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Libro jauja parte 1

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Descripción del desarrollo histórico, cultural de la provincia de Jauja - primera parte

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De esta edición:

© Gobierno Regional de Junín/Dirección Regional de Comercio Exterior y Turismo Junín/Proyecto Jauja Monumental

De los artículos: los autoresDe las fotografías: cincopuntoseis comunicación visualDe las ilustraciones: Charles Wiener, L. Gibbon, Leonce Angrand, T. HutchinsonConcepto del libro: Comité editor de la Dircetur Junín

Gobierno Regional JunínPresidente: Vladimiro Huaroc Portocarrero, gestión 2007 - oct. 2010Raúl Robles Echegaray, gestión oct. 2010 - dic. 2010Jr. Loreto 363 – HuancayoCentral telefónica: 233121-232230www.regionjunin.gob.pe

Dirección Regional de Comercio Exterior y Turismo de JunínDirector: José Luis Álvarez Ramos Jr. Grau 528 – JaujaTeléfonos: 362897-216113

Primera edición: noviembre de 2010Tiraje 1000 ejemplares

Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú N? 2010-15125 Ley 26905

En la portada: Laguna de Paca; en la contraportada: Bóveda de la Iglesia Matriz de Jauja.

Comité editor:

Director: José Luis Álvarez RamosCoordinador General: Carlos H. Hurtado AmesDiseño y diagramación: Marko Capcha SolísCorrección de estilo: Sandro Bossio Suárez

Prohibida la reproducción total o parcialsin permiso expreso de los editores

Esta edición es parte del Proyecto “Puesta en Valor, Recuperación y Conservación de la Zona Monumental de la Ciudad de Jauja, Primera Capital Histórica del Perú-Región Junín”.

Impreso en el Perú – Printed in Peru

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Presentación | 7A pesar de la importancia que tiene en la historia y cultura peruana, Jauja siempre

había permanecido al margen de las políticas nacionales y regionales de desarrollo. Sin

embargo, merced al interés que decididamente mostraron varios hijos jaujinos

involucrados en este gobierno –y eso hay que reconocerlo–, se tomó la decisión de

llevar a cabo un proyecto que permita revalorar lo que la ciudad ha sido, a fin de

generar un desarrollo económico sostenible a partir de su múltiple patrimonio. En este

marco el Proyecto Jauja Monumental es una feliz realidad.

Para quienes la conocen a profundidad, Jauja ejerce una fascinación que es

difícil de descifrar. No se puede decir si es su historia, su cultura o su misma gente la

causa de ello. Dentro del conglomerado de las provincias que integran el

departamento de Junín, tiene una personalidad muy propia. Si a algunas ciudades las

definen cierta dinámica comercial y mercantil, a “la Primera Capital del Perú” la define

un espíritu intelectual, analítico y artístico. Si bien no se ha hecho un inventario serio y

detallado de la producción intelectual de la región, es evidente que una parte

considerable proviene de esta ciudad, antes y ahora.

También es importante ponderar el proceso histórico de la ciudad. En la época

colonial Jauja fue el centro de poder de la sierra central peruana, y de entonces data una

serie de edificaciones como muestra de este pasado y parte de su patrimonio

monumental y urbano. Después, hasta mediados del siglo XX fue el lugar donde

convergieron gentes de distintas geografías con el fin de curarse de la tuberculosis,

debido a la generosidad de su clima. De este modo, extranjeros y nacionales con

notable protagonismo en la historia peruana estuvieron ahí. Ellos le imprimieron una

particular sensibilidad social de la que son herederos los jaujinos de hoy en día, y que se

aprecia de distintas maneras entre la colectividad.

Un reflejo importante y maravilloso de ello se aprecia en el patrimonio vivo de

la ciudad y la provincia en general. La Tunantada y el Carnaval Jaujino, por ejemplo,

dos de las fiestas más importantes de las que se desarrollan en el contexto urbano,

tienen una elegancia y complejidad que nunca deja de sorprender. Toda ponderación

sería poca para describir la fastuosidad de las mismas y la importancia que tiene en la

construcción y redefinición de las identidades locales.

Precisamente, este libro pretende dar cuenta de ese enorme legado cultural y de

su milenaria y fascinante historia. El compromiso que el país tiene con esta histórica

ciudad comienza a saldarse en parte. El proceso de recuperación de su patrimonio es

indicador de un cambio que, sin duda, se traduce en el comienzo de mejores vientos

que los jaujinos soñaron y esperaron por muchas generaciones .

Vladimiro Huaroc PortocarreroPresidente del Gobierno Regional Junín

2007 - Octubre 2010

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Preámbulo | 9

Esta etapa final de la administración del Gobierno Regional Junín tiene como uno de

sus principales cometidos culminar las obras en toda la región. En este sentido, una de

las más representativas e importantes es el Proyecto Jauja Monumental.

No es necesario dar detalles específicos de los que comprende este Proyecto.

Baste decir que se trata de un proceso que devendrá en un cambio para la realidad de la

ciudad de Jauja en muchos sentidos, principalmente el referido a su desarrollo

económico. La meta es que se convierta en el más importante centro turístico de la

sierra central peruana. Como se sabe, la ciudad y la provincia tienen todas las

condiciones para ello. Sin embargo, faltaba que muchos de estos recursos se pongan en

valor, restaurándolos, refaccionándolos, promocionándolos.

El documento que ahora el lector tiene en sus manos es parte de ello. Contiene

una muestra del variado patrimonio de Jauja, tanto en su cultura como en su historia, y

todo lo que ambas cosas conllevan. Se trata de una riqueza impresionante pero,

lamentablemente, desconocida. La publicación de este volumen, seguramente, hará

que los peruanos tengan un conocimiento más cercano del legado de este hermoso

territorio y de todas sus posibilidades.

No me queda más que felicitar a todos los que han estado involucrados en este

proyecto, de todas las diversas maneras. De la misma forma, también reconocemos el

esfuerzo y dedicación que le han puesto a este libro quienes han contribuido en su

producción. En definitiva, este volumen es muestra de una parte de la riqueza de Junín

y que ahora ponemos a consideración de nuestra sociedad.

Raúl Robles EchegarayPresidente del Gobierno Regional Junín

Oct. 2010 - Diciembre 2010

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Preámbulo | 11

Dora Verástegui OliveraConsejera Regional de Jauja

Después de un tiempo prolongado hoy en Jauja se vive un clima de cambios. El elemento

definidor de esta realidad es, sin duda, el Proyecto Jauja Monumental. Particularmente,

en mi condición de Consejera Regional de Jauja en la presente gestión, me siento

complacida por su ejecución. Se trata de un proyecto por el cual hemos bregado,

conjuntamente con otras personas, para que finalmente arribe a buen puerto.

Jauja tiene una riqueza histórica y cultura inmensa. Uno de los factores que ha

contribuido –y contribuye– para que ello sea así es la mujer Xauxa, a quien en estas

breves líneas quiero rendir homenaje. Desde la época prehispánica, ella ha jugado un rol

clave. De la Colonia se sabe de la presencia de las poderosas y potentadas cacicas de Jauja

que no tuvieron parangón en otras partes del virreinato de entonces. Después, tanto en la

Independencia como en la Guerra del Pacífico, tuvieron una participación decisiva en

muchas de las victorias aquí logradas. Y este es un hecho que hasta ahora no se ha

reconocido debidamente. El momento reciente se define por la presencia de educadoras,

que han desempeñado y desempeñan una de las labores más nobles, siendo a la vez las

menos recompensadas en la formación de jaujinos a lo largo de los años.

Esta coyuntura de revalorización del nuestro patrimonio es el inicio de nuevos

vientos para la ciudad y la provincia. El relativo estancamiento que ha vivido en relación

a las otras provincias del valle termina aquí. No obstante, se trata de un proceso a largo

plazo y que amerita una continuidad de lo que se ha iniciado. Por ello, debemos estar

alertas a que las siguientes gestiones que vengan no detengan este proceso.

Finalmente, felicito a quienes han tenido a su cargo la edición de este volumen,

de notable calidad. Una muestra de lo que Jauja es y lo que somos los jaujinos, lo que

hemos sido y podemos ser.

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Introducción | 13La ciudad de Jauja se encuentra ubicada en la sierra central peruana, a más de 3300

msnm. La provincia del mismo nombre es una de las cuatro, junto a Huancayo,

Chupaca y Concepción, que conforman el valle del Mantaro. Esta región siempre ha

sido ponderada por su abundancia y belleza. Cuando los españoles la vieron por

primera vez, no dudaron en fundar una ciudad ahí, a la que dieron el rango de capital

de gobernación: la “muy noble Ciudad de Jauja”

Durante mucho tiempo Jauja fue conocida en el mundo por la leyenda que se

generó en torno a ella. De esta manera, se hablaba de la idílica tierra de Jauja, según el

mito un lugar donde no había jerarquías sociales; pagaban por descansar y castigaban

por trabajar; los árboles eran de buñuelos, las casas estaban hechas de pasteles, había

ríos de leche y animales cocinados que deambulaban dispuestos a ser engullidos. Así,

Jauja vino a significar literalmente felicidad, y es así como en algunos lugares se la

conoce. La frase “ni que estuviéramos en Jauja” hace alusión a ello. La base para este

imaginar fueron las ideas en torno a la existencia de un paraíso terrenal existentes en la

mentalidad europea y que llegó con los españoles. La riqueza de Hatun Xauxa, el

centro administrativo inca, que tenía una réplica del Coricancha y el más grande

sistema de almacenaje del Tahuantinsuyo, hizo pensar que esta ciudad era el espacio

imaginado del que hablaban las fábulas de los lugares soñados en la cosmografía

medieval. Esta leyenda de las tierras míticas y legendarias, que en Europa se llamaba el

País de la Cucaña, sufriría una reinterpretación al regresar de América al Viejo

Continente e incorporarse a la literatura popular hispánica, siendo ya un referente

nuevo, bajo la denominación de País de Jauja.

Edgardo Rivera Martínez retoma esta famosa frase y la convierte en el título de

su más célebre obra. Aunque se pueda pensar que la Jauja contemporánea no tiene

nada que ver con el relato de la leyenda, Rivera Martínez establece un vínculo a partir

de la concepción de Jauja como un lugar ideal para la integración en términos de lo

social, una utopía posible. De este modo, la novela País de Jauja, ambientada en la Jauja

de mediados del siglo XX, muestra esa confluencia y encuentro de culturas tan

característicos de la ciudad, la andina con la occidental, donde una no se superpone a la

otra, sino que conviven en un proceso de feliz interculturidad. Los personajes, muy

familiarizados con la cultura occidental clásica, no desdeñan ni se sienten ajenos a la

andina. De esta manera, Claudio Alaya, el personaje principal, aparece en un

determinado momento tocando un huayno en el órgano de la Iglesia de Jauja.

Lo anteriormente señalado hace pensar que Jauja es una tierra de leyendas,

tradiciones y posibilidades. Si embargo, la mayor parte de su riqueza histórica y

cultural permanece en el silencio y es desconocida e ignorada a nivel regional y

nacional. En gran medida, este libro pretende revertir esta situación. Tampoco podría

ser de otra manera, toda vez que se enmarca dentro del Proyecto Jauja Monumental,

que tiene por fin generar un desarrollo económico sostenible a través de la valoración

del Patrimonio de la ciudad. Aparte de las diversas obras que se vienen ejecutando

–como es la refacción de la Iglesia Matriz, la Capilla de Cristo Pobre y la

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Introducción | 1514 | Introducción peatonalización de los jirones Junín y Grau, junto con el arreglo de las fachadas de las

casonas más representativas–, nos interesa mostrar al mundo lo que es en sí la ciudad,

tanto a nivel de su historia, cultura y patrimonio.

En este sentido, y desde una perspectiva transdisiplinaria, se ha convocado a

diversos profesionales conocedores de la realidad jaujina en sus diferentes aspectos

para que muestren una parte interpretativa de lo que han investigado en relación a la

ciudad, ya sea en el campo de la literatura, la historia, la antropología, la arquitectura o

la historia del arte. El volumen inicia con un artículo sobre el paisaje de Jauja del

renombrado escritor jaujino Edgardo Rivera Martínez. En éste, por una parte se refiere

a la Jauja que aparece en las crónicas coloniales y que incluía a toda la región conocida

ahora como del Mantaro. No hay que olvidar que antes, y durante mucho tiempo, por

Jauja se conoció al valle, al corregimiento y a la provincia, mucho más extensa que lo

que ahora es. En otra, al paisaje que circunda la ciudad, y que ha sido motivo de mucha

inspiración a quienes se detuvieron a contemplarlo.

Los recursos turísticos de la ciudad y la provincia se han agrupado en un texto

de José Luis Álvarez en que se muestran toda la variedad que Jauja tiene por ofrecer y

explotar. Quizás lo más importante del mismo es la identificación de que la ciudad y la

provincia están en camino a convertirse en un ícono turístico de la sierra central

peruana, aunque para ello hay un largo camino que apenas se empieza a recorrer. El

extenso proceso histórico de la localidad ha sido elaborado por Carlos H. Hurtado

Ames, desde una perspectiva interpretativa y reflexiva. A partir de todo lo que se sabe

de ella, en pocas páginas, muestra un panorama de lo más saltante de la historia de

Jauja, destacando los diferentes aspectos que faltan aún por investigar. Lo novedoso de

este panorama es que se ofrece una interpretación del siglo XX, a partir de la historia

cultural, focalizando el interés en hechos como la migración, intelectualidad jaujina, la

evolución de la fiesta. En gran medida se trata de un marco muy adecuado para la

investigación etnográfica que ha elaborado Manuel Ráez, uno de los principales

conocedores de la realidad de la cultura viva peruana, y cuyo trabajo de campo ha

estado centrado, en buena parte, en la provincia de Jauja. Ahora nos presenta un

panorama amplio y documentado de las fiestas de la provincia y la ciudad y toda la

complejidad que ello involucra, desde la culinaria hasta las artesanías. Sergio Castillo

ha escrito una crónica de la ciudad a partir de su experiencia de vida, desde la cual

podemos apreciar un panorama más personal y cercano de lo que es vivir en Jauja en

estos tiempos. Se trata hasta cierto punto de una manera oral de conocer la historia

desde el relato escrito. Una forma de comunicación que no se puede hacer desde la

mirada académica, de ahí su importancia. Finalmente, también se ha incluido un

trabajo sobre el patrimonio arquitectónico y artístico encargado exclusivamente para

esta edición a Nicolás Hinostroza y Hebner Cuadros, revisado y reestructurado para

este volumen por el coordinador general. Este trabajo realiza la primera aproximación

que hasta ahora existe sobre esta parte de la cultura jaujina.

Varias han sido las personas involucradas para que este libro, finalmente, y

después de muchos meses de trabajo, viera la luz. En primer lugar, queremos

agradecer el decidido apoyo del quien fuera Presidente de la Región Vladimiro Huaroc

Portocarrero para que el Proyecto Jauja Monumental sea una realidad. El proceso de

cambio que se viene dando en la ciudad y la provincia, y que continuará por varios

años más, independientemente de quienes estén en el cargo, es en gran parte mérito

suyo. Sólo el tiempo permitirá valorar la real importancia de lo que ahora se ha

iniciado. Después, sin duda, es un honor contar con la participación del Dr. Edgardo

Rivera Martínez en este volumen, quien siempre se mostró entusiasmado y solícito a

colaborar con nosotros en este Proyecto, aportando ideas, sugerencias y algunos

materiales que acompañan esta edición. Le expresamos nuestro agradecimiento y

reconocimiento por la gran contribución que ha realizado y realiza a Jauja a lo largo de

su trayectoria de vida. Su esposa Bertha Martínez también ha sido muy generosa al

proporcionarnos diversos materiales de su colección personal para el volumen.

En cuanto a la edición en sí, la dirección ha asido asumida por mi persona y la

coordinación general ha estado a cargo de Carlos Hurtado Ames, quien se ha

encargado de recopilar los materiales y editarlos cuando fuera necesario. Después de

varias ideas y propuestas se pudo elaborar el contenido que ahora presentamos,

sobremesas en las que también han participado otras personas, principalmente Sergio

Castillo y Marko Capcha (este último, además, ha realizado el diseño de la portada y

los interiores, con la calidad que lo caracteriza y que ahora podemos apreciar). El

equipo que dirige William Higa se encargó de las fotografías. Finalmente, hay una gran

cantidad de personas que de alguna u otra manera han contribuido a esta edición,

principalmente facilitando la obtención de fotografías de colecciones particulares, ya

sea de cuadros de pintores jaujinos o colecciones de periódicos, material ceramográfico

o libros, que sería muy largo de enumerar. A todas ellas, muchas gracias. Los créditos

respectivos aparecen en las leyendas de las tomas.

Resta hacer una confesión. Cuando comenzamos esta labor no teníamos una

idea clara de la responsabilidad que esto implicaba. Definitivamente, hablar de Jauja es

hablar de palabras mayores. Queda este documento como testimonio de algo que se

hizo y de lo mucho que falta por hacer.

José Luis Álvarez RamosDirector de la Dirección Regional de

Comercio Exterior y Turismo

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El paisaje de Jauja 19Edgardo Rivera Martínez

Jauja: epicentro turístico del centro del Perú 27 José Luís Álvarez Ramos

El proceso histórico de Jauja 41Carlos H. Hurtado Ames

El patrimonio arquitectónico y artístico de Jauja 67Nicolás Hinostroza y Hebner Cuadros

Jauja, universo de tradiciones populares 89Manuel Ráez Retamoso

Crónica del amor crónico: un relato sobre Jauja 121Sergio Castillo Falconí

Recorrido hacia la selva de Jauja 131 Carlos H. Hurtado Ames

Calendario festivo 135

Contenido | 17

3

1 La Fundación de Jauja. Óleo de Wenceslao

Hinostroza (colección Club Jauja).

2 Virgen del Rosario, patrona de Jauja.

3 Colcas incas en Shujos, sobre la

laguna de Paca.

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5

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Comencemos por recordar lo que dice el poeta inglés William Blake: “donde no está el

hombre la naturaleza es un desierto”. Afirmación que se complementa, a pesar de su

aparente oposición, con la del filósofo peruano Mariano Iberico: “…el espacio del

paisaje es siempre una plenitud”. Y nosotros añadimos que el paisaje no existe si no hay

una sensibilidad que se detenga y lo observe y contemple.

En este artículo entendemos como paisaje de Jauja el de todo el valle, y en

especial el que se ofrece por los campos y cerros circundantes a mi ciudad, así como

ríos, bosques y lagunas cercanos, y las cumbres que desde ella se divisan. Y es así,

porque es el que me ha rodeado y he contemplado desde mi infancia, y que he tenido

presente aunque me hallase en otras ciudades y en países lejanos. Y el que aparece y se

siente en mis novelas y en muchos de mis relatos. Y recordemos, finalmente, que antes

y por siglos se hablaba del “valle de Jauja”, el que ahora se llama “valle del Mantaro”.

Son antiguas las primeras descripciones, por sucintas que sean, o las referencias

que nos han dejado sobre aquel las crónicas y las relaciones de viaje de los siglos XVI,

XVII y XVIII. Miguel de Estete, por ejemplo, habla de “un valle muy hermoso y tierra

templada”. Hernando Pizarro dice: “este pueblo de Xauxa es muy bueno e muy

vistoso”. Cristóbal de Mena describe el valle como “muy delicioso y placentero, y con

el aire temperado y sereno”. Pedro Sancho pondera la “deleitable” ribera de su río.

Cieza de León admira el “grande y hermoso valle de Jauja, que fue una de las

principales cosas que hubo en el Perú”. Y el Inca Garcilaso de la Vega señala, con

asombrado énfasis: “Jauja, hermosísima provincia…”.

Antigua es, pues, esa idea de tierra bella y sosegada. Imagen vital, sin duda, y

anterior a la delectación y complacencia ante los aspectos, imágenes y colores de la

naturaleza, esto es el sentimiento del paisaje, que se hará más hondo y tomará más

definida forma tanto en la pintura como en las letras a fines del siglo XVIII y principios

del XIX. Consecuencia, pues, en nuestro caso, de la inevitable comparación y

sentimiento del clima, de los escenarios, de los horizontes, que tenían presentes en la

memoria y el sentimiento los cronistas de Nueva Castilla, y no aún de la particular

sensibilidad que anuncia y se da en la época del romanticismo. Y, no obstante, y por su

misma raíz vital, y a pesar de las diferencias culturales y de época, emoción ya del

paisaje. Y si tales eran —hermosura, serenidad— los rasgos generales que por

entonces, en aquellos dos primeros siglos, resumían la visión de la tierra de Jauja, en la

que se entretejía la de ese país de leyenda, pleno de abundancia y felicidad, que tuvo su

origen en la Europa Occidental de la Edad Media, preguntémonos ahora ¿en qué

medida perduran o persisten hoy, y cómo se entrecruzan unas y otras, con la fisonomía

o representación actuales de nuestro valle? Pues un paisaje es también, de muchos

modos, variación y permanencia. En otros términos, por encima de facetas transitorias,

y más allá del tempo desigual con que los cambios se producen, prevalece casi siempre

un sello perdurable. Uno aprehensible a partir de ciertos rasgos y componentes

esenciales. Y de ello es de lo que vamos a hablar en estas páginas.

Ellos son, sin duda, la transparencia del aire, el azul del cielo, las nubes

—aunque sean cambiantes y pasajeras—, la consonancia de las montañas, los ríos, el

color de la tierra, que ofician de marco y a la vez de entraña. Se les agregan, como

elementos más particulares, más decorativos, ciertas plantas típicas, como el chagual,

maguey o agave, el aliso, la retama, y en directa vinculación con el vivir de los

moradores, los tejados, los muros de tierra blanqueados, los zaguanes, los

balconcillos…

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4 Nevado Pariacaca,

límite de Jauja con Lima

(archivo Cámara de

Turismo de Jauja).

5 Camino a Huertas.

Óleo de Hugo Espíritu

(colección de Hugo Ames Salazar).

6 Vista de Jauja. Ilustración de

Thomas Hutchinson, 1873.

7 Vista de Jauja.

Ilustración de L. Gibbon.

6

7

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Nuestra atmósfera ha sido celebrada siempre por su limpidez, que acaso se

debe a la altura en que está el valle, a la ausencia de centros industriales y mineros. A

través de su transparencia la luz del día alumbra intensa. Una nitidez más sensible a las

horas matinales, cuando no hace poco llovía y ahora ha escampado. Nunca son más

bellos, como entonces, las formas, los colores, los contrastes. Aún los sonidos se hacen,

en semejante medio, más claros y musicales. Avanza el día y la limpidez mañanera,

tersa, adquiere poco a poco la calidad neutra de un cristal metálico, para tornarse luego

en puro sol a mediodía. Al atardecer, en cambio, si el cielo continúa despejado, la

atmósfera se vuelve un esplendor dorado, y si corre un poco de viento, se le oye

derivar, nemoroso, hacia la noche. Y si acaso ha caído más temprano un ligero y corto

aguacero, esa diafanidad parecería materializarse en las gotas que quedan sobre las

hojas de los retoños. En la época de sequía, en cambio, el oro violado de los celajes,

hacia el oeste, hace que se vea de una tonalidad glauca el aire del lado oriental del valle.

Muy rara vez nuestro cielo conoce la violencia épica de las cumbres en las

tormentas, ni tampoco la severidad cósmica que admiramos en las punas. Las nubes, a

veces, en esas horas, componen lo que llamaríamos arquitecturas fantásticas,

oposiciones dramáticas, fugaces, bajo las cuales la tierra se ve más quieta, más vasta.

La orientación general del valle, su eje por así decir, de norte a sur, origina, junto

con factores geológicos y los que resultan de la actividad humana, contrastes de

claridad, de color, de espíritu, entre las dos cadenas orográficas que la forman. Los

cerros y cumbres orientales, en general más elevadas, son también en general menos

accidentados. Sus repliegues dan lugar a quebradas, por donde discurre y baja el agua

de las lluvias, de los manantiales, y en ellas con frecuencia crecen arbustos, chaguales, a

veces retamas y algunos árboles nativos. Al otro lado de las cimas se extienden

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páramos, en los que abunda el ichu, cuyo color oscila entre el verde y el amarillento casi

dorado, según las variaciones del clima y de las estaciones. Por la noche se alza sobre

esas montañas, turbadora, como si ascendiera de la floresta oriental, la luna. Por ese

lado también se observan a veces relámpagos silenciosos, porque se abaten muy lejos,

sobre los bosques de la Amazonía.

Los cerros occidentales, por su lado, son en su mayor parte más áridos. Su

coloración, acaso más variada, por las rocas que los forman, se aprecia mejor por las

mañanas. El amanecer los viste con una luz radiosa. Por la tarde, en cambio, sus flancos

se hunden, poco a poco, en una sombra gris. En sus repechos casi no hay fuentes, ni se

ven árboles. Con frecuencia, en las épocas de lluvia, los hieren los rayos. Y cuán

ominosos se ven en las tardes de tormenta, como sucede en la doble y alta cima que se

halla al oeste de Jauja, en la otra ribera del Mantaro, cuyo nombre por el momento no

recuerdo. Pero en aquellos, como por ejemplo en Huancas, el cerro al pie del cual se

halla la ciudad, hay hileras curvas de colcas de piedra, esto es depósitos de alimentos de

origen vegetal, que se remontan a la época inca, o quizás son más antiguos. No siempre

es posible apreciarlas a la distancia en el valle, y suscitan sentimientos de admiración,

curiosidad.

A poca distancia, hacia el norte, se halla la laguna de Paca, acaso la más bella de

nuestras serranías. Por el este la bordean colinas áridas, pero onduladas, tras las cuales

se yerguen las montañas de Orcconcancha. Por el norte un macizo que recibe el nombre

de Pusajhuajla, es decir ocho cumbres, al pie de las cuales se halla el pueblo de Paca.

Crestas azules, tutelares, desde donde descienden, en los meses de aguacero, aguas

límpidas. Laguna que ha dado lugar a muchas leyendas, y entre ellas las de esa sierpe

24 |

8

8 Vista desde Pueblo Viejo.

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alada, el amaru, que a veces surge en pos de esa flor de la lluvia y el rocío que es la

sullawayta.

Muy a lo lejos se yerguen, al sureste del valle, los nevados del Huaytapallana,

llamados también por algunos Lasontay, de tan hermoso perfil, a los que el

calentamiento global va privando del hielo y de la nieve. Por su distancia a Jauja no

alcanzan a inspirar entre los campesinos la temerosa reverencia que otras cumbres

nevadas, y que sí suscitan entre quienes viven en su proximidad, al este de Huancayo.

Citemos ahora, para terminar con esta parte de nuestro artículo, las siguientes

líneas de José María Arguedas: “El luminoso y espléndido valle [del Mantaro] y sus

frutos contrastan con el semblante grave de las montañas. Esta sensación de contraste

despierta en el espíritu del viajero sensible la siempre latente inclinación humana a lo

mágico o a lo mágico-estético”.

Por medio del valle corre el río llamado antaño Angoyacu —aguas azules—, y

ahora, con voz campa, Mantaro. Las crónicas lo califican de “profundo”, e incluso, en

una de ellas de “furioso”. No posee el prestigio mítico e histórico de otros, como el

Vilcanota. En otros tiempos seguramente sus aguas solían verse limpias, y en días muy

soleados de un azul acerado, pero ahora son de una tonalidad entre verdosa y

amarillenta, por causa de las escorias. No obstante, al atardecer, y al reflejarse en sus

aguas los celajes, no deja de parecerse, desde lo alto, a una inmensa serpiente de fuego,

y algo recobra entonces, por unos momentos, de la temible apariencia que le

encontraban los antiguos moradores del valle.

En la época prehispánica, sin duda, se ofrecía a la vista como una tierra bastante

escampada, pero ya había árboles típicos, como en otras zonas de la sierra: el quinhual,

el aliso (lambras en quechua), el yalán, y plantas autóctonas, a las que se agregaron, con

la llegada de los españoles, el guindo, el níspero, la retama, que ahora se repone de un

mal que puso en riesgo su existencia en la zona. Y ya más reciente, pues su presencia

data de la segunda mitad del siglo XIX, el eucalipto, árbol que se convirtió en uno de los

elementos más distintivos del paisaje vallino, aun amenazado como está por la

utilización de su madera y por la fiesta jaujina de los tumbamontes. Árbol que, como se

sabe, procede de la lejana Australia y suele servir para marcar, junto con el agave, los

linderos de las propiedades agrícolas y el borde de los caminos. Y bien podríamos decir

que si el quinhual es como una imagen del alma indígena, por lo que tiene, aun con el

encendido color de su tronco, de meditativo, de introversión, el eucalipto lo es la del

mestizo. Pensemos sino en la airosa elegancia de su balanceo, en su afán de ganar más y

más altura, y en la alegría con que se danza en torno en la época de los carnavales.

Pensemos ahora en ciertos barrios de Jauja, y en los de muchos de los pueblos

del valle, donde las casas son de muros de tapia o adobe, enlucidos y pintados luego de

blanco. Encalados eran los muros que encontraron los viajeros de los tres o cuatro o

cinco siglos pasados. De una blancura luminosa, que resaltaba aún más por los zócalos

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pintados de oscuro. Luminosa y ajena a toda uniformidad mecánica, gracias a la

modulación que les imprimían los rayos solares, la orientación de los paramentos, los

reflejos de los árboles, el bello rojo de los tejados. Muros de una vernácula nobleza.

Por suerte se comienzan a realizar, desde hace muy poco, proyectos de

recuperación, y el que a mí más me entusiasma es, desde luego, el de Jauja,

devolviendo a la vista como hace con la Iglesia Matriz su estructura, imafronte y torres

de piedra. Ojalá se haga lo mismo con las hermosas arquerías que antaño tenía el atrio

de la iglesia de Sincos, y se restaure su vieja iglesia, si es que no ha sido ya derribada. Y

también con las iglesias de Apata, San Jerónimo y otros lugares.

Para terminar rindamos homenaje a quienes han sido sensibles y han escrito

sobre el paisaje de Jauja, como Pedro S. Monge, Miguel Martínez, Clodoaldo A.

Espinosa Bravo, Sergio Quijada Jara. O a pintores que han hecho lo mismo con su arte

como Hugo Orellana, Miguel Núñez, Oriana Rivera, Ernesto Bonilla del Valle. Y

también a ese admirable libro del filósofo Mariano Iberico, Notas sobre el paisaje de la

sierra. 9 Paisaje de Apata.

9

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1. El patrimonio histórico monumental y el turismo sostenible

La relación entre una ciudad histórica como Jauja, la primera capital del Perú, y el

turismo, requiere de una visión innovadora que afronte los desafíos culturales,

medioambientales y funcionales que el uso responsable del patrimonio cultural y el

turismo plantean.

En la actualidad no hay ciudad que no apueste por el turismo. Definido de

manera sencilla, el turismo es la afición a viajar por el gusto de recorrer un país, región

o localidad. Este desplazamiento voluntario y temporal, está determinado también

por el conjunto de bienes, servicios y la organización que existe en cada nación y

espacio local; es decir, los diferentes atractivos que posee un destino turístico. En ese

sentido, Jauja es depositaria de un patrimonio monumental e histórico que,

considerado como recurso turístico, guarda un potencial económico con infinitas

posibilidades.

Jauja, como destino de esta naturaleza, es insuperable en la sierra central del

Perú. Esto es así por la gama de opciones que se presenta al visitante. Los recursos con

que cuenta son extensos y variados. Sin embargo, es necesaria la implementación de

proyectos de “puesta en valor” para que sean transformados en atractivos turísticos.

Esta revalorización y la utilización turística del patrimonio histórico deben estar

integradas a un proyecto cultural más amplio, donde el centro histórico, la cultura

viva, el entramado artístico y la vida cotidiana confluyan para crear un estilo de

ciudad y un modo de vida que haga atractiva y placentera la existencia o la visita.

Precisamente, el proyecto “Jauja Monumental” persigue esos objetivos. De esta

manera, cuando una persona pase por la ciudad y la provincia va a encontrar una

gama de ofertas según los intereses que tenga.

Jauja es enorme en historia y cultura, porque la naturaleza ha sido generosa con

ella. La diversidad de paisajes (la laguna de Paca, los cerros que la rodean, la campiña,

entre otros) y el clima. Este último es uno de los más reputados a nivel nacional, e

inclusive internacional, pues Jauja posee, precisamente, uno de los mejores climas del

mundo, que la han hecho famosa a lo largo de la historia. Muchos autores han

destacado lo límpido del cielo jaujino, que en toda la sierra, por alguna extraña razón,

no tiene parangón. El amanecer es espléndido y el atardecer fabuloso. En las noches las

estrellas nos impactan por su claridad e imponencia.

2. El Centro Histórico

El turismo, sea de motivación cultural profunda o superficial, se está convirtiendo en

una actividad de masas. Es un protagonista fundamental de la vida y también de la

recuperación urbanística de importantes conjuntos históricos. La importancia que han

asumido los Centros Históricos dentro de la promoción turística de una ciudad es

innegable. Esto es más claro cuando nos referimos a ciudades con una larga trayectoria

que, en el caso hispanoamericano, se cuentan entre las primeras que fundaron los

españoles. Si tomamos en cuenta esa consideración, Jauja fue la primera capital del

Perú y tiene un Patrimonio Monumental ingente, la mayor parte del cual se ubica en el

Damero, la antigua cuadrícula que se trazó cuando se inició la ciudad.

Debemos señalar que el actual emplazamiento de Jauja data de 1565, cuando se

trasladó la ciudad del sitio en que fue fundada originalmente. Fue aquí cuando se le dio

el trazo característico de las ciudades españoles y que ahora definen su fisonomía; es

decir, de calles rectangulares a manera de tablero de ajedrez. En ese entonces, también,

surgieron los edificios más importantes de la ciudad, como la Iglesia, el local del

Cabildo y las casonas de la élite de esa época, que se ubicaban, casi todas, en la Plaza

Mayor. De ese momento fundacional, en el plano arquitectónico, la huella más notable

que ha quedado es la Iglesia Matriz, ya que el local del Cabildo se derrumbó a

principios del siglo XX dando paso a una nueva edificación.

La Iglesia Matriz es uno de los monumentos más representativos de la historia

de Jauja. Ha acompañado a la ciudad, prácticamente, desde sus inicios. Como es

evidente, ha sufrido una serie de modificaciones e intervenciones a lo largo de su

historia. Inicialmente no tenía la fisonomía que hoy tiene. Durante el periodo colonial,

e incluso durante el siglo XIX, su fachada tenía las características que definen a las

iglesias andinas de la sierra. A partir de 1914, con la llegada de los Canónigos Regulares

de la Inmaculada Concepción, se inicia una serie de trabajos que dieron como resultado

la fachada actual, con un estilo totalmente diferente al anterior y cubierto de concreto.

| 3130 |

11

10 Tunantada en la Plaza Jerga Kumu.

Oleo de David Huaytalla

(colección Club Jauja).

11 La Iglesia Matriz de Jauja.

Autor y fecha sin identificar.

Page 17: Libro jauja parte 1

Los retablos que hay en el interior de la Iglesia datan del siglo XVIII.

Actualmente quedan sólo cinco en pie, los otros fueron reemplazados durante la

intervención que hicieran los Canónigos Regulares de la Inmaculada Concepción.

Estos son el del Altar Mayor, el de la Virgen del Rosario, el de Santa Rosa de Lima, y el

del Santo Sepulcro. Las imágenes que acompañan a los retablos también son

coloniales. La más célebre es la de la Virgen del Rosario, la Patrona de la ciudad, en

torno a la que se han tejido una serie de mitos en lo referente a su llegada a la ciudad.

Esta imagen tiene una colección de mantos y joyas que los devotos han ido obsequiado

a lo largo de los años, y que cada cierto tiempo va luciendo intercaladamente. La Iglesia

también tenía dos cuadros de la Escuela Ayacuchana, uno llamado de la Asunción y

otro de la Virgen del Rosario, que lamentablemente han sido robados en años pasados.

También es notable el conjunto de frescos que adornan la cúpula del crucero central, y

que es una obra del Padre Andrés Bertolotti, realizada hacia la segunda década del

siglo XX.

La otra arquitectura religiosa que sigue en importancia a la Iglesia Matriz es la

Capilla de Cristo Pobre, y que forma parte del conjunto arquitectónico del Colegio de

San Vicente de Paúl. Se comenzó a construir en 1921 y se terminó en 1928. Todas las

informaciones disponibles indican que fue el Padre Luis Grandín quien puso su aporte

como arquitecto y su habilidad como artista en pintura y tallado en la obra. Es

indudable que tiene un estilo gótico y una belleza extraordinaria.

Los principales espacios públicos de la ciudad son la Plaza de Armas y el

conjunto que conforman la Plazuela de La Libertad —también llamada de Santa

Isabel—, el Arco y la Alameda que va al Cementerio. Evidentemente, la Plaza Mayor

surgió con la ciudad. Es el principal espacio de la sociabilidad de los jaujinos. Hasta la

época del aniversario de la Independencia Nacional, en 1921, el lugar prácticamente

era una pampa, donde se solía realizar sonadas corridas de toros. Después de este

momento, se construyeron las veredas, los jardines y la pileta. Igualmente, el interior

ha sufrido a lo largo del siglo XX varias modificaciones hasta llegar a lo que hoy por hoy

conocemos. Por su parte, la Plazuela de La Libertad, el Arco y la Alameda son parte

fundamental de la identidad urbana de la ciudad. Es un lugar de tránsito obligado

porque están dentro de la ruta ritual al cementerio de la ciudad.

Las casas y casonas de Jauja son coloniales en su mayoría. Sin embargo, la

mayor parte de ellas, también, han sufrido un proceso de remodelación en los primeros

años del siglo XX, que le han dado las características que ahora las definen. De esta

manera, las casonas suelen ser de dos pisos, con dos o tres patios y zaguán;

habitaciones laterales alrededor del patio principal y ambientes en el segundo nivel.

Sus fachadas son de estilo neoclásico y las portadas que enmarcan el portón principal

cuentan con elementos decorativos con formas clásicas. Las puertas y ventanas del

segundo nivel de la fachada de este tipo de casonas poseen carpintería de madera en el

antepecho con balcón abierto, y son de estilo neoclásico. Aunque, evidentemente, hay

otro tipo de edificaciones, estas casonas son las más representativas de la ciudad.

| 33

12 Detalle del frontispicio de

la Iglesia Matriz, donde se

lee lo siguiente: “Hizose

siendo el cura Reverendo

Padre Lector Fray Manuel

Rueda i Gobernador

Lorenzo Surisac.

Setiembre 1696”.

13 Panorámica del interior de

la Iglesia Matriz de Jauja.

Vista del Altar Mayor

hacia el Coro.

14 Águila del obelisco erigido

en la Plazuela Santa Isabel

del Barrio de la Libertad.

12

13 14

Page 18: Libro jauja parte 1

El patrimonio arqueológico de la provincia es enorme y maravilloso. Los Xauxa

—el grupo étnico local— han dejado uno de los mejores testimonios de su legado en él.

De esta manera, es en la provincia de Jauja donde están los más importantes centros

regionales antes de la presencia inca de la sierra central peruana, como por ejemplo

Tunanmarca, Hatunmarca o Huajlasmarca, por mencionar algunos. De la presencia

inca nos ha quedado el impresionante sistema de colcas que rodeaba Hatun Xauxa, el

centro provincial inca de la zona, y algunas edificaciones de esta antigua ciudad

incaica, además de la red de caminos que ahí convergían, que se puede apreciar con

cierta claridad camino a Lomo Largo y en la Reserva Nor Yauyos Cochas, camino al

Pariacaca.

3. La cultura viva

La mayoría de las ciudades serranas se caracteriza por tener una variada y compleja

cultura popular y patrimonio vivo. Lógicamente, Jauja no es una excepción y, más bien,

parece ser una de las que lleva la batuta en cuanto a cantidad de manifestaciones

culturales. Por ejemplo, hay un dicho usual en la localidad que dice que en Jauja hay

fiesta todo el año. Ello es parcialmente cierto, aunque se debe hacer la salvedad que es

una realidad que corresponde a la provincia con sus treinta y cuatro distritos antes que

a la ciudad. Sin embargo, todo este enorme sistema de fiestas está conectado, de alguna

manera, a la urbe.

Cada distrito tiene una fiesta en particular. Aunque el calendario festivo se

distribuye por todo el año, es desde finales de diciembre y en los meses de enero a

marzo que se concentra la mayor parte de ellos, sobre todo como homenaje a la

Navidad, Año Nuevo y Carnavales. Esto quiere decir que este ciclo festivo está

fuertemente asociado a la devoción cristiana de la zona. A fin de año se suele bailar la

Pachauara en distritos como Acolla, y en la margen derecha la Tunantada, en lugares

como Muquiyauyo. En las primeras semanas de enero, en el valle del Yacus, se baila la

Huayligía y el Corcovado; lo propio se hace en los distritos de la denominada margen

derecha, como Huaripampa o Huancaní. En la margen izquierda también se baila la

Tunantada, al igual que en el valle de Yacus, concretamente en Julcán, hacia fines de

enero. La quebrada del Mantaro tampoco es ajena a este proceso. Otros bailes, como el

Chacranegro o El Auquis Capitán, suelen estar ligados a estas celebraciones. Cada

distrito tiene una festividad muy particular del carnaval.

Independientemente de este ciclo ritual, en Semana Santa se baila en Acolla la

Magtada, una celebración distinta, tanto por sus componentes como por su

representación, respecto de lo que hemos mencionado hasta ahora. Algunos distritos

también se caracterizan por bailar en sus aniversarios una determinada danza o en

otros contextos rituales. En este sentido, es importante la Jija de Sausa y Parco. Si bien a

veces se baila la danza del mismo nombre en diferentes sitios, hay claras y sustanciales

diferencias entre uno y otro lugar. La principal distinción es la vestimenta. En la

quebrada del Mantaro, por ejemplo, los trajes suelen ser más tradicionales que en el

resto de la provincia. El marco musical lo constituyen, sobre todo en este tipo de

contextos, la llamada Orquesta Típica. La presencia de la Banda de Música es más

frecuente en los carnavales.

De otro lado, en el ámbito netamente urbano, es decir en la ciudad, hay tres

fiestas que son las más importantes, tanto por la participación de los jaujinos en ellas

como por los diversos debates que generan en la afirmación y construcción de una

identidad. Estos son el Carnaval Jaujino; la Tunantada (que se baila en el Distrito

Metropolitano de Yauyos); y la Fiesta Patronal de Jauja, en homenaje a la Virgen del

Rosario, la Patrona de la Ciudad. Al parecer antes existían más bailes dentro de la

misma ciudad, como la Huayligía y el Corcovado, pero por alguna razón se replegaron

a los distritos, incluida la misma Tunantada.

La Tunantada es un baile que se ha extendido por varios distritos de la

provincia. Sin embargo, la manifestación más importante se da en el Distrito

Metropolitano de Yauyos, en el llamado “Veinte de Enero” y por espacio de cinco días.

Son cerca de una veintena de instituciones las que participan. Por su parte, el Carnaval

| 3534 |

15 La Jija de Paccha,

ejecutada en la Plaza Mayor.

15

Page 19: Libro jauja parte 1

Jaujino se caracteriza por el corte ritual de un árbol y el baile que lo acompaña. Esta

fiesta se organiza por barrios y se prolonga por, aproximadamente, dos semanas de

acuerdo a la programación de cada uno de estos barrios. El atuendo típico de la jaujina

es uno de los aspectos más destacables, junto al propio baile, que es elegante y garboso.

Finalmente, la fiesta patronal de Jauja se lleva a cabo el primer domingo de octubre en

homenaje a la Virgen del Rosario, la Patrona de Jauja. Con esta ocasión se organizan

una serie de actividades, que van desde ferias gastronómicas, presentación de

cuadrillas de tunanteros en la Plaza Mayor y la fiesta en sí, con la celebración de

novenas, procesión y pandillada.

Ahora bien, la cultura popular no se limita a ello, como es lógico. La

gastronomía es extensa; en ella se pueden apreciar las diversas tradiciones de la que es

heredera la cultura de Jauja. Son célebres la patasca, un caldo a base de carne de res,

mondongo y mote; el picante de cuy; la pachamanca; la sajta; y los derivados de la

trucha. Estos platos se suelen servir en determinados contextos festivos ya

mencionados. También destaca la variedad de dulces, como los alfajores, pan de maíz,

etc.; y potajes como la gelatina de pata o el dulce de caya; la chicha de jora y la de maní.

Los panes son un mundo aparte, hay algunos que se prepararan principalmente en

carnavales, como el cusai; otros en las novenas de fiesta, como el mollete; y otros para el

consumo diario, como el bollo y el de huevo. Indudablemente, es una variedad que

nunca deja de sorprender.

Hay toda una serie de artesanos que se dedican a un sinfín de actividades.

Quizás los que han alcanzado notoriedad son los talladores de madera en Molinos.

También son importantes los tejedores, de quienes vemos sus trabajos en los disfraces

de diversos bailes, como la Tunantada, o los pañuelos que se utilizan en Carnavales.

4. Jauja actual: la vida cotidiana

La ciudad fue trazada teniendo en cuenta la pendiente natural de la zona, pues facilita

el buen drenaje de las aguas en temporadas de lluvia. Las calles son angostas y las casas

y casonas antiguas, que todavía soportan el paso del tiempo, son de adobe y el tejado de

arcilla cocida tipo hispano, siendo estas últimas, además, del periodo colonial y

republicano. Las calles actualmente son pavimentadas, a diferencia de épocas pasadas,

en que eran empedradas. Los techos de las casas con sus alares protegen las veredas

por donde discurren los peatones, que se guarecen de los aguaceros en los zaguanes,

también de estilo colonial y republicano, durante la temporada de lluvias.

El desenvolvimiento económico de la ciudad está constituido por el comercio y

los servicios. El comercio, se concentra, principalmente, aparte de las tiendas que

expenden productos variados, en los mercados de Jauja, que son dos: el Modelo y el

Mayorista, además de la feria de la ciudad, que se realiza los días miércoles y

domingos, donde se percibe claramente las relaciones de intercambio comercial que

| 37priman en la provincia, derivadas básicamente de la agricultura, la ganadería y la

artesanía. Los servicios van desde los educativos (colegios, academias, talleres

folclóricos), recreacionales (discotecas y recreos), receptivos (hospedajes, hostales,

restaurantes), hasta de salubridad (hospital y clínicas particulares); además de otros

pequeños servicios como salones de belleza, estudios fotográficos, vendedores de

periódicos, alquiler de ropa folclórica, etc.

36 |

16 La feria de Jauja. 16

Page 20: Libro jauja parte 1

En cuanto a las vías de comunicación, la ciudad se conecta con otras provincias

mediante el sistema de carreteras. Particularmente importante es la Carretera Central,

que nos comunica con la costa de nuestra patria, además de las que nos enlazan con la

sierra sur y la selva central, por lo que podemos decir que todos los caminos conducen a

Jauja. Antiguamente, fue de importancia el tren de pasajeros, sobre todo entre las

décadas de 1920 y 1980, que incluso llegó a contar con dos trenes diarios de ida y vuelta.

Es importante destacar que Jauja, desde mediados del siglo XX, cuenta con un

Aeropuerto, llamado ahora "Francisco Carlé", donde pueden decolar aviones de gran

tamaño y avionetas que vienen de la capital en aproximadamente media hora de vuelo.

Está próximo a convertirse en un Aeropuerto Internacional.

La ciudad cuenta con dos estadios; uno, el "Monumental", y otro llamado

"Junín"; además de un Coliseo de básquetbol "Courth Ricardo Duarte", ello en

referencia al deporte. Se cuenta con centros educativos de nivel inicial, primario,

secundario y superior. También hay tres bibliotecas al servicio del público, con

aproximadamente diez mil volúmenes, entre los que figuran libros de la producción

intelectual de autores jaujinos (más de quinientos títulos). Existe un Museo de

Paleontología, ubicado en el Distrito Metropolitano de Yauyos, en la denominada

"Casa del Caminante" del profesor Loayza Espejo; y un museo de historia, del Centro

de Estudios Histórico Sociales "Julio Espejo Núñez, ubicado en el local de la Sociedad

de Unión Artesanos.

Jauja también tiene varios restaurantes, donde se preparan los mejores potajes

del arte culinario jaujino y algunos a pedido del cliente. Se cuenta, también, con

hostales de buena calidad, de una y dos estrellas, que ofrecen atención esmerada al

turista nacional y extranjero. También tenemos discotecas para todos los gustos y

edades, peñas y centros de música en vivo. En Jauja está acantonado el Ejército Peruano

en el "Fuerte Cáceres". La seguridad está garantizada por la Policía Nacional y la

Compañía de Bomberos, que prestan prevención y atención de incendios y demás

eventos fortuitos que requieran de su accionar.

En lo referente a servicios básicos, nuestra agua potable está entre las más

prestigiadas por su pureza en la sierra central. La luz eléctrica ha llegado a todos los

distritos de la provincia y la mayoría de los anexos, incluso los más alejados. Asimismo,

casi en su integridad, cuentan con servicio telefónico y de televisión por cable. Hay

cabinas de Internet por todas partes y muchas familias también disponen de este

servicio, lo que ha creado una nueva configuración cultural, sobre todo entre los

jóvenes.

| 3938 |

17 Vista de la ciudad desde

“Sala Grande” en el cerro Huancas. 17

Page 21: Libro jauja parte 1

18 Edificio funerario, Aquimalca, Pomacancha.

19 Ingreso al centro arqueológico de Huajlasmarca.

18

19

Page 22: Libro jauja parte 1

| 43

20

Page 23: Libro jauja parte 1

La historia de Jauja es enorme, múltiple y compleja. Abarca un periodo de poco más de

diez mil años, desde los primeros grupos humanos que por aquí pasaron y

establecieron su residencia, hasta el proceso actual, caracterizado por una sociedad

compleja enmarcada dentro de lo que se suele denominar como modernidad.

Este texto tiene por fin realizar una visión histórica de la ciudad.

Evidentemente se trata de un panorama acotado, máxime si tenemos en cuenta que

sólo se conoce una parte un tanto reducida de esta historia. La experiencia humana es

inmensa y es imposible cubrirla en un pequeño espacio como éste. Por ello nos

centraremos, preferentemente, en los procesos más conocidos y que han marcado, en

cierta medida, puntos de quiebre en el devenir de la ciudad.

1. Antecedentes en la antigüedad

Hay indicios de ocupación humana en la región circundante a Jauja entre los 7 mil a 6

mil años a. C. Estas evidencias se han encontrado en varios abrigos rocosos de la

provincia, destacando los de Quero (Molinos). Los restos de sociedades agroalfareras

más importantes se han localizado en San Juan Pata y en Ataura Pata, con una

antigüedad de entre 1000 y 800 a. C., en el Formativo. Del Intermedio Temprano (desde

200 a. C. hasta 600 d. C.), es notable la cerámica que dejaron las sociedades aquí

asentadas, unas figuras antropomorfas y zoomorfas, que representan a seres humanos

masculinos y femeninos con ojos achinados. De la expansión Wari en la zona (600 a. C. a

650 d. C.), en Jauja sólo se han hallado tumbas asociadas con la cerámica de estilo

Tiawanaku-Wari, en varios lugares que se caracterizaron por establecerse en las partes

bajas, en el piso del valle o cerca de éste. La cerámica y demás evidencias encontradas

de estas sociedades en Jauja pueden apreciarse en algunas colecciones particulares y

museos, como en el Centro de Estudios Históricos “Julio Espejo Núñez” o en la “Casa

del Caminante”, del profesor Loayza Espejo.

Sin embargo, el antecedente preinca más importante en la historia de Jauja es el

grupo étnico denominado Xauxa, que se desarrolló en el Intermedio Tardío o periodo

del Segundo Regionalismo (1000 d. C. a 1460 d. C.). Este grupo étnico estableció su

centro de poder en el valle de Yanamarca, en la parte norte del valle del Mantaro. Los

restos arqueológicos que han dejado hacen suponer que se trataba de una sociedad

sumamente compleja y en crecimiento, y que era, a la vez, la más importante, antes de

la conquista inca, en toda la sierra central peruana. Un ejemplo son los centros

regionales como Tunanmarca, de 25 ha; Hatunmarca, de 73 ha; y Llamap Shillon, de 20

ha, u otros más pequeños como Huajlasmarca, de 4 ha, que se ubicaban en las partes

altas, entre los 3500 y 3700 msnm.

Durante mucho tiempo los xauxas han sido confundidos constantemente en la

literatura arqueológica e histórica con los huancas, que se ubicaban en la parte sur del

valle del Mantaro. Ello se debe, principalmente, a la similitud observada en su cultura

material, como la construcción de estructuras de piedra de planta circular a modo de

viviendas, la localización de sus asentamientos en cumbres de cerros y partes elevadas

sobre el valle y el uso de géneros similares de cerámica. Sin embargo, todas las

informaciones históricas y las investigaciones arqueológicas y lingüísticas recientes

indican que se trataba de grupos distintos. Esta confusión ha llevado, incluso, a

plantear la existencia de un supuesto “reino huanca”, así como la de una capital y un

rey para el mismo, de los cuales no se ha encontrado ninguna evidencia; por lo que,

estrictamente hablando, es una construcción intelectual o una invención surgida en

algún momento del siglo XX.

Según la crónica de Pedro Pizarro, los xauxas se diferenciaban de los huancas

por el uso de una especie de vincha: los primeros la llevaban de color rojo, y los

segundos de color negro. Todas las evidencias indican que los xauxas estaban en un

proceso de crecimiento y complejidad que hubiera devenido, probablemente, en un

gran señorío. Los incas interrumpirían este proceso cuando los conquistaron.

| 4544 |

20 Centro arqueológico de Tunanmarca,

principal centro regional Xauxa.

21 Figuras antropomorfas del

Formativo en Jauja (colección Casa

del Caminante).

21

Page 24: Libro jauja parte 1

Los cusqueños llegaron a la región en 1460 y sometieron a los xauxas tanto de

manera pacífica como violenta. El cambio más importante que realizaron, una vez

sometida la región, fue el establecimiento de un centro administrativo, que se llamó

Hatun Xauxa, y que se ubicó, como era lógico, en el territorio de los Xauxa, aunque

cerca del límite con los Huanca, casi al inicio del ahora llamado valle del Mantaro. Es

decir, cambiaron el centro de poder local del valle de Yanamarca hacia esta zona. No se

han encontrado mayores evidencias de ocupación en los centros regionales xauxas

mencionados antes o después de la llegada de los incas. Al parecer éstos se

abandonaron y se dio un proceso de reasentamiento poblacional disperso hacia el

nuevo centro administrativo.

Hatun Xauxa, al igual que la mayoría de los centros regionales, no ha sido

estudiado de manera adecuada, en parte porque ha quedado sepultada bajo

asentamientos más tardíos. Sin embargo, hay un importante registro de esta ciudad

inca en las crónicas. Las más de ellas han destacado la gran cantidad de población que

en ella había, más de treinta mil indios según Cieza de León en su Crónica del Perú; así

como los muchos mantenimientos en los depósitos o colcas. También se destaca la

réplica del Coricancha que había en la ciudad, con pastores, plantas y animales de oro,

lo que, lógicamente, maravilló a los españoles cuando la contemplaron. Sarmiento de

Gamboa identifica a Hatun Xauxa como la que ocupaba un simbólico segundo plano

detrás del Cusco.

La investigación arqueológica realizada hasta el momento en el valle del Mantaro

ha comprobado que, en efecto, en Hatun Xauxa primaba el almacenaje, con un

complejo de más de dos mil colcas, el segundo más grande en su género de todo el

Tahuantinsuyo, superado únicamente por el de Cochabamba en Bolivia. También se

ha encontrado que tuvo una plaza mayor trapezoidal de 50 ha, que servía para las

actividades cívico-ceremoniales, comerciales y sitio de concentración de la población

durante las visitas imperiales. En uno de los extremos se localizaba un ushnu, que es un

terraplén en plataforma a modo de pirámide truncada, característico de los

asentamientos provinciales sobre todo del Chinchaysuyo, que aún hoy es posible de

observar al este de la plaza actual del distrito de Sausa. Finalmente, era un punto de

convergencia de los caminos incas: el Qhapaq Ñan y los Runa Ñan, que iban y venían;

por ejemplo, de Vilcashuamán en Ayacucho, Tarmatambo en Tarma o del oráculo de

Pachacámac en la costa central.

2. El origen de la ciudad

La fundación y formación de las ciudades en el virreinato representan uno de los

hechos más importantes en el establecimiento del orden colonial en la historia peruana.

Los recién llegados españoles al Tahuantinsuyo se concentraron en los nuevos pueblos

y ciudades que se iban fundando en los Andes. De hecho, desde el principio, el mundo

hispanoperuano tuvo un eje urbano; tal vez, mucho más que la misma España.

| 47

22 Protocolo notarial existente en el

Archivo Regional de Junín,

principal fuente para la historia

colonial de Jauja.

23 Ornacinas incas en el distrito de

Sausa, una de las pocas evidencias

en pie del centro administrativo

inca de Hatun Xauxa. 23

22

Page 25: Libro jauja parte 1

24

Page 26: Libro jauja parte 1

Los españoles llegaron a la región de Jauja en marzo de 1533, y en octubre del

mismo año realizaron lo que se conoce como “la fundación a medias de Jauja”; las

pruebas sobre ello son terminantes. Esto es así porque, como lo han observado varios

autores, a pesar de haberse realizado el acto de fundación y de haberse designado

Cabildo y Teniente Gobernador, faltó lo principal: un cierto número de vecinos que

quisiesen asentarse en la nueva ciudad. Todos los hispanos tenían prisa por llegar al

Cusco, la capital imperial. Por este hecho, Pizarro se vio obligado a suspender la

fundación y dejar únicamente en Jauja una guarnición. En abril del siguiente año, es

decir en 1534, a su regreso del Cusco, es que decide terminar la fundación. Así, puede

decirse que Jauja, fundada en el papel provisoriamente, por causas de estrategia y

previsión políticas, en octubre de 1533, sólo comenzó a vivir definitivamente el 25 de

abril de 1534, cuando 53 españoles, con el Gobernador a la cabeza, expresan su

voluntad de residir en ella y hacerla capital de Gobernación. Una copia parcial del acta

de fundación fue localizada por Raúl Porras Barrenechea en el Archivo de Indias en

Sevilla, donde se indica lo siguiente:

E después de hecha la fundación de la dicha cibdad de Xauxa según va declarado y

benido el dicho gouernador francisco pizarro de conquistar pacificar y poblar la gran

cibdad del cuzco y conquistada e poblada en serbicio del emperador rrey don carlos

nuestro señor luego en llegando a esta ciudad que fue a veynte e veinte cinco dias del

mes de abril de mill e quinientos e treinta e quatro años visto el estado en que la

poblacion desta cibdad quedo e lo que sobre ello conbenia hazerse tomo consigo a

alonso riquelme tesorero de su majestad en estos rreynos e con su aquerdo e parecer e

continuando la dicha población mando traar el pueblo y solares que en el abia de

auer […]

De acuerdo a todos los indicios, esta ciudad se ubicó cerca a la incaica o sobre

ella misma; es decir, la fabulosa Hatun Xauxa. La mayoría de autores concuerdan con

lo que señala Porras, de que la de octubre de 1533 es una fundación a medias, mientras

que la de abril de 1534, es la definitiva. Por ello se ha asumido la fecha de abril como la

única, y es la que actualmente se conmemora, mientras que la de octubre ha quedado

relegada al olvido.

Sin embargo, la “Muy noble ciudad de Jauja” tuvo una vida breve. En

noviembre de ese mismo año, los españoles la abandonarían y trasladarían la capital a

la costa, fundando en enero de 1535 la “Ciudad de los Reyes”. Las razones que se

adujeron para ello fueron que la región era “fria e de muchas nieves e falta de leña, la

lejanía del mar, la falta de leña para construcción de casa y las dificultades para

procreación”. El padre Bernabé Cobo, al referirse a estos inconvenientes, dice: “[…]

pues vemos hoy todo lo contrario, porque [el valle] es muy abundante de trigos y de

todo género de granos, legumbres y frutas, así de la tierra como de España; y en

especial es tan grande la copia de puercos y gallinas que en el se crían, que en gran parte

de lo que en este género se gasta en esta ciudad de Lima, se trae de allí; y su temple es

tan sano y regalado, que muchos van a esta ciudad a cobrar salud y convalecer en aquel

valle”. Es claro que hubo otras razones para el traslado que, probablemente, hayan

tenido más que ver con el temor que a los españoles les generó la geografía escarpada

de los Andes.

No obstante, y como es lógico, la historia de Jauja como ciudad no termina en

este abandono, más bien sería el origen de un nuevo comienzo. En un hecho muy usual

en los primeros años del coloniaje en las Indias, la ciudad se trasladó unos kilómetros,

desde su ubicación antigua, a inmediaciones del centro administrativo inca, hasta el

sitio en que actualmente se emplaza. Este proceso data de 1565, conjunto a la creación

del corregimiento de Jauja y durante el gobierno del licenciado Lope García de Castro.

Propiamente, lo que se hizo en este momento fue una suerte de refundación de Jauja,

aunque con la categoría de pueblo de indios. De acuerdo a Waldemar Espinoza

Soriano, quien ha ahondado en el tema en su trabajo “La verdadera fundación de

Jauja”, Juan de Larreinaga Salazar, primer corregidor de Jauja, fue el que establecería el

pueblo de indios “Santa Fe de Hatun Xauxa”, acompañado de curacas principales y

doctrineros franciscanos. Propiamente, esta Jauja es el origen de la que ahora

conocemos nosotros y en la cual desenvuelven su proceso social los jaujinos.

Es claro que este nuevo emplazamiento es una continuación de la Jauja fundada

por Pizarro en 1534, incluso de la Xauxa inca (por ejemplo, muchas piedras incas de

Hatun Xauxa se trajeron para diversas edificaciones del nuevo asentamiento). Al

referirse a las distintas “Jauja” que han existido, la incaica, la fundada por Pizarro y la

establecida por Larreinaga Salazar, Edgardo Rivera Martínez, en su fundamental

Imagen de Jauja, indica que el nombre de Jauja comprende y evoca una unidad y

secuencias históricas, una leyenda, un cierto espíritu, además de una realidad material.

De esta manera, desde por lo menos el tiempo de los incas y pasando por la fundación

realizada por los españoles, Jauja ha sido siempre, en el fondo, una sola.

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25

24 Vista del Cápac Ñan que iba

de Hatun Xauxa a Tarmatambo.

Toma desde la quebrada de

Huaripchakan, altura de El Tingo.

25 La Plaza de Jauja, según el dibujo

de Charles Wiener (1880).

Page 27: Libro jauja parte 1

3. El sistema colonial

Bajo el nombre de Jauja, durante la colonia, se conoció no sólo al pueblo de indios que

devino en la ciudad de hoy, sino al corregimiento, al valle y a la provincia. De esta

manera, cuando se hacía mención a Jauja, sobre todo, se referían a la región. Por otro

lado, la palabra Jauja también devino en un concepto, en una categoría en el universo

mental de la época que se relacionaba con la felicidad. Las frases “País de Jauja” o “Isla

de Jauja” hacen alusión a ello. Así, en el imaginario, sobre todo europeo, Jauja era aquel

lugar donde no había jerarquías sociales; donde se pagaba por descansar y castigaba

por trabajar; donde los árboles eran de buñuelos, las casas estaban hechas de pasteles,

había ríos de leche y animales cocinados que deambulaban dispuestos a ser engullidos.

Esta imagen tiene su punto de partida en la riqueza fabulosa que vieron los

españoles en Hatun Xauxa, como ya vimos, y en la imaginaria medieval de los lugares

soñados, cercanos al Paraíso, llamados, principalmente, País de la Cucaña en Europa.

Aunque Cuzco y Pachacámac tenían mayores tesoros, la mayor parte de la riqueza que

se despachó a España en los primeros años de la conquista se firmó desde Jauja. Ello

permitió que en el viejo continente se relacionara a Jauja como un lugar de riqueza

ilimitada. De ahí que la palabra Jauja comenzara a relacionarse con ello. Sin embargo,

en el plano local, Jauja tenía otra connotación, como explicaremos más adelante.

Ahora bien, el periodo que comprende los casi tres siglos del virreinato

peruano en Jauja es uno de los más desconocidos de su historia. La razón es que hasta

hoy es poco lo que se ha investigado sobre el particular. Los pocos trabajos que existen,

como los de José Carlos de la Puente Luna y Carlos H. Hurtado Ames, han llamado la

atención sobre la importancia de la élite india que aquí se estableció. De acuerdo a esto,

se sabe que los curacas o caciques fueron los principales protagonistas de muchos de

los procesos que definen la situación colonial de la región. Por ejemplo, controlaban

muchas de las unidades productivas en las cuales se basaba la economía local, como las

manufacturas textiles. En el caso específico del cacicazgo de Hatun Xauxa, el linaje de

los Surichac fue el que gobernó el repartimiento. Es célebre la figura de Apo Manco

Surichac, el curaca que fue encontrado por los españoles cuando llegaron a la región, y

de don Francisco Surichac, su hijo, quien junto a Larreinaga iniciaron la Santa Fe de

Hatun Xauxa.

Sobre la situación del poblado de Jauja en la colonia, sólo sabemos de ella por

ciertas referencias que aparecen en algunas fuentes y datos que aportan las

investigaciones de autores como Olinda Celestino. Es evidente que una vez que se

trasladó la ciudad hacia el nuevo emplazamiento que surgió en 1565, en esta Jauja se

hizo todo de nuevo. Los edificios principales de la ciudad, como el Cabildo y la Iglesia,

se ubicaban en la Plaza Mayor. En tanto que ésta era el centro del poder, ahí también

convergían las edificaciones de las élites del lugar. Por ejemplo, todo el lado donde se

encuentra actualmente el Colegio El Carmen era de propiedad de la élite india de Jauja,

y se denominaba como Apocancha, lo que muestra y da cuenta de la importancia de

este grupo en la Jauja colonial. Los documentos coloniales señalan que esta Jauja se

organizó sobre la base de categorías andinas, como es la bipartición o cuatripartición

por ayllus. Al menos, hay la evidencia de la existencia de un ayllu Collana. Esto se

explica por el mismo hecho de su rango de pueblo de indios y la considerable población

india que la habitaba. Hacia finales del siglo XVIII, se registraron 4197 de ellos. En este

mismo censo se encontró que había en Jauja 5019 mestizos, 910 españoles y 18 esclavos.

Si vemos que en otros poblados de la zona el número de españoles apenas

llegaba a los cien (salvo en el caso de Huancayo, donde había alrededor de trescientos),

nos damos cuenta que la configuración social de Jauja era distinta a las demás. En cierta

medida esto explica por qué la denominada herencia colonial ha sido más fuerte en esta

ciudad que en el resto de poblados del valle del Mantaro. También es sintomático el

fuerte mestizaje que la ha caracterizado.

Como se indicó, y como sucedió con otras ciudades, durante el coloniaje no

hubo muchos cambios en esta Jauja, tampoco mucho crecimiento demográfico. Las

reducciones que aparecieron se ubicaron “en los lindes de la ciudad”. Por lo general se

trataba de poblaciones lejanas que fueron reducidas con fines administrativos, como es

el caso de la llacta de Huajlasmarca, que fue trasladada al actual emplazamiento de

Huaripampa durante el gobierno del virrey Toledo. Algo similar ocurrió con el

poblado de Huarancayo de Ricrán, que fue reducido a las entonces afueras de Jauja, en

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26 Cuadro sobre la vida de Jesús,

siglo XVIII (colección de la

Iglesia del distrito de Sausa).

26

Page 28: Libro jauja parte 1

lo que actualmente es el barrio de Huarancayo, durante el mismo periodo de las

reducciones. En el caso de los Yauyos, el origen del poblado estuvo en el

reasentamiento que de este grupo étnico hicieron los incas mediante el sistema de

mitma, ubicándolo en lo que es hoy el Distrito Metropolitano de Yauyos, colindante a

la ciudad.

La religiosidad fue uno de los elementos que definía la vida cotidiana en la

ciudad. De esta manera existieron una serie de instituciones que se dedicaban al culto y

sostenimiento de ciertas advocaciones. Las más importantes fueron la del Rosario, del

Carmen y la del Santísimo Sacramento, que recibían donaciones de las familias jaujinas

y de la élite india ahí afincada. Si bien no hay evidencias de las fiestas que se

desarrollaban en la ciudad, es innegable que estuvieron asociadas al culto de estas

imágenes. Tanta era su importancia que la mayoría de los residentes en la ciudad que

podían hacerlo, pedían ser enterrados a los pies de los altares de estas advocaciones.

Como vestigio de este momento, han quedado en la actualidad algunos retablos de

estilo barroco en la Iglesia Matriz de la ciudad, construidos en el siglo XVIII.

Por avatares propios de la organización política interna del virreinato, en 1784

se le da a Jauja la categoría de villa. Esta situación es importante porque marca una

diferencia en la organización política regional y en la concepción misma de lo urbano

en el plano local. El privilegio de ciudad lo volvería a obtener luego del proceso de la

independencia, el 6 de abril de 1822, lo que fue ratificado el 5 de febrero de 1828. Con

ello daríamos inicio al establecimiento del nuevo régimen en el espacio local, dando

paso a un nuevo proceso que se caracteriza por el influjo de la modernidad de distintas

maneras y en distintos tiempos.

Salvo una revuelta ocurrida en 1791, y protagonizada por Nicolás Dávila

Astocuri, un cacique sin título descendiente de la más encumbrada élite india de Jauja,

no ha habido mayores hechos que deban destacarse hasta el proceso mismo de la

independencia.

54 | | 55

27 Cuadro de la Virgen María,

siglo XVIII (colección del Barrio

de Cruz de Espinas). 27

Page 29: Libro jauja parte 1

4. De la independencia a la guerra del Pacífico

Jauja fue uno de los primeros lugares que se sumó al coro de la independencia, y uno de

los primeros, también, donde se realizó la Jura. La presencia de guerrillas nativas o

montoneras fue uno de los elementos definidores del proceso que se viviría en la

región. Tuvieron una participación decisiva hasta, incluso, Ayacucho. A la par de ello,

en una suerte de trágico destino, los españoles se acantonaron aquí tras abandonar

Lima después de julio de 1821.

El comienzo de esta historia se dió con el desembarco de San Martín en Pisco, de

donde envió una expedición a la sierra central, al mando del General Juan Antonio

Álvarez de Arenales. Éste llegó a Huancayo el 19 de noviembre de 1820 y proclamó la

independencia en esta ciudad al día siguiente; es decir, el día 20, como es un hecho

conocido. Autores que han tocado brevemente este proceso, como el escritor jaujino

Clodoaldo Espinoza Bravo, indican que la Jura se realizó el mismo día en Jauja, pero

por la tarde. Quienes habrían tenido descollante actuación fueron Hilario Lino,

Alejandro Martínez y Rafael Cevallos, pues ellos organizaron a la población para

realizar la proclama. En esta coyuntura, uno de los enfrentamientos más célebres entre

jaujinos y realistas se dio en el paraje denominado Puchucocha, camino a Acolla, con la

victoria de los primeros. La rapidez de estos hechos y la participación decisiva de los

jaujinos en los mismos, indican el anhelo separatista de la región.

Después de la Proclama de la Independencia en Jauja y Huancayo, Álvarez de

Arenales prosiguió su marcha hacia Tarma, donde también haría lo propio,

continuando luego hacia Cerro de Pasco. Como se observa, la región quedó

desprotegida, lo que sería aprovechado por los españoles para realizar una serie de

tropelías al mando del brigadier Mariano Ricaford. Incluso, la sierra central se

convirtió en el espacio donde éstos establecerían su principal centro de acciones hasta

1824, con Carratalá y, posteriormente, con Canterac. En la memoria colectiva de los

jaujinos aún se recuerda la presencia del ejército español y su estela destructiva. De esta

manera, se dice que varios de los que participaron en la Proclama en Jauja fueron

fusilados y enterrados en el Atrio de la Iglesia Matriz de la ciudad.

Ahora bien, es importante resaltar las acciones de las guerrillas o montoneras

que aquí se desarrollaron, inclusive desde antes de la llegada de Álvarez de Arenales,

que a su vez tuvieron una decisiva participación en Junín y Ayacucho. Los ejemplos de

estas guerrillas son abundantes en la región, aunque no han sido estudiadas en

profundidad. Así, tenemos las acciones que llevaron a cabo José Félix Aldao y el

sacerdote Bruno Terreros, por citar dos ejemplos. El mismo San Martín, al percatarse

de lo valioso del contingente que ya había sido formado en la zona, aunque de manera

aislada, conforma el primer ejército peruano de esta característica en Jauja, en febrero

de 1821; la infantería con el nombre de "Leales del Perú", y la caballería con el de

"Granaderos a caballo del Perú", al mando de Gamarra.

La participación de las guerrillas de la zona queda demostrada en una carta que

envía el gobernador de Jauja, Pedro José González, precisamente, al general Agustín

Gamarra, a propósito de la marcha de Ricafort y Valdez, después de incendiar

Concepción, hacia Jauja. Ella ilustra claramente la participación de los jaujinos en la

independencia:

Valdez se ha reunido con Ricafort y han ocupado el terreno desde Sincos hasta

Chupaca, tiene como 1100 hombres, 600 fusiles y 3 cañones.

Muchísimos jaujinos han desertado del ejército realista y se han plegado a las filas

patriotas. Es indecible y toda ponderación es corta, el entusiasmo de los jaujinos y en

principal de los indios que han tomado esta defensa, pues, tienen más que 9000

hombres sobre la orilla del río con sus avanzadas respectivas, dispuestos

enteramente a morir matando.

[…] Los jaujinos han juntado como 300 fusiles y han sacado algunos barriles de

pólvora que sabían dónde tenía escondido y varios de plomo con los que han

preparado armas. Igualmente en el altillo del río Ataura han puesto un cañón al que

han formado su carretilla. Me aseguran que están minando la tierra por toda la ribera

con ánimo de enterrar varillas de pólvora.

Tal es el furor en que se halla la gente de Jauja que por alguna oposición de sus

acciones don Domingo Apodaca, sargento que fue de mi regimiento; Mariano

Moscoso y su yerno, ambos hijos de Cochabamba, un tal José Rivera, limeño, que

habitó bastante tiempo en Jauja y un fulano Serna […] a todos estos cuatro los

asesinaron en la plaza de Ataura […] y los indios están solicitando en Jauja por todos

aquellos que contribuyen a favor del Rey […] A los dichos, los ejecutaron el día

martes a las tres de la tarde habiendo enterrado los cadáveres en la misma plaza sin

querer que se les dé sepultura sagrada.

56 | | 57

28 Alejo Martínez Lira,

héroe jaujino de la Independencia.

28

Page 30: Libro jauja parte 1

Después de este momento crítico, la ciudad viviría una especie de tránsito hasta

los eventos que se suscitarían en la Guerra del Pacífico. Las informaciones existentes

dan cuenta de una ciudad apacible y tranquila, con fama de tener un clima apropiado

para la sanación de la tuberculosis. De esta manera, llegarían a Jauja muchas personas

con este fin, hasta, por lo menos, la tercera década del siglo XX, como veremos más

adelante. En el plano de lo urbano, la Iglesia tendrá una sola torre durante buena parte

del siglo XIX y su fachada era distinta a la que ahora conocemos, teniendo más bien

connotaciones andinas y rurales. El Cabildo era con arquerías, como se aprecia en

algunos registros visuales que datan de mediados de este siglo, que posteriormente

sería reemplazado por el actual Palacio Municipal a principios del siglo XX.

Igualmente, la Plaza Mayor no presentaba elementos en su interior, siendo,

prácticamente, una pampa en la que se realizaban periódicas corridas de toros, y donde

discurría la mayor parte de la sociabilidad de los jaujinos de ese entonces. Sólo algunas

calles estaban empedradas, y tenían como característica principal una acequia que

discurría por el centro. Las más importantes eran la llamada calle de Mercaderes y la

calle Real, hoy Grau y Junín, respectivamente. En el plano institucional, es importante

apuntar la creación del Hospital de la Caridad, en 1878; y además, en el plano

educativo, la fundación del Colegio San José de Jauja, realizada en 1869, iniciándose

como Colegio Municipal. Se trata de una de las instituciones más antiguas de la región

y una de las más importantes hasta la actualidad.

Al igual que en casi todo el territorio peruano, la Guerra del Pacífico ha

significado un momento de fuerte impacto en la historia de Jauja. Lo que más se ha

resaltado en los estudios es la participación de los campesinos en la llamada Campaña

de la Breña. Esto debido a las victorias que obtuvieron frente a los chilenos en la región,

tanto en Marcavalle, Pucará, Concepción y Malpaso, en julio de 1882, que son

prácticamente las únicas victorias peruanas en este proceso. También se tiende a

destacar la figura de Andrés Avelino Cáceres como el líder y artífice de estas victorias.

Si bien se trata de una situación característica del valle, es evidente que las ciudades

ubicadas en la zona ribereña vivieron un proceso particular.

Quizá el momento más crítico que vivió la ciudad es una suerte de represalia

que tomaron los chilenos por estas acciones contra diversos pueblos de la zona,

particularmente de Concepción y Jauja. En principio, impusieron un cupo de cincuenta

mil soles; luego, someterían al saqueo a la ciudad, no respetando ni la casa del

Arzobispo Manuel del Valle, ni la del Teniente Alcalde Francisco Salazar Ramos, a

quien flagelaron por negarse a darles facilidades.

58 | | 59

29 Escenificación de las batallas

de Marcavalle y Pucará, ambas

victorias peruanas durante la

Guerra del Pacífico en la región central.

29

Page 31: Libro jauja parte 1

5. El siglo XX

Durante el siglo XX se han dado los cambios más importantes y de mayor repercusión

en la historia de Jauja. Propiamente, es el siglo en que se dará el advenimiento de la

modernidad, con todo lo que ello significa, en una realidad local como la ciudad.

Un punto de quiebre en la región es el establecimiento de la Cerro de Pasco

Mining Company, en 1901, con lo que la zona se hará parte de la expansión mundial del

capitalismo. Aparte de diversos cambios que el fenómeno generará en la economía y la

sociedad de la sierra central del Perú, en Jauja ello se verá reflejado por la llegada del

ferrocarril en 1908. La importancia de este medio de transporte es evidente, ya que

dinamizará la comunicación entre el valle y la capital. De esta manera, muchos jóvenes

viajarán a Lima con fines de estudio, sobre todo a la Universidad de San Marcos. A la

vez, llegarán a la ciudad las primeras imprentas que son el origen de una serie de

publicaciones periódicas que se editarán aquí y que marcarán un sello particular en

Jauja, como veremos más adelante.

En el plano de lo social, las primeras décadas del siglo XX verán una situación

que ya se observaba desde el siglo XIX, e incluso desde antes. Debido a las bondades de

su clima, fue el lugar a donde llegaron gentes de muchas geografías y latitudes a fin de

sanar de la tuberculosis, uno de los grandes males de entonces. El establecimiento de

un Sanatorio, en 1921, incrementó este proceso migratorio. Por este motivo, Jauja se

convirtió en una ciudad cosmopolita, y fue lo que la caracterizó por mucho tiempo,

hasta al menos la mitad del siglo XX, cuando se descubrió la cura para la mentada

enfermedad. No es inusual, merced a ello, la presencia de descendientes de esta

presencia extranjera en la ciudad. Sin embargo, a la par, esta situación también fue el

origen de una percepción negativa de ella, ya que fue vista con cuidado y temor. En

parte es una de las causas por las cuales Jauja entraría en un proceso de estancamiento.

En las primeras décadas de este siglo se realizarán una serie de cambios

estructurales en el aspecto urbano y arquitectónico de la ciudad. Por ejemplo, muchas

casonas coloniales serán parte de una refacción integral, construyéndose las

características casas de Jauja de dos pisos y con balcones de antepecho de estilo

neoclásico y patio al centro. La Plaza Mayor, de ser un lugar abierto como una pampa,

donde se realizaban periódicas corridas de toros, pasaría a contener elementos que lo

asemejan a un parque, con jardines, pileta al centro y veredas que lo cruzan. El local

antiguo del Cabildo, con arquerías, sería reemplazado por uno nuevo, que es el que

ahora conocemos. También se daría inicio al pavimentado de algunas de las calles.

La coyuntura particular que permitió este tipo de cambios fue la celebración

por el aniversario de la independencia en 1921. Además de los trabajos en la Plaza

Mayor, es notable la refacción integral que se hizo de la Iglesia Matriz, que cambiaría

estructuralmente su fachada, dejando atrás la antigua y primitiva. También se hizo un

cambio en la parte interior del Templo, refaccionándose la cúpula, lo que le dio la

apariencia de Catedral, y se construyeron algunos altares de mármol. Se debe destacar,

además, dentro de esta coyuntura, la construcción de la Capilla de Cristo Pobre, que se

inició en 1921 y concluyó en 1928. El detalle de sus acabados de estilo gótico de

influencia francesa la hacen una pieza única en la historia de la arquitectura peruana.

Parte de este cambio, y como resultado del crecimiento urbano, fue la aparición

en Jauja de algunos espacios de divertimento, siendo el más importante el cine. El

primero de ellos se inauguró en 1930 y se llamaba Piérola, ubicado en la novena cuadra

del jirón Bolognesi. En 1939 apareció el cine sonoro, que funcionaba en el sitio donde

actualmente se ubica el Banco de Crédito. Sin embargo, el más importante, tanto por los

años y por lo que significó en la sociabilidad de los jaujinos, fue el cine Colonial. Éste se

inauguró en marzo de 1948 y funcionó hasta los primeros años de la década de los

noventa, en que cerró sus puertas por falta de público. Era un punto de encuentro y de

tertulia, de sociabilidad como dijimos.

60 | | 61

30 Puente Verrugas del Ferrocarril

Central que unía Lima con el

valle del Mantaro (colección del

Patronato del Ferrocarril Central

del Perú).

30

Page 32: Libro jauja parte 1

El origen de la radiodifusión en Jauja data de la década de los sesenta. La que

inició este proceso es Radio Difusora, actualmente desaparecida. Inicialmente las

transmisiones se hacían con parlantes hacia la calle y varios de los grupos musicales

existentes se presentaban en vivo. Es decir, cuando uno transitaba por Jauja podía

escuchar desde alguna esquina la señal de esta radio. Durante muchos años, junto con

Radio Jauja, la otra radioemisora icónica de la ciudad, fueron prácticamente los únicos

medios por los que la colectividad se enteraba de las noticias locales y disfrutaba de

una programación local y amena. Hoy por hoy, hay muchas más radios, que son

evidencia del nuevo proceso que se vive.

Es claro que el crecimiento de la ciudad, aunque no vertiginoso, se ha dado con

mayor intensidad en diferentes momentos del siglo XX. Un factor que ha jugado un

papel fundamental es el proceso migratorio. A la par del abandono de ciertas familias

que se marcharon a otras latitudes, principalmente a la capital de la República,

sobrevino la migración de pobladores de los distritos a la ciudad. Ello ha dado como

resultado una configuración netamente mestiza de Jauja, heredera de muchas y

diversas tradiciones, lo que se refleja claramente en las fiestas que se desarrollan en el

espacio urbano.

Las principales fiestas que tienen lugar en Jauja dentro del enorme calendario

festivo de la provincia son tres: la Tunantada; el Carnaval Jaujino; y la Fiesta Patronal

en homenaje a la Virgen del Rosario, Patrona de la ciudad. Estas fiestas han tenido un

proceso de cambio, transformación y crecimiento. En el caso de la Tunantada y el

Carnaval, esto ha estado asociado al cambio musical que se ha dado en toda la región

del Mantaro en general, sobre todo con el surgimiento de la orquesta típica en los

primeros años del siglo XX y la banda de música en la segunda década del mismo. Una

muestra del crecimiento y éxito de estas fiestas se ve en lo siguiente: hacia los años

veinte había, por ejemplo, dos cuadrillas de Tunantada; en la actualidad hay cerca de

una veintena. En el caso del Carnaval, la fiesta se dividió en días de “traída” y de

“cortamonte”. Antes, la fiesta duraba una semana; actualmente el periodo intenso de

cortamontes se prolonga por dos semanas; pero si observamos al detalle los barrios

emergentes, se extiende hasta un poco más de un mes. El baile también se ha hecho más

complejo; y los debates sobre lo auténtico, reflejado en la vestimenta de la jaujina, así

como el mismo baile y la música, se han intensificado. Evidentemente, son

celebraciones muy exitosas a la hora de aglutinar y negociar la identidad de los

jaujinos.

Es en el lapso de este siglo que surgen la mayoría de los barrios (una forma de

organización vecinal característica de la ciudad), salvo el caso del barrio La Libertad,

que data de 1871. En la década de los veinte del siguiente siglo se funda el barrio de

Huarancayo y en la de los treinta el de la Samaritana. Uno de los principales objetivos

de este tipo de organización es asegurar el éxito de la fiesta en homenaje al Patrón del

barrio, en este caso, de los Carnavales. A medida que esta fiesta se ha hecho más

compleja y ha crecido, el barrio, como una forma de organización social, también ha

cobrado más importancia y notoriedad, al igual que han aumentado en número.

La vida cultural de Jauja se desarrollaba de distintas maneras. Hacia la segunda

década del siglo XX, había veladas literarias y presentaciones de grupos de teatro. Se

trataba de un momento de fuerte efervescencia cultural, que se reflejó en una

considerable cantidad de publicaciones periódicas y que es el origen de un movimiento

intelectual de mucha importancia que, prácticamente, se aglutinó en la misma.

Diversos artículos se publicarían en una cantidad todavía no determinada de revistas,

boletines, periódicos y hojas sueltas. En este sentido, es importante El Porvenir, el diario

que se publicó en Jauja desde 1908 hasta la década de los sesenta. También se debe

destacar la publicación de revistas como Visión Xauxa, Xauxa o Jauja, todas de

mediados del siglo XX, y que marcaron época en su momento.

En paralelo, desde la década de los veinte se comenzarán a publicar los

primeros libros en Jauja. Es célebre la Historia de Jauja (1928) de Abelardo Solís, Facetas

de Jauja (1934) de Clodoaldo Espinosa Bravo y Jauja, estampas del Folclor (1936) de

Ernesto Bonilla del Valle. El resto de publicaciones, principalmente, se realizarán

después de la mitad de siglo. Hay una gran cantidad de trabajos que excederían

largamente este pequeño espacio. No obstante, conviene resaltar títulos como La

| 63

31 El Porvenir, el principal medio de

comunicación escrito de Jauja, que

se publicó de 1908 hasta la década

de los sesenta del siglo XX

(colección de la Biblioteca

Municipal de Jauja).

31

Page 33: Libro jauja parte 1

Presencia de Jauja, de Víctor Modesto Villavicencio; Tierra Chola, de Ernesto Bonilla del

Valle; Relatos referentes a Jauja, de Manuel Espinoza Galarza; Jauja antigua, de Clodoaldo

Espinoza Bravo; Estampas de Jauja y Cuentos populares de Jauja, de Pedro Monge

Córdova; e Imagen de Jauja, de Edgardo Rivera Martínez. De este último autor se debe

destacar, además, la celebridad que ha alcanzado a nivel nacional e internacional,

sobre todo a partir de la publicación de País de Jauja, convirtiéndose en la figura más

notable y universal de las letras jaujinas.

Dentro del proceso contemporáneo reciente, hay una serie de autores que han

tenido o tienen una importante producción intelectual. De esta manera, en poesía

podemos destacar la figura de Moisés Ortega Rojas, Gerardo Garcíarosales, Luis

Suárez Galarza, Sergio Castillo Falconí, Ovidio Salinas o Nicolás Martínez O., por citar

algunos nombres. La característica más saltante de ellos es que forman parte de una

suerte de “otra intelectualidad”, aquella que a pesar de su calidad, no aparece en las

historias supuestamente oficiales de la literatura peruana, al igual que con otras

regiones del Perú. Lo mismo puede decirse de otros autores que se dedican a la

narrativa, como César Núñez Arroyo o Isaías Rivera Martínez, y tantos otros,

injustamente postergados por el centralismo limeño. En el ámbito de las Ciencias

Sociales, es importante destacar los trabajos que ha realizado Arturo Mallma Cortéz de

la etapa prehispánica de Jauja, al igual que Manuel Perales Munguía. El Centro de

Estudios Históricos “Julio Espejo Núñez” también ha realizado importantes aportes al

esclarecimiento de esta etapa histórica, principalmente con el título Los Xauxas,

territorio e historia, de los profesores Lucio Villanes, Luis Cáceres y Henoch Loayza.

Finalmente, los trabajos que ha venido publicando Carlos Hurtado Ames se han

centrado principalmente en la etapa colonial de la región, aunque se aprecia un interés

general por diversos procesos de la historia de Jauja en su producción académica.

El hecho que Jauja haya sido uno de los lugares donde más se publicaba

durante las primeras décadas del siglo XX (en la década de los veinte, la región ocupaba

el segundo lugar en cuanto a publicaciones periódicas después de Lima), hizo que se la

conociera como la “Atenas de los Andes” en el imaginario de la sierra central peruana.

Por lo mismo, se puede decir que hay una tradición intelectual que hasta hoy define a

este espacio, y una sensibilidad social netamente artística. De este modo, nos

sorprendemos de la gran cantidad de compositores, pintores, escultores y talladores

que han dejado huella en la ciudad, antes y ahora.

Esto ha marcado una dinámica cultural que siempre ha definido a la ciudad.

Pintores como Wenceslao Hinostroza, Hugo Orellana, Hugo Espíritu, Zolilo Bullón,

Adrián Airaldi, David Huaytalla o Enán Povez han tenido o tienen una presencia muy

importante en la plástica nacional, que no puede ser pasada por alto. En la música,

agrupaciones como “Los Rubies”, de los hermanos Quintana o “Los Xauxas”, de

Alejandro Castro Fernandini, marcaron también una época a mediados del siglo XX; en

una etapa más contemporánea, se debe destacar a conjuntos como “Alma Americana”;

“Los caballeros de Jauja”; o “Remembranzas de Jauja”. Evidentemente, el compositor

más destacado es Juan Bolívar Crespo, “El zorzal jaujino”.

La principal característica del proceso cultural de la ciudad, lo que a la vez está

ligado a toda su historia, es la permanencia de una mentalidad que permite preservar

los valores tradicionales y una identidad cultural a pesar de las nuevas fuerzas de

cambio. Esto puede verse en los diversos temas que se tratan en la música, la plástica, la

narrativa o la poesía. Es decir, a pesar del proceso intenso de integración —tanto en lo

económico como en lo social— al contexto nacional, este proceso no ha generado

deterioro cultural. En este sentido, los jaujinos son consecuentes con su historia

milenaria; y con su pasado, al que nunca renuncian y que más bien es un aliciente para

construir el futuro al cual se dirigen.

64 | | 65

32 Libros de autores jaujinos

(selección parcial).

32

Page 34: Libro jauja parte 1

66 |

33 Jauja Idolatrada, producción musical

del conjunto “Los Xauxas”

(colección familia Hurtado Ames).

34 Retrato de Juan Bolívar Crespo

“El Zorzal Jaujino”.

35 Pintura de Hugo Orellana Bonilla

(colección de Edgardo Rivera Martínez).

33

35

34

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Page 35: Libro jauja parte 1

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