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VIDA CONSAGRADA No. 4. JUNIO DE 2008. MEDELLÍN, COLOMBIA. ISSN: 1900-4265 DIOS CREA DESDE UN PEQUEÑO GRUPO -Resonancias bíblicas para la vida religiosa hoy 1 - P. Dr. Hernán D. Cardona Ramírez** Resumen La Iglesia y la vida consagrada son testigos del Reino por el sendero de los vasos comunicantes. Por eso deberíamos, nosotros los consagrados, ver la realidad desde otro punto de vista. A lo largo de la historia fueron de hecho los monjes y monjas del desierto, y los fundadores y fundadoras de los primeros monasterios, quienes forjaron unos espacios y unos lugares, a partir de los cuales se inició un proceso incontenible de conversión, el cual a continuación renovó la Iglesia entera. Podemos nosotros ser hoy el espejo de la situación global de la Iglesia, pero de nuevo la vida consagrada puede asumir y contagiar la experiencia del desierto y de los primeros monasterios, desde el pequeño grupo y desde un ínfimo grupito de personas, bien decididas, porque están llenas del Espíritu renovador del Resucitado. Palabras claves Biblia, grupo pequeño, Dios, creación, Jesús, Nuevo Testamento, Vida religiosa. Abstract The Church and the consecrated life are witnesses of the Kingdom to the way of communicating vessels. For that reason we would have, consecrated, to see them the reality from another point of view. Throughout history they were in fact the monks and nuns of the desert, and the founders of the first monasteries, that forged spaces and places, from as an uncontrollable process of conversion began, which next renewed the whole Church. We can today be the mirror of the global situation of the Church, but the consecrated life can assume and again infect the 1 Artículo de investigación, en la línea de Exégesis Bíblica. Grupo de Biblia de la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín- Colombia. Clasificado en Colciencias A1 a la fecha y con certificado de calidad de Icontec ISO 9001: 2000, válido hasta el año 2013. ** Integrante de la provincia salesiana de Medellín. Teólogo de la Pontificia Universidad Javeriana, Magíster en Estudios Bíblicos de la Universidad de Antioquia, Magíster en Teología con énfasis en Sagrada Escritura de la Universidad Pontificia Bolivariana y Doctor en Teología Bíblica de la misma institución. Algunas de sus publicaciones más destacadas son: Jesús de Nazaret en el evangelio de San Marcos, Hechos de los Apóstoles: discipulado para la misión, Itinerario espiritual de San Pablo, entre otras. Actualmente se desempeña como docente de Sagrada Escritura y director de la revista “Cuestiones Teológicas” de la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia Bolivariana-Medellín.

P. Dr. Hernán D. Cardona Ramírez**files.revistavidaconsagrada.webnode.com.co... · La Iglesia y la vida consagrada son testigos del Reino por el sendero de los vasos comunicantes

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VIDA CONSAGRADA – No. 4. JUNIO DE 2008. MEDELLÍN, COLOMBIA. ISSN: 1900-4265

DIOS CREA DESDE UN PEQUEÑO GRUPO -Resonancias bíblicas para la vida religiosa hoy1-

P. Dr. Hernán D. Cardona Ramírez**

Resumen La Iglesia y la vida consagrada son testigos del Reino por el sendero de los vasos comunicantes. Por eso deberíamos, nosotros los consagrados, ver la realidad desde otro punto de vista. A lo largo de la historia fueron de hecho los monjes y monjas del desierto, y los fundadores y fundadoras de los primeros monasterios, quienes forjaron unos espacios y unos lugares, a partir de los cuales se inició un proceso incontenible de conversión, el cual a continuación renovó la Iglesia entera. Podemos nosotros ser hoy el espejo de la situación global de la Iglesia, pero de nuevo la vida consagrada puede asumir y contagiar la experiencia del desierto y de los primeros monasterios, desde el pequeño grupo y desde un ínfimo grupito de personas, bien decididas, porque están llenas del Espíritu renovador del Resucitado. Palabras claves Biblia, grupo pequeño, Dios, creación, Jesús, Nuevo Testamento, Vida religiosa. Abstract The Church and the consecrated life are witnesses of the Kingdom to the way of communicating vessels. For that reason we would have, consecrated, to see them the reality from another point of view. Throughout history they were in fact the monks and nuns of the desert, and the founders of the first monasteries, that forged spaces and places, from as an uncontrollable process of conversion began, which next renewed the whole Church. We can today be the mirror of the global situation of the Church, but the consecrated life can assume and again infect the

1 Artículo de investigación, en la línea de Exégesis Bíblica. Grupo de Biblia de la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín- Colombia. Clasificado en Colciencias A1 a la fecha y con certificado de calidad de Icontec ISO 9001: 2000, válido hasta el año 2013. ** Integrante de la provincia salesiana de Medellín. Teólogo de la Pontificia Universidad Javeriana, Magíster en Estudios Bíblicos de la Universidad de Antioquia, Magíster en Teología con énfasis en Sagrada Escritura de la Universidad Pontificia Bolivariana y Doctor en Teología Bíblica de la misma institución. Algunas de sus publicaciones más destacadas son: Jesús de Nazaret en el evangelio de San Marcos, Hechos de los Apóstoles: discipulado para la misión, Itinerario espiritual de San Pablo, entre otras. Actualmente se desempeña como docente de Sagrada Escritura y director de la revista “Cuestiones Teológicas” de la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia Bolivariana-Medellín.

experience of the desert and the first monasteries, from the small group and a very small group of people, decided well, because they are full of the renovator Spirit of the resurrected one.

Key words

Bible, small group, God, creation, Jesus, New Testament, Consecrated Life. Introducción2. Una queja frecuente, entre numerosas comunidades y congregaciones religiosas, apunta a la escasez de nuevas vocaciones para sus institutos y para atender la creciente actividad pastoral, en la manifestación creíble de su carisma original. También muchos obispos, presbíteros e iglesias particulares, en algunas regiones del mundo, ven sus templos cada vez más vacíos. La práctica religiosa es cada vez menor en numerosas capas de la población, en particular, entre los jóvenes. Y, como consecuencia de este panorama desolador, se apodera de los creyentes una difusa e incómoda sensación de desánimo. Cuando nosotros los creyentes, leemos esta cuestionante realidad, tenemos la oportunidad de hacerlo desde la Palabra de Dios. Allí constatamos cómo Dios siempre está en acción, es creador en forma permanente, y en numerosas ocasiones empieza con realidades pequeñas, con grupitos ínfimos de personas, pero de ordinario, siempre en crecimiento. Sin embargo, ese grupito pequeño, de otro lado, también puede delatar la desidia humana, cuando malogra la obra iniciada por Dios. El Dios bíblico con un pequeño grupo. Ante el panorama de los párrafos anteriores, los creyentes, y entre ellos los religiosos-as, tenemos la oportunidad de ofrecer una forma distinta de ver la realidad, sabemos de las dificultades, pero nuestros carismas están llenos de espíritu resucitado y radiante de esperanza3.

2 En esta exposición soy deudor de un artículo muy importante: El principio bíblico del pequeño número. Autor: Norbert Lohfink. Selecciones de Teología. No. 165, año 2003. Vol. 42. Pp. 57-68. 3 Cf., MARTINI, Carlo Maria. Y SPORSCHILL, Georg. Coloquios nocturnos en Jerusalén. Sobre el riesgo de la fe.

Madrid: San Pablo, 2008. Pág. 170. LOHFINK, Norbert. El sabor de la esperanza. Madrid: Publicaciones Claretianas, 1983. Pp. 40-61.

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Cuando miramos y oramos la Biblia, si buscamos el hilo conductor del proceder de Dios en este mundo, a través de la historia de Israel y de la Iglesia, descubrimos un lema extraño y paradójico “Los comienzos del Dios bíblico de ordinario son a partir de un grupo pequeño de personas”: Abrahán con su familia, segregado del confuso mundo de pueblos; el resto de Israel, cuando regresa de Babilonia; Jesús inicia su ministerio público con cuatro discípulos, dos parejas de hermanos (Mc 1,16-20); los apóstoles eran doce y la comunidad primitiva, nuevo resto de Israel, fue en su origen un grupo bien pequeño. Después del crecimiento de la Iglesia, los nuevos pequeños comienzos de la realidad monacal y de los anacoretas del desierto fueron ínfimos; Benito y sus monasterios; las órdenes mendicantes; las órdenes de los tiempos modernos; y hoy en día las nuevas comunidades religiosas y eclesiales. Cuando Dios quiere obrar en la historia4, empieza con un grupo pequeño. Así adquirió un sentido positivo y esperanzador la experiencia de “unos pocos”. Este principio bíblico, como una de las maneras divinas de proceder, nos irradia esperanza. Pero si Dios empieza con unos pocos no siempre el pequeño grupo implica, responsabilidad divina cuando asoma amenazante la escasez de vocaciones. Un número pequeño puede estar al inicio de grandes proyectos o realidades con mega dimensiones, pero también puede revelar una situación dolorosa con una responsabilidad compartida por los seres humanos; la sopa perdió su sabor y tiene demasiada agua; y este dato cierto no debe ahogar el criterio bíblico de unos inicios pobres con pocos actores. Un comienzo ínfimo con sentido desde Dios. Gerhard Lohfink5 en su libro ¿Necesita Dios a la Iglesia?, muestra cómo Dios quiere la libertad de quienes se asocian a su revolución. Esto pide tiempo y Dios tiene todo el tiempo para empezar con unos pocos, dando así una oportunidad a la libertad. Las revoluciones no tienen tiempo. La vida de cada uno tiene una duración limitada y la masa es inerte. Los cambios rápidos sólo pueden lograrse por la fuerza. Sólo Dios puede cambiar de raíz el mundo y la sociedad humana sin suprimir la libertad. 4 Cf., Conferencia de Aparecida, Documento conclusivo. Brasil, Mayo de 2007. N° 178-180. KÜNG, Hans. El

Judaísmo. Madrid: Trotta, 1993. Pp. 68-214. 5 LOHFINK, Gerhard. ¿Necesita Dios la Iglesia? Madrid: San Pablo, 1999. Pp. 267-406. AA.VV. Cristianismos originarios (30-70 dc). RIBLA, No. 22. Quito: RECU, 1996.

El Dios de la Biblia no intenta cambiar todo de una vez. Empieza a partir de personas sencillas y realidades pequeñas6. Establece un lugar bien visible, donde el mundo se convierte en su deber ser según su punto de vista, y a partir del cual se va expandiendo la novedad. El Dios de la Biblia no se impone, no obliga, ni oprime. Todos deben ir y ver. Si lo desean, se dejan introducir en la obra de salvación obrada por Dios. Sólo así se respeta la libertad. Un evento con estas características exige tiempo y Dios se lo toma. Con este criterio nos aproximamos a los textos sobre los patriarcas en el Antiguo Testamento7. Según la historia primitiva, la rivalidad y la violencia han ido en aumento. Luego todo se concentra. Gen 12 empieza con la historia de Abrahán. Esta pequeña historia conducirá a la Nueva Ciudad, la Jerusalén bajada del cielo para tener su asiento en esta historia (Apc 21)8. Al principio una única familia va hacia lo desconocido; pero enseguida sobreviene la promesa (Gen 12,1-3). Al inicio de la historia salvífica tenemos un diminuto rebaño, el cual vivirá un éxodo y cuyo futuro está en una promesa. Esos pocos elegidos son un tesoro para Dios. Él tiene tiempo. No todos los hombres deben ser de estos elegidos. Pero, a quienes entran en contacto con ellos, Dios los mide según su reacción (Gen 12,3). Más tarde Jesús dirá: “lo que habéis hecho a uno de mis hermanos más pequeños, a mí lo habéis hecho” (Mt, 25, 40). Los “hermanos más pequeños” no significaban en un principio todos los pobres de esta tierra. La pregunta latente era: ¿qué será de quienes no son de los nuestros? La respuesta era: estos pocos discípulos del Señor, perseguidos, son muy valiosos a los ojos de Dios, por eso a los demás pueblos les basta reaccionar con el bien ante ellos. Quien viene en ayuda de los discípulos de Jesús, perseguidos desde distintos frentes (imperio romano y judaísmo, entre otros), colabora con la obra de Dios y pertenece a los bendecidos por el Padre.

6 Cfr. LOHFINK, Norbert. La Opción por los Pobres. México: Universidad Iberoamericana, 1998. Pág. 61-65. AA.VV. La opción por los pobres, como criterio de interpretación. RIBLA, No. 3. 1989. 7 Cf., MESTERS, Carlos. Dios, ¿dónde estás? Una introducción práctica a la Biblia. Navarra: Verbo Divino, 2003. Pág. 41- 42. LIVERANI, Mario. Más allá de la Biblia. Barcelona: Critica, 2004. Pp. 297-320. FINKELSTEIN, Israel. SILBERMAN, Neil Asher. La Biblia desenterrada. Madrid: Siglo XXI, 2007. Pp. 351-368. 8 Con este sentido de una nueva Jerusalén en esta historia, se puede consultar: ALVAREZ VALDES, Ariel. La Nueva

Jerusalén, ¿Ciudad celeste o ciudad terrestre? Estudio exegético y teológico de Apocalipsis 21,1-8. Estella: Verbo Divino, 2005. Pp. 234-296.

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Ese pequeño rebaño de los pobres, es esencial para Dios en este mundo. Sólo se podrá ayudar a la infinitud de pobres de la tierra si se ayuda a esos pocos, a ese grupito pequeño. Así ocurrió con Abrahán y así ocurre hoy desde la dinámica del evangelio9. Siempre habrá una sola línea de salvación para las generaciones venideras, baste mirar las bienaventuranzas (Mt 5,1-11). Aunque al final se forme un gran pueblo de doce tribus en una gran región, cuando claudique y perezca, sobrevive sólo la tribu de Judá, y de ella tan sólo un pequeño resto, deportado a Babilonia. En esas duras condiciones, Dios mueve a Ciro el grande, rey de los persas, para permitir el regreso de los exiliados a su tierra nutricia. Y en la destruida Jerusalén, Dios empezará de nuevo con ellos. La historia se repetirá y el Israel de Dios volverá a hacerse el sordo ante el llamado divino. En el siglo I de la era común. Algún pequeño grupo del pueblo (por ejemplo, la gente de Qumran, cuyos manuscritos descubrimos a orillas del Mar Muerto) se acordará del criterio bíblico del grupo pequeño e intentará vivir como el Israel auténtico. En este contexto preciso hicieron acto de presencia Juan Bautista y el mismo Jesús de Nazareth, ellos promovieron el renacimiento de Israel, una vez más desde un grupo pequeño. Jesús asoma consciente, en todo su sentido, del argumento bíblico del grupito ínfimo de personas. A los suyos les llama “pequeño rebaño” (Lc 12,32). En sus parábolas desarrolla una comparación del reino de los cielos con un grano de mostaza (Mc 4,30-32). Una semilla de “brassica nigra” pesa apenas un miligramo y tiene un diámetro de un milímetro. Esta planta anual alcanza en pocas semanas de un metro y medio hasta tres, en los campos más fértiles de galilea. Jesús no compara el reino de Dios con la mostaza, sino con todo el proceso, de semilla a hortaliza y se remonta desde esta hortaliza a la imagen mítica del árbol del mundo, al cual acuden los pájaros, anidando en sus ramas. La analogía no es estática: habla de la venida del Reino de Dios. Pero con una afirmación central: Dios empieza con grupitos sencillos, con realidades pequeñas, desde experiencias muy ínfimas.

9 Cf., NOLAN, “¿Quién es este hombre?” Jesús antes del cristianismo. Santander: Sal Terrae, 1981. Pág. 39-51. GRÜN, Anselm. Jesús imagen de los hombres. El Evangelio de Lucas. Estella: Verbo Divino, 2003. Pp. 35-62.

En la parábola de la levadura (Lc 13,20-21) no sólo compara la soberanía divina con el pequeño puñado de fermento, sino con todo el proceso. Las tres medidas, abarcan unos cuarenta kilos, de harina, y dentro de ella se introduce la diastasa en muy poca cantidad; todos los elementos forman también parte de la imagen total. El resultado final, cuando el pan sale del horno, son unos cincuenta (50) Kg., de pan fresco y sabroso, corresponde en proporción al alimento necesario para unas ciento cincuenta (150) personas. Una sola noche le ha bastado al pequeño puñado de levadura para fermentar esta enorme cantidad. Esta parábola aporta un criterio nuevo. El argumento bíblico de lo poco, lo pequeño y lo ínfimo, posee una increíble capacidad de transformación: la fuerza de Dios para transformar el mundo y hacerlo sabroso10. De este hecho está seguro Jesús en medio del desconcertado y perdido puñadito de discípulos, asombrados, y muchas veces asustados, a su alrededor. No hay fuerza adversa capaz de impedir la grandeza final del inicio pequeño de Dios. Por este camino, Jesús explica la parábola de la siembra en el campo (Mc 4, 3-8). La semilla caída en el camino fue alimento de los pájaros. No tenía la menor alternativa. Luego, cayó otra parte en terreno pedregoso de poca tierra. Creció, pero el sol la agostó. Por lo menos había crecido un poco, pero se acabó. Luego, la semilla entre abrojos: creció, pero los espinos la asfixiaron. Según las leyes de las narraciones populares, ahora llega el elemento esencial, el argumento fundamental. La semilla sembrada en buena tierra creció. De cada grano salieron 30, 60 ó 100 granos. De nuevo la parábola se refiere al proceso completo, del cual forman parte también los enemigos del reino de Dios, los fracasos, los rechazos, a pesar de los cuales se impondrá al final el gran triunfo divino. Jesús conoce muy bien la dinámica dialéctica de la obra divina en este mundo. Además de la pequeñez de los inicios, cuenta también con una oposición masiva. Esta, sin embargo, no acabará con la obra de Dios, porque se irá abriendo camino, no sólo en el mundo venidero, sino también en éste. Las cifras diminutas de Dios están preñadas de esperanza y de futuro11. Además no se dan tan solo grupos o realidades pequeñas de Dios: también hay, y debemos lamentarlo, otras cantidades insignificantes producidas por nosotros, los seres humanos, en el quehacer con la creación.

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Cf., NOLAN, “¿Quién es este hombre?” Jesús antes del cristianismo. Santander: Sal Terrae, 1981. Pág. 126-127. PEREZ, Miguel y TREBOLLE, Julio. Historia de la Biblia. Madrid: Trotta, 2006. Pp. 55-62. 11 Cf., GONZALEZ LAMADRID, Antonio. Las tradiciones históricas de Israel. Navarra: Verbo Divino, 1993. Pág. 172-173. DONAHUE, John R. El Evangelio como parábola. Bilbao: Mensajero, 1997. Pp. 53-55. 92-96.

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La historia desde un “pequeño grupo”. A lo largo de la historia de Israel y de la Iglesia, Dios no comenzó únicamente una sola vez, sino una y otra vez con grupitos y realidades pequeñas. Con facilidad pensamos en la secuencia irreversible de juventud, vejez y muerte, una ley válida no sólo para cada individuo, sino para los organismos sociales. También éstos se ven sujetos a continuos envejecimientos los cuales, lejos de fomentar la vida, más bien la frenan. También ellos llegan al final. Estas leyes actúan en la Iglesia y en las comunidades de consagrados-as. Tal vez sea ésta la razón de ser de las diversas genealogías de patriarcas presentes en el Génesis, al comienzo de la historia de la salvación. No era nada fácil un crecimiento en una dimensión siempre nueva. Cada uno de esos portadores de la promesa, excepto quizás Abrahán, murió sin dejar rastro de sí. Cada vez llegaba alguien a su fin. A partir de Abrahán una realidad creció en Isaac, pero envejeció con éste. Se dividió luego al pelearse los mellizos de Isaac y el embustero Jacob debió exiliarse. Los doce hijos, aumentaron su familia y al regreso aportaron nueva sangre al país. Pero de nuevo llegó a su fin cuando uno fue vendido a Egipto, donde estalló la hambruna. Todos sobrevivieron, tanto el padre como los hijos con sus familias. Pero era un nuevo comienzo asimismo transitorio, una vez más en el extranjero, donde José los había salvado. Sólo el éxodo de Egipto, bajo Moisés, sacudió ese repetido recomenzar y fue el inicio de una realidad del todo nueva12. Cada una de esas tres fases empezó con una experiencia nueva, y luego vino la ascensión y el ocaso. No sólo poseemos los arcos vitales de generaciones, sino el gran arco de toda una realidad social e histórica. Dios mantuvo siempre en la mano el hilo de su propia historia y lo fue devanando13. Nada se fue sucediendo como una mera repetición. Las leyes del devenir y transcurrir de las realidades sociales están en vigor donde Dios impulsa su historia. Son leyes naturales puestas por Dios en su creación y no 12

Cf., GARCÍA GONZÁLEZ, Francisco Javier. Introducción a la Sagrada Escritura. Universidad Pontificia. Medellín: Bolivariana, 2003. Pág. 25 13 Cf., MESTERS, Carlos. Dios, ¿dónde estás? Una introducción práctica a la Biblia. Navarra: Verbo Divino, 2003. Pág. 56- 57

las piensa revocar. Conducen una y otra vez al grupito pequeño, a las últimas estaciones antes del final, donde llega la despedida. Y con todo, no se pone en entredicho la obra de Dios, pues él ha sembrado diversas semillas en su campo y siempre se da en su entorno un nuevo germen. Un fragmento de esta necesidad de despedirse puede tener lugar tal vez muy cerca de nosotros, en aquellas realidades ricas de tradiciones donde hemos encontrado nuestra patria. Dios se lo puede permitir. En este proceso tenemos una tarea específica. Aceptar la evidencia de un posible final, aunque algunas comunidades comenzaron a brillar de manera sorprendente en la última fase de su existencia. Todo esto es verdad. También aquí se realiza la ley del grupito pequeño. Esto debe aceptarse y así se puede luego vivir y morir. Los números decrecientes muestran la posibilidad de un final, se acerca la hora definitiva. No debe ser un mal fin14. Todo puede soportarse gracias a la fe, porque la obra de Dios seguirá adelante, pues es mayor que el período vital del individuo y de las comunidades (ellas en su tiempo, hicieron historia –historia de Dios–, pero su hora ya pasó). Pero esto no es todo. A los grupos pequeños les puede ocurrir un evento distinto al inevitable devenir con su irremediable desaparición. En la parábola del crecimiento de las semillas aparecen activas las fuerzas adversas a la semilla recién salida. La obra divina sufre desde su humilde comienzo. Aunque se desarrolle, no deja de tener tribulaciones. Cuando la mujer del Apocalipsis da a luz a su hijo, sobreviene una amenaza superior a todos los dolores del parto: el dragón. La mujer es llevada al desierto sobre las alas del águila, donde el dragón no puede dañarla. Pero éste lucha contra el resto de su simiente, y aunque el dragón es poderoso, pues su cola ha barrido ya un tercio de las estrellas del cielo (Apc 12,4), este pequeño grupo obedece los mandatos divinos y se mantiene firme en el testimonio de Jesús. Una imagen del lenguaje bélico. Cuando los consagrados pensamos hoy en la disminución de vocaciones y en los pocos aún fieles a esta vocación, tal vez poco tenemos en cuenta la fuerza del dragón y el hecho de encontrarnos en guerra. El Antiguo Testamento tiene la imagen del “resto” para los grupitos pequeños. Dicho retrato procede del

14 Cf., NOLAN, “¿Quién es este hombre?” Jesús antes del cristianismo. Santander: Sal Terrae, 1981. Pág. 125. CROSSAN, John Dominic. El Jesús de la historia. Barcelona: Critica, 2000. Pp. 9-21.

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lenguaje bélico. Al principio del libro de Isaías (Is 1,7-9) se nos presenta en forma plástica este cuadro. Podemos datar estas palabras con toda exactitud en el año 701 a.C. El poblado de Jerusalén es el resto del cual habla Isaías. Ya no quedaba nada más. Dos siglos antes, Asur había conquistado Samaria, anexando el Reino del Norte, borró de manera definitiva del mapa, diez tribus de Israel, por genocidio e intercambios de población. Sólo quedaba Judá, el reino del Sur, reducido a país vasallo del imperio asirio. Ezequías, tras largos años de equipamiento y preparación logística, había intentado sublevarse, pero fracasó en forma miserable15. Asur conquistó todas las poblaciones del país de Judá, y las destruyó. Toda la economía rural estaba agotada, pues les cortaron todas las cepas y olivos. Las comarcas de Judá se repartieron entre las naciones vecinas del sur o del oeste. La población de la tierra que no había fallecido fue deportada en su totalidad (unos 20.000 hombres). Jamás regresó: quedó esparcida entre otros pueblos. La región quedó inhabitada. Se convirtió en matorrales donde los filisteos cazaban ciervos. Sólo Jerusalén quedaba por conquistar. Los ejércitos asirios debieron retirarse por problemas en otras partes del reino. Se resarcieron de la retirada con amplias compensaciones. Isaías describe la situación. Todo converge en Jerusalén como el resto presente, conservado por Dios. Despojo de una guerra del todo perdida16. En el Antiguo Testamento, resto significa el pequeño grupo aún sobreviviente. En el antiguo oriente se trata de una imagen propia del mundo de la guerra. Las guerras eran infinitamente crueles. Quienes no eran entregados, incluso con sus pertenencias y sus familias, a la esclavitud, eran sacrificados, asesinados en forma violenta y sanguinaria. No sólo eran derrotadas las tropas, sino toda la población. Por eso, un “resto” designaba a los afortunados, a quienes, de una manera u otra, habían escapado de la catástrofe. La expresión “Resto de Israel” significa, por tanto: ha tenido lugar la guerra, no queda apenas nada de Israel, tan sólo unos pocos han sobrevivido. El vocablo “Resto” es, por lo tanto, una denominación de grupos pequeños, y hace

15 Cfr. FINKELSTEIN, Israel. SILBERMAN, Neil Asher. La Biblia desenterrada. Madrid: Siglo XXI, 2007. A la sombra del Imperio (Asirio). Pp. 219-252. 16

Cf., ABREGO DE LACY, J. M. Los libros proféticos. Navarra: Verbo Divino, 1997. Pág. 47- 48. SOGGIN, Jan Alberto. Introduzione all’Antico Testamento. Brescia: Paideia, 1987. Pp. 267-310. Vawter, Bruce. Introducción a la literatura profética. En: Comentario Bíblico San Jerónimo. Estella: Verbo Divino, 2005. Pp. 287- 309.

referencia a una derrota al final de una guerra asesina. Atónitos ante nuestras pocas vocaciones y con números en continua disminución, no se nos ocurre pensar en una guerra, ni en una realidad similar, quizá todavía amenazante. ¿Se trata en verdad de una guerra? Los profetas de Israel no eran ingenuos. No se imaginaban que, en el fondo, sólo se trataba de ensayos de poder de las estructuras políticas. Detrás de estos frentes visibles veían el auténtico desarrollo del frente invisible y más profundo de estas guerras que diezmaban Israel. Si el Israel de Dios era derrotado por fuerzas políticas, era porque hacía tiempo había regresado, por propia decisión, a un sistema del cual, en sentido estricto, se había despedido para siempre. En lucha con su destino se convirtió en un botín de los asirios y estos los podían destruir. Pero Israel no vio nada. Los profetas debieron abrirle los ojos17. Isaías 1,7-9 se dirige ahora a Jerusalén. Dios ha dejado un “resto”, es una gracia y un regalo suyo, pues dentro de una lógica militar, deberían desaparecer o ser destruidos. En realidad, el resto superviviente adoptaba el mismo comportamiento por el cual vino la destrucción de Gomorra. Isaías se dirige a los habitantes de Jerusalén, tratándoles como si de Sodoma y Gomorra se tratase (cf. Isaías 1,10)18. Luego pasa a hablar del culto de Israel. Isaías no impugna aquí la liturgia como tal, sino su uso como trampolín para asumir lo más importante, razón por la cual debería encontrar su expresión en la liturgia. ¿Por qué Dios no aguanta más ese culto? Porque las manos de los sacerdotes, ensangrentadas por los animales sacrificados, son manos asesinas. La sangre de las animales se mezcla con la de sus propios hermanos y hermanas. La única obra de Dios en la historia consiste en formarse un pueblo en el cual haya justicia, bondad y solidaridad. Las sociedades del mundo se fundan en la fuerza y terminan en sangre. La verdadera guerra se da entre estos dos proyectos del

17 Cf., ABREGO DE LACY, J. M. Los libros proféticos. Navarra: Verbo Divino, 1997. Pág. 34. LEVORATTI, Armando. Introducción: El cumplimiento de las Escrituras en Cristo. Comentario bíblico Latinoamericano. Estella: Verbo Divino, 2003. Pp. 239-257. BLENKINSOPP, Joseph. Profetismo y profetas. Comentario bíblico Internacional. Estella: Verbo Divino, 1999. Pp. 867-871. 18

Cfr. PAGAN, Samuel. Isaías. Comentario bíblico Latinoamericano. Estella: Verbo Divino, 2003. Pp. 261-328 Tomo II AT. JENSEN, Joseph e IRWIN, William. Isaías 1-39. Comentario Bíblico san Jerónimo. Estella: Verbo Divino, 2004. Pp. 350-382. PELLETIER, Anne-Marie. Isaías. Comentario bíblico Internacional. Estella: Verbo Divino, 1999. Pp. 872-910.

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mundo. Si Israel ha llegado a su fin y sólo sobrevive un pequeño resto al cual Dios deja por su misericordia, entonces, antes, perdió la otra guerra más profunda y ha sido destronado por las sociedades del mundo. Se ha pasado al enemigo y, a pesar de ello, ha sido aniquilado. A lo mejor, por este motivo ha sido arrasado con particular crueldad pues, después de adaptarse al mundo de los pueblos, seguía sin embargo marcado por su pasado. La parábola del sembrador de semillas en campos diversos. Volvamos ahora a la primera parte de la parábola de Jesús sobre la semilla esparcida, donde habla de los granos perdidos. Jesús aclaró luego a sus discípulos el significado de los pájaros cuando se comen los granos, el calor del sol y la congestión de los espinos (Mc 4,13-19). Se acostumbra a ver aquí diversos tipos de amenaza para la fe19. Sin duda, caben otras lecturas, muchas de ellas llenas de atractivas sugerencias. Cae la semilla sobre el camino, enseguida vienen los pájaros y se la comen. Identifica quizás a las personas apropiadas, embebidas en una sociedad normal quienes a veces perciben de algún modo la cercanía de Dios. “Oyen la palabra”, dice Jesús. ¿Cómo podríamos dejar de oír esta “palabra” en nuestro mundo? Ha dejado sus huellas por todos los rincones de nuestra cultura (por ejemplo, en la arquitectura de las iglesias, en los conventos barrocos, en las construcciones de la colonia con sus impactantes pinturas y vitrales…). Pero luego Satanás, bajo la forma de los coloreados pájaros de todas nuestras fluctuantes y chirriantes evidencias, se la ha tragado. Tal vez sean estas personas las más felices de los tres grupos. No han reconocido en realidad el fabuloso regalo ofrecido sin ningún costo. Aquí no cabe hablar de guerra. Cuanto más superficial y social pueda reinterpretarse la “palabra” en nuestras latitudes, tanto más aumentará el número de estas personas. Hace dos o tres generaciones, muchas de ellas incluso acudían a la iglesia los domingos, pues esa praxis era bien vista en nuestra cultura. Hoy ya no es así: así pueden verse quiénes llenaban antaño las iglesias. ¿Cómo iban en estas circunstancias a entrar

19 Sobre el Evangelio de San Marcos pueden verse, entre otros: BRIGLIA, Sergio. Evangelio según san Marcos. Comentario bíblico Latinoamericano. Estella: Verbo Divino, 2003. Pp. 399-468. HARRINGTON, Daniel J. Evangelio según Marcos. Comentario Bíblico san Jerónimo. Estella: Verbo Divino, 2004. Pp. 15-65. HOWARD, Virgil y PEABODY, David. Marcos. Comentario bíblico Internacional. Estella: Verbo Divino, 1999. Pp. 1211-1243. LEONARD, Philippe. Evangelio de Jesucristo según san Marcos. Estella: Verbo Divino, 2007. Pp. 21-30.

en una comunidad religiosa o en un seminario? Hace tiempo los pájaros les picotearon la auténtica simiente. En el segundo grupo, donde hay poca tierra sobre la roca, la realidad va todavía más en serio, y el sol acaba por agostarlo todo. Aquí no sólo se oye la palabra, sino también es “acogida con alegría”. Estas personas experimentan durante una temporada el gusto por Dios y por la causa de Dios en este mundo. Al principio corren más rápido comparados con los demás y parecen los mejores. Pero están “entregados al instante”. Dependen de la situación, de lo inmediato, temporal y pasajero20. Cuando la situación cambia y al gusto sucede la angustia o la persecución, no están enraizados con profundidad. Ninguna fuerza de contraposición sube desde lo profundo. Se secan. ¿Cómo no van a sufrir dificultades y persecución quienes escuchan así la palabra de Dios? También el número de estas personas es grande hoy en día. Quizás de modo especial entre los jóvenes. Se encuentran de frente con la guerra; pero pronto es vencida la palabra, y su fruto. Es más fuerte el temor por la dificultad inherente a la novedad. En el fondo, nos encontramos con la adaptación a un mundo en apariencia más llevadero, el mundo de los muchos, donde uno no se siente aislado (o al menos donde no debería sentirse solo). Algunos de este grupo incluso pueden entrar a la vida consagrada y perseverar unos años, hasta cuando el sol les abrasa y les descubre su falta de raíces. De repente, ya no pueden aguantar descubrirse distintos a la mayoría. Nuestra sociedad dominante produce en su fase postmoderna un aislamiento cada vez mayor del individuo, el cual favorece, como una paradoja, la presión por la adaptación. Aumenta con facilidad el temor de no hallarse en el lado acertado y como además no se encuentra una ayuda adecuada y oportuna, entonces desisten. El número de quienes caen entre espinos es quizá menor y más noble. Se encuentran en el centro de la batalla. La semilla divina ha crecido en ellos. Pertenecen a la siembra de Dios. Se les puede reconocer, pues ellos mismos lo proclaman. Pero, en torno a ellos, crecen muy altos los abrojos. Jesús define con

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Además de los documentos mencionados en la cita anterior, para acercarse al Evangelio de Marcos, sobre el argumento de esta parábola también se pueden consultar: KAPKIN, David. Marcos: historia humana del Hijo de Dios. Medellín: Escuela Biblica, 1997. Pp. 151-165. STANDAERT, Benoît. Marcos el más antiguo. En: Los Evangelios. Grupo Notre Histoire. Bilbao: Desclee de Brouwer, 1996. Pp. 51-59.

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exactitud cuáles son estos espinos: el gusto por la riqueza y el ansia por todo lo relacionado con ella (poder, honor, perpetuidad en la tierra…). Este proyecto es del todo contrario del gusto de Dios y de su causa. Las opciones básicas de ambos mundos están contrapuestas. Lo normal será un cruce mutuo. Para servir a Dios se busca la mediación del poder y de la posición. O al revés: para servir a este mundo, se echa mano de la causa divina. Y, sin embargo, desde la Biblia, ambos mundos son como el fuego y el agua21. No cabe entre ellos una ayuda recíproca. Su abrazo es mortal. Estos tallos no producen al fin ningún fruto. Estos brotes siguen creciendo en el campo. No se han extinguido, ni están picoteados por los pájaros, ni abrasados por el sol. No dan fruto. Pero, cuando nos ocupamos de ellos, nos encuentran en la Iglesia, y en la vida consagrada. Toda una comunidad o toda una iglesia pueden convertirse también en tal abrojo. Una iglesia, por ejemplo, cuando permite el abrazo del estado y de la sociedad, dejándose golpear las espaldas cada día con más frecuencia, acaba por pertenecer sólo a ellos. Una comunidad religiosa así no se distingue en verdad de los demás, es una escuela como todas las escuelas, con hospitales como todos los hospitales, con un estilo de vida como los de clase media. Esta manera de vivir puede ir a la par con un rito completo, ondeante hábito espiritual y clara profesión de fe. La semilla divina se asfixia porque no da fruto. Volvemos ahora al grupo pequeño, de unos pocos. Se acerca el punto final para la vida de la soberanía de Dios, cuando faltan fuerzas para vivir y cuando un deleite egoísta ahoga el gusto verdadero. En la historia narrativa del Antiguo Testamento los pequeños, los pocos, los ínfimos, surgieron de este modo. En la situación actual, en la cual el reino de Dios ha sobrepasado el marco de un solo pueblo, no tiene porqué repetirse que el cambio de Israel en una sociedad de este mundo traiga como consecuencia que la nación y su tierra, según las leyes de este mundo, sean aniquiladas un día por potencias mundiales más poderosas. Pero el fenómeno del grupito pequeño se dio entonces y se da ahora. Quizás sea la señal de un evento próximo: se acerca un mal final para una buena causa. 21

Respecto al contraste entre la experiencia Cristiana frente al imperio romano del s. I ec, hoy contamos con abundante bibliografía. Para ambientar un poco más el argumento se sugieren: BROWN, Raymond. La Iglesia primitiva. Comentario Bíblico san Jerónimo. Estella: Verbo Divino, 2004. Pp. 1109-1132. McEVENUE, Sean. Violencia y mal en la Biblia. Comentario bíblico Internacional. Estella: Verbo Divino, 1999. Pp. 272-278.

Para la Biblia, Dios deja un “resto” como una gracia, como un don suyo. Amós había profetizado en nombre de Dios que nadie podría liberarse. Un terremoto recorre el país. La espada matará lo que sobreviva (Am 9,1. Cf. También: 3,12; 6,9). Tan sólo una vez (Am 5,3) habla de una décima parte que sobrevive, añadiendo: “tal vez el Señor, Dios de los ejércitos, otorgue su gracia al resto de José” (Am 5,15). La gracia asoma capaz de frenar el camino de la destrucción y no deja perecer esta décima parte. Si Israel experimenta que, después de tales catástrofes, un resto sobrevive, tenemos entonces una primera señal de una gracia posible, o una nueva ayuda de parte de Dios. Las posibilidades desconocidas de Dios. La conclusión de esta exposición, podría relacionarse con el nombre del hijo menor de Isaías. El profeta, mientras lleva de la mano a su pequeño hijo, se dirige, con el oráculo del Emmanuel, al rey Acaz, en la calzada del campo del Batanero, en Jerusalén22. El nombre del niño, en hebreo, identifica un nombre simbólico: “Shear Yashub”. En su siempre discutible significado se hallan latentes todas las potencialidades de la idea de un “resto”. El nombre, en primer lugar, es una simple amenaza: si tú, rey sigues así con tu política, conduces a tu pueblo a una derrota tan terrible, que se dirá: “sólo un resto [pequeño] regresará”. En segundo lugar, el nombre puede entenderse como un alivio en la desgracia: seréis derrotados, pero éste no será el final definitivo: “por lo menos, un resto regresará”. La palabra viene a ser entonces una palabra de gracia. Por último, en tercer lugar, de acuerdo con la interpretación postexílica, cabe leerse como una profecía sobre la conversión del resto de Israel salvado de las grandes catástrofes: “el resto se convertirá al Dios fuerte”. “El Gibbor”, Dios fuerte, es uno de los cuatro nombres de entronización del hijo mesiánico de la paz (Is 9,5). La palabra “resto” se ha convertido en nombre honorífico de Israel mientras retorna del exilio en Babilonia. Este “resto” llega hasta los días del Mesías. Se le pide a Israel lo que Dios espera de él: convertirse. Todo en relación con la llamada de Jesús a la conversión (metanoia). Cuando en nuestras Iglesias y

22

Cfr. PAGAN, Samuel. Isaías. Comentario bíblico Latinoamericano. Estella: Verbo Divino, 2003. Pp. 261-328 Tomo II AT. JENSEN, Joseph e IRWIN, William. Isaías 1-39. Comentario Bíblico san Jerónimo. Estella: Verbo Divino, 2004. Pp. 350-382. PELLETIER, Anne-Marie. Isaías. Comentario bíblico Internacional. Estella: Verbo Divino, 1999. Pp. 872-910.

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en nuestras comunidades religiosas, los números por escasos, nos vuelven más pequeños aún, desde la Biblia, nos convierten en un “resto”23, en un pequeño grupo, en el resto querido por Dios. La guerra prosigue. Estamos diezmados pero no estamos acabados. A lo mejor, la próxima estación es la última y la destrucción final se apresure sobre quienes pudieron escapar. Todavía estamos ahí como pequeño resto, pero salvado. Y es una gracia si todavía existimos, señal de una nueva ayuda divina. Todo esto vale para las iglesias disminuidas en diversas latitudes y vale también para las comunidades y congregaciones religiosas con pocos miembros en la actualidad y cuando por ello aparecen ante el mundo como un “pequeño grupo”. Y, si Dios nos permite vivir ahora como un resto, espera de nosotros el tercer nivel de significado del nombre del niño, del hijo de Isaías: la conversión24. Jutta Hausmann25 mostró cómo, en los textos postexílicos del Antiguo Testamento, la palabra “resto” aparece siempre cuando se habla de conversión. Si Israel todavía existe como un resto, la conversión garantizará la presencia de Dios a su pueblo y le conducirá a una situación de mayor salvación26. En la palabra bíblica “resto”, se unen dos términos hasta ahora contrapuestos, a saber, el grupito pequeño o de unos pocos, como inicio de los caminos de Dios y, del otro lado, el pequeño grupo como el mal final de un buen comienzo. El resto de Israel queda abierto a todas las posibilidades divinas. El grupo pequeño como un mal final de un inicio prometedor, puede transformarse a su vez, si asume el camino de la “conversión” en el pequeño grupo capaz de un nuevo comienzo. Este proceso no está en nuestras manos. Todo es gracia, como ya es gracia poder sobrevivir como un pequeño resto. Podemos unirnos a esta benévola ayuda de Dios si seguimos su llamada a la conversión. ¿Cómo fue el regreso de aquel resto

23

Cf., PREUSS, Horst Dietrich. Teología del Antiguo Testamento. Bilbao : Desclée de Brouwer, 1999. Vol.II, Pág. 457-458. 24 Cf., GONZALEZ LAMADRID, Antonio. Las tradiciones históricas de Israel. Navarra: Verbo Divino, 1993. Pág. 167- 171 25 Cfr. HAUSMANN, Jutta. Israels Rest: Studien Zum Selbstverstandnis Der Nachexilischen Gemeinde. Stuttgart: W. Kohlhammer, 1987. Citado por LOHFINK, Norbert. El principio bíblico del pequeño número. Selecciones de Teología. No. 165, año 2003. Vol. 42. Pp. 57-68. 26 Cf., GONZALEZ LAMADRID, Antonio. Las tradiciones históricas de Israel. Navarra: Verbo Divino, 1993. Pág. 171- 174

de Babilonia? Este “resto de Israel” nos dejó un regalo fundamental, la Torah27, la cual recibió allí su estructuración. En ella reflexionó el “resto” sobre los principios de Israel, una vez regresaron a casa, a saber: la creación, la elección de los padres, el éxodo del extranjero, el Sinaí... En el Sinaí plasmó Israel los grandes argumentos con los cuales debía proceder la conversión: la Torah y la liturgia. La Torah, palabra hebrea susceptible de malas interpretaciones cuando se la traduce sin más como “ley”, significa, en este contexto, el proyecto de una sociedad justa, como Dios la quiere para este mundo. La Torah se halla condensada en el Decálogo y se explica en los tres grandes proyectos de sociedad para Israel: el libro de la alianza, la ley de la santidad y la ley deuteronómica. Aquí el “resto” de Israel que había regresado a casa describió cómo quiere Dios el mundo de los hombres. Así comprenderá más tarde la multitud mesiánica de la comunidad primitiva, desde Pentecostés, la vida que quiere llevar, siguiendo este proyecto: una comunidad con un solo corazón y una sola vida, en la cual nadie llamaba propiedad suya lo que poseía, porque todo lo tenían en común y nadie padecía necesidad (cf. Hch 4,32-34)28. La misma importancia tiene en el Sinaí el establecimiento de la liturgia. El sentido del Israel conducido por Dios a la libertad y a la fraternidad consiste en llevar a la entera creación a terminar en una profunda alabanza de Dios. Por esto se levanta la tienda sagrada y en ella se desarrolla la liturgia. Después de Pentecostés, repetición mesiánica de la teofanía del Sinaí, la comunidad primitiva vio también en ello el sentido de su existencia. Los primeros cristianos no sólo formaban una comunidad y lo tenían todo en común, también perseveraban a diario en la oración en el templo, partían el pan en sus casas y comían unidos con alegría y sencillez de corazón. Glorificaban a Dios y eran apreciados por todo el pueblo (cf. Hch 2,44-47). El grupito pequeño, el resto salvado, está a punto de convertirse en el grupito pequeño del nuevo inicio establecido por Dios (Hch 2,47).

27 Cf., Ibíd., Pág. 13- 15 28

Cfr. RICHARD, Pablo. Hechos de los Apóstoles. Comentario bíblico Latinoamericano. Estella: Verbo Divino, 2003. Pp. 683-748. DILLON, Richard. Hechos de los Apóstoles. Comentario bíblico san Jerónimo. Estella: Verbo Divino, 2004. Pp. 203-271. TAYLOR, Justin. Hechos de los Apóstoles. Comentario Bíblico Internacional. Estella: Verbo Divino, 1999. Pp. 1373-1408.

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El “resto” en relación con la conversión. Cuando el resto salvado de Israel, regresa a casa y se concentra en la nueva comunidad y en la nueva alabanza divina, ya no nos deja sólo, delante de la primitiva comunidad cristiana, sino también ante el criterio con el cual muchos varones y mujeres, ya cristianos y bautizados, han resuelto asumir un estilo de vida muy evangélico. Se trata de la conversión: de ella sale una nueva vida en una nueva comunidad y una novedosa alabanza divina. Esta realidad no es nueva, si la miramos desde el criterio bíblico del grupo pequeño y de los comienzos ínfimos de Dios. Todos los estudios, las investigaciones, y las búsquedas sobre las causas para la disminución de las vocaciones en seminarios y comunidades religiosas, deben tomarse en consideración y tienen su peso y no se deben mirar a la ligera. Aquí la objetividad y el coraje tienen la palabra, sin invocar ni una sola palabra de la Biblia. Sin embargo, cada decisión particular debe contar con el testimonio bíblico del “pequeño resto”29. Si los números disminuyen, caigamos en cuenta de la guerra entre los dos mundos, y por lo menos en nuestra latitud, no estamos del lado de los vencedores. Hemos sido derrotados y el combate todavía no ha terminado. Pero el pequeño resto puede ser una gracia capaz de albergar insospechadas posibilidades de un nuevo inicio divino, siempre y cuando nuestra actitud sea aquella de la conversión. Y ¿este “nosotros” a quien se refiere? La situación de escasez de vocaciones en nuestras comunidades religiosas es, sin duda, “un espejo de la situación general de la Iglesia en nuestra región”, es el reflejo de una situación más amplia en la Iglesia y en muchas manifestaciones de la sociedad. Si la Iglesia en general, no quiere aceptarse como un “resto salvado y llamado a la conversión”, entonces no sabemos dónde nacerán nuestras vocaciones y cómo crecerán de nuevo los miembros de nuestros institutos. La Iglesia y la vida consagrada son testigos del Reino a la manera de vasos comunicantes. Por eso deberíamos, nosotros los consagrados, ver la realidad

29

LOHFINK, Norbert. La Opción por los Pobres. México: Universidad Iberoamericana, 1998. Pp. 53-68. PONTIFICIA COMMISSIO BIBLICA. IL popolo ebraico e le sue Sacre Scritture nella Bibbia cristiana. Città del Vaticano: Libreria editrice Vaticana, 2001. Pp. 79-89.

desde otro punto de vista. A lo largo de la historia fueron de hecho los monjes y monjas del desierto, y los fundadores y fundadoras de los primeros monasterios, quienes forjaron unos espacios y unos lugares, a partir de los cuales se inició un proceso incontenible de conversión, el cual a continuación renovó la Iglesia entera. Podemos ser hoy el espejo de la situación global de la Iglesia, pero de nuevo la vida consagrada puede asumir y contagiar la experiencia del desierto y de los primeros monasterios, desde el pequeño grupo y desde un ínfimo grupito de personas, bien decididas, porque están llenas del Espíritu renovador del Resucitado.

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