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Historia de la cirugía en el Perú. Integrantes: Castañeda Yovera Juan Adolfo Chambi Flores Marcos Diego Chávez Sandoval Daniel Fiestas Saldarriaga Elmer Huapaya Reyes Humberto Llaja Regalado Luisa Isabel Orejón Gómez Bilma del Rosario

Historia de La Cirugía Final Ya

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Historia de la cirugía en el Perú.

Integrantes: Castañeda Yovera Juan Adolfo Chambi Flores Marcos Diego Chávez Sandoval Daniel Fiestas Saldarriaga Elmer Huapaya Reyes Humberto Llaja Regalado Luisa Isabel Orejón Gómez Bilma del Rosario Rodríguez Salvatierra Junior André

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Índice

La cirugía en el Antiguo PerúTrepanaciones craneanas…………………………………………………………3

Hallazgos arqueológicos……………………………………………………...3 Utensilios y técnicas empleados...............................................................4

Criterios de supervivencia tras la trepanación..........................................5Riesgos de la trepanación........................................................................6Motivo de las trepanaciones.....................................................................7

Operaciones de cataratas por reclinación………………………………………...9La anestesia....................................................................................................12

La cirugía en la conquista......................................................................................12La cirugía en el virreinato......................................................................................14

Centro de prácticas de Medicina y Cirugía durante el virreinato………... 16 José Pastor de Larrinaga..........................................................................16

La vida del gran Dr. José Manuel Valdez y su rol en la cirugía................19La cirugía en la República.....................................................................................21

La anestesia viene al Perú y el rol de los cirujanos..................................22Pioneros de la cirugía en el Perú..............................................................23

La cirugía en la República: Inicios de Siglo XX.....................................................25Bibliografía.............................................................................................................27

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Historia de la Cirugía en el Perú

La cirugía en el Antiguo Perú

TREPANACIONES

Hallazgos arqueológicos

Los diversos estudios arqueológicos han descubierto más de 15.000 cráneos y momias procedentes de las antiguas civilizaciones del altiplano andino. En la actualidad, existen más de 2.000 cráneos trepanados en los museos arqueológicos de Perú y Bolivia que muestran evidencias de que la trepanación se realizó en las culturas del altiplano andino y de la costa peruana hace más de 2.500 años. Se estima que un 5-6% de las 10.000 momias que se hallaron en Perú muestran signos de haber sido sometidas a una trepanación in vivo. Las principales técnicas de trepanación precolombina desarrollada por los sirkaks o cirujanos se desarrollaron en las regiones de las culturas Paracas, Nazca, Ica (costa centro-sur de Perú), Mochica, Huari y Chimú, que practicaron la trepanación en el antiguo Perú mucho antes y en mayor escala que los incas. Los primeros cráneos trepanados proceden de la cultura paracas, en el llamado período formativo tardío (1000-200 a.C.). Tiahuanaco, en Bolivia, centro político y religioso alrededor del lago Titicaca desde 1500 a.C., fue otro gran centro donde se realizaron deformaciones craneales y trepanaciones. Estas culturas también desarrollaron la craneoplastía, cuyo ejemplo más antiguo data de 2000 a.C.: un cráneo trepanado que se encontró en Cerro Colorado, región de Paracas, recubierto con una capa de oro de 1 mm de espesor sobre un orificio frontal izquierdo.1

Según menciona Cabezas en su libro “La medicina en América”4, la cirugía, como arte manual, tuvo en el Tahuantinsuyo, el mismo origen que ha tenido en muchos lugares de la tierra y en el mismo Perú prehistórico, tal como se ha mencionado líneas más arriba: la necesidad de atender las heridas o destrozos de que son objeto los seres humanos. Los incas eran un pueblo guerrero, y si algo hay frecuente en las guerras, son las heridas, las fracturas y las luxaciones. El cirujano es llamado sirkak, al igual que en el periodo preincaico.

Podemos colegir entonces que la cirugía preincaica tiene varios aspectos en común con la cirugía incaica, esto probablemente debido a que la cultura incaica es una síntesis de varias culturas preincas, que naturalmente van a dar como resultado un sistema quirúrgico un poco más sintetizado, eclectizado y evolucionado.

Las trepanaciones incas no son del todo diferentes de las trepanaciones de las culturas preincas de paracas, nazca, mochica y huari. En realidad, tienen varias cosas en

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común, como se menciona líneas arriba, es un producto de síntesis de conocimientos preincaicos que en la época inca alcanzan su mejor apogeo.

Investigadores muy serios han llegado a concluir que los incas poseían grandes conocimientos médicos y quirúrgicos; que practicaban la craneotomía de una manera científica, consciente, reglamentada y deliberada, e inspirados en fines humanitarios.

Técnicas y utensilios empleados

El procedimiento básico de trepanación consistía en desprender el cuero cabelludo, limpiar la herida y retirar la parte ósea afectada. Para ello se realizaban una serie de incisiones redondas o cuadrangulares en uno o varios huesos del cráneo, sin que afectara al cerebro o a las meninges. Los tumis, cuchillos ceremoniales en forma de T, se usaban para cortar y abrir el cuero cabelludo, mientras que los instrumentos de obsidiana y pedernal servían para cortar y perforar el cráneo.

Se empleaban cuchillos para elevar y extraer el hueso trepanado; tras esta operación se colocaba una lámina de oro en el hueco y un vendaje. Los metales preciosos se usaron como material para las craneoplastías en los sujetos de la nobleza.

Según algunos autores, la técnica precolombina de la trepanación se realizaba con el sujeto semirreclinado y tumbado para disminuir el riesgo de sangrado. Se han descrito tres tipos de trepanaciones preincaicas según su morfología: cuadrangular, circular y cilindrocónica. Existió una variante de la trepanación circular llamada técnica ‘suprainión’. Algunos cráneos presentan múltiples trepanaciones, hasta cinco orificios, y algunas de ellas se han realizado en sujetos con deformaciones craneales intencionales. El tamaño de los orificios varía desde 1 hasta 10 cm.1

Se han descrito cuatro técnicas para realizar la trepanación: técnica de raspado, técnica del corte en huso, técnica de los orificios cilíndrico-cónicos e incisiones óseas variadas.2, 5

a. Técnica de raspado

A nivel mundial esta es la técnica más antigua, habitual y difundida de intervenir la placa ósea. El cirujano realizaba un raspado o abrasión en la tabla externa del cráneo utilizando instrumentos de obsidiana romos. El desgaste era biselado hacia el centro de la perforación, en la que la tabla interna quedaba se notaba festoneada.

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Forma de empuñar el tumi (cuchillo en forma de T invertida).

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En el área andina se han identificado tres variedades:

Con Bisel o tipo Paracas Sin bisel o tipo Inca La variedad suprainiana, que se caracteriza por su localización sobre el hueso

inca wormiano.

b. Técnica del corte en huso

Utilizaron instrumentos de obsidiana más afilados, el cirujano realizaba un movimiento de sierra, resultando un corte lineal fusiforme sobre el cráneo, circunscribía el sector a extirpar cortando varias de estas líneas y cruzándolas entre sí, así el área era retirada por palanqueo. La forma del corte, que pueden ser cuadrangulares o poligonales, caracteriza el procedimiento y determina que las heridas, en algunos casos, alcanzaran la forma circular. Este estilo fue muy utilizado en el área centroandina y cuzqueña.

c. Técnica de los orificios cilíndrico-cónicos

Consistía en la realización de una serie de horadaciones próximas entre sí circunscribiendo el área a extirpar. Estos orificios no siempre se realizaron por barrenado, como le pareció a los investigadores (ya que la obsidiana astilla y se quiebra en estos movimientos, y además algunos orificios no son circulares sino ovalados), sino que cavaban el hueso con algún instrumental de puntas largas, cortando en círculos de espiral. Si hubo barrenado, fue realizado con punzones de bronce o de cobre, según J.C. Tello. Esta técnica se utilizó en Paracas y en los mismos pueblos centroandinos que utilizaron el corte en huso. Además, parece que también se utilizó en la zona del Marañón (Cultura Chachapoyas). Una modificación pudo hacerse por excavación en el área del Titicaca.

d. Incisiones óseas variadas

Las hay mediante cortes en huso y orificios, tanto en Paracas, como en los pueblos centroandinos. No parecen tener un plan definido de craniectomía. Algunos autores les suponen fines de descompresión o drenaje asociados a creencias mágicas o terapéuticas (cefaleas, neuralgias). La cultura nazca desarrolló la técnica de la incisión circular usando el cuchillo de obsidiana y el cincel de pedernal.

Los huari utilizaron la técnica nazca y las perforaciones, mientras que en Ica (1200-1450 d.C.) se usaron las incisiones circulares y las técnicas de raspado. En ocasiones el orificio se practicaba haciendo varias perforaciones pequeñas hasta hacer un orificio grande.

Criterios de supervivencia tras la trepanación

Los indicios de curación tras la trepanación se perciben en los márgenes de la trepanación, ya que se

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observan unos bordes suaves en la incisión, un diploe cercano y regeneración ósea con osteofitos. Estos signos de reparación ósea se han interpretado como signo de que la cirugía craneal se desarrolló en vida del paciente y que éste pudo sobrevivir cierto tiempo, incluso años, tras el procedimiento. Aunque las cifras de supervivencia son dispares, al menos un 70% de los cráneos trepanados muestran evidencias de curación, y se estima que un 50% de los sujetos sobrevivieron a una trepanación. Weiss estudió un total de 214 cráneos preincaicos trepanados; de ellos, un 71% mostraba signos de curación, un 55,6% completamente y un 16,4% parcialmente. Se ha descrito un cráneo con cinco trepanaciones que se realizaron en vida en el antiguo Perú. Los hallazgos de cráneos preincaicos con tres orificios de trépano, cada uno de ellos en fases diferentes del proceso de curación y osificación, evidencian que la trepanación se realizó ante mortem y que el sujeto sobrevivió mucho tiempo.

Las radiografías sirven para mostrar líneas de fracturas, mientras que el microscopio electrónico de barrido nos ayuda a identificar el tipo de instrumento que se utilizó (piedra, metal o madera), por los residuos que dejan los instrumentos de corte sobre el hueso trepanado y por el proceso de calcificación. Se pueden observar signos de curación osteológica en el área de la trepanación por la formación de un nuevo callo óseo que cierra el diploe en los extremos de la abertura del área trepanada. Los signos de regeneración ósea se perciben examinando los bordes de las craneotomías, al observarse la sustitución de los alvéolos de la capa esponjosa del diploe por el tejido compacto, lo que evidencia un proceso de osificación.

Existen otras trepanaciones que no muestran señales óseas. La ausencia de signos de reacción biológica en el cráneo trepanado sugiere que el sujeto pudo fallecer después del procedimiento.

Un pequeño halo de osteoporosis alrededor de la herida aparece entre la primera y la cuarta semana tras el procedimiento. En cambio, la destrucción del hueso necrótico alrededor del área de la trepanación, debido a osteolisis, con formación de secuestro óseo, separación de fragmentos de hueso, depósito de calcio progresivo con formación de hueso nuevo y a veces consolidación de los extremos, sucede tan solo meses después de haber realizado la trepanación en el sujeto que ha sobrevivido.

Riesgos de la trepanaciónSi los cirujanos precolombinos tenían o no conocimientos de anatomía, es algo

que nunca sabremos. Aprendieron a evitar la perforación de los senos venosos cerca de la línea media (seno longitudinal superior) y la duramadre, por el riesgo de complicaciones inmediatas durante el procedimiento, como el sangrado venoso copioso y la meningitis bacteriana. Habitualmente, las trepanaciones tenían un diámetro de 3 a 5 cm, lo que aseguraba la supervivencia del trepanado. Pocos cráneos con trepanaciones gigantes muestran signos de haber sobrevivido. La complicación más grave de la trepanación era el fallecimiento intraoperatorio o posquirúrgico inmediato. Sorprendentemente, se tienen indicios de que alrededor de un 50 a un 80% de los sujetos trepanados pudo sobrevivir al procedimiento en las civilizaciones precolombinas.

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El control del sangrado debió ser un motivo de preocupación. La hemostasia pudo haberse conseguido mediante la aplicación de extractos de la raíz ratania y de la liana pumacbuca, que son ricas en ácido tánico. Las culturas precolombinas se caracterizaban por un gran conocimiento de los preparados extraídos de plantas y hierbas. Otras técnicas, como la compresión del cuero cabelludo, la aplicación de cera de abeja a los extremos óseos o atar con el cabello los extremos sangrantes del cuero cabelludo probablemente también se aplicaron.

Atar el cabello a ambos lados de la incisión pudo haber sido una técnica para unir las márgenes del cuero cabelludo. La herida pudo haberse suturado, pues se han encontrado agujas de metal y hebras de algodón en los enterramientos.

Para prevenir la infección de la herida se empleaban placas de metal –oro o plata– que cubrían el área de la craniectomía. Los paracas, al término del procedimiento, se aplicaban unos vendajes y se colocaba en ocasiones una de estas placas sobre el orificio. Éstas pudieron ser las primeras craneoplastías que se realizaron.

Existieron otras técnicas de craneoplastía, como el empleo de hojas de coca, mate o calabaza. Se han encontrado algunos cráneos con indicios de osteomielitis. Para otros autores, el hecho de no disponer de medios anestésicos eficaces hizo que la duración de los procedimientos se redujese al mínimo, con lo que, al mismo tiempo, disminuía el riesgo de infección. Algunas sustancias que se emplearon, como los taninos y saponinas, pudieron utilizarse por sus propiedades antisépticas. Los indígenas del altiplano andino empleaban el polvo de hojas de coca (Erytroxylon coca) y Willca willca para hacer cirugías indoloras; otras preparaciones herbales incluían el empleo de la yuca y del estramonio. La incisión del cuero cabelludo y del periostio son las más dolorosas; estas incisiones podrían haberse realizado más fácilmente en el paciente comatoso; en el sujeto consciente, masticar hojas de coca o beber mandioca fermentada y alcohol ayudaba a mitigar el dolor.

Motivo de las trepanaciones

La mayoría de los autores nacionales está de acuerdo en considerar que en el Antiguo Perú tuvieron un objetivo terapéutico. En cambio los autores europeos, respecto a las trepanaciones neolíticas de Europa, las relacionan siempre con la finalidad de obtener amuletos por el gran número de rondanas encontradas, así Baduín manifiesta que era parte de un ceremonia de iniciación del género de la circuncisión, los polvos de huesos y las rondanas eran amuletos de poderes maravillosos. De forma similar se manifiestan Martillet y Nadillac.

Posnansky, después de reconocer la intención quirúrgica de los Tiahuanaco, manifiesta también que el hallazgo de dos cráneos trepanados junto con instrumentos de la operación en una tumba de esta cultura confirma que la trepanación también tuvo fines rituales, ya que el estudio de estos especímenes comprueba que murieron a consecuencia de la operación o más bien fueron sacrificados intencionalmente (refiere una tradición del Altiplano, según la cual los sacerdotes absorbían los sesos de los sacrificados).3

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Hay una serie de opiniones de autores como Secenes, que afirman que la trepanación fue un hecho quirúrgico de facto pero no de intención; Championniere, recuerda que los cuadros convulsivos son atribuidos por los pueblos primitivos a una causa divina, que en un primer momento fue un acto religioso, pero, por extensión, se efectuó para la descompresión en ciertos casos. Según Lavorería, la trepanación fue siempre una operación completamente empírica en los casos quirúrgicos.

Pablo Broca, el célebre antropólogo francés, famoso por el hallazgo de la circunvolución cerebral que se relaciona con el habla, estudió e informó en extenso sobre una trepanación, con lo cual inclusive le dio el mérito de la perpetuación en la historia. Las indicaciones de estas operaciones han sido: la anomalía denominada osteítis difusa (para remover la zona enferma), las lesiones traumáticas de la guerra (recuérdese que una de las armas más empleadas en esa época era la llamada masa de guerra), la eliminación de quistes posiblemente de origen sifilítico o tuberculoso.

Mac Gee considera que al principio se sacaban amuletos de los cuerpos muertos enemigos, posteriormente estos fueron extraídos de los heridos con heridas craneanas, notando que muchas veces estos sobrevivían a la intervención y se curaban totalmente, pasaron entonces a realizarse en sus propios hombres heridos. Así esta práctica pasó al dominio de la medicina empírica, por ende en el Antiguo Perú nunca se hizo con el objeto de obtener fragmentos con fines y forma determinados.

Bello, con respecto al trabajo de Tello, comenta sobre la momificación de las cabezas humanas, manifiesta que las perforaciones frontales que estas muestras representan son con toda probabilidad las primeras horadaciones que el poblador primitivo de América Meridional sufrió por mano de otro hombre, significa la vía inicial por donde más tarde se llegó a separar porciones de los huesos del cráneo, destinadas a servir de amuletos; siendo la trabazón primordial de sus intervenciones craneanas posteriores, vicariosas primero, taumatúrgicas después, y por fin empíricamente terapéuticas; fuera de la causa traumática. Mc Curdy cree que las trepanaciones tuvieron en unos casos un fin taumatúrgico mágico de orden médico, y otros, la terapéutica quirúrgica de fracturas o alteraciones óseas del casquete craneano.3

En último análisis el planteamiento de Tello es el que más se acerca a la realidad, las trepanaciones se hicieron siempre con un objetivo terapéutico, siendo la más racional y aceptable a la luz de los conocimientos modernos.

Los motivos terapéuticos son principalmente:

Un antecedente de fractura ya sea con irradiación o con hundimiento Traumatismos simples del cráneo con desprendimiento perióstico que pudo o no

ser seguido de un proceso inflamatorio Periostitis u osteoperiostitis circunscrita, quizá también de origen traumático Lesiones probablemente de naturaleza sifilítica

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De los cuatro motivos el primero es el más predominante, puesto que la mayor proporción de cráneos tenían fracturas, y entre esta gran cantidad de fracturas radiadas o satélite, que presentan por regla una abertura orificial, sea en el mismo sitio de la fractura o en su vecindad. Respecto a este punto, la mayoría de los autores se muestra partidaria de que se realizaba casi exclusivamente por lesiones producidas en la lucha, por lo que Moodi llama “procedimiento militar” a este acto.

En conclusión, sumados a estos motivos, debido a hallazgos radiológicos, se establece la posibilidad de que fuesen trepanados cráneos con procesos metastásicos malignos o con mieloma. También es posible que pudieran intervenirse cuadros convulsivos o síntomas generales como la cefalea en determinados casos, con una finalidad extractiva o de succión de objetos extraños naturales o sobrenaturales.

LAS OPERACIONES DE CATARATAS POR RECLINACIÓN

Tampoco no deja de causar asombro que, mientras tanto, al igual que en Europa, en América, las grandes civilizaciones mesoamericanas y la cultura incaica, en el mayor apogeo de su arte médico, llegaran a operar también la catarata por reclinación, valiéndose de instrumentos de oro, cobre, obsidiana o púas de maguey. Hay indicios suficientes para suponerlo, sabemos con seguridad que usaban medicamentos tópicos para afecciones oculares, tal como vemos en la Historia general de las cosas de Nueva España de Fray San Bernardino de Sahaún. La operación por reclinación se realizaba mediante: operaban la catarata con el paciente sentado y tratado con una bebida alcohólica, clavando una aguja por la periferia de la córnea y luxando (empujando) el cristalino cataratoso (blanco) hacia la cavidad vítrea. Así dejaban que la luz y una imagen desenfocada llegasen a la retina y el cerebro. Los conocimientos eran muy rudimentarios y a pesar de ello los pacientes quedaban contentos.6

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* Fuente: Fernández J. Revista de Arqueología Año XXI números 230 y 231.5

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(a)Dibujo del cronista indígena Huamán Poma. Se aprecia el uso de “macanas” estrelladas, porras, lanzas y hachas que pueden sufrir graves traumas craneoencefálicos como el de la derecha.

(a), (b): Fuente: Fernández J. Revista de Arqueología Año XXI números 230 y 231. (5)

(c) Proceso de cicatrización de las trepanaciones en pacientes con diferente tasa de éxito operatorio. Fuente: Fernández J. Revista de Arqueología Año XXI números 230 y 231. (5)

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La anestesia

Un artículo que hace alusión a la anestesia en el imperio incaico7 recalca que a pesar de que los incas carecían de escritura, a través de sus crónicas se ha sabido la poca información acerca de su cirugía y de sus métodos para aliviar el dolor causado por ésta.

Cabe la posibilidad de que los incas contaran con alguna forma de anestesia. Las plantas que disponían y que tenían efectos centrales incluyen, entre otras, el maíz (con el que preparaban de diferentes maneras una bebida alcohólica, chicha) la Datura, el espingo, el tabaco, el cactus de San Pedro y la coca. Los incas usaban la chicha para producir inconsciencia en intervenciones quirúrgicas menores; y ya se usaba la chicha en esas regiones en el siglo XIX, para llevar a cabo circuncisiones femeninas. La Datura, el espingo, el tabaco y el cactus de San Pedro pueden producir un trance profundo y, con toda probabilidad, anestesia.

Hay evidencias de que se usaba la Datura como anestésico completo o parcial. Los incas masticaban las hojas de coca junto con cal y tragaban el zumo. Con ello lograban trabajar durante largas horas sin comer ni beber. Los indios peruanos actuales afirman que la coca sólo sirve para entumecer la boca pero ya en el siglo XIX observaban que las hojas de coca en las heridas aliviaban el dolor. Cabe conjeturar que los incas se valieron de la chicha, probablemente en combinación con algún otro estupefaciente, para conseguir la anestesia completa o parcial necesaria para su cirugía. Una cocción de las hojas de coca puede que haya sido empleada para conseguir la anestesia tópica.

Como hemos visto, este tipo de técnica quirúrgica, las trepanaciones craneanas, son lo más resaltante y emblemático de esta etapa de la historia prehispánica; este es el conocimiento quirúrgico que se ha ido puliendo a lo largo de casi 1000 años para dar como resultado un conocimiento estructurado aunque no se haya podido materializar en un escrito y por tanto, quedan aún en el aire varias preguntas sobre las razones de por qué especializarse en cirugías craneanas. Sin embargo, lo poco que conocemos es que estas trepanaciones eran lo mejor de la época, y aunque la tasa de éxito de cada trepanación era diferente para cada caso, es el tipo de cirugía que va a colisionar con los conocimientos europeos que poco a poco van a ir instalándose entre la población de los antiguos pobladores peruanos.

Cirugía en la conquista

Hacia los años 1532 y 1533, tiempo que duro la conquista en Perú, como es común en casi todos los campos científicos, la información que se tiene respecto a la Cirugía y la Medicina es poca. Como refiere Lastres8, Valdizán dedica pocas o ninguna línea a este lapso de tiempo y simplemente hace un puente cronológico entre la medicina incaica y la medicina colonial pasando por alto el periodo de conquista.

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Durante los siglos XV y XVII, España constituía la vanguardia de las ciencias, luego de lo cual vendría su decadencia. Como se podría suponer, el modo de practicar la medicina que exportaron los españoles a América era el que en Europa había echado raíces profundas y macizas, y que seguía vigente aún después de 15 siglos: el modelo galénico.

Aunque mucho más correcto y ajustado a la realidad, la influencia de Vesalio era aún tenue y reciente por lo que “los profesores se dividían en dos bandos, aquellos que seguían el galenismo, tal como repetía el reaccionario Sylvio y los nuevos vanguardistas que iban al cadáver para sacar de él enseñanzas provechosas”8, con obvia primacía del primer grupo.

Entre los factores que determinaron este atraso, el principal es el arraigo de las ideas religiosas y la aún inmensa influencia de la Santa Inquisición, por lo que el manejo de cadáveres no era parte de la enseñanza oficial y el conocimiento de la anatomía y la disección eran cuanto menos soslayados.

Pero en la práctica quirúrgica en América, debido a la naturaleza bélica de este periodo, se necesitaba principalmente cirujanos para tratar las heridas infligidas en batalla.4 Así, contrario a lo comentado por Vicuña Mackenna y repetido por los historiadores comúnmente, con los conquistadores sí llegaron a América médicos y cirujanos.8 Así relata Lastres respecto a la previsión sanitaria de Pizarro y también la de Almagro al hacerse este último con los servicios de dos cirujanos que lo acompañaron en su campaña al Cusco y luego a su infructífera expedición a Chile:

“Almagro tuvo en sus ejércitos, dos cirujanos para que cuidarán de él, de su casa y de sus tropas. (…) Seguramente Pizarro haría lo propio y según afirma Eguiguren, Hernando de Sepúlveda fue su médico palaciego o arquiatra.”8

Estos dos cirujanos a los que hace referencia el citado Lastres, son el bachiller Enríquez y el bachiller Marín, que vinieron a América con instinto aventurero y ya en el nuevo mundo se alistaron en las filas de Almagro buscando gloria y riquezas. Es interesante ver cómo Almagro guardaba mucho cariño y agradecimiento para con sus médicos, en especial con el bachiller Enríquez, aun cuando Garcilaso refiere que los cirujanos o improvisados curanderos que vinieron con los conquistadores poseían escasos conocimientos y que su conocimiento casi siempre rayaba en la charlatanería.8

Aunque las guerras ocupaban una buena parte de las preocupaciones médicas de la época, también constituían una amenaza importante las endemias producto tanto de la importación de agentes patológicos de Europa a América así como la exposición de agentes autóctonos del nuevo mundo a la población conquistadora. Entre los muchos casos de este intercambio de patologías, se recuerdan sobre todo la epidemia de verrugas de Coaque que afectó a conquistadores en Ecuador antes de la fundación de Lima con lesiones sangrantes y mortales o a epidemia de viruela.4, 8, 9 Con respecto a esta última enfermedad, el Dr. Hugo Dejo refiere el medio de transporte primigenio que la trajo a América:

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“(…) la viruela ingresó en 1519 a Nueva España transportada por un esclavo de raza negra de nombre Eguía, que atendía a don Pánfilo Narváez.”9

El clima de incertidumbre y charlatanería mezclada en el arte de curar se vería, en

el mejor de los casos, disminuida con la llegada de Hernández de Sepúlveda al cargo de Protomédico sustituto con lo que se alcanzaría una mayor reglamentación en la práctica de la cirugía8. Este cargo de Protomédico tenía como principal responsabilidad reglamentar y autorizar a médicos y cirujanos para ejercer en las colonias. Quedaban bajo pena de multa y en ocasiones de destierro los que sin autorización ejercieran la práctica médica. Asimismo, sucesores en el cargo velarían también por combatir el elevado precio que tenían las medicinas en las boticas limeñas, estableciéndose así el Tribunal del Protomedicato en el año 1570.

Cirugía en el Virreinato

En el virreinato, este Tribunal del Protomedicato tuvo sede en Lima por los años 1570, siendo el primer protomédico peruano fue Francisco Bermejo.

Pero previo al tribunal, antes las urgentes necesidades médicas en el virreinato del Perú, Fray Tomás de San Martín, de la orden de los Domínicos, realizo todas las gestiones y el 12 de mayo de 1551 por Cédula Real se crea en su convento el Estudio General. El corte escolástico medieval se evidenció en la enseñanza por lo que el Virrey Toledo retira a los Dominicos de la enseñanza en 1571 y nombra como rector a Fernández de Valenzuela.11

Tras el retiro de los Dominicos, la función de enseñanza recae sobre la Pontificia Universidad de San marcos y en 1576, el rector de la universidad Sánchez Renedo, en su afán de solucionar el déficit de médicos, crea las cátedras de Prima y Vísperas de Medicina las cuales en un inicio no llegaron a funcionar. En 1635, se evidenció aún más la necesidad de médicos a pedido del Cabildo, por lo que se contempló reactualizar las cátedras. Monzo de la Huerta, profesor de quechua, se opuso a la creación de las cátedras de Medicina pues como el menciona los indios eran buenos “herbolarios”.8 Esto muestra el gran atraso y abandono de la profesión en general.

Es de entender entonces que la cirugía se encontraba en un retraso mayor. La reforma de Vesalio se conoce recién a principios del siglo XVIII al igual que la teoría de Harvey. Según Lastres, el pensamiento médico de aquel siglo “marchaba con dos siglos de retraso; y que nuestra modesta medicina, solamente puede ser continuación a la distancia de la medicina renacentista.

Solo en España, Bernardo Vargas Machuca, en un libro titulado Milicia y descripción de las Indias en Madrid de 1892, menciona las teorías médicas que debe llevar el cirujano para curar las heridas y llagas en enfrentamientos militares.

La mayoría de estos cirujanos militares eran españoles y a veces utilizaban los conocimientos de los indios. Aún en aquella época, se tenía como concepto que las heridas estaban envenenadas y había que tratarlas con el fuego y que esto combatía la

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infección. A pesar de que Paré ya había innovado en estos tópicos el siglo anterior, no se manejaban estos en las universidades.8

Al comprender que la cirugía ya estaba atrasada, se le añade que el cirujano es un artesano de menor rango y dignidad en relación con el médico. Eguiguren describe el contexto médico de la época en un contrato en el que un cirujano está sujeto a recibir su pago si es que cura al enfermo.8

La primera obra sobre cirugía escrita en Perú fue precisamente sobre lesiones en la cabeza y escrita por Vaca de Alfaro con el título de “Proposición quirúrgica, y censura juiciosa, en las dos vías curativas de heridas de la cabeza, común y particular y elección de esta”; aunque no tenemos ni un ejemplar sabemos de su existencia por Gago de Vadillo, que hace referencia a las cirugías de la cabeza con gran base de la anatomía de Falopio. Menciona como debe de realizarse la trepanación, los ocho casos en los que se ha de lograr, la vía particular del Dr. Hidalgo, empleo de medicinas, etc.8, 11

Otra obra que se conoce fue publicada en 1630 que titula “Luz de la verdadera Cirugía y diversas censuras de ambas vías, y elección de la primera intención curativa, y unión de la heridas”. Considerada una gran obra al haber recibido la aprobación de la Cámara del Rey y por la Santa Inquisición.

El cirujano Gago de Vadillo expone toda su experiencia en este texto en más de 40 años en el Hospital de Guadalupe de España y durante 16 años en la ciudad de Huamanga, luego 9 años en Castrovirreina y finalmente en el Hospital San Andrés en Lima.8

Además se refiere acerca de las heridas de la cabeza y realiza un juicio crítico acerca del método terapéutico para estas, “debiéndose cerrar y unir todas las heridas, y curarse por sus contrarios, las han dejado abiertas”: “Además de ello se ha utilizado, demasiadas medicinas humectantes que corrompen, de que han resultado muchas muestras”. Su obra posee 34 capítulos; toca las causas, conducta a seguir y sutura de las heridas, complicaciones y medicinas. Todo esto acompañado de ejemplos y casos clínicos que ilustran el método correcto a realizar. Ilustra casos quirúrgicos con pequeñas historias clínicas, diagnostico, evolución y tratamiento.11

Según Lastres, Gago de Vadillo enseña la buena técnica en el tratamiento de las heridas, cerrándolas y no empleando medicinas e innova en terapéutica, pues refiere su propia experiencia como base tratando sobre las heridas y estudiando las lesiones regionales. El licenciado Andosilla, afirma la importancia de este libro para los cirujanos no romanticistas, practicantes y empíricos.8

La cirugía del siglo XVII, era una cirugía postrada a los pies de la medicina. Gago de Vadillo logra elevar su estatus, convirtiéndose en un precursor de la cirugía en nuestro país. Pero Valdez, Larrinaga, Dávalos y otros a pesar de sus capacidades encontraron grandes obstáculos para sus aspiraciones, de elevar el estatus de la Cirugía.

La preocupación por enseñar Anatomía en el Perú, surge a mediados del siglo XVII. En 1660, se consultó al rey la necesidad de establecer esta cátedra por medio del

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virrey, Conde de Santisteban. Para 1711 se dio la orden local, siendo rector el doctor Melchor de la Vara. El primer catedrático fue el Dr. Fontidueñas, sin embargo quien inició la enseñanza anatómica fue el Dr. Pedro López en 1723.

Ya en 1752, el Rey confirmo la creación de la cátedra de Anatomía, que hasta ese momento había estado funcionando irregularmente. Ya para el 21 de noviembre de 1792, San Marcos inaugura el anfiteatro anatómico en el Hospital San Andrés. El virrey Francisco Gil de Taboada y Lemos y otros importantes personajes, escucharon el discurso de Unanue Decadencia y Restauración del Perú, donde él plantea que el anfiteatro anatómico sea lugar de donde se irradien las nuevas doctrinas médicas, pues sería la Anatomía la ciencia que ilumine el camino de la clínica y la cirugía.

Con esto se plantean conferencias clínicas alternadas de Medicina y Cirugía con los mejores exponentes de la época, dando el rango de igualdad a la postergada Cirugía.8

Las demostraciones quirúrgicas durante las conferencias clínicas lograron un éxito pedagógico anticipados por Unanue, esto insta a crear el Colegio de Medicina y Cirugía. Gracias a las gestiones del virrey Abascal y a las influencias de Unanue, se envía un informe al Rey en 1810, sobre la necesidad de erigir un Colegio de Medicina. Este pedido fue derivado a la Junta Superior de Medicina y Cirugía de Cádiz que elevó un informe al Rey 1811 con sugerencias para ejecutar este plan. Ya el 9 de mayo de 1815 el rey autoriza la fundación del Colegio Real de Medicina y Cirugía que une a médicos y cirujanos en un solo cuerpo académico. Con esto se legitima el papel del cirujano e incluyendo materias relacionadas en el plan de estudios.

Centros de Prácticas de Medicina y Cirugía durante el Virreinato

Se han podido precisar la existencia de cinco Escuelas Prácticas de Medicina y Cirugía, que se desarrollaron en los Hospitales de Lima, desde mediados del S. XVI hasta inicios del S. XIX, por acción de los mismos catedráticos de la Real Universidad y su vinculación con las Hermandades, cuanto por el empeño y preocupación personal de los médicos y cirujanos titulares de los establecimientos. Destaca, en todo este gran conjunto de profesionales, la figura patriarcal de D. Cosme Bueno, quien desde las enfermerías de los Hospitales de Santa Ana y de San Bartolomé, durante más de 25 años compartió su labor curativa con la docente, formativa y orientadora de los futuros profesionales, hasta su fallecimiento, en 1798. Además existían los orientadores que laboraban en el Hospital de San Andrés, que era patrocinado por el Cabildo; el Hospital de Santa María de la Caridad; y el hospital del Espíritu Santo de los Marinos, de donde destaca José Manuel Valdez.22

José Pastor de Larrinaga

Esta época de cirugía virreinal, tuvo como representante a José Pastor de Larrinaga quien nació alrededor de 1750 en Lima, figura de la Cirugía de nuestro país.

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Sus padres fueron Pedro José de Larriñaga y Gregoria Hurtado. Recibió estudios básicos en Colegio de San Francisco de Jesús, luego inició en el estudio de las Artes guiado por Fray Juan de Iparraguirre. Después de esto realizó los cursos de Filosofía conducido por Fray Santiago Uribe, destacándose como el mejor alumno de su clase; sin embargo, cuando preparaba sus conclusiones públicas, enfermó su madre y falleció al poco tiempo en 1769, esta situación provocó que dilate su tiempo de estudios.

Fue orientado en los estudios de la Anatomía por Cosme Bueno, el cual lo llevó a realizar sus prácticas en el Hospital San Bartolomé desde 1772, además aprendió Anatomía basado en la obra “Anatomía completa del hombre con todos los hallazgos” de Martín Martínez, el cual le fue recomendado por su maestro Cosme Bueno.13

Empezó a practicar la disección desde su ingreso al Hospital San Bartolomé, innovó en este arte de la cirugía, al practicar y describir una operación de un aneurisma del labio inferior. Además el hospital contaba con una “Sala de Paridas”, que era el lugar donde se realizaron los partos, donde es probable que se hayan efectuado cesáreas, lo que demostraba con estas pruebas la habilidad de los cirujanos criollos, a pesar de las constantes críticas de los cirujanos españoles que los atacaban por sus supuestas deficiencias en su práctica anatómica.12

El 11 de mayo de 1772 ingresó como auxiliar en la Escuela Práctica de Medicina y Cirugía del Hospital San Bartolomé bajo la guía de Tomás Obregón. Rindió su examen público de Cirugía el día 16 de marzo de 1778 ante el Protomédico General Isidro José Ortega y Pimentel, recibiendo desde entonces autorización para ejercer como Cirujano Latino en todo el virreinato del Perú.13

En 1780, José Pastor Larrinaga ingresa como Cirujano del Regimiento de Milicias de Dragones de Carabayllo y trabaja ahí durante 27 años, hasta que en 1807 fue retirado de su cargo y se designó a otro cirujano, Pedro Utrilla. En 1791, forma su primera escuela dentro del hospital debido a la cantidad de seguidores que tenía.

En 1796, fue contratado por el Convento Grande de Nuestra Señora de las Mercedes, debido a la eficiencia de los servicios y atenciones que realizaba. En 1798, fue nombrado Cirujano de número de la Comunidad Franciscana debido a su conducta cristiana, suficiencia y talento personal.

Tras el fallecimiento de Mariano Faustos, el 23 de mayo de 1801, se propuso a José Pastor de Larrinaga el cargo de Protocirujano, por su calidad de “Profesor de cirugía” para que llenase las funciones de “examinador de cirugía” del Tribunal, esto en base al reconocimiento de sus méritos como hombre de bien, literatura y pericia en el arte de curar. De esta manera, José Pastor completó el Tribunal del Protomedicato recibiendo en propiedad la plaza de Protocirujano.

Desempeñó el cargo de Protocirujano hasta el año 1807, donde fue reemplazado por Pedro Belomo y Cevallos, medida tomada por el Virrey Fernando de Abascal.

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Concluye la escritura de la defensa de los cirujanos criollos titulada “Apología a los Cirujanos del Perú” el 5 de abril de 1791. En esta se manifiesta como un ardiente defensor y protector de los cirujanos americanos y criollos o pardos, frente al desdén y menosprecio por parte de los cirujanos ultramarinos. También por medio de esta describe la situación general del estado de la cirugía en el Lima a finales del siglo XVIII. También declaró su postura al señalar que cree que es una injusta estigmatización racial que negros y mulatos estén prohibidos de entrar a la Facultad de Medicina de San Marcos.12, 14

Colaboró en el Mercurio Peruano, donde publicó varios trabajos científicos bajo el anagrama de “Joseph Torpas de Ganarrilla” entre los años 1792 y 1793.

En 1798, proyectó establecer el Monte Pío de los Cirujanos del Perú con ayudas para huérfanos y viudas, esto sirvió como estímulo para el desarrollo de los que laboraban en la cirugía en el Perú. El pedido sobre la aprobación y reconocimiento de la Sociedad Patriótica del Monte Pío de Cirujanos del Perú recibió aprobación del Superior Gobierno en Real Acuerdo de Justicia de 12 de marzo de 1800.8

El Monte Pío fue un sistema de protección ante las contingencias de la edad, invalidez, fallecimiento, dirigido a proteger a los cirujanos inválidos y ancianos, a las viudas e hijos de estos, así como la primera organización de los cirujanos del país.

Dentro de sus peticiones, aparte de la creación del Monte Pío de cirujanos, viudas y huérfanos, también pidió la creación del Colegio de Cirugía de San Carlos con sede en Lima, pedido enviado en el año 1806. Esto tiene base en la separación que ya se había establecido en España entre médicos y cirujanos, decretado por Real Cédula en Aranjuez de 1804. Esta Cédula tiene como llegada al Perú estimada el año 1808, durante el Protomedicato de Hipólito Unanue, quien, según supone Rabi M. (2006), no habría enviado respuesta, ya que esto afectaba la idea de Unanue de la creación del Colegio de Medicina y Cirugía.

Entre los ideales del Colegio de Cirugía de San Carlos que concebía José Larrinaga están2:

Instruir sólidamente a los colegiales en Anatomía, Cirugía Médica, Química y Botánica, con obligación de luego irse a todas las Intendencias y Subdelegaciones del Virreinato del Perú, donde se necesitaran cirujanos.

Trabajarían los cirujanos sin recibir estipendio alguno mientras se fijara la financiación del Colegio.

La Biblioteca del Colegio de Cirugía estaría conformada por los libros que donen los cirujanos miembros que el colegio posea y los que fueran colectando sucesivamente, además del aporte monetario que harán todos sus miembros para conseguir otras fuentes.

Asimismo los profesores costearán sus instrumentos y demás utensilios necesarios para la disección, en su única y principal sede, el Hospital San Bartolomé.

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El Colegio de Cirugía de San Carlos no se llegó a realizar, pero se apoyó dentro de la unificación de médicos y cirujanos.

Entre otras acciones de José Pastor de Larrinaga, obsequió un esqueleto luego de realizar la disección y mostrar los huesos para sus alumnos, esto debido a la falta de cadáveres que existía y la falta de atención ante este problema, llevó a tomar esta solución a José de Larrinaga, en cuanto al corazón del cadáver como no se pudo conservar, obsequió uno de cera para que sus alumnos pudiesen estudiar.8

Su fallecimiento se produjo entre el año 1821 y 1823, sin fecha exacta, según redacta Rabi M. (2006), tampoco se sabe nada de un testamento ni de la disposición de todos sus bienes especialmente de su considerable biblioteca personal.

La vida del gran Dr. José Manuel Valdez y su rol en la cirugía

Es imposible no mencionar en la historia de la práctica quirúrgica virreinal, al máximo representante de la cirugía colonial, don José Manuel Valdez reconocido médico, partero y cirujano, nació en Lima en 1767, nacido de María Cabada, negra liberta, quien entregó a su hijo a la española Mariana esposa de Baltazar Valdez, quienes adoptan al niño para hacerse responsable de su cuidado y educación. Sus biógrafos más importantes como Paz Soldán y Valdizán rescatan esta acción como una fortuna ya que le permitirá a comenzar abrir las distintas puertas para convertirse en médico pasando las diversas barreras que existían por motivo del color de piel o raza de una persona en la época Virreinal.

Siendo su educación confiada al Padre Saila, religioso agustino, Valdez cursó sus estudios en el Colegio de San Idelfonso, estudiando el latín, Matemática, Filosofía y Teología, así como demostraba su inteligencia conduciéndolo a la carrera de Cirujano Latino.

Cirujano latino a los 21 años en 1788, obtiene la licencia del Protomedicato, siendo el máximo título pudiendo alcanzar al ser un hijo de una negra liberta. Valdez a pesar de las barreras raciales, tenía como meta ser médico, para ello siguió la enseñanza del Dr. Juan de la Roca y posteriormente de Hipólito Unanue, convirtiéndose en su ayudante y más prometedores discípulos.

Tomando en cuenta sus notables estudios y el papel importante que tenía en las diversas conferencias y disertaciones clínicas que se realizaban en el Real Anfiteatro Anatómico, hicieron que su solicitud para obtener el título de Médico fuera aceptada por el Protomédico Juan de Aguirre.

Posteriormente, la siguiente meta de Valdez era obtener el título de Doctor de la Real y Pontificia Universidad San Marcos a pesar de su condición de mulato, originado un movimiento social para ello, así el Cabildo pidió al Virrey aquella petición, este transmitió su pedido al rey de España para ser aprobado, y Carlos IV en junio del 1806 otorgó a Valdez el derecho de doctorado en Medicina por Real Cédula en la Real y

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Pontificia Universidad San Marcos, rindiendo los grados de bachiller, licenciado y doctor en menos de 15 días, demostrando, de esta manera, su saber.

En 1816, es reconocido por la Sociedad Médica de Madrid, Real Academia, como Miembro Correspondiente y recibe el cargo de Examinador y Miembro del tribunal del Protomedicato. En la Real y Pontificia Universidad de San Marcos, a partir del año 1827, es nombrado Catedrático de Vísperas de Medicina y posteriormente, en 1835, Protomédico General del Perú y Catedrático de Prima de Medicina. En el Colegio de la Independencia asume la cátedra de Patología y Terapéutica y desde 1835 hasta 1843 asume el cargo de Director del Colegio de la Independencia, se caracterizó por su conservador y afiliación sacerdotal que ejercía influencia en la manera en que dirigía estas instituciones.

José Manuel Valdez muere el 29 de julio de 1843 a las 11 de la mañana, tras orientar toda su vida hacia la formación de la Medicina peruana, guiada por su maestro Hipólito Unanue.

Dentro su legado, está Valdez en su llamada de atención hacia estado a través del escrito que fue publicado en “El Comercio” junio de 1843 como Protomédico General del Perú. En este se hace hincapié en los siguientes temas como:

Las necesidades mesológicas El hambre y la miseria La mala asistencia, especialmente en los hospitales La mala práctica de los profesionales, doctrinados insuficientemente La falta de estudio metódico en las enfermedades reinantes de la época.

A través de sus escritos, inicio la asociación entre la medicina y la cirugía complementándolas para así poder tener un mejor comprensión de las enfermedades, así como de los mejores medios terapéuticos, labor que inicia desde sus primeras publicaciones en El Mercurio Peruano y La Gaceta de Lima.

Entre sus más importantes escritos tenemos:

Disertación Quirúrgica sobre el Chancro Uterino que se padece en Lima, expone sus causas generales y particulares, prevención y curación.

Cuestión medica sobre la eficacia del bálsamo de Copaiba en las convulsiones de los niños – Lima, 1807. En esta obra resalta su formación hipocrática por el hecho de buscar siempre soluciones terapéuticas a las enfermedades.

Disertación médica sobre la una epidemia catarral que se padeció en Lima. Reflexiones sobre las parótidas y el carbunclo. El escrito sirvió de lecciones a los

alumnos del Colegio San Fernando durante su formación médica y quirúrgica. Disertaciones Médico-Quirúrgicas sobre varios puntos importantes. Esta redacción

argumenta los motivos de la justa y necesaria asociación entre la medicina y la cirugía.

Memorias sobre la Disentería, sus causas, pronóstico y curación. Memorias sobre el Cólera Morbo.

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Todos estos acontecimientos y personajes ilustres, como don José Manuel Valdez y José Pastor, fueron forjando poco a poco las bases de una cirugía peruana propia que aún se seguirá formando durante la época republicana.

Cirugía en la Republica

En los inicios de la república, el desarrollo de la cirugía en nuestro país se vio influida por los descubrimientos y hallazgos sobre esta a nivel internacional. Antes de 1846, cuando el dentista William Thomas Green Motón (1819 – 1868) y el cirujano John C. Warren (1778- 1856) introdujeron la cirugía general, la cirugía era simplemente el último recurso desesperado ante el acecho de la muerte.20

Un brazo o una pierna dañada irremisiblemente por cualquier accidente o agresión debían ser extirpados; si alguien había recibido cortes o punzadas era necesario suturar y reparar.

Por lo menos en Iberoamérica, las enfermedades eruptivas como la viruela o el sarampión eran territorio de los cirujanos. Por ello, es que los primeros encargados en difundir la vacuna de Jener fueron los cirujanos. Estos pocos ejemplos demuestran que los cirujanos, al contrario de los médicos, curaban aunque sea con medios brutales.20

Es necesario recordar los ambientes hospitalarios de la ciudad de Lima a fines del siglo XIX, en donde la cirugía no existía ni como ciencia ni como especialidad definida y con rango.

Según el Dr. Víctor Baracco, el cirujano era, en realidad, un médico general con vocación quirúrgica circunstancial, que con gran coraje y atrevimiento afronta los riesgos de una operación imperativa.

El acto quirúrgico se constituyó en una circunstancia impuesta por la urgencia o la gravedad. La circunstancia electiva y razonada estaba proscrita por los riesgos de la infección, por la limitación de los conocimientos y de los recursos, y por los desastrosos resultados. Los viejos hospitales el de Santa Ana construido en 1549 y los de San Andrés y San Bartolomé, no contaban con servicios quirúrgicos adecuados, ni siquiera al inaugurarse el hospital Dos de Mayo. A pesar de ello, Lino Alarco que se considera el “pionero de la cirugía”, que contando con la anestesia y la antisepsia, realiza una laparotomía y ovariotomía en el año 1878.20

La etapa definitiva del progreso de la cirugía se debió a un joven cirujano ginecólogo, el doctor Constantino T. Carvallo, que al regresar de Francia, en 1898, fue el portador de la cirugía aséptica, trayendo los primeros equipos para la esterilización y el material quirúrgico, como los guantes de jebe , además de un aparato de Rayos X . Fue el primero que realizó una histerectomía y fundó la especialidad.19

Juvenal Denegrí, después de un entrenamiento en Europa, trabajó en el Hospital Santa Ana y realizó operaciones de Cirugía general y abdominal. En 1909, termino

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fundando la escuela de otorrinolaringología e implanto la técnica de extraer la hipófisis por vía nasal.20

La anestesia viene al Perú y el rol de los cirujanos

Según describe Juan B Lastres en su libro “La Medicina en la Republica“, que los primeros anuncios sobre la bondad del éter como anestésico se reciben en Lima a principios de 1847.8

El Comercio publicó el 16 de junio de 1847 “¿Efectos prodigiosos del vapor del éter?” un artículo en que se transcriben las opiniones del “Boletín científico del courriers des Etats unis” del 4 de marzo, en este habla de los peligros de la eterización.8

Pero la desilusión no deja de rondar en torno al gran descubrimiento. Estos anuncios de fracasos, ponen de alerta a los cirujanos sobre los casos raros, ya que se anunciaba desde los comienzos las muertes súbitas por inhalación.

El cloroformo se anuncia desde 1848. En “El Comercio”, el 10 de febrero del 1848 en la publicación “El Choroforme” y se trascribe la servación del periódico “ L’ Unión Medicale” de París.

“El profesor de Edimburgo M. Simpson cuyos interesantes trabajos hemos registrado frecuentemente en nuestras columnas […] está convencido que una cantidad menos de cloroformo que de éter produce insensibilidad. La inhalación es mucho más agradable y su uso, menos costoso”20

Este gran descubrimiento comienza a ser útil a los cirujanos militares peruanos. Arosemena Quesada nos indica la aplicación del cloroformo en los campos de batalla por cirujanos militares. La fecha más antigua que cita el articulista es la del 7 de enero de 1854. Dice Aerosemena Quesada (La Gaceta Médica, 15 de setiembre de 1858): “Debemos congratularnos los que hemos hecho uso frecuente en el Perú del cloroformo en inhalaciones, de no contar un solo acontecimiento desgraciado por su aplicación”.

El médico Aerosemena Quesada nos dice que tras las batallas de sublevación, se aplicó el cloroformo en un número considerable de casos, aún para las más pequeñas operaciones, como la amputación de una falange y hasta para cambiar un enfermo de una cama a otra. En los casos de Cirugía corriente que se trataba en los hospitales, se emplean los anestésicos

El 26 de abril de 1857, el Dr. Lino Alarco publicó en la “Gaceta Medica” un caso de neuroma del cubital que él logró operar con todo éxito. “Primeramente, se recurrió a las inhalaciones del cloroformo que no produjeron anestesia completa” Con toda esa anestesia, le permite resecar el neuroma.8

El uso de anestésicos se consolida. Nuestros cirujanos hospitalarios los emplean regularmente, el cloroformo viene a remplazar el éter.

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Veamos algunas de las pequeñas operaciones que se ejecutaban en Lima. El Dr. L. Alarco opera, en 1874 (L.G.M.N.1.1875), a un enfermo y se practica la resección total subperióstica de la mandíbula. Le aplica anestesia clorofórmica donde se obtuvo la curación.20

Tomás Ezequiel Cáceres, en su tesis (G.M.N.20, 1875), dice que a un chino, el Dr. Villara le desarticuló el dedo medio de la mano izquierda bajo la influencia del cloroformo y 1/2 gramo de clorhidrato de morfina. Después practicó una cauterización, haciéndole inhalar cloroformo y obteniendo pronto la analgesia.8

El Dr. Lino Alarco emplea la anestesia en la primera operación de vientre (ovariotomía) en 1878 y, posteriormente, los ginecólogos la utilizan en las numerosas intervenciones de la especialidad.8, 20

Tal es la trayectoria de la anestesia en el Perú que, por lo precoz de su introducción en 1847, hizo posible un relativo avance de la cirugía en nuestro medio, unida a los métodos asépticos y antisépticos de Pasteur y Liester.

Tenemos que reconocer al Dr. Lino Alarco, quien fue un verdadero pionero de la cirugía. La anestesia, asepsia y antisepsia, hicieron un evidente y decisivo progreso en el campo de la cirugía.8

Los cirujanos peruanos, además de Alarco, sacaron provecho de los descubrimientos de Pasteur y Lister. En la crónica Médica de enero de 1885, se lee entre los datos venidos de allende los mares, uno de título: “Cirugía Antiséptica”, que anuncia: “Han variado por completo los procedimientos quirúrgicos [….] a la cirugía ha correspondido en primer lugar los honores de la reforma de las afecciones externas han sido, por consecuencia, los que primero y los que más han aprovechado los beneficios de la transición científica a la que aludimos”.20

Pioneros de la Cirugía en el Perú

Dr. Lino Alarco (1835-1903)

Considerado como el pionero de la cirugía peruana, se le reconoce como el orientador e iniciador de la cirugía abdominal.20

Este distinguido cirujano se graduó de médico, en el año 1858, cursó sus estudios en el viejo Colegio de la Independencia. Más tarde, en 1860, es nombrado catedrático de Anatomía Descriptiva y, en 1865, desempeño la cátedra de clínica externa.

En 1878, según los Anales Universitarios de 1878, el Dr. Lino Alarco practicó por primera vez la operación de ovariotomía, con todo éxito.20

| Lino Alarco, el maestro del siglo XIX (1835-1903)

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Esta intervención constituyó todo un acontecimiento. La ovariotomía practicada por Alarco fue la intervención precursora de la Ginecología en el Perú. 21 Dr. Constantino Carvallo Loli

El doctor Constantino Carvallo Loli, notable galeno nacido en la ciudad de Huacho el 12 de abril de 1853, es un verdadero pionero de la medicina peruana, particularmente en los campos de la gineceo-obstetricia, radiología, bioseguridad y cirugía general, en los que marcó importantes hitos, como la fundación de la cátedra de Ginecología en la Facultad de Medicina de San Fernando, la instalación del primer quirófano moderno en nuestro país, la introducción de la Radiología y de las primeras normas de bioseguridad. En 1895, Carvallo viajó por segunda vez a Europa, siendo este el más importante periplo de los que realizó para perfeccionarse en la técnica quirúrgica abdominal, ginecológica, y obstétrica, para ello acudió al afamado Hospital Bichat de París (Francia).21

A principios de octubre de 1896, Carvallo regresó de Europa trayendo con él, una autoclave (Estufa de Poupinel), una bujía de Chamberlain y un aparato de Rayos X entre otros novedosos instrumentos y equipos. En los tres casos mencionados, se trató de los primeros en su género que llegaron al país. La noche del jueves 22 de octubre de 1896, tomó las primeras radiografías de nuestra historia, que correspondieron a la mano derecha del Presidente Nicolás de Piérola, y semejante miembro del tradicionalista Ricardo Palma, de esta manera se convirtió en el pionero de la radiología no sólo en el Perú, sino en toda Sudamérica.8

La Resolución Suprema del 19 de junio de 1897 lo nombró como profesor titular fundador de la cátedra de Ginecología, tal designación tuvo gran trascendencia, ya que pudo compartir con los alumnos sanfernandinos todos los avances quirúrgicos y tecnológicos traídos desde Europa, que poco después serían puestos en práctica por estos futuros médicos, con el subsiguiente beneficio para la salud pública del país. La Sociedad de Beneficencia Pública de Lima cedió unos ambientes del Hospital de Santa Ana para que allí se construyera el quirófano y los ambientes adyacentes necesarios para el dictado de la nueva cátedra, tal construcción se hizo, en gran parte, con el dinero que donó Carvallo de su propio peculio.21

Aquel quirófano debe considerarse como el primero que se instaló en nuestro país cumpliendo con las especificaciones técnicas de la cirugía moderna, antes de su existencia las condiciones en la que se operaba en nuestros hospitales solían ser precarias, lo que significaba un gran riesgo para la salud y la vida de los pacientes, incluso muchos cirujanos preferían operar a su clientela particular en los domicilios de cada doliente. Allí se practicaron por primera vez las medidas de bioseguridad en la cirugía, tales como el lavado obligatorio de manos, el uso de mascarillas y guantes, y la

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esterilización de los instrumentos y materiales, asimismo se introdujeron diversas técnicas inéditas hasta entonces en el país.22

Falleció en la ciudad de Lima el 10 de marzo de 1920, confortado por el cariño familiar que supo forjar durante tantos años. Al momento de su muerte, faltaba poco más de un mes para que cumpliera los 67 años de edad.

Cirugía en la República: Inicios de Siglo XX

Al iniciar el siglo XX, podemos ver el desarrollo de distintas ramas de la cirugía, así como la llegada de mejores en las técnicas y procedimientos quirúrgicos a nuestro país. Esto se puede notar cuando el periódico La Crónica Médica de los años 1884, otoño publica el eminente doctor Almenara Butler instando a la sociedad Peruana, y al Estado mirar la falta de cirujanos militares preparados, como se realiza en Europa, entiende que no son suficiente médicos sabios sino que las circunstancias nos insta a operar riñones, a probar injertos de orejas, pleura, peritoneo, para proteger a los soldados que cuidan a toda la sociedad. 18

Se evidencia también el desarrollo de la Cirugía Plástica en el Perú, después de las incontables guerras de caudillos y sobreponiéndose a la guerra con Chile, por los años 30.

Entre los pioneros peruanos hallamos a Eulogio Colichón que se encarga enseñar Cátedra de Anatomía en aquella época pero no existió un estudio organizado de la Cirugía plástica, así que Dr. Colichón se preparó solo autodidácticamente y desarrolló muy buenas maniobras en cirugía con la tibia de animales, zoo injertos y utilizo ovarios de cabrito, así mismo desarrollo cursos y congresos con el fin de enseñar y motivar a sus discípulos en su practicas quirúrgicas, además usar técnicas que disminuían considerablemente la retracción de los tejidos que iban a ser trasplantados.

El doctor Vélez Diez Canseco, es otro de los distinguidos pioneros en la cirugía peruana. Tras de realizar sus estudios en Buenos Aires como discípulo del doctor Ivanisssevich, regresa al Perú y funda el primer servicio organizado de cirugía plástica, después como presidente de la Sociedad de La Cirugía Peruana y jefe de servicio en el Hospital del Obrero, enseña a discípulos como R. Rosas, Manuel Carrión. Además desarrolló la investigación en el Perú por la que en su carrera médica innovó en tres técnicas: dermolipectomia abdominal, homoinjerto osteocartilaginoso nasal de platirrinos y el tratamiento de la ginecomastia.

En el caso de la elefantiasis, una enfermedad que asediaba a las personas en el s. XX, deterioraba su aspecto físico, es por ello que el doctor Roger Pinillos, gracias a su técnica de arenillamiento linfático, pudo remediar varios casos de estos, fue así que como obtuvo la oportunidad de viajar a Buenos Aires y a su regreso se dedicó con pasión y entusiasmo a la cirugía estética de nariz con el refinamiento del borde alar.

El eminente Doctor Felipe Plaza desarrolló en Odontología la cirugía maxilofacial, además en el Instituto de Neoplásicas, innovo la cirugía neoplásicas para extraer los

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tumores faciales y nasales, además ha sido de los primeros en usar la inmovilización inmediata por medio de clavos metálicos en las fracturas del macizo facial.

Posteriormente la cirugía dio unos de sus pasos adelantados gracias al doctor Antonio Icochea que realizo cirugía de la piel sin sutura con el uso de esparadrapos en forma de U, uso de la anestesia en conjunto con la penicilina y novocaína, resección del queloide y despigmentación de la piel con métodos abrasivos.

Otro tema de importancia al inicio del siglo XX era la impotencia sexual masculina que en aquel tiempo era solucionada con el méto do de Beheri, esta fue modificada para una mejor aplicación por el doctor Rafal Rabinovich cuyo enfoque científico del problema resulto en un mejor tratamiento de la impotencia sexual.

En la construcción de la Cirugía peruana, en su afán de mejorar técnicas para beneficio de pacientes, el doctor Alberto Carrión Vergara, tras sus viajes a distintos países del Mundo, recolectando técnicas quirúrgicas y después de su posgrado en Montevideo, regresó al país para ejercer en el departamento de Cirugía del Hospital del Niño y el Hogar Clínica San Juan Bautista, dejando sus aportes a la sociedad peruana.

Casi cercano a nuestros tiempos, el doctor Hildebrando Landazuri, después de especializaciones en Europa ejerció sus labores en el Servicio de Cirugía Plástica en el Hospital del Obrero.19

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