35
4 HECHOS/IDEAS Revista Casa de las Américas No. 253 octubre-diciembre/2008 pp. 4-19 E n el Canto general, la parte VI, «América, no invoco tu nombre en vano», es una declaración de amor por Nuestra América. La América de antes y después «de la peluca y la casaca, de ríos arteriales y de cordilleras donde el cóndor y la nieve parecían inmóvi- les». Pero también la América de la United Fruit y la Anaconda Copper Mining. La América de naturaleza libre y la sojuzgada por el imperialis- mo. La América de los hombres, de los mayas que «habían derribado el árbol del conocimiento», y de «las altas soledades de Machu Picchu, puerta del cielo»; la América de los conquistadores, los verdugos y los libertadores; la América de tiranuelos bananeros y dictadores galonea- dos, pero también la de Tupac Amaru, Toussaint Louverture, Bolívar, Martí, Zapata, el Che y Allende. En estas líneas quiero hablar de Nuestra América. Recuerdo a Neru- da, porque mi amor por ella nació con él. Curiosamente, lejos de Chile, distante de mis tierras, en Alemania descubrí América emergiendo de una edición del Canto general impresa en México e iluminada por los muralistas. Diego y Alfaro pareaban al poeta que entonces, como mu- chos chilenos años más tarde, vivía el exilio. Cuando volví a Chile fundé el Centro de Arte y Cultura Latinoamericano y mi primera actividad fue convocar a los artistas a una exposición inspirada en el Canto general, América, no invoco tu nombre en vano. Con Neruda, entre admiración MIGUEL ROJAS MIX «América, no invoco tu nombre en vano». La idea de la América Latina. De Neruda a la geopolítica contemporánea

MIGUEL ROJAS MIX «América, no invoco tu nombre …casadelasamericas.org/publicaciones/revistacasa/253/h... · 2012-12-04 · los oprimidos. «Con los oprimidos» –nos dice–

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: MIGUEL ROJAS MIX «América, no invoco tu nombre …casadelasamericas.org/publicaciones/revistacasa/253/h... · 2012-12-04 · los oprimidos. «Con los oprimidos» –nos dice–

44444

HECHOS/IDEAS

Revi

sta

Casa

de

las

Amér

icas

No.

253

oct

ubre

-dic

iem

bre/

2008

pp.

4-1

9

En el Canto general, la parte VI, «América, no invoco tu nombreen vano», es una declaración de amor por Nuestra América. LaAmérica de antes y después «de la peluca y la casaca, de ríos

arteriales y de cordilleras donde el cóndor y la nieve parecían inmóvi-les». Pero también la América de la United Fruit y la Anaconda CopperMining. La América de naturaleza libre y la sojuzgada por el imperialis-mo. La América de los hombres, de los mayas que «habían derribado elárbol del conocimiento», y de «las altas soledades de Machu Picchu,puerta del cielo»; la América de los conquistadores, los verdugos y loslibertadores; la América de tiranuelos bananeros y dictadores galonea-dos, pero también la de Tupac Amaru, Toussaint Louverture, Bolívar,Martí, Zapata, el Che y Allende.

En estas líneas quiero hablar de Nuestra América. Recuerdo a Neru-da, porque mi amor por ella nació con él. Curiosamente, lejos de Chile,distante de mis tierras, en Alemania descubrí América emergiendo deuna edición del Canto general impresa en México e iluminada por losmuralistas. Diego y Alfaro pareaban al poeta que entonces, como mu-chos chilenos años más tarde, vivía el exilio. Cuando volví a Chile fundéel Centro de Arte y Cultura Latinoamericano y mi primera actividad fueconvocar a los artistas a una exposición inspirada en el Canto general,América, no invoco tu nombre en vano. Con Neruda, entre admiración

MIGUEL ROJAS MIX

«América, no invoco tu nombreen vano». La idea de la AméricaLatina. De Neruda a la geopolíticacontemporánea

Page 2: MIGUEL ROJAS MIX «América, no invoco tu nombre …casadelasamericas.org/publicaciones/revistacasa/253/h... · 2012-12-04 · los oprimidos. «Con los oprimidos» –nos dice–

55555

y encuentros, llegué a la última vez que lo encontré,una semana antes del golpe en Isla Negra. Me mandóllamar para que colaborara en la preparación de losfestejos de sus setenta años a que llegaría en el 74. Yala enfermedad fatigaba el lecho dispuesto frente al an-churoso ventanal desde donde el vate contemplaba lasbravatas del Gran Océano, que de lo menos que tienees de Pacífico. En él veía reflejarse la vida. Hablabapausadamente con la quejumbre con que recitaba suspoemas. Yo le respondía mirando las tantas cosas quelo rodeaban y que hacían de su casa otro cantar: obje-tos cotidianos por los que se deslizaban sus versos.Años más tarde, en su memoria, los fotografié y com-puse Las cosas de Neruda, convencido de que él eraun poeta visual. Neruda encendió en mí el fuego ame-ricano, una llama viva que ha serpenteado entre la na-turaleza, la historia y la política. Y me apetece recorrerla historia apoyándome en sus metáforas poéticas –has-ta donde la recorrimos juntos–, para luego seguir hastael hoy, por mi cuenta, en las soledades de la prosasevera

Antes de la peluca y la casacafueron los ríos, ríos arteriales.

Son los versos iniciales del Canto general: «Amor aAmérica». Solo en la lectura profunda y extendida delCanto general se alcanza el sentido de estas estrofas,que nos anuncian un peregrinar desde la América ger-minal hasta la América del día de ayer, recorrida por lahistoria y configurada por diversas imágenes e ideas.

Hablaré sobre ellas, sobre las representaciones esen-ciales que componen la idea de la América Latina y sureplanteamiento en el marco del actual discurso de inte-gración.

La idea de América siempre estuvo vinculada a laintegración. Y cuando digo América, estoy distante dereferirme a los Estados Unidos, hablo de Nuestra Amé-rica, así nombrada por Martí o de la América Latinacomo la precisó Bilbao. Esa idea persistente desde quese abrió paso con la Independencia, llevada de la manopor Bolívar y otros próceres y pensadores, es la queahora quiero presentar en su actualidad.

Tres ideas estelares configuraron la imagen de laAmérica Latina: la unión, el telurismo, la latinidad. Delas combinaciones posibles de estas tres ideas han sali-do discursos filosóficos, programas políticos, proyec-tos de integración y teorías literarias.

Unión

La idea de unión la dio Bolívar, la fundaba en la lengua.La América bolivariana se definió en primer lugar fren-te a España. Rechazaba la conquista y la colonizacióncomo épocas de barbarie y tiranía. Del pasado españolguardaba solo la lengua, para que sirviera de base a launión de los «americanos», por eso llamó al Continen-te Hispanoamérica. La veía como una comunidad cul-tural formada por las antiguas colonias españolas, ani-madas ahora de una idea nacional y una solidaridadpolítica continental para hacer frente a los enemigoscomunes. La identidad habitual era la de «americano»y, cuando Bolívar reflexiona sobre ella, la define comouna especie media entre el indio y el europeo. Unaambigüedad más que un mestizaje, la preocupación deuna clase, el criollo blanco. El pueblo –dice en el dis-curso de Angostura– es un compuesto de África yAmérica que carece de preocupaciones continentalesy encuentra su filiación en entidades mucho más res-tringidas: la familia, la tribu, cuando no en la hacienday en la «familia del amo». «Americano» en el lenguajede Bolívar es un «nosotros». «Nosotros [...] no somoseuropeos, no somos indios, sino una especie media en-tre los aborígenes y los españoles. Americanos por na-cimiento y europeos por derecho [...]». «Nuestro pue-blo», en cambio, es más amplio, es un «compuesto derazas».Enemigo de la esclavitud, partidario de la república plu-rirracial, Bolívar no teme menos a lo que llama «demo-cracia absoluta». Los ejemplos históricos conocidoshan fracasado –agrega– a causa de la extrema debili-dad de este tipo de gobierno. En general los criollos sesentían más atraídos por Montesquieu que por Rous-seau. Lo prefieren porque no ven en su modelo de go-bierno el peligro de sublevación popular que podíanacarrear las ideas del ginebrino.

Page 3: MIGUEL ROJAS MIX «América, no invoco tu nombre …casadelasamericas.org/publicaciones/revistacasa/253/h... · 2012-12-04 · los oprimidos. «Con los oprimidos» –nos dice–

66666

Proyectos de unidad continental surgieron en todaspartes donde se liberaban las colonias, y son anteriores aBolívar. Ya en el Catecismo político cristiano (1810)1 selee «[...] que las colonias españolas formen una confede-ración de Estados para rechazar la dominación españo-la». El cura Miguel Hidalgo (1753-1811) se dio el título de«generalísimo de las Américas» y en la Historia de laRevolución de Nueva España, fray Servando Teresa deMier subraya la necesidad de unión, «porque unidos, Es-paña es un enemigo insignificante».

En realidad, aun si los proyectos son anteriores, fueBolívar quien asoció unidad con cultura y, en particu-lar, con la lengua. Bolívar se inscribe así en el funda-mental problema de la identidad.

«Padre Nuestro que estás en la Tierra [...] hacia laesperanza nos conduce tu sombra», concluye Nerudasobre Bolívar.

«Nuestra América» de Martí es más una unión so-cial y plurirracial. «Nuestra América mestiza». El mes-tizaje es un «nosotros» construido por la historia. Esun fenómeno histórico y no racial. Ese nosotros estambién un futuro, un futuro que tenemos que crear ydel cual somos responsables, por eso tiene como basela idea de progreso y se apoya en la clase trabajadora.Esa es la dimensión social, la «América trabajadora»,otro de los nombres que da al Continente. NuestraAmérica es a la vez una identidad y una idea de unidad.«Una identidad tácita de nuestros pueblos que van comouno en lo esencial [...]», una visión de pasado y unapremonición de futuro. Ambos asociados en el recha-zo al colonialismo y al imperialismo, estribado en laindependencia económica. Claramente lo afirma el cu-bano: «Quien dice unión económica, dice unión políti-ca. El pueblo que compra, manda. El pueblo que ven-de, sirve. Hay que equilibrar el comercio, para asegurarla libertad. El pueblo que quiere morir vende a un solopueblo, el que quiere salvarse vende a más de uno».

Nuestra América se opone igualmente a la nociónde raza. Para Martí el nuevo americano es un bastardode todas las razas. «América ha de salvarse con susindios». Pero sobre todo, el americano es el pueblo,los oprimidos. «Con los oprimidos» –nos dice– habíaque hacer causa común para afianzar el sistema opuestoa los intereses y hábitos de mando de los opresores». Ycasi simultáneamente escribe estos versos:

Con los pobres de la tierraQuiero yo mi suerte echar.

Telurismo

La idea telúrica de unión la puso el indigenismo. Sobrela influencia de la tierra en los habitantes, la cultura y lacreación se pronunciaron varias formas de indigenis-mo. El indigenismo mexicano –con los muralistas a lacabeza– revisó la historia y puso como centro de ella alindio y al mestizo. Reivindicó la dignidad de las anti-guas culturas y propuso un futuro en la raza cósmica.La Revolución Mexicana es indigenista fundamental-mente por ser campesina. Plantea el problema de latierra y el indio, por el simple hecho de centrar susexigencias, en particular con Zapata en el sur, en lareforma agraria.

En el Perú lo telúrico se encontró en «el alto Cuzcocoronado» y «en el asombro dorado de la alta ciudadde piedras escalares», Machu Picchu, como la figuraNeruda en el Canto general. Manuel González Pradarompió con la idea racista de que había que regeneraral indio y planteó en términos reales la «cuestión indí-gena». Advirtió que el problema del indio era el proble-ma de la tierra y debía restituírsele. La recuperación dela tierra le devolverá sus estructuras sociales y su pres-tigio: «La cuestión del indio más que pedagógica eseconómica, es social» («Nuestros Indios», 1904).

El «problema indio» recorre toda la historia. Por unaparte, porque es el testimonio de la tragedia de un pue-blo que no logra sobreponerse al trauma cultural repre-sentado por la Conquista. Por otra, porque da fe dellento camino hecho por el componente hispánico parasuperar sus prejuicios. La alternativa histórica consistió

1 Uno o dos meses antes de la convocatoria al Cabildo Abiertodel 18 de septiembre de 1810, circuló en Santiago un manuscri-to titulado Catecismo Político Cristiano dispuesto para la ins-trucción de los pueblos de la América meridional, cuyo autoranónimo utilizó el seudónimo de José Amor de la Patria.

Page 4: MIGUEL ROJAS MIX «América, no invoco tu nombre …casadelasamericas.org/publicaciones/revistacasa/253/h... · 2012-12-04 · los oprimidos. «Con los oprimidos» –nos dice–

77777

en no aceptarlo. Y, a menudo, la solución que el criolloblanco vio como la más simple fue la de una nueva des-trucción. Tal fue la solución de Sarmiento: «Solo con elindigenismo podemos hablar de Indoamérica».

En los Andes del Tahuantisuyo el indoamericanismonace asociado a la nostalgia del Imperio inca. Desde elprincipio se define, más que peruano, como andinismoo indoamericanismo. El indigenismo andino nace de larefutación de que el indio «era inapto para la civiliza-ción». ¿Cómo explicar, si así fuera, la civilización inca?Allí se inicia la reivindicación del indio y el incario. «Elproblema indígena lo resolverá el indio» (Luis Valcárcel:El problema indígena). Y todos coinciden, aunque conmatices, que no se trata de regenerar al indio, sino deregenerar al Perú, al mundo andino. La noción de re-generar al indio hacía de esto una tarea de la culturadominante, la de regenerar al Perú una tarea de indios.Solamente el indio podía reconstituir el inkario.

Luis Valcárcel –fundador de la Escuela Cuzqueña–creía en un movimiento que él llamaba «andinista» ycomprendía la masa de diez millones de indios del Perú,Bolivia y la Argentina. Este pueblo iba a regenerar elImperio inca, profetiza Valcárcel en Tempestad en losAndes (1927). La sierra es la nacionalidad de un serformado por el maridaje de la naturaleza y la cultura.De ahí su andinismo, expresión de un «lenguaje telúri-co»: vuelta a la tierra y a la fuerza primitiva. La culturabajará otra vez de los Andes.

Contemporáneo de Valcárcel en las concepcionestelúricas fue el boliviano Franz Tamayo (1879-1956).Compartía con Ricardo Rojas la convicción profundade que la fuerza de la tierra crea un «genius loci».Tamayo vincula su indigenismo con la tierra: un lazofísico y espiritual; de ahí su telurismo definitorio de suamericanía. También neomundista, porque considera lotelúrico una fuerza, una influencia formadora de todolo americano contemporáneo (La creación de la peda-gogía nacional, La Paz, 1910).

Mariátegui está convencido de que el mito forjadordel indio nuevo será el socialismo. Pero ese mito, espe-ranza revolucionaria de los pueblos, es el mismo paratodas las razas dominadas, hindúes, chinos, y otros. Lareivindicación indígena carecerá de concreción históri-

ca mientras se mantenga en el plano puramente filosóficoy cultural. Para convertirse en realidad debe transfor-marse en proyecto económico y político. El indigenis-mo de Mariátegui nace de la observación de la realidadeconómica y social del Perú y de América. Es un pro-yecto revolucionario, contra el régimen feudal y capita-lista, cuyos protagonistas serán los indios aliados con elproletariado. Atribuye un valor fundamental al sindicato.Es en él donde la conciencia de clase borra las fronterasde la raza, y une en la condición de proletario al indio, alnegro y al campesino blanco. Inevitablemente la consti-tución de un Estado autónomo de la raza india que noconduzca a la dictadura del proletariado llevará a la cons-titución de un Estado indio burgués, con todas las con-tradicciones internas y externas que esos Estados pue-dan tener. Considera al indigenismo maximalista quequiere negar a Europa y volver a los ritos incaicos, unabsurdo. Un nacionalismo a ultranza que peca por unracismo al revés. Ya en el prólogo a los Siete ensayos deinterpretación de la realidad peruana (1928) aducía «queno hay salvación para Indo América sin la ciencia y elpensamiento europeos y occidentales».

Haya de la Torre advertía que el movimiento políticosocial del aprismo en el Perú comportaba no solo unateoría económica y un frente político, sino un programacultural y una obra, ya en marcha, hacia el robusteci-miento de los propios valores sociales, económicos yculturales peculiares de Indoamérica. Por eso trascien-de de lo estrechamente nacional para fundar un «nacio-nalismo continental». En el pasado, razona, las razas sehan fundido en el crisol de la tierra, en el futuro debenintegrarse y reconstituirse. Ahí es donde aparece el pa-pel del APRA: debe ser unificador. Cada elemento traerásu valor. El indio aportará su sensibilidad telúrica, el eu-ropeo su habilidad técnica y política, el negro su capaci-dad estética y su erotismo. Haya de la Torre retorna enEspacio-tiempo-histórico (1948), a la idea de pueblocontinente, desarrollándolo aún más sobre el cañama-zo de las ideas de Ortega y Gasset en El tema de nues-tro tiempo (1913). Echa mano de tópicos y símbolosdel pasado andino: el cóndor de Chavín será el símbo-lo del partido; la supuesta bandera del Tahuantisuyo,hecha con los colores del arco iris, flameará en sus

Page 5: MIGUEL ROJAS MIX «América, no invoco tu nombre …casadelasamericas.org/publicaciones/revistacasa/253/h... · 2012-12-04 · los oprimidos. «Con los oprimidos» –nos dice–

88888

manifestaciones. En la clandestinidad, Haya toma elnombre de guerra de Pachacutec y su refugio lo deno-mina Incahuasi. Pese a ello, el indio no es el protago-nista del programa del APRA, ni quien tiene o debetener la iniciativa de la historia. Nuevamente es unacomparsa en un programa que pretende «redimirlo»,respetando sus peculiaridades. Los símbolos son ma-nipulados para crear un mesianismo que movilice alindio en favor del programa de Haya; es decir, en favorde la creación de una burguesía.

La indianidad nace a mediados del siglo XX: con laformación de movimientos indígenas y tiene su precur-sor en la obra del escritor y antropólogo José MaríaArguedas. La indianidad es un rechazo a la asimilación.Tanto a la que implica el mestizaje cuanto a la idea deintegración nacional, o social. Nacen los primeros mo-vimientos de la indianidad a fines de los años 60. Suimplantación es a menudo limitada y su base social es-casa, lo que hace que se escinda con facilidad. En Boli-via, alrededor de 1970, se funda el movimiento kataris-ta.

Con la reunión de Barbados en 1971, el movimientode la indianidad se inaugura oficialmente. A partir deBarbados se organiza. Su lucha es por un Poder Indio,tanto en el interior de cada país, como a nivel conti-nental. Teniendo, por cierto, en cuenta que las fronte-ras nacionales no coinciden con el ámbito territorial delas comunidades.

Desde los primeros momentos, la indianidad fija susobjetivos:

1) Rechazo de Occidente, de marxistas y cristianospor igual.2) Rechazo a encuadrar la lucha en el marco de lospartidos políticos existentes. El enfrentamiento conOccidente es esencialmente cultural.3) Afirmación de la unidad de la civilización india.De panindianismo habla Bonfil Batalla («Identidadétnica y movimientos indios en América latina»). Locomún de las seis grandes unidades indias seríanlas estructuras sociales: sistema de parentesco, es-tructura asociativa, extensión de la idea social almundo de la naturaleza, entre otras. (Antonio Anti-leo Reiman: «Las comunidades indígenas actuales»).

4) Finalmente, sus reivindicaciones principales son:defensa de la lengua, de la tradición, revisión de lahistoria, autogestión.

Las posiciones más radicales son las de Fausto Rei-naga. Considerado por muchos (por sí mismo, en pri-mer lugar) el fundador de la indianidad, afirma que lameta del indio es el Poder Indio. Dice Reinaga: «ElOccidente ha sido cruel conmigo. Pero no me ha ven-cido» (Indianidad, Ediciones Partido Indio de Bolivia,La Paz, 1978). Cree firmemente que, el día en que seuna el pensamiento amáutico con el ejército y el indio,desaparecerán de la tierra el odio, el hambre y la gue-rra... Uno de sus imperativos es la defensa de los ríos,los mares y los bosques, de los Poderes Telúricos, afir-mando que «la ecología antes que ciencia es una reli-gión». Con cajas destempladas despide, por igual, amarxistas y cristianos: Cristo es odio, Marx es odio...Cristo mata al indio, Marx mata al indio. Hay que sa-carlos de la cabeza del indio... Su ruptura con las iz-quierdas es total, porque han reducido al indio a «unaclase», y concluye: «el enemigo, el verdugo del indioes Cristo, es Marx y es el Che». No faltan quienes esti-man que su discurso es un disparate o simplemente localifican de «racista».

El gran problema de todos estos movimientos esresolver el conflicto entre identidad y modernidad. Enparticular si se piensa que toda modernización altera laidentidad.

Hay en la indianidad una actitud semejante a la negri-tud. La idea del Poder Indio está directamente inspiradaen el Black Power. Como la negritud, busca una revalo-rización de la historia y de los valores de la cultura origi-nal. En Reinaga se trata de un Estado indio, que coincidecon un fuerte nacionalismo boliviano y no vacila en apo-yarse en las Fuerzas Armadas bolivianas.

Latinidad

Se repite constantemente que la idea de la América Latinala inventaron los franceses. Los errores son pertinaces.

¡No, no fueron los franceses!

Page 6: MIGUEL ROJAS MIX «América, no invoco tu nombre …casadelasamericas.org/publicaciones/revistacasa/253/h... · 2012-12-04 · los oprimidos. «Con los oprimidos» –nos dice–

99999

Fue Francisco Bilbao «con su frente de pequeñoplaneta tumultuoso» (como lo ve Neruda) quien invo-có primero el nombre de la América Latina. El filósofochileno habla de la América Latina en una conferenciadada en París el 24 de junio de 1856 que se conocecon el título de Iniciativa de la América. Utiliza allí elgentilicio «latinoamericano» y, en separados escritos,apunta «raza latinoamericana». Tres meses después, el26 de septiembre, José María Torres Caicedo, tambiénen París, escribe Las dos Américas:

La raza de América latinaal frente tiene la sajona raza.

Pese a que no han faltado los profesores que hanenviado sus doctorandos a rastrojear en revistas y do-cumentación francesas para encontrar una cita delnombre anterior al discurso de Bilbao, hasta ahora nola han descubierto. Pero los errores son pertinaces.Todavía en su última edición del Diccionario de dudasy dificultades para la lengua española, Manuel Secorepite que los términos Latinoamérica, América latinay latinoamericano fueron creados en Francia en 1860«y utilizados para arropar la política imperialista deNapoleón III en su intervención en México. Fueronrápidamente adoptados por escritores hispanoameri-canos residentes en Francia».

Bilbao no solo antecede a otros pensadores en la utili-zación de la expresión, también es precursor de la signifi-cación que va a adquirir más tarde, en el lenguaje de lasizquierdas latinoamericanas. Acuña el concepto en el marcode un pensamiento anticolonialista, antimperialista y deun proyecto de sociedad socialista. Concibe la AméricaLatina como una unión antimperialista. Su discurso co-mienza con la crítica de los aspectos colonizadores e im-perialistas de las nociones de progreso y civilización. Ensu carta a Miguel Luis Amunátegui, de octubre 28 de1861, discute la doctrina vulgar del «progreso» un sofis-ma –asegura– que hace desaparecer bienes, pueblos yverdades, y retroceder la dignidad, la fraternidad y la pros-peridad de las naciones. ¿Qué quiere decir? Anticipándosesiglo y medio al actual debate civilizatorio, denuncia lanoción de progreso en términos de lo que hoy llamaría-

mos conflicto de civilizaciones. Bilbao descubre la falaciade la civilización cuando los franceses invaden México.Desautoriza la noción humanitaria y pacifista de progresoporque, asociada a la idea de civilización, en vez de irra-diar virtudes, solo servía para sojuzgar otros pueblos. Lamisma falacia advierte en los procedimientos imperialis-tas de Francia y de los Estados Unidos que en la políticaclasista y racista de Sarmiento en la Argentina. En LaAmérica en peligro (1863) asocia: «El conservador sellama progresista [...] y el civilizado pide la extermina-ción de los indios y de los gauchos». La América en peli-gro y El Evangelio americano (1864) fueron escritosjustamente después de producirse la invasión francesa.El Evangelio... muestra a América nuevamente amena-zada de ser conquistada por Europa. Frente a esta con-tingencia es preciso salvar «la civilización americana»de la «invasión bárbara de Europa». La violencia y laarbitrariedad, el imperialismo y el afán de conquistahan cambiado los términos. La civilización se hacebarbarie cuando no se rige por el derecho. El progresoes, así, un arma de doble filo. Todo depende del ladodel que disparan los cañones.

Bilbao se enfrenta a Sarmiento en su artículo «Losaraucanos». Rechaza la política de exterminio del indioy propone incorporarlos mediante un proceso de inte-gración, que preserve su identidad, y en el cual sea guia-do por el ejemplo moral y por la educación. Es todavíael indianismo humanitario del siglo XIX, pero se oponeradicalmente a la visión genocida del proyecto de socie-dad del argentino.

Los cargos que hace a la política imperialista de Francialo conducen por igual a desnudar la ideología del panla-tinismo, legitimación del expansionismo francés:

¡Atrás la Francia imperial, personificación de la hi-pocresía y de la perfidia: hipócrita, pues se llamaprotectora de la raza latina para someterla a su régi-men de explotación; pérfida, pues habla de libertady nacionalidad, cuando, incapaz de libertad, con-quista para esclavizar!

Rechaza el antagonismo con el temperamento sajónque afirmaba el panlatinismo. Y, a pesar de haber

Page 7: MIGUEL ROJAS MIX «América, no invoco tu nombre …casadelasamericas.org/publicaciones/revistacasa/253/h... · 2012-12-04 · los oprimidos. «Con los oprimidos» –nos dice–

1010101010

denunciado apasionadamente en su momento la inter-vención en Nicaragua, en La América en peligro, de1863, y El Evangelio americano, del año siguiente,verá incluso la salvación en una alianza de la Américadel Norte con la América del Sur.

La combinación de los genios sajón americano yamérico europeo debería además formar la síntesisde la civilización americana, que habría de regene-rar el Viejo Mundo y dar a América el predominio dela civilización.

Para un Bilbao profundamente herido por Bonapar-te y sus zuavos, «la civilización hoy es América y Re-pública».

Antes, en Iniciativa de la América (1856), habíadenunciado la política imperialista de los Estados Uni-dos en el Sur, que acababan de anexar la mitad delterritorio de México, e intentaban imponer su modo devida, el individualismo. Y, de paso, critica el panesla-vismo que aspiraba a extender la servidumbre rusa.Vemos imperios que pretenden renovar la vieja idea dedominación del globo. El imperio ruso y los EstadosUnidos, potencias ambas colocadas en las extremida-des geográficas, así como lo están en las extremidadesde la política, aspiran, el uno por extender la servidum-bre rusa con la máscara del paneslavismo, y el otro, ladominación del individualismo yanqui. Rusia está muylejos, los Estados Unidos están cerca. Rusia retira susgarras para esperar en la asechanza; pero los EstadosUnidos las extienden cada día en esa partida de cazaque han emprendido contra el Sur. Ya vemos caer frag-mentos de América en las mandíbulas sajonas de laboa magnetizadora, que desenvuelve sus anillos tor-tuosos. Ayer Texas, después el norte de México y elPacífico, saludan a un nuevo amo.

Asume Bilbao una posición antimperialista dentro delcontexto de su época, donde el imperialismo se expre-saba en bloques culturales que se empeñaban en enfati-zar la misión de una raza o un pueblo, simplemente paraconsolidar la hegemonía de una nación. A ese imperialis-mo le aplica el epíteto de «barbarie»: Rusia, «la barbarieabsolutista», los Estados Unidos, «la barbarie demagó-

gica». Y, justamente, para oponerse a los Estados Uni-dos, evoca una entidad común, la «raza latinoamerica-na», que hará la segunda independencia, la de la unidadde la América del Sur.

Habla de una América compuesta de tres partes, lati-na, sajona e indígena; pero Bilbao únicamente se refierea la unión de América latina, al sur del Río Grande. Esaunión que constituye las fronteras naturales y moralesde la patria, porque «la unión es el verdadero patriotis-mo de los americanos del Sur»; y porque esta unióndebe ser un vínculo solidario que domine el nacionalis-mo estrecho. Esta unión, bajo la forma de una confede-ración del Sur, regada por el Amazonas y el Plata y som-breada por los Andes, es el cuadro de la identidadamericana y latina, que ha de perpetuar la raza y permitirla creación de la gran nación americana.

Solo esta unión de los Estados de América del Surpodrá detener el imperialismo de los Estados Unidosdel Norte, que «cree en su imperio como Roma creyóen el suyo». Solo la unión podrá defender la libertad, elsistema republicano y la democracia. Para salvarse, launión es necesaria, porque permitirá a América latinatomar la iniciativa histórica.

El latinoamericanismo de Bilbao, puesto que de lati-noamericanismo se trata, se concreta en una serie deproposiciones: formar un congreso americano, con-ceder la ciudadanía universal, un código internacional,un pacto de alianza federal y comercial, la abolición delas aduanas, uniformizar el sistema de pesos y medi-das, creación de un tribunal internacional, un sistemade colonización de las grandes áreas desiertas, de edu-cación universal y de civilización para los bárbaros, laformación del libro americano y la creación de unauniversidad, de un diario y de fuerzas armadas comu-nes...

El de Bilbao es un discurso idealista, de ideas abs-tractas, de grandes principios. La oligarquía lo teme,lo destierra y trata de acallarlo. La idea de «disminuir lapobreza» aterraba a los conservadores. Nadie iba máslejos en sus enunciados en esa época. Bilbao es el pre-cursor de la noción moderna de la América Latina. UnaAmérica que, más que por la lengua, se define por elsentimiento anticolonial y antimperialista. Una idea, que,

Page 8: MIGUEL ROJAS MIX «América, no invoco tu nombre …casadelasamericas.org/publicaciones/revistacasa/253/h... · 2012-12-04 · los oprimidos. «Con los oprimidos» –nos dice–

1111111111

pese a haber sido difundida al calor de la intervenciónfrancesa en México, ha sido retenida por los latinoa-mericanos, por ese otro sentido del término, detener elavance del imperialismo usamericano en «NuestraAmérica».

Durante el siglo XX, y especialmente durante la Gue-rra Fría, el esfuerzo por «detener al imperialismo» conel Che, Allende, Cortázar, Neruda y muchos otros po-líticos, intelectuales y militantes, ancoró en la izquier-da la idea de la América Latina. Los dictadores, por sucomplicidad con las políticas usamericanas, se sentíanmás cómodos con el término Pan América para refe-rirse al Continente, o el de las derechas católico-con-servadoras: Hispanoamérica.

El siglo XXI se inicia con un cambio geopolítico deextensión planetaria. La hegemonía se ha hecho unipo-lar, concentrándose en una potencia imperial e impe-riosa. Desaparecido el comunismo como amenaza tó-pica de la democracia, los Estados Unidos han tenidoque descubrir un nuevo enemigo que, poniendo en pe-ligro la seguridad del pueblo estadunidense, justifiquelas políticas más agresivas de sus gobernantes. Con laposguerra fría el enfrentamiento «mundo libre/comu-nismo» fue reemplazado por el de «civilización/terro-rismo». Políticos y sociólogos, sin olvidar los grandesempresarios, han atizado la guerra de civilizaciones, loque, so capa de luchar contra el terrorismo, les permi-te extender sus intereses económicos y usar el miedode la sociedad civil para mantener su base electoral.

El tema del Clash of Civilizations relanzado por unartículo de Samuel P. Huntington publicado en 1993,solo adquirió verdadero sentido el 11-S de 2001 con elatentado que destruyó las Torres Gemelas. Pero el temaes viejo como la historia. Remonta a la época en quelos griegos crearon la antinomia «civilización contrabarbarie» para explicar las Guerra Médicas, continuó conTarik, Carlo Magno, El Cid, las Cruzadas y los colo-nialismos de los siglos XIX y XX. Y recientemente –en elsiglo XXI– entre los Estados Unidos de Bush y sus alia-dos contra las «fuerzas del mal», Bin Laden, y Al-Qaeda,Saddam Hussein...

Desde el 11-S el tema está asociado a una guerraterrorista sin cuartel que el fundamentalista islámico

habría lanzado contra Occidente. Es la yihad. El hun-dimiento del mundo socialista y la incertidumbre ideo-lógica que acarreó, produjo el renacimiento de la orto-doxia en el mundo eslavo y un renacimiento islámicoen el Asia Central. Se volvió a las religiones tradiciona-les y en todas ellas surgieron movimientos fundamen-talistas. Las religiones se han convertido en elementonuclear de identidad cultural, especialmente en socie-dades en crisis de identidad nacional, y han cobradodecisiva relevancia política, sobre todo en el marco delconflicto de civilizaciones.

En este resurgir religioso hay también una religiónque quiere pasar desapercibida o aparecer como si nolo fuera, pero que lo es y en grado sumo: la religión delmercado que profesa el neoconservadurismo o el neo-liberalismo. De este neoliberalismo que en realidad esneoconservadurismo ha hecho doctrina, por una par-te, Milton Friedman, cuyo proyecto queda explícito enCapitalism and Freedom, y Samuel P. Huntington, decuya capacidad de influir políticamente da cuenta elhecho de que su insidioso informe de 1974 para laComisión Trilateral, La ingobernabilidad de las demo-cracias, sea hoy doctrina y esté en el origen teórico ehistórico del neoliberalismo económico. Ambos tex-tos, seguidos de algunos complementarios como Elfin de la historia de Fukuyama, o las tesis geopolíticasde Zygnieb Brzezinski suministraron la munición ideo-lógica de la doctrina neoliberal. Básicamente Hunting-ton considera que «nosotros» (los Estados Unidos)somos los civilizados y ellos –sea quienes fueren esosellos, los musulmanes hoy; los hispanos mañana– sonbárbaros. Con lo que el «choque de civilizaciones» enun mundo inevitablemente cada vez más interculturalestá servido. Tampoco extraña que en su libro ¿Quié-nes somos? Los desafíos a la identidad nacional esta-dounidense, extienda este choque a la emigración, enparticular a los hispanos en los Estados Unidos.

En la América Latina los pueblos se han levantadocontra esta religión del mercado y entre ellos se haproducido una verdadera alianza de civilizaciones, dondeantiguas culturas renacen a la vida pública reivindican-do junto a los sectores más desfavorecidos mejorescondiciones de existencia. Los antiguos discursos de

Page 9: MIGUEL ROJAS MIX «América, no invoco tu nombre …casadelasamericas.org/publicaciones/revistacasa/253/h... · 2012-12-04 · los oprimidos. «Con los oprimidos» –nos dice–

1212121212

identidad reviven con ropajes nuevos y en proyectospolíticos de integración que buscan la autonomía con-tinental, la cancelación del colonialismo y el desarrollode la región. Bolivarismo, latinoamericanismo e indige-nismo andino se unen para recuperar el posesivo deMartí y hacer que América sea verdaderamente nues-tra. Dos experiencias son particularmente interesan-tes: el neobolivarismo en Venezuela y el indigenismoandino en Bolivia.

Hay una importante renovación del esquema políti-co en curso en la América Latina, con un claro creci-miento de la izquierda pero con frentes variados. Segesta de un hecho claro, el mayoritario rechazo al im-perialismo. Conviven dos proyectos y dos tipos de re-gímenes que se autodenominan de izquierdas: los deLula, Kirchner, Tabaré y Bachelet que son democra-cias de forma y de fondo neoliberal, y un modelo quepodríamos llamar populismo revolucionario indigenis-ta, en clara ruptura con los Estados Unidos. Cuba, Ve-nezuela y Bolivia forman este frente. El Proyecto Chá-vez apunta a crear la Comunidad Suramericana deNaciones, apoyándose en la revolución indígena deBolivia, en la orientación política que mantiene Correaen Ecuador y, eventualmente, en Perú –pese a que Ollan-ta Humala perdió las elecciones–. El radicalismo deChávez impacta asimismo en Nicaragua, luego queOrtega ganara las elecciones y presumiblemente atraea Paraguay después del triunfo presidencial de Fernan-do Lugo y Alianza Patriótica para el Cambio. Con otroestilo, Chávez ha conseguido por primera vez despuésde Salvador Allende unir los extremos moderados yradicales de la izquierda continental. La diferencia esque el «antimperialismo» de la izquierda radical de an-taño ha dado paso a un consenso sobre la necesidad deun modelo autónomo de desarrollo. Superadas las dé-cadas de dictadura militar, se ha reencontrado la de-mocracia, pero la brecha que separa a los más ricos delos más pobres hace que las sociedades de la AméricaLatina sean de las más desiguales del mundo. El que nose haya reducido la pobreza y se agraven las desigual-dades sociales ha generado malestar social y económi-co, provocando nuevas formas de protesta que no seencauzan en la institucionalidad democrática tradicio-

nal. La efervescencia política corresponde asimismo aun rechazo del Consenso de Wáshington, que organi-zaba la integración de la América Latina, en el marcodel proceso de globalización, basada en la liberaliza-ción de los mercados y en la privatización. El consen-so ha creado mucha riqueza, pero que ha ido a manosde las grandes empresas con gran descontento en lossectores populares. No hay un rechazo categórico a laeconomía de mercado, pero se trata de organizar unmejor reparto de las ventajas de la globalización. Hoydía la izquierda latinoamericana tiene dos principioscomo modelo: estabilidad macroeconómica y redistri-bución de la renta. Y si el «socialismo del siglo XXI» deChávez se distancia de una izquierda conciliadora conel modelo neoliberal que se integra en el Tratado deLibre Comercio, a la vez no quiere apartarse de ella,razón de su integración en MERCOSUR. En el mundoandino, gran parte de la izquierda que quedó huérfanatras la caída del Muro de Berlín, se vuelca hacia elindigenismo, buscando en él otro camino para lograrsus objetivos revolucionarios. El saber conservadoresgrime frente a este fenómeno el que se puede caeren un populismo, que ha dejado una trágica historia enla América Latina, pasando por el PRI, el peronismo yahora el chavismo (Roger Bartra: «Un zombi político»,El País, 26 de octubre de 2003). Salvando el hecho deque este es un juicio más dogmático que histórico so-bre el populismo, la gran pregunta es: ¿qué otra cosapuede ser una izquierda que ha fragilizado sus funda-mentos ideológicos y que se une frente a reivindica-ciones puntuales que afectan el día a día de su existen-cia? Es difícil que sea otra cosa que populista.

El neobolivarismo de Chávez

«Roja será la rosa que recuerde tu paso» escribió Nerudaen «Un canto para Bolívar» (Tercera residencia). Lascenizas del bolivarismo vuelven a hacer fuego al soplode Chávez. Roja es la senda de Hugo Chávez pues abreun camino inédito al socialismo. Consecuentemente, laRevolución Bolivariana que inicia en Venezuela se haconvertido en surtidor de iniciativas de integración enla América Latina y el Caribe. En casi diez años de

Page 10: MIGUEL ROJAS MIX «América, no invoco tu nombre …casadelasamericas.org/publicaciones/revistacasa/253/h... · 2012-12-04 · los oprimidos. «Con los oprimidos» –nos dice–

1313131313

agitado gobierno, Chávez ha llegado a la conclusión deque solo el socialismo –despojado de lastres burocráti-cos, dogmatismos ideológicos y errores del pasado–puede traer justicia social y derrotar la pobreza. Lanovedad de Chávez es que da una base económica a laintegración. Si para Bolívar el pilar de la unión era lalengua, Chávez ofrece el petróleo como base, y poneel enorme potencial energético de Venezuela a disposi-ción de la integración.

Busca una integración en todos los ámbitos, desdelo económico hasta lo político, respaldándola con lariqueza petrolera y gasífera venezolana. A través de laintegración (a cuya disposición pone el enorme poten-cial energético de Venezuela), el gobierno de Chávezabre un camino inédito. Chávez ha llegado a la conclu-sión de que solo el socialismo, pero un socialismomoderno, conseguirá traer justicia social y derrotar lapobreza. Sin duda, juega fuerte. Su apuesta, aunquearriesgada –amenazada desde el interior y el exterior–,parece viable y ha tenido ya una importante repercu-sión. Ha provocado un sorprendente interés en la Amé-rica Latina por volver a discutir los temas del socialis-mo a la luz del fracaso y desprestigio del neoliberalismo.

Poco antes de los 80 comenzó a formarse en el ejér-cito venezolano una corriente bolivariana y nacionalis-ta, aunque simbólicamente nació en 1982. A mediadosde los 80 el propio Chávez –amante de los símbolos–propuso agregar la letra R, de revolución, a la sigla EB-200 (Ejército Bolivariano 200) –porque en 1983 era elbicentenario del nacimiento de Bolívar–, redelineándo-lo como movimiento bolivariano revolucionario. «Larevolución que perseguíamos era una transformaciónpolítica, social, económica y cultural inspirada en elplanteamiento de Bolívar» (dice Chávez en una entre-vista a Manuel Cabieses Donoso, en Caracas, para PuntoFinal). Se configuró ideológicamente en torno a unaimagen, el árbol de las tres raíces: la raíz bolivarianacon su planteamiento de igualdad y libertad y su visióngeopolítica de integración de la América Latina; la raízzamorana, por Ezequiel Zamora, general del pueblosoberano y de la unidad cívico-militar; y la raíz robin-soniana, por Simón Rodríguez, maestro de Bolívar, unode los pocos próceres jacobinos de la independencia

(es decir, que además de creer en la República de Mon-tesquieu creía en la democracia de Rousseau). De Si-món Rodríguez las preocupaciones mayores fueron laeducación popular, la libertad y la igualdad; murió enArequipa donde había puesto una fábrica de velas coneste cartel: «Luces y virtudes americanas; esto es: ve-las de sebo, paciencia, jabón, resignación, cola fuerte,amor al trabajo».

El planteamiento socialista lo integra el movimientodespués del golpe de Estado de abril de 2002. Es en-tonces cuando se declara antimperialista. El neoboliva-rismo se comprometió con una idea renovada del so-cialismo que llamó «socialismo del siglo XXI», conplanteamientos adecuados a la nueva era. Chávez pro-pugna un socialismo, adjetivado latinoamericano, comoafirmó el 3 de marzo de 2006 en Montevideo: «Estoyconvencido de que el camino es el socialismo. Se tratade lograr algo que en gran medida es un desafío, esta-mos obligados a inventar el socialismo».

El perfil ideológico y operativo de este socialismoestá por definirse, aunque ya existe un proyecto enestudio para lanzar el Manifiesto Socialista del sigloXXI. Un socialismo de raíz cristiana, porque parte de laidea de que el primer socialista de nuestra era fue Cris-to. En segundo lugar, será un socialismo basado en laspropias raíces. Es necesario unir teoría y práctica, in-telectuales y trabajadores. Creando empresas de pro-ducción social, unidades de producción comunitaria,y desarrollando teoría y haciendo propuestas que pue-dan transformar la realidad. Proyectos concretos, comoson Telesur, Petrosur, Petroamérica, el Banco del Sury la Universidad del Sur. Aparte de estas medidas reco-ge una serie de propuestas que se mantuvieron pen-dientes durante el siglo XX. Propuestas planteadas porel APRA y, durante su gobierno, por Salvador Allende.Propuestas que se acercan a los ejes de adhesión de laUnión Europea, como son la moneda única latinoame-ricana, un banco central latinocaribeño y un consejoelectoral regional.

Un socialismo anclado en una ética, en que se her-mana la moral socialista del Che con el cristianismo,una ética de la solidaridad. Desarrollar la solidaridades una tarea educativa, y es ahí donde interviene la

Page 11: MIGUEL ROJAS MIX «América, no invoco tu nombre …casadelasamericas.org/publicaciones/revistacasa/253/h... · 2012-12-04 · los oprimidos. «Con los oprimidos» –nos dice–

1414141414

cultura, para desmontar los demonios que sembró elcapitalismo: individualismo, egoísmo, odio. Un socia-lismo que en lo político se expresa en la democraciaparticipativa y protagónica, en el poder popular. En loeconómico, la Revolución Bolivariana pretende transi-tar de una economía de mercado a una economía so-cializada. En lo social, debe conjugar igualdad con li-bertad; lo que implica un cambio económico paraterminar con la abisal diferencia entre la extrema ri-queza y la extrema pobreza.

El discurso antimperialista de Chávez es muy fuer-te. El neobolivarismo se construye desde la retóricadel «no», de oposición a las propuestas de los EstadosUnidos: «You are a donkey, Mr. Danger» («Usted esun burro, señor Peligro»), le espetó a Bush en su pro-grama Aló Presidente del 19 de marzo de 2006. Lo queno impide que Venezuela venda la mitad de su crudo alos Estados Unidos, cerca del millón y medio de barri-les, el 13% de las importaciones estadunidenses. Solotendría que cortar la exportación una semana para quehubiera consecuencias no económicas sino políticas:subida de precio y la gente le echaría la culpa a Bush.El Pentágono sostiene que Venezuela es «una amenazapara la estabilidad económica y democrática de la re-gión».

Walk on Line se titulaba una película reciente quecontaba la vida del cantante Johnny Cash. En la políti-ca latinoamericana el protagonista de esta frase es sinduda Chávez. Los Estados Unidos temen su influenciae intervienen abiertamente. En Nicaragua, el embaja-dor usamericano llamó a unirse a los partidos de dere-cha para parar a Daniel Ortega, a quien veía vinculadoa Chávez. Y no faltan los analistas que opinan que Chá-vez pesó en la elección a la presidencia mexicana.

Conscientes de la importancia del imaginario paracrear opinión, los Estados Unidos llevan años prepa-rando –por todos los medios– la legitimación de unaeventual ofensiva contra Venezuela. Un videojuego quehicieron circular presentaba un comando que va a to-mar por asalto la refinería venezolana de Amuay. Lamisión es garantizar el control de la producción que seencuentra en manos de un tirano local. El juego es deun extremo realismo: la refinería Amuay forma parte

del complejo refinador Paraguaná, emplazado en eloccidente venezolano. Es un método de envenenamien-to ideológico planificado por la CIA, utilizando la lla-mada «guerra virtual».

Acentuando las aflicciones de Wáshington, las rela-ciones entre Cuba y Venezuela se han vuelto muy cerca-nas. Esos gobiernos practican la solidaridad con un sis-tema de apoyo mutuo. Venezuela provee petróleo a bajoprecio mientras que Cuba organiza programas de alfa-betización y salud, enviando maestros y médicos a lasáreas más pobres. Programas que están teniendo unimpacto considerable en Venezuela y otros países deAmérica y el Caribe, donde, bajo un programa llamadoOperación Milagro, médicos cubanos proveen atencióna personas que no tenían esperanzas de recibirla.

Chávez y Fidel conjuntamente con Evo Morales hancreado el ALBA: Alternativa Bolivariana para las Améri-cas. Un modelo de integración regional. En abril de2006, además, se firmó el acuerdo tripartito Tratadode Comercio de los Pueblos (TPC). El ALBA es la con-trapartida al ALCA (Área de Libre Comercio de lasAméricas) de corte neoliberal, y el TPC, contrapartidadel TLC. El TPC vendría a compensar la desapariciónde la Comunidad Andina de Naciones (CAN). Uno delos pilares del ALBA es la creación de una gran alianzaenergética regional, con la que se pretende sostener laindependencia del Continente. El gas y el crudo boli-viano serían un aporte importante para el gran proyec-to de Petroandina y Petroamérica. Chávez está ope-rando con un petróleo político. Cuando fue elegido en1998 el barril estaba a doce dólares, mientras en elcurso de 2008 amenaza con llegar a los ciento cin-cuenta, lo que le permite financiar la exportación de laRevolución Bolivariana. De paso el uso de los benefi-cios energéticos es un tema candente para la oposi-ción. Columna vertebral de la integración será el ga-seoducto de ocho mil kilómetros que unirá el Caribecon el Río de la Plata a un costo de veinte mil millonesde dólares.

La otra gran columna del ALBA son los médicos ylas escuelas cubanas. La Misión Barrio Adentro llevamédicos cubanos a las zonas más pobres. La MisiónRobinson toma como base el método cubano de alfa-

Page 12: MIGUEL ROJAS MIX «América, no invoco tu nombre …casadelasamericas.org/publicaciones/revistacasa/253/h... · 2012-12-04 · los oprimidos. «Con los oprimidos» –nos dice–

1515151515

betización de adultos. La Misión Ribas es un plan deenseñanza acelerada para la educación media y la Su-cre para la universitaria. Castro y Chávez se han com-prometido a formar doscientos mil jóvenes de la re-gión como médicos y a operar de la vista a seis millonesde pacientes. Es la Operación Milagro.

Simultáneamente, Venezuela se incorporó a MER-COSUR, el bloque líder de comercio de la América delSur, que incluye a la Argentina, Brasil, Paraguay, Uru-guay y Venezuela como miembros permanentes, y aBolivia, Chile, Perú, Colombia y Ecuador como paísesasociados. El ingreso venezolano aportó dos elemen-tos clave: la energía y la apuesta para crear un bloqueopuesto al poder de Wáshington. Brasil y la Argentinaestán de acuerdo con que la energía sea la columnavertebral. No obstante que Lula, después de las últi-mas elecciones, parece acercarse a la política de losEstados Unidos, en particular en el tema de la energíacon los acuerdos sobre el etanol. Por otra parte, a se-mejanza de la Unión Europea, Chacho Álvarez, quedirige hoy la Comisión Permanente de MERCOSUR,quiere poner en marcha el Parlamento de este, con sedeen Montevideo. Considera que MERCOSUR debe serel núcleo de la Confederación Suramericana de Nacio-nes. El 20 y 21 de julio de 2006 se realizó en Córdoba,Argentina, la XXX Cumbre de los países integrantes yasociados de MERCOSUR. En dicha cumbre entrócomo miembro permanente el Estado Bolivariano deVenezuela, y se invitó a participar a México, Bolivia yCuba. En este encuentro se planteó una estrategia co-mún de integración: «profundización de la democracia»y lucha contra la pobreza, para llevar a cabo una «inte-gración con equidad, un desarrollo productivo y un co-mercio justo». Y se tomaron los siguientes acuerdos:

1) La construcción del gran gasoducto que abas-tezca a los países de MERCOSUR y otros. En estemarco se incorporaron al proyecto gasífero de in-terconexión a la iniciativa de Petrosur Uruguay, Pa-raguay y Bolivia; 2) la creación de un Banco deDesarrollo; 3) preparar la creación de un Parlamen-to Latinoamericano; 4) desarrollo del empleo, acuer-dos arancelarios y lineamiento del Código Aduane-

ro; 5) respaldar la candidatura de Venezuela a miem-bro no permanente del Consejo de Seguridad de laONU (lo que fracasó) y 6) se firmó asimismo conCuba un acuerdo complementario de intercambio,cooperación y colaboración recíproca, destinado acontrarrestar el bloqueo.

Chávez recupera de la historia la imagen de un Bolí-var revolucionario para hacerlo vigente en su proyectode integración americana. También sabe relanzar el dis-curso simbólico. Agregó una nueva estrella a las sietede la bandera venezolana, la estrella de Bolívar, la queen 1818 propuso agregar para hacerle honor a la pro-vincia de Guayana, que se había unido a la lucha inde-pendentista. Modificó asimismo el escudo. A las tradi-cionales espadas se le agregaron armas autóctonas:arco, flechas y machete campesino, y en el cuartelinferior se modificó el caballo que corría a la derechapero con la cabeza vuelta hacia atrás y se le hizo galo-par hacia la izquierda con el cuello extendido. Al relan-zar la imagen de Bolívar uniéndola a la del Che, daactualidad a su misión histórica. Los afiches de ambossustituyen los antiguos de Lenin y Marx. Declara asílas prioridades de la nueva izquierda, luchar por la inte-gración y afirmar su soberanía frente a los EstadosUnidos. En esa línea apoyó decisivamente, contra estepaís, la candidatura de José Miguel Insulza a la OEA.

Se dice que Hugo Chávez retoma cinco componen-tes clásicos del populismo latinoamericano: el papel delcaudillo sobre el partido, el lenguaje emocional, retóricoy lleno de claves con un fuerte contenido simbólico, elmovimiento como expresión y cauce de la participa-ción y de la representación política de un pueblo quehasta la llegada del caudillo ha sido desposeído de todosu significado; el furibundo antiamericanismo parejo alalineamiento irrestricto con Fidel Castro, y la vuelta alpapel preponderante del Estado en una economía centra-lizada. Para sus críticos sería un régimen semiautoritariocomo lo ha definido Marina Ottaway en DemocracyChallenged. The Rise of Semi-Authoritarianism (2003).Es una tesis sobre las democracias defectuosas o libe-rales que aceptan en forma retórica la democracia peroque ofrecen poca transparencia en su funcionamiento.

Page 13: MIGUEL ROJAS MIX «América, no invoco tu nombre …casadelasamericas.org/publicaciones/revistacasa/253/h... · 2012-12-04 · los oprimidos. «Con los oprimidos» –nos dice–

1616161616

No consideran estos análisis otro parámetro: hastaqué punto el discurso y la acción de Chávez coincidencon los de los más señalados promotores de la culturade paz, sustentadores de la alianza de civilizaciones ydefensores de los derechos humanos. Su espíritu soli-dario no se ha detenido en los límites de la AméricaLatina. Su discurso concuerda con una afirmación deMayor Zaragoza en un artículo reciente, «Tener pre-sente el futuro» (El País, 6 de junio de 2006), en elque el antiguo Secretario General de la UNESCO afir-maba: «Las asimetrías económicas y sociales no ce-san de ampliarse en un escenario global en que los paí-ses más poderosos y prósperos han abdicado de losprincipios democráticos (justicia, libertad, igualdad,solidaridad) a favor de las leyes del mercado».

El efecto Chávez se ha sentido en todo el Continen-te, uniendo su idea de integración política a una gene-rosa chequera. Ha asignado varios miles de millonesde dólares a comprar bonos de la deuda argentina. Hasuministrado, a precios simbólicos, petróleo a los paí-ses caribeños.

El movimiento neobolivariano ha causado la indig-nación de los fundamentalistas neoliberales como es elcaso de Vargas Llosa, que con un lenguaje indigno desu talento literario se refiere a Chávez llamándolo«aprendiz de tiranuelo que está destruyendo Venezue-la», que nunca cumpliría sus compromisos democrá-ticos «a menos que tuviera montado un perfecto frau-de electoral que le garantizara la victoria en aquellaconsulta popular». Lo describe como «comandantefelón, traidor a su uniforme y a la Constitución de supaís que como militar había jurado respetar, levantán-dose en armas el 4 de febrero contra un gobierno legí-timamente constituido [...]». Llama la atención estelenguaje en alguien que nunca lo empleó contra Pino-chet mientras este estaba en vida. Finaliza su escritollamando al tercio que sostiene a Chávez (las eleccio-nes demostraron que lejos de ser un tercio era unaamplia mayoría) «lumpen». En un desaforado artícu-lo, «Raza, botas o nacionalismo» (El País, 15 de enerode 2006) se mofa también del atuendo del nuevo presi-dente de Bolivia, al que llama por su peinado «frailecampanero», hace guasa de sus chompas de colores,

que –ironiza– parecen inspiradas por un asesor de ima-gen neoyorkino… para producir orgasmos en la greyde la izquierda boba. A continuación le niega la condi-ción de indio a él y a Ollanta Humala (en un artículoposterior). A ambos los define a través de los más ab-yectos estereotipos racistas.

El proyecto Chávez, el neobolivarismo andino, unela inspiración castrista con la bolivariana y traduce laidea de América en clave indigenista. Es un plan deintegración que se sustenta en el petróleo (crudo bara-to para los aliados) y un fuerte antiamericanismo. Apun-ta a crear la Comunidad Suramericana de Naciones,apoyándose en una amplia alianza continental. En es-pecial en el indigenismo andino.

El indigenismo andino

Tanto el indigenismo andino como el mexicano tuvie-ron un papel fundamental a comienzos del siglo XX,porque hicieron tomar conciencia a sus pueblos de lasrealidades no españolas, no europeas. Eso llevó parti-cularmente en México a una reescritura de la historia,cuyos cultores fueron en primer lugar los muralistas.El indigenismo actual comienza por denunciar la retó-rica «progresista» anterior. El subcomandante Marcosdenuncia al PRI porque al institucionalizar la Revolu-ción Mexicana terminó por olvidar por completo a lospobres y a los indígenas.

En el mundo andino, las poblaciones indígenas sehan vuelto mucho más activas e influyentes, particu-larmente en Bolivia y Ecuador, ambos productoresimportantes de energía. Hay un creciente protagonis-mo político de los pueblos indígenas, asociado al influ-jo del neobolivarismo. En Bolivia con Evo Morales, enEcuador después del triunfo electoral de Rafael Co-rrea, y en Perú (aunque Ollanta Humala haya perdidola elección, la plena incorporación de la población indí-gena a la vida política sigue siendo un tema candente).Se habla incluso de una «nación indígena» en la Amé-rica del Sur. El 24 de agosto de 2006 el recientementefundado Consejo de Derechos Humanos (CDH) de laONU aprobó el proyecto de Declaración de los Dere-chos de los Indígenas. La declaración, además de re-

Page 14: MIGUEL ROJAS MIX «América, no invoco tu nombre …casadelasamericas.org/publicaciones/revistacasa/253/h... · 2012-12-04 · los oprimidos. «Con los oprimidos» –nos dice–

1717171717

conocer los derechos colectivos de las comunidades,la preservación de sus valores culturales y de su enti-dad étnica, contempla su derecho a la libre determina-ción, exige su consentimiento para explotar los recur-sos naturales de sus tierras y limita las actividadesmilitares en sus territorios ancestrales. Asimismo lesofrece protección ante el intento de expulsarlos. Lapoblación indígena de la América Latina supone entrecuarenta y cincuenta millones de personas que hablanmás de cuatrocientos idiomas. Sin embargo, los repre-sentantes parlamentarios de los indígenas, salvo enBolivia, eran en Perú uno sobre ciento veinte parla-mentarios, donde la población indígena es del 43%; enEcuador, de cuatro sobre ciento veintiuno con el 34%de población indígena, y en Bolivia, donde la poblaciónes del 61%, solo ahora plantea una representación pro-porcional. Evo Morales es expresión del despertar a lamodernidad del indigenismo andino.

Morales se manifiesta decidido a introducir meca-nismos indígenas en la maquinaria del Estado, desa-rrollando una política de vuelta a los valores aymaras,justicia comunitaria con consejos indígenas, trabajocomunitario (la mita) y educación bilingüe. Así como aextender sus tradiciones a nivel nacional. Tal es el casode la celebración del año nuevo aymara, el 5514, en2006 del calendario gregoriano. Su proyecto de refor-ma constitucional incluía la concesión de derechosexclusivos a los pueblos indígenas, la nacionalizaciónde tierras y recursos naturales, la protección del culti-vo de la hoja de coca, condenando, eso sí, al narcotrá-fico. «La hoja de coca forma parte de la tradición cul-tural y será protegida por el Estado». En Santa Cruz dela Sierra, en junio de 2006, proclamó el arranque de la«revolución agraria» con el reparto de dos y mediomillones de hectáreas entre los indígenas, a la vez queabrogaba la propiedad forestal anulando las concesio-nes de explotación del bosque. Morales propone unaeconomía social comunitaria con iniciativa privada,reconoce el derecho de propiedad, eso sí, condiciona-do al cumplimiento de su función social y mientrasrespete un desarrollo sostenible equitativo y armonio-so con el medio ambiente. El documento «RefundarBolivia» del MAS, antepone los derechos colectivos de

los pueblos indígenas y campesinos a los intelectuales.Evo Morales espera que la victoria popular bolivianasirva de ejemplo en la América Latina, porque «necesi-tamos movimientos populares triunfantes aliados» enla región, para reconstruir el Tahuantisuyo y la PatriaGrande que soñó Bolívar.

El desafío del MAS es convertir en realidad la pro-puesta programática de la Bolivia Digna, Soberana yProductiva. El nuevo patrón de crecimiento basado enla nacionalización de los hidrocarburos, la solución delproblema de la tierra y la eliminación de los latifundiosimproductivos, la eliminación de la prebenda y la co-rrupción, la austeridad estatal, la soberanía nacional, laeducación y la cultura, entre otros aspectos, esperandecisiones políticas que se traduzcan en un plan deacción inmediata que tendrá que cristalizar en la refun-dación de la república boliviana.

El triunfo de Evo fue un triunfo aymara, un triunfode los pueblos indígenas. Significa que han afirmadosus identidades a lo largo del Continente, han generadopresencia cívica. Esto cambia el espectro político, apa-recen nuevas fuerzas decisorias. Surge un nuevo len-guaje y, lo que es más importante, nuevos contenidosenunciados por los movimientos indígenas y los sec-tores más desfavorecidos, como son el equilibro en lainteracción del hombre con la Naturaleza –la míticaPachamama–, y el rechazo de la economía neoliberal.El indio se «echa a andar», como pedía Martí.

Muy importante en el movimiento indigenista es el sim-bolismo. La elección de Evo Morales fue celebrada enBolivia como un auténtico triunfo indígena. Ataviados consus trajes de gala los indígenas tomaron las plazas delcentro de La Paz y celebraron ritos de agradecimiento a laTierra y a las deidades aymaras. En diversos momentosentonaron la canción Uka jacha uru jutasijway (El grandía ha llegado). En el discurso de investidura, el man-datario definió así su indigenismo: «Vamos a acabarcon el Estado colonial, cambiar la historia, terminarcon quinientos años de injusticia contra nuestro pue-blo». Mientras que en un balcón del parlamento ondea-ba la bandera indígena, la whipala. Alianza de civiliza-ciones y acabar con el Estado colonial se traduce hoypara Morales en «acabar con el Estado neoliberal».

Page 15: MIGUEL ROJAS MIX «América, no invoco tu nombre …casadelasamericas.org/publicaciones/revistacasa/253/h... · 2012-12-04 · los oprimidos. «Con los oprimidos» –nos dice–

1818181818

El indigenismo andino pone en jaque al neoliberalis-mo y la hegemonía de una burguesía blanca y europei-zante. Esto lo lleva a un choque frontal con los secto-res que controlaban el poder en el país. Santa Cruz dela Sierra y un grupo de provincias reivindican la auto-nomía como una forma de secesión.

La misma bandera agitó con vigor durante la cam-paña electoral de 2006, Luis Macas, candidato indíge-na a la presidencia del Ecuador y actual presidente dela Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecua-dor (Conaie). Vestido con el atuendo araguro (poncho,sombrero verde de fieltro y pantalones hasta la rodilla)afirmaba que llevaría la lucha contra el acuerdo de li-bre comercio con los Estados Unidos «hasta las últi-mas consecuencias». Asimismo, al anunciar su candi-datura a la elección de octubre de 2006, se pronunciópor nacionalizar los recursos naturales para que sirvie-ran al país y llamó a realizar una revolución desde aba-jo, para transformar a Ecuador. «¡La lucha es el cami-no que heredamos de nuestros ancestros, es lo únicoque nos queda!», gritaba, advertía con vehemencia.Esta comunidad teme que el tratado con los EstadosUnidos les quite uno de sus mayores tesoros: la sabi-duría ancestral, las medicinas patrimoniales y su con-cierto con la naturaleza. Correa parece no querer de-fraudar a esta corriente.

La alianza de civilizaciones es muy importante paraMorales y el resto de la América indígena, para nocaer en el indigenismo radical que no solo rechaza laeconomía neoliberal, sino la cultura occidental en suconjunto.

Morales es la cara moderada del indigenismo. El lí-der radical es Felipe Quispe, que dirige el MovimientoIndigenista Pachakuti, el cual ni siquiera acepta el acuer-do con las autoridades políticas tradicionales. Proponela secesión y autodeterminación de los indígenas enuna futura «república del Collasuyo». Una posición quesigue las tesis de la indianidad de Fausto Reinaga, queno solo rechaza la economía neoliberal, sino la culturaoccidental en su conjunto, a la que considera respon-sable de los males que sufre la humanidad. Su alterna-tiva es restaurar las tradiciones indígenas basadas en lacomunidad y en la democracia directa.

Asimismo Ollanta Humala presentaba el peligro detener un origen en la extrema derecha. Su padre, Isaac,es el ideólogo fundador de la doctrina llamada «etno-cacerismo», que reclama la venganza étnica, una va-riante del choque de civilizaciones. Él mismo se definecomo un «racista reivindicativo de la raza cobriza».Militó en el comunismo, pero rompió con el partidoporque este se oponía al ejército y él lo consideraba unaliado imprescindible para el cambio social y sobre todopara la idea de fondo que es reconstituir el antiguo im-perio inca, borrando las fronteras actuales.

La iniciativa de creación de la «Alianza de Civilizacio-nes» fue lanzada por el presidente del gobierno español,José Luis Rodríguez Zapatero, en la Asamblea Generalde la ONU en septiembre de 2004. Invirtió los términosde una imagen que hasta entonces se centraba exclusi-vamente en la idea de «choque de civilizaciones».

La Alianza de Civilizaciones requiere en primer lugardesarrollar una cultura de paz. De paz social al interiorde cada sociedad y de paz internacional. Desarrollar unacultura de paz es un tema urgente y que debe tener unaprioridad educativa en los currículos de este siglo a to-dos los niveles de la educación. En primer lugar debeeducarse en la cultura de la tolerancia y la convivencia,aceptando al otro. Con una vigorosa acción de los pode-res públicos para desterrar el racismo y la xenofobia,apoyada en una actitud constructiva de los medios decomunicación. En Iberoamérica todavía subsisten en elimaginario popular reflejos racistas, incluso en el len-guaje. En un supuesto diccionario impertinente del es-pañol de América podríamos encontrar vocablos comocholo, aindiado o roto definidos por términos tan des-pectivos como flojo, sucio, ladino, ignaro o bruto, porno decir cholo, roto o indio adjetivados «de mierda». Yel «machi» que es el médico mapuche que trata enfer-medades con hierbas, se ve definido como curandero, ysu posología considerada brujería.

La alianza de civilizaciones requiere igualmente a nivelplanetario desarrollar una educación multicultural ycensurar el etnocentrismo. Señalada alianza se basafundamentalmente en una cultura de paz, que es antesque nada un imperativo educativo. Kant en La paz per-petua afirma que el estado de paz entre los hombres no

Page 16: MIGUEL ROJAS MIX «América, no invoco tu nombre …casadelasamericas.org/publicaciones/revistacasa/253/h... · 2012-12-04 · los oprimidos. «Con los oprimidos» –nos dice–

1919191919

es un estado de naturaleza; por lo tanto, debe ser «ins-tituido».

El proyecto del indigenismo andino propone unaverdadera alianza de civilizaciones por varias razones.Porque une en su proyecto político la cultura occiden-tal con la indígena, orientadas por la modernidad. Por-que a diferencia del «diálogo de civilizaciones» queproponen quienes cultivan el pensamiento conserva-dor, que es el diálogo entre dos o más civilizacionesque continúan siendo foráneas, la alianza implica inte-gración. Y no solo a nivel internacional. Queda claro enel libro reciente de Samuel P. Huntington2 que el cho-que de civilizaciones se extiende a la inmigración. Paraél la emigración hispana en los Estados Unidos estáincluida en el conflicto de civilizaciones, porque repre-senta una cultura distinta del «nativismo blanco». Enese sentido, el actual proyecto indigenista propone, paraacabar con la exclusión y la injusta distribución de la

riqueza, una auténtica alianza de civilizaciones, al nivelde las clases más pobres y de los marginados de lahistoria.

Para concluir, vuelvo a Neruda. Lo convoco por-que unió con puentes poéticos un nosotros. Porque suCanto general es una declaración de amor a NuestraAmérica. Por ello quisiera solicitar su voz una vez másy hacerla mía para terminar estas reflexiones y confir-mar su título. Así, vuelvo al verso:

América, no invoco tu nombre en vano.Cuando sujeto al corazón la espada,cuando aguanto en el alma la gotera,cuando por las ventanasun nuevo día tuyo me penetra,soy y estoy en la luz que me produce,vivo en la sombra que me determina,duermo y despierto en tu esencial aurora:dulce como las uvas, y terrible,conductor del azúcar y el castigo,empapado en esperma de tu especie,amamantado con sangre de tu herencia.

2 Who Are We: The Challenges to America’s National Identity,Nueva York, Simon & Schuster, 2008. c

Page 17: MIGUEL ROJAS MIX «América, no invoco tu nombre …casadelasamericas.org/publicaciones/revistacasa/253/h... · 2012-12-04 · los oprimidos. «Con los oprimidos» –nos dice–

2020202020

Revi

sta

Casa

de

las

Amér

icas

No.

253

oct

ubre

-dic

iem

bre/

2008

pp.

20-

38

En el entendido de que la palabra cultura nombra en estos tiemposprácticamente cualquier cosa y que por lo tanto la podemos utili-zar para referirnos a las «grandes creaciones del espíritu huma-

no», como antes se decía, o a «las peculiaridades de la vida cotidiana detal o cual comunidad», como hacen los antropólogos y los críticos de lafamilia de Raymond Williams, o incluso a las «instituciones de la cultu-ra», ministerios, universidades y demás, como ocurre en el caso de losburócratas y en el de los «gestores culturales», habría que concluir queen los últimos treinta y tantos años los chilenos hemos experimentadocon tres sistemas o estados o «campos» (a la Bourdieu) de culturadiferentes y en muchos aspectos opuestos. Trataré de anotar en lo quesigue las que a mi juicio fueron las características esenciales del prime-ro y el segundo para detenerme luego, con algo más de profundidad, enel tercero.

Como es de público conocimiento, entre 1970 y 1973 una cantidadnada insignificante de los ciudadanos de este pequeño pero presumi-do país anduvimos embarcados en un proyecto de «camino hacia elsocialismo». Dado este cuadro de circunstancias políticas, en loscapítulos finales del Programa Básico de Gobierno de la Unidad Po-pular se abordaba el tema de la cultura del siguiente modo: «Si hoy lamayoría de los intelectuales y artistas luchan contra las deformacio-nes culturales propias de la sociedad capitalista y tratan de llevar losfrutos de su creación a los trabajadores y vincularse a su destinohistórico, en la nueva sociedad tendrán un lugar de vanguardia paracontinuar con su acción. Porque la cultura nueva no se creará pordecreto; ella surgirá de la lucha por la fraternidad contra el individua-lismo; por la valoración del trabajo humano contra su desprecio; porlos valores nacionales contra la colonización cultural; por el acceso de

GRÍNOR ROJO

Campo cultural y neoliberalismoen Chile

Page 18: MIGUEL ROJAS MIX «América, no invoco tu nombre …casadelasamericas.org/publicaciones/revistacasa/253/h... · 2012-12-04 · los oprimidos. «Con los oprimidos» –nos dice–

2121212121

las masas populares al arte, la literatura y los mediosde comunicación contra su comercialización. // Elnuevo Estado procurará la incorporación de las ma-sas a la actividad intelectual y artística, tanto a travésde un sistema educacional radicalmente transforma-do, como a través del establecimiento de un sistemanacional de cultura popular. Una extensa red de Cen-tros Locales de Cultura Popular impulsará la organi-zación de las masas para ejercer su derecho a la cul-tura».1

El texto que acabo de reproducir pone de manifiestouna simpatía ostensible, aunque no excluyente ni deltodo clara, del gobierno de Salvador Allende por la cul-tura popular. No fue excluyente, porque, como esePrograma de Gobierno lo explicita, se mantenía el inte-rés y el aprecio por las «grandes obras», aunque pro-curando hacerlas accesibles a un público de consumi-dores que fuese más amplio de lo que había sido en elpasado (el mejor ejemplo de esto es la extraordinarialabor impresora y difusora de libros baratos que cum-plió la Editorial Quimantú: 12 000 093 volúmenes condoscientos cuarenta y siete títulos diferentes en pocomás de dos años y de los cuales al momento del golpese habían vendido 11 164 000. Pero no es el único,todavía me acuerdo de los estudiantes de teatro de laUniversidad Austral de Chile representando Molière bajolas luces de un tractor en algún latifundio expropiadode la provincia de Valdivia…). Y no fue del todo clara,porque hubo, de parte de muchos, aun entre la genteque se confesaba partidaria de las políticas de la Uni-dad Popular y me atrevo a presumir que justificada-mente, una desconfianza adorniana respecto del papelque le correspondía cumplir en el proceso de transfor-maciones en curso a los vehículos culturales de pro-yección masiva. Para leer al Pato Donald, el libelo deAriel Dorfman y Armand Mattelart contra la culturaimperialista de masas, que vio la luz pública en 1971,es de ese recelo un paradigma. El caso es que era difí-cil, si es que no imposible, determinar, en aquel enton-

ces, qué, exactamente, se iba a entender por «culturapopular»: ¿la cultura tradicional campesina?, ¿la cultu-ra de la clase obrera?, ¿la cultura de la intelectualidadde izquierda?, ¿la cultura asociada a los medios de co-municación? Nada de esto fue nunca muy obvio por-que tampoco se lo pensó nunca con suficiente rigor.

Desde el punto de vista del trabajo de las institucio-nes culturales, dependiendo la mayor parte de ellas delgobierno del presidente Allende, se produjo en Chile,entre 1970 y 1973, una apertura de las mismas haciatodos los sectores de la población. Se trató de que lospobladores de este país entendieran y sintieran que lasuniversidades, los museos, las bibliotecas, los mediosde comunicación, etcétera, eran suyos, y que lo eranpor el solo hecho de ser ellos, a quienes el capítulosegundo de la Constitución de 1925 definía como los«ciudadanos chilenos», los dueños únicos y legítimosdel patrimonio patrio, lo que les daba el derecho a usarlocuándo y cómo se les diese la gana. Escribí algunavez, a lo mejor a impulsos de una pasión socialista dela que no me arrepiento:

Ellos sabían que el país entero les pertenecía, queles pertenecía la plétora de su naturaleza y tambiénlo que a lo largo de los años se había ido poniendoencima de ella, porque esto último lo habían hechoellos mismos o sus padres o sus abuelos o sus bisa-buelos con sus manos y no pocas veces con susangre. Las instituciones de la cultura perdían deeste modo su carácter de clubes privados: un nuevopersonal, sin apellidos y sin credenciales, empezabaa circular por la sacralidad de sus recintos, una nuevaclase de usuarios reclamaba ahora para su propiobeneficio esas instalaciones».2

En cuanto a «la cultura entendida como la sustanciadel cotidiano, como la experiencia vivida por el colec-tivo nacional, como la «materialidad de la vida», según

1 «Programa Básico de Gobierno de la Unidad Popular», Centrode Estudios Bicentenario. Véase: <www.bicentenario.com>.

2 Grínor Rojo: «Apunte sobre la cultura en los tiempos de laUnidad Popular», en Rodrigo Baño (ed.): La Unidad Populartreinta años después, Santiago de Chile, Universidad de Chile,Facultad de Ciencias Sociales, Departamento de Sociología, 2003,p. 251.

Page 19: MIGUEL ROJAS MIX «América, no invoco tu nombre …casadelasamericas.org/publicaciones/revistacasa/253/h... · 2012-12-04 · los oprimidos. «Con los oprimidos» –nos dice–

2222222222

nos lo enseñó Raymond Williams, la extensión del espí-ritu igualitario buscó como su mejor producto una éticade la colaboración y la solidaridad. Colaboración y soli-daridad con el otro, ese que era, de acuerdo a las defini-ciones tomasina y moderna, igual a uno y al que unotenía que reconocerle necesidades y derechos que eranequivalentes a los propios; y también colaboración ysolidaridad con el país, ese que era de uno y que a uno loproveía con un sentimiento de pertenencia y con unaidentidad que de ningún modo importaba, como les gustadecir hoy a ciertos ejemplares criollos de las posmone-rías en boga, «ni una cárcel ni un estorbo».3

Todo lo anterior llegó a su término con el golpe deEstado del 11 de septiembre de 1973. El país se divi-dió, a contar de esa fecha, como nunca antes en suhistoria, entre amigos y enemigos –y, con aterradorafrecuencia, entre víctimas y victimarios–, y esa divi-sión no pudo menos que reproducirse en el plano delas actividades culturales.

Por una parte, existió durante los años de la era Pi-nochet la clase de cultura que el régimen favorecía eintentaba entronizar directa e indirectamente. Directa-mente, a través de la aclimatación en el país de unnacionalismo cerril y xenófobo, de corte militarista,hecho de marchas, himnos, banderas y estatuas dehombres de a caballo, que casi nos arrastró a una gue-rra fratricida con la Argentina en 1978 y para cuyoemplazamiento se utilizó, entre otros mecanismos, elaparato educacional. Indirectamente, a través de suantítesis, o sea de una entrega de la cultura a un mer-cado carente de cualquier lealtad para con esas mis-mas banderas que los generales ensalzaban con su ra-bioso denuedo, dios incuestionable en la teologíaneocapitalista que se puso de moda desde el segundolustro de los años 70 cuando la empezaron a «pasar»desde un par de universidades de los Estados Unidoslos asesores económicos de la dictadura. Era aquel eldebut del «neoliberalismo» entre nosotros, ni más nimenos que el disfraz seudocientífico para un reciclajecapitalista de alcance no solo nacional sino mundial,que se hizo apremiante a consecuencia de la extenua-

ción del ciclo expansivo que se inicia con posteriori-dad a la segunda gran guerra del siglo XX, un ciclo en elque los Estados Unidos fueron el beneficiario mayor yde cuya clausura el abandono que hizo Nixon del pa-trón oro en 1971 y la doble crisis petrolera de 1973-1974 y de 1979-1980 no fueron causas sino síntomas.Comenzaba con ello la renuncia teórica y práctica a laidea de que el combate contra la desigualdad era unquehacer prioritario en cualquier sociedad civilizada yque el Estado tenía algunas obligaciones que cumplir alrespecto. Milton Friedman fue el sumo pontífice deese nuevo evangelio y Ronald Reagan y Margaret That-cher sus obispos más laboriosos, mientras que en nues-tro caso Pinochet recurría al poder de las armas paraarrasar con el orden político aspirante a la equidad exis-tente en Chile desde las décadas del 20 y del 30.4 Eltiempo de las conductas solidarias se transformaba alcabo en un viejo recuerdo del pasado y hacia el futuroempezaba a dibujarse un horizonte cultural en el queun papel protagónico le estaría reservado a la difusiónde «ideologías livianas», cuya producción constituye,como lo sabe todo el mundo, el cometido por excelen-cia de la televisión –encargada de apoyar un óptimodesempeño de la nueva economía provocando el en-tontecimiento ad hoc de los consumidores.

O, más bien, era aquel el comienzo del triángulocompuesto por los militares, el mercado (e incluidoahí un componente Opus Dei, que no se le pasó poralto a la agudeza de mi buen amigo Luis Cárcamo-Huechante)5 y la televisión, un ménage à trois más com-patible de lo que se podría creer y que estaba destinadoa trazarle su perfil arquetípico al gobierno de El CapitánGeneral. En el fondo, y ese era el objetivo último de se-mejantes estrategias, se transparentaba a través de ellasel deseo de moldear un nuevo sujeto nacional, obe-

3 Grínor Rojo: Ob. cit. (en n. 2), pp. 246-247.

4 La institucionalización del esquema, no su creación, la realizapor supuesto el llamado Consenso de Wáshington, de fines delos 80 y principios de los 90.

5 Luis E. Cárcamo-Huechante: Temas del mercado: imagina-ción económica, cultura pública y literatura en el Chile de finesdel siglo veinte, Santiago de Chile, Cuarto Propio, 2007. Véa-se, especialmente, el «Capítulo dos».

Page 20: MIGUEL ROJAS MIX «América, no invoco tu nombre …casadelasamericas.org/publicaciones/revistacasa/253/h... · 2012-12-04 · los oprimidos. «Con los oprimidos» –nos dice–

2323232323

diente, respetuoso y temeroso del orden establecido,que les garantizara a los guardianes de uniforme quesu pensamiento, sus decisiones y sus acciones no ibana salirse del ámbito de la vida privada, dejando así quefuesen ellos y sus intelectuales orgánicos los que en eluso de las facultades que se adjudicaran a sí mismosse hicieran cargo de todo cuanto estaba y no podíamenos que estar más allá de la competencia del ciuda-dano común. Tampoco debe descuidarse, entre losdatos que importa destacar en este relato introducto-rio, el aparato de control y represivo del pinochetismo,cuya encomienda consistía en suprimir todo aquello eincluso a todo aquel que se opusiera al discurso y losactos del gobierno sin fijarse en demasía en la limpiezade los procedimientos, desde las listas negras de la pren-sa y la televisión hasta la degollina de profesores sub-versivos. Pero tal vez haya sido la censura la que, enesta materia y a todo lo largo de aquellos años oscu-ros, fue el instrumento que se empleó con mayor entu-siasmo. Tanto es así que en 1980 la censura cinemato-gráfica amaneció acogida en la letra misma de laConstitución.

Finalmente, sería injusto que yo dejara sin el debidoregistro el hecho de que existió también en Chile, des-de el 73 en adelante, una cultura de resistencia a ladictadura tanto externa como interna. La externa ali-mentada por el casi millón de exiliados que el régimende Pinochet generó y que se desparramaron por todaslas latitudes del globo terráqueo. De Melbourne a Mon-treal, de París a la Costa de Marfil, esos chilenos «deafuera» no economizaron energías para seguir mante-niendo, contra viento y marea, su identidad cultural. Enel exilio se escribieron testimonios y novelas, cuentosy poemas, se montaron obras de teatro, se filmaronpelículas, se hicieron conciertos y exposiciones de arte,se polemizó filosófica y políticamente, pero por sobretodas esas cosas (o a causa de ellas) se mantuvo vivala nostalgia y la utopía del país secuestrado, de lo queél había sido una vez y de lo que pudiera, a lo mejor,volver a ser. Mientras tanto, tampoco en el interior dejóde existir, más o menos clandestino según las épocas ylas circunstancias, estirando la cuerda hasta el centí-metro inmediatamente previo al de la caída del hacha

sobre la cabeza insumisa, un quehacer cultural que lu-chaba por el recobro de la libertad y la democracia concualesquiera fuesen los recursos a su alcance. Sin res-tarles su valor a ciertas expresiones de neovanguardia,que en un primer acercamiento nos parecieron antoja-dizas y hasta contraproducentes, pero que en realidadobedecían a motivaciones plausibles, tales como el ex-perimentalismo esotérico del Colectivo de Accionesde Arte (CADA) durante la década del 70, yo pienso queel tiempo de auge de esa cultura de la resistencia «deadentro» se extiende entre 1980 y 1986, correlativa-mente al incremento de las protestas que por aquelentonces lideraban los movimientos sociales, las quellegaron a su eclipse en el minuto en que, para asegurar-se de que el país futuro tuviera la fisonomía que ellostenían prevista y no otra, algunos políticos de carrera,que más tarde iban a convertirse en actores de primerafila en los procesos de relevo, negociaron su desacti-vación. Dos buenos ejemplos del nexo de los 80 entrelos movimientos sociales y la cultura popular son elteatro independiente y la cultura de la mujer. El teatroindependiente floreció entonces en Chile, en el seno decomunidades diversas, desde los patios universitariosa las parroquias de las poblaciones marginales, y nun-ca nuestro feminismo fue más inclusivo ni más pro-ductivo que durante esa década. Su gran figura, cuyolegado tendrá algún día que estudiarse en las escuelas,es, sin la menor duda, Julieta Kirkwood.

Paso ahora a los últimos años, los de la vuelta a lademocracia.

Pero primero me voy a permitir observar que unade las frases favoritas de nuestros gobernantes desde1990 a la fecha es aquella que afirma que en nuestropaís «la transición a la democracia terminó» y que, enconsecuencia, los chilenos estaríamos disfrutando deun clima político de «plena normalidad». No me cues-ta mucho contradecir esa frase. No solo porque teóri-ca y prácticamente la democracia no es el constructoestático que con ella se presume, sino un acuerdo quese establece en el tiempo, que los ciudadanos pactan yrepactan periódicamente y que, por lo tanto, es per-feccionable por definición. No solo por eso, sino por-que en esas palabras se alberga además una falacia de

Page 21: MIGUEL ROJAS MIX «América, no invoco tu nombre …casadelasamericas.org/publicaciones/revistacasa/253/h... · 2012-12-04 · los oprimidos. «Con los oprimidos» –nos dice–

2424242424

dimensiones vastas (y bastas), a la que el único mante-nimiento en vigor de la constitución pinochetista de 1980delata estrepitosamente. Así, una descripción más ajus-tada a la realidad de lo que a los chilenos nos sobrevinodespués de Pinochet es la que habla de una prolonga-ción con morigeraciones del statu quo ante. Central de-viene, por consiguiente, para todos aquellos que noshacemos partícipes de este diagnóstico, el planteamien-to que sostiene que los gobiernos concertacionistas dela posdictadura no solamente no han acabado con laherencia del régimen militar sino que en algunas áreas,como la económica, la han profundizado, privatizandoy mercantilizando mucho más todavía, abriendo el paístodo cuanto les ha sido posible no solo a la voracidad delempresariado doméstico sino sobre todo y programáti-camente a la de las transnacionales. Todo ello tratandode limarle simultáneamente sus peores proclividades alsistema, morigerándolo, haciéndolo amigable incluso,pero sin que eso los aparte de las recomendaciones téc-nico-ideológicas del Fondo Monetario Internacional, delBanco Mundial, de la Organización Mundial de Comer-cio, del Banco Interamericano de Desarrollo, del G 7,del G 8 y de un equipo de ingenieros comerciales educa-dos en las escuelas de negocios de Chicago y de Har-vard. En estas condiciones, no puede hablarse de unaruptura con las políticas autoritarias sino de su repeti-ción con variaciones. El énfasis puesto por la políticaexterior chilena de la posdictadura en las alianzas eco-nómicas globales en desmedro de las regionales se ins-cribe en dicho contexto. Como tuvo el candor de afir-marlo un ex candidato presidencial de la derecha haceno tantos años, los chilenos tenemos pasta de buenosvecinos solo que domiciliados en un barrio muy malo.

Y desde el punto de vista político tampoco me cuestaun gran trabajo demostrar que se mantienen hasta hoylas viejas prácticas de contención del «desorden», por-que se sigue desconfiando del buen juicio de los ciuda-danos, lo que naturalmente conduce a minimizar la par-ticipación que los tales tendrían que tener en las decisionesque tocan a su vida en común, ya sea por medio de lasestructuras antidemocráticas heredadas de la dictadura,instituciones, leyes y demás, ya sea por la fuerza de lospoderes fácticos, empresarios, militares, Iglesia, ya sea

por la preponderancia asignada a la tecnocracia neoliberalen lo que atañe a la concepción y desarrollo de las inicia-tivas de bien público. Los ejemplos sobran y no voy aaburrir a quienes me leen en esta oportunidad demorán-dome en la impugnación de aberraciones tan flagrantescomo la reciente prohibición de los anticonceptivos deurgencia decretada por un Tribunal Constitucional queintegran seis miembros del sexo masculino, los que cuen-tan con poderes omnímodos –por encima de los del Eje-cutivo, el Congreso y la Corte Suprema–, en cuyas desig-naciones los ciudadanos no intervienen y a quienes no lesha temblado la mano para evacuar un veredicto religiosa-mente motivado (uno de los integrantes le confidenció alos periodistas que él no tenía opinión, que su opinión erala que le ordenaba su obispo) con el que no están deacuerdo no solo las mujeres sino el 80% de la poblacióndel país.

Bastará entonces con que me concentre en algunasconstataciones que son menos groseras que esa, perono menos verídicas, todas las cuales me están demos-trando que a la retórica de la participación ciudadanade la que los gobiernos concertacionistas hacen alardecada vez que se les presenta la ocasión de hacerlo nose le puede conceder, ni con la más consentidora delas indulgencias, credibilidad. Por ejemplo, cuandoconstatamos que la reforma educacional, la reformade la salud y la reforma de las pensiones, tres de losorgullosos logros de los gobiernos chilenos de la pos-dictadura, se discutieron, se diseñaron, se aprobaron yse están gestionando sin la participación o con unaparticipación ínfima, cosmética e irrelevante, de losafectados. Porque, aunque en cada uno de esos tresgrandes segmentos de la vida nacional se modificó loexistente y hasta es posible que se lo haya mejorado enalguna medida, ello se hizo cuidando de no perturbar lalógica neoliberal que amarra al sistema en su conjunto:la educación, la salud y las pensiones asumidas no comounos derechos que debieran ponerse a disposición detodos los chilenos en las mismas condiciones, lo quequiere decir que para ser ejercidos tendrían que estarsujetos a iguales patrones de eficiencia y calidad, sinocomo unas mercancías que serán mejores o peoressegún el dinero que se tenga para pagarlas.

Page 22: MIGUEL ROJAS MIX «América, no invoco tu nombre …casadelasamericas.org/publicaciones/revistacasa/253/h... · 2012-12-04 · los oprimidos. «Con los oprimidos» –nos dice–

2525252525

¿Por qué extrañarse entonces de que esa misma lógi-ca neoliberal sea la que también domina en el campo dela cultura? ¿Que perduren en él muchos de los elemen-tos del orden que quiso imponer Pinochet combinadoscon una democratización engañosa o hecha a medias?

Como el lector ya lo habrá descubierto, la mía no esla perspectiva del Gobierno de Chile acerca de estetema y si lo que a él le interesa es familiarizarse con esavoz oficial, lo que yo le recomiendo es relegar mis pa-peles al último cajón del escritorio y remitirse en cam-bio al volumen La cultura durante el período de latransición a la democracia 1990-2005, publicado en2006 por nuestro Consejo Nacional de la Cultura y lasArtes. En la presentación de ese libro, que firma elministro de entonces, José Weinstein, y sobre todo enel anexo sobre «políticas culturales», el tono, que esde una franca autocomplacencia, difiere del mío 100%.Se habla allí de un «florecimiento» de la cultura y lasartes en nuestro país, entre 1990 y 2005, y de los«muchos índices e indicadores» que así lo demues-tran. Leemos:

En todas las disciplinas artísticas se detecta un au-mento significativo en cantidad y calidad de crea-ciones y obras nacionales. Además, se hace eviden-te una renovación de los creadores, que se expresaen miles de jóvenes desplegando sus talentos y susvocaciones y en un desarrollo de instituciones pú-blicas y privadas comprometidas con la gestión cul-tural. Hay también más público para las distintasmanifestaciones artísticas, y se experimenta unademanda creciente de arte y de cultura, especial-mente en regiones distintas de la metropolitana.

Aplauden también los autores del «anexo» el accesodel «público» chileno a la televisión (93,8%) y a la ra-dio (90,6%) y que «El 41,2% de la población mayor dedieciséis años utiliza Internet, especialmente comomedio de comunicación (mail y chat)», lo que «entrelos sectores de escasos recursos» se da fundamental-mente «gracias a los cibercafés u otros lugares públi-cos (34,5%)». Reconocen, sin embargo, que «es pre-ocupante el hecho de que el 60% de la población se

limite a un consumo cultural de pobreza, es decir, a unconsumo cultural marcado por la oferta de los mediosde comunicación» y que «se ha demostrado que estosconsumos mínimos están asociados a falta de sociabi-lidad, menor valoración de la diversidad y menor valo-ración de la democracia como forma de gobierno».Pienso, después de leer estas palabras, que quienes lashan escrito no ignoran cuál es la realidad de Chile enesta materia y cuáles los peligros que en ello se incu-ban, pero que como tampoco les inquieta el que esarealidad no coincida con sus buenos deseos no les pa-rece exagerado afirmar que «una primavera cultural seha instalado en el país en este cambio de siglo».6 Miposición frente a esta retórica oficial es de una tremen-da suspicacia y voy a explicar por qué.

Perdura, por lo pronto, en los códigos legales de laRepública, al menos una parte de la reglamentaciónrepresiva, la que restringe la libertad que los ciudada-nos tienen o debieran tener para pensar y para dar aconocer públicamente lo que piensan. En mayo de2001, el presidente Ricardo Lagos firmó una nueva ley

6 «Chile quiere más cultura. Definiciones de política cultural,2005-2010», en Eduardo Carrasco y Bárbara Negrón (eds.):La cultura durante el período de la transición a la democracia1990-2005, Santiago de Chile, Consejo Nacional de la Culturay las Artes, 2006, p. 377 y ss. Elocuente, en cuanto a laslimitaciones del «florecimiento» del que se jacta el documentooficial que acabamos de citar, es la encuesta de consumo cultu-ral que hizo el Informe PNUD 2002 sobre desarrollo humanoen Chile. Según ese informe, a partir de un «índice sintético»compuesto por siete elementos, diarios, revistas, libros, música,cine, exposiciones y conciertos, y de una articulación en cua-tro «tramos» de consumidores, la conclusión fue que el tramode «consumo cultural mínimo», que no participaba de ningunode los siete elementos, era el más grande, ocupando el 38% dela muestra; el siguiente, de «consumo cultural bajo», consumi-dor de solo uno de los elementos, ocupaba el 25%; el tercero,de «consumo cultural medio», consumidor de entre dos y tres delos elementos, el 27%; y el último, de «consumo cultural», consu-midor de entre cuatro y siete de los elementos, el 10%, véase en<http://www.desarrollohumano.cl/indice.htm>, pp.170-171.Agrego que una exposición menos consentidora que las delMinistro y el «anexo» es la que firma en el volumen oficialBernardo Subercaseaux: «Cultura y democracia», pp. 19-29.

Page 23: MIGUEL ROJAS MIX «América, no invoco tu nombre …casadelasamericas.org/publicaciones/revistacasa/253/h... · 2012-12-04 · los oprimidos. «Con los oprimidos» –nos dice–

2626262626

de prensa, que junto con la eliminación del amparoconstitucional a la censura cinematográfica, suprimióalgunas de las disposiciones que coartaban hasta en-tonces la libertad de expresión, tales como el Artículo6 (b) de la Ley No. 12.927 de Seguridad del Estado,castigador del desacato contra

los que difamen, injurien o calumnien al Presidentede la República, Ministros de Estado, Senadores oDiputados, miembros de los Tribunales Superioresde Justicia, Contralor General de la República, Co-mandantes en Jefe de las Fuerzas Armadas o Direc-tor General de Carabineros, sea que la difamación,la injuria o la calumnia se cometa con motivo o node las funciones del ofendido.

También se desmontó en ese mismo año la legisla-ción que autorizaba el requisamiento de publicacionesconsideradas injuriosas por los funcionarios aludidosen ellas (era lo que había permitido que el juez RubénBallesteros, de la Corte de Apelaciones de Santiago,ordenara confiscar, el 15 de abril de 1999, El libro ne-gro de la justicia chilena, una investigación periodísti-ca de Alejandra Matus, obedeciendo a una querella delmagistrado de la Corte Suprema Servando Jordán). Contodo, se dejaron en pie otras disposiciones, que a losnostálgicos que las echaban de menos los resarcíanpor las tachaduras del año 2001 y que tienen su nichoen los artículos 263, 264 y 265 del Código Penal y 276y 284 del de Justicia Militar, estos últimos dedicadosde preferencia a lo que en ellos se designa como eldelito de «sedición».7 Los dispositivos censuradores,por consiguiente, si bien no puede negarse que handisminuido, no han desaparecido por completo. La re-presión brutal a la libertad de expresión no existe ya ennuestro país, eso es efectivo, y nadie arriesga hoy comoantaño su integridad física por el solo hecho de emitiropiniones que discrepan con las de aquellos que depo-

sitan su importancia en los sillones del poder (de otromodo yo mismo no estaría diciendo lo que digo), perono menos verdadero es que la represión existe aún8 yque las trabas para dar a conocer públicamente la dis-crepancia continúan activas.

Más allá de eso, aun cuando sea cierto que la cen-sura brutal dejó de existir en Chile, no se puede decir lomismo de la que yo no vacilo en calificar como unacensura indirecta. Me refiero a la clase de censura quese encuentra implícita en la cada vez más extensa mer-cantilización de las prácticas culturales, lo que se inau-guró en dictadura, que los gobiernos de la posdictadu-ra no han cambiado ni tienen planes de cambiar y queconstituye el factor que, con las excepciones que indi-caré cuando llegue el momento oportuno, impone suley de estructura a la amplitud toda del campo. Elijo,en primer lugar, por las consecuencias particularmen-te nocivas que esto tiene, la mantención del impuestoal valor agregado (IVA), que grava en Chile la comprade libros con el mismo 19% con que grava todo lodemás, con el argumento de que no puede haber eneste aspecto privilegios para nadie (porque si no, «to-dos pedirían la exención…»), como si la adquisiciónde libros tuviese un peso social idéntico al que tiene laadquisición de un bien o un servicio suntuario. Conse-cuencia de ello es que los libros sean hoy en nuestropaís más caros que en cualquier otro de los demáspaíses de la América Latina (19% de impuesto en Chilecontra 0% en la Argentina, 0% en Brasil y 0% en Méxi-co) y más caros también que en los países capitalistasdel centro del mundo, como pudieran serlo los Esta-dos Unidos (7%) y la mayoría de los europeos (desdeel más alto, Finlandia, 8%, a los más bajos, Inglaterra eIrlanda, 0%).

7 «Alzamiento colectivo y violento contra la autoridad, el ordenpúblico o la disciplina militar sin llegar a la gravedad de larebelión. / 2. Fig. Sublevación de las pasiones», Real AcademiaEspañola: Diccionario de la lengua española, 21ra. ed., t. II,Madrid, Real Academia Española, 1992, p. 1855.

8 Un caso, en estos días, es el de la cineasta Elena Varela López,quien se encontraba filmando el documental Newen Mapuche, lafuerza de la gente de la tierra, en la Región de la Araucanía,cuando fue detenida por la policía quedando en prisión pre-ventiva por seis meses bajo la acusación de participar en elasalto a una oficina de gobierno y del financiamiento de accio-nes terroristas con fondos gubernamentales. El material quealcanzó a filmar, durante tres años de trabajo, fue incautado yse teme por su destino.

Page 24: MIGUEL ROJAS MIX «América, no invoco tu nombre …casadelasamericas.org/publicaciones/revistacasa/253/h... · 2012-12-04 · los oprimidos. «Con los oprimidos» –nos dice–

2727272727

Nada mejor que el dato que acabo de anotar paraque el lector de estas líneas se entere de y pueda cali-brar el retroceso que entre nosotros se ha producidodesde las políticas culturales de la Unidad Popular, acomienzos de los años 70 del siglo XX, a las concerta-cionistas de la primera década del siglo XXI. Si la Uni-dad Popular se propuso que todo Chile leyera y paraeso creó Quimantú, la editorial que puso en los quios-cos de periódicos la mejor literatura universal al mis-mo precio que un diario o una revista, las políticas (ylos políticos) de hogaño dan la impresión (y uno se sien-te tentado a pensar que ello en efecto es así) de desear locontrario. Considerando que los márgenes de gananciaque las distribuidoras y comercializadoras de librosobtienen en Chile son admitidamente superiores a losque ellas obtienen prácticamente en cualquier otro paísdel mundo (su explicación es que el mercado chileno dellibro es chico, lo que por supuesto da forma a un círcu-lo vicioso: en Chile los libros son caros porque el mer-cado del libro es chico y el mercado del libro es chicoporque los libros son caros), si a eso se suma el valordel IVA, cualquiera puede darse cuenta de que lectoreshabituales son y pueden ser en nuestro entorno en es-pecial aquellos que tienen la capacidad económica parair a comprar los volúmenes que leen, es decir los quese ubican en los deciles superiores de los gráficos dedistribución del ingreso. Convengo en que con los go-biernos de la Concertación los museos y las bibliote-cas públicas han mejorado en alguna medida con res-pecto del estado paupérrimo en que Pinochet los dejó,y también me parece que hay que destacar que, muyen armonía con lo que han sido las prácticas posdicta-toriales en otras áreas de nuestra vida social, un es-fuerzo que a lo mejor pudiera interpretarse como elQuimantú del presente gobierno es el del llamado «ma-letín literario», que se lanzó con gran pompa y cir-cunstancia en 2007, que se pondrá en marcha en losmismos días en que redacto estas notas (abril de 2008)y que consiste en hacer llegar a las familias más po-bres del país una minibiblioteca de obras maestras se-leccionadas por una comisión de mentes simétricamenteesclarecidas. Pero, cualquiera sea el mérito de estecurioso programa, cuesta creer que él vaya a tener el

músculo necesario como para revertir la obscenidadde las cifras: hay a la fecha en Chile un 4% de analfa-betismo, un 24% de adultos de más de cincuenta añosque son analfabetos funcionales, un 21% de la pobla-ción que lee libros de manera habitual, un 34% que leelibros ocasionalmente y un 45% que no lee ni un sololibro nunca.9

No menos gravitante me parece la concentraciónde la propiedad de los medios, un tema hacia el cualsobre todo los investigadores del Instituto de la Comu-nicación e Imagen de la Universidad de Chile han diri-gido su atención en repetidas oportunidades y acercade cuyas repercusiones nefastas nos han advertido conla documentación pertinente. Me refiero a los revela-dores trabajos de Diego Portales en la década del 80,10

Francisco Ramírez en la del 9011 y, desde 2000 en ade-lante, uno de Guillermo Sunkel y Esteban Geoffroy,12

otro de Osvaldo Corrales Jorquera y Juan Sandoval13 yuno más de Horacio Brum.14 Nos hacen notar todosellos que la concentración en Chile de la propiedad de

09 En Grínor Rojo: «La educación chilena: sobre estadísticas delectura, escritura y algunas cosas más», Las armas de lasletras. Ensayos neoarielistas, Santiago de Chile, EditorialLOM, 2008, p. 27. Los datos están tomados de un estudio dela Fundación La Fuente/Adimark GfK de 2005.

10 Diego Portales C.: Poder económico y libertad de expresión,Santiago de Chile, ILET, Editorial Nueva Imagen, 1981.

11 Francisco Ramírez: «El desarrollo de la prensa escrita chilenaen el siglo XX y la conformación del duopolio de los consorciosEl Mercurio y COPESA», <http://www.peperodríguez.com/Publica_estud/Ramírez_4_perinves.htm>.

12 Guillermo Sunkel y Esteban Geoffroy: Concentración eco-nómica de los medios de comunicación, Santiago de Chile,Editorial LOM, 2001.

13 Osvaldo Corrales Jonquera y Juan Sandoval: «Concentra-ción del mercado de los medios, pluralismo y libertad deexpresión», <http://www.comunicación.uchile.cl/docs/corrales2005.pdf>.

14 Horacio Brum: «Chile líder otra vez», Universidad de Chile,Instituto de la Comunicación e Imagen, Programa Interdisci-plinario de Libertad de Expresión, 17 de abril de 2007/ 5 deenero de 2008, <http://libertaddeexpresion.uchile.cl/horaciobrum.html>.

Page 25: MIGUEL ROJAS MIX «América, no invoco tu nombre …casadelasamericas.org/publicaciones/revistacasa/253/h... · 2012-12-04 · los oprimidos. «Con los oprimidos» –nos dice–

2828282828

los medios no solo es insólita, si se la compara con loque al respecto se observa en otros países capitalistasdel mundo, sino que poco y nada es lo que tiene deinocua y menos aún de casual, siendo más bien el pro-ducto de opciones políticas precisas, por cuanto re-corta el ejercicio de la libertad de expresión sin que aquienes les interesa que eso suceda se vean obligadosa emplear la fuerza bruta y con una contundencia queno sería superior si ellos lo hicieran. En un artículo deenero de 2008, después de describir la creciente apro-piación de las radiodifusoras nacionales por empresasextranjeras y de insistir sobre las perversiones obliga-das de una televisión en la que el único canal estataltiene que autofinanciarse, Horacio Brum manifestaba el«asombro» que le produce al investigador comunica-cional constatar que en un país como es el nuestro, conquince o más millones de habitantes, la prensa escritase halla abrumadoramente en manos de dos empresas,una sola de las cuales es dueña de veintitrés de loscincuenta y seis diarios que se publican en el país. Estose traduce en la propagación de una suerte de «pensa-miento único», añade Brum,15 uniformizador de laspercepciones y, lo que es peor, promotor de un con-formismo malsano. Con un sistema escolar que al pri-vatizarse en su mayor parte ha perdido de vista suobligación de formar cabezas amplias, pluralistas ycríticas, sensibles a la democracia y al cambio social,respondiendo por el contrario a los intereses sectoria-les e inamovibles de conglomerados que también loson (religiosos, corporativos, empresariales o de cual-quier otra índole), los medios de comunicación no solono mitigan esa falencia sino que la profundizan. Comoescribió uno de los apologistas latinoamericanos de lacultura «pos», estamos asistiendo hoy en Chile a unreemplazo de los ciudadanos por los consumidores o,mejor dicho, estamos asistiendo a un proceso de gene-ración de ciudadanía a través de los espacios y dispo-sitivos del consumo.

Pero vamos por partes.En lo que concierne solo a los medios de comunica-

ción, ¿cómo se explica que el Estado chileno gaste más

de cuatro mil millones de pesos anuales (unos doce mi-llones de dólares al cambio de junio de 2008) en avisosen la prensa escrita y que el 80% de ese negocio se lolleven las dos empresas de marras, cuyas perspectivaspolíticas y valóricas suelen estar en el polo opuesto a lasdeclaradas para sí por los gobiernos concertacionistasque contratan sus servicios, todo eso mientras que aRocinante, la única revista cultural de cierta calidad quese publicaba en el país, se la dejó sin avisaje, obligándolaa cerrar? En igual sentido: ¿por qué algunas de las publi-caciones críticas que circularon en dictadura, Cauce,Análisis, Apsi, Hoy, Fortín Mapocho, La Época y algu-nas más, que tanto y tan efectivamente contribuyeron altriunfo de la democracia, se las dejó morir de inaniciónhaciéndolas objeto del mismo tratamiento mezquino quese le dio a Rocinante? Y en los últimos años, ¿por quéese esfuerzo empecinado para que el legítimo dueño deldiario Clarín no reciba las compensaciones que el Esta-do le adeuda y que él promete que harían que su diariose reeditase con el vigor y las grandes tiradas que lopopularizaron en tiempos de Allende? Me pregunto: ¿esque semejantes torpezas son meras faltas de perspicacia,desaciertos de subjefes de subsección sin inteligencia nisensibilidad cultural? ¿No será que está en juego en ellasuna idea de nación, un proyecto de país para el queestán bastante claros los niveles de conciencia hastadonde tendrían que empinarse los sujetos que lo habitany no más? Cuando oigo a algunos personajes decir queel objetivo supremo de las políticas públicas chilenas noconsiste en procurar el bienestar de la gente de nuestropaís sino en asegurar su «gobernabilidad» o su «gober-nanza» (esa horrenda traducción del inglés governan-ce), es decir, en asegurar la combinación de una desre-gulación económica máxima con una regulación políticaídem, según el pensamiento que al respecto ha propala-do el Banco Mundial,16 no puedo menos que vincularestas imposiciones de sosiego del mundo civil con silen-ciamientos como esos de los cuales fueron víctimas

15 Horacio Brum: Ob. cit. (en n. 14), p. 2.

16 El Banco Mundial define governance como el modo en quelos funcionarios y las instituciones públicos/as adquieren yejercen su autoridad. Sus «Worldwide Indicators (WGI)» son:«voz y accountability (no sé cómo se puede traducir eso)»,«estabilidad política y ausencia de violencia», «efectividad

Page 26: MIGUEL ROJAS MIX «América, no invoco tu nombre …casadelasamericas.org/publicaciones/revistacasa/253/h... · 2012-12-04 · los oprimidos. «Con los oprimidos» –nos dice–

2929292929

Rocinante y los demás medios que recién mencioné, yse me pone la piel de gallina.

Un nuevo ejemplo, pero ahora en otro sentido: ¿porqué, si no es por la obligación de autofinanciarse, seles da cabida hoy día mismo, en el Canal Nacional deTelevisión (en el canal estatal, que es el canal de «to-dos los chilenos», según reza su propaganda), a unosprogramas que no solo son de un bajísimo nivel cultu-ral sino que se les puede calificar como la anticulturamisma con únicamente prestar atención al hecho deque ellos apelan a los peores instintos de los televiden-tes, regodeándose con el espectáculo de la humillaciónde y la violencia contra el otro –contra el otro mujer,contra el otro pobre, contra el otro débil, contra el otroindio–? Se habla de que el Consejo Nacional de Televi-sión debiera prohibir tales exhibiciones de barbarie. Perosería vergonzoso que el Estado chileno de la posdicta-dura se viese en la necesidad de recurrir a los mismosprocedimientos represores que le daban en la vena delgusto a El Capitán General. Reactivar en cambio en laconciencia de la población de este país el fondo iguali-tario de la democracia, el que desde la casa y la escuelale infunde a la persona el respeto y la consideraciónpor el prójimo, de manera que sean esas personas asíeducadas las que por su propia voluntad se abstengande darles su aprobación a las bellaquerías de ese tipo,esa es una salida mejor para el problema a mi juicio.

Respecto del negocio editorial, parto verificando sucongruencia con cuanto acabo de escribir en lo refe-rente a los medios. Porque en Chile, de un tiempo aesta parte y pudiera ser que más aún que en otros paí-ses de la América Latina, las transnacionales del librohegemonizan el territorio (es la «Alfaguarización» denuestra literatura, como ha llamado Víctor BarreraEnderle a este fenómeno)17 y, por lo mismo, son los

agentes que arbitran y determinan el valor de la letra,los que fijan el canon de lo que es publicable y lo queno lo es, de lo que se lee y lo que no se lee. Si en elsiglo XIX y primera mitad del XX esa tarea la desempe-ñaron los intelectuales y si los periodistas fueron quie-nes se la echaron encima entre los 60 y los 80, en losdías que corren ella se encuentra en las manos de me-gaempresas como Norma, Santillana-Alfaguara, Ran-dom House, Planeta y dos o tres más. Para estas, queson industrias culturales en cualquiera sea el contextoen que se las quiera poner, la meta de sus desvelos es,y no puede ser otra, que la misma de todas las de sunaturaleza. Lo que ellas trafican es mercancía culturaly, en cultura como en el resto de las actividades delempresariado, la mejor mercancía no es necesariamentela de mejor calidad sino la que el mercado de compra-dores pide más (en nuestro caso, la que es más formu-laica y de menor contenido crítico), que indefectible-mente se pondrá por encima de la que ese mismomercado pide menos (la que es innovadora y exige porlo tanto un cierto gasto intelectual).

Se unen de esta manera las transnacionales del libroa la campaña de banalización y anonadamiento de lainteligencia ciudadana que en Chile despliegan los me-dios de comunicación. La frase famosa de Hanna Arendt,quien teorizó a propósito del nazi Eichman sobre la«banalidad del mal», entre nosotros parece estarse le-yendo al revés. No es la banalidad del mal lo que a loschilenos nos agobia sino el mal de la banalidad. La re-gla de oro, la que hermana el comportamiento planifi-cadamente vacuo de los medios con el de las empresasa que ahora me refiero, la formulé yo hace algunosaños al hablar de los supuestos que orientan las prácti-cas de la televisión. De lo que se trata en ese medio,escribí entonces, es de «llegar al mayor número dereceptores posible recurriendo a la censura y remo-ción sin contemplaciones de cualquier aspereza inde-seable».18 Con nada más que echarle una mirada a lalista de los libros más vendidos que publica «Artes y

del gobierno», «calidad regulatoria», «imperio de la ley» y«control de la corrupción». El principal objetivo es determi-nar si en el país que está siendo evaluado existe o no unambiente propicio para los «donantes» y los inversionistas.

17 Víctor Barrera Enderle: «Entradas y salidas del fenómeno lite-rario actual o la “alfaguaruización” de la literatura hispanoame-ricana», Ensayos sobre literatura y culturas latinoamericanas,Santiago de Chile, Editorial LOM, 2002, pp. 91-111.

18 En Globalización e identidades nacionales y postnaciona-les…, ¿de qué estamos hablando?, Santiago de Chile, Edito-rial LOM, 2006, p. 91.

Page 27: MIGUEL ROJAS MIX «América, no invoco tu nombre …casadelasamericas.org/publicaciones/revistacasa/253/h... · 2012-12-04 · los oprimidos. «Con los oprimidos» –nos dice–

3030303030

Letras» de El Mercurio cada domingo se puede com-probar la devoción apostólica con que este principiode «mientras más bajo mejor» se cumple igualmenteen el medio editorial o, lo que es lo mismo, de qué estácompuesto el menú lector del cincuenta y pico porciento de personas que todavía leen libros en nuestropaís –en estas últimas semanas desde el Horóscopochino a El oráculo del guerrero.

¿Hay editoriales que intentan sustraerse a este esta-do de cosas? Sí las hay, y no son pocas. Estoy pensandoen las agrupadas en la Asociación de Editores Indepen-dientes de Chile, Editorial LOM, Cuarto Propio, RILEditores, Palinodia, Metales Pesados, en tres o cuatrode las universitarias y en una cincuentena de otras.Muchas, y dispuestas a nombrar lo innombrable: lapobreza, la desigualdad, las imperfecciones de nuestrademocracia, el descontento de las minorías, la ira delos jóvenes, el bloqueo de la memoria, el deterioro de laidentidad nacional, el descrédito sin fondo de los agen-tes del Estado. Pero son pequeñas editoriales que so-breviven apenas, solo por la porfía heroica de sus due-ños, bajo la amenaza continua de la quiebra, al rehusarseel gobierno a reconocer el papel que ellas desempeñanen la defensa de nuestra sociedad y nuestra cultura y aconcederles por esa razón condiciones más favorables enlo que respecta a la adjudicación de los contratos pú-blicos (aprovisionamiento de bibliotecas, escuelas, etcé-tera) que les permitirían subsistir y a lo mejor prospe-rar. ¿El argumento? El mismo de siempre. Inconmovibleen el apego a su ortodoxia económica neoliberal, elgobierno chileno descarta cualquier forma de protec-cionismo para con los productos de origen domésticoy opta en cambio por la competencia «libre y sin fron-teras», aunque, como decía Martí, la competencia li-bre y sin fronteras entre un cóndor y un cordero nosea libre en modo alguno.

Ahora bien, habida cuenta de este escenario mediáticoy editorial, ¿debieran sorprendernos los resultados de lec-tura y escritura de los escolares chilenos en las distintaspruebas a las que son sometidos? Por ejemplo, ¿que enlas pruebas del Sistema de Mediación de la Calidad de laEducación (SIMCE) los puntajes de los cuartos y octa-vos básicos en «Comunicación y lenguaje» estén estan-

cados desde hace ya varios años (entre los 251 puntosde 2004 y los 257 de 2007 en los octavos básicos. Ma-temáticamente, de mantenerse este ritmo de crecimien-to, debieran alcanzarse los puntajes deseados por allápor el año 2050) o que en la última Prueba de SelecciónUniversitaria (PSU 2007) el promedio que en su com-prensión y empleo de la lengua nacional obtuvieron losalumnos que venían de los colegios públicos-municipa-les, o sea aquellos que habían recibido su educaciónmedia y obtenido sus licenciaturas en los establecimien-tos que mal financia el Estado, haya sido de menos de480 puntos, considerando que el mínimo fue de 450 y elmáximo de 850? ¿O que en esa misma Prueba se hayanregistrado 227 puntajes máximos en matemáticas y úni-camente dos en lenguaje?

Para decirlo sin tanta aritmética: los escolares chile-nos leen poco y escriben todavía menos, afirmaciónque resulta válida no solo para los hijos de los pobres,condenados por la injusticia del sistema a ser por elresto de sus vidas no mucho más que sirvientes, sinotambién para los hijos de los ricos, destinados por elmismo sistema a ser los patronos de los otros. Entretanto, para ponerles remedio a estas deficiencias, ¿enqué están pensando las autoridades del ramo? Cuandono es en la macluhanesca muerte del libro y en su con-secuente reemplazo por las tecnologías de la informa-ción y la comunicación (más cercanas a la experienciade los niños de hoy, los mismos que, según escribióJesús Martín Barbero alguna vez, parecen estar llegan-do al mundo dotados de una «plasticidad neuronal» yainstalada),19 una de las soluciones que esas autoridadesbarajan, con una liviandad que a mí me deja con laboca abierta, consiste en una adecuación del currículoescolar que redireccionará la lectura que los mucha-chos y las muchachas hacen desde los escritores clá-sicos, a los que se considera extraños a sus sensibili-

19 Jesús Martín Barbero: «Globalización y multiculturalidad:notas para una agenda de investigación», en Mabel Moraña(ed.): Nuevas perspectivas desde/sobre América Latina. Eldesafío de los estudios culturales, Santiago de Chile, CuartoPropio/Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana,2000, p. 24.

Page 28: MIGUEL ROJAS MIX «América, no invoco tu nombre …casadelasamericas.org/publicaciones/revistacasa/253/h... · 2012-12-04 · los oprimidos. «Con los oprimidos» –nos dice–

3131313131

dades, hacia la de Harry Potter o los engendros dePaulo Coelho. Es decir, que la mejor manera de reme-diar las penurias lectoras de los estudiantes chilenosconsiste, según los proponentes de esta doctrina, noen buscar cómo eliminarlas sino en expulsar de losprogramas de estudio a todo aquello que las está ha-ciendo visibles, aunque eso que las está haciendo visi-bles se llame Homero, Cervantes y Shakespeare. ¿Ten-go que recordarle yo a mis propios lectores que leer yescribir no se circunscribe solo a leer y escribir? ¿Quela enseñanza de la lectura y la escritura no es reempla-zable por el uso de los computadores, ni que a los auto-res clásicos se los puede enviar al cuarto de los trastosen desuso sin un gravísimo detrimento para los edu-candos y simplemente porque la lectura de sus obrasdesarrolla capacidades específicas que son las mismasque después harán posible la reflexión y la crítica?Lo que se echa de menos aquí es una mayor familiari-dad con la máxima epistemológica que tan bien recono-cía y empleaba Bertolt Brecht, la que nos advierte queeducar no consiste en practicar la redundancia que segenera al reentregarle al que se educa lo mismo queeste ya trae consigo y que por consiguiente hay, tieneque haber, una extrañeza necesaria (y, además, unadificultad igualmente necesaria) entre el sujeto y el ob-jeto de conocimiento.

Párrafo aparte requiere la influencia que este facilis-mo equívoco tiene sobre la literatura y el arte naciona-les. Por primera vez en la historia cultural de Chile unarama de nuestra producción literaria ha sido capaz dearreglárselas para efectuar un trabajo de acomodo opor-tuno y astuto a las nuevas reglas del juego. Por prime-ra vez en la historia de nuestra literatura los chilenosestamos siendo testigos de la aparición tumultuosa denovelas que se escriben, procesan y «marquetean»como si fueran artículos de tocador o botellas de vino,las que son celebradas bulliciosamente por una críticaperiodística que se autoconsidera «actualizada» y parala cual el «entretenimiento» constituye la primera desus preocupaciones. Son novelas de playa o de aero-puerto y quienes las perpetran lo hacen pensando enlas fórmulas más eficaces con las que pueden lograruna recepción de mercado entusiasta y rendidora. No

son todas, por suerte, ya que todavía hay entre noso-tros novelistas a quienes el estatuto de objetos de artede las obras que pergeñan les merece respeto, peroincluso ellos o son lo poco que aún sobrevive de unpasado más o menos estimable o son jóvenes escrito-res en quienes los efectos del cambio que se está pro-duciendo en las condiciones sociales y técnicas para elejercicio de su oficio no dejan de hacerse notar. Porejemplo, en la narrativa desenrumbada y desesperan-zada de los «huérfanos», según el certero bautizo queles propinó Rodrigo Cánovas.20 Buenas novelas algu-nas de ellas, bien compuestas y hasta bien escritas,pero «novelas de taller», horras de la latitud de expe-riencia que uno espera en las obras de este género. Encuanto al resto, no es más que fast food, que si bien escierto que existió también en otras épocas, nunca lohizo con la facundia y los estímulos económicos deque ahora dispone. No creo necesario entregar los tí-tulos de estas últimas publicaciones, porque no es unaencuesta de casos puntuales lo que me he propuestoefectuar en este trabajo sino una detección de las lí-neas de fuerza que contemporáneamente se enfrentanen nuestro campo cultural, y porque al fin y al cabo esfácil hallarlos en la lista que todas las semanas publicaEl Mercurio. Ahí están, para quien quiera conocerlos(y disfrutarlos) y constituyen una demostración másde que el proceso de mercantilización que aqueja a otrossectores de la vida nacional se ha extendido también,con toda su espesa carga de impudicia, hasta el domi-nio de la literatura.

De acuerdo: por su naturaleza misma la poesía re-siste mejor estos embates mercantilizadores y en losúltimos años yo he tenido la buena fortuna de comen-tar algunos ejemplos notables. Uno de ellos es el de lapoesía mapuche, magníficamente antologada por eltambién poeta (y estupendo poeta) Jaime Huenún yconocida entre algunos críticos como «poesía étnica»u «oraliteratura» –etiquetas que a mí no me gustan, loconfieso–. Es más: yo me declaro dispuesto desde ya

20 Véase Rodrigo Cánovas: Novela chilena, nuevas generacio-nes, el abordaje de los huérfanos, Santiago de Chile, Edicio-nes Universidad Católica de Chile, 1997.

Page 29: MIGUEL ROJAS MIX «América, no invoco tu nombre …casadelasamericas.org/publicaciones/revistacasa/253/h... · 2012-12-04 · los oprimidos. «Con los oprimidos» –nos dice–

3232323232

a defender la conclusión que afirma que en el panora-ma poético chileno de hoy, dentro del cual los viejosmaestros se repiten a sí mismos con una vana (aunquesiempre vanidosa) insistencia y en el que hemos tenidoque lamentar las muertes a destiempo de tres grandesfiguras, Enrique Lihn, Jorge Teillier y Gonzalo Millán,si se exceptúa a media docena de poetas de obra indi-vidual reconocible y ciertamente valorable, son la poe-sía compuesta por mujeres y la poesía mapuche, esdecir dos vertientes de creación que fueron ignoradaso semignoradas en nuestro pasado histórico-literario, lasque contribuyen con los flujos tendenciales de mayorenvergadura. Es ahí donde se debe rastrear la poesíachilena contemporánea más potente en mi opinión, laque aún tiene cosas que decir y las dice sin importarlesu (por lo demás, harto dudoso) éxito de ventas.

Treinta poetas en la antología de Huenún,21 diecio-cho en la de Inge Corsen, que reúne la poesía de muje-res de los años 80,22 y dieciséis en la de Linda IreneKoski, que empuja su propio rastreo hasta una décadamás acá,23 aparte de los varios artículos en los quePatricia Espinosa ha seguido la evolución de este últi-mo corpus después de 2000,24 no me dejan mentir. Enambos casos, estamos frente a expresiones artísticasque son sintomáticas de los cambios que se han suce-dido y se siguen sucediendo en la conciencia y en laidentidad cultural de los chilenos y de quienes debieranhacerlo o toman nota a medias o no la toman en abso-luto. Porque las políticas del Estado de Chile en lo quetoca a las identidades alternativas, de género, étnicas,etarias u otras, a su espacio y a sus derechos, no solo

van a la rastra de lo que acontece en la vida real sinoque aun en aquellas ocasiones en que se animan a en-trar en funciones lo hacen adoleciendo de una ambi-güedad cuya única explicación es el afán de dejar sa-tisfecho a todo el mundo. La seguidilla de traspiés enque los gobiernos concertacionistas han incurrido cuan-do se han propuesto lidiar con el «problema mapu-che», tratando de conciliar los intereses de los indioscon los de las empresas forestales, y que está a añosluz de la comprensiva Ley Indígena 17.729, promul-gada en 1972 durante el gobierno de la Unidad Popular,que Pinochet derogó y que no hay indicios de que sevaya a reponer, constituye una prueba de ello.25 Lapoesía, sin embargo, se hace eco de estos desafíosculturales con la sensibilidad visionaria que puede ysuele ser la suya.

Pero eso no es óbice para que la contaminaciónmercantilizadora y entontecedora haga su agosto enlos demás departamentos del campo literario y, en ge-neral, artístico chileno, donde la mayor parte de lo quecircula es menos memorable de lo que por lo vistoopinan los funcionarios que tienen a su cargo la «ges-tión» gubernamental en cuanto a los «productos» pro-venientes de este «rubro» o de lo que a lo mejor hubie-sen querido quienes los producen. El teatro y el cineson dos ejemplos que están a la mano: en ambos sec-tores se registra una actividad mayor a la de hace unpar de decenios, pero no siempre mejor. Y cuando esmejor, sin apoyo del Estado, como ocurrió con la quebien podría ser la película de mayor profundidad he-cha en Chile desde hace años, Tony Manero, cuyo temaera muy apropiadamente el de las calamidades de laalienación cultural, que fue aplaudida en diversos cer-támenes internacionales pero que en Chile postuló y noobtuvo financiamiento del Fondo de Fomento Audiovi-sual del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes. Porel contrario, aquellos a quienes suele irles bien en esaguerra a muerte por los «fondos concursables» es a

21 Jaime Huenún (ed.): La memoria iluminada: poesía mapuchecontemporánea. Pelótuñma ngütrámtunzüngu: fachántü tamapuche ñi ülkántumeken, Málaga, Servicio de Publicacio-nes, Centro de Ediciones de la Diputación de Málaga, 2007.

22 Inge Corsen (ed.): La mujer en la poesía chilena de los 80,Santiago de Chile, INCOR, 1987.

23 Linda Irene Koski: Mujeres poetas de Chile. Muestra antoló-gica. 1980-1995, Santiago de Chile, Cuarto Propio, 1998.

24 Véase, por ejemplo: Patricia Espinosa H.: «Panorama de lapoesía chilena de mujeres: 1980-2006», <http://www.letras.s5.com/pe 151006.htm>.

25 En lo que se refiere a políticas etarias, ¿alguien se ha pregun-tado por las razones profundas que explican que menos del10% de los jóvenes habilitados para hacerlo estén inscritosactualmente en los registros electorales?

Page 30: MIGUEL ROJAS MIX «América, no invoco tu nombre …casadelasamericas.org/publicaciones/revistacasa/253/h... · 2012-12-04 · los oprimidos. «Con los oprimidos» –nos dice–

3333333333

los proponentes de una vasta gama de productos efí-meros, hechos para ganar dinero en el más corto pla-zo y para extinguirse muy poco después. Y algo pare-cido es lo que sucede con al menos una porción delespacio que cubren las artes visuales, donde, con lasexcepciones que confirman la regla, lo que manda esun neovanguardismo copión, de tercera o cuarta mano,que ha sido domesticado hasta el punto de la irrelevan-cia pero que consigue respaldo sin dificultades parasalir después al ruedo en media docena de galerías demoda haciendo las delicias de aquellos que cuentan conla billetera indispensable como para actuar idóneamen-te en ese medio.

El problema es pues bastante más complejo de loque se imaginan los gestores culturales o esos directi-vos de colegios para quienes la solución de nuestronaufragio lectoescritural consiste en el reemplazo deCervantes por los computadores y por Paulo Coelho.Tiene que ver con el desprestigio contemporáneo de lacultura seria o «en serio», que se beneficia del indisi-mulado distanciamiento que los nuevos burócratas po-nen entre su expertise y la «pesadez académica», lo queno es azaroso, puesto que tiene a su haber la bendiciónprogramática o –en el mejor de los casos– la neutralidad programática del Estado. Es esa la misma neutra-lidad que crea el hueco para que el veredicto de losprimeros años del pospinochetismo, el que sentencia-ba que «la mejor política comunicacional es no tenerpolítica comunicacional», continúe gozando de un cré-dito amplio entre nosotros, no tanto porque quienes losuscriben piensen que el mercado regula ecuánime-mente a los medios (cosa que nadie puede pensar debuena fe) como porque resulta enteramente compati-ble con sus convicciones de fondo en lo que dice enrelación con el curso que debiera imprimírsele a nues-tra vida pública y privada.26

Descarta en efecto ese veredicto la intervención delEstado de Chile en la cultura, con lo que en realidad lecierra la puerta al único ente que por definición debiera

representar al conjunto de la ciudadanía, sin distincio-nes de ningún tipo, y que por consiguiente es el quetendría que ser capaz de pertrechar a nuestra socie-dad civil con los instrumentos conceptuales y la infor-mación desinteresados que le permitieran adquirir con-ciencia de y alzarse contra los excesos del capitalismosalvaje y su socio ideológico, el neoliberalismo salvaje.Quien lo formuló no reaccionaba tanto contra el controlpinochetista de las comunicaciones, que el triunfo de lademocracia canceló, ni solo a favor de las bondadesdel mercado, aunque así pueda habérselo entendido enun primer momento; antes bien, apuntaba a una pro-porción inversa y más ominosa de factores, que es laque se establece supuestamente entre la estabilizacióndemocrática y una opinión pública desmovilizada. Pocapolítica o más bien poca política participativa, com-pensando a quienes con eso se quedan afuera con unacuota dispendiosa de circo y, si es que el chorreo dapara tanto, también de pan. Las consecuencias son lasprevisibles. Como hacía el «rey burgués» de Darío conel poeta, los chilenos enviamos hoy al intelectual críti-co a tocar su organillo en el patio de atrás de la casa o,cuando dispara más preguntas de las que nos parecende buena crianza, lo descalificamos por aburrido y elitis-ta. Esto significa que al debate de ideas franco y ho-nesto le hacemos el quite como si fuera la peor de lasplagas o reemplazándolo con la asepsia intelectual delos autodenominados «expertos» o suprimiéndolo sinmás. Entre tanto, dentro del espacio público demóticoproliferan los ofrecimientos de «cultura entretenida».En otras palabras: proliferan los ofrecimientos de apli-cación a la mayor parte de nuestro campo cultural dela regla desmovilizadora –y desmovilizadora por idioti-zante– que ordena el trámite ordinario de los medios ylas editoriales de consumo masivo.

Entiéndaseme bien, sin embargo: no es que yo de-monice aquí el entretenimiento, considerándolo unaactividad nefanda y sin posibilidades de misericordia.Pensar de ese modo sería desconocer que los sereshumanos necesitamos recrearnos física y mentalmen-te cada cierto tiempo, que ese es un imperativo de nues-tra constitución. Pero si bien yo concedo que el entre-tenimiento es una de las urgencias de nuestro organismo

26 La frase, que hizo época, pertenece a Eugenio Tironi, secreta-rio de Comunicación y Cultura del primer gobierno concerta-cionista, el del presidente Patricio Aylwin.

Page 31: MIGUEL ROJAS MIX «América, no invoco tu nombre …casadelasamericas.org/publicaciones/revistacasa/253/h... · 2012-12-04 · los oprimidos. «Con los oprimidos» –nos dice–

3434343434

(como otras), eso no quiere decir que también conce-da que es legítimo convertir a dicha urgencia en el ob-jetivo supremo de nuestras aspiraciones en la vida, aexpensas y en desmedro de actividades de cultura queson esenciales porque hacen lo que el entretenimientono hace ni podrá hacer jamás: porque generan sentido,porque estimulan el pensamiento y la creatividad, porquele agregan a la existencia y a la historia una riqueza quepor sí solas ellas no tienen.

De lo que se sigue que la semi o seudoalfabetizacióncon que hoy se está abasteciendo a la población deChile pudiera ser más peligrosa que el analfabetismo asecas. Sus peores frutos están a la vista: pérdida delespíritu solidario y de servicio, individualismo exacer-bado, consecución de dinero no importa cómo, con-sumismo, hedonismo, corrupción, competitividad sinrestricciones ni pudor, agresividad, incivilidad en cadaesquina. Son las formas típicas de una cultura nacio-nal que perdió de vista la diferencia entre lo que vale yno vale la pena, que se deshumaniza, que se inhumani-za por segundos, y que no solo no depara las satisfac-ciones que con ello se persiguen sino que, como lodocumentaba el Informe PNUD 2002, engendra dosiscada vez más altas de frustración y depresión. NorbertLechner, quien fue siempre un sociólogo más interesa-do en las personas que en las instituciones y que fueuno de los que confeccionaron ese Informe, habla enun libro suyo de la «desafección», la «desazón» y la«desilusión» que sentimos los chilenos de estos tiem-pos vis-à-vis las presiones que sobre nosotros descar-ga la historia en que nos ha tocado vivir, lo que podría,y son sus palabras, «achatar conquistas tan crucialescomo la democracia y un mayor bienestar».27 Acercade esto, nuestros políticos «democráticos», que segúnsu propia jerigonza ya no son los «servidores públi-cos» de antaño, sino una «clase política» –cuando nodesembozadamente una «élite política»–, se lavan lasmanos. Que el crecimiento económico no constituyepor sí solo desarrollo es difícil que ellos lo entiendan.

Que el fortalecimiento cultural no consiste o no con-siste únicamente en concederles financiamiento al fes-tival de la sandía o al concurso del piropo es aún másdifícil.

No faltará quien levante su dedo en este punto, meinterrumpa y me haga ver que el gobierno de RicardoLagos, quien con seguridad es el presidente más ilus-trado que hemos tenido los chilenos desde los tiemposde don Pedro Aguirre Cerda, intentó hacer algo al res-pecto. Efectivamente, no desconozco que RicardoLagos se percató –o que se percataron sus asesores,no lo sé, pero creo más probable que haya sido Lagosen persona– del desgaste profundo que en la concien-cia nacional y ciudadana ocasionaba la máquina corro-siva puesta en marcha y alimentada por un reciclajecapitalista que lleva ya más de tres décadas operando atodo vapor. La transformación de la economía en cul-tura, la de la competencia desenfrenada con el otro enuna dinámica natural, condicionadora de la conductaentre compatriotas, haciéndose presente en todos y cadauno de los ámbitos de nuestro quehacer colectivo,permeando la experiencia y los actos cotidianos de laspersonas hasta tornarse en un verdadero estilo de vida,ella es, ni qué decirse tiene, la viga maestra que sostie-ne este estado de cosas. El deterioro de la identidadnacional que de ello se deriva resultaba tan evidenteque a ese culto mandatario, que entre sus varios traba-jos había tenido alguna vez el de profesor de la Univer-sidad de Chile, no pudo escapársele. Trató entonces dereenergizar nuestro espíritu nacional, esto es, tratóde estimular la convergencia de los chilenos en un ima-ginario y en unas formas de conciencia que nos repre-sentaran a todos y en las que todos pudiésemos reco-nocernos y juntarnos, si es que no a la manera delrégimen de Pinochet, comprometiendo a la gente conlas efemérides militares de la patria, en todo caso dis-poniendo que el patrimonio del Estado se pusiera alalcance de la gran mayoría.

No era ese un nuevo «proyecto nacional», ni mu-cho menos. Pero era un lenguaje que no habíamos es-cuchado desde hacía un largo tiempo y, al llevárselo ala práctica, de una mayor significación que ciertos ade-manes versallescos (y un tanto siúticos), tales como

27 Norbert Lechner: Las sombras del mañana. La dimensiónsubjetiva de la política, Santiago de Chile, Editorial LOM,2002, p. 113.

Page 32: MIGUEL ROJAS MIX «América, no invoco tu nombre …casadelasamericas.org/publicaciones/revistacasa/253/h... · 2012-12-04 · los oprimidos. «Con los oprimidos» –nos dice–

3535353535

convidar a algunas personalidades de campanillas paraque les inflingiesen charlas literarias a los funcionariosde La Moneda, lo que también se hizo durante el go-bierno de Lagos, fue la creación de una nueva «institu-cionalidad cultural», un Consejo Nacional de la Culturay las Artes, para cuya preparación el Presidente recu-rrió a los buenos oficios de uno de los intelectuales quecuentan con legitimidad en el país y que cuando estu-vo lista adquirió rango de ministerio. Una iniciativaacreedora de alabanza, encomiable sin duda, tantomaterial como simbólicamente, porque con ella se es-taba poniendo de manifiesto que la cultura chilena eraimportante también, por lo que sus contribuciones aldesarrollo de la nación no podían restringirse a las de unaquinta rueda decorativa. En una improvisación en mayode 2000, presentando la política cultural de su gobier-no, Lagos separó nítidamente el crecimiento material,de un lado, de la obligación de cubrir las necesidadesculturales de la población, del otro:

No nos conformamos solo con el crecimiento de laeconomía. Yo sé, es necesario, vamos a crecer comopaís, están las condiciones dadas, es fundamentalpara nuestro desarrollo que como país crezcamos,lo vamos a hacer, para poder erradicar la pobreza ypara que muchos más disfruten de estos otros bie-nes, pero no podemos quedarnos solo en el creci-miento de la economía. Va a crecer el ProductoGeográfico Bruto, pero también va a crecer el pro-ducto cultural bruto, y eso es importante».28

Quedaba claro con eso que en la opinión de la másalta autoridad de la nación la cultura chilena tenía unvalor irreemplazable, que en consecuencia era menesterreactivarla y que para reactivarla no había que esperar oesperar solo la dádiva de los fondos provenientes de labuena voluntad de los hombres de negocios (con todolo que ello significa en términos de una subordinaciónde la cultura a los intereses de los individuos y las orga-

nizaciones cuyo propósito es el lucro, y sin ahondar enel hecho de que tales fondos no salen por lo general delas ganancias de las empresas convocadas sino de lasexenciones de impuestos que ellas consiguen por dichoconducto), sino que el Estado debía y podía invertir encultura recursos propios, habilitando de ese modo elfuncionamiento de unas prácticas exentas de los com-promisos (y de los vetos) sectoriales que se desprendende su dependencia del área privada. Recuérdese a pro-pósito de esto que fue Pierre Bourdieu quien hace nomuchos años se refirió al «regalo envenenado» que po-día significar para la actividad cultural «toda especie demecenazgo».29 De hecho, en el libro que el gobiernode Chile publicó en 2006, en el artículo «Chile quieremás cultura...», que he citado ya un par de veces a lolargo de este trabajo, el raciocinio con que se justifica lainstalación en el país de una nueva institucionalidadcultural pone el acento en una defensa de las atribucio-nes que el Estado tiene para asumir responsabilidades eneste campo. Es algo que los redactores de ese texto sevieron en la coyuntura de tener que admitir y tambiénargüir, pero que no parece habérseles dado con dema-siada comodidad, por lo que ellos se sienten en la obli-gación de explicarlo de una manera medianamente per-suasiva pero que no evita los contoneos de un doblelenguaje. Por ejemplo, en el apartado «III. Principiosde política cultural», donde escriben:

28 «Palabras del Presidente de la República en el acto de presen-tación de la política cultural del Gobierno», en Eduardo Ca-rrasco y Bárbara Negrón (eds.), ob. cit. en n. 6, p. 357.

29 Pierre Bourdieu: «Por una internacional de los intelectuales»,Intelectuales, política y poder, Alicia Gutiérrez (trad.), BuenosAires, EUDEBA, 2007, p. 193. Un ejemplo reciente de vetosectorial en Chile es la censura que experimentó un proyectode instalación del artista visual Gonzalo Díaz, uno de los másimportantes del país y Premio Nacional de Arte, de parte dela Fundación de la empresa GASCO, la que se negó a prestarsu sala de arte contemporáneo para una exhibición en la queaparecían imágenes de Pinochet y otros próceres de la dicta-dura. Tampoco la Fundación ocultó su política de censura:«La Fundación GASCO tiene abiertas sus puertas a todoslos artistas contemporáneos chilenos y extranjeros. Sin em-bargo, se evitarán muestras artísticas que utilicen o haganreferencia a personajes públicos o privados, vivos o muertos,cuyo contenido pueda ser objeto de controversia». Más cla-ro, echarle agua, La Tercera, 2 de julio de 2008, p. 47.

Page 33: MIGUEL ROJAS MIX «América, no invoco tu nombre …casadelasamericas.org/publicaciones/revistacasa/253/h... · 2012-12-04 · los oprimidos. «Con los oprimidos» –nos dice–

3636363636

El Estado no define el tipo de cultura que conviene ala sociedad, aunque tampoco renuncia a tener unapresencia en el campo cultural que le permita favo-recer las condiciones que hacen posible tanto la li-bertad de los creadores como el libre albedrío de lasaudiencias a preferir y escoger entre diferentes bie-nes culturales. En virtud de su rol, debe convocar atodos los sectores, especialmente al privado a su-marse a esta tarea de bien común.

Cómo, de la muy correcta premisa de que el Estado«no define» la cultura que le conviene a la sociedadsino que son los ciudadanos por ellos mismos quieneslo hacen, se desprende una conclusión que es un con-vite a que los privados se sumen «especialmente» a«esta tarea de bien común», es para mí una pirueta delógica parda. ¿Que se entiende en esta última frase por«sector privado»? ¿Es esa una alusión a la libertad quelos ciudadanos tienen para producir o escoger su pro-pia cultura o es más bien una invitación a que la em-presa privada haga lo que el Estado no debe hacer? Unpoco antes, en el «Prólogo», reestableciendo la unidadentre los términos que Lagos separaba tan bonitamen-te en su discurso, se había dicho ya que «es necesarioque la cultura sea aceptada no solo como generadorade valores estéticos y de sentido, sino también en tantoindustria, generadora de riqueza y empleo e impulsorade nuevos horizontes para la economía del país».30

No debe leerse esta última cita como un simple des-cuido. Por el contrario, se trata de una constante depolítica pública, que estuvo presente entonces y quesigue estándolo hasta hoy. En una declaración que emitióhace pocas semanas, el actual ministro subrogante decultura se expresaba de un modo análogo al confesarla satisfacción que le produce el que la industria cultu-ral aporte hoy en Chile el 1,3% del PIB, más que elsector pesquero (1,02), la agricultura (0,66) o la indus-tria textil (0,78), codo a codo con el sector frutícola(1,31): «Es significativo tener cifras preliminares deun sector como cultura, ya que entender su perspecti-

va económica permite incorporar otra dimensión a sugran aporte en el desarrollo de nuestro país, no limi-tando su lugar en términos de calidad de vida, de enri-quecimiento personal, sino también comprender que lacultura da empleo a personas y permite el desarrollo depequeñas y medianas empresas».31 Por cierto, el señorMinistro no se cuestiona en ningún momento por elpeligro de degradación de las prácticas culturales queeste progreso involucra. Porque en rigor de lo que es-tamos hablando aquí no es de que se les pague bien alos trabajadores de la cultura, lo que sería deseable másallá de cualquier duda, sino de algo muy distinto. Esta-mos hablando de un «progreso» según el cual un por-centaje del valor monetario total de la producción debienes y servicios del país, ya que eso y no otra cosaes el PIB, proviene de una cruda intensificación delpotencial que algunas de estas prácticas (y que no sonlas prácticas de las «pequeñas industrias», como diceel Ministro, sino las de las grandes industrias cultura-les sobre todo) poseen como productoras de objetoscon valor de cambio.

El caso es que, pese a haberse puesto en ejerciciodurante el gobierno de aquel ilustrado Presidente unaley cuya calidad es innegable y pese a las buenas in-tenciones de quienes la pensaron y la redactaron, fue lasuya una iniciativa sin un seguimiento adecuado. Por-que no basta con que la herramienta exista y sea buena;también debe quedar en buenas manos, y las manos enlas que ha estado hasta ahora no son las mejores. Laimplementación de los planes y líneas de desarrollo deese organismo gubernamental, quienes lo componen(por ejemplo, acaban de designar como uno de losmiembros del Consejo al director general de RandomHouse en Chile, que es como poner al gato a cargo dela pescadería) y la orientación de un buen númerode los proyectos que sus varios departamentos patro-cinan continúan sufriendo de falencias notorias, entrelas cuales no es la menor el dominio sobre buena partede las decisiones que allí se toman de un farandulismofalsamente inofensivo, que tapa lo importante con lo

30 «Chile quiere más cultura...»: Ob. cit. en n. 6, pp. 389 y 377. 31 El Mercurio, 19 de junio de 2008.

Page 34: MIGUEL ROJAS MIX «América, no invoco tu nombre …casadelasamericas.org/publicaciones/revistacasa/253/h... · 2012-12-04 · los oprimidos. «Con los oprimidos» –nos dice–

3737373737

que no lo es, lo que lo convierte, según se ha visto másarriba, en un complemento perfecto para el credo eco-nómico en boga.

Esto quiere decir que, a despecho de las justificadaspreocupaciones de Ricardo Lagos, la banalidad siguesiendo la reina de esta fiesta, que las industrias cultura-les se siguen llevando la parte del león, que las kerme-ses y los carnavales repletan los estadios y los parquesde Chile, al mismo tiempo que los medios y los edito-res independientes sobreviven a salto de mata. No esraro entonces que el único escritor chileno de cuyasobras completas se ha hecho hasta ahora una edicióncrítica sea Pablo Neruda y que eso se deba no a unaimpensable iluminación burocrática sino a la dedica-ción de toda su vida del profesor Hernán Loyola.32 Mepregunto yo ahora, sin restarle ni un adarme a las vir-tudes «recreativas» y de «esparcimiento» que con todacerteza poseen las kermeses y carnavales menciona-dos: ¿no podría sacársele algún provecho al inciso se-gundo del artículo tercero de la ley de Lagos, ese quehabla de la necesidad de «ejecutar y promover la reali-zación de estudios e investigaciones acerca de la acti-vidad cultural y artística del país»,33 apartando aunqueno fuese más que una fracción del dinero de los con-tribuyentes para financiar equipos de especialistas quedieran nacimiento a una gran biblioteca de autores clá-sicos de Chile, con ediciones completas, cuidadas yaccesibles de Alberto Blest Gana, Pedro Prado, Ma-nuel Rojas, Gabriela Mistral, Vicente Huidobro, Pablode Rokha, Violeta Parra, José Donoso o Enrique Lihn?¿Debe ser este un «emprendimiento» librado a la ruletaantojadiza de los «fondos concursables» o constituyeuna más de las obligaciones permanentes del Estado?Hoy, que estamos en vísperas del bicentenario de nuestraindependencia y cuando se están destinando millones ala trivialización televisiva de los «héroes» y los «gran-

des chilenos», ¿no es un escándalo que todavía no sehaya escrito una historia de la literatura chilena con unnivel cualitativo que supere al de los mediocres ma-nuales de la educación secundaria? En estas condicio-nes, ¿no será este un buen momento para que el Esta-do asuma sus deberes, para que se dé por enterado deque en la cultura en serio también los chilenos tenemosalgo que decir, más posiblemente de lo que nosotrosmismos pensamos?

Concluyo pues contándoles a los lectores de este en-sayo que el más grande reproche que en cuanto a ladimensión cultural de nuestra vida colectiva yo tengoque hacerles a los gobiernos que reemplazaron a Au-gusto Pinochet en el poder, e incluido entre esos go-biernos el del culto Lagos, es el no haberle modificadoel carácter a muchas de las prácticas chilenas en estamateria. Me refiero a aquellas prácticas docilizadoras,desmovilizadoras, desarticuladoras del espíritu ciudada-no que desde los tiempos de la dictadura vienen espar-ciendo sal sobre el suelo cultural de nuestro país y, porlo tanto, en la experiencia y la conciencia de sus pobla-dores. La lógica de la prolongación con morigeracio-nes del statu quo ante, que como lo señalé en las pri-meras páginas de este escrito es la clave que determinael comportamiento de un número cada vez mayor demanifestaciones de la vida chilena y que no es capri-chosa, echa también su manto, como espero haberpodido demostrarlo sin demasiada retórica, sobre lasprácticas de la cultura. Dicho más exactamente toda-vía: lo que yo les reprocho a quienes nos han goberna-do con posterioridad a la catástrofe Pinochet es el nohaberles puesto un freno a los poderes omnidegenera-tivos del modelo económico que el dictador impuso asangre y fuego, si es que no procediendo a su liquida-ción sin más demora, lo que aunque sea la mejor soluciónpudiera ser utópico, al menos conteniendo sus inclina-ciones más dañinas. Porque no es la empresa privada,ni menos aún la empresa privada extranjera, sino elEstado de Chile el que, en representación y por encar-go de todos nosotros, puede y debe generar no tantopolíticas culturales como una cultura política. Me re-fiero con esto a que no hay otro ente en nuestro país

32 Me refiero al trabajo ejemplar, de toda una vida, de HernánLoyola en su edición de Pablo Neruda, Obras completas, 4vols., Barcelona, Galaxia Gutemberg/Círculo de Lectores,1999.

33 [Ley que] «Crea el Consejo Nacional de la Cultura y lasArtes»: Ob. cit. en n. 6, p. 327.

Page 35: MIGUEL ROJAS MIX «América, no invoco tu nombre …casadelasamericas.org/publicaciones/revistacasa/253/h... · 2012-12-04 · los oprimidos. «Con los oprimidos» –nos dice–

3838383838

que como el Estado se encuentre premunido con lacapacidad para crear las condiciones que debieran ha-cer presente eso que tanta falta nos hace: una culturanacional democrática, pluralista, participativa y críti-ca, de la más alta jerarquía, una cultura que fomente

un ejercicio robusto de la inteligencia, consiguiendo deesa manera que los habitantes de esta tierra nos reen-contremos de verdad y que recuperemos, también deverdad, la confianza que la barbarie institucionalizadanos robó para juzgar, para decidir y para actuar. c