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EDITORIAL DE LA «REVISTA COMUNISTA INTERNACIONAL» Los comunistas no tienen por qué guardar encubiertas sus ideas e intenciones. Abiertamente declaran que sus objetivos sólo pueden alcanzarse derrocando por la violencia todo el orden social existente”. (K. Marx F. Engels, Manifiesto del Partido Comunista) La publicación del primer número de la “Revista Comunista Internacional” expresa la necesidad de cooperación entre revistas teóricas y políticas de Partidos Comunistas que tienen posiciones comunes en una serie de asuntos teóricos e ideológicos fundamentales. Esta necesidad ha madurado por medio de la evaluación del período de retroceso del movimiento comunista internacional después del triunfo de la contrarrevolución en la URSS y los países orientales y centrales de Europa, así como a través de los asuntos a los que se ha tenido que enfrentar el movimiento comunista por el desarrollo de la lucha de clases moderna. Los pasos dados hacia la cooperación y coordinación de los Partidos Comunistas y Obreros en el período pasado fueron muy importantes y necesarios. Consideramos estos logros esenciales, los apoyamos y seguiremos apoyándolos. Se ha logrado un cierto nivel de discusión, intercambio de información y coordinación, de posiciones y acciones comunes en varios asuntos. Sin embargo, es fundamental conquistar la unidad político-ideológica del movimiento comunista sobre la base del marxismo-leninismo, la defensa de las conquistas que trajo para la clase obrera a nivel internacional el primer esfuerzo histórico de construir el socialismo, así como la concepción única sobre el carácter del derrocamiento y de sus causas. Todo ello constituye condición previa para la superación de la profunda crisis del movimiento comunista y la revitalización del objetivo estratégico socialista. Por ello afirmamos que, en paralelo a la continuación de esta cooperación y coordinación de los Partidos Comunistas y Obreros como el encuentro internacional anual es necesario reforzar la cooperación a nivel teórico entre las revistas teóricas marxista-leninistas. No nos olvidamos de que la principal condición para la formación de un partido revolucionario es el dominio de la teoría revolucionaria, lo que fue el foco de atención de la III Internacional Comunista Leninista, que este año se celebra su 90º aniversario. Desde la primera publicación de su revista teórica titulada “Comunista Internacional” Komintern expresó sus principios organizativos y sus posiciones teóricas. La “Revista Comunista Internacional” siguiendo la tradición leninista es una publicación con un claro carácter político-ideológico. Es una publicación con un punto de vista y no un simple recordatorio de tesis de Partidos Comunistas, lo que ya se cumple con otras publicaciones, tales como el Boletín Informativo de los encuentros internacionales de Partidos Comunistas y Obreros, así como otras publicaciones partidarias. Nuestro objetivo es contribuir a la popularización y desarrollo de la teoría marxista-leninista con el análisis ideológico y posicionamiento político ante los modernos desarrollos en el capitalismo y los problemas de la lucha de clases. Consideramos que el reforzamiento de la orientación marxista-leninista en el seno del movimiento comunista internacional es una condición sine qua non para su necesaria reorganización. Las revistas teóricas y políticas de los PPCC que cooperan en la publicación de la Revista Comunista Internacional” nos hemos unido en base a nuestro concepción común sobre asuntos importantes relativos al movimiento comunista internacional, la defensa de los principios del marxismo-leninismo, del internacionalismo proletario, de la necesidad de la revolución socialista, de la dictadura del proletariado y de la construcción de la sociedad socialista.

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EDITORIAL DE LA «REVISTA COMUNISTA INTERNACIONAL» “Los comunistas no tienen por qué guardar encubiertas sus ideas e intenciones. Abiertamente declaran que sus objetivos sólo pueden alcanzarse derrocando por la violencia todo el orden social existente”. (K. Marx – F. Engels, Manifiesto del Partido Comunista) La publicación del primer número de la “Revista Comunista Internacional” expresa la necesidad de cooperación entre revistas teóricas y políticas de Partidos Comunistas que tienen posiciones comunes en una serie de asuntos teóricos e ideológicos fundamentales. Esta necesidad ha madurado por medio de la evaluación del período de retroceso del movimiento comunista internacional después del triunfo de la contrarrevolución en la URSS y los países orientales y centrales de Europa, así como a través de los asuntos a los que se ha tenido que enfrentar el movimiento comunista por el desarrollo de la lucha de clases moderna. Los pasos dados hacia la cooperación y coordinación de los Partidos Comunistas y Obreros en el período pasado fueron muy importantes y necesarios. Consideramos estos logros esenciales, los apoyamos y seguiremos apoyándolos. Se ha logrado un cierto nivel de discusión, intercambio de información y coordinación, de posiciones y acciones comunes en varios asuntos. Sin embargo, es fundamental conquistar la unidad político-ideológica del movimiento comunista sobre la base del marxismo-leninismo, la defensa de las conquistas que trajo para la clase obrera a nivel internacional el primer esfuerzo histórico de construir el socialismo, así como la concepción única sobre el carácter del derrocamiento y de sus causas. Todo ello constituye condición previa para la superación de la profunda crisis del movimiento comunista y la revitalización del objetivo estratégico socialista. Por ello afirmamos que, en paralelo a la continuación de esta cooperación y coordinación de los Partidos Comunistas y Obreros como el encuentro internacional anual es necesario reforzar la cooperación a nivel teórico entre las revistas teóricas marxista-leninistas. No nos olvidamos de que la principal condición para la formación de un partido revolucionario es el dominio de la teoría revolucionaria, lo que fue el foco de atención de la III Internacional Comunista Leninista, que este año se celebra su 90º aniversario. Desde la primera publicación de su revista teórica titulada “Comunista Internacional” Komintern expresó sus principios organizativos y sus posiciones teóricas. La “Revista Comunista Internacional” siguiendo la tradición leninista es una publicación con un claro carácter político-ideológico. Es una publicación con un punto de vista y no un simple recordatorio de tesis de Partidos Comunistas, lo que ya se cumple con otras publicaciones, tales como el Boletín Informativo de los encuentros internacionales de Partidos Comunistas y Obreros, así como otras publicaciones partidarias. Nuestro objetivo es contribuir a la popularización y desarrollo de la teoría marxista-leninista con el análisis ideológico y posicionamiento político ante los modernos desarrollos en el capitalismo y los problemas de la lucha de clases. Consideramos que el reforzamiento de la orientación marxista-leninista en el seno del movimiento comunista internacional es una condición sine qua non para su necesaria reorganización. Las revistas teóricas y políticas de los PPCC que cooperan en la publicación de la “Revista Comunista Internacional” nos hemos unido en base a nuestro concepción común sobre asuntos importantes relativos al movimiento comunista internacional, la defensa de los principios del marxismo-leninismo, del internacionalismo proletario, de la necesidad de la revolución socialista, de la dictadura del proletariado y de la construcción de la sociedad socialista.

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Unimos nuestras fuerzas para contribuir a la reorganización teórica e ideológica del movimiento comunista internacional sobre una base marxista-leninista sólida a pesar de las diferentes aproximaciones en temas de táctica y estrategia. Para subrayar expresamente el papel de vanguardia de la clase obrera en el proceso revolucionario, en las condiciones en que una serie de fuerzas disputan los criterios marxistas-leninistas según los que alguien pertenece a la clase obrera y su papel dirigente en la lucha por el progreso social, por la transición revolucionaria del capitalismo al socialismo. Para defender los principios leninistas sobre el partido, en condiciones de crecimiento de la presión sobre los partidos comunistas para su incorporación al sistema capitalista. Para mostrar la necesidad de la luchar contra las uniones imperialistas, tales como el FMI, la OTAN, la UE, etc. Para defender la experiencia histórica del movimiento comunista internacional, con seguridad, sin rechazar la necesaria crítica y las conclusiones científicas que ayudarán al moderno movimiento comunista internacional a dar pasos adelante. Consideramos que es necesario seguir la vía de las tradiciones revolucionarias de la Comuna de París, la Revolución Socialista de Octubre, la Internacional Comunista y la experiencia socialista de la URSS y de otros países. La reorganización teórica e ideológica del movimiento comunista internacional no puede llevarse a cabo sin una firme confrontación de las corrientes que actúan en el seno del movimiento obrero tales como la socialdemocracia, todo tipo de oportunismo dentro del movimiento comunista, revisionismo, reformismo, nacionalismo, cosmopolitismo del capital y liberalismo. Por ello, exponemos abiertamente nuestras posiciones, nuestra concepción y nuestra crítica al existente retroceso y distorsión del marxismo al conjunto del movimiento comunista internacional y contribuimos al inicio de una discusión importante en sus filas para su orientación teórica e ideológica. Nos dirigimos a todas las revistas teóricas de los PPCC que apoyan los principios arriba expresados y quieran contribuir a este esfuerzo. Hemos estimado necesario dedicar el primer número de la “Revista Comunista Internacional” a la actual crisis económica capitalista internacional, que señala los límites históricos del sistema capitalista y acumula material explosivo que puede contribuir a los procesos revolucionarios en los años venideros. La crisis actual confirma el significado de la obra teórica de K.Marx “El Capítulo”. Pone de relieve como asunto fundamental del trabajo teórico su asimilación creativa, es decir, el entendimiento profundo de las leyes de la economía capitalista para que podamos analizar los fenómenos que no se habían desarrollado plenamente en la época de Marx, tal como las nuevas formas de circulación del capital dinero, los nuevos medios técnicos que aceleran la difusión de la información y los intercambios. La concepción marxista-leninista en el análisis de estos fenómenos es determinante para las conclusiones de la lucha política de la clase obrera en cada país y a nivel internacional, para el fortalecimiento del frente ideológico-político ante las propuestas reformistas y oportunistas de racionalización del capitalismo. Esperamos que los artículos que se publican en la revista contribuyan en esta dirección.

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Jo Cottenier y Henri Houben Crisis del sistema Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), el crack actual sólo es comparable al de 1929. En aquella ocasión, tras el crack vinieron varios años de gran depresión: cierre de muchas empresas, tasas increíblemente altas de paro, recortes en los salarios, incremento de la pobreza. Fue el aviso previo a la Segunda Guerra Mundial. ¿Va a tener esta crisis las mismas consecuencias dramáticas o se podrá contener? De repente, los Estados han reaparecido. ¿Será eso suficiente para absorber el choque? Hoy en día, incluso los más acérrimos liberales están exigiendo más regulación para los mercados financieros. Pero, ¿se puede prevenir la crisis simplemente vigilando más las idas y venidas de la industria bancaria? ¿O hay algo más que eso? Para tratar de responder a estas preguntas tenemos que entender los orígenes de la crisis actual. Para ello, tenemos que remontarnos atrás en el tiempo. La economía global ya en situación desesperada en 1973 Los Estados Unidos salieron de la Segunda Guerra Mundial como la potencia mundial incontestable, lo que consiguieron convirtiendo al dólar enla divisa mundial. Sólo los dólares se podían cambiar por oro, y el resto de divisas tenían una tasa de intercambio fija con respecto al dólar. Estas regulaciones se establecieron en el acuerdo de Bretton Woods (1944). Los EEUU utilizaron el hecho de tener la sartén por el mango para hacer frente al comunismo. Su prodigalidad no conoció límites y las máquinas de imprimir dólares funcionaban a toda velocidad. En Europa Occidental, el objetivo del caro Plan Marshall era construir una sólida presa contra la Unión Soviética y amordazar a la resistencia local. Los EEUU lanzaron un plan similar de ayuda en el sudeste de Asia (Korea y Taiwán). La maquinaria militar creada para luchar contra los nazis se perfeccionó y se utilizó para luchar contra el comunismo. Los EEUU lideraron guerras contra la “amenaza comunista” en Korea (1950-1953) y en Vietnam (1959-1975). También dieron apoyo a sus aliados sionistas en Oriente Medio durante la Guerra de los Seis Días (1967) y la Guerra del Yom Kippur (1973). La economía de EEUU en la época de la Guerra Fría estimuló un rápido crecimiento pero al mismo tiempo era una fuente de inestabilidad. La productividad industrial creció rápidamente durante los dorados años sesenta: trabajo y capital se mantenían estables. En otras palabras, los salarios crecían tan rápido como la productividad. La distribución del ingreso nacional (en porcentaje de trabajo y capital) se mantenía estable. Sin embargo, todo eso no se produjo sin fricciones. El final de los 60 supuso el principio del fin para este largo período de crecimiento relativamente importante y estable. Se frenó el rápido incremento de la productividad y la capacidad productiva dejó de aprovecharse en toda su extensión. No se utilizaban todas las inversiones y descendieron las tasas de beneficio. Finalmente, los mercados se saturaron; estaba claro que se gestaba una crisis de sobreproducción. Todo estalló cuando, en 1973, los países de la OPEP cuadruplicaron los precios del petróleo. Los precios subieron de 2 a 9 dólares el barril. La segunda crisis del petróleo tuvo lugar en 1979, cuando los precios subieron de los 13 a los 26 dólares; en 1982, un barril costaba 32 dólares. Hay dos análisis sobre la crisis que comenzó en 1973. ¿Fue el resultado de los precios del petróleo, en otras palabras, fue un factor externo ocasionado por los productores de petróleo? ¿O fue la crisis del petróleo simplemente su punto de partida? Según este segundo punto de vista, el crecimiento global de la economía estaba en una

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situación desesperada en 1973 por culpa de los procesos internos recurrentes del capitalismo. Los mismos procesos que Karl Marx había descrito un siglo antes. Karl Marx nos permitió entender los procesos recurrentes del capitalismo. Explicó claramente por qué estos procesos conducen inevitablemente a las crisis de sobreproducción. Existe claramente una contradicción fundamental en la base del capitalismo: los medios de producción (fábricas, materias primas...) son de propiedad privada mientras la propia producción tiene lugar en base un modo cada vez más social. Esto es cien veces más cierto hoy que en la época de Marx. Los complejos aparatos productivo, extendidos a menudo por todo el mundo, trabajan en beneficio sólo de unos pocos accionistas. La única planificación existente tiene como objetivo acabar con la competencia. Para lograr esto, uno tiene que obtener más beneficios que la competencia y acumular más y más capital. Al elevar la tasa de inversión, cada parte espera ganar esferas de mercado frente sus rivales. Pero para lograr esto, los costes de producción (recorte de salarios) deben ser reducidos y continuamente racionalizados para producir más utilizando menos trabajo. Este proceso lleva inevitablemente a crisis de sobreproducción por la contradicción entre capacidad productiva y un decreciente poder adquisitivo de la gente. Marx lo resumía de la siguiente manera: “La razón última de todas las crisis reales es siempre la pobreza y la limitación del consumo de las masas frente a la tendencia de la producción capitalista a desarrollar las fuerzas productivas como si no tuvieran más límite que la capacidad absoluto de consumo de la sociedad”[1]. Éste es el resultado del caos social, donde sólo funciona la ley del máximo beneficio. La producción no está organizada de ninguna manera para satisfacer ampliamente las necesidades de la sociedad. Una crisis de sobreproducción muy larga y a cámara lenta. Siempre que hay una recaída, los capitalistas plantean sus propias soluciones y saben que pueden contar con el apoyo y la ayuda del Estado. Su solución habitual a la crisis implica la destrucción de una parte de la capacidad productiva mediante el cierre de empresas y el despido de trabajadores. Los precios y los salarios se ven recortados. Las empresas más pequeñas, más débiles, desaparecen o son adquiridas por otras más grandes. Esto permite que la oferta nuevamente se adapte a la demanda. La tasa de beneficio vuelve a crecer, se vuelve a invertir dinero: comienza un nuevo ciclo. Como lo describió Marx, se trata de un proceso de crecimiento seguido de un estancamiento, una crisis y una recuperación que tienen lugar en un período de cinco a siete años: el ciclo económico. Sin embargo, esta vez hay algo más que una simple recesión cíclica “simple”. Desde 1973 se han producido repuntes y caídas, pero los picos son cortos y las caídas bruscas. Un período de crisis tan largo ya había tenido lugar anteriormente. La primera crisis importante que afectó a las grandes potencias económicas se produjo después de 1873. Acabó con la masiva exportación de capital y la lucha por una esfera de influencia en las colonias que, al final, desembocó en la Primera Guerra Mundial. Fue la fase inicial de lo que Lenin llamó “imperialismo”: una etapa -la última- del capitalismo caracterizada por la fusión del capital bancario e industrial y la división del mundo entero en colonias. La segunda crisis estructural se produjo tras el crack de 1929 y finalizó con el estallido de la Segunda Guerra Mundial. Desde 1973 hemos vivido en la tercera crisis estructural. Sin embargo, esta crisis está teniendo lugar bajo circunstancias especiales.

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Ya en 1975, los esquemas de estabilización estaban siendo puestos en práctica en Bélgica. Cuatro “industrias nacionales” -carbón, acero, textil y vidrio- se desmantelaron con la cooperación del Estado, incluyendo la nacionalización temporal de la industria siderúrgica. Una segunda oleada de planes se lanzó en 1981, cuando se hicieron planes para recortar los salarios y los servicios sociales. El franco belga sufrió una devaluación y no se llevaron a cabo tres subidas salariales tras incrementos en los índices de precios. Los gobiernos desmantelaron la seguridad social y los beneficios de desempleo sin importarles las huelgas nacionales y las manifestaciones que firmemente se oponían a ello. Sólo en 1989 fuimos testigos de una pequeña subida que para 1991 ya había terminado. La Comunidad Europea se ocupó del asunto a partir de 1985. Se adoptaron muchas medidas: el mercado común en 1990, el Tratado de Maastricht en 1991 (y divisa común), la liberalización del sector público durante los 90 y la Estrategia de Lisboa en 2000. En Bélgica, la oposición a estas medidas se expresó principalmente a través de una gran serie de huelgas contra el “plan global” en 1993 y las huelgas contra el denominado “pacto generacional” de 2005. El competidor estadounidense era el modelo de todas las medidas planteadas por la Unión Europea. Esto no es una coincidencia. Desde el inicio de la crisis, en 1973, la superpotencia Estados Unidos no ha cesado nunca de dejar su pesado sello en la economía global. Esto se hizo aún más claro en 1980, cuando la parte más derechista y agresiva de la burguesía estadounidense ganó poder con la presidencia de Reagan. Esta situación llevó a que se adoptaran medidas radicales que tuvieron mucha influencia en el desarrollo de la crisis en todo el mundo. Debido a algunas de esas medidas, la crisis se trasladó a otros países. Otras medidas ralentizaron la crisis transitoriamente e impulsaron artificialmente la economía global. Esto explica por qué esta crisis en concreto ha sido tan compleja. Las soluciones que los EEUU ofrecieron han contribuido al colapso financiero actual. Un resumen de estas soluciones nos permitirá entender mejor cómo de seria es la crisis realmente y por qué la única salida a esta crisis de sobrepdoucción retardada es la masiva destrucción de capital. Seguir el ejemplo de EEUU sólo nos lleva al colapso A finales de los años 60, Estados Unidos tuvo que hacer frente a dos rivales que habían vuelto a la vida: Europa y Japón. Al mismo tiempo, Estados Unidos se encontraba enredado en la guerra contra la independencia de Vietnam y otros países en la región del Sudeste asiático. La carrera armamentística con la Unión Soviética también era bastante cara. El grifo del dólar seguía fluyendo y grandes cantidades de dólares acababan en bancos europeos (los denominados eurodólares). Al comenzar Bretton Woods en 1944, la Reserva Federal aún poseía el 60% del total de reservas mundiales de oro, pero ahora que los bancos nacionales europeos estaban convirtiendo estas enormes cantidades de dólares en oro – una especie de segunda quimera del oro -, esa proporción cayó rápidamente al 15%. Así que Nixon tomó la decisión unilateral de detener la convertibilidad directa de los dólares en oro. Dos años después, se abandonaron los tipos de cambio fijos y el dólar comenzó a flotar. Perdió valor hasta 1979. Entonces, el dúo Volcker-Reagan comenzó a seguir una senda distinta. El abandono de Bretton Woods dio a los EEUU más posibilidad de maniobra porque el dólar ya no podía ser devaluado mediante la reclamación de su valor en oro a la reserva federal de oro. Más que nunca, el dólar se convirtió en una divisa global, sólo que ahora el gobierno de EEUU podía también manipular el tipo de cambio a voluntad. Hasta hoy, han aprovechado mucho esta posibilidad.

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Durante treinta años, los Estados Unidos revivieron mercados financieros por todo el mundo. Utilizaron un triple mecanismo como palanca: el dólar, el crédito y la especulación, lo que llevó a un enorme incremento del tamaño de los mercados financieros. En 1980, el valor de los instrumentos financieros se estimaba en el equivalente al Producto Interio Bruto mundial (PIB). En 1993, ese valor era el doble de alto. Y, a finales de 2005, era más de tres veces superior, es decir, un 316% del PIB mundial. Entre 2000 y 2004, los títulos de deuda pública y privada representaban más de la mitad de este incremento. Esto muestra el creciente papel de la deuda y las compras apalancadas financiadas[2] como motor del proceso[3]. En 2004, el comercio diario de derivados[4] alcanzó los 57.000 millones de dólares y el comercio de divisas los 1.900 millones de dólares. En conjunto, sumaban 76.000 millones de dólares al día. Eso es más que el valor de las exportaciones anuales[5]. ¿Cómo apareció esta tendencia? Para mantener su posición preeminente, los Estados Unidos siguieron caminos en los 80 que contribuyeron a inflar la burbuja financiera. 1. En 1979, Paul Volcker, presidente de la Reserva Federal, decidió sin previo aviso elevar los tipos de interés. En pocos meses subieron de un 11% a un 22%. Tal porcentaje era increíblemente alto, especialmente con la depresión todavía muy presente. El hecho de que el crédito aún fuera increíblemente caro siguió frenando la economía. Una tasa de inflación del 10% suponía que los capitalistas perdían anualmente el 10% de su fortuna. La alta inflación es buena para quien está endeudado porque está devolviendo el dinero que debe con dinero de bajo valor. Los bancos, sin embargo, veían que los préstamos que habían concedido perdían el 10% de su valor. Reagan y Volcker rápidamente tomaron una decisión[6]. Esta decisión también estuvo condicionada por el hecho de que la deuda previa a la alta inflación podía atribuirse a los altos salarios y los “excesivos” beneficios sociales. En resumen, los poseedores de capital querían que la lucha contra la inflación tuviera preferencia y lo lograron. Como resultado, la inflación bajó al 2 ó 3% a finales de los 80. Fue el primer gran regalo de los EEUU al mundo financiero. Las consecuencias aparecieron rápidamente. La crisis empeoró y llegó a su cima. Las principales víctimas fueron quienes estaban fuertemente endeudados y no podían hacer otra cosa más que ver cómo los tipos de interés se incrementaban vertiginosamente. Fue un desastre para los países latinoamericanos. Los bancos occidentales habían concedido préstamos a países del tercer mundo que se alegraron al ver que se inyectaba capital que ayudase a construir sus industrias. Los EEUU estaban en una particularmente buena situación económica: el 40% de todos los préstamos lo hacían sus bancos, y las empresas de EEUU recibían muchos pedidos de equipamiento para la industrialización de los países del tercer mundo, industrialización que, a menudo, estaba dando sus primeros pasos. Todo parecía prometedor hasta que los tipos de interés se dispararon y los países que habían pedido dinero prestado tuvieron que pagar en intereses más de lo que estaban ganando con sus exportaciones. En 1982, Mexico estuvo al borde de la bancarrota. En 1983 fue el turno de Argentina, y Brasil fue detrás en 1984. Como es natural, la industria bancaria también se encontró en serios problemas pero, al mismo tiempo, se trataba de una nueva oportunidad para que Estados Unidos, vía el FMI, presionase para la adopción de estrategias radicales de reestructuración que abrirían las economías del Tercer Mundo a las multinacionales estadounidenses. En nombre del libre mercado, todas las barreras nacionales fueron derribadas en beneficio de las compañías transnacionales.

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La decisión de Volcker de subir los tipos de interés hizo al dólar más atractivo. El tipo de cambio del dólar dejó de caer y los altos tipos de interés ayudaron a atraer inversores. El camino estaba así despejado para la entrada de los dos siguientes elementos: el crédito y la especulación.2. Los poseedores de capital también exigían una reforma fiscal. Reagan les concedió la Ley de Impuestos para la Recuparción de la Economía de 1981. El tipo impositivo sobre los ingresos más elevados se redujo durante los años 80 y 90 del 70% al 28%, con Reagan y, en parte, con Clinton en la presidencia. Como el ingreso de los más ricos de EEUU (1% de los ciudadanos) se incrementó un 50% durante ese período, el tipo impositivo medio sobre sus ingresos se redujo del 37% en 1979 al 29% en 1990. Esto supuso un incremento del 70% en la liquidez tras impuestos. Para los más pobres de EEUU (el 20% de los ciudadanos), sin embargo, el ingreso y la presión fiscal se mantuvieron igual. En 1980, ese mismo 1% de los más ricos ciudadanos de EEUU poseían el 30% de todos los activos, un porcentaje que alcanzó rápidamente el 38% en los 80[7]. En 1998, el 5% de los más ricos de EEUU poseía el 59% de la riqueza, es decir, más que lo que poseía el 95% restante. El consumo de los bien posicionados económicamente experimentó un doble incentivo. Primero, porque tenían mayores ingresos; segundo, porque el incremento de sus activos les proporcionaba cobertura si querían obtener préstamos. La parte del consumo privado en el PIB[8] se incrementó del 62% en 1980 al 68% en 2000. Esto se reflejaba en los ahorros de las familias de EEUU. El 50% de las familias norteamericanas con ingresos bajos casi no lograba ahorrar dinero pero, independientemente de esto, los ahorros anuales hechos por todas las familias cayeron del 8% del PIB en 1980 al 5% en 1990 y al 1,5% en 2000. Se incrementó y se alentó la deuda privada. En 1980, las deudas de las familias norteamericanas suponían aproximadamente el 50% del PIB y alcanzaron el 65% en 1990, el 75% en 2000 y el 100% en 2007. El segundo elemento había entrado en escena. Este gigantesco crecimiento del crédito no tuvo lugar sin producir consecuencias para la economía global. El consumo de EEUU, que alcanza una media del 30% del consumo privado global, promovió la demanda global. De hecho, desde los años 60, las compañías multinacionales estadounidenses habían estado produciendo cada vez más en el extranjero: en Europa y el países donde el trabajo era barato. El consumo se incrementaba, lo que suponía que las importaciones crecían. Estados Unidos tuvo que enfrentarse, rápidamente, a un creciente déficit comercial. El creciente tipo de cambio del dólar (debido a los altos tipos de interés) tuvo un doble efecto. Por un lado, un dólar fuerte permitía a la gente comprar bienes de importación de mejor valor; por otro lado, también se atraía a inversores extranjeros. Así que los dólares que abandonaban el país cuando se pagaban las importaciones, se reinvertían como capital en los bonos del gobierno de los EEUU y los bancos de EEUU. El dólar garantizaba que el sobreconsumo de la riqueza se perpetuase. En otras palabras, la economía de EEUU estaba siendo sostenida por el resto del planeta.3. Al mismo tiempo, tuvo lugar una evolución crucial en la vida empresarial. Las empresas trabajaban cada vez más para la bolsa. Fue Jack Welch quien marcó la pauta. En 1981, Jack Welch era el director de General Electric, con una plantilla de 400.000 trabajadores. Su ambición era convertir a General Electric en la empresa más competitiva del mundo y tenía sus propios métodos para alcanzar tal meta. ¿Cuál era el primer paso? Despedir al 10% de los trabajadores menos eficientes cada año. ¿Cuál era el segundo paso? Al estar la empresa en lo alto de la actividad industrial, introducirla en el mundo financiero. Esto es lo que Welch hizo con General Electric.

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Los ingresos del grupo se elevaron de 1.500 millones de dólares en 1980 a 4.000 millones en 1990 y a 7.300 millones en 2000. Los accionistas estaban exultantes. El método de Welch tuvo tanto éxito que pronto se convirtió en la norma en los EEUU e incluso en todo el mundo empresarial occidental. Las ganancias se fijaban de antemano, generalmente alrededor del 15%, lo que era un índice mucho más alto que la tasa media de beneficio. Y el margen de beneficio ya se calculaba de antemano en los costes de producción. La deducción de beneficio se hacía antes, no después. Esto hizo que las compañías ahorrasen constantemente allí donde fuera posible y asumieran muchos riesgos financieros. Se precipitaron en el mundo financiero, trabajando principalmente con dinero prestado y contando con la palanca financiera[9]. Los dividendos se conviertieron en el criterio último; la valoración bursátil de una empresa se convirtió en el único modo de medir su valor. Cuanto más alto fuera el valor de mercado, más inversores se atraía. Así es como apareció el tercer elemento. La industria de EEUU comenzó a centrarse principalmente en productos de alta tecnología y en actividades centrales de rama, es decir, en los sectores más beneficiosos. La actividad secundaria se subcontrataba y a menudo se trasladaba a países donde el trabajo era barato. Así es como se desarrollaron las maquiladoras mexicanas: de 620 en 1980 (con 120.000 trabajadores), llegaron en 2006 a ser 2.800, empleando a 1,2 millones de personas. Una evolución similar tuvo lugar en países como Malasia, Singapur y Taiwán. Los mismos métodos se utilizaban en todo el mundo. Actualmente, muchos monopolios utilizan la regla del 15% para satisfacer a sus accionistas y muchos monopolios europeos y japoneses ganan más con sus operaciones financieras que con su producción industrial real.4. La desregulación financiera y la proliferación desenfrenada aceleraron el colapso financiero actual. Los Estados Unidos adoptaron varias medidas tras el crack de 1929 y después de que varios bancos fueran a la bancarrota para intentar evitar que estos sucesos se repitieran. La Ley Glass-Steagall de 1933 introdujo la separación de tipos de bancos según su negocio (banca comercial y de inversión), y fundó la Corporación Federal de Seguro de Depósitos para asegurar los depósitos bancarios. También aplicó lo que se conoció como la Regulación Q, que tenía como objetivo prohibir una diferenciación en los tipos de interés según el tamaño de la riqueza del cliente. Sin esta regulación, los bancos podían atraer a clientes más ricos al ofrecerles mayores tipos de interés que podrían poner a los bancos ordinarios en peligro. Sin embargo, a principios de los años 60, estas restricciones legales se fueron levantando gradualmente y en 1980 habían desaparecido completamente. Un creciente mercado de derivados (títulos financieros cuyo valor se determina por otros activos) vio la luz del día. Esto condujo a creaciones financieras sorprendentes. Los bonos se creaban con cualquier cobertura, incluso deuda. Se instigó una verdadera revolución en la financiación de la inversión y la compra. Las empresas ya no se sostenían sobre préstamos bancarios, sino que financiaban operaciones emitiendo títulos financieros. Alguna gente incluso se especializó en emitir estos títulos. Cuando Clinton llegó al poder, se revocó la diferenciación entre instituciones financieras. Llegó la total desregulación. Otros países siguieron el ejemplo de EEUU. Los instrumentos financieros proliferaron y se convirtieron a su vez en objetos de especulación. Crecieron hasta tal punto que la tradicional relación entre banca e industria acabó adoptando formas completamente diferentes. En su obra El imperialismo, fase superior del capitalismo, Lenin muestra cómo la fusión de los monopolios bancarios con los industriales crea lo que entonces se denominó capital

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financiero. Explica que la propiedad y el interés se vinculan porque, con el crédito, los bancos se convierten gradualmente en propietarios de la industria. Lenin concluye: “Concentración de la producción; monopolios que se derivan de la misma; fusión o ensambladura de los bancos con la industria: he aquí la historia de la aparición del capital financiero y el contenido de dicho concepto[10].” El control del mundo financiero sobre la industria y su interrelación no se redujo, sino que los grandes bancos mercantiles fundaron instituciones financieras con estructuras mucho más flexibles que, preferiblemente, recurriesen a nuevos instrumentos financieros, que fuesen capaces de aparecer con grandes sumas de dinero para las adquisiciones y trabajasen preferiblemente en mercados internacionales, mientras, en general, los bancos mantenían fuertes vínculos con los mercados nacionales. El porcentaje del mercado habitual que los bancos y los corredores de seguros tenían de los activos financieros de EEUU se dividió por la mitad entre 1980 y 2007, reduciéndose del 70 al 35%. La parte de los fondos de capital privado, fondos de pensiones, fondos de inversión, etc., se incrementó en las mismas propociones. Los fondos de inversión han ido experimentando un animado crecimiento desde 1990; realizan inversiones muy agresivas y alcanzan el 40% de las transacciones bursátiles. En 2007, 11.000 fondos de inversión gestionaban 2,2 billones de dólares. Para muchos, los fondos de inversión son el próximo agujero negro y creen que puede llevar a un nuevo cataclismo financiero. Hoy en día, unos pocos fondos privados gigantes como KKR, Blackstone, Carlyle y Cerberus controlan el mercado financiero internacional, lo que quiere decir que también controlan muchas acciones de empresas. Los bancos tienen un nuevo papel: conceden préstamos a estos fondos especializados. Por tanto, la definición de Lenin del capital financiero sigue siendo muy actual. Lenin también se refirió a la creciente separación entre el control de la producción y la capa de parásitos conocida como “cortadores de cupones”. Su libro fue escrito en 1916, hace casi un siglo, pero podía haberse escrito hoy: “Es característico del capitalismo en general que la propiedad del capital esté separada de la aplicación del capital a la producción, y que el rentista que vive completamente del ingreso obtenido del capital dinero, esté separado del empresario y de todos aquellos que están directamente preocupados por la gestión del capital. El imperialismo, o el dominio del capital financiero, es el más alto estadio del capitalismo en el que esta separación alcanza vastas proporciones. La supremacía del capital financiero sobre todas las demás formas de capital significa el predominio del rentista y la oligarquía financiera; significa que un pequeño número de estados financieramente “poderosos” sobresalgan por encima del resto[11].” La Unión Europea quiere catch up con los Estados Unidos En la estrategia de Lisboa (2000), la UE fijó el objetivo de alcanzar a la economía de EEUU en 2010, pero esta ambición ha ido incluso más allá. Dado que la crisis ha estado golpeando desde 1973, la burguesía europea fue incitada a buscar una nueva vida en la unificación de Europa, particularmente debido a la agresiva respuesta de los EEUU a esta crisis. Durante los primeros años de la crisis, la intervención de las autoridades europeas se limitaba a reestructurar la industria siderúrgica y otras industrias amenazadas. Pero la Unión Europea quería alcanzar a los Estados Unidos. En 1983, los administradores de 17 importantes monpolios europeos crearon una mesa de industriales europeos. Esta mesa europea esbozaría el programa del Acta Única Europea de 1985 y terminó el proyecto de 1990 para un mercado único europeo. El proyecto fue lanzado por un

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entusiasta Jacques Delors y su Comisión Europea. Las cosas se aceleraron en 1991 con el Tratado de Maastricht, que estableció una única divisa europea y una política exterior común europea. La estrategia de Lisboa (2000) afirmaba claramente el gran objetivo de “hacer de la UE la economía más dinámica y competitiva del mundo basada en el conocimiento”. En muchos ámbitos se adoptó el enfoque de EEUU: reformas fiscales, ampliación de la carga de trabajo, privatización de la seguridad social, mercado totalmente libre, expansión de la bolsa, etc. Las ventajas competitivas de una débil protección social metieron a los países europeos en la vía del desmantelamiento de las conquistas históricas como la seguridad social. La brecha entre los ricos y los pobres se amplió rápidamente también en Europa. Desde principios de los años 90, la UE dirigió la liberalización de las telecomunicaciones, los ferrocarriles y los servicios postales. Los servicios públicos que, en Europa, son mucho más importantes en la vida diaria que en los EEUU, se desmantelaron y transfirieron al capital privado. La reforma de Bolonia supuso que la educación europea copiara el modelo de EEUU, que tiende mucho más a satisfacer las necesidades e intereses de las empresas. El colapso de los países socialistas en 1989 dio aún más fuerza a la ofensiva liberal. El miedo al comunismo había desaparecido, el capitalismo triunfaba. Sin embargo, los capitalistas europeos se enfrentaban a una mayor oposición a los planes de desmantelamiento. Incluso a pesar de que los sindicatos no estaban organizados a nivel europeo aún, los planes se iban frenando en cada país como resultado de la moviliación a nivel nacional. La economía burbuja no puede barrer la crisis En resumen: el hecho de que el consumo de EEUU haya sido enormemente estimulado desde 1973 no ha resuelto la crisis. Al contrario, ha ayudado a prolongarla. Tras 1973, el crecimiento nunca alcanzaría el nivel que alcanzó en los años 60. Como la espada de Damocles, la crisis de sobreproducción nunca cesará de amenazar la economía global. Cuando tiene lugar la sobreproducción, posteriormente se produce una plusvalía de capital. Un exceso que no puede utilizarse para incrementar la producción porque choca con los límites del mercado. Este exceso de capital busca altos rendimientos y ahí es donde el sector financiero echa una mano. Las condiciones para permitir esto se crearon con la desregulación financiera y el incremento del número de nuevos instrumentos financieros. Todo el asunto se intensificó aún más por el excesivo estímulo al crédito, ya que la concesión de créditos es una forma de crear dinero de la nada. Un gran paso hacia la proliferación financiera se da cuando la deuda se utiliza como cobertura para la emisión de títulos o derivados financieros – lo que se denomina titulización. Así, toda deuda puede ser convertida en un título, lo que significa que puede seguir siendo comprada y vendida y, como consecuencia, se convierte en objeto de especulación. De ahí en adelante, cualquier polo de crecimiento económico puede convertirse en la piedra angular de burbujas financieras. El dinero es prestado a los polos en expansión de la economía y esta deuda se negocia bajo la forma de títulos financieros. Los polos en crecimiento también hacen que la bolsa suba y, como resultado, las instituciones financieras y los especuladores tienen carta blanca. Así es como nacen las escandalosas burbujas financieras que atraen a inversores y especuladores. Aparece el capital ficticio que se basa únicamente en la esperanza de un crecimiento sin fin. Más tarde o más temprano estas burbujas acaban explotando inevitablemente.

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Ése ya fue el caso de la deuda del tercer mundo a finales de los años 70 el cual, como resultado, llevó al colapso de los países latinoamericanos en 1982-1984 que mencionábamos antes. La historia se repitió en 1997 con una gigantesca burbuja financiera en los mercados asiáticos. La devaluación de la divisa tailandesa causó el crack. Los efectos colaterales incluso se notaron en Rusia y Brasil. Los fondos de cobertura entonces se volvieron hacia las empresas de alta teconología localizadas en Silicon Valley. Esa burbuja también explotó con el crack del Nasdaq en 2000. Así es como empieza la historia de la burbuja inmobiliaria. Tras el crack del Nasdaq y el 11 de septiembre, la Reserva Federal rebajó su tipo preferente[12] al 1% en un intento de impedir la amenaza de la recesión. Los bancos hipotecarios se aprovecharon agresivamente de los tipos bajos para emitir préstamos para la compra de viviendas. Ofrecían condiciones extremadamente favorables sin exigir demasiadas garantías. El mercado real estaba en plena expansión y todo el mundo pensaba que los precios seguirían subiendo, sin importar la solvencia[13] de los prestatarios: sus casas podían ser embargadas, así como su dinero. Se permitía a los ciudadanos insolventes adquirir hipotecas en condiciones especiales. Esto es lo que se acabó conociendo como hipotecas subprime. El mercado hipotecario se disparó y las capas más pobres de la población aprovecharon la oportunidad. El número de hipotecas subprime creció del 8% (en 2001) al 20% (en 2007) del total de préstamos hipotecarios en los EEUU. La desregulación del mercado financiero hizo el resto. Los bancos hipotecarios vendieron sus hipotecas subprime (junto con sus riesgos) a empresas especializadas[14] que emitían títulos en el mercado cubiertos por estas hipotecas. Como resultado de ello, los bancos hipotecarios podían seguir prestando dinero. Entre 2001 y 2006 la máquina siguió funcionando y las hipotecas de EEUU sumaban 11,5 billones de dólares. Estos títulos fueron esparcidos por todo el mundo en bancos, fondos de pensiones, bancos mercantiles, fondos especulativos y fondos de cobertura, quienes estaban particularmente aficionados a ellos. Cuando la Reserva Federal subió progresivamente el tipo de interés hasta el 5,25%, muchos nuevos compradores se quedaron sin un céntimo. Una gran cantidad de ejecuciones hipotecarias tuvo lugar y el mercado inmobiliario cambió. El número de insolventes se incrementaba trimestre a trimestre y, a finales de 2006, empezaron los problemas en los bancos y fondos de cobertura. La avalancha ya no se pudo detener y en septiembre de 2008 la crisis bancaria alcanzó su cénit. Las consecuencias fueron devastadoras para los propietarios de las casas. Más de dos millones de propietarios perdieron la casa que acababan de comprar y se quedaron en la calle. Sin embargo, la crisis no se ha producido sólo en EEUU. En todo el mundo, más de 1 billón de dólares en bonos basura ha sido debitado y, uno tras otro, los bancos están declarando pérdidas. La situación empeora cuando, como precaución, los bancos inundan el mercado interbancario porque la desconfianza general crece. Esta desconfianza llega al público y persiste la amenaza de serios problemas bancarios. Todavía no ha terminado ¿Cómo es posible que el pinchazo de la burbuja inmobiliaria haya sido un golpe mucho más fuerte que el ocasionado por la burbuja anterior y que todo el sistema financiero se encuentre al borde del abismo? Ésta es la mayor bubuja financiera de la historia y ha contaminado a todo el sistema con sus bonos basura. Todas las medidas

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de protección y control gubernamental han sido desmontadas de tal manera que nadie es capaz de comprobar el verdadero valor de los títulos basados en hipotecas o cuál es su localización. Esto ha hecho inevitable una reacción en cadena. La seriedad de nuestra actual sitauación puede observarse por el pánico que ha llevado a prácticamente todos los Estados a proceder al rescate raudo de sus bancos y por la amplitud de sus intervenciones. Para medir esta amplitud, es útil conocer que los siete años de guerra en Irak y Afganistán han costado 750 mil millones de dólares. Esta cantidad es sólo un poco mayor que el plan de Paulson de 700 mil millones de dólares destinado a que el gobierno de EEUU adquiriese la deuda impagada de los bancos. Pero eso no es todo. Se gastaron otro par de cientos de miles de millones para rescatar bancos como el Bear Stearns y para nacionalizar instituciones financieras como Fannie Mae, Freddy Mac y AIG. Sumando las diferentes intervenciones, el total se acerca a los 1,8 billones de dólares. Hay que señalar el dato de que el PIB de todo el continente africano en 2007 fue de 2,15 billones de dólares. Es obvio que un agujero tan grande tendrá consecuencias nefastas en la deuda pública, en el presupuesto y, finalmente, en el ingreso neto del ciudadano norteamericano. Se estima que éste tendrá que desembolsar al menos 2.000 dólares. ¿Será capaz el Presidente de la Reserva Federal, Ben Shalom Bernanke, de encontrar un nuevo sector que infle una nueva burbuja y traiga algo de alivio? Es completamente improbable. El consumo de EEUU se ha colapsado y muchos inversores han perdido grandes cantidades de dinero en la Bolsa. Los instrumentos financieros y los bienes inmobiliarios han perdido mucho valor y no se pueden utilizar para cubrir nuevos créditos. Créditos que, por razones entendibles, la industria bancaria es reacia a conceder. El recorte de los tipos de interés para impulsar la economía tampoco es una opción, puesto que, estando al 3%, ya se encuentran en su mínimo. Está claro que la única salida de esta crisis de sobreproducción constantemente retrasada es la aniquilación de la capacidad productiva. Esto siginifica que lo peor está por venir. La crisis promete ser larga y profunda. Los países del tercer mundo serán los primeros en ver cómo sus exportaciones disminuyen, proporcionarán menos materias primas y pronto se encontrárán nuevamente bajo el dominio férreo del FMI y sus planes de reestructuración. ¿Asistimos al final de la hegemonía de EEUU? Durante muchos años, los EEUU han logrado hacer navegar su barco económico trasladando los efectos de la crisis a otros países. La forma en que EEUU impulsa artificalmente la economía también afecta al resto del mundo. Los EEUU han sido capaces de tomarse estas libertades dada su posición como potencia económcia mundial. Pero parece que, en este sentido, las cosas están cambiando. El casi colapso de los grandes bancos de EEUU y la desarticulación del sistema financiero global continuarán inevitablemente drenando la economía de EEUU, así como su autoridad. Las dificultades financieras de Estados Unidos van de la mano de la Guerra contra el Terrorismo, que lucha por mantenerse a flote e incluso llega a un callejón sin salida tanto en Afganistán como en Irak. La autoridad política de los Estados Unidos en las instituciones internacionales y en el frente diplomático está siendo cada vez más disputada. El orden global está dando un giro y se está formando un mundo más multipolar. EEUU todavía es la mayor economía mundial. No obstante, en las últimas décadas la economía ha sido inflada artificialmente para que siguiera siendo el motor de la actual situación, y por eso, EEUU está pagando ahora un alto peaje: su situación actual muestra un extremadamente alto déficit, lo que es principalmente atribuible a su descompensada balanza comercial. Como resultado de lo anterior, los dólares están

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siendo esparcidos por todo el mundo y vuelven a los EEUU como inversiones o capital. Esto sólo será posible que continúe mientras el dólar siga siendo la divisa del comercio y las reservas internacionales. Sin embargo, el colapso del sector financiero, tarde o temprano, pondrá fin a esta posición excepcional. Las sumas astronómicas que el gobierno de EEUU inyecta en su industria bancaria sólo servirán para incrementar la deuda pública, la cual ya es de colosales dimensiones debido a los costes de la guerra. Cada vez menos países estarán inclinados a invertir incondicionalmente sus reservas en los Estados Unidos y, de esta manera, a dar su apoyo a que el dólar sea la divisa de reserva internacional. Tarde o temprano llegará el final del imperio del dólar. Se va perfilando el papel de China. Como principal potencia emergente, el país ya tiene una importante influencia en la economía global debido a la creciente plusvalía de su balanza comercial y sus considerables reservas financieras. El déficit de Estados Unidos asciende a 800 mil millones de dólares al año. Según Zhu Min, vicepresidente del banco de China, los Estados Unidos no podrán contar más con China para colocar los bonos estatales necesarios para financiar el rescate de los bancos estadounidenses. ¿Cómo reaccionará el imperio estadounidense? ¿Incrementando aún más sus gastos en la guerra y manteniendo sus aventuras militares? Por el momento, sigue siendo una cuestión abierta, pero es un hecho histórico que sólo la destrucción masiva de la capacidad de producción por medio de la guerra ha sido capaz de hallar la salida a la última crisis importante del sistema, la de los años 30. Una crisis del sistema tiene que solucionarse sustituyendo el propio sistema El dique ha acabado reventando. Tras el colapso financiero, tras el crack de la burbuja gigante, se está viniendo abajo todo el suelo de la crisis de sobreproducción, con la apariencia de una depresión larga más que de un breve período de descenso de actividad. Ni siquiera las enormes cantidades de dinero implicadas serán capaces de mantener este tsunami bajo control. En cuanto a las causas, los dedos apuntan en todas direcciones: es por las suprime, por los fondos de cobertura, por los EEUU... Según Karel Van Miert, antiguo dirigente del SP.a (partido socialista flamenco), antiguo comisario europeo y administrador de la Philips, es a la carrera de los banqueros por el beneficio a quien hay que culpar del colapso. ¿Son tan codiciosos? Nada esconde el hecho de que tras esta carrera por el beneficio – encabezada no sólo por los banqueros, sino también por empresas como la Philips – yace una constante, un fenómeno recurrente. Karl Marx descubrió este fenómeno hace más de 150 años. Su conclusión fue que el capitalismo no puede existir sin crisis. Cuando se trata de dar soluciones hay un considerable consenso, desde los socialdemócratas a los liberales: es necesaria más transparencia, más regulación y más control. No, ya no se trata de la codicia de un puñado de gente. No, no se trata de la carrera por el beneficio de un par de banqueros. No, no se trata de demontar regulaciones financieras, como muchos piden. No, la situación no se resolverá aplicando “el genuino libre mercado, el único que obedece a leyes”. La crisis es inherente al propio sistema. Nunca antes la humanidad había producido tanta prosperidad, ni tampoco había producido tanta pobreza. Es el trabajo de todos – y sólo el trabajo – lo que produce la

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prosperidad, no el capital. No es más que lógica elemental el exigir que la prosperidad producida colectivamente se utilice para mejorar las condiciones de vida de todos los seres humanos. Esto es imposible en una economía capitalista que funciona según los intereses de una pequeña minoría y que, inevitablemente, conduce a la crisis. Por esto todos los medios de producción importantes deben ser puestos en manos de la colectividad. 18 de noviembre de 2008 Jo Cottenier es autor de La Société Générale 1822 – 1992 (con Patrick De Boosere y Thomas Gounet) EPO, 1989 y de Le temps travaille pour nous (El tiempo está de nuestro lado) (con Kris Hertogen) EPO, 1991. Es miemro del Buró del Partido del Trabajo de Bélgica Henri Houben, doctor en economía, es investigador del Instituto de Estudios Marxistas, especializado en el estudio de las multinacionales, la estrategia europea de empleo y la crisis económica. Actualmente trabaja en un libro sobre la crisis económica que saldría a la luz en primavera de 2009. De Études Marxistes, n°84, Octubre-Diciembre de 2008 http://www.marx.be/FR/em_index.htm

[1] El Capital, Volumen III, Capítulo 30. [2] Una compra apalancada tiene lugar cuando un patrocinador financiero adquiere un interés de conrol en la propiedad de una empresa y cuando un porcentaje importante del precio de compra es financiado por medio del apalancamiento (préstamo). Los activos de la compañía adquirida se utilizan como garantía del capital prestado, en ocasiones con activos de la empresa adquirente. Los títulos u otros documentos emitidos para las compras financiadas apalancadas no se suelen considerar inversión por los importantes riesgos que conllevan. [3] McKinsey Global Institute, 2006. [4] Los derivados son contratos financiero, o instrumentos financieros, cuyo valor se deriva del valor de otra cosa (conocido como subyacente). El subyacente sobre el que se basa un derivado puede ser un activo (p.ej., mercancías, participaciones (acciones), hipotecas residenciales, inmuebles comerciales, préstamos, bonos), un índice (p.ej., tipos de interés, tipos de cambio, índices de bolsa, índices de precios al conusmo (IPC) – ver derivados de inflación), y otros elementos (p.ej., condiciones meteorológicas u otros derivados). Los derivados del crédito se basan en préstamos, títulos u otras formas de crédito. Los tipos principales de derivados son los forward, los futuros, las opciones y swaps. [5] Chandrasekhar, 12 de julio de 2007. [6] La política de Reagan se inspiró en los monetaristas como Milton Friedman, para los cuales la ortodoxia monetaria es el bien más preciado. [7] Luego se mantuvo estable durante los años 90. Ésta es una estimación hecha por Henri Houben sobre la base del trabajo de Edward Wolff La creciente desigualdad en la riqueza de América. En Bélgica, se estima que el 1% tiene el 25% de todas las fortunas privadas. [8] El PIB (producto interior bruto) es el valor total de todos los bienes y servicios finales producidos por una economía concreta en un año. [9] La palanca financiera toma la forma de un préstamo (deuda), cuyas ganancias se (re)invierten con la intención de obtener una tasa de retorno más alta que el coste del interés. [10] [11] Lenin, op. cit.

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[12] El tipo preferente es un tipo de referencia utilizado por los bancos. El término indicaba originalmente el tipo de interés al que los bancos prestaban dinero a los clientes preferentes. [13] La solvencia es la capacidad de una entidad para pagar sus deudas. [14] Se denominan SPV's (vehículos de propósito especial, en inglés)

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La crisis económica capitalista internacional – La posición de Grecia – Las evaluaciones del KKE Por Eleni Belu, miembro del Politburó del CC del KKE La economía capitalista internacional está padeciendo una profunda crisis caracterizada básicamente por una gran sincronización. Se manifestó inicialmente en 2007 en los EE.UU, en el sector de la construcción, a través de una depreciación del capital en las compañías financieras, dada la amplia circulación de derivados de inversión en préstamos titulizados precarios para vivienda. El peligro de colapso del coloso financiero de EEUU – que mantiene posiciones fuertes en el mercado internacional de capital dinero – causó un descenso gradual y generalizado de los precios en las bolsas más importantes del mundo. Fue la “punta del iceberg” de la manifestación de una crisis generalizada de sobreproducción, sobreacumulación de capital. Una versión optimista de los datos y análisis actuales de las organizaciones económicas internacionales señala el año 2010 como el de mayor recesión. Ya se ha visto un incremento en el número de parados en 25 millones y se estima que otros 40 millones más se sumen a finales de año. En 2009 se estima que el PMB caerá un 1,7%, según el Banco Mundial, y un 2,75% según la OCDE. Ésta estima que el comercio internacional caerá un 13,2% en 2009. El Fondo Monetario Internacional estima que la depreciación del capital dinero ha sido de 4,1 billones de dólares desde la manifestación de la crisis hasta hoy. El estallido de la crisis económica en Grecia En la economía griega la crisis se manifestó con cierto retraso en comparación con el resto de la Eurozona. Entró en fase de recesión en 2009, mientras en 2008 se frenaba la expansión del PIB. El elemento más importante es que el sector industrial (sector minero-extractivo, sector manufacturero, suministro eléctrico y de agua, según las estadísticas burguesas), que entró en fase de recesión en 2005, se hundió un 4% en 2007/2008. En 2008, todas las ramas de la manufactura estaban en recesión, excepto la rama de industria alimenticia (crecimiento del 1,2%). La crisis en el sector manufacturero se refleja en el gran hundimiento de las mercancías industriales (aproximadamente un 7%). El sector de la construcción ha sufrido un gran descenso (-9,4%). Durante el período 2002-2008 se ha notado una tendencia de caída importante de la producción en la mayoría de productos agrícolas básicos – excepto del trigo, el maíz y el melocotón-. Según los datos proporcionados por Eurostat, el ingreso real agrícola cayó un 7,1% en 2008 debido al estancamiento de los precios de venta de los productores y el gran incremento de los precios de productos industriales. Según Eurostat, el ingreso agrícola neto como correlación del valor neto añadido en relación al coste se redujo en 2008 al 80,1%, en comparación con el año 2000 (=100)[1].

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En 2008 se produjo una gran caída de precios en la Bolsa de Atenas. Su valor total de mercado (como porcentaje del PIB) a finales de 2008, fue estimado aproximadamente a 1/3 del valor correspondiente a finales de 2007 (Diciembre de 2008: 28%, diciembre 2007: 86%)[2]. Una parte importante de esta caída se debió a la retirada masiva de inversores extranjeros en octubre de 2008. Independientemente de la fase del ciclo de la crisis, una característica particular de la economía griega es su condición financiera agudizada y deficiente a largo plazo. El freno en el crecimiento del PIB – que se aceleró en el segundo semestre de 2008 – empeoró dramáticamente los términos del crédito estatal. Los últimos análisis predicen una caída del 1% en el PIB de 2009. La amplitud de la recesión en la economía griega dependerá del rumbo de la crisis: a. En los países balcánicos, donde existen importantes inversiones de compañías con sede en Grecia. Esto tiene que ver sobre todo con economías que presentan altas tasas de crecimiento capitalista, por ejemplo Rumania creció un 7,7% en 2008, mientras se espera un descenso de 1,8% en 2009, Bulgaria creció un 4,4% en 2008, mientras se espera un descenso de 1% en 2009[3]. b. En el comercio internacional, del cual una gran parte se realiza por medio de transporte marítimo, lo que constituye una importante fuente de ingreso. c. En países europeos importantes, como Alemania y Gran Bretaña. De estos países procede una gran parte de los turistas que visitan Grecia, no sólo en el número absoluto de turistas, sino también en cuanto a número de estancias y gasto. Los efectos de la alta inversión de la UE en comparación con el hundimiento industrial y agrícola son contradictorios. Todo lo mencionado demuestra que el estallido de la crisis en la economía griega va a ser profundo. Hay quien dice que durará dos años. Agudizará las contradicciones sociales existentes a través del incremento del paro, del empleo a tiempo parcial y de la ampliación de las relaciones laborales flexibles. Según las mediciones burguesas, la pobreza ya ha crecido, con particular concentración (sobre ¼) en niños de hasta 15 años, así como personas entre 18 y 24 años. Es evidente que los índices de pobreza reflejan sólo una parte de la misma; no reflejan el hecho de que los salarios no están a la altura del crecimiento del PIB y de la productividad en una fase de reproducción ampliada en Grecia. El análisis del KKE hace diez años Para evaluar la actual crisis y predecir una salida de la recesión a nivel internacional y en Grecia, creemos que sería útil mencionar el análisis general sobre la crisis que hicimos hace diez años. También deberíamos recordar nuestra predicción sobre el período posterior a esa crisis. En 1998 se produjo otra fase de recesión. Comenzó en los países que hasta entonces se consideraban como “milagros económicos” y eran caracterizados como “tigres asiáticos”; afectó a las economías del sudeste asiático, así como a Japón y países de América Latina; en 2000 se manifestó también en los EEUU, aunque con cierto retraso. El PMB cayó un 1% mientras el flujo internacional de capitales para inversión directa y el comercio internacional sufrieron una importante reducción.

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Fue ahí cuando la reflexión sobre la fortaleza del sistema capitalista reapareció por vez primera tras la victoria de la contrarrevolución en la URSS y en los países que habían construido el socialismo; la burguesía expresó la preocupación por la posibilidad de que su política, en algún momento, tuviera dificultades en controlar el descontento y la reacción de los trabajadores y los pueblos ante las consecuencias de la crisis. Las diversas teorías sobre las causas de la crisis eran parte del esfuerzo por controlar la situación para asegurar la estabilidad del poder del capital. Estas teorías se centraron en la forma en que funcionaban las bolsas, enfatizaban la transparencia en la gestión de los fondos de inversión de alto riesgo (hedge funds), y las condiciones de los préstamos del FMI y del BM a los estados. En otras palabras, se centraron en la aparente disfunción en la esfera de la circulación del capital en su forma monetaria. En ese momento, el KKE estimó que había ocurrido una crisis de superproducción, de sobreacumulación de capital, igual que en años anteriores, con la crisis de 1973 como ejemplo más ilustrativo. Mantuvimos que se trataba de una crisis de sobreacumulación del capital independientemente de su forma inicial. A diferencia de las disputas burguesas – comenzando por el propio FMI – relativas a las medidas de gestión para la aceleración de la salida de la recesión o para una supuesta previsión de la recesión en los EEUU y los otros países capitalistas, el KKE había predicho que la salida de la recesión, la recuperación y progresión hacia un nuevo rumbo ascendente de la reproducción ampliada capitalista, llevaría al surgimiento de una nueva crisis de sobreacumulación más profunda y más sincronizada que la anterior. Además, el KKE avisó de que las condiciones de trabajo, los salarios y las condiciones de vida de la clase obrera en estos países no mejorarían, sino al contrario se deteriorarían incluso en la fase de desarrollo capitalista. Esta predicción se basaba en el hecho de que el grado de participación en la producción capitalista mundial y el mercado estaba cambiando en beneficio de las nuevas economías emergentes, con una gran población doméstica y fuerza de trabajo muy barata. Los derrocamientos contrarrevolucionarios, la erosión oportunista, la crisis del movimiento comunista y, en general, el retroceso del movimiento obrero y la asimilación de las organizaciones sindicales al sistema capitalista, han llevado a esto. Así, bajo condiciones de reproducción capitalista ampliada, la tendencia a la baja del ingreso de los trabajadores prevaleció mientras, a la vez, se incrementó el grado de explotación. Esta tendencia se concretó en decisiones estratégicas unificadas. En la UE, por ejemplo, estas decisiones se codificaron en la estrategia de Lisboa, que promueve la restricción de los derechos de los trabajadores y pensionistas para llegar al objetivo de la denominada “reducción del coste del trabajo” en el mercado de la UE. En el período siguiente, los primeros diez años del siglo XXI, han tenido lugar nuevas fusiones y adquisiciones; se ha ampliado la interconexión internacional del capital, se ha intensificado la competencia capitalista internacional y la formación de alianzas y uniones regionales más o menos cohesionadoras. La tendencia a los cambios entre las economías capitalistas desigualmente emergentes se ha fortalecido. Esto lleva al fin del equilibrio de fuerzas en el mercado capitalista internacional que se formó hace 70 años. Al mismo tiempo, esta tendencia

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se ha expresado a través de nuevas exigencias estatales e interestatales de cambios en los acuerdos y cooperaciones internacionales, por ejemplo en los acuerdos de la OMC, en la composición de los órganos del FMI y el Banco Mundial, en la composición de las reservas internacionales de divisa, en la divisa utilizada en el comercio de materiales industriales y en la expansión del G7. Durante el ciclo previo de crisis capitalista internacional esto no se podía detectar fácilmente. Sin embargo, en la actual crisis se ha convertido en una tendencia irreversible. Sobre esta base se ha desarrollado el nuevo ciclo de crisis económica capitalista internacional, el actual; comenzó en EEUU, se trasladó a la Eurozona – puede que con mayor profundidad – y engloba a la vez a Gran Bretaña, Japón, Rusia, Turquía y países de América Latina. Hasta ahora, tiene un impacto en China e India a través de una recesión de la tasa de crecimiento. Análisis del KKE para la actual crisis económica mundial Se espera que la actual recesión sea de mayor duración que la anterior y que el tránsito a una nueva fase de revitalizacion y crecimiento sea apenas perceptible. No obstante, lo más importante son las predicciones que podemos hacer sobre la posición de la clase obrera y, en general, de los trabajadores por cuenta ajena y de la mayor parte de los autónomos, en la fase de recuperación de la recesión. Consideramos que la misma tendencia que se manifestó en las dos décadas anteriores – la de deterioro – continuará y empeorará. La única vía para evitar esto es una aparente revitalización político-ideológica y organizativa del movimiento comunista internacional, la emancipación del movimiento sindical del gobierno y del sindicalismo amarillo, el abandono de los mecanismos de manipulación de la UE (ejemplo: el CES, Consejo Económico y Social, etc.), la emancipación político-ideológica de más fuerzas obreras de la engañosa influencia ejercida por la denominada socialdemocracia, a través de viejas o nuevas formaciones políticas. Las contradicciones internas del capitalismo y el antagonismo capitalista internacional han alcanzado un nivel en el cual la clase obrera, los trabajadores de cuenta ajena que lo observan en términos de ingresos y nivel de vida, y los sectores más bajos de las capas medias, únicamente pueden frenar el deterioro de su posición si contraatacan, si abandonan las trampas políticas del compromiso, del consenso, de la aceptación de una supuesta “colaboración de clases” para hacer frente a la crisis. El movimiento obrero y sindical pierde sus características de movimiento que lucha por los salarios, las horas de trabajo, etc., cuando sus órganos dirigentes, tales como la Confederación General Griega del Trabajo (GSEE) alcanzan acuerdos con la Federación de Empresas e Industrias Griegas (SEB) para hacer frente conjuntamente a la crisis. El movimiento obrero y popular puede y debe ser reagrupado con una orientación claramente antiimperialista, antimonopolista y anticapitalista. Debe utilizar, en todo país, cualquier grieta y vacilación en el gobierno burgués, con una correspondiente presteza en la orientación político-ideológica y organizativa. Afirmamos que cuando culmine el próximo ciclo de la crisis, cuando venga la siguiente fase de recesión, la gestión burguesa tendrá que enfrentar grandes dificultades, se formarán sucesivos gobiernos inestables, se agudizarán los desacuerdos en el seno de la UE y la defensa ideológica del sistema capitalista será profundamente golpeada. Con un poco de fantasía creativa, una fantasía basada en análisis científica, podríamos decir que nos dirigimos a un nuevo 1929, o un nuevo 1937.

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Estas predicciones también las hacen los analistas burgueses y los centros imperialistas de estudios estratégicos a nivel estatal o interestatal. El papel específico de la socialdemocracia en el rescate del sistema Para salvar al sistema, liberales y socialdemócratas, desde Sarcozy a Obama, Brown y Lothar Bisky, todos prometen un “capitalismo humano, saludable”. La socialdemocracia internacional tiene una importante actividad. Se centra en el esfuerzo por culpar únicamente al “neoliberalismo” por la crisis, la supuestamente ineficaz fórmula, la equivocada proporción del mercado y la regulación estatal, regional e internacional. La socialdemocracia internacional se ha esforzado por convencer a las masas obreras y populares de que ha elaborado una nueva fórmula. En otras palabras, argumentan que han encontrado la proporción adecuada entre la política que promueve la concentración y centralización de capital, el apoyo a los monopolios, por un lado, y por otro, la política que controla las irregularidades del mercado por medio de uno o varios bancos controlados por el estado o por medio de la nacionalización de varias empresas problemáticas en la industria y el transporte. Las nociones de la “economía verde” y la “mejor distribución” constituyen los complementos esenciales de este esfuerzo. Las medidas inmediatas propuestas por la socialdemocracia no pudieran desviarse de la dirección de apoyo a los grupos monopolistas y a la reproducción capitalista. Es significativo el llamamiento que hizo la Comisión Stiglitz a los G20 a enfocar en suministrar liquidez a la economía real, apoyando nuevas prestaciones. En el Simposio en Atenas G.Papandreu, presidente de la Internacional Socialista y actualmente primer ministro de Grecia, enfocó de nuevo en la necesidad de asegurar la adecuación de capital de los grupos financieros. Esta política pone en peligro los ingresos populares puesto que el pago de las amortizaciones futuras se realizará por los contribuyentes, la mayoría de quienes son empleados y autónomos. La “Economía Verde” en realidad es una propuesta de gestión de los problemas medioambientales según los intereses y las decisiones del capital monopolista. Dirige las inversiones a la adopción de nuevas tecnologías impulsando el desarrollo capitalista mientras uno de sus objetivos es la reducción de la dependencia energética de la UE. Nuevas formaciones políticas como el PIE (Partido de la Izquierda Europea) han aparecido en el seno de la socialdemocracia, principalmente la corriente que reclama la existencia de empresas estatales junto con el dominio de los monopolios “socialismo democrático”. Afirman que han descubierto – con más efectividad que otros partidos – el equilibrio entre el “mercado” y la “regulación”, el capital “privado” y el “estatal”. Además, afirman que para que esta solución sea más efectiva, las contradicciones en el seno de la UE deberían eliminarse por medio del fortalecimiento de sus estructuras y la formación de un gobierno de la UE. En realidad funcionan como obstáculo ideológico-político en el desarrollo de la lucha de clases, en la maduración de la conciencia política, fomentando ilusiones de un capitalismo más humano y justo mediante una justa redistribución de la riqueza. Ocultan conscientemente que la fuente de la riqueza es la explotación del trabajador por el capital y que las relaciones en la esfera de la distribución se definen por las relaciones de propiedad sobre los medios de producción. Presentan la crisis actual como crisis del “capitalismo casino” y consideran que se debe al hecho que el mercado global desde hace 30 años no ha sido sometido a

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ningún control político. Creen, tal como la socialdemocracia en su conjunto, que la causa de la crisis es la denominada gestión “neoliberal” De hecho, adaptan la vieja línea socialdemócrata de reformas a la actual situación de la UE. En lugar de monopolios estatales que sirvan a los monopolios privados, plantean el monopolio interestatal europeo; sobre la gestión gubernamental de la nación-estado, plantean un fuerte gobierno interestatal supuestamente capaz de expresar los intereses generales en la UE y resolver las contradicciones entre sus estados miembros. En este marco, el Partido de la Izquierda Europea sostiene que el sistema financiero debe ser sometido a control público y social. Pide que cambie el papel del Banco Central Europeo para que pueda alinearse con criterios como el empleo, el desarrollo social y ecológico etc. En realidad son “más papistas que el Papa”, ya que proporcionan una coartada socialista “de izquierda” al fortalecimiento de los mecanismos represivos existentes y a la aparición de otros nuevos. Su papel específico consiste en la renovación de la socialdemocracia para servir al sistema con más eficacia. Sirven a la manipulación ideológica cuando siembran la ilusión por una UE favorable a los pueblos, por una gestión a favor de los pueblos sobre la base del dominio económico de los monopolios. La desigualdad y las contradicciones en el seno de la UE son inevitables La actual crisis económica en la Eurozona ha agudizado las contradicciones entre los estados miembros, incluso en su núcleo duro, como el KKE había predicho y afirmado. A pesar de la interrelación de capitales, a pesar de la estrategia común contra la clase obrera, el estado-nación sigue siendo el órgano que asegura el dominio económico de los monopolios y sirve a la concentración y centralización del capital, en antagonismo con otros procesos similares en otros estados miembros de la UE. La desigualdad capitalista existe en la fase de reproducción ampliada así como en la de recesión, y se manifiesta al nivel general de la producción, en la productividad laboral, en la proporción de las industrias, en los salarios, en las exportaciones e importaciones de mercancías porcentualmente en el PIB, en la entrada y salida de capitales. Esta desigualdad se refleja en la situación financiera de cada estado, en los diferentes tamaños de la deuda pública y los déficit, en los diferentes tipos de interés en cada estado tal como los establece el mercado internacional en base a la posición de cada estado en la eurozona y en el sistema imperialista internacional. Esta desigualdad hace imposible la formación de una política financiera común incluso en condiciones de recesión. Esto se ha visto en distintas propuestas, como las de Alemania y Gran Bretaña, sobre las medidas y paquetes de gestión de la crisis. También se ha visto en la formación de tasas de interés por encima de las que fijaba el Banco Central Europeo. Las diferentes visiones sobre el Pacto de Estabilidad, sobre si se inclina por la flexibilidad financiera o la estabilidad monetaria, expresan las diferentes necesidades de los estados miembros, y no una falta de órganos de gobierno de la UE o un exceso de poder del Banco Central Europeo, como afirman el PIE y SYN/SYRIZA.

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En las actuales condiciones de recesión, la desigualdad se ha manifestado en la economía griega con mayor agudeza que en las fases anteriores. Se han agudizado problemas crónicos como la deuda pública, el déficit comercial y el estancamiento a largo plazo de la industria manufacturera. La tendencia al cambio de la correlación de fuerzas en el mercado internacional Está claro que la intensificación del desarrollo desigual es un fenómeno generalizado en la UE y el sistema imperialista internacional. La característica general de la depreciación del capital durante la crisis no se manifiesta proporcionalmente en todos los estados, sectores y empresas (de capital privado o por acciones). Así, la recesión y la fase de estabilización y revitalización ocasionan reorganizaciones de la correlación de fuerzas entre las varias empresas, sectores y economías a nivel estatal. Sin embargo, cambios importantes se incuban en un período amplio que incluye más de un ciclo de crisis económica. La crisis actual cristaliza los cambios en la correlación de fuerzas incubados en los últimos 30 años aproximadamente en 3 ciclos de crisis que afectaron a la mayoría de las economías capitalistas avanzadas. En los últimos 10 años estos cambios se han acelerado. En el período 1980-2008, la tendencia a la baja de la participación de los EEUU, la Eurozona y Japón en el PMB ha sido dominante. Por el contrario, la participación de China se ha incrementado (un 440% en el período 1980-2007) y China ha alcanzado la tercera posición tras la Eurozona. Además, las participaciones de India y Rusia en el PMB también han aumentado (India un 110% en el período 1980-2007 y Rusia un 19,3% en el período 2000-2007). ` La participación de la Eurozona ha caído rápidamente en el período 2000-2007 (un 12,8%), al igual que la participación de Grecia (un 24%, aproximadamente el doble que la media de la Eurozona). La tendencia hacia el empeoramiento de la participación se mantiene en 2008 y 2009 en cuanto a EEUU, la Eurozona (incluyendo Grecia) y Japón. Las mismas tendencias se reflejan en la participación proporcional en las entradas y salidas (inflow/outflow) mundiales de capital para inversiones directas, aunque con algunas diversificaciones; más en concreto, en el período 1980-2006, China, Rusia e India vieron subir su participación en el crecimiento de entradas y salidas (con fluctuaciones), mientras EEUU vio cómo su participación descendía. Japón mantiene su parte en salidas mientras la Eurozona aumenta su participación en entradas y salidas, manteniendo la primera posición internacional. En el período 1980-2006, la participación griega en las entradas se redujo (del 1,22 al 0,41%) mientras su participación en las salidas se incrementó (del 0% en 1990 al 0,34% en 2006). Durante este período Grecia se convierte en exportador neto de capitales. La participación en las exportaciones e importaciones mundiales constituye otro índice importante. En el período 1980-2007, la participación en las importaciones y exportaciones reflejaron las siguientes tendencias:

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EEUU tuvo una pérdida de la participación de las exportaciones (del 11,1% en 1980 al 8,41% en 2007), igual que Japón (del 6,42% al 5,13%). La Eurozona ha mantenido prácticamente igual su proporción, con fluctuaciones, manteniendo la primera posición (1980: 30,75%, 1990: 35,05%, 2007: 29,19%). No obstante, la pérdida del 6% en el período 1990-2007 no debe subestimarse. Grecia ha vivido una pérdida de su participación (1980: 0,25%, 2007: 0,17%). La participación de China ha notado un incremento espectacular del 890% (1980: 0,89%, 2007: 8,81%), tomando la segunda posición, por delante de EEUU. Rusia e India también muestran una tendencia alcista, pero todavía tienen poca participación (en 2007 Rusia el 2,57% e India el 1,05%). La tendencia en la participación en las importaciones mundiales es la siguiente: la Eurozona mantiene su primera posición en las importaciones con una tendencia a la baja (1980: 34,28%, 2007: 28%). Grecia sigue al mismo nivel (1980: 0,51%, 2007: 0,53%). La participación de Japón se reduce (1980: 6,81, 2007: 4,41%) mientras la de EEUU crece (1980: 12,39%, 2007: 14,35%) y mantiene la segunda posición en importaciones, igual que China (1980: 0,96%, 2007: 6,8%), que tiene la tercera posición. Además, Rusia e India reflejan un incremento limitado de su participación. También se están dando reorganizaciones en el ámbito privado (o de fondos corporativos). Según la lista de los 1000 hombres más ricos en Gran Bretaña, publicada en la edición semanal del “Sunday Τimes”, la mitad de los diez primeros aumentaron su riqueza durante la crisis en 1.054 millones de euros (un 43%), mientras el resto vio caer su riqueza en 33.738 millones de euros (un -242%). En condiciones de recesión, mientras el número de compañías con pérdidas se incrementa, hay empresas que todavía acumulan beneficios, bien con tasas reducidas o crecientes. En el segundo caso, por ejemplo, se incluye la empresa alemana Siemens, que en el primer trimestre de 2009 alcanzó unos beneficios de 1.010 millones de euros, mientras en el primer trimestre de 2008 sus beneficios fueron de 412 millones de euros (incremento del 145%), con un incremento anual de ventas del 5%. Fenómenos similares se dan en la economía griega. La estimación de beneficios de los 8 bancos principales (National, Alpha, Eurobank, Pireaus, Cyprus, Marfin, Agricultural Bank of Greece, Emporiki) para el primer trimestre de 2009 estimaba 610 millones de euros, mientras en el primer trimestre del año pasado los beneficios fueron de 1.195,9 millones de euros, lo que supone una bajada del 50%. La reclasificación de las acciones también se lleva a cabo en un subsector como el del transporte aéreo, entre Olympic Airways y Aegean Airlines. La reclasificación también se promueve por medio de amortizaciones como las del Grupo Marfin (Vivartia y Olympic Airways) de la fusión ya incubada de nuevas empresas financieras en Grecia. Esta tendencia es obvia en el mercado internacional, particularmente en los sectores en los que la crisis de sobreproducción se manifestó inicialmente, como la industria automovilística. Así, un nuevo ciclo de centralización de capitales, que se había depreciado en la fase de recesión, se está preparando para entrar en una fase de crecimiento por medio del proceso productivo, el proceso de explotación de la fuerza de trabajo. La salida de la recesión busca ganar un beneficio adicional conquistando nuevos mercados. Crece el antagonismo, se discuten las viejas regulaciones y se establecen otras nuevas, incluso aprovechando las condiciones creadas por las guerras imperialistas.

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Estas tendencias pueden resumirse de la siguiente manera: EEUU sigue siendo la primera potencia en el PMB pero con un deterioro de todos los otros índices. El crecimiento de China es impresionante aunque no está a la altura de la productividad global (per capita). La posición competitiva de las mercancías de la Eurozona ha mejorado (en lo contrario la posición de Grecia se ha deteriorado). La posición de China ha mejorado ostensiblemente, mientras por el otro lado es bastante obvio el deterioro de la posición competitiva de los EEUU y Japón. La posición competitiva de India y Rusia se mantiene baja pero con una tendencia al alza. La posición de Grecia se refleja en forma contradictoria. Por un lado, su participación en el PMB baja, su posición en relación a las exportaciones empeora, caracterizada principalmente por una participación relativamente menor que su participación en el PMB, mientras mejora la posición que ocupa en la salida de capital. El índice “posición de inversión internacional neta” para Grecia sigue siendo negativa (suma de Inversiones Directas, Inversiones en Cartera, Derivados, otras inversiones, Reservas de Divisa), en 183.944 millones de euros en 2008, aunque cae como porcentaje del PIB (2006: -83,6%, 2007: -94%, 2008: -75,7%)[4]. En combinación con el desarrollo de otros índices económicos, ya mencionados, podemos afirmar que durante el período de integración en la CEE – y particularmente en la Eurozona – la economía griega ha perdido en cuanto a su posición competitiva de la producción industrial doméstica (principalmente la industria manufacturera), pero ha crecido la acumulación de capital y la exportación a inversiones directas. Debemos señalar en este punto que entre los mil más ricos con actividad económica en Gran Bretaña hay 10 griegos, 4 de los cuales están entre los 100 primeros (D.Leventis, M. Laimos, F.Niarchos, St. Hatziioannou). Estos datos confirman la afirmación del XVIII Congreso del KKE de que Grecia ocupa una posición intermedia en el sistema imperialista internacional, manteniendo la misma posición – la penúltima – en la Eurozona, pero con una posición mejorada en el mercado de los Balcanes. Sobre ciertas interpretaciones burguesas relativas a la crisis Todo este desarrollo capitalista desigual y contradictorio en Grecia, en la UE, en los EEUU y a nivel internacional no tiene ninguna relación con las teorías relativas al “capitalismo casino”, al “sobreconsumo”, etc. Sobre el “capitalismo casino” Se refiere a una teoría que culpa al sistema financiero por la crisis y por la recesión en la producción industrial. En el mejor de los casos, culpa a las estructuras y regulaciones existentes en el sistema financiero a nivel internacional, entre las cuales se incluyen el FMI, el Banco Mundial y los Órganos de Evaluación (empresas, en realidad) y a las instituciones estatales-Agencias de Calificación Crediticia . El aislamiento de los fenómenos de parasitismo y la caracterización de los mismos como “capitalismo casino” o como distorsiones del sistema financiero a nivel

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internacional es, cuanto menos, una excesiva simplificación – si no un engaño indiscutible. No fue por casualidad que los Acuerdos de Bretton-Woods se fueran al traste en la crisis de 1971-1973. La decadencia y el parasitismo (p.ej., el hecho de que en 2008 los derivados económicos a nivel internacional fueran equivalentes al 976% del PMB) es resultado del desarrollo capitalista en su fase monopolista, resultado de la propiedad por acciones de los medios de producción, resultado de la fusión del capital industrial y bancario; es decir, capital financiero. Esta es la base del capital ficticio (p.ej., los denominados “títulos tóxicos”) o los precios ficticios en bolsa del capital industrial y comercial. Ésta es la base del parasitismo. No es extraño que la sobreacumulación de capital aparezca en compañías financieras que operan como centro de acumulación de todo tipo de ingreso no invertido (de los capitalistas y los trabajadores) y su transformación en capital. La propia naturaleza del capitalismo predispone una tendencia hacia la sobreproducción y la sobreacumulación de capital y en su propia naturaleza también hay una tendencia a la expansión del capital ficticio, así como cancelación obligatoria de la sobreproducción y la devaluación de capital. El crédito lleva a la sobreproducción, a la sobreacumulación de capital, hasta el inevitable momento en que la sobreproducción, la producción capitalista ampliada finalice. Se interrumpirá cuando alcance sus límites y cuando las consecuencias de la anarquía y el deterioro (capital ficticio) de la producción capitalista hayan intensificado la contradicción entre capital y fuerza de trabajo. Sobre la “distorsión del sobreconsumo” del desarrollo capitalista Algunos teóricos proyectan la necesidad de “nuevos modelos” para la economía griega. Afirman que el extremadamente rápido desarrollo de Grecia durante el período 2000-2008, según los índices de nivel de vida de la ONU (Grecia ocupaba el puesto 24 de 175), fue resultado del sobreconsumo y el sobreendeudamiento del estado, de los hogares y las empresas. Aseguran que este “modelo” ha agotado sus posibilidades, mientras que un nuevo modelo estará necesariamente más controlado, será más productivo y más austero. En relación directa con esto está la declaración hecha por el Presidente del Banco de Grecia. Este punto de vista trata conscientemente de reforzar el concepto del capitalismo en la conciencia popular. La dependencia directa que la gente tiene del sistema bancario (hipotecas, préstamos al consumo y tarjetas de crédito), el denominado “sobreendeudamiento” y no “sobreconsumo”, son características del capitalismo desarrollado. Esto es evidente con el sobreendeudamiento de los EEUU, que ha tomado la forma de uso masivo de dinero de plástico. La teoría del sobreconsumo o su opuesto, el infraconsumo, no tiene en cuenta la fuerza motriz de la producción capitalista, que es el beneficio, la apropiación de plusvalía y no la producción de valores de uso para la satisfacción de las necesidades sociales. Oculta el hecho de que, inicialmente, la anarquía y desigualdad se expresa entre los propios capitalistas que compran y venden mercancías entre sí mismos, que se usan entonces en la producción capitalista; no tiene en cuenta que la anarquía se expresa entre las ramas de la producción industrial.

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La anarquía y desigualdad de la reproducción capitalista se expresa en primer y principal lugar, por una parte, en el intercambio entre los capitalistas bajo la categoría de producción de productos industriales y, por otra, entre aquellos capitalistas bajo la categoría de producción de productos para el consumo directo. Como factor secundario relacionado, la anarquía se expresa en la esfera de la circulación de mercancías de consumo directo, en el área que se refiere al intercambio entre el consumidor y el empresario. Esto es, se expresa secundariamente como una debilidad en el gasto del consumidor debido al ingreso de la clase obrera, cuya intensificación está claramente en directa relación con el grado de explotación. En una crisis, la reproducción ampliada capitalista es abruptamente cortada. Con una recesión, la restauración de las desproporciones más extremas tiene lugar en parte instantáneamente para que se ponga en marcha un nuevo ciclo de reproducción ampliada capitalista anárquica. Resumiendo la crisis Lo que está teniendo lugar hoy, la devaluación de capital en toda forma (comercial, financiero) y la devaluación de la fuerza de trabajo (como mercancía), ha ocurrido repetidamente en el pasado, con su primera aparición a comienzos del siglo XIX, y volverá a ocurrir nuevamente en el futuro mientras exista el capitalismo. La inevitabilidad de las crisis se encuentra en el A.D.N. del capitalismo: se encuentra en el contradictorio carácter mercantil de la producción capitalista de mercancías, en su anarquía y desigualdad, en su tendencia a asegurar inicialmente el beneficio adicional capitalista con la introducción de nueva maquinaria que es más productiva, así como con la exportación de capital industrial a países con fuerza de trabajo más barata, factores que agudizan la contradicción entre capital y fuerza de trabajo, la contradicción entre el carácter social de la producción y la apropiación privada de sus productos, debido a la propiedad privada de los medios de producción. El mismo impulso por el beneficio adicional lleva a la tendencia decreciente del porcentaje medio de beneficio. Una economía capitalista supone una fuerza motriz que lleve la reproducción capitalista a sus extremos, a acumular inmensos beneficios y a que la apropiación de plusvalía de la clase obrera adopte una forma de especulación monetaria. Significa que estos inmensos beneficios, expresados en diferentes formas de capital, y por supuesto en la esfera de su circulación (fondos mutuales, bonos, acciones en órganos financieros y compañías de fondos financieros para gestión de capital, Hedges Funds) reproducidos como capital, como valor autocreciente, deban ser reciclados en el proceso productivo: chupando nuevo trabajo impagado como vampiros, para que se transforme en mercancía, que luego se vende y se expresa como nuevo beneficio. La necesidad de la propiedad social y la planificación central Frentes de lucha La raíz de la crisis puede arrancarse únicamente con la abolición de la propiedad capitalista, con el fin de la anarquía de la producción capitalista, con la planificación central de una reproducción ampliada teniendo como objetivo la producción de valores de uso para la siempre creciente y ampliada satisfacción de las necesidades sociales. Sólo con una base de industria socialista se puede cambiar la distribución de la fuerza de trabajo, los medios y materiales de producción de la riqueza social. Sólo así se puede apoyar la producción agrícola cooperativa, puede perder el dinero su sustancia

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como forma de valor, como medio de distribución de plusvalía, puede desaparecer el carácter especulativo del Banco Central. Ése es el futuro; economía popular, socialista, la alternativa real a la barbarie capitalista. Ésta es la necesidad de hoy, de la que se mofan bien directamente las fuerzas liberales burguesas o indirectamente las autodenominadas “socialistas democráticas”, que distorsionan y difaman su expresión histórica inicial en la Unión Soviética. Sin embargo, es un hecho histórico que en la década de los 30 había dos mundos: un mundo desgarrado por la competencia y la crisis capitalista, y un mundo socialista que se caracterizaba no sólo por impresionantes tasas de producción industrial sino por impresionantes tasas de desarrollo en la prosperidad social. La verdad confirmada históricamente es que la propiedad social y la planificación central fueron derrotadas cuando la lucha de clases no tuvo el conocimiento y la fuerza para llevar a cabo la destrucción de toda forma de propiedad individual, de toda fuente de riqueza individual. Debido a estas posiciones relativas al otro rumbo de la producción social y la organización de la sociedad, el KKE es acusado de diferir la satisfacción de las necesidades inmediatas del pueblo trabajador al socialismo. Eso es una mentira consciente de los partidos burgueses y oportunistas. El KKE ha sido y será firme en su apoyo a las exigencias de derechos del pueblo trabajador, de la juventud, de los pensionistas, con coherencia en sus palabras y hechos, porque tiene un rumbo estratégico. Por esta razón ha sido capaz y es capaz de defender coherentemente el derecho al trabajo a tiempo completo y estable, la protección social garantizada de los desempleados, de la maternidad, de los estudiantes universitarios que trabajan, de los derechos sindicales, de los ingresos de los agricultores, los derechos de los pequeños propietarios, de los inmigrantes y refugiados políticos, por la educación gratuita y exclusivamente pública, por la salud, las pensiones, la protección del medio ambiente, el combate de las negativas y antipopulares consecuencias de nuestra inclusión en la UE y la OTAN. El fortalecimiento político del KKE significa el fortalecimiento de una fuerza que puede luchar por los derechos, una fuerza de resistencia contra los nuevos ataques antiobreros y antipopulares de los patrones y del gobierno, así como una fuerza para arrancar nuevas conquistas, una fuerza para los intereses obreros y populares hoy y en el futuro.

[1] Eurostat Statistics in focus, 18/2009. [2] Report by the Governor of the Bank of Greece for 2008, p.36. [3] Source: Bank of Greece, p.67. [4] Informe del Gobernador del Banco de Grecia, p. 157.

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La Crisis del capitalismo y la perspectiva revolucionaria en Hungría (artículo del Dr. Gyula THÜRMER, presidente del Partido Comunista Obrero Húngaro) Tanto en Europa como en Hungría, las fuerzas capitalistas hacen enormes esfuerzos por ocultar el hecho de que el capitalismo contemporáneo está en una profunda crisis. No pueden negar la existencia de serios problemas del capitalismo, pero intentan demostrar que todos esos problemas pueden solucionarse en el marco del capitalismo y por medio de reformas capitalistas. Lo cierto es que la importante crisis interna del capitalismo no puede solucionarse por medio de reformas capitalistas tradicionales. Se hace cada vez más real la perspectiva revolucionaria para solucionar los problemas del capitalismo. Hungría es uno de los elementos más débiles del capitalismo europeo contemporáneo. El capitalismo húngaro está en una profunda crisis, independientemente de la crisis mundial. Pero esta crisis se está agudizando dada la crisis general del capitalismo. La crisis está lejos de ser resuelta, y nadie puede prever sus consecuencias. Bajo estas condiciones, no sólo debemos criticar al sistema capitalista, sino que debemos al mismo tiempo demostrar al pueblo la posibilidad real de crear un nuevo mundo. Debemos demostrar que el socialismo es una alternativa real al capitalisimo existente. Esto significa que, en Hungría, el movimiento comunista debe entrar en una nueva situación que significa nuevas posibilidades y nuevas tareas. La Crisis del Capitalismo Húngaro El capitalismo húngaro está en crisis y la crisis general del capitalismo hace la crisis húngara aún más profunda. La crisis del capitalismo húngaro contemporáneo se puede explicar por los siguientes factores: 1. La inmensa mayoría de la economía, la industria, el sistema financiero, el comercio y los servicios húngaros han sido vendidos a capital extranjero. Hungría fue el primer país del Europa central y oriental en abrir su economía a inversores extranjeros en 1989. Según las estadísticas de la organización de la ONU encargada de las inversiones extranjeras (UNCTAD), a finales de 1990 la inversión extranjera directa (IED) en Hungría sumaba el 1,7% del PIB. Hoy esta proporción es superior al 70%. En la UE esta proporción es sólo del 40,9%, en Rumanía del 36,7%. Casi el 100% de los bancos pertenece al capital extranjero. El 80% de la producción industrial procede de compañías multinacionales. La economía húngara depende mucho más del capital extranjero que la de cualquier otro país de Europa. Después de 2011 existe el peligro real de que la superficie agrícola húngara pueda ser comprada por capital extranjero. El papel decisivo del capital extranjero es una de las características del capitalismo húngaro. Hace 20 años, la contrarrevolución capitalista fue resultado de la actividad del capitalismo internacional, de la traición interna de las fuerzas revisionistas del partido comunista en el poder y de la actividad de la oposición burguesa. No había una clase capitalista húngara fuerte. La nueva clase capitalista se creó en parte a partir de elementos de la antigua elite gobernante del sistema socialista, quienes utilizaron su posición política para tomar parte activa en la privatización de la propiedad estatal, y también en parte a partir de intelectuales y empresarios del período socialista; en parte también por nuevas generaciones que han aparecido en escena en las últimas dos décadas.

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El extraordinariamente importante papel del capital multinacional es resultado de diferentes momentos. En primer lugar, las fuerzas capitalistas eran conscientes del hecho de que el período de socialismo había sido un período exitoso en la historia húngara y que las fuerzas sociales de la sociedad socialista, la clase obrera y los campesinos cooperativistas, eran muy fuertes. Las fuerzas capitalistas estaban interesadas en liquidar a estas clases y grupos sociales. Sólo vieron un camino: implicar al capital internacional. En segundo lugar, los intelectuales liberales siempre habían estado orientados hacia los EEUU, Israel y las fuerzas capitalistas multinacionales y siempre habían considerado el importante papel del capital extranjero como algo absolutamente normal. Todos los gobiernos húngaros han apoyado las inversiones extranjeras al dar subvenciones recomendadas por decisiones gubernamentales, desarrollar exenciones de impuestos, otorgar subvenciones a la formación, a la creación de empleos, etc. La clase capitalista húngara está formada por diferentes grupos. En primer lugar, un pequeño pero influyente grupo de grandes capitalistas que tienen posición en el área financiera, el comercio y los servicios. Están vinculados estrechamente al capital multinacional. En segundo lugar, cientos de miles de micro, pequeños y medianos empresarios en los ámbitos de la industria y el comercio. Su posición es muy débil. Están bajo la presión del capital de la UE y del capital chino. Sin un gran apoyo estatal están sentenciados a muerte. Estos hechos, ahora que el sistema capitalista está en crisis, tienen importantes consecuencias. En primer lugar, el capital extranjero controla las áreas básicas de la economía húngara; tiene poder absoluto en el área financiera y controla el área más sensible, el comercio interior. Ya que no hay una fuerte producción nacional, hay muy pocas posibilidades de que Hungría se defienda por sus propios medios. Se puede ver claramente que las compañías multinacionales, al tratar de resolver sus propios problemas, reducen la producción y cierran sus plantas en Hungría, lo que contribuye al crecimiento del desempleo. 2. La brecha entre ricos y pobres en la sociedad se ha vuelto enorme. Ésta es otra razón de la crisis del capitalismo húngaro. La acumulación originaria de capital ha supuesto que el pueblo haya sido privado de sus recursos. Es resultado de la política de inflación, de la política impositiva y de la política crediticia de los gobiernos capitalistas de los últimos 20 años. Hungría tiene una población de 10 millones de habitantes, 9 millones de los cuales pueden ser considerados como personas que viven en unas muy precarias condiciones de vida o incluso en condiciones de pobreza, y sólo un millón pueden considerarse beneficiados con los cambios sociales, con la entrada en la UE, etc. Como muestran las siguientes crifras, el número de los desesperadamente pobres, de quienes viven por debajo del umbral de la pobreza, se ha incrementado drásticamente en los últimos años. (El umbral de pobreza es la suma de los ingresos de una familia que permite a sus miembros alimentarse y vestirse, y pagar por calefacción y la electricidad). En 1993, según estadísticas fiables, el 27% de la población húngara vivía por debajo del umbral de pobreza. En Hungría había aproximadamente un millón de pobres en 1980. Hoy su número excede los 2,5 millones. La décima parte más rica de la sociedad hace 7,3 veces más dinero que la décima parte más pobre. Quizás sean los niños los que están en la situación más difícil, casi la mitad de la población con menos de 18 años vive en una familia que se encuentra bajo el umbral de la pobreza. En los últimos años, en el 53% de los hogares descendieron los salarios reales. Esto significa que en estas familias el incremento de los ingresos ha sido menor que el incremento de los precios.

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Está aumentando el número de los llamados pobres a largo plazo. Los pobres a largo plazo en Hungría provienen de distintos grupos sociales: los sin hogar, la población rural, especialmente los que viven en micro-comunidades, los desempleados o expulsados del mercado laboral, los hogares con más de tres niños, las familias monoparentales, las ancianas solteras y la población gitana. Un tercio de los pobres a largo plazo son de etnia gitana, aunque este grupo sólo supone el 5% de la población húngara. En los primeros meses de 2009, el ingreso medio en Hungría ha sido de 402 euros. Los trabajadores manuales perciben 295 euros, los intelectuales 511 euros. El salario mínimo es de 250 euros. Hay que tener en cuenta que los precios de consumo son prácticamente iguales a los de la UE. En los últimos 20 años, la clase obrera ha perdido sus ahorros obtenidos en la época socialista. Ahora los trabajadores utilizan sus últimas reservas, y muchos de ellos no tienen ya más reservas. Se puede decir lo mismo de los intelectuales, los profesores y los trabajadores sanitarios. La mayoría de la clase obrera y los intelectuales se ha endeudado ampliamente para comprar un piso, un coche, una televisión o, simplemente, para cubrir los costes de la vida diaria. Estos grupos sociales no pueden movilizar nuevos recursos para hacer frente a las consecuencias de la actual crisis. 3. La tercera razón y elemento característico de la crisis en el capitalismo húngaro es el extraordinariamente alto nivel de corrupción. Hungría ocupa el puesto 39 en la lista de 179 países del Índice de Corrupción de Transparencia Internacional para 2007. A pesar de las leyes anti-corrupción, la falta de transparencia crea continuos rumores sobre casos de corrupción en la gestión del gobierno. Las razones de estos fenómenos están vinculadas al propio capitalismo húngaro. En primer lugar, la privatización de la propiedad estatal supuso prácticamente un robo libre. Ahora, los diferentes círculos políticos y económicos luchan por una mayor participación en el dinero de la UE, en los pedidos estatales y en las inversiones centrales. En segundo lugar, el sistema legal es muy confuso, lo que beneficia a los que actúan en la economía sumergida. Hoy en día, aproximadamente el 30% del PIB es producido en la economía sumergida. En tercer lugar, el actual sistema político y legal es el resultado de acuerdos entre diferentes grupos de la clase capitalista realizados hace 20 años. Muchos de sus elementos ya han perdido su validez. Como resultado de esta situación, el Estado capitalista no puede cumplir algunas de sus funciones básicas, incluyendo el trabajo policial, la administración local, etc. Posibles vías de desarrollo El desarrollo futuro del capitalismo húngaro depende del desarrollo del capitalismo internacional y de los procesos que tienen lugar en los diferentes grupos sociales de Hungría. 1. Las fuerzas capitalistas internacionales no quieren perder Hungría. Hungría fue uno de los primeros países en cambiar el socialismo por el capitalismo, y sirvió como ejemplo de lo acertado de la política de EEUU y Alemania en cuanto a las contrarrevoluciones pacíficas. Ésta es una razón. La segunda es que el capital internacional ha invertido grandes sumas de dinero en Hungría. Hoy en día las deudas de Hungría suponen el 97% del PIB del país. Las fuerzas capitalistas internacionales quieren recuperar su dinero y por eso están dispuestas a ayudar. En 2009, Hungría recibió 20.000 millones de euros como créditos stand-by.

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El FMI y las fuerzas capitalistas internacionales quieren una situación política más o menos estable en Hungría y la represión de todo posible movimiento anticapitalista, pero utilizando medios “acordes con los estándares de la UE”. La administración Obama parece entender mejor que los países de la UE que el colapso del capitalismo húngaro puede conducir a una serie de colapsos en la región. Todavía no han logrado convencer a sus socios de la UE para que inviertan mucho más dinero en la consolidación del capitalismo húngaro. Para los EEUU resulta bastante indiferente qué grupo de la clase capitalista gobierna políticamente Hungría. Le exigen a cualquier gobierno húngaro absoluta fidelidad a los EEUU y a la OTAN, así como la participación en las misiones militares de la OTAN. En la política interna, la adminsitración de EEUU espera una lucha consecuente y ejemplar contra el antisemitismo y las fuerzas comunistas. Los países dirigentes de la UE no expresan especial preocupación sobre la situación de los capitalistas húngaros. Según su experiencia, están convencidos de que en una Hungría miembro de la UE y la OTAN no puede haber revoluciones sociales, ni siquiera levantamientos sociales de gran envergadura. Los diferentes grupos políticos de la UE expresan sus simpatías por diferentes partidos políticos de Hungría. Parece que tanto Alemania como Francia no están satisfechas con la actuación del Partido Socialista Húngaro y no se opondrían a un cambio de gobierno. 2. La clase capitalista húngara está formada por diferentes grupos. El Partido Socialista Húngaro (MSZP) y la Alianza de Demócratas Libres (SZDSZ) representan al gran capital que está estrechamente relacionado con el capital multinacional. Tradicionalmente, están orientados política y económicamente hacia los EEUU e Israel. La coalición de los socialistas y liberales ha sido una solución óptima para las fuerzas capitalistas internacionales durante mucho tiempo. Hungría toma parte activa en todas las acciones militares iniciadas por los EEUU y la OTAN, de Kosovo a Afganistán. La mayor parte de la economía húngara se privatizó y se vendió en primer lugar al capital extranjero durante los gobiernos de estos partidos entre 1994 y 1998 y desde 2002 hasta ahora. El gobierno encabezado por el Partido Socialista Húngaro ha sido capaz de dividir a los sindicatos que luchaban contra el gobierno y de garantizar la “paz social”. Los socialistas fueron capaces de subordinar al MSZP a todas las organizaciones políticas y civiles de izquierda, con la excepción del Partido Comunista Obrero Húngaro. La coalición de los socialistas y los liberales ha declarado la guerra al antisemitismo y garantizado excelentes posibilidades de desarrollo para quienes pertenecen a la comunidad judía en Hungría. Según las estadísticas de diferentes organizaciones judías, en Hungría viven entre 50.000 y 200.000 judíos. La tasa de matrimonios entre judíos está alrededor del 60%. El gobierno MSZP-SZDSZ hace grandes esfuerzos, entre otras cosas, por cambiar la constitución e ilegalizar “la negación del Holocausto y la incitación pública al odio racial”. El gobierno, preocupado por que Hungría fuera el lugar de Europa donde tuvieron lugar algunos de los peores incidentes neonazis de los últimos meses, ha planificado la reforma en respuesta a la indignación pública por estas nuevas provocaciones. A pesar de todos estos acontecimientos, las fuerzas capitalistas internacionales no están satisfechas con la actual actuación de la coalición socialista-liberal. La política económica neoliberal ha llevado a un importante empeoramiento de las condiciones de vida. Millones de personas están insatisfechas y comienzan a expresar de diferentes formas su actitud antigubernamental e incluso anticapitalista. El empeoramiento de las

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condiciones de vida ha fortalecido dos tendencias en Hungría, el antisemitismo y las acciones contra los gitanos. La Fidesz – Unión Cívica Húgara - representa en gran medida a los pequeños y medianos capitalistas, aunque no rechaza al gran capital. Está más orientada hacia Europa y la UE en general. La Fidesz, que fue originalmente un partido liberal, es hoy un partido que intenta unificar a todas las fuerzas conservadoras y nacionalistas. Cooperan estrechamente con el Partido Popular Cristiano-Demócrata (KDNP). Durante su gobierno entre 1998 y 2002, la Fidesz básicamente cumplió las expectativas del capital interncional. Hungría tomó parte activa en la guerra contra Yugoslavia y el “proceso de democratización” de Europa oriental. La política del gobierno de la Fidesz de apoyar las demandas de autonomía nacional de las minorías húngaras en Rumanía, Eslovaquia y otros países supusieron la crítica de algunos países de la UE. Los círculos políticos de EEUU criticaron a la Fidesz porque, según su análisis, no luchaban lo suficiente contra el antisemitismo. La Fidesz, mientras apoyaba al capital multinacional, llevó a cabo muchas medidas de apoyo al capital húngaro, principalmente a los medianos capitalistas. Desde 2002, la Fidesz ha demostrado que es el mayor partido de la oposición y que es capaz de influir en los procesos políticos en Hungría. Organizó las grandes manifestaciones antigubernamentales en 2005-2006 e impulsó un referéndum sobre asuntos básicos de política educativa y sanitaria del gobierno MSZP-SZDSZ. El congreso de la Fidesz declaró que es necesario crear una “nueva mayoría”, incluyendo no sólo a los aliados tradicionales de la Fidesz, sino a otras fuerzas políticas y también a sindicatos y organizaciones civiles. Al mismo tiempo, la Fidesz ha demostrado que no quieren exceder el marco de la democracia parlamentaria o violar las normas generales de comportamiento político de la UE. La Fidesz no apoyó las grandes manifestaciones sindicales de 2007-2009 aunque ello pudiera haberles supuesto buenos resultados. La idea de una nueva mayoría no se ha concretado y la Fidesz no se ha abierto de manera expresa a otros partidos. Los dos grupos de la clase capitalista húngara representados por los partidos políticos principales tienen intereses comunes y distintos. Todos ellos están interesados en mantener el sistema capitalista. No quieren cambiar el sistema político existente. Por eso no se modificará el límite del 5% para entrar en el parlamento. Todos los grupos de la clase capitalista luchan por lograr una mejor posición en las privatizaciones, en obtener dinero de la UE y en las grandes inversiones estatales. Al mismo tiempo, todos ellos saben que su lucha interna no puede amenazar al interés común de la clase capitalista. El MSZP quiere mantener el poder y la Fidesz quiere alcanzarlo. Ambos entienden que la UE sólo permite utilizar métodos parlamentarios. El MSZP utiliza diferentes métodos para conservar el poder. En primer lugar, les interesa la actividad del Movimiento por una Hungría Mejor (Jobbik). El Jobbik es la fuerza de choque de la clase capitalista, juegan un papel similar al que previamente jugó el MIÉP. El Jobbik cumple diferentes funciones. Al utilizar los sentimientos nacionales y eslóganes radicales anticapitalistas, pueden manipular a la gente. Son capaces de obtener votos de la Fidesz. Al mismo tiempo utilizan otras “armas” que no utilizan otros capitalistas: el anticapitalismo, el antisemitismo y las consignas contra los gitanos. Pueden quitar votos también a las fuerzas comunistas. El Jobbik registró la Magyar Gárda, el movimiento extremista paramilitar Guardia Húngara, en junio de 2007 como “organización cultural” para “preparar a la juventud espiritual y físicamente para situaciones extraordinarias cuando sea neceario mobilizar al pueblo”. Según ha dicho el Instituto Progresista en un informe, hay una mayor receptividad hoy en

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Hungría a los movimientos extremistas debido a la pobreza y la pérdida de empleos resultante de la actual crisis económica. En segundo lugar, los socialistas tratan de obtener todos los votos de izquierdas. No pudieron subordinar al Partido Comunista Obrero Húngaro al MSZP pero fueron capaces de crear en 2006 el “Partido Obrero Húngaro de 2006”, partido revisionista, que critica verbalmente al capitalismo pero apoya al gobierno socialista-liberal. En tercer lugar, han ayudado al nacimiento de nuevas organizaciones como el partido “Puede haber otra política” el cual, junto con el Partido Humanista, puede crear una alternativa a los liberales. 3. En estas condiciones hay dos vías básicas por las que puede transitar la sociedad húngara: la vía del capitalismo y la vía de la revolución socialista. Desde el punto de vista de la alternativa capitalista, es de decisiva importancia el hecho de que el campo de actuación del capitalismo húngaro esté principalmente determinado por la enorme influencia del capital multinacional en la economía húngara, por la dependencia política, militar e ideológica de Hungría respecto de los EEUU, la OTAN y la UE. Dentro del desarrollo capitalista – insistimos, dentro del capitalismo y no como alternativa al mismo – hay diferentes rumbos posibles. Uno de ellos es una mayor subordinación de Hungría al FMI, a la UE y a otros centros capitalistas. Los gobiernos húngaros servirán a los intereses del capital multinacional liberalizando completamente todas las áreas del mercado húngaro, liquidando los restos de las empresas húngaras y reprimiendo toda forma de protesta de las clases trabajadoras. Es la vía de abandono pleno de la soberanía nacional de Hungría, la vía de la limitación y opresión de los derechos democráticos. Esta política continuará si los socialistas siguen en el poder. Lo declaran abiertamente y lo manifiestan con la política actual. No tenemos ilusiones y no podemos tenerlas: esta política puede mantenerse de una forma u otra incluso si la Fidesz alcanza el poder. La Fidesz también es un partido del gran capital, igual que el MSZP; la única diferencia entre ambos es que en la base social de la Fidesz hay muchos más representantes de la pequeña y mediana burguesía. Los comunistas húngaros no debemos apoyar ni apoyaremos esta vía. Los comunistas debemos saber que la vía neoliberal, pro FMI, empeorará las condiciones del pueblo y puede llevar a una mayor radicalizacíon de las masas. Los comunistas debemos estar preparados para esta situación. Debemos luchar contra tal suceso, que conduciría a un giro radical derechista en la política. No hay verdadero peligro de que las fuerzas fascistas o incluso de derecha radical lleguen al poder. Las actuales fuerzas extremistas no son lo suficientemente fuertes y tal hecho conduciría a una inmediata intervención de la UE, como pudimos ver en Austria hace algunos años. Pero existe la amenaza real de que las fuerzas capitalistas utilicen la crisis en Hungría y el fortalecimiento de las fuerzas extremistas de derecha para establecer una “dictadura democrática” dirigida a “salvar a la democracia”. En el marco de la vía capitalista de desarrollo, también podemos imaginar un rumbo que dé más oportunidades al capital nacional, a las pequeñas y medianas empresas húngaras. Tampoco podemos descartar la posibilidad de que, para evitar el resentimiento de las masas y la aparición de conflictos sociales a gran escala, el capital haga algunas concesiones a las masas, intente mitigar los problemas económicos y sociales del pueblo. En cuanto a la política exterior también puede

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ocurrir que Hungría siga un rumbo más equilibrado mientras mantiene su compromiso con la UE y la OTAN. Por ejemplo, puede desarrollar relaciones más estrechas con países árabes o latinoamericanos. Podemos observar el desarrollo de una alternativa similar dentro del sistema capitalista en muchos países de América Latina. Esta vía es posible en las condiciones del capitalismo. El actual gobierno y el Partido Socialista Húngaro se oponen. El principal partido de la oposición, Fidesz, que representa los intereses de los capitalistas medios húngaros, expresa su disposición a poner límites al capital multinacional, a apoyar a los empresarios húngaros y a limitar los ingresos del gran capital y dar más a las masas. La cuestión es si Fidesz – al llegar al poder – lo llevará a cabo realmente o buscará un acuerdo con el capital internacional. Esta vía no satisface plenamente los intereses de la clase obrera y supone únicamente mejoras provisionales. Pero esta vía supone algunas mejoras para las masas trabajadoras. Permite al PCOH cooperar con la pequeña y mediana burguesía sobre la base de la lucha común contra el capital multinacional, los supermercados y la explotación extranjera. Este rumbo tendrá éxito si somos capaces de transformar el resentimiento popular en fuerza organizada y, así, forzamos a los gobiernos capitalistas a que pongan restricciones al capital. El Partido Comunista Obrero Húngaro participa en la lucha sindical, en el movimiento contra los desahucios, en las acciones civiles para incrementar la influencia de los comunistas e instituir las fuerzas del resentimiento de las masas. Lenin escribió en las Dos tácticas de la socialdemocracia en la Revolución democrática: “El proletariado debe llevar a término la revolución democrática, atrayéndose a la masa de los campesinos, para aplastar por la fuerza la resistencia de la autocracia y paralizar la inestabilidad de la burguesía. El proletariado debe llevar a cabo la revolución socialista, atrayéndose a la masa de los elementos semiproletarios de la población, para destrozar por la fuerza la resistencia de la burguesía y paralizar la inestabilidad de los campesinos y de la pequeña burguesía.” Otra vía es la vía de la revolución socialista. Está claro que los problemas básicos de la clase obrera sólo se pueden resolver en la vía de la revolución socialista que supere el capitalismo. Los comunistas húngaros siempre hemos mantenido esta posición, pero desde la contrarrevolución de 1989-1990 no habíamos hablado de la posibilidad de la revolución socialista. ¡Ahora debemos hacerlo! “La actual crisis es una expresión de una crisis más profunda, intrínseca al sistema capitalista que demuestra los límites históricos del capitalismo y la necesidad de su derrocamiento revolucionario”. Esto se puede leer en la declaración conjunta de los partidos comunistas y obreros en Sao Paulo. Nuestros partidos también declararon: “Al enfatizar que la bancarrota neoliberal representa no sólo el fracaso de una política de gestión del capitalismo sino el fracaso del propio capitalismo, y confiados en la superioridad de los ideales y el proyecto comunista, afirmamos que la respuesta a las aspiraciones emancipatorias de los trabajadores y los pueblos sólo se puede hallar en la ruptura con el poder del gran capital, con los bloques y alianzas imperialistas, y por medio de profundas transformaciones de carácter liberador y antimonopolista... Convencidos de la posibilidad de otro mundo, un mundo libre de la explotación de clase y de la opresión del capital, declaramos nuestro compromiso con la continuación del camino histórico de construcción de una nueva sociedad libre de explotación de clase y opresión, es decir, el Socialismo”.

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El Partido Comunista Obrero Húngaro seguirá la vía de la revolución socialista. Ahora consideramos que es nuestra tarea básica y más importante el demostrar al pueblo húngaro que el capitalismo no es la única forma de vida. Debemos demostrar que el capitalismo nunca nos dará una vida mejor, nunca nos dará sitio en los parlamentos. Debemos obtenerlos por medio de la lucha consecuente y seria. Esta vía es realista y podemos crear un nuevo mundo, el socialismo. Naturalmente, recordamos las palabras de Lenin: “Toda revolución supone un brusco cambio en las vidas de muchas personas. A menos que el momento esté maduro para tal cambio, ninguna revolución real puede tener lugar”. Ahora mismo no podemos hablar de una situación revolucionaria en Hungría, pero podemos hablar de la posibilidad de que el desenvolvimiento general de la crisis del capitalismo internacional y sus consecuencias en Hungría pueda llevar al surgimiento de una situación revolucionaria. Consideramos que nuestra tarea principal es preparar al partido comunista para tal situación. Las experiencias históricas muestran que las verdaderas situaciones revolucionarias no se aprovechan si las circunstancias subjetivas no existen en el momento oportuno. Fortalecemos nuestra formación marxista-leninista. Los miembros y activistas del partido deben entender la actual situación y el verdadero significado de la vía revolucionaria. Estudiamos la experiencia histórica de las revoluciones socialistas en Hungría con el objetivo de utilizar las experiencias que se puedan aplicar hoy. Estudiamos la experiencia de los partidos comunistas de Grecia, Portugal, Brasil, Venezuela y otros países en la organización y estímulo de una mayor actividad de las masas. El partido organiza a sus dirigentes sobre nuevas bases. Estamos creando “centros locales revolucionarios” con el equipamiento informático móvil necesario. Creamos “grupos de combate” móviles que pueden participar en diferentes manifestaciones, acciones callejeras y actos solidarios. Construimos una nueva organización juvenil con gente joven profundamente dedicada a la idea de la revolución. Hemos comenzado a ir directamente a las fábricas a hablar con los trabajadores. Las experiencias son muy positivas. Estamos abiertos a toda iniciativa anticapitalista y antimonopolista y participaremos en toda acción social que luche contra los supermercados, contra la política de vivienda neoliberal, contra los desahucios de quienes no pueden pagar el gas o la electricidad. Hemos creado un sistema más efectivo de medios alternativos, utilizando el períodico semanal Szabadsag, internet y otros medios. Hemos creado un amplio sistema de páginas web de organizaciones locales, utilizando la tecnología de Youtube y otras nuevas tecnologías de internet. Luchamos por una cooperación más efectiva de fuerzas comunistas en el ámbito internacional. El PCOH ha abandonado el PIE porque no está de acuerdo con la política revisionista y oportunista del PIE. Estamos seguros de que no necesitamos una “nueva cultura política europea”, sino que necesitamos una muy consecuente lucha contra el capitalismo, por los derechos de las masas trabajadoras. No sólo

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debemos criticar al capitalismo, sino organizar la lucha diaria de los trabajadores. Queremos acabar con el capitalismo: la Izquierda Europea quiere mejorarlo. Nos basamos en el marxismo-leninismo, teoría y práctica de la lucha de clases, y los principios del internacionalismo proletario. La Izquierda Europea, desgraciadamente, se basa en el reformismo. La Izquierda Europea lucha contra el capitalismo sólo verbalmente, pero en la práctica ayuda a fortalecer la imagen “democrática” de la Unión Europea, del Parlamento Europeo y del sistema capitalista en general. *** Lenin dijo: “No se puede predecir el momento y el rumbo de la revolución. Está gobernada por sus propias leyes, más o menos misteriosas, pero cuando llega es irresistible” Debemos estar preparados. Los acuerdos imperialistas acentúan los costos de la crisis en los países dependientes Marco Vinicio Dávila Juarez[1] En el capitalismo las crisis son inevitables La crisis actual del modo de producción capitalista demuestra la actualidad del marxismo-leninismo y de las tareas revolucionarias en la lucha de clases del proletariado y su organización de vanguardia, los partidos comunistas. Al mismo tiempo su carácter general coloca la necesidad, a resolver con urgencia, de la elaboración de una estrategia común de los partidos comunistas y obreros para desarrollar una fuerte y decidida intervención en un periodo agitado, como el que se abre en perspectiva histórica. Marx, Engels y Lenin demuestran a lo largo de su obra que el capitalismo al igual que los anteriores modos de producción no es eterno y que en su seno surgen contradicciones, que agravan la vida de las masas y colocan en el orden del día la necesidad de derrocarlo a través de la Revolución. Es imposible el desarrollo estable del capitalismo, cuyas características consustanciales son las crisis cíclicas de sobreproducción y sobreacumulación, tal y como lo describe tempranamente Federico Engels en el Anti-Düring. Es necesario anotar también que vivimos la fase imperialista del capitalismo y que la crisis es internacional, que no escapa ningún país. Como sabemos, y lo comprueba la crisis en curso, los monopolios colocan sobre la clase obrera los costos mientras ellos aseguran sus ganancias. Bajo el imperialismo la desigualdad se acentúa, La política de saqueo que caracteriza al imperialismo adopta las formas más variadas: superexplotación de la fuerza de trabajo, intercambio desigual, uso irracional de ciertos recursos. La dominación ejercida por los países más poderosos afirma al capital monopolista y reporta enormes ganancias económicas y muchas otras grandes ventajas a las potencias imperialistas. La consolidación de los monopolios intensifica las contradicciones inherentes del sistema: al mismo tiempo que provoca rápidos procesos de crecimiento, profundamente anárquico y desigual, engendra una tendencia al estancamiento y la descomposición. Al concentrarse la producción y sobre todo el capital en una minoría de consorcios gigantescos dominados por la oligarquía financiera, y también grandes cantidades de dinero en los centros financieros de los países dominantes se generan las condiciones para la descomposición y el parasitismo. El parasitismo que caracteriza a la oligarquía

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financiera exhibe las contradicciones de un régimen de explotación incapaz que se expresa en el militarismo y en la guerra y crisis cada vez de mayor intensidad. En el Informe de la Dirección Colectiva al VIII Pleno del Comité Central del Partido de los Comunistas se expresa lo siguiente sobre la presente crisis “La Oficina Nacional de Investigación Económica (NBER) anuncio que oficialmente los EEUU entraban en recesión el 1 de Diciembre del 2008. Inicialmente fue presentada tan sólo como crisis inmobiliaria, como crisis de los créditos subprime desde marzo del 2007; hicieron lo posible por contener la información de una crisis económica profunda del sistema capitalista con centro en el imperialismo norteamericano. Aceleradamente, una tras otra, quiebran las inmobiliarias, los bancos, la industria, los servicios. A cada monopolio le va llegando la hora; a los EE UU le siguieron Inglaterra, Japón, la Unión Europea y los países capitalistas dependientes. En un primer momento se quiso presentar esta crisis como restringida al sector financiero de los EE UU, tan sólo como la quiebra de la New Century Financial Corporation,, del banco Ver Stearns, del IKB (banco de industria alemán), del Merrill Lynch, del Citi Group, del Morgan Stanley, del Goldman Sachs, del Lehman Brothers, del Hypo Real Estate, del Bank of America. Y en una medida esto es verdad, pero no tan sólo, pues se trata de una primera manifestación de una crisis no sólo norteamericana sino mundial; no sólo del sector financiero sino del conjunto del sistema; no sólo del neoliberalismo, sino del capitalismo, del imperialismo. Podemos decir que la bancarrota financiera global es la primera manifestación de la crisis general del capitalismo. Estalló la burbuja financiera y no podía ser de otra manera. …Esta crisis mundial lo es del conjunto del modo de producción capitalista, muy superior a la de 1929, ya que los márgenes de la estabilización capitalista no son los de entonces y porque se conjuga con una crisis energética, productiva, ambiental, alimentaria y política; es además una crisis con repercusiones para la primacía de los EEUU, alcanzada en el marco de la contrarrevolución en la URSS y el campo socialista. Además al igual que se derrumban los indicadores de la bolsa de valores se derrumban los mitos en que se basó el fundamentalismo monetarista del neoliberalismo para anunciar la muerte del marxismo, del comunismo.”[2] Vigencia plena de la teoría marxista-leninista sobre el imperialismo como fase superior del capitalismo. La contrarrevolución de los años 90 no sólo se limitó a los retrocesos temporales en la construcción socialista para la clase obrera y los pueblos de la URSS, RDA, Polonia, Checoslovaquia, Yugoslavia, Bulgaria, Rumania, Hungría, Mongolia también de Albania y para los procesos en curso en Afganistán, Etiopia y Yemen. Significó también la imposición de regresiones a las conquistas del movimiento obrero en todo el mundo a través de la reestructuración capitalista conocida como neoliberalismo. Pero también significó la guerra de Irak y los esfuerzos para asegurar América Latina como zona de influencia exclusiva del imperialismo norteamericano. Es ese curso contrarrevolucionario del “fin de la historia” el que coadyuva a la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, entre los EEUU, Canadá y México. Cuando las fuerzas populares y revolucionarias empezaron a reorganizarse, vinieron en auxilio del imperialismo una serie posiciones ideológicas del oportunismo y del reformismo. Duros ataques a la centralidad de la clase obrera, hablando del fin del trabajo y de la irrupción de sujetos emergentes; también se lanzo la idea del no-poder y el “innovador” desdén por la cuestión del Estado y la conquista del poder; otra

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de las campañas fue sobre el partido político de la clase obrera, relanzando el “culto a la espontaneidad” y al movimientismo, pretendiendo escindir lo político de lo social y de las luchas económicas; pero uno de los planteamientos más peligrosos fue el debate alrededor del imperialismo levantado por Negri y Hardt. Aún y cuando hace falta sistematizar más el debate en este periodo que ya abarca una década, si se percibe que coordinada o no, se trato de una embestida contra aspectos fundamentales del marxismo-leninismo, trayendo al presente argumentos antaño derrotados, no sólo del anarquismo, sino de Bernstein y Kautsky. Esto por supuesto incidió negativamente en el desarrollo de la lucha de clases que en el último periodo subió de intensidad, al masificarse el cuestionamiento a la dominación capitalista y la guerra. Mas sin embargo las fuerzas oportunistas contemporáneas se han ceñido a esas coordenadas, por citar un ejemplo, el Partido de la Izquierda Europea, partido colaboracionista del capital y todos aquellos que han decidido someterse e integrarse a proyectos imperialistas como la Unión Europea y también muchas de las organizaciones de la izquierda desdibujada y excomunista que actúan en Latinoamérica, como es el caso del Partido de la Revolución Democrática en México que acepta el TLCAN, planteando sólo modificaciones muy ligeras que en nada alteran su carácter imperialista. Como sabemos en la gran obra teórica El Imperialismo, fase superior del capitalismo Lenin resume los rasgos fundamentales que caracterizaron la transformación del capitalismo de la libre concurrencia en capitalismo monopolista de la siguiente manera: “ 1) La concentración de la producción y del capital llegada hasta un grado tan elevado de desarrollo, que ha creado los monopolios, los cuales desempeñan un papel decisivo en la vida económica; 2) la fusión del capital bancario con el industrial y la creación sobre la base de este “capital financiero”, de la oligarquía financiera; 3) la exportación de capitales, a diferencia de la exportación de mercancías, adquiere una importancia particularmente grande; 4) la formación de asociaciones internacionales monopolistas de capitalistas, las cuales se reparten el mundo, y 5) la terminación del reparto territorial del mundo entre las potencia capitalistas más importantes.”[3] En su lugar, los oportunistas y reformistas, recurren a las viejas ideas de Carlos Kautsky del ultraimperialismo sembrando la confusión sobre una “tendencia natural” a la integración y un desarrollo pacífico del capitalismo, pretendiendo justificar las guerras de expoliación, despojo, conquista, con las mismas justificaciones que en la Edad Media utilizaron Los Cruzados: como guerras entre occidente y la civilización contra los bárbaros, como guerras de buenos contra malos. Aquí ahora no pretendemos sino sentar el precedente que la actual crisis también desploma, a esas baratijas ideológicas que concurrieron al mercado para vender una izquierda no violenta, moderna, inteligente, dialoguista y colaboradora que podía ocupar una silla en la junta de administración de los intereses de los capitalistas: el Estado. La teoría marxista-leninista del Imperialismo es importante para explicar porque los acuerdos comerciales internacionales y proyectos interestatales presentados como tabla de salvación se están convirtiendo en el ancla que lleva al fondo a pueblos y países que se encuentran en posición subordinada en la cadena imperialista. Los proyectos de expansión y dominación imperialista en América Latina: la experiencia mexicana. En 1994 inicio el TLCAN; 15 años después el balance es contundente: el TLCAN y la iniciativa para extenderlo a todo el Continente en el Área de Libre Comercio de las

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Américas (ALCA) confirman la existencia de la política imperialista, a pesar de los disfraces que adopta su discurso. Este acuerdo se pretende generalizar a toda América. A pesar del gran descalabro que sufrió la iniciativa norteamericana de un acuerdo total, lo cierto es que a través de acuerdos bilaterales y regionales insiste en su proyecto, acompañándola de acuerdos militares y represivos. Es importante señalar que la primera derrota del ALCA se debió a la gran resistencia popular, social, política y armada. Cabe señalar el papel central de la Revolución Cubana que logró agrupar, con su convocatoria a los Encuentros Hemisféricos de Lucha contra el ALCA, en un solo frente a movimientos obreros, campesinos, fuerzas sociales, y a los intelectuales y artistas articulando jornadas continentales y planes de acción que prestaron un gran servicio; otro rol lo jugo el proceso bolivariano de Venezuela; fue decisivo en esa batalla el papel de la resistencia colombiana al Plan Colombia y al Plan Patriota, fundamentalmente de las FARC-EP. La creciente oposición de la clase obrera mexicana y de los campesinos e indígenas al TLCAN contribuyó a concientizar a los pueblos sobre el riesgo de aceptar el ALCA[4]. Con el eufemismo del libre comercio[5] los Estados Unidos pretenden en América Latina asegurar su hegemonismo frente a la Unión Europea en la región. Como TLCAN, CAFTA, Plan Puebla-Panamá, ASPAN, acuerdos bilaterales, es la misma estrategia. Acompañados de planes represivos militares como el Plan Colombia o la Iniciativa Mérida, así como de la instalación de bases militares norteamericanas por doquier[6] y la reactivación de la IV Flota. Contando en primer lugar con la inercia de la llamada desideologización el imperialismo se maquillo y en nombre de la “libertad”, la “democracia”, el “libre comercio”, la “interdependencia”, “nuevo orden mundial” intento sofocar cualquier resistencia a su política de dominación en América Latina. Fueron las condiciones de la contrarrevolución internacional las que impusieron el TLCAN, calificado por investigadores y académicos como la compra-venta de México[7], el cual sólo encuentra una analogía con el Tratado de Guadalupe-Hidalgo terrible mutilación del territorio nacional de México después de la injusta guerra de 1847-1848 y que legalizó el despojo de 2 263 866 km2; Aunque 15 años después el TLCAN arruinó el campo mexicano, la soberanía alimentaria y la planta productiva nacional introduciendo el dominio de los monopolios norteamericanos en la tierra y los recursos naturales, sobre todo en los energéticos. El gas ya está en manos de las empresas extranjeras. Los monopolios ya han irrumpido en áreas que anteriormente estaban reservadas exclusivamente al Estado por mandato de la Revolución democrático-burguesa de 1910, es el caso de la electricidad y el petróleo. Entre los efectos están la intensificación del despojo y la explotación. El desempleo en el campo y la ciudad, la emigración permanente. El grado de subordinación del capitalismo mexicano con relación al norteamericano es total. Es el comprador principal y casi único del petróleo producido, el destino casi exclusivo de nuestras exportaciones, y es también la fuente de nuestra segunda aportación económica que son las remesas de los trabajadores mexicanos migrantes, que desde noviembre del 2008 han caído en un 3 %. Desde que Felipe Calderón tomó posesión de la presidencia de la república la situación económica del país ha ido empeorando en perjuicio de los trabajadores principalmente, el autodenominado “presidente del empleo” no ha realizado una sola acción que de manera efectiva impacte en el nivel de vida de los trabajadores.

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Ahora que sabemos que el crecimiento para este 2009[8] será prácticamente nulo debido a la recesión que atraviesa el país, apenas 0.5% según diferentes estimaciones, el gobierno federal se ha dedicado a implementar varios planes anticrisis, todos dirigidos a fortalecer la economía familiar, el poder adquisitivo de los trabajadores y fomentar el empleo, aunque de manera curiosa todas las acciones de dichos planes están dirigidas a transferir grandes cantidades de recursos económicos a las empresas privadas. Las medidas del gobierno federal no están encaminadas a resolver los problemas de los trabajadores, las presiones económicas continúan acentuándose. La inflación durante el año pasado fue de 6.53%, el doble de lo estimado, y la estimada por el gobierno para este a año es de 6.28%, la devaluación del peso frente al dólar es de más del 38 % desde enero de 2007 a febrero de 2009, el PIB hasta julio del 2008 fue de 1.2%. Las manifestaciones de la inconformidad laboral se expresan de diferentes formas, una de ellas son los emplazamientos a huelga. Estos emplazamientos tuvieron un aumento 46.33% al pasar de 7,390 en 2006 a 10,814 que hubo el año pasado, durante el mes de enero de este año ya van 1,162 emplazamientos. La gran mayoría de estos emplazamientos son por aumento de salario, pero prácticamente ninguno logra romper el tope salarial impuesto, que para este año según palabras del secretario del trabajo Javier Lozano Alarcón no será superior al 6%. Todo esto lo que muestra es el aumento del descontento de los trabajadores a la crítica situación laboral. Es verdad que en promedio sólo entre 25 y 40 emplazamientos llegan a la huelga pero en algunos casos el impacto tanto social como económico abarca grandes regiones o ramas de la producción, como el caso de la minería, en donde las huelgas de Taxco, Guerrero; Sombrerete, Zacatecas, Met Mex Peñoles en Coahuila y Cananea, Sonora han tenido resonancia nacional e internacional. En el caso del campo la situación es todavía peor, según datos de la Universidad Obrera de México, en los últimos doce años se perdieron dos millones de empleos rurales, con un 85.5% de pobreza, de la cual un 55.3% está en la pobreza extrema. La migración rural es de 45% de las familias ejidales con por lo menos un miembro en los EE UU, y 80% con un miembro al menos fuera de su comunidad. El TLCAN al acentuar la dependencia de México esta inmediatamente provocando efectos devastadores. Para estabilizar el tipo de cambio como resultado de la especulación han costado al país más de 20 mil millones de dólares de la reserva del Banco de México; la clase trabajadora sufre el alza especulativa de alimentos[9]; el exceso de deudas causó que 10, 250 empresas se declararan en quiebra; los trabajadores mexicanos han perdido 53,000 millones de pesos de sus ahorros para el retiro debido a que fueron invertidos en instrumentos financieros internacionales, lo que significa el despojo del 10% de sus ahorros. La caída del empleo en EEUU en el sector de la construcción hará que 3 millones de migrantes mexicanos regresen al país. La economía mexicana pasó del estancamiento crónico a la franca recesión, y muestra ya los efectos de la crisis externa en la planta productiva, el sector financiero, las finanzas públicas, y en el mercado laboral. Cayó la actividad industrial en 11.1% en enero de 2009. Las exportaciones totales bajaron 30.5%, las petroleras 55.3% y las manufacturas 25.9%, entre enero y febrero; Los ingresos presupuestarios del gobierno federal disminuyeron 9.9%, debido a los menores montos derivados de la actividad petrolera y a la menor recaudación fiscal, entre enero de 2008 y enero de 2009; Se

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redujo 44.4% la producción automotriz, al pasar de 340 mil 36 unidades a 189 mil 80 unidades en el primer bimestre de 2009; en el sector maquilador se observó un caída de 31.5%, al pasar 6 mil 299 millones de dólares a 4 mil 313 millones de dólares entre 2007 y 2008. No obstante que los trabajadores llevan casi tres décadas de sufrir el despojo sistemático de su fondo de vida: Se mantiene el tope salarial con el propósito de seguir abaratando los costos de las empresas, no obstante la escalada especulativa de los alimentos, lo cual mantiene en rezago permanente los salarios respecto a la inflación. A la pérdida del poder adquisitivo de los salarios, se suma la pérdida de los empleos: en 2009, no sólo no se crearán plazas para satisfacer la demanda de los jóvenes que se suman al mercado laboral, además se cancelarán los puestos de trabajo ya existentes: si consideramos que según cálculos del Banco de México, la Población Económicamente Activa (PEA), aumentará en un millón 300 mil personas, y si tomamos los cálculos de la Secretaría de Hacienda y Crédito público (SHCP), que refieren que se perderán hasta 300 mil empleos, entonces tenemos que habrá un déficit de empleo de por lo menos un millón 600 mil personas. No obstante, consideramos que la pérdida de plazas y el déficit de puestos de trabajo será mucho mayor, si tomamos en cuenta la tendencia a la disminución de los trabajos formales desde 2008 a la fecha: según datos del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), perdieron su empleo 538 mil 68 trabajadores, lo que significó una baja de 107.6 mil plazas por mes en promedio, entre octubre de 2008 y febrero de 2009. Sólo en la industria maquiladora de exportación (que es de las más afectadas por la recesión estadounidense y la devaluación del tipo de cambio), se perdieron 64 mil 404 empleos, entre octubre de 2008 y febrero de 2009; respecto a la industria del vestido, se perdieron 40 mil empleos y cerraron 350 negocios en 2008; por otra parte, la industria minera perdió 2 mil empleos directos y 20 mil indirectos, mientras que 2 mil 500 se encuentran en paro técnico; asimismo, el sector azucarero calcula que se perdieron al menos 10 mil empleos en 2008, debido a que se liberó la importación de azúcar por las disposiciones del Tratado del Libre Comercio de América del Norte; la precarización del trabajo se profundiza aún más en épocas de crisis: los paros técnicos son un mecanismo que los empresarios vienen utilizando para adecuarse a las necesidades del mercado, por ejemplo, para disminuir la producción cuando caen las ventas; es decir, no tienen como objetivo conservar el empleo. En los hechos, los empresarios, además de aplicar los paros técnicos, reducen salarios y prestaciones y terminan por despedir a los trabajadores: en la empresa General Motors, por ejemplo, después de una serie de paros técnicos despidieron alrededor de 600 trabajadores; Además de la permanente erosión salarial, los paros técnicos, la reducción de los salarios y el desempleo, los trabajadores más pobres del país continúan siendo los pagadores de impuestos cautivos: entre enero y septiembre de 2008, las personas que ganaban hasta diez salarios mínimos contribuyeron más al gobierno federal, que aquellas que perciben más de cien veces el salario mínimo. Finalmente los trabajadores terminaron por endeudarse ante el deterioro salarial, el desempleo, el oneroso pago de impuestos y la precarización general de sus condiciones de trabajo y de vida, dentro de las que se encuentran problemas de salud y accidentes. Nuevos ropajes de las viejas recetas Los acuerdos imperialistas condenan no solo a los trabajadores de México sino a los trabajadores del mundo. Que la contradicción principal de la época es la existente entre capital y trabajo. El hecho de que México sea un país dependiente no anula el hecho de que haya monopolios de origen nacional que estén exportando capitales,

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como es el caso de los monopolios de CEMEX, TELMEX y Televisa, Grupo Elektra, Televisión Azteca, por citar algunos, y que estos hayan sido beneficiarios del TLCAN. De hecho estos grupos monopólicos en sintonía con los norteamericanos están planteando -en abierta repulsa a los dogmas que pregonaron en los 90 cuando fueron beneficiarios de la privatización del sector estatal de la economía- que se requiere de la intervención estatal; así lo analizó el Comité Central del Partido de los Comunistas: “… es importante ir al fondo de la cuestión desde nuestra posición clasista y nuestra ideología marxista-leninista y desenmascarar cualquier intento de salida capitalista, aunque recurran al rostro humano, a salidas para presentarnos un capitalismo con rostro humano. Como comunistas nos queda claro que la crisis actual es la manifestación de contradicciones insalvables en el modo de producción, y que por todas sus características es una crisis de sobreproducción y de sobreacumulación que abarca al conjunto del sistema capitalista en el mundo. No hacemos concesión al planteamiento de que es posible una reforma neokeynesiana. Nos corresponde en este periodo abierto tener como norte la revolución socialista, trabajar en ese único sentido, abriendo perspectivas verdaderas a la clase obrera y a los pueblos. En el caos se buscan chivos expiatorios, y en el banquillo de los acusados sientan al neoliberalismo sus propios creadores; por una necesidad tienen que pisotear los argumentos que hace dos décadas presentaban como el fin de las ideologías, como el non plus-ultra de la libertad y la democracia. La rueda de la historia cobra venganza inexorablemente, pues dos décadas en el reloj de la Historia de la humanidad son apenas un segundo y el triunfante discurso neoliberal es apenas hoy un discurso maloliente e insepulto; nuevamente el Estado engorda, se pone obeso, en desesperada maniobra para impedir la bancarrota total. Al Estado rinden nuevamente culto los grandes medios de comunicación y renace el discurso proteccionista. Las privatizaciones dejan su lugar a las estatizaciones. Pero ello genera ilusiones muy peligrosas, alimentadas por la socialdemocracia, que consideran progresistas medidas como las adoptadas por Bush y ahora Obama, apostando a una reforma capitalista que arroje un nuevo Estado del Bienestar.”[10] Dos Siglos de lucha por la independencia: el socialismo es la perspectiva En el X Encuentro Internacional de los Partidos Comunistas y Obreros efectuado en Sao Paulo algunos de los partidos presentes aprobaron la declaración Sobre el bicentenario de la independencia en América Latina y el Caribe[11] que indican la lucha contra el colonialismo principalmente español. En ella se pone de relieve la tarea planteada por la Conferencia de los Partidos Comunistas y Obreros de América Latina que se efectuó en La Habana en 1975 de la búsqueda de la segunda y definitiva independencia Los procesos liberadores del Siglo XX, desde la Revolución Mexicana de 1910 y la Revolución Cubana de 1959 colocan a los procesos actuales en la dialéctica de antiimperialismo y revolución socialista. De otra manera a pesar de rasgos liberadores termina por recomponerse la dominación de las clases explotadoras. La Revolución Mexicana es un ejemplo de ello puesto que coloca la siguiente interrogante: ¿ de qué sirve que el Estado tenga el control del 70 de la economía si este Estado es burgués? La Gran Revolución Socialista de Octubre tuvo el merito de romper el hielo, de indicar el camino. Inauguro la época de la transición del capitalismo al comunismo. Hoy es imposible desvincular las tareas de emancipación económica de los países dependientes sin colocar la cuestión de la conquista del poder político por la clase

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obrera y la construcción de la sociedad socialista, lo que tiene como premisa a los partidos comunistas y al marxismo-leninismo, ideología de la clase de vanguardia en la presente época.

[1] Director de El Comunista órgano del Comité Central del Partido de los Comunistas. [2] La Crisis del capitalismo y las tareas de los comunistas en México. Edición mimeografiada del Comité Central del Partido de los Comunistas; Marzo del 2009 [3] Lenin, Vladimir Ilich; Obras Escogidas en 12 Tomos; Editorial Progreso; Moscú; Pág. 459 [4] Tampoco se puede olvidar el importante papel de la rebelión indígena y campesina mexicana contra el TLCAN, justamente el día que entraba en vigor el 1 de Enero de 1994. Organizada en Chiapas en el sureste mexicano por el EZLN el levantamiento armado expreso con crudeza que el acuerdo imperialista es una condena de muerte para los pueblos indios. [5] Bien sabemos que el capitalismo ya no se encuentra en la fase de la libre concurrencia, la cual históricamente ha quedado en el pasado. [6] Recientemente una nueva base militar en Colombia, la de Palenquero, que por supuesto está orientada a continuar la guerra sangrienta contra ese hermano pueblo hermano y sus fuerzas revolucionarias, pero que alcanza la región andina, el Caribe y Centroamérica. Por cierto, entre otras cosas, confirma que el Presidente norteamericano continúa el rumbo que sus predecesores. También Obama ratifico todos los recursos prometidos por Bush a la Iniciativa Mérida, desacreditando a la izquierda oportunista de México que habla de una nueva era y que saludó entusiasmada la elección del demócrata norteamericano. [7] Entre otros el académico John Saxe-Fernández en un estudio del mismo nombre, donde documenta que el TLCAN significa para México la anexión, que completaría la expansión iniciada con la violenta guerra de 1847 contra México, previa anexión enmascarada de Texas y las adquisiciones de otros territorios como la Louisiana. En su libro La compra-venta de México dice: “ Para Estados Unidos La Lousiana Purchase y el Tratado de Guadalupe de 1848 fueron cruciales en su ascenso como potencia continental, hemisférica e internacional por las dimensiones geográficas y los recursos minerales y posteriormente de hidrocarburos que la naturaleza generosamente había depositado en ellos.” [8] Es curioso que el Gobierno y la burguesía hayan montado una campaña de propaganda alertando que la crisis norteamericana no nos afectaría, y que cualquier efecto negativo en la economía seria resultado de grupos de provocadores especializados en sabotear. Despues dijeron que era solo “un catarrito” y ahora reconocen que hay un gran “hoyo”. [9] Mientras que el salario mínimo general recibió un aumento salarial de sólo 12.6%, los precios de los comestibles, en tanto, llegaron a incrementarse hasta 339.4%, como en el caso del ejote, el pollo 243.4%, el aceite 107.7%, el arroz, 139%; la sal, 77.2%, el pan blanco, 53%; la tortilla, 42.8%; la harina de trigo, 54.4%; el frijol, 35.5% y el huevo 49.8%; [10] La Crisis del capitalismo y las tareas de los comunistas en México. Edición mimeografiada del Comité Central del Partido de los Comunistas; Marzo del 2009 [11] 10° Encontro Internacional de Partidos Comunistas e Operários; Editado por el PCdoB; Pág. 48

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Las tesis del Partido Comunista Trabajador de Rusia: Los peculiaridades actuales de la crisis del capitalismo y sus rasgos específicos en Rusia I. De la teoría general de las crisis Las causas de las crisis del capitalismo se radican en la misma naturaleza del capitalismo, en su contradicción fundamental entre el carácter más y más social de la producción y la forma capitalista privada de la apropiación que lleva a la anarquía de la producción en la búsqueda de las ganancias. Esto significa que la causa profunda de la crisis se radica en la contradicción entre el trabajo y el capital. Al hablar de la contradicción entre el trabajo y el capital, queremos decir, ante todo, la contradicción entre el fin de la producción capitalista, o sea, la producción de la plusvalía, y la aplicación del trabajo socializado de los productores inmediatos, obreros asalariados, para la producción y reproducción. El fin de la producción capitalista es la extracción de la plusvalía. En la producción capitalista dominan la anarquía y los antagonismos, que llevan a la ampliación irrestricta de la producción capitalista. Las propias relaciones capitalistas y el fin de la producción capitalista frenan la tendencia a la ampliación irrestricta de la producción. Bajo la anarquía de la producción, de vez en cuando, una parte del capital acumulado (como mercancías, medios de producción y dinero) no puede ser utilizada como medio de explotación, fuente de la ganancia adicional. Entonces, tiene lugar la demora de la producción y después su achicamiento, o sea, se desenvuelve la crisis de la sobreproducción. Esta contradicción arriba señalada determina el intento de cada capitalista a incrementar su oferta en el mercado, a la vez bajando su demanda de los medios de producción y la demanda de los objetos de consumo de sus obreros por la disminución del sus salarios. Bajo cualquiera modificación del capitalismo, esto lógicamente conduce a las crisis de la superproducción con cierta regularidad vinculada con el ciclo de la renovación del capital fijo. Bajo el capitalismo, evitar las crisis es imposible. Su origen se explica por los procesos siguientes. Como se sabe, el capitalismo es la economía mercantil universal, es decir, la economía mercantil desarrollada hasta tal grado cuando la fuerza de trabajo se convierte en una mercancía. La fuerza de trabajo es el conjunto de las potencias físicas y espirituales que se aplican cada vez en la producción de los bienes materiales y de otra índole. Es la mercancía sui generis capaz de crear el valor mayor que su propio valor. Por la organización espontánea de la economía mercantil capitalista, aún cuando a los trabajadores asalariados se les paga por completo el valor de su fuerza de trabajo (el caso muy raro), más tarde o más temprano llega el momento cuando el volumen de la masa producida de mercancías supera en mucho la demanda solvente, siendo su gran parte la demanda de la población mayoritaria trabajadora, y otra parte, la demanda de los medios de producción por los empresarios capitalistas. Así viene la crisis. De tal modo, el capitalismo, como un sistema económico mercantil, a partir de su nacimiento es preñado de las crisis. 5. Este hecho fue señalado especialmente ya en los primeros programas del Partido Socialdemócrata Obrero de Rusia (bolchevique) y Partido Comunista de Rusia (bolchevique)[1]. “La principal peculiaridad de esta sociedad es la producción mercantil basada en las relaciones de producción capitalistas, en las que la parte más importante y considerable de los medios de producción y circulación de las mercancías pertenece a una clase de personas numéricamente pequeña, mientras que la inmensa

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mayoría de la población consta de proletarios y semiproletarios obligados por su situación económica a vender permanente o periódicamente su fuerza de trabajo, es decir, alquilarse a los capitalistas y crear con su trabajo los ingresos de las clases superiores de la sociedad... Este mismo progreso técnico permite, además, a los empresarios emplear en proporciones cada vez mayores el trabajo de la mujer y del niño en el proceso de la producción y circulación de las mercancías. Y como, por otra parte, ocasiona una reducción relativa de la necesidad de trabajo vivo de los obreros por los empresarios, la demanda de fuerza de trabajo desciende necesariamente por debajo de su oferta, en virtud de lo cual aumenta la dependencia del trabajo asalariado respecto del capital y se eleva el grado de explotación del trabajo. Este estado de cosas dentro de los países burgueses y la constante agravación de la rivalidad mútua entre ellos en el mercado mundial dificultan más y más la venta de las mercancías que se producen en cantidades cada vez mayores. La superproducción que se manifiesta en forma de crisis industriales más o menos agudas, seguidas de períodos más o menos largos de estancamiento industrial, es una secuela inevitable del desarrollo de las fuerzas productivas en la sociedad burguesa. Y, a su vez, las crisis y los períodos del estancamiento industrial arruinan aún más a los pequeños productores, aumentan aún más la dependencia del trabajo asalariado respecto del capital y conducen aún más rápidamente al empeoramiento relativo y, a veces, absoluto de la situación de la clase obrera. Por lo tanto, el perfeccionamiento de la técnica, que significa incremento de la productividad del trabajo y aumento de la riqueza social, condiciona en la sociedad burguesa el acrecentamiento de la desigualdad social, la ampliación de la distancia entre los poseedores y los desposeídos, y el crecimiento de la inseguridad de existencia, el desempleo y toda suerte de privaciones para capas cada vez más vastas de las masas trabajadoras”. Hace falta subrayar especialmente que prácticamente nunca, en ningún país más desarrollado del mundo, el valor de la fuerza de trabajo no se paga por completo por el precio de esta mercancía, o sea, por los salarios. El valor de la fuerza de trabajo se define como el valor de los medios indispensables para la reproducción y desarrollo normales (que correspondiesen al nivel del progreso tecnocientífico, de la cultura de la sociedad y del avance de la lucha de la clase obrera) de las fuerzas físicas y espirituales del trabajador y de su familia. Cabe mencionar que esto entendían bien por su intuición los representantes más avanzados se la clase burguesa. Por ejemplo, a Henry Ford, destacado organizador de la producción y creador de los primeros conveyers en la industria automotriz, le pertenecen las palabras siguientes[2]: “Pagamos al hombre por su trabajo; ¿cuanto debe dar este trabajo a su casa, a su familia? ¿Cuanto a él mismo como ciudadano del Estado? ¿O como padre? El hombre cumple su trabajo en la fábrica, y la mujer, en casa. La fábrica debe pagar a ambos. De otras palabras, al cumplir el hombre trabajador sus obligaciones respecto a sí mismo y su familia, al vestirles, nutrirles y asegurarles las ventajas de su nivel de vida, ¿tiene además el derecho de excedentes en la forma de acopio? ¿Si todo esto debe gravar los cálculos de nuestra jornada laboral? ¡Creo que sí!” Por supuesto, a Ford no tanto le preocupaba la justicia social como la necesidad para la producción de la mayor demanda de consumo, así como el peligro para el capitalismo de los eventuales conmociones sociales. Sin embargo, su posición era avanzada en mucho, no sólo para la primera mitad del siglo 20, sino también para el nuestro tiempo. Lo que los mejores representantes de la clase burguesa entendían, los

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típicos ven de otro modo. Se ilustra bien por el ejemplo de la Rusia de hoy: en el año 2008 (antes de la crisis), el salario promedio acercaba a 16 mil rublos mensuales, y el valor de la fuerza de trabajo expresado en rublos (dependiente de la región, modo de trabajo, cantidad de hijos) oscilaba entre 160 y 240 mil rublos mensuales; es decir, hoy día el salario constituye entre 7 y 10% del valor de la fuerza de trabajo. Como es sabido, el trabajador crea el valor de su fuerza de trabajo durante su tiempo necesario, y tiodo el resto de la jornada, o sea, el tiempo suplementario, trabaja para el capitalista creando la plusvalía que después forma parte de la masa de mercancías; bajo la organización espontánea de la economía capitalista, esta masa puede quedarse sin la demanda correspondiente, y de vez en cuando sí se queda sin ella. La pequeña obra de Lenin “El salario de los obreros y las ganancias de los capitalistas en Rusia” es un notable ejemplo del cálculo de la medida de la explotación de los obreros en la base de los datos estadísticos del año 1908: “Comparemos ahora el salario de los obreros y las ganancias de los capitalistas. Cada obrero (estos parámetros fueron calculados ya por Lenin. – Autores)recibe por año, término medio, 246 rublos en concepto de salario y proporciona al capitalista una ganancia de 252 al año. De aquí se desprende que que el obrero trabaja menos de la mitad de la jornada para sí mismo y más de la mitad para el capitalista. Si tomamos, por ejemplo, una jornada media de 11 horas, resulta que el obrero percibe renumeración apenas por 5½ horas e incluso algo menos. Las 5½restantes las trabaja en balde, sin recibir retribución alguna, y todo lo que produce en esa media jornada constituye las ganancias de los capitalistas.”[3] Más detalladamente, el asunto de la teoría de Carlos Marx de la realización y de lo inevitable de la crisis de la superproducción queda expuesto en la obra de V.I.Lenin “El desarrollo del capitalismo en Rusia”[4]. Vladymir Ilyich menciona que la formulación de Marx “la última causa de todas las verdaderas crisis sigue siendo siempre la pobreza y la limitación del consumo de las masas, que se opone a la tendencia de la producción capitalista a desarrollar las fuerzas productivas así como el límite de su desarrollo fuese sólo la capacidad consumidora absoluta de la sociedad” es sin dudas acertada, pero en ningún caso (!) no se puede limitarse con ella. En la formación del mercado interno, el papel de los medios de producción es mucho mayor que el papel de los bienes de consumo. El análisis de las leyes de la circulación del capital constante también muestra lo inevitable de las crisis capitalistas. Así las cosas, subrayemos una vez más: en el curso espontáneo de la reproducción capitalista vienen inevitablemente, con cierrta regularidad, tales momentos cuando la demanda solvente sobre los bienes de consumo y medios de producción retrasa en mucho de la masa existente de las mercancías y servicios. Viene la crisis. Son otras preguntas ya: ¿qué determina la duración de los períodos entre las crisis y hasta qué grado se puede regularlas? II. Algunas medidas capitalistas para estabilizar la situación y dilatar el momento del inicio de la crisis siguiente Hoy día, los teóricos apologetas del capitalismo declaran que supuestamente han encontrado los métodos para evitar las crisis por medio de la organización estatal de la autoregulada economía del mercado en el capitalismo. Entre las medidas de esta dirección, las más conocidas son los esfuerzos de Roosvelt para superar la Gran Depresión y la así llamada política keynesiana. Todas estas medidas han sido analizadas en detalle por la teoría comunista; queda probado que tanto las salidas de la crisis como los así llamados períodos sin crisis se logran por medio de las formas más refinadas y fortalecidas de la explotación de los trabajadores.

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Para confirmar la efectividad de estas medidas, alegan que en la historia del capitalismo de portguerra faltan las conmociones tan profundas como la crisis económica mundial de 1929-1933. ¿Acaso el capitalismo sí encontró el modelo de la regulación sin crisis, y qué mecanismos regulatorios nuevos se emplean pàra aplazar la crisis? Hallamos pertinente subrayar que, sin duda, el socialismo, o más exactamente su influencia, jugó el papel esencial en la mitigación y el aplazamiento de las crisis imperialistas consecutivas. La existencia del pujante campo socialista encabezado por la URSS, los eminentes logros del socialismo en el aseguramiento de los derechos sociales de los trabajadores hacían a los capitalistas, para evitar el crecimiento del malestar de los trabajadores dentro de los países capitalistas desarrollados, elevar notablemente la medida del pago del valor de la fuerza de trabajo, así como investir los recursos muy considerables en el desenvolvimiento del seguro social de Estado, educación, salud pública, progreso tecnocientífico y la modernización técnica, introducir los elementos de la regulación estatal de la economía, etc. La introducción del modo de vida “a crédito” resultó una invención muy eficaz para los capitalistas. Individuos, empresas y hasta Estados - todo, siempre y en todas partes depende del crédito en dimensión y escala muy grande. La mayor parte del valor de la fuerza de trabajo de los obreros no se les desembolsa directamente sino se les presta a interés. Así las cosas, apareció que la sociedad vivía normalmente, se mantenía la demanda, pero la deuda iba creciendo, creciendo… hasta cierto límite. La distribución de los valores, producidos con el progreso tecnocientífico y el crecimiento de las fuerzas productivas, se efectuaba de modo muy desigual. Y esta desigualdad iba creciendo, también en la escala internacional. Como señaló V.I. Lenin en su obra “Imperialismo, la fase superior del capitalismo”[5]: “El capitalismo se ha transformado en un sistema universal del sojuzgamiento colonial y de la estrangulación financiera de la inmensa mayoría de la población de la Tierra por un puñado de países adelantados... El capitalismo ha desglosado ahora un puñado... de países particularmente ricos y poderosos que, con el simple “corte del cupón”, saquean a todo el mundo”. Pero los amos quisieron más y más. En la segunda mitad del siglo XX se impulsó con fuerza la tendencia del enriquecimiento por medio del capital “bursátil-financiero”, con la introducción de los “valores” de muchas variedades: acciones, letras de cambio, obligaciones, vouchers, valores de Estado etc. No hay que pensar que esto fuera algo nuevo por principio o cualquiera invención del capitalismo moderno. Ya Engels señaló en un anexo al tercer tomo de “El Capital”, capítulo “Bolsa”: “Junto con esta acumulación, crecía la masa de los rentistas, gente aburrida de la tensión constante ligada con los negocios; sólo querían divertirse o tener apenas las leves ocupaciones de directores o miembros de los consejos observatorios se sus firmas. Y, ...para aliviar la aplicación de la masa del capital monetario que así se puso en el estado movible, se han creado las nuevas formas jurídicas ya en todas partes, donde faltaban antes, para las sociedades anónimas limitadas y se han bajado las obligaciones de los accionistas que antes eran responsables en dimensiones ilimitadas... De aquí la transformación paulatina de la industria en las empresas accionistas... Lo mismo respecto del comercio... Lo mismo respecto de los bancos e instituciones crediticias… En la esfera de la agricultura, lo mismo... Y la aplicación del capital en el extranjero, toda en acciones...etc.”[6] El el siglo XX, y más aún en el siglo XXI, surgió la gran multitud de las formas de existencia parasitaria; su perfección tecnológico-intelectualpuede causar admiración. Sin embargo, todas ellas caben en aquella definición del clásico del siglo XIX: “la masa de gente aburrida de la tensión constante”.

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Los así llamados “valores”, supuestos reflejos objetivos del valor real de la producción, en realidad se inflaban bajo el impacto del agio mercantil, a veces se caían, mas en la perspectiva larga iban creciendo, creciendo, creciendo. Cabe señalar que el capital logró arrastrar en estos procesos de la “capitalización creciente” de la economía, a los estratos bastante numerosos de los trabajadores, así como a la masa de los empresarios pequeñoburgueses y empleados, ante todo en los países desarrollados. En este proceso, el papel enorme jugó la propaganda de las clases gobernantes para inculcarles los sueños del enriquecimiento posible por azar y el culto al consumismo. El presidente ruso V. Putin en su discurso final del 2005 señalaba con la verdadera excitación el ritmo record (¡máximo en el mundo!) del crecimiento de la capitalización de la economía rusa – hasta unos 80% anuales. Invitaba a los ciudadanos a participar en esta inversión exitosa de la economía nacional por medio de los distintos fondos comanditarios de inversiones; o sea, la burbuja financiera se inflaba con la participación directa del poder estatal. Con el desarrollo de la tecnologías informáticas computarizadas, las burbujas financieras carentes de todo seguro pasaron a inflarse con intensidad aún mayor. Sin embargo, vino el momento cuando los estratos mayoritarios de la población no pudieron ya pagar sus obligaciones por deudas y otros gastos considerables. La burbuja reventó, se levantó la primera ola del pánico, y después el proceso pasó a crecer como avalancha, propagándose tanto geográficamente como a las entrañas de la estructura social de la producción (de la esfera financiero-bancaria hacia la producción real). Cabe subrayar una vez más: en nuestro tiempo también se mantiene el elemento fundamental de la crisis de la superproducción – la solvencia de la parte mayoritaria de la población quedó mucho menor que la oferta formada. III. Las peculiaridades rusas de la crisis actual. Ante todo, las peculiaridades rusas se condicionan por el hecho de que el capitalismo ruso, ya entrante en la fase imperialista, acaba de salir del período de algo como la “acumulación originaria” del capital. El modo fundamental de la formación de los capitales rusos es el saqueo, bajo la lema de privatización, de la enorme propiedad de todo el pueblo creada por el trabajo de varias generaciones de los ciudadanos soviéticos en los tiempos del socialismo (hasta las leyes de privatización, se violaban a cada trique por los privatizadores porque frenaban en algo su saqueo). Cualquier capitalismo viene acompañado del crimen y de la corrupción. El capitalismo ruso tiene el carácter aún más criminal y rapaz, lo que se expresa en los hechos siguientes. Como se ha dicho ya, en Rusia es muy bajo el nivel de pago del valor de la fuerza de trabajo: el salario promedio constituye apenas 7-10% del valor de la fuerza de trabajo. Esta situación era impuesta a los trabajadores por su adversario de clase en las condiciones del atraso del sindicalismo y la limitación extrema de las oportunidades legales de su lucha con el régimen policíaco más y más acentuado. Así, el bajo desarrollo de la lucha económica actualmente es una de las causas del bajo nivel del pago de la fuerza de trabajo en Rusia. La mayoría absoluta de los capitalistas rusos no se atiene a las normas técnicamente fundadas de la reproducción del capital fijo – prácticamente no cumple la cuota de amortización para la restauración y desarrollo de los medios de producción. De hecho, estos fondos se convierten en los ingresos de los propietarios (las ganancias transferidas hacia los off-shores, los altísimos salarios de top managers, los bonos, etc.) y se excluyen del ciclo “producción – circulación”. O sea, del ciclo productivo se quitan los recursos indispensables para la reproducción simple, sin hablar ya de la ampliada.

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Para dar entender de qué sumas se trata, digamos que la estadística oficial de Rusia evalúa el valor de sus fondos productivos fijos en 60,4 millones de millones de rublos; el coeficiente medio de la renovación de fondos (2007) oscilaba entre 1,9% (la producción de la energía eléctrica) y 6,6% (la producción manufacturera). Según las normas soviéticas, en la producción manufacturera este coeficiente tendría que ser no menos de 13%. O sea, la falta anual de inversiones en la economía real, sólo por la línea de amortización, sin hablar ya de la acumulación, suman no menos que 6 millones de millones de rublos. Es uno de los factores que explican el crecimiento del número de los “milliarderos de dólares” en Rusia, también en el período del gobierno de Putin (de los 13 en 1999 a más de los 100 en 2008). Por una parte, la violación de las leyes de la reproducción del capital fijo llevaba a la disminución de la carga de la industria rusa, pérdida de los empleos, lo que, a su vez, reducía la masa monetaria que podría llegar a los trabajadores y formar su demanda. Por otra parte, esto llevaba a la degradación de los fondos fijos y del nivel técnico de la producción, ante todo, de las ramas de alta tecnología. Respectivamente, tanto el volumen de la producción real como el pago de la fuerza de trabajo declinaban. Una manifestación nueva y poco estudiada de lo específico de Rusia es la llegada a los mercados en formación de la enorme cantidad de los valores reales que no eran mercancías en el socialismo: los fondos fijos de la producción, bienes inmuebles de toda clase, casi todo el fondo de la vivienda, las tierras, los bosques, etc. Convirtiéndose en mercancías sin aplicación del trabajo actual, inflaban la masa monetaria circulante que se concentraba en su gran parte en el polo de los “hartos”. Para consolar la masa mayoritaria, se le proponían programas del gobierno como “Vivienda accesible” que se hacía menos y menos accesible (en 2007-2008, los precios se duplicaron hasta 7 y 4 mil dólares por un metro cuadrado en Moscú y St. Petersburgo respectivamente). Hasta las autoridades reconocen que el nivel de la corrupción en Rusia actual es muy alto (según ciertas evaluaciones, la circulación de este tipo iguala a más de un tercio del presupuesto anual del Estado). Esta redistribución “de sombra” de recursos monetarios incrementa aún más la desigualdad a favor del polo de los “hartos”. Así las cosas, cuando los apologetas actuales del capitalismo dicen que la crisis de hoy tenga la naturaleza nueva en absoluto, que no haya habido tal crisis hasta ahora, que sea la crisis de finanzas sin cualquiera superproducción etc., debemos contestar que no es así de ninguna manera. La enorme masa de la población carecía de los recursos monetarios reales, o sea, de la demanda solvente, y también el capital ruso mostraba la demanda de los medios de producción por debajo de la normal. Esto era la causa del comienzo de la crisis. El impulso la dió el reventar de la burbuja financiera en los EEUU y el pánico posterior. Este proceso se acentúa con el predominio en la economía rusa de la exportación de las materias primas, la caída de los precios del petróleo y otras materias primas, y la enorme deuda externa de las corporaciones rusas (a fines del 2008, más de 500 mil millones de dólares). Por la caída del mercado de valores en Rusia en 75% (marzo del 2009), tres veces más profunda que en los EEUU, y el enorme endeudamiento de las corporaciones privadas por los créditos bajo fianza de las acciones ahora devaluadas de sus empresas, no podemos excluir la absorción de la parte de la economía nacional por el capital transnacional más grande. Es poco probable que de esto resultara el saneamiento de las ramas técnicamente avanzadas de la industria manufacturera y productora de máquinas. Todo dice que la situación será utilizada para exterminar a los competidores, y en las ramas productoras del combustible y materias primas, afianzar su dependencia de las corporaciones transnacionales.

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Así las cosas, subrayemos otra vez: desde el punto de vista de la ciencia, se trata de la crisis de la superproducción capitalista en la época del imperialismo, o sea, de la crisis normal, inevitable y expectada. IV. ¿A expensas de quién? (La superación de la crisis y la oposición de las actitudes comunista y oportunista). Es muy difícil adivinar los pormenores y la profundidad del desenvolvimiento de la crisis. Dependen de muchas circunstancias, mas la dirección general de la política de la burguesía es muy clara. Primero, los gobiernos burgueses se esforzarán para quitarse de la responsabilidad de la crisis y colocar toda la culpa sobre los “chivos expiatorios” reales o creados artificialmente. Ya se han encontrado y se encontrarán unos estafadores financieros, funcionarios y estructuras bancarias gravemente errantes, etc. El gran capital es listo a sacrificar a cualquiera persona o autoridad para salvar de la responsabalidad al capitalismo como tal, al mismo sistema de la estructuración del ser social afianzada sobre la forma de apropiación capitalista privada. Segundo, se proponen y se propondrán decenas de medidas, planes, modelos de “cambio” del sistema existente, para cambiar algo y no cambiar nada en la raíz, o sea, en la base del régimen capitalista. Con todo esto, queda absolutamente claro que la burguesía tratará de cargar todas las privaciones de la salida de la crisis sobre las espaldas de los trabajadores. En las condiciones semejantes, la historia y la práctica del movimiento comunista saben dos tácticas. Durante las crisis, el ala oportunista tiende a apaciguar la situación y evitar los conflictos sociales, asume la “actitud patriótica responsable”, alineándose de hecho con las autoridades para salvar a los productores nacionales y al mercado nacional. Llaman a los ciudadanos a llenarse de paciencia y responsabilidad y no “menear el bote” para sobrevivir juntos en los tiempos duros. Es verdad que los oportunistas se ven obligados a apoyar ciertas reivindicaciones progresistas ante el gobierno, o sea: introducción de las medidas de la regulación estatal, como la nacionalización selectiva, el apoyo social a los desempleados, trabajadores y otros ciudadanos del país. Sin embargo, estas medidas tienen el carácter contradictorio y sirven a la orientación fundamental: evitar las amplias protestas de los trabajadores y la reducción de las ganancias capitalistas. En Rusia, tenemos un ejemplo reciente de tal coincidencia de los intereses de la oposición parlamentaria oportunista y el gobierno burgués. En 1998, bajo la crisis económica, el goberno declaró el default, lo que provocó la devaluación momentánea del rublo en cuatro veces. En aquel momento, por todo el país crecían las protestas de los trabajadores que demandaban cancelar la deuda de sus salarios que sumaba en muchos miles de millones de rublos. La amplitud y la agudez de aquel movimento superaba a todos los ejemplos conocidos antes en la historia moderna de Rusia. Las protestas asumieron las formas del bloqueo de las carreteras y ferrocarriles, hasta del ferrocarril estratégico de Transsiberia, lo que iba a llamarse la “guerra de rieles”. En el momento más agudo de la situación, se dimitió al gobierno de los “jovenes reformadores” encabezado por el premier S. Kirienko. Se le cargaron sobre él toda la responsabilidad de los errores en la dirección económica. Se nombró el flamante premier E. Primakov, viejo cuadro de Gorbachov. Él proclamó el rumbo “patriótico nacional” para salvar a la economía de la patria. Le apoyó la oposición parlamentaria, hasta el Partido Comunista de la Federación Rusa que delegó a su representante Yu. Masliukov al gobierno.

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Este “gobierno de la confianza popular” tapó los enormes huecos de las deudas del salario con los miles de millones de rublos devaluados. Logró bajar la ola de las protestas populares. Ayudó a la clase gobernante y a todo el régimen burgués a superar la crisis por medio del otro saqueo del pueblo, segundo por su tamaño después del saqueo del 1991. La devaluación del rublo en cuatro veces auydó a cierto alivio de la industria rusa. Al pasar el período más agudo de la crisis (del agosto de 1998 al mayo del 1999), el “gobierno de la confianza popular” cumplió su función y se le dimitió. Se nombró de premier a S. Stepashin, ministro del Interior (mayo-agosto de 1999), y después le siguió V. Putin, director del Servicio Federal de la Seguridad. Aquí tenemos el ejemplo clásico: las privaciones de la salida de la crisis se cargan sobre las espaldas de los trabajadores con la ayuda de la oposición “patriótica”, y de hecho oportunista. Hoy día, la historia se repite: otra vez las autoridades llaman a la responsabilidad de la oposición, al consenso nacional, al máximo esfuerzo, al cambio de cuadros en el bloque gobernante-financiero-económico, etc. El ala oportunista de la izquierda apoya a esta línea de un u otro modo. Aconsejan al gobierno el amplísimo abanico de las medidas “constructivas” desde la imprenta de las “obligaciones del crédito estatal anti-crisis que podrían comprar todos que desean ” (¡seguramente, el comprador será el gran capital! – autores) hasta la “verdadera competividad en el proceso político, la renuncia de las autoridades a la presión administrativa, el retorno a las elecciones de su función inicial de la comparación de programas, y la posibilidad de la libre votación ciudadana”. Por la opinión de los líderes del PCFR[7], bajo estas condiciones “se puede hablar de algún formato de la interacción y realización de las medidas anti-crisis”. Distintas de esto por principio son las tareas de comunistas ortodoxos y su táctica en el período de la crisis. La tarea para que los comunistas deben trabajar no es apaciguar la situación sino utilizarla para explicar las verdaderas causas de la crisis y propagandizar la necesidad del máximo posible desarrollo de la lucha propia de la clase obrera. Las demandas de los comunistas deben, por una parte, contener las reivindicaciones que reduzcan la presión sobre los derechos e intereses socioeconómicos de los trabajadores, y por el otro, orientar la resistencia hacia el logro de las nuevas oportunidades de la lucha política y económica en el período del debilitamiento de todo el sistema capitalista. La tarea mínima de los comunistas es ayudar a la clase obrera a salir de la crisis haciéndose más organizada, más cohesionada y más combativa que antes de ella. En algunos países con cierta combinación favorable de circunstancias, el desarrollo de la crisis puede desembocar en la situación revolucionaria. Los comunistas deben ser listos a esta, y no asustar a sí mismos, ni tampoco a las masas trabajadoras, por el peligro de una explosión social. V.I. Lenin decía: “Quien lucha de verdad, naturalmente lucha por todo; quien prefiere la mediatización a la lucha, naturalmente señala de antemano los pedacitos con los cuales tiende a satisfacerse en el mejor de los casos (en el caso peor, le satisface aún la falta de la lucha, es decir, se reconcilia por largo tiempo con los señores del mundo viejo...”[8]. Hoy día, de algunos personeros de la izquierda se puede escuchar la tesis: el sistema mundial del capitalismo llegó a la bancarrota final; las conclusiones que la comunidad mundial hará de la crisis llevarán al mundo plenamente distinto, ya no capitalista sino algún otro mundo más racional, perfecto y justo; la tarea de los comunistas es coadyuvar a estos procesos, demandar que se mueva en esta dirección, etc. Por

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ejemplo, G. Ziugánov, Presidente del PCFR, en su rueda de prensa el 9 de abril de 2009 declaró lo siguiente: “Es la crisis del sistema capitalista en su conjunto. La salida de ella es sólo en la dirección socialista. En el Occidente, los políticos más clarividentes y los especialistas cultos ya lo han entendido y toman las medidas correspondientes en el nivel estatal; pero en nuestras estructuras del poder, este tema ni siquiera no se discute”. (Cabe señalar que de los partidos comunistas occidentales no hemos escuchado ninguna declaración semejante sobre la orientación socialista de sus gobiernos). Permitamos a sí no sólo desacordar sino oponernos con fuerza a las declaraciones semejantes. Los recursos del capitalismo no quedan agotados, ni a escala mundial ni tampoco en los países capitalistas apartes. Más aún: cabe reconocer que uno de los recursos fundamentales del capitalismo actual, o sea, del imperialismo, es el notable fortalecimiento del oportunismo en el movimiento de la izquierda. El propio imperialismo posee de gran experiencia y enormes recursos para dirigir de los procesos de la formación de la opinión pública. Se sabe que en los períodos de las crisis, una de las salidas es el camino de la fascistización política y la desatada de nuevas guerras. Sin embargo, en todos casos, aún cuando no haya fascistización aparente del sistema, la burguesía combate ante todo a las fuerzas clasistas de izquierda. Para esto, los capitalistas han apoyado siempre, y seguirán apoyando, a aquellos partidos oportunistas que por su denominación y fraseología más asemejen a las organizaciones revolucionarias, y van a apoyar su lucha contra las organizaciones ortodoxas de los marxistas. Expresandonos de manera figurada, en la situación muy apretada los propios capitalistas van a izar la bandera roja, cantar “La Internacional” (encontrando primeros cantores entre los oportunistas que conocen las palabras del himno proletario) y llamarse de constructores del socialismo moderno del siglo XXI. Así las cosas, hoy día en las condiciones de la crisis y de la elaboración de la táctica comunista de la organización de lucha contra el imperialismo, sus defensores y cómplices, más actuales que nunca son aquellas palabras proféticas de V.I. Lenin: “Lo más peligroso en este sentido son las gentes que no desean comprender que la lucha contra el imperialismo, si no va ligada indisolublemente a la lucha contra el oportunismo, es una frase vacía y falsa”[9]. V.A. Tiúlkin, Primer Secretario del CC del PCTR-PRC M.V. Popov, profesor de la Universidad Estatal de St. Petersburgo, Doctor en Ciencias Filosóficas

[1] Leni V.I. Obras completas (en ruso). Tomo 38. P.417-419. [2] Henry Ford. Mi vida. [3] Lenin V.I. obras completas (en ruso). Tomo 22. P. 25. [4] Lenin V.I. Obras completas (en ruso). Tomo 3, p. 46-48. [5] Lenin V.I. Obras completas (en ruso). Tomo 27. P. 305, 308. [6] Marx C.; Engels F. El Capital Tomo III. Anexo II. Bolsa. [7] Ver los materiales de la rueda de prensa en «Pravda”, 10-13.04.2009. [8] Lenin V.I. Obras completas (en ruso). Tomo 10. P. 197 . [9] Lenin V.I. Obras completas. (en ruso) Tomo 27. P. 424.

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EL PARTIDO COMUNISTA ANTE LA CRISIS CAPITALISTA CARACTERIZACIÓN DE LA CRISIS Y CAMBIOS EN EL MODELO DE DOMINACIÓN MUNDIAL. La tendencia decreciente de la tasa general de ganancia, tal y como expuso Marx, es el punto débil del capitalismo, ya que el beneficio es el objeto, motivo y fin del capital. Su descenso efectivo, condicionado por la elevación de la composición orgánica del capital, es en última instancia la causa de la paralización del proceso de acumulación del capital, agudizando la contradicción fundamental del capitalismo entre el carácter social del proceso de producción y la forma capitalista privada de apropiación de sus resultados. La crisis es consecuencia del aumento colosal de la productividad de la fuerza de trabajo, del trabajo humano explotado en fábricas y campos, que produce a su vez un incremento del capital, de plusvalía y de mercancías. Capital que no puede ser reacumulado a una tasa de beneficio conveniente. El problema no es abundancia de mercancías sin venta, el problema es abundancia de mercancías sin venta a una determinada tasa de beneficio. La causa de la crisis no es de ninguna manera una crisis de subconsumo. La clase obrera existe para el capitalismo como productora de valor no como consumidora. Persiguiendo la obtención de un mayor beneficio o el mantenimiento de la tasa promedio de beneficio se produce contradictoriamente una caída tendencial de la tasa de ganancia; por lo que el verdadero límite de la producción capitalista es el propio capital. Para superar esos límites inmanentes al modo de producción capitalista, se han seguido durante las últimas décadas las siguientes líneas de actuación: Intervención política para organizar a escala mundial el ciclo de valorización: A) Producir y realizar plusvalía a escala mundial mediante un aumento desmesurado de la productividad del trabajo. Extensión mundial de las relaciones de producción capitalista. B) Se anexionan territorios, mercados; se abarata la fuerza de trabajo, los productos agrícolas, las materias primas, etc. Se ha provocado el aumento de productividad acompañado de una disminución del salario –devaluando el precio de la fuerza de trabajo como mercancía-, intentando compensar esto mediante el aumento exagerado del capital ficticio y del crédito. La economía financiera y especulativa se dispara para hacer frente al estancamiento de la tasa de beneficio, incrementándose el parasitismo como resultado del desarrollo capitalista en su fase imperialista. Tanto las crisis de sobreproducción de capital como las de mercancías, exclusivas del capitalismo, explicitan violentamente la irracionalidad del sistema. Esta crisis le sobreviene al capital con una virulencia difícil de medir y dominar, poniendo al descubierto los límites históricos y la caducidad del capitalismo. En este sentido, en el Encuentro Internacional de Partidos Comunistas y Obreros celebrado en Atenas del 18 al 20 de noviembre de 2.005, bajo el lema “Tendencias actuales del capitalismo y su impacto económico, social y político. La alternativa de los comunistas”, nuestro Partido advertía de lo siguiente en su contribución:

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“El riesgo de colapso económico mundial es mayor cada día. La economía globalizada demuestra que, a pesar de la alta concentración del capital, las ganancias representan cada vez un porcentaje menor de las cantidades millonarias que mueven las grandes multinacionales. Las operaciones de ingeniería financiera, con el objetivo de “maquillar” las cuentas de resultados de las grandes empresas, son práctica habitual para tratar de ocultar la situación, pero no pueden, en ningún caso, frenarla. El capital se encuentra con dificultades crecientes para completar se ciclo de reproducción ampliada. Altísimos niveles de especulación y el recurso a la financiarización no sólo no resuelven sino que complican aún más el panorama.” A la crisis de sobreproducción se le unen hoy otros problemas, crisis si se quiere, que interactuando dialécticamente chocan a su vez con los límites del capitalismo en la producción de plusvalía y capital. Hay que señalar: - El pico de la producción de petróleo y sus consecuencias para los modelos de producción, de transporte, de urbanismo, de vida etc. La Agencia Internacional de la Energía asegura que los países en desarrollo pueden aumentar su demanda en un 47% hasta los 121 millones de barriles diarios en 2.030 y que las petroleras y los países productores deben gastar unos 100.000 millones de dólares anuales (76.500 millones de euros) para desarrollar nuevos suministros para mantener ese ritmo. - El cambio climático, quizá ya fuera de control para el sistema productor de plusvalía, y que afecta negativamente a los ecosistemas y a las condiciones de vida y trabajo de los pueblos. El planeta ha perdido en poco más de un cuarto de siglo casi la tercera parte de su riqueza biológica y recursos, y al ritmo actual la Humanidad necesitará dos planetas en 2.030 para mantener su estilo de vida, tal y como ha advertido el Fondo Mundial de la Naturaleza (WWF). - La catástrofe alimentaria, que condena a millones de seres humanos a morir por inanición. La cantidad de personas subalimentadas pasó de 850 millones a 925 millones, a consecuencia de la escalada del precio de los alimentos en el periodo 2.007 – 2.008, según la FAO. Los precios de los alimentos se incrementaron entre 2.005 y 2.006 un 12 %, un 24% en 2.007 y cerca del 50 % entre enero y julio de 2.008. La crisis capitalista no será superada a través de medidas reformistas o de recetas keynesianas. Tan sólo por medio del aumento de la explotación, del saqueo y de la restricción drástica de cualquier derecho democrático puede el sistema capitalista remontar la crisis. Marx y Engels, en el Manifiesto del Partido Comunista ya se preguntaban “¿Cómo se sobrepone la burguesía a las crisis económicas?” y respondían que “destruyendo violentamente una gran masa de fuerzas productivas y conquistando nuevos mercados, a la par que procurando explotar más concienzudamente, los mercados antiguos. Es decir, que remedia una crisis, preparando otras más profundas e importantes, y destruyendo los medios de que dispone para prevenirlas.” O la burguesía implanta su salida a la crisis, radicalizando la dictadura capitalista e introduciendo niveles crecientes de violencia para garantizar el proceso acumulación de capital, o las grandes mayorías trabajadoras apuestan por una salida en términos de contraofensiva popular que beneficie a la mayoría social y no a la plutocracia. La sociedad moderna se estructura en torno a la contradicción capital/trabajo por lo que todas las contradicciones que operan en esta sociedad chocan con la valorización del capital. La crisis alimentaria, energética, medioambiental, hidrológica; la discriminación de género a través de la jerarquía patriarcal, destrucción del territorio, especulación urbanística, discriminación racial y étnica, las hambrunas y pandemias,

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etc. Todas las luchas generadas en esos ámbitos deben dirigirse contra el poder de los monopolios, en la perspectiva de la superación revolucionaria del capitalismo. Las consecuencias de la crisis capitalista se agravan por días para la clase obrera y los sectores populares. El aumento constante del paro, los despidos planificados por la patronal para eliminar a los sectores de la clase con más derechos, el robo sistemático de indemnizaciones y finiquitos, el impago de horas extraordinarias, la rebaja de salarios, etc. están a la orden del día. En términos interanuales la economía española ha experimentado una contracción del 4,2% del Producto Interior Bruto en el último año, con una tasa del -1,1% en el segundo semestre de 2.009, según datos del Ministerio de Economía y Hacienda. Todos los sectores productivos registraron tasas negativas de crecimiento respecto al mismo periodo del año precedente. El Objetivo de Estabilidad fijado para el periodo 2.010 – 2.012, prevé un crecimiento negativo para el 2.009 del 3,6%, datos con los que coincide en Gobierno Español. La clase obrera española está siendo golpeada con dureza. El empleo a tiempo completo se redujo un 7,1% en tasa interanual. Según un reciente informe elaborado por los Técnicos del Ministerio de Hacienda, el 63% de los trabajadores españoles perciben unos ingresos brutos mensuales inferiores a los 1.100 euros brutos (16,7 millones de asalariados). Entre 1.999 y 2.006, las empresas españolas han visto aumentar sus beneficios netos en un 73%, más del doble que la media de la UE-15 (33,2%) o de la zona euro (36,6%), mientras que los costes laborales en España han aumentado durante este mismo periodo tan sólo el 3,7%, cinco veces menos que en la UE-15 (18,2%). El desempleo, según previsiones del Instituto Nacional de Empleo, se situará a finales de 2.009 en torno al 25%. Los datos económicos confirman que existe una relación directa entre el paro, la temporalidad y los niveles salariales. Geográficamente los datos lo dejan claro: las comunidades con una tasa de desempleo superior a la media nacional también concentran unos índices de contratos temporales y de asalariados “mileuristas” mayores.

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La juventud trabajadora sufre especialmente esta situación, con jornadas incontroladas y salarios de miseria. Más del 60% de los contratos laborales impuestos a los jóvenes son temporales, siendo sus salarios un 30% inferiores, lo que hizo que durante 2.008 sólo un 21% de la juventud pudiese tener una vida económica independiente. La mujer trabajadora, en muchos casos, acude en socorro de de la deteriorada economía familiar aceptando trabajos en la economía sumergida pagados con salarios ínfimos y sin ningún tipo de derecho laboral. La oligarquía financiera expropia a las familias obreras que no pueden pagar sus hipotecas –lo que afecta especialmente al sector inmigrante de la clase- y hace un negocio multimillonario reapropiándose de las viviendas con morosidad. Durante el año 2.008 se registraron 58.686 embargos hipotecarios, más del doble que en el ejercicio anterior y el triple de las computadas en el año 2.006. Este número es superior al conjunto de los años 2004 – 2007 y la tendencia se agrava durante el primer semestre de 2.009. Muchos trabajadores son incapaces de hacer frente a unas cuotas hipotecarias que, a menudo, representan más del 50% de sus ingresos salariales. Esas cerca de 60.000 viviendas que han pasado de manos del pueblo trabajador a manos del capital en un año son el equivalente a la propiedad de una ciudad de unos 250.000 habitantes. Será en el segundo semestre de 2.009 cuando el desastre inmobiliario golpee con mayor dureza a los sectores populares, en un país con más viviendas sin vender que los Estados Unidos. La dictadura del capital se expresa en su verdadera dimensión. El estado policial se configura por días con modificaciones legislativas y con el acoso y la represión al pueblo en cada lucha. La “libertad” burguesa se convierte en una pieza de museo y deja paso a la represión, el fascismo y el anticomunismo. Las condiciones descritas configuran un escenario donde es perentorio levantar la alternativa socialista frente al capitalismo agonizante, extendiendo la conciencia y la lucha organizada de la clase obrera y de sectores crecientes del pueblo trabajador. EL PARTIDO NECESARIO PARA LA CONSTRUCCIÓN DEL SOCIALISMO: SU PAPEL DIRIGENTE. La crisis es una oportunidad única que afecta a la gobernabilidad del capitalismo y de su Estado; el poder político se hace más vulnerable. Se debilita la facultad para decidir qué producir, cómo y para quién. Se abren conflictos entre las diversas fracciones de la burguesía, que serán más o menos decisivos dependiendo de la capacidad de la clase obrera y sus aliados para intervenir en la lucha de clases buscando transformar la crisis económica en una crisis política que abra las puertas de la superación revolucionaria del capitalismo. Comienza un periodo en el que se debe intentar romper el aparentemente invencible totalitarismo en que la clase dominante sume a la mayoría trabajadora, cuestionando frontalmente el capitalismo. Un momento en el que la tarea principal del Partido Comunista consiste en organizar y atisbar fracturas para que la clase obrera dé nuevos pasos en términos de contraofensiva. La clase obrera debe jugar un papel decisivo en el conflicto social, aglutinando entorno a sus intereses a amplias capas populares que, movilizadas por contradicciones secundarias o por reivindicaciones parciales, deben inclinar la correlación de fuerzas a favor del socialismo. En el actual escenario de agudización de la lucha de clases, se hace urgente la reconstrucción del movimiento obrero y sindical en un sentido clasista y el impulso de

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las luchas populares; lo que requiere un Partido Comunista que, asumiendo el papel de vanguardia, impulse y oriente la lucha organizada de la clase obrera y de todo el pueblo trabajador ante el incremento de la explotación y la infinidad de problemas que el capitalismo impone a las grandes mayorías. La elección entre socialismo y barbarie es el reto que enfrenta hoy la humanidad. Los Partidos Comunistas y Obreros debemos trazar las líneas estratégicas que permitan a la clase obrera debilitar el poder de los monopolios, abrir espacios de contrapoder y debilitar a los bloques imperialistas a favor de la clase obrera, a favor de la soberanía y de los pueblos oprimidos. El papel dirigente del Partido Comunista debe aportar una perspectiva estratégica a la lucha obrera y popular, debe construir la unidad de la clase obrera e impulsar su lucha organizada ofreciendo una alternativa de poder popular y socialista frente al poder de los monopolios y la dictadura del capital. La clase obrera requiere de la alianza con los amplios sectores populares que son afectados por las imposiciones del capitalismo monopolista. Para que se construya una alternativa de las mayorías frente a la oligarquía. Para lo que la lucha por la hegemonía, en un sentido leninista, es un requisito fundamental, cobrando renovada importancia la lucha ideológica. La conquista del socialismo, como todo proceso revolucionario, no surge de un día para otro, ni seguirá una línea recta. Tampoco será el resultado de un proceso espontáneo de lucha. El ascenso de la lucha política de la clase obrera requiere, junto a ciertas condiciones socioeconómicas objetivas que configuren un escenario revolucionario, de unas condiciones subjetivas que requieren de la intervención y de la orientación político – ideológica del Partido Comunista. En las condiciones en que se manifiesta la lucha de clases en España, y atendiendo a la correlación de fuerzas actual, es preciso levantar un frente social y político que se corresponda y exprese los anhelos de cambio de las masas, haciendo confluir las luchas obreras y populares contra el capitalismo en crisis en la perspectiva del socialismo. LA CLASE OBRERA NECESITA UN PARTIDO DE TIPO LENINISTA. La salida a la actual crisis capitalista se expresa en términos de socialismo o barbarie. Lo sucedido desde el triunfo de la contrarrevolución en la Unión Soviética, y en el resto de países socialistas europeos, con el incremento de la violencia imperialista en todos los órdenes (guerras, armamentismo, espionaje, represión…), el incremento de la explotación de la clase obrera, la constante pérdida de derechos laborales y sociales, y la absoluta incapacidad del capitalismo para dar respuesta a los grandes problemas de la humanidad; confirman plenamente la tesis de que esta es la época de la Revolución Socialista. Han bastado dos décadas para comprobar que quienes se apartaron del marxismo – leninismo habían abrazo en realidad la línea de la integración en el sistema, del reformismo pleno y, en alguno casos, del más rancio anticomunismo. El abandono del marxismo – leninismo no fue sólo una cuestión formal. Conllevó la destrucción plena de algunos Partidos Comunistas que eliminaron el centralismo democrático para tratar de convertirse en maquinarias electorales de tipo socialdemócrata, desmantelando la estructura leninista, destruyendo el carácter revolucionario de la militancia comunista y renunciando a la dictadura del proletariado

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y, por tanto, a la toma del poder político, compartiendo en lo esencial la crítica imperialista a los países socialistas. Los hechos han confirmado que clase obrera necesita de una estructura capaz de organizar y de dirigir la lucha por el socialismo. Una estructura partidista que, basada en los principios del centralismo democrático, sea capaz de combinar acertadamente las diferentes formas de lucha en función de las condiciones cambiantes de la lucha de clases. Una estructura capaz de dotar al movimiento obrero y popular de una estrategia de poder que parta de un análisis riguroso, científico, de la realidad. Una estructura clasista, organizada en Partido, consciente de que la lucha de la clase obrera en cada país es parte de la lucha de la clase obrera mundial y que, en consecuencia, levante la bandera del internacionalismo proletario. El periodo en que en nuestro país predominó la corriente de derechas “eurocomunista” se saldó con una derrota histórica para la clase obrera. Hoy deben superarse definitivamente los vicios y desviaciones generados durante ese periodo, lo que implica recuperar las enseñanzas y el espíritu revolucionario del Partido Bolchevique y analizar detalladamente y defender las experiencias de construcción socialista durante el siglo XX. LA REVOLUCIÓN NO ES EL RESULTADO DE UN PROCESO GRADUAL DE REFORMAS, ES LA LUCHA VICTORIOSA POR EL PODER Y LA SALIDA HISTÓRICA AL CAPITALISMO EN CRISIS. El Partido Comunista, a través del centralismo democrático, ha de impulsar una intervención política que unifique y dirija a la clase obrera que, a su vez, ha de cohesionar todo un frente de alianza de clases con diversas capas populares enfrentadas al capitalismo monopolista. La amplia participación de las masas en la lucha de clases conlleva una experiencia extraordinaria. El papel de los comunistas es hacer que el proceso de lucha obrera y popular fracture y debilite el poder de las clases dominantes en la perspectiva de la revolución socialista. En España la superestructura capitalista fue coronada con la Monarquía Borbónica, impuesta al pueblo por el fascismo como máximo exponente del poder de la oligarquía y de los terratenientes. La tesis revisionista defendida en España por el reformismo según la cual, en las condiciones de la monarquía parlamentaria, el socialismo se reduce a la mera lucha por la profundización de la democracia mediante un proceso de reformas, supedita la lucha de la clase obrera al marco democrático – burgués, obviando que tanto la dictadura franquista como la actual monarquía parlamentaria son dos formas históricas concretas de la dictadura del capital, abandona la teoría marxista acerca del Estado y aleja a la clase obrera del objetivo revolucionario. Sin embargo, en las actuales condiciones de crisis capitalista, a la vez que tiende a incrementarse la lucha obrera, avanzan las aspiraciones republicanas en amplios sectores populares. Como en otros momentos de la historia de nuestro país, la reivindicación republicana se convierte progresivamente en la alternativa de poder de las clases populares. En los últimos años se han dado importantes avances en este sentido, pasando de conmemorar y defender la experiencia histórica de la II República a luchar abiertamente por la III República. La necesaria contraofensiva obrera y popular, para el PCPE, debe implicar un proceso de intensificación de la lucha de masas que conquiste un proceso constituyente orientado a la proclamación de esa III República y a la derogación de la Constitución de 1.978; una alternativa cuyo objetivo central, para los comunistas, es constituir a la clase obrera de los pueblos de España en clase nacional en el poder. Por tanto, ese proceso debe darse sobre la base de los intereses del proletariado y sus aliados que,

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en las actuales condiciones, para el PCPE debe tener unos contenidos abiertamente socialistas. La estrategia hacia el poder obrero, hacia el socialismo, necesita romper todo compromiso con el imperialismo, bien en su expresión militar, con la salida de la OTAN, como con la integración de España en ese polo imperialista que es la Unión Europea. La Revolución Socialista no es una quimera, no es el resultado de un proceso gradual de reformas. El debate histórico entre reforma o revolución vuelve a cobrar plena vigencia. La reconstrucción en claves marxistas – leninistas del movimiento comunista internacional, como en otros momentos a lo largo de la historia de lucha de la clase obrera, será un elemento determinante en el impulso del proceso revolucionario y del triunfo del socialismo en el siglo XXI, que será el siglo de la revolución proletaria triunfante o de la barbarie.

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Trasformación política de Turquía y la Crisis Económica Global Alper Birdal ¿Cuales son las ventajas y desventajas de mirar a la crisis actual del sistema capitalista de una perspectiva histórica de largo plazo? La desventaja explícita de tal perspectiva es que, cuando se definan términos históricos largos, en otras palabras períodos diferentes del sistema capitalista, muchas especificidades y el dinámico actual de la lucha de clase son necesariamente son descartados o reducidos a meras simplicidades. La investigación de las hegemonías del sistema capitalista establecido en escala mundial oculta las particularidades de las relaciones de países diferentes con las estructuras hegemónicas en diferentes momentos de jerarquía determinada. Mirar en “largo-plazo” lo hace inevitable… La ventaja de tal periodización, por otra parte, es que permite uno a desarrollar un sentido de varios fenómenos dentro del contexto de las leyes de movimiento de modo de producción capitalista en nivel histórico-mundial, más que ocuparse de todos esos fenómenos uno por uno. Abstracciones teoréticas sobre las leyes de movimiento de todo sistema permite el analista a investigar la conducta de solo un país o una región sobre la base de estas construcciones teoréticas. En otras palabras, dentro de este contexto analítico, el movimiento o la conducta de un sistema entera se considera como un determinante del movimiento o de la conducta de sus partes. Debido a su profundidad y extensión, la crisis actual trae las cuestiones sobre el movimiento del de producción capitalista como un sistema histórico-mundial a nuestra mente. Uno debe verlo como una ironía de la historia que el orden del mercado declaró su “victoria final” en la esfera ideológica inmediatamente después de la desaparición del socialismo real; sin embargo después solo dos décadas, la pregunta ahora es, “¿cómo el capitalismo procederá?” Actualmente, el punto histórico de referencia más frecuentemente mencionado es el choque de 1929 y la Gran Depresión de los 1930s. Sabemos que esta turbulencia había llevado a una nueva guerra mundial, y solo de ahí le jerarquía imperialista podría cambiar. La referencia a 1929 tiene sentido dentro de este alcance; la jerarquía imperialista actual también puede cambiar después de un shock intenso. Los marxistas académicos por mucho tiempo han estado interesados en la cuestión, “¿cómo el mundo se parecerá después tal cambio?” La deficiencia más grande de reconocer la crisis del sistema capitalista y el período en el cual estamos en esta manera es la indiferencia que este implica en cuanto al “factor subjetivo” en la historia, es decir, reducir los impactos de la lucha de clase en el curso de la historia a un tipo de “distribución de probabilidad”. Según tal idea, el derrumbe del sistema como un resultado de intervenciones revolucionarias es solo un aspecto, una probabilidad, dado dentro del espectro de la distribución predeterminada; por consiguiente de esta perspectiva, que anula el papel de la subjetividad, no es posible desarrollar una esquema analítica que reconoce el proceso en cuanto a oportunidades, necesidades, desventajas, tareas y responsabilidades antes del sujeto revolucionario de la historia. Entonces, ¿cómo avanzamos?, ¿cómo construimos nuestro método analítico? Por supuesto, percibimos el mundo por la lente de marxismo-leninismo, de este modo no estamos en una posición de agotarnos con un busco interminable de metodología. Tenemos nuestra metodología de percibir cambios históricos, y como materialistas, por supuesto, no trivializaríamos el movimiento de factores objetivos, pero como

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estudiantes de la lógica dialéctica, enfocaríamos superficies de interacción entre factores subjetivos y objetivos, y comprenderíamos la fuerza y sentido de los vectores que surgen en este espacio. Entonces la pregunta crucial para nosotros no es que será el futuro del capitalismo y nuestra tarea no debe ser especular sobre la forma de jerarquía imperialista en las próximas décadas. Preferimos mirar a las posibilidades de una revolución socialista que puede surgir de esta escena. La rivalidad, tensiones y luchas de poder entre las fuerzas imperialistas tienen significado solamente dentro de este contexto. Trataré un poco más la crisis de 1929 como un punto de referencia otra vez. La pregunta fundamental no es como el imperialismo reaccionó antes la Gran Depresión y si estas reacciones se pueden repetir es esta situación actual. Sino, debemos mirar a los conflictos históricos acumulados por la Gran Depresión, y el desarrollo desigual de estos conflictos y contradicciones. ¿En cuáles territorios y sobre cual dinámica de clase esta crisis grande del sistema capitalista creó oportunidades revolucionarias? ¿En qué nivel pudieron la clase obrera y masas trabajadores del mundo pudieron utilizar estas oportunidades?, y ¿cómo pudo reestructurar el imperialismo a si mismo después del catástrofe que creó? Utilizar la perspectiva de largo plazo que mencioné al empezar podría ser útil en este sentido. Sin embargo, para evitar o al menos minimizar las desventajas de esta perspectiva, podemos construir nuestra perspectiva de los círculos en los cuales las contradicciones del sistema han acumulado al sistema como un todo. De este modo, podemos facilitar aunque no podamos superar, la tensión entre el análisis concreto de la situación concreta de la lucha de clase y la periodización histórica del movimiento del sistema entero. La Gran Depresión como un Punto Histórico de Referencia Uno de los descubrimientos grandes de Lenin en su análisis del imperialismo era que los territorios en los cuales las contradicciones del sistema capitalista, como une regla, son determinadas más que determinantes dentro de la estructura hegemónica dada. Sin embargo, entre otras consecuencias, los períodos de crisis expresan un aumento en el potencial de tal territorio a ser determinante, a tener un impacto en el curso de las historia. Si enfocamos en la Gran Depresión como un momento interno de un período largo de una crisis recurrente desde 1870, pues reconocemos los impactos de un territorio, un territorio marcado por la gloriosa Revolución de Octubre, que era determinado antes pero se convirtió en un determinante. Al considerar del punto de visto de largo plazo, que extiende entre 1870 y 1929, podemos decir que el derrumbe de la lógica colonialista del imperialismo Británico se había determinado, en el análisis final, por la ruptura de Rusia del sistema imperialista. Por lo tanto, podemos conceptualizar el 1929 como un punto histórico de referencia en vista de la ruptura de Rusia y su impacto acelerador en el surgimiento de muchos territorios en el Este de una posición determinada a una determinante. Mientras la Revolución de Octubre reformó el Este radicalmente diferente cuando se compare con la que había imaginado el imperialismo, la Gran Depresión señaló el derrumbe final del imperialismo colonial británico. Cuando los costos de mantener la lógica colonial superaron el excedente económico extraído de las colonias y semi-colonias, la hegemonía británica se desentrañó. Lo que se convirtió más esencial para el imperialismo a principios del siglo 20 era asegurar el flujo de pago de deudas al capital financiera, más que asegurar que las naciones

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subordinadas suministrasen materias primas y productos agrícolas a los países imperialistas. Sin embargo, este solamente aumentó el endeudamiento de los países subordinados mientras hizo el mecanismo de transfer de recursos coloniales insostenible, porque la presión que se puso sobre el campesinado pequeño y medio los llevó a bancarrota. En un libro sobre los impactos globales de la Gran Depresión, un erudito alemán enseña este desentrañamiento así: “Una vez que el estándar de oro se abandonó por la mayoría de las naciones, adoptaron políticas de devaluación competitiva . El problema con muchos países de la periferia era que ellos ni siquiera pudieron hacerlo por ser colonias que no tenían ningún control sobre sus políticas monetarias y económicas. Los soberanos coloniales tenían sólo sus propios intereses en mente. Como el caso de India mostrará, los británicos sacaron provecho de mantener la economía de esta colonia grande desinflada y deprimida como este llevara a más flujo de ‘oro de angustia’. Desinflar economías coloniales era una tarea con la cual ningún de los poderes coloniales quería cargarse. Además, mientras anteriormente el acceso a materia prima y producir era la razón fundamental de adquirir y mantener colonias, la depresión había reducido los precios de todos productos primarios hasta tal punto que colonialismo ya no era necesario por ese propósito. Sólo las deudas nacionales de estas colonias que se acumularon en el pasado hizo necesaria guardar estos deudores bajo control. Hasta este punto la red de crédito estaba todavía en su lugar mientras había retrocedido en todos otros aspectos.”[1] En vista de estas contradicciones intensificadas, ¿como se puede ignorar la grave influenza de la antorcha de independencia prendida por la Unión Soviética? En realidad, el surgimiento de los movimientos anti-colonialistas de liberación nacional no estaba entre los efectos, sino las causas del derrumbe del imperialismo colonial británico. Mirando a la crisis actual bajo de la luz de esta referencia histórica, al principio podemos destacar lo siguiente: debemos admitir que la crisis del capitalismo de los finales de los 1960s y a comienzos de los 1970s se ha aproximado a un final con la crisis global actual. Por supuesto, no quiero decir que el sistema capitalista ha estado en una crisis permanente desde los finales de los 1960s hacia adelante. Las últimas cuatro décadas enseñan un período mientras lo cual el capitalismo no pudo superar los factores estructurales y sistémicos que causaron la crisis de los 1960s y a comienzos de los 1970s, pero pudo lograr aplazar la “solución” por diferentes medios. La expresión que se refiere al final de poder mantener sostenible este acto de prórroga, sucesivamente, insinúa que el capitalismo se quedó sin posibilidades de saltar sobre estas causas estructurales y sistémicas.[2] El 1929 como una referencia histórica tiene sentido en esta coyuntura. Sin embargo, el mismo punto de referencia pierde todo sentido cuando miremos a la situación de los territorios donde las contradicciones y los conflictos del sistema se acumulan. Las mismas cuatro décadas no han marcado ninguna ruptura importante de algún país del sistema capitalista, ninguna transformación entre estos países de la posición de ser determinado a la posición de ser determinante por una revolución socialista. Además, muchos de los países ex-socialistas, que definitivamente sostendrían tal ruptura, se convirtieron en parias del imperialismo y se arrastraron a una posición de subordinación por este. Este hecho tiene mucha importancia en evaluar la salida posible del imperialismo de este período histórico, a lo cual nos referimos como una terminación posible de una época. Incluido bajo la presencia de una fuerza que se convirtiera a un determinante en el curso de historia por desconectarse del sistema capitalista-imperialista durante la crisis

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terminal de la hegemonía británica, la transformación de la jerarquía imperialista tuvo un período destructivo por casi dos décadas. Hoy, bajo condiciones en las cuales no existe ningún actor semejante, tenemos razones válidas para esperar una transformación del sistema capitalista-imperialista que lo haría todavía más inaguantable y que llevaría a consecuencias más destructivas para las masas trabajadoras de nuestro planeta. ¿Una jerarquía imperialista centrada sobre China? Antes de considerar tal posibilidad seriamente, nuestro problema debe ser centrarse en los efectos funestos de la transformación larga, dolorosa y destructiva que espera a los pueblos del mundo. He mencionado hace poco que primero debemos mirar a los lugares donde el imperialismo se acumula contradicciones por este motivo. Europa Central y del Este, y Turquía, que tiene muchos rasgos comunes con esta región especialmente en cuanto a dinámica económica pero es bastante diferente en cuanto a aspectos políticos, se pueden evaluar en este contexto. La Situación Económica de Países Subordinados durante la Crisis En la economía mundial, un panorama llamado “desequilibrios globales” por muchos economistas surgió especialmente después de la 1997-1998 Crisis Asiática. La Crisis Asiática llevó al derrumbe de muchas economías de Asia Oriental porque eran incapaces de asegurar la entrada de fondos para servir sus deudas, que sucesivamente causó serias devaluaciones de sus monedas. Por consiguiente, muchos de estos países utilizaron sus monedas depreciadas para re-cargar sus industrias de exportación, principalmente basadas sobre explotación intensiva de su barato mano de obra, por lo tanto, empezaron a acumularse excedentes de comercio externo a partir de entonces. Este también era concebido como una precaución por estos países; una lección que se enseñó tremendamente por el derrumbe de 1997-1998. De ese modo, durante la década después de la Crisis Asiática, la demanda de consumo en auge en los Estados Unidos alimentada por sobre-prestar era financiada, gradualmente en mayor amplitud, por los excedentes acumulados por los mismos países de Asia Oriental así como los países exportadores de petróleo que disfrutaban los precios de petróleo que estaban por las nubes después de la invasión de Iraq. Tabla-I abajo traza este transfer de fondos a países imperialistas en cuanto a diferentes regiones desde el borde de la Crisis Asiática (1996) hasta el borde de la crisis actual (2006). Tabla-I:Equilibrio actual de cuentas de la economía mundial (mil millones de dólares estadounidenses)

1996 2003 2006

Centro imperialista 36 -302 -597

EE.UU. -118 -527 -812

Japón 66 136 170

Otros paises occidentales 88 89 45

Periferia -85 228 684

Exportadores de petróleo 39 109 423

China 7 46 250

Otros -131 73 11

Flujos informales 49 74 -87

Fuente: Compilado por “the Independent Social Scientists Group” de FMI, World Economic Outlook, 2007 data (Bağımsız Sosyal Bilimciler, 2008 Kavşağında Türkiye, Siyaset, İktisat ve Toplum, Yordam Kitap: Istanbul, 2008, p.28).

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Como los datos presentados en Tabla-I enseñan, después la Crisis Asiática la mayor parte de déficits actuales de cuenta de los EE.UU. se ha financiado por países subordinados, particularmente por exportadores de petróleo y China. En 1996, los excedentes de economías occidentales aparte de los EE.UU. cubrían los déficits de los EE.UU. como los déficits del resto del mundo. Sin embargo, en 2006 vemos un cambio dramático, que se marca por el hecho de que el excedente de China, exportadores de petróleo etc. alcanza a casi 83 por ciento del déficit actual de cuentas de los EE.UU. Pero, hay otro grupo de países, que configuraron sus economías otra vez hacia exportación a mercados occidentales, mas todavía expuestos a la crisis actual con requisitos totalmente altos de prestar. Tabla-II presenta esta bifurcación en economías subordinadas. Tabla-II: Tasa de crecimiento de PIB y balances actuales de cuenta de países escogidos antes y durante la crisis (%)

Tasa media de crecimiento 2006-2007 (A)

Tasa media de crecimiento 2008-2009 (B)

Diferencia (B – A)

Balance actual de cuenta(*) 2006-2007

Balance actual de cuenta(*) 2008-2009

Turquía 5.8 -2.8 -8.6 -5.9 -3.8

Rumanía 7.1 -0.7 -7.8 -12.0 -9.0

Rep. Checa 6.5 -0.8 -7.3 -2.8(**) -3.1(***)

Mexico 4.2 -3.0 -7.2 0.6 -1.3

Argentina 8.6 2.2 -6.4 2.0 2.9

Colombia 7.2 1.1 -6.1 -2.3 -2.9

Hungría 2.6 -3.1 -5.7 -7.1 -5.7

Tailandia 5.1 -0.5 -5.6 3.4 2.4

Sudáfrica 5.2 0.5 -4.7 -6.8 -6.2

Korea del Sur

5.2 0.6 -4.6 0.6 1.3

Malasia 5.0 0.5 -4.5 15.8 15.6

Chile 4.7 0.8 -3.9 4.6 0.7

Filipinas 6.2 2.4 -3.8 4.7 2.9

Polonia 6.5 3.0 -3.5 -3.7 -3.9

China 12.3 8.8 -3.5 10.3 8.9

India 9.6 6.4 -3.2 -1.0 -2.2

Brasil 4.9 2.2 -2.7 0.7 -1.5

Egipto 7.0 6.0 -1.0 1.8 -0.9

Indonesia 5.9 5.1 -0.8 2.7 0.5 (*) Balance actual de cuenta como porcentaje de PIB. 2009 datos son cálculos de la FMI. (**) Datos de “Oficina Estadística Checa”. (***) Datos de 2008 solo. Fuente: Compilado de FMI, World Economic Outlook, dato de Octubre de 2009. Tabla-II hace una lista de diecinueve países, que tienen PIB mayor que 100 mil millones de dólares norteamericanos, en cuento al descenso en sus tasas de crecimiento. Generalmente, observamos que los países que tenían un alto déficit de cuenta corriente antes de la crisis sufrieron una tasa menor de crecimiento en

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promedio. Los primeros nueve países en la lista un ratio de déficit de cuenta corriente al PIB de 3.6 por ciento en 2006-2007, mientras que los últimos diez países tenían un ratio de déficit de cuenta corriente al PIB de 3.5 por ciento en el mismo período. También observamos que estas economías se afectan mucho más por la crisis que las del segundo grupo como se enseña por el descenso brusco en sus tasas de crecimiento.[3] Los países que pertenecen al grupo de déficit alto han dedicado el período de boom de crédito entre 2002 y 2007 a atraer flujos de capital a corto plazo por mantener tasas altas de interés. Cuando la expansión de crédito se fue a la bancarrota, la mayoría de estos países se quedaron con un sistema bancaria disfuncional y una estructura industrial dependiente de entradas importadas, que finalmente hicieron a estos países los más vulnerables antes de los efectos de la crisis. Estos países, la mayoría de los cuales están en Europa Central y del Este, han gastado las últimas dos décadas bajo la vigilancia del FMI y, todavía se cayeron a las manos des este mismo institución otra vez, a pesar del hecho de que los programas que esta institución imperialista les impuso habían sido específicamente en el desarrollo de las vulnerabilidades que se referimos arriba. La concentración de países que pertenecen a esta categoría en Europa Central y del Este no es una casualidad debido a dos razones: Primero, todos los países ex-socialistas han vivido bajo de la vigilancia directa o indirecta del FMI después la transición al capitalismo. Segundo, la integración con la Unión Europea ató estos países severamente a recetas neoliberales. Aunque Turquía no ha experimentado este proceso de transición, estos dos aspectos son válidos con ella también. Como los países de Europa Central y del Este se han convertido en el patio de la capital financiera de Europa Occidental, en el primero caso, se les han quitado los medios de soberanía económica por las políticas del FMI y la UE. Los mecanismos que salvaguardaban desarrollo independiente y industrialización, distribución igualitaria de ingreso, pleno empleo y seguridad social para todos se habían erradicados todos a favor de la integración con y subordinación a los monopolios imperialistas, que finalmente resultan en un aumento inaudito de pobreza e injusticia económica, y el derrumbe de la infraestructura industrial y agrícola en un cortísimo período de tiempo. La pérdida de soberanía económica ha avanzado junta con volver a dibujar las fronteras políticas. Aunque en algunos casos este procedimiento se impuso y practicó “tranquilamente” (por ejemplo la desintegración de Checoslovaquia), en otros como Yugoslavia, se implementó por medio de masacres y invasiones imperialistas. Hoy día, mientras los países imperialistas utilizan fondos públicos de tamaño masivo para pagarles a sus monopolios fianza, las recetas del FMI que se imponen a estos países preconizan austeridad fiscal, reduciendo los gastos de seguridad social aun más y para asegurar el repago de toda deuda a toda costa. En este sentido, podemos decir que la bifurcación entre las economías más débiles del sistema capitalista mundial continuará ampliar, arrastrando algunos hacia el fondo. El reflejo primero de la hegemonía burguesa bajo condiciones tan graves es intensificar el racismo y la xenofobia. Sin embargo, junto con esta respuesta inicial, uno debe esperar la aceleración de la transformación política de esta región según las tendencias “nuevas” del imperialismo y la rivalidad creciente entre los poderes imperialistas. Nuevas divisiones y nuevos conflictos en aspectos religioso y étnico tocan la puerta otra vez. Podemos observar este estado de los asuntos más evidentemente en Turquía.

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La Crisis y La Economía Turca: El Desastre que se acerca La economía turca sufrió una crisis dura en 2001. Efectivamente, Turquía sufrió crisis más profundas y más frecuentes cuando las recetas neoliberales se adoptaron plenamente durante las 1990s y la sumisión económica al imperialismo de UE se había completado con el acuerdo de Unión Aduanera. La crisis de 2001 era la más catastrófica, pero la crisis actual ya lo ha superado en muchos aspectos. Tabla – III presenta algunos indicadores que señalan el daño de la crisis hasta ahora. Tabla-III: Algunos indicadores de la influenza de la crisis sobre la economía turca

2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009(*)

Tasa de crecimiento del PIB (%)

-5.7 6.2 5.3 9.4 8.4 6.9 4.7 0.9 -10.6

Tasa de desempleo (%)(**)

8.4 10.3 10.5 10.8 10.6 10.2 10.3 11.0 15.6

Tasa de desempleo entre las edades 15 y 24 (%)

16.2 19.2 20.5 20.6 19.9 19.1 20.0 20.5 26.5

Utilización de capacidad en industria manufacturera (%)

71.6 76.1 78.5 81.5 80.3 81.0 81.8 78.1 67.0

(*) Los primeros 6 meses. (**) Tasas de desempleo para 2001-2003 se basan sobre proyecciones viejos de población, mientras las para 2004-2009 se basan sobre las nuevas proyecciones. Fuente: Instituto Estadístico de Turquía Los impactos de la crisis actual han empezado a agravar profundamente después Octubre de 2008. Después esta fecha, desempleo avanzó lentamente a un nivel históricamente alto, o sea, una tasa oficial de 16.1 por ciento en Febrero de 2009[4], y la tasa de utilización de capacidad en industria manufacturera se cayó otra vez a su nivel históricamente más bajo, o sea, a 64.7 por ciento en el mismo mes. A pesar del golpe duro que recibió la economía real, como no existían señales alarmantes de un “derrumbe financiero” como sucedió en la crisis de 2001, el gobierno del Partido de Justicia y Desarrollo (AKP), descaradamente, intentó subestimar los efectos de la crisis. Aunque, diferente que 2001, no sucedió un derrumbe financiero y aunque el sector bancario ha reducido sus riesgos después la crisis anterior, el endeudamiento de las corporaciones non-financieras a los acreedores foráneos ha incrementado por saltos y aprietos durante 2002-2008, o sea, durante el mandato del AKP. Por lo tanto, los requisitos de prestar de externo de la economía turca han seguido a aumentar rápidamente en este período. Aunque el sector bancario no lleva riesgos tan graves como los de 2001, tal riesgo solamente se corrió al balance general de corporaciones privadas. Tabla-IV presenta alguna estadística sobre la posición de moneda extranjera de corporaciones non-financieras.

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Tabla-IV: Activos en moneda extranjera y pasivos de corporaciones non-financieras (mil millones de dólares norteamericanos)

2006 2007 03.08 06.08 09.08 12.08 Cambio entre 09.08 y 12.08

Cambio entre 12.07 y 12.08

Activos 63,424 77,862 80,830 89,014 92,473 82,382 -11 6

Pasivos 100,250 139,401 155,072 167,543 172,138 161,036 -6 16

Posición neta

-36,826 -61,539 -74,242 -78,529 -79,665 -78,654 -1 28

Fuente: Banco Central de la República de Turquía, Financial Stability Report, Mayo 2009. Otra repercusión de este tema es la importancia y intensidad crecientes de la integración entre la capital turco de monopolio con la capital imperialista financiera. Este se revela especialmente en dos aspectos: Primero, la ola más grande de privatizaciones se ha lanzado por AKP durante 2002-2008, que hizo los provechos disponible a los conglomerados creados por monopolios turcos y extranjeros (ver figura-I para el aumento de las privatizaciones después 2003). Segundo, como los monopolios en Turquía se han anexado más a los monopolios extranjeros, comenzaron a dedicarse en la red de subcontratar de corporaciones extranjeros, especialmente en las regiones bajo la ocupación estadounidense. El aún más entrelazarse de la clase capitalista turca con la capital imperialista tiene una implicación política crucial. Cuando esta fusión devastó la infraestructura industrial y agrícola de la economía turca, los vínculos de la burguesía turca con la República de Turquía como una entidad política ha disminuido a un nivel que es probablemente el más débil en toda historia del país. Mientras la concentración de la capital en servicios y comercio avanza aún más, mientras la clase capitalista en Turquía se integra cada vez más con los monopolios extranjeros y se convierte a una parte de sus redes de subcontratar, la burguesía turca ha sido un partidario militante del plan imperialista de transición, que inmediatamente minaría la presencia del país como una unidad política. Además, como la transitividad entre la esfera política y el dominio de la acumulación capitalista aumenta, Turquía se ha convertido en un país que se puede manipular por imperialismo mucho más fácilmente. Tabla-V presenta un ejemplo de tal manipulación y de lo que queremos decir con la “transitividad creciente” entre política y procesos de acumulación. La tabla compara el período entre Octubre de 2008 y Febrero de 2009 y el período entre Octubre de 2007y Febrero de 2008 en cuanto a flujos de capital. Debemos tener en cuenta que los impactos de la crisis mundial intensificaron especialmente después el Octubre de 2008. Tabla-V: Flujos de capital a Turquía; Oct. 2007-Feb. 2008 v. Oct. 2008-Feb. 2009 (mil millones de dólares estadounidenses)(*)

Oct.2007-Feb.2008 Oct.2008-Feb.2009

Capital extranjera 21,168 -12,695

Capital interna -1,531 -1,866

Capital informal 545 14,872

Reservas -334 -5,080

Balance de cuentas corrientes

-19,841 -5,080

Flujos netos de capital 20182 311

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(*)”Menos” significa desagüe de capital y déficit externo, mientras que “menos” en reservas significa “acumulación de reserva” y “plus” significa descenso en reservas. Fuente: Compilado by Boratav, Korkut, “Ekonomik Bunalım, Finansal Kriz”, www.sol.org.tr, 26.04.2009. Me gustaría citar el autor, quien proporciona una ilustración muy clara del mecanismo que funciona: “La cuenta de la crisis en los primeros cinco meses como se mostró en la tabla arriba es lo siguiente: Entrada neta de capital extranjera por valor de 21.2 mil millones de dólares en el mismo período del año anterior se convirtió a desagüe neto de 12.7 mil millones de dólares. Este implica una ‘inversión’ en cuento al flujo de fondos extranjeros, que señala un shock externo duro que equivale a 5.1 por ciento del ingreso nacional de 2007. “Sin embargo, miremos a la suma de todos movimientos de capital, incluyendo flujos extranjeros, internos y informales: en los primeros cinco meses, al 12.7 mil millones de dólares de desagüe neto debido a los extranjeros se añadió un desagüe de 1.9 mil millones de dólares de flujo de capital (informal) debido al burguesía nativa. Pero, este ‘haemorrhage’ debido a los capitalistas extranjeros y nativos se compensó más que necesario por la entrada de 14.9 mil millones de dólares de capital informal. Este misterioso ‘fondo externo’ ha registrado entradas netas cada mes, por tanto movimientos de capital después Octubre de 2008 todavía podían quedar positivos (311 mil millones de dólares). (…) La cuestión decisiva aquí es, esta entrada de capital informal de 14.9 mil millones de dólares impidió que los mercados financieros se atrapen por la crisis. (…)”[5] El gobierno de AKP, todavía apoyado especialmente por el imperialismo estadounidense, pudo lograr obtener iniciativa antes los grandes grupos capitalistas de Turquía, probablemente hasta tal punto que no había podido alcanzar por ningún partido burguesa hasta hoy, por utilizar esta transitividad entre la esfera política y acumulación de capital. El AKP reaccionario emplea esta fuerza para su beneficio propio en dos dimensiones: primero, por movilizar las redes comunales de sectas religiosas como un fuente de “acumulación primitiva” y por supuesto por saquear fondos públicos, AKP creó y reforzó sus bases propios de capital. Segundo, por utilizar las “conexiones especiales” que tiene con el imperialismo estadounidense, AKP logró crear mercados y oportunidades nuevos para la mayor parte de los monopolios. A medida que se desarrolla la crisis, el segundo dinámico que se refirió anteriormente, se ha secado. Sin embargo, el control sobre fondos públicos y conexiones con el gobierno también han sido más importante, lo que provee a AKP con la oportunidad de establecer coaliciones con varios monopolios. Los mismos monopolios que se parecen ser en conflicto con el gobierno un día pueden cambiar el sentido otro día porque esperan AKP a sacar más conejos del sombrero. Pero, hay un determinante de todas estas relaciones, o sea, imperialismo. En el centro de una región, el mapa de lo cual todavía está en la fase de volverse a dibujar, que ha sido el escenario de guerras y ocupaciones, o sea, en el centro del infame Gran Oriente Medio del imperialismo estadounidense, ahí está Turquía, con todos sus complejos dinámicos socio-políticos. Para realizar su diseño que se amplia de Asia Central a los Balcanes, hasta Europa Central el imperialismo estadounidense necesita formar Turquía como una entidad completa conforme a sus esfuerzos militares y políticos. Con este fin, Turquía debe someterse más a la oscuridad de reaccionismo religioso, porque, por ejemplo, una Turquía más “islámica” que “laica” sería mucho más funcional. La transformación del estado turco según el diseño de islam moderado es un reflejo de este requisito.

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Además, el procedimiento prevé la intervención de Turquía a los conflictos en la región, de los cuales ella misma es una parte, conforme a los intereses estadounidenses. Los esfuerzos para establecer una relación de patrocinio entre el estado kurdo pro-norteamericano que se establecerá en el norte de Iraq y Turquía es un ejemplo de esto. Tal relación de patrocinio empujaría los kurdos en Turquía a las rodillas de Barzani, de ahí de EE.UU. A cambio, la clase capitalista de Turquía espera sacar una parte mayor del petróleo iraquí y más trabajo de subcontratar en los negocios de construcción. La crisis conlleva otro factor que lleva el desastre de Turquía. El país se convirtió en un territorio donde la rivalidad entre los EE.UU. y la UE intensifica. Como la tasa de participación de 43.1% en las ultimas elecciones del parlamento europeo en Junio demostró, las instituciones de la UE y la UE misma han perdido legitimidad y credibilidad sobre las masas rápidamente. Además, los imperialistas europeos también recibieron un golpe duro con la crisis. Todos estos sucesos señalan una necesidad para la UE: tiene que ser más proactivo en política internacional. Turquía, que se convirtió en un país que está en plena conformidad con la visión estadounidense sobre la región representa un problema para la UE, que busca una postura revisada en asuntos internacionales. La transformación de Turquía hacia más conformidad con las necesidades de Europa, especialmente la “Europa de Alemania y Francia” es también importante respecto a las políticas de la UE hacia el Oriente Medio, y también hacia Rusia y Caucásea. Pero el imperialismo de la UE no está tratando de ganar terreno en un espacio vacío; el espacio ya está ocupado por el EE.UU., y aún más con la administración de Obama. Por consiguiente, es inevitable que la crisis acelere el proceso, que hace Turquía el escenario del bullicio entre estos dos poderes imperialistas. Oportunidades revolucionarias La ilustración hasta ahora es deprimente, eso es seguro. Es porque la llamamos como “un desastre”. Sin embargo, sabemos que saltos revolucionarios pueden y deben llevarse a cabo bajo condiciones tan deprimentes. Turquía es un país capitalista con una clase obrera amplia, a pesar del hecho de que la clase obrera de Turquía no sube al escenario de política hace tiempo. Pero la crisis actual puede anotar un período en el cual los reflejos de clase de las masas se reanimen. También es posible que formas nuevas de organización y lucha surgirían sobre este base. También hay oportunidades que se pueden utilizar para golpear la legitimidad de la hegemonía burguesa. A pesar de las ganancias que el imperialismo ha logrado en los últimos pocos años en Turquía, la posibilidad de levantamiento en búsqueda de independencia y liberación todavía esta válida. Como Turquía se convierte en un escenario de la competición entre los poderes imperialistas, este procedimiento puede crear espacios que pueden servir a favor de la lucha anti-imperialista, a pesar de todos aspectos destructivos del mismo tema. Imperialismo y el gobierno del AKP han avanzado bastante en el camino de hacer la sociedad más reaccionaria. Sin embargo, el conflicto entre reaccionismo y la postura pro-Ilustración no se ha resuelto completamente. Una sensibilidad entre amplios sectores de la sociedad sobre secularismo y republicanismo todavía están presentes. Esta esfera también puede utilizarse como una oportunidad revolucionaria por conectar masas más amplias para adoptar la idea de que la única alternativa factible es una república socialista.

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Turquía está al borde de un desastre. Hasta ahora, la crisis ha intensificado y acercó este desastre aún más. Pero, también ha aumentado las oportunidades para un levantamiento revolucionario. La clase obrera de Turquía es la única fuerza que puede lograr detener este desastre; es la única fuerza capaz de romper completamente todos vínculos con el imperialismo y es la única fuerza que puede construir una república nueva, socialista en Turquía.

[1] Rothermund, Dietmar, The Global Impact of the Great Depression, 1929-1939, Routledge: London and New York, 1996, p.16. [2] Giovanni Arrighi llama tal crisis como “la crisis de señal” y “la crisis terminal” de lo que el llama “ciclos sistémicos de acumulación” (Arrighi, G.,The Long Twentieth Century, Money, Power and the Origins of Our Times, Verso: London, 1994). Aunque uno puede o no estar de acuerdo con la teoría de Arrighi de “ciclos sistémicos de acumulación” como dispositivo de periodizar la historia-mundial capitalista, el énfasis sobre la continuidad de crisis “de señal” o “terminal” de una dada estructura hegemónica parece apropiado. [3] Por supuesto, hay excepciones como Polonia, que todavía no se ha sentido los efectos de la crisis. [4] La tasa oficial de desempleo subestima considerablemente la tasa “real” de desempleo, que alcanza a 29.3 por ciento en el mismo mes según nuestros cálculos. La tasa real de desempleo se puede calcular con incluir gente que es lista para trabajar pero que no busca activamente un trabajo, el subempleo y empleado temporal en la definición de desempleo. [5] Boratav, Korkut, “Ekonomik Bunalım, Finansal Kriz”, Portal de Noticias soL, www.sol.org.tr, 26.04.2009.

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Artículo del Consejo Editorial para la Revista Comunista Internacional El segundo número de la revista Comunista Internacional se publica en un momento especialmente álgido de crisis económica capitalista profunda, en que se da una intensificación de la ofensiva burguesa contra los derechos de los trabajadores y una profunda agudización de la competencia entre los monopolios y de las contradicciones interiimperialistas. En esta situación el debate que desarrollamos en estas páginas sobre el Socialismo adquiere un significado especial. La época histórica de la transición del capitalismo al socialismo que fue marcada por la gran Revolución de Octubre de 1917 no terminó con la derrota temporal en la URSS y los demás antiguos estados socialistas. La Revolución Socialista de Octubre que fue realizada por la clase obrera rusa, bajo la dirección del Partido Bolchevique y encabezada por V.I.Lenin, fue el acontecimiento más importante del S. XX, que marcó el inicio de la misma. A pesar de la enorme riqueza concentrada en manos de una exigua minoría, el capitalismo, en su fase imperialista, no puede resolver ninguno de los grandes problemas que padece la Humanidad. La necesidad del socialismo surge de las propias contradicciones irresolubles del capitalismo como producto del desarrollo histórico. Este tránsito revolucionario, necesario para la abolición de la explotación capitalista, jamás se dará a través de una serie de reformas sino con el derrocamiento revolucionario del poder del capital y con la conquista del poder por la clase obrera aliada con otros sectores populares. Se alcanzará mediante la socialización de los medios de producción monopolistas, es decir con la abolición de la propiedad privada en los medios de producción concentrados y con la perspectiva de la desaparición absoluta de toda forma de propiedad privada en los medios de producción, consiguiendo así, superar los límites que el capitalismo impone al desarrollo de las fuerzas productivas. De esta manera se crearán las condiciones para un desarrollo social que satisfaga los intereses de la mayoría social trabajadora, poniendo los avances científico-técnicos al servicio de la mayoría popular. La construcción de la nueva sociedad se basará en la movilización de las masas populares a través de los órganos del poder popular y las varias formas de su organización. En esta dirección contribuirá la acción de vanguardia del Partido Comunista. Este proceso histórico abrirá el camino para la abolición total de las clases con la abolición total de la explotación del hombre por el hombre y la eliminación de toda forma de desigualdad y contradicción social (p.ej. contradicción entre trabajo manual o intelectual, entre ciudad y campo) en la sociedad comunista desarrollada. La Gran Revolución de Octubre y la construcción socialista inspiraron la creación y el desarrollo del Movimiento Comunista Internacional, al acelerar la fundación de Partidos Comunistas en muchos países y crear la III Internacional Comunista. Constituyéndose en la fuerza que inspiró y apoyó las luchas de los pueblos por un futuro de libertad y justicia social sin explotación. Gracias a la Revolución socialista de Octubre se crearon las condiciones previas para que los trabajadores y trabajadoras lograran en esos países derechos populares sin precedentes como el trabajo pleno y estable, la educación, la salud y la seguridad social. Además de tener un impacto positivo en las luchas de la clase obrera en el mundo capitalista. Cabe señalar la contribución fundamental de la URSS y de los bolcheviques en la victoria contra el nazi-fascismo, su contribución inestimable a la emancipación de la mujer y al derrumbe del colonialismo. Bajo la influencia ejercida por la Revolución de Octubre se fortaleció la lucha por la Paz y se forjó la solidaridad internacionalista.

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La contrarrevolución (1989-1991) no invalida la importancia histórica de la Revolución de Octubre, la contribución de la URSS, del Socialismo y del Movimiento Comunista Internacional. La crítica rigurosa, que no intenta idealizar el desarrollo del Socialismo en el siglo XX, nada tiene que ver con la descalificación política e ideológica de todo este periodo histórico realizado por el enemigo de clase para tratar de escribir de nuevo la Historia. El análisis y el reconocimiento de las percepciones revisionistas y de las desviaciones oportunistas durante la construcción socialista en la URSS, no sólo es una necesidad para la evaluación correcta y científica de las causas de la contrarrevolución, sino que además, es fundamental para el fortalecimiento de la lucha política e ideológica contra el revisionismo y el oportunismo que, en las condiciones actuales, se oculta tras la consigna de la humanización del capitalismo hablando de socialismo con democracia o socialismo del s XXI. En la crisis capitalista y el miedo de la burguesía al ascenso de la lucha de clases y del movimiento revolucionario, está el origen de la causa de la intensificación de la campaña anticomunista contra las ideas y todo lo que significó la experiencia histórica iniciada en Octubre. A pesar de la gran regresión del MCI, a causa de la victoria no prevista de la contrarrevolución y de la restauración capitalista en Europa Central y Oriental y en la antigua URSS, en poco tiempo quedaron desautorizadas las artificiales ideas del “fin de la Historia y del Movimiento Comunista” y de las capacidades inagotables del capitalismo. Hoy recuperan nuevas fuerzas las ideas socialistas porque en la práctica se ha constatado el empobrecimiento material, intelectual y moral de los pueblos de los antiguos países socialistas; y porque se van conociendo las causas del mismo proceso de la contrarrevolución. El Socialismo se está convirtiendo de nuevo en punto de referencia en la organización de las luchas por la emancipación de la clase obrera mundial de la dominación capitalista y de su expresión más violenta, la guerra imperialista. El contenido de este número se elaboró teniendo como criterio que hoy en día adquiere gran importancia el intercambio de opiniones y el debate teórico sobre la cuestión de la revolución y la construcción socialista, así como la continuación del estudio de las causas que llevaron a la derrota temporal. Al mismo tiempo, basándonos en estudios de los acontecimientos de los últimos años encontramos nuevas oportunidades de promover los valores e ideales del movimiento obrero y revolucionario, especialmente en la juventud, para hacer frente a los planes del anticomunismo de falsificar la verdad histórica. En este segundo número se da un esfuerzo de defender el socialismo tanto a través de la continuación del estudio de la experiencia histórica, como mediante la confrontación de aspectos de la ofensiva anticomunista. Consideramos que esto puede fortalecer significativamente el rearme político e ideológico de los partidos comunistas para el enfrentamiento con las posiciones burguesas y oportunistas.

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La contribución de la Revolución de Octubre y de la Unión Soviética al movimiento obrero en Europa Occidental y más particularmente en Bélgica Herwig Lerouge La Revolución de Octubre y la creación de la Unión Soviética han sido por mucho los eventos más importantes del siglo 20. Y no solamente para el pueblo soviético, que pasó en 40 años de la servidumbre, de una economía atrasada, de la miseria más negra, del analfabetismo, de la opresión colonial de minorías nacionales a un estado moderno, la segunda economía del mundo, el país con el mayor número de ingenieros y científicos, el primer país en poner un satélite en órbita, un país donde conviven 66 nacionalidades, un país que por si sólo fue capaz de detener la máquina de guerra nazi mientras que los países capitalistas en Europa Occidental continental capitularon apenas después de unas cuantas semanas. La Revolución de Octubre y la creación de la Unión Soviética son por mucho los eventos más importantes del siglo 20 para las naciones colonizadas y explotadas por las grandes potencias imperialistas. Pero también es difícil estimar la contribución de la Revolución de Octubre y de la Unión Soviética al movimiento obrero en Europa. La caída de la burguesía rusa en 1917 causó que la burguesía del mundo entero tomara conciencia de que la clase obrera estaba efectivamente en capacidad de vencerla, de derrocar al capitalismo y de instaurar un nuevo orden social. En octubre de 1917, por primera vez en la historia de la humanidad, la clase obrera les quitó a los grandes propietarios territoriales y a los capitalistas las tierras, las fábricas, los medios de transporte, las redes de distribución, y los transformó en propiedad social. Por primera vez en la historia de la humanidad, la clase obrera se convirtió en clase dominante. Opuso ante el parlamentarismo burgués el poder socialista de los Soviets de obreros y de campesinos. La Revolución de Octubre mostró la eficacia de la vía revolucionaria y el carácter ilusorio del tránsito pacífico al socialismo mediante las elecciones, promovidas por la social-demócrata. En ningún otro lado, posteriormente, la social-demócrata ha podido probar lo contrario. Tan sólo hay que recordar el Chile de Allende. Una reacción contradictoria Muy pronto, el miedo al contagio revolucionario se apoderó de la burguesía europea. Su reacción fue contradictoria, dice el historiador comunista Kurt Gossweller1. Por un lado, el miedo a la revolución suscita en ella la voluntad, no sólo de contener al movimiento obrero dentro de ciertos límites, sino también de erradicar y liquidar al movimiento obrero revolucionario y al Estado que lo apoya, la Unión Soviética. Esta evolución lleva, entre otros, a la intervención armada contra la Rusia soviética y a un “enriquecimiento” del espectro político en ciertos países capitalistas, sobre todo en los vencidos en la Primera Guerra Mundial, por la creación de organizaciones y partidos cuyo objetivo principal era la erradicación del comunismo e incluso del movimiento obrero, esencialmente por medios violentos y terroristas: el fascismo. Por otro lado, en 1917, la burguesía aprende sobre todo a apreciar, como defensa contra la revolución, al reformismo social-demócrata considerado hasta ese momento incapaz de gobernar, y la integra en su aparato de dominio y opresión. Los partidos

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social-demócratas ganaron de esta manera su derecho de participación en el esfuerzo de guerra de sus respectivas burguesías. Dentro de las grandes potencias de Europa Occidental que salieron vencedoras después de la guerra, encabezadas por Francia y Gran Bretaña, las destrucciones y el costo de la guerra representaban para sus pueblos una gran carga. Hacer pagar a sus trabajadores habría conducido a un agravamiento extremo de los antagonismos de clase. Pero la burguesía de esos países podía hacer pagar una parte al rival alemán vencido y a sus colonias. Almacenaba en sus colonias ganancias mucho mayores a las que se podían obtener de la extorsión a los obreros en las metrópolis. Era posible retener de esta bonita suma una fracción para distribuirla generosamente a los dirigentes obreros con el propósito de corromperlos de una u otra forma. La burguesía prefirió esto por encima del riesgo de tratar de eliminar por la violencia un movimiento obrero bien organizado, revolucionario y vuelto más combativo siguiendo el ejemplo de la Revolución de Octubre y decidido a defender sus logros sociales. Todo se vuelve posible Desde 1918, la burguesía belga debió conceder reformas sociales que había furiosamente rechazado hasta ese momento. Al día siguiente del armisticio del 11 de noviembre de 1918, el Rey de los belgas, Alberto I, convocó al Partido Liberal, al Partido Católico y al Partido Obrero Belga (POB), el ancestro del Partido Socialista, en el pueblo de Loppem (cerca de la ciudad belga de Gante), donde se encontraba entonces, para discutir las medidas a tomar para asegurar el orden una vez los soldados hubieran regresado. El pánico entre la burguesía era grande y se había incrementado después de la creación de consejos revolucionarios de soldados alemanes en Bruselas, a la imagen de los que se habían creado un poco por toda Alemania. La reunión de Loppem decidió hacer entrar a ministros socialistas al gobierno e instalar el sufragio universal para los hombres sin una revisión previa a la Constitución. El gran promotor de esta operación fue el mayor banquero de Bélgica, Émile Francqui, director de la poderosa Sociedad General y gran amigo de Emile Vandervelde, dirigente del POB y de la segunda internacional socialista. Hicieron falta 3 huelgas generales en 1893, 1902 y 1913, pero sobre todo la Revolución de Octubre para que los trabajadores, todavía no las trabajadoras, obtuvieran en 1919 por fin el pleno derecho a votar. Esa fue la primera manifestación concreta de ayuda que pudo aportar un Estado socialista, incluso aún no estable, al combate social de la clase obrera en los países capitalistas. Tuvo que haber una nueva huelga general en 1919, pero sobre todo tuvo que darse la Revolución de Octubre y el miedo al contagio revolucionario, para que en 1921 fueran introducidas en Bélgica jornadas de 8 horas y la semana de 48 horas. Decenas de obreros, entre ellos los de Chicago, durante ese famoso 1 de mayo de 1886, ya habían caído a causa de las balas de la policía por esta reivindicación. Incluso los libros de historia burgueses lo admitieron: en 1918, en Bélgica, la actitud de la burguesía estuvo determinada en una gran medida por el “miedo de ver al proletariado seguir de una forma o de otra el ejemplo ruso”. En unas cuantas decenas de años, la revolución soviética garantizó el derecho al trabajo, a la enseñanza y a los cuidados a la salud gratuitos, el acceso al alquiler barato. Desde 1956 la jornada de 7 horas y la semana de 5 días fueron introducidos en la URSS. Allá se construyeron casas de reposo, de relajación y de vacaciones,

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así como una gran red de teatros y cines, de organizaciones artísticas y deportivas, de bibliotecas hasta en los pueblos más pequeños y recónditos. El estado proveía los medios de educación artística de los niños. Todos los ciudadanos soviéticos se beneficiaban de una pensión, los hombres a los 60 años y las mujeres a los 55. Los trabajadores no conocían la amenaza del desempleo. El poder socialista sentó las bases de la igualdad de los hombres y las mujeres. Liberó a las mujeres de numerosas responsabilidades en la vida familiar. Más de tres cuartas partes de la población obtenía al menos un diploma de la enseñanza secundaria. Aún en 1917 dos tercios de la población era analfabeta. Organizó la eclosión de las ciencias físicas, de las matemáticas, el primer vuelo del hombre al espacio. Los logros de la cultura socialista beneficiaban a grandes estratos de la población. A pesar de la deformación de la propaganda anticomunista, estos éxitos fueron rápidamente conocidos en Europa Occidental, incluidos los medios sindicales. En el muy anti-comunista órgano oficial de la Comisión sindical del Partido Obrero Belga, “El movimiento sindical belga”, Berthe Labille, esposa de un ministro socialista, publicó un artículo sobre “La vida del obrero en la URSS”. “La mayor parte de los obreros toman su comida en la fábrica. Por todos lados han sido instalados comedores, donde se sirven comidas completas por una suma mínima. La fábrica interviene en caso de enfermedad, asegurando el tratamiento en una clínica y la convalecencia hasta la recuperación completa, en una casa de descanso. (...) La Unión Soviética cuenta actualmente con 8 millones de trabajadores, es decir, un tercio de la mano de obra total. En los koljoses, se estiman en 25 millones el número de mujeres ocupadas en los trabajos de campo. En este país, donde el desempleo no existe, (...) todas los oficios y profesiones son abiertos sin la menor reserva. La mitad de los médicos son mujeres (...) Uno se encuentra con mujeres a la cabeza de las comisarías de Gobierno; dirigen fábricas, instituciones oficiales, museos, etc”. La Unión Soviética es el único país del mundo que otorga a la mujer una gran libertad de acción y que la coloca en un pie de igualdad absoluta con el hombre, en todos los dominios. Un trabajo igual da dercho a un salario igual Numerosas medidas fueron tomadas para ofrecer a las trabajadoras embarazadas condiciones especiales de trabajo y una gran protección. Acudir a las consultas prenatales es obligatorio. Las futuras mamás reciben ahí cuidados y consejos y son examinadas a domicilio durante el periodo de embarazo. En la fábrica, si la salud de la obrera lo exige, se le da licencia hasta el momento de dar a luz, sin pérdida de salario. Cuando el momento de dar a luz llega, la mujer es enviada a un salón de maternidad, con el costo a cargo del Estado. La Ley sobre el seguro social ha instituido para las obreras un descanso de 2 meses antes del alumbramiento y 2 meses después; para las empleadas, 6 semanas antes y 6 semanas después. Durante todo este periodo, se paga el salario completo, con un incremento por la indemnización por el alumbramiento. Cuando la madre retoma su trabajo, se acuerdan todas las facilidades para que repose y para que atienda a su hijo. Éste es cuidado en la guardería de la fábrica en condiciones muy ventajosas. La participación de la madre en la manuntención es mínima. Esta manuntención es apoyada casi totalmente por el arca para obras sociales de la fábrica. La presencia de estas obras, agregada a los sanatorios, a las policlínicas, a los clubs, a los centros de cultura, libera a la trabajadora soviética de preocupaciones materiales.

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No tiene que resolver, con el salario que gana, los numerosos problemas de la enfermedad, de la invalidez, de la vejez, de la educación de los niños, porque esos servicios son gratuitos. No conocen todas esas preocupaciones que envenenan la existencia de sus hermanas en los países capitalistas. (...) Los trabajadores en la URSS tienen una actividad doméstica fuertemente reducida. La mayor parte toman su comida en la fábrica. Por otro lado, los “gastrónomos” proveen con comida completamente preparada, barata. Sólo hace falta calentarla. En ciertos bloques de habitaciones, se ha instalado una cocina central donde los locatarios pueden obtener todo lo que desean para su comida. No se puede dudar de esto: que en las circunstancias presentes, el bienestar del trabajador, de la trabajadora, no ha sido jamás perdido de vista. El mismo periódico se regocijó de la entrada de la URSS a la Conferencia Internacional del Trabajo en 1934. Se escribió que “para llevar a buen término el voto de una convención que tiende a introducir en todos los países la semana de trabajo de 40 horas, Rusia puede constituir un factor muy favorable”. Toda la legislación social, su concepto mismo, ha sido influida a nivel internacional por la presencia de la URSS y la legislación social de ese país. Los otros países la han tenido que tomar en cuenta, haya sido de manera torcida o deformada. Que uno fantasee a la declaración universal de los derechos del hombre de las Naciones Unidas que ha debido ir más allá de la declaración emanada de la Revolución francesa y ha debido tomar en cuenta los derechos sociales y sindicales. El miedo al socialismo condujo a la seguridad social La seguridad social, que vio la luz del día en 1945, fue el punto final de una larga lucha por hacer pagar a los patrones los riesgos inherentes a su sistema. Para el trabajador, la vida bajo el capitalismo es incierta. Desde el nacimiento del capitalismo, los obreros han luchado por conservar un ingreso hasta que no pueden trabajar más, siendo víctimas del desempleo, de la enfermedad o de la edad. El capitalista no paga por el valor completo de lo que produce el trabajador, sino que el salario está determinado por lo que el trabajador necesite para sobrevivir y para entretenerse a él y a su familia. Los ahorros que pueda constituir son de este modo mínimos o inexistentes. La seguridad social nació de la autodefensa vital de los trabajadores. Después de la Segunda Guerra Mundial, en Bélgica, con la Ley decretada el 28 de diciembre de 1944, la seguridad social actual vio la luz del día. La novedad, era la obligación para el patrón de pagar una cotización fija, de manera de garantizar un seguro universal en materia de retiros, de seguro de enfermedad y de invalidez, de subsidio del desempleo, subsidios familiares y vacaciones para todos los asalariados. Hasta ese momento, los patrones no pagaban mas que por sus propios trabajadores. Una reivindicación anticipada en 1890 y durante la huelga general de 1936 encontró así su realización. Los dirigentes social-demócratas belgas gustan de hacer creer que fue su partido y su dirigente Achille Van Acker quienes, en 1944, “arrancaron” la seguridad social. La verdad es que es de nuevo el miedo al contagio del socialismo que empujó a la patronal a acordar esta reforma. En 1944, la simpatía por el Partido Comunista de Bélgica (PCB) y la URSS era inmenso. El PCB era el único partido anterior a la guerra, no amarrado al nuevo orden, que se presentó como tal a la población. Los partidos católicos y liberales habían

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desaparecido como partidos. El dirigente socialista De Man había entrado al servicio del ocupante y había disuelto el POB desde 1940. En los primeros meses de ocupación, los comunistas organizaron huelgas. En mayo de 1941, el Partido llamó a constituir el frente de la Independencia, gran movimiento unitario y popular de resistencia al enemigo. Dos mil comunistas dieron su vida en resistencia al fascismo. Al fin de la guerra, la simpatía por el Partido y por la URSS era entonces inmenso. En Bélgica, el número de miembros del Partido Comunista pasó de los 12 mil miembros al momento de la liberación (en septiembre de 1944) a 103 mil en agosto de 1945. La burguesía tenía prisa por tomar medidas para cortar la hierba bajo el pie de un levantamiento popular de inspiración comunista. Robert Vandeputte era durante la Segunda Guerra Mundial presidente del Banco de Emisión (que trabajaba para los alemanes) y se volvería algunas décadas más tarde Ministro de Finanzas. De sus palabras “en 1944, los dirigentes empresariales estaban inquietos ante las tendencias revolucionarias. El comunismo se beneficiaba de un prestigio considerable. Temían, no sin razón, por las expropiaciones y las nacionalizaciones (...)”. Para mantener al capitalismo en este momento crítico, la patronal tenía necesidad de personalidades socialistas que montaran la almena para ayudar a la reconstrucción. El dirigente social-demócrata Van Acker, antiguo sindicalista, que se había involucrado demasiado en la colaboración con el ocupante al lado del Presidente del Partido Obrero Belga, Henri De Man, piloteó la patronal belga a través de los años más difíciles de su historia. Para la patronal, que en gran parte había trabajado para el ocupante, estaban en juego enormes intereses. Debía hacer consesiones pues tenía “el cuchillo sobre la garganta”. Había que evitar “lo peor”, es decir, un movimiento de masas revolucionario, apoyado por los partisanos e inspirado por la progresión del socialismo en Europa del Este. Ya desde la guerra la burguesía había preparado un plan militar para este momento. Georges de Lovinfosse, agente enlace del gobierno en exilio en Londres y la Bélgica ocupada escribió: “La resistencia armada sobre la que queríamos mantener el control corría el riesgo de escapársenos... un levantamiento generalizado habría puesto a Bélgica bajo fuego y sangre... mi misión era... mantener en todo momento el control de la insurrección...” “El problema crucial era el siguiente: ¿Quién debe entre la Liberación y el retorno de las autoridades belgas asumir el poder civil y militar?” Pero se había elaborado también una estrategia de concesiones sociales en negociaciones clandestinas durante la guerra. A partir de 1942, una veintena de cuadros del sindicato cristiano belga CSC se reunieron a intervalos regulares bajo la dirección de su presidente August Cool. Para Cool, “Los días que seguirán a la Liberación serán capitales. Es entonces que uno decidirá si quiere vivir un nuevo periodo de agitación, de lucha de clases, de desconfianza entre trabajadores y empleadores, de división al interior de las fábricas y las empresas, o si uno prefiere la cooperación (...) Nosotros deseamos esta colaboración, debemos entonces echar a andar todo lo que está en nuestro poder para evitar los problemas, las huelgas, los

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conflictos”. En discusiones secretas, los patrones se habían asegurado la lealtad de negociadores socialistas y demócratas cristianos. El profesor Deleeck, antiguo senador demócrata cristiano escribió a propósito de este periodo: “En Bélgica, el desarrollo institucional de la economía de concertación y de la seguridad social fue elaborada durante la guerra durante entrevistas clandestinas entre empleadores y dirigentes de los trabajadores de todas las tendencias ideológicas (...) Los trabajadores se comprometieron a aceptar la autoridad propia de los patrones en la empresa (es decir, a renunciar al principio de la nacionalización de las empresas) y a colaborar lealmente a la intensificación de la producción nacional”. En el Pacto social de 1944, de común acuerdo, insertaron la frase crucial: “Los trabajadores respetan la autoridad legal de los jefes de las empresas y empeñan su honor para ejecutar su trabajo, fieles a su deber”. Un comentario parecido en un periódico bursátil confirma: “Este pasaje ilustra perfectamente a dónde querían llegar los padres de este pacto: crear una estructura que pudiera erigir una muralla contra la nacionalización, promovida por el comunismo creciente”. El miedo de la burguesía era entonces muy real pero en parte no bien fundamentado. En su alianza, justa, con la burguesía patriótica durante la guerra, el PCB había al mismo tiempo abandonado su programa autónomo. Se había limitado al respeto del programa del Frente de la Independencia (FI) donde la burguesía había hecho inscribir “el respeto de las libertades constitucionales” (punto 6 del programa), es decir, de mantener al Estado burgués, al orden burgués. No buscó elevar las aspiraciones de los miembros de la resistencia más allá del objetivo de “cazar al ocupante”. Sin embargo, el pueblo no se batía solamente para botar al ocupante sino también para que se estableciera, después de esos años de horror, una sociedad justa y fraternal. El PCB no tenía otra perspectiva para después de la guerra que la de cosechar las migajas del poder por la participación en el gobierno. Al siguiente día de la Liberación, el Frente de la independencia llamó a la restructuración del Estado, de sus instituciones, de sus “libertades constitucionales”. Llamó a la dirección del país al gobierno belga anterior a la guerra, refugiado en Londres, ese mismo gobierno que estuvo tan preocupado por proteger a los fascistas belgas y por aprisionar a los comunistas. El programa del F.I. aprobado por el PCB, preveía incluso la liquidación de la Resistencia mediante su incorporación en la armada legal belga bajo pretexto de que aunque la guerra no había terminado, todo mundo sabía que su fin era próximo e inevitable. Por eso, había que desarmar a la Resistencia. El miedo a la URSS, el poder de los partidos comunistas en ciertos países europeos, su influencia directa e indirecta sobre el sindicalismo, atenuaron las resistencias de las burguesías de Europa Occidental al progreso social. Se puede juzgar comparando las tasas de retención obligatorias (con respecto al PIB) de los países europeos respecto a las de Estados Unidos o las de Japón. Las nacionalizaciones estaban igualmente al oden del día. A la Liberación en Francia, por ejemplo, De Gaulle nacionalizó en masa: las minas del Norte-Paso de Calais, Renault, Air France, el sector energético, la navegación, 4 grandes bancos, cajas de ahorros y 34 compañías aseguradoras. Eso produjo, en los países capitalistas, una alza de gastos públicos respecto al total de gastos nacionales.

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Parte del gasto público en el producto nacional bruto de los Estados Unidos (en %)

1913 7.1 1955 27.8

1929 8.1 1960 28.1

1940 12.4 1965 30.0

1950 24.6 1970 33.2

Parte del gasto público (comprendido el seguro social) en el producto social neto de Alemania, a saber, la República Federal Alemana (en %)

1913 15.7 1959 39.5

1928 27.6 1961 40.0

1950 37.5 1969 42.5

Hasta los años 80´s,los dirigentes sindicales alemanes del oeste, entre ellos el casi mítico presidente de la IG-Metall, Otto Brenner, tenían la percepción de que “durante las negociaciones con la patronal, un socio invisible pero sensible estaba siempre presente en la mesa, la RDA (República Democrática Alemana, Alemania Oriental Socialista)”. Un sindicalista alemán escribió “yo no era ciertamente un seguidor de la RDA. Pero había en esa época, durante las negociaciones con la patronal una cierta presión. Había en la época algunos logros en la RDA: pago del salario en caso de enfermedad de los niños, ampliación de días de asueto pagados, la jornada mensual libre y pagada para las mujeres, las reglas en materia de protección de las madres y los niños, la protección total contra el licenciamiento, el pago de horas suplementarias, todo eso tenía un efecto indirecto durante las negociaciones colectivas en la República Federal”. La prueba por la negativa La Revolución de Octubre y la creación de la Unión Soviética, y no la participación de los partidos socialistas en el poder, han sido los eventos más importantes del siglo 20 para los trabajadores de toda Europa. Esto se demuestra también por la negativa. Ahora que la presión política del socialismo ha desaparecido, se ha vuelto casi imposible para el movimiento sindical obtener más progresos. En los Países Bajos, en la ocasión de la adopción de una ley sobre las enfermedades y la invalidez mucho más restrictiva que la de los años 90´s, el periódico NRC-Handelsblad, publicó este título revelador: “Si Stalin viviera aún, o eventualmente Brejnev, nuestra nueva legislación no habría pasado”. El filósofo y profesor gantés Fernand Vandamme va en el mismo sentido: “Debemos instaurar un gran sistema de seguridad social pues sin ésta, podríamos tal vez convertirnos en comunistas. Ahora que esa presión cayó, podría parecer atractivo para algunos el introducir por todos lados un sistema a la americana”. La competencia de nuevo entre socialismo y capitalismo, que empuja los logros sociales hacia el alza, ha cedido su lugar a una espiral sin fin hacia la baja. 54 países son actualmente más pobres que en 1990. De entre éstos, 17 se encuentran en Europa del Este y en la antigua Unión Soviética.

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Después de la destrucción de una gran parte de la industria, toda Europa del Este se ha convertido en una reserva de mano de obra bien formada y barata, puesta en competencia con los trabajadores de Europa Occidental. Desde la desaparición de la URSS, el movimiento obrero en Europa no ha tenido más que retrocesos, y eso a pesar e incluso a causa de la participación prácticamente ininterrumpida de los partidos social-demócratas en el poder. Desde 1989, el famoso modelo Rhenan dice “la economía del mercado social” no ha producido ninguna ventaja social. Nuestros niños serán la primera generación desde los años 90´s cuya protección social será menor que la de sus padres. La jornada de 8 horas, la semana de 5 días y el empleo estable no son más que recuerdos. La mitad de los jóvenes en Bélgica comienzan su desempeño profesional con empleos a tiempo parcial. Los empleos de interinatos, precarios, crecen como hongos venenosos. En ciertos países incluso ricos como Alemania, hay que trabajar actualmente hasta los 67 años para tener derecho a una pensión de retiro completa. Entre tanto, millones de jóvenes no encuentran trabajo decente y no pueden instalarse y formar una familia. Muy pronto será imposible sobrevivir sin pensión privada complementaria, de ir a curarse al hospital sin un seguro privado complementario.. Pero estas pensiones y seguros privados son un lujo inaccesible para una gran parte de los trabajadores. Los dirigentes europeos desean, a través de su agenda de Lisboa 2020, reforzar la famosa flexi-seguridad. Sus planes preven el desmantelamiento de una gran parte de las conquistas sociales en materia de contrato de trabajo, del derecho al pre-aviso. Los servicios públicos de la energía, del transporte, del correo, de la distribución del agua, están siendo desmantelados y quedando liberados a las multinacionales. En lugar de asegurar los servicios básicos para la población, no aseguran más que dividendos indecentes a los accionarios de Suez, de Veolia y otros. Al mismo tiempo los pobres, incluso con un empleo, deben mendigar cheques de energía para poder alumbrarse y calentarse. Desde la desaparicion de la URSS, 10% del producto nacional bruto de Bélgica, 10% de todas las riquezas utilizadas previamente para la seguridad social y los servicios públicos, han pasado de los fondos colectivos de la seguridad a los cofres de los detentores del capital. Y después de 10 años, el mundo capitalista se ha hundido en una nueva crisis, la más grave desde los años 1930´s. La riqueza mundial ha disminuido. El desempleo, en la mayor parte de los países, ha aumentado en más de la mitad. Para la Unión Europea, ha habido 5 millones más de desempleados. En su polémica con la oposición troskista, Stalin decía durante el 7o Pleno ampliado del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista: “¿Qué pasaría si el capitalismo llegara a aplastar la República de los soviets? Eso instauraría una era de reacción extrema en todos los países capitalistas y coloniales. La clase obrera y los pueblos oprimidos serían tomados del pescuezo, las posiciones del comunismo internacional se habrían perdido”. Estas palabras se verifican actualmente. Después de la desaparición de la URSS, a la cual contribuyeron fuertemente, los socialistas europeos no se ha vuelto a obtener un centímetro de progreso social. Todo esto reduce a un estado de fábula el argumento de que los logros sociales del siglo 20 son de su haber. Si su política hubiera prevalecido,no habría habido jamás una Unión Soviética, y la burguesía habría podido dormir sobre sus laureles durante más tiempo aún.

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Desde el comienzo de la Revolución de Octubre los dirigentes social-demócratas, y entre ellos los dirigentes del Partido Obrero Belga, estuvieron a la vanguardia del combate contra el nuevo estado socialista. En mayo y junio de 1917, en plena revolución democrática rusa, los jefes del POB Vandervelde, De Brouckére y De Man fueron al frente ruso para incitar a los obreros y campesinos rusos a continuar la guerra contra los alemanes al lado de los franceses, ingleses y belgas. De Brouckére y su colega De Man incluso aconsejaron a los responsables rusos para lanzar la ametralladora sobre soldados del séptimo cuerpo siberiano que se amotinaban. Cuando en diciembre de 1917, una coalición internacional dirigida por Francia e Inglaterra invadieron Rusia y provocaron una guerra civil sangrienta al lado de los contra-revolucionarios dirigidos por los antiguos oficiales zaristas, los dirigentes del POB se encontraban del lado de la contra-revolución. Durante toda la guerra civil, el periódico del POB, El Pueblo, condujo una campaña violenta contra la Revolución de Octubre y las otras revoluciones en Europa. En diciembre de 1918, escribió que “un éxito de los espartaquistas en Alemania necesitaba una intervención de las tropas anglo-francesas”. En mayo de 1919, apoyó la intervención extranjera contra el poder soviético. Los nuevos socialistas Pero he ahí que aparecen “nuevos socialistas” que rescatan esta fábula de la basura de la historia. Defienden el reformismo de los “antiguos socialistas” contra los neoliberales de la social-democracia del tipo Schröder, Blair. En Alemania, Gregor Gysi, el dirigente del Partido “Die Linke” es uno de éstos. En agosto de 1999, publicó “12 tesis por una política del socialismo moderno”. Ahí habla de “la era social-demócrata” y su grandes conquistas: “el desarrollo de la productividad, la innovación y la elevación cultural de grandes estratos de la población en el curso de los últimos 50 años obtenidos, entre otros, gracias a la gran influencia de la social-demócrata” (Tesis 2). En una crítica mordaz de estas tesis, el historiador comunista alemán Kurt Gossweller revira: “El aumento de la productividad y la innovación no tienen nada que ver con la social-democracia. A lo largo de esta era llamada social-demócrata, los Estados Unidos estaban al frente de estas evoluciones”. “De hecho, si se toma como criterio la segunda mitad del siglo 20, la SPD (social-demócratas) estuvo en el gobierno sólo 16 años y dirigió el gobierno por 13 años. Durante 37 años, fue la CDU (cristiano-demócratas) quienes dirigieron el barco. La situación en los los otros países de Europa Occidental fue similar”. Gysi describe este periodo como “una larga fase de prosperidad, de empleo total, del desarrollo del poder de compra ligado al aumento de la productividad, de prestaciones sociales ligadas al desarrollo de ingresos del empleo, sin poder vencer, sin embargo, totalmente la pobreza. La participación de la población avanzaba: co-gestión en las empresas. Se crearon instituciones que defendían los intereses de los trabajadores y reemplazaban en parte el principio del capital por el de la participación social. Todo ellos gracias, primero, a los sindicatos, después a la social-democracia y a los movimientos socialistas, y finalmente, a la competencia con el socialismo del Estado”. Gossweller se sorprende de que Gysi mencione la presión de los países socialistas al final. “Es extraño: todas las instituciones a las que Gysi atribuye los progresos sociales existen aún. Lo que es más, la social-democracia dirigió el gobierno en los primeros años del siglo 21, no con la derecha, ¡sino con los verdes! Pero después de la fecha exacta del fin de la “competencia con el socialismo de Estado”, estas instituciones no han logrado realizar nada en beneficio de los trabajadores. No han podido incluso evitar el movimiento en un sentido contrario a aquel de la época de la competencia. No

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vemos más que un retroceso y esto se agravó bajo Schröder. No hablo incluso de la última conquista de la social-democracia: el regreso de Alemania como potencia que participa en guerras”. Y uno se sorprende con Gossweller del hecho de que Gysi, que admira tanto los logros de la antigua social-democracia, “no cante más alabanzas a reformas tales como la reforma agraria que dio la tierra de la RDA a aquellos que la trabajaban, o la colectivización de medios de producción por la expropiación de grandes bancos e industrias, el logro de la igualdad de derechos de las mujeres, la generalización de la enseñanza, de los cuidados a la salud gratuitos, del derecho al trabajo. Estos son logros que ningún partido social-demócrata realizó. Existían en la República Democrática Alemana (RDA). Para los nuevos socialistas a la Gysi, únicamente la social-democracia tiene derecho al respeto. En cuanto a los logros realmente históricos de la RDA, hay que, según las palabras de Gysi en el Congreso de Berlín del PDS en enero de 1999 ”poner al día sin miramientos y de forma crítica los rendimientos que han existido en la RDA.” ¿Qué podemos concluir? Los nuevos socialistas no aprecian ni defienden más que las reformas que no tocan al capitalismo. Aquellas que ejecutan los fundamentos del capitalismo no son dignos más que de críticas “sin miramientos””. El legado de la Revolución de Octubre No, la liquidación de los Estados socialistas no fue un “avance a la libertad”, ¡fue un proceso contra-revolucionario que se dió en razón de los logros sociales y humanos de los pueblos del Este! Actualmente. El debate entre los que se reivindican en la herencia de la Revolución de Octubre y los seguidores de una nueva variante de la social-democracia es el orden del día. En la clase obrera, la social-democracia tradicional es cada vez más discreta. Algunos quieren tomar su lugar al hablar de un “socialismo moderno”, donde no será necesario socializar los medios de producción. Prometen, sin querer tocar las bases económicas del sistema, “una alternativa progresista”, “la paz”, “la justicia social”, “un desarrollo durable” que todos nosotros deseamos de nuestros votos. La crisis múltiple en la cual se encuentra el capitalismo ofrece sin embargo oportunidades y posibilidades para poner de nuevo al socialismo en el centro del debate político. Es lo que debe admitir Joseph Stiglitz quien renunció, en su tiempo, de su puesto de economista en jefe del Banco Mundial: “El combate por las ideas para saber qué sistema económico es el mejor para la gente es una herencia de la crisis actual. En ninguna parte, este combate es más acalorado que en el tercer mundo, en Asia, América Latina y África, donde vive el 80% de la humanidad. Ahí, la lucha de ideas entre el capitalismo y el socialismo causa furia. (...) Después de la caída del muro, los países comunistas de Europa del Este reemplazaron a Karl Marx por Milton Friedman. La nueva religión no les ha aportado ninguna salvación. Muchos países pueden llegar a la conclusión de que no solamente el capitalismo de libertad a la americana se ha liquidado por un fracaso, sino también que el concepto mismo de la economía de mercado no funciona”. Siendo los tiempos de la crisis más feroz de los últimos 70 años, hay que decirlo claramente: la economía de mercado, el capitalismo, no funciona. No se puede crear una versión sin crisis, sin desempleo, sin guerras. Sólo se puede reemplazar a través de una revolución socialista, el socialismo de los grandes medios de producción, el poder político de los trabajadores, la democracia para la gran mayoría. El siglo 20 habrá sido el siglo de la repetición general de la revolución socialista mundial. La experiencia tanto positiva como negativa permite a todas las fuerzas

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anticapitalistas tener una mejor compresión de la justicia histórica a principios de la Revolución de Octubre. En efecto, en el transcurso de la primera mitad del siglo 20, la fidelidad a los principios marxistas-leninistas ha aportado victorias a las fuerzas revolucionarias en el mundo entero; en el curso de la segunda mitad de ese siglo, su liquidación progresiva por el revisionismo ha provocado desafíos azotadores a nivel mundial. Herwig Lerouge, redactor en jefe de Estudios Marxistas y miembro del Consejo Nacional del Partido de Trabajo de Bélgica. Études marxistes no 67-68, Kurt Gossweiler, Hitler : L’irrésistible ascension ? chapitre 5, « Origines et variantes du fascisme », Ediciones Aden, Bruxelles, 2006. 2 J. Bartier, La politique intérieure belge (1914-1940), Bruxelles, 1953, t. 4, p. 47. Citado en Claude Renard, Octobre 1917 et le mouvement ouvrier belge, 1967, Ediciones de la Fondation Jacquemotte, Bruxelles, p. 63. 3 Le mouvement syndical belge, no 5 del 25 mayo 1936. 4 Idem, no 10 del 20 octubre 1934. 5 Trends, 14 octubre 1993, p. 172. 6 Georges de Lovinfosse, Au service de Leurs Majestés : Histoire secrète des Belges à Londres, Byblos, 1974, p. 186-187 et 196. 7 Peter Franssen et Ludo Martens, L’argent du PSC-CVP, Ediciones EPO, p. 29-30. 8 Herman Deleeck, De architectuur van de welvaartstaat, ACCO, 2001, p. 2. Citado en Carl Cauwenbergh, « La sécurité sociale n’est pas une conquête de la social-démocratie », Études marxistes no 27, 1995, p. 15. 9 Projet de convention de solidarité sociale, 28 abril 1944. 10 Financieel Economische Tijd, 19 octobre 1993. 11 US Department of Commerce, Long Term Economic Growth, Statistical Abstract of the United States 1971. Elemente einer materialistischen Staatstheorie, Frankfurt 1973. 12 http://www.prignitzer.de/nachrichten/mecklenburg-vorpommern/artikeldetail/article/111/der-anfang-vom-ende-der-ddr.html. 13 http://www.wer-weiss-was.de/theme75/article3238793.html. 14 De Morgen, 4 septembre 1993. Citado en Carl Cauwenbergh, « La sécurité sociale n’est pas une conquête de la social-démocratie », Études marxistes no 27, 1995, p. 17. 15 Datos de las ediciones 2003 y 2006 de los Reportes de Desarrollo Humano de Naciones Unidas . 16 J. V. Staline, Intervención en el 7e Pleno aumentado del Comité ejecutivo de la Internacional comunista, otoño de 1926. 17 Émile Vandervelde, La Belgique envahie et le socialisme international, Berger-Levrault, Paris 1917. 18 http://www.glasnost.de/pol/gysiblair.html, août 1999. 19 Kurt Gossweiler, « Der “Moderne Sozialismus” — Gedanken zu 12 Thesen Gysis und Seiner Denkwerkstatt », http://www.kurt-gossweiler.de/artikel/gysi12t.pdf. 20 http://www.ihavenet.com/economy/Stiglitz-Will-Capitalism-Survive-The-Wall-Street-Apocalypse.html, cité dans « La crise, les restrictions et les germes du changement », Resolución del Consejo Nacional del PTB, 15 marzo 2010, http://www.ptb.be/fileadmin/users/nationaal/download/2010/03/crise.pdf.

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La importancia del estudio crítico de la construcción del socialismo en el siglo XX para el fortalecimiento del movimiento obrero, para el contraataque eficaz Aleka Papariga Cuando dimos a la publicidad el tema del 18º Congreso, en que aparte del informe previsto se discutió un asunto especial sobre las conclusiones de la construcción socialista, algunos amigos del partido se preguntaron si fue apropiado, en las condiciones actuales con la apariencia de los primeros signos de la crisis económica capitalista, que el partido tratase un asunto tan importante que quizás, según su opinión, no hubiese la primera línea de la actualidad. No es necesario recordarles la reacción de la prensa burguesa, los comentarios irónicos y cáusticos de periodistas conocidos que les molestó el hecho que nos ocupáramos de este asunto, aunque sabían de antemano porque tomamos esta decisión. La reacción de su parte era totalmente justificada. Tienen un instinto fuerte y perciben cualquier cosa que puede dar fuerza y dinámica al movimiento revolucionario. Nosotros, desde el primer momento que nos dimos cuenta que el famoso rumbo de la perestroika no fue más que el inicio de la contrarrevolución y la derrota temporal del sistema socialista, entendimos que deberíamos ocuparnos de la gran tarea de dar respuestas a las preguntas razonables que surgieron tanto a nosotros como a todas las personas progresistas sobre lo sucedido, puesto que no estábamos preparados para este acontecimiento trágico. No lo habíamos previsto y desgraciadamente no teníamos los reflejos necesarios para reaccionar ni siquiera poco antes de que se arriara la bandera roja del Kremlin. Dado que nuestro partido no estaba en poder, no teníamos ninguna responsabilidad directa en la construcción socialista. Pero fue cierto considerarnos como parte del problema. Sin embargo, la tormenta de la contrarrevolución impactó todos los partidos comunistas, creó una crisis interna, llevó algunos a la escisión o a la mutación total, y a otros les provocó confusiones o incluso cuestiones existenciales. El KKE desde el primer período que se iba determinando el futuro del socialismo en la Unión Soviética, es decir desde 1989 hasta 1991, entró en una profunda crisis ideológica, política y organizativa que dio lugar a la escisión con el abandono de una parte significativa de los miembros del Comité Central dirigidos por el entonces Secretario General del CC. De hecho, ellos estaban promoviendo la condena del movimiento revolucionario y del curso de la construcción socialista, intentaban transformar el Partido en un partido izquierdista oportunista difundido en una alianza de izquierdas que apoyara ciertas reformas limitadas en la gestión del sistema. La crisis reveló la existencia de una fuerte corriente oportunista de derecha en la dirección del partido que fue aprobada por el sistema político burgués. La crisis de la que sufrió el KKE no era solamente importada. Nunca la atribuimos únicamente al triunfo de la contrarrevolución y a su impacto interno. Los acontecimientos internacionales la revelaron antes, pero lo más importante es que definieron la magnitud de las pérdidas en el sentido de que la amargura del retroceso repentino dificultó a miles de comunistas de ver desde el primer momento el carácter de la crisis del partido que la llevaba a mucha gente a la desmovilización. Nosotros, los miembros del CC que participamos en la confrontación de la crisis o que nos dimos cuenta más tarde, no debemos olvidar que hicimos nuestro deber en la base de nuestros estatutos que establecen el centralismo democrático que garantiza objetivamente los términos de la democracia dentro del partido para que se desarrolle el diálogo y el debate, para que todos traten de ello creando así una verdadera mayoría. Cuando las deficiencias en la dirección del partido abarcan asuntos de estrategia, literalmente de existencia del Partido, en aquel momento el órgano de

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dirección no puede ofrecer soluciones, se esconde detrás del problema mientras ello existe y es realmente una dinamita. La escisión es inevitable en tales circunstancias. No es en generalmente y abstractamente un acontecimiento trágico. Finalmente dirige a la expulsión del partido revolucionario de las fuerzas y de los cuadros que han elegido la vía del consenso, que han elegido tomar acción conforme con las reglas del sistema político burgués. En tales casos la escisión da lugar a la consolidación cuando todas las opciones posibles se han agotado y no existe otro camino. Si hubiéramos actuado así pronto, si no existiera el injustificado (subrayamos que nos referimos a las condiciones concretas internacionales e internas) temor de escisión entonces seguramente bastantes miembros y algunos cuadros del partido no perderían su camino en un período tan crucial para el movimiento popular en general. Una vez más el oportunismo de derechas aparece como fuerza de contrarrevolución en condiciones de socialismo, como fuerza de división del movimiento comunista revolucionario. Si no te lo haces frente a tiempo, si lo desprecias tiene la fuerza de infligir un golpe devastador y hacer retroceder al movimiento comunista décadas atrás. Los años 1989-1991 fue uno de los períodos más duros que sufrió nuestro partido incluso en comparación con el período de ilegalidad o de derrota en la guerra civil de 1946-1949. Entonces hubo el ascendiente movimiento comunista, se había formado el sistema socialista en Europa, se había mejorado a nivel global la correlación de fuerzas internacional. Por lo tanto, la dificultad, la derrota en un país, no fueron suficientes para causar confusión y decepción profunda. En fin, el KKE encontró su camino a tiempo, mutatis mutandis, consiguió superar la crisis, ponerse a pie y mantener, incluso en aquel período, su prestigio e influencia al pueblo en un momento en que todos los “signos” estaban en contra de nosotros. El enemigo de clase empleando varias formas y mecanismos acogió a los cuadros del partido que lo habían abandonado, les asistió sistemáticamente y al mismo tiempo lanzó abiertamente su anticomunismo contra el KKE con todos los medios que disponía, ideológicos, políticos y con viles calumnias. El curso que siguieron los partidos comunistas hermanos que no trataron abiertamente el problema de la crisis, no les salvó de aventuras en el futuro. Algunos de ellos prefirieron dejar al lado el problema de la victoria de la contrarrevolución bajo el temor de una posible o cierta escisión, y promovieron la lucha diaria para los problemas inmediatos y vitales, sin renovación del programa después de los grandes cambios negativos que se habían producido. Independientemente de su voluntad, independientemente de intenciones (es cierto que en algunos casos las intenciones no han sido nada inocentes) tenían y siguen teniendo dificultades ya que están expuestos a contradicciones serias e insuperables. Sin un curso orientado hacia el socialismo no es posible que los partidos comunistas hagan frente a los asuntos inmediatos y mucho menos a los asuntos a medio plazo. Será un viaje sin perspectiva que, en última instancia, llevará a la integración y a la dificultad de tratar los problemas cotidianos. Hoy en día, 20 años después de la escisión, en condiciones de derrota mundial del movimiento revolucionario (temporal pero profunda con consecuencias a largo plazo) el KKE se ha consolidado a nivel ideológico, político y organizativo. Su influencia política va aumentando, desempeña un papel importante en la lucha de clases en nuestro país, mientras hace esfuerzos de reagrupar el movimiento comunista internacional. Al contrario, la organización política del oportunismo, a pesar del apoyo que tenía, no consiguió aumentar su influencia política. Está experimentando conflictos internos sobre la táctica y está constantemente en busca de la “revitalización”. Se dirige sobre todo a sectores de funcionarios estatales de salarios altos y a intelectuales sobornados. No lo menospreciamos. Nuestra lucha incluye un frente ideológico y

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político permanente contra los puntos de vista oportunistas que en condiciones de imperialismo es posible que fortalezcan y envenenen el radicalismo emergente que muestra una tendencia dinámica en condiciones de crisis económica capitalista. El oportunismo, incluso sin tener forma organizativa, debido a su relación con la socialdemocracia, como rama de la ideología burguesa es siempre peligroso y corrosivo, y en tiempos de retroceso del movimiento y en períodos de contraataque. Es por eso que aun cuando las organizaciones criticadas por los partidos liberales y socialdemócratas, especialmente en períodos que se buscan aliados abiertos no encubiertos, sus posiciones son favorables entre ellos. Cuando frente a ellos existe un partido comunista revolucionario necesitan estos aliados para sus posiciones y como simpatizantes del partido, para crear obstáculos. Los oportunistas son siempre necesarios para el sistema. La antigua y reciente historia del movimiento en Grecia ofrecen abundantes ejemplos. Desde el primer momento de la restauración de la unidad ideológica y política en el KKE a finales de 1991, nos dimos cuenta que el fortalecimiento del partido y su impacto en los acontecimientos sociopolíticos sería imposible si no definiéramos las causas objetivas y sujetivas de la victoria de la contrarrevolución, si no sacáramos conclusiones. Hay que responder sobre todo a la clase obrera de nuestro país si fue correcto defender el socialismo, la Revolución de Octubre, la URSS. No olvidamos a los miles comunistas griegos que han sido asesinados y ejecutados porque no quisieron salvarse la vida firmando una declaración de condena del PCUS, de la URSS o contra Stalin. Por lo tanto, nos vimos obligados a asumir nuestra responsabilidad y responder a miles de preguntas de miembros del partido y de la KNE, amigos y simpatizantes, y gente bien intencionada. Siempre sentimos que somos parte integrante del movimiento comunista internacional y asumimos la parte de la responsabilidad que nos corresponde en cuanto a los aspectos positivos y negativos. Sabíamos lo difícil y esencial que es dar respuestas sobre un asunto de importancia mundial y mientras inicialmente no existía posibilidad de cooperación con los partidos comunistas de los antiguos países socialistas puesto que se habían autodisuelto o mutado. Así que hemos creado relaciones con nuevos partidos comunistas que se fundaron en esos países y con científicos marxistas. Hemos conseguido reunir una parte importante del material de los debates realizados en el Partido y en las instituciones científicas, de las diferentes opiniones sobre el curso de la construcción socialista, especialmente después de la II Guerra Mundial. Al mismo tiempo hemos relacionado este tema con las condiciones internacionales, la correlación de fuerzas internacional y con la situación que existía en el movimiento comunista internacional. Hoy, viendo las cosas con distancia temporal desde 1991 se entiende lo beneficioso y significativo que fue nuestra decisión. Desde el primer momento y después de nuestro congreso en que concretamos que no se trataba de derrumbe sino de victoria de la contrarrevolución que se realizó a través de la perestroika, y enfocando nuestro estudio no en el fin sino en el inicio de la victoria de la Revolución de Octubre. Fue realmente una decisión audaz puesto que se trataba de una grandísima tarea. Así que deberíamos investigar científicamente, no de manera superficial o emocional, todo el período de la construcción socialista y especialmente a nivel de relaciones de producción socialistas, a nivel de economía y no exclusivamente a nivel de superestructura política tal como hicieron varios partidos. Entendíamos que deberíamos examinar los acontecimientos a lo largo de la construcción socialista, dado que los fundadores del socialismo científico, del comunismo, no podían prever la trayectoria entera de la construcción y los nuevos asuntos que surgirían. La decisión de empezar a estudiar las fuentes, el conocimiento que la contrarrevolución no se provocó exclusivamente por razones exteriores sino que tenía raíces dentro de los países socialistas, fueron los elementos que nos impidieron rechazar el socialismo que

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conocimos. Desde el primer momento destacamos su superioridad, su grande, valiosa e insustituible contribución en los acontecimientos internacionales, en la lucha mundial de la clase obrera y de los pueblos. La investigación que realizamos confirmó y aumentó la contribución del socialismo y sobre todo en el país donde por primera vez se construyó, es decir la URSS. En 1995, después de haber tomado la opinión y las observaciones de los partidos comunistas con los que teníamos relaciones a nivel internacional, se realizó la Conferencia Panhelénica del Partido (antes se había realizado un debate entre todos los miembros del partido) en la que fue discutido y aprobado el documento con las primeras conclusiones acerca de las causas objetivas y subjetivas del triunfo de la contrarrevolución. Este documento dejaba incompletos asuntos de la economía socialista y de la superestructura. Sin embargo nos proporcionó con un material básico que nos permitió defender dinámicamente la teoría marxista-leninista, la teoría del socialismo científico. Destacamos críticamente los errores que se cometieron, el terreno en que se desarrollaron, el hecho que evaluaciones y decisiones incorrectas allanaron el camino para el desvío oportunista. El documento se basó sobre todo en el material de la construcción del socialismo en la Unión Soviética. Esto no significa que el estudio no abarca los demás países socialistas, sin embargo era prácticamente más fácil estudiar el primer país que tuvo experiencia de la construcción. La resolución de 1995 nos proporcionó con la tesis que el socialismo se construyó contra la opinión que en la Unión Soviética existía capitalismo de estado y burocracia obrera. Nos proporcionó con la tesis que la contrarrevolución empezó por los propios partidos en poder. Nos enteramos de que el XX Congreso, que revisó el Marxismo-Leninismo, y a continuación las reformas económicas posteriores de 1965, señalaron el giro hacia el fortalecimiento de las fuerzas de la contrarrevolución. Después de 1995 abrimos una nueva página en el estudio más profundo de la construcción socialista utilizando una bibliografía aún más amplia, con mayor cooperación con científicos comunistas de los países que habían construido el socialismo y con partidos comunistas, así como realizando seminarios y viajes organizados especiales y utilizando un material amplio que traducimos con la ayuda de científicos marxistas. El CC durante un relativamente largo período de tiempo elaboró un nuevo documento, más integrado que se ocupó de las relaciones socialistas de producción, el ámbito de la economía socialista, y en 2008 se utilizó como base de debate y fue discutido dos veces en las organizaciones del partido y de la KNE. Recogimos observaciones, preguntas así como diferentes reflexiones y en fin este texto fue el documento precongresal y un tema separado en el XVIII Congreso de nuestro partido que se realizó en febrero de 2009. El texto de las tesis había sido enviado a todos los partidos comunistas con los que tenemos relaciones, solicitándoles contribuir con sus observaciones y reflexiones. Fuimos conscientes de que un asunto tan importante que determina el carácter y la estrategia del partido no debería ser simplemente un documento aprobado por el CC sino por el Congreso. El diálogo que se realizó dentro del partido y la KNE abrió una nueva página en nuestra acción. Cambió en gran medida el ambiente dentro del partido y la KNE y

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ejerció influencia también a los jóvenes que se acercan al partido en condiciones de propaganda anticomunista fuerte. Los jóvenes, la gente que nació poco antes de perestroika o después del derrocamiento son los más vulnerables a la propaganda negra y anticientífica. El debate precongresal creó un ambiente de verdadera confianza en que el KKE está en posición de estudiar con decisión y determinación los grandes problemas, hacer su autocrítica y crítica más allá del nihilismo y de la persistente referencia a los errores, sin dejar al enemigo de clase, al oportunismo, que aproveche de esta crítica a expensas del movimiento. En los documentos del XVIII Congreso de nuestro partido se menciona que la polémica burguesa en contra del movimiento comunista que a menudo se realiza a través del elitismo intelectual, enfoca su ataque en el núcleo revolucionario del movimiento obrero, es decir, se opone a la necesidad de la revolución y de su producto político, la dictadura del proletariado que es el poder obrero revolucionario. En particular, se opone al producto de la primera victoriosa revolución, la Revolución de Octubre en Rusia luchando ferozmente cada fase en que la Revolución ponía de manifiesto y refutaba la acción contrarrevolucionaria, los obstáculos que ponía el oportunismo que, en última instancia, de manera directa o indirecta debilitaban la Revolución a nivel nacional y político. Actualmente, en los países capitalistas modernos, en las sociedades del capitalismo monopolista las condiciones materiales están en gran medida maduras para el socialismo-comunismo, es decir existe concentración de la producción y de la clase obrera. Es cierto que la desigualdad es un elemento importante para concretar las tareas estratégicas como p.ej. cuestiones de alianzas, predicción del eslabón que puede acelerar la agudización de las contradicciones. Sin embargo, la desigualdad no justifica un objetivo estratégico diferente, es decir un poder diferente del poder obrero, no justifica un poder intermedio entre el poder capitalista y el poder obrero. Es dado el carácter clasista del poder obrero por lo que lucha el Partido Comunista. Sin embargo va a seguir una política de alianzas y va a hacer maniobras para la concentración y preparación de fuerzas. El KKE expresa esta posición a través de su línea para la formación del Frente Antiimperialista, Antimonopolista, Democrático, la alianza de la clase obrera con los pequeños y medianos campesinos y los autónomos. Sin embargo, es importante que el propio Partido Comunista no confunda la línea de concentración de fuerzas con su objetivo estratégico, que no elimine su posición ideológica-política y estratégica, su entidad organizativa independiente a causa de su participación en formas de organización de la alianza. El KKE ha hecho ese tipo de errores en el pasado. Hemos traído conclusiones de manera colectiva que según nuestra opinión tienen importancia internacional. Desarrollo desigual significa desarrollo político y social desigual, significa que algún país o grupo de países, que bajo condiciones concretas puede que constituyan “el eslabón débil” en el sistema imperialista, que aparezcan precondiciones para la manifestación de situación revolucionaria relativamente más temprano. Esto es particularmente importante hoy en condiciones que se llevan a cabo procesos y reorganizaciones en el sistema imperialista y se están agudizando las contradicciones tanto dentro de los países como en el sistema imperialista internacional. Así, consideramos como deber nacional de cada Partido Comunista y de la clase obrera de cada país su contribución en la lucha de clases internacional, utilizando la crisis a escala nacional para la desestabilización-derrocamiento del poder burgués y la conquista del poder para la construcción socialista.

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En el Programa de nuestro partido que elaboramos en el 15º Congreso planteamos la posición que la inminente revolución en Grecia va a ser socialista. Independientemente del tamaño de un país, de la posición que ocupa en el sistema imperialista internacional, en qué continente está etc., consideramos que existen características comunes de la nueva sociedad, de las relaciones socialistas que forma el poder obrero revolucionario. No estamos de acuerdo con la percepción que existen “diferentes modelos” de socialismo y “especificidad nacional” que refuta las leyes que rigen el socialismo. La realidad de cada sociedad p.ej. el tamaño de la población campesina, el nivel de los medios de producción etc. no anulan las tendencias y los principios generales. Otro punto crítico es adquirir una percepción común en una cuestión fundamental. Si las nuevas relaciones socialistas pueden ser producto de reformas sin el conflicto profundo y el derrocamiento del poder burgués y de sus instituciones. Aunque este tema ha sido abordado tanto a nivel teórico como a nivel práctico, surge de nuevo y ejerce presión a Partidos Comunistas que a menudo declaran su fe en el Marxismo-Leninismo. Es un asunto fundamental de la estrategia del Movimiento Comunista. Consideramos que la acción de las masas trabajadoras y populares en el proceso revolucionario implica el conflicto con todas las instituciones del poder burgués hasta su derribo y la creación de los nuevos órganos revolucionarios del poder obrero. Esta es la única manera para quitar el poder político, el dominio de la burguesía, y aplastar la resistencia de la burguesía dado que nunca va a ceder el poder voluntariamente. El concepto de la revolución socialista no se limita solamente en el derrocamiento del poder burgués sino abarca todo el proceso de consolidación de las relaciones comunistas hasta la eliminación absoluta de las clases. Una de las conclusiones más importantes que sacamos es el reconocimiento del carácter de la sociedad socialista como forma incompleta de la sociedad comunista, como su primera fase. Nos enteramos de que aunque Marx, Engels y Lenin tuvieron una vista teórica del carácter del socialismo en la práctica se interpretó y sobre todo se identificó como una sociedad integrada independiente que su desarrollo llevaría al comunismo. Esta división arbitraria de la sociedad comunista, en socialista y comunista, independientemente de la intención fue la base para el fortalecimiento de percepciones oportunistas tanto a nivel de las relaciones socialistas de producción como a la superestructura. Socavó el carácter de la dictadura del proletariado y de la programación a nivel nacional. Socavó el carácter del Partido Comunista como la vanguardia ideológica y política revolucionaria de la clase obrera incluso durante la consolidación y el desarrollo de la nueva sociedad. Socavó el carácter de la planificación central y, en última instancia, condujo al debilitamiento de las relaciones socialistas de producción en vez de fortalecerlas. De ahí en adelante se explica el fortalecimiento de las fuerzas contrarrevolucionarias en la superestructura política también. Nosotros como partido, teniendo como base la teoría de Marxismo-Leninismo, consideramos que el socialismo es el comunismo inmaduro, la fase inferior de la sociedad comunista. Es el comunismo que nace de las entrañas del capitalismo y se ve obligado a utilizar la base económica que ha heredado. Sin embargo en el socialismo existen las leyes fundamentales que rigen la sociedad comunista: la socialización de los medios básicos de producción, la reproducción ampliada para la satisfacción de las necesidades sociales, la planificación central, el control obrero, incluso cierta distribución según las necesidades (p.ej. educación, salud etc.). Sin embargo, debido precisamente al carácter inmaduro del socialismo una parte del

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producto social (lo que tiene que se dirige al consumo individual) se distribuye en la base del principio a cada cual según su trabajo. Tomamos en cuenta el debate teorético que se realizó en la Unión Soviética y seguiremos estudiando este tema. Nosotros, como partido, consideramos que se trata de violación de las relacione socialistas la percepción y la política en la base de la ley de valor para la distribución del producto social. Es otra cosa la práctica temporal de ofrecer de manera selectiva un sueldo más alto para el trabajo cualificado y ejecutivo. La medida del trabajo en el socialismo es solamente el tiempo de trabajo que representa la contribución individual planificada para la producción del producto social total. Desde luego destacamos la necesidad de profundizar el estudio sobre los asuntos acerca de la política salarial seguida en la Unión Soviética y en los demás países de Europa Este y Central. El punto de partida para la construcción socialista es la socialización inmediata de los medios básicos de producción. Teniendo en cuenta las dimensiones actuales de la economía capitalista hablamos de los sectores estratégicos que el propio capitalismo ha concentrado en grandes sociedades por acciones y en grupos monopolistas. Hoy en día, hay gente que se refiere a la Nueva Política Económica (NEP) para justificar las amplias concesiones en cuanto a las relaciones capitalistas, tal como ocurrió en China donde ya han prevalecido, y como había ocurrido en la URSS en los últimos años de la década de 1980. Consideramos que la NEP constituía una especificidad particular para la Rusia Soviética después de la guerra civil y la intervención extranjera. Lenin no consideraba que la NEP tendría un carácter de medio plazo, sino que fue una necesidad para la transición del comunismo de guerra debido a la intervención imperialista y la guerra civil. La perspectiva de la abolición de la NEP en el futuro cercano fue clara para Lenin. Lo esencias es que de todo modo el poder revolucionario obrero tiene que planear y accionar en la dirección de la abolición de la relación de explotación entre el trabajo asalariado y el capital. Por lo tanto, consideramos que la coexistencia de relaciones comunistas y capitalistas durante mucho tiempo en el marco de la construcción socialista. La experiencia de la URSS demuestra que a corto plazo se planteó la cuestión quien a quien. La producción comunista – incluso en su etapa inmadura – es directamente producción social: la división del trabajo no se somete al intercambio, no se efectúa a través del mercado, y los productos del trabajo que se consumen individualmente no son mercancía. Las relaciones mercancía-dinero dejan de existir cuando ya no existen los elementos de la vieja sociedad que las reproducen. Esto no se puede realizar de manera espontánea sino conscientemente, a través de la política del poder obrero. Es decir, la dictadura del proletariado debe tener una política para la erradicación de los elementos de la vieja sociedad, una política de integración de todo trabajo individual en el trabajo directamente social. Reconocemos la existencia de relaciones mercancía-dinero en el intercambio entre productos de la producción socialista y productos de la cooperativa. Sin embargo, la dirección de la construcción socialista debe ser la erradicación de las relaciones mercancía-dinero y debe acompañarse por una política correspondiente. Es decir, debe ser acompañada por medidas que aceleren el proceso de la fusión de formas bajas de cooperativa en superiores, para el desarrollo y la madurez de las formas de cooperativa superiores–desde el punto de vista de condiciones previas materiales- para que pasen a la producción social directa.

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Se entiende que en países como Grecia donde siguen existiendo relativamente más amplios sectores de pequeños productores (p.ej en la producción agrícola) se plantea el asunto de consolidar una alianza con estos sectores en el proceso de la construcción socialista a través de cooperativas de producción subordinadas a la planificación central como forma de transición que pretende crear las condiciones previas materiales y subjetivas para la integración esencial de los autónomos en la producción social directa, para la plena socialización de los medios de producción. Defendemos el principio de la planificación central de la economía, de la producción, de la distribución de la mano de obra y del producto social y consideramos que hoy se debe estudiar en qué manera el Partido Comunista asegura en cada fase la utilización plena y a tiempo de los logros científicos-técnicos en la planificación central, para que exprese como producto del factor subjetivo las leyes socialistas y así funcionar efectivamente para las metas de la producción y distribución ampliada socialista. Desde este punto de vista consideramos que la decisión política que predominó después del XX Congreso del PCUS y especialmente después de 1965 para la utilización de los mecanismos y de las leyes del mercado supuestamente para corregir los errores y las deficiencias de la planificación central (p.ej. ganancias de empresas, introducción de autogestión de las empresas etc.) fue incorrecta y constituía una desviación reformista y oportunista. Consideramos que en el socialismo, al nivel del poder, corresponde la dictadura revolucionaria de la clase obrera que es una condición previa para la transformación de las relaciones sociales y, ante todo, de las relaciones de producción y de la superestructura. La dictadura del proletariado, a pesar de las calumnias de la propaganda burguesa y pequeño-burguesa, es el tipo de estado que saca de la marginalidad a las grandes masas proletarias en contradicción con el parlamentarismo burgués. Por supuesto tiene que ver con la capacidad del partido de afirmar en la práctica su papel de dirección revolucionaria para atraer masas obreras en los órganos del poder estatal que se consolidan en base productiva, en cada servicio social etc. En estos órganos, con la ayuda de las correspondientes organizaciones del partido, la clase obrera aprende a ejercer las tres funciones del poder: decidir, ejecutar y controlar. Un asunto especial del poder obrero revolucionario es lo de atraer a los sectores populares no proletarios o semi-proletarios a la perspectiva del socialismo. Esto significa que se planea la consolidación de órganos correspondientes p.ej. de los campesinos cooperativistas, los autónomos. Con la resolución del XVIII Congreso de nuestro partido sobre el socialismo pasamos a una fase de contraataque ideológico y político. El estudio de la construcción socialista enriqueció nuestra percepción del socialismo que habíamos elaborado en 1996 en el XV Congreso de nuestro partido. La resolución sobre el socialismo no nos permite solamente responder al oponente. Este es un lado, una de las metas. Teniendo más claro en la conciencia colectiva del partido qué es la construcción socialista, el modo de resolver los problemas de la socialización, de la estratificación, de la lucha de clases que se va agudizando, qué ocurre con las relaciones entre la mercancía y el dinero, con la planificación y la programación y con el control obrero, tenemos hoy la capacidad de conectar mejor la táctica con la estrategia, promocionar al pueblo nuestra alternativa relacionada con el problema del poder. Destacamos los logros del socialismo que, a pesar de los errores, las deficiencias y los obstáculos objetivos a causa de la correlación internacional, eran sin precedentes y no se podían comparar con los derechos de los trabajadores en el capitalismo. Así, no solamente refutamos la calumnia, pero también demostramos que existen

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posibilidades de resolver los problemas del pueblo y de los trabajadores, que existe solución y perspectiva. Damos un contenido esencial en la confrontación con la ideología burguesa, con el revisionismo, el reformismo y el oportunismo. El oportunismo internacional se ha reagrupado basándose en el triunfo de la contrarrevolución, en la desilusión y la confusión que se provocó. Incluso en Europa se ha formado el Partido de la Izquierda Europea mientras en otros continentes como en América hace esfuerzos para promover la percepción socialdemócrata sobre el socialismo y manipular los partidos y movimientos que comienzan a despertar. Creemos que en esta dirección funciona el esfuerzo para la formación de la llamada “Quinta Internacional” como centro de reproducción y difusión de percepciones utópicas y oportunistas como la del “Socialismo del siglo XXI”. Constituirá un instrumento de presión para que se abandone la identidad comunista. Sobre todo porque en ella las fuerzas que desempeñan un papel dirigente son fuerzas gubernamentales, fuerzas que han trabajado para la disolución de partidos comunistas, así como fuerzas socialdemócratas y trotskistas. Nosotros, los comunistas griegos, con grandes experiencias de 92 años de lucha incesante no olvidamos que la clase burguesa apoyó y sigue apoyando todo desvío ideológico y político de los principios y leyes que rigen el movimiento revolucionario, la teoría del socialismo científico. Su ataque está enfocado en asuntos de “democracia socialista” y se convierte en enemigo intolerante del período que se consolidó la base socialista de la Unión Soviética, cuando se determinó la victoria del socialismo. La resolución del XVIII Congreso indica que “examinamos los acontecimientos de forma crítica y autocrítica, para hacer el KKE, como parte del movimiento comunista internacional, más fuerte en la lucha por el derrocamiento del capitalismo, por la construcción del socialismo. Estudiamos y juzgamos el rumbo de la construcción socialista de manera autocrítica, es decir, con plena conciencia de que nuestras debilidades, deficiencias teóricas y análisis erróneos también constituían parte del problema. Continuamos realizando análisis y conclusiones adicionales para el enriquecimiento de nuestra percepción programática del socialismo armados con un espíritu colectivo, siendo conscientes de las dificultades y deficiencias y con determinación clasista. Somos conscientes de que los futuros estudios históricos realizados por nuestro partido y por el movimiento comunista a nivel internacional, sin duda iluminarán aún más los temas relativos a la experiencia de la Unión Soviética y del resto de países socialistas. Está más allá de toda duda que aparecerán asuntos que exijan una mejora y profundización de algunas de nuestras afirmaciones. Sin embargo, el desarrollo de la teoría del socialismo-comunismo es una necesidad, un proceso vivo, un desafío para nuestro partido y para el movimiento comunista internacional, hoy y en el futuro.” «Por la verdad histórica y reflexión verdadera de acontecimientos de la época» Sobre la lucha de los comunistas de Letonia contra la dictadura fascista de K. Ulmanis. En la historia de la Letonia burguesa de los años anteriores a la guerra, pueden destacarse dos períodos notablemente diferentes: el período de la república burguesa parlamentaria y los siguentes años de la dictadura fascista. Estos períodos se separan por una fecha que, hasta el momento, no ha sido valorada uniformemente por la sociedad letona – el 15 de mayo de 1934. Sin embargo, permanece el hecho histórico de la noche del 15 al 16 de mayo de 1934, cuando, del scenario de la vida política de la Letonia burguesa, desaparecieron el

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parlamento (Saeima), las entidades elegidas del poder local y todos los partidos políticos, y la política del interior y exterior del estado pasó a ser eterminada unipersonalmente por el “caudillo” y “dueño de la tierra”, como lo habían denominadao con lisonja en su círculo cercano, el “ministro presidente” y ministro de asuntos exteriores de la República de Letonia, Kārlis Ulmanis. Pero este no había mantenido por largo tiempo solamente el título de jefe de gobierno. El 12 de marzo de 1936, basándose sobre una resolución absolutamente inconstitucional del gabinete de ministros adoptada posterior al término de los poderes del presidente del estado, Alberts Kviesis, Ulmanis también usurpó dicha posición. El gobierno de Kārlis Ulmanis comenzó su actividad con detenciones en masa de los comunistas que habían advertido reiteradamente sobre la posibilidad de un golpe fascista. En el llamado ilegal editado por el Partido Comunista, en abril de 1934, dedicado a la celebración del 1ro de Mayo, se afirmaba: “En Letonia, se ha creado el gobierno de Ulmanis. Es un gobierno del fascismo, de la guerra y traición del pueblo. La burguesía ha echado a este personaje, en la balanza de las pesas, para que el mismo salve a los fabricantes y grandes propietarios, maltratando a los obreros, campesinos trabajadores y desempleados de Letonia”. De todos los partidos prohibidos después del golpe fascista, tan solo una parte de los militantes del partido social demócrata, al comprender la necesidad de rechazar la ideología reformista, continuó la actividad política, al fundar el Partido ilegal Socialista Obrero Campesino de Letonia. En noviembre de 1934, el Partido Comunista concluyó con dicho partido un acuerdo de creación del frente unido antifascista, y, en 1936, consiguió unir la unión de jóvenes comunistas y la juventud socialista, en la Unión de la juventud trabajadora de Letonia. De esta manera, se superó considerablemente la división de la clase obrera de Letonia. Las fuerzas antifascistas se consolidaban, el frente popular antifascista se formaba alrededor de los comunistas. La represión y el terror de la dictadura fascista, el decaimiento económico que aumentaba bruscamente con el comienzo de la segunda guerra mundial, los cierres de empresas y el crecimiento del paro, el desplazamiento forzado de habitantes de pueblos y ciudades para trabajar en el campo avivaron las llamas de la lucha revolucionaria. A finales de la primavera del año 1940, en Letonia, la situación revolucionaria se había madurado por completo, y el Partido Comunista hacía todo lo posible para transformarla en una revolución socialista. 2. Sobre los acontecimientos de los años 1939 – 1940, antecedentes de la incorporación de Letonia en la URSS. La victoria del poder Soviético, en Letonia, en verano de 1940, fue un resumen legítimo que terminó la lucha revolucionaria del proletariado letón que venía desarrollándose por casi medio siglo. Con la revolución socialista de 1940, en la historia de Letonia, concluyó el período de lucha revolucionaria y comenzó la construcción socialista que tuvo lugar en una familia de hermanos pueblos Soviéticos. Es con el año 1940 que comparamos los logros económicos, sociales y culturales de la Letonia Soviética. Sin embargo, los acontecimientos del año 1940 han sido, desde hace ya 70 años, objeto de una aguda lucha ideológica. Las fuerzas imperialistas siguen avivando la llamada “Cuestión del Báltico”, insisten en tratar de poner en duda la legalidad del restablecimiento del poder Soviético, los acontecimientos del verano de 1940 se presentan como una “ocupación de Letonia” y una “inclusión” forzada de la misma en la Unión Soviética.

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Los historiadores de Letonia del período Soviético ya habían realizado un gran trabajo de estudio de dichos acontecimientos para recobrar la verdad histórica. Sin embargo, la insistencia y el carácter sofisticado de la propaganda enemiga hacen necesario que estos esfuerzos continúen. Hablando sobre los acontecimientos de 1940, en Letonia, es justo recordar las palabras de V. Lenin pronunciadas en el año 1918, durante la Conferencia Provincial de Comités de fábricas de Moscú: “Las revoluciones no se hacen por encargo, no se adjudican a un momento u otro, sino se maduran en el proceso de desarrollo histórico y se estallan en el momento determinado por el conjunto de toda una serie de causas internas y externas” (V. Lenin. Obras Completas, t.36, p.531). La situación revolucionaria, en Letonia, surgió en septiembre de 1939 junto con el comienzo de la Segunda guerra mundial que creó fenómenos completamente nuevos, en la vida económica de Letonia. La economía se encontraba en una total dependencia de las grandes potencias capitalistas de Europa. El intercambio comercial tan solo con Inglaterra y Alemania (que resultaron estar en un estado de guerra entre ambas) era un 70% del total general. También hay que notar que el 90% del comercio exterior de Letonia se realizaba por la vía marítima. La crisis de las navieras causó una crisis de materia prima y carburantes, las cuales, a su vez, asestaron un golpe demoledor a la industria de Letonia. En junio de 1940, ya cada quinto obrero de Letonia no tenía trabajo. A finales de 1939 – comienzos de 1940, el régimen de Ulmanis también sufría una profunda crisis interna. Por fuera, ello se revelaba en forma de una lucha por restablecer la constitución, o sea por regresar al régimen parlamentario. Ulmanis no quería ni oír de eso. Pero no menos importante que la situación interna del país fueron los factores de política exterior y la situación internacional, en vísperas de la revolución socialista en Letonia. Los mismos influyeron considerablemente en la vida interna de Letonia, las inclinaciones de los habitantes etc.. Letonia tuvo que contar con la posibilidad de una invasión hitleriana. Únicamente el Pacto Soviético-Letón de ayuda mutua firmado en Moscú el5 de octubre de 1939 eliminó esta tensión. Según el pacto, Letonia ofrecía a la Unión Soviética el derecho a crear bases navales, en Liepāja y Ventspils, así como varios aeródromos, en Kurzeme. Las bases militares Soviéticas estaban orientadas contra la Alemania de Hitler y defendían la seguridad, tanto la de la URSS, como la de Letonia. Ambas partes del acuerdo se obligaban no incorporarse en ningún tipo de uniones, ni participar en coaliciones dirigidas contra una de las partes. El 18 de octubre de 1939, se firmó el Convenio comercial Soviético-Letón, que se proponía triplicar el intercambio comercial entre ambos estados. Pero, al concluir el convenio con la URSS y verbalmente apoyándolo en todo momento, la panda fascista de Ulmanis, a partir de los primeros días posteriores a la firma del convenio, comenzó a sabotearlo y a preparar el país y el ejército ...para una guerra contra la URSS. El gobierno de Ulmanis, a espaldas de la URSS, intensificó los contactos militares con Estonia y Lituania, efectuaba una reforzada ideologización del ejército, policía etc.. La jefatura del ejército de Letonia elaboró el plan de guerra contra la Unión Soviética (la llamada “proposición de movilización No.5”). Estos planes fueron revelados parcialmente por el mismo Ulmanis, hablando por la radio el 10 de febrero de 1940. Los traslados y lugares de paradas de las unidades militares Soviéticas, los aeródromos, los buques de guerra, a partir del momento de aparición en Letonia, se encontraban bajo una minuciosa observación. Cerca de las guarniciones Soviéticas, en Liepāja y Ventspils, se desarrollaron actividades intensas de los servicios de

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inteligencia ingleses, alemanes y japoneses. El gobierno de la URSS fue bien informado sobre estos planes antisoviéticos. El 16 de junio de 1940, el gobierno Soviético entregó al embajador de Letonia en Moscú, Fricis Kociņš, una nota, en la cual se señalaban las infracciones del pacto de ayuda mutua cometidas, y se presentaba una demanda de establecer un gobierno que cumpliera honestamente las condiciones del pacto. El gobierno de Letonia, el 16 de junio de 1940, decidió aceptar la nota soviética. Al final de la reunión, 6 ministros (los demás se encontraban en Daugavpils, en la fiesta de la canción de Latgale) presentaron su dimisión. Al día siguiente, el 17 de junio de 1940, el gobierno de Ulmanis dimitió en su totalidad. El 17 de junio de 1940, unidades del Ejército Rojo, desde el sur (del lado de Lituania) y el este entraron en el territorio de Letonia. Entraron como un factor de paz y seguridad, sin un tiro disparado, y ningún brazo se levantó en contra los combatientes del Ejército Rojo. El Ejército Rojo no se entrometía en los asuntos internos, no obstante su presencia sin duda tuvo influencia en los acontecimientos ulteriores. La burguesía de Letonia no se atrevía a desplegar el terror sangriento en contra del movimiento obrero de Letonia, a aplastar las fuerzas revolucionarias. Los días 17 – 20 de junio de 1940, fueron días de agonía del régimen de Ulmanis, cuando la clase obrera de Letonia se levantó para derrocar la dictadura fascista. Las manifestaciones organizadas por los comunistas de Letonia tuvieron lugar en muchos sitios, el régimen de Ulmanis comenzó a derrumbarse. En estas circunstancias, Ulmanis, el 20 de junio, declaró que estaba creado un nuevo gobierno dirigido por Аugusts Kirhenšteins. En su composición, no habían comunistas de Letonia. La mayoría de los mismos estaba en las cárceles. Al concluir acuerdos y convenios con las autoridades de Letonia, la parte Soviética no exigía liberar activistas del Partido Comunista ni su participación obligatoria en el nuevo gobierno. Al mismo tiempo, la dirección política del gobierno se realizaba por el Partido Comunista de Letonia. Las demandas del PCL, transmitidas al nuevo gobierno de Letonia, durante la manifestación del 21 de junio de 1940, fueron el programa de acción del gobierno. En las condiciones específicas del verano de 1940, el Gobierno Popular de Letonia materializó las tareas de la dictadura del proletariado. La revolución socialista del año 1940, en Letonia, siendo parte inseparable del proceso revolucionario de la Gran Revolución Socialista de Octubre, tenía también sus particularidades. En primer lugar, fue una revolución socialista pacífica, que venció sin una guerra civil, sin resistencia activa por parte de la burguesía. En la historia de Europa, es un fenómeno extremadamente raro, hasta único. En segundo lugar, dicha revolución, teniendo un carácter socialista, simultáneamente fue también una revolución antifascista, ya que resultó derrocando una dictadura fascista y se tomaron muchas medidas para liquidar los institutos del régimen anterior y destruir el viejo aparato estatal. Es por eso que en las primeras etapas de la revolución se realizaron actividades de carácter democrático. Como uno de los acontecimientos centrales de la revolución de 1940 deben considerarse las elecciones de la Saeima Popular de Letonia, ocurridas los 14 y 15 de julio de 1940. En las elecciones, participaron 1 181 323 electores, desde la edad de 21

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años (94,8%), y por los candidatos del Bloque del Pueblo Trabajador de Letonia se entregaron 1 155 807 votos, o 97,8%. 25 516 votaron en contra. ¿Fueron libres estas elecciones? A esto hay que contestar afirmativamente, ya que nadie obligaba a los electores a acudir a las urnas de sufragio, más aún que no había semejante aparato que pudiera hacerlo. No habían listados de los electores, se podía votar en cualquier colegio electoral y en cualquier distrito electoral, imprimiendo una nota de participación en las elecciones, en el pasaporte. ¿Son verídicos los resultados de las elecciones? Sí, se lo puede comprobar en la documentación de todos los colegios y subcolegios electorales que se conservan en los archivos. Sin embargo, la pura documentación no es capaz de reflejar los resultados verdaderos. En los colegios y subcolegios electorales, los votos fueron calculados no solamente por los comunistas y personas simpatizantes, pero también lo hicieron funcionarios del antiguo aparto estatal y representantes de los círculos burgueses. Y se calcularon por centenares. ¿Dónde están las revelaciones de la “falsificación de las elecciones” que podrían hacer estas personas? No existen. En los años 1940 – 1941, en la RSS de Letonia, se realizaron cambios socioeconómicos profundos en todos los ámbitos de la vida, comenzó la época de la construcción socialista. Este proceso pacífico fue interrumpido por el ataque de la Alemania hitleriana a nuestro país, el 22 de junio de 1941. Маniobras de agentes hitlerianos en Letonia antes del año 1940. Sobre el régimen de ocupación, en el territorio de Letonia, y el apoyo del mismo por los colaboracionistas locales. Ya en el período de preparación para la guerra contra la Unión Soviética, la inteligencia de la Alemania fascista ampliamente utilizó a nacionalistas burgueses letones con fines de espionaje. Se crearon especialmente propicias condiciones para ello, por más sorprendente que sea, debido al carácter rápido y sin derramamientos de sangre de la revolución socialista en Letonia. El poder Soviético demostró ser magnánimo en su actitud con el enemigo derrotado. Por ello, no habían detenciones de los dueños del poder, ni tampoco juicios de tribunales contra ellos. Por más que muchos obreros en reiteradas ocasiones manifestaron su descontento por semejante perdón general, una especie de amnistía general para los dirigentes de la dictadura fascista y sus secuaces. Solamente cuando la burguesía comenzó a crear su propia clandestinidad, uniendo fuerzas para una lucha armada, el Poder Soviético no tuvo otra opción que no sea hacer responder a los contrarrevolucionarios. Casi todos los grupos clandestinos nacionalistas burgueses, que habían comenzado a surgir en el invierno del año 1940/41 reuniendo en sus filas principalmente a antiguos aizsargi, policías, parte de la oficialidad del ejército burgués, campesinos ricos y antiguos funcionarios del aparato estatal de Ulmanis, estaban relacionados con los órganos de inteligencia hitlerianos directa o indirectamente. La clandestinidad antisoviética de Letonia desesperadamente buscó (y encontró) lazos con los servicios de inteligencia del “Tercer Reich”, recolectando datos secretos para ellos. De esta manera, agrupaciones extremistas de la burguesía letona poco a poco comenzaron a transformarse en un aparato auxiliar de los servicios especiales de la Alemania hitleriana, en su “Quinta Columna”. Y eso era ya un peligro extraordinario para el Estado Soviético, para la seguridad de sus fronteras. En estas circunstancias ninguna autoridad no estuviera sentada con los brazos cruzados. Tampoco el Poder Soviético se mantuvo en el papel de un observador pasivo. En total, antes del comienzo de la guerra, se logró eliminar cuatro centros

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residentes de la inteligencia alemana estrechamente ligados con organizaciones y grupos anticomunistas locales. En estas extraordinarias circunstancias, el Gobierno Soviético se decidió a emprender medidas extraordinarias. El 14 de junio de 1941, a regiones alejadas de la URSS fueron trasladadas 5520 familias de los ciudadanos de la RSS de Letonia – en total, 9926 personas. Simultáneamente fueron detenidas 455 personas. En total general, esta acción asimismo tocó a 14 476 personas. Fue una medida forzada, provocada antes que todo por la necesidad de garantizar la capacidad defensiva de Letonia y de toda la URSS, medida que no es exclusiva en la práctica internacional. Más tarde, en los años de ocupación, también los servicios especiales de la Alemania hitleriana tuvieron que reconocerlo. Así, en el resumen de la policía de seguridad y SD de Letonia, compuesto en diciembre de 1942, se señala que el aislamiento (detención y traslado) de alrededor de 5000 personas relacionadas con los agentes alemanes, causó grandes estragos a la clandestinidad nacionalista burguesa. La guerra llegó al territorio de Letonia a las 4 de la mañana del 22 de junio de 1941, cuando el grupo de ejércitos “Nord” y los buques de la marina de guerra alemana asestaron los golpes en tierra y desde el aire. El primer golpe fue dirigido contra Liepāja – base de la Flota de la Bandera Roja del Báltico. Por la mañana del 29 de junio, comenzaron los combates por Riga. No obstante le heroica resistencia a la ofensiva masiva de los hitlerianos, a la vista del peligro real de un cerco los defensores de la ciudad se vieron obligados a abandonar la capital de Letonia. El gobierno de la república y el CC del PC(b)L, al evacuarse el 27 de junio de Riga, renovaron su trabajo en Valka. Pero, ya en la noche del 4 al 5 de julio, de acuerdo con la orden de la jefatura del Frente Noroeste, las tropas Soviéticas, así como los órganos dirigentes de la RSS de Letonia abandonaron Valka. El territorio de la república se encontraba en el poder de los ocupantes fascistas alemanes. Para apoyar el régimen de ocupación, en Letonia, la jefatura alemana creó los órganos especiales del poder local. En su composición, se incorporaron antiguos funcionarios estatales, una serie de personalidades sociales que expresaban los intereses de la burguesía nacional. Los partidarios del régimen de ocupación, junto con los fascistas, activamente participaron en la represión masiva contra los habitantes pacíficos. Durante los años de ocupación hitleriana, en general, en el territorio de Letonia, fueron asesinados cerca de 150 mil de habitantes pacíficos, incluyendo a más de 75 mil judíos. Alrededor de 50 mil personas fueron apresados en los cárceles y campos de concentración, más de 280 mil – fueron trasladados a los trabajos forzados en Alemania o emigraron. En total, durante los años de la guerra, la población de Letonia disminuyó por casi 450 mil personas. En febrero de 1943, Hitler expidió la orden para formar la Legión de voluntarios Letones en el marco de la formación de tropas Alemanas Waffen SS. Las subunidades de dicha Legión no solo participaron en los combates contra el Ejército Rojo, sino también lo hicieron en las expediciones punitivas contra la población pacífica, en los territorios ocupados por las tropas fascistas. La guerra demostró que la sociedad de Letonia todavía no había logrado la unidad de opiniones acerca de la perspectiva de desarrollo de la república, que había todavía partidarios del regreso al pasado burgués, incluyendo los partidarios de la resistencia

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armada que continuó hasta la mitad de los años 50. Al mismo tiempo, la práctica de la vida real comprobaba que la mayoría de la población de Letonia había hecho una elección a favor del socialismo. 4. Sobre el movimiento partisano en Letonia y acciones de combate de las unidades letonas del Ejército Rojo, en el curso de la liberación de la república. La lucha clandestina de los soviéticos, en la retaguardia de los invasores fascistas alemanes es una viva página del archivo histórico de la Gran Guerra Patria. La iluminación de la historia del movimiento clandestino antifascista en el territorio temporalmente ocupado de la RSS de Letonia, la cual, solamente un año antes del comienzo de la guerra, iniciaba el camino del desarrollo socialista en composición de la URSS, tiene un significado importante porque el movimiento partisano en Letonia, por las condiciones sociopolíticas específicas se hizo masivo solamente al final de 1943 – comienzo de 1944. Durante los primeros dos años y medio de la ocupación hitleriana, o sea a partir de julio de 1941 y hasta el comienzo de 1944, los ánimos de la masa básica de los trabajadores de Letonia (antes de la llegada de los invasores, solamente 2 – 2,5% de los habitantes de la RSS de Letonia habían logrado desplazarse hacia el interior de la Unión Soviética) se expresaban en la lucha clandestinaantifascista. Evaluando el papel de este movimiento en la lucha común del pueblo letón, en la retaguardia del enemigo, no hay que olvidar que, durante los dos primeros años de la ocupación, en Letonia, no se había logrado crear Comités clandestinos del Partido Comunista (tan solo en Riga, en otoño de 1942, existía una organización clandestina del partido). Los comités clandestinos regionales y distritales del PC(b) de Letonia que operaban en los años 1943 – 1944 realizaban dirección solamente de organizaciones básicas del Partido en brigadas y destacamentos de los partisanos. Una de las causas de esta situación consistía en el hecho de que, en la joven república Soviética, posterior al período de veinte años de la dictadura de la burguesía, la organización del Partido era todavía relativamente poco numerosa. En las filas del Partido Comunista de Letonia (sin contar a los comunistas que estaban en las unidades militares del territorio de la RSS de Letonia) para el 1 de junio de 1941 se encontraban tan solo 5057 personas (3059 militantes del Partido y 1998 candidatos a militantes del Partido). (Cantidad de habitantes en 1940 – 1 886 000 personas). En el territorio de Letonia ocupado por el enemigo se quedaban 400 comunistas, pero, ya en las primeras semanas de la ocupación, la aplastante mayoría de los mismos fueron detenidos y fusilados. En las condiciones creadas, el CC del PC(b) de Letonia, así como su Grupo Operativo y comités clandestinos del Partido, en sus actividades sobre el territorio temporalmente ocupado de la república, pudieron apoyarse principalmente en las organizaciones y los grupos clandestinos que eran antifascistas en forma y comunistas en contenido, en su orientación de clase. Exactamente por ello es que los historiadores reaccionarios y emigrante burgueses letones en el Oeste intentan falsificar la historia de la lucha antifascista, emprendida por el pueblo letón y en especial, su vanguardia – la clase obrera – dirigido por el Partido Comunista de Letonia contra los ocupantes hitlerianos y sus secuaces – los nacionalistas burgueses letones. Los mentirosos burgueses de la historia literalmente se saltan del pellejo, tratando de persuadir al mundo de que, en Letonia, la lucha contra los ocupantes hitlerianos no tuvo nada que ver con la lucha por el poder Soviético.. El 1 de marzo de 1942, el Buró del CC del PC(b)L tomó la decisión de preparar y enviar al territorio de la Letonia ocupada a dirigentes del movimiento partisano y de la clandestinidad del Partido. Apoyados por el CC del PC(b)U y el Gobierno Soviético se entrenaron, se armaron y trasladaron a través de la línea del frente alrededor de 700 voluntarios integrados en varios destacamentos y grupos.

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En 1944, el movimiento partisano se extendió casi en toda la Letonia. Se crearon 24 destacamentos partisanos, 33 subdestacamentos, numerosos pelotones y grupos independientes. En total, cerca de 20 mil personas participaron en el movimiento partisano de Letonia. Los hitlerianos enviaron contra las bases guerrilleras más de 100 expediciones punitivas, sometieron a la represión a miles de simpatizantes de los partisanos, no obstante fueron incapaces de detener el movimiento partisano que iba en aumento. La liberación del territorio de Letonia de las tropas de los ocupantes hitlerianos duró 10 meses, desde julio de 1944 y hasta mayo de 1945. En estos combates, en diferente tiempo, participaron 19 ejércitos, en cuyas filas combatieron guerreros de diferentes nacionalidades étnicas. Cerca de 150 mil combatientes Soviéticos perecieron en combates, en la tierra de Letonia, 320 combatientes recibieron el título de Héroe de la Unión Soviética. En la liberación de la RSS de Letonia, también participaron formaciones militares letonas – 130mo Cuerpo de Fusileros Letones, 1erDestacamento de Aviación Letón, destacamentos partisanos de Letonia. El 18 de julio de 1944, subunidades de la 43ra División de la Guardia pasaron la frontera de la RSS de Letonia y ocuparon el primer poblado del territorio de la república – Šķaune. Después, el Cuerpo Letón participó activamente en las operaciones de Rēzekne-Daugavpils, Krustpils, Madona y Riga. El 16 de octubre de 1944, unidades del 130mo Cuerpo de Fusileros Letones entraron en Riga liberada, saludados cálidamente por los habitantes. El 9 de mayo de 1945, en el sitio de Plani (al lado del río Imula) unidades de la 43ra División de los Fusileros Letones de la Guardia aceptaron la capitulación de las tropas fascistas (24a División de Infantería y parte de subunidades de la 19a División de la Legión Letona SS). En los años de la guerra, la cantidad de la población de la RSS de Letonia disminuyó por 450 mil personas (casi en 24%), de ellos hasta 280 mil letones aparecieron en el extranjero. En la lucha contra los invasores alemanes fascistas, perecieron hasta 100 mil habitantes pacíficos de Letonia. La economía nacional tuvo enormes pérdidas. La historia de la Gran Guerra Patria demuestra obviamente que el pueblo letón no hubiera podido liberarse del yugo hitleriano, superar la máquina militar gigante de la Alemania fascista solamente con sus propias fuerzas. La victoria en la guerra enseña: la fuerza inquebrantable del pueblo letón está en su dedicación a la comunidad de los pueblos Soviéticos, con los cuales el mismo defendió la libertad, la cultura nacional, la posibilidad de desarrollo multifacético de economía y cultura. Es en especial deplorable ahora, en el 65to aniversario de la Victoria del pueblo Soviético en la Gran Guerra Patria, observar una insistente tendencia de las fuerzas políticas que están en el poder en Letonia, aunque sea con duras penas, “lavar” y justificar el fascismo y su ideología misantrópica. El permiso dado a las manifestaciones pro fascistas en Riga y otras ciudades de la república, destinación de recursos del presupuesto nacional para el mantenimiento de las tumbas de matachines de la legión fascista de “Waffen-SS” y ausencia absoluta de financiamiento destinado a renovar y cuidar los lugares de sepelio masivo de los combatientes del Ejército Rojo; la miserable existencia de los veteranos de la Gran Guerra Patria-antifascistas y constante aumento de las pensiones y ventajas para los llamados partisanos nacionales – participantes de formaciones de bandidos de posguerra que

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lucharon contra el legítimo poder soviético aun después de la guerra – es también testimonio del apoyo prestado a los antiguos fascistas a nivel del estado de Letonia. Detrás de todo esto, no es difícil descubrir el deseo de las fuerzas nacionalistas de la república para dar una nueva evaluación a la historia de la Segunda guerra mundial, diferente de la ya formulada y formada en el mundo. Todo esto ocurre en las condiciones actuales, cuando el mundo entero, encabezado por Rusia y los países de la coalición anti hitleriana acaban de celebrar el 65to aniversario de la Victoria sobre la Alemania fascista. El Partido Socialista de Letonia ha categóricamente condenado y condena todo intento, bajo cualquier pretexto, de blanquear y justificar el fascismo, rebajar la hazaña de los vencedores de la Gran Guerra Patria. Como un desafío más por parte de los revanchistas, al cual se debe dignamente responder, percibimos la sentencia de la Gran Sala del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, hecha pública el 17 de mayo, en el caso del partisano rojo Vasíliy Macárovich Kónonov. La lucha continúa.

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Luxemburgo y la Revolución de octubre La existencia del socialismo real forzó al capital en Luxemburgo a realizar concesiones Cuando la Gran Revolución Socialista de Octubre sacudió el mundo en 1917, Luxemburgo se mantuvo en calma por un cierto tiempo, porque el país estaba ilegalmente ocupado por el Imperio alemán desde 1914. Una huelga de 10.000 trabajadores siderúrgicos contra el hambre y la miseria, que comenzó el 31de Mayo de 1917, fue saldada con medios militares por las fuerzas de ocupación. La infantería y los húsares alemanes invadieron la fundición, los líderes de los trabajadores en huelga ("Rädelsführer") fueron detenidos, muchos trabajadores fueron castigados o aún despedidos, y la prensa del sindicato fue prohibida por tres meses. Pero el descontento se acrecentaba entre el pueblo, y el "Volksstimme" (Voz del pueblo), el periódico del "Sindicato de Mineros y trabajadores siderúrgicos” (Berg –und Hüttenarbeiter-Verband) se fundó en 1916, impreso ya a principios de 1918 cada vez más y más artículos eran firmados por "un Bolchevique", criticando la situación política, económica y social en Luxemburgo. Los artículos también llamaban a seguir el ejemplo de los revolucionarios rusos y a "organizar y unir a los trabajadores y a los campesinos contra el gran capital que oprime a los pueblos". El estallido de la Revolución en Alemania en noviembre de 1918 fue la señal para el comienzo de un movimiento revolucionario en Luxemburgo, que duró dos meses, hasta que las nuevas fuerzas de ocupación francesas lo pararon por medios militares. Pero el resultado más importante de ese movimiento fue la introducción de la jornada laboral de ocho horas, que fue proclamado por el gobierno el 14 de Diciembre de 1918, porque tenía miedo de que las demandas del "Consejo de trabajadores y campesinos" sobre la nacionalización de los ferrocarriles, bancos, siderúrgicas y minas prendieran entre el pueblo. La jornada laboral de ocho horas ya había sido introducida desde antes por los sindicatos en minas, siderúrgicas y los talleres del ferrocarril – en contra de la resistencia de los propietarios. Otro resultado importante del movimiento revolucionario de 1918 fue la introducción del derecho al sufragio universal, válido para hombres y mujeres de 21 años o más. Pero todas estas concesiones no podrían prevenir el crecimiento del número de militantes del Partido Socialista de Luxemburgo que simpatizaba con la Revolución en Rusia y que también buscaba cambios radicales en la estructura de propiedad en Luxemburgo. En el verano de 1919 se fundó un "Comité de propaganda para el ingreso a la Tercera Internacional", que con motivo del segundo aniversario de la Revolución de Octubre distribuyó folletos que llamaban a mítines de protesta contra la intervención militar de los países capitalistas contra la Rusia Soviética. El llamado estaba firmado por "Un grupo de trabajadores y socialistas de Luxemburgo". En aquel momento la defensa de Rusia Soviética era todavía una causa común de todos los socialistas. Pero ya en 1921 el proceso de separación había comenzado, cuando la derrota del movimiento revolucionario en Europa Occidental fue evidente, el capitalismo se había consolidado y llegó a ser cada vez más claro que la Rusia Soviética por un tiempo sería el único país en construir el socialismo. Los socialistas con orientación marxista fundaron el 2 de enero de 1921 el Partido comunista de Luxemburgo (KPL), después de que la mayoría de delegados al Congreso del Partido Socialista votó en contra de unirse a la Tercera Internacional. Insistieron en su demanda de abolir al capitalismo y la construcción de una República de Concejos en su propio país, y estaban convencidos de que la defensa del primer país que había comenzado la construcción del socialismo debía ser el primer deber de

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todo revolucionario. Por otro lado, los restantes socialistas abandonaron su programa anticapitalista, se subordinaron a sí mismos al capitalismo y además se unieron a cuanta campaña antisoviética. Con el objetivo de crear un contrapeso – Aunque fuera uno modesto – a la distorsión anticomunista que era propagada diariamente por la prensa burguesa y social-demócrata, el KPL decidió en octubre de 1932 crear la asociación de "Amigos luxemburgueses de la Unión Soviética" (la Sowjet-Unión der Luxemburger Freunde). Su principal tarea fue la de atraer trabajadores y a intelectuales, que no fueron miembros del KPL, a la causa de la Unión Soviética, para combatir los prejuicios antisoviéticos y así también reducir los prejuicios contra el KPL. La asociación informaba sobre los desarrollos políticos, económicos, sociales, culturales y científicos y acerca de la vida en la Unión Soviética y explicaba el efecto positivo que tenía la construcción del socialismo para las condiciones laborales y sociales de los trabajadores. Los comunistas permanentemente criticaban la sociedad capitalista existente con sus desarrollos sociales preñados de crisis, llevando al abatimiento de sueldos y al despido de miles de trabajadores. Al mismo tiempo el KPL hizo todos los esfuerzos de publicar en su periódico semanal información sobre la construcción del socialismo en la Unión Soviética, sobre el rápido desarrollo de la economía en la U.R.S.S., que estaba estrechamente conectado con las mejoras en la situación social, consagrado en la legislación socialista. Todo esto fue presentado por el KPL como una alternativa a la situación existente en Luxemburgo. No hay duda de que el desarrollo exitoso de la Unión Soviética, y en particular los logros sociales del pueblo soviético tuvieron una gran influencia en la actitud de partes de la clase obrera de Luxemburgo. Está también fuera de duda que la clase dominante capitalista fue forzada a tomar esto en cuenta y a sentirse movida a hacer varias concesiones sociales, ya que los capitalistas querían mantener a los trabajadores "fuera de problemas", para evitar que los trabajadores entendieran a los logros sociales en la Unión Soviética como ejemplos deseables y que los comunistas llegaran a ser más fuertes. Pero esto es válido tanto en lo bueno como en lo malo. Aunque el PCUS había llegado a la conclusión que las clases de los explotadores habían desaparecido y el trotskismo como corriente política ya no tenía ninguna importancia ni ideológica ni políticamente, hubo bajo Stalin entre 1934 y 1938 masivas represiones cuyas víctimas fueron comunistas y ciudadanos de la Unión Soviética. La propaganda burguesa y socialdemócrata exageraba mucho estas represiones, pero el mero hecho de que existieron hizo daño a los ideales de la Revolución de Octubre y al movimiento comunista en su conjunto durante décadas; tuvo un efecto muy negativo sobre la imagen de la Unión Soviética en la clase obrera de Luxemburgo y para el trabajo del KPL. La Unión Soviética ganó un fuerte reconocimiento en el pueblo de Luxemburgo y en particular en su clase obrera debido a su contribución decisiva a la lucha contra la Alemania fascista y a la liberación de los pueblos de Europa del fascismo. Cuando el Ejército soviético derrotó a las tropas fascistas alemanas en Stalingrado, gran parte de la población de Luxemburgo extrajo nueva esperanza de esta victoria, y el movimiento organizado de resistencia, que había sido debilitado debido al terror fascista, pudo reforzar sus actividades. Muchas personas de Luxemburgo tenían una postura hostil contra los ocupantes alemanes, y cuando las fuerzas alemanas de ocupación organizaron un referéndum en la pregunta sobre una anexión de Luxemburgo al “Reich” Alemán, la inmensa mayoría del pueblo votó con un No.

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Que el KPL, después de la victoria sobre el Fascismo y la liberación del país, creció considerablemente en influencia, se debió tanto al gran prestigio que la Unión Soviética tenía hasta en círculos burgueses, así como al papel de los comunistas en la resistencia. Como único partido político, el KPL se negó después de la ocupación del país a disolver el partido, había pasado a la clandestinidad y había pagado la lucha contra los ocupantes fascistas con la sangre de muchos camaradas. En un momento en que muchos cuadros comunistas del período previo a la guerra y de la resistencia aún no habían regresado de las cárceles nazis y los campos de concentración, se multiplicó por diez el número de miembros del partido en pocas semanas, en 1940 hubo unos 400 afiliados. El partido tuvo grandes dificultades para adaptarse organizativamente a esta nueva situación; no tenía los cuadros ni los medios financieros, y tampoco la suficiente libertad de movimiento para propagar un cambio democrático radical en el país ocupado por el Ejército de Estados Unidos. En las primeras elecciones parlamentarias del 21 de octubre 1945 ganó el KPL cinco de los 51 diputados y tuvo un ministro en el Gobierno de Unión Nacional: Charles Marx fue ministro de salud, bienestar y deporte, pero la influencia del partido seguía siendo limitada a parte de los obreros de la siderurgia y minería. En los años posteriores a la victoria sobre el fascismo la contradicción entre capitalismo y socialismo empezó a destacar otra vez. Con el objetivo de reducir la influencia del Partido comunista y para evitar que partes más grandes de la clase obrera de Luxemburgo siguieran las consignas por la nacionalización de los medios de la producción y por reformas anticapitalistas, la clase dominante hizo varias concesiones en el campo de la situación social: el seguro social en el campo de la asistencia médica y pensiones fue mejorado considerablemente, la revalorización regular de sueldos al desarrollo de los precios fue consagrado en la legislación y los suplementos familiares de ingresos llegaron a ser armonizados. Al mismo tiempo los líderes de los sindicatos social-demócratas de los tiempos previos a la Segunda Guerra Mundial, que habían sido famosos por sus posiciones anticomunistas, fueron reactivados y favorecidos para prevenir la construcción de un sindicato unido bajo influencia comunista fuerte. Los medios aún financieros para este fin de sindicatos de los EUA habían sido generados, y se canalizaron a través de la CIA. Con la ayuda del Plan Marshall de los EUA, que fue adoptado por el Parlamento luxemburgués por diputados de todos los partidos a excepción de los comunistas, y en el curso de la Guerra Fría, que fue provocada por los EUA, llegó a ser posible limitar la influencia de la Unión Soviética otra vez. Al mismo tiempo, el Partido comunista de Luxemburgo, que se mantuvo firme y sin reservas en la defensa del socialismo y la URSS, fue debilitado y su influencia entre la clase obrera llegó a ser reducida. Esta tendencia fue cambiada otra vez, cuando la URSS – después de superar la destrucción de la guerra – empezó un desarrollo a saltos gigantescos de cada vez más logros nuevos presentados en el campo de la economía y las ciencias. En el período entre 1958 y 1970, el tiempo de prosperidad económica, el KPL pudo ampliar su influencia en particular entre los trabajadores siderúrgicos y aumentó su presencia en el parlamento nacional. Todo el tiempo los comunistas de Luxemburgo continuaron propagando los logros sociales en los campos del sistema de la educación, asistencia médica, el cuidado diurno para niños, en la legislación laboral de la Unión Soviética y en los otros países socialistas, en particular en la República Democrática Alemana. Fue por una buena razón que el KPL siempre expresó su solidaridad con los países socialistas. Pero al mismo tiempo el partido falló en tratar con contradicciones objetivamente existentes entre los objetivos declarados y la realidad en los diferentes

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países socialistas y para expresar la crítica con respecto al desarrollo insuficiente de las fuerzas productivas así como con respecto al déficit existente en el control democrático por la clase obrera de las empresas y el estado socialistas. La razón para esta conducta fue principalmente la aprensión que abrir la crítica serviría al enemigo de clase y dañaría nuestra causa común. Pero esta posición tuvo en última instancia un impacto negativo en las discusiones dentro del partido y en la política de información de la prensa comunista, así el periódico muy a menudo publicaba artículos que mostraban imágenes idealizadas, que no guardaban concordancia con la verdadera situación del país de la Revolución de Octubre y en los otros países socialistas, que habían comenzado una vía socialista de desarrollo bajo condiciones políticas y económicas muy complicadas. Además la ofensiva ideológica del capital así como las concesiones sociales, que el capital se vio forzado a realizar durante el período de conflicto internacional de los diferentes sistemas sociales, contribuyó a que la fuerza de atracción del socialismo fuera reducida dentro de la clase obrera en Luxemburgo. Los logros sociales, ganados a base de duras luchas por los trabajadores de Luxemburgo, fueron subsumidos para hacer una comparación mecánica con el desarrollo del nivel de vida de la clase obrera en los países socialistas. Adicionalmente los socialdemócratas lograron presentar esos logros en Luxemburgo como si fueran solo el resultado de las actividades del partido socialdemócrata. Debido a grandes cambios sociológicos en la población, pero también debido a debilidades en el trabajo organizativo, político e ideológico del KPL, y por otro lado debido a la disminución de la atracción material e ideológica del socialismo el Partido Comunista de Luxemburgo perdió influencia política y fue forzado a posiciones defensivas. Uno de los muchos ejemplos fue la campaña de larga duración con relación a los llamados "disidentes" en la Unión Soviética que fue utilizada exitosamente por los ideólogos del capital contra los comunistas. Desafortunadamente la mayor parte de los trabajadores siguieron esta campaña – en vez de cuestionar la explotación capitalista y la limitación de la democracia burguesa en su propio país. Además de esto, los comunistas de Luxemburgo no tuvieron éxito para repeler los ataques contra los países socialistas a causa de las supuestas violaciones a los derechos humanos y para denunciar en lugar de eso la permanente infracción de los derechos humanos en los países capitalistas. Bajo la influencia del Partido Luxemburgués Socialista de los Trabajadores (LSAP) y de los sindicatos también la tesis de "la cooperación social" entre los trabajadores y empresarios tuvo un efecto muy perjudicial dentro de la clase obrera. Es, por supuesto, imposible cuantificar todos los efectos de la existencia del socialismo real para los éxitos y las derrotas de la clase obrera en Europa Occidental y en Luxemburgo de la misma manera que carecería de toda base científica tratar de usar teorías de conspiración revisionista cuando queremos explicar las razones en extremo complejas que habían llevado a la derrota del socialismo real en el la Unión Soviética y a la victoria de la contrarrevolución. Lo que nosotros necesitamos es una investigación profunda y a fondo con el objetivo de revelar las razones de por qué la Unión Soviética y los otros países socialistas – y en particular los partidos comunistas de estos países – en el 70’s y 80’s no han estado en posición de transferir la teoría del comunismo científico a la práctica. Debemos averiguar por qué no fue posible realizar lo que se conocía sobre la revolución científico-técnica en la producción socialista, por qué las fuerzas productivas no han sido desarrolladas a un nivel apreciablemente más alto que en los países capitalistas y por qué el socialismo no fue hecho suficientemente atractivo, para que la clase obrera dentro y fuera de los países socialistas lo defendieran en última instancia.

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Pero los desarrollos posteriores a la desaparición del sistema socialista mundial muestran claramente que justo la existencia de un sistema que competía tuvo el efecto de que el capitalismo se vio forzado a respetar y tomar nota de las demandas de la clase obrera y hacer compromisos políticos y sociales, por lo menos temporales. Esto fue necesario porque la clase capitalista dominante quiso evitar que crecientes partes de la clase obrera preguntaran sobre la situación existente de explotación y se esforzaran por cambios revolucionarios. La dramática derrota del socialismo fue al mismo tiempo una derrota para la clase obrera en Luxemburgo, porque a partir de ese momento ya no había un sistema que compitiera que tan solo con su existencia imponía presión al capitalismo. Así el capital comenzó a cancelar paso a paso todos los compromisos de los 40 años previos, para poner bajo cuestionamiento todos los adelantos sociales que habían sido logrados a consecuencia de la lucha de la clase obrera. Cada vez más cambios legislativos llegaron a ser introducidos por el estado burgués, que fue decretado o decidido por la Unión Europea, el gobierno de Luxemburgo o la mayoría burguesa en el parlamento nacional, leyes que tuvieron la tarea de alejar el anterior logro social y cambiar la situación a favor de las fuerzas dominantes. La semana laboral de 40 horas existe sólo teóricamente, el pago de tiempo extraordinario de trabajo fue reducido drásticamente, hay una reducción sistemática de contratos de trabajo indefinido, el empleo a medio tiempo y subcontratado – bajo condiciones precarias – fueron introducidos por ley. La adaptación automática de sueldos y salarios al nivel de inflación, que había sido uno de los logros más importantes de la clase obrera de Luxemburgo después de la Segunda Guerra Mundial, llegó a ser gravemente manipulado y limitado. En un número creciente de empresas los salarios para principiantes han sido reducidos. Los requisitos legales para personas incapacitadas han sido degradados. La autofinanciación de pacientes para tratamientos médicos y para medicinas ha sido aumentada extensamente, mientras que el estado capitalista reduce su financiación para el gasto de asistencia médica. Al mismo tiempo, como podemos ver también en otros países de la UE, los servicios públicos en el área de energía, correos y transporte han llegado a ser liberalizados y empresas públicas han sido parcialmente privatizadas. Esto tiene un impacto negativo grave en las condiciones de trabajo, los lugares de trabajo y también para la calidad de los servicios. La crisis financiera y económica capitalista crisis agrava la tendencia de redistribución de abajo a arriba que empezó dos décadas antes. Los trabajadores, que son desde el principio de esta crisis cada vez más afectados por el desempleo y el trabajo de horario reducido, llegan a ser una vez más víctimas de las crisis capitalistas. En Luxemburgo, el conservador Partido Social-Cristiano del Pueblo (CSV) y el social-demócrata Partido Socialista luxemburgués de los trabajadores (LSAP), que han formado una coalición de gobierno desde hace seis años, aumentan los impuestos y cortan el gasto social para mantener la deuda de estado dentro de límites. Pero el déficit es un resultado de las redistribuciones anteriores a favor del gran capital, financiero e industrial, cuando el estado tomó las deudas de los bancos. Y al mismo tiempo en el gasto militar en Luxemburgo que es más alto que en los peores tiempos de la Guerra Fría. La resistencia contra los recortes sociales se desarrolló muy lentamente durante los últimos años. Los sindicatos en Luxemburgo, que están bajo fuerte influencia, social-demócrata y anticomunista y se consideraron a sí mismo en 1990 que estaban en el lado de los ganadores del conflicto de sistemas, si creen en la teoría de "la

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cooperación social" y mantienen en la tesis del "Modelo de Luxemburgo". Ellos todavía no se dan cuenta de que después de la desaparición del conflicto de sistemas, el movimiento organizado de la clase obrera fue debilitado gravemente, que las posibilidades financieras del estado han sido reducidas y así la base para el anterior éxito del "Modelo de Luxemburgo" está en gran medida destruida. Por otro lado, la ofensiva del capital y del estado burgués contra los logros sociales de los trabajadores forzará los sindicatos a volver a considerar su línea política de actividades y confrontar más claramente que hasta ahora al capital. De otro modo arriesgarían que todos los logros en la ley laboral y en los servicios sociales serían abolidos a consecuencia de la lucha de clase desde arriba, practicada por el capital y por los cómplices políticos del capital en el gobierno. La situación llega a ser aún más complicada, desde que los sindicatos consideran los logros sociales un resultado de su propio poder y no consideran los factores internacionales como la existencia de los países socialistas. Será la tarea de los comunistas en este contexto el tener presente los intereses generales de la clase obrera y aclarar que es urgentemente necesario defender de una manera común y unificada los intereses de los trabajadores. Además tenemos que propagar con paciencia revolucionaria la percepción de que la sociedad capitalista, en que la ganancia es la última referencia, es el verdadero problema. Si queremos resolver los problemas de hoy en día de tal manera que al mismo tiempo sea encontrada una solución de los problemas de la clase obrera y de todos los trabajadores, no será suficiente demandar una "redistribución más justa del plus valor agregado, como es practica de la socialdemocracia o por partidos de "nueva izquierda“. En este caso nosotros tenemos que levantar la cuestión acerca del sistema, y la lucha por un cambio radical en la correlación de propiedad de los medios más importantes de la producción así como por la nacionalización de empresas y bancos grandes. Esta lección del "Manifiesto del Partido comunista", escrito en 1848 y puesto en la práctica por primera vez por la Gran Revolución Socialista de Octubre en 1917, es válida también hoy. Es confirmada por el análisis detallado de la situación social en Luxemburgo. Ali Ruckert, presidente del Partido Comunista de Luxemburgo (KPL)

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MIKHAIL V. POPOV Catedrático de economía y derecho, Presidente de la Fundación de la Academia Obrera, representante de la revista del Partido Comunista Obrero Ruso “Sovietsky Soyuz” CAMBIO DE CARÁCTER DE LA PRODUCCIÓN DURANTE EL PROCESO DE FORMACIÓN Y DESARROLLO DEL SOCIALISMO Como es sabido, la producción es un proceso de apropiación de los objetos de naturaleza dentro del marco de una forma determinada de la sociedad y mediante ella. La teoría e historia reconocen los siguientes modos de producción sucesivos: comunismo primitivo, esclavitud, producción feudal, capitalista y comunista. La producción mercantil surge ya con la descomposición del comunismo primitivo, pero sólo el capitalismo puede ser caracterizado como economía general mercantil, como economía mercantil en la etapa de su desarrollo cuando la misma mano de obra se convierte en una mercancía. Capitalismo es una economía que por su propio carácter es mercantil. Cualquier producción tiene como su condición las necesidades y de su resultado final – el consumo. Pero el objetivo directo de la producción mercantil no es el precio al consumo, sino el valor ya que cualquier mercancía es un producto fabricado para ser cambiado. El objetivo directo de la producción capitalista mercantil es la plusvalía. El hecho de que la producción capitalista tenga un carácter público desarrollado genera una contradicción entre el carácter público de producción y la apropiación privada capitalista. Las relaciones de intercambio contradicen al carácter público de producción y como resultado de una revolución socialista en el transrumbo de un período de transición del capitalismo al comunismo se mueren y se sustituyen directamente con las relaciones públicas. La labor en la producción comunista no interviene mediante intercambio sinodirectamente como labor pública, y la misma producción comunista se caracteriza como directamente pública y lo es tanto en su fase superior como en la inferior – durante el socialismo. Una visión dialéctica de la experiencia histórica de la Revolución socialista en Rusia, construcción y desarrollo del socialismo en la URSS permite observar como se cambia el carácter de producción durante la transición al comunismo y se reproduce en el proceso de desarrollo del socialismo como la primera fase del comunismo. La toma del poder por la clase obrera y constitución de la dictadura del proletariado por sí misma no cambian aún el carácter de producción. Sólo después de una nacionalización se crea el régimen económico socialista, dentro de cuyo marco la producción lleva un carácter directamente público, y este régimen en el transrumbo del período de transición coexiste con otros regímenes. En Rusia tales regímenes económicos eran el capitalista estatal, capitalista privado, de pequeña producción mercantil y patriarcal. La producción patriarcal es una producción para consumo propio y tiene carácter natural. La pequeña producción mercantil es una producción para intercambio y tiene carácter mercantil. La producción capitalista privada siendo, por supuesto, producción de valor (plusvalía) también tiene que ser caracterizada como mercantil por su carácter.

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Merece una mención especial el capitalismo estatal que se utilizó durante el período de la nueva política económica en Rusia. Es que durante un determinado período después de la nacionalización se logra dirigir de una manera planificada a la satisfacción directa de necesidades de la sociedad sólo una parte de empresas nacionalizadas. Y precisamente esta parte, y solamente ésta, forma el régimen económico socialista. Todas las demás empresas nacionalizadas, aunque forman propiedad del Estado, siguen siendo dirigidas no por una planificación, sino por la principal ley de cualquier economía de mercado, y por lo tanto de economía capitalista, - ley de valor . Es por eso la producción dentro del marco del régimen capitalista estatal tiene carácter de mercado. En el transrumbo del período de transición el régimen económico socialista, desarrollándose, sustituye paulatinamente los otros regímenes. La producción socialista, directamente pública y planificada, de un régimen se convierte en una forma dominante y, luego, en la única forma de producción. En la URSS sucedió lo que había previsto Vladímir Lenin en su intervención en el Pleno del Soviet (Consejo) de Moscú del 20 de noviembre de 1922, diciendo que “de la Rusia de la nueva política económica saldrá la Rusia socialista” Vladímir Lenin. Obra completa, vol.45, p.309). El proceso de suplantación de regímenes económicos no socialistas que tiene lugar durante el período de transición puede ser descrito con una sola frase: “¡Más socialismo!”. No obstante esta frase no puede ser empleada hablando del socialismo como primera fase del comunismo, ya que convertida la producción socialista no solamente en dominante sino en la única producción, no puede haber más socialismo, sino el propio socialismo puede ser más o menos desarrollado. El desarrollo no es sólo un aumento o una disminución, sino pasa por una lucha de contrarios. Lo mismo se refiere al desarrollo de la producción socialista a través de la lucha de su carácter directamente público contra las relaciones mercantiles como su rasgo negativo por haber aparecido dentro del capitalismo. Esta lucha dentro de una economía planificada depende directamente de las posiciones teóricas e ideas políticas del Estado y del partido gobernante. El análisis de las lecciones de formación, desarrollo y derrota provisional del socialismo demuestra que las principales causas de debilitamiento del socialismo y de una pérdida provisional de sus logros han sido las siguientes. La mayoría dentro del partido gobernante, al igual que la mayoría dentro de la clase obrera no estaban conscientes del principio soviético de organización del poder obrero como poder formado dentro de los colectivos laborales, no fue entendido que los Soviets son una forma organizativa de la dictadura del proletariado. El carácter soviético del poder fue establecido de modo jurídico, pero era solamente una fórmula sin naturaleza. La palabra “Sóviets” figuraba en la Constitución de la República Federal Socialista Soviética de Rusia de 1918, al igual que en la Constitución de la URSS de 1924, sin embargo, la elección de los diputados a través de los colectivos laborales, lo que realmente convierte los organismos elegidos en unos Sóviets, no fue establecida en estos documentos principales. La organización del poder no estaba relacionada con la organización de la vida económica de la sociedad de tal modo que desarrollándose la economía de socialismo se fortaleciera una base material para poder participar los productores directos en la formación y realización de su poder. Cuando fue aprobada la Constitución de la URSS de 1936 el principio de elección y revocación de diputados por los colectivos laborales que funcionaba antes fue

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sustituido con un principio territorial que no era propio de los Soviets. Sólo se mantuvo la proposición de candidatos a diputados por colectivos laborales. Después de los XX y XXII Congresos del Partido Comunista de la URSS, que fueron puntos de retorno asegurando el dominio de una línea oportunista y revisionista en la política y economía de la URSS, con la reforma económica de 1965 el principio de trabajo para la sociedad y para la satisfacción de las necesidades de todos los miembros de la sociedad fue sustituido por el principio de maximizar los beneficios de determinadas unidades productivas. Por lo tanto empezó a debilitarse y destruirse la base económica del socialismo. Esto explica en gran medida una falta de despliegue de resistencia activa a la liquidación del poder obrero. El socialismo ha sido destruido finalmente debido a que fue tomado y seguido continuamente el llamado rumbo hacia el mercado y privatización. Este rumbo, antisoviético y antipartidista por su naturaleza, fue aprobado por el Pleno del comité Central del PCUS de abril de 1991 y llevó a la liquidación del Partido Comunista de la URSS y de la propia URSS. Para el honor de la ciencia economista soviética hay que mencionar que este rumbo perjudicial para el país no fue aprobado por ninguna conferencia científica de economistas. Además, se escuchaban bien alto y claro las voces de aquellos economistas que defendían el carácter directamente público de la producción socialista y prevenían que todos los intentos de construir el socialismo sobre una base de mercado eran equivalentes a su destrucción. Esto se ve claramente en los trabajos de N.V.Hessin, A.M.Yeremin, N.A.Tsagolov, N.A.Moiseyenko, A.K.Pokrytan, A.A.Sergueyev, V.Y.Elmeyev, V.G.Dolgov, R.I.Kosolapov y otros. Por eso los dirigentes traidores del partido de Gorbachev-Yakovlev podían buscar apoyo solamente en algunos aventureros de ciencia economista para poder obligar al partido y al país aceptar este rumbo destructivo además de conseguir, por lo menos por fuera, su justificación científica. El hecho de haber aceptado el XXVIII Congreso del PCUS el rumbo hacia el mercado hizo surgir una tremenda contradicción con su naturaleza comunista y significó de hecho su suicidio. Por eso la suspensión ilegal de las actividades del Partido Comunista de la URSS por un decreto presidencial fue una especie de final de transformación del partido. Sobre todo, teniendo en cuenta que el decreto fue firmado por un funcionario del partido crecido en las entrañas del aparato burocrático comunista, ex primer secretario primeramente del Comité regional de Sverdlovsk, y luego del comite urbano de Moscú, candidato suplente del Buró Político del Comité Central del PCUS. La amarga experiencia de destrucción del país y de empobrecimiento de su pueblo ahora hace bastante comprensible lo erróneo de aquellas consideraciones ampliamente divulgadas, según las cuales se pudiera construir una sociedad socialista sobre una base de producción de mercado y de ley de valor Y el propio Carl Marx explicó reiteradamente la idea de que a base de valor s y dinero era imposible controlar por parte de individuos unidos su propia producción, que se debía tratar de una producción completamente contraria a la de mercado. Friedrich Engels ridiculizó los intentos de During de construir un socialismo sobre una base de intercambio “justo” de mercancías y de valor constituido. Vladimir I. Lenin en sus comentarios sobre el libro de Bukharin “Economía del período de transición” (XI Recopilación de obras de Lenin) no en vano subrayaba que el

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producto durante el socialismo llega al consumo no a través del mercado. En sus “Instrucciones del STO (Consejo de Trabajo y Defensa) para las instituciones soviéticas locales” explicaba que el producto estatal, producto de fábricas socialistas, al ser cambiado por el producto campesino, ya no es una mercancía en su sentido político-económico, de todos modos no es solamente una mercancía, ya no lo es, deja de ser una mercancía. Una vez llevada a cabo la colectivización no obtuvimos dos propiedades, sino dos formas de la misma propiedad, propiedad pública, dos formas de subordinación de la producción a los itereses públicos únicos, y el movimiento del producto público entre la ciudad y el campo ya no correspondía, estrictamente hablando, a la categoría de intercambio de mercancías que es una enajenación mutua de producto de trabajo u otros objetos de propiedad a base de un contrato o acuerdo libre. La naturaleza de la propucción se convirtió en la contraria a la mercantil. Se hizo directamente pública, e independientemente de las formas en las que intervenía y que fueron heredadas en gran parte del pasado de mercado y por lo tanto tenían ciertos rasgos y momentos de naturaleza de mercado, la producción en general ya no podía ser caracterizada de otra manera sino una producción directamente pública, cuyos trabajo y producto no através del intercambio sino directamente, desde el principio intervienen como públicos y lo son. Iosif Stalin en general apoyaba estas posiciones marxistas-leninistas. Las desarrolló en su obra “Problemas económicos del socialismo en la URSS”. No obstante en este libro fue algo inconsecuente. Así, subrayando que los medios de producción no son mercancía, declaraba mercancía los artículos de consumo. Pero entonces resultaba que la naturaleza de la producción socialista es dual, no mercantil y mercantil. Si suponemos que que los artículos de consumo son mercancías, esto significa que no se producen para satisfacer las necesidades sino para intercambio. El trabajador a cambio de mercancías destinadas para su consumo puede ofrecer solo su mano de obra. Entonces su mano de obra también resulta ser una mercancía, y la producción que acepta a la mano de obra como mercancía se llama capitalismo. Por eso el concepto de que los artículos de consumo durante el socialismo son mercancía nos lleva lógicamente al capitalismo. También es errónea la afirmación de que durante el socialismo funciona de ley de valores. La ley y la naturaleza son categorías del mismo orden. Por eso la afirmación de que durante el socialismo funciona la ley de valores es equivalente a la afirmación de la naturaleza mercantil de la producción socialista. No es casual que tales promotores de la producción de mercado como Kronrod, Liberman, Rakitski, Petrakov, Abalkin y otros se agarraran a estas digresiones de la estricta teoría marxista cometidas por Stalin, las elevaran a un principio básico y mediante los debates económicos de orientación mercantil estuvieran preparando la liquidación del socialismo. Los acontecimientos contrarrevolucionarios en la URSS han confirmado que ora tenemos el socialismo como una producción directamente pública – producción de valores al consumo, regulada con la ley de valor de uso, ora tenemos una producción de valores, es decir, producción mercantil, cuyo desarrollo lógico es una producción mercantil capitalista. Claro que podemos decir que durante el socialismo existe también una producción mercantil en forma de una producción individual para el mercado koljosiano. Es así. Pero los precios del mercado koljosiano no son regulados por la famosa ley de valores sino por los precios de productos de empresas estatales. Los precios de productos de empresas estatales a su vez son definidos de una manera planificada sobre la base de valor s de trabajo de producción considerando valor de uso de los productos directamente públicos.

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La producción socialista es una producción directamente pública, producción de valor de uso y no de valor . El carácter mercantil que contiene es solamente su punto negativo. Es una verdad científica. Los intentos de construir una economía socialista de mercado, es decir volver a la producción de valores, conlleva inevitablemente una destrucción del socialismo. Actualmente es un hecho que no tiene solamente una justificación científica, sino que ha sido comprobado, desgraciadamente, con una experiencia histórica. Por consiguiente, el socialismo es una economía directamente pública. No es una producción de mercancías, valores, sino una producción de productos dirctamente públicos, valores de uso. Por lo tanto el mecanismo regulador de la producción socialista no es la ley de valores sino la ley de valor de uso. ¿Qué significa esto hablando del socialismo como primera fase de la formación comunista? Esto significa que, siendo el objetivo de la producción socialista una completa satisfacción del bienestar y desarrollo multifacético de todos los miembros de la sociedad, el desarrollo de los trabajadores como miembros de la sociedad es supeditado al objetivo de producción. Si la producción mercantil capitalista como producción de plusvalías exige quitar a los trabajadores su tiempo libre y otras condiciones de su desarrollo libre, la producción directamente pública socialista exige convertir el ahorro de horas de trabajo conseguido gracias al progreso técnico no solamente en bienes materiales adicionales para los trabajadores, sino también en tiempo libre adicional para su desarrollo multifacético, incluido su desarrollo como participantes en la vida estatal y en la gestión del Estado. Desafortunadamente, esto precisamente no tuvo lugar en los últimos decenios de existencia de la URSS. El propósito de socialismo no consiste solamente en proclamar el poder del pueblo trabajador, sino en dar al pueblo trabajador una posibilidad real y práctica de efectuar este poder. Si un trabajador pasa ocho horas delante de su máquina y puede participar en la gestión del Estado sólo terminada su jornada laboral, cuando ya se cierran las puertas de los Soviets y de Comités ejecutivos, comités de Partido distritales y municipales, en este caso el poder popular es sólo un término proclamado y nos queda sólo esperar que el aparato de funcionarios públicos contratados no actúen (por alguna razón) en sus propios intereses específicos, sino precisamente en los intereses de la clase trabajadora y de la sociedad en general. Sin embargo, siendo incontrolado, el aparato administrativo queda tan afectado con la enfermedad de burocratismo que inevitablemente se degenera y de un instrumento de gestión en intereses de trabajadores se convierte en algo contrario. Lo que podemos ver tomando como ejemplo los acontecimientos tristes y trágicos en nuestro país. Pensando ahora en las vías para el renacimiento del Poder soviético, no podemos pensar sólo en reconstruir los Soviets y restablecer el poder soviético. Podemos plantear esta cuestión de otra manera - ¿vale la pena restablecerlo si luego se degenera en el poder de la “nomenclatura” y el pueblo, después de vivir algún tiempo de una manera humana, volverá a ser sometido a las penurias y pobreza por algunos nuevos “Gorbachev” y “Yakovlev”. Si tenemos que restablecer el Poder soviético, hay que hacerlo sobre una base económica que consolide el Poder soviético, contribuya a consolidar el Estado soviético y con ello, ampliándose la participación de trabajadores en la gestión del Estado y desapareciendo cualquier Estado en general, a pasar a la autoadministración pública comunista. La cuestión de participación de trabajadores en el proceso de su poder, Poder soviético, tenemos que plantearla y solucionarla no desde el punto de vista idealista sino materialista. Lo importante no es solamente convocar a los trabajadores a participar en la gestión del Estado, sino que primeramente tengan tiempo para ello, y no después de su jornada laboral, y este tiempo tiene que ser pagado con un salario

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medio. Esta fórmula es la expresión de la idea de que los trabajadores no son empleados contratados por el Estado que está encima de ellos, sino propietarios que tienen pleno derecho a los medios de producción públicos. La historia de revolución y contrarrevolución en Rusia demuestra que el progreso en el desarrollo de fuerzas productivas, en el crecimiento de productividad tiene que ir acompañado no de una disminución del número de productores directos y crecimiento del número de trabajadores de sector no productivo, sino de aumento de tiempo libre de obreros y campesinos, incluido tiempo libre para poder participar en la administración del Estado. El número de obreros y campesinos no tiene por qué disminuir hasta el momento de una liquidación completa de clases sociales, hasta la llegada del comunismo. Lo único importante es que con el desarrollo de la producción no sólo crezca la riqueza material de la sociedad, sino aumente el tiempo libre de todos los trabajadores como tiempo para su desarrollo libre. En cuanto el tiempo libre supere el tiempo de trabajo, lo determinante para una persona no será lo que hace en sus horas de trabajo, sino lo que hace en su tiempo libre. Esto significará una liquidación completa de clases, es decir, de división de personas en grupos en relación con su situación dentro de la producción. De este modo, para el desarrollo del socialismo y consolidación del Poder soviético no es necesaria una producción que devore tiempo libre de los trabajadores y produzca valor s, sino una producción que produzca valor de uso y en su desarrollo garantice un ahorro de horas de trabajo y suponga una conversión de estas horas ahorradas en tiempo libre de productores directos. El propósito de tal producción es proporcionar un completo bienestar y desarrollo multifacético libre, incluyendo un desarrollo político, de todos los miembros de la sociedad. No es casual que este propósito fuera formulado en el primero y en el segundo Programa del partido bolchevique de Lenin. La determinación leninista del propósito de la producción socialista desapareció al ser redactado el tercer programa del partido, un programa revisionista de Jruschev, que fue aprobado por el XXII congreso del PCUS en 1961. En el escenario salió una nueva clase gestada dentro del partido, clase de propietarios de “nomenclatura” En la economía directamente pública hay diferencias significativas entre la producción de artículos de consumo y la de medios de producción. Los dos productos, tanto artículos de consumo como medios de producción, no son mercancías, sino productos directamente públicos, pero su papel social es diferente – la producción de artículos de consumo crea condiciones materiales para un desarrollo cada vez más completo de los miembros de sociedad y para disminuir la desigualdad social entre ellos, y la producción de medios de producción sirve directamente para ahorrar las horas de trabajo y puede considerarse como una producción de tiempo libre para un desarrollo libre de todos los miembros de la sociedad. Respecto a los artículos de consumo una reducción de gastos de trabajo para su producción interviene como resultado de una implantación de técnica que ahorra trabajo, y este ahorro de trabajo se transmite a los consumidores mediante reducción de precios. Desde el punto de vista económico se puede decir que la técnica no sirve más que para ahorrar las horas laborales o, en otras palabras, cualquier ahorro que proporciona es ahorro de tiempo de trabajo. Los medios de producción en la economía directamente pública socialista no se fabrican para ser vendidos y recibir valor s, sino para ahorrar el trabajo de los que van a usar esta técnica, es decir ahorrar el trabajo de sus consumidores. El valor de uso de esta técnica es ahorro de trabajo de los que trabajan con ella, los que han sustituido con esta técnica otros ejemplares menos eficaces en cuanto al ahorro de trabajo.

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El ahorro de trabajo permite a los consumidores de esta técnica disponer de este ahorro de dos maneras – no solamente fabricar más unidades de artículos de consumo, sino también reducir horas laborales y aumentar tiempo libre. No se excluye la situación cuando los valor s directos de trabajo para la fabricación de técnica aumenten. Pero según el criterio de valor de uso puede considerarse una técnica nueva y progresista sólo aquella que da al consumidor un ahorro de trabajo mayor que los valor s crecidos de su fabricación. En otras palabras, el ahorro final, resultante, neto de sustitución de técnica, es decir el ahorro bruto menos los valor s de trabajo para su fabricación y explotación, tiene que ser positivo. Se puede decir que esta vía de producción de valor de uso la sigue hoy día la producción capitalista mercantil que es directamente una producción de plusvalía. Pero el hecho consiste en que esto no corresponde sino contradice a su naturaleza mercantil, de valor s. El capitalista directamente aspira aumentar el valor del producto fabricado para poder aumentar la plusvalía, y siendo la producción capitalista una producción de plusvalía absoluta siempre procura absorber todo el tiempo de los productores directos. Como producción de plusvalía relativa la producción capitalista intenta mover el límite entre el trabajo necesario y el adicional de tal modo que aumente la plusvalía, y lo hace mediante el desarrollo de medios productivos a base de progreso técnico. Pero este ahorro de trabajo el capitalismo procura utilizar no para aumentar tiempo libre de todos los miembros de la sociedad, sino para aumentar la riqueza de valor s y tiempo libre de los propietarios de medios productivos, capitalistas. Los trabajadores tienen que conseguir una redución de sus horas de trabajo y aumento de sus horas libres mediante huelgas. Ahora el orden del día en Europa incluye una jornada de 35 horas semanales, que ha sido convertida por algunos sindicatos en su exigencia. Se puede decir que la cuestión de reducción de horas de trabajo sin que sea reducido el salario es, por su naturaleza, cuestión de conflicto entre el movimiento sindicalista de la clase obrera y las fuerzas del capital. También es la cuestión de lucha de los comunistas contra social-demócratas y oportunismo. Una ampliación de monopolios significa que van creciendo las islas donde no funciona el principio de valor s y domina el principio de valor s al consumo. Por supuesto, no son islas de socialismo, ya que se trata de una planificación dentro de los marcos de monopolios y de imponer precios de transferencia internos de monopolios. Sin embargo, la producción capitalista mercantil a la medida de su desarrollo va entrando paulatinamente en el otro mundo, un mundo de valor s al consumo, aunque en general continúa en el mundo donde domina el valor . El progreso de medios productivos dentro del marco del capitalismo, un trabajo oculto de ahorro de trabajo público crean condiciones objetivas para que la clase trabajadora junto con sus aliados recupere para sí bastante tiempo libre para organizar una lucha revolucionaria, luego tom el poder y lo utilice para un golpe económico – para hacer públicos los medios de producción concentrados por los monopolios, para pasar de una producción de valor s a una producción de valor s al consumo y para consolidar una orientación de producción hacia valor s al consumo. El criterio de actividades de una empresa estatal durante el socialismo no tiene que ser un beneficio, sino un índice contrario – ahorro de trabajo. El índice de evaluación de funcionamiento de empresas dedicadas a la fabricación de artículos de consumo, tiene que ser una suma de reducción de precios de los productos fabricados, lo que permite a los consumidores trabajar menos para obtener la misma cantidad de bienes. Las empresas que fabrican medios productivos tienen que ser evaluados según el

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ahorro de trabajo que consiguen los consumidores de la técnica fabricada por dichas empresas. De tal modo los productores de artículos de consumo serán estimulados de forma material por la reducción de precios de sus productos y por el aumento de su cantidad, y cualquier nuevo artículo de consumo que satisfaga mejor dichas necesidades o que satisfaga nuevas necesidades, en cuanto su fabricación sea organizada y puesta en marcha, también entrará en el sector de reducción de precios y de aumento de cantidad de artículos producidos. Los fabricantes de medios productivos serán estimulados en relación directa con el ahorro que reciban los consumidores de su producto en el proceso de su explotación. Y que enriquezcan los productores, pero mediante el enriquecimiento de la sociedad, de todos sus miembros. Si crece la riqueza de la sociedad y aumenta tiempo libre de sus miembros se hará más sólida la base para formar y efectuar el Poder soviético. La misma economía va a contribuir al fortalecimiento y solidificación del Poder soviético. De este modo, la base económica del poder soviético en desarrollo y fortalecimiento es una producción directamente pública – producción de valor de uso. Los acontecimientos contrarrevolucionarios en Rusia y la pérdida provisional de poder por los trabajadores obligan a plantear la cuestión de restauración del poder popular de otra forma algo distinta. Hoy día esta cuestión se plantea de la manera siguiente - ¿cómo debe ser el poder de trabajadores para que sea difícil debilitarlo y destruirlo. Aún más, ¿cómo debe ser para que sea imposible destruirlo no solamente en los primeros años después de su constitución, sino también dentro de muchos decenios, para que no se repita una vez más un golpe contrarrevolucionario en un momento cuando, como parece, la misma posibilidad de dicho golpe se ha perdido en un lejano pasado. El poder socialista debe ser por su naturaleza una dictadura de proletariado. Es una respuesta de carácter general a la cuestión planteada. Y esta respuesta los clásicos del marxismo-leninismo la consideraban un mérito especial suyo. Esta cuestión es una frontera bien definida entre marxistas y revisionistas. Y una negativa de aceptar la dictadura de la clase obrera es equivalente a un rechazo al marxismo y socialismo. La historia ha comprobado claramente esta tesis, incluida la historia de la Unión Soviética. Un golpe revisionista tuvo lugar en el XXII Congreso del Partido Comunista, cuando del Programa del partido fue retirada la idea radical del marxismo – sobre la dictadura del proletariado. Pero tenemos que aprender de la conclusión que nos ha costado tanto de que sin una forma soviética de organización de la dictadura de la clase obrera es muy difícil sostenerla. Se puede decir que actualmente, después de un período de contaminación revisionista generalizada, cuyo catalizador fue la política de Jruschev, en todo el mundo se lleva a cabo con éxito un proceso de formación de nuevos partidos comunistas y obreros que han aprendido la lección de los intentos de rechazar a lo principal en el marxismo y han puesto la doctrina de la dictadura del proletariado en la base de sus programas y de toda su actividad política, tanto teórica como práctica. Sin embargo, como se dice, aún no es tiempo para alegrarse. El reconocimiento por si mismo de la dictadura del proletariado no es suficiente. Hay que reconocer también la forma organizativa que le corresponde y gracias a la cual la dictadura del proletariado no se destruye, sino se hace más fuerte y desarrolla en una autoadministración pública comunista, asegurando una liquidación de separación de la sociedad en clases, y al

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mismo tiempo la muerte del Estado como una presión organizada de una parte de la sociedad sobre la otra. La historia ha demostrado que la forma organizativa del poder estatal que corresponde a la dictadura de la clase obrera no es un poder elegido según el principio territorial sino un poder que se forma dentro de los colectivos laborales. Cuando en Francia en 1871 por la primera vez en la historia fue establecida una dictadura del proletariado, aún no se reveló una forma de poder adecuada a la dictadura del proletariado. La naturaleza de la dictadura del proletariado como poder de la clase de obreros industriales, de fábricas, de ciudades apareció en París en 1871 por primera vez y, sin haber podido consolidarse en una forma correspondiente, desapareció del escenario histórico como un prólogo de la otra revolución, la Gran revolución socialista de Octubre en Rusia en el año 1917, que estableció la dictadura de la clase obrera en forma del Poder soviético (de los Soviets). La Revolución rusa fue un ejemplo digno de repetir de un largo trabajo histórico de la clase obrera y de su partido que se llevaba a cabo dentro del antiguo régimen para crear un nuevo poder. Primeramente, en 1905 como resultado de una lucha de huelgas de tejedores de Ivanovo-Voznesensk fueron descubiertos los Soviets. No eran solamente organismos de gestión de huelagas, sino organismos de poder popular que por su naturaleza es una dictadura de la clase obrera. Si la clase obrera de Rusia no hubiera hecho este descubrimiento histórico de valor mundial, la revolución socialista, creación y desarrollo del socialismo habrían sido algo muy inseguro. Lo primordial es que la única base material de socialismo es una gran industria de máquinas, y si el poder popular no está relacionado con ella, no está basado en ella, no tiene en ella su fuente de fuerzas para hacerse más sólido y desarrollarse, tarde o temprano será liquidado por las fuerzas de clase enemiga que lo superan. Y, al contrario, si está basado fuertemente en las fábricas y plantas, si crece y fortalece con el desarrollo de la economía, la causa del Poder soviético, la causa de la dictadura de la clase obrera, la causa del socialismo se convierte en una causa que históricamente es invencible. La dictadura de la clase obrera, por lo tanto, es contraria a la dictadura de la burguesía no sólo por su naturaleza, sino también por la forma de su organización. La burguesía organiza su poder que tiene pinta de un poder popular, efectúa una elección de diputados al parlamento a base de un sufragio universal, pero según circunscripciones electorales donde manda el poder del dinero. Y aunque es posible con esta forma del poder conseguir una elección de algunos representantes de trabajadores al parlamento es imposible lograr el poder de trabajadores dentro de este sistema de organización de elecciones. Cabe parar en la parte filosófica de esta cuestión. El materialismo histórico nos enseña que la vida pública determina la conciencia pública. Esto significa que el régimen económico de una sociedad define su sobreestructura ideológica. Al dominio de burguesía en el sector económico corresponde el dominio de ideología burguesa en la conciencia pública. Vienen a votar las personas que están dirigidas por su conciencia, así que con un sufragio universal y una votación general la mayoría de las voces será para los candidatos de burguesía. La experiencia lo confirma prácticamente sin excepciones. Y la misma experiencia dice que si, de repente, la máquina electoral falla se aplicarán otros medios, incluidos los de fuerza, ya que estos medios están en las manos de la clase gobernante que no va a dejarlos, por supuesto, a otra clase sin una lucha violenta.

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¿Qué hacer en esta situación? ¿Significa esto que tenemos que rechzar a participar en campañas electorales y en la lucha electoral? No, no lo significa. Otra cosa es que hay que considerar la participación en las elecciones a los organismos representativos y en sus actividades uno de los medios de organización de trabajadores, dirigir el proceso hacia la creación de los Soviets, basados en fábricas y plantas, hacia un apoyo de sus actividades no solamente mediante sindicatos profesionales y partido de la clase obrera, sino también con una ayuda de diputados que tienen derecho y posibilidades de trabajar n colectivos laborales. No obstante una actividad electoral y parlamentaria no puede ser el núcleo de actividad política de un partido verdaderamente revolucionario. El núcleo de su trabajo tiene que ser una organización de movimiento sindicalista de la clase obrera, lucha de la clase obrera no sólo por interéses a corto plazo, sino por los intereses radicales, a largo plazo, lucha orientada a crear en una perspectiva los Soviets como futuros organismos de un nuevo poder, poder socialista, y al mismo tiempo como organismos de autogestión colectiva de los trabajadores, organismos de su lucha por los intereses más actuales. A estos propósitos también tiene que ser supeditada la organización de lucha parlamentaria. Sólo cuando en condiciones de una situación revolucionaria en las fábricas más grandes empiecen a funcionar los comités de huelga u otros organismos de autogestión obrera que tengan autoridad y sean formados de los representantes de los colectivos, cuando estos organismos sean unidos entre sí en los marcos de las ciudades y regiones mediante los Soviets municipales y regionales, y dentro del marco del país mediante un Soviet o Comité de trabajadores que reunirá a representantes de organizaciones obreras, cuando creen sus propias instituciones para mantener el orden y combatir la violencia – “druzhinas” (milicias) obreras, sólo entonces la cuestión del paso del poder a los Soviets, cualquier nombre que tengan, podrá ser planteada a nivel práctico. Sin conseguir todo ello todas las discusiones sobre el cambio del carácter del poder son vanas habladurías. Es considerable que en Rusia en 1917 hubiera dos procesos electorales al mismo tiempo – eran elegidos los miembros de la Asamblea Constituyente (“Uchreditelnoye sobranie”) y de los Soviets. Las elecciones a la Asamblea Constituyente dieron la mayoría a los representantes de pequeña burguesía – mencheviques y socialistas-revolucionarios, y las elecciones a los Soviets – a los bolcheviques, partido de la clase obrera. Los bolcheviques tuvieron razón de no haber rechazado la posibilidad de participar en las elecciones al parlamento burgués y de haber aprovechado las oportunidades de la campaña electoral para su propaganda, pero, en primer término, hacían propaganda de la creación de los Soviets y luego del paso de todo el poder a estos Soviets. La experiencia de nuestra revolución enseña que a una revolución socialista le precede un período de doble poder cuando existen al mismo tiempo un organismo de dominio burgués – parlamento burgués, y organismos del futuro nuevo poder – Soviets cuyo congreso, reunión o comité de representantes, tienen el objetivo de stablecer un nuevo poder. Existiendo los Soviets como organismos del futuro poder dispuestos a ejecutar las funciones del nuevo aparato administrativo, se crea una situación que facilita el paso del poder de la burguesía al poder de la clase obrera, del parlamento burgués al poder de los Soviets. Si no existen los Soviets apoyados por las milicias obreras y en el transrumbo de las huelgas se plantea una dimisión del gobierno, presidente o de ambos, incluso si esta dimisión tiene lugar, esto no podrá cambiar la situación. Porque un cambio de personas no significa cambio de la clase que tiene el poder. Marx, Engels y Lenin explicaban minuciosamente, masticándolo como si fuera para los niños pequeños, que no se podía tomar la antigua máquina estatal y ponerla en marcha con nuevos objetivos. Hay que romperla, destrozarla y construir un nuevo aparato estatal

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capaz de llevar a cabo los intereses de la clase obrera. Los Soviets elegidos en colectivos laborales, que puedan llamarse de distintas formas en distintos países, presentan este nuevo aparato estatal que viene para sustituir el aparato viejo de burguesía. Sin embargo estas realidades entran en las cabezas con mucha dificultad, y muchas personas siguen creyendo en los cuentos de hadas sobre la elección de un nuevo presidente bueno y sobre el nombramiento de un nuevo gobierno bueno. En cuanto a los propios parlamentarios su enfermedad más divulgada es el cretinismo parlamentario que se expresa en una fé ingenua de que se pueda solucionar entre paredes de parlamento todas las cuestiones radicales de la vida del pueblo. La realidad es otra: las cuestiones radicales de la vida del pueblo siempre se solucionaban fuera de los parlamentos, mediante una violenta lucha de clases e incluso mediante una guerra civil. Y cuanto menos ilusiones parlamentarias tengan los obreros y campesinos que crean sus Soviets, cuanto mejor estén organizados y preparados para romper una inevitable resistencia de la burguesía, tanto menos existe la posibilidad de una guerra civil. Al contrario, si se ocupa de desarmar a los obreros y adormecerles con unos cuentos sobre burgueses honestos y bondadosos, será inevitable el azote más cruel del pueblo. Esto fue confirmado con los acontecimientos en Chile y Rusia. De este modo, la dictadura del proletariado tiene en calidad de su forma organizativa el poder de los Soviets eligidos dentro de los colectivos laborales. Esto se revela no solamente durante el período de constitución y consolidación del nuevo poder, sino es cierto aplicado a todo el período de socialismo hasta una liquidación total de clases sociales y la muerte del Estado. En el Programa redactado por Lenin y aprobado por el VIII Congreso del RCP(b) (Partido comunista ruso de bolcheviques) fue escrito: “la unidad electoral y la principal célula del Estado no es una circunscripción territorial, sino una unidad productiva (planta, fábrica)”. ¿Cómo organizarlo en práctica? Por ejemplo, así. En los colectivos laborales de las empresas según sus departamentos estructurales se eligen los Soviets de estos colectivos con dercho a revocar y sustituir a sus miembros en cualquier momento por iniciativa del colectivo estructural que les ha elegido. De los representantes de Soviets de empresas se forman unos Soviets municipales y regionales también con derecho a revocar y sustituir en cualquier momento a los representantes de los Soviets de empresas por iniciativa del Soviet que les ha delegado. El Congreso de los Soviets o el Comité de representantes de los Soviets municipales y rgionales forman el organismo supremo legislativo que nombra el gobierno y determina la política interior y exterior del país. El tiempo de participación de los obreros en la organización de los Soviets, de control sobre sus actividades y el tiempo que necesitan los diputados para cumplir con sus obligaciones es pagado de acuerdo con un salario medio. ¿Cómo garantizar en este caso una representación equivalente? El número de trabajadores de las principales empresas puede ser tomado como escala para determinar una norma de representación unificada para la ciudad. Digamos que si de 1 mil trabajadores se envía al Soviet municipal 1 persona, de un colectivo de 5 mil personas se eligen 5 diputados. Y al contrario, si el número de trabajadores es menor a un mil personas, este colectivo laboral se junta con otros colectivos pequeños hasta formar una cincunscripción productiva de 1 mil trabajadores. Para los que trabajan en pequeñas oficinas la norma de representación puede ser definida a partir de un número determinado de miembros de sindicatos. Los ciudadanos que no trabajan en este caso pueden bien incluirse en alguna circunscripción productiva (por ejemplo, donde han trabajado antes o en las más

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cercanas), bien enviar a sus representantes de los comités de ciudadanos no empleados siguiendo la norma unificada de representación, así 1 diputado representará a 1 mil ciudadanos no empleados. De esta manera es garantizado el sufragio universal. En este caso, si el Soviet de la célula principal de la construcción estatal, planta o fábrica, revoca a su representante de un Soviet municipal, este representante automáticamente pierde su mandato correspondiente y, con ello, su derecho a representar el Soviet municipal en el organismo superior del poder estatal, si antes tenía este derecho. El procedimiento práctico y la facilidad de revocar a un diputado elegido por un colectivo laboral permite llevar una lucha eficaz con burocratismo y arribismo y paulatinamente, no sólo a base de promesas y programas, sino sobre todo a base de una experiencia práctica, seleccionar a los miembros de organismos representativos del poder estatal que más correspondan a los intereses de la clase obrera. Admás sería preferible que los diputados tuvieran media jornada laboral. Si un obrero de los cinco días laborales va a dedicar tres días a la semana a efectuar sus funciones de diputado, ya no será obrero, se separará del colectivo, pero no se convertirá en un intelecual, profesional, un objeto a manipular por parte de los políticos de turno. Si un obrero diputado no tiene días libres para efectuar sus funciones se convertirá en un “general de bodas” – diputado a quien le sientan a la mesa presidencial los días de fiesta para simbolizar la unión del poder con el pueblo. Lo más correcto será que el diputado continuando su trabajo profesional tenga tiempo suficiente para adquirir conocimientos y habilidades profesionales en la gestión del Estado. Digamos que, si un obrero tres días a la semana está frente a su máquina en su puesto de trabajo y dos días los dedica como diputado del Soviet a organizar a trabajadores, no se separará del colectivo y aprenderá poco a poco las ciencias del trabajo administrativo, incluido el uso del ordenador y tecnologías modernas de comunicación. Por supuesto, estos dos días que el obrero no cumple su trabajo de producción material tienen que serle pagados. A propósito, ya en la práctica del capitalismo moderno existen unas condiciones para ello. La ley “Sobre el régimen jurídico de la empresa” de la República Federal de Alemania preve que en cada empresa que tenga al menos cinco trabajadores se elige un Consejo de producción, las actividades de este Consejo se llevan en las horas laborales y se pagan en términos medios. La burguesía avanzada comprende que hoy día, cuando los adelantos del progreso científico-técnico determinan el desarrollo de la economía, sin participación interesada de los productores directos en este proceso el progreso científico-técnico, y por consiguiente, la economía en general se frenará. Otra cosa es que en Alemania las competencias de los Consejos de producción son muy limitadas con las cuestiones de producción, y dichos Consejos no tienen contacto con los consejos de las otras empresas, ni con un organismo coordinador único y no tienen derecho a llevar un trabajo político. Para la burguesía es un instrumento más de divulgar entre los trabajadores las ideas del “consenso público”, “ser socios sociales”, “paz laboral”, “colaboración de clases” y paliar la lucha de clases. La base de valor de uso de la producción asegura y supone proporcionar a los diputados de los colectivos laborales tiempo necesario para llevar sus funciones administrativas. Pero si sólo los diputados disponen de este tiempo de cualquier modo se separan de sus colectivos y los colectivos no pueden jugar un papel determinante. Tienen que controlar a sus diputados, darles mandatos y revocar a tiempo a los que no cumplen la voluntad del colectivos que les ha elegido. Todo esto supone tiempo que es un tiempo laboral pagado en términos medios. Tal tiempo tiene que ser

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proporcionado a cada trabajador como mínimo para poder participar en una reunión mensual del colectivo convocada con el fin de conocer el informe del diputado. Sólo cuando sea organizado un control de los diputados elegidos por parte de sus electores y los productores directos puedan participar en las actividades de organismos estatales, el Poder soviético a pleno derecho podrá llamarse un poder de obreros y campesinos. Si las actividades de los propios obreros, campesinos, intelectuales son sustituidas con la actividad de personas contratadas – profesionales, a los que, por supuesto, no podemos evitar en ningún caso, entonces podemos volver a obtener una situación cuando el poder real no pertenece a los organismos legislativos, sino a los ejecutivos, y los Soviets son una especie de pantalla que cubre a los que detrás de ellos o en nombre de ellos hace sus negocios. Entonces es posible otra recidiva de reconstrucción de orden de propiedad privada del cual sufre tanto ahora el pueblo nuestro. De aquí podemos hacer una conclusión de que las posibilidades de crear condiciones materiales cada vez más favorables para una participación de todos los miembros de la sociedad en la gestión del Estado, que crecen debido al desarrollo de la producción de valor s al consumo, tienen que ser utilizadas con eficacia, y esto, a su vez, contribuirá al desarrollo de la producción de valor s al consumo. La riqueza principal de la sociedad – tiempo libre – va a crecer todo el tiempo y va a ser distribuida con justicia, sin ser usurpada por una élite administrativa o intelectual. Entonces se pondrá en marcha el proceso de liquidación paulatina de las clases sociales y de acercamiento a un estado cuando todos los miembros de la sociedad sean trabajadores, cada uno con su carácter único que no será determinado con lo que hace en sus horas de trabajo sino con lo que ha hecho y hace en su tiempo libre que es tiempo para su libre desarrollo. Esto será un salto verdadero del reino de necesidad al reino de libertad. Es bien conocida la idea de que hay tres tipos de esclavos. Uno de los esclavos es un simple esclavo que lleva su vida desgraciada obedeciendo a una voluntad superior. Otro esclavo está tan acostumbrado de serlo que empieza a babear pensando qué amo tan bueno tiene, qué gobernador tan bueno. No es simplemente un esclavo, es un lacayo, un bruto. Y hay tercer tipo de esclavo – el que se ha levantado para luchar contra todo el sistema de servidumbre, y aunque ésta no está todavía liquidada, ya no es un esclavo, es un revolucionario. Hasta ahora hemos hablado de las condiciones materiales y bases para poder participar los trabajadores en la gestión y autoadministración, de la estructura del Poder soviético, pero, como es lógico, nadie nos traerá liberación del viejo poder de burguesía, no será dios, ni un zar y ni un héroe. La liberación de los trabajadores es una tarea de los trabajadores mismos. En su lucha justa les ayudarán la lógica general del progreso histórico y los hombres más ilustrados de ciencia y cultura. No obstante, sin una lucha consciente y activa, decisiva e insistente de la clase obrera por sus intereses no se puede crear el Poder soviético, ni sostenerlo, sin una lucha así es imposible crear, ni desarrollar la economía del socialismo. Y esta lucha se lleva, se llevará en el futuro y llegará a su final triunfal si los partidos comunistas van a asegurar una correcta dirección de esta lucha.

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DEL <<EUROCOMUNISMO>> AL OPORTUNISMO DE NUESTROS DÍAS. A MODO DE INTRODUCCIÓN. La reorganización teórica e ideológica del movimiento comunista internacional, sobre una base marxista – leninista sólida, exige continuar profundizando en el estudio de la construcción socialista durante el siglo XX y analizar científicamente las causas del triunfo de la contrarrevolución capitalista en la URSS y en el resto de países socialistas europeos. La restauración capitalista tuvo causas internas y externas. Sin embargo, a la hora de abordar éstas últimas, los análisis suelen centrarse en el estudio de las diversas líneas de ataque al socialismo puestas en marcha por las potencias imperialistas en el campo político, militar, económico, ideológico y psicológico. Los factores externos fueron determinantes y confirmaron que el enfrentamiento entre el campo imperialista y el campo socialista era la expresión genuina de la lucha de clases a escala internacional1. Sin embargo, se debe profundizar en el estudio de tendencias como la eurocomunista que contribuyeron a debilitar el poder socialista, actuando en el seno del movimiento obrero y del movimiento comunista internacional, e interactuaron muchas veces con las políticas oportunistas de partidos comunistas y obreros que se hallaban en el poder. Los centros ideológicos imperialistas prestaron asistencia y difundieron ampliamente las posiciones eurocomunistas, frente a la línea que denominaban despectivamente <<ortodoxa>> o <<prosoviética>>. El eurocomunismo, representado principalmente por los partidos de Italia, Francia y España, debe su nombre a las agencias de prensa capitalistas que, con tal denominación, hacían referencia a las organizaciones que compartían la defensa de una serie de puntos de vista: La oposición a la existencia de un movimiento comunista internacional organizado, defendiendo la tesis del llamado <<policentrismo>> frente a la experiencia de la Internacional Comunista (Komintern) y de la Oficina de Información de los Partidos Comunistas y Obreros (Kominform). La negación de la dictadura del proletariado, frente a la que defendían la <<pluralidad de vías hacia el socialismo>> y, especialmente, la vía parlamentaria, en colaboración con las fuerzas socialdemócratas y cristianas, asumiendo el pluripartidismo y el marco democrático - burgués. La sustitución del internacionalismo proletario, que identificaban con la defensa incondicional de la Unión Soviética y de la línea política del PCUS, por la de <<solidaridad internacionalista>> o <<nuevo internacionalismo>>. La aceptación del marco de la por entonces Comunidad Económica Europea, bajo el llamamiento a defender en su seno los derechos sociales y la participación de los trabajadores en su diseño. La crítica constante y abierta a la URSS y a los países socialistas, desde el ángulo de los derechos humanos y las libertades individuales en su concepción burguesa. La revisión y destrucción del <<partido de nuevo tipo>> acuñado por Lenin, pues al negar en uno u otro grado las tareas revolucionarias de todo partido comunista fueron negados igualmente los principios revolucionarios en lo relativo a su organización y funcionamiento.

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El eurocomunismo afectó a partidos de diferentes latitudes, alguno de ellos en el poder, y al igual que otras corrientes oportunistas a lo largo de la historia tuvo una clara vocación internacional, a pesar de tener como tesis de cabecera el ser un fenómeno que atendía a las particularidades y condiciones nacionales. Al respecto, Enrico Berlinguer, Secretario General del PCI, decía: “Nosotros no somos evidentemente quienes hemos forjado este término, pero el hecho mismo de que circule tan ampliamente muestra hasta qué punto los países de la Europa occidental aspiran profundamente a ver afirmarse y progresar soluciones de nuevo tipo en la transformación de la sociedad en un sentido socialista”. Y el Secretario General del PCE, Santiago Carrillo, añadía: “… no existe el eurocomunismo, puesto que algunos partidos comunistas no europeos, como el Partido Comunista Japonés, no pueden ser incluidos bajo esta etiqueta”2. A pesar de las incoherencias y falsificaciones que han caracterizado la vida de Carrillo, que meses después de negar la existencia del <<eurocomunismo>> publicaba su libro “Eurocomunismo y Estado”, en una cosa llevaba razón: el fenómeno no se limitaba a la Europa occidental. LOS ANTECEDENTES DEL <<EUROCOMUNISMO>> Y EL XX CONGRESO DEL PCUS. Las bases para en nacimiento de esta corriente revisionista se habían sentado mucho antes de que el eurocomunismo fuese presentado en sociedad por Carrillo, Berlinguer y Marchais. Tras la Segunda Guerra Mundial se abre para el movimiento revolucionario mundial una difícil etapa. A la destrucción causada por la invasión alemana de la URSS, y los posteriores esfuerzos para su reconstrucción, se sumó en lo político la pérdida de centenares de miles de cuadros comunistas que habían caído en combate contra el nazi – fascismo, lo que afectó de manera decisiva al PCUS y a otros partidos comunistas europeos. Las potencias capitalistas, capitaneadas por unos Estados Unidos que no sufrieron la guerra en su suelo y se convertían en la potencia del campo imperialista, desataron de inmediato la llamada <<Guerra Fría>> y la carrera armamentista, poniendo en práctica toda una batería de medidas orientadas a socavar el poder socialista. La contrarrevolución interna no renunció a derrocar el poder obrero en ningún momento. Con la asistencia imperialista se organizaron acciones contrarrevolucionarias en la República Federal de Yugoslavia (1.947 – 48), en la República Democrática Alemana (1.953), en Polonia y Hungría (otoño de 1.956). La lucha de clases persistía y se profundizaba bajo nuevas condiciones, el sistema imperialista daba muestras de fortaleza y demostraba su capacidad de recomposición, creando organizaciones internacionales para tratar de atenuar sus contradicciones e incrementar la presión sobre el campo socialista (OTAN, FMI, Banco Mundial, etc.). En el seno del PCUS se iniciaban importantes debates sobre la edificación del socialismo en las condiciones de postguerra, particularmente sobre las leyes económicas en el socialismo y su carácter. La dirección del Partido participa activamente de los debates y Stalin combate abiertamente las posiciones oportunistas en la polémica surgida respecto al proyecto de Manual de Economía Política3. Tras su muerte, el 5 de marzo de 1.953, la lucha continúa en el seno del PCUS y se incrementa tanto en la preparación como en los debates del XX Congreso del PCUS, celebrado en febrero de 1.956.

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El bloque oportunista liderado por N. S. Jruchov abrió las puertas a la tesis de la <<pluralidad de formas de transición al socialismo>>, revisando la teoría marxista acerca del carácter clasista del Estado y la teoría leninista de la revolución. En el Informe del Comité Central del PCUS ante el XX Congreso, presentado por Jruchov, se afirmaba: “…surge la cuestión de la posibilidad de aprovechar también el camino parlamentario para la transición al socialismo.” “…la clase obrera, uniendo en torno suyo a los campesinos trabajadores, a los intelectuales, a todas las fuerzas patrióticas… puede derrotar a las fuerzas reaccionarias, antipopulares, conquistar una sólida mayoría en el parlamento y transformarlo, de órgano de la democracia burguesa, en instrumento de la verdadera voluntad popular. En tal caso, esta institución, tradicional para muchos países capitalistas altamente desarrollados, puede convertirse en el órgano de la auténtica democracia, de la democracia para los trabajadores.4” En el discurso de M.A. Suslov, pronunciado el 16 de febrero, se decía: “En los propios países capitalistas… la clase obrera y sus partidarios políticos tienen plena posibilidad de agrupar en torno suyo sobre una plataforma democrática única a la mayoría abrumadora de la nación –a los campesinos, a la pequeña burguesía, a los intelectuales e incluso a capas patrióticas de la burguesía-, lo que facilitará indudablemente la victoria de la clase obrera.5”. Los tránsitos pacíficos al socialismo por la vía parlamentaria no se conocieron en país alguno. Sin embargo, el subjetivismo de esta tesis y sus efectos en la estrategia de algunos partidos comunistas se hicieron presentes de inmediato. En su discurso al XX Congreso, A.I. Mikolai percibe con claridad que la tesis sobre el tránsito pacífico y gradual al socialismo se acerca peligrosamente a las posturas de la socialdemocracia, y al respecto aporta la siguiente justificación: “Es notorio que, en algunas ocasiones, ciertos partidos socialistas consiguieron la mayoría parlamentaria y que en una serie de países han existido y existen incluso gobiernos socialistas. Pero también en estos casos el asunto se limita a hacer pequeñas concesiones a los obreros sin construir socialismo alguno. Hace falta que la dirección estatal pase a manos de la clase obrera, que la clase obrera esté preparada no sólo desde el punto de vista de la organización, sino también política y teóricamente para luchar por el socialismo, que no se conforme con unas migajas de la mesa capitalista, sino que, objetivamente la mayoría, tome el poder y liquide la propiedad privada sobre los medios fundamentales de producción.6”. El marxismo – leninismo y sus diferencias con la socialdemocracia quedan así reducidas a una mera cuestión de voluntad: los socialistas no quieren caminar de reforma en reforma hacia el socialismo, nosotros sí queremos. El marxismo fue pulverizado, se enterró la teoría leninista del estado y ocupó su lugar el reformismo más vulgar y la completa falsificación del marxismo. Estas posiciones fueron acompañadas por planteamientos oportunistas en materia económica, de organización del estado y en materia exterior. El giro oportunista se completó con el conocido <<Informe Secreto de Jruchov>>, presentado sorpresivamente al Congreso vulnerando los principios de dirección colectiva que se decía querer restablecer.

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Tras el XX Congreso, y una vez difundido el <<Informe Secreto>>, se inicia de inmediato el proceso conocido como <<desestalinización>>, acogida con alivio y sin rechistar por varios partidos de Europa occidental. (ELIMINAR con el Partido Comunista Italiano al frente.) Los días 8 a 14 de diciembre de 1.956, diez meses después del XX Congreso del PCUS, sesiona en Roma el VIII Congreso del PCI en el que se aprueba a propuesta de Palmiro Togliatti la <<vía italiana al socialismo>>, que había sido precedida por la conocida como <<vía británica al socialismo>> adoptada en el Congreso del Partido Comunista de Gran Bretaña celebrado en 1.951, contraponiendo la lógica de las <<vías nacionales>> a la probada teoría marxista – leninista de la revolución. Se insiste en profundizar las libertades para alcanzar la democracia económica y social. Surge así la concepción de <<democracia avanzada>> o <<democracia antimonopolista>> que en la culminación de su desarrollo permitiría abordar seguidamente la transición al socialismo. Togliatti, poniéndose a la cabeza de los dirigentes europeos denominados <<renovadores>>, llega a afirmar en su obra conocida como <<Memorial de Yalta>> que: “En conjunto, nosotros partimos, y estamos siempre convencidos de que debe partirse, en la elaboración de nuestra política, de las posiciones del XX Congreso7. Pero también esas posiciones tienen necesidad hoy, de ser ahondadas y desarrolladas. Por ejemplo, una reflexión más profunda sobre el tema de la posibilidad de una vía pacífica de acceso al socialismo nos lleva a precisar qué es lo que nosotros entendemos por democracia en un Estado burgués, cómo se pueden ensanchar los límites de la libertad y de las instituciones democráticas y cuáles son las formas más eficaces de participación de las masas obreras y trabajadoras en la vida económica y política. Surge así la cuestión de la posibilidad de conquistar posiciones de poder, por parte de las clases trabajadoras, en el ámbito de un Estado que no ha cambiado su naturaleza de Estado burgués y, por lo tanto, la de si es posible la lucha por una progresiva transformación, desde el interior de esa naturaleza.8”. Al tiempo que diferentes partidos comienzan a asumir tales posiciones arrecian los ataques contra los países socialistas, especialmente contra la Unión Soviética. La primera gran fisura hecha pública en el movimiento comunista europeo tiene lugar tras la intervención internacionalista proletaria de los países del Pacto de Varsovia en Checoslovaquia, en agosto de 1.968. El Partido Comunista Italiano, el Partido Comunista de España y el Partido Comunista Rumano condenan públicamente la intervención. El antisovietismo pasa a integrarse en la línea política de los partidos que abrazan el <<eurocomunismo>> y a convertirse en una de sus principales señas de identidad. Cualquier pretexto es bueno con tal de diferenciarse de la URSS, con tal de presentarse ante la opinión pública como opción diferenciada del principal bastión de la clase obrera internacional, aunque las críticas antisoviéticas coincidan abiertamente con la propaganda imperialista y contribuyan objetivamente a debilitar al campo socialista. La vía italiana adquiere un nuevo estadio con la concepción del <<compromiso histórico>> elaborada por Enrico Berlinguer. El camino al socialismo se concibe sobre la base de una amplia alianza pluripartidista, lo que en la práctica supone para los PPCC el abandono de su función dirigente, de su papel de destacamento de vanguardia. El llamado <<socialismo democrático>> o <<socialismo en libertad>> va adoptando su forma definitiva en abierto antagonismo con la dictadura del

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proletariado. Los partidos eurocomunistas asumen las denominadas <<libertades formales>> burguesas como posiciones propias y defienden la posibilidad de profundizar la democracia burguesa –a la que dejan de calificar como tal- para alcanzar el socialismo, renunciando a la revolución social y al poder revolucionario de la clase obrera. La conferencia de berlín este y el revisionismo eurocomunista En esa perspectiva, en 1.975 el Partido Comunista Italiano y el Partido Comunista de España hacen una declaración conjunta sobre su modelo de tránsito al socialismo en <<paz y libertad>>. Son los prolegómenos de la Conferencia de Partidos Comunistas y Obreros de Europa celebrara en Berlín Este los días 29 y 30 de junio de 1.976, cuyos resultados tuvieron una amplia resonancia mundial. Los partidos de Italia, Francia y España, apoyados en mayor o menor medida por la intervención de algunos partidos en el poder –como el yugoslavo-, presentan (ELIMINAR abiertamente) en un frente común la plataforma eurocomunista. El Partido Comunista Italiano defendía abiertamente la desarticulación del movimiento comunista internacional, diciendo respecto a la Conferencia de Berlín9: “…en ésta han sido reafirmados con fuerzas los principios de autonomía que hoy regulan las relaciones de colaboración entre los partidos comunistas… El éxito de esa política de paz y coexistencia en Europa es una condición del avance democrático y pacífico del pueblo italiano hacia profundas transformaciones de tipo socialista”. Enrico Berlinguer declaraba: “… nuestra Conferencia no es la de un organismo comunista internacional, que no existe ni puede existir en forma alguna, ni a escala internacional, ni a escala europea...” Por parte del Partido Comunista Francés10 se insistía en la llamada vía democrática y en las particularidades nacionales: “…nuestro partido ha expuesto ante la Conferencia las ideas centrales de su XXII Congreso y, en particular, la vía democrática hacia el socialismo, que tiene en cuenta las particularidades nacionales de Francia a la que invita a los trabajadores, a nuestro pueblo.” Tras el pleno del Comité Central celebrado en Roma los días 28 y 29 de julio de 1.976, el Partido Comunista de España hacía en una conferencia de presa la más acabada exposición de las pretendidamente nuevas posiciones revisionistas11: “Las condiciones en que viven los distintos partidos comunistas, sus características, la misma historia de cada uno y de sus pueblos, son lo suficientemente diferentes para que la diversidad sea la nota decisiva que marque las relaciones mutuas… Esta diversidad de situaciones limita los temas en que cabe una unidad de criterio, como se ha ido constatando a lo largo de estos dos años de preparación. Pero hay algo más profundo. Esta diversidad de situaciones origina lógicamente una profunda diversidad de concepciones sobre todo en un conjunto de temas esenciales: sobre la concepción del socialismo, sobre múltiples problemas contemporáneos, sobre numerosas cuestiones ideológicas, sobre la democracia política… Igualmente ha quedado claro en Berlín que existe en Europa un grupo de partidos comunistas cuya línea política, cuyos análisis, cuya concepción del socialismo coinciden en gran medida...

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Estos partidos luchan por la vía democrática al socialismo, y por un socialismo en la democracia, con el pleno ejercicio de los derechos de la persona, con pluralidad de partidos políticos, con el respeto a la alternancia en el poder según exprese su voluntad el pueblo a través del sufragio universal. El conjunto de esos partidos se pronuncia por un socialismo en el que exista el respeto más escrupuloso a la libertad de conciencia y a las prácticas religiosas, a la libertad de expresión, de reunión, a la libertad científica, literaria y artística, al derecho a la huelga; por un socialismo en que el Estado no tenga ideología oficial”. El <<eurocomunismo>> se manifestaba plenamente como corriente revisionista de derecha, asumiendo (ELIMINAR íntegramente) los postulados del liberalismo en torno a los más variados aspectos políticos: democracia, libertades, religión, etc. Bajo la defensa de las libertades políticas y de la democracia burguesa, especialmente del pluripartidismo y del sufragio electoral, enterraron la lucha de clases y negaron el papel de instrumento de dominación de clase del Estado. Practicaron una constante y creciente política de agresión a los países socialistas y trataron de dinamitar por todos los medios a su alcance la coordinación y el avance del movimiento comunista internacional, convirtiéndose en nombre de las particularidades nacionales y del socialismo democrático en funcionales a la estrategia anticomunista de las potencias imperialistas. En su lucha contra el marxismo – leninismo, revivieron la tesis de Kautsky de que “la oposición de las dos corrientes socialistas” (es decir, los bolcheviques y los no bolcheviques) es “la oposición de dos métodos radicalmente distintos: el democrático y el dictatorial”12, y como él trataron de convertir de nuevo a Marx en un adocenado liberal. Atacaron con rabia la premisa leninista de que marxista sólo es el que hace extensivo el reconocimiento de la lucha de clases al reconocimiento de la dictadura del proletariado y de que el problema de la dictadura del proletariado es el problema de la actitud del Estado proletario frente al Estado burgués, de la democracia proletaria frente a la democracia burguesa. Como corriente revisionista, el <<eurocomunismo>> se manifestó como continuación de la lucha ideológica de la burguesía contra las ideas revolucionarias y sobre la base del reconocimiento formal del marxismo, al igual que hicieron con Kautsky respecto a la teoría del Estado, llamaron a combatir a sus filas al mismo Bernstein izando de nuevo la bandera de que “el objetivo final no es nada; el movimiento lo es todo”, o lo que es lo mismo, “la revolución socialista no es nada; las reformas son todo”. Así, frenaron toda tentativa revolucionaria en aras de una amplia alianza con socialdemócratas y cristianos llamada a conquistar una mayoría parlamentaria que, de reforma en reforma, algún día, alcanzaría el socialismo empleando como arma la maquinaria estatal burguesa, incluso en alianza con la propia burguesía nacional sumada a un frente antimonopolista. Y, como no podía ser de otra manera, atendiendo al nexo orgánico que en palabras de Lenin existe entre las cuestiones de organización y las concepciones programáticas revisionistas, su política y su táctica, se lanzaron a destruir el carácter leninista de sus respectivos partidos y de la militancia comunista13. EL <<EUROCOMUNISMO>> EN ESPAÑA Y LA DESTRUCCIÓN DEL PCE Tras la derrota sufrida en la guerra nacional revolucionaria contra el fascismo (1.936 -39), la dirección política del PCE no realizó un análisis riguroso de las causas de la derrota ni del papel del Partido en la fase final de la guerra. La dirección, con el camarada José Díaz14 gravemente enfermo y dispersa por diferentes países, no logró articular una estrategia que permitiese proseguir la lucha antifascista hasta el inicio de

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la Segunda Guerra Mundial. No existía un plan de repliegue y, mucho menos, una previsión que permitiese continuar organizadamente la lucha en la clandestinidad. Desde 1.932 hasta 1.954 no se celebra ningún Congreso del PCE 15, lo que permitió un constante y progresivo debilitamiento de los principios leninistas de dirección colectiva y un escenario idóneo para todo tipo de maniobras realizadas de espaldas a la organicidad y de la base combatiente del partido, con un Buró Político cuyos miembros vivían a varios miles de kilómetros de distancia entre sí y sin presencia articulada y efectiva de una dirección política en el interior del país. En paralelo a la formulación de la <<vía italiana al socialismo>>, el PCE adopta en España la conocida como <<política de reconciliación nacional>>, al tiempo que emprendía un desastroso repliegue de la lucha guerrillera. Con tales precedentes, comienza a librarse una dura batalla en la dirección del PCE. Bajo el mando de Carrillo, nombrado Secretario General en el VI Congreso, celebrado en Praga de diciembre de 1.959 a enero de 1.960, la dirección prepara la conocida como <<salida democrática>>, diseña la llamada <<alianza de las fuerzas del trabajo y la cultura>> e impone progresivamente una línea antisoviética y revisionista, eliminando a destacados dirigentes, apartando a los cuadros que en la dirección del partido permanecían fieles al marxismo – leninismo y expulsando a miles de comunistas honestos que luchaban heroicamente en el interior del país. La fracción eurocomunista se apoyó en todo momento en los resultados del XX Congreso del PCUS, especialmente en la tesis que afirmaba la pluralidad de formas en el tránsito al socialismo y en las críticas a Stalin contenidas en el Informe Secreto, que sirvieron de pretexto para difamar a la URSS y apartarse de las enseñanzas de la Revolución de Octubre en la transición revolucionaria y en la edificación del socialismo. Se apoyaron también en los sucesos contrarrevolucionarios de octubre – noviembre en la República Popular de Hungría y especialmente en la intervención internacionalista del Pacto de Varsovia en Checoslovaquia, tratando de debilitar la confianza de la militancia y de la clase obrera en el socialismo y de mermar en inmenso prestigio de la URSS. El oportunismo de la dirección eurocomunista del PCE no conoció límites. En 1.970 Santiago Carrillo declara al diario francés Le Monde: “Concebimos justamente una España socialista, donde el Jefe del Gobierno sería un católico y donde el PC sería minoritario… el socialismo español marchará con la hoz y el martillo en una mano y la cruz en la otra.”16

Desde entonces, la formulación del denominado <<pacto para la libertad>> pasa en el PCE a un primer plano. Como sucede en el PCI con el <<compromiso histórico>>, el citado pacto, expresión máxima del triunfo del interclasismo en el PCE, no se concibe como una alianza de clases u organizaciones políticas para superar la dictadura, sino que, en su aplicación eurocomunista, se convierte en la búsqueda desesperada del reconocimiento por parte de las clases dominantes, especialmente del sector oligárquico que, opuestos sus intereses a la tendencia autocrática del franquismo, pujaba en el interior del régimen por la integración española en la Comunidad Económica Europea, lo que en el plano político exigía un cambio en la forma de dominación, un tránsito tutelado de la dictadura franquista a la monarquía parlamentaria. Y en ese tránsito se comprometió el PCE revisionista. Primero aceptando los <<Pactos de la Moncloa>>, que sometían los intereses de la clase obrera y de los sectores populares a los intereses económicos de la oligarquía en plena crisis económica,

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jugando un papel de contención de la lucha obrera. Después aceptando el marco monárquico y enterrando la historia de lucha antifascista de la clase obrera y del pueblo español, renunciando al restablecimiento de la legalidad republicana y apoyando la Constitución de 1.978, que consagraba el cambio de una forma a otra en el ejercicio de la dictadura del capital. En paralelo, desde el Pleno del Comité Central celebrado en Roma en 1.976, fue atacada la concepción leninista de Partido, su papel en la sociedad, sus funciones, tareas esenciales y principios organizativos. En un partido con miles de depurados, se abrieron de par en par las puertas a miles de nuevos ingresos sin ningún tipo de control o vigilancia revolucionaria. Todas las condiciones estaban sentadas para, llegado el IX Congreso, celebrado en Madrid en 1.978, aprobar formalmente el abandono del marxismo – leninismo y consagrar la política revisionista impuesta en un largo proceso a los comunistas españoles. El Partido de la guerra nacional revolucionaria, de la lucha guerrillera, cuyos militantes formaron en la resistencia contra el nazi – fascismo en todos los países europeos y lucharon sin cuartel al lado del pueblo soviético en las Batallas de Leningrado y Stalingrado, había sido liquidado. El PCE había mutado en una organización irreconocible que, hasta el día de hoy, se manifiesta en contra de la necesidad histórica de la revolución socialista y del poder revolucionario de la clase obrera -la dictadura del proletariado- en el periodo de transición y de construcción del socialismo; se pronuncia en contra de los principios leninistas de organización, especialmente del centralismo democrático; renuncia a la experiencia y a las enseñanzas de la construcción socialista en el siglo XX, a las que califica como una suerte de <<capitalismo de estado>>, rechazando especialmente el periodo conocido como <<ataque o asalto socialista contra el capitalismo>> en el que la Unión Soviética, con Stalin al frente del PCUS, demostró la superioridad del socialismo sobre el capitalismo y cosechó principalmente éxitos; acepta el marco imperialista de la Unión Europea, reivindicando una versión social y democrática de la misma bajo los postulados oportunistas del Partido de la Izquierda Europea; y rechaza toda forma de recomposición de un movimiento comunista internacional estructurado sobre firmes bases ideológicas. En la Península Ibérica, el hermano Partido Comunista Portugués soportó todo tipo de presiones que poniendo entre otros el ejemplo español buscaban destruir la línea marxista – leninista. El camarada Álvaro Cunhal, Secretario General del PCP, respondió en todo momento con firmeza y contundencia: “Esta campaña aparece muchas veces con tono paternalista. Lamentan lo que llaman <<rigidez>>, el <<dogmatismo>>, el <<sectarismo>>, el <<stalinismo>> del PCP y hacen votos para que el PCP se convierta en un partido <<moderno>>, de <<modelo occidental>>… Y ¿cuáles son las modificaciones que el PCP habría de hacer para <<probar su independencia>>? Las condiciones son apuntadas provocadoramente. Todas ellas giran alrededor de seis grandes puntos: dejar de ser un partido marxista – leninista; romper sus relaciones de amistad con el Partido Comunista de la Unión Soviética; criticar a la URSS y a los países socialistas; romper con el internacionalismo proletario; desistir en Portugal de las reformas estructurales de carácter socialista; y adoptar un funcionamiento interno que permita tendencias y divisiones y la ruptura de la unidad del Partido.17”

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En el movimiento comunista español, a diferencia del portugués, se hicieron hegemónicas las posiciones revisionistas impulsadas por la dirección del PCE, y a lo largo de este proceso se escindió en dos fuerzas principales: aquellas que resistieron la ofensiva eurocomunista y defendieron el marxismo – leninismo agrupándose en 1.984 en el Partido Comunista de los Pueblos de España y aquellos otros que persistieron, y aún persisten, en chapotear en el pantano revisionista, sin haber realizado una autocrítica seria y rigurosa, un mero análisis, que vaya más allá de las meras lamentaciones sobre lo que pudo haber sido y no fue la denominada <<transición española>> y que continúan defendiendo en la práctica la vía del parlamentarismo burgués envuelta, en estos momentos, en la misma bandera republicana que en su momento traicionaron. Y para muestra un botón. En el órgano de expresión del PCE de abril de 2.010, bajo el título <<Ofensiva política hacia la Conferencia Republicana del PCE>>, desde la Secretaría de Movimiento Republicano del PCE se afirma entre otras lindezas: “Desde el PCE entendemos que el proyecto republicano no debe ser encasillado en función de la terminología referida a espacios en el espectro político. Tenemos que darle a la palabra República una entidad de propuesta que la haga más accesible y llamativa; La República es la reforma económica, social, política, ideológica y de nuevos valores a la situación real.” A continuación el Director de Mundo Obrero en su artículo titulado <<Construyendo República>> nos da muestras, aún más claras, de la completa confusión que reina en el seno del reformismo: “No vamos contra la Constitución de la que pedimos su reforma de modo trascendente, tenemos claro que el objetivo es contra una monarquía arcaica, obsoleta y garante de los valores del neoliberalismo. No queremos cualquier república sino una federal y democrática y con los valores de la I y la II Repúblicas aplicados a la situación actual… La futura Constitución republicana debe pivotar en torno a los contenidos de la solemne Declaración de DDHH de la ONU de 10 de Diciembre de 1948, además debe hacer suyos los tres Pactos que firmados en 1966 y aceptados por España desarrollan esos contenidos… La Democracia como convenio permanente entre seres libres e iguales para seguir permanentemente conviniendo es de un alcance y de una profundidad que hace posible a la ciudadanía la accesibilidad a la toma de todo tipo de decisiones...”. El viejo contenido revisionista, que adoptó en España y otros países la forma <<eurocomunista>>, se adapta así a los nuevos tiempos. Nuevo lenguaje para viejos planteamientos y ni asomo de marxismo. En las Tesis del XVIII Congreso del PCE se afirma: “En este XVII Congreso, el PCE se reafirma en la defensa del socialismo como desarrollo coherente y aplicación plena de la democracia. Comprende, por tanto, el reconocimiento del valor de las libertades personales y de su garantía, los principios de laicidad del Estado y de su articulación democrática, de la pluralidad de partidos, de la autonomía de los sindicatos, de la libertad religiosa y de culto practicado en el ámbito privado, así como la total libertad de investigación, y de las actividades artísticas y culturales”. Exactamente lo mismo que el PCE eurocomunista afirmaba tras el pleno del Comité Central celebrado en Roma en 1.976, cuya cita se ha reproducido anteriormente.

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El denominado Socialismo del Siglo XXI, es la nueva bandera de nuestros republicanos de hoy y eurocomunistas ayer18. Una propuesta cuyas versiones más elaboradas parten de las tesis mismas revisionistas que han atravesado los debates centrales del movimiento obrero desde que éste entró en la historia, de Bernstein al eurocomunismo, oponiendo al socialismo científico un ejercicio de eclecticismo trufado de posiciones liberal – burguesas. No es de extrañar, por tanto, que partidos herederos del eurocomunismo hayan saludado calurosamente la propuesta de V Internacional19, donde sus planteamientos revisionistas pueden convivir con naturalidad con fuerzas que han renunciado plenamente a la lucha de clases, con todo tipo de socialdemócratas, trotskistas y toda variedad moderna de oportunismo, tanto de derecha como de izquierda; tal y como ya hacen a escala regional en el Partido de la Izquierda Europea. A MODO DE CONCLUSIÓN. El eurocomunismo fue una corriente revisionista de derecha opuesta al socialismo científico y enemiga (ELIMINAR por tanto) del marxismo - leninismo que, como en otros momentos a lo largo de la historia de la lucha de clases, sirvió de vehículo a la penetración de la ideología burguesa en las filas de la clase obrera y del movimiento comunista. El eurocomunismo interactuó con las políticas oportunistas que, especialmente tras el XX Congreso del PCUS, fueron imponiéndose en varios partidos comunistas en el poder. El eurocomunismo basó su actuación en las fisuras abiertas por esas posiciones oportunistas y, al mismo tiempo, traicionó los principios internacionalistas proletarios practicando un grosero antisovietismo que contribuyó a mermar la confianza de la clase obrera en el socialismo. Las posiciones oportunistas, tanto en los partidos comunistas en el poder como en los que no lo estaban, no fueron suficientemente combatidas desde el marxismo – leninismo. A diferencia de lo sucedido en tiempos de Lenin y Stalin, no se abrió un debate ideológico riguroso en el seno del movimiento comunista internacional, en el que primó la <<diplomacia>> frente al apoyo consecuente a las posiciones revolucionarias que se enfrentaban al revisionismo. Los hechos no han confirmado ninguna de las afirmaciones eurocomunistas. El eurocomunismo condujo a la clase obrera de sus respectivos países al callejón sin salida del interclasismo, debilitó en extremo las posiciones revolucionarias y condujo a la liquidación de los partidos comunistas que lo adoptaron como destacamentos revolucionarios. (ELIMINAR destruyendo el modelo leninista de partido.) Los partidos comunistas que abrazaron el eurocomunismo, y que no han sido completamente liquidados, no realizaron una autocrítica rigurosa basada en categorías científicas de sus posiciones pasadas. En la actualidad tratan de adaptar las mismas posiciones revisionistas a los nuevos tiempos, agrupándose en Europa en torno al Partido de la Izquierda Europea. El desarrollo de la lucha de clases a escala internacional, con el avance de la clase obrera, del campesinado y de posiciones antiimperialistas en distintos países, especialmente latinoamericanos, ha hecho entrar en escena una nueva variedad de oportunismo. El denominado Socialismo del Siglo XXI, basado en el eclecticismo y en la negación de las categorías y principios del socialismo científico, está llamado a ocupar la misma posición que en la segunda mitad del siglo XX ocupó en Europa y otros lugares el denominado <<eurocomunismo>>. Las fuerzas marxistas – leninistas deben implicarse activamente en la lucha ideológica que hoy se libra en el movimiento revolucionario y

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antiimperialista mundial, contribuyendo de manera decisiva a la urgente reorganización de un movimiento comunista internacional que garantice el éxito de las revoluciones sociales que están por venir. Raúl Martínez Turrero. Miembro del CE del PCPE. Propuesta Comunista. 1 Declaración del Comité Central del PCPE ante el 90 Aniversario de la Gran Revolución Socialista de Octubre. VII Pleno del CC, 6 y 7 de octubre de 2.007. 2 Véase DOCUMENTATION FRANÇAISE: <<Problèmes Politiques et Sociaux>>, núm. 293. Paris, 1976, páginas 25 y 27. 3 Problemas económicos del socialismo en la URSS. Noviembre de 1.951. Ediciones Vanguardia Obrera en 1.984, Tomo XV Obras J. Stalin. 4 XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética. Editado en castellano por el Partido Comunista Francés. Páginas 40 a 43. 5 O.C. página 243. 6 O.C. página 279. 7 Se refiere al XX Congreso del PCUS. 8 El <<Memorial de Yalta>>, publicado tras el fallecimiento de Togliatti, fue elaborado para sostener una serie de conversaciones con los dirigentes soviéticos. En el mismo se desarrolla la idea del <<policentrismo>> en el movimiento comunista internacional. 9 L ´Unitá, 4 de julio de 1.976. Órgano de expresión del Partido Comunista Italiano. 10L´Humanité, 8 de julio de 1.976. Órgano de expresión del Partido Comunista Francés. 11 Europa y los comunistas. Editorial Progreso 1.977. Páginas 294 a 297. 12 Citado por Lenin en LA REVOLUCIÓN PROLETARIA Y EL RENEGADO KAUTSKY. Obras Escogidas en tres tomos, Moscú 1.961. Edición en castellano página 65. 13 En el caso del PCE, el Pleno del CC celebrado en Roma en 1.976 modificó la estructura del Partido y sustituyó las células por agrupaciones territoriales, al modo socialdemócrata, en preparación de las elecciones que estaban por venir. 14 Secretario General del PCE desde el IV Congreso, celebrado en Sevilla en 1.932. 15 El V Congreso del PCE se celebra en Checoslovaquia en abril de 1.954. Dolores Ibárruri, La Pasionaria, sucede en la Secretaría General a José Díaz, fallecido en 1.942. En el VI Congreso, celebrado en 1.960, Santiago Carrillo, Secretario General de la Juventud Socialista, unificada con la Juventud Comunista en la JSU, desplaza a Dolores Ibárruri de la Secretaría General, nombrándola Presidente del Partido, cargo inexistente hasta la fecha. En el mismo Congreso el Buró Político pasa a denominarse Comité Ejecutivo. 16 Declaraciones de Santiago Carrillo a Le Monde publicadas por el diario francés el 4 de noviembre de 1.970. 17 Álvaro Cunhal. UN PARTIDO CON PAREDES DE VIDRIO. Editorial Avante, 1.985. 18 En las Tesis aprobadas por el XVIII Congreso del PCE, celebrado en noviembre de 2.009, se adopta las posiciones del denominado Socialismo del Siglo XXI. 19 En el Informe aprobado por unanimidad en el Comité Federal del PCE de 18 de diciembre de 2.009, se declara respecto a la propuesta de V Internacional: “En este marco internacional surge la iniciativa lanzada en Venezuela de avanzar hacia una nueva internacional socialista. Para empezar tenemos que señalar que desde el PCE se viene reclamando desde hace muchos años la necesidad de ampliar a todo el planeta lo que es el Foro de Sao Paulo, en el que participan de pleno derecho solamente los partidos latinoamericanos, el resto somos invitados, ya que la necesidad de coordinar, complementar actuaciones e intercambiar opiniones es cada vez más necesaria frente a un capital que está plenamente organizado, la clave ahora es ver como damos forma a esta iniciativa en la que el PCE debe mostrar hoy su voluntad de participar”.

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El PCV y la construcción del socialismo en Venezuela Departamento de Política Internacional. Partido Comunista de Venezuela (PCV) Vivimos en la Venezuela bolivariana de hoy, un intenso debate sobre la teoría y la práctica del “socialismo”, que el Partido Comunista de Venezuela celebra con satisfacción y al que intenta contribuir. A lo largo del siglo XX, la oligarquía en el poder y sus amos verdaderos, los monopolios estadounidenses, se esforzaron en vano por desviar a nuestro pueblo del camino socialista. El 5 de marzo del año 1931, en la ciudad de Caracas, se funda la primera célula comunista en el país, hecho que marca el nacimiento del Partido Comunista de Venezuela; este acontecimiento tiene lugar en medio de una de las más férreas dictaduras que ha conocido América Latina, la de Juan Vicente Gómez (1908 – 1935). Para entonces, ser comunista según la Constitución Nacional era considerado traición a la Patria, y era castigado con 20 años de cárcel el delito de “comunismo”. No hay ninguna duda del arrojo, convicción y compromiso con la revolución que tuvieron aquellos camaradas que se decidieron a fundar el PCV. El PCV se ha esforzado durante 80 años de dura lucha en los que su militancia sufrió injustos encarcelamientos, salas de tortura, clandestinidad, ilegalidad, en aplicar las enseñanzas del Marxismo-Leninismo a nuestra realidad nacional con el propósito de transformarla para conformar una sociedad de plena libertad y derechos para el pueblo trabajador oprimido y explotado. En la construcción colectiva acerca de las ideas socialistas los siguientes elementos ideológicos han tenido y tienen importancia en la sociedad venezolana: 1.- El concepto de liberación nacional Lenin muestra que en la época del imperialismo son típicas “las formas variadas de países dependientes que desde un punto de vista formal, político, gozan de independencia, pero que, en realidad, se hallan envueltos en las redes de la dependencia financiera y diplomática”1. Lenin señala asimismo que el imperialismo es en lo político una “tendencia a la anexión…, a la violencia y a la reacción”2. Y es el líder del proletariado mundial quien advierte que el encarnizamiento en la búsqueda de fuentes de materias primas y la exportación de capitales lleva al capitalismo a la “conquista de colonias”. El pueblo venezolano ha sufrido directamente la opresión imperialista, el saqueo de sus recursos y la imposición de regímenes tiránicos que estaban al servicio de los monopolios extranjeros. En los años 1930 y 1940, miles de obreros contratados por la Lago Petroleum Company (LPC) de los Rockefeller y la Venezuelan Oil Concession (VOC) de los Morgan y los Mellon, sufrían hacinados, muriendo de paludismo y en accidentes de trabajo, torturados por la policía gomecista, mal pagados, humillados y despedidos; los indígenas expropiados de sus tierras; miles de mujeres sometidas a la prostitución en los campos petroleros; plantaciones agrícolas destruidas por la imposición de la economía petrolera con miles de campesinos en la miseria; el lago de Maracaibo ecológicamente destruido por esa industria extranjera y otras desgracias. Como explicó el profesor comunista venezolano Federico Brito Figueroa, el enriquecimiento fabuloso de los monopolios imperialistas incrementaba “el pauperismo general en el país y la opulencia de la oligarquía financiera norteamericana”3. El imperialismo petrolero impuso en el siglo XX tres regímenes reaccionarios: la dictadura

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de Juan Vicente Gómez (1908-1935), la de Pérez Jiménez (1948-1958) y la falsa democracia neocolonial (1959-1999). Nada tiene de extraño, por lo tanto, que el PCV haya asumido las resoluciones de la Internacional Comunista (IC) y de los clásicos del Marxismo-leninismo en favor de los derechos a la autodeterminación y de la plena soberanía nacional de los pueblos. «A fines de 1936 se reúne en Caracas el Primer Congreso de Trabajadores de Venezuela, con 219 delegados de todo el país, muchos de ellos comunistas, con gran colaboración de los camaradas veteranos en la organización del Congreso y en la elaboración de sus tesis. Este Congreso terminó con la creación de la Confederación Venezolana del Trabajo CTV», señala el camarada Key Sánchez. El PCV organizó la primera huelga de obreros petroleros de diciembre de 1936 a enero de 1937 que fue fundamentalmente una lucha antiimperialista. «El balance final de ese primer año de actividad política y social en lo que va de siglo resultó altamente positivo –señalaba Jesús Faria, quien fuera Secretario General del Partido Comunista de Venezuela, - aunque sólo hubiera sido por el número de hombres y mujeres que se incorporaron a las luchas de clases». Y agrega, «más allá de los resultados obtenidos, uno de los aspectos importantes de esta huelga, el acontecimiento más importante de la lucha antiimperialista que registra la historia hasta el momento, lo constituyó la poderosa actividad unitaria de la clase obrera con todos los otros sectores democráticos y patrióticos de la Venezuela antigomecista». El 8 de agosto de 1937, siete meses de terminada la huelga petrolera, se realizó la Primera Conferencia del Partido Comunista de Venezuela en donde decidió «Dar la Cara» y constituirse en el Partido de la Clase Obrera, independiente y de profundos principios internacionalistas. A partir de allí, el activismo del PCV se desarrollará junto a las y los trabajadores en la perspectiva de la Venezuela Socialista durante la transición democrática que culminó en 1952, cuando se produce un nuevo golpe de Estado militar. El 23 de enero de 1958, el PCV dirigió el derrocamiento de la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez, con apoyo de la clase obrera y del movimiento democrático popular. Sin embargo, EEUU logró, a través de la represión del movimiento sindical y de la ilegalización de los partidos de la izquierda, entre ellos el PCV, restaurar el sistema democrático representativo burgués que se mantendrá en el poder hasta 1999. En 1958, el PCV impulsó una combativa concentración clasista y popular para rechazar al ex presidente Nixon que estuvo a punto de provocar una intervención de los marines desde sus bases en Puerto Rico en su rescate. Para ampliar las diferentes formas de lucha de clases, el PCV con otros estamentos antiimperialistas creó las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN) y las Fuerzas de Liberación Nacional (FLN) para enfrentar el régimen concebido por el gobierno estadounidense. Por tanto, la exigencia de liberación nacional es la aplicación creativa del Marxismo - leninismo a la situación venezolana, el eje medular del programa político desde 1935 y la lucha central de decenas de miles de comunistas y antiimperialistas venezolanos desde 1931. Es la continuación de la lucha por la independencia y la libertad de los pueblos indígenas contra los conquistadores españoles desde el siglo XVI, de los esclavos y de todo nuestro pueblo bajo la dirección de El Libertador Simón Bolívar en el siglo XIX.

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2.- El dominio del imperialismo La contradicción fundamental sigue existiendo entre el capital y el trabajo, pero hoy se introduce como la principal de la época la contradicción entre la sobrevivencia de la Humanidad y el Imperialismo que es el último estadio del capitalismo, como lo definió brillantemente Lenin en 1916. Esta constatación nos lleva a impulsar la conformación de un amplio Frente Antiimperialista en el ámbito nacional, continental e internacional que agrupe a todas las clases sociales y sectores democráticos para derrotar el imperialismo que, en medio de su profunda crisis financiera, se torna mucho más peligroso, reaccionario y agresivo que nunca. El dirigente del PCV Pedro Eusse el 23 de noviembre de 2009, explicó algunas características de este Frente: “Va más allá, mucho más allá que los partidos marxistas… tenemos conciencia de que la lucha contra el imperialismo no sólo es tarea de los partidos marxistas-leninistas, sino del vasto movimiento político y social de carácter democrático, popular, progresista, y que necesita tener una mayor fuerza en la lucha contra la dominación imperialista”4. La amenaza de agresión que sufre hoy en día el país y los gobiernos progresistas del Continente, con las siete bases militares instaladas en Colombia, por un régimen fascista dirigido desde el Pentágono; la activación de la IVª Flota desplegada en el Océano Atlántico y el resto de las bases militares en el Caribe y Suramérica, demuestra que el Marxismo- leninismo es el principal instrumento teórico para entender y enfrentar el imperialismo.“La resolución definitiva de la contradicción principal del momento, entre la revolución bolivariana y el imperialismo estadounidense, demanda la más amplia unidad nacional, continental y mundial, de fuerzas populares y gobiernos progresistas”5. 3.- Las fases en la construcción socialista Las y los comunistas venezolanos hemos aprendido que no podemos quemar etapas e instaurar de manera inmediata el Socialismo, régimen social que requiere del cumplimiento de algunas características básicas: un Estado de nuevo tipo que nuestro VI Congreso llamó “Estado democrático y popular”; una economía próspera y fundamentalmente pública, una clase obrera dirigente bien organizada, una dirección política cohesionada y una alta conciencia revolucionaria de la sociedad. El mejor ejemplo de ello es la Cuba de hoy. Federico Engels advirtió en el Anti-Dühring que la toma de posesión de todos los medios de producción por la sociedad sólo puede convertirse en realidad “una vez que se produzcan las condiciones materiales para su realización”. Venezuela impulsa un proceso de transición que hemos caracterizado en el XII Congreso como “revolución de liberación nacional, de claro carácter antiimperialista, antimonopólico, democrático y popular, que abre perspectivas hacia el socialismo, en la medida en que la lucha de clases se resuelva a favor de las fuerzas ideológica y políticamente más consecuentes de la Revolución”6. El Taller Nacional Ideológico “Contribución al debate sobre el socialismo en Venezuela” que realizamos en el 2008 estableció que “en Venezuela, el período de transición hacia el socialismo apenas está comenzando”7. Para que esta transición se oriente efectivamente hacia el socialismo el PCV entiende que se deben cumplir algunas condiciones previas:

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1.- Desarrollo de la vanguardia política de la clase obrera, 2.- Conquista del poder político del Estado, 3.- Desarrollo de las fuerzas productivas, 4.- Fortalecimiento de la propiedad estatal con control obrero, 5.- Debilitamiento y posterior supresión de los mecanismos de dominación imperialista, 6.- Instauración de la planificación económica, 7.- Desarrollo de la educación del pueblo y otras8. El Comité Central del PCV ha analizado que el proceso de liberación nacional bolivariano está avanzando en el rescate de la soberanía “pero aún no hay las condiciones, ni subjetivas de conciencia y organización social, ni de transformación de la base productiva y relaciones de producción, es decir, no tenemos un plan estratégico para la construcción de la base económico-social de una sociedad socialista”9. Uno de los más graves problemas que enfrentan las fuerzas revolucionarias es el Estado burgués que no ha sido desmontado y que lo obstaculiza de manera permanente. En torno al Estado actual, nuestro Taller ideológico analizaba que “la dirección del Estado se encuentran en manos de la pequeña burguesía, y ésta por si sola, como se ha demostrado históricamente, no esta interesada en desarrollar las tareas propias del periodo de transición” 10. 4.- Los motores sociales del proceso bolivariano Lenin advirtió que las superganancias de los monopolios permitían “corromper a los dirigentes obreros y a la capa superior de la aristocracia obrera”11. La tarea, que los monopolios norteamericanos encargaron a sus lacayos de los gobiernos de AD y COPEI entre 1958 y 1998, fue la de dividir a la clase obrera venezolana corrompiendo a sus dirigentes y a un sector obrero privilegiado. Lo consiguieron hasta el punto que la Central de los Trabajadores de Venezuela (CTV), que fue uno de los actores del golpe fascista de 2002 contra el presidente Hugo Chávez. El PCV reconoce a cabalidad que es la clase obrera la más interesada y la más capaz de llevar hasta el final el proceso revolucionario venezolano y en hacer realidad el socialismo. Es por eso que siempre se ha esforzado en organizar los sindicatos de los obreros petroleros, de los jornaleros agrícolas, obreros industriales, marinos y portuarios, empleados, profesionales y otros sectores. El imperialismo consiguió parcialmente el objetivo de destruir a la organización de la clase obrera como principal sujeto revolucionario y es por eso que la tarea emancipadora fue encabezada por militares patriotas y otros sectores liderados por el Comandante Chávez. Esto no tiene nada de nuevo ni de excepcional. Un científico soviético ya destacó que la intelectualidad democrática ejerce un “papel considerable - y a veces dirigente - en la revolución nacional-liberadora” en países “donde la clase obrera no se ha constituido como fuerza independiente, mientras que la burguesía nacional es débil o proimperialista”12. La tarea prioritaria es la de reforzar la Corriente Clasista de Trabajadores “Cruz Villegas”, apoyar la toma de conciencia obrera, organizar los Consejos Socialistas de Trabajadores y Trabajadoras, impulsar la Ley Orgánica del Trabajo, impulsar la unidad de las fuerzas sindicales clasistas y revolucionarias y aislar a los sindicalistas traidores y corrompidos que todavía ejercen algún tipo de influencia. Defendemos una “amplia alianza de fuerzas democráticas, nacionalistas y antiimperialistas”13 en que la clase obrera consciente se alíe estrechamente con todas “las fuerzas motrices de la revolución en su fase actual de transición”: “amplios sectores de trabajadoras y trabajadores, campesinado, capas medias e intelectualidad progresista, amplia franja

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de la pequeña y mediana burguesía así como de la burguesía no asociada al capital transnacional”14. En el caso venezolano no existen sectores patriotas en la burguesía monopólica, que se ha negado a convertirse en burguesía nacional y desde hace décadas es compradora y agente del imperialismo estadounidense. 5.- El internacionalismo proletario El Partido Comunista de Venezuela es hijo directo del esfuerzo internacional de la clase obrera dirigida por la primera revolución socialista triunfante, la soviética, por derrocar al capitalismo y construir una civilización superior. Tanto el pueblo venezolano como el PCV han resistido y vencido en muchas batallas contra el enemigo de clase gracias a la amplia solidaridad internacionalista que hemos recibido. Desde el apoyo generoso que nos dio el Buró del Caribe de la Internacional Comunista (I.C.), a la ayuda fraterna del Partido Comunista de Colombia para poner a salvo a camaradas perseguidos, a la campaña internacional por la libertad del presidente del PCV camarada Gustavo Machado en 1968, al apoyo que ha recibido nuestro pueblo desde todos los rincones del planeta en la derrota del criminal golpe fascista del 2002. Por eso, el PCV ondea con la misma fuerza las dos banderas de la liberación nacional y del internacionalismo proletario al que hemos procurado contribuir. Gustavo Machado fundó en 1925 con Julio Antonio Mella la Liga Anti-imperialista de las Américas que sirvió de base para la creación del Partido Comunista de Cuba, luchó con Sandino en Nicaragua en 1928 y ayudó a Fidel Castro en los 50 a preparar su expedición en el Granma. Camaradas venezolanos cayeron mártires en la expedición de 1959 para derrocar a la dictadura dominicana de Trujillo y un destacamento de combate de la Juventud Comunista en 1964 arrestó al coronel norteamericano Michael Smolen para exigir a los imperialistas la liberación inmediata del patriota vietnamita Van Troi (acción que ha sellado la amistad inquebrantable entre los pueblos de Venezuela y Vietnam). El PCV apoya la posición solidaria del Presidente Chávez con la lucha de los pueblos palestino y libanés, con los pueblos de Abjasia y Osetia del Sur cuya independencia ha reconocido diplomáticamente, con el pueblo hondureño que resiste al régimen reaccionario y otras expresiones solidarias que corresponden a nuestra línea histórica. 6. El PCV y la Revolución bolivariana Decimos que el programa que adelanta el gobierno del Presidente Chávez es básicamente el programa propuesto por el VI Congreso del PCV en 1980. Reconocemos y apoyamos el liderazgo del presidente Hugo Chávez en la lucha antiimperialista, por la liberación nacional, la unidad continental y el socialismo15. Reconocemos que su liderazgo no es únicamente nacional sino continental y mundial y que es “referente de pueblos y gobernantes”16. Señalamos que el amplio Frente Antiimperialista que la patria necesita “precisa para su desarrollo” del liderazgo del Comandante Chávez17. Apoyamos la candidatura presidencial de Chávez en 1998 y hemos apoyado activamente el rumbo antiimperialista de su gobierno y la gran mayoría de las propuestas progresistas y revolucionarias realizadas por el presidente. En estos momentos el PCV participa con el partido aliado, el PSUV y otros movimientos sociales y políticos en la construcción de una Alianza Patriótica política y electoral. Apoyamos e impulsamos la Revolución bolivariana “de modo natural” ya que la consideramos “continuidad” de nuestra propia historia18. El PCV ejerce en el proceso de nuestra Patria autonomía para plantear nuestra propia política que tiene algunos puntos característicos:

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Llamada a la conformación de una dirección colectiva incluyendo al Presidente Chávez. Nuestro C.C. señaló en enero de 2010 que “aún no se toma la decisión de avanzar a la creación de una Dirección Colectiva del proceso revolucionario”19. Lucha por construir el rol político de vanguardia de la clase obrera. Crítica constructiva a los errores que comete el gobierno y autocrítica con respecto a nuestros propios errores. Lucha por “desmontar el viejo estado burgués, burocrático, corrupto y corruptor”20. Hemos denunciado cómo al calor del viejo estado nace una nueva burguesía que acumula privilegios y que realiza prácticas anti obreras y corruptas21

Firme decisión no sólo de mantener sino de fortalecer al máximo nuestro partido no para defender “intereses personales” ni como “capricho” como nos acusan algunos adversarios, sino para no dilapidar un patrimonio de lucha de 80 años y defender los intereses estratégicos de la clase obrera. Firme política de internacionalismo proletario que apoya la política exterior del gobierno pero que es autónoma para apoyar las causas y luchas que lo merecen sin sometimiento a la “razón de Estado”, que es, a veces, razón del Estado burgués. Fundamentación de nuestra política en el Marxismo-Leninismo y en el legado de Bolívar. Frente a criticas desconsideradas y anticomunistas reivindicamos la “enorme importancia que tuvo para la humanidad la existencia del “socialismo real””22. 7. El PCV y el llamado “socialismo del siglo XXI”. El proceso bolivariano ha transitado desde 1999 por sucesivas definiciones ideológicas. En primer lugar fue la definición “antineoliberal”, después la propuesta de la “Tercera Vía” inspirada por el laborismo británico de derechas del señor Blair, después la firme afirmación bolivariana, después el “desarrollo endógeno”. En un momento, el escritor Heinz Dieterich Steffan tuvo éxito en proponer la definición nunca bien clara del “socialismo del siglo XXI”. Se trataba de algo supuestamente “nuevo” y contrapuesto por un lado a la construcción socialista del siglo XX que prosigue en el XXI en varios países (Cuba, China, Corea, Vietnam y Laos) y al socialismo científico que los pequeño burgueses tomaban como “dogmatismo”. Carlos Marx denunció en 1848 varios falsos socialismos como el socialismo feudal, el pequeñoburgués, el alemán o “verdadero” y el burgués o conservador23. Varias corrientes pequeño burguesas se intentaron apropiar de este concepto para vaciar de contenido al socialismo verdadero. Frente a esto, el PCV ha sido claro: nuestro congreso extraordinario de 2007 acordó el desarrollo de la conciencia marxista leninista. El Secretario General Oscar Figuera afirmó tajantemente ante la Asamblea Nacional el 19 de junio de 2009 que “el único socialismo que existe es el Socialismo científico”24. En el Taller Ideológico Nacional ofrecimos una definición completa del socialismo que empezaba de esta manera: “El socialismo es una formación económico-social, en la que predomina la propiedad social sobre los medios fundamentales de producción de bienes y servicios”25

Celebramos que, al calor de la lucha de clases, el Presidente Hugo Chávez Chávez y el PSUV se orienten con cada vez más decisión a favor del socialismo científico. El

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Congreso extraordinario del PSUV ha definido entre sus principios el socialismo científico y el antiimperialismo26, lo que equivale al entierro oficial del “socialismo del siglo XXI”. Esto corresponde a una maduración creciente de las fuerzas populares y obreras comprometidas con el proceso antiimperialista y a una marginación creciente de los grupos pequeño burgueses y burgueses que, así lo hemos señalado a comienzos del 2010, “hoy de alguna manera ejercen la dirección del proceso sin el objetivo socialista”. 8. Sobre la V Internacional El Partido Comunista de Venezuela fijó posición sobre el llamado hecho por el Presidente Hugo Chávez a conformar la “V Internacional Socialista”, expresando que lo que el mundo precisa es unir a los partidos políticos progresistas, revolucionarios y de izquierda, junto a los movimientos y organizaciones sociales en un amplio frente internacional que articule los esfuerzos y coordine la lucha antiimperialista. Para los comunistas venezolanos, el avance a instancias orgánicas como fueron la Asociación Internacional de los Trabajadores (AIT) o Primera Internacional, fundada en Londres en 1864; la Internacional Socialdemócrata o Segunda Internacional de 1889 y la Internacional Comunista, fundada en 1919 por iniciativa de Lenin y el Partido Comunista de Rusia (Bolchevique), que agrupaba a los Partidos Comunistas de los distintos países y conocida como Tercera Internacional, obedeció a un proceso de construcción política, de unidad ideológica y objetivos comunes. “Resaltamos que nuestra propuesta hecha en el Encuentro Internacional de Partidos de Izquierda, en 2009, es unir al mayor número de partidos políticos, progresistas, de izquierda y revolucionarios, junto a la gran gama de movimientos sociales, sindicales, indígenas, trabajadores de la cultura que están o no por el socialismo, pero que su accionar y objetivo comunes es avanzar en la lucha contra el enemigo principal de los pueblos, que es el imperialismo mundial, no sólo el estadounidense” 27, expresó Pedro Eusse, miembro del Buró Político del PCV. En el marco del movimiento comunista internacional, donde el PCV es parte activa, se viene trabajando desde hace varios años en la construcción de espacios de articulación antiimperialista que unan los esfuerzos de los partidos comunistas y obreros en la lucha contra un enemigo común, como los Seminarios Comunistas Internacionales que organiza el Partido del Trabajo de Bélgica desde 1992, o los Encuentros Internacionales de Partidos Comunistas y Obreros iniciados hace más de una década por el Partido comunista de Grecia. “Es allí donde hemos hecho presente nuestra propuesta de trabajar por una Amplio Frente Antiimperialista de nivel mundial, continental y nacional que una la lucha de todos quienes objetivamente están afectados por el dominio imperialista” 28. En septiembre 2009, se reunieron los partidos comunistas y obreros en Damasco, cuyo debate principal fue unir la lucha antiimperialista y recientemente ocurrió lo mismo en la India, donde los partidos comunistas y obreros tienen un denominador común que es la ideología marxista-leninista, cuyo espacio debe mantenerse y profundizarse, “... pero el Frente Antiimperialista que estamos proponiendo, va más allá, mucho más allá que los partidos marxistas” 29. El PCV sostiene que “tenemos conciencia de que la lucha contra el imperialismo no sólo es tarea de los partidos marxistas-leninistas, sino del vasto movimiento político y social de carácter democrático, popular, progresista, y que necesita tener una mayor fuerza en la lucha contra la dominación imperialista” 30.

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El PCV propone que se constituya un grupo de trabajo de carácter colectivo de debate, de elaboración conjunta, evaluando las distintas propuestas y cuyo objetivo sea avanzar a una instancia amplia de coordinación en la lucha común de los partidos políticos y movimientos sociales que concurran en su formación, ”Esto no puede ser parte de una imposición donde repitamos errores ya cometidos como los centros de dirección, que perjudicaron la lucha de este tipo de organizaciones internacionales ya mencionadas, así como también debe asimilarse y respetarse el desarrollo, maduración y autonomía que han adquirido los partidos políticos a lo largo de más de cien años” 31. Bibliografía. Brito Figueroa (Federico), Venezuela siglo XX, La Habana, 1967. Quintero (Rodolfo), Clase obrera y Revolución, Caracas, 1970. Faría (Jesús), Mi línea no cambia. Es hasta la muerte. Caracas. 2007. Gallegos Mancera (Eduardo), Las cualidades del dirigente, Caracas, 1988. Instituto de estudios políticos y sociales Bolívar Marx, Contribución al debate sobre el socialismo en Venezuela. Caracas. 2008. Ortega Díaz (Pedro), El congreso de Panamá y la unidad latinoamericana. 1 Lenin, “El imperialismo, fase superior del capitalismo”, Obras Escogidas, Tomo I, Progreso, Moscú, 1979, p. 751. 2 Ídem, p. 756. 3 Federico Brito Figueroa, Venezuela contemporánea ¿País colonial? Caracas, 1972, p 35. 4 Tribuna Popular 23 de noviembre, http://www.pcv-venezuela.org/index.php?option=com_content&id=6045&itemid=1 5 Tesis numero tres aprobada por el XIII Congreso extraordinario en marzo de 2007. 6 Punto 103 de la tesis programática aprobada por el XII Congreso Nacional del PCV, Caracas, 21 al 24 de julio 2006. 7 Taller Nacional Ideológico del PCV, Contribución al debate sobre el socialismo en Venezuela, Instituto Bolívar Marx, Caracas, 2008, p. 33. 8 Punto 117 de la tesis citada en la nota anterior. 9 Tribuna Popular nº 173, febrero 2010, resoluciones del 32 Pleno del C.C. realizado en enero de 2010. 10 Taller Nacional Ideológico del PCV, Contribución al debate sobre el socialismo en Venezuela, Instituto Bolívar Marx, Caracas, 2008, p. 33. 11 El imperialismo…, obra citada, p. 687. 12 V.Afanasiev, Fundamentos del comunismo científico, Progreso, Moscú, 1977, p. 103. 13 Punto 107 de la tesis citada. 14 Punto segundo de la resolución política del XIII Congreso (extraordinario) realizado en 2007. 15 Ídem. 16 Tesis 19 aprobada por nuestro XIII congreso extraordinario de 2007. 17 Resolución política del XIII congreso extraordinario de 2007 18 Punto 102 de la tesis citada. 19 Informe político del 32 Pleno del CC, 16 y 17 de enero 2010. 20 Sexta tesis adoptada por nuestro XIII Congreso extraordinario realizado en 2007. 21 Declaración del 30 Pleno de nuestro C.C. del 6 y 7 de junio de 2009. 22 Punto 114 de la tesis aprobada por nuestro XII Congreso de 2006. 23 Carlos Marx y Federico Engels, El Manifiesto Comunista, Universidad Bolivariana de Venezuela, Caracas, 2006. 24 Tribuna Popular numero 151, 17 al 30 de julio 2009, pag.5. 25 Taller Nacional Ideológico, p. 9.

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La REVISTA COMUNISTA INTERNACIONAL es una iniciativa de varias revistas

teóricas y órganos periodísticos de Partidos Comunistas. Tiene su sede en Atenas. En el

Consejo Editorial de la revista participan representantes de las ediciones:

“Études Marxistes” (Partido del Trabajo de Bélgica)

“Revista Comunista” (Partido Comunista de Grecia)

“Szabadság” (Partido Comunista Obrero de Hungría)

“Sotsialist Latvii” (Partido Socialista de Letonia)

“Zeitung vum Letzebuerger Vollek” (Partido Comunista de Luxemburgo),

“El Comunista” (Partido Comunista de México)

“Propuesta Comunista” (Partido Comunista de los Pueblos de España)

“Sovietski Soyús” (Partido Comunista Obrero de Rusia-Partido Revolucionario de los Comunistas)

“Genelek” (Partido Comunista Turco)

“Debate Abierto” (Partido Comunista de Venezuela)

“Марксизм и современность” (Unión de los Comunistas de Ucrania)

Edita y distribuye en España: Partido Comunista de los Pueblos de España

Depósito Legal: M-12283-1990

Redacción: C/ Carretas nº 14 - 6º, G-1 28012 Madrid Telf. y Fax 91 532 91 87 e-mail: [email protected] www.pcpe.es

EDITORIAL .....................................................................................................

¿EL FIN DE LA CLASE OBRERA?Peter Mertens .....................................................................................................

LA SOCIALDEMOCRACIA, AL SERVICIO DE LAS CLASESDOMINANTES. LA LUCHA DEL PARTIDO COMUNISTARaúl Martínez y Ramón López .......................................................................

PRINCIPIOS FUNDAMENTALES DEL MOVIMIENTO OBRERO REVOLUCIONARIO, DEL MOVIMIENTO COMUNISTADimitris Gontikas .............................................................................................

LA UTILIZACIÓN DE LOS MEDIOS PARTIDARIOS EN LA LU-CHA IDEOLÓGICA Y POLÍTICA CONTEMPORÁNEA DE LA CLASE OBRERAIstván Kovác ......................................................................................................

EL INTERNACIONALISMO PROLETARIO: LA CONDICIÓN NECESARIA PARA LA LUCHA CONTRA LA BURGUESÍAIngars Burlaks ....................................................................................................

LA IDEOLOGÍA DEL “PACTO SOCIAL” Y SUIMPACTO NEGATIVO EN LA CLASE OBRERAAli Ruckert .........................................................................................................

VIGENCIA DEL CARÁCTER REVOLUCIONARIO DE LACLASE OBRERA Y SU PARTIDO DE VANGUARDIADiego Torres ......................................................................................................

LENINISMO Y REVISIONISMO EN LAS CUESTIONES FUNDA-MENTALES DE LA TEORÍA Y PRÁCTICA DEL SOCIALISMOV.A.Tiulkin y M.V.Popov .................................................................................

ESBOZOS SOBRE LA SITUACIÓN DE LA CLASEOBRERA EN TURQUÍAZehra Güner .......................................................................................................

EL PARTIDO COMUNISTA Y LA CLASE OBRERA VENEZOLA-NA EN LA DISYUNTIVA DE LA REVOLUCIÓN BOLIVARIANA Pedro Eusse .......................................................................................................

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Índice

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EDITORIAL

AGRUPAR, CONCENTRAR Y PREPARAR LAS FUERZAS OBRERAS PARA CONFRONTACIONES DURAS CON EL

SISTEMA DE EXPLOTACIÓN

“Hay que subrayar expresamente el papel de vanguardia de la clase obrera en el proceso revolucionario en las condiciones en que una serie de fuerzas discuten los criterios marxistas-leninistas sobre pertenencia a la clase obrera y su papel dirigente en la lucha por el progreso social, por la transición revolucionaria del capitalismo al socialismo”

De la Declaración de fundación de la RCI

Estimado lector:

Tienes en tus manos el tercer número de la Revista Comunista Internacional, que está dedicado a la clase obrera, a sus condiciones de vida contemporánea, a su lucha, a las conclusiones que derivan de la actividad del movimiento obrero y comunista, a la experiencia de la construcción del primer Estado obrero en el mundo, la URSS.

En oposición a las teorías burguesas y oportunistas, la realidad es que la clase obrera no sólo no ha desaparecido, sino que se está desarrollando y creciendo, a nivel de cantidad y calidad, como la fuerza básica de producción, independien-temente de los cambios en su estructura y composición debido a las modifica-ciones en el proceso de producción causados por el progreso tecnológico. En todos los países hay variaciones y diferenciaciones en cuanto a la concentración

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REVISTA COMUNISTA INTERNACIONAL nº 3 Editorial6 7

de la clase obrera, su distribución en los diversos sectores; existen diferentes ritmos de destrucción de las capas medias, de la pequeña producción agrícola, en las oscilaciones de los flujos de inmigrantes y en otros factores individuales que afectan los indicadores de cantidad y calidad de la clase obrera. Es necesario que los partidos comunistas y obreros estudien tales factores para reforzar su estrategia y táctica, para contribuir al fortalecimiento de la unidad clasista de la clase obrera, en la alianza social con los sectores populares. Los cambios que se producen justifican, sin lugar a dudas, la conclusión que la clase obrera es la fuerza motriz del desarrollo social y que su misión histórica es la abolición de la propiedad privada sobre los medios de producción, de la explotación del hom-bre por el hombre, la eliminación total de las clases. No hay otra fuerza social que pueda desempeñar este papel.

Hoy, la realidad de la crisis económica capitalista, que se ha manifestado de forma sincronizada en varios países capitalistas, demuestra, una vez más, que el capitalismo -que está en la etapa superior de su desarrollo, la etapa impe-rialista- provoca sufrimiento a millones de trabajadores en todo el mundo, genera pobreza y paro, padece de contradicciones incurables, que se manifiestan mediante crisis cíclicas y guerras para la expansión de la actividad empresarial de los monopolios, el reparto de los mercados, el control de las fuentes de riqueza.

La crisis del capitalismo evidencia los límites históricos del sistema mientras la clase obrera, que no tiene a su disposición los medios de producción, es el “sepulturero” del modo de producción capitalista. Este papel histórico revolu-cionario de la clase obrera requiere su organización en clase para sí misma. La formación y el fortalecimiento del Partido revolucionario son necesarios para que la clase obrera tome conciencia de su misión, para que se establezca una estrategia revolucionaria que dirija la implacable lucha de clases contra el capital.

La clase obrera no puede tener éxito siguiendo la línea del “consenso social” y la paz social, según sostienen fuerzas reformistas y oportunistas. Los muchos años de experiencia negativa demuestran que esta línea llevó a la asimilación del movimiento sindical, en lo cual la socialdemocracia y las fuerzas del opor-tunismo tienen la responsabilidad básica. Hoy en día, es necesario para el capi-talismo desmantelar hasta las conquistas más básicas logradas en las décadas anteriores como resultado de la lucha de clases a nivel nacional e internacional.

La lucha obrera por impedir las medidas antipopulares, por reivindicaciones y conquistas económicas y sociales dentro del capitalismo no puede separarse con murallas de la lucha por la sociedad socialista-comunista.

La lucha por reivindicaciones económicas, sociales y políticas en base a las necesidades contemporáneas del pueblo y de la clase obrera tiene como objetivo agrupar, concentrar y preparar las fuerzas obreras para confrontaciones duras con el sistema de explotación. No se restringe a tener algunos logros inmediatos. Está vinculada con la meta de derrocar la barbarie capitalista. La clase obrera produce la riqueza y debe reclamarla en la lucha por su propio poder.

Este esfuerzo se está llevando a cabo en condiciones más difíciles debido a la contrarrevolución en la URSS y los demás países de Europa Central y Este, que llevó, temporalmente, al retroceso del movimiento, al aumento de las ilu-siones fomentadas por la burguesía según las cuales el capitalismo es “el fin de la historia”. Después de veinte años, los impasses del capitalismo demuestran la necesidad y vigencia del socialismo. Estudiamos la experiencia de la construc-ción socialista en el siglo XX, sin ser negativos y sin reducir a nada su contri-bución positiva e insustituible. Tratamos de sacar conclusiones que harán que nuestros partidos sean más capaces y que servirán como armas para los obreros en todo el mundo revitalizando su conciencia y creencia en el poder obrero, en el socialismo-comunismo.

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¿EL FIN DE LA CLASE OBRERA?

Peter MertensPresidente del Partido del Trabajo de Bélgica (PTB)

Hay una idea muy difundida, que se escucha cada vez con mayor frecuencia: las tecnologías de la información y las ciencias de la comunicación han

cambiado la producción de una manera radical. La mayoría de los países desarrolla-dos tienen una economía de servicios, una sociedad post-industrial. En Europa, el 66% de la población trabajadora lo hace en el sector servicios. En Estados Unidos, esta cifra llega al 79%.1 Debido a este cambio en la composición de la clase traba-jadora, no se puede seguir igual que antes. Dice el filósofo italiano Antonio Negri: “Detesto a la gente que dice: la clase obrera ha muerto, pero la lucha continúa. No. Si la clase obrera ha muerto – y es cierto – es que todo el sistema que depende de esos equilibrios de fuerzas está en crisis”. 2

La contradicción entre trabajo y capital

La clase trabajadora nació con el capitalismo. El nacimiento del capitalismo en los siglos XVI y XVII, la acumulación primitiva, estuvo vinculada a dos condiciones principales. Por un lado, había que acumular riquezas suficientes para poner en pie las empresas capitalistas, es decir, el capital. Por otra parte, era necesario disponer

1. Fuente: ILO, World Employment Report 2007, la Comisión Europea, Empleo en Europa 2004.2. Antonio Negri, Return. Biopolitica ABC. Discusiones con Anne Dufourmantelle. Amsterdam, Van

Gennep, 2003 [2002], p. 43.

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de suficiente mano de obra: gente sin bienes propios, sin medios de subsistencia, forzados a vender su fuerza de trabajo. Gracias a la industrialización, a finales del siglo XVIII e inicios del XIX, se formó la clase trabajadora, que aumentó de manera constante debido a la bancarrota de los granjeros y trabajadores manuales. Junto con el desarrollo del capitalismo hubo también un crecimiento del ejército industrial de reserva de gente desempleada.

A comienzos del siglo XX, grandes monopolios capitalistas empezaron a domi-nar sectores en cada país. Hoy, un siglo después, esos monopolios no sólo regulan esos sectores a escala nacional, sino que lo hacen a escala mundial. Las fusiones y adquisiciones de compañías estatales han alcanzado una enorme concentración en las últimas décadas. Algunas empresas transnacionales (ETN) controlan sectores enteros de la economía mundial. Nunca antes en la historia había habido tanta gente trabajando en un sólo producto, sea éste un coche, un avión o un derivado del petróleo. Entre un cuarto y medio millón de personas trabajando día a día para alguna de las veinte ETN más grandes. Nunca antes en la historia hubo tan pocos protagonistas regulando la producción: han sobrevivido tres en el sector petrolero, seis en la industria automotriz, dos en el mercado del maíz, cuatro en el mercado de soja, seis en la industria agroquímica y dos en la aviación civil.

Pero, ¿la contradicción entre trabajo y capital “está en crisis”? Dicho de otra manera, ¿ha desaparecido, como insinúa Antonio Negri? No. A inicios del siglo XXI, la contradicción entre trabajo y capital es de carácter mundial. El mundo ya está listo para pasar al siguiente modo de producción, el socialismo. “Cuando una gran empresa se convierte en gigantesca y organiza sistemáticamente, sobre la base de un cálculo exacto de múltiples datos, el abastecimiento en la proporción de los 2/3 o de los 3/4 de la materia prima de todo lo necesario para una población de varias decenas de millones; cuando se organiza sistemáticamente el transporte de dichas materias primas a los puntos de producción más cómodos, que se hallan a veces a una distancia de centenares y de miles de kilómetros uno de otro, cuando desde un centro se dirige la elaboración del material en todas sus diversas fases hasta la obtención de una serie de productos diversos terminados; cuando la distribución de dichos productos se efectúa según un solo plan entre decenas y centenares de millones de consumidores (venta de petróleo en América y en Alemania por el “Trust del Petróleo” americano), aparece entonces con evidencia que nos hallamos ante una socialización de la producción y no ante un simple “entrelazamiento”; que las rela-ciones de economía y propiedad privadas constituyen una envoltura que no corresponde ya al contenido, que debe inevitablemente descomponerse si se aplaza artificialmente su supresión, que puede permanecer en estado de descomposición durante un período rela-tivamente largo (en el peor de los casos, si la curación del tumor oportunista se prolonga

demasiado), pero que, sin embargo, será ineluctablemente suprimida», escribió Lenin en su análisis del imperialismo.3

Hoy en día, este envoltorio está constituido por algunos miles de familias (¡no más!), los propietarios privados de las mil empresas transnacionales más grandes que, con estas mil empresas, controlan prácticamente toda la producción mundial. Estas familias controlan también, directa o indirectamente, el trabajo de las cerca de mil millones de personas que venden su fuerza de trabajo y de las familias que depen-den de ellas. Controlan, además, la tecnología, la comunicación, el transporte y la organización, que son su propiedad privada. Controlan todo esto, no en beneficio del desarrollo social o del progreso social, sino para maximizar sus propios benefi-cios. De esta manera, la propiedad privada de los medios de producción (empresas, tierras, medios de comunicación y de transporte) se ha convertido en el principal obstáculo al progreso social de la humanidad.

¿Han muerto los sepultureros?

¿Qué fuerza, en el seno de la sociedad, es capaz de romper el dominio sofo-cante sobre la producción y la vida? Uno de los elementos fundamentales puestos a debate por Carlos Marx y Federico Engels en la naciente Asociación Internacional de Trabajadores fue la idea que la revolución social sólo podría ser tarea de la misma clase obrera. Los `sepultureros’ de este sistema de explotación son los mismos tra-bajadores, escribieron Marx y Engels en el Manifiesto Comunista. ¿Han muerto los sepultureros en la actualidad?

Tabla 1. Porcentaje de empleo en la agricultura, la industria y los servicios en el mundo.

Agricultura Industria Servicios

1950 67 15 181970 56 19 251980 53 20 271990 49 20 312000 46 20 342006 38,7 21,3 40

Fuente: ILO, World Employment Report 2007, European Commission, Employment in Europe 2004.

3.V.I.  Lenin, El imperialismo, fase superior del capitalismo. [1916]. http://www.marx2mao.com/M2M(SP)/Lenin(SP)/IMP16s.html

Fuente: UNCTAD, Trade and Development Report, 2010. Nota: en esta estadística, el empleo en la produccion (`manufacturera’) es solo una parte del empleo en la industria.

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El ILO Global Employment Trends Report (ILO, Informes sobre tendencias globales del empleo) indica que los servicios han sobrepasado a la agricultura por primera vez en la historia de la humanidad. «En 2006, el sector servicios sobrepasó a la agricultura por primera vez, al incrementarse del 39,5 al 40 por ciento. La Agricultura disminuyó del 39,7 al 38,7 por ciento. El sector industrial representó el 21,3 por ciento del empleo total.» Los datos en la Tabla 1 resaltan estos tres hechos. Primero: el empleo en la agricultura disminuyó durante el último medio siglo de 67 a 38,7 %. Los agricultores están siendo arruinados. En Europa, este proceso ha ocurrido durante los últimos tres siglos. Hoy tiene lugar a escala mundial. En segundo lugar, hay un incremento del empleo en el sector “servicios”. Regresaremos a este asunto más tarde. Además, se observa un estancamiento e, incluso, un ligero incremento del empleo en el sector industrial a escala mundial. Es el resultado de la disminución del empleo industrial en los países desarrollados y de su aumento en otras partes.4

Basándose en los datos estadísticos clásicos, se puede hacer dos observaciones fun-damentales.

En primer lugar, la distinción entre las diferentes actividades económicas es total-mente arbitraria. Sería preferible distinguir entre sectores primario, secundario y terciario. El sector primario, la agricultura, equivaldría a la extracción de recursos de la naturaleza. El sector secundario, la industria, equivaldría a la transformación de la naturaleza. Y, el sector terciario, a lo que queda. Se han clasificado como «servicios» numerosos sectores que pertenecen al sector secundario. La imagen se falsifica de esta manera.

En segundo lugar, estas estadísticas no tienen en consideración las relaciones de propiedad. Se clasifican en la sección agricultura tanto a los grandes hacendados, a los pequeños agricultores independientes como a los obreros agrícolas. Lo mismo que a empresarios, ejecutivos, autónomos y asalariados, que se encuentran juntos en el apartado industria. En otras palabras, estas estadísticas enmascaran el carácter de clase de la sociedad actual.

En el capitalismo encontramos, grosso modo, a tres clases que se escinden en varias capas. La clase propietaria, que posee las empresas, los bienes raíces, las máquinas y la tecnología (patentes), posee también los (grandes) medios de producción. Se adueña de los bienes producidos. La clase media, que es la clase de los pequeños propietarios y de los pequeños productores independientes. Y la clase obrera, que es la clase sin medios de producción; sólo dispone de su fuerza y de su capacidad de trabajo, las que pone a la venta.

La clase obrera es el corazón palpitante del sistema. Es el trabajo productivo el que crea las riquezas de la sociedad. El capital sólo puede aumentar gracias a la plusvalía generada en el proceso de producción. La clase obrera puede existir perfectamente sin los patronos capitalistas, mientras que el patrón no es nada sin los trabajadores. Ahí es donde reside precisamente el papel de la clase obrera como actor del cambio histórico. Los trabajadores pro-ductivos están en el centro de la producción y se enfrentan cada día a la contradicción entre trabajo y capital. Están mejor situados, por consiguiente, para entender la esencia de este sistema. Además de un núcleo activo a nivel de la producción, la clase obrera se compone de numerosas otras capas de trabajadores asalariados que, debido a la crisis persistente, al aumento de la presión en el trabajo, al aumento de la flexibilidad y a la incertidumbre constante, se ven cada vez más enfrentados a las contradicciones propias del sistema.

Por último, los parados también forman parte de la clase obrera. Es importante subrayar de nuevo la importancia de las tareas del movimiento sindical y del partido de los trabajadores. Los parados forman una capa específica porque, por definición, no pueden inmovilizar o alcanzar la arteria económica del capitalismo, puesto que – por la naturaleza de su situación – están aún más desmembrados y desorganizados y porque, cuanto más apartados estén del proceso de producción, más abandonan la función disciplinaria y organizadora del trabajo. Esto no significa que los desemplea-dos de la clase obrera estén fuera de la lucha. Al contrario.

Los sepultureros, lejos de estar muertos, están, por el contrario, bien vivos. La clase trabajadora europea, en un sentido amplio, estaba formada en 2002 por 137,5 millones de personas, de las que 2 millones eran trabajadores del campo. Y, a escala mundial, hace casi 15 años, había 884 millones de personas asalariadas, de las que 85 millones eran trabajadores agrícolas.5

¿Quién produce la riqueza?

Según algunos creadores de opinión, la época en la que el trabajo productivo creaba las riquezas sociales ha concluido. La teoría de la plusvalía, principal pilar de la teoría económica de Marx, habría sido superada. Esa es la conclusión apresurada que extraen los filósofos Toni Negri y Michael Hardt: “El papel central preferente-4 y 5. Fuente: Comisión Europea, Estadísticas sociales europeas, resultados de estudios de la fuerza laboral

2002, 2003 Edition. Para cifras a escala mundial ver: Deon Filmer, Estimating the world at Work, World Bank 1995.

El capital sólo puede aumentar gracias a la

plusvalía generada en el proceso de producción. La clase obrera puede

existir perfectamente sin los patronos capitalistas,

mientras que el patrón no es nada sin los trabajadores

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mente ocupado por la fuerza de trabajo de los obreros de fábrica en la producción de plusvalores es hoy día asumido de forma creciente por una fuerza de trabajo intelectual, inmaterial y fundado sobre la comunicación. Es necesario, entonces, desarrollar una nueva teoría política de la plusvalía”.6

¿El trabajo ya es fuente, pues, de riquezas sociales? Todo lo contrario. Para vivir, la gente necesita comida, ropa y otros bienes materiales. Para obtener estos produc-tos, deben trabajar, “producir”. Son las personas las que, mediante la producción material, producen las riquezas de la sociedad. Todo trabajo material que entre en esta definición se puede considerar como trabajo productivo en general. La pro-ducción está organizada en grupo, a nivel social. En un momento histórico deter-minado, la producción superó al consumo inmediato. Se comenzaron a almacenar los cereales, la comida y el ganado. A partir de aquel momento clave, cada vez que había un excedente de producción, ciertos grupos de personas aprovechaban para apropiarse de este excedente de manera sistemática.

El trabajador vende su fuerza de trabajo. Recibe un salario en contrapartida. Este salario, es lo que llamamos el “valor” de la fuerza de trabajo. Es el dinero que el trabajador necesita para cubrir sus necesidades, su educación, su salud, su alojamiento, etc.

El trabajador crea productos por medio de su trabajo. Pero el valor creado de esos productos es superior a su salario. La diferencia es lo que se llama la “plusva-lía”, y le pertenece en su totalidad al capitalista. Si un trabajador trabaja 8 horas, por ejemplo, en tres horas ha producido su salario (o el valor de su mano de obra). En las 5 horas de trabajo restantes produce valor excedente, exclusivamente para el capitalista. En palabras de Marx: «La producción de plusvalía es la ley absoluta de este modo de producción».7

Quien no trabaje en la producción, en la producción de bienes, no realiza un trabajo productivo. «Debido a que el propósito directo, y el producto real, de la pro-ducción capitalista es la plusvalía, sólo ese trabajo es productivo, y, por tanto, sólo quien ejerce esa capacidad laboral es un trabajador productivo, al producir directamente plusvalía»8, escribe Marx. «¿No es absurdo, (...), que el fabricante de pianos deba ser un trabajador productivo, pero no así el pianista, aunque sin el pianista el piano sería

un despropósito?. Pero así es, exactamente. El fabricante de pianos reproduce capital; el pianista cambia su trabajo solamente por un ingreso. Pero el pianista produce música y satisface nuestro sentido musical ¿No produce, entonces, en cierta manera? De hecho, lo hace; su trabajo produce algo, pero no por ello es trabajo productivo en sentido económico, del mismo modo que no es productivo el trabajo del orate que produce fantasmagorías».8

Debido a la reciente revolución tecnológica, ciertamente hay una mayor nece-sidad de ciencia y de conocimientos de parte de los procesos de producción más modernos. Sin embargo, la inteligencia y comunicación fuera de la producción no crean plusvalía para el capital. Lo mismo ocurre con el trabajo que produce bienes que no circulan en el mercado, como las artesanías en barro.

Debido a esto, el trabajo productivo es una definición del trabajo que no tiene nada que ver con su contenido o con el valor de uso real que tiene asignado, sino con la forma social en la que se produce. Es por esta razón por la que el trabajo puede, para un sólo y único contenido, ser productivo o improductivo.

También el trabajo que se realiza por ingreso, y por el capital, como los sirvien-tes en las casas, cocineros, jardineros, chóferes y guardaespaldas, no es productivo, porque no crea una plusvalía para el capital.

Asumiendo que la plusvalía sólo se crea durante la producción (la fabricación de productos), el trabajo en el sector financiero (bancos, seguros, inversiones...) no es productivo. Del mismo modo, la circulación de productos (venta, grandes almacenes...) no crea plusvalía y, por tanto, no es productiva. El transporte y el almacenamiento, en cambio, se consideran elementos esenciales de la producción, siendo efectivamente productivos, aun sí se consideran «servicios» en la estadística clásica.

La reciente revolución tecnológica (informática, telecomunicaciones, digitaliza-ción...) supone un enorme progreso por el incremento de las fuerzas productivas y demuestra claramente que el mundo ha madurado lo suficiente como para pasar a un sistema de producción que se base en las necesidades de la población. Pero no

6. Michael Hardt, Antonio Negri, Empire, The New World Order, Amsterdam, Van Gennep Publishing, 2002, blz. 45. Hardt y Negri proclaman adoptar esta teoría de `un grupo de escritores marxistas contemporáneos de Italia’ sin especificar de quienes se trata.

7. Karl Marx, Capital, Una crítica de la economía política [1867]. Volumen I, Libro 1: El Proceso de Producción del Capital. Progress Publishers, Moscow, USSR, p. 306.

8. Karl Marx, Capitalist Production as the Production of Surplus Value, Productive and Unproductive Labour. Economic Manuscript of 1861-63, in Theories of Surplus Value.

http://www.marxists.org/archive/marx/works/1864/economic/ch02b.htm. (NdT: traducido del inglés). Segunda cita: Karl Marx, Elementos fundamentales para la crítica de la economía política, Gründisse (1857-1858). http://es.scribd.com/doc/12822033/Carlos-Marx-Elementos-Fundamentales-para-la-Critica-de-la-Economia-Introduccion-y-metodo

la inteligencia y comunicación fuera de la producción no crean plusvalía para el capital

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son los ordenadores en sí, ni internet, ni la informatización ni la automatización quienes producen las riquezas, como sugieren ciertos filósofos de moda, entre ellos Negri y Hardt. La fuente de plusvalía son los hombres que accionan las máquinas. En el seno de la clase obrera, en el seno del grupo formado por quienes venden su capacidad de trabajo a cambio de un salario, se encuentra un núcleo productivo. Estamos haciendo referencia aquí a todo el grupo de trabajadores asalariados activos en los sectores de la producción, del transporte y del almacenamiento de mercancías y servicios. El grupo que podría considerarse como los obreros de industria.

Trabajadores industriales, servicios y tecnología

Según Negri y Hardt, puesto que «la composición del proletariado ya no es la misma, conviene revisar su definición». «A menudo, se concedía a la clase obrera un papel pree-minente (...) tanto en los análisis económicos como en los movimientos políticos. Hoy en día, esta clase obrera casi ha desaparecido del panorama. No ha dejado de existir, pero la han desalojado de su posición privilegiada en la economía capitalista y de su posición hegemónica en la composición de la clase proletaria».9 Y, añaden los dos autores, «se podría calificar como el paso de la dominación de la industria a la de los servicios, un proceso de postmodernización económica, o mejor dicho, de informatización».10 El hecho de que el proletariado industrial constituya «la parte preponderante de la clase obrera» no tiene nada que ver con su número, sino con su posición en el proceso de produc-ción. Es el grupo que sufre más directamente la explotación. La clase obrera crea la plusvalía repartida entre los diferentes sectores no productivos. Es la que domina los eslabones vitales de la economía.

Conviene, sin embargo, poner en duda el mito acerca del número de trabajadores de la producción. El número de obreros de industria, el núcleo productivo de la clase obrera, es más importante de lo que se menciona en las estadísticas clásicas en la sección «industria». Una parte importante del «sector terciario» asalariado, también forma parte del núcleo productivo, de la parte activa en el proceso de producción, en el transporte o el almacenamiento. A grosso modo, se puede decir que, en Europa, el proletariado industrial cuenta con unos 60 millones de trabajadores asalariados (en la industria o los servicios vinculados a la industria).11

En Europa, cerca de 14 millones de trabajadores asalariados trabajan en «business services» (servicios ligados a las empresas –véase Tabla 4). Se trata de los sectores informáticos vinculados a la industria, el mantenimiento tecnológico, las empresas de limpieza industrial, seguridad y mantenimiento técnico, así como los estudios de mercado, la publicidad y recursos humanos.12

Para estos sectores, el crecimiento es doble. Por una parte, la informatización, en perpetuo desarrollo, infla el empleo en los sectores informáticos. Y, por otra parte, en estos sectores se encuentra un gran número de empleos de «subcontratas» (outsour-cing) que, antaño, se clasificaban en la sección industria. Lo importante es que estos sectores están vinculados al proceso de producción. Y es una infravaloración asumir que la mitad de los 9 millones de trabajadores asalariados del sector de los transportes (por tierra, mar y aire) esté activa en el proceso de producción mediante el transporte de mercancías. Por otra parte, otros sectores terciarios están también implicados en la producción; por ejemplo, los servicios de mensajería, como DHL (Deutsche Post), que ahora se incluyen en la sección correo y comunicaciones.

Por tanto, no es una exageración decir que, en Europa, 20 millones de trabaja-dores asalariados del «sector terciario» están trabajando, de hecho, en la producción industrial (NdT: y que, en España, son tres millones.) En estos momentos, sólo podemos dar una cifra aproximada. Para conocer la cantidad exacta, habría que pro-ceder a un estudio más profundo y detallado.

«A finales del siglo 20, la mano de obra industrial perdió su posición hegemónica y emergió en su lugar una ‘mano de obra inmaterial’, es decir, una mano de obra que crea productos inmateriales, como el saber, la información, la comunicación, las relaciones o las reacciones emocionales», declararon Negri y Hardt. «Pensamos que en términos cualitativos, ahora es esta mano de obra inmaterial la que ocupa una posición hegemó-nica».13

Los cambios ocurridos a lo largo de los últimos diez años en los sectores de la informática y las comunicaciones representan un prodigioso salto adelante en el desarrollo de las fuerzas productivas. Sin embargo, estas revoluciones tecnológicas no

9. Michael Hardt, Antonio Negri, Empire, The New World Order, Amsterdam, Van Gennep Publishing, 2002, p. 68. Itálicas agregadas, pm.

10. idem, p. 283. Itálicas agregadas por Negri y Hardt.11. La Europa en cifras — L’annuaire d’Eurostat 2010 http://epp.eurostat.ec.europa.eu/cache/ITY_

OFFPUB/KS-CD-10-220/FR/KS-CD-10-220-FR.PDF

12. En la estadística internacional del Eurostat, los servicios están subdivididos en: (g) Reparaciones al comercio por mayoreo y menudeo, (h) Hoteles y restaurantes, (i) Transportes y comunicaciones, (j) Intermediación financiera, (k) Actividades de negocios y estados reales, (l) Administración y (m-q) Otros servicios. En (k) también se incluyen “servicios a compañías” (secciones 72 y 74). Los datos en el estudio mencionado son totales, sin distinción entre trabajo asalariado y trabajo independiente para el “sector de negocios”. Hemos decidido mantener una proporción de 86%, porque en el total de los `servicios’ europeos hay un 86% de gente que recibe pagos por los servicios.

13. Michael Hardt, Antonio Negri, Mass of people, War and Democracy in the New World Order, Amsterdam, De Bezige Bij, 2004, p. 120-121.

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se hacen solas, como pretenden Negri y Hardt. Están inmersas en el sistema de pro-ducción capitalista. Según Antonio Negri, esta revolución tecnológica transformó radicalmente el trabajo e, incluso, lo «emancipó». «La producción aseguró incluso su influencia en los cerebros de los trabajadores». Esto viene «del hecho de que la inteli-gencia –la fuerza de la imaginación, la capacidad de invención y de creación– se pone de verdad a trabajar». Concluye: «Ahora, la gente se ha adueñado de las formas, de los instrumentos, de las herramientas con los que producen la riqueza». Esto significa que «la toma de posesión por el capital del instrumento de producción se hace imposible».14

Negri olvida las relaciones de propiedad. La investigación, la informática, el desa-rrollo y la genética son ahora propiedades privadas. En la «sociedad del saber», no son «la inteligencia y la imaginación» las que cuentan, sino la apropiación privada del saber mediante patentes de invención y copyright. «El capital empieza haciendo preso al progreso histórico y lo pone al servicio de la riqueza»15, escribe Marx. Cada vez que un gigante farmacéutico obtiene una patente para una medicina, se apropia el saber científico desarrollado en los laboratorios universitarios por varias generaciones de investigadores. «La requisa por el capital es imposible», pretende Negri. Sin embargo, la realidad muestra todo lo contrario. El capital se adueña en todos los terrenos del saber histórico y social de la sociedad. Al encerrar, o, mejor dicho, al encarcelar el saber en patentes, la sociedad renuncia a sus posibilidades intrínsecas de progresar en el plano social.

Desde el punto de vista de la tecnología, la revolución digital marca un valioso paso adelante, pero, desde el punto de vista de las relaciones de propiedad, no hay ninguna diferencia cualitativa con respecto al período en que la máquina daba sus primeros pasos. «Es indiscutible que no es la máquina la que «liberó» a los trabaja-dores de sus medios de subsistencia», escribe Marx, ya que «las contradicciones y los antagonismos» son «inseparables del empleo capitalista de las máquinas (...). Así, la máquina, considerada en sí misma, acorta el tiempo de trabajo (...), pero su empleo por el capitalista prolonga la jornada de trabajo. La máquina en sí aligera el trabajo, pero su empleo capitalista acrecienta la intensidad del trabajo. La máquina en sí es una victoria del hombre sobre las fuerzas naturales, pero su empleo capitalista somete al hombre a esas mismas fuerzas naturales. La máquina en sí acrecienta la riqueza de los productores, pero su empleo capitalista los empobrece».16

Antonio Negri escribió: «los contactos, las relaciones, los intercambios y las aspiracio-nes se han vuelto productivos»17. Pero, por el contrario, todos «los contactos, las relaciones y los intercambios» que entran en juego en la producción sirven para acrecentar la tasa de beneficio. La flexibilización pretende disminuir los tiempos muertos y el capital muerto. El trabajo a domicilio y el teletrabajo, la vuelta al destajo, como en la época de las manufacturas, y los pagos de primas en función de las prestaciones deben suponer un ahorro en la fuerza de trabajo. Ahorrando a la vez en el capital muerto y en el capital vivo, la tasa de beneficio aumenta. Mientras que, para los trabajadores, eso significa un aumento del estrés, las horas extras y las enfermedades.

Des-industrialización e industrialización

El gobierno francés encargó un amplio estudio para comprobar la afirmación según la cual la industria está desapareciendo. Después de meses de investigación, la comi-sión concluyó que «desde principios de los años 1990, el volumen del valor añadido de las industrias manufacturadas aumenta más rápidamente que el del conjunto de la economía. No hay, por tanto, desindustrialización, sino, por el contrario, creci-miento de la industria. Este fenómeno es propio al conjunto de los países industrializados. Paralelamente, la parte del empleo industrial no dejó de disminuir, pasando del 24%, en 1980, al 15,9% de la población activa en 2002. El origen de esta disminu-ción proviene de las ganancias de productividad de los asalariados en la industria francesa, que se han situado entra las más elevadas del mundo, con 4,1% al año desde 1990. (...) Lo que llamamos desindustrialización es, en realidad, un efecto óptico consecuencia de un dinamismo industrial».18 La Comisión Europea también ordenó redactar un informe, que llegó a la siguiente conclusión: «El análisis llevado a cabo por la Comisión indica que no existen pruebas de un proceso generalizado de desindustrialización. En cambio, la industria europea se está enfrentando a un proceso de mutaciones estructurales...».19

Hoy se produce más, pero con menos personas. La productividad ha aumen-tado. En lo que atañe a la estructura de las empresas, se advierte que también ocurrie-ron profundos cambios durante los últimos años, en particular a causa de la subcon-tratación. Y el 7% de las pérdidas de empleos del sector industrial en Europa es debido a las deslocalizaciones. Tres factores, propios de este sistema que se basa en la obtención

14. Antonio Negri, Return. Biopolitics ABC. Discussions with Anne Dufourmantelle. Amsterdam, Van Gennep, 2003 [2002], p. 83.

15. Karl Marx, Elementos fundamentales para la crítica de la economía política, Gründisse (1857-1858). http://es.scribd.com/doc/12822033/Carlos-Marx-Elementos-Fundamentales-para-la-Critica-de-la-Economia-Introduccion-y-metodo.

16. Karl Marx, El capital, [1867]. Volumen I, Libro uno: El proceso de producción del capital, Progress Publishers, Moscow, USSR, p. 216.

17. Antonio Negri, Return. Biopolitics ABC. Discussions with Anne Dufourmantelle. Amsterdam, Van Gennep, 2003, p. 60.

18. Max Roustan, diputado. Assemblée Nationale. Reporte de información hecho en nombre de la delegación para la planificación y el desarrollo sostenible del territorio sobre la desindustrialización del territorio. Presidencia de la Asamblea Nacional, Mayo 27, 2004, p.  46-47 http://www.assemblee-nationale.fr/12/pdf/rap-info/i1625.pdf. Itálicas añadidas, PM.

19. Commission des Communautés Européennes, Comunicación de la comisión. Accompagner les mutations structurelles : Une politique industrielle pour l’Europe élargie. Bruxelles, COM (2004) 274 final, April 20th, 2004, p. 2. http://europa.eu.int/eur-lex/fr/com/cnc/2004/com2004_0274fr01.pdf.

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del máximo beneficio, explican, por tanto, la reducción del empleo en la producción: el aumento de la productividad, la subcontratación creciente de la producción y las deslocalizaciones.

El aumento de la productividad es la primera causa de desaparición de los empleos en la industria. No tiene nada que ver con la «desindustrialización». Por el contrario,

se produce más, pero cada vez con menos personas. O, como escribe Marx, «la condena de una parte de la clase asalariada al ocio forzado debido a un

exceso de trabajo de la otra parte».20 Las 300 ETN (empresas transnacionales) más grandes controlan, por lo menos, una cuarta parte de la producción mundial, pero proporcionan menos del 1% del trabajo.21

En una sociedad socialista, el progreso tecnológico sirve para aligerar el peso de la vida de la gente y para satisfacer sus necesidades. En el capitalismo, sin embargo, el aumento de la productividad sirve para acabar con los competidores, generando de esta manera insoportables condiciones laborales.

En segundo lugar, a causa de la «subcontratación», los trabajadores se ven forzados a ofrecer su fuerza de trabajo a subcontratistas, agencias de trabajo temporal, sociedades IT, etc., a cambio de un salario inferior. Al mismo tiempo, se constata que una parte de la protección social desaparece. En efecto, los derechos sindicales son práctica-mente inexistentes en la mayoría de las empresas de subcontratación y de las agencias de trabajo temporal. La subcontratación es un ataque contra la fuerza colectiva de los trabajadores como clase.

Estamos de nuevo ante una evolución dentro del proceso de industrialización, y no de desindustrialización. Así, la Engineering Employer’s Federation de Gran Bretaña declaró: «Una parte importante de la industria de los servicios ha sido creada por la industria mediante la subcontratación de sectores como el mantenimiento, la restauración colectiva y la asistencia jurídica. (...) La industria podría abarcar hasta el 35% de la economía, más que el 20% generalmente aceptado, si los cálculos se basaran en estadísticas correctas».22

No se trata pues de «desindustrialización», sino de fragmentación de la clase obrera productiva en empresas más pequeñas y en agencias de trabajo temporal.

Un tercer factor responsable de la desaparición del empleo en «la industria» –y es importante destacar que sólo se encuentra en tercera posición– es la deslocalización. Este traslado global de capacidad productiva no es sinónimo de desindustrialización, sino de industrias que se mueven de un continente a otro.

La clase obrera, responsable de su propio futuro

Hace 150 años, la clase obrera apenas salía de la cuna y Karl Marx y Friedrich Engels ya no tenían ninguna dificultad en «decretar» el papel de vanguardia de la clase obrera.

Lo que «decreta» que los obreros son pioneros es la historia, son las leyes econó-micas, políticas y organizativas del régimen capitalista. Mientras exista el capital, la fuerza social que permite al capital multiplicarse no podrá desaparecer. Sin trabajo productivo, no hay plusvalía y no hay beneficio para los patronos. Existen aproximadamente mil millones de familias obreras en este mundo; estas familias son los actuales sepultureros del sistema de las ETN y de la maximización del beneficio. Constituyen, como lo observan Marx y Engels en su Manifiesto del Partido Comunista, el movimiento de la mayoría. «Todos los movimientos del pasado fueron el hecho de minorías o le dieron provecho a minorías. El movimiento proletario es el movimiento autónomo de la inmensa mayoría en el interés de la inmensa mayoría. El proletariado, la capa más baja de la sociedad actual, no puede levantarse, enderezarse, sin hacer saltar todo el edificio de capas superiores que constituyen la sociedad oficial».23

Éxodo y deserciónLa antigua Secretaria General del PTB, Nadine Rosa-Rosso, defendía en el Partido

la posición de que las condiciones laborales actuales son tan infernales que los traba-jadores no pueden organizarse en el lugar de empleo.

¿Cómo lo hizo, entonces, el joven movimiento obrero a mediados del siglo XIX? ¿Las nacientes industrias no eran también «lugares infernales»? Uno podía perderlo todo: su salario, su comida, su salud y su vida. Y, sin embargo, hubo una revuelta colectiva. Y, a pesar de eso, los trabajadores se organizaron «en condiciones que eran más infernales» que las actuales. Si Marx y Engels se hubiesen resignado a suspirar frente a toda esta miseria, ni la Primera Internacional ni la conciencia de la necesidad de sindicatos habrían sido un hecho.

Nadie puede negar que, en estos últimos diez años, las condiciones de trabajo se han deteriorado

Las 300 ETN (empresas transnacionales) más grandes controlan, por lo menos, una

cuarta parte de la producción mundial, pero proporcionan menos del 1% del trabajo

La subcontratación es un ataque contra la

fuerza colectiva de los trabajadores como clase

20. Karl Marx, El capital, [1867]. Volumen I, Libro uno: El proceso de producción del capital, Progress Publishers, Moscow, USSR, p. 315.

21. Jed Greer, Kavaljit Singh, A Brief History of Transnational Corporations, Corpwatch, 2000. http://www.globalpolicy.org/socecon/tncs/historytncs.htm#bk2_ft35.

p. 18-19 http://www.assemblee-nationale.fr/12/pdf/rap-info/i1625.pdf.22. Swasti Mitter, Common Fate, Common Bond. Woman in the Global Economy. Londen, Pluto Press,

1986, p. 98.

23. Karl Marx & Friedrich Engels, Manifiesto del Partido Comunista [Febrero, 1848]. Foreign Language Press, Peking, 1970, Third print, p. 45. http://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/48-manif.htm

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Como la contrarrevolución de terciopelo hizo caer al socialismo, el capitalismo está arrasando de nuevo al trabajo. Desde que la contrarrevolución de terciopelo hizo besar la lona al socialismo, el capital se ha vuelto más audaz. Se vuelven a convertir las fábricas en cuarteles. El estrés ha reemplazado a la silicosis. Los empleos fijos han sido sustituidos por empleos de media jornada y empleos temporales; los empleos bien remunerados por empleos basura y fuera de los convenios colectivos. La proporción de los salarios en la riqueza global va disminuyendo. Las antiguas leyes contra las huelgas vuelven a ver la luz, se crean nuevas, se imponen multas.

Pero nadie podrá negar tampoco que el proletariado se opone a la ola de liberaliza-ción y al desmantelamiento de las conquistas sociales. Esta oposición se presenta bajo múltiples facetas. El número de acciones realizadas en las empresas está en constante aumento desde los años 90. Se trata de acciones en el terreno, organizadas por decenas de miles de representantes sindicales, de gente de carne y hueso. Gente que no ha abandonado las empresas.

También Negri y Hardt ven el potencial para la oposición especialmente fuera de las fábricas y sindicatos.

«La fuerza de la clase obrera no reside en las instituciones representativas, sino en el antagonismo y la autonomía de los propios trabajadores». Es lo que escribían Negri y Hardt sobre la clase obrera americana en los años 1960 y 1970. «Además, la creativi-dad y la conflictividad del proletariado residían también –y quizás de manera más impor-tante– en las poblaciones que trabajan fuera de las fábricas. Incluso (y especialmente) los que se negaban activamente a trabajar eran a la vez amenazas serias y soluciones de recambio creativas».24

Durante el período 1960-1970, había, según los dos autores, una fuerza creativa en el «rechazo del régimen disciplinario»25. «La perspectiva de conseguir un empleo garan-tizando un trabajo estable y regular de ocho horas al día y de cincuenta semanas al año, para toda una vida de trabajo; la perspectiva de entrar en el régimen normalizado de la fábrica social: todo esto había sido el sueño de muchos de sus padres –pero les parecía de ahora en adelante como una especie de muerte. El rechazo masivo del régimen disciplina-rio, que revestía una gran variedad de formas, no fue sólo una expresión negativa, sino que también fue un momento de creación…».26

Negri y Hardt pretenden que es ese período el que les inspira para proponer hoy«nuevas formas de lucha de clase»: «Deserción y éxodo son potentes formas de lucha de clase, contra la posmodernidad imperial, en su mismo contexto».26 Y precisan: «Mientras en la era disciplinaria, la noción fundamental de resistencia era la de sabotaje, en la era del control imperial podría ser la deserción (...). Las batallas contra el Imperio podrían ganarse por sustracción y defección».27

Para ciertos intelectuales, la fábrica es una máquina infernal, pero, para los trabaja-dores, es, además de ser el lugar donde se ganan el pan, el lugar donde ejercen su oficio con orgullo y el lugar por excelencia donde pueden realizar la lucha. La fábrica organiza y junta a los trabajadores con vistas a una confrontación directa con los patronos. La fábrica que da los enormes beneficios gracias a los cuales los capitalistas se enriquecen, también es su punto débil. Al éxodo, a la huida, a la «suspensión del régimen disciplina-rio», se opone la visión de Lenin, que sigue siendo actual: «Esa fábrica, que para algunos parece ser nada más que un espantajo, es la forma superior de la cooperación capitalista, que agrupó y disciplinó al proletariado, le enseñó la organización, lo puso a la cabeza de todas las otras categorías de la población laboriosa y explotada. El marxismo, ideología del prole-tariado educado por el capitalismo, ha enseñado y enseña a los intelectuales inconstantes la diferencia entre el aspecto explotador de la fábrica (disciplina basada en el temor de morir de hambre) y su aspecto organizativo (disciplina basada en el trabajo en común, resultante de una técnica altamente desarrollada). La disciplina y la organización, que al intelectual burgués le cuesta tanto llegar a adquirir, son asimiladas muy fácilmente por el proletariado, gracias justamente a esa “escuela” de la fábrica. El mortal temor por esa escuela, la incom-prensión absoluta de su importancia como elemento de organización, son característicos del modo de pensamiento que refleja las condiciones de existencia pequeñoburguesas, engendra ese aspecto del anarquismo que los socialdemócratas alemanes llaman Edelanarchismus, es decir, el anarquismo del señor “distinguido”, el anarquismo el gran señor, diría yo.. ».28

Hace más de siglo y medio que los revisionistas del marxismo abogan por el aban-dono del lugar de trabajo. Otros grupos sociales debían encarnar la fuerza creativa y la creatividad del cambio, traer un aire nuevo o liderar la revolución social. El discurso empieza siempre con estas palabras: «Los tiempos han cambiado». La irrupción de la democracia burguesa primero «lo modificó todo» a nivel de las naciones; la aparición de monopolios vino luego «a repartir otra vez las cartas»; después les tocó modificar en profundidad la situación a los derechos de seguridad social en la sociedad de abun-dancia y, hoy, serían las recientes modificaciones a nivel de la producción las que no habrían dejado títere con cabeza. Se oye decir que «la combatividad hay que encontrarla fuera de los muros de la fábrica», que «es afuera donde conviene buscar aire fresco», y que «los trabajadores se han vuelto egoístas», que «la clase obrera europea faltó a su cita con la historia» y que «otros grupos tienen que desempeñar ahora el papel de vanguardia». A lo largo del pasado siglo, los pobres, los excluidos, las personas que se niegan a trabajar, los emigrantes, los ecologistas, los verdes, los pacifistas, las mujeres, los científicos, los informáticos... todos, antes o después, fueron reconocidos como el grupo social al que le correspondía liderar la revolución. El punto común entre todas esas teorías es que todas ignoran las leyes sociales y económicas de la historia, que todas evitan la cuestión de la producción y del control de la producción.

24. Michael Hardt, Antonio Negri, Empire, The New World Order, Amsterdam, Van Gennep Publishing, 2002, p. 272. Italics added, pm.

25. idem p. 277.26. p. 219.

27. idem p. 217.28. V. I. Lenin, Un paso adelante, dos pasos atrás, [1904]. Ver: Collected Works, 4th English Edition,

Progress Publishers, Moscow, 1965, p.  391-392 http://www.marx2mao.com/M2M(SP)/Lenin(SP)/OSF04NBs.html

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REVISTA COMUNISTA INTERNACIONAL nº 3 Partido del Trabajo de Bélgica24 25

El corazón del cambio actual es la lucha entre trabajo y capital. No se puede olvi-dar el análisis de Lenin al respecto: «En cualquier país capitalista, la fuerza del prole-tariado es incomparablemente mayor que su proporción numérica en la masa general de la población. Y esto es así porque el proletariado domina económicamente en el centro y en el nervio de todo el sistema económico del capitalismo, y también porque, bajo el capi-talismo, el proletariado expresa, económica y políticamente, los verdaderos intereses de la inmensa mayoría de los trabajadores. Por eso, incluso cuando constituye una minoría de la población (o cuando su vanguardia consciente y verdaderamente revolucionaria constituye una minoría de la población), el proletariado es capaz de derribar a la burguesía y de ganarse después muchos aliados entre esa masa de semiproletarios y pequeños burgueses que antes no se habría manifestado jamás a favor del dominio del proletariado, que antes no comprendería las condiciones y las tareas de ese dominio y a la que sólo su experiencia ulterior habrá de convencer de que la dictadura del proletariado es inevitable, acertada y necesaria».29

El hecho de que los trabajadores productivos se encuentren en el ojo del huracán, que lleven a cabo la lucha entre trabajo y capital en el lugar de trabajo, no significa que sean los únicos que luchan. Y mucho menos significa que una gran alianza entre los tra-bajadores productivos sea inútil con las otras capas de la clase obrera, los agricultores, las capas proletarizadas de la inteligentsia, los progresistas y los jóvenes que escogieron el bando de los explotados. Al contrario. Como los trabajadores productivos están formados, organizados y disciplinados en la lucha, como los trabajadores industriales constituyen el corazón de este sistema de producción, tienen como misión empujar a las otras clases explotadas y oprimidas. No se dirigen hacia las otras capas sociales para «tomar aire», para «encontrar oxígeno» o para adquirir «una fuerza creadora», sino para que avance el conjunto de la lucha social. Así, los obreros metalúrgicos de las Forjas de Clabecq se juntaron al movimiento de los profesores, alumnos y estudiantes en 1994-1996.

Según Negri y Hardt, «se debería encontrar un nuevo tipo de resistencia adecuada a las dimensiones de la nueva soberanía... Hoy, también, podemos ver que esas formas tradicionales de resistencia, como las organizaciones obreras institucionales desarrolladas durante gran parte de los siglos XIX y XX, han comenzado a perder su poder».30 El movi-miento obrero y sus organizaciones sindicales se enfrentarán, sin lugar a dudas, a

nuevos desafíos: la organización de una fuerza de trabajo a tiempo parcial, flexible y precaria, la movilización del trabajo temporal y de la subcontratación, la implicación de empleados del sector privado, etc. Y cuando ciertos dirigentes del movimiento sindical, como la dirección de la Confederación Europea de Sindicatos (CES), se identifican con los objetivos de los grandes monopolios europeos y la Unión europea -en otros términos, «se institucionalizan»-, el movimiento sindical pierde en la práctica parte de su poder. ¿Pero el problema se sitúa realmente a nivel de las organizaciones de trabajadores, del concepto de movimiento sindical como organizador de la clase obrera? ¿O se sitúa a nivel de un grupito de dirigentes sindicales?

Es tarea del partido, de los comunistas, poner el sindicato al servicio de la clase trabajadora, y ayudarlo a alcanzar sus demandas políticas. Lenin enfatizó las tareas de los comunistas en los sindicatos de trabajadores: «Temer este “espíritu reacciona-rio”, esforzarse por prescindir de él, por saltar por encima de él, es una inmensa tontería, pues equivale a temer el papel de vanguardia del proletariado, que consiste en educar, instruir, preparar, traer a una vida nueva a los sectores más atrasados de las masas obreras y campesinas...”31. «Pero la lucha contra la “aristocracia obrera” la sostenemos en nombre de la masa obrera y para ponerla de nuestra parte; la lucha contra los jefes oportunistas y socialchovinistas la llevamos a cabo para conquistar a la clase obrera. Sería necio olvidar esta verdad elementalísima y más que evidente. Y tal es precisamente la necedad que come-ten los comunistas alemanes “de izquierda”, los cuales deducen del carácter reaccionario y contrarrevolucionario de los cabecillas de los sindicatos la conclusión de la necesidad de. . . ¡¡salir de los sindicatos!!, de ¡¡renunciar a trabajar en los mismos!! y de ¡¡crear nuevas formas de organización obrera inventadas por ellos!! Es ésta una estupidez tan imperdonable que equivale al mejor servicio prestado a la burguesía por los comunistas…».32

A finales del siglo XX, y comienzos del XXI, el revisionismo ha sido asumido por numerosos partidos revolucionarios. La tarea de dar marcha atrás a ese proceso, que todavía debe ser completada, llevará al movimiento comunista a la cabeza de los movimientos de lucha. Hoy en día hay dos retos que siguen siendo válidos: construir cuadros revolucionarios formados en la lucha y en el marxismo. Cuadros que tengan la capacidad de pelear junto a las masas para que puedan ir adquiriendo su propia experiencia, y que lleven la lucha más hacia adelante.

Ver tambien el libro de Peter Mertens, La clase obrera en la era de las multinacionales, http://www.jaimelago.org/sites/default/files/u1/20110306LaClaseObreraeraMuntinacionales.pdf

29. V. I. Lenin, Las elecciones a la Asamblea Constituyente y la dictadura del proletariado [Diciembre 1919]. In: Collected Works, 4th English Edition, Progress Publishers, Moscow, 1965, p. 271.

30. Michael Hardt, Antonio Negri, Empire, The new World Order, Amsterdam, Van Gennep Publishing, 2002, p. 309. Italics added, pm.

31. V. I. Lenin, La enfermedad infantil del “izquierdismo” en el comunismo [Diciembre 1919]. In: Selected Works, English edition, Foreign Languages Publishing House, Moscow, 1952, Vol. II, Part 2. Reprint by Foreign Language Press, Peking, 1970, p.  42. http://www.marx2mao.com/M2M(SP)/Lenin(SP)/LWC20s.html

32. Idem, p. 43-44.

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LA SOCIALDEMOCRACIA, AL SERVICIO DE LAS CLASES DOMINANTES

LA LUCHA DEL PARTIDO COMUNISTA

Raúl Martínez y Ramón LópezResponsable del Área Ideológica y miembro del Área

Ideológica del CC del PCPE, respectivamente

El revisionismo, fenómeno histórico hostil al marxismo

Desde el nacimiento del movimiento obrero hasta nuestros días se ha librado en su seno una intensa lucha entre dos tendencias: la revolucionaria y la oportunista. El oportunismo ha adoptado a lo largo de la historia distintas y numerosas manifesta-ciones, tanto bajo formas de “izquierda” como de derecha. En este artículo se aborda el oportunismo de derecha, o revisionismo, fuente inicial de la corriente política que hoy conocemos como socialdemocracia, cuya naturaleza mutó, a lo largo del siglo XX, transformándose, de corriente del movimiento obrero, en movimiento político defensor a ultranza y pilar esencial del capitalismo monopolista.

El revisionismo surgió a finales del siglo XIX cuando, tras la muerte de Federico Engels, se desató una lucha abierta en el seno del movimiento socialista, encabezada por el alemán Eduard Bernstein, cuya máxima: “El objetivo final, no importa cuál sea,

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REVISTA COMUNISTA INTERNACIONAL nº 3 Partido Comunista de los Pueblos de España28 29

no es nada; el movimiento lo es todo”1, se convirtió en bandera de los seguidores de la teoría revisionista y de su práctica política, el reformismo. Lenin afirmaría al respecto: “Esta frase proverbial de Bernstein expresa la esencia del revisionismo mejor que muchas y largas disertaciones. Determinar de cuando en cuando la conducta que se debe seguir, adaptarse a los acontecimientos del día, a los virajes de las minucias políticas, olvidar los intereses cardinales del proletariado y los rasgos fundamentales de todo el régimen capita-lista, de toda la evolución del capitalismo, y sacrificar estos intereses cardinales en aras de las ventajas reales o supuestas del momento: ésa es la política revisionista. Y de su esencia misma se desprende con toda certidumbre que esta política puede adoptar formas infini-tamente diversas y que cada problema un tanto “nuevo”, cada viraje un tanto inesperado e imprevisto de los acontecimientos –aunque este viraje sólo altere la línea fundamental del desarrollo en proporciones mínimas y por el plazo más corto-, dará lugar siempre, ineluctablemente, a tal o cual variedad de revisionismo”2.

El revisionismo, alegando que las condiciones socio–económicas habían cambiado radicalmente, se manifestó como corriente abiertamente hostil al marxismo, recha-zando los postulados básicos de la ciencia marxista.

En el plano filosófico, negó su carácter partidista y clasista, yendo a remolque de la “ciencia” burguesa y arrastrándose tras los neokantianos3.

En el plano económico, negó la teoría del valor, la ley de la acumulación capitalista y la ley de la pauperización absoluta y relativa del proletariado en las nuevas condicio-nes del capitalismo. Quiso demostrar que en el sector agrícola no se producía un pro-ceso de concentración de la propiedad y la sustitución de los pequeños propietarios por los grandes. Defendió la idea de que el proceso de concentración de la propiedad transcurriría de forma sumamente lenta en el sector industrial y comercial. Formuló la tesis de que las grandes empresas capitalistas pondrían término a la anarquía de la producción y, por consiguiente, disminuiría automáticamente la contradicción entre el proletariado y la burguesía4.

En el campo de la política, el revisionismo intentó revisar lo que realmente cons-tituye la base del marxismo: la teoría de la lucha de clases. La libertad política, la democracia, el sufragio universal destruyen la base para la lucha de clases –decían los revisionistas. Puesto que en la democracia impera la “voluntad de la mayoría”,

1 “Las premisas del socialismo y las tareas de la socialdemocracia”, recopilación de artículos Revista Neue Zeit, 1897-1898.

2 V.I. Lenin, “Marxismo y Revisionismo”. Obras Completas, Tomo 17, página 24. Ed. Progreso, Moscú, 1.983.

3 Idem., páginas 19 y 20.4 Idem., páginas 20 y 21.

no debemos ver en el Estado, según ellos, el órgano de la dominación de clase, ni negarnos a hacer alianzas con la burguesía progresista contra los reaccionarios5.

Para Lenin el revisionismo, o “revisión” del marxismo, es una de las principales manifestaciones, si no la principal, de la influencia burguesa sobre el proletariado y de la corrupción burguesa de los proletarios6, aportando, en su obra La bancarrota de la II Internacional, la siguiente definición del oportunismo:

“El oportunismo es el sacrificio de los intereses vitales de las masas en aras de los intereses momentáneos de una minoría insignificante de obreros, o, dicho en otros términos, la alianza entre una parte de los obreros y la burguesía contra la masa proletaria”.7

Y es que la ideología es el reflejo, en la conciencia de los seres humanos, de las condiciones sociales objetivamente existentes y, principalmente, un reflejo de las rela-ciones de producción imperantes. Así, desde el punto de vista leninista, se destacan las raíces históricas del fenómeno revisionista y su naturaleza de clase:

“En todos los países capitalistas existen siempre, al lado del proletariado, extensas capas de pequeña burguesía, de pequeños propietarios. El capitalismo ha nacido y sigue naciendo, constantemente, de la pequeña producción. El capitalismo crea de nuevo, infati-gablemente, toda una serie de “capas medias”… Estos nuevos pequeños productores se ven nuevamente arrojados, también, de modo no menos inevitable, a las filas del proletariado. Es perfectamente natural que la mentalidad pequeño–burguesa irrumpa de nuevo, una y otra vez, en las filas de los grandes partidos obreros. Es perfectamente natural que suceda así, y así sucederá siempre hasta llegar a las pericias de la revolución proletaria”8.

En resumidas cuentas, el marxismo–leninismo destaca tres particularidades esen-ciales del oportunismo de derecha o revisionismo: el revisionismo es un fenómeno internacional, al ser producto social de una época histórica concreta; el revisionismo aparece regularmente en los partidos obreros, dado el carácter cíclico del desarrollo del capitalismo, y, además, puede adoptar formas diversas; el oportunismo de derecha, al revisar los postulados básicos del marxismo, desnaturaliza el carácter revolucionario del partido obrero, desviándole de su objetivo principal: la destrucción del poder económico y político de la burguesía.9

5 Idem., página 22.6 V.I. Lenin, ”Quien se da prisa, provoca risa”. Obras Completas, Tomo 25, página 187. Ed. Progreso,

Moscú, 1.984.7 V.I. Lenin. “La bancarrota de la II Internacional”. Contra el revisionismo, Ed. Progreso, Moscú, 1.980,

página 259-260.8 V.I. Lenin. “Marx, Engels y el marxismo”. Edición en Lenguas Extranjeras, Moscú, 1.947, páginas 237 -238.9 Enrique Líster López. “Leninismo y oportunismo”. Ediciones PCOE, Madrid, 1976, páginas 21 - 22.

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REVISTA COMUNISTA INTERNACIONAL nº 3 Partido Comunista de los Pueblos de España30 31

Frente a la práctica política reformista, que emana de los planteamientos teóricos revisionistas, Lenin argumentó que la burguesía, concediendo con una mano las reformas, las retira con la otra, las reduce a la nada o las utiliza para subyugar a los obreros, para dividirlos en grupos, para eternizar la esclavitud asalariada de los traba-jadores y trabajadoras. Por eso, el reformismo, incluso cuando es totalmente sincero, se transforma de hecho en un instrumento de la burguesía para corromper a los obre-ros y reducirlos a la impotencia. La experiencia de todos los países demuestra que el movimiento obrero ha sido burlado siempre que ha confiado en los reformistas10.

La bancarrota de la II Internacional, la socialdemocracia y la guerra imperialista

La mayoría de partidos de la II Internacional consumó su bancarrota traicio-nando las resoluciones del Congreso de Basilea (1912), en las que los partidos social-demócratas habían fijado posición oponiéndose a la guerra imperialista en ciernes y llamando al proletariado mundial a combatir activamente su desencadenamiento. Sin embargo, el 4 de agosto de 1914, los socialdemócratas alemanes y franceses votaron en sus respectivos parlamentos los créditos de guerra, votaron en pro de la guerra imperialista y entraron a formar parte de los gobiernos de sus países, como posteriormente hicieron los socialdemócratas ingleses y belgas, confiando en ellos la burguesía la gestión del capitalismo y transformándose, por tanto, de partidos obreros oportunistas en partidos burgueses.

La mayoría de partidos agrupados hasta entonces en la II Internacional sufrió su primera gran mutación histórica, transformándose de partidos obreros socialistas, en los que convivían en lucha tenaz la tendencia oportunista y la revolucionaria, en par-tidos obreros nacional–liberales, haciendo estallar en mil pedazos la Internacional, en cuyo seno había cobrado fuerza el oportunismo durante el periodo de desarrollo relativamente pacífico del capitalismo transcurrido entre 1871 y 1914.

Lenin, en plena guerra mundial, profundizó su caracterización del oportunismo. Definió como base económica del chovinismo y del oportunismo la alianza de unas pocas capas superiores del proletariado y de la pequeña burguesía –que aprovechan las migajas de los privilegios de “su” capital nacional- contra las masas proletarias, contra las masas trabajadoras. Puso al descubierto que la vieja división de los socia-listas en corriente oportunista y corriente revolucionaria, propia de la época de la II Internacional (1889–1914), se correspondía, en resumidas cuentas, con la nueva división en chovinistas e internacionalistas. La defensa de la colaboración de clases, el abandono de la idea de la revolución socialista y de los métodos revolucionarios

10 V.I. Lenin. “Marxismo y reformismo”. Obras Completas, Tomo 24, página 1. Ed. Progreso, Moscú, 1984.

de lucha, la adaptación al nacionalismo burgués, el fetichismo de la legalidad bur-guesa, la renuncia al punto de vista de clase y a la lucha de clases por temor a que se aparten “las amplias masas de la población” (léase, la pequeña burguesía), tales son, para Lenin, los fundamentos ideológicos del oportunismo11. Partiendo de que el oportunismo no es fruto del azar, ni un pecado, un desliz o una traición de un grupo de individuos aislados, Lenin afirmó que se trataba del producto social de toda una época histórica, poniendo también de manifiesto su carácter de clase: “El periodo del imperialismo es el periodo del reparto del mundo entre las “grandes” naciones, entre las naciones privilegiadas que oprimen a todas las demás. Las migajas del botín proporcionado por estos privilegios y por esta opresión van a parar, indudablemente, a manos de ciertas capas de la pequeña burguesía y de la aristocracia –así como también de la burocracia- de la clase obrera. Como minoría insignificante del proletariado y de las masas trabajadoras, estas capas gravitan en torno al “struvismo”, pues éste les ofrece una justificación de su alianza con “su” burguesía nacional, contras las masas oprimidas de todas las naciones”12.

“El oportunismo se ha ido incubando durante decenios por la especificidad de una época de desarrollo del capitalismo en que las condiciones de existencia relativamente civilizadas y pacíficas de una capa de obreros privilegiados los “aburguesaba”, les propor-cionaba unas migajas de los beneficios conseguidos por sus capitales nacionales y los man-tenía alejados de las privaciones, de los sufrimientos y del estado de ánimo revolucionario de las masas que eran lanzadas a la ruina y que vivían en la miseria”13.

Así, se ponía en claro el papel concreto de la aristocracia y de la burocracia obrera en el marco general de la lucha de clases propio de la época imperialista, análisis que conserva plena actualidad en nuestros días.

Para Lenin, la I Guerra Mundial supuso un viraje tan importante en la historia que hizo imposible continuar teniendo la misma actitud ante el oportunismo que había caracterizado el periodo anterior. Era imposible negar el hecho de que, en el momento de las crisis, los oportunistas habían desertado de los partidos obreros y se habían pasado al campo de la burguesía: “Ha madurado toda una capa social de parlamentarios, de periodistas, de funcionarios del movimiento obrero, de empleados privilegiados y de ciertos estratos del proletariado, capa social que se ha fundido con su burguesía nacional y a la que ésta ha sabido apreciar en su justo valor y “adaptarla””14.

11 V.I. Lenin. “La situación y las tareas de la Internacional Socialista”. Contra el revisionismo, Ed. Progreso, Moscú, 1980, página 209.

12 V.I. Lenin. “La bancarrota de la II Internacional”. Contra el revisionismo, Ed. Progreso, Moscú, 1.980, página 238.

13 Idem., página 260.14 Idem., página 268.

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REVISTA COMUNISTA INTERNACIONAL nº 3 Partido Comunista de los Pueblos de España32 33

Por tanto, tocaba pasar a la acción: “No es posible hacer girar hacia atrás o detener la rueda de la historia; pero lo que sí se puede y se debe hacer es avanzar sin miedo y pasar de las organizaciones preparatorias y legales de la clase obrera, prisioneras del opor-tunismo, a unas organizaciones revolucionarias del proletariado que sepan no limitarse a la legalidad, que sepan ponerse a cubierto de la traición oportunista, a las organizaciones revolucionarias del proletariado que emprende la “lucha por el poder”, por el derroca-miento de la burguesía”15.

Había quedado demostrado que, en la época del imperialismo, debía descar-tarse la vieja teoría de que el oportunismo es un “matiz legítimo” dentro de un partido obrero único, pues se había convertido en el mayor obstáculo para el desarrollo revolucionario del movimiento obrero.

La II Internacional había muerto, vencida por el oportunismo; la III Internacio-nal tenía ante sí la tarea de organizar las fuerzas del proletariado para la ofensiva revo-lucionaria contra los gobiernos capitalistas, para la guerra civil contra la burguesía de todos los países por el poder político y la victoria del socialismo.

La definitiva mutación de la socialdemocracia tras la II Guerra Mundial

Tras el triunfo de la Gran Revolución Socialista de Octubre de 1917, la división en tres alas se consolida: la derecha, representada por los revisionistas y convertida en partido burgués; la izquierda, representada por los comunistas, con los bolcheviques al frente; y el ala centrista, formalmente marxista y que se adapta en la práctica al oportunismo, afirmando buscar la unidad y la paz en el partido. El sector centrista es encabezado por Kaustky, quien dedicará sus esfuerzos teóricos a atacar a la Revo-lución de Octubre, acusando a los bolcheviques de saltarse los límites impuestos por las fuerzas productivas de Rusia y, en definitiva, calificando a la revolución como una aberración.

En el periodo que media entre la primera guerra mundial y la segunda, el sector centrista dominará la II Internacional, decretando resoluciones formalmente “revo-lucionarias” y “marxistas” pero, en la práctica, plegándose a las exigencias del ala derechista, que va, de este modo, fortaleciéndose hasta el punto de forzar en nume-rosos casos la participación de la socialdemocracia en gabinetes burgueses.

De dicha participación ministerial en diversos países –Reino Unido, Francia, Ale-mania, etc.- surgirán elementos que ya no hacen dudar del salto operado por la social-democracia desde una posición reformista, pero de clase, hacia una posición burguesa, situada entre los liberales y el comunismo. Desde el asesinato de Rosa Luxemburgo

15 Idem., página 268.

y Karl Liebknecht hasta las medidas económicas antiobreras aplicadas con motivo de la crisis capitalista de 1929, todo revela el auténtico carácter de la socialdemocracia como partido burgués encargado de realizar la conciliación de clases para tratar de evi-tar y contener el estallido revolucionario, oponiéndose al desarrollo del movimiento comunista.

El papel vergonzoso de la socialdemocracia durante el ascenso del fascismo, su negativa a llegar a acuerdos con la III Internacional y su vacilación pequeñoburguesa en momentos decisivos de la lucha de clases, fueron claves para entender cómo el fascismo llegó a apoderarse con relativa facilidad del aparato político del Estado en distintos países. Su confianza en los métodos legales, su liberalismo podrido, demos-tró que la socialdemocracia se había convertido en defensora del capitalismo, difi-cultando el desarrollo de la política de frente único de la Internacional Comunista16.

Pero es después de la II Guerra Mundial cuando tiene lugar la más evidente y definitiva mutación de la socialdemocracia. El triunfo sobre el nazi-fascismo; los éxitos en la construcción del socialismo en la URSS; la extensión del bloque socialista mundial a toda una serie de países; el desarrollo de las contradicciones en los países capitalistas de Europa occidental, como consecuencia de la destrucción de fuerzas productivas operada en la guerra; la reducción de la base material del capitalismo y el enorme prestigio del movimiento comunista internacional entre las masas obreras de occidente, son factores que van colocando al imperialismo ante un callejón sin salida. La socialdemocracia, de la mano de sus amos burgueses, encuentra de nuevo su lugar en el intento de neutralizar la lucha de clases. Muchos dirigentes socialdemócratas en el exilio trabaron estrecho contacto con los imperialistas anglo-norteamericanos, configurando lo que sería el orden subsiguiente a la derrota del nazi-fascismo para países como Italia, Alemania, Francia, Suecia, Noruega, etc.17

16 Hoy en día, contando con la necesaria perspectiva y cuando ya no existe duda alguna del carácter burgués e imperialista de muchas secciones de la socialdemocracia durante el desarrollo de la II Guerra Mundial, el movimiento comunista debe analizar con rigor la política de frente único del proletariado con los partidos socialdemócratas, adoptada por el VII Congreso de la I.C., toda vez que conllevó toda una serie de consecuencias posteriores de indudable importancia para el movimiento comunista internacional.

17 Los lazos de destacados cuadros socialdemócratas con la oligarquía se han profundizado desde entonces. A modo de ejemplo, baste señalar la participación del expresidente del gobierno español, Felipe González –exSecretario General del PSOE-, en el conocido como “Encuentro Padres e Hijos”, una iniciativa privada que congrega a empresarios de toda América Latina y a sus herederos para compartir “las recetas del éxito en los negocios” y hablar de “los temas sociales que preocupan al mundo”. Entre los oligarcas participantes se encuentran, entre otros, Carlos Slim, el segundo hombre más rico del mundo; el magnate colombiano Julio Mario Santo Domingo; el empresario venezolano Gustavo Cisneros; los argentinos Paolo Rocca, Federico Braun y Alfredo Román; los chilenos Andrónico Lucksia y Álvaro Saieh o los brasileños Joao Roberto Marinho, David Feffer y Antonio Moreiras. (Diario Público, Madrid, 08/03/2009, noticia de la Agencia EFE).

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En 1951 tiene lugar el Congreso de Francfurt, en el que se crea la Internacional Socialista, y, en 1959, en el denominado Programa de Bad Godesberg, se fijan por escrito las posiciones políticas de la socialdemocracia en el partido más grande y más influyente de esta tendencia, el SPD –alemán-, que determinará los programas del resto de partidos y de su reconstituida Internacional.

En ese programa se abandona formalmente la referencia al marxismo y se sitúa, sin nombrarlo siquiera, al lado de la “ética cristiana” y el “humanismo”. Ya habían pasado los tiempos en los que la socialdemocracia necesitaba colocarse la etiqueta marxista para combatir al movimiento comunista. A partir de ese momento se trata de una abierta lucha contra el marxismo. En el terreno de la lucha de clases, se subsume la lucha obrera dentro de la lucha por “más democracia” como objetivo último del “socialismo democrático”, cuyos horizontes son difusos y hacen referencia a elementos económicos que no sobrepasan el nivel del reformismo liberal, aceptando, en sus términos principales, las teorías económicas burguesas, la disciplina presupuestaria, el keynesianismo como freno para la lucha de clases, etc.; por decirlo con conceptos que usa el mismo programa: “tanta planificación como sea necesaria y tanta competencia como sea posible”18.

Por si todavía quedasen dudas, aparecen referencias en contra del “control tota-litario de la economía” afirmando la necesidad de la existencia de la propiedad pri-vada. Como horizonte máximo -nunca aplicado consecuentemente- la referencia a la “democracia económica” en la que la clase obrera debería poder intervenir en la gestión de las empresas privadas y públicas. Salvo en algunos sectores productivos en Alemania y otros países europeos, y con la salvedad de que dicha participación estaba circunscrita a determinados problemas de gestión -tal y como sucede en la actuali-dad con la participación de miembros de los comités de empresa (emblema de esta política socialdemócrata) en consejos de administración- y ejercida por la burocracia sindical reformista, nunca se llegó a aplicar tal cosa en país alguno, pese a contar con mayorías parlamentarias suficientes para hacerlo. En realidad, el Programa de Godes-berg, aceptado internacionalmente por la socialdemocracia, únicamente encontró campo de aplicación para la educación pública y la sanidad, y siempre restringido a determinados países de Europa occidental.

Las contradicciones económicas inherentes al denominado “Estado del Bienes-tar” -que no fue más que Estado de explotación para las mayorías obreras sacrificadas en el altar del desarrollo capitalista e imperialista- llevaron al desencadenamiento de la crisis capitalista de los años setenta y a un cambio en la percepción de la mayoría de la burguesía, abandonando los principios keynesianos y adoptando un enfoque

18 Programa Básico del SPD. Bonn, 1959, páginas 5-17.

netamente liberal, retomando sus viejas concepciones del “dejar hacer”, separando al Estado de la intervención económica directa y llevándolo a ejercer su influencia únicamente a través del presupuesto y de la política monetaria, emprendiendo la privatización del sector público creado en el periodo precedente.

Es necesario, pese a todo, añadir que el mismo Programa de Godesberg renun-ciaba ya a esos mecanismos “directos” y privilegiaba los indirectos, salvo en aquellos sectores donde fuese necesaria la intervención estatal para evitar la conformación de monopolios privados. En realidad, la versión liberal plantea exactamente lo mismo, e, incluso, habla de “economía mixta” para incluir esos métodos de intervención estatal; lo que ocurre en estos años, décadas de los ochenta y de los noventa del siglo XX, es que se abandona la teoría de los “monopolios naturales en manos del Estado” -energía, transporte, telecomunicaciones y otros sectores considerados estratégicos- y se abrazan las ideas de un Banco Central cuya política monetaria tiene como objetivo único el control de la inflación sobre otras consideraciones, como pueda ser permitir cierto nivel de inflación para animar la inversión burguesa.

La burguesía prioriza en esta época -hasta el inicio de la crisis capitalista actual- la privatización, la mercantilización de sectores productivos situados en los márgenes de la acción de la ley del valor -cuya esfera de acción había sido modificada por la intervención de poderes estatales-, la internacionalización -de la mano de grandes empresas monopolísticas que habían acumulado grandes cantidades de capital en el período precedente-, al mismo tiempo que empeoran las condiciones políticas en las que el movimiento obrero debe realizar la labor de defensa de sus condiciones de vida y trabajo e incrementa la represión del movimiento revolucionario, la militarización de la economía y el despliegue de la guerra imperialista.

Hoy en día, la socialdemocracia mantiene una cierta ligazón con el movimiento obrero a través de las centrales sindicales reformistas, donde todavía mantiene un discurso de “defensa de los trabajadores” de tipo puramente económico y que tiende, siempre, hacia la conciliación con la burguesía. Su misión es asegurar la paz social, la imposibilidad del desenvolvimiento de una contestación obrera que pueda transfor-marse, como consecuencia del aumento de su combatividad y de su organización, en desarrollo de la conciencia de clase, del paso de conciencia de clase en sí a conciencia de clase para sí, en alternativa revolucionaria al capitalismo agonizante.

En la crisis capitalista en la que estamos sumergidos, la socialdemocracia tiene una misión bien clara: aplicar las medidas más contrarias a los intereses obreros man-teniendo, dentro de los límites fijados por la oligarquía, el conflicto de clases. Así, mientras aprueban medidas legales que son contrarias a los más elementales derechos

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adquiridos durante décadas de lucha del movimiento obrero (la negociación colec-tiva, el derecho a indemnización por despido, una cuantía digna del salario mínimo y de la pensión de jubilación, etc.), mantienen el control sobre una burocracia sindical profundamente enlazada a la socialdemocracia y al aparato del Estado burgués.

Las posiciones de “pacto social” van encaminadas a encadenar al movimiento obrero a políticas que son manifiestamente contrarias a sus intereses, favorecen a los monopolios y descargan las contradicciones que han estallado con la crisis capitalista sobre las espaldas de la clase obrera y de las capas populares. Se trata de reflotar la tasa de ganancia, siempre en tendencia a la baja, de favorecer el ciclo de reproducción ampliada del capital y, para ello, de recrudecer la tasa de explotación. En esta misión, la socialdemocracia juega un papel esencial: el papel del bombero que trata de apagar el incendio, incluso antes de que se produzca.

Pequeña burguesía y aristocracia obrera

La socialdemocracia, como organización principal del reformismo pequeñobur-gués, para preservar el apoyo de su base social pequeñoburguesa -y también de las capas medias que comparten con el pequeñoburgués la autonomía en el trabajo, la dirección concreta de grupos de trabajadores y trabajadoras y cierto alejamiento de la máquina-, mantiene una política tendente a aislar a estos grupos del movimiento obrero e impedir la conformación de un frente obrero y popular, hegemonizado por el proletariado a través de su vanguardia política, que pueda constituirse en alterna-tiva revolucionaria al capitalismo.

Dentro de este campo, las políticas socialdemócratas van en el sentido de sostener a la pequeña burguesía con fondos públicos -como las exenciones de pago a la segu-ridad social-, tratando de aliviar, sin conseguirlo, la situación de la pequeña produc-ción frente a la grande. En el terreno sindical, favorecen a las capas medias frente a la mayoría obrera, promoviendo mejores condiciones laborales, económicas y sociales para esos grupos. Estos sectores fueron la vieja base de la política reformista burguesa de los años del “Estado del Bienestar”, al verse favorecidos frente a una masa obrera condenada a condiciones de explotación extrema y desprovista de cualquier apoyo sindical. Todo ello tiene como efecto el empeoramiento de las condiciones de vida y de trabajo de la mayoría proletaria, el recrudecimiento de su explotación y, también, su aislamiento cada vez mayor del resto de clases y sectores populares.

Aún así, la crisis capitalista ha golpeado duramente a las capas medias y a la pequeña burguesía, que ven empeorar sus condiciones de vida y de trabajo como consecuencia del desarrollo de las contradicciones capitalistas, demostrándose, tam-bién para estos grupos, el fracaso del reformismo. Al mismo tiempo, la socialde-

mocracia extiende la ideología pequeñoburguesa de la “ciudadanía” -todos y todas iguales en derechos ante la ley-, obviando las diferencias de clase, la posición de cada cual ante la propiedad de los medios de producción y ante el trabajo, influyendo en los medios obreros para desactivar la lucha de clases, precisamente entre quienes más sufren la explotación y más necesitados están de asumir su papel histórico como clase revolucionaria.19

En el mismo sentido, resulta esencial el papel jugado por la aristocracia obrera en el sostenimiento de la socialdemocracia y en el fortalecimiento y difusión del revi-sionismo en el seno del movimiento obrero. La camarada Eleni Mpellou20 ofrece el siguiente análisis sobre este fenómeno: “Por supuesto, lo que ocurre a nivel de concien-cia -en este caso, el revisionismo- es un reflejo de los acontecimientos socioeconómicos –las secciones de la clase obrera en los países capitalistas avanzados gozaron de salarios más altos y mejores condiciones de vida debido a la plusvalía extra que el capital obtenía en sus países, tomando por ejemplo el monopolio del comercio exterior (Gran Bretaña hasta finales del siglo XIX) y la capacidad para explotar materias primas y trabajo barato en sociedades menos desarrolladas-. Los hijos de estas secciones de la clase obrera y de la aris-tocracia obrera en el movimiento sindical y político absorbieron la propaganda burguesa por medio del sistema educativo y fueron incorporados a los mecanismos ampliados del Estado –bien en los “servicios” del Estado burgués (educación, salud, sanidad) o pura-mente administrativos (oficinas tributarias, administraciones locales, mantenimiento de la propiedad estatal, etc.) o en empresas públicas o semipúblicas (bancos, servicios públi-cos, energía, agua, industria de telecomunicaciones, turismo, etc.).

La compra de secciones de la clase obrera y su incorporación a sectores dinámicos de la industria capitalista se logró en combinación con el soborno amplio de científi-cos que tenían raíces obreras; así, podemos ver que la ampliación de la base social del oportunismo y el fortalecimiento del revisionismo son fenómenos interconectados. La capacidad de las fuerzas políticas burguesas para comprar a amplios sectores de la clase obrera sirvió al objetivo político de corromper al movimiento obrero, de distraerlo de su objetivo estratégico de la revolución socialista en Europa y, más en

19 Respecto a algunos movimientos que, como el conocido 15–M o movimiento de los indignado,s en ningún caso trascienden los planteamientos socialdemócratas, remitimos a la Declaración del Comité Ejecutivo del PCPE sobre las movilizaciones iniciadas el 15 M, de 19 de mayo de 2011, y que puede consultarse en http://www.pcpe.es/comunicados/item/268-sobre-las-movilizaciones-iniciadas-el-15-m.html.

20 Miembro del Buró Político del Partido Comunista de Grecia. Cita de su artículo “Ideas sobre una nueva Internacional. El internacionalismo en la teoría marxista”, escrito a petición del Partido Comunista de Turquía para una actividad organizada por el Centro de Investigación Marxista. Publicado en la revista teórica del KKE (Komunistitiki Epitheorisi, segundo número de 2010). Traducción al castellano del Área Internacional del CC del PCPE.

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general, en el mundo capitalista desarrollado e, incluso, en condiciones en las que la correlación de fuerzas había mejorado para las fuerzas del socialismo tras el fin de la II Guerra Mundial”.

La “izquierda socialdemócrata”, los revisionistas y el movimiento comunista

La socialdemocracia se convirtió, además, en un activo participante en la lucha de clases internacional contra el campo socialista. El papel que debían jugar los partidos socialdemócratas era debilitar a los partidos comunistas, organizar y fortalecer un movimiento obrero y sindical no comunista. Al lado de otros partidos furibunda-mente anticomunistas -los trotskistas-, la misión asignada por el imperialismo era bien clara: fragmentar el movimiento obrero, consolidar una tendencia reformista anticomunista y evitar el desarrollo de la lucha de clases en los países capitalistas, así como prestar ayuda política, económica y de cualquier otro tipo a los movimientos contrarrevolucionarios que se iban desarrollando en los países que construían activa-mente el socialismo. La CIA poseía una rúbrica para dichos partidos: “izquierda no comunista”, que recibía tanto apoyo político, como logístico y económico.

Al lado del papel abiertamente hostil y contrarrevolucionario respecto a los paí-ses socialistas, la socialdemocracia también ha jugado históricamente un papel de penetración política de los partidos comunistas. Ya antes de la II Guerra Mundial, la socialdemocracia buscó apoyos dentro del movimiento comunista para llegar a acuerdos que ligasen a estos partidos a políticas burguesas. Pero será después, en la inmediata postguerra, cuando surgen potentes tendencias reformistas en el seno de los partidos comunistas que cristalizaron en el denominado “eurocomunismo”. Este proceso fue posible en la medida en que el movimiento comunista internacional (atrapado en la ficción de la existencia de una etapa intermedia, democrática y anti-monopolista, situada entre el capitalismo monopolista y el socialismo) supeditó su estrategia a una alianza parlamentaria con la socialdemocracia que, a la larga, traería graves consecuencias para la clase obrera y para el propio movimiento comunista internacional, que encontraba inmensas dificultades para definir una estrategia revo-lucionaria en las nuevas condiciones surgidas de la postguerra.

Dichas tendencias revisionistas, plenamente triunfantes en la mayoría de los partidos de Europa occidental, tenían la misma base social que la socialdemocracia de antaño y siguieron el mismo camino que antes habían recorrido los partidos socialdemócratas. Representaban, como reflejo, los intereses de la pequeña burguesía y de las capas medias, de la aristocracia obrera y de sectores de la burocracia sindical. Llegaron a la conclusión, descaradamente reformista, de que el socialismo podría construirse, en Europa, a través de un acuerdo con la socialdemocracia de tipo par-

lamentario, usando exclusivamente vías legales, constitucionales, reforma a reforma, hasta llegar a un punto en el que se hubiese construido el socialismo. Dicha visión, utópica en el sentido de reaccionaria, era un callejón sin salida que encontró sus propios límites con el cambio de política de la burguesía como consecuencia de la crisis económica del “Estado del Bienestar”.

La bancarrota del revisionismo eurocomunista la sufren en la actualidad numero-sos destacamentos obreros de todo el mundo capitalista, especialmente de los países de Europa, donde las organizaciones herederas del eurocomunismo, manteniendo, en unos casos, las siglas y la simbología comunista o habiéndolas abandonado, en otros, conscientes de la mutación de una socialdemocracia convertida décadas atrás en partido burgués, aspiran a ocupar el flanco izquierda de los parlamentos burgue-ses, eso sí, siempre en una alianza supeditada de una u otra manera a los partidos socialdemócratas y siempre bajo las banderas del reformismo que ondean dentro de los márgenes del sistema.

Además, coincidían y coinciden, y no por casualidad, en una visión genéricamente favorable a la Unión Europea, proyecto imperialista de la oligarquía de los países que la conforman. Desean convertirse en el partido de la “izquierda” homologable para dichas instituciones, aceptando lo fundamental de la construcción europea, las reglas antidemocráticas y antiobreras de su funcionamiento y sus políticas monetarias y económicas de sentido único, el chantaje al que someten a los pueblos de Europa en la crisis capitalista, y, en definitiva, las políticas impuestas en cada momento por la burguesía.

Hoy dichos partidos oportunistas, organizados en el Partido de la Izquierda Euro-pea, son un obstáculo al desarrollo de la lucha de clases, se interponen como freno al desarrollo de las posiciones clasistas, de la conciencia de clase; son, en definitiva, aliados naturales de la socialdemocracia, son su actual ala izquierda, cumpliendo la tarea de introducir la ideología reformista y pequeñoburguesa dentro del campo obrero, de sostener una falsa paz social que asegure un marco político a las medidas antiobreras que el capital tiene que aplicar para mantener su tasa de ganancia y salvar la situación.

Algunas consideraciones finales

Parte de la base social de la socialdemocracia, y también del revisionismo, la cons-tituyen los sectores obreros de baja conciencia de clase que se suman a la lucha por la defensa de sus intereses inmediatos ante las crecientes agresiones del capital. Cuando estos sectores, con escasa preparación política y nula conciencia de clase, se suman

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a las luchas que debe desencadenar la clase para defender sus intereses lo hacen, necesariamente, desde algún punto de vista ideológico.

Efectivamente, el hecho de que tales sectores obreros no posean conciencia de clase para sí no anula el hecho de que poseen, como toda persona, una visión del mundo, ideológica, que les sirve para insertarse a sí mismos dentro de la sociedad. Dicha visión del mundo, que no procede por entero de posicionamientos clasistas, tiene necesariamente que venir de su antagonista, si estamos de acuerdo con Marx en que en las sociedades divididas en clases la ideología dominante es la ideología de la clase dominante.

Su visión del mundo, su ideología, por tanto, si no es proletaria tendrá que ser necesariamente burguesa o pequeñoburguesa. Se tratará de determinadas adaptacio-nes a las condiciones de vida de la clase obrera de las ideologías propias de la burgue-sía o la pequeña burguesía, y la más adecuada históricamente a estas funciones es, precisamente, la ideología “economicista”, reformista, que pregonan los sindicatos y los partidos socialdemócratas y también los partidos oportunistas del PIE o similares. Dicha ideología se adapta a las condiciones obreras, pero lo hace desde la óptica burguesa, al defender pequeños cambios dentro del capitalismo que puedan mejorar o aliviar las condiciones actuales a las que se ve sometido el proletariado.

Del mismo modo, y de sentido aparentemente inverso, podríamos considerar la ideología utópico-revolucionaria que, a pesar de su pretendido revolucionarismo, se muestra impotente para dirigir la lucha revolucionaria y termina por preconizar medidas que, de ser posibles, supondrían únicamente pequeños cambios mante-niendo lo fundamental de la explotación capitalista.

La misión de la socialdemocracia, y de sus centrales sindicales dentro del campo obrero, consiste en impedir que dicha posición, que es una etapa objetiva en el desarrollo de la conciencia de esos sectores, evolucione hacia la asunción de una posición ideológica netamente proletaria, bajo el prisma del marxismo-leninismo, y que tienda a la confrontación con el capitalismo, hacia su superación revolucionaria.

Por tanto, además de la existencia de los sectores sociales antes aludidos -pequeña burguesía y capas medias-, dentro del movimiento obrero los sectores poco conscientes, los más rezagados, también pueden ser una base de apoyo al revisio-nismo, en general, y a la socialdemocracia, en particular.

Los partidos comunistas nos vemos obligados a lidiar con estas posiciones y lo estaremos, bajo muy diversas condiciones políticas, sociales o económicas, hasta la superación misma del conflicto de clases, hasta la etapa superior y última del socialismo-comunismo. En esas diversas condiciones, el reformismo tomará distintas

posiciones políticas, pero, en esencia, intentará adaptar el movimiento obrero a las posiciones de su enemigo de clase, haciendo que acepte el campo de batalla y las for-mas de lucha que considera válidas su enemigo y negando la necesidad de superar el sistema capitalista generador de las contradicciones que le mantienen en su posición subordinada21.

La misión principal de los partidos comunistas, en este campo, en general en la acción sindical, es elevar esa conciencia económica, que no supera el capitalismo, hacia conciencia política revolucionaria, de tal modo que esos sectores abandonen las tesis ideológicas de la pequeña burguesía (además de las anteriores, podríamos mencionar la idea de que el Estado es neutral en la lucha de clases, de que la legalidad es sagrada y que todo lo estipulado en las leyes se cumple, la idea de la independencia del poder judicial, de la separación de poderes y otras ingenuidades pequeñoburgue-sas que frenan objetivamente la lucha de clases) y abracen las tesis ideológicas propias de su clase. Esto es posible, precisamente, porque la ideología proletaria marxista-leninista no es más que el reflejo, en el terreno de lo subjetivo, de las condiciones económicas que sufren los explotados, o dicho de otro modo, toda tentativa, a nivel social, de intentar lo mismo con sectores no proletarios está condenada de antemano al fracaso -al margen de que individualmente muchos miembros de la pequeña bur-guesía y de las capas intermedias se acerquen a la clase obrera e, incluso, adopten su visión del mundo ante el desarrollo de las contradicciones capitalistas.

El movimiento comunista está obligado a aprender de sus errores, las condiciones en que la crisis capitalista sitúa la lucha de clases exige un combate frontal contra las posiciones de integración que propugna la socialdemocracia y el revisionismo en las filas obreras. La independencia ideológica, política y organizativa de la clase obrera debe ser defendida con firmeza, sin concesiones: “Ahora el pueblo, los empleados y obreros, los pequeños comerciantes y autónomos deben escribir sus propias páginas en la historia del país y escribirlas literalmente en mayúsculas y negrita. Su ira debe conver-tirse en fuerza de contraataque hasta el final. No hay otro camino… la barbarie no se humaniza”.22

21 El exPresidente del Congreso español y dirigente del PSOE, José Bono, declaró públicamente que la “lucha de clases” en el siglo XXI “es una milonga” que “no cuela ya ni en China”, que el empleo tienen que crearlo en la actualidad “básicamente” empresarios con “ayuda” de las administraciones por lo que, recalcó, el PSOE no hará campaña “en contra de quienes crean riqueza y empleo”. Declaraciones reflejadas en los medios de comunicación españoles el 9 de mayo de 2011, EUROPAPRESS.

22 Discurso de la camarada Aleka Papariga, Secretaria General del KKE, ante miles de trabajadores y trabajadoras, el 11 de mayo de 2011. Traducción del inglés realizada por el Área de Internacional del CC del PCPE.

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Problemas contemporáneos de la lucha de clases y el papel del Partido Comunista

PRINCIPIOS FUNDAMENTALES DEL MOVIMIENTO OBRERO REVOLUCIONARIO,

DEL MOVIMIENTO COMUNISTA

Dimitris GontikasMiembro del Politburó del CC del KKE

Cada partido comunista que se mantiene firme en su misión y comprome-tido con su tarea principal, es decir, preparar, organizar a la clase obrera y

dirigirla a la lucha para cumplir su misión histórica, debe guiarse por la posición fundamental del socialismo científico: “Sin teoría revolucionaria no hay movimiento revolucionario”. Tiene que defender esta posición de principios de modo implacable y consecuente ante cualquier intento de socavarla y, sobre todo, defenderla luchando sin cesar para que la teoría corresponda siempre con la práctica.

La historia del movimiento revolucionario y obrero nos enseña que ni la voluntad ni las declaraciones son suficientes para salvaguardar y garantizar la línea revolu-cionaria de lucha y la existencia del Partido como vanguardia revolucionaria. Se requiere no sólo una base teórica sólida, sino también el enriquecimiento continuo de la teoría a través del estudio de los acontecimientos con criterio clasista elevado, el estudio de la estrategia del adversario, la generalización de la experiencia, así como

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REVISTA COMUNISTA INTERNACIONAL nº 3 Partido Comunista de Grecia44 45

un frente ideológico constantemente abierto contra cualquier intento de revisión. Se requiere una lucha ideológica que debe alcanzar el nivel de una ruptura abierta con la corriente del revisionismo y del oportunismo en sus filas.

Sin la ruptura con los líderes de la II Internacional no hubiera triunfado ni el bolchevismo en el movimiento obrero de Rusia, ni tampoco la Revolución de Octu-

bre. Hoy en día, sin la derrota del oportunismo en el movimiento comu-nista de cada país y, por lo tanto, a nivel inter-

nacional, no puede haber ni reagrupamiento ni se pueden crear condiciones para la victoria; el movimiento obrero estará condenado a arrastrarse tras la cola de la burguesía en cada país.

El KKE tiene una experiencia muy rica. Ha sufrido muy graves consecuencias de sus retrocesos en cuestiones de principios, el abandono de la formación teórica y de su competencia. Se ha requerido mucho esfuerzo y luchas duras para sanar sus heridas, restaurar su carácter comunista y elaborar su estrategia en las condiciones actuales.

La experiencia del KKE, así como de otros partidos firmes en la teoría del mar-xismo-leninismo y del internacionalismo proletario, no es una especificidad nacional, una particularidad nacional. Ningún partido podrá, por ejemplo, dar dinamismo y perspectiva a la lucha de clases -donde el problema central es la lucha por el poder- si no tiene clara percepción sobre la clase obrera, su papel y desarrollo, los procedi-mientos complejos para el desarrollo de la conciencia de clase y de su movimiento y, en fin, las condiciones necesarias para cumplir con su misión histórica.

¿Acaso no es cierto que algunos partidos, sobre todo en los países capitalistas desarrollados, han perdido su orientación, su carácter proletario y revolucionario

porque adoptaron teorías bur-guesas sin base científica sobre la clase obrera y su papel, teorías y prácticas que pusieron en duda

o negaron su papel social de vanguardia? La dispersión del movimiento obrero en diferentes foros sociales ha resultado muy perjudicial.

Además, es cierto que la clase obrera se desarrolla, avanza, no sólo cuantitativa, sino también cualitativamente, como principal fuerza de producción. La operación de la ley de acumulación y reproducción capitalista ampliada crea, objetivamente,

las condiciones materiales para el desarrollo numérico y la concentración de la clase obrera. La reproducción ampliada de la fuerza de trabajo constituye parte indispen-sable del movimiento total del capital. Los cambios en los sectores de la economía, la migración interna desde las zonas rurales hacia los centros urbanos -con la des-trucción de miles de familias rurales-, el cierre de pequeñas y medianas empresas, la inmigración, el aumento normal de la población son más en concreto los factores básicos que alimentan la reproducción ampliada de la fuerza de trabajo. En última instancia, el modo de producción capita-lista reproduce en aún mayor escala la clase de los obreros que no poseen medios de producción, mientras la fuente de la rentabilidad del capital es la parte de su trabajo no pagado. Esto es el motivo de su producción, el logro de la mayor plusvalía posible, no la satisfacción de las necesidades sociales.

La interpretación de los nuevos fenómenos relacionados con la composición de la clase obrera, su papel, etc., puede llevar a conclusiones teóricas y políticas equi-vocadas si no se basa en la teoría del socialismo científico, en la teoría de la lucha de clases.

Algunos puntos de partida, que son posiciones de principios, para un acerca-miento científico:

1.- La clase obrera es la fuerza motriz de la producción social, de la industria concentrada, y de ahí deriva su papel líder para la transición del capitalismo al socia-lismo, que es la fase inferior del comunismo.

La burguesía ya se ha vuelto reaccionaria, porque se opone a la propiedad social sobre los medios de producción concentrados, la única relación de propiedad que corresponde a la profundización del carácter social del trabajo y de la producción. Ha pasado ya a la posición histórica que tenía el feudalismo cuando defendía la congelación de la capacidad de producción en los límites de la propiedad feudal.

La posición objetiva de las dos clases en la sociedad capitalista –la clase obrera y la burguesía- es la que define nuestra época como época de transición del capita-lismo al socialismo. La clase obrera es la última clase explotada en la historia de los sistemas sociales y portadora de las nuevas relaciones de producción, las relaciones comunistas. Es la única clase que se desarrolla, a diferencia de todas las demás clases -que están en declive- y su misión histórica es la abolición de la propiedad privada, de las clases, de la explotación del hombre por el hombre. No hay otra fuerza social que pueda desempeñar este papel.

sin la derrota del oportunismo en el movimiento comunista de cada país y, por lo tanto, a nivel

internacional, no puede haber ni reagrupamiento ni se pueden crear condiciones para la victoria

La reproducción ampliada de la fuerza de trabajo constituye parte indispensable

del movimiento total del capital

La clase obrera es la última clase explotada en la historia

de los sistemas sociales y portadora de las nuevas

relaciones de producción, las relaciones comunistas

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Se trata de una posición teórica fundamental para todos los partidos comunistas, que puede explicar fenómenos en el curso del desarrollo de la clase obrera. Tales fenómenos son: la expansión de la relación entre el trabajo asalariado y el capital en los sectores comercializados de la educación, de la salud y del bienestar, de la seguridad social, del turismo, etc; el ascenso del nivel de educación de la clase obrera en general, incluso de sectores en la manufactura, la construcción y la minería; la expansión de la clase obrera en sectores de científicos asalariados, debido a la mayor centralización en sectores donde hubo muchos trabajadores por cuenta propia (cien-tíficos, técnicos, abogados, contables, etc.).

El resultado de este desarrollo es, por una parte, el crecimiento de la clase obrera, y, por otra parte, la profundización de la estratificación interna. Así, se reduce la sección de la clase obrera en la manufactura. Las teorías burguesas utilizan esta reducción para afirmar que existe una tendencia de disminución de la clase obrera, una opinión adoptada por las fuerzas oportunistas, que niegan el papel histórico de la clase obrera en el progreso social.

2.- El papel histórico de la clase obrera como clase revolucionaria se puede cum-plir solamente a través de su organización en clase para sí misma; es decir, tomando conciencia de su misión, lo cual requiere la existencia de un partido revolucionario independiente que exprese sus intereses, en general, y que dirija la lucha para que la clase obrera se convierta en el sepulturero del capitalismo. La organización de la lucha de clases con este contenido y objetivo no se realiza de manera espontánea, sino al constituir la vanguardia ideológica y política organizada de la clase obrera, el partido comunista.

3.- Un punto teórico crucial para cada partido comunista es la comprensión del capitalismo contemporáneo como imperialismo, es decir, la última fase del capi-talismo. Su base objetiva es la gran propiedad capitalista que toma la forma de un capitalista colectivo, de la unión empresarial de los capitalistas. Así, se crearon fuertes monopolios en la industria, el comercio, los bancos y, en la relación entre ellos, se formaron uniones imperialistas, como la UE, se llevaron a cabo guerras imperialistas generalizadas por el reparto y la redistribución de los mercados.

Cabe señalar que el KKE no se ha dejado atrapar en la opinión oportunista –una opinión perjudicial para el movimiento- que el establecimiento de la UE fue un desa-rrollo inevitable y que tenía elementos progresistas. Los desarrollos han confirmado la evaluación hecha: la UE es nada más que una unión de los monopolios y que su disolución sería un eslabón significativo en la lucha por el socialismo-comunismo. Tampoco se ha dejado atrapar en las teorías que afirman que “el capitalismo globa-

lizado” se ha librado de sus contradicciones. El desarrollo desigual se manifiesta con intensidad especial.

En el imperialismo ha predominado la exportación de capitales para inversiones directas; la especulación en torno a la exportación de capital-dinero tomó grandes dimensiones (gran especulación en la compra y venta de bonos estatales en forma de contratos-apuestas, etc.). Se ha agudizado la contradicción entre capital y trabajo y se ve, hoy, con la reducción del ingreso de los obreros y del pueblo, incluso en la fase de recuperación de la reproducción tras la crisis (esto ocurre en países de la zona euro, en EEUU, etc.).

Así, viejos fenómenos, inherentes al modo de producción capitalista, como las cri-sis económicas periódicas de sobreproducción, se profundizaron y se sincronizaron, según vimos en 1929 y durante la década de 1930, así como en la primera década del siglo XXI. Tales crisis profundas de sobreproducción del capital han tomado la forma de crisis financieras o bursátiles. Fueron la base para la intensificación del antagonismo y de las contradicciones entre sec-tores del capital, entre Estados capitalistas, dentro de centros imperialistas -como es la zona euro-, así como entre centros imperialistas, dentro de uniones imperialistas más amplias, como el Banco Central o el Fondo Monetario Internacional. El oportunismo se ha adherido, como siempre, a uno u otro lado de las contradicciones interburguesas o interimperialistas, ocultando el carácter capitalista de la crisis y la salida de ésta a favor de la mayoría obrera y popular.

Un asunto fundamental de la lucha ideológica y política de la clase obrera es que su partido demuestre que el sistema capitalista ha perdido su dinamismo, que ha entrado en fase de declive, que es un sistema que se está hundiendo en el parasitismo, que se está pudriendo, pero impide la transición al socialismo-comunismo. Hay que dejar claro que no se puede hacer la transición del capitalismo al socialismo con la estructura y las funciones del poder capitalista, a través del proceso parlamentario. Se llevará a cabo mediante un proceso de conflictos, rupturas y derrocamientos suce-sivos, pacíficos y sangrientos, a través de varias fases, lo cual requiere el conflicto decisivo con el poder burgués y su derrocamiento. Todo se juzgará por el nivel de organización, determinación, heroísmo, autosacrificio y por las alianzas de la clase obrera. Esto requiere una vanguardia fuerte, un partido comunista, con una estrategia correcta.

no se puede hacer la transición del

capitalismo al socialismo con la estructura y las funciones del poder

capitalista, a través del proceso parlamentario

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Del carácter de la época deriva que el partido comunista debe tener una estrategia y táctica que tenga en el corazón la lucha por la emancipación de la clase obrera de la ideología burguesa y pequeñoburguesa y su organización a fin de aplastar el poder de los monopolios con la fuerza de la violencia de clase.

4.- Uno de los requisitos previos para la elaboración de la estrategia y la táctica correctas, para la victoria de la clase obrera, para la formación de una política organi-zativa y una política de alianzas, es determinar las fuerzas motrices de la revolución. Según Lenin, “... todos los que han aprendido algo de la historia y de las enseñanzas marxistas deben admitir que la cuestión de las clases tiene que ocupar la primera posición en el análisis político”1.

El punto de partida es la definición de Lenin de las clases, que resume y elabora más aún las posiciones de Marx y Engels sobre las clases: “Las clases son grandes grupos de personas que se diferencian entre sí por el lugar que ocupan en un sistema de producción históricamente determinado, por las relaciones en que se encuentran frente a los medios de producción (relaciones que las leyes fijan y consagran), por el papel que desempeñan en la organización social del trabajo y, por consiguiente, por el modo y la proporción en que perciben la parte de la riqueza social de que disponen. Las clases sociales son grupos humanos, uno de los cuales puede apropiarse del trabajo del otro por ocupar puestos diferentes en un régimen determinado de economía social”2.

En base a este principio teórico, cada partido comunista debe evaluar objetiva-mente las fuerzas sociales que se encuentran entre las dos clases básicas, distinguir a las capas medias cuya perspectiva a largo plazo objetivamente las hace que se acer-quen más a la clase obrera de las que se reproducen de manera más estable junto con la clase capitalista. Con su línea política, el Partido Comunista debe expresar la necesidad de asegurar un estándar de vida y de cultura también para los sectores populares de las capas medias de la ciudad y del campo.

5.- La burguesía, en su lucha por salvaguardar su poder y sus intereses -la propie-dad privada y el régimen de la esclavitud asalariada-, moderniza continuamente el Estado burgués y sus mecanismos, reorganiza sus alianzas, readapta su táctica frente al movimiento obrero. Siempre ataca la ideología y la práctica revolucionarias, mien-tras en cada país apoya al oportunismo, ya que sirve a la sumisión de la clase obrera a sus intereses bajo el paraguas del interés nacional, sobre todo a través de la com-pra de sectores de la clase obrera, de la llamada aristocracia obrera, que sirve como vehículo no sólo de división y fragmentación de la clase obrera, sino también como propagandista para la reconciliación con la burguesía. Así, la lucha contra el opor-

1 V.I.Lenin, Obras Completas, ed. “Synchroni Epochi”, vol.34, p.68.2 V.I.Lenin, Obras Completas, ed. “Synchroni Epochi”, vol. 39, p.15.

tunismo, contra la trampa del parlamentarismo y el reformismo, la lucha contra la participación de partidos comunistas en formaciones gubernamentales en el terreno del capitalismo, es condición necesaria para su emancipación de clase.

6.- Internacionalismo en la práctica y en las circunstancias más difíciles. Las par-ticularidades nacionales no invalidan la tarea única de la clase obrera a nivel interna-cional, los intereses conjuntos. “Sólo hay un internacionalismo efectivo, que consiste en entregarse al desarrollo del movimiento revolucionario y de la lucha revolucionaria dentro del propio país, en apoyar (por medio de la propaganda, con la ayuda moral y material) esta lucha, esta línea de conducta, y sólo ésta, en todos los países sin excepción…”3.

Lo esencial no es “proclamar el internacionalismo; es saber ser, incluso en los momen-tos más difíciles, auténticos internacionalistas.”4

El KKE, en base a estos principios, ha hecho esfuerzos importantes para anali-zar más profundamente los desarrollos y cambios contemporáneos del capitalismo internacionalizado, la experiencia de la lucha de clases, para estudiar la experiencia del propio partido y, con esta base, elaboró su estrategia para el reagrupamiento y el contraataque del movimiento obrero.

En base a esta línea, y en condiciones complejas, determinadas por la crisis eco-nómica y la contrarrevolución, el KKE está luchando para abrir el camino para los cambios revolucionarios. En este sentido evalúa su contribución al movimiento revo-lucionario internacional.

LA ESENCIA DE LA ESTRATEGIA DEL KKE Y LOS QUE LUCHAN EN CONTRA DE ESTA

Una de las acusaciones más frecuentes contra el KKE es que su línea política se caracteriza por el sectarismo; que teórica e ideológicamente está atrapado en esque-mas y dogmas obsoletos. Se dice que el KKE niega la cooperación con otros fuerzas que se definen como de izquierdas, que remite la solución de los problemas de la clase obrera al socialismo, a la “segunda venida” y que niega la importancia de las luchas económicas y, en general, de la lucha por la mejora de la situación de la clase obrera y de los sectores populares a través de reformas en el marco del sistema actual.

Esta es la orientación general de la polémica en contra del KKE, en la que conver-gen fuerzas burguesas y oportunistas (es decir, fuerzas oportunistas que se apartaron o se expulsaron del KKE como enemigos y negadores de la lucha de clases, como vehículos de la colaboración de clases).

3 V.I.Lenin, Las tesis de abril, ed. “Synchroni Epochi”,pp. 44, 51.4 V.I.Lenin, Las tesis de abril, ed. “Synchroni Epochi”,pp. 44, 51.

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Sin embargo, se trata de opiniones que ni siquiera contienen un núcleo de ideas originales. Copian y repiten teorías y fabricaciones ideológicas impulsadas por el personal del sistema, principalmente por la socialdemocracia y el anarquismo inter-nacional. Halagan la espontaneidad de las masas, incluso hoy en día, en que los partidos liberales burgueses actúan de modo organizado dentro del movimiento obrero sindical, en el movimiento de los alumnos, los estudiantes y de las mujeres. Ocultan la intervención organizada burguesa y su influencia ideológica y política en las fuerzas obreras y populares, hablan de un movimiento “fuera de partidos” o “autónomo”, “sin intermediarios”, o cooperan con fuerzas burguesas en nombre de la “unidad ante el problema” o de la particularidad local de los problemas en relación con la política central.

No han podido, ni pueden seguir, los grandes esfuerzos que hace el KKE a nivel teórico y político para elaborar y ajustar su estrategia a las condiciones contemporá-neas de la lucha de clases y los grandes cambios y puesta en desuso de percepciones y prácticas anticuadas. Siguen estando dogmáticamente apegados a la colaboración de clases y a la lógica de la reforma del capitalismo a través de nuevas mezclas de política e instituciones burguesas. Sus ajustes periódicos, según los desarrollos y la adopción de consignas anticapitalistas, no alteran su contenido fundamental, su política de compromiso. Niegan obstinadamente la abolición de la propiedad privada en los medios concentrados de producción y son hostiles y sienten odio clasista ante el poder obrero. Han sido y siguen siendo agentes de la burguesía en el movimiento obrero.

La elaboración y el ajuste de la estrategia y de la táctica del KKE en el movimiento obrero sindical es una gran conquista y garantiza grandes éxitos en la lucha de clases. Es el camino hacia la victoria final del movimiento obrero en su lucha contra el capital.

Ya contamos con éxitos y victorias. Se ha formado el PAME, que actúa como polo de clase en el movimiento sindical; ha empezado a construirse la alianza con los sectores populares de los autónomos. Se trata, principalmente, de la creación y estabilización de una fuerte corriente de resistencia, de ruptura y de derrocamiento de la política antipopular, contra los monopolios y la UE, contra todos los centros imperialistas, la alianza económica y político-militar de los Estados capitalistas. Se trata de una corriente de fuerzas que se está ampliando y se está fortaleciendo en las filas de la clase obrera, los autónomos, los campesinos, la juventud y las mujeres, y es una inspiración en la lucha decisiva por derrocamientos y cambios revolucionarios.

La base de los cambios y de los ajustes en varios asuntos de la línea de acción del KKE en el movimiento obrero sindical es el estudio profundo y esencial del desarrollo contemporáneo en el modo de producción capitalista y en la estrategia del capital en las condiciones actuales. Durante los últimos 20 años, nuestro Partido ha hecho un trabajo arduo y serio, que se refleja en una serie de documentos que se complementan y completan uno al otro, en una sola línea de lucha.

ASUNTOS BÁSICOS DE LA ESTRATEGIA Y DE LA TÁCTICA DEL KKE EN EL MOVIMIENTO OBRERO SINDICAL

La vinculación entre economía y política en la época del imperialismo y de las crisis económicas sucesivas

El KKE, ante la nueva condición establecida tras la victoria de la contrarrevolu-ción, no fue arrastrado por la corriente de retirada y de confusión ideológica. Movi-lizó todas sus fuerzas y elaboró su estrategia en las nuevas condiciones. Buscando las causas del derrocamiento del socialismo, se vio obligado a estudiar más profunda-mente la historia y el desarrollo de la lucha de clases en el siglo XX.

Una primera conclusión de importancia estratégica es que los Estados capitalistas y, sobre todo, los de economías capitalistas más desarrolladas ya no pueden hacer concesiones a la clase obrera.

Después de la II Guerra Mundial en Europa, en condiciones de reagrupamiento dinámico y desarrollo de la economía capitalista y de la nueva correlación de fuerzas, tal como se formó después de la guerra, el movimiento obrero tuvo una serie de logros importantes. Lo mismo ocurrió también en Grecia, donde se adquirieron logros importantes, principalmente después de 1974.

En este período de postguerra, se fortaleció la corriente oportunista y se formó la corriente del “eurocomunismo”, que se expresó, particularmente, en Italia por el Partido Comunista de Italia, que desarrolló la teoría del llamado “compromiso histórico”. La base de esta corriente es que el capitalismo podría transformarse, ser reformado en una sociedad más moderna y justa, en la dirección del socialismo, sin ruptura y derrocamiento. La piedra angular de estos puntos de vista fue el sector estatal amplio, las reformas de los monopolios estatales en la gestión del sistema y algunas facilidades en el marco del sistema.

Esta línea causó grandes daños en el movimiento obrero sindical, llevó a partidos comunistas al abrazo de la socialdemocracia y, hoy, a la disolución o mutación. El movimiento obrero sindical tuvo un proceso de décadas de contracción, burocrati-zación, inercia y asimilación en las aspiraciones gubernamentales de la CEE y de los capitalistas.

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Esta corriente tuvo un gran impacto en una serie de partidos, entre los cuales estuvo también el KKE. El partido sufrió conflictos sucesivos hasta librarse de su influencia.

A través del estudio histórico de la lucha de clases, sobre todo a nivel europeo, nuestro partido llegó a la conclusión que el sistema capitalista no sólo ha agotado todas las posibilidades de hacer concesiones, sino que, además, pasó a una nueva

ofensiva reaccionaria de derrocamiento de todas las conquistas básicas. Desde mediados de la década de 1970, esta tendencia se hizo evidente y se finalizó con la estrategia única de la UE en la década de 1990. Se trata de una conclu-sión importante, que ayudó al partido

a no dejarse desorientar y enfrentar una serie de posiciones y prácticas políticas y teóricas que causaban daño y confusión.

La aceleración de la internacionalización capitalista, la creación de la UE y la for-mación de gobiernos de centroizquierda se interpretaron por muchos y especialmente por varias corrientes oportunistas como una nueva época de desarrollos positivos. Varios foros sociales fueron promovidos como nuevos sujetos de la lucha de clases, cuestionando el papel de la clase obrera y la necesidad del partido revolucionario.

La estrategia de derrocamiento de conquistas y de derechos de la clase obrera se produjo debido a las dificultades en la reproducción ampliada del capital social, las sucesivas crisis de sobreacumulación capitalista, la reducción de la tasa media de ganancia, debido a las contradicciones internas del sistema capitalista. Esta estrategia tenía como objetivo fortalecer la rentabilidad del capital, es decir, detener la tenden-cia a la caída de la tasa media de ganancia en la década de 1970. La aplicación de esta estrategia fue asistida por los cambios en la correlación de fuerzas provocados por la contrarrevolución en los países socialistas.

La estrategia única de ataque contra el movimiento obrero no se promovió sólo en condiciones de manifestación de la crisis económica, sino también en condiciones del desarrollo capitalista, porque economías como las de EEUU, de Japón, de Gran Bretaña, etc., estaban perdiendo su posición en el mercado capitalista internacional, se agudizó el antagonismo con el surgimiento de nuevas potencias, como China, cre-ció el déficit fiscal. Especialmente, en las dos últimas décadas las fases de crecimiento fueron anémicas y no dieron lugar a un aumento de la prosperidad en las sociedades capitalistas más desarrolladas.

La crisis económica más profunda y sincronizada que estalló en 2008 no sólo confirmó las posiciones del KKE, sino también confirmó de la manera más brillante la teoría del socialismo científico. A nivel teórico, así como a nivel de consecuencia política clasista, se demostró, una vez más, la primacía del partido sobre los oportu-nistas.

Estos análisis ayudaron al partido a modernizar y desarrollar su estrategia, parte de la cual fue la creación del PAME y la confrontación con los dirigentes de los sin-dicatos que tenían como principal línea de lucha el fortalecimiento del antagonismo de la economía capitalista y la convergencia con los países de EEUU como condición previa para la prosperidad de la clase obrera.

El KKE rechazó y expuso las teorías burguesas y oportunistas, y protegió el movi-miento de peligros. Abrió a tiempo un frente de lucha contra las teorías de conver-gencia con la UE, la competitividad, la teoría de “menos Estado”, las ilusiones sobre el dinamismo del desarrollo capitalista. Ayudó al movimiento a resistir y defender logros que en otros países capitalistas de Europa habían sido perdidos uno tras otro. El movimiento sindical con orientación de clase se vio mejor preparado para enfren-tar la crisis y las diversas teorías sin base científica sobre las causas de la crisis.

El ataque que se intensifica actualmente con la crisis económica es la continua-ción de la estrategia elaborada por el capital en el período anterior, en la fase de desarrollo. Es una prueba más de que el capitalismo ha perdido todo su dinamismo en el desarrollo de las fuerzas de producción. Es totalmente opuesto a las necesidades de la familia popular. La única capacidad que tiene el sistema es la distribución del trabajo a través de la expansión del trabajo a tiempo parcial y la generaliza-ción de las relaciones flexibles de trabajo, la organización del tiempo de trabajo sin reconocimiento de las horas extras de trabajo. Esto significa que los capitalistas, los gobiernos y sus uniones imperialistas, a fin de lograr el mayor beneficio posible, se mueven en dirección opuesta a las capacidades de las fuerzas de producción y de la productividad del trabajo, que han creado la posibilidad no sólo de eliminación del desempleo, sino que también permiten menos horas de trabajo y satisfacción global de las necesidades populares constantemente ampliadas.

Las relaciones de producción capitalistas -es decir, la propiedad privada en los medios de producción-, no sólo frenan el desarrollo de las fuerzas productivas, sino, debido a la gran desproporción, revelan los límites históricos del modo de produc-ción capitalista, su parasitismo y su carácter profundamente reaccionario.

En estas condiciones, el movimiento obrero sindical, sin una estrategia para la abolición de las relaciones de producción capitalistas, está condenado a la disolución

La única capacidad que tiene el sistema es la distribución del trabajo a través de la expansión del trabajo a tiempo parcial y la generalización de las relaciones flexibles de trabajo

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o a la plena asimilación en el sistema, a su mutación en socio de la gestión capitalista. Las luchas defensivas tampoco pueden frenar o impedir el avance de la ofensiva bárbara a menos que se incorporen en una estrategia de concentración de fuerzas para la confrontación final, el derrocamiento.

La estrategia contemporánea de ataque del capital, que se intensifica en todos los frentes en condiciones de crisis, continuará, incluso después de la crisis, para estabilizar la recuperación, que en todo caso será débil y temporal. Lo que hoy en

día es obvio y constituye un elemento relativamente nuevo es que el sistema capitalista a nivel nacional, regional e internacional tiene muy estrechos límites de gestión de la crisis en rela-ción con el pasado, debido a los anta-

gonismos, la anarquía aún mayor en condiciones de liberación del movimiento de capitales y el aumento de los centros imperialistas que reclaman un nuevo reparto de los mercados.

Sólo con una estrategia de confrontación estará el movimiento obrero en posición de lograr victorias.

El KKE, en este marco, después de estudiar la línea de lucha del movimiento obrero sindical a nivel nacional, europeo y en general, ha observado serias y pro-fundas desviaciones en la dirección de la lucha de clases. Una de las principales desviaciones fue la separación de la economía de la política y el alejamiento de los principios teóricos probados de la lucha de clases. Además, observamos la absoluti-zación de la lucha económica como factor determinante para el mejoramiento de la vida de la clase obrera.

Durante muchos años, los sindicatos enfocaban su lucha en los convenios colecti-vos; en general, en las condiciones relativas al precio de venta de la fuerza de trabajo, mientras ciertas necesidades básicas para la reproducción de la fuerza de trabajo (educación, salud) quedaron principalmente bajo la responsabilidad del Estado como representante general de los intereses del capital.

Un problema en la dirección de la lucha de clases fue la negación de la posición fundamental del marxismo sobre el empobrecimiento relativo y absoluto de la clase obrera como una tendencia permanente en el marco del modo de producción capi-talista.

Estas desviaciones llevaron al movimiento obrero sindical en varios países, y, sobre todo, en los países capitalistas desarrollados, a la subordinación de los intereses de la

clase obrera a los planes y los intereses de la burguesía en cada país y a la negación del internacionalismo. El movimiento obrero sindical se vio, en realidad, desarmado ante la ofensiva del capital y la confrontación de la crisis económica.

La clase obrera y su movimiento no pueden renunciar ni siquiera un momento a la lucha económica por el mejoramiento de las condiciones de trabajo y de vida. A través de estas luchas, se educa, toma conciencia de su fuerza y crece a nivel moral, espiritual, político. Sus conquistas dependen de la correlación de fuerzas. Sin embrago, esta lucha tiene límites. Cualquier conquista está constantemente cuestionada. Si tal posicionamiento tenía importancia en los albores de la aparición del movimiento sindical organizado, hoy en día resulta imprescindible para su existencia.

En las condiciones actuales de dominio de los monopolios, no sólo aumenta el grado de explotación mediante el derrocamiento de las conquistas de la clase obrera, sino que todas las condiciones de su reproducción se han convertido en objeto de explotación para la acumulación de capital a través de la privatización generalizada de la educación, de la salud y del bienestar, etc.

La lucha económica hoy no es suficiente. Es una lucha defensiva, muy limitada y, sin duda, no es suficiente para que la clase obrera cumpla con su papel para la liberación social. Sólo en combinación con la lucha política y teórica puede darse cuenta de su papel histórico.

Por muchas conquistas que logre la clase obrera a través de su lucha, no cambia su posición en el sistema, no se altera en lo más mínimo su posición en cuanto a las relaciones de producción, que son relaciones de explotación, de dependencia del capital, una relación de esclavitud asalariada: no cambian las condiciones de explo-tación en el trabajo. La ley de la acumulación capitalista excluye cualquier reducción del grado de explotación del trabajo: el jefe es siempre jefe. Así, pues, el contenido básico de la lucha de clases es precisamente la liberación de la clase obrera de la explotación.

Por supuesto, la correlación de fuerzas actual crea grandes dificultades en el desa-rrollo de la lucha de clases con este contenido y orientación. La vinculación entre economía y política es una condición para la superación de las dificultades y para que cambie la correlación de fuerzas a nivel nacional e internacional.

Consideramos que, en condiciones de crisis, tanto el partido comunista como el movimiento obrero sindical deben llevar a cabo una lucha muy compleja. Por un lado, deben crear focos y condiciones de agrupación en base a los problemas

el movimiento obrero sindical, sin una estrategia para la abolición de las relaciones de producción capitalistas, está condenado a la disolución o a la

plena asimilación en el sistema

La ley de la acumulación capitalista excluye cualquier reducción del grado de explotación del trabajo

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cotidianos -que se están agudizando por la crisis- a fin de atraer a la acción a amplias masas obreras -especialmente jóvenes, que son relativamente inmaduros, que se han educado en condiciones de retroceso del movimiento obrero revolucionario mun-

dial- y, al mismo tiempo, reunir todos estos frentes, según centro de trabajo y sector, en un solo movimiento que luche por cam-

biar la correlación de fuerzas, derrocar el poder de los monopolios, es decir, dirigir la lucha hacia la perspectiva del socialismo.

Es cierto que no es fácil, puesto que, en condiciones de crisis, el radicalismo que pueda desarrollarse se enfrenta no sólo a la violencia del Estado y la intimidación ideológica, sino también a la difusión sistemática de puntos de vista reformistas y oportunistas, que crean confusión en la conciencia, debilitan, fragmentan y asimilan. No obstante, no hay otra opción que la estrategia de ruptura y derroca-miento.

El papel y la misión de los sindicatos en las condiciones actuales

Durante muchos años, debido a la separación de la economía de la política, los sindicatos y su lucha se deslizaban continuamente hacia el embotamiento de la lucha de clases. Se fortalecieron puntos de vista y prácticas sobre la neutralidad de los sindicatos y retrocedió la lucha ideológica y política de los comunistas en ellos en beneficio del reformismo. Por lo tanto, se quedó abierto el camino para la domina-ción de la socialdemocracia en la dirección del movimiento sindical.

Este fenómeno fue casi total en países de la UE y en EEUU. Hoy en día, en EEUU, el movimiento sindical está en el borde de la disolución, mientras que en los países de la UE es débil, sin intervención importante. Esto no cambiará a menos que se produzcan grandes cambios en la dirección de formar una fuerte corriente de clase de confrontación y ruptura con los sindicatos reformistas, subyugados a la colaboración de clases.

El partido lanzó a tiempo una guerra contra esta línea, no sin dificultades.

La unidad de la clase obrera es un asunto fundamental de la estrategia del KKE en el movimiento obrero sindical. Sin embargo, la unidad de las líneas requiere su emancipación de la influencia de la burguesía y de las ilusiones reformistas, que son fuertes en sus estructuras y se fortalecieron en condiciones históricas concretas del desarrollo del capitalismo.

En las condiciones actuales, cuando se plantea objetivamente la cuestión de sus-titución del modo de producción capitalista, la unidad de la clase obrera se logrará a través del reagrupamiento del movimiento obrero sindical en torno a las necesidades contemporáneas de la clase obrera, que son incompatibles con los monopolios, con el imperialismo.

Un problema central de la lucha de clases es la orientación del movimiento sin-dical y la lucha que se desarrolla en sus filas, de importancia fundamental para los intereses y el devenir del movimiento obrero.

La contradicción entre capital y trabajo es implacable e irreconciliable, no se puede salvar. El punto de vista de los reformistas y los oportunistas, según el cual pueden coexistir pacíficamente el trabajo asalariado y el capital y se pueden regular sus contradicciones, es la muerte del movimiento sindical. La derrota y la quiebra de estos puntos de vista y prácticas es una condición para el reagrupamiento del movimiento obrero, para la defensa de los intereses de la clase obrera. Esta lucha está directamente vinculada con el deber principal: la liberación de la clase obrera de la miseria de la explotación capitalista y de la esclavitud.

La lucha por la consolidación de la corriente de clase en el movimiento sindical, como era de esperar, confrontó con el ataque rabioso de los liderazgos a nivel nacio-nal y europeo, protagonizado por los oportunistas de todo tipo. Se alzaron voces que decían que se socavaba y se disolvía la unidad de luchas, que la lucha económica estaba abandonada y mucho más.

El asunto que plantea el KKE es la combinación de la lucha económica y la lucha política y la necesidad de superar unilateralidades y absolutismos. En condiciones de dominio y expansión del capitalismo monopolista, de crisis capitalista, en con-diciones en que se ha planteado objetivamente la necesidad de un camino diferente de desarrollo, restringir la lucha en demandas individuales, según sector o a nivel de empresa, en el nombre de la unidad, significa que la clase obrera se entrega atada de pies y manos al enemigo. Esto significa no sólo abandono de la lucha económica, sino abandono de la lucha en general.

El problema que se ha planteado al movimiento comunista, como vehículo de la unidad de la clase obrera, es precisamente el fortalecimiento de esta unidad en base a los problemas comunes, en la lucha organizada y coordinada que va más allá de los intereses sectoriales estrechos y la lucha fragmentada contra el patrón individual. Nuestra línea plantea las demandas económicas en una base más avanzada: contra los monopolios, el gran capital y la política que les sirve, pues los problemas económicos y otros no tienen que ver exclusivamente con uno u otro empleador individual,

crear focos y condiciones de agrupación en base a los problemas cotidianos a fin de atraer a la acción a amplias masas obreras

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sino con la política general de la estrategia unificada del capital y de sus uniones imperialistas.

Así, pues, la cuestión no es el abandono de la lucha económica y de la unidad de la clase obrera, sino la dirección y el objetivo de la lucha: si se restringe a un pequeño aumento en el salario o, por el contrario, si apunta a la satisfacción de las necesidades contemporáneas de los trabajadores y, por lo tanto, seguirá el camino de la lucha de clases; si damos perspectiva a la unidad y a la lucha de la clase obrera o si somos cómplices de los reformistas y de los oportunistas restringiendo la lucha en los límites determinados por los explotadores y su sistema.

¿Vamos a tener sindicatos al servicio de la patronal y de los dirigentes sindicales de oficio o sindicatos con orientación de clase, que luchen contra la política unificada de los monopolios y del imperialismo? La conciliación entre estas líneas es impo-

sible. Sería una conciliación inaceptable y peligrosa y una reconciliación con el oportunismo. Es la negación

de la lucha de clases. Una cosa es tomar en consideración las dificultades y los pro-blemas complejos de la lucha de clases y, otra cosa, someterse a éstas, retroceder, conformarse.

Entre los problemas complejos están, por un lado, la entrada de fuerzas nuevas y sin experiencia en las filas de la clase obrera, lo cual requiere políticas específicas, y, por otro, las maniobras de la burguesía mediante gobiernos de cooperación con fuerzas reformistas y oportunistas. La expansión de las fuerzas de la clase obrera con nuevos sectores que proceden de capas pequeñoburguesas no cambia en nada el hecho que el proletariado industrial es el componente básico, porque el capi-tal industrial es el único modo de existencia del capital en su conjunto, como fue demostrado por Marx.

La cuestión del poder político a favor de la clase obrera y sus aliados debe plan-tearse en el movimiento obrero no tópicamente o de modo voluntarista, sino de forma planificada, teniendo en cuenta la experiencia de las masas. Es cierto que hoy la clase obrera, la mayor parte posible de ésta, tiene que convencerse por su pro-pia experiencia. Sin embargo, para convertir la experiencia en maduración política se necesita una táctica y una estrategia revolucionarias correctas, porque ,de otra manera, la experiencia de las masas se formará no sólo en base a sus problemas, sino también a la basura ideológica de la ideología burguesa, del reformismo y del opor-tunismo, que determinarán una postura de conciliación y de asimilación.

LA CUESTIÓN DE ALIANZAS

El KKE estudia los desarrollos y, en particular, la disposición de las fuerzas socia-les, y enriquece su estrategia con nuevos elementos.

Los monopolios, su dominio, su preponderancia en uno u otro grado en todas las ramas de la producción y servicios, y su expansión a casi todas las áreas de la vida social -desde el nacimiento de un niño hasta la vejez- aumenta la explotación, no sólo de la clase obrera, sino de todos los sectores populares, de los autónomos, incluso de los que utilizan mano de obra asalariada en forma limitada y los pequeños y medianos agricultores.

La alianza de la clase obrera con estos sectores es un asunto crucial para sus inte-reses frente al yugo de los monopolios. La línea básica de alianzas está subordinada a este objetivo y sirve a la necesidad de formar un frente sociopolítico fuerte para enfrentar y derrocar el poder de los monopolios.

Esta estrategia tiene dinámica, ejerce influencia, trae resultados, da una pers-pectiva esperanzadora. En esta dirección, el marco de lucha común acordado entre el Frente Militante de Todos los Trabajadores (PAME), el Frente Antimonopolista Griego de Autónomos y Pequeños Comerciantes (PASEVE), el Frente Militante de todos los Campesinos (PASY), el movimiento radical de mujeres, la Federación Griega de Mujeres (OGE) y el Frente Militante de Estudiantes (MAS) es un buen comienzo. La alianza social ganará a las masas obreras y populares en la medida que estas mismas la protagonizan, y las ayudará a librarse de ilusiones de gestión del sistema y del parlamentarismo. Dicha alianza se enriquecerá y se desarrollará, a través de la generalización de la experiencia, por la acción de las masas populares en un frente permanente contra los enemigos políticos y de clase.

La política para el reagrupamiento del movimiento obrero y de las alianzas no tiene que ver sólo con la defensa de sectores obreros y populares frente a la agresi-vidad de los monopolios y el imperialismo, pero está subordinada a la lucha por el cambio de la correlación de fuerzas a nivel social y político. Se trata de una alianza estratégica para el derrocamiento a nivel de la economía y del poder.

el proletariado industrial es el componente básico, porque el capital industrial es el único modo de existencia del capital en su conjunto

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LA UTILIZACIÓN DE LOS MEDIOS PARTIDARIOSEN LA LUCHA IDEOLÓGICA Y POLÍTICA

CONTEMPORÁNEA DE LA CLASE OBRERA

István KovácMiembro del Comité Central del

Partido Comunista Obrero Húngaro

El control de la información y la comunicación ha sido una de las principa-les fuentes del poder burgués desde los mismos inicios del capitalismo. Sin

embargo, la aparición de internet y de la comunicación inalámbrica los convierte en una altamente efectiva fuerza de opresión de las clases trabajadoras.

Al mismo tiempo, el uso de internet y de la comunicación inalámbrica tienen una fuerte influencia en la lucha ideológica y política de la clase obrera. Por un lado, transforma las vías sociales de comunicación, lo que principalmente produce nuevos desafíos para la lucha de las clases trabajadoras. Por otra parte, el nacimiento de las nuevas tecnologías permite el desarrollo de métodos de comunicación alternativos y autónomos, y, en general, crea nuevos medios técnicos para la lucha de las clases trabajadoras.

La cuestión es si podemos obtener estas nuevas armas de la lucha de clases y aprender a usarlas contra las propias fuerzas capitalistas. Lenin escribió, en 1920, en

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su obra “La enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo”: “Sería insensata y hasta criminal la conducta de un ejército que no se dispusiera a utilizar toda clase de armas, todos los medios y procedimientos de lucha que posee o puede poseer el enemigo. Pero esta verdad es todavía más aplicable a la política que al arte militar.”1

El Partido Comunista Obrero Húngaro presta cada vez mayor atención a la uti-lización de internet y la comunicación móvil. No es porque los entendamos mejor que otros. Es únicamente debido al hecho de que luchamos en circunstancias difí-ciles, prácticamente aislados de los medios clásicos. Se debe a los graves problemas económicos que existen cuando tienes que pensarlo dos veces antes de gastar un solo euro. Estas circunstancias hacen necesario que encontremos las armas más modernas y efectivas de lucha política e ideológica.

¿Una salida de la crisis capitalista?

La burguesía contemporánea da nuevas interpretaciones del desarrollo social, declarando la información y las redes como nuevos elementos organizativos prin-cipales de las sociedades modernas. Según estas teorías, la sociedad industrial está siendo sustituida por la sociedad de la información, en la que la creación, distribu-ción, difusión, uso, integración y manipulación de la información se convierte en el factor económico, político y cultural más importante del desarrollo social.

Jan Van Dijk, Manuel Castells y otros científicos burgueses contemporáneos van incluso más allá, hablando de una nueva sociedad, una sociedad en red, en la que las estructuras y actividades sociales claves se organizan en torno a redes de información procesada.

Es cierto que una nueva vía de comunicación plantea un amplio abanico de preguntas fundamentales. La tecnología wi-fi como medio de organizar el acceso inalámbrico a datos digitales está ganando popularidad en muchos países. También se considera que tiene un inmenso potencial para llevar al acceso a internet a comu-nidades pobres. El m-gobierno (gobierno móvil) es una extensión del e-gobierno (gobierno electrónico), de modo que los ciudadanos puedan acceder a la informa-ción pública, obtener servicios e implicarse.

También es un hecho que la apertura de la juventud a la nueva tecnología y su capacidad para dominarla y utilizarla para sus propios objetivos aleja a la juventud de la esfera de influencia de la estructura de socialización tradicional, que incluye el hogar, el sistema educativo y los medios de difusión, incluso los partidos políticos.

1 V. Lenin: Obras completas, Volumen 31. p. 17-118. Editorial Progreso, Moscú, URSS, 1964. www.marxist.org/archive/lenin/works/1920/lwc/index.htm

Pero también es un hecho que la mayoría de los medios modernos está en manos de fuerzas y estados capitalistas; específicamente, Estados Unidos controla el nuevo sistema de comunicación, incluyendo internet.

Podemos declarar que la burguesía moderna revela el profundo carácter de clase del concepto de la libertad de prensa en el capitalismo. Los partidos comunistas pueden alzar su voz contra la violación de derechos y libertades democráticas y exigir el libre acceso a la información, la libertad de prensa, la democratización de la infor-mación pública.

El objetivo de la teoría de la sociedad de la información, de la sociedad en red, es ocultar la existente y real contradicción entre capital y trabajo, mostrar una salida más o menos realista de la profunda crisis económica y social del capitalismo. Los partidos comunistas y obreros, en el 10º Encuentro en Sao Paulo, en 2008, decla-raron sobre este fenómeno: “Poderosas campañas de diversionismo ideológico están tratando de ocultar los verdade-ros orígenes de la crisis y bloquear la aparición de soluciones que serían del interés de las masas populares, que favorecerían una nueva correlación de fuerzas, un nuevo orden internacional favorable a las fuerzas populares, de la solidaridad internacional y la amistad entre los pueblos”.

La información y las redes no cambian el carácter del capitalismo y, por esta razón, no pueden ser un remedio efectivo para sus problemas. La información es de gran importancia, pero la pertenencia a una clase social se define por la relación de cada cual con los medios de producción, es decir, por la posición de cada cual en la estructura social que caracteriza al capitalismo. Las redes también son unas muy importantes formas de organización de la sociedad, pero no sustituyen a las catego-rías más básicas de las clases sociales.

Los teóricos contemporáneos de la burguesía llegan a la conclusión de que las redes y las nuevas formas de organización social van a reemplazar a las organizacio-nes políticas clásicas, incluyendo también a los partidos comunistas. El revisionismo moderno también declara que, en lugar de partidos marxista-leninistas, necesitamos nuevas estructuras organizativas sin el estricto sustento ideológico y disciplina revo-lucionaria. Por eso, los medios capitalistas hablan de la “revolución de Facebook” en Egipto en 2011, dando una falsa interpretación a estos acontecimientos.

¿Cuál es la realidad? La realidad es que los partidos comunistas tienen que jugar un papel crucial en la organización de la revuelta, dando orientación a la lucha

El objetivo de la teoría de la sociedad de la información, de la sociedad

en red, es ocultar la existente y real contradicción entre capital y trabajo

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y revelando el problema cardinal: el actual sistema de explotación, mostrando el camino al cuestionamiento fundamental del sistema de explotación. Las luchas pasa-das y actuales corroboran esto en todos los lugares. La situación es cualitativamente diferente si las masas están educadas políticamente, si la vanguardia está organizada y el partido está consolidado ideológica y políticamente.

“La edad de la información” en el movimiento obrero

El ordenador es un instrumento fundamental de nuestro tiempo. Durante los recientes encuentros de partidos comunistas y obreros, cada vez más participantes leen su contribución en ordenadores portátiles, notebooks, iPad-1 e, incluso, iPad2. ¡Eso es bueno! El movimiento obrero debe estar al día en cuanto a la tecnología moderna.

Hace 20 años utilizábamos máquinas de escribir para preparar nuestros panfletos y documentos. Ahora el uso de procesadores de textos como el Microsoft Word se ha convertido en una práctica común en nuestros partidos. Incluso programas más complicados, como PowerPoint, ya no son un secreto. El teléfono móvil cambia la vida diaria, incluyendo el lenguaje y carácter de la comunicación, y los usos de la gente a la hora de buscar información.

Según nuestra experiencia, el procedimiento de aprendizaje es de gran impor-tancia. Debemos enseñar a todas las generaciones del partido a no temer a los ordenadores y las tecnologías modernas, pero también enseñar a nuestra gente a no esperar maravillas, sino simplemente a aceptarlas y utilizarlas como medios técnicos de nuestra lucha política.

Posibilidades y límites de la prensa partidaria moderna

Prácticamente, todos los partidos del movimiento obrero contemporáneo tienen sus propios periódicos. El uso de los medios impresos no es una invención del movi-miento obrero. Fue inventado por el capitalismo, pero utilizado también para los objetivos de las fuerzas obreras.

El PCOH tiene también su periódico semanal. A Szabadság (Libertad), es el único periódico realmente de izquierdas que se publica sin interrupción desde 1989. En estos 20 años han cambiado muchas cosas, pero el credo principal del periódico sigue siendo el mismo: escribimos sobre cosas de las que no escriben los periódicos burgueses y, si lo hacen, lo hacen de forma diferente.

Hemos dado distintos pasos para modernizar nuestro semanario. Hemos moder-nizado su estilo y diseño. Hemos introducido en la distribución del periódico el

método de los comunistas japoneses. Los representantes de las organizaciones dis-tritales vienen a las sedes del partido los viernes para recoger los nuevos periódicos y los llevan a la organización local, para que luego los propios comunistas distribuyan las copias a los suscriptores. Este método permite ahorrar dinero que antes teníamos que pagar a los medios de distribución burgueses y, lo que es más importante, este método crea un contacto directo entre el partido y el pueblo.

A menudo recordamos lo que Lenin escribió en 1901, en su libro “Qué hacer”: “El papel de un periódico no se limita, sin embargo, únicamente a difundir ideas, a la educación política y a atraer a los aliados políticos. El periódico no es sólo un propa-gandista colectivo y un agitador colectivo, sino también un organizador colectivo.” Y también tratamos de utilizar lo que escribió Lenin más adelante: “Con la ayuda y en conexión con un periódico se desarrollará automáticamente una organización permanente que se comprometerá no sólo en actividades locales, sino también generales, enseñando a sus miembros cuidadosamente a observar los acontecimientos políticos, aprehender su importancia y la influencia que ejercen sobre varias capas de la población, y concebir medios adecuados a través de los cuales el partido revolucionario pueda influir en esos acontecimientos.”2

No obstante, tenemos la sensación de que la prensa partidaria impresa tiene unos límites muy claros. Si queremos competir con los periódicos capitalistas, necesitamos enormes inversiones para cambiar nuestro semanario y transformarlo en un diario. Supongamos que tenemos este dinero y que podemos tener un periódico diario. ¿Qué ocurrirá? Lucharemos contra el capitalismo en un área donde tienen mucha más experiencia, cuadros, dinero, etc. Nunca les superaremos.

También debemos tener en cuenta que en Hungría todo el mercado de prensa impresa está en declive. La gente no lee periódicos. El mayor diario, Népszabadság, ha bajado de las 600 mil copias a las 67 mil. El progubernamental Magyar Nemzet imprime 47 mil copias. Entre los periódicos diarios sólo hay dos categorías que crecen: los sensacionalistas y los periódicos locales. Para A Szabadság, esas dos vías están cerradas.

Hemos decidido preservar y desarrollar el periódico del partido, ya que enten-demos su importancia estratégica. Al mismo tiempo, sus funciones serían cubiertas cada vez más por internet y la comunicación inalámbrica.

2 V. Lenin. Obras Completas, Editorial en Lenguas Extranjeras, 1961, Moscú, URSS, Volumen 5. pp.347-553. http://www.marxist.org/archive/lenin/works/1901/witbd/index.htm

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Comunicación inalámbrica: ¿cuál es la realidad?

Las redes de comunicación inalámbrica se extienden en Hungría más rápidamente que ninguna otra tecnología de la comunicación. Esto se debe en parte al hecho de que en Hungría había habido una gran escasez de tecnología hasta 1990. También se puede explicar por el hecho de que las empresas extranjeras han considerado las áreas vinculadas a la información como las más rentables para las inversiones.

El teléfono móvil es un instrumento esencial de la vida moderna. Los teléfonos móviles conquistaron el país muy rápido, y la mayoría de la gente comenzó a uti-lizarlos en lugar de los fijos. En Hungría podemos ver una tendencia que indica que los ingresos son ahora un indicador menos importante para la adquisición de teléfono móvil al tiempo que el móvil llega a casi toda la población. Los móviles se han extendido por todos los grupos de la sociedad. En un país con una población de 10 millones, en 1999 había sólo 1,1 millones de móviles. En abril de 2011 el número ha crecido hasta casi los 12 millones.

En cuanto a internet, en 1998 sólo había unos pocos miles de usuarios privados, mientras que, en abril de 2011, hay unos 2 millones de usuarios de banda ancha y 1,5 millones de usuarios de internet móvil. Esto significa que hay unos 6,1 millones de usuarios de internet en Hungría. El número de usuarios de internet móvil está creciendo más rápido que el de los usuario de la red fija. Es una tendencia mundial que podría tener muy serias consecuencias.

En Hungría, la difusión de internet es mayor que la media europea (58,4%). El 70% de los jóvenes (menores de 25 años) utilizan internet. Entre las generaciones mayores, sólo el 20%.

El número de personas que utilizan diversos servicios de internet está creciendo. En 2010, 1,6 millones de húngaros utilizaron Facebook. El 29% de los usuarios de Facebook tiene entre 18 y 24 años, el 27% tiene entre 25 y 34 años, el 14% entre 35 y 44 años.

Ésta es la vertiente técnica y social de la realidad que el Partido Comunista Obrero Húngaro debe tener en cuenta. Pero también existen importantes aspectos políticos. Todos los partidos burgueses utilizan internet y la comunicación móvil. Pero si com-paramos a los diferentes partidos, podemos ver que fue el partido de extrema derecha Jobbik (Partido por una Hungría Mejor) quien convirtió internet y la comunicación móvil en la principal arma para convencer al pueblo y llegar al parlamento húngaro en 2010.

Solíamos mencionar que Obama ganó las elecciones teniendo 2 millones de seguidores en Facebook y utilizando activamente otras formas de internet. Pero no hace falta ir a Estados Unidos para ver cómo las fuerzas burguesas explotan internet para sus objetivos. Jobbik, que era un partido desconocido, alcanzó el 14,7% en las elecciones europeas de 2009, y el 16,67% en las elecciones parlamentarias de 2010. Es cierto que Jobbik utilizó argumentos políticos que otros partidos no utilizaron, tales como el antisemitismo o los sentimientos antigitanos, pero, no obstante, el muy amplio y complejo uso de internet y de la comunicación móvil fue un elemento importante en su éxito.

Propagandista colectivo, agitador colectivo, organizador colectivo

Un partido comunista debería utilizar internet como propagandista colectivo, como agitador colectivo y también como organizador colectivo.

El teléfono móvil significa accesibilidad y micro-coordinación. Usamos móviles para establecer contacto rápido con todos los miembros del Comité Central y con los líderes distritales del partido. En 2011, todos los dirigentes de estas categorías utili-zan móviles para cuestiones políticas. Esto significa el envío de SMS para informar rápidamente sobre acontecimientos y posiciones del partido. El uso del móvil nos ha permitido reducir drásticamente los envíos postales, los gastos de telefonía fija y los gastos de viaje.

El teléfono móvil nos proporciona una gran oportunidad para la propaganda política. Debemos aprender de forma efectiva el lenguaje de la comunicación ina-lámbrica y el uso del límite de los SMS de 160 caracteres por mensaje. Ya se utiliza en algunas organizaciones, pero aquí tenemos diferentes pro-blemas. La gente mayor carece de experiencia en el envío de mensajes de texto. Las generaciones jóvenes tienen más experiencia técnica, pero no saben cómo utilizarla para objetivos políticos. El coste del móvil también es una barrera. Una de las posibilidades de reducción de costes es utilizar una flota de móviles, lo que al mismo tiempo es un elemento adicional de disciplina interna, organización y la invitación a nuevos seguidores.

Los móviles dan lugar a una nueva variante del foto-periodismo. Ahora, los miembros locales del partido mandan al partido fotos de cada vez mayor calidad, utilizando el sistema multimedia de mensajes (MMS), para utilizarlas en prensa impresa, la web y otras formas de propaganda.

El teléfono móvil nos proporciona una gran oportunidad para la propaganda política

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Los nuevos teléfonos móviles permiten guardar y transferir materiales de audio, incluyendo discursos de dirigentes obreros, música comunista, etc.

Internet puede usarse para tres propósitos principales. En primer lugar, para información y coordinación. Permite una muy rápida y efectiva distribución de la información para movilizar a los miembros del partido, simpatizantes y seguidores. En segundo lugar, para encontrar a gente y grupos que muestran interés hacia las ideas o la política del partido, y para crear esos diferentes grupos de seguidores. Nuestro partido utiliza para ello también Facebook. En tercer lugar, internet puede usarse para movilizar a la gente dando simultáneamente la misma impresión inte-lectual y emocional a un gran número de participantes. Si la gente puede seguir directamente en internet un encuentro importante, tendrá la sensación de que todos estuvieron presentes y tuvieron las mismas sensaciones al mismo tiempo.

El uso de internet para el trabajo político también tiene sus límites. En primer lugar, internet es un arma, que no sustituye la esencia ideológica y política de nues-tros mensajes. El mensaje ideológico y político correcto es de vital importancia. En segundo lugar, el trabajo con internet exige del partido un sistema de trabajo más preciso, una rápida comprensión de la vida real. Internet es un desafío para el trabajo del partido y, al mismo tiempo, una posibilidad de modernizar nuestro trabajo. En tercer lugar, la autonomía de la información alternativa es relativa, y no puede cam-biar el sistema social, y no sustituye la dura y larga lucha política de los comunistas y las masas trabajadoras. En cuarto lugar, internet y todas las otras formas de comuni-cación inalámbrica no sustituyen a otros medios de comunicación. En quinto lugar, no debemos perder de vista que el control de internet está en manos de nuestro enemigo de clase; esto es, utilizamos “las armas que están en posesión del enemigo” y que, en cualquier momento, si lo desean, pueden cerrar la web, cortar la conexión, de la misma manera que pueden cerrar un periódico, una cadena de radio, etc.

Internet se utiliza ampliamente para información y coordinación. En 1994, sólo 2 miembros del Comité Central tenían ordenador personal y acceso directo a internet. En 2006, más o menos la mitad de los miembros del CC tenía ordenador y el 75% tenía conexión a internet. Decidimos crear en Budapest, y en todos los condados urbanos, “centros móviles revolucionarios de información”, con móviles, ordenadores y acceso a internet. Hemos alcanzado buenos resultados, pero no hemos podido resolver el problema completamente. En 2011, todos los miembros del CC tienen ordenador personal o colectivo y acceso a internet, y alrededor del 80% de las direcciones regionales han podido establecer sus propios “centros móviles revolucio-narios de información”.

Estamos creando nuestro sistema de correo electrónico independiente, que incluye a cada vez más dirigentes centrales y locales del partido. El correo tradicional prácticamente no se utiliza, lo que ha dado como resultado una muy importante reducción de gastos.

Tenemos una experiencia positiva con Skype, que hace posible mantener con-tacto por vídeo de forma regular y directa, sin gastos adicionales. Algunas de las organizaciones utilizan mensajería instantánea, como el MSN.

Nos enfrentamos a dos tipos de problemas. En primer lugar, los de carácter material. El CC intenta ayudar a las orga-nizaciones con menos recursos mediante la obtención de ordenadores de segunda mano, dando asistencia técnica. El segundo problema tiene que ver con la necesidad de cambiar la forma de pensar de nuestros cuadros. Las generaciones más mayores no se dan cuenta de la extraordinaria importancia de la tecnología inalámbrica en el trabajo político. Tendremos que hacer esfuerzos muy grandes para convencerles de que internet no es de ninguna manera un juguete moderno, sino un arma que hemos de tener y aprender a usar.

El uso de internet para la propaganda política se está haciendo cada vez más importante. Las fuerzas burguesas tratan de expulsar a los comunistas de todas las instituciones de la sociedad capitalista, incluyendo parlamentos, órganos de poder local, prensa y televisión. Aunque internet está totalmente controlada por fuerzas burguesas, no obstante proporciona alguna oportunidad de crear fuentes alternativas e independientes de información y extender una subcultura de izquierdas alternativa o directamente comunista.

No debemos olvidar otros dos aspectos importantes. En primer lugar, aunque internet no es totalmente gratis y exige inversiones, el coste-eficiencia es mejor que en el caso de los medios impresos o electrónicos. En segundo lugar, internet y la comunicación móvil se desarrollan muy rápido y puede haber algunos campos en los que nuestros partidos sean los primeros, o, al menos, estén entre los primeros. Es imposible en el caso de los medios impresos o electrónicos.

El primer problema que enfrentamos es la creación de bases de datos, listas de personas a quienes enviamos nuestros materiales. En Hungría necesitamos la firma de casi mil electores para tener un solo candidato a las elecciones. Eso significa que tenemos que crear una base de datos con direcciones y correos electrónicos de al menos 1.000 votantes en cada distrito electoral para trabajar con ellos. Los partidos

En Hungría necesitamos la firma de casi mil electores para tener

un solo candidato a las elecciones

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capitalistas ricos compran las bases de datos. Debemos recoger todos los datos con duro trabajo. En este campo, nuestros resultados son aún muy pobres.

Enviar correos electrónicos para propósitos propagandísticos ha sido una práctica general. Ahora introducimos modernos sistemas de envío de vídeos incrustados a los correos electrónicos. Nuestra experiencia dice que la gente lee cada vez menos cartas, pero recibe con placer vídeomensajes.

Hoy en día, casi todos los partidos comunistas tienen sus propias páginas web, que es una de las formas más comunes de uso de internet. Este año, el PCOH ha cambiado la plataforma técnica y ha introducido nuevos métodos de trabajo. Gracias a estos cambios, el número de visitantes ha crecido rápidamente. Antes, teníamos 80 mil visitantes al año; ahora tenemos 30 mil al mes.

Junto a la página central del partido, el Frente de Izquierda-Organización de la Juventud Comunista y algunas organizaciones regionales tienen sus propias páginas web. Es esencial alcanzar una coordinación de alto nivel de las diferentes páginas, porque sin eso es imposible garantizar una propaganda efectiva de nuestra política.

Nuestro partido ha creado algunas otras páginas web, que no están conectadas formalmente con el partido, pero que también están hechas por militantes. Se trata de páginas sobre trabajo social o desempleo. Este trabajo político indirecto tiene muchas ventajas.

Facebook, a pesar de los problemas, es la red social más extendida, que da amplias oportunidades para el trabajo político. Para millones de personas, Facebook se ha convertido en una vía fundamental para estar conectadas, y su posición probable-mente mejore dado que más consumidores utilizan dispositivos móviles cada vez más potentes (con foto / video + acceso de alta velocidad) y las opciones de comunicación de Facebook (como voz / vídeo chat y otros servicios) siguen creciendo.

Aunque se diga que Facebook no fue diseñado como herramienta política, sus creadores observaron pronto que tenía un potencial particular. “Durante las prime-ras semanas tras su creación en la Universidad de Harvard, en 2004, los estudiantes comenzaron a emitir sus opiniones políticas con un bloque de texto que incluía una declaración política”, dice David Kirkpatrick en su libro “El efecto Facebook”.3 Y no es un secreto que, para facilitar su actividad, la CIA y el resto de agencias secretas de EEUU utilizan Facebook, donde millones de usuarios, voluntariamente, comparten sus opiniones religiosas y políticas, lo que hacen, dónde van y quiénes son sus ami-gos. Por eso, Facebook podría ser la más poderosa herramienta jamás creada para el control de la población.

3 David Kirkpatrick. El efecto Facebook. P.31-40. Simon and Schuster, New York, 2010.

Si utilizamos Facebook para construir nuestras redes, si tenemos una base de datos desarrollada, podemos alcanzar con nuestros materiales a al menos 1 ó 2 millones de personas. Si quisiéramos preparar y distribuir 1 ó 2 millones de panfletos, sería una misión imposible para nuestro partido. Pero no debemos olvidar que Facebook y el resto de redes sociales son un arma importante en nuestras manos, pero no resuelven nuestras tareas en lugar de nosotros.

Como en el caso del resto de medios de internet y de comunicación móvil, en este caso debemos recordar, además, que Facebook no crea maravillas. No sustituye al duro trabajo preparatorio, no hace innecesarios para el trabajo político los esfuer-zos colectivos disciplinados y, naturalmente, Facebook no sustituye la comunicación cara a cara. Quienes están siempre con el ordenador y utilizan Facebook tienden a escoger la comunicación on-line antes que tener una conversación de la vida real. Cuando el problema se deteriora, el usuario se vuelve introvertido y tiene una sensa-ción inusual cuando se encuentra con extraños. Los camaradas jóvenes piensan muy a menudo que es suficiente hacer una buena campaña en Facebook para preparar un acto o evento exitoso. No, no es suficiente. Debemos encontrarnos con la gente personalmente y hablar con ella.

El uso de materiales de vídeo se hace cada vez más importante. No hemos creado aún nuestra televisión por internet, pero estudiamos seriamente esta posibilidad. Muchos partidos comunistas en el mundo tienen alguna forma de televisión por internet. Utilizamos diferentes portales donde se comparten vídeos (YouTube, etc.) para distribuir nuestros materiales.

Los blogs también se usan ampliamente en el trabajo político. Al utilizar los blogs, los comunistas pueden dar descripciones de los acontecimientos políticos, enviar materiales tales como gráficos o vídeos. Es útil saber que la mayoría de los blogs son interactivos, que permiten a los visitantes dejar comentarios e, incluso, mensajearse mediante widgets.

Pero, a la vez que utilizamos todas estas nuevas formas de comunicación, no debemos olvidar que son propiedad del capital privado y del Estado burgués. Esto quiere decir que estas comunicaciones son muy vulnerables: la comunicación móvil puede ser cortada o bloqueada en cualquier momento, nuestro enemigo tiene acceso a la información disponible en la red, la controla y en cualquier momento la puede utilizar contra nosotros. Está claro que debemos utilizar en nuestro beneficio estas vías de información, que son rápidas y baratas, pero, a la vez, debemos crear un sistema alternativo de información y comunicación entre partidos, inaccesible para nuestro enemigo.

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Perspectivas de cooperación internacional

Las fuerzas burguesas unifican sus recursos políticos y materiales en la lucha con-tra los partidos comunistas y obreros. Desgraciadamente, estamos lejos de ellos y hacemos menos de lo que podríamos hacer por remediarlo.

Solidnet es una excelente forma de cooperación internacional. La parte de audio y vídeo contiene únicamente unas pocas fotos y se pueden incluir materiales de alta calidad. Los distintos partidos publican sus materiales en diferentes idiomas. El carácter de los documentos es también muy diferente. El desarrollo de la coopera-ción en el campo del uso de internet y la comunicación móvil es una exigencia de los tiempos.

Habitualmente, hay dos argumentos contra una más amplia cooperación inter-nacional. En primer lugar, la falta de dinero y, consecuentemente, de cuadros. En segundo lugar, temores políticos, que dificultan la cooperación en otros campos también. Sí, todos nosotros estamos en una difícil situación material. ¡Pero mire-mos un poco más allá! Construyamos nuestra cooperación sobre la base del interés mutuo: te doy algo, me das algo. Pero, primero, veamos qué hace falta.

Necesitamos una base de datos más amplia y actualizada del movimiento comu-nista internacional. La base de datos debe incluir la lista de partidos, nombres de sus principales dirigentes, direcciones electrónica y postal, teléfonos y, quizás, otras informaciones.

Necesitamos un archivo correcto y amplio de los documentos básicos del movi-miento comunista y obrero. No sólo tendría importancia práctica, sino que también sería una valiosa contribución al desarrollo de la teoría marxista-leninista.

Necesitamos un servicio de foto y vídeo que pueda ser utilizado para nuestros periódicos, panfletos, programas de internet.

El avance en estas áreas nos llevaría a la creación de una Solidnet renovada y a una mejor coordinación entre Solidnet y las páginas nacionales.

¿Cómo podemos hacerlo? Todos los partidos que estén interesados en tal proyecto deberían firmar un acuerdo. Todos los participantes tienen el derecho a descargar la misma cantidad de información que han subido. El sistema debería ser cerrado; todos los participantes utilizarían un código para acceder. El resto podrían utilizar el sistema a cambio de dinero. Nuestros partidos están interesados en mejorar su propia actividad y por eso suponemos que se unirían al sistema. El resto de personas pueden estar interesadas en comprar nuestra producción porque, a veces, somos los únicos productores de información de este tipo. Recordemos los acontecimientos en Grecia,

las elecciones en Rusia o el encuentro de movimientos comunistas, etc. Paso a paso, seríamos capaces de construir un servicio de noticias independiente.

¿Qué más necesitamos? Necesitamos un sistema mejor y más rápido de coordi-nación diaria. Hoy es el teléfono, el correo electrónico. Las posibilidades técnicas de los partidos nos permitirían utilizar Skype o algún otro programa para contactos telefónicos directos.

Y, en primer lugar, debemos empezar a discutir estas cuestiones. Será de extraor-dinaria importancia dedicar un debate especial de los partidos comunistas y obreros al problema del uso de los medios partidarios en la lucha ideológica y política con-temporánea de la clase obrera.

Todos estos pasos se pueden dar sin grandes costes materiales. Naturalmente, exigen algún esfuerzo financiero, pero, en primer lugar, exigen nuestra determina-ción política para utilizar los más modernos métodos en nuestra lucha contra el capitalismo.

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EL INTERNACIONALISMO PROLETARIO:LA CONDICIÓN NECESARIA PARA

LA LUCHA CONTRA LA BURGUESÍA

Ingars BurlaksMiembro del Partido Socialista de Letonia

El nacionalismo en su calidad de determinada ideología estructurada, nació en el siglo XIX. Junto con las teorías liberales de aquel periodo se estaba

desarrollando como uno de los factores de la lucha contra los atavismos de relaciones feudales.

A medida que maduraba el marxismo, inevitablemente se tuvo que formar una opinión al respeto de aquella ideología, que era suficientemente popular debido a unas razones históricas e ideológicas.

Muchas obras de Marx, Engels y Lenin están dedicadas al tema nacional. El lema “Proletarios de todos los países, ¡uníos! representa el resultado concentrado de su pos-tura.

Por el otro lado, la Gran Revolución de Octubre y la lucha postrrevolucionaria demostraron que los revolucionarios habían infravalorado la influencia de la ideo-logía nacionalista sobre las mentes y almas de las amplias masas populares. Esa fue la razón, junto con la resistencia armada del capital nacional e internacional, de la

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derrota de la clase obrera en países como Letonia, Finlandia o Polonia. Más tarde, teniendo como fondo la crisis mundial del capitalismo, la misma ideología favoreció la llegada al poder de los partidos fascistas y nacionalsocialistas en Italia y Alemania, así como al establecimiento de las dictaduras fascistas en algunos otros países de Europa.

Fue la explosión del nacionalismo una de las principales causas de la desintegra-ción de la URSS -el primero y el más poderoso Estado socialista.

Es el nacionalismo lo que hoy constituye el obstáculo principal para la unión y solidaridad entre los trabajadores de los países de la exUnión Soviética y Europa del Este.

Hay unas firmes razones para suponer que será el nacionalismo el arma de lucha universal a la que recurrirán los gobiernos burgueses de muchos países contra el movimiento revolucionario, estos gobiernos que presumen hoy de su corrección política, multiculturalismo y otros valores liberales.

La base histórica del internacionalismo del Partido Socialista de Letonia (1904-1906)

En junio de 1904, en Riga, tuvo lugar el I congreso del Partido Obrero Socialde-mócrata de Letonia (LSDRP), cuyo heredero es el PSL (LSP)1. Desde el momento de su creación, el partido luchador del proletariado letón se estaba formando sobre la sólida base del internacionalismo proletario y desplegó un combate constante contra el nacionalismo burgués.

Los acontecimientos sangrientos del 9 de enero de 1905 dieron pie a la primera manifestación masiva de los obreros letones, revelaron la solidaridad internacional y dieron paso a la revolución democrático-burguesa. El Comité Central se dirigió a los trabajadores: “Ahora, cuando la nieve del suelo de Petersburgo está salpicada por la sangre de nuestros camaradas, ¿aguantaremos más la vergüenza de trabajar para nuestros explotadores dejando hasta la ultima gota de sudor?. En este momento histórico, nuestra obligación y la de todos los trabajadores es abandonar el trabajo e unirnos a los camaradas de San Petersburgo. ¡Anunciamos una huelga general!”.2

La experiencia de la lucha internacional conjunta en el transcurso de la Revo-lución fue uno de los factores decisivos en el golpe demoledor a la posición de los federalistas que prevalía en el partido hasta entonces –”el oportunismo en la forma

federalista”3. En marzo de 1906, en su obra “Plataforma táctica para el Congreso de Unificación del POSDR”, V. Lenin señaló: “Es imprescindible tomar medidas enérgicas para unir a todos los partidos socialdemócratas en Rusia en un partido obrero socialdemócrata unificado”.4

En base a los principios de Lenin y de acuerdo con el “Proyecto de condiciones para la unión del Partido Obrero Socialdemócrata de Letonia con el POSDR”, adop-tado en el IV congreso del POSDR, se celebro la unión de POSDL y POSDR. El asunto de la unificación final fue decidido en el III congreso del POSDL y, en el julio de 1906, el POSDL pasó a formar una sección territorial del POSDR bajo el nombre de Socialdemocracia de la Región de Letonia (LSD)

Experiencias de la Revolución: victorias y derrotas (1914 - 1920)

Hacia el comienzo de la I Guerra Mundial, la SDL seguía firmemente las directi-vas de Lenin y actuaba bajo el lema de la conversión de la guerra imperialista en civil.

La burguesía letona intentaba defender los intereses de su clase y expulsar a la burguesía y aristocracia alemanas de sus posiciones económicas y sociales en Letonia. En 1915, para ese fin, de acuerdo con su iniciativa, fueron creadas las formaciones armadas nacionales -las unidades de Tiradores Letones.

Después de la Revolución de Febrero, en 1917, los capitalistas letones esperaban que las unidades armadas de los Tiradores se unieran bajo la bandera del separatismo y nacionalismo burgués. Sin embargo, eso no ocurrió. Durante la guerra, la SDL desenvolvió la actividad propagandística constante entre las unidades de Tiradores, explicando su visón del problema nacional y defendiendo la idea internacionalista de la unión de los trabajadores. En mayo de 1917, el congreso de los Tiradores Letones aprobó la resolución propuesta por el Comité Central del SDL, que constataba la necesidad de establecer lazos fraternales con los soldados alemanes y luchar contra los capitalistas en todos los países. El congreso anunció: “Nuestro lema sigue siendo el llamamiento a la democracia revolucionaria: entregar todo el poder a los Consejos y Soviets de obreros, soldados y campesinos”.5 El congreso dio a conocer el naci-miento de los Tiradores Rojos Letones, que se convertirían en fieles guardianes de la Revolución.

Durante el V congreso, la Socialdemocracia de Letonia (el nombre adquirido por la SDL en julio de 1917) dio una respuesta contundente al separatismo. El congreso

1) Programa del PSL, p.4 (en ruso)2) Panfletos de las organizaciones socialdemócratas de Letonia en el periodo de la primera revolución rusa.

Riga, 1956, p.26

3) I. Stalin.¿Cómo entiende la socialdemocracia la cuestión nacional? Obras completas, t.1, p.554) Lenin V.I. Obras completas, t.10. p.132 (en letón)5) Historia de los Tiradores Letones, 1972, Riga, p.136

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destacó: “Mientras la palabra decisiva en la vida del Estado y ciertas unidades no la pronuncie el proletariado, hasta entonces, toda separación política y económica frena ... el desarrollo, da ventaja a la burguesía, obstaculiza la unión internacional del proletariado en su lucha por el socialismo”6. El 16 de octubre, la conferencia extraordinaria del SDL se pronunció: “El proletariado de Letonia debe mantener la más estrecha unión con los trabajadores de las ciudades revolucionarias de San Petersburgo y Moscú, teniendo como objetivo apoyar con todas sus fuerzas y medios posibles la lucha del proletariado ruso por el poder del Estado”.7

En cuanto los trabajadores de Letonia se enteraron del triunfo de la sublevación armada en San Petersburgo, los Soviets empezaron a tomar el poder en sus manos en las regiones letonas libres del ejército alemán. En las elecciones a la Asamblea Constituyente Rusa, en Liflandia, a favor de los candidatos bolcheviques, votó el 72% del electorado. En las tropas de tiradores, a favor de los candidatos del Partido Bolchevique, que tenía a V. Lenin como numero uno, votó el 96,5% de los votantes.8

Hay que mencionar que, hacia mediados de febrero de 1918, aproximadamente 5.500 Tiradores Rojos Letones cumplían con su deber internacionalista en el terri-torio de Rusia Soviética. Entre ellos se encontraba el 6° regimiento de Tukums, que estaba a disposición del Gobierno Soviético, y cuyas unidades vigilaban la sede del Gobierno en el Smolny (y en el Kremlin, más tarde). En el territorio libre de Letonia, en aquel momento se encontraban 9.500 Tiradores Rojos Letones. Sin embargo, hacia finales de febrero, todo el territorio resultó ocupado por las tropas alemanas. De nuevo, respondiendo al llamamiento del Comité Central de la SDL, los tiradores revolucionarios deciden: “Los Tiradores Letones no deben bajar las armas y capitular ante la Alemania militarista, sino aliarse al ejército del proletariado ruso”.9 Todas las unidades de los Tiradores Letones se retiraron a Rusia. Para el mes de abril estaba formada la División Letona Soviética de tiradores -una de las primeras formaciones de la joven República Soviética.

En noviembre de 1918, acabada la revolución en Alemania, el Gobierno Sovié-tico anuló el Tratado de Brest. Entre los trabajadores de Letonia apuntó la esperanza de ganar el poder soviético y constituir el primer Estado de obreros y campesinos.

De eso también se daban cuenta los imperialistas de Gran Bretaña y Estados Uni-dos. Con su directa participación (“el factor decisivo resultó ser el odio de Inglaterra hacia el bolchevismo”10) en el territorio letón, ocupado por las tropas alemanas, el 18

de noviembre fue proclamada la constitución del gobierno provisional, así llamado el Consejo Popular, que incluyó a todos los partidos burgueses y pequeñoburgueses en activo en aquel momento.

La ilegal 17ª conferencia del LSD, que tuvo lugar en Riga el 18 y 19 de noviembre, tomó la decisión de preparar un motín armado, expulsar a las tropas alemanas del territorio letón y derrocar al gobierno burgués. La resolución del congreso referente al hecho nacional establecía: “El proletariado de Letonia no tiene nada en común con el nacionalismo burgués ... el nacionalismo burgués y la aspiración a la independencia burguesa representan un medio para luchar contra el proletariado letón”.11

El aporte de la Rusia Soviética al triunfo de la revolución en Letonia no se puede infravalorar. Los ejércitos Occidental y 7° ayudaron a la División Letona de Tirado-res a derribar a los nacionalistas burgueses. El 3 de enero de 1919, los trabajadores de Riga organizaron una insurrección armada y tomaron en sus manos el poder en la ciudad.

En el I Congreso de los Soviets de Letonia, el 13 de enero de 1919, en Riga, fue aprobada la primera Constitución de Letonia Soviética, el hecho que celebró el triunfo de la revolución en el territorio letón. El VI Congreso del LSD cambió su nombre a Partido Comunista de Letonia.

Sin embargo, el poder de los Soviets en el territorio de Letonia duró menos de un año, ya que fue abatido por el ataque de las fuerzas conjuntas de la guardia blanca letona, barones alemanes e imperialistas ingleses y americanos. Al mismo tiempo, la burguesía letona consiguió seducir a gran parte de la población -artesanos, obreros y campesinos, en su mayoría- con las ideas de la soberanía nacional y que el Estado les perteneciera a ellos. Las tropas del gobierno ruso empezaron a sufrir derrotas y ceder territorios. Para principios de 1920, fue obligado a anunciar su autodisolución. El PCL paso a la clandestinidad y anunció su ingreso en la Internacional Comunista como sección independiente.

Desde la dictadura de la burguesía hasta la dictadura del proletariado (1920-1940)

Durante el periodo de la dictadura burguesa, el PCL mantenía una lucha activa para organizar a los trabajadores en defensa de sus derechos legítimos. El acento principal el PCL lo ponía en la organización y ejecución de las huelgas, motines y manifestaciones. Los comunistas aprovechaban la oportunidad de realizar el trabajo legal a través de las comisiones obreras y sindicatos de izquierda. En las elecciones al

6) V.O. Miller. Primer Estado soberano del pueblo letón. Riga, 1988, pp. 40 - 41 7) El Partido Comunista de Letonia en la Revolución de Octubre de 1917. Riga, pp. 466 - 4678) Historia de la Republica Socialista Soviética de Letonia, t.2, p.32 (en letón)9) Historia de la Republica Socialista Soviética de Letonia, t.2, p 42 (en letón)10) Historia de Letonia, siglo XX, 2005, Riga, p.106 (en letón)

11) Partido Comunista de Letonia en los años 1918 y 1919. Documentos y materiales. 1958, Riga, pp. 160 - 161 (en letón)

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III Saiema (Parlamento), en 1928, los comunistas consiguieron formar el bloque de “obreros y campesinos obreros”, recibir 6 mandatos –del total de 100- y formar la Fracción de los Obreros y Campesinos. Eso fue un logro considerable. Los diputados comunistas utilizaban la tribuna del parlamento para difundir sus ideas. Ellos presta-ban mucha atención a aclarar los peligros de la consolidación de las tendencias fascis-tas y nacionalistas burguesas, y ponían de ejemplo la vida del pueblo trabajador en la URSS para acentuar el contraste. Con la crisis del sistema capitalista mundial como fondo, la posición del PCL se fortaleció. En las elecciones al IV Saiema (1931), los comunistas recibieron 7 mandatos. Al mismo tiempo, en 1931-1933, el país sufrió una oleada de huelgas y manifestaciones de los trabajadores y desempleados lideradas por el PCL. Era evidente que el constante auge de la lucha de clases de los últimos 10 años llegaba a su apogeo. En este momento, los círculos reaccionarios se decidieron a organizar el golpe de Estado para establecer la dictadura fascista, con K. Ulmanis en cabeza. El Saiema fue disuelto, la fracción obrero-campesina fue arrestada. Todas las organizaciones obreras y sindicatos fueron suspendidas en sus actividades. Aquella dictadura, junto con la ideología tradicional de derecha conservadora, característica de muchos regímenes en la Europa de entonces, tenía destacado el componente nacionalista. Justo en aquel periodo se lleva a cabo la mayor parte de las acciones nacionalistas y anticomunistas desde el poder burgués. No es una casualidad que, hasta nuestros días, el periodo de la dictadura burguesa de 1933-1940 sigue siendo un modelo ejemplar para los nacionalistas radicales y los neonazis en Letonia.

En aquellas condiciones, el PCL construye su táctica partiendo de la necesidad de crear un frente popular antifascista común. A iniciativa del PCL, fue pactado un acuerdo con el Partido Socialista Obrero-Campesino de Letonia (creado por el ala izquierda del partido socialdemócrata) y fue fundada la Unión de la Juventud Tra-bajadora de Letonia (sobre la base conjunta del Komsomol y Unión de la Juventud Socialista de Letonia). Respondiendo al llamamiento del PCL, muchos trabajadores de Letonia fueron a cumplir su deber internacionalista a España, formando parte de las Brigadas Internacionales.

El 5 de octubre de 1939, Letonia y la URSS firmaron el Acuerdo de colaboración. En el territorio letón fueron acuartelados 25.000 militares soviéticos. Sin embargo, K. Ulmanis infringía el Acuerdo reiteradamente, lo que provocó una nota del gobierno Soviético al Cónsul letón, que llamaba su atención sobre dichas infracciones y exigía formar un gobierno capaz de garantizar el cumplimiento de los requisitos estableci-dos e instalar en el territorio letón fuerzas complementarias del Ejército Rojo.

El 17 de junio, las divisiones del Ejercito Rojo entraron en Letonia. El aconteci-miento influyó de una manera considerable en los sucesos revolucionarios posterio-res, pero sin llegar a ser determinante, como intentan demostrar los historiógrafos

burgueses. No hay ninguna constancia de infracción de la soberanía de Letonia durante los días siguientes a la revolución. Los trabajadores de Letonia -que habían sufrido en sus propias carnes la explotación de “su propio” Estado de burguesía nacional y se habían dado cuenta de que no era diferente a cualquier otro Estado basado en la explotación- se convirtieron en el motor de los cambios revolucionarios.

La cantidad de miembros del PCL disminuyó como consecuencia de las repre-siones del régimen dictatorial de Ulmanis. A pesar de esto, el PCL organizó el 17-21 de junio unas manifestaciones masivas de trabajadores exigiendo la dimisión del gobierno en vigor, la constitución de un gobierno nuevo democrático, legalización del partido comunista y liberación de los presos políticos.

El recién formado gobierno popular (que no contaba con comunistas entre sus miembros) anunció elecciones al nuevo Saiema Popular. En las elecciones de julio de 1940, el 97,8% del electorado votó a favor del Bloque del Pueblo Trabajador de Letonia, formado por los comunistas y diputados independientes. El 21 de julio, 100.000 personas se manifestaron exigiendo resolver el asunto de la incorporación de Letonia a la URSS. El 5 de agosto, el Consejo Supremo tomo la decisión de incorporar Letonia a la URSS.

El pueblo trabajador empezó su labor creativa y pacífica, que fue interrumpida por la Gran Guerra Patria.

La prueba de fuego (1941-1945)

Los años de la Gran Guerra Patria fueron el tiempo de prueba de la resistencia, no sólo para la economía socialista, sino también para la fuerza del internacionalismo de todo el pueblo soviético. Las esperanzas fascistas de que, al comenzar la guerra, las republicas soviéticas se verían inmersas en las protestas nacionalistas separatistas contra el poder soviético y la URSS se derrumbara bajo este golpe desde dentro unido a la agresión fascista desde fuera, esas esperanzas fracasaron.

Letonia puede servir de ejemplo de que la política realizada en aquel periodo era correcta. Su objetivo era liquidar a la burguesía como clase, por su interés primordial en la restauración del capitalismo, y descabezar la “quinta columna” nacionalista. A la Gran Guerra Patria correspondió el periodo de la lucha de clases encarnizada. Una parte de los simpatizantes interiores fue detenida y trasladada fuera del territorio de Letonia una semana antes de que estallara la guerra. Pero en el país, donde el poder soviético se había instaurado hacía un año, los capitalistas de la agricultura todavía no estaban neutralizados y la burguesía en las ciudades soñaba con recuperar sus bienes nacionalizados. Para abducir la conciencia del pueblo, se volvió a utilizar el nacio-nalismo burgués, en igual medida ventajoso para la burguesía local y los ocupantes

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fascistas. Los lacayos fascistas y traidores a su pueblo cultivaban la idea de la “posible independencia económica y cultural”12 y difundían la mentira propagandística sobre el primer año del poder soviético, que pintaban como “un año terrible” y sobre “el genocidio premeditado del pueblo letón”13. Siguiendo aquella propaganda, una parte de la población se organizo en las unidades de las Waffen SS. Es necesario admitir que una gran parte de los agricultores (en primer lugar, los ricos, a los que pertenecían las parcelas mas grandes y los medios de producción) apoyaban de una forma activa también a las unidades bandidas nacionalistas en los tiempos de post-guerra. El carácter clasista de la lucha se confirma también por el hecho de que, junto con las tropas del Ejercito Rojo, se retiraban al territorio soviético los obreros (que representaban la mayoría de los retirados), la administración soviética y del partido, así como los campesinos sin tierra o pequeños terratenientes. En 1941, fue fundada la División Letona de Tiradores Voluntarios. Su composición refleja explícitamente cuales eran las fuerzas que se unieron bajo la bandera del internacionalismo pro-letario para defender la revolución del segmento más reaccionario de la burguesía mundial -el fascismo alemán-: “son 62% obreros, 29% funcionarios soviéticos, 9% campesinos”.14

Probar las fuerzas: “nacional comunistas” (1956-1959)

La entrada de la Republica Socialista Soviética de Letonia en el complejo econó-mico de la familia unida de los pueblos de la URSS, la reconstrucción de la econo-mía, profundamente dañada por la guerra, la industrialización... todo aquello reque-ría una gran cantidad de obreros e intelectuales, técnicos y funcionarios del Estado con experiencia. La población de Letonia, en 1950, es de 1.943.000 habitantes, entre ellos 1,063 millones viven en el campo15. Por razones objetivas, la republica de Letonia sufre un déficit de recursos humanos de alta cualificación. La tasa de crecimiento inmigrante de la población aumenta considerablemente. El enfoque razonable y sopesado del hecho nacional, en lo que se refiere a los recién llegados, no fue adoptado (se trataba de enseñarles el idioma, la cultura y tradiciones de la población autóctona). Una parte de los funcionarios soviéticos y del partido, por el contrario, utilizaron aquel grupo para sus fines nacionalistas y separatistas. Como catalizador para la intervención de los así llamados nacional-comunistas sirvieron las decisiones del XX Congreso del Partido Comunista y la política revisionista de “desestalinización”. Se intentó limitar el crecimiento de la población inmigrante en la capital bajo el pretexto de salvaguardar la cultura autóctona. A medida que Riga se convertía en una de las capitales industriales más desarrolladas de la URSS, empe-zaron a manifestarse las ideas de “la necesidad de dar preferencia no al desarrollo de

la industria pesada y producción de los medios de producción, sino a la ligera, para satisfacer las necesidades de la población de la republica”16. Ese mensaje se puede considerar un intento de quebrantar el conjunto de la planificación económica y de apartarse del sistema económico de la URSS.

Sin embargo, en aquella etapa, el partido era todavía capaz de parar las actua-ciones separatistas. La asamblea del Comité Central del PCL derrotó a los líderes nacional-comunistas y sus ideas.

Nacionalismo, el arma de la contrarrevolución (1988-1991)

Los procesos oportunistas nocivos, que habían empezado con el XX Congreso del PCUS y las reformas económicas a mediados de los 60, desembocaron en la abierta restauración capitalista contrarrevolucionaria en el territorio de la URSS y llevaron a la derrota temporal del sistema socialista.

El nacionalismo pequeñoburgués fue indudablemente uno de los métodos utili-zados por las fuerzas contrarrevolucionarias para desintegrar el Estado unitario y para apremiar las ideas separatistas en muchas de las repúblicas de la URSS. Esos procesos se manifestaron con máxima claridad en las repúblicas bálticas, Letonia entre ellas.

Los círculos aspirantes a la restauración burguesa se daban cuenta que las ideas abiertamente capitalistas no tenían futuro para movilizar a las masas: la gente no cedería los logros del poder soviético, tales como la medicina y educación gratuitos, la vivienda prácticamente gratuita también, el derecho al trabajo y vacaciones garan-tizados, y, por eso, trasladaron el peso propagandístico a los sentimientos nacionales de la población. Aparecieron las propuestas de “reducir la influencia del centro sovié-tico en las regiones”, disminuir el crecimiento de la población inmigrante, etc. Poco a poco, esas ideas iban cambiando por exigencias cada vez más radicales: “separación del conjunto económico de la URSS”, “autonomía”, etc. para finalizar en “restaura-ción del Estado de antes de 1940”. Por supuesto, ningún documento mencionaba que esa restauración iba a ser la restauración del capitalismo.

Las fuerzas organizativas de la contrarrevolución formaron, en octubre de 1988, el Frente Popular de Letonia (FPL). Para esas fechas, aparecieron las brechas ideo-lógicas también en las filas del PCL. Una parte del partido se oponía a la creación del FPL, pero, otra, no sólo no se oponía, sino lo alentaba, considerándolo el primer paso a la restauración del capitalismo.

Un año después, en el II congreso del FPL, los temas de la “democratización” y “soberanía dentro de la URSS” cambiaron por “la necesidad de la independencia total de la Republica de Letonia y su separación de la URSS”.17 En aquellos tiempos, se 12) Historia de Letonia, siglo XX, 2005, Riga, p.247 (en letón)

13) Historia de Letonia, siglo XX, 2005, Riga, p.225 (en letón)14) La lucha del pueblo letón en la Gran Guerra Patria, 1966, Riga, p.108 (en letón)15) Enciclopedia de Letonia Soviética, 1984, Riga, p.117 (en letón)

16) Historia de Letonia, siglo XX, 2005, Riga, p.364 (en letón)

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estaban trazando los primeros pasos para la desindustrialización del país, aniquilación de la clase obrera, desintegración de los colectivos laborales unidos, que contaban con varias miles de personas. Eso también se llevaba a cabo bajo los lemas nacionalistas y frases sonoras sobre la necesidad de mantener el número de habitantes de la nación autóctona a través de la reducción de migración de mano de obra. El FPL anota en su programa: “El FPL se muestra a favor de que el desarrollo industrial de Letonia se base exclusivamente en los recursos humanos locales. Consecuentemente, es necesario reducir, limitar, el número exagerado de los puestos laborales en la Republica”.18 El FPL reforzaba sus posiciones a través de la propaganda, que contraponía la idea de la agricultura nacional (prometiendo, adicionalmente, la disolución de las cooperativas agrícolas y seguida por la privatización de las tierras) a la de la industria sostenida por los migrantes. Esa política encontraba simpatizantes en el medio rural, donde predominaba la población de nacionalidad autóctona. El primer programa del FPL incluye esta tesis: “FPL considera la agricultura su prioridad y se muestra por realizar esa política consecuentemente”.19

En abril de 1990, el FPL se dividió: 242 delegados -de 700- abandonaron la sala del congreso y formaron el Partido Comunista Independiente, que apoyaba las ideas del FPL.

Los obreros de Letonia no cedieron bajo la retórica nacionalista. Ellos se dieron cuenta de lo perjudicial del nuevo rumbo y se esforzaron para salvar el poder soviético. A principios de 1989, se constituyo el Frente Internacional de los Trabajadores (Inter-front). En mayo de 1991, junto con el PCL, formó el Comité de Salvamento Letón. Sin embargo, no consiguieron salvaguardar el socialismo. Después de la restauración del capitalismo, la burguesía continuó, y lo sigue haciendo, utilizando el nacionalismo para abrir brechas en el movimiento obrero.

La burguesía llegó al poder y dió el primer paso para consolidar su influencia: prohibió la organización que llevaba realizando constante y continuamente la política internacionalista del proletariado. El 24 de agosto de 1991, la actividad del PCL fue interrumpida, sin investigación ni juicio. La propaganda comunista resultó prohibida y el Primer Secretario del Comité Central, Alfred Rubiks, fue encarcelado.

Además de la eliminación de los grandes colectivos laborales, los capitalistas quita-ron los derechos políticos (la ciudadanía) a todos los habitantes del país que llegaron en el transcurso de los años soviéticos, la gente que formaba el proletariado industrial.

Al mismo tiempo, se intensificó el ataque de los medios de comunicación difun-diendo las ideas dle nacionalismo y la rusofobia. La comisión de historiógrafos desig-

nada por el Presidente de la Republica de Letonia se dedico a “reescribir” la historia: los legionarios de las Waffen SS y las organizaciones criminales de los nacionalistas burgueses -que seguían oponiendo resistencia al poder soviético después de la guerra- pasaron a ser considerados unos héroes. La “ocupación” de Letonia se presenta como un dato indiscutible; por el contrario, no se dice ni una palabra sobre la lucha heroica del pueblo letón contra sus capitalistas.

Como consecuencia de ese trabajo del aparato propagandístico burgués, gran parte de la población autóctona -en especial, los jóvenes- recibió una imagen errónea del periodo soviético en la historia de Letonia, la idea del internacionalismo del proleta-riado quedó falsificada, el nacionalismo pequeñoburgués se instaló en las mentes. Una prueba obvia son los desfiles de los legionarios, que se celebran con el consentimiento silencioso de los poderes, y que cada año reúnen a más gente joven. El nivel del nacionalismo en el país también se puede valorar por el hecho de que en las ultimas elecciones parlamentarias fueron elegidos 6 diputados del partido neofascista Todo para Letonia (uno de ellos es un legionario de la SS, elegido por segunda vez).

Tenemos que mencionar que los problemas de la minoría rusa en Letonia se han convertido en el punto de referencia para los intereses de Rusia contemporánea. Des-pués de la desintegración de la URSS, el apoyo de Rusia se vio reducido y concentrado en los partidos autoproclamados “defensores del pueblo ruso” de la república, los que se basan en las ideas de la confrontación étnica y rechazan el internacionalismo y la importancia del concepto de clase en los procesos sociales. Con frecuencia usan la consigna “¡Los rusos, vienen!”.

El Partido Socialista de Letonia, en las condiciones contemporáneas, con firmeza lleva a la práctica las ideas del internacionalismo proletario, fraternidad y amistad entre los pueblos. El PSL no echa mano del nacionalismo para explicar los procesos históricos, sino que argumenta desde el puno de vista de los intereses de clases, enseña a la gente trabajadora que la experiencia histórica de distanciamiento de los principios del internacionalismo proletario acaba en el establecimiento del poder de la burguesía y de la explotación, quiebra el frente unido de la lucha obrera por la liberación de las cadenas del capitalismo.

El último asilo del capitalismo

La historia muchas veces ha demostrado que en las condiciones críticas, cuando la situación revolucionaria toca a la puerta, el capitalismo no desprecia los métodos más viles para retener su poder: utiliza contra el pueblo la violencia descarada, desata los conflictos militares y guerras mundiales. Pero las armas de destrucción masiva inventadas en el siglo XX volvieron la guerra peligrosa para el mismo capitalismo mundial. En el caso de conflicto nuclear, en la Tierra no quedaría sitio garantizado

17) Enciclopedia de Letonia, 2007, Riga, p.28 (en letón)18) Nuestra historia, 1985 - 2005, Riga, 2007, p.12619) Nuestra historia, 1985 - 2005, Riga, 2007, p.128

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para que ellos pudieron llevar una vida segura. Además, con la aparición de los países socialistas y como resultado de la lucha de los obreros de los países capitalistas por sus derechos, el capitalismo se vio obligado a humanizar en cierta medida las rela-ciones socio-económicas. Al derribarse el sistema socialista, dicha humanización ya no es necesaria. Sin embargo, quitarles a los trabajadores todos sus logros de una vez podría llevar a una explosión social, lo que es totalmente indeseable. Por esa razón, durante el último decenio, el sistema se desmonta paulatinamente bajo el pretexto de tomar “medidas para superar la crisis”, “estabilizar los sistemas financieros” o “mejo-rar la calificación de crédito del país”. Esas medidas también provocan protestas por parte de los trabajadores. Con frecuencia, desembocan en acciones masivas bajo la dirección de los partidos de izquierda y sindicatos. Para neutralizar las reclamaciones sin recurrir abiertamente a la violencia, los gobiernos burgueses tienen que recon-ducir el descontento de las masas a otros objetos o esferas. Podemos suponer que las relaciones nacionales, nacionalismo y racismo volverán a ser la base ideológica para estos objetivos.

Esa tendencia se hace visible no solo en la consolidación de la influencia de los partidos de extrema derecha y neonazis en algunos países, sino también en el reco-nocimiento público del “fracaso de la política de multiculturalismo” por parte de un país como Alemania. Podemos considerarlo como el rechazo a los principios básicos en las relaciones internacionales declarados en la segunda mitad del siglo XX, escon-dido, hasta ahora, pero indudable.

En efecto, la política de multiculturalidad y corrección política implementada hasta hoy en la Unión Europea es ineficaz y, a veces, parece una mera caricatura. La misma política provoca una situación que puede acabar en la confrontación nacional en varios países.

Suponemos que la frecuencia y las proporciones del uso de la ideología naciona-lista por parte de la burguesía en su lucha por mantener el poder van a aumentar debido a las siguientes razones:

1.- Es fácil de usar. Los acontecimientos en los países ex-soviéticos, Letonia entre ellos, demuestran que para su uso no son necesarias ni seria argumentación ni mucha preparación. Todo se puede explicar en forma concentrada: “No somos como ellos; por eso, ellos son extraños. Los extraños son enemigos”. Con eso, los colegas de ayer, camaradas del partido, vecinos, se convierten en rivales irreconciliables, disponiendo todo para retirarles a los extraños sus derechos civiles, si no para un pogrom étnico.

2.- Es universal. No hay países donde esa ideología no funcione. La población de muchos países está, o en su historia reciente estaba, compuesta por varias etnias. Muchos se convirtieron en países multiétnicos, debido a la inmigración de mano de

obra desde el extranjero u otros acontecimientos históricos. Los países relativamente monoétnicos tienen sus diásporas en el extranjero: aquí el lema sería “defender a los compatriotas en el extranjero”.

3.- Tiene un efecto acumulativo. Si los factores étnicos no son lo suficientemente fuertes, se pueden reavivar las pretensiones históricas territoriales, datos o mitos sobre la ocupación, desplazamientos de los pueblos, migración, etc.

El ejemplo de Letonia es también notable porque el nacionalismo no solo fue utilizado en el periodo de derrumbe de la URSS, sino en todos los años posteriores, hasta nuestros días. Los poderes letones utilizan en su política étnica las formas y métodos impensables en los países de Europa o en EEUU. Los gobiernos y políticos de la Unión Europea, incluidos los representantes socialdemócratas y otras fuerzas que se autodenominan de izquierda, critican despiadadamente a otros Estados por la prohibición de las manifestaciones gays o violación de los derechos de los animales; no obstante, miraban condescendientes cómo a centenares de miles de personas les privaban de sus derechos sociales, cómo a los nazis de la II Guerra Mundial les otorgan los honores de héroes o no se pronuncian acerca del proteccionismo étnico abierto.

Esa política de no intervención expresa demuestra que el capitalismo internacio-nal utiliza Letonia y algunos otros países del ex-bloque socialista como un polígono para perfeccionar sus futuros métodos de reconducción de la energía revolucionaria de las masas desde la lucha social de clases hacia el campo de los conflictos étnicos. Es una tendencia muy peligrosa y sería imprudente infravalorarla. El nacionalismo casi siempre viene ligado al anticomunismo y tiende a adquirir las formas fascistas o a convertirse en racismo.

La situación actual en Letonia revela que es imposible parar el nacionalismo (o, así llamado, “nacionalismo contrario”) con las ideas liberal-cosmopolitas o a través de la defensa de los derechos humanos. Las fuerzas políticas que lo habían intentado, fracasaron, o renegaron, cambiando a favor de una ideología claramente burguesa.

Sólo hay un método de oponerse tanto al nacionalismo como al cosmopolitismo, diferentes consecuencias de la globalización capitalista: es la política e ideología del consciente internacionalismo de la clase obrera dirigida a los cambios revoluciona-rios radicales de la sociedad.

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LA IDEOLOGÍA DEL “PACTO SOCIAL” Y SUIMPACTO NEGATIVO EN LA CLASE OBRERA

Ali Ruckert Presidente del Partido Comunista de Luxemburgo (KPL)

Los intentos del capital por tener una influencia ideológica sobre el pueblo trabajador y sus organizaciones forman parte integral de la historia del capi-

talismo. Estos intentos tienen el objetivo de alejar a los trabajadores de la lucha de clases, evitar que se produzca un cambio básico en las relaciones de poder existentes y en la situación de la propiedad e impedir la abolición de la explotación del hom-bre por el hombre.

Esta estrategia del capital ha sido llevada a cabo con éxito en lo que se refiere a amplios sectores del movimiento sindical, cuyos objetivos inicialmente se limitaron a las mejoras sociales en el seno del sistema capitalista y, más tarde, a la defensa de lo logrado.

Al igual que cambian los objetivos, los métodos también cambian. En caso de conflicto de intereses, los sindicatos comenzaron a dejar de movilizar a la clase

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obrera por medio de acciones de masas y huelgas, lo que habría ayudado a reforzar las exigencias de los trabajadores y a fortalecer su conciencia de clase. En lugar de ello, los dirigentes sindicales se unieron a los representantes del capital como “agen-tes sociales con iguales derechos”, con el objetivo de alcanzar compromisos con ellos “mediante el consenso entre las organizaciones de empleadores y de empleados”. En los países germano-parlantes incluso han introducido un nuevo vocabulario. En lugar de “trabajadores” y “capitalistas”, hablan de “tomadores de empleo” (jobtakers) y “oferentes de empleo” (jobgivers).

En Luxemburgo, el “pacto social” nunca se limitó a los “agentes sociales”. Además, el Estado burgués estableció las condiciones básicas para la instituciona-lización de la vía del “diálogo social”. Ésta fue la condición necesaria y la razón

del exitoso establecimiento del “pacto social”. Las condiciones legales se desarrollaron de tal manera que el sindicato comu-nista, que actuó sobre la base de la lucha de clases entre 1945 y 1965, fue permanentemente discriminado, dejado de lado y

excluido de las negociaciones salariales. Al mismo tiempo, el capital y el gobierno hicieron cuanto hizo falta para apoyar y fortalecer a los movimientos sindicales socialdemócrata y cristiano, que seguían la línea del “pacto social”, y para incre-mentar su influencia entre la clase obrera de nuestro país. Pero, dada la existencia de países socialistas y de la competencia internacional entre los dos sistemas sociales, el capital se vio forzado a llegar a acuerdos y a realizar concesiones de tipo social, que también fueron posibles debido al hecho de que, durante los 30 años de crecimiento económico tras la II Guerra Mundial, existía la base financiera para llevar a cabo tal política.

El “pacto social” alcanzó un nuevo nivel de desarrollo cuando, en 1975, la cri-sis capitalista de la industria siderúrgica alcanzó Luxemburgo. Se creó un nuevo órgano de “pacto social”, denominado “Tripartito”, que incluía al gobierno, a las asociaciones de empresarios y, finalmente, a los representantes de los tres sindicatos mayoritarios. El Parlamento incluso aprobó una “Ley del Tripartito”, que establecía que este órgano tenía que decidir sobre todas las medidas necesarias para lograr “estimular el crecimiento económico y preservar el pleno empleo”.

El comité coordinador del “Tripartito” discutió y decidió a puerta cerrada medi-das para solucionar las consecuencias de la crisis, mientras una gran mayoría de los sindicalistas y los órganos electos de los sindicatos eran excluidos de la toma de decisiones. Al mismo tiempo, el Parlamento fue privado de su derecho de control y fue degradado a la tarea de simple ejecutor de las decisiones de una institución que no estaba prevista en la Constitución del país.

Fue tarea del “Tripartito” gestionar las consecuencias de la crisis estructural de la industria siderúrgica y garantizar la expansión mundial y las ganancias del complejo siderúrgico “ARBED” (hoy ArcelorMittal), que dominaba toda la economía de Luxemburgo. El “Tripartito” tuvo que paralizar la gran resistencia obrera y garanti-zar la estabilidad del sistema existente.

En casi 10 años, en el período entre 1975 y 1985, se destruyeron 15.000 de los 27.000 puestos de trabajo de la industria siderúrgica. Los trabajadores fueron obligados a aceptar la prejubilación o pensiones de invalidez, y muchos de ellos se organizaron en una “división anti-crisis”, que fue subvencionada por el Estado con fondos públicos y se desplegaba para tareas de emergencia pública. Al mismo tiempo, los trabajadores de la siderurgia fueron obligados a aceptar reducciones salariales y, muy “oportunamente”, se suspendió la vinculación de los salarios a las subidas de los precios.

El éxito de esta estrategia fue, en gran medida, uno de los “méritos” de las direc-ciones sindicales. Siguieron la táctica de presentar todo cierre de factorías, toda nueva etapa de recortes de empleo, como una “victoria” y de declarar públicamente que, en el “Tripartito”, ellos habían evitado medidas incluso peores, que habían “salvado” miles de puestos de trabajo y evitado despidos masivos.

Al evaluar estos acontecimientos, no se excluye que todo esto fuera un mon-taje. La patronal siderúrgica anunció más despidos de los que realmente estaban previstos, y los representantes sindicales en el “Tripartito” pudieron salvar la cara al declarar que el número de despidos real había sido menor que el inicialmente declarado. Otro aspecto del éxito fue que el Estado se hizo con el 30% de las accio-nes, y así bombeó dinero fresco al negocio siderúrgico sin interferir en las decisiones estratégicas de los empresarios del sector.

El Partido Comunista de Luxemburgo (KPL) llevó a cabo intentos de movilizar a los trabajadores de la industria siderúrgica contra la destrucción de puestos de trabajo, pero no tuvo éxito. La razón principal del fracaso fue la negativa del sindi-

el capital y el gobierno hicieron cuanto hizo falta para apoyar y fortalecer a los

movimientos sindicales socialdemócrata y cristiano, que seguían la línea del “pacto social”, y para incrementar su influencia

entre la clase obrera de nuestro país

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cato OGBL, dirigido por los socialdemócratas, a las propuestas de los comunistas. Entre junio y septiembre de 1981, militantes comunistas recogieron 12.000 firmas de trabajadores siderúrgicos pidiendo la nacionalización de la industria siderúrgica y obtuvieron la aceptación del Sindicato Siderúrgico de la OGBL, la mayor central sindical del país. Pero la dirección de la OGBL se opuso categóricamente a toda nacionalización, no tomó en cuenta la decisión del Sindicato Siderúrgico y conti-nuó su política de “pacto social” con la patronal siderúrgica.

La actividad del sindicato en el sector siderúrgico condujo a consecuencias con-tradictorias. En particular porque, a partir de la iniciativa de los representantes comunistas en los comités de empresa, se pudieron lograr garantías salariales para los trabajadores que tenían que trabajar por menores salarios en otros centros de trabajo o en la “división anti-crisis”. Esto fue, por supuesto, un buen resultado, pero, por otra parte, condujo a que la mayoría de los trabajadores no se resistiera a la destrucción de puestos de trabajo en el sector. Muchos trabajadores mantuvieron la opinión de que el problema se solucionaba tan pronto como se solucionase su situación personal.

En ese mismo momento, al contrario de lo que ocurrió en la industria siderúr-gica del sur de Luxemburgo, se destruyeron casi todos los puestos de trabajo del sector en la vecina región francesa de Lorena, a pesar de la lucha sindical y obrera. Esto ayudó a la política de los defensores del “pacto social” en Luxemburgo, dado que fueron capaces de fabricar la “prueba” de que “las conversaciones del Tripartito” con los capitalistas y el gobierno serían más provechosas para los trabajadores que la lucha de clases y la confrontación con el capital.

Desde los sindicatos y los medios de comunicación se les presentaba todos los días a los trabajadores la ideología del “pacto social”, lo que finalmente condujo a la rápida destrucción de la conciencia de clase, que había sido forjada entre sectores del proletariado siderúrgico en los años sesenta. Consecuentemente, se desvaneció la disposición de los trabajadores para luchar activa y conjuntamente contra el des-mantelamiento de la industria siderúrgica.

Como consecuencia de la derrota en la siderurgia, muchos trabajadores del sec-tor se alejaron de los comunistas, y el Partido Comunista perdió su influencia en las fábricas y luego también se debilitó en los parlamentos nacional y comunales –con resultados negativos después de este acontecimiento. Es más, el KPL no reconoció a tiempo la necesidad de incrementar su influencia entre los trabajadores de los

servicios públicos, en los comerciantes y en las instituciones financieras, quienes normalmente no tenían conciencia de clase -y más tarde el partido no tuvo sufi-ciente fuerza como para tomar iniciativas en esa dirección.

Después de que la Unión Soviética, con Gorbachov a la cabeza, declarase unila-teralmente el fin de la “guerra fría” y se rindiese ante el capitalismo, en Luxemburgo inicialmente no hubo cambios en las relaciones entre el capital y la clase obrera. Los dirigentes sindicales socialdemócratas, quienes en parte se hallaban bajo fuerte influencia anticomunista, se consideraron parte de los “triunfadores de la historia”.

Pero tras los cambios del sistema en 1989-1990, el capital no vio necesidad alguna de respetar un sistema social alternativo y comenzó, sistemáticamente, a cuestionar y retirar las anteriores concesiones sociales.

No sólo los salarios y las conquistas sociales se vieron atacados por el capital, sino también las mejoras legales por las que la clase obrera había estado luchando en las décadas anteriores. La Ley sobre Jornada de Trabajo se empeoró en detri-mento de los trabajadores, las con-diciones de trabajo se flexibilizaron a favor del capital, principalmente por medio de la introducción del trabajo subcontratado y el empleo temporal, y los salarios mínimos, tal como estaban definidos por la ley, se redujeron. En paralelo a esto, los impuestos sobre el capital y los costes no salariales del trabajo se redujeron más y la redistribución de los medios públicos a favor del capital creció. Sin embargo, los sindicatos siguieron manteniendo firme la política del “pacto social”.

En 2006, el gobierno atendió a las exigencias del capital y decidió frenar siste-máticamente el ajuste de los salarios a la inflación, de modo que, en 2009, todo asalariado perdió más o menos la mitad de un salario mensual. Los sindicatos del “Tripartito” dieron su visto bueno a esta medida, y, tras ello, el “pacto social” sufrió su primera grieta. Casi un tercio de los miembros del Comité Ejecutivo Nacional del mayor sindicato del sector privado rechazó ratificar la decisión del “Tripartito”. Esto no tuvo consecuencias políticas directas, pero fue un signo de que la política de redistribución a favor del capital, que había sido consentida repetidamente por los dirigentes sindicales en el “Tripartito”, era rechazada por cada vez más trabajadores.

el gobierno atendió a las exigencias del capital y decidió frenar

sistemáticamente el ajuste de los salarios a la inflación, de modo que,

en 2009, todo asalariado perdió más o menos la mitad de un salario mensual

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Con la crisis financiera y económica del capitalismo, las contradicciones se han intensificado. El gobierno rescató a dos de los grandes bancos de Luxemburgo antes de la quiebra y así continuó la redistribución a favor del capital. Esto condujo al crecimiento del descontento entre los asalariados.

Este descontento se expresó ampliamente en la manifestación sindical del 16 de mayo de 2009 bajo el eslogan “¡No queremos pagar por vuestra crisis!”. No obstante, esto no impidió que las direcciones de los grandes sindicatos siguieran junto al gobierno y el capital en el marco del “Tripartito”, en lugar de movilizar a los trabajadores del sector privado y de los servicios públicos y orientarlos hacia una huelga general que evitase más austeridad y recortes sociales.

Pero esta vez, a diferencia de anteriores negociaciones del “Tripartito”, no fue posible alcanzar un acuerdo. Bajo el pretexto de mejorar la competitividad de las empresas, el déficit presupuestario y el aumento de la deuda pública, el gobierno anunció, para el 1 de enero de 2011, masivas subidas de impuestos y recortes socia-les, entre ellos el incremento de los costes que el pueblo tiene que pagar por trata-mientos médicos y medicinas. También se tomó en consideración una reducción de los salarios iniciales en el sector público.

Adicionalmente, el capital instó al gobierno a suspender o, al menos, a restringir el mecanismo que ajusta los salarios al incremento de precios (el Index). Los parti-dos gobernantes, el Partido Popular Social Cristiano (CSV) y el Partido Socialista Obrero Luxemburgués (LSAP), en principio acordaron tal restricción pero, como resultado de la presión de los sindicatos socialdemócratas, el LSAP se vio forzado a retirarle su apoyo.

Aún así, el gobierno y las direcciones sindicales llegaron a un “compromiso” y, el 29 de septiembre de 2010, firmaron un acuerdo de manipulación del Index. Se abandonó el recorte del 50% en la ayuda por kilometraje que estaba previsto en el programa de austeridad del gobierno, pero, “a cambio”, se acordó frenar el ajuste de los salarios a la inflación. Independientemente de la fecha de su vencimiento, la subida salarial vinculada a la inflación se pagaría el 1 de octubre de 2011, es decir, una semana antes de la celebración de las elecciones municipales en Luxemburgo.

Debido al crecimiento real de la inflación, el ajuste debía haberse pagado el 1 de mayo anterior. Esto significa que todo asalariado perdió cada mes, entre mayo y octubre de 2011, el 2,5% de su salario, reduciéndose así su salario en el período en un 12,5%. Esto, unido a las subidas de impuestos, dio como resultado un recorte en el poder adquisitivo del pueblo.

A esto hay que sumarle que el gobierno volvió a sucumbir ante la presión del capital y la UE y anunció una “reforma” del sistema público de pensiones, a rea-lizarse en 2013, la cual dará lugar, indirectamente, a una prolongación de la vida laboral. Quien en el futuro quiera o pueda trabajar 40 años, tendrá que aceptar un recorte del 15% de su pensión en comparación con el sistema de pensiones actual. Si alguien quisiera recibir la misma pensión que el sistema de pensiones garantiza hoy, tendrá que trabajar cuatro años más. Los sindicatos anunciaron su oposición a un empeoramiento del sistema público de pensiones existente y el gobierno acordó discutir con los “agentes sociales” tras las elecciones municipales del 9 de octubre de 2011.

Hoy en día, el “pacto social” se enfrenta a un serio desafío. El gran capital indus-trial y financiero está tratando de hacerse con una parte mayor de los beneficios de la productividad, y exige una redistri-bución acelerada de las finanzas públicas a su favor. El resultado será un mayor endeudamiento del Estado burgués y una mayor carga sobre los asalariados, por lo que, cuando éstos lleguen al límite, una gran parte de ellos se dará cuenta de que no hay otra opción más que la lucha de clases. Por otro lado, los trabajadores han perdido las experiencias de lucha de clases durante las décadas de “pacto social”, así que será indispensable un difícil proceso de aprendizaje.

Como resultado de lo ocurrido durante la crisis, la ideología del “pacto social” y de la “solidaridad nacional” se ha agrietado, pero aún está profundamente asen-tada en las conciencias no sólo de los dirigentes sindicales, sino también de la gran mayoría de sindicalistas y trabajadores. Esto tiene que ver con el hecho de que no ven una alternativa al capitalismo actual, sino que más bien desean volver a la denominada “economía social de mercado”, donde piensan que el “pacto social” ha estado funcionando casi sin problemas y les ha traído mejoras sociales. No se dan cuenta de que esa puerta ya se ha cerrado, ya que no hay otro sistema alternativo al sistema social del capitalismo. En realidad, fue la existencia del sistema socialista lo que forzó al capital a llegar a acuerdos con la clase obrera.

Bajo estas condiciones, la actividad sindical de los comunistas en Luxemburgo es bastante difícil, dado que están organizados principalmente en el sindicato socialde-mócrata que está orientado hacia el “pacto social”.

los trabajadores han perdido las experiencias de lucha de clases durante las décadas de “pacto

social”, así que será indispensable un difícil proceso de aprendizaje

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Pero, ante la actual destrucción de la industria siderúrgica, se ven los primeros signos de resistencia. Junto con sus compañeros de Bélgica, Alemania y Francia, los obreros siderúrgicos organizaron una huelga de 24 horas el 7 de diciembre de 2011, la que fue la primera huelga en Luxemburgo desde 1982.

Junto con el Partido del Trabajo de Bélgica (PTB), el KPL publicó una declara-ción sobre los recientes acontecimientos en la industria siderúrgica, y celebró una rueda de prensa un día antes de la huelga, donde el KPL y el PTB reiteraron su posición de que la expropiación del millonario indio Lakshmi Mittal y la nacio-nalización de las fábricas siderúrgicas son la única solución posible para evitar la completa destrucción de la industria y salvar los puestos de trabajo en ambos países.

Se necesita una gran paciencia revolucionaria para incrementar la conciencia de los sindicalistas y también de los trabajadores que no tienen afiliación sindical. La clase obrera de Luxemburgo está formada cada vez más por trabajadores de diversas nacionalidades, trabajadores transfronterizos e inmigrantes, que hablan diversas lenguas y tienen diferentes herencias culturales. Los trabajadores de origen luxemburgués son minoría.

Más importante aún es la educación marxista de los militantes comunistas, de modo que sean capaces de explicar a sus compañeros en las empresas y en los sindi-catos, con apoyo de ejemplos concretos de sus empresas, cómo funciona la explo-

tación, cuáles son los bolsillos que se benefician de las mejoras de produc-tividad, por qué motivos siguen pen-sando y actuando en el “pacto social” y renuncian a la lucha de clases para evitar los ataques que vienen desde

arriba, que es posible obtener conquistas sindicales concretas y por qué el capita-lismo no es capaz de solucionar los problemas que afrontan los trabajadores.

Este trabajo ideológico es la condición previa para el desarrollo de la conciencia de clase, dado que sólo por medio de la lucha de clases será posible evitar que todos los logros anteriores sean destruidos uno por uno y que los asalariados, que están empujados a una posición defensiva por el pensamiento del “pacto social”, vuelvan a ser los perdedores en el conflicto con el capital.

el “pacto social” debilita a los trabajadores y les subordina a los

intereses económicos del capital y los mecanismos sociales de explotación

El principal enemigo de los asalariados sigue siendo el gran capital industrial y financiero. Su poder económico y político sólo puede romperse cuando gran parte de la clase obrera y del movimiento sindical se dé cuenta de que el “pacto social” debilita a los trabajadores y les subordina a los intereses económicos del capital y los meca-nismos sociales de explotación. Los trabajadores deben aprender que el “pacto social” está limitando la posibilidad de hacer, en su propio interés, cambios fundamentales en la actual situación de la propiedad y crear así las condiciones necesarias para los cambios económicos, sociales y políticos en beneficio de los trabajadores.

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Acerca de los llamados sujetos emergentes

VIGENCIA DEL CARÁCTER REVOLUCIONARIO DE LA CLASE OBRERA Y SU PARTIDO DE VANGUARDIA

Diego TorresMiembro del Buro Político del Partido Comunista de

México y Secretario de Relaciones Internacionales

El papel de la clase obrera

Desde su gestación, el socialismo científico se distinguió de otras teorías al identificar en el seno de la sociedad actual una fuerza social llamada a sepultar al capitalismo y erigir la nueva sociedad. Esta fuerza social era la clase obrera. Desde las primeras obras del marxismo, ya desde los primeros escritos (entre ellos La situación de la clase obrera en Inglaterra, El Manifiesto del Partido Comunista o Principios del comunismo), “lo principal en la doctrina de Marx y Engels es el esclarecimiento del papel histórico del proletariado como creador de la sociedad socialista”1.

Marx y Engels fundaban estas afirmaciones en un profundo análisis de la economía capitalista. ¿Qué condiciones, características y cualidades son las que reúne la clase obrera para estar llamada a cumplir este papel?

En primer lugar, que es la clase más explotada de la sociedad capitalista. Sus condiciones de vida están determinadas por el hecho de que su existencia, sus

1 V.I. Lenin, Obras, Ed. Progreso, t. XVIII, pág. 544

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dichas y penas, vida y muerte dependen exclusivamente de la venta de su capaci-dad de trabajo a los capitalistas y las condiciones en que esta venta se da debido a las fluctuaciones del mercado. Estas condiciones de vida, este interés vital, la empujan constantemente a batirse a muerte con la clase de los capitalistas, vuelve al proletariado en el más consecuente y firme adversario del sistema capitalista.

Esto no se trata de una observación puramente empírica: se basa en el descu-brimiento de la teoría de la plusvalía, que conserva plena vigencia. El actual esta-llido de la crisis económica capitalista de sobreproducción y sobreacumulación ha venido a destruir los últimos delirios de quienes pensaban que en la economía la esfera de la circulación se podría desenvolver con independencia de la esfera de la producción y las leyes que rigen a ésta.

En segundo lugar, que la clase obrera se halla vinculada al desarrollo de las fuerzas productivas. En tanto obreros, no tienen vínculos con el pasado de la producción, con los remanentes de pasados regímenes de producción, sino con el desarrollo y el futuro de la producción.

Esto significa, a contracorriente de muchas afirmaciones, que el desarrollo de la base material del capitalismo, la gran industria, no amenaza la existencia del proletariado como clase, no quebranta sus posiciones en la sociedad, sino que impulsa el crecimiento numérico de los obreros y acrecienta su papel en la vida social.

Es metodológicamente infundado tomar un periodo de tiempo cortísimo para hacer afirmaciones sobre la desaparición del proletariado. La ley de la proletarización de la población muestra su impresionante alcance al analizar el capitalismo en su conjunto. Por ejemplo, a mediados del siglo XIX, en Estados Unidos, la clase obrera -los obreros y sus familias- constituía menos del 6% de la población; en Alemania, no alcanzaba el 3%. A mediados del siglo XX, esta cifra había crecido hasta alcanzar el 50% en ambos casos. Hoy en día, de acuerdo a datos de la OIT, a escala global, la clase de los trabajadores desposeídos de medios y que venden su fuerza de trabajo a cambio de un salario ha oscilado, desde los años 80, en torno al 65%.

Significa también que los intereses y aspiraciones de la clase obrera coinciden con la orientación general del desarrollo de las fuerzas productivas. El nivel de desarrollo alcanzado por las fuerzas productivas requiere de la supresión de la propiedad privada sobre los medios de producción. De hecho, esto se anuncia ya en la relativa supresión de la propiedad individual sobre los medios concentrados y centralizados en los marcos mismos del capitalismo desde que surgen la socie-

dad anónima y los monopolios2. La clase obrera, al carecer de propiedad privada sobre los medios de producción, no la puede tener en gran aprecio. Inclusive, la propiedad privada sobre los medios de producción es la base para la explotación del obrero por el capitalista; por ello, su supresión y sustitución por la propiedad social es el único camino que la clase obrera tiene para emanciparse.

No escapaba a los maestros del socialismo científico que, además de esto, la clase obrera cuenta con cualidades, derivadas de su posición en la producción, que se cifraban indispensables para una labor revolucionaria.

Por ejemplo, hemos hablado ya de su constante crecimiento numérico. “El movimiento proletario –decían Marx y Engels en el Manifiesto del Partido Comunista- es el movimiento independiente de la inmensa mayoría en interés de la inmensa mayoría”.

Pero no se trata solo del aspecto cuantitativo. Además, la propia burguesía, al concentrar los medios de producción, reúne a miles de obreros bajo el techo de sus fábricas, situadas de ordinario en polos de concentración de capital, es decir, en las grandes urbes. Así, el proletariado supera la dispersión y el aislamiento. Conforme se superan los problemas del orden subjetivo y se eleva la conciencia de clase, los obreros pueden unirse y organizarse mejor que cualquier otra clase.

Esta concentración de la clase obrera es independiente de ciertos desarrollos temporales. Puede haber periodos de tiempo y países en los cuales una sección de los capitalistas opte por descentralizar o seccionar el proceso productivo. Esto obedece generalmente a condiciones bajo las cuales puede resultar conveniente captar nueva plusvalía por esa vía, o bien, para dispersar temporalmente a la clase obrera y dificultar su organización cuando estima el sacrificio necesario. Sin embargo, esta opción se revierte después de un tiempo: el proceso general demuestra que la tendencia del capital es a la concentración. Esto lo atestigua el crecimiento ininterrumpido de los monopolios, el hecho de que cada vez un mayor porcentaje de la clase obrera trabaja directamente para los mismos, y su reflejo en el crecimiento ininterrumpido de las concentraciones urbanas.

Además, la clase obrera es la que más se presta, por sus condiciones mismas, a la organización. El trabajo en las grandes empresas habitúa al obrero al espíritu de colectivismo, a una severa disciplina, a las acciones conjuntas y a la solida-ridad. Por ejemplo, Engels habla de esta severísima disciplina, con el adjetivo de militar, en La situación de la clase obrera en Inglaterra; Lenin resalta, en sus Cuadernos sobre el imperialismo, cómo los capitalistas acostumbran a la clase

2 K. Marx, El Capital, Tomo 3, Sección 5ª, Capítulo 27, Fondo de Cultura Económica.

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obrera a una extraordinaria precisión en cada movimiento. ¡Y todo esto era antes de la vigilancia y control que permiten las nuevas tecnologías de la información y las telecomunicaciones!

Entre todas las clases oprimidas, la clase obrera es la más capaz de desarrollar su conciencia y de aceptar una ideología científica. El avance de la industria ha requerido de trabajadores más instruidos. El manejo de las valiosas y complejas máquinas en que hoy se sustenta la producción requieren de un alto grado de preparación científica y un nivel cultural mucho más elevado que anteriores estadios de las formaciones económicas.

En suma, son todas estas condiciones históricas y económicas las que vuelven a la clase obrera la clase más combativa y revolucionaria de la sociedad. Condi-ciones históricas y económicas que mantienen plena vigencia hasta nuestros días.

Teorías que cuestionan el papel de la clase obrera

Vladimir Ilich Lenin escribió, en 1913, que “lo principal de la doctrina de Marx es el haber puesto en claro el papel histórico universal del proletariado como creador de la sociedad socialista3”. No es extraño que muchas teorías anti-comunistas, independientemente de que se arropen en aspectos parciales del marxismo, apunten su crítica justo frente a esta cuestión.

El marxismo-leninismo, como teoría científica de la clase obrera, tiene sus tres fuentes y sus tres partes; reivindicar sólo una de ellas es incompleto. Así, por ejemplo, hay quienes dicen que es vigente la crítica del capital, pero niegan el papel de la clase obrera, de la revolución, de la dictadura del proletariado. En general, desde hace ya más de un siglo, el revisionismo intenta diseccionarlo, pero, sobre todo, están enfocados en negar la importante cuestión de la acción política, de la práctica transformadora, reducirlo a una “teoría crítica” bajo el fundamento de que la clase obrera, el proletariado, perdió fuerza, que no se manifestó como una fuerza revolucionaria, que se integró al sistema.

En los años 60, 70 y 80 del siglo XX, H. Marcuse, A. Gorz y otros aludieron al envejecimiento del marxismo y cantaron un “adiós al proletariado”. Como sociólogos de ideología burguesa y pequeñoburguesa, agrupaban sus argumentos contraponiéndolos, contrastándolos con las tendencias del momento; es decir, no abordaban sus estudios con la concepción materialista de la historia, sino con base en aspectos parciales de la realidad.

3 Lenin, Vladimir Ilich; Vicisitudes históricas de la doctrina de Carlos Marx; en Obras Escogidas en 12 Tomos, Tomo V; Editorial progreso, Moscú, 1976

Un primer apartado de sus argumentos consistía en que la clase obrera de los países más desarrollados del capitalismo, de los centros imperialistas, alcanzaba buenos niveles de vida y que, en consecuencia, su conciencia se volvía conser-vadora, defensora del status quo y sin interés en las revoluciones, y que su rol de vanguardia pasaba a ser ocupado por los estudiantes, por los movimientos de liberación afroasiático.

Es conveniente decir que, al finalizar la II Guerra Mundial, el papel de la URSS y de los comunistas -la construcción del campo socialista y las posibi-lidades de avanzar en esa dirección en Francia e Italia- forzó al capitalismo a la medida temporal del Estado del Bienestar con el propósito de frenar el ascenso de luchas de la clase obrera y sus partidos comunistas. No negamos que en los paí-ses que se encuentran en la cúspide de la pirámide imperialista, mas también de los países intermedios, como resultado de los excedentes de la explotación del proletariado internacional, se refuerza la llamada aristocracia obrera, a la que combatimos. Sin embargo, es un tema de una naturaleza muy distinta el caracterizar al conjunto de la clase obrera como aggiornada al sistema que se basa en su explotación.

Tales posiciones demostraron su carácter temporal, en primer lugar, porque el Estado de bienestar, en la restructuración capitalista, dio paso a la destrucción de las conquistas de la clase obrera y, en todos los países, sin excepción alguna, nuevamente el epicentro del combate anticapitalista y antiimperialista es la lucha de la clase obrera.

Otro aspecto fue enfrentar los intereses de los trabajadores, con las teorías de su división en cuellos blancos, azules y grises; es decir, la cuestión de las categorías en el mundo del trabajo, las especialidades o lo que llamamos la división del trabajo. El papel en la producción, e, inclusive, las diferencias salariales en el capitalismo no ponen en cuestión el rol de la clase obrera como productora de plusvalía. Lo que es verdad es que el papel del partido comunista, el agente exterior que introduce la con-ciencia en la clase, acrecienta su responsabilidad en el frente ideológico para mostrar al trabajador, independientemente del lugar que ocupe en el proceso productivo, sus responsabilidades frente a la dominación y extracción de plusvalía por la clase de los burgueses.

las diferencias salariales en el capitalismo no ponen en

cuestión el rol de la clase obrera como productora de plusvalía

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Cambios en el mundo del trabajo

En la misma secuencia, y basados en la revolución científico-técnica, los ideólogos burgueses y pequeñoburgueses valoran la automatización y robotiza-ción del proceso productivo como la disminución numérica de la clase obrera e, inclusive, el “fin del trabajo; Es sobre todo en el marco que sigue a la contrarre-volución en la URSS y el campo socialista que directamente de los centros ideo-lógicos del capital se levanta esta teoría, a través de portavoces como J. Rifkin, aludiendo, por ejemplo, que el sector de los servicios no forma parte de la clase obrera y llevando al extremo utópico de la automatización plena de la produc-ción y la extinción del proletariado. Sin embargo, como está demostrado en El Capital, las máquinas no producen valor adicional; sólo el trabajo no pagado a la clase obrera genera la plusvalía, que es en lo que se sustentan los burgueses para la existencia del capitalismo. Es importante precisar que tal posición fue difundida al mismo tiempo que los ataques a la necesidad del partido.

Se ha argumentado, para este mismo cuestionamiento, los cambios obser-vados en el mundo del trabajo. Estos cambios incluyen (pero no se limitan) la llamada tercerización, el outsourcing (subcontratas), el offshoring (subcontratas internacionales), el retorno al trabajo a destajo, etc. Cada cambio en la organiza-ción del mundo del trabajo, cada tendencia nueva, despertó siempre argumen-tos de tal índole, (ya el fordismo, taylorismo, toyotismo, just in time, la maquila, por citar algunos, trajeron tras de sí no sólo el reforzamiento de la centralidad de la clase obrera en el proceso productivo, sino el ataque ideológico por parte del pensamiento burgués).

Muchas de estas observaciones son unilaterales. Por ejemplo, la deslocaliza-ción efectivamente parece dejar en un estado de desierto social a ciertas regiones; mas esto tiene su contrario en una mayor concentración, un mayor desarrollo industrial en otra región, más atractiva para el capital, lo cual está en arreglo a la ley cardinal de la máxima ganancia. Para un observador local, la industria desaparece; mas, al observar el panorama global, sucede todo lo contrario: hay un incremento en el número de personas laborando por un salario en alguna actividad relacionada con la industria. Si bien bajo nuevas modalidades.

En cuanto a la tercerización y disminución relativa de la clase obrera industrial con relación a otros sectores y capas de los trabajadores en general, convendría,

en primer lugar, revisar las estadísticas. La estadística burguesa categoriza no ajustándose a criterios científicos, clasistas, mixtifica las cosas. Lo que más salta a la vista es la insistencia con la cual las oficinas estadísticas burguesas incluyen, por ejemplo, al sector de las telecomunicaciones, el transporte, el trabajo en los almacenes y la energía, en los servicios.

En segundo lugar, en cuanto a los servicios, conviene recordar la figura del obrero colectivo conceptuada por Marx en El Capital. Desde el advenimiento de la manufactura, basta con participar en una fracción del trabajo requerido para la creación de las mercancías para tomar parte del proceso productivo. Muchos de los trabajos incluidos en los servicios son proveídos a industrias bajo la figura de la subcontratación, caso, por ejemplo, de la limpieza, reparaciones, comedores industriales, etc. No pueden incluirse sin más bajo el rubro de “servi-cios”, sumándolos artificialmente al trabajo realizado en el comercio, el trabajo improductivo, etc.

Recordando las estadísticas ya citadas de la OIT, no parece que el creci-miento del sector de los servicios sea a costa de la clase obrera industrial. El crecimiento de este sector en general obedece a la continuación de la destruc-ción de las clases ligadas al campo, a la destrucción de los pequeños propietarios y las capas medias. Esto no supone una disminución de la clase obrera por ser menor en comparación a estos trabajadores, supone una proletarización y un acercamiento de éstos a la clase obrera, una mayor capacidad de influencia y movilización, por lo tanto.

Estos y otros cambios en el mundo del trabajo no alteran el papel desempe-ñado por la clase obrera. Sí suponen, sin embargo, problemas y retos especiales para la organización sindical, para el trabajo del partido, etc.

La cuestión de fondo es que mientras exista el capital éste no puede destruir la fuerza social de la cual depende para multiplicarse. No se puede generar ni captar plusvalía sin el trabajo productivo, sin la clase obrera. Una cosa es hacer la correcta afirmación de que la burguesía desarrolla las fuerzas productivas para producir más con menos obreros y otra hablar de su desaparición o de la pérdida del papel que juega en la lucha de clases.

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Los llamados “sujetos emergentes”

Aunque es importante confrontar las teorías burguesas y pequeñoburguesas, no debemos pasar por alto ciertas teorías que surgieron en el marco de la contra-rrevolución, que tuvieron su auge en la década de los 90, que fueron el sustento del altermundismo y expresión en el Foro Social Mundial.

Se trata de posiciones empujadas, en Europa, por grupos asociados a la socialdemocracia y, en Latinoamérica, a una izquierda postsocialista. Desde una supuesta visión de izquierda, se busca salida a la crisis ideológica de las fuerzas revolucionarias, con los siguientes planteamientos: asumiendo las tesis de la bur-guesía sobre la sustitución de la clase obrera como sujeto histórico, reivindican a los llamados sujetos emergentes: indígenas, mujeres, ambientalistas, minorías sexuales. Evidentemente, para ajustarse a tales nociones, el partido político de la clase obrera, la organización de vanguardia, ya no es necesario y su lugar –según ellos- es ocupado por los movimientos sociales, por la horizontalidad, por las ONG. En su lógica ya la lucha por el derrocamiento del capitalismo, por el poder, no sólo no es necesaria, sino, además, es condenable. En común con otras teorías abiertamente burguesas tienen dos elementos: la negación del papel de la clase obrera y el ataque al partido clasista, el partido comunista, y a otros instrumentos de lucha, como los sindicatos y otras formas asociativas clasistas.

Es necesario detenerse en una idea que refuerza el eclecticismo ideológico y permite que aniden las posiciones anti-clase obrera. Levantada por intelectuales “creativos” que, diciéndose marxistas, acusan al marxismo de eurocentrista y ponen el acento en las llamadas especificidades, por encima de las generalidades.

Ellos señalan que la clase obrera vista como fuerza creciente por Marx es algo específico de la Inglaterra de fines del siglo XIX y no aplicable a América Latina, menos en el siglo XXI. Sobredimensionan la pobreza como factor de creación de las condiciones subjetivas, el pobrismo es su bandera.

Convocan a una mixtura del marxismo con otras ideas políticas y descalifican al partido clasista como un instrumento obsoleto. En el fondo se encuentra la visión en que a la generalidad la subordinan a la particularidad, a la especifici-dad, a la “originalidad; es el caso del acento que se pone en la “especificidad latinoamericana”, que da lugar a una serie de propuestas utópicas, místicas, que hacen -por citar un caso- de la cuestión indígena y la lucha por los recursos natu-rales un asunto de “pensamiento mágico”, de conexión con fuerzas ancestrales.

Movimientos sociales, sus derivaciones y límites La pequeña burguesía toma el mando

Estas teorías que revisan el papel de la clase obrera cobraron gran auge con el triunfo de la contrarrevolución en la Unión Soviética y el campo socialista. La contrarrevolución, la pérdida del poder estatal por parte de la clase obrera, forzó a un repliegue general de la clase obrera en todo el mundo y, en muchos casos, a la desorganización temporal o liquidación completa de sus organizaciones de vanguardia.

No temiendo a la revolución socialista como algo inminente, la gran burgue-sía no estaba ya interesada en promover económicamente el fortalecimiento y expansión de la pequeña burguesía y otras capas medias para inhibir mediante la composición clasista un estallido revolucionario. Todo lo contrario, los mono-polios pasaron a ocupar con fuerza los nuevos mercados abiertos por estas capas, sobre todo el mercado de la tecnología informática, de la venta por autoservicio, ciertos sectores de la producción agrícola, de la preparación de alimentos, etc. Naturalmente, la pequeña burguesía se sintió amenazada, se radicalizó política-mente y movilizó. Aunque desde el punto de vista social inició un proceso de proletarización, ideológicamente mantuvo sus anteriores posiciones.

Lo único que podía resultar de la mayor movilización de las capas medias y la convergencia de este proceso con la desorganización general de la clase obrera era el fortalecimiento de las posiciones pequeñoburguesas y la hegemonía de éstas en la dirección de los movimientos sociales y populares en el periodo inmediato después de la contrarrevolución.

Al abandonar las posiciones científicas, la crítica y el ataque contra el capi-talismo se abordan como una cuestión voluntarista. Se propone, por ejemplo, transformarlo mediante cambios en la esfera del consumo o en la esfera de la circulación. Se abandona la concepción científica de la lucha de clases por una supuesta lucha contra la globalización, etc.

La pequeña burguesía, al frente del movimiento popular, no tiene objetivos revolucionarios; ella no ve en la situación económica, que actúa como resorte de su movilización, posibilidades revolucionarias: más bien aboga por retroceder la rueda de la historia a un estado de cosas anterior.

Verdaderas masas descontentas fueron convocadas por estas direcciones, que, sin embargo, no lograban ligar el aspecto económico y social con el aspecto político, con la cuestión de la toma del poder.

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La pequeña burguesía es una capa de la población cuya fortuna, vida y muerte, depende, en muchos casos, de sus esfuerzos individuales, de un pequeño aspecto del mundo que no les lleva a considerar la realidad social como una totalidad. En el plano organizativo, se trata no de conformar potentes organizaciones que puedan derrocar a su enemigo, sino de un movimiento con lazos informales y débiles entre sus miembros. Las organizaciones grandes son “monstruos” que “ahogan la personalidad”. En el plano discursivo, no se rigen por orientaciones basadas en las leyes del movimiento de la formación económico-social capita-lista, sino en modas como el altermundismo, la globalifobia, el postcapitalismo, “los indignados”, etc.

A esto hay que agregar una sobrevaloración de los aspectos técnicos en los problemas políticos. La tesis de la revolución 2.0, por ejemplo, que toma como decisivo la tecnología usada en los medios de comunicación. No importa el núcleo organizativo que emite los mensajes, que decide las consignas, ni la clase en la cual se busca influir, lo que determina el éxito de la acción es el uso en sí de los mensajes de celular, el twitter, el facebook, etc. Se fetichiza al instrumento.

No se realizaba una evaluación del éxito o fracaso de dichas políticas; el movi-miento lo era todo. Plantear cualquier cosa que cuestionara este consenso recibía como respuesta el aislamiento del movimiento general.

No es sorpresa que sean extraordinariamente escasas y de alcances muy redu-cidos las luchas dirigidas por la pequeña burguesía de este periodo.

Además, aún las más serias de las luchas de este periodo no podían triunfar sin el concurso de la fuerza social decisiva, la clase obrera. Por su desinterés o incapacidad para organizar y movilizar a la clase obrera, las luchas más serias de este periodo optaron por intentar desestabilizar violentamente la circulación de mercancías, por impedir la realización del ciclo del capital mediante maniobras convergentes. Atacado por varios frentes, el Estado burgués siempre podía con-tar con arrebatar la iniciativa mientras su ejército industrial, el proletariado, le siguiera produciendo plusvalía. Fue una imagen común ver en cualquier parte del mundo a las policías militarizadas lanzar gases lacrimógenos para dispersar a las masas populares de los centros neurálgicos de las vías de transporte y comu-nicación.

La pequeña burguesía resulta una capa extremadamente vacilante y volátil. Al decepcionarse por una derrota, se retira al campo de la ensoñación o la indiferen-cia. A los periodos de movilización les seguía un reflujo dramático.

Cuando las masas acuden a las llamadas de estos activistas, se ven presas del espontaneísmo. Las masas populares son inmensamente creativas, y esta creativi-dad no es inhibida, sino impulsada al darle orientaciones claras y precisas, lo cual es precisamente lo que esta dirección no hace. Una limitación es presentada en el discurso como una virtud del movimiento: la horizontalidad, etc.

La pequeña burguesía como dirección de las luchas populares del periodo fra-casó, lo cual no significa que no persista, impulsada por el descenso de su nivel de vida, en intentar movilizar a los pueblos bajo sus banderas. Los monopolios pudieron en la absoluta mayoría de los casos realizar sus objetivos. Afortunada-mente, asistimos al reagrupamiento de la clase obrera y de sus partidos, proceso que, sin embargo, hay que cuidar por su posible reversibilidad.

Necesidad del partido revolucionario de la clase obrera, del Partido Comunista

Recapitulando, podríamos señalar que en el frente ideológico las teorías socio-lógicas burguesas sobre el fin de la clase obrera están asociadas a plantear la invia-bilidad del partido clasista, es decir, el partido comunista.

En la lucha de clases, ya en el terreno ideológico, político o económico, el proletariado, para constituirse en clase, requiere de su estado mayor, de su van-guardia, que con la teoría del marxismo-leninismo dirija cada paso, cada acción concreta, en el marco de una estrategia por el derrocamiento del capitalismo y que esté claro en el programa del socialismo-comunismo, lo que es posible única-mente reivindicando y sacando las conclusiones de la experiencia de construcción socialista en el siglo XX.

Las obras de los clásicos del marxismo leninismo muestran que, por su rol en la producción, los obreros son la fuerza revolucionaria capaz de sepultar al capitalismo, a condición de constituirse en clase, es decir, adquirir conciencia. Lenin, en el ¿Qué hacer?, explica las formas de la conciencia y fundamenta, así, el partido de nuevo tipo. 

En nombre de la modernidad, los nuevos reformistas surgidos de las filas del movimiento comunista renuncian parcialmente a características de la teoría leni-nista de organización, y a la esencia del programa comunista, que es la dictadura del proletariado.

Sin el centralismo democrático es imposible el partido de nuevo tipo, y contra él se enfocan las críticas.  

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El sustituto planteado  es el movimiento, sin estructura, amorfo, sin coherencia estratégica, sin disciplina, sin programa, al día, reviviendo la tesis de Bernstein.

El partido comunista es el partido de la clase obrera, el destacamento de van-guardia que en el conflicto socio-clasista señala el camino, que muestra cuándo es necesario pasar a la ofensiva, cuándo a la defensiva, que se adelanta -dotado de la concepción materialista de la historia- a los virajes en la lucha, enarbolando las consignas necesarias a cada situación concreta y sin salir del marco estratégico, que es la ruptura de las relaciones capitalistas, el derrocamiento de la burguesía, la construcción del poder obrero y del socialismo-comunismo. 

El partido comunista es capaz de cumplir sus objetivos a condición de la unidad ideológica, programática y orgánica, luchando por su cohesión interna y depurándose de todo lo que le reste unidad. El partido comunista, vanguardia de la clase obrera, no debe de perder de vista la lucha contra el oportunismo y por preservar, independientemente de las coyunturas, el criterio clasista.

El Partido y la alianza antimonopolio, antiimperialista, anticapitalista

La clase obrera es la única clase revolucionaria hasta el fin. Sin embargo, tam-bién es cierto que el imperialismo arrastra a grandes capas y sectores de la sociedad a la dinámica de la contradicción que surge entre capital y trabajo. “El aumento de los impuestos, la mercantilización de los servicios públicos, el avance de la agresión imperialista, la política de subsumir el campo a los monopolios, la defensa política de la cuota de plusvalía extraordinaria de los monopolios, los tratados interimperialistas y sus consecuencias, las manifestaciones de barbarie capitalista, la acelerada degrada-ción del medio ambiente, la cancelación de conquistas sociales y democráticas, etc., son temas que afectan a otras capas del pueblo.”4

Hemos asentado, desde el principio, que a las otras capas que entran en pugna con los intereses de la gran burguesía les resulta imposible derrocarla sin el con-curso de la clase obrera y que su liderazgo sobre la lucha general debe ser cues-tionado. Igualmente, el proletariado difícilmente podrá triunfar o aún retener el poder si queda aislado del resto de los trabajadores y de las capas populares, si no logra su adhesión o la neutralidad de varias de ellas, si no impide que la burguesía las movilice en su contra. Lo que tratamos de establecer es que objetivamente existe una base para la alianza entre estas capas y la clase obrera. Una alianza antimonopolio, antiimperialista, anticapitalista.

4 Tesis del Partido Comunista de México para el IV Congreso, 2.8 F “El imperialismo, la reestructuración capitalista internacional, la llamada globalización, La crisis del sistema.”

Trabajar sobre dicha base adquiere mayor relevancia en momentos de crisis, cuando las contradicciones se agudizan, los intereses de cada clase son revelados y donde los choques de la lucha de clases permiten una rápida comprensión política.

Sin embargo no es dable la espontaneidad en la formación de una alianza de esta naturaleza, ni se puede producir sin preparación. Se trata de una alianza para quebrar el poder de la clase dominante y para llevar al poder a otra, a la clase obrera. El partido revolucionario de la clase obrera es la única formación política que puede forjar esta alianza al tener tanto la capacidad de analizar en cada momento las dislocaciones y los giros bruscos del conjunto de la lucha de clases como traducir este análisis en orientaciones adecuadas a la clase obrera. Orientaciones que la lleven a demostrar ante el resto de las capas populares la conveniencia y la necesidad de su dirección, que la movilicen a efectivamente intervenir en la lucha del pueblo en general. Sea la forma organizativa que adopte la alianza contra el capitalismo sólo puede llevarse hasta el fin, hasta el derroca-miento, con la existencia de un fuerte Partido Comunista.

Quien quiera ver pronto el funeral del capitalismo debe reconocer que necesita con urgencia reagrupar a los sepultureros, debe saber que luchar por fortalecer al Partido Comunista es la mejor garantía de ver tal día llegar.

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LENINISMO Y REVISIONISMO EN LASCUESTIONES FUNDAMENTALES DE LATEORÍA Y PRÁCTICA DEL SOCIALISMO

Dictadura del proletariado,su forma de organización y entidad económica

V.A.Tiulkin y M.V.PopovPrimer Secretario de Partido Comunista Obrero de Rusia-Partido

Revolucionario de los Comunistas y Presidente del Fondode la Academia Obrera, respectivamente.

Representantes de la revista “La Unión Soviética” del PCOR-PRC

En 2009, el Fondo de la Academia Obrera, que coadyuva a la educación de los obreros de Rusia, editó la colección “Lo principal en el leninismo”, que

concentró en sí las tesis fundamentales que caracterizan las actitudes teóricas leninia-nas sobre el enfoque clasista del estudio de los fenómenos sociales y la dictadura del proletariado1. El conocimiento de su contenido ayuda a comprender la deserción y la renuncia al papel de liderazgo del PCUS. En el XXII Congreso (1961), triunfó la posición revisionista en las cuestiones fundamentales del marxismo-leninismo, y se fijó en el Programa del PCUS, con lo que predeterminó en mucho la descomposi-ción consiguiente del Partido y la destrucción de la URSS. Esto se demuestra en este artículo. Los autores tratan de prestar la mayor atención al hecho de que la mayoría de las elucubraciones, subterfugios y argumentos “modernos” de los oportunistas y renegados de nuestros días, ya habían sido contestados por Lenin en el período de su lucha contra los oportunistas y distorsionadores del marxismo en la época de la Segunda Internacional y el establecimiento del Poder Soviético en Rusia.

1 Lo principal en el leninismo. V.I. Lenin sobre el enfoque clasista en el análisis de los fenómenos sociales /Comp. Doct. en C. Filos. M.V.Popov. – S.Petersburgo: Ed. del Instituto Politécnico, 2009 – 311 p. (en ruso). http://rpw.ru/

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El carácter clasista del Estado

Que todo Estado tiene carácter clasista es el abecé del marxismo; se puede afirmar que Lenin nunca dejó de llamar la atención sobre este asunto.

En el artículo “Una posición pequeñoburguesa ante el problema de la ruina”, V.I. Lenin escribe: “Ante el problema del Estado, distinguir en primer término a qué clase sirve “el Estado”, cuál es la clase cuyos intereses defiende”2. Y, en el libro “El Estado y la revolución”, se subraya que “según Marx, el Estado es un órgano de la dominación de clase”3. En la obra “La catástrofe que nos amenaza y como combatirla”, V.I. Lenin plantea la cuestión: “¿Y qué es el Estado?”, y contesta: “Es la organización de la clase dominante”4. Esta misma idea es explicada por Lenin en el artículo “¿Se sostendrán los bolcheviques en el poder?”: “El Estado, amables señores, es un concepto de clase. El Estado es un órgano o una máquina de violencia de una clase sobre otra”5. En el Informe presentado al II Congreso de los Sindicatos de toda Rusia (20 de enero de 1919), V.I. Lenin subraya, de modo aún más categórico: “No hay ni puede haber más que una alternativa: o dictadura de la burguesía encubierta con asambleas constituyentes, con sistemas electorales de todo tipo, democracia y demás engaños burgueses que se emplean para deslumbrar a bobos, y de los que sólo pueden hacer gala hoy quienes han renegado por completo y en todo del marxismo y del socialismo; o dictadura del proletariado”.6 Por esta razón y con mayor lógica, en el Programa del PC(b) R, preparado por Lenin, fue escrito tajantemente: “En oposición a la democracia burguesa, que ocultaba el carácter clasista de su Estado, el Poder soviético reconoce abiertamente la inevitabilidad del carác-ter clasista de cualquier Estado mientras no haya desaparecido del todo la división de la sociedad en clases y, a la vez, todo poder estatal»7. En el folleto “Carta a los obreros y campesinos con motivo de la victoria sobre Kolchak”, V.I. Lenin subraya con mayor decisión el carácter clasista del Estado: “O la dictadura (es decir, el poder férreo) de los terratenientes y de los capitalistas, o la dictadura de la clase obrera. No hay término medio. Con el término medio sueñan en vano los señoritos, los intelectualillos, los sujetos que han estudiado mal en malos libros. En ninguna parte del mundo hay término medio ni puede haberlo. O la dictadura de la burguesía (disfrazada con pomposas frases de los eseristas y mencheviques sobre el gobierno del pueblo, la Asamblea Constituyente, las libertades, etc.) o la dictadura del proletariado. El que no lo haya aprendido en la historia de todo el siglo XIX es un idiota incurable”8.

La esencia del Estado socialista

En el “Discurso de resumen de la discusión del Informe presentado por el Con-sejo de Comisarios del Pueblo (25 de enero 1918) en el III Congreso de los Soviets de Diputados Obreros, Soldados y Campesinos”, V.I. Lenin dijo: “La democracia es una forma del Estado burgués defendida por todos los traidores al verdadero socialismo, quienes figuran hoy al frente del socialismo oficial y afirman que la democracia está en contradicción con la dictadura del proletariado. Mientras la revolución no rebasó el marco del régimen burgués, fuimos partidarios de la democracia; pero, en cuanto vimos los primeros destellos de socialismo en todo el curso de la revolución, ocupamos posicio-nes que defienden firme y resueltamente la dictadura del proletariado” .9 En el folleto “Exitos y dificultades del poder soviético”, V.I. Lenin ridiculizó a aquellos pseudo-comunistas que negaron la dictadura del proletariado. Escribió: “Naturalmente, no estamos en contra de la violencia; nos reímos de quienes se oponen a la dictadura del proletariado y decimos que son gente necia, incapaz de comprender que debe haber dic-tadura del proletariado o dictadura de la burguesía. Quién diga lo contrario, o es un idiota o es tan ignorante en política que sería vergonzoso, no digo ya dejarle subir a una tribuna, sino permitirle que entre en una asamblea.”10 Esta misma idea la defendió Lenin en el “Informe sobre la situación interior y exterior de la República Soviética” en la Reunión Plenaria y Extraordinaria del Soviet de Moscú de Diputados Obreros y del Ejército Rojo, el 3 de abril de 1919: “O la dictadura de la burguesía o el poder y la dictadura completa de la clase obrera; en parte alguna pudo dar ni dio nada ningún término medio” 11. En la obra “Acerca de la dictadura del proletariado”, V.I. Lenin escribió lo siguiente: “La razón principal por la cual los “socialistas” no comprenden la dictadura del proletariado es que no llevan hasta su conclusión lógica la idea de la lucha de clases” (cf. Marx 1852). La dictadura del proletariado es la continuación de la lucha de clase del proletariado, bajo nuevas formas. Eso es lo esencial, y eso es lo que no com-prenden. El proletariado, como clase aparte, es el único que prosigue su lucha de clase.

2. El Estado solamente = instrumento del proletariado en su lucha de clase. Un tipo especial de garrote.”.12

En el “Discurso en el Congreso de los Obreros de Transporte de toda Rusia” (27 de marzo de 1921), V.I. Lenin explicó otra vez que la cuestión se había planteado “uno u otro”: “Aquella clase que ha tomado en sus manos el dominio político, lo ha tomado dándose cuenta que lo toma a solas. Esto se contiene en el concepto de la dicta-2 V.I.Lenin. Obras completas. Moscú: Ed. Progreso, 1985. T. 32, p. 264.

3 V.I.Lenin. Obras completas. T. 33, p. 7.4 V.I.Lenin. Obras completas. T. 34, p. 197.5 V.I.Lenin. Obras completas. T. 34, p. 328.6 V.I.Lenin. Obras completas. T. 37, p. 453.7 V.I.Lenin. Obras completas. T. 38, p. 450.8 V.I.Lenin. Obras completas. T. 39, p. 166-167.

9 V.I.Lenin. Obras completas. T. 35, p. 290.10 V.I.Lenin. Obras completas. T. 38, p. 61.11 V.I.Lenin. Obras completas. T. 38, p. 267.12 V.I.Lenin. Obras completas. T. 39, p. 271-272.

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dura del proletariado. Este concepto sólo tiene sentido cuando una clase sabe que toma en sus manos el poder político a solas, y no se engaña a sí misma ni a los demás con la palabrería sobre un poder “de todo el pueblo, de elección universal, santificado por todo el pueblo”. Todos conocéis perfectamente que son muchos, y más que muchos, los aficionados a la palabrería de este tipo, pero, en cualquier caso, no en las filas del proletariado, porque los proletarios han tomado ya conciencia y han escrito en la Constitución, en las leyes fundamentales de la República, que se trata de la dictadura del proletariado.”.13 En el folleto “Sobre el impuesto en especies”, V.I. Lenin subrayó de modo muy sencillo y conciso: “El socialismo es impensable también sin el dominio político del proletariado en el Estado » 14.

El concepto, las tareas y los límites históricos de la dictadura del proletariado

En el artículo “Los asustados por la quiebra de lo viejo y los que luchan por el triunfo de lo nuevo”, V.I. Lenin señala que “la dictadura presupone y significa un estado de guerra latente, un estado de medidas militares contra los enemigos del poder proletario” 15. Al mismo tiempo, en el artículo “Un saludo a los obreros húngaros”, subraya: “Pero la esencia de la dictadura del proletariado no reside sólo en la violencia, ni

principalmente en la violen-cia. Su esencia fundamental reside en la organización y disciplina del destacamento avanzado de los trabajadores, de su vanguardia, de su único dirigente: el proletariado. Su objetivo es crear el socialismo,

suprimir la división de la sociedad en clases, convertir a todos los miembros de la sociedad en trabajadores, quitar el terreno a toda la explotación del hombre por el hombre” 16. V.I. Lenin esclarece: “La abolición de las clases es obra de una larga, difícil y tenaz lucha de clases, que no desaparece (como se lo imaginan los vulgares personajes del viejo socialismo y de la vieja socialdemocracia) después del derrocamiento del poder del capital, después de la destrucción del Estado burgués, después de la implantación de la dictadura del proletariado, sino que se limita a cambiar de forma, haciéndose, en muchos aspectos, más encarnizada todavía” 17. En el folleto “Una gran iniciativa”, V.I. Lenin da la siguiente definición de la dictadura del proletariado: “La dictadura del prole-

tariado, si traducimos esta expresión latina, científica, histórico-filosófica, a un lenguaje más sencillo, significa lo siguiente: Sólo una clase determinada - los obreros urbanos y, en general, los obreros fabriles, los obreros industriales – está en condiciones de dirigir a toda la masa de trabajadores y explotados en su lucha por derrocar el yugo del capital, en el proceso mismo de su derrocamiento, en la lucha por mantener y consolidar el triunfo, en la creación del nuevo régimen social, del régimen socialista, en toda la lucha por la supre-sión completa de las clases (hagamos notar, entre paréntesis, que la diferencia científica entre el socialismo y el comunismo consiste únicamente en que el primer término designa la primera fase de la sociedad nueva que brota del capitalismo, mientras que el segundo término designa una fase superior y más avanzada de dicha sociedad.)

El error de la Internacional amarilla, “de Berna”, consiste en que sus líderes reconocen sólo de palabra la lucha de clases y el papel dirigente del proletariado, temiendo llevar sus ideas hasta el fin, temiendo, precisamente, la inevitable deducción que tan singular horror causa a la burguesía y que ésta no puede admitir de ninguna manera. Tienen miedo de reconocer que la dictadura del proletariado es también un período de lucha de clases, la cual es inevitable mientras las clases no hayan sido suprimidas, y reviste diversas formas, siendo particularmente violenta y específica durante el primer período después de derrocado el capital. Una vez conquistado el poder político, el proletariado no ceja en su lucha de clase, sino que la continúa hasta que las clases hayan sido suprimidas, pero, naturalmente, en otras condiciones, bajo otra forma y con otros medios.

¿Qué quiere decir “supresión de las clases”? Todos los que se llaman socialistas recono-cen este objetivo final del socialismo, pero no todos, ni mucho menos, reflexionan sobre el alcance de dichas palabras. Las clases son grandes grupos de personas que se diferencian entre sí por el lugar que ocupan en el sistema de producción social históricamente deter-minado, por las relaciones en que se encuentran con respecto a los medios de producción (relaciones que, en su mayor parte, las leyes refrendan y formalizan), por el papel que desempeñan en la organización social del trabajo, y, consiguientemente, por el modo de percibir y la proporción en que perciben la parte de riqueza social de que disponen. Las clases son grupos humanos, uno de los cuales puede apropiarse el trabajo del otro por ocupar puestos diferentes en un régimen determinado de economía social.

Es evidente que, para suprimir por completo las clases, no basta con derrocar a los explotadores, a los terratenientes y capitalistas, no basta con suprimir su propiedad, sino que es imprescindible también suprimir toda propiedad privada sobre los medios de producción; es necesario suprimir la diferencia existente entre la ciudad y el campo, así como entre los trabajadores manuales e intelectuales. Esta obra exige mucho tiempo” 18.

la diferencia científica entre el socialismo y el comunismo consiste únicamente en que

el primer término designa la primera fase de la sociedad nueva que brota del capitalismo,

mientras que el segundo término designa una fase superior y más avanzada de dicha sociedad

13 V.I.Lenin. Obras completas. T. 43, p. 132 (en ruso).14 V.I.Lenin. Obras completas. T. 43, p. 210–211 (en ruso).15 V.I.Lenin. Obras completas. T.35, p. 202.16 V.I.Lenin. Obras completas. T. 38, p. 410.17 V.I.Lenin. Obras completas. T. 38, p. 412.

18 V.I.Lenin. Obras completas. T. 39, p. 15–16.

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En el artículo “Economía y política en la época de la dictadura del proletariado”, V.I. Lenin sigue determinando los límites de la dictadura del proletariado y subraya su vigencia en el transcurrir de toda la fase del socialismo:

“El socialismo es la abolición de las clases. La dictadura del proletariado ha hecho en este sentido todo lo que estaba a su alcance. Pero no se pueden abolir de golpe las clases.

Y las clases han quedado y quedarán durante la época de la dictadura del proletariado. La dictadura dejará de ser necesaria cuando desaparezcan las clases. Y, sin la dictadura del proletariado, las clases no desaparecerán.

Las clases han quedado, pero cada una de ellas se ha modificado en la época de la dictadura del proletariado; han variado igualmente las relaciones entre ellas. La lucha de clases no desaparece bajo la dictadura del proletariado, lo que hace es adoptar otras formas” 19.

Cabe subrayar que V.I. Lenin especialmente enumera estas formas en su libro “La enfermedad infantil del “izquierdismo” en el comunismo” para los comunistas de todos los países y de todos los tiempos por venir: “La dictadura del proletariado

es una lucha tenaz, cruenta e incruenta, violenta y pacífica, militar y económica, pedagógica y administrativa, contra las fuerzas

y las tradiciones de la vieja sociedad” 20. En el socialismo se libra la más aguda lucha de clase contra las fuerzas y tradiciones de la sociedad capitalista, ante todo, contra el espíritu pequeñoburgués y sus manifestaciones entre los representantes de las clases y estratos de la sociedad socialista, o sea, contra las intenciones pequeñoburguesas de dar a la sociedad lo menos y lo peor, y cobrar de ella lo más y lo mejor. Esta lucha se libra dentro de la misma clase obrera, del mismo Partido y, prácticamente, en la conciencia de cada individuo.

¿Hasta qué momento se mantendrá la dictadura del proletariado? En las “Tesis del Informe sobre la táctica del Partido Comunista de Rusia”, en el III Congreso de la Internacional Comunista, V.I. Lenin responde a esta pregunta así: “La dictadura del proletariado no significa el cese de la lucha de clases, sino su continuación en una forma nueva y con las nuevas armas. Mientras subsistan las clases, mientras la burguesía derribada en un país decuplique sus ataques contra el socialismo en el terreno interna-cional, seguirá siendo indispensable esta dictadura” 21. Y porque, como se subraya en el “Informe sobre la táctica del PC de Rusia” en el III Congreso de la Internacional

Comunista (5 de julio de 1921), “la misión del socialismo consiste en suprimir las clases” 22, el período de la dictadura del proletariado abarca toda la primera fase del comunismo, o sea, todo el período del socialismo.

La forma de organización de la dictadura del proletariado

La esencia de cualquier Estado es la dictadura de la clase dominante. Sin embargo, sólo raras veces esta dictadura se asoma de modo inmediato a la superficie de la vida política. Con todos los repliegues y desviaciones temporales, cada tipo de dictadura tiene una forma determinada de manifestarse en la forma de organización adecuada a la dictadura de la clase dada, y no otra, que se corresponde con ella y asegura su mantenimiento del mejor modo. La forma de organización inmanente (es decir, la internamente propia) a la dictadura burguesa es la democracia parlamentaria con las elecciones por circunscripciones territoriales. La forma de organización de la dictadura del proletariado es el poder soviético elegido por las fábricas y talleres.

En la obra “Tesis e Informe sobre la democracia burguesa y la dictadura del proletariado”, en el I Congreso de la Internacional Comunista (4 de marzo de 1919), V.I. Lenin escribió: “La vieja democracia, es decir, la democracia burguesa, y el parlamentarismo estaban organizados de manera que fueran precisamente las masas trabajadoras las que se vieran más apartadas que nadie del mecanismo de gobierno. El poder soviético, es decir, la dictadura del proletariado, está, por el contrario, organizado de manera que aproxima las masas trabajadoras al mecanismo de gobierno. El mismo fin persiguen la unión del poder legislativo y el ejecutivo en la organización soviética del Estado y la sustitución de las circunscripciones electorales territoriales por las unidades de producción, como son las fábricas” 23.

En el folleto de Lenin “Carta a los obreros y campesinos con motivo de la victoria sobre Kolchak” se dice: “El poder soviético: he aquí lo que de hecho significa la “dicta-dura de la clase obrera”24. En el artículo “Las tareas inmediatas del poder soviético” queda subrayado inequívocamente: “El poder soviético no es otra cosa que la forma de organización de la dictadura del proletariado”25.

El análisis de las formas de la organización de la dictadura de la burguesía, en su vertiente más sostenible (que es la democracia burguesa), y de la dictadura del proletariado en la forma de los soviets, demuestra que la sostenibilidad y funciona-

las clases han quedado y quedarán durante la época de la dictadura del proletariado

19 V.I.Lenin. Obras completas. T. 39, p. 289.20 V.I.Lenin. Obras completas. T. 41, p. 28.21 V.I.Lenin. Obras completas. T. 44, p. 10.

22 V.I.Lenin. Obras completas. T. 44, p. 37-38.23 V.I.Lenin. Obras completas. T. 37, p. 518-519.24 V.I.Lenin. Obras completas. T. 39, p. 167.25 V.I.Lenin. Obras completas. T. 36, p. 201.

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miento de cada una son asegurados por los fundamentos objetivos sobre los cuales se construyen, por la formación del poder.

En su formación, la democracia parlamentaria, como forma de dictadura de la burguesía, se apoya sobre el recurso financiero de los capitalistas, sobre la institución de la propiedad privada capitalista. Utiliza también la ideología burguesa, que es la dominante en la sociedad, porque el ser social determina la conciencia social.

La democracia proletaria se apoya sobre la organización objetiva de la clase obrera en el proceso del trabajo en las fábricas y los talleres, que se convierten en las cir-cunscripciones electorales de los soviets. No es la denominación, sino cierta forma de organización del poder, la forma característica del poder de los soviets, que asegura la dictadura de la clase obrera.

El abandono de la forma de organización de la dictadura del proletariado es el peligro para su existencia

Los soviets surgieron en Ivánovo-Voznesensk, en 1905, como órganos de lucha huelguística y órganos de autogestión de los trabajadores, que se formaban en las fábricas y los talleres por los colectivos laborales. Los soviets que resurgieron en toda Rusia en 1917 se elegían por las fábricas y los talleres. La elección de los diputados por las fábricas y los talleres, garantizando la posibilidad del control sobre la activi-dad de los diputados y la factibilidad práctica de su revocación y sustitución según la voluntad de los colectivos laborales, es el principio constituyente de los soviets, lo que fue fijado en el Programa leniniano del PC (b) R adoptado por el VIII Congreso del Partido: “El Estado soviético acerca también el aparato estatal a las masas haciendo que la circunscripción electoral y la célula fundamental del Estado no sean el distrito territorial, sino la unidad de producción (la fábrica o el taller)” 26.

En contra de esta cláusula programática, con la adopción, en 1936, de la nueva Constitución, supuestamente más “democrática”, tuvo lugar el tránsito al sistema de las elecciones por las circunscripciones territoriales, característico para la democracia burguesa, que aparta a los órganos del poder de los colectivos laborales y hace prácti-camente imposible la revocación de los diputados, apartados del pueblo. Por esto, se debe reconocer que eran erróneos los pronunciamientos de Stalin de aquel período acerca de la supuesta ampliación de la democracia con la adopción de la Constitu-ción de 1936. Será más justo decir que, de facto, se dio un paso hacia el tránsito de la democracia soviética proletaria a la democracia parlamentaria burguesa, que presupone la igualdad formal e ignora la desigualdad existente. Tampoco pudo ser

una ampliación real de la democracia con la propagación momentánea y formal del derecho de voto a los representantes de las antiguas clases explotadoras. Con su salida paulatina de la escena histórica, sobre la base de la superación de toda explotación, la democracia soviética llegaba paulatinamente, y de modo natural, a la votación universal como forma de democracia obrera. A su vez, el abandono del principio característico de los soviets (o sea, la elección de los diputados por los colectivos laborales en las fábricas y los talleres) y la transición a las elecciones por las circuns-cripciones territoriales equivalía al repliegue de los soviets hacia el parlamentarismo y, consecuentemente, al debilitamiento del democratismo efectivo.

Es interesante recordar que Lenin, durante la elaboración del Segundo Programa del PC (b) R, tomó en cuenta la posibilidad del repliegue de la forma de los soviets como un resultado del repliegue en la lucha general, resultante de la presión de las circunstancias y fuerzas adversarias, pero nunca como un movimiento hacia el desarrollo de la democracia de los trabajadores, la proletaria u obrera.

En la “Resolución sobre el cambio de nombre del Partido y la modificación de su Programa”, del VII Congreso del PC (b) de R, Lenin escribió: “...La modificación de la parte política de nuestro programa ha de consistir en una definición lo más exacta y circunstanciada posible del nuevo tipo de Estado, de la República de los Soviets, como una forma de la dictadura del proletariado y como continuación de las conquistas de la revolución obrera internacional que inició la Comuna de París. El programa debe indicar que nuestro Partido no renunciará tampoco al aprovechamiento del par-lamentarismo burgués si el curso de la lucha nos hace retroceder durante cierto tiempo a esta etapa histórica, rebasada ahora por nuestra revolución. Pero, en todo caso y cualesquiera que sean las circunstancias, el Partido luchará por la República Soviética como tipo superior de Estado por su carácter democrático, y como forma de la dictadura del proletariado, del derrocamiento del yugo de los explotadores y del aplastamiento de su resistencia”. 27

Esto parece más claro que el agua. Sin embargo, se movieron hacia la democracia burguesa, hacia el parlamentarismo. A partir de aquel tiempo, al liquidarse la posibi-lidad práctica de la revocación de los diputados que no reafirmaran la confianza de los electores organizados en los colectivos laborales, comenzó el proceso del contagio cada vez más intensivo de la máquina estatal por el burocratismo y el arribismo, su ensuciamiento por los burócratas y arribistas -que ponían sus intereses personales por encima de los sociales-, el proceso de maduración de los Jruschevs y Gorbachovs en el seno del sistema partidista-estatal. De los soviets quedaban los títulos, pero su esencia pasó a erosionarse. La dictadura del proletariado, privada de su forma

26 V.I.Lenin. Obras completas. T. 38, p. 451.27 V.I.Lenin. Obras completas. T. 36, p. 62.

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internamente propia de organización, se vio amenazada. Ahora, el carácter proletario de los órganos de poder -que seguían llamándose de los soviets- era asegurado sólo por los elementos mantenidos de la vinculación con su clase: mediante la postulación de los candidatos por los colectivos laborales, mediante sus informes periódicos ante los trabajadores, mediante la regulación de su composición social por los órganos partidistas, así como por la inercia del carácter proletario del mismo Partido. Sin embargo, ya con Stalin, quien ante el féretro de Lenin había jurado fortalecer la dic-tadura del proletariado y luchó por esto durante toda su vida, en el Comité Central comenzó a acumularse la mayoría antiobrera, con el oportunismo que iba creciendo junto al revisionismo, tendente a cambiar la naturaleza clasista del Estado después del fallecimiento de Stalin.

La renuncia a la dictadura del proletariado es la renuncia al marxismo

En el XX Congreso del PCUS se inició lo que podríamos denominar la prepara-ción de artillería para la ofensiva frontal contra lo fundamental del marxismo. Por los esfuerzos del grupo revisionista jruschevista, se puso en tela de juicio, de forma calumniosa, lo positivo que se había hecho durante el liderazgo staliniano, y se exigió la revisión de las tesis claves del marxismo sobre la lucha de clases y la dictadura del proletariado. Sin embargo, el Programa leniniano del PC (b) R seguía estando vigente. Por esto, los jruschevistas se dispusieron a sustituirlo por otro del cual sería sustraído lo que constituye la misma esencia del marxismo-leninismo. En el Informe del Primer Secretario del PCUS, N.S. Jruschev, en el XXII Congreso del PCUS, “Sobre el Programa del Partido Comunista de la Unión Soviética”, se postuló la tesis sobre la victoria definitiva del socialismo en la URSS, 28 siendo esta tesis desanimadora y desmovilizadora para los comunistas, la clase obrera y todos los trabajadores. Se afirmaba que la lucha de clases quedaba restringida al período de transición al socia-lismo29. En todo el Informe, el socialismo no era entendido como una fase del comu-nismo, sino como el no comunismo –de hecho, como una formación específica. De modo correspondiente, en lugar de la tarea propia del socialismo -la abolición completa de las clases en la primera fase de la sociedad sin clases-, sólo se planteaba la tarea de la construcción de la sociedad sin clases y, con esto, también la tarea puramente revisionista y antimarxista “del Estado de la dictadura del proletariado al Estado de todo el pueblo” 30. Se afirmaba que, supuestamente, “la clase obrera de

la Unión Soviética, por iniciativa propia, partiendo de las tareas de la construcción del comunismo, ha transformado el Estado de su dictadura en el Estado de todo el pueblo… Por primera vez, en nuestro país se ha formado el Estado que no es la dictadura de una sola clase… la dictadura del proletariado ha dejado de ser necesaria” 31. Igualmente, el Partido era proclamado el Partido de todo el pueblo y no el Partido de la clase obrera, en contra del concepto leniniano del partido político como la vanguardia de la clase.

Estas ideas revisionistas no encontraron resistencia en el Congreso, siendo, de hecho, aprobado unánimemente el Programa revisionista, antileninista y antimar-xista. En él se afirmaba que, supuestamente, “la dictadura del proletariado ha cum-plido su misión histórica, y, desde el punto de vista de las tareas del desarrollo interno, dejó de ser necesaria en la URSS. El Estado que había surgido como el Estado de la dictadura del proletariado, en la nueva etapa actual se ha convertido en el Estado de todo el pueblo… El Partido parte de que la dictadura de la clase obrera deja de ser necesaria antes de que el Estado desaparezca como tal” 32.

Para evaluar esta posición de manera más plena, recurramos nuevamente a Lenin. El su libro “El Estado y la revolución”, V.I. Lenin subrayó el carácter clasista de cual-quier Estado, siempre y cuando se mantenga como tal, y la necesidad para la victoria de la revolución proletaria de que sea destruida la vieja máquina estatal y creado el nuevo aparato estatal que sea capaz de resolver las tareas de la dictadura proletaria. Elaboró varias condiciones que hubría que cumplir para que el Estado no pasara a ser, de instrumento de la clase obrera y medio para asegurar su dominación política, una fuerza dominante sobre esta misma clase.

En el mismo libro, así como en el cuaderno “El marxismo sobre el Estado”, V.I. Lenin promovió, de modo bien definido, la idea de que el Estado desaparece como tal sólo con la abolición completa de las clases; y, mientras se mantengan las clases, se mantiene también el Estado como órgano de la clase políticamente dominante. Cita y desarrolla la idea de Engels: “Cuando el Estado se convierta, finalmente, en representante efectivo de toda la sociedad, será por sí mismo superfluo”33. Así, como si contestara a todos los dubitativos, tambaleantes e indecisos, V.I. Lenin subrayó: “Unicamente es marxista quien hace extensivo el reconocimiento de la lucha de clases al reconocimiento de la dictadura del proletariado. En ello estriba la más profunda diferencia entre un marxista y un pequeño (o un gran) burgués adocenado. En esta piedra de toque es en la que debe contrastarse la comprensión y el reconocimiento

28 ХХII Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética, 17–31.10. 1961 года. Versión taquigráfica. М., Gospolitizdat, 1962. Т. I, p.151. (en ruso)

29 Ibid., p. 166.30 Ibid., p. 209.

31 Ibid., pp.210–211, 212.32 ХХII Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética, 17–31.10. 1961 года. Versión taquigráfica. М.,

Gospolitizdat, 1962. Т. III. P. 303.33 V.I.Lenin. Obras completas. T. 33, p. 16.

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verdaderos del marxismo”. 34 En la obra “Acerca del Estado” (conferencia en la Uni-versidad Sverdlov -11 de junio de 1919), V.I. Lenin señala que el Estado capitalista es el que “declara como consigna suya la libertad de todo el pueblo y dice que expresa la voluntad de todo el pueblo, negando ser un Estado de clase” 35.

Al desorientar y de hecho engañar al Partido y al pueblo acerca de la cuestión de la dictadura del proletariado, sin la cual es imposible el desarrollo del socialismo al comunismo pleno, el grupo revisionista jruschevista sustituyó también los objetivos del movimiento de la producción y de la sociedad. Nos cabe detenernos en esto especialmente.

El objetivo de la producción socialista

La esencia de la historia, el progreso de la sociedad, consiste en el movimiento hacia el pleno bienestar y el desarrollo libre multifacético de todos los miembros de la sociedad.

En el comunismo primitivo-comunal esta esencia, por el bajo desarrollo de las fuerzas productivas, se manifestaba de modo muy limitado, como la satisfacción de las necesidades más urgentes de los miembros de la sociedad, partiendo de los recursos obtenidos y de la jerarquía tribal.

En el esclavismo, a los esclavos no se los consideraba seres humanos, y la produc-ción se desarrollaba con el objetivo de asegurar el bienestar y el desarrollo multifa-cético de los miembros de la clase dominante, o sea, los esclavistas.

En el feudalismo, tuvo lugar, de modo prioritario, la elevación del bienestar y el desarrollo multifacético de la clase de los feudales, y los campesinos y artesanos se limitaban a la satisfacción bastante escueta de sus necesidades.

En el capitalismo, el objetivo de la producción es la producción de plusvalía, de las ganancias, lo que lleva al crecimiento del bienestar y al desarrollo multifacético de los capitalistas y restringe el consumo de los obreros a la satisfacción de sus necesidades sólo en aquella medida que abastezca la reproducción de su fuerza de trabajo indispensable para que se continúe el proceso del reproducción del capital.

Como escribió Lenin en los “Materiales para la elaboración del Programa del POSDR”, en el capitalismo “el gigantesco desarrollo de las fuerzas productivas del trabajo social, cada vez más socializado, trae consigo el hecho de que una insignificante minoría de la población monopoliza los principales beneficios de ese desarrollo. A la par

con el aumento de la riqueza social crece la desigualdad social, se ahonda y ensancha el abismo existente entre la clase de los propietarios (la burguesía) y la clase del proleta-riado”.36

Sin embargo, bajo el capitalismo, se inicia la lucha de la clase obrera para que no sólo tenga lugar el desarrollo de los miembros de la sociedad pertenecientes a la clase dominante, sino que sea creada la sociedad comunista en la cual sea revelada la esencia de la historia, y el aseguramiento del pleno bienestar y del desarrollo libre multifacético de todos los miembros de la sociedad se hagan el objetivo real de la producción.

En el proyecto de programa del Partido, preparado por la Comisión ante el II Congreso del POSDR, el objetivo de la producción socialista fue formulado como la organización planificada del proceso productivo social “con el fin de satisfacer las necesidades de toda la sociedad y de cada uno de sus miembros”. Respecto a esto, V.I. Lenin replica: «Inexacto. Tal “satisfacción” la “da” también el capitalismo, pero no a todos los miembros de la sociedad ni tampoco en la misma medida”37. En sus “Observaciones al segundo proyecto de programa de Plejánov”, escribió: «Tam-poco es afortunado el final del párrafo: “organización planificada del proceso social de producción para satisfacer las necesida-des de toda la sociedad y las de cada uno de sus miembros, en particular”. Esto no basta. Tal organización quizás puedan también darla los trusts. Más exacto sería decir “por toda la sociedad” (pues esto incluye la planificación y, además, señala a quienes la orientan), y no sólo para satisfacer las nece-sidades de sus miembros, sino también para garantizar el pleno bienestar y el desarrollo pleno e integral de todos los miembros de la sociedad”.38 Finalmente, V.I. Lenin logró que, en el programa del Partido aprobado por el II Congreso del POSDR, fuese escrito: “Al sustituir la propiedad privada de los medios de producción y circulación con la propiedad social, y al instaurar la organización planificada del proceso social de producción para asegurar el bienestar y el desarrollo universal de todos los miembros de la sociedad, la revolución social del proletariado acabará con la división de la sociedad en clases, con lo que liberará a toda la humanidad oprimida”.39

34 V.I.Lenin. Obras completas. T. 33, p. 35.35 V.I.Lenin. Obras completas. T. 39, p. 84.

El objetivo de la producción socialista (...) el pleno bienestar y el desarrollo libre multifacético de todos los miembros de la sociedad

36 V.I.Lenin. Obras completas. T. 6, p. 455.37 V.I.Lenin. Obras completas. T. 6, p. 263.38 V.I.Lenin. Obras completas. T. 6, p. 246. 39 El Programa del Partido Social-Demócrata Obrera Ruso, aprobado en el II Congreso del Partido. Segundo Congreso del

PSDOR. Julio - agosto de 1903. Protocolos. Moscú, 1959. P. 419. (en ruso)

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Orientándose hacia este objetivo programático, el Partido de los bolcheviques condujo a la clase obrera de Rusia a la victoriosa revolución socialista.

Es natural que durante la redacción del Segundo Programa del Partido, V.I. Lenin considerase de suprema importancia mantener en el nuevo Programa el mismo obje-tivo que había sido escrito ya en el primer Programa, y que, al ser cumplido, condu-ciría a la supresión total de las clases, o sea, al comunismo pleno.

En el Programa aprobado por el VIII Congreso del PC (b) R, se reproduce la misma formulación del objetivo de la producción socialista que se contenía en el primer Programa del Partido, o sea:

“Al sustituir la propiedad privada de los medios de producción y circulación con la propiedad social y al instaurar la organización planificada del proceso social de pro-ducción para asegurar el bienestar y el desarrollo universal de todos los miembros de la sociedad, la revolución social del proletariado acabará con la división de la sociedad en clases”.40

Este objetivo de la producción comunista, planteado ante la clase obrera como la creadora de la sociedad comunista, se mantenía en el Programa del Partido, mientras el Partido seguía siendo el Partido de la clase obrera, dirigente de la realización de su dictadura.

Ya no estaba presente este objetivo en el tercer Programa partidista de corte revi-sionista, que era aprobado por el XXII Congreso del PCUS. Era sustituido por sólo la satisfacción de las necesidades crecientes, a lo que, es bien conocido, no se reduce el desarrollo de los seres humanos, ni tampoco su bienestar, ni mucho menos su desa-rrollo multifacético. De por sí, la satisfacción de las necesidades no lleva a la liqui-dación de la desigualdad social, ni tampoco a la abolición de las clases. Hablando de modo más concreto, en el tercer Programa del Partido fue escrito que en el comu-nismo “se alcanza el grado superior de la organización planificada de toda la economía social, se asegura el uso más efectivo y racional de las riquezas materiales y recursos labo-rales para la satisfacción de las crecientes necesidades de la sociedad”.41 Los miembros trabajadores de la sociedad, el desarrollo de los cuales es el objetivo en sí, se habían convertido ya en los “recursos laborales” usados efectivamente para la satisfacción de las necesidades, no de todos, sino de algunos miembros selectos de la sociedad, los que posteriormente llegarían a ser oligarcas. Al omitir del objetivo de la producción el desarrollo de todos los miembros de la sociedad, la formulación programática del

objetivo de la producción se convirtió en el camuflaje del abandono del objetivo real del socialismo.

En el tercer Programa, revisionista, está escrito: “El objetivo del socialismo es la satisfacción cada vez más plena de las crecientes necesidades materiales y culturales del pue-blo”.42 A primera vista, parece que sea bello, pero es profundamente erróneo, porque el objetivo del socialismo definido por los fundadores del comunismo científico es la abolición de las cla-ses, lo que no se reduce a la satis-facción de las necesidades. Resulta claro que presupone también la satisfacción de las necesidades, pero no de cualesquiera necesidades y no cualquier satisfacción, sino preferi-blemente aquella que conduzca al abastecimiento del pleno bienestar y el desarrollo libre multifacético de todos los miembros de la sociedad, a la supresión de toda la desigualdad social.

La renuncia a la dictadura del proletariado y al objetivo del socialismo cambió la esencia clasista del Estado. Este se hizo incapaz de realizar los intereses de la clase obrera, que son también los intereses sociales en la época de la dictadura del proleta-riado. Por esto, paulatinamente, la propiedad estatal iba dejando de ser una forma de la propiedad social y cada vez más se convertía en una forma específica de la propie-dad privada de aquellos que disponían de la propiedad estatal de hecho, o sea, de la cúpula de la burocracia partidista-estatal. De tal modo, la cúpula de la nomenclatura partidista-estatal logró apropiarse de la propiedad de la sociedad y crear las condi-ciones para que sólo quedara repartirla y apropiársela ya por separado, privatizarla formulándolo en las leyes del Estado “de todo el pueblo”. Esto ocurrió por iniciativa de Gorbachov y en el período de Eltsin, primero, con la consigna revisionista del “movimiento hacia el mercado”, y, después, en la forma más descarada: ¡Viva la pri-vatización! En lo ideológico, este proceso iba acompañado del concepto revisionista del “socialismo desarrollado”, que incluía y reafirmaba el notorio “Estado de todo el pueblo” revisionista.

La renuncia del PCUS, en su XXII Congreso, a lo principal en el marxismo -la dictadura del proletariado-, al objetivo de la producción y al objetivo del socialismo no pudo sino conducir, y condujo, a fin de cuentas, pese a la resistencia activa de la minoría comunista, a la destrucción del Partido, del Estado y del país.

40 V.I.Lenin. Obras completas. T. 38, p. 445.41 ХХII Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética, 17–31.10. 1961 года. Versión taquigráfica. М.,

Gospolitizdat, 1962. Т. III. P. 274. (en ruso) 42 Ibid., p. 238.

La renuncia a la dictadura del proletariado y al objetivo del socialismo

cambió la esencia clasista del Estado. Este se hizo incapaz de realizar los intereses de la clase obrera, que son también los intereses sociales en la

época de la dictadura del proletariado

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Esta renuncia tuvo lugar no sólo por culpa de la cúpula renegada del PCUS, sino también por culpa de aquellos miembros del Partido que, lejos de estudiar y comprender el leninismo, recitaban las citas y consignas y creían a pie juntillas en las palabras de la cúpula revisionista del Partido. Por eso, las fuerzas comunistas con-secuentes no pudieron vencer a los oportunistas, revisionistas y renegados traidores al socialismo. Es una lección no sólo para los comunistas de la antigua URSS y la Rusia actual. Es también una lección para todo el movimiento obrero y comunista internacional.

El carácter no mercantil, sino inmediatamente social de la producción socialista

La actualidad de esta cuestión es determinada por lo siguiente: a fin de cuentas, es la cuestión de para qué los comunistas luchan por el poder de su clase. Es la pregunta de qué van a hacer en el caso de la llegada de la clase obrera al poder. ¿Hasta qué punto se han sacado lecciones de los errores del PCUS y de la práctica de la construcción del socialismo en la URSS? ¿Qué y cómo hay que construir en la economía?

Hoy día, esta cuestión sigue apasionando y hasta dividiendo al movimiento comunista, también en Rusia. No vamos a abordar a los apologistas descarados del “socialismo sueco” y demás embellecedores del capitalismo. Vamos a hablar sólo de aquellos que siguen llamándose marxistas y comunistas. Entre ellos, por un lado, se encuentra la nutrida representación de los partidarios del así llamado socialismo de mercado, últimamente cada vez más confirmado con el adjetivo “a la china”; por el otro, no deja de oírse la voz de los que se llaman pragmáticos y realistas. Perciben como locura el discurso de comunistas ortodoxos sobre el carácter no mercantil de la producción socialista. Dicen: miren alrededor, en la calle está el mercado, no hay otra salida y tendremos que comenzar de la economía de mercado.

Ahora sí, lo que está en la calle es el mercado. Por esto, consideramos que ha lle-gado ya la hora de definirse: qué es lo mercantil en el capitalismo y en el socialismo, y qué se hace o debe hacerse con él en el proceso de la construcción socialista.

Ya en el Primer y Segundo Programas de los bolcheviques (y, también, en el Programa del PCOR), la naturaleza del capitalismo y de la sociedad burguesa se han caracterizado por las tesis siguientes: “La principal peculiaridad de esta sociedad es la producción mercantil basada en las relaciones de producción capitalistas, en las que la parte más importante y considerable de los medios de producción y circulación de mercancías pertenece a una clase de personas numéricamente pequeña, mientras que la

inmensa mayoría de la población consta de proletarios y semiproletarios obligados, por su situación económica, a vender permanente o periódicamente su fuerza de trabajo, es decir, alquilarse a los capitalistas y crear con su trabajo los ingresos de las clases superiores de la sociedad”.43

O sea, el capitalismo es ante todo la producción mercantil. Siendo así, V.I. Lenin escribió acerca de este punto programático en sus “Notas al Segundo Proyecto del Programa de Plejánov”: “En cierto modo, la expresión es desacertada. Desde luego, la producción mercantil plenamente desarrollada sólo es posible en la sociedad capitalista (cuando la misma fuerza de trabajo se convierte también en una mercancía – nota de los autores), pero la “producción mercantil” en general es, tanto lógica como históri-camente, prius (anterior, precedente – Ed.) con respecto al capitalismo”.44

O sea, Vladímir Illich Lenin precisó que el propio capitalismo es el resultado del desarrollo de la producción mercantil, y no se cansó de señalar en muchas de sus obras que la producción mercantil en su desarrollo genera el capitalismo de modo inevitable y permanente.

Una mercancía es una cosa producida para el intercambio. La producción mer-cantil es la producción de mercancías, de valor. La producción mercantil capitalista está orientada hacia la venta de las mercancías para la obtención de la plusvalía, la ganancia a favor de los capitalistas (propietarios de los medios de producción, redes del comercio, capital financiero y las demás formas de su existencia). El papel regulador de la producción mercantil desempeña su ley fundamental, o sea, la ley del valor, que encauza los capitales y, respectivamente, la producción mercantil hacia aquellas áreas que prometen la mayor ganancia.

A su vez, el objetivo de la producción socialista no consiste en la obtención de la ganancia de capital, sino en la satisfacción de los intereses sociales. En los Programas ya mencionados del PC(b) de R y del PCOR está escrito:

“Al sustituir la propiedad privada de los medios de producción y circulación con la propiedad social y al instaurar la organización planificada del proceso social de pro-ducción para asegurar el bienestar y el desarrollo universal de todos los miembros de la sociedad, la revolución social del proletariado acabará con la división de la sociedad en clases, con lo que liberará a toda la humanidad oprimida, ya que pondrá fin a todas las formas de la explotación de un sector de la sociedad por el otro”.45

43 V.I.Lenin. Obras completas. T. 38, p. 443. 44 V.I.Lenin. Obras completas. T. 6, p. 235.45 V.I.Lenin. Obras completas. T. 38, p. 445.

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En la base de la producción socialista no está la ley del valor, sino la ley del valor de uso, que consiste en asegurar el pleno bienestar y el desarrollo multifacético de todos los miembros de la sociedad. Está claro que esto sólo se puede asegurar no vía la autorregulación del mercado de los productores privados de mercancías, aisla-dos entre sí, sino vía la socialización de los medios de producción y de gestión, lo que se asegura políticamente por el establecimiento de la dictadura del proletariado.

Sin embargo, bajo el socialismo se mantienen, aparentemente, de modo formal, tanto el dinero como la serie entera de las así llamadas relaciones de las mercancías y del dinero, aunque no encontramos tal concepto ni en Marx ni en Engels ni en Lenin en ninguna parte de sus obras.

¿Acaso este aprovechamiento de las formas y denominaciones externas mercanti-les significa que la producción socialista sea mercantil por su carácter? Claro que no. Los billetes de banco, que se usan en la sociedad socialista, tampoco son dinero en el sentido de la economía política. Sirven de medidor complementario indirecto de los volúmenes de la producción y cantidades del trabajo gastado y necesario, siendo unidades de descuento para el cálculo y la planificación que aseguran las funciones del descuento y control sobre la producción inmediatamente social y la distribución, sin lo cual el socialismo sería imposible. No por azar, en el Programa del Comintern, aprobado en 1928, se decía: “Las formas y métodos aparentemente capitalistas de la actividad económica (el cálculo de valores, el pago en efectivo de trabajo, la compraventa, el crédito y la banca, etc.) desempeñan el papel de palancas de la revolución socialista, porque en grado cada vez mayor estas palancas sirven a las empresas del tipo socialista consecuente, o sea, al sector socialista de la economía”.46

Los partidarios de un “socialismo de mercado” suelen recordar la NEP: Lenin mismo había dicho que era la revisión radical de todo nuestro punto de vista sobre el socialismo, lo que era en serio y por mucho tiempo.

La Nueva Política Económica (NEP), a comienzos del período de transición del capitalismo al comunismo, estipuló, como un repliegue temporal, cierta liberaliza-ción de la producción e intercambio mercantiles, ante todo entre los campesinos y el sector estatal socialista. Pero, con todo esto, Lenin comprendió perfectamente que se trataba de la lucha de la tendencia socialista con la capitalista. El libro de Bujarin “La economía del período de transición” contuvo la tesis: “La dictadura del proletariado inevitablemente va acompañada con la lucha oculta o más o menos abierta entre la tendencia organizadora del proletariado y la tendencia mercantil-anárquica del campesinado”. Acerca de esto, Lenin remarcó: “Hizo falta decir: entre la tendencia

socialista del proletariado y la tendencia mercantil-capitalista del campesinado”.47 Aquí mismo, Lenin apoya el análisis siguiente de Bujarin: “En las ciudades, la lucha principal por el tipo de economía [después de la toma del poder por el proletariado - nota de redacción] se acaba con la victoria del proletariado. En el campo, se acaba también en lo que se trata de la victoria sobre el gran capitalista. Pero, al mismo tiempo, en otras formas se regenera como la lucha entre el plan estatal del proletariado, que encarna el trabajo socializado, y la anarquía mercantil, el desenfreno especulador del campesinado, que encarna la propiedad fragmentada y la espontaneidad del mercado”. Lenin hizo acompañar esa idea con una breve evaluación: “Esto sí es cierto!”. A renglón seguido, la afirmación de Bujarin: “Y porque la producción simple mercantil no es otra cosa que el embrión de la economía capitalista, la lucha entre las tendencias arriba descritas es, por su esencia, la continuación de la lucha entre el comunismo y el capitalismo” . Lenin apoyó al escribir: “Es cierto. Y es mejor que “anarquía”.48

Anotemos que Lenin jamás hacía el planteamiento de la abolición inmediata del carácter mercantil de la producción. Siempre subrayaba que se trata de la supera-ción de lo mercantil, el escape de lo mercantil, la negación de lo mercantil en la producción social del socialismo. Partiendo de la tesis marxiana “sólo los productos de los trabajos privados apartados, independientes uno del otro, se contraponen uno al otro como las mercancías”, Lenin expresó su comprensión del objetivo de la revolución socialista en las palabras siguientes:

“La supresión de la propiedad privada sobre los medios de producción, su transforma-ción en la propiedad social, y la sustitución de la producción capitalista de mercancías por la organización socialista de la producción de objetos, a cargo de toda la sociedad, para asegurar el pleno bienestar y el libre y múltiple desarrollo de todos sus miembros”.49

Y, en la “Instrucción del Consejo del Trabajo y Defensa a las instituciones locales de los Soviets”, preparada en 1921, en el período de transición, Lenin señaló: “El producto público de la fábrica socialista, intercambiado con el alimento campesino, no es la mercancía en el sentido de la economía política, en todo caso no es sólo la mercancía, no es la mercancía ya, deja de ser la mercancía” 50.

Esta idea de la superación de la producción mercantil ya en el período de la construcción de la economía socialista, fue confirmada por Lenin una vez más en sus notas al libro de Bujarin, al reproducir en sus apuntes la idea: “La mercancía puede ser la categoría general sólo en la medida en que haya la vinculación social, constante y no

46 La Internacional Comunista en los documentos. 1919- 1932. М..1933. P.24 (en ruso)

47 Recopilación Leniniana (Ленинский сборник) Т. XI. 1931. 2-a ed., p.368 (en ruso)48 Recopilación Leniniana (Ленинский сборник) Т. XI. 1931. 2-a ed., p.370 (en ruso)49 V.I.Lenin. Obras completas. T. 6, p. 217.50 V.I.Lenin. Obras completas. T.43, p. 276 (en ruso).

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temporal, sobre la base anárquica de la producción. Consecuentemente, en la medida en que desaparece la irracionalidad del proceso productivo, o sea, en que en el lugar de lo elemental se pone el regulador social consciente, en la misma medida la mercancía se convierte en el producto y pierde su carácter mercantil”. Lenin contesta: “¡Es cierto!”, y, acerca de la parte final, escribe: “No es preciso: no se convierte en el “producto” sino de algún otro modo. ETWA (aproximadamente –nota de redacción): “Al producto que va al consumo social no vía el mercado”.51

Los partidarios del “mercado” suelen de dar el ejemplo de la NEP como un supuesto viraje de Lenin hacia la comprensión del socialismo como una economía mercantil, como un retorno al mercado. No como una necesidad temporal, sino como un objetivo y una perspectiva. Los más atrevidos entre ellos inventaron hasta

una metodología de la NEP y mercado socia-lista, supuestamente leninista. Sin embargo, hay que anotar, primero, que la NEP no es metodología, sino política, y, con la intro-ducción de la NEP, Lenin y los bolchevi-ques reconocían su repliegue al aceptar los

elementos del capitalismo, y no lo llamaban del desarrollo de las cualidades inherentes a la producción socialista. Y, segundo, al mismo tiempo se desarrollaban las palancas más potentes para la superación de los elementos de carácter mercantil de la econo-mía transitoria al socialismo. Se creaban el Gosplan, el Gossnab, la gran industria, se elaboraba el Plan GOELRO, etc. O sea, con el aumento del volumen físico de la llamada producción mercantil (ya no por su esencia), iba fortaleciéndose el carácter inmediatamente social de la producción socialista y se preparaban las condiciones para la subsiguiente superación de lo mercantil.

Stalin promovió en la práctica la línea de Lenin acerca de la superación de lo mercantil en la producción transitoria al socialismo, para dar a la producción socia-lista la cualidad de la producción inmediatamente social. Sus ideas fundamentales al respecto las expuso en su obra “Problemas económicos del socialismo en la URSS”. En particular, Stalin así formula los objetivos de la economía socialista: “¿Existe la ley económica fundamental del socialismo? Sí, existe. ¿En qué constan los rasgos y demandas esenciales de esta ley? Los rasgos y demandas esenciales de la ley económica fundamental del socialismo se podría formular de modo aproximadamente así: el aseguramiento de la satisfacción máxima de las permanentemente crecientes necesidades materiales y cul-turales de toda la sociedad por la vía del incesante crecimiento y perfeccionamiento de la

producción socialista sobre la base de la técnica superior”.52 O sea, Stalin subraya con claridad que, en el sistema del socialismo, los intereses de toda la sociedad están por encima de todo.

Con esto, en su análisis, Stalin partió no sólo de su ideario “marxista”, sino del escrutinio objetivo de la realidad actual. Stalin desentrañaba qué garantías asegura el Estado proletario para prevenir la restauración de los elementos capitalistas en la economía.

Sin embargo, parece que subestimara en algo lo inevitable de que la producción mercantil genera las tendencias y deseos de avanzar hacia la producción mercantil capitalista cabal y hacia el mercado cabal, lo que en las correspondientes condiciones se implementó en la URSS posteriormente.

Stalin decía que la ley del valor en el socialismo, aunque carece de significado regulador, sí actúa parcialmente, ante todo en la producción de los bienes de con-sumo. Lo último es discutible. Pues la ley del valor es la ley del capitalismo y, por esto, no puede de ningún modo ser una ley del socialismo. F. Engels subrayó en Anti-Dühring que “la ley del valor es precisamente la ley fundamental por la que se rige la producción de mercancías y, por tanto, la forma suprema de ésta: la producción capitalista”.53

En la economía socialista, lo mercantil existe sólo como la negación de su carácter inmediatamente social; pertenece a aquellas huellas del capitalismo que se superan en el proceso de desarrollo del socialismo, como comunismo inmaduro, hacia el comunismo maduro. Por esto, podemos afirmar que el desarrollo de la economía socialista es el fortalecimiento de su esencia inmediatamente social y la superación de lo mercantil. Cualesquiera que sean las condiciones ante las cuales los comunistas enfrenten una revolución, cualesquiera repliegues o transacciones tengan que efec-tuar, debe haber la orientación clara hacia el objetivo –la superación de la producción mercantil y la transición a la producción socialista como la inmediatamente social. El movimiento progresivo de la economía socialista había sido asegurado, siempre y cuando el poder trataba de organizarla como la producción inmediatamente social.

La decisión de la dirección jruschevista, en 1961, de renunciar a la base política del socialismo, la dictadura del proletariado, y la reforma económica de 1965 gene-raron el proceso de la acumulación paulatina de tendencias negativas en la econo-mía socialista y en las relaciones sociales. Hablando de modo figurativo, desde allí comenzó la preparación de la perestroika gorbachovista como cambio de stroi, o sea, del sistema social.

el desarrollo de la economía socialista es el fortalecimiento de su esencia inmediatamente social

y la superación de lo mercantil

51 Recopilación Leniniana (Ленинский сборник) Т. XI. 1985. P. 388.52 Stalin I.V. Problemas económicos del socialismo en la URSS. S.Petersburgo, 2010. P.31-32. 53 Engels F. Anti-Dühring. – La Habana: Ed. Pueblo y Educación, 1970. P. 380.

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Digan lo que digan los actuales apologistas del capitalismo, la economía de la Unión Soviética tenía el carácter de producción inmediatamente social. Esto se siente con mayor claridad hoy día porque, a diferencia de hoy, el hombre soviético recibía, mediante los fondos de consumo social, más de la mitad de los bienes vitales consumidos. Y la gran serie de necesidades vitales importantísimas se satisfacían casi “por necesidad”. Así, se aseguraban la vivienda gratuita (aunque hubiera que esperar su turno), el agua fría y caliente, la energía eléctrica, el pan, la salud pública y la educación, el transporte público urbano y muchas otras cosas.

Desgraciadamente, la renuncia al rumbo socialista en los aspectos político y eco-nómico fue efectuada por la dirección del mismo Partido que seguía llamándose comunista. En el XXII Congreso del PCUS fue aprobado el nuevo Programa del Partido, que excluyó de sus principios fundamentales la necesidad de la dictadura del proletariado. Y, en el XXVIII Congreso del PCUS, fue aprobada ya la transición hacia el mercado. En aquel Congreso, el Partido y el pueblo habían sido advertidos de que el tránsito hacia el mercado conduciría al capitalismo, a la bancarrota del PCUS y a las calamidades del pueblo. En el informe de A.A. Serguéev, represen-tante del Movimiento de Iniciativa Comunista, se dijo: “Además del mercado de las mercancías, hay dos mercados más. Existe el mercado del capital privado, representado por las bolsas de valores, y el mercado de la fuerza de trabajo. Pues estos dos mercados, tomados juntos, dan de modo inevitable el mercado capitalista clásico, aunque sea lla-mado mercado regulado. No se puede evitar… Tal tipo de perestroika no la sostendrá nuestro pueblo, y también se derrumbará, por ello, el Partido como un partido comu-nista –pasará a la nulidad”.54

Como vimos, los pronósticos de la ciencia se han cumplido; y, ahora, tenemos que volver de nuevo, hablando de modo figurado, a la pregunta “¿Qué hacer?” que V.I. Lenin había desentrañado en su libro del mismo nombre.

Los conceptos de construcción del socialismo mediante el desarrollo del mer-cado, de lo mercantil, de las relaciones de mercancías y dinero, o sea, de las rela-ciones capitalistas, así como los planes de construcción de las distintas variantes de la economía de mercado con orientación social, aunque sea con las mejo-res intenciones, aunque sea bajo la dirección del más patriótico gobierno de confianza popular, es el mismo camino del gorbachovismo. Su resultado sólo puede ser el capitalismo. El oportunismo y el revisionismo han aprendido ya a

inventar las múltiples variantes y no menos numerosas excusas para estos modelos del capitalismo.

La práctica ha demostrado lo siguiente: apartar la economía de su base política dentro de la teoría integral del socialismo, escrutar alguna economía “pura”, no politizada y carente del contenido clasista, todo esto es un error, una tontería, y, por parte de los comunistas, hasta un crimen ante la clase obrera. En la URSS, en los últimos años del gobierno del PCUS, se construía el socialismo de mercado, y construyó... el capitalismo.

Parafraseando a Vladímir Illich, se puede decir que sin la lucha contra esta enfermedad “mercantil” contagiosa, hablar de fidelidad al socialismo o a la opción comunista es nada más que pronunciar unas frases sonoras, pero falsas.

¡Vamos a verificar nuestro rumbo con Lenin, con la ciencia del comunismo!

54 XXVIII Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética, 2-13.07.1990. Versión taquigráfica. Т. I. М., Politizdat, 1991, p. 504.

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ESBOZOS SOBRE LA SITUACIÓN DELA CLASE OBRERA EN TURQUÍA

Zehra GünerMiembro del Comité Central del Partido Comunista de Turquía

En Marzo de 1885, Federico Engels escribió un artículo para el London Com-monwealth bajo el título “Inglaterra en 1845 y en 1885” como secuela a su

obra seminal La situación de la clase obrera en Inglaterra. En este artículo, Engels dibujó la condición del movimiento clasista en los 40 años posteriores a escribir La situación de la clase obrera en Inglaterra muy vívidamente, como se puede comprobar:

“El cartismo agonizaba. La nueva prosperidad industrial, lógica y casi natural después de la terminación de la crisis de 1847, fue atribuida exclusivamente al influjo del libre cambio. En virtud de estos dos hechos, la clase obrera inglesa se convirtió políticamente en la cola del ‘gran’ Partido Liberal, que dirigían los fabricantes. Una vez conseguida esta posición ventajosa, había que perpetuarla. La violenta oposición de los cartistas, no contra el libre cambio, sino contra el que se le convirtiese en la única cuestión vital del país, hizo comprender a los fabricantes -y cada día que pasaba se lo hacía comprender mejor- que sin la ayuda de la clase obrera la burguesía no logrará jamás establecer ple-namente su dominio social y político sobre la nación. De esta manera, fueron cambiando

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poco a poco las relaciones entre las dos clases. Las leyes fabriles, que en tiempos habían sido un espantajo para todos los fabricantes, ahora no sólo eran observadas voluntaria-mente por ellos, sino que se extendían más o menos a todas las ramas de la industria. Los sindicatos, considerados hasta hacía poco obra del diablo, eran mimados y protegidos por los industriales como instituciones perfectamente legítimas y como medio eficaz para difundir entre los obreros sanas doctrinas económicas. Incluso, se llegó a la conclusión de que las huelgas, reprimidas hasta 1848, podían ser, en ciertas ocasiones, muy útiles, sobre todo cuando eran provocadas por los señores fabricantes en el momento que ellos consideraban oportuno. Aunque no desaparecieron todas las leyes que colocaban al obrero en una situación de inferioridad con respecto a su patrono, al menos las más escandalosas fueron abolidas”.1

Es interesante que la esencia de esta declaración vívida sobre el movimiento de la clase obrera 40 años después de la obra seminal de Engels describa bastante bien la situación de la clase obrera en Turquía. Quiero decir en esencia, pero no en la forma, sobre lo que voy a elaborar en algunas ideas.

Como la clase obrera no pudo hacer avanzar el movimiento hacia la toma del poder político en 1847 -es otro tema de debate si era históricamente posible o no para la clase obrera tomar el poder político– ésta fue esclavizada por el sistema polí-tico burgués y la ideología dominante del “comercio libre”. Entonces Engels hablaba de la muerte del cartismo y la conversión del movimiento obrero en la cola del Partido Liberal. En su descripción de la situación en 1885, Engels se refiere a la asimilación del movimiento sindicalista por la ideología burguesa y la formación de una aristocracia obrera. En su prólogo a la edición inglesa de este libro, él habla sobre cómo los capitalistas recurren a los sindicatos en diferentes ocasiones como otro medio para posponer los impactos de las crisis capitalistas de sobreproducción. Estos son hechos que, por supuesto, conocemos muy bien gracias a las experiencias acumuladas en más de un siglo. La breve descripción de Engels de la situación de la clase obrera en Inglaterra en 1885 ofrece una imagen de las dinámicas de la lucha de clases en pocas palabras.

En esencia, como la clase obrera no logra avanzar hacia una mayor unidad y mili-tancia en una dirección clasista, es asimilada y derrotada por la clase opositora, y, de ese modo, amplias secciones de la clase obrera se convierten en apéndices del sistema político y la ideología burguesas. Lo contrario a la unificación y más militancia se convierten en el lema del día, que es: fragmentación, desorganización, asimilación y subyugación.

1 Engels, F., “The condition of the working class in England”, en Collected Works, vol.4, Progress Publishers, Moscú, 1975, p.297.

Estos son puntos esenciales de referencia que podemos estimar paralelos a la des-cripción de Engels y a la situación de la clase obrera en Turquía en las últimas tres décadas. Por supuesto, el dibujo vívido de Engels también se puede aplicar, en líneas generales, a las clases obreras de otros países. Por lo tanto, necesitamos discutir las peculiaridades de la situación de la clase obrera en Turquía para hacer nuestra argu-mentación más comprensible y plausible.

Engels escribió un libro de casi 250 páginas analizando diferentes secciones de la clase obrera en Inglaterra para describir su situación. Por supuesto, en un artículo tan breve como éste no tenemos el suficiente espacio para discutir la situación de cada sección de la clase obrera en Turquía, ni para indicar todos los factores que son útiles a la hora de describir esta situación. Además, yo no tengo la genialidad de Engels, sino que únicamente recurro a la herencia teórica de los grandes maestros. No obstante, creo que podemos señalar algunos factores importantes, quizás los más importantes, según nuestra visión, que tienen una amplia influencia sobre la clase obrera en Turquía. En general, sólo trato de proporcionar un esbozo de los factores que conducen a la fragmentación, desorganización, asimilación y subyugación de la clase obrera en Turquía. Sin embargo, la cuestión más importante (o sea, la estrategia y la táctica de los comunistas para abordar estos factores) queda sin respuesta en este artículo, porque eso tiene que tratarse en otro.

El desempleo como un factor deshumanizador

Antes de sacar conclusiones sobre los efectos de los altos y persistentes niveles de desempleo de la clase obrera de Turquía, me gustaría proporcionar algunos datos sobre este tema. Antes de todo, debo explicar brevemente por qué empiezo un artí-culo sobre la situación de la clase obrera en Turquía con “el desempleo”. La razón es simple y clara: no es sólo que la amenaza de desempleo afecte a grandísimos segmentos de la clase obrera, sino también que los desempleados constituyen una de las secciones más grandes de la clase obrera en Turquía.

Según las estadísticas laborales presentadas por el Instituto Estadístico Turco (TSI), la tasa de desempleo en Turquía, en noviembre de 2011, es del 9,1 por ciento, y la cifra de desempleados es de 2,5 millones de personas. Sin embargo, en cuanto a la definición más amplia y verdadera del desempleo2, la cifra alcanza los 4,5 millones

2 La definición amplia del desempleo también tiene en cuenta lo siguiente: los subempleados, los que no están activamente buscando un trabajo pero pueden comenzar a trabajar y los trabajadores estacionales. La tasa real de desempleo se calcula según la fórmula siguiente: (desempleados + subempleados + los que no están activamente buscando un trabajo pero pueden comenzar a trabajar + trabajadores estacionales) / (la fuerza laboral + los que no están activamente buscando un trabajo pero pueden comenzar a trabajar + trabajadores estacionales).

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y la tasa el 16,2 por ciento, aproximadamente. La tasa oficial de desempleo entre los jóvenes (los que tienen entre 15 y 24 años de edad) está sobre el 17 por ciento, mien-tras que la tasa real de desempleo entre los jóvenes es aproximadamente del 30 por ciento y la cifra de jóvenes desempleados es de 1,438 millones. En las áreas urbanas y entre los jóvenes con mejores niveles de educación, estas tasas son todavía más altas.

La cifra de los que no buscan un trabajo activamente, pero pueden comenzar a trabajar, ha aumentado gradualmente, hasta alcanzar 1,2 millones. Aproxima-damente, 700.000 de éstos son trabajadores desalentados, o sea que perdieron sus esperanzas de tener un trabajo. Es perfectamente plausible asumir que la subsistencia de estas personas depende de las prestaciones de bienestar social y otros recursos, como los lazos rurales y fondos de solidaridad, etc. La Tabla 1, más abajo, resume las estadísticas de desempleo que hemos mencionado hasta ahora.

Tabla 1. Desempleo y estadísticas de la fuerza laboral

(miles de personas) Noviembre 2010 Noviembre 2011Fuerza laboral 25,665 26,696

Empleados 22,854 24,267Desempleados 2,811 2,429

Tasa de participación de fuerza laboral (%) 48.6 49.4Tasa de empleo (%) 43.2 44.9Tasa de desempleo (%) 11.0 9.1

Tasa de desempleo no agrícola (%) 13.7 11.4Tasa de desempleo entre la juventud (%) 20.8 17.0

Personas que no están en la fuerza laboral 27,195 27,331Desempleo según la definición amplia 5,126 4,508Tasa de desempleo más amplia (real) (%) 19,0 16.2

Otra cosa importante que debemos subrayar es la gran cantidad de personas que no están clasificadas en la fuerza de trabajo3 en Turquía. Las personas que no están buscando un trabajo pero que pueden comenzar a trabajar también forman parte de esta categoría. 12,2 millones de estas personas, cuyo número total supera los 27 millones de personas, son amas de casa, 4.4 millones son personas que están formándose, y el resto son los jubilados, discapacitados, enfermos y ancianos. Estas secciones de la clase obrera, que se pueden considerar como población inactiva, ofre-cen todavía otra reserva potencial de fuerza de trabajo para los capitalistas, aparte de los desempleados. El objetivo de los pasos que se darán en Turquía hacia imponer más flexibilidad en el régimen de trabajo turco es crear una numerosa mano de obra en la que estas secciones de la clase obrera puedan ser movilizadas cuando se nece-

3 Esta categoría incluye personas que están en edad de trabajar, esto es, 15 años o más.

site. Por supuesto, con las políticas tendentes a vincular a esta población al mercado laboral vía trabajo atípico, el gobierno busca incrementar la circulación de la fuerza de trabajo y también ejercer presión a la baja sobre el salario medio, los derechos y las condiciones de trabajo de los obreros.

La denominada población inactiva (que incluye a los subempleados4, a los traba-jadores estacionales y a las personas que no están buscando un trabajo pero pueden comenzar a trabajar) es un recurso importante para la clase capitalista. De modo similar, los que participan en la vida laboral después de formar parte de la numerosa capa de población inactiva serán proletarizados bajo la influencia ideológica de esta misma sección de la población. Por lo tanto, podemos decir que después de que se complete el ataque para imponer la flexibilidad, la nueva clase obrera será aún más ajena a las ideas de organización y lucha, debido tanto a factores objetivos como subjetivos.

Un tema crucial, que merece mencionarse, es que la población inactiva que espera ser incluida en la fuerza de trabajo, los desempleados y los trabajadores con salarios por debajo del nivel de subsistencia se han ido volviendo gradualmente más depen-dientes de las prestaciones de bienestar social y de las redes informales de solidaridad, tales como las comunidades y sectas religiosas, durante los mandatos de los gobier-nos del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP). Con respecto a esto, podemos argumentar que la deformación ideológica causada por los vínculos duraderos de la clase obrera urbana de Turquía con el campo finalmente se han sustituido por la deformación causada por las prestaciones de bienestar social y las redes comunales de solidaridad y caridad, ya que aquellos vínculos se eliminaron con las denominadas “reformas” que se realizaron después de la crisis de 2001 en Turquía.

Los datos más actuales acerca de las prestaciones de bienestar social, suministra-dos por el gobierno, son de finales de 2009. No obstante, la tendencia de estos datos proporciona información suficiente para resumir la situación. Según las estadísticas oficiales, la cantidad de ayuda alimenticia concedida por el gobierno a las adminis-traciones locales para ser distribuida vía las Fundaciones de Asistencia Social y Soli-daridad fue de 35 millones de liras turcas (TL) –aproximadamente, 23 millones de dólares- en 2003, de 55 millones de TL (aproximadamente, 34 millones de dólares) en 2004, de 90 millones de TL (aproximadamente, 60 millones de dólares) en 2005, de 150 millones de TL (aproximadamente, 100 millones de dólares) en 2006, de

4 La categoría de subempleo incluye “el subempleo relacionado con la jornada” y “el subempleo inadecuado”. El primero se describe como personas empleadas en la semana de referencia que han trabajado menos que 40 horas en total, a pesar de su buena disposición para trabajar más. El segundo se describe como personas empleadas en la semana de referencia, pero que también están buscando otro trabajo para cambiar el actual o un trabajo adicional en las últimas 4 semanas y que están disponibles para trabajar si lo encuentran.

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140 millones de TL (aproximadamente, 93 millones de dólares) en 2007, de 213,7 millones de TL (aproximadamente, 142 millones de dólares) en 2008 y de 382,4 millones de TL (aproximadamente, 255 millones de dólares) en 2009. Observamos una tendencia similar y rápidamente creciente en la provisión de ayuda de carbón y en la provisión de ayuda alimenticia durante los mandatos del gobierno del AKP. La cifra de hogares que reciben la ayuda de carbón superó los 2,2 millones en 2009. Dado que esta cifra aumentó aún más en 2010, podemos decir que hablamos de un artículo de bienestar que alcanza a aproximadamente 12 millones de personas o casi 7 millones de electores. La Tabla 2 muestra la tendencia en la provisión de la ayuda de carbón desde 2003 hasta 2009.

Tabla 2. Número de familias que se benefician de la ayuda de carbón (2003-2009)

AñoCantidad de carbón distribuido

(en toneladas)Cifra de beneficiarios (hogares)

2003 649,82 1,096,4882004 1,052,379 1,610,1702005 1,329,676 1,831,2342006 1,363,288 1,797,0832007 1,494,163 1,894,5552008 1,827,131 2,246,280

En cuanto a subsidios para el pago de casas, el gobierno suministró 919.900 TL (aproximadamente, 612.000 dólares) a 415 personas en 2006, 2.503.950 TL (aproximadamente, 1.669.300 dólares) a 642 personas en 2007, 40.461.955 TL (aproximadamente, 26.974.637 dólares) a 27.906 personas en 2008 y 74.430.494 TL (aproximadamente, 49.620.329 dólares) a 72.304 personas en 2009.

Como sugieren estos datos, el gobierno del AKP ha organizado una amplia red de asistencia social en la que está incluida una amplia sección de la población. Al pare-cer, en la percepción de estas amplias secciones de la población, donde también se incluyen los trabajadores pobres, los desempleados y la población inactiva, el carácter del gobierno como “proveedor de servicios” ha sido sustituido por el de un gobierno “proveedor de ayuda”. Este es un factor importante porque se ajusta bien al escenario de percepciones cambiantes sobre la explotación y las desigualdades. En este marco, los derechos de la clase obrera no se perciben como algo logrado mediante la lucha, sino como algo concedido por el poderoso. Por tanto, la esfera pública está total-mente abierta para las organizaciones religiosas y reaccionarias porque la cultura de la “caridad” está íntimamente relacionada con la ideología religiosa.

Aparte de las prestaciones de la asistencia social y las redes de caridad, el préstamo se ha convertido en un medio importante de subsistencia para una gran parte de la clase obrera y de la población mencionada que la rodea. Las reformas bancarias y la coyuntura económica tras la crisis de 2001 facilitaron el acceso a créditos persona-les de consumo, y las tarjetas de crédito se han convertido en uno de los medios principales de pago. Las tarjetas de cré-dito son esenciales especialmente para los trabajadores que no reciben sus salarios con regularidad. La clase obrera altamente endeudada puede ser subyugada por la ideología burguesa mucho más fácil y fuertemente, y sus intereses pasan a ser mante-ner la “estabilidad económica” y las demandas de la clase capitalista para ser capaces de pagar sus deudas. En otras palabras, a los trabajadores altamente endeudados, las demandas de sus enemigos de clase les parecen más relevantes que sus propios inte-reses.

Para tener una idea básica sobre el nivel de endeudamiento, me referiré a algunas estadísticas. En 2002, el total de los créditos de consumo alcanzaba, aproximada-mente, los 2.000 millones de dólares, mientras que en 2010 alcanzaba los 80.000 millones de dólares, y, en junio de 2011, llegaba ya a los 90.000 millones de dólares. La deuda total de los hogares en 2008 era de 129.000 millones de TL, de 147.000 millones de TL en 2009 y de 191.000 millones de TL en 2010. Durante el mismo período, la proporción de deuda total de los hogares sobre sus ingresos disponibles aumentó del 36 al 41 por ciento. Sin embargo, la proporción del pago de intereses sobre el ingreso disponible disminuyó del 6,2 por ciento al 4,4 por ciento debido a la bajada de los tipos de interés. En otras palabras, los consumidores están mucho más endeudados, pero asignan una parte menor de sus ingresos al pago de los intereses. Por tanto, es plausible argumentar que su sensibilidad a los cambios en los tipos de interés ha aumentado. Casi la mitad de los créditos de consumo son préstamos para la vivienda, mientras que el 45 por ciento consiste en créditos financieros personales y el 5 por ciento consiste en créditos para la compra de vehículos. La cifra de las personas con préstamos de tarjetas inactivas de crédito ha pasado de aproximadamente 1,1 millones en 2008 a 1,6 millones en marzo de 2011.

Todo acontecimiento que interrumpiera el flujo de las prestaciones de asisten-cia social, caridad y préstamos significaría una catástrofe para los trabajadores, que gradualmente se hacen cada vez más dependientes de estos factores. Por lo tanto, la estabilidad de la política burguesa y un nivel de vida moderado se han convertido en sus únicas expectativas de futuro. Estas circunstancias ganan arraigo gracias al relativo distanciamiento de las generaciones jóvenes de trabajadores de las ideas de organiza-ción y lucha.

los trabajadores altamente endeudados, las demandas de sus enemigos de clase les parecen más

relevantes que sus propios intereses

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La desesperación de las masas desempleadas y la búsqueda de un refugio seguro han jugado un papel importante para que el sistema predominante construya las bases de masas de la reacción.

Un tercer factor que juega un papel importante en la fragmentación, desorgani-zación, asimilación y subyugación de la clase obrera en Turquía es la expansión del trabajo informal en todos los sectores. Es imposible hablar de ningún tipo de libertad para los trabajadores informales, menos aún de la libertad para organizarse. Aparte del desempleo, una razón importante para que las masas trabajadoras de Turquía trabajen en trabajos informales es el alto nivel de endeudamiento. En Turquía, el gobierno juega un papel decisivo en el cobro de los préstamos, ya que los impagados se cobran mediante confiscación. El gobierno regula el régimen de pago de préstamos; por tanto, los trabajadores que tratan de escapar de la posibilidad de que sus salarios sean confiscados, dan su consentimiento al trabajo informal sin ningún derecho.

Orígenes de la fragmentación de la clase obrera en la historia reciente

El régimen fascista establecido después del golpe del 12 de septiembre de 1980 allanó el camino a la burguesía turca para incrementar sus ataques sistemáticos contra la clase obrera a escala masiva, y la ventaja lograda por la clase capitalista se ha repro-ducido fuertemente en cada esfera de la vida, contra la clase obrera. El régimen fascista no solo consistió en acuerdos legales o prácticas que se llevaron a cabo contra las organizaciones de la clase obrera. Además, supuso un ataque ideológico total contra la clase obrera.

Si uno de los pilares fundamentales del ataque ideológico de la burguesía fueron las políticas que refuerzan fuertemente al imperialismo en nuestro país y en la región, el otro fue el creciente distanciamiento entre el movimiento comunista y la clase obrera. Esta distancia finalmente resultó en el aislamiento de la clase obrera.

Después del golpe del 12 de septiembre, los partidos políticos que debían represen-tar a la clase obrera y las organizaciones económicas de la clase obrera, los sindicatos, se debilitaron. Mientras que la cifra de trabajadores organizados en los sindicatos dismi-nuía rápidamente, los sindicatos ayudaron en los esfuerzos para aislar a la clase obrera de la política socialista. Se debe recordar que en el movimiento sindical turco de hoy quedan solamente unos pocos cuadros con orientación de clase, que generalmente se afiliaron al movimiento antes de 1980, cuando los sindicatos no eran descritos como organizaciones “suprapolíticas”. Además, incluso esos cuadros se ven forzados a una posición en la cual no pueden tomar ninguna iniciativa para protegerse a sí mismos en los sindicatos, que son empujados a una línea pactista después del golpe de estado.

Merece la pena decir que las resistencias y acciones de los trabajadores, que oca-sionalmente determinaron la agenda del país después de 1980, se llevaron a cabo por medio de los sindicatos. La proletarización de la agenda del país por estas acciones duró poco. Aunque las conquistas de la clase obrera después de estas concentraciones han sido limitadas, se deben considerar como experiencias importantes. Sin embargo, todas estas experiencias estaban condenadas a la falta de persistencia; ni la izquierda turca ni los sindicatos podían lograr acabar con este asedio. Además, los trabajadores que luchaban no podían evitar que los sindicatos sumisos los dejasen en la estacada. En el último análisis, como los sindicatos no dejarían que se politizasen los levanta-mientos obreros, y, por tanto, no los podían llevar a cabo, estas acciones no dejaron marcas profundas en la memoria colectiva del proletariado como momentos para trascender la fragmentación hacia la solidaridad.

Por ejemplo, el reciente levantamiento de los trabajadores de tabaco en TEKEL empezó con la decisión del sindicato (Tek Gıda-İş) de actuar. Mientras que los tra-bajadores mantuvieron la decisión hasta más allá del sindicato mismo y su lucha se unió con el movimiento comunista, estaba politizada, ganó el apoyo del público y consiguió la capacidad de organizar a la sociedad. Sin embargo, debemos mencionar que, cuando se considera en todos los aspectos la intervención del Partido Comunista de Turquía para establecer vínculos entre el movimiento comunista y la resistencia de los trabajadores de TEKEL, fue insuficiente, y la representación de la resistencia no se materializó en la persona del TKP a pesar de la fuerte intervención.

La desconexión entre la clase obrera y el movimiento comunista es el principal impedimento para conseguir dejar marcas profundas en la memoria colectiva de la clase obrera. Hay una conexión clara entre la ambición sindical de aislar a los tra-bajadores de la política comunista y el hecho de que todas las resistencias y acciones significativas de los trabajadores que se llevaron a cabo espontáneamente y con el esfuerzo de los sindicatos no se gestionaron para ganar nuevas fronteras en la lucha de clases, sino para mantener los logros existentes. Tales acciones no pueden orga-nizar a la sociedad ampliamente. Una línea de lucha de clases, con reclamaciones más amplias, que servirán a la clase obrera para lograr nuevos derechos, solamente se puede organizar por el movimiento comunista, que representa las afirmaciones políticas sobre el futuro del país.

Antes de continuar con otros aspectos de la situación de la clase obrera en Tur-quía, debo decir algunas palabras más sobre la situación del supuesto movimiento sindical “progresista” y la liquidación gradual de la línea clasista en esta sección.

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Cuando la Confederación de Sindicatos Revolucionarios (DİSK)5 vio retirados todos los cargos contra ella en 1991, el nuevo liderazgo de DİSK adoptó la línea política dominante de legitimar la derrota del socialismo que predominaba en los sin-dicatos. Esta actitud ciertamente jugó un papel importante en alienar a la clase obrera de la lucha económica y política. Tan pronto como la Confederación se restableció, el nuevo liderazgo socialdemócrata de DİSK condenó el sindicalismo con orientación de clase y adoptó la ideología del supuesto sindicalismo “contemporáneo”. Como interpretaban la desaparición del socialismo en la Unión Soviética y Europa del Este como el final de la lucha de clases, expresaron su disposición para llegar a acuerdos con la clase capitalista en cada plataforma; por tanto, perdieron gran parte de sus miembros. Como DİSK negó el hecho de que es una organización de lucha de clases, empezó a identificarse a sí misma como una organización no gubernamental necesaria para el acuerdo y el diálogo social. Sobre esta premisa, la nueva DİSK se podría acercar tímidamente a las organizaciones de la clase capitalista más fácilmente.

Después de 1980, la distancia entre la izquierda socialista y la clase obrera se ha incrementado, aún más cuando una parte grande de la izquierda se volvió liberal y renunció a conseguir objetivos revolucionarios. La liberalización de la izquierda turca y la transformación de DİSK en una “organización no gubernamental” fueron de la mano.

En línea con la denominada concepción del sindicalismo contemporáneo, que niega el hecho de que los sindicatos son organizaciones de clase, DİSK prefirió las “políticas de identidad” en lugar de la política de clase. De este modo, no desafió consisten-temente las políticas de privatización y atribuyó características positivas al supuesto “nuevo orden mundial”. Al volverse cada vez más ajena a la lucha de clases, empezó a apelar cada vez más a las organizaciones imperialistas, como la Unión Europea y sus ramas en el movimiento sindicalista.

La alienación de los objetivos revolucionarios y la liberalización hizo que DISK perdiera un gran número de miembros. Todavía hoy DİSK está perdiendo miembros, y el número de sindicatos afiliados a DİSK que organiza luchas genuinas es, desafor-tunadamente, muy bajo. Hoy día, DİSK y la Confederación Sindical de Izquierda de los Trabajadores Públicos (KESK) no llenan el espacio de izquierdas en el movimiento sindical. Las voces libertarías de la coalición liberal-reaccionaria en nuestro país están lejos de dar esperanza a la clase obrera. Estas confederaciones se ven forzadas a reti-rarse a un nivel en el que prometen no hacer nada más que exigir una constitución nueva y democrática, a pesar de los tremendos ataques contra la clase obrera.

5 Es interesante que los documentos oficiales de DİSK en inglés se refieren a la organización como la Confederación de Sindicatos “Progresistas”, a pesar del hecho de que su nombre en turco es “Confederación de Sindicatos Revolucionarios” (“Devrimci İşçi Sendikaları Konfedarasyonu”).

La segregación sectorial de la clase obreraAhora, podemos continuar con los cambios en la composición de la clase obrera

en Turquía en términos de sectores económicos. Esto no es solamente importante porque tiene que ver con los cambios de sector en el empleo de los trabajadores, sino también en términos de los cambios en las formas de empleo.

Según los datos del TSİ, en 2010, el 25 por ciento del empleo estaba en la agri-cultura; el 20 por ciento, en la industria; el 6 por ciento, en la construcción, y, el 49 por ciento, en los servicios. La mayoría de los trabajadores empleados en la industria trabajan en industrias manufactureras, mientras que el 15 por ciento están empleados en el sector comercial y el 5 por ciento en restaurantes y entretenimiento.

Las tendencias de cambio sectorial en el empleo en nuestro país apuntan a un cam-bio dramático de la economía y la sociedad turcas. Dos décadas atrás, en 1990, el 46,5 por ciento de los trabajadores se empleaban en la agricultura; el 15,8 por ciento, en la industria; el 5,7 por ciento, en la construcción, y, el 32 por ciento, en los servicios. En otras palabras, en un período de tiempo relativamente corto, el porcentaje de los que trabajan en la agricultura se redujo casi a la mitad, mientras que la cifra de los que tra-bajan en servicios aumentó drásticamente. Aunque el sector de la construcción creció mucho en años, su parte en el empleo casi no ha cambiado en los últimos veinte años.

El trabajo informal se ha convertido en una estrategia de reducción de costes para los capitalistas turcos. Según las cifras oficiales, había 3 millones 535 mil asalariados en condiciones de trabajo informal en 2010, mientras que la cantidad total de los asa-lariados es de 13 millones 762 mil. En otras palabras, uno de cada cuatro asalariados trabaja bajo contratos informales, sin ninguna seguridad en el trabajo.

Una vez más, según las estadísticas oficiales, había 3.037.447 obreros empleados en el sector público en marzo de 2011. Esta cifra corresponde al 13,31 por ciento del empleo total y al 4,1 por ciento de la población total. En términos históricos, durante los períodos de gobierno del AKP, la participación del sector público en el empleo se redujo del 15,2 por ciento, en 2002, al 13,31 por ciento en 2011.

Figura1: Participación de los trabajadores empleados en el sector público en el empleo total (%)

Fuente: Instituto Turco de Estadísticas

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En general, los trabajadores del sector público son contratados bajo cinco esta-tutos diferentes: personal titular, personal contratado, personal temporal, trabajador permanente y trabajador temporal. Alrededor del 70 por ciento de los empleados públicos (aproximadamente, 2 millones) son contratados bajo la categoría de titular. Sin embargo, con la llamada “Reforma de Empleados Públicos”, que ha estado sobre la mesa desde hace bastante tiempo, el gobierno tiene la intención de cambiar a la mayoría de este personal titular a la categoría de personal contratado. De hecho, la cifra de empleados que trabajan con contrato se ha incrementado casi el 100 por ciento desde marzo de 2007, a pesar del hecho de que su participación en el empleo total en el sector público es todavía baja (10,93 por ciento).

La situación de los trabajadores kurdos

Desde los años 60, la migración de las ciudades kurdas especialmente hacia las ciudades grandes en las regiones del Egeo, Mármara y el Mediterráneo ha sido con-tinua. Antes de 1985, la mayor razón para la emigración era económica, pero desde entonces se han añadido las razones políticas, como la “migración forzada” por la guerra. Por lo tanto, a pesar de que la migración desde las ciudades kurdas hacia el oeste es un fenómeno que ha sido continuado durante las últimas cinco décadas, se aceleró considerablemente a partir de los 90. El cambio en los factores que causan la emigración no ha afectado mucho a las consecuencias. La diferencia principal para la población kurda tiene que ver mucho más con los rápidos cambios en las condiciones de vida y trabajo en las ciudades a las cuales emigran.

Se debe subrayar que el carácter de los trabajos que los emigrantes kurdos pueden encontrar está cambiando, al igual que las condiciones de trabajo en las ciudades occidentales. En los años anteriores del movimiento migratorio, cuando los resul-tados de las políticas y prácticas neoliberales no se habían desatado del todo, el tra-bajador kurdo emigrante generalmente podía encontrar la oportunidad de empezar un trabajo autónomo, aunque informal, un trabajo como buhonería o la pequeña producción. Esta posibilidad o bien se ha eliminado casi totalmente o ha sido bas-tante marginal desde los 80 hasta el período del AKP. Como informal, inseguro, sub-contratado o temporal -en otras palabras, atípico-, el trabajo así se ha convertido en norma, y tales formas de empleo han sido el tipo dominante desde los primeros años 90; los tipos de trabajo que los emigrantes kurdos podían encontrar también han cambiado. En otras palabras, en lugar de localizarse en empleos urbanos marginales, los trabajadores kurdos se han convertido en parte inseparable de la clase obrera en Turquía. Por esta misma razón, los kurdos emigrantes se proletarizan mucho más rápidamente si lo comparamos con el ritmo de proletarización de los años anteriores.

Sin embargo, esto no es un fenómeno completamente nuevo y peculiar, sino que es una parte del cambio total de la clase obrera en Turquía. Sin embargo, la diferencia cualitativa de las formas nuevas de proletarización con respecto a los procesos clási-cos es otro tema de discusión.

La expansión de formas atípicas de empleo, el incremento gradual en la canti-dad de los trabajadores en empleo informal, inseguro, subcontratado y temporal es un fenómeno general. Mientras las secciones más dinámicas de la clase obrera, que intentan diferentes formas de lucha, son las que trabajan bajo tales condiciones de empleo y también las que afrontan la amenaza de la inseguridad, los trabajadores kurdos también se han hecho más visibles en varias experiencias de organización y lucha.

La cifra creciente de trabajadores kurdos emigrados a las ciudades metropolita-nas del oeste o a ciudades grandes kurdas, como Diyarbakır, no debilita, sino, todo lo contrario, fortalece las raíces de clase del problema kurdo. Comparado con el período anterior, los kurdos proletarizados se han vuelto más abiertos a la política de clase más allá de la política identitaria.

Una especificidad importante que se debe tener en cuenta en relación a los tra-bajadores kurdos es que los procesos de proletarización entre los kurdos pobres se están acelerando -esto se opone a la tesis que plantea que la clase obrera en Turquía se ha “kurdizado”. Asimismo, a pesar de la relativa debilidad de las oportunidades de organización, ha madurado un nuevo y común campo de lucha de los trabajadores turcos y kurdos, que están cada vez más sujetos a formas informales, inseguras, sub-contratadas y temporales de empleo.

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EL PARTIDO COMUNISTA Y LA CLASEOBRERA VENEZOLANA EN LA DISYUNTIVA

DE LA REVOLUCIÓN BOLIVARIANA

Pedro EusseMiembro del Buró Político del Partido Comunista de Venezuela

La actual crisis sistémica del capitalismo coincide con el desarrollo de pro-cesos progresistas y revolucionarios, fundamentalmente de carácter antiim-

perialista y antioligárquico, particularmente en América Latina, cuyas múltiples contradicciones intrínsecas generan expectativas en diversas direcciones.

Uno de los rasgos comunes en tales procesos políticos -además de su cuestiona-miento de la dominación imperialista estadounidense en la región, la reivindicación de la soberanía nacional y una mejor distribución de la riqueza, atributos que de por sí los hacen merecedores del respaldo de las fuerzas consecuentemente revolu-cionarias- es que su vanguardia social ha sido asumida por sectores radicalizados de la pequeña burguesía y de capas medias profesionales, incluso con importante pro-tagonismo de la llamada burguesía nacional emergente, no monopolista, interesada

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en tomar las riendas de la dinámica económica, en contraposición con la estrategia de control hegemónico global de los monopolios transnacionales. Confrontación interburguesa que tiene particular definición en Venezuela, con su economía petro-lera rentista, donde prácticamente toda la dinámica económica y social gira alrede-dor de los recursos que genera la exportación de crudo, actividad bajo monopolio estatal, por lo que las diversas fracciones burguesas intentan tomar control directa o indirectamente del aparato estatal y la administración de la renta petrolera.

En tal contexto, ha surgido el planteamiento diversionista del “socialismo del siglo XXI”, con mayor fuerza levantado por el liderazgo de la Revolución Boliva-riana en Venezuela, seguido por los gobiernos progresistas de Ecuador, Bolivia y Nicaragua, asumido, además, por corrientes políticas oportunistas en otros países de América Latina y el Caribe.

Esta circunstancia histórica ha sido cuna del renacer de diversas viejas “teorías” y concepciones, presentadas con apariencia de originales y autóctonas, etiquetadas de endógenas, pero que, en definitiva, envuelven la negación de la lucha de clases y del papel revolucionario de la clase obrera, la desestimación de la teoría científica del proletariado y la necesidad de su instrumento orgánico, el partido político fun-damentado en los principios del marxismo-leninismo.

De tal manera, desde la dirección del proceso venezolano hay sectores que difun-den conceptos introducidos por teóricos socialreformistas, “postmodernistas” y revisores del marxismo, elevando a la categoría de sujetos históricos de la revolución

a “las multitudes” (Antonio Negri y Paolo Virno), “al pue-blo” -desprovisto de un sentido de clase- y a las comunidades territoriales. El problema con estas categorías es que son gené-

ricas y abstractas, no históricamente concretas, y carecen, por lo tanto, de contenido clasista específico. Hablar de “las multitudes”, por ejemplo, es escamotear –o, al menos, deformar- la lucha de clases, que ocurre no entre los muchos y los pocos, sino entre los explotados y los explotadores, independientemente de sus respectivas fuerzas numéricas. Además, al enfatizar de manera superlativa, desde la dirección del proceso revolucionario y del gobierno, el papel protagónico de las comunidades territoriales, se obvia o, aún más, se intenta frenar el desarrollo organizativo y socio-político que necesita alcanzar la clase obrera y demás trabajadores y trabajadoras,

desde sus centros de trabajo y por ramas de actividad laboral, en la dinámica de la lucha de clases, por la supresión de las relaciones capitalistas de producción.

A la par, desde instancias dirigentes del proceso, se difunde la negación del mate-rialismo dialéctico y la descalificación de la actuación de las leyes del desarrollo social (Kohan), tratando de darle sustento teórico al voluntarismo y al subjetivismo, en desmedro de la concepción materialista de la historia. En esa explosión de diver-sionismo ideológico, se abre paso con facilidad el anticomunismo en el discurso y en la práctica política, a nombre del socialismo del siglo XXI, haciendo concesiones a la ideología burguesa y al chantaje anticomunista de la guerra sicológica del impe-rialismo, debilitando la fuerza política y moral de la revolución bolivariana frente a los planes de la contrarrevolución.

Tal situación tiene su explicación, en buena medida, en la aún insuficiente fuerza cuantitativa y cualitativa de la clase obrera venezolana, que le ha impedido, hasta ahora, jugar un papel determinante o relevante en el curso del proceso de cambios que transita la República Bolivariana de Venezuela, aunque hay manifestaciones crecientes e indudables de una cada vez mayor conciencia política de la clase obrera y del pueblo trabajador venezolano, lo que favorece el desarrollo de una línea política para la defensa, consolidación y profundización de los cambios revolucio-narios. Algunas de estas manifestaciones positivas son las acciones de masas por la aprobación de una nueva y revolucionaria Ley Orgánica del Trabajo y la lucha por avanzar en el establecimiento de un nuevo modelo de gestión de las empresas, particularmente las de propiedad estatal, bajo el principio de control obrero, con la constitución de los Consejos Socialistas de Trabajadores y Trabajadoras, como instrumentos para el ejercicio de la dirección colectiva de las y los trabajadores en los procesos productivos, en combate por desmantelar las opresivas relaciones capi-talistas de producción y por destruir el Estado burgués, propiciando la formación de una conciencia revolucionaria en la clase obrera.

Los consejos socialistas de trabajadores y trabajadoras, tal y como los concibe el PCV, cumplirán cabalmente su papel revolucionario de clase en la medida en que las y los trabajadores que asumen su construcción y desarrollo elevan su conciencia de clase en sí a clase para sí, a diferencia de los “consejos obreros” surgidos por iniciativa del socialreformismo en algunos países europeos.

De acuerdo al análisis que hace el Partido Comunista de Venezuela (PCV), los cambios ocurridos en estos años en el marco de la denominada Revolución Boliva-riana son, hasta el presente momento, el resultado de una práctica social-reformista de tendencia patriótica y progresista, con un determinante protagonismo de secto-

su vanguardia social ha sido asumida por sectores radicalizados de la pequeña

burguesía y de capas medias profesionales, incluso con importante protagonismo de la llamada burguesía nacional emergente

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res de la pequeña burguesía. Tal realidad será trascendida sólo mediante una nueva correlación de fuerzas populares y revolucionarias, liderada por la clase obrera, que permitirá garantizar la consolidación de la liberación nacional y crear condiciones para avanzar efectivamente hacia el objetivo estratégico de la toma del poder por la clase obrera y avanzar en la construcción del socialismo.

Se aproxima, entonces, la Revolución Bolivariana a una encrucijada y disyun-tiva histórica, cuyo desenlace estará determinado por la correlación de fuerzas de clases que opere en su interior: o consolida un proceso de reformas progresistas que preserve los cimientos del sistema capitalista o avanza hacia una transición de desmontaje del aparato estatal burgués y sustitución del actual carácter dominante de las relaciones capitalistas de producción.

Causas del insuficiente protagonismo de la clase obrera en el actual proceso venezolano

La clase obrera venezolana no ha tenido, históricamente y en términos generales, una alta composición numérica, debido fundamentalmente al tradicional modelo monoproductor y monoexportador de nuestra economía nacional y a las caracte-rísticas de atraso industrial de nuestro país, resultado de la condición dependiente y del papel asignado a nuestro país, en el marco de la división internacional del trabajo bajo dirección imperialista, como productor y exportador casi exclusivo de materia prima, específicamente, de petróleo crudo.

Si bien, entre los años 60 y 70 del siglo XX, surgieron conglomerados industria-les de cierta importancia, fundamentalmente de propiedad estatal, como las empre-sas de la Corporación Venezolana de Guayana (CVG), no obstante en la década de los 80, como efecto de la aplicación de las políticas neoliberales, se inició una acelerada desindustrialización del país. Esta tendencia fue detenida a partir del año 1999, cuando el gobierno del Presidente Chávez rompió con la política neoliberal, pero diversos factores internos y externos han impedido que se active un proceso de sostenida reindustrialización del país.

Si bien es cierto que la debilidad del tejido productivo ha provocado un decre-cimiento numérico relativo del proletariado industrial (por ejemplo, el número de trabajadoras y trabajadores ocupados en la industria manufacturera se ha reducido más de 20% desde 1990), esto no significa un decrecimiento absoluto de la clase trabajadora, puesto que ha habido un aumento de la fuerza de trabajo ocupada en otros sectores, particularmente en la construcción, el comercio y los servicios públicos, incluyendo las telecomunicaciones y la energía eléctrica.

No obstante, los obreros de la industria manufacturera siguen siendo muy importantes desde el punto de vista cualitativo, pese a la notable reducción que han sufrido sus filas. Su número hoy está por debajo de los 500 mil, o un 4 por ciento del total de la fuerza laboral activa del país. Entre ellos, destacan los metalúrgicos, concentrados en el complejo industrial guayanés.

Efectivamente, se ha experimentado un proceso de disminución del parque industrial, producto del cierre unilateral de empresas por parte de sus propieta-rios, bien sea por motivos políticos o por razones económicas ligadas a los efectos residuales de las políticas neoliberales que favorecieron las tendencias hacia la con-centración y centralización del capital. Así, entre 1996 y 2007, el número total de empresas industriales manufactureras se redujo en casi un 40 por ciento, reducción que afectó especialmente a la pequeña y mediana empresa.

En cuanto al proletariado petrolero venezolano, éste no ha registrado históri-camente un gran número de efectivos, aunque en las primeras cinco décadas del siglo XX, período de establecimiento y consolidación de la economía petrolera, era el componente más numeroso, organizado y combativo del conjunto de nuestra clase obrera. Experimentó luego una disminución y debilitamiento, resultado de la irrupción del uso de nuevas tecnologías y de la profusión de los mecanismos de tercerización y subcontratación en las relaciones de trabajo, además de la influencia perniciosa y divisionista de las corrientes corrompidas de la socialdemocracia pro-imperialista, que dominaron el sindicalismo petrolero por muchos años.

Actualmente, con la intensificación de actividades en la Faja del Orinoco y la reciente estatización de los servicios vinculados a las actividades primarias (como transporte, perforación, servicios generales, entre otras), la estatal Petróleos de Vene-zuela S.A. (PDVSA) incrementó su personal a cien mil trabajadores y trabajadoras, incluyendo la abultada nómina administrativa y de servicios sociales que también le ha asignado el gobierno bolivariano a la corporación petrolera nacional.

En cuanto a los aspectos subjetivos que definen el hasta ahora insuficiente pro-tagonismo revolucionario de nuestra clase obrera, están la tradicional división orgá-nica del movimiento sindical venezolano, su débil organización y el predominio en su dirección de tendencias reformistas y burocráticas, aunque siempre han estado muy activas y combativas las tendencias que reivindican el clasismo en el seno de nuestro movimiento sindical, con destacada participación de las y los militantes comunistas.

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La lucha contra el reformismo y el oportunismo en el movimiento obrero venezolano

La confrontación en Venezuela entre el sindicalismo clasista y el sindicalismo reformista y sus agrupamientos orgánicos no está al margen de la lucha histórica universal por ganar a las masas trabajadoras, o bien para batallar por romper las cadenas de la explotación capitalista y conquistar la plena liberación social o para aceptar sumisamente la moderna esclavitud asalariada y condenar a toda la huma-nidad a la opresión que ejerce el capital.

Como es sabido, la división orgánica y política del sindicalismo tiene sus oríge-nes en la historia misma del movimiento obrero internacional, desde el momento en que el enemigo de clase logra que las tendencias reformistas y oportunistas se desarrollen y actúen con fuerza en su seno. De tal manera que, con la división de la Segunda Internacional, en 1914, nació la socialdemocracia burguesa contemporá-nea, portadora del colaboracionismo de clase.

La Federación Sindical Mundial (FSM), fundada en 1945, como la central inter-nacional que expresa los genuinos intereses y objetivos de las y los trabajadores del mundo, fue dividida a los pocos años, resultado de una conspiración orquestada por el imperialismo norteamericano. En los últimos años, la derecha sindical mundial, respondiendo a la estrategia global de dominación de los capitales transnacionales, decidió unificarse en una sola central, fundando, en noviembre de 2006, la Confe-deración Sindical Internacional (CSI), producto de la fusión de la socialdemócrata CIOLS y de la socialcristiana CMT. En América, unificaron a la Organización Regional Interamericana del Trabajo (ORIT), filial continental de CIOLS, y a la Central Latinoamericana de Trabajadores (CLAT), filial continental de CMT, en la Confederación Sindical de Trabajadores y Trabajadoras de las Américas (CSA). En Venezuela, las centrales sindicales derechistas CTV, CGT y CODESA -las dos últimas, casi extintas-, se afiliaron a la CSA y a la CSI.

La FSM, por su parte, contó desde los años 60 con la afiliación de la Central Unitaria de Trabajadores de Venezuela (CUTV), que, aun con relativa debilidad orgánica, fue por décadas un referente clasista en las luchas de las y los trabajadores venezolanos, particularmente al momento de denunciar y combatir, en los años 80 y 90, contra las políticas neoliberales de flexibilización laboral, desmontaje de la seguridad social y privatización de empresas, siendo la contraparte de la patronal y pro-imperialista CTV, que desde los años 60 se convirtió en instrumento sindical al servicio de la oligarquía venezolana y sus gobiernos.

El inicio del proceso revolucionario bolivariano, con la elección del Presidente Chávez y la aprobación de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, agudizó la lucha de clases, pero, también, creó condiciones para el desplazamiento de la hegemonía sindical ejercida por la CTV y para la búsqueda de la unidad sindical, a partir del reagrupamiento de los muy diversos factores laborales afectos al proceso revolucionario. En esa dinámica, surge la Unión Nacional de Trabajadores y Trabajadoras (UNETE), afecta a la FSM, que respalda el proceso revolucionario desde posiciones de independencia de clase.

Pese al avance que significa el proceso antineoliberal y antiimperialista en desa-rrollo en Venezuela y pese a la existencia de la UNETE, el movimiento obrero y sindical venezolano sigue enfrentando la histórica tendencia de la burguesía y del Estado a someterlo a su tutela y subordinación. Además de las corrientes sindicales abiertamente contrarrevolucionarias, existen corrientes que, aunque pregonando una posición a favor del proceso revolucionario, tienen una concepción y una prác-tica reformista y oportunista, optando por un sindicalismo patronal y oficialista, que propugnan la división de la UNETE y la conformación de otra central sindi-cal, construida burocráticamente desde escenarios del poder estatal. Esta situación complejiza la lucha de las y los trabajadores frente a la patronal pública y privada, aún más cuando, desde diversas instancias del poder político, se tiende a asumir una posición abiertamente antisindical o, en todo caso, contraria a la existencia independiente de las organizaciones de las y los trabajadores.

Para el PCV, la necesidad de defender y fortalecer la autonomía e independencia del movimiento obrero y sindical, así como de todas las organizaciones de masas, frente a la patronal, el Estado y los partidos burgueses y pequeñoburgueses, se coloca en la primera prioridad de las y los trabajadores con conciencia de clase, tanto desde las organizaciones sindicales como desde el accionar de las y los delegados de prevención (representantes de las y los trabajadores para la defensa de la salud y seguridad en el trabajo) y de los Consejos Socialistas de Trabajadores y Trabajadoras, surgidos como consecuencia de la premisa constitucional de la democracia partici-pativa y protagónica y como instrumentos que reivindican el ejercicio del control obrero en los procesos de producción, administración y distribución de bienes y servicios, desde cada centro de trabajo y en las diversas ramas productivas.

Esta necesidad se pone de relieve ante el hecho cierto de que está en desarrollo una generalizada tendencia a colocar bajo la subordinación del gobierno nacional y de otras instancias del poder estatal a todas las organizaciones sociales. Pero el caso es particularmente grave en el caso de las organizaciones de la clase trabajadora,

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puesto que, al ejercer la pequeña burguesía la hegemonía de la dirección del proceso y del gobierno nacional, se pretende que las y los trabajadores declinen su indepen-dencia de clase, indispensable para demandar sus derechos particulares y para rei-vindicar sus intereses colectivos, económicos, sociales y políticos, que, básicamente, son los mismos intereses de las mayorías populares de la ciudad y el campo, pero que, a la vez, son intereses contrarios a los sectores que, en lo fundamental, ejercen buena parte del poder político. Tal situación está generando continuos y crecientes conflictos.

Así las cosas, la lucha por avanzar hacia la unidad orgánica y programática del movimiento de las y los trabajadores se inscribe en la lucha por transformar al sindicalismo venezolano, rearmándolo de los principios que deben guiar la acción liberadora de nuestra clase, esencialmente para derrotar al reformismo en su seno y para que aquél, en sus diversas luchas y realizaciones, sirva a la formación de la con-ciencia de clase y al ascenso del proletariado, en alianza estratégica con otras clases y capas sociales también explotadas y oprimidas, a la condición de clase dirigente.

Tal y como lo afirmó el XIII Congreso Extraordinario del PCV (marzo, 2007), “…entre las tareas de mayor trascendencia del partido de la revolución se encuentra el diseño de una política capaz de conquistar el movimiento sindical para adecentarlo, para erradicar los enormes vicios incubados como consecuencia de las tremendas per-versiones del reformismo, de las prácticas desarrolladas por los sindicatos patronales, y de los efectos del clientelismo, para romper definitivamente con su atomización, para convertirlo en una fuerza de primera línea en la construcción de una nueva sociedad.”

Es necesaria la existencia y el fortalecimiento del partido de la clase obrera en el marco del proceso político venezolano

Quienes, desde el proceso bolivariano, consideran que la clase obrera no es el sujeto histórico de la revolución social, ya por desconocimiento de la teoría del socialismo científico, ya por considerar amenazados sus intereses de clase, llegan a la conclusión de que la clase obrera no debe organizarse de manera independiente, como clase. Por tanto, desdeñan y cuestionan la vigencia del partido revoluciona-rio de la clase obrera, tratando de descalificar al Partido Comunista de Venezuela, jugando a su invisibilización, presionando por su liquidación.

A este respecto, la Tesis sobre el Partido de la Revolución, emanada del XIII Congreso Extraordinario del PCV, efectuado en marzo del 2007, en momentos en que se le proponía a nuestro partido su integración en el naciente Partido Socialista

Unido de Venezuela (PSUV), de carácter policlasista, lo que conllevaría a su liqui-dación, expresa lo siguiente:

“Al referirnos a la participación y protagonismo de las masas, tenemos que hacer un énfasis especial en el esfuerzo orgánico que nos corresponde cumplir con la clase obrera y demás sectores de trabajadores y trabajadoras. Si nos planteamos erradicar el capitalismo, debemos convertirnos en la organización política, en el intérprete genuino de los intereses de la clase social que, por su posición en la estructura socioeconómica, no sólo resulta la más directamente afectada por la explotación capitalista y, por lo tanto, objetivamente la más inte-resada en la supresión de la esclavi-tud asalariada, sino, además, la que, con la consecución de esta última meta, libera al resto de la sociedad del régimen de explotación, pues, desprovista como está de los medios de producción, no aspira a conquistarlos para la explotación de otras clases sociales”.

Agrega, de seguidas, este documento: “…El partido de la revolución deberá ser, por su contenido, por su política, por su composición, por su ideología, por los inte-reses que encarna, el partido de la clase obrera y de todo el pueblo trabajador. Por supuesto, a este partido también entrarán miembros de otras clases y capas de la sociedad, pero a condición de que, al hacerlo, asuman como propios los intereses que encarnará el partido, que deberán ser los de la clase obrera, si queremos ser consistentes con el objetivo programático de naturaleza estratégica que perseguimos: el socialismo.

La definición precisa del contenido clasista del partido de la revolución es una nece-sidad histórica, y no está reñida con el carácter antiimperialista de la revolución boliva-riana en la actualidad. Esta fase de nuestra revolución exige, efectivamente, una amplia alianza de clases en torno a los objetivos de la liberación nacional. Aprovechar todas las contradicciones y divergencias que puedan existir entre sectores de la burguesía grande y pequeña, por un lado, y el imperialismo, por el otro, es una de las tareas primordiales de la alianza antiimperialista; pero esta alianza no debe producirse en el seno del partido de la revolución, especialmente cuando reconocemos que el rumbo de esta revolución apunta al socialismo.

El partido de la revolución socialista no podrá cumplir su objetivo histórico si se conforma bajo una concepción policlasista que, en definitiva, subordina al conjunto de las clases, capas y sectores sociales de carácter popular a los intereses del bloque económico

El partido de la revolución socialista no podrá cumplir su objetivo histórico si se conforma

bajo una concepción policlasista que, en definitiva, subordina al conjunto de las clases, capas y sectores sociales de carácter popular a los intereses del bloque económico dominante

en el seno de la respectiva organización

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dominante en el seno de la respectiva organización. Las limitaciones de este tipo de partido son ampliamente conocidas en nuestra historia: se diluye el carácter revolucio-nario del partido, se subordinan los intereses anticapitalistas del pueblo trabajador a los intereses del capital sobre la base de reacomodos, concesiones y dádivas; se suplanta la lucha de clases- como mecanismo de transformación- por la conciliación de clases con la finalidad de estabilizar el sistema; se sustituye la revolución por la reforma; se desdibuja el horizonte histórico socialista y comunista, con el cual sólo la clase obrera está orgánicamente vinculada.”

De tal manera, nuestro partido fijaba posición y hacía aportes para el debate, entonces abierto, en torno al carácter del partido que necesita la revolución vene-zolana. En este XIII Congreso Extraordinario, el PCV reafirmó su condición de partido revolucionario de la clase obrera, sustentado en la teoría científica del marxismo-leninismo, tal y como lo asumió desde su fundación, en 1931, y que, utilizando tal herramienta teórica y metodológica, diseña una línea política basada en la necesidad de resolver la contradicción principal del momento histórico, la que existe entre los intereses hegemónicos del imperialismo y los de la nación vene-zolana, y la contradicción fundamental e irreconciliable presente en la sociedad capitalista: entre el capital y el trabajo. De allí la necesidad de que la clase obrera, con su partido y su ideología revolucionaria, asuma la vanguardia en la lucha por la liberación nacional y el socialismo, en la perspectiva comunista.

Una línea política dialéctica: alianza antiimperialista y necesidad de una correlación de fuerzas bajo dirección de la clase obrera

En base a la caracterización que hace nuestro Partido acerca del proceso revo-lucionario venezolano y, particularmente, de su actual fase, hemos propuesto la necesidad de conformar un Frente Amplio Antiimperialista y Patriótico, que integre al conjunto de los factores políticos y sociales que coinciden en la necesidad de enfrentar y derrotar la dominación imperialista y conquistar nuestra plena libera-ción nacional.

Precisamente por ello, simultáneamente, propugnamos la conformación de un Bloque Popular Revolucionario (BPR), necesariamente circunscrito a quienes nos proponemos la completa abolición del sistema de explotación y, por lo tanto, no puede incluir absolutamente a ninguna fracción burguesa ni a organización alguna que exprese sus intereses.

Las y los comunistas luchamos para que el Bloque Popular Revolucionario sea liderado por la clase obrera, para que, en el contexto de la agudización de la lucha

de clases, éste pueda asumir consecuentemente la batalla social y política contra el dominio del capital y por la instauración de un Estado democrático-popular revolucionario que inicie la edificación del verdadero socialismo, con la clase obrera en condición de vanguardia. Construir un Bloque Popular Revolucionario es de crucial importancia para la clase obrera en su lucha por el poder, como lo afirmaba el camarada Antonio Gramsci en 1926, consecuente con el pensamiento leninista, de inobjetable actualidad para las y los comunistas venezolanos: “El proletariado puede convertirse en clase dirigente y dominante en la medida en que consigue crear un sistema de alianzas de clase que le permita movilizar contra el capitalismo y el Estado burgués a la mayoría de la población trabajadora”.