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3 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI Ideología y Política 13

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3JOS CARLOS MARITEGUI

Ideologay

Poltica

13BIBLIOTECA AMAUTA

LIMA-PER

15DEL AUTOR

A manera de introduccin, publicamos la siguiente informacin preparada par Jos Carlos Maritegui sobre su actividad poltica y que fue llevada por los delegados peruanos al Congreso Constitu-yente de la Confederacin Sindical Latinoamericana de Montevideo (mayo, 1929) y a la Primera Conferencia Comunista Latinoameri-cana de Buenos Aires (junio, 1929).

Sobre los problemas nacionales, puede consultarse, para apreciar la labor de Maritegui, adems de su libro 7 Ensayos de Interpretacin de la Realidad Peruana, los artculos no comprendidos en este libro publicados en la revista "Mundial" de 1925 a 1929, en la seccin "Peruanicemos al Per" o bajo el rubro "Motivos Polmicos"; la polmica con Luis Alberto Snchez ("Mundial" y "Amauta" N 7); la tesis sobre el problema indgena (N 25 de "Amauta") y otras notas publicadas en la seccin "El Proceso del Gamonalismo" de la misma revista; el artculo "Sobre el problema indgena" transcrito en el N 1 de "Labor", escrito para la agenda Tass de Nueva York y traducido y publicado por la famosa revista "The Nation", de Estados Unidos*, que incorpor con esta transcripcin a Maritegui en el nmero de sus colaboradores.

Prepara actualmente un libro sobre poltica e ideologa peruana, que ser la exposicin de sus puntos de vista sobre la Revolucin Socialista en el Per y la critica del desenvolvimiento poltico y social del pas, y bajo este aspecto la continuacin de la obra cuyos primeros jalones son los 7 Ensayos, en los que algunos han

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* Incluido en 7 ENSAYOS, a partir de la tercera edicin, en el captulo "El Problema del Indio". Biblioteca Amauta, Lima, abril de 1952.

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querido buscar una teorizacin poltica, algo que absolutamente no se proponan, como se comprueba desde el prologo o advertencia al lector. Los 7 Ensayos no son sino la aplicacin de un mtodo marxista para los ortodoxos del marxismo insuficientemente rgido en cuanto reconoce singular impor-tancia al aporte soreliano, pero que en concepto del autor corresponde al verdadero moderno marxismo, que no puede dejar de basarse en ninguna de las grandes adquisiciones del 900 en filosofa, psicologa, etc.

El trato de Maritegui con los tpicos nacionales no es, como algunos creen, posterior a su regreso de Europa. Es evidente que en Europa se ocup particularmente en estudios de poltica, economa, sociologa, filosofa, etc. De su viaje data su asimilacin al marxismo. Pero no hay que olvidar que a los catorce o quince aos empez a trabajar en el periodismo y que, por consi-guiente, a partir de esa edad tuvo contacto con los acontecimientos y cosas del pas, aunque careca para enjuiciarlos de puntos de vista sistemticos. Durante varios aos, trabajo como redactor parlamentario de "La Prensa" primero, y de "El Tiempo" despus, en poca en que la vida parlamentaria interesaba mucho ms al publico y en que el cargo de redactor parlamentario era ms estimado. Y "La Razn", diario fundado por Maritegui en colaboracin con Falcn, en 1919, hizo la campana por la reforma universitaria, puso ampliamente sus columnas a disposicin del grupo que la anim y dirigi, apoy el movimiento obrero de 1919, en la forma en que se consigna en el folleto de Martinez de la Torre "El Movimiento Obrero en 1919"; y efectu una importante agitacin de los empleados, hasta que desapareci por haber roto el contrato de impresin en virtud del cual se imprima en los talleres de "La Tradicin", la em-17

presa tipogrfica de ese nombre, por orden del Arzobispo de Lima, a quien movieron a este paso consideraciones polticas de obsecuencia al leguismo.

La orientacin socialista de Maritegui tiene su punto de arranque en la publicacin a mediados de 1918 de la revista "Nuestra poca", influida por la "Espaa" de Araquistain, que muri al segundo nmero a consecuencia de un artculo antiarmamentista de Maritegui que los oficiales de la guarni-cin de Lima estimaron ofensivo para el ejercito, por lo que realizaron una manifestacin violenta en la imprenta de "El Tiempo", contra su au-tor. Este hecho produjo una crisis en las relaciones de Maritegui con la direccin de "El Tiempo", en cuyos talleres se imprima "Nuestra po-ca", y aun con la redaccin de la revista, cuyos miembros no apreciaron igualmente el incidente".*

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* Ricardo Martnez de la Torre, al transcribir estas notas, agrega lo siguiente: "Los originales a que se refiere Maritegui y que seran la "exposicin de sus puntos de vista sobre la Revolucin Socialista en el Per", fueron remitidos peridicamente a Csar Falcn, en Madrid, quien haba quedado en editarlos. Muerto Maritegui, Martnez de la Torre escribi a Falcn para que le informara del estado del libro que se le haba encomendado. Falcn jams dio cuenta de estos originales, declarando a su llegada a Lima, que no los haba recibido. Esto es muy extrao. El envo se fue haciendo por partes durante ms de un ao. Hay que lamentar que este trabajo de Maritegui haya desaparecido" (Ricardo Martnez de la Torre, Apuntes para una Interpretacin Marxista de la Historia Social del Per, Tomo II, Captulo Octavo, "Cmo Organi-zamos el Partido", pgs. 402 a 404. Empresa Editora S.A., Lima, 1948.

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I

TESIS IDEOLGICAS

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EL PROBLEMA DE LAS RAZAS EN LA AMERICA LATINA*

I. PLANTEAMIENTO DE LA CUESTION

El problema de las razas sirve en la Amrica Latina, en la especulacin intelectual burguesa, entre otras cosas, para encubrir o ignorar los verdaderos problemas del continente. La crtica marxista tiene la obligacin impostergable de plantearlo en sus trminos reales, desprendindolo de toda tergiversacin casuista o pedante. Econmica, social y polticamente, el problema de las razas, como el de la tierra, es, en su base, el de la liquidacin de la feudalidad.--------------

* "El problema de las razas en la Amrica Latina" comprende dos partes, clara-mente diferenciables: la primera, "I. Planteamiento de la cuestin" (pgs. 21 a 46 de esta edicin), escrita totalmente por Jos Carlos Maritegui; y la segunda, desde la introduccin a "II. Importancia del problema racial" hasta el fin de la tesis (pgs. 46 a 86), en cuya redaccin, sobre el esquema bsico de Maritegui, el doctor Hugo Pesce aporto la mayor parte del texto.

La tesis, en conjunto, fue presentada y discutida en la Primera Conferencia Comu-nista Latinoamericana realizada en Buenos Aires en junio de 1929, y reproducida en el libro El Movimiento Revolucionario Latino Americano. Versiones de la Primera Conferencia Comunista Latinoamericana (pgs. 263 a 291), editado por la Revista "La Correspondencia Sudamericana" de Buenos Aires, publicacin oficial del Secretariado Sudamericano de la Internacional Comunista. Esta presentacin en conjunto de la tesis reproduce solo un tercio de la primera parte (I. Planteamiento de la cuestin) e interpola en la segunda (II. Importancia del problema racial) los dos tercios restantes, ensamblados a las secciones escritas por Hugo Pesce quien, a su vez, incorpor algunos prrafos de trabajos afines llevados por delegados de otros pases a la Conferencia. Para mantener la unidad de conjunto de la segunda parte, conservamos en la recopitacin esta forma de presentacin, que repite parte de la primera en el contexto refundido por Hugo Pesce (con excepcin del cap. V. Situacin econmico-social de la poblacin indgena del Per, que reproduce textualmente la seccin

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Las razas indgenas se encuentran en la Amrica Latina en un estado clamoroso de atraso y de ignorancia, por la servidumbre que pesa sobre ellas, desde la conquista espaola. El inters de la clase explotadora, -espaola primero, criolla despues-, ha tendido invariablemente, bajo diversos disfraces, a explicar la condicin de las razas indigenas con el argumento de su inferioridad o primitivismo. Con esto, esa clase no ha hecho otra cosa que reproducir, en esta cuestin nacional interna, las razones de la raza blanca en la cuestin del tratamiento y tutela de los pueblos coloniales.--------------

respectiva de la primera parte, como se seala en el lugar correspondiente y que por lo tanto se omite).La primera parte de la tesis, que se refiere casi exclusivamente al problema indgena peruano, fue llevada en su integridad al Congreso Constituyente de la Confederacin Sindical Latino Americana efectuada en Montevideo en mayo de 1929, y reproducida en el libro Bajo la Bandera de la C.S.L.A. (Imprenta La Linotipo, Montevideo, 1929, pgs. 147 a 159) con el titulo "El Problema Indgena". Esta misma primera parte apareci reproducida en AMAUTA, N 25 (Julio-Agosto de 1929) con el ttulo "El Problema Indgena" en la seccin "Panorama Mvil". De esta ultima fuente hemos tornado la primera parte (I. Planteamiento de la cuestin), considerando que es la nica que alcanz a revisar el autor. La segunda parte (desde II. Importancia del problema racial), de la mencionada versin de la Primera Conferencia Comunista Latinoamericana. Ricardo Martnez de la Torre, en su importante revisin documentaria contenida en los 4 tomos de Apuntes para una Interpretacin Marxista de Historia Social del Per (Empresa Editora Peruana, Lima, 1947-1949), reproduce la tesis completa en el Captulo Octavo del Tomo II ("Como organizamos el partido", pgs. 434 a 466); y la primera parte en "La Confederacin General de Trabajadores del Per", (Tomo III, pgs. 16 a 29).

La tesis sobre "El problema de las razas en la Amrica Latina" fue discutida en la sesin del 8 de junio. El doctor Hugo Pesce, a nombre del grupo socialista peruano y representante personal de Jos Carlos Maritegui, abri la reunin con las siguientes palabras: "Compa-eros: Es la primera vez que un Congreso Internacional de los Partidos Comunistas dedica su atencin en forma tan amplia y especificas al problema racial en la Amrica Latina.

"La tarea de nuestro Congreso, por lo que a este punto se refiere, consiste en estudiar objetivamente la realidad y enfocar segn los mtodos marxistas, los problemas que ella encierra, para poder llegar a su solucin revolucionaria a travs de una tctica clara y eficiente, establecida para

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El socilogo Vilfredo Pareto, que reduce la raza a slo uno de los varios factores que determinan las formas del desenvolvimiento de una sociedad, ha enjuiciado la hipocresa de la idea de la raza en la poltica imperialista y esclavizadora de los pueblos blancos en los siguientes trminos: "La teora de Aristteles sobre la esclavitud natural es tambin la de los pueblos civiles modernos para justificar sus conquistas y su domino sobre pueblos llamados por ellos de raza Inferior. Y como Aristteles deca que existen hombres naturalmente esclavos y otros patrones, que es convenien-te que aquellos sirvan y estos manden, lo que es adems justo y provechoso para todos; parecidamente los pueblos modernos, que se gratifican

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este caso particular de acuerdo con la lnea general de la Internacional Comunista."Los elementos que nos permiten conocer la realidad en todos los aspectos de la cuestin racial, son principalmente de orden histrico y de orden estadstico. Ambos han sido insuficientemente estudiados y dolosamente adulterados por la crtica burguesa de todas las pocas y por la criminal despreocupacin de los gobiernos capitalistas.

"Slo en estos ltimos aos asistimos a la aparicin de unos estudios diligentes e imparciales destinados a revelarnos en su autntico aspecto los elementos que consti-tuyen entre nosotros el problema racial. Recin han comenzado a aparecer los trabajos serios de crtica marxista que realizan un estudio concienzudo de la realidad de estos pases, analizan su proceso econmico, poltico, histrico, tnico, prescindiendo de los moldes escolsticos y acadmicos y plantean los problemas actuales en relacin con el hecho fundamental, la lucha de clases. Pero esta labor recin se ha iniciado y se refiere tan slo a algunos pases. Para la mayora de los pases de la Amrica Latina, los compaeros delegados de los respectivos Partidos se han encontrado con material insuficiente o falsificado: as se explica cmo los aportes informativos a esta Conferencia hayan evidenciado necesariamente un contenido escaso y, en algunos casos, un carcter confuso en la orientacin con respecto al problema de las razas.

"Este informe, destinado a proporcionar material y orientacin para la discusin en el Congreso, ha sido elaborado utilizando los aportes de los compaeros de todas las delegaciones; creo que, por lo tanto, reflejara en distinta medida, las adquisiciones y las deficiencias sealadas, proporcionalmente al grado de su entidad en cada pas de la Amrica Latina". Nota de los Editores.24

ellos mismos con el epteto de civilizados, dicen existir pueblos que deben naturalmente dominar, y son ellos, y otros pueblos que no menos naturalmente deben obedecer y son aquellos que quieren explotar; siendo justo, conveniente y a todos provechoso que aquellos manden, stos sirvan. De esto resulta que un ingls, un alemn, un francs, un belga, un italiano, si lucha y muere por la patria es un hroe; pero un africano si osa defender su patria contra esas naciones, es un vil rebelde y un traidor. Y los europeos cumplen el sacrosanto deber de destruir los africanos, como por ejemplo en el Congo, para ensearles a ser civilizados. No falta luego quien beatamente admira esta obra "de paz, de progreso, de civilidad". Es necesario agregar que, con hipocresa verdaderamente admirable, los buenos pueblos civiles pretender hacer el bien de los pueblos a ellos sujetos, cuando los oprimen y aun los destruyen; y tanto amor les dedican que los quieren "libres" por la fuerza. As los ingleses liberaron a los indios de la "tirana" de los raia, los alemanes liberaron a los africanos de la "tirana" de los reyes negros, los franceses liberaron a los habitantes de Madagascar y, para hacerlos ms libres, mataron a muchos reduciendo a los otros a un estado que slo en el nombre no es de esclavitud; as los italianos liberaron a los rabes de la opresin de los turcos. Todo esto es dicho seriamente y hay hasta quien lo cree. El gato atrapa al ratn y se lo come, pero no dice que hace esto por el bien del ratn, no proclama el dogma de la igualdad de todos los animales y no alza hipcritamente los ojos al cielo para adorar al "Padre comn" ("Trattato di Sociologia Generale", Vol. II).

La explotacin de los indgenas en la Amrica Latina trata tambin de justificarse con el pretexto de que sirve a la redencin cultural y moral de las razas oprimidas.La colonizacin de la Amrica Latina por la

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raza blanca no ha tenido, en tanto, como es fcil probarlo, sino efectos retardatarios y deprimentes en la vida de las razas indgenas. La evolucin natural de estas ha sido interrumpida por la opresin envilecedora del blanco y del mestizo. Pueblos como el quechua y el azteca, que haban llegado a un grado avanzado de organizacin social, retrogradaron, bajo el rgimen colonial, a la condicin de dispersas tribus agrcolas. Lo que en las comunidades indgenas del Per subsiste de elementos de civilizacin es, sobre todo, lo que sobrevive de la antigua organizacin autctona. En el agro feudalizado, la civilizacin blanca no ha creado focos de vida urbana, no ha significado siempre siquiera industrializacin y maquinismo: en el latifun-dio serrano, con excepcin de ciertas estancias ganaderas, el dominio del blanco no representa, ni aun tecnolgicamente, ningn progreso respecto de la cultura aborigen.Llamamos problema indgena a la explotacin feudal de los nativos en la gran propiedad agraria. El indio, en el 90 por ciento de los casos, no es un proletario sino un siervo. El capitalismo, como sistema econmico y poltico, se manifiesta incapaz, en la Amrica Latina, de edificacin de una econo-ma emancipada de las taras feudales. El prejuicio de la inferioridad de la raza indgena, le consiente una explotacin mxima de los trabajos de esta raza; y no esta dispuesto a renunciar a esta ventaja, de la que tantos provechos obtiene. En la agricultura, el establecimiento del salariado, la adopcin de la maquina, no borran el carcter feudal de la gran propiedad. Perfeccionan, simplemente, el sistema de explotacin de la tierra y de las masas campesinas. Buena parte de nuestros burgueses y "gamonales" sostiene calurosamente la tesis de la inferioridad del indio: el problema indgena es, a su juicio, un problema tnico cuya solucin depende del cruzamiento de la raza indgena con razas superiores extranjeras. La subsistencia de una economa de bases feudales se presenta, empero, en inconcilia-26

ble oposicin con un movimiento inmigratorio suficiente para producir esa transformacin por el cruzamiento. Los salarios que se pagan en las haciendas de la costa y de la sierra (cuando en estas ltimas se adopta el salario) descartan la posibilidad de emplear inmigrantes europeos en la agricultura. Los inmigrantes campesinos no se avendran jams a trabajar en las condiciones de los indios; solo se les podra atraer hacindolos pequeos propietarios. El indio no ha podido ser nunca reemplazado en las faenas agrcolas de las haciendas costeas sino con el esclavo negro o el "cooli" chino. Los planes de colonizacin con inmigrantes europeos tienen, por ahora, como campo exclusivo, la regin boscosa del Oriente, conocida con el nombre de Montaa. La tesis de que el problema indgena es un problema tnico no merece siquiera ser discutida; pero conviene anotar hasta que punto la solucin que propone esta en desacuerdo con los intereses y las posibilidades de la burguesa y del gamonalismo, en cuyo seno encuentra sus adherentes.Para el imperialismo yanqui o ingles, el valor econmico de estas tierras sera mucho menor, si con sus riquezas naturales no poseyesen una poblacin indgena atrasada y miserable a la que, con el concurso de las burguesas nacionales, es posible explotar extremamente. La historia de la industria azucarera peruana, actualmente en crisis, demuestra que sus utilidades han reposado, ante todo, en la baratura de la mano de obra, esto es en la miseria de los braceros. Tcnicamente, esta industria no ha estado en ninguna poca en condiciones de concurrir con la de otros pases en el mercado mundial. La distancia de los mercados de consumo, gravaba con elevados fletes su exportacin. Pero todas estas desventajas eran com-pensadas largamente por la baratura de la mano de obra. El trabajo de esclavizadas masas campesinas, albergadas en repugnantes "rancheras", privadas de toda libertad y derecho, sometidas a una Jornada abrumadora, colocaba a los azu-

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careros peruanos en condiciones de competir con los que, en otros pases, cultivaban mejor sus tierras o estaban protegidos por una tarifa proteccionista o ms ventajosamente situados desde el punto de vista geogrfico. El capitalismo extranjero se sirve de la clase feudal para explotar en su provecho estas masas campesinas. Mas, a veces, la incapacidad de estos latifundistas (herederos de los prejuicios, soberbia y arbitrariedad medioevales) para llenar la funcin de jefes de empresa capitalista, es tal que aquel se ve obligado a tomar en sus propias manos la administracin de latifundios y centrales. Esto es lo que ocurre, parti-cularmente, en la industria azucarera, monopolizada casi completamente en el valle de Chicama por una empresa inglesa y una empresa alemana.La raza tiene, ante todo, esta importancia en la cuestin del imperialismo. Pero tiene tambin otro rol, que impide asimilar el problema de la lucha por la independencia nacional en los pases de la Amrica con fuerte porcentaje de poblacin indgena, al mismo problema en el Asia o el frica. Los elementos feudales o burgueses, en nuestros pases, sienten por los indios, como por los negros y mulatos, el mismo desprecio que los imperialistas blancos. El sentimiento racial acta en esta clase dominante en un sentido absolutamente favorable a la penetracin imperialista. Entre el senor o el burgus criollo y sus peons de color, no hay nada de comn. La solidaridad de clase, se suma a la solidaridad de raza o de prejuicio, para hacer de las burguesas nacionales instrumentos dciles del imperialismo yanqui o britanico. Y este sentimiento se extiende a gran parte de las clases medias, que imitan a la aristocracia y a la burguesa en el desden por la plebe de color, aunque su propio mestizaje sea demasiado evidente.La raza negra, importada a la Amrica Latina por los colonizadores para aumentar su poder sobre la raza indgena americana, llen pa-

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sivamente su funcin colonialista. Explotada ella misma duramente, reforz la opresin de la raza indgena por los conquistadores espaoles. Un mayor grado de mezcla, de familiaridad y de convivencia con stos en las ciudades coloniales, la convirti en auxiliar del domino blanco, pese a cualquier rfaga de humor turbulento o levantisco. El negro o mulato, en sus servicios de artesano o domstico, compuso la plebe de que dispuso siempre ms o menos incondicionalmente la casta feudal. La industria, la fbrica, el sindicato, redimen al negro de esta domesticidad. Borrando entre los proletarios la frontera de la raza, la conciencia de clase eleva moral, histricamente, al negro. El sindicato significa la ruptura definitiva de los hbitos serviles que mantienen, en cambio, en 1 la condicin de artesano o criado.El indio por sus facultades de asimilacin al progreso, a la tcnica de la produccin moderna, no es absolutamente inferior al mestizo. Por el contrario, es, generalmente, superior. La idea de su inferioridad racial esta demasiado desacreditada para que merezca, en este tiempo, los honores de una refutacin. El prejuicio del blanco, que ha sido tambin el del criollo, respecto a la inferioridad del indio, no reposa en ningn hecho digno de ser tomado en cuenta en el estudio cientfico de la cuestin. La cocamana y el alcoholismo de la raza indgena, muy exagerados por sus comentadores, no son otra cosa que consecuencias, resultados de la opresin blanca. El gamonalismo fomenta y explota estos vicios, que bajo cierto aspecto se alimentan de los impulsos de la lucha contra el dolor, particularmente vivos y operantes en un pueblo subyugado. El indio en la antigedad no bebi nunca sino "chicha", bebida fermentada de maz, mientras que desde que el blanco implant en el continente el cultivo de la caa, bebe alcohol. La produccin del alcohol de caa es uno de los mas "saneados" y seguros negocios del latifundismo, en cuyas manos se encuen-

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tra tambin la produccin de coca en los valles clidos de la montaa.Hace tiempo que la experiencia japonesa demostr la facilidad con que pueblos de raza y tradicin distintas de las europeas, se apropian de la ciencia occidental y se adaptan al uso de su tcnica de produccin. En las minas y en las fbricas de la Sierra del Per, el indio campesino confirma esta experiencia.

Y ya la sociologa marxista ha hecho justicia sumaria a las ideas racistas, producto todas del espritu imperialista. Bukharin escribe en "La thorie du materialisme historique": "La teora de las razas es ante todo contraria a los hechos. Se considera a la raza negra como una raza "inferior", incapaz de desarrollarse por su naturaleza misma. Sin embargo, est probado que los antiguos representantes de esta raza negra, los kushitas, haban creado una civilizacin muy alta en las Indias (antes que los hindes) y en Egipto. La raza amarilla, que no goza tampoco de un gran favor, ha creado en la persona de los chinos una cultura que era infinitamente ms elevada que las de sus contemporneos blancos; los blancos no eran entonces sino unos nios en comparacin con los chinos. Sabemos muy bien ahora todo lo que los griegos antiguos tomaron a los asirio-babilonios y a los egipcios. Estos hechos bastan para probar que las explicaciones sacadas del argumento de las razas no sirven para nada. Sin embargo, se nos puede decir: Quiz tenis razn; pero, podis afirmar que un negro medio iguale por sus cualidades a un europeo medio? No se puede responder a esta cuestin con una salida como la de ciertos profe-sores liberales: todos los hombres son iguales; segn Kant la personalidad humana constituye un fin en si misma; Jesucristo enseaba que no haba ni Helenos ni Judos, etc. (ver, por ejemplo, en Khvestov: "es muy probable que la verdad este de lado de los defensores de la igualdad de los hombres"... "La Thorie du processus historique"). Pues, tender

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a la igualdad de los hombres, no quiere decir reconocer la igualdad de sus cualidades, y, de otra parte, se tiende siempre hacia lo que existe todava, porque otra cosa sera forzar una puerta abierta. Nosotros no tratamos por el momento de saber hacia que se debe tender. Lo que nos interesa es saber si existe una diferencia entre el nivel de cultura de los blancos y de los negros en general. Ciertamente, esta diferencia existe. Actualmen-te los "blancos" son superiores a los otros. Pero, que prueba esto? Prueba que actualmente las razas han cambiado de lugar. Y esto contradice la teora de las razas. En efecto, esta teora reduce todo a las cualidades de las razas, a su "naturaleza eterna". Si fuera as esta "naturaleza" se habra hecho sentir en todos los periodos de la historia. Que se puede deducir de aqu? Que la "naturaleza" misma cambia constantemente, en relacin con las condiciones de existencia de una raza dada. Estas condiciones estn determinadas por las relaciones entre la sociedad y la naturaleza, es decir, por el estado de las fuerzas productivas. Por tanto, la teora de las razas no explica absolutamente las condiciones de la evolucin social. Aparece aqu claramente que hay que comenzar su anlisis por el estudio del movimiento de las fuerzas productivas" ("La thorie du materialisme historique" p. 129 a 130).* * *

Del prejuicio de la inferioridad de la raza indgena, empieza a pasarse al extremo opuesto: el de que la creacin de una nueva cultura americana ser esencialmente obra de las fuerzas raciales autctonas. Suscribir esta tesis es caer en el ms ingenuo y absurdo misticismo. Al racismo de los que desprecian al indio, porque creen en la superioridad absoluta y permanente de la raza blanca, sera insensato y peligroso oponer el racismo de los que superestiman al indio, con fe mesinica en su misin como raza en el renacimiento americano.31

Las posibilidades de que el indio se eleve material e intelectualmente depen-den del cambio de las condiciones econmico-sociales. No estn determinadas por la raza sino por la economa y la poltica. La raza, por si sola, no ha despertado ni despertarla al entendimiento de una idea emancipadora. Sobre todo, no adquirira nunca el poder de imponerla y realizarla. Lo que asegura su emancipacin es el dinamismo de una economa y una cultura que portan en su entraa el germen del socialismo. La raza India no fue vencida, en la guerra de la conquista, por una raza superior tnica o cualitativamente; pero si fue vencida por su tcnica que estaba muy por encima de la tcnica de los aborgenes. La plvora, el hierro, la caballera, no eran ventajas raciales; eran ventajas tcnicas. Los espaoles arribaron a estas lejanas comarcas porque disponan de medios de navegacin que les consentan atravesar los ocanos. La navegacin y el comercio les permitieron ms tarde la explotacin de algunos recursos naturales de sus colonias. El feudalismo espaol se superpuso al agrarismo indgena, respetando en parte sus formas comunitarias; pero esta misma adaptacin creaba un orden exttico, un sistema econmico cuyos factores de estagnacin eran la mejor garanta de la servi-dumbre indgena. La industria capitalista rompe este equilibrio, interrumpe este estancamiento, creando nuevas fuerzas productoras y nuevas relaciones de produccin. El proletariado crece gradualmente a expensas del artesanado y la servidumbre. La evolucin econmica y social de la nacin entra en una era de actividad y contradicciones que, en el plan ideolgico, causa aparicin y desarrollo del pensamiento socialista.En todo esto, la influencia del factor raza se acusa evidentemente insignificante al lado de la influencia del factor economa, -produccin, tcnica, ciencia, etc.-. Sin los elementos materiales que crea la industria moderna, o si se quie-

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re el capitalismo, habra posibilidad de que se esbozase el plan, la intencin siquiera de un Estado socialista, basado en las reivindicaciones, en la emancipacin de las masas indgenas? El dinamismo de esta econo-ma, de este rgimen, que torna inestables todas las relaciones, y que con las clases opone las ideologas, es sin duda lo que hace factible la resurreccin indgena, hecho decidido por el juego de fuerzas econmicas, polticas, culturales, ideolgicas, no de fuerzas raciales. El mayor cargo contra la clase dominante de la repblica es el que cabe formularle por no haber sabido acelerar, con una inteligencia ms liberal, ms burguesa, ms capitalista de su misin, el proceso de transformacin de la economa colonial en economa capitalista. La feudalidad opone a la emancipacin, al despertar indgena, su estagnacin y su inercia; el capitalismo, con sus conflictos, con sus instrumentos mismos de explotacin, empuja a las masas por la va de sus reivindicaciones, la conmina a una lucha en la que se capacitan material y mentalmente para presidir un orden nuevo.El problema de las razas no es comn a todos los pases de la Amrica Latina ni presenta en todos los que lo sufren las mismas proporciones y caracteres. En algunos pases latinoamericanos tiene una localizacin regional y no influye apreciablemente en el proceso social y econmico. Pero en pases como el Per y Bolivia, y algo menos el Ecuador, donde la mayor parte de la poblacin es indgena, la reivindicacin del indio es la reivindicacin popular y social dominante.

En estos pases el factor raza se complica con el factor clase en forma que una poltica revolucionaria no puede dejar de tener en cuenta. El indio quechua o aymara ve su opresor en el "misti", en el blanco. Y en el mestizo, nicamente la conciencia de clase, es capaz de destruir el hbito del desprecio, de la repugnancia por el indio. No es raro encontrar en los pro-

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pios elementos de la ciudad que se proclaman revolucionarios, el prejuicio de la inferioridad del indio, y la resistencia a reconocer este prejuicio como una simple herencia o contagio mental del ambiente.La barrera del idioma se interpone entre las masas campesinas indias y los ncleos obreros revolucionarios de raza blanca o mestiza.

Pero, a travs de propagandistas indios, la doctrina socialista, por la naturaleza de sus reivindicaciones, arraigara prontamente en las masas indgenas. Lo que hasta ahora ha faltado es la preparacin sistemtica de estos propagandis-tas. El indio alfabeto, al que la ciudad corrompe, se convierte regularmente en un auxiliar de los explotadores de su raza. Pero en la ciudad, en el ambiente obrero revolucionario, el indio empieza ya a asimilar la idea revolucionaria, a apropiarse de ella, a entender su valor como instrumento de emancipacin de esta raza, oprimida por la misma clase que explota en la fbrica al obrero, en el que descubre un hermano de clase.El realismo de una poltica socialista segura y precisa en la apreciacin y utilizacin de los hechos sobre los cuales le toca actuar en estos pases, puede y debe convertir el factor raza en factor revolucionario. El Estado actual en estos pases reposa en la alianza de la clase feudal terrateniente y la burguesa mercantil. Abatida la feudalidad latifundista, el capitalismo urbano carecer de fuerzas para resistir a la creciente obrera. Lo representa una burguesa mediocre, dbil, formada en el privilegio, sin espritu combativo y organizado que pierde cada da mas su ascendiente sobre la fluctuante capa intelectual.* * *

La crtica socialista ha iniciado en el Per el nuevo planteamiento del problema indgena, con la denuncia y el repudio inexorables de to-34

das las tendencias burguesas o filantrpicas a considerarlo como problema administrativo, jurdico, moral, religioso o educativo ("7 Ensayos de interpretacin de la Realidad Peruana": El problema indgena, por J. C. Maritegui). Las conclusiones sobre los trminos econmicos y polticos en que se plantea en el Per, y por analoga en otros pases latinoame-ricanos de numerosa poblacin indgena, esta cuestin y la lucha proletaria por resolverla, son las siguientes en nuestra opinin:1. Situacin econmico-social de la poblacin indgena del PerNo existe un censo reciente que permita saber exactamente la proporcin actual de la poblacin indgena. Se acepta generalmente la afirmacin de que la raza indgena compone las cuatro quintas partes de una poblacin total calculada en un mnimo de 5'000,000. Esta apreciacin no tiene en cuenta estrictamente la raza, sino ms bien la condicin econmico-social de las masas que constituyen dichas cuatro quintas partes. Existen pro-vincias donde el tipo indgena acusa un extenso mestizaje. Pero en estos sectores la sangre blanca ha sido completamente asimilada por el medio indgena y la vida de los "cholos" producidos por este mestizaje no difiere de la vida de los indios propiamente dichos.

No menos del 90 por ciento de la poblacin indgena as considerada, trabaja en la agricultura. El desarrollo de la industria minera ha trado como consecuencia, en los ltimos tiempos, un empleo creciente de la mano de obra indgena en la minera. Pero una parte de los obreros mineros continan siendo agricultores. Son indios de "comunidades" que pasan la mayor parte del ao en las minas; pero que en la poca de las labores agrcolas retornan a sus pequeas parcelas, insuficientes para su subsistencia.35

En la agricultura subsiste hasta hoy un rgimen de trabajo feudal o semi-feudal. En las haciendas de la sierra, el salariado, cuando existe, se presenta tan incipiente y deformado que apenas si altera los rasgos del rgimen feudal. Ordinariamente los indios no obtienen por su trabajo sino una mezquina parte de los frutos. (V. en "7 Ensayos de la Realidad Peruana", en el captulo sobre el Problema de la Tierra, los diferentes sistemas de trabajo empleados en la Sierra). El suelo es trabajado en casi todas las tierras de latifundio en forma primitiva; y no obstante que los latifundistas se reservan siempre las mejores, sus rendimientos, en muchos casos, son inferiores a los de las tierras "comunitarias". En algunas regiones las "comunidades" indgenas conservan una parte de las tierras; pero en proporcin exigua para sus necesidades, de modo que sus miembros estn obligados a trabajar para los latifundistas. Los propietarios de los latifundios, dueos de enormes extensiones de tierras, en gran parte incultivadas, no han tenido en muchos casos inters en despojar a las "comuni-dades" de sus propiedades tradicionales, en razn de que la comunidad anexa a la hacienda le ha permitido a sta contar con mano de obra segura y "propia". El valor de un latifundio no se calcula slo por su extensin territo-rial, sino por su poblacin indgena propia. Cuando una hacienda no cuenta con esta poblacin, el propietario, de acuerdo con las autoridades, apela al reclu-tamiento forzoso de peones a quienes se remunera miserablemente. Los indios de ambos sexos, sin exceptuar a los nios, estn obligados a la prestacin de servicios gratuitos a los propietarios y a sus familias, lo mismo que a las autoridades. Hombres, mujeres y nios se turnan en el servicio de los "gamonales" y autoridades, no slo en las casas-hacienda, sino en los pueblos o ciudades en que residen stos. La prestacin de servicios gratuitos ha sido varias veces prohibida legalmente; pero en la prctica subsiste hasta hoy, a causa de que ninguna ley puede contrariar la mecnica de un orden feu-

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dal, si la estructura de este se mantiene intacta. La ley de conscripcin vial ha venido a acentuar en estos ltimos tiempos la fisonoma feudal de la sierra. Esta ley obliga a todos los individuos a trabajar semestralmente seis das en la apertura o conservacin de caminos o a "redimirse" me-diante el pago de los salarios conforme al tipo fijado de cada regin. Los indios son, en muchos casos, obligados a trabajar a gran distancia de su residencia, lo que los obliga a sacrificar mayor nmero de das. Son objeto de innumerables expoliaciones por parte de las autoridades, con el pretexto del servicio vial, que tiene para las masas indgenas el carcter de las antiguas mitas coloniales.En la minera rige el salariado. En las minas de Junn y de La Libertad, donde tienen su asiento las dos grandes empresas mineras que explotan el cobre, la "Cerro de Pasco Copper Corporation" y la "Northern", respectivamente, los trabajadores ganan salarios de S/. 2.50 a S/. 3.00. Estos salarios son, sin duda, elevados, respecto a los inverosmilmente nfimos (veinte o treinta centavos) que se acostumbran en las haciendas de la sierra. Pero las empresas se aprovechan en todas las formas de la atrasada condicin de los indgenas. La legislacin social vigente es casi nula en las minas, donde no se observan las leyes de accidentes del trabajo y jornada de ocho horas, ni se reconoce a los obreros el derecho de asociacin. Todo obrero acusado de intento de organizacin de los trabajadores, aunque slo sea con fines culturales o mutuales, es inme-diatamente despedido por la empresa. Las empresas, para el trabajo de las galeras, emplean generalmente a "contratistas", quienes con el objeto de efectuar las labores al menor costo, actan como un instrumento de explotacin de los braceros. Los "contratistas", sin embargo, viven ordinariamente en condicin estrecha, abrumados por las obligaciones de sus adelantos que hacen de ellos deudores permanentes de las empresas. Cuando se produce un accidente del trabajo, las empresas burlan, por

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medio de sus abogados, abusando de la miseria e ignorancia de los indgenas, los derechos de estos, indemnizndolos arbitraria y mseramente. La catstrofe de Morococha, que cost la vida de algunas docenas de obreros, ha venido ltimamente a denunciar la inseguridad en que trabajan los mineros. Por el mal estado de algunas galeras y por la ejecucin de trabajos que tocaban casi al fondo de una laguna, se produjo un hundimiento que dej sepultados a muchos trabajadores. El nmero oficial de las victimas es 27; pero hay fundada noticia de que el numero es mayor. Las denuncias de algunos peridicos, influyeron esta vez para que la Compaa se mostrase ms respetuosa de la ley de lo que acostumbra, en cuanto a las indemnizaciones a los deudos de las vctimas. ltimamente, con el objeto de evitar mayor descontento, la Cerro de Pasco Copper Corporation, ha concedido a sus empleados y obreros un aumento del 10 por ciento, mientras dure la actual cotizacin del cobre. En provincias apartadas como Cotabambas, la situacin de los mineros es mucho ms atra-sada y penosa. Los "gamonales" de la regin se encargan del reclutamiento forzoso de los indios, y los salarios son miserables.La industria ha penetrado muy escasamente en la Sierra. Esta representada principalmente por las fbricas de tejidos del Cuzco, donde la produccin de excelentes calidades de lana es el mayor factor de su desarrollo. El personal de estas fbricas es indgena, salvo la direccin y los jefes. El indio se ha asimilado perfectamente al maquinismo. Es un operario atento y sobrio, que el capitalista explota diestramente. El ambiente feudal de la agricultura se prolonga a estas fbricas, donde cierto patriarcalismo que usa a los protegidos y ahijados del amo como instrumentos de sujecin de sus compaeros, se opone a la formacin de conciencia clasista.En los ltimos aos, al estmulo de los precios de las lanas peruanas en los mercados

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extranjeros, se ha iniciado un proceso de industrializacin de las haciendas agropecuarias del Sur. Varios hacendados han introducido una tcnica moderna, importando reproductores extranjeros, que han mejorado el volumen y la calidad de la produccin, sacudindose del yugo de los comerciantes intermediarios, estableciendo anexamente en sus estancias molinos y otras pequeas plantas industriales. Por lo dems, en la Sierra, no hay ms plantas y cultivos industriales, que los destinados a la produccin de azcar, chancaca y aguardiente para el consumo regional.Para la explotacin de las haciendas de la Costa, donde la poblacin es insuficiente, se recurre a la mano de obra indgena serrana en considerable escala. Por medio de "enganchadores" las grandes haciendas azucareras y algodoneras, se proveen de los braceros necesarios para sus labores agrcolas. Estos braceros ganan jornales, aunque nfimos siempre, muy superiores a los que se acostumbran en la Sierra feudal. Pero, en cambio, sufren las consecuencias de un trabajo extenuante, en un clima clido, de una alimentacin Insuficiente en relacin con este trabajo y del paludismo endmico en los valles de la Costa. El pen serrano difcilmente escapa al paludismo, que lo obliga a regresar a su regin, muchas veces tuberculoso e incurable. Aunque la agricultura, en esas haciendas est industrializada (se trabaja la tierra con mtodos y mquinas modernas y se benefician los productos en "ingenios" o centrales bien equipados), su ambiente no es el del capitalismo y el salariado en la industria urbana. El hacendado conserva su espritu y prctica feudales en el tratamiento de sus trabajadores. No les reco-noce los derechos que la legislacin del trabajo establece. En la hacienda no hay ms ley que la del propietario. No se tolera ni sombra de asociacin obrera. Los empleados niegan la entrada a los individuos de quienes, por algn motivo, desconfa el propietario o el administrador. Durante el colonia-je, estas haciendas fueron tra-

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bajadas con negros esclavos. Abolida la esclavitud, se trajo cooles chinos. Y el hacendado clsico no ha perdido sus hbitos de negrero o de seor feudal.En la Montaa o floresta, la agricultura es todava muy incipiente. Se emplea los mismos sistemas de "enganche" de braceros de la Sierra; y en cierta medida se usa los servicios de las tribus salvajes familiarizadas con los blancos. Pero la Montaa tiene, en cuanto a rgimen de trabajo, una tradicin mucho ms sombra. En la explotacin del caucho, cuando este producto tena alto precio, se aplicaron los ms brbaros y criminales procedimientos esclavistas. Los crmenes del Putumayo, sensacionalmente denunciados por la prensa extranjera, constituyen la pgina ms negra de la historia de los "caucheros". Se alega que mucho se exager y fantase en el extranjero alrededor de estos crmenes, y aun que medi en el origen del escndalo una tentativa de chantaje, pero la verdad est perfectamente documentada por las investigaciones y testimonios de funcionarios de la justicia peruana como el juez Valcrcel y el fiscal Paredes que comprobaron los mtodos esclavistas y sanguinarios de los capataces de la casa Arana. Y no hace tres aos, un funcionario ejemplar, el doctor Chuqui-huanca Ayulo, gran defensor de la raza indgena -indgena l mismo- fue exonerado de sus funciones de fiscal del departamento de Madre de Dios a consecuencia de su denuncia de los mtodos esclavistas de la mas poderosa empresa de esa regin.

Esta sumaria descripcin de las condiciones econmico-sociales de la poblacin indgena del Per, establece que al lado de un reducido nmero de asalariados mineros y un salariado agrcola aun incipiente, existe, mas o menos atenuado en el latifundio, un rgimen de servidumbre; y que en las lejanas regiones de la Montaa, se somete, en frecuentes casos, a los aborgenes a un sistema esclavista.

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2. La lucha indgena contra el gamonalismo

Cuando se habla de la actitud del indio ante sus explotadores, se suscribe generalmente la impresin de que, envilecido, deprimido, el indio es inca-paz de toda lucha, de toda resistencia. La larga historia de insurrecciones y asonadas indgenas y de las masacres y represiones consiguientes, basta por s sola para desmentir esta impresin. En la mayora de los casos las sublevaciones de indios han tenido como origen una violencia que los ha forzado incidentalmente a la revuelta contra una autoridad o un hacenda-do; pero en otros casos no ha tenido este carcter de motn local. La rebelin ha seguido a una agitacin menos incidental y se ha propagado a una regin ms o menos extensa. Para reprimirla, ha habido que apelar a fuerzas considerables y a verdaderas matanzas. Miles de indios rebeldes han sembrado el pavor en los "gamonales" de una o ms provincias. Una de las sublevaciones que, en los ltimos tiempos, asumi proporciones extraordinarias, fue la acaudillada por el mayor de ejercito Teodomiro Gutirrez, serrano mestizo, de fuerte porcentaje de sangre indgena, que se haca llamar Rumimaqui y se presentaba como el redentor de su raza. El mayor Gutirrez haba sido enviado por el gobierno de Billinghurst al departamento de Puno, donde el gamonalismo extremaba sus exacciones, para efectuar una investigacin respecto a las denuncias indgenas e informar al gobierno. Gutirrez entr entonces en ntimo contacto con los indios. Derrocado el Gobierno de Billinghurst, pens que toda perspectiva de reivindicaciones legales haba desaparecido y se lanz a la revuelta. Lo seguan varios millares de indios, pero, como siempre, desarmados e inde-fensos ante las tropas, condenados a la dispersin o a la muerte. A esta sublevacin han seguido las de La Mar y Huancan en 1923 y otras meno-res, sangrientamente reprimidas todas.En 1921 se reuni, con auspicio gubernamental, un congreso indgena al que concurrieron

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delegaciones de varios grupos de comunidades. El objeto de estos congresos era formular las reivindicaciones de la raza indgena. Los delegados pronunciaban, en quechua, enrgicas acusaciones contra los "gamonales", las autoridades, los curas. Se constituy un comit "Pro-Derecho Indgena Tahuantinsuyo". Se realiz un congreso por ano hasta 1924, en que el gobierno persigui a los elementos revolucionarios indgenas, intimid a las delegaciones y desvirtu el espritu y objeto de la asamblea. El congreso de 1923, en el que se votaron conclusiones inquietantes para el gamonalismo como las que pedan la separacin de la Iglesia y el Estado y la derogacin de la ley de conscripcin vial, haba revelado el peligro de estas conferencias, en las que los grupos de comunidades indgenas de diversas regiones entraban en contacto y coordinaban su accin. Ese mismo ao se haba constituido la Federacin Obrera Regional Indgena que pretenda aplicar a la organizacin de los indios los principios y mtodos del anarco-sindicalismo y que estaba, por tanto, destinada a no pasar de un ensayo; pero que representaba de todos modos un franco orientamiento revolucionario de la vanguardia indgena. Desterrados dos de los lderes indios de este movimiento, intimidados otros, la Federacin Obrera Regional. Indgena qued pronto reducida a solo un nombre. Y en 1927 el gobierno declar disuelto el propio Comit Pro-Derecho Indgena Tahuantisuyo, con el pretexto de que sus dirigentes eran unos meros explotadores de la raza cuya defensa se atribuan. Este comit no haba tenido nunca mas importancia que la anexa a su participacin en los congresos indgenas y estaba compuesto por elementos que carecan de valor ideolgico y personal, y que en no pocas ocasiones haban hecho protestas de adhesin a la poltica guber-namental, considerndola pro-indigenista; pero para algunos "gamonales" era todava un instrumento de agitacin, un residuo de los congresos indgenas. El gobierno, por otra parte, orientaba su poltica en el sentido de asociar a las declaraciones pro-42

indigenistas, a las promesas de reparto de tierras, etc., una accin resuelta contra toda agitacin de los indios por grupos revolucionarios o susceptibles de influencia revolucionaria.

La penetracin de ideas socialistas, la expresin de reivindicaciones revolucio-narias, entre los indgenas, han continuado a pesar de esas vicisitudes. En 1927 se constituy en el Cuzco un grupo de accin pro-indgena llamado "Grupo Resur-gimiento". Lo componan algunos intelectuales y artistas, junto con algunos obreros cuzqueos. Este grupo public un manifiesto que denunciaba los crmenes del gamonalismo. (Vase Amauta N6). A poco de su constitucin uno de sus principales dirigentes, el doctor Luis E. Valcrcel, fue apresado en Arequipa. Su prisin no dur sino algunos das; pero, en tanto, el Grupo Resurgimiento era definitivamente disuelto por las autoridades del Cuzco.3. Conclusiones sobre el problema indgena y las tareas que Impone

El problema indgena se identifica con el problema de la tierra. La ignorancia, el atraso y la miseria de los indgenas no son, repetimos, sino la consecuencia de su servidumbre. El latifundio feudal mantiene la explotacin y la dominacin absolutas de las masas indgenas por la clase propietaria. La lucha de los indios contra los "gamonales" ha estribado invariablemente en la defensa de sus tierras contra la absorcin y el despojo. Existe, por tanto, una instintiva y profunda reivindicacin indgena: la reivindicacin de la tierra. Dar un carcter organi-zado, sistemtico, definido, a esta reivindicacin es la tarea que tenemos el deber de realizar activamente.Las "comunidades" que han demostrado bajo la opresin mas dura condiciones de resistencia y persistencia realmente asombrosas, representan en el Per un factor natural de socializacin de la tierra. El indio tiene arraigados habi-

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tos de cooperacin. An cuando de la propiedad comunitaria se pasa a la apropiacin individual y no slo en la Sierra sino tambin en la Costa, donde un mayor mestizaje acta contra las costumbres indgenas, la cooperacin se mantiene; las labores pesadas se hacen en comn. La "comunidad" puede transformarse en cooperativa, con mnimo esfuerzo. La adjudicacin a las "comunidades" de las tierras de los latifundios, es en la Sierra la solucin que reclama el problema agrario. En la Costa, donde la propiedad es igualmente omnipotente, pero donde la propiedad comunitaria ha desaparecido, se tiende inevitablemente a la individualizacin de la propiedad del suelo. Los "yanaconas", especie de aparceros duramente explotados, deben ser ayudados en sus luchas contra los propietarios. La reivindicacin natural de estos "yanaconas" es la del suelo que trabajan. En las haciendas explotadas direc-tamente por sus propietarios, por medio de peonadas, reclutadas en parte en la Sierra, y a las que en esta parte falta vnculo con el suelo, los trminos de la lucha son distintos. Las reivindicaciones por las que hay que trabajar son: libertad de organizacin, supresin del "enganche", aumento de los salarios, jornada de ocho horas, cumplimiento de las leyes de proteccin del trabajo. S1o cuando el pen de hacienda haya conquistado estas cosas, estar en la va de su emancipacin definitiva.Es muy difcil que la propaganda sindical penetre en las haciendas. Cada hacienda es, en la Costa, como en la Sierra, un feudo. Ninguna asociacin que no acepte el patronato y tutela de los propietarios y de la administracin, es tolerada; y en este caso slo se encuentran las asociaciones de deporte o recreo. Pero con el aumento del trfico automovilstico se abre poco a poco una brecha en las barreras que cerraban antes la hacienda a toda propaganda. De ah la importancia que la organizacin y movilizacin activa de los obreros del transporte tiene en el desarrollo del movimiento clasista en el Per.44

Cuando las peonadas de las haciendas, sepan que cuentan con la solidaridad fraternal de los sindicatos y comprendan el valor de estos, fcilmente se despertara en ellas la voluntad de lucha que hoy les falta y de que han dado pruebas ms de una vez. Los ncleos de adherentes al trabajo sindical que se constituyan gradualmente en las haciendas, tendrn la funcin de explicar a las masas sus derechos, de defender sus intereses, de representarlos de hecho en cualquier reclamacin y de aprovechar la primera oportunidad de dar forma a su organizacin, dentro de lo que las circunstancias consientan.Para la progresiva educacin ideolgica de las masas indgenas, la vanguardia obrera dispone de aquellos elementos militantes de raza india que, en las minas o los centros urbanos, particularmente en los ltimos, entran en contacto con el movimiento sindical y poltico. Se asimilan sus principios y se capacitan para jugar un rol en la emancipacin de su raza. Es frecuente que obreros procedentes del medio indgena, regresen temporal o definitivamente a este. El idioma les permite cumplir eficazmente una misin de instructores de sus hermanos de raza y de clase. Los indios campesinos no entendern de veras sino a individuos de su seno que les hablen su propio idioma. Del blanco, del mestizo, desconfiaran siempre; y el blanco y el mestizo a su vez, muy difcil-mente se impondrn el arduo trabajo de llegar al medio indgena y de llevar a l la propaganda clasista.Los mtodos de autoeducacin, la lectura regular de los rganos del movimiento sindical y revolucionario de Amrica Latina, de sus opsculos, etc., la corres-pondencia con los compaeros de los centros urbanos, sern los medios de que estos elementos llenen con xito su misin educadora.

La coordinacin de las comunidades de indgenas por regin, el socorro de los que sufren persecuciones de la justicia o la polica (los

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"gamonales" procesan por delitos comunes a los indgenas que les resisten o a quienes quieren despojar), la defensa de la propiedad comunitaria, la organizacin de pequeas bibliotecas y centros de estudios, son activi-dades en las que los adherentes indgenas a nuestro movimiento deben tener siempre actuacin principal y dirigente, con el doble objeto de dar a la orientacin y educacin clasista de los indgenas directivas serias y de evitar la influencia de elementos desorientadores (anarquistas, demagogos reformistas, etc.).En el Per, la organizacin y educacin del proletariado minero es con la del proletariado agrcola una de las cuestiones que inmediatamente se plantean. Los centros mineros, el principal de los cuales (La Oroya) esta en vas de convertirse en la mas importante central de beneficio en Sud-Amrica, constituyen puntos donde ventajosamente puede operar la pro-paganda clasista. Aparte de representar en si mismos importantes concen-traciones proletarias con las condiciones anexas al salariado, acercan a los braceros indgenas a obreros industriales, a trabajadores procedentes de las ciudades, que llevan a esos centros su espritu y principios clasistas. Los indgenas de las minas, en buena parte continan siendo campesinos, de modo que el adherente que se gane entre ellos es un elemento ganado tambin en la clase campesina.

La labor, en todos sus aspectos, ser difcil; pero su progreso depender fundamentalmente de la capacidad de los elementos que la realicen y de su apreciacin precisa y concreta de las condiciones objetivas de la cuestin indgena. El problema no es racial, sino social y econmico; pero la raza tiene su rol en l y en los medios de afrontarlo. Por ejemplo, en cuanto slo mili-tantes salidos del medio indgena pueden, por la mentalidad y el idioma, conseguir un ascendiente eficaz e inmediato sobre sus compaeros.

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Una conciencia revolucionaria indgena tardar quizs en formarse; pero una vez que el indio haya hecho suya la idea socialista, le servir con una disciplina, una tenacidad y una fuerza, en la que pocos proletarios de otros medios podrn aventajarlo.* * *

El realismo de una poltica revolucionaria, segura y precisa, en la apre-ciacin y utilizacin de los hechos sobre los cuales toca actuar en estos pases, en que la poblacin indgena o negra tiene proporciones y rol importantes, puede y debe convertir el factor raza en un factor revolucio-nario. Es imprescindible dar al movimiento del proletariado indgena o negro, agrcola e industrial, un carcter neto de lucha de clases. "Hay que dar a las poblaciones indgenas o negras esclavizadas -dijo un compaero del Brasil- la certidumbre de que solamente un gobierno de obreros y campesinos de todas las razas que habitan el territorio, los emancipar verdaderamente, ya que ste solamente podr extinguir el rgimen de los latifundios y el rgimen industrial capitalista y librarlos definitivamente de la opresin imperialista".II. IMPORTANCIA DEL PROBLEMA RACIAL

El problema de las razas no es comn a todos los pases de Amrica Latina, ni presenta en todos los que lo sufren, las mismas proporciones y caracteres.

Mientras en algunos pases tiene reducida importancia o una localizacin regional que hacen que no influya apreciablemente en el proceso social econmico, en otros pases el problema racial se plantea en forma terminante.

Veamos la distribucin geogrfica y las principales caractersticas de los tres grandes grupos raciales de Amrica Latina.

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1. Indios incsicos y aztecas

Los indios "incsicos" ocupan, casi sin solucin de continuidad, formando conglomerados bastante compactos, un vasto territorio que se extiende en varios estados.

Estos indios, en su mayora "serranos", ocupan principalmente regiones andinas en la "sierra" o en las grandes mesetas, extendindose en la sierra del Per, del Ecuador, del Norte de Chile, en Bolivia, en algunos territorios del Norte de la Argentina.

La economa de estos indios esta prevalentemente ligada a la tierra que ellos cultivan desde tiempos inmemoriales.

Viven en un clima fro y son prolficos: las destrucciones intensas de la poca colonial y el extenso mestizaje que haba mermado enormemente su nmero, no han podido impedir que se volviera a producir un considera-ble aumento de la poblacin, que sigue hoy da a pesar de la explotacin a que estn sometidas.

Hablan idiomas propios, ricos y matizados, afines entre ellos, siendo los principales el Quechua y el Aymara.

Su civilizacin tuvo pocas de esplendor notables. Hoy da conserva resi-duos importantes de aptitudes pictricas, plsticas y musicales.

Estos indios, principalmente en el Per y Bolivia donde constituyen del 60 al 70 por ciento de la poblacin, en Ecuador y en Chile, donde tambin forman masas importantes, estn en la base de la produccin y de la explotacin capitalista y dan lugar, por lo tanto, a un problema de fundamental importancia.

En Per, Ecuador y Chile y parte de Bolivia, donde estn ligados a la agricultura y ganadera, sus reivindicaciones son principalmente de carcter agrario.

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En Bolivia y algunas regiones de la sierra del Per, donde son Princi-palmente explotados en las minas, tienen derecho a la conquista de las reivindicaciones proletarias.

En todos los pases de este grupo, el factor raza se complica con el factor clase, en forma que una poltica revolucionaria no puede dejar de tener en cuenta. El indio Quechua y Aymara, ve su opresor en el "misti", en el blanco. Y en el mestizo, unicamente la conciencia de clase es capaz de destruir el hbito del desprecio, de la repugnancia por el indio. No es raro encontrar entre los propios elementos de la ciudad que se proclaman revolucionarios, el prejuicio de la inferioridad del indio y la resistencia a reconocer este prejuicio como una simple herencia o contagio mental del ambiente.La barrera del idioma se interpone entre las masas campesinas indias y los ncleos obreros revolucionarios de raza blanca o mestiza. El soldado es, generalmente, indio y una parte de la confianza que tiene la clase explo-tadora en el ejrcito, como sostn en la lucha social, nace de que sabe al soldado indio ms o menos insensible al llamado de la solidaridad de clase, cuando se le emplea contra las muchedumbres mestizas y urbanas.

Pero, a travs de propagandistas indios, la doctrina socialista, por la natura-leza de sus reivindicaciones, arraigar prontamente en las masas indgenas.

Un escritor pseudo pacifista burgus, Luis Guilaine, que considera al estrato indio en la Amrica Latina como las masas de las que nacer el impulso que podr derrocar al imperialismo yanqui, agrega: "La propaganda bolchevista, presente en todas partes, los ha mas o menos alcanzado y ellos les son accesibles por una propensin atvica, ya que el principio comunista principalmente ha sido la base de la organizacin social del imperio de los Incas" (L'Amerique Latine et I'imperialisme americain, pg.

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206, Paris, 1928). La miopa intelectual que caracteriza a los nacionalistas franceses, cuando tratan de imponer su propio imperialismo al norte-americano, parece disiparse hasta permitirles divisar un hecho tan evidente. Sera posible que nosotros dejramos de reconocer el rol que los factores raciales indios han de representar en la prxima etapa revolucionaria de Amrica Latina?

Lo que hasta ahora ha faltado es la preparacin sistemtica de propagan-distas indios. El indio alfabeto, al que la ciudad corrompe, se convierte regularmente en un auxiliar de los explotadores de su raza. Pero en la ciudad, en el ambiente obrero revolucionario, el indio empieza ya a asimilar la idea revolucionaria, a apropiarse de ella, a entender su valor como instrumento de emancipacin de esta raza oprimida por la misma clase que explota en la fbrica al obrero, en el que descubre un hermano de clase.Los indios del "Grupo Azteca" ocupan gran parte de Mxico y de Guatemala, donde constituyen gran mayora de la poblacin. Su evolucin histrica y su alta civilizacin son bastante conocidas. Su economa y sus caractersticas, as como su importancia social y su rol actual, son anlogos a las de los indios "incsicos". Su importancia en un sentido "puramente racial" es negada por el delegado de Mxico, quien afirma "no existir un problema del indio en Mxico (salvo en el Estado de Yucatn), sino existir la lucha de clases".

2. Indgenas (selvcolas)

Estos indgenas, que reciben frecuentemente el nombre de "salvajes", son tnicamente muy diferentes de los que anteceden.

Estn distribuidos casi exclusivamente en las regiones forestales y fluviales del continente, de clima clido, particularmente en algunos estados de Centro Amrica, en Colombia (Chibchas) y Venezuela (Muyscas). En las Guayanas, en la

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regin amaznica del Per llamada "Montana" (Campas), en el Brasil y Paraguay (Guaran), en Argentina y Uruguay (Charras).

Su diseminacin, por pequeos grupos, en las inmensas regiones selvosas, y en su nomadismo ligado a las necesidades de la caza y de la pesca, desco-nociendo casi la agricultura, son caracteres netamente opuestos a los de los indios incsicos.

Su civilizacin antigua no alcanz probablemente, sino un nivel muy bajo. Sus idiomas y dialectos numerosos, en general pobres, en trminos abs-tractos, su tendencia a la destruccin numrica de la raza, tambin son caracteres opuestos a los de los indios incsicos.

Su identidad con respecto a la poblacin es, en general, de reducida importancia; sus contactos con la "civilizacin" y su rol en la estructura econmica de cada pas muy escaso cuando no inexistente. Donde la colonizacin Ibrica no los ha destruido directamente, la raza en estado puro ha sufrido reducciones decisivas por obra del mestizaje intenso, como especialmente sucedi en Colombia, donde se cuenta el 2 por ciento de indgenas puros y el 89 por ciento de mestizos; como sucedi en el Brasil, donde los indgenas "selvcolas" constituyen poco ms del 1 por ciento al lado de un 60 por ciento de "mamelucos" o mestizos.

En el Brasil, los trminos actuales del problema indio y su importancia han sido evaluados, y expuestos, por el delegado de ese pas, en los siguien-tes trminos: "En el Brasil el indio no soport la esclavitud a la que los colonizadores quisieron someterlo y no se adapt a las labores agrcolas. Hubiera vivido siempre de la caza y de la pesca. Sus nociones de agricultura eran reducidsimas. Le era imposible fijarse en un solo punto de la tierra de un da a otro, desde que el nomadismo fuera hasta enton-ces el rasgo predominante de su carcter. Los jefes de las "bandeiras" comprendieron esto y pasaron

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a atacar de preferencia, en el siglo XVII, las "reducciones" de los jesuitas, las que se componan de indios mansos, aclimatados hasta cierto punto a los trabajos de la minera y de la agricultura bajo el influjo de mtodos diferentes como la sugestin religiosa. Pero las luchas eran encarnizadas por dems y la travesa de los "sertones" con los indios reclutados a la fuerza resultaba dificilsima y penosa, lo que acarreaba casi siempre el desperdicio de la mayor parte de la carga humana arrastrada por los "bandeirantes". Los que llegaban vivos al Litoral, caan en poco tiempo bajo el peso de los arduos trabajos a que los sometan. Los que escapaban de las garras del conquistador, se internaban en las florestas lejanas."No hay clculos exactos, o siquiera aproximados, dignos de fe, sobre la poblacin indgena del Brasil, sobre la poca del descubrimiento. Se puede afirmar, mientras, sin temor a errar, que por lo menos dos tercios de la poblacin ha desaparecido hasta llegar a nuestros das, ya sea por el cruzamiento con los blancos, ya sea por la mortandad que hacan entre nativos los colonizadores, en su afn de conquistar esclavos y abrir caminos para las minas del interior. Segn una apreciacin optimista del General Cndido Rondn, Jefe del Servicio de Proteccin a los Indios, existen actualmente en el pas cerca de 500,000 selvcolas (indios). Estos viven en tribus poco numerosas, enteramente segregados de la civilizacin del Litoral y penetran cada vez ms en las florestas, a medida que los latifundistas van extendiendo sus dominios hasta las tierras ocupadas por aquellas.

"Hay una institucin oficial que protege tericamente a los indgenas. Pero es en vano que se trate de encontrar en la reparticin central algn informe sobre trabajos prcticos realizados por dicho Instituto. Este no ha publicado, hasta hoy, un solo informe concreto sobre sus actividades.

"En el Brasil, los pocos millares de indios

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que conservan sus costumbres y tradiciones, viven aislados del proletariado urbano, siendo imposible su contacto en nuestros das con la vanguardia proletaria y su consecuente incorporacin al movimiento revolucionario de las masas proletarias".

Creo que para muchos de los pases de Amrica Latina que incluyen escasos grupos de indios "selvcolas", el problema presenta, aproximadamente, el mismo aspecto que en el Brasil.

Para otros pases, en los que los indgenas "selvcolas" constituyen un por-centaje mas elevado dentro de la poblacin, y, sobre todo, estn incluidos en el proceso de la economa nacional, generalmente agrcola, como en Para-guay, en las Guayanas y otros, el problema presenta los mismos aspectos que ofrecen los indios aztecas o los incsicos en Mxico, en el Per, y en los otros pases o regiones del mismo grupo, aspectos ya apuntados en su entidad y rasgos especiales.3. Los negros

Adems de las dos razas indgenas, se encuentra en proporciones notables en la Amrica Latina, la raza negra.

Los pases donde predomina son: Cuba, grupo antillano y Brasil.

Mientras la mayora de los indios est ligada a la agricultura, los negros en general se encuentran trabajando preferentemente en las industrias. En cualquier caso, estn en la base de la produccin y de la explotacin.

El negro, importado por los colonizadores, no tiene arraigo a la tierra como el indio, casi no posee tradiciones propias, le falta idioma propio, hablando el castellano, o el portugus o el francs o el ingles.

En Cuba, los negros constituyen porcentaje sumamente elevado de la poblacin, as como en muchos de los pases antillanos, estn con fre-

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cuencia distribuidos en todas las clases sociales, e integran tambin, aunque en numero escaso, las clases explotadoras; esto se observa mas acentuadamente en Hait y Santo Domingo, cuyas burguesas son casi exclusivamente negras, especialmente en el primer pas.

En el Brasil, el negro puro es relativamente escaso, pero los negro-mulatos, que constituyen un 30 por ciento de la poblacin, son numerosos en todo el litoral y se encuentran especialmente concentrados en algunas regiones, como en Para. Los mulatos "claros" tambin son muy numero-sos. He aqu lo que refiere al respecto el compaero delegado del Brasil:

"Gran parte de la poblacin del litoral brasileo, esta compuesta por mulatos; el tipo del negro puro, es, hoy, muy raro. El cruzamiento se hace cada da ms intensamente, produciendo tipos cada vez mas claros desde que no vienen al pas desde cerca de medio siglo inmigrantes negros.

"El preconcepto contra el negro asume reducidas proporciones. En el seno del proletariado, este no existe. En la burguesa, en ciertas capas de la pequea burguesa, este mal se deja percibir. Se traduce en el hecho de que, en esas esferas, se ve con simpata la influencia del indio en las costumbres del pas, y con cierta mala voluntad, la influencia del negro. Tal actitud no proviene, entre tanto, de un verdadero odio de razas, como en los Estados Unidos, sino del hecho de que, en el extranjero, muchas veces se refieren al pas llamndolo con una evidente intencin peyora-tiva, "pas de negros". Esto viene a excitar la vanidad patritica del pequeo burgus, que protesta, esforzndose en demostrar lo contrario. Pero es comn ver a ese mismo pequeo burgus, en fiestas nacionales, exaltando el valor de sus ascendientes africanos."Se debe anotar an, que hay innumerables negros y mulatos ocupando cargos de relieve en el seno de la burguesa nacional.

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"Se deduce de all que no se podr hablar en rigor, en el Brasil, de precon-ceptos de razas. Es claro que el Partido debe combatirlo en cualquier circuns-tancia siempre que l aparezca. Pero es necesaria una accin permanente y sistemtica por cuanto muy raramente se manifiesta.

"La situacin de los negros, en el Brasil, no es de naturaleza tal como para exigir que nuestro Partido organice campaas reivindicatorias para los negros, con palabras de orden especiales".En general, para los pases en que influyen grandes masas de negros, su situacin es un factor social y econmico importante. En su rol de explotados, nunca estn aislados, sino que se encuentran al lado de los explotados de otros colores. Para todos se plantean las reivindicaciones propias de su clase.4. Conclusiones

En la Amrica Latina, que encierra mas de 100 millones de habitantes, la ma-yora de la poblacin esta constituida por indgenas y negros. Pero hay ms: Cul es la categora social y econmica de estos? Los indgenas y negros estn en su gran mayora, incluidos en la clase de obreros y campesinos explotados, y forman la casi totalidad de la misma.

Esta ltima circunstancia sera suficiente para poner en plena luz toda la importancia de las razas en la Amrica Latina, como factor revolucionario. Pero hay otras particularidades que se imponen frente a nuestra consideracin.

Las razas aludidas se encuentran presentes en todos los Estados y constituyen una inmensa capa que con su doble carcter comn, racial y de explotados, esta extendida en toda Amrica Latina, sin tener en cuenta las fronteras artificiales mantenidas por las burguesas nacionales y los imperialistas.

Los negros, que son afines entre s por la ra-

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za; los indios, que son afines entre si por la raza, la cultura y el idioma, el apego a la tierra comn; los indios y negros que son en comn, y por igual, objeto de la explotacin ms intensa, constituyen por estas mltiples razones, masas inmensas que, unidas a los proletarios y campesinos explo-tados, mestizos y blancos, tendrn por necesidad que insurgir revolucionariamente contra sus exiguas burguesas nacionales y el imperialismo mons-truosamente parasitario, para arrollarlos, cimentando la conciencia de clase, y establecer en la Amrica Latina el gobierno de obreros y campesinos.III. POLITICA COLONIAL BURGUESA E IMPERIALISTA FRENTE A LAS RAZAS

Para el imperialismo yanqui e ingls, el valor econmico de estas tierras sera mucho menor si con sus riquezas naturales, no poseyesen una poblacin indgena atrasada y miserable, a la que con el concurso de las burguesas nacionales, es posible explotar extremadamente. La historia de la industria azucarera peruana, actualmente en crisis, demuestra que sus utilidades han reposado, ante todo, en la baratura de la mano de obra, esto es, en la miseria de los braceros. Tcnicamente esta industria no ha estado en poca alguna en condiciones de competir con los otros pases en el mercado mundial. La distancia de los mercados de consumo gravaba con elevados fletes su exportacin. Pero todas estas desventajas eran compensadas largamente por la baratura de la mano de obra. El trabajo de esclavizadas masas campesinas, albergadas en repugnantes "rancheras", privadas de toda libertad y derecho, sometidas a una jornada abrumadora, colocaba a los azucareros peruanos en condiciones de competir con los que, en otros pases, cultivaban mejor sus tierras o estaban protegidos por una tarifa proteccionista o mas ventajosamente situados desde el punto de vista geogrfico. El capitalismo extranjero se sirve de la56

clase feudal para explotar en su provecho estas masas campesinas; mas, a veces, la incapacidad de estos latifundistas herederos de los prejuicios, soberbia y arbitrariedad medievales, para llenar la funcin de jefes de empresas capitalistas, es tal, que aquel se ve obligado a tomar en sus propias manos la administracin de latifundios y centrales. Esto es lo que ocurre, particularmente, en la industria azucarera, monopolizada casi completamente en el valle Chicama por una empresa inglesa y una empresa alemana.Partiendo del concepto de la "inferioridad" de la raza, para llevar a cabo una explotacin intensa, los poderes coloniales han buscado una serie de pretextos jurdicos y religiosos para legitimar su actitud.

Demasiado conocida es la tesis del Papa Alejandro VI, quien, como representante de Dios en la tierra, divida entre los reyes catlicos de Espaa y Portugal, el podero de la Amrica Latina, con la condicin de que se erigieran en tutores de la raza indgena. Estos indgenas, en su calidad de "idlatras", no podan gozar de los mismos derechos que los leales sbditos de las majestades catlicas. Por otro lado, no era posible sancio-nar "de derecho" la frmula anticristiana de la esclavitud. Surgi entonces la frmula hipcrita del tutelaje con una de sus expresiones econmicas, entre las mas representativas, que fue la "encomienda". Los espaoles ms aptos fueron elegidos "encomende-ros" de distintos territorios que com-prendan numerosa poblacin india. Su misin era doble. En el orden espiritual, deban convertir de todos modos los indios a la fe catlica; los medios de persuasin le eran facilitados cada vez que fuera necesa-rios, por los doctrineros. En el orden temporal, la tarea era ms sencilla todava; cada "encomienda" deba proporcionar a la corona un tributo correspondiente, sin perjuicio de que el encomendero sacara tambin para s la cantidad que creyera conveniente. Mas adelante veremos las caracte-rsticas especificas de las "encomien-

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das" y el proceso por el que constituyeron un mtodo legal de expolia-cin de las tierras de los indgenas, echando los fundamentos de la propiedad colonial y semi-feudal que subsiste hasta la actualidad.Es necesario subrayar aqu, en este mismo proceso, un factor importante de sometimiento de las poblaciones aborgenes al podero econmico y poltico de los invasores. La raza invasora que apareci protegida por armadura casi invulnerable, montada de manera maravillosa sobre anima-les desconocidos, los caballos, combatiendo con armas que arrojaban fuego; esta raza que derrib, en pocas decenas de aos, y luego someti rpidamente, un inmenso imperio como el incaico o numerosas tribus como la de los indios selvcolas brasileos, uruguayos, paraguayos, tena lgicamente un gran ascendiente para imponer sus dioses y su culto sobre las ruinas de los templos incaicos, sobre los vencidos mitos de la religin del sol y del fetichismo antropomrfico de los dems indios.No descuidaron los invasores el desprestigio que las armas haban dado a la cruz y rpidamente procedieron a encadenar las conciencias, al mismo tiempo que esclavizaban los cuerpos. Esto facilitaba enormemente el sometimiento econmico, objeto primordial de los sbditos catlicos. En este proceso es interesante apuntar los resultados obtenidos por los inva-sores. Donde el dominio ciego y brutal no lograba sino diezmar a los aborgenes en forma alarmante para la produccin, bajaba el rendimiento de esta, hasta el punto de requerir la importacin de la raza africana, especialmente para el trabajo de las minas, raza que, por otra parte, result inepta para esa labor. Donde la penetracin llevada a cabo en forma ms sagaz y fomentada por la decidida proteccin de la corona, miraba en aduearse de las conciencias, las congregaciones religiosas lograron establecer plantaciones florecientes hasta en el corazn de las selvas, donde, si el indio no dejaba de ser explo-58

tado igualmente en beneficio de los invasores, la produccin se elevaba y acrecentaba cada vez ms el monto de los beneficios. El ejemplo histrico de las colonias jesuitas en el Brasil, Paraguay, as como de las colonias que otras congregaciones religiosas establecieron en las selvas del Per, es bastante demostrativo a este respecto. Hoy da, el influjo religioso no deja de ser un factor importante de sometimiento de los indios a las "autoridades" civiles y religiosas con la diferencia de que la torpeza de stas, habindolas hoy da elevado al campo del robo descarado, de las puniciones corporales, de los comercios ms vergonzosos, ha logrado dar inicio a un sentimiento de repulsin para el cura, adems que para el juez, sentimiento que se hace cada da ms evidente y que ha estallado ms de una vez en revueltas sangrientas.Un gran sector de los curas, aliados a las burguesas nacionales, sigue empleando sus armas, basado en el fanatismo religioso que varios siglos de propaganda han logrado hacer arraigar en los espritus sencillos de los indios. Slo una conciencia de clase, slo el "mito" revolucionario con su profunda raigambre econmica, y no una infecunda propaganda anti-clerical, lograran substituir los mitos artificiales impuestos por la "civilizacin" de los invasores y mantenidos por las clases burguesas, herederas de su poder.El imperialismo inicia a su vez, en la Amrica Latina, una tentativa para dar tambin en este sentido una base slida y ms amplia a su podero nefasto. Las misiones metodistas y anglicanas, los centros deportivos moralizadores de la Y.M.C.A., han logrado penetrar hasta en las sierras del Per y de Bolivia, pero con xito absolutamente despreciable y sin posibilidad de extender su accin. Un enemigo encarnizado que esa penetracin encuentra, es el mismo cura de aldea, quien ve de manera peligrosa mermar su influencia espiritual y los conse-cuentes rditos pecuniarios. Hubo casos en que el cura

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aldeano logr obtener el apoyo de las autoridades civiles y desterrar definiti-vamente a la misin protestante "anti-catlica".

Otros factores ligados al carcter social de los explotados han sido empleados por el coloniaje y continuados por un gran sector de la burguesa y el imperialismo. El desprecio para el indio y el negro ha sido inoculado por el blanco, con todos los medios, al mestizo. No es infrecuente notar esta misma actitud en mestizos cuyo origen indio es demasiado evidente y cuyo porcentaje de sangre blanca se hace difcil reconocer. Este desprecio que se ha tratado de fomentar dentro de la misma clase trabajadora, crece considerablemente a medida que el mestizo ocupa grados mas elevados respecto a las ltimas capas del proletariado explotado, sin que por eso disminuya la honda barrera que los separa del patrn blanco.Con iguales fines, la feudalidad y la burguesa han alimentado entre los negros un sentimiento de honda animadversin para los indios, facilitado, como ya hemos dicho, por el rol que pas a llenar el negro en los pases de escasa pobla-cin india; de artesano, de domstico, de vigilante, siempre al lado de los patrones, gozando de cierta familiaridad que le confera el "derecho" a despreciar todo lo que su patrn despreciaba.

Otra ocasin que los explotadores nunca han despreciado, es la de crear riva-lidades entre grupos de una misma raza. El imperialismo americano nos da un clarsimo ejemplo de esta tctica, en la rivalidad que logr crear entre los negros residentes en Cuba y los que all vienen peridicamente de Hait y de Jamaica para trabajar, impelidos por las duras condiciones de su pas de procedencia.

Tampoco algunos sectores intelectuales identificados con la burguesa, han dejado de buscar ms armas para denigrar a los indios hasta negando veracidad a los caracteres mas salientes de su proceso histrico.

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No faltando quien se dedicara a escribir trabajos pseudo-histricos, para tratar de demostrar que no se puede hablar de estructura comunitarias entre los indios incaicos. Esta gente, desde luego, desmentida en forma probativa por la gran mayora de anlogos sectores burgueses, pretenda cerrar los ojos a la existencia de millares de comunidades en Per, Bolivia, Chile, en las que siguen viviendo millones de indios, despus del derrumba-miento del orden pblico, dentro del que estaban encuadradas, despus de tres siglos de coloniaje, despus de un siglo de expoliacin feudal bur-guesa y eclesistica. La tarea de pulverizar estas tesis absurdas, llenada en gran parte por la misma crtica burguesa, ser tomada a su cargo por la naciente crtica marxista de este problema, de cuyos estudios histricos ya tenemos luminosos signos en la Amrica Latina.Ms adelante detallar los principales caracteres que tuvo y tiene el colec-tivismo primitivo en los indios incsicos.

Ms es mi deber sealar aqu, que una de las tareas ms urgentes de nues-tros Partidos, es la de la revisin inmediata de todos los datos histricos actuales acumulados por la critica feudal y burguesa, elaborados en su provecho por los departamentos de estadstica de los estados capitalistas, y ofrecidos a nuestra consideracin en toda su deformacin impidiendo considerar exactamente los valores que encierran las razas aborgenes primitivas.Slo el conocimiento de la realidad concreta, adquirido a travs de la labor y de la elaboracin de todos los Partidos Comunistas, puede darnos una base slida para sentar condiciones sobre lo existente, permitiendo trazar las directivas de acuerdo con lo real. Nuestra investigacin de carcter histrico es til, pero ms que todo debemos, controlar el estado actual y sentimental, sondear la orientacin de su pensamiento colectivo, evaluar sus fuerzas de expansin y de resistencia; todo esto, lo sabemos, esta condicionado por los antecedentes histricos, por

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un lado, pero, principalmente, por sus condiciones econmicas actuales. Estas son las que debemos conocer en todos sus detalles. La vida del indio, las condiciones de su explotacin, las posibilidades de lucha por su parte, los medios mas prcticos para la penetracin entre ellos de la vanguardia del proletariado, la forma mas apta en que ellos puedan constituir su organizacin; he aqu los puntos fundamentales, cuyo conocimiento debemos perseguir para llenar acertadamente el cometido histrico que cada Partido debe desenvolver.

La lucha de clases, realidad primordial que reconocen nuestros partidos, reviste indudablemente caractersticas especiales cuando la inmensa mayora de los explotados est constituida por una raza, y los explotadores pertenecen casi exclusivamente a otra.

He tratado de demostrar algunos de los problemas esencialmente raciales que el capitalismo y el imperialismo agudizan, algunas de las debilidades, tambin, debido al atraso cultural de las razas, que el capitalismo explota en su exclusivo beneficio.

Cuando sobre los hombros de una clase productora, pesa la mas dura opresin econmica, se agrega an el desprecio y el odio de que es victima como raza, no falta mas que una comprensin sencilla y clara de la situacin, para que esta masa se levante como un solo hombre y arroje todas las formas de explotacin.IV. DESARROLLO ECONOMICO-POLTICO INDIGENA DESDE LA POCA INCAICA HASTA LA ACTUALIDAD

Las comunidades

Antes de examinar cual es el estado econmico social de las poblaciones indgenas y en que forma existe la institucin mas caracteri-

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zada de su civilizacin, las "comunidades", creo til trazar un breve bosquejo de su formacin y de su desarrollo histrico y tratar de investigar las causas de su subsistencia y persistencia dentro y contra estructuras econmicas sociales antagnicas.

Anteriormente a la vasta organizacin del Imperio Incaico, existi entre las poblaciones aborgenes que ocupaban el inmenso territorio, un rgimen de comunismo agrario.

Desde que las tribus primitivas pasaron del nomadismo a la residencia fija, en la tierra, dando origen a la agricultura, se constituy un rgimen de propiedad y usufructo colectivos de la tierra, organizado por grupos que constituyeron las primeras "comunidades", establecindose la cos-tumbre del reparto de la tierra segn las necesidades de la labranza.

El imperio incaico de los quechuas, al formarse y extenderse progresiva-mente, ya sea por intermedio de la guerra, ya sea por anexiones pacificas, encontr en todas partes este orden econmico existente. Slo necesidades administrativas y polticas, tendientes a reforzar el poder del control central en el vasto imperio, impulsaron al gobierno de los Incas a orga-nizar en forma especial ese rgimen comunista que funcionaba desde un tiempo muy lejano en todo el territorio del imperio.

El poder econmico y poltico del Estado, en el imperio incaico, resida en el Inca, pues su rgimen de gobierno era centralista. Todas las riquezas, como las minas, las tierras, el ganado, le pertenecan. La propiedad privada era desconocida. Las tierras se dividan en tres partes: una al Sol, una al Inca y una al Pueblo. Todas las tierras eran cultivadas por el Pueblo. De preferencia se atenda a las tierras del Sol. Luego la de los ancianos, viudas, hurfanos y de los soldados que se hallaban en servicio activo. Despus es el pueblo que cultivaba sus propias tierras, y tena la obliga-cin de ayudar al vecino.

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Tras esto se cultivaban las tierras del Inca. As como fue repartida la tierra, se reparti toda clase de riquezas, minas, ganados, etc. Es de advertir que el estado incaico no conoca el dinero. Una disposicin muy sabia determinaba que todo dficit en las contribuciones del Inca se pudiese cubrir con lo que encerraba el granero del Sol. La economa del gobierno produca sobrantes. Estos se destinaban a los almacenes, que en la poca de escasez, eran proporcionados a los individuos sumidos en la miseria por sus enfermedades o por sus desgracias. As se establece que gran parte de las rentas del Inca, volvan despus, por uno u otro concepto, a las manos del pueblo. Las tierras eran repartidas en lotes que se entre-gaban anualmente: por cada miembro de familia de ambos sexos se agregaba una porcin igual. Nadie poda enajenar las tierras ni aumentar sus posesiones. Cuando alguien mora, la tierra volva al Inca. Estos repartos se hacan todos los aos, a fin de tener siempre presente, a la vista del pueblo, que aquellas tierras pertenecan nicamente al Inca, el cual poda entregarlas al pueblo en la forma indicada.Hay quien sostiene que anteriormente al imperio, en algunas regiones, se iban manifestando en las reparticiones peridicas, una insistencia a persistir en la atribucin del mismo lote de terreno a la misma familia, tendencia cuya propagacin fue impedida por la autoridad teocrtica del Inca, pero que logr desaparecer durante el imperio, dando lugar hasta a la divisin del lote a la muerte del padre, entre los hijos, sin que esto significara propiedad indi-vidual (puesto que falta el derecho de testar libremente y la facultad de enajenar), pero si, propiedad familiar, germen de la propiedad individual: a esto, segn historiadores ecuatorianos, ya hubieron llegado algunas indios de ese territorio, en la poca de la conquista.

Asimismo, se quiere acentuar por parte de algunos escritores el carcter de la naciente feu-

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dalidad, paralelo a la tendencia hacia la propiedad individual que hubiera tenido el poder de los jefes militares, curacas o reyezuelos, caciques, etc., que no formaban parte de la comunidad, posean la tierra en propiedad familiar y slo la autoridad del Inca refrenaba su desarrollo hacia la propiedad individual.Tambin se quiso ver en "la guerra de sucesin entre Huascar y Atahualpa, el anuncio de grandes querellas y conflictos: la lucha u oposicin de la monarqua con la nobleza".

Todas estas observaciones, algunas de las cuales, las referentes al feudalismo, fueron aplicadas tambin a Mxico, tenderan a trazar un cuadro de la evolucin histrica indoamericana, muy anlogo al que corresponde al mismo perodo de la historia europea y asitica. Por otro lado, tambin afirmaran que la evolucin natural del colectivismo indgena, hubiera con-ducido, a travs de dos grandes fenmenos paralelos -transformacin de la propiedad colectiva en familiar e individual, formacin del feudalismo- a instituciones anlogas a los Burgos y municipios, de no haber sido por la influencia del imperio teocrtico que impidi ese libre desenvolvimiento, a diferencia de anlogos poderes en Europa. La conquista haba precipitado y acelerado la cristalizacin del feudo, pasado al espaol, y de la propiedad privada indgena residual dentro de la comunidad o dentro de la familia en formas coexistentes.

Evidentemente, es sugestiva toda esta serie de hiptesis; hay hechos que pare-cen confirmarlas. Pero cmo podemos extender a todas las colectividades incsicas estas conclusiones? Cmo podemos explicar, dentro del violento proceso de la conquista, de la formacin de "reducciones", de los cambios vastos y, profundos realizados por las "composiciones", la persistencia, de las comunidades? Cul momento mas propicio tuvieron estas, desp