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Jauja 23 (Noviembre 1968).pdf

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  • Yo sal de mis puertos, tres galeras a vela Y a remo, a la procura de la Isla Afortunada Que son 200 islas, mas la flor de canela De todas, es la incgnita denominada JAUJA Ignota, impervia al paso de toda carabela La don el Rey de Rodas a su primo el de Len. Solo se alcanza al precio de naufragio y procela Y no la vieron Vasco de Gama ni Coln. . .

    DE PIE BOLETIN D E L SINDICATO DE ESTUDIANTES UNIVERSITARIOS

    DE SANTA FE

    S E U S

    Precio ejemplar $ 50, Suscripcin ordinaria 280, Suscripcin de Honor 500,

    Sale de Abril a Octubre de 1968

    Cheques o giros: MANUEL E. GARCA Casilla de Correo 187

    SANTA FE

  • JAUJA Revista Mensual de Inters General

    N? 23 NOVIEMBRE 1968

    Registro Nacional de la Propiedad Intelectual N? 923.068

    DIRECTOR : Leonardo Castellani CODIRECTOR : Amlcar Renna

    CONSEJO ASESOR: R. P. Amancio Gon-zlez Paz - Dr. Carlos Stefens Soler - D. Bruno Jacovella - Dr. Juan Pablo Oliver -Dr. Federico Ibarguren - Dra. Ignacia Mo-yano - Dr. Jorge Martorell - D. Juan Ma-rio Collins - D. Dalmiro Atienza - D. Hilario Lafuente

    ADMINISTRADOR: Cruz y Fierro

    DIRECCION Y ADMINISTRACION: Avenida de Mayo 560, 5?, Of. 6 Caseros 796, 5, E.

    T. E. 34- 1934 T. E. 27 - 2500

    o o S ~ w H -I g g S O n H o 2 < W u

    Franqueo Pagado Concesin N? 2668

    Inters General Concesin N? 8166

    SUSCRIPCION: Anual (12 nmeros) $ 2.000.-

    Exterior: 9 dlares Semestral: $ 1.100.- Exterior: 5 dlares Ejemplar : $ 200.- Exterior 1 dlar Nmero atrasado: $ 220.-

    S U M A R I O

    Pg. DIRECTORIAL 3 EL OTRO BAUDELAIRE 6 MIGUEL ANGEL SPERONI . . . . 11 CARTAS A NUESTRA NACION . 18 UNA MAESTRA REPUDIADA .. 23 LA "HUMANAE VITAE" 26 REFLEXIONES PESIMISTAS .. 30 LEIDO PARA USTED 37 PERISCOPIO 42 SOBRE EL APOKALYPSIS . . . . 48

    Dra. IGNACIA MOYANO Abogado

    San Martn 551, Depto. 70 Telfono 32-6260

    Consultas: de 18 a 20 horas

    BUENOS AIRES

  • Conoce Ud. ...

    . . . Las razones por las cuales filsofos y escritores apoyan la guerra?

    . . . Las razones que invocan quienes son sus detractores?

    . . . Cul es la influencia en los medios de comunicacin, desde el ju-glar hasta la televisin?

    . . . Cul es la influencia de los factores econmicos en la guerra?

    . . . Cmo influye la guerra en la economa de las naciones?

    . . . Cmo acta el individuo ante la guerra; siente el impacto de lo militar?

    . . . Cmo actan los poderes democrticos ante la guerra?

    . . . Si es realmente antimilitarista el comunismo? Lo fue Stalin? Lo fue Trozky? Pensamiento y accin militar de sus jerarcas.

    . . . La actitud de los partidos polticos frente al hecho militar? Docu-mentacin sorprendente al respecto.

    . . . Por qu salen de los cuarteles los militares?

    . . . Por qu los militares toman el Poder Pblico?

    . . . Cules son las razones de los polticos al golpear las puertas de los cuarteles ?

    . . . Los organismos de gobierno que controlan los militares cuando un pas est en guerra?

    . . Corno actan los militares en la educacin? En los ciclos secunda-rios? En la Universidad? Sus planes, sus estudios, sus objetivos?

    . . . Cul es el objetivo militar en los planes de gobierno?

    . . . Cul es la relacin industria y ejrcito?

    . . . Cmo opinaron de la guerra y de los militares: Clausevitz, Concep-cin Arenal, Scalabrini Ortiz, el General Rodrguez, Jos Luis To-rres, y muchsimos hombres de gran actuacin pblica y de distinto origen y orientacin mental?

    . . . La opinin sobre la guerra de los Padres de la Iglesia?

    . . . Si es lcito MATAR? Cundo? Cmo? S? No? Todos estos interrogantes y muchsimos ms, tienen respuesta en

    LOS QUE TIENEN LAS ARMAS, el estudio sociolgico ms completo en el campo militar, donde su autor ha dado el enfoque ms integral y serio a un tema cuya vigencia es REAL y PERMANENTE.

    O R G A N I Z A C I O N S A N JOSE S. R. L. CAPITAL m?n. 300.000.-

    ALSINA 1760 - PISO V - OF. 5 T. E. 46-2107

  • DIRECTORIAL

    Pobre Patria. No se ve remedio prximo a sus grandes ma-les ocultos o manifiestos. Nuestra nica estrella es la opinin pblica, consciente ms y ms; y la constancia y lucidez de muchos jefes patr iotas; por desgracia aislados o divididos entre s.

    El remedio no puede ser solamente poltico, tiene que em-pezar por ser religioso. Esto no implica que deban cesar de hacer la (posible) poltica los que deso tienen vocacin.

    Para el 12 de Octubre se proyecta una gigantesca peregri-nacin al Santuario de la Madre de Dios en Lujn ; y el mes de Noviembre se celebran dos fiestas de Mara Santsima.

    Queremos cumplir hoy una promesa nuestra a San Alfonso Mara de Ligorio, gran adicto a la Pursima, de escribir algo sobre ella.

    En las Misas Comunes de la Virgen hay un "Tracto" que llama la atencin: "Sancta Dei Gnetrix, cunetas hareses sola interimisti in universo mundo" : Santa Madre de Dios, t sola has matado todas las herejas en el mundo universo. . .

    Mara Santsima no fue teloga ni doctora de la Iglesia. Si se dijera por ejemplo de San Agustn, dara en la tecla; aun-

    que siempre sera exagerado; pues San Agustn no mat todas las herejas ni en vida, ni despus con sus libros; al contrario algunas herejas se apoyaron en sus libros, como la luterana, la calvinista y la jansenista. Por qu produce la Iglesia esa ex-traa afirmacin "Mataste todas las herejas", que no parece verdad ?

    Dos razones se nos ofrecen: Una, que todas las herejas han sido adversas a Mara San-

    tsima, desde Nestorio que, siguiendo a Arrio, neg en el siglo V que ella fuese madre de Dios, hasta el actual progresismo o modernismo que sugiere lo mismo, llamndola capciosamente "Madre de Jess"; como lo hace el nuevo o novelero o nuevo-

  • lero Catecismo Francs, siguiendo segn creemos a otroquetal Catecismo Holands; que por no decir "Madre de Dios" supri-men el Avemaria. Entre estos dos, todas las herejas, que son innmeras, o han intentado rebajar a Mara o han callado acer-ca della; y tenemos ante los ojos la 4a. Gran Hereja, el Protes-tantismo, que suprimi airadamente el culto de la Graciaplena, tratndolo de idolatra; mientras al mismo tiempo los espaoles aqu en Amrica plantaban ms imgenes de Mara que todas las que quemaron en Alemania e Inglaterra los herejes.

    Hay una sola hereja (que yo sepa) que tom el nombre de Mara: los "mariavitas" polacos, que al principio deste siglo contaron en Polonia un milln de adeptos; mas era mejor que no lo hiciesen, pues tomaron el nombre de la Virgen sin Mancha para profanarlo con idioteces^ blasfemias e indecencias. San Po X los conden en 1910, los llamados Viejo- catlicos suizos los excomulgaron en 1924 y actualmente los bolches los han hecho desaparecer. Fue fraguada en 1906 por un sacerdote apstata, y una monja ms loca que una cabra; la cual pretenda la Virgen se haba encarnado en ella que no tena nada de virgen.

    La 2a. razn y causa de la primera es que la Santsima Vir-gen por su sola presencia rebate todas las herej as; como si di-jramos que solamente una imagen de la Virgen hace temblar o rechinar a los herejes, como hace temblar a los demonios en los exorcismos ; pues parecera en ellos que la invocacin a Mara les hace ms efecto que la misma invocacin a Cristo o a la San-tsima Trinidad. . .

    Lo que pasa es que todos los dogmas cristianos como que convergen y van a centrarse en Mara Santsima; pues en efecto

    a ) la Inmaculada Concepcin supone el Pecado Original, la base de toda la Dogmtica catlica;

    b ) la Encarnacin de Cristo en y por Mara' expresa la Re-dencin, el otro dogma central correlativo al del Pecado: "qui propter nos hmines et propter nostram salutem descendit de coelo et incarnatus este de Mara Vrgine dice el Credo de Ni-cea, que SS. Pablo VI recit y glos das pasados. Me hicieron sa-ber que un sacerdote porteo dijo desde el plpito que no ha-

  • * bra que llamar "Redentor" a Jesucristo. Si eso es verdad, a ese cuitado tendra que salir a defenderlo Snchez Viamonte.

    c) finalmente, la fiesta de la Asuncin de Mara a los cielos simboliza la resurreccin de la carne; y de aadidura, la infali-bilidad del Papa.

    La resurreccin y asuncin de Mara a los cielos es hoy da un dogma de fe definido. El supone la inerrancia del Papa; por-que no hay una palabra acerca dl en la Escr i tura: el hecho ha sido conservado por la Tradicin, y refirmado por la autoridad del Pontfice.

    Si nuestro pas, medio descristianizado, y presa de politi-queros y de herejes y pillastres, ha de ser salvado, lo ser por su permanente devocin a Mara Santsima, y la intervencin benvola de la Patrona de Buenos Aires y del pas todo, vene-rada en Lujn, y en diez santuarios del Interior.

    Cualquier accin poltica sana entre nosotros deber co-locar a su cabeza a la Madre de Dios, vencedora de todas las he-rejas y exorcista de los demonios todos.

    Carlos A. Disandro lo ha dicho en su Oda a Mara, propala-da por la SUDI, estudiantes catlicos de Ingeniera.

    ... Y en este soplo de los hombres Imagen de tu soplo En este ardor que vence sin codicia Como tus lgrimas y gestos En este pliegue vivo de la carne Cado sobre el suelo de la patria Elvase la cumbre de un llamado El pursimo don de un grito antiguo Herencia de tus lmpidas edades, En la splica: SALVANOS MARIA

    A F O R I S M O S Los 50 aos son la adolescencia de la vejez: hay que procurar

    que dure. El amor llama a las puertas de tu corazn? Seal que no

    tienes corazn. El corazn no tiene puertas. E L U T E R O

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    EL OTRO BAUDELAIRE"

    De pie frente a los tiempos Igual que otros hroes espirituales Con una corona sangrienta. S. G.

    La falsificacin es una planta diablica que crece exhuberante en la civilizacin burguesa! Se adulter y se tergiversa la religin, el arte, el Estado, la historia con la finalidad de justificar un estado de cosas el rgimen liberal-burgus producto de los intereses de sus usufruc-tuarios. Ya Salvador M. del Carril en su carta a Lavalle dio precisas r.ormas en un sentido, entre nosotros. De all la importancia de no ce-irse a los dogmas estereotipados que nos legaran los escribas de la supersticin democrtica y la necesidad de la revisin de sus juicios, supuestamente inconmovibles.

    Con Charles Baudelaire la internacional burguesa-marxista aplic la vieja receta que tan buenos resultados le diera y an le d. Nos ven-dieron la imgen del poeta negro y maldito, escamoteando su faceta de lcido pensador poltico y religioso y cuyas reflexiones poseen perma-nente actualidad.

    No inauguramos nosot^ la revisin de la obra del Dante francs, como lo llamara Barbey D'urevilly. Ilustres escritores catlicos como Charles du Bos, Jacques Rivire, Jean Massin, Stanislas Fumet, Jean Jouve y otros, han rescatado a Baudelaire de la cinaga luciferina en que liberales y marxistas han pretendido colocarlo. Nuestra tarea con-sistir, simplemente, en traer aqu algunas flores del bien del vasto y hermoso jardn baudelairiano, pruebas concluyentes de que Poesa y Verdad marchan indisolublemente unidas. ( ' ) De la oracin:

    Decir todas las maanas mi oracin a Dios, fuente de toda fuerza y justicia.

    Hazte, pues, a los goces de una vida ardua, y reza, reza sin tregua. Oracin : caridad, sabidura y fuerza. El hombre que dice sus oraciones a la noche es un capitn que ins-

    tala centinelas. Puede dormir tranquilo.

    1 ) Los textos de Baudelaire han sido extradbs en su totalidad de Cohetes y de Mi Corazn al Desnudo, publicados en Obras de Charles Baudelaire, edi-tadas por Aguilar en 1961, cuya traduccin pertenece a Nydia Lamarque.

  • Darme fuerzas para cumplir inmediatamente mi deber, todos los das, y llegar a ser as un hroe y un Santo. (Con claridad expone el poeta su fe en el gran poder de la oracin

    lazo unitivo que comunica el espritu con el Espritu.)

    De el hombre arquetpico: Qu es el hombre superior? No es el especialista. Los nicos grandes entre los hombres son el poeta, el sacerdote y

    el soldado. El hombre que canta, el hombre que bendice, el hom-bre que sacrifica y se sacrifica. (Por supuesto que estas reflexiones no coinciden con la opinin de

    los expertos de la UN, OEA, etc., ya que ellos propugnan el hombre del mostrador como paradigmtico. Sobre todo si es ejecutivo, con gran ejecutividad para vender su pas, razonable comisin por medio.)

    De los protestantes: Los pases protestantes carecen de dos elementos indispensables pa-

    ra la felicidad de un hombre bien educado: la galantera y la de-vocin.

    Glorificar el culto a las imgenes (mi primitiva, mi grande, mi ni-ca pasin). (Los freudianos, por esta ltima frase, han(/ calificado a Baudelaire

    de fetichista. Los progresistas protestantoides de preconcilir. Como Dios ha dotado al hombre de la capacidad de manifestar su origen a travs entre otras cosas, de las artes plsticas, en tren de calificar a nuestro autor' diremos que es catlico, apostlico y romano.)

    Del progreso: La creencia en el progreso es una doctrina de perezosos. Slo puede existir progreso (verdadero, es decir, moral) en el in-

    dividuo y por el individuo mismo. Para que existiera la ley del .progreso sera menester que cada uno

    quisiera crearla; es decir, que cuando todos los individuos se de-diquen a progresar, entonces y solamente entonces la humanidad progresar.

    Teora de la verdadera civilizacin. No reside en el gas, ni en el vapor, ni en las mesas de tres patas, sino que reside en la disminu-cin de los rastros del pecado original. (La estpida religin del progreso tuvo y tiene an adeptos. Entre

    nosotros Alberdi y Sarmiento fueron sus obispos pero la realidad se en-carg de desautorizarlos ya que el progreso efectivamente se oper en las arcas del capitalismo internacional y no en nuestra patria. Al me-nos que los testaferros sean sus propietarios liberales, es decir, abso-lutos. La Alianza para el Progreso denota en su nombre la falta de ima-

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  • gi nacin del imperialismo para encubrir la misma mercadera con el manido envoltorio. Pese a ello obtiene los resultados deseados.) De los burgueses:

    Si un poeta solicitara del Estado el derecho de tener algunos bur-gueses en su caballeriza, todos se quedaran atnitos; mientras que si un burgus pidiera poeta asado, lo encontraran muy natural.

    Emerson ha olvidado a Voltaire en sus Hombres representativos. Hubiera podido hacer un lindo captulo titulado : Voltaire o el an-tipoeta, el rey de los bodoques, el prncipe de los superficiales, el antiartista, el predicador de los porteros, el to Cigea de los re-dactores del "Siglo".

    El comercio es, por esencia, satnico. Yo odio el oro, como vosotros odiis a Dios. Ser un hombre "til" me pareci siempre algo muy repugnante. Los abolicionistas del alma (materialistas) son necesariamente abo-

    licionistas del infierno; en lo cual estn seguramente interesados. Por lo menos, todos son gente que tienen miedo de revivir; pere-zosos. (El tipo humano representativo de la sociedad fundamentada en

    el rendimiento econmico, y sobre todo de su aprovechamiento, es el burgus. El poeta, el santo, el hroe, el poltico deben supeditrsele. Hasta que surja la fe religiosa contra la razn formal; la raza contra la racionalidad encaminada a un fin concreto; el honor contra la ga-nancia; la unidad contra la integracin individualista; la virtud marcial contra la seguridad burguesa; el pueblo contra la masa. Por ello com-partimos la declaracin de guerra de nuestro autor al burgus y a los valores que ste simboliza, y creemos con Spengler que la sangre ven-cer al dinero.) De los judos:

    Hermosa conspiracin que podra organizarse para el exterminio de la-raza juda. (Esta frase le vali a Baudelaire el odio de los judos enterados.

    Ello nos parece extrao ya que el poeta se refiere en ella a la raza juda que no existe las razas las invent Hitler, y no hace referencia en sus intenciones genocidas a las personas de religin juda que s existe de acuerdo al Sr. Garca Venturini. Consideramos por consiguiente, in-justificada la grima judaica de religin contra Baudelaire ya que ste quiere eliminar la nada, diversin un tanto excesiva pero, que pue-de permitrsele a un poeta.) De las formas de gobierno :

    No ha}' gobierno razonable y seguro, como no sea el aristocrtico. Monarqua y repblica basadas sobre la democracia son igualmen-te dbiles y absurdas.

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  • Lo que pienso del voto y del derecho al sufragio. De los derechos del hombre.

    Las naciones slo tienen grandes hombres a su pesar. (Nuestro autor percibi con claridad lo que significaba la tan ca-

    careada democracia: el gobierno de los democrticos o sea de las mi-noras burguesas que desde 1789 ocuparon el Estado y lo utilizaron efi-cientemente en su provecho. Del voto censal se pasara ms tarde una vez controlados los medios de ocupacin de masas como se los llama ahora al sufragio liberal en el poder. Y cuando el resultado loteril no llenaba sus expectativas se recurra al expediente de la anulacin de acuerdo a las leyes vigentes para tal evento. Al parecer este instrumento ideado por la burguesa sera dado de baja en Sudamrica por haberse disparado varios tiros por la culata.

    (Aristteles defini a la aristocracia como el gobierno de los me-jores. Son los que por su capacidad poltica poseen lask condiciones ne-cesarias para el ejercicio del mando comunitario por encima de las fac-ciones y antagonismos que se originan en toda sociedad. Actualizan las potencias de la misma y la p r o y e c t a n hacia su destino histrico de acuerdo con las tradiciones pasadas. Conciencia, mando y sntesis que encarna el monarca en toda comunidad bien organizada como quera Baudelaire. Pero eso era antes de 1789, despus los mercaderes y sus sirvientes ocuparon el Estado. El poeta aora las gloriosas pocas de su Francia monrquica y de sus grandes hombres. Nosotros lo com-prendemos porque tambin cmo te extraamos Don Juan Manuel de Rosas!) De los demcratas

    Veuillot es tan grosero y tan enemigo de las artes que se dira que toda la democracia del mundo se ha refugiado en su seno.

    Es fcil adivinar por qu los demcratas no gustan de los gatos. El gato es hermoso. (El identificar grosera, fealdad, estupidez con democracia consti-

    tuye un nuevo aporte para ser utilizado con mayor precisin dado el desgaste que han sufrido algunos de sus sinnimos. Para mentar algo o alguien idiota o sucio podemos decir ahora directamente que es de-mocrtico.) De la publicidad :

    Inmensa nusea de los anuncios. (Ya el poeta en su siglo percibi la trampa de la publicidad que

    para hacer codiciado el producto que quiere vender, cualesquiera sea, estimula los instintos del hombre desviador-por la Cada. Charles tuvo la suerte de no tener que sufrir a la TV y a la propaganda subliminal que progresivamente idiotizan a los pueblos convirtindolos en dciles rebaos de los detentadores de los medios de comunicacin.)

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  • De la prensa: No comprendo que una mano pura pueda tocar un peridico sin

    una convulsin de asco. Y es con ese asqueroso aperitivo con que el hombre civilizado acompaa su comida de cada maana. (La mentira llevada a su mxima perfeccin se encuentra sistema-

    tizada en el llamado cuarto poder. Los fueros excepcionales de que go-za la prensa respaldada por entidades internacionales de filosofa e in-tereses bien definidos nos indican a las claras la situacin patolgica de las sociedades modernas. La "libertad de prensa" uno de los "inmor-tales principios del 89" significa la libertad para engaar y comerciar con las miserias humanas impunemente.)

    * * *

    Las breves citas que hemos transcriptos del discpulo de Poe y De Maitre no agotan, por supuesto, la ingente fuente del pensar baudelai-riano. El Baudelaire profeta apocalptico merece un trabajo aparte. Pe-ro creemos qu esta pequea muestra es valedera para ubicar al Dante francs en su atntica posicin sobre los eternos problemas del hom-bre que hoy como siempre, para su solucin, debe dirigirse! como el poeta:

    Al Cielo, en que sus ojos ven un trono traslcido Sereno alza el Poetaj sus dos brazos piadosos. . .

    (Bendicin) ADOLFO DANTE LOSS

    A F O R I S M O S $ Las heridas en el amor son las ms graves de todas: rompen

    los resortes del vivir. 9 Nunca se puede perdonar bastante; pero s se puede olvidar

    demasiado. Lo ltimo que hace Dios es destruir; y eso que tiene todos

    los derechos. Uno est obligado a decir la verdad; pero gracias a Dios no

    est obligado a convencer de ella a los necios. La felicidad comienza a adquirirse cuando uno renuncia a ella. La limpieza es antes que el perfume: ser humano es antes

    que ser santo. E L I U T E R O

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  • L *

    Je

    PRIMA FACIE Ni grabador, ni cuestionario previo, ni casi notas. Creo en aquello de

    Ganivet: si algo se nos olvida es porque no mereca ser recordado. Y despus de todo yo no vine a preguntar, vine a contestar, me digo mien-tras toco el tiembre.

    Speroni me ha citado en su domicilio a una hora desusada: las nue-ve de la maana de un da sbado. Aclaremos: desusada para m, Spe-roni suele estar en pie desde las seis.

    Converso un rato con Miguel Luis, su hijo mayor. (Hay otros tres: Pablo, Javier y Alejandro, cuya presencia a veces se ve, a veces se es-cucha). Miguel Luis es un muchacho despejado y comunicativo, de unos diecisis aos. Buen introductor. Hablamos de trivialidades. Despus, Speroni.

    Es alto, robusto, afable. Sin esa propensin, tan nuestra, a la so-lemnidad. Viste de "sport": chaqueta gris, pantaln oscuro. Su aspecto, es evidente, le preocupa. Elegante; pero hay que mirar dos veces para notarlo, como debe ser. Adems se parece mucho a alguien; no puedo precisar a quien.

    Se sienta en un sof, de espaldas al sol que entra por la ventana. El ruido de la calle queda catorce pisos ms abajo. Enciende un ciga-rrillo negro, nacional. Me ofrece.

    Sobre la mesa que nos separa, un diario con grandes titulares anun-cia en ingls que la situacin checoslovaca empeora. Creo que espera de m la inevitable pregunta sobre este feo asunto. Sera lo natural, Spe-loni conoce bien el problema. "Hasta lo ha anticipado en algn escrito suyo.

    En cambio hablamos de la poesa de Alejandro Blok, el simbolista ruso cuyo poema "EN EL CAMPO DE KULIKOVO" ha traducido para la antologa "El canto a lo Sagrado". SPERONI CONDECORADO POR LOS COMUNISTAS

    Despus, como no, dialogamos sobre su "best-seller", "LA VIDA CO-TIDIANA EN LA URSS ACTUAL", ese libro que tiene a los comunistas indgenas al borde del patats.

    Quiene y los Cuando

    Miguel Angel Speroni

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  • As se lo digo. Speroni alza las cejas divertido. Entonces caigo: la parte superior de su cara nariz, ojos, cejas, pelo es la de Vittorio de Sica, el actor italiano. Un De Sica que hubiera engrosado ligeramente.

    "Si, La Vida Cotidiana ha inquietado a muchos", dice. Sale de la habitacin y vuelve al rato con un ejemplar del libro al que le han arran-cado rabiosamente las hojas y desgarrado las tapas. "As lo encontr en la Librera Perlado (donde suelo reunirme con mis amigos), don Eduardo Zamacois. Es que los bolcheviques temen ms que nada en el mundo el que se los combata con ideas. Que puedan escribirse libros contra ellos los enferma y los saca de las casillas. Entonces hacen cosas -ribsurdas, como esta".

    Contempla el ejemplar mutilado y concluye, entre bromas y veras: "lo guardo como una condecoracin".

    ENTRE TOLSTOY Y ALBERDI Se produce un silencia, Tolstoy, bueno, un busto de Tolstoy, nos

    observa desde la biblioteca (ojos astutos, de "mujik", bajo las cejas enormes). El conde-campesino es una de sus admiraciones / 'por su bs-queda de un estilo sencillo y profundo a la vez". No le son ajenos Dos-oievski "y su concepto de la novela como cosmos". Tambin ("y siem-pre") Montaigne y el humanismo del siglo XVI, "con su aceptacin de la condicin humana en su totalidad". Y Stendhal. Y el enorme Balzac.

    Argentinos? S, tiene sus preferencias y afinidades entre los con-temporneos "y ya me las dir extensamente", pero no ahora, pues "no quiere ser injusto olvidando a nadie". Muy diplomtico.

    Entre los clsicos, Alberdi, a quien considera "el ms capaz de los argentinos del 38; el que en medio del caos poltico represent la cla-ridad y la lucidez".

    Alberdi le fascina ("le sugiero releer con mucha atencin sus Estu-dios Econmicos", recomienda).

    Y Lucio V. Mansilla. Natural. En Speroni hay un ironista que quizs deba algo al sobrino de Rosas .(Un botn: "Las suecas tienen la inocen-cia elemental de Eva despus de haber liquidado a Adn". Otro: "Plaza del Congreso, o mejor, Plaza Lorea: ese Pensador de Rodin, qu de importante puede estar pensando un sujeto que hace tanta fuerza en el acto de pensar? A lo sumo, Palabras Cruzadas").

    TOCAMOS EL BAYAR Un estante ms abajo del busto de Tolstoy hay una figura de por-

    celana, representa a un campesino ucraniano tocando una especie de acorden (el "bayar", me ilustra). Adems muchos libros sobre el mun-do ruso, algunos como las Obras Completas de Dostoievski en su idioma original.

    Otra vez estamos en tema: "En Rusia, me est diciendo ahora, uno no se puede sentir turista, aquello obliga a una toma de posicin inme-

  • cliata, se acepta o se rechaza". Y usted, acepta o rechaza? La pregunta es deliberadamente ingenua. La respuesta no tanto: "Entre el Paraso Comunista y el Infierno Capitalista ya eleg y me quedo con este ltimo. Nadie est libre en su! juventud de dos peligros: el marxismo y las ve-nreas. Para stas, los antibiticos son a veces eficaces; para el marxis-mo slo hay una cura eficaz: haber vivido en el mundo comunista por lo menos dos aos seguidos".' Y el ruso? "El ruso es extremista en va-rias direcciones. Puede io mismo un Gagarin que un Smerdiakov; lle-gar a la luna en un vuelo sin precedentes que amontonarse con otros en una covacha ftida. Se humilla fcilmente, pero con la misma facilidad se yergue con un sentimiento de orgullo demonaco".

    Nadie puede predecir el futuro del bolchevismo, sin embargo: "Hay una palabra RAZLAYITZA, que significa podrido, echado a perder. An-tes se la empleaba para designar tanto a los Juliganes (patoteros), como a aquellos soviticos que se dejaban tentar por Occidente. Hoy ha sufri-do una curiosa y significativa evolucin, el pueblo ruso la emplea para aludir a los miembros del Partido".

    EL BQRA Y LA TARANTULA Desde La Vida Cotidiana, la conversacin ha venido derivando por gra-

    dos a recalar en su ltima obra publicada: "EL BORA Y LOS GENDAR-MES". Libro tal vez escptico. Escptico sin duda. Pero en modo alguno negativo.

    Va de suyo que se trata de un libro de ensayos polticos, gnero tan poco cultivado entre nosotros. Pero contiene verdades que exceden lo meramente poltico. Speroni me lo defini as: "Es una obra de an-lisis y a la vez de sntesis. Puede ser perturbador para los espritus dbiles, pero para los fuertes es un tnico".

    En "El bora" hay un captulo dedicado al surrealismo. All se alude a una experiencia personal del autor, un poema de extrao ttulo: "LA TARANTULA".

    ".-. .un ocultista, un esotrico, me dijo una vez con aire distrado: su cuerpo astral, Speroni, abandon por un momento su cscara y escribi La Tarntula. . . (enciende un cigarrillo y retiene el fsforo en Jos dedos, hasta casi quemarse las uas) . . .todava estoy pensando si el ocultista no tuvo razn".

    Agrega, ms verosmilmente: "En realidad, ese poema represent la liberacin por medio del arte, de una dolorosa crisis personal".

    Aos oscuros. Crisis. Quien est libre de eso que arroje la primera piedra. Por una rara asociacin-de ideas termino por querer saber qu representa la felicidad para Speroni. Contesta: "La felicidad, para m, consiste en hallarse siempre? en estado de ser agradablemente desilusio-nado". (Jurara haber visto por sobre su hombro, la cabeza calva, los, bigotes lacios y la mirada tristona del seor de Montaigne. Pero no me crean demasiado).

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  • INTERMEDIO CON SOL Promedia la maana. Se pone en pie y propone salir a estirar las

    piernas. Hace fro afuera?, pregunta. (En el perchero se alinean cuatro, cinco sobretodos. Fugazmente entreleo en una percha nosecunto Hil-ton). Al contestarle que ms o menos, opta por un abrigo liviano, color canela. Bajamos a la calle. En la esquina de Santa Fe y Laprida se de-tiene para intercambiar saludos y sonrisas con una seora rubia y ele-gante. "Es la actriz Diana Ingro", aclara innecesariamente.

    Hace un rato me ha dicho: "Me gustan los halls de los grandes hote-les, los aeropuertos, las estaciones de ferrocarril, releer La Biblia y Mon-taigne, comer uvas, a veces sandas y sentarme en las mesas de los bares de las grandes ciudades, "just for watching", a ver pasar la gente". Lo que ms le disgusta?: "Las plumas, el polvillo y los gritones". Lo que lee en estos das?: "I lettere dei Machiavelli". Y a los doce aos?: "Nun-ca le un cuento de hadas. Y los argumentos se me olvidan siempre (la causa la dejo a cargo de los sicoanalistas). Le la Ilada y la Odisea en las viejas ediciones de Araluce y, clandestinamente por supuesto, el Arte de Amar, de Ovidio, prefiguracin tal vez de mi futuro "Ensayo sobre el amor". Lo que pensaba del mundo a los veinte aos?: "En esto tampoco creo ser original. Fui, como todo el mundo, tentado por los ex-tremismos, pero hoy me siento legtima y cmodamente instalado en el centro, que es el equilibrio, la madurez, el lugar por donde pasa el eje de la rueda". En plena anarqua colonial le pregunto dnde naci. Respon-de: "En Tucumn". Eso le satisface? "Nada me satisface jams, pero co-mo se trata de un hecho fatal, en modo alguno me desagrada. Lo que s me llena de orgullo es haber tenido una madre, catamarquea, educada en la teora y en la prctica de la decencia y de la generosidad hacia el prjimo. Cuanto ms avanzo en la vida, ms me acerco a ella. Como ella, pocas cosas detesto tanto como la avaricia y todos sus subproductos".

    LAS ARENAS, EL TIEMPO Nos sentamos en una mesa del bar ese de Agero y Santa Fe, junto

    d la vidriera. Mira hacia afuera, a la vereda asoleada. "Este es el barrio de Buenos Aires que ms me gusta; una rara mezcla de Pars y provin-cia argentina. Vea este caf , no parece uno del boulevard des Italiens o Capucine"? Le supongo que s. Prosigue: "Pars o Muecas y 25 de Mayo, en Tucumn; ese es el batido".

    Tambin dice: "Me considero bsicamente escritor. Todo lo dems que he hecho y que hago es para completar el conocimiento de la reali-dad o para vivir. Siempre pens que una buena frmula para m sera ser un hombre viviente y un artista postumo. En 1940 publiqu DIARIO DE UN SOLTERON PENITENTE, Mons. Francheschi me elogi la no-vela en una conferencia y se agot la edicin, en aquellos aos en que el escritor argentino era algo as como un delincuente sin porvenir.

    Usted quizs recuerda lo que le dijo Unamuno a un ministro ar-gentino, que se jactaba de su soltera, sobre la muerte del gallo viejo a

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  • quien le quedan slo dos caminos: la zorra o la cocinera. El personaje de mi novela se casa con la cocinera.

    En 1942, EL ENCUENTRO, una novela sicolgica. Cinco aos ms tarde, en 1947, inicio con LA PUERTA GRANDE un intento de compren-sin de lo nacional a travs de la novela. El libro se desarrolla entre la Primera Guerra Mundial y las vsperas del 4 de junio de 1943. La con-tinuacin se llama LAS ARENAS. Se public en 1954. Abarca los orge-nes y el apogeo del peronismo".

    "Fue un libro inoportuno, dice, uno de esos libros a destiempo. Ya me lo haban advertido algunos amigos caritativos. Tuvieron razn. Hoy sin duda sera mejor comprendido."

    Ahora se parapeta tras una estatua ilustre.y desde all me dispara: "Balzac era catlico y monrquico, pero su genio lo oblig a dar una imagen real de la sociedad en que viva y de sus transformaciones y as debi pintar la creciente influencia del dinero y el ascenso arrollador de la burguesa".

    . . . Lo cual tuvo, entre otras imprevisibles consecuencias, la de trans-ormarlo por una parte en lectura favorita de un cierto judo prusiano llamado Karl Marx y por la otra ganarse el significativo olvido de los discpulos de ste, que acabaron por inventar esa cosa desangelada del realismo socialista, intercalo algo fuera de tema.

    "Salvadas las distancias, yo fui una especie de antiperonista que es-cribi la novela del peronismo. Las cosas han cambiado mucho. Pero en su momento, aquellos personajes en clave. . .". La pregunta se me im-pone: qu personaje de LAS ARENAS es usted? "No soy ninguno de ellos.. . (se distrae un instante mirando unas muchachas que pasan) . . . pero soy cada uno de ellos".

    Ese libro le duele, pienso. Pero no puede renunciar a l. Como si me adivinara: "Cea Snchez, dice, Las Arenas es la mala

    conciencia. Ma y de los dems. Ma y de los dems", repite. Ahora pide ms caf y enciende otro negro.

    MAQUIAVELO EN LA ARGENTINA Usted habl de un ciclo novelstico, contina Las Arenas? "S, hay dos ttulos ms, inditos por ahora, que completan la te-

    traloga : EL VIEJO OFICIO DE SER HOMBRE y RECUERDOS DE AR-GUELLO. Algn da quizs los publicar". Cundo? "No s. Ahora pre-paro un ensayo sobre el poder, para lo. cual me sirvo de la grande y apa-sionante figura de Maquiavelo. En el libro hay un captulo sobre los ma-quiavelistas argentinos. Quiero aclarar que maquiavelista no es quien quiere sino quien puede. Los maquiavelistas son los aristcratas entre ios discpulos de florentino". Y los otros? "Ah, los otros son simple-mente los maquiavlicos, maniobreros que han recogido los mtodos, no la filosofa; los impostores". Como quines?, tanteo. "Lea el libro,

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  • tendr muchas sorpresas; le advierto que he podido dar en mi bsqueda con datos y documentos, algunos sorprendentes". Habr que leer-lo noms. "LA JUSTICIA TIENE DOS OREJAS '

    . . ."No concibo a Mitre sin Rosas, ni a Rosas sin Mitre", dice. En realidad no s como hemos llegado a este punto de la conver-

    sacin. Pero aqu estamos; Speroni dicindome: "Mitre fue la suma de todas las aristocracias: en el intelecto, en el espritu, en las formas"; yo, tratando de no parecer demasiado desconcertado cuando contina:

    Y Rosas( la suma de todas las ortodoxias: la raza, la tierra, el destino". Algo debe ver en mi cara, porque agrega: "Pese a la opinin de us-

    tedes los nacionalistas, Mitre fue un gran historiador. Supo llegar en esta disciplina a lo que slo el genio puede llegar: la distancia ptima entre el autor y los personajes. Su mrito es mayor, por haber sido uno de los principales protagonistas. En cuanto a Rosas, es el autor de uno de los documentos polticos ms sagaces y precisos que se han escrito en este pas: la Carta de la Hacienda de Figueroa, que le escribi a su compa-dre Facundo quizs desde una osamenta de vaca. En esa carta precisa-mente deca don Juan Manuel que la justicia tiene dos orejas. "Trato co-mo puedo de escuchar con ambas los puntos de vista de' Speroni.

    ARGENTINA BICEFALA "Somos un pas bicfalo, dividido desde sus orgenes. Nuestro dra-

    ma es que no se da la sntesis. Tenemos vocacin y aptitud de grandeza, pero medios insuficientes". Adelanto un tpico: subdesarrollados? "Esa palabra pertenece al repertorio de las que me revientan. Subdesarro-llados en qu? Si utilizara la jerga de los economistas tendra que de-cirle que dos causas principales en el orden material han determinado nuestro estancamiento : la vulnerabilidad del sector externo y la inca-capacidad momentnea de autofinanciar nuestro despegue". Para Spero-ni tambin hoy otras causas, ms sutiles; est por ejemplo: "la envidia, vicio universal, que alcanza entre nosotros caracteres de gran agresivi-dad; somos individualmente c a p a c e s , pero nos neutralizamos unos a otros cuando estamos juntos". UNI PATRIOTISMO CRITICO

    Este patriotismo de ojos abiertos, un poco cido, lo ha reflejado Speroni en muchas de las "NOTAS DE AQUI DE ALLA", un indito al que ha subtitulado sugestivamente "APUNTES POLEMICOS". Le he pe-dido que me permitiera transcribir alguno prrafos. Son stos:

    "Test de responsabilidad (o de irresponsabilidad): Bajar en un helicptero, a las siete de la tarde, en Corrientes y Florida. Con los ojos vendados. Tomar de la mano, al azar, a cualquiera que pa-se. Sacarse la venda y preguntarle: quiere usted dirigir una plan-

  • ta atmica? Estoy seguro (si es argentino) que contestar: Cun-to pagan?"

    "Aqu se juega todo y todos juegan: a la poltica, a la cien-cia, al arte, a la religin, al patriotismo, al amor; lo nico a lo que no se juega y se hace bien en serio es Jugar. Somos un pueblo de jugadores. Todo a la ligera, todo con impaciencia, todo sin traba-jo. Riesgos? Nos podemos descoyuntar. Cuando al fin se autoriza, con fines, quizs, benficos, a organizar una corrida de toros, se deja bien establecido que los cuernos sern mochos, estarn trun-cados, sin punta.

    "No le digo que aqu todo se hace en joda, perdn, quise decir, en juego".

    Si fuera por m, seguira copiando para ustedes, prrafos y prra-fos de este libro indito, a ratos sarcsticos, a ratos tierno, a ratos feroz, a ratos esperanzado. Pero no terminamos nunca. Y esto tuvo su comien-zo y debe por lo tanto tener su final.

    Aqu. BALDOMERO SANCHEZ

    Morn, invierno del 68.

    A F O R I S M O S Haber sufrido mucho es conocer muchas lenguas. "No le tengas compasin, l tiene la culpa" Por eso le

    tengo ms compasin. A los potentes de este mundo, lo que dicen los protestantes

    de la Virgen: servicio pero no culto. Por el todo hay que jugar todo; por la vida hay que jugar

    la vida. El que dice luchar siempre, o muere o vence. El que lucha por Dios no siempre muere; y nunca muere

    para siempre. El plebeyo olvida pero no "perdona; el noble perdona pero

    no olvida. Antes era un santo sonso. Ahora he dejado de golpe de ser

    santo y sonso; y comienzo lentamente a ser santo vivo. Cuando una cosa va bien puede acabar bien. La buena suerte existe; para los que saben esperarla, y sobre

    todo, reconocerla. E L U T E R O

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  • /

    acin C a r l a s a n u e s t r a i p o r e l i g n o r a d o c i u J a d a n o

    La Argentina tiene medio milenio. Es-to parecera extrao para quienes creen que una Nacin surge cuando afirma su autonoma, n especial republicana. Pero, en realidad una Nacin surge cuando sus elementos familiares se unifican cons-cientemente y luego institucionalmente. En 1550 el Emperador Romano Carlos V rega el Reino del Per fundado sobre la base de la Monarqua Incaica e incorpo-rado a la cultura de nuestra estirpe por los hombres del Csar. Slo el Papa o el Csar Romano podan crear reinos y co-ronar reyes. Recurdese que Carlos el Temerario breg toda su vida para que el Csar lo hiciera rey.

    El Csar Carlos reserv de stos rei-nos para s y para sus descendientes "de Castilla". Esto no implicaba en absoluto sujecin de ninguna especie a tal reino. Para esa poca, la masa etnicasocial de nuestro pueblo ya estaba unificada e ins-titucionalizada por hombres nacidos a fi-nes del Medioevo y pleno Renacimiento. Recurdese que S'ols vi nuestras costas en 1515.

    Las Regiones del Paraguay, Tucumn, Cuyo, Chile y Ro de la Plata integraban esa Monarqua y tuvieron una vigorosa vida interior. Se construyeron ciudades, se fund una universidad, se t rajeron las leyes cristianas e hispanoromanas. Todas las ciudades fundades por nuestros ante-pasados prosperaron y son hoy las ms importantes. Dominar el yermo y seguir las etapas de los movimientos culturales de Europa vase el auge del Barroco, fundar una vigorosa vida Municipal y asistir a la grandeza de la obra de la Com-paa de Jess ese fue el quehacer de

    las simientes de Nuestra Nacin que era un reino de romano origen e hispano esfuerzo. v i'

    La presencia de europeos de otras es-tirpes ya se acusa en la expedicin de Mendoza-Ayolas-Irala, lo que hace a nues-t ra romanidad. Nuestra Nacin tuvo Rei-no "ms propio" gracias al discutido Car-los IV, quien por desgracia, exacerb el estpido absolutismo de origen extrapi-renaico, extrao a toda tradicin hispa-na, romana y cristiana. Empero la pre-sencia de un virrey, deja bien en claro ^ el carcter monrquico nacional, estatal y autnomo de nuestra tierra. Do hay virrey, all hay un reino. Y virreyes hu-bo en Npoles, Aragn y Catalua, que reinos fueron; el primero hasta mediados del siglo pasado. Y Habsurgo - Borbnico como el nuestro.

    Nada es de extraar que la idea de coronar un prncipe no castellano se es-tudiara seriamente' hasta 1830. Hombres como San Martn y Belgrano la tuvieron "in mente".

    Por otra parte, qu ejemplo de Rep-blicas podan animar a nuestra Nacin? En . esa poca slo existan dos o tres. EE.UU., pas sin prestigio; de iniciacin posterior al nuestro, formado fundamen-talmente por un ncleo de ghettos secta-rios, esclavos negros y un campesinado tosco dominado por comerciantes. Cual-quier estado de Amrica lo superaba, en riqueza, poblacin, cultura y territorio. La otra era Venecia, virtualmente ba jo Aus-tria ; y Suiza, un puado de cantones montaeses rudos y escalistas. Ni hablar de las republiquetas jacobinas surgidas de la Revolucin Francesa. Manchadas de

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  • sangre y horror, fueron devoradas por el monstruo napolenico para recaer en el absolutismo.

    Nuestra "Guerra de la Independencia" fue, en principio una guerra civil de 15 atroces aos. Nuestros manuales de His-toria me dan por ignorado el hecho de existir dos porciones estatales en nuestro terri torio: las Provincias Unidas del Ro de la Plata y la Unin de los Pueblos Li-bres. Mientras se haca la Guerra al Rei-no del Per, vulgarmente llamado realis-ta, de donde habamos surgido institu-cionalmente, se separaba el Paraguay, territorio de donde surgimos cvica y f-sicamente. Y al mismo tiempo arda la guerra civil entre esas dos porciones, gue-rra que luego se hace internacional al in-tervenir Portugal.

    Los cuarenta aos de lucha para man-tener la unidad nacional y la independen-cia frente a las potencias europeas acu-ciadas por el mercantilismo sectario del siglo XIX daaron la conciencia republi-cana humanista que posibilit el ulterior desarrollo y for j nuestra Constitucin poltico social.

    Se habla de los britnicos como los genios del compromiso. En realidad ha-bra que aplicar dicho "mote" a los ar-gentinos. Resistieron el embate de las po-tencias europeas ys aceptaron las masas imigratorias de nuestra estirpe. Con ta-cuara y diplomacia mantuvieron la inlc-gridad territorial, luego de la triste pr-dida de la Banda Oriental por intrigas forneas.

    Rosas derrib un gabinete ingls, y IJr-quiza, no obstante sus compromisos con Brasil, no cedi a sus pretensiones.

    Su constitucin es a la vez unitaria y federal; liberal moderada y cristiana ca-tlica. Su Carta de Derechos no hace si-no afirmar las antiguas libertades y fue-ros y slo coinciden con los enunciados sectarios en los que stos coinciden con la ley natural.

    En momentos en que Europa comienza su gran suicidio, nuestra Nacin inicia su plenitud tnica. En la misma poca en que los Estados Unidos conquista el Oes-te y Rusia la Transcaucacia y Siberia, los argentinos conquistan La Pampa, El Chaco y la Patagonia. Nuestros padres in-migrantes, bravos pioneros del rifle y la

    azada, someten legua tras legua de suelo salvaje, e implantan una vez ms las se-millas de nuestra cultura. Nuestra Na-cin tiene un territorio casi tan extenso como toda Europa Occidental, y tan solo veinte millones de habitantes que la con-trolan. Que ms puede pedirse an! He-mos tenido cien aos de paz, milagro en la historia de la humanidad. Durante esos cien aos, Europa, Estados Unidos y Oriente se vieron envueltos en "Tas confla-graciones ms terribles que presenciara el Mundo. Se cometieron los crmenes ms horrendos de que haya tenido me-moria el hombre. Surgieron el delito or-ganizado, la corrupcin internacional mer-cantilizada, ls totalitarismos ateos, los colonialismos, la idolatra de la tcnica y el dinero.

    Nosotros resolvimos pacficamente, li-bremente, cristianamente, los problemas que podan surgir en cuanto a raza, re-ligin, clase y economa. Logramos un estatus, no ya slo econmico sino hu-mano, social, clido y elevado. Con valen-ta quien sufra miseria supo salir de ella porque nosotros le dimos la mano. Creamos el sentido de recta igualdad le-gal ante la justicia y personal en cuanto a la humana esencia.

    Yerra quien diga que nuestra Nacin es un conglomerado tnico. No tienen Italia, Espaa, Francia, Gran Bretaa, elementos germnicos, clticos, latinos, griegos; y arbigos las tres primeras? Tambin nosotros los tenemos y empa-rentados y conscientes de su nacionalidad argentina en esta cuarta generacin que ha surgido. No hay eslavos en Alemania? Tambin los hay entre nosotros. En ms de una provincia esas vigorosas ascenden-cias constituyen casi la mitad de la po-blacin. Empero es que son razas las llamadas estirpes latino-germana, eslava, celta o griega? En absoluto! Son meros grupos lingsticos. Razas son la alpina, la mediterrnea, la nrdica, etc. . Las naciones europeas son el resulta-

    do de la combinacin de esas razas, y nosotros tambin.

    En cuanto a la diversidad regional y la unidad nacional, francamente, hay ms unidad etnicosocial entre nosotros que entre los pugnaces regionalismos de Ita-lia, Francia, Espaa, etc. Hay gentes

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  • nuestras cuyos padres proceden de regio-nes europeas en donde recin ahora hay recproco cambio. En suma, podramos decir, que, el argentino es el europeo uni-ficado. j Oh Europa, aprende!

    Respecto al grupo americano o indge-na, bien escaso por cierto, hay ms des-cendientes de judos y rabes que de "in-dios". Hay que notar dos cosas. Indios hubo hace tres siglos, salvo los rebeldes marginados que subsisten hasta hoy. En la primera generacin se mezclaron y desapareca la vida tribal, absorta por formas ms cultas. Nunca constituyeron ninguna nacin sino un conglomerado de tribus diversas poco numerosas, de raza distinta y en mutua guerra. El trmino "indio" es un equvoco europeo. Pasadas las generaciones sus descendientes ya eran de nuestra estirpe. No se ve por qu haya que clasificar a quienes tienen an un tres por ciento de ciertos rasgos fisonmicos de europeos como algo dis-tinto de nosotros, mxime que aqu jams se hizo. Por otra par te quien diga "tuve un ascendiente indio" habra que pregun-tarle en donde deja al espaol, al italia-no, al francs, etc., que fueron tambin sus ascendientes. Y quien diga, "slo ten-go ascendencia alemana, o italiano pura", hay que recordarle que ya es pariente nuestro por sus consanguneos del apor-te inmigratorio.

    En esto tampoco nos diferenciamos de las naciones europeas y de EE.UU. Todas esas naciones establecieron imperios co-loniales. Sus conciudadanos se mezcla-ron con chinos, hindes, africanos, mala-yos, etc. Hay ms de cincuenta millones de eurasianos y euroafricanos. Y muchos viven en Europa. En Gran Bretaa sola-mente hay un milln. Por ms que la barbarie sectaria los descrimine son ya parte integrante de esas naciones. Por otra par te si vemos bien la Historia de Europa, las masas turcotrtaras que fue-ron absorbidas y europeizadas eran ingen-tes, como asimismo los miles de esclavos negros que fueron llevados a Europa du-rante ochocientos aos. Haiy naciones eu-ro tr taras : Hungra, Finlandia, Turqua, Bulgaria . . . Nuestros "indios" tienen afi-nidad tnica con los pueblos del Pacfi-co, los japoneses y los grupos trtaros.

    Respecto de quienes llaman "jvenes

    naciones" a las repblicas, habra que de-cirles que somos una vieja Nacin. EE. UU. nos ganara por treinta o cuarenta aos salvo que se recuerde que Asuncin era una vigorosa repblica Municipal con elecciones, fraudes y peleas. Y Francia, Espaa, Italia, Polonia, Hungra, Alema-nia,, etc., seran naciones "bebas" pues sus Repblicas son de este siglo. Y Gran Bretaa, Holanda, Blgica, Grecia y Es-candinavia todava no han "nacido" por-que an no son repblicas.

    Dejando esa necia concepcin, digamos que nuestra experiencia constitucional es muy superior a la de esos pases. Fran-cia ya anda por 1 su quinta o sexta Re-pblica. Inestable institucionalmente casi cae en manos del comunismo y actual-mente es una dictadura disimulada. Del resto de las efmeras "repblicas" euro-peas mejor no hablar. Es un sistema que no va con sus tradiciones y s con las nuestras, desde el feralismo hasta ahora.

    A pesar de los desaciertos, el servilis-mo real aparente de nuestros dirigentes, nuestra experiencia parlamentaria y eje-cutiva es digna de estudio. Traidores y asalariados a las mafias sectarias pluto-crticas o marxistas los hay en todos los pases de Europa, Amrica y Asia. Sera absurdo que nos hubieran exceptuado en el reclutamiento. Empero seguimos sien-do y obrando; y junto a los canallas hu-bo y hay hombres honestos que, en el silencio, hicieron y hacen por los dems. Y nuestro pas fue creciendo gracias a su cultura cristiana social y humanista institucional.

    Un tema injurioso en boca de extran-jeros ignorantes lo constituye el de las revoluciones. De qu revoluciones hablan quienes han asesinado a treinta millones de seres humanos en el lapso que va de 1893 a 1968? No hubo feroces revolucio-nes en Europa durante los aos 1820, 1830, 1848, 1870, 1916, 1917, 1918, 1921, 1931, 1936 y 1944? Todos ellos matizados con gue-rras, fusilamientos de rehenes, gases, ar-mas atmicas, genocidios, etc. Qu son nuestras revoluciones, sino la tentativa de evitar la penetracin fornea? Los pode-res internacionales no nos mandan ejr-citos: recluan traidores o sectarios ig-norantes mediante la infiltracin en la Difusin, la Bolsa, la Educacin, etc. Una

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  • vez que han logrado penetrar en nues-tras instituciones gubernativas, se los des-aloja mediante un golpe de estado. A ve-ces por desgracia los dan ellos; pero no los dejamos durar. "Hay quienes se bur-lan de nuestras incruentas revoluciones olvidndose del 55 empero eso es un t imbre de honor para nosotros: evitar el ser canes ; saber respetar la vida de nuestros conciudadanos. Por otra parte, "revolucin" es un cambio institucional a fondo; los golpes de estado nuestros, que an no llegan a la docena los exitosos' no son ms que diversos episodios de la lucha por la independencia frente al internacionalismo sectario o contra la tendencia natural a oprimir o enrique-cer que suele surgir en todo gobierno.

    Empero nuestra Repblica tambin tie-ne algo de monarqua. Los romanos dis-tinguan entre "auctritas" : legislacin y salvaguardia del derecho natural y per-sonal; e "imperium": mando y adminis-tracin. Hay un prncipe en nuestro te-rritorio. Es un prncipe con jerarqua tan legtima como los europeos, l ejerce la auctritas; el Gobierno Civil el imperium, Ese hombre vela por los humildes, im-pide las asonadas, enfrenta a los usur-padores, presta su "auctritas", a los gu-bernativos desde hace veinte aos, y nos liga con un reino que est por encima de. todos los reinos y estados de la Tie-rra. Mas su nombre debe callarse. Tiene errores y aciertos, grandezas y debilida-des; mas bendita sea su alma.

    Pero, no confundamos la Historia de los Gobiernos con la Historia de nues-tra gente. No nos engaemos. Todo lo que tenemos de positivos se debe a nues-t ro propio esfuerzo. Descendemos de los que construyeron Gnova, Florencia, Ham-burgo, y mil ciudades ms ; orgullo de nuestra estirpe. En nuestros hijos se per-petua la sangre de gente que estaban em-parentadas con Miguel Angel, Cervantes, Newton y mil hombres ms, orgullo de la humanidad. Nosotros, junto con Chi-le, Uruguay, Paraguay, formamos una "Euralia" o Europa Austral quizs debi-ramos dentro de no mucho incorporar a Sud Africa, Rodhesia, Australia y Nueva Zelandia a esta Euroamrica Antrtica. Somos la Patria ms antigua y ms po-derosa del lejano Sud Occidente.

    No nos engaemos, todo lo que tene-mos se debe a nuestro esfuerzo. Nues-tros abuelos plantaron, nuestros padres edificaron, n o s o t r o s industrializamos, nuestros hijos gobernarn. Construimos ciudades modernas, limpias. Enseamos a la masa nuestra el bao, el peridico, el deporte, los oficios, las armas; y la Fe. Cortados en nuestra industrializa-cin, seguimos luchando y llegamos a ex-portar tc :Jcos . . . Hicimos una bellsima Buenos Aires de parques,- de palacios, de lugares en donde no se descrimina ni el placer ni el t rabajo. Reprimimos hasta donde fue posible la mafia, la prostitu-cin, las drogas, el encallanamiento de la juventud. Facilitamos la educacin a todos. El que dude de esto que com-pare con el resto del Mundo y que diga si quiere que establezcamos la iniqui-dades que all se dan. S; hay pobres entre nosotros y desocupados. Pero re-sulta que nos invaden millares y millares para lucrar lo nuestro y nosotros toda-va estamos pensando cmo ayudar a esa gente.

    Podra decirse que la historia poltica nuestra es de una decadencia miserable y la historia social nuestra, la del pas real, es magnfica. S y no. La historia poltica slo indica la decadencia de un sector dirigente, ubicado en algn barrio de nuestra 'capital y su paulatina escla-vizacin por amos forneos del dinero que, en secreto, los desprecian. Lo mis-mo puede decirse de los sindicatos de po-liticastros. Y si el pueblo ahora sufre y si se ha desquiciado la administracin p-blica, si las hetairas del dinero o del internacionalismo burocrtico se dan la mano con los pequeos grupos de logre-ros intiles y traidores que hay en cada una de nuestras instituciones, a fuer de humanas. Y si se remuelen nuestras ca-sas y se nos despoja de nuestra industria, y disuelve las familias, ensucian nuestras calles, no nos acobardemos. Tomemos conciencia de los que somos, pero no exi-jamos en exceso, de nosotros, nacin de pioneros, agricultores, pequeos comer-ciantes y artesanos, profesionales y sol-dados, mas no gran potencia. Somos vein-tids millones y aun es el yermo. No que-remos todava descollar en todo. Un po-co menos de orgullo individual y ms del

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  • nacional. Empecemos por conocernos co-mo somos y no como nos pintan los con-vencionalismos romnticos, o tursticos. Somos gente muy laboriosa, en exceso quizs, hasta nos encandila la riqueza, misma; sabemos disfrutar de lo bueno y noble de la vida. Somos hospitalarios pero no abrimos con facilidad nuestras casas. Nos gusta la alegra y la msica, el color y la vida, pero somos taciturnos y a menudo melanclicos, parcos en los hbitos y en el vestir. Nos criticamos co-mo Nacin pero no admitimos las crti-cas personales y estamos siempre a la defensiva: cosa bien digna de encomio si se usa para el bien. Somos religiosos, pero no lo exteriorizamos y nos molesta el ritualismo. Estimamos los gobiernos enrgicos, pero somos individualistas y nadi^ nos lleva por delante. Somos igua-litai'"js, sin ser insolentes ;sabemos obe-decer sin seni l i smos; somos pecadores pero sabemos enmendamos. Moderados sin bajezas, pacficos sin cobardas.

    Salve oh pueblo nuestro! Ahora nos conocemos, fuimos en el Seor, sepamos seguir siendo. Sin violencias innecesarias empecemos por cumplir con nosotros mismos, con los nuestros y con Dios. Ba-rramos la basura, neutralizando toda tentativa de volver hermano contra her-mano. Gritemos la ideologa que surge

    $ de nuestra antedicha experiencia nacio-nal y rimosnos de los abalorios propa-gandsticos de un Mundo asesino. Cache-tiemos a nuestros prepotentes y planih-quemos el esfuerzo. Tenemos lo que el

    (Mundo quera tener, dignidad para las imasas, solidaridad social, deseo de ha-Icer el bien, orden, armona interior, bon-jdad, libertad, Cristiandad. Tomemos sus [tecnologas, sus instrumentos, traigamos (ms gente de nuestra estirpe; invitemos ,a los vecinos intrusos a formar una sola ! Institucin, si es que hemos de alimen-t a r a sus miserables. Entrenemos a nues-tros dirigentes en la Fe y en el Fuero, reedifiquemos el Municipio y las jerar-quas inmediatas. Limpiemos nuestras ca-lles. Hagamos respetar la Constitucin. Eduquemos al ciudadano en su calidad

    I de tal. Conectemos las estirpes de los re-fugiados que nos ayudan a fortalecernos en el poder econmico internacional, y exijamos que sus patrias se abran al li-bre albedro y apoymoslos en sus em-presas de liberacin; devolvamos a las tinieblas exteriores a los que rehusan la tnica que damos al invitado a la boda de nuestros hijos. Salve pueblo, no duer-mas, obra!

    Profesor de Historia U. N. B. A.

    A F O R I S M O S La maquiavelia sirve para alcanzar el poder y acaso para

    conservarlo; pero no sirve para ejercerlo. El maquiavelo en-gaa de tal modo a todos que tambin a s mismo acaba por engaar.

    Poner a un sbdito entre la espada y la pared es un gran medio de des-subdizarlo.

    El buen tctico convierte todo lo que le sucede en material de victoria.

    La prosperidad general para el que no tiene su acceso es calamidad singular.

    En una crcel, el que no se muere acaba por acostumbrarse; pero evadirse es mejor.

    E L U T E R O

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  • i Una M a e s t r a Repudiada

    Cierta vez, y hace poco tiempo, un doctor en Teologa, pro-fesor de un seminario, exclam : Para qu les sirve a los jvenes saber qu herejas dijeron en el siglo IV?. No pude sino res-ponderle, suavemente: "Para no repetir las mismas tonteras que aquellos dijeron e hicieron. .

    El que no sabe, e interpreta, historia, queda obligado a re-petirla. La vieja frase es verdad: la historia es maestra de la vida; especialmente en un mundo de contradicciones maneja-das como el hodierno.

    El estudio de la historia es uno de los medios de quebrar la verbalizacin de la inteligencia, ese pensar con palabras-mitos y no con ideas, que da a da se va acentuando. Son pocos los que ven detrs de los modos institucionalizados; y ver detrs de las cosas es conocer historia.

    Se insiste en la prospectiva, pero no son profetas. Este mi-rar adelante se asemeja cada vez ms a un salto en el vaco, que no tiene ninguna posibilidad de encontrarse con el "hombre nuevo" paulino.

    Si falta continuidad se desvanece la esencia; se disuelve la consistencia si falla la perspectiva.

    Todo fu turo que no se asiente sobre el pasado es ilusorio y mutilado.

    Si se afirma, hoy, que la vera filosofa sostiene,solamente "lo que todos afirman y consideran verdad", o sea un."reper-torio comn", entrarn en ese repertorio Platn, Aristteles, Agustn, Santo Toms, Kant, etc.? Si no fuera as y as pare-cen desearlo gran parte, y lo mejor, del espritu humano que-dara fuera de lo "comn". IPobre comn!

    Olvidar la historia es formar una conciencia muti lada; y conciencia mutilada es'conciencia falsa.

    * * i}C *

    Por supuesto la historia, el pasado, est siempre presente: es un rito cuasi cuotidiano de evocaciones e invocaciones de

    23

  • manes pretri tos; pero ritos tan endurecidos como las estatuas que los representan. Esta evocacin del pasado, as ritualizada, se parece mucho a una operacin de bloqueo: se imponen fr-mulas que impiden toda comprensin. Se hace presente el pa-sado se lo impone como bloque como modo de apuntalar un presente mentiroso. No es un pasado vivo y operante.

    La memoria es subversiva. Recordar es un modo de romper, de disociarse de un opre-

    sivo. Y es mejor que soar. Quiz por eso la literatura, sobre todo poltica, est preada de sueos grandiosos cuanto vacos y rechaza la historia, el pasado, la memoria, como irracional. La gran propaganda la gran prosti tuta como la politique-ra, cuenta con la falta de memoria. Pobre de nuestros polticos si el hombre tuviera memoria viva. . .

    Lo que se teme es la perspectiva que puede dar a la mente el contacto con la sabidura errores incluidos acumulada en el pasado. La historia ensea cuantos vecinos perdieron la barba (y el modo de no perderla) O - . . falto de memoria el hombre "moderno" y cuanto ms el de maana no tendr ni tiempo para ponerla en remojo. Y esto es lo que quieren: afeitarnos en seco.

    Comenzar de nuevo. A fojas cero. Lindo, si no fuera por el repetido macaneo; y el hombre es sonso en esto.

    No tanta alharaca se hubiera hecho con T. de Chardin si se hubiera recordado a digamos por caso Joaqun de Fiore; pero entre un brbaro feudal y perimido y un "cientfico mo-derno", no haba duda en la eleccin. El brbaro feudal perte-nece a lo irracional rechazado; y tan irracional que se dieron el lujo de decir y hacer las mismas tonteras de hoy. . . pero sin ponerle msica.

    Ahora, seminarios incluidos, le ponen msica a todo. Santo Toms de Aquino es medioevo caverncola y para

    colmo escribi en l a t n . . . Lo malo es que se estn empachando con ruedas de molino que el brbaro aquinense destruy a papirotazos.

    Lo cierto es que faltos de criterios de verdad y falsedad, faltos de perspectivas y alternativas (o sea, de conciencia cr-tica), se acepta en bloque lo que venga con tal que el copyright sea 1968.

    Rarefaccin de la mente, hinchazn palabrera y explosin final o apostasa si a tiempo no se quiebra la hipnosis y se buscan races.

    Esta negacin de la historia va siendo negacin del presen-te, amargura violenta, y anulacin del futuro, pesimismo. Una

    (!) Releer el Directorial del N? 21 de "Jauja".

  • generacin sin memoria no camina, es ar ras t rada; aunque pro-teste, es slo ruido.

    Uno recuerda a Eneas cargando los penates, yendo a fundar un pueblo. Continuidad que Virgilio llam Petas. La impiedad crece hoy con el ruido. Porque una, conciencia mutilada olvida sus races. Lo humano es desconocido; lo humano, que no es historicismo sino historia de pecado y redencin.

    Y lo curioso es que se hable tanto de "historicidad", de "historias de la Salvacin", de "retorno a las fuentes", cuando, al mismo tiempo, se nota el repudio de la historia, de la tradi-cin. Esto es parte de la lucha contra la inteligencia. Acomple-jar es un modo de anular.

    Antes estbamos enraizados en la Fe, comunicada por tra-dicin. Ahora hay que aggiornarse, que, mal entendido, es des-vincularse, acomplejarse y, al final, mandar todo al diablo. . . Por otro costado, de revolucin en revolucin, que siempre co-mienzan "ab ovo", vamos sintiendo que el suelo patrio nos va faltando. O nos lo van robando. Como la Fe. Uno de los hechos significativos de esta negacin del todo humano en la continui-dad de la historia, es la supresin del recitado de la serie de nombres de Santos en el Cnon de la Misa. El Cuerpo Mstico queda amputado de su parte glorificada. El catlico "moderno" queda en el aire, como si hubiera perdido su genealoga.

    Ahora me llamarn conservador, caverncola y reaccionario. No importa. Yo pongo mis barbas en remojo.

    Teodoro E. SCROSATI

    A F O R I S M O S # La gente apretada en el Metro o en el Subte, fenmeno de

    toda Capital moderna, entra en la definicin del hombre moderno.

    Los santos modernos viajan en avin; pero no van de pasa-jeros.

    La sorpresa es un gran secreto de la estrategia. Para no decir lo que uno no quiere decir, a veces no basta

    callarse. No es de gran capitn despreciar a ningn soldado.

    El ver como el mentiroso se engaa con la verdad es el gran deporte y venganza del hombre veraz.

    E L U T E R O

    25

  • "Humanae Vifcae" de Paulo VI

    Paulo VI saba que su encclica Humanae Vitae iba a originar revuelo y controversias. Lo saba desde el seno de la comisin de telogos y cientficos constituida para estudiar el lgido problema. Demor su pro-nunciamiento aguardando que se aquietaran los nimos y que los miem-bros de la comisin tcnica estudiaran ms profundamente, no slo a la luz de la biologa y de la sociologa, sino, principalmente, de la teo-loga, que es lo que en este caso ms importa. Es innegable que la na-talidad interesa a la Iglesia ms desde el punto de vista de la fe que de la ciencia. El Papa no puede mandar lo que Dios no quiere, y Dios no quiere la violacin de la leyes naturales, por l creadas. Este es el as-pecto central del asunto y todo lo dems est supeditado a l.

    No son los pobres ni los que tienen muchos hijos, los que ponen leparos a la encclica, sino un sector de socilogos y de telogos. Han transcurrido muchos milenios y nunca la humanidad se volvi contra la vida como ahora. Son testimonios la guerra, las revoluciones, las tortu-ras, los asaltos violentos, los abortos y las pildoras contraceptivas. Hay un adelanto o un retroceso? Quienes sostienen que hay progreso se refieren al adelanto tecnolgico y cientfico; pero no al moral y religioso.

    En un criterioso estudio sobre el tema publicado por el padre jesui-Ja Martn Brugarola en Ecclesia, el 3 de febrero de 1968, deca: "Antes de la segunda mitad de 1963 jams nadie en la Iglesia Catlica se haba atrevido ni a insinuar que la anticoncepcin y la esterilizacin directa, temporal o permanente, podan llegar a ser lcitas. No se conceba una oposicin a una enseanza tradicional de siglos".

    Existe gran desconocimiento de la doctrina cristiana y ms aun au-sencia de su prctica. Hacia ese conocimiento y actualizacin se ha en-causado el Concilio Ecumnico Vaticano. No busca otra cosa la Iglesia que la felicidad de los hombres en los rdenes temporal y espiritual. Existe una Providencia que no permitir que a los seres humanos les falte el sustento diario. Jess dijo que su Padre celestial, que alimenta a los pjaros, que no trabajan, y viste a las flores, que no tejen, con mayor razn alimentar y vestir a los hombres que valen ms que los pjaros y las flores.

    La vida es un bien grande. Por qu privar al hombre de este bien? El hombre nace, no porque quiere, sino por voluntad de Dios, con la cooperacin del hombre. Si el hombre nace involuntariamente, por qu impedir voluntariamente que vea la luz del mundo? La limitacin de los

  • nacimientos es un ataque a la vida, una violacin de una sabia ley na-tural hecha por el Creador, que todo lo hizo perfectamente. Nadie quie-te no haber nacido, ni tampoco querran no haber nacido (de eso estoy seguro) los socilogos y los telogos que se preocupan tanto por reducir ?1 nmero de habitantes terrestres. Todos los argumentos que se expo-nen para justificar el control de nacimientos son de segundo orden, ante el primario del derecho a la vida y a la felicidad temporal y eterna. Para entender bien el problema hay que contemplarlo desde un punto de vista sobrenatural, que es, a la postre, el verdadero.

    Segn las estadsticas, al ritmo actual de nacimiento, la Amrica Latina (para no referirnos ms que a nuestro continente), tndra en el ao 2000. el doble de habitantes, es decir, 488 millones. Y sostienen ios socilogos afligidos! que no alcanzarn los alimentos para dar de comer a tanta gente. En contradiccin con ese clculo areo, el arzobis-po de Caracas, monseor Francisco Maldonado, sostiene que "en vez de 9 millones de habitantes Venezuela debiera tener 80 millones como con-dicin bsica para su desarrollo territorial". El prelado no habla del doble de habitantes, sino de casi el dcuplo. Segn tcnicos idneos, holandeses y japoneses, la Argentina tiene una costa martima con una riqueza de peces y otros elementos alimenticios, de 4 millones de tone-ladas anuales, de las cuales slo se extrae el 5 % , la vigsima parte!

    No existe "explosin demogrfica". Esta es una expresin echada a rodar en el mundo por el enemigo del gnero humano. La verdadera explosin que padecemos es la de contradiccin y de rebelda, en todos los rdenes sociales, desde el gremial hasta el clerical. Muchos sacer-dotes jvenes, de escasa preparacin espiritual, andan como hojas ba-tidas por el viento impetuoso, segn una epstola de San Pedro. Una santa contempornea vio como salan del infierno legiones de demonios que se diseminaron por el mundo para tentar a los hombres, especial-mente para "zarandear a los sacerdotes".

    Los seudos sabios sostienen que dentro de 25 aos no habr ali-mentos para sacir a la tierra superpoblada. Desde ya estn consterna-dos por lo que suponen que ocurrir a fines del siglo. Qu saben esos hombres lo que ocurrir en esta poca desconcertante dentro de un ao ni dentro de diez? Una guerra nuclear puede diezmar la humanidad. Un cataclismo colosal, terremotos, inundaciones y pestes, si Dios no lo im-pide, pueden disminuir el nmero de habitantes en proporciones insos-pechadas. Mientras los pases "civilizados" se preocupan por limitar los nacimientos, los pueblos "subdesarrollados" siguen siendo los ms pro-lficos. De este modo el Occidente cristiano se estacionar o disminuir, mientras el Oriente se acrecentar. Pronto la China alcanzar a los 1000 millones de habitantes. Y as acontecer, por insensatez de los blancos, que un da se lancen contra Europa y Amrica los 200 millones de sol-dados del Asia, profetizados en el Apocalipsis.

    Afortunadamente, la mayora de los obispos de Amrica han aproba-do la encclica de Paulo VI. La Argentina, Per y Venezuela la han apro-

    v 27

  • bado oficialmente. El ministro de salud pblica de Per dijo que su pas "acata lo que dice la Iglesia". El Episcopado argentino en pleno se expidi acatando la encclica. El cardenal Cushing, arzobispo de Boston, declar: "Roma ha hablado. Por ahora la causa ha terminado".

    El documento pontificio tiene el valor de una decisin de lo que se llama el "Magisterio ordinario", que obliga, bajo pecado grave, a todos los catlicos. De modo que los telogos y el clero que discuten la encclica se hallan en estado de rebelda. Si el Papa se hubiera definido "ex cathedra", como corresponde en materia de dogma y moral, enton-ces la sancin sera de excomunin.

    El mismo da que el Papa public su encclica, el presidente Johnson rirm un decreto autorizando la planificacin familiar y negando ayuda a los pases pobres que no la establezcan. La OEA, que no tiene facultad para regir en las conciencias, declar que la encclica se traducir en angustia y enfermedades para millones de latinoamericanos. Sofismas! En qu accin prctica la OEA se preocup por la felicidad de los la-tinoamericanas? En Chile, por obra del seudocatlico Frei, comenz la reduccin de nacimientos a partir de 1964, del 3 % al 1,9 % en 1967. El escritor ingls "catlico" Graham Greene declar, a su paso para eL Paraguay, que la encclica papal era "represiva" y que simpatizaba con el Che Guevara. Con lo cual se ha quitado la careta!

    Resulta increble que haya telogos catlicos con miras tan poco so-brenaturales. Uno se pregunta qu han escudriado en las Sagradas Escrituras, y teme por los pobres seminaristas que se hallan bajo su formacin. Su misin no es la de resolver los problemas econmicos, sociales ni cientficos, sino explicar la verdadera doctrina a la luz de la Revelacin y de la Tradicin. Decir, como dijo uno, que poda caerse en un error como el de Galileo, es tener una tentalidad miope: son dos cosas muy distintas la fsica y el ser humano espiritual destinado a la gloria futura. El telogo liberal criptojudo Fray Gregorio Baum dijo que la decisin papal "no debe considerarse una interpretacin de-finitiva de la ley divina obligatoria bajo todas las circunstancias". Las palabra~s del telogo alemn Hans Kung son irreverentes: sostiene que el Papa estar solo y perder autoridad al no aceptar los consejos de la comisin tcnica. Si fuera sincero se guardara su idea o la expon-dra privadamente, para no escandalizar. En contraste con estos est el matrimonio protestante noruego, padres! de 14 hijos, que felicit ca-lurosamente al Papa Paulo VI por su valiente Encclica. Su felicitacin tiene ms autoridad social que la de los telogos mencionados y las objecciones hechas por un grupo de clrigos norteamericanos, que han censurado el documento, pero no han dado.sus nombres.

    Paulo VI mantendr su autoridad y su prestigio, porque est dentro de la ortodoxia. Antes de emitir su Encclica, or mucho e implor las luces del Espritu Santo, que no le han faltado. El Papa prefiere quedar bien con Dios antes que con los hombres. No puede condescender con el parecer del siglo, que es veleidoso. El Papa es Vicario de Cristo y no 30

  • de los telogos. El Papa puede pedir consejo, pero no est obligado a atenerse a lo que le proponen", elegir lo que le parezca bueno y des-echar lo dems. Es l quien tiene que decidir y no los telogos. La Auto-ridad del Magisterio est en l y no en todo el clero del mundo. El Papa representa a Cristo y tiene facultad para atar y desatar. Cristo fue signo de contradiccin. Unos hombres lo siguieron; otros lo persiguieron. Unos lo aplaudieron; otros lo censuraron. Fue magnfico, obr el bien abun-dantemente y prob su divinidad. Sin embargo, los hijos de las tinieblas lo acusaron, lo encarcelaron y lo crucificaron. Y el Papa no es mayor que Cristo.

    Paulo VI es un papa extraordinario. Le toca un pontificado excep-cional. Tiene la sabidura de Po XII, la bondad de Juan XXIII y la ener-ga de Po XI. En una alocucin posterior a su encclica, bendijo a los que la acatan, pero tambin a los que la censuran, para que Dios los ilumine y vean mejor. l desea le felicidad de los hombres, en la tierra y en el cielo, pero no puede pactar con el error. Tambin di jo: "Debe-mos recordar nuevamente que esta no es nuestra ley, sino la de Dios".

    El rgano del Vaticano L'Oservatore Romano finalizaba un edito-rial : "Si las ciencias mdicas y farmacolgicas han encontrado medios y formas de impedir temporariamente ciertas funciones vitales, ello ca-rece de importancia desde el punto de vista moral. La cuestin es sta: tratar de: saber si est permitido al hombre hacer uso de esos medios. Y el Papa responde que no".

    Y aqu debe terminar la discusin, por lo menos para los catlicos. Pero la "explosin" anticlerical se vena gestando hace tiempo. Ya se manifest durante la celebracin del Concilio Ecumnico, y sigui con los cambios arbitrarios propuestos por algunos prelados y telogos. Se trata de una campaa subterrnea, originada en la "Sinagoga de Sata-ns", cuyos agentes son los, masones, los apstatas y los criptojudos. De lo contrario no se explicara esta rebelda despus de dos mil aos de cristianismo. La campaa contra la encclica de la natalidad forma parte de un vasto plan elaborado en las sociedades secretas, ya denun-ciado por los escritores franceses Maurice Pinay y Pierre Virion.

    Paulo VI es uno de los papas ms notables de la Cristiandad. Su valenta, su aguda inteligencia, su capacidad de accin, sus viajes en avin a todos los continentes, lo estn evidenciando. A ningn Pontfice le toc actuar en un mundo tan perturbado, tan desconcertante como el actual. La supresin de la Curia Romana y de la nobleza pontificia, su amr por la sencillez, su desvelo por los pueblos dbiles y sufrien-tes, su corazn valeroso y comprensivo el mismo tiempo, lo presentan-como uno de los vicarios que ms se aproximan a Cristo, su Seor. Le cuadra magnficamente la divisa que San Malaquas le adjudicara en su famosa Profeca de los Papas: Flos florum, Flor de las flores.

    Con su encclica sobre la vida humana, la Iglesia Catlica recupera su grandeza moral y la fuerza espiritual de los mejores siglos.

    JUAN CARLOS MORENO 29

  • Reflexiones Pes imis tas

    "Y ms leyes que un infierno Con la tranca decret".

    (Anastasio el Pollo)

    Este desdichado pas nuestro no parece tener solucin. Si echamos una mirada hacia atrs, hacia aquellos primeros aos del mil ochocien-tos, cuando las ondas de la Revolucin llegaron hasta nosotros y alte-raron para siempre nuestro sosiego, vemos que de entonces ac todo fue de mal en peor.

    Las primera vibraciones ssmicas vinieron con los fusiles, los caones y los sables, de valientes y caballerescos soldados britnicos.

    La quietud y el orden de la sociedad criolla de Buenos Aires fueron turbados profundamente por las invasiones inglesas. La fatalidad quiso que a la cabeza de las autoridades mximas del Virreynato, estuviera un hombre que era, por lo menos, un inepto y un indeciso: Sobremonte desert de su puesto, y con l, todas las ms altas autoridades adminis-trativas y polticas de la ciudad.

    Si en lugar de Sobremonte hubiese estado un soldado y un caudillo como don Pedro de Cevallos, los ingleses habran sido batidos por el Virrey, a la cabeza de las tropas, y el prestigio de la autoridad hubiese quedado intacto. Pero Sobremonte huy y la ciudad sola y hurfana de autoridades, hubo de improvisar los medios de reparar su vergenza, defender su honor y salvar su integridad.

    Buenos Aires qued ebria de triunfo, pero la autoridad virreynal y el prestigio hispnico quedaron quebrados para siempre.

    Cuatro aos ms tarde, en otra crisis de peligros exteriores y de pasiones turbulentas, otro hombre que era, por lo menos, un indeciso y un inepto, estaba al frente de la autoridad virreynal mxima: don Bal-tasar Hidalgo de Cisneros no era el hombre para aquellos momentos tremendos, de naufragio de Espaa bajo el diluvio francs, de desorden interior y de facciones convulsionadas.. . , y el poder se desliz de sus dbiles manos.

    En el antiguo Virreynato del Ro de la Plata el poder cambi de de manos, aquel viernes 25 de Mayo de 1810. . cambi de manos pero no se estuvo quieto ni se afianz. A poco andar los hombres del nuevo gobierno, se dividieron en dos grupos, que comenzaron a mirarse rece-losamente. Antes de que pasaran seis meses de la revolucin, el hom-30

  • i bre ms importante de uno de esos bandos y el de ms influencia en ei poder, tuvo que descender del gobierno.

    Cuatro meses ms tarde, el 5 y 6 de abril, otro golpe de estado desaloj a sus amigos de los posiciones que retenan.

    As comenzaron las revoluciones y los golpes de estado, los motines y los pronunciamientos, que partiendo de Buenos Aires se propagaron a todo el interior del pas, hasta las fronteras, y conmovieron las tropas que all luchaban contra los realistas.

    Los porteos de modales finos y maneras aristocrticas, de origen hidalgo y de ideas liberales, que eran las ideas del siglo, se lanzaron alegremente a la aventura revolucionaria. No sospecharon lo que aguar-daba a la vuelta del camino.

    El entusiasmo y la ebriedad de la hora les ocultaron los peligros. La onda revolucionaria se propag al interior del pas y al cabo de diez aos, todo el Virreynato herva en ebullicin.

    La onda revolucionaria rebot como lo hacen siempre las ondas en las cordilleras y en las serranas, en las selvas y en las cuchillas, y volvi sobre Buenos Aires y se present amenazante a sus puertas con-ducida por toscos caudillos, "que ataron sus redomones en las verjas de ia pirmide de Mayo", y todos los porteos, de todas las tendencias, temblaron. He aqu la sntesis de aquella primera dcada revolucionaria. Veamos algunos de sus detalles.

    Al comenzar el ao 1815, antes de cumplirse cinco aos de la Revo-lucin, cinco gobernantes se haban visto obligados a dejar el poder. Cuando entraba el ao 20, el motn de la Posta de Arequito, en la fron-tera de Crdoba y Santa Fe, deshizo el glorioso ejrcito del Per que volva a restablecer el orden: era el noveno de los episodios revolucio-narios o golpes de estado desde 1810, sin contar las revoluciones locales en las Provincias.

    Un mes despus, en febrero, se derrumb en los campos de Cepeda el gobierno nacional, frente al "ejrcito federal combinado" de las Pro-vincias de Entre Ros y Santa Fe, alzadas contra el Directorio.

    El caos se apodera de la ex capital virreynal. El da 20 de junio hubo tres gobernadores simultneos. . . , ese mismo da, en su casa frente a la Plaza de Mayo, muri uno de los actores principales de la revolu-cin, iniciada all mismo diez, aos antes, el general Manuel Belgrano, uno de los hombres ms inteligentes de su tiempo. Sus ltimos momen-tos atestiguan angustia, desesperacin y amargura frente al espectculo de la patria desquiciada. Tena al morir cincuenta aos, de los cuales vivi cuarenta en el orden y la paz del antiguo rgimen, que l amaba a pesar de sus veleidades revolucionarias. Los ltimos diez aos de su vida pasaron en el desorden y el caos crecientes en que vea hundirse a su amada Buenos Aires.

    El ao 20 cerr la primera dcada revolucionaria con la sangrienta rebelin del coronel Pagla, a la cabeza de los tercios cvicos, contra el gobernador unitario Martn Rodrguez: las tropas que repusieron al go-

    31

  • bernador y aplastaron la revuelta federal, fueron mandadas por Juan Manuel de Rosas.

    Un breve lapso de paz y de ilusiones de los hombres de ideas libe-rales transcurri hasta 1826, mientras el ministro Rivadavia persegua suave y pacficamente a la Iglesia, despojndola de cuantiosos bienes y cerrando conventos. Pero la paz se vio interrumpida por la "revolu-cin presidencial de Bernardino Rivadavia" segn la expresiva frase de Lpez, y nuevamente se encendi la guerra civil que corri como regue-ro de plvora por todo el pas.

    Dos aos despus el motn estall otra vez en la Plaza de Mayo: esta vez eran los unitarios. El gobernador Dorrego dej precipitadamen-te el Fuerte, por la puerta del Socorro que daba al Bajo, y se dirigi al Sur por Barracas para reunir fuerzas en la campaa, pero fracas y fue traicionado.

    Antes de dos semanas, el da de Santa Luca de aquel aos 1828, cay fusilado en Navarro a pocas leguas de Buenos Aires, por decisin de los sublevados, el Gobernador de la Provincia y Encargado de las Relaciones Exteriores de la Repblica.

    As termin trgicamente la segunda dcada revolucionaria. El des-orden y el caos renacientes slo terminarn cuando la dictadura se asiente en Buenos Aires e imponga la quietud con su mano de hierro.

    Los pueblos argentinos entraron entonces en el ciclo que rige para todos los pueblos catlicos de Europa y Amrica desde la Revolucin: ese ciclo histrico tiene una ley de pndulo segn la cual los pueblos oscilan fatalmente de la demagogia a la dictadura inclemente; y de la dictadura inclemente a la furiosa demagogia.

    Rosas fue necesario para detener el caos y salvar el orden de la sociedad; l fue el enemigo constante de todos los revoltosos y de todos los agitadores permanentes. Cuntas veces reprimi la revolucin tuvo siempre la razn de su parte; pero su mano era pesadsima y sangrienta en la represin.

    Sin embargo la guerra civil no ces bajo su gobierno, porque los unitarios fueron adversarios tenaces. Los ejrcitos federales cada vez ms aguerridos, debieron combatir incesantemente en todo el territorio de la Confederacin y en ambas mrgenes del Uruguay, desde Tos muros de Montevideo hasta la quebrada de Humahuaca; y tuvieron que pelear tambin contra fuerzas extranjeras defendiendo el honor nacional, fren-te a las dos potencias ms grandes del mundo.

    Pero Rosas cay finalmente y fue vencido. No supo consolidar su sistema poltico y la Revolucin lo arroll. Por qu fracas? Porque no fue el gobernante perfecto y santo, que es preciso para vencer en esta formidable lucha moderna.

    No quiero hacer un juicio sobre Rosas aqu, y probablemente no tengo versacin suficiente para hacerlo. Slo puedo decir que, en mi opi-nin, son igualmente falsos los juicios que han hecho de l sus detrac-32

  • * tores y sus panegiristas. Rosas no fue el aborto del infierno que quisie-ron pintarnos los historiadores unitarios; pero tampoco fue esa especie de semidis que quieren presentarnos los escritores del llamado "re-visionismo".

    Rosas represent en Buenos Aires la ms formidable reaccin con-tiarrevolucionaria de toda Amrica Latina. Lo hizo de un modo casi instintivo, no como reaccin doctrinal consciente: fue una reaccin de-tensiva de la sociedad hispano-americana, amenazada de muerte por el virus democrtico de la Revolucin. No poda triunfar, y esto debe de-cirse en su favor: no poda triunfar porque no tena fuerzas suficien-tes, aunque le sobraba talento poltico y energa. Slo tena en sus ma-nos un conglomerado de poblaciones rurales dispersas en un inmenso territorio, salvaje y virgen, agotado por guerras~exteriores e interiores que ya llevaban cuarenta aos, cuando el gobierno de Rosas alcanz el ao 50. Si otros poderes muchos mayores que el suyo, en Europa, fue-ron barridos por el huracn de la Revolucin, no era de esperar que l aguantase a la cabeza de la Confederacin Argentina, perdida en los confines del mundo civilizado.

    Despus de Rosas no ces tampoco la guerra civil, ni se acabaron las revoluciones ni los motines, en el fatigado pas del antiguo Virrey-nato del Ro de la Plata. La guerra volvi a arder en las sierras y en.los llanos del norte y en las dos bandas del Uruguay y del Plata; y se pro-pag a travs de las selvas, hasta el Paraguay, hasta la vieja ciudad de Asuncin, que haba vivido en paz durante todo el siglo, y lo incendi todo a su paso.

    El siglo XIX termin con tres sangrientas revoluciones en Buenos Aires, la ciudad revolucionaria: una el ao 80, otra el 90, y otra el 93. El siglo XX empez con otra revolucin sangrienta y su cortejo de sol-desea desmandada, y masacre de oficiales en febrero de 1905.

    Despus vino la pausa democrtica del sufragio universal, que pa-eci colmar las esperanzas y las ilusiones de los hombres de ideas li-berales. Pero esta pausa pas pronto y comenz una sucesin de fechas que tienen como un signo fatdico de fracaso.

    En septiembre de 1930 un gobierno constitucional cae frente a una rebelin militar. En junio de 1943 otro gobierno constitucional cae de-rribado por otra insurreccin militar. En junio y septiembre de 1955 un gobierno constitucional cae vencido por un alzamiento militar, esta vez sangriento. En junio de 1966 un gobierno constitucional cae frente a un silencioso y compacto movimiento militar.

    Estas cuatro cadas del rgimen constitucional se han sucedido una en cada dcada en medio de una indiferencia creciente: en 1930 hubo todava inters y agitacin militar popular; en 1943 hubo mezcla de inters, apata y agitacin ; en 1955 las masas presenciaron inmviles la cada del gobierno; en 1966 la indiferencia y el silencio fueron totales.

    Es cierto que las masas son inertes, y siempre lo han sido, desd que comenz en el mundo la agitacin revolucionaria, hace dos siglos;

    33

  • y que slo son las minoras y los idelogos los que hacen ruido y des-orden.

    Pero hoy el silencio y la indiferencia del pas parecen aplastantes: ya no hacen ruido ni siquier minoras de idelogos que han desapareci-do de la faz de la tierra.

    Ahora ocupan la escena los tcnicos, solemnes y verbosos, sonoros y vacos. . .

    Qu pasa con nuestra Argentina, esta tierra que podemos llamar vieja puesto que ya llevaba ese nombre, tomado del "argentum", desde fines del mil quinientos?

    Hemos perdido las fuerzas y las esperanzas y la voz, despus de ciento sesenta aos de desgarramientos y revoluciones, guerras civiles y fracasos?

    Yo creo percibir como una ansiedad y una indiferencia que yacen en el fondo del alma nacional. La indiferencia y el hasto para los ha-bladores y los idelogos, para los reformadores perpetuos y para los polticos de viejo y nuevo cuo. La ansiedad por una autoridad que no se niegue a s misma, que restablezca el orden y asegure la justicia y sobre todo que gaste con escrupulosa honradez los dineros del te-soro pblico, que todos contribuimos a formar. Y creo que esta indi-ferencia y esta ansiedad 110 son slo nuestras: son de todos los pue-blos del mundo blanco y civilizado; de ese mundo que alguna vez fue Europa Cristiana. Nunca han estado ms mudos e impotentes los pue-blos, que en esta era del gobierno "del pueblo" y de la prensa libre. Si los pueblos pudiesen hablar y si no estuviesen tan aplastados y tan degradados por la Democracia Moderna, su lenguaje sera seguramente el de la antigua sabidura de las naciones cristianas de los tiempos an-teriores a la Revolucin: el gobierno est para representar la autoridad de Dios, origen de su poder, y aplicar la justicia conmutativa y dejar iodo lo dems a los individuos; la Iglesia es la encargada de subsanar las deficiencias de la justicia humana por la Caridad de que Ella sola ts administradora. Todo lo que excede de estos principios sencillos y claros', no es otra cosa que avance tirnico del gobierno sobre los indi-viduos y las familias.; Desde el ao 1810, en la Argentina, todos los go-bjernos han ido avanzando sobre los derechos de los hombres y de las familias de un modo cada vez ms absorbente. Este avance fue atenua-do durante los gobiernos federales, acaso no por virtud propia de ellos, sino porque no pudieron hacer otra cosa, que hacer la guerra defensiva contra los unitarios y los extranjeros y mantener el orden interior pol-la fuerza de las armas. Pero despus de Pavn recomenz la fiebre le-gislativa que fue "in crescendo". El pas se pobl de congresos, legisla-turas y cmaras de senadores y de diputados, y una lluvia incesante de leyes comenz a caer sobre nuestro fatigado territorio. Luego vinieron los gobiernos "de facto", que gobernaban por "decretos - leyes", que lue-go eran ratificados por los congresos y legislaturas renacientes; . . .y la iluvia de leyes se espes.

    34

  • Antes era ms o menos laborioso y difcil hacer una ley. La Cons-titucin de 1819, de feliz y fugaz memoria, mandaba que todo proyecto de ley fuese ledo tres veces, en sesiones distintas y separadas una de otra por tres das almenos.