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    1816-201616 PROPUESTASPARA ABORDAR DESDE

    LA ESCUELA

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    Sin dudas el Bicentenario de la Independen-

    cia nos convoca a pensar estos doscientosaos de vida en el que personas de distintosorgenes estuvieron dispuestas a cambiar surealidad. Hablamos de mujeres y hombres,criollos, mestizos, de pueblos originarios,afrodescendientes, inmigrantes, trabajado-res, jvenes y nios que en estas dos centu-rias sostuvieron la construccin de los idea-les libertarios, de igualdad y de justicia.

    Como trabajadores de la educacin, pensardesde este ngulo el proceso histrico noslleva directamente a replantear la HistoriaOficial (liberal y mitrista) que se ense ennuestras aulas. Nos referimos a esa versinque divulg que la Revolucin de Mayo fueel acontecimiento que nos liber del some-timiento realista sin derramar una gota desangre (French y Beruti solo repartan esca-rapelas...).

    Como vemos, estuvimos ante una historia li-neal donde se ocultaron las contradiccionesdel proceso histrico, porque lo que interesfue la exaltacin de algunos hroes del pan-ten de todo un linaje que integr la oligar-qua vencedora que particip de lo que ellossealaron las grandes gestas nacionales: LaRevolucin de Mayo, la derrota de Rosas enCaseros, Pavn y la fundacin en 1880 del Es-tado Nacional.

    Pero hay otros posicionamientos, en ellosMoreno es el escritor del Manual de Opera-ciones, Belgrano es un lder incmodo al quese le ocurri en los debates de la Independen-cia proponer una forma de gobierno con unRey Inca, San Martn es hijo de una origina-ria, est un tal Artigas, lder revolucionarioquien fue ubicado en una relativa margina-lidad en el proceso de Mayo, cuando l y susseguidores fueron protagonistas centrales de

    lo que pudo haber sido. Luego, el debate noslleva a los federales y a la resistencia de losoriginarios tanto en el sur de Buenos Airescomo en la Patagonia.

    Ms tarde, el Siglo XX trajo los vientos del mo-

    vimiento poltico y sindical que creci desdeabajo. Ac y en Amrica Latina se produjeronmovimientos populares muy heterogneos yplurales en su conformacin: Zapatismo, Pe-ronismo, la Revolucin Cubana, Sandinismoy tantos otros en todo el continente. A la par,las mujeres, protagonizaron todas esas bata-llas y concretaron muchas de sus demandas.

    El inicio del actual siglo, tras el fracaso de laimplementacin de las polticas neoliberalesy las posdictaduras, trajo consigo el surgi-miento de gobiernos democrticos y progre-sistas que avanzaron en la construccin desoberana y derechos. Recordemos el NO alAlca, en Mar del Plata, en el que la moviliza-cin popular en consonancia con la voluntadpoltica de cuatro presidentes evit el tratadode libre comercio.

    En estas luchas que nombramos que tuvie-

    ron como objetivo transformar la realidadencontraremos las bases de nuestro desafode hoy que sigue siendo la disputa por nues-tros derechos y la justa distribucin de la ri-queza.

    SI ALGO NO EXISTE ESEL OLVIDO

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    1816 2016 (16)EDITORIAL

    El nmero diecisis surgi arbitrariamente, como lmite,para pensar en diferentes hechos que configuran nuestrahistoria. Sin dudas no podemos restringir, menos an,resumir 200 aos desde Tucumn a nuestros das en tanpocos hechos. No obstante ello, nos permitimos pensarlos,tensionarlos y abonar el camino respecto de qu historiaqueremos ensear y para qu.

    Este desafo nos invit a oscultar la multiplicidad deprcticas que desarrollamos en las aulas, en las escuelas,en la comunidad y as recorrimos todos los niveles ymodalidades que componen el sistema educativo.

    Las propuestas didcticas presentadas abarcan el anlisis dedocumentos y de pinturas, juegos de roles y de simulacin,la promocin del trabajo con perspectiva de gnero, lassalidas didcticas y el uso de las nuevas tecnologas.Tambin encontraremos textos con un perfil historiogrficoe ilustraciones realizadas por docentes que trabajan en lasescuelas de formacin artstica de la ciudad.

    Lxs docentes creamos, inventamos y este trabajo quepresentamos es una buena expresin de la cotideaniedad denuestro quehacer que ponemos en valor. Los invitamos aleer y a compartir estas pginas.

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    LA INDEPENDENCIA

    LOS PROCESOS REVOLUCIONARIOSINDEPENDENTISTAS AMERICANOS: ENTRE LARUPTURA DEL ORDEN ESPAOL Y LOS NUEVOSPACTOS DE DOMINACIN NEOCOLONIAL, 1810 1850

    MARTN ACRI

    ET Raggio

    Profesorado de Historia IMPA y FFyL

    Al analizar el proceso de In-dependencia Americana, de-bemos tener presente queexiste una voluminosa pro-duccin historiogrfica, queal igual que otros procesosrevolucionarios mundiales,necesita ser estudiada y pro-blematizada crticamente.

    Estudios que fueron gene-ralmente elaborados, a me-diados del siglo XIX, para le-gitimar discursivamente lamistificacin del fracciona-miento poltico, oponerse demanera oficial a toda cons-truccin por fuera del conti-nente latinoamericano y paraintegrarse en los manuales

    escolares como aquello quenios y jvenes de ambos se-xos deban estudiar y sabersobre el complejo procesorevolucionario latinoameri-

    cano de principios del sigloXIX. Una imagen construidade rupturas y rechazos, basa-da en la ilusin de una libe-racin conseguida, indepen-dencia poltica, que no tuvoen cuenta el refuerzo internode las estructuras sociales dedominacin y externamen-

    te el refuerzo de los lazos dedependencia econmica conlas potencias extranjeras: enun primer momento Ingla-terra y, posteriormente, conlos EE.UU. y otros pases eu-ropeos.

    En este sentido, es necesarioque la problematizacin detales visiones contemple las

    causas generales de los pro-cesos revolucionarios de In-dependencia: A) Abusos ge-nerales del rgimen colonial:

    el monopolio, la exclusin decargos pblicos, las mil y unaopresiones a los criollos y losotros grupos sociales, que seusan para caer en el juego denosotros los americanos,del que los jefes patriotas sevalieron para dar sus reivin-dicaciones de dignidad del

    inters general. B) Las in-fluencias y la participacinintelectual de Amrica en lasLuces del siglo XVIII: socie-dades, peridicos, gacetas,edicin de libros, etc. C) Lainfluencia de las revolucio-nes americanas y europeas,que tuvieron los movimien-tos independentistas de la

    Amrica Hispnica, como ellevantamiento de las 13 co-lonias norteamericanas y suescisin del Imperio Britni-co, la Declaracin de la Inde-

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    La libertad poltica de las antiguas colonias era paraInglaterra una cuestin vital. La mscara ideolgicade si comercio internacional. (...) Abatir al Imperio

    Espaol significaba quebrar la antigua unidad de laAmrica Hispnica. La estrategia histrica consistien ligar al inters extranjero las rentas de las oligar-quas nativas, asociada a una simultnea y depresi-va poltica de descredito haca todo lo espaol, puesla lengua y las antiguas tradiciones hacan posible laidea de la unidad continental, viva en los pueblos, yculturalmente resistente al enrgico envin capitalis-ta de ultramar.

    Juan Jos Hernndez Arregui 1

    pendencia de Thomas Jefferson el 4/7/1776,la Revolucin Francesa y sus influencias enlos pasos de nuestros constituyentes comoFrancisco Miranda, Simn Bolvar, MarianoMoreno, Juan Jos Castelli, etc., y el levanta-miento revolucionario de Hait. D) Las rebe-liones andinas lideradas por Tpac Amaru IIy Tpac Catar, 1780/81, a partir de las refor-mas borbnicas y el crecimiento de la pre-

    sin fiscal sobre las poblaciones indgenas,como tambin la ambigedad de los criollosen apoyar la rebelin (sobre todo los del AltoPer). E) La no vinculacin de los sucesosamericanos con los acaecidos en la pennsu-la ibrica entre 1807/08 y 1814: invasin na-polenica, lucha del pueblo espaol, lucha delos espaoles republicanos contra los monr-quicos y restauracin de la monarqua espa-ola por la Santa Alianza.

    Por lo tanto, es evidente que la Independen-cia fue obra de los Criollos y los mestizos cla-ros, algunos miembros de las elites locales,que junto a las castas, lucharon en ambos

    lados de la contienda: en el bando realista ocontra l. Hecho que demuestra, como sos-tuvo el historiador Pierre Chaunu, que laprofundidad del compromiso, y en especialel momento de la independencia es inver-samente proporcional a la masa de indios yafro-americanos dominados. Si bien Mxicoconstituy un caso intermedio entre las posi-ciones conservadoras del Alto y Bajo Per, y

    las posiciones radicales de Venezuela y el Riode la Plata2.

    A su vez, existe un esquema de anlisis pres-tado de la Independencia de la Colonias Nor-teamericanas: la oposicin al monopolio ysobre todo, a la presin Britnica sobre lascolonias para pagar la guerra victoriosa deconquista del Canad, a partir del Impues-to al Te, como los gastos de la poltica impe-rial britnica que producan el fracaso en la

    creacin de un verdadero Imperio BritnicoTransatlntico. Siendo necesario problemati-zar el esquema tradicional de la lucha contrael monopolio comercial espaol para visuali-

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    zar la verdadera lucha civil entre diferentesagrupaciones comerciales americanas, comotambin para considerar que las guerras civi-les se produjeron a consecuencia de distintosacontecimientos sucedidos en Espaa y Eu-ropa, logrndose el quiebre del imperio es-paol en Amrica de forma catastrfica gra-cias al quiebre y desgaste del propio ImperioEspaol 50 aos antes. Por lo tanto, se debenproblematizar aquellas visiones que hacendemasiado hincapi en las articulacionestemporales y espaciales netamente america-nas, ya que las Independencias Latinoame-ricanas fueron un fenmeno centralmenteatlntico.

    Al respecto, debe tenerse presente que parael desarrollo del proceso revolucionario inde-pendentista americano contribuy tambinel complejo fenmeno criollo de frustracin

    respecto de los peninsulares y su participa-cin en la Amrica de las Luces. Siendo devital importancia estudiar la dinmica pro-funda de la sociedad colonial y sus tensioneseconmicas, sociales y polticas. A la posicinde los peninsulares en los cargos de mayor

    jerarqua de la administracin colonial y cle-rical, se le fue oponiendo con mayor fuerza,para 1800, la figura econmica de los seorescriollos de la mina, de la tierra, del negocio ydel interior mismo del monopolio, en virtudde la ley de rendimientos decrecientes. Ade-ms, el crecimiento inmigratorio y algunosproblemas de integracin regional y cultu-ral, muchas veces se tradujeron en tensiones

    tnico-racionales de la sociedad americana:racismo y desprecio de los blancos hacia losotros grupos sociales, establecida como partede la lgica de dominacin peninsular sobrelos dems grupos sociales.

    Otra cuestin a tener en cuenta es que la par-ticipacin de Amrica en las Luces del sigloXVIII, es ms tarda pues el siglo XVIII euro-peo se sita en el siglo XIX de la Amrica es-

    paola. La participacin de Amrica en la co-rriente europea de las luces es regionalmentedesigual: afecta a la Venezuela de Miranda yde Bolvar, cuyo rol es decisivo en la primerafase de la revolucin; e igualmente profundaen el rio de la Plata, que al desligarse de Limaen 1776, en buena parte lo hace de Espaa;en contraposicin al eje fidelista (realista) delos andes y la ambigedad de Mxico (atrave-sada por la enseanza de la escolstica cole-

    gial). Por lo tanto, solo una minora, la lectoray pro francesa (iluminista) es atravesada porla filosofa racionalista del siglo XVIII. Hechoque hace posible considerar que la Amricaespaola, es una provincia de Europa, ambi-gua y frgil, que no inventa la revolucin o elproceso de independencia, sino que la reci-be, la reconfigura y la lleva adelante tras unaprolongada lucha militar de 15 aos.

    Ahora bien, es necesario recordar que los im-

    perios ibricos se quiebran entre 1808 y 1824,siendo la Independencia americana el resul-tado de un largo desgaste del imperio espa-ol y el peso de la administracin colonial enmanos peninsulares. En paralelo se produjo

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    el avance mundial de las potencias marti-mas inglesa, francesa y holandesa (capita-listas) sobre ella, pese al esfuerzo reformistaentre 1770 y 1800. Es decir, una pujante reac-cin imperial espaola a fines del siglo XVIII,comparable a la realizada por los ingleses enpleno proceso de revolucin industrial. Porlo que, se habla as del fin de los imperios ha-cia 1860, tiempo de ascenso de los EE.UU. yla conformacin de un nuevo eje de domina-

    cin (tras la Guerra de Secesin y el triunfodel norte industrial) que llev a Latinoamri-ca a un nuevo pacto oligrquico neocolonialcon dichos estados, a partir de su insercineconmica al mercado mundial como pro-ductora de materias primas y alimentos.

    Los movimientos revolucionarios indepen-dentistas americanos, en un primer mo-mento, 1810/11, no fueron conflictos entrecolonias y metrpoli (por la ausencia de la

    metrpoli hasta 1814/15, momento en queFernando VII volvi al trono espaol y des-pach tropas a Amrica), sino ms bien unaguerra civil entre Realistas contra Patriotas,revelando la geografa profunda de tensio-nes y contradicciones del imperio espaolamericano. Los revolucionarios triunfan enVenezuela y el Rio de la Plata, luego en Chilecon ayuda de las tropas rioplatenses al man-do del general Jos de San Martn, fracasan

    en Mxico donde Morelos e Hidalgo son de-rrotados por los realistas y conservadorescomo Iturbe, lo mismo pas en los andes y supersistente apoyo al imperio espaol.

    Ahora bien, en las Provincias Unidas del Rode la Plata, la guerra revolucionaria llev algeneral Manuel Belgrano en febrero de 1814a dirigirse haca Buenos Aires para ren-dir cuentas, por las derrotas de Vilcapugioy Ayohma en el Alto Per. Tras pasar porSantiago del Estero, se dirigi luego a Crdo-

    ba y, el da 12 de junio, al llegar a Lujn fuearrestado, por lo que solicit su traslado aSan Isidro, a la quinta de un pariente, debi-do a su penosa situacin de salud. En aquellugar sigui escribiendo su trabajo tituladoAutobiografa, afront el juicio en su contray tras dos meses desde su partida de Tucu-mn, fue sobresedo de todos los cargos yaque ni el consejo de guerra presidido por losgenerales, ni el gobierno pudo esgrimir al-guna acusacin para condenarlo. Absuelto

    de toda sospecha, recuper la confianza delDirector Supremo, Gervasio Posadas, y sushombres, y a fines de ese ao recibi la mi-sin de viajar a Brasil y a Londres para reci-bir la aprobacin y ayuda de esas potencias ala causa revolucionaria. Junto a BernardinoRivadavia fue designado para gestionar elreconocimiento de la Independencia de lasProvincias Unidas, y hacer llegar en personalas felicitaciones al monarca espaol por su

    regreso al trono. Pero al llegar a Londres elpanorama era otro: tras la derrota de Napo-len los reyes depuestos por este volvieron altrono de la mano de la Santa Alianza. Entreellos, Fernando VII, quien se dispuso a armary enviar al Ro de la Plata, el 15 de febrero de1815, un nuevo ejrcito de 15.000 soldados,que nunca llegaron a destino, pues arribarona Venezuela y Nueva Granada, el 7 de abrilde ese ao.

    Rpidamente, Belgrano volvi a Buenos Ai-res, en marzo de 1816, sin ningn tipo deayuda europea. En esos momentos, desde el24 de marzo, se asista a la apertura del Con-greso de Tucumn, donde se discuta unaposible declaracin de la independencia y lafutura forma de gobierno. Manuel Belgranoy Jos de San Martn apoyaron ferviente-mente la Declaracin de la Independencia,como otros patriotas, que se dict el 9 de ju-

    lio de 1816, asintiendo en todo momento a superfil americanista que todava persista enlos revolucionarios de la poca. El Acta de laIndependencia no declara la independenciaargentina, tampoco de Las Provincias Uni-

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    das del Ro de la Plata, sinode las Provincias Unidas enSud Amrica, que por me-dio de los representantes delos pueblos presentes y enunnime decisin resuelven

    romper los violentos vn-culos que las ligaban a losreyes de Espaa, recuperarlos derechos de que fuerondespojadas, e investirse delalto carcter de una nacinlibre e independiente del reyFernando VII, sus sucesoresy metrpoli3. Acta que tam-bin fue escrita en quechua,dada la importancia socialque para la causa revolucio-naria tenan las poblacionesindgenas y el pueblo criollo.

    Ahora bien, tras la declara-cin de la independencia Bel-grano, San Martn y los otrosdiputados presentes discu-tieron acerca de la formade gobierno a implementar.

    Gran parte de los presentespropuso una monarqua conprncipes europeos, aunquela posibilidad coronar a undescendiente de los incas

    como gobernante de una mo-narqua constitucional, conla finalidad de que tal deci-sin contribuira a repararlas injusticias cometidas porlos conquistadores contra las

    culturas americanas desde sullegada, slo obtuvo l apoyde Belgrano (que propuso talidea), San Martn, Bernardode Monteagudo y Martn Mi-guel de Gemes, ante algunosdiputados que se burlaron yotros que la desestimaron.

    Para entonces, la revolucinen el Ro de la Plata afrontaba

    un momento complejo: JuanMartn de Pueyrredn era eldirector supremo de las Pro-vincias Unidas; San Martn sepreparaba para el cruce delos Andes; Gervasio Artigasllevaba adelante la experien-cia republicana de la Liga delos Pueblos Libres; exista unpeligro de invasin realista

    por el norte y por problemasde salud San Martn debidejar el mando del Ejrcitodel Norte en manos del gene-ral Jos Rondeau, quien su-

    fri una terrible derrota enla batalla de Sipe-Sipe, el 29de noviembre de 1815. Losportugueses se aprestaban ainvadir la Banda Oriental y anivel continental, la marcha

    de la revolucin tambin su-fra algunos reveses: el curaJos Mara Morelos habasido apresado, juzgado y fu-silado por la reaccin contra-rrevolucionaria en Mxico,Simn Bolvar fue derrotadoy debi exiliarse en Jamaicay Hait; Miranda mora en lacrcel de la Carraca, en C-diz; y en Chile los patriotasBernardo O Higgins y JosMiguel de la Carrera se halla-ban exiliados, tras la toma deSantiago y parte del territo-rio chileno por los realistas.

    As, ante tal cuadro de situa-cin, en agosto de ese aoBelgrano se reintegr a la ca-rrera militar y se hizo cargo

    del Ejrcito del Norte tras laderrota de Sipe-Sipe. Si bienno logr organizar una nue-va expedicin al Alto Per,envi al teniente coronel

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    Gregorio Aroz de Lamadrid, al mando de unpequeo ejrcito, en 1817, hasta las cercanasde Tarija, donde fue derrotado y debi vol-ver a Tucumn por el camino de Orn. Pos-teriormente, ante el avance de la guerra civily, pese a la necesidad de frenar todo ataquerealista, Belgrano utiliz a sus tropas para las

    guerras civiles que se haban gestado en elterritorio de las Provincias Unidas. Apostadoen el Regimiento de La Ciudadela, cerca deSan Miguel de Tucumn, tuvo que soportarla soledad en la que las autoridades porteasdel Directorio lo haban dejado, al no aten-der sus persistentes reclamos de provisiones,pertrechos y dinero para la paga de los sol-dados. Tal era el abandono y sus necesidadesque muchas veces gast de su propio dineropara contener a la tropa y, en varias ocasio-

    nes, simplemente alimentarla. Envi al coro-nel Lamadrid a Santiago del Estero, acaudi-llada por Juan Francisco Borges, a aplastar larevolucin federal. Y, luego contra el caudilloEstanislao Lpez, al coronel cordobs JuanBautista Bustos, que no logr doblegar la re-sistencia santafesina.

    El proceso revolucionario de independenciadio nacimiento as a las guerras intestinasque asolaran la regin por ms de 40 aos,unitarios versus federales, el centralismoporteo contra la articulacin regional de lospueblos y provincias del interior. Al dramade la guerra se sum el desafo de garantizarla gobernabilidad y la necesidad de constituiruna nueva entidad de gobierno: republicana,monrquica, centralista, federal o legislati-va como depositario de la soberana popu-lar. Pero los conflictos generados durante lapropia revolucin y la guerra exacerbaron

    los conflictos facciosos que convirtieron alos nuevos poderes, legislativo y ejecutivo,en botines de la disputa y en razones para

    justificar los cursos de accin. Adems, trasla revolucin liberal espaola de 1820, unasegunda oleada revolucionaria afect aAmrica y sus procesos de Independencia.Si bien en Mxico triunf el conservaduris-mo de Agustn de Iturbide, tras la batalla deAyacucho, el 9 de diciembre de 1824, las tro-

    pas patriotas al mando del general AntonioJos de Sucre derrotaron definitivamentea las espaolas. Esta fue la ltima gran ba-talla que cerr en esta parte de Amrica, elbrillante ciclo de las luchas revolucionarias

    por la independencia. Luego de la victoria,el general Sucre penetr en el Alto Per (quehaba sido parte de las Provincias Unidas delRo de la Plata) y ocup la ciudad de La Paz.Los altoperuanos conducidos por el guerri-llero Jos Miguel Lanza haban proclamadola independencia del territorio de Espaa

    como de las Provincias Unidas. Por lo que,Sucre hacindose eco de este hecho, convoca un Congreso General an con la inicial opo-sicin de Bolvar, que termin por ceder. LaAsamblea dispuso declarar la independenciay el 6 de agosto de 1825 se firm el acta deemancipacin de la nueva nacin que adop-t el nombre de la Repblica Bolvar, luegoreemplazado por Bolivia. El libertador ve-nezolano fue elegido presidente, ejerciendoel poder por varios meses. En mayo de 1826,

    un congreso especial aprob la Constitucinredactada por Bolvar, en la que expuso algu-nas de sus ideas polticas, tales como la crea-cin del Poder Electoral, la Cmara de losCensores y la Presidencia Vitalicia. Pero trasel retorno de Bolvar a Lima, la presidencia lefue confiada al venezolano Sucre.

    As que, tanto Bolvar como otros revolucio-narios americanos, alentaron a lo largo desus vidas la posibilidad de constituir una fe-deracin que uniese a las naciones latinoa-mericanas y caribeas, desde Mxico hasta elsur. El da 7 de diciembre de 1824, dos dasantes de la batalla de Ayacucho Bolvar remi-ti una circular a todos los gobiernos inde-pendientes, invitndolos a enviar delegadosa un congreso, sugiriendo como lugar de re-unin el istmo de Panam. La reaccin de los

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    gobiernos americanos no fue unnime, solola Gran Colombia y Mxico nombraron de-legados, mientras que Chile y las ProvinciasUnidas, que juzgaban con recelo la accin bo-livariana, se excusaron de hacerlo. Brasil, porsu parte, se limit al acto formal de nombrardelegados que no fueron enviados. Y los Esta-dos Unidos, Inglaterra y Holanda, mandaron

    sus representantes como observadores.El da 22 de junio de 1826 se realiz la aper-tura del congreso en la ciudad de Panamcon la asistencia de la Gran Colombia, Per,Mxico y Amrica Central. Al cabo de diezsesiones se acord continuar las deliberacio-nes en Mxico donde, de hecho, se clausursin que pudieran cumplir los fines de unidadpropuestos. As que, desde el fracaso del Con-greso de Panam se aceler el proceso de dis-

    gregacin de la Gran Colombia. Los marca-dos regionalismos, las ambiciones personalesy la propia actitud de Bolvar, que tenda alpoder personal en detrimento de los ldereslocales, alentaron la desunin. Adems, laspresiones de los imperialismos de turno, in-gls y yanqui (pese a que este ltimo todavano ejerca un poder hegemnico sobre la re-gin) no dejaron que se conforme al sur delcontinente americano otra gran nacin como

    la que se form al norte. El lema de los ingle-ses era dividir para reinar.

    Un tiempo despus, en 1829, Venezuela rea-sumi el pleno ejercicio de su soberana y de-

    cret el ostracismo del libertador. Ecuador,por su parte, se proclam independiente en1830, en tanto que las provincias restantesde la Gran Colombia formaban la repblicade Nueva Granada (aos despus tomara elnombre actual de Colombia). La separacinde Venezuela produjo un duro revs en elnimo de Bolvar, quien desanimado y enfer-

    mo resign sus poderes ante un Congreso re-unido en Bogot y se instal en las afueras dela ciudad de Santa Marta, donde falleci el 17de diciembre de 1830, a los 47 aos de edad.

    Posteriormente, en 1850, falleci en Boulog-ne Sur Mer, Francia, el otro gran libertadorde Amrica el general don Jos de San Mar-tn, en momentos en que los estados ame-ricanos se subordinaban al naciente ordencapitalista mundial como productores de

    materias primas y alimentos. Si bien se ibansuperando las contradicciones subyacentesen la articulacin de la economa, la naciny el sistema de dominacin de cada Estadonacional, se daban tensiones entre la econo-ma regional versus la economa abierta; elmbito local versus el mbito nacional derelaciones sociales y los sistemas de domi-nacin localista versus la centralizacin delpoder en un sistema de dominacin nacio-

    nal que asegurase la produccin de bienesprimarios exportables y la importacin debienes industriales y capitales de los pasescentrales. El nuevo pacto de dominacin neo-colonial daba sus primeros pasos, impuesto

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    por las oligarquas locales mediante la re-presin de todos aquellos que osasen pen-sar distinto al eje de los puertos-Inglaterra/EE.UU., al genocidio del pueblo paraguayodurante la Guerra del Paraguay entre 1865-70, la conquista de las tierras indgenas en elsur patagnico, el Chaco y los ejidales mexi-canos, entre otros. Comenzaba a estructu-

    rarse as una matriz de estados dependien-tes que vivieron a espaldas de sus pueblos,pero a merced de los intereses britnicos ynorteamericanos motorizaron por dcadasla dependencia econmica y la dominacinimperialista de la cultura, la educacin y lasociedad en su conjunto. Pues como destac

    Juan Jos Hernndez Arregui la libertad pol-tica de las antiguas colonias fue para Inglate-

    rra una cuestin vital: la mscara ideolgicade su comercio internacional. Al punto queabatir al Imperio Espaol tambin implic elproceso de quiebre de la antigua unidad dela Amrica Hispnica, ligando al inters ex-tranjero las rentas de las oligarquas nativas,y desarrollando una permanente poltica dedescredito haca todo lo espaol, pues la len-

    gua y las antiguas tradiciones hacan posiblela idea de la unidad continental, viva en lospueblos, y culturalmente resistente al enrgi-co envin capitalista de ultramar.

    1 Hernndez Arregui, Juan Jos, Imperialismo y cultura, Ed. Continente, Bs. As.,2005, p. 20.

    2 Chaunu, Pierre, Interpretacin de la independencia de Amrica Latina, en:Chaunu. P., Hobsbawm. E. y Vilar, P., La independencia de Amrica Latina, Cap. I.,

    Ed. Eudeba, Bs. As., 1973.3 Para ms detalles vase, Actas de algunas sesiones seretas del Congreso de

    Tucumn, en Documentos del Archivo de Belgrano, T. VII, Museo Mitre, Imprenta

    Coni Hermanos, Bs. As., 1918, pp. 231-240. Y, Acta de Independencia declaradapor el Congreso de los Provincias Unidas en Sud - Amrica, en Museo CasaHistrica de la Independencia, San Miguel de Tucumn, disponible en, http://

    museocasahistorica.org.ar/conmemorando-el-di-de-la-independenia-nacional/(ltimo acceso 7/5/2016).

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    MATEN A DORREGO!

    ESTEBAN SOTTILE

    PEP Nro 2 Mariano Acosta

    Un hecho trgico, protagonizado por dosdestacadas espadas de los tiempos de la Re-volucin marc a fuego lo que vino despus.Manuel Dorrego (el federal con maysculas)y Juan Galo Lavalle (el San Martn que nobaj del barco) estuvieron en el mismo ban-do en lugares destacados de la batalla. El pri-mero en Salta y Tucumn, junto a Belgrano yel segundo en todas las disputas blicas delGran Capitn.

    Ambos militares independentistas camina-ron Amrica. Lavalle cruz los Andes, estu-

    vo en el actual Per, pele contra el ImperioPortugus y lo dobleg (por algo lo apodaronel Len). Dorrego tambin cruz la cordille-ra pero para volver a su tierra y as alistarseen la Revolucin que haban pensado entreotros, ex estudiantes de la Universidad Chu-quisaca como el mismsimo Moreno o el ora-dor de Mayo, el primo de Belgrano, Castelli.

    Es muy probable que hayan compartido unalmuerzo de campaa o hayan escuchado en

    el mismo momento, de laboca de los Gran-des Jefes, los sueos de la Revolucin. Cuan-do ahondamos en sus vidas, cuesta creer queestos activos protagonistas de nuestra histo-ria hayan terminado enfrentados (vctimay victimario) y as pasaron a ser unos inc-modos personajes de la historia acuada porMitre.

    Cuando indagamos el Diseo Curricular dela CABA para el nivel primario nos encontra-

    mos con el bloque Uniones y desunionesencontrando all el espacio propicio para darpie a este hecho. Esa marca de unirse y des-unirse (morenistas y saavedristas, unitarios

    y federales, personalistas y antipersonalis-tas, peronistas y antiperonistas) se fue desa-rrollando a lo largo de nuestra rica historia.Pero ac nos centraremos en el siglo XIX, talcomo lo expresa el Diseo,trabajando en laidentificacin de perspectivas diferentes entorno a algunos cambios polticos, segn sec-tores sociales o ideolgicos. Este alcance decontenidos nos permite trabajar este hechoen el marco del proceso poltico que marcgran parte del Siglo XIX.

    Los dos fueron perseguidos y sus cuerpos

    mansillados. La cabeza de uno cruz oculta-da la frontera norte en un cuenco con miel ysus huesos descarnados en el Ro Grande enaguardiente; al otro no le cumplieron ningu-no de sus deseos antes del fusilarlo. Recuer-da Guido (quien estuvo enterrado cerca de

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    ellos en la Recoleta) El cad-ver del Jefe supremo de la Re-pblica permaneci arrojadopor algunas horas, hasta quese le dio humilde sepultura,sin fretro, cerca de la capi-lla del pueblito. Lo enterra-

    ron a escondidas y ya. Tuvoque pasar un ao para querecibiera los honores que sumando demandaba y el cor-tejo fnebre fue uno de losms imponentes que se pro-dujo en aquella Buenos Airesdel segundo decenio del sigloXIX.

    Ac propongo un alto y ob-

    servar el hecho en el marcoque plantea el diseo: la sa-lida didctica. Las mismassuelen organizarse en fun-cin de proyectos o unidadesdidcticas que se estn traba-

    jando. Al mismo tiempo ten-gamos en cuenta que se reali-zan en el marco institucionaly permite a los nios y niaselcontacto con el mundo na-tural, cultural y social dema-nera organizada, por ende eseducativa.

    Las salidas educativas nose asocian solamente con

    una experiencia directadurante eltratamiento deuna unidad didctica o deldesarrollo de un proyecto,sino quese planifican y se po-nen en marcha, en funcinde un determinado plan de

    trabajo. Es probable tambinque un plan de trabajopue-da organizarse entorno a laposibilidad de una salidaeducativainteresante y porlo tanto significativa.

    En nuestra ciudad tenemosuno de los cementerios msemblemticos del mundo: ElCementerio de la Recoleta.

    Visitado por turistas que seacercan a nuestra ciudad, ensus casi dos siglos de existen-cia (fundado en 1822, se lobautiz primero Cementeriodel Norte) son miles las his-torias que atesoran esas cle-bres seis hectreas en las quese yerguen 83 monumentoshistricos nacionales.

    Ahora bien, retomando lo ex-presado en los prrafos an-teriores, nuestro recorte enla salida se centrar en unacaminata por el sector ori-ginal del cementerio. De la

    entrada hacia el Cristo Vie-jo nos encontraremos convarias tumbas cuyos aspec-tos arquitectnicos y simb-licos teirn el hecho quetrabajamos. All al inicio delrecorrido nos encontraremos

    primeramente con el CoronelFederico de Brandsenquienmuriera en la Guerra contrael Imperio. En su tumba, lle-na de detalles ornamentalesy simblicos que dan cuentade su participacin en la ba-talla, particip de una misinsuicida y muri en Ituzaing.La misma forma parte de lahistoria que nos convoca.

    Aqu empieza otra parte denuestro trabajo: agudizar lamirada. Mirar qu est escri-to (aunando fechas y nom-bres que aparecen en losepitafios y monumentos), de-talles tales como la palma degloria y de su paso a la eter-nidad. Frente a Brandsenunaplanta, la rosa federal (sm-boloemblemtico del fede-ralismo) que se encuentra alpie del mausoleo de Quiroga.

    De ese mismo lado de la ca-lle y antes de llegar al Cristo

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    nos encontraremos con la tumba de Dorre-go. All la lectura de su epitafio nos permitiranalizar lo trabajado previamente en el espa-cio del aula. Podremos retomar all el textode Toms Guido en el que habla del cortejoque hizo efectuar Rosas.Al leerlo, mirandode frente al piristilo, podremos transitar la

    sensacin que ocurri en esa jornada de lahistoria.

    Un detalle interesante lo constituye la dis-ruptiva tumbadel Gral. Guido (hecha con pie-dras de la Cordillera de los Andes). Aqu tene-mos otro elemento para sumar al recorrido:leer la carta de Lavalle a Brown (que quedaal lado de la tumba de Guido)al momento demandarlo a fusilar:

    Desde que emprend esta obra, tom la reso-lucin de cortar la cabeza de la hidra, y slo lacarta de Vuestra Excelencia puede habermehecho trepidar un largo rato por el respetoque me inspira su persona. Yo, mi respetadogeneral, en la posicin en que estoy colocado,no debo tener corazn. Vuestra excelenciasiente por s mismo, que los hombres valien-tes no pueden abrigar sentimientos innobles,y al sacrificar al coronel Dorrego, lo hago enla persuasin de que as lo exigen los intere-

    ses de un gran pueblo. Estoy seguro de quea nuestra vista no le quedar a vuestra ex-celencia la menor duda de que la existenciadel coronel Dorrego y la tranquilidad de estepas son incompatibles.

    El camino hacia la tumba de Lavalle nos cru-zar con Juan Manuel de Rosas quien reivin-dic a Dorrego fusilado sin proceso ni juicio

    previo. Analizaremos all si hay smboloscomunes o no entre las tumbas de Dorrego,Quiroga y Rosas. De aqu hacia la tumba delLen de Riobamba.

    Ah observaemos un Granadero de la Patriaen tamao real, anuncindonos que esta-mos frente a l. Damos pie entonces a la otra

    parte de la historia. Esa que intenta ErnestoSbato reparar en sus obrasSobre hroes ytumbas y el Romance de la muerte de JuanLavalle que hace junto a Fal. Sbato ubicaa Juan Galo como un personaje enmaraadoen la red de los doctores (entre ellos SalvadorMara del Carril) que lo impulsan al fusila-miento.

    Y para terminar con un dato de color, a esca-sos metros de Lavalle nos encontramos conel mausoleo de Del Carril y su esposaTiburciaDomnguez, gobernador de San Juan y com-paero de frmula del General Urquiza, quees una evocacin para la posteridad de susdesavenencias conyugales.Estamos frente ados personas que no se dirigieron la palabradurante 30 aos. No era indiferencia, sinoodio, de ese tan pertinaz matrimonio que,incluso, trasciende la muerte. Es as que nosencontramos con una viuda que dej cons-

    tancia de su voluntad en su testamento: susesculturas deban darse mutuamente la es-palda. As la vemos a ella, con gesto adusto,incmoda en un busto. l, confortable en unsilln, dirigiendo la mirada en sentido opues-to. Perpetuaron as su odio conyugal pos-morten.

    www.educ.ar/sitios/educar/recursos/ver?id=14758

    http://www.cementeriorecoleta.com.ar/

    Gabriel Di Meglio, Manuel Dorrego. Vida y muerte de un lder federal.Buenos Aires: Edhasa, 2014.

    Fusilaron a Dorrego!, SUDAMERICANA, Julio 2008

    Lacassa Pelliza, Lavalle Dorrego,, Editorial Belgrano

    Brienza Hernn, El loco Dorrego, Marea

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    DE LA CAUTIVAA LA VUELTA DEL MALN

    EMANUEL ANTUNES COLOMBO

    ESE Cecilia Grierson / Esc. 22 DE 6

    FERNANDA GABRIELA PULIAFITO

    Escuela de Comercio 19

    La mitad de la belleza est en la obra, la otra mitaden el ojo de quien la observa.

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    En la ltima dcada del siglo XIX el Estado Na-cional argentino se encuentra consolidado ysu expansin se reafirma hasta en el ltimorincn de las vidas cotidianas. Atrs queda-ron las guerras civiles que azotaron nuestrastierras durante ms de medio siglo; los lmitesnacionales ya corrieron la frontera del indio

    y no representan un problema. El avance delEstado Moderno sobre el territorio es un he-cho. Carlos Pellegrini (ese que apareca en losviejos billetes de un peso) deja la presidenciapara ceder su lugar a Luis Saenz Pea. MiguelCan, el autor de Juvenilia y de la futura Ley deResidencia, es intendente de la ciudad de Bue-nos Aires.

    En este contexto, en 1892, el pintor ngel de-lla Valle da a luz a la que sera su nica obra

    famosa. Presenta el cuadro, que se considera,la primer obra de arte nacional: La vuelta delmaln 1.

    La pintura fue hecha para la Exposicin Uni-versal de Chicago, conmemorando los cua-trocientos aos de la llegada de Coln a estastierras. Se trata de una obra con un fuertesigno poltico e ideolgico. Justificacin de laCampaa del Desierto, inversin simblicadel saqueo, el rapto, el despojo, la violacin del

    blanco, asignndolo a los pueblos originariosexterminados. Una glorificacin de la figurade Roca que, en relacin con la celebracin de1492, plantea implcitamente, la campaa deexterminio como la culminacin de la conquis-ta de Amrica.

    La vuelta del maln fue expuesta, por vezprimera, en la ferretera y pinturera de Nocet-ti y Repetto. Probablemente, cuarenta aos an-tes, a nadie se le hubiera ocurrido pintar, y mu-cho menos exponer en un lugar tan corriente yaccesible como un bazar, un cuadro que repre-senta la pesadilla del hombre blanco 2.

    Sin embargo, en 1892, el maln ya es un recuer-do. Ya no existe. Ya no es una amenaza real.Una pintura que expone aquello que ha deja-do de existir. Ese campo de gauchos, arreos,pausas en los llanos y embarrados caminospampeanos, malones, etc. Una reconstruccin

    imaginaria, y romntica, donde se expresa esenuevo mito fundante de la oligarqua argen-tina: la larga guerra de fronteras. El sojuzga-miento del indio puede ser plasmado en unatela e incluso expuesto en las calles porteas.

    No es casual que encuentre su inspiracin, di-recta o indirecta, en La cautiva 3, considera-da, tambin, como la primera gran obra de laliteratura argentina. Para bien o para mal, esepoema pico de Esteban Echeverra, es el ante-cedente inmediato de la novela argentina.

    El escenario es el mismo, iguales los actores,

    idntica la fuerza, los degellos ajenos a los in-dios y destinados a demonizarlos 4, a escanda-lizar. Pero, la protagonista no es la misma. Ladoncella rubia, frgil, entregada, sin voluntad,que ya era objeto antes de ser tomada, que serecuesta en el pecho de su captor, no es la Ma-ra de Echeverra. Mara, la viril, la vengadora,la herona que merece ser tratada como varngracias a su templanza, segn su creador. Quocurre, en contraposicin, en La vuelta del ma-

    ln? A qu debe su mirada romntica, sobresu casi puber protagonista della Valle. Esa Loli-ta que cruza las manos sobre su, todava, castobotn. Que enlaza sus tobillos para proteger suvirginidad. nico elemento compositivo quepermanece esttico, en una obra donde todo esveloz, donde prima el movimiento. Que espe-ra el advenimiento de la prdida, de la fiestaorgistica del incivilizado maln. Que no tieneun hombre a quin salvar, sino un padre deca-pitado.

    Ser que la patria ya ha cambiado, que ya noes la misma.

    1 La vuelta del maln, Della Valle, ngel.Argentina, Buenos Aires, 1852 leo sobre

    tela, Naturalismo.186,5 x 292 cm. Museonacional de Bellas Artes, sala 24.

    2 Se reconoce aqu la Influencia del ArtNouveau que pretende invadir las calles,

    surcar la Av. de Mayo con su esperanza deacercar el arte a los comunes, sacarlo

    a las calles y que cal hondo en loscomerciantes de la incipiente Avenida de

    Mayo, inmigrantes s, pero ya acomodadosen una Argentina que se preparaba para

    el Centenario.

    3 Echeverra, Esteban. La cautiva.1837disponible en http://www.biblioteca.org.ar/

    libros/110127.pdf

    4 Los pueblos originarios que habitabanestas tierras no tenan la costumbre

    de cortar las cabezas de sus enemigos.Sin embargo, hay una fuerte intencin

    ideolgica al mostrarlos as.

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    Entendemos la obra pictrica como texto ytodo texto nos cuenta una historia. El nues-tro, es un mero ejercicio de hermenutica,tan vlido como otros.

    Creemos en la importancia de educar la mi-

    rada de nuestros nios, sus modos de con-templar. Lograr construir perspectivas crti-cas y polismicas que aporten a la formacinde una mirada soberana 1. Es en este sentidoque proponemos el anlisis de esta obra fun-

    dacional que nos ayude a comprender, con

    sus contradicciones y claroscuros, el avancey la construccin del Estado Nacional argen-tino.

    Podemos encontrar todos los tpicos que cir-

    cularon como justificacin de la Conquistadel desierto de Julio A. Roca en 1878.La obra encuentra sustento en el discurso ofi-cial. Presenta, como especmenes, a los origi-narios. As eran los indios, grita el leo. Ahlos deja enmarcados, para que no olvidemossu barbarie, y en una operacin simultnea,podamos negar la nuestra. El furor del ma-ln indio que esconde al maln blanco, queno muestra la brutalidad huinca pero nos

    hace sentirla. Es respuesta? Es venganza?Cundo llega el contraataque? Cul fue elprimero?Los enlaza con las fuerzas desencadenadasde la naturaleza. Escampa, cede la tormen-ta, llega el amanecer y el maln del caciqueCayutril desaparecer con su botn. Los sigueun perro, domstico, alguna vez, pero que haroto su cadena para volver al estado de natu-raleza.Atrs queda el humo, el infierno que han des-

    atado para robarse todo, el cristo muerto y elvivo tambin. Todos los elementos de la litur-gia, que ahora pertenecen a la horda, el in-censario, el cliz, la estola, la biblia, el osten-sorio, la cruz, hasta la virgen misma, cautiva.Y el maletn? Qu misteriosa reliquia es-

    conde? Es el nico elemento moderno de laobra y su inclusin no ha sido inocente.Dentro de la valija, puede que viaje la cienciapositiva que nos protege de la barbarie natu-ral y de la supersticin medieval .La puja del secularismo estatal contra la lan-za del atraso indgena y la cruz del atraso

    clerical. La batalla entre la Modernidad en latierra, y dos formas distintas del atraso.Estos ltimos, la cruz y la lanza, nicos ele-mentos compositivos que rompen con lostres planos en los que podemos dividir laobra. Para penetrar en el cielo, asimilado ensu color con la carne blanca de la cautiva.La virgen y el cielo, anhelos, ambos, del hom-bre blanco. Entonces a quines cautivaba esacautiva.Qu prepondera, hoy, cuando contempla-

    mos la obra, lo que nos muestra, o aquello,que tanto se esforz en ocultar?

    La otra liturgia.Qu historia nos cuenta el lienzo?

    Propuestas y recursos sugeridos

    para mirar, leer, comparar, aprender ydisfrutar en el aula:

    1 Masschelein, Jan. E-ducar la mirada.La necesidad de una pedagoga pobre en

    http://ipn.pedagogica.edu.co/docs/files/jan-masschelein-educar-la-mirada.pdf

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    La vuelta del maln.Angel della Valle. Disponible en: http://mnba.gob.ar/coleccion/obra/6297 o enhttps://www.google.com/culturalinstitute/project/art-project?hl=en-gb

    La Patria a cuadros Captulo 1. Programa producido por la TV Pblica disponi-ble en https://www.youtube.com/watch?v=ho-Jm80vs2w

    Historia del guerrero y de la cautiva. Jorge Luis Borges disponible en http://www.literatura.us/borges/historia.html

    La cautiva. Ricardo Carpani. leo sobre tela. disponible en http://edant.revis-taenie.clarin.com/2007/11/12/thumb/carpani.jpg

    La cautiva. Juan Manuel Blanes (1880) disponible en http://mundodelmuseo.com/fichas/cautivablanes.jpg

    Posibles preguntas que podemoshacernos en las aulas:

    En qu lugar transcurre la escena?Enqu momento del da?

    Quin es el personaje central de la obra?Cmo podemos reconocerlo?

    Qu objetos encontramos en la obra? Aquines habrn pertenecido?

    Qu es un maln?

    Qu significa cautivar? Qu es una cau-tiva?

    Qu se guardar en la valija?

    Qu elementos atraviesan/perforan elcielo? Qu representan esos elementos?

    La cautiva Esteban Echeverradisponible en http://www.biblioteca.

    org.ar/libros/110127.pdf

    Le estos fragmentos del poe-ma pico La cautiva (EstebanEcheverra) publicado 60 aos

    antes de la pintura.

    Qu momentos describe? Qu relacinpods establecer entre los elementos

    que menciona y la pintura?

    Qu momento cres que describe?

    El crepsculo, entretanto,con su claroscuro manto,vel la tierra; una faja,negra como una mortaja,el occidente cubri;mientras la noche bajandolenta vena, la calma

    que contempla suspirando,inquieta a veces el alma,con el silencio rein.

    Entonces, como el rido,que suele hacer el tronidocuando retumba lejano,se oy en el tranquilo llanosordo y confuso clamor;se perdi... y luego violento,como baladro espantoso

    de turba inmensa, en elvientose dilat sonoroso,dando a los brutos pavor.

    Dnde va? De dnde viene?De qu su gozo proviene?Por qu grita, corre, vuela,clavando al bruto la espuela,sin mirar alrededor?Ved que las puntas ufanasde sus lanzas, por despojos,

    llevan cabezas humanas,cuyos inflamados ojosrespiran an furor!

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    La vuelta del maln

    Perro que alguna vez fuedomesticado pero que ahora,rota su cadena, corre a la par

    del maln.

    La valija, el nico elementode la modernidad que apareceen la obra. Qu se esconde en

    ella?

    La lanza y la cruz penetrandoel cielo. Dos formas de atraso,el del brbaro indio y el de la

    iglesia medieval, para los ojosde la poca.

    Crneo de vaca que ambientael espacio y nos ubica en losllanos pampeanos.

    Ostensorio llevado como

    trofeo.

    Damajuanas que hacen

    aparecer en escena la Sangrede Cristo.

    Incensario utilizado comoboleadora.

    nico libro presente en la obra,la Biblia.

    Cliz, vaso en forma de copapara beber, central en la

    liturgia cristiana.

    La cautiva, icono recurrente enla pintura rioplatense del sigloXIX. Del caballo cuelga unacabeza humana, como pruebadel salvajismo indgena.

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    LA BATALLA DE PAVN COMOUN HECHO DIDCTICO.MAURO FALDUTO

    Escuela Maestro Jorge Luis Chinetti

    Breve resea histrica

    Dentro de los 200 aos que han trascurrido desdeaquel 9 de julio de 1816 han sido muchos los hechosque sucedieron en nuestro pas. Algunos de ellos fue-ron trgicos, otros cmicos y un pequeo grupo mis-teriosos.

    La batalla de Pavn fue uno de los ltimos. Y comotodo buen misterio tiene giros sorprendentes, escenasde tensin y un largo reguero de sangre.

    17 de septiembre de 1861. En el campo de batalla seencuentran las fuerzas armadas de Buenos Aires y elejrcito de la Confederacin Argentina. El primero seencontraba comandado por Bartolom Mitre mien-tras que su rival era Justo Jos de Urquiza.

    Hombres y animales esperan para lanzarse unos con-tra los otros.

    Pero qu los llev hasta esa situacin? Cul era elmotivo por el que la Provincia de Buenos Aires se en-frentaba al resto?

    Por una cuestin de espacio tendremos que realizaruna simplificacin.

    1853 es un ao clave para nuestro pas. Se logra apro-bar una Constitucin Nacional luego de que hubiera

    varios intentos fallidos desde 1813. Las normas que seestablecan en dicha ley afectaban seriamente los inte-reses porteos (especialmente las referidas a la fede-ralizacin del territorio de la Ciudad de Buenos Airesy a la nacionalizacin de los ingresos de la Aduana).La Provincia decide entonces no aceptar el documen-to. Durante 10 aos y dos grandes combates militares,Buenos Aires y el resto de las provincias, integrantesde la Confederacin Argentina, se mantuvieron como

    dos estados separados.

    En Pavn esa situacin se resolvera.

    Las tropas federales, comandadas por el caudillo en-trerriano, se lanzan al ataque y desbandan a los por-teos. Mitre se da cuenta que la derrota es segura. Suscombatientes se hayan huyendo perseguidos por lacaballera del interior.

    Y ah se produce el giro inesperado. Urquiza, siendo el

    vencedor, decide retirarse haca Entre Ros, dejando lavictoria en manos de los porteos.

    Si, as como lo han ledo. Nunca se pudo conocer por-que Urquiza tomo esa decisin. Todo lo que hay sonespeculaciones de contemporneos e historiadores.

    Mitre comenzar a dar pasos acelerados haca la orga-nizacin nacional (1862 1886).

    Intermedio reexivoNo es el objetivo de este escrito trabajar Pavncomo un hecho histrico. Para eso estn loshistoriadores. Nuestra tarea es didctica.

    Hay que ensear Pavn? Es un tema quedebe ser tratado en las aulas?

    Esas preguntas no tienen respuesta aqu. ElDiseo Curricular no es determinante en esteproblema. Cada docente debe optar si incluir ono esta batalla en sus planificaciones.. Podrquedar dentro o fuera de cada recorte. Aqu

    no se busca dar recetas, solamente aportaropciones.

    Pero lo que si se har es ver la relevancia delsuceso en trminos didcticos.

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    suelen borrar lo visto en el ao anterior (enotro lado nos tendramos que preguntar el porqu), todo podra empezar con unas simplespreguntas: Por qu Urquiza decidi retirar-se? Por qu alguien que ha vencido se aleja ytermina derrotado?

    Los alumnos propondrn sus hiptesis. Y a

    partir de ellas daremos el siguiente paso: se-leccionar las fuentes que nos permitirn abor-dar junto a los alumnos la situacin. Algunaspodran ser:

    Mapas para diferenciar el territorio actualcon el que ocupaban la Confederacin yBuenos Aires hacia 1860.

    Testimonios de caudillos federales que seenfrentaban a Mitre luego de la retirada

    de Urquiza (la carta de Pealoza a Urquizaantes de morir asesinado o las proclamasde Felipe Varela).

    Datos econmicos que nos permitan ver lasfortalezas econmicas de los porteos y ladebilidad de la Confederacin.

    Historietas (como las presentes en Lati-noamrica y el imperialismo: 450 aos deguerra de Hctor Oesterheld y Duraona).

    La interaccin con los materiales permitir alos alumnos repensar las hiptesis originales,modificarlas, eliminarlas, crear nuevas. Cadagrado podr proponer una solucin diferente.

    Pavn como hecho histrico debe ser partede los conocimientos de todos los docentes, yaque forma parte de nuestra historia nacional.Pero Pavn, como problema didctico es unadecisin que cada compaero puede tomar deacuerdo a la secuenciacin de los contenidosque desee hacer.

    El suceso del que hablamos se encuentra a ca-ballo entre Quinto y Sexto grado. Respondien-do a dos alcances de contenidos propuestos enel Diseo Curricular. En Quinto se nos habla

    de:Reconocimiento de la sancin de la Constitu-cin Nacional en 1853 como la expresin de losacuerdos polticos logrados con el objetivo deconformar la Repblica Argentina. La incor-poracin de Buenos Aires. (Diseo CurricularCABA, Segundo Ciclo, pg. 294).

    Y en Sexto se plantea:

    Identificacin de las medidas tomadas porlos gobiernos de Mitre, Sarmiento y Avellane-da (por ejemplo, centralizacin del poder delgobierno, insercin internacional de la Argen-tina como proveedora de materias primas, im-pulso a la educacin pblica, federalizacinde Buenos Aires) y anlisis de algunos de losconflictos vinculados a las mismas (por ejem-plo, levantamientos de grupos provinciales,lucha ante la ocupacin de los territorios in-dgenas). (Diseo Curricular CABA, Segundo

    Ciclo, pg. 301).Por lo tanto debemos optar si trabajarlo comoel cierre de algunos de los conflictos que gene-raron las guerras civiles en el siglo XIX o comoel disparador del proceso de organizacin delEstado Nacional.

    Tal vez su mayor potencialidad surge de su fa-cilidad para transformarlo en un problema.

    Otra vez traeremos al ruedo al Diseo Curri-cular:

    Otro de los modos de organizar los temas deenseanza es a partir de problemas de la so-ciedad (...) los problemas didcticos buscanfundamentalmente constituir un desafo parala comprensin y el aprendizaje de los alum-nos. (Diseo Curricular CABA, Segundo Ciclo,pg. 279).

    Aqu trataramos un problema social en un

    perfil histrico.

    Tomando como referencia a un quinto grado,y luego de un repaso de los conflictos entre fe-derales y unitarios, ya que nuestros alumnos

    Pavn desde la escuela.

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    LA LEY 1420: EL DERECHO A LAEDUCACIN COMN

    PABLO PINEAU

    ENS Mariano Acosta/Cs. de la Educacin FFyL

    Con fuertes improntas federales, el artculo 5to. de laConstitucin Nacional sancionada en 1853 estableci

    que Cada provincia dictar para s una Constitucinbajo el sistema representativo republicano, de acuer-do con los principios, declaraciones y garantas de laConstitucin Nacional; y que asegure su administra-cin de justicia, su rgimen municipal, y la educacinprimaria. Bajo de estas condiciones el Gobierno fe-deral, garante a cada provincia el goce y ejercicio desus instituciones. Como consecuencia, las provinciasincluyeron este tema en sus Constituciones y dictaronleyes al respecto.

    Pero faltaba la sancin de una ley para aquellas escue-las que dependan directamente del Estado nacional,como las que se encontraban en la Capital Federal y enlos Territorios Nacionales. Para tal fin, en 1882 sesio-n el Primer Congreso Pedaggico en el marco de laExposicin Sud-Americana Industrial, Agrcola y deBellas Artes. Su funcin era sentar las bases para queel Congreso Nacional dictara una Ley de EducacinComn para las escuelas que dependan directamentede la rbita nacional. Una carpa fue instalada en la

    plaza Once a fin de que oficiara de sala de conciertosy sede del Congreso.

    Esto se llevaba a cabo al calor de fuertes disputas po-ltico-pedaggicas dentro de los sectores dominantes,una de cuyas ms fuertes manifestaciones era la cono-cida enemistad entre Sarmiento y Roca, o la oposicinentre catlicos y liberales. Como presidente honorariodel evento fue nombrado el sanjuanino, quien nuncaconcurri aunque llevaba buena cuenta y participa-ba mediante la prensa- de los debates que se produ-can, y la presidencia real fue ocupada por OnsimoLeguizamn, un entrerriano liberal bastante cerca-no a las posturas del presidente honorario. Entre loscongresales haba representantes extranjeros, legisla-

    dores, autoridades educativas, el personal docente delas escuelas de la ciudad de Buenos Aires e invitados

    especiales.

    A poco de iniciado el evento, se puso en evidencia unsecreto a voces: el gran debate se teja alrededor de laenseanza de la religin. La gran duda era si se toma-ran decisiones favorables a la enseanza laica o a laenseanza confesional. Entre los congresistas, comoen los sectores dirigentes, se encontraban partidariosde ambas posturas, aunque las polticas seculares deRoca que irritaban enormemente a la Iglesia- ponan

    en guardia a los sectores catlicos. El tema se pusomuy tenso, y para superar la situacin, el Poder Eje-cutivo envi una nota diciendo que el Congreso nodeba tocar el tema, ya que no haba sido convocadopara eso, y que un tema de semejante cuanta deba serzanjado por las autoridades competentes entindaseel Congreso Nacional. Esta solucin de compromisofue aceptada, por lo que las sesiones continuaron enforma ms o menos normal. Pero en su octava jorna-da de prrroga, al tratarse los contenidos mnimos, lano inclusin de la religin y de historia sagrada en la

    versin acordada desat la furia de los partidarios dela Iglesia como Juan Manuel Estada y Pedro Goye-na-, quienes amenazaron con abandonar el encuentro.Como la presidencia no dio lugar al reclamo, decidie-ron retirarse. Esperaban ser acompaados por otrosparticipantes, en especial las mujeres, y de esta formaquitarle representatividad al Congreso dejndolo sinquorum.

    Pero se equivocaron: las maestras presentes, movidaspor un resorte, se pusieron de pie para apoyar la con-tinuacin del trabajo. Al decir de El Nacional don-de escriba Sarmiento-, el sexo dbil se fortifica enel ejercicio de la enseanza, y da ya muestras de noestar a merced en sus juicios de las explotaciones. En

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    otras palabras, estas mujeres opta-ron por fortalecer el espacio publi-

    co y no siguieron a quienes creantener el derecho incuestionable detutelar sus frgiles y dbiles con-ciencias. Cabe recordar que unade las asistentes era Eulalia Man-so, hija de Juana, quien unos dasantes haba preguntado desde lasltimos estrados en los que habasido ubicada junto con el resto delos miembros de su gnero- si al

    pedir la palabra una mujer, le seraconcedida. La respuesta de la pre-sidencia fue positiva. Y en sesionesposteriores, al discutir la educa-cin de la mujer, se mostr favora-ble a posturas que la enfrentaban alas ideas catlicas como la coedu-cacin de los sexos, al acceso a lamujer a los saberes hasta entoncesreservados a los hombres como laciencia-, y el estmulo de la educa-cin fsica.

    El Congreso termin su tarea, y alao siguiente, en 1883, OnsimoLeguizamn desde su cargo como

    diputado nacional retom sus con-clusiones para hacer el proyecto de

    lo que termin siendo la Ley 1420,hito de fundacin de la escuelapblica en nuestro pas. El deba-te sobre enseanza religiosa fue elprincipal en las Cmaras, y fue se-guido con gran inters tanto por laprensa como por el pblico. El ex-presidente del Congreso Pedaggi-co fue la primera voz cantante delos sectores laicos. Para defender

    su posicin, sostuvo:

    Si la constitucin argentina es to-lerante, la escuela tiene que ser ne-cesariamente tolerante. Si la Cons-titucin ha proclamado la libertadms absoluta de la conciencia paralos ciudadanos, la escuela no pue-de venir a alterar los principios dela Constitucin, borrndolos enla prctica, y a hacer obligatoria

    la enseanza de una religin de-terminada en una escuela a la queconcurren los hijos de todos loshabitantes y a que tienen derecho aconcurrir, porque contribuyen con

    su peculio a sufragar la existenciade la escuela

    La primera respuesta estuvo a car-go del catlico Pedro Goyena. Sudefensa de la enseanza religiosase bas en una lectura de la historiade la legislacin argentina fortale-ciendo el peso que en la misma ha-ba tenido el catolicismo (la invo-cacin a Dios en la Constitucin; lacondicin de catlico para ser Pre-sidente; la promocin a la religincatlica de aquellas poblacionesan no civilizadas (sic), etc.) paraconcluir sosteniendo:

    (No puede) decirse que el Estadodebe ser neutro, debe ser prescin-dente en cuanto a la religin; y estapalabra neutro, esa palabra pres-cindente, es un eufemismo paraevitar la palabra directa, genuina,

    la palabra precisa y terrible -ateo!En alocuciones posteriores, Goye-na sostuvo el carcter catlico delos fundadores de la Patria lo que

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    fue fuertemente impugnado por los liberales- y buscarticular la doctrina eclesistica con el modelo repu-blicano. Pero el punto central de su argumentacinfueron los estragos morales que una sociedad laiciza-da conllevaba. En sus palabras:

    La educacin religiosa salva a la sociedad de la co-rrupcin total () La escuela sin religin es la escuela

    sin moral (ya que) no es posible unas moral sin reli-gin

    Tristn Achval Rodrguez fortaleci esta posicin ensu intervencin:

    Como enseara moral el maestro a un nio, si le hade ser prohibida toda nocin religiosa? () El maes-tro tendr que ensear al nio que hay un principiosupremo, que vine de lo Alto, que se llama principiode autoridad; y que no es cuestin simplemente de

    conveniencia sino que tiene en virtud de ese principioel deber de respetar y cumplir las leyes de su pas. Ysobre estas verdades, repito, est basado todo el ordensocial, todo el orden poltico y el progreso de todoslos pueblos.

    Los liberales contestaron con slidos argumentos a es-tas impugnaciones. La alocucin final estuvo en bocadel propio Ministro de Justicia, Culto e InstruccinPblica, Eduardo Wilde, que se traslad al recinto aavalar el proyecto de Leguizamn. Lo apoy basado

    en las ideas contemporneas de divisin entre Estadoe Iglesia, cit profusamente legislacin de otros luga-res del mundo, mencion a Jules Ferry, y plante lacontradiccin entre fomentar la inmigracin e impo-ner una religin. Finaliz sosteniendo:

    La moral es independiente de la religin; la ense-anza de ella sin el recurso de la religin es posible,cuando se ensea moral en nombre de una religindeterminada se recurre a formas menos abstractas, nohabiendo ms variacin que en cuanto a su sancin,poniendo en un caso la reprobacin de la conciencia yen otro la reprobacin de Dios; que la moral ha existi-do antes de toda forma concreta de culto y que las vir-tudes cristianas son virtudes universales proclamadaspreviamente () la moral tiene frmulas positivasaunque ms abstractas que las religiosas

    Creemos que el debate puede resumirse en la oposi-cin entre la mxima que sostuvo Pedro Goyena; An-tes que nada, catlico; y la respuesta de Delfn Gallo:

    Antes que nada, ciudadano. El dilema se centr enlas bases para fundar una moral pblica argentina;una posicin religiosa, ms localista, basada en tradi-ciones y visiones decadentistas sobre el futuro; y otraposicin de corte ms poltico, en clave ilustrada, con

    pretensiones cosmopolitas, basado en la ciudadana yen una versin optimista del progreso.

    El triunfo estuvo finalmente del lado liberal. El 26 dejunio de 1884 la ley fue sancionada con el nmero1420, y puesta en vigencia el 8 de julio de ese mismoao. En lo que respecta al tema del laicismo, su art-culo 8 -el ms debatido en el Congreso Nacional- sos-

    tena:

    La enseanza religiosa slo podr ser dada en las es-cuelas pblicas por los ministros autorizados de losdiferentes cultos, a los nios de su respectiva comu-nin y antes o despus de las horas de clases.

    A saber: Corrientes (1875), SanJuan (1887), Catamarca, (1873),San Luis (1872), Mendoza (1872)Santiago del Estero (1872)Tucumn (1883) Buenos Aires(1875), La Rioja (1875), Santa

    Fe (1884), Salta (1877), SanLuis (1883), Entre Ros (1886), yCrdoba (1896).

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    1912 VOTO UNIVERSAL?

    SOLEDAD ARRIAGADAENS 8

    Conocida como Ley SenzPea Ley (8871), el 10 de fe-brero de 1912 el ala moder-nista del Partido Autonomis-ta Nacional llev a votacin

    al Congreso la ley que esta-bleci el voto secreto y obli-gatorio para los ciudadanosargentinos varones, nativoso naturalizados, mayores de18 aos de edad, habitantesde la nacin y que estuvieraninscriptos en el padrn elec-toral. Fue as que en abril deese ao se llevaron a delantelas primeras elecciones con elnuevo formato en las provin-cias de Buenos Aires y SantaFe.

    En general, los libros de tex-

    to (palabras ms, palabrasmenos) establecen el hechode esta manera. Queda asla trama de una larga y pro-funda discusin dentro de la

    Oligarqua como un detalle,una gracia concedida a lossectores populares que supoaprovechar el pueblo en laselecciones nacionales lleva-da a cabo hace 100 aos, en1916, y que permiti accedera la primera magistratura aHiplito Yrigoyen.

    Ac cabe la pregunta: Por

    qu el PAN propiciara unaley que abriera la posibilidadde votar a todos los varones?Si el voto selectivo le habadado tantos resultados no ha-

    bra demasiada lgica polticaque lo sustentara. Esa linea-lidad con la que se presentaeste hecho no da cuenta de lamovilizacin popular de esos

    aos. No aparece el conflictocomo tampoco el pueblo.

    A ello podemos sumarle otrodetalle y poner en tensin laidea de la universalidadcon la que se conoce a la ley.Concretamente, en la ley de laoligarqua, el derecho al votono fue establecido universal-mente. En principio, excluy

    de plano a las mujeres (quie-nes tendran derecho a votoen 1949) y a los habitantes delos territorios nacionales.

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    Ac se abre el camino a un debate muy inte-resante para tratar en sptimo grado. Comohistoria paralela y para trabajar en forma-cin ciudadana tenemos la historia de Julie-ta Lanteri (mujer y mdica destacada de esosaos a la que le fue negado el derecho a votoen Buenos Aires luego de las elecciones de1911). Entonces se inscribi en la Parroquia

    San Juan Evangelista de La Boca, que era laque le corresponda por su domicilio y cuan-do lleg el 26 de noviembre, da de las elec-ciones, vot en el atrio de esa iglesia. El Dr.Adolfo Saldas, presidente de mesa, la saludy se congratul: por ser el firmante del docu-mento del primer sufragio de una mujer en elpas y en Sudamrica. La Dra. Lanteri se di-rigi a La Nacin y a La Prensa, por entonceslos medios ms ledos y cont el hecho. Al da

    siguiente, la novedad apareci en los diarios.Poco despus, el Concejo Deliberante porteosancion una ordenanza donde especificabaque estaba prohibido el voto de las mujeresporque el empadronamiento se basaba en el

    registro del servicio militar.

    Pero volvamos a nuestra propuesta. Un as-pecto que proponemos es analizar algunosaspectos del encuadre normativo previo a laLey 8871. Veamos que la Constitucin Nacio-nal de 1853 dej un importante vaco jurdicoen lo referente al sistema electoral. Cmo se

    vota? La respuesta fue parcialmente resueltapor la ley 140 en 1857 que estableci que elvoto era masculino y cantado. El pas se divi-da en 15 distritos electorales en los que cadavotante lo haca por una lista completa. Es de-cir que esa lista contena los candidatos paratodos los cargos. La lista ms votada obtenatodas las bancas o puestos ejecutivos en dis-puta y la oposicin se quedaba prcticamentesin representacin poltica.

    Sobre la base de esta informacin aportaday comparndola con una parte del articuladode la ley aprobada en 1912 podemos analizarcambios y continuidades entre ambos marcos.

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    Estos son algunos de los artculos que pro-ponemos trabajar de la Ley 8.871, conocidacomo Ley Senz Pea:

    Art. 1. Son electores nacionales los ciudada-nos nativos y los naturalizados desde los diezy ocho aos cumplidos de edad.

    Art. 2. Estn excluidos los dementes decla-rados en juicio. Por razn de su estado ycondicin: los eclesisticos y regulares, lossoldados, cabos y sargentos del ejrcito per-manente, los detenidos por juez competentemientras no recuperen su libertad, los demen-tes y mendigos, mientras estn recluidos enasilos pblicos. Por razn de su indignidad:los reincidentes condenados por delito contrala propiedad, durante cinco aos despus dela sentencia.

    Art. 5. El sufragio es individual, y ninguna au-toridad, ni persona, ni corporacin, ni partidoo agrupacin poltica puede obligar al electora votar en grupos

    Art. 7. Quedan exentos de esta obligacin (devotar) los electores mayores de 70 aos.

    Art. 39. Si la identidad (del elector) no es im-pugnada, el presidente del comicio entregar

    al elector un sobre abierto y vaco, firmado enel acto por l de su puo y letra, y lo invitara pasar a una habitacin contigua a encerrarsu voto en dicho sobre.

    Art. 41. La habitacin donde los electores pa-san a encerrar su boleta en el sobre no puedetener ms que una puerta utilizable, no debetener ventanas y estar iluminada artificial-mente en caso necesario...

    Otra manera de abordar la temtica es leery analizar qu decan algunos de los electo-res de la poca del fraude: Estaran todos deacuerdo? Para ello, traemos una carta de Do-mingo F Sarmiento en la que seal:

    Nuestra base de operaciones ha consistidoen la audacia y el terror que, empleados h-bilmente han dado este resultado admirablee inesperado. Establecimos en varios puntosdepsitos de armas y encarcelamos comounos veinte extranjeros complicados en unasupuesta conspiracin; algunas bandas desoldados armados recorran de noche las ca-lles de la ciudad, acuchillando y persiguiendoa los mazorqueros; en fin: fue tal el terror que

    sembramos entre toda esta gente con estosy otros medios, que el da 29 triunfamos sinoposicin

    Sobre la base de este texto podemos iniciarun debate. Dividir al grupo de alumnos en-tre quienes estn a favor de lo que narra Sar-miento y quienes estn en contra. A partir de

    ello podemos elaborar una carta de respuestacomo resumen del debate producido.

    El marco poltico y social:

    Iniciamos esta propuesta pensando en el mar-co poltico: Qu llev a parte de la Oligarquaa abrir el juego poltico?

    Las fraudulentas elecciones se efectuaban ha-cendo valer las libretas de los muertos, com-prando votos, quemando urnas y falsificandopadrones. As la clase dominante deprecia la democracia real e hizo valer su concep-cin de que ellos eran los nicos con derechoa gobernar un pas al que consideraban unapropiedad privada, una extensin de sus es-tancias. Hablamos ac de la famosa libertadpoltica para pocos en un pas con libertadcivil para todos. Sin dudas, estas prcticasmarginaban a los sectores mayoritarios dela poblacin de la vida poltica y se constitu-

    yeron en la perfecta contraparte del sistemade exclusin econmica derivado del modeloagroexportador en el que el poder y la rique-za generados por la mayora eran apropiadospor la minora gobernante.

    El contexto internacional, en particular enEuropa, mostraba a la Oligarqua que, trasdcadas de luchas de los sectores popularespor sus derechos electorales y sociales, haciafines del siglo XIX las burguesas gobernantes

    fueron cambiando las prcticas electoralesdesde el voto restrictivo hacia el voto secre-to y universal, prenunciando una era polticadiferente: la de la democracia de masas. Lasburguesas comprendieron que la exclusindel pueblo tena grandes desventajas, y la am-pliacin del sistema electoral, si se haca conlos controles del caso, no afectaba el desarro-llo y supervivencia del sistema, sino que, porel contrario, lo legitimaba y legalizaba. Ade-

    ms, la participacin de amplios sectores dela poblacin en la eleccin de las autoridadessocializaba unas responsabilidades polticasque evidentemente hasta entonces estabanmuy limitadas a la clase dirigente, sin la ms

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    mnima incidencia de los sec-tores marginados de las de-cisiones y el poder. La peoreleccin era preferible a cual-quier revolucin.

    Al adentrarnos en el contex-to local vemos que la deno-

    minada Revolucin del Par-que (que fue en un parquede armas y no en una plazagrande) fue un antecedenteimportante. Adems, hacia1900 nuevos partidos, comola Unin Cvica Radical y elPartido Socialista, atraan ennuestro pas a los sectores so-ciales que no estaban repre-

    sentados en las institucionespolticas del Estado, contro-ladas por la clase gobernanteconservadora y liberal.

    Un sector del grupo gobernan-te comenz a considerar que

    la prosperidad alcanzada po-da peligrar de no atenderselos reclamos de la oposicin.Se mostraban dispuestos aconsiderar la introduccinde reformas graduales en elsistema electoral con el fin deevitar conflictos sociales. Elprimer paso en ese sentido seda con la reforma uninomi-nal en el sistema de eleccinde diputados. Cada ciudada-no votaba por un solo can-didato y no por una lista. Elministro Joaqun V. Gonzlezhaba propuesto el voto se-creto, pero el senador por laCapital Federal, Carlos Pelle-

    grini, se opuso en el CongresoNacional. As el Partido Socia-lista de J. B. Justo, logr en elao 1904 que fuera electo elprimer diputado socialista deAmrica, Alfredo Palacios.

    Pero en 1905, el presidenteManuel Quintana volvi a lalista completa, en la que cadaelector, en su circunscripcin,votaba por todos los candida-tos de su distrito. Dos mesesdespus de esto se suprimiel voto de viva voz, que no fuesecreto, pero s escrito. As selimitaba el voto a los alfabe-tos (que eran una franca mi-nora). Mientras el autor deJuvenillia, Miguel Can, pro-pona la Ley de Residenciaque echaba a los inmigrantesconsiderados ingratos y fueaprobada por el Congreso.

    El 12 de junio de 1910, el Co-legio Electoral consagr lafrmula Roque Senz Pea -Victorino de la Plaza. El pre-sidente electo se encontrabaen Europa y emprendi ense-guida el viaje de regreso a su

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    pas. A poco de llegar concert dos entrevistasclaves: una con el presidente Figueroa Alcor-ta y la otra con el jefe de la oposicin, HiplitoYrigoyen. En la entrevista con el caudillo ra-dical, este se comprometi a abandonar la varevolucionaria para tomar el poder, y SenzPea a la sancin de la tan deseada ley electo-ral. Yrigoyen le pidi al presidente electo queinterviniera todas las provincias para evitarlos manejos de los gobernadores adictos enlas siguientes elecciones. Senz Pea se nega emplear este mtodo y le ofreci a Yrigoyenla participacin del radicalismo en el gobier-no (quien no acept).

    Igualmente logr su objetivo: el compromisode la participacin electoral del radicalismoen unas futuras elecciones, con una nueva

    ley electoral que garantizara la limpieza y li-bertad de sufragio. El 12 de octubre asumiel nuevo gobierno y cumpli con su palabraenviando al parlamento el proyecto de Ley deSufragio.

    El fin del fraude signific un notable avan-ce hacia la democracia en la Argentina y laposibilidad de expresin de las fuerzas pol-ticas opositoras que haban sido marginadasdel sistema por los gobiernos conservadores.

    En las primeras elecciones libres llevadasadelante en la Argentina, la bancada socia-lista creci notablemente y se sucedieron lostriunfos radicales y aument notablemente laparticipacin electoral.

    Segn los deseos de la oligarqua ms lcidaencarnada por Senz Pea, integr al sistemaal radicalismo y al socialismo, bajando par-cialmente la conflictividad poltica pero nola social, que a tono con la injusticia reinante

    seguir expresndose a travs de los gremiosy de sus armas de lucha habituales: la huelgay la protesta social.

    En definitiva, con la Ley Senz Pea la oligar-qua en el poder haba dado un paso haciasu consolidacin y legitimacin. Nadie podaseguir argumentando que aquel rgimen po-ltico, base de sustentacin del poder real, erafraudulento y carente de legalidad: a partirde ese momento las responsabilidades de la

    administracin y sostenimiento del sistemaseran compartidas, aunque, claro, y esto estfuera de discusin, el poder real seguira enlas mismas manos de siempre.

    Referencias:D. F. Sarmiento, Carta a Domingo

    de Oro, 17 de junio de 1857, en Pea,Milcades, La era de Mitre, Buenos

    Aires, Fichas, 1973Natalio Botana, El orden conservador,

    Buenos Aires, Sudamericana, 1977Alain Rouquie, Poder militar y sociedad

    poltica en la Argentina, EdicionesEMECE, 1982.

    Felipe Pigna, Los mitos de la historiaargentina III, Editorial Planeta, 2006.

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    TRES PROPUESTAS DE DEBATEHISTRICO Y PEDAGGICO

    LORENA BARBIERI

    Escuela 8 DE 15

    DANIELA DAMBRACentro de estudios histricos, polticos y sociales Felipe Varela

    SERGIO FONTANA

    EMM 6 DE 5

    LETICIA IGLESIAS

    Escuela 12 DE 15

    LUCIANO ROMERO

    Escuela 27 DE 15

    MARTN SALOMONE

    Escuela 27 DE 15

    JAVIER VITALE

    Centro de estudios histricos, polticos y sociales Felipe Varela

    LA GUERRA CONTRA EL PARAGUAY EL TRATADO ROCA-RUNCIMAN EL 17 DE OCTUBRE DE 1945

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    La enseanza de las CienciasSociales en la educacin pbli-ca puede realizarse desde dis-tintos enfoques. Desde nuestraperspectiva,transitar en el aulacada contenido histrico-social,nos compromete como trabaja-dores de la educacin a generar

    propuestas que ayuden a situaren el centro del escenario al co-nocimiento, no solo como obje-to de observacin y descripcin,sino tambin como articuladory transformador de realidades.En el caso del abordaje de con-tenidos histricos se planteandos dimensiones en las quedebemos poner atencin. Lascuestiones historiogrficas, que

    contienen las concepciones queentran en juego al interpretarun proceso histrico; y las cues-tiones pedaggicas, que inclu-yen el lugar desde donde nos po-sicionamos como docentes a lahora de encarar los procesos deenseanza-aprendizaje. Ambasse encuentran influidas, cons-ciente o inconscientemente,porposicionamientos ideolgicos ypolticos que expresan intere-ses vinculados a determinadossectores sociales.

    Desde el punto de vista peda-ggico, consideramos que elconocimiento es una construc-cin colectiva, en la que siem-pre debe partirse de los sabe-res previos y de las habilidadespropias de quienes intervienenen el proceso de enseanza-

    aprendizaje. As, poniendo enjuego los contenidos especfi-cos incluidos por el docente,mediante estrategias didcticasque fomenten el dilogo, el de-bate, y la participacin,se ge-nerarn las condiciones paraconstruirnuevos conocimientosapropiados por los estudiantes,e incluso por los mismos docen-tes. Estas ideas bsicas se ins-criben dentro de las pedagogascrticas o liberadoras, y paraampliarlas puede consultarselos escritos de Freire o los ma-teriales producidos por CTERA,entre otros.

    Desde el punto de vista histo-riogrfico, entendemos que losrelatos histricos, lejos de serneutrales, poseen una cargaideolgica inevitable y que,encada sociedad, los sectores do-minantes han construido dis-cursos hegemnicos para legiti-

    marse. Por lo tanto, es necesariorecuperar y recrear otras mira-das de la historia, generalmentesilenciadas o subestimadas porla academia, que cuestionanla historia oficial en sus distin-tas vertientes, identificando encada momento histrico los sec-tores sociales en pugna, y pres-tando especial atencin a susintereses y formas de organi-

    zacin y disputa. En esta lnea,se ubican las corrientes histo-riogrficas federal-provinciana,latinoamericana o nacional ypopular, cuyos autores destaca-dos son, entre otros, NorbertoGalasso, Fermn Chvez, JosMara Rosa y Rodolfo Puiggros.

    Articular estas dos dimensionesen nuestro trabajo docente es undesafo que nos permitir cons-

    truir conocimientos colectivosy emancipadores, identificandolas permanentes disputas a lolargo de nuestra historia entrediferentes modelos o proyectosde pas, las cuales en muchoscasos se encuentran tambin enel presente, construccin hist-rica en dilogo permanente conel pasado. Visibilizar, proble-matizar y clarificar estos intere-

    ses y su vnculo con cada sectorsocial es parte de la tarea a rea-lizar por el docente para cons-truir saberes crticos y transfor-madores.

    En este sentido, el Diseo Curri-cular de Ciudad Autnoma deBuenos Aires, nos brinda la po-sibilidad de incluir los criteriosanteriormente expresados den-tro de nuestras planificaciones

    al plantear que:las CienciasSociales escolares son una cons-truccin didctica para la ense-anza y el aprendizaje de ob-

    jetos de estudio referidos a las

    sociedades. A travs de su ense-anza, se espera que los alum-nos conozcan la complejidaddel mundo social, la existenciade identidades compartidas ydiversas, y que construyan unavisin crtica teniendo en cuen-ta las posibilidades de transfor-

    macin de la sociedad en unmarco democrtico y de respe-to a los derechos consensuadosuniversalmente ( ) a partir deenfoques y propuestas de tra-bajo orientados a formar ciuda-danos, la escuela ofrecer situa-ciones didcticas que fomentenen los alumnos la adquisicinde conocimientos acerca de lasociedad sustentados en tra-

    mas de conceptos y herramien-tas intelectuales especficas, yla formacin de actitudes quese desprenden de la valoracinde la democracia, del trabajo,del bien comn y de la solida-ridad1. Sin embargo, de existirun diseo de corte ms conser-vador en otras jurisdicciones, osi ocurriese una eventual modi-ficacin por cuestiones polti-cas en la CABA, siempre existenresquicios por los cuales funda-mentar pedaggicamente unapropuesta con las caractersti-cas anteriormente sealadas,teniendo en cuenta las ideas delibertad de ctedra y del dere-cho al acceso al conocimiento.

    A continuacin presentaremostres hechos histricos acompa-ados de tres propuestas didc-

    ticas para su abordaje, siguien-do las lneas pedaggicas ehistoriogrficas anteriormentemencionadas.

    1 Secretara deEducacin. Direccin

    General de Planeamiento,Direccin de Currcula

    (2004) Diseo curricularpara la escuela primaria.

    Segundo ciclo de laescuela primaria.Educacin general bsica.

    Buenos Aires: Gobiernode la Ciudad de Buenos

    Aires. Pg. 269.

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    Pensar por qu y para qu estu-diar la La guerra del Paraguayen la escuela es buen punto de

    partida para encarar el desarro-llo de la siguiente secuencia detrabajo. El estudio de esta gue-rra civil nos permitir entenderlas consecuencias que tuvo estehecho histrico en la conforma-cin del Estado Argentino y enel devenir de Amrica Latina ysu ubicacin en el mundo con-temporneo.

    La Revolucin ParaguayaParaguay entre 1814 y 1870 ex-periment un proceso de desa-rrollo industrial basado en laexpropiacin de los latifundios,lo que le permiti desarrollaruna incipiente industrializacina travs de un reparto agrario afavor del campesinado. Todo lo

    contrario al desarrollo indus-trial ingls, que se dio a travsde la expropiacin de los cam-pesinos a favor de los latifun-distas. Esto fue as gracias a queen 1814 un Congreso de mil di-putados (la mayora de origenpopular, artesanos, campesi-

    nos, empleados estatales) eligial doctor Jos Gaspar FranciacomoDictador Supremo de laRepblica. La dictadura delDr. Francia desarrollo una po-ltica de reforma agraria quele entreg la tierra a quienes latrabajaban. Adems, la reformaagraria cre un sector estatal dela economa con las llamadasEstancias de la Patria

    Esta reforma agraria, sumadaa un poltica econmica protec-cionista, permiti un desarrolloeconmico que posibilito des-tinar recursos a la educacin yal desarrollo industrial, lo quehizo posible al pueblo paragua-yo superar el analfabetismo y elatraso econmico.

    Para la historiografa liberal yconservadora (Mitre, Sarmien-to, Efran Cardozo) la dictadu-ra de Francia fue un periodonegativo para Paraguay ya quereprimi a los latifundistas yno se adapt al progreso ema-nado desde Europa. En cambio

    para la historiografa nacionaly popular, y/o marxista, (Juan OLeary, Natalicio Gonzlez, Nor-berto Galasso, Len Pomer, JosMara Rosa, Julio Chiavenatto)fue un periodo positivo de lahistoria paraguaya ya que conla reforma agraria y el protec-cionismo se benefici a campe-sinos y artesanos.

    A la muerte del Dr. Francia, en

    1840, llega al gobierno CarlosAntonio Lpez quien continula poltica de Jos Gaspar Fran-cia. Esto permiti que la indus-trializacin paraguaya pasarade una fase artesanal a unamoderna. En la Repblica deParaguay se fabricaban textiles,plvora, papel, loza, azufre y

    La Guerra contra elParaguay

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    tintas. Es de destacar la instala-cin de un horno de fundicinen Ybicuy (1845) que permitala fabricacin de herramientasagrcolas, caones, utensiliosdomsticos, etc. La materia pri-ma se obtena de las minas es-tatales ubicadas en Itacurub y

    Valenzuela. Se establecieronl-neas telegrficas y se construyel primer ferrocarril de trochaancha del Rio de la Plata y el se-gundo de Amrica del Sur. Tam-bin se botaron, con la ayuda detcnicos extranjeros contrata-dos por el gobierno, buques deacero provistos de calderas. Elcomercio exterior era controla-do por el Estado. A la muerte de

    Carlos Antonio Lpez lo sucedecomo presidente de la Repbli-ca del ParaguayFrancisco Sola-no Lpez (1862-1870).

    La Guerra contra Paraguayo Guerra de la Triple Alianza(1864-1870)?

    La contienda blica comenzcon la invasin de las tropasbrasileras a la Banda Oriental

    en 1864 en apoyo a VenancioFlores, quin se enfrentaba enaquel territorio al gobierno delPartido Blanco, ms cercano alas polticas del Paraguay de So-lano Lpez. Ante esto, el presi-dente uruguayo pidi ayuda a supar paraguayo, quien en contra-partida invadi Brasil declarn-dole la guerra, comprendien-do que si el imperio esclavistabrasileo venciera en la BandaOriental quedara encerradopor fuerzas hostiles. Argentinapermaneca formalmente neu-tral, aunque apoyaba a Flores,lo que genero la declaracin deguerra de Paraguay. Los para-guayos ocuparon la provinciade Corrientes y entregaron elgobierno a un Triunvirato com-puestos por argentinos.

    En la Repblica Argentina la re-sistencia a la guerra se genera-liz producindose rebelionesen Crdoba y San Luis y deser-ciones a la leva en el resto del

    pas, las cuales fueron reprimi-das con suplicios y fusilamien-tos. Esta resistencia argentinaa la guerra no se explica pormiedo a guerrear, sino porqueno quieren hacerlo contra Pa-raguay y si contra Mitre. Hastaaqu podemos observar como

    los federales argentinos y losblanco orientales apoyan a So-lano Lpez, as como la oligar-qua mitrista y los colorados enla banda oriental se alinean conel Imperio del Brasil, apoyadospor Gran Bretaa, tomando laguerra un claro carcter de gue-rra civil latinoamericana.

    Al mismo tiempo en Corrien-tes se produj la derrota naval

    paraguaya en la batalla de Ria-chuelo. El mariscal paraguayoEstigarribia es sitiado en Uru-guayana. Los prisioneros para-guayos sern traficados comoesclavos por los oficiales de laTriple Alianza. Tambin los pri-sioneros paraguayos eran obli-gados a combatir en los ejrci-tos de la Triple Alianza. Estoshechos son claves para enten-

    der porque el pueblo paragua-yo eligi luchar hasta el finaljunto a Solano Lopez, dado quesaban que de caer prisionerossern obligados a ser traidoreso esclavos. Sin embargo parala historiografa liberal el res-ponsable de la prolongacin dela guerra fue Solano Lopez queera un tirano enloquecido.

    Luego de estas batallas, se da lasegunda etapa de la guerra, lacual se desarroll en territorioparaguayo. En septiembre de1866 la infantera aliada, dirigi-da por Mi