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Una mirada general del Sistema Fascial
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Tejido Conectivo Fascial
El Sistema Fascial - un tejido presente desde siempre pero oculto
para nuestros ojos.-
La fascia sería considerada como algo inerte que poseería
funciones limitadas y de poca importancia. Y debido a que el tejido
conectivo estaría en todos lados del cuerpo solo obtendría su nombre
donde particularmente sería gruesa, como es la fascia toracolumbar, la
fascia plantar o la fascia lata.
Muchas de la investigación acerca de la fascia todavía estarían
respondiendo cuestionamientos básicos: como “¿Qué es?” “¿Cuáles
son sus propiedades?” “¿Cómo la podemos tratarla?”.
En diferentes congresos desde el 2007 hasta la fecha, se
hablaría que todo lo que habríamos tomado como indiscutido y erudito
acerca del cuerpo estaría totalmente equivocado:
La nueva visión de la anatomía e histología impulsada por las
inquietudes de profesionales dedicados a la investigación en
diferentes corrientes de las terapias manuales, motivaría a los
anatomistas a buscar nuevas funciones a nivel fascial, en colaboración
con los departamentos de Anatomía de las Universidades.
El estudio de los cadáveres frescos, sin pasar por el tradicional
proceso de conservación o conservados con los modernos métodos
de preservación, habrían permitido enfocar las investigaciones hacia la
búsqueda de los detalles anatómicos hasta ahora inalcanzables. Este
giro habría permitido observar e investigar, con más precisión, no solo
los elementos anatómicos concretos, sino también a las regiones
intermedias del cuerpo, descubriendo, de esta manera, las conexiones
hasta ahora desconocidas o consideradas de poca importancia.
Los novedosos procesos de preservación permitirían obtener
imágenes en las estructuras anatómicas que conservarían su aspecto
natural ajustándolas a las realidades clínicas. Estas nuevas
posibilidades de ver lo que parecía ser ya descubierto y estudiado
hasta el fondo, nos retaría a una exhaustiva revisión de las bases
fisioanatómicas del Sistema Fascial.
La fascia corporal tendría un recorrido continuo envolviendo
todas las estructuras musculares, óseas, vasculares, viscerales y
nerviosas. En cierto modo podemos decir que la fascia sería el
material de embalaje que no solamente envolvería todas las
estructuras de nuestro cuerpo, sino también las conectaría entre sí,
brindándole el soporte y determinando su forma. Además de las
funciones de sostener y participar en el movimiento corporal, se le
asignaría otras actividades biomecánicas y bioquímicas.
La fascia organizaría y separaría, aseguraría la protección y
autonomía de cada músculo y víscera, pero también reuniría los
separados componentes corporales en unidades funcionales
estableciendo las relaciones espaciales entre ellos formando, de esta
manera, una especie de ininterrumpida red de comunicación corporal.
Entre sus propiedades se destacarían la expansión y sostén de
los nervios y vasos linfáticos superficiales y profundos, el intercambio
metabólico por su relación con el metabolismo del agua, la función
nutritiva y curativa en relación con la sangre y linfa, y suspensor de los
adipositos para mantener la homeostasis corporal. Esto y mucho mas
que detallaremos mas adelante lo convertiría en un sofisticado medio
de transporte entre y a través de todos los sistemas del organismo.
En relación con el aparato locomotor definimos la fascia como el
tejido conectivo formando por las aponeurosis, cápsulas articulares,
envolturas musculares, y organizándose a lo largo de las líneas de
tensión, formando también las estructuras ligamentosas y tendinosas.
Cada parte del músculo, cada una de sus fibras, miofibrillas y
fascículos estarían rodeados por la fascia (epimisio – perimisio –
endomisio - sarcolema). Estas fascias no estarían separadas una de la
otra sino que se conectarían entre sí, o, mejor dicho, formarían una
sola fascia, una envoltura de recorrido continuo con sus dobleces que
permitirían envolver y encerrar los elementos anatómicos de nuestro
cuerpo. Se puede sugerir que, en cierto modo, sería el Sistema Fascial
el que determinaría la estructura corporal.
Según Purslow, (2009) ha observado que en la mayoría de los
músculos, las fibras musculares no abarcan toda la longitud entre los
tendones. Entonces ¿Cómo se transmitiría las fuerzas de estas
estructuras? El endomisio del tejido conectivo mantendría las fibras
con fuerza dentro de cada fascículo, lo cual haría posible transmitir las
fuerzas entre las fibras musculares.
Está generalmente aceptado el hecho que la fascia participaría
pasivamente en la actividad dinámica del aparato locomotor.
(Kawakami, 2009)
Las investigaciones recientes revelarían un hecho, tal vez,
esperado, pero al mismo tiempo no menos sorprendente: “la fascia se
contraería activamente” (Pilat A 2003). De esa manera puede
participar dinámicamente en las actividades del aparato locomotor.
Las evidencias científicas confirmarían esta observación,
además de las investigaciones realizadas en la fascia toracolumbar, la
fascia lata, o en la fascia plantar, revelarían la actividad de los
miofibroblastos, presentes de una manera abundante, según los
estudios histológicos, en la estructura fascial, que actuarían con la
contracción característica por las células musculares lisas. (Tesarz,
2009)
Esas evidencias nos indicarían que la actitud dinámica del
Sistema Fascial podría tener influencia en la formación de
contracturas faciales patológicas (Fibromialgias), la formación de un
sistema alterno de regulación de tensiones, la coordinación
neuromuscular o el proceso de cicatrización de las heridas.
La tensión disfuncional fascial puede afectar a todas las
estructuras en el organismo, incluyendo a los nervios. Es muy común
encontrar nervios intra-fasciales orientados perpendicularmente a las
fibras de colágeno, sugiriendo que el estiramiento fascial puede
estimular a los nervios y contribuir a ciertas condiciones de dolor
(Stecco, 2009). Como otras estructuras, los nervios están rodeados de
fascia para permitir el deslizamiento durante el movimiento. Como en
otras estructuras, los nervios pueden estar impedidos por adhesiones,
o estar “atados”, causando dolor y disfunciones.
Las capas superficiales de la fascia toracolumbar parecería ser
una capa que estaría muy inervada – con más de 90% de fibras
receptivas en la fascia superficial y la capa subcutánea, pocas fibras
en la capa interna y nada en la capa media según el estudio de
Tesarz, (2009), los nociceptores (sensores del dolor) parece ser que
también se encuentran en estos tejidos.
En el Congreso Mundial Interdisciplinario en el 2010 sobre el
Dolor de Espalda y el Dolor Pélvico celebrado en Los Angeles, CA, el
papel de la fascia fue descrita como un área muy alentadora para
futuras investigaciones por lo que respecta al dolor de la espalda baja.
Hoy en día muchas de las consultas por las lumbalgias u otras
patologías sin una lesión estructural reflejada en los estudios
complementarios hablarían lógicamente de “algo” que seguramente no
fue tenido en cuenta. Por ende la mirada desde la medicina tradicional
se basaría en encontrar alguna alteración estructural en una
resonancia lo cual avalaría la sintomatología.
Desde el abordaje y la integración del Sistema Facial a la
evaluación kinesica podríamos inferir que muchas de las patologías
sin causa aparente visible en un estudio por imágenes detallaría lo que
para muchos profesionales sería una molestia que pasaría con la
inmovilización, el reposo o con el transcurso de los días.
La Piel
La Piel; ésta tiene diferentes capas, las cuales se dividen en
dermis superficial y dermis profunda.
La dermis superficial estaría compuesta por la Epidermis, capa
que deriva de la placa embrionaria ectodérmica, la cual guarda
relación con la composición del Sistema Nervioso Central, ya que éste
tiene su origen en dicha placa embrionaria marcando claramente la
relación directa que habría entre estas dos estructuras, por lo cual al
generar diferentes estímulos en la piel estaríamos actuando
indirectamente también sobre el Sistema Nervioso Central.
Dicha capa, la epidermis poseería mecanoreceptores de Meisner
y Merkel que responderían a vibraciones de adaptación rápida y lenta
respectivamente.
La dermis, capa subsiguiente a la epidermis derivaría de la placa
embrionaria Mesodérmica la cual guardaría relación con el Sistema
Nervioso Autónomo, ya que éste tiene su origen en dicha placa
embrionaria marcando claramente la relación directa que habría entre
estas dos estructuras, por lo cual al generar diferentes estímulos sobre
la dermis estaríamos actuando indirectamente también sobre el
Sistema Nervioso Autónomo.
La epidermis y la dermis, determinados como tejidos conectivos
laxos, se encuentran íntimamente relacionados por puntos de unión,
que serían las fibras colágenas y elásticas en sentido paralelo a la
primera capa, la epidermis.
La dermis profunda estaría compuesta por la hipodermis, tejido
subcutáneo (formado por tejido conjuntivo laxo y adiposo), además de
la fascia superficial y la fascia profunda.
La hipodermis y todas las manifestaciones que se presentarían
como fascia superficial y profunda derivarían de la misma placa
embrionaria que el Sistema Nervioso Autónomo, la placa embrionaria
Mesodermica.
La Fascia Superficial y la Fascia Profunda
Hoy en día, los investigadores (Langevin y Huijing, 2009)
distinguen entre doce tipos diferentes de fascia: tejido conectivo
denso, tejido conectivo aerolar (suelto o libre), fascia superficial, fascia
profunda, septum intermuscular, membrana interósea, periostio, tracto
neurovascular, epimisio, aponeurosis intra y extramuscular, perimisio y
endomisio.
La fascia estaría formada por capas reticulares de tejido que
envuelven todos los componentes de nuestro cuerpo. Cada músculo,
órgano, hueso, nervio, ligamento, etc. tendría o estaría envuelto en
tejido fascial, todo en menor o mayor medida dispone de capas de
tejido conjuntivo.
Las fascias serían el elemento de subdivisión y clasificación de
nuestro cuerpo, a la vez que informan al Sistema Nervioso Central y
Autónomo sobre la estructura interna de nuestro cuerpo. La fascia
definiría planos y volúmenes dentro de nuestro cuerpo.
Aunque todos los órganos sean los mismos en todas las
personas puesto que fisiológica y morfológicamente apenas existirían
diferencias entre dos cuerpos, lo que si varia de un cuerpo a otro sería
el estado del Tejido Fascial de cada parte del cuerpo.
Recordemos que las fascias conformarían la estructura y la
forma del cuerpo humano que a su vez no es más que un reflejo de
ciertos patrones básicos y circunstanciales adoptados. Estos patrones
estructurales tendrían una larga historia, los adoptaríamos en la
infancia, en la pubertad o incluso en el nacimiento.
Todos los patrones físicos estarían sometidos a un proceso de
formación a lo largo de la vida humana. Las influencias internas y
externas determinarían nuestra apariencia corporal. Lo que hemos
vivido, las experiencias emocionales que hemos experimentado, las
circunstancias traumáticas que hemos pasado, según como lo hemos
experimentado o vivido y como hemos permitido que repercutiría en
nuestra morfología, determinaría en gran medida nuestra estructura
corporal. Todos los aspectos psicológicos y energéticos repercuten
directamente sobre el tejido fascial.
Podríamos decir que la morfología interna y externa del cuerpo a
los 6 años seria parecido al que nacimos, pero a los 40 tenemos el
cuerpo que hemos fabricado.
En biología el tejido fascial estaría considerado entre la
morfología y la fisiología. La morfología se encargaría de sistematiza y
clasificar. La fisiología se ocuparía de los procesos del cuerpo
humano, como funciona y que actividades realizaría.
Los tejidos conectivos, y en particular las fascias, se encuentran
en un estado de reorganización continua. El constante intercambio
metabólico, posible gracias a la íntima relación de la fascia con el
metabolismo del agua, favorece la reorganización estructural. Aunque
la fascia sea un tejido de fibras de colágeno, a éstas hay que
imaginarlas incluidas en la sustancia fundamental, que es en sus
mayor parte un gel amorfo semilíquido. Es posible demostrar que las
fibras de colágeno son lentas para cambiar por lo que la rapidez tan
claramente manifiesta en los cambios fasciales debe ser una
propiedad de su compleja sustancia fundamental (gel coloidal). Parece
que toda célula viviente esté en contacto con este gel y que su
modificación, cuando se le somete a los cambios de presión, podría
explicar la amplia gama de efectos observados en la integración
estructural.
Podemos asegurar que el tejido fascial tiene un papel muy
importante en el control del crecimiento del organismo, así como su
mantenimiento y relación con el sistema nervioso central.
La anatomía clásica reconoce la existencia de planos faciales
describiéndolos como una especie de sobres que envuelven los
músculos y las vísceras fijando y protegiendo su espacio concreto
dentro del cuerpo.
Ampliando esta definición Marcel Bienfait (1998) elevó la fascia a
sistema, describiéndolo como un complejo sistema funcional entre
cuyas funciones destacan el sostén, conexión muscular-intermuscular
y conexión visceral-intervisceral.
Durante décadas, el tejido fascial ha sido el gran desconocido
para los investigadores en favor del tejido muscular, óseo, vascular,
ligamentario, etc. Una de las razones de esto es la propia definición
que se da de la fascia en libros clásicos de anatomía pues la
presentan como un tejido pasivo, como una membrana de tejido
conjuntivo fibroso que cubre los músculos sin mayor interés para la
anatomía que apartarlo para ver bien los tejido mencionados
anteriormente.
En los últimos años, no obstante, numerosos estudios (Bienfait
1995) (Thiel 2000) han descrito la fascia como un complejo sistema
funcional de forma que se puede hablar a nivel funcional de un
“Sistema Fascial”. Según este enfoque, el sistema fascial no es el
elemento pasivo que se creía tradicionalmente, cuyo comportamiento
mecánico dependía de estímulos generados en otros sistemas como
por ejemplo el muscular. Este nuevo concepto de sistema fascial se
apoyaría en investigaciones sobre su microestructura, las cuales han
determinado que existe una abundante red nerviosa y células
musculares lisas propias del tejido fascial, lo que a priori dotaría a la
fascia de la capacidad de tener actividad propia y por tanto desarrollar
sus propios movimientos y reacciones.
Además los receptores faciales encontrados en diferentes
investigaciones (Yahia 1992) fundamentarían un poco más el nuevo
abordaje del Sistema Fascial. Estos receptores son; Pacini (responden
a desplazamientos mecánicos transitorios y vibraciones), de Ruffini
(responden a impulsos lentos y presiones mantenidas) Receptor III
mielinicos y IV amielinicos (son receptores miofasciales), los mielinicos
son de aproximadamente un 10% de distribución mientras que los
amielinicos son del 90%, respondiendo a tensión mecánica y de bajo
umbral respectivamente. Estos últimos son los elementos sobre los
que se asienta el modelo fisiopatológico fascial de la fibromialgia al ser
los responsables de la “recepción” de la sensación dolorosa.
Paralelamente, basandose en los estudios de Heppelman (1995)
se concluyó que en la fascia existen receptores del dolor, los cuales
llegó a identificar en numerosos orificios (perforaciones) de las capas
superficiales de la fascia: se observaron orificios atravesados por un
paquete vasculonervioso. Estos receptores podrían ser los
responsables de varios tipos de sensaciones dolorosas de origen
miofascial. Es decir, que la fascia “duele”, o por lo menos “puede doler”
puesto que dispone de receptores del dolor.
Se puede decir que a partir de los estudios mencionados las
fascias se encuentran en todo el cuerpo.
Podemos diferenciarlas en dos capas de fascias principalmente:
la fascia superficial y la profunda.
Iremos comprendiendo las sorprendentes conexiones existentes
entre el tejido fascial y todo nuestro cuerpo físico e incluso como
nuestra estructura emocional y mental podría influir en el sistema
fascial.
La Fascia Superficial
La fascia superficial es un sistema fibroso que envuelve todo el
cuerpo por debajo de la piel, permitiendo la transmisión de tensiones a
través de distintas partes del cuerpo sin que puedan ser descritas u
observadas mediante un análisis de los elementos anatómicos.
La fascia superficial se extendería desde la subdermis a la cual
se encuentra adherida hasta la fascia profunda; dicha fascia poseería
una densidad variada y sería denominada como la “Piel Interna” o la
“Segunda Piel” (Caloggero 2014) porque si extraeríamos la piel
“externa” observaríamos debajo de éste un tejido con diferentes
características pero con funciones similares. O sea que la fascia
superficial poseería visualmente la misma estructura que la piel; sería
un tejido que se encargaría de darle forma a la silueta humana, más
allá de otras características importantes que desarrollaremos mas
adelante.
Aquí encontramos grasas y estructuras vasculares (incluyendo
redes capilares y canales linfáticos) y estructuras nerviosas, en
especial los corpúsculos de Paccini, que nos sirven de receptores
cutáneos.
La piel puede desplazarse en todas las direcciones sobre las
estructuras más profundas gracias al holgado diseño de la fascia
superficial. Aquí hay espacio potencial para la acumulación de fluidos.
Gran parte de la grasa de las personas con sobrepeso se almacena en
esta fascia superficial.
Esta Fascia cumpliría cuatro funciones:
Se almacena agua y grasa
Actuaría como aislante porque protege frente a la perdida de
calor
Proporciona protección mecánica frente a los traumatismos
Constituye un camino por donde los nervios y vasos sanguíneos
superficiales entran y salen.
Las anormalidades palpatorias de la textura tisular no son más
que el resultado de cambios en la fascia superficial. Esta fascia
superficial nos envuelve como una película y puede tener un grosor
diferente según el sitio donde se encuentre.
La Fascia Profunda
La fascia profunda sería un tejido de integración entre la fascia
superficial y el tejido muscular, óseo, nervioso, vascular y visceral
ramificándose en dichas estructuras para adoptar determinados
nombres según su lugar de localización. (epimisio – perimisio –
endomisio – sarcolema / epineuro – perineuro – endoneuro /
duramadre craneal – duramadre espinal - piamadre). Podemos llamar
a estas fascias profundas, fascias individuales de tejido conjuntivo
denso e irregular.
Esta fascia profunda mantiene a los músculos unidos
separándolos en músculos funcionales. Esta fascia permite que los
músculos se muevan libremente.
La capa más externa que rodea a cada uno de los músculos es
el epimisio. El perimisio rodea a los haces musculares compuestas por
10 o mas de 100 fibras musculares. Penetrando a cada fascículo y
separando cada una de la fibras musculares de las demás se
encuentra el endomisio, para terminar de separar cada miofibrilla por
el sarcolema.
El epimisio, el perimisio, el endomisio y el sarcolema se
continúan y proporcionan fibras de colágeno comunes al tejido
conjuntivo, que une los músculos a otras estructuras, como los huesos
u otros músculos. Estos cuatro elementos se pueden unir y extender
mas allá de fibras musculares formando un tendón, una cuerda de
tejido conjuntivo denso que une los músculos al periostio del hueso.
Algunos tendones disponen de una vaina tendinosa que permite que
entre ellos se deslice con mayor facilidad.
Cuando los elementos del tejido conjuntivo forman una capa
ancha y plana el tendón recibe el nombre de aponeurosis. Esta
estructura también se une al hueso, a los músculos o a la piel. Un
ejemplo de aponeurosis es la inserción del Gluteo Mayor y el Tensor
de la Fascia Lata para insertarse en la cintilla iliotibial.
El peritoneo, el pericardio y la pleura, son elementos
especializados de las fascias profundas. Todos los órganos internos
están envueltos en un tejido fascial que les protege y les da forma y
sustentación. Esta fascia individual casi nunca termina exactamente
donde el músculo o el órgano tiene su inserción o su origen, sino que
en la mayoría de los casos continúa en otras fascias de otros
músculos u otros órganos u otras partes del cuerpo. Las fascias
realizan la tarea de conectar, unir, vincular, separar, nutrir, soportar y
deslizar. Sin embargo el papel prioritario de las fascias es el de
conectador; recogen la información de un tejido y la envían a otro,
además de establecer conexiones con el sistema sensorial, emocional
y mental. O sea que este tejido permitiría comunicar todas las
estructuras del cuerpo humano y unirlas directa o indirectamente unas
con otras.
Otras de las principales funciones de las fascias son las de
proteger y sostener. Parece claro que todos los órganos internos están
sostenidos por un tipo de tejido fascial (ligamentos) que evitan que
estos órganos caigan y se descuelguen por el efecto de la gravedad.
Recordemos que los ligamentos son fascias.
Las fascias dan soporte a los vasos sanguíneos y nervios de
todo el cuerpo, hacen posible que tejidos adyacentes se muevan y
rocen entre sí proporcionándoles estabilidad y contorno, y además es
por el interior de este tejido donde circula el líquido cefalorraquídeo.
Las fascias son acumuladores y distribuidores de la energía vital.
Las fascias sanas son sinónimo de energía beneficiosa, de flexibilidad
e integridad estructural. Las fascias sanas parecen planchas tirantes
de material delgado y resistente que ofrecen escudo protector flexible.
Este tejido sería el mas fuerte y denso según las exigencias al
cual se sometería ya que con los descubrimientos científicos ya
mencionados se sabría que el tejido fascial poseería fibras musculares
lisas aisladas que pertenecerían al propio e independiente movimiento
facial inervadas por una gran red de terminaciones nerviosas
autónomas (SNA). Por lo cual para comprender las características
contráctiles e inervación del Sistema Fascial necesitaríamos
diferenciar las características del tipo de fibra muscular que formaría al
músculo esquelético – Estriada -, y la fibra muscular que compondría
al Sistema Fascial, - Lisa – como las diferencias de inervación entre
éstas
Las fibras musculares lisas están relacionados con los
movimientos involuntarios en el organismo a diferencia de las fibras
estriadas que sus movimientos son voluntarios. La estructura del
músculo liso es uniforme a diferencia del estriado que es variada; al
mismo tiempo el músculo liso está formado por células con forma de
huso (largas y redondeadas), con un núcleo central, y el estriado está
compuesto por fibras largas rodeadas por el sarcolema, y su
membrana celular.
El movimiento o contracción del músculo liso es determinado por
el sistema nervioso vegetativo (SNA), y debido a la forma del músculo,
las contracciones no ocurren de la misma manera que en el estriado
ya que en este sus movimientos o contracciones están determinados
por el sistema nervioso voluntario y las contracciones de este tipo de
músculo permiten los movimientos de distintos huesos de las
extremidades.
El consumo de ATP es más alto en el músculo estriado que en el
liso, porque en el estriado se presentan impulsos nerviosos que
transportan la información para la contracción de este y además este
está ligado con la bomba de sodio y potasio al momento de la
contracción lo que produce un mayor gasto de energía.
La fuerza de contracción del músculo liso se da entre los
filamentos de actina y misiona, mientras que la contracción el músculo
estriado que se da gracias al potencial de acción del nervio. Después
del proceso de contracción ya sea en los músculos estriados o lisos
existe un proceso de relajación que se da por el cese del estímulo,
ósea todo vuelve a su lugar.
Tipos de fascia según la visión actual
En la actualidad, la fascia no constituye únicamente láminas de
TC alrededor del músculo, sino que también se puede estructurar en
diferentes sistemas (36).
Guimberteau (65), tras su experiencia en disecciones humanas,
considera que la división de la fascia en capas, superficial y profunda,
está obsoleta. Describe el tejido como un compuesto de filamentos
multidireccionalmente entrelazados que da lugar a vacuolas y asegura
los movimientos de deslizamiento entre las diferentes estructuras. Lo
llama sistema dinámico absorbente colagenoso multimicrovacuolar. A
su vez, Chauffour (51) considera que el TC se puede clasificar desde
un punto de vista morfofuncional en, superficial (constituido por la
dermis, las aponeurosis, la fascia superficial y el hueso), profundo
(conformado por la fascia profunda, el mesenterio dorsal y ventral, la
serosa parietal y visceral, y el conjuntivo del aparato urogenital) e
interno (compuesto por la duramadre).
Sistema miofascial.
El músculo es un ejemplo de la unidad funcional proporcionada
por el TC superficial y profundo. La fascia no sólo rodea al músculo y a
cada uno de sus componentes, sino que también conecta
funcionalmente entre sí a un músculo con otro constituyendo una
unidad funcional (66).
El TC propio del músculo se organiza en tres capas (Figura 6):
Endomisio.- Constituye la capa más interna, que rodea a cada fibra
muscular.
Perimisio.- Es la capa intermedia, que envuelve a grupos de fibras
musculares, determinando fascículos. Su principal componente es el
colágeno tipo I y III, cuya disposición en bandas marca las líneas de
tensión. Es considerado el tejido conectivo intramuscular más
importante para el funcionamiento del músculo porque controla su
nutrición y, durante la contracción, permite al mismo deslizarse dentro
de su envoltura (17). En el perimisio se localizan los husos
neuromusculares, que se activan cuando el perimisio se estira.
Epimisio.- Constituye la cubierta conjuntiva externa del músculo.
Finalmente, forma el tendón o la aponeurosis de inserción (32).
El concepto de unidad funcional miofascial, desarrollado por Pilat
(17), se basa en la relación entre el músculo y el TC muscular durante
la contracción y en la afectación del correcto funcionamiento del
sistema muscular tras la restricción del sistema fascial.
En este sentido, Maas y Huijing (67-70) sugieren que las fuerzas
generadas por las fibras musculares se transmiten no solamente al
tendón, sino también al TC interno y externo al músculo (concepto de
transmisión de fuerzas miofascial). Stecco et al. (38, 58) atribuyen a la
capa superficial de la fascia profunda la capacidad de modular la
transmisión de tensión entre los miembros superiores e inferiores. A su
vez, Gerlach y Lierse (71) emplean el término “sistema hueso-fascia-
tendón” para enfatizar la continuidad de estas estructuras fibrosas y el
rol de transmisor de tensión a todo el cuerpo del TC; y Myers (40, 41,
46) introduce el concepto de “meridiano miofascial”, línea de
continuidad anatómica que exhibe un cambio gradual en su
orientación tisular para permitir la transmisión de tensión y movimiento
a través de la miofascia corporal, a partir de las interconexiones
tisulares observadas en las disecciones de cadáveres.
Purslow (72) considera que el endomisio provee un eficiente
mecanismo para la transmisión de las fuerzas contráctiles de las fibras
musculares. Este mecanismo, que coordina fuerza y deformación,
protege a las fibras contra el sobreestiramiento y participa en el control
de procesos de reparación y remodelación muscular. Además estima
que constituye un sistema en el cual las miofibrillas, ante una falta de
continuidad causada por una lesión o por el desarrollo de nuevos
sarcómeros durante el crecimiento muscular, son capaces de
transmitir la fuerza contráctil lateralmente a través de las series
paralelas de sarcómeros permitiendo continuar la funcionalidad
contráctil del músculo. Asimismo, al igual que Huijing (67) y Wallden
(73), sugiere que el perimisio y el epimisio son capaces, en
determinadas circunstancias, de actuar como una vía para la
transmisión de la fuerza miofascial.
Vleeming et al. (74) sugieren la capacidad del epimisio de
transferir carga a través de compartimentos entre grupos musculares
adyacentes. Estudiaron la transmisión de cargas entre el glúteo mayor
y el dorsal ancho contralateral vía fascia toracolumbar y del peroneo
lateral largo a través del tendón del bíceps femoral y observaron que el
18% de la fuerza aplicada al sistema miofascial fue transferida a través
de los grupos musculares por medio de las relaciones fasciales,
específicamente del epimisio.
Del mismo modo, Purslow (72) también enfatiza el papel que
representa el perimisio dentro del TC intramuscular junto con otros
autores (17, 75). Considera que participa en el funcionamiento
fisiológico muscular al permitir el deslizamiento de planos entre los
fascículos musculares para facilitar los cambios de forma que tienen
lugar en el músculo durante la contracción. Sugiere que puede ser el
motivo por el cual la cantidad, la composición, el grosor y la
organización espacial del perimisio varían en mayor medida que las
del endomisio entre músculos funcionalmente diferentes dentro de la
misma especie. Un estudio comparó el contenido de TC de 14
músculos bovinos y mostró que el contenido de colágeno endomisial
representaba entre el 0,47% y el 1,2% del peso seco corporal,
mientras que el contenido de colágeno perimisial, en los mismos
músculos, obtuvo un rango de 0,43% a 4,6%(76).
Sistema neurofascial
En el SNP, la fascia forma tres capas en torno a los axones de
los nervios periféricos (82):
Endoneuro.- Constituye el tejido conectivo intrafascicular y posee
función protectora y nutricional.
Perineuro.- Conforma el tejido laxo interfascicular. Protege ante
microtraumatismos y sus propiedades viscoelásticas le permiten
adaptarse a la tracción mecánica.
Epineuro.- Es la capa más externa del envoltorio neural y se une al
sistema fascial muscular. Está formado por 7-8 capas de células
fibroblásticas y es atravesado por una importante red capilar que nutre
a las fibras nerviosas.
De la interrelación estructural entre los SNP y sistema fascial, se
pueden destacar las siguientes características:
Continuidad funcional del TC presente en diferentes formas en todo
el SN del cuerpo y continuidad de la conductividad eléctrica.
Estabilidad en desplazamientos laterales del SN así como una
continuidad de la transmisión de las tensiones y de las fuerzas
mecánicas a lo largo del recorrido del mismo.
Tejido conectivo interno: puente miodural.
El TC superficial y profundo se relaciona y continúa igualmente
con otros TC más especializados, como el TC interno.
El Sistema Nervioso Central (SNC) está envuelto por tres
membranas concéntricas de TC, las meninges: duramadre, aracnoides
y piamadre. En la duramadre predominan las fibras colágenas, que le
confieren gran resistencia al estiramiento axial aunque es posible su
deformación plástica. La aracnoides y la piamadre tienen un mayor
contenido en fibras de elastina y fibrilina.
La duramadre craneal emite tabiques fibrosos que separan
partes del encéfalo y se conectan entre sí por sus extremos. El
conjunto formado por la duramadre craneal y los tabiques fibrosos
crea una tensión recíproca intracraneal (17, 51):
Tienda del cerebelo.- Este tabique transversal separa el cerebelo del
cerebro.
Hoz del cerebro.- Este tabique sagital separa el cerebro en dos
hemisferios. Su extremo posterior se une en la línea media con la
tienda del cerebelo.
Hoz del cerebelo.- Separa los hemisferios cerebelosos y se inserta
en la cara inferior de la tienda del cerebelo.
En los últimos años se ha observado la continuidad anatómica
entre los sistemas fasciales superficial y profundo y el sistema fascial
interno (83):
La duramadre craneal está adherida a la superficie interna de los
huesos del cráneo. Entre la duramadre espinal y las paredes
osteofibrosas del conducto vertebral se dispone el espacio epidural,
ocupado por grasa y vasos. No obstante, en los agujeros de
conjunción intervertebrales, la duramadre y las envolturas conjuntivas
de los nervios periféricos están anatómicamente conectadas y son
funcionalmente interdependientes.
Hack et al. (84) documentaron la conexión entre el Músculo Recto
Posterior Menor de la Cabeza (MRPMC) y la duramadre espinal en el
espacio atlantooccipital por medio de un puente de TC que Pilat (17)
denomina “puente miodural”. Consideran al MRPMC como un
mecanorreceptor que asegura una retroalimentación propioceptiva
entre las tensiones recíprocas que tienen lugar entre los sistemas
fasciales interno y externo, y sugieren que esta conexión protege a la
duramadre durante la extensión de cuello. Nash et al.(85) determinan
que las estructuras de TC que conectan duramadre y MRPMC en el
espacio atlantooccipital son las fibras tendinosas y fasciales del
músculo y las envolturas perivasculares (Figura 8).
Scali et al.(87) documentan que el recto posterior mayor de la
cabeza se inserta en el proceso espinoso de C2 y se continúa con la
duramadre cervical a nivel del espacio atlantoaxial. Del mismo modo,
observan que una tracción manual de dicho músculo determina un
movimiento dural grosero desde la raíz C2 hasta la raíz D1.
El ligamento nucal, conformado por las fibras aponeuróticas de la
musculatura subyacente –romboides menor, serrato posterosuperior,
esplenio de la cabeza y trapecio superior(88)-, posee conexiones
directas con la duramadre cervical posterior a nivel de C0-C1 y C1-C2,
así como expansiones hacia la región lateral del occipital(86, 89, 90) y
hacia el MRPMC(91). La cara posterior de la duramadre es más
gruesa que la anterior a nivel de la columna cervical superior y
presenta un contenido en elastina casi dos veces superior(92).
Funciones de la fascia
El cuerpo humano está envuelto, sostenido, conectado y
comunicado por el sistema fascial, al que se le atribuyen las siguientes
funciones particulares:
Protección, absorción de impactos y amortiguación de
presiones.- El sistema fascial forma una completa e ininterrumpida
red protectora (43), que actúa sobre cada componente corporal y,
globalmente, sobre el organismo. Constituye la primera barrera contra
las variaciones de tensión en respuesta a los impactos mecánicos
internos y externos; los absorbe y, de esta forma, preserva la
integridad de la estructura que envuelve y protege. El sistema fascial
puede variar la orientación y densidad de sus fibras de acuerdo a los
requerimientos mecánicos.
Actúa como un amortiguador y como un sistema de dispersión
de los impactos, especialmente a través del tejido graso (48).
Formación de los compartimentos corporales.- El sistema fascial
compartimenta y facilita la formación de grupos funcionales (38),
permitiendo a un músculo unir su acción a la de otros y ejecutar
movimientos incluso, a veces, opuestos. También une estos grupos
funcionales con otros anatómicamente muy separados entre sí,
proporcionando la noción de globalidad al aparato locomotor.
Así, Huijing (68, 149) considera que agonistas y antagonistas
están mecánicamente emparejados vía fascia y arguye que la
transmisión de la fuerza miofascial puede tener lugar entre todos los
músculos de un segmento particular.
Por otra parte, dentro de cada músculo permite la
especialización de los grupos de fibras en una actividad precisa, ya
sea de sostén o de ejecución de movimiento.
Asimismo, constituye planos de deslizamiento, logrando la
independencia de acción entre músculos y órganos respecto de las
estructuras adyacentes. Además, el mantenimiento de las diversas
presiones entre los compartimentos protege al cuerpo de la difusión de
las infecciones (17).
Determinación de la morfología muscular y del mantenimiento
de la masa muscular en una posición funcional óptima.- Esta
propiedad permite aumentar la eficacia mecánica de los movimientos,
de manera que el sistema fascial pueda restringir la amplitud de
movimiento en cualquier nivel o incrementar la fuerza muscular en
función de la distribución de las fibras.
Suspensión, sostén y soporte.- La ubicación de cada componente
corporal está determinada por el sistema fascial, que adaptará su
comportamiento funcional a los requerimientos mecánicos para facilitar
la fisiología del cuerpo. Mantiene la integridad anatómica, la cohesión
y el buen funcionamiento fisiológico de los órganos internos.
Constituye el soporte, no sólo del sistema locomotor, sino también de
los sistemas nervioso, vascular y linfático.
Cohesión de las estructuras corporales: equilibrio postural.- El
sistema fascial controla y mantiene una postura eficaz(32). El
desequilibrio del mismo influye en la formación de compensaciones
posturales que, prolongadas en el tiempo, puede llevar a la aparición
de diferentes patologías.
Transmisión de impulsos mecánicos.- El sistema fascial transmite
impulsos mecánicos y comunica cambios relacionados con la
patología y los procesos de curación gracias a la SF. Su disposición
como una malla tridimensional permite la transmisión, a distancia, de
las tensiones miofasciales (58, 67, 73).
Nutrición del tejido.- Participa en el proceso de sudación y
conservación de la temperatura corporal. Interviene, asimismo, en el
intercambio metabólico y en la nutrición de los tejidos a través de las
actividades del líquido intersticial.
Cicatrización de heridas.- Interviene en la reparación de las heridas
y de los espacios dejados por las células muertas en los tejidos a
través de la producción de colágeno, conformando el tejido de
granulación (150). Tienen una importancia especial en este proceso
los MFB (108).
Coordinación hemodinámica.- La fascia profunda actúa como
una bomba circulatoria periférica, el sistema venoso y el sistema
linfático son estructuralmente inestables puesto que no disponen de
elementos estructurales propios de suficiente rigidez. Además,
funcionalmente las válvulas de estos sistemas no son suficientes para
garantizar el proceso de retorno (venoso y linfático respectivamente).
La fascia suple ambas carencias, por un lado proporcionando
consistencia y elasticidad a los vasos venosos y linfáticos, y por otro
trabajando como una bomba auxiliar que colabora en el envío sangre y
linfa desde la periferia hacia el corazón y los ganglios linfáticos
respectivamente.
Esta acción es posible gracias a las envolturas fasciales propias
de los vasos así como a través de las estructuras fasciales de los
músculos activadas a través de las contracciones musculares.
Nótese que la función hemodinámica en las arterias es mucho menos
importante, casi anecdótica puesto que tienen una estructura
relativamente más rígida y que disponen de una bomba propia, el
corazón.
Además, desde una perspectiva global, el sistema fascial
constituye un elemento importante del control postural y la
organización de los movimientos.