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Revista nº 10

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Nº X - 2011 pág. 3

EDITA:Asociación de Amigos del Camino de Santiago de Jaca

Coordinación - Diseño y MaquetaciónErnesto Gómez García

Foto PortadaJosé Ignacio Neissa Vásquez

El coordinador de esta revista así como la Junta directiva de la Asociación de Amigos del Camino de Santiago de Jaca, no se hacen responsable de las opiniones vertidas en esta publicación.

Está prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta revista sin el consenti-miento de sus autores.

J a c a j a c o b e a - n º 10

Asociación de Amigos del Camino de Santiago - Jaca ©

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Sumario

02EditorialFrancisco Javier Rapún Bailo

Presidente Asoc. A.C.S. de Jaca

04El Cardenal PayáJosé Ignacio Beneito Mora

Peregrino

09Los viajes del hombre Gonzalo Tejerina Arias

Decano Universidad Pontificia de Salamanca

13El papel del mito de Santiago MatamorosJavier García Turza

Universidad de La Rioja

18Un futuro para el Camino de SantiagoJosé Antonio de la Riera

Presidente Asoc. A.C.S. de Galicia

23Música y Camino de SantiagoAlberto Solana de Quesada

Médico - Músico profesional

31Contra la sobreexplotación del CaminoXosé Luis Barreiro Rivas

Universidad de Santiago de Compostela

38 D. Juan José de Austria José Ignacio García Bielsa

Ingeniero de Minas e Investigador histórico

42Camino de Perdonanza (II)Joaquín Giménez García

Magistrado Tribunal Supremo

46Las primeras guías a pie del CaminoFernando Lalanda

Estudioso e Investigador

51La Alcaldesa de MianosInmaculada Parlés

Alcaldesa de Mianos (Zaragoza)

Editorial

Ya hemos dejado atrás el año 2010 y como todos sabéis, no celebraremos la festividad de Santiago Apóstol en domingo hasta el 2021, por lo que no habrá un nuevo Año Santo Jacobeo hasta entonces. Es mucho el tiempo que falta para que el Camino de Santiago vuelva a ser protagonista en las actividades programadas por instituciones, asociaciones varias y también por quienes a título individual no han querido dejar pasar la oportunidad y han aprovecha-do el acontecimiento. En diciembre pasado nuestra Asociación se adhirió al comunicado de soli-citud de inclusión del Camino Francés a Santiago en España en la lista del Patrimonio Mundial en peligro, acción promovida por la Asociación Galega de Amigos do Camiño de Santiago y que contó con cientos de apoyos desde diversas partes del mundo. El objetivo de esta iniciativa es doble. Por un lado preservar el futuro del Camino y por otro lograr que las Administracio-nes e Instituciones que tienen la obligación legal de protegerlo y ampararlo, cumplan con ese deber y ese compromiso adquirido con toda la Humanidad.Ahora nos preguntamos: “Si fi nalizando un Año Santo Jacobeo hemos de re-clamar protección al trazado físico del Camino por las continuas agresiones de que es objeto ¿qué puede pasar en el largo periodo que tenemos por delante hasta el citado 2021?”. Parece claro que cuando se apagan los focos y los fl ashes que lo iluminan durante los años en que es protagonista, entra-mos en un apagón jacobeo y no habrá ningún alumbrado hasta la fecha en que sea de nuevo noticia de primera página.Desde nuestra experiencia jacobea consideramos imprescindible, para evi-tar dicho apagón, la existencia de una fi gura que podríamos denominar Co-misario del Camino en Aragón. Su misión sería aunar todos los elementos que lo integran y que sobre él infl uyen.Una fi gura independiente de los signos políticos, para que sus líneas de ac-tuación no se vieran sometidas a las directrices que le fueran dictadas por el superior de cada momento. Alguien que conozca la importancia histórica

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Francisco Javier Rapún BailoPresidente

Asociación Amigos del Camino de Santiago - Jaca

de la ruta, pero que no sea solamente un teórico. Tiene que haberse puesto las botas para poder hablar con autoridad de lo que signifi ca ser peregrino, de cuáles son sus necesidades, de cómo ha de señalizarse cada cruce y cada tramo para no dar pasos en falso. Desde los despachos se diseña todo muy fácil, pero luego la realidad es diferente y lo paga quien no tiene ninguna culpa. Alguien que sepa de qué van los albergues y que los coordine para dar el mejor servicio posible al peregrino. Alguien a quien podamos comunicar-le las defi ciencias y los deterioros que en la ruta se producen y que tenga capacidad de resolución. Alguien que haga una planifi cación efi ciente de la promoción del Camino, no como ahora que cada administración, grande o pequeña, la hace por su cuenta y no han conseguido que nuestro Camino sea realmente conocido. Alguien que mire al futuro con luces largas y con visión de conjunto, con generosidad. No con luces cortas y con cicaterías limitadas al triste localismo. Alguien consciente de la importancia de relacionarse con las tierras de las que viene y por las que se va el Camino y planifi car con sus gentes acciones que no sólo suman sino que multiplican los benefi cios que todos podemos obtener.Tenemos más misiones que asignar a nuestro Comisario. Si quienes puedan crearlo están interesados en seguir escuchando nuestras inquietudes e ideas, estaremos encantados de compartirlas. Es todo lo que tenemos, no sé si es mucho o poco, pero lo ponemos encima de la mesa para evitar el apagón ja-cobeo, asumiendo así nuestra parte de responsabilidad. Y cada cual que haga lo mismo con la suya.¡Buen Camino!

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El 20 de noviembre de 1811 nace en el pueblo de Benejama (Alicante) Miguel Payá Rico. Sus padres Miguel Payá Barceló y Rosa Rico Juan gozaban de una situación económica desahoga-da, teniendo ascendencia en la localidad; no en balde, su padre, desempeñó los cargos de Alcalde, Regidor y Síndico.El lugar, a principios del siglo XIX, era pequeño, unos 300 habitantes, pero con un gran auge. Es una localidad que fue un núcleo árabe dependiente de Almizra, pueblo en el que tuvo lugar el Tratado del mismo nombre entre el Rey de Aragón Jaime I y el Infante de castilla Alfonso, que posteriormente sería el décimo (X) de aquel reino, llamado “El Sabio”. Después de mu-chos avatares la villa devendría independiente en 1795, al separarse de la de Biar.La infancia fue la propia de cualquier niño. Todo se truncó cuando su padre fallece en 1820. Miguel contaba con ocho años de edad. Siendo su madre Rosa oriunda de la cercana localidad de Onil, allá se desplazó la familia y allí transcurrió el resto de la infancia y adolescencia del muchacho.En 1830 se encuentra cursando estudios eclesiásticos en el Seminario de Valencia. Es ordena-do sacerdote en 1841 y designado párroco de su pueblo natal, cargo que ostentó hasta 1844. En su rectorado se consagró la Iglesia mayor de la villa de magnífi ca y recia factura.Antes de seguir, considero apuntar los sucesos que se desarrollan en la sociedad española en su período existencial: agonía de la guerra de Independencia y Constitución de Cádiz, anta-gonismo entre tradicionales religiosos y liberales, anticlericales, desamortización de patri-monio de la iglesia, guerras carlistas, restauración… Todos éstos y más marcan fuertemente el carácter de la persona.Continuemos: se le nombra profesor del Seminario de Valencia, Benefi ciado de la Catedral, acabando con la titularidad de la Canonjía Lectoral.En 1858 es nombrado Obispo de Cuenca y participa como miembro de la delegación española en el Concilio Vaticano I teniendo gran predicamento como resultado de sus intervenciones sobre la Infalibilidad del Papa y la redacción del Catecismo Universal.

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El Cardenal PayáJosé Ignacio Beneito Mora

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En 1875 es nombrado Arzobispo de Santiago de Compostela y diez años después León XII, a peti-ción del Rey de España, le instituye Arzobispo de Toledo, Patriarca de las Indias, Vicario General Castrense y Capellán Mayor de su Majestad.Fallece en Toledo el 24 de diciembre de 1891 siendo sepultado en la Catedral de Toledo.Quedan hasta aquí sus 80 años de intensa vida. Pero veamos cual fue su conexión con el Apóstol Santiago.De todos es conocida la historia del Señor Santia-go y por tanto la evitaremos salvo unos detalles para coger el hilo del relato.En el año 817, el Arzobispo Teodomiro se conven-ció de que los tres enterramientos descubiertos por el ermitaño Pelagio correspondían al Apóstol San-

tiago y a sus dos discípulos, Atanasio y Teodoro. Tan es así que el Rey Alfonso I “El Casto” dispuso que en el lugar se erigiera una capilla en conmemoración del hecho.A fi nales del Siglo X, Almanzor, queriendo castigar a la cristiandad donde más le dolie-ra, ordenó el saqueo de Compostela, pero no se profanaron los sepulcros.En el Siglo XVI, ante la amenaza de saqueo inglés a cargo del pirata Drake por encargo de su reina Isabel que consideraba a Compostela como “emporio de la su-perstición Papal”, el Cabildo Catedralicio ocultó los restos de los tres Santos para evitar su profanación. Replegados los ingleses sin lograr sus objetivos, el Arzobis-po compostelano se negó a desvelar el lugar de los enterramientos llevándose a

su muerte el secreto a la tumba.Con estos mimbres, en 1879, el Cardenal Payá, de acuerdo con el Cabil-

do, emprende la restauración de la Catedral y aprovechando las obras crea un equipo de investigación arqueológica que trabaja totalmente

de tapadillo para evitar las comidillas de la ciudad. Está formado por un Canónigo doctoral, un arqueólogo – historiador,

el maestro de obras de la Catedral y un albañil de total confi anza.Tras varias catas y prospecciones, una noche (los trabajos se realizaban como si de forajidos se trata-ra) apareció un arca con los restos de tres varones. El lugar estaba marcado por una serie de cruces en lo alto del ábside, piso y subsuelo de la Catedral, respectivamente.El hecho acaeció en la noche del 21 de enero de 1879. Los restos estaban revueltos lo que obligó a

la formación de una comisión facultativa formada por el Rector de la Universidad que a su vez era Catedrático de Farmacia y los, a su vez, Catedráticos de Medicina y Cirugía con el fi n de reconocer, clasifi car y califi car los restos hallados.Simultáneamente se creó otra comisión de historiado-res y paleólogos eminentísimos compuesta por Cate-

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dráticos de la Universidad Compostelana.Todo ello dio pie sufi ciente para instruir un proceso canónico nombrándose al efecto como Juez Instructor al Deán Catedralicio y como se-cretario a un Capitular, Catedrático del Semi-nario de la ciudad. Esta instrucción comenzó el 16 de junio de 1879 y se dio por concluida el 12 de octubre de 1883 fecha en la que, el Car-denal Payá fi rma un Decreto proclamando que los restos encontrados en su momento corres-ponden efectivamente al cuerpo del Apóstol Santiago y a sus discípulos Atanasio y Teodoro, siendo por ello dignos de culto y veneración se-gún las prescripciones de la Iglesia.Pero no acabaron aquí las cuestiones. Voces críticas se alzaron incluso en el propio Santiago de Compostela poniendo en tela de juicio lo actuado, lo que dio como resultado la remisión del proceso a Roma y ésta, la Curia, envió un Notario para analizar “in situ” lo expuesto en el procedimiento. Se examinó a los testigos; se oyó a los teólogos; las contradicciones fueron esclarecidas; se volvieron a analizar los restos. En fi n, todo fue estudiado nuevamente con los mismos resultados.Mas, un hecho vino a ratifi car las actuaciones. En el año 1138 el Obispo de Pistoia, Italia, soli-citó del Obispo Gelmírez un reliquia de los res-tos del Apóstol. El fragmento consistió en un trozo del cráneo; más exactamente, la apófi sis mastoidea derecha. Dos cartas del Papa Euge-nio III del año 1145 dan testimonio de la entre-ga de la parte mencionada del cráneo.

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En vista de lo anterior, se solicitó la compro-bación del encaje del trozo con los restos ha-llados y el resultado fue totalmente satisfac-torio para la Causa, según la certifi cación de los forenses a la vista de los fragmentos y del todo.En consecuencia, la Sagrada Congregación, reunida en el Vaticano el 19 de julio de 1884, se planteó la siguiente cuestión: “Si la senten-cia dada por el Emmo. Y Rvmo. Sr. Arzobispo

Compostelano sobre las Reliquias que fueron halladas en el centro del ábside de la Capilla Mayor de la Basílica Me-tropolitana y se atribuyen al Apóstol Santiago y a sus discípulos Teodoro y Atanasio, ha de confi rmarse “in casu” y al efecto de que se trata”. Dicha Congregación concluyó afi rmando que: “…la sentencia debía confi rmarse”.Por fi n, el Papa León XIII promulgó la Bula “Deus Omnipotens” en 1 de no-viembre de 1884 ratifi cando y confi r-mando la identidad de los Sagrados Restos del Apóstol y de sus discípulos.Los restos de los tres fueron deposita-dos en tres cajas de palo santo e intro-

ducidos en la urna de plata que se encuentra actualmente en la cripta de la Catedral y que es la que se visita y venera.Atrevida fue la empresa del Cardenal Payá. La constancia, el tesón y la perseverancia fueron el motor que dio como resultado todo lo referido.España y la Cristiandad le deben gratitud imperecedera.

IV Concurso Fotográfi co

PRIMER PREMIORef. 376 - Título: "Dulce Final" Alias: Esculapio

Autor:José Ignacio Neissa VásquezSantiago de Compostela (Galicia)

SEGUNDO PREMIORef. 323 - Título: "Santiago Final o principio"" Alias: Corazón

Autor:Paulina Palos CañadaSanta Pola (Alicante)

TERCER PREMIORef. 376 - Título: "Recogimiento" Alias: Intemporal

Autor:Juan Ramón Llavori RomatetZumaia (Guipuzkoa)

EL PEREGRINO EN EL CAMINO

Relato "El Cardenal Payá"

Foto: Manuel Ismael Perez Cervero

Los viajes del hombre

Gonzalo Tejerina AriasUniversidad de Salamanca

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En la entrega anterior de este artículo, aparecida en el número último de la Revista, co-mentábamos la importancia del viaje en la vida del hombre y describimos algunos viajes de mayor signifi cado humano de acuerdo a tres referentes: si eran voluntarios en cuanto su motivación, si eran positivos respecto de su objetivo y si en cuanto a su fi nal, el viajero de-seaba retornar a su punto de salida. De acuerdo a estos criterios clasifi camos y describimos siete viajes distintos: el viaje turístico, el viaje de aventuras, el vagabundeo, la emigración, el éxodo, la peregrinación y el destierro. Terminé aquel artículo invitando a los lectores a sumar a esa relación algún otro viaje posi-ble que tuviera relevancia antropológica. No llegó a mí ninguna comunicación, pero mientras yo mismo, debiendo preparar una conferencia sobre este tema, he reparado en otros dos viajes de importancia muy notable. No los describiré según los tres referen-tes a fi n de proseguir enseguida la refl exión en que quedó el artículo anterior, pero los quiero mencionar. Se trata de la expedición científi ca a lugares de especial interés para el estudio de la naturaleza, como el viaje de Darwin a las Islas Galápa-gos o el del científi co español Celestino Mutis, que tanto benefi cio aportaron al desarrollo de la ciencia natural. El otro es el viaje comercial, hoy tan frecuente bajo la denominación de “viaje de negocios” y del que en el pasado ha sido caso muy famoso el de Marco Polo, en la segunda mitad del siglo XIII, desde Italia a varios países de Oriente, en especial China, por la antiquísima Ruta de la Seda, que intensifi có el intercambio cultural y comercial entre Europa y Oriente. Pero continuemos la refl exión del artículo anterior. De los seis viajes que reseñamos, sólo tres cumplían los tres requi-sitos que fi jamos: el viaje turístico, el viaje de aventuras y la peregrinación. Como es evidente que esos tres referentes -que el viaje sea voluntario, valioso en su objetivo y con deseo de re-torno- tenían un eminente carácter positivo, queda claro que esos tres viajes son una favorable realización humana, desplazamientos enriquecedores para el hombre en los que ejerce su libertad, que per-siguen un objetivo de valor cuyo logro le ha de engrandecer de algún modo, tras lo cual el hombre vuelve a su vida anterior como desea, pero enriquecido por el objetivo alcanzado y por el mismo viaje que quizá habrá deparado experiencias interesantes. Los tres viajes quedan emparentados por la misma condición de ser des-plazamientos muy saludables que hace el hombre y de hecho podemos

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La identidad de la peregrinación entre el viaje turístico y el viaje de aventuras

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percibir las relaciones concretas que les unen en virtud de ese parentesco. La comparación se podría hacer de cada uno con los otros dos, pero esto nos alargaría en exceso; hagámosla únicamente desde la peregrinación, que es lo que nos toca más de cerca a los que hacemos y leemos esta revista. Y entonces vemos que toda peregrinación, sobre todo si se hace en la forma más genuina de viaje a pie, siempre ha tenido algo de aventura como desplazamiento de un fi nal en alguna medida incierto, por tener que atravesar tierras y gentes desconoci-das, por la posibilidad de que en su decurso surjan peripecias imprevistas, llamativas, que desafíen al peregrino, le pongan en algún riesgo y le obliguen a actuar de modo inusual, por permitirle conocer el mundo en su diversidad sorprendente, por el disfrute personal merced

a todas estas experiencias, etc. Son también claras las coincidencias entre la peregrinación y el viaje turístico.

Aún cuando la primera tenga una motivación netamente religiosa y se de-sarrolla con ese espíritu, el peregrino no deja de admirar las obras de

arte que encuentra en su camino. Hoy, un peregrino que camina a Santiago por clara motivación religiosa, llegado a Jaca, a Carrrión de los Condes o a Villafranca del Bierzo no deja de aprovechar la tarde para visitar monumentos del lugar, pasear por las calles y probar alguna vez la gastronomía local, de modo que no siendo un turista, cultiva elementos del viaje turístico. La coincidencia

entre la peregrinación y el viaje turístico se hace más profun-da cuando éste se da en la modalidad del turismo religioso que en un país como España tiene una importancia muy no-table. En un congreso internacional celebrado en Santiago de Compostela en septiembre pasado abordamos las seme-

janzas entre la peregrinación y el turismo religioso como el hecho de que en ambos la meta es un lugar de especial signifi cado

religioso que además posee un alto valor artístico o que en ambos esté presente una motivación religiosa.Pero aunque pueda conllevar un cierto margen de aventura y tenga, aún más, una componente turística, la peregrinación posee una iden-tidad propia. Los puntos de coincidencia que mantiene con el viaje turístico o con el viaje de aventuras no afectan a lo que es la sustan-cia del peregrinaje. El cotejo con esos dos viajes, si permite observar elementos comunes a ellos, también hace ver que la peregrinación no ha quedado defi nida en su identidad propia que hay que buscar en otros elementos que no han salido a la luz. Es imposible reducir la peregrinación a un viaje turístico o un viaje de aventuras. Los

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Foto: Tomas Martinez Bermejo

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Foto: Carlos Antonio Mijares Santos

El Prisma "Los viajes del hombre" (II)

positivo en cuanto a su meta y con el deseo de regresar al hogar, son exactamente formales, per-miten una primera aproximación, pero no llegan a la sustancia propia de la peregrinación. Hay que mirar, pues, a los componentes internos de la peregrinación para entenderla y apreciar-la en su realidad propia. Por tanto, ¿qué hemos de señalar como verdaderamente diferenciador y defi nidor de la peregrinación? Es evidente que en sus orígenes y naturaleza más propia es un viaje religioso como ya señalamos en artículo anterior y como cualquiera sabe. La peregrinación nace y se constituye secularmente como desplazamiento a un lugar de especial signifi cado religioso para entrar en una más intensa relación con la rea-lidad divina de la que allí hay un modo de pre-sencia también especial. Así sigue siendo hoy, no obstante el fuerte proceso secularizador que vive nuestra sociedad en la cual la peregrinación sigue existiendo como práctica cristiana. Pero por ese empobrecimiento serio de la raíz religiosa la peregrinación no decae, pero se vive desde motivaciones y modos concretos muy dis-tantes de lo religioso. ¿Siguen siendo esas formas peregrinación verdadera? Creo sinceramente que no todas. Allí donde la práctica del peregrinar no conserva al menos una dimensión espiritual en-tiendo por ésta la búsqueda y cultivo de un plano de valores superiores que son determinantes en la humanización del hombre, entonces se ha de-gradado profundamente y apenas es reconocible como tal peregrinación. Es decir, la sustancia de la peregrinación se constituye entre lo espiritual y lo religioso, entendiendo por lo primero el cul-

tivo de una realidad trascendente, o sea, el con-junto de valores y verdades a los que el hombre reconoce cierta superioridad sobre él mismo, que debe buscar y cultivar esforzadamente para crecer como hombre, y entendiendo por lo segundo, la búsqueda de lo Absoluto, de la Trascendencia per-sonal en quien halla su consumación toda la ver-dad, el valor y el sentido que se puede alcanzar en este mundo. Peregrino, peregrino, es el hombre cuando se hace al camino en pos de una meta de valor superior, necesaria y deseada o en pos de lo Sagrado, origen y plenitud de todo. Sin la componente espiritual o religiosa la peregri-nación ha decaído sustancialmente. Se ha reducido a una forma de viaje turístico o a una cierta aven-tura. O bien a una caminata puramente deportiva. Y estos viajes son buenos como vimos en el artículo anterior y todavía hemos repetido aquí, pero no son la peregrinación que en su naturaleza espiritual y religiosa está llama-da a ofrecer al hombre una experiencia de sí mismo que no pueden abrir otros viajes. Es preciso, pues, comprender con alguna preci-sión la práctica del peregrinar para cultivarla y defenderla en su sustancia propia y a fi n de que pueda seguir siendo la escuela de huma-nidad que siempre fue. La peregrinación hizo al hombre viajero hacia la verdad de las co-sas, hacia la verdad propia, hacia la verdad de Dios. Ojalá en nuestro tiempo pueda se-guir existiendo como práctica para el cultivo y el disfrute de lo que siendo superior mere-ce la pena ser buscado por los caminos que otros buscadores han abierto sobre la tierra.

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La elaboración de la memoria histórica en el seno de un monasterio castellano se formula en el momento en el que los monjes de la comunidad intentan poner remedio a la grave crisis que en el siglo XIII atenazaba a su patrimonio, y cuando una amplia corriente legitimadora del pasado empujaba a los ideólogos de Castilla a construir la historia de su reino. De ahí que, para el estudio de la elaboración legitimadora de la abadía riojana de San Millán de la Cogolla no sólo tengamos que recurrir a los factores internos en que se ve envuelta la institución, sino al contexto religioso, económico y político que defi nirá sus esfuerzos. En suma, el centro emi-lianense creará un modelo histórico acorde con la grandeza de su pasado, pero, sobre todo, buscará alcanzar una memoria histórica atrayente para los cristianos y competitiva frente al resto de los lugares religiosos.

1. De la esperanza al olvidoDurante los siglos X al XII, los testimonios escritos de carácter económico que generó San Millán nos muestran una etapa de gran relevancia religiosa y de un imparable creci-

miento económico. Más tarde, esos mismos fondos nos re-miten a un momento de cambio radical, que nos permiten conocer cómo fue el siglo XIII y de qué manera lo vieron y vivieron sus monjes.

En efecto, el ámbito político nos ofrece un panorama dife-rente: el apoyo real de épocas pasadas sucumbe ante la pau-latina despreocupación por los monasterios, lo que favorece el

desarrollo de los señoríos abaciales y un clima generalizado de tensa in- seguridad social. En el ámbito económico,

e l renacimiento comercial y mercantil provoca que los núcleos urbanos experimenten un gran crecimiento, y de su mano se asiste a la intensifi -cación de la circulación monetaria. Además, la proximidad de los mer-cados de Nájera y Santo Domingo, dos localidades jacobeas, viene a

aumentar la incertidumbre ante el nuevo contexto político y económico, que en

nada benefi cia a los intereses del cenobio de San Millán.

Al mismo tiempo, una nueva forma de religiosidad y el pau-latino desprestigio del monas-terio acabarán provocando una reducción del número de do-

naciones, al tiempo que San

San Millán de la Cogolla en el siglo XIII

El papel del mito de "Santiago Matamoros"

Javier García TurzaUniversidad de La Rioja

en la elaboración de la memoria histórica

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Millán rivaliza con algunas localidades, con otros dominios monásticos y, en especial, con los obispados próximos. Estas contiendas desembocan en un sinfín de pleitos por la creciente necesidad de conseguir pastos para su cada vez mayor cabaña ganadera, por demostrar la propiedad de ciertos bienes y, sobre todo, por la defensa de su potes-tad jurisdiccional. En este sentido, San Millán puso todo su empeño en participar en el cobro de diezmos provenientes de las pequeñas iglesias que secularmente formaban parte de su dominio. Pero esta aspiración pronto se vería frenada por los intereses de los obispos de Burgos, Osma y Calahorra, que trataban de defender unos derechos que

consideraban suyos.

2. Ambiente propicio a las falsifi cacionesJunto a los testimonios citados, de contenido generalmente económico, otros,

de marcada naturaleza literaria o de índole dudosamente histórica, nos acer-can al ejercicio, en absoluto desdeñable, de forja de una memoria institucio-

nal, mediante la cual los monjes intentarán sacar al cenobio de San Millán del pozo sin fondo en el que había caído, un abismo de naturaleza

rel igiosa, económica y política.El escenario resulta totalmente novedoso, ya

que los monjes no habrían tenido hasta enton-ces la necesidad de acreditar por escrito la posesión de

unas ventajas económicas hasta entonces indiscutibles. En efecto, los pleitos derivados de la necesidad de cobrar

los diezmos y las tercias episcopales fuerzan a la abadía emilia-nense a encontrar fundamentos jurídicos con los que verifi car los pretendidos derechos monásticos frente a las reclamaciones de

los obispos, en especial, del de Calahorra. Ahora bien, los escritos que regulaban los títulos de estas posesiones casi nunca existieron,

por lo que sólo restaba una solución: el recurso a las falsifi caciones.Los primeros amaños conocidos se van a construir sobre hechos históricos de

trascendencia para la abadía. Por ejemplo, respecto de los traslados del cuerpo de San Millán en 1030 y 1053, o con ocasión del Concilio de Nájera de 1067, el es-cribano falsario muestra a los obispos en esos momentos presentes renunciando a sus derechos sobre las iglesias incorporadas al monasterio. Igualmente, hay que

recordar que ya durante el siglo XI, una vez que el territorio riojano pasó a manos de Castilla en 1076, se comenzaron a elaborar una serie de adulteraciones frontales que giraron alrededor del conde castellano Fernán González. La presencia de este

personaje en San Millán favorecerá el posterior montaje del Privilegio de los Votos.

3. El Privilegio de los Votos del Conde Fernán GonzálezMientras llegaba el momento de resolver el confl icto con la diócesis de Calahorra,

la comunidad decide cambiar de estrategia. Dado que los obispos se negaban en redondo a ceder la propiedad y los derechos privativos de las iglesias, tal vez los fi eles, menos fuertes, resultaran más dóciles a las presiones del monas-

terio y estuvieran dispuestos a cederle una parte de sus ingresos.Para conseguir este apremiante propósito se hacía necesario constituir un paradigma diferente de santo, un referente local de clara naturaleza taumatúrgica. Por estos motivos, San Millán debía actualizarse, adecuan-do su comportamiento a las nuevas expectativas espirituales. Así, de la fi gura de santo admirable por su trayectoria vital, del personaje tocado por el estilo de vida cristiana de su época, tal como lo había mostrado San Braulio en el siglo VII, se va a pasar a un modelo fascinante y lejano, que se convertirá, pasado el tiempo, en un efi caz patrón protector de sus fi eles, llegando a comportarse como un héroe. Para llegar a esta construcción, los monjes se sirven de los ejemplos más próximos, caso del refl ejado en la Historia Silense. Su redactor había trazado una imagen diferente de

Tribuna abierta "El mito de Santiago Matamoros"

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Santiago Apóstol: lo había convertido nada menos que en guía y adalid protector de los cristianos frente a los musulmanes.Varios siglos después de la Vita Sancti Emiliani de Brau-lio, un amanuense anónimo hizo del pastor y ermitaño Millán el compañero de Santiago en su lucha contra el enemigo musulmán. Esta aparición era hija de su tiempo, no en vano las Cruzadas y la reconquista cas-tellana de la Península hicieron sensibles los ánimos de los monjes y a los receptores de sus mensajes. Pues bien, según el texto emilianense, que pudo redactarse hacia el 1200, en tanto Santiago se erige en el adalid de los leoneses dirigidos por Ramiro II, San Millán ayu-dará a los castellanos, a cuyo frente se situaba Fernán González. Como consecuencia directa de la victoria de Simancas (año 939), el conde exigió a las localidades situadas al este del Pisuerga un voto, es decir, el pago anual en favor del monasterio riojano de una cantidad de productos.Tiempo después, el texto pasó a formar parte del Be-cerro Galicano de San Millán con el título de Privilegio de los Votos del Conde Fernán González, y Berceo lo recogerá en su extensa obra, aunque dará un paso más en el desarrollo de la legitimación histórica sobre la fi -gura de San Millán: fusiona en La vida de San Millán la antigua hagiografía de San Braulio con la tradición medieval incluida en el Becerro Galicano. El relato lite-rario resultante, narra cómo los cristianos, con Fernán González al frente, deciden acogerse a la clemencia divina como única tabla de salvación. Después, será el propio conde el que se refugiará en el modelo jacobeo de los leoneses: “Pero abrirvos quiero todo mi coraçón, / qerría qe fi ziéssemos otra promissión: /mandar a Sant Millán nos atal función / qual manda al apóstol el rei de

León (429).Frontero es del regno, cuerpo envergonça-do,/ padrón de españoles el apóstol sacado; / onrré-moslo, varones démosli esti dado.»/ Respondiéronli todos: «Señor, de muy buen grado» (431)”.Tal como era de esperar, en lo peor de la batalla, acu-den Santiago y San Millán en su auxilio: “Vinién en dos cavallos plus blancos que cristal, / armas quales non vío nunqa omne mortal; / el uno tenié croça, mitra ponti-fi cal, / el otro una cruz, onme non vío tal” (438). Fueron ambos santos los que infl igieron los primeros golpes a la hueste sarracena, y mientras los cristianos, arrodi-llados, se encomendaban desesperadamente a Dios, las fl echas enemigas modifi caban bruscamente el sentido de su trayectoria para clavarse en los mismos que las lanzaron. La decisiva actuación de Santiago y San Millán evitó la derrota de los cristianos. En agra-decimiento a esta sobrenatural intervención, Fernán González crea en favor de San Millán, como ya se ha dicho, un censo a percibir en toda Castilla, desde el Pisuerga hasta el Arga.El poeta, a través de dicha compilación literaria, com-bina la leyenda de Santiago con la de San Millán para conseguir una fi nalidad eminentemente religiosa, aunque también utilitarista. En efecto, el contenido de sus poemas no sólo servirá para fomentar la piedad popular a través de la predicación de los monjes por toda la jurisdicción monástica, sino que se aprovechará asimismo para asistir doctrinalmente a los numerosos peregrinos que se acercaban hasta el cenobio riojano. Pero, por otro lado, Berceo no se olvida de incluir de forma extensa el Privilegio de los Votos con el objetivo evidente de dar a conocer a los castellanos las obliga-ciones para con el santo emilianense al haber derro-tado a sus enemigos musulmanes y, en consecuencia,

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recordarles el pago del censo votivo. ¿Porqué se recurre a Fernán González y no a otra refe-rencia heroica? En el siglo XIII, el reino de Castilla se en-contraba falto de una historia a la altura de su prestigio. Por ese motivo, se va a reivindicar como coheredera de la tradición goda, a la vez que se proclama líder en su lucha contra el Islam. No tardarán en surgir dos arqueti-pos que se identifi quen con el origen y el desarrollo del reino: Fernán González y el Cid. Por este motivo, unas abadías recurren al primero, caso de San Millán, quizá por su cercanía anímica y documental; otras, al segun-do. Curiosamente, las primeras leyendas que hablan de los orígenes de Castilla se escriben en territorios nava-rros y riojanos. Desde estas tierras, pasarán a León, y después se introducirán en Castilla, en donde las vere-mos muy pronto arraigar en distintos cenobios, como Arlanza y Cardeña. De esta forma, la creación de una identidad histórica en San Millán no se muestra como un procedimiento aislado. Así, por ejemplo, la circuns-tancia de encontrarnos en San Pedro de Arlanza al apóstol Santiago acompañado del conde Fernán Gon-zález nos está indicando que existía un comportamien-to grupal de gran recorrido entre aquellas instituciones religiosas que estaban sufriendo una grave crisis espi-ritual y económica, y que necesitaban, para recuperar-se, recurrir a la creación de una construcción histórica específica que, entre otras cosas, fuese competitiva.

Como ya se ha mencionado, San Millán de la Cogolla también se acogerá al conde castellano, en este caso para demostrar su pertenencia a Castilla y, aún más, al propio tronco fundador del reino. Junto a las falsifi ca-ciones antedichas, no debemos olvidar que el territorio riojano, desde que en 1076 pasó a ser Castilla, estuvo

permanentemente en el punto de mira de Navarra, so-bre todo a partir de la minoría del castellano Alfonso VIII. Esta oportunidad no la va a dejar escapar el rey na-varro Sancho VI, que intentará recuperar los territorios irredentos. Una buena parte de La Rioja y de la Bure-ba burgalesa estuvieron bajo su autoridad hasta 1177, momento en que el castellano alcanzó la mayoría de edad y buscó restablecer el orden interno en sus terri-torios. Así, el área riojana, que a lo largo de casi toda su historia había poseído una naturaleza claramente fron-teriza y, en consecuencia, sufrió los vaivenes provoca-dos por los intereses militares de propios y extraños, necesitaba más que nunca demostrar su indiscutible pertenencia a Castilla.

4.-Fumus boni iurisSe ha visto cómo los monjes emilianenses vinculan rápidamente el Privilegio de los Votos a la tradición hagiográfi ca de San Millán, sin embargo, a nivel docu-mental el texto se mantiene alejado durante mucho tiempo de los ámbitos legales. De hecho, no aparece citado nunca en los numerosos pleitos con las diócesis próximas. Las primeras menciones documentales a los Votos, a partir del 1216, aluden a la ratifi cación de su pago y se recogen en las diligencias de los pleitos entre la abadía y las localidades que se niegan a pagarlos. Con estas cartas se consigue la validación del pago de los Votos, pero no resultaba sufi ciente. Era imprescindible confi r-mar el texto como privilegio real. El objetivo se consi-gue, pero demasiado tarde, porque la vida interna de la comunidad se había fracturado ya irremediablemente. Los excesos de los abades frente a los intereses de los

Tribuna abierta "El mito de Santiago Matamoros"

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monjes provocan el reparto del dominio entre la mesa abacial y la conventual, y el abando-no del cenobio por algunos de sus miembros hacia los monasterios de Oña y Silos, con los que se habían suscrito cartas de hermandad. Semejantes efectos negativos se perciben en el ámbito religioso desde el momento en que el voto de pobreza queda en entredicho al relajarse sustancialmente el vínculo secular-mente existente entre la autoridad del abad y la cada vez mayor autonomía de los ofi ciales

monásticos. Éstos disponen de las rentas conventuales, a veces, a su antojo. Ade-

más, la crisis generalizada provoca el semiabandono de los monu-

mentos y de los altares. Así pues, hasta 1279 consta

que "non auie en el mones-terio altar de Sant Millan".

En esta fecha, unos par-ticulares dotan una capilla y ponen: "y altar que ouiesse non-bre Sant Millan [...] con uestimientas e calices e libros e todo conpli-mento, qual pertenece pora dos capellanes."Pues bien, este era el escenario en que vivía la comunidad cuan-

do se logra arrancar al monarca castellano

Sancho IV, en 1285, la confi rmación del texto

del Privilegio de los Vo-tos. Desconocemos cómo lo obtuvieron, pero alcan-zaron lo que pretendían: la aprobación de forma per-

manente del Privilegio de Fernán González. Es a partir de este suceso cuando se consiguen los objetivos que

los monjes se plantearon al incluir la famosa falsifi cación dentro del Becerro Galicano: el reconocimiento y la ratifi ca-ción de todos los derechos y po-sesiones. Aquel privilegio real de San-

cho IV, reiterado en varias ocasiones, y los de sus sucesores, posibilitarán, aunque siempre con recelos, el cumplimiento del Privilegio por las localidades obligadas a ello. Un hecho re-sulta curioso: éstas no se encuentran circuns-

critas sólo al espacio geográfi co que se recoge en los primeros textos. A partir de fi nales del siglo XIII, en plena expansión castellana por el sur peninsular, las expectativas de cobro se amplían exponencialmente. Aunque lo relati-vo a la evolución del espacio geográfi co del Privilegio a partir del siglo XIV todavía está pendiente de estudio, la justifi cación del nue-vo mapa de los Votos puede estar documenta-da en las constantes órdenes de pago que se remiten a las poblaciones castellanas. Primero será a Nájera y Logroño; después a Sevilla, al territorio navarro, a Córdoba, Toledo, Palencia y Ávila, a los obispados de Granada, Guadix, Almería, Málaga, Sevilla, Córdoba, Jaén, Cádiz, Cartagena, Badajoz, Coria, Plasencia, Ciudad Rodrigo, Cuenca y Sigüenza; por último, a los territorios de las Órdenes de Santiago, Calatra-va y Alcántara, y a la villa de Madrid. Por tan-to, un espacio geográfi co inmenso, en el que la capacidad recaudadora del monasterio de San Millán resultaría a todas luces insufi ciente. De ahí el interés constante de los monjes por conseguir de los monarcas las confi rmaciones para poder mostrarlas y acreditar la autentici-dad de sus reiteradas peticiones.

Pero no hay que precipitarse. Incluso des-pués de numerosas confi rmaciones, lo que sin duda se muestra como un éxito jurídico, la efectividad debió de ser escasa a tenor de las noticias que ofrece la documentación monás-tica. En efecto, San Millán buscará protección y encomienda en el linaje de los Haro. Así, el 18 de octubre de 1299, don Lope Díaz de Haro "recibeen [...] guarda e en [...] comienda e en [...] [defendimiento] al abbat e al conuento e al mo-nesterio de Sant Millan de la Cogolla e a sus va-sallos e a sus granjas e a sus ganados e a todas las sus cosas por doquier que las ayan".

5.-En conclusión

Quede claro que el análisis aquí desarrollado ha perseguido insertar el proceso creativo de los monjes de La Cogolla dentro de un con-texto mucho más amplio, en el que los aspec-tos singulares de San Millán se vieron direc-tamente afectados por los procedimientos utilizados en otras instituciones benedictinas o por el propio reino de Castilla. En otras pala-bras, el monasterio riojano tuvo que adaptar los arquetipos escasamente históricos que iban germinando en derredor a su propia singularidad, para llevar a cabo con ellos una construcción histórica realmente atrayente y competitiva frente a los centros castellanos.

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Queridos amigos, en el otoño de 1992, durante los trabajos de investigación del Camino Portugués a Santiago, y perdidos en la brétema, en esa tierra de nadie que sigue al alba, en una encrucijada de A Portela, en el concello de Barro, ateridos de frío y envueltos en

nuestros pobres mapas del cartográfi co nacional 1/25000 nos surgió, de pronto, entre los toxos y la maleza que nos rodeaba, un individuo que parecía sacado de un cuadro del Bosco. Llevaba una hoz en la mano y nos miró torvamente hasta fi jar su mirada en

nuestros mapas. Y entonces nos inquiríó (no me resisto a trasladarlo en gallego profun-do): ¿Son vostedes do catastrofe? E que si son vostedes do catástrofe xa poden ir a

tomar polo cú, fillos de puta.No, no éramos del catastro, y era el alcalde pedáneo, hoy en día acérrimo defensor del Camino. Pero todo ello refl eja cuál era el estado de la cuestión hace dieciocho o vein-

te años, algo supuestamente impensable en la actualidad y que llevaría a deducir que todo ha cambiado, sobremanera cuando tantos alcaldes exigen nuestras fl echas amari-

llas, si fuera posible, ante las mismas puertas de su casa consistorial. Y también cuando el Camino ha pasado a ser asunto de Estado, confl uyendo sobre él todo tipo de intereses

económicos, turísticos y de política estatal, autonómica o local, pudiendo hablarse ya, sin ningún tapujo, de un Camino “administrado”

Pero, ¿cómo se administra la magia?, ¿en qué negociado despachan leyendas?, ¿qué sello o tampón le deben poner a los milagros? y, además, y esto es muy importante: ¿qué

subsecretario le tramita la pensión a nuestro pobre viejo, Don Gaiferos de Mormaltán?Y todo ello, además, cuando la cultura del ocio ha desembarcado en el Camino con total

desenfado. incluyendo el intento descarado de integrar el Camino y la peregrinación jacobea en la parafernalia de los parques temáticos, con la única salvedad de cambiar

al Pato Donald por el señor teniente coronel Tapioca. En ello se han empeñado todas las administraciones públicas, con alegre parafernalia de medios de comunicación batien-

do palmas sin el menor espíritu crítico , mientras, por su parte, la Iglesia intenta ya, sin tapujos de ningún tipo y entre despendole de botafumeiros, dirigir la peregrinación jacobea a ese error y ese horror que se ha dado en llamar “turismo religioso”, preten-

diendo convertir Compostela en otra Fátima o un nuevo Lourdes sin agua milagrosa, aunque todo se andará, ya que hemos visto movimientos sospechosos

de tiraboleiros aparejando no se sabe muy bien qué en la fuente de Platerías. Vamos a entrar en todo ello, en ese Camino administrado y lo que se ha adelantado o no desde

UN FUTURO PARA EL CAMINO DE SANTIAGO

LA LUCHA POR EL PATRIMONIO JACOBEO

José Antonio de la RieraAsociación Galega de Amigos do Camiño de Santiago

AGACS, Presidente

el punto de vista patrimonial desde los tiempos de nuestro amigo pedáneo y vamos a hacerlo en román paladino, que no para otra cosa se ha pedido nuestra opinión en esta entrañable revista de nuestros colegas jacetanos. Todo peregrino sabe cuales son sus enemigos históricos. Empiezan por “c”, dicho en gallego: os cans, os curas e os cantineiros. Pero cuando el peregrino actual entra en Galicia, ya sea por Ribadeo, A Fonsagrada, O Cebreiro, A Canda o Tui, se encuentra con un nuevo enemigo que también empieza por “C”: Os Concellos. Así que cans, curas, can-tineiros y concellos, con las excepciones de siempre, que haber hailas, pero excepción, entre os cans, es también el can de palleiro, el bendito y humilde príncipe de las corre-doiras de nuestra tierraEn el año 1991, y tras sublime inspiración, el ministro José Borrel editó, desde el Minis-terio de Obras Públicas, una de las obras más interesantes, esclarecedoras y útiles que se han publicado nunca sobre el Camino de Santiago, obra injustamente olvidada y que debería ser de lectura obligada para todo el que se acerque al Camino con intenciones de intervenir en él. Se trata del trabajo del ingeniero Arturo Soria y Puig, “El Camino de Santiago, vías, estaciones y señales”. Extractamos lo siguiente:“El Camino de Santiago es como las cuentas y el hilo de un rosario. A primera vista lo que llama la atención son las cuentas, es decir, los grandes monumentos, hitos y ciuda-des, pero sin el hilo, sin ese humilde trazado que lo estructura todo, que va recorriendo hacia el oeste la península ibérica, no habría rosario. Borrar el Camino en una concen-tración parcelaria implica, por ejemplo, dejar un puente de Agés (Burgos) atribuido a San Juan de Ortega, aislado en un trigal y sin cometido alguno, o dejar aislada una er-mita. Así, y desde el estricto punto de vista de una política de patrimonio histórico debe sostenerse que el trazado, en si mismo, es un monumento tan importante y fundamen-tal como las cuentas que va uniendo”El Camino como las cuentas y el hilo de un rosario. No cabe expresión más real, más obvia, más expresiva y también más bella. Sin embargo, ¿a qué asistimos hoy en día, ya en pleno siglo XXI? Pues a incoherencias tales como que ese mismo ministerio de Obras Públicas, hoy Fomento, acabe de hacer, el pasado verano, un regalo de dos millones cien mil euros, en forma de cuentas, aba-lorios y merendiñas, a los concellos gallegos supuestamente para “dedicar al Camino de Santiago”, mientras que nosotros hemos tenido que interponer, a ese mismo ministerio

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tan dadivoso, un contencioso ante la Audiencia Nacional por no incluir, absolutamente para nada, el Camino de Santiago en el estudio de impacto ambiental de la autopista entre Lavacolla y Lugo, que va a suponer, si no se consigue remediar, el mayor y más descarado atentado a un bien decla-rado por la UNESCO patrimonio mundial. Y es ese mismo ministerio de Fomento, que tan graciosa-mente regala la oreja a los concellos gallegos y al señor conselleiro de Cultura, el que está utilizan-do el trazado del Camino Portugués en el Concello de Barro, como vía auxiliar para las obras del AVE. Sería interesante también que esos distinguidos al-caldes que conforman la llamada “Mancomunidade de Municipios del Camino Francés”, explicaran a todo el mundo peregrino las razones para presen-tar una amenazadora alegación conjunta contra la nueva Delimitación del Camino Francés en Ga-licia, que está haciendo Patrimonio, en el sentido de rechazar totalmente cualquier ampliación a los pacatos y declaradamente absurdos 30 metros de protección que señala la malhadada Ley de 1996. O sea, muy buenos los benefi cios del Camino pero ni se les ocurra a ustedes ampliar un solo metro las franjas de protección patrimoniales, paisajís-ticas, medioambientales, etnográfi cas, de soste-nibilidad. Son ustedes todo un ejemplo, señores alcaldes. Habría que pensar en qué pasaría si les quitaran a ustedes el Camino de Sarria, Portoma-rin, Palas.... Son ustedes la vergüenza de nuestra tierra, y habrá quien se lo demande, nosotros ya estamos en ello.

Queridos amigos, defender lo obvio puede ser ago-tador, intentar explicar un día sí y otro también, que tenemos un legado que ya quisieran muchos y que debemos transmitir a futuras generaciones, además de agotador puede resultar frustrante si te

enfrentas a intereses que ya deberían estar ente-rrados y muertos en el siglo XIX. Y todo ello no ha dado lugar más que a un reguero de batallas perdidas y, así, sin ánimo de recopila-ción y sólo referidas al Camino Francés en Galicia: el Monte del Gozo, convertido en una especie de tanatorio todo a cien, el asfaltado y talado salvaje de arbolado autóctono, por parte del señor alcalde de Samos y a fi nales de los noventa, de tramos enteros a la orilla del río Oribio, y todo por aquello de dar paso asfaltado a unas fi ncas que son unos votos, (el Camino ya es sabido que no vota), el intento, por parte de ese mismo ayuntamiento, de alzar un polígono industrial junto a los muros del monasterio, las atrocidades cometidas en los res-tos de calzada romana en Leboreiro o, más recien-temente, la salvajada cometida en O Pino, entre el señor alcalde y la empresa Fadesa, hoy Martin-sa, con el proyecto de instalación de un polígono industrial de un millón de metros cuadros sobre el propio trazado del Camino. Todo ello, tras una tala salvaje e impune del arbolado. Sólo la campa-ña, muchas veces en soledad, de Amigos do Cami-ño, ha conseguido detener, siquiera parcialmente, esa barbaridad. Una resolución in extremis de la Dirección Xeral de Patrimonio ha conseguido sal-var, de momento, un 30 % del área destinada del polígono. A ese respecto, del Polígono de O Pino, la asociación consiguió un informe del ICOMOS, organismo asesor de la UNESCO para España, que constituye todo un aviso a navegantes y además es pescado fresco que, entre otras cosas, dice:

“El Camino de Santiago debe ser conserva-do sin modifi caciones o alteraciones de sus condiciones físicas, ambientales y emocio-nales por cualquier obra o construcción que pueda afectar negativamente a la conser-

Patrimonio "Un futuro para el Camino"

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vación de su autenticidad o e integridad, su paisaje circundante, su carácter y atmósfe-ra tradicional y sus perspectivas visuales”

Y prosigue:“Los Estados miembros de la Convención del Patrimonio mundial, como es el caso de las autoridades españolas, tienen la obliga-ción de informar al Comité del Patrimonio Mundial sobre las disposiciones, los proyec-tos y las obras que puedan afectar sustan-tivamente a los Bienes inscritos en la Lista del Patrimonio Mundial y su entorno.”

A este aquelarre no es en absoluto ajena una ad-ministración pública por momentos autista cuando no descaradamente culpable de la bendición urbi et orbi de proyectos absolutamente aberrantes. Y traemos aquí, por ser paradigma de todo ello, a un proyecto ya aprobado y que va a acabar por destruir uno de las zonas más auténticas del Ca-mino con los bosques mejor conservados desde los Pirineos al Atlántico, el proyecto de Parque Eólico del Río Oribio, en Triacastela. Y no es ya que los molinos se puedan ver desde Astorga, que no es poco, es que, queridos amigos, la Dirección Xeral de Medio Ambiente ha aprobado con todas las ben-diciones, en el Estudio de Impacto Ambiental, la siguiente gracieta que amablemente nos regalan y que tiene refl ejo en el artículo 3.1 de dicho Estu-dio de Impacto Ambiental. Paso a leerlo:

Artículo 3.1 Sobre la integración paisajística.

“A fi n de compensar la incidencia visual del parque eólico, se adoptarán las medidas compensatorias propuestas por el promotor y consensuadas con la dirección Xeral de Turismo, destacando las relati-vas al pintado de las torres de los aereogenerado-

res con motivos alusivos al Camino de Santiago.”Burla descarada, Camino domesticado o toma del poder por las huestes incontroladas de la se-ñorita Pepis. Huelga decir, que aunque todo esto esté aprobado y ya en su punto, no lo vamos a consentir aunque para ello tengamos que movi-lizar a toda nuestra gente y a las asociaciones jacobeas de toda Europa.Y, si todo esto pasa en el supuestamente mejor do-cumentado, protegido y avalado Camino Francés, lo que está ocurriendo en las otras rutas gallegas roza el esperpento.Ni las protege Ley alguna, ni hay visos de que la tan cacareada delimitación salga adelante y sin delimitación no hay protección. Literalmente, y os lo dice alguien que vive esto día tras día, estamos en manos de la buena o mala voluntad tanto de personas como instituciones Todas, absolutamen-te todas las semanas tenemos alguna incidencia patrimonial que nos hace saltar hacia cualquier concello en cualquier punto de Galicia.

Hay calamidades de libro, como lo que se ha he-cho en el Camino Primitivo con la calzada romana en Toques, el proyecto de polígono industrial en O Chan das Pipas, en el Camino Portugués, o el de O Colo (otra vez con Fadesa por medio) en el Ca-miño Inglés, las obras de la autovía en el Camiño Norte, o lo ocurrido en el mítico Monte Aro, en la prolongación jacobea al Finisterre, donde un indi-viduo puso una valla, cortó el Camino y tiró la llave al mar, obligando a los peregrinos a un peligroso rodeo por carretera de más de dos kilómetros. Su-mísamente, y hasta que el juzgado de Corcubión dictamine algo al efecto, el Xacobeo ha cambiado los mojones ofi ciales para guiar a los peregrinos

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por la carretera, mientras nuestras fl echas amari-llas siguen invitando a tirar la valla al primer ba-rranco y, si fuera posible, a ese individuo con ella. Y, junto a las grandes desfeitas, el goteo “por lo miudo” que acaba con pontellas, lavaderos, petos de ánimas, molinos, arbolado autóctono o lienzos enteros de los trazados impunemente alquitrana-dos. Ya se sabe, cada diez metros de asfaltado, un voto al coleto.Esto, señores, es lo que hay y damos fe de ello en todos los foros donde haga falta. Pero traemos aquí una propuesta y una determinación. Empezamos con la propuesta, que presentamos hace un mes en una ponencia en el congreso sobre el Camiño Portugués a Santiago que organizamos en Valença do Minho (junio 2010):Resumidamente: Tenemos muy claro la inutilidad de las medidas de protección adoptadas hasta el momento. Y es por lo que proponemos una Ley Na-cional de Protección de los Caminos de Santiago que como bases, recoja, entre otras, la necesidad imperativa de planes de protección del trazado en cada Comunidad autónoma, sus zonas de amorti-guamiento y protección, así como la catalogación de todo el patrimonio material e inmaterial y tam-bién la obligatoriedad para los Ayuntamientos, a la hora de otorgar licencias tanto de actividad como de obra en el ámbito de actuación de El Camino, de informe previo por un organismo “ad hoc”, que recibiera informe de un Comité de Expertos na-cional, y dotada de un régimen sancionador a los infractores, un sistema de multas que reviertan en el propio Camino y la reposición del daño causado. Finalmente, la posibilidad de incardinar las denun-cias de personas físicas o jurídicas y asociaciones

de forma directa, siendo la acción, pública y al mismo tiempo de ofi cio, ante los Tribunales ordina-rios pudiendo establecerse en casos graves dentro de los delitos por daños y de protección del Medio Ambiente.Esta, la propuesta. Y ahora vamos con nuestra de-terminación, que hemos cumplido religiosamen-te: el pasado día 18 de diciembre, ante todos los medios y apoyados por más de cien entidades de amigos del Camino y de defensa del patrimonio de varios países, hemos pedido pública y ofi cial-mente a la UNESCO la inclusión del Camino de Santiago en la lista de Patrimonio Mundial en Pe-ligro, lista ocupada actualmente por bienes situa-dos en países africanos o del tercer mundo, como llamada de atención, pública vergüenza en plenos fastos jacobeos y aldabonazo a las autoridades de nuestro país que están haciendo dejación ab-soluta de unas responsabilidades por las que con-viene pedir cuentas Y respecto a este punto no hablamos en vano. Yesa, Campo de Golf de Cirue-ña, Autovía Logroño-Burgos, o polígono industrial de O Pino son sólo la punta del Iceberg de lo que está ocurriendo.

Tenemos claro que hay un extraordinario legado que hemos recibido de nuestros mayores y de la fuerza de los bordones de miles y miles de pere-grinos que, a lo largo de la historia han hecho Ca-mino, y que tenemos la obligación de transmitir a futuras generaciones. Y es exactamente por eso por lo que muchas asociaciones jacobeas vamos a estar en ese empeño, nadie va a cejar, nadie se va a quebrar, seguimos adelante.A todos, ¡un gran Camino!

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MUSICA YCAMINO DE SANTIAGO

Alberto Solana de Quesada

El Camino de Santiago ha ejercido, desde su origen, una gran infl uencia en los distintos ámbitos de expresión de la sociedad, y en particular en las manifestaciones del arte. Entre ellas, en la música lo ha hecho, a través de los tiempos, de una forma notable. La infl uencia del Camino de Santiago en la Música se traduce fundamentalmente de dos maneras, el Camino como fuente cultural de música propiamente jacobea, y el Camino como cauce transmisor de cultura musical.En el primer caso la música es, por una par-te, un elemento de culto al Apóstol Santiago, cuya tumba, dada a conocer a la cristiandad en el primer tercio del siglo IX por el des-cubrimiento del obispo Teodomiro de Iria, se convierte en potente foco ideológico de atracción y fuente cultural en Europa, que se manifestará en todas los ámbitos del arte, como la pintura, la arquitectura, la escultura, la literatura y la música; y por otro lado es un medio de expresión popular a través de can-tos que son fruto de la peregrinación, es decir, cantos que los peregrinos entonaban en algún momento de su largo recorrido, para reforzar

su confi anza en la marcha o entretenerse en sus necesarios descansos. Con toda razón se llega a decir, en palabras atribuidas al poe-ta, novelista, dramaturgo y científi co alemán Goethe (1749-1832), que “Europa se hizo pe-regrinando a Compostela”, o que el Camino de Santiago es la Calle Mayor de Europa.

El segundo modo de infl uencia del Camino de Santiago en la Música, es como vehículo transmisor de ideas y novedades; la ruta ja-cobea será durante siglos cauce bidireccional de difusión por el que llegan hasta Compos-tela los conocimientos y las expresiones mu-sicales de los que se desplazan con el ideal de alcanzar la ciudad del Apóstol con uno u otro motivo; pero también ocurre que éstos conocen y transmiten las expresiones artísti-cas de los lugares que atraviesa el Camino, que luego difundirán en sus lugares de proce-dencia. Cabría decirse que la ruta milenaria hasta Compostela es el gran cordón umbilical que ha mantenido en estrecha y productiva conexión ideológica y cultural a España con el resto de Europa, y que infl uye, como nin-guna otra raíz, en una unifi cación de las muy

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distintas corrientes culturales y artísticas del conti-nente europeo.En esta dinámica de infl uencias un papel relevante va a desempeñar la Abadía de Cluny, en el departamento francés de Saône-et-Loire, cuyos monjes, inspirados en la regla de San Benito de Nursia y en su síntesis “ora et labora” promovieron rutas de peregrinación y romería, trazando itinerarios y difundiendo cantos que estable-cieron lazos de comunicación y unidad de Europa. Y en este proceso de unidad cultural y social el papel de la música será capital, ora la música culta y solemne de las catedrales y lo monasterios, hecha para los sentidos universales del espíritu, ora los cantos populares pere-grinos, acuñados para “andar y cantar” como modo de avanzar por los viejos caminos de la unidad. El canto desempeña una función muy importante en la época medieval. Antes del uso de la imprenta, la can-ción fue, junto a la declamación poética apoyada de las imágenes dibujadas, el modo ordinario de comuni-cación, de información e incluso de instrucción, puesto que eran pocos los que conocían la escritura y la lectura, y el aprendizaje de acontecimientos históricos, anécdo-tas o leyendas se apoyaba a menudo en estas vías de comunicación de ideas, con ayuda de textos sencillos y llamativos, con esquemas rítmicos, cadencias cíclicas y repetición de estribillos. Es la música de los juglares y trovadores, que recorren la geografía europea con sus cantares de gesta, que enseguida será imitada por el mundo eclesiástico dado el gran valor pedagógico que encuentran para la predicación y la catequesis. Se con-feccionan cancioneros como una forma óptima de infor-mación, predicación y divertimento ente las gentes, y que a través del Camino de Santiago trae novedades que fascinan a las gentes y que entre los peregrinos alivian las durezas del Camino y le instruyen en las novedades que encontrará en el itinerario de su viaje.Con una pretensión panorámica y didáctica, podemos agrupar los cantos del Camino de Santiago en tres grandes bloques. El primer bloque comprende los cantos litúrgicos en can-to llano gregoriano de melodía única, así como los himnos y los primeros cantos polifónicos, compuestos expresa-mente para el culto al Apóstol Santiago, especialmente recogidos en el Códice Calixtino. En este extraordinario manuscrito del siglo XII, verdadera guía de los peregri-nos a Santiago, sobresalen en especial dos piezas: “Dum Pater Familias”, el canto de culto jacobeo más antiguo y verdadero himno de los peregrinos; y “Cum gaudeant catholici”, cuyo valor está en constituir una de las pri-meras manifestaciones de canto polifónico, es decir, de canto conformado por varias líneas melódicas simulta-neas que se mezclan en una sola composición. Los intér-pretes de esta música eran cantores técnicamente for-mados en las escuelas eclesiásticas de canto y polifonía, y coros de niños de la catedral, conformando la llamada

Cultura jacobea "Música y Camino de Santiago"

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Capilla de Música que, en principio sin ningún tipo de acompañamiento instru-mental, sino solo con sus voces selectas (de ahí la expresión de música “a ca-pella”), deleitaban a los peregrinos y a los fi eles en el interior de los recintos eclesiásticos, lo que sin duda seria una experien-cia inolvidable para ellos en esas extraordinarias condiciones acústicas, que constituía la verdadera caja de resonancia de esa maravillosa música para ser cantada, en tiempos en que aún se concebía el canto sagrado como oración cantada, y se aso-ciaba el canto como forma más pura y perfecta para entonar los salmos en una relación íntima entre liturgia y canto. La Catedral de Santiago contó, durante siglos, con una de las más prestigiosas Capillas de Músi-ca de Europa, desde sus inicios en el siglo XI, su consolidación en el siglo XII, su posterior apogeo entre los siglos XVI a XVIII con una nutrida or-questa de cámara, y hasta su declinación en la segunda mitad del siglo XIX e inicios del siglo XX en que termina por desaparecer. De la época de esplendor destacan las soberbias composiciones de Maestros de Capilla como Fray José de Va-quedano (1642-1711), Buono Chiodi (1728-1783) y Melchor López Jiménez (1759-1822), composi-tores a la altura de los más prestigiosos de Eu-ropa, que han dejado un valioso legado musical en los archivos catedralicios compostelanos. De la última etapa es el conocido y actual Himno Ofi cial al Apóstol Santiago de la catedral com-postelana, que compuso el maestro de capilla D. Manuel Soler Palmer sobre letra del Dr. Juan Barcia Caballeros, que se estrenó en el acto de apertura de la Puerta Santa del 31 de Diciembre de 1919, inicio del Año Santo 1920 y que desde entonces se canta bajo el acompañamiento so-lemne del órgano, mientras el Botafumeiro vuela por la nave transversal de la catedral al fi nalizar la tradicional Misa del Peregrino. De su época de esplendor la catedral compostelana conserva una pieza musical singular, la marcha de las chi-rimías, instrumento que llegó a ser imprescindi-ble en las capillas de música eclesiásticas para reforzar a las propias voces en los actos proce-sionales eclesiásticos dentro del templo, duran-te el siglo XVI, cuando la música instrumental

es defi nitivamente admitida para el culto litúr-gico. La catedral de Santiago continúa usando su “Marcha de las Chirimías” para las procesiones capitulares de solemnidad, constituyendo una tradición antiquísima como no existe ya en nin-guna otra catedral española. El segundo bloque lo conforman las canciones de los peregrinos para cantar en el camino, en for-mas de coplas breves y estrofas líricas que alter-nan con estribillos repetitivos. Desde el siglo XI y de modo notable desde el XII, la catedral com-postelana y su ámbito externo, era escenario de las más variadas canciones que peregrinos, mú-sicos ambulantes, juglares, segreles, clérigos y ciegos entonaban en las calles y plazas de ciudad y aún en el interior de la catedral durante las vigilias nocturnas. Hasta los pétreos y ancianos músicos del Pórtico de la Gloria parecían compe-tir en ese festival continuo de música y cantos. Seguramente también de danzas y de alguna re-presentación escénica sencilla para divertimento de unos y otros después del prolongado esfuerzo para llegar hasta la Ciudad del Apóstol. La mú-sica era un nexo de unión continuo entre gentes de todo origen geográfi co que entonaba sus can-tos en su lengua vernácula, de modo que entre las calles de la pequeña ciudad compostelana, se oían y compartían cantos en todas las lenguas conocidas que terminaban por aprenderse y di-fundirse. Los cancioneros galaicoportugueses y las Cantigas de Santa María de Alfonso X el Sabio, testimonios de la presencia del canto y la música en las peregrinaciones y romerías, acreditan que el Camino de Santiago constituye un encuentro de las juglarías española y francesa, que cantan en el camino y cantan sobre temas del camino. El espíritu peregrinal está presente en alusiones

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poéticas de Gonzalo de Berceo, en el Poema de Fernán González y en el Conde Lucanor de D. Juan Manuel. El Cantar del Mio Cid nos “declama” la peregrinación del Cid a Compostela y el romance cantado de Don Gaiferos de Mormaltán o la Colec-ción de los viejos romances que se cantan por los asturianos, son testimonios de la lírica medieval ante la mística de la peregrinación. Un testimo-nio valioso es la referencia cervantina del Quijote (capítulo LIV, 2ª parte) al relatar que Sancho "vio que por el camino por donde él iba venían seis pe-regrinos con sus bordones destos extranjeros, que piden limosna cantando", lo que ocurre en el Ca-mino jacobeo del Ebro. Otros autores del siglo de oro mencionan romeros pícaros que cantaban para obtener limosna, como Francisco de Quevedo y Francisco López de Úbeda, y en La romera de San-tiago, de Tirso de Molina el lirismo musical está presente tanto en la obra versifi cada como en el reparto escénico. El vihuelista granadino Luis de Narváez (S. XVI) canta en una de sus coplas: "el romero y peregrino, cansado de caminar, comienza luego a cantar, por alivio del camino", señalando con total sentido que el canto y la música son so-bretodo un recurso de alivio, divertimento y ánimo para el peregrino.

Las primeras creaciones musicales de los peregri-nos en ruta no nos han llegado, pues son fruto de la creación y transmisión oral. Pero hay constan-cia de su antigüedad. Un manuscrito del siglo XV contiene una antigua canción de los jacobsbrüder alemanes en el Camino de Santiago en que se des-cribe la indumentaria peregrina y las penalidades del Camino. Y en el relato de su peregrinación a Santiago de 1539, el italiano Bartolomeo Fontana menciona una canción de los peregrinos franceses que hacía referencia a la belleza y la dureza del paso por Asturias. Son evidencia de que los pere-grinos en ruta usan el canto desde tiempos muy antiguos. La fuente más abundante e infl uyente, por razón cultural y geográfi ca, son los cancioneros franceses. Las canciones servían a varios objetivos de la peregrinación, como fortalecer la religiosi-dad del peregrino, proporcionarle información o darle consejos útiles sobre tramos del camino, avi-sarle de sus peligros, y entretenerle y animarle en sus momentos de descanso. Muy signifi cativas son las que dan instrucciones útiles para el viaje. La canción "Quand nous partîmes de France en grand dèsir", va narrando peculiaridades de los lugares por los que pasa el peregrino: el cambio de mone-da, las costumbres, las gentes, las ciudades. Los intérpretes de esta música popular son los propios peregrinos que usan para reforzar su motivación y confi anza, aliviar su fatiga, u obtener algunos re-cursos económicos vendiendo, tras el canto, las le-trillas con imágenes alusivas sobre el Apóstol San-tiago o uno de sus legendarios milagros o alguna escena de peregrinos. En Francia se desarrolló una notable actividad de recopilación y edición entre los siglos XVII y XIX, en un librito recopilador de canciones del camino. La edición más conocida se tituló Les Chansons des pelerins de Saint Jacques.El tercer bloque lo forman los romances sobre gestas de personajes, reales unas veces y fi cticios otras, pero idealizados siempre. Se conservan nu-merosas canciones, leyendas, escenas y romances referentes al Camino de Santiago en las lenguas más diversas, tanto del territorio ibérico (gallego, portugués, castellano, eusquera, catalán), como del continente europeo (francés, italiano, alemán, inglés, belga, holandés, noruego, esloveno, etc.). Algunas, por el ejemplo, se refi eren al Tributo de las cien doncellas, pero sin duda la más repre-sentativa, cantada en gallego, es “El romance de Don Gaiferos de Mormaltán, canto emblemático que refl eja como ningún otro las penalidades que debe superar el peregrino para llegar a Compos-tela. Los intérpretes de este bloque musical son los trovadores y juglares, y a veces canónigos, o los propios peregrinos, que hacen de esta música un arte propio con el que obtener unas monedas,

Cultura jacobea "Música y Camino de Santiago"

narrar unos hechos o difundir algún conocimiento, o simplemente generar divertimento en el audi-torio, en ocasiones con ritmos que promovían la danza con acompañamiento de pandero o un ins-trumento musical, como la zanfona, instrumento muy popularizado por los ciegos, que se convierten en los herederos de los antiguos juglares, que can-tan acompañándose de este instrumento y venden sus romances copiados en pliegos como modo de obtener algún sustento.Una variante peculiar de poemas cantados por ju-glares o trovadores, lo constituyen los autores de la lírica galaico portuguesa, que llega a ocupar, durante los siglos XII a XIV, un papel dominante en la lírica de casi toda la península. El reinado de Fernando III el Santo (1217-1252), criado y edu-cado en Galicia y peregrino a Santiago, supondrá el momento de la lírica galaico-portuguesa, que llega a su apogeo con su hijo Alfonso X el Sabio (1252-1284), también educado en Galicia. Son tiempos en que el castellano es la lengua hablada en la corte, pero el galaico-portugués es el len-guaje para la poesía y la música. En las cortes de ambos reyes, sobretodo el segundo, se celebran certámenes literario-musicales a los que se con-vocaba a los mejores trovadores y juglares. Esta corriente literaria y musical encontrará también el favor de los monarcas portugueses, uno de ellos trovador de prestigio, Dioniosio I de Portugal, Don Denis, llamado el “Rei-Trobador”. Galicia y Portu-gal han mantenido una histórica relación de her-mandad lingüística y cultural desde los suevos, en que compartían el territorio entre los ríos Miño y Duero. En este periodo medieval la peregrinación a Santiago a través del Camino Portugués será cauce de transmisión de la lírica galaico-portuguesa, en la que aparecen numerosos ejemplos que acredi-tan que Compostela era punto de concurrencia de los trovadores y juglares de toda la península, y en particular galaico-portugueses. Los códices que recogen esta producción entre fi nales de siglo XII y mediados del XIV, utilizan una lengua en la que no se pueden hallar rasgos dialectales sino que se trata de una coiné o lengua común o unifi cada que recibe el nombre de gallego-portugués, y cuyo es-tudio refl eja que no se trata de una mera imitación de la lírica trovadoresca provenzal, sino que aporta numerosos elementos autóctonos. La forma propia de este género es la cantiga, o composición poéti-ca para ser cantada. Por la temática se distinguen tres tipos de cantigas: cantigas de amor, similar a las provenzales, en que un caballero expresa sus cuitas de enamorado; cantigas de amigo, de tradi-ción autóctona, inexistente en la lírica provenzal, en que la enamorada relata su ansiosa espera a su enamorado ante un confi dente allegado; y cantigas

de escarnio o maldecir, con crítica satírica hacia algún personaje. Las cantigas de amigo son, pues, una forma propia de la trova galaicoportuguesa y dentro de ella se reconocen distintas variantes te-máticas. Las bailadas expresan la alegría de amar y de vivir, con métricas y ritmos que incitan al baile, y en las que los paralelismos y repeticiones res-ponder a la existencia de dos voces o coros que se alternaban en la ejecución según un formato muy tradicional. Las barcaloras o mariñas, son cantigas que ambientan la espera del amigo con el mar de testigo en modo que la enamorada habla sobre el mar o con el mar. Las albas hablan de la separa-ción de los amantes al amanecer, a diferencia de las alboradas, propias de la lírica provenzal y au-sente en la galaicoportuguesa. Finalmente las de romería, muy específi cas de la lírica galaico por-tuguesa, que ambientan expectativas amorosas en el marco de romerías y peregrinaciones a ermitas o santuarios, y donde el Camino de Santiago y la ciu-dad de Compostela cobran un claro protagonismo, no solo como foco de romería, sino como cauce de transmisión de cantigas, trovadores, segreles y juglares.El canto, con independencia del bloque temático en que puede incluirse, busca el apoyo rítmico y melódico del instrumento musical, lo que ocurre desde luego en la música profana y popular, pero más discutible en la música religiosa y litúrgica. Cabe aceptarse a partir de los conjuntos escul-tóricos de ancianos músicos, como el Pórtico de la Gloria, o en las miniaturas de algunos códices, aunque la introducción de instrumentos no estaba autorizada en muchos templos y en algunos casos es posible que los 24 ancianos de las orquestas pé-treas de los templos, solo fueran representaciones idealizadas de pasajes bíblicos. Aunque hay discre-pancias al respecto, es muy posible que la Catedral Compostelana, por la infl uencia que venía a través del Camino, fuera pionera en estas expresiones musicales; cabe deducirlo así porque el Códice Ca-lixtino (siglo XII) contiene uno de los repertorios musicales medievales más interesantes y novedo-sos de la Edad Media europea; en él aparece la primera producción musical polifónica y en térmi-nos generales, de forma más elaborada y perfecta con respecto a sus contemporáneas europeas. De modo que es muy probable que la catedral com-postelana fuera escenario de interpretaciones mu-sicales polifónicas acompañadas por instrumentos de la época, como la fídula, el arpa, el salterio y sobretodo el organistrum, instrumento medieval especialmente adecuado para el acompañamiento del coro y la polifonía, por su idoneidad para ini-ciar la entonación de la música sacra en templos y monasterios.

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Que en el interior del recinto catedralicio se can-taba y se tocaban instrumentos como consecuen-cia de la presencia de peregrinos que, después de sus incontables fatigas para llegar a Compostela, hacían vigilia en el interior de la catedral, es un hecho constatado en el Códice Calixtino: “Causa alegría y admiración contemplar los coros de pere-grinos al pie del altar venerable de Santiago en per-petua vigilancia… Unos tocan cítaras, otros liras, otros tímpanos, otros fl autas, caramillos, trompe-tas, arpas violines, ruedas británicas o galas, otros cantando con cítaras, otros cantando con diversos instrumentos, pasan la noche en vela…”. Es cono-cido que los peregrinos recibían acogida y pernoc-taban en el triforio de la catedral a multitud de peregrinos de todas las nacionalidades y lenguas.

El propio Calixtino nos dice que hasta allí venían gentes de todas las latitudes: “pueblos bárbaros y los que habitan en todos los climas del orbe, a saber: los francos, los normandos, los escoceses, los irlandeses, los galos, los teutones, los íberos, los gascones, los bávaros, los navarros, los vascos, los godos, los provenzales, los garascos, los loro-neses, los gautos, los ingleses, los bretones, los de Cornualles, los fl amencos, los frisones, los alóbro-ges, los italianos, los de Apulia, los poitevinos, los aquitanos, los griegos, los armenios, los dacios, los noruegos, los rusos, los joriantos, los nubios, los partos, los rumanos, los gálatas, los efesios, los medos, los toscanos, los calabreses, los sajones, los sicilianos, los de Asia, los del Ponto, los de Bi-tinia, los indios, los cretenses, los de Jerusalén, los de Antioquía, los galileos, los de Sardes, los de Chipre, los húngaros, los búlgaros, los eslavo-nes, los africanos, los persas, los alejandrinos, los

egipcios, los sirios, los árabes, los colosenses, los moros, los etíopes, los fi lipenses, los capodocios, los corintios, los elamitas, los de Mesopotamia, los libios, los de Cirene, los de Panfi lia, los de Cilicia, los judíos y las demás gentes innumerables de to-das lenguas, tribus y naciones vienen junto al Após-tol en caravana y falanges cumpliendo sus votos en acción de gracias”. Y no es difícil recrear como podrían ser esas veladas en la catedral, cuando después del canto gregoriano de Completas, caía la noche y se llenaba de oscuridad el templo, con excepción del altar del Apóstol que permanecía iluminado por infi nidad de velas y cirios ardientes, y acabado ya el culto litúrgico, surgen entonces los cánticos peregrinos aprendidos durante el Ca-mino, cada grupo en su propia lengua, acompa-ñados por liras, cítaras, arpas, gaitas o zanfonas, alternando sus cantos en tono primero de alabanza y luego abiertamente festivo y solidario por haber alcanzar su objetivo, y hasta ejecutan algunos pa-sos de danza, en corros que buscan la alegría y el calor humano, pero volviendo luego al ambiente de culto y alabanza cuando los canónigos retoman sus puestos en el coro pétreo del maestro Mateo para entonar los Maitines primero y después los Laudes, con esa magia espiritual que difunde el latín del canto gregoriano entre los muros romá-nicos que asciende por las bóvedas y envuelve el espacio de oración y paz que termina por adorme-cer a los fatigados peregrinos.

Monserrat fue un importante centro de peregrina-ción asociado a la peregrinación jacobea, que los peregrinos frecuentaban comúnmente después de visitar la ciudad del Apóstol, tal como demuestran algunas estrofas de la Chanson nouelle que canta-

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ban los peregrinos franceses en su viaje de retorno a Francia. El Monasterio de Montserrat es cuna del Llibre Vermell o Libro Rojo, llamado sí por el color de las tapas de su encuadernación en terciopelo rojo, hecha según parece, a fi nales del siglo XIX. Contiene un conjunto de piezas musicales recopi-ladas en el siglo XIV, cuyo propósito era entretener a los peregrinos que llegaban a Montserrat, tal y como se explica en el folio 22 del códice: “Puesto que no pocas veces los peregrinos, al llegar a la iglesia de la Virgen María de Monserrat, desean can-tar y bailar, e incluso durante el día quieren danzar en la plaza, y allí no han de cantarse canciones que no sean honestas y devotas, hemos copiado algu-nas antes y después. Habrán de ejecutarse honesta y comedidamente a fi n de no estorbar a los que continúan con su oración y contemplación devo-ta.” Este texto expresa la preocupación de acoger al peregrino, al que se daba avituallamiento gra-tuito y se le ofrecía entretenimiento en la plaza con cantos y danzas durante el día, y en la noche, por el clima de montaña, se le facilitaba techo en el claustro del monasterio, donde la costumbre de pernoctar engendró la piadosa vela de los romeros a la Virgen, como se hacía con el Apóstol en la veladas de la catedral compostelana, y, como en ella, también se cantaban dentro del templo, a la luz de las lámparas durante la vigilia nocturna de oración ante la sagrada imagen de Montserrat.

En cuanto al Camino de Santiago como cauce o vehí-culo transmisor de novedades y cultura, una de las infl uencias más claras del Camino de Santiago en el terreno puramente musical, es la aceleración en la sustitución del rito hispano-mozárabe por el rito franco-romano. Se copia y difunde con rapidez a

través de los monasterios y templos del Camino, los nuevos textos con los modos tonales y signos gráfi -cos propios del canto lineal Gregoriano, y enseguida las nuevas formas musicales procedentes de Fran-cia, los Tropos, las Secuencias y los Melismas como formas de resaltar más la belleza de las formas mu-sicales. Este progreso estilístico y cultural va a te-ner también su lado negativo, como es la pérdida, salvo excepciones, de los modos y melodías litúrgi-cas del canto hispano-mozárabe que constituyó uno de los signos expresivos más diferenciadores de la identidad de la España visigoda que luchaba enton-ces por restaurarse tras la dominación musulmana. El canto visigótico adolecía de un punto débil en su transmisión didáctica, como el sustentarse gráfi -camente en una escritura adiastémica o “in campo aperto”, es decir, sin referencia de líneas indicado-ras del tono o altura de la nota, que solo pretendía un apoyo nemotécnico al cantor pero que su trans-misión exigía una tradición didáctica adquirida por el aprendizaje directo, ya que el sistema impedía una interpretación precisa de lo escrito. Cuando el viejo rito hispano es ofi cialmente sustituido por el franco-romano para la unifi cación litúrgica de Euro-pa Occidental, se tiende a perder esa tradición, y es sustituido por un nuevo rito cuyo soporte escrito es más estable y preciso por su notación musical sobre líneas que defi nen la altura musical y signos que de-fi nen medidas y dibujos del sonido.

Aunque la sustitución del viejo rito hispánico por el franco-romano tuvo lugar primero en los terri-torios de la Marca hispánica (siglos VIII-IX), la ver-dadera sustitución en el resto de España ocurrió siglos más tarde, en Aragón, Castilla, León y Nava-rra. Se hace sobretodo desde monasterios como el

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cluniacense de Sahagún (León), o el de San Juan de la Peña (Aragón), o el monasterio cisterciense de las Huelgas (Burgos), o la catedral de Astorga, es decir, instituciones eclesiásticas en pleno Camino de Santiago por el que circulan pronto piezas pro-cedentes de Francia (Cluny, Moissac, Citeaux, Ve-zelay) o canónigos que se trasladan a estos monas-terios en calidad de copistas y escribanos, por lo que el repertorio litúrgico franco-romano se hace pronto extensivo a todos los reinos cristianos de España desde fi nes del siglo XII.Entre las piezas más destacadas que representan este tránsito, fi guran precisamente dos antífonas del Ofi cio de Santiago, O beate Jacobe y Sancte Ja-cob, desconocidas para el recopilador del Códice Calixtino, que contienen las primeras invocaciones al Santo como Patrono de España.Como notable expresión de que el Camino es cauce que trae no-vedades de otras partes de Euro-pa, hay un hecho bien conocido y documentado que lo demuestra de modo muy signifi cativo. Es el caso de un violinista veneciano que, en el siglo XVII, visita Compostela como peregrino, decide quedar-se y es admitido en la Capilla de Música Compostelana adquiriendo voluntariamente el compromiso de enseñar el moderno instrumen-to del violín, lo que es una nove-

dad en que el Cabildo compostelano fue pionero.No menos signifi cativa en este mismo sentido re-sulta la tradición organística de la catedral de San-tiago, que si bien sus inicios se remontan al siglo XIII, las primeras huellas documentales datan del primer tercio del siglo XVI, en que el organista ve-neciano fray Dionisio Memmo, procedente primero de San Marcos (Venecia) y luego de la corte de En-rique VIII (Londres) donde fue uno de sus músico favoritos, después de peregrinar a Santiago, y sin que el Cabildo le llamara, inició una colaboración con la catedral como organista y como organero, hasta quedar constancia escrita de que el órgano por él construido era “el mejor que en España se pudiera hallar”. La colaboración debió ser muy sa-tisfactoria para ambas partes porque Memmo si-guió en Santiago hasta su muerte.Las obras de los más prestigiosos compositores de Europa llegarán a España en buena medida a través del Camino de Santiago como cauce cultural. Así lo acredita el hecho documentado de que unos pere-grinos alemanes, como regalo de culto al Apóstol, regalaran al arzobispo compostelano, entonces el cardenal Payá, un ejemplar del libreto de la “Misa Solemne de Beethoven”, que se convirtió en una de las excelentes músicas que la capilla empezó a interpretar para el culto solemne de la catedral, según consta en notas de la época.La música, como herramienta universal de la cul-tura y del arte como expresión de los sentimientos más hondos del espíritu humano, es un instrumen-to de transmisión idóneo al servicio del encuentro de las ideas, de las lenguas, de la danza, de la oración y del encuentro con Dios, e incluso de la trascendencia del espíritu más allá de las doctrinas y de los credos, por lo que el Camino de Santia-go, como viaje para el cuerpo y para el espíritu, encuentra en la música, tanto la popular como la culta, una vía de transmisión insuperable para el sentimiento peregrino.

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Contra la sobreexplotación del Camino de Santiago

Xosé Luís Barreiro RivasUniversidad de Santiago de Compostela

La construcción del fenómeno jacobeo im-plica la creación de una estructura civil y de un marco jurídico adecuado para que la Cristiandad europea recorra sin trabas ni problemas el largo camino

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Los tiempos modernos, los del transporte masivo y acelerado, los de la fi ebre viajera y los de la bana-lización de todos los destinos masifi cados, pueden no sentarle muy bien al fenómeno jacobeo, que tras mil años de ejemplar sostenimiento y transfor-mación, corre el riesgo, por primera vez, de morir de éxito. Esa es mi opinión. La excesiva explota-ción de la potencialidad turística del Camino de Santiago está afectando seriamente a su naturale-za y simbología. Los poderes públicos consideran normal su creciente secularización y los sucesivos hermanamientos o comparaciones con otras rutas de características muy diversas. La popularización del destino y el culto, y sobreexplotación de las fechas del Año Santo hacen el resto. Y los despro-pósitos son cada día mayores.

En estas circunstancias me parece un alivio que hayamos llegado al período de 11 años de separa-ción entre los años jacobeos en el que acabamos de entrar, ya que espero que, libres de las urgencias estadísticas que nos han ocupado los últimos años, podamos refl exionar sobre el fondo de la cuestión con mayor serenidad y acierto

1. LA CIUDAD SANTA DEL FIN DEL MUNDO.

La ciudad de Santiago, donde yo vivo y trabajo, está en el fi n del mundo. En sus inmediaciones se puede ver el gran promontorio que los romanos llamaron Finis Terrae, donde el Mare Tenaebrosum puso límites a su proyecto de crear –en términos quizá contradictorios- una polis universal y eterna.Siglos más tarde, cuando la idea de Cristiandad em-pezaba a sustituir la añoranza del Imperio desapa-recido y de la vieja civilización fragmentada por la invasión de los bárbaros, el lejano Finis Terrae recuperó otra vez, en el nuevo proyecto, su condi-ción de símbolo de la universalidad y perfección. Y tanto la Iglesia Romana como el imperio Carolin-

gio volvieron a contemplarlo como una expresión material de su aspiración a ordenar y gobernar el mundo. Ese era el mandato de Cristo, recogido en el Evangelio de San Marcos (16, 15): “Euntes in mundum universum predicate Evangelium omni creaturae”. Y ésa era, sobre todo, la forma en que el capítulo 1 del libro de los Hechos de los Após-toles (1, 8) recogió la idea paulina de una Iglesia católica, abierta a los gentiles: “...eritis mihi tes-tes in Ierusalem, et in omni Iudaea, et Samaria, et usque ad ultimum terrae”.

Lo mismo que el viejo Imperio Romano, la emer-gente Cristiandad, que venía a sustituirlo, no al-canzaría su perfección hasta tocar aquel punto en el que Plinio situó la división del mar y la tierra. Y puesto que la nueva Romanidad surgía sin Roma -es decir, sin las legiones y la Administración que ga-rantizaban la unidad y la ley- el proyecto medieval estaba obligado a reforzar todos los símbolos que venían a demostrar la existencia de un sustrato co-mún, o una nueva identidad, que se extendía por los territorios del antiguo Imperio, desde las costas de Frisia hasta el mar de Finis Terrae.A fi nales del siglo VIII, cuando la Leyenda Carolin-gia divulga la epopeya de un Imperio renacido, la idea de Cristiandad, mezcla inseparable del poder civil y religioso, chocaba con dos grandes proble-mas:

1. La enorme fragmentación del antiguo Impe-rio de Occidente, derivada del asentamiento de los pueblos bárbaros, hacía imposible la reconstrucción militar de su unidad territo-rial.

2. La presencia árabe, que se asentaba con fuerza en la Península Ibérica y el Sur de Francia, amenazaba al mismo tiempo la se-guridad del Imperio y la hegemonía de la Iglesia de Roma.

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El fenómeno jacobeo, considerado en toda su ex-tensión, surge para resolver esos problemas:

1. Para vertebrar el Occidente europeo en tor-no a su Camino, y para reforzar sus elemen-tos de identidad.

2. Para proclamar que la legitimidad católica se extiende hasta el fi n del mundo.

De una forma paulatina, y a partir de mediados del siglo X, los santuarios y las reliquias dispersas por toda la Europa medieval fueron perdiendo su auto-nomía para convertirse en etapas y símbolos de los tres grandes caminos que se dirigían a Santiago, Roma y Jerusalén, y de una cuarta ruta -desde Le Mont-Saint-Michel al Monte Gargano- que, aunque pronto vinculada a las rutas jacobeas, mantuvo parte de su anterior importancia simbólica y de su carácter de ruta principal. Estas rutas, conocidas hoy por sus destinos geográfi cos, tuvieron también sus denominaciones simbólicas: La "Via de Cristo" iba hacia Palestina; la "Via del Hombre" se dirigía hacia las tumbas apostólicas de Roma; la "Vía Lac-tea" iba hacia Santiago y el "Finis Terrae"; y la "Via del Angel" unía Le Mont-Saint-Michel con el Mon-te S. Angelo, en el Promontorio Gargano. De estas cuatro grandes rutas fue la de Santiago, sin duda, la que adquirió más importancia, la que más pere-grinos atrajo hacia su destino sagrado, la que dejó más profundas huellas sobre la textura política, económica y cultural de Occidente, y la que cons-tituye el estereotipo más útil para estudiar las cla-ves sociológicas que la motivaron en sus concretas circunstancias de tiempo, forma y lugar.

2. LA COSMOLOGÍA JACOBEA.

El nacimiento de la ciudad de Santiago de Compos-tela supuso una alteración sustancial de la topo-grafía cristiana medieval, que convirtió a Roma no sólo en el centro de poder de la Iglesia, sino tam-bién en el centro geográfi co de la Cristiandad. Y puede decirse que si la coronación de Carlomagno signifi có la plena sustitución de la romanidad por los signos de identidad cristiana, la creación del lugar santo del Finisterre simbolizó la plena ocu-pación por la Iglesia del espacio imperial, cerrando de esta forma un proceso cosmológico que se había iniciado cuando Ambrosio de Milán, en su famoso discurso De obitu Theodosii, había establecido la radical diferencia entre la cosmovisión pagana y la cristiana; y cuando Agustín de Hipona proclamara, sobre los ecos de la devastación de Roma por Ala-rico, la necesidad de crear la romanidad sin Roma.En sus aspectos formales, la peregrinación a San-tiago es, sobre todo, una cosmología, en la que pueden observarse los cuatro aspectos básicos de toda cosmización:

1. La delimitación del espacio que se considera propio.

2. La defi nición de un centro que vertebra y organiza ese espacio.

3. La creación de los elementos simbólicos que facilitan la comprensión de ese nuevo orden.

4. La activación de mecanismos socializado-res que refuerzan la unidad social y cultural dentro del espacio.

Actualidad "Sobreexplotación del Camino"

2.1 La delimitación del espacio.

Dada la evidencia de Jerusalén como punto de par-tida del mensaje cristiano, la referencia al Fin del Mundo se convierte en toda la literatura jacobea en un símbolo de universalidad y en una exigen-cia para la perfección del Reino de Cristo. “Roma non perit si romani non periunt”, había dicho San Agustín. Y esa expresión de Romanidad, entendida como el relevo del Imperio por el Reino de Cristo, no puede hacerse en detrimento del espacio ini-cialmente evangelizado.

Santiago es, en este sentido, como un mojón de propiedad, como una piedra sagrada que marca la posesión legítima del territorio apostólico. La tumba apóstólica, lejos de aparecer como el prin-cipio de los signifi cados cristianos del "fi nis terrae", constituye el medio instrumental a través del que se sacramentan dichos símbolos, en una sucesión lógica de los acontecimientos que hoy se difumina tras la enorme importancia adquirida por el fenó-meno jacobeo, y tras el cambio de las circunstan-cias políticas y de la mentalidad religiosa que hace muy difícil comprender la identidad de las esferas político-religiosas que se daba en el medievo, así como las claves de la interpretación cosmológica del mundo previas al Renacimiento.

Desde el punto de vista estrictamente sacral, el papel de Santiago estaba funcionalmente cubier-to, desde hacia tiempo, por los numerosos centros locales de peregrinación extendidos por la Galia e Italia, así como por la infl uencia universal de los centros sagrados de Jerusalén y Roma. E incluso desde el punto de vista de las cosmogonías inter-nas, tanto estos lugares sagrados como el que los asturianos construían en San Salvador de Oviedo, cumplían de lleno el objetivo de ordenar sus res-pectivos espacios en función de la concreta estruc-turación de sus poderes. Pero a la hora de proce-der a una reordenación de la Cristiandad universal, que estableciese las bases para una concepción totalizante de su espacio, Santiago de Composte-la venía a cumplir una función insustituible tanto para Asturias como para el reino de los francos, en cuyo ámbito y necesidad se insertan los grandes esfuerzos llevados a cabo para incentivar las pe-regrinaciones, y se encuentran las claves del inte-rés despertado en ambos reinos por el hallazgo del obispo Teodomiro.

2.2 Los criterios de centralidad.

En la perspectiva cosmológica de la centralidad es donde el fenómeno jacobeo presenta más y más notables diferencias. Porque, lejos de reclamar

Actualidad "Sobreexplotación del Camino"

para sí la condición de centro del espacio cosmiza-do, la sacralización de Santiago permite recuperar para Roma la centralidad que había perdido, a fa-vor de Bizancio, cuando se hundió el Viejo Imperio de Occidente, y cuando el Islam estuvo a punto de convertir en franja de seguridad los reinos euro-peos establecidos al Oeste de Italia. Frente a la tradicional interpretación de que Santiago sur-gía como un centro rival de Roma, su condición de Finis Terrae evidencia su alianza estructural con las ideas centralizadoras del papado, y con el proceso de homologación de ritos y modelos organizativos que las órdenes religiosas exten-dieron por todo el Camino.El propio Codex Calixtinus se refi ere a esta idea cuando, haciendo una metáfora con el pasaje evan-gélico de los hijos del Zebedeo (San Mateo, XX, 20-21) describe la cosmología cristiana como un reino con centro en Roma, donde mora el Vicario de Cris-to, y con los hermanos Zebedeos, Juan y Santiago, sentados en las sedes apostólicas de Éfeso, donde la tradición sitúa el sepulcro de Juan, y Galicia, donde está el sepulcro de Santiago. El nacimien-to de Santiago, como referente sacralizado para la Cristiandad universal, supone una auténtica revo-lución de la cosmogonía cristiana, que refuerza el papel de Occidente frente a Oriente y restaura la

centralidad sacral y política de Roma, por lo que este hecho debe de insertarse como un dato fundamental en la epifanía de Occiden-te, y como un proceso social cuyas motivacio-nes y consecuencias deben apreciarse tanto desde una perspectiva política y sociológica como desde la interpretación teológica. Ya nos hemos referido al hecho de que la importan-cia otorgada a la centralidad por las cosmogonías antiguas no responde sólo a una mentalidad míti-ca, sino que se corresponde también con una praxis administrativa y política que hacía muy difícil la existencia de centros simbólicos que no tuviesen relación, de alguna manera, con los centros geo-gráfi cos. Y hemos visto también cómo la necesidad de crear centros de referencia se sigue mantenien-do en los modelos de organización territorial de la actualidad, a pesar de que en nuestros días la consideración de un lugar como centro espacial de referencia dependa más de su infraestructura de comunicaciones que de las distancias kilométricas. Pero lo cierto es que los centros políticos y admi-nistrativos siguen en parte desplazándose en fun-ción de su capacidad para centralizar un conjunto determinado de actividades, dibujando una red de centros funcionales que sigue cumpliendo los mis-mos roles que defi nieron su papel en la Edad Media.

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2.3 Los elementos simbólicos de la cosmo-logía jacobea.

La cosmología de Santiago está llena de elemen-tos simbólicos que facilitan su comprensión a la sociedad medieval, y entre ellos debemos citar los siguientes:

1. El camino de Santiago se describe en la His-toria Turpini como un axis mundi. Un eje vertebrador que, tomando como paradigma la Via Láctea, organiza y unifi ca el espacio terrenal del Reino de Cristo.

2. El lugar santo de Santiago se sacraliza de acuerdo con la tradición de la diáspora, se-gún la cual cada apóstol debía fundar una iglesia y descansar eternamente en ella. Y eso convierte a Galicia en tierra apostóli-ca, que sólo los cristianos pueden poseer de forma legítima.

3. En virtud de su enterramiento en Galicia, Santiago asume el patronazgo de España, y se convierte en el valedor de la guerra que, con espíritu de cruzada, se está iniciando en el pequeño reino de Asturias contra el enorme poder del Califato de Córdoba.

4. Sobre todos estos símbolos, Santiago es también el valedor de los cristianos, el lu-gar del perdón, a donde, en su estricta con-dición de “iter orationis causa”, concurre el más largo de los caminos de peregrinación.

2.4 La activación de los mecanismos socializadores.

Finalmente, la construcción del fenómeno jaco-beo implica la creación de una estructura civil y de un marco jurídico adecuado para que la Cris-tiandad europea recorra sin trabas ni problemas el largo camino. De esta forma los peregrinos se convierten en el símbolo de un espacio abierto y unifi cado, que recobra para Occidente su verda-dera dimensión y su conciencia de unidad frente al mundo exterior. Al lado de los peregrinos, codo a codo con ellos, viaja también por el Camino de Santiago la emer-gente Europa del bajo Medievo: la de los comer-ciantes y los juglares, la Europa de los burgos que se sacude el yugo feudal e inicia el renacimiento económico, artístico y cultural de las tierras del Antiguo Imperio.

3. UNA NUEVA VISIÓN DEL FENÓMENO JACOBEO.

La tardía sacralización de Santiago, y su inter-pretación en términos cosmológicos, nos obligan a proponer una inversión causal en la explicación del fenómeno jacobeo. No se trata de decir, como es obvio, que en el desarrollo de las peregrina-ciones a Santiago infl uyen muchas y muy diversas

causas, sino de afi rmar que los proyectos organi-zativos de la Iglesia y del Imperio, y los intereses locales del pequeño reino de Asturias, preceden a los objetivos religiosos del Camino. Frente a la idea tradicional de que la política, la economía y la cultura aprovechan las fuerzas de una corriente religiosa surgida de la milagrosa e inexplicable invención del apóstol Santiago, noso-tros apostamos por una explicación inversa, afi r-mando que fueron los procesos de organización y centralización de la Iglesia y del Imperio los que crearon el ambiente propicio para hacer posible y creíble una construcción sacral tan compleja.Eso explicaría también por qué el desarrollo de las peregrinaciones a Santiago se apoya en una característica tan disfuncional como es la extre-ma condición periférica de Galicia, y por qué se rompe la tradición, y la lógica, de sacralizar los espacios desde el centro.En este sentido creemos que la historia de las pe-regrinaciones a Santiago puede separarse en dos ciclos netamente diferentes:

1. Uno que se inicia hacia fi nales del siglo VIII, con la formación de la Leyenda Carolingia en Europa y la obra de Beato de Liébana en Asturias, en el que se desarrollaron los mitos y los símbolos que subyacen a la re-construcción de Occidente.

2. Otro que, partiendo del descubrimiento del cuerpo del Apóstol, en el que se optimizan los recursos de la anterior construcción, se inicia a fi nales del Siglo X, cuando Europa se afi anza en contra del Islam y el esfuerzo de cruzada –en sus aspectos religiosos, políti-cos y económicos- se dirige hacia Oriente. A partir de ese momento las peregrinaciones pierden su importancia política y económi-ca, hasta devenir en fenómenos estricta-mente religiosos.

Para reforzar esta teoría contamos con dos ele-mentos de singular importancia:

1. Uno de carácter histórico, que nos presen-ta un desarrollo rápido, concentrado en el tiempo y en el espacio y relativamente próximo a nosotros, que nos permite anali-zar las causas que orientaron el desarrollo del proceso y las fuerzas que lo impulsaron.

2. Otro de carácter documental, que nos des-cubre los pasos previos a la invención de la tumba apostólica, tanto en sus aspectos es-trictamente políticos como en lo que tuvo de preparación, quizás subconsciente, para la proclamación del milagro que dio origen al hecho religioso.

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4. A MODO DE CONCLUSIÓN.

La peregrinación medieval desborda el ámbito lo-cal o regional para ser concebida con dimensiones ecuménicas. En consecuencia, tienden a perder importancia o a desaparecer los modelos cosmoló-gicos centrados, que acentuaban la invertebración del espacio, y se abre paso una nueva cosmología que amplía, delimita y ocupa el espacio cristiano que los moradores de Occidente percibían como "propio mundo". Desde la perspectiva actual, el fenómeno de las peregrinaciones medievales de Europa presenta una intencionalidad netamente cosmológica, caracterizada por la construcción de un espacio de acción y socialización que supera la fragmentación del poder y rompe la estricta co-rrelación entre poder, territorio y comunidad.La importancia de la peregrinación -tanto en la cultura cristiana como en el Islam y otros ámbitos religiosos- es mayor cuanto más elevado es el índi-ce de fragmentación de los espacios políticos, más disperso está el poder, y menos concentrado está el capital. La peregrinación es una respuesta posi-tiva al problema de la fragmentación espacial y a la dispersión del poder, que opera sobre supuestos de identidad religiosa, y que permite superar el inmovilismo cultural, social y económico que se deriva de la reducción irracional de los espacios políticos operativos.De este hecho es ampliamente deudor el proceso de formación de los Estados europeos. Y a ese esfuerzo debemos también el que, a pesar de los efectos producidos por el modelo de equilibrios armados que se inicia con el Tratado de Westfa-lia, todavía nos quede un fondo de identidad que hace posible el sueño de una Europa unida. Hoy nadie duda de las importantes consecuencias que tuvieron las peregrinaciones en el campo del co-mercio, de la literatura, del arte y del derecho; ni se cuestiona tampoco la tésis de que aquellos grandes movimientos sociales contribuyeron de-cisivamente a la formación de la idea política de Europa, tal como se reconoce explícitamente no sólo dentro del mundo científi co, sino también en las instituciones políticas y representativas de la Unión Europea. Este reconocimiento, sin embargo, no siempre implica una coincidencia, siquiera parcial, en las explicaciones causales o en las fi nalidades de ambos fenómenos -político y religioso-, sino que suele limitarse, por el contra-rio, a una mera constatación de las coincidencias cronológicas y geográfi cas de ambos fenómenos, para deducir a posteriori fecundas relaciones in-teractivas, cuyos efectos son apreciables desde las dos vertientes -profana y religiosa- de la cons-trucción de Occidente.

Pero este enfoque de la cuestión tiene, a nuestro juicio, dos grandes inconvenientes, por cuanto supone, en primer lugar, una profunda falla en la concepción de la sociedad medieval, que con-tradice el hecho de que su historia, su arte y su cultura dan pruebas permanentes de la perfecta integración, o simple identidad, entre lo social y lo religioso; y, en segundo lugar, porque re-duce el papel de las peregrinaciones al de ser un mero vehículo -como una cinta transportado-ra- sobre la cual estarían circulando una serie de elementos, de índole económica, po-lítica, cultural o artística, que se su-ponen desarrollados al margen de la mentalidad y de las claves ideológicas que motivaban el viaje de los peregrinos.La realidad, sin embargo, apunta hacia algo muy di-ferente, en la medida en que las peregrinaciones medievales presentan un rasgo netamente distintivo, basado en la acción integradora de los centros regionales de peregrinación en una estructura universal, de ca-racterísticas cosmográfi cas. La importancia del estudio actual de las peregrinaciones se cen-tra precisamente en este pun-to, y pretende dar un paso más en la explicación del impre-sionante fenómeno de las peregrinaciones, al identi-fi car algunas de sus causas primeras y más importantes con los objetivos netamente po- líticos que surgían en los alrededores del mi-lenio. Esto equivale a decir que no sólo los efectos, sino también algu- nas de las causas iniciales del movimien- to de pere-grinos deben de encontrarse en el ámbito de los poderes civiles y de sus motivaciones políticas; y que algunas de esas razones, quizá las más importantes, se manifi estan antes, y de forma más con- tundente, en el marco de las relaciones polí- ticas que en el de la fe religiosa.Si el Camino de Santia- go sirve para conocer estas cosas, y mantener sus sig-nifi cados, vale la pena mantenerlo. Pero si su pervivencia sólo sirve a un objetivo económico, de natura- leza turística, que banaliza todos sus con- tenidos y transfor-ma la percepción de su historia, mejor sería tener menos éxito.

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Don Juan José de Austria

José Ignacio García Bielsa

Y SU CÍRCULO ARAGONÉS

Si ha habido un periodo histórico sobre el que los españoles hemos preferido no investigar ni indagar, es sobre el reinado de Carlos II (1665 -1700). Un período, que a pesar de sus sombras, sigue siendo de gran vitalidad e independencia económica y política en España, aunque la nueva dinastía borbónica intentara presentar-la como decadente.Sin embargo, durante los últimos años, y a raíz de la publicación de la obra de Henry Kamen “La España de Carlos II “, el interés sobre estos años, se ha ido incrementando signifi cativamente.Una de las fi guras fundamentales del reinado de Carlos II es D. Juan José de Austria,D. Juan José, hijo natural de Felipe IV y Maria Calderón, la actriz más famosa del teatro madrileño de la época, nace en Madrid en 1629, muere el 17 de Septiem-bre de 1679 en el antiguo Alcázar de los Austrias en Madrid y es enterrado en el Monasterio de S. Lorenzo de El Escorial donde actualmente reposa.Una vez reconocido por Felipe IV como hijo en 1642, es aupado a las más altas posiciones administrativas, políticas y mi-litares de la monarquía hispana.Aparte de Gran Prior de Castilla y León de la Orden de San Juan de Jerusalén, sus res-ponsabilidades militares cubren sucesivamente el Principado de la Mar Océano, Virrey y Ca-pitán General de Nápoles, ciudad rebelde que devuelve a la obediencia real, Virrey y capitán General del Reino de Sicilia, donde calmó la re-vuelta de Palermo y recupero para Felipe IV las fortalezas de Piombino y Portolongone, en ma-nos de tropas francesas.Posteriormente, Capitán General de las tropas que pacifi caron Cataluña y recuperaron Barce-lona de las tropas francesas en 1652, Virrey de Cataluña, Gobernador de los Países Bajos, Capi-tán General de los Ejércitos de Felipe IV en la campaña de Portugal.Los éxitos del inicio de su carrera en Nápoles, Sicilia y Barcelona, se ven ensombrecidos por los

fracasos de su ultima etapa militar, con las de-rrotas en la batalla de las Dunas de Dunkerque (1658), derrota que hizo inevitable la fi rma de la paz de los Pirineos y la derrota en la batalla de Ameixial (1663) ante las tropas que defen-dían la secesión de Portugal a la autoridad de Felipe IV, que dejó la independencia portuguesa casi sentenciada.La mala salud de Felipe IV y de su único heredero varón, Carlos, pasó a partir de 1663 a ser la ma-yor preocupación, no sólo en la monarquía his-pana, sino de todas las monarquías europeas. Se suceden tratados secretos de partición de la mo-narquía hispana entre el Emperador de Austria y el rey de Francia , previendo la muerte de Felipe y Carlos , dejando vacante el trono. La política europea hasta 1700 gira alrededor de la muerte del rey hispano sin descendencia directa.

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D. Juan José vuelve a Castilla, después de sus campañas militares en 1663 y vive en 1665, la muerte de su padre Felipe IV que le niega en su lecho de muerte un último encuentro así como el posterior nombramiento de Mariana de Austria como Reina Gobernadora, tutora de Carlos II has-ta su mayoría de edad.D. Juan José se convierte en una persona incómoda para Mariana, persona muy infl uenciable por su en-torno privado y que desconfi aba de la alta nobleza castellana. La Reina Gobernadora ve en D. Juan José la prueba de las infi delidades de su marido, así como el rival de su hijo Carlos para el trono.En su afán de alejar a D. Juan José de Madrid, le nombra, en Junio de 1669, Lugarteniente Ge-neral y Vicario de la Corona de Aragón, un cargo honorífi co que le obligaba a vivir en Zaragoza. En Zaragoza vivió hasta 1675 y allí encontró fi eles adeptos a su causa que le apoyaron a su vuelta a Madrid en 1677 como “Primer Ministro“, car-go que mantuvo hasta su muerte en 1679. Estos leales aragoneses llegaron a llenar los puestos de mayor confi anza de la casa de D. Juan José, junto con miembros de la Orden de S. Juan de Jerusalén de la que era prior, incluso sus amistades mas íntimas, una vez desaparecidos sus amigos de in-fancia y juventud, sobre todo el Marques de Serra y D. Diego de las Cuevas.

La estancia en Zaragoza le proporcionó una gran simpatía en la sociedad aragonesa, harta quizás de Virreyes que no tenían sangre real y que se sentía desplazada por Madrid. D. Juan José hizo gala de una habilidad y diplomacia notables durante su es-tancia. Notable se puede califi car la intervención en tres confl ictos locales de gran difi cultad , quizás tanta como a la que tuvo que hacer frente en sus

campañas militares.El primero fue el confl icto entre Zaragoza y Longares. Longares, villa vasalla de Zaragoza, se negó a cumplir dicho vasallaje y la ciudad de Zaragoza ordenó la quema de sus cosechas …. D. Juan José pudo obtener una pacifi cación duradera.El segundo fue otro problema característico del siglo XVII, un problema de protocolo: El sín-dico de Valencia que acudió a agasajar a D. Juan José no fue recibido por la nobleza zarago-zana, que le hizo el vacío y el municipio declaró el destie-

rro de todos los nobles que no acudieron al reci-bimiento… D. Juan volvió a conseguir un acuerdo entre las partes…..Por último y el más complicado, que fue la in-termediación en el confl icto multisecular entre La Seo y El Pilar, en este caso porque El Pilar se autoproclamó origen de la procesión del Cor-pus… Al fi nal D. Juan José obtuvo la suspensión de dicha procesión…Todas estas acciones le dieron una gran autoridad en Aragón y se vió apoyado incondicionalmente en

Batalla de Ameixial. 1661

D. Juan José de Austria por Robert Nanteuil

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su “pronunciamiento“ y posterior toma de poder en Madrid en 1677. El apoyo fue recíproco , ya que una de las primeras decisiones de D. Juan José como “Primer Ministro“ fue la organización del viaje prometido durante su virreinato de Carlos II a Zaragoza para la jura de los fueros, deseo anhe-lado desde muchos años atrás por las institucio-nes aragonesas , siendo éste el viaje más largo que hizo Carlos II en toda su vida.

La casa de D. Juan José, formada por sus servido-res más fi eles e íntimos, se llena pues a partir de 1669 de aragoneses. Los que llenan el círculo más íntimo de entre ellos son D. Miguel Lorenzo de Frías y Espintel y D. Domingo Bielsa.

Miguel Frías nació en Ejea de los Caballeros en 1630. Estudió en Huesca e ingresó en la orden de los cartujos en 1651. Posteriormente ejerció un curato en la Seo de Zaragoza y en Ejea. En Zarago-za lo conoció D. Juan José y en 1675 lo nombró su confesor, cargo que ejerció hasta la muerte de su pupilo espiritual. En 1683 fue nombrado Obispo de Jaca, cargo en el que murió en 1704.

El cargo de confesor era puesto de máxima con-fi anza en todas las casas reales y nobles españo-las. Secretos de estado y maniobras políticas eran comunicadas a los confesores para su aprobación , no siempre bajo secreto de confesión. El confesor actuaba muchas veces como mero consejero que da una visión externa a los problemas. Por eso se requería fi delidad máxima. Como ejemplo, vemos que el confesor de Doña Mariana de Austria, Eve-rardo Nithard, fue elevado a las más altas respon-sabilidades políticas desde su cargo de confesor de Doña Mariana de Austria.

Fray Miguel Frías llegó a ser la persona de mayor intimidad de D. Juan José en su última época, la de mayor poder po-lítico como “Primer Ministro“ de la monarquía hispánica. In-cluso escribió una obra des-cribiendo sus días a su lado, que rebosa admiración por él , aparte de dar detalles de gran valor sobre la vida cotidiana y costumbres de la época.

Por ejemplo, describe que durante las cuaresmas de los años que pasó en Zaragoza, solía retirarse a la Cartuja de Aula Dei con él para preparar la Pascua.

D. Juan José fue un gran de-fensor de la Orden Cartuja, defensa que también tenía

un interés político, pues su principal rival, el P. Nithard, jesuita, contaba con el apoyo de su Or-den. D. Juan José también buscó el apoyo de las demás órdenes, entre ellos, los benedictinos y car-melitas. La orden benedictina se benefi ció de las ayudas que dio D. Juan José al Monasterio de S. Juan de la Peña, que fue pasto del fuego durante su Virreinato. Miembros de la Orden carmelita y de la Orden benedictina le dedicaron libros en agra-decimiento al apoyo prestado. Fray Miguel Frías fue el encargado de hacer las mandas testamentarias de D. Juan José. Entre ellas, la más importante espiritualmente hablan-do, el depósito de su corazón al pie del Pilar de la Virgen en Zaragoza, que realizó en 1680. Tam-bién fue el depositario de todas las reliquias per-tenecientes a D. Juan. De hecho, Fray Miguel Frías donó alguna de estas reliquias a parroquias de la diócesis de Jaca.También Fray Miguel se ocupó de los asuntos espi-rituales del Priorato de S. Juan de Jerusalén con sede en Consuegra. Poco después de desplazarse a Madrid, Fray Miguel es enviado por D. Juan José en proceso de visita para reorganizar y revitalizar la vida espiritual de los pueblos de la Orden de San Juan en Consuegra y alrededores, de los que tam-bién era responsable D. Juan José.D. Domingo Bielsa, mayordomo de D. Juan José de Austria, aparece también como persona de con-fi anza, siendo caballero de la Orden de S. Juan de Jerusalén y aragonés. Fue la persona encargada de las últimas volunta-des de D. Juan José y el encargado de la liquida-ción de las últimas deudas.

D. Juan José de Austria por Juan Blavet

Apunte histórico "Juan José de Austria"

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Otro gran aragonés que tuvo una fuerte relación con D. Juan José fue Vicencio Juan de Lastanosa. Ambos se conocieron en la jura de D. Juan José de su cargo de Vicario y Virrey de la Corona de Aragón en Zaragoza. Lastanosa acudió como representan-te del concejo de Huesca en dicha ceremonia. La relación entre ambos se fundó en afi ciones comu-nes e intereses políticos: Lastanosa y D. Juan José eran grandes afi cionados a la numismática. D. Juan José incluso regaló al erudito oscense parte de su colección de medallas romanas, que Lastanosa co-mentó y dibujó en un manuscrito que se encuentra en la Biblioteca Nacional de Madrid. D. Juan José envió a su secretario, Francisco Fabro, el creador del primer antecedente de periódico en España, “Avisos del Norte“, a visitar el museo de Lastanosa en Huesca para ver sus colecciones. Lastanosa era una de las personas más infl uyentes en el Aragón de su tiempo y tenía una red muy amplia de adep-tos entre la nobleza aragonesa que D. Juan José no podía ignorar. De hecho, un poco antes de su muer-te, había invitado a Lastanosa a Madrid para que le sirviera, aconsejándole sobre asuntos de Aragón.El gran protegido de Lastanosa, Baltasar Gracián, también debió tener relación con él, ya que dedicó la segunda parte de El Criticón en 1652 a D. Juan José.Con otro gran aragonés, pintor de cámara de Felipe IV y del mismo D. Juan José, fue Jusepe Martínez, con el que tuvo trato regular durante su estancia zaragozana. Jusepe Martínez fue elogiado por el mismísimo Velázquez, al que conoció durante los meses que Velázquez vivió en Zaragoza, durante la campaña contra las tropas francesas en Cataluña.Como Elvira González Asenjo nos describe en su obra sobre el mecenazgo artístico de D. Juan José, la pintura, la música, los relojes, .. formaron parte de sus afi ciones.En sus “ Discursos Practicables del Nobilísimo arte de la Pintura“, manuscrito dedicado a D. Juan José, Jusepe Martínez alaba su pericia como pintor así como su gusto delicado. Al menos, sus

gustos artísticos fueron refi nados y se rodeó siem-pre de grandes pintores (Ribera en Nápoles, David Teniers en Bruselas).

Sólo ha llegado hasta nuestros días un cuadro al óleo obra suya, representando a S. Juan Evange-lista, que regaló a su ayo D. Diego de las Cuevas y que demuestra habilidad para la pintura.

Y llegamos a los músicos aragoneses, Gaspar Sanz y Diego Xaraba y Bruna que gozaron ambos de su apoyo y amistad.

Diego Xaraba, sobrino de Pablo Bruna, el gran or-ganista de Daroca, entra muy joven a formar parte de la Casa de D. Juan José en 1669. Sus aptitu-des musicales no pasaron desapercibidas y D. Juan José tomó a su cargo su carrera y formación. Al quedar vacante el puesto de organista de Nues-tra Señora del Pilar, Diego Xaraba es nombrado para ese puesto, que ejerció durante pocos me-ses, viajando posteriormente a Madrid, donde fue nombrado músico de cámara del Rey, el cargo más importante para un músico de la época. Posterior-mente y ya fallecido D. Juan José y por tanto, sin atisbos de que los nombramientos fueran fruto de la infl uencia de su mecenas, fue nombrado orga-nista del Rey y profesor de música de la reina Maria Luisa de Orleáns.

Respecto a Gaspar Sanz, músico aragonés nacido en Calanda, el mejor teórico de la guitarra barroca española y una de las cumbres de la guitarra clá-sica, ya dio clases de guitarra a D. Juan José en Madrid, antes de su nombramiento como virrey. En 1667 ya hacían dúos de guitarra D. Juan José y el embajador inglés Lord Sándwich, dirigidos por el maestro. Durante su estancia en Zaragoza, la rela-ción debió ser frecuente. De hecho, la obra cum-bre del maestro de Calanda fue publicada durante el virreinato de D. Juan José y dedicada a él.

La infl uencia de estas personas en D. Juan José de Austria no puede pasar desapercibida, ni desde el punto de vista personal ni político.

Sitio de Barcelona ( 1651-1652 ) por las tropas de Juan José de Austria ( por Beaulieu )

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VI-LOS NUEVOS PEREGRINOSDesde los años 80 transitan por el Camino de Santiago unos nuevos”peregrinos” proceden-tes de los Países Bajos. Se trata de menores infractores autores de delitos graves y respecto de los que asociación Oikoten, en colaboración con la justicia de menores belga ofrece como una medida alternativa a un internamiento, en clave de absoluta voluntariedad, efectuar el recorrido desde Bélgica hasta Santiago a pie y al fi nal del camino tras la vuelta a su lugar de origen el juez de menores visto el resultado del viaje estima compensado con el mismo la po-sible responsabilidad en la que hubiera podido incurrir por el delito cometido.Se trata en defi nitiva de una alternativa a las habituales medidas de internamiento o de otro tipo que están en la legislación de menores. Hay un proceso de selección estando abier-to solamente a menores mayores de 17 años, jóvenes con un pronóstico difícil y que acep-tan voluntariamente hacer el camino. Este se hace rigurosamente a pie, normalmente lle-van toda la impedimenta necesaria, incluidas las tiendas, se andan unos 25 km. diarios y cada 10 días se descansa uno. Se evitan en general los núcleos urbanos, salvo los que ten-gan un interés cultural.Se trata de grupos muy pequeños, de dos a cua-tro jóvenes, como máximo, con uno o dos cola-boradores con conocimientos especiales de la psicología juvenil y por supuesto unos y otros con la sufi ciente preparación física.

Hay unos colaboradores que quedan en el lugar de origen y con los que se mantiene contacto, no solamente por carta sino que en los cuatro meses, al menos se desplazan desde Bélgica en dos ocasiones a unos puntos ya previamente convenidos para pasar un día con la expedición.Todo ello se vertebra alrededor de un convenio en el que hay tres partes, el joven que acep-ta las condiciones, la asociación Oikoten que gestiona el proyecto y el juez de menores que integra entre las respuestas posibles por la res-ponsabilidad penal esta especial peregrinación como alternativa a otras medidas. Los resultados son altamente satisfactorios y se calcula que un 40% de los jóvenes que han hecho esta peregrinación se reintegran a sus ciudades de origen y permanecen integrados y con un pronóstico de futuro muy positivo.

VII-LAS EXPERIENCIAS ESPAÑOLAS.Como pórtico hay que hacer referencia a la Me-moria de la Fiscalía General del Estado del año 1987 en la que se decía que “las cárceles hoy por hoy, lejos de cumplir su función de reinser-ción social siguen siendo nidos formativos de delincuencia violenta”.

Y es que la cárcel parte de una contradicción cual es la de ser un castigo por abuso de la li-bertad cometido por el infractor al que hay que enseñarle el respeto a la libertad de los demás, y ello se hace en un espacio de no libertad, si a ello se añade el alto nivel de reincidencia que acreditan los internados en las prisiones, así

Joaquín Giménez GarcíaMagistrado Sala IITribunal Supremo

(capítulo. II)

Los orígenes históricos del Camino de Santiago como

Camino de Perdonanza Alternativa para Jóvenes delincuentes

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como a veces el hacinamiento en que és-tas se encuentran no es difícil concluir con la consideración de que en ocasiones las cárceles vienen a ser las escuelas del cri-men y que en todo caso la alternativa a la prisión puede ser una alternativa a la de-lincuencia, por ello la posibilidad de con-tar con respuestas no prisonizadas es una exigencia ineludible, fundamentalmente en el derecho penal de adultos, pero tam-bién respecto de los menores en cuanto a los internamientos previstos en la ley. Han existido en diversos congresos de aso-ciaciones jacobeas, opiniones sobre la po-sibilidad de integrar el Camino de Santiago como alternativa a la prisión singularmente para menores infractores y también para adultos y en tal sentido se pueden hacer referencia a los Congresos Internacionales de asociaciones jacobeas III celebrado en Oviedo el año 1993 y IV celebrado en Ca-rrión de los Condes en 1996. El nuevo Código Penal de 1995 introduce como nueva pena los trabajos en benefi cio de la comunidad en su art. 49, así como la nueva Ley Orgánica de la Responsabili-dad Penal del Menor 5/2000 han abierto espacios para permitir estas iniciativas de las que se da cuenta muy resumidamente.

VIII-PEREGRINACIONES DE MENORES LLEVADAS A CABO EN LA COMUNIDAD DE MADRID. Organizado y gestionado por la Asociación San Guillermo de Arnotegui, asociación jacobea creada específi camente con la fi nalidad de integrar el Camino de San-tiago como respuesta para los jóvenes in-fractores y contando con la colaboración indispensable de la Ofi cina del Menor de la Comunidad de Madrid, organizó y llevó a lugar en Abril del 2008 tres recorridos con una duración entre siete y once días y con un número de participantes de doce,

lo que hizo un total de treinta y seis que confl uyeron en Santiago de Compostela y con salidas respectivamente en Villafran-ca del Bierzo, Xunqueira de Ambia y Tuy.

El recorrido se hizo a pie pernoctando en albergues y cuando ha sido posible en pequeñas localidades, los jóvenes conta-ban más de 16 años y acreditaron estar en unas sufi cientes condiciones físicas, previamente recibieron unas charlas in-formativas que se dieron en los centros de ejecución de medidas judiciales de Madrid. Se dieron por miembros de la asociación corriendo toda la intendencia por cuenta de la Agencia de la Ofi cina del Menor de la Comunidad de Madrid. Los objetivos que se intentaban eran fo-mentar la responsabilidad individual de los menores así como la capacidad de relacionarse con los demás, aumentar la autoestima del joven, hacer del Camino un lugar de refl exión comunitaria de la realidad individual y social vivida, inter-cambiar experiencias con los jóvenes ha-ciéndoles ver el valor del esfuerzo, del trabajo y del estudio.El día 12 de Abril del 2008 los tres grupos confl uyeron en Santiago y a juzgar por las experiencias narradas por los intervinien-tes, ésta ha sido muy positiva.Obviamente, esta experiencia tiene un carácter muy limitado y no puede ser comparable con la del Proyecto Oikoten pero se trata de, con cautela, explorar en esta vía. En defi nitiva, la “magia” del Camino de Santiago estriba fundamentalmente en ser un espacio para la refl exión personal y para escuchar el silencio interior, y de ahí arribar a la conclusión de que cada persona, cada joven, es dueña de su des-tino y que es posible iniciar un giro en la vida personal con esfuerzo, a pesar de los tropiezos que se hayan dado.

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En todo caso es un desafío personal y existencial, que si se acepta puede ser muy gratifi cante.

IX-LA EXPERIENCIA, “CAMINOS DE LIBERTAD”. En relación al delito penal de adultos desde hace ya varios años se han venido haciendo recorridos de tramos del camino de Santiago durante va-rios días y desde diversos centros penitenciarios, también en clave de voluntariedad, en régimen de libertad absoluta acompañados por voluntarios y funcionarios de prisiones. En tal sentido se han hecho estas marchas desde centros como Nancla-res de Oca, Monterroso, Segovia, etc. etc.No se ha tratado, obviamente, de compensar pena de prisión por días de marcha, sino que las mar-chas tenían una fi nalidad en sí misma educativa, convivencial y de refl exión sin que ello supusiera una disminución de la pena de prisión ya que en general han sido marchas de 8 ó 10 días, pero en todo caso sí que han tenido una impronta muy po-sitiva en los participantes. Una experiencia colectiva digna de mención es la llevada a cabo bajo la denominación “Caminos de Libertad Inter-Centros 2009”.Se efectuó un Camino de Santiago que podríamos califi car por relevos en el que intervinieron siete centros penitenciarios.

El primer camino comenzó el 13 de Abril en Som-port y pasando por Jaca se llegó hasta Puente La Reina donde se reunieron con los que habían sa-lido desde Roncesvalles y desde allí todos juntos hicieron el Camino hasta Santiago de Compostela llegando el 19 de Mayo. En total intervinieron 72 internos con un número de acompañantes de 36 y cada relevo efectuó un recorrido entre 110 y 130 km. durante 6 u 8 días. También aquí se intentó potenciar la adquisición de hábitos saludables, el compañerismo, la solidaridad entre el grupo, la mejora cultural puesto que se recibía información de los aspectos culturales del tramo por el que se pasaba y sobre todo transmitir la idea de esfuerzo y de convivencia, mejorando en todo caso la au-toestima de los intervinientes.Fue una experiencia que se pudo realizar al ampa-ro de lo previsto en los arts. 110 y 114 del Regla-mento Penitenciario.

En defi nitiva y a modo de conclusión el Camino de Santiago, primer itinerario cultural europeo así declarado por la UNESCO en 1987, y Patrimonio de la Humanidad en 1994, verdadera calle mayor que vertebró Europa y por la que han circulado miles y miles de personas de toda condición, que junto con su contenido espiritual no puede olvidarse el

Foto: Noelia Velasco de la Torre

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contenido cultural de transmisión de ideas, de técnicas de todo tipo, de difusor de cultura en defi nitiva, puede, con discreción al margen de toda resonancia mediática rendir un servicio al individuo que ha cometido algún hecho de-lictivo haciendo verdad la previsión del art. 25 de la Constitución de que la prisión tiene una vocación de reinserción, obviamente esa vocación de reinserción es mucho más clara al margen de la prisión y como alternativa de ella y en este sentido los pasos que se están dando en España merecen un amplio margen de confi anza y de empuje, insistiendo en la seriedad y en quedar extramuros al margen de todo ruido mediático.De alguna manera, experiencias como las ex-puestas suponen avanzar en la línea de una justicia penal restaurativa frente a la tradicio-nal visión retributiva.La justicia restaurativa parte del delito como violación de los derechos de una persona por otra, poniendo el énfasis en un mayor prota-gonismo de la víctima, así como de la Comuni-dad, el delito es una situación lacerante más que una violación al Derecho del Estado, por eso los remedios deben ir preferentemente hacia una reparación del daño -no siempre en clave económica- y una reconciliación víctima-

agresor, en la que aquélla pueda tener la posi-bilidad de perdonar.La justicia restaurativa mira al futuro y no tan-to al castigo por lo hecho en el pasado.Experiencias como las que se comentan, se acercan a este nuevo concepto y dimensión de la Justicia Penal.

Foto: Javier Rodriguez Arias

Rincón jacobeo "Camino de perdonanza"

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Las primeras guías a pie de camino

Fernando Lalanda

Si bien es cierto que desde el siglo XII, en el que se citan en el Códice Calixtino los lugares por donde pasa el Camino de Santiago, estos no ha variado apenas, también lo es que con la venida a menos de las peregrinaciones del XIX y primera mitad del XX se perdió mayoritariamente el hilo conductor que los unía, es decir la traza del camino en sí. Sumado todo esto a la reestructuración del agro que hace la Concentración Parcelaria roturando caminos vecinales, así como el alquitranado de las vías tradicionales y Caminos Reales para reconver-tirlos en la nueva red viaria de carreteras, nos en-contramos, al fi nal de los años cincuenta, cómo el engaste que unía el rosario de perlas que era las ciudades y pueblos por donde antes pasaba la Ruta Jacobea se había perdido.Cuando nuestra cultura empezaba a superar los traumas de las guerras emergiendo una nueva so-ciedad de bienestar, vuelve sus ojos al Camino de Santiago, como su última gran aventura occidental romántica en busca de las sensaciones perdidas, encontrando que la pista de tierra se había perdi-do, que para huir del asfalto precisaba crear una nueva urdimbre que enlazase los hitos que jalona-ban el Camino. Así surgieron, como pioneras, las primeras guías de campo que ayudaran y acompa-ñaran en el macuto a los nuevos colonos de la pe-regrinación.

Hoy, cincuenta años después, nos encontramos con una ruta renacida a punto de reventar de gente en un “overbooking” de éxito, y volvemos la vis-ta atrás con nostalgia para recuperar la historia del esplendor del medioevo, pero no apreciamos la más reciente, la totalmente olvidada o acaso conscientemente ignorada, conquista del lejano oeste jacobeo.Desde el Año Santo Compostelano de 1965, que inicia el último ciclo jacobeo del siglo XX, con los años jubilares de 1971, 1976 y 1982, en el que se comienza a recorrer, y recuperar con ello, el deno-minado Camino de Santiago, las guías que pueden servir para orientar a los peregrinos pioneros se

pueden contar con los dedos de una mano, es decir que sólo son cinco, y no todas para ir a pie.De estas guías únicamente ha trascendido una, la última y quizás la mejor, pero sin quitarle méritos a ninguna de sus predecesoras y quizás inspirado-ras. Demos pues un poco de aire y luz a sus viejas hojas para que no se desintegren en el olvido:

La Guía del Ministerio de Información y Turismo

Tras el Decreto de 5 de septiembre de 1962 por el que se declara Conjunto Histórico Artístico el lla-mado Camino de Santiago y se crea su Patronato, éste, a través del Ministerio de Educación Nacio-nal, elabora una lista de localidades por las que antaño pasaba la histórica ruta. A estos lugares el Patronato remite una encuesta, de obligado cum-plimiento, en la que tienen que contestar a casi una centena de preguntas, tanto de infraestructu-ra como de memoria histórica. A modo de ejemplo se reproduce dos de estas preguntas:

• ¿Existe algún edifi cio, ruina o lugar directa-mente vinculado a la Ruta Jacobea?

• ¿Se posee algún dato histórico o se conserva alguna tradición o leyenda relacionada con el Camino de Santiago?

Una vez recogida por los técnicos del Patronato del Camino de Santiago y elaborada las correspondien-tes fi chas, el ente las publicará a modo de guía para el Año Santo de 1965, bajo el título de “Cami-no de Santiago”. La realiza la Imprenta del Servi-cio de Publicaciones del Ministerio de Información y Turismo, son 51 páginas en blanco y negro con un tamaño de 21,5 x 31 centímetros y se editará por la Dirección General de Promoción del Turismo en su Noticiero Turístico como suplemento núme-ro 74. Se realiza así para evitar costos, ya que el noticiero es editado bajo suscripción y por lo tanto está amortizada su tirada, con lo que, aumentando un poco la tirada de ejemplares, se podrían facili-tar a las muy contadas personas que lo solicitasen.

La publicación cuenta con unos bonitos dibujos a carboncillo de Diego Gómez, principalmente San-tiagos de azabache del museo de la Catedral de Santiago, así como construcciones, o temas típicos jacobeos como la inevitable venera. La cartografía cuenta con plano esquemático desplegable donde también se detallan los caminos procedentes de Francia, así como planos locales con las poblacio-nes por las que se transita.Quizás lo mejor de este trabajo, en el que han par-ticipado los habitantes de cada Ayuntamiento, son las referencias que se destacan en letra negrilla y que hacen mención al trayecto por el que antigua-mente iba el Camino, teniendo en cuenta que la opción natural para recorrerlo en aquel momento andando era por los mismos sitios por donde iban los vehículos. La protección planteada es la recu-peración patrimonial y monumental del Camino de Santiago en los lugares por donde transitaba, y no del trazado de la senda en sí, aunque a través de la guía se facilita la recreación a pie del Camino, Como ejemplo:

“En Jaca se unía otro Camino de Santiago, menos importante, que viniendo del Hospital de Gabás, cruzaba el Portalet y, a lo largo del valle de Tena, llegaba a Sabiñánigo, conti-nuando por la Canal de Ber-dún, a Jaca.

A la salida de Jaca, el camino sigue la Canal de Berdún por la izquierda del río Aragón”.

La guía se volverá a reeditar en el siguiente Año Santo de 1971, e igualmente a través del Noticiero Turístico.

La guía por carretera

Paralelamente a la anterior y recogiéndose la idea del diplomático José Miguel Ruiz Morales de re-cuperar el Camino de Santiago como polo de de-sarrollo del turismo europeo hacia el interior de la península y no sólo a sus costas mediterráneas: ¡Spain is diferent!”. Se crea un plan que constará de la dotación de plazas hoteleras, la recuperación monumental, la señalización y adecuación de ca-rreteras, restauración, etc.Se trata de que un turista, con posibles, recorra en su vehículo el denominado Camino de Santiago haciendo cuatro noches en él, visitando monumen-tos, degustando su gastronomía y sellando en las Ofi cinas de Turismo una cartela “Carnet del Pere-grino”, que le servirá en Compostela para obtener un “Diploma de Peregrino”. Así, y con sufi ciente previsión en el tiempo, apa-recerán los paneles de carretera con la indicación de “Camino de Santiago”, se asfaltarán y mejora-

rán nuevos tramos, se crearán Paradores Nacionales como el de San Marcos

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en León o el de Santo Domingo de la Calzada, así como restaurantes típicos como el Mesón de Vi-llarsirga.Al automovilista peregrino, además de ir documen-tado con los nuevos libros que edita el Patronato, se le facilita un bello folleto a todo color a modo de Guía de Carreteras del Camino de Santiago, en el que se señalan detalladamente distancias, nom-bre y número de carretera, cruces, poblaciones y gasolineras donde repostar.Son 28 páginas de 28 x 22 centímetros, editadas en ingles, francés, alemán, italiano y español, con muchas y escogidas fotografías, bellos dibujos, croquis y planos, así como textos explicativos del prestigioso profesor don José Manuel Pita Andrade, todo un director del Museo del Prado.Como la guía de carretera va siguiendo el itinerario del Camino de Santiago uniendo sus poblaciones y en la mayoría de los casos éste se encuentra sepul-tado bajo su asfalto, y unido también a la escasez del parque de vehículos que hacía nula la presen-cia de tráfi co en muchas de estas carreteras, en aquéllos años un peregrino a pie podía seguir esta ruta sin ningún peligro, como así se hacía de hecho en dos terceras partes del recorrido.

La guía de la OJE

Con motivo del año Santo de 1965, la Organización Juvenil Española, OJE, dependiente desde 1960 de la Delegación Nacional de la Juventud, realiza por primera vez andando el denominado Camino de Santiago. Algo que su predecesor, el Frente de Juventudes de la Falange de las JONS, del que de-riva, nunca lo había hecho. Y lo realiza saliendo simultáneamente desde los dos pasos pirenaicos: Somport y Roncesvalles.Para poder hacer el Camino correctamente en sus 39 etapas, los 166 participantes siguen un plan pre-establecido, sincronizado con una correcta intendencia. Previamente, el Ofi cial Instructor de Juventudes Fernando Soto Campos realiza la pri-mera guía, que se irá detallando, paso a paso y ki-lómetro a kilómetro, mientras realizan el camino.Con el título de “Marcha Peregrinación Nacional al Camino de Santiago, OJE. Itinerario”, aparece editada en 1971 por la Jefatura Central de la OJE con tan solo 350 ejemplares. Son 267 páginas en folios mecanografi ados e impresos en multicopista encuadernados con tapas a color.Cabe destacar entre su escueta bibliografía lo que denomina “folletos del Ministerio de Información y Turismo”, que no son sino las guías antes referi-das y que reproduce de forma integra los referidos en negrita de noticias sobre el antiguo itinerario. También hace referencia a la obra de Elías Valiña

“Caminos a Compostela”, al de don Antonio Viñayo “La Provincia de León” y al periodista Millán Cle-mente de Diego “Andando por el Camino de Santia-go”, una obra odeopórica del año sesenta y cinco.Esta guía resuelve la descripción grafi ca del iti-nerario cuadriculando cada etapa en kilómetros y describiendo cada uno de ellos telegráfi camente:“MONREAL A PUENTE DE LA REINA – 26 Kms. Carre-tera”.Desde la acampada se sube al pueblo unos 400 m. y se sale a la carretera N-240, en el km.

• 18 . se toma a la izquierda – llano – casi rec-to ..después baja – algunos árboles.

• 17 . todo el kilómetro desciende suave- al-gunos árboles

• 16 . desciende hasta los doscientos metros que coinciden con un pequeño puente sobre el río Elorz – sube algo

• 15 Cruce; a la derecha carretera a Arroz... al frente; sigue carretera a Noaín y Pamplona ..a la izquierda; ca-rretera a Campanas - Puente la Reina

NOTA. Aquí el camino continúa por la carretera de la izquierda, hacia Otano y Campano.OTRA: El kilometraje cambia de nu-meración y éste cruce coincide con el kilómetro• 9. Sube y después baja con sua-

vidad – algunas curvas...”Al ser un documento de una escasa ti-rada de 350 ejemplares y al pertene-cer a una organización nacida del anti-guo régimen, este proyecto ha quedo muy silenciado, y el posterior trabajo de marcaje de la ruta se construyó de nuevo sin tener en cuenta, o aca-so desconocer, este ingente trabajo, que no sólo había registrado kilóme-tro a kilómetro la Ruta Jacobea, sino que la había marcado con fl echas de cal y señales hechas de piedra o pa-los que indicaban los desvíos, ma-teriales más perennes que la actual pintura amarilla de carretera.

“La separata” de la Asociación de Estella.

El músico don Eusebio Goicoechea Arrondo, denominado como “Jefe de los Servicios de audiovisuales” de los amigos de los Caminos de

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Sobre mis pasos "Las primeras Guías"

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Santiago de Estella, fi rma y encabeza una gran obra santiaguera en 1971: “Rutas Jacobeas”. Un voluminoso libro sobre el Camino de Santiago que pese a su peso me consta ha sido transportado en macuto para la buena ilustración del Camino y de los peregrinos que lo portaban.Para evitar este sobrepeso y enseñar únicamente el puro y duro andadero, o un rápido esquema de consulta a conductores, se ideó y publicó aparte la “Cartografía del Camino de Santiago”. Un cuader-nillo a color de 32 páginas a un tamaño de 22 x 15 centímetros, en el que además de un poco de tex-to y algunas fotografías se reproducen 16 croquis de la ruta en sí, además de otros mapas generales.Como ya hemos dicho, la senda jacobea y la ca-rretera se solapaban las más de las veces, por ser el Camino de Santiago el paso más natural que d u - rante siglos había comunicado unas po-

blaciones con otras, con lo que en la evolución de la red vial de carreteras, siguiendo un curso natural, se habían embreando los viejos caminos ya abandonados de los peregrinos.Los croquis cartográfi cos están a una escala 1:200.000 y refl ejan las poblaciones, los ríos, el camino peatonal, y las carreteras, indican-do o diferenciando las que reúnen buenas condiciones para el tráfi -co rodado de las que no, además de las que sólo son buenas para los coches en verano, lo que nos dice a las claras que la cartogra-fía está dirigida principalmente al peregrino rodado, pero sin ha-cerle ascos al que va andando.Junto a estos croquis aparecen unos cuadros esquemáticos indi-cando poblaciones, distancias, carreteras, puertos, límites pro-vinciales y en sus cruces, otros posibles destinos o desviaciones.

La guía roja de Valiña

El Cura del Cebreiro don Elías Va-liña Sampedro, amén de marcar las encrucijadas con una pintu-ra resistente a las inclemencias atmosféricas, para el Año Santo de 1982 tuvo el acierto de idear una guía con una cartografía al estilo de “La Isla del Tesoro", más esquemática que sujeta a escala y con una iconografía ló-gica al buen entender de un ca-

minante. Fue una idea magistral imitada a partir de entonces por todas las demás guías que han perpetuado la misma fi losofía práctica para orien-tar en el Camino, lo que ha dado continuidad en el tiempo a su iniciativa. Esto es importante pues el Camino de Santiago venía funcionando por los arreones que le daban los Años Santos, con muy buenas voluntades personales, aisladas y descoor-dinadas, pero estériles al ser discontinuas.Don Elías se embarca en una cruzada personal en crear y editar esta guía. Literalmente embauca a un grupo de prestigiosos incondicionales, y a cada uno le hace cargo, bajo su dirección, de la región en la que habita y que domina; en Navarra, Juan Navarro; en Aragón, Juan Francisco Aznárez; en La Rioja, Felipe Abad León; en Burgos, Francisco Va-lentín de la Cruz; en Palencia, Ángel Sancho; en León, Antonio Viñayo González. Ya con el trabajo en marcha, con sus colaboradores sino engañados si contagiados de su entusiástico ahínco, se va a “venderles la moto” al ya obsoleto Patronato Na-cional del Camino de Santiago, presidido por el an-tiguo Ministerio de Eduación Nacional convertido en aquél tiempo en Ministerio de Cultura, y del que le remiten al brazo secular de la Dirección Ge-neral de Turismo donde le aceptan el proyecto. El compromiso de Turismo fue realizado por un equipo saliente que perdió las elecciones, y, cosas del politiqueo, el entrante, por el mero hecho de no sacar adelante las iniciativas del anterior gru-po parlamentario, mete el trabajo de Valiña en un cajón y se olvida de él. Don Elías se desespera al ver cómo van pasando los meses del Año Santo de 1982 sin que la guía vea la luz, ni los peregrinos encuentren su camino; pero como los Amigos del Camino están en todas partes, el antiguo Patrón de los marineros británicos echó una mano a través de la Armada Española, concretamente del Almirante don Fernando Moreno de Alborán. La historiadora Carmen Pugliense nos da la clave publicando en su libro "Elías Valiñas, el renacimiento del camino" la carta del Director General de Promoción del Turismo:

"Contesto a su atenta carta del pasado 28 de junio en la que se interesa por la edición de la obra "El Camino de Santiago".En relación a este asunto le he de manifestar que esta Dirección General ha decidido editar la mencionada guía como número extraordi-nario de nuestro Noticiero Turístico, a fi n de reducir costes.Dado su interés por la obra, tan pronto la ten-gamos dispuesta, con mucho gusto le remitiré un ejemplar de la mencionada guía."

En la guía por fi n editada el día de Todos los Santos

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no aparece por parte alguna la referencia de que fuese, como lo era, un número extraordinario del Noticiero Turístico; nos enteramos de ello por la referencia de la citada carta del Director Gene-ral, lo cual nos esclarece el ¿por qué hoy en día es tan difícil poseer un ejemplar de esta primera edición?. El truco era viejo, y ya se contó antes: el Noticiero se había utilizado para publicar sin gas-tos en 1965 así como su reedición en 1971 la obra del Patronato Nacional del Camino de Santiago; El Noticiero Turístico era de suscripción, y cara, y la cantidad de ejemplares editados estaba condicio-nada al número de suscriptores que la amortiza-ban. Ya había escrito el Director General: "a fi n de reducir costes"; con sólo editar unas pocas más para regalar a los autores y a los pocos interesados cumplieron con los compromiso y se sacudieron de encima al pesado cura que les apremiaba, Pero la realidad es que la guía no fue puesta a la venta y que apenas tuvo difusión, quizás pensando en que para el próximo Año Santo en 1993, tendrían que transcurrir aún once años.

La verdad es que el tema tiene otra lectura; las peregrinaciones a Santiago de Compostela sólo se promocionaban en Años Jacobeos, tanto el Patro-nato como el Ministerio de Turismo habían puesto en la década de los sesenta sus perspectivas fa-llidas en una explotación turística del Camino de Santiago, pensando en divisas, con Paradores Na-cionales, restaurantes, acondicionamiento de ca-rreteras y gasolineras. Pero el tema no había saca-do los resultados esperados y jamás estuvo en las mentes de los burócratas que el éxito iba a venir de las manos, o mejor dicho de los pies, de aque-llos pocos locos que recreaban andando las pere-grinaciones medievales. Ese Año Santo de 1982 se contabilizaron 1.868 peregrinos, al año siguiente solo 146, cuando millones de turistas se bañaban aquellos años en las costas de sol mediterráneas. El Camino de Santiago y su minoría de seguidores

le traían al pairo al Ministerio de Turismo. Relle-naron con el tema un monográfi co que estaban obligados a editar todos los años para sus suscrip-tores y se quitaban de encima a aquel pesado cura gallego y contentaron a sus infl uyentes amistades marítimas.

La guía se editó el uno de noviembre del ochenta y dos, fuera de la temporada ideal para andar el Camino de Santiago. Con 140 páginas de textos y fotografías a color y una cartografía esquemática que contenía 73 mapas, y dibujos de J. Ruiz Na-varro. Su tamaño de 22 x 31 centímetros la hace incómoda para su trasporte en mochila, aunque en honor a la verdad pocas servirían para tal fi n, pues fue un bien escaso en el mundillo peregrino.

Turismo, a cambio de publicar la guía, obliga a la cesión total de los derechos, lo que enmascara como un encargo mal pagado con unas cincuen-ta mil pesetas de la época, que no cubrieron ni los gastos más elementales. Contrariamente a lo que se ha escrito de que se vendieron la utiliza-ción de estos derechos a la Editorial Everest, el Ministerio los conserva y sólo cede gratuitamente la utilización de su material gráfi co, compartiendo el copyright © de la obra, lo que le va a permitir su utilización en cualquier otro momento, como así ocurrió con los mapas y dibujos en 1990, en un fo-lleto de 40 páginas.

Contrariamente a lo que pensamos, esta "tanga-da" a Valiña privándole de unos buenos fondos que a buen seguro hubiera reinvertido en el Camino, pues él vivía en la más espartana austeridad, en el fondo va a benefi ciar al Camino gracias a la amplia red de distribución de la editorial; la guía, como libro, va a llegar a un mercado no sólo interesa-do en peregrinar andando, sino por el Camino de Santiago en general, lo que revertirá en su cono-cimiento. Se traducirá al inglés, francés y alemán, promocionará el Camino y será la guía de obligado uso durante muchos años.

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De camino a Santiago, llegamos a Mianos, cruzamos su término de este a oeste. Du-rante todo el recorrido tenemos el río Ara-gón al Norte y más allá, en la misma direc-ción, las altas cumbres de los Pirineos. Al sur vemos el pueblo de Mianos asentado en la ladera del monte.Antiguamente, hasta el año 1137, el cami-no cruzaba el pueblo, pero tras una incur-sión del rey García I de Navarra este quedó totalmente arrasado, ahora solo quedan, como testimonio de aquel pasado, las ruinas quemadas de la venta. Mianos se reconstru-yó en su actual emplazamiento, más apto para la defensa, por orden del rey Alfonso II de Aragón. Históricamente estuvo vinculado al monasterio de San Juan de la Peña, por donación del rey Pedro I de Aragón en 1093, del cual dependió hasta 1831.

En la cima del relieve se encuentra un con-junto, de forma oval, donde se ubicaba un palacio, una plaza central, la iglesia y el cementerio, presentando una estructura de propiedad señorial fortifi cada. La Iglesia pa-rroquial, puesta bajo la advocación de Santa María, fue construida a mediados del siglo XVI, casi con certeza, sobre el lugar donde estuvo su predecesora medieval, de la que no se observan vestigios en la actualidad. La Iglesia de Mianos conserva dos obras de carpintería de excepcional calidad, la te-chumbre que confi gura la cubierta y el pretil que cierra el coro, ambas coetáneas y cons-truidas en madera de pino. Con el exterior de mampostería, consta de una sola nave de testero recto y dos capillas laterales en-frentadas a modo de crucero, dedicadas a San Sebastián y a nuestra Señora del Rosa-

Mianos

Inmaculada Parles

La alcadesa de ...

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rio. En el ángulo noroeste se sitúa la capilla de la Virgen del Arco, bajo el nivel del suelo del templo y abierta a la calle. Esta iglesia ha sido objeto de restauraciones sucesivas en los últimos 15 años, siendo el resultado una gra-ta sorpresa, que difícilmente cabría esperarse en un enclave como es el nuestro. Tenemos un tramo de camino que trascurre entre un maravilloso paisaje de carrascales y campos de cereal, que ofrece una sinfonía de colores, cambiantes a lo largo del año. En nuestra marcha encontramos los barrancos de Calcones, que desde el año 2010 podemos cruzar gracias a sendas pasarelas que, a fal-ta de otra gracia, cumplen perfectamente la misión de facilitar el tránsito evitando riesgos y mojaduras. Uno de los grandes placeres nos lo ofrece el cielo, con su luz que pone de re-lieve el extraordinario panorama de la Canal de Berdún y sobre todo unas puestas de sol espectaculares.Con la llegada de los días cálidos, todos espe-ramos la llegada de esas gentes, venidas de todas partes, que pueblan el camino. A mu-chos los vemos pasar y no cruzamos con ellos más que un saludo, sin embargo todos esta-mos abiertos a ayudar a los que lo necesitan, ya sea indicándoles la ruta, la ubicación de las fuentes, proporcionándoles agua e incluso llevándoles a su destino del día, si las fuerzas les abandonan. Es un privilegio poder disfru-

tar y enriquecernos con sus variopintas expe-riencias.Nosotros hemos entendido lo que signifi ca el camino para los que lo recorren. Estamos dis-puestos a pagar el tributo de tener un bien declarado Patrimonio de la Huma-nidad, pero no deja de asom-brarnos y en muchos momen-tos irritarnos que desde otras esferas no se muestre ningún respeto por las gentes que aquí vivimos, ni por el pro-pio camino cuando intereses econó-micos superiores así lo requieren.Espiritualidad, experiencia, d i s f r u t e , religión... Sea cual sea lo que motiva tu Camino, noso-tros estamos aquí y desea-mos que, en lo fundamental, se respete y proteja este patrimonio.

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Foto: José Antonio de la Fuente Valdovinos