34
1 El Mito Literario de Lope de Aguirre: un personaje persistente Milagros Mata Gil

Milagros Mata Gil, El Mito de Lope de Aguirre. Un Personaje Persistente

Embed Size (px)

DESCRIPTION

Ensayo sobre la representación mítico'literaria del personaje Lope de Aguirre

Citation preview

1

El Mito Literario de Lope de Aguirre: un personaje persistente

Milagros Mata Gil

EL MITO DE LOPE: UN PERSONAJE PERSISTENTE

RESUMEN:

El personaje Lope de Aguirre

Palabras clave: Mito, Mito Literario, Ficción histórica, Lope de Aguirre

2

EL MITO DE LOPE DE AGUIRRE: UN PERSONAJE PERSISTENTE

A Josu Landa Goyogana

Lope, El Mito

Según las definiciones clásicas, la epopeya es una serie de acciones heroicas y maravillosas que tienen por objeto aventuras que pasan de las fuerzas habituales de la naturaleza humana y

se complacen en la ficción. Pues la aventura Lope de Aguirre es todo lo contrario. Aguirre y sus compañeros son individuos nada favorecidos por la suerte, vencidos todos por otras fuerzas

naturales o humanas. El jefe es el peor de todos, física y moralmente venido a menos, un individuo cuya desgracia no es conmovedora para nadie, en fin uno de esos héroes de la

antiepopeya.

(Raymond Marcus: El Mito Literario de Lope de Aguirre en España e Hispanoamérica)

En torno a la figura de Lope de Aguirre, cabe preguntarse si se puede considerar

un mito o una leyenda y, aunque los términos suelen confundirse por su cercanía, el

término mito parece más acorde para referirse a este personaje. El mito se entiende aquí,

siguiendo a Barthes (1999, p. 118) como una suma de elementos lingüísticos con valor

propio que forma parte de una historia. En él, el sentido ya está completo, postula un

saber, un pasado, una memoria, un orden comparativo de hechos, de ideas, de

decisiones.

Fernando Ainsa muestra que utopía y mito se vinculan en América Latina a tal

punto que son difíciles de disociar, pero en todo caso, la utopía americana se constituye

como un mundo posible que se puede vincular con la idea de El Dorado. Esta definición

parece consistente con el mito de Lope en la medida en que la vincula con un conjunto

reiterado y, en cierta medida cícilico, de expediciones americanas, a la vez que

introduce el componente político en ella. Su persistencia se ve desde aquellos primeros

testimonios de 1561 hasta ya entrado el siglo XXI, en que los eventos que conforman su

historia se han traspasado a la novela, la música, el drama teatral, el cine y el cómic.

No cabe duda de que los acontecimientos que tuvieron lugar durante la

expedición de Ursúa a Omagua, y sobre todo los concernientes a la rebelión de Aguirre,

debieron impresionar fuertemente a quienes los presenciaron y a aquellos que durante

bastante tiempo conservaron memoria de ellos. Este debe de ser uno de los fundamentos

principales que justifica la relativa abundancia de relaciones y documentos que se

3

produjeron referidos a aquellos viajes. El erudito español Emiliano Jos (1928) reunió las

obras conservadas sobre este pasaje de las expediciones españolas por el Amazonas y

realizó un sistemático estudio en el cual ofreció una detallada nómina de las fuentes

testimoniales de la expedición, tanto las publicadas como las inéditas.1

La primera Relación registrada por Jos fue la hecha por Pedro de Monguía, el 3

de septiembre de 1561, un mes antes de la muerte de Lope de Aguirre, y se titula Lo

más sustancial de la Jornada del Gobernador Orsúa e del alzamiento de Lope de

Aguirre y corresponde a la declaración de su participación en los eventos hecha por ante

el P. Montesinos para la Audiencia de Santo Domingo. 2

Gonzalo de Zúñiga se declara autor de la Relación muy verdadera de todo lo

sucedido en el río Marañón en la provincia del Dorado,3que es la segunda según el

estudio de Jos. En esta obra se incluye un romance anónimo que debió circular ya en

vida de Aguirre, en el cual se expresan algunos juicios sobre sus acciones. El romance

se conserva, tanto en el original del Archivo de Indias, como en algunas colecciones

privadas, y de él se extractan los siguientes versos:

Riveras del Marañón do gran mal se A conjeladoseleuantó un Vizcainomuy peor q Andaluzado la muerte de muchos buenos el gran traidor A causado A nadie da confisiónpor q no lo A acostumbrado y así se tiene por cierto ser El tal Endemoniado

La tercera obra de la nómina de Jos es la Relación verdadera de todo lo que

sucedió en la Jornada de Amagua y Dorado que el Gobernador Pedro de Orsúa fue a

descubrir, trátase así mismo del alçamiento de don Hernando de Guzmán y Lope de

1. Jos, Emiliano (1928) La expedición de Ursúa al Dorado y la rebelión de Lope de Aguirre según los documentos del Archivo de Indias y varios manuscritos inéditos

2 . Está publicada en la Colección de Documentos Inéditos del Archivo de Indias, tomo IV, pp. 191-215

3 . El relato de Gonzalo de Zúñiga se halla también en el tomo IV de la Colección de Documentos Inéditos del Archivo de Indias, ocupando las páginas 215 a la 282.

4

Aguirre y otros tiranos. Su autor se identifica en el párrafo final: Esta relación hiço un

soldado llamado el bachiller Francisco Vázquez, soldado del dicho tirano, uno de los

que no quisieron jurar. Este relato fue empleado por Fray Pedro Aguado para su

Historia de Venezuela y también para la sexta de las Noticias historiales de las

Conquistas de Tierrafirme en las Indias Occidentales, de Fr. Pedro Simón, asimismo, es

la base de la crónica posterior de Pedrarias de Almesto y actualmente se ha editado

como de autoría compartida entre estos dos testimoniantes. 4

Pedrarias de Almesto escribió seguidamente la Relación verdadera de todo lo

que sucedió en la jornada de Omagua y Dorado que el governador Pedro de Horsua

fue a descubrir desde el Pirú por un río que llaman de las Amazonas trátase ansi mismo

del alçamiento de D. Fernando de Guimarán y Lope de Aguirre. En opinión de Jos,

Pedrarias de Almesto escribió primero una relación, a instancias del Tribunal de la

Audiencia de Santa Fe, con el título: Relación de lo que sucedió en la Jornada q le fue

encargada Al governador Pº de Orsúa q se dezía el dorado y las muertes y daños que

en ella vvodespues q los tiranos lo mataron al dho-gor, que se conoce como relación

personal de Almesto. Seguramente, después de leer la relación de Vázquez, mucho más

detallada que la suya propia, se decidió a escribir sobre la base de aquélla, con la

inclusión de algunos episodios y algunas modificaciones sustanciales en la apreciación

de la conducta de Diego Tirado, que en el relato de Vázquez se muestra mucho más

benevolente que en el de Almesto, quien no podía olvidar que Tirado tuvo intención de

matarlo cuando el cronista fue conducido ante Aguirre, quien le perdonó la vida porque

su hija, Elvira, estaba enamorada del soldado y aspiraba a matrimoniarse con él.

Realizada con posterioridad a los acontecimientos que narra es la Jornada del

río Marañón y otras cosas notables acaecidas en las Indias, que compuso Toribio de

Ortiguera. El texto de Ortiguera debió basarse en los testimonios de algunos miembros

de la expedición de Ursúa y Aguirre, aunque también utiliza como fuente el relato de

Almesto. La obra lleva una dedicatoria al príncipe Felipe, después Felipe III. De su

texto se desprende que la relación pudo escribirse entre 1581 y 1586. Emiliano Jos ha

4 . El manuscrito, que se conserva en la Biblioteca Nacional de Madrid (Ms 3199), consta de 117 folios

5

opinado que la obra debió ser escrita en dos momentos, el primero de los cuales

correspondería a 1581, acabándose de componer hacia 1586. 5

Otras relaciones mencionadas por Jos (y en su momento inéditas) fueron: una

atribuida a Custodio Hernández, otra completamente anónima y El Marañón, de Diego

de Aguilar y Córdoba. El relato de Custodio Hernández cuenta con una buena

información, pues no hay que olvidar que es testigo y protagonista de los

acontecimientos y ofrece abundantes datos sobre su propia actuación, que los demás

omiten. La relación anónima es la menos favorable a Ursúa y es la única que aclara el

nombre de la hija de Aguirre, Elvira, así como los de los bergantines empleados en el

viaje, el Vitoria y el Santiago. La crónica de Aguilar y Córdoba es la de mayor belleza

literaria. 6

Los eventos o anécdotas fundamentales en los textos mencionados son los

siguientes: Pedro de Ursúa y su grupo parten desde Santa Cruz, población situada al

norte del Perú, en busca de El Dorado de los Omeguas, país legendario hecho de oro y

5 . Manuel Serrano Sanz incluyó esta relación en el citado tomo XV de la Nueva Biblioteca de Autores Españoles (1909).

6 . Beltrán Rózpide, Ricardo escribió un Informe sobre la obra de don Emiliano Jos para la Academia Real de la Historia. Madrid

6

plata. Esto sucede en Julio o Agosto de 1560 y con él lleva a Inés de Atienza, su bella

amante mestiza, a quien, según las crónicas, dedica más atención de la que los soldados

consideran conveniente. Se van generando varios conflictos que retan la capacidad de

Ursúa para mantener la disciplina de los expedicionarios.

A pocos meses de embarcarse, en Enero de 1561, Ursúa es asesinado por Lope

de Aguirre y otros confabulados, quienes eligen como gobernador y después como

príncipe a Fernando de Guzmán, rompiendo el vasallaje respecto del rey de España. El

poder de hecho, sin embargo, lo ejerce Lope de Aguirre, un soldado de casi 50 años,

quien sigue tan pobre como al pisar por primera vez territorio americano.

Posteriormente Lope asesina a Guzmán y, con el gobierno en sus manos,

continúa por el río Amazonas (llamado también Marañón, por darle continuidad con

respecto del río peruano que existe con ese nombre) con la finalidad de alcanzar el

Atlántico y volver vía Panamá para adueñarse del Perú, desechando el proyecto original

de Ursúa. Llegan al océano, navegan hasta la Isla de Margarita y luego a Venezuela,

donde se apoderan de algunas localidades, todo en medio de grandes matanzas entre los

habitantes de los pueblos que encuentran a su paso y también por parte de Lope hacia

sus hombres. Finalmente, el insurrecto es acorralado por las tropas del rey, sus hombres

lo abandonan y lo asesinan. Antes, Lope apuñala a su hija Elvira y la dueña que la

acompañaba, para preservarle el honor.7

Tanto Francisco Vásquez como Pedrarias de Almesto, no sólo escriben la

crónica, sino que citan en ella una carta de Lope de Aguirre a Felipe II, en la cual rompe

el vasallaje respecto del rey de España. La carta contiene la visión que Lope da de sí

mismo y de sus circunstancias. La inserción de la carta por parte de los cronistas tuvo

por finalidad condenarle ante la historia (cuando ya Lope estaba muerto)pero se

convirtió en pieza esencial en la construcción posterior, por medio de novelas y

películas, de lo que se llama el mito de Lope de Aguirre, vigente en la actualidad y que

7 . Los expedicionarios partieron de Santa Cruz, en el norte del Perú, y se internaron por el río Amazonas remontando el río Marañón. Después del asesinato de Ursúa, los marañones (así apodados por Lope) llegaron al Atlántico y, costeando, a la isla de Margarita y desde allí a tierra firme hasta Valencia y Barquisimeto, donde termina el viaje. (Ver Anexo al final) La intención de Aguirre era regresar al Perú por tierra atravesando Venezuela y Nueva Granada (cambiando los planes que originalmente tenía) y apoderarse de su gobierno.

7

tiene que ver con hechos fundamentales de la historia de América que son, en resumidas

cuentas, también fundamentales para la experiencia humana.

Así, en crónicas y romances del siglo XVI y en otros textos posteriores, la figura

de Lope de Aguirre domina el discurso sobre aquel intento de conquista. La mayor parte

de la bibliografía y de los relatos orales no se refiere tanto a los temas ligados a la

pretensión misma de conquista, sino al personaje Lope de Aguirre, en torno al cual se

configura el desarrollo de las narraciones. Uno se encuentra, pues, con que en cierto

grupo de relatos vinculados a la corriente de la nueva novela histórica y relativos a la

conquista de El Dorado se produce una identificación entre ambos mitos.

El interés ocasional que se manifestó por el personaje entre los siglos XVI y

XIX se multiplicó durante el siglo XX produciendo un conjunto constante de obras de

ficción de muy distinto origen y formato que han dado cierta popularidad al tema

durante la segunda mitad del siglo XX y aún en el siglo XXI. i La reiteración del interés

por estas anécdotas comunes se multiplica por el hecho de que en varias de las obras

hubo multiplicidad de ediciones, sin contar con las muchas funciones teatrales,

cinematográficas, reproducciones en DVD y sus variantes, vídeos en YouTube y

exhibiciones en televisión, cuya multiplicación daría varios cientos.

Esas obras no oponen discursos monológicos y maniqueístas sobre Lope de

Aguirre sino que generan tramas donde distintas voces polemizan sobre el héroe y lo

construyen gracias a esa polémica. A diferencia de lo que sucede con la descripción de

Lope que se encuentra en las crónicas y testimonios del siglo XVI, donde aparece como

un monolito de maldad, el siglo XX narra las mismas anécdotas mediante voces que no

coinciden sobre la nitidez de esa maldad. La ficción que lo describe durante el siglo XX

cesa de la identificación de Lope con cualidades morales absolutas, por lo que se

producen relatos donde los vencidos y los vencedores, los apabullados y los tiranos,

tienen la misma calidad humana. Esta posibilidad de presentar un Lope con mayor

diversidad moral opone la fuerza de la verdad trágica a la fuerza de la verdad mítica

del personaje monolíticamente traidor o libertario.

Esta verdad trágica sería una especie de antiley que destruye a la vez la Ley del

mito del Monstruo de la Conquista (significado oficial) y la Ley del mito del Príncipe de

8

la Libertad (significado antioficial) (Triviños 1991: 127). La representación de Lope de

Aguirre se enriquece gracias a la introducción del modelo trágico como principio de

interpretación, a la vez que abre la posibilidad a una comprensión que no se centra en

culpables macro: Felipe II vs Lope, sino en una dinámica de la conquista que destruye al

conquistador y al conquistado.8 En verdad, Lope plantea una alternativa utópica que,

después del engaño, desengaño y visión directadel horror de la guerra, desemboca en la

irrupción de una nueva ¿conciencia hispanoamericana?9

El Desesperado

El delirio de los indigentes es un generador de acontecimientos, fuente de historia; una multitud de seres febriles que quieren otro mundo, aquí abajo y al instante. Son ellos los que inspiran las

utopías, es para ellos que se escriben.

(Cioran: Historia y Utopía)

El héroe de la tragedia era el culpable de su destino, hasta que Nietzsche escribió El origen de la tragedia y nos hizo ver que no era el héroe quien fallaba, sino el universo entero al que el

héroe no sabía o no podía adaptarse. Mucho después, los existencialistas abundaron en la misma idea: el hombre vive sumido en la angustia de la nada anterior a su nacimiento y la

nada posterior a su muerte. Su existencia es un esfuerzo inútil (el mito de Sísifo, según Camus) o «una pasión inútil», como repetía Sartre. En cierto modo, el existencialismo cierra el círculo

con la tragedia griega, en la que se abatía sobre los hombres la fatalidad. El sentimiento «de horror y piedad» que la tragedia inspira se ve superado por el sentimiento de «lo fatal» por

ejemplo, en el Edipo rey, que nos golpea el alma con el acto inhumano de arrancarse los ojos.

Microsoft ® Encarta ® 2009. © 1993-2008

En la trayectoria de la narrativa sobre Lope de Aguirre se cumplen tres ciclos: en

el primero, se describe la violencia ejercida contra Ursúa, el representante del Rey,

sumido en la inercia y la corrupción; en el segundo, el inicio de la violencia fratricida,

representada por el asesinato de Fernando de Guzmán, a quien meses antes los mismos

expedicionarios habían elegido y coronado como príncipe, y, en el tercero, se describe

la etapa en la que Aguirre alcanzando el control casi exclusivo de la expedición,

8. Triviños, G. 1991. Ramón J. Sender. Mito y contramito de Lope de Aguirre, Zaragoza. Institución Fernando el Católico.

9 . Por supuesto que no en sentido estricto. No se puede hablar de tal cosa en el contexto histórico de los tiempos de Felipe II. La conciencia hispanoamericana se va formando a partir del último tercio del s. XVIII, atraviesa todo el s. XIX y recién comienza a visualizarse durante el s. XX.

9

dirigiéndose /la violencia/ contra el propio Aguirre a través del asesinato de su hija

Elvira (Pastor 1983: 399) 10

Los valores que preconiza Lope son los de una restauración, que es ya

anacrónica, del mundo caballeresco, valores que se opusieron, durante la historia de la

Reconquista, a la degeneración, vicio e influencia extranjera, que es también una

influencia anticristiana: Aguirre es la reencarnacion del cruzado, y el proyecto de su

rebelión es uno de reconquista militar y espiritual de una sociedad amenazada por

infieles, extranjeros y gentes sin honor. (Pastor 1983: 343).

Lope se perfila como un hombre aquejado del sentimiento de honor herido y se

define a sí mismo ante el Rey como: rebelde hasta la muerte por tu ingratitud, sacrifica

la vida en nombre del honor, pues el vasallo sabe y exige del Rey la gratitud a que éste,

por su grandeza, está obligado para que los esfuerzos del inferior, que, sin embargo, es

hidalgo, no sean deshonrosos. Algunas narraciones sobre Lope pueden representar,

entre otras cosas, la dificultad de mantener el honor en una empresa semejante, que

tanto tiene de precapitalista en cuanto a sus objetivos y tanto de feudal en cuanto a los

valores conque Lope la lleva a cabo. Esto es coherente con lo que Pastor denomina la

situación trágica de Lope, quien emocionalmente aunque no conscientemente se sabe

parte de un tipo humano condenado a desaparecer. En realidad, el honor puede volverse

disfuncional con respecto del ejercicio del poder en la expedición.

Lope sería un desesperado, alguien quien, ante la imposibilidad de regresar al

pasado prefiere morir, de tal forma que:

La transformación metafórica de la jornada de descubrimiento, que aparece caracterizada como viaje metafórico entre la aceptación inocente de aquel orden que encarnaba el proyecto épico tradicional y una experiencia que cancela los modelos y se identifica con la desesperación, el aislamiento y la muerte; la definición existencial del rebelde como espíritu de hombre muerto; la caracterización de la rebelión como lucha total, desesperada y suicida, expresan una misma realidad: el impasse de una conciencia trágica que se identifica profundamente con un pasado mitificado y que rechaza sin compromiso posible el presente (Pastor 1983: 441)

10 . Pastor, Beatriz. (1983) Discurso narrativo de la conquista de América, La Habana. Editorial Casa de las Américas.

10

En el caso de las narraciones de ficción sobre Lope de Aguirre se constata

entonces, a pesar de su diversidad, de la variedad de estilos, de géneros, de calidades

narrativas y de características que se atribuyen al personaje, que se dan las principales

características del mito. No se trata solamente de la permanencia del nombre, ni

tampoco de si a Lope se le denigra o elogia, ni de si es un monstruo de la Conquista o

un príncipe de la libertad, o si representa la visión de los vencidos o de los vencedores.

Hay distintas interpretaciones a partir de unas pocas narraciones comunes que

tienen como base las crónicas elaboradas por testigos y otros documentos

historiográficos. Sin embargo, el eje de la interpretación mítica no necesariamente es el

mismo que el de la discusión historiográfica entre especialistas, sino el sentido de

ciertas anécdotas tal cual son narradas y no tal cual se supone que sucedieron.

Lope de Aguirre y su discurso de poder

Por otra parte, mediante la segunda carta que envía a Felipe II (probablemente

en octubre de 1561), Lope genera lo que Foucault denomina un discurso, un lenguaje y

un enunciado sobre el poder: su poder, lo que contribuye a la transformación del

personaje en mito. Este discurso se eleva por encima del escaso alcance de sus tropas, y

se fundamenta en un poder imaginario cuya energía significativa va mucho más allá que

alcance de los arcabuces, las espadas o las lanzas. De hecho, de muy pocos españoles en

el siglo XVI se conocen proclamas o cartas con una capacidad como la que tiene Lope

de Aguirre para analizar tan globalmente y en tan pocas palabras la situación de los

conquistadores más pobres y que llegan tardíamente a América. La influencia de Lope,

lo que lo salvaguarda durante toda la jornada de El Marañón y le da persistencia aún

hoy proviene no tanto de su actos militares o criminales sino de la energía de sus

palabras.

Estas palabras, hecho inédito, son citadas textualmente como parte de la

acusación que los testimoniantes realizan contra él. Las piezas de convicción por parte

de quienes lo acusan son, justamente, las piezas que, sin negar su carácter sanguinario,

generaron y generan interés por Lope. De hecho, su segunda carta es citada en todas las

obras de ficción sobre el tema que se han consultado y habría sido motivo del interés de

Simón Bolívar, quien habría querido publicarla en 1821.

11

El Lope que habla de sí mismo llamándose con terrible ironía El Traidor, El

Peregrino, El Príncipe de la Libertad, y que ofrece a FelipeII la más cruda guerra que

nuestras fuerzas puedan sustentar11con motivo de la ingratitud del Rey, la disolución de

los frailes y la inequidad de los jueces, ese Lope que habla de sí mismo con tanta

energía que sus palabras son recogidas en lugar de silenciadas por sus enemigos, ese

Lope creado inicialmente por lo que él dice de sí mismo, es, en sí, el constructo de un

mito: lo que él construye sobre sí mismo probablemente es distinto del personaje

histórico, pero por eso permanece en la intrahistoria hasta el día de hoy: Lope es el

principal redactor de la versión moderna de un mito cuyo símbolo es él mismo.

Sus enemigos no logran anular lo que él dice y, en su intento por contradecirlo,

lo citan extensamente, con lo cual le dan un poder de palabra que le permite obtener

justamente lo que sus oponentes querían evitar: la fama y la denuncia de la corrupción

en América.

Los antecedentes de la rebelión de los marañones

Dentro del ejercicio de la monarquía española en América, la presentación

historiográfica de Aguirre debe integrarse dentro de una imagen más amplia que señala

a los soldados destacados en el Perú como levantiscos. En algunos círculos se decía que

ellos, encabezados entonces por Francisco Pizarro, habían matado injustamente al

legítimo soberano Inca Atahualpa para apoderarse de sus tesoros y que después sus

tropas se habían rebelado contra el rey de España tras la promulgación de las Leyes

Nuevas de 1542 en las que la Corona tomaba el poder sobre los indios quitándoselo a

los encomenderos.

Encomenderos y letrados, tanto en el Perú como en la Península Ibérica

redactaron informes y cartas defendiendo la legalidad de la conquista y las

encomiendas. Felipe II abogaría por una vía intermedia: no aceptar la perpetuidad de las

encomiendas pero sin abolirlas. Durante unos años, este debate se sumó a la inseguridad

generada por las guerras civiles del Perú de los años cuarenta y cincuenta del siglo XVI,

11. Carta de Lope de Aguirre a Felipe II, en www.elortiba.org/aguirre.html Rescatada en Julio de 2015. Introducción de IakobZvanev. La Carta fue transcrita en castellano modernizado

12

así como por la resistencia inca de Vilcabamba hasta 1572. En el virreinato del Perú se

llegó a rumorear que Gonzalo Pizarro, el más importante de los rebeldes peruanos,

quiso casarse con su sobrina mestiza doña Francisca para crear un linaje natural

hispano-incaico.

Este Gonzalo Pizarro dirigió una rebelión contra la Corona entre 1544 y 1548, si

bien sus ideas sediciosas ya habían aparecido durante las guerras de pizarristas y

almagristas en la década anterior, perdurando en las rebeliones menos exitosas de los

años cincuenta. El joven Pizarro mató al virrey Núñez de Vela y mantuvo el control

sobre el virreinato peruano (que abarcaba desde Panamá hasta el estrecho de

Magallanes) durante dos años hasta ser derrotado por Pedro de la Gasca, enviado por

Carlos V desde España para restablecer el poder de la Corona.

Los pizarristas aparecen en la historiografía demonizados debido a su ruptura

con el vínculo del vasallaje que les unía al monarca. Diego Fernández el Palentino, en

su Historia del Perú señaló que ninguno en las Comunidades [de Castilla] osó jamás

hablar en que la tierra se quitase al rey ni se negase su vasallaje, como en el Perú lo

pretendió Gonzalo Pizarro, tomando loca y luciferina soberbia para ser rey de aquella

tierra). Numerosos son también los cronistas que recogen la existencia de cuentos sobre

el maestre de campo de Gonzalo Pizarro, Francisco de Carvajal, conocido como El

Demonio de Los Andes. En estos relatos Carvajal destaca por su crueldad, agudeza y

resistencia física, así como su espíritu antirreligioso y chocarrero.

Existen numerosos testimonios que señalan que los lugartenientes más exaltados

de Gonzalo Pizarro, le propusieron que se proclamara rey del Perú. Varios cronistas

reprodujeron en sus historias cartas de los rebeldes Francisco Carvajal y Hernando

Bachicao a su caudillo redactadas con este propósito. En la mencionada Historia del

Perú Fernández menciona que algunos consejeros de Pizarro solían entretenerlo

contándole los ritos de unción de diversos reyes, así como secesiones famosas de reinos

y casos de reyes elegidos por elección popular, así como de casos famosos de soldados

desnaturalizados durante las guerras europeas de Carlos V. Estas ideas formaban parte

de la mentalidad nobiliaria y caballeresca con la que se asociaron los conquistadores y

en la que se había formado Aguirre.

Aunque otros rebeldes anteriores no hubieran sido proclamados príncipes y

aunque el espíritu rebelde no llegara a ser mayoritario, lo cierto es que las ideas

13

secesionistas ya existían. Aguirre señala en su carta al Rey que de no ser por varios

soldados que abandonaron a Francisco Hernández Girón en 1553, éste fuera hoy rey del

Perú. En Nueva España, donde la situación nunca llegó a ser tan extrema, el cronista

Juan Suárez de Peralta recoge rumores en los que, tras recibirse las Leyes Nuevas,

algunos propusieron alzarse con la tierra y dársela al marqués Martín Cortés, pues es

suya, y su padre y los nuestros la ganaron a su costa.

Los marañones sólo dieron un paso más que otros rebeldes anteriores como

Pizarro y Hernández Girón, al proceder a la desnaturalización: Aguirre apeló al antiguo

derecho del vasallaje, aplicándolo a su relación con el monarca: si el señor no cumplía

su deber, el vasallo podía salirse de su protección, es decir, tenía derecho a

desnaturalizarse. Tras la muerte de Ursúa, varios amotinados pretendieron crear un

documento colectivo que justificara el motín, y continuara la conquista de El Dorado y

Omagua, mientras que otro grupo más radical, encabezado por Aguirre, propuso la

rebelión y el regreso al Perú para señorearlo.

Mediante la desnaturalización y el nombramiento de Guzmán como caudillo y

príncipe, la facción más radical se apoderó de la hueste. A partir del momento en que el

joven caudillo pasó a ser considerado príncipe a instancias de Lope de Aguirre, todos

los marañones comenzaron a dispensarle un tratamiento especial y él lo asumió. Este

incluía comer solo, tener una guardia particular, ser saludado con deferencia, así como

la redacción de cartas que comenzaban con don Fernando de Guzmán, por la gracia de

Dios príncipe de Tierra Firme y Pirú.

No obstante la entronización de Guzmán, Aguirre aparece en los relatos de los

antiguos rebeldes marañones como el principal culpable de todos los eventos de la

rebelión contra Ursúa y los hechos posteriores, incluido el asesinato del mismo

Guzmán, y no hay por qué dudar de que realmente lo fuera. Pero acabada la

insurrección, varios otros fueron sentenciados a muerte y hasta cincuenta de ellos

recibieron diversas condenas, lo que indica, que no fue el único responsable. Por otra

parte, Fray Pedro de Aguado menciona que, al extenderse la noticia de la sublevación de

los marañones en Nueva Granada, las autoridades ordenaron prender a todos los

antiguos rebeldes peruanos residentes en dicho territorio para prevenir las consecuencias

atractivas que tal rebelión podía tener para algunos. (Díez Torres, 2011; Galster, 2011)

14

Por otro lado, para entender las ideas de Aguirre, también hay que considerar

que la imagen negativa del soldado peruano como tirano (en el sentido de usurpador del

poder) coexistió con una visión más positiva, defendida por los conquistadores,

encomenderos y sus defensores en la península ibérica. Una versión de esta postura

aparece en la obra de Bernardo Vargas Machuca (2003), Milicia y descripción de las

Indias (1599), un compendio sobre las milicias de conquista escrito desde una

perspectiva imperialista hispánica. Vargas Machuca comparó a los encomenderos del

Perú con el entonces célebre personaje literario del villano del Danubio creado por el

humanista Antonio de Guevara en su Reloj de príncipes (1529). Concretamente, Vargas

Machuca señala que Dios lo remedie todo y no nos dé otro villano del Danubio para

que arrodillado a los reales pies tenga espíritu y lengua para decir el mucho mal que

en esta razón se pasa.12

En el Reloj de príncipes, el emperador Marco Aurelio presenta el caso de un

campesino germano que pronunció ante el senado romano un atrevido discurso contra el

poder de Roma. En su declamación, que recuerda a la del bárbaro del Agricola de

Tácito, el villano denuncia las injusticias cometidas por los romanos y la corrupción de

sus costumbres. Frente a ellos, él se presenta como un hombre humilde, pero sabio

gracias a su pureza moral. Esta superioridad moral le permite descubrir el doble

lenguaje del imperialismo romano y predecir la conquista de Roma a manos de los

germanos. Lo que le interesaba a Vargas Machuca del personaje no eran sus posibles

connotaciones anti-imperialistas, sino precisamente sus posibilidades retóricas como

punto de vista desde el cual plantear las reivindicaciones de los encomenderos peruanos.

Aunque Aguirre no menciona al villano del Danubio, tal vez este modelo retórico le

sirvió para entender la argumentación de la carta a Felipe II como una proclama pública

y apologética contra el poder real.

Del Mythos aristotélico al Mito barthiano

La mitología sólo puede tener fundamento histórico, pues el mito es un habla elegida por la historia: no surge de la "naturaleza" de las cosas. Esta habla es un mensaje y, por lo tanto, no

necesariamente debe ser oral; puede estar formada de escrituras y representaciones: el discurso escrito, así como la fotografía, el cine, el reportaje, el deporte, los espectáculos, la

publicidad, todo puede servir de soporte para el habla mítica. El mito no puede definirse ni por

12 . Ya que Lope de Aguirre sabía leer y escribir, y en algunos pasajes tanto de los testimonios como de la carta a Felipe II parece haber leído la Biblia, es posible que también conociera el texto citado.

15

su objeto ni por su materia, puesto que cualquier materia puede ser dotada arbitrariamente de significación: la flecha que se entrega para significar un desafío es también un habla.

(Roland Barthes: Mitologías)

Muchas de las manifestaciones literarias que se dieron y se están dando en

América Latina se fundamentan en la llamada literatura factual: los testimonios, sean

estos cartas, autobiografías, crónicas, diarios, informes o relaciones. Estos vínculos se

corresponden, en realidad, con la tradición narrativa de todo el mundo. El testimonio

llama la atención del teórico porque reintroduce en el discurso literario métodos y

valores narrativos, porque ostenta las apariencias de la realidad dada por los

testimoniantes, se introduce en la tradición historiográfica actual (White, 2010) y se

adentra profundamente en la crítica y la filosofía deconstructivista al poner de relieve la

oralidad como garantía de ¿autenticidad? o quizá de verosimilitud del relato presentado.

El análisis del discurso narrativo da pistas particularmente sugerentes para el

análisis de la narrativa testimonial. En verdad, cualquier narración puede tomar el

camino de la crónica, porque refiere los hechos en un orden principalmente cronológico,

hasta donde sea posible tal cosa. Otra cosa es la historia narrativa, que sería la

secuenciación de eventos históricos narrados de manera tal que conformen relatos

individuales encadenados, de manera tal que todos ellos tienen un comienzo, un medio

y un fin. Los eventos históricos se presentan entonces como procesos semióticos

heterogéneos y plurales, de los cuales luego derivan múltiples interpretaciones y

valores, realizados y realizables, mediados por el discurso literario, pero no solamente

por él. Entre los niveles de mediación, el discurso literario ha atraído la atención como

uno de los más importantes, pero no es el único, especialmente en una época en la que

lo audiovisual penetra y documenta la realidad cotidiana.

El mecanismo teleológico y totalizador: el mythos en los clarividentes términos

aristotélicos, consolida un primer nivel mítico que está implícito en cualquier relato con

historia (Volek, 1992) En la concepción aristotélica, el mythos no imita la apariencia

sino que, al develar las esencias de los hechos, su realidad verdadera, adquiere una

discursividad más profunda que la de una obra historiográfica porque ésta tiene que

respetar, por lo menos en teoría, los detalles, pormenores y vericuetos de la realidad que

los produce. Siendo como es un constructo artificial, el mythos se ancla en sus

16

referentes reales y su única garantía de trascendencia reside en convertirse en un mito,

como totalización ideológica. En otros términos, al abandonar lo testimonial y fáctico y

adoptar otro discurso narrativo, el mythos se transforma en mito. Tal transformación se

produce al diferenciar en cada texto lo que tiene de hecho y lo que tiene de ficción,

llámese testimonio, cuento o novela y al señalar hasta qué punto un contexto histórico

ha provocado y configurado un género narrativo, blandiendo su simulacro de humilde

verdad para convertirlo en uno de los testigos principales de los milagros del Teatro de

este Mundo. (Volek, Op. Cit. P. 6)

En este ensayo se aborda, como correlación con el mythos aristotélico el

concepto de mito que defiende Barthes (1999, p. 109 y ss) aunque sin los elementos

marxistas que él le impone. En esta concepción del mito se reencuentra el esquema

tridimensional propuesto por Saussure: el significante, el significado y el signo. Pero el

mito es un sistema semiológico particular, dice Barthes, por cuanto se edifica a partir

de una cadena semiológica que existe previamente: es un sistema semiológico segundo:

el discurso mítico está constituido por una materia ya trabajada pensando en una

comunicación apropiada. Por eso todos los materiales del mito, sean representativos o

gráficos, presuponen una conciencia significante que puede razonar sobre dichos

materiales, independientemente de su materia.

Es importante señalar que las materias con que se construye el discurso mítico

(sea la lengua propiamente dicha, o la fotografía, el cine, la pintura, el cartel, el rito, el

objeto) por diferentes que parezcan en principio, se reducen a una pura función

significante al ser los vehículos de transmisión del mismo: se trate de grafía de letras o

de grafía pictórica, el mito sólo reconoce en ellas una suma de signos, un signo global,

el término final de una primera cadena semiológica. Y es precisamente este término

final el que va a convertirle en primer término o término parcial del sistema amplificado

que edifica.

Existen en el mito dos sistemas semiológicos de los cuales uno está desencajado

respecto al otro: un sistema lingüístico (el modo de representación) que puede

designarse como lenguaje objeto, porque es la materia que el mito se toma para

construir su propio sistema; y otro, el contenido mítico, que Barthes llama metalenguaje

porque es una segunda lengua en la cual se habla de la primera. Al reflexionar sobre un

17

metalenguaje, el semiólogo ya no tiene que preguntarse sobre la composición del

lenguaje objeto, ya no necesita tener en cuenta el detalle del esquema lingüístico: tendrá

que conocer sólo el término total o signo global y únicamente en la medida en que este

término se preste al mito. Por esta razón, él se siente autorizado a tratar de la misma

manera la escritura y la imagen: lo que retiene de ellas es que ambas son signos que

llegan al umbral del mito dotados de la misma función significante: una y otra

constituyen un lenguaje objeto.

Mientras se elabora todo esta disquisición teórica, es preciso irse preguntando

cómo se inserta semánticamente el personaje de Lope de Aguirre en estas ideas del

discurso mítico. En primer lugar, cabe mencionar que toda la Conquista de América se

puede considerar un sistema narrativo. Las primeras narraciones la representan como

una empresa donde los conflictos provienen de la hostilidad externa: el espacio

geográfico, los indígenas o de algunos españoles que se alejan del orden establecido.

Ahora bien, esa representación se modifica a medida que el período inicial de conquista

se acerca a su fin y quedan muchos resentidos y empobrecidos, sin haber aprovechado

sus luchas y sufrimientos. Los testimonios de la expedición de Lope de Aguirre tienen

lugar en un momento en que en los territorios más ricos de América ya se ha iniciado la

colonización y sólo quedan por conquistar reinos demasiado lejanos, inaccesibles o

pobres.

El guerrero excepcional, el vasallo fiel y el cristiano intachable que aparecen en

las primeras narraciones de la Conquista son representación de un mito, una de sus

versiones, pues un mito puede permanecer bajo otras formas narrativas e incluso con

otros personajes, como el del traidor. No hay razón para reducir la noción de mito a la

narración elogiosa de ciertos personajes, porque en todo el mundo hay mitologías donde

los héroes son negativos y en todo el mundo es posible encontrar variaciones más

recientes de un mito antiguo.

La cancelación de la versión heroica del mito de la conquista se produce

mediante el surgimiento de una nueva versión, pero no necesariamente de un nuevo

mito. No podría ser de otro modo, porque las variaciones míticas son transformables Es

cierto que un mito puede surgir inspirándose en la un referente histórico (en este caso, la

Conquista) pero lo que lo constituye en mito y lo que regula su significado no es la

18

confrontación con la realidad, con la que el mito nunca ha tenido ni podría tener

contacto, por situarse en planos distintos, sino la correlación con el pensamiento y la

imaginería del colectivo donde el mito ha estado gestándose.

De esta manera, el sentido del mito postula un saber, un pasado, una memoria,

un orden comparativo de hechos, de ideas, de decisiones (Barthes 1999, p. 209), sólo

que esos hechos e ideas no son los que aparecen nombrados, pues están en otro orden,

no son significados, sino significantes constituidos confusa pero poderosamente bajo la

modalidad de una ideaforma y a partir de unos hechos específicos dentro del sistema

narrativo de la conquista de América.

19

REFERENCIAS

Ainsa, Fernando (1998) De la edad de oro a El Dorado, génesis del discurso utópico americano, México. Fondo de Cultura Económica.

Baraibar, Álvaro (2011). “Lope de Aguirre: la construcción de una imagen del poder”,

en Alpha. Sociedad y Literatura Colonial Nº 33 Diciembre (pp. 187-200)

Barthes, Roland (1999). Mitologías. México. Editorial Siglo XXI.

Beltrán Rózpide, Ricardo (1928) Pronunciamiento sobre La Expedición de Ursúa al Dorado, la rebelión de Lope de Aguirre y el Itinerario de los Marañones, de don Emiliano Jos. En Cervantes Virtual

Beverley, John (1991) "Through all things modern: Second thoughts on Testimonio," Boundary 2 18,2

Carta de Lope de Aguirre a Felipe II, en www.elortiba.org/aguirre.html Consultada en Julio de 2015. Introducción de Iakob Zvanev. La Carta fue transcrita en castellano modernizado

Diez Torres, Julián (2011) “Los Marañones Y La Polémica De La Conquista: Retórica E Ideas Políticas En La Carta De Lope De Aguirre A Felipe II”. En Alpha, Sociedad y Literatura Colonial, Diciembre, No. 41 (pp. 201-214)

Galster, Ingrid (2011) Aguirre o La posteridad arbitraria. La rebelión del conquistador vasco Lope de Aguirre en historiografía y ficción histórica (1561-1992) Bogotá. Univ. Del Rosario-Univ. Javeriana ISBN 978-958-738-204-4 (también disponible en formato ebook).

Jos, Emiliano (1928) La expedición de Ursúa al Dorado y la rebelión de Lope de Aguirre según los documentos del Archivo de Indias y varios manuscritos inéditos. Huesca. Imprenta V. del Campo

Landa, Josu (s/f) Lope de Aguirre, primer separatista de América, en http://luvina.com.mx/foros/index.php?option=com_content&task=view&id=693

Otero Silva, Miguel (1979) Lope de Aguirre, príncipe de la libertad. Barcelona. Seix Barral

Papini, Giovanni. (1958) El Juicio Final. Santiago de Chile. Ed. del Nuevo Extremo.

Pastor, Beatriz. (1983) Discurso narrativos de la conquista de América: mitificación y emergencia, La Habana. Editorial Casa de las Américas.

20

Sender, Ramón. J. (1977). La aventura equinoccial de Lope de Aguirre. En Obra Completa. Barcelona. Ed. Destino. Tomo II.

Serrano Sanz, Manuel (1909) Nueva Biblioteca de Autores Españoles

Triviños, G. 1991. Ramón J. Sender. Mito y contramito de Lope de Aguirre, Zaragoza. Institución Fernando el Católico.

Uslar Pietri, Arturo. (1967) El camino de El Dorado. Buenos Aires. Losada.

Valle Inclán, Ramón (1999) Tirano Banderas. Madrid. Unidad Editorial.

Vargas Machuca, Bernardo (2003) Milicia y descripción de las Indias. Ed. Mariano Cuesta y Fernando López-Ríos. Valladolid: Universidad de Valladolid

Volek, Emil (1992) “Hecho, documento, ficción, testimonio, crónicas. El contexto como autor y otras trampas de la fe” en AIH, Actas XI, Centro Virtual Cervantes

21

iNOTA AL FINAL

. Algunas de las novelas, películas y obras dramáticas donde aparecen la imaginería y las anécdotas de Lope de Aguirre son:

Las inquietudes de Shanti Andía (1911, novela) de Pío Baroja,

Tirano Banderas (1926, novela) de Ramón Valle-Inclán

Lope de Aguirre, crónica dramática de la historia americana en tres jornadas (1940, Drama) de Gonzalo Torrente Ballester,

El camino de El Dorado, de Arturo Uslar Pietri(1947, novela)

La tragedia del Fuerte Caudillo de los invencibles marañones. (Ensayo, 1951) de José de Arteche.

El Juicio Final, (1959, Ensayos) de Giovanni Papini,

La aventura equinoccial de Lope de Aguirre de Ramón J. Sender (1964, novela)

Peregrino de la ira (1967, drama) de José Acosta Montoro,

Aguirre, der Zorn Gottes (El azote de Dios) de W. Herzog (1973, película)

Yo, demonio (1977, Tetralogía dramática) de ElíasAmézaga,

Daimón (1978, novela) de Abel Posse,

Lope de Aguirre, príncipe de la libertad de Miguel Otero Silva (1979, novela),

Doña Elvira, imagínate Euzkai (1986, drama) de Ignacio Ameztoy

El Dorado, de Carlos Saura (1987, película)

El Dorado. El Delirio de Lope de Aguirre, de Carlos Albiac y Alberto Breccia (1992, Cómic de la Serie Relatos del Nuevo Mundo)

Lope de Aguirre traidor. de José de Arteche

Lope de Aguirre traidor, (1992, Obra teatral) de José Sanchís Sinistera,

El marañón (Novela, 1994) de José Luis Troca