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Manfred Prior

MINIMÁXIMAS15 intervenciones mínimas de

efecto máximo para la terapia y el

asesoramiento

Traducción de MacarenaGonzález

Ilustraciones y comentarios de

Page 3: minimaximas.rtf

Título original: Minimax-Interventionen Traducción: MacarenaGonzález Adaptación de los comentarios: Ferran Fernández Diseño de la cubierta: Alian ne Faber

© 2009, Manfred Prior

© 2009, comentarios e ilustraciones:Dieter Tangen © 2011, Herder Editorial, S. L., Barcelona

Herder

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/Indice

Prólogo [BernhardTrenkle] .................................. 13

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MINIMÁXIMA 5

«Su problema es comparable a... Es como...» ....... 43

MINIMÁXIMA 6

Ei 1 vez de un temeroso «Ojalá nada

malo mejor un confiado «Ojalá

algo bueno ©...» ............................................ 53

MINIMÁXIMA 7

«...aún no...» ......................................................... 59

MINIMÁXIMA 8

Preguntas constructivas......................................... 65

MINIMÁXIMA 9

Preguntas constructivas por pequeños pasos ........ 75

MINIMÁXIMA 10

«Supongamos que usted...» .................................. 83

MINIMÁXIMA I I

«Con la mente consciente usted hasta ahora

no ha podido...» ............................................. 89

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MINIMÁXIMA 13

«¡tremendo...!»-«un poco.«¡extraordinariamente...!»-«en verdad algo...»;«¡sumamente...!»-«no poco...» ................... 101

MINIMÁXIMA 14

Para pacientes «difíciles» con «resistencia»:¡en cada frase, una negación comprensiva! .. . .107

MINIMÁXIMA 15

La regla de la Red ............................................... 115

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A mi padre, Edmund Prior

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Prólogo

Cuenta una famosa anécdota que en cierta

ocasión le preguntaron a un presidente

estadounidense cuánto tiempo necesitaba para

preparar un discurso de un hora, y su respuesta

fue: «Cinco minutos». Sorprendido, quien le había

hecho la pregunta, quiso saber: «¿Y cuánto tarda

en preparar un discurso de cinco minutos?» El

presidente contestó: «Más de una hora». Algo

similar habría manifestado Goethe, a quien se le

atribuye la siguiente frase: «Te escribo una carta

larga, no tengo tiempo para una breve».

Solo quien posee una amplísima experiencia y

ha invertido mucho tiempo en dedicarse a un

determinado tema puede brindar tanto contenido

en un libro de tan pocas páginas. Manfred Prior

lleva más de quince años dedicándose a los

modelos lingüísticos de comunicación eficaz en

psicoterapia, medicina y asesoramiento. Siendo

uno de los más prestigiosos profesores de hipnosis

de los países de habla alemana, desde mediados

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a psicoterapeutas, médicos y odontólogos.Tanto en

sus talleres como en este libro, Prior cautiva por la

precisión didáctica de su estilo de enseñanza, en

el cual no faltan el humor y la sonrisa.

En la supervisión de odontólogos que estudian

hipnosis, he oído muchas veces una interesante

opinión: «Es cierto que aún no me atrevo a extraer

un diente sin anestesia o a realizar una

intervención quirúrgica maxilar bajo hipnosis, pero

después de asistir a unos pocos seminarios de

hipnosis, ya no tengo pacientes difíciles».

¿Cómo se explica esto?

El piloto de Fórmula 1 Emerson Fittipaldi

definió una vez el arte de correr carreras: ser el

más rápido lo más despacio posible. En algunos

aspectos esta definición caracteriza también la

situación del médico, del odontólogo o del

psicoterapeuta que debe desempeñar su trabajo

de forma cada vez más rentable y rápida, pero a la

vez desea conservar sus ideales (y complacer al

ser humano, al cliente y al paciente).

Las «minimáximas» resumidas en este libro

ofrecen al mismo tiempo bases para la

comunicación eficiente y para el encuentro

humano. Ayudan a ven cer resistencias o, mejor

dicho, impiden su aparición. Fortalecen la relación

terapéutica y promueven la motivación y la

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Éste es un valioso y entrenido libro para

psico- terapeutas, médicos, pedagogos y asesores,

a decir verdad, para todos aquellos que deben

tratar con seres humanos. Una vez que lo haya

leído usted, ¡páseselo a sus hijos! Tal vez no solo

les ayude a mejorar sus calificaciones en lengua

por medio de una manipulación más sutil de los

profesores y me jores redacciones.

Por lo demás, le recomiendo pedir que le

devuel van este libro y releerlo varias veces. Entre

otras cosas, porque así se dará cuenta de cómo

hicieron sus hijos para lograr el reciente

incremento de su paga.

BERNHARD TRENKLE Licenciado enpsicología e ingeniero industrial

Presidente de la Asociación Milton

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Introducción

Cuando yo iba al instituto, tenía intereses muy

diver sos: era un gimnasta bastante activo, tomaba

clases de violoncelo y tocaba en dos orquestas

juveniles. Ade más, era miembro de los scouts y

militaba en la organi zación juvenil de un partido

político. Por la tarde, una vez a la semana

aproximadamente, vendía programas de actos

culturales en las salas de conciertos y de

espectáculos de mi ciudad natal. Al mismo tiempo,

quería obtener las máximas calificaciones posibles

en las pruebas necesarias para entrar en la

Univer sidad y cursar la asignatura optativa que

deseaba a pesar de las limitaciones de plazas.

Puesto que para ello debía conciliar de algún modo

mis múltiples intereses extraescolares con los

deberes requeridos para sacar buenas notas,

desarrollé la ambición y la capacidad de obtener

los mejores resultados posibles con el menor

esfuerzo posible.

Mis actividades como psicoterapeuta, asesor

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y soluciones. Como instructor, procuro describir los

pasos más simples posibles que puedan enseñarse.

Así pues, también en estos contextos me planteo

una y otra vez cómo obtener el mayor éxito posible

con el menor esfuerzo. En este libro le presento a

usted los resultados de mi búsqueda de aquello

que surte el máximo efecto con el mínimo

esfuerzo. Mi ob jetivo con las minimáximas aquí

descritas es centrar la atención en recursos

comunicativos que

• puedan ser aplicados por los profesionales

de las más diversas escuelas, de manera ocasional

y eficaz, en casi todas las sesiones,

• sean lo más discretos posible (para que

haya poca «resistencia»),

• sean fáciles de describir y

• puedan ser aprendidos con rapidez por

cual quier persona.

Asimismo, las minimáximas deberían poder

comprenderse de inmediato y llevarse a la práctica

con provecho.

Con las 15 minimáximas que aquí presento,

me dirijo ante todo a psicoterapeutas, asesores,

supervi sores, instructores y desarrolladores de

organizacio nes. Dichos profesionales suelen seguir

estrategias muy complejas y eficaces. Las

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independientemente de la escuela a la que perte -

nezca, puede tener en cuenta en pequeña escala

para comunicar de manera más eficaz. De manera

que aquí no se trata tanto de las grandes

estrategias de la psicoterapia, el asesoramiento y

la conversación orientada a la solución, sino más

bien de las peque ñas sutilezas de la comunicación

lingüística. La suma de todas ellas puede

constituir una cualidad propia, especial, y mejorar

notablemente tanto los procesos de

asesoramiento y terapia como su resultado.

Dado que existen pocas cosas nuevas, aparte

de las olvidadas, no tengo la pretensión de

presentar algo radicalmente nuevo con las

minimáximas. Mu chas de ellas tienen su origen en

lo que aprendí en los libros de y sobre Milton H.

Erickson, con Steve de Shazer, de Jeffrey Zeig,

Stephen y Carol Lankton, Stephen Gilligan, Ernest

Rossi y mi colega de Ham- burgo Ortwin Meiss.

Además de los participantes de mis seminarios de

formación continua, han sido mis pacientes

quienes, en los últimos veinte años, me han

indicado una y otra vez detalles decisivos y han

estimulado mi capacidad de percibir esas

pequeñas cosas de gran efecto, describirlas y

reducirlas a lo esencial.También los editores de M.

E. G. a. Pliotis, la hoja informativa de la Asociación

Milton Erick son, han actuado en gran medida

como obstetras motivadores, publicando versiones

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numerosos y útiles comentarios Petra Brzoskowski,

Sibylle Clement, Hanns-Helmut Decker-Voigt,

Susann Fiedler, Margret Gróne, Sigrid y Gerwin

Grubel, Birgit Miillcr-Muth, Karin Peterson y

Gunthard Weber. A todos ellos les expreso mi más

profundo agradecimiento.

El contexto de aplicación de las minimáximas

es —como ya se ha dicho— la psicoterapia, el

asesora- miento,la supervisión, la instrucción y el

desarrollo de organizaciones. Pero con el tiempo se

compro bará que las minimáximas también pueden

resultar muy útiles en otros ámbitos. Las

minimáximas prác ticamente no tienen

contraindicaciones, hasta ahora no se han

registrado efectos secundarios negativos. Usted

también puede ayudar a descubrir dónde y cómo

pueden aplicarse con provecho. Además, doy por

supuesto que la compilación de minimáximas que

presento aquí es incompleta: aún queda mucho

por descubrir.

Hay un refrán alemán que dice: «Es fácil

hacerse las cosas difíciles, y difícil hacérselas

fáciles». Lo ad mito: a veces he tenicio bastantes

dificultades con la formulación concluyente y la

progresiva concentra ción en lo esencial de estas

minimáximas.

Pero la concentración y la reducción a lo esen -

cial han merecido la pena. En los últimos años, las

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actividad como psicoterapeuta y asesor. Cientos

de colegas de mis seminarios de formación

continua las emplean con gran provecho para

facilitar y mejorar su trabajo en los más diversos

ámbitos. Las sutilezas aquí descritas permiten

hacer una gran aportación para que los clientes

resuelvan sus problemas y lo gren sus objetivos

con mayor rapidez.

Gracias a la presentación clara y concentrada,

ahora puede usted leer y entender fácilmente las

15 minimáximas en una larga velada. Cuanto más

aplique usted las minimáximas, mayor provecho

sacarán usted y sus pacientes o clientes.

Cada capítulo viene acompañado por un lec-

torcillo osuno que, sin ninguna clase de prejuicios

ni conocimientos especializados, estudia con mu -

cho detenimiento cada minimáxima y expone sus

conclusiones en comentarios críticos. Usted podrá

acompañarlo a lo largo de su terapia y ver cómo

consigue superar sus problemas de un modo a

veces bastante peculiar.

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¡Vaya librito que me agenciao! Me gustan los libros, a vecespara leerlos. El título que le ha endiñao este tal doctor Priortiene gracia. Y va de problemas... mentales. Creo que novoy a poder con él, ni harto de miel. Habrá que pintarlealgún monigote para darle lustre, digo yo.

\J

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Minimáxima 1 «En el

En casi todas las sesiones de terapia es útil asegu -

rarnos de vez en cuando de que hemos entendido

bien al paciente en relación con su modo de ver y

sentir el problema o el síntoma. En general, lo

hacemos repitiendo lo que ha referido el paciente

con nuestras propias palabras o con las suyas. Se -

gún la orientación terapéutica, ello se denomina

«comprender», «parafrasear», «reflejar», «pacing»

o «acoplamiento». El paciente refiere, por ejemplo,

que a menudo tiene sentimientos de culpa

respecto a sus padres. Si el terapeuta añade a su

comprensión del problema el pequeño

complemento «Hasta ahora...» o «En el

pasado...», y formula «En el pasado, a menudo

tenía usted sentimientos de culpa respecto a sus

padres...», está siendo un poco más preciso que el

paciente, pues la mayoría de las veces, cuando

uno habla de debilidades, problemas y síntomas,

se refiere al pasado. De hecho, en el futuro las

cosas podrían y deberían ser distintas. El pequeño

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siempre que hablamos con el paciente acerca de

sus problemas, debilidades o síntomas, ya que con

ese pequeño suplemento se subraya la precisión

con que uno pretende entender al paciente: en el

pasado el paciente a menudo tenía... (en el

futuro pretende haber encontrado un medio

mejor, una solución, la curación). Así pues, este

pequeño su plemento ayuda a abrirse a mejores

posibilidades y soluciones futuras.

En el pasado no siempre se reconocía el

valor de este pequeño giro. En el pasado raras

veces se empleaba esta observación incidental de

manera deliberada en la conversación sobre

problemas orientada al futuro y a la solución...

¡Tienda usted a hablar de debilidades o

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He de reconocer que yo también tengo un problema. 0 dos.Como dice la canción, tengo una debilidá. ¿Por qué? ¿Porquién? No viene al caso. Pero esta debilidá me trae decráneo, tengo unos síntomas espantao- sos Qe, je, je). Voy aver si esta primera minimaxi me funciona. Si no lo heentendió mal, se trata de dejar pasar un par de días,osease, cuarenta y ocho horejas, y entonces ¡mi debilidáserá cosa del pasao!

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Minimáxima 2 No

«si...», sino «cómo...»,«qué...» y «cuál...»

Cuando hablo con asesores y terapeutas, me inte -

resa ver con qué frecuencia utilizan la palabrita

«si». Quiero saber qué ventajas y desventajas

tiene en su opinión el empleo de esa palabra.Y me

interesa cómo podría hacer yo para inducirlos a

sensibilizarse sobre ese «si». Mi opinión acerca de

esa palabra es clara: en general, es mejor sin

«si».

Por supuesto, la palabra «si» no es superflua;

por el contrario, puede llegar a ser de suma

utilidad. Es útil siempre que uno quiere obtener

del otro una clara decisión (a saber, «si sí» o «si

no») e información precisa acerca de «sí» o «no».

Ello es significativo cuando se trata de claras

aceptaciones o rechazos: «Me gustaría saber si

desea usted alquilar este piso, si vendrá al acto

que se celebrará el día..., si puedo contar con

usted en caso de...», etcétera. Para mu cha gente,

esta palabra probablemente adquiere su máxima

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De acuerdo con mi experiencia, en asesora-

miento o terapia no se trata tanto de preguntar

acerca de información precisa y decisiones ya

tomadas, sino que en general se trata más bien de

ayudar al paciente a encontrar decisiones y a

buscar en determinadas direcciones.Y dicho

proceso tiende a dificultarse al emplear la

palabrita «si»:

«Me gustaría saber• si ya ha pensado usted qué quiere lograr

haciendo esta terapia conmigo...• si ya ha notado usted alguna mejoría en sus

síntomas. ..• si tiene usted alguna idea respecto a nuevos

pasos o posibilidades...»

En el peor de los casos, el paciente no piensa

demasiado y, por si acaso, primero responde «no»

a estas tres preguntas. De ese modo, la situación

pa rece más grave y difícil. Además, se estimula así

una «actitud no», que hace más probable que el

paciente, independientemente de su verdadera

opinión, tienda a contestar «no» también a la

siguiente pregunta del terapeuta: «Después de

estas respuestas (negativas), desde luego se plantea

la pregunta de si aún tiene usted esperanzas».

Continuando con sus respuestas negativas, el

paciente tenderá a responder: «No, la verdad es

que ya no tengo esperanzas...» Entonces,la

situación es aún más difícil que antes, porque el

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Por otra parte, al terapeuta en realidad no le

interesa tanto si el paciente ya ha pensado. Lo

que quiere saber es qué ha pensado o, a más

tardar, qué piensa ahora respecto a esa cuestión.

Al terapeuta tampoco le interesa tanto si el

paciente nota alguna mejoría, sino cómo puede

hacer en adelante para centrar su atención en las

mejorías y qué es lo que percibe entonces. Desde

luego, el terapeuta tampoco quiere saber en

primer lugar si el paciente tiene ideas respecto a

nuevos pasos o posibilidades, sino que le interesa

que el paciente desarrolle ideas respecto a

nuevos pasos o posibilidades, y quiere saber

cuáles son esas ideas (lógicamente, el terapeuta

parte de la base de que esa pregunta favorece el

desarrollo de buenas ideas).Asimismo, el

terapeuta no quiere saber si alguien aún tiene

esperanzas, sino dónde se vis lumbra todavía un

rayo de esperanza y cómo alentar esa pequeña

esperanza. Así pues, en asesoramiento y terapia

no se trata tanto de «si», sino más bien de

«cómo», «qué» y «cuál», y ello debería

expresarse también en las preguntas del siguiente

modo:

«Me gustaría saber• qué ha pensado usted acerca de lo que

desea lograr haciendo esta terapia conmigo,• cuáles son las mejorías que ha notado en

sus síntomas,• cómo cree usted que podría dar más pasos

para mejorar,

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Puesto que para mí es muy importante que de

ahora en adelante a usted le resulte más sencilla

su labor de asesor y terapeuta y pueda trabajar

con más eficacia, me interesa saber:

• qué ventajas ve usted en la omisión

deliberada de las preguntas con «si»,

• cómo hará usted de ahora en adelante

para formular preguntas con «si» solo cuando

realmente quiera preguntar acerca de una decisión

por sí o por no,

• qué le ayudaría a emplear más las

palabras «cómo», «qué» y «cuál», en lugar de

«si»,

• cómo puede usted corregirse en el futuro

cuando en una entrevista de asesoramiento se le

escape un innecesario «si».

Por lo demás, incluso en la pregunta sobre el

matrimonio que mencionamos al principio, me -

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¡Vale, vale!, prohibió decir «si»... No lo diré más. Esta

terapia de las minimaxis mola, la verdá. Mis síntomas casi

han desapareció como por arte de magia: na por aquí, na

por allá. Me imagino un camino de risas -uy, perdón-, de

rosas, para mejorar... Pero hay algo que no entiendo,

doctor Prior. ¿Por qué me pregunta qué espero sacar de todo

este asunto... de la terapia? Eso lo debería saber usté, ¿no

le parece?

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Minimáxima 3

«¿Sino...?»

En ninguna agencia de viajes es posible reservar

un vuelo con destino a un aeropuerto «¡que no sea

el de esa deprimente ciudad de Glasgow!» Por

regla general, debe uno expresarse de un modo

más claro y positivo. Cuando un psicoterapeuta le

pregunta a alguien por sus objetivos en la terapia,

por regla general, la gente sabe muy bien qué es

lo que no quiere y adonde no quiere llegar.

Decir en términos positivos qué es lo que

uno quiere y adonde quiere llegar suele ser

muy difícil. Sin embargo, los objetivos que se

conocen y se pueden nombrar son mucho más

fáciles de lograr que los desconocidos e

innominados.

Para un psicoterapeuta supone una gran

tenta ción facilitarle demasiado al paciente la a

menudo difícil tarea de formular sus objetivos en

términos positivos. Si el terapeuta cree

precipitadamente (a saber, cuando el paciente

tan solo ha dicho lo que no quiere) que ya ha

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repente se encuentre sintiendo que él y su cliente

ya no están en el mismo barco. O se extraña de

que el paciente diga «sí, pero...» más a menudo de

lo habitual. En parte, el asesor o el terapeuta

puede evitarlo transmitiendo al paciente que le

gustaría ver cómo formula sus objetivos con sus

propias palabras positivas, que comprende

perfectamente que pueda resultarle difícil, pero,

no obstante, le pide que se tome esa molestia,

pues merece la pena, ya que así les resultará más

fácil luego ir en el mismo barco con rumbo al

mismo objetivo.

La manera más simple de expresar todo esto

es mediante la palabrita «¿Sino...?»: «De modo que

usted ya no quiere ©, ¿sino...?» Se deja la pregunta

en el aire y se mira al paciente con inquisitivo y

amable interés. Si a continuación el paciente

expresa otra variación de lo que no quiere, me rece

la pena volver a preguntar con amabilidad e

interés: «Ya, ya, de modo que usted ya no quiere ®,

¿sino...?»

Existe otra situación típica de terapia en la

que la palabrita «¿Sino...?», formulada en tono

interrogativo con amable interés, es una palabra

mágica. A saber, cuando el paciente informa de

que ha desaparecido la antigua conducta o

vivencia problemática:

Paciente: «La semana pasada no reñimos

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O bien el paciente dice: «Desde nuestra últimaentrevista no me he sentido tan mal, no he estadotan deprimido y apático...»

Terapeuta: Ya..., de modo que la semanapasada no se sintió usted tan mal, ¿sino...? ¿Cómo sesentía?

En estos casos, la palabrita «¿sino...?» abre la

puerta a una conversación que ayuda a convertir

las excepciones positivas en la regla.

Ello también tiene particular importancia para

los buenos odontólogos, cuyos pacientes al final

del tratamiento a veces comentan sorprendidos y

un poco desconcertados: «Es curioso... A pesar de

la inyección y del torno, hoy no ha sido tan terrible

como otra veces...» En este caso, el odontólogo

debería preguntar con amabilidad e interés: «Hoy

no ha sido tan terrible, ¿sino...? ¿Cómo ha sido?»

Después de pensar un buen rato, el paciente tal

vez diga: «Casi podría decir que me he sentido bien

con usted. Me he dicho a mí mismo: ahora él tiene

que trabajar, voy a tumbarme y quedarme

tranquilo». Posiblemente sea la primera vez que un

paciente traumatizado por los odontólogos asocie

las experiencias «ir al dentista» y «sentirse bien».

Al mismo tiempo, por medio de la formulación

desarrolla un concepto que también facilitará las

buenas experiencias en el futuro.

Es posible que, después de haber leído estas

líneas, usted ya 110 desee con tanta frecuencia

ahorrarle al paciente el necesario esfuerzo de

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Vaya, soy la indecisión osificada. Ahora mi debilidá es

mundial. Me van a llover los problemas como chuzos de

punta. Y para que escampe tendré que esperar una eternidá

y media. ¿Mi terapia al traste, doctor Prior? Este es mi

«sino», pero no tiene na que ver con el suyo, ¿verdá? Soy

fuerte en puntos débiles y débil en puntos fuertes. ¡Vaya

problemón!

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Minimáxima 4 ¡«Siempre»

A la gente le gusta utilizar la palabra «siempre»

para describir sus afecciones. Se suele decir, por

ejemplo:

• «Siempre me duele mucho la cabeza»,• «Siempre estoy muy deprimido» o• «Siempre reñimos mucho».

Esta clase de descripciones por medio de la

palabrita «siempre» son sumamente útiles para

trans mitir una impresión o dar una idea

aproximada del problema. Sin embargo, tienen la

desventaja de hacer que el problema parezca más

grave. Los dolores de cabeza que uno tiene

«siempre» se sienten como más serios y son más

difíciles de tratar en una terapia que los dolores de

cabeza que se producen a intervalos de cuatro a

seis semanas, preferentemente los fines de

semana, durante uno o dos días. Estar «siempre

muy deprimido» es peor que sentirse deprimido

principalmente los fines de semana, sobre todo los

domingos por la tarde. Reñir «siempre» también

Page 31: minimaximas.rtf

ciertos temas. Así pues, la palabra «siempre» hace

que el problema resulte más grave de lo que es en

realidad, porque presupone que en el pasado el

pro blema aparecía «siempre». Además, tener

«siempre» un problema no solo significa que uno

«siempre» lo ha tenido en el pasado, sino que

también lo tiene en el presente y lo tendrá

«siempre» en el futuro. El terapeuta debe ser

particularmente cuidadoso con esta implicación,

por la cual se excluyen soluciones o mejorías

futuras a través de la palabra «siempre». De

hecho, su tarea consiste en contribuir a que el

problema se modifique en el futuro. Así pues, la

palabra «siempre», en relación con un

problema o un síntoma, siempre los agrava.

El «siempre» exagera la dimensión real del

problema.

Ahora bien, puesto que un problema serio y

grande es más difícil de resolver que uno no tan

serio y pequeño, al terapeuta le interesa hacer

todo lo posible para que un problema se sienta

como lo más pequeño posible. Para reducir un

problema a su dimensión real y abrir la puerta a

futuras solu ciones del problema, es aconsejable

que el terapeuta responda con diferenciaciones a

las descripciones de problemas que contengan la

palabrita «siempre». Esto se puede hacer, por

ejemplo, mediante una comprensión expresada

con prudencia y preguntas que reduzcan el

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La palabra «siempre» se sustituye, pues, por

«en el pasado» (véase minimáxima 1: «En el

pasado...») y «a menudo», y el periodo objetivo

de sufrimien to se limita aún más por medio de una

pregunta. Esto hace que los problemas sean más

pequeños y, por tanto, más fáciles de resolver. Así

pues, no solo merece la pena comprender el

sufrimiento subjeti vamente enorme, sino también

procurar entender cuándo se producía dicho

sufrimiento en el pasado y cuándo no.

A veces, pese a estos esfuerzos terapéuticos

de diferenciación, el paciente insiste mucho en

que su síntoma está «siempre». En tales casos,

merece la pena preguntar primero si el paciente

siente que el terapeuta no toma en serio su

sufrimiento y quizá por eso subraya la magnitud y

la gravedad de su su frimiento («¡a ver si el

terapeuta se entera de una vez de lo mal que

estoy!»).En ocasiones,la insistencia en el

«siempre» se relaciona con ventajas del síntoma

que no han sido suficientemente valoradas.

Con todo, cuando, en efecto, alguien tiene

siempre un síntoma, habría que considerar la posi -

bilidad de que se trate de un síntoma

inmodificable, sobre el cual no es posible influir ni

siquiera con ayuda terapéutica. En ese caso, es

recomendable buscar maneras de vivir lo mejor

posible con ese síntoma inmodificable.

Page 33: minimaximas.rtf

síntoma, porque «siempre» nunca es verdad en

relación con un síntoma. Evite que un síntoma

empeore al añadir «siempre». Mantenga abierta la

puerta a futuros cambios. Distinga por medio de

sus preguntas cuándo aparecía el síntoma y

cuándo no: «¿Cuándo tenía usted ese problema?»Y

sobre todo: «¿Cuándo lo tenía en menor grado o no

lo tenía?» Genere de ese modo posibilidades de

formular preguntas que reducen el problema y

favorecen la solución.

Page 34: minimaximas.rtf

Estas cosas me matan, siempre me matan. Uy, vaya

patinazo, «siempre» no se puede decir. Bueno, me re fiero a

que me agobian de noche y de día. Y la sangre se me sube a

la cabeza y lo veo todo colorao. ¿Me comprende usté, doctor

Prior? Me temo que sus trucos no sirvan para curarme.

¡Desmiéntame, por favor!

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Minimáxima 5 «Su

problema es comparable a...

Es como...»

Algunas personas utilizan un lenguaje muy gráfico.Por ejemplo, un alto ejecutivo del sector farma-céutico de una multinacional hablaba furioso en elcoaching de que más del 70 por ciento de sutrabajo consistía, por así decirlo, en arrancar lasmalas hierbas. Retomé la comparación y la amplié:«Es un fastidio que tenga usted que pasar unacantidad tan grande de su valioso tiempo arrancandomalas hierbas, cuando en cierto modo es usted elpaisajista y debería dedicarse a elaborar proyectos ydiseños. Pero, como siempre tiene que estar arran-cando malas hierbas, casi nunca tiene ocasión desentarse en el escritorio del visionario y elaborarnuevos proyectos». En el primer momento me diola razón, pero luego señaló: «Ya, pero estar siempreen el escritorio diseñando grandes proyectos tambiénsería incompleto... No hay más remedio que arrancarmalas hierbas de vez en cuando. ..»A continuaciónhice una «no propuesta» (minimáxima 12): «Peromientras uno está arrancando malas hierbas nopuede pensar en los grandes proyectos ydesarrollarlos...» El replicó: «¿Por qué no? Desdeluego que no se puede

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hacer siempre y solo eso, pero un poco sí...»

Analizamos entonces cómo se pueden arrancar las

malas hierbas, por así decir, «de paso» y, al

mismo tiempo, seguir desarrollando mentalmente

los grandes proyectos. Al comienzo de la siguiente

sesión, el ejecutivo refirió cómo había pensado en

sus planes y proyectos, y los había desarrollado,

mientras «arrancaba las malas hierbas», siempre

muy alegre. Dijo que en adelante ya no estaría

descontento con ese «trabajo de ayudante de

jardinero», que se había reconciliado un poco con

él y ahora podía verle incluso un lado positivo.

En ocasiones, a partir de las imágenes y las

comparaciones de los pacientes se originan peque -

ñas historias terapéuticas, puesto que las historias

terapéuticas son comparaciones adornadas y am -

pliadas. Si los pacientes no utilizan comparaciones

en la descripción de su problema, el terapeuta o el

asesor puede proponerlas, porque las compara -

ciones a menudo liberan posibilidades de solución

o abren nuevas perspectivas. De ahí que sea muy

aconsejable expresarse por medio de imágenes

(lingüísticas), metáforas, alegorías y comparacio -

nes, y comenzar las frases del siguiente modo:

«Su problema (su situación) es comparable

con... Es como...»

Aparte de eso, el potencial de solución de

las comparaciones puede incrementarse

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una persona. A propósito, he aquí tres historias de

personas que lo hicieron de manera muy eficaz.

El famoso médico berlinés Rudolf Virchow

( 1821- 1902) no solo prestó grandes servicios al

progreso de la medicina mediante sus investiga -

ciones en el campo de la patología, la fisiología y

la anatomía. También tuvo mucho éxito en la

política. Además de la construcción de numerosos

hospitales, fue gracias a él que, en la segunda

mitad del siglo xix, Berlín contó con un eficiente

sistema de canalización. Eso permitió combatir el

cólera, que hasta entonces se había cobrado

decenas de miles de vidas en reiteradas

epidemias. A menudo le preguntaban aVirchow

cómo, siendo médico, había conseguido reformas

de tanto alcance en el ámbito político.Virchow

solía responder con una compa ración entre la

política y lo que él, por ser médico, sabía acerca

de los procesos que tienen lugar en el cuerpo

humano: «La política no es nada más que

medicina a gran escala». A su juicio, también en la

política hay diferentes órganos, constituidos por

numerosas células diferentes.Y todas esas células

y órganos están relacionados. Transfiriendo el

saber médico del cuerpo humano a la política, es

posi ble adoptar las medidas preventivas y

terapéuticas adecuadas.

Cuando comenzó la primera partida pública

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la computadora de ajedrez más poderosa de aquel

entonces Jan no se sentía bien. Los diez millones

de posiciones que la computadora podía evaluar

por segundo le inspiraban mucho respeto. De ahí

que al principio el estado de Wahls fuese todo

menos óptimo para poder jugar bien contra el

gigante del centro de investigación de ibm. La

solución provi no de la novia de Wahls. Ella sabía

que, cuando se enfrentaba con rivales femeninas,

Jan casi nunca perdía y siempre jugaba muy bien,

de modo que le dijo: «¡Imagina que Deep Thought

es una mujer!». Wahls ganó la partida (la

computadora se rindió al cabo de 28 jugadas).

A principios de los años noventa, la activista

de Greenpeace Monika Griefahn se convirtió en

ministra de Medio Ambiente del Estado alemán de

Baja Sajonia. Muchos se preguntaban entonces

cómo lograría pasar de activista de Greenpeace a

ministra de Medio Ambiente, ya que, en efecto,

son dos tareas completamente distintas. Griefahn,

que ante todo veía puntos en común, opinaba: «En

realidad, lo que hago como ministra se parece al

trabajo en Greenpeace: hago lo mismo que en las

campañas de Greenpeace, trabajo en comisiones,

intento persuadir y motivar a la gente, defiendo

nuestro medio ambiente, etcétera».

¿Qué estructuras subyacen en estos tres

Page 39: minimaximas.rtf

• El problema de Rudolf Virchow era que

Berlín necesitaba una nueva y eficiente

canalización para reducir el riesgo de epidemias.

Su punto fuerte era ser un buen médico.

Su solución fue comparar su labor política con

su trabajo como médico y prestar atención a los

puntos en común.

• El problema de Jan Wahls era que debía

jugar contra una computadora que consideraba

poderosa.

Su punto fuerte era jugar frente a rivales

feme ninas. Contra las mujeres siempre jugaba

bien y se encontraba en un estado óptimo para la

partida.

Su solución fue ver a la computadora como

una jugadora de ajedrez.

• El problema de Monika Griefahn era que

de repente pasó a ser ministra de Medio Ambiente.

Su punto fuerte era el trabajo en Greenpeace.

Su solución fue comparar su labor ministerial

con su trabajo en Greenpeace y prestar atención a

los puntos en común.

La estructura de estos tres extraordinarios

Page 40: minimaximas.rtf

los largos años de práctica le habían conferido

gran dominio y seguridad en el manejo de

ordenadores. De modo provisional, sostuve la

absurda tesis de que las mujeres son como los

ordenadores. Al discutir esta postura muy

cuestionable —no solo desde el punto de vista

feminista—, mi paciente se dio cuenta, por

ejemplo, de que también en el trato con mujeres

la práctica hace al maestro, de que también con

las mujeres hay que hacer algo primero, para no

sacar conclusiones equivocadas sobre lo de dentro

a partir de lo de fuera, y que también con las

mujeres es fundamental el inputy entrar los datos

correctos en el lenguaje correcto. Esta grotesca

discusión dismi nuyó la sensación que tenía mi

paciente de que las mujeres son criaturas

inquietantes a las que resulta imposible aprender

a entender y con las cuales uno siempre lo hace

todo mal. Una vez que, gracias a esta

conversación, se redujo un poco la tensión que

hasta entonces suponía para él este tema,

1. En los países de habla inglesa, dondeno es posible inferir si el género gramaticalde tlie Computer es masculino o femenino,existen varias razones para inclinarse poruna u otra opción.

Page 41: minimaximas.rtf

Este procedimiento también ayudó a un ta -

lentoso músico profesional, que tenía un problema

similar, a concebir perspectivas y posibilidades

completamente nuevas. Después de dos terapias,

en las cuales había analizado a fondo diversos

aspectos de su personalidad, su objetivo también

era que se le prestara apoyo para poder por fin

conocer ínti mamente a una mujer. Le expliqué que

conocer a una mujer era como familiarizarse con

una nueva obra musical: algunas nos gustan a

primera vista, pero al poco tiempo nos parecen

sosas; otras no revelan todas sus profundidades

hasta que nos de dicamos a ellas prolongada e

intensamente, y otras nos gustan, pero no encajan

con nosotros. Algunas obras musicales requieren

mucho estudio para poder sacar algún provecho

de ellas, otras parecen hechas a nuestra medida, y

en otros casos el esfuerzo es tan grande que no

merece la pena, sobre todo por que no nos gustan

4) En cuanto te decides por uno, te dascuenta de que podrías haber conseguido un

1) Nadie más que su creador2) El lenguaje en el que se comunica

con otras computers no es comprensible3) Hasta el más pequeño de tus errores4) En cuanto te decides por una, te das

cuenta de todo el dinero que gastas en

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intríngulis, una parte difícil que nos cuesta mucho

tocar de manera armónica.Y para la música, ya se

sabe, hay que estar inspirado, y a veces la cosa no

va bien, simplemente porque desde el principio ha

habido discordancias.

Es probable que en sus próximas entrevistas

advierta usted más a menudo la plasticidad con

que a veces sus pacientes se expresan con

comparaciones. Las comparaciones son como

semillas, de las que pueden originarse

soluciones. Usted se permitirá cada vez más el

útil placer de adornar tales imágenes,

infundiéndoles vida y energía. Las comparaciones

liberan las fantasías lúdicas y los puntos fuertes.

Las comparaciones ayudan a multiplicar los puntos

fuertes. Cada vez que utiliza usted una compara -

ción en las conversaciones sobre el problema, está

ofreciendo la semilla de una solución. Las descrip -

ciones de problemas a menudo son como cárceles.

Una llave para escapar de tales cárceles puede ser

una comparación, con la que abre usted el camino

al potencial «reino de la solución»: «Su problema

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No es por vanidá, pero yo diría -es más, digo- que mis

problemas no admiten comparación alguna con los de

ningún otro oso. Un problema mío me deja más chafao que

dos o tres de cualquier ser osuno, por muy pardo que sea.

No digamos si se trata de un pandilla. Y no sigo porque las

comparaciones son odiosas...

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Minimáxima 6

A menudo, la activación de un estado malo

comien za con un temeroso

• «Ojalá nada malo ©...»:

• «Ojalá esta noche no volvamos a reñir

Page 45: minimaximas.rtf

el miedo y la desesperación aumentan cuanto más

temeroso, desamparado, atormentado y

desesperado hacemos que suene ese «Ojalá nada

malo ©...», cuanto más dejamos que se note que

esperamos en vano, que secretamente sabemos —

aunque no queramos admitirlo— que no podremos

evitar ese cruel destino por mucho que

confiemos.Y si, ade más, al pensar o decir «Ojalá

nada malo ©...» nos encogemos mentalmente de

hombros y nos doble gamos ante los reveses

supuestamente inevitables del destino, entonces

el temeroso resultado no deseado resulta casi

perfecto.

¿Qué podemos hacer cuando alguien

cultiva el estilo «Ojalá nada malo ©...»?

Podemos pe dirle que describa con expresiones

positivas cómo espera poder actuar, pensar, sentir

y ver las cosas. Así surgen frases e ideas bajo el

lema «Ojalá algo bueno ©...», es decir,

expectativas más bien positi vas, motivadoras y,

por lo tanto, se genera confianza, la sensación de

que uno se enfrenta a un desafío y puede hacer

algo. Dichas frases empiezan con un confiado

«Ojalá...», «Sin duda ©...», «Seguramente ©...»,

«Probablemente ©...»

• «Ojalá esta noche evitemos los temasdelicados o los discutamos de manera imparcial.Espero que esta noche consigamos pasar una veladaagradable, completamente normal, con una buena

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• «Ojalá en la próxima situación que sepresente piense: “¡De algún modo lo conseguiré!”»

• «Probablemente mi buen presentimiento seacentúe y consiga una espiral de éxitos...»

Siempre que el paciente tiene temores del

tipo «Ojalá nada malo...», un asesor o terapeuta

comprometido puede reformularlos en su lugar. Por

lo general, sin embargo, es mucho mejor pedirle al

paciente que formule por sí mismo sus

expectativas en términos positivos. Para ello

resulta particular mente apropiada la palabrita

mágica «¿Sino... (©)?», de la minimáxima 3,

pronunciada con expectación e interés. Alguien

comprensivo diría, por ejemplo: «Ojalá en la

próxima situación usted no vuelva a pensar “¡De

todos modos no lo conseguiré!”, sino... (¿qué cosa

buena desea pensar?)». Este «¿Sino... (©)?»,

preguntado con expectación, es un asistente para

la articulación y, a menudo, un auténtico obstetra

de las expectativas y los deseos positivos del

paciente. Si, además, por medio de preguntas

constructivas (minimáximas 8 y 9) se le pide al

paciente que explique y muestre en qué tono y

con qué actitud espera poder pensar sus ideas

positivas, se aprovecha el efecto reforzador del

tono y de la actitud, y al preguntar se induce un

poco al paciente a activar los pensamientos y las

actitudes deseadas. Por me dio de algunas

preguntas, el paciente quizá dirá y demostrará:

«La próxima vez me gustaría poder decirme con

tranquila seguridad y confianza como ahora: “A ver

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cómo lo solucionas. De alguna manera loconseguirás”. Y entonces me gustaría estar erguido,fuerte y bien activo, tal como lo estoy ahora».

Desde luego, lo que he explicado aquí para la

entrevista de asesoramiento o terapia también es

válido para el monólogo interior o la reflexión. Al

«Ojalá nada malo...» se le puede añadir cada

vez con más frecuencia un «¿sino... (©)?», de esa

manera es posible tener expectativas cada vez

más positivas y luego sustituir el «Ojalá algo

bueno ©...» por un confiado «Seguramente algo

bueno ©...»

Ojalá esta minimáxima no haya pasado por

usted sin dejar huella, sino que le haya

sensibilizado sobre el problemático «Ojalá nada

malo...». Ojalá el «Ojalá algo bueno ©...» se le

quede grabado. Seguramente, ahora usted se

interesa más, está más concentrado y de esa

manera descubre las posibilidades que brinda esta

minimáxima. Seguramente, en las próximas

entrevistas usted también le prestará más

atención y comprobará lo útil que es esperar

confiado algo bueno con ayuda de la palabra

mágica «¿sino... (©)?» Probablemente, usted

recuerde esta intervención y la emplee con éxito

cada vez con mayor frecuencia y naturalidad. Y

sin duda en su escritorio hay un buen sitio para

estas páginas, que le haga recordar

automáticamente lo bueno que puede ser

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Vaya, un despiste y, ¡zas!, pienso de nuevo en mí y en micircunstancia, que es una empaná de problemas. Ycomienzo a hundirme como un oso de plomo... Vale, voy apensar en positivo, en algo bueno. Por ejemplo, que soy unoso de peluche y mi osa me acaricia la cabeza... DoctorPrior, esto promete. ¡Gracias por el consejo que me he dao!

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Minimáxima 7

«...aún no...»

Supongamos que sufre usted con la carga que a

veces supone su trabajo. Tal vez lo expresaría

mediante la siguiente frase: «Mi trabajo me resulta

siempre muy pesado...» Un interlocutor sensible

puede reaccionar con unas palabras comprensivas:

«Su trabajo siempre es muy pesado... Usted sí que

tiene un trabajo pesado...» Probablemente, usted se

sienta entonces un poco aliviado, porque (por fin)

alguien lo comprende. No obstante, el centro de la

atención sigue estando en la pesada carga que

siempre supone su trabajo. ¿Qué le pasaría a

usted si a continuación el interlocutor comentara:

«De modo que usted aún no ha hallado los medios

suficientes para tomarse un poco más a la ligera ese

trabajo pesado...»? Tras esta observación

comprensiva, están en perspectiva los medios

para tomarse un poco más a la ligera el

trabajo pesado.

A alguien que sufre sobrepeso, se le puede

decir de manera comprensiva: «Usted sufre

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“de peso”. Aún no ha hallado los medios suficientespara adelgazar hasta conseguir el peso que desea...»

Las personas que padecen frecuentes dolores

de cabeza suelen quejarse de que siempre les

duele mucho la cabeza. Después de la

minimáxima 4 sabemos que «siempre» nunca es

verdad en relación con un síntoma. Aparte de esto,

un interlocutor comprensivo puede transmitir, en

primer lugar, que entiende muy bien el sufrimiento

provocado por esos dolores de cabeza y luego

continuar: «De modo que hasta ahora usted ha

hallado pocos medios para mitigar esos dolores de

cabeza o evitarlos por completo durante mucho

tiempo.Y si usted no puede evitar esos dolores de

cabeza, aún ha desarrollado muy pocos recursos para

reducir esos dolores de cabeza de manera más o

menos satisfactoria y volver a sentirse bien».

No solo en la terapia de pareja hay parejasque se quejan de que «siempre» riñen mucho.¿Qué pasaría si el interlocutor comprensivo dijera:«Hasta ahora aún no ha podido usted aclarar demanera satisfactoria algunas cosas con su pareja,pues aún ha hallado muy pocos medios para mantener con él una conversación constructiva sobreesos temas o para hablar con objetividad de esascosas con él...»

Las personas que sufren adicción a comprar

«fla quean» con mucha frecuencia ante la ropa y

compran demasiadas cosas que después no

necesitan ni desean tener. Tras haber comprendido

que a menudo (¡no siempre!) eso constituía un

Page 51: minimaximas.rtf

asesor orientado a la solución puede continuar:«De modo que en el pasado usted aún desarrollabamuy pocas estrategias para mantenerse firmecuando iba de tiendas y para tener presente lo querealmente necesitaba...»

Como podrá usted ver en estos ejemplos, hay

una gran diferencia entre:

• «reñir siempre» o «aún no haber podidoaclarar de manera satisfactoria algunas cosas.«aúnhaber hallado muy pocos medios para mantener unaconversación constructiva y hablar de asuntosdelicados con objetividad»;

• «ser adicto a comprar y débil, comprarsiempre cosas que uno después no necesita» o«haber desarrollado aún muy pocas estrategias paramantenerse firme cuando uno va de tiendas y paratener presente lo que realmente necesita»;

• «incapacidad para ¡os exámenes» o «aún nohaber desarrollado lo suficiente la capacidad depoder disponer de sus conocimientos en losexámenes»;

• «estancamiento, inmovilidad» o «aún nohaberse puesto en marcha»;

• «desconcierto» o «aún no tener lacompetencia suficiente» y «aún no encontrar salida»;

• «falta de memoria» o «aún no haber halladomedios para recordar»;

• «sucio» o «aún no estar limpio»;• «desorden» o «aún no estar ordenado»;• «tener siempre una pila de cosas en el

escritorio» o «aún no haber hallado tiempo/fuerzaspara ordenar esta pila de cosas»; «aún no disponerde estrategias para

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reducir de ahora en adelante esta pila de cosas nobien empieza a formarse...»

En asesoramiento y psicoterapia suele hablar -

se de objetivos, problemas, síntomas, debilidades,

incapacidad, partes o cualidades «malas», que se

rechazan. Con ayuda de las dos palabras «aún

no» es posible concentrar la atención en los

potenciales, las oportunidades y las perspectivas:

• los objetivos son objetivos que aún no

se han logrado;

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Mire por donde, este consejo tampoco me parece gran cosa.Lo mío es un sinvivir. ¡Debería cambiar de rumbo ya mismo!Pero aún no estoy preparado, salta a la vista, doctor Prior.Aún reina el desorden. Aún no veo ninguna luz al final deltúnel. Ningún objetivo aparece aún en mi horizonte... Estoymás bloqueao que... que... Ve, no tengo remedio. Pero quequede clara una cosa: cualidades negativas no tengo. ¡Estees mi clavo ardiente!

Page 54: minimaximas.rtf

Minimáxima 8Preguntas

En la entrevista psicoterapéutica,las preguntas no

son solo un medio de diagnóstico para recoger

informa ción. La pregunta indicada en el momento

indicado puede ser una fuerte intervención

terapéutica. Las preguntas inteligentes son el

modo más sencillo para dirigir la atención del

paciente hacia rutas provecho sas. Asimismo, son

la manera más simple de favorecer la búsqueda

conjunta de soluciones y recursos.

Mediante la forma de la pregunta es posible

ejercer una influencia decisiva sobre:

• si el paciente busca mucho o poco,

• en qué medida la pregunta dirige la

atención, y

• si uno le simplifica o le complica innecesa -

riamente las cosas al paciente.

En el siguiente diálogo, el terapeuta formula

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Paciente: Estoy siempre muy deprimido...Terapeuta: ¿Recuerda alguna ocasión reciente

en la que no haya estado deprimido?Paciente: La verdad es que no...Terapeuta: ¿Hay alguna posibilidad de que usted

evite estar deprimido?Paciente: No, es que siempre caigo en un abati-

miento así...Terapeuta: ¿Hay alguna posibilidad de que usted

lo pase bien?Paciente: Ahora mismo no se me ocurre

ninguna. Es que de veras estoy siempre tandeprimido...

Terapeuta: ¿Hay un primer paso para que ustedpueda salir de su depresión y recobrar las fuerzas y elánimo?

Paciente: Tal vez lo haya, pero yo no hago otracosa que hundirme cada vez más... La verdad es queesperaba que usted pudiera ayudarme. Pero esprobable que yo sea realmente un caso difícil...

En el diálogo anterior, por precaución, el pa -

ciente contesta «no» a todas las «preguntas de

res puesta si/no» del terapeuta y no reflexiona

mucho. Al final parece resultar cierta una secreta

sospecha que hasta ese momento no estaba

confirmada, y el paciente «reconoce» que es un

«caso difícil». Pero, mirándolo bien, este

«reconocimiento» es un resulta do de las preguntas

de respuesta si/no. Es cierto que dichas preguntas,

absolutamente bienintencionadas, se refieren a

excepciones de la regla del problema

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(«estar siempre muy deprimido»), a posibilidades

y pasos de mejoramiento. Sin embargo, a fin de

cuen tas, por su forma solo contribuyen a que el

paciente vea, por así decirlo, oficialmente

confirmada por un psicoterapeuta su sospecha de

que es un «caso difícil». En general, este

«reconocimiento» fatal al principio de una terapia

aumenta y agrava de forma considerable el

problema . 1 Los terapeutas orienta-

1. De manera un tanto más poética,Anna describe la reducción de lasposibilidades por medio de preguntas enuna conversación con Fynn. Ella le habíarogado al Señor Dios que le enseñara apreguntar correctamente y luego explica:

—Las cajas de los seres humanos sevuelven cada vez más pequeñas.

—¿Qué cajas?

—He pensado que cada pregunta sehalla en una caja, y las respuestas queobtienen las personas siempre tienenexactamente el mismo tamaño que la cajadentro de la cual está la pregunta. Ocurrelo mismo que con las dimensiones,¿recuerdas?

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dos a los recursos y la solución prefieren aspirar al

reconocimiento de que se trata de un «caso fácil».

Para un «caso fácil», y con un «caso fácil», es más

sencillo encontrar soluciones.

Una «pregunta de respuesta sí/no» orientada

a la solución, por ejemplo, «¿Tiene usted ideas

acerca de cómo podría solucionar su problema?»,

solo puede tener por respuesta un «sí» o un

«no».Y, por regla general, es más fácil seguir

trabajando cuando el paciente contesta

afirmativamente la pregunta por las ideas de

solución. Por el contrario, si el paciente responde

«no» a dicha pregunta, el terapeuta estará en una

situación más bien difícil. Así pues, después de

tales preguntas de respuesta sí/no tan solo se

puede ganar o perder. Por eso las he definido de

manera informal como «preguntas de tahúr». Son

preguntas apropiadas, sobre todo, para colegas

muy maduros, que al cabo de largos años de

profesión buscan nuevas posibilidades para hacer

que su labor terapéutica resulte tan emocionante

como un juego en el que se puede ganar, pero

también perder.

Si el terapeuta del diálogo anterior formula las

mismas preguntas de otra manera, es decir, como

«preguntas constructivas», puede obtener un

re sultado muy distinto:

Terapeuta: ¿Qué puede decirme en primer lugar

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Terapeuta: En el pasado usted a menudoestaba muy deprimido (minimáxima 1, «En elpasado...», y minimáxima 4, «¡“Siempre”nunca esverdad en relación con un síntoma!»). ¿Cuándo haestado un poco menos deprimido, o quizá inclusonada deprimido, últimamente?

Paciente (después de pensar un buen rato):En realidad, solo una vez que me animé a ir a unmercadillo de viejo...

Terapeuta: ¿Cómo se sintió cuando se animó air allí?

Paciente: La verdad es que al principio no meapetecía. Pero luego lo pasé muy bien. De eso haráya más de un mes...

Terapeuta: ¿Cómo era no estar deprimido, cómose sentía usted allí? ¿Qué es para usted lo contrariode «deprimido»?

Paciente: Mire usted, es un poco como eraantes, me intereso por lo que hay, converso con lagente y me olvido de todo lo que tanto me afligenormalmente. Entonces ya no es todo tan difícil....

Terapeuta: Entonces ya no es todo tan difícil,sino... ¿cómo es entonces? (minimáxima 3,«¿Sino...?»).

Paciente: En cierto modo, más fácil.Simplemente estoy ocupado con lo que me interesa,las cosas viejas, si están bien conservadas, losprecios, el regateo, etcétera.

Terapeuta: ¿Y qué posibilidades podría ustedimaginar para ver cómo ocuparse más a menudo delo que le interesa, el mercadillo, las cosas viejas, losprecios, etcétera?

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Paciente: Pues bien, tendría que animarme mása menudo como aquella vez e ir al mercadillo a pesarde que en un principio no me apetezca.

Terapeuta: ¿Y cuál podría ser un primer pasopara animarse?

Paciente: Tendría que comprarme un periódicodonde se publiquen todas las fechas en que haymercadillo...

Por medio de las preguntas constructivas del

terapeuta, el paciente se ve involucrado con gran

eficacia en procesos de búsqueda constructivos.

Mediante la forma de la pregunta se descarta en

gran medida la posibilidad de que el paciente diga

«no» por precaución.

Si uno busca de una manera intensa y

específica con el paciente en una determinada

dirección (los terapeutas orientados a la solución

buscan prefe rentemente mejoras de los síntomas,

excepciones a la regla del problema, puntos fuertes

del paciente, ideas y enfoques que apuntan a la

solución, etcé tera) y si le gusta descubrir lo que

buscaba, debería formular preguntas que impliquen

lo que se busca como algo que ya existe. El mejor

modo de co menzar tales preguntas es con las

palabras «qué...», «cuándo...», «cuál...»,

«quién...», «cómo...», «en qué...», «con

qué...», todos adjetivos y pronombres

interrogativos:

• «¿Qué quiere lograr en esta sesión?»• «¿Qué ideas tiene usted que puedan

ayudarle a solucionar su problema?»

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• «¿Qué ha encontrado usted hasta ahora quelehaya ayudado a solucionar su problema?»

• «¿Qué ha notado usted que ha cambiado, oquizá mejorado, desde nuestra última sesión?»

• «¿Cuáles de las capacidades que usted tienepodrían ayudarle en esta difícil situación?»

• «¿De qué puede servirle ahora el haberresistido y saber que, de una forma o de otra, hastaahora siempre lo ha logrado todo? ¿Ycómo ha hechohasta ahora para lograrlo?»2

Ya solo por la forma de estas preguntas

constructivas se transmite claramente que el

terapeuta quiere saber más detalles, que está muy

interesado y que lo que pregunta le parece

importante. Las preguntas constructivas son

constructivas porque son productivas y útiles, y

ayudan a construir lo que el paciente y el

terapeuta desean.

• ¿Qué cree usted que es lo importante de laspreguntas constructivas?

• ¿Qué ventajas de las preguntas constructivaslo convencen más?

2.Han sido más bien raras las veces queel pronombre interrogativo «por qué» haresultado útil en mis entrevistas conpacientes. Pero, según las circunstancias, alcomienzo les pregunto sin falta a los

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• ¿Con qué frecuencia planteaba usted

preguntas constructivas hasta ahora?

• ¿Cómo podría usted sensibilizarse sobre la

diferencia entre las preguntas de respuesta sí/no y

las preguntas constructivas?

• ¿Cómo podría hacer usted para formular a

menudo a sus pacientes preguntas constructivas?

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Está claro que no puedo seguir así. Plantao en el de sastre,quiero decir. No me gusta hacerme preguntas porque mepierdo, pero tendré que esforzarme un poco, ¿no, doctor? Aver, por ejemplo, ¿quién soy ? Evidentemente, soy un oso,aunque a veces parezco un ser humano, con su inseparablesaco de problemas a la espalda. ¿De dónde vengo? Qué másda, soy un oso de mundo, aunque me muevo menos que laestatua de la Libertà. ¿Adonde voy? Vaya pregunta. Demomento, a la cama, a darle vueltas a todo esto abrazao ala almohada.

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Minimáxima 9Preguntas

constructivas por

pequeños pasos

En la última minimáxima distinguimos entre «pre-

guntas de respuesta sí/no» y «preguntas

constructivas». Las primeras son con las que se

pide un «sí» o un «no» por respuesta. Las

segundas comienzan con un pronombre o un

adverbio interrogativo (cuándo..., cómo..., cuál...,

qué...)

Cuando un paciente refiere: «Siempre estoy

muy deprimido...», los terapeutas pueden formular

preguntas de respuesta sí/no muy comprometidas

y sensatas para conocer los motivos de la

depresión pa decida. Pese a todo su compromiso,

no suele sacarse en claro nada más de las

respuestas del paciente:

Terapeuta: ¿Es posible que su trabajo le resulteexcesivo?

Paciente: No, en realidad no...Terapeuta: ¿Le agobia la tirantez de las

relaciones con su mujer?Paciente: No, no puedo decir tal cosa...Terapeuta: ¿Es posible que le siga pesando el

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Paciente: No, en realidad ya debo de haberlo su-perado. ..

Tal como demuestra este breve diálogo, en

ge neral para los terapeutas es mucho más fácil y

pro ductivo recoger datos de diagnóstico mediante

una abierta pregunta constructiva: «¿Con qué

podría estar relacionado el hecho de que en el

pasado usted se sintiera a menudo tan deprimido?»

Por regla general, esta pregunta hará reflexionar al

paciente más que las tres com prometidas

preguntas de respuesta sí/no del diálogo anterior

juntas. Además, seguramente al terapeuta le

cuesta más esfuerzo formular esas tres preguntas

de respuesta sí/no basadas en hipótesis.

Las preguntas constructivas también resultan

apropiadas para (re)construir soluciones. No obs-

tante, es fundamental formular las

preguntas constructivas orientadas a la

solución por pasos lo más pequeños posible,

pues cuando las pre guntas constructivas se hacen

«en porciones muy gruesas», es decir, cuando se

pregunta por solu ciones grandes, definitivas, la

conversación puede tomar un rumbo desfavorable:

Paciente: Siempre estoy muy deprimido...Terapeuta: ¿Y cuál es el motivo principal (paso

demasiado grande) por el cual está tan deprimido?Paciente: La verdad es que no lo sé...Terapeuta: ¿Cuándo se siente usted realmente

bien (paso demasiado grande)?Paciente: La verdad es que nunca...

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Terapeuta: ¿Y qué puede hacer usted ahorapara salir de una vez de su depresión (pasodemasiado grande, ya que ni siquiera está claratodavía la alternativa a la depresión)?

Paciente: Lamentablemente tampoco lo sé. Si losupiera...

Terapeuta: Pero solo necesitamos un primerpaso decisivo (paso demasiado grande). ¿Cuál sería,pues, el primer paso decisivo (paso demasiadogrande a pesar del condicional)?

Paciente: Lamentablemente, tampoco lo sé...Mire usted, ahora me doy cuenta de lo profunda quedebe de ser mi depresión.Y me pregunto si aún mepodrán ayudar...

En este breve diálogo, si bien todas las

pregun tas del terapeuta se orientaban a la

solución, eran muy difíciles de responder para el

paciente. De ese modo se desarrolla rápidamente

en él una «actitud yo no sé». Después de unas

pocas preguntas dema siado difíciles, el paciente

ya solo parece saber que probablemente no

puedan ayudarlo. Ese resultado fatal se produce

debido a una sucesión de preguntas por grandes

pasos.

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Paciente: Hace un año murió mi padre. Fuebastante duro para mí. Bueno, y quizá también le doydemasiada importancia a algunas cosas en eltrabajo...

Terapeuta: ¿Cuándo ha estado usted un pocomenos deprimido últimamente?

Paciente: Durante las vacaciones, hace tressemanas, entonces era bastante menos...

(En este punto sería un paso demasiado

grande preguntar por estrategias de mejoramiento.

Por eso, el terapeuta pide primero que se le

explique mejor cómo es cuando la depresión es

«bastante menos». Al terapeuta le interesa qué es

«más» y cómo el paciente puede describir de una

manera positiva ese «más»).

Terapeuta: ¿Ycómo era usted durante lasvacaciones, cuando estaba bastante menosdeprimido? ¿Qué cosas hacía que últimamente hayaestado haciendo más bien poco?

Paciente: Volví a ser un poco como era antes,hasta volví a practicar deportes un par de vecesJugué al voleibol, fui a nadar y en general hacíabastantes cosas...

Terapeuta: ¿Ycómo se sentía?Paciente: ¡Ah!,fue muy bonito, uno se siente un

poco diferente..., mejor y más ágil...Terapeuta: ¿Y cómo podría hacer usted, aquí,

para poco a poco volver a hacer algo de deporte omoverse más, para volver a sentirse más como antestambién aquí?

Paciente: Mmm... Esa es una buena pregunta,difícil pero buena...Tal vez podría... (y entonces elpaciente

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busca respuestas a esta pregunta constructiva por

pequeños pasos).

Por medio de muchas preguntas

constructivas por pequeños pasos,

planteadas sucesivamente por el terapeuta,

se suscita en el paciente, de un modo

comunicativo, la experiencia de una

creciente competencia en la contestación de

preguntas relevantes para la solución: «De

una manera o de otra sé responder a todas sus

preguntas, a pesar de que aún no había pensado

en muchas de las cosas que usted quiere saber. Y,

además, se me ocurren entonces ideas muy

útiles.Tal vez yo no sea tan tonto como pensaba».

Al preguntar por solucio nes, facilita las cosas

preguntar primero en condicio nal por «lo

imaginable»: «¿Yqué sería algo imaginable como un

pequeño primer paso para la solución?». Una vez

que el paciente ha sido capaz de dar algunas

respuestas a esa pregunta, es posible ir

abriéndose camino paso a paso para la pregunta

formulada en indicativo: «¿Y qué partes de tales

pasos imaginables de la solución le parecen más

viables?». La interrogación constructiva acerca de

soluciones debería avanzar, pues, desde el

condicional no vinculante, que fa vorece la lluvia de

ideas, hacia el indicativo. Con la transición casual

al indicativo tienden a producirse hechos

vinculantes y se pueden «asentar» los pasos de la

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constructivas por pequeños pasos. Estas deberían

apuntar a soluciones, mejoras, capacidades y

recur sos del paciente. Luego se puede «lucrar»

con las respuestas obtenidas.

Experimente usted mismo con sus formas de

preguntar. Es posible que, sin haberlo notado, ya

haya formulado de manera ocasional preguntas

constructivas por pequeños pasos. Permítase dar

pe queños pasos cuando aprenda a formular

preguntas constructivas por pequeños pasos de un

modo cada vez más sistemático. ¿Cuál sería la

mejor manera de proceder? ¿Qué experiencias

adquirirá usted si en sus próximas entrevistas

formula preguntas cons tructivas por pequeños

pasos de forma plenamente consciente?

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La última sesión me dejó tocao y no he pegao ojo en toda lanoche. Yo creía que me iba a ir mejor. Lo de ir avanzandopasito a pasito es una verdá como una colmena. Habrá queir estableciendo prioridades. Por cierto, las tendrá ustépatentadas, ¿no, doctor? Voy a comenzar por dejar estamesa como una patena. Luego acometeré otra prioridad,pero todo a su tiempo. Dígame, doctor Prior, usté que ya meconoce bastante, ¿soy un caso difícil? ¿Podré salir de esta?

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ideas que se generan en lo más íntimo de su alma, ohablaría más de su problema con otras personas yprestaría especial atención a las cosas útiles quesurjan? ¿O más bien llegaría de un modo totalmentedistinto, poco convencional, a nuevos principios desolución?»

• «Si esta vez dejara usted de fumar parasiempre, de modo que estuviese inmunizado contralas recaídas, ¿lo liaría anunciando a todos sus amigosy conocidos su definitivo adiós al cigarrillo y haciendoapuestas, o más bien se aseguraría de otro modo dedespedirse definitivamente del cigarrillo?»

• «Supongamos que en su próximo examenoral usted imaginara unos instantes al examinadorsin más ropa que su bolígrafo, ¿le resultaría más fácilentonces verlo como una «persona normal como tú yyo», o más bien se diría: “He estudiado mucho y meconcentro por entero en contestar bien”? ¿O cómoviviría entonces la situación de examen?»

Estos ejemplos ponen de manifiesto que a

quien formula esta clase de preguntas le interesa

sobre todo:

• dar nuevas ideas al paciente,

• presentar las sugerencias y las propuestas

de una manera atractiva y «de fácil manejo»,

• focalizar la atención en direcciones prove -

chosas,

• implicar al paciente en procesos de

búsqueda de soluciones y mejoras.

Una pregunta así formulada comienza con el

supuesto de una actividad deseable. Por ejemplo,

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si uno desea ayudar a alguien a bajar de peso, talvez podría manifestar en algún momento de laentrevista: «Ya sabrá usted que un medio naturalpara adelgazar es aumentar la actividad deportiva».Luego, por medio de la palabra «supongamos...»,puede invitarlo a realizar un ejercicio mental(«Supongamos que usted empezara a aplicar esteconocimiento...») y a continuación hacer dos o mássugerencias que contengan alternativas deseables:«¿Pensaría más bien en cómo volver a practicar undeporte que antes le gustaba mucho, o buscaría algonuevo, algo que quizá siempre haya querido probar, yque, además, aumentaría su consumo de calorías deforma saludable?»

Con estas preguntas acerca de dos o más

alter nativas deseables, es posible conseguir de

manera indirecta y tentadora que el paciente se

represente mentalmente nuevas posibilidades.

Estas preguntas son tanto más valiosas cuanto

más coinciden sus propuestas implícitas con los

objetivos y los valo res del paciente. Cuando, por

medio de preguntas tentadoras sobre posibilidades

deseables, se logra sugerir soluciones o incluso

dar con algo que el paciente acepta entusiasmado

como una ocurrencia iluminadora, estamos ante

auténticas perlas de la experiencia comunicativa.

Supongamos que usted ya se hubiera dado

cuenta de que con esta forma de preguntar puede

hacer que su labor terapéutica resulte mucho más

eficaz, ¿volvería a leer estas explicaciones para

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grabárselas en la memoria, o haría una copia de la

última página de este libro, donde se enumeran

los títulos de las 15 minimáximas, y la colgaría en

algún sitio bien visible, en su lugar de trabajo,

como ayuda para la memoria y la práctica? ¿O

cómo haría para formular más a menudo estas

preguntas tentadoras sobre alternativas

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Sí, sí, tres estupendos ejemplos que a mí no me sirven dena. Ni hago exámenes, ni fumo, ni hablo de mis manías connadie (quién me iba a entender...) Bueno, examen deconciencia sí que he hecho alguna que otra vez, pero tengomenos que un oso de peluche. Lo único que me vendría bienahora es cantarle las cuarenta a alguien. Pero ¿a quién? Talvez, si soltara lastre por la boca, mis males se esfumarían...

\í-------------------------------------------

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Minimáxima 11«Con la mente consciente

usted hasta ahora no ha

En la entrevista terapéutica, los pacientes siempre

refieren que no pueden lograr algo deseable.

Dicen, por ejemplo: «No encuentro salida...»,

«Nopuedo imponerme...», «No sé cómo hacerlo

mejor...» Ello suele invitar al terapeuta a decir

cómo el paciente podría hacerlo mejor, cómo

podría imponerse o encon trar una salida. Pero no

todos los pacientes saben apreciar esos buenos

consejos directos, antes bien, los consideran

«sabihondos», no se sienten a gusto con un

terapeuta tan superior ni con la relación jerárquica

(abajo, el paciente incapaz e ignorante; arriba, el

terrapeuta capaz y sabi|hond)o) y no están en

condiciones de seguir tales consejos.

Por otra parte, es problemático limitarse a

reflejar de manera comprensiva (« pacing») que el

paciente no puede o no sabe hacer algo. La

confirmación de dicho punto de vista tendría como

consecuencia que la solución debe venir de fuera,

en este caso, del terapeuta por supuesto. Y a

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tales soluciones (véase arriba). ¿Cómo resolver

este dilema?

Aplicando la décima minimáxima, es posible

implicar al paciente en procesos de búsqueda

orien tados a la solución y los recursos con

preguntas ten tadoras acerca de dos alternativas

deseables . 1 Cuando el paciente declara su

ignorancia o su incapacidad, también es posible

aplicar otra estrategia. Esta es trategia se basa en

que el terapeuta siempre puede afirmar que el

paciente no piensa que no puede o que no sabe

como persona integral, sino solo en parte (es

decir, con su mente consciente o su «cabeza», por

contraposición al inconsciente, a la intuición o al

cuerpo): «Con su mente consciente no sabe usted

cómo mejorar su estado de ánimo, no tiene idea de

cómo hacerlo...» A continuación se puede decir:

«De modo que la mejoría deberá provenir más bien

de su inconsciente...» En general, la declaración del

terapeuta acerca de que el saber curativo y las

posibilidades de mejorar del paciente residen en

su inconsciente es aceptada. La mayoría de las

veces el paciente dice luego que no sabe cómo

acceder a su saber inconsciente o a sus

capacidades inconscientes. Tras haber creado una

1. Se pregunta,por ejemplo:«Supongamos que usted pudiera imponerse,¿cómo lo haría? ¿Cuál sería su estilo?

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liberar ese saber y ese poder inconscientes a

través de un estado de conciencia distinto. En

consonancia con la «fail-safe double bind induction»

(inducción del doble vínculo a prueba de fallos) de

Ernest Rossi , 2 puede decir, por ejemplo:

«Usted quiere adelantar con su problema. Hastaahora, con su mente consciente, no ha podidoencontrar ningún avance practicable, de manera queahora le preguntaremos a su inconsciente. Suinconsciente sabe y puede mucho más que su menteconsciente. Ahora coloque las manos a la altura delpecho, como si pudiera tomar su problema entre lasmanos. Ahora que su inconsciente ya está listo parapermitir que usted sepa o sienta algo que le haráadelantar un paso con su problema, sus manosempezarán a moverse como por sí solas. Si antes esnecesario que desarrolle usted un trance intermedio,sus ojos pueden ir cerrándose lentamente y luego losmovimientos de sus manos resultarán mucho másperceptibles... Esté atento y utilice su tacto paraaquello que su inconsciente le hace comprender pocoa poco a través de sus manos...»

También pueden proponerse deberes ambi -

guos para hacer en casa como ritual de acceso a

estos conocimientos y capacidades inconscientes.

Stephen y Carol Lankton, dos discípulos de Milton

2. E. L. Rossi y D. B. Cheek, Mind-Body-Therapy: Ideodynamic Healing inHypnosis, Nueva York, Norton, 1988, págs.

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H. Erickson, derivaron del trabajo de su famoso

maestro «prescripciones ambiguas»

(ambiguosfunction assígnments) y las describieron.

Tales prescripcio nes ambiguas ofrecen al paciente

una posibilidad de proyección para su saber

interior y funcionan como obstetras en la

concientización del saber inconsciente . 3

Pero aún a aquel que no sea hipnoterapeuta ni

utilice prescripciones ambiguas le resultará útil

distinguir entre la mente consciente y una instan -

cia de conocimiento superior o más profunda del

paciente (el «inconsciente», «lo más íntimo de su

ser», su «yo superior», la «intuición»,

etcétera).Tras establecer esta distinción, ya no es

todo el paciente el que no sabe, sino solo una

parte de él. Otra parte suya lo sabe muy bien.

Especular con el paciente acerca de dicho saber

ayuda a concebir nuevos pensamientos, ideas y

posibilidades.

Ahora bien, combinando varias minimáximas

es posible reaccionar de la siguiente manera ante

3.S. R. Lankton y C. H. Lankton,Enchantment and Intervention inFamiliyTherapy.Training inEricksonianApproaches, Nueva York,Brunner & Mazel, 1986, págs. 136-152; C.H. Lankton, «Task Assígnments: Logicaland Otherwise», en J. K. Zeig y S. R.Lankton (eds.), Developing Ericksonian

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«En el pasado, raras veces pensaba usted consu mente consciente que a menudo puede más de loque cree. Pero su inconsciente tiene y sabe muchomás acerca de sus posibilidades. ¿Cómo hará ustedesta vez para poner a su alcance ese saberinconsciente sobre posibilidades adicionales? ¿Cómoconseguirá —quizá en un nuevo estado de conciencia— liberar ese saber adicional?»

Lo que es bueno para los pacientes también

puede ser bueno para los asesores y terapeutas.

Es posible que en el pasado usted pensara con su

mente consciente que no podía sacar mucho

provecho de los principios ericksonianos de la

psicoterapia y la hipnosis. O tal vez descartaba la

posibilidad de apren der algunos elementos

ericksonianos e integrarlos en su trabajo. Pero

puede que en lo más profundo de su ser exista

algo así como una curiosidad, una curiosidad por

saber para qué sirve una concepción del

inconsciente como un sitio de sabiduría interior y

posibilidades latentes.Y puede ser muy

interesante ver cómo dicha curiosidad ayuda a

descubrir cosas fascinantes...

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Cierro los ojos y, ¡vualá!, en trance... Vuelo por el cielo azuly suelto mis problemas uno a uno, eso sí, procurando nodarle a nadie en la cabeza... La intuición -el olfato, mejordicho- agita mis alas. Ahora valoro en toda su dimensión estagenerosa inconsciencia con que la naturaleza me ha dotado.¡Adiós, problemas, adiós! ¡Adiós, debilidades, adiós! ¡Noquiero veros el pelo nunca más!

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Minimáxima 12 No

¿A qué terapeuta o asesor no le ha ocurrido que

sabe bien cuál es la solución, hace una propuesta

realmente muy buena y lo justifica todo con argu -

mentos sólidos, pero la propuesta es rechazada

por el paciente? O el paciente muestra una actitud

«sí, pero», diciendo: «Sí, la verdad que es una

excelente propuesta, pero por desgracia no puedo

aceptarla. Lo mío sí que es grave, sé que soy un

paciente difícil. ..»A veces, el paciente asegura que

«intentará de veras» poner en práctica la

propuesta, el terapeuta comprometido apremia al

paciente para que lo intente de veras, pero para

sus adentros ya sabe que, aparte de las nume -

rosas excusas («Lo siento, de veras lo he

intentado, pero...»), al final no se adelantará nada.

El fastidio que produce el rechazo abierto o

encubierto de las buenas propuestas confirma una

desagradable conclusión: mucha gente no puede

aceptar las pro puestas directas, por muy buenas

que sean.

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índice de aceptación de las propuestas

terapéuticas aumenta considerablemente cuando

presentamos nuestras propuestas como

negaciones y hacemos no propuestas. Para ello

nos valemos de la noción de que todo lo que sigue

a una negación se activa sin falta mentalmente

por breve tiempo. Usted podrá comprobarlo con

facilidad observando su propia reacción al leer las

siguiente frases:

• «¡No piense ahora en un conejo rosa!»• «No sienta que tiene en la boca una

cucharada de zumo fresco de limón y que la acidezdel zumo de limón lo impregna todo...»

• «No imagine a su jefe con un enormesombrero de cowboy en la cabeza...»

Aprovechamos este efecto —«no pienses

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objetivo, qué es lo que quiere, porque es posible queesta cuestión le preocupe sencillamente en su fuerointerno, de manera más bien oculta...»

el terapeuta presenta de esta forma sus

propuestas, relativizándolas mediante la negación

antepuesta, el paciente siempre tiene la libertad

de decir «No, eso tampoco es posible por las

siguientes razones...», y entonces se encontrará con

un te rapeuta comprensivo o que se esfuerza por

com prender. O, si no, el paciente reacciona

diciendo: «Mmm..., es cierto que podría haber hecho

eso. Pues sí que es una buena idea...».Y a menudo al

paciente luego le parece que fue a él a quien se le

ocurrió esa buena idea. El paciente tiene, pues,

plena li bertad de retomar las sugerencias que le

parecen apropiadas y de pasar por alto las

inapropiadas. Así se evitan las luchas infructuosas

por la aceptación o el rechazo de la propuesta. Las

posiciones de rechazo y aceptación se ocupan de

una manera práctica: el terapeuta, con sus no

propuestas, ocupa prudentemente la posición de

«¡eso no puede ser!», mientras que la posición del

paciente es más bien la de «¿y por qué no?»

La actitud con la que hacemos estas no pro -

puestas debería corresponderse con la formulación

lingüística. En realidad, no hacemos ninguna pro -

puesta, ni tampoco queremos hacerla. Antes bien,

ya de antemano afirmamos más o menos de

pasada que lo dicho probablemente no sea

factible. Si el

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interlocutor también califica lo dicho de no factible

e imposible, y lo justifica, lo comprendemos. Pero

con gusto nos dejamos refutar por el interlocutor y

desengañar de la factibilidad. En efecto, el propio

interlocutor sabe mejor que nadie lo que es

factible y posible para él.

Resulta particularmente atractivo y tentador

introducir buenas ideas anteponiendo las

siguientes negaciones:

• «Y aún no hace falta que se permitausted...»

• «Y no es necesario...»• «Y aún no es necesario que...»• «Y aún no tiene usted que...»• «Y aún no hace falta que permita usted

que...»

También es útil tener en cuenta el principio

de los pequeños pasos:

• «Usted aún no necesita permitirse disfrutarun poco más de esta experiencia...»

• «Y no hace falta que ahora imagine ustedqué pasaría si aumentara la intensidad o laprofundidad de esa sensación placentera... O si con eltiempo se sumara alguna otra cosa útil, que aún notiene usted por qué saber qué es...»

• «Y una mayor seguridad en sí mismoposiblemente no sería algo a lo cual usted o su parejapodrían acostumbrarse con facilidad...»

Cuando usted hace no propuestas, el paciente

tiene la mayor libertad posible para aceptarlas o

rechazarlas.

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Sin embargo, no hace falta que ahora, para

prac ticar, haga usted alguna no propuesta en cada

una de sus próximas entrevistas, aunque de esa

forma las no propuestas se convertirían en una

parte muy útil de sus recursos comunicativos,

pues usted ya ha hecho a menudo no propuestas,

sin ser consciente de ello. Colocar un papelito que

diga «¡No propuestas!» al lado del teléfono o en

algún otro sitio visible de su lugar de trabajo no es

para todo el mundo el método indicado para

recordar con más frecuencia esta buena forma de

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¡Ay, mi madre! Pero ¿qué es esto? Ahora resulta quenecesito un conejo rosa para no pensar en él. Menos malque tengo por ahí una chistera. Seguro que me obsesionocon el conejo rosa, seguro que me obsesiono con el conejorosa, seguro que me obsesiono con el conejo rosa... ¡Basta!Por favor, doctor Prior, deme otro consejo para cuando elconejo rosa pase a mejor vida.

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Minimáxima 13«¡tremendo... !»-«un

poco...»«¡extraordinariamente... !»-

«en verdad algo...»«¡sumamente... !»-«no

poco...»

¡Habla el idioma del paciente! (I)

Me causó muchos quebraderos de cabeza un

pacien te que siempre relataba sus experiencias

cotidianas con gran intensidad:

«Figúrese, señor Prior, qué fabuloso: ¡aquí, yo, yallí, el señor A.! ¡Yo era un manojo de nervios! Y,además, mis reacciones: nunca antes me habíapasado algo tan tremendo, aquello superabaampliamente todo lo que yo había vivido hastaahora, y usted no se puede imaginar la de cosasfuertes que he vivido.»

Yo me esforzaba por manifestar comprensión

con mi estilo habitual, más bien mesurado:

«Estar sentado frente al señor A. era unasituación bastante tensa para usted. Le pasaroncosas extraordinarias... Y que lo diga usted, ya esalgo, pues no han sido pocas las experienciasextraordinarias que ha vivido hasta ahora...»

A pesar de que yo me esforzaba mucho por

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pero más bien moderados y prudentes, no

lograban salvar el gran abismo que había entre

nosotros. Si al guien nos hubiera observado,

también habría notado esa gran diferencia en

nuestra conducta no verbal: yo estaba en mi silla,

relajado, hablaba en un tono tranquilo y pausado,

y en conjunto parecía más bien circunspecto. Mi

interlocutor, en cambio, subrayaba sus

explicaciones, siempre muy dramáticas, con

grandes movimientos, y a veces estaba tan

excitado que le costaba mantenerse sentado,

parecía a punto de levantarse de un salto. Al cabo

de un tiempo no tuve más remedio que admitir

que era incapaz de entrar realmente en contacto

con aquella persona. Era como si una avispa

enloquecida revoloteara alrededor de un buda.

Entre nosotros había poca comunicación.

Por aquel entonces yo participaba en muchos

talleres dirigidos por discípulos de Milton H. Erick -

son. De ellos había aprendido muchas cosas útiles

para tratar a pacientes difíciles. Siempre

aconsejaban: «¡Habla el idioma del paciente!» Y:

«Haga lo que haga un paciente para ser paciente,

un terapeuta puede hacer lo mismo para ser

terapeuta». Yo me preguntaba cuál era el idioma

de mi paciente. Me llamaba la atención esa gran

intensidad, para él casi todo era «inaudito», «de

locos» y «tremendo», incluso algunas cosas

«superaban todo lo anterior». Mi paciente vivía en

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en cambio, era la moderación en persona y

hablaba tranquilamente utilizando expresiones

como «un poco», «algo», «no poco», «no poco

importante», etcétera.

M e puse a reflexionar. Entonces me vino a la

memoria aquel admirable inglés que, según dicen,

restando toda importancia a su sentencia de

muerte, la comentó con las siguientes palabras:

«Esta sentencia no habría sido mi primera alterna -

tiva...» Eso me gustaba. Por otra parte,TheodorW.

Adorno, a quien también admiro mucho, definió la

exageración como el «medio de la verdad». ¿Acaso

a mí también debía parecerme todo «inaudito»,

«de locos» y «tremendo»? Esa idea generaba en

mí cierta resistencia. En mi monólogo interior me

permití expresar en broma dicha resistencia en el

idioma de mi paciente:

«¡Pues sí que es una locura vivir siempre en unmundo empírico tan inaudito y tener continuamenteexperiencias de tan extraordinaria intensidad! Deninguna manera pienso ser tan histérico niexpresarme en este lenguaje absurdo que superatodo lo anterior! ¡Esta permanente intensidad seríaun horror y me haría pedazos!»

Mirándolo bien y, por supuesto, desde una

perspectiva «más prudente», aquellos temores

resul taban «en parte» injustificados. Así pues,

comencé a experimentar con las exageraciones y

a ampliar «poco a poco» mis posibilidades de

expresión

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lingüística. Para alguien moderado como yo, ello

deparaba a menudo experiencias desconcertantes

y a veces bastante divertidas. Se me abrieron

mundos que «ni remotamente —aun en el más

atrevido de mis sueños- hubiera podido imaginar».

Sobre todo no olvidaré el «fabuloso éxito» que

tuve cuando, después de entrenarme un tiempo,

conseguí com prender cabalmente a mi mayor

exagerador, un auténtico campeón de esa forma

de expresión y de vida, e incluso superarlo con mis

exageraciones. El, en cambio, se tornó cada vez

más tranquilo, preca vido y circunspecto.

En las entrevistas puede resultar útil

distinguir entre exageradores y

subestimadores. A los exageradores les resulta

fácil comprender y describir las cosas en su

«conmovedor dramatismo», su «extraordinaria

intensidad» y su «increíble» tras cendencia. Les

gusta emplear expresiones extremas como, por

ejemplo, «tremendamente», «sumamente» o

«completamente». Los subestimadores prefieren

utilizar en sus descripciones términos propios de la

moderación como, por ejemplo, «un poco», «tal

vez no tan» y «más bien algo». Si queremos

hablar el idioma del otro, si queremos

identificarnos con su manera de vivir las

experiencias, entender la exageración y la

subestimación puede favorecer mucho la

comprensión.

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cosas» que se podrían «pensar un poco», que son

«en verdad algo» notable, que «a veces» pueden

llegar a tener «cierta importancia»? ¿Cuánto le

cuesta alter nar entre los roles de exagerador y

subestimador? Describir y vivir las cosas de un

modo «radicalmente distinto» al habitual puede

llegar a ser una expe riencia «impresionante» y

«sumamente memorable». O, dicho de otro modo:

bien podría llegar usted a «alguna que otra»

conclusión «no poco importante» si «de vez en

cuando» exagera o subestima contra diciendo sus

costumbres. Y ello no tiene por qué limitarse al

1. Encontrará usted más sugerenciasrespecto a este tema en M. Prior,«Übertreibungen als Mittel del

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De otra cosa no, pero, si de algo puedo presumir, es de no

exagerar nunca. Mi extrema prudencia me lo impide, por eso

procuro ajustar al máximo mis comentarios. Me cargan

sobremanera los tipos que exageran sin mesura. Por eso,

doctor, me parece interesantísima la manera de actuar que

tiene usté con sus pacientes. Seguro que se mostrarán muy

satisfechos y serán magníficos propagandistas de su terapia.

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Minimáxima 14Para pacientes «difíciles»

con «resistencia»: ¡en cada

¡Habla el idioma del paciente! (II)

Los psicoterapeutas y los asesores siempre

tenemos que tratar con personas que son

«difíciles» y tienen mucha «resistencia ». 1

A principios de la década de 1980, durante mi

periodo de formación en psiquiatría forense, en un

centro penitenciario tuve que tratar a una persona

particularmente «difícil», con muchísima

«resistencia»: el señor L. le caía muy mal a todos

los demás pacientes. Los enfermeros solían

referirse a él empleando un amplísimo espectro de

palabrotas, e incluso los médicos olvidaban casi

por completo su discreción académica y no se

1. En mi opinión, los conceptos«difícil» y «resistencia» no describencaracterísticas de las personas, sinodificultades que surgen a causa de hábitos

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de ocultar su rechazo bajo diagnósticos

psiquiátricos. Para un psicólogo joven y

comprometido, ello re quería la indicación de una

psicoterapia. Me sublevé contra aquel rechazo

generalizado, me solidaricé con el —a mi juicio—

pobre paciente y concerté con él entrevistas

terapéuticas semanales . 2 Sin embargo, al principio

las entrevistas no resultaron tan producti vas como

yo deseaba. En ellas me esforzaba mucho por

facilitarle las cosas al señor L. Por ejemplo, co -

mencé una de nuestras entrevistas con

comentarios totalmente inofensivos sobre el

tiempo:

—Buenos días, señor L., me alegro de quehaya venido. .. Qué día tan bonito hace hoy...

Al señor L. no le parecía un día bonito:

—Mire, ningún día es bonito cuando uno tieneque estar aquí metido...

Dado que mis esfuerzos referidos al buen

tiempo habían sido rechazados, intenté empezar

2.En los centros penitenciarios puededesarrollarse una dinámica muy peculiar en elcampo de fuertes tensiones entre los pacientesinternados y sus familiares, los diversosgrupos de terapeutas y de enfermeros, los

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—Yo no tengo ningún inconveniente en quehablemos del tiempo... —replicó.

—Ya, pero tenemos cosas más importantes deque hablar...

El no se mostró muy abierto a esa propuesta:

—Hablar de temas importantes no es tan fácil. Las

experiencias que he tenido con los psicólogos no han

sido precisamente buenas... —Y a continuación me

explicó de manera muy comprometida y detallada

cuándo y cómo se había sentido maltratado por

los psicólogos.

Puesto que yo sentía que sus explicaciones

también eran un reproche dirigido a mí, me costó

bastante trabajo escucharlo tranquilo. Luego

intenté cambiar de tema y dirigir la atención hacia

un pun to conflictivo, que yo consideraba más

provechoso para la terapia:

—Bien, he oído decir que tiene usted bastantesproblemas con su compañero de habitación, el señorR.

El reaccionó con furioso rechazo:

—¿Yo? No, no. No tengo ningún problema con él.Mire, ya estoy harto de estas calumnias... Puestampoco es ningún secreto que R. no es mi amigo...

La entrevista prosiguió en el mismo estilo, al

correr del tiempo me ponía cada vez más tenso y

me empezó a doler la barriga. ¡Yo que tanto me

esforza ba por ser positivo no cosechaba más que

rechazo! Durante largo tiempo luché contra mi

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todas las demás personas que tenían que tratar

con el señor L. Cada vez era más fuerte la

tentación de unir mi voz al estridente coro de

quienes no querían tener nada que ver con él.

No obstante, sentía continuamente dentro de

mí, como un mantra de la psicoterapia erickso-

niana, la siguiente exhortación: «¡Habla el idioma

del paciente!» Y: «Haga lo que haga el paciente

para ser paciente, un terapeuta puede hacer otro

tanto para ser terapeuta!» Me preguntaba cuál era

el idioma de mi paciente, qué hacía para ganarse

el rechazo de todos. Algo me llamó la atención: en

cada una de sus frases había un «no». El señor L.

decía que no a casi todo y casi siempre lo negaba

todo de antemano. Por aquel entonces, aquello me

parecía una contraindicación para la psicoterapia.

Sintiéndolo en el alma, me despedí de mis

esfuerzos por ayudar al señor L. Resolví aprender

a hablar el idioma de mi paciente y a emplear en

cada frase una negación. A pesar de que el folclore

terapéu tico del «pensamiento positivo» no había

pasado por mí sin dejar huella, aprendí bastante

deprisa a expresarme exclusivamente en términos

negativos. Las entrevistas con el señor L.

adquirieron entonces un carácter completamente

distinto:

Terapeuta: Buenos días, señor L. Hoy sí que 110hace un día muy bonito...

Señor L.: Ya lo creo que no. Pero ningún día es

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tarde advertí que —según me pareció, por primera

vez— el señor L. me había dado la razón).

Terapeuta: Bueno, de todos modos no estamosaquí para hablar del tiempo... Sin embargo, hablarahora mismo de cosas importantes y encima con unpsicólogo —no he olvidado que sus experiencias conpsicólogos no han sido las mejores— probablementeno sea algo que a usted le apetezca...

Señor L.: Pues en eso no se equivoca usted...Terapeuta: Y probablemente no querrá usted

hablar de ninguna manera conmigo sobre el asuntode su compañero de habitación, el señor R.

Señor L.: La verdad es que no, tiene usted

razón. Es que R. es... (a continuación dio largas y

enfadadas explicaciones sobre el «insoportable»

R.).

Proseguí con mis comentarios negativos, ha -

ciendo «no propuestas» en pequeños pasos (mini -

máxima 12 ):

Terapeuta: Y cuando alguien lo saca a uno dequicio, ya no es posible seguir estando relajado ydejar, por ejemplo, un brazo relajado, apoyado sobreel brazo del sillón... aunque antes estuviera bastantetranquilo, pese a este fastidioso asunto que no le escompletamente indiferente...

Señor L. (tras mirarme ostensiblemente

relajado y dirigir luego una desdeñosa mirada a su

brazo derecho): / Compruébelo!

Le cogí el brazo por la muñeca, se lo levanté

un poco con cuidado y lo dejé caer.

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Terapeuta (sorprendido y admirado): ¡Vaya, nome lo hubiera imaginado! Pero el otro brazo,probablemente, no conseguiría dejarlo tan relajado...

El señor L. me dio a entender con su mirada

que, si quería, podía comprobarlo y asombrarme

de sus facultades. Así lo hice y volví a mostrarme

sorpren dido. Después di por supuesto que él

seguramente no podría dejar los dos brazos

relajados hasta los hombros. Cuando me demostró

que también po día tener los brazos y los hombros

relajados, afirmé estar completamente seguro de

que él no podría permanecer relajado mientras

cerraba los ojos unos instantes. El señor L. se

regodeó al refutarme con los ojos cerrados (yo, por

mi parte, disfrutaba del clima relajado, muy

distinto de las anteriores entrevistas con el señor

L.).

Después de esta experiencia, experimenté

mucho con las expresiones negativas que había

aprendido del señor L. Comprobé que empleando

negaciones también se podía hablar mejor con el

personal sanitario sobre el señor L. («No es fácil

encontrar algo simpático en el señor L...»).

Las expresiones negativas comprensivas

siempre son útiles cuando las cosas se ponen

«difíciles» con los demás, cuando se ofrece

«resistencia» y se en tabla una lucha comunicativa.

La principal ventaja de emplear expresiones

negativas comprensivas al tratar con personas

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nada contra lo cual sea preciso oponer resistencia

y defenderse. Ambas partes pueden entenderse

mejor y estar más relajadas.

Compruebe usted mismo qué expresiones

responden mejor a su deseo de una mayor flexibi -

lidad comunicativa. O bien un discurso formulado

en términos positivos como: ¡Entrénese en el

uso de expresiones negativas en sus

entrevistas con pacientes «difíciles»! ¡Si es

usted capaz de utilizar un «no» en casi todas

sus frases, le será más fácil manejar esos

«casos difíciles»! O bien las expresiones con

negaciones, la «no propuesta» (minimáxima 12):

No es necesario que se entrene usted para

emplear un «no» en cada frase, puesto que ya lo

hacía de vez en cuando, intuitivamente, al tratar

con personas «difíciles».Y, como ahora tiene más

claro cuál es el provecho, no hace falta que

procure utilizar (o aprovechar) de manera

consciente expresiones negativas deliberadas para

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Yo no tengo ningún problema con usté, doctor Prior. Hastaahora todo ha ido bien. Y estoy dispuesto a lo que sea paramejorar. En estos momentos, por ejemplo, me encuentroanimao. Bueno, no sé si me estoy pasando, pero por lomenos no se me ha subío la sangre a la cabeza y veo cadacosa de su color, más o menos. Dígame, doctor, ¿esreversible mi situación? ¿Podría retornar al pasado si doy untraspié? ¿Habré de ser un oso asceta si no quiero volver a lasandadas?

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Minimáxima 15 La regla

de la Red

Una especialista en informática se quejó en el

mar co de su terapia de la mala relación con su

marido, también informático. Explicó que

dedicaban mucho tiempo y energía a hacerse

mutuamente reproches. Ella sabía bien que esa

forma de tratarse era muy destructiva; no

obstante, se repetía con mucha fre cuencia y luego

la agobiaba durante largo tiempo. No sabía cómo

hacer para disminuir la frecuencia de las fases de

reproches en la relación con su ma rido. En

realidad, habría preferido no reprocharle nada,

porque los reproches no conducían a ninguna

parte. El único efecto de los reproches recíprocos

era que se enrarecía el ambiente entre ellos, todo

el tiempo se hacían «pausas» prolongadas y la

relación se «descarriaba». Ella amaba a su marido

y no que ría ni podía imaginarse con otro hombre.

Por ello deseaba reducir la frecuencia de aquellos

fastidiosos reproches y que la relación volviera a

encarrilarse.

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«regla de la Red». Como es natural, siendo

especia lista en informática, se sorprendió y me

preguntó en qué consistía dicha regla. Le dije que

la mejor manera de explicárselo era mediante un

ejemplo. Le pedí que expusiera reproches típicos

que en turbiaban su relación, cosa que a mi

paciente le resultó fácil:

«Mire, si hay algo que no puedo soportar de mimarido es que, cuando vuelve a casa los viernes,coge el periódico sin decir siquiera “Hola” y luego lodeja desparramado por todo el salón, pero no se dacuenta, porque la mayoría de las veces, después deleer el periódico, pone la tele y durante una hora ymedia se sumerge en las noticias o en algúnprograma de deportes, como si yo no estuviera. Yotambién vuelvo cansada del trabajo los viernes. Peromientras él está colgado de la tele, yo tengo quehacer todos los trabajos de la casa, limpiar, vaciar ellavavajillas, etcétera, y ya puedo darme por contentasi no me echa una bronca por hacer tanto ruido.Estoy harta de tener que hacer todo el trabajo de lacasa prácticamente sola, mientras mi querido esposopone los pies en alto. Y, por supuesto, luego le hagoreproches bastante duros. A veces digo palabrasfuertes, lo admito, aunque sé que esos reproches noconducen a nada.»

Ella me dio la razón cuando supuse que proba -

blemente él luego estaba enfurruñado, se retraía y

no se hablaba más del asunto, porque primero

había que esperar a que se pasara el mal humor.Y

pronto ya era viernes otra vez. Después de

comprender muy bien

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esa típica situación, volví a manifestar mi

convicción de que la regla de la Red podía

resultarle útil.

A instancias suyas, le expliqué que «re»

quería decir reproche, y «d», deseo. La regla de la

Red con siste en reformular cada reproche como un

deseo. Le pregunté qué deseos escondían sus

reproches del ejemplo anterior. La paciente tardó

un rato en encontrar las palabras adecuadas y

comenzar sus frases con la deseada fórmula

«Deseo que tú...»:

«Deseo que de ahora en adelante te encarguesde algunos trabajos de la casa. Para mí, lo mínimosería que en lo sucesivo te ocupes de vaciar ellavavajillas. También quiero pedirte que me prestesatención cuando llegas a casa los viernes, que medigas “¡hola!” cordialmente y que me des un abrazo,aunque sea breve. No hace falta más. Luego, por mí,puedes desaparecer leyendo el periódico y mirandoel programa de deportes. Eso sí, q uiero pedirte quecuando acabes de leer el periódico, lo dejes plegadopara que luego yo pueda encontrarlo en la mesa delsalón tal como tú lo recogiste del buzón. Y si olvidascumplir alguno de mis modestos deseos —cosa quepuede ocurrir alguna vez—, me parecería bien que loremediaras con un ramo de flores.Independientemente de eso, me alegraría quevolvieras a traerme flores sin más, como lo hacíasantes.»

Como el marido siempre estaba muy inte -

resado en todo lo que su mujer decía y le decían

en la terapia, era de suponer que inmediatamente

después de la sesión ella le explicaría la regla de la

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también era muy fácil de retener. Como, además,

tenía algo de graciosa, quitó hierro a las

discusiones. Marido y mujer se turnaban para

poner en práctica o recordar en casa la regla de la

Red. Así, para re gocijo de ambos, surgió

temporalmente una nueva forma de reproche:

«¡No has respetado la regla de la Red!» Que se

convertía luego en «¡Quiero que de ahora en

adelante, en lugar de hacerme reproches, me

manifiestes claramente tus deseos para que yo

pueda tenerlos en cuenta!»

En una pareja o en una familia se dañan

mucho las relaciones a causa de los reproches,

pues los re proches se refieren al pasado negativo,

que de todos modos ya no es modificable, y suelen

generalizarse a un futuro negativo: «¡Ayer volviste

a...! ¡Siempre tienes que...!», y a continuación se

dice algo des pectivo. Muy raras veces se aclaran o

se realizan así los deseos para el futuro. Entonces

merece la pena reflexionar cómo puede uno

expresar de inmediato lo importante en forma de

deseos, una forma que cuida más la

relación.También el trato con emplea dos puede

mejorar notablemente cuando se logra manifestar

deseos en lugar de hacer reproches.

Al final de este librito me permito expresar el

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Bueno, como dice la canción, todo tiene su fin. La terapiaha triunfao. Ojalá lo hubiera conocido antes, doctor Prior.Soy un oso nuevo: he dejado atrás mis problemas y tengobuenas perspectivas, una nueva amistad y la guarida,limpia y ¡más ordenada que un cuartel! ¡Chao!

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Resumen de las 15 minimáximas

1. «En el pasado...»2. No «si...», sino «cómo...», «qué...» y«cuál...»3. «¿Sino...?»4. ¡«Siempre» nunca es verdad en relacióncon un síntoma!5. «Su problema es comparable a... Escomo...»6. En vez de un temeroso «Ojalá nada malomejor un confiado «Ojalá algo bueno ©...»7. «...aún no...»8. Preguntas constructivas9. Preguntas constructivas por pequeñospasos10. «Supongamos que usted...»11. «Con la mente consciente usted hastaahora no ha podido...»12. No propuestas13. «¡tremendo...!»-«un poco...»;«¡extraordinariamente...!»-«en verdad algo...»;«¡sumamente...!»-«no poco...»14. Para pacientes «difíciles» con«resistencia»: ¡en cada frase, una negacióncomprensiva!15. La regla de la Red

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Nota final

Gran parte de lo expuesto en este libro ha surgido

a partir de comentarios. Será un placer para mí

que me comunique usted por carta, fax o correo

electrónico sus ideas sobre estas minimáximas o

las experiencias que ha tenido con ellas.

Lamentable mente, solo entiendo alemán e inglés.

Mi dirección:

Dr. Manfred Prior

Frankfurter Str. 19

65830 Kriftel bei Frankfurt am Main

Alemania

[email protected]

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Opiniones sobre este libro«A quienes deseen conseguir mucho con poco

esfuerzo hay que aconsejarles que hagan el pequeñoesfuerzo de leer este libro, por el simple hecho de

que tal esfuerzo pronto se verá compensado por unasonrisa de satisfacción.»

BERT HELLINGER

«Las minimáximas de Manfred Prior entran, dentro delos procedimientos sistémicos, en la categoríacompleto, bueno, sencillo. Una vez que se hayanconvertido en el repertorio natural de asesores,terapeutas..., a mentido ni ellos ni sus clientes sabráncómo fue que imperceptiblemente se pusieron enmarcha cambios y soluciones beneficiosas: y eso eslo que distingue al buen asesoramiento y a ¡a

buena terapia.»

Dr. GUNTHARD WEBER