41
Presente, pasado y futuro de la violencia en Colombia Author(s): Daniel Pecaut and Liliana González Source: Desarrollo Económico, Vol. 36, No. 144 (Jan. - Mar., 1997), pp. 891-930 Published by: Instituto de Desarrollo Económico y Social Stable URL: http://www.jstor.org/stable/3467131 . Accessed: 18/02/2011 09:06 Your use of the JSTOR archive indicates your acceptance of JSTOR's Terms and Conditions of Use, available at . http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp. JSTOR's Terms and Conditions of Use provides, in part, that unless you have obtained prior permission, you may not download an entire issue of a journal or multiple copies of articles, and you may use content in the JSTOR archive only for your personal, non-commercial use. Please contact the publisher regarding any further use of this work. Publisher contact information may be obtained at . http://www.jstor.org/action/showPublisher?publisherCode=ides. . Each copy of any part of a JSTOR transmission must contain the same copyright notice that appears on the screen or printed page of such transmission. JSTOR is a not-for-profit service that helps scholars, researchers, and students discover, use, and build upon a wide range of content in a trusted digital archive. We use information technology and tools to increase productivity and facilitate new forms of scholarship. For more information about JSTOR, please contact [email protected]. Instituto de Desarrollo Económico y Social is collaborating with JSTOR to digitize, preserve and extend access to Desarrollo Económico. http://www.jstor.org

PRESENTE, PASADO Y FUTURO

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: PRESENTE, PASADO Y FUTURO

Presente, pasado y futuro de la violencia en ColombiaAuthor(s): Daniel Pecaut and Liliana GonzálezSource: Desarrollo Económico, Vol. 36, No. 144 (Jan. - Mar., 1997), pp. 891-930Published by: Instituto de Desarrollo Económico y SocialStable URL: http://www.jstor.org/stable/3467131 .Accessed: 18/02/2011 09:06

Your use of the JSTOR archive indicates your acceptance of JSTOR's Terms and Conditions of Use, available at .http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp. JSTOR's Terms and Conditions of Use provides, in part, that unlessyou have obtained prior permission, you may not download an entire issue of a journal or multiple copies of articles, and youmay use content in the JSTOR archive only for your personal, non-commercial use.

Please contact the publisher regarding any further use of this work. Publisher contact information may be obtained at .http://www.jstor.org/action/showPublisher?publisherCode=ides. .

Each copy of any part of a JSTOR transmission must contain the same copyright notice that appears on the screen or printedpage of such transmission.

JSTOR is a not-for-profit service that helps scholars, researchers, and students discover, use, and build upon a wide range ofcontent in a trusted digital archive. We use information technology and tools to increase productivity and facilitate new formsof scholarship. For more information about JSTOR, please contact [email protected].

Instituto de Desarrollo Económico y Social is collaborating with JSTOR to digitize, preserve and extend accessto Desarrollo Económico.

http://www.jstor.org

Page 2: PRESENTE, PASADO Y FUTURO

Desarrollo Econ6mico, vol. 36, Ng 144 (enero-marzo 1997) 891

PRESENTE, PASADO Y FUTURO DE LA VIOLENCIA EN COLOMBIA

DANIEL PECAUT*

Desde 1980, Colombia es nuevamente escenario de una violencia de desconcer- tante magnitud. Con una tasa de muertes violentas cercana al 80 por 100.000 habitan- tes, se ubica a la cabeza de todos los paises del mundo, con exclusi6n de aquellos que se encuentran en abierto estado de guerra. Colombia aventaja, por una considerable distancia, a los paises latinoamericanos en los que la violencia constituye, sin embargo, un problema mayor. La tasa de homicidios es de 24,6 por 100.000 habitantes en Brasil, 22,9 en PanamA, 11,5 en Peru. Es de 12,2 en Sri Lanka y de 8 en los Estados Unidos'.

Solamente una fraccion limitada de los homicidios tiene un manifiesto carActer politico. Se calcula generalmente que 6stos no superan el 6 6 7 % del total. Los enfrentamientos entre las fuerzas del orden y las guerrillas no causan, tampoco, mas que un ndmero reducido de victimas. Muchos otros actores organizados intervienen: los paramilitares, narcotraficantes, milicias urbanas, bandas ligadas al delito organizado. Sin embargo, la mayoria de los homicidios deben ser puestos en la cuenta de los fen6menos de violencia desorganizada: ajuste de cuentas, delincuencia comOn, rifas, etcetera, que representan cerca del 85 % del total.

Si estas distinciones poseen algin sentido, ellas no tienen mas que un limitado alcance. La violencia constituye en el momento actual una situaci6n generalizada. Todos los fen6menos se relacionan entre si. Podemos suponer, como es nuestro caso, que la violencia puesta en marcha por los diversos actores organizados, constituye el marco dentro del cual se desarrolla la violencia desorganizada. Pero esto no nos puede Ilevar a ignorar que la violencia desorganizada contribuye a agrandar el campo de la violencia organizada. Una y otra se refuerzan mutuamente. Mas aun, habria que ser muy presuntuoso para pretender trazar limites claros entre la violencia politica y aquella que no lo es. Cuando los narcotraficantes atacan al Estado o cuando lo corrompen, se con- vierten en actores politicos. Cuando las guerrillas protegen los cultivos de amapola y los

SCentre D'Etude des Mouvements Sociaux, Ecole des Hautes itudes en Sciences Sociales. [ Eil 54, Boulevard Raspail / 75006 Paris / Francia / I (33 1) 49.54.25.25 / Fax: (33 1) 49.54.26.70.]

1 Estos datos han sido tomados de F, GAITAN DAZA: "Una indagaci6n sobre las causas de la violencia en Colombia", en M. DEAS Y F. GAITAN DAZA: Dos ensayos especulativos sobre la violencia en Colombia, BogotA, FONADE y Departamento Nacional de Planeaci6n, 1995, pp. 268-269. Las cifras corresponden a los aFos 1986- 1989, excepto las referidas a Colombia, que cubren el periodo 1987-1992.

Page 3: PRESENTE, PASADO Y FUTURO

892 DANIEL PECAUT

laboratorios de heroina, ellas no son sOlo un actor politico. La ambigOedad existe aun cuando los colonos de las regiones de cultivo de coca se matan entre ellos por asuntos de negocios o por cuestiones de honor. Aparentemente, esto no tiene nada que ver con la politica, pero siempre se puede encontrar una dimension politica a estos hechos, porque esta situaciOn no se produciria si el Estado asumiera sus responsabilidades.

Lo que no da lugar a ninguna duda es que nada se encuentra al amparo del impacto de los fenOmenos de violencia. No se dejan sentir solo sobre una parte del territorio; con pocas excepciones, afectan a todos los municipios, grandes, medianos y pequenos. No afectan Onicamente a algunas capas especificas de la poblacion, sino que pesan sobre la vida cotidiana de todos o casi todos. No conciernen Onicamente a las zonas que se sustraen a la autoridad de las instituciones, sino que afectan a las regiones centrales y a las instituciones mismas al alterar o paralizar su funcionamiento. Las connivencias dominan todos los pianos. Si fuera necesario ilustrar este punto, el affaire Samper aporta una prueba suplementaria.

Es verdad que, simultaneamente, Colombia continia reivindicando el Estado de derecho y los procedimientos democraticos. El pais acaba de darse una nueva Consti- tucion que multiplica las garantias de las libertades y los mecanismos de participaciOn. Pero estas reformas no han frenado la propagaci6n de la violencia, es lo menos que se puede decir, y el Estado de derecho sufre a diario numerosas afrentas.

En las paginas que siguen, nos proponemos mostrar que la violencia se ha convertido en un modo de funcionamiento de la sociedad, dando nacimiento a diversas redes de influencia sobre la poblacion y a regulaciones oficiosas. No se la debe analizar como una realidad provisoria. Todo tiende a sugerir que ella ha creado una situacion duradera.

I. Panorama de la violencia

1. La curva de los homicidios desde hace quince afos puede dar la sensaciOn de que la violencia es un proceso continuo (ver cuadro 1). Esto constituiria, sin embargo, una lectura superficial, ya que la violencia aparece mucho mas como una sucesion de configuraciones complejas e inestables.

En un primer momento la violencia aparecia fundamentalmente como un fenOmeno politico: la expansi6n de las guerrillas era el aspecto mas visible y parecia responder al desgaste de un regimen, el del Frente Nacional en el poder desde 1958, incapaz de hacer frente a las nuevas demandas sociales. Este diagnostico politico se encuentra en la raiz de los esfuerzos de los gobiernos sucesivos a partir de 1982 para Ilevar adelante reformas politicas y abrir las negociaciones con las guerrillas. Los resultados mas tangibles fueron, en el primer aspecto, la adopci6n de la ConstituciOn de 1991 y, en el segundo, los acuerdos concluidos en 1990-91 con algunas de las organizaciones guerrilleras, en especial el M19 y el EPL, que concluyeron con el desarme y la inserci6n de ambas agrupaciones en la vida civil.

Mientras, surgi6 una nueva dimension de la violencia, aquella asociada al desarro- Ilo de la economia de la droga. Este desarrollo no es algo reciente. Comenz6 a principios de los afos '70 con el cultivo de la marihuana en los departamentos de la costa atl~ntica. Durante la segunda mitad de los '70 y, mas aun a comienzos de los '80, tom6 un

Page 4: PRESENTE, PASADO Y FUTURO

PRESENTE, PASADO Y FUTURO DE LA VIOLENCIA EN COLOMBIA 893

CUADRO 1 Evoluci6n de las tasas de homicidios por 100.000 habitantes, 1962 a 1993

Tasas por 100.000 habitantes 100

80

70

50

40

30 .......-.-....----------

--------------.. . ................

20

10

0 ------------1-- i-------- - t-1 -- -t-6 62 64 66 68 71 73 75 77 79 81 83 85 87 89 91 93

Fuente: F. GAITAN DAZA, op. cit., p. 214.

amplitud considerable con la expansi6n de las actividades ligadas a la coca. Si la producci6n colombiana de la coca era, por ese entonces, muy inferior a la de PerO y de Bolivia, Colombia tenia un papel central porque ella albergaba los laboratorios de transformacion, el control de las redes de exportaci6n y hasta una gran parte de las redes de distribuci6n al por mayor en los Estados Unidos. Ahora bien, son justamente estas actividades las que aseguran los mayores beneficios. Sin embargo, reci6n en 1983 esta realidad comienza a ser comentada piblicamente y sera necesario esperar el asesinato del ministro de Justicia, Rodrigo Lara, en 1984, para que las autoridades se preocupen por el tema. A partir de esta fecha, las consecuencias de esta economia ilegal sobre el desarrollo de la violencia no pueden ser ya ignoradas, en especial su papel en el financiamiento de los grupos paramilitares. Ni los golpes asestados al "cartel de Medellin" en 1992-93, ni el arresto de los jefes del "cartel de Cali" en 1995 representan un debilitamiento del papel de Colombia en la economia de la droga. Al comercio de la cocaina deben agregarse, desde el inicio de los anos '90, la revitalizaci6n del cultivo de la marihuana y, sobre todo, el rapido crecimiento de las plantaciones de amapola y de la fabricaci6n de heroina.

El aumento de la violencia urbana fue sentido desde 1984, con las empresas de "limpieza social", por un lado, y la proliferaci6n de bandas armadas de j6venes por el otro2. A partir de 1988-1990, se convierte en un problema mayor. La violencia urbana se traduce en la proliferacion de toda clase de organizaciones armadas, sicarios, milicias de barrio, milicias ligadas a las guerrillas, bandas criminales, paramilitares, etcetera. Pero ella toma tambien la forma de una violencia an6mica, hecha de delincuencia, ajuste de cuentas, rinas y peleas ordinarias que dejan como saldo numerosos asesinatos.

2 Ver A. CAMACHO Y A. GUZMAN: Ciudad y violencia, BogotA, 1990.

Page 5: PRESENTE, PASADO Y FUTURO

894 DANIEL PECAUT

Desde 1994, la luz que se echa sobre la corrupci6n de las instituciones se convierte en un elemento mas del campo de la violencia. La corrupci6n no es un fen6meno nuevo y desde hace diez argos se despliega a la luz del dia. El hecho de que las acusaciones apunten al presidente y a una gran parte del personal politico, judicial y militar le dan, sin embargo, otra dimension. Es el conjunto de las instituciones que se encuentra arrastrado, por este medio, en el torbellino de la violencia.

De una fase a la otra, los mismos componentes act0an pero toman distintas configuraciones. La percepcion de los hechos se modifica al mismo tiempo. A cada evento de gran repercusion, asesinato de una personalidad, acto terrorista de enverga- dura, masacre de dimension poco habitual, la opinion reacciona como si la violencia acabara de tomar un nuevo cauce. Se puede hablar de una percepci6n caleidoscopica que traduce la dificultad de aprehender los fenomenos de violencia en sus relaciones reciprocas.

La figura de los actores tambien se modifica. Es verdad que las guerrillas, los paramilitares, las redes de narcotraficantes, las bandas, continOan estando presentes sin soluci6n de continuidad. No obstante, podemos preguntarnos si la misma denomina- cion no esta albergando realidades sociolOgicas distintas. Las relaciones con el medio -se trate de la poblaciOn, del territorio o del poder- sufren tal cantidad de mutaciones que su identidad se transforma.

2. Nos parece necesario comenzar con un cuadro que resuma ciertos datos de la violencia reciente. En el cuadro 2 se muestra la distribucion de diversas modalidades de violencia en funcion de una clasificaciOn de los municipios colombianos de acuerdo con las estructuras sociales dominantes en ellos. Los datos sobre la presencia de las guerrillas se refieren a los ahos 1985, 1991 y 1994.

Podemos hacer los siguientes comentarios:

a) Las zonas de frontera son, de manera evidente, las mris afectadas por la violencia, aquellas de la "frontera interna" (territorios de colonizaciOn continua insertos en el medio de zonas con estructuras mas consolidadas), mucho mas que aquellas zonas de frontera "periferica" (como por ejemplo las recientemente ocupadas al pie de la Cordillera Oriental o en las regiones amazonicas). Es justamente alli donde, desde 1985, las guerrillas se encuentran mejor implantadas y que los grupos de autodefensa o paramilitares son los mas numerosos; como consecuencia, el indicador global de violencia es el mas elevado.

Colombia ha sido siempre un pals de fronteras. Pero el movimiento de ocupacion de sus fronteras se ha ido acentuando en el curso de los Ultimos decenios. Varias explicaciones pueden ser formuladas sobre el considerable nivel de violencia imperante en ellas. Estas zonas de colonizacion son aquellas donde una violencia tradicional estba asociada a los litigios referidos a la posesiOn de la tierra, ya que los colonos poseen raramente titulos de propiedad y dificilmente tienen acceso a ellos, de manera tal que los grandes propietarios los rechazan en forma progresiva. Es alli tambien donde la autoridad del Estado se ejerce menos y la justicia y la policia tienen una presencia sumamente precaria, lo que Ileva a que los litigios esten condenados a ser resueltos de manera expeditiva. Asimismo, en el curso de los ultimos ahos, estas zonas tambien se han convertido en el escenario de una violencia moderna en la medida en que han surgido importantes polos de produccion de riquezas: productos mineros, droga,

Page 6: PRESENTE, PASADO Y FUTURO

PRESENTE, PASADO Y FUTURO DE LA VIOLENCIA EN COLOMBIA 895

CUADRO 2

Porcentaje de municipios afectados por la guerrilla o los grupos paramilitares y los municipios "violentos"*

de acuerdo con la estructura social y productiva de los municipios

Tipo de estructura Municipios con presencia Municipios Municipios social guerrillera con estructura de violentos*

(%) autodefensa (%) (%) 1985 1991 1994 1993

Minifundio andino en crisis 13,0 41,5 51,0 5,5 26,0 Minifundio andino estable 12,6 31,0 48,0 0,7 17,0 Minifundio de Costa del Caribe 6,5 12,9 19,0 0,0 6,4 Latifundio ganadero 7,5 37,0 50,0 6,4 25,0 Zona de agricultura marginal 15,4 30,8 46,0 10,2 15,4 Frontera periferica 44,4 65,0 79,0 22,2 49,0 Frontera interna 62,1 87,9 93,0 29,3 100,0 Campesinado medio (con exclusi6n 15,0 43,0 54,0 5,2 38,0

de los cafetales) Campesinado medio de cafetales 1,7 30,0 42,0 1,7 40,0 Estructura agricola moderna en el 25,8 42,2 62,0 17,7 40,0

tejido rural Estructura agricola moderna en el 13,3 44,0 56,0 21,8 56,0

tejido urbano Ciudades secundarias 3,2 39,0 65,0 9,6 41,9 Capitales locales 9,5 57,1 90,0 4,7 21,0 Metr6polis 0,0 100,0 100,0 0,0 100,0

* Son clasificados como violentos 340 municipios afectados por la guerrilla y/o con indices elevados de asesinato politico, homicidio y secuestros.

Fuentes: Para 1985, M. SARMIENTO: "Pobreza y violencia", en O. FRESNEDA, L. SARMIENTO, M. MUINOZ Y OTROS: Pobreza, violencia y desigualdad.: retos para la nueva Colombia, Bogota, PNUD, 1991. Para 1991 y 1993 y para la clasificaci6n de los municipios violentos, C. ECHANDIA Y R. ESCOBEDO: "Violencia y desarrollo en el municipio colombiano, 1987-1993", Bogota, informe de la Presidencia de la Repiblica, 1994. Para 1994, C. ECHANDIA, en su articulo de El Tiempo, 9 de julio de 1995.

ganaderia, etcetera, han traido una afluencia de poblaci6n, de capitales y de luchas descontroladas por la distribuci6n de los nuevos flujos financieros.

b) En 1985, numerosas zonas de agricultura estabilizada, aquellas del clasico minifundio, de la gran propiedad y sobre todo de la propiedad mediana, en especial en las regiones de cultivos de caf6, se encontraban aOn relativamente a salvo de la violencia. Todas esas zonas estan hoy afectadas. En el curso de los (itlimos anos, los avances de la violencia han sido particularmente espectaculares en las zonas ocupa- das por el campesinado medio y, mas precisamente, en aquellas de los cafetales. Las guerrillas han hecho un ingreso masivo en la zona ya que el 40 % de los municipios productores de caf6 deben contar hoy dia con su presencia. Las zonas de la gran agricultura moderna no se encuentran, sin embargo, a resguardo de la violencia: la guerrilla se encuentra alli s6lidamente instalada, al igual que los grupos paramilitares, y el porcentaje de municipios de esa zona con un indice elevado de violencia es muy importante.

Page 7: PRESENTE, PASADO Y FUTURO

896 DANIEL PECAUT

Podemos bosquejar varias explicaciones. Las zonas de cafe estuvieron particular- mente golpeadas por la violencia durante los afos '50. Cabe suponer que esta experien- cia las protegi6 contra el deslizamiento hacia esta nueva violencia, tanto mas conside- rando que el cafe, cuyos precios fueron inciertos o mediocres a lo largo de los anos '80, no contribuia ya en la misma medida a la riqueza nacional. Tres factores se han con- jugado, sin duda, para producir la desestabilizaci6n: la penetraci6n de la economia de la droga y, en especial, de la amapola; la caida de los precios del cafe, desde hace cuatro ahos, que ha convertido al campesinado en un sector social endeudado y deses- perado; la importancia estrategica de la regi6n por donde pasan los intercambios econ6- micos entre las regiones de Medellin, Cali y Bogota. En cuanto a las zonas de agricultura moderna, ellas representan una jugada esencial en la consolidaci6n de las guerrillas.

c) No menos sorprendente ha sido la expansi6n de la violencia en las zonas urbanas. La guerrilla ha acentuado alli su presencia. El indice de violencia global ha aumentado enormemente, en particular en las ciudades secundarias y en las grandes metr6polis. Se debe hacer notar que entre 1990 y 1993, el indice de homicidios ha progresado mas del 20 % por ano en las ciudades y al mismo tiempo retrocedia un 10 % en las regiones rurales3. En la actualidad, la ciudad se encuentra decididamente en el centro de la violencia.

d) El cuadro 2 permite tambien evaluar debidamente la expansion de la guerrilla. En 1978, esta no disponia mas de 17 frentes implantados en un nOmero reducido de municipios perifericos. En 1985, la guerrilla dominaba 50 frentes que afectaban a 173 municipios4. En 1991, 80 frentes afectaban a 358 municipios. En 1994, ya contaba con el control de 105 frentes abarcando 569 municipios, mas de la mitad del total del pais. De 1991 a 1994, el ritmo de implantaciOn ha sido particularmente impresionante en los municipios andinos estables (+55 %), las zonas de cafetales (+40 %), las zonas de agri- cultura moderna (+47 % para las poco urbanizadas), las ciudades secundarias (+67 %) y las capitales locales (+66 %)5. Naturalmente, el tipo de implantacion varia, ya que va desde las simples incursiones hasta la presencia permanente en la ciudad.

El acuerdo con el M19 y el EPL no ha frenado de ninguna manera los avances territoriales de la guerrilla. Por otra parte, igual que el ave fenix, aun las organizaciones que han depuesto las armas tienden a dar nacimiento a nuevas estructuras. Un frente Jaime Bateman Canyon, con 200 combatientes, ha ocupado el lugar del M19, y se encuentra en este momento negociando actualmente su "desmovilizaciOn". Una minoria del EPL (Ilamada EPL Caraballo) que se habia negado a deponer sus armas ha reclutado desde entonces varios cientos de combatientes, y el sector mayoritario que las habia depuesto se encuentra en este momento en camino de retomarlas para defenderse contra las acciones emprendidas en su contra por las FARC-EP. Asimismo, las FARC-EP (las FARC, en 1982, agregaron a su nombre EP -Ejercito Popular- para reivindicar su reorientacion ofensiva) y el ELN se mantienen de manera inequivoca como las organizaciones mas sOlidamente constituidas, la primera con 60 frentes y entre 7.000 y 8.000 combatientes, mientras que la segunda con 32 frentes y cerca de 3.000 combatientes. Estas guerrillas no tienen ya ninguna de las caracteristicas de las

3 C. ECHANDIA Y R. ESCOBEDO, op. cit. 4 L. SARMIENTO, op. cit., p. 381.

5 Porcentajes establecidos por C. ECHANDIA, en el articulo citado de El Tiempo.

Page 8: PRESENTE, PASADO Y FUTURO

PRESENTE, PASADO Y FUTURO DE LA VIOLENCIA EN COLOMBIA 897

antiguas guerrillas perifericas y comienzan a estar presentes en todas las zonas estrategicas, empezando por las ciudades.

Se puede agregar que el mapa de implantaci6n de los grupos paramilitares se superpone en gran medida al de las guerrillas, aunque su territorio es de hecho mAs restringido. Sin lugar a duda, ia coexistencia de unos y otros en los mismos municipios es lo que engendra a menudo situaciones de gran violencia. Entre los 340 municipios clasificados como muy violentos, 45 presentan este tipo de coexistencia de grupos antag6nicos, 187 cuentan con la sola presencia de grupos guerrilleros y 7 Onicamente con la de los paramilitares6.

3. La clasificaci6n de los municipios que se ha hecho en el cuadro 2 nos ha permitido hacer algunas reflexiones sobre las posibles correlaciones entre las estructu- ras sociales y la intensidad de la violencia. Al comienzo de los ahos '80 era 16gico interrogarse prioritariamente sobre las relaciones entre la violencia y las tensiones sociales preexistentes. Ademas de la informaci6n que un acercamiento de este tipo sigue brindando en relaci6n a la violencia en las zonas de colonizaci6n, el mismo continia siendo importante para explicar la violencia desorganizada. Lo es mucho menos para comprender la actual implantacibn de la violencia organizada. Esta respon- de a la estrategia de actores que persiguen fines que no se relacionan necesariamente con las antiguas formas de propiedad.

El hecho central para comprender la estrategia de la violencia organizada es que esta ha apuntado durante los Oltimos anos a ejercer el control de los polos de produc- ci6n de diversas riquezas. Es conveniente por lo tanto brindar una descripcion comple- mentaria en funci6n de la repartici6n geogrfica de estos polos.

Debemos empezar por los polos de producci6n y de transformaci6n de la droga. La presencia de la guerrilla se superpone muy particularmente con las zonas de producci6n en los departamentos de Caqueta, Guaviare, Vichada, Sucre, C6rdoba, Choco, Bolivar y los dos departamentos de Santander. Tambien existe la misma correlaci6n, aunque en menor medida, en los departamentos de Antioquia, Huila, Tolima, Cauca y Meta7. La correlaci6n es aun mas clara en el caso especifico del cultivo de amapola. Asi lo senala C. Echandia: "Sobre los 174 municipios con presencia de cultivos ilegales, 123, un 70 6 69 %, conocen la presencia de la guerrilla; 46 de ellos, un 26,44 %, registra la presencia de grupos paramilitares; en 37 de estos municipios, un 25,17 % del total, se registra una compra masiva de tierras por parte de los narcotraficantes; los conflictos por la tierra, que se manifiestan bajo diferentes formas, se producen en 52 municipios, es decir en un 29,89 % del total. Finalmente, en 69 de los 174 municipios, que representan el 39,66 % del total, se registra un alto nivel de violencia que se traduce en un constante accionar de la guerrilla y/o un alto indice de homicidios y/o de asesinatos y secuestros"8. Las zonas tradicionales de cultivo del caf6 tambien se han visto muy afectadas por este fen6meno.

Esta misma correlaci6n entre implantaci6n de las guerrillas y polos de produccion de la droga es valida para aquellos de desarrollo minero. En primer lugar, los polos de

6 C. ECHANDIA Y R. ESCOBEDO, op. cit., p. 95. 7 Segbn ECHANDIA en el informe citado.

8 C. ECHANDIA: "Colombie: I'accroissement r6cent de la production de pavot", Problemes d'Amerique Latine, N2 18, julio-setiembre 1995, pp. 41-72.

Page 9: PRESENTE, PASADO Y FUTURO

898 DANIEL PECAUT

producci6n de oro (zona del Bajo Cauca en Antioquia y sur del departamento de Boli- var), donde la guerrilla "somete a los productores de oro al pago de un impuesto y admi- nistra sus propias minas"9 y donde se situia la mayor cantidad de los municipios mas violentos del pals y de aquellos en los que las masacres colectivas han sido perpetra- das. En segundo lugar, el polo de producci6n del carbon en el departamento de Cesar, sobre todo sometido a la influencia del ELN. Por litimo, los polos de explotaci6n petro- lera en Arauca, Casanare y los dos departamentos de Santander, igualmente colocados bajo el dominio del ELN que cobra los "impuestos" a las compaNias petroleras.

Esta relaci6n se manifiesta tambien en no pocas regiones agricolas. En el Uraba antioqueho, las guerrillas reinan en las plantaciones de bananas y al mismo tiempo se enfrentan a los grupos paramilitares. Violencia organizada y violencia desorganizada alcanzan en estas zonas niveles altisimos, como lo atestiguan la sucesibn de masacres en serie que se vienen cometiendo desde hace varios ahos. En las regiones de ganaderia extensiva, en especial las de Cordoba, Sucre, Bolivar y Cesar, las guerrillas obligan a los propietarios al pago de impuestos.

Otros polos se encuentran bajo el dominio de grupos paramilitares; es el caso del polo de producci6n de esmeraldas en el oeste de Boyaca, uno de los lugares que ha experimentado desde siempre la ma's extrema violencia. En la misma situacibn se encuentra la zona de ganaderia de Magdalena Media; en otras epocas controlada por la guerrilla, pasO en los primeros ahos de la decada del '80 a la 6rbita de las organizacio- nes paramilitares financiadas por los narcotraficantes, quienes han realizado compras importantes de tierra10. Desde hace mas de diez

argos, la ciudad de Puerto Boyaca, situada en Magdalena Media y cercana a la zona de las esmeraldas, se ha convertido en el epicentro de las organizaciones paramilitares.

Estos datos demuestran que ia hipotesis simplista seguin la cual la violencia se arraiga en la miseria es aun menos aceptable hoy en dia. La hip6tesis inversa, formulada por ciertos economistas, segOn la cual ia violencia estaria directamente asociada a la rapidez de las transformaciones economicas, "claramente vinculada con la expansion economica" y con las zonas de salario rural elevado'1, por lo que existiria una "correla- ci6n casi inversa entre desarrollo economico del departamento y el grado relativo de violencia"12, nos parece, no obstante, una simplificacibn no menos considerable. Esta hipotesis surge, ciertamente, del reconocimiento de la concentracion de la violencia alrededor de los polos de riqueza. Sin embargo, el "grado de desarrollo" no es mas que un indicador muy vago. Las zonas "prosperas" presentan, ademas, otras tres caracteris- ticas. Ellas atraen a numerosos migrantes y la distribuci6n de los ingresos es particular- mente desigual. La brutalidad de los booms locales conduce a inversiones anarquicas. Como las otras zonas pioneras, ellas se sustraen al imperio de las instituciones estatales

9 Ver C. ECHANDIA: "Colombie: dimension 6conomique de la violence et de la criminalit6", Probl/mes d'Ambrique Latine, N2- 16, enero-marzo 1995, p. 74.

10 Ademcs del informe y los articulos de C. Echandia, la nueva geografia de la violencia ha sido notablemente analizada por A. REYES POSADA, tanto desde la perspectiva tradicional de los conflictos sociales (ver en colaboraci6n con A. M. BEJARANO: "Conflictos agrarios y luchas armadas en la Colombia contemporainea",

Anatisis Politico, N- 5

setiembre-diciembre 1988, pp. 6-27), como desde aquella del reparto de los grupos paramilitares; ver "Paramilitares en Colombia: contexto, aliados y consecuencias", An?flisis Politico, N- 12, enero-abril 1991, pp. 35-41.

S' Ver A. MONTENEGRO: "Justicia y desarrollo", Documento del Departamento Nacional de Planeaci6n, abril 1994.

12 Ver F. GAITAN DAZA, op, cit., p. 253.

Page 10: PRESENTE, PASADO Y FUTURO

PRESENTE, PASADO Y FUTURO DE LA VIOLENCIA EN COLOMBIA 899

y sufren a menudo la falta de las infraestructuras necesarias. Mas que la "riqueza", la desorganizacibn social que resulta de estos tres aspectos explica la intensidad de la violencia. Las organizaciones armadas pueden, seguramente, tomar alli el aspecto de autoridades sustitutas. Pero es raro que ellas solas logren evitar la expansi6n de la violencia desorganizada. S6lo to pueden hacer cuando gozan de una situaci6n de monopolio local, como ha sido el caso de la guerrilla en ciertas regiones de cultivo de la coca. Por el contrario, no logran los mismos resultados cuando ellas se encuentran en situacion de competencia con otras fuerzas, to que sucede en no pocos polos de producci6n y explica los altos indices de homicidios de muchos municipios que dependen de ellos.

Ademas, otros estudios economicos indican, por el contrario, que la violencia tiende a exacerbarse en las fases de caida del crecimiento'3. Esta Ultima afirmaciOn puede ser entendida de dos maneras: un crecimiento moderado acrecentaria las tensiones violentas o bien la exacerbacion de la violencia causaria un costo econOmico, que se traduciria en una reduccion del crecimiento que podria alcanzar varios puntos del PB114. SegOn las situaciones locales y los momentos, una y otra de estas interpreta- ciones puede ser valida. De cualquier manera, las correlaciones entre producciOn y violencia no tienen sentido salvo si se toman en cuenta los factores institucionales. Es justamente esto Io que los economistas mencionados mas arriba toman en considera- cion cuando, abandonando las correlaciones demasiado imprecisas para resultar convincentes, Ilegan a atribuir la responsabilidad de la violencia a "la ausencia de instituciones capaces de regular los conflictos" o a la parailisis del aparato judicial, en resumen, a la fragilidad de los controles institucionales.

El progreso de una economia ilicita, como la de la droga, no puede, por otra parte, efectuarse sin un uso sostenido de la violencia. Los riesgos que corren los actores de esta economia Ilevan a la puesta en funcionamiento de organizaciones oligopOlicas que minimizan los elementos aleatorios ligados a la producciOn y a la comercializaciOn, asegurando, de esta manera, rentas de situaci6n15. Aun si los famosos "carteles" colom- bianos no son, por lo menos desde el punto de vista de su funcionamiento econOmico, mas que asociaciones flexibles de multiples redes, ellos extraen su poder del control que ejercen sobre los circuitos de exportaciOn. Este modelo de oligopolios violentos tiende a extenderse a otras organizaciones ilegales, que se esfuerzan por captar, para beneficio propio, una parte de los ingresos provenientes de diversas actividades econ6micas, y de imponer, mediante este medio, formas de dominio sobre la poblaci6n de los territorios en cuestion. En la medida en que esta situaci6n se perpetue, los actores de la economia legal pueden sentirse ellos mismos incitados a recurrir a procedimientos similares con el objeto de ajustar los costos extras de transaccion producidos por la violencia, incorporar los flujos financieros provenientes de la economia ilegal y preservar su dominio social.

De esta manera son el resquebrajamiento de las regulaciones institucionales y la perdida de credibilidad del orden legal los que abren el camino hacia la violencia generalizada.

13 M. RUBIO: "Crimen y crecimiento en Colombia", Coyuntura Econ6mica. 14 Ibid. 15 Ver P. KOPP: "Colombie: Traffic de drogue et organisations criminelles", Problemnes d'Ambrique Latine, N'

18, julio-setiembre 1995, pp.21-41.

Page 11: PRESENTE, PASADO Y FUTURO

900 DANIEL PECAUT

II. El contexto inicial de la violencia

Los hechos descriptos m.s

arriba brindan algunas indicaciones sobre ciertos aspectos de la violencia. Queda sin explicar, sin embargo, por que los protagonistas han encontrado en Colombia un territorio tan favorable para su desarrollo, y, en especial, por que, una vez consolidada, la violencia se ha difundido tan rapidamente y ha tomado formas tan heterogeneas. Y por iltimo, pero igualmente importante, por qu6 esta difusi6n ha sido percibida durante largo tiempo con una relativa resignaci6n, como si ella fuera casi "normal".

En consecuencia, es necesario volver a los diversos "contextos" en los que se pro- duce la intervenci6n de los protagonistas y que parecen conducir a la eclosi6n de tales fen6menos. El contexto inmediato, es decir, las circunstancias politicas invocadas por amplios sectores de opini6n y por los mismos protagonistas para explicar la consolida- ci6n de la violencia. El contexto mas lejano, aquel constituido por un pasado que perma- nece presente en todas las memorias y es designado por todos con el nombre de La Violencia, responsable de 200.000 muertes entre 1946 y 1964. Y finalmente el contexto aun mas remoto, aquel que se inscribe en la perspectiva hist6rica y se relaciona con las condiciones de formaci6n de la naci6n y de su unidad inacabada, condiciones que parecen subtender no s61o los dos momentos de violencia, sino la persistencia de su dimensi6n que atraviesa las relaciones sociales y las politicas. Estos contextos pueden estar presentes como conjuntos de factores "objetivos" de los cuales la violencia seria la consecuencia "inevitable". Sin embargo, ellos son tambien el resultado de un trabajo de interpretaci6n y de elaboracibn politica por medio del cual los actores de la violencia y de la opini6n se esfuerzan en dar un sentido a lo que se produce.

Nos hemos referido a un "contexto inicial". A medida que los fenomenos de violencia se extienden y, mAs aun, una vez que se generalizan, este contexto inicial pierde su capacidad explicativa. Los fendmenos de violencia engendran su propio contexto. Las interacciones de todos los protagonistas de la violencia suscitan nuevas regulaciones y nuevas percepciones. Toda nuestro enfoque se inspira en la necesidad de dar cuenta de este transito, en muchos sentidos casi imperceptible, entre estos dos momentos: el primero que nos hace remontar del presente hacia el pasado, el segundo que instala el presente como fuente de otro funcionamiento de la sociedad al que cada cual debe adaptarse como pueda.

1. La conyuntura politica Hacia 1977-80, cuando la violencia comenz6 a ser nuevamente percibida como un

fenbmeno amenazador16, importantes sectores de ia opinion pOblica atribuyeron la responsabilidad al desgaste y a las taras del regimen del Frente Nacional. Este sistema de reparto del poder entre los dos partidos tradicionales, instalado en 1958 para poner fin a La Violencia mediante una formula de tipo "asociativo"17, continuaba recogiendo, ciertamente, mas del 90 % de los sufragios en cada elecci6n. Pero este resultado estaba

16 Si fuera necesario establecer una fecha de ingreso a la violencia, nosotros propondriamos setiembre de 1977, cuando una huelga general degener6 en Bogota en una revuelta, con un balance de una veintena de muertos. Es en esa ocasi6n que la radicalizaci6n de ciertos sectores de la sociedad se volvi6 perceptible.

17 Es la noci6n que se encuentra en el centro del libro de J. HARTLYN: The Politics of Coalition in Colombia, Cambridge, Cambridge University Press, 1988.

Page 12: PRESENTE, PASADO Y FUTURO

PRESENTE, PASADO Y FUTURO DE LA VIOLENCIA EN COLOMBIA 901

afectado por una abstenci6n cr6nica, la influencia del clientelismo y los obst'culos existentes para la expresi6n de una oposici6n. Si bien el regimen reivindica su pluralis- mo democratico y el Estado de derecho, su funcionamiento se encontraba sumamente viciado por el recurso cr6nico a los dispositivos de excepci6n, dispositivos que tomaron formas inquietantes a partir de 1978 con la adopci6n, debido a la presi6n militar, de un "estatuto de seguridad" que relativizaba la vigencia de las libertades fundamentales. Sin duda, es dificil asimilar el Frente Nacional a las dictaduras del Cono Sur y aun al regimen mexicano: el Frente Nacional permanece muy "civico", aun cuando deja un amplio margen de autonomia a las fuerzas militares, y se encuentra lejos de controlar a la sociedad. La mayoria de los autores se contentan con denunciarlo como una "democra- cia restringida", un arreglo de facto, nacido de la violencia, apoyado sobre el uso de una violencia latente y, fundamentalmente, desprovisto de verdadera legitimidad18

Estos argumentos fueron retomados por amplios sectores de opinion. Las guerri- llas y sus simpatizantes no hicieron ma's que Ilevarlos mas lejos sosteniendo que, en esas condiciones, el recurso a la lucha armada no era solo la Unica via posible para combatir la falsa democracia, sino un medio legitimo. La existencia de guerrillas no era una novedad. Habia acompanado desde el principio al Frente Nacional. Sin embargo hasta ese momento, s61lo habia constituido un fen6meno periferico, con momentos buenos y malos pero incapaz de inquietar al regimen. Las FARC, el ELN y el EPL, las tres organizaciones creadas en los anos '60, eran, de alguna manera, parte del paisaje. La aparici6n de una nueva organizacibn, el M19, hacia fines de los aios '70, no modific6 por si sola esta relaciOn de fuerza ya que se encontraba menos implantada que sus predecesoras. No obstante, el M19 introdujo una innovaci6n al esforzarse por instalarse en las ciudades, que hasta ese momento habian sido omitidas, utilizando un lenguaje nacionalista y, sobre todo, contribuyendo a promover el rechazo al regimen entre los egresados universitarios pertenecientes a las clases medias.

Todo el problema consistia en saber si la accibn de la guerrilla era capaz de hacer caer los viejos hitos simbOlicos y producir, en amplias partes de la opinion, una nueva representacion de la politica en terminos "amigo-enemigo". Desde 1978, el tema de la adhesion o no a la lucha armada se convirtio efectivamente, para algunos grupos sociales tales como los sindicatos, el movimiento estudiantil, ciertas organizaciones campesinas, en el criterio de diferenciaciOn entre los campos "progresista" y "reaccio- nario", pero no Ilego a engendrar una polarizaciOn en el conjunto de la sociedad.

El diagnOstico basado en las deficiencias del Frente Nacional es, en efecto, incompleto. Si los errores que senala son indiscutibles, subestima su arraigo en la sociedad y su capacidad de transformacion. El regimen podia contar siempre con la inercia de las fidelidades a los partidos tradicionales que conservaban, menos que antes, pero mas de lo que habitualmente se suponia, las caracteristicas de verdaderas subculturas19. El clientelismo les servia de apoyatura en una importante franja de la poblaciOn. Desde 1974 a 1977, las diversas manifestaciones de movilizaciOn social que se habian sucedido a partir de 1969 parecieron entrar en retroceso, al igual que las

18 Una interpretaci6n de este tipo se encuentra especialmente en el libro de F. LEAL BUITRAGO: Estado y politica en Colombia, Bogota, Siglo XXI, 1989. Para un analisis reciente del Frente Nacional, consultar M. PALACIOS: Entre la legitimidad y la violencia, Colombia 1875-1994, Bogota, Norma, 1995.

19 Un estudio electoral muestra que, entre 1958 y 1972, 882 municipios sobre 973 habian conservado el mismo "color" partidario y que 306 municipios votaban siempre en una proporci6n superior al 80 % por el mismo partido. Ver P. PINZON DE LEWIN: Pueblos, regiones y partidos, Bogota, CEREC, 1989.

Page 13: PRESENTE, PASADO Y FUTURO

902 DANIEL PECAUT

guerrillas. Peri6dicamente, el regimen lograba engendrar algunas esperanzas. Asi fue en 1974 con la elecci6n de Alfonso L6pez Michelsen. La desilusi6n que le sucedi6 reforz6 la decision de las guerrillas pero no puso en jaque al sistema. En 1982, la elec- ciOn de Belisario Betancur desencaden6 nuevamente fuertes expectativas. Al lanzar su "proceso de paz", que conduciria al cese de fuego en 1984, y al iniciar las reformas politicas que los gobiernos siguientes ampliarian, evit6 la caida en la polarizaci6n politi- ca; la adhesi6n de no pocos intelectuales contestatarios lo demuestra. El desastre en que finaliz6 a partir de 1985 el cese de fuego, lejos de realimentar una oposiciOn "amigo- enemigo", condujo, sobre todo, a disminuir la credibilidad politica de las guerrillas.

Si nos centramos en el funcionamiento del sistema, el diagnOstico no toma en cuenta los factores mas profundos de su desgaste: los intensos cambios que se produjeron en la sociedad durante los dos l0timos decenios. De rural se convirti6 en urbana; la educaciOn primaria hizo avances gigantescos; la secularizaciOn de las costumbres progreso; la Iglesia, hasta ese momento garante del orden establecido, no se preocup6 mas que de mantener el orden dentro de sus filas y perdio brutalmente el contacto con la poblaciOn; las clases medias educadas aumentaron en nOmero. Todas estas constitulan formas de modernizaciOn que afectaban las bases del Frente Nacio- nal, que comienza a dar la impresiOn de ser prisionero de la sociedad tradicional, alimentando el escepticismo, la apatia y la abstencion20. Estos elementos provocaron repentinas oleadas de movilizaciOn (las "huelgas civicas") y un aumento de las simpa- tias hacia las acciones del M19. Sin embargo, no condujeron a la aprobaciOn masiva de la lucha armada porque las guerrillas, fuera del M19, daban la impresiOn de ser cautivas, igual que el Frente Nacional, del viejo pals que se queria superar, el pais rural, alejado de la modernidad, recorrido por las redes de influencias. Si es verdad que las aspiracio- nes de las clases urbanas, medias y populares, apuntaban sobre todo a una acelera- ciOn de la modernizacion cultural, ellas no podian reconocerse en el lenguaje politico de las FARC y de otras organizaciones revolucionarias.21

Una vez que la violencia se generalizo y que las fronteras de la violencia politica y de las otras violencias se volvieron permeables, una vez que fueron eliminadas por la Constituyente muchas de las "restricciones" anteriores, al menos en el papel, los adeptos de la lucha armada debieron adoptar nuevos argumentos. No es por casuali- dad que comenzaron a poner el acento sobre la "corrupciOn" que habia corroido permanentemente al Frente Nacional, aunque 6ste se caracterizo por un nivel de corrupcibn relativamente bajo. Ellos comenzaron a proyectar sobre el pasado un rasgo real de la actualidad de ese tiempo y que, por otra parte, era valido no solo para el r6gimen, sino paratodos los actores, inclusive los revolucionarios. El "contexto inicial" es de esta manera redefinido en funciOn de las jugadas del momento.

Otros dos factores impidieron, por otra parte, la polarizaciOn politica. En primer lugar, que Colombia, a pesar de la violencia, escapo a la crisis de la deuda externa de los paises latinoamericanos, y mantuvo a lo largo de los anos '80 el indice mas alto de crecimiento de todos los paises del continente, adelantandose aun a Chile, y logr6 una

20 El momento en el que la polarizaci6n politica pareci6 inminente fue durante el gobierno de J. C. Turbay Ayala (1978-1982). La adopci6n de medidas represivas se cuentan entre las causas de esta situaci6n, pero fue especialmente el desprecio de las capas "modernas" hacia un lider que simbolizaba el clientelismo del pasado.

21 Es tambien el caso de algunos sectores del campesinado que no toleraban que una guerrilla como el EPL quisiera hacerlos volver a una economia de subsistencia.

Page 14: PRESENTE, PASADO Y FUTURO

PRESENTE, PASADO Y FUTURO DE LA VIOLENCIA EN COLOMBIA 903

mejora de la distribuciOn de los ingresos entre 1978 y 1987. En segundo lugar, el traumatismo reciente de La Violencia permanecia ain vivo y su memoria no favorecia el nacimiento de una nueva confrontacion politica global.

2. Los rastros de La Violencia

La memoria de La Violencia se habia mantenido, en efecto, con una fuerza particular. Una memoria compleja, como habia sido La Violencia. Ella era la memoria de una guerra civil entre dos partidos tradicionales, y que, del lado conservador, tom6 la forma de una verdadera cruzada religiosa para instalar, sobre los escombros del liberalismo, un "orden cat6lico". Ella remitia tambien a la experiencia de numerosos campesinos, en especial de las regiones de los cafetales, quienes privados de sus bienes se vieron forzados a desplazarse hacia las ciudades o las zonas de colonizaci6n. Ella evocaba la ruptura de las organizaciones populares, sindicatos y asociaciones campesinas y al repliegue hacia estrategias individuales de subsistencia. Ella estaba asociada, sobre todo para las clases populares de los dos partidos, a la humillaci6n colectiva, porque estas clases se desgarraron entre ellas por una causa que luego descubrieron que no era la propia, sino la de las elites y la de los pequefos potentados locales, los que, junto al Frente Nacional, se reconciliaron a sus espaldas. Pero la memoria era igualmente la de la constitucion de focos dispersos de resistencia campe- sina bajo diversas formas que fueron desde el bandidismo hasta los grupos de autodefensa. Bajo una u otra modalidad, no se trataba de una memoria abstracta. Ella estaba escrita en los cuerpos de los sobrevivientes y era transmitida de generaci6n en generaciOn, inseparable de las trayectorias familiares e individuales que se desarrolla- ron desde entonces. En las regiones de colonizacion como en las periferias urbanas, numerosos son los que atribuyen su situaci6n actual a La Violencia.

Esta memoria no es, por otra parte, extrafa al resurgimiento de la violencia hacia fines de los anos '70. Ella reforz6 el imaginario social de la violencia, que incitaba a pensar que las relaciones sociales y politicas estan constantemente regidas por la violencia y que en todo momento esta puede invadir todo el escenario. 6Los dirigentes del Frente Nacional, acaso no alimentaron ellos mismos este imaginario, repitiendo sin cesar que su pacto era el Unico dique de contencion contra la vuelta de la violencia y de la barbarie? La memoria fue, para colmo, alimentada por no pocos eventos que sobrevinieron despues de 1958. Las elites, pertenecieran o no al Frente Nacional, continuaron considerando a las organizaciones populares, que eran sin embargo extremadamente frAgiles, como amenazas al orden piblico y respondieron a menudo de manera violenta ante las reivindicaciones mas comunes. Asimismo, la violencia partidaria continuo a menudo manifestandose, bajo formas atenuadas, en el piano local. No era sorprendente, por lo tanto, que muchos colombianos estuvieran persuadidos de que la violencia no podia tener un fin y cuando, hacia 1978, ella resurge efectivamente, sdlo vieron en este rebrote una vuelta de la misma violencia sufrida.

Esta interpretaciOn se veia reforzada dado que no faltaban las constantes que ligaban el presente con el pasado. Algunas de las continuidades manifiestas: las FARC eran una prolongaciOn de los ndcleos de autodefensa campesina; el ELN y el EPL se instalaron en un comienzo en las zonas refugio de La Violencia y se apoyaron a veces en los restos de las antiguas "guerrillas liberales". Podemos asimismo, constatar una superposicibn parcial de las localizaciones de la antigua y de la nueva violencia. Asi

Page 15: PRESENTE, PASADO Y FUTURO

904 DANIEL PECAUT

sucedid en las regiones de colonizaci6n, en Tolima, Santander, ciertas partes de Antioqula y de Cundinamarca. Los sicarios presentaban no pocas similitudes con los pajaros del pasado22. Tambien existen lazos indirectos de continuidad: muchos de los primeros cuadros de las guerrillas fueron reclutados entre los jovenes cuyas familias habian sido victimas de La Violencia y que, al comprometerse en la lucha, continuaban el proyecto de lavar el nombre de sus padres de la humillaci6n que ellos habian sufrido, como si hubiera sido posible retomar el curso interrumpido de los acontecimientos del pasado y darles un nuevo desenlace. Los rastros de las representaciones sociales de los aios '50 se encuentran presentes en las representaciones de los guerrilleros que surgieron. La reivindicacion agraria continia alimentando las banderas de las FARC. El viejo fundamentalismo catolico aflora en el milenarismo del EPL y del ELN cuando pretenden engendrar "el hombre nuevo".

La memoria de La Violencia contribuye asi, de mOltiples maneras, a que la nueva violencia no sorprenda, que ella aparezca como "normal", que ella se difunda tambien facilmente, que sus dimensiones y sus jugadas ineditas sean percibidas cuando ya es demasiado tarde. Mientras tanto, ella actOa como obstaculo para que se opere una adhesion masiva hacia interpretar lo politico en terminos de amigo-enemigo. El trauma- tismo anterior era demasiado vivo para que la poblacibn se encaminara con ligereza hacia un conflicto general. Esta poblacion sabia demasiado bien que la violencia no conducia necesariamente al derrocamiento de las estructuras de dominacion, que pron- to se convierte en un modo de funcionamiento paralelo, con sus ganadores y sus perde- dores que en general son siempre los mismos, que ella

esta. destinada a fragmentarse

dando nacimiento a los fenomenos locales heterogeneos que no pueden desembocar en ninguna ruptura politica. Como veremos mas adelante, en las ocasiones donde la opinion piblica se manifiesta, lo hace rechazando toda posibilidad de un enfrentamiento global. Los recuerdos de La Violencia no son los Unicos en juego. Desde la Independencia, los colombianos saben que el orden y la violencia estan en parte ligados, como el derecho y el reves de la misma realidad dada la falta de un principio de unidad nacional23.

3. La precariedad del Estado-Naci6n No podemos contentarnos con afirmar que la formaci6n inacabada de la NaciOn

sea la consecuencia de las barreras geograficas que dividen el territorio y los espacios vacios que subsisten en ella. La fragmentaciOn regional y la existencia de regiones no sometidas a la autoridad estatal son en primer lugar el producto de procesos politicos de larga data que marcan la historia nacional. Limitemonos a citar tres aspectos.

Han sido los dos partidos, el liberal y el conservador, surgidos a mediados del siglo XIX, y no el Estado, los que definieron las formas de identificaciOn y de pertenencia colectivas, dieron nacimiento a las subculturas transmitidas de generaci6n en genera- ciOn, instauraron una divisi6n simbOlica sin relaci6n, o casi, con las divisiones sociales, y engendraron fronteras politicas que se han perpetuado hasta el presente. Esta division del cuerpo social ha sido decisiva para impedir los movimientos, nacionalistas, populis-

22 "Pajaros" es el nombre que se daba a los asesinos a sueldo que sembraron el terror, a cuenta de los conservadores, en el Valle del Cauca. Ver D. BETANCOURT Y M.GARC(A: Matones y cuadrilleros. Origen y evoluci6n de la violencia en el occidente colombiano, BogotA, Tercer Mundo Editores, 1991.

23 Acerca de la complementariedad del orden y de la violencia, ver D. PECAUT: L 'ordre et la violence. Evolution socio-politique de la Colombie entre 1930 et 1953, Paris, Editions de I'EHESS, 1987.

Page 16: PRESENTE, PASADO Y FUTURO

PRESENTE, PASADO Y FUTURO DE LA VIOLENCIA EN COLOMBIA 905

tas, la expresi6n politica de conflictos de clase, asi como para impedir las intervenciones de militares, intelectuales o tecnocratas, quienes, por otra parte, han acompaiado la construccion de las unidades nacionales. Esta divisi6n tambien acompahi6 al regimen: fundado sobre la hegemonia de un partido o sobre un pacto entre los dos, s6lo pudo disponer de una incierta legitimidad. Por Oltimo, ella ha sido lo suficientemente decisiva para que el Estado, perpetuamente dividido entre facciones y subfacciones de un partido o de los dos, no pudiera pensar en forjar la sociedad, menos aun en reivindicar sobre ella una autoridad no cuestionada.

La articulaci6n de las economias nacionales con la economia internacional y la organizaci6n de los actores sociales a partir de los derechos otorgados desde el poder fueron, en el resto de America Latina, los dos fundamentos de la consolidaci6n del Estado nacional. Nada de esto ha sucedido en Colombia. Solo con la produccion de cafe, cuyo florecimiento definitivo data de 1920, Colombia se inserta modestamente, por otra parte, en la economia internacional. No tuvo necesidad, con la crisis de 1929, de instalar mecanismos de intervencion del Estado para paliar la caida de los precios del caf6: Brasil se encarg6 y result6 mas racional jugar al free rider. Esta es una de las razones que explican que a continuaci6n se haya mantenido un estilo de gesti6n econ6mica caracterizado por un debil rol del sector ptblico. Por otra parte, la descon- fianza hacia un Estado sometido a los avatares politicos y la debilidad de los sectores populares organizados Ilevaron a atribuir esta gestion, no a los tecn6cratas, sino a circulos surgidos del sector privado que han contribuido mucho al estilo particular de las politicas econ6micas colombianas, constantemente ortodoxas y prudentes. En relaci6n con los actores sociales, ellos fueron colocados bajo la tutela de los partidos politicos. Recien en 1944-45 fueron otorgados derechos sociales que habrian podido favorecer un fortalecimiento de estos actores. El torbellino de La Violencia, que los arrastro con ella, impidio que este proceso tuviera lugar. En estas condiciones, el encuentro entre los actores sociales y el Estado no pudo producirse, en detrimento de la consolidaci6n no s61o de los primeros sino tambien del propio Estado.

Con una sociedad dividida y fragmentada, con un Estado sin autoridad, la unidad simbOlica de la Naci6n no tenia sino pocas posibilidades de ser reconocida. El pluralis- mo de los partidos y de sus facciones hacian las veces de democracia, pero no era suficiente para suscitar un sentido de ciudadania comuin y menos aun el de un espacio comOn de regulaci6n de los conflictos24

Muchos otros factores condujeron a la complementariedad del orden y de la violencia. Las instituciones de la vida econbmica demostraban una estabilidad sorpren- dente. Sin embargo, las disputas entre las facciones de los partidos implicaban su dosis de violencia potencial o real. La precariedad del Estado Ilevaba a que lo mismo ocurriera en los casos de enfrentamientos sociales, los de las zonas centrales, pero aun mas aquellos de las inmensas zonas perifericas colonizadas a partir de 1950 mediante enormes migraciones sobre las que el Estado no tenia ninguin poder, ni sobre su punto de partida ni particularmente sobre el destino, corriendo el riesgo, en este Oltimo caso, de dejar que se produjeran situaciones de desorden y de violencia que condujeran a los colonos a aceptar la tutela de los poderes de facto. Ademas, la precariedad del Estado permitia que el contrabando adquiriera, desde finales de los aHos '60, una impresionan-

24 Ver F. GONZALEZ G.: "Aproximaci6n a la configuraci6n politica de Colombia", en VARIOS AUTORES: Un pals en construccien, Bogota, CINEP, 1989, pp. 10-72.

Page 17: PRESENTE, PASADO Y FUTURO

906 DANIEL PECAUT

te dimension, y esto en todos los sectores de la actividad econ6mica, generandose, de esta manera, los savoir-faire que permitirian el

r.pido progreso del trffico de drogas a

partir de los '70. Finalmente la fragilidad de la unidad simbdlica de la Nacion favorecia que las delimitaciones entre to legal y lo ilegal permanecieran inciertas y que el horizonte local permaneciera mAs concreto que el horizonte nacional.

Este contexto no implica que Colombia haya sido permanentemente el teatro de una violencia efectiva. De 1910 a 1945, ella experiment6 una historia mas bien tranquila, pudiendo evitar que no degeneraran los intensos conflictos sociales que sacudieron las regiones de los cafetales de 1925 a 1935; logrando hasta una alternancia politica, es verdad que pagando el precio de una violencia que produjo miles de muertos, pero que se mantuvo dentro de ciertos limites: en su extension geogri~fica -tres departamentos- y en su duracibn -tres afros-25. Nuevamente, desde 1965 hasta 1977, la violencia se volvi6 a instalar en un nivel medio. Pero este contexto significo que, a partir del momento en que los actores deciden recurrir a ia violencia, se benefician con la existencia de un medio favorable y que, una vez instalado, el proceso puede facilmente difundirse sin sorprender a nadie, como si se tratara de algo ya conocido.

Ill. Protagonistas, interacciones estrategicas y contexto de valores

Debemos volver a los actores ligados al arraigo de la violencia en 1978-80. En la seccidn anterior hemos hecho referencia sobre todo a las guerrillas. Ellas fueron, efectivamente, el protagonista que ocupo abiertamente el primer piano y que, durante un tiempo, lo monopolizo, junto con los militares y los policias. Sin embargo, ya hemos elaborado la larga lista de los otros protagonistas que pronto vinieron a reunirse a ellos.

Podriamos estar tentados, al tomarlos en cuenta, de distinguir tres campos diferenciados de la violencia. El primero, politico, con los militares, las guerrillas, los paramilitares. El segundo, construido alrededor de la economia de la droga. El tercero, articulado alrededor de las tensiones sociales, organizadas o no. Sin embargo, salta a la vista que esta distincion no es satisfactoria. De hecho todos los protagonistas intervie- nen en los tres campos simultaneamente. Los narcotraficantes han hecho incursiones directas en el escenario politico hasta 1983, y luego han intervenido utilizando medios indirectos. Inversamente, las guerrillas consagraron gran parte de su actividad a la captacidn de recursos econOmicos. En cuanto a los otros protagonistas, ellos se instalan indistintamente en uno u otro campo.

En realidad, los progresos de la economia de la droga vinieron a confundir todas las separaciones tajantes. Fueron estos progresos los que tendieron las interferencias entre los protagonistas, pusieron a su disposiciOn recursos desconocidos hasta ese mo- mento, provocaron nuevos efectos sobre el conjunto del funcionamiento de la sociedad y de las instituciones, en resumen, contribuyeron a la formacion de un nuevo contexto.

1. Las interferencias

No es exagerado afirmar que las interferencias precedieron prActicamente el desarrollo de cada protagonista. Si Colombia se ha convertido en el pals pivote del trifico de droga, no es solamente a causa de las tradiciones de contrabando o por la

25 Ver J. GUERRERO: Los arios del olvido, Bogota, Tercer Mundo Editores, 1991.

Page 18: PRESENTE, PASADO Y FUTURO

PRESENTE, PASADO Y FUTURO DE LA VIOLENCIA EN COLOMBIA 907

existencia de territorios "vacios", sino porque la presencia cr6nica de las guerrillas dibujo un conjunto de enclaves en los que la economia de la droga pudo desarrollarse sin temer las incursiones de las fuerzas armadas. Es necesario, sin lugar a dudas, aportar algunos matices a esta afirmacion, recordar que existen regiones donde el cultivo de la droga se estableci6 sin que las guerrillas se hayan establecido y otras donde ellas ya lo estaban. La diferencia es, sin embargo, relativa porque las guerrillas rapidamente se implantaron en estas regiones26. La existencia de fuerzas insurgentes aseguraba la protecci6n de la economia ilegal. La inversa tambien es verdadera: en la medida en que Colombia hacia la vista gorda ante el progreso de la nueva economia, las guerrillas se beneficiaron con una considerable tranquilidad en las zonas donde los cultivos prosperaban. Esto que era valido para el comienzo de los ahos '80 sigui6 siendo aplicable durante los Ultimos anos. SOlo hace falta observar la manera en que la guerrilla apadrino las grandes manifestaciones de cocaleros en Guaviare y Putumayo, hacia el final de 1994 y a comienzos de 1995, contra el programa de erradicaciOn de cultivos de coca anunciado por el gobierno de E. Samper. Las dos ilegalidades se refuerzan la una a la otra de manera permanente.

El desarrollo de las organizaciones paramilitares no puede, adems, ser analizado fuera de la expansion del trafico de droga. Fueron los narcotraficantes los que pusieron en marcha en 1981 la primera de estas organizaciones, el MAS27, y que, a continuacion, permitieron su multiplicacion. Gonzalo Rodriguez Gacha, miembro del cartel de Medellin muerto en 1989, dirigid la "reconquista" de la region de Magdalena Media e hizo de Puerto

Boyaca el epicentro de la "Colombia Libre". Fidel Castafo, en un tiempo aliado

de Pablo Escobar, luego su adversario mas encarnizado, fue el responsable de nume- rosas masacres perpetradas en la region de Uraba contra los simpatizantes supuestos de la guerrilla. En relaciOn con las bandas de sicarios de Medellin, ellas se constituyeron para servir en primer lugar a los designios de Pablo Escobar.

Pero las organizaciones paramilitares fueron tambien el producto de la coopera- cion que se establecio entre numerosos militares y los narcotraficantes en contra de las guerrillas. Hasta 1989, esta cooperaciOn se efectuo casi abiertamente. En Puerto Boyaca, fue bajo la egida de los militares y de Gonzalo Rodriguez Gacha que se creo una escuela de formaciOn de paramilitares que Ilego a contratar a mercenarios ingleses e israelies28. Otras escuelas similares existen en otros lugares, en la Meta por ejemplo, donde ellas se benefician con el apoyo de Victor Carranza, el gran capitan de la industria de las esmeraldas. Al servirse de los paramilitares, los militares se armaron con los medios para Ilevar a cuenta de otro "la guerra sucia". Un partido legal, la Uni6n Patriotica, organizado en 1985 por las FARC-EP y el partido comunista, fue uno de sus objetivos preferidos: mAs de 1.500 de sus cuadros y militantes fueron asesinados.

Las connivencias entre los narcotraficantes y los actores institucionales no son menos evidentes. El gobierno ayudo al blanqueo de dinero de la droga, en primer lugar

26 Fueron las FARC las que, desde un comienzo, enmarcaron las zonas de cultivos. La otras guerrillas han cooperado todas, en uno u otro momento, con la economia de la droga, pero sin establecer un lazo demasiado fuerte.

27 "Muerte a los secuestradores". Los narcotraficantes creian de esta manera reaccionar contra el secuestro de un miembro de la familia Ochoa por parte del M19.

28 Ver C. MEDINA GALLEGO: Autodefensas, paramilitares y narcoltrfico en Colombia. Origen, desarrollo y

consolidaci6n. El caso "Puerto Boyaca", Bogota Editorial, Documentos Periodisticos, 1990.

Page 19: PRESENTE, PASADO Y FUTURO

908 DANIEL PECAUT

abriendo, con este fin, una cuenta especial en el Banco de la RepOblica, procediendo luego a declarar numerosas "amnistias" fiscales. Los candidatos a las elecciones han recibido el apoyo financiero de los traficantes. Los militares "dejaron pasar" la droga. La corrupci6n se instal6.

La multiplicaci6n de las organizaciones armadas urbanas ha estado ligada a todos los otros sectores. El M19 abri6 el camino en 1984 con los "campamentos urbanos". En 1985, la policia sostuvo numerosos grupos, algunos de los cuales se consagraban, como en Calli, a la "limpieza urbana". Hacia 1985, el cartel de Medellin organizo sus redes jerarquizadas de sicarios. A partir de finales de 1980, las FARC-EP y el ELN emprendieron la creaci6n casi generalizada de las milicias urbanas. Una parte de estos grupos se deslizaron luego hacia la delincuencia pura y simple. De esta manera se instalaba, desde distintos sectores, el contexto de la violencia urbana.

Estas interferencias no significaron, sin embargo, alianzas estables. Ellas mas bien se tradujeron en una mezcla de cooperaci6n y enfrentamiento. Este es el caso de las relaciones entre las guerrillas y las organizaciones de narcotraficantes. Seg n las regiones estas relaciones pasan de un extremo al otro. En las zonas de cultivo o de transformaci6n de la droga, la cooperaci6n prevalece. Las FARC-EP participaron en la vigilancia de los laboratorios y de las pistas de aviaci6n clandestinas. En 1984, la toma de un gigantesco complejo de refineria de coca, Tranquilandia, situado en los territorios amaz6nicos, permiti6 constatar la existencia de esta colaboraci6n con las FARC-EP. No constituy6 un hecho aislado. En el Amazonas, los laboratorios se encontraban siempre bajo la doble protecci6n de los representantes de los narcotraficantes y de los guerrille- ros, quienes se controlaban los unos a los otros. Tal coparticipaci6n no se encontraba, evidentemente, libre de conflictos. Uno de estos litigios decidi6 a Gonzalo Rodriguez Gacha a forjar su organizacibn paramilitar y a lanzarla a la exterminaci6n de los cuadros de la izquierda. Pero la cooperaci6n local permanecid inalterable. Por el contrario, en las regiones de agricultura comercial, las guerrillas y los narcotraficantes se encuentran en permanente estado de confrontaci6n. Alli, los narcotraficantes, quienes han comprado millones de hect•areas de las mejores tierras, se encuentran, como todos los otros grandes terratenientes, expuestos a las exacciones de las guerrillas. Ellos apadrinan, por lo tanto, a los grupos armados destinados a golpear a sus adversarios. Se pasa, de esta manera, de las interferencias a las interacciones estrat6gicas.

Lo mismo ocurre, implicitamente, con las relaciones entre los protagonistas. Las fuerzas del orden se apoyaron sobre el cartel de Cali para combatir el Cartel de Medellin. Los grupos paramilitares pasan a veces de la alianza con las fuerzas del orden a su enfrentamiento. Las guerrillas combaten, a menudo, los grupos del delito organizado, pero acuden a ellos para realizar los secuestros. Colusiones aun mas sutiles intervienen en los lugares estrategicos. Es asi que el puerto de Turbo, en Uraba, utilizado para la exportaci6n de una parte de la droga y para la importaci6n de armas, es custodiado tanto por las FARC-EP y el ELN como por los paramilitares y los militares. Sin abandonar las luchas sin piedad, los unos y los otros respetan un modus vivendien el campo de las operaciones "comerciales".

Sobre todo, la "corrupci6n" suscita solidaridades implicitas entre todos los secto- res. Las interacciones estrategicas tienen por tel6n de fondo las rivalidades en relaci6n con la apropiaci6n de los recursos econ6micos.

Page 20: PRESENTE, PASADO Y FUTURO

PRESENTE, PASADO Y FUTURO DE LA VIOLENCIA EN COLOMBIA 909

2. Las transacciones alrededor de la apropiaci6n de los recursos

La economia de la droga es tambien la base de la reconversion estrat6gica de no pocos protagonistas. La expansion de la guerrilla al comienzo de los anos '80 no se comprende si no se toman en cuenta los ingresos ligados a su dominio de territorios de cultivo y de transformaci6n de la coca. El gramaje, exacci6n del 10 % cobrada a los cultivadores, los impuestos pagados por los colectores y por los transportadores, aseguran importantes entradas29. Las guerrillas no son las Onicas beneficiarias. La buena marcha del trafico hace necesarias muchas otras formas de colaboraci6n.

Hemos visto anteriormente como las guerrillas habian extendido su modelo de operaciones a la mayoria de los recursos mineros y agricolas y acabamos de evocar las inversiones de los narcotraficantes en la ganaderia y la agricultura. Podemos brindar algunos otros ejemplos. A los protagonistas de la violencia no les faltaron nunca recursos financieros. Esto por supuesto va de suyo para los narcotraficantes. Pero las guerrillas no tienen por que lamentarse tampoco. De acuerdo con un informe difundido en 199530, los recursos financieros de las FARC pasaron de 200.000 millones de pesos en 1993 a 269.000 millones en 1994, de los cuales 140.000 provendrian de las actividades ligadas a la droga, 35.000 de los "impuestos", 60.000 de los secuestros cobrados, 10.000 de los cobros hechos sobre los gastos publicos. Los fondos del ELN progresaron durante el mismo periodo, pasando de 88.900 millones a 211.000 millo- nes31. Estas cifras que deben ser manejadas, ciertamente, con precauci6n dan una idea del poder financiero de las guerrillas. Nos contentaremos con evocar algunas consecuencias generales de estas estrategias de apropiacion de recursos.

En primer lugar, se produjo un desplazamiento de las apuestas estrategicas de algunos protagonistas politicos, comenzando por la guerrilla misma. El control de los recursos se convirti6 en un objetivo especifico, pero tambien fue un medio de acumular poder politico puesto que implica el control de poblaciones y de territorios y aporto un medio de presiOn considerable sobre las elites dirigentes econ6micas y politicas. Esto trajo, por lo menos, el riesgo de confundir los limites, desde el momento en que este objetivo tomo el aspecto de un fin en si mismo. Las FARC-EP debieron, a partir de 1982, Ilamar al orden a algunos de sus frentes y promover nuevos mecanismos de centraliza- ciOn de las finanzas. No lograron, no obstante, borrar la diferenciaci6n entre frentes ricos y frentes pobres. En el seno del ELN el fenOmeno es aun mas claro. El frente Domingo Lain, implantado en las zonas de produccion petrolera de Casanare, dispone de medios financieros que Io Ilevan a hacer gala de su autonomia.

En segundo lugar, las interacciones estrategicas tienen su contraparte en el conjunto de las transacciones econOmicas. Por cierto, la economia en su conjunto no padece estas condiciones mAs que moderadamente. Hay razones para suponer que los protagonistas realizan sus exacciones sin poner en peligro los principios de la raciona- lidad capitalista. Los costos de transaccion aumentan pero no impiden que los intercam- bios se realicen. Pocas son las grandes empresas que son Ilevadas a la bancarrota. Un alto porcentaje de los terratenientes deben aceptar pagar el impuesto revolucionario y/ o el impuesto paramilitar. El nivel puede ser exorbitante, sobre todo cuando las guerrillas

29 Ver J. E. JARAMILLO, L. MORA Y F. CUBIDES: Colonizaci6n, coca y guerrilla, Bogota, Alianza Editorial Colombiana, 1989.

30 Un andlisis fue presentado en el numero del 17 de julio de 1995 de la revista Cambio 16. 31 El peso valia ahora aproximadamente 0,8 centavos.

Page 21: PRESENTE, PASADO Y FUTURO

910 DANIEL PECAUT

recurren tambien a los secuestros extorsivos. Los propietarios pueden haberse visto obligados a vender sus bienes en condiciones catastr6ficas. Pero cuando estan "en regla", ellos son protegidos, inclusive contra las reivindicaciones de los campesinos. En Cauca, departamento con fuertes conflictos por la tierra, se ha visto a las FARC-EP defenderlos contra los movimientos de los campesinos-indigenas.

Por Oltimo, asistimos a una mutacion parcial de la economia del mercado32. Por un lado, las reglas del mercado se combinan con la aceptaci6n de las relaciones de fuerza existentes. Por otro, la confianza fue sustituida por la desconfianza, lo que ha Ilevado a comportamientos de gestion destinados a minimizar los riesgos que derivan de esta situaci6n33. Existe un ejemplo muy claro de una economia que funciona sobre la base de la desconfianza: se trata de la produccion de esmeraldas. La zona de las esmeraldas ha sido, desde 1984 hasta 1992, el teatro de una guerra sin cuartel, con 3.000 muertos, entre los dos campos que se disputaban el control, de los cuales uno debi6 aliarse con la organizaci6n de Gonzalo Rodriguez Gacha ligado al Cartel de Medellin. Una vez que se instal6 nuevamente la paz, el problema fue definir los procedimientos para manejar las relaciones de desconfianza. Estos procedimientos consistieron en un sistema de control reciproco mediante el cual cada uno de los antiguos contendientes esta representado, en cada etapa de la actividad, desde el trabajo de excavacion hasta el trabajo de clasificacidn, por dos delegados que se vigilan el uno al otro y vigilan a los dos delegados del otro campo. Este procedimiento del "dos contra dos" aplicado en todos los pianos ofrece un ejemplo de racionalidad en situacibn de desconfianza. Se aplica tambien entre guerrilleros y narcotraficantes, para la protecci6n de los laborato- rios. La matriz de las relaciones de desconfianza se impone mas allna de los casos particulares. Ningt'n sector ni ningoin individuo puede sustraerse a ella. Es la misma noci6n del contrato que ha sido alterada, que debe incluir la evaluaci6n de los aspectos aleatorios capaces de intervenir34. Son innumerables las historias de individuos que concluyeron tratos maravillosos y que luego se dieron cuenta de que la contraparte, eventualmente un narcotraficante, disponia de los medios para no cumplir con el contrato y que la justicia no estaba en situacion de brindar ninguna ayuda.

3. La mutaci6n de los valores

El viejo orden moral, del que la Iglesia era la fortaleza, se hundid hacia fines de los '60 y no fue reemplazado por nada. La politica dej6 de suscitar pasiones. El deseo de acceder al consumo muy rara vez fue satisfecho, aun si el rebusque, el tradicional arte de infringir las normas y aprovechar las circunstancias, adornado con los colores de la modernidad, permiti6 a veces lograr el exito siguiendo caminos laterales. La escenografia estaba en el lugar para que la economia de la droga alimentara los suenos.

Varios autores han evocado "la cultura del tra'fico de droga" refiriendose en primer lugar al universo de j6venes de Medellin, el de los sicarios, de las milicias populares y de

32 Se encontrar6 un razonamiento similar, pero aplicado al funcionamiento del conjunto de la economia colombiana a6n antes del surgimiento de la economia de la droga en E. REVEIZ: Democratizar para sobrevivir, BogotA, Poligrupo Comunicaci6n, 1989. Asimismo, en relaci6n con la economia de la droga, F. THOUMI propone un anAlisis comparable en Economia, politica y narcotrAfico, BogotA, Tercer Mundo Editores, 1994.

33 D. GAMBETTA ha analizado la mafia italiana enfocAndola como una instituci6n encargada de preservar la confianza en las transacciones en el seno de una sociedad dominada por la desconfianza. Ver The Sicilian Mafia. The Business of Private Protection, Cambridge (Mass.), 1993. Nosotros razonamos en el sentido inverso, como si los actores colectivos e individuales debieran contar con la desconfianza.

34 Los "carteles" pusieron en marcha sistemas de seguros para cubrir los riesgos de la exportaci6n.

Page 22: PRESENTE, PASADO Y FUTURO

PRESENTE, PASADO Y FUTURO DE LA VIOLENCIA EN COLOMBIA 911

otras diversas bandas35. Esta cultura aparece como moderna y tradicional al mismo tiempo. Moderna, porque subvirti6 el sentido de las antiguas jerarquias. El "6xito" de Pablo Escobar ofrece el ejemplo de un modo de forzar el destino y su "asesinato" es sentido como una demostraci6n del odio de la antigua sociedad hacia los advenedizos. Esta cultura toma prestado de las series de televisi6n americanas las maneras de comportarse, las normas de consumo, los gustos musicales, la puesta en escena de la violencia. Ella manifiesta su desprecio hacia el trabajo tradicional, el de los padres, presentes o ausentes, que se humillaron plegandose a las disciplinas impuestas. Tradicional, ella no deja de serlo, porque estA impregnada de la religiosidad y de la nostalgia de una cultura antioquena mas o menos imaginaria. Pablo Escobar, aqui tambien, dio el ejemplo, al verse a si mismo como restaurador de una y de la otra. El culto que los j6venes sicarios tienen hacia la madre y hacia la Virgen muestra la persistencia de la religiosidad popular, aun con retoques. La tradicion religiosa aparece tambien en el sentido de la fatalidad. Condenados a morir precozmente, los j6venes sicarios hacen del dinero el signo de la fugacidad de la vida. Es la base de un juego que no tiene otra ley que aquella de "quien gana pierde".

Esta descripci6n podria no tener mas que un alcance limitado. MAs de un milldn de personas viven, directa o indirectamente, de la droga. Cuando el precio de la coca sube, como en 1982 y nuevamente en 1992, olas de dinero inundan el mercado. En las zonas de cultivo, el gasto ostentoso es socialmente de rigor. Entre el dinero y la muerte se establece una equivalencia: la vida se gasta lo mismo que el dinero. Las reuniones donde corre el alcohol brindan la ocasi6n de mostrar en publico una virilidad y un honor que solo se afirman mediante la disposici6n en enfrentar la muerte. Es decir que las in- teracciones cotidianas se encuentran sometidas a los rituales fundados en la violencia.

Todas las estructuras sociales han sido afectadas por el impacto de la economia de la droga. Recien Ilegados logran ascensos sociales fulminantes; viejas familias de notables pierden rapidamente su status econbmico y social. En el seno de las mismas familias, las trayectorias mais opuestas se yuxtaponen. Son numerosos los casos en los que los hijos de las familias tradicionales han tratado de probar su suerte en la nueva actividad. Obispos y sacerdotes aceptan el dinero sucio para ponerlo al servicio de las buenas obras, y los hombres politicos para financiar sus campafas. Decir que se trata de "corrupci6n" significa simplificar el problema. El hecho esencial esta en otra parte. Se encuentra en la ausencia de una opini6n piblica sobre el tema de la droga. Volveremos luego sobre este punto.

IV. Redes de poder y microrregulaciones 1. Los actores sociales de las redes

La violencia actual no se articula ya ni con los actores sociales ni con las identidades colectivas.

No han faltado los autores que han buscado poner en relaci6n los conflictos sociales y la violencia. Existen efectivamente numerosas regiones donde tal relaci6n pudo haber existido, como en Uraba con los conflictos entre trabajadores y propietarios

35 Ver A. SALAZAR Y A. M.JARAMILLo: Las subculturas del narcotrafico, Bogota, CINEP, 1992; y A. SALAZAR: No

nacimnos pa'semilla, Bogota, CINEP, 1993.

Page 23: PRESENTE, PASADO Y FUTURO

912 DANIEL PECAUT

de las plantaciones de banana, en Cauca con los enfrentamientos por la tierra, en los departamentos atlanticos con las dificiles relaciones entre los grandes ganaderos y los colonos, en las zonas mineras con las presiones de las poblaciones flotantes sobre las empresas. En todas partes podemos encontrar distintas formas de conflicto mais o menos estructurado. Sin embargo, raros son los casos en los que los conflictos se centran alrededor de actores sociales solidamente constituidos. Es esta una de las razones, como ya hemos visto, por la cual los actores politicos, como las guerrillas, han podido implantarse facilmente en un comienzo. Por el contrario, tuvieron mucho mas dificultad en instalarse alli donde existian verdaderas tradiciones de organizaci6n sindical o campesina. Desde el momento que la adhesi6n o no a las perspectivas de la lucha armada logr6 imponerse como criterio de diferenciaci6n politica, la mayor parte de los actores sociales fueron condenados ya sea a renunciar a sus reivindicaciones, ya a subordinarse a los actores armados. Con la generalizaci6n de la violencia, este proceso se aceler6 aun mas y los actores sociales que sobrevivieron han terminado por perder toda autonomia. Sin duda, las guerrillas movilizaron a veces a la poblacion en defensa de sus demandas. En 1985, ellas permitieron a los trabajadores bananeros de Uraba beneficiarse con mejores convenios colectivos agrarios. En 1987 y 1988, las guerrillas lideraron a los campesinos de numerosas regiones carentes de infraestructuras de base en vastas "marchas". Estas acciones ya no pueden repetirse. La poblaci6n se ha sensibilizado respecto de los riesgos corridos y tomado conciencia de la utilizaci6n de sus demandas en beneficio de los objetivos de las guerrillas. La violencia, al prolongarse, hizo que las guerrillas privilegien la estrategia de control de los recursos, dejando de hacerse cargo de los conflictos sociales clasicos. El impacto de la violencia ha hecho el resto, quebrando las organizaciones independientes.

La conflictividad social no ha desaparecido sin embargo. Ella es, en cierto sentido, mas perceptible que antes. La creacion de las bandas armadas en numerosos barrios urbanos se apoya en ella. Es una conflictividad que se ha partido en pedazos. Ella se traduce tanto en la atomizaciOn bajo el efecto de la violencia como en un antagonismo que se expresa en la rabia. Ella toma la forma de la lucha contra el vecino o el semejante y termina por romper los lazos sociales.

Es en vano buscar en la violencia las huellas de las identidades culturales enfrentadas. Los sentimientos y los prejuicios regionales o locales existen pero no tienen casi participaci6n en la violencia. La Cinica excepci6n es sin lugar a duda la reivindica- ci6n de su identidad por parte de las poblaciones indigenas, las de Cauca, y en menor medida, las de otras regiones. Pero los indios de Cauca han Ilevado adelante, sobre todo, acciones reivindicativas y han manifestado, tambien mediante el sesgo de la afirmaci6n de su identidad cultural, su voluntad modernizadora36. Si han constituido su propia guerrilla, el Quintin Lame, fue sobre todo para defenderse contra las incursiones de otras organizaciones armadas.

Llegamos de esta manera a una observaciOn esencial para comprender la violen- cia. Ni la superposici6n de los conflictos sociales con otros conflictos ni la debilidad de las identidades "culturales" son fen6menos nuevos. Sabemos bien que todo el pais estuvo, hasta hace poco, recorrido a lo largo y a lo ancho por las redes de los partidos tradicionales que, combinando las gratificaciones selectivas y la sumisi6n alas presio-

36 Ver Ch. GROS: "L'Etat et les communautes indig6nes en Colombie: autonomie et d6pendance", Paris, Document de recherche du CREDAL, NP 219, junio 1990.

Page 24: PRESENTE, PASADO Y FUTURO

PRESENTE, PASADO Y FUTURO DE LA VIOLENCIA EN COLOMBIA 913

nes difusas, constituyeron una fortaleza s61lida contra las formas aut6nomas de acci6n colectiva, definieron las jugadas particulares, instalaron una relaci6n instrumental con la politica. Las redes actuales regidas por los protagonistas de la violencia se diferencian de las anteriores por un uso abierto y sin contenci6n del terror: se trata un cambio de las proporciones. Sin embargo estas redes se institucionalizan, desde varios aspectos, siguiendo el modelo de las antiguas redes, ya sea que se combinen con ellas o que las sustituyan. Un estudio sobre Arauca, desde hace diez arfos una de las principales zonas de producci6n petrolera, muestra acabadamente una cierta continuidad entre las formas tradicionales de poder partidario, que comportaban una buena dosis de violen- cia, y las nuevas formas de poder puestas en marcha por las guerrillas, ELN y FARC-EP, aunque 6stas hayan recurrido al uso de una violencia mayor37.

La diferencia entre las redes politicas antiguas y las redes de poder actuales no se ubican solamente en el nivel de violencia utilizado. Ella nos remite al horizonte que le es propio. Las antiguas redes se integraban poco o mucho en redes de envergadura regional y nacional. El jefe de facci6n local debia negociar con los jefes politicos situados en un nivel superior. Las redes actuales permanecen dentro del horizonte local. Su poder proviene, por lo tanto, de su capacidad de privar a las poblaciones sometidas de los parametros mAs amplios que ellas podian tener quitando toda pertinencia a la referencia a lo politico. Sin embargo, las formas de influencia de estas organizaciones no son identicas. Ellas varian segOn los lugares y los momentos. Estas son las modalida- des que examinaremos a continuacion.

2. Las situaciones de pacto hobbesiano

Puede suceder que los habitantes de una zona consientan voluntariamente a renunciar a la libertad a cambio de la seguridad. Tal ha sido la situaci6n en numerosas zonas aisladas de cultivo de la droga que se han visto sumergidas, como consecuencia del flujo de dinero, a una violencia desorganizada de grandes dimensiones. Esta situaci6n se ha reproducido en muchos otros polos de produccion de riquezas como el de las esmeraldas. Frente a una situaci6n de anomia, la poblaci6n puede acoger favorablemente "el orden" que las guerrillas u otras organizaciones pueden implantar. No es por azar que la poblaci6n atribuye en primer lugar a estas organizaciones el merito de "impartir la justicia" de acuerdo con un c6digo mAs o menos preciso y de velar para que las transacciones se hagan en un marco de regulaciones estables.

La afiliacidn a estas organizaciones no descansa en estos casos en una adhesi6n ideol6gica. Sin duda puede producirse una interiorizaci6n progresiva de las normas. Mas a menudo, la adhesion presenta un caracter meramente instrumental. En no pocas zonas, no solamente aquellas de cultivo de la droga, el acceso al mercado de trabajo supone la aceptacibn al menos pasiva de la tutela de la organizaci6n armada. Las guerrillas imponen de esta manera una especie de clausula de closed shop, como en las plantaciones de bananas de Uraba y en ciertas empresas de Barrancabermeja, uno de los centros de refinerias petroleras; los grupos paramilitares hacen lo mismo en Puerto Boyaca. Ademas, la violencia engendra su propio mercado de trabajo, y no solamente bajo la forma de reclutamiento de los grupos armados. Los atentados a repeticidn realizados por el ELN contra el principal oleoducto se han convertido, por

37 A. PENATE: "Arauca: politics and oil", Tesis de maestria, St. Antony's College, Oxford, 1991.

Page 25: PRESENTE, PASADO Y FUTURO

914 DANIEL PECAUT

ejemplo, en un medio de dar empleo a numerosas personas para limpiar las superficies contaminadas. Se da por descontado que el ELN espera a cambio la lealtad de los beneficiarios de estos empleos ocasionales.

Un pacto instalado de esta manera es, sin embargo, fragil. El costo puede volverse excesivo. Que las organizaciones cometan abusos o que ellas apliquen sanciones que parezcan excesivas, hace que el acuerdo inicial ceda el paso a una simple adaptaci6n a la situaci6n de violencia. Puede tambien suceder que la poblaci6n se incline hacia el campo enemigo, como ocurrio a comienzos de los ahos '80 en la regi6n de Puerto Boyaca, hasta ese momento controlada por un Frente de las FARC, cuyas exageradas exacciones facilitaron el relevo por parte de los paramilitares que dominan la regi6n hasta el presente. La adhesi6n activa se vuelve, de todas maneras, problematica cuan- do el monopolio de una organizaci6n es cuestionado por una organizaci6n opuesta. Es justamente esta situaci6n de competencia la que prevalece un poco en todas partes.

3. Redes de influencia, territorio, estrategias individuales de adaptacidn

Desde el momento en que varias redes se disputan un mismo territorio, la poblaci6n, atrapada entre varios fuegos es llevada a evaluar sus compromisos en funci6n de los riesgos. Ya no es cuesti6n de consentimiento, o lo es al menos muy raramente. Es el terror, o su amenaza, lo que ocupa el lugar del orden. Las fronteras invisibles atraviesan cada zona, marcan los limites inestables de la influencia de unos y otros. En Uraba, estas fronteras pasan a traves de cada corregimiento y entre las fincas bananeras. En Barrancabermeja pasan entre los barrios, segin "pertenezcan" al ELN, a las FARC-EP o a los paramilitares. Se trata, en este caso, de redes politicas. Una situaci6n comparable existe en las zonas en disputa entre varias redes de narcotraficantes. Sucede, cada vez ma's frecuentemente en las ciudades, que la formacion de las fronteras constituya la manera a trav6s de la cual se afirma el "poder" de las redes, que no tienen por otra parte ninguna finalidad politica ni econ6mica. Las milicias de los barrios de clase media o populares de Medellin o de Bogota, que tienen lazos cada vez

m.s sueltos con los grandes protagonistas, hacen alarde de su poder encuadrando un

barrio, hasta una manzana, imponiendo en los mismos una disciplina con el pretexto de defenderlos de las bandas de delincuentes, a riesgo de deslizarse rapidamente, ellas mismas, hacia la delincuencia. Se establece de esta manera un esquema circular donde la desorganizacion social engendra una violencia que convoca la implantaci6n de las redes de poder, que al poco tiempo imponen su propia violencia.

En la medida que el encuadramiento de la sociedad por parte de estas redes se extiende, el tamaho de las redes tiende a disminuir. Nos podemos interrogar sobre la cohesi6n de los frentes de la guerrilla. No podemos dudar de la dispersa distribuciOn de las redes ligadas al narcotrafico. Los famosos carteles de Medellin o de Cali presenta- ban una fachada de unidad cuando se trataba de presionar sobre las autoridades politicas, pero, desde el punto de vista econbmico, nunca fueron mas que una conjun- ci6n de circuitos, por otra parte, muy autonomos. La muerte y el encarcelamiento de sus dirigentes dejaron el campo libre a nuevos emprendedores, que encontraron en la amapola y la heroina otra fuente de ingresos y que han instalado sus propias redes de poder, como se constata en el norte del departamento del Valle del Cauca y en los antiguos feudos de los carteles. Las milicias de barrio no son ms que otra manifesta- ci6n de esta fragmentacicn general.

Page 26: PRESENTE, PASADO Y FUTURO

PRESENTE, PASADO Y FUTURO DE LA VIOLENCIA EN COLOMBIA 915

Que la violencia sea el instrumento principal de estas redes lo prueba el someti- miento de la poblaci6n a la ley del silencio. Toda expresibn colectiva esta prohibida. Antes de que la violencia se generalizara, existia hasta en las zonas mas apartadas tradiciones de autoorganizacion alrededor de los lideres "civiles". Si las zonas, donde el dinero no falta, presentan a menudo un estado total de abandono, es porque los lideres no pueden surgir sin ser inmediatamente obligados a adherir a una u otra organizaci6n, y para colmo correr el riesgo de ser asesinados. Es verdad que se han producido protestas colectivas cuando los excesos de la violencia aparecen de golpe intolerables. Bajo la direcci6n de los sacerdotes, el corregimiento La India de San Vicente del Chucurri, disputado por paramilitares y guerrilleros, logr6 obtener en 1989 que los dos protagonistas respetasen la "neutralidad" del villorrio: la experiencia termin6 en catAstro- fe y las masacres han vuelto con mas fuerza aun38. Desde hace alg'n tiempo, los alcaldes "civiles" se esfuerzan por arrancar a los partidos en conflicto un modus vivendi similar al de Apartado, principal ciudad de Uraba: sus tentativas han desembocado, hasta ahora, en el fracaso. Los procesos de violencia no aceptan la presencia de "terceros". Aquellos que han querido asumir este rol han sido las primeras victimas.

La otra cara de la ley del silencio consiste en el repliegue forzado hacia estrategias puramente individuales. La paradoja, que en realidad no es tal, es que las situaciones de terror producen un repliegue hacia los "intereses" individuales inmediatos. Cada cual es Ilevado a evaluar para si mismo los riesgos que corre, a considerar la ventaja que puede obtener de quedarse en el lugar o de partir. La desconfianza se instala en las relaciones interindividuales. Los individuos son enfrentados a la opci6n de someterse o ser sancionados.

Si en las zonas de gran violencia, los militares logran a menudo un rechazo unanime, no es solamente en razbn de los excesos cometidos. Es porque sOlo realizan incursiones pasajeras y no instalan redes de influencia estables, salvo para confirselas a los paramilitares. En estas condiciones, la poblaci6n paga los costos del terror sin poder esperar al menos el beneficio de una "proteccion". No es casualidad que los militares organicen "cooperativas de seguridad", que quieren imitar a las rondas campesinas peruanas. Es una manera de disponer de sus propias redes.

4. Prosa[smo y crueldad de las interacciones estrategicas

Nos encontramos muy lejos de la primera violencia y de la omnipresencia de una divisi6n "amigo-enemigo", mucho mas de la guerra "sagrada" librada por los conserva- dores. Las confrontaciones tienen ahora formas continuamente cambiantes y se combi- nan con las transacciones mas prosaicas. El control de los recursos se convirti6 en el elemento estrategico central, el terror ocup6 el lugar de la conviccion, la vulgaridad domina las acciones.

Las transformaciones de las guerrillas dan prueba de esto. Su sustrato sociologico nada tiene en comOn con aquel de los

aros '70. Los jOvenes guerrilleros, casi siempre

voluntarios, a veces reclutados a la fuerza, veian en la lucha armada un modo de vida como cualquier otro. Las tradiciones familiares, los recuerdos de la otra violencia, los abusos de las fuerzas del orden podian, sin duda, incitarlos a adherir al movimiento,

38 Ver el testimonio de C. E. CORREA JARAMILLO, S. J.: Y Dios se hizo paz en la vida de su pueblo, Bogota, Ediciones Antropos Ltda., 1991

Page 27: PRESENTE, PASADO Y FUTURO

916 DANIEL PECAUT

pero sobre todo contaban con la atraccion ejercida por el status social de guerrillero, el deseo de escapar a la condici6n campesina y el prestigio de los "comandantes" que contrastaba con la rendici6n de los padres. La formaci6n politica era casi inexistente y las marcas de las jerarquias sociales tradicionales eran a menudo perceptibles. Durante su primera etapa, el M19 daba la imagen, no en pocos aspectos, de una sociedad de clases, con su aristocracia salida de los mejores colegios de Cali, su clase media y su proletariado formado de j6venes analfabetos de origen indio. Los aspectos azarosos no faltan tampoco. Si bien la tragedia de la guerrilla Ricardo Franco -sus jefes, temiendo "infiltraciones", liquidaron en 1987 sus propias tropas, mas de 200 personas, en su mayoria adolescentes de origen indigena- es sin duda un caso excepcional, las depuraciones no estan ausentes en la historia de las FARC-EP y del ELN. La situaci6n de la guerrilla cr6nica, sin designio politico visible, sin apoyo de la opini6n y sin final previsible, no puede existir sin sobresaltos.

Esta situaci6n nos permite comprender que muchos guerrilleros hayan abandona- do la lucha pasando al servicio de los narcotraficantes o de la delincuencia comtin y, a menudo, al campo enemigo de los paramilitares. Son innumerables los jefes de los paramilitares que hicieron sus primeras armas en la guerrilla. El prosaismo de la violencia es la causa que ha Ilevado a desdibujar las diferencias entre unos y otros.

El caracter prosaico aparece hasta en los metodos empleados por todos los protagonistas. Hemos mencionado la rutinizaci6n de las practicas de secuestros por parte de las guerrillas. Ellas no tienen sin embargo el monopolio. Los narcotraficantes tambien hacen abundante uso de las mismas; tambien recurren a ellas las bandas de la delincuencia organizada; los miembros de una misma familia o de un mismo barrio la utilizan en casos de litigios; los militares usan las "desapariciones". El secuestro expresa adecuadamente el prosaismo de la violencia. Golpea un poco por todos lados, conduce a menudo a transacciones discretas, s6lo tiene una limitada visibilidad global ya que s6lo toca a los individuos. Para las empresas, que se hallan ma's expuestas a los secuestros, se trata de otro costo de la economia de la desconfianza que debe ser reducido, en lo posible, mediante "acuerdos" preventivos.

Los secuestros muestran sobre todo que la crueldad forma parte de las interacciones. Se podria suponer que en el otro extremo de la violencia ideol6gica, la violencia prosaica podria librarse del uso de la crueldad. No es asi. Ciertamente, la crueldad no reviste los mismos aspectos que tuvo durante La Violencia. Es mucho menos frecuente que los protagonistas se las ingenien para inscribirla sobre los cuerpos de acuerdo con c6digos precisos. El machete fue reemplazado por el arma de fuego, lo que no permite materializar la violencia de la misma manera. Algunos rituales de la La Violencia se mantienen, por ejemplo el envio de mensajes de amenaza graduados, los sufragios. Sin embargo, los referentes simb6licos han cambiado. Son los de la sociedad de consumo y de las series norteamericanas, donde la cantidad se convierte en el verdadero signo de la crueldad. Las "masacres colectivas" han sido elevadas a la categoria de lenguaje codificado de la violencia39. Salvo en casos excepcionales, producen una cantidad "convencional" de victimas, de cinco a quince personas, de acuerdo con el "mensaje" que se desee enviar. A menudo se encadenan unos tras otros, en una I6gica pervertida del dar y devolver. Uno de los Oltimos episodios fue el de las masacres sucesivas que

39 Sobre Ias masacres, ver M. V. URIBE Y T. VASQUEZ: Enlerrar y callar, Bogot6, Comit6 Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos, 1995.

Page 28: PRESENTE, PASADO Y FUTURO

PRESENTE, PASADO Y FUTURO DE LA VIOLENCIA EN COLOMBIA 917

marcaron, durante los meses de agosto y setiembre de 1995, la exacerbaci6n del conflicto entre las FARC-EP y los grupos armados del partido Esperanza, Paz y Libertad4? con el fin de obtener el control de la zona bananera de Uraba.

Si el prosaismo hace buena pareja con la crueldad es porque los protagonistas de la violencia casi nunca se enfrentan directamente entre ellos. Casi no se han producido combates entre paramilitares y guerrillas. Los enfrentamientos se hacen mediante poblaci6n civil interp6sita, y es a traves del terror ejercido sobre la poblaci6n que los protagonistas se esfuerzan en modificar las fronteras de los circuitos de dominaci6n y de tomar el control de los nuevos territorios.

Lo dicho es valido para los enfrentamientos locales pero lo es igualmente para las estrategias de alcance nacional. El asesinato de 1.500 miembros de la UniOn Patribtica, al que hemos hecho alusion mAs arriba, nos brinda la demostracion mas contundente. Este partido legal, creado por iniciativa de las FARC-EP y del partido comunista luego del cese de fuego firmado en 1984 con el gobierno de Belisario Betancur, parecia abrir los caminos para una negociaci6n mas amplia. El crecimiento de las fuerzas paramilitares y el endurecimiento de las FARC-EP lo condenaron a ser nada mas que un blanco fa'cil. No quedan casi dudas de que no pocos sectores se sintieron aliviados de la eliminaciOn de lo que pudo haberse convertido en el eje de una oposiciOn politica radical. El terror forma parte, en este caso, de un designio politico global.

5. De la dislocacidn de la opinidn puiblica a la imposibilidad de "dar un sentido"

Cuando la opinion piblica lograba todavia expresarse, era casi siempre para rechazar toda perspectiva de "guerra abierta", tanto contra unos como contra los otros. De la misma manera que cada "guerra" contra los narcotraficantes suscito inquietud, cada anuncio de una escalada extrema contra las guerrillas genero reticencias. Cuando C. Gaviria proclam6 en 1992, luego del fracaso de una tentativa de negociacion, una "guerra integral" contra las guerrillas, rapidamente se denunci6 su "ceguera". Por otra parte, desde 1982, cada vez que un candidato "duro", civil o militar, ha probado su suerte en una elecci6n presidencial, ha sufrido una derrota aplastante. La raz6n por la cual las soluciones de fuerza han sido rechazadas es que los colombianos se han habituado a las transacciones como modo de gestion politica. Tambien que son demasiado prevenidos para creer en el 6xito de este tipo de soluciones. Las pruebas no faltan para darles razOn. La "guerra" de V. Barco termino en un fiasco. La toma del cuartel general de las FARC-EP en La Uribe hacia fines de los '90, presentada por los militares como un paso decisivo hacia la derrota de las guerrillas, no tuvo otro resultado que el crecimiento de la envergadura de las acciones de estas.

La crisis actual de la opinion piblica esta, en gran medida, asociada al problema de la droga. Ya lo hemos dicho: no existe una opinion pOblica sobre este tema. Sin duda, los hombres politicos y algunos intelectuales debaten de manera recurrente acerca del rol que les cabe a los mercados consumidores y a los paises productores, sobre los efectos perversos de la prohibiciOn, sobre la hipocresia de los paises centrales. No es, por supuesto, nuestra intencion entrar en este debate. Nosotros constatamos sOlo que, con fundamento o no, estos argumentos significan ignorar las urgencias colombianas,

40 Nombre que tom6 la fracci6n del EPL que se convirti6 en partido politico.

Page 29: PRESENTE, PASADO Y FUTURO

918 DANIEL PECAUT

visto los efectos destructores de la economia de la droga sobre las instituciones y las estructuras sociales del pais. Ellos contribuyen a desorientar a la opinion, alentada a esperar de un cambio de la politica norteamericana el fin de la violencia. Es asombroso constatar que cuando los gobiernos enfrentados al terrorismo de los narcotraficantes optaron por los metodos duros, los lideres de opinion y la opini6n misma los abandona- ron rapidamente. Luego del asesinato de Luis Carlos Galan, Virgilio Barco declarO "la guerra al narcotrafico". No fue necesario que pasara mucho tiempo para que, desde todos los sectores, se elevaran las voces denunciando "el absurdo". Estas criticas no carecian de fundamento. Era necesario imaginar otras medidas para preservar lo que quedaba de la autoridad del Estado. El gobierno siguiente de C. Gaviria, que adopt6 una politica de negociaci6n implicita con los narcotraficantes, se beneficio, por el contrario, con un fuerte apoyo de la opinion. Los resultados de corto plazo significaron, sin embargo, una perdida aun mas importante de la credibilidad institucional.

La dislocacidn de la opinion se debe tambien a que la crueldad de las acciones no llama ya la atenciOn. Las sensibilidades se han embotado. Es necesario que las acciones sean particularmente espectaculares para producir un sobresalto. En la opinion se ha 9stablecido una especie de clasificaciOn oficiosa, fundada no solo en la cantidad de victimas o su notoriedad, sino tambien en la supuesta trama en la que estas se inscriben. Unas son vividas como inherentes a las interacciones estrategicas "norma- les": los arreglos de cuenta entre grupos de narcotraficantes o los enfrentamientos entre guerrillas y paramilitares, aunque se hagan por poblacion civil interpbsita, no provocan ninguna emociOn, sobre todo cuando ellos ocurren en regiones perifericas, salvo que parezcan "desmedidas". Otras generan indignacion, pero no dejan de ser percibidas como asociadas a interacciones estrategicas "excepcionales": la mayor parte de los "magnicidios" caen dentro de esta categoria, dado que, destinados a forzar al gobierno a "transigir", no cierran todas las salidas. Otras provocan directamente un clivaje en funciOn de criterios politicos. Es el caso de los excesos de las fuerzas del orden por un lado y los de las guerrillas por el otro: los medios no se preocupan casi de los primeros; las corrientes politicas de la izquierda, incluidos los "comites de defensa de los derechos del hombre", tardaron en inquietarse por los segundos. Muy pocos son los actos capaces de provocar un shock tan generalizado como para obligar a ver, detr~as de las transacciones estrategicas, la dimension de la barbarie que las recorre: la masacre del Palacio de Justicia, el asesinato de Luis Carlos

Galan, los atentados

terroristas del cartel de Medellin entran, sin duda, en esta categoria. Aun asi pronto fueron desplazados por otros sucesos.

Las incertidumbres de la opinion no se deben s0lo a la rutina. Se deben en la misma medida a que el origen de numerosas acciones no es

jam.s dilucidado. La

masacre del Palacio de Justicia y el asesinato de Luis Carlos GalIn forman parte de este grupo, junto a muchos otros. Las deficiencias del aparato judicial tienen, por cierto, parte de responsabilidad en esta situaciOn. Pero las connivencias entre protagonistas heterogeneos, la confusion que hacen reinar, los intercambios de servicio que se brindan, tienen mucha mas responsabilidad. Aun aqui existe la posibilidad de hablar de estrategia. Los protagonistas hacen todo lo posible para confundir las pistas, sembrar los rumores, sehalar la mano invisible del "sistema". La impunidad hace que los rumores no puedan ser desmentidos y que, en algunos casos, no

esten desprovistos de fun-

damento. Tampoco es menos frecuente que los hechos mas probados pueden ser ne-

Page 30: PRESENTE, PASADO Y FUTURO

PRESENTE, PASADO Y FUTURO DE LA VIOLENCIA EN COLOMBIA 919

gados. La responsabilidad del cartel de Medellin en los atentados terroristas de 1989-90 no podia ser puesta en duda, ya que fue reivindicada por ellos. Aun asi, toda una parte de la opini6n sigui6 convencida de que, detras de los narcotraficantes, se disimulaban fuerzas politicas inconfesables. La responsabilidad de las FARC-EP fue evidente en no pocas masacres de Uraba. Esto no impidi6 que algunos sectores no vieran en ellas mas que la mano de los paramilitares, como si las numerosas masacres perpetradas por estos disculparan a los guerrilleros. El acostumbramiento al espectaculo de las transac- ciones hace el resto. S61lo hace falta ver la ausencia de reaccion de la opini6n piblica cuando se precisaron las acusaciones referidas al financiamiento de la campana de E. Samper. Desde setiembre de 1995, de acuerdo con los sondeos de opinion, la mayoria de los colombianos se muestran convencidos de la veracidad de estas acusaciones. Una mayoria continia, sin embargo, deseando el mantenimiento de Samper en el poder. Una sola manifestaciOn callejera ha tenido lugar hasta el presente y sOlo ha reunido a 2.000 personas.

La violencia generalizada, con sus multiples dimensiones, trae como consecuen- cia el "desrealizar" la realidad: ella deja el paso al "hecho en bruto" e impide el acceso a la "verdad". La opinion se ha cobijado en la misma bandera de las poblaciones directamente sometidas a la violencia. Estas son incapaces de elaborar su experiencia como parte de una historia comOn. De la misma manera que cada cual debe adaptarse por su cuenta, cada cual no Ilega a concebir la violencia si no es evocando sus propios sufrimientos, sus exodos y sus sucesivos pesares. Los micro relatos no se inscriben en un relato de conjunto. La violencia Ilega a tocar la posibilidad de "establecer un sentido" a la sociedad.

La unica representaci6n colectiva es mitica. Es aquella de una violencia originaria que no cesa de repetirse. Ella se mantiene, por lo tanto, atrapada en un horizonte religioso, el de la caida y el pecado. Los hechos de violencia pueden ser humanos; sin embargo, no son percibidos como algo distinto de las catastrofes naturales, las inunda- ciones, las enfermedades y otra "maldiciones de Dios", que dependen del "curso de las cosas"41. Sus protagonistas pueden poseer identidades bien definidas; sin embargo, aparecen como las fuerzas anOnimas que golpean ciegamente sin que podamos sustraernos a ellas. La violencia es erigida en una especie de voluntad maligna. Los campesinos de la epoca de La Violencia contaban: "La Violencia ha hecho esto o aquello". Numerosas son las victimas actuales que se expresan de la misma manera. Garcia Marquez lo comprendi6 muy bien: el mito es el Unico lenguaje de la violencia.

V. Instituciones y violencia

El camino que hemos seguido hasta aqui ha dejado completamente de lado la esfera institucional. Segon esto, el sentido de un procedimiento definido en terminos de interacciones estrategicas cambia completamente si se admite o no la existencia de reglas o de normas que se sustraen a esas interacciones. Nosotros ya hemos senalado la participaciOn de algunos actores institucionales en la violencia y tambien en la corrupciOn, lo que prueba que las instituciones no pueden sustraerse a los efectos

41 Los diversos trabajos de A. MOLANO, fundados en la reconstrucci6n de relatos de vida, brindan visiones muy esclarecedoras sobre este punto. Ver, por ejemplo, Siguiendo el corte, BogotA, El Ancora Editores, 1989.

Page 31: PRESENTE, PASADO Y FUTURO

920 DANIEL PECAUT

corrosivos de la violencia. No podemos ignorar, sin embargo, que Colombia se jacta de ser un Estado de derecho y una democracia pluralista y que ella ha adoptado numero- sas medidas, inclusive una nueva constituci6n, para consolidar uno y reforzar la otra. Tampoco podemos olvidar que sus gobiernos no han cesado de convocar a un arreglo pacifico de los problemas de las guerrillas y de los narcotraficantes.

El problema reside en saber si, al fin de cuentas, las reglas del derecho y las medidas politicas han preservado la preeminencia de las regulaciones institucionales sobre las regulaciones y transacciones informales o si estas han extendido su influencia hasta el mismo seno de las regulaciones institucionales. Es necesario constatar que, por el momento, se ha impuesto con holgura esta Oltima alternativa.

1. La gesti6n politica de la violencia y sus limites

Ni el gobierno ni los principales protagonistas de la violencia pueden, por ahora al menos, eximirse de convocar a una "solucion politica" de la violencia.

Los gobernantes no pueden hacer otra cosa que afirmar su preocupaci6n por respetar las reglas democraticas. No tienen otro medio para preservar una legitimidad que puedan oponer al poder de facto detentado por los protagonistas de la violencia. Es tambien ta inica manera de cooptar o neutralizar aquellos grupos dentro de los sectores contestatarios que cuestionan las "restricciones" de la democracia colombiana, de contener las presiones de los militares y las advertencias de la opinion piblica interna- cional. Las guerrillas y los narcotraficantes no tienen un interes menor en continuar con las negociaciones con el gobierno. Las guerrillas, para demostrar que siguen siendo un actor politico y para tratar de reunir detras de ella a la opini6n poblica. S61o basta ver sus reiteradas demandas de conversaciones nacionales y cuando son suspendidas, convo- car a los "dialogos regionales" para medir la necesidad que tienen de disponer de tribunas pCiblicas. Los narcotraficantes, porque tienen necesidad de obtener garantias, tal como la no extradicidn, e integrarse progresivamente al sistema.

De hecho, las negociaciones con las guerrillas han sido mantenidas, oficialmente u oficiosamente, casi de manera permanente desde 1982 hasta 1992. El "Plan de paz" de Betancur en 1982, las propuestas de paz de Barco en 1988, las negociaciones de paz de Gaviria en 1992 marcaron los momentos mas importantes42. De manera menos continua y menos oficial, las discusiones con los narcotraficantes han sido numerosas. En 1984, el presidente Lopez Michelsen y el procurador general se reunieron con los jefes del cartel de Medellin en Panama. En 1991, la Constituyente suprimid la extradici6n de colombianos nativos. En 1990, Gaviria instalaba el sistema de "rebaja de penas" en casos de colaboraciOn con la justicia. En 1993-1994, el Fiscal negocio la rendicion del cartel de Cali y el gobierno de Samper ha continuado en la misma linea.

Las fases de negociacidn con las guerrillas se han caracterizado por una exacerbaci6n de las grandes maniobras estrategicas. De 1984 a 1987, las guerrillas se aprovecharon del cese de fuego acordado con Betancur para fortalecer su implanta- cion. En diciembre de 1990, cuando una nueva negociaciOn se perfilaba, los militares tomaron la delantera y tomaron el cuartel general de las FARC-EP y las guerrillas

42 Para una reflexi6n sobre estas negociaciones por parte de alguien que tuvo un papel importante en ellas, ver J. A. BEJARANO: Una agenda para la paz, Bogota, Tercer Mundo Editores, 1995.

Page 32: PRESENTE, PASADO Y FUTURO

PRESENTE, PASADO Y FUTURO DE LA VIOLENCIA EN COLOMBIA 921

respondieron lanzando una vasta ofensiva. Al negociar y al hacer reformas, el gobierno obtuvo resultados no despreciables: el desarme del M19, del EPL y de otras organiza- ciones guerrilleras de menor importancia. La convocatoria de la Constituyente apareci6 como un exito. Muchos de los antiguos contestatarios ocupan hoy las altas esferas gubernamentales. Los antiguos dirigentes del M19 y del EPL pasaron sin transici6n de la clandestinidad a la participaci6n en el poder. Las guerrillas no han salido, sin embargo, perdidosas. Si su aura politica ha empalidecido, ellas han aumentado su dominio territorial y han conservado el monopolio de la oposici6n.

Desde 1992, las negociaciones con las guerrillas se han interrumpido. Una iniciativa de Samper para reanudarlas, sin condiciones previas, ha generado confusi6n y el gobierno ha dado la impresion de no saber lo que queria; los militares han manifestado su hostilidad; las guerrillas su indiferencia. En cuanto a las tratativas con los narcotraficantes, la crisis del gobierno de Samper pone en duda que 6stas contin'en. La duda aun alcanza a unas negociaciones que no han impedido que la violencia se extienda, ni que el trafico de drogas prospere.

El impasse actual no es sorprendente. Cualquiera sea la voluntad de paz del gobierno, y fuera de las resistencias que ella pueda encontrar entre los militares y otros sectores, esta voluntad choca contra la existencia de un conjunto de protagonistas entre los que existen abundantes lazos. Volvemos de esta manera a las interferencias: el plan de Betancur se dirigia a las guerrillas clasicas, no tomando en cuenta sus nuevos "recursos de poder"; la negociaci6n de Gaviria con los narcotraficantes dejaba de lado el papel de las guerrillas. A partir del momento en que los protagonistas tienen intereses miltiples, las transacciones politicas con cada uno de ellos tienen todas las posibilida- des de que aborten a poco de iniciarse.

Estas transacciones politicas con resultados discutibles tienen, ademas, un costo. Ellas arrastran a las instituciones al campo de las interacciones estrategicas. Nos basta considerar el ejemplo de la justicia para percibir que las instituciones estan sometidas a acomodamientos circunstanciales que desembocan en la ruina de su autoridad.

2. El problema del derecho

Pocos paises cultivan el derecho tanto como Colombia, hasta el punto de caer en el puntillismo juridico: no solamente los abogados son los engranajes esenciales en las relaciones de la sociedad civil con la sociedad politica; la referencia al Estado de derecho constituye un t6pico fundamental de la ret6rica politica. El celo desplegado en la redacci6n de la nueva Constituci6n, rica en garantias y derechos de toda naturaleza, es un testimonio de la creencia en la eficacia simbc6lica del derecho. Sin embargo, si hay otra constataci6n que logra un apoyo unanime, es que el derecho es a menudo maltratado en sus principios mediante el recurso incesante a los estados de excepci6n, y en particular en su aplicacion: todos coinciden en que las instituciones judiciales son desde hace tiempo ineficaces y que lo son aun mas en estos Cltimos anos. Baste sefalar que solamente un 3 % de los homicidios alcanza una sentencia judicial. Las Onicas reglas generales son el triunfo de la impunidad y el de la violencia. No podemos evitar preguntarnos si este contraste no es mas que otro avatar de la complementariedad del orden y la violencia, ta devoci6n juridica combinada aqui con la aprobaci6n de ia violencia.

Page 33: PRESENTE, PASADO Y FUTURO

922 DANIEL PECAUT

La ineficacia del aparato judicial es de cualquier manera bastante patente para ser frecuentemente considerada por los comentaristas y los politicos como una de las causas mayores de la violencia43. El gobierno ha hecho en gran medida suyo este diagn6stico, esforzandose en aumentar el presupuesto, tradicionalmente miserable, de la justicia, modificando su funcionamiento, instalando nuevos dispositivos de excep- ci6n, entre ellos la justicia sin rostro que preserva el anonimato de los jueces y de los testigos, pero tambien mediante la creaciOn de la Fiscalfa encargada de Ilevar adelante las indagatorias, la adopci6n del sistema de acusacion norteamericano, etcetera.

El diagn6stico es por lo menos discutible. La paralisis judicial es tanto causa como consecuencia de la violencia. Aun un aparato judicial con un mejor desempefo no podria resistir en una situaciOn de violencia tan intensa. Los asesinatos de magistrados -mas de cincuenta en los 0ltimos diez afos- las amenazas, la corrupci6n, no son extranos al mal funcionamiento de la justicia, y la autoridad del derecho no puede ser grande cuando grandes sectores de la poblaci6n se encuentran sometidos a otras "leyes", las de las redes de influencia. Pero otro factor mina de manera permanente esta autoridad: la dependencia de la justicia de la politica.

Esta dependencia no es nueva. En 1958, para no remontarnos mas atras, la justicia se convirti6 en la "justicia del Frente Nacional", repartida entre liberales y conservadores y muy poco cuidadosa en su tratamiento de los "rebeldes" de todo tipo. La dependencia tom6 un nuevo caracter en el contexto de la violencia actual. La justicia se ha convertido, bajo la influencia de los gobiernos y de los parlamentarios, en una pieza mas en los juegos estrategicos.

Podriamos dar no pocos ejemplos. El de la instrumentalizacidn de la justicia en la gesti6n del problema del narcotrafico es sin duda el mas patente. Que el gobierno haga uso de un sistema de conmutacibn de penas para obtener la rendici6n de los narcotraficantes no tiene nada de chocante; los Estados Unidos e Italia no proceden de otra manera. Muy distinta es la situacion creada cuando los codigos de procedimiento penal son acomodados en funcion de las demandas de los abogados de los narcotraficantes, cuando las conmutaciones de pena son acordadas sin que los narcotraficantes se plieguen a las condiciones previstas, cuando las penas son irrisorias aun en los casos de narcotraficantes acusados de innumerables asesinatos y masacres, cuando, finalmente, el gobierno se priva de utilizar la Unica arma eficaz, la de demandar en los casos de enriquecimiento ilicito. Los escandalos espectaculares, como las condiciones otorgadas a Pablo Escobar en 1992 -una prisi6n personal protegida por sus propios hombres- o la condena a cuatro anos de prisi6n a un importante traficante del Valle del Cauca responsable de numerosos asesinatos, no son mas que la cara visible de las transacciones que, anteriormente, Ilevaron al gobierno a aliarse al cartel de Cali para terminar con el de Medellin y que permiten hoy dia que los acusados impongan sus condiciones a los jueces.

Detras de estas transacciones, es la corrupcion de toda una parte de la clase politica la que esta en discusion. Al comienzo de 1996, a traves del procurador general, el Contralor de la Naci6n, una centena de parlamentarios fueron objeto de investigacio- nes. Sin tomar en cuenta al presidente y a varios de sus ministros. Esto incita a una

43 Es la conclusi6n a la que Ilegan los economistas F. Gaitan y A. Montenegro que hemos citado mas arriba.

Page 34: PRESENTE, PASADO Y FUTURO

PRESENTE, PASADO Y FUTURO DE LA VIOLENCIA EN COLOMBIA 923

b'squeda aun mas frenetica de nuevos acomodamientos. Hemos visto al Congreso aprestarse a votar hacia fines de 1995 una ley destinada a suprimir toda investigaci6n de causas por enriquecimiento ilicito; el gobierno, el Congreso y el cartel de Cali pusieron todo en marcha para reemplazar un nuevo Fiscal que no respetaba las reglas de juego; el presidente evoc6 una ley de amnistia general comparable a la del "punto final" aplicada a los militares argentinos. En estas condiciones, el aparato juridico- judicial se reduce a ser un instrumento mas en las interacciones estrategicas.

La clase politica no tiene el monopolio de tales usos. Bajo otras modalidades no pocos sectores hacen lo mismo. Es muy comin que los comites, frente a la violencia, reclamen el respeto por los derechos del hombre. Claro que estos Ilamados son selectivos: sus objetivos dependen de las afinidades de cada uno de esos comites con tal o cual parte en conflicto. En los aios 1987-1990, los de la masacre de los miembros de la Uni6n Patri6tica, florecieron las manifestaciones a favor del "derecho a la vida". Esta f6rmula expresaba una urgencia, la de poner fin a la masacre. Pero corria el riesgo de dejar en la sombra el hecho de que "la vida" no existe sino a trav6s de los derechos y que 6stos son igualmente despreciados por todos los protagonistas. Cada institucion y cada grupo posee su comite, el gobierno, las fuerzas armadas, los brazos politicos de la guerrilla, la Iglesia, etcetera. El mismo Pablo Escobar, durante su huida en 1993, denunciaba la falta de respeto por los derechos del hombre. Desde entonces, estos se convirtieron a su vez en un simple instrumento estrategico44.

El resultado de la crisis juridico-judicial es que la poblaci6n sometida a la violencia no dispone de hitos simbOlicos que le permitan sustraerse a la misma. Hace mucho tiempo que la politica ya no los engendra.

3. El derrumbe de los hitos politicos

Las elecciones desde 1991, incluida la elecci6n presidencial de 1994, pudieron dar la impresi6n de que todo continuaba como en el pasado. Los dos partidos tradicionales capturaron la casi totalidad de los sufragios y el partido liberal conservo su ventaja. Se trataba, en realidad, de pura apariencia. Los electores faltaron mas que en ninguna otra epoca. La abstencibn real orillO el 80 %. Los partidos no existen mas, no son otra cosa que la pantalla de una suma de grupos locales. Los "notables" de la politica han desaparecido, no solamente las figuras nacionales cuya presencia asegu- raba la continuidad de las culturas partidarias, sino tambien los "barones" electorales que permitian todavia a principios de 1980 la coordinaci6n de las clientelas.

El modelo de las transacciones estrategicas tambien se impuso en este campo. InOtil es volver sobre las connivencias de todo tipo en la cumbre, salvo para recordar que las mismas comenzaron a presentar un aumento de los costos de entrar en politica que eliminaron a la mayoria de aquellos que no estaban dispuestos a respetar las "reglas del juego". De hecho la violencia ha producido un enorme vacio sobre una gran parte del territorio al desaparecer los antiguos cuadros. El vacio fue rapidamente

44 El mismo fen6meno estuvo presente cuando se discuti6 la aplicaci6n del Protocolo II de la Convenci6n de Ginebra. Aun si este protocolo no prev6 de ninguna manera el reconocimiento de los "insurgentes" como parte beligerante, el gobierno colombiano prolong6 la decisi6n de firmarlos por temor a que las guerrillas no pudiesen dirigirse con m's facilidad a la opini6n internacional para denunciar los "excesos" de las fuerzas del orden. Ahora que el gobierno lo firm6, es la guerrilla la que tome que sus propios excesos no sean divulgados.

Page 35: PRESENTE, PASADO Y FUTURO

924 DANIEL PECAUT

ocupado. Las redes de influencia apadrinan candidatos. Los narcotraficantes y los paramilitares tienen las suyas, las guerrillas tambien. Como resultado de varios fracasos electorales, el ELN y las FARC-EP han renunciado, en muchos casos, a seleccionarlos entre los miembros de sus brazos politicos. Se contentan con dar el aval a aquellos, aun miembros de los partidos tradicionales, que aceptan someterse a su tutela. Por supues- to que tambien asistimos a la apariciOn de "elegidos civiles", independientes de todos los partidos y que aspiran a lograr un modus vivendicon las redes. No pueden esperar lograrlo sino a traves de la negociacion y son, por esta raz6n, los mas fervientes adeptos de los

"di.logos regionales". No escapan pues al modelo de las interacciones estrat6gicas.

Todos estos elementos producen una singular fragmentaci6n de la escena politi- ca, que no se debe solo a la politica de descentralizacion puesta en marcha desde 1985 sino tambien y sobre todo al contexto de la violencia. Los "notables" y los "barones" de antes han sido reemplazados por los "villanos", quienes sOlo disponen de electorados pequenos e inestables y a menudo se sienten tentados de organizar su propia red de influencia. Son excepcionales los casos de elegidos para el Congreso -incluyendo el Senado que es hoy elegido a nivel nacional- que cuenten con otra cosa que una pequeia cantidad de sufragios locales. En consecuencia, la vida politica se desenvuel- ve alrededor de microtransacciones y chantajes, entre los municipios y los departamen- tos, los departamentos y el Congreso, el Congreso y el presidente.

Que sOlo el 20 % del electorado acuda a las urnas no es sorprendente. La frag- mentaci6n de la escena politica no es la Onica causa. Alli donde la violencia reina, es decir, un poco en todas partes, la politica tiende a perder toda pertinencia. La "democra- cia participativa" no acudid a la cita, la democracia simbOlica tambalea. Las influencias locales y los comportamientos individuales de adaptacion vacian de sentido las referen- cias institucionales. No son solamente las estructuras politicas las que se hunden; es la politica que deja de poder ejercer su funciOn instituyente; es la "sociedad civil" la que queda reducida a una sociedad civil en armas; es la posibilidad misma de "dar un sentido" a lo social la que repentinamente ha sido clausurada.

4. La banalizacion de la violencia como forma de funcionamiento de la sociedad

Queda pendiente saber por que la violencia generalizada puede prolongarse de esta manera, y como lo planteamos en el punto de partida, por que ella aparece casi "banal". Para esto es necesario retomar una constataciOn anterior: ella afecta a los individuos, no perturba casi el funcionamiento econOmico y social de la sociedad.

La violencia tiene, por cierto, un costo econOmico, pero tambien sus beneficios, y no solamente para sus protagonistas. Beneficios macroeconOmicos: el dinero del narcotrafico ayud6 a que Colombia escapara a la trampa de endeudamiento externo y ha sostenido la demanda interna. Beneficios sectoriales: este mismo dinero permiti6 el dinamismo de la construccion de instituciones financieras y aun de la agricultura comercial. Contrariamente a lo que se podria pensar, la violencia no ha afectado la "modernizaciOn rural". Los narcotraficantes han Ilevado a cabo compras masivas de las mejores tierras, eliminando a numerosos antiguos propietarios, los grandes, pero sobre todo los medianos y los pequehos, provocando Io que muchos comentaristas han Ilamado la "contrarreforma agraria". La disponibilidad de capitales ha permitido a menudo aumentar la productividad de la ganaderia y de los cultivos. Los agentes eco-

Page 36: PRESENTE, PASADO Y FUTURO

PRESENTE, PASADO Y FUTURO DE LA VIOLENCIA EN COLOMBIA 925

n6micos han integrado a los costos las exacciones de diverso tipo a las cuales deben someterse. Podemos retomar las conclusiones de un articulo notable sobre el tema: si los agentes economicos se adaptan a la violencia es porque 6sta afecta a esos agentes de manera individual y la estrategia del free rider se impone por si misma, mientras que la accion colectiva resulta de una dudosa racionalidad debido al azar45.

Esto nos Ileva a una segunda observaci6n. Los efectos sociales de la violencia se encuentran desigualmente distribuidos. Sin duda, a diferencia del periodo de 1950, los poderosos no se encuentran a resguardo como lo demuestran los secuestros y los asesinatos que han sufrido. De cualquier manera la violencia golpea sobre todo y colectivamente, esta vez, a las capas sociales mas desprotegidas. No hace falta mas que observar la composici6n social de los 500.000 refugiados. La irrupci6n de los "recien venidos" entre las elites econ6micas no cambia para nada la distribuci6n de la riqueza; por el contrario, en los Oltimos tiempos se ha producido una mayor concentra- ci6n de esta. Como la anterior, la violencia actual desorganiza a las clases populares, los sindicatos y los movimientos campesinos. Subsiste, ciertamente, un nivel de conflictividad difuso, el que se expresa, por ejemplo, en la violencia cotidiana de las ciudades. Sin embargo, esta golpea en primer lugar a los sectores mas desfavorecidos.

Si la violencia trastoca el tejido social tanto como las regulaciones institucionales, ella no altera mas que moderadamente las dinamicas macroecon6micas y macrosociales. Esta es una de las razones de su "viabilidad".

VI. Perspectiva

En el analisis de las interacciones estrategicas hemos ignorado el rol de un "recurso" no econ6mico, muy desigualmente repartido entre los protagonistas: el tiem- po. Si la opini6n pOblica se disloca, es que ella esta consagrada a la aprehensi6n caleidoscbpica de los hechos de la violencia. Varios actores institucionales inscriben su acci6n en el corto tiempo, reflejando la desconfianza hacia el poder heredada del siglo XIX. Los gobiernos, a los que el sistema de despojos impide tomar en cuenta la experiencia de los equipos anteriores, deben hacer como si en cuatro anos pudieran resolver todos los problemas, corriendo el riesgo de lanzarse en empresas improvisa- das. Los intendentes, provistos de un mandato de tres anos que no puede ser renovado inmediatamente, los generales sometidos a cambios acelerados, los oficiales "operacionales" continuamente trasladados, no tienen la posibilidad de acumular expe- riencia. En el lado opuesto, las guerrillas han aprendido desde hace cincuenta anos a hacer de la duracion un arma contra sus adversarios. En 1982, el estado mayor de las FARC-EP anunciaron un plan de conquista del poder al cabo de ocho aios. Que el objetivo no haya sido alcanzado importa menos que la capacidad para proponer un programa de una duraci6n dos veces superior a la del mandato presidencial. En cuanto a los narcotraficantes, si han estado expuestos a los azares de la represi6n, han perseguido sus objetivos de largo plazo de penetraci6n e integraci6n en la sociedad46.

45 Ver J. A. BEJARANO: "Democracia, conflicto y eficiencia econ6mica", en J. A. BEJARANO: Construir la paz, Bogota, Presidencia de la Rep0blica, 1990, pp. 143-171.

46 Muchos de los hijos de los narcotraficantes de Cali han hecho brillantes estudios en los Estados Unidos o en Gran Bretaria. En una generaci6n la integraci6n puede estar concluida.

Page 37: PRESENTE, PASADO Y FUTURO

926 DANIEL PECAUT

No es sorprendente que los observadores y los dirigentes politicos no se hayan tomado el tiempo necesario para reflexionar sobre las perspectivas de la violencia y se hayan limitado a reaccionar frente lo que acontecia. La convicci6n prevaleciente es que la violencia es demasiado compleja para ser previsible. Compleja, sin duda, Io es. Esto no impide que se pueda al menos pensar acerca de las posibles evoluciones de la misma. Este es el sentido de las sucintas observaciones que siguen a continuacion. Consideraremos, en primer termino, tres tipos de componentes del contexto. Luego examinaremos algunos escenarios posibles.

1. Tres nuevos elementos

a) Una presi6n exterior: la vigilancia de los Estados Unidos. La intervenci6n de los Estados Unidos no es reciente. La DEA y la CIA participan desde hace unos ahos en las operaciones contra los narcotraficantes. Lo que es nuevo es el modo abierto y anuncia- do de la intervenci6n. El estilo proconsular adoptado por los representantes locales de la potencia del Norte, hecho de chantajes, insinuaciones y amenazas, fue reemplazado por las condenas oficiales provenientes de la Presidencia y el Congreso americanos. Los Estados Unidos no han cesado de manifestarse a lo largo del affaire Samper. La medida de "de-certificaci6n" adoptada a comienzos de 1996, no es mas que una etapa del brazo de hierro. Colombia se encuentra oficialmente bajo vigilancia.

Esto tiene como resultado una transformaci6n del marco de las interacciones estrategicas. Estas estan ahora sometidas a una presion exterior. La existencia de tal presi6n no impide la continuacion de las estrategias anteriores adaptandolas a las circunstancias. Es to que el cartel de Cali quiso hacer negociando su rendicion. Por su lado, E. Samper ensayo esta tecnica apenas entr6 en funciones: para desarmar las sospechas que pesaban sobre 61, se lanzd en una vasta campafa de erradicacion de los cultivos de la droga y puso todo en marcha para facilitar ia "presentacidn ante la justicia" del cartel de Cali. Estas dos medidas respondieron a una simple necesidad tActica. La campara de erradicaci6n, que no tuvo resultados tangibles, fue hecha pour la galerie. La victoria sobre et cartel de Cali se parecio mas a un acuerdo en tiempo y forma. Despues de la "de-certificaci6n", Samper se esforz6 en reeditar los 6xitos jugando la carta del orgullo nacional. No hay raz6n para que el juego no pueda continuar, y las presiones de los Estados Unidos pueden ayudar a ciertos sectores de la opini6n piblica a hacerse nuevamente un lugar en la escena politica. Al sentirse tratada como "comunidad delincuente", la sociedad colombiana podria convertir el estigma en desafio y asumirlo para recuperar un espacio de maniobra. Los Estados Unidos tampoco escapan a las interacciones estrategicas: para ser eficaces, deben apoyar un clan contra el otro, buscar aliados, en resumen entrar en el juego.

No es menos cierto que la presion externa estA destinada a influir a to largo del tiempo y a tener efectos. No es extraia al hecho de que el aparato de justicia, a trav6s del fiscal Valdivieso, haya podido continuar hasta el presente con las investigaciones que ataien, ademas de at presidente, a un porcentaje importante de ia clase politica. Sin la vigilancia norteamericana, es probable que su acci6n hubiera sido neutralizada. La amenaza de sanciones ms fuertes que la "de-certificacidn" es probable que Ileve en especial a una parte de las elites econ6micas a satir de la retaguardia mantenida en los iltimos anos y comiencen a presionar a favor de la reconstrucciOn de las instituciones.

Page 38: PRESENTE, PASADO Y FUTURO

PRESENTE, PASADO Y FUTURO DE LA VIOLENCIA EN COLOMBIA 927

b) La imprevisibilidad politica. Ella constituye un desafio in6dito. Por primera vez, desde hace ciento cincuenta anos, es imposible asegurar que el poder permanecera en las manos de los partidos tradicionales. Ya hemos evocado su descomposici6n. Todo candidato que salga de sus filas

deber, buscar una mayoria mas alla de las filas

partidarias. No se puede excluir la posibilidad de que candidatos independientes logren imponerse. La elecci6n de Antanas Mockus en la intendencia de BogotA, sin campana ni apoyos, prueba que el camino esta abierto a nuevas personalidades.

La crisis institucional ha alcanzado un nivel tal, con arreglos de cuentas dignos del Bajo Imperio, que no se pueden excluir movimientos imprevistos. Asesinatos recientes, como el de Alvaro G6mez Hurtado, una de las figuras politicas mas conocidas de Colombia, por un grupo autodenominado "Dignidad de Colombia", manifiestan aparen- temente una voluntad de desestabilizaci6n del regimen. Sectores politicos, amenaza- dos por las investigaciones en curso, pueden preferir Ilevar adelante una politica de em- peoramiento de la situaci6n. Los militares pueden sentirse tentados por las aventuras. No bajo la forma de un golpe de Estado, sino bajo la forma de una agitaci6n difusa. La corrupci6n que afecta a los altos mandos y la ineficacia demostrada en la lucha contra la guerrilla, a pesar del aumento significativo del presupuesto y de los efectivos militares, pueden empujar a los j6venes oficiales a intervenir mas o menos discretamente.

De una manera mas global, la incertidumbre del futuro politico es capaz de incitar a diversos sectores a esforzarse en establecer, por todos los medios disponibles y en el mas corto plazo, una nueva relaci6n de fuerzas en relaci6n con las guerrillas.

c) Los nuevos ingredientes de la violencia. A los componentes antiguos, otros han venido a agregarse. La conversion brutal de Colombia en 1990 al "neoliberalismo" ha producido, es cierto, menos reacciones aqui, en la medida en que la intervenci6n social del Estado nunca habia tenido ni la envergadura ni el mismo valor politico que en otros paises. Sin embargo, la nueva orientaci6n ha afectado singularmente a la pequena y mediana producci6n agricola, lo que puede favorecer aun mAs la expansi6n de la violencia. La explotaci6n de importantes yacimientos petroleros tiene el riesgo de acentuar los desequilibrios sociales y de aumentar el desorden en las regiones produc- toras: desde ahora, el gobierno se ha visto obligado a aceptar que un porcentaje muy elevado de los beneficios sean afectados a esas regiones, aun cuando ya se pudo constatar que estas no eran capaces de absorber flujos financieros mucho menos importantes. Las disputas alrededor de la adjudicacion de los recursos financieros tienen todas las posibilidades de fustigar las rivalidades regionales, por otra parte susceptibles de aparecer en relaci6n con el programa de "reorganizacion territorial" previsto por la Constituyente. Hasta las identidades culturales pueden engendrar focos de violencia: el reconocimiento de los derechos de las poblaciones indigenas y negras alimenta las fricciones, a veces entre ellas, frecuentemente con los colonos.

Todo concurre a alimentar aun mas la violencia.

2. Elementos de un escenario

a) Sean quienes fueren los gobernantes en los proximos avos, tendrdn que tomar en cuenta la presi6n ejercida por los Estados Unidos. No

podran hacerlo si no reconstru-

yen la autoridad del Estado e imponen nuevas normas a la clase politica. Las resisten-

Page 39: PRESENTE, PASADO Y FUTURO

928 DANIEL PECAUT

cias que 6sta puede oponer son de tal magnitud que solo podran ser superadas me- diante un poder que logre reunir a la opini6n, fortalezca a las "fuerzas civiles", etcetera.

b) No es evidente que estos gobernantes puedan, en el corto plazo, lograr soluciones al problema de la droga o al de las guerrillas. La erradicacion de los cultivos no ha impedido hasta el presente que su expansion continue. El Unico resultado ha sido producir revueltas locales. S61o la caida sostenida de los precios tendria efectos tangibles. El debilitamiento de los grandes carteles trajo como consecuencia la prolifera- ci6n de pequenos carteles, influyentes sobre los poderes locales. En todo momento el terrorismo puede volver a la escena, si los narcotraficantes que aceptaron la negocia- ciOn consideran que han sido enganados. SOlo a traves de la confiscaci6n de los bienes acumulados "ilicitamente" los gobernantes podran castigarlos y, matando dos pajaros de un tiro, proceder a una "contra-contrarreforma agraria" mediante la adjudicacion de las tierras de los traficantes a los campesinos sin tierra. Esto no suceder, en un futuro inmediato. Las relaciones de fuerza existentes en los respectivos lugares y el puntillismo juridico se encuentra alli para impedir tales medidas.

En relaciOn con las guerrillas, estas no parecen para nada inclinadas a la negocia- ciOn. Se ha visto c6mo, de 1991 a 1994, no cesaron de ganar terreno hasta Ilegar a ejercer influencia en ma~s de la mitad de los municipios. Ellas son, por lo tanto, demasiado fuertes materialmente y demasiado debiles politicamente para negociar con facilidad. Todo sugiere que el sueho de las grandes acciones politicas no ha sido abandonado. Algunas resoluciones adoptadas por el partido comunista en agosto de 1995, con el objeto de constituir un vasto movimiento popular con la guerrilla como parte integrante del mismo y de "construir un proyecto liberador" asi lo dejan entender. La injerencia de los Estados Unidos en los asuntos colombianos y la corrupci6n del regimen les dan argumentos inesperados para convertirse en abanderados del nacio- nalismo. Durante un cierto tiempo pudimos pensar que al practicar la expansi6n territorial, ellas querian Ilegar a una "situaci6n a la salvadorena" donde, reconocidas como fuerzas beligerantes, podrian discutir de igual a igual con el gobierno. Lo que sigui6 a la negociacion salvadorena, las divisiones y las derrotas politicas de la izquier- da, han quitado todo atractivo a este camino. Las presiones de los Estados Unidos van a suscitar, ademas, el estrechamiento de su cooperacion con los narcotraficantes.

c) La cuesti6n de la droga retiene en este momento toda la atenci6n, nacional e internacional. La de las guerrillas podria proximamente ocupar el primer piano. A corto y mediano plazo, la presiOn ejercida por los Estados Unidos tiene todas las posibilidades de contribuir, en efecto, a la exacerbaci6n de las confrontaciones armadas, pudiendo caer pronto en una guerra civil latente y fragmentada. El vacio de poder empuja a los protagonistas de todos los sectores a provocar una escalada de las hostilidades con el objeto de inclinar la relaciOn de fuerzas a su favor. Exasperados por el crecimiento de las guerrillas y la impotencia de los militares, numerosos sectores, que rechazaban hasta ahora tomar el camino de la "paramilitarizaciOn", parecen en vias de aceptarla. AI preconizar la creaciOn de organizaciones de "autodefensa", el gobierno mismo parece darles el aval. Un decreto acaba de autorizar el reagrupamiento de las poblaciones en las zonas de conflicto, tal como se hizo en Guatemala. Uraba, estrategica en razOn de su proximidad con Panama, aparece, en este punto, como un leading case. Desde hace varios meses, los enfrentamientos se han hecho alli ms violentos. Los paramilitares han

Page 40: PRESENTE, PASADO Y FUTURO

PRESENTE, PASADO Y FUTURO DE LA VIOLENCIA EN COLOMBIA 929

tomado el control del norte de la region y ejercen una fuerte presion sobre la parte bananera. Este no es un caso excepcional. En otras regiones de Antioquia, los grupos de autodefensa se multiplican por iniciativa del gobernador. En los departamentos del este, el radio de acci6n de los paramilitares aumenta. Las guerrillas no se quedan atrAs. A la defensiva en algunas regiones, estan a la ofensiva en la mayoria de ellas. La campana contra los cultivos de droga les otorga el poder de movilizar el apoyo de las poblaciones implicadas. Su capacidad de accibn Ilega mas alla de sus bastiones tradicionales. Disponen de muchos frentes alrededor de Bogota y de otras ciudades y pueden en cualquier momento tratar de paliar la falta de credibilidad politica mediante acciones espectaculares.

Si hablamos de guerra civil latente y fragmentada es porque las condiciones no son favorables a que la misma se extienda a todo el territorio. La mayoria de la poblaci6n no tomaria parte en ella. Los objetivos locales seguiran prevaleciendo sobre las finalida- des politicas de conjunto. NingOn campo puede, hoy menos que ayer, imponer una divisi6n amigo-enemigo. Las guerrillas no pueden contar con un apoyo politico extendi- do y estan suficientemente acostumbradas a las estrategias incrementalistas para precipitar los hechos de manera imprudente. Todo esto no impide que exista una gran probabilidad que los enfrentamientos Ileguen, en no pocas regiones, mucho mas allA de las disputas actuales entre redes de influencia.

d) Las negociaciones puntuales podran acompanar a esta guerra. Sin embargo, s6lo cuando las diversas partes en conflicto constaten, una vez mas, que no pueden alcanzar victorias decisivas, el gobierno y la guerrilla estaran en condiciones de encarar una verdadera negociaci6n. El primero estara siempre inclinado a demostrar su carActer democratico; tambien, para no tener que batirse en dos frentes, el de las guerrillas y el del trafico de drogas. Un acuerdo con las guerrillas permitiria aislar el segundo proble- ma. Por otra parte, las guerrillas, una vez disipadas sus ilusiones militares, puede que deseen ser reconocidas como actor politico. Superada la etapa de la guerra civil latente, ellas podrian tener dificultades en mantener su cohesion. Las divergencias, ligadas a los conflictos de sucesi6n47 y de intereses, o el temor de estallar en multiples frentes, algunos de los cuales no serian mas que organizaciones mafiosas, podrian contribuir a esta reconversi6n. Tal negociacibn no podria limitarse, como en el caso del M19 y del EPL, a la simple definiciOn de dispositivos de reinserci6n individual.

Suponiendo que estos escenarios se concreten, su duraciOn es imprevisible. La presiOn externa podria, alli tambien, manifestarse. Si la guerra civil, adn latente, se prolongase, una mediaci6n internacional podria ser impuesta. Por el contrario, es previsible que la violencia proteiforme no tendra fin tan rapidamente. La violencia desorganizada es, recordemoslo, la mas mortifera, y un eventual acuerdo politico no terminaria con ella. Le daria, al contrario, nuevo impulso, incitando a no pocos comba- tientes a dedicarse a ella. El imaginario de la violencia no esta pronto a desaparecer. No vemos por que la memoria de esta violencia no se transmitira de la misma manera que ocurrio con La Violencia.

e) Por Oltimo no se puede excluir que Colombia continue viviendo con sus diversas violencias y sus interacciones estrategicas. Hemos mencionado su "viabilidad". A su

47 Las dos figuras mas

simb6licas de las FARC-EP y del ELN tienen ms de setenta aios. Es sabido que las

organizaciones cerradas tienen dificultades para controlar los problemas de sucesi6n.

Page 41: PRESENTE, PASADO Y FUTURO

930 DANIEL PECAUT

manera, Colombia entro en la era del debilitamiento de los Estados-Naci6n y de las formas simb61licas asociadas a ellos. Su divisi6n en "redes de influencia" es una expresion de este fenomeno, que se extiende mas allA del territorio nacional, al menos en los casos de las redes de la droga. Sus conflictos constituyen un medio de forjar identidades colectivas, aunque precarias. La "despolitizaci6n" de los protagonistas de los conflictos se encuentra en muchas otras partes del mundo. La ilegitimidad de sus estructuras politicas no es mas grave que en otros paises. El arte de combinar la referencia al derecho y la violencia no es exclusivo de Colombia48. Si esto es asi, no hay lugar para elaborar escenarios futuros. El escenario esta alli, bien real, delante de nuestros ojos.

Traducido por Liliana Gonzalez

48 Ver Ph. DELMAS: Le bel avenir de la guerre, Paris, Gallimard, 1995; y Z. LADI: Un monde priv6 de sens, Paris, Fayard, 1994.

RESUMEN

Desde 1980 Colombia es nuevamente escenario de un nivel de violencia de desconcertante magni- tud. Con una tasa de muertes violentas cercana a 80 por 100.000 habitantes, se ubica a la cabeza de to- dos los paises del mundo con exclusi6n de aquellos que se encuentran en abierto estado de guerra. El prop6sito de este articulo es mostrar que la violencia se ha convertido en un modo de funcionamiento de la sociedad colombiana, creando una extensa red de in- fluencias y regulaciones sociales. Por lo tanto deberia ser vista como una situaci6n durable antes que una realidad temporaria. Como consecuencia, a medida

que se generaliza la violencia las circunstancias ini- ciales que pueden haberla precipitado pierden capacidad explicativa. Los fen6menos de la violen- cia crean su propio contexto, suscitando nuevas percepciones y nuevas interacciones. El enfoque del articulo procura dar cuenta de este transito, en mu- chos sentidos imperceptible, entre estos dos momentos, el primero que nos hace remontar del presente hacia el pasado, el segundo que instala el presente como fuente de otro funcionamiento de la sociedad, al cual cada individuo debe adaptarse como pueda, en una situaci6n de guerra civil latente y fragmentada.

SUMMARY

Colombia came to be again the scene of acts of violence in an appalling degree from 1980 on. Its violent deaths rate of around 80 per 100,000 people is the highest in the world leaving aside those countries that are engaged in an open warfare. This paper shows that violence has become a regular mode of functioning in Colom- bia society, giving rise to a comprehensive net of social influences and regulations. Therefore, it should be considered as a lasting predicament rather than a temporary situation. As violence becomes widespread, those circumstances that

may have triggered it at the start lose their explaining power. The crude facts of violence generate their own context and create new perceptions and interactions. The approach here taken tries to account for the transition, unnoticeable in many ways, batween two stages: one that traces back the present to the past, and a second one that sets up the present as the source of another way of social functioning, to which each individual must adapt as best as he can in the midst of a latent and fragmented civil war.

REGISTRO BIBLIOGRAFICO PECAUT, Daniel "Presente, pasado y futuro de la violencia en Colombia". DESARROLLO ECONOMICO - REVISTA DE CIENCIAS SOCIALES (Buenos Aires), vol. 36, N2 144, enero-marzo 1997 (pp. 891-930). Descriptores: <Sociologia politica> <Violencia> <Situaci6n politica> <Gobernabilidad> <Movimientos sociales> <Colombia>.