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Reflexiones de Un Sociólogo Rural

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Reflexiones de Un Sociólogo Rural

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  • REFLEXIONES DE UN SOCILOGO RURAL EN EL DEBATE SOBRE EL PENSAMIENTO ECONMICO

    ROBERTO CITTADINI*

    El marco social de la subjetividad y del comportamiento en los clsicos

    La sociologa se ha caracterizado desde sus orgenes por incluir las condi-

    ciones sociohistricas que proporcionan el marco para comprender la subjetividad y el comportamiento de los individuos. Para Comte, la razn no es un dato a priori del ser humano sino un producto de la evolucin de la sociedad. Las categoras del pensamiento no son algo innato del individuo; son una construccin social e histrica (Comte, 1995).

    Una dimensin central de la obra de Weber consiste en analizar las condiciones sociohistricas que permitieron el avance de la razn en occidente.

    Durkheim realiz estudios antropolgicos especficos en los que muestra la relacin entre tipo de sociedad y los sistemas de clasificacin o categoras del pensamiento (Durkheim, 1996). El mismo autor analiza tambin la cultura individualista de la modernidad como un producto cultural de la sociedad y no como algo innato del ser humano.

    Desentraar los marcos sociales que permiten la evolucin del pensamiento no implica para estos autores caer en el relativismo cientfico, todo lo contrario, les permite justamente definir con ms precisin cules son las condiciones institucionales, particularmente en el campo cientfico, para que la razn se exprese y para que sea legtima la aspiracin a la verdad.

    La aspiracin a la universalidad de la razn no slo es el fundamento de la ciencia sino tambin de la moral. Durkheim analiza tambin el individualismo moral kantiano como un producto histrico valioso de la modernidad; sus principios fundamentaban la necesidad de luchar para lograr la plenitud de la dignidad de la persona humana en el conjunto de los seres humanos. No pensaba lo mismo Durkheim del individualismo utilitarista que fundamentaba la economa clsica. Esta racionalidad utilitarista no poda tener aspiracin de universalidad por dos fuertes motivos: porque el afn de lucro como eje central del comportamiento humano no forma parte de la esencia del hombre sino que es una imposicin cultural y segundo porque un comportamiento fundado en bases tan egocntricas no podra jams dar sustento a un sistema social capaz de lograr la dignidad de todos los seres humanos (Durkheim, 1993).

    Max Weber fue, entre los padres fundadores de la Sociologa, quien se ocup de caracterizar con ms precisin el comportamiento humano y consider que la accin social racional con arreglo a fines (el nico tipo de accin que reconoce el paradigma neoclsico del comportamiento) era slo uno de los cuatro tipos ideales de accin social que nos es posible distinguir. De hecho, en su obra cumbre Weber (1999) describe las condiciones de posibilidad para que este tipo de comportamiento sea el dominante.

    Carlos Marx nos planteaba la necesidad de distinguir el carcter relativamente autnomo de funcionamiento del modo de produccin capitalista en relacin con

  • las condiciones histricas que permitieron que ste se institucionalice. Fueron procesos sociales nada idlicos los que sentaron las bases para que el sistema capitalista funcione con base en las leyes del mercado: "se requiri una acumulacin original de capital en pocas manos y la desposesin de la inmensa mayora de la poblacin de cualquier tipo de bien o instrumento que le permita su subsistencia" (Marx, 1997).

    Sin embargo, a pesar de estos antecedentes, en el pensamiento neoclsico, que ha sido el dominante en la ciencia econmica del siglo XX, se desconocen estos marcos sociales e institucionales que encuadran la accin de los agentes y el funcionamiento del mercado y se postula, de manera abstracta, que la empresa es un agente maximizador de funciones de utilidad. Desde este enfoque, el sistema econmico sera un sistema en equilibrio, basado en un mercado perfectamente competitivo. Los agentes son annimos, no se conocen entre s, y tienen perfecto conocimiento de la informacin de mercado en cuanto a cantidades, precios y factores disponibles, lo que les permite la toma de decisiones sin incertidumbre. La conducta microeconmica y las elecciones racionales de los individuos conduciran a soluciones ptimas en la asignacin de recursos sin necesidad de la intervencin de las instituciones. An ms, a las instituciones se les atribuye un efecto pernicioso en el logro de la eficiencia econmica. Las acciones entre las empresas sin mediacin de los mecanismos de mercado no son objeto de estudio de los economistas neoclsicos. .

    En nuestra ponencia nos centraremos en tres insuficiencias clave del modelo neoclsico. La primera est en las pretensiones de universalidad del actor racional maximizador de beneficios, lo que nos lleva a no tener en cuenta sus particulares condiciones de posibilidad. La segunda limitacin est en su falta de consideracin de las condiciones institucionales y normativas que orientan el comportamiento de los agentes, independientemente del grado de racionalidad con la que los individuos tomen sus decisiones. La tercera est en la suposicin de que, partiendo de una racionalidad instrumental centrada en la bsqueda individual del beneficio, sea posible construir un mundo equilibrado y sustentable.

    Partiremos de una sucinta exposicin de situaciones del mbito rural en las que, de acuerdo con nuestra experiencia, el paradigma neoclsico se revela limitado.

    Luego, a modo de sntesis de la tradicin sociolgica en la materia, pre-sentaremos el enfoque de Pierre Bourdieu sobre el comportamiento de los agentes sociales.

    Posteriormente, analizaremos algunas similitudes y diferencias del enfoque de Pierre Bourdieu con las diversas corrientes que se engloban bajo el nombre de Economa Institucional.

    Finalmente, realizaremos una reflexin sobre las posibilidades que brinda la conceptualizacin desarrollada para interpretar mejor las situaciones de terreno expuestas en el segundo apartado.

  • Las insuficiencias del paradigma neoclsico para dar cuenta del comportamiento real de los agentes: algunas situaciones en el mbito rural Presentar seis situaciones en las que, desde mi experiencia de investigador en un organismo de generacin y transferencia de tecnologa, he podido observar distintos tipos de anomalas del terreno en relacin con el paradigma neoclsico. La lgica de la produccin familiar El comportamiento del productor familiar fue una de las primeras reas en las que los socilogos rurales trabajamos para generar un aporte interpretativo superador del paradigma neoclsico. Cuando inici mi actividad profesional, hacia los aos ochenta, predominaba ampliamente en el INTA una concepcin de empresa agropecuaria que no diferenciaba entre tipos sociales agrarios y que intentaba explicar el comportamiento del productor en funcin del paradigma neoclsico de maximizacin de beneficios. Nutrindonos del pensamiento de los socilogos rurales (Archetti y Stolen, 1976; Basco et al., 1981; Fomi y Tort, 1984) que desde otras instituciones mostraban esquemas de interpretacin alternativos(1) pudimos integrar en los estudios socioeconmicos del INTA una visin sociolgica capaz de dar cuenta de la racionalidad especfica con que se mueven las explotaciones familiares, y por ende comprender mejor sus particulares estrategias as como su importante funcin en el logro de un desarrollo rural equilibrado (Cittadini, 1986 y 1991). La inadecuacin de los paradigmas neo clsicos quedaba rpidamente en evidencia ya que si se aplicasen los criterios de rentabilidad empresarial muchas de estas explotaciones tendran una rentabilidad negativa, y sin embargo persistiran. La racionalidad econmica del productor familiar estaba centrada en la obtencin del mayor ingreso global posible en funcin de su situacin. Sus objetivos eran el sustento de la familia y la conservacin y/o ampliacin del patrimonio. Su estrategia valorizaba particularmente la mano de obra familiar disponible y minimizaba el riesgo. Las decisiones se toman a partir de un saber prctico y no de un clculo formal de posibilidades de rentabilidad. Estamos lejos de los postulados de los economistas neoclsicos. Construccin colectiva de normas y decisin individual o qu es lo que hay entre el individuo y la sociedad? El modelo del mercado basado en individuos independientes es una imagen impuesta en el anlisis de la sociedad. Los fenmenos sociales se representan habitualmente como agregados de individuos, posibles de representar mediante un esquema concntrico en el que el individuo es el centro y los grupos e instituciones son sumas de individuos. Este individuo central participa y se relaciona con las distintas instituciones sociales que lo incluyen: la familia, la escuela, la fbrica, el Estado.

  • En realidad, los individuos no estn solos enfrentados a la sociedad. Hay estadios intermedios entre el individuo y la sociedad. Los individuos son parte de relaciones sociales, redes y/o configuraciones de relaciones (Elias, 1981) que a su vez forman parte de la constitucin del individuo, y que debemos considerar tanto por lo que le posibilitan como por lo que le limitan.

    Habitualmente distinguimos a los individuos, por ejemplo a los productores, por sus caractersticas intrnsecas: grande o chico, familiar o empresarial, capitalizado o no capitalizado, agricultor o ganadero, joven o viejo, innovador o tradicional, etc. Nuestras metas son dirigirnos a ciertas categoras de productores y discutir cules son las mejores formas de caracterizar nuestra poblacin objetivo (la suma de los productores que comparten determinadas caractersticas), para llegar con nuestros paquetes tecnolgicos. En cierto sentido esto es un avance, implica un reconocimiento de la diversidad, pero lo que an no incorporamos en este tipo de enfoque es el reconocimiento de los vnculos, de lo que el individuo es en su red vincular.

    Cuando actuamos de esa manera estamos empobreciendo al individuo. Cuando separamos a un productor de su comunidad para convertirlo en nuestro adoptador de tecnologa limitamos nuestra capacidad de llegada a la comunidad. La comunidad de productores -y cualquier realidad sociales una red de vnculos y es all donde debemos actuar. Y quienes tienen experiencia de campo saben que es all donde obtienen buenos resultados.

    Es justamente a nivel de la red de relaciones, de los grupos de dilogo, donde se discute y se construyen los cuadros conceptuales y valorativos que enmarcan las decisiones individuales. El pensamiento es una cuestin social. El productor tiene la representacin de la realidad en funcin de su experiencia de trabajo y -como cualquier agente social- a travs del lenguaje, desde la socializacin primaria, hasta en la participacin en redes de dilogo con sus colegas y referentes significativos (Darre, 1996).

    Este tipo de enfoque fundamenta una lnea de investigacin en la que nuevamente se ponen de manifiesto las limitaciones del modelo neoclsico de interpretacin del comportamiento. En investigaciones de campo con pequeos productores familiares lecheros pudimos mostrar la relacin entre la pertenencia de los productores a ciertas redes de dilogo y la existencia de determinadas normas tcnicas (Cittadini, 1993). Basndose en esta misma lnea de investigacin Ezcurdia (1997) mostr la respuesta diferencial que tuvieron los productores ganaderos del Partido de Ayacucho para el tratamiento de la enfermedad de la mosca de los cuernos, directamente asociada a la pertenencia a redes de dilogo especficas ms o menos cercanas a la cultura tcnica oficial. En un estudio sobre el cinturn hortcola rosarino se mostr tambin esta relacin entre redes de dilogo y normas tcnicas, y particularmente el hecho de cmo estas normas incluan una actitud negativa o positiva en relacin con las posibilidades de realizar innovaciones (Rosenstein et al., 1997). Todos estos estudios tambin muestran que existen variaciones individuales de comportamiento; no estamos hablando de una imposicin absoluta de la norma, hay un espacio para la estrategia individual, pero se trata de una estrategia que, generalmente, no implica un estricto clculo de medios y fines y que se da en el marco de un campo de lo posible que est condicionado por la norma.

  • Con el mismo planteamiento de investigacin se analiz el diferente ritmo con el que se establecieron prcticas de agricultura sustentable (curvas de nivel y labranza reducida) entre partidos vecinos del sudeste bonaerense. El porcentaje muy superior de adopcin que se da en algunos de estos partidos no logra ser explicado por las caractersticas fsicas del partido ni por una racionalidad individual abstracta o por las caractersticas individuales de los productores. La explicacin es mucho ms plausible cuando se analizan las tramas vinculares que se dan entre los productores y otros agentes de la comunidad, las cuales han permitido la instalacin de una cultura local facilitadora de este tipo de innovacin (Sarlangue, 2000). Si ampliamos esta reflexin a un nivel regional podemos observar que hay zonas en Argentina (por ejemplo el rea geogrfica prxima a Marco Jurez) en las que la siembra directa cubre prcticamente 100% del territorio y en las que la posibilidad de labrar la tierra es vista como un crimen, y otras como las mencionadas del sudeste bonaerense en donde la siembra directa alcanza slo 20% del territorio.

    Todos estos ejemplos muestran los lmites de las explicaciones sobre el comportamiento de los productores cuando se acotan a una interpretacin reducida a la racionalidad individual.

    La racionalidad de la gestin versus la racionalidad de los productores

    En el ao 1993 se llev a cabo en Argentina un Programa de Intervencin orientado a los pequeos y medianos (PM) productores agropecuarios, basado en la organizacin de grupos de productores para la asistencia tcnica y la capacitacin en gestin como objetivos centrales. El programa fue muy exitoso, sobre todo en sus primeros aos de puesta en prctica, con progresos organizativos e innovativos evidentes (Cittadini et al., 1996). Sin embargo, el componente de gestin fue escasamente adoptado como prctica permanente por parte de los productores. Resultaba ms significativo para la toma de sus decisiones el intercambio de opiniones en el grupo y la realizacin de clculos burdos que la realizacin de un estricto anlisis de gestin.

    Esto no significa que a estos productores no les interesase tomar decisiones lo ms razonables posibles; solamente que los criterios para garantizar la razonabilidad de sus decisiones no incluyen necesariamente una racionalizacin estricta de la gestin. Tampoco implica que la prctica de la gestin no les pueda ser de utilidad, pero tal vez sta deba hacer un mayor esfuerzo para comprender y adaptarse a las prcticas de gestin de los propios productores (Cerfy Sebillotte, 1997; Hamdan, 1997).

    En un trabajo interdisciplinario de investigacin de las prcticas de productores ganaderos pertenecientes a este programa de intervencin (Cittadini et al., 2001) se pudo constatar justamente la razonabilidad de los diferentes sistemas de manejo establecidos por ellos. Existe desde hace muchos aos un sistema de manejo desarrollado por el INTA y que se intenta difundir por considerarlo como el ms racional y adaptado para las condiciones de produccin de la regin en estudio: la pampa deprimida bonaerense. Sin embargo, cuando realizamos un

  • anlisis detallado de campo nos encontramos que entre los productores coexisten al menos cuatro sistemas de manejo, de los cuales solamente uno se asemeja al modelo oficial difundido. Estos sistemas de manejo difieren entre s por los productos principales buscados, las pocas de servicio, el grado de complejidad en el manejo de los lotes de animales y la complejidad de la oferta forrajera; cada sistema realiza una determinada articulacin de estos componentes, coherente con sus particulares objetivos. Ahora bien, es imposible evaluar la razonabilidad de cada uno de estos sistemas de manejo mediante criterios abstractos de productividad o de rentabilidad, aunque aun con estos criterios, algunos de los sistemas locales se revelaron competitivos con el modelo oficial. Sin embargo, la razonabilidad de los sistemas de manejo locales queda completamente en evidencia cuando se integran en el anlisis las caractersticas de cada sistema familia-explotacin que estamos considerando y podemos as ver la importancia que tiene la dotacin (cuantitativa y cualitativa) de recursos productivos, la disponibilidad o no de trabajo familiar calificado para la implementacin de uno u otro sistema, as como la presin que implican las necesidades de consumo del grupo familiar (dependientes del nivel consumo propiamente dicho y de la existencia o no de ingresos extraprediales). Los criterios de productividad por hectrea (ha) que utilizan la racionalidad tcnica no tienen ninguna importancia para los productores; lo que les interesa es la obtencin de un ingreso suficiente para sus necesidades, en equilibrio con sus capacidades de dedicacin y con el menor nivel de riesgo posible. Nuevamente queda en evidencia la limitacin del concepto abstracto de racionalidad maximizadora de beneficio para comprender el comportamiento concreto de los agentes.

    Racionalidad instrumental y sustentabilidad Los graves problemas de sustentabilidad que podemos observar en el sector agropecuario nos permiten reflexionar tambin sobre la necesidad de superar la racionalidad instrumental que domina el pensamiento econmico y que se ha inculcado en el comportamiento de la mayor parte de los agentes, los cuales se ven coaccionados a seguir determinadas reglas del juego y a realizar ciertas prcticas con las que la sustentabilidad resulta afectada. Cloquell et al. (1997) muestran con claridad esta situacin en un estudio realizado en la Regin Pampeana: el sector de productores agrcolas familiares que analiza est econmicamente obligado a realizar determinadas prcticas, aun sabiendo que stas tienen consecuencias serias en la sustentabilidad de su propia explotacin a mediano plazo. Es evidente que para resolver los problemas de sustentabilidad debemos situamos en un marco global institucional, normativo y cultural que haga coherente el comportamiento individual con el inters de la sociedad, y esto estar lejos de producirse si se confa tan slo en los mecanismos automticos del mercado. Ya habamos analizado en el segundo apartado que no podemos explicamos los cambios de comportamiento, en relacin con las prcticas sustentables, desde una visin limitada al anlisis del decisor individual. Racionalidad instrumental y biotecnologa

  • La cuestin de la biotecnologa tiene una particular importancia para nuestro pas dado que actualmente ms de 90% de la produccin de soya se realiza con semilla transgnica. La racionalidad instrumental se manifiesta en el comportamiento de los principales actores implicados. Esto es claro en el com-portamiento de las compaas semilleras que impusieron la nueva semilla atada a un paquete tecnolgico que incluye la provisin del herbicida correspondiente. Tambin lo es el comportamiento de los productores que realizaron una rpida y masiva adopcin, seducidos por los mayores mrgenes de rentabilidad y por una engaosa publicidad que los volva repentinamente ecologistas, ya que la nueva semilla se at a un paquete tecnolgico que incluy la siembra directa que atenuaba los problemas de erosin de la agricultura convencional. Desde el sector pblico se favoreci la introduccin de estos nuevos procedimientos, compartiendo los criterios de mayor competitividad y sustentabilidad. Por su parte, el sector cientfico, a travs de su participacin en la Conabia (Comisin Nacional Asesora de Biotecnologa Agropecuaria), garantiz la inocuidad de las nuevas tecnologas.

    ste es un buen ejemplo de los lmites de la racionalidad instrumental para la toma de decisiones fundadas en el nivel de una sociedad. El nfasis en la racionalidad instrumental tiende a escamotear los datos del problema. En Argentina casi no se debatieron los aspectos fuertemente controvertidos de los transgnicos.(2) Esto hubiera requerido una racionalidad comunicativa,(3) la gran ausente en el tema de transgnicos en Argentina.

    Falt racionalidad comunicativa en un mbito que la supone en su esencia: la comunidad cientfica. N o hay unanimidad en la comunidad cientfica argentina y sin embargo la parcial representacin disciplinaria (ingeniera molecular) e ideolgica por parte de la comunidad cientfica en la Conabia permiti una justificacin unnime a las decisiones tomadas, fundndose en el valor universal de las verdades cientficas.

    Por otro lado, creemos que ste es un tema que no corresponde resolver slo con base en el dictamen cientfico. En todo caso los cientficos slo pueden describir los hechos y analizar los niveles de riesgo para la salud, para la ecologa y para la economa. En un tema de tanta trascendencia la sociedad toda es la que debiera estar implicada en las decisiones. Sin embargo, sta ha sido la gran ausente tanto en su papel de ciudadano como de consumidor. Los debates han sido escasos y tardos, los ciudadanos no estn suficientemente informados y a los consumidores no se les permite distinguir los productos que incluyen organismos genticamente modificados (Cittadini, 2001).

    Es evidente que estamos ante temas cuyo anlisis y cuya resolucin no pueden manejarse en el nivel de una racionalidad instrumental. Es necesario ligar estos temas, y el conjunto de temas ligados a la sustentabilidad, con la ampliacin de los espacios de participacin ciudadana, es decir, con el ejercicio de una democracia cada vez ms plena basada en la racionalidad comunicativa Y en la construccin democrtica de sistemas regulatorios que enmarquen los comportamientos de los agentes.

  • Las condiciones socioestructurales de un capitalismo no virtuoso en Argentina

    El paradigma neoclsico fue el sustento de los discursos predominantes (o excluyentes) para la aplicacin de las polticas econmicas en Argentina a partir de 1976. Sus consignas fueron: privatizacin, apertura, desregulacin comercial, desregulacin salarial, etc. Menos intervencin estatal y ms mercado permitira a la iniciativa privada desplegar su vocacin de creatividad y de inversin. Se planteaba que primero hay que invertir para crecer y as, ms tarde, poder distribuir.

    Sin embargo, y a pesar que las referidas polticas fueron aplicadas cada vez con mayor rigor por los sucesivos gobiernos, desde 1976 hasta hoy en da, la productividad de la sociedad argentina cay. Azpiazu y Nochteff (1994) analizan cmo desde 1976 la economa argentina se atras en lugar de moder-nizarse. La cada de la tasa de inversin produjo a su vez una cada de la pro-ductividad y un atraso tecnolgico, y esto a pesar de que la cada del salario real generaba, supuestamente, condiciones para mejorar la tasa de ahorro y de inversin del sector capitalista. La virulencia que tom el proceso de desre-gulacin y privatizacin en la dcada de 1990 no mejor el diagnstico que realizaban los autores en 1993. De hecho, Argentina se encuentra actualmente, desde hace ms de tres aos, en una prolongada recesin, con deterioro de las condiciones de trabajo y con altas tasas de desocupacin. La concentracin de la riqueza no ha hecho ms que acentuarse y sin embargo esto no se ha traducido en inversin, tal como lo prevea la teora.

    El error ha estado en creer que liberando la economa segn los dictados de los fundamentalistas del mercado estara garantizado un comportamiento econmico y tecnolgico orientado al desarrollo -en sentido schumpeteriano-, con una fuerte dinmica de innovaciones generadas (o demandadas) por los entrepeneurs, que buscaran cuasi rentas tecnolgicas creando, mediante la Innovacin, monopolios que la competencia y la difusin tecnolgicas tornan transitorios. El proceso de desarrollo se completara con los sectores que compiten por esas cuasi rentas mediante procesos de imitacin, adaptacin tecnolgica temprana, aprendizaje acelerado e innovaciones menores. Azpiazu y Nochteff nos dicen que sta sera, para la lite econmica, una opcin dura en trminos de cambio tcnico, de inversin y de cambio social. Sin embargo, la economa argentina no sigue esta opcin. Su comportamiento es el de

    una economa de adaptacin cuyos periodos de expansin se asemejan a "burbujas", en las cuales la lite econmica y el Estado impulsan el ajuste de la economa a cambios en los datos externos producidos por impulsos exgenos, creando monopolios no innovadores ni transitorios, amparados en la competencia por las polticas pblicas.

    Nuestra lite econmica no genera cuasi rentas tecnolgicas ni compite por

    ellas. En consecuencia, la ciencia y la tecnologa, amn de las polticas cientficas, tecnolgicas e industriales que las impulsan, estn ausentes de su agenda.

  • Los autores citados concluyen que los hechos muestran la ineficacia que han demostrado las polticas neoliberales surgidas del denominado Consenso de Washington y se pregunta:

    En resumen, es el problema de la transicin hacia un sistema econmico dinmico un problema puramente econmico o es un problema social y poltico ms amplio que requiere, en una sociedad democrtica, un nuevo y diferente equilibrio de poder y un consenso distinto entre los actores y las fuerzas sociales, similares a los que constituyeron durante la posguerra, la base ltima del desarrollo socioeconmico de pases como Alemania Federal, Suecia, Italia y la mayora de las naciones europeas?

    El no considerar las condiciones estructurales en las que se desenvuelve la

    lite econmica argentina y el pretender que el libre mercado todo lo resuelve es lo que llev al fracaso al conjunto de polticas basadas en los mismos principios. Sin embargo, tenamos antecedentes de estudiosos como Jorge Federico Sbato (1979), quien ya haba analizado con gran lucidez el carcter especulativo y cuasi rentstico de nuestra elite econmica, desde sus mismos orgenes: fue siempre ms comerciante que productora y siempre vincul sus ganancias a los favores e influencias con el Estado. La actividad productiva que ciment la formacin de la Argentina moderna, es decir, la actividad agropecuaria, fue dominada por esta lite dirigente que se apropi de grandes extensiones de tierra al momento de nuestra constitucin como pas y en la medida en que se fue desplazando la poblacin indgena, hacia mediados del siglo XIX.

    La actividad econmica que devino dominante hacia el final del siglo fue el engorde de novillos para la exportacin. sta fue, a su vez, una actividad claramente especulativa. El gran productor invernador manejaba sus mrgenes en funcin de los precios internacionales y trasladaba al sector de los criadores los eventuales deterioros que podran sufrir los precios de la carne en el mercado internacional. A su vez, arrendaba parte de sus tierras a los agricultores familiares, quienes estaban obligados a dejarles sembrada una pastura al trmino de los tres aos que duraba el contrato. De esta manera, el invernador delegaba los procesos de inversin que su actividad requera. Adems, los cambios de los precios relativos entre la agricultura y la ganadera le permitan ganar especulando con la cantidad de tierra que arrendaba para agricultura (ya que la renta suba con el aumento de los precios agrcolas) o que retena para la actividad ganadera en caso de que los precios le fueran favorables. Es decir, lo que predomin fue el componente especulativo.

    Sbato muestra que el predominio de una orientacin comercial y financiera de los sectores agrarios dominantes no se limitaba a la agricultura pampeana, sino que ella influa tambin sobre los otros sectores productivos del pas. El gran propietario de tierras obtena excedentes por medio de un abanico complejo de inversiones que trascendan al sector agropecuario y que eran una importante fuente de acumulacin de capital en la economa nacional. Los grandes propietarios de tierras han tenido a menudo tambin inversiones en el sector financiero, comercial e industrial. Esta gran movilidad de capitales entre diferentes sectores, sumada a la inestabilidad econmica que ha caracterizado a la

  • Argentina, tuvieron una influencia negativa que marcara la economa del pas, y que dara origen al tipo de crecimiento por burbujas que describen Azpiazu y Nochteff. En efecto, los sectores productivos no han estado motivados en especializarse ni en luchar por su propio crecimiento, dado que normalmente ha sido ms beneficioso y menos arriesgado especular invirtiendo los excedentes en los sectores que coyunturalmente podan ofrecer ms ventajas econmicas.

    En el prximo inciso haremos un recorrido por los principales desarrollos tericos de Pierre Bourdieu, particularmente aquellos ligados al mundo econmico, a efectos de volver posteriormente a reflexionar sobre los temas que acabamos de enunciar.

    Hacia una integracin terica de mayor capacidad explicativa que el modelo neoclsico: la sntesis de Pierre Bourdieu

    Realizando una original sntesis, el socilogo contemporneo Pierre Bourdieu elabora un modelo sociolgico para explicar el comportamiento humano, en el cual incluye las actividades que los agentes desarrollan en el campo econmico, que entendemos es ms explicativo que los modelos basados en el actor racional y en el mercado de competencia perfecta. Su posicin epistemolgica (el estructural constructivismo) parte de reconocer la doble estructuracin que se da en el mundo social: una primera estructuracin est dada por la posicin objetiva que los agentes ocupan en el espacio social, segn sea su dotacin de capitales. Los capitales son los diferentes recursos de que disponen los agentes para lograr una determinada posicin en el espacio social, siendo los principales en la sociedad moderna: el capital econmico, el capital cultural, el capital social y el capital simblico. Pero en el mundo social existe adems una objetividad de segundo orden; es el mundo de la subjetividad, de las representaciones que los agentes tienen de la realidad, la visin que tienen de s mismos y de los dems. Veremos que estas representaciones (ligadas al habitus, para Bourdieu) tienden a ser coherentes con la posicin que los agentes objetivamente ocupan en el espacio social, debido a que estn determinadas, parcialmente, por esta posicin objetiva. Las ciencias sociales deben integrar como objeto de estudio ambos tipos de fenmenos y particularmente la relacin entre uno y otro.

    Nuestros comportamientos reales no tienen el grado de racionalidad que nos sugieren todas las teoras econmicas o sociolgicas que remiten a las teoras de la accin racional. Sin embargo, los comportamientos pueden comprenderse, son razonables.

    Pierre Bourdieu (1971 y 1995) nos habla de una economa general de las prcticas, capaz de explicarlas todas, incluso las prcticas econmicas. Considera que todos actuamos por inters, pero ste no es necesariamente o solamente un inters econmico. Los seres humanos participamos en campos especficos (reas de inters o esferas de juego) en los que luchamos para mejorar nuestra posicin y para que se nos reconozca. Podemos hablar del campo econmico, del campo cultural, del campo religioso, del campo deportivo, etc. Dentro de estos campos es posible diferenciar campos ms especficos, por ejemplo dentro del campo cultural tenemos el campo artstico, el campo cientfico, etc.; dentro del

  • campo econmico podemos considerar como subcampo cada sector econmico, o rama de actividad. Cada campo tiene sus propios valores y reglas de juego, y hay intereses por los que se lucha en el campo. Para competir, cada participante dispone de una cierta cantidad de recursos o capitales (econmicos, culturales, etc.) ms o menos eficientes segn sea el campo de que se trate. En todo campo hay dominantes y dominados y luchas por mantener o mejorar la respectiva posicin. Estamos hablando de un mundo de relaciones, de estructuras que se constituyen en la dinmica de la evolucin social y que condicionan al agente segn sea el lugar que ocupa en esta estructura. Pero no lo determinan, slo constituyen el contexto en que el agente debe desenvolverse. En los campos no existe competencia perfecta pues hay posiciones de poder, manejo de informacin, capacidad de manejo de las reglas de juego, etc. que son diferentes segn la posicin que tenga cada agente en el campo. Las estrategias ms perti-nentes para cada agente tambin varan segn sea dicha posicin.

    Todos participamos en distintos campos y los intereses y las acciones que realizamos en funcin de ellos se interpenetran. Las leyes que postula la teora econmica neoclsica simplifican la realidad y suponen que a partir del campo econmico pueden entenderse todos los comportamientos. Y siempre tienen la alternativa de condenar como irracionales las conductas que no se entienden a partir de sus postulados.

    Para el anlisis de la objetividad de segundo orden, el mundo de la subje-tividad y de las representaciones, Bourdieu recurre al concepto de habitus. Se trata de un concepto clave para entender la razonabilidad de los comportamientos. Los habitus son esquemas de pensamiento y de accin, producto de la historia de los sujetos, incorporados en el lenguaje y en el cuerpo. Los habitus de cada agente tienden a corresponder o a guardar coherencia con la posicin que cada agente ocupa en el campo social global y en los campos especficos en los que acta. Los habitus se forman en el seno de la familia, en la escuela y en nuestra experiencia de vida y de trabajo. Quienes han pasado por condiciones similares de existencia tienden a tener habitus similares, que corresponden al sector social o a la clase social a la que pertenecen, aunque tambin hay una trayectoria individual que particulariza el habitus de cada agente. Los habitus son la consolidacin automatizada (especies de rutinas) de las respuestas ms apropiadas que los sujetos han encontrado para enfrentar determinadas situaciones, de acuerdo con sus posibilidades. En la medida en que persisten las condiciones que produjeron dicho habitus el comportamiento generado por el mismo puede ser muy apropiado para el agente. El habitus es un operador de la racionalidad, pero de una racionalidad prctica que permite comprender la razonabilidad de muchas prcticas y estrategias productivas, a pesar de que las mismas no estn totalmente racionalizadas en trminos de medios y fines.

    En lo que hace al mbito de la economa, Bourdieu nos propone analizarla como un campo. Un sector econmico lo podemos analizar como un subcampo. Un campo o sub campo econmico est constituido por empresas, las cuales por su sola presencia (sabiendo que cada empresa tiene una posicin de acuerdo con el volumen y la composicin de sus capitales) conforman la estructura del campo, el cual condiciona, a su vez, el tipo de estrategia que puede ser ms adecuada para cada empresa, segn sea su posicin relativa en el campo.

  • Bourdieu analiza, por ejemplo, el campo de la industria editorial en Francia. Mediante la herramienta estadstica del anlisis factorial de correspondencia caracteriza tres grupos de empresas posicionadas diferencialmente en el campo por sus caractersticas estructurales (o capitales): tamao, antigedad, prestigio, etc. La posicin particular de cada empresa en el campo determina, o condiciona, la implementacin de estrategias especficas respecto a los autores a publicar, la tirada de las ediciones, el tipo de lectores a los que llega, etc. Cada grupo compite y va defendiendo o avanzando sobre espacios del mercado, pero debe hacerlo a partir de su respectiva posicin en el campo (Bourdieu, 1999).

    Otro de los campos econmicos analizados por Bourdieu se refiere a la industria de la produccin de viviendas individuales en Francia. Nuevamente el agrupamiento de empresas que ocupan posiciones claramente diferenciadas es lo que permite entender la dinmica del campo. Tenemos as un importante grupo econmico dedicado a la produccin industrializada de viviendas que hacia los aos 1970, logr el dominio del campo. En el polo subordinado del campo tenemos una gran cantidad de pequeas empresas (con escasa dotacin de capital econmico), cada una de las cuales mantiene pequeos mercados de mbito local y realiza una produccin artesanal de viviendas. En el rea dominante del campo tenemos tambin una empresa que en la dcada de 1980 logr desplazar al primer grupo de su antigua posicin dominante. Su estrategia consisti en combinar la produccin en serie con la imposicin de una imagen de marca que los situaba como productores de vivienda artesanales, de mayor calidad e imagen simblica que la produccin industrial de vivienda (Bourdieu, 2001).

    En este estudio Bourdieu analiza adems la importancia crucial que tiene para las empresas contar con polticas propicias a sus propios intereses por parte del Estado. En efecto, la poltica de crdito de subsidios e impositiva no result neutral para los intereses de los diferentes tipos de empresas.

    Las empresas no se mueven en un mercado de competencia perfecta, las empresas no son equivalentes o intercambiables (cada estrategia est condi-cionada por su posicin en el campo) y las reglas del juego o los marcos insti-tucionales no son neutrales, son parte de la lucha en el campo.

    En este mismo estudio se muestra adems por qu las unidades constitutivas de un campo (en este caso las empresas) no son elementos simples (por ejemplo un actor racional) sino que una empresa es, a su vez, un campo en el que participan agentes con intereses ms o menos convergentes y que el resultado de las relaciones de fuerza y/o cooperacin entre los agentes puede determinar comportamientos empresariales ms o menos razonables para una eficaz competencia en el campo. En este caso, Bourdieu analiza los conflictos al interior del campo de la empresa y cmo impidieron a la primera empresa analizada la adecuacin de sus estrategias a las necesidades que el campo le estaba requiriendo, razn por la que dicha empresa ha sido progresivamente desplazada de su antigua posicin dominante.

    En relacin con el campo econmico, Bourdieu nos dice que ste tiene la caracterstica de ser el que ms autoriza y propicia el clculo racional de po-sibilidades, lo cual no implica que esta caracterstica sea una invariante del comportamiento de los agentes.

  • Completamos el desarrollo terico sobre Bourdieu con un anexo en el que se expone una seleccin de prrafos clave en los que el autor explica su conceptualizacin del habitus y del campo, y particularmente del campo econmico.

    Similitudes y diferencias con los economistas institucionalistas Si analizamos las posturas de los distintos autores que es posible englobar en la corriente denominada economa institucional (regulacionistas, evolucionistas, teora de las convenciones e institucionalistas propiamente dichos) encontramos semejanzas Y diferencias con el enfoque de Bourdieu:

    Todos los institucionalistas coinciden en que los mercados son organizados de acuerdo con los arreglos institucionales existentes, y admiten que el mercado no es el nico mecanismo asignador de recursos, sino las instituciones y especialmente las estructuras de poder que organizan a los mercados, y los mercados, a su vez, ayudan a preservar esas estructuras (Ayala Espino, 1999: 28). El mercado es una forma de coordinacin de las actividades econmicas mucho ms organizado y sofisticado de lo que suponen las teoras neoclsicas que, en lo referente a este punto, confunden hiptesis y resultados: una vez constituido e inserto en una red de controles y de reglas, el mercado puede operar con una gran eficacia y parecer autorregulado, pero es incapaz de autoinstituirse (Boyer y Saillard 1997: 11-12).

    Esta postura de los institucionalistas es muy compatible con el modelo de

    campo que plantea Bourdieu para analizar la economa. A su vez, as como Bourdieu nos habla de que los campos tienen estructuras y

    reglas del juego que los hacen ms o menos virtuosos, los economistas institucionalistas hacen referencia a la diferente calidad que pueden tener las instituciones de la economa para lograr el desarrollo de las naciones:

    Los niveles de desempeo de las naciones dependen en parte de la densidad de las interacciones, de las capacidades de aprendizaje intra e interfirmas y, por tanto, de la calidad de los arreglos institucionales que los sostienen (Villeval, 1997: 138). Los regulacionistas buscan las condiciones del crecimiento y la estabilidad estudiando las formas institucionales capaces de orientar y de estabilizar el mercado y de conducir a los agentes, "como a pesar de ellos", hacia crculos virtuosos de acumulacin (Coriat y Dosi, 1997: 155). La teoras de la regulacin insisten en el hecho de que los mercados no son autoinstituidos, en la medida en que su funcionamiento cotidiano supone una completa red de reglas y de "jueces de paz" que garanticen la honestidad de las transacciones. Tambin es necesario que terceros organismos, o reglamentos definan criterios de calidad, que una autoridad delimite a los actores de transacciones autorizados a intervenir en el mercado (porque a falta de ella ste resultara destruido por la multiplicacin de comportamientos oportunistas de agentes para quienes es racional ser deshonestos), que un sistema monetario garantice los pagos futuros en un contexto legal que permita un recurso jurdico

  • contra la falta de pago. En otros trminos, la teora de la regulacin insiste en el hecho de que el mercado es una institucin como otras, y no una alternativa para una economa sin instituciones: sin un sistema jurdico, sin poder coercitivo del Estado, sin un sistema de pagos bien determinado, sin codificacin de la calidad y reglas de admisin los mercados son incapaces de funcionar de manera eficaz (Boyer, 1997: 187).

    El concepto de campo se corresponde a su vez con el nfasis que ponen los

    institucionalistas respecto a la teora de las organizaciones:

    Tanto los regulacionistas como la teora evolucionista tienen el paso obligado por la teora de las organizaciones. En tal sentido la organizacin debe ser considerada como: - un lugar de coordinacin de agentes (de individuos) provistos de capacidades cognitivas y computacionales diferentes y de poderes desiguales. La organizacin es un lugar de competencias para afrontar y resolver los problemas planteados por ambientes cambiantes; - un lugar de poder y de gestin de conflictos que se expresan en un marco jurdico y contractual dado, es un lugar de implementacin de procedimientos iniciativos y de enfrentamientos por el reparto de la rentas internas y el excedente (Coriat y Dosi, 1997: 158).

    Los economistas institucionalistas dan a su vez gran importancia al

    conocimiento prctico, al que consideran un importante activo de las orga-nizaciones:

    G. Williamson desarrolla las siguientes categoras para explicar los problemas de inversin especializada: el conocimiento transmisible es aquel que puede transmitirse de una persona a otra; el conocimiento tcito, en cambio, se adquiere por la prctica y slo parcialmente se transfiere, depende crucialmente de las habilidades del individuo. El aprender haciendo en las organizaciones significa que stas adquieren habilidades de coordinacin y desarrollan rutinas que funcionan como consecuencia de la interaccin repetida. Para la organizacin, el conoci-miento tcito y el aprendizaje son activos que no se encuentran en el mercado, por ello hacen ms valiosa la organizacin, en tanto ha sido capaz de conjuntar a los individuos exactos en un tiempo y lugar, aprovechando sus caractersticas particulares (Ayala, 1999: 309).

    Las similitudes con el habitus son evidentes, al igual que en las siguientes

    frases: En lenguaje evolucionista, los fundamentos micro de la macro son aprehendidos en trminos de rutinas, de procesos de aprendizaje y de seleccin, con la hiptesis fundamental de que los comportamientos de los agentes pueden ser captados en trayectorias que dependen del camino adoptado [...] El evolucionismo tiene un ncleo duro "cognitivo", que incluye un anlisis de los procesos mentales por medio de los cuales los agentes forman sus representaciones (imperfectas) del mun-do, sus rutinas de comportamiento y la manera en que se van osificando con el transcurso del tiempo (Coriat y Dosi, 1997: 157).

  • La nocin de inters presenta tambin similitudes entre el tratamiento de Bourdieu y el de los economistas institucionalistas:

    La Teora Estndar estipula que los individuos persiguen en primer lugar su inters (lo que implica, tal vez, seguir reglas), la Economa de las Convenciones y las Teoras Regulacionistas afirman que los individuos siguen en primer lugar reglas (lo que no excluye que persigan, por eso mismo, su inters). [...] Para la Economa de las Convenciones una caracterstica crucial de la racionalidad limitada (que la opone totalmente a la racionalidad estndar) es que integra la preocupacin por la coordinacin con los otros. Las reglas van a ser la manifestacin natural de esta integracin. [...] La Teora Regulacionista llega a las reglas por la macroeconoma y la Economa de las Convenciones por la microeconoma (Favereau, 1997: 168-169).

    El tema de las reglas ha sido ampliamente tratado por Bourdieu y ms

    genricamente por la sociologa. Weber afirm que "los agentes sociales slo obedecen a la regla en la medida en que el inters que tengan en obedecerla supere al que tengan en desobedecerla". Bourdieu rescata, en principio, este planteo materialista de Weber en contra de las tendencias a caer en un determinismo de la regla, que vea por ejemplo en los anlisis de Lvi-Strauss. Para Bourdieu no existen las conductas desinteresadas; si seguimos la regla es porque nos interesa, porque creemos que es lo mejor para nosotros, para nuestros valores, para justificar nuestra conducta ante los dems, es decir, porque se dan las condiciones sociales para que la regla sea eficaz. Bourdieu muestra cmo, aun en las sociedades tradicionales (sociedad campesina argelina de los aos cincuenta), los agentes podan seguir fielmente las normas comunitarias o llegado el caso flexibilizarlas cuando las circunstancias lo hacan necesario (Bourdieu, 1980). Sin embargo, Bourdieu se opone tambin a la frase de Weber y analiza el efecto social de la regla.

    La regla acta por la fuerza de la forma. [...] Pero la forma, la formalizacin no acta solamente por su eficacia especfica, propiamente tcnica, de clarificacin y de racionalizacin. Hay una eficacia propiamente simblica de la forma [...] cuya realizacin por excelencia es sin duda el derecho (Bourdieu, 1987).

    La cuestin de las reglas est directamente ligada a las teoras de la justi-

    ficacin (Boltanski y Thvenot, 1991); los agentes siempre intentamos actuar segn buenas razones, es decir, segn razones que pueden ser explicadas y comprendidas por los otros. sta es una de las causas que hacen que toda accin social tenga una dimensin normativa, y un punto de convergencia entre la sociologa y los economistas de las convenciones.

    Podemos fcilmente observar, a partir del conjunto de citas transcritas, que hay numerosas convergencias entre las posturas de los economistas institucionalistas y el enfoque de Bourdieu.

    En relacin con las divergencias, creo que las dos principales son las siguientes:

  • La mayor parte de los economistas, aunque incorporen el criterio de racio-nalidad limitada y la consideracin de las instituciones y las normas, siguen partiendo de la teora del actor racional para la construccin de sus mo-delos explicativos. Para Bourdieu, por el contrario, slo vale el anlisis de las conductas razonables, que slo en determinados casos puede corres-ponderse con el sentido estratgico y el clculo propios del actor racional.

    La segunda diferencia es que para Bourdieu el funcionamiento de un campo econmico no es ms que una especificacin de las leyes universa-les que se dan en cualquier campo social. Desde la economa, por el con-trario, se tiende a trasladar al conjunto del mundo social las categoras de anlisis que se utilizan para explicar el mundo de la economa.

    Reflexiones finales Los aportes tericos desarrollados nos dan herramientas para abordar en forma ms sistemtica las cuestiones de campo planteadas en el segundo apartado. A efectos de no abundar demasiado sobre un tema ya tratado, slo vamos a enunciar algunos lineamientos de anlisis e interpretacin factibles de realizar a la luz de dichas teoras.

    El concepto de habitus es especialmente pertinente para tratar los primeros tres temas de nuestra presentacin: 1) la lgica de la produccin familiar; 2) la construccin colectiva de normas y decisin individual; 3) la racionalidad de la gestin versus la racionalidad de los productores.

    El concepto de habitus, en toda su complejidad, permite aclarar los meca-nismos que determinan las prcticas de los agentes (en nuestro caso los campesinos, los farmers o los productores empresariales), los cuales guardan mucha ms coherencia con los comportamientos realmente observados, en relacin con la capacidad explicativa de los enfoques que parten del postulado del actor racional maximizador de beneficios. Adems, el concepto de habitus acepta, al igual que lo haca Weber, la existencia de este tipo de comportamiento, pero slo como una posibilidad.

    Tan importante como comprender mejor es la posibilidad de intervenir mejor. En las prcticas de los organismos de generacin y transferencia de tecnologa domina una racionalidad instrumental cientificista que tiende a simplificar la complejidad de la realidad. La primera simplificacin se da en la produccin de tecnologa y en la correspondiente oferta de los paquetes tecnolgicos. Los organismos tienden a difundir paquetes tecnolgicos que mejoran los niveles de produccin, factibles de obtener en condiciones experimentales. Cuando a la racionalidad agronmica se agrega la racionalidad econmica (lo cual no siempre se hace) se busca garantizar que la propuesta tecnolgica garantice tambin una rentabilidad ptima, pero siempre en una situacin de produccin controlada.

    En nuestros estudios en el rea ganadera de la pampa deprimida bonaerense pudimos observar que las condiciones que debe enfrentar el productor para llevar a cabo sus estrategias y tomar sus decisiones diarias son muchsimo ms complejas que las que se dan en las situaciones experimentales. Existe un condicionamiento que va desde el medio fsico-biolgico especfico de cada

  • productor -que nunca es tan homogneo como tiende a suponerse cuando se plantean las estrategias de extensin- hasta la serie de factores ya analizados en el segundo apartado. Sin duda, para un productor medio, la racionalidad que deriva del habitus explica mucho ms su toma de decisiones que la racionalidad simplificadora con la que se difunden los paquetes tecnolgicos.

    Al integrar la conceptualizacin que estamos planteando nos damos la oportunidad de superar el cientificismo reduccionista y por lo tanto de poder desarrollar una actitud cientfica ms abarcadora que integre el estudio cientfico de las prcticas,(4) sin limitarnos a juzgarlas de acuerdo con el grado de coherencia que puedan tener con un principio abstracto de maximizacin.

    Por otro lado, si partimos de que el conocimiento y los habitus son una construccin social, debemos tambin pensar en la generacin de espacios so-ciales que permitan potencializar el dilogo y el enriquecimiento mutuo entre el conocimiento cientfico y el conocimiento prctico. De hecho, en nuestra expe-riencia en el seguimiento de programas de intervencin (Cittadini, 1996) hemos podido observar que las respuestas ms creativas y adaptadas a las circunstancias son las que han logrado los grupos de productores que han establecido una buena capacidad de dilogo entre s y con un tcnico asesor que no parta de imponer sus propios criterios sino, de manera primordial, de comprender los criterios de los productores. Con relacin a los tres ltimos aspectos tratados en el segundo apartado {racionalidad instrumental y sustentabilidad, racionalidad instrumental y biotecnologa y las condiciones socioestructurales de un capitalismo no virtuoso en Argentina) creemos que pueden ser provechosamente analizados a travs del concepto de campo.

    Cuando comprendemos que los comportamientos de los agentes se dan en el marco de las reglas del juego que rigen la lgica del campo, es evidente que si pretendemos propugnar cambios en los comportamientos de los agentes no tenemos que apuntar exclusivamente a la concientizaci6n del individuo sino, principalmente, a la mejora de las reglas del juego, y a lograr que estas reglas hagan al campo ms virtuoso, logrando que el inters del agente en l coincida con el mximo beneficio para la sociedad.

    Un ejemplo de campo virtuoso es para Bourdieu el campo cientfico (Bourdieu, 1976). En este campo, que es un campo social como cualquier otro, con sus dominantes y sus dominados y con sus luchas ms o menos descarnadas, se lucha por producir verdades. Las reglas del juego implican que cualquier engao sera fuertemente sancionado, y son los mismos pares los que juzgan el mrito de nuestras producciones. Cualquier verdad est sujeta a ser refutada si otro cientfico prueba que no es consistente. Esto no quiere decir que en el mundo cientfico no haya intereses subalternos y trabas ms o menos manifiestas para la confrontacin en el campo (las cuales habra que tratar de ir superando para mejorar la virtuosidad del mismo), pero lo que importa es que el juez ltimo que dictamina una disputa es la evidencia emprica, evaluada por los mismos pares.

    Si entramos en el mundo de la economa podemos analizar que las reglas del juego que rigen la economa de un pas pueden hacer que el campo econmico sea ms o menos virtuoso. Un campo poco virtuoso ha sido justamente el de la economa argentina, donde los intereses de los sectores econmicos dominantes

  • y las reglas del juego del campo han motivado conductas productivas especulativas de corto plazo que no han sido coherentes con los intereses de la sociedad en su conjunto, es decir, con las posibilidades de lograr un sendero de desarrollo y empleo productivo perdurable.

    Con relacin a la promocin de prcticas agrcolas sustentables, nuevamente es claro que las posibilidades de xito estarn muy relacionadas con el establecimiento de reglas de juego que premien la implementacin de dichas prcticas.

    Sin embargo, en este punto, y particularmente en un tema como el de la biotecnologa, est la cuestin previa de cmo determinar cules son las decisiones y las prcticas ms apropiadas. Los estados son, en gran medida, los encargados de establecer las reglas del juego para la toma de decisiones (ya analizamos el papel que desempe el Estado argentino en la difusin de los procedimientos transgnicos). Ahora bien, el Estado puede ser considerado justamente como un" meta" (con especiales poderes para fijar las reglas del juego de los diferentes campos. El Estado est muy influenciado a su vez por el campo del poder, que es el de disputa entre los sectores dominantes de los diferentes campos para lograr ventajas para sus respectivas reas: el sector de la cultura lucha para obtener medidas que lo favorezcan, el sector cientfico reclama ms presupuesto, los sectores econmicos aspiran a medidas que faciliten sus negocios, etc. Es decir, que las decisiones polticas estn abiertamente influenciadas por la lucha de intereses. Sin embargo tambin tenemos en este campo un elemento clave de virtuosidad. Este elemento es el sistema democrtico que, en la medida en que funcione, posibilita a los ciudadanos imponer sus preferencias por encima de los intereses particulares de un sector. Solamente que para que esta virtuosidad se manifieste en plenitud es necesario luchar por una participacin ciudadana plena y esclarecida, que incluya la democratizacin de los medios de difusin. En este sentido, el ejemplo de los transgnicos puede ser paradigmtico. Darle racionalidad a las decisiones polticas que se tomaron y a las que se vayan a tomar requerira en primer lugar un amplio debate pblico entre los miembros de la comunidad cientfica que tienen posiciones encontradas en el tema y en segundo lugar generar foros de discusin en los que la ciudadana toda pueda tener un lugar de esclarecimiento y opinin.

    Para finalizar queremos agradecer el espacio que nos han dado en este encuentro dedicado a reflexionar sobre el pensamiento econmico y estaramos muy contentos si esta ponencia da lugar a un espacio de discusin para avanzar en una mayor integracin entre la economa y la sociologa, en el mbito de las ciencias sociales.

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    Anexo

    El concepto de habitus Dado que el concepto de habitus es clave en la confrontacin que realiza Bourdieu con la teora del actor racional, a continuacin transcribimos diferentes prrafos(5) en los que el autor pone en evidencia el alcance de su conceptualizacin:

    Bourdieu nos explica qu es y cmo funciona el habitus.

    Los condicionamientos asociados a una clase particular de condiciones de existencia producen hbitus, sistemas de disposiciones durables y transferibles, estructuras estructuradas predispuestas a funcionar como estructuras estructurantes, es decir, en tanto principios generadores y organizadores de prcticas y de representaciones que pueden ser objetivamente adaptadas a sus metas sin suponer la intencin consciente de alcanzar determinados fines y el dominio expreso de las operaciones necesarias para alcanzarlos, objetivamente respondiendo a "reglas" y a "regularidades" sin ser en nada el producto de la obediencia a reglas (SP, p. 88). Si uno observa regularmente una correlacin muy estrecha entre las probabilidades objetivas cientficamente construidas (por ej., las oportunidades de acceso a tal o tal bien) y las esperanzas subjetivas (las motivaciones y las necesidades) no es porque los agentes ajusten conscientemente sus aspiraciones a una evaluacin exacta de sus posibilidades de xito, a la manera de un jugador que hara su juego en funcin de una informacin perfecta sobre sus oportunidades de ganar. En realidad, dado que las disposiciones durablemente inculcadas por las posibilidades y las imposibilidades, las libertades y las necesidades, las facilidades y las prohibiciones que son inscritas en las condiciones objetivas engendran disposiciones compatibles con esas condiciones y en cierta manera preadaptadas a sus exigencias, las prcticas ms improbables se encuentran excluidas, antes de todo examen, a ttulo de impensables, por esta suerte de sumisin inmediata al orden que inclina a hacer de la necesidad virtud, es decir, a rechazar lo rechazado ya querer lo inevitable. Las condiciones mismas de la produccin del habitus, necesidad hecha virtud, hacen que las anticipaciones que l engendra tiendan a ignorar la restriccin a la cual subordina la validez de todo clculo de probabilidades, a saber, que las condiciones de la experiencia no hayan estado modificadas: a diferencia de las estimaciones tericas que se corrigen despus de cada experiencia segn las reglas rigurosas de clculo, las anticipaciones del habitus, suerte de hiptesis prctica fundada sobre la experiencia pasada, confieren un peso desmedido a las primeras experiencias (SP, p. 90). Producto de la historia, el habitus produce prcticas individuales y colectivas, por lo tanto produce historia conforme a los esquemas engendrados por la historia; asegura la presencia activa de las experiencias pasadas que, depositadas en cada organismo bajo la forma de esquema de percepcin, de pensamiento y de accin, tienden ms seguramente que todas las reglas formales y todas las normas

  • explcitas a garantizar la conformidad de las prcticas y sus constancias a travs del tiempo (SP, p. 91).

    Bourdieu cuestiona que slo exista un tipo de inters:

    El concepto de inters, tal como lo concibo, es enteramente distinto del inters transhistrico y universal de la teora utilitarista, universalizacin inconsciente de la forma de inters que genera y exige una economa capitalista. Lejos de ser una invariante antropolgica, el inters es una arbitrariedad histrica, una construccin histrica que slo puede conocerse mediante el anlisis histrico, ex post, a travs de la observacin emprica, y que puede ser deducido a priori de una concepcin ficticia y a todas luces etnocntrica del "Hombre" (R, p. 80). A su vez, nos muestra que el actor racional es un producto histrico y que funciona condicionado por la estructura o campo especfico en el que est inserto. La teora de la accin racional slo reconoce las respuestas racionales de un agente carente de historia, indeterminado e intercambiable. Esta antropologa imaginaria pretende fundamentar la accin, econmica o no, en la eleccin intencional de un actor libre de cualquier tipo de condicionamiento econmico y social. Ignora la historia individual y colectiva de los agentes a travs de la cual se constituyen las estructuras de preferencias que los caracterizan, dentro de una compleja dialctica temporal con las estructuras objetivas que las producen y que ellas tienden a reproducir (R, p. 85).

    Bourdieu recurre a sus investigaciones antropolgicas realizadas en la dcada de 1960 para reflexionar sobre las condiciones sociales para la racionalidad de las conductas econmicas.

    Como lo mostr en mis trabajos acerca de Argelia, el habitus "racional" o, mejor dicho, razonable, que es la condicin previa de una prctica econmica ajustada, adaptada y atinada, no puede construirse ni desarrollarse sino cuando existen ciertas condiciones de posibilidad, en particular econmicas, y que la conducta racional, cuya posibilidad determina a priori, es el producto de una particular condicin econmica y social definida por la posesin de la cantidad mnima de capital econmico y social necesario para percibir y aprovechar las oportunidades potenciales formalmente ofrecidas a todo el mundo. Todas las capacidades y disposiciones que esta teora atribuye liberalmente a un actor abstracto --el arte de estimar y asumir riesgos, la capacidad de anticipar mediante una forma prctica de induccin y de aportar lo posible contra lo probable al costo de un riesgo calculado, la propensin a invertir, el acceso a la informacin econmica, etc. no pueden adquirirse sino en ciertas condiciones econmicas y sociales bien definidas; de hecho, aquellas siempre estn en funcin del poder de que se disponga en y sobre una economa particular. Al postular la existencia de un inters universal y previamente constituido, la teora en cuestin pasa por alto la gnesis social de las diferentes formas de inters (R, p. 86).

    Su cuestionamiento a la racionalidad es ms radical que el desarrollado por

    Herber Simon:

  • La racionalidad es limitada no slo porque la informacin disponible es limitada y la mente humana es genricamente limitada, es decir, que no tiene manera de concebir integralmente todas las situaciones, sobre todo en la urgencia de la accin, sino tambin porque la mente humana es socialmente limitada, socialmente estructurada, ya que siempre permanece, quirase o no, encerrada -salvo que tome conciencia de ello-- "dentro de los lmites de su cerebro", como dijera Marx, esto es, dentro de los lmites del sistema de categoras heredado de su for-macin (R, p. 87).

    El habitus permite entender la razonabilidad de las conductas sin necesidad de

    postular la existencia de un actor racional.

    Por ser incorporacin de lo social, el habitus se desenvuelve "a sus anchas" en el campo donde habita y al cual percibe de inmediato como provisto de sentido e inters. [...] La coincidencia entre las disposiciones y la posicin entre el sentido del juego y el juego, conduce a la gente a hacer lo que debe sin planterselo explcitamente como una meta, ms all del clculo e, incluso, de la conciencia, ms all del discurso y la representacin [...] Cuando el habitus entra en relacin con el mundo social del cual es producto, se encuentra como pez en el agua y el mundo le parece autoevidente (R, p. 88). Slo la nocin de habitus puede explicar el hecho de que, sin ser propiamente racionales (es decir, sin organizar sus conductas a fin de maximizar el rendimiento de los recursos de que disponen o, dicho ms sencillamente, sin calcular, sin plantear explcitamente sus objetivos, sin combinar en forma explcita los medios con los que cuentan para alcanzarlos, en fin, sin hacer combinaciones, planes o proyectos), los agentes sociales sean razonables, no sean insensatos, no cometan locuras (como cuando se dice que alguien "cometi una locura" al incurrir en un gasto "por encima de sus posibilidades): ellos son mucho menos extravagantes o ingenuos de lo que tendemos espontneamente a creer, precisamente porque han interiorizado al trmino de un prolongado y complejo proceso de condicionamiento, las oportunidades objetivas que les son ofrecidas y saben identificar el porvenir que les corresponde, que est hecho para ellos y para el cual ellos estn hechos (en oposicin a aquello con respecto a lo cual decimos: "esto no es para nosotros"), mediante anticipaciones prcticas que les permiten reconocer de inmediato aquello que se impone sin mayor deliberacin como "lo que se debe hacer" o "lo que se debe decir" (y que, en retrospectiva, aparecer como "la nica opcin"). La dialctica de las expectativas subjetivas y de las oportunidades objetivas opera por doquier en el mundo social y, las ms de las veces, tiende a asegurar el ajuste de las primeras a las segundas (R, p. 90).

    La adecuacin de las estrategias no proviene de la racionalidad individual sino

    de la historia.

    El habitus encierra la solucin de las paradojas del sentido objetivo sin intencin subjetiva: est en la base de esos encadenamientos de hechos que son objetivamente organizados como estrategias sin ser el producto de una verdadera intencin estratgica, lo que supondra al menos que ellos sean aprendidos como una estrategia entre otras posibles. Si cada uno de los momentos de la secuencia de acciones

  • ordenadas y orientadas que constituyen las estrategias objetivas pueden parecer determinados por la anticipacin del futuro y en particular de sus propias consecuencias (lo que justifica el empleo del concepto de estrategia), quiere decir que las prcticas que engendra el habitus y que son comandadas por las condiciones pasadas de la produccin, de sus principios generadores, estn, por anticipado, adaptadas a las condiciones objetivas, siempre que las condiciones en las que el habitus funciona se mantengan idnticas -o parecidas- a las condiciones dentro de las cuales ellos se han constituido; el ajuste a las condiciones objetivas perfecta e inmediatamente logrado da la ms completa ilusin de finalidad o, lo que viene siendo lo mismo, de mecanismo autorreglado (SP, p. 103).

    La lgica del habitus queda particularmente de manifiesto cuando ste se

    vuelve inadecuado, cuando cambian las condiciones histricas que lo produjeron:

    Con todo, surgen desfases en los que las conductas se tornan ininteligibles si no se hace intervenir el habitus y su inercia propia, su hisrisis: pienso en el caso que pude observar en Argelia, donde las personas fueron brutalmente arrojadas a un "cosmos capitalista" con habitus "precapitalistas". Tambin en situaciones de cambios revolucionarios [...] El ajuste previo del habitus a las condiciones obje-tivas es slo un caso particular (sin duda el ms frecuente), y hay que cuidarse de universalizar inconscientemente el modelo de la relacin casi circular de reproduccin casi perfecta que nunca se aplica a cabalidad sino en el caso extremo donde las condiciones de produccin del habitus y las condiciones de su funcionamiento son idnticas u homotticas (R, p. 90).

    El habitus es un principio generador y unificador de prcticas:

    La teora del habitus no slo tiene el mrito de explicar de una manera ms adecuada la lgica real de las prcticas (econmicas, en particular) que la teora de la accin racional simple y sencillamente destruye. Es una matriz de hiptesis cientficas que han sido objeto de numerosas confirmaciones empricas [...] Permite entender y explicar la constancia de las disposiciones, gustos y preferencias, que tanto coloca en aprietos a la economa neomarginalista (numerosos economistas han debido constatar que la estructura y el nivel de los gastos no se ven afectados por variaciones a corto plazo del ingreso y que los gastos de consumo estn influidos por una fuerte inercia, por el simple hecho de que de-penden de actos previos de consumo). Tambin permite construir y aprehender de manera unitaria dimensiones de la prctica que a menudo se estudian en un orden disperso, ya sea por la propia ciencia, como la nupcialidad y la fertilidad, ya sea por ciencias diferentes, como la hipercorreccin lingstica, la baja fertilidad y la gran propensin al ahorro, propias de la pequea burguesa en ascenso (para mencionar, un poco al azar, dimensiones muy diferentes de la prctica) (R, p. 91).

    La teora del habitus no eliminan la eleccin estratgica y la deliberacin como

    posible modalidad de accin.

    El ajuste inmediato entre el habitus y el campo es slo una de las formas posibles de accin, aunque sea, con mucho, la ms frecuente [...] Las

  • orientaciones sugeridas por el habitus pueden ir acompaadas de clculos estratgicos de los costos y beneficios tendientes a llevar al nivel de la conciencia aquellas operaciones que el habitus efecta conforme a su propia lgica. Adems, los periodos de crisis, durante los cuales los ajustes rutinarios de las estructuras subjetivas y objetivas son brutalmente trastornados, constituyen una clase de circunstancias donde la eleccin racional puede predominar, por lo menos entre aquellos agentes que pueden, por as decirlo, darse el lujo de ser racionales (R, p. 91).

    El habitus no es inmutable, evoluciona con la experiencia del sujeto:

    Siendo producto de la historia, es un sistema abierto de disposiciones, enfrentado de continuo a experiencias nuevas y, en consecuencia, afectado sin cesar por ellas. Es perdurable mas no inmutable (p. 92). Adems, dado que se trata de un sistema de disposiciones, es decir, de virtualidades o potencialidades, el habitus se revela solamente en relacin con una situacin determinada. Es menester concebirlo como una especie de resorte en espera de ser soltado y, segn los estmulos y la estructura del campo, el mismo habitus puede generar prcticas diferentes e incluso opuestas.

    Caracterizacin del mbito econmico como un campo Pierre Bourdieu ha utilizado su conceptualizacin sobre las propiedades de los campos para el anlisis de numerosos mbitos de accin. Dentro del campo cultural analiz entre otros los campos literario, cientfico, universitario y el de la fotografa. En el mbito de la economa analiz, entre sus ltimas producciones, el campo de la industria editorial y el campo de la produccin de viviendas en Francia. Este ltimo estudio acaba de ser editado en espaol e incluye un captulo de sntesis conceptual titulado "Principios de antropologa econmica", del cual intentaremos extraer los principales conceptos para poder valorar el aporte que pueden significar con relacin al debate sobre la teora econmica que hoy nos convoca.

    En primer lugar transcribimos, del libro Respuestas, la definicin general de campo que da Bourdieu:

    En trminos analticos, un campo puede definirse como una red o configuracin de relaciones objetivas entre posiciones. Estas posiciones se definen objetivamente en su existencia y en las determinaciones que imponen a sus ocupantes, ya sean agentes o instituciones, por su situacin actual y potencial en la estructura de la distribucin de las diferentes especies de poder (o de capital) cuya posesin implica el acceso a las ganancias especficas que estn en juego dentro del campo- y, de paso, por sus relaciones objetivas con las dems posiciones (dominacin, subordinacin, homologa, etc.). En las sociedades muy diferenciadas, el cosmos social est constituido por el conjunto de estos microcosmos sociales relativamente autnomos, espacios de relaciones objetivas que forman la base de una lgica y una necesidad especfica, que son irreductibles a las que rigen los dems campos (R, p. 64).

  • Y ya refirindose especficamente al campo econmico nos explica cmo se constituye y funciona de acuerdo con las empresas que participan en l:

    Los agentes -en este caso las empresas- crean el espacio, esto es, el campo econmico, que slo existe por los agentes que se encuentran en l y que deforman el espacio prximo a ellos confirindole una estructura determinada. En otras palabras, en la relacin entre las diferentes "fuentes de campo", vale decir, entre las diferentes empresas de produccin se generan el campo y las relaciones de fuerza que lo caracterizan. Ms concretamente, son los agentes, esto es, las empresas, definidas por el volumen y la estructura del capital especfico que poseen, los que determinan la estructura del campo que los determina, es decir, el estado de las fuerzas que se ejercen sobre el conjunto de las empresas dedicadas a la produccin de bienes similares. Las empresas, que ejercen efectos potenciales variables en su intensidad y direccin, controlan una parte del campo (participacin en el mercado) tanto ms grande cuanto ms importante es su capital. En cuanto a los consumidores, su comportamiento se reducira por com-pleto al efecto del campo si no tuvieran cierta interaccin con l (en funcin de su inercia absolutamente mnima). El peso (la energa) asociado a un agente, que padece el campo al mismo tiempo que lo estructura, depende de todos los otros puntos y de las relaciones entre todos los puntos, es decir, de todo el espacio (ESE, pp. 221-222).

    La idea de campo implica la existencia de una estructura y difiere totalmente de

    la idea de un mercado en el que interactan agentes autnomos equivalentes:

    La fuerza asociada a un agente depende de sus diferentes cartas de triunfo [...] es decir, ms precisamente, del volumen y la estructura del capital que posee en sus diferentes tipos: capital financiero, real o potencial, capital cultural (que puede especificarse como capital tecnolgico, capital jurdico y capital organizativo, incluido en l el capital de informacin sobre el campo), capital comercial, capital social y capital simblico (ESE, p. 222). En oposicin a la visin interaccionista, que no conoce otra forma de eficacia social que la "influencia" directamente ejercida por una empresa sobre otra a travs de un tipo cualquiera de "interaccin", la visin estructural toma en cuenta efectos que se cumplen al margen de cualquier interaccin: la estructura del campo, definida por la distribucin desigual del capital, es decir, de las armas especficas, pesa, ms all de toda intervencin o manipulacin directa, sobre el conjunto de los agentes participantes en el campo, a quienes restringe tanto ms el espacio de posibilidades abierto ante ella cuanto peor situados estn en esa distribucin. La tendencia a la reproduccin de la estructura es inmanente a la estructura misma del campo: la distribucin de las cartas de triunfo gobierna la distribucin de las posibilidades de xito y de ganancias a travs de mecanismos diversos, como las economas de escala o las "barreras a la entrada" resultantes de la desventaja permanente que los recin llegados deben enfrentar o del costo de explotacin que deben tomar en cuenta [...] (ESE, p. 223).

  • Cada agente acta con naturalidad en el marco que le posibilita su posicin en la estructura y su habitus, ligado, a su vez, a dicha posicin en la estructura.

    En razn de las regularidades inscritas en los juegos recurrentes que en l se desarrollan, el campo propone un futuro previsible y calculable, y los agentes adquieren en l conocimientos prcticos y disposiciones transmisibles (a veces llamados "rutinas") que son la base de previsiones prcticas ms o menos groseramente fundadas (ESE, p. 224). . Las estrategias ms conscientemente elaboradas slo pueden llevarse a cabo en los lmites y las direcciones que les asignan las restricciones estructurales y el conocimiento prctico o explcito, siempre distribuido de manera desigual, de esas coacciones (el capital de informacin que se asegura a los ocupantes de una posicin dominante -en especial a travs de la participacin en consejos de administracin o, en el caso de los bancos, por medio de los datos suministrados por los solicitantes de crdito- es, por ejemplo, uno de los recursos que permiten escoger las mejores estrategias de gestin del capital) (ESE, p. 224).

    La relacin entre la estructura y los precios:

    La estructura de la relacin de fuerza entre empresas que no slo interactan de manera indirecta, por intermedio de los precios, contribuye, en lo esencial, a determinar los precios al determinar, a travs de la posicin ocupada en ella, las posibilidades diferenciales de influir en su formacin, por ejemplo, gracias al efecto de la economa de escala resultante del hecho de que la fuerza en la negociacin con los proveedores se incrementa con el tamao, o que el costo de inversin por unidad de capacidad disminuye cuando aumenta la capacidad total (ESE, p. 225).

    En el marco de su anlisis, Bourdieu plantea la necesidad de rescatar la

    tradicin de Harvard (Joe Bain y Edward Mason), la cual presenta similitudes con su enfoque de campo.

    Edward Mason, en efecto, tiene el mrito de establecer los fundamentos de un verdadero anlisis estructural (en oposicin al interaccionista) del funcionamiento de un campo econmico. En primer lugar, plantea que slo un anlisis capaz de tomar en cuenta la estructura de cada empresa, principio de la disposicin a reaccionar ante la estructura particular del campo, y la estructura de cada sector (industry), una y otra ignorados por los partidarios de la teora de los juegos [...] puede explicar todas las diferencias entre las firmas en materia de prcticas competitivas, en especial en sus polticas de precios, produccin e inversin [...] (ESE, p. 227)

    El campo econmico como campo de lucha El campo econmico es, como todos los campos, un campo de lucha:

  • El campo de fuerzas es tambin un campo de luchas, campo de accin socialmente construido donde los agentes que cuentan con recursos diferentes se enfrentan para tener acceso al intercambio y conservar o transformar la relacin de fuerza vigente. Las empresas libran en l acciones que dependen, en sus fines y su eficacia, de su posicin en el campo de fuerza, es decir, en la estructura de la distribucin del capital en todas sus formas. Lejos de estar frente a un universo sin gravedad ni restricciones, en el que puedan desarrollar sus estrategias a voluntad, estn orientadas por las restricciones y las posibilidades inscritas en su posicin y por la representacin que pueden hacerse de esa posicin y la de sus competidores, en funcin de su informacin y sUs estructuras cognitivas (ESE, p.227).

    Los precios son un aspecto central de la lucha, y los grandes, en principio,

    tienen ventajas.

    La empresa dominante tiene por lo comn la iniciativa en materia de cambio de precios, introduccin de nuevos productos y medidas de distribucin y promocin; est en condiciones de imponer la representacin ms favorable a sus intereses en cuanto a la manera ms conveniente de jugar y las reglas del juego, y por lo tanto sobre la participacin en ste y su perpetuacin. Constituye un punto de referencia obligado para sus competidores que, hagan lo que hicieren, se ven conminados a tomar posicin con respecto a ella, activa o pasivamente. Las amenazas que penden sin cesar sobre ella -ya se trate de la aparicin de nuevos productos capaces de reemplazar los suyos o del alza excesiva de sus costos, que pueden poner en riesgo su produccin- la obligan a una vigilancia constante (en especial en los casos de dominacin compartida, en que se impone la coordinacin destinada a limitar la competencia). Contra esas amenazas, la empresa dominante puede implementar dos estrategias muy diferentes: esforzarse por mejorar la posicin global del campo tratando de incrementar la demanda general, o defender o aumentar sus posiciones conquistadas en el campo (su participacin en el mercado) (ESE, p. 229). Las fuerzas del campo impulsan a los dominantes a adoptar estrategias cuyo fin es perpetuar o redoblar su dominacin: De tal modo, el capital simblico con que cuentan gracias a su preeminencia y tambin a su antigedad les permite recurrir con xito a estrategias destinadas a intimidar a sus competidores [...] (ESE, p. 230).

    Efectos de la aparicin de nuevos agentes y/o de la adopcin de nueva

    tecnologa. Las estrategias diferenciales segn el tamao de las empresas.

    La aparicin de un nuevo agente eficiente modifica la estructura del campo. Del mismo modo, la adopcin de una nueva tecnologa y la conquista de una porcin ms grande del mercado modifican las posiciones relativas y el rendimiento de todos los tipos de capital en poder de las dems. Pero las firmas que ocupan un lugar secundario en un campo, tambin pueden atacar a la empresa dominante (y al resto de los competidores), de manera frontal, tratando por ejemplo de bajar sus costos y sus precios, en especial gracias a una innovacin tecnolgica, o de manera lateral, intentando colmar las

  • lagunas de la accin de la firma dominante y ocupar ciertos nichos al precio de una especializacin de su produccin, o volviendo contra ella sus propias estrategias, En ese caso, el xito parece depender de la posicin relativa en la estructura de la distribucin del capital, y al mismo tiempo en el campo: mientras que las firmas muy grandes pueden obtener grandes ganancias gracias a economas de escala y las pequeas pueden hacer otro tanto si se especializan para dedicarse a un segmento restringido del mercado, las empresas medianas tienen a menudo escasa rentabilidad porque, demasiado grandes para obtener las ganancias de una produccin con un blanco bien preciso, son demasiado pequeas para aprovechar las economas de escala de las mayores (ESE, p. 230).

    La tecnologa sola no alcanza,

    [...] se puede citar una serie de casos en que las empresas dominantes fueron reemplazadas a causa de una mutacin tecnolgica que, gracias a una reduccin de los costos, le dio ventajas a empresas competidoras ms pequeas. Pero el capital tecnolgico slo es eficiente si se asocia a otros tipos de capital. As se explica, sin duda, que los desafiantes victoriosos sean muy pocas veces pequeas empresas nacientes y que, cuando no tienen su origen en la fusin de firmas ya establecidas, provengan de otras naciones o, sobre todo, de otros subcampos (ESE, p. 231).

    El Estado no es neutral:

    Entre todos los intercambios con el exterior del campo, los ms importantes son los que se establecen con el Estado. La competencia entre las empresas asume a menudo la forma de una competencia por el poder sobre el poder del Estado -en especial sobre el poder de reglamentacin y los derechos de propiedad- [...]

    Refirindose a su estudio sobre la produccin de viviendas en Francia,

    Bourdieu dice que:

    [...] en el caso, completamente ejemplar, del campo de produccin de casas indi-viduales, como en muchos otros, el Estado contribuye de manera decisiva a la construccin de la demanda y la oferta; ambas formas de intervencin se efectan bajo la influencia directa o indirecta de las partes ms claramente interesadas (p. 232). 276

    La empresa como campo

    Para Bour