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LENGUA CASTELLANA Y LITERATURA – 1º BACHILLERATO LITERATURA: TEMA 12 1 TEMA 12: LA LITERATURA DE LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX. EL POSROMANTICISMO Y EL REALISMO 1. CONTEXTO HISTÓRICO Y SOCIAL 2. ESPAÑA EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX 3. PENSAMIENTO Y CULTURA EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX: EL POSROMANTICISMO, EL REALISMO Y EL NATURALISMO 3.1. Ideas científicas y filosóficas de la época. 3.2. Rasgos de la literatura realista 3.3. El naturalismo 4. EL REALISMO Y EL NATURALISMO EN ESPAÑA 4.1. El realismo en España 4.2. El naturalismo en España 5. LA POESÍA 5.1. Poesía realista antirretórica 5.2. Poesía realista grandilocuente 5.3. Poesía intimista posromántica 5.3.1. Rosalía de Castro 5.3.1.1. Biografía 5.3.1.2. Obras 5.3.2. Gustavo Adolfo Bécquer 5.3.2.1. Vida y personalidad 5.3.2.2. Obra lírica 5.3.2.3. Obra en prosa 5.3.2.4. 6. LA PROSA 6.1. El auge del periodismo 6.2. El relato breve 6.3. La novela regional 6.4. La novela realista 6.4.1. Influencias literarias de la novela realista 6.4.2. Novelas de tesis 6.4.3. Novelas espiritualistas 6.5. Principales autores realistas 6.5.1. Transición de la prosa romántica a la novela prerrealista 6.5.1.1. Fernán Caballero 6.5.1.2. Pedro Antonio de Alarcón

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TEMA 12:LA LITERATURA DE LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX. EL POSROMANTICISMO Y EL REALISMO

1. CONTEXTO HISTÓRICO Y SOCIAL2. ESPAÑA EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX3. PENSAMIENTO Y CULTURA EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX: EL POSROMANTICISMO,

EL REALISMO Y EL NATURALISMO3.1. Ideas científicas y filosóficas de la época.3.2. Rasgos de la literatura realista3.3. El naturalismo

4. EL REALISMO Y EL NATURALISMO EN ESPAÑA4.1. El realismo en España4.2. El naturalismo en España

5. LA POESÍA5.1. Poesía realista antirretórica5.2. Poesía realista grandilocuente5.3. Poesía intimista posromántica

5.3.1. Rosalía de Castro5.3.1.1. Biografía5.3.1.2. Obras

5.3.2. Gustavo Adolfo Bécquer5.3.2.1. Vida y personalidad5.3.2.2. Obra lírica5.3.2.3. Obra en prosa5.3.2.4.

6. LA PROSA6.1. El auge del periodismo6.2. El relato breve6.3. La novela regional6.4. La novela realista

6.4.1. Influencias literarias de la novela realista6.4.2. Novelas de tesis6.4.3. Novelas espiritualistas

6.5. Principales autores realistas6.5.1. Transición de la prosa romántica a la novela prerrealista

6.5.1.1. Fernán Caballero6.5.1.2. Pedro Antonio de Alarcón

6.5.2. Consolidación de la novela realista6.5.2.1. Juan Valera6.5.2.2. José María de Pereda6.5.2.3. Emilia Pardo Bazán6.5.2.4. Benito Pérez Galdós6.5.2.5. Leopoldo Alas, Clarín

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1. CONTEXTO HISTÓRICO Y SOCIAL

En la segunda mitad del siglo XIX es cuando, en los países más avanzados, se consolida el sistema de producción capitalista. Ello supuso notables cambios sociales y políticos.

Así, se propició el afianzamiento de los estados nacionales europeos por la difusión de las ideas nacionalistas y por la necesidad de unificar mercados por parte de las burguesías autóctonas. Se gestaron los Estados en el sentido moderno, con un gobierno central, una legislación unitaria, un sistema fiscal común a todo el territorio, etc. El mapa político europeo experimenta profundas transformaciones.

Unificación alemana: se produjo en 1871, impulsada por Prusia y bajo la dirección del político Otto von Bismark. El notable desarrollo industrial y la habilidad diplomática de Bismarck terminaron por convertir a Alemania en la principal potencia de la Europa central.

Unificación italiana: concluyó en 1870. La unificación se realizó bajo la dirección de los territorios del norte, más desarrollados industrialmente. La legislación librecambista adoptada posteriormente acentuó más las diferencias entre el sur y el norte.

Francia siguió siendo la potencia más importante del occidente continental. El Segundo Imperio de Napoleón III sufre las consecuencias de la derrota en 1870 en la guerra franco-prusiana. Se proclama entonces la Tercera República, en tanto que en París los revolucionarios establecen la Comuna de París, que es aplastada en mayo de 1871. La República consiguió superar todos los obstáculos y perdura hasta hoy.

Inglaterra es el país más influyente y de economía más desarrollada. Se agudizan los problemas del nacionalismo irlandés. Los enormes gastos militares del imperio inglés exigen nuevos impuestos que originan huelgas sucesivas. A todo esto se suma la existencia de movimientos como el de las feministas, que reclaman el sufragio para las mujeres (las sufragistas).

Rusia: es la gran potencia del este de Europa, aunque sus atrasadas estructuras sociopolíticas son incapaces de dar solución adecuada a los conflictos. La abolición de las servidumbre no se produce hasta 1861, pero la situación desesperada de los campesinos da lugar a numerosas revueltas. En los círculos de poder es constante el enfrentamiento entre los occidentalistas (partidarios de las reformas) y los eslavistas (partidarios de las antiguas costumbres rusas y los principios de la Iglesia ortodoxa).

Estados Unidos: se consolida como gran potencia. Aunque pasa por graves conflictos, como la guerra de Secesión, desarrolla su agricultura y comienza una rápida industrialización. Además, se suma al colonialismo e imperialismo europeo e incorpora a la unión las islas Hawai en 1897 y, tras una breve guerra con España en 1898, se anexiona Cuba, Puerto Rico y Filipinas.

Imperialismo: la necesidad de nuevos mercados y la búsqueda de materias primas empujaron a las potencias europeas a la expansión colonial imperialista. Gran Bretaña y Francia tenían ya un enorme imperio colonial. Alemania e Italia intentan tener sus propias colonias. En el Extremo Oriente, Japón conquista Corea y otros territorios de China.

Segunda revolución industrial: el desarrollo de las fuerzas productivas ocasiona una importante aceleración económica, con la que aparecen industrias basadas en la aplicación del motor de explosión y de la electricidad, y en el auge de las ciencias químicas. Al mismo tiempo, se implantan nuevos métodos de organización del trabajo, como el taylorismo, para aumentar la productividad.

Movimiento obrero: se fortaleció el movimiento obrero y se crearon las organizaciones de socialistas y anarquistas. En 1864 se constituyó en Londres la Asociación Internacional de Trabajadores, que rápidamente extendió su influencia por diversos países europeos. Las diferencias entre anarquistas y socialistas en el seno de la Internacional llevaron a la fundación en 1889 de la Segunda Internacional, que aglutinó los movimientos de inspiración socialista.

Enseñanza primara obligatoria y gratuita: surgió por la necesidad de mayor preparación, para unificar los valores fundamentales de los nuevos estados (lengua, cultura nacional, etc.), para oponer una enseñanza pública y laica frente a la enseñanza católica.

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2. ESPAÑA EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX

La Gloriosa: revolución que tiene lugar en 1868 y que termina con la monarquía borbónica. La figura clave es el general Prim.

Sexenio revolucionario (1868-1873): periodo histórico en el que se toman medidas propias de una revolución burguesa y liberal: sufragio universal; libertad de industria y comercio; nuevo sistema fiscal; libertad de imprenta, de cátedra, de culto y de asociación; separación de la Iglesia y el Estado; supresión de ciertas órdenes religiosas, matrimonio civil… Las contradicciones entre las diversas facciones dieron lugar a que los acontecimientos políticos se sucedieran de forma vertiginosa: asesinato de Prim, monarquía de Amadeo de Saboya, Primera República, levantamientos carlistas, anarquistas, sublevaciones cantonales, etc.

Restauración: el Ejército restaura en el trono a los Borbones en la figura de Alfonso XII. El nuevo reinado comienza con medidas abiertamente reaccionarias limitando o anulando las libertades anteriores. El principal político de la época es Cánovas, artífice del sistema político de la Restauración, que recibe por ello el nombre de canovismo, que consiste en una monarquía parlamentaria.

Caciquismo: fenómeno característico de la Restauración en la que la extensa red de caciques (terratenientes) controla los distritos electorales, de modo que el resultado de las elecciones está previamente decidido desde el gobierno.

Oligarquía: forma de gobierno en la cual el poder supremo es ejercido por un reducido grupo de personas que pertenecen a una misma clase social. En este caso la oligarquía la constituye la fusión entre la alta burguesía financiera y los restos de la vieja aristocracia.

Krausismo: movimiento intelectual basado en las ideas del filósofo alemán Karl Krause, introducidas en España por el profesor Julián Sanz del Río. Los krausistas pretendían conciliar razón y religión y propugnaban la tolerancia y la convivencia pacífica. Tienen gran relevancia sus ideas pedagógicas progresistas que pondrán en práctica en la Institución Libre de Enseñanza en cuyos centros expandirán el espíritu institucionista que influirá en muchos de los intelectuales de la España de la Restauración: Clarín, Galdós, Unamuno, Machado, Juan Ramón Jiménez…

3. PENSAMIENTO Y CULTURA EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX: EL POSROMANTICISMO, EL REALISMO Y EL NATURALISMO

A mediados del siglo XIX predominan en los medios artísticos los principios estéticos del realismo. Se denomina realismo al movimiento cultural característico de la sociedad burguesa a la que no agradaban las fantasías idealistas románticas. Aunque siguen perviviendo muchos rasgos románticos en el arte realista, el realismo surge por depuración o desaparición de elementos románticos más idealistas.

3.1. Ideas filosóficas y científicas de la época

Positivismo: filosofía propia de la sociedad burguesa decimonónica que afirma que no hay más realidad que los hechos que se perciben con los sentidos y se verifican por la experiencia. Afirman también que la única investigación posible es el estudio empírico de estos hechos y de las relaciones entre ellos. Destacan en el positivismo las figuras del filósofo Auguste Comte y del fisiólogo Claude Bernard.

Evolucionismo o darwinismo: propuesto por el naturalista inglés Charles Darwin, según el cual los diversos seres vivos resultan de la evolución y selección natural de los mejor adaptados al medio ambiente, a través de la lucha por la existencia y gracias a la transmisión de los caracteres por herencia. Por esos años, 1866, el botánico austriaco Gregor Mendel había descubierto las leyes de la genética.

Marxismo: propuesto por Karl Marx en El capital. Estudia la sociedad capitalista, sujeta a unas leyes específicas. Desde principios materialistas, Marx afirma que el motor del desarrollo histórico es la

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lucha de clases y explica así las causas de las revoluciones burguesas y las contradicciones de la sociedad capitalista. La filosofía marxista propone transformar el mundo, por ello se convirtió en la ideología predominante en los movimientos obreros de fin de siglo.

3.2. Rasgos generales de la literatura realista

Descripción minuciosa y detallada de la realidad externa, para lo cual el escritor pasa por una fase de observación y documentación. La observación rigurosa y la reproducción fiel de la vida están en el centro de la doctrina realista. El escritor se documenta exhaustivamente sobre el terreno o en los libros para conseguir la máxima exactitud ambiental o psicológica. Esta exactitud se ejerce en dos terrenos y siempre con intención moral o social:

– La pintura de costumbres nos muestra gran diversidad de ambientes: urbanos o rurales, refinados o populares, aunque hay preferencia por los ambientes burgueses.

– La pintura de caracteres que da origen a la novela psicológica donde se analizan los temperamentos y las motivaciones de los personajes

Ubicación próxima de los hechos: Frente a la evasión espacio-temporal del Romanticismo, los autores realistas escriben sobre lo que conocen, con lo que sitúan sus obras en el presente y en lugares próximos. La mirada se desplaza a lo cotidiano, eliminando el subjetivismo y la fantasía y controlando los excesos imaginativos y sentimentales.

Frecuente propósito de crítica social y política: La intencionalidad sociopolítica varía según la ideología particular de cada escritor. En general, los autores conservadores describen la realidad para mostrar su degradación y postular un retorno a los valores tradicionales. Los progresistas también muestran las lacras sociales, pero éstas, según ellos, obedecen a la pervivencia de una mentalidad conservadora que lastra el avance hacia el mundo nuevo.

Estilo sencillo y sobrio. Se prefiere una prosa sobria, a veces cuidada, a veces familiar. En los diálogos, la lengua se adaptará a la índole de los personajes; de ahí, por ejemplo, el reflejo del habla popular. Se trata de reflejar el estilo coloquial, incluso con incorrecciones y vulgarismos. El ideal del estilo es la claridad y la exactitud, como corresponde al deseo de acercar la labor del escritor a la del científico.

Predilección por la novela: El género literario por excelencia del Realismo es la novela, que alcanzó un auge inusitado. Los rasgos típicos de la novela realista son:

– Verosimilitud: Las historias son como fragmentos de realidad. Aunque inventadas por su autor, se basan en la experiencia cotidiana, y tanto los protagonistas como los ambientes son creíbles. Desaparecen del relato los sucesos increíbles, los hechos maravillosos y las aventuras insólitas.

– Protagonistas individuales o colectivos: Novelas psicológicas: Los protagonistas de las novelas suelen ser individuos que se

relacionan problemáticamente con su mundo. El novelista hace hincapié en el análisis psicológico del personaje.

Novelas de ambientación social: Los protagonistas son grupos sociales completos, que permiten al novelista dar una visión global de la sociedad contemporánea. En este caso el autor describe los más variados ambientes y comportamientos con la aparición de grupos sociales ignorados (burguesía, proletariado, mendigos, desclasados…)

– Narrador omnisciente: El narrador maneja por completo los hilos del relato: lo conoce todo, interviene en la obra con sus juicios sobre hechos y personajes y con observaciones dirigidas al lector. Con el tiempo, el ideal de objetividad conduce a atenuar las apariciones del narrador en la obra. Junto con la narración tradicional y el estilo indirecto, destacan el diálogo, el estilo indirecto libre y el monólogo interior.

– Uso del estilo indirecto libre: se trata de un estilo narrativo en el que se insertan en la voz del narrador enunciados propios de un personaje, que se reconocen mediante marcas que descartan la vinculación de ese registro del lenguaje o punto de vista con el narrador. En el

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enunciado del narrador fragmentos del discurso de los personajes que no son introducidos expresamente mediante marcadores o conectores (verbos de palabra y pensamiento o nexos introductorios del enunciado). Ejemplo: Juan estaba agotado, los pensamientos se agolpaban en su mente, no, jamás volvería a subir corriendo 1

– Didactismo: Es corriente que los autores pretendan con sus novelas ofrecer una lección moral o social. Ello es así en las llamadas novelas de tesis, en las que el escritor desea demostrar una idea general a la que quedan subordinados el argumento, los personajes y el ambiente de la obra.

– Estructura lineal: Los hechos transcurren de forma lineal en el tiempo, aunque no son extrañas las vueltas atrás para contar episodios pasados, pero éstas no interrumpen más que provisionalmente el hilo general de la narración.

– Descripciones minuciosas: Las descripciones interiores y exteriores y las de los mismos personajes son extremadamente detalladas, de modo que en las obras a veces predomina la descripción sobre la narración. Esto se relaciona con la obsesión de los realistas por el dato exacto, típica del positivismo.

– Aproximación del lenguaje al uso coloquial: El lenguaje narrativo, en coherencia con los presupuestos ideológicos, se aproxima a la lengua de la conversación, a la que se eleva a la categoría de lengua literaria. Los autores se esfuerzan en adecuar el lenguaje a la naturaleza de los personajes, que hablan con arreglo a su condición social, a su origen geográfico o a sus propias particularidades.

3.3. El naturalismo

Se conoce como naturalismo una corriente literaria que se desarrolló durante el último tercio del siglo XIX, fundamentalmente en Francia, y que tuvo como principal impulsor a Émile Zola, autor de un ciclo de novelas llamado Los Rougon-Macquart, que proporciona las claves del naturalismo: Zola pretende que la literatura se convierta en otra ciencia cuyo objeto de estudio es el medio social. La literatura debe analizar científicamente el comportamiento humano siguiendo los principios de la observación y la experimentación.

Para ello parte del determinismo, es decir, la idea de que el hombre se encuentra determinado biológica y socialmente, no es en realidad libre, puesto que los individuos están condicionados por su herencia genética y su ambiente social. El novelista, como el científico, experimenta con sus personajes para comprobar cómo se modifican sus reacciones según su particular condición biológica heredada. Esto explica la propensión de los naturalistas por ambientes miserables y sórdidos y por personajes tarados, alcohólicos, embrutecidos o enfermos, ya que esos les permiten demostrar la influencia determinante de la biología y del medio social.

Técnicamente, se extreman los rasgos del realismo:- Descripciones minuciosas- Reproducción fiel del lenguaje hablado- Narrador impersonal y objetivo: el novelista se comporta como el científico: se limita a exponer y

analizar los hechos, sin intervenir.

1 El estilo directo es un estilo narrativo en el que se inserta en el relato la voz de los personajes reproduciendo literalmente lo que dicen. El estilo directo se caracteriza por la presencia de verbo de lengua o sentido (dijo, exclamó, gritó, etc.), seguido de dos puntos y aparte, precedido de un guión, las palabras textuales del personaje.

Juan estaba agotado, suspiró y dijo: “Jamás volveré a subir corriendo.”

El estilo indirecto es, por otra parte, otro estilo narrativo en el que se introduce la voz de los personajes. En este caso, el verbo de lengua o sentido es seguido de la conjunción completiva que o si y a continuación se reproducen las palabras de los personajes modificadas:

Juan estaba agotado, suspiró y dijo que jamás volvería a subir corriendo.

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Las novelas tienen, además, una intención moral. Influidos por las ideas socialistas, los naturalistas piensan que, ya que no se puede modificar la herencia biológica, sí es posible igualar las condiciones sociales en que viven los hombres. La novela naturalista contribuiría a proporcionar un conocimiento más exacto de los seres humanos y de la sociedad, con el fin de poder mejorarlos.

A fines de siglo, la estética realista entra en crisis. Se desarrollan entonces diversos movimientos estéticos que buscan nuevos caminos: impresionismo, parnasianismo, simbolismo, espiritualismo, nihilismo, decadentismo, modernismo, etc. Con ellos se entra ya de lleno en el siglo XX.

4. EL REALISMO Y EL NATURALISMO EN ESPAÑA

4.1. El realismo en España

El triunfo de la estética realista en España es también tardío. Ello se explica por sus circunstancias histórico-sociales. Por un lado, el desarrollo del medio urbano está lejos del de países avanzados como Inglaterra y Francia. El realismo es, ante todo, un movimiento urbano, interesados en el mundo de la ciudad y sus gentes. Por otra parte, hasta la revolución de 1868 no se produce en España el clima de libertad que permite el desarrollo de la novela realista.

Hasta entonces, predominó una literatura vagamente romántica, tópica y repetitiva, refugiada en veladas literarias, juegos florales y periódicos locales. Esto explica lo novedosas que resultaron, más allá de Madrid o Barcelona, las novelas anticlericales de Galdós o Clarín.

Además la literatura realista se encuentra con que el público lector español es poco numeroso. Excepto Pérez Galdós, ninguno de los escritores realistas puede vivir exclusivamente de sus textos literarios. En todo caso, cada vez es más evidente el carácter burgués del público, interesado en que la literatura lo acerque a su realidad inmediata.

4.2. El naturalismo en España

En cuanto al naturalismo, la temprana traducción de las obras de Zola hizo que se conociera bastante pronto, pero levantó enseguida una gran polémica y su penetración en la literatura española fue muy dificultosa. Se acusa al naturalismo de inmoral y anticatólico, en su defensa Emilia Pardo Bazán escribe una serie de artículos recogidos en su libro La cuestión palpitante (1883), donde defiende a Zola, pero rechaza el determinismo naturalista. El mismo Zola interviene en el debate indicando que desde presupuestos católicos, sólo se puede adoptar un naturalismo puramente formal, artístico y literario.

El naturalismo español aprovecha del movimiento naturalista ciertos recursos narrativos y su interés por los ambientes míseros y degradados, pero no acepta la idea de convertir la literatura en una ciencia. Aparte de Pardo Bazán, se advierten rasgos naturalistas en obras de Galdós como La desheredada, en La Regenta de Clarín y en algunas novelas de Palacio Valdés.

De todas formas, sí existe un naturalismo radical en la obra de ciertos autores como Alejandro Sawa o Eduardo López Bago, quien denomina a sus obras novelas médico-sociales. La atención de estos autores hacia las cuestiones sociales, su reivindicación de la sexualidad, su anticlericalismo y su interés por ambientes marginales dejarán su huella en autores de principios del siglo XX como Eduardo Zamacois o Felipe Trigo. El eco del naturalismo es evidente en novelistas como Vicente Blasco Ibáñez, o incluso en Pío Baroja.

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5. LA POESÍA

Durante la segunda mitad del siglo XIX se compuso abundante y variada poesía, que debe entenderse en un contexto en el que la burguesía dominante impone sus gustos dentro de un modelo de sociedad donde cultura y política parecen unidas.

Pueden distinguirse tres tendencias poéticas:

5.1. Poesía realista antirretórica

Adoptó formas expresivas nuevas que la alejaban del Romanticismo. Es la lírica que con más propiedad puede denominarse realista. Se reivindica un lenguaje prosaico y antirretórico, que supere la retórica romántica, y que, de acuerdo con la mentalidad positivista y burguesa, sirva de cauce para las nuevas ideas y no las oculte bajo el peso de la carga ornamental. Esta poesía se abre camino desde mediados de siglo gracias a la figura de Ramón de Campoamor. El ideal poético de Campoamor es el prosaísmo: el uso de un lenguaje claro y sencillo que acerque la poesía a la prosa. Otras características de su poesía son la ironía, el escepticismo, la sentenciosidad, las apelaciones al sentido común, etc. Entre sus obras destacan Doloras (1846), Pequeños poemas (1872-4) y Humoradas (1886-8).

5.2. Poesía realista grandilocuente

La poesía realista grandilocuente enlaza con el neoclasicismo a través de la figura de Quintana, tanto en sus temas de carácter cívico como en su preocupación por la forma rotunda y bien construida. El autor más representativo de esta tendencia es Gaspar Núñez de Arce, que compone poemas de tono declamatorio próximos a la grandilocuente oratoria política de la época.

5.3. Poesía intimista posromántica

La poesía intimista posromántica, cuya figura fundamental es Gustavo Adolfo Bécquer, busca superar el Romanticismo retórico y trivial a través de la condensación y la simplificación formales, como medio de sugerir con la palabra, la imagen y el símbolo las ideas que rozan lo inefable.

5.3.1. ROSALÍA DE CASTRO

5.3.1.1. Biografía

Nació en Santiago de Compostela en 1837 y tuvo una existencia difícil y penosa. Pasó parte de su vida en Castilla, pero siempre añoró Galicia, adonde volvió definitivamente en 1871 y donde murió en 1885.

5.3.1.2. Obras

Aunque escribió también en prosa, destaca sobre todo como poetisa. Compuso versos tanto en gallego, Cantares galegos (1863) y Follas novas (1880) como en castellano, En las orillas del Sar (1884)

Con Rosalía de Castro nos encontramos ya muy cerca de la poesía contemporánea entendida como comunicación de una experiencia personal: aflora de forma directa el mundo interior, se manifiesta la subjetividad abiertamente y no envuelta en el tono declamatorio y muchas veces superficial del Romanticismo externo.

En su obra En las orillas del Sar, Rosalía de Castro alcanza muchos momentos de honda emoción y de expresión de una intimidad conflictiva que anticipan lo más granado de la poesía posterior.

En cuanto a su técnica, destaca su maestría en el uso de los recursos poéticos, sus innovaciones métricas (creación de nuevas estrofas, empleo del verso alejandrino) y cierta exuberancia formal que preludia la poesía modernista.

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Temáticamente, la expresión de la intimidad permite que sus versos transmitan sensación de autenticidad y verdad, y que confiese en ellos tanto sus inquietudes sociales como su conciencia de mujer oprimida.

5.3.2. GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER

5.3.2.1. Vida y personalidad

Gustavo Adolfo Domínguez Bastida nació en Sevilla en 1836. Era hijo de un pintor costumbrista, y, como él, adoptó el apellido Bécquer de sus antepasados flamencos, que se habían instalado en Sevilla años atrás. Pronto quedó huérfano de padre y madre. Vivió en cada de su madrina, en cuya surtida biblioteca desarrolló su afición a la lectura y formó sus gustos literarios. Comenzó estudios pictóricos, al igual que su hermano Valeriano, en el taller de su tío. Pero, mientras que su hermano se convirtió en un importante pintor, Gustavo aunque no abandonó nunca del todo el gusto por el dibujo y la pintura probó otros caminos artísticos, como el de la música.

Ya por entonces había empezado a componer poemas y, con dieciocho años, marchó a Madrid para forjarse una carrera literaria. Pero su situación económica era precaria, por lo que para sobrevivir tradujo o adaptó obras teatrales, escribió él mismo otras en colaboración, así como libretos de zarzuelas, y realizó diversos trabajos periodísticos.

Desde 1860 su dedicación al periodismo fue más constante y llegó a ser director del periódico conservador El Contemporáneo. Por estas fechas entabló relación con el poeta Augusto Ferrán, traductor de Heine, al que dio a conocer a Bécquer: este mostró luego en sus versos un influjo directo de la poesía delicada e intimista del alemán. Enfermo de tuberculosis, pasó varias temporadas en el monasterio zaragozano de Veruela. En 1861 contrajo matrimonio con Casta Esteban, pero el matrimonio fracasó y acabaron separándose. Económicamente, vivió una situación desahogada durante los últimos años del reinado de Isabel II, pues fue protegido por el ministro conservador González Bravo, quien le proporcionó el bien remunerado cargo de censor de novelas. Perdió el empleo con la revolución de 1868. Se fue entonces a vivir con su hermano Valeriano a Toledo, y reescribió su obra poética, que había reunido tiempo atrás y entregado a González Bravo, interesado en publicarla, pero ese manuscrito se había perdido durante los sucesos revolucionarios de septiembre del 68-

Con sólo treinta y cuatro años murió Gustavo Adolfo Bécquer en Madrid a finales de 1870, cuando convivía nuevamente con su mujer, tras el fallecimiento de su hermano Valeriano pocos meses antes.

5.3.2.2. Obra lírica

Las Rimas, en su edición de 1871, son setenta y nueve poemas breves, asonantados en general, y de metros variados, en los que se funda la importancia de Bécquer en la literatura. De estos poemas, sólo quince se publicaron en vida del autor. Bécquer las reunió para editarlas en un libro y las entregó a su protector, el ministro González Bravo, que se había comprometido a publicarlas, pero en un saqueo en el domicilio de éste durante los tumultos de 1868, desapareció el original. Posteriormente, el autor reprodujo los textos de memoria, sin un orden determinado, al final de un cuaderno que, con el título de Libro de los gorriones, bajo el epígrafe “Poesías que recuerdo del libro perdido”, se conserva en la Biblioteca Nacional.

Tras la muerte del poeta, sus amigos prepararon una edición de las Rimas, publicada en 1871, en la que los poemas aparecen ordenados en cuatro grupos:

1) Rimas I-XI: en torno a la poesía como tema, en especial, acerca del deseo de expresarse mediante la poesía.

2) Rimas XII-XXIX: las diecisiete rimas de este grupo obedecen a una contemplación afirmativa y confiada de la belleza femenina y del amor.

3) Rimas XXX-LI: El más abundante cuerpo de la poesía becqueriana está constituido por rimas amargas y dolientes, con tonos que van de la melancolía hasta la ira y la desesperación. No es raro que

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sean las más numerosas: el fracaso de sus amores con Elisa Guillén, que lo abandonó por otros hombres, no lo olvidó nunca. Muchos de los versos de esta etapa son, en realidad, una venganza.

4) Rimas LII-LXXVI: Tratan de la soledad y de la muerte desde un punto de vista desolado y pesimista.En 1914 se dio a conocer el manuscrito del Libro de los gorriones, que cuestionaba el ordenamiento

de la edición de 1871 e incluía tres rimas más (LXXVII-LXXIX). En las ediciones posteriores de las Rimas, los poemas llevan un número romano (el de la edición de 1877) y otro arábigo (el del Libro de los gorriones).

a) Temas

Los núcleos temáticos de la poesía de Bécquer están relacionados con el ordenamiento que sus amigos hicieron de las Rimas:

a) Poesía y creación artística:Varios de los primeros poemas del libro de las Rimas versan sobre la poesía, concebida como una

forma de expresión inmediata de emociones íntimas o de sentimientos que están más allá del poeta mismo y que solo esperan al escritor que sepa formularlos.

Se trata de una concepción romántica de la literatura, frente a la idea clásica del arte como elaboración meditada y concienzuda. Sin embargo, Bécquer se aparta del Romanticismo declamatorio y estruendoso. Todo ello es lógico si atendemos a su formación literaria, que fue en sus inicios neoclásica para absorber luego el Romanticismo a través de cuantiosas lecturas y renovarlo después al conocer la poesía de Campoamor y, sobre todo, la de los poetas intimistas que se nutren tanto de las baladas germánicas como de los cantares y coplas de inspiración popular.

Llega así Bécquer a una poesía sintética, normalmente breve, nada grandilocuente y en la que la expresión de las ideas se apoya a menudo en referencias a objetos materiales. Ni siquiera la inspiración es en él el mero halo misterioso y divino de que está dotado el genio creador, puesto que no se explica sin la razón, que es la que verdaderamente acaba dando forma definitiva al poema.

Por tanto, es difícil desligar por completo a Bécquer de la estética realista que empezaba a dominar en su época. Más bien, los poemas de Bécquer, partiendo de elementos de la realidad cotidiana, intentan expresar ideas, como la belleza, el amor o la poesía misma, que se resisten a ser formuladas con palabras.

En esa búsqueda de la forma expresiva, Bécquer se acerca al simbolismo al aludir a ideas y sentimientos interiores mediante vocablos que designan realidades exteriores.

b) Amor, desengaño amoroso y decepciónEl amor, relacionado con la poesía, la naturaleza y Dios, es el tema central de las Rimas; es un ideal

inalcanzable, y la amada, expresión máxima de la belleza, resulta ser un ideal, un ser inaccesible, un misterio intangible, que se desvanece como un sueño. El resultado final no es otro que el fracaso de la experiencia amorosa, el desengaño. La decepción se muestra, unas veces, con ironía, crueldad y sarcasmo, y otras, con la angustia más profunda y la desesperación sin límites del yo poético.

c) Soledad y muerteLa soledad es un sentimiento consustancial al yo lírico romántico, para el que la naturaleza, aun en su

aspecto más agresivo, puede constituir un refugio. El individuo se siente solo en la soledad del mundo y no encuentra respuestas para los interrogantes vitales (¿De dónde vengo?; ¿Adónde voy?). La soledad se intensifica frente al enigma de la muerte y queda simbolizada en la tumba abandonada, que ya todos ignoran.

d) El sueño y la naturaleza.La realidad se percibe como una integración de lo racional y lo soñado; existe una fusión entre

mundo y sueño. Los sueños permiten la expresión del espíritu y la fantasía, en ellos se presentan zonas y seres misteriosos, desconocidos, un mundo de visiones que enriquece la percepción del universo.

Aunque la naturaleza es a veces un marco impasible e indiferente, en muchas de los poemas de Bécquer es expresión de los sentimientos del yo lírico, quien busca la integración en el mundo natural. En

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general, se presenta en constante movimiento, y las imágenes relacionadas con la luz y el aire adquiere especial importancia.

b) Estilo

En cuanto al estilo poético de Bécquer, tras su aparente sencillez y espontaneidad, hay una cuidada elaboración de los textos. Buena parte de los aciertos expresivos de Bécquer proceden de su maestría en amalgamar los artificios retóricos de la poesía culta con los de la poesía popular.

Así sucede, por ejemplo, en la métrica: utiliza, a veces estrofas clásicas (octava real, serventesio, quintilla), pero lo más frecuente son combinaciones de endecasílabos y heptasílabos (al modo de la silva culta, aunque en estrofas normalmente breves, como en la lírica tradicional), que, en ocasiones, son decasílabos y hexasílabos, así como el empleo de formas populares (copla asonantada, seguidilla). Rasgo general de sus versos es la preferencia por la rima asonantada, con la que evita la sonoridad estridente del Romanticismo.

El ritmo poético obedece a la estudiada distribución de los acentos del verso, lo que proporciona a sus poemas su tenue musicalidad. Son numerosos también los encabalgamientos que, sin llegar al prosaísmo, dan sensación de mayor naturalidad: ahora la unidad poética es el conjunto del poema y no cada uno de los versos.

Compositivamente, los poemas de Bécquer suelen ser breves y, muchas veces, parecen quedar truncados al cerrarse con un verso quebrado que condensa la idea expresada y abre nuevas sugerencias. Los más extensos utilizan normalmente el paralelismo como técnica estructurante (correlaciones bimembres o trimembres, antítesis, anáforas, repeticiones…); y no es extraño que sus diversas estrofas, con preferencia por las de cuatro versos, concluyan también con un pie quebrado. Todas las rimas prueban su pensada construcción y su trabajada arquitectura.

El lenguaje becqueriano también es sencillo en apariencia. No son raras las metáforas (saeta…/ hoja…/ gigante ola…/ luz…/ esa soy yo) y también son habituales los símiles (como la brisa que la sangre orea, tus ojos/ verdes como el mar…). Las imágenes se construyen casi siempre con palabras que aluden a realidades materiales, sensoriales. Por eso su lenguaje poético abunda en vocablos referentes a la naturaleza (golondrinas, búho, viento, huracán, campanillas, madreselvas, violeta, árbol, mar) o a la música (arpa, lira, compás, cadencia, laúd). Tampoco falta el léxico más prosaico (átomo, máquina, roncar, comer, engordar, billete de banco, diccionario), que revela la influencia de la poesía realista, al lado de un vocabulario todavía romántico (suspiros, sueño, dolor, vértigo). Sin embargo, lo más importante del léxico de Bécquer es su capacidad de sugerencia más allá de su significado denotativo: los elementos de la realidad se corresponde con emociones íntimas, o a través de ellos se descubren otros sentidos insospechados u ocultos en la misma realidad descrita. Esta es la razón por la que se puede considerar a Bécquer como un poeta presimbolista.

5.3.2.3. Obra en prosa

Como prosista, Bécquer escribió, además de numerosas colaboraciones periodísticas, una inconclusa Historia de los templos de España (1857), dos colecciones de cartas, Cartas literarias a una mujer (1860) y Cartas desde mi celda (1864), así como las Leyendas, que aparecieron en la prensa entre 1858 y 1864 y que se recogieron en un libro en 1871 en el mismo volumen de las Rimas.

Las Leyendas son un conjunto de relatos cortos de carácter fantástico y ambientación romántica (la Edad Media, el mundo oriental o morisco, el halo de misterio, la noche…) Muchas de ellas son muy conocidas: El caudillo de las manos rojas, El Monte de las Ánimas, El Miserere, La corza blanca, El beso…

Las Leyendas se encuentra muy cerca del Romanticismo tradicional, por los precedentes del género (Zorrilla, Espronceda, duque de Rivas, la novela histórica) y por los temas que desarrolla (la mujer ideal, el desengaño, el ansia de amor absoluto…), así como por los personajes (caballeros, galanes, artistas, bellas

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mujeres) y por los ambientes exóticos o legendarios. Pero Bécquer acierta a crear un nuevo género, el de la leyenda lírica.

La prosa becqueriana destaca en las Leyendas por sus valores rítmicos y musicales y por sus calidades pictóricas, que preludian ya las narraciones modernistas.

6. LA PROSA

6.1. El auge del periodismo.

Para el desarrollo de la prosa realista tienen una gran importancia el auge del periodismo. Como se ha dicho antes, la mayor parte de los prosistas del XIX escriben para un periódico. La prensa, por pura necesidad de proximidad al lector, contribuye a forjar una prosa directa, flexible y liberada de la grandilocuencia romántica. Uno de los géneros periodísticos, el artículo de costumbres, va a evolucionar hacia la novela prerrealista, próxima todavía al costumbrismo y construida de manera poco orgánica mediante la mera suma de escena costumbrista.

6.2. El relato breve

Cuando la novela realista triunfa, el costumbrismo periodístico va siendo sustituido en la prensa por el cuento. La proliferación de relatos breves es insólita y su número se cuenta por muchos millares. A veces no es fácil distinguir estos cuentos de los cuadros de costumbres. Suelen reflejar la España contemporánea y prefieren el entorno urbano y los ambientes burgueses.

6.3. La novela regional

El costumbrismo está en la base de otro aspecto característico de la novela realista: el gusto por la novela regional. En Andalucía están ambientadas muchas de las novelas de Fernán Caballero y de Valera, en Cantabria las de Pereda, en Asturias las de Palacio Valdés, etc. En estas novelas se observan minuciosamente las costumbres locales.

6.4. La novela realista

6.4.1. Influencias literarias de la novela realista

Entre las influencias literarias del realismo, además del costumbrismo, destaca la de los grandes escritores realistas europeos, que fueron bien conocidos tanto de forma directa como a través de traducciones. Otra es la novela de folletín, de la que tomaron motivos y recursos diversos, aunque la criticaron y parodiaron. Otro precedente literario es la noval histórica romántica que les sirve de contramodelo: frente a la ambientación en el pasado y la imprecisión temporal, características de la novela histórica romántica, la realidad contemporánea y la precisión de los datos de la novela realista; frente a los casos insólitos y maravillosos de los relatos románticos, sucesos y personajes comunes y corrientes. Finalmente, la de la prosa española de los siglos XVI y XVII (Cervantes, la picaresca, Quevedo…).

6.4.2. Novelas de tesis

Entre los realistas españoles suelen distinguirse dos grupos: los conservadores o tradicionalistas y los liberales o progresistas. Esta oposición ideológica es visible en los textos literarios y se manifiesta, por ejemplo, en la oposición entre el campo y la ciudad. Para los conservadores la sociedad campesina es idílica, la ciudad es un nido de corrupciones y, en sus argumentos, los personajes del sencillo e inocente medio rural son destruidos cuando entran en contacto con la urbe. Para los liberales, la ciudad es el lugar

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de la civilización moderna y el progreso, mientras que el acampo es un medio inculto y atrasado, conde los personajes procedentes del medio urbano, instruidos y liberales, se enfrentan con graves problemas.

Estas son las claves temáticas de las novelas de tesis, que escriben los narradores de ambos bandos para defender sus postulados ideológicos. En las novelas de tesis los personajes son, en general, meros tipos y se encuentran definidos de antemano: su función es servir como vehículo de las ideas del autor.

6.4.3. Novela espiritualista

En la última década de siglo la crisis de la fórmula realista y naturalista conduce a la novela espiritualista. Ahora la ficción literaria tiene como referente una realidad más amplia en la que caben también la interioridad del individuo y la imaginación. En muchos aspectos, como el interés por los asuntos morales, el empleo de símbolos, la exacerbación de los sentimientos y la búsqueda de lo trascendente, nos encontramos cerca de la prosa modernista. Se supera entonces la contradicción entre el narrador impersonal, simple transmisor de la realidad que no debía contaminar el texto con su subjetividad, y la necesidad de que el propio narrado sea percibido de forma verosímil por el lector, puesto que la novela no “se cuenta sola” y el narrador debe justificar su conocimiento de los personajes y la acción.

6.5. Principales autores realistas

6.6. Transición de la prosa romántica a la novela prerrealista

6.6.1. Fernán Caballero

Es el seudónimo de la escritora Cecilia Böhl de Faber (1796-1877), hija de uno de los introductores del Romanticismo en España: Nicolás Böhl de Faber. Su obra se ha considerado precursora del realismo español, pero la abundancia de elementos románticos y, sobre todo, el didactismo católico y la idealización de tipos y paisajes, la alejan de los presupuestos centrales del realismo. Entre sus obras más conocidas destacan La gaviota y La familia de Alvareda.

6.6.2. Pedro Antonio de Alarcón

Es también un escritor prerrealista, cercano aún al Romanticismo y a la prosa costumbrista. Sus novelas no son de gran calidad: sus personajes carecen de individualidad y están construidos con un maniqueísmo absoluto, las situaciones argumentales son inverosímiles y su lenguaje peca de excesiva verbosidad. Una sorprendente excepción es la novela corta El sombrero de tres picos (1874).

6.7. Consolidación de la novela realista:

6.7.1. Juan Valera

Es un escritor peculiar dentro del movimiento realista. Es un tardío escritor de novelas, que empieza a publicar cuando ya había destacado en el ensayo y en la crítica literaria. Él mismo nunca se consideró realista: defiende el carácter poético de la novela y postula un tipo de narración que estudie el interior de los personajes. Reclama una literatura que cree objetos bellos que deleiten al lector, dejando a un lado cualquier preocupación por la sociedad del momento. En consecuencia, sus novelas suelen moverse dentro de marcos ideales donde se difuminan los conflictos sociales. Tampoco sus personajes hablan de manera realista; su estilo es culto y academicista. Las descripciones exteriores son poco frecuentes. La construcción narrativa es hábil y, aunque el narrador interviene en los relatos, el uso de la ironía pone distancia entre los personajes y el autor. El amor es el tema de la mayor parte de su obra narrativa en la que destaca Pepita Jiménez (1874), Doña Luz (1879), Juanita la Larga (1895) y Morsamor (1899).

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6.7.2. José María de Pereda

Es el máximo representante, dentro del realismo, de la novela tradicional. Defiende en sus obras un patriarcalismo rural e idílico frente a los males del mundo urbano y burgués. Casi todas sus novelas transcurren en la región cántabra y son un ejemplo de novela regional. Sus obras presentan muchos defectos: personajes acartonados, moralismo abrumador, constantes intromisiones del narrador, argumentos faltos de intriga, etc. Sin embargo, son apreciables su gran calidad descriptiva tanto de paisajes como de personajes. Entre sus novelas destacan: El sabor de la tierruca (1882), Pedro Sánchez (1883), Sotileza (1884), La puchera (1889) y Peñas arriba (1895).

6.7.3. Emilia Pardo Bazán

Aristócrata gallega, fue persona cultivada y buena conocedora de las corrientes literarias europeas de su tiempo. Su obra narrativa es muy variada: tuvo unos comienzos románticos, y tras sus escarceos naturalistas, será seguidora del espiritualismo ruso e, incluso, al final de su producción, de la estética modernista en boga. Defiende, pues, todo lo novedoso, pero en el fondo su obra tiene un hilo conductor unitario que le proporciona coherencia: su ideología cristiana y conservadora. Así, el naturalismo, tan presente en novelas como La tribuna (1882), Los pazos de Ulloa (1886) y La madre Naturaleza (1887), es siempre puramente formal: situaciones escabrosas, ambientes degradados, señores decadentes y criados brutales, crudas descripciones, escenas de desmesurada violencia, etc. Pero el determinismo naturalista sólo es externo y circunstancial, pues es corregido por la fe religiosa.

Tiene mucho interés el más de medio millar de cuentos que la condesa de Pardo Bazán publicó en la prensa, parte de los cuales reunió en diversos volúmenes: Cuentos de Marineda, Cuentos de Navidad, Cuentos de amor, Cuentos sacroprofanos, Cuentos de la tierra…

6.7.4. Benito Pérez Galdós

6.7.4.1. Biografía

Nació en Las Palmas de Gran Canaria dentro de una familia acomodada. A los diecinueve años marchó a Madrid a estudiar Derecho, pero abandonó los estudios para dedicarse al periodismo y a la literatura. En 1870 publica su primera novela y en 1871 dirige ya un periódico madrileño. A partir de 1873, cuando comienza la primera serie de Episodios Nacionales, se dedica casi en exclusiva a la literatura. Su calidad literaria y su laborioso trabajo lo convierten en el autor más importante de su tiempo.

Concluidas las dos series iniciales de Episodios, que había alternado con sus primeras novelas, comienza en los años ochenta su proyecto literario más ambicioso, las Novelas españolas contemporáneas. Pese a los apoyos de Menéndez Pelayo y de Valera, fracasa su candidatura a la Real Academia a principios de 1889, pues su actitud liberal y anticlerical se ve con reticencias entre los conservadores. No obstante, resulta finalmente elegido a mediados de ese mismo año.

En la última década del XIX, prosigue su actividad como novelista, aunque emprende también con bastante éxito su carrera como autor teatral. En 1897 lee su importante discurso de ingreso en la Real Academia: La sociedad presente como materia novelable. A finales de siglo comienza la tercera serie de los Episodios Nacionales. Ya en el siglo XX, continúa con su actividad teatral y con la redacción de sucesivos episodios. La situación política española lleva también a Galdós a pronunciarse a favor de un cambio en la política, cada vez más conservadora, de la Monarquía y, finalmente, a colocarse del lado de los republicanos, en cuyas filas es elegido diputado en 1907. En 1909 es co-presidente de la Conjunción Republicano-Socialista junto a Pablo Iglesias. Ese mismo año vuelve a ser elegido diputado.

Sus últimos años son difíciles. En 1912 fracasa su candidatura al Premio Nobel por la oposición beligerante de los conservadores españoles. Con su salud ya quebrantada, se ve obligado a dictar sus

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últimas obras porque se está quedando ciego. Postrado por la enfermedad y agobiado por las dificultades económicas, muere en Madrid en 1920.

6.7.4.2. Obra narrativa

6.7.4.2.1. Primeras novelas

Publicadas durante la primera década de los setenta, casi todas son novelas de tesis en las que se contraponen dos ideologías, conservada y liberal. Galdós no oculta sus simpatías por la España liberal, y la intención didáctica de las obras es explícita. Títulos de esta época son La Fontana de Oro (1870), Doña Perfecta (1876), Gloria (1877), Marianela (1878) y La familia de León Roch (1878). Pese al esquematismo de sus ambientes y personajes, se advierte en estas obras una evolución técnica que culminará en el gran Galdós posterior.

6.7.4.2.2. Novelas españolas contemporáneas

Así llamó Galdós a las novelas que publicó a partir de La desheredada (1881). Esta magnífica obra, influida en parte por las ideas naturalistas de Zola, no presenta ya de forma elemental acciones y personajes, sino que estos son fruto ahora de una cuidada evolución psicológica. Algunas otras novelas de este periodo son El amigo Manso (1882), La de Bringas (1884) y Miau (1888).

Todas estas obras analizan con maestría el mundo de la clase media. La visión galdosiana de esta sociedad mesocrática se plasma generalmente en Fortunata y Jacinta (1886-7), su obra más ambiciosa. Se trata de una novela extensa y cuidadosamente construida, que desarrolla, sobre la base de diversos triángulos amorosos, la convulsa y cambiante vida social madrileña entre 1873 y 1876, entrelazando calculadamente los elementos de ficción y los históricos.

En esta obra, Galdós despliega sus mejores artes narrativas: minuciosa captación de ambientes y tipos, uso magistral de los diálogos, empleo de novedosos monólogos interiores, sabio manejo narrativo de múltiples anécdotas argumentales, etc. En ella alcanza su cumbre el realismo total galdosiano. A los elementos genuinamente realistas, Galdós incorpora recuerdos, sueños, imaginación, locura, símbolos. Todo ello se integra de tal forma que da por resultado un acabado fresco social pero no se trata de una sociedad abstracta, sino de un mundo poblado por numerosas individualidades, que son las que transmiten al lector esa fuerte impresión de verdad.

6.7.4.2.3. Últimas novelas

La crisis de la estética realista y el interés por buscar nuevos cauces expresivos se manifiestan claramente en sus novelas desde 1889. De este periodo son La incógnita (1889), Realidad (1889), Ángel Guerra (1891), Tristana (1892), la tetralogía que tiene como protagonista al usurero Torquemada (1889-1895), Nazarín (1895), Misericordia (1897) , El caballero encantado (1909).

En todas ellas ensaya originales procedimientos narrativos: novelas dialogadas, narraciones epistolares, introducción de elementos fantásticos, sueños, símbolos, etc. En alguna es también visible la influencia del espiritualismo de la novela finisecular europea. La modernidad narrativa galdosiana tiene su raíz en la progresiva radicalización ideológica del Galdós, que le lleva a buscar vías estéticas diferentes como modo de comprender la realidad en toda su extensión.

6.7.4.2.4. Episodios Nacionales

Los Episodios Nacionales, constituidos por cuarenta y seis novelas dispuestas en cinco series de diez episodios cada una (excepto la última, que quedó inacabada con solo seis), pretenden reconstruir en forma novelada la historia del siglo XIX español.

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Las dos primeras series fueron escritas entre 1873 y 1879, al tiempo que sus primeras novelas; las tres últimas entre 1898 y 1912.

Los Episodios son un intento de entender desde la literatura los conflictos que dividen la sociedad española a partir de la que novela Galdós, quien acude a la Historia para explicar su propio presente y las convulsiones político-sociales que siguen al derrocamiento de la monarquía borbónica en 1868.

Las dos primeras series muestra la ideología liberal de Galdós. Abundan en recursos folletinescos, aunque se apartan de la novela histórica romántica por la proximidad de los hechos narrados y porque la Historia no es un mero marco decorativo.

Casi veinte años después don Benito reemprende la redacción de los Episodios. Se percibe claramente que Galdós ha madurado como novelista: mezcla de narradores en primera y tercera persona, monólogos, novelas epistolares que ofrecen la impresión de intimidad al tiempo que proporcionan la ilusión de crónica histórica…

En estos últimos episodios se advierte también el conocimiento de primera mano de los hechos por parte de Galdós, pues la época se corresponde con la de su propia juventud madrileña, que el escritor juzga ahora desde sus nuevas posiciones ideológicas republicanas.

6.7.4.2.5. Temas e influencias

Las obras de Galdós, aunque ambientadas en su mayoría en Madrid, son una completa visión de conjunto de la sociedad española de su época. En sus novelas Madrid concentra todas las contradicciones sociales e históricas del país y se ha convertido en una gran ciudad cuyo complejo mundo presenta con pluma maestra el novelista. Aunque las clases medias son las que ocupan el primer plano de sus obras, la mirada de Galdós presta atención a todas las esferas sociales. Todo ello se expone en íntima relación con las vicisitudes históricas que dan lugar a esta nueva sociedad que arrolla a su paso los viejos moldes estamentales.

La sensación de vida en acción de las novelas de Galdós hacen que sus obras ofrezcan una reflexión sobre la condición humana: el tiempo que todo lo cambia, las reacciones psicológicas ante las situaciones extremas, las ambiciones, el dolor, los suelos, las ilusiones, las fantasías, el amor, los diversos placeres, los ambientes sórdidos, todo desfila ante los ojos del autor y bajo la mirada de Galdós, dura y sarcástica en ocasiones, tierna y humanísima en otras, irónica en las más.

Los modelos literarios de Galdós son muy diversos. Es apreciable la influencia de los escritores realistas: Balzac, Dickens, Flaubert, Dostoyevski y Tólstoi. Es también muy notable la influencia de la literatura: la Celestina, la picaresca, los clásicos del siglo XVI y XVII, y particularmente Cervantes, de quien aprende Galdós el recurso fundamental de la ironía, que le permite alejarse de lo narrado y ver más objetivamente a sus personajes.

6.7.4.2.6. Estilo

El ideal estilístico galdosiano es el lenguaje llano y sencillo. La prosa de Galdós es extraordinariamente ágil y de apariencia espontánea, pero siempre producto de una meditada elaboración. Sus personajes se expresan de acuerdo con su condición y quedan caracterizados por su forma de hablar. En realidad, lingüísticamente, Galdós es también un creador. Es en él constante su alerta ante el lugar común y la retórica manida (frases hechas, locuciones tópicas, formulismos de la prensa y del parlamento…) Pero, además de denunciar el lenguaje anquilosado y las fórmulas burguesas de la conversación, Galdós se sirve de esas mismas locuciones y coloquialismos fosilizados como cantera de su creatividad y juega con los sentidos literal y metafórico de muchos tópicos, rompiendo con el automatismo de las selecciones léxicas y valiéndose de esos mismos clichés en la génesis de situaciones narrativas o en la caracterización de personajes, para los que emplea constantes metáforas asociadas con su profesión, aficiones, etcétera.

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6.7.5. Leopoldo Alas “Clarín”

6.7.5.1. Biografía y personalidad

Leopoldo Alas nació en Zamora en 1852, pero en 1863 se encuentra ya en Asturias, tierra que será definitivamente la suya. En 1871 se licencia en Derecho y se traslada a Madrid para cursar el doctorado y la carrera de Filosofía y Letras. Recibe entonces clases de destacados intelectuales krausistas, que dejan una intensa huella en él.

Tras la restauración borbónica, Alas es asiduo colaborador del periódico republicano El Solfeo, en cuyas páginas aparece por primera vez en 1875 el seudónimo Clarín, inspirado por el título del periódico y por el personaje de La vida es sueño.

Desde 1878, escribe en La Unión, periódico republicano federal, donde publica casi doscientos artículos. Entre tanto, ha redactado ya sus primeros relatos y se ha doctorado con una tesis dedicada a Giner de los Ríos.

En 1882 es nombrado catedrático de la Universidad de Zaragoza, se casa, viaja por Andalucía y realiza una serie de reportajes sobre el problema social andaluz. Al año siguiente es ya catedrático de Derecho en la Universidad de Oviedo, donde permanecerá hasta su muerte. A partir de entonces su actividad decae, aunque sigue publicando en los periódicos. Sus preocupaciones espirituales se acentúan y en 1898 sus inquietudes sociales lo llevan a proponer la fundación de la Extensión Universitaria de Asturias, que pretende acercar la enseñanza a los medios sociales más desfavorecidos.

En 1900 termina la traducción de la novela de Zola, Trabajo, y, ya muy enfermo, pronuncia su última conferencia en el socialista Centro Obrero de Oviedo en enero de 1901. Muere ese mismo año, no sin antes tener la alegría de ver la segunda edición de La Regenta, prologada por Galdós.

6.7.5.2. Artículos periodísticos

Muestran el krausismo del que se ha empapado en la Universidad y en los salones del Ateneo, defienden posiciones políticas coincidentes con el republicanismo federal del momento y se oponen a cualquier transacción con la restauración canovista.

Desde mediados de los ochenta, se advierte un cambio de posición ideológica. Persistiendo en sus ideas republicanas, es partidario ahora de la participación en las instituciones y de alcanzar lo posible. En Clarín se ha producido el mismo desencanto que ha abrumado a los fracasados revolucionarios del 68 y de una confianza casi romántica en las virtudes del pueblo ha pasado a ensalzar los valores del individuo concreto.

La influencia de escritores como Renan o Tolstói lo empuja a una actitud espiritualista en consonancia con las corrientes irracionalistas del pensamiento finisecular. No obstante, Clarín permanece atento a la realidad de siglo. Así se mantiene republicano hasta el final de sus días y simpatiza con el socialismo.

6.7.5.3. Crítica literaria

Clarín dedicó muchísimos artículos periodísticos a la crítica literaria. Parte de estos artículos los reunió en volúmenes independientes. Ideó también una publicación literaria, titulada Folletos literarios, de la que aparecieron ocho entregas entre 1886 y 1891. En la crítica literaria de Clarín puede distinguirse entre una crítica festiva y satírica y otra más seria y teórica. En ambas, la crítica es para Alas una actividad de carácter ético que sire para mejorar el nivel cultural del pueblo como crítico demócrata. La crítica, para

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Clarín, es un camino de conocimiento, de búsqueda de la verdad, de elevación del nivel estético de una comunidad. Denuncia, por ello, las obras y autores de mala calidad y alaba, por el contrario, lo que considera sobresaliente dentro de la literatura española de su tiempo. Esta labor la ejerce desde su enorme conocimiento de todo cuanto se escribe y discute en la Europa de entonces. Admira a Balzac, Flaubert y Zola, y, entre los escritores españoles, consideraba por encima de todos a Galdós y estimaba a Valera y a Pereda. Se mostró muy duro con los jóvenes escritores modernistas.

6.7.5.4. Obra narrativa

En cuanto a su obra de creación, es casi exclusivamente narrativa, a excepción de algunos poemas juveniles y su drama Teresa (1895), que intenta conjugar la crítica social y el espíritu evangélico, dentro de una estética de intensa concentración dramática y escenográfica naturalista.

Pese a su brevedad, es su obra narrativa la que le concede un puesto de primer orden en las letras españolas. Solo escribió dos novelas: La Regenta y Su único hijo, algunas novelas cortas (Pipá, Avecilla, Las dos cajas, Doña Berta, El Señor…), varios fragmentos novelescos inconclusos y poco más de cien relatos breves, publicados en su mayoría en la presa y que recopiló, junto a otros inéditos, en volúmenes independientes: Pipá (1886), El Señor y lo demás, son cuentos (1893), Cuentos morales (1896) y El gallo de Sócrates (1901).

6.7.5.4.1. Los cuentos y las novelas cortas

Los cuentos de Clarín se pueden dividir en dos clases:a) Los cuentos satírico-burlescos: tienen un entronque costumbrista y parten de un tipo

caricaturesco cuyos rasgos se satirizan. Son cuentos muy próximos a ciertos artículos periodísticos y revelan este parentesco.

b) Los cuentos de talante serio y reflexivo: en ellos aparece el escritor lírico y sensible que muestra su afecto hacia los menesterosos, Alas expresa sus preocupaciones personales de cada momento.

Las novelas cortas muestran también las mismas constantes clarinianas: ironía, fino humor y, al mismo tiempo, ternura y humanidad. En cuanto a la ambientación, los relatos se desarrollan en Madrid, pequeñas capitales provincianas o el campo asturiano. Normalmente la ubicación se halla ligada a la intención del autor.

6.7.5.4.2. Las grandes novelas

6.7.5.4.2.1. Su único hijo (1891)

Su único hijo (1891) narra la vida en una pequeña capital de un frustrado matrimonio, cuyas relaciones con los componentes de una compañía de actores sitúan la acción en un ambiente extraño y degradado. Clarín juzga duramente la moralidad de la sociedad que retrata, cuyos rasgos, ocultos bajo una máscara de pseudorromanticismo trasnochado son el egoísmo, la rapacidad, el engaño, la hipocresía y la mentira.

Los personajes viven en la más extrema soledad y se mueven por intereses materiales en un medio social que condiciona su comportamiento con una mezcla de determinismo naturalista y sensualismo decadente.

El protagonista es un individuo pusilánime que realiza un ímprobo esfuerzo por vencer esa debilidad y reafirmar su identidad. El personaje oscila entre lo ridículo y lo sublime. Su fuerza de voluntad lo hace elevarse por encima de la realidad que lo rodea y forjarse un destino propio elegido personalmente.

La importancia en la novela de la voluntad, de la familia, de la infancia, del espíritu religioso, del tiempo de la memoria, de lo subjetivo, responde a la angustia ante la sociedad, el desarraigo y el miedo al mundo.

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6.7.5.4.2.2. La Regenta (1885)

La Regenta (1885) es una de las grandes novelas de la literatura española.

a) Modelos:

Se encuadra dentro de dos modelos típicos de la novela realista:-La novela de adulterio: que tiene como protagonista a una mujer burguesa profundamente

insatisfecha.-La novela de sacerdote: ya que uno de los protagonistas lo es y de ahí arranca el conflicto entre la

castidad impuesta y el instinto natural.

b) Personajes:

Los protagonistas de la novela son dos: Ana Ozores y el Magistral, Fermín de Pas. Ambos personajes tienen en común su desclasamiento: ella, hija de un aristócrata liberal, acaba como esposa del viejo y ridículo regente de la Audiencia; él, de humilde origen, está escalando a los más altos puestos de poder del cabildo catedralicio.

En los dos se produce una profunda insatisfacción: Ana, frustrada humana y sentimentalmente en el marco de una ciudad levítica, añorando una madre que no tuvo y un hijo que no tiene; el Magistral, sometido a la férrea voluntad de su madre y sin meta humana alguna, excepto la ambición desmedida del poder.

El tercer personaje en importancia es Álvaro Mesía, dirigente liberal de la provincia y tenorio por excelencia de la misma. Ana termina en manos del insustancial Mesía, con lo que consuma su propia degradación.

En el fondo, la auténtica protagonista de la novela es la sociedad provinciana en su conjunto. Clarín disecciona en Vetusta, nombre literario de Oviedo, donde suceden los hechos las mezquindades, frustraciones y pequeñeces de la sociedad española de la Restauración. Clarín satiriza sin piedad los comportamientos de la clase dominante de la sociedad canovista: clero, nobles, indianos, burgueses desfilan por sus páginas dando muestras de su frivolidad, hipocresía, orgullo, mediocridad y miseria moral.

La extensa fauna de personajes de la novela está casi por completo marcada por los mismos rasgos de los protagonistas: frustración, insatisfacción, sexualidad reprimida. Hay pocos personajes y éstos no tienen la entidad suficiente para cambiar los derroteros de la sociedad podrida.

c) Estructura:

La estructura de la novela está muy pensada. Todos los elementos están interrelacionados: reflejan las relaciones de sus tres personajes y todo se organiza en función de ello. Consta de dos partes simétricas y bien equilibradas. La primera se desarrolla en tres días y la segunda en tres años. Esta desproporción es solo aparente, porque en la primera parte se rememoran retrospectivamente muchos años.

Al principio la acción es más lenta, ya que se describen en detalle personajes y ambientes que son fundamentales para el desarrollo de la novela. La segunda parte es más rápida y dinámica, hasta el desenlace de la obra.

d) Naturalismo en La Regenta

En La Regenta, es muy importante la influencia del ambiente sobre los personajes, por ello se ha insistido en su carácter naturalista. En efecto, tanto el mundo exterior (la ciudad en que viven, el ambiente callejero, las relaciones sociales) como el más próximo a los personajes (su familia, su infancia, su formación) los condicionan de modo definitivo.

Incluso la naturaleza se relaciona con los movimientos anímicos de los personajes: la lluvia constante, las estaciones del año…

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Dos son las notas dominantes en el ambiente que envuelve a los personajes de la novela: el tedio y la lujuria. En la cerrada ciudad provinciana todo se repite hasta el aburrimiento, y personas como Ana Ozores no encuentran más salida a su hastío que el refugio en libros y sueños románticos, perfectamente inútiles como solución vital.

La sexualidad, más o menos reprimida, es la vía de escape de muchas frustraciones. Objetos, ambientes y personajes parecen rodeados de un halo de erotismo que impregna sus movimientos, sus conversaciones, sus sueños y sus pensamientos.

e) Técnica

Clarín ensaya en esta novela múltiples recursos narrativos. Lejos de las novelas de tesis, el autor deja hablar a los personajes, que charlan o piensan en alto constantemente. Cada personaje se expresa de acuerdo a su carácter, formación, nivel social… Muchos están caracterizados por sus tics lingüísticos.

El narrador, en consonancia con los principios naturalistas, se distancia de sus personajes y deja que ellos mismos vayan construyendo sus historias particulares mediante el uso consciente y reiterado del estilo indirecto libre. Ello no obsta para que el narrador externo intervenga cuando le interesa, anticipando acontecimientos, sembrando pistas falsas para intrigar al lector, contraponiendo su visión de la realidad con la que de ella dan los distintos personajes, etc. No se trata nunca de un tosco narrador omnisciente, sino que mediante la ironía el autor revela su inteligentísima mirada sobre los seres y las cosas.