uno de los colombianos sobre la política de paz ysu desarrollo, y en especial acerca de que la paz no se logrará si no suma-mos desde ahora, con magnanimidad, los intereses y la fortaleza de to-dos. Además, sólo así podremos asegurar que sea a quien sea que despuésle toque el turno, se puedan consolidar los esfuerzos que estamos desarro-llando.

Muchas de las regiones que ustedes habitan han sido desoladas por laviolencia del conflicto armado. Un compromiso con la paz es devolverlessu pujanza. Ante todo, ello depende de la capacidad que tengamos parafrenar la barbarie y recuperar el patrimonio más sagrado del país, que esel respeto por la vida y la dignidad de sus gentes.

No puedo dejar de evocar el amargo sentimiento que nos ha invadido enlos últimos días por el asesinato de los tres defensores de los derechos indí-genas, hecho que tristemente nos evidencia que la barbarie ronda insolen-te por nuestros campos, llevándose a su paso a quienes buscan y ayudana hacer del nuestro un mejor país.

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El sacrificio de esas personas, dos de ellas estrechamente vinculadas a us-tedes por su condición de indios americanos, tiene que cobrar sentido en elfortalecimiento de su voluntad inquebrantable de urgir, presionar, exigir eimpulsar el fin de la guerra y el respeto por sus derechos, como también lade todos los otros colombianos que han caído en este conflicto, cualquie-ra que sea su condición económica, social y política.

Estoy seguro de que las FARCdarán a conocer el resultado de su investiga-ción, cualquiera que sea la verdad, pero lo importante es la verdad.

Hemos sido siempre partidarios del cese al fuego y hemos dicho que élsería la mejor demostración de la voluntad de paz de las partes. La pobla-ción colombiana vería en ese acto un elemento esperanzador de optimis-mo y credibilidad en el proceso. Pero si esta propuesta no encuentra el ecoque merece, la que sí tiene que encontrarlo, por el más elemental sentidode humanidad, es la de la celebración de un acuerdo verificable y de ejecu-ción inmediata para que se respete a la población civil y a sus bienes mien-tras llega el fin de la confrontación.

Por eso lo propusimos como punto inicial y privilegiado de la agenda conlas FARC.Por eso también tenemos complacencia de que sea precisamenteese el tema convenido como punto de partida de los diálogos directos delGobierno Nacional y el ELN.

Tenemos confianza en que más pronto que tarde, y atendiendo a las ur-gencias que no dan más tregua, tengamos ese acuerdo que sin duda serála catapulta del proceso de paz, como está tan amplia y contundente-mente demostrado en otras latitudes.

Para el Gobierno no es suficiente paliar los rigores del conflicto y brindarcondiciones mínimas de supervivencia a la población civil, incluso en elescenario de la confrontación. La obtención de la paz exige también lapromoción de la dignidad humana, y por eso hemos propuesto y hemosiniciado ya, en medio del enfrentamiento, el Plan Colombia, para recupe-rar y rehabilitar las zonas deprimidas del país y devolver la prosperidad anuestros campos.

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Como es sabido, el Plan Colombia privilegia en su primera etapa la reali-zación de programas de desarrollo alternativo que liberen a nuestros cam-pesinos de la condena a la que han sido sometidos por el cultivo de lashierbas malditas.

Sabemos que los colombianos prefieren vivir en la legalidad; que el cultivode la coca y la amapola, de las que ellos son obreros, no proviene de unafán de lucro desmedido; sabemos que esa ha sido su única opción frentea un campo empobrecido por la violencia, la ineficacia del Estado y lacorrupción. Muchos de ustedes han padecido los males que trae esa siem-bra maldita y han sufrido los efectos desintegradores en sus familias yresguardos.

Tenemos esperanza en hacer una realidad práctica el propósito que noshemos trazado con la insurgencia, para llevar a cabo un primer progra-ma piloto de desarrollo alternativo, así como para la custodia de nues-tro patrimonio ecológico, del que ustedes son los mayores custodios ydefensores.

Por primera vez, y en desarrollo de una invitación del señor Presidente dela República, el Gobierno y la guerrilla desarrollaremos, para el esclareci-miento de los hechos sucedidos y en conversaciones que sostengamos, unproyecto en asocio y corresponsabilidad. Nos compromete demostrarleal país, al mundo ya nosotros mismos, que somos capaces de construir, yque para ello tenemos mayores energías que las que históricamente sehan desperdiciado en destruir.

Este proyecto, enmarcado en el Plan Colombia, no se reduce a la sustitu-ción de los cultivos ilícitos, ni es visto desde la estrecha óptica de brindar anuestros campesinos alternativas agrícolas de pan coger. Está pensadopara iluminar el rumbo de una reforma agraria, que solucione de maneraintegral los problemas del campo y proyecte a los campesinos hacia lavida digna que merecen, y que estamos en obligación de brindarles, respe-tando por supuesto el entorno y las costumbres que hacen parte de supropia existencia.

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De allí que sea tan importante la acción de ustedes los indígenas en ladeterminación de la vocación agrícola de sus regiones, en el liderazgo ypreparación de sus comunidades en la participación activa y propositivade los proyectos de desarrollo rural, y en constituirse en verdaderos puen-tes, que permitan superar de una vez y para siempre los abismos queexisten entre las percepciones citadinas y las realidades de nuestra despen-sa natural, que nos han condenado casi a ser ciudadanos de mundos dife-rentes.

No muestra nuestro proceso de paz signos de agotamiento, sino lanecesidad de aprovisionarse permanentemente de las energías, el cora-je, la perseverancia y el sentido de unidad que requiere la más grandede las campañas y faenas que se nos han impuesto en nuestra histo-ria. Quiero invitarlos a continuar liderando y dando ejemplo de estasvirtudes, que son las de los luchadores de la paz.

Quiero además, invitar al país que representa la legitimidad de la Nación,es decir, aquel que no está en armas, que iniciemos el camino de la pazacordando en nuestro propio entorno la paz. Hagamos nuestra propiapaz y así lograremos fortalecernos para hacer la paz con los alzados enarmas, bajo la convicción de que ella no se logra si no trabajamos unidosen la construcción de un Estado donde impere la equidad y se fundamenteen la justicia social.

No me cansaré de repetirlo: "Un país donde los pobres no comen, la clasemedia no vive y los ricos no duermen, necesita de reformas fundamenta-les para hacerla viable."

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INTERVENCIÓN DEL ALTO COMISIONADOPARA LA PAZ, VÍCTOR G. RICARDOANTE LA FEDERACIÓN NACIONAL

DE MUNICIPIOS

15 de abril de 1999

Quisiera hoy compartir con ustedes algunas reflexiones acerca de las di-mensiones y los alcances con que el Gobierno Nacional concibe el procesode reconciliación nacional. No porque carezcan ustedes de conocimientoacerca de la política de paz que dispuso realizar el Jefe de Estado, sinoporque en ocasiones pareciera que la sociedad colombiana confía en quebastan unas cuantas reuniones de delegados del Gobierno y de la insur-gencia para alcanzar la pacificación del país, perdiendo de vista la mag-nitud de los desafíos y el nivel de compromiso que la historia nos reclamaen la hora presente, a todos sin excepción.

Estamos a las puertas de regresar a la mesa de los diálogos de paz con lasFARC,circunstancia que por supuesto nos complace y nos alienta a creery confiar en las posibilidades de encontrar un rumbo firme para la ob-tención de la paz.

Pero hay que decirlo con claridad, esa paz que queremos y exigimos tras-ciende la negociación política del conflicto armado, pues debe configurarun proyecto nacional ambicioso y generoso, que penetre en todos loshábitos y costumbres de nuestra sociedad, que modifique instituciones ycomportamientos, que destierre para siempre la violencia de nuestros ho-gares, vecindarios y municipios, que restituya en la idea y la acción decada colombiano el sentimiento de pertenencia que nos define como Na-ción.

La paz, no nos cansaremos de decirlo, la construimos todos. No sólo en eltrascendental pero reducido espacio de la negociación política con los

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movimientos insurgentes, que corresponde de manera directa y exclusivaal Gobierno Nacional. Son muchos y muy diversos los escenarios en losque debemos actuar, gobernados por la convicción de que para la pazverdadera y suficiente es indispensable recomponer las relaciones huma-nas en lo más cotidiano y en lo más recóndito de nuestro devenir.

La primera tarea que nos debe ocupar a fondo es la de rechazar y deste-rrar el hábito perverso de hacer uso de la violencia para regular las rela-ciones sociales. No dudo en que la inmensa mayoría nacional repudia laviolencia, la reconoce como el mayor obstáculo para el progreso nacio-nal, sabe que sólo conduce a la destrucción y el atraso, y está convencidade que es el camino equivocado para la satisfacción de intereses particula-res y colectivos.

Por eso debemos hacer un frente común contra la guerra. No desconociendoque son muchas y muy complejas las diferencias y varios los asuntos portramitar para hacer de Colombia un país más justo, más democrático, másrespetuoso de los derechos humanos. Tampoco negando que son graveslos conflictos y hondo el deterioro de nuestras relaciones sociales, políti-cas, económicas y ambientales. Pero sí expresando con la voz en alto queninguno de esos problemas justifica la devastación de nuestros campos yciudades, ni la irritante pretensión de doblegar a la Nación con las armas,arguyendo el arrogante pretexto de representarla.

Es por lo menos contradictorio que a nombre de la democracia, de la jus-ticia social o de la felicidad de un pueblo, se aniquile a los indefensos, se lessecuestre, extorsione, o se les pretenda callar con amenazas o con atenta-dos. Quiero decirlo claro: esos no son actos de fuerza, son muestras dedebilidad y de cobardía que la sociedad tiene que rechazar y condenar dela manera más enfática.

No por nuestro interés o nuestro querer hemos aceptado negociar con losmovimientos insurgentes en medio de la guerra. Hemos expresado nues-tra voluntad de realizar el proceso en un ambiente de distensión nacional,sin el estruendo de los cañones, posición que mantenemos. Pero si nos

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toca negociar sin cesar la confrontación militar, exigimos que ella se librecon honor y que se respeten al menos los mínimos de moralidad quehan convenido los pueblos del mundo, aún en medio de las más inten-sas batallas.

El terrorismo es inmoral y cobarde. y por inmoral y por cobarde socavaseveramente el proceso de paz. Hemos dado todas las muestras de nuestrocompromiso indeclinable de resolver el conflicto por la vía política y apartir de acciones concretas que mejoren la calidad de vida de todos loscolombianos; que hemos actuado y actuaremos con la generosidad quenos reclaman los tiempos que vivimos. No declinaremos en ese propósitoy sabemos que la sociedad respalda nuestros esfuerzos, como respaldatambién los deseos de paz expresados por la insurgencia.

La sociedad está dispuesta a concurrir y rodear el proceso de paz y comonunca antes está lista a ofrecer su más constructivo aporte. Pero cadasecuestro, cada asalto contra los indefensos, cada "pesca milagrosa", cada"carta bomba" cada extorsión o vacuna, suman al desconcierto, a la con-fusión y al desánimo.

Si es cierto que los estandartes de la insurgencia privilegian la ampliaciónde la democracia, la consolidación de la unidad nacional, el respeto de losderechos humanos y la justicia social, tiene el deber de actuar en coheren-cia con esos propósitos, demostrando además que su disposición a respe-tar el Derecho Internacional Humanitario como ética mínima de la gue-rra no es un simple panfleto retórico, sino una convicción profunda.

No cesaremos en nuestros esfuerzos de sacar adelante y con éxito el pro-ceso de paz, y además confiamos en que es ese el propósito de los movi-mientos insurgentes. Pero advertimos que la degradación del conflicto, elataque a los indefensos y el aumento de la insoportable zozobra en la queestá sumida la sociedad, edifican progresivamente un muro de incomuni-cación que impide los entendimientos.

Quiero decir con todo énfasis que se equivocan los pocos que piensan queal Gobierno Nacional se le persuade o se le doblega mediante actos de bar-

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barie. El camino que proponemos para la paz es el diálogo, para la cons-trucción colectiva que es el único posible. Es allí donde se requiere la crea-tividad de todos, incluyendo a la insurgencia, y no en la construcción denuevas y aterradoras formas de violencia y chantaje. Reitero que no sonnecesarias más muertes, más secuestros, más desplazamientos forzados,más atentados contra la libertad de expresión, para, que los colombianoscomprendan la magnitud de la tragedia que debe cesar.

Más bien, el país reclama los caminos del diálogo, la confrontación de lastesis, el desarrollo de las propuestas, la defensa de los argumentos, la crea-ción de espacios para su participación libre en la construcción del futuro,todos ellos anhelos que hoy están sofocados, cuando no frustrados por elparalizante terror de la guerra sucia.

El Gobierno Nacional está comprometido con la paz, pero tambiénconque su combate a quienes se encuentran al margen de la ley sehaga limpiamente, con honor y con el comportamiento moral queexige la defensa de la democracia.

Reconocemos en las Fuerzas Militares de Colombia su abnegación y va-lentía en el cumplimiento de sus deberes constitucionales, su sujeción alas políticas del Gobierno, y sus esfuerzos encomiable s por desterrar de suseno todo vestigio de indisciplina y de comportamiento irregular. Ellastienen todo nuestro respaldo.

El no a la violencia tiene que ser rotundo; no se le puede jugar el juego aquienes con el terror pretenden robarse la atención de la sociedad y delEstado, ni menos aún hacer de esos actos oportunidades para emergercomo protagonistas de la vida nacional. Es desconcertante que haya quie-nes antes que rechazar con todo énfasis las infracciones graves a los dere-chos del ser humano, apresurada e irresponsablemente se ofrezcan comoredentores y poseedores de fórmulas de solución, sin pensar antes que ellocontribuye a que prosperen los chantajes que todos debemos condenar. Ymenos explicable es cuando se trata de funcionarios del Estado que, te-niendo responsabilidades claras y concretas con el respeto y protección de

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los derechos humanos y del derecho internacional humanitario, se dis-traen de ellas para asumir roles que no les corresponden.

El respaldo al proceso de paz, el rechazo a la violencia, y la preservaciónde la unidad nacional y la construcción colectiva de procesos regionalesque garanticen el futuro desarrollo y la calidad de vida de las poblacioneslocales, deben tomar cuerpo desde las unidades básicas de la organizaciónestatal y desde las bases mismas de nuestra estructura social representa-das en las municipalidades. Ustedes, como autoridades municipales, tie-nen en ello una importancia capital.

Pero quiero reiterarles que la paz debe buscarse, construirse y obtenerse enmúltiples espacios de la vida de la Nación, lo que implica identificarlos yactuar en ellos en forma armónica y coordinada, conforme al papel y lascondiciones de cada cual.

Hoy les he propuesto una tarea que compromete por entero a todos losque estamos convencidos de que la violencia sólo trae más violencia. Launidad de nuestras voces y nuestros reclamos debe persuadir a quienesaún creen que con ella se puede construir un país mejor.

Existen claras señales que nos permiten confiar en que los movimientosinsurgentes transitan por ese sendero, pero aún quedan entre sus filas yfuera de ellas los que se obstinan en hacer uso del terror para allanar elcamino de sus pretensiones. Es a ellos a los que hay que hacer sentir, desdetodas y cada una de las partes de nuestro territorio nacional ese mensajeclamoroso y exigente.

No dudo en la viabilidad que tiene la celebración de acuerdos sobre ellos,más aún si en su análisis, junto con la dialéctica de las ideologías, seprivilegia la búsqueda de eficiencia: eficiencia en la consolidación demo-crática, eficiencia para la obtención de la justicia social, eficiencia para lasuperación de la pobreza, eficiencia en el respeto y promoción de los dere-chos humanos, eficiencia en la producción y equitativa distribución de lariqueza, en fin, eficiencia en la consecución de la concordia entre los co-lombianos.

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Pero lo que realmente queda puesto a prueba frente a esa agenda sustantivade paz es la generosidad y la grandeza que a todos nos corresponde ofre-cer, con el propósito de encontrar verdaderos caminos de paz. La pregun-ta fundamental es, ¿cuánto estamos dispuestos los colombianos a apor-tar?, o, en otras palabras, zcuénto estamos dispuestos a invertir en lapaz?

Lógicamente, la obtención de la respuesta sólo es posible si nos sentimoscompelidos por esa pregunta, superando de una vez la estrecha compren-sión del proceso de paz como un asunto que compromete exclusivamenteal Gobierno Nacional y la insurgencia, o con la simpleza de esperar quecomo producto de unas cuantas reuniones, el Alto Comisionado para laPaz se presente al país con los acuerdos de paz en una mano y con ladotación de la insurgencia en la otra.

Llevar a la práctica un modelo económico más justo del que tenemos,efectuar una reforma agraria económicamente productiva, romper losmonopolios que excluyen a grandes segmentos de población de los benefi-cios del desarrollo, abrir espacios democráticos que garanticen la igual-dad de oportunidades de acceso al poder, reformar el Estado para alcanzarsu eficacia y la ampliación de la democracia y del Estado de Derecho,garantizar la protección del medio ambiente, son tareas que no se alcan-zan mediante la simple construcción de modelos teóricos, sino queimplican en esencia la modificación de comportamientos y de formasde pensar en el conjunto de la sociedad y en especial entre quienes hangozado y gozan de poder político o económico.

El proceso de paz tiene que entronizarse de tal forma en la mente delos colombianos, que transforme nuestro modo de actuar individualy colectivo. Las prácticas excluyentes en lo político, lo económico y losocial, la corrupción pública y privada, el egoísmo feroz en la acumu-lación de riqueza, por mencionar sólo unos, son hábitos enraizadosen nuestra vida nacional que representan los mayores obstáculos parala paz, tan graves y en ocasiones más graves que la obstinación en laviolencia.

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Es hora entonces de que todos los sectores nacionales reflexionen a fondosobre la magnitud de los aportes que están dispuestos a hacerle a la paz;no como concesiones a la guerrilla, ni como actos de filantropía, ni comosacrificios inevitables, sino como obligaciones patrióticas que es necesarioasumir para el bienestar de todos los colombianos, que es el de nosotrosmismos.

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INTERVENCIÓN DEL ALTO COMISIONADOPARA LA PAZ EN LA REUNIÓN CON LOS

SECRETARIOS DE GOBIERNO MUNICIPALES

Me dirijo hoya ustedes en medio de las nuevas reuniones dentro del proce-so de paz con las FARC, de las que, como el resto de mis compatriotas,espero los más eficaces resultados.

La que debemos tener es una confianza urgente de resultados, pero nopuede ser una confianza ciega que olvide los avatares del camino ni lasdificultades que son inherentes a la magnitud de los desafíos.

Construir la paz, para decirlo claro, no es lo mismo que soplar y hacerbotellas. Nadie que tenga los pies sobre la tierra puede pensar que comoresultado de unas cuantas reuniones habremos cumplido la reconcilia-ción nacional.

y nadie que tenga los pies sobre la tierra colombiana puede dejar de asu-mir la responsabilidad concreta de actuar, porque la paz no surgirá comoel humo blanco de un cónclave realizado a la distancia y en el encierro,sino que la construimos todos, en el aquí y el ahora de nuestras propiascircunstancias, como diría Ortega y Gasset.

No veremos una paz de todos, por todos y para todos, como la queremos,si compramos boletas para la tribuna, si nos quedamos a la expectativade que se nos anuncie por la radio, o si la eludimos desde la mullida silla enla que suelen sentarse los apáticos, los escépticos o los críticos.

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Cada colombiano debe concurrir a la construcción de la paz, entendiendoque ella es mucho más que el silencio de los fusiles o el catálogo de com-promisos consignados por las partes en papeles.

La paz es un proceso y como tal supone construir el edificio de reformasque requieren nuestro Estado y nuestra sociedad para ser más justos, másdemocráticos y más solidarios. Para realizar esa obra cada quien debeubicarse en aquel lugar en el que sea más útil, de acuerdo con sus habili-dades y herramientas, bajo la convicción de que hay que armonizar es-fuerzos y jalar para el mismo lado.

El primer empujón que hoy les propongo hacer como líderes de la sociedades el de respaldar los diálogos de paz y oponerse radicalmente a la preser-vación de la violencia. Para el éxito del proceso es indispensable disipar esaidea perversa que ha empezado a navegar por el ambiente, según la cualla intensificación de la guerra es una alternativa de paz.

La violencia, hay que recordarlo sin desmayo, sólo trae más violencia.Toda pretensión de imponer con fuego o con terror los términos del proce-so de paz debe merecer el más enérgico repudio de la sociedad colombiana.No sólo porque va en contravía con los propósitos y anhelos nacionalesque urgen el fin de la confrontación, sino porque no se compadecen con laresuelta y demostrada voluntad de paz del Gobierno Nacional.

La verdadera fuerza que hay que probar ahora es la de las ideas y lasrazones, la de la capacidad para oírse, para disentir, para reflexionar, paraceder, para proponer; en fin, para dialogar.

En el marco de estas ret1exiones quisiera dirigirme desde aquí al Ejército deLiberación Nacional. Lo hago para pedirle la sensatez que a todos nosdemanda la hora presente. Lo hago para instar a sus comandantes lainmediata restitución de la libertad de los rehenes del avión de Aviancaque mantiene en su poder.

No es a través del sufrimiento de los indefensos que se pueden obtenerbeneficios o imponer condiciones; no es con más violencia como puededemostrarse capacidad o fortaleza.

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Saben ellos que el Gobierno Nacional ha respaldado y promovido su ini-ciativa para que el proceso de paz tome curso a través de la realización dela Convención Nacional. Así lo hemos hecho, porque estamos convenci-dos de que no hay mejor fortaleza que aquella que proviene de una socie-dad dispuesta a concurrir y aportar a la construcción de las propuestaspara la reconciliación nacional.

La convergencia de diversos estamentos políticos, económicos y socialesen un escenario plural y amplio para el debate de las tesis, para el contras-te de las ideas y para la edificación de consensos, significaría un valiosoaporte en la preparación y el tratamiento de una agenda bilateral de paz.

Sobre este aspecto sustantivo existe entre el Gobierno Nacional y el ELNuna aproximación común, y lo que no es menos importante, un respaldoen el seno de la sociedad que no se puede ni debe frustrar.

No es entonces el momento de agudizar las diferencias, menos aún cuan-do ellas tienen que ver con aspectos procedimentales del proceso, talescomo los relativos a las condiciones de tiempo, modo y lugar para laConvención Nacional y para la negociación bilateral.

Tampoco es justo ni comprensible, ni se compadece con los esfuerzos de lasociedad, que sea la población civil precisamente la que, en abierta con-tradicción con las normas del Derecho Internacional Humanitario, seasometida a padecer la violación de sus derechos más elementales con el finde forzar posiciones del Gobierno Nacional.

La sociedad colombiana no se deja llamar a engaños, y sabe que los úni-cos responsables del secuestro y de la suerte de los secuestrados son sussecuestradores. Es entonces el momento de rectificar, de enmendar y deasumir con valentía el compromiso de restituir incondicionalmente lalibertad a los rehenes, en coherencia con el compromiso tantas veces ex-presado por el ELN para humanizar el conflicto.

Sólo así la Nación podrá volver a creer en su voluntad de reconciliación,sólo así se restituirá la lesionada confianza de la sociedad en el proceso de

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Convención Nacional, sólo así se podrá proseguir el diálogo y convenir losrumbos del proceso de paz.

El Gobierno Nacional no le cerrará las puertas al diálogo con el ELN; esesa organización la que los está cerrando, no sólo con el Gobierno, sinocon la sociedad que generosamente los ha venido escuchando, ha creídoen su palabra y ha asumido la tarea de aportar a la construcción delproceso de paz.

La sociedad se siente engañada, y si eso es apenas natural después de co-nocer la inflexible posición del ELN frente al despeje de cuatro municipiosdel sur de Bolívar, lo es más aún ante el secuestro de una aeronave llena deindefensos.

No es por la vía de las imposiciones ni de la arrogancia que los colombia-nos esperan conocer la voluntad de paz. Es a través del diálogo perma-nente, franco, continuo, dispuesto a superar las dificultades, y centradoen el inequívoco propósito de poner fin al conflicto, como puede lograrseel desarrollo y el éxito de un proceso de reconciliación.

Es cuanto menos contradictorio, lo quiero reiterar, que se proponga unproceso de paz basado en la participación de la sociedad y la humanizacióndel conflicto, como lo ha propuesto el ELNY lo ha aceptado el Gobierno, ya la vez se ataque a la sociedad y se viole ostensible y premeditadamente elDerecho Internacional Humanitario, so pretexto de imponer los términosdel proceso.

De liberarse los rehenes, la propuesta del Gobierno Nacional para optarpor alguna de las cuatro alternativas que presentó al ELN para el iniciodel proceso de paz sigue en pie, así como la de explorar alternativas queguarden coherencia con la necesidad de brindar las condiciones y las ga-rantías necesarias para la asistencia tranquila, espontánea y libre de todacoacción, de los participantes en la Convención Nacional.

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PALABRAS DEL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA,ANDRÉS PAS T RANA, CON OCASIÓNDEL NONAGÉSIMO ANIVERSARIO DELA ESCUELA SUPERIOR DE GUERRA

Santa Fe de Bogotá, D. c., 6 de mayo de 1999

Hoy vengo por primera vez al principal centro de formación de los milita-res colombianos, en mi condición de Presidente de la República y Jefe Su-premo de las Fuerzas Armadas de la Nación. Ante todo quiero, con lo másprofundo de mis sentimientos, dejar ante ustedes y a nombre todos nues-tros compatriotas nuestra expresión de gratitud por todos los sacrificiosy esfuerzos que las fuerzas armadas a diario realizan en todos los rinco-nes de la patria en defensa de nuestra democracia, de nuestras institucio-nes y de nuestros compatriotas.

Estar hoy con ustedes se constituye en un honor que me hace sentir orgu-lloso de regir en estos momentos los destinos del país. Como Presidente deColombia quiero aprovechar este privilegio para compartir con los másaltos oficiales este, algunos temas que considero vitales para el destino denuestra nación.

Los oficiales que aquí se forman tienen la enorme responsabilidad de lide-rar nuestras tropas, de conducirlas en todo momento hacia el cumpli-miento leal de cada una de las funciones que nuestra constitución les hadado. La historia no puede mirar solo al pasado sino también debe cons-truir el porvenir. Eso es lo que se ha hecho desde esta Escuela Superior deGuerra. Aquí se han formado los oficiales que han llevado a nuestras Fuer-zas a ser unas fuerzas de paz, porque nuestros ejércitos lo que portan sonlas armas de la paz, de la convivencia y de la reconciliación de los Colom-bianos y sobre ellas han reposado seguros los cimientos de las normasjurídicas que rigen nuestra República.

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Lo que hoy vaya plantearles, quiero que ustedes lo trasmitan a todos losdemás oficiales, a los suboficiales y a los soldados, porque como siemprelo he hecho, vengo ante nuestros oficiales a hablarles con sinceridad, acer-ca de los temas que más preocupan a nuestra nación y esto debe ser cono-cido por todos los integrantes de nuestras fuerzas armadas.

A las Fuerzas Militares se les reconoce una autonomía en los asuntos es-pecializados y propios del quehacer militar. y ello es así porque la profe-sión militar requiere de una intensa y particular preparación, la que noestá al alcance sino de quienes han escogido desde muy jóvenes ingresar ala carrera militar. Es un conocimiento que requiere la especialización pro-pia de exigentes disciplinas y que se adquiere a lo largo de toda una vida.

Por otro lado, en un estado democrático, como el nuestro, lo natural y lodeseable es que los civiles conozcan los temas militares y que por ello dis-cutan los aspectos políticos y estratégicos de la Fuerza Pública, tales comosu papel en la sociedad y su relación con los poderes públicos. Incluso essano para una democracia que civiles discrepen de las visiones originadas enacademias militares y que estas opiniones se discutan a plena luz del día.

Pero insisto, hay que mantener, dentro del ámbito exclusivamente mili-tar, un grupo de decisiones que corresponden a la autonomía propia de uncuerpo organizado, ya que aquellas se derivan de un conocimiento espe-cializado. Mal harían entonces los políticos, los académicos y los analistas,en pretender entrometerse en decisiones puramente militares. El gobiernocivil tiene la obligación, no sólo de respetar esta autonomía especializada,sino también de impedir que haya injerencia de posturas partidistas. Enotros países hemos visto el daño que produce en las filas castrenses, y en elrespeto hacia estas por parte de los conciudadanos, que las instanciaspartidistas sean las que determinen por ejemplo estímulos, ascensos, ocuestiones puramente operacionales.

Esta autonomía especializada no significa que el estamento militar poseaindependencia absoluta con respecto a la sociedad o sea una isla dentro delas instituciones del Estado. Al contrario, en una democracia, la políticageneral dentro de la cual se enmarca la acción militar es de responsabili-

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dad del poder político y, en particular, del Jefe del Estado. La fuerza públi-ca ejecuta su tarea dentro de lineamientos de política que traza el gobier-no. Es al Presidente a quien corresponde la inmensa responsabilidad del ordenpúblico y para ello tiene a su disposición el poder regulado de la fuerza públi-ca y los instrumentos políticos y legales que le da la Constitución.

Es también un principio esencial de nuestro ordenamiento democráticoque las Fuerzas Militares estén subordinadas en todos los aspectos al po-der político materializado en el Presidente de la República y en su Ministrode Defensa. Eso no tiene discusión de ninguna índole. No la ha tenido en elpasado, ni deberá tenerla en el futuro. El Presidente tiene, por lo tanto laatribución directa, o a través de su Ministro de Defensa, de tomar deter-minaciones sobre la permanencia de mandos militares por los motivoscontemplados en el reglamento.

Esto no es un capricho de nuestra legislación ni es tampoco una disposi-ción arbitraria. El gobierno tiene que velar por el bien común, por la ar-monía de las relaciones entre poderes públicos y por la eficacia en el ejerci-cio del poder. Para ello es soberano al tomar las decisiones discrecionalesque mejor convengan al futuro del país.

La razón estriba en el concepto de la no deliberancia contemplado en losestatutos y reglamentos militares desde el propio inicio de nuestra fuerzapública republicana. Menciono solamente el Estatuto de la Guardia Co-lombiana de Tomás Cipriano de Mosquera que establecía que la guardiaera obediente y no deliberante. En la Constitución del 91, tal como loseñala el general Alvaro Valencia Tovar, verdadera insignia del pensamientomilitar, se mantiene con acierto la previsión consagrada en la Carta del86 sobre la no deliberancia de los miembros de las instituciones armadas.Incluso se convierte en más exigente con un criterio que el mismo generalValencia Tovar califica de afortunado: se prohibe explícitamente la parti-cipación en debates políticos y las actividades en partidos o movimientos.

Deliberar es discutir ordenes superiores. El reglamento lo prohibe aún cuan-do llegue el caso en que no se esté de acuerdo con la orden. La milicia esobediente y así debe serlo. La no deliberancia también se ha interpretado

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como no intervenir en controversias políticas dentro de nuestra dinámi-ca democrática. La neutralidad de la fuerza pública en política es y debeser rigurosa y rígida. No se puede desviar ni un milímetro pues se perdería,no solo el acatamiento a normas expresas, sino lo que tal vez es peor,conduciría a perder la confianza de los ciudadanos.

Quiero ahora referir me al tema de la paz. Para afrontar y tratar de poner-le fin a la alteración del orden público que vive Colombia desde hace déca-das he decidido intentar, con decisión y consciente de mi responsabilidadpolítica, una salida negociada con quienes se han alzado en armas contrael Estado. Y mi propósito ha sido claro y transparente.

Ya lo he dicho antes. No es el gobierno el que escoge entre una política deguerra y una política de paz. El Gobierno solo tiene la opción de cumplircon la Constitución. La guerrilla es quien tiene abierta la opción del diálo-go, pero esta disposición abierta del gobierno y del pueblo Colombianocon la guerrilla no debe olvidar que el objetivo es la superación definitivadel conflicto de tantos años. El solo diálogo como fin en sí mismo o comoestrategia ante la prolongada violencia no es aceptable.

Desde antes de asumir la jefatura de Estado propuse que el conflicto inter-no se resolviera por medio de una negociación política. No sólo lo dije sinoque, aún antes de asumir la responsabilidad que impone el ser Presidentede la República, abrí personalmente el camino del diálogo con la dirigenciade las FARC.Debo insistir, entonces, en que intentaré la vía de la negocia-ción para buscar la reconciliación nacional, sin renunciar en ningún casoal uso legítimo de la fuerza que me impone el mandato constitucional derespetar la vida, honra y bienes de los ciudadanos.

Con base en lo anterior, tomamos decisiones en esa dirección. Estas nodeben sorprender cuando abrimos espacios al diálogo. Es más, para ellotengo un mandato popular irrebatible. Hace menos de dos años diez mi-llones de colombianos votaron libremente para definir un mandato cate-górico que invita al Estado a buscar una salida negociada al conflictointerno. Y más recientemente para las elecciones presidenciales, mi pro-puesta de paz fue conocida por todos y votada favorablemente por la

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mayoría de los compatriotas. Tengo por lo tanto un mandato popular,expresado en las urnas, que debo respetar.

He vuelto a dialogar con la dirigencia de las FARCcon el propósito demostrar no solo mi compromiso con la solución negociada, sino paradestacar la importancia que tiene el pasar al proceso de negociación. Com-prendo que estos encuentros con líderes de la insurgencia armada puedancausar cierto impacto entre quienes luchan por doblegar esos grupos ilegales.

Pero siempre he dicho que personalmente lideraré este proceso y por eso hasido necesario realizar estos contactos personales para lograr un inter-cambio más franco y directo que haga posible el camino de la paz.En estos casos recuerdo siempre una frase que solía decir mi padre, citan-do a un gran escritor: " lo único imperdonable es no hacer lo necesariocuando es necesario".

Aunque reconozco las dificultades que encontraremos en nuestra trave-sía, debo decir que hemos avanzado. Estamos pasando de una etapa dediálogo hacia un proceso de negociación, el cual se iniciará a partir de laagenda común acordada.

De igual manera, nos hemos comprometido a dar desarrollo al acuerdosuscrito el pasado 28 de Abril entre los representantes de las diferentesfuerzas políticas y el Gobierno Nacional, acuerdo que demuestra la vo-luntad política de la sociedad colombiana de darle una salida negociadaal conflicto interno.

Soy consciente de las observaciones y quejas que se han presentado entorno a la zona de distensión que fue establecida de acuerdo con la ley. Alrespecto quisiera señalar que se trata de un ejercicio complejo y sin ante-cedentes pero indispensable para avanzar en el proceso de paz. Con el finde que cumpla adecuadamente su función, hemos acordado la creaciónde una comisión internacional de acompañamiento integrada por perso-nalidades que permita servir de verificadora para superar cualquier in-conveniente que se pueda presentar. Confío en que este mecanismo de ve-rificación contribuya a crear el clima propicio para la negociación.

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Lo he dicho en varias oportunidades y quiero aquí reiterarlo. En relacióncon la agenda para el gobierno no existen temas vedados. Pero si dejo enclaro que en el tratamiento de todos los temas, sin excepción, el Gobiernose guiará en defensa del Estado de Derecho, de la unidad territorial y de losprincipios democráticos que rigen nuestra historia, nuestra sociedad ac-tual y nuestras instituciones.

La paz implica necesariamente un avance en la consolidación y moderni-zación de nuestra democracia. Porque la democracia no consiste simple-mente en que se celebren elecciones o en que haya libertad de prensa. Lademocracia va más allá. En ella debe existir una profunda capacidad decada ciudadano para discutir y aportar soluciones a los distintos proble-mas que son propios de toda sociedad. La democracia es avanzar decidi-damente hacia la justicia social. La democracia es también seguridad ytranquilidad para que cada ciudadano pueda aportar el máximo de susvirtudes sin que un hecho violento o criminal se le atraviese en el camino.

Como decía Winston Churchill, la democracia consiste en que cuandoalguien golpee en nuestra puerta a las 6 de la mañana, podamos estarseguros que se trata del lechero.

De mi mente y de mis decisiones, óigase bien, nunca se apartará la necesi-dad de preservar el monopolio legítimo de la fuerza por parte del Estado.La paz de Colombia es incompatible con la existencia de grupos armadosllámense como se llamen. Algo distinto iría en contra de nuestra demo-cracia y de nuestra sociedad.

Quiero ser claro. La preservación del Estado de Derecho lleva a que, enningún caso, se pueda concebir la disolución de las instituciones armadascuya razón de ser es el ejercicio del monopolio legítimo de la fuerza. Muypor el contrario, en la Colombia en paz me imagino una Fuerzas Militaresfuertes, dinámicas y comprometidas con la paz, con el desarrollo, el cui-dado de nuestras fronteras y de nuestros recursos naturales.

A su vez anhelo a una Policía trabajando hombro a hombro con la auto-ridad civil e involucrada a fondo con la seguridad ciudadana a lo largo yancho de todo el territorio nacional.

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No voy a olvidar por ningún motivo a soldados y policías que han ofren-dado sus vidas durante los últimos años en defensa de nuestras institu-ciones y de la sociedad colombiana. Es bueno recordar que gracias a suesfuerzo y sacrificio, ha sido posible que Colombia perdure como una na-ción libre y soberana. La función que cumplen las Fuerzas Armadas hasido, es y será fundamental para el mantenimiento de nuestra democra-cia y será pilar para la consecución y consolidación de la paz.

Son ustedes los depositarios de las armas que les ha dado la sociedad parasu defensa, la salvaguarda del orden y el mantenimiento de la tranquili-dad. Es un acto supremo de confianza. Y sepan que, como Presidente,siempre tengo presente el imperdurable agradecimiento que la sociedad lestiene por el servicio que prestan.

Dicen los teóricos que la guerra, por su trascendencia, hace fundamentalel concurso del estamento civil. En Colombia, en la realidad, creo necesarioafirmar, además, que el logro de la paz es un evento cuya trascendencia haceque sea fundamental el concurso del estamento militar y policial.

Por eso he tomado la decisión de incluir como miembro de la ComisiónNegociadora de Paz aun alto oficial en retiro de las Fuerzas Armadas.

Convencido de la necesidad de fortalecer y modernizar las fuerzas milita-res he puesto en marcha un proceso dirigido a su reestructuración. Lainstitución militar debe estar capacitada y dotada para enfrentar los re-tos que impone a diario nuestro país.

Se busca dar una mejor utilización a los recursos humanos con que sedispone y avanzar en el proceso de profesionalización. Se trata tambiénde mejorar las telecomunicaciones, la capacidad de combate, la estructu-ra de apoyo, la movilidad y la labor administrativa.

Quiero compartir con ustedes mi profunda convicción en que el respeto yla promoción de los derechos humanos son para mí elemento insustitui-ble de la democracia. Así mismo, es claro que en la agenda de las nacioneseste tema ha adquirido lugar preponderante. El sistema internacional de

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protección de los derechos humanos constituye uno de los mayores avancesde la sociedad contemporánea. No sobra recordar que han sido los esta-dos quienes de manera soberana han contribuido al fortalecimiento deesta realidad.

Colombia no ha estado ausente de estos desarrollos. Lo anterior nos obli-ga a reflexionar serenamente sobre la importancia que tiene para el Esta-do y para sus Fuerzas Armadas no quedarnos atrás en el cumplimiento deestos compromisos.

He señalado que la paz está vinculada estrechamente a la vigencia de losderechos humanos y estos a la vigencia de la paz. También deseo reiterarque el gobierno reconoce la seriedad de la situación de los derechos huma-nos. La sociedad colombiana tiene igualmente que aceptar su parte deresponsabilidad para lograr adoptar los correctivo s y las decisiones quenos permitan corregir las equivocaciones del pasado. Por ello, trabajamosen la adopción de un nuevo Plan Nacional de Derechos Humanos quecomprometa a todas las instituciones de control en hacer de este temauna verdadera política de estado.

La vigencia de los derechos humanos y del derecho internacional huma-nitario en el curso de un conflicto armado como el que enfrentamos enColombia es y debe ser el cometido supremo del Estado y la sociedad civil.Por eso rechazamos todas las formas de violencia y terrorismo, el asesi-nato y el secuestro en sus diversas expresiones y todas las demás manifes-taciones de barbarie.

Quiero reafirmar que la defensa del Estado de Derecho y el ejercicio de lafuerza solo le compete a las autoridades legítimamente constituidas. Cual-quier expresión de justicia privada que pretenda sustituir al Estado en susdeberes constitucionales, será objeto de implacable persecución. Es por elloque la acción criminal de las llamadas autodefensas, no puede ser tolera-da por acción u omisión de cualquier agente gubernamental.

En particular me abruman las amenazas de que ha sido objeto el periodis-mo por parte de organizaciones armadas al margen de la ley. La libertad

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de prensa que el gobierno, la sociedad y el Estado respetan y defienden notiene porque ser víctima del acoso violento y desmedido de actividadesterroristas.

Es función sagrada de las Fuerzas Militares que se respeten los derechos decada colombiano. De ahí la trascendencia de realizar esfuerzos para acli-matar al interior de ellas una cultura de los derechos humanos. Es unapolítica que ha dado resultados. La información muestra que hay unadisminución significativa en los casos investigados por posibles violacio-nes a los derechos humanos. Así mismo los informes de organismos inter-nacionales especializados en el tema confirman esta saludable tendencia.

Debo hacer este justo reconocimiento a la institución militar que se hacomprometido a fondo en esta materia.

Hoy celebramos noventa años de fundación de la Escuela Superior deGuerra. Hoy soy testigo que los principios con los cuales se fundó estecentro de enseñanza militar se mantienen firmes como guía de las accio-nes de nuestros valientes militares colombianos.

En 1909 la Escuela inició la tarea de darle a la República un ejército fun-damentalmente profesional, de carácter nacional, que fuera garantía realde los gobiernos legítimamente constituidos y que estuviera lejos de todacontroversia partidista. Era el inicio del siglo, el principio de una nuevaépoca. Las expectativas, las metas y las tareas que enfrentaba, eran pro-pias de una Colombia muy distinta a la que hoy despide el milenio.

Noventa años después me encuentro ante una Escuela preparada paracapacitar a quienes enfrentan los retos más significativos que imponeuna sociedad tan compleja como la nuestra. Hoy los oficiales reciben elmás alto grado de formación. Soy un convencido de que los generalessalen de estas aulas con la capacidad y el criterio necesarios para entenderlos problemas de nuestra sociedad a partir de una visión de Estado. Miexperiencia hasta el momento con el alto mando ha sido la de trabajarcon oficiales altamente profesionales, siempre atentos a entender la pro-

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blemática del gobernante y siempre dispuestos a dar consejos oportunosy sensatos.

La Escuela Superior de Guerra tiene clara la visión de cambio que propon-go. De aquí que proyecte constituirse en un Instituto de Estudios Superio-res con proyección hacia el siglo XXI. Esto lo logrará afianzando valoresy principios, para mantener así la capacidad de conducción y liderazgode los Oficiales Superiores, tanto en el campo militar como en el campoestratégico.

Señores miembros del Alto Mando Militar, exalumnos de esta Es-cuela. Señores oficiales docentes y alumnos.

En otro momento crucial de la historia de Colombia, el expresidente Al-berto Lleras señaló que "si al término de mi Gobierno, como lo espero, sepuede otra vez recorrer los caminos de Colombia sin riesgo, si en cadacasa vuelve a vivirse en sosiego, si nuestros compatriotas dejan de temersey de odiarse, si donde quiera que se vea un uniforme de un miembro de losFuerzas Armadas, hay para la institución un voto de agradecimiento yun íntimo aplauso, si los Diez Mandamientos vuelven a regir la concien-cia de nuestros compatriotas y no hay más tiros, más muertos, másasaltos, más crímenes impunes, más persecuciones, volveré aquí adondeUstedes, a decirles sin adulación ni generosidad, sino como un simple actode justicia que merecen bien de la patria". Comparto con plenitud la vi-sión del ilustre mandatario. Esa es también la patria que anhelo. Me ani-man los mismos valores que alentaron a nuestros mayores.

Me anima el sueño no prohibido y posible de ver a una Colombia en pazdispuesta al progreso, a la tranquilidad y a la concordia.

Me anima mi compromiso indeclinable de cambiar a Colombia. Me ani-ma el amor a la Patria que comparto con ustedes.

No puedo tener un mejor estímulo.

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