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Capítulo 3 LA PIEL COMO ENVOLTURA Hemos planteado en los anteriores capítulos a la somatización como la descarga en el cuerpo de aquellos afectos que no pueden representarse o simbolizarse. Como hemos visto, hay distintas posturas y miradas sobre las somatizaciones pero hay coincidencias en las presentaciones psíquicas de estos fenómenos. Trabajaremos en este capítulo el órgano más extenso que es la piel y que es foco y pantalla de muchas expresiones psicosomáticas. Didier Anzieu es el psicoanalista que más sistemáticamente ha desarrollado los puntos de vista freudianos, desde una perspectiva evolutiva. Su concepto del “Yo-Piel” es el modo que usa para 1 Lic. María Casariego de Gainza [email protected] Seminario - Psicosomáticas: La piel

Seminario Psicosomaticas La Piel - Capitulos III

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Capítulo 3

LA PIEL COMO ENVOLTURA

Hemos planteado en los anteriores capítulos a la somatización como la descarga en el cuerpo de aquellos afectos que no pueden representarse o simbolizarse. Como hemos visto, hay distintas posturas y miradas sobre las somatizaciones pero hay coincidencias en las presentaciones psíquicas de estos fenómenos. Trabajaremos en este capítulo el órgano más extenso que es la piel y que es foco y pantalla de muchas expresiones psicosomáticas.

Didier Anzieu es el psicoanalista que más sistemáticamente ha desarrollado los puntos de vista freudianos, desde una perspectiva evolutiva. Su concepto del “Yo-Piel” es el modo que usa para señalar “el rol fundamental de la piel en el desarrollo del aparato psíquico”.

El yo piel pasa por un desarrollo evolutivo que tiene una sucesión de etapas, dadas en un comienzo por la emergencia del yo sensorial, luego el Yo táctil, y su modificación más tarde por la capacidad de pensar, del “Yo intelectivo”. Sus ideas sobre este desarrollo normal son iluminadas desde las patologías tanto dérmicas como psicológicas.

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Uno de los fundamentos del psicoanálisis (tal vez el de mayor peso), es la pulsión, cuya definición freudiana es que “la pulsión es un concepto límite entre lo biológico y lo psíquico”; ésta es la base de la teoría y la práctica del psicoanálisis, y es también el sustrato donde se sitúa la problemática de la cuestión psicosomática; es decir, la relación entre el cuerpo (soma) y el alma (psique).

Si la madre proporciona escaso o exceso de contacto al niño, surgirán patologías narcisistas, con un fracaso relativo del desarrollo Yoico.

Evolutivamente, la separación entre la capa externa (la más cercana a la madre) y la interna (la más cercana al mundo interno del niño) debe ser gradual y progresiva. Cuando este proceso es alterado por una madre muy cercana o distante, surgen fantasías de distanciamiento como las fantasías de tener armadura.

EVOLUCIÓN PSICOLÓGICA DE LA PIEL:

La piel, como hemos dicho es el órgano más extenso del cuerpo humano y tiene un lugar fundamental en la formación del aparato psíquico y en la adquisición de la identidad.

Freud en “Tres ensayos sobre una teoría sexual” (1905) plantea la piel como la zona erógena por excelencia. Es en el primer encuentro con el otro, y con lo que del otro no es idéntico, lo que hace surgir el displacer y pone en marcha en un momento dado los procesos de pensamiento para buscar la identidad y por tanto poder tramitar el displacer.

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Una de las primeras menciones que hace al tema de la piel se encuentra en “El Yo y el Ello “donde Freud propone que “el Yo es, ante todo, un Yo corpóreo” que deriva de experiencias en la superficie corporal. De este modo, el Yo debe ser traído a la existencia.

Es a través de una variedad de experiencias sensoriales, superficiales, específicas donde el Yo es en sí mismo, la proyección mental de la superficie corporal.

En este sentido, a través del concepto de body-ego (yo-corpóreo) se explica el cuerpo y en particular la piel como órgano, que además de mediar la experiencia con el exterior, es el posibilitador vital de los procesos y partes de la mente , siendo la piel la base sensorio-perceptual de la capacidad de pensar en el infante.

La piel provee el primer esquema mental del Yo, al funcionar como mediador de las primeras relaciones objétales y de las primeras experiencias del Yo.

También lo hace al otorgar la primera vivencia psicológica de límite, al brindar al individuo la capacidad de diferenciar el mundo interno del externo. Genera la noción de borde, línea divisoria que configura espacios separados fundando un adentro de un afuera.

Freud dice que esos procesos de pensamiento ofrecen dos puntos de contacto con la expresión verbal, mediante el lenguaje: el grito por un lado, y aquellos objetos que por sí emiten sonidos, es decir en cuyo complejo perceptivo interviene también un sonido y que serán aprehendidos por la tendencia imitativa que surge en el curso del proceso de juicio (esto explica la cascada de sonidos que emite el niño en presencia del lenguaje de la madre). Esta actividad que denomina “comprender” está puesta al servicio de re-conocer al otro. De reencontrar en el afuera algo de lo “conocido” en el adentro. En “Más allá del principio del placer” (1920) al exponer sus hipótesis acerca de la evolución del organismo vivo, compara a la piel con la membrana que envuelve a una primitiva vesícula, la cual cumpliría la función de proteger al organismo de los estímulos externos e internos y sería equiparable a las

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funciones del Yo.De esta manera nos posiciona en la importancia de estudiar la construcción del cuerpo como un proceso de construcción simbólica y orgánica simultánea; las primeras experiencias de la superficie corporal entran a estructurar la forma y el contenido del mundo interno del niño, dejando claro cómo la piel es la base de la génesis y de la estructura del Yo.

La piel cumplirá las funciones de recepción de estímulos internos y externos, de pantalla de protección contra estos estímulos, de limite exterior del cuerpo (separa un adentro de un afuera) y fundamentalmente como un órgano de intercambio con el exterior; de contacto con los otros y un representante de la autoimagen e identidad. La piel nos hace “visibles”.Muchas de estas funciones son casi opuestas, lo que exige a este órgano una suerte de dialéctica entre receptividad y sensibilidad versus la protección y la evitación de estímulos. Por lo tanto es un dato a tener en cuenta con que plasticidad o flexibilidad cuenta el aparato psíquico para la adaptación de la piel, recibe, limita, expresa y oculta, expone y protege.

Estas funciones se irían adquiriendo tempranamente en el desarrollo del niño. Siguiendo a Didier Anzieu la diferenciación progresiva que hace el bebé entre el adentro - afuera y de la existencia de una superficie que las separa, se dará desde el comienzo con la lactancia. “El bebé se lo sostiene entre los brazos, estrechado por el cuerpo de la madre cuyo calor, olor y movimiento, siente; se siente llevado, manipulado, frotado, lavado, acariciado y todo ello acompañado generalmente de un baño de palabras y sonidos”; traduciendo esta frase de Didier Anzieu podemos ver como las sensaciones corporales se van ligando con los sonidos que produce el encuentro vincular con la figura de apego, constituyendo un vínculo erógeno y una percepción del sí mismo.

En el período simbiótico del desarrollo, la proximidad del bebé con la madre se hace a través del contacto de piel. Se ha llamado a esta etapa “la fase simbiótico-táctil”, por lo tanto, el self corporal se relaciona inicialmente con el medio a través de la piel.

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Los estudios embriológicos muestran que ya a las 8 semanas de desarrollo, la piel reacciona a estímulos táctiles leves, y a las 14 ya hay sensibilidad cutánea generalizada.

Tengamos en cuenta la importancia del bonding (contacto piel a piel) que la teoría del apego ha destacado como fundante en el vínculo, ya desde el mismo parto se propone colocar al bebe sobre la mamá para iniciar ese acercamiento.

Me gustaría que observen estos videos que toman técnicas muy antiguas en relación al contacto corporal, es un modo de masajes primarios, llamada técnica de shantala, dónde a través de la estimulación cutánea se logra un desarrollo vincular y neurológico del bebé.

También destacar la importancia del baño como estimulación de la piel, en un segundo video donde se considera al baño el primer encuentro de re-encuentro, del bebé con el medio líquido luego de nacido.

Estas primeras experiencias dejan marcas que quedarán como huellas en el psiquismo y que han llegado a través de la estimulación de la piel, las sensaciones de calor, frio, presión, ásperos, suave etc.

Video Técnica shantalaHacer Ctrl Clic para ver el video

Video Técnica de relaxamento de bebê durante o banho!

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Sami-Ali nos dice que un espacio imaginario se desarrolla a partir de la relación de inclusión mutua de los cuerpos de la madre y del niño, por un doble proceso de proyección sensorial y fantasmática.Por tanto el niño adquiere la percepción de la piel por las experiencias de

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contacto de su cuerpo con el de su madre y dentro de la relación aseguradora que tiene con ella.

YO PIEL

Anzieu teoriza el Yo-Piel como “una figuración de la que el niño se sirve en las fases precoces de su desarrollo, para representarse a sí mismo como Yo que contiene los contenidos psíquicos, a partir de su experiencia de superficie del cuerpo”.

Aunque luego precisará su concepción diciendo que el Yo-Piel es el entorno maternante porque “rodea” al niño con una envoltura externa, que se ajusta con cierta suavidad, dejando un espacio disponible a la envoltura interna, a la superficie del cuerpo del bebé, lugar e instrumento de emisión de mensajes; ser un Yo es sentir la capacidad de emitir señales que los demás reciben”.

Pensando en términos Winicottianos podríamos decir que el Yo-Piel es una interiorización del holding materno, es una parte de la madre, especialmente de sus manos, que serán las que le brinde los cuidados y caricias.

Pero esta función interna –la de contener las partes del self—depende inicialmente de la introyección de un objeto externo, el cual debe ser vivenciado a su vez como capaz de cumplir esa función. Más adelante, la identificación con esta función del objeto reemplaza al estado de no integración y da origen a la fantasía del espacio interno y del espacio externo

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En el estadio infantil no integrado, la necesidad de encontrar un objeto contenedor lleva a la frenética búsqueda de un objeto, sea este una luz, una voz, un olor, o algún otro objeto sensual que sea capaz de mantener la atención y, por lo tanto, susceptible de ser vivenciado por lo menos temporariamente, como algo que une las diversas partes de la personalidad. El objeto óptimo es el pezón dentro de la boca, junto con la madre que sostiene al bebé, le habla y de la cual emana un olor familiar, este objeto que sirve como continente se vivencia concretamente como una piel.

Anzieu nos plantea que será el Yo-Piel él que proporcione la posibilidad del pensamiento, siendo a través de la satisfacción de la pulsión de apego que se manifestará lo que Luquet ha llamado el “impulso integrador del Yo”.

D. Anzieue en 1974 publica “El yo – piel” allí describe la importancia de la piel como envoltura ya que por medio de las experiencias de contacto inicial con el cuerpo de la madre, comienza a formarse el psiquismo del bebé.

Funciones del yo piel como envoltura:

1) Sostén:

Cuando planteamos el sostén no sólo es músculo-esquelético sino el holding materno que luego va a interiorizar, es la envoltura que dará la sensación de integridad.

Para Winicott el primer espejo es el rostro de la madre, quien proporcionaría figurativamente hablando, el espejo en el cual el niño pueda verse.Este no puede usar a los padres y a la familia como espejo, a menos que estos lo permitan y sea aceptado totalmente sin evaluación ni presión para que cambie.

La pulsión de agarramiento o aferramiento de cualquier pequeño a su madre es más difícil de satisfacer en la especie humana y se manifiesta en las angustias intensas precoces y prolongadas de pérdida de la protección, de

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falta de objeto soporte y en un desamparo que ha sido calificado de originario.

Como contrapartida, la pulsión de apego toma, en el pequeño humano, una importancia tanto más considerable cuanto que la infancia humana es proporcionalmente más larga que la de otras especies.

Esta pulsión tiene por objeto la localización, primero en la madre y después en el grupo familiar que toma el relevo, de las señales—sonrisa, suavidad del contacto, calor físico del abrazo, diversidad de emisiones sonoras, solidez del transporte, acunamiento, disponibilidad para dar el alimento, los cuidados, la compañía—que proporcionan indicios de la realidad exterior y de su continuidad. Nos encontramos aquí ya no en el registro de la satisfacción de las necesidades vitales de autoconservación (alimento, respiración, sueño) sobre las que los deseos sexuales y agresivos van a constituirse por apuntalamiento, sino en el de la comunicación (preverbal e infralingüistica) sobre la que el intercambio de lenguajes encuentra oportuno apoyarse, o sea en el apego.

A menudo los dos registros funcionan simultáneamente: la mamada, por ejemplo, proporciona la ocasión de las comunicaciones táctiles, visuales, sonoras y olfativas. Pero sabemos que una satisfacción material de las necesidades vitales, sistemáticamente desprovista de esos intercambios sensoriales y afectivos, puede conducir al hospitalismo o al autismo.

De la misma manera que con el crecimiento del bebé, la parte que dedica él y su entorno a comunicar va creciendo independientemente de las necesidades de auto conservación.

La comunicación originaria es una comunicación directa en la realidad y más aún en la fantasía, no mediatizada, de piel a piel, podríamos decir es una meta comunicación existencial.

Dos formas de angustia dan respuesta a la carencia de esta función contenedora del Yo- piel.

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La angustia de una excitación pulsional difusa, permanente, esparcida, no localizable, no identificable, no apaciguable, que traduce una topografía psíquica por un núcleo sin corteza; el individuo busca una corteza sustitutiva en el dolor físico o en la angustia psíquica; se envuelve en el sufrimiento. El sufrimiento es su coraza protectora.

En el segundo caso, la envoltura existe, pero su continuidad está interrumpida por agujeros. Es un Yo-piel colador; los pensamientos, los recuerdos se conservan con dificultad, huyen se vivencia la angustia de tener un interior que se vacía considerablemente.

2) Continente:

Lo que Winnicott llamo Handling. Sensación de firmeza, de integridad.

La piel, que recubre la superficie entera del cuerpo y que es donde se insertan todos los órganos de los sentidos externos, responde la función de continente del Yo-piel. Esta función se ejerce principalmente por el handling materno.

La sensación-imagen de la piel como saco se despierta en el bebé por los cuidados del cuerpo que de acuerdo con sus necesidades le procura la madre.

El Yo-piel como representación psíquica emerge de los juegos entre el cuerpo de la madre y el cuerpo del niño, así como de las respuestas de la madre a las sensaciones y a las emociones del bebé; respuestas gestuales y vocales, tengamos en cuenta que la envoltura sonora refuerza entonces la envoltura táctil, respuestas de carácter circular en las que las ecolalias( repetición involuntaria de palabras o sonidos) y las ecopraxias ( repetición involuntaria de movimientos) del uno imitan las del otro, respuestas que permiten al niño pequeño experimentar progresivamente esas sensaciones y esas emociones independientemente, sin sentirse destruido.

Cuando falla la función continente hay una sensación de interior difuso o viscoso

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3) Protección:

Barrera de protección del exceso de estímulos, que requiere equilibrio para no caer en los extremos dados por un desborde de lo persecutorio o un caparazón que lo aísle sin posibilidad de hallar caminos de contacto. En las fallas de esta función están los apegos patológicos, simbiosis, la indiscriminación personas-objetos y lo observamos clínicamente en lo que se llama familias aglutinadas.

Por familia aglutinada entendemos aquellas familias que se confunden los roles.; los miembros están apelotonados, no hay autonomía, existe confusión, los niños tiene que resolver emociones que no llegan a comprender y que no toleran.

4) Constancia:

Es presencia, seguridad, constancia y ritmo.

Recordemos que el ritmo, la constancia y la coherencia son elementos fundamentales en un apego seguro. Ordenan y organizan el magma de estímulos que recibe el bebé es una tarea de las figuras de apego.

5) Individualidad:

Marcando un contorno propio, que se recorta del resto, dándole integridad a los sentidos y evitando la sensación de fragmentación.

La piel humana nos presenta diferencias, el yo piel a través de estas diferencias asegura la individuación, el sentimiento de ser único y es el límite entre el mundo externo y el mundo interno lo que determina esta idea.

Cuando falla esta función del yo piel observamos cuerpos fragmentados, y se presenta en la clínica como lo que se dio en llamar: terror al derrumbe.

6) Receptor y transmisor sensorial:

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Permite comprender sentidos y darles coherencia, este punto está muy relacionado con la mentalización.

7) Vía para el placer-dolor:

Es la función que permite la plenitud o el vacío, será fuente de ambas sensaciones, lo cual se enlaza con el siguiente punto

8) Sexualización:

Da lugar a la recarga energética libidinal y encamina lo que sigue

9) La inscripción de significados atribuibles a las experiencias que atraviesa el yo-piel. Las marcas, huellas que irán dando sentidos

Estas funciones son las que para Anzieu sustentan el necesario apego del niño a su madre, en un vínculo recíprocamente gratificante que aseguran al bebé en su idea de ser y de existir en un continuo. La constancia en el tiempo es una variable que es muy tenida en cuenta.

La identificación adhesiva que plantee en el capítulo 2, se comprende al desarrollar el concepto de envoltura y de función continente. Esto es lo que sucede en el espacio del “entre” la madre y el bebé, en el vínculo temprano y primordial.

La madre recupera a su hijo al salir de su vientre construyendo para él una primera cuna entre sus brazos; allí lo mece, lo amamanta, desde allí lo mira, le habla, lo acaricia, lo calma, le sonríe.

El bebé por su parte también recupera el paraíso perdido en ese reencuentro cálido y protector que lo ampara por medio de estímulos que “reconoce”, que tienen un ritmo espacio-temporal cíclico y que coincidentemente aparecen cuando experimenta desasosiego por hambre, frío, necesidad de movimiento y de palabras que lo rescaten.

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El contacto piel a piel entre la madre y el bebé inicia un proceso que reúne sensaciones y registros, los que alimentan la idea de continuidad entre uno y otro.

La continuidad de la presencia de la figura de apego, la estabilidad emocional, la coherencia de las actitudes, la solidez afectiva, organiza el mundo del niño asentando las bases para su” ser”.

Es en el vínculo seguro y por medio de los sucesivos procesos identificatorios tróficos (identificación adhesiva, narcisista primaria y secundaria) como se accede a una identidad.

La madre inviste al hijo y lo emplaza en un contexto mayor que es la familia, es envoltura con su capacidad de sostén, contención y transformación, pilares del vínculo y es quien transmite a su hijo en una misma realidad psíquica continuada entre los eslabones generacionales.

La vivencia de continuidad entre el continente y el contenido permite que el bebé interiorice al otro como una pertenencia, una prolongación y hasta como dice Winnicott una creación de sí. Permite la instalación del self.

El primer espacio compartido entre madre e hijo es el corporal y la zona de contacto (receptor y emisor de estímulos sensoriales) es la piel, frontera entre uno y otro, adentro – afuera, continuidad – intervalos de no presencia – transicionalidad

Todo ello construye la experiencia de la “primera piel”, según Bick piel psíquica

Estas son experiencias que se dan en el espacio entre la madre y el hijo, que resuenan en ambos a modo de una continuidad del uno en el otro. Es por tanto propia del vínculo temprano, normal y saludable.

La función continente tiene la cualidad de contar con la aptitud de anticipación, se adelanta sólo un poco a la necesidad pero lo suficiente como para que el tiempo entre el reclamo y la satisfacción no permita la caída del

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bebé en lo que D. Houzel llama “la angustia de precipitación”. La función que tan bien explico Winnicott de la “madre suficientemente buena”, madre que acude y sostiene pero que también frustra y espera.

Cabe desatacar la importancia de la mirada atenta y satisfecha de la madre que conduce a un intercambio progresivo en reciprocidad. Como en un movimiento espiralado se construyen y despliegan los “boucles de retour” por los que vuelve sobre sí, sumergiéndose en la mirada materna, en su sonrisa, y la retiene en una elación simbiótica. Recordemos el concepto tan claro de la Teoría del Apego que es el de respuesta sensible.

Didier Anzieu (1987) postula que los contactos de la piel madre-hijo son estructurantes del aparato psíquico, y son muchos los autores que acuerdan con este concepto; estructurantes y también cuando fallan desestructurantes.

Winnicott nos dice que es la madre quien hace de Yo auxiliar para que a través de su contención, el bebé vaya formando un Yo estructurado, genuino, flexible, fuerte que con los años le permita separarse de esa misma madre y disfrutar de la vida solo o en compañía.

De acuerdo con Anzieu (1987) cuando la madre amamanta al bebé, le proporciona otros cuidados corporales, le tiene en brazos, lo estrecha contra su cuerpo, le habla, le canta, comunicándose a través de la piel y la sonoridad. El infans adquiere así la percepción de su propia piel, como una superficie de contacto interno y externo, una seguridad de apego a su madre, un sentimiento básico que garantiza la noción física de estar contenido en su propia piel y la piel de la madre.

De esta manera es que Anzieu (1987) propone que existe un Yo-piel, que en las primeras fases del desarrollo que contiene los contenidos psíquicos de la experiencia del cuerpo, es una superficie de inscripción de las huellas que la relación con el otro deja.

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Tanto Bion, Anzieu y Winnicott, coinciden en que una madre sana está naturalmente dispuesta para recibir y sanar el dolor de su hijo, para responder con sus cuidados, pero al fallar esta conexión, el dolor intenso desorganiza el aparato psíquico.

Sami Ali nos dirá “La relación con el otro es el fundamento de todo”

Así como la piel permite sostener los músculos y el esqueleto, el yo piel cumple la función de mantener el psiquismo, la función biológica que se ejerce a través del holding o sea, como la madre sostiene, mima, acaricia, cuida el cuerpo del bebé.

La función psíquica se desarrolla por la interiorización del holding materno. El yo piel es una parte de la madre, sobre todo sus manos que son interiorizadas y que mantienen el funcionamiento del psiquismo.

Así como la piel envuelve todo el cuerpo, el yo piel envuelve al psiquismo, tiene una primacía sobre todos los sentidos, porque contiene el tacto que permite registrar el calor, el dolor, el contacto, la presión, registrar por lo tanto todos los estímulos exteriores e integrarlos.

El yo-piel es objeto de una serie de estímulos a través del baño, frotamientos, traslados, cuidados de la madre con las caricias, las primeras excitaciones sexuales, estímulos de los pensamientos y desarrollo del psiquismo. Es una superficie de inscripción de huellas que se van marcando a través de las relaciones primarias, con el entorno materno y luego con el entorno social. Debemos de tener en cuenta que la inscripción del entorno social también deja marcas, condiciones que provee la cultura para pertenecer (rapar al bebé, circuncisión, perforación para aritos, etc.)

Todas las funciones que hemos mencionado tienen que ver con el desarrollo del apego, estimulo primordial para propiciar la vida.

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Este Yo, heredará la doble posibilidad de establecer barreras (mecanismos de defensas) y de filtrar intercambios (de las instancias psíquicas y el mundo exterior).

La piel se diferencia de la mayoría de los órganos del cuerpo, por el simple hecho de que se ve y en tanto visible y hasta fotosensible, podríamos decir que también mira. El tema de ser mirado y mirar lo veremos en el próximo capítulo.Al igual que los cuidados corporales que se convertían en tan importantes a la hora del desarrollo del Yo en el niño, la mirada juega también un papel fundamental.

En el mundo actual la mirada ocupa un lugar preponderante, aunque paradójicamente cada vez menos miramos a los ojos de los otros.La evolución del Yo-Piel se podría discriminar básicamente en dos etapas:

1. Fantasía de una piel común con la madre, donde se da una identificación primaria con el objeto soporte (pecho-piel). Dando como resultado un estado de simbiosis (narcisismo primario).

2. Y una gradual separación y desaparición de esta piel común, favorecido por las experiencias de presencia-ausencia de la madre. En esta etapa

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pueden surgir fantasías de piel arrancada o robada.

Del fracaso de la función contenedora y de esta separación dependerán los tipos de angustia y de fantasías que se generen en el sujeto (como ser la vivencia de un yo-piel colador como lo hemos mencionado, donde predomina la ansiedad de tener un interior que se vacía).

Por tanto si las funciones continentes no han sido introyectadas se ve reducida la construcción de un espacio interior y de un objeto interior (facilitando una desestructuración).

Volviendo a la cita de Anzieu “ser un Yo es sentir la capacidad de emitir señales que los demás reciben”, me hace reflexionar en torno a la capacidad de la madre para poder decodificar los mensajes que su bebé le pueda querer transmitir y en qué pasa si los mismos no llegan a ser interpretados.

Pensemos en la función reflexiva, la respuesta sensible como precursores de la mentalización que hemos visto en el capítulo anterior.El Dr. Eduardo Korovsky en su libro “Psicosomática Psicoanalítica” plantea como una de las hipótesis para comprender el fenómeno psicosomático; está en la incapacidad por parte de la madre para comprender los mensajes de su hijo, su incapacidad en la función reflexiva produciendo serias fallas en la mentalización.

La misma trae como resultado una “desconexión” por parte del bebé, de sus necesidades corporales. Dicha desconexión tendría como objetivo evitar la angustia y un posible rechazo por parte de la madre hacia él. Frente a la incomprensión en la “traducción” de la madre, el niño se aliena.

Por tanto estos pacientes sufrirían una suerte de cortocircuito entre el mundo de lo imaginario y el de los sentimientos y necesidades. Que más tarde se vería reflejado también en esto de poner en el cuerpo (en lo imaginario), el síntoma lo que no se puede inscribir en lo simbólico.

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Esta función de la piel, en tanto que piel psíquica, es posible gracias a la experiencia del infante con el mundo en la interacción continua entre este y el cuidador.

La piel, en un primer momento, cuando el infante no ha tenido la serie de experiencias que le permiten sentirse contenido por un objeto externo, no tiene la fuerza suficiente para mantenerlo unido, por lo que este depende del cuidado materno para obtener un adecuado sentido de corporalidad y de delimitación física.

En tanto que la experiencia de contención provista por la madre sea adecuada, será internalizada por el infante que gradualmente desarrollará la capacidad para mantenerse unido en su propia piel, incluso durante lapsos en los que la madre se encuentra ausente. De tal forma, la función contenedora de la piel, media y a la vez nace de la experiencia con el otro.

“La experiencia de la piel como membrana limitadora y enlazadora debe ser alcanzada, y este alcanzarlo es posibilitado por el contacto con la membrana limitadora y enlazadora del cuidador” (Bick).

Para lograr ser contenido por su propio cuerpo y su propia mente, la función contenedora de la piel del cuidador debe ser introyectada. A través de un proceso de identificación con la función contenedora del objeto, se crea el espacio para que el infante pueda introyectar las funciones contenedoras de la madre, volviéndose así capaz de mantenerse unido en su propia piel, ante la ausencia de un objeto externo que lo contenga, sin desarmarse y volverse pedazos.

“La identificación con esta función del objeto reemplaza al estado de no integración y da origen a la fantasía del espacio interno y del espacio externo” (Bick, 1987).

Al final de este proceso de introyección, la propia superficie corporal provee al infante un sentido.

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El desarrollo somático es un logro que tiene su propio ritmo y que se alcanza a través de lo que llamo la función del “Maternaje”, una serie de procesos ineludibles, por su necesidad, y que debe cumplir la madre para que el bebé obtenga una unidad, una integración psicosomática

LA SEGUNDA PIEL: ESTHER BICK

Las fallas de la función continente, de sostén y la incapacidad para procesar y transformar las necesidades en provisión y calma, llevan al niño a formar una “segunda piel” que altera la natural dependencia hacia la madre continente seguro, trocándola en una independencia aparente, apelando a aferrarse a una piel sustituta.

Los objetos – sensación son aquellos que atraen y que ocupan y cumplen la función materna, esto exige un trabajo suplementario por parte del niño y está destinado a la inevitable caída en tanto son objetos y no personas que deseen ocupar ese lugar y función. Debemos destacar que estos “objetos” no cumplen la función de objeto transicional como seria en el desarrollo de un niño saludable.

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Esta segunda piel es como el caparazón de la que habla Tustin, los movimientos de rigidez tensional que expresa con su cuerpo, ciertos ritmos repetitivos, evocan el desdoblamiento funcional que el niño intenta cumplir para sí, defendiéndose de la “angustia catastrófica”. Tengamos en cuenta este punto cuando veamos las patologías somáticas de piel en el próximo capítulo.

Las dificultades que se dan en las experiencias primeras de contacto, centradas en la inestabilidad de la función continente materna y paterna entorpece la vivencia de mundo seguro y la interiorización de los objetos; esto no facilita el gradual pasaje de una total dependencia hacia una paulatina independencia.

Crece por el contrario el temor a la pérdida de unidad cohesiva, al desmembramiento y a las vivencias catastróficas de desintegración.

Las fisuras o grietas en la continencia como función hacen que la madre no interprete lo que el bebé necesita, “no lo entiende”; al no entenderlo se genera un ruido entre ellos que entorpece la comunicación y el encuentro, por lo que no se cumple ni la descarga tensional (el bebé no encuentra calma), porque como lo señala Bion la función alfa de la madre en estos casos no alcanza a transformar los elementos beta (contenidos proyectados en bruto).

La madre no le presta su psiquis al niño hasta que él pueda contar con su propio aparato de pensar y procesar. La función de reverie materna no se cumple o es fallida.

De este modo el bebé reintroyecta la no contención materna quedando librado al desamparo. Esto es lo que Bion (1963) denominó “terror sin nombre.

La reintroyección de miedos y ansiedades no procesadas ni transformadas por las fallas en la función continente materna pone en marcha las identificaciones proyectivas tóxicas.

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McDougall acuña el término “desafectación” que hemos desarrollado en el capítulo 2. Ni la angustia ni toda la gama de afectos sirven como señales que permitan al sujeto comunicarse consigo mismo. Normalmente se sienten condenados a vivir en un vacío afectivo. Señala textualmente:

“Lo que puede decirse de esta prisión es que el sujeto se encuentra protegido, y que sobrevive. Este prisionero corre el riesgo de mirar a los demás, a los de fuera, pensando que se comportan de forma incomprensible e irrazonable. Puede suceder también que diga que los demás se equivocan, que no se atreven a mirar la realidad de frente”.

La coraza o caparazón del normópata, que se correspondería con lo que Marty llama neurosis de comportamiento, aparece también en la obra de Bollas.

Este autor señala que el normótico, en lugar de experimentar tristeza, se decae. Para él, la vida se define por la acción y, por tanto, las depresiones o los estados de angustia no se presentan en una forma mentalmente elaborada. Dice textualmente:

“La presencia en la literatura y en el cine contemporáneos del humano que resulta ser un robot constituye un reconocimiento de este tipo de personalidad que emerge en nuestra cultura. Estas representaciones, más que descriptivas del futuro de los robots, son pronósticos precisos de una perturbación de personalidad que ya está entre nosotros”

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Desde los aportes teóricos de Bick, quien ve la piel como medio de conformación y contención del Yo, se puede hablar de la carencia de una piel continente, capaz de proveer dicha contención; carencia de una piel que provea límites, de un medio interno para construir el Yo; también, marca corporal como elemento que expone el duelo por un objeto perdido

La excitación del infante resulta intolerable para sí mismo y lo llevará a una sensación de desintegración. Debido a esto y a manera de defensa, el infante se dirige hacia su propio cuerpo para autorregularse “pagando un alto precio mientras falla en desarrollar las habilidades mentales necesarias para su autorregulación, su pensamiento y relaciones sociales adecuadas”

En estos casos, el infante utiliza métodos sustitutivos para combatir la sensación de desintegración. Como planteaba Bick, estos van desde el precoz desarrollo del habla hasta posturas musculares rígidas.

Ya en el adulto, sin embargo, se observa un viraje en la naturaleza de estos métodos sustitutivos de contención. Se encuentra en la literatura que los autores coinciden en considerar que aquellos se manifiestan en actos auto lesivo de diversa naturaleza que tienen que ver con un intento de resolver angustias tan arcaicas. Todas las lesiones auto infligidas, cortes, quemaduras, excesos de tatuajes etc. Entran dentro de esta clasificación.

Lo que nos lleva a considerar las estructuras defensivas y la creación de segundas pieles como medios para reemplazar una falta en la función materna de contención a nivel mental.

Por lo tanto, resumiendo la segunda piel es la defensa frente a la falla de la envoltura maternante.En la patología nos encontramos con caparazones autísticos, envolturas masoquistas, cinturón de rigidez muscular, agitación psicomotriz, etc.

Para Anzieu la profundidad de la alteración de la piel es proporcional a la profundidad de la herida psíquica, esto lo veremos en el siguiente capítulo.

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Estos son casos de “falso self”, que se mueven en el mundo “como si” fueran quienes aparentan ser. Esta segunda piel comprende los movimientos y la tensión con que se moviliza.

Hay otros niños que parecen estar más calmados pero que se acompañan de objetos “auto calmantes” de los que no pueden separarse. Se aferran a ellos como portadores de seguridad afectiva. Su comportamiento parece disociado entre lo que piensan y sienten, resultando fácil acceder a lo primero, repitiendo ideas leídas o escuchadas con cierta solvencia, pero que distan de ser experiencia afectiva. Es importante que diferenciemos estos objetos “auto calmantes” de lo que Winnicott se refirió como objeto transicional, ya que este tendría un valor simbólico en ausencia del objeto maternante pero el niño puede separase en presencia de la figura de apego, de estos objetos auto calmantes, el niño no puede desprenderse.

La observación clínica de niños en esta situación, nos muestra por una parte a niños en permanente movimiento, violentos, quejosos, insatisfechos, que no encuentran porque lo que buscan no está a su alcance. La palabra no contiene los desbordes, la piel pareciera lacerada, en términos metafóricos y a veces no tan metafóricos, por lo que resulta difícil acertar con aquello que pueda contenerlos. Todo les resulta irritativo.

Cuando el bebé no cuenta con esa mirada y actitud contenedora, se afirma gradualmente en su propia rigidez muscular. Sus movimientos, su tensión arman una coraza que a la vez que lo aísla, lo preserva.

Dunbar (1955) buscaba por su lado esquemas dinámicos específicos, incluso perfiles de personalidad específicamente asociados a ciertas patologías. Pero propuso también comprender a la enfermedad somática como una última defensa contra el peligro de descompensación psicótica, lo que representa una verdadera novedad en el campo psicosomático, en la medida en que hasta entonces las influencias del psiquismo sobre las enfermedades del cuerpo siempre eran consideradas en referencia al conflicto neurótico.

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De la misma manera cuando nos ocupamos del espacio nos enfrentamos con una proyección, con una constitución de un espacio que se hizo por el hecho mismo de tener un cuerpo, El hecho de tener un cuerpo es el hecho mismo de tener un espacio, es decir, tener un cuerpo significa tener un aquí, un afuera y un dentro, una izquierda y una derecha, un arriba y un abajo; es decir que es la lateralidad que crea un espacio.

De la misma manera el ritmo biológico crea una temporalidad. Siempre estamos condicionados por estos datos que para mí constituyen los datos fundamentales de lo psicosomático.

LA PSIQUE HABITANDO AL SOMA- D. WINICOTT

Psique soma para Winnicott, alude al concepto que intenta albergar la función de integración psicosomática, que todos tenemos y que él ubica como siendo posible, en un momento del desarrollo – que llamará “dependencia relativa”- y cuya instalación depende de la facilitación de una serie de funciones maternas específicas que hemos ido destacando.

Esta integración psicosomática, que corresponde al 2º logro del desarrollo del bebé se va instaurando alrededor de los 6 meses a los 2 años, o sea a la salida de la dependencia absoluta, nomina a este periodo “Personalización”

Se lograría gracias a la función materna del “handling”, que es activada por la madre desde su nacimiento, pero que cobra especial relevancia durante la etapa de la dependencia relativa y que se refiere al quehacer materno específico sobre el cuerpo del bebé; caricias, limpieza, masajes, acunamientos, mudas e incluso el mantenimiento de las constantes térmicas, el nivel de estimulación auditivo y visual.

Al ir captando las necesidades primarias del bebé, la madre se va adaptando activamente a las mismas. Esto permite al niño, conocer, delimitar y aceptar su cuerpo como parte de su propio ser – distinto del de la madre- y se distingue el Yo del NO Yo

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O sea, la personalización es la función de integración psicosomática, que debiera residir en el cuerpo para un funcionamiento sano, no disociado y sin recarga excesiva de lo mental.

Esta recarga se puede deber, en un inicio, a la falta de una experiencia de handling adecuado ,que bien instalada permite luego, ser reemplazada por las funciones del Yo, cuando este se encuentra preparado para asumirla (en la 3ª etapa propuesta por él: “hacia la independencia”,.

La independencia es el periodo cuando el niño ha adquirido los medios para prescindir del cuidado externo, ha introyectado la confianza y cuidados del ambiente y ha desarrollado suficientemente la comprensión intelectual.

Tolerar la falla ambiental no es otra cosa que estar capacitado para usar la propia mente como medio para combatir, digerir, disipar las angustias con que el bebé se enfrenta cotidianamente, cada vez que las cosas no resultan como él las desea, las necesita o las fantasea.

La actividad mental, pasa a ser una herramienta, una función que posibilita que la falla se convierta en un éxito para Winnicott, una oportunidad de resolver apropiadamente las angustias y dar paso a nuevas experiencias placenteras, a intercambios nuevos que ya no asustan ni desesperan, sino por el contrario, agradan, estimulan.

Esto es lo que ocurre cuando la madre hace las cosas lo suficientemente bien y así lo “suficiente” se convierte en “perfecto”, entendiéndolo como perfecto para ese momento, esa situación y ese bebé en particular.

Así, el curso normal del desarrollo, será aquel que transcurre dentro de un contexto ambiental que trata de no introducir complicaciones que superen la capacidad de comprensión y tolerancia del niño.

Un mundo lo más sencillo posible, con una madre que aporte su adaptación activa a las necesidades que vayan surgiendo y luego reemplace este acoplamiento tan adecuado, por un hacer fallado paulatino, graduado, que introduzca de manera no violenta la frustración al niño.

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La manera en que el niño podrá tolerar esta frustración será a través de poner en marcha su mente, o sea, la actividad mental.

La mente surge del funcionamiento del psique soma, y lo hace para ocuparse de todas las amenazas (fallas) producidas por el ambiente y que atacan la continuidad existencial. El niño progresivamente va siendo capaz de tener una mayor actividad mental, que va reemplazando los cuidados externos, y las actividades ejercidas por la madre para evitar las frustraciones.

En estados de salud no reemplaza al ambiente, sino que se desarrolla para ofrecer al niño comprensión (capacidad de postergación de necesidades, mediación en los impulsos) y una capacidad de aprovechamiento del fallo relativo.

Nos queda claro que no ocurre esto en las somatizaciones donde la falla no es relativa sino absoluta y donde la actividad mental se ve atravesada por fallas en la mentalización. La psique es seducida por esta mente en desarrollo y se aleja de la íntima y natural relación que tenía con el soma, que le ofrecía todas las informaciones necesarias de lo que la corporalidad propia iba requiriendo. Se crea algo así como una psique – mente patológica, se crea un patrón deformado que afectará todo desarrollo futuro. El niño extrema su capacidad para adaptarse a las necesidades más inconscientes y peticiones de los otros, descuidando sus propios requerimientos

Qué pasa cuando la madre falla? Se produce una sobre activación de la actividad mental. La mente pasa a reemplazar a la adaptación ambiental, por un maternaje interferido, deficiente, errático o desorganizado existiendo posibilidades de provocar una oposición entre el desarrollo de la mente y el desarrollo del psique soma. Se produce una tensión excesiva que provoca confusión, incapacidad para comprender las claves ambientales y todo esto

Provoca fallas en el funcionamiento mental, uso de defensas más precarias pero con fines de sobrevivencia para estas situaciones.

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Con el tiempo, si la falla continúa, prácticamente reemplazará a la “madre buena” y asumirá sus funciones con sus precarios recursos yoicos.

En esos momentos nos encontramos frente a un grave problema, ya que la mente comienza a seguir un curso aparte, desconectado del psique - soma y deja de residir ahí. El pensamiento del niño comienza a asumir el control del funcionamiento mental y a organizar el cuidado del psique soma, pero desde un otro lugar, desconectado de las señales o claves que el psique soma le pueda aportar para saber qué es lo que realmente necesita .

Lo que se juega en estas vivencias es el temor a la pérdida del amor materno, y en última instancia a su propio derrumbe emocional.

Lo más esperanzador que tenemos en estas circunstancias es el valor positivo del síntoma, tendría un valor de denuncia, y en la alteración producida habría que buscar el sentido, aquello que delata.

Winnicott ha desarrollado este postulado ampliamente, mostrando cierta cualidad de estos niños más descuidados en sus necesidades, que son extremadamente sensibles a los estados emocionales de sus madres e intentan contentarlas a como puedan. Mostrando una altísima capacidad de leer sus necesidades emocionales y sus esfuerzos por satisfacerlas, invirtiendo el sentido natural del cuidado en estas etapas tempranas.

En el próximo capítulo veremos cómo esta modalidad somática, estos mecanismos psíquicos y la particular vivencia de la piel se somatizan en patologías dermatológicas

Seguimos pensando juntos y discutiendo con los autores y compartiendo entre nosotros, a teoría y la clínica.Recuerden que tendremos un foro con modalidad de video-conferencia on line (también la recibirán en su correo) con todas las consultas que ustedes vayan aportando, lo cual enriquece este seminario.

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Envíenme las consultas, sugerencias y temas que quieren que vayamos abordando en ese espacio.AfectivamenteLic. Maria Casariego de Gainza

BIBLIOGRAFIA

Bernardi,R “ El único cuerpo pero suficientemente complejo”Dolto,F “ La imagen inconsciente del cuerpo”Dumbar,F “ Diagnóstico y tratamiento psicosomático”Bolla, C “La sombra del objeto”Kreisler,l “ El niño psicosomático”Ulnik,j “ Narcisismo y enfermedades somáticas”Winnicott,D “ La naturaleza humana”

“Los bebés y sus madres“La enfermedad psicosomática en los aspectos positivos y negativos”

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