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A tierra de Moros El castillo de aunque os pese La Santa Barbada El caballero que se hizo Monje La Sultana de los ojos negros Jimena Blázquez Donde una puerta se Cierra otra se abre Leyendas de Avila José Belmonte Díaz La conversión del Judío Los cuatro Postes El príncipe que murió de amor

Leyendas de Avila

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Basado en el libro: Leyendas de Ávila de José Belmonte Díaz

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Page 1: Leyendas de Avila

A tierra de Moros

El castillo de aunque os pese

La Santa Barbada

El caballero que se hizo Monje

La Sultana de los ojos negros

Jimena Blázquez

Donde una puerta se Cierra otra se abre

Leyendas de Avila

José Belmonte

Díaz

La conversión del Judío

Los cuatro Postes

El príncipe que murió de amor

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José Belmonte Díaz Nació en Ávila. Fundador y Director de La “Joven Academia Alonso de Madrigal”. Abogado y Doctor en derecho.

Ha sido profesor de Historia Contemporánea de América y de cursos de Doctorado sobre temas de Derecho Constitucional Español y Americano en la Universidad de Deusto. Ha colaborado en diversas revistas y diarios de España e Iberoamérica

Autor de los libros: Leyendas de Ávila; La Calle de la Vida y la Muerte; Defensa y responsabilidad civil; Historia Contemporánea

de Iberoamérica; La Constitución Española, Texto y Contexto; Principios socio-económicos del constitucionalismo iberoamericano; Las leyes de Burgos y el Constitucionalismo Social Iberoamericano; Los Comuneros de la Santa Junta; La Constitución de Ávila; La Ciudad de Ávila (Estudio Histórico) y Judíos e Inquisición en Ávila.

Miembro de La Real Sociedad Vascongada de los Amigos del País; de la Institución Gran Duque de Alba, y Académico Correspondiente de la Academia Burguense y de la Historia y Bellas Artes de Burgos.

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Ávila, mística y guerrera, ciudad de caballeros y santos, cuna de Sancho Dávila, Santa Teresa, Los Comuneros, San Pedro de Alcántara, San Juan de la Cruz, Ávila, cuidad donde se mezclan monasterios y palacios, piedra y pasión, corazón y coraza, dureza y ternura, combate y amor.

Así quiere este autor que veamos nuestra ciudad, como él la ve y añora desde la distancia.

José Belmonte Díaz, es un enamorado de su tierra, y por ello recogió una a una estas leyendas para entregárselas a los abulenses de manera que no olvidemos nuestras raíces y nuestras tradiciones mas legendarias. Nos las ofrece tal como las escuchó, al calor del hogar y de labios de labradores y ancianos. Estas historias tratan de mostrar el alma legendaria de Castilla tan bien simbolizada en Ávila, ciudad donde cada piedra esconde un romance de amor y de guerra. Muchas de ellas son historias reales, otras sin embargo, el tiempo y la

fantasía popular las han ido transformando.

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Mientras el presidente romano Daciano perseguía cristianos en Toledo, le presentaron a un joven llamado Vicente y al ver su hermosura y disposición, le invitó a abandonar su fe para no perder así la vida por un hombre que fue condenado y sentenciado en juicio público a morir en la cruz. Vicente muy enfadado le mandó que se callase y no dijese más blasfemias provocadas por el demonio. Daciano le respondió que le perdonaba la imprudencia pues

esta era debida a su mocedad y le advirtió que

hiciera un sacrificio a los dioses romanos y así no moriría. Vicente respondió que lo que era una imprudencia era adorar las piedras, los maderos, los metales, en vez de al único Dios verdadero. Daciano decidió no seguir discutiendo con él y mandó que lo sacrificaran al dios Júpiter. Cuando lo llevaron al altar de éste dios romano, le pusieron los pies sobre una grada de piedra cuando de pronto se empezó a ablandar como si fuera de barro y quedaron señalas en la piedra las huellas de los pies del mártir

La conversión del Judío

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Ante este milagro se produjeron alborotos y Vicente fue llevado a la cárcel para ser sacrificado tres días más tarde. Durante este tiempo convirtió al cristianismo a muchos gentiles. Vinieron sus hermanas a verle a la cárcel y le persuadieron para que huyese con ellas muy lejos de aquel lugar. Una noche pudo hacerlo, siendo encubierto por los

gentiles a los que había convertido, y huyeron tan

rápida y sigilosamente, que aunque Daciano salió en su busca no los pudieron alcanzar hasta que llegaron a Ávila donde les cogieron presos. Les torturaron y atormentaron delante de la puerta principal de la muralla, y allí les descoyuntaron todo el cuerpo en la garrucha, después les azotaron, pero ellos seguían jurando su fe en Cristo, así que Daciano perdiendo la paciencia les colocó la cabeza a los tres sobre unas piedras y con otras, a manera de una presa les machacó sus santas cabezas. Después dejaron allí los cuerpos para que las alimañas dieran cuenta de ellos sin darles sepultura

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Un judío quiso profanar los cuerpos de los mártires, pero entonces una serpiente que vivía entre aquellas rocas y que había guardado los santos cuerpos le atacó con tal fiereza, que el judío impresionado prometió bautizarse y construir una basílica en honor a los tres santos donde dio sepultura a los tres hermanos.

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Sepulcro de Los Santos

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Basílica de San Vicente

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Estamos en pleno siglo XVI Teresa de Cepeda y Ahumada, la que será la figura más importante de nuestra ciudad es solamente una niña. Ella y su hermano Rodrigo, son muy aficionados a leer libros sobre vidas de Santos y sobre los martirios que han sufrido. Teresa ya empieza a sentir el llamamiento religioso, y se le ocurre una idea. Su hermano y ella mientras jugaban en el patio a construir ermitas

con pequeñas piedras,

han decidido ir a tierra de moros a llevarles su fe y aunque pierdan la vida, no les importa. Rodrigo coge la espada de su padre y Teresa el crucifijo, y salen de casa para irse muy lejos a ser degollados por los moros.

Cuando llegan a los Cuatro Postes, recuerdan que su tío les dijo que por aquel camino se iba “a tierra de moros” y hacia allí se encaminan.

A tierra de A tierra de morosmoros

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Sin embargo sus deseos no se verán cumplidos pues en su casa notan la ausencia de los niños y su tío Don Francisco Álvarez de Cepeda sale a buscarles en briosos corcel. Ambos vuelven a casa pesarosos.

Casa donde nació Santa Teresa, hoy convento carmelita.

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El Castillo de El Castillo de Aunque os Aunque os

Pese Pese Una dama de noble cuna salía de escuchar misa en la Iglesia de San Vicente. Un doncel galante, escondido junto al segundo pórtico de la gloria, susurraba dulces palabras a la dama, quien las recibía como si se tratase de música celestial.

Este doncel era Don Gonzalo de Velada. Le comunicó Don Gonzalo a su dama que su padre le había desterrado, y que aquella noche se verían por última vez. La escoltó envuelto en su capa hasta llegar al palacio de los

Dávila, donde vivía la dama, Doña Aldonza Ximénez. La dama entró en su casa llorando y el caballero la miraba de lejos empuñando su espada. El padre de Aldonza, era corregidor y había desterrado a Don Gonzalo, por el odio que había entre las familias de ambos y no veía con buenos ojos sus amores con su hija. Aquella mañana mientras el corregidor

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le comunicaba su destierro, Don Gonzalo de Velada, le juró rojo de ira: -”Yo os juro, Sr Corregidor, por el temple de mi espada, que aunque os pese” he de ver a vuestra hija.

Cuando se dirige al destierro, el caballero, se despide de su dama. Sube por una escala al mirador del palacio, y juntos se juran amor eterno. Al amanecer parte al galope por el puente Adaja y se dirige hacia el Valle Amblés.

Desde el mirador del

Rastro se divisa el Castillo de Sotalvo, en las estribaciones de la Serrota, Es un castillo en ruinas. Don Gonzalo lo reconstruyó para ser fiel al juramento que hizo al padre de Doña Aldonza. La tradición le conoce como el Castillo de aunque os pese. Desde el castillo fue fiel a su dama y a su ciudad defendiéndola de la morisma. Cuentan que cada noche encendía en los cerros

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hogueras que hablaban de su amor a su dama. Y cada día desde su separación se mandaban dulces cartas de amor. Cuentan también que la flor que le diera en la despedida, Doña Aldonza besaba cada noche y que cantaba en romances sus penas de amor. Una noche le mandó esa flor, con un mensaje de auxilio: me quieren casar y no es con vos. Don Gonzalo partió en su auxilio. En este punto la leyenda enmudece pero lo

que sí cuenta es del fin del sufrimiento de ambos y de su boda en la Basílica de los Santos Mártires. También habla de la paz entre las dos familias, los montescos y capuletos abulenses.

Castillo de Manqueospese , Sotalvo (Ávila)

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Un día de Junio de 1478 nace el Príncipe Don Juan de las Españas, hijo de los Reyes Católicos. Él era el futuro heredero de los reinos de Castilla y León y en él pusieron sus esperanzas los reyes y el pueblo. El príncipe fue educado con esmero por sus padres y pronto su talento y su carácter hicieron pensar al pueblo que se convertiría en el perfecto sucesor de sus padres. Todo en el Príncipe era perfecto

sólo le faltaba amar, y el amor lo iba a encontrar

a los diecinueve años en la princesa Margarita, hija del emperador Maximiliano I. Ella era rubia, con los ojos claros y cuando Juan la conoció quedó prendado de ella. La joven princesa germana terminó por corresponde al amor de Don Juan,

El Príncipe que El Príncipe que murió de amormurió de amor

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y así el día 3 de abril de 1497 celebraban su boda en un palacio de Burgos. Sin embargo Juan poco después enfermaba, y todos los indicios documentales indican que la causa de su caída fue su pasión por la princesa Margarita. Poco a poco el príncipe se fue marchitando hasta que murió el día 4 de octubre en la ciudad de Salamanca. Murió el príncipe y murió de amor. El día 8 de noviembre llegan sus restos a Ávila. Más de 300 caballeros y sesenta moros

notables recorrieron las calles hasta el Monasterio de Santo Tomás para dar sus condolencias a los reyes de Castilla. Los restos del príncipe son sepultados en el crucero de la iglesia de Santo Tomás ante los gestos doloridos de sus padres y los alaridos de su perro que no quiso en ningún momento separarse de su amo.

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Sepulcro del Príncipe Don Juan, «El Rey Niño»

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Los Cuatro Los Cuatro PostesPostes“Se llamará abilés en esta tierra

el que más hábil-es para la guerra”

Una epidemia asoló la cuidad, muriendo muchos abulenses. Era la peste. Las medidas de saneamiento no servían de nada y la gente seguía muriendo, por eso el Concejo de la cuidad decidió celebrar rogativas en la Iglesia de San Leonardo fuera de las murallas. La ciudad quedó desprotegida y los árabes aprovecharon esta ocasión para

saquearla y vengarse de las continuas derrotas

que habían sufrido. La noticia llegó hasta la ermita y los abulenses volvieron a la ciudad encolerizados. Alcanzaron a las tropas enemigas en un monte de las inmediaciones de Solosancho llamado Barbacedo. Obtuvieron una gran victoria y recuperaron el botín saqueado, volviendo triunfantes a Ávila.

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La terrible epidemia desapareció aquel día, y para celebrar ambas cosas se instituyó una romería anual a San Lorenzo. Y este parece ser el origen de los Cuatro Postes, cuyo cometido sería de estación de descanso en las rogativas a la ermita de San Lorenzo

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La sultana de los La sultana de los ojos negrosojos negros

se dirigen a las verdes tierras gallega, junto con Doña Urraca y Aixa Galiana. El joven queda herido de amor por la sultana y pide a sus tutores, Don Ramón y Doña Urraca la mano de la joven. Pero hay dos inconvenientes: ambos han sido prometidos por sus familias a otras personas. La prometida de Nalvillos se casó al fin con su hermano (aunque siempre siguió enamorada de él), sin embargo el prometido

Se construyen las fuertes murallas de la ciudad, se trabaja duramente bajo un sol estival de Julio. De repente todos se detienen y sorprendidos miran hacia una comitiva que se acerca. Una hermosa sultana, la bella Aixa Galiana, hija de un rey moro Al-Mamún del que está muy agradecido el rey Alfonso VI . Viene a vivir con Doña Urraca, hija de dicho monarca. El Conde Don Ramón de Borgoña dirige la repoblación, a su servicio trabaja

un fuerte galán, Nalvillos Blázquez,

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sus ojos en Jezmín y nace en ella un sentimiento escondido. A partir de ese día la princesa se volvió apática y triste. Para contentarla Nalvillos hace lo imposible, incluso la construye en Palazuelos, una quinta con todos los lujos orientales, pero ella no se consolaba. Parten las milicias abulenses a luchar en Zaragoza, de donde vuelve victorioso Nalvillos convertido en Gobernador de Ávila, Segovia y Olmedo. La sultana ha estado mucho tiempo sola. Cuando llega a Palazuelos, La sultana ha desaparecido,se ha ido con Jezmín a Talavera. Hacia allí se dirige Nalvillos,

de la sultana, Jezmín Yahia, anidará un odio inmenso y unas ansias de venganza, hacia su rival cristiano. Se bautiza Aixa Galiana, y pronto se casan y regresan a Ávila. Nalvillos durante un viaje a Talavera para hacerse cargo de unas posesiones donadas por el rey, conoce a Jezmin, el ofendido, sin embargo éste le trata de forma tan exquisita, que terminan haciéndose amigos. Nalvillos le invita a su casa y poco después le acogía con muestras de entrañable amistad. Se celebraron torneos en la plaza de San Vicente donde

participan Nalvillos y Jezmín. La sultana clava

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se disfraza de moro y entra en el alcázar de Jezmín. Se hace pasar por vendedor y al acercarse a la sultana, esta le introduce en su cámara para seducirle. Se descubre y empieza a insultarla, ella llama a la guardia y lo toman preso. Cuando van a quemarle ante el pueblo aparecen los hombres de Nalvillos y se produce una matanza atroz. En la misma hoguera en la que iba a ser sacrificado, murieron los dos adúlteros. Nalvillos volvió a Ávila, pero pronto la abandonó para convertirse en un feroz guerrero

hasta que murió en 1113 como un héroe de guerra, nuestro “Cid Abulense”.

Hoy como único recuerdo del Rey Nalvillos sólo quedan unas losas junto a la pared meridional de la iglesia de Santiago y en ellas una leyenda incompleta labrada en escritura arábiga: Dios nos reúna con él en el paraíso deleitoso. Dios se apiade de él.

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Donde una puerta Donde una puerta se cierra otra se se cierra otra se

abreabre

de la muralla que corresponde al palacio se advierte una poterna visiblemente tapiada. Se mandó cerrar en 1507 por el juez residente en la ciudad, el licenciado Villafañe. Pasaron los años y como se notaban los efectos del cierre, la señora de la casa, en ese momento Doña Elvira Zúñiga acudió a la reina Doña Juana para pedirle la Apertura de la poterna. La reina concedió dicha petición. Con los años la casa pasó a manos de Don Pedro Dávila quien quiso valerse de la concesión de la reina pero el Concejo lo rechazó por unanimidad;

sobre el granito bajo la gran ventana se advierte la frase: “DONDE UNA PUERTA SE CIERRA OTRA SE ABRE”. ¿Cuál es la razón de la existencia en este lugar de este famoso refrán

castellano? Si nos fijamos en la banda

Junto a la señorial puerta del Palacio de Pedro Dávila, hay un ventanón de gran tamaño abierto cerca del suelo, y esculpida

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la poterna seguiría tapiada. Don Pedro entró en cólera al verse humillado ante el Concejo y decidió abrir una nueva puerta en la fachada principal del palacio, pero este proyecto tampoco fue acogido. Al final se llegó a un acuerdo: “y ya que no una puerta una ventana”, como así se hizo.

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En los lejanos días del siglo XVI, una hermosa muchacha, llamada Lucinda, vivía en un abulense palacio medieval. Salía a misa todas las mañanas a la catedral junto con sus dos ayas. A la salida un joven la espera para hablarle de amor. Así empezó el romance entre Lucinda y Don Enrique Blázquez Dávila. Don Enrique es desterrado por el Rey Felipe II sospechoso de

conspiración contra el rey.

En el momento de la despedida, juran que se querrán para siempre:

-¿Me querréis siempre? - dijo la joven.-Siempre hasta la muerte - gritó emocionado Enrique mientras se alejaba de la muralla cabalgando presuroso. Durante un buen trayecto aún intuyó la presencia de su amada allá arriba, encima de la muralla.

El Caballero El Caballero que se hizo que se hizo

MonjeMonje

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Cuentan que la dama subía todas las mañanas y todos los atardeceres a los torreones con la esperanza de verle regresar. Pasaba el tiempo y su amor no regresaba. Lucinda al poco tiempo enferma y un día de otoño moría. Cuando regresa Don Enrique de su destierro se encuentra con la triste noticia, llegó a tanto su locura que consiguió llegar a la capilla donde reposaban sus restos para contemplar a su dama.

Cuando alzó la losa del sepulcro sus pies y sus manos quedaron fijos en el suelo. Loco de terror comenzó a gritar, cuando quedó libre huyó de allí. Al día siguiente fue al monasterio, dejó su espada y cambió su traje de soldado por un sayal de fraile.

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Tocan a rebato en la iglesia de San Juan, acuden sólo mujeres y niños al mercado chico. Un ejército moro de muchos miles de hombres se dirige hacia Ávila, el temido Abdalla-Alhacén. Los hombres están peleando junto al Rey Alfonso VI y ahora están indefensos. El pánico se apodera de la ciudad, todos temen que la ciudad será tomada.

Una mujer valerosa anima a todos aportando una solución. Todas las mujeres se disfrazarán de hombres y ocuparán su lugar en las murallas donde esperarán para dar la vida o morir por la suerte de la ciudad. Así aparecen con petos, espadas, escudos, flechas y lanzas, ocultando sus cabellos con el yelmo.

Jimena Jimena BlázquezBlázquez

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Cuando llega la noche cada mujer se posiciona en las almenas, semejando varones, prenden antorchas e iluminan toda la muralla para demostrar que la cuidad no duerme. Cuando se acercan los ejércitos árabes y ven que la ciudad no está desguarnecida, se baten en retirada. Ávila se ha salvado por el coraje de una mujer. Escultura de Jimena Blázquez

en Ávila

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A corta distancia de Ávila, en las cercanías de Cardeñosa vivía una joven muy hermosa llamada Paula. No sólo era bella, sino que además era humilde y bondadosa. Sus padres eran gentes humildes y sencillas que cultivaban aquellas duras tierras. Un día regresando a su aldea, pasó como siempre por la Ermita a rezar, cuando salió se cruzó con un apuesto galán de noble casa y continuó su camino. Aquel galán sorprendido por la belleza de la muchacha preguntó

en la Ermita por la muchacha y se enteró

de las frecuentes visitas que ésta hacia al templo. Empezó a obsesionarse con aquella joven y cada día acudía a la ermita para hablarle de sus sentimientos. Pero la muchacha no podía corresponderle pues había contraído un voto con la Virgen que no podía romper. El caballero preso de una gran lujuria tramó la manera de satisfacerla.

Santa BarbadaSanta Barbada

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buscando a la muchacha sin poder encontrarla. Cuando salió del templo se sorprendió al observar que las ropas de la viejecita eran idénticas a las de Paula. Pero aquella mujer no podía ser, ¿estaba loco?, iría a buscarla donde fuese, y lanzando blasfemias contra Dios y los Santos abandonó aquellos lugares. Cuentan que la joven se llamó Santa Barbada y que vivió toda su vida en intensa penitencia.

La esperó a la puerta de la ermita y cuando llegó la joven adivinó por su cara sus intenciones. Dentro de la iglesia rezó llorando para ser salvada del peligro de aquel caballero, salvando así su castidad. Entonces un milagro se hizo, su cara se pobló de áspera y negra barba cubriendo sus mejillas. El caballero que esperaba fuera vio pasar una vieja fea, rugosa y con barba. Al pasar el tiempo el joven loco de ira entró en la ermita

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