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NERUDA Y JUAN RAMÓN. AMBOS TENÍAN RAZÓN Marcos Winocur (Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Autónoma de Puebla. México) “El mejor de los malos poetas”, dijo una vez Juan Ramón Jiménez de Pablo Neruda, cuyos versos no soportaba, así fueran de trasfondo romántico, metafísico o militante. Por ese entonces, los años treinta de la República, Neruda vivía en España, sumándose a los poetas de la generación del 27. Era un ambiente de creación y polémica. El mismo Juan Ramón había publicado una “antolojía” -así, escrito con jota, según sus propias reglas ortográficas-. Y bien, el libro estaba dedicado “A la inmensa minoría”. Sonaba bonito y original pero dejaba al autor hecho un elitista confeso y proporcionaba material polémico a Neruda. No faltaron críticas y la dedicatoria ya no aparece en una nueva edición que años después Losada publicara en Buenos Aires. Así, Juan Ramón. Otro caso resultó Neruda versus el poeta cubano Nicolás Guillén. La controversia no versó ya sobre el sentido y contenidos de la poesía, sino que fue de orden militante. Ambos, el cubano y el chileno, eran comunistas y pro soviéticos, lo cual no impidió que la polémica descendiera al plano personal. Neruda, en las memorias que se publicaron póstumamente, habló de dos poetas que llevan el mismo apellido. Uno, “el bueno” es Jorge Guillén, de la generación del 27. Otro, “el malo”, es Nicolás. Éste reaccionó públicamente, diciendo que, en lugar de titularse “Confieso que he vivido”, las memorias debieron llevar por nombre “Confieso que he bebido”... Por entonces, ya muerto Neruda, allí quedó cerrado el episodio, el cual se había dado en el marco de las ardorosas peleas al seno de la izquierda en los años sesenta y setenta sobre cuáles eran las vías de la revolución latinoamericana, si armadas o pacíficas y donde, en cierto

Neruda y Juan Ramón

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sobre sus diferencias estéticas.

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NERUDA Y JUAN RAMN. AMBOS TENAN RAZN

Marcos Winocur (Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Autnoma de Puebla. Mxico)El mejor de los malos poetas, dijo una vez Juan Ramn Jimnez de Pablo Neruda, cuyos versos no soportaba, as fueran de trasfondo romntico, metafsico o militante. Por ese entonces, los aos treinta de la Repblica, Neruda viva en Espaa, sumndose a los poetas de la generacin del 27. Era un ambiente de creacin y polmica. El mismo Juan Ramn haba publicado una antoloja -as, escrito con jota, segn sus propias reglas ortogrficas-. Y bien, el libro estaba dedicado A la inmensa minora. Sonaba bonito y original pero dejaba al autor hecho un elitista confeso y proporcionaba material polmico a Neruda. No faltaron crticas y la dedicatoria ya no aparece en una nueva edicin que aos despus Losada publicara en Buenos Aires.

As, Juan Ramn. Otro caso result Neruda versus el poeta cubano Nicols Guilln. La controversia no vers ya sobre el sentido y contenidos de la poesa, sino que fue de orden militante. Ambos, el cubano y el chileno, eran comunistas y pro soviticos, lo cual no impidi que la polmica descendiera al plano personal. Neruda, en las memorias que se publicaron pstumamente, habl de dos poetas que llevan el mismo apellido. Uno, el bueno es Jorge Guilln, de la generacin del 27. Otro, el malo, es Nicols. ste reaccion pblicamente, diciendo que, en lugar de titularse Confieso que he vivido, las memorias debieron llevar por nombre Confieso que he bebido... Por entonces, ya muerto Neruda, all qued cerrado el episodio, el cual se haba dado en el marco de las ardorosas peleas al seno de la izquierda en los aos sesenta y setenta sobre cules eran las vas de la revolucin latinoamericana, si armadas o pacficas y donde, en cierto sentido, el Chile de Salvador Allende se contrapona a la Cuba de Fidel Castro.

Un trasfondo poltico que, a su vez, reconoca como disparador una colorida cuestin personal, segn me contara Georges Fournial, quien por aos fue el responsable para asuntos latinoamericanos del Partido Comunista Francs. Neruda era celoso de su siesta; nadie -haba ordenado- poda interrumpirla. Y bien, estando en La Habana, alguien vino a saludarlo... Fidel Castro. Y nadie se atrevi a despertar al poeta. Se pueden imaginar... no valieron las excusas. Tiempo despus, Neruda march a Estados Unidos a dar unas conferencias, y la Casa de las Amricas le cay encima. Del tema se ocupa tambin el poeta en sus memorias, particularmente de Roberto Fernndez Retamar, a quien seala como el director del operativo: un manifiesto anti nerudiano distribuido por el mundo entero, donde se le acusaba de poco menos que de traidor. Ese manifiesto fue firmado por Nicols Guilln y, al parecer, el chileno no se lo perdon.Neruda atraa las tempestades, fenmeno cuyo trasfondo era su militancia poltica. Lleg a ser senador por el Partido Comunista, conoci el exilio. Entre otros, tuvo un enemigo especialmente encarnizado, su compatriota Pablo de Rokha, poeta como l, hombre de izquierda, bien que adhiriendo al maosmo. Recorri el pas ofreciendo recitales de poesa y sus libros en venta, que alcanzaban escasa circulacin comercial; y sin olvidarse, aqu y all, de ir dejando caer una mentada para Neruda. No se sabe bien por qu, aunque la psicologa hace esta lectura: Pablo de Rokha llevaba la agresin contra quien l quera ser y se lo impeda ocupando -usurpando- el espacio merecido por Pablo de Rokha: el de un poeta famoso y reverenciado como Neruda. Los dos no caban y su rival no daba muestras de cederle el paso. Qu le quedaba? Aceptar la situacin o desaparecer. Y fue lo que hizo: Pablo de Rokha se suicid.

Final dramtico, pues. No as el pleito con Juan Ramn, de uno y otro lado los dardos se multiplicaban deportivamente. En trminos muy generales, uno defenda la poesa pura y el otro el compromiso del escritor. Neruda fue lejos en esos propsitos, llegando a editarse en su pas dos tomitos azules de recopilacin titulados Poesa poltica. El chileno con su pluma segua la lnea partidaria sin omitir los elogios en verso a Stalin y la condena a Tito de Yugoslavia cuando la ruptura de ste con el jefe sovitico. En sus memorias, Neruda reconoce abiertamente: el enemigo tena razn, refirindose a Stalin. En fin, no faltaron elementos para una polmica siempre renovada en torno a esttica y realidad social, sin contar el factor personal, cuya presencia se hace sentir aqu con fuerza.

Juan Ramn, generacionalmente anterior, sinti que Neruda lo estaba robando: los jvenes lectores de Platero y yo haban pasado a ser los adultos lectores en los aos cuarenta y cincuenta del Canto de amor a Stalingrado, la ciudad emblemtica, cuya batalla haba cambiado el curso de la II Guerra Mundial. Vivase otro momento histrico y aquellos lectores eran irrecuperables para la obra posterior de Juan Ramn, para su nueva poesa de Animal de fondo o de La estacin total o de Dios deseado y deseante, y otros ttulos que coincidentemente publicara por los aos cuarenta y cincuenta.Y en adelante, el espaol escribira para gente de su generacin como Victoria Ocampo de la revista argentina Sur. O bien para jvenes habitantes de la torre de marfil, como el grupo de la revista cubana Orgenes, reunidos en torno a Lezama Lima. Las multitudes se quedaban con Neruda, el polifactico. El romntico de sus comienzos, de los Veinte poemas de amor y una cancin desesperada, cuya venta super los dos millones de copias. Quin no recuerda Puedo escribir los versos ms tristes esta noche? Neruda, el romntico, no qued ah, vino ms tarde su poesa metafsica -sucede que me canso de ser hombre- abruptamente cortada luego de su experiencia de la guerra civil espaola, y de la cual da cuenta en su poema Explico algunas cosas. Y sigue su Canto General, publicado en 1950 y ampliamente difundido en los aos sesenta como la pica del hombre americano, uno de cuyos ejemplares, segn constata Neruda, llevaba en su mochila el Che Guevara cuando cay en Bolivia.

Juan Ramn era el perdedor, aun cuando su Platero, imagen de la ternura, pequeo, peludo, suave; tan blando por fuera, que se dira todo de algodn, aun cuando Platero, al trotecito, haca entrada a las escuelas primarias de habla espaola como texto de clase. Y el pleito con Neruda llev dcadas. Ya ste, en 1935-1936, durante su estancia en Espaa como cnsul chileno, haba dirigido la revista Caballo verde para la poesa, donde publicara un manifiesto titulado Sobre una poesa sin pureza, aludiendo a Juan Ramn. Aos despus, el espaol tuvo ocasin de expresar sus puntos de vista en carta que dirigi al mexicano Jos Revueltas, a raz de un artculo de ste, titulado Amrica Sombra, publicado en Repertorio americano, 1942. All Juan Ramn se bata una vez ms contra el mejor de los malos poetas, a propsito del Canto de amor a Stalingrado de Neruda. Y deca: no es de amor ese canto, que igual puede estar escrito para cualquier otra ciudad de cualquier otra parte del mundo slo con cambiarle algunos nombres propios[footnoteRef:1] [1: ]

Juan Ramn estaba en lo cierto. Y no lo estaba. Cierto, el hecho. No as, el reproche. Falta en el Canto de amor a Stalingrado la ciudad como tal. Pero no se trata de eso. Neruda no le escribe el poema a ella, sino al smbolo, al emblema en que ha devenido, el de la resistencia antinazi. Y esa ciudad desde entonces universal, abstracta y heroica, se la jugaba por todos y as, a todos representaba en nombre de la libertad. Poco importaban calles, monumentos o casas, la guerra mundial ocupaba todos los espacios.

Con el tiempo, el panorama se ensombreci. Millones haban cado en la guerra, a cuyo trmino en la URSS y en los partidos comunistas del orbe se reforz la frmula stalinismo = socialismo, y dcadas debieron pasar antes que una airada repulsa se generalizara con los resultados conocidos: 1989 adis, Muro de Berln! 1991 adis, URSS! Y bien, pregunto: Qu queda hoy de Stalingrado? Ni el nombre, la ciudad ha sido rebautizada como Volgogrado. As pasa, ms de medio siglo despus todo tiende a volver a la normalidad. A la memoria no le place evocar las horas difciles; para preocupaciones, buenas las del presente. Y sin embargo, el ayer no calla. Tengo el encargo de SM, el rey Jorge VI, de entregar a la ciudad de Stalingrado esta espada de honor que ha sido forjada por artesanos ingleses, la hoja tiene una inscripcin que dice: A los ciudadanos de corazn de acero de Stalingrado, regalo del rey Jorge VI en testimonio de homenaje del pueblo ingls. Corre 1943, es la conferencia de Tehern, y lo relata Elliot Roosevelt, hijo y a la vez secretario privado del Presidente de Estados Unidos, all presente; las palabras citadas son dichas por uno de los ms tenaces anticomunistas del siglo, Winston Churchill, por entonces premier ingls.[footnoteRef:2] [2: ]

El poema de Neruda responde a ese sentimiento universal. Y es tan autntico como la historia de Juan Ramn y su burrito. Puede la poesa, y la literatura en general, abordar a ambos, el hecho de la guerra, el hecho de la paz. El canto a Stalingrado de Neruda, el Platero de Juan Ramn, dos actos de amor que se dan conforme el curso de la vida de cada uno, y la lectura que cada uno hizo del ancho mundo. Por eso escribo sextaslabamente:

Juan Ramn Jimnez: Ese Neruda! Pero si no sabe escribir una carta!efe / madrid Da 29/01/2014 - 05.02hCoincidiendo con el centenario de Platero y yo, se publica Por obra del instante, una recopilacin de todas las entrevistas realizadas al escritorFiel a la verdad, comprometido, sin pelos en la lengua y con opinin para todos y de todo, desde la Guerra Civil a los premios Nobel, la RAE, Neruda, Guillen o la Generacin del 27. As era Juan Ramn Jimnez y as se refleja en Por obra del instante, el libro que rene las entrevistas que concedi. Unas entrevistas hechas al poeta de Moguer entre 1901 y 1958 que reconstruyen la biografa de Juan Ramn Jimnez, igual o ms que otro de los libros del premio Nobel ms esperado y que saldr este ao: Vida, su biografa, en opinin de la sobrina nieta del poeta, Carmen Hernndez Pinzn, representante de los herederos e impulsora y guardiana de toda la obra del autor.Este libro recoge todas sus entrevistas, que Juan Ramn tambin lo consideraba como parte de toda su obra (...) porque le explica muy bien a l y a todas sus pocas. Y Juan Ramn quera que se publicara, dijo ayer Hernndez, durante la presentacin de este volumen, publicado por la Fundacin Jos Manuel Lara, en colaboracin con el centro de Estudios Andaluces.Por obra del instante. Entrevistas, ha sido editado por la experta juanramoniana Soledad Gonzlez Rdenas, quien ha impulsado este ambicioso proyecto en el que ha invertido diez aos y que comenz cuando empez a bucear en el Archivo Zenobia Juan Ramn de la Universidad de Puerto Rico, donde estaban todos estos documentos en un carpeta que Juan Ramn llam Entrevistas y cuestionarios.El volumen est formado por 88 documentos con entrevistas, y cartas, dilogos y semblanzas en las que algunos autores relatan su encuentro con l, como Ramn Gmez de la Serna, Rafael Alberti, Ramn Gaya, Carmen Conde y Rafael Casinos Assens. El ttulo Por obra de un instante pertenece a uno de los poemas que formaron parte de su antologa Leyenda, segn indic Soledad Gonzlez, porque explica bien el momento que encierra lo que opina Juan Ramn en ese instante. Este libro es la crnica de su vida, subray.Problemas con sus contemporneosJuan Ramn Jimnez, con fama de hosco y exigente tica y estticamente, tuvo algunos problemas con sus contemporneos por decir lo que pensaba en cada momento. Si alguna vez Juan Ramn ofendi a alguien no lo insult con calumnias, siempre lo hizo con la verdad, una crticas a las que luego la historia le ha dado la razn, coment Gonzlez Rdenas.Con Neruda y Guilln Juan Ramn protagoniz encontronazos sonoros, al igual que con Po Baroja, al que consideraba mal escritor.De Neruda, Juan Ramn le dijo a Pablo Suero, que vino a Espaa a entrevistar a personalidades a favor de la Repblica, que aborreca la poesa que era qumica pura, artificio. Ese Neruda! Pero si no sabe escribir una carta!, espet.Y de la generacin del 27 en 1935 advirti: En Lorca y Alberti se vuelve a encontrar la expresin dinmica. Luego hay un grupo Guilln, Salinas, etc. a los que yo llamara 'poetas voluntarios'. Viven a fuerza de ocultacin y andamiaje. No tienen invencin ni acento (...) hacen una cosa que est muy bien literariamente pero que no es poesa.El libro recorre las etapas del escritor y su pensamiento hasta llegar al final de su vida, cuando al autor de Platero y yo -que este ao celebra su centenario- le conceden el premio Nobel y muere su amada Zenobia Camprubr. Entr en una profunda depresin y ya solo contesta con monoslabos, concluye Hernndez Pinzn.Juan Ramn Jimnez, duro con Neruda y la Generacin del 27cido, seversimo, implacable sobre todo consigo mismo, as se mostraba Juan Ramn Jimnez en las entrevistas, los reportajes periodsticos y las declaraciones para la prensa. Lo describe y demuestra Por obra de un instante, un libro que rene este material, en el cual hay piezas singulares, como la ocasin en que el poeta pidi a los lectores que le llevaran sus libros, para quemarlos.Asimismo, incluye una declaracin en la que no tuvo piedad en la crtica al poeta chileno Pablo Neruda, de quien dijo que no poda escribir siquiera una carta.La obra fue editada por la Fundacin Jos Manuel Lara y el Centro de Estudios Andaluces. Un reporte de la agencia EFE inform que son 88 piezas que insumen 500 pginas. Otros escritores intervinieron en l para reflexionar sobre los pronunciamientos de Jimnez, expresados tambin en cartas,Es el caso de Soledad Gonzlez Rdenas, quien encuentra en el poeta una sinceridad arriesgada, descarnada hasta lo hiriente, mientras que Alberto Guilln, escritor nacido en Per y radicado en Espaa, lo defini como el nico de los escritores espaoles que no me recomienda discrecin en sus palabras.Juan Ramn Jimnez naci el 23 de diciembre de 1881. Despus de completar el bachillerato se traslad a Sevilla para ser pintor, al tiempo que empez a cursar Derecho por imposicin paterna. Comenz a desarrollar su escritura en esa misma poca, y en 1900 lleg a Madrid, donde public dos libros, Nifeas y Almas de violeta.Despus de una serie de problemas de salud por una crisis familiar, regres a Moguer en 1905 para ayudarla econmicamente, y esto coincidi con un perodo muy productivo en su escritura. Platero y yo, la obra que fue mencionada especialmente cuando se le adjudic el premio Nobel, en 1956, tuvo su primera edicin, reducida, en 1914.El conjunto de sus pronunciamientos ofrece definiciones muy profundas sobre el gnero."La poesa no es nunca esclava"; "La poesa es la esencia de la cultura"; "La poesa es lo nico que siempre sigue respondiendo preguntas, que son contestadas por ella, la suprema adivinacin de la vida ntima de los elementos".Sobre el poeta: Debe ser el hombre que arde como una llama viva, que est siempre ardiendo. No comprendo cmo hay personas que se llaman poetas y cada seis meses se acuerdan de que saben mtrica y hacen un soneto o una estancia. El poeta debe estar siempre sobre s mismo, depurndose, renovndose, elevndose".El despacho de EFE, con una resea del libro, mencion que Jimnez dijo en 1935: ."Pues de mis libros es muy fcil para m hablar: que no me gusta ninguno, que siento un hondo arrepentimiento de todo lo que he escrito. Y deseo suplicar a todos los que tengan libros de mi juventud que me los enven para quemarlos".En 1935 se ocup de los poetas de la Generacin del 27, venerados en Espaa y una referencia en la literatura iberoamericana. "En Lorca y Alberti se vuelve a encontrar la expresin dinmica. Luego hay un grupo, Guilln, Salinas, etc. a los que yo llamara 'poetas voluntarios'. Viven a fuerza de ocultacin y andamiaje. No tienen invencin ni acento (...) hacen una cosa que est muy bien literariamente, pero que no es poesa".Asimismo, en 1936 lleg a Espaa Pablo Suero, con la intencin de entrevistar a personalidades identificadas con la Repblica. Jimnez le dijo: Aborrezco la poesa que es qumica pura, artificio. Ese Neruda! Pero si no sabe escribir una carta!".Respecto de las circunstancias polticas tambin fue severo, terminante: "La Repblica me ha defraudado. Estas vergenzas del 'estraperlo' no tienen nada que envidiarles a las de la monarqua".En una ocasin hizo una declaracin respecto del ofrecimiento que recibi en 1948, para ser embajador en un pas de Amrica y salir de su pas en guerra: Yo prefer venir libre de cargos, porque mi amor a la libertad no se hipoteca con prebendas, sino que es un sentimiento esencial.Frente a sus crticas severas a otros escritores, tuvo en cambio expresiones muy elogiosas a otros. En 1949, dijo en un reportaje que Miguel Hernndez fue el nico poeta que realmente vivi la poesa de la guerra, porque fue el nico que la hizo. El entrevistador le pregunt si no consideraba a Len Felipe un hombre de lucha, a lo que respondi: Len Felipe no hizo nada de la guerra. Estaba en la embajada de Mjico refugiado. Es un periodista que escribe en verso. Miguel Hernndez estuvo en las trincheras, prisionero en la crcel y no quiso que lo sacaran de all, mientras no libertaran a sus compaeros.Pablo Neruda en la Habana17 de julio de 2007 - 06:26 - Personajes Ciro Bianchi RossEn una carta que el 29 de julio de 1940 Delia del Carril esposa entonces de Pablo Neruda- dirigi al ensayista cubano Juan Marinello, le dice que las circunstancias haba desbaratado a Pablo el plan de pasar por La Habana, aunque de todas formas tiene el firme propsito de ir. El matrimonio viajaba hacia Mxico, donde el poeta asumira el cargo de Cnsul General de Chile y una vez en ese puesto, escribe Delia, le resultara muy difcil viajar sin un motivo plausible. Es por eso que pide a Marinello que los amigos cubanos se acercaran al subsecretario de Relaciones Exteriores chileno, a la sazn en la capital de la Isla, o al embajador de ese pas y le hagan saber vuestro deseo de que Pablo os haga una visita. Aade que el poeta est adelantando bastante su Canto general y que no te escribe personalmente y me ha dejado a m ese placer porque tiene que mandar una serie de cartas imprescindibles a Chile, latosas y desagradables y aprovechar la pareja viajaba en barco- el correo areo de Lima. Esa carta manuscrita, que obra en los fondos de la Biblioteca Nacional de La Habana y cuya lectura resulta difcil, sobre todo la cuartilla inicial, por lo desvado de la tinta, lleva una posdata del propio Neruda. Me muero de ganas de ir a Cuba, dice a Marinello, y pide que en su nombre salude a Wenceslao Roces, traductor de Marx al espaol, al poeta espaol Manuel Altolaguirre, a los cubanos Nicols Guilln, Francisco y Flix Pita Rodrguez y Emilio Ballagas. Aade enseguida: Y en particular a toda La Habana menos al viejo cabrn de Juan Ramn Jimnez.ANTERIOR, TURBULENTO, CERRADO, SOMBROExista entre Neruda y Juan Ramn una vieja rencilla que el tiempo haba recrudecido. Las desavenencias entre el chileno y el autor de Platero, a quien Neruda supona todava en La Habana, venan de atrs. Si Juan Ramn toleraba Veinte poemas de amor, quizs porque en los textos que lo conforman crey descubrir su influencia, no toleraba ese otro gran libro de Neruda que es Residencia en la tierra. Para remate, el poeta de Moguer se haca eco de la acusacin de plagio que cierta vez se formul contra Neruda: uno de los Veinte poemas -el 16-, se deca, tena un parecido sospechoso con El jardinero, de Tagore escritor hind que recibi el Premio Nobel de Literatura en 1913- traducido al espaol por la esposa de Juan Ramn. A partir de ah la polmica se agri y la artillera gruesa y el fuego graneado del autor de Diario de un poeta recin casado hicieron blanco no solo en Neruda, sino en otros escritores latinoamericanos y espaoles. Hasta Garca Lorca cogi su ramalazo. Deca Juan Ramn despus del estreno de Mariana Pineda: Lorca! Pobre Lorca! Est perdido!. Y de Bodas de sangre, obra que aseguraba no haber visto, afirmaba que no pasaba ser cosa de zarzuela. Pero sera precisamente en La Habana vivi aqu desde noviembre de 1936 hasta enero de 1939- donde el andaluz universal concebira y escribira su gran ataque a Neruda. Lo llam un gran mal poeta, un gran poeta de la desorganizacin torpe traductor de s mismo y de los dems, un pobre explotador de sus filones propios y ajenos, que a veces confunde el original con la traduccin. Un abundante descuidado escritor realista de desorbitado romanticismo. Estos antecedentes son los que motivaron la expresin de Neruda sobre Juan Ramn en su carta a Marinello. Choque de dos poesas, de dos filosofas, de dos generaciones, de dos personalidades de dos continentes, apunta Volodia Teitelboim en su biografa del poeta chileno. Pas el tiempo. La estancia en Amrica, que tanto influy en su poesa, hizo nacer en Juan Ramn otra manera de ver las cosas de nuestro continente y de su propia Espaa, y en 1942 public en la revista Repertorio Americano, de San Jos de Costa Rica, su Carta abierta a Pablo Neruda. Ofreca en ella su nueva visin de la poesa del chileno, aunque adverta, de entrada, que nunca retiraba una opinin anterior, sino que la modificaba. Deca: [] Es evidente ahora para m que usted expresa con tanteo exuberante una poesa hispanoamericana general autntica, con toda la revolucin natural y la metamorfosis de vida y muerte de este continente [] Y el amontonamiento catico es anterior al necesario despejo definitivo, lo prehistrico a lo poshistrico, la sombra turbulenta y cerrada a la abierta luz mejor. Usted es anterior, prehistrico y turbulento, cerrado y sombro [] Neruda no fue insensible a esa manera juanramoniana de ver su poesa y escribi al andaluz la profunda emocin con que le sus lneas, que con su sinceridad agrandan la admiracin que por su obra he sentido durante toda mi vida.EN CUBAPrecisamente en ese ao de 1942 estaba Pablo Neruda en La Habana por primera vez. El gran poeta comunista haba sido invitado a venir a la Isla por un escritor catlico, Jos Mara Chacn y Calvo, entonces al frente de la Direccin de Cultura del Ministerio de Educacin. En la Academia Nacional de Artes y Letras dict varias conferencias dos de ellas sobre Francisco de Quevedo- y evoc, dice Teitelboim, por primera vez en Amrica al Correo Mayor de Su Majestad, don Juan de Tassis, conde de Villamediana, el enamorado de la Reina, que un da incendia las cortinas del escenario de Palacio a fin de tener pretexto para huir con la alta amada prohibida en brazos. Testigo de excepcin de aquellas conferencias es la poeta Fina Garca Marruz, galardonada este ao con el Premio Iberoamericano de Poesa Pablo Neruda. An recuerda aquella tarde de marzo de 1942 cuando lo escuch recitar los sonetos de amor y de muerte de Quevedo Fue la nica vez que vio en persona al gran poeta chileno y lo evoca ahora mientras recorra la sala de un extremo a otro y deca los versos de memoria, sin aquella voz declamatoria que adquiri despus y hemos escuchado por la televisin. Neruda entonces, precisa, aspiraba la ltima slaba, pero mucho ms dbilmente que Gabriela Mistral. Como toda su generacin, Fina se entusiasm con Veinte poemas de amor y una cancin desesperada, un clsico del romanticismo americano, que no era de escuela, sino de esencias porque vena del romanticismo libertario. Y ley con gusto otros poemarios de Neruda como Crepusculario y Tentativa del hombre infinito, pero sobre todo Residencia en la tierra, libro focal en la poesa del continente. Volvi Neruda en 1949 1950 por unas pocas horas. Regresaba a Mxico procedente de Europa haba asistido a un congreso por la paz en Pars y a los festejos por el sesquicentenario de Puccini, en Mosc- y el avin en que viajaba hizo escala en La Habana a causa de una falla tcnica. Perseguido en Chile despus de la traicin del presidente Gonzlez Videla al Frente Popular, el entonces senador Pablo Neruda era el poeta errante, como le llam el periodista Enrique de la Osa en una nota que public en la seccin En Cuba, de la revista Bohemia. Cuando regres a La Habana por ltima vez, a fines de 1960, traa Neruda los poemas de Cancin de gesta, el primer libro se ufanaba por ello- que un poeta en cualquier parte del mundo hubiera dedicado a la Revolucin Cubana. Un poemario que se cierra con una Meditacin sobre la Sierra Maestra que es tambin suma y compendio de la vida del poeta en esa hora auroral. En esa visita, en la Plaza de la Revolucin, ante un milln de personas, ley el chileno, con su entonacin peculiar, su canto A Fidel Castro. Su amor a la Revolucin Cubana, su fidelidad, no se enturbiaron por aquellos dolorosos malentendidos de 1966 cuando escritores cubanos, en carta abierta, enjuiciaron su actividad potica, social y revolucionaria, segn coment el propio Neruda. El poeta, ofendido, respondi con acritud. Sin embargo, el incidente no hizo que decayeran sus simpatas hacia Cuba y su Revolucin. Lo dice explcitamente en Confieso que he vivido, su libro de memorias: Un punto negro, un pequeo punto negro dentro de un proceso, no tiene gran importancia en el contexto de una causa grande. He seguido cantando, amando y respetando la Revolucin Cubana, a su pueblo, a sus nobles protagonistas. Cultura Neruda, Carpentier y Cortzar: Las ceremonias del aniversario (II)El interminable ajuste de cuentas

Jos Ramn Garca Menndez (*)La Insignia. Espaa, diciembre del 2007. El pleito Carpentier-Neruda (a veces pueril, con frecuencia agrio) cobr una especial virulencia con la publicacin de Confieso que he vivido, libro de memorias de Neruda entre el fecundo balance vital y literario del poeta chileno y su irrefrenable gusto por el litigio contumaz con escritores latinoamericanos contemporneos. De esta forma, mientras hace una caricatura cruel de la relacin poltica y literaria con Pablo de Rokha, poeta y camarada que se suicid en 1968, a quien denomina "Perico de Palothes"; Neruda califica a Vicente Huidobro como "egocntrico impenitente" y desprecia la obra de Nicols Guilln utilizando el equvoco con Jorge Guilln mediante la siguiente mencin literal: "Guilln (el espaol: el bueno)". La prctica de la diatriba en Neruda tuvo un temprano entrenamiento en las animadas tabernas del entorno del Palacio de La Moneda. Desde estudiante y hasta su nombramiento como cnsul en Birmania, en 1927, Neruda recorra con su amigo el poeta Romeo Murga los bares de la calle Nueva York, San Pablo y Bandera, probando vino tinto de las histricas cepas chilenas de pinot con las afamadas empanadas chilenas. Con el tiempo, su displicencia con algunos colegas se atemper, bien porque muy pronto se reconoci localmente su obra literaria (Crepusculario, Veinte poemas), bien por su proyeccin cosmopolita en paralelo a sus quehaceres diplomticos. No obstante, Neruda siempre record con especial nostalgia las tertulias de la calle Bandera y, en concreto, de dos amigos poetas fallecidos prematuramente por el delirio de la bohemia santiaguesa: Alberto Rojas y Alirio Oyarzn. Mientras el primer muere por una bronconeumona fulminante en una noche de invierno por dejar su abrigo como pago en un bar; el segundo no llega a cumplir 30 aos como un Rimbaud andino. No obstante, la "guerra" entre Neruda y el poeta chileno Pablo de Rokha se convierte en un escaparate paradigmtico. Excelente escritor de su tiempo, seguido por un grupo de lectores incondicionales, artesano que domin un poderoso lenguaje potico, marxista de convicciones y militante durante aos, como Neruda, en el Partido Comunista Chileno, tuvo una fijacin fbica y casi enfermiza con Neruda, hasta el punto que public Neruda y yo, singular coleccin de descalificaciones e insultos de un litigio personal y literario con un rango casi infantil. Espordicamente Pablo Neruda brindaba tambin algn mensaje al bando contrario, con lo que la hoguera de las vanidades de ambos poetas se mantuvo encendida prcticamente hasta el fallecimiento de Rokha. Para delicia de las tertulias literarias de Santiago, Valparaso y Temuco, al interminable ajuste de cuentas entre Rokha y Neruda se sumaba Vicente Huidobro, enfrentado a su vez con los dos anteriores, y que comparta el juicio que a Juan Ramn Jimnez le mereca Neruda: "un gran mal poeta". Por su parte, Neruda ridiculiz a Huidobro por su afectacin y oera catlica que consideraba a Zola, Anatole France o Blasco Ibez como escritores porngrafos. Este peculiar tringulo (curiosamente, los tres militantes eran del PC chileno) produjo, durante dcadas y en los aledaos de la Plaza de Armas, un mercado callejero, no menos peculiar, de panfletos incendiarios, dedicatorias apcrifas y carteles cuyos contenidos eran autnticos bofetones. La escalada del contencioso Neruda-Rokha-Huidobro tuvo, sin duda, un punto lgido a propsito de los funerales del poeta Rubn Azcar. Neruda, viejo amigo de Azcar, lee en el cementerio un poema con efectuosa dedicatoria "Corona de Archipilago para Rubn Azcar". En dicho poema, Neruda relata las vicisitudes de Azcar cuando es vctima de la inconfesable conducta de un ladrn de gallinas vestido de negro que abandona a Azcar en un hotel de provincias como rehn de una cuenta no pagada. El "ladrn de gallinas" era Pablo de Rokha y con esta ancdocta se refera Neruda a una gira literaria en el sur chileno de Rokha y Azcar. El resultado desastroso de la gira hizo huir en solitario a Rokha de Santiago sin pagar los gastos de hotel mientras que Azcar tuvo que quedarse y trabajar como friegaplatos y camarero en el establecimiento acreedor para zanjar las deudas de ambos. Das despus de la difusin del poema de Neruda dedicado a la memoria de Azcar, Pablo de Rokha responde con una coleccin de "Sonetos Punitivos contra Casiano Basualto" dedicados con crueldad a la vida y obra del autor de las Odas elementales. Tampoco fue menos cruel Neruda. Recordemos aquellos versos vengativos del Canto general cuando acusa a los colegas espaoles que abandonaron a Miguel Hernndez en los presidios del franquismo de postguerra: "Que sepan los malditos que hoy incluyen tu nombre/en sus libros, los Dmasos, los Gerardos, los hijos/de perra, silenciosos cmplices del verdugo,/que no ser borrado tu martirio, y tu muerte/caer sobre toda su luna de cobardes." Aos despus, Neruda goz de un revitalizado espritu pugilstico, cercano a los setenta aos de edad, que vuelca en sus memorias, hasta el punto de dedicarle media pgina a "un cierto ambiguo uruguayo de apellido gallego(que) publicapanfletos en que me descuartizaese poetiso (sic) uruguayo con sus fantsticas incriminaciones". . Neruda se refera al crtico uruguayo Ricardo Paseyro, que sostena una increble historia conspirativa en torno al asesinato de Trotsky en Mxico, acusando a David Alfaro Siqueiros y a Pablo Neruda como los autores intelectuales del meticuloso plan, instigado por Stalin, para asesinar al lder comunista. Neruda, en este sentido, responsabiliz a Paseyro como propagador de esa calumnia en Europa. Crea que haba influido negativamente en la Academia sueca, que lo haba postergado en la concesin del Premio Nobel de Literatura, a favor de Sastre y de Seferis, durante dos aos en los que el poeta chileno era no slo favorito sino que la Chascona fue preparada intilmente para recibir a los medios informativos y autoridades locales en una insoportable leccin de modestia para el renombrado vate de Temuco. Por su parte, Paseyro senta una especial fobia literaria hacia Neruda, pues no poda asimilar algunas de las imgenes y metforas del chileno. Cmo entender, se cuestionaba el crtico uruguayo, el verso "jueves, yo soy tu novio" si no es ms que un "nerudismo" diletante? Sin embargo, en las memorias de Neruda no encontramos mencin alguna a la constelacin literaria de Uruguay formada por Mario Benedetti, Juan Carlos Onetti, y Angel Rama, entre otros. Como tampoco menciona a otro de los grandes escritores de Amrica Latina, con una densa obra novelstica y potica, como Lezama Lima. En este sentido, en la visin panormica de grandes trazos y amplios directorios nominales que forman la memoria histrica de Neruda destacan la ausencia de escritores que, sin duda, son parte esencial de la historia literaria del continente en el siglo XX. A mi juicio, esta consideracin es, en buena parte, producto de la asimetra entre las dos mitades de la obra, a favor de la primera parte. Quizs, siguiendo la mxima de Rimbaud ("mi superioridad consiste en que no tengo corazn"), Neruda mostr una prepotencia "natural" consciente de la envergadura de su estatura literaria y fsica, y de la popularidad que alimentaba constantemente a travs de frecuentes gestos de generosidad personal y literaria. Los pugilatos en el seno del gremio literario le permitieron, con acrrimos enemigos y apasionados defensores, estar en el primer plano de la actualidad. Por eso no sorprende que, con especial saa, Neruda tambin ningune a Carpentier y en menor grado a Cortzar, con los que coincide -destino azaroso- en el ritual de los aniversarios de 2004. Con Carpentier, el pulso fue dilatado en el tiempo y especialmente sensible en trminos polticos. Al final de la guerra civil espaola, Neruda se establece por unos meses en Pars en un apartamento compartido con Rafael Alberti y Mara Teresa Len en el Quai de LHorloge, muy cerca de la plaza Dauphine donde, en palabras de Neruda, "viva el escritor francs (sic) Alejo Carpentier, uno de los hombres ms neutrales que he conocido. No se atreva a opinar sobre nada, ni siquiera sobre los nazis que ya se le echaban encima a Paris como lobos hambrientos". El juicio de Neruda -tan generoso con los colegas de la generacin del 27- fue ms que duro, sumamente injusto e injustificable. Sin embargo, y a pesar de las menciones ofensivas en Confieso que he vivido, Carpentier profesaba una sincera admiracin por la potica apasionada del chileno y se refera a inolvidables veladas en el Madrid bullicioso de la II Repblica en las que Federico Garca Lorca le hablaba de "oscuras fuerzas telricas" y "Pablo Neruda me lea poemas cuyos versos me hacan asistir a la mineralizacin de un personaje". Pero, adems, Carpentier y Neruda compartieron asistencia y participacin en el I Congreso de Escritores en Defensa de la Cultura (Paris, 1935) y en el II Congreso de Escritores Antifascistas (Valencia, 1937). En este sentido, Neruda conoca directamente la apuesta de Carpentier no slo por su respaldo crtico a valores emergentes en las artes plsticas (Picasso, Mir) o en la msica (Satie) sino, tambin, por su compromiso de denuncia y movilizacin ante el avance del fascismo en Espaa y, despus, en toda Europa, as como el rechazo a las crueles tiranas americanas (Somoza, Trujillo, Batista) a las que, tiempo despus y de forma genial, superpuso las herramientas cartesianas para alumbrar el "Recurso del mtodo".Tambin es cierto que la actitud sobria y medida de Alejo Carpentier, tan afn a las vanguardias modernistas de la Europa de entreguerras y tan alejado, en apariencia, de los alardes sensuales del Caribe, contrastaba con la vitalidad del poeta que, desde su Temuco natal, siente la llamada cosmopolita con el apellido de Jan Neruda, poeta checo, y la insuperable inspiracin extica de la geografa del ndico. Sin duda, el triunfo de la Revolucin en Cuba y sus responsabilidades polticas, especialmente en labores diplomticas, influy en Alejo Carpentier para que adoptara una posicin ms fra y distante hacia sus antiguos colegas de Madrid y Pars. La administracin del poder, en trminos de Canetti y en un evidente contexto de cerco de Cuba ante el acoso de EEUU, provoc pasividad de los gestores ms conscientes y agresividad en los ms desconfiados; y en todos ellos, una progresiva tendencia al escepticismo histrico o, en los trminos de camaradas literarios desconcertados ante el final de la "primavera de Praga", al marxismo inteligente. (*) Universidad de Santiago de Compostela (Espaa). Correo electrnico: Iberoam[arroba]usc.esCarta abierta a Pablo NerudaLa Habana, 25 de julio de 1966Ao de la SolidaridadCompaero Pablo:Creemos deber nuestro darte a conocer la inquietud que ha causado en Cuba el uso que nuestros enemigos han hecho de recientes actividades tuyas. Insistiremos tambin en determinados aspectos de la poltica norteamericana que debemos combatir, para lo cual necesitamos contar con tu colaboracin de gran poeta y revolucionario.|No se nos ocurrira censurar mecnicamente tu participacin en el Congreso del Pen Club, del que podan derivarse conclusiones positivas; ni siquiera tu visita a los Estados Unidos, porque tambin de esa visita podan derivarse resultados positivos para muestras causas. Pero ha sido as? Antes de responder, convendra interrogarse sobre las razones que pueden haber movido a los Estados Unidos, tras veinte aos de rechazo, a concederte visa. Algunos afirman que ello se debe a que se ha iniciado el fin de la llamada Guerra fra. Sin embargo, en qu otro momento de estos aos, desde la guerra de Corea, un pas socialista ha estado recibiendo la agresin fsica sistemtica que padece hoy Viet Nam? Los ltimos golpes de Estado organizados con participacin norteamericana en Indonesia. Ghana, Nigeria, Brasil, Argentina, son la prueba de que hemos entrado en un perodo de armoniosa convivencia en el planeta? Nadie con decoro puede sostener este criterio. Si a pesar de esa situacin los Estados Unidos otorgan ahora visas a determinados izquierdistas, ello tiene, pues, otras explicaciones: en unos casos, porque tales izquierdistas han dejado de serlo, y se han convertido, por el contrario, en diligentes colaboradores de la poltica norteamericana; en otros, en que s se trata de hombres de izquierda (como es el caso tuyo, y el de algunos participantes ms del congreso), porque los Estados Unidos esperan obtener beneficios de su presencia: por ejemplo, hacer creer, con ella. que la tensin ha aflojado; hacer olvidar los crmenes que perpetran en los tres continentes subdesarrollados (y los que estn planeando cometer, como en Cuba) ; y sobre todo, neutralizar la oposicin creciente a su poltica entre estudiantes e intelectuales no slo latinoamericanos, sino de su propio pas. Jean Paul Sartre rechaz, hace algn tiempo, una invitacin a visitar los Estados Unidos, para impedir ser utilizado, y dar adems una forma concreta a su repudio a la agresin norteamericana a Viet Nam. Aunque sabemos de tus declaraciones polticamente justas y de otras actividades positivas tuyas, existen razones para creer, Pablo, que eso es lo que ha querido hacerse, y se ha hecho, con tu reciente visita a Estados Unidos: utilizarla en favor de su poltica.En ese rgano de propaganda imperialista que es Life en Espaol (ttulo que es toda una definicin: un verdadero programa), su colaborador Carlos Fuentes, cuya firma nos ha sorprendido all, resea el congreso a que asististe, bajo el ttulo: EL PEN: entierro de la guerra fra en literatura (Agosto 1, 1966). Una de las figuras ms destacadas de ese supuesto entierro, se dice, eres t. De paso, nos enteramos tambin, gracias a ese artculo, de que la mesa redonda del grupo latinoamericano fue presidida por Emir Rodrguez Monegal, a quien Fuentes llama impertrrito U Thant de la literatura hispanoamericana y a quien con igual chatura metafrica, pero con ms precisin, cabra llamar Quisling de la literatura hispanoamericana. Como sabes, a Rodrguez Monegal le ha encomendado dirigir su nueva revista en espaol (despus de fallecido Cuadernos) el Congreso por la libertad de la cultura, organismo financiado por la CIA, segn inform el propio New York Times (edicin internacional, 28 de abril de 1966).Es inaceptable que entonemos loas a una supuesta coexistencia pacfica y hablemos del fin de la guerra fra en cualquier campo, en el mismo momento en que tropas norteamericanas, que acaban de agredir al Congo y a Santo Domingo, atacan salvajemente a Viet Nam y se preparan para hacerlo de nuevo en Cuba (directamente a travs de sus cipayos latinoamericanos). Para nosotros, los latinoamericanos; para nosotros, los hombres del tercer mundo, el camino hacia la verdadera coexistencia y la verdadera liquidacin de la guerra (fra y caliente), pasa por las luchas de liberacin nacional, pasa por las guerrillas, no por la imposible conciliacin. Como la condicin primera para coexistir es existir, la nica coexistencia pacfica en la que podemos creer es la integral, de que habl en El Cairo el presidente Dortics: la que garantizara no slo que no cayeran bombas en New York y Mosc, sino tampoco en Hanoi ni en La Habana; la que permitiera la absoluta liberacin de todos nuestros pueblos, los ms pobres y numerosos de la tierra. Aspiramos, como ha dicho Fidel, a un mundo donde la igualdad de derechos prevalezca lo mismo para los grandes que para los pequeos. No somos demcratas cristianos, no somos reformistas, no somos avestruces. Somos revolucionarios. Creemos, con la Segunda Declaracin de La Habana, que el deber de un revolucionario es hacer la revolucin, y que cumpliendo ese deber, y slo as, nos ser dable existir -y coexistir-, dar fin a todas las guerras.No hasta con denunciar verbalmente las agresiones ms obvias: no basta con deplorar, por ejemplo, la criminal guerra de Viet Nam: sta es slo una forma, particularmente horrible, de la poltica yanqui. Otros pasos, previos, la han hecho posible. Hay que negarse tambin a respaldar esos pasos; y llegado el caso, apoyar a quienes, frente a la violencia opresora, desencadenan la violencia revolucionaria.La prueba de que los imperialistas norteamericanos entienden que tu viaje les ha sido ampliamente favorable, es el jbilo manifestado en torno a la visita por voceros norteamericanos como Life en Espaol y La Voz de los Estados Unidos de Amrica. Si ellos sospecharan que t habas servido con tu visita a la causa de los pueblos, se hubieran regocijado igualmente? Por eso nos preocupa que hayan podido utilizarla de este modo. Que algunos calculadores se presten a ese papel, mediante prebendas directas o indirectas, es entristecedor, pero nada ms. Pero que t, grande de veras en la profunda y original tarea literaria, y grande en la postura poltica; que un hombre insospechable de cortejar tales prebendas, pueda ser utilizado para esos fines, lo creemos ms que entristecedor: lo creemos grave, y consideramos nuestro deber de compaeros el sealrtelo.Pero si tu visita a los Estados Unidos fue utilizada en ese sentido, aunque cabra haber obtenido con ella otros resultados, qu interpretacin positiva puede drsele a tu aceptacin de una condecoracin impuesta por el gobierno peruano, y tu cordial almuerzo con el presidente Belande?Qu habras pensado t, Pablo, del escritor de nuestra Amrica, de la figura poltica de nuestra Amrica, que se hubiera prestado a que Gabriel Gonzlez Videla lo condecorara, y que departiera cordialmente con l, mientras t estabas en el exilio? Hubieras credo que ello fortaleca los nexos entre Chile y el pas de ese escritor? Le hubieras concedido a Gabriel Gonzlez Videla el honor de representar a Chile, mientras t, por ser autntico representante de tu pueblo, estabas desterrado? Por eso no te costar trabajo imaginar lo qu en estos momentos piensan y sienten no slo los desterrados, sino los guerrilleros que, en las montaas del Per, luchan valientemente por la liberacin de su pas; los numerosos presos polticos que, por pensar como aqullos, yacen en crceles peruanas -algunos, como Hctor Bjar, muriendo lentamente; los que viven bajo la amenaza de la pena de muerte impuesta en su tierra a 1os que auxilien a los nuevos libertadores; los seguidores de Javier Heraud, Luis de la Puente, Guillermo Lobatn, cuya sangre se ha sumado a la de los mrtires que t cantaste en grandiosos poemas. Aceptarn ellos que el gobierno de Belande, al imponerte la medalla (a sugerencia de la organizacin que sea), ha podido hacerlo a nombre del Per? No son esos gobernantes, con quienes almorzaste amigablemente, sino ellos, quienes ostentan la verdadera representacin de Per. As como a Chile la representan los mineros asesinados, Recabarren, el Neruda que en el destierro nos dio el admirable Canto General, los grandes lderes populares de ese gran pueblo tuyo y no Gonzlez Videla y Frei. Este ltimo ha sido escogido por los yanquis como cabeza del reformismo (hasta le dejan mantener relaciones con la URSS), del mismo modo que los gorilas del Brasil, y ltimamente de Argentina son cabeza del militarismo: pero unos y otros, con distintos mtodos, tienen un mismo fin: frenar o aplastar la lucha de liberacin. No son Per y Chile quienes fortalecen sus vnculos gracias a esos actos tuyos, sino Belande y Frei: el imperialismo yanqui.Porque es evidente, Pablo, que quienes se benefician con estas ltimas actividades tuyas, no son los revolucionarios latinoamericanos; ni tampoco los negros norteamericanos, por ejemplo: sino quienes propugnan la ms singular coexistencia, a espaldas de las masas de desposedos, a espaldas de los luchadores. Es una coexistencia que se reserva para la pequea burguesa reformista, los que quieren marxismo sin revolucin, y los intelectuales y escritores latinoamericanos, negados hasta ahora, humillados, desconocidos y estafados. Los imperialistas han ideado una nueva manera de comprar esa materia prima de nuestro continente que es el intelectual. Transportada esplndidamente a los Estados Unidos, es devuelta a nuestros pueblos en forma de intelectual-que-cree-en-la-revolucin hecha-con-la-buena-voluntad y-el-estmulo-del-State Departrnent. La situacin real de su pas no ha cambiado: lo que ha cambiado es la ubicacin del intelectual en la sociedad, o ms bien su ubicacin con respecto a la metrpoli.Existe en Amrica Latina un estado de violencia permanente que se manifiesta en constantes gorilazos, el ms reciente de los cuales es el de Argentina, represin en Guatemala y Per, carnicera sistemtica en Colombia, masacre de manifestaciones obreras en Chile, suicidios de dirigentes guerrilleros en Venezuela, intervencin armada en Santo Domingo, constante estado de amenaza a Cuba.El intelectual latinoamericano regresa a su tierra y declara engolando la voz: Ha comenzado la etapa de la coexistencia ... i No! Lo que ha comenzado es la etapa de la violencia, social y literaria, entre los pueblos y el imperio.El pueblo sigue hambriento, asfixiado, aspirando a una igualdad social, a una educacin, a un bienestar material y a una dignidad que no le dar ninguna declaracin en Life. Se puede ir a Nueva York, desde luego, a Washington si es necesario, pero a luchar, a plantear las cosas en nuestros propios trminos, porque sta es nuestra hora y no podemos de ninguna manera renunciar a ella; no hablamos en nombre de un pas ni de un crculo literario, hablamos en nombre de todos los pueblos de nuestra Amrica, de todos los pueblos hambreados y humillados del mundo, en nombre de las dos terceras partes de la humanidad. La nueya izquierda la coexistencia literaria -trminos que inventan ahora los imperialistas y reformistas para sus propios intereses, como antes inventaron el de guerra fra para sus campaas de guerra no declarada contra las fuerzas del progreso- son nuevos instrumentos de dominacin de nuestros pueblos.De la misma manera que la Alianza para el Progreso no es ms que el intento de neutralizar la revolucin latinoamericana, la nueva poltica cultural de Estados Unidos hacia Amrica Latina no es mas que una forma de neutralizar a nuestros estudiantes, profesionales, escritores y artistas en nuestras luchas de liberacin. Robert Kennedy lo admiti claramente en su discurso televisado el 12 de mayo pasado: Se aproxima una revolucin (en Amrica Latina)... Se trata de una revolucin que vendr, quermoslo o no. Podemos afectar su carcter, pero no podemos alterar su condicin de inevitable. Qu lugar van a tomar nuestros estudiantes, profesionales, escritores y artistas en esa revolucin cuya inevitabilidad subraya incluso el propio Kennedy? El lugar de freno, de retaguardia acobardada y sumisa? Est eso en la lnea de Mart y Maritegui, Mella y Ponce, Vallejo y Neruda? Kennedy propone, como primer contraveneno a esa revolucin, a la revolucin real y revolucionaria -y citamos textualmente-: El intercambio de intelectuales y estudiantes entre los Estados Unidos y Amrica Latina.Es un evidente programa de castracin, que ha comenzado ya a realizarse. Pero ese veneno nuestro, esa violencia, es una violencia sagrada: tiene una justificacin de siglos, la reclaman millones de muertos, de condenados y de desesperados, la amparan la furia y la esperanza de tres continentes; han sabido encarnarla entre nosotros Tupac Amaru y Toussaint Louverture, Bolvar y San Martn, O'Higgins y Sucre, Jurez y Maceo, Zapata y Sandino, Fidel Castro y Che Guevara, Camilo Torres y Fabricio Ojeda, Turcios y los numerosos guerrilleros esparcidos por Amrica cuyos nombres an no conocemos.Queremos la revolucin total: la que d el poder al pueblo; la que modifique la estructura econmica de nuestros pases; la que los haga polticamente soberanos, la que signifique instruccin, alimento y justicia para todos; la que restaure nuestro orgullo de indios, negros y mestizos; la que se exprese en una cultura antiacadmica y perptuamente inquieta: para realizar esa revolucin total, contamos con nuestros mejores hombres de pensamiento y creacin, desde Mxico en el norte hasta Chile y Argentina en el sur. Despus de la Revolucin cubana, los Estados Unidos comprenden que no se enfrentan a un continente de latinos ni de infrahombres: que se enfrentan a un continente que reclama su lugar con violencia y para ahora, como sus propios negros, los negros norteamericanos. Despus de la Revolucin cubana, los Estados Unidos, de la misma manera que descubrieron que a nuestro continente le haca falta la reforma agraria, descubrieron tambin que tenamos una literatura de verdad. El ltimo paso a ese descubrimiento lo han dado al proponer comprar (o al menos, neutralizar) a nuestros intelectuales, para que nuestros pueblos se queden, una vez ms, sin voz. Y ya eso no se trata de servirse de personajes desacreditados, como Arciniegas y compaa. Quemaron a los liberales-conservadores, a los reaccionarios, a los agentes de la primera hornada. Ahora tienen que hablar en trminos de izquierda con hombres de izquierda, porque si no fuera as no seran escuchados ms que por los peores crculos reaccionarios. Estn a la bsqueda de quienes, pretendiendo hablar a nombre nuestro, presenten la revolucin y la violencia como cosa de mal gusto. Y encuentran, pagando su precio, a esos sensatos, a esos colaboracionistas, a esos traidores.Nuestra misin, Pablo, no puede ser, de ninguna manera, prestarnos a hacerles el juego, sino desenmascararlos y atacarlos.Tenemos que declarar en todo el continente un estado de alerta: alerta contra la nueva penetracin imperialista en el campo de la cultura, contra los planes