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Matías D. Ráez Ruiz

Leyendas de Jaén

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MONTAJE Y ADAPTACIÓN INFORMÁTICA Manuel Morales Serrano y María Montejo López PROMUEVE AMPA Colegio San Vicente de Paúl, Jaén OTROS PROMOTORES EN JAÉN: Sindicato Csif, Mercado de Peñamefecit, A VV. Loma del Royo ACUARELAS Juan de Dios López Jiménez PROPIEDAD INTELECTUAL DE ANDALUCÍA © Matías D. Ráez Ruiz Solicitudes J-120-06 y JA-150-09 Queda autorizada cualquier forma de reproducción, distribución y comunicación pública o privada de esta obra, siempre que sean gratuitos y no supongan ánimo de lucro para quienes la usen. Queda prohibida la venta y cualquier tipo de especulación política o ideológica de esta obra y, salvo excepciones contempladas en ley, cualquier transformación de la misma, sin la autorización del titular de la propiedad intelectual.

ÍNDICE DE MATERIAS:

Página

Nota del recopilador ................................................................................. 4

Agradecimientos ...................................................................................... 5

Preámbulo ................................................................................................ 6

Clasificación ............................................................................................. 7

Itinerarios ................................................................................................. 8

Primer paseo ........................................................................................... 9

Segundo paseo ........................................................................................ 28

Tercer paseo ............................................................................................ 38

Cuarto paseo ............................................................................................ 48

Quinto paseo ............................................................................................ 62

Otras historias y leyendas de Jaén .......................................................... 74

Otros cuentos de Jaén ............................................................................. 76

Romance morisco .................................................................................... 78

Himno a Jaén ........................................................................................... 78

Leyendas del Santo Reino ....................................................................... 79

Bibliografía y llamadas ............................................................................. 87

Rincones olvidados de Jaén (Láminas JD. L.J.) ...................................... 88

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Juan de D. López Jiménez: Copia del Atlante español

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Nota histórica

Jaén se conoce poblada desde el Neolítico (escasos vestigios), si bien el yacimiento más importante en la antigüedad lo fue durante la Edad del Cobre (Marroquíes Bajos) En efecto, hace 4.500 años Jaén constituía una ciudad de aproximadamente 2.000 metros de diámetro, organizada en cinco círculos concéntricos separados por fosos que recogían el agua de la Malena y Santa María, distribuyéndola por toda la ciudad. Casualidades o no, resulta asombroso el parecido con la ciudad de Atlantis, de acuerdo con la descripción que ofrece Platón en su obra “Diálogo del Critias”, en cuanto a distribución (fosos) y tamaño (11 estadios x 177,6 = 1.953,6 metros) Fue siempre una ciudad fortificada, con independencia de su ubicación.

Nota del recopilador- adaptador

Allá por noviembre de 2004, mi amigo Manuel, Presidente por aquel entonces del AMPA del Colegio San Vicente de Paúl, me pidió que preparase una visita cultural al casco antiguo de Jaén para narrar leyendas de esta ciudad a niños de ese Colegio y a sus padres.

La idea de convivencia interfamiliar circunscrita a este ámbito me interesó mucho, de modo que, a partir de ese momento recurrí a los apuntes que guardaba en el ordenador (sobre todo de rutas guiadas por Jaén), libros, folletos, Internet, etc. y comencé a dar forma a una importante colección de leyendas e historias que vieron su luz con gran aceptación en febrero de 2005, aun cuando contuviesen bastantes deficiencias.

Esta simple colección se fue ampliando y corrigiendo en los años posteriores, y así sigue siendo hoy en día, en que ha pasado a ser una auténtica recopilación - adaptación, sencilla y sin mayores pretensiones, dirigida sobre todo a los más jóvenes, pero buscando también el toque cultural que imprime a estas leyendas la historia de las piedras que las vieron nacer.

Son muchos los sitios con encanto que salpican nuestra ciudad; por ello os propongo cinco itinerarios a seguir en familia y amistad, cogidos de la mano de este libro o de estos u otros apuntes para que, leyendo las vicisitudes e historietas que jalonan cada itinerario, disfrutéis con ellas y encontréis la magia escondida en esas misteriosas piedras, y en el viento tal vez perfumado que las envuelve.

Yo por mi parte, me siento orgulloso de haber calado en la mirada y en el sentimiento de esas personas tan importantes para mí, niños y jóvenes, a quienes dedico principalmente este corolario de historias y leyendas que con tan gran ilusión he tratado de recomponer. Con ello busco que, quienes a la postre serán los guardianes de nuestra tradición y de nuestra cultura, velen por mantenerlas, defendiéndolas de cualquier agresión política o especuladora. Así podrán transmitir al mundo venidero la ilusión de contar con un patrimonio histórico, artístico y cultural que, aun cuando haya sido masacrado en gran medida, marca un hito diferenciador con respecto a la mayor parte de los pueblos de Andalucía.

Este libro, como bien me apuntó un hombre bueno de Jaén, D. Vicente Oya, ya no es mío, es del pueblo, y mi ilusión es difundirlo desde la gratuidad a los jiennenses en particular y a todas las personas en general. Así viene siendo desde su inicio en 2005 y así será en el futuro, ya sea callejeando por esta ciudad con amigos, compañeros y conocidos, ya sea buscando editores que propicien dicha difusión gratuita, ya sea a través del correo electrónico. Si lo consigo me sentiré hartamente recompensado.

Jaén, diciembre 2006 - septiembre 2009

Matías D. Ráez Ruiz

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AGRADECIMIENTOS

Las leyendas que a continuación se insertan han llegado en gran parte hasta mis oídos desde los eruditos labios de Eva de Dios, guía de Jaén que ha sabido inculcar a cuantos la hemos escuchado, el misterio, el arte, la belleza y la singular historia que se cierne sobre esta mítica ciudad; sobre este Jaén, crisol de leyendas, de culturas y de gentes que han bebido el néctar magdalenero, sanjuanero y sanmiguelero de sus calles; por ello, desde aquí le expreso mi reconocimiento.

También doy las gracias a las personas amigas y conocidas, que a través de sus comentarios personales o de su magisterio cultural por los barrios típicos de esta ciudad, han dejado su impronta en el conocimiento que hoy tengo de la misma. Entre ellas, Mª Carmen, Manolo, Rafael y otras posteriores como Juan Manuel, Capi, José Mª, Julián, Catalina, José Luis, Pedro, Luis, Mª Ángeles y tantas otras que, como las abuelitas de San Miguel o de la Magdalena, han incidido directa o indirectamente con sus relatos o vivencias en este mágico sentir.

Gracias a Juan de Dios López Jiménez1 (1884 -1976), quien supo plasmar en sus acuarelas el encanto de ese Jaén de la primera mitad del siglo XX, y de ese otro ya desaparecido en aquel tiempo, que pudo recrear merced a las fotografías realizadas por su abuelo Francisco López Vizcaíno y por la esposa de éste, Amalia López de López, primera mujer fotógrafa de España, y que hoy ilustran tan admirablemente las páginas de esta obra.

Manifiesto asimismo mi especial admiración por Alfredo Cazabán Laguna, prócer de la cultura jiennense, director de la Revista Don Lope de Sosa, en la que desde 1913 a 1930 recogió la mayor parte de las leyendas que nos han llegado, así como descripciones múltiples de sitios y momentos perdidos de esta y otras ciudades de la provincia del Santo Reino. 2

Por último, me cumple mentar a cuantos escritores, asociaciones, etc., han contribuido a conformar este conocimiento que hoy tengo de la ciudad antigua de Jaén y de sus relatos. En tal sentido, a José Chamorro Lozano (Guía artística y monumental de la ciudad de Jaén), Juan Higueras Maldonado, Pedro A. Galera Andreu y otros (Catálogo monumental de 1985, de la ciudad de Jaén y de su término), Manuel López Pérez (El Viejo Jaén), Juan Eslava Galán (El enigma de la Mesa de Salomón), José García García (Los cuentos de Jaén), páginas Web de YayYan y Asociación Iuventa, y a tantos otros recopiladores, historiadores y demás gente afín.

1 Juan de Dios López Jiménez 2 Alfredo Cazabán Laguna (Juan de D. López Jiménez, 1912)

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PREÁMBULO

En Jaén se mezclan en un todo homogéneo el mito con la leyenda y ésta con la historia, el cuento y con

experiencias personales que se han transmitido de generación en generación a través de la tradición. Es difícil diferenciarlas en muchos casos, por eso y, en cuanto se refiere al cuerpo principal de esta narrativa, debemos saber que la leyenda se configura en tiempo y lugar real, y es fruto de la tradición oral que se ha transmitido para recordar algo sucedido y que causó gran impacto en la mente del pueblo medieval, moderno o contemporáneo que lo vivió, o también para explicar algún hecho inconmensurable o fantástico que de por sí no tiene explicación, como es el caso de las leyendas relacionadas con fenómenos paranormales (Ej.: entidad Colegio Arquitectos: ¿Se inventa la leyenda para explicar un fenómeno extraño, una actitud violenta, la muerte de un ángel de 15 años..., o se trata de un hecho constatado?)

El exponente de la narrativa mítica lo encontramos en “El lagarto de la Magdalena”. Este mito -que según Eslava Galán se transmitió a la península entre los siglos I y VI a.C.- se ha enraizado tanto en el sentir y vivir de los jiennenses en general y de los magdaleneros, sanjuaneros y sanmigueleros en particular, que hoy constituye una leyenda mítica.

Pero además de las leyendas, la magia de Jaén está salpicada por la de tanta y tanta gente que habita o habitaba el casco antiguo: gente mágica, sensible, con sabiduría popular, con tesón, filántropa y sencilla; gente que está sucumbiendo ante el desinterés general por mantener su permanencia en el barrio que los vio nacer y que, como en tantos casos, los lleva a buscar vivienda en otros rincones tan poco mágicos como Las Fuentezuelas, El Gran Eje, o El Bulevar, mientras que sus casas caen abandonadas, las suplantan con diseños torpes de nuevos edificios, o las ocupan personas de otras etnias que, aun cuando se establezcan en ellas con todo el derecho, no sienten la magia de sus piedras.

Y es que estamos en la capital de un reino santo y mágico; reino que mantiene su identidad desde los tiempos de Abderramán IV, en 1018, que tuvo su continuidad con Fernando III, cuando comprendía las ciudades de realengo de Andujar, Baeza, Jaén y Úbeda, y las también villas de realengo de Arjona, Santisteban del Puerto e Iznatoraf, (Alcalá se incorporaría en el siglo XIV), que siguió figurando como tal en la firma de tratados y documentos de todos los reyes posteriores; reino que incluso tuvo la consideración de Principado, algo que ningún otro tendría -excepción sea hecha del de Asturias-, aunque tan solo fuera durante el reinado de Juan II (1406-1454)

Estamos en Jaén, capital del “Sanctum Regnum”, ciudad de la Atlántida neolítica y calcolítica, la mayor y más antigua de la vieja Europa prerromana, y que ha sucumbido víctima de la especulación inmobiliaria y la dejadez de gran parte de sus habitantes; estamos en la Orongis ibera; en la Auringis íbero-cartaginesa; en la Aurgis y Flavia romana; en la Giyen y Geen árabe y judía, capital de la Cora de YayYán; en la cristiana Iaén. Hoy, el espíritu de todas ellas confluyen en esta histórica ciudad.

Un paseo por las antiguas collaciones de San Miguel, La Magdalena, San Juan, Santiago, San Andrés, San Lorenzo y ya después por el entorno de la Merced, la Catedral y San Ildefonso, e incluso por los románticos jardines de la Alameda de Capuchinos, nos puede recrear el espíritu con las historias y leyendas escondidas en las piedras de sus ya escasos muros.

Así, discurriremos por el Jaén mítico, por el Jaén mágico, por el Jaén histórico propiamente dicho, debiendo tener en cuenta que uno y otros se entremezclan, se imbrican tan armónicamente, que a menudo configuran el mosaico de un todo homogéneo; un todo que se esconde bajo la piel del dragón que conforma la antigua ciudad de Jaén.

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Priorato de San Benito: Detalle descendimiento de la Cruz

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CLASIFICACIÓN

Las siguientes leyendas / cuentos podríamos encuadrarlas en departamentos estanco, según su contenido o la época en que se gestaron y/o se narran. Con arreglo a la primera de ellas, las más conocidas son:

1 Míticas: El lagarto de la Malena (3 versiones)

2 Religiosas/Piadosas/Milagrosas: El viaje de San Eufrasio (-medieval- Narra 1 de las 3 formas en que llegó Santo Rostro a Jaén; 2 Alfonso VI; 3 Nicolás de Biedma); Santa Catalina (Se aparece en sueños a Fernando III -1246-); Virgen de la Coronada (Encontrada por labrador bajo campana -Alfonso X-); El Señor de la Tarima (Cristo Injurias pisado - S. XIII); Cristo del Amparo (Ahuyenta a judíos - S. XV); S. Pedro Pascual (mula transporta santo - S. XIV); Cruz de Jaspe (Cristal Cruz bajó del cielo - S. XV); Señor de los 3 Huevos (de Burgos, o de 3 potencias (Fraile pide comida en C/ Recogidas - ½ S. XVII); Nuestro Padre Jesús (Talla en casería camino Puente Sierra - Fin S. XVI); Los ángeles de Ntra. Sra. Angustias (Antón esculpe imagen dos hijos - Fin S. XVII); Velasco el alguacil (Relicario Jesús para bala - 1710); Ecce Homo Bernardas (monja esculpe busto Cristo - fin XVII / fin XX); Cristo Charcales (Cruz en charco F. Peña - Fin S. XVII); Arco del Consuelo (loca abofetea rostro Virgen S. XVIII); Virgen Dolores (Sana a esposa escultor - S. XVIII); El Monaguillo volador (Cae desde torre S. Andrés - ½ S. XIX); Pascualete (Marcha a V. Cabeza, salvándose de incendio); San Cristóbal; Fray Juan de la Miseria (Pintor de Santa Teresa); La Virgen de la Antigua (¿traída por Fernando 3º?); La procesión Celestial V. Capilla (1430); Dos santos en la Loma del Royo (Cuento – 2008)

3 Históricas: La cámara de las estatuas (710, D. Rodrigo rompe candados cámara/1º XX Borges); Alí (vence a Alhatan 1002/fin S. XVI Argote de M.); La Cruz roquera (Espada en cerro – 1246); La casa de los Rincones (Pedro I, Pero Gil, Pedro de Salazar -1368- ½ XIX Conde Almenas); Historias: Al-Gazal: (Hispano-árabe S. IX: cuclillas, copa, vid...); Hasday Ben Chaprut (Judío S. X: curó obesidad Sancho I “El Craso”); El Obispo insepulto (Alonso Suárez de la F., 1500 - 1520); La espada de Antonio Ordóñez (Soldado de Flandes que consigue recuperar espada - S. XVI); La mantilla colorá (excursión a Guadalbullón y reyerta con moros)

4 De tesoros: El tesoro de la plaza de los Huérfanos (Mil y una noches - tesoro tras pared); La Calle del Duende (Judío encuentra tesoro en su primitiva casa); En frente del toro está el tesoro (no enfrente); El Tesoro de Zumel (trama similar al de Gallarín: Califa cordobés esconde tesoro); La casa de los Salazares (C/ Abades, 2 - S. XIX - Dª Ana esconde tesoro); Los rebuscadores (Niños encuentran olla con monedas); El tesoro oculto junto a la casa donde se encontraba la hornacina del Cristo de los Tres Huevos (C/ Recogidas); Los tesoros de los caseríos de Mariblanca y Pilatos; Gallinas del cerro Pitas (encuentran tesoro mientras picoteaban)

5 Otros cuentos: El Duende de la Magdalena (minguillos acompañan a ubetenses hasta Jaén -S. XIV / 2007); Maestro Tijeras (burlador descubierto en lances amorosos ½ S. XX - A. Almendros Soto); El rabino Isaac (no se cumple sueño) - J. Eslava Galán

6 De miedo: El Padre Canillas (Cura de piernas huesudas en S. Lorenzo); El espectro de La fuente de la Peña (bebé se transforma en monstruo)

7 De misterio: la mona de la catedral (Niño le cercena nariz - S. XIX); El albañil emparedador (Guarda cierta relación con la emparedada de la Casa de las Torres de “El jinete polaco” - A.M.M.)

8 Fenómenos paranormales: Caminos subterráneos en Santo Domingo (Sofía, 1995); La casa del miedo (Conde Águila 1866: miedo y fenómenos paranormales); Entidades en Palacio Condestable (pervive); Palacio de los Vélez (Colegio Arquitectos -S. XVII/XIX- Joven encerrada por enamorarse de sirviente); El niño de la catedral (Internet -Fin XX- Espectro niño, sollozos, ven varias personas); La princesa del palacio moro (Santo Domingo: Mora asesinada por enamorarse de cristiano); Fantasma mora en Parador (se aparece a turista (Eva 2004)); Jasmina (Amada de C. Iranzo - Fin XV/1960); Fantasmas en S. Juan de Dios (A) (pervive)

Alí en baños árabes (Histórica - Presencia a hora “Ángelus”)

9 Románticas: Caño Quebrado (Omar y Zoraida -medieval-); D. Luis de Torres (Hijo del Condestable Iranzo: Amor imposible e ingreso en convento); La Cruz del Posito (Diego de Osorio, Beatriz de Uceda, Lope de Haro - S. XVII)

El Palacio de los Vélez, Princesa mora, Jasmina (paranormales)

10 Ejemplarizantes: El peñón de Uribe (valores humanos - hijo no lleva a padre a asilo); El hombre que robó a la Virgen de la Capilla (castigo humano y escarmiento público); Los hermanos Carvajales (Castigo divino a Fernando IV “El Emplazado” - 1304-)

11 De Jaén: El viento de Jaén; El ronquido de Jaén

12 Anecdóticas: La mujer de Juan del Hacha (labradora ofrenda toca, pero no bandeja) S.XIX; Calle Cruz Verde (pícaras carnicerías); Cofrades de La Pastora (actuaciones con borrachera); El cuerpo incorrupto del Gorrión (jamón indultado)

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ITINERARIOS A SEGUIR

Como he dicho, leer las historias y leyendas de Jaén sin más, no es lo mismo que hacerlo durante un relajado

paseo, eligiendo para ello un camino por el que poder vivir “in situ“ la recreación de lo acontecido en otra época. Por tanto propongo cinco itinerarios a seguir (en este caso mejor acompañado que solo), y podréis comprobar cómo un día festivo cualquiera puede acabar siendo mágico.

Primer paseo: Desde el Pilar del Arrabalejo a la Plaza del Pato 1. Pilar del Arrabalejo 2. C/ Fernando IV (Noguera) / Los Hermanos Carvajales 3. Cuesta S. Miguel 4. C/ Misericordia - Escalerillas 5. Plaza San Juan de Dios / Almas errantes 6. C/ Córdoba / Duende de la Magdalena 7. C/ Santa Úrsula (Almona) 8. C/ Molino de la Condesa / La casa de los Rincones 9. C/ y Plaza de la Magdalena / El Lagarto de la Malena; Historias de Al-Gazal; Ben Chaprut 10. C/ Santo Domingo / La Mesa de Salomón; La Princesa Mora 11. Plaza Santa Luisa Marillac / El Peñón de Uribe; los baños de Alí; La fuente del Pato; el Priorato de San

Benito; el viento de Jaén.

Segundo paseo: Desde la Plaza del Pato a C/. Arco del Consuelo 12. C/ Herrerías y Ayuntamiento 13. Plaza de San Juan / Santa Catalina 14. C/ Almendros Aguilar (Maestra Alta) 15. C/ Elvín y Alcalá Wenceslada / Virgen de la Coronada 16. C/ de las Cumbres / Pícaras carnicerías. 17. Plaza de Santiago / La Cruz del Castillo, Soneto a la Cruz; Caño Quebrado. 18. Arco de San Lorenzo / Padre Canillas; D. Luis de Iranzo 19. C/ Montero Moya / El Maestro Tijeras; Velasco el alguacil 20. C/ Colegio (Plaza de los Naranjos) / Calle del Duende 21. C/. Maestra / El Cristo del Amparo. 22. C/. Arco del Consuelo / Loca abofetea imagen Virgen / El cuerpo incorrupto del Gorrión. Tercer paseo: De Plaza Santo Domingo a C/. Bernardo López 23. Plaza de Santo Domingo 24. C/ de los Uribes: Los ángeles de Ntra. Sra. 25. Plaza Santa Luisa Marillac (del Pato, de las Herrerías): Alí 26. C/ San Andrés: El monaguillo volador 27. Callejón del Gato - del Rostro - Santa Cruz: El rabino Isaac / En frente del toro está el tesoro 28. Plaza y C/ de los Huérfanos: El tesoro de la Plaza de los Huérfanos 29. C/ Santa Clara 30. C/ y Plaza de San Bartolomé: La espada de Antonio Ordóñez / La casa del miedo. 31. C/ Virgilio Anguita 32. C/ Maestra: El Señor de la tarima; 33. C/. Bernardo López (Talavera): Jasmina. Cuarto paseo: De Plaza de Santa María a Plaza de las Palmeras 34. Plaza de Santa María: Historias y leyendas en la Catedral 35. C/ Carrera de Jesús: El ronquido de Jaén / la casa de los Salazares. 36. C/ Valparaiso (Mona): La fantasma de la Casa de los Vélez / La mona de la Catedral. 37. Plaza de San Francisco: El Albañil emparedador 38. C/ Bernabé Soriano 39. C/ Joaquín Tenorio 40. Plaza del Pósito: La Cruz del Pósito 41. C/ Cronista Cazabán

Quinto paseo: Desde la Alameda a la c/ Ignacio Figueroa 42. Alameda de Capuchinos: Pascualete / El tesoro de Zumel / El espectro de la Fuente de la Peña / Los rebuscadores. 43. C/ Bernardas: Ecce Homo de las Bernardas / La mujer de Juan del Hacha 44. C/ Capitán Aranda 45. C/ Rejas de la Capilla: La procesión celestial / La mantilla colorá 46. Plaza de San Ildefonso: El hombre que robó a la Virgen de la Capilla / San Cristobal 47. C/ Ignacio Figueroa: Cofrades de La Pastora.

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PRIMER PASEO: Desde el Pilar del Arrabalejo a la Plaza del Pato.

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PREVIO:

La Calle Millán de Priego se sigue llamando todavía por el pueblo “El Arrabalejo”. En otro tiempo se conoció como “camino de las huertas” (La Calatrava, etc.) y calle de los morales”, por sus abundantes moreras. Y es que hay que tener en cuenta que a finales del XVIII había en Jaén más de 1000 telarillos de seda (LS), tradición heredada de los árabes, que por su calidad pasó a integrar la ya famosa lista de prendas, confecciones y otras artesanías, que salían de Jaén con la denominación de origen de “Jaencianas”

Se trata de una senda paralela a la muralla, que unió la ronda exterior de la misma en el tramo en que se abrían las “puertas” o “portillos” del Aceituno, de la plazoleta de Cambil, de Hornos Caños, del Sol, de Baeza, del Arroyo de San Pedro (ojival), y la torre junto a la cual se edificó la de San Agustín (Cambil, Sol, Caños y Arroyo, eran portillos)

Aprovechando este lienzo de muralla se construyeron casas a partir de 1500 - 1520, siguiendo la política de expansión de Jaén extramuros, según la cual, primero levantaba una ermita o convento y luego se construían casas a su alrededor. En este caso, se erigió el Convento de Nobles Damas de Ntra. Señora de los Ángeles, llamado de Vallehemoso (chalet que fue de Inocente Fe), que después pasó a la calle del mismo nombre (LS, 1920, 26), ocupando la manzana donde antes estuvo la iglesia de San Miguel el Nuevo y hoy la Escuela de Artes y Oficios “José Nogué”

Iniciamos el paseo junto al Pilar del Arrabalejo, en el Barrio de San Miguel, barrio éste de labradores, lleno de vida y buena vecindad, que ponía sonrisa en cada saludo que se prodigaban sus parroquianas mientras barrían la puerta de su casa y veían el trasiego de mulas y arrieros hacia las huertas próximas.

Mantuvo su identidad como tal hasta la demolición de su iglesia en 1874, aunque desde 1843 pasara a formar parte de las antiguas collaciones de la Magdalena y de la ya perdida también de San Pedro (1) (LS)

Comprendía intramuros los campillejos del Poyato (Albergue - Teatro), de San Miguel, de Cambil, Plaza de S. Juan de Dios, y las calles Fernando IV (Noguera), Rey D. Pedro (las Viejas), Hornos Francos, Hospital de San Miguel, Cuesta de S. Miguel, Ormendo, San Miguel, Lavanderas, Misericordia, Escalerillas, Telégrafos (del vicio), Arquillos, Córdoba, Santa Ursula (Almona), etc. y extramuros las de Millán de Priego (Arrabalejo), y otras que no entran en este recorrido, como Sedeño, Tinajeros, etc.

Hoy es un barrio olvidado por los políticos, más preocupados por embellecer y dar servicios a las zonas de ensanche de esta ciudad que por atender las necesidades de los más dignos, quienes sufren este abandono con estoica resignación.

Fuente- Abrevadero del Arrabalejo:3

Fue construida en 1574 por Miguel Ruiz de la Peña, aunque con diseño de Alonso Barba (discípulo de Vandelvira), a demanda de la abundante población de los barrios de San Miguel y de San Andrés, estando conformada por un pilar en 4 secciones, separado de la fuente por un pasillo.

La fuente se divide en tres cuerpos: El primero contiene dos hornacinas con leones heliomorfos, de cuyas bocas salen sendos caños de bronce; de ellos mana el agua que otrora viniese del raudal de la Malena.

El segundo, enmarcado por sendas molduras sobre carteras con tondos, tiene tres escudos, uno menor a cada lado (Corregidor y pagador) y otro centrado de mayor tamaño que podría ser el imperial.

En el tercero, enmarcado por simples molduras, puede leerse la dedicatoria y el año de su fábrica. Lo remata un jarrón con flamero sobre cartera, custodiada por perros o leones sedentes.

En 1939, tras la guerra civil del 36, el pueblo colocó la hornacina del Cristo de la Salud, en cuyo honor se celebran las fiestas del barrio que sustituyeron a la decadente feria de Agosto de la ciudad

(1) Se trata de una tabla pintada y vestida con faldilla roja.

3 Pilar Arrabalejo y Puerta del Sol, JD.L.J., 1943

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Más reciente es la placa colocada al otro lado del pilar, dedicada al cantaor José Ruiz Pérez (Jaén, 1924), cuyo apodo dio nombre desde 1980 a uno de los festivales de flamenco más importantes en Andalucía: Pepe Polluelas, la magia en la garganta.

La Puerta del Sol (portillo), llamada así por ser la primera que iluminaba el astro, se encontraba adosada a un torreón circular que desapareció sobre 1970. A través de ella se accedía al paseo de ronda interior de la muralla que conformaba la calle Noguera, hoy de Fernando IV “El Emplazado”, por la que ascenderemos buscando un recodo para comentar la leyenda de los hermanos Carvajales.

Dejamos atrás la calle del Rey Don Pedro o de las Viejas (por un beaterio que señoras mayores que existió en esa calle (1)), topándonos (rarísimo en Jaén) con dos edificios nuevos, coherentes en su fisonomía con el entorno en que se encuentran, pues presentan zócalo con sillares, balcones con arco de medio punto en el ático, alero, etc. Pasado el segundo de ellos, llamado precisamente de Fernando IV, recordamos la leyenda de...

LOS HERMANOS CARVAJALES (LS, 1916, 18, 23)

Corría el mes de agosto de 1304. Estaba el Rey Fernando IV en Martos para apoyar a las tropas que sitiaban Alcaudete (en poder de los moros granadinos), cuando llevaron ante él a dos jóvenes maestres de la Orden de Calatrava, los hermanos Pedro y Juan de Carvajal, a quienes un grupo de nobles difamadores habían acusado de asesinar en Palencia a otro de la familia de los Benavides.

El Rey, con tan solo 24 años, carácter violento y con otras cosas en qué pensar, se dejó aconsejar por esos difamadores, y sentenció a los hermanos sin apenas escucharlos.

Dictaminó que fueran aherrojados desde lo alto de la Peña de Martos, es decir, despeñados dentro de una jaula con hierros punzantes en su interior.

Fernando quiso contemplar la ejecución al borde del despeñadero pero, cuando la jaula estaba dispuesta para rodar, los nobles hermanos, sabiéndose inocentes, dijeron al Rey: “No olvides estas palabras. A Dios ponemos por testigo de que somos inocentes, mas quedas emplazado ante su Santo Tribunal en el plazo de un mes” (de ahí el nombre de “El Emplazado”) “Allí te esperamos para que juzgue tu crimen”.

La jaula rodó hasta el sitio conocido como “Las Tres Cruces”, siendo “la Cruz del lloro” el lugar desde donde los marteños contemplaron aquel cruel despeño.

Pasaron algunos días y el Rey cayó enfermo, por lo que tuvo que regresar a su palacio en Jaén (Diputación) Cada vez se ponía más enfermo pero, inexplicablemente, el mismo día en que se cumplía el plazo dado por los hermanos Carvajales, amaneció totalmente curado y con grades ganas de comer. Así lo hizo: comió, bebió y echó su siesta, de la que nunca despertó. Era el día 7 de septiembre.

Si algún día visitáis la vecina Martos y tenéis tiempo, os recomiendo que entréis en la iglesia de Santa Marta donde, en la nave de la derecha, junto a la capilla gótica adosada a la capilla mayor, se ve en la pared el nicho donde al parecer están enterrados los restos mortales de los dos hermanos; al menos así reza su epitafio, aunque se haya comprobado que sus huesos no sufren fracturas (extraño, si tenemos en cuenta la altura del despeñadero)

No deja de ser curioso el paralelismo entre este hecho y el que dos años después sufrieron Felipe el Hermoso, Rey de Francia, y el Pontífice Clemente V, que murieron al llegar el plazo que les señalaron los caballeros templarios desde la hoguera en que fueron quemados...

Como quiera que fue en esta ciudad de Jaén donde falleció el rey D. Fernando IV, sería en esta misma ciudad donde se proclamara inmediatamente nuevo Rey a su hijo y sucesor, D. Alfonso XI. (LS)

Proseguimos por esta calle, y a través de un estrecho callejón “hueco” bajo el cual cruza el pasadizo que sale extramuros hasta la calle Tinajeros,4 se entra en la C/ Hospital de S. Miguel, donde hubo un “hospitalico” en el que podían mal sobrevivir los más desfavorecidos.5 Hoy siguen viviendo en esa calle personas humildes, como Juana y Catalina, pero agradecidas con los que pasan por allí y las saludan.

4 Con bóveda triangular, al igual que el raudal, lo que denota su factura árabe. 5 Se han encontrado silos romanos en la excavación efectuada en 2008, así como varios pozos y una puerta lodada que pudo ser de

iglesia dado el tamaño del arco de medio punto que la corona.

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Tornamos de nuevo a Fernando IV, y siguiendo sus piedras llegaremos hasta la C/ de Hornos Caños en la que se aprecian restos del lienzo de muralla y de un torreón medieval que protegió un portillo de la misma.

Aquí podemos observar las tres fases por las que pasa una excavación arqueológica tras su descubrimiento casual:

- 1ª, de descubrimiento, limpieza y exposición. - 2ª, de floración (helechos, jaramagos, etc. y otras endémicas como botellas, latas, etc.) - 3ª, de especulación

Al lado está la plazoleta o Campillejo de Cambil,6

Se trata de una antigua plaza de armas que tenía su salida natural hasta la calle Millán de Priego, a través de una pendiente que delata su función de puerta de la muralla, y que estaría enmarcada por dos torres cuadradas, según acredita Pi y Margall en 1859.

En ella nos podemos imaginar los trasiegos propios de la época medieval. Hasta esta plaza llegaba la muralla romana que atravesaba la calle Borja.

Retomamos nuestros pasos hasta la Calle de las Lavanderas -de las que iban hasta los arroyos cercanos para lavar la ropa de los más pudientes, secarla al sol y luego alisarlas con planchas al carbón-, que nos introduce directamente en el entorno del corazón del barrio de San Miguel.

En la C/ Cuesta de San Miguel, se encuentra la semiderruida Casa de la Virgen que tuvo traza mudéjar (parte de la yesería está en el museo), y que constituyó un cenobio regido por familiares de los Torres de Portugal. En este caso, las tres fases son distintas en sus dos primeros estadios a las descritas en Hornos Caños, pero concluyen de la misma forma.

Así, cuando se trata de una casa noble de Jaén, en vez de rehabilitarla o restaurarla, nos encontraríamos con las siguientes fases:

- 1ª, de abandono. - 2ª, de espera (hasta que se caiga sola por lluvias, deyecciones de palomas, etc.) - 3ª, de especulación

La calle se aprovechó en 1936 para construir un refugio antiaéreo, dada su gran pendiente.

Tomamos el inicio de la cuesta, a la derecha, desde donde se llega a la Plaza de San Miguel, y en ella, al costado de la iglesia, delante del cual también se instaló otro refugio.

Iglesia de San Miguel: 7

En 1350 ya existía la parroquia de S. Miguel. Se trataba de un templo gótico - mudéjar que luego sufrió algunos cambios, como el de su portada renacentista, obra de Vandelvira, construida en 1560.

La parroquia fue suprimida en 1843 y en 1874 se inició su demolición abriendo barrenos en los arranques de los arcos, quedando en pie la portada que pudo subsistir gracias a que la declararon monumento histórico - artístico en 1919 (LS,1919), siendo trasladada posteriormente al Museo Provincial, donde ocupa el fondo del patio central.

6 Campillejo de Cambil, JD.L.J. 7 Ilustración 4: Portada de San Miguel, JD.L.J.

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Nos podemos imaginar el templo: Tendría una facción similar al de San Andrés o al de San Bartolomé, con planta basilical de tres naves separadas por arcos formeros apuntados sobre pilastras, ábside semicircular, una capilla pequeña a ambos lados del ábside, arco toral separando el presbiterio del resto del templo, coro bajo y cubierta mudéjar... 8

Se conservan bastantes restos en las viviendas que tiene actualmente alrededor:

- Plaza de San Miguel: Esquina de la torre y, dentro de una vivienda, el ábside con dos ventanales gótico - mudéjares (uno abocinado de medio punto y otro apuntado, ambos enmarcados por alfiz), parte de la cripta, y una pequeña capilla gótica con bóveda de crucería, en cuya clave central confluyen cuatro aristas que parten de otras tantas ménsulas en las esquinas, decoradas con motivos vegetales (tréboles, hojas, racimos, etc.), distintos en cada una de ellas.

- C/ Misericordia: En la fachada principal se abre un vano que contendría la puerta principal, hoy cerrada por un portón, cuyos orificios dejan ver el solar de la nave, y en él, un par de capiteles. También puede observarse la otra parte del arranque de la torre. Haciendo esquina con la calle Escalerillas, estuvo la Sacristía de la Iglesia y después la “Casa del Diablo”, Llamada así porque, según Catalina, su bisabuelo era tan desinquieto, que lo apodaron con tal mote y así perduró.

- C/ Escalerilla: Muro de la sacristía en el que se aprecian dos ventanas, una con arco adintelado y otra con arco apuntado. Esta última también puede tratarse de una puerta lateral a la que se accedería por una pequeña escalinata, lo que a la postre daría el nombre a la calle, aunque no es menos cierto que esta calle siempre tuvo escalerillas para salvar su pendiente. En su interior se conservan dos arcos ojivales sustentados en tres pilares hexagonales (los pilares en la planta baja y los arcos en la superior)

Perpendicular a la Calle Misericordia se encuentran la calle “Las Contreras”, quizás la más estrecha de Jaén (y que se abrió para acortar el camino a la portería del Convento (1)), y la calle San Miguel, que nos adentra en la Plaza de Santo Domingo; pero nosotros seguimos al frente, hasta llegar a la Plaza de San Juan de Dios.

La plaza la preside el Hospital de San Juan de Dios:

El primitivo Hospital de la Santa Misericordia (S. XVI) y el contiguo y posterior de San Lázaro, fueron donados allá por 1619 a la Orden de San Juan de Dios, pero con la desamortización de 1836, los Hermanos de esta Orden cedieron su lugar a la Diputación, pasando a ser un Hospital de Beneficencia auxiliado por las Religiosas de las Hijas de la Caridad. Actuó como tal hasta 1973, fecha en que fue abandonado por trasladarse al nuevo Hospital Princesa de España.

En su fachada muestra dos portadas. Una de ellas, la del Hospital de la Misericordia, es de principios del S. XVI (gótico tardío), con arco rebajado enmarcado por moldura barroca, que engloba el escudo de la Orden custodiado por ángeles tenantes; la otra es del siglo XVIII (barroco final) y pertenece a la iglesia adjunta a dicho Hospital. 9 Esta iglesia sufrió un incendio el 8 de marzo de 1916 que la devastó totalmente, siendo reconstruida en estilo modernista (historicista) en 1919 (LS) Tras su abandono en 1978, se empezó a demoler el edificio; pero “alguien” tuvo la decencia de mantenerlo en pie. Hoy constituye la sede del Instituto de Estudios Giennenses y del Centro Documental de Temas y Autores Jiennenses.

Amén del cementerio que hubo en el patio anexo a la Iglesia, se han encontrado gran cantidad de restos humanos tras y bajo el hueco de la escalera principal, lo que no tiene que ser motivo para que sucedan los fenómenos paranormales que se vienen percibiendo en el claustro alto y en otras partes del Hospital, sobre todo en otoño y en invierno, y en época de obras ¿O sí?

En este Hospital hubieron muchos llantos, lamentos, agonías dolorosas... muertes imprevistas...

8 Miguel Ruiz Calvente (Patrimonio H. Artístico), José Mª Díaz Hernández (Revista Códice nº 19), LS 1930 9 Iglesia San Juan de Dios, JD.L.J, 1964

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En él hace su aparición espectral una monja decimonónica con su blanca toca almidonada. También se han sentido ráfagas de aire ocasionales, como si alguna entidad pasase junto a nuestro lado a gran velocidad y nos soplase tras la oreja, produciendo “tiritonas” a quienes lo perciben.

A personas concretas, estando solas, le han silbado al oído, o han visto cómo la pesada puerta se abría sola, como si alguien entrase y luego la cerrase sigilosamente tras sus pasos espectrales. El ascensor también ha dado algún problemilla que otro, abriéndose y cerrándose solo, o al menos, sin nadie visible en su interior.

¿Alguien ha bajado las escaleras de caracol? ¿Alguien se ha montado en el ascensor y se ha dejado llevar de una planta a otra del edificio sin tocar un solo botón? ¿Alguien ha oído o sentido alguna sensación fuera de lo normal? ¿Se te han apagado las luces en medio del corredor? ¿Te has encontrado con que un papel traído por el viento se ha parado a tus pies? ¿Has sentido frío en la cripta? ¿...? El viento de Jaén, muchas veces tapa con su silbido, el quejido ronco de almas que sufrieron lo indecible en este Hospital. (A)

Sumido en esta meditación, soñé o viví el cuento que inserto:

ALMAS ERRANTES EN EL HOSPITAL S. JUAN DE DIOS

Esta tarde se ha puesto a llover; a llover de esa forma tan especial con que lo hace en Jaén.

El viento zarandeaba las baldas de la persiana que, a media altura, dejaban pasar al comedor la última cuota de claridad que los pardos nubarrones permitían filtrar por sus frías y húmedas paredes. Izo un poco más aquella persiana, y agudizo mis sentidos.

El silbido del viento se hacía presente por las invisibles rendijas de la ventana. Las ramas de los árboles siseaban al rozarse con fuerza las unas contra las otras, mientras las gotas de agua, estrelladas en los cristales, imprimían una visión distorsionada de las personas que, encorvadas por el viento y asiéndose el sombrero con una mano o aguantando el paraguas ya vuelto con la otra, caminaban lo más deprisa que podían por las calles empedradas. Alguna de ellas parecía volverse, y mirarme, y llamarme.

Estaba en un punto en que lo onírico se podía transmutar en realidad, o en el que tal vez, la realidad podía adquirir tintes oníricos. En estos casos, la curiosidad tiende a dejarse llevar por las apariencias y, quizás, conducirnos al encuentro de algo o alguien mostrándonos un camino que, de tomarlo, no acertaríamos a adivinar si es real o imaginario. En ese estado, atrapado por las redes que lanza el viento al entrecruzarse con las ramas de los invisibles olmos, me siento transportado al viejo barrio de San Miguel.

La cuesta que lleva hasta su perdida iglesia se torna resbaladiza. Allí, al igual que en sus calles aledañas, tampoco hay árboles, pero sin embargo se sigue escuchando el quejido de las ramas, trayendo quizás alguna oración perdida desde el vecino convento de Santa Catalina.

Como si de un sendero trazado se tratase, sigo los húmedos y brillantes guijarros de la Calle Córdoba hasta llegar a la todavía llamada de la Almona. En ella, una monja enjuta y pálida, con hábito azul, mandil blanco y blanca toca almidonada desplegada al viento, baja impasible hacia la del Carnero, perdiéndose inexplicablemente antes de tomar el recodo de la misma.

El viento me empuja y fuerza mis pasos hasta aquel lugar, pero no encuentro su rastro. Paso por delante del callejón, llamado en otro tiempo “de los muertos”, siempre bordeando la tapia del benéfico hospital de San Juan de Dios, y abierta su antigua puerta gótica de par en par, decido entrar al vislumbrar entre las palmeras del patio la pálida silueta de la monja. Ya dentro, me pareció verla entrar en el ascensor; me acerco, entro también, y compruebo que no hay nadie en su interior; solo yo.

El aire, que se arremolinaba por el claustro creando pequeños torbellinos, ha arrojado un papel dentro del ascensor, dejándolo a mis pies; me inclino para cogerlo y, cuando me disponía a desdoblarlo para leerlo, se cierra sin más su puerta conmigo dentro y comienza un descenso a lo desconocido que encogió mi ánimo, mientras una ráfaga de viento cruzaba mi espalda, produciéndome un escalofrío, un “repelús”, que me hizo languidecer con tal rapidez que, de no ser porque la puerta se abrió de nuevo y pude salir, hubiese caído sin duda en una crisis de pánico.

Me encuentro ahora en una estancia con bóvedas bajas, justo al lado de la cafetería. La temperatura es fría, muy fría; sin embargo, un prolongado perfume a azahar inundaba el momento, creando un ambiente de bienestar espiritual.

Pero esa conjunción con lo eterno pronto fue turbada por un repentino y fugaz apagón de luces que actuó, al parecer, como resorte para que se abriera la pesada puerta de cristal por la que se accede a la cafetería.

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Perdida ya la razón y dejándome llevar por los impulsos del alma, crucé el umbral de aquella puerta y recorrí una larga estancia. En ella, tras la barra del mostrador, se encontraba una mujer morena de ojos grandes, oscuros y profundos, que más que camarera, asemejaba encarnar una vestal romana rodeada de un aura blanca por todo su cuerpo.

Miró mis asustados e incrédulos ojos mientras me ofrecía un café.

Sobre el fuego apagado de la cocina, la cafetera silbaba indicando que el café estaba en su punto. Me sirvió una taza; pero otro repentino y fugaz apagón de luces me hizo desviar la mirada de aquellos profundos ojos y dirigirla al lugar por el que entré: El ascensor abría su puerta nuevamente sin nadie dentro de él, y a los pocos segundos, se vuelve a abrir sola la de aquella cafetería, a la vez que unos pasos sordos parecían avanzar hasta mí deteniéndose a escasos metros; entonces, la puerta se cerró con la misma lentitud con la que antes se abrió.

No reacciono. Vuelvo la mirada a la sacerdotisa y le pregunto con la mía. Ella pausó unos segundos la contestación, a la vez que su rostro se tornaba en cada uno de ellos más afable. Después, con voz dulcísima, me dijo: En este Hospital hubieron muchos llantos, lamentos, agonías dolorosas... muertes imprevistas. Aquella estancia -dijo dirigiendo su mano a la de baja bóveda donde se encontraba el ascensor, y sin dejar de mirarme-, era la cripta; allí dejaban a los muertos hasta que eran transportados al cementerio o a la iglesia. Muchas almas -continuó diciendo- han quedado apresadas entre estos muros esperando el momento de ver la luz que las lleve hasta la infinita misericordia.

Una nueva ráfaga de viento zarandeó mi cuerpo, mientras mis ojos se perdían en el océano proceloso de los de aquella mujer.

Se había abierto un postigo de la ventana y la lluvia penetraba en mi comedor mojándome la cara. Lo cierro con rapidez y me siento despertar de un sueño un tanto absurdo.

Las escasas personas que pasaban por la calle, iban cobijándose como podían de las inclemencias de la tarde, y las ramas de los árboles seguían en su desaforada desazón blandiéndose las unas contra las otras.

El subconsciente me llevó de nuevo hasta los ojos de aquella mujer, a esos ojos negros, grandes y profundos, pero achinados un tanto a causa de la sonrisa virginal y mágica que me deparaba.

Esos ojos, llenos ahora de dulzura, incidieron con suavidad en una de mis manos, en la que tenía cerrada y apoyada sobre el frío cristal; me vuelve a mirar forzando mi ánimo para que yo mirase también esa mano; así lo hago y veo como en ella, fuertemente apretado, había un papel aprisionado; era el mismo papel que recogí en el ascensor del Hospital.

Como si el tiempo y el lugar se hubiesen traslado desde aquella cripta hasta mi comedor, me enfrento de nuevo a las almas mudas y penitentes que vagaban por las frías salas de aquel hospital. Miro de nuevo el papel arrugado dentro de mi mano, pero no me atrevo a leerlo inmediatamente a pesar de la intriga que de su contenido percibo; lo despliego poco a poco, receloso de lo que pueda encontrar escrito en él, pero al mismo tiempo ávido por saberlo. Al cabo, fijo mis ojos sobre unas letras grandes, un tanto deformes, de color rojo apagado, en las que puede leer con estupor: ORA PRO NOBIS. (A) (T)

Haciendo esquina con la calle Baja de Santo Domingo, se encontraba el consultorio del doctor Vena, donde se les hacían revisiones periódicas y expedían cartillas sanitarias a las meretrices de Jaén (jmab) y que, como otras casas de nobles piedras, está esperando con su techo hundido y su crecida higuera en mitad del portal, la picota de la especulación.

Ya en la C/ Córdoba, dejamos atrás el final de la C/ Arquillos, en otro tiempo de los Siete Arquillos (1), que sube hasta la Magdalena en compañía del muro occidental del Convento, y que ha perdido todo su encanto tras la inadecuada fisonomía del nuevo bloque de viviendas allí construido.

El nombre, que data del siglo XV, le pudo ser dado por el altillo con arcos, típico de los de Jaén, con que contaba la casa núm. 2 (1) (C), o por los arcos (arbotantes o por tranquil) que posiblemente hubiesen en esa calle.

Avanzamos unos pasos y nos encontramos con un pequeño callejón, cuya margen derecha la ocupa el solar de una antigua vivienda: C/ Duende de la Magdalena.

¿De dónde le puede venir este nombre? ¿Es quizás por el fenómeno paranormal que tiene lugar en el vecino convento de Santa Catalina (Archivo Histórico), según el cual una joven mora fue asesinada por un familiar al haberse enamorado de un cristiano, o tiene que ver con alguna tradición llegada aquí desde otros lugares? Me inclino más por esta segunda opción, y baso mi hipótesis en las siguientes consideraciones, siendo la última de ellas la que actúa como nexo de todas ellas:

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Es sabido que entre las leyendas de Mágina se encuentran muchas referencias a “Martinillos” y / o “Minguillos”; que en la Edad Media, esta comarca -que constituía la frontera entre la España cristiana y la árabe- estaba comprendida en el alfoz de Úbeda y de Baeza; que en estas ciudades proliferan las historias de “Mengues” o “duendes”; que en Baeza es muy frecuente la expresión “me cachis en los mengues” cuando te equivocas en algo subsanable, o “me cachis en los mengues jorobaos” cuando esa equivocación o contratiempo es irreparable; que en Úbeda está constatada la existencia de duendes en muchas casas; que entre las leyendas de Jódar es famosa aquella recogida en la revista D. Lope de Sosa (recopilada después por el cronista de la ciudad N. Mesa), en la que una familia, abrumada por los duendes, decidió cambiar de casa, quedándose con expresión de preinfarto cuando los vieron en la carreta al terminar la mudanza.

Para terminar, resulta que cuando Jaén fue entregada por Alhamar a Fernando III en 1246 y aquél abandonó la ciudad con sus moradores ibero-romano-árabes, se hizo urgente repoblarla, y ello se realizó por gentes de Úbeda, Baeza y Andújar, en proporción de un 30% cada una de ellas 10

Por tanto, ¿qué tiene de extraño que esa tradición ubetense o baezana haya calado en los herederos de los mismos? ¿Por qué no pudo ser que, como sucediera en la leyenda de Jódar, los minguillos acompañasen hasta Jaén a algún repoblador de aquellas localidades?

Lo cierto es que, aun cuando hoy en día los vecinos de esa calle nieguen cualquier tipo de fenómeno extraño, no tiene por qué sorprendernos que en el siglo XV (que es cuando se intitulan la mayoría de las calles), existiese o hubiese existido en el recuerdo, alguna familia con inquilinos pequeños y juguetones que cambiaran las cosas de sitio y se mondasen de risa cuando los dueños se volvieran locos buscándolas.

Por ello, basándome en la leyenda de Jódar recopilada por Cazabán y en otras similares que se prodigan tanto en esta provincia como en el suelo peninsular, voy a recrear lo que pudo haber pasado en esta calle al término del siglo XIII.

LEYENDA DEL DUENDE DE LA MAGDALENA

Una familia de Úbeda estaba harta de aguantar a los miguelicos. Estos pequeñajos traviesos y juguetones se pasaban el día moviendo las cortinas, cambiando las cosas de sitio y tirando al suelo desde la mesa o repisas, los objetos más menudos.

Un día llegó a oídos del padre, que el Santo Rey había firmado una Carta de Población por la que otorgaba casa y campo a quienes procediendo de ciudades de realengo (Andujar, Úbeda y Baeza) viniesen a Jaén para repoblarla. La ocasión la pintaban calva.

La deliberación familiar fue breve. Al día siguiente cargaron todas sus escasas pertenencias en un carro tirado por bueyes y partieron todo contentos hacia una nueva tierra que, aunque fuese más peligrosa por estar en zona de frontera, al menos les proporcionaría la tranquilidad quitada por los duendes.

Después de tres días de viaje, llegaron a la entonces sin nombre calle Duende de la Magdalena, donde compraron a buen precio una casa árabe, y después de decidir dónde colocarían cada mueble, empezaron a descargar el carro; pero cuando fueron a retirar la ultima silla, observaron que uno de aquellos duendes estaba sentado en ella y con voz guasona le dijo a la familia: “¿queréis que os ayudemos en algo?”

Mientras los sufridos vecinos se quedaban estáticos y pálidos, unas risitas juguetonas se escuchaban en el interior de la nueva vivienda. (A) (LS) (T)

En el momento de cerrar esta edición, se ha descubierto en el solar del nuevo inmueble derribado, una serie de basas y fustes romanos, que denota la existencia en aquel lugar de un templo o casa importante (Domus). Oremos a los dioses para que puedan preservarse los abundantes restos de esta cultura que vienen aflorando últimamente en el casco histórico. Tomemos ejemplo del resto de las provincias andaluzas. Jaén es diferente, sí, pero que no siempre lo sea por ser la ciudad más ávida en destruir su patrimonio. Ya ha sido masacrada la necrópolis calcolítica de la Calle Cristo Rey, la mayor parte de la ciudad -también de la Edad del Cobre- que se encuentra en Marroquíes Bajos, del foro y otros restos romanos encontrados en el entorno de la Plaza de la Magdalena, Palacios y casonas gótico-renacentistas-barrocas; temiendo la misma suerte está la también romana terma encontrada en el palacio de los Uribes... ¡Tantos y tantos restos con historia han sido expoliados incluso en obras nocturnas! ¡A ver si ahora, los gaditanos, los cordobeses y los sevillanos, van a ser mil veces más cultos que los jiennenses! Venga, un esfuerzo, pueblo; un esfuerzo, ediles. Gracias. 10 Isabel Ramos Vázquez “El Concejo de Jaén” 1474-1556

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Se han encontrado además, los restos de varias personas medievales, lo que me obliga a pensar que los fenómenos anormales que se sintiesen en otra época también pudieron deberse al hecho de tener vivienda sobre un cementerio o sepultura incógnita.

Proseguimos por la empedrada calle Córdoba hasta embocar la de Santa Úrsula, conocida todavía como “Almona” (por la fábrica de jabón que hubo en las hoy separadas casas nº 2 y 4) y por cuyas lindes estuvo la alameda y baños creados por el romano Sempronio (LS, 1915, 18 y 20), e incluso el zoco árabe y la casa de los Rincones.

En este punto, tenemos que aunar la vista con el corazón: Hemos llegado al enclave mítico de Jaén, donde las leyendas se conjugan con las nobles piedras que aún quedan en sus muros centenarios; donde la nebulosa de la historia traza caminos imaginarios entre el aire perfumado de jazmines y geranios. Cerrad los ojos y abrid el alma. Este es el Jaén de íberos, romanos, visigodos, árabes, judíos y cristianos. ¡Entremos!

Separando la iglesia de La Magdalena del convento de Santa Úrsula hay una tapia. Por allí discurría antes el final de la calle Córdoba, dando paso al Zoco árabe.

Tras contemplar de paso la imagen fotográfica que desde allí se nos muestra, con la fachada este de la Iglesia (en cuya esquina más cercana hay un ara romana actuando como piedra angular), su torre (alminar), el monumento del nacimiento y la verde ladera que encumbra al castillo como telón de fondo, giramos a nuestra derecha recorriendo la fachada principal del convento de Santa Úrsula, creado a mediados del siglo XVI “para el recogimiento de mujeres de las que andan por el mundo ofendiendo a Dios Nuestro Señor” (2), y donde se veneraba hasta 2008 la imagen de Santa Rita (si le pides algo, te da la rosa y la espina)

Ya no se escuchan las salmodias y rezos de las monjitas, ni se oye el batir de yemas y otros ajetreos de cocina para elaborar sus riquísimos dulces. Se han ido yendo, las más al cielo, y el resto a otros conventos desgranados de la magia de Jaén, dejando sus vacías estancias llenas de espiritual amor.

Seguimos bordeando las piedras del Convento, imaginándonos en aquel lugar el bosque sagrado y los baños del Toro al otro lado de la escalinata que da a la C/ Molino de la Condesa, por donde transcurriera tiempos atrás el río de la Malena. Cierra los ojos y remángate el pantalón para cruzar el ahora imaginario río.

Desde ahí llegamos al muro occidental del patio de abluciones, junto al cual se acreditan restos de la Casa de los Rincones en 1913 (LS), muy cerca del Huerto de Cárdenas, por donde estuvieron los baños y el bosque romano de Sempronio y Fusca, y el caño del agua. Allí se gestó la siguiente leyenda (y no en el callejón sin salida de la Magdalena (LS, 1923)):

LEYENDA DE “LA CASA DE LOS RINCONES”

Antecedentes: A mediados del siglo XIV, el reino castellano-leonés se vio envuelto en una guerra civil motivada por el enfrentamiento entre el Rey D. Pedro I y su hermano bastardo Enrique de Trastámara. Éste prometió cuantiosas mercedes a los nobles que le apoyasen, mientras aquél luchaba por su trono apoyado por el pueblo llano y algunos nobles. Los de Jaén, Úbeda y Baeza se dejaron comprar por Enrique, al igual que los de otras ciudades castellano-leonesas. Pedro I se alió, con el Príncipe Negro de Inglaterra (que obtuvo como regalo un enorme diamante, hoy en la corona de la reina inglesa), y con el Rey de Granada, Mohamed V “El Viejo” quien, asistido de siete mil jinetes, ochenta mil peones y doce mil infantes, se vengó de Jaén en 1368 (2) (LS, 1929) Por ello, más que “El Cruel”, como se le ha dado en llamar, hay que apodarlo “El Justiciero”, como así dispuso Felipe II.

En aquellos sucesos intervino el señor de la Torre de Pero Gil, vasallo de D. Pedro (Pero Gil era uno de los doce caballeros de Úbeda que conquistaron Algeciras, aunque también pudo ser el mote dado a D. Pedro por su hermanastro bastardo)

El Conde de las Almenas, escribió su romance en 1.862 y fue recogido por Alfredo Cazabán en 1929 y por D. José Chamorro Lozano en su “Guía artística y monumental de la ciudad de Jaén”.

En una noche de las clásicas de Jaén, noche de pertinaz lluvia y de furioso viento, un hombre embozado paseaba por el antiguo zoco árabe, no lejos de la fuente de la Magdalena. Aquel embozado era el Rey D. Pedro, que esperaba a Pedro Gil, quien pronto llegó a él para decirle que al amanecer del siguiente día, Jaén levantaría pendones por D. Enrique.

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Para ponerse a salvo y no pudiendo escapar a aquella hora por la inclemencia de la noche, D. Pedro llamó en la primera ventana que halló próxima. La puerta de la casa se abrió y el dueño de ella dio hospedaje a aquellos hidalgos, que ocultaron sus nombres.

Al apuntar el alba del siguiente día, Don Pedro y Pedro Gil se levantaron de sus lechos dispuestos a salir de la ciudad, más al avanzar Pedro Gil hacia la habitación inmediata, vio en un rincón de ella a un hombre armado.

• ¡Señor, señor, nos vendieron! - la mano en su daga puesta - exclama el noble hijodalgo...

• ¡Villanos! Nunca tal mengua en los que su hogar me dieron, a suponer me atreviera.

• No son traidores, Señor, Los que con leal reserva a su Rey dieron guarda pasando la noche en vela -exclama el buen Salazar-, y con la rodilla en tierra, al Rey presenta sus armas... sólo una tizona vieja..."

El Rey, premiando aquel acto de lealtad, dijo al fiel velador de su sueño: ¡Sal del rincón! Y le otorgó la nobleza para él y sus descendientes. Y como Salazar le pidiera agua y almenas para su casa, agua y almenas le fueron concedidas, y el apellido del Rincón, como recuerdo del lugar en que el Rey y Pedro Gil le sorprendieron. (2) (4) (LS 1929)

En ese momento se estatuyó el apellido del Rincón, un apellido típicamente jaenés, y a gala tuvieron y tienen llevarlo los descendientes de aquel Pedro de Salazar, primer marqués de Las Almenas.

¿Qué cómo reconoció Salazar a D. Pedro?, pues oyendo el crujir de sus rodillas (era conocida la gran artrosis del rey)

Por cierto, la guerra la ganó Enrique: En marzo de 1369, el rey salió de Sevilla con destino a Toledo para entablar batalla contra su hermanastro Enrique. Ambos ejércitos se encontraron el día 13 en Campo de Calatrava, pero D. Pedro se vio obligado a refugiarse en el Castillo de Montiel. El día 23, el rey intentó sobornar al capitán francés Beltrán du Guesclin, mercenario de Enrique, quien fingió aceptar la propuesta. Éste lo llevó hasta su tienda y allí se encontró con su hermanastro, enfrentándose a él en un cuerpo a cuerpo. Como quiera que Enrique cayese al suelo bajo el cuerpo de Pedro, el francés cogió a D. Pedro del pie y le dio la vuelta, al tiempo que pronunciaba la célebre frase "Ni quito ni pongo rey, pero ayudo a mi Señor". Quedó entonces encima el bastardo Enrique, quien le clavó la daga con gran saña y después de muerto lo decapitó.

Seguimos nuestro camino ascendente hacia la Plaza de la Magdalena para girar a la izquierda, dejando al otro lado la calle Magdalena Baja, por donde discurría la barbacana (LS, 1924)

En la plaza nos encontramos a un lado con el cantón donde se inician las calles Zumbajarros y Bobadilla; enfrente, el patio de la antigua mezquita cristianizada, y en él, el estanque de abluciones menores, donde los antiguos árabes se lavaban pies, manos, brazos y hombros antes de entrar en ella, rodeado a modo de claustro, por arcadas de medio punto y de herradura que se sustentan en algunos casos con lápidas romanas y árabes y en otros con pilastras huecas inclinadas hacia la pared (y la pared hacia ellas)

A la izquierda, una torre morisca (minarete) nos trae el eco del muecín llamando a oración a la hora de az-zagüel (caída de la tarde), tras contemplar el bosque romano que le quedaba a poniente y al sur, en el después llamado “Huerto de Cárdenas”, y por el que transcurría el “Caño del Agua” (LS, 1913, 15, 18,20) que conducía las del río Magdalena.

Cuatro arcos de medio punto daban entrada a otras tantas naves de la antigua mezquita (perpendiculares al sentido actual); hoy solo una tiene acceso al templo. Otra puerta ojival al fondo del patio, comunicaba con la Calle Córdoba que antes de la reforma discurría por allí, y que ahora constituye de puerta a la derecha dependencias de la parroquia, y de puerta a la izquierda un pequeño cementerio de las vecinas monjitas que ya no están.

El tímpano interior de esa puerta está decorado con pintura gótica que alude a un calvario, bajo el cual el sacristán ha recompuesto y colocado dos lápidas de enterramiento de mediados del XVI y otra alusiva al Deán Mazas, así como una mesa de mármol.

Comprobemos la cantidad de elementos arquitectónicos romanos que fueron parte de la decoración del nacimiento del raudal (como el pedestal que sostiene el arco primero del Patio, con la inscripción “Dedicado a Apolo Augusto...” (LS, 1915)), y otros restos árabes y góticos diseminados por el patio. Uno de ellos -según cuenta José Luis, el antiguo sacristán-, contiene el nombre del primer obispo gitano de Jaén: Octavio.

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Iglesia de la Magdalena 11

José María Díaz H., extraordinario historiador y mejor persona, jiennense del barrio magdalenero y defensor a ultranza del mismo, me dijo que, si bien la referencia escrita más antigua sobre el lagarto era la de Pedro Ordóñez a finales del XVI, también había que saber leer las piedras y, en tal sentido, ver como algunos de los nervios de las bóvedas de la iglesia están adornados con cabezas de dragón, lo que da constancia de la impronta del mito en aquella época (sobre el año 1500)

Es la más antigua de la ciudad y su tracería es del gótico flamígero (isabelino) Su interior contiene cuatro naves con 12 bóvedas escalonadas y estrelladas, y 9 arcos apuntados.

Cuenta con un relieve de la crucifixión atribuido al “Indaco” (retablo “del Corpus”, siglo XV) y con el Cristo de la Clemencia (atribuido a Salvador de Cuellar - siglo XVI), amén de otras joyas pictóricas y escultóricas.

Sus bóvedas soportan los restos humanos encontrados en las inmediaciones de la iglesia (téngase en cuenta que, antes de que se abriera el antiguo cementerio que hubo entre Santa Isabel y las actuales casas de Juan León, previo al de Capuchinos y al de San Eufrasio, las iglesias estaban obligadas a tener su propio cementerio)

Su retablo plateresco de nogal con nicho que albergaba a Santa María Magdalena (Mateo de Medina, siglo XVIII) con crestería gótica (LS, 1913), desapareció durante la remodelación de la iglesia (entre 1966 y 1983); tan solo perviven expuestos en los laterales del tempo, algunas de las tablas que enmarcaban sus calles. Su magnífica solería en jaqueles blancos y negros, también desapareció o destruyó en esa época.

El ambón sobre el que se pone el atril para colocar el evangelio, lo constituye un ara romana en la que se puede leer el nombre de “Valerio”, noble romano de Jaén decapitado en esa piedra por ser cristiano. Tanto su frontal, como el del altar mayor, está conformado por bellísimo alicatado árabe, procedente de la desaparecida solería del patio del estanque.

Sobre la crestería de panales de la portada gótica (con arco carpanel, antes conopial, y columnillas poligonales que voltean el arco (LS, 1913)), existió un rosetón que se perdió con la remodelación para asegurar la firmeza del muro.

La primitiva portada del primer gótico (lodada), daba a la otra parte de la plaza, y estaba situada junto al Camarín de San Blas, igualmente desaparecido (LS, 1924)

La torre -alminar mayor- está coronada por chapitel ochavado de Vandelvira, frente al cual se encuentra el famoso nacimiento de la Malena que diera tanta vida a su alrededor.

Hoy ese manantial está muerto; lo han matado los propios jiennenses, como matan sus viejos edificios nobles, como matan sus costumbres, como matan su historia al olvidarla.

Sois vosotros, los más jóvenes, los que tenéis la difícil misión de resucitar tradiciones e historia respetando la nobleza de sus piedras, para que el alma de este pueblo viva siempre en vosotros y en vuestro entorno. ¡Podemos!

Fuente de la Magdalena

Eslava Galán nos relata en “El enigma de la Mesa de Salomón”, que durante el neolítico existía en el emplazamiento de la actual Catedral, un dolmen sagrado donde efectuaban su ritual los distintos visitantes que acudían allí para venerar a la diosa Madre; que posteriormente le hacían un sacrificio en el Peñón de Uribe y, por último, acudían al oráculo para que el druida les predijese el futuro, invocase a las fuerzas del nacimiento para favorecerlos a ellos o a sus animales, etc.

Pues bien, en el nacimiento de agua de la Malena estaba establecido el oráculo del dolmen sagrado. 11 Iglesia Magdalena, JD.L.J,

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Hasta aquí venían los jiennenses neolíticos y otros pueblos anteriores a los romanos, para consultarle al sacerdote (druida) los designios que para ellos tenía la diosa; incluso este último pueblo tenía establecido altar y culto a sus dioses en ese lugar.

Imaginemos un camino pedregoso con profuso bosque a ambos lados y algunos cauces de agua atravesándolo: Calle del Obispo, Moreno Castelló, Almendros Aguilar, Ayuntamiento, Herrerías, Uribes, Córdoba...

Pero esta ficción que alimenta más si cabe el consagrado mito del lagarto, no ha sido única en la apreciación mágica que ese entorno ha provocado en los moradores que han contemplado el caudaloso caño de aguas cristalinas discurriendo al exterior desde las entrañas de la tierra: Fenicios, íberos y romanos, escuchaban atónitos el bramar del naciente río, allí, en mitad del bosque sagrado donde, según describe Francisco López Vizcaíno en el Romance XXV del Romancero de Jaén (1862), “habitan genios sagrados y hadas, anida la tórtola, canta sus amores el ruiseñor, y el lobo es el rey de la comarca” Los árabes por su parte, consideraron aquellas entrañas como el santuario secreto ideal para albergar la Mesa de Salomón. Los iniciados que la buscaban, descubrían esculpida en su interior la siguiente frase lapidaria “Aquel que sea tan osado como para entrar, deberá tener la misma gallardía para poder salir” (Sofía)

Este carácter mágico-esotérico ha llevado a determinados investigadores a examinar sus restos y estudiar la propia fuente y su zona perimetral. Allí han aparecido desde hachas votivas de la edad del cobre, vasijas y libros medievales, hasta, según un vecino, una Virgen de mármol blanco y varias orzas con monedas de oro.

Hoy, la fuente seca y muda de tanto reclamar justicia para su miseria, se ha visto remozada con una nueva imagen que nada tiene que ver con su función primitiva ni con su fisonomía histórica, pero que al menos le otorga cierta dignidad, aunque se haya perdido la esperanza de recorrer ese santuario de misterio y de energía cósmica. ¿Alguien nos va a contar qué han encontrado en los recovecos del raudal, o se ha perdido para siempre esa esperanza?

Ya solo nos queda el recuerdo de algunos valientes exploradores nacidos antes de 1970, pues, hasta no hace tantos años (década de los 80 del pasado siglo), los niños sentían una misteriosa fuerza que les empujaba a corretear sus pasadizos buscando tesoros escondidos, mientras portaban precarias teas (alpargatas encendidas que después les dejaban cara y ropa negruzcas) para alumbrar las imponentes salas de estalactitas y estalagmitas que se conforman en el interior de la montaña, a la vez que sentían el sabor de la aventura vetada a los niños y jóvenes de hoy. (jmab)

LEYENDA DEL LAGARTO DE LA MALENA:

La primera referencia escrita la tenemos a finales del siglo XVI (Pedro Ordóñez de Ceballos), que luego publicaría Bartolomé Ximénez Patón en 1622, quien añadió: “...en las pinturas de la fuente se ve un pastor que está poniendo un corderillo a una sierpe...”

Fue Alfredo Cazabán Laguna, cronista oficial de Jaén y creador de la revista “D. Lope de Sosa” quien, en su amplia labor investigadora y divulgativa, recogió en 1913 tres variantes:

Sería un guerrero con traje de espejos, un ladrón al que se le perdona vida y prisión, o un hábil pastor, quien matara al temido dragón, lagarto o sierpe.

El primero lo haría con su espada tras deslumbrarlo con los espejos del traje; el segundo, arrojándole un saco de pólvora envuelto en piel de cordero desde su caballo, y el tercero arrojándole yesca encendida envuelta en una piel de cordero.

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La primera versión, sin demasiado arraigo en Jaén, tiene mucho que ver con las gestas de caballería del norte de Europa; la segunda, es de tendencia cristiana y puede representar los sacrificios y martirios a que sometían a los primeros cristianos en el Circo romano; sin embargo es la tercera la más verosímil y documentada, y puede proceder de un mito perdido (LS, 1913)

Hoy es más popular la segunda versión, aún cuando esté basada en la tercera. Juan Eslava nos relata la que le fue contada por un magdalenero y que, recreada, viene a decir: (¡Qué alguien la lea!)

En la cueva que conforma el venero que hay enfrente de la iglesia de la Magdalena había un lagarto muy grande que salía y se comía a todo el que iba por agua, e incluso merodeaba por las calles y huertas del barrio, buscando el alimento que podría proporcionarle algún animal o persona demasiado confiados.

Ya nadie salía de sus casas, y cuando no había más remedio, lo hacían con mucha precaución y siempre acompañados de alguien. Todos estaban asustados y sin poder trabajar, ni los rebaños beber, ni las bestias abrevar.

Había en la cárcel un preso condenado a muerte que, enterado de la situación, pidió audiencia al Alcalde de la prisión, al que le solicitó el perdón si lograba matar al lagarto.

Tal era la desesperación de los vecinos y del propio Consistorio, que se accedió a su solicitud. Entonces el preso pidió un caballo, un costal de panes calientes, una piel de cordero y un saco de pólvora.

Ya de noche, se puso frente a la cueva con el costal de panes recién horneados, y dejó uno al lado de la entrada. La bestia lo olió y salió para comérselo pero, cuando vio al preso, fue a él a quien embistió.

Entonces, éste montó en su caballo y salió corriendo, y en su huida iba echándole más y más panes, que el lagarto no dejaba de devorar. Así continuó hasta que llegó a las inmediaciones de San Ildefonso, donde le tiró el saco de pólvora con la mecha encendida envuelto en la piel, y el lagarto, creyendo que era realmente un cordero, se lo tragó y reventó. (LS) (3) (E) (A) (T)

Las otras dos versiones cuentan lo siguiente:

- Un guerrero vestido con traje de espejos esperó al monstruo y, al salir éste, quedó deslumbrado por las reverberaciones de la luz sobre los cristales, recibiendo el golpe mortal en la espalda.

- La tercera versión la protagoniza un ingenioso pastor, que tiende una trampa a la serpiente que se comía sus corderos: Le arrojó la piel de uno de ellos rellena de yesca encendida con la que, una vez ingerida, el monstruo se abrasó las entrañas y murió.

Esta leyenda también puede encerrar algún secreto, u otro mundo paralelo y oculto, vetado a simples mortales.

En lo antiguo, y en las religiones agrarias matriarcales, lo femenino estaba representado por la cueva (útero), el agua (flujo de vida), la luna (28 días -menstruación-), etc. El dragón era el custodio de la cueva, por tanto, también pertenece al mundo de lo femenino.

En un momento determinado, se impone el patriarcado, donde el héroe simboliza lo masculino, y al que se le adscriben elementos masculinos tales como caballo, sol (espejos), cordero... Por tanto, si abrimos la puerta de lo esotérico, podríamos interpretar que nos encontramos ante un cambio diametralmente opuesto al establecido.

Según Internet (La Casa Encantada) podemos encontrar vestigios del mito en muchos puntos de la península ibérica y en el resto de la Europa mediterránea

- Convento de Santo Domingo (Asturias): matan a dragón dándole pan con alfileres.

- La tarasca (representación monstruosa del dragón) sale de las riveras de las tormentas para llevarse a las víctimas. Portugal, Cáceres, Granada, Tarascón (Francia), son lugares donde las leyendas han recreado su imagen. Concretamente en Tarascón, Santa Marta aspergió al monstruo con agua bendita y, amansado por tal motivo, fue arrojado al río Ródano. Esta leyenda ha tenido tal raigambre en ciudades como la vecina Martos, que incluso podemos apreciar el acetre e hisopo en un cuartel de su escudo, y en otro cuartel un dragón.

- La Biblia nos relata que Daniel (siglo VII aC.) durante su cautiverio en Babilonia, no quiso adorar a la gran serpiente y logró matarla con un cocimiento de sebo, pez y pelos que la hizo reventar (motivo por el que lo echaron a los leones)

- San Jorge (Siglo III) mató al dragón que quería comerse a la princesa...

Tampoco deja de sorprender que, desde 1249, el escudo de los Obispos de Jaén, lleve la sierpe.

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Avanzamos un trecho más y nos adentramos a la derecha de la plaza, que en este lugar también es conocida como Plaza del Cadiato, por haber residido en ella, sobre su soportal moruno el Cadí de la ciudad (algo así como el Juez mayor de la Cora), por lo que no causa extrañeza que, al decir de una vecina, haya un pasadizo subterráneo que comunique esas casas con la iglesia de la Magdalena, y vaya más allá.

Esta zona constituyó el ágora principal de la ciudad árabe, donde en la época del emirato y del califato, jienenses hispano-árabes (o por mejor decir ibero-romano-árabes) descollaron en las ciencias, en las artes y en la política.

Tal fue el caso de AL-GAZAL (la gacela), nombre que por su belleza y apostura recibió el poeta y embajador del emir Abd-al-Rahman II, Yahyà Ibn Hakam, quien además descolló como militar, alquimista y astrónomo... Perteneció a la tribu siria de los Banu Becar ben Wail, que se estableció en Jaén tras la conquista. Después fue exiliado a causa de la intolerancia religiosa.

De las muchas anécdotas que jalonaron su vida, una cuenta que, tras derrotar en la batalla de Sevilla a los vikingos, y cuando fue al país de éstos, para tratar la paz entre ese pueblo y su emir, el rey Harald de Dane (Dinamarca), conocedor de la gallardía de aquél y sabedor de que no se inclinaría ante él como era preceptivo en tal época, mandó rebajar la puerta de entrada al salón real con profusa vegetación, hasta que no tuviese más remedio que inclinar bastante la cabeza para pasar. Cuando llegó Yahyà estaban todos expectantes para reírse ante la forzada humillación, pero lo que hizo fue pasar en cuclillas, dejando a todos con tres palmos de narices.

En otra ocasión fue a Bizancio para presentar sus credenciales al emperador Teófilo y, habiendo terminado el banquete que se ofreció, tomó la copa de oro que había en la mesa y se la guardó, ante la mirada de absombro del emperador y del resto de los comensales. Yahyà adujo que en su país era norma de cortesía regalar al invitado la copa con la que había bebido, haciendo al tiempo el ademán de dejarla sobre la mesa (dando a entender con ello que el emperador era un descortés); entonces éste le insistió para que se la quedase. Caro le salió a Teófilo, pues todos los comensales guardaron también su copa, aunque luego se la requisara a sus cortesanos.

Otra anécdota refiere que su fama de hombre educado, culto y buen conversador, le precedía; por eso, al terminar el ágape, la seductora Teodora, esposa del emperador, encaprichada con la apostura del Embajador, le pidió que narrase alguna de sus poesías. Pasearon solos por el jardín y, después de recitarle algunas, la ya seducida emperatriz quiso saber por qué se circuncidaban los hombres de su religión. Al-Gazal, sin perder la compostura, le dijo: Sabed señora que la buena vid requiere gran cuidado y necesita ser podada; con ello el tronco se hará más largo y más grueso. 12

Al-Gazal murió en el año 864 con 94 años de edad. (LS, 1927)

Otros árabes jiennenses que descollaron en las letras fueron Aben-Jacan (A. La Real, ¿?/1140), de vida licenciosa, como también lo era la Corte de Córdoba, pero extraordinario escritor y cronista árabe; Abendarrach, de Cazalilla, en Jaén (958 - 1030); Abensaid, de Alcalá la Real, hacia primeros del siglo XIII; Abenfárach de Jaén (+ 966), (LS, 1927, 30)

La sensibilidad de estos árabes cultos y refinados, dista mucho de la cultura y sensibilidad de nuestros días; por eso, a modo de ejemplo, inserto a continuación un poema que Abenfarach compuso sobre la Castidad:

Aunque estaba pronta a entregarse, me abstuve de ello y no obedecí la tentación que me ofrecía Satán. / Apareció sin velo en la noche, y las tinieblas nocturnas, iluminadas por su rostro, también levantaron aquella vez sus velos. / Mas puse al precepto divino que condena la lujuria, como chambelán que guardase las puertas de mi pasión, para que mi instinto no se rebelase contra la castidad. / Y así pasé la noche con ella, como el pequeño camello sediento a quien el bozal impide mamar. / Tal un vergel, donde para uno como yo, no hay otro provecho que el ver y el oler. / Que no soy como las bestias abandonadas que toman los jardines como pasto. (LS, 1930)

Saliendo de la plaza, a la derecha, una estrella de David de finales del XIX señala la casa donde pudo haber vivido el famoso judío, asesor de Abderramán III y Al-Hakén II, político, filósofo y sobre todo médico, HASDAY BEN SHAPRUT. (LS, 1923) (E) (5)

De él se cuenta que sanó de sus males de obesidad al rey D. Sancho I de León (El Craso), nieto de Dª Toda Aznar (reina de Navarra y tía de Abderramán), cuyos males le impedían reinar, pues el que no podía montar a caballo no reinaba, y el gran peso de éste se lo impedía porque reventaba a las bestias. 12 Fco. Vidal Castro, “Cultura, Sabios y Producción Intelectual en el Jaén andalusí”, abril 2005

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El auge de su fama llegó hasta los primitivos núcleos cristianos por lo que, a pesar de ser enemigos políticos, Dª Toda solicitó en numerosas ocasiones a su sobrino que este eminente médico pudiese tratar a su nieto.

La insistencia de la Reina dio sus frutos: Hasday, a instancia del Califa, visitó a D. Sancho, convino el precio y le marcó las pautas a seguir. Éste perdió gran peso, pero eso sí, además de por ingerir la pócima inventada por el doctor Shaprut, también pudo ser porque éste exigió que viniesen andando desde Burgos hasta Córdoba para finalizar allí el tratamiento. Gracias a ello recuperó el trono que le quitó su hermano Ordoño IV el año 960. El precio, diez castillos que nadie sabe si entregaron o no.

¿Toda tía de Abderramán? En efecto, la madre de Toda (Oneca de Navarra), tras enviudar casó con 'Abd Allah; de ellos nació Muhammad, y de éste y otra vascona, Abderraman III.

Bien, hemos paseado por el Jaén mítico, ese Jaén en que los duendes moran dentro de las almas de sus vecinos, y donde el aire recoge la estela de su historia envuelta en el sentimiento de un rasgueo de guitarra flamenca quebrando las sombras de la noche.

“Cojo de la Magdalena”, ¡Vámonos por soleares! ¡Qué el duende que llevas dentro se asome por las cuerdas de tu guitarra, e inunde el cielo con tu arte! ¡Tomás, Tomas Reyes!

Ahora nos disponemos a entrar en otro Jaén, donde la magia y el misterio de las piedras externas, internas y subterráneas, se combina con la de sus gentes. Es el Jaén mágico.

Ocupamos el jardín que alberga la fuente con la escultura del lagarto (1967) Allí finalizan las calles Trinidad, 13 Hospitalico (con la Casa de los Priores de la Magdalena), Juanito el Practicante y Santo Domingo.

Allí se encontraba el foro romano, cuyos últimos vestigios yacen bajo el patio de un nuevo bloque de pisos. Allí existe una columna exenta (hoy adosada) de trabajado capitel.

C/ Juanito el Practicante (El Corralaz): En ella hubo un corral de comedias (de ahí el antiguo nombre) que se incendió alrededor de 1615, causando gran número de víctimas. (Deán Mazas - LS, 1930)

El actual nombre es el que le daban los vecinos a ese jiennense fallecido en 1973, que realizó una labor ejemplar entre las clases menesterosas. Pero en esa labor estuvo asistido por un grupo de personas íntegras, gentes de bien que se juntaban en la rebotica de la farmacia que había en la calle Santo Domingo, para estudiar las necesidades del barrio y atajarlas en la medida de sus posibilidades.

En tal sentido, no debe olvidarse la figura de la enfermera Dª Juana Martínez de la Torre, quien durante la contienda de 1936 estuvo luchando por la vida de tantos hombres en el Hospital San Juan de Dios de Granada, donde por desgracia perdió a uno de sus hijos y a su esposo que estaba hospitalizado. Precisamente fue allí donde conoció a Juanito, continuando en Jaén su labor filantrópica.

Qué la historia no la olvide, pues fue una mujer de bien.

Discurriendo por la C/ Santo Domingo en el transcurso de un paseo cultural con los chavales del Colegio San Vicente de Paúl en febrero de 2005, unas madres se daban con el codo y, mirándose entre ellas con gesto ladino comentaban, “¡Ahí está la Mesa!”, a la vez que señalaban el suelo y miraban con cierta sorna mi cara de extrañeza.

Una de ellas (Sofía), apiadada quizás por mi aturdimiento, se acercó y me dijo: “Se trata de LA MESA DE SALOMÓN”. Con una sonrisa en los labios, le di a entender mi escepticismo, por lo que continuó diciendo con rostro severo:

“Es una mesa de piedra que fue escondida por D. Francisco de Atienza en una sala subterránea a finales del siglo XVI. La encontró hace pocos años un investigador llamado Mario quien, tras sentir la corazonada de que en una casa de la calle le esperaba algo imprevisible, acumuló una serie de vicisitudes hasta dar con ella”.

13 C/ Trinidad, JD.L.J., 1954

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Captada mi atención profundamente, prosiguió:

:“Mario y su equipo, una vez instalados en aquella casa, observaron atónitos como a altas horas de la madrugada un orbe irradiaba su blanca luz desde lo alto de la escalera. Era la luz de una entidad que, mostrando tan solo el rostro y rodeada de orbes azules, descendió por la escalera principal hasta el sótano, desapareciendo por el suelo”.

“Cavaron por el mismo sitio en que se filtró la luz, descubriendo tras un corredor de la propia montaña, una galería que los llevó hasta la sala circular de donde emanan los cuatro caminos y en la que se encontraba la Mesa de piedra con escritura cifrada en sus bordes. Allí, sentado sobre el suelo en apacible postura y apoyado en la pared, estaba el esqueleto del guerrero con armadura que murió al no ser relevado de su guardia.

Descubrió también los recovecos de esos cuatro caminos que iban hacia el nacimiento del Raudal, al Castillo, a los Baños y a la Catedral, y se llevó cuanto pudo fuera de la casa, a pesar de que la sombra blanca, ahora negra, trataba de impedírselo”

“Tras varios meses de insomnio y pesadillas, vinieron del futuro tres personas para advertirle que, de no reponer lo robado, tendría una vida horrible, mostrándole en un espejo ese futuro atribulado. Convencido, guardó todo a buen recaudo para que no cayese en manos perversas, pues ello podría llevar a un cataclismo”

Más, si esa narración se basa en fenómenos paranormales, está constatado que Enrique Romero de Torres, mientras recorría los Baños Árabes en 1913, “se encontró con una galería de 1,85 metros de altura, que pasaba por debajo de la plaza del Hospicio, deteniéndose a 18 metros por estar tapiada” y que los subterráneos de la casa de los Uribes indican que existía comunicación directa entre el palacio de los reyes moros y los baños (LS, 1913)

Más recovecos subterráneos me han sido acreditados por los vecinos del barrio: desde el que hay en el foro romano, de gran amplitud y que incluso se podía recorrer a caballo, hasta otro que cruza a Santo Domingo desde la calle Trinidad, o el que recorre toda la calle Zumbajarros en busca del Castillo.

Mediada la calle, nos detenemos ante la entrada del actual Archivo Histórico, antiguo palacio de los reyes moros y después de los reyes cristianos hasta que Juan I (Trastámara) lo cedió a los Dominicos en el año 1382. Su fundo llegaba hasta la calle Arquillos, (LS, 1916, 27), si bien las huertas alcanzaban la del Corralaz. 14

Fue a la vez que convento, Tribunal de la Inquisición en el siglo XV y hasta 1525 (LS, 1916); después Universidad en el XVI, y en 1847, tras la desamortización, hospicio de hombres. Hoy es sede del Archivo Histórico y en él, además de antiguos y curiosísimos pergaminos y legajos, podemos contemplar el magnífico claustro barroco con columnas pareadas de orden toscano, la extraordinaria puerta de la sacristía y las no menos portentosas que jalonan el corredor de la galería alta, con relieves alusivos a la Orden y a la Virgen del Rosario, patrona de los dominicos.

Desde Juan I, siempre se ha llamado CONVENTO DE SANTA CATALINA MÁRTIR, que es la titular de la portada renacentista, por ser tradición antigua que existieron algunas pinturas en las que se representaba al Rey acostado en su cama y a Santa Catalina dándole las llaves de la ciudad (LS, 1916)

A ambos lados de la Santa se encuentran Santo Domingo de Guzmán con su perro, a la izquierda, y a la derecha Santo Tomás de Aquino. Los restos más antiguos encontrados son de época romana (termas), si bien los más abundantes son almohades, del siglo XII, y pertenecen al palacio de los reyes moros.

En él Se habla de la existencia del fantasma de una joven mora a la que dieron muerte (su padre, su marido -de tenerlo- u otro/a), por haberse enamorado de un cristiano (E) o de su hermano (T)

La leyenda es breve, pero sin duda este dramático suceso fue el colofón de una desventurada historia de amor.

14 Portada de Sto. Domingo, JD.L.J., 1964

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Este hecho, en su versión más ortodoxa, no fue aislado durante la contienda medieval; por ello he urdido una trama para ustedes, aunque yo mismo me tilde de “atrevido”:

Corría el año de 1155. El rey Alfonso VII “El Batallador”, vino a sitiar Jaén tras haber tomado Andujar. Para ello dio órdenes precisas a sus capitanes, a fin de que vigilaran y cerraran el paso de los caminos que llevaban a la ciudad.

En esa ocupación se encontraba D. Fernán Ventúrez, al que el Rey encomendó la vigilancia del camino de Granada, cuando cierta mañana decidió investigar las defensas enemigas, adentrándose por entre las huertas que riega el arroyo de Valparaíso, burlando la vigilancia de los soldados sarracenos que, apostados en los oteros, controlaban los movimientos de las tropas cristianas.

Por mala ventura, una joven mora que por aquellos andurriales se encontraba en compañía de otras tres moritas, se topó de bruces con el apuesto Capitán quien, sorprendido por el encuentro y por la singular belleza de aquella joven, quedó extasiado en su contemplación, en tanto que la moza, también abrumada por la gentil apariencia del Capitán, quedó paralizada entre el miedo y la sorpresa, desoyendo los requerimientos vehementes de quienes la acompañaban.

D. Fernán, que estaba apostado junto a un rosal silvestre de blancas flores, tomó una de ellas y, con gesto enamorado, se la ofreció a la Princesa, invitándola a que marchase junto a los suyos.

Ella, ruborizada y con sus hermosos ojos albergando mil estrellas de amor, tapaba su rostro con una gasa transparente de delicados bordados y pedrería, mientras caminaba despacio y sin darle la espalda al caballero, hasta juntarse con sus compañeras, quienes, entre risas cómplices, tomaban el camino de Jaén, volviendo una y otra vez la mirada hacia aquel apuesto soldado que, ensimismado aún con los verdes ojos de su ya sentido amor, seguía apostado junto al rosal.

Volvió al día siguiente el Capitán a ese lugar buscando la fortuna de encontrar a la morita. En esta ocasión fue él quien la sorprendió, ofreciéndole de nuevo una blanca rosa que permaneció unos segundos entre las manos de ambos dos, hasta que ella la tomó para sí, besando sus pétalos a la vez que fundía el verde mar de su mirada con la de su apuesto doncel.

Durante tres días más se produjo el encuentro de los dos enamorados, aumentando con cada uno de ellos el sentimiento común que les embargaba; pero la envidia, tan mala consejera como cruel verdugo, sentó sus reales en aquella nefasta mañana:

La Princesa fue delatada por una de sus doncellas y, apenas hubo rebasado la puerta de Granada, un piquete de soldados la siguió hasta el árbol del amor, y sorprendiendo a los enamorados, los prendieron y llevaron hasta el palacio real donde, a pesar de las súplicas y llantos de la Princesa, el Capitán fue conducido inmediatamente a las mazmorras del castillo, mientras ella era recluida en una habitación del palacio.

Transcurrían los días, y la joven enamorada rogaba insistentemente a sus guardianes que le dieran noticias de su amado; pero ante el silencio de aquellos, se le turbó gravemente el juicio y, entre llantos, pregonaba con gran vehemencia sus sentimientos.

Cierta mañana dejaron de oírse tan sentidos lamentos. Sólo se escuchaba el rastrear de una pala, echando tierra sobre una fosa cavada en el jardín del palacio. Desde aquel día, son muchos los que han visto la figura transparente de una morita de ojos verdes, con gasa de delicados bordados y pedrería sobre su rostro, pasear su pena por el claustro del Convento, o buscar por las mazmorras del antiguo castillo, el halo de su enamorado Capitán. (A)

Más si este relato constituye una ficción, si es cierto que durante una visita al Archivo Histórico y, al preguntarle a la Directora sobre la mora que se aparecía, ésta nos dijo que nunca vio nada anormal, pero que un estudioso de los que visitaban esa galería, le advirtió con la cara pálida que nunca más subiría a la misma.

También comentó que una tarde, cuando los albañiles se quedaron solos, salieron despavoridos del recinto tras sentir unos escalofríos, haciéndole saber al día siguiente que nunca más volverían a pisar aquella casa. Es así mismo significativo el caso de un pintor, que prefirió perder el empleo a continuar su trabajo.

Quizás viesen el reflejo de sábanas colgadas en los pisos adyacentes; pero lo cierto es que, de cuando en cuando, se percibe un agradable olor a azahar en el lugar; además, en cierta ocasión se tomó una fotografía al fondo del corredor de la galería alta, apreciándose en la misma cómo la figura transparente de una entidad a modo de mujer vestida con gasas o túnica oscuras, deja ver lo que hay detrás de ella. La fotografía desapareció misteriosamente.

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Cuatro referencias en la Plaza de Santa Luisa Marillac: Peñón de Uribe, fuente del pato, baños árabes y callejón de San Benito. El enclave se conoció como plaza del Hospicio y de las Herrerías.

Está presidida desde 1592 por el palacio de los Condes de Villardompardo (Fernando de Torres y Portugal, virrey del Perú), que con el tiempo pasó a ser Banco hasta mediados del XVIII (véanse inscripciones en muro del patio)

En 1751 lo adquirió la Diputación que lo habilitó como Hospicio de mujeres; también albergó hasta 1970, atendidas por las Hermanas de San Vicente de Paúl, la Casa-Cuna y la Maternidad. Hoy se pueden admirar en su interior los Baños Árabes, el Museo de Artes y Costumbres Populares, el Internacional de Arte Naif, y en la iglesia, exposiciones varias.

La plaza se urbanizó en 1900, dotándola de jardines (solo quedan las palmeras) y colocando en su centro una fuente de hierro fundido (1892) procedente de la Plaza del Deán Mazas, para colocar en la balsa de aquella, el monumento a Justino Flórez. (LS, 1930)

LEYENDA DEL PEÑON DE URIBE:

Existía en la esquina de esta plaza, lindando con la calle baja de Santo Domingo, una gran piedra irregular con entalladuras enigmáticas en la parte superior, donde los vecinos se sentaban a charlar animosamente en las mañanas soleadas de invierno y en los atardeceres del verano. Permaneció allí hasta el final de la década de los 70 del pasado siglo.

La extensa versión novelada de Mozas Mesa la ubica en la 2ª mitad del siglo XIX, pero yo me quedo con otra versión más simple, que es la narrada de generación en generación por las señoras mayores del barrio. Una de ellas me contó la siguiente:

Un hijo llevaba a su padre a cuestas camino del asilo y lo sentó en el Peñón de Uribe para descansar; el padre se puso a llorar y el hijo le preguntó: ¿por qué lloras? Y respondió: “es que recuerdo cuando yo era joven e hice lo mismo con mi padre” El hijo, emocionado, abrazó a su padre y regresó con él a su hogar. (T)

Que el hijo no tuviese sitio en la casa porque se iba a casar, que la nuera no quisiese tener al suegro o que el hijo no lo dejase en el asilo para que luego no lo dejasen a él, es otra historia.

Este lugar era el dedicado a los sacrificios a la diosa madre en el Jaén neolítico. Anteriormente era allí donde la reina sagrada sacrificaba al rey sagrado (primero de forma real, después apaleado en pierna y por último simulando cojera (E)) Ya en la edad media, exhibían en aquella plaza a los ajusticiados (empalados), para escarmiento público.

La fuente del pato

Se trata de una oca con cabeza de serpiente, que está siendo mordida por una serpiente con cabeza de oca, pero que a la vez bebe el agua que mana de la boca del pato.

Nos presenta tres principios femeninos: la oca, la serpiente y el agua, y una interrelación y transito continuado. Habría que preguntarse el por qué del traslado de tan singular fuente a este enclave del sacrificio.

BAÑOS ÁRABES

Fueron construidos en 1002, aprovechando los restos de una casa o baño romano con pórtico.

Se encuentran en los bajos del palacio de Villardompardo que mandó edificar Fernando de Torres y Portugal. Fueron descubiertos por Enrique Romero de Torres en 1914 al escudriñar un sótano, y al haberse derrumbado casualmente en el patio de las monjas el muro que daba a la sala caliente.

Por cierto, en Fuerte del Rey, el alguacil le prohibió a Enrique visitar lugares y tomar apuntes, por considerarlo espía alemán. (LS)

Su uso estaba reservado a moros, excepto el viernes que era su día sagrado, en que lo podían utilizar judíos y cristianos; además existía separación por sexos: hombres por la mañana y mujeres y niños por la tarde.

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Con Fernando III y Alfonso X, se siguieron utilizando estos baños, pero después los convirtieron en tenerías (tintes de ropa), y acabaron llenos de escombros para servir de cimiento al actual Palacio.

A finales del siglo XVI, Gonzalo Argote de Molina, nos relata en “Nobleza de Andalucía”, la historia-leyenda de Alí (aun cuando se haya desmentido su existencia), que transcrita por D. José Chamorro, nos viene a decir lo siguiente:

“En el año 1002, siendo rey en Córdoba Alhatan, le hizo la guerra el rey moro de Jaén, llamado Alí. Éste venció a Alhatán y volvió a Jaén con todos los suyos, donde lo recibieron por señor.

Construyó unos baños y, estándose recreando en ellos, entraron tres eunucos vasallos de Alhatán y lo mataron...” (ahogándolo en el baño, a espada -cortándole la cabeza- o asfixiándolo al no poder salir del vaporoso baño)

Añade Argote que los de Jaén proclamaron a Cacin, hermano del muerto, que se hallaba en Sevilla, de donde vino, siendo recibido por los berberíes que le acataron como Rey. Añade también que Cacín reinó tres años, cuatro meses... y que, descubriendo a dos de los tres asesinos de su hermano, los mandó matar. (LS, 1913) Son conocidos como los “Baños del niño” (Hadman al Walad)

El fantasma de este reyezuelo moro vaga por la sala templada del hadman y se manifiesta a la hora del “Ángelus” (12 de la mañana) absorbiendo la energía de sus visitantes, aunque no es la única entidad que vaga por sus corredores (A)

Frente al Palacio de Villardompardo se encuentra el Callejón de San Benito,

Al fondo tuvo su sede hasta 1837 el Priorato de dicha Orden, (LS, 1924) donde muchos nobles se investían como caballeros de la Orden de Calatrava. Después, y ya como monjes guerreros (freires), desfilaban hasta la plaza montados sobre sus briosos corceles enjaezados, ondeando al viento sus blancas capas, en las que mostraban bordura con roja cruz flordelisada (A). Otros, como Fray Benito Rades, recibieron allí sepultura.

De Internet (Orden Militar de Calatrava) obtuve la siguiente reseña: Fue fundada en 1158, reinando Don Sancho III, por el abad cisterciense de Fitero fray Raimundo Serra (San Raimundo) y su compañero de orden Diego Velázquez, para ocupar la ciudad de Calatrava y defender el territorio del ataque de los musulmanes, tras la renuncia de la Orden del Temple a hacer esas funciones.

Hoy en día, las ánimas de aquellos monjes muestran su indignación por el olvido en que han quedado sumidos; de hecho, si en la víspera de San Benito (20 de marzo) alguien se detiene a contemplar el callejón desde la cercana fuente, pasadas, eso sí, las doce de la noche, podría ver el esqueleto de un freire con su espada y con su escudo, vestido con raída túnica y capa hecha jirones, montado sobre el esqueleto de un caballo que galopa sobre el viento con trote amplio y lento. (A)

Nos despedimos de la plaza con el recuerdo de un árbol centenario que tuvo que ser cortado por su base, al desgajarse por el viento en abril de 2008, lo que nos trae a colación la leyenda del por qué de ese viento tan particular que sopla en esta ciudad:

EL VIENTO DE JAÉN

¿Quién no ha escuchado alguna vez, boquiabierto y con los ojos desmesuradamente abiertos, alguno de los episodios en que el viento ha hecho de las suyas en esta ciudad? Es muy célebre la noche en que éste mostró su más furioso empuje de aire; fue la del 24 de diciembre de 1821.

Dicha noche, el viento dobló y casi rompió cuatro fortísimos barrones de hierro que cierran por el interior las puertas de la Catedral (LS 1918), abriendo estas y penetrando violentamente en el interior del templo, donde cirios, imágenes y hojas de los árboles revoloteaban entremezclados.

Un señor mayor me contó en el mercado de Peñamefecit (04/2007) la leyenda del por qué de esos vientos tan fuertes: Resulta que hace cientos de años, Jaén sufría una epidemia de cólera que se cobraba cada vez más víctimas, mientras que Jabalcuz permanecía con una nube cenicienta sobre su cumbre, que lejos de dar agua con qué alejar la epidemia, favorecía la propagación de la misma. El pueblo entero sacó a Ntro. Padre Jesús a la calle en rogativa, pidiendo que el viento se llevara esa maligna nube. ¡Sopla!, ¡Sopla!, pedían.

Al día siguiente, una suave brisa acariciaba la ciudad y el monte, y esa brisa empezó a crecer y a crecer tornándose huracanada y llevándose la nube del Cerro. El cólera desapareció y la población sanó, pero el aire se quedó para siempre en Jaén. (A) (T)

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SEGUNDO PASEO: Desde Plaza del Pato a C/. Arco del Consuelo

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Recordamos las cinco referencias descritas durante el primer paseo en la Plaza de Santa Luisa Marillac, Peñón de Uribe, fuente del pato, baños árabes, callejón de San Benito y viento de Jaén. El enclave se conoció como plaza del Hospicio y de las Herrerías. 15

Desde aquí nos encaminamos a las calles Herrerías y Ayuntamiento para entrar en la Plaza de San Juan. En ella, con el castillo y la cruz al fondo, rememoramos cómo Fernando III mantuvo un día más el cerco a la ciudad y pudo conseguir la plaza fuerte.

LEYENDA DE SANTA CATALINA (4)(E)(LS,1916)

Corría el año 1246. Era el tercer cerco al que el rey Fernando III sometía a la ciudad de Jaén. Estaba a punto de levantarlo disuadido por sus fuertes defensas, cuando recibió la visita en sueños de Santa Catalina de Alejandría, quien le pidió que prolongara el sitio, mostrándole en prenda las llaves de Jaén.

Al día siguiente, Al-Hamar se presentó en el campamento cristiano para entregarle la ciudad; besó la mano del monarca, y le ofreció completo vasallaje. D. Fernando recibió con cariño al moro, y lo aceptó por vasallo.

La leyenda añade que este hecho se produjo el día de la Santa, pero lo cierto es que fue un impreciso día de finales de febrero o principios de marzo (sobre el 28-2)

Fernando III le erigió una capilla en el castillo y desde entonces es patrona de la ciudad, celebrando el 25 de noviembre una romería en su honor. 16

Otra versión mucho más fantástica cuenta que Santa Catalina se acercó hasta la Torre del Homenaje y llamó al rey moro quien, al asomarse a la ventana, perdió la cabeza sesgada por la rueda de cuchillos que portaba la Santa.

Mayores, jóvenes, niños y niñas de todos los barrios, sardinas asadas pringosas y olorosas, chorizo cortado, patatas, aceitunas, besos robados tras los pinares, chistes, risa, botellón sano, amistad... y una oración antes de almorzar ¡Que no decaiga la romería! (A)

Nos centramos de nuevo en la plaza 17: Un lado lo ocupó la iglesia, fundación medieval (4ª de las de Jaén), de la que, a finales del siglo XVIII cayó parte de la portada.

En su cripta encontraron restos de un cementerio romano, lo que da a entender que allí estuvo una puerta de la muralla romana, pues estas fortificaciones tenían cuatro y a las afueras de cada una un cementerio.

Los otros dos encontrados están, uno cerca de la Puerta del Sol, y el otro cerca de la Puerta de Martos.

Al ejecutar la remodelación de la plaza, también se encontraron enterramientos de la parroquia.

El otro lado de la plaza lo presidía el Ayuntamiento entre finales del siglo XIV y principios del XV (LS, 1922)

15 Palacio de Villardompardo (JD.L.J., 1964) 16 Capilla Santa Catalina en el Castillo, JD.L.J. 17 Plaza de S. Juan JD.L.J., 1948

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En la torre estuvo el Concejo hasta el siglo XVII en que se trasladó a la plaza de Santa María. Es de propiedad municipal (no de la iglesia) y tuvo entrada independiente. A sus pies, se reunían en el siglo XV los Cabildos Municipal y Eclesiástico.

Su campana del siglo XVI, con un metro de diámetro y otro de altura, marca la hora oficial de Jaén. En ella se inscribe en caracteres góticos la siguiente frase: "He aquí la Cruz del Señor. Huid, enemigos. Venció el león de la Tribu de Judá y de la raíz de David"

Ante situaciones de peligro para la ciudad (guerra, llegada de los moros, etc.), alertaba al vecindario tocando a arrebato y concitando al pueblo (LS, 1921)

Si el peligro atañía a la propia ciudad, también tocaba a arrebato y luego daba toques según los barrios, pues cada uno de ellos tenía un número de campanadas (E) Da las horas y las medias.

Allí se inicia la Calle Maestra Alta, que desde 1903 toma el nombre de Almendros Aguilar, en memoria de este singular poeta jiennense (1825 - 1904)

Continuamos por ella hasta llegar a un callejón sin salida: la Calle Elvín, de la que destacamos la casa del fondo, al tipo del carmen granadino, con su jardín o huerto tradicional en bancales, y que el Ayuntamiento ha comprado con la idea de mantener el jardín en terraza y remodelar el resto de la misma para convertirla en centro de interpretación de las tres culturas (árabe, judía y cristiana), y construir un planetario(E); pero del dicho al hecho...

Enfrente de este callejón, se encuentra la reducida Calle Alcalá Wenceslada (Ropa Vieja), que se inicia con un cantón en altozano protegido por una barandilla, donde se colocaban los familiares de los presos para verlos en la frontera Prisión Provincial (1860/1932)

En aquel lugar estuvo el convento de La Coronada, también conocido como “del Carmen” (1620/1860) (J) que, tras su desamortización y posterior exclaustración en 1860, paso a ser Cárcel Provincial hasta 1932. Los cines de verano “Jalisco” y “Rosales” dieron paso a la actual plaza.

LEYENDA DE LA VIRGEN DE LA CORONADA (LS, 1918) 18

Alfredo Cazabán, nos refiere lo publicado por Ximénez Patón a principios del siglo XVII que a su vez lo hace de la tradición popular:

Reinando D. Alfonso X, unos labradores cristianos de los nuevos pobladores de esta ciudad que estaban cerca de la Puerta de Martos, haciendo un hoyo para plantar un árbol, o con otro fin, hallaron una campana y, sacándola con industria, se descubrió debajo de ella esta imagen de la Virgen María, que por llevar una corona postiza la llamaron “La Coronada”.

Viendo el carácter milagroso de la aparición, el después santo obispo D. Pedro Pascual edificó una ermita en el lugar del hallazgo,

y alrededor de ella nació un barrio extramuros de la ciudad, que tomó el nombre de Santa Isabel.

El obispo D. Alonso Suárez propuso la fundación de un convento de carmelitas en la ermita, y así se hizo en 1511; pero el prior determinó que la imagen de Nuestra Señora era muy pequeña y la reemplazó por otra de mayor tamaño.

Una noche se le apareció la Virgen al Canónigo para decirle que rogase al Prior que sacaran su imagen del arca y la colocasen de nuevo en su sitio de honor. El canónigo no dio mucha fe a lo que vio, pero como quiera que a la noche siguiente volviera a tener la misma aparición, rogó a la Virgen que le diese una señal de la autenticidad de su divina presencia. La Señora le dio la nueva de que moriría dentro de ocho días. El canónigo comunicó el caso al Prior y se dispuso para una buena muerte, la cual acaeció a los ocho días señalados. Los religiosos, ante aquel aviso sobrenatural, fueron en procesión al lugar donde la imagen había sido guardada, y al abrir el arca vieron con sorpresa que la Virgen estaba enhiesta, como si estuviera en su altar, llevándola inmediatamente hasta el mismo.

18 Convento de la Virgen Coronada y Cárcel Provincial JD.L.J.

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Junto a la ermita se levantó una torre que sirvió de refugio a los agricultores durante las incursiones moriscas. Allí se instituyó la cofradía de Ballesteros de la Coronada; pero a principios del XVII, ante el despoblamiento del barrio, la ermita se derribó.

Con sus piedras construyeron el nuevo convento en la C/ Martínez Molina donde “con los grillos y cadenas de cautivos, se labraron las rejas”.

La imagen, que al parecer fue una de las que los cristianos mozárabes escondieron... (aunque tenía rasgos románico - góticos), se trasladó a San Bartolomé en 1865. Cruzaba sus manos, y en una de ellas llevaba un cetro. No tenía niño. El rostro tendría poco más de seis centímetros de altura y era moreno oscuro, del color de las imágenes de los siglos X, XI y XII.

La Virgen de la Coronada nació para ser patrona de Jaén, al igual que tantas otras tallas de vírgenes que aparecieron por esa época en España; pero por algún motivo ignoto, quedó relegada a un patronazgo (mercedarios) y, posteriormente, a la hoguera en 1936.

Retomamos la Calle Almendros Aguilar y concretamente, el tramo comprendido entre C/ Alcalá Wenceslada y C/ Parrilla, que correspondía a la antigua parroquia de Santiago (1)

Vamos a buscar el tinte pintoresco de esta antigua collación:

¿Han oído hablar de la CALLE CRUZ VERDE? El por qué de ese nombre lo tenemos en el hecho de que allí tuvo casa el Santo Oficio, y sus “oficiantes” lucían en el atuendo una cruz de este color.

También tuvieron casa en esa calle numerosos caballeros veinticuatro de la ciudad y después, tras su abandono (se fueron al barrio de S. Ildefonso), algunas tiendas “de venta de carne” donde se preocupaban entre otras cosas de la salud de sus “clientes”. Así se cuenta que cierto día un joven acudió a obtener ese servicio, y la pícara “carnicera” le dijo al mozo: ¿Cómo está tu padre, joven, que hace tiempo que no lo veo por aquí? ¿Acaso perdió los dientes y ya no puede comer carne?

Actualmente toma el nombre de Las Cumbres, y han tenido que demolerse todos sus edificios y hacer casas nuevas, para que desaparecieran las pícaras “carnicerías” que, por otra parte, eran frecuentadas por señores con más o menos reputación.

Podemos recordar como se las gastaban los “paparazzis” del momento cuando veían a algún “cliente” postinero subiendo con cierto disimulo, y quizás embozado, por la calle “Cruz Verde” en busca de lo que iban buscando.

El propietario de la Gaceta “El Látigo Rojo” tenía su sede en una esquina de la Plaza de Santiago cercana a esta calle.

A menudo se las apañaba para reconocer al señoriíto que buscaba las públicas casas de aquella calle, y así contaba al día siguiente: “Por la cuesta de la Cruz Verde se ha visto a D. Fulano de Tal”; por lo que, transcurridas unas horas, o a otro día, era fácil encontrarse al editor con los labios reventados, el ojo a la “virulé”, etc. (jmab)

En este sentido, no olvidemos a “La Fidela”, que tuvo casa de “invitados” en lo que fue el noble palacio de los Benavides, en el número 3 de dicha Plaza, que luego pasaría a ser casa de familias humildes y, antes de ser un solar como hoy aparece, la casa de Fidela Magdaleno Molina.

Dejamos atrás la calle de Las Cumbres, y pasamos por el inicio de las calles Positillo, Macías, (a un lado), Hornos de Santiago Campanas de Santiago, etc. (al otro), hasta llegar a la Plaza de Santiago, donde otrora estuviese la parroquia, y donde Jaén se enardece en vistas y olores serranos.

Desde allí brilla como en ningún otro sitio la impronta de la Cruz sobre la peña más alta del cerro.

LA CRUZ ROQUERA (2) (E) (LS, 1916)

La tradición cuenta que al conquistarse Jaén, el capitán de las tropas cristianas que tomó el Castillo, hincó su espada como signo de posesión y a manera de cruz en el lugar donde hoy se levanta otra de piedra. Enterado el Rey de aquella acción, la alabó y decidió que fuese construida una gran cruz de madera que sustituyera a la espada, encomendándole su cuidado a las monjas clarisas.

El convento de estas monjas estuvo ocupando parte de las calles Abades y Pilarillos, entre el Arco de los Dolores o puerta de San Sebastián y la Puerta Noguera. Cuando la cruz se caía por los azotes del viento, las monjitas la volvían a poner; pero en 1835 cayó y así permaneció durante varios años, no por culpa de las monjas. El clamor del pueblo, dio lugar a que el obispo transmitiese el privilegio de sustituir la cruz a D. Juan José Balguerías Brunet, que continuó la tradición hasta el año 1946 en que Dª Dolores Balguerías costeó la pétrea cruz a cuyos pies se esculpieron los famosos versos de Almendros Aguilar

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SONETO A LA CRUZ (Antonio Almendros Aguilar) 19

Muere Jesús del Gólgota en la cumbre Con amor perdonando al que le hería; Siente deshecho el corazón María Del dolor en la inmensa pesadumbre. Se aleja con pavor la muchedumbre Cumplida ya la santa profecía; Tiembla la tierra; el luminar del día, Cegado a tanto horror, pierde su lumbre. Se abren las tumbas, se desgarra el velo, Y a impulsos del amor, grande y fecundo, Parece estar la cruz, signo de duelo Cerrando, augusta con el pie en el profundo, Con la excelsa cabeza abriendo el cielo Y con los brazos abarcando al mundo.

No olvidemos a otros poetas de Jaén, como Bernardo López, Moreno Castelló, Montero Moya..., a quienes nuestros ediles también dieron el honor de nombrar calle.

La antigua iglesia de Santiago (siglo XIV), construida sobre lo que hoy constituye la plaza acantonada, estaba en ruinas en la época de Napoleón, por lo que su hermano, José Napoleón (Pepe Botella), la mandó destruir del todo para que quedase un espacio abierto al estilo de las ciudades francesas (1) Bajo ella se encuentra la cripta, que se usó como refugio antiaéreo en 1936.

Desde allí parten corredizos hacia San Bartolomé, hacia la Merced (1) (E) y hacia el Castillo, y es que, como sucede en el barrio árabe de la Magdalena, hay una ciudad visible y otra subterránea, donde se refugiaban y por donde huían los principales cuando había razias del enemigo. La cripta se usó después para plantar champiñón. Hoy están allí los cuadros eléctricos de “Sevillana”

Antes de abandonar la plaza, vamos a recordar otra leyenda romántica que se vivió en el Castillo y que, como tantas historias de amor, acabó de forma trágica.

LA FUENTE DE "CAÑO QUEBRADO" (antes, de la Mora) 20

Cuenta la leyenda que la hermosa Zoraida casó con Abu-Omar, gobernador de la ciudad, teniendo su residencia en el castillo.

Se profesaban gran amor; pero su felicidad fue efímera pues, asesinado Abu-

Omar por un traidor, aprovechando que aquel tuvo que bajar a Jaén, y enterada de ello la bella Zoraida, ésta enloqueció y huyó del castillo, encontrándola después en el mismo lugar en que asesinaron a su marido donde, por la pena, se hirió de muerte con la propia daga de su amado.

Añade la tradición, que en ese lugar brotó la fuente de Caño Quebrado, siendo la primera agua que manara, las mismas lágrimas de Zoraida. (E) (2) (4) (A) No se extrañen si al atardecer, ven por allí los espectros de dos enamorados vestidos a la usanza árabe, fundidos en un abrazo de infinito amor. (A)

Refieren que este fantasma hace su aparición en el castillo viejo, en una habitación del Parador. En tal sentido, unas turistas allí hospedadas, comentaron a Eva que en el piso de arriba se escuchaban gritos, correr muebles, etc. y que, asomándose una de ellas a la puerta, vio como una mujer disfrazada de princesa mora la miraba fijamente y desaparecía acto seguido. Más sorprendidas se quedaron cuando Eva les dijo que arriba no existía piso, sino tejado.

En cuanto al aspecto arquitectónico, en esta plaza aún se conservan parte de los edificios modernistas que había a mediados del siglo pasado.

19 Cruz-Castillo, JD.L.J., 1965 20 Ruinas del castillo (JD.L.J., 1965)

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Al decir de la propia calle, de la ingente cantidad de edificios nobles que la poblaron, nuestros alcaldes y nuestros arquitectos nos han dejado poco más que la muestra: Ahí tenemos las majestuosas columnas renacentistas que flanquean la fachada del núm. 41 (C)

Este edificio fue Escuela de Magisterio en el siglo XIX, y después clínica del Dr. Eduardo Arroyo desde 1926 hasta 1975 en que adopta su actual configuración. Frente a ella (esquina con calle Cambil), la casa donde vivió el poeta Almendros Aguilar, que da nombre la vía Maestra Alta (1)

Continuando por la calle de D. Antonio y, antes de llegar a la calle Parrilla, nos encontramos con la de Los Ángeles, nombre que le viene del convento dominico que hubo de Damas Nobles de Santa María de los Ángeles (1486), después de su traslado desde el lugar conocido como Valle Hermoso.

Tenía entrada por Maestra Baja (en el solar que ocupó la iglesia de San Miguel el Nuevo) y comprendía toda la manzana.

Tras la desamortización en 1868, pasó a ser Casino Primitivo, después, Cuartel, Colegio Hispano-Francés y Escuela de Artes y Oficios (LS, 1921 y 28) El edificio se demolió en 1964 para levantar la Escuela de Arte “José Nogué”.

En otro tiempo se la conoció como calle de las Platerías (por los orfebres allí instalados) Era otra de las calles estrechas de Jaén (apenas entraba un coche)

Ahora nos paramos en un edificio con vano para entrada a cocheras, en cuya pared hay un mosaico que recrea la imagen que pudo haber tenido la iglesia de San Lorenzo, y nos da conocimiento de los personajes que tuvieron relación con la misma.

Atravesamos el inicio de la calle Parrilla. Cualquiera diría que allí estuvo una de las puertas de la iglesia con la imagen de San Lorenzo (en una parrilla, claro)

En fin, hemos llegado al ARCO DE SAN LORENZO, así llamado porque estaba unido a la iglesia de San Llorente (siglo XV), hundida en 1825. 21

Se trata de un torreón que termina en planta semicircular y al que se accede desde la puerta colocada en el intradós del arco. La primera estancia tiene bóveda de ladrillo (de cascarón, por los círculos concéntricos), y decoración gótico-mudéjar en sus paredes.

Posee un alicatado extraordinario, como también lo es la yesería que recorre a modo de festón el interior.

Son de admirar igualmente los azulejos conformados con teselas, el altar con sus estrellas de 24 puntas, etc.

El frontal lo ocupa un nicho con fondo rojo, donde hay un Crucificado (antes, una imagen de San Lorenzo) En el suelo, una lápida cubre los restos de Juan de Olid y de su esposa Isabel Rendélez.

Y ya que hablamos de mudéjar, ¿sabríamos diferenciar entre mudéjares, muladíes, mozárabes y moriscos? Lo recordamos: mudéjares, fueron los musulmanes que convivieron con los cristianos sin cambiar de religión, entre los siglos XIII y XVI. No hay que confundirlos con los moriscos o árabes convertidos al cristianismo, ni con los muladíes (de madre no árabe) o cristianos que cambiaron a la religión del islán en Al-Andalus, ni tampoco con los mozárabes o cristianos que vivieron entre árabes sin cambiar de religión.

La capilla fue utilizada para los cultos del Hospital de la Madre de Dios, auspiciado por D. Luís de Iranzo, hijo del Condestable, que la dotó de indulgencias (LS, 1930)

En su interior se puede leer en caracteres góticos: “Esta capilla de Jesús Nazareno es del Hospital de la Madre de Dios...” También perteneció a la primitiva casa de niños expósitos que tuvo Jaén, y en 1620, al primer Seminario conciliar del obispado (LS, 1915)

Sobre el arco estaba la sacristía y, delante de ella, el altar mayor. Esta segunda estancia tiene bóveda ojival, y se accede a ella a través de una estrecha escalera que recibe iluminación de las saeteras. En ella celebran sus reuniones los “Amigos de San Antón”

21 Arco de San Lorenzo, JD.L.J.,1959

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Las dos plantas de la torre pasaron por diferentes vicisitudes, alguna de ellas muy próxima a la destrucción (para dejar expedita la calle Madre de Dios); pero se salvó al declararlas monumento nacional, a finales del XIX (11-10-1877) (LS, 1930)

A principios del pasado siglo, el arco tenía menos luz: tuvieron que rebajar el piso (ver escalón calle y sillería de escalera acceso a lonja) para que pudiera pasar mejor Nuestro Padre Jesús, aún cuando antes, los costaleros -únicos para todo el trayecto- lo hiciesen de rodillas.

También han reformado la ventana que se ve desde la lonja (antes cuadrada) y han colocado sobre la clave del arco una cruz de Calatrava.

Aquí, además de ser enterrado el Secretario del Condestable Iranzo y su esposa, fue bautizado Maximiliano de Austria, primo hermano de Carlos I (LS, 1918 y 30), y quizás, velado el rey Fernando IV “El Emplazado”

Bien, ahora nos encaramamos en la lonja que inicia la Calle San Lorenzo para contar una leyenda fantasmal, pero antes debo decir que era en esta lonja donde se abría la puerta principal de la iglesia (quedan restos en un solar contiguo de dicha calle)

La Capilla del arquito de San Lorenzo tenía concedida un gran número indulgencias; de ahí provino la devoción de muchos fieles de mandar en sus testamentos que se les dijesen Misas de difuntos en ella. Por ello, hasta no hace tanto, era muy general la celebración de esas misas en aquel altar, lo que se repetía casi todos los días del año... Incluso en los entierros de los Obispos, se hacía una posa o parada con el cadáver del Prelado ante la Capilla del Arco, cantándose un responso... (LS, 1930)

LEYENDA DEL PADRE CANILLAS

En una de esas noches de invierno de Jaén, con lluvia y viento racheado que ululaba por entre callejas y balcones con aullidos lastimeros, y donde se hace inútil llevar paraguas, se cuenta que un mozo regresaba en torno a las once de la noche hasta su casa, en la Plaza de la Merced, después de acompañar y dejar recogida a su novia que vivía en el barrio de San Juan; pero cuando pasaba bajo el arco de San Lorenzo, se cruzó con un sacerdote que salía de la capilla que allí había.

Era un cura todo vestido de negro y extremadamente delgado que, muy apurado, se acercó al joven y le dijo: “Mozo, por favor, necesito urgentemente que me ayudes a celebrar una misa penitencial para un difunto, pues mi monaguillo no ha aparecido, y no tengo más remedio que oficiarla a esta hora y en esta capilla del Arco”.

Al muchacho le dio fatiga decir que no y ambos entraron en ella. El cura se quitó el negro abrigo, resultando que, a falta de la casulla, ya estaba revestido para la celebración.

La tenue luz de dos velas cuya llama oscilaba movida por el viento que a través de las rendijas de la puerta entraba en la estancia, creaba en ella sombras cambiantes, dándole a la misma un aspecto fantasmagórico.

Al joven le castañeteaban los dientes por el frío y por la sensación de ultratumba que se respiraba, estando, como sabía que estaba, sobre la tumba de Juan de Olid.

Los preparativos parecían eternos, pero al fin comenzaron a oficiar la misa, y en latín, para mayor seriedad.

Cuando el cura se tuvo que arrodillar, el mozo, a la vez que hacía repicar la campanilla, tenía que cogerle al sacerdote la sotana para que no se la pisara, bajando para ello la mirada al suelo, momento en que comprobó aterrorizado que de las botas del cura asomaban canillas, es decir, los huesos desprovistos de carne y piel.

El asustado mozo dio un brinco y, tirando la campanilla, salió despavorido de aquel lugar. Subió la cuesta a la carrera hasta llegar a la plaza de La Merced, donde otro sacerdote, viéndolo tan agitado, lo paró e intentó calmarlo. El joven le contó lo del otro cura: “¡En vez de piernas, tenía canillas, como las de los esqueletos!” Entonces este sacerdote, sonriéndose, se alzó la sotana y le mostró los huesos de sus piernas al tiempo que le preguntaba "¿Serían como éstas?"

Lívido y con el corazón saliéndosele por la boca, el muchacho echó de nuevo a correr por las calles de Jaén pidiendo socorro y atropellando en su desenfrenada carrera todo cuanto se le ponía por delante. (E)

(4) (A)

Desde aquí mismo comentamos la calle que tenemos al frente llamada Madre de Dios:

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En el número 3 se instituyó el Hospital de la Madre de Dios, fundado por D. LUIS DE TORRES, que fue demolido en 1980.

D. Luis fue el único hijo varón del Condestable Miguel Lucas de Iranzo y de la Condesa Teresa de Torres, su mujer. Nació en Jaén el lunes 11 de abril de 1468, sucediendo a su padre en el señorío y mayorazgo de la casa de Torres, en la alcaldía de los castillos de la ciudad de Jaén y en el alguacilazgo mayor de ella. “Cuando vino en edad de discreción, gobernó virtuosamente”, pero al no tener descendencia, concluyó en él la sucesión del Condestable (LS, 1930)

Su historia amorosa (LS, 1930) un tanto recreada, relata que en cierta ocasión fue invitado a la corte de los Reyes Católicos donde, con la excusa de algún acto festivo, se despachaban asuntos de Estado.

En esas fiestas todos llevaban sus mejores galas, y muchos aprovechaban la ocasión para presentar en público a su familia, buscando algún buen partido para los hijos solteros o las hijas “casaderas”

Allí por mala ventura, D. Luis se encontró con la amplia sonrisa de una joven alta, de ojos verdes y hoyuelo en la barbilla, cuyos rubios bucles incidían sobre la rosada piel de su pecho.

. Al percibir que ella también lo miraba, se sonrojó y esgrimió una descompuesta reverencia, quedando enamorado en ese momento de tan principal dama.

Por ella gastó tiempo y hacienda y rompió lanzas en justas y torneos, sin reparar en que un noble de mayor edad y cuidado lenguaje con acento francés, seducía a tan hermosa princesa con suaves palabras, y con la arrogancia de paladín curtido en la vida y en la guerra.

Pero tan recia prendió en él la llama del amor que, desposada la dama con aquel caballero francés, y para llegar mejor hasta ella, aprovechó una peregrinación a la Santa Ciudad de Roma como excusa de salida de Jaén, y siguiendo el aroma de su amada que tan celosamente tenía guardado en el corazón, viajó hasta Francia disfrazado de peregrino.

De semejante guisa se presentó ante ella, pero cuando así lo vio, le recriminó lo vano de su aventura entre risas burlonas. En aquel momento, todas las sonrisas y miradas de su sentido amor, se convirtieron en puñales que desgarraron su alma, dejándola hecha jirones.

Sin pronunciar palabra alguna, se volvió el afligido mozo, tomó su caballo y, apretando los dientes para no derramar lágrimas, regreso a España.

Ya en su casa, triste y desengañado, tomó la decisión de irse al convento de San Francisco del Monte, en la sierra de Córdoba, donde vistió el hábito de la Orden, permaneciendo allí hasta el fin de sus días, recordando a cada instante en el olvido el brillo de los ojos de su amada y el dulzor de su sonrisa. (A)

Ya en la calle, comentar que en el ábside del arco fusilaron en 1811 a Pedro del Alcalde, heroico guerrillero villariego que, junto a un pequeño grupo de rebeldes, aniquiló en el Barrio de Belén y en los pagos de Jaén a muchos franceses durante la contienda contra los Bonaparte (1) (E)

En el núm. 5 vivió el sacerdote Cándido Carpio Ruiz (+ 1965), que dedicó su vida a los más humildes y desfavorecidos. Enfrente está la Funeraria “La Verdad”, la más antigua de la ciudad. (1)

Continuamos por Maestra Alta, hasta el cruce con la calle Montero Moya, en cuyas inmediaciones se urden dos leyendas.

LEYENDA DE VELASCO, EL ALGUACIL (LS, 1914)

Por una de las calles que dan a la plaza de la Merced (o quizás por la de S. Francisco), tuvo lugar allá por el siglo XVII una piadosa leyenda que recogió Alfredo Cazaban en la revista D. Lópe de Sosa. Nos viene a decir lo siguiente:

En el año 1681, D. Lucas M. de Velasco, Alguacil Mayor de la Catedral, llevó a cabo el registro de una casa sospechosa de albergar a delincuentes, pero un embozado que se encontraba en la casa, se echó a la cara su trabuco cargado con cinco balas y le disparó en el pecho.

Cayó D. Lucas al suelo y, creyendo los demás alguaciles que le acompañaban que lo habrían matado o dejado malherido, se apresuraron a socorrerlo despojándolo de la camisa para taponar la herida.

Todos quedaron sorprendidos cuando vieron que Velasco estaba ileso y que fue el relicario con la imagen de Jesús que llevaba colgado al pecho el que soportó la carga del trabuco, pues solo se notaban las abolladuras de las balas en el marco de plata del relicario que, extrañamente, conservaba íntegro el cristal que resguardaba la estampa de la venerada imagen.

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La leyenda tiene cierta base real: Consta en un informe jurídico datado en 1710 para acreditar los milagros de Nuestro Padre Jesús Nazareno.

LEYENDA DEL “MAESTRO TIJERAS”,

D. Antonio Almendros Soto la ubicó en un callejón cercano a la iglesia de La Merced, y de ella hago una adaptación abreviada: 22

A principios del pasado siglo XX, vivía en una calle de la parroquia del Sagrario, próxima a la iglesia de la Merced, una persona que tenía un “romance” por aquellos contornos y que, para pasar desapercibida, buscaba las horas más apropiadas, y así estuvo varios años, sin que trascendieran sus escarceos. Pero había en Jaén un sastre muy conocido al que, mientras

cortaba la tela con sus enormes tijeras, le gustaba criticar a todo hijo de vecino, a lo que daban pábulo clientes y amigos que se juntaban en la sastrería para escucharlo, haciéndolo luego de dominio público al salir a la calle.

Un día, de madrugada, el prevenido romántico salió de su quehacer con la cara todavía embelesada, encontrándose de sopetón con el “Maestro Tijeras” que por casualidad pasaba por allí, y sin poderse esconder en sitio alguno, solo balbuceó “¡Atiza, el sastre!” ¡Quede usted con Dios! le espetó el “corta telas” con sonrisa burlona; sonrisa que el enamorado interpretó como fin de su romance, pues ese mismo día, todo el barrio conocería sus secretos intereses.

Descendemos Montero Moya hasta la esquina con la C/ Colegio (del Sacramento) donde, en un callejón paralelo y cercano a la Plaza de los Naranjos que toma el nombre de Joaquín Costa, conocida aún hoy como Callejón del Duende, sucedieron ciertos hechos que achacaron a estas diminutas y traviesas criaturas:

Resulta que en este callejón vivía un hombre mayor y solitario con aspecto extranjero, que salía de su casa muy a menudo y a cualquier hora del día o de la noche, para encerrarse en otra casa que tenía en la calle San Andrés.

Los vecinos estaban un tanto “mosqueados” por tal actitud, pero un día uno de ellos determinó entrar en la casa del forastero cuando él estuviese ausente, encontrándose una especie de laboratorio con extraños objetos.

Al regresar el anciano, notó que alguien había entrado en su casa sin permiso, y decidió urdirle una trampa.

Cuando al día siguiente el vecino volvió a husmear a la casa ajena, al rebasar la puerta de entrada al laboratorio, cayeron sobre él varias estanterías con sus respectivos cacharros, originándose tal estrépito, que los vecinos acudieron por si algo grave le hubiese ocurrido al anciano; pero al encontrar al fisgón, éste, entre chillidos de espanto, aseveró haber sido atacado por un duende.

Los vecinos contaron al anciano lo sucedido, con lo que supo quién era el fisgón. Lo llamó y, lejos de denunciarlo por irrumpir en casa ajena, le reveló un secreto bajo promesa de no contarlo a nadie.

El tal anciano era un judío que tenía conocimiento de que sus antepasados escondieron un tesoro en una casa que tenían antes de ser expulsados en tiempos de los Reyes Católicos, y confeccionaron un plano del lugar en que se encontraba dicho tesoro.

El tesoro fue encontrado al poco tiempo, marchando el judío con él a su tierra, mientras que el fisgón, ahora amigo del anciano, quedó al cuidado de sus casas, provocando ruidos voluntarios para alimentar el morbo del duende entre sus vecinos (Ideal, 21 May 2007) (5) (A)

Seguimos nuestro descenso hasta la calle Maestra Baja, dejando a la derecha la torre y otras dependencias del episcopado, la puerta del Seminario (con escudo de Fray Benito Marín de 1761) y la puerta del Colegio del Sacramento.

22 Palacio Capitán Quesada Ulloa, en Plaza de la Merced (JD. L.J.)

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Una vez en ella, y al comienzo de la misma, la hornacina con el Cristo del Amparo que allí existe, actúa como un bendito talismán que protege con su halo de inmanencia a quien deambula por esa calle y demanda devotamente su protección.

LEYENDA DEL CRISTO DEL AMPARO

En tiempos del Condestable Iranzo, estaba un numeroso grupo de judíos apostado en la esquina donde hoy se venera al Cristo, esperando a que se acercarse un Crucificado que llevaban en procesión hasta la Catedral, con el avieso fin de mofarse de Él, tirarle desperdicios, etc.; pero de pronto, la imagen de este crucificado se proyectó en la pared, ocasionando gran confusión entre aquellas personas que, al verla, huyeron aterradas, aunque otros dicen que, arrepentidos al contemplar aquel milagro, cayeron de rodillas al suelo y se hicieron cristianos nuevos (E) (6)

Nos toca ahora disfrutar con la contemplación de edificios dieciochistas y modernistas,. Damos un pequeño rodeo por la calle Francisco Martínez Mora (Turronería), y así podremos contemplar el Arco del Consuelo y leer lo que nos narran los azulejos puestos bajo la Virgen de la Amargura, colocada allí en desagravio de aquella otra imagen de la Virgen que fue abofeteada y destrozada por una loca en el siglo XVIII, y de la que Alfredo Cazabán, decía: “...su rostro es agradable; los ojos tienen tal expresión que están siempre mirando a quien los mira...” Enfrente hay una puerta cerrada; abierta, se observa que dentro hubo culto”. (LS, 1914)

Terminamos nuestro paseo en la Calle Arco del Consuelo, y concretamente a las puertas de la taberna “El Gorrión”, una de la más antiguas de Jaén, donde se gestó el siguiente cuento.

EL CUERPO INCORRUPTO DEL GORRIÓN (Cuento) (6) (E)

Este relato es una historia verídica (o tal vez no) que le aconteció al bisabuelo del actual propietario de la taberna del Gorrión, allá por el año 1918:

Había terminado la 1ª guerra mundial y una princesa rusa salió huyendo de su patria con destino a EE.UU. Atravesó toda Europa y llegó a España con la intención de embarcar en Cádiz. Uno de los puntos de paso era Jaén y, como estaba tan cansada, se hospedó aquí con dos de sus damas pidiendo alojamiento y comida.

La princesa se sentó justo en la mesa sobre la que había colgado un jamón aún fresco, por lo que no es de extrañar que le cayera encima una gota de grasa. Por su parte, el dueño del Gorrión muy apurado, le dice a la princesa que la va a llevar a la parte de arriba de la casa para tratar de limpiarle la mancha. No sabemos la forma en que se la quitaría; el caso es que, cuando terminó, la princesa le dio un beso de amor al hombre. Éste, loco de alegría, como no sabía de qué manera darle las gracias al jamón, decidió indultarlo. Muy interesante tuvo que ser el rato que estuvieron el gorrión y la princesa en aquella sala de limpieza, pues con el hambre que se pasaba en aquella época, indultar al jamón era poco menos que pecado.

La historia fue escrita por el bisabuelo del Gorrión en un pergamino, y la metió en una botella que se conserva en el bar, a la vista del público. ¡Ah!, ¡Qué inventor es ese tal José GG!

En esta casa de la Calle Maestra Alta, murió el poeta Almendros Aguilar (JD.L.J.)

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TERCER PASEO: De Plaza Santo Domingo a C/. Bernardo López

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Hoy nos concentramos en la Plaza de Santo Domingo, y tras los saludos tanto añorados como pertinentes, empezamos nuestro paseo con una breve referencia a la misma.

En lo antiguo se llamó Altozano de San Miguel y Campillejo de San Antonio. Allí se encuentra la casa de Dª Leonor Serrano Coello de Portugal conocida como “casa de piedra”, que luego pasaría a ser el Colegio San Vicente de Paúl, con el nombre popular de “la miga de piedra”: “Miga”, porque como “amigas” se conocían a las maestras de la escuela de párvulas que estas religiosas establecieron en 1885, y “de piedra” por una lápida sepulcral romana que estuvo empotrada en la fachada.

Esta lápida hacía referencia al loricario (coracero) Cornelio April, y era gemela de la que hubo enfrente, en lo que fue portería del Convento de Santo Domingo, consagrada a los dioses manes (LS, 1920) Hoy están las dos en el museo.

Al decir de la hermana Antonia, la lápida estuvo justo en la esquina con la calle de los Uribes y desde allí pasó a la iglesia de la Magdalena, actuando como ambón sobre el que se pone el evangelio. En ella se puede leer el nombre de “Valerio”, un noble romano de Jaén a quien martirizaron sobre esta piedra cortándole la cabeza, por haberse convertirse al cristianismo. Nos quedamos con la primera versión por estar contrastada, pero aceptamos por su valor romántico la segunda opinión.

Algunos antiguos alumnos cincuentones dicen que a la Virgen del patio se le llamaba o se le llama la Amiga de piedra. También se llamaban “amigas” a las señoras que, para ganar unas monedas en aquellos años de necesidad económica, llevaban a los pequeños desde sus casas a esta Casa de piedra, con lo que la amiga sería la propia Escuela. Desde aquí saludo a los niños de ese Colegio, y a quienes los hacen crecer en el respeto, la tolerancia y la cultura.

Presidiendo la plaza, en una hornacina de la iglesia del Convento, tuvo culto el Señor de la Clemencia, obra del escultor Salvador de Cuellar (siglo XVI), en cuyo honor se celebraba una romería tras la que se daba al barrio una pequeña colación. Hoy se venera en la iglesia de la Magdalena, donde pervive de alguna forma aquella tradición.

En la plaza también se ubica la puerta accesoria al templo del Convento y la entrada a la antigua Universidad que tuvo Jaén durante unas décadas a finales del siglo XVI, merced a los caudales que, a instancia de su esposa, dejó para tal fin Juan Cerezo, veinticuatro de Jaén. (LS,1923) Después pasaría a ser portería del Convento.

Giramos sin más a la izquierda y tomamos la calle de los Uribes, dejando a la derecha la puerta barroca de la iglesia, donde a veces, cuando el viento sopla y la lluvia golpetea airada tejados y ventanas, se puede escuchar si así se intenta, el canto tenebroso de los monjes dominicos a la hora de maitines, dadas las 12 de la noche. Habrá que preguntarle a las Hermanas de la Caridad por si ellas han escuchado algo (A)

A continuación, el solar de la casa de aquel linaje, en cuyos sótanos hoy al descubierto se pueden admirar desde una terma romana hasta restos del periodo almohade del siglo XII, y el pasadizo que llega hasta los baños desde la fuente de La Magdalena.

La casa fue ocupada después por la familia “Tirado” para fabricar sus licores (sobre todo, anís)

En esta calle pero en la acera contraria, también vivió Antón con su esposa y sus dos hijos allá por 1667, en una casa blasonada, en cuyos altillos mostraba ventanas con arco de medio punto, y que fue origen de la siguiente leyenda

LOS ÁNGELES DE LA VIRGEN DE LAS ANGUSTIAS

En 1667 se avecindó en la calle de los Uribe una familia formada por un matrimonio y dos hijos pequeños gemelos. Antón, que así se llamaba el padre, encontró trabajo en la Catedral como escultor. Era un hombre poco dado a conversación. Tampoco su mujer ni sus hijos se dejaban ver.

Cuatro años después de su llegada, desaparecieron sin dejar rastro. Esa noche, ya de madrugada, se oyó un estrépito en la calle, y cuando los vecinos se asomaron a las ventanas, vieron a Antón correr calle arriba tras unos jinetes en dirección a la Puerta de Martos.

Pasaron diez años y un extraño personaje fue recogido en el convento de los Carmelitas Descalzos. Se trataba de Antón, notablemente envejecido. Allí se quedó como hortelano y jardinero, sumido en un estado permanente de postración y silencio.

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Finalmente, el Prior del Convento logró averiguar la historia de Antón. Resultó haber sido prisionero en Argel, en donde se enamoró de la hija de un importante moro. Huyeron hasta Sevilla, donde se casaron y tuvieron dos niños. Se trasladaron después a Jaén pensando que allí estarían más seguros; pero aquella noche, los enviados del moro dieron con ellos y le arrebataron a su esposa e hijos. Fue hasta Almería persiguiéndolos y allí estuvo diez años buscando noticias infructuosamente. Al final regresó a Jaén.

Conmovido por tal relato, el Prior quiso darle una ocupación más acorde a su oficio, y le encargó un retablo para colocarlo a los pies de la Virgen. Talló dos figuritas, dos ángeles llorando, que dicen eran la imagen de angustia de sus dos hijos en la noche del rapto. Tras acabar las tallas, dejó una nota para el fraile explicando que no podría soportar la visión de aquellas figuras, y desapareció. (4) (E)

Los ángeles, en realidad, estuvieron en primer lugar con la Virgen de la Correa. Su incorporación a la de las Angustias, es más reciente.

Ya estamos en la plaza de las Herrerías, o del pato, o de Santa Luisa de Marillac.

Algunos recuerdan a unos caballeros ataviados con blanca túnica marcada con cruz roja flordelisada, descendiendo sobre sus briosos corceles hasta la plaza desde el callejón de San Benito, o cómo un hijo regresaba con su padre a casa tras verlo llorar en el Peñón de Uribe, o también cómo allí ajusticiaba la reina madre al rey sagrado, disimulando éste cojera para evitar la muerte, o incluso, a una oca con cabeza de serpiente, etc.

Vamos a entrar en el palacio de Villardompardo para visitar los baños árabes:

Alfredo Cazabán nos habla de ellos, considerándolos ya los más suntuosos y grandes de España (LS,1913 y 1927) Añade que “estuvieron olvidados hasta que en 1913 (siguiendo la pista dejada por el Deán Martínez Mazas), Enrique Romero de Torres dio con ellos, ya convertidos en los restos de una cantina que había servido para almacenar aceite y que las hermanas de la Caridad tenían como subterráneo abandonado..., y que por el fondo de las naves corre una galería en dirección a los antiguos palacios de los Reyes Moros, galería utilizada para una conducción de aguas, por la cual puede un hombre recorrer más de 18 metros antes de tropezar con una pared allí construida... A la izquierda de ingreso a esta galería, están los peldaños de una escalera acodada, que debió tener su salida cerca del actual callejón de San Benito...”

No se crean, aunque parece frágil, el suelo de cristal no se rompe fácilmente; dicen que haría falta un peso superior a 500 Kg. por baldosa para que ello pudiese suceder. Bajo él se encuentran basas que corresponde a un pórtico de factura romana.

Bien, atravesamos el vestíbulo con alcobas o alhamías en ambos extremos donde cambiarse, tacas para dejar el vestuario y nichos para afeites, perfumes, etc. En el techo, 18 luceras estrelladas.

En él aún se pueden observar algunos restos de baldosas de mármol blanco y pinturas de arquerías rojas sobre fondo también blanco que recorrerían toda la estancia, y antes de la curvatura de la bóveda, una franja con pinturas a modo de cenefa, todo ello de época almohade.

La sala fría, de aclimatación y espera, tiene una configuración muy parecida a la anterior, aunque con tan solo una alcoba.

Por una puerta en dintel accedemos a la sala templada: Una gran sala cuadrada en la que se inscribe otro espacio también cuadrado sostenido por ocho columnas con arcos de herradura, que nos abre los sentidos a cuanta magnificencia y misterio se respiran en su entorno, sobre todo tras imaginar que la estancia separada del cuadrilongo, podría tratarse de un reservado para el Rey.

• ¿En esa piscina tan pequeña se bañaban? -preguntó extrañada la pequeña Cristina-

• Esa piscina es posterior, pero había un recipiente de donde se tomaba el agua para derramarla sobre el suelo que estaba a gran temperatura, con lo que se desprendería bastante vapor de agua. (baño turco)

• ¿Entonces se quemaban los pies?

• Hombre, si se salían de las alfombras de esparto o de los entarimados que había sobre el suelo, posiblemente se los achicharrasen. Pero esto no solía ocurrir. Lo que sí era frecuente era la acumulación de vapor en la estancia, aunque eso lo subsanaban a través de las lucernas estrelladas (luceras) que hay en la bóveda.

• ¿Con las luces?

• No, en el año 1002 no había bombillas como las que ahora lucen aquí para simular la luz del día, sino que eran aberturas al exterior cubiertas con cristales (verdes, amarillos y rojos) que se manipulaban para abrirlas o cerrarlas, con objeto de dejar salir al vapor o retenerlo en la estancia.

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• ¿Y cómo murió Alí?

Dice la leyenda que se estaba recreando en los baños a esto de las doce (medio día) Nos lo podemos imaginar recostado en una hamaca, tras haber tomado un baño en una estancia contigua al hornillo, en la sala caliente, y después de ser atendido por sus sirvientes (moro o mora) en cuidados personales de manicura, masajes, etc.

Pues bien, cuando más a gusto estaba, entraron tres enemigos y, mientras uno cerraba las puertas, otro hacía lo mismo con las ventanas del techo (lucernas) clausurando las salidas del vapor, mientras que un tercero avivaba el fuego del hornillo, con lo cual, el agua de la caldera aumentaba en hervor, dirigiendo mucho más caudal de aire caliente al entramado de conductos que hay bajo el suelo, de tal modo que la temperatura aumentó tan considerablemente, que el pobre Alí se puso a sudar, y a sudar, y a sudar, hasta que no le quedó gota de sudor. Es por eso que su fantasma se siente a esa hora concreta, a la hora del “Ángelus” (12 de la mañana) y absorbe la energía de sus visitantes. De hecho se ha sabido que alguna empleada y algunos visitantes, han tenido que salir rápidamente de la sala templada, pues han notado como un bajón de tensión, y una fuerte opresión en el pecho. (E) (A)

Mejor salir ya a la calle. Nos queda todo el trayecto por hacer, aunque antes, podéis tocar la columna que hay frente a la estancia del Rey. Dicen que trae suerte.

Dejamos el final de la C/ Martínez Molina, conocida como “Maestra Baja” hasta 1887 en que cambió su nombre por el del prestigioso médico D. Rafael Martínez Molina, apodado “el sabio andaluz”, nacido en el núm. 56 (antes 77) de la misma.

Embocamos la empinada cuesta de la Calle de San Andrés, zona residencial del Jaén del siglo XVI, donde tenían casa los notables de la ciudad.

Según el Catálogo Monumental de 1985, en el nº 1 estaba la de los Torres de Navarra que, sobre la puerta enmarcada con pilastras toscanas incrustaba escudo con águila bicéfala (recolocada actualmente); restos góticos en el nº 5; balcón en el 7; portada de pilastras planas en el 12 (es lo único que quedaba en 2006); casa con altillos en el nº 13; portada de pilastras planas en el 33 y... la iglesia.

Conforme descendemos, recordamos una tapia con pinturas murales, de la que solo queda el trozo que contiene el retrato de “Manolete”, dejándonos ver en el solar multitud de restos arqueológicos romanos (muralla), árabes y cristianos.

Vamos a hacer otra parada: Nos encaramamos en el pequeño cantón donde se ubica la puerta de acceso a la que fue parroquia de San Andrés, en cuyo interior, que bien merece un recorrido monográfico, se puede admirar la Santa Capilla de la Limpia e Inmaculada Concepción, con valiosísima reja del Maestro Bartolomé, una tabla de la Virgen del Pópulo atribuida a Fray Filippo Lippi, la puerta mudéjar de acceso al púlpito, etc.

Curioseamos la sencilla portada (lo que da idea de que pudo ser sinagoga) con arco conopial, y sobre ella la hornacina a modo de retablo barroco con la imagen del titular.

En esta iglesia se fraguó otra leyenda:

EL MONAGUILLO VOLADOR (Cuento) (6) (E)

Andresito, monaguillo de la iglesia de San Andrés, robaba flores para ofrecérselas a la Virgen Inmaculada que hay en el camarín de la Sacra Capilla.

Un día en que subió a la torre con el sacristán para voltear las campanas, cayó al vacío, pero cuando el sacristán bajó a verlo creyendo que se había matado, se lo encontró enganchado de los faldones en las ramas de un árbol, y es que, al caer, invocó a la Virgen María, y en ese momento se le infló la sotana como un paracaídas, enganchándosele en el árbol y quedando suspendido en el aire por tal motivo, lo que le salvó la vida.

Da fe del suceso una cruz blanca que se pintó en la torre de la iglesia, para conmemorar este milagro. Tal suceso se publicó en el “Avisador de Jaén” en 1847 y nos lo relata Ortega y Sagrista en la segunda parte de “Escenas y costumbres de Jaén” (1988)

Ahora toca callejear un poquito por el barrio judío: Proseguimos nuestro descenso dejando a la izquierda la C/ Alguacil y la C/ Colegio. Tomamos la calle del Gato, primera a la derecha, que bordea el Colegio de San Andrés y nos lleva a través de un sendero estrecho y sinuoso, hasta un campillejo donde hace cincuenta años estuvo la piscina de “La Ramona”.

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En la anterior calle es donde Rafael Cámara, en el libro “Leyendas de la judería de Jaén”, ubica el cuento del rabino Isaac que recoge Juan Eslava en su publicación “Otro Jaén”, según el cual este rabino sueña cómo la rotura de un plato por parte de su hijo, le lleva a ser entregado como criado a un primo de aquél que residía en Fez, donde prospera por su inteligencia y buen hacer, pero separado para siempre de sus padres.

Los gritos airados de su esposa le hicieron despertar: Al hijo se le había caído un plato. Menos mal que era de madera y no se rompió. Así, tampoco se rompería la unidad familiar.

Nos adentramos en la C/ del Rostro (antes con magníficas vistas al castillo), donde se encuentra la entrada a las dependencias de la Cofradía de la Pura, Limpia e Inmaculada Concepción, 23 creada por el venerable clérigo Gutierre González Doncel en tiempos del obispo Alonso Suárez.

Dicho clérigo fue protonotario del Papa, y murió martirizado en Roma (1527) a manos de la soldadesca que luchaba contra la "Santa Liga", y ello, por no querer decir dónde estaba el tesoro del Papa. Así se dice que "... lo colgaron de sus partes ocultas ... los cuales, compungidos de su yerro, veneraron muerto a quien atormentaron vivo. (2)

La fachada presenta portada barroca y temas platerescos. Sobre la puerta, relieve alusivo al abrazo de San Joaquín y Santa Ana ante la puerta dorada de Jerusalén, antigua iconografía con que se plasmaba el carácter virginal de María (o un jarrón de azucenas, símbolo de la pureza)

Retomamos nuestros pasos, no sin antes contemplar una estrella de David incrustada en la pared (copia exacta de la original existente en la judería de Úbeda) y, en el marco derecho de la puerta de una de las casas, la mezuzá, tablita colocada en una jamba, que contiene una oquedad en la que los judíos insertaban un pequeño pergamino enrollado con versos del Deuteronomio sobre la unicidad de Dios y la observancia de la Ley (Torá), y que se besaba y rezaba al entrar o salir de la casa.

Ya en el campillejo, el solar de las antiguas casas caídas, nos deja divisar al frente los únicos restos (un paredón reedificado al caerse el anterior) de la iglesia de la Santa Cruz, que fue parroquia desde 1511 (LS, 1916) Al desaparecer la parroquia, su solar quedó agregado al Convento de Santa Clara (LS, 1921)

En 1484 se estableció el Santo Tribunal de la Inquisición frente a la Iglesia; después pasó al Convento de Santa Catalina hasta 1525 en que se unió al de Córdoba. En la entonces Ermita se hacían los Autos de Fe. Tenía un “quemadero” contiguo. (LS, 1916)

También frente a la Iglesia, en la llamada “Casa del Alférez”, se encontraba a finales del siglo XVI el Beaterio de Dª María Mexía, emparentada con la casa real de Portugal (LS, 1926)

Si volvemos la mirada hacia el pequeño callejón sin salida por donde discurriera otrora la Calle Gregorio Murcia (hoy Santa Cruz), contemplaremos la torre de San Juan, y detrás, la silueta del castillo.

Cuentan que adosada a uno de sus muros, había una cabeza de toro esculpida, bajo la cual se insertaba una leyenda, que andando los tiempos dio origen a la siguiente narración:

ENFRENTE DEL TORO ESTÁ EL TESORO (5) (E)

Al parecer, en uno de los muros del Castillo existía una cabeza de toro tallada en piedra bajo la que se leía “enfrente del toro está el tesoro”

Fueron muchos los jiennenses y forasteros que buscaron con ahínco el dichoso tesoro frente a la cabeza del toro, gastando aparte de tiempo, picos, palas y paciencia en el empeño.

Cierto día, un buscador cogió tal “cabreo” que le atizó al toro con todo el pico en la cabeza, cayendo un trozo al suelo; pero cuando se marchaba soltando por su boca letanías venenosas, oyó el tintineo de algo metálico y, dándose la vuelta, observó que de la frente del toro caían monedas de oro. Y es que el mensaje había que leerlo en el sentido de “en frente...”, en lugar de “enfrente...”

23 Fachada posterior de San Andrés en C/ del Rostro, JD.L.J., 1964

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Hay quien dice que la narración puede titularse “Enfrente del moro está el tesoro”; pero ya no tendría que ver con lo contado en la anterior, sino con la Mona de la Catedral, siendo el tesoro la propia leyenda que existe en la cenefa gótica del muro este del Templo, y que solo algunos elegidos han podido descifrar.

Descendemos por la izquierda de esta calle 24 para tomar la de los Huérfanos. Hay poco trecho hasta la plaza, de modo que nos dirigimos a ella para contemplar la menorá (candelabro de los siete brazos -semana, sábado central-), puesta ahí, en la antigua puerta árabe de Baeza, entrada al barrio judío, a loor de la memoria de ese pueblo. También es curioso el puente colocado sobre los restos convertidos en fuente de la puerta árabe de Baeza, que marca el camino seguido por los judíos al entrar o salir de Jaén.

Otros pueblos conformaron física y culturalmente nuestra actual forma de ser. No olvidemos pues a fenicios, griegos, íberos, romanos, árabes y visigodos.

Bien, en la confluencia entre esta Plaza y la propia calle de los Huérfanos, concretamente en los bajos de la casa con arco túmido que allí existe, pudo gestarse la siguiente leyenda.

EL TESORO DE LA PLAZA DE LOS HUÉRFANOS (4) (E) (A)

Unos ganaderos pidieron pasar la noche en los sótanos de una casa que hacía esquina, y que estaba entre la calle Santa Clara y la plaza de los Huérfanos. A media noche la hija de los dueños despertó alertada por extraños ruidos que procedían de la parte baja de la casa.

Allí se dirigió sin que los ganaderos notaran su presencia, y observó que se encontraban alrededor de un cabo de vela al tiempo que pronunciaban unas palabras rituales, dichas las cuales se abrió una brecha en uno de los muros. Entraron en la gruta que quedó a la vista, y al poco salieron cargados de bolsas repletas de monedas. Apagaron la vela y se cerró la brecha abierta en el muro.

La muchacha esperó a que abandonaran la casa los extraños visitantes y, a la noche siguiente, en compañía de su madre, bajó al sótano, encendió el ya pequeño cabo de vela que había quedado y volvió a repetir el ritual que la noche anterior vio celebrar a los ganaderos, abriéndose de inmediato la misma grieta que se abrió la noche anterior. Permaneció la madre fuera sosteniendo la vela y la hija entró en la gruta, quedando deslumbrada por los tesoros que vio; pero tanto se entretuvo, que no advirtió los gritos de su madre cuando vio cerrarse aquella grieta al apagarse el cabo de vela.

Allí quedó sepultada, pues sólo ella conocía las palabras del ritual. (4) (E) La madre enloqueció y nunca pudo decir a nadie lo que allí pasó aquella noche.

Cuando después de muchos meses volvieron los ganaderos, encontraron un esqueleto con rostro desencajado sobre las monedas de oro, mientras una ráfaga de viento gélido salía de las entrañas de esa gruta.(A)

Tomamos nuevamente la pintoresca C/ de los Huérfanos, donde en algunas casas se sigue ejerciendo el oficio más antiguo del mundo. Las sonrisas cómplices de los mayores, da fe de ello.

Bordeando los muros del convento de Santa Clara desembocamos en la calle intitulada a esa Santa.

A la izquierda se encuentra la portada barroca de la “Casa de la Moneda”, también llamada “de la Munición”, en la que estuvo el Ayuntamiento en el año 1600, pero nosotros vamos a girar a la derecha para ver o entrar si es posible, al pequeño patio de acceso a la lonja de la iglesia, torno y dependencias de esta antigua congregación de religiosas que fundara en Jaén Fernando III.

El monasterio ocupa este emplazamiento desde 1495 (LS, 1925) (etc.) y su predio es inmenso (veintitantos patios, de los que el claustro principal es una joya de la arquitectura renacentista) pues, además de su recinto propio, se anexionó tras la amortización, la iglesia de la Santa Cruz y el “quemadero” que había a su lado, donde se hacían autos de fe. (LS, 1917)

24 C/Santa Cruz, JD.L.J., 1964

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En su iglesia se venera al Cristo del Bambú, también conocido por Cristo de las Misericordias o de los Estudiantes (anónimo siglo XVI) Tiene un coro bajo con una sillería de valiosas tallas, y un soberbio artesonado (LS, 1917 y 30) (etc.)

Si alguien quiere comprar madalenas, está en el sitio indicado; y si queréis que el día de la boda no os llueva, procurad traerle a las monjitas una docena de huevos.

C/ Arroyo de San Pedro.

Justo en la esquina, una lápida conmemorativa nos indica que allí estuvo la iglesia de San Pedro. 25

De nuevo una disyuntiva en el itinerario: Si giramos a la izquierda, saldremos a los Jardinillos pasando previamente por el ya imaginario Portillo ojival que daba salida a la muralla.

Si lo hacemos a la derecha, llegaremos a la entrañable plaza del Mercado Alto (hoy de los Caños), con fuente de Francisco del Castillo “El Mozo” (1559), resobada y acabada por Gregorio Murcia Cano.

En ella, y desde finales del siglo XIX, falta un ático en cuyo frente se veían dos paños que pendían de la corona que había sobre el escudo de Carlos V, y sobre ella, una concha con escultura de la Virgen (Concepción), así como una estatua a cada lado simbolizando dos ríos (LS, 1916), y que la injuria de los hombres permitió que “alguien” se lo llevara a su casa de campo.

También se ubicaron en esa Plaza las antiguas Carnicerías (1648), posteriores escuelas, en las que se han encontrado restos del baño árabe conocido por “Baños del Naranjo”. Así mismo, y como no, la casa del “Hornero de los Caños” que, con sus enormes manos tomaba de los que allí iban a hornear, el canon (poya) de grano correspondiente (7) Por último, el recuerdo de la casa que tuvo el Condestable Iranzo en C/ Santa Cruz.

Pero nuestra ruta tiene otros tintes, por lo que hemos de elegir la calle que se abre al frente: C/ San Bartolomé.

Dejamos a la derecha la C/ de los Torres y proseguimos hasta el nº 16 donde, haciendo chaflán, se encuentra una hornacina enmarcada con pilastras y tejadillo en la que se encuentra un Cristo Crucificado (de la Amargura); en el 14, se puede apreciar un balcón flanqueado por sendos escudos nobiliarios. Desde aquí vamos a comentar la siguiente leyenda:

“LA ESPADA DEL SOLDADO ANTONIO ORDÓÑEZ”

Alfredo Cazaban (LS 1930), recoge esta leyenda publicada por Ximenez Patón a principios del siglo XVII:26

Antonio Ordóñez fue un valentísimo soldado que nació en Jaén... Se alistó a los 14 años en la Compañía del Capitán jaenés Hernando de Quesada, “el Mellado”... y marchó a Flandes con dos amigos mas, para unirse a las fuerzas de D. Juan de Austria, quien los designó para estar cerca de su persona...

Guarneciendo un castillo en el que se hallaba el Maestre de Campo, quiso Ordóñez salir para acudir al reto de desafío que un Capitán enemigo estuvo tres días haciéndoles... mas como el Maestre no accedió, nuestro soldado se descolgó por la muralla y, librando recia batalla cayó al suelo el Capitán, y maniatado lo llevó al Castillo presentándolo al Maestre.

Éste lo recompensó con la espada del Capitán, pero también lo condenó a muerte por su desobediencia. Entonces los soldados se amotinaron y salieron del fuerte, llevándose con ellos a Ordóñez. D. Juan de Austria concedió perdón general...

25 Iglesia de San Pedro, JD.L.J., 1919 26 Don Lope de Sosa, JD. L.J.

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Ya en Jaén, los alguaciles le quitaron la espada, pues iba con ella a horas no permitidas. No le valieron a Ordóñez razones ni súplicas para que al desarmarle no se la quitasen.

Fue la espada a poder del Corregidor, quien no oyó ruegos del valiente soldado... Antes al contrario, la regaló a un hijo suyo, que la lucía en la ciudad.

Un día, cerca del Convento de Ntra. Señora de los Ángeles, encontró Ordóñez al mozo, que llevaba la espada; le suplicó sereno y grave a la vez que se la devolviese, pues procedía del Maestre de D. Juan de Austria. Contestó el hijo del Corregidor que era ese el motivo de quererla él. Repuso Ordóñez que por habérsela quitado después del toque de queda la había perdido, pero que si iba sin espada (pues había jurado no llevar otra hasta recobrarla) tenía una daga en la mano. Luchó con el mozo, le hirió en la cabeza, le quitó el arma y huyó de Jaén. ..

Pedido por el Corregidor, el Consejo Real envió un Juez que condenó a muerte a Antonio Ordóñez. Fue empeñado su mayorazgo y confiscados sus bienes.

Ordóñez compareció antes de cumplirse un año, en la Chancillería de Granada, y con informaciones de sus servicios y especialmente de lo ocurrido en el castillo de Flandes, obtuvo la libertad y la declaración de su honradez... 27

Avanzamos otro trecho.

Pasadas las calles Gracia, Josefa Sevillanos, Las Higueras y las Palmas, podremos admirar casas modernistas en los números 5 y 1; entre ambas, la calle Carmelo Palomino (Accesoria de San Agustín) con una bellísima portada de clavazón enmarcada entre pilastras almohadilladas

Nos adentramos en la Plaza de San Bartolomé.

Está presidida por el templo medieval. Su fachada principal (barroca) es obra de Eufrasio López de Rojas (fin XVII) Sobre la puerta se encuentra una hornacina con la imagen de San Bartolomé y remata el todo una espadaña coronada por el arcángel San Miguel. 28

La puerta lateral izquierda (neogótica) es de 1892, y la de la derecha, (antiguo acceso), gótica. Su interior de tres naves, está cubierto por un artesonado mudéjar de par y nudillo. El retablo es del jiennense Sebastián de Solís (1582) y detrás de él existen unas pinturas (frescos) del siglo XV alusivas a la vida del santo. En una capilla lateral se custodia la imagen del Cristo de la Expiración (José de Medina, siglo XVIII), que procede del convento de San Francisco (Diputación) Única en Jaén es la pila bautismal (siglo XV), en cerámica vidriada verde y decoración gótico-mudéjar (1) (2)

(LS 1918)

La plaza principal (de las tres que la conforman) estuvo delimitada hasta 1958 por una barandilla del siglo XIX (1) También desaparecieron sus viejos álamos y una fuente de hierro fundido adosada a la que hoy es...

LA CASA DEL MIEDO EN PLAZA DE SAN BARTOLOMÉ

Durante años se habló de una casa abandonada en la que se oían ruidos y se producían extraños fenómenos que se relacionaron con la presencia de duendes. 1866 es la fecha que existe en la puerta. La leyenda tiene varias etapas:

La gente del barrio empezó a observar que todas las noches, a la misma hora, salía de esta casa un fantasma con su sábana, su vela, sus cadenas, etc. Algunos, ya mosqueados, se juntaron para espantar a este ensabanado que, cuando vio el garrote dirigirse a su cuerpo, soltó la sábana y todos los arreos, dándose a la huida. Y es que el tal fantasma resultó ser el amante de la señora que allí vivía, y que usaba este ardid para no levantar sospechas.

La casa era en realidad la del Conde del Águila.

27 don Lope de Sosa, JD.L.J. 28 Iglesia de S. Bartolomé, JD.L.J.

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Allí se produjo un dramático accidente que costó la vida de un niño de corta de edad, hijo del Conde, que murió al caérsele a la niñera desde una ventana. La familia abandonó la casa y la alquiló. Después murieron otros vecinos. Con el tiempo se cerró y empezó a decirse que en ella "había miedo".

En la década de los años veinte del pasado siglo, una pandilla de niños, vecinos de los alrededores de la plaza, entraba en la casa abandonada.

Subían a las buhardillas y, entre sus travesuras, movían tablones, hacían ruidos, accionaban los llamadores mediante cordeles, etc., causando el miedo entre los vecinos.

Después vino a instalarse allí el Registro de Rústica. En principio todo iba bien, pero después se observaron fenómenos paranormales: se encendían y apagan las luces solas, se abrían y cerraban puertas y cajones, los expedientes pasaban de uno a otro armario, se escuchaban susurros, gemidos, etc. Al final, tuvieron que quitar las oficinas, volviendo a quedarse la casa abandonada. Remodelaron totalmente el edificio allá por 1990 y, de momento, no se ha apreciado fenómeno paranormal alguno. (E) (4)

Atravesamos la Calle Virgilio Anguita (de los Coches), que era una de las más estrechas de Jaén, tanto que al Cristo de la Expiración tenían que pasarlo “de lado”.

Comprobemos si, como indicaba el Catálogo Monumental de Jaén de 1985, todavía existen sendas casas modernistas (principios del siglo XX) en los números 3 y 5. ¡Ah, pues ya no están!

Se llamó “de los coches” porque aquí tenían cochera ciertas casas nobles del inicio de la Calle Martínez Molina (1)

En ella, revisamos otra vez el Catálogo Monumental de Jaén, que nos habla de una portada de piedra con pilastras planas en esquina a Teniente Bago; un escudo imperial en fachada del núm. 5 y el escudo del Corregidor y el de la ciudad presidiendo la portada; En el primer tramo de la C/ Martínez Molina, la casa de los Coello de Portugal de inspiración neoclásica (siglo XIX) en el 18, y una portada de pilastras toscanas almohadilladas y cancela, en el núm. 24. Algo se ha quedado en el camino.

Dejamos atrás la plaza de la Audiencia y embocamos sin más preámbulos la Calle Maestra, que fue la primera calle peatonal de Jaén (1853 (1))

Pasamos por la ya cerrada Casa Donato (1886) y las bocacalles de Madre de Dios y Compañía.

Hacemos posa en esta última, llamada así por haber tenido en ella su sede la Compañía de Jesús, y recordamos cómo en aquel entorno tuvo casa (la de su esposa) el Condestable Iranzo, hoy ocupada por el Cine Darymelia (anterior Teatro Principal hasta 1901 (J)), llamado así porque el arquitecto que lo construyó, Justino Florez, le puso el nombre de sus dos hijas Daría y Amelia.

También ocupaba el Casino Primitivo, la Peña Flamenca y oficinas del Ayuntamiento, además de otros casinos, clubes, hoteles (como “Lión D’ Ors”, hoy Peña Flamenca, etc. (1) (E)

Continuando por esa calle, llegamos hasta la unión con la de Bernardo López (Talavera), donde tuvo su origen la siguiente leyenda

EL SEÑOR DE LA TARIMA (LS, 1917)

Alfredo Cazabán narra la que le contó Dª Dolores Fernández, que viene a decir así:

En la calle Maestra, frente a la de Bernardo López y en la época en que se tomó la ciudad, había una casucha habitada por mala gente, donde se vendían comestibles. El suelo del portal lo constituía a modo de escalón una tarima que crujía lastimeramente cuando alguien la pisaba.

En cierta ocasión se metió una gallina bajo esta tarima y, al levantarla su propietario para recuperarla, no sin cierta oposición por parte del tendero, encontró pintada en ella la imagen de Cristo crucificado.

El descubrimiento causó gran expectación y el prior de la iglesia de San Lorenzo recortó de la tarima una cruz con la imagen del Cristo y la llevó hasta esa iglesia; después pasó a La Merced. Finalmente desapareció en 1936.

La imagen pintada, tosca y sombría, se conoció como “Señor de las Injurias” imponiéndose en Jaén a raíz de su descubrimiento, la tradición de colocar en casas y esquinas cruces de madera con la imagen pintada de Cristo crucificado.

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Algo más abajo se llega a la puerta que da acceso al patio del Palacio del Condestable,29 en el que se han detectado una serie de fenómenos paranormales que han sido investigados por mi amigo Juan E., gracias a Juani, una vidente de las tantas con magia y sensibilidad que pueblan esta ciudad:

En él se encontraban cuatro entidades, una joven que murió ciento veinte años atrás, su hija natural, un joven, padre de la niña, y el padre de aquél.

Éste recriminaba continuamente a su hijo por haber tenido relación carnal con la empleada, impidiéndole acercarse a su amada, que lo miraba con la niña en los brazos, al igual que él la miraba a ella.

Al final, las oraciones, velas, misas, etc. dieron su fruto y, hoy por hoy, solo queda el espectro del abuelo, pero en buena disposición de abandonar esta cárcel, e ir en busca de la luz que ya ve.

Terminamos el paseo de hoy comentando el cruel suceso acaecido a la amada del Condestable Iranzo:

D. Lucas tenía que prestar mayor atención a las cuestiones políticas, y ello lo hacía desde el castillo. Allí se gestó otra leyenda relacionada con la entidad que vaga por las almenas: 30

JASMINA

Era la amada del Condestable Iranzo; mora bellísima de ojos rasgados y verdes que vivía en los aposentos expresamente dispuestos para ella por D. Lucas en el castillo.

Muchos nobles, envidiosos de la aventura amorosa que disfrutaban el paladín y su amada o, quizás recelosos por el trato tan favorable que daba a moros, gitanos y judíos, aprovecharon que Iranzo salió de Jaén por asuntos de guerra, para entrar en la habitación de Jasmina. Allí y, aunque estaba embarazada, la violaron y después la quemaron viva. Desde entonces, no es raro contemplar en los atardeceres solitarios y silenciosos, el llanto de una bella princesa mora por las almenas de la fortaleza, esperando a su amado.

Tal visión fue contemplada por el guarda del castillo, allá por 1960, cuando se estaban ejecutando las obras del Parador; concretamente, por la antigua entrada de éste (escaleras de la cafetería) 31

En alguna ocasión, al tomar una fotografía al cuadro del Condestable que hoy se expone en el salón de armas del Parador, ésta ha salido velada.

No se sabe muy bien si los sollozos que se escuchan y las visiones que se han constatado en el castillo, son por este episodio, por el de la mora del palacio de los Reyes (Convento de Santa Catalina), o por la mora suicidada por amor en Caño Quebrado.

Por cierto, ¿sabíais que el hornazo de Semana Santa ya se tomaba en tiempo del Condestable en el día de la Pascua de Resurrección? ¿No? Pues ya lo sabéis. (LS)

...///...

29 Pórtico mudéjar antiguo palacio Condestable, JD.L.J., 1950 30 Castillo Santa Catalina - Torre del Suplicio (JD.L.J.) 31 (Basado en charla de Josefina Vázquez Florido; año 2004)

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CUARTO PASEO: De Plaza de Santa María a Plaza de las Palmeras

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La crónica del Condestable Iranzo refiere como éste mandó “allanar e despedregar... la plaza” porque “muchos caballos e caballeros caían e se lisiaban allí”

Palacio Episcopal, JD.L.J. Palacio del Duque de Montemar, JD. L.J.

M. López Pérez, en su libro “El viejo Jaén”, da unas pinceladas de esta plaza durante el siglo XIX. Dice que “se daban corridas de toros”, “tuvo varios nombres”, “en 1867 se instaló el alumbrado público (de aceite) con un gran candelabro de bronce y trece farolillos”, etc.

Añade que según el poeta José de la Vega, a finales del XIX y principios del XX, los paseos por la plaza establecían sin previo acuerdo de nadie, una delimitación de áreas que por ningún motivo era rebasada. En tal sentido, el lado frontero al Palacio Episcopal se reservaba para el señorío y, la zona opuesta, para la gente llana. En un lado se consumían avellanas saladillas, dulces y refrescos y en el otro garbanzos tostados. (1)

Esta plaza aúna lo profano con lo divino, la vida política con la popular y con la religiosa, las personas con sus piedras y con su historia y, tiene tanto que contar, que no cabe hacer más descripción en este resumen. Solo apuntar que desde 1754 a 1904, estuvo instalado el Ayuntamiento en el Palacio del Duque de Montemar (J); en 1862 y en el mismo palacio, la imprenta de Francisco López Vizcaíno, editor de la Nobleza Andaluza (Argote de Molina) y tatarabuelo de mi mujer (J); a principios del siglo XX el quiosco de Petrolo (Francisco Fernández Rivero32); desde 1904 a 1912 se prolongaron las obras del Ayuntamiento actual (sin las reformas de 1951); que durante este tiempo, estuvo emplazado en la Clínica de Los Palmas (J) (Plaza del Deán Mazas) La fisonomía actual es de 1960.

Sobre nuestra Catedral, comentar que la mezquita cristianizada, destruida en tiempos de Pedro I, fue edificada en estilo gótico por orden del obispo Nicolás de Biedma; su muro oriental (gótico flamígero), fue levantado por Pedro López; siendo obispos Luis de Osorio y Alonso Suárez; el más sublime, el sur (1540), fue obra de Pedro y Andrés de Vandelvira, por encargo del cardenal Merino; el norte (C/ Campanas) de Juan de Aranda (1634), por encargo de Balsar Moscoso; el occidental (Plaza de Santa María) de Eufrasio López de Rojas, discípulo de Aranda, hasta 1684. Coro y bóvedas bajas fueron obra de José Gallego (discípulo de Churriguera), en 1726. El Sagrario fue construido por Ventura Rodríguez desde 1764 a 1801.

En este gran Templo 33, forjado durante cuatrocientos años para actuar como Sancta Sanctórum de la “VERO ICONA” (Santo Rostro), su impresiónate arquitectura se funde con los misterios insondables que la rodean, creando un halo de misterio que se expande desde la fachada hasta sus cúpulas.

32 Quiosco de Petrolo en Plaza de Santa María (JD. L.J., 1919) 33 Catedral de Jaén, JD. L.J.

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LEYENDAS DE LA CATEDRAL

1.- San Pedro Pascual:

En 1296 fue nombrado obispo de Jaén.

Mientras realizaba una visita pastoral, cayó en poder de los moros y fue llevado cautivo a Granada, de donde no quiso salir, pues prefirió que el dinero de su rescate lo empleasen en liberar a otros cautivos, con lo cual, además de procurarle la libertad a otros menesterosos, se dedicó a convertir infieles, lo que la postre le costó ser decapitado en 1302, convirtiéndose con ello en el primer obispo mártir de esta provincia.

Martín Ximena Jurado, en sus “Obispos y anales eclesiásticos de Jaén y Baeza”, refiere que “había oído contar de sus abuelos y otros varones ociosos...que había muerto en Granada en poder de los moros un Obispo de IAEN, y que habiendo enviado a por su cuerpo las ciudades de Jaén y Baeza, viniendo con él, comenzaron a tratar en el camino a cual de las dos ciudades se habría de llevar”.

Como quiera que no se pusieron de acuerdo, decidieron dirimir esta cuestión al azar, dejando que una mula ciega que no fuese de sus comarcas transportase a su albedrío esos restos, y así, si los llevaba hasta Jaén quedarían aquí, y si hasta Baeza, en esa ciudad. Pues bien; la mula -que según las malas lenguas era baezana- tomó el camino de esa ciudad y, al llegar a la catedral, “a una puerta de ella que llaman de la Luna (de bellísima traza en herradura polilobulada), que está junto a la torre de las Campanas, se detuvo y, habiendo quitado de ella el cuerpo, se cayó muerta como señal que todos juzgaron que era la voluntad de Dios que no sirviese más en otra cosa profana aquel animal”; por tal motivo, “fue sepultado en aquella Iglesia el cuerpo del Santo Obispo y en memoria de todo pusieron sobre aquella puerta imagen y leyenda”. (LS, 1914, 28)

Tras su canonización en 1675, los restos fueron sacados de la lauda sepulcral y puestos en una hornacina, en el retablo del altar mayor, dentro de una urna forrada en rojo y plata. Por eso, aquí en Jaén, a falta de sus restos, le intitularon una capilla en la catedral (la tercera según se entra por la puerta de los fieles) Además, en la que hoy es capilla de Santa Catalina (en el castillo) y antes parroquia, hubo durante muchos siglos una imagen de este santo y unos frescos sobre la vida del mismo.

En 1484, el cabildo, que ya lo consideraba santo antes de serlo, dispuso que en esa capilla siempre hubiese una lámpara “para que alumbre a Ntra. Señora e a San Pedro Pascual...” (E) (2) (LS, 1916) La obligación de encender dicha lámpara todos los días de fiesta, recaía sobre los monjes de la Merced. (LS, 1929)

A este obispo le cupo el honor de haber sido el primero en escribir en lengua lemosina (origen de valenciano, catalán, mallorquín, aranés, etc., según unos, y romances según otros)

2.- Historia / leyenda del “Abuelo”: A.Cazabán, LS 1915, 24, 29

Un anciano llegó a un cortijo que había en las inmediaciones de la ciudad pidiendo hospitalidad y ofreciendo a cambio de la misma tallar una imagen en un tronco de olivo que había en la puerta del cortijo. Le ofrecieron una habitación donde pasar la noche y allí quedó el anciano con su tronco. Pasados tres días sin que diese señales de vida, el dueño del cortijo, muy preocupado, entró en la habitación cedida, y cuál sería su sorpresa cuando encontró únicamente la talla de Ntro. Padre Jesús. Se dice que la talla era la del propio anciano (de ahí el nombre de “El Abuelo”), con lo que se presumiría que era el propio Jesús quien la esculpió. También pudo ser que el anciano fuese en realidad un ángel. (E) (4) (T)

Menos oída es la versión que cuenta cómo una bestia pegó una coz en una pared del cortijo y derribó parte de ésta, dejando al descubierto una habitación que nadie sabía que existía, y en la que se encontraba la venerable y venerada imagen.

La leyenda se ubica en la Casería de Jesús (carretera del Puente de la Sierra), aunque hay quien opina que pudo darse en un cortijo cercano en aquel entonces a la Merced (C/ del Jesus)

Como símbolo de aquel momento, el “Abuelo” lleva ceñidas en plata las llaves del cortijo, que son distintas de las que cuelga de sus manos, y éstas copia exacta de las de un antiguo hospital cuyos enfermos y el resto de la población, sanó milagrosamente de un brote de peste que diezmaba la ciudad en el siglo XVII. (E) (LS, 1915, 24)

La talla permaneció en el cortijo hasta que fallecieron sus dueños; después pasó al Camarín de Jesús hasta 1836; al Sagrario durante unos años; a la Iglesia de La Merced hasta 1970; a la Catedral hasta el 27-11-2009; hoy se venera de nuevo en el Camarín.

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Dicha talla es de finales del siglo XVI o principios del XVII y algunos la atribuyen a Sebastián de Solís, 34 que la haría por encargo de los PP. Carmelitas Descalzos (de ahí su nombre real de Ntro Padre Jesús de los Descalzos), siendo sufragada con las limosnas de los vecinos de esta ciudad (LS, 1929) Tiene la peculiaridad, única en Jaén, de poseer todos los elementos anatómicos de un hombre.

En cuanto a la cruz procesional, comentar que fue propiedad de la marquesa de Blancohermoso hasta la década de los 80 del pasado siglo XX en que la donó a la Santa Iglesia Catedral. Esta cruz se construyó expresamente para ser portada por Nuestro Padre Jesús el día de Viernes Santo, y ello, por el suceso milagroso que acaeció a la Marquesa a finales del siglo XIX en que, estando con otros familiares y amigos viendo la procesión desde el balcón de su palacio, éste cedió por el peso, pero nadie resultó muerto. La Marquesa ordenó grabar en la cruz una oración compuesta por Almendros Aguilar: “...Todas las cruces son flores, si las sabemos llevar...” Dicha Cruz se guarda en la funda cedida por la Marquesa. (E)

3.- Historia / leyenda del la Virgen de los Dolores:

En la capilla del “Abuelo”, también podemos admirar las tallas de Ntra. Señora de los Dolores (José de Medina, 1741) y la del cirineo (anónima valenciana, siglo XIX) Pues bien, cuando José de Medina tallaba esta virginal imagen, su esposa cayó gravemente enferma y, encomendándose a Ella, prometió no cobrar nada al cabildo por su ejecución si sanaba su esposa.

Milagrosamente sanó, y se dice que fue el primer milagro que obró esta Dolorosa cuando aún no estaba terminada (Sofía)

Por lo que respecta a la talla del cirineo, se presume que fue el jefe de los soldados romanos quien posó como modelo; de hecho, la talla fue costeada por esta agrupación. (E)

4.- El obispo insepulto:

D. Alonso Suárez de la Fuente y del Sauce ocupó el episcopado de Jaén entre 1500 y 1520. Murió en 1522 y sus restos fueron inhumados bajo el altar de la capilla gótica que él mandó levantar y que unos años más tarde tuvieron que demoler por su mal estado, siendo depositado su cadáver provisionalmente en una cajonera de la sacristía destinada al vestuario de sacerdotes.

Reconstruida la nueva capilla mayor, sus sucesores, a quienes D. Alonso dejó el patronato de la misma, pretendieron que fuese enterrado en ella, a lo que se opuso el Cabildo, argumentando que los obispos debían enterrarse en el Coro. Desde entonces se han sucedido enconados pleitos, que se calmaron en parte con el otorgamiento por parte del Cabildo de que los restos del obispo quedasen depositados en la Capilla Mayor, primero en un nicho colgante hasta 1634, y después en la cajonera que ocupaba, vestido de ropas pontificales, con un libro de rezo sobre su pecho y una cajita con un pergamino al lado. (LS, 1917)

Cada año, los descendientes del obispo hacían una ofrenda al cabildo; si éste la aceptaba se enterraría inmediatamente en el sitio designado por sus parientes, de lo contrario continuaría insepulto. La ofrenda de los herederos (condes de Benalúa), se efectuaba el día 2 de noviembre, y consistió primero en cabezas de ganado, aceite, trigo, miel y cera, y después, en seis blandones de cera (LS)

El litigio acabó en 1941, año en que el cabildo acepto la ofrenda. Sería la familia del obispo quien costease el enterramiento. El obispado, por su parte, cedería a perpetuidad un escaño del coro a sus descendientes (2) Se enterró el 13 de mayo del año 2001.

Este obispo, “El Edificador”, fue el artífice de la catedral gótica y de parte de la sillería del coro, además de ingentes obras civiles y religiosas en Úbeda, Baeza, Jaén, etc.

No cobró renta por pasar “la puente” que atraviesa el Guadalquivir de Baeza a Jaén; sus transeúntes solo debían rezar un “Ave María”.

Es un enigma lo que motivó al cardenal Monescillo (siglo XIX) a cambiar los ropajes al obispo que permanecía en la cajonera, dentro de su ataúd. En ese momento, el viejo libro que protegía el difunto fue sustituido por el de las Odas de Horacio. ¿?

5.- El Santo Rostro (Llamado también verónica (verdadera imagen))

Un joven campesino, camino de Baeza, contó a D. Francisco Pi y Margal (1885) la siguiente leyenda: San Eufrasio (primer obispo de la diócesis de Jaén, varón Apostólico y discípulo de Santiago), tenía tres diablillos en una redoma.

34 Pudo ser terminada por su hijo dada la avanzada edad de aquél, pasando el apelativo dado al escultor, al propio Cristo.

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Una noche los oyó hablar de ciertas irregularidades que se daban en la Santa Sede (el Papa estaba siendo seducido por una bella mujer, Lilit, el diablo) San Eufrasio podría evitarlo si lo ponía rápidamente en conocimiento del Papa, pero pasarían semanas antes de que pudiese llegar a Roma.

El santo preguntó a los diablillos si podrían llevarlo a esa ciudad y en qué tiempo. Uno le dijo que en dos meses; el segundo que en mes y medio; pero el tercero, tocado por el pecado de la gula, habló y dijo que lo llevaría en media hora si le daba todas las noches las sobras de su cena. San Eufrasio accedió a la propuesta del diablillo y, yendo en sus lomos hasta Roma, previno al Papa de los abusos que en esa ciudad acontecían y del peligro de pecado en que se encontraba. Éste conjuró a la mujer y la aspergió con agua bendita e, inmediatamente, aquella mujer se fue chillando transformada en demonio; por tal motivo, agradecido y profundamente arrepentido, le regaló a San Eufrasio la Santa Faz.

De vuelta a su diócesis, púsose a cenar y, tras el requerimiento del hambriento diablo dijo: Ahí tienes las sobras de mi cena; pero has de saber que, desde hoy, he cambiado mi alimentación: ahora ceno nueces (sobran las cáscaras) (E) (4) (LS, 1921) Dicen que aún hoy se conserva en Roma el sombrero que dejó olvidado San Eufrasio (LS, 1913)

Otra tradición apunta a que, con la irrupción árabe, las distintas reliquias fueron trasladadas a las montañas de Asturias. Ya en aquel lugar, el rey Alfonso VI abrió el arca donde se encontraban, previniéndose con muchos actos de devoción, ayunos y penitencias, para que no le acaeciera como al obispo don Ponce en tiempo del rey Ramiro III que, abriendo el cofre por curiosidad, quedó ciego para siempre. Así, el rey Alfonso se quedó con la imagen de Nuestro Señor que fue quien le propició sus victorias contra los moros, pasando después a sus herederos hasta llegar a San Fernando quien, al ocupar Jaén, lo trajo nuevamente a la tierra de donde salió. (2)

“... Perseveró pues la Santa Verónica en Jaén en tiempo de moros, guardada por los cristianos mozárabes que allí vivían, hasta que habiéndose ganado la ciudad, se salió de allí el Santo Rey D. Fernando para traerla en sus conquistas. Y como a poco tiempo de ganada la ciudad de Sevilla murió, no pudo él restituirla... haciéndolo en 1378 D. Nicolás de Biedma, quien en un libro recogió de la Verónica que por los milagros que hacía, aún sus enemigos la veneraban” (LS, 1921)

Acuña del Adarve, en sus “Discursos de las effigies e verdaderos retratos non manufactos del Santo Rostro e cuerpo de Christo...” (1637), dice que el obispo Sancho Dávila cortó trozos del lienzo donde se encontraba la Verónica35, repartiéndolos a autoridades tales como Felipe III, Conde de Oropesa, etc., y después de cortar y repartir tales trozos del lienzo, mandó pegar en una tabla el resto que quedaba que consiste sólo en la parte que ocupan los ojos, nariz y boca; y añade: “ignoramos si por disposición suya o del Cabildo se mandó pintar toda la parte exterior de la cara, lo que se hizo con muy poca premeditación e inteligencia. (2)

La Catedral fue saqueada durante la guerra civil y se perdieron joyas inigualables como la Cruz de Jaspe. El Santo Rostro corrió igual suerte pero, en 1940 fue encontrado en un sórdido garaje que había en las inmediaciones de un pueblo cercano a París, dentro de un baúl que, junto a otros trece, componían el “tesoro del Partido Comunista español” (2) Hoy se guarda bajo siete llaves en la Catedral.

6.- La Virgen de la Antigua

Se encuentra en la capilla Mayor una Virgen galactotrofusa (de la leche) que, según la tradición, fue dejada por Fernando III en la antigua mezquita una vez cristianizada, pues al parecer, este rey entraba a las ciudades conquistadas portando una talla de la Virgen sobre la grupa de su caballo, haciéndolo en Jaén con esta Virgen, que iba sobre unas andas ricamente adornadas y en hombros de sacerdotes revestidos (LS,

1916); pero a decir verdad, la hermosa talla que se venera en esta capilla es de estilo gótico y no románico, como hubiese correspondido en 1246; además, la envergadura de la misma es tal, que difícilmente hubiese podido ir a la grupa sin romperse. Se presume cierto que es la más antigua de Jaén; quizás le venga de ahí su nombre.

7.- La Cruz de Jaspe.

35 Santo Rostro, JD. L.J.

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Tres cosas tiene Jaén que no las tiene Sevilla: Santo Rostro, Cruz de Jaspe y Virgen de la Capilla. (LS, 1930) Esta copla expresa el orgullo de Jaén por estas reliquias. La Cruz de Jaspe se trataba de una cruz procesional de la Catedral, de orfebrería gótica, a la que más tarde se le añadió una cruz de cristal de roca hallado en el Ejido y que, según cuentan, cayó del cielo tras una tormenta. Fue venerada por muchos peregrinos procedentes de toda la provincia (2) (1) (LS, 1930) Desapareció en 1936.

8.- Los ángeles de Nuestra Señora de las Angustias.

La Virgen (traída desde el Convento de Carmelitas Descalzos) es de José de Mora, pero los ángeles (de pasión) son anónimos aunque se relacionan con la escuela de Granada, también de finales del XVII. Antes estuvieron acompañando a la Virgen de la Correa. (LS)

Existen dos leyendas; la 1ª de ella con dos versiones:

1.- El autor fue un hombre que no llevaba una vida muy ordenada y lo metieron en la cárcel. Al despedirse de su mujer y de sus dos hijos (mellizos), vio como éstos lloraban amargamente. Cuando estuvo en la cárcel, talló los ángeles acordándose de esos rostros de tristeza. (E)

2.- Al escultor se le muere la esposa y se inspira en el llanto de los hijos para hacer las tallas. (E)

Segunda leyenda: Relatada en C/ de los Uribes.

9.- El niño de la catedral

Un señor mayor me contó que, allá por 1950, un niño se subió a una estructura de la Catedral para ver salir a Nuestro Padre Jesús, resbaló y cayó al suelo, lo que le produjo la muerte. ¿Tendrá esto algo que ver con el resumen que hago del siguiente relato?

Alguien decidió quedarse a dormir en la Catedral para poder contemplarla al amanecer sin nadie que le estorbase, pero de repente, se cruzó en sus sueños la imagen de un niño. Despierta sobresaltado y mira a su alrededor: no hay nada. Parecía tan real... Instantes después escucha un llanto que parece provenir del coro. Vuelve a mirar. Tose y el llanto cesa. Espera un poco, coge una vela de la capilla y se acerca al coro. Allí no hay nadie; se sienta en un banco; apaga la vela y espera. Pasaron las horas, eran cerca de las cuatro cuando volvió a escuchar el llanto, primero más lejano, luego muy cerca de él. Al cabo de un rato decide hablar. ¡Quién anda ahí! En ese momento cesa el llanto y nota una ráfaga de aire frío por la espalda. No se atreve a moverse. Ahora la nota por todo el cuerpo. Se gira y ve la silueta de un niño, como una áurea blanca, dirigiéndose hacia la Sacristía. Al acercarse a la puerta desapareció. Los primeros rayos del sol entraban por las vidrieras. Ahora no podía contemplar la catedral, no se quitaba al niño de la cabeza. Espera a que se abran las puertas. Lo hacen temprano. Busca al capellán y le pregunta si alguien ha visto alguna vez un fantasma. Le cuenta que hay rumores de gente que afirma haber visto a un niño corriendo por las naves de la catedral, pero concluye diciendo que son habladurías.” 36

Se trata de un niño de 10 a 12 años que se ve correteando por la Catedral, con unos pantalones cortos, con tirantes y en cualquier época del año. El niño ha sido visto por trabajadores en las obras de reparación, o por el propio sacristán, que al ir a cerrar las puertas y ver al niño corriendo, fue tras él para hacerlo salir y, al doblar el crucero, se encontró con que había desaparecido. Esta entidad tiene cierta atracción por la Virgen de las Angustias. En tal sentido, cuando se ha ido tras de él en Semana Santa, han visto cómo se mete bajo el trono de esta Virgen y, al levantar los faldones, el niño no estaba. (E)

10.- La Virgen de Belén

Antes de salir de la catedral por la puerta izquierda de su fachada principal (que es la derecha desde el interior), se encuentra el relieve de la Virgen que iba desde Belén hacia Egipto montada en la borriquita (Pedro Roldán, 1675) A esta Virgen le han preguntado por el futuro muchos jiennenses. Para ello, puestos delante del alto relieve (a la altura de la pila del agua bendita, más o menos) se le reza esta oración (así me la contaron y así la cuento):

Virgencita de Belén / Entre palmas y olivos te quisiera ver /

Con tu hijo y tu esposo San José /

Y las siete gotas de leche / Que le diste en la huida hasta Belén. /

Esta pregunta que te hago / Me la has de responder

Entonces, se hace la pregunta. Si se nota como un giro o movimiento, te está diciendo que sí a la pregunta. Si no notas nada, dice no (Sofía)

36 perso.wanadoo.es/descubrejaen/relatos/2004

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El recorrido por la Catedral ha sido muy interesante, sobre todo cuando hemos descubierto detalles tan curiosos como la unión (en el interior) de la fachada de Eufrasio López (que se hizo antes) con el cuerpo de la Iglesia; el especial diseño de la cruz que hay sobre cada pila de agua bendita; cómo la primera puerta de las siete que hay que abrir para acceder al Santo Rostro, es la de la lonja (la 2ª la puerta de los fieles, la 3ª la de la Capilla Mayor, etc.); la inscripción que un preso dejó en un rinconcito, a la izquierda del crucero sur cerca del cuadro de San Cristóbal (la Catedral fue utilizada como cárcel durante la guerra de 1936)

También descubrimos una de las firmas de Vandelvira en la tríada de capiteles de la Sacristía; el misterioso pasadizo que lleva a la Sala Capitular; la puerta principal que construyó este escultor antes de que López de Rojas hiciese la actual (por eso está ahí el gran cuadro de San Cristóbal)...

Puedes o no ver la aguja o el dedal, pero si no has visto dónde dejó la Virgen las tijeras, lo siento, no te casarás. Ahora bien, si le pides tres deseos, te concederá uno.

Ya fuera de la Catedral, observamos como a esta hora de la mañana, la impronta de la fachada hace sonar el disparador de algunas cámaras digitales. ¿Quiénes son esos personajes que miran al horizonte, impasibles, ajenos a cuanto barullo se origina en su entorno y a las miradas curiosas de los simples mortales? Pues bien, vamos a satisfacer nuestra curiosidad:

Conforme los miramos, de izquierda a derecha, las esculturas superiores corresponden a San Ambrosio, San Gregorio Magno, San Mateo (ángel), San Juan (águila), San Fernando, San Lucas (toro), San Marcos (León), San Agustín y San Jerónimo. Los dos primeros y los dos últimos fueron doctores de la Iglesia, mientras que Fernando III, en el centro, está acompañado por dos evangelistas a cada lado.

El pueblo llano que a todo saca punta, ha puesto en conversación a San Gregorio con los tres siguientes y, aun cuando el tema de diálogo sea escatológico, lo inserto por su carácter popular:

¡Qué mal huele!, dijo el primero; yo no he sido (2º); pues del cielo no ha caído (3º) Pues, el que haya sido o vaya a ser, con la espada lo voy a j der (sentencia San Fernando) (Capi)

Los relieves y esculturas inferiores se encuentran en los intercolumnios y corresponden a San Miguel (sobre la puerta de los fieles, que es la que está normalmente abierta), San Pedro, La Asunción (sobre la puerta del perdón que es por donde sale Jesús Nazareno), San Pablo, Santa Catalina (sobre la puerta del clero, que permanece generalmente cerrada)

Antes despedirnos de tan singulares personajes, vamos a recordar por qué es tan nuestro, tan castizo, ese sonido gutural que muchos jiennenses emplean a modo de contestación previa ante una pregunta “tonta”, poco pensada o con tono de voz algo subidito, dando con ello rotundidad y severidad a la respuesta, o mostrando su enfado si el tono empleado no hubiese sido el correcto.

Por ejemplo: Un marido que buscaba las llaves del coche, después de remover todos los cajones, le pregunta con cierto genio a su esposa si ella sabía quién las tenía. A lo que la esposa, castiza, frunciendo el ceño y mirándolo de reojo, emite un sonido previo (o último) de ronquido de inspiración y le espeta, ¿Acaso crees que yo soy adivina? (A)

JAÉN, LA TIERRA DEL RONQUÍO (LS) (A)

Sobre lo apuntado por Almendros Aguilar, Cazabán publica en 1923 unas pinceladas del origen de este dicho, que corregidas y aumentadas vienen a decir lo siguiente:

Cierta mañana de verano, unas cuadrillas de labradores se disponían a cosechar con su guadaña las mieses de sus campos; pero como los moros podían aparecer en cualquier momento, pusieron a uno de ellos, más gandul, a vigilar las inmediaciones del Cerro de San Cristóbal por si aparecían por allí, con el encargo de que avisara inmediatamente si así sucedía. Allá que se fue el gandul a la cima de un otero, donde buscó sentarse bajo la sombra, apoyando su espalda en un árbol que allí había.

No pasó mucho tiempo cuando, a lo lejos, unas sombras enemigas se acercaban sigilosamente sin apercibirse de ello nuestro gandul, pues ya llevaba un buen rato dormido profundamente; pero en aquel preciso momento emitió tal ronquido, que apercibió de tal forma a las cuadrillas de labradores -al entender éstos como aviso aquel pedazo de vibración gutural-, que viéndose en mayoría y con las guadañas bien afiladas, pusieron en huída a los enemigos.

Desde la Plaza, nos dirigimos hacia el sur y, tras bajar las escaleras, nos adentramos en la calle Carrera de Jesús (antes del Juego de Pelota)

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Si tomamos la derecha y, en esta acera, podremos ver el cantón por el que discurre la muralla.

Al frente nos encontraríamos con la casa que ocupó el Banco de España, aunque en 1654, lo que estuvo delante de este edificio fue el Ayuntamiento 37 (J), que utilizó para sus dependencias la casa solariega de los Ponce de León, adosada al palacio de Montemar (J)

A la izquierda, el sublime muro sur de la Catedral con su espléndida portada dórico – jónica, en cuyas enjutas encontramos las alegorías de “La Piedad” y “La Religión”. Sobre dicha puerta, relieve de la Asunción (advocación del templo) con grupos de ángeles sosteniendo el manto de la Virgen, y en lo alto, tanto en esta parte como en la saliente (que ocupa el espacio que correspondía hasta mediados del siglo XVI a la torre del Alcotán), una soberbia logia con seis arcos, todo ello obra de Andrés de Vandelvira desde 1548 en que sucedió a su padre, hasta 1575 (LS, 1916), y cuyas trazas serían respetadas tras su muerte para concluir este magno proyecto que finalizó en 1801.

En esa parte de la calle, se encuentran la Sacristía (con escudo de la Catedral), el Panteón y otros bajos ignotos.

La muralla avanzaba por lo que hoy es calle de la Mona, o Callejón Sucio, e iba a buscar en dirección recta el arco de la Puerta de Noguera, del que aún existen restos; desde allí subía entre las calles Portillo y la de los Abades y se reunía a la torre de Alcotón (Alcotán) (LS, 1930)

En esta Calle, donde la excavación arqueológica de un solar nos han dejado ver un pasadizo que comunicaría la Catedral con las huertas de las Monjas, se refiere la siguiente leyenda:

LA CASA DE LOS SALAZARES

Doña Ana enviudó de un banquero de Jaén a mediados del siglo XIX. Su casa, se encontraba en el número 2 de la calle Abades, edificio del siglo XVIII. Uno de sus hijos la denunció acusándola de haber ocultado parte de los bienes de la herencia. El juez ordenó el registro de la casa, pero no se encontró nada.

Sin embargo, Doña Ana pasó esa noche en compañía de una criada buscando una pared apropiada para ocultar el dinero. Al pasar ante el retrato del marido, la criada le indicó que éste reprobaría su actitud. La criada fue despedida y a los pocos días, doña Ana murió súbitamente.

La casa fue vendida. Del dinero, que ascendía a ochenta mil duros de plata, nada cierto se ha vuelto a saber. Algún comprador perforó las paredes en su busca y se dice que una modesta familia que allí vivió después, prosperó y terminó por mudarse. (4) (E) ¿Habría duendes?

Tampoco hay que extrañarse mucho de esta actuación, ya que, por una parte, el hijo mayor se lo llevaba todo y, por otra, la ocultación de tesoros trataba de evitar formalidades y pagos por herencias y testamentarías.

Proseguimos nuestra ruta por el margen sur de la Catedral.

Encaramos la parte trasera del palacio de los Cobaleda Nicuesa, (finales siglo XV), con portada del XVIII y notable oratorio barroco del XVII.

En 1810 fue conocida como “Casa de los Masones” -1ª Logia de Jaén-, de la que alguien me dijo que en Semana Santa, y más concretamente el Viernes Santo, se comían chorizos y morcillas en su puerta, al paso de las procesiones.

Después tomamos la Calle Valparaiso o Callejón de la Mona, encontrándonos ahora ante el palacio de Los Vélez y Mendoza, actual Colegio de Arquitectos, que fue reedificado sobre una antigua casona / palacio del siglo XV, remodelada en el XVII. En ella fue rodada la película “Roberto el diablo” sobre 1950. De la vieja casona sólo queda el patio con sus columnas y escudos. En ella se refiere la leyenda del:

37 Casa solariega Ponce de León (Antiguo Ayuntamiento), JD. L.J.

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PALACIO DE LOS VÉLEZ 38

Vivía en aquella mansión una familia adinerada y de buena posición social. La hija, piadosa, culta, con una sensibilidad exquisita, traía boquiabiertos a todos los caballeros casaderos de la época, pero por mala fortuna se enamoró de un joven que trabajaba en las caballerizas de aquella casa..

Los padres no vieron bien aquella relación por lo que, como ellos a escondidas continuaban viéndose, emparedaron a la hija en una habitación de la torre (encima del patio: lo que hoy es la biblioteca), dejándole tan solo un libro de oraciones.

La joven pudo abrir un hueco muy pequeño en la ventana retirando algunas astillas; con ellas se pinchaba la muñeca para así poder dar sangre con que escribir en las hojas arrancadas al devocionario, mientras el amante esperaba sumiso cada noche el mensaje de su amada, alimentado por el candor, la dulzura y la tristeza que relataban las hojas de aquel libro, y que llegaban hasta el patio desde la rendija hecha a la ventana.

La muerte le sobrevino por tanta sangre derramada, y su espíritu quedó vagando por las habitaciones del edificio. (E) (A)

Esta leyenda está recogida en bastantes libros, algunos del siglo XIX, y aún hoy en día está demostrado que existe un fuerte fenómeno paranormal:

En efecto, una joven dama se aparece a una empleada del Colegio sin mediar conversación, sólo haciendo notar su presencia y coincidiendo con situaciones de obras en el palacio. Se observan, pero no se dicen nada. Refiere escuchar incluso el ruido de subir y bajar por las crujientes escaleras situadas en otro tiempo al lado del patio, aunque las escaleras ya no estén allí.

Se encienden y apagan las luces solas, siente la mirada penetrante de la triste fantasma, etc. Los fenómenos en esta casa-palacio parecían gestarse en el centro del patio donde, presumiblemente, pudiera estar enterrado el cuerpo de la dama.(A)

Seguramente, la fuente adosada a la pared vio caer las hojas del devocionario con la sangre impresa, y ahora ve cómo, tras un intenso olor a azahar, aparece la estela de la joven enamorada. (A)

Continuamos por el callejón de la Mona. Los mayores todavía recordamos la cerveza tan fresquita que ponían en el bar “El Sanatorio”.El vetusto edificio en el que se encontraba fue derribado en la penúltima década del pasado siglo XX, para ampliar la plaza.

Recreamos la vista en la cenefa gótica enmarcada por gárgolas que recorre el muro, partida por la que en otro tiempo fue puerta ojival a la que se accedía desde la escalinata adosada a la muralla (LS, 1915), y nos preguntamos por qué hay “a la vista” tantos signos de canteros bajo dicha greca o cenefa. Así, llegamos a la altura de la Mona.

LEYENDA DE LA MONA DE LA CATEDRAL

Se ha estimado durante mucho tiempo, que la escultura colocada sobre el entablamento del muro gótico de la catedral era la imagen grotesca de un moro, colocado allí (al este) por algún motivo incierto (bien para hacer constar que era una mezquita convertida en Iglesia cristiana, por mofa, etc.)

El tal moro, mona, podría tratarse de un Bafomet (representación de Dios para los templarios), que estaría dando carácter sagrado a la greca gótica que presenta el muro, aunque los últimos estudios apuntan a que pudiera tratarse de un judío.

Esta escultura presenta la imagen de una persona sentada al estilo moro, sujetándose los pies con las manos (motivo por el que está inclinado hacia delante) En la facción de la cara presenta unos labios apretados, como indicando el secreto que debe guardar el iniciado que descifre el contenido de la cenefa cuya dirección señala. 38 Palacio de los Vélez (JD. L.J., 1964)

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La escultura en cuestión presenta una nariz cercenada por la pedrada de un niño que, según cuenta la leyenda, apareció muerto al día siguiente, después de una crisis de locura. (E) (T)

Trataré de recrear entre lo oído y lo intuido, esta breve leyenda.

Parece ser -digo yo- que a finales del siglo XIX unos niños que habían oído de sus mayores el encantamiento maléfico que pesaba sobre la pequeña figura -lo que les hacía rehuir este lugar para sus juegos-, por dárselas de valientes, decidieron cierta tarde bajar hasta la Plaza de San Francisco y pasar bajo la imagen demoníaca de la Mona, ante el estupor de las personas que por allí andaban, pues evitaban tanto mirarla, como pasar cerca de ella.

Desoyeron los niños las asustadas peticiones de aquellas gentes, a las que parecía que les iba en ello la propia vida, y primero más retraídos y después más resueltos, pasaron una y otra vez bajo la adusta silueta de aquella imagen a la que, una vez se hubieron desinhibido totalmente, le proferían insultos y gestos soeces.

De vuelta a su Barrio, los niños fueron recibidos como héroes por la chiquillería, y sobre todo por las niñas, que vieron en ellos a auténticos capitanes.

Enterados sus padres, les recriminaron duramente su actitud y les prohibieron tajantemente volver por aquel lugar. Pero al igual que en las batallas el tedio relega a la poltrona a sus más esforzados soldados, en el caso de nuestros protagonistas, la fama adquirida fue perdiendo intensidad,. Incluso hubo quien afirmó que la proeza de aquellos rapaces fue una invención.

Destronados pues de su pequeño pedestal de gloria, concertaron en secreto una nueva visita a la Plaza en compañía de aquellos que dudaban de su anterior bravura.

Una vez llegados al lugar, se pavonearon largamente de su audacia y valentía, mientras que algunos de ellos permanecían un tanto alejados para no verse sometidos a la maldición de la Mona.

Fue entonces cuando el más engreído, envalentonado por las miradas de admiración de los que se encontraban más lejos, hizo alarde de su inconsciencia y tomó varias piedras del suelo, lanzándolas con más o menos fortuna a la imagen del judío, hasta que una de ellas impactó contra la nariz, cercenándosela.

El miedo y admiración combinados de los presentes, se tornó en estupor cuando vieron que, a los pocos minutos, aquel niño comenzaba a sudar y a sentir escalofríos.

De vuelta a la casa, los padres llamaron al médico. Este le aplicó ungüentos y cataplasmas y le hizo ingerir pócimas y brebajes, pero el niño, lejos de mejorar, se convulsionaba en la cama entre gritos aterradores. ¡Vete, vete!, repetía una y otra vez.

Cuando amaneció, dejaron de escucharse los gritos. Ahora eran chillidos lastimeros los que salían de la estancia. Eran los gritos de la madre, contemplando el cuerpo sin vida de su hijo. (A)

Hoy permanece en el recuerdo y en los hechos parte de la leyenda, pues hay quien dice que quien haya estudiado y después insulte a la mona, aprobará. (T)

Estamos en la Plaza de San Francisco, que fue el centro social y económico del Jaén del Siglo XIX. En ella tuvieron palacio los reyes cristianos desde Fernando III (1246) hasta Pedro I que lo cedió a los franciscanos en 1354.

Tras derribar la torre defensiva de la Puerta de Santa María en 1757 (LS, 1928), se comenzó la construcción del Sagrario en 1764 (aunque estaba diseñado en el XVI), para que sirviera de contrafuerte al muro de la Catedral, dañada en 1755 por el terremoto de Lisboa. La otra torre defensiva se derribó sobre 1900 para construir un bloque de pisos (LS, 1930)

En 1905 colocaron junto a la Cripta unos jardines y el busto en bronce de Bernardo López García (1838 - 1870), obra del escultor Jacinto Higueras , y que hoy se encuentra en los Jardinillos.

Aun resuena con fragor de guerra, la décima al “dos de mayo” que este poeta romántico y político republicano compuso en 1866. Recordemos las primeras estrofas:

Oigo, patria, tu aflicción, y escucho el triste concierto que forman, tocando a muerto, la campana y el cañón;

Volvemos a retomar la configuración de la Plaza.

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Recientemente (2007) se ha colocado una estatua sobre pedestal dedicada a Andrés de Vandelvira, donde el escultor trata de plasmar a una persona fiel a su trabajo. De ahí el perro que añade. En la base se incluyen, además, relieves alusivos a instrumentos de medición, trabajo humano y curia catedralicia que fue propulsora de la obra, aunque la sufragó el pueblo.

La puerta de Santa María era la salida principal de Jaén a los arrabales... Fuera de ella estaba el antiguo zoco, convertido en mercado en el siglo XV (LS, 1928)

La Diputación ocupó el lugar del Convento de San Francisco.

Este palacio - convento, cuyas tapias conformaban un triángulo con las calles Álamos, Espartería - Tiradores y Carrera - Pósito, tenía una capilla que Fernando III mandó respetar siempre, y en la que se rendía culto a un Cristo yacente (el Señor del Trueno o de la Vera Cruz, cofradía que ahora está en S. Ildefonso) En ella tenían su sepultura bravos guerreros; pero al final se destruyó en 1867, aun cundo Muñoz Garnica ofreciese 10.000 reales para evitarlo.

Gastaron 26.000 duros para construir la Diputación, pero tuvieron que demolerla a los ocho años de empezada la obra, por amenazar ruina (siempre han existido “listillos”) y volver a construir el actual Palacio, que se terminó en 1879. (LS)

Frente al Convento39 estuvieron las “Carnicerías” que mandó construir el Condestable Iranzo (LS,

1930), unidas por la espalda a la muralla. Fueron derribadas en 1928 (LS, 1928) Su escudo imperial se dividió en dos mitades, pasando a la fuente de la Alameda la parte superior, y al Arco de los Dolores la inferior.

Cerca de este lugar se gestó la

LEYENDA DEL ALBAÑIL EMPAREDADOR (4) (E) (A)

A principios del pasado siglo, los jornaleros que buscaban trabajo se concentraban en la Plaza de San Francisco, y allí pasaban todo el día por si alguien los contrataba.

Ya estaba cayendo la tarde, y un lento peregrinar de aquellos a los que la fortuna no les había sonreído, iba dejando la plaza solitaria. Julián, el albañil, se despidió de sus compañeros: Aquí está todo el pescado vendido, les dijo con cara de resignación, y enfiló sin más la calle de los Álamos.

Por ella, y a esa hora tardía, venía en dirección contraria alguien con facha de pudiente que, viendo las trazas de Julián se dirigió a él y, tras preguntarle y confirmarle que era albañil, le ofreció una importante suma de dinero por hacer un trabajo especial en ese momento.

El albañil acepto sin dudarlo. El contratador le vendó los ojos y lo tuvo dando vueltas por Jaén durante un buen rato, hasta parar en un sitio desconocido.

Dos aldabonazos a la puerta fueron suficientes para que ésta se abriera sigilosamente. Entraron acto seguido y llevaron al albañil hasta una dependencia. En ella le quitaron el vendaje y escuchó lo que tenía que hacer, que no era ni más ni menos que tapiar un hueco de la pared.

Al lado del hueco tenía ladrillos, yeso y un palustre. Se puso a trabajar de inmediato pero, cuando colocó el primer ladrillo, comprobó horrorizado que en el interior del hueco se encontraba un cadáver. La bolsa del dinero tintineaba en la mano del contratador, y la necesidad le hizo continuar su tarea.

Aquella noche y ya en su casa, el albañil no podía dejar de ver los acristalados ojos del muerto incidiendo en sus pupilas, ni a la siguiente, ni a la otra.

Una mañana, el albañil fue encontrado por su esposa colgado de la viga del comedor, con la lengua fuera y los ojos desencajados de sus órbitas. (A)

Dejamos la Diputación a nuestra espalda para adentramos en la C/ Bernabé Soriano, que con todo merecimiento intitularon a principios del Siglo XX a este médico jiennense (1842 – 1909), a quien por su bondad y carácter filántropo, apodaron “el padre de los pobres”, siendo muy querido en la ciudad.

39 Convento de San Francisco (JD.L.J., 1960)

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El Condestable mandó allanar e despedregar esta calle hasta la Puerta Barrera, para carrera de caballos (LS, 1915); de ahí el nombre popular de “La Carrera” con que se la conoce.

Esta calle marcó la vida comercial y cultural de Jaén durante gran parte del siglo XX.

Nos basta echar una ojeada para alegrarnos en la contemplación de los numerosos edificios modernistas que jalonan la calle en su margen derecha, a uno y otro lado del edificio regionalista construido para Casa del Banco Español de Crédito en 1921, en cuyo diseño se tuvieron en cuenta el Balcón de Pilatos (Palacio de Montemar), la esquina del Colegio del Sacramento que daba a la calle Maestra, el alero de la Casa de los Priores, e incluso el antiguo Hospital de la Madre de Dios (LS, 1921)

En la acera de la izquierda solo se puede citar al edificio núm. 11, cuya fachada modernista mezcla columnas salomónicas y telamones con decoración de grutescos (aspectos historicistas), imagen que también se da a su espalda, en la Plaza del Pósito.

Entramos en la calle Joaquín Tenorio. En su margen izquierda, ocupando lo que hoy constituye una entrada al jardín de la Diputación, estuvo el edificio conocido como “La Gota de Leche”, asistido hasta la década de los cincuenta del pasado siglo por las Hermanas de San Vicente de Paúl. En él trabajó como ayudante un mozicón fuerte y algo distraído, al que apodaban “Tragalitros”, y que se hizo famoso por emitir sonoros eructos como respuesta a las llamadas burlonas de los niños. De ahí viene el dicho “Eructas más que Tragalitros” (7)

¡Cómo recuerdo aquel sótano del “Bodegón” donde tomábamos bocadillos en compañía de los gatos! ¡Qué bien lucía Analía Gadé en la confitería “Flor y Nata” protagonizando la película de “El Monumento”!

Descansamos un rato apoyados en el mirador que da a la Plaza del Pósito, nombre que le viene dado del edificio que cedió el Conde de Ureña (fin siglo XV) para albergar la Casa Panera (donde se almacenaba el trigo), y cuya portada fue construida por Francisco del Castillo “el Viejo” en el año 1547.

En ella y sobre su arco de medio punto enmarcado por columnas exentas sobre pilastras, se encuentra un cornisamiento en cuyo friso, también entre columnas, se aprecian dos figuras agrícolas sosteniendo un escudo, una a cada lado.

En el centro, enmarcado a su vez por las columnas de Hércules, el escudo imperial, y todo ello sostenido por sirenas haladas. (LS, 1913)

El edificio fue demolido 1920, pero esta soberbia portada pasó a hermosear la entrada del Cuartel del Camino de la Estación (Museo) en 1924 40

En esta plaza de pan se fraguó la LEYENDA DE LA CRUZ DEL PÓSITO

Se configura entre los siglos XVI y XVII, junto a la columna que sustenta la Cruz, antes circular, con pretil, a modo de rollo o picota de los que había a la entrada de los pueblos, y donde se exponían los despojos de los criminales. La actual es de bellísima traza renacentista, traída desde el antiguo palacio de Montemar, actual Ayuntamiento.

Antonio Guijosa nos narra en el Romancero de Jaén (1862), como a finales del siglo XVI, mientras Jaén dormía, dos hombres merodeaban por la plaza del Pósito, uno espiando en la sombra y otro orando al pie de una cruz. ¿Quiénes eran?

La tradición cuenta que vino desde Flandes un noble señor, acaudalado y con apariencia de “Don Juan”, el capitán Diego de Osorio, quien se enamoró de Dª Beatriz de Uceda, bellísima y prudente dama que a su vez andaba enamorada en silencio de otro caballero. Logró casarse con ella más por imposición familiar que por verdadero amor, pero Dª Beatriz supo ejercer el papel que entonces se esperaba de una esposa.

El capitán se dio pronto al vicio nocturno y terminó siendo un jugador empedernido que acabó con toda su fortuna en la Tahurería (casa de juego, sobre todo dados) que había en el Pósito y a la que se accedía por la calle del mismo nombre.

40 Puerta del Pósito, JD.L.J.

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Un día, no teniendo más que jugarse, mandó a un criado a casa de su esposa, con el requerimiento de que le entregase el anillo de pedida; pero efectuada la visita, la dama dijo al criado que no le entregaría el anillo a otra persona que no fuese su esposo, exhortando al criado a que dijese a su señor que viniera él a pedírselo, fijando para ello el lugar denominado la Plaza del Pósito, junto a la cruz.

Recibido el mensaje, el tenorio vividor salió enfurecido al encuentro de su esposa y, hallándola en el sitio convenido, recibió el anillo de manos de la apenada Dª Beatriz, a la que mató con una daga por la afrenta sufrida. Una vez retiró la daga del cuerpo yerto, fue nuevamente hacia el lugar en que estaba jugando para proseguir la partida.

En esto, entraron varias personas comentando el asesinato acaecido; partieron todos hacia el lugar de los hechos, incluso el mismo asesino, como si nada hubiese pasado. Personado en el lugar, se encontró con D. Lope de Haro que lo retó a espada en ese sitio y a esa hora.

Y es que D. Lope, enamorado en silencio de aquella dama al igual que ella lo estuvo de él, vio como salía presurosa de su casa y determinó seguirla, siendo testigo del brutal crimen. Se entabló el inevitable duelo y el vil asesino cayó herido de muerte al suelo.

El pueblo añade a la leyenda, que el enamorado ingresó como fraile en el convento de San Francisco (Diputación) y que todas las noches iba hasta la Cruz del Pósito para, postrado de rodillas, rezar un Padre nuestro por su dama y llorar su ausencia. Otros apuntan a que tras la muerte de D. Lope y, en la fecha trágica en que asesinaron a su amada, aparece el espectro del caballero al pie de la Cruz del Pósito e, hincado de rodillas, musita un “Pater Noster”, mientras que el alma de D. Diego vaga entre las sombras del Pósito penando su crimen.

Otra versión cuenta que la dama estaba realmente enamorada del caballero que le profesaba amor platónico y que, enterado el jugador, asesinó a su esposa, lo que motivó al enamorado a batirse contra el jugador, dándole muerte. (E) (4) (LS, 1920)

Abandonamos esta plaza, no sin antes hacer referencia al edificio modernista (ecléctico) que tiene su correspondencia en la Carrera, para adentrarnos en la Calle Cronista Cazabán (antes del Pósito), que en justicia intitularon en 1926 a nombre de este cronista quien, junto al Dean Mazas, fue una de las personas que más influyó en la vida cultural de Jaén.

Que nadie pierda la referencia de este nombre, Alfredo Cazabán Laguna. Que cada vez que escuchéis o leáis su nombre sepáis que, como él, nadie se preocupó tanto por defender cualquier tipo de manifestación cultural en esta ciudad. Larga vida a su memoria.

A la derecha de esta calle se encontraban un lateral del Pósito, la clínica de Los Palmas desde 1925, y delante, los antes llamados “Jardinillos” (plaza Dean Mazas y Las Palmeras)

Por la margen derecha tenía entrada la Casa de Comedias (construida en 1674 en sustitución de la que ardió en 1615 en el Corralaz), y en cuyo solar se construyó después (1787) la Real Sociedad Económica de Amigos del País (J) 41

Algo más abajo, ocupando lo que hoy es el edificio Cervantes, se construyó con carácter particular en 1904 el teatro modernista del mismo nombre, en el solar que quedó al demoler en dicho año la Alhóndiga de la esquina (depósito de granos en general) y el Cuartel de Caballería de San Rafael (obsoleto desde 1898) (J)

Tratemos de condenar al olvido a quienes destruyeron o permitieron destruir aquel Teatro.

A la izquierda de los antiguos Jardinillos, se encuentra el soportal de la fachada de la Casa de D. Cristóbal de Vilches (siglo XVI), prototipo de la casa andaluza de aquel tiempo, conformado por siete arcos, cuyas enjutas contienen medallones con bustos.(LS)

Terminamos nuestro paseo en la Plaza de las Palmeras. ¿Qué diríais que había antes delante de lo que hoy es Hacienda? Pues ni más ni menos que un teatro de madera que se inauguró el 3 de agosto de 1903, y ardió por completo el día 13 del mismo mes y año al incidir un rayo sobre él. (J)

41 Ilustración 29: Casa Comedias, Hoy, R.S.E .Amigos País. JD.L.J.

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Expresamos nuestro reconocimiento a D. Bernabé Soriano, a quien el pueblo le costeó en 1915 el monumento de Jacinto Higueras que preside la plaza.

Teatro en Plaza Jardinillos (Dean Mazas), JD.L.J.

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QUINTO PASEO: Desde la Alameda a la c/ Ignacio Figueroa

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Alameda de Capuchinos:

Siempre fue llamada por el pueblo con este nombre, precisamente porque allí estuvo el Convento de estos monjes,42 aunque también el de los Gerónimos, y el Palacio renacentista que los Obispos mandaron edificar para su descanso sobre las Cuevas de las Peñas de la Señora.

Cazabán (LS, 1929) relata cómo en 1848, cuando el Convento de Capuchinos estaba ya ruinoso, el Ayuntamiento dispuso la remodelación del antiguo paseo (que ya existía en el siglo XVII), por otro más amplio, con gran variedad de árboles; pero no se llevó a cabo hasta 1862, con tintes románticos y diseño del arquitecto local Vicente Serrano Salaberry.

Lo describe como “un paralelogramo rectangular, semicircular por ambos extremos, que mide 137 x 37 varas (1 vara = 0,84 metros), con 48 asientos en su interior y dos fuentes de taza a las que va el agua desde la fuente de D. Diego; dos calles circundantes, una para paseo de peatones y otra para caballos y coches; corpulentos árboles, multitud de plantas y flores...”

Hoy, todavía podemos admirar sus centenarios acacias, algarrobos, aligustres, árboles de Judea, castaños, cedros, cipreses, cinamomos, chopos, magnolios, olmos, etc, así como plantas tan aromáticas como Santolina y Lavanda.

Ermita De La Virgen De La Cabeza 43

También fue A. Cazabán (LS, 1928) quién refirió que las cofradías que llegaban a nuestra ciudad para, desde ella tomar el camino del Cerro, salían desde la ermita de Nuestra Señora de la Cabeza (luego templo de capuchinos), cerca de los muros del convento de San Gerónimo, en un sitio con bosque en el que se encontraban cuevas cavadas en peñas.

La ermita estaba situada sobre las grutas de las Peñas de la Señora, teniendo al pie el valle de Valparaíso y dominando el panorama que se extiende desde Almodóvar a la Loma de Úbeda...

Con la reforma de la Alameda, desaparecieron Iglesia, casa de los religiosos y residencia episcopal. Sin embargo, bajo la meseta de la rotonda final y en sus inmediaciones, acaso queden aún soterrados interesantes restos arquitectónicos sobre la cueva de “Las Peñas de la Señora”, nombre que tiene eco de una leyenda perdida y tal vez relacionada con Nuestra Señora de la Cabeza...

LEYENDA DE PASCUALETE (Cuento) (6) (E)

Me refirió un día Eva de Dios y extracté después de un libro de José García, que Pascualete era un niño de apenas ocho años, que acompañaba a su abuela todas las tardes a la iglesia. Ésta, enferma, le pidió al nieto que entregase al cura una sortija para la Virgen de la Cabeza.

Así lo hizo, pero sintió la curiosidad de saber si le ponían o no la sortija a la Virgen, de modo que, aprovechando que un vecino suyo iba a subir con su bestia hasta el Cabezo, le pidió que lo llevase, pagándole el servicio con un rosario que le habían regalado.

42 Convento de Capuchinos (recreación), JS.L.J., 1950 43 Virgen de la Cabeza (JD. L.J., 1952)

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Esperaron el paso de la cofradía de La Colomera por la ermita de Capuchinos y se fueron con ellos. No supo si la Virgen llevaba o no el anillo de su abuela, pues eran tantos los colocados en los dedos de la imagen, que no acertó a distinguirlo.

Cuando regresó, temía que le fueran a pegar por no haber dicho nada al marcharse, pero todo lo contrario, lo recibieron con gran alegría, pues su casa había ardido nada más irse, y lo dieron por muerto al no encontrarlo.

Nos encaramamos ahora en la terraza que se eleva sobre el antiguo cementerio, en las huertas de Capuchinos, desde donde el sol derrama su luz a la Catedral y a todo Jaén, a sus montes y a sus valles. La Mella, Almodóvar - Celada, Las Peñas de Castro, el Zumel Chico, el Zumel redondo..., y el Valle de Valparaíso rubricando las eminencias de los cerros.

Desde aquí, vamos a relatar varias historias y leyendas gestadas en los alrededores bucólicos de la ciudad.

EL TESORO DE ZUMEL (LS 1916 y 1918) (4) (E) (A)

De lo publicado por Alfredo Cazabán en su revista, concluimos que en el Cerro del Zumel Redondo se hizo hace muchos años una excavación muy costosa, “en busca de un famoso tesoro que no fue hallado” y que, al parecer, había sido escondido allí en la época del Califato, por un rey moro, muerto en combate, muriendo con él el sitio del escondrijo, pues nadie más lo sabía.

Ya a principios del siglo XX, un francés llegó a Jaén en compañía de su hijo, y juntos iniciaron excavaciones en el cerro, pero pronto enfermó y murió. El hijo regresó a Francia, no sin antes revelar a algunos el secreto del tesoro, lo que motivó que otros probaran fortuna e incluso se autorizaran excavaciones arqueológicas en 1919.

Investigando en Internet, parece ser que se volvieron a acometer excavaciones en 1940, pues, al aliciente del tesoro moro, se añadió el rumor de que el propietario de los terrenos, temeroso de que se lo arrebataran durante la guerra civil, escondió en ese monte el producto de la cosecha de 1936, en duros de plata y dentro de una bolsa de piel, y que las hijas del dueño no habían conseguido encontrarlo por ningún lado.

Allí sigue enterrado, y hay quien dice que se escuchan ruidos extraños cuando se merodea por aquel entorno, incluso aseguran los hortelanos del lugar, haber visto a una especie de hechicera grotesca y fantasmal vigilando los aledaños. ¿Te atreverías a buscarlo? (A)

Según hemos comentado anteriormente, en esta terraza se puede divisar un amplio horizonte; por eso, relato a continuación una leyenda que se escucha prácticamente igual que en Jaén, en Úbeda, en Baeza y en otras ciudades de la provincia, con el denominador común de que se gestan al lado de una fuente natural del extrarradio.

EL ESPECTRO DE LA FUENTE DE LA PEÑA (4) (E)

A un arriero que regresaba de los Villares, al pasar por la Fuente de la Peña ya de noche, le pareció oír los sollozos de un niño en un lavadero donde las mujeres subían a lavar la ropa.

El arriero tal vez pensó que se trataba del hijo de alguna de aquellas lavanderas que se había perdido. Buscó el origen de los sollozos y vio que era un niño de dos o tres años. Lo tomó en brazos y procuró tranquilizarlo. Cuando cesó de llorar, lo colocó atrás en la mula y continuó su camino hacia Jaén.

Ya entrando en el barrio de San Felipe, un poco antes de llegar a la Glorieta, el arriero empezó a notar que la mula iba tornando su paso en fatigoso. Parecía como si un peso muy grande la lastrara.

El hombre se extrañó, y cuando echó la cabeza hacia atrás para ver qué pasaba en la recua, se encontró con que el niño se había convertido en un ser enorme y monstruoso, una criatura de rostro terrible y enormes dientes. Y con cierta sorna, le preguntó: ¿Tienes dientes como yo?

El arriero, pese a ser un hombre hecho y derecho, descabalgó de un salto y, sin ocuparse de sus mulas que se desperdigaron por calles y caminos, salió corriendo al tiempo que se santiguaba.

Bueno, tomamos unas cuantas fotografías, y de camino reparamos en los olivos de Jaén, llenando de plata el aire que envuelve la ciudad.

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LEYENDA DE LOS REBUSCADORES (Cuento) (6) (E)

Del libro “Cuentos de Jaén”, de José García, extracto otra narración, también escuchada a Eva de Dios, que viene a decir:

Una familia muy humilde compuesta por los padres y dos hijos, fueron a la “rebusca” de la aceituna. Los niños, que jugaban más que cogían, fueron tras una lagartija y, escarbando la tierra, encontraron una olla llena de monedas de plata y oro.

El padre se compró un campo de olivos, los niños fueron a la escuela y, cuando llegaba el tiempo de varear, siempre dejaban aceitunas en el campo para los rebuscadores.

Nos disponemos a salir de la Alameda escoltados por árboles centenarios, algunos con claros signos de los años cumplidos. De entre ellos, la imagen adusta del olmo que, como aquel que cantara Machado, muestra cada año la primavera de sus verdes retoños.

A UN OLMO SECO

Antonio Machado – 1875/1939

Al olmo viejo, hendido por el rayo y en su mitad podrido, con las lluvias de abril y el sol de mayo algunas hojas verdes le han salido.

¡El olmo centenario en la colina que lame el Duero! Un musgo amarillento le mancha la corteza blanquecina al tronco carcomido y polvoriento.

No será, cual los álamos cantores que guardan el camino y la ribera, habitado de pardos ruiseñores.

Ejército de hormigas en hilera va trepando por él, y en sus entrañas urden sus telas grises las arañas.

Antes que te derribe, olmo del Duero, con su hacha el leñador, y el carpintero te convierta en melena de campana, lanza de carro o yugo de carreta;

antes que rojo en el hogar, mañana

ardas en alguna mísera caseta, al borde de un camino;

antes que te descuaje un torbellino y tronche el soplo de las sierras blancas;

antes que el río hasta la mar te empuje por valles y barrancas, olmo, quiero anotar en mi cartera la gracia de tu rama verdecida. Mi corazón espera también, hacia la luz y hacia la vida, otro milagro de la primavera.

Y bien; prosigamos el paseo por las calles de la ciudad.

En primer lugar, la impronta del Pilar del siglo XVI, cuyo frontal contiene molduras de trazas barrocas, pero correspondientes al modernismo de finales del XIX, semejantes a las colocadas en la puerta de entrada a la Alameda. En él se inserta el escudo imperial (parte superior) que procede de las Carnicerías de la Plaza de S. Francisco (la parte inferior está en el Arco de los Dolores)

La Puerta del Ángel 44 es la única que queda del recinto fortificado de Jaén, excepción sea hecha del Portón de la Llana, en el lienzo que baja del Castillo a la Puerta de Martos, y del arranque de la Puerta Noguera, al principio de la Cuesta de la Alcantarilla.

Está conformada por arco de medio punto, sobre el que se encuentra el entablamento en el que, flanqueado por molduras barrocas y triglifos, se inserta una cartela con inscripción (la ciudad mandó hacer esta puerta siendo corregidor... año 1.64X) Sobre ella, un ático con hornacina, en la que hay una escultura de S. Miguel.

44 Puerta del Ángel (JD. L.J., 1946)

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La puerta se apoya por la izquierda en muro del segundo recinto murado, siguiendo los Adarves, y por la derecha en lo que fue tapia de la huerta del antiguo convento de los Jerónimos y, desde 1618, de las Franciscanas Bernardas. (LS. 1913)

Convento de las Bernardas: (extractado de D. Lope de Sosa, 1918, 24) 45

Se mandó construir en tiempos del Arzobispo de Toledo Bernardo de Sandoval y Rojas (de ahí el nombre de Bernardas) por el Prior de San Ildefonso, el después Obispo Melchor de Soria, una vez que los frailes Gerónimos (Isidorianos) y posteriormente los Capuchinos abandonaran el convento. El arquitecto pudo ser Sebastián de la Plaza.

Cuenta con interesantes pinturas de Angelo Nardi (Florencia, 1601), discípulo de Pablo Veronés, que vino a España como pintor de Felipe IV. Son suyos los cuadros del altar Mayor (Cristo en la Cruz, Santa Catalina, Santa Teresa)

El edificio está rodeado por muros que van desde el Portillo de San Jerónimo a la Puerta del Ángel.

La puerta que da a la calle es de orden dórico. Tiene sobre ella una imagen en piedra de la Purísima y a los lados los escudos del fundador de aquella casa, Melchor de Vera y Soria, que sirvió al también obispo de Jaén, después arzobispo, D. Bernardo de Sandoval.

La obra comenzó en 1618 y se terminó en enero de 1627...,y vinieron unas monjas de Valdemoro.

Tiene en su interior una urna barroca con un Ecce – Homo

EL ECCE HOMO DE LAS BERNARDAS

Miguel Moreno Jara nos cuenta bastante más extensa, esta leyenda que relato:

A finales del siglo XVII, vivía en la calle Llana una hidalga familia, a la que pertenecía doña Beatriz de Vargas, que era el ojito derecho de su abuelo, y que a pesar de su corta edad, fue prometida en matrimonio al Barón Arturo de Molina.

Un día, su abuelo murió repentinamente, lo que sumió a doña Beatriz en un profundo dolor, que a la postre le hizo renunciar al mundo, ingresando en el convento de las Bernardas, a pesar de que la familia trató de convencerla de lo contrario.

Cuando ya llevaba enclaustrada unos meses, comenzaron las obras de construcción del retablo mayor, y Beatriz observaba a través de la celosía cómo los carpinteros esculpían la madera con sus gubias, quedándose admirada y sintiendo tal vocación hacia esta forma de trabajo, que pronto empezó a practicar con gran éxito el modelado de la madera.

Con tal ímpetu creador, se propuso esculpir un Ecce Homo. Así lo hizo y, una vez policromado, resultó ser tan real, que la congregación se postraba ante Él de rodillas con verdadero fervor.

La belleza plástica y emotiva de este busto llenó el espíritu de cuantos lo vieron y no tardó en difundirse por el pueblo la piedad que suscitaba su contemplación, lo que motivó una peregrinación continua de buenas gentes y personas arrepentidas por aquel lugar.

Mientras tanto, el antiguo prometido de Dª Beatriz derrochó su fortuna y quiso contar con la de ella, para lo cual usó sutiles embustes con el fin de exclaustrarla. Sus rebuscadas frases de amor hicieron mella en la novicia que, a la postre, creyó las palabras del truhán y solicitó de la madre superiora tal exclaustración.

Con gran pena se despidió de sus compañeras y lloró al contemplar el milagroso busto; pero al salir de la Iglesia, escuchó: ¡Beatriz!, ¿Te vas y me dejas por ese hombre? Cuando volvió la cabeza, observó como aquel busto la miraba fijamente a los ojos, y se desmayó. Al despertar, decidió quedarse en el convento, profesando los votos de la Orden. Murió dos años después.

45 Iglesia d las Bernardas, JD.L.J., 1964

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En realidad, el Ecce Homo procedía del Convento de la Trinidad, y son muchos los que aseguran que de su boca entreabierta salieron palabras celestiales, y que emana un agradable aroma todos los días del año, excepto uno. (LS 1918) Ello es debido, según me acredita una hermana del Convento (2008), a que el busto está esculpido en madera de sándalo, sin poderme precisar qué día no emana ese olor.

Sí insiste en que el busto, originariamente tenía la boca cerrada y que, a partir del momento en que le habló a Beatriz (Leonor según ella), la dejó entreabierta.

Tomamos ahora el camino de la Calle Bernardas, calle eminentemente agrícola en lo antiguo. Allí vivió durante el siglo XIX un labrador, cuya esposa protagonizó un simpático episodio:

LA MUJER DE JUAN DEL HACHA:

Juan del Hacha era un labrador acomodado que vivía en la calle de las Bernardas. La mujer era limpia, hacendosa, de no más de 30 años, alta, fornida, ojos melados, pelo negro...

Entusiasmados con la visita que haría a Jaén la Reina Isabel II en 1862 y deseosos de agasajarla, tuvieron el pensamiento de que la mujer, vestida de gala ofreciese una mantilla encarnada a la Reina; pero como no la iba a llevar en la mano ni sobre objeto que desmereciese, pidió prestada una rica bandeja de plata, que le fue dejada con el encargo de que la cuidase y devolviera.

... Llegaron a Jaén las reales personas... La Real Sociedad Económica ofrendó el Romancero de Jaén... con recuerdos de leyendas... El Conde de Lipa, unas fotografías que él hizo del Santo Rostro... D. Francisco López Vizcaíno (tatarabuelo), el primer cuaderno de la obra “La Reina en Jaén”, relato de la visita regia, en su tipografía impreso y por él editado...

La mujer de Juan del Hacha entró en el Salón del trono despertando interés la lozanía de su hermosura, la modestia de su porte y la riqueza de su traje de pastira... La mujer se inclinó con una reverencia mal aprendida y le presentó la bandeja con la mantilla.

La Reina, castiza y popular, se dignó sonriente, coger con la mano izquierda la mantilla; mientras, un cortesano avanzó para recibir la bandeja, pero la mujer de Juan, recordando que no era suya, protestó airada con estas palabras llevando rápida la bandeja hacia sÍ: “¡No, la bandeja no!”

El pueblo, pronto le puso música a la réplica, y aquella misma noche, mientras la Reina presenciaba los fuegos artificiales en las laderas de la Senda de los Huertos, pudo oír: “La mujer de Juan del Hacha /a la Reina le llevó / una mantilla encarnada /¡pero la bandeja no!” (LS, 1920)

C/ del Capitán Bartolomé de Aranda:

Llamada así, porque en ella vivió aquel famoso soldado, cuya familia tenia su solar hasta el siglo XIV en Úbeda pero tuvieron que emigrar en tiempos del Condestable Rui López Dávalos... Durante el reinado de Carlos V se distinguió por su bravura, y en el de Felipe II, además, por su pericia y prudencia... Esta calle es la primera que hay a la derecha de la del Arroyo (T. Calvache) y desciende a la de las Bernardas... (LS, 1927)

Calle Reja de la Capilla

Con las limosnas de los fieles y con la ayuda de D. Alonso Suárez de la Fuente el Sauce, éste ordenó las obras de ampliación de la Iglesia, que consistieron en levantar un nuevo cuerpo al final de ella, en dirección hacia el lugar donde se detuvo la procesión. Al hacer este cuerpo, la primera Capilla de Nuestra Señora, que ocupaba el espacio comprendido entre el principio del Presbiterio y el fondo de la Iglesia (LS,

1918), quedó dentro de él, ocupando ahora lo que es el ángulo izquierdo, al fondo de la Iglesia actual, dándose entrada especial al Santuario por la puerta que se ve en la Calle Rejas de la Capilla (LS, 1929), en cuyo vano se colocó a mediados del pasado siglo, un mosaico del catalán Santiago Padrós (1918-1971) alusivo al descenso.

La portada, de estilo gótico, tiene en su centro y sobre el arco rebajado, una moldura en forma de vejiga de pez, y en el centro, sobre la cabeza de un ángel, una escultura en piedra de Nuestra Señora, coronada por dos ángeles. En los ángulos superiores del molduraje que encuadra el monumento, hay dos escudos gemelos del Prelado. El blasón representa el pilar de una fuente hexagonal, y dentro de él, un sauce.

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Para que la venerada imagen pudiera ser vista a todas horas desde la calle, el Obispo Suárez mandó abrir un hueco con una reja, entre la portada y el contrafuerte de la esquina, del cual aun quedan huellas visibles... (LS, 1929)

LA PROCESIÓN CELESTIAL: (LS 1913, 18, 23, 29)

En la época de la procesión celestial, el arrabal era inseguro. La contracerca que pusieron los cristianos tras la conquista que iba desde la Puerta Noguera hasta el Campillo de S. Antonio (actual Plaza de los Jardinillos), pasando por Adarves Bajos, Puerta del Ángel, Portillo de San Jerónimo y Puerta Barrera, era traspasada con relativa frecuencia por los moros; pero tras la llegada de la Virgen, nunca más fueron rebasadas.

Martín Ximena Jurado (1615-64) relata cómo en la primera mitad del siglo XV, los moros hacían incursiones esporádicas en Jaén. La visión de unos testigos en la noche del 10 de junio de 1430 (habían despertado por causas diversas como ruido, sed, ladridos, etc.) fue analizada por el Obispo de la Diócesis, Gonzalo de Zúñiga (el obispo soldado), quien después de oírlos, interpretó que la Virgen ampararía a las tropas cristianas.

Por su parte, Ximenez Patón describió a principios del siglo XVII, el inicio de la Procesión desde el interior de la Catedral y dice: “... La cual procesión iba hacia la Capilla de San Ildefonso, y habían salido de la Santa Iglesia Mayor... donde dicen que vieron que, a la imagen de Nuestra Señora (de la Antigua) que está en el Retablo principal entre la custodia y Verónica, la que había venido del cielo le dio muchos besos y abrazos”

Se trata de historia y no de leyenda, pues existen numerosos documentos de la época que lo acreditan. Así lo transcribe D. José Chamorro en su “Guía artística monumental de Jaén”, recopilando lo trascrito por Cazabán en su revista “Don Lope de Sosa”

"El día 10 de junio de 1430, poco antes de la media noche, en medio de una claridad maravillosa, no de candelas, sino celestial, bajó la calle Maestra del Arrabal (C/Ancha), siguió por detrás del cementerio (Plaza San Ildefonso) y llegose hasta las espaldas de la Capilla un maravilloso cortejo.

Lo abría siete cruces que llevaban mancebos barbirrapados; un grupo de personas con trajes talares; una dueña más alta que todos, que, pareciendo estar en estrado o trono, caminaba de su pie, llevando en su brazo derecho un niño; un hombre a su lado, muy semejante a la imagen de San Ildefonso en el altar de su Iglesia, y a su otro lado una dueña; dos centenares de hombres y mujeres y cien guerreros armados, haciendo sonar las armas. Blancas las vestiduras de mancebos, de hombres, de mujeres, de la dueña y del santo. Blanca la falda de la Señora y la toca y la diadema, en la que brillaba divina pedrería. Blanco el Niño, y blancos los pañales. La procesión blanca, defendida por los armados de la fe, pasó por las calles solitarias. A espaldas de la capilla de San Ildefonso, en el Altozano, se detuvo la procesión y, era tanta la gente que en la procesión venía, que el Altozano estaba lleno.

Había en el muro de la Iglesia un altar revestido de paños blancos y rojos al que iluminaba la luz celestial que despedía el cortejo; luz que daba a las casas y a los tejados de ellas, claridad de medio día. La divina Señora ocupó un sitial brillante y reluciente como plata y sentáronse, a izquierda y derecha de ella, las mujeres y los hombres que daban compañía. Y otros hombres permaneciendo en pie, cantaban loando a la Reina de los Cielos. Y el hombre que a San Ildefonso semejábase, mostraba abierto un libro ante los ojos de aquella Señora, de cuyo rostro y del de su Hijo, hacía claridad que no era de sol, ni de luna, ni de candelas, sino resplandor nunca visto.

En punto de la media noche, las campanas de la torre de la Catedral y las de San Ildefonso, San Bartolomé, San Lorenzo, Santa Cruz, San Andrés, San Miguel y la Magdalena, tocaron a Maitines. El muro y los contrafuertes de la Capilla de San Ildefonso mostraron de nuevo la pátina oscura de sus piedras, y las calles del Arrabal quedaron otra vez en el seno de las sombras.

Al día siguiente del Descenso de Nuestra Señora, refirieron visto el milagroso suceso, Pedro, hijo de Juan Sánchez (casero de la mujer de Raúl Díaz de Torres), y Juan, hijo de Usanda Gómez, los cuales dormían en casa de Alonso García, a espaldas de la Iglesia; María Sánchez, mujer de Pedro Hernández, moradora en la calle Maestra del Arrabal, y Juana Hernández, casada con Aparicio Martínez, que habitaba cara al cementerio del templo.

El honrado y discreto varón Juan Rodríguez de Villalpando, Bachiller en Decretos, Provisor, Oficial y Vicario General del Obispado, por el muy Reverendo Don Gonzalo de Zúñiga, Obispo de Jaén, hizo comparecer a los que vieron el prodigio, ante los Notarios Juan Rodríguez... el 13 de junio de 1430, haciendo información de la cual se guarda una antigua copia en el Archivo de la Virgen.

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Una de las noches siguientes, los moros prepararon una emboscada, penetrando en el Arrabal, más los vecinos les salieron al paso y los derrotaron y pusieron en fuga, y desde entonces no volvieron más”

Ximena Jurado, concluye el relato de la Procesión Celestial diciendo: “Comenzaron luego los fieles a venerar aquel sitio... y por mandato del santo obispo Gonzalo de Zúñiga, se edificó en él una pequeña Capilla en la parte donde paró la Procesión y se hizo un altar donde se colocó una imagen muy antigua de Ntra. Señora que estaba en uno de los altares de San Ildefonso a la que, por haberla puesto en esta Capilla, le dieron este nombre para diferenciarla de las demás Imágenes de Nuestra Señora que había en la ciudad de IAEN.” 46

Continua diciendo que, en 1600 se trasladó el altar desde la espalda del Sagrario a la actual capilla, guardada por costosísima reja con el escudo del obispo Sancho Dávila. (LS, 1913)

Dejamos a la imaginación del lector otro origen de la leyenda.

En memoria de este favor y desde entonces, todos los días 11 de junio (San Bernabé) se hace una procesión desde la Catedral a esta Capilla por las calles por las que paseó la Virgen, y en la que participa tanto el Cabildo Eclesiástico, como el Seglar.

A decir de Cazabán (LS, 1913), La primitiva talla de la Virgen era de madera, con el ropaje decorado en dorado, de una altura de tres palmos (0,70 metros) La espalda está serrada y sin decoración alguna, como de haber estado apegada completamente a un retablo o muro. Los pliegues del ropaje denotan una escultura gótica, un poco anterior a la fecha en que se colocó en la Capilla. El niño forma parte de la talla de la imagen, aunque pudiera ser que en principio no tuviera Niño; prueba de ello es que tiene el pie derecho adelantado (se entiende que se adelanta el pie sobre el que se ejerce la carga y, en este caso, el peso está en el lado izquierdo)

Por otra parte, la mano derecha, más antigua que la izquierda, está cerrada, en hueco, como si sujetara el mango de un objeto. El rostro es moreno oscuro muy brillante, y que el darle este título... “de la Capilla”, parece que nació de no tener otro ninguno esta imagen, y así entonces los fieles decían: Vamos a visitar a la Imagen que está en la Capillita o Capilla, de donde se quedó el nombre de Nuestra Señora de la Capilla (LS,

1913)

La Virgen que hoy se venera, en poco se parece a la primitiva, cuya imagen se puede contemplar en el mosaico puesto en la fachada norte en 1930 con motivo del V centenario de su aparición, pues esta Virgen siempre fue negra y así quiso seguir siendo cuando D. Luis Contreras, Gobernador de la Cofradía, la trasladó una noche en secreto a la casa de un pintor para que refrescase el rostro que por la antigüedad, apréciale de menos hermoso color; mas al intentar el artista que el paso de los pinceles cambiasen el tono moreno de la faz de la Señora, la pintura antigua rechazaba la adherencia de la nueva y los colores permanecían frescos, y al tocarlos, se volvía a descubrir el que la Virgen tenía, sin haber logrado cambiarlo (LS, 1929)

Independientemente de la apariencia de la Virgen y de su origen, lo cierto es que, desde aquel día, los jiennenses nunca más temieron los ataques sarracenos.

Prueba evidente de ello es el hecho que acaeció cierta mañana de San Juan a un grupo de mozos y mozas de la ciudad que bajaron en romería hasta el río, y que se recoge en la leyenda de

LA MANTILLA COLORÁ (LS, 1923)

Almendros Aguilar relató el origen de esa toca típica jiennense. Así lo recogía Cazabán en la revista D. Lope de Sosa:

46 Virgen de la Capilla (JD. L.J., 1960)

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“Damas y galanes bajaron al río, el día de San Juan. Cuando los caballeros corrían y jugaban cañas, los moros, que en celada hallábanse, fueron a robarles las damas; y al defenderlas los nuestros, hubo sangriento combate. Las gumías se clavaron en los pechos de muchas de ellas y la sangre enrojeció sus tocas blancas, y en recuerdo de aquel día y de aquel suceso llevan en Jaén las hembras encarnada la mantilla”.

Añade Cazabán que, si bien las tocas en Jaén eran blancas para moras y cristianas, a partir de la conquista de Granada éstas cambiaron el color por el rojo para diferenciarse socialmente de las moras.

Plaza de San Ildefonso. (1) (2) (E) (LS) (+)

El origen de este barrio se remonta a 1248: Resulta que la Catedral estaba obligada a tener cementerio, pero sus muros sur y este estaban constreñidos por a la muralla, lo que decidió ponerlo un poco más abajo. Así, en el año indicado se construyó la capilla y el cementerio de San Ildefonso.

Maltrecha por el bombardeo de 1936, la plaza fue remodelada en 1957, dotándola de unos jardincillos y una Inmaculada obra de Amadeo Ruiz Olmos.

El templo, por fuera casa fuerte, fue en su inicio románico de transición al gótico (parte delimitada por contrafuertes circulares)

La portada principal de Ventura Rodríguez (1776) es neoclásica, adintelada, con rosetón, y delimitada por dos pares de medias columnas adosadas de orden compuesto que sostienen el entablamento.

El frontón contiene el escudo del obispo Fray Benito Marín, y sobre él, a la altura del muro, se encuentra la imagen de San Ildefonso escoltada de flameros neoclásicos. A su derecha hay una torre ornamental de dos cuerpos, sin campanas.

La portada norte (manierista -Serlio-) que daba al cementerio, fue realizada por Vandelvira, aunque su factura puede atribuírsele también a Francisco del Castillo el Mozo. 47

Sustituyó a la anterior, de estilo gótico. Su arco de medio punto con ángeles en las enjutas, se enmarca entre estípites que sostienen el entablamento. Sobre él, un añadido renacentista nos muestra la imposición de la casulla a San Ildefonso y, en su tímpano a Dios Padre.

Dicha portada está enmarcada por contrafuertes medievales (románico de transición); sobre uno de ellos se encuentra la efigie del ladrón ajusticiado por robar a la Virgen.

Cerca de la calle Rejas de la Capilla, y en el cuerpo añadido por el Obispo D. Alonso Suárez, se abren dos ventanas ojivales con modernas vidrieras, que nos dejan ver al fondo el camarín y la talla de la Virgen. Sobre las ventanas, alero sostenido por zapatas.

Andrés de Vandelvira, el gran arquitecto, expresó su deseo de ser enterrado en la Capilla de Santo Elifonso... vestido con el

hábito de la hermandad de “La Vera Cruz” (LS - 1918)

HISTORIAS / LEYENDAS DE SAN ILDEFONSO:

Además de la ya relatada “Procesión Celestial”, existen dos más:

EL HOMBRE QUE ROBÓ A LA VIRGEN (4) (E)

En el tejado de la fachada norte del Templo, sobre el contrafuerte derecho, hay una cabeza que dicen ser de diablo. Su historia / leyenda es la siguiente:

47 Iglesia de San Ildefonso (JD.L.J., 1961)

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Un joven cordobés de buena familia quiso expoliar las joyas de la Virgen de la Capilla; para ello quedó escondido en la iglesia y cuando salieron todos los fieles y cerraron la puerta, se dispuso a hacer su tarea. Se dirigió al camarín de la Virgen y le rezó un Ave María para que se le fuera el remordimiento que sentía; pero aun así no soportaba su mirada, por lo que decidió ponerle un velo por encima de la cabeza, y así poder robar las joyas.

Cometida esta felonía con nocturnidad, surcó los campos con la intención de poner leguas de por medio, pero cuando amaneció, sólo había llegado hasta “Los Villares” (a escasas 2 leguas) Allí se cundió la noticia del robo antes de que él llegase con su saco y, como viesen sospechoso el hato que llevaba, fue aprendido y de vuelta a Jaén, juzgado y sentenciado a muerte, a pesar de las súplicas y promesas económicas de sus padres.

Así pues, la cabeza fue puesta en un palo, en el tejado del Templo, para ejemplo del pueblo. Cuando los carroñeros se la comieron, pusieron la de piedra para que no quedase olvido de cómo se pagaba semejante sacrilegio para con la Virgen.

SAN CRISTÓBAL (Varias pág. Internet) (E)

En el testero situado a los pies del templo, en su parte derecha, se encuentra un gran cuadro de aproximadamente 8 metros de altura, datado a principios del siglo XIX. Representa a un gigante con el Niño a cuestas, en medio de un río, apoyándose a modo de bastón sobre una palmera.

La leyenda cuenta que este gigantón llamado Offerus, apenas tuvo uso de razón se marchó de su hogar porque quería servir al rey más poderoso de la Tierra. Cuando lo encontró, le pidió ser su servidor. El rey lo aceptó, pero un día notó que éste le tenía miedo al diablo y Offerus, decepcionado, le dijo: «Si temes al Diablo es que no eres tan poderoso como él”; por tanto lo dejó y partió.

Después de muchos días de búsqueda se encontró con una tropa de jinetes pintados, enfurecidos, con enormes espadas y hachas. El jefe se dirigió a Offerus y le dijo: “¿A quién buscas?” «Busco al Diablo para servirle», dijo. El jefe afirmó: “Yo soy, sígueme”. Lo siguió, pero un día notó que el Diablo evitaba pasar por delante de una cruz que había en el camino y le preguntó: «¿Por qué evitas la cruz? » “Porque temo a Cristo” contestó el diablo. Entonces le dijo: «Si temes a CRISTO, es que eres menos poderoso que él; en tal caso, quiero entrar al servicio de Cristo». Offerus continuó solo su camino en busca de su nuevo jefe.

Encontró a un ermitaño y le preguntó cómo podría encontrar a CRISTO. El ermitaño le respondió: “sígueme”, y cogiendo la mano de Offerus, lo condujo a través de un dificultoso camino hasta la orilla de un impetuoso torrente de agua, y le dijo: «Los pobres que intentaron cruzar estas aguas se ahogaron; quédate aquí y traslada a la otra orilla, sobre tus hombros, a aquellos que te lo pidieren. Si haces esto por amor a CRISTO, Él te admitirá como su servidor». Entonces Offerus se construyó una casita en la ribera del río y comenzó a transportar a los viajeros pobres que se lo pedían.

Cierta noche, dieron tres golpes a su puerta y oyó la voz de un niño que lo llamaba. Se levantó, subió al niño sobre su espalda y penetró en el torrente. Al llegar a la mitad, vio cómo el torrente se enfurecía. De pronto las olas aumentaban y amenazaban con derribarlo. Offerus aguantaba lo mejor que podía y viendo que el niño se hacía cada vez más pesado, tuvo que recurrir a su bastón para no hundirse. Temiendo que el niño se ahogara, lo miró y le dijo: «Niño, ¿por qué te haces tan pesado?, parece como si transportara al mundo». El Niño, con su bola en la mano, le respondió: «No solo transportas el mundo, sino a aquel que lo hizo. Yo soy CRISTO, tu Dios y señor, y en recompensa a tus buenos servicios, en adelante te llamarás CRISTO-BAL que quiere decir “portador de Dios”

Cruzamos hacia la C/ Ignacio Figueroa (La Pontezuela)

El Catálogo Monumental de Jaén hace referencia a una casa de 1890 con fachada de piedra, ladrillo rojo y herrajes en los balcones. ¿?

El primitivo nombre le fue dado por una especie de puente que tuvieron que colocar para salvar la arroyada de aguas comunes que discurrían por el margen derecho de la Carrera. Fue en 1914 cuando adquirió la actual denominación para distinguir el carácter filantrópico del titular. (1)

Dicen que aquí reventó el lagarto, llegando su piel hasta la pared de San Ildefonso.

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Relata Manuel López Pérez en su libro “El viejo Jaén”, que el día de la Divina Pastora48 se juntaron en una taberna de esta calle tres cofrades hartos de vino apodados “El Melones”, “Panzarrana” y “Trespelotas”. Decidieron encerrarse en una habitación y allí, después de tirar la llave por la ventana y apagar el candil de un porrazo, darse de navajadas en absoluta oscuridad. Cuando la Guardia Civil pudo derribar la puerta, estaba uno de ellos con la faca clavada en la garganta; lógicamente, murió unos días después. (1)

Hay quien dice que en ese preciso día se escuchan aterradores gritos de pelea a eso de la media noche, en el lugar donde estuvo la taberna. (A)

La verbena se suprimió en 1914.

Después de cinco jornadas, podemos sentirnos conocedores de los entresijos básicos de la historia de este pueblo, de sus leyendas, de sus gentes, de su magia...

Como el neófito que se ha preparado para entrar en la orden del conocimiento, hemos balbuceado en las cuestiones físicas y metafísicas que dotan a Jaén de ese especial encanto que se muestra precisamente con este incipiente conocimiento. Ahora nos toca profundizar a cada uno por nuestra cuenta para llegar a conocer realmente a esta gran desconocida. Una ciudad denostada, maltrecha, masacrada en su patrimonio pero que, sin duda, estuvo, está y estará envuelta en ese halo de magia y misterio que hace llegar a sus moradores.

Matías D. Ráez Ruiz

Casa solariega de los Alcázar en la Plaza del Mercado (Las Palmeras) Por sus cuatro torres dio nombre a la calle con la que linda. (JD.L.J.)

48 La Divina Pastora (JD.L.J. 1961)

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Escudo de Jaén (JD. L.J.)

Enrique IV en 1465 y 1466, confirmó las gracias dadas por Enrique II en 1369 y añadió: Que Jaén pudiese tener una corona real sobre su escudo de armas, que son cuatro cuarteles lisos, primero y último de oro, y los otros de color rojo y por orla castillos y leones; que se nombrase Muy Noble y Muy Leal Ciudad, Guarda y defendimiento de los Reinos de Castilla... que hubiese casa de Moneda y que las monedas, paños y otras cosas de esta ciudad se llamasen jaencianas... (LS, 1922)

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OTRAS HISTORIAS Y LEYENDAS DE JAÉN

LA CÁMARA DE LAS ESTATUAS. (Cuento) (4) (E) (Wikipedia)

"En los primeros días había en el reino de los andaluces una ciudad en la que residían sus reyes y que tenía por nombre Lebit, o Ceuta, o Jaén". Así comienza Jorge Luis Borges su relato sobre un castillo en Jaén cuya puerta nunca se abría.

Cada vez que un rey moría, se añadía un nuevo cerrojo, hasta contar 24, uno por cada rey; pero un mal hombre que pese a no poseer sangre azul logró coronarse rey, a la muerte del anterior abrió la puerta en vez de añadir un nuevo cerrojo, a pesar de las riquezas que le ofrecieron para disuadirlo.

Se encontró con una sala repleta de estatuas de guerreros en fieras posturas. En una inscripción al fondo se podía leer: "Si alguna mano abre la puerta de este castillo, los guerreros de carne que se parecen a los guerreros de metal de esta sala, se adueñarán del Reino".

Ese mismo año entrarían los musulmanes en España al mando de Tariq y matarían al rey Don Rodrigo. (José Luis Borges: Historia Universal de la Infamia)

Otra leyenda atribuye al Conde Don Julián el hecho de que los árabes entraran en España, y ello, bien por vengarse del rey Don Rodrigo que había deshonrando a su hija La Caba, o por cooperar con el Conde Aguila II, sucesor de Witiza, asesinado por aquel Rey.

El caso es que los seguidores de Witiza, al mando de D. Julián, se aliaron con los árabes para conquistar la parte de España que estaba en poder de D. Rodrigo. Al final, ya sabemos quien ganó, aunque nosotros ganásemos después su cultura.

FRAY JUAN DE LA MISERIA vino a Jaén a adorar el Santo Rostro: (LS, 1927–30)

Palma y Camacho, en su libro Noticias del Santo Rostro, dice que... Fr. Juan de la Miseria fue uno de los dos primeros que se asociaron a Santa Teresa de Jesús para la Reforma Carmelitana, y que “yendo un día a oír misa en Palencia, se encontró con un viejo de rostro venerable y le comenzó a hablar con tanto espíritu y suavidad que el hermano hizo concepto en su interior que era Santo. Díxole entre otras cosas que fuese a ver la Santa Verónica en Jaén, que él le acompañaría en el camino.

Saliendo con gusto al viaje, al punto que llegaron a la Ciudad, no vio más al compañero. Vino pues a Jaén, visitó la Santa Verónica y se refugió en una cuevezuela junto a una ermita que había en Río-Cuchillo, de donde salía los domingos para venir a la ciudad, donde oía Misa, recibía los Santos Sacramentos y pedía alguna limosna para sustentarse.

El hermano Juan de la Miseria fue uno de los primeros Religiosos que se sumaron a Santa Teresa para llevar a cabo la reforma de la Orden... y fue autor del único retrato de la Doctora, que tenía entonces 61 años... La Santa no salió muy favorecida, dando las gracias a Fray Juan por “pintarla fea”...

EL SEÑOR DE LOS TRES HUEVOS (CRISTO DE BURGOS, O DE LAS TRES POTENCIAS) (Internet

– ujaen - E)

En la calle García Requena, más conocida por Recogidas, se encontraba la hornacina del Cristo de Burgos, de las tres potencias o del Señor de los Tres Huevos

Cuentan que un anciano fraile pidió albergue en una casa de aquella calle y sus propietarios, muy pobres, sólo le pudieron ofrecer para comer tres huevos. Al amanecer el fraile había desaparecido, los huevos estaban intactos y en la pared había un crucifijo.

EL CRISTO DE CHARCALES O DEL ARROZ

Hoy parece claro que el Cristo de Charcales es el que se venera en la Fuente de la Peña, y el de Chircales el venerado en la cercana población de Valdepeñas; pero hace cien años, el cronista oficial de la provincia, Alfredo Cazabán, afirmaba que el de Jaén también se llamaba Cristo de Chircales (de chirca o encina, árbol sagrado) y era una copia del de Valdepeñas.

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Antes se denominó Cristo de la Peña, pero desde finales del XIX paso a llamarse de Charcales.

Le construyeron una ermita en el lugar en que estuvo la antiquísima ermita de la Virgen de la Peña (siglo XVI), por cuyos andurriales corría osos el Condestable Iranzo. (LS 1918)

Se celebra romería en su honor el segundo domingo de mayo, y aún hay muchos jiennenses que van hasta la ermita para venerar al Cristo, y después, degustar una riquísima paella “caldosa”, mientras suenan los tamboriles y las banderas ondean impulsadas por los brazos de jóvenes cofrades.

Tres leyendas han perdurado hasta nuestros días, que relatadas por diversos cofrades y contrastadas con varias páginas de Internet, vienen a decir:

Una cuenta que en los primeros años del siglo XVII, Jaén sufría una epidemia de cólera, y que unos campesinos encontraron en aquel lugar, flotando sobre un charco, una tabla en forma de cruz con la imagen de Cristo. Tras implorarle el fin de la epidemia y, desaparecida ésta, se edificó una ermita en la Fuente de la Peña.

Más reciente es la que refiere que un soldado que perdonó la vida a un moro durante la guerra de Marruecos a principios del pasado siglo, recibió en prueba de gratitud el conocimiento del lugar en que sus antepasados escondieron un tesoro. Al regresar a Jaén no lo encontró, pues el médico que leía las cartas de su madre, se anticipó, aunque fue castigado por la Virgen dejándolo en la ruina.

La más oída cuenta que un ladrón aprovechó la ausencia en su casa de un anciano artesano, para entrar a robar, matando además a su esposa.

Los hortelanos, viendo al anciano viudo y sin dinero, hicieron una colecta y con su importe le compraron un pequeño huerto junto a la Fuente de la Peña.

Estando en él, cayó una gran tormenta y al asomarse a la huerta para ver los destrozos, comprobó que estaba intacta, descubriendo en un gran charco una cruz de madera con la imagen de Cristo, lo que puso en conocimiento de sus vecinos, que tampoco sufrieron daño alguno, considerándolo un milagro del Señor.

Al regresar los hortelanos de la casa del artesano, vieron en el suelo a una persona a la que había alcanzado la chispa de un rayo, comprobando absombrados que la bolsa que tenía en la mano era la que le robaron al viudo, mas al devolvérselo, éste quiso que el dinero se emplease en la construcción de la ermita del Cristo de la Peña.

Cristo de la Luz en C/. Muralla (JD. L.J., 1915)

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OTROS CUENTOS DE JAÉN (A)

Como aportación personal, he insertado en este libro varios relatos para dar “sentido” a ciertas leyendas, aun cuando se basen en las mismas o en datos históricos aislados.

Así, son creaciones “Almas errantes en el Hospital San Juan de Dios”, “El fantasma de la mora del Palacio de los Reyes Moros”, “La mona de la Catedral”, y otras aportaciones identificadas con la llamada “(A)”

La que relato a continuación, está fuera de los paseos establecidos.

DOS SANTOS EN LA LOMA DEL ROLLO (Cuento) (A)

Hace muchos años, venía un arriero hacia Jaén montado en su borriquilla, con el fin de visitar a su hermano que vivía en una casa próxima a la ermita de Santo Elifonso, pues le había prometido un buen trabajo.

Ya cerca de la ciudad, se dispuso a tomar el camino Real que, cruzando las Lagunillas y las Eras de Belén, llegaba hasta la Puerta Barrera, y apenas hubo alcanzado el Cerrillo de la Misericordia, observó que delante de él y en la misma dirección, caminaban dos personas que parecían ser peregrinos.

En ese momento, el animal se puso a rebuznar y a sentirse desinquieto, frenando su trote y tomando querencia por la parte derecha del camino, saliéndose incluso de él por este lado.

El arriero, que a punto estuvo de caer al suelo, procuró seguir el instinto de la burra, lo que le hizo desviarse algo más abajo, por lo que hoy es la calle Perpetuo Socorro, para salir a Obispo Alonso Suárez, y desde allí, subir nuevamente hasta la de Santo Tomás, retomando el camino principal que discurría por las eras de Belén.

Allí volvió a pararse la pollinica y no hubo forma de hacerla andar. Entonces. le vinieron a salir los dos peregrinos de apariencia venerable que antes viera en el Cerrillo; uno acompañado de un chucho, y el otro con un bastón largo a modo de báculo.

El que iba acompañado por el perro le dijo:

- Toma este frasco de agua bendita y derrámala sobre la primera puerta que te encuentres cerrada, pidiéndole al Señor salud para cuantos estén detrás de ella.

El viajero, un tanto extrañado, tomó el frasco sin más y montó nuevamente en su pollina que, con trote alegre, emprendió el camino de la Puerta Barrera; mas cuando hasta ella llegó, se la encontró cerrada; entonces descabalgó y la golpeó para que le abriesen.

Desde lo alto se asomó un soldado y le dijo que las puertas de la ciudad estaban cerradas porque se había declarado una epidemia de peste, y nadie podía entrar. Recordó entonces el encargo que aquel santo varón le había dado y, sin pensarlo dos veces, vertió el bendito líquido sobre la puerta, al tiempo que pronunciaba la oración pidiendo al Señor salud para cuantos estuviesen detrás de ella.

Acto seguido, volvió al lugar en que encontró a las venerables personas, pero estando ya oscuro el camino, cayó la borriquilla y no pudo levantarse por la grave herida que se hizo.

Apareció entonces uno de los dos varones acompañado de su perro que, adelantándose a su amo, se acercó hasta el animal para lamerle la herida.

- Quédate con nosotros y comparte nuestra comida, le dijo aquel hombre. Mañana podrás entrar a la ciudad montado en tu burra.

- No puedo entrar, les contestó, pues hay peste en la ciudad; y menos montado en esta borriquilla que tendré que sacrificar para que no sufra.

- El animal está ahora tranquilo, dijo el que llevaba báculo. Cena y descansa, pues mañana tendrás que emplear tus fuerzas en abrir la puerta.

Así lo hizo el arriero, pero cuando despertó, ninguno de los dos estaba.

Más sorprendido quedó cuando vio que su burra estaba en pie, pastando la hierba fresca del camino.

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Montó en ella, y sin tener que dirigirla, tomó el camino de la Puerta Barrera que permanecía cerrada, y puesto frente a ella, empujó las dos pesadas hojas de la misma, abriéndose a su empuje como si fuesen de papel más que de gruesa madera.

¡El pueblo está sanando!, comentaba la gente con emoción, y dando gracias al Señor.

El arriero llegó a casa de su hermano y, tras los saludos y abrazos pertinentes, le comentó lo acaecido en la tarde anterior y esa misma mañana.

Inmediatamente se fueron a ver al capellán de la ermita, quien lo puso en conocimiento del Obispo. Éste llamó al arriero y le preguntó si conocía el nombre de aquellos santos varones.

- Dijeron llamarse Roque y Nicasio, Excelencia.

Este cuento no es el origen de la ya desaparecida ermita que, bajo la advocación de esos santos, se levantó en el imaginario lugar en que la burra paró; pero no deja de ser curioso el hecho de que en la actual iglesia de Belén y San Roque, que vino a sustituir el culto de aquella ermita, se venere a Jesús entrando en Jerusalén sobre una borriquita. (A)

….. / …..

• Mejor un buen libro que una borrachera en el “botellón”

• El respeto a los demás y a sí mismo, es el fundamento de un futuro en paz.

• No votéis a los políticos que permitan la denigración de la persona.

• Aunque se rían de vosotros, no os dejéis arrastrar por los viciosos. Vosotros os podréis reír de ellos el día de mañana, pero no lo haréis porque seréis personas libres y valoraréis el respeto y la cultura.

….. / …..

LAUS DEO

Calle de la Cuna (JD. L.J.)

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ROMANCE MORISCO DEL SIGLO XV (anónimo)

TRES MORILLAS ME ENAMORAN EN JAÉN:

AIXA, FÁTIMA Y MARIÉN.

TRES MORILLAS TAN GARRIDAS

IBAN A COGER OLIVAS

Y HALLÁBANLAS COGIDAS EN JAÉN:

AIXA, FÁTIMA Y MARIÉN.

Y HALLÁNBALAS COGIDAS

Y TORNABAN DESMAÍDAS

Y LAS COLORES PERDIDAS EN JAÉN:

AIXA, FÁTIMA Y MARIÉN.

TRES MORILLAS TAN LOZANAS

IBAN A COGER MANZANAS

Y HALLÁNBALAS TOMADAS EN JAÉN:

AIXA, FÁTIMA Y MARIÉN.

UNA A UNO Y UNO A UNA

SE QUIEREN BIEN

AIXA, FÁTIMA Y MARIÉN

HIMNO A JAÉN

(Letra de Federico Mendizábal Lavin Música de Emilio Cebrián Ruiz)

ERES HAREN CON LUZ DE SOL, EN QUE CAUTIVO SE DESHOJA EL CORAZÓN.

ES TU MUJER RADIANTE FLOR, GENTIL SULTANA FAVORITA DEL AMOR.

EN TU OLIVAR SOÑÉ POR TI, CON LUZ DE LUNA JAENERA SER FELIZ.

Y DESPERTAR CON ESA LUZ, A MI PASTIRA JUNTO AL MONTE DE LA CRUZ.

BELLA CIUDAD DE LUZ QUE TIENES CUANDO MIRAS,

EL CORAZÓN Y EL SOL, RENDIDO A TUS PASTIRAS.

SULTANA TU MUJER, QUE AL DESPERTAR UN DÍA

SE HIZO CLAVEL DE AMOR AL SOL DE ANDALUCÍA.

ALCEMOS BAJO EL SOL, COMO UNA ANTORCHA EL CORAZÓN.

LA TIERRA DE JAÉN, ABRE SUS BRAZOS DE MUJER.

BELLA CIUDAD DE LUZ QUE TIENES CUANDO MIRAS,

EL CORAZÓN Y EL SOL, RENDIDO A TUS PASTIRAS.

SULTANA TU MUJER, QUE AL DESPERTAR UN DÍA

SE HIZO CLAVEL DE AMOR AL SOL DE ANDALUCÍA.

¡VIVA JAÉN!

BAILE TÍPICO: EL BOLERO DE JAÉN

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LEYENDAS DEL SANTO REINO

Recopilación, adaptación y recreación, Matías D. Ráez Ruiz Macías “El enamorado” (Arjonilla) LS 1913

La Revista D. Lope de Sosa, recogiendo lo publicado por Gonzalo Argote de Molina, nos viene a decir:

D. Enrique de Villena, Maestre de la orden de Calatrava tenía a su servicio al trovador Macías. Éste se enamoró de una doncella que también servía a D. Enrique, siendo el amor correspondido.

Aunque estos amores fueron llevados en secreto, el Maestre aprovechó la ausencia de Macías para casar a la doncella con un noble de Porcuna, mas enterado de este hecho y de que su dama seguía de él enamorada, continuó su romance con el mismo sigilo.

Al cabo se enteró el marido pero, no atreviéndose a matarlo por ser protegido del Comendador, lo puso en conocimiento de éste quien, tras reprenderlo, le prohibió todo trato con la esposa del noble.

Como quiera que Macías no cejase en su empeño, el Maestre, para salvarle la vida, lo mandó preso al castillo de Arjonilla.

Aun así, éste manifestaba públicamente desde la ventana del castillo su amor por aquella dama, lo que le valió la muerte al ser alcanzado por la lanza que le arrojara el noble de Porcuna que por allí pasaba, siendo enterrado en la capilla del casillo.

Las monjas demoledoras (Úbeda) LS, 1914

Juan Vázquez de Molina, secretario de Felipe II, dispuso la construcción de un Convento llamado de la Madre de Dios, para las monjas de su linaje, reservando unas habitaciones para su retiro y el de su esposa (Luisa Carrillo de Mendoza)

Tras la muerte del matrimonio, sus sucesores abandonaron el edificio y las monjas ocuparon aquellas habitaciones; pero denunciadas por otro sucesor, tuvieron que dejarlas nuevamente.

El 21 de junio de 1730. D. Pedro de Villena y Chaves, que ocupaba aquellas habitaciones con su familia, escucho un gran ruido: Las monjas, provistas de herramientas, derribaban los tabiques e invadían las habitaciones de Villena, sin cejar en su actitud por mucho que las increpasen y amenazasen incluso de excomunión.

La priora con un cruz alzada y las monjas con velas encendidas, paseaban por las habitaciones conquistadas. Viendo la tozudez de las religiosas, Villena optó por trasladar sus muebles a un piso bajo, pero el día 24, las monjas repitieron la invasión a ese piso, obligando a Villena a poner sus muebles en la puerta de la calle.

Fueron denunciadas al Nuncio de Su Santidad, que mandó los antecedentes al Concilio; pero como quiera que no hubiese respuesta, las monjas quedaron en posesión de todo el edificio.

Virgen y castillo de Tíscar: Manuel Muro García, LS, 1914

Según la tradición, San Isicio, obispo de Carcesa, hoy Cazorla, trajo en el año 35 las imágenes de Tíscar y de la Fuensanta, pero con la invasión árabe, los cristianos se retiraron con aquellas imágenes a las fortalezas de Tiscar e Iznatorafe, en las que adquirieron gran celebridad por sus milagros

Entregada la villa de Quesada en 1309 a Fernando IV, se emprendió la conquista del castillo de Tiscar, siendo su hijo, el rey D. Pedro, quien la consumara en 1319:

Salió el rey de Úbeda con un gran ejército y puso sitio al castillo, pero pasaban los días y no lograban someter a los moros. Ante el desánimo, el Maestre de Calatrava, que tenía gran confianza en Pero Hidalgo, escudero suyo, le confió una estrategia.

Así, en la noche, el tal Pero, que aunque de cuerpo pequeño tenía gran habilidad en escalar, subió a una peña muy alta que estaba sobre la villa y castillo, llamada la Peña Negra, y en ella, con gran sigilo, mató a diez moros que allí estaban vigilando, apoderándose de la Peña.

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Los sitiados, creyendo que los cristianos querían rescatar la imagen de María Santísima, la arrojaron a la cerrada del río desde unas altas peñas (donde hoy está su Casa), sobre la cueva de agua que allí hay, pero la Señora volvía a aparecer en lo alto cuantas veces la tiraban. Esto atemorizó a muchos moros, pero Mamad – Andon, irritado, sacó su alfanje y dio golpes a la imagen, volviendo a tirarla hecha trozos.

El 25 de marzo, tras la conquista, un moro converso les dijo dónde se encontraban los restos de la imagen y se solicitó un artífice que la recompusiese, quedando perfectamente. Determinaron llevársela a Toledo para mayor culto, pero al tiempo de su partida la imagen estaba milagrosamente en su antigua capilla...

Se nota la cabeza dividida en tres partes... faltan algunos pedazos del cuerpo... se le hizo un vestido de hoja de plata, para ocultar del todo los desperfectos. Tiene su fiesta el 8 de septiembre.

Ntra. Señora del Collado (Santisteban del Puerto) LS, 1915

Mariano Sanjuán Moreno nos describe el hallazgo:

El 25 de abril de 1532, y con ocasión de surcar la tierra en las proximidades del entonces llamado Sant Esteban del Puerto, el labrador Esteban Solís Palomares, al profundizar un poco el arado, notó engancharse a la reja un objeto extraño de extraordinario peso, y al extraerlo de la tierra, apreció admirablemente conservada la milagrosa imagen, a la que llamaron Ntra. Sra. de la Campana.

Gil Bayle. (Canena) LS, 1915

La tradición de Gil Bayle, señor del Castillo de Giribaile, dice:

Es historia bien sucinta: - Gil Bayle, pobre primero – y después rico heredero, - en la puerta de su quinta – fijó, altivo, este letrero: - “Desde el uno al otro río – todo cuanto existe es mío, - mío el frontero encinar; - y lo que me ha de matar – no es hambre, ni sed, ni frío.” – De caza una vez salió – y un tropezón o un calambre – a una sima le arrojó, - y allí el infeliz murió – de sed, de frío y de hambre.

La Peña de Martos: LS, 1915

J Yanguas Messia publicó en 1915 la siguiente leyenda:

Beroso narra la venida a España de Hércules el Lybico o egipcio, en persecución de los Geriones, para vengar la muerte de su padre Osiris Dionisio...

Una vez que se hubo apoderado de la Bética, levantó una columna en la cumbre de la peña de Martos, para dejar en ella su memoria, al igual que en Cádiz, Gibraltar y Sevilla la vieja...

Cree derivar el nombre de Martos de su fundador Hércules, a quien los antiguos llamaron Marte por sus proezas...

Tiberio ordenó la erección de un templo... Cesar la ennobleció dándole su nombre: Colonia Augusta Gemelle. Plinio la llamó Tucci

El rey de Baeza la entregó a Fernando III en 1222...

Leyenda del castillo de Martos: Alfonso de Viedma LS, 1915

La peña y castillo de Martos fueron encomendados por Fernando III al conde Alvar Pérez de Castro. Éste tuvo que ir a Castilla para tratar con el Rey ciertos asuntos, dejando en el castillo a su mujer y a su sobrino D. Tello con cincuenta y cinco caballeros. Pero D. Tello, joven e impulsivo, quiso hacer una batida en tierra de moros aprovechando la ausencia de su tío, dejando el castillo sin guarnición.

Mientras estaba fuera, llegó hasta la peña el Rey de Granada con un gran ejército; pero la Condesa y el resto de damas del castillo, se disfrazaron de soldados y arrojaron piedras y demás objetos a los moros, que encontraron así una feroz defensa de la plaza.

En esto regresó D. Tello (al que luego apodarían “Machuca”), y arengó a los soldados para “pasar como una muela” por entremedio de los moros para acceder al castillo. Así lo hicieron, “sin que los moros pudiesen matar sino a uno que se apartó de los otros”

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Cuando entraron, los moros entendieron que eran tan buenos los defensores del castillo, que dejaron luego de combatirlo.

Baeza, la milagrosa: LS, 1915

Muy conocido es el hecho milagroso que acaeció al ser arrojados los moros de Baeza por los infanzones al mando de D. Diego López de Haro en 1227. Así se cuenta en las quintillas que describen el escudo de la heroica ciudad: “Entre dos torres doradas – Vide la cruz milagrosa – Con dos llaves argentadas – Y las puertas zafiradas – Con la sangre generosa” “Soy Baeza la nombrada – Nido real de Gavilanes. – Tiñen en sangre su espada – de los moros de Granada – mis valientes capitanes”

También hubo milagro en la anterior toma, en tiempo de Alfonso VIII y que hasta el año 1900 recordó una sencilla cruz de piedra, La Cruz de la Asomada, que rememora como San Isidoro se apareció en sueños a este monarca para asegurarle la victoria, que consiguió al errar al revés los caballos y engañar así a los sarracenos.

Ermita de Madre de Dios del Campo (Úbeda) LS, 1916

Refiere la tradición que encontrándose una noche en el derrumbado templo el pastor Juan Pedro, que cerca de allí guardaba ganado, se le apareció la Virgen diciéndole que en el ruinoso camarín había escondido un tesoro, lo cual debía poner en conocimiento del Párroco de San Millán, manifestándole al mismo tiempo su voluntad de invertir el oro que se extrajera en la reedificación del derruido edificio, donde antiguamente fue venerada.

Encontrado el tesoro, se comenzó la construcción de la nueva ermita, terminando la obra en 1787. También fue colocada una cruz. en lo alto de la cuesta, antes de llegar al santuario...

En esta ermita, que distaba de Úbeda media legua escasa, se celebraba una fiesta el 12 de septiembre, y la ciudad entera acudía en romería al santuario. Los forasteros la visitaban los días 29 de septiembre y 4 de octubre.

El Cristo de la Yedra: LS, 1924

Se trata de un crucifijo que labró un clérigo valenciano que fue a Baeza acompañando a San Vicente Ferrer y que allí quedó.

Una noche, los vecinos oyeron cantos celestiales en la casa del clérigo y se vieron lumbres maravillosas. Al entrar encontraron el Crucifijo ennegrecido, y al escultor muerto a los pies de la imagen...

La Virgen de la Yedra: (Baeza – Rus) LS, 1917

Cuando los cristianos conquistaron Baeza, hallaron a extramuros de la población árabe de Rus, en el valle de la Yedra, una pequeña ermita con la imagen de la Virgen. Ante la sorpresa, los infieles les contaron la siguiente tradición.

Hubo un Alcaide moro con un hijo aficionado a la caza, que perdió la vista por culpa de esta afición, Tan dominado estaba, que aun ciego se hacía llevar por los criados, y se consolaba con oír las voces de los cazadores y los ladridos de los perros.

Un día, mientras descansaba solo a la orilla de una gran encina, sintió que le tiraban de la marlota y que una voz cuyo timbre le conmovió, le ordenaba levantarse y que se fuese de allí.

Contestó que era ciego y que sin guía no podía moverse; entonces se apercibió de una mano que le tocaba los ojos suavemente, mandándole la misma voz que los abriese. Hízolo y se encontró... con una señora cuya majestad y hermosura le sorprendieron y, habiéndole significado su agradecimiento... ésta le mandó que desenterrase de aquel mismo sitio una imagen que existía y que expresó ser suya, y que procurase fuera venerada decorosamente. Dicho esto, desapareció la bella señora.

Informado el Alcaide de Rus, procedió a la cava, encontrando al poco la anunciada imagen, y levantada, brotó debajo una fuente de clara y saludable agua. Dispuso la construcción de una ermita cuyo altar se puso sobre la fuente nacida, colocando encima de él la Santa efigie, que los moros respetaron siempre, y los cristianos mozárabes veneraron profundamente bajo el título de la Virgen del Rosell.

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La imagen de piedra y de rudo tallado, revela ser del tiempo de los godos. Tiene poco más de un codo de alta y el niño que lleva en brazos le sale del costado izquierdo. Debió ser escondida por los cristianos con motivo de la invasión de los árabes. Se destruyó en 1936.

La Fuensanta (Villanueva del Arzobispo): LS, 1916, 1922

El moro Alimenón, Rey de Iznatorafe, informado de que su mujer se instruía en la ley de los cristianos, mandó le sacasen los ojos y le cortasen las manos en un monte, a media legua de Iznatoraf.

Así lo ejecutaron sus ministros, y desamparada en aquel sitio acordose de la Imagen de María Santísima que los mozárabes veneraban en la ciudad, pidiendo auxilio a Dios por su intercesión.

Estando en oración y fatigada de sed por la falta de sangre, se acercó a una fuente que cerca de sí sentía correr, y tocando el agua con una de sus cortadas manos se la halló milagrosamente restituida.

Con la mayor fe aplicó la otra, de donde sacó duplicado el milagro; y agradeciendo a Dios sus beneficios e invocando el nombre de María, pidió el de la vista, que en efecto consiguió lavándola con el agua de la Fuente; y dando de nuevo gracias a Dios en tierno llanto, lo primero que cerca de si vio fue a María Santísima vestida de todos aquellos matices que la hacen el mayor primor” (Gallego Burín, LS. 1916)

Y como este milagro viniese a noticia del Rey Moro, su marido, se bautizó y fundó allí un palacio de cuatro torres con una iglesia, cuyo altar puso sobre la Fuente que se llama Santa porque con esta agua han recibido muchos salud...”

La monja que en Úbeda se volvió hombre LS, 1919

En la Biblioteca Nacional (libro G. 138, folio 238) existe un papel... que se titula: La Monja de la Coronada..., y expone un caso fisiológico natural.

Esta historia la expone y publica Bartolomé Ximénez Patón en... Historia de la Antigua y continuada nobleza de la Ciudad Jaén, al hablar de los conventos de Úbeda:

Dª Magdalena Muñoz, natural de Sabiote, era mujer de carácter hombruno y varonil, e Ingresó en el convento de Religiosas Dominicas de Ntra. Sra. De la Coronada, de Úbeda, donde estuvo doce años en clausura dando ejemplo de grandes virtudes.

En 1617, con motivo de extraordinarios esfuerzos, hechos como hermana granera (hernia), se operó el caso de su transformación de sexo, y previa la información facultativa, con intervención de la autoridad eclesiástica competente, fue sacada del convento, usando ya en adelante traje de varón.

Con esta indumentaria y con espada al cinto, viéronla en los pueblos de la Loma con el nombre de su padre, que se llamaba Gaspar Muñoz. Se alistó después en los Tercios españoles de Italia.

De la Virgen de la Cabeza (Andujar) LS, 1920

Esta sagrada imagen se pareció el año 1227 a un pastor, natural de Colomera, y mandóle en Andujar que su voluntad era en aquel sitio se le fabricase templo como el que hoy tiene, que es suntuoso, y para que le diesen crédito, le curó un brazo que tenía manco muchos años hacía.

...dentro de la Iglesia hay unos nichos y divisiones donde están diversas cuadrillas de la reja y fuera, bailando y cantando, y descubren la Santa Imagen cuando acaban la Misa y luego la vuelven a cubrir.

En oyendo la señal de descubrir la Imagen se ponen todos de rodillas y se quedan en la postura que les cogió y se ven raras figuras, y en corriendo el velo vuelven a sus faenes.

Lo que antes eran voces, entonces es silencio y modestia, tan instantáneamente, que es uno de los mayores y más continuados milagros que obra esta gran Señora.

Hechos unos cueros, no por eso dejan de venerar la Sacratísima Virgen; y muchos están caídos de borrachos y parece que es reverencia la embriaguez.

Es tanto el concurso, que cuando sale la procesión va sobre las andas un sacerdote revestido y lleva un grueso palo, con el cual sacude famosos palos, y no basta para que dejen de llegar a la reja de hierro dentro de la cual va La Virgen..., y todo es menester.

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La Cruz de Requena – Jódar A.Cazabán, LS, 1920

...La lluvia arrecia y el viento sopla trayendo ecos infernales y gemidos de condenados. Hace frio.

El arriero se detiene como si una fuerza misteriosa hubiera clavado sus pies en el camino.

¿Qué sitio es este?, le pregunto – Este es el collado - ¿Qué collado? – El collado de la Cruz de Requena (sigue la lluvia torrencial)

¿De qué tienes miedo?, le pregunto – del diablo - ¿de qué diablo? Le pregunté sintiendo espanto yo también – Del que hay suelto por aquí. Del que hizo morir a Requena... que según he oído de mis abuelos, era un renegado...

Una noche como ésta, venía por este sitio llamando al demonio en su ayuda, cuando tropezó con un objeto tendido en el antiguo camino que por aquí cerca pasaba. El objeto era un macho cabrío. Requena sintió codicia y pensó en llevárselo. El macho huía y Requena, a viva fuerza, se lo echó sobre los hombros sujetándolo por las patas. Y empezó a andar. Y cuando había andado unos pasos, empezó a quejarse de lo mucho que el macho le estorbaba. El. Macho dijo entonces: Requena ¿peso? – Y del susto se quedó muerto Requena en el mismo lugar en que pusieron la Cruz. - ¿Y quién era el macho? – El diablo.

El Cristo de Burgos - Cabra del Santo Cristo: LS, 1923

El 20 de enero de 1637, se presentó en este pueblo un arriero con una caja a cuestas que contenía una imagen, la que depositó en una habitación de la posada que había en la calle la Palma, y refirió que en una cuesta distante una legua, por el camino de Úbeda, se rindió el mulo que traía la caja, a pesar del poco peso de ella, lo que le obligó a él a cargarla a sus espaldas y traerla; dijo también que le había extrañado mucho que al pasar el río Jandulilla, se mojasen las demás cargas que en otras acémilas venían, y la caja no.

Los que allí estaban, rogaron al arriero que abriera dicha caja, negándose él a hacerlo por las muchas molestias que se ocasionarían; mas ante la insistencia, cedió.

Sacaron el lienzo y lo fijaron en la pared, quedando todos admirados al contemplar la sagrada Imagen de un crucificado.

Cundió la noticia por el pueblo, y numerosas personas acudieron a orar ante el cuadro, copia fiel de la Imagen del Santo Cristo que se venera en la ciudad de Burgos.

María de Rienda, mujer de Juan Soto, le puso dos velas al Señor pidiéndole con gran insistencia que la sanara de la inmovilidad que le tenía paralizado el brazo derecho, el que levantó con la mano izquierda hasta tocar a la Imagen, y con gran sorpresa y emoción vio como al retirar el brazo enfermo, ya estaba sano.

Salió a la calle pregonando el milagro, y la muchedumbre, que a la procesión de San Sebastián acompañaba, pudo apreciar y ver sano el brazo que todos habían conocido manco.

Llenos de fervor, los fieles, desoyendo las súplicas del arriero y del posadero, se llevaron la imagen a la iglesia, la colocaron en el altar mayor y ya no la dejaron salir de Cabra.

El lienzo era de D. Jerónimo Sanvitores de la Portilla, Caballero de la Orden de Santiago, Regidor perpetuo de la ciudad de Burgos ... , el cual, agradecidísimo a este Cristo por haber obtenido la curación milagrosa de gravísima enfermedad que padeció, quiso obtener una copia del mismo que, denegada en principio, fue autorizada después, siendo realizada por Jacinto Anguiano en menos de cuatro horas...

D. Jerónimo fue nombrado Corregidor de Méjico por Felipe IV y aunque no era de su agrado lo acepto; pero el día en que obtuvo la copia del Santo Cristo, se lo conmutaron por el de Guadix, donde fijó su residencia, siendo éste el motivo del traslado del lienzo.

Cuando se enteró de lo ocurrido en Cabra, protestó y recurrió al Nuncio Apostólico; por su parte los vecinos de Cabra mandaron a dos comisionados ante el obispo de Jaén, Cardenal Moscoso, suplicándole que convenciera al Nuncio para que no accediera a lo solicitado por el propietario... Al final el Cardenal convenció a Sanvitores. Por tal generosidad, él y su familia obtuvieron el patronato de la Capilla Mayor de la parroquia de Nuestra Señora de la O.

En el sitio que ocupaba la posada donde el Santo Cristo hizo el milagro de la manca, se levantó una ermita (“de la Misericordia”), un hospital y una casa para Capellán...

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Por esos cerros (de Úbeda) LS, 1926

Tras vencer en la batalla de las Navas de Tolosa, el rey Alfonso VIII quiso tomar Ubbadza, y dirigiéndose a su joven y esforzado capitán Alvar Fáñez, le dijo que se apostase con los suyos tras una colina que se alzaba al sur, y esperase su señal para cortarle el paso a los moros que huyeran de la ciudad.

Así pasó dos días el conde, pero aburrido por la inactividad, decidió dar un paseo solitario que lo llevó hasta un arroyuelo donde, sorprendido, escuchó la risa de unas niñas... Cauteloso, dirigió sus pasos al lugar del que provenían aquellas risas y, a través de los ramajes, contempló extasiado a una linda mora que se estaba bañando en el arroyo en compañía de otras dos moritas, jugando inocentemente a lanzarse al rostro pequeñas manotadas del agua.

Alvar Fáñez quedó extasiado y maltrecho en su corazón, de tal suerte que para entablar contacto con aquella que parecía más principal, sobornó a los guardianes de la fortaleza. Así, se presentó a la bella Fátima que, aunque temerosa, escuchó las dulces palabras del caballero, las cuales calaron prontamente en la mente y en los labios de la morita, continuando en sus amorosos silencios hasta que empezó a hacerse la noche, quedando en verse al día siguiente.

Dulces sueños acompañaron al Conde hasta su campamento; pero al llegar, un emisario del Rey le esperaba para decirle que al amanecer del siguiente día se libraría la batalla. Alvar se debatía entre cumplir el mandato del rey o volver con su ya amada Fátima.

Tras el duro combate, las tropas musulmanas huyeron hacia Granada sin nadie que les cortase el paso. Cuando el rey Alfonso llegó hasta el campamento del Conde, éste estaba en su tienda mostrando aún el rictus de la amorosa batalla, mas despertó tras escuchar las trompetas reales.

Alfonso, con voz dura, le dijo: “Mi antes buen conde, ¿dónde estuviste ayer?, a lo que Alvar Fáñez, replicó: Por esos cerros, Señor.

Desde entonces, en todos los reales de los tres soberanos vencedores y luego por toda España, cuando alguien contesta sin encontrarse acorde con lo que se le pregunta, se asegura que ha salido por los cerros de Úbeda.

La fontana de Xodar: (Jódar) LS, 1928

... Pablo Guillén se encontró una historia de amor, romántica:

El Rey Enrique III, débil de cuerpo pero de alma fortísima, tras la guerra contra el Duque Lancaster, quiso estar en relación con los demás Príncipes del universo, y al efecto mandó embajadas a todos los Reyes, nombrando para ello a Payo Gómez de Sotomayor...

Llegaron a Anatolia y allí se encontraron al gran Tamorlan el tártaro quien, extrañado pero halagado creyendo que su triunfo sobre los turcos había llegado hasta tierras tan remotas, envió a un Caballero Catay de su familia, Mahomet Alcasi, con encargo de presentar al Rey de España una muestra de cuanto en seda, tapices y pedrerías producía el oriente.

Sotomayor, que había advertido la existencia en la tienda del Tamorlán de dos bellísimas cautivas, pidió se uniesen a la embajada y se pusiesen bajo la protección del Rey Enrique; accedió a ello Tamorlán, creyendo que así aumentaba la riqueza del obsequio.

Aquellas cautivas se llamaban Angelina y María, y eran dos princesas húngaras, sobrinas de Segismundo, primer Emperador Austro-Húngaro y Rey de Bohemia, el cual, las llevaba en la guerra que hizo a Tamorlán, quedándoselas al perder aquel la batalla...

A la vuelta desembarcaron en Sevilla, y de camino a Madrid, pasaron varias jornadas en la villa de Xodar, que pertenecía a Luis de Sotomayor, primo de D. Payo... que tenía fortaleza de 1363...

Un caballero de la vecina villa de Bedmar, atraído por la noticia, acudió a las fiestas de Xodar y allí quedó prendado de la belleza de la infantita María; pero era el caso que el mismo D. Payo, venía rendidamente enamorado de esta misma Princesa...

Pero siendo viudo y dada la diferencia de edad (ella no llegaba a los 15 mientras que Payo frisaba los 50), le impedía con delicado respeto declarar su pasión, hasta que, la presencia de aquel caballero de Bedmar, de gentil talante y vencedor del torneo celebrado... hizo a don Payo precipitar su idea; y no encontrando ocasión oportuna para confesarle su amor, aprovechó el pretexto de calmar la sed ardiente producida por la danza, invitándola a gozar de la frescura de las aguas que rumorosas caían en la monumental fuente de la Villa, y allí, en el silencio de la noche, confiola por fin sus amores, que fueron correspondidos, hecho que el pueblo conmemoró con este cantar:

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En la fontana de Xodar / Vi la niña de ojos bellos / E finqué ferido de ellos / Si tener de vida una hora.

Cautelosamente, la comitiva partió de Xodar. Al llegar a Alcalá de Henares, fue recibida por el Rey que admiró los presentes y se condolió por la desgracia de las dos Princesas, tomándolas bajo su real protección... proponiéndose darlas a un noble caballero por marido.

Pero quiso la suerte, que el despechado de Bedmar, que siguió los pasos de la comitiva, enterase al Rey de los amores de Dª María con Don Payo. Al Rey le causó gran enojo, pues lo consideró desacato a su persona, al venir las damas encomendadas a su regia protección.

Decretó la prisión del Embajador quien, confidencialmente enterado por la misma Princesa de lo que contra él se tramaba, huyó a Galicia y después a Francia, hasta que las lágrimas de la princesa ablandaron el corazón del monarca, que le otorgó el perdón, concediéndole la mano de Dª María...

La segunda Princesa, Dª Angelina, casó en Segovia con el Regidor de la Ciudad...

La Tragantía (Cazorla) (Adaptación personal Wiquipedia) (A)

Aún resuena en mi interior aquella cancioncilla que nos cantaba mi abuela en las plácidas noches de verano, para que nos fuésemos a dormir: “Yo soy la tía Tragantía, hija del rey Baltasar, el que me oiga cantar, no verá la luz del día, ni la noche de San Juan”. Terminaba con un “¡Auuum!”, que disipaba toda la pereza de la tarde.

La leyenda cuenta que, viendo el rey moro de Cazorla perdido el castillo de la Yedra ante el empuje de las tropas cristianas, determinó abandonarlo para luego volver sobre él cuando aquéllas se marcharan; mas, para evitar que prendiesen a su hija si lograban reducirlos, la dejó en un escondrijo secreto, provista de agua y víveres en abundancia.

Pero los cristianos, tras derrotar y matar a gran parte de los moros, entre los que se encontraban los que conocían el sellado refugio, se hicieron fuertes en el castillo y ya no lo abandonaron.

Pasaban los días, y la princesa continuaba aprisionada en aquel oscuro y reducido espacio, donde a la postre se quedó sin alimentos, y así, se vio obligada para subsistir, a comer los insectos que menudeaban por la pared y el suelo, al tiempo que su cuerpo se transformaba en una especie de monstruo entre lagarto y mujer, impulsándole a emitir aterradores alaridos que retumbaban por los sótanos del castillo y sus alrededores.

Allí permanece todavía, y cuenta la leyenda que un pastor que andaba por las inmediaciones del castillo, escuchó su canto en la noche de San Juan, siendo atacado de inmediato por la bestia.

El pastor pudo escapar, pero murió poco después de contar lo que vio y escuchó, a causa de las dentelladas que su cuerpo tenía.

Gallarín y el tesoro del rey Almanzor Francisco Catena, revista SUMUNTÁN Nº 17 (2002) Extracto.

La leyenda se ubica en la cima del cerro de la Atalaya, que se encuentra en el cortijo de la Torre, entre Noalejo y Arbuniel.

Dicen que ese cortijo era propiedad del moro Gallarín, amigo personal del rey Almanzor, y que habiendo venido éste a visitar a tal amigo, le pidió que escondiese su tesoro en algún lugar de su cortijo, dada la gran extensión del mismo y la cantidad de roquedales, cavernas, bosques, etc. que en él dominaban.

Los soldados de Gallarín construyeron a tal efecto un gran foso donde se depositaron todas aquellas riquezas, siendo después cerrado y disimulada su entrada.

Pero el rey receló de su amigo y de su pequeño ejército, y mandó matarlos, quedando Almanzor como único sabedor del sitio. Pero también éste murió en la batalla de Calatañazor, y se perdió todo rastro del tesoro.

Parece ser que en el siglo XIX, una señora de aquella zona obtuvo del Obispo la copia de un manuscrito que se conservaba en el archivo catedralicio, en el cual se expresaba:

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“A cinco leguas de Jaén, sitio de la Torre, señas más principales: loma de Cabras y el castillo derribado en la atalaya que divisa siete torreones. El terreno que allí existe tiene dedos y yemas y rayas en las piedras. Un árbol negro con un tronco muy grueso y unos endrinos. Tres mogotes de piedra hechos de la mano del hombre, uno enfrente de Coloma y los otros al hilo de éste. De uno de ellos baja un carril desmochado de piedras, cuando acaba, a tres metros en dirección al sol saliente, una piedra igual de ancha que de larga tapa un agujero y a continuación un pasillo ancho y largo, no hagas caso de cuanto veas y oigas, sigue adelante hasta que veas al final dos poyos grandes”. Ello dio lugar a que muchas personas, infructuosamente, buscasen el tesoro. Hoy, sigue sin aparecer

La princesa de La Guardia Francisco Catena, revista SUMUNTÁN Nº 17 (2002) Adaptación personal.

En tiempos del rey Pedro I el Justiciero, el castillo de La Guardia estaba al mando de D. Lope Díaz de Baena, que al decir de las gentes, era tan autoritario como su rey; pero tras la guerra civil contra Enrique II, éste lo cedió a D. Ruiz González Messía, puesto que aquél apoyó a su hermanastro en la guerra.

La hija de D. Lope pasó toda la infancia y parte de la juventud recluida en el castillo; pero un buen día, el amor y el infortunio se cebó en esta bella niña, pues se enamoró perdidamente de un simple soldado que le correspondió secretamente en su amor, ya que temían la reacción del señor del castillo.

Cierto día, los dos enamorados fueron sorprendidos por el padre de la joven mientras paseaban por entre las huertas. D. Lope, tras reprender a su hija, determinó que el soldado fuese encerrado en las mazmorras del castillo, y allí permaneciese de por vida a pan y agua. La doncella, entre llantos, suplicó a su padre el indulto de su amado, pero lejos de conseguirlo, aquel montó en cólera y sentenció a muerte al joven soldado. Esto hizo que la joven perdiera la cordura, y se arrojara al vacío desde la torre más alta de la alcazaba.

Baena no derramo una sola lágrima; por el contrario, en otro arrebato, cogió el ajuar de la hija y lo metió en un baúl, enterrándolo en el camino por donde paseara la pareja de enamorados. Pero no contento con ello, formuló un conjuro para que los amantes no se reunieran en el otro mundo mientras el baúl no fuese encontrado.

Desde entonces, a la hora en que las luces del día se pierden para dar paso a la noche, aparece en aquel lugar el espectro de la dulce enamorada, esperando la mano que encuentre el maldecido baúl.

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Escudos del Santo Reino (JD. L.J.)

BIBLIOGRAFÍA Y LLAMADAS:

• Francisco López Vizcaíno.- La fuente de la Magdalena (1862)

• (A) Aportaciones del autor

• (C) Varios autores.- Catálogo monumental de 1985, de la ciudad de Jaén

• (E) Excursiones turísticas por Jaén de mano de la guía Eva de Dios

• (J) Juan de Dios López Jiménez - comentarios en las láminas

• (LS) Revista D. Lope de Sosa, 1913 - 1930

• (Sofía) Persona entrañable y mágica.

• (T) Tradición popular, amigos y otras gentes sensibles a su historia

• (1) Manuel López Pérez.- El viejo Jaén

• (2) José Chamorro Lozano.- Guía artística y monumental de la ciudad de Jaén

• (3) Juan Eslava Galán.- El enigma de la mesa de Salomón

• (4) Página Web de Yayyan

• (5) Asociación Iuventa.- Una ciudad de leyendas.

• (6) José García García.- Los cuentos de Jaén

• (7) Manuel Palacios Zamora.- Dichos y frases de nuestro Jaén.

• Folletos varios de la Oficina de Información, Internet, etc.

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RINCONES OLVIDADOS DE JAÉN (Juan de Dios López Jiménez)

Calle Lizaderas

Carrera de Jesús, 1946 (de foto 1884)

Cuartel de Infantería en Plaza S. Agustín

Iglesia del Salvador en el Castillo (1950)

Arco de los Dolores

Calle Buenavista

Cantón frente a Jesús, 1945

Calle del Rostro

Gigantes y cabezudos de Jaén, año 1950

Diseño, Juan de D. López Jiménez

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Sin duda, este trabajo al que hoy pego “carpetazo”, ha constituido uno de los más gratificantes esfuerzos en mi vida.

Gratificantes han sido los lugares que he conocido, las personas que me han guiado, aquéllas a las que yo he enseñado.

Nunca me hubiese imaginado que una avería en el coche, que a la postre truncó un viaje a la sierra, fuese el toque de gracia para iniciar mi conocimiento sobre lo que atesora esta ciudad.

Nunca creí que la magia de Jaén y de sus gentes se confabulara a mi favor para captar la luz que emana de cada uno de sus rincones.

Pero no puedo ser egoísta con todo el conocimiento que se me ha entregado. Por ello hoy, al igual que vengo haciendo desde hace cinco años, quisiera iluminar a las gentes de esta ciudad con esa luz que me ha venido alumbrando en el pasado.

Quiero tratar de contagiar a todos cuantos pueda, y en especial a los más jóvenes, del mismo entusiasmo que yo he venido sintiendo mientras colocaba cada una de las piezas del puzzle que conforma esta histórica ciudad.

Son aún muchas las que quedan sin poner, pero esas las tenemos que buscar entre todos, y las tenemos que buscar desde el respeto. Respeto a cuanto nos ha sido legado por nuestros mayores, respeto a las diferentes formas de cultura, respeto a nuestra historia, respeto a nosotros mismos y a los demás.

Así, entre todos, podremos dar sentido auténtico a esa primera estrofa de nuestro himno que entronca con el del “Abuelo”:

“Bella ciudad de luz”

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