septimomandamiento

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    IGNACIO SEGARRA BA ÑERES

    EL SEPTIMO

    MANDAMIENTO

    No robar á s (Ex 20, 15; Dt 5, 19)

    I

    dos a Mundo Cristiano - Jose L ó zoro Galdiano, 6 - Madrid-16. 1971licencia eclesiasticaSA Gr á ficas Publicitariasada, 31 - MADRID 2sito Legal M. 9617-1971

    S U M A R I OP á gs.

    ducci ó n ........................................... 7bienes materiales y el Amor ....................... 9gnificado del s é ptimo mandamiento ................. 10recho de propiedad: su funci ó n individual

    cial .............................................. 13s que prohibe el s é ptimo mandamiento ............... 18hurto ........................................... 19

    l fraude .......................................... 23a rapi ñ a o robo ................................... 24l da ñ o injusto .................................... 27

    7as que manda el s é ptimo mandamiento:

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    estituci ó n o compensaci ó n de da ñ os ................ 29

    ue nos ense ñ a el Catecismo ........................ 33

    etos Mundo Cristiano .............................. 39

    INTRODUCCIONo nos ense ñ a el Evangelio, el primero y m á s grande de los mandamientos de la ley

    mar a Dios sobre todas las cosas, correspondiendo as í al amor infinito con ques ha amado primero. El segundo mandamiento es consecuencia del primero: amar

    ó jimo por Dios y en Dios; amar a todas las cosas en la persona de su Creador.

    No debemos considerar el mandamiento del amor al pr ó jimo- como algo distinto ogado del mandamiento del amor a Dios, puesto que el objeto formal o motivo dela aqu é l es Dios mismo, infinitamente amable: fuente de la bondad y amabilidad

    das las dem á s criaturas.

    Todos los dem á s preceptos de la ley de Dios son determinaciones o aplicacionesos dos primeros preceptos y constituyen, en r é alidad, una enumeraci ó n de l

    encias o garant í as que permiten asegurarnos hasta qu é punto el amor de Dios yr ó jimo que decimos pofesar es verdadero amor. Dice San Juan:"Si alguno dijere:a Dios, pero aborrece a su hermano, miente. Pues el que no ama a su hermano, a

    n ve, no es posible que ame a Dios, a quien no ve.Y nosotros tenemos de El estepto: que quien ama a Dios ame tambi é n a su hermano" (l Ioh 3, 15).

    La recta raz ó n humana nos ayuda a descubrir las exigencias o deberes de justiciacon el pr ó jimo; deberes que si no cumplieramos se imposibilitar í a la existenciaerdadero amor, pues la caridad cristiana, aunque est é por encima de la justicia

    ana, no la anula ni la sustituye. Esos deberes para con la persona del prlos siguientes: respetar su vida lo que constituye el objeto del quinto

    damiento de la ley de Dios: "no matar á s"; respetar su cuerpo -como lo prescribenexto y noveno mandamientos: "no fornicar á s"; respetar tambi é n su haciendato é ste del septimo y d é cimo mandamiento: "no robar á s", "no codiciar á ss ajenos", y respetar, por fin, su honor y buena fama -objeto del octavo

    damiento: "no dir á s falso testimonio ni mentir á s".

    Todos esos deberes hacen referencia al pr ó jimo considerado exclusivamente comoiduo: son deberes individuales. Existen, adem á s, otros deberes hacia el prderado como miembro de la sociedad familiar -deberes familiares regulados poruarto mandamiento: "honrar padre y madre"- o como miembro de la sociedad

    sional y pol í tica -conjunto de deberes sociales y pol í ticos que no se mencionaní citamente en el Dec á logo, pues se les considera como una extensi ó n de l

    res familiares-. La sociedad y el Estado son, en efecto, una agrupaci óiduos y familias que buscan el bien com ú n.

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    BIENES MATERlALES Y EL AMOR .

    Nos refiere el G é nesis que Dios se dijo, antes de crear al hombre: "Hagamos al

    bre a nuestra imagen y a nuestra semejanza para que domine sobre los peces delsobre las aves del cielo, sobre los ganados y sobre todas las bestias de la y sobre cuantos animales se mueven sobre ella" (Gen 1, 26). Todas las cosasn hechas, pues, por Dios para el hombre. Los bienes materiales, animados emados, son un regalo de Dios para que el hombre pueda vivir una vida humana

    a y pueda alcanzar as í su destino eterno.

    Los bienes materiales sirven al hombre para muchas cosas: comer, vestir,gerse cultivar la mente, desarrollar sus potencias, obtener el poder necesarioapoyar su libertad -"poderoso caballero es don dinero"-, etc. ¿C ó mo no vamos ay desear l á s cosas, en su hermosa variedad, si nos son neresarias?

    Lo que hace esas cosas todav í a m á s amables y deseables es el hecho de que sons o dadivas de Dios . La abundancia y variedad de los bienes materiales con queenriqueci ó la faz de la tierra nos mueve al agradecimiento hacia nuestro Padre

    ial; nos hace elevar nuestros corazones a menudo en actos de acci ó n de graciasu amorosa providencia.

    Lo que no debe hacer nunca el coraz ó n humano, en su actitud hacia esos bienesriales , es agarrarse a ellos como si constituyeran su fin ú ltim ò o felicidad,e encuentra en la incorporaci ó n al reino de Dios y su justicia. Cuando alguiena en esos bienes lo que solo en Dios se encuentra se apega a ellos de tal modopierde su libertad de coraz ó n y se hace esclavo de las criaturas. Cuando elbre, por ejemplo, deja de referir el dinero a Dios y se mueve s ó lo por el lucro

    s negocios, el dinero brilla para é l con un fulgor m á gico e idol á trico que leza y aprisiona, y que le impide ver el rostro bondadoso del Dador de todos loss. Entonces las riquezas se convierten en obst á culos serios en el camino haciaque el hombre debe necesariamente recorrer. As í dice Cristo: "No pod é is serviy a las riquezas" (Mt 6, 24).

    Los bienes materiales, cuando son rectamente amados, adem á s de orientarnos haciaen agradecimiento por su largueza sirven tambi é n para unirnos a la persona deros hermanos los dem á s hombres. Sin ellos, en efecto, no podr í amos practicar laad y justicia: la mutua solidaridad entre los hombres.

    IGNIFICADO DEL

    TIMO MANDAMIENTO

    un momento muy solemne de la historia de la Humanidad, Dios sell ó con Moisonte Sina í una Alianza o Testamento, por la cual adoptaba al pueblo israelitao pueblo suyo y se compromet í a a protegerle y librarle de todos los enemigos, az que derrochaba sobre é l la abundancia de sus dones divinos. La parte de la

    nza que el pueblo deb í a guardar era cumplir los mandamientos de Dios, o Decalogoitos en las dos tablas de la Ley. En la primera tabla se hallaban inscritos oados los tres primeros preceptos, que se refieren a las relaciones para con Dios

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    ú s. El d é cimo mandamiento, que completa la materia del s é ptimo .-y sobre el quendo Cristiano" publicar á a su tiempo otro folleto-, dice precisamente: "Noiar á s los bienes ajenos", y, por tanto: no retendr á s lo que en justicia se debeotros.

    ERECHO DE PROPIEDAD:UNCION INDIVIDUAL Y SOCIAL

    pu é s de haber creado a nuestros primeros padres, Ad á n y Eva, dijo Dios: "Crecedltiplicaos y llenad la tierra; sometedla y dominad..., sobre todo cuanto vive yueve sobre ella" (Gen 1, 28). Toda la tierra, con su abundancia de materiasas y sus variadas manifestacion é s de vida vegetal y animal, la puso Dios bajoominio o posesi ó n del hombre. Al servicio, se entiende, no de unos hombresminados, sino de toda la humanidad sin distinci ó n, puesto que a nadie excluyso de esos bienes para la conservaci ó n y perfeccionamiento de la propia vida.

    é ndose de los bienes materiales, pueden los hombres todos satisfacer sussidades materiales y tambi é n, en parte, las espirituales.

    Hablando de este destino universal de los bienes materiales escrib í a hace pocoss el Papa Pablo VI: "Si la Tierra est á hecha para procurar a cada uno los mediosbsistencia y los instrumentos de su progreso, todo hombre tiene el derecho de

    ntrar en ella lo que necesita". Y el ú ltimo Concilio ecum é nico record ó tambDios ha destinado la tierra y todo lo que en elia se contiene para uso de to-os hombres y de todos los pueblos, de modo que los bienes creados deben llegaros en forma justa, seg ú n la regla de la justicia, inseparable de la caridad".

    Ante esa doctrina, considerada a la luz de la realidad econ ó mico-social, surgent á neamente en la mente de todos esta pregunta: ¿han sido los bienes materialesgados por Dios a la humanidad, como tal, o bien su posesi ó n puede y debe

    tirse entre los individuos, las comunidades -familias, asociaciones,municipios-Estado? Ciertamente, no consta que Dios hiciera un reparto concreto. Ha sido elbre quien, constituido en autoridad social, ha ido trazando las normas convenien-ara esa distribuci ó n, para que as í , el disfrute de los bienes se haga de unaa pac í fica y ordenada, seg ú n las necesidades o posibilidades de los distintosiduos, grupos v naciones. Una cosa debe respetarse siempre y es que cualquier

    nizaci ó n que la ley o la costumbre hagan de esa distribuci ó n -lo que constituyerecho de propiedad- debe proveer.

    pulorum progrejsio, num. 22.udium et Spes, n ú m. 69, 1.

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    as necesidades de todos los hsmbres, para que todos, como m í nimo, lleven unadigna, y se evite, por tanto, que unos pocos naden en tal abundancia que dejenunos, o a muchos de los dem á s en la miseria material.

    derecho de propiedad, por tanto, est á subordindo al derecho natural primario quelos hombres tienen de vivir dignamente usando los bienes materiales necesarios

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    ello. La forma concreta de organizar la propiedad -que Dios dej ó al ingenioombre y a las instituciones de los pueblos- debe servir el fin individual -lassidades del individuo, de las familias y comunidades- y el fin social -lassidades de la naci ó n y aun de toda la familia humana-. Por eso, la mejorici ó n del derecho de propiedad no es la de los jurisconsultos romanos: "el

    cho de usar, de gozar y de abusar de una cosa a voluntad, con exclusi ó n de l

    á s, dentro de los l í mites de la ley'', sino m á s bien esta otra: "El derecho der y de disponer de las cosas, coomo, de un bien propio, en orden al bien co-

    l derecho de propiedad debe salir la riqueza para todos, pues, como escribe Santoá s de Aquino: "en cuanto al uso o disfrute, el hombre no debc poseer los bienesnos como si fueran propios, sino como si fueran de todos". En este sentido han

    ñ ado los padres y doctores de la Iglesia que los hombres est á n obligados aar a los pobres que todav í a puedan existir, a pesar de una d í stribucion justa deopiedad y, por cierto, no solamente con los bienes superfluos'. Y que quien seentra en

    Gaudium et Spes, n ú m. 69.

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    ma necesidad. tiene derecho a tomar de Ins bienes aienos lo necesarios paraarse de ella.

    moralistas cristianos demuestran que el derecho de una propiedad m í nima estrdo con la naturaleza del hombre -lo llaman derecho n á tural secundario- conhas y variadas razones:

    hombre tiene el derecho y el deber de conservarse y mantenerse a s í mismo, n

    á ndose al momento presente. sino previendo tambi é n el futuro mediante el acopion cierto patrimonio.ene tambi é n derecho a fundar una familia y a tomar todas las medidas necesariasasegurar el futuro de esa familia por medio de un patrimonio o una herencia des, no s ó lo de consumo, sino de producci ó n.evoluci ó n rnoderna de la sociedad nos muestra hasta qu é punto queda malparadaertad de la nersona humana cuando cesa el derecho de propiedad privada de losiduos, familias y comunidades por imposici ó n de la autoridad pol í tica. Bastajemplo, con limitar la alimentaci ó n a una persona para convertirla en un serl y f á cilmente manipulable a voluntad.sa propiedad asegura la paz social. En efecto, si la persona puede llegar acomo propia su casa y una propiedad rentable, vera su estabilidad familiar y

    l asegurada y trabajar á con m á s serenidad y productividad.Asimismo, cuando el hombre es propietario de unos bienes, los administra yume con una mayor econom í a y cuidado para beneficio de la sociedad.

    rresponde al Estado regular el derecho de propiedad, de acuerdo con la justiciabutiva, y los modos leg í timos cie adquirirla, para asegurar as í que se cumpla

    n social. Cuando el bien conl ú n lo exija, el Estado, en virtud de ese derechogilancia, podr á expropiar ciertas propiedades para que sirvan temporalmentedirectamente al bien publico, o bien modificar mediante impuestos, que consigan

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    mejor redistribuci ó n de la renta, el r é gimen concreto de propiedad. Sinrgo, la Iglesia no deja de recordar a todos que el derecho de propiedad de las

    onas, familias y sociedades es anterior al Estado mismo. Este no tiene derecho,tanto, de anular l á propiedad privada o de restringirla de tal modo que lara pr á cticamente inexistente. Su misi ó n es regularla y ordenarla al bien comuprimirla.

    puede exagerar de tal modo la funci ó n individual de la propiedad que se lleguestema del liberalismo o capitalismo puro, que tanta importancia tuvo en laom í a del siglo pasado. Se puede tambien exagerar el car á cter social que see a un r é gimen de propiedad seg ú n el cual el Estado es el ú nico propietario deueza del pa í s y de los medios de produccion. Este los distribuye a cada unon crea conveniente. En su rorma extrema, es el caso del socialismo en su formaista o comunista '.

    os dos sistemas se oponen a la doctrina social cristiana y se basan en unaepci ó n filos ó fica falsa de la naturaleza individual y social del hombre.l piano concreto de las realidades hist ó ricas, no se han dado nunca puros y,

    d ó jicamente, han tenido mucho que ver el uno con el otro, aunque sea poraste. Como suele suceder, "los extre-

    ra ver el lugar que han ocupado estos sistemas dentro de la evoluci ó n deion social, cons ú ltese: La Iglesia y el orden social. folleto Mundo Cristiano,

    m. 75.

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    se tocan", y as í , la forma extrema de marxismo es, a su vez, como reconocen losmos economistas socialistas, la forma m á s pura de capitalismo: el capitalismo del

    do.

    AS QUE PROHIBE ELTIMO MANDAMIENTO

    hemos visto m á s arriba que el s é ptimo mandamiento de la Ley de Dios proh dano al pr ó jimo en sus bienes. El Catecismo de la Doctrina Cristiana nosa muchas de las distintas violaciones que caben del derecho de propiedad: el, el fraude, el robo o rapi ñ a, la usura, etc. A é stos se asimilan otros varios

    dos que se cometen con frecuencia en la vida econ ó mico-social: no pagar el jus-ario a los empleados y obreros, ni hacer posible la leg í tima participaci ól debido rendimiento en el trabajo estipulado; servirse de la miseria privada o

    a escasez p ú blica para enriquecerse con una injusta subida de precios; noplir los deberes del cargo, perjudicando as í a un tercero o a la misma sociedad,

    atecismo de la Doctrina Cristiana, Tercer grado, Textoonal, tercera edici ó n, p á g. 133. Recomiendo especialmenteedici ó n del Catecismo. Las introducciones que tiene cadaí tulo son un modelo de claridad expositiva, de sistemati-n doctrinal y de contenido b í blico. Es de lo meior sue

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    e en su g é nero en todo el mundo.

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    hurto

    Hurtar significa no s ó lo sustraer secretamente a al guien una cosa contra suntad, sino, en general, tomarar y retener cualquier cosa contra la voluntad

    í tima de su due ñ o '.

    uando la apropiaci ó n se hace manifiestamente por medio de amenazas y violencias,mete un hurto cualificado que llamamos rapi ñ a o robo. Este es, evidentemente,al m á s grave que el simple hurto. Otro tipo de hurto cualificado es el peculado,

    consiste en la sustracci ó n de alguna cosa del bien de la comunidad. Este, lomo que el sacrilegio consistente en robar un bien destinado al culto sagrado,

    bien servirse de é l para la satisfacci ó n de la propia necesidad o ambici

    elve una malicia especial.

    El hurto es de suyo pecado grave. San Pablo lo coloca expresamente entre losdos que excluyen del reino de Dios (l Cor 6, 9-10). La culpa de un hurtominado, sin embargo, puede ser leve por la imperfecci ó n del acto -por falta dertencia o consentimiento plenos- o por parvedad de materia.

    n cada caso concreto mediremos la gravedad por el da ñ o que sufra el individuotima ael robo, sin descuidar el da ñ o causado ai bi è n com ú n o p ú blico, pues, conobos desapar è ce la confianza y la seguridad de los individuos entre s í y con ldad. Por culpa de ellos debe el Estado invertir grandes sumas de dinero enuciones de defensa y pesquisa. De ah í que el l í mite entre culpa leve y grave,

    caso de hurto, sea fluido y no siempre f á cil-

    Vid. Catecismo Romano, B.A.C., n ú m. 158, p á g. 812.

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    e detectable. Depender á de la magnitud del bien hurtado y de la ofensa personaleciba el damnificado. Por esta raz ó n, el hurto de un objeto peque ñ o que, sin

    argo, tiene un valor sentimental o hist ó rico especial para cierto sujeto, puedeecado mortal.

    e tambi é n importancia, en la determinaci ó n de la gravedad del hurto, el hechoue el perjudicado sea rico o pobre. Unas pesetas tomadas a un pobre, y creo quei é n a una instituci ó n deficitaria -aunque maneje sumas importantes de dinero-,en constituir materia grave; mientras que una cantidad mucho mayor sustra í

    n tiene medios materiales en abundancia, puede no pasar de ser pecado venial.

    este punto existe una casu í stica moral muy abundante, demasiado abundante, sin. Los te ó logos tratan de encontrar un criterio objetivo, movidos especialmente

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    a necesidad de precisar cuando existe obligaci ó n estricta de restituir. Asejemplo es bastante com ú n entre moralistas fijar como cantidad objetivamentee aquella que pudiera servir para el sustento de un d í a, seg ú n la categorrsona da ñ ada'. Decimos objetivamente, pues en la cualificaci ó n moral de lasnes de hurto intervienen factores subjetivos, como son la conciencia mo-el ladr ó n. As í cuando é ste crea haber cometido un pecado grave, aun cuando la

    dad sea peque ñ a, el hurto es grave.

    n la definici ó n de hurto hemos incluido el elemento: "contra la voluntad de suetario". De acuer-

    d, Birngruber. La moral del seglar, Patmos n ú m. 73,ina 468.

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    con esto, !a gravedad ser á tanto mayor cuanto lo sea la ofensa que haya

    ido e ì damnificado, y tan to menor cuanto mayor sea su voluntad, expresa oita de transigir con aquella sustracci ó n de bienes.

    qu í podemos aludir a los hurtos dom é sticos, cometidos por personas que viven enasa: los hijos, las empleadas del hogar y, en algunos casos, la esposa, yi é n el esposo, cuando se tratara de bienes propios de la esposa. Con relaci

    o de dinero, u otros objetos de la casa, por parte de los ni ñ os, la norma esderar s ó lo pecado grave una suma mayor que la que ser í a preciso para un hurto

    personas extra ñ as '. La raz ó n es que los padres no suelen indignarse tanto porstracci ó n del dinero como por la manera de llevarlo a cabo: por la falta deanza que el ni ñ o demuestra al no pedir a sus padres lo que necesite o desee.e este punto de vista, los padres no deben tomar a la ligera esos pe quenos

    s, pues el abuso de confianza que demuestran puede ser un elemento desastrosoformaci ó n del pequeno. Los ni ñ os que hurtan en la casa lo har á n f á cilme

    u é s siempre que la ocasi ó n se ofrezca. Sin embargo, en estos casos, los padreseben dejar de considerar la posibilidad de que sean ellos recponsables en parteesa falta de confianza en el nino, quiz á porque lo tratan con demasiada

    ñ er í a. Este es normalmente el caso trat á ndose de hijos adultos que trabajan engocio familiar y que no reciben un jornal proporcional a ese trabajo. El padre

    nable dar á al hijo o a la hija una cantidad que corresponda a su nivel social,ñá ndoles a administrarla y gastarla adecuadamente, y a ser generosos con su

    o en remediar las necesidades de personas e instituciones.

    aso de sustracci ó n de v í veres para uso propio, tanto por parte del ni ñ o como

    mpleada del hogar, debe considerarse m á s como una satisfacci ó n de la gula queo un hurto propiamente dicho. No as í en el caso de dinero o de objetos de valor;plican entonces los criterios normales, considerando el hecho del servicioé stico y la confianza que incluye como agravante.

    anto hemos dicho sobre los hurtos de los ni ñ os, puede aplicarse, matizandoenientemente, a la esposa. Cuando el esposo se muestra mezquino en darcesario para la marcha del hogar y, con todo, exige una buena cocina, un buencio y una presentaci ó n elegante de la esposa, no se podr í a tachar de robo el

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    a esposa saque ocultamente de los bienes comunes o gananciales, y sin previacaci ó n del marido, lo que razonablemente se requiere para la casa o para losá s gastos.

    ay dos causas excusantes del robo que son: la extrema necesidad, de la ya hemosado al tratar el derecho de propiedad, y la culta compensaci ó n. Esta ú

    ste en que el acreedor tome ocultamente lo que se le debe cuando ha perdido yasperanzas de recuperar la deuda. En la pr á ctica, la oculta compensaci ó n de peligros, pues se presta a multitud de alucinaciones y deudas imaginadas.

    m á s, en toda sociedad organizada nadie puede tomarse la justicia por su mano. Seerir í a para hacer l í cita la oculta compensaci ó n, que no hubiera otro modo deperar por v í a legal la deuda, sin grande incomodidad. Por eso la ocultapensaci ó n debe des aconsejarse generalmente.

    ara terminar este resumen de la moralidad del hurto, hay que recordar que loss leves repetidos pueden llegar a constituir pecado grave ya sea por laci ó n de llegar poco a poco a una cantidad importante, ya porque se acumulan deo las cantidades robadas hasta constituir una suma importante. As í ,

    plo, el que tenga el vicio de sustraer art í culos de una tienda o supermercado,ue sean de poco valor: un objeto de bisuter í a barata, un disco musicale ñ o, puede f á cilmente pecar mortalmente por acumulaci ó n de materia.

    fraude

    Se entiende por fraude el enga ñ ar al pr ó jimo en un negocio legal ya sea aluir el contrato, o ya entregando mercanc í as adulteradas como genuinas, en-ando en el peso, no cumplimiendo las especificaciones del pliego de condicionesna obra de construcci ó n o, finalmente, falsificando documentos o facturas.raciadamente el pecado de fraude es una de los m á s frecuentes en la actualidad yemasiados los que lo pasan por alto con ligereza.

    Cabr í a asimilar al fraude el comportamiento de aquellos que habiendo asumido uno o cargo, p ú blico o privado, descuidan notablemente su cumplimiento sinnciar por ello a la parte proporcional de paga. Por supuesto que en todos esoss, lo mismo que en caso de hurto simple, se requiere la restituci ó n para que eldo pueda ser perdonado.

    os. que es la Verd3d personificada, detesta todos esos fraudes nacidos de laira y la injusticia. As í se dice en el Levitico: "No hag á is injusticia, ni enuicios, ni en las medidas de longitud, ni en los pesos ni en las medidas decidad. Tende balanzas justas, pesos justos" (19, 35-36). "El cristiano -dicegruber-- no debe imitar las pr á cticas de los hijos del mundo. La honradez en

    los aspectos debe ser su adorno principal. Es posible que as í no llegueanta rapidez a la riqueza. Pero bien comprobada est á la sabidur í a del proverbiodice que "el que bien obra nunca llega tarde", y tambi é n, a ñ adimos nosotros,

    refr á n catal á n "el pecat f à forat", -en el pecado se encuentra la penitencia.

    La rapi ñ a o robo

    ientras que el robo es una sustracci ó n de los bienes de alguien secretamente, lañ a es una apropiaci ó n indebida hecha abiertamente y acompa ñ ada de alguna

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    ncia f í sica o moral. Por eso la rapi ñ a es de suyo un pecado m á s grave, comoos ya visto, pues a ñ ade ala injusticia del hurto la injuria personal al duen el ladr ó n aventaja en fuerza o poder.

    ara evaluar moralmente la gravedad del robo hay que tener en cuenta, ademo hemos dicho para el hurto, el tipo de violencia infligida al due ñ o.

    n este cap í tulo de faltas contra el s é ptimo mandamiento habr í a que incluir unú mero de violaciones que tienen lugar en la sociedad moderna y que se des-

    n en los extensos tratados de moral. He aqui algunas de ellas:

    1) Defraudar al empleado su justo salario o imponer, tom à ndo ventaja de lai ó n de fuerza al negociar, unas condiciones injustas o no aceptadas li-ente por la parte m á s d é bil. normalmente el obrero o empleado. En algunos casose puede ausar de su situaci ó n de fuerza es el sindicato, que bajo la amenaza dehuelga no justificada, por ejemplo, pudiera hacer valer unas condicionesactuales abusivas. Este delito es reprobado en la Sagrada Escritura conras dur í simas: "Porque el jornal de los obreros que han segado vuestros campos,

    udado por vosotros, clama, y los gritos de los segadores han llegado a oe ñ or de los ej é rcitos"5, 4).

    DefIaudar al fisco, por parte del ciudadano o empresas imponer cargasoporcionadas por parte de lcs oficiales de la Administraci ó n p ú blica, po-an tambi é n considerarse aqu í . La cuesti ó n de la defraudaci ó n del fisco es un temaactual, no s ó lo en nuestro pa í s sino pn muchos otros. El problema es complejo yelve un c í rculo vicioso: la Administraci ó n exajera los l í quidos imponibles parapensarse del fraude; los contribuyentes falsifican sus declaraciones paranderse del Fisco. Royo Mar í n' resume la materia en los siguientes principios:a autoridad leg í tima tiene perfecto derecho a imponer a los ciudadanos los

    os que realmente necesita para atender los gastos p ú blicos y promovern com ú n.as leyes que deterlTlinan tributos justos obligan en conciencia, o sea bajodo ante Dios. c) La infracci ó n de las ieyes que determinan los impuestos ytos justos quebranta la justicia legal, y muy probablemente la justiciautativa, e impone, por consiguiente. la obligaci ó n de restituir.n embargo, si los tributos impuestos por la au-

    Royo Marin, O. P., Trologia moral para seglares.1. n ú m. 783.

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    ad p ú blica fueran manifestamente abusivos, en la parte que excedieran de lono obligar í an en conciencia ni inducir í an el deber de restituir.

    ) Son reos tambi é n del pecado de rapi ñ a los que defraudan a sus acreedores,niendo suspensiones de pago fraudulentas o slmplemente negando sus deudas.

    Tambi é n son reos de robo los especuladores, que, en tiempo de carest í a, acaparanonden art í culos de necesidad, provocando as í un recargo indebido en los precios

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    a escasez de materias primas.ue acapare el trigo, aice la Escritura, le maldice el pueblo" (Prv 11, 26).

    Parecido tambi é n es la exacci ó n o chantaie, en la que alguien se procura,ante amenazas, una ventaja de cualquier especie. Si la presi ó n que se haceante este soborno hiere directamente la libertad y la dignidad del que la

    ce, y si el objeto del soborno es importante, el pecado es grave.

    ajo este cap í tulo habr í a que incluir los monopolios injustos, o los ama ños entre empresarios y contratistas, con el fin de conseguir un lucro injusto

    detrimento del cliente, o del p ú blico, que es quien paga a la larga.

    Entre los pecados que tienen que ver tambi é n con el robo est á la usura.gruber la define en estos t é rminos: "un delito por el que alguien, aprovech áde la ligereza, la necesidad o la inexperiencia del pr ó jimo, exige de é luci ó n francamente desproporcionada con el pr é stamo que le hizo". La ley

    é determinados tipos de inter é s legal seg ú n las transacciones. El interngado, cuando se aparte ligeramente de este inter é s legal, seg ú n el tipo de

    o que envuelve la operaci ó n, es leg í timo El que sea notablemente superior es unil í cito. La figura del usurero, que las literaturas de todos los tiempos nosntan, ha ido pasando afortunadamente a la historia, gracias a la generalizacir é dito oficial y bancario, pero no por eso han dejado de darse totalmente esosditos usurarios. Sucede, por eiemplo, en algunos casos; de ventas a plazos, o destamos a largo plazo, que el inter é s, aunque parezca de tipo legal, alcanzaes muy elevados, pues se sigue aplicando sobre el pr é stamo inicial y no sobre

    ntidad que resta despu é s de cada amortizaci ó n.

    da ñ o injusto

    cap í tulo importante de faltas contra la propiedad, la constituye la Ilamadata damnificaci ó n o da ñ o injusto. Lo comete aquel que causa un perjuicio a laedad del pr ó jimo sin que se siga de eno ning ú n lucro propio. As í , por ejempIo,e incendia una propiedad ajena, o el que destruye unos instrumentos de trabajoempresa que contrata sus servicios.

    da ñ o injusto es, de suyo, lo mismo que el hurto, un pecado grave contra lad de la justicia que nos manda respetar los derechos y los bienes de lana ajena. Lleva consigo, adem á s, la obligaci ó n de restituir siempre y cuando la

    nificaci ó n haya sido verdadera, eficaz y formalmente injusta. Expliquemosemente estos t é rminos, pues son de aplicaci ó n constante en la vida pr á ctica1os permitir á n determinar cu á ndo hay obligaci ó n estricta de restituir por da

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    ) Decimos que el da ñ o es una verdadera injusticia cuando lesiona un derecho realr ó jimo. As í , por ejemplo, el vecino de la acera de enfrente no podr í a acusarm

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    a ñ o realmente injusto -aunque se tratara de un da ñ o real- porque le quito lass al edificar en mi propio solar, siempre y cuando mi edificacion se ajuste ardenanzas municipales. Pero s í que habr í a un da ñ o real cuando repartiera poritismo unos beneficios econ ó micos con perjuicio de aquellos a quienesspondieran esos beneficios en estricta justicia.

    a damnificaci ó n es eficaz cuando la acci ó n no s ó lo procede de mala intencisaria para que haya pecado-, sino que adem á s es causa eficaz del da ñ o y no s

    ó n d e é l. As í , el que en una pelea hiere levemente a otro, quien por laricia del m é dico que le atiende tarda mucho en sanar, est á obligado a laaci ó n del da ñ o que caus ó con la herida, pero no al que lleva consigo la largaalecencia, ya que la causa formal de é ste fue el m é dico.

    Que el da ñ o sea formalmente injusto equivale a decir que haya culpa moral oó gica, es decir, verdadera imputabilidad en cuanto que el da ñ o se previ ó

    g ú n modo y no se hizo nada por evitarlo. Sin embargo, aun en el caso que existaa meramente jur í dica, es decir, cuando hubo simple negligencia, hay obligacistituir despu é s de la sentencia condenatoria del juez. C ó mo puede obligar esta

    ncia siendo as í que no hubo culpa moral alguna? El bien com ú n exige que losbres sean cautos en el desempe ñ o de sus deberes profesionales; la sentencia mismauez, por esta raz ó n, es la que da origen a la obligaci ó n en conciencia dear.

    ste modo se condena a muchos por accidentes involuntarios de tr á fico.

    SAS QUE MANDA EL SEPTIMONDAMIENTO: LA RESTITUCIONA COMPENSACION DE DA ÑOS

    s é ptimo mandamiento del Dec á logo, en su aspecto positivo, nos manda respetar laedad ajena, dando a cada uno lo que le corresponde -lo cual es objeto ded de la justicia y nos impone adem á s la restituci ó n de la cantidad robada oida injustamente- Sin embargo, no podemos limitarnos a estas obligaciones queusticia estricta impone. Ve í amos, al principio de este trabajo, que losdamientos son exigencias del amor a Dios y del amor al pr ó jimo por Dios. Por, el s é ptimo mandamiento nos ordena tambi é n la claridad hacia los demas es-

    lmente a los pobres y necesitados, moral y materialmente-, y esto no s ó lomedios materiales a nuestro alcance, mediante la limosna, sino tambi é n d á nd

    de nuestro tiempo y de nosootros mismos, demostr á ndoles la compasi ó n necesariacticando con ellos las obras de misericordia corporales y las espirituales. ElPablo VI ha expuesto adem á s las obligaciones de caridad y solidaridad que

    n las naciones, unas con otras, en lo que respecta a la superaci ó n de lmes diferencias entre naciones ricas y naciones subdesarrolladas".na primera manera de vivir esa exigencia de ca-

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    Populorum progressio, n ú ms. 66-80.

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    es ser generosos en dar o prestar si pr ó jimo lo que é ste necesita para vivir

    amente, cuando é ste no puede remediar en justicia su situaci ó n. "PrestadCristo- sin esperanza de remuneraci ó n" (Lc 6, 35). "Le va bien -exclama David-r ó n que da y presta" (Ps 111; 5). Es tambi é n caridad delicada ocuparnos deú n trabajo o servicio en pro de los necesitados, de las obras ben é ficas y dera o apostolado. El apostolado bien hecho, que es un mandato de Cristo a todoseguidores, resume de modo admirable todas las obras corporales y espiritualesisericordia, y es, adem á s de un medio de promoci ó n sobrenatural, un modo deoci ó n humana integral.

    o que el estudio de las exigencias de justicia y caridad es tan amplio, nosaremos aqu í a hablar de la primera obligaci ó n de justicia que impone eltimo mandamiento: la reparaci ó n o compensaci ó n de da ñ os y perjuicios.

    iolaci ó n injusta del derecho de propiedad lleva consigo, adem á s de una ofensa a un quebrantamiento del orden externo social. Si el ladr ó n o el injusto

    nificador no hiciera nada para remediar la situaci ó n y se aferrara a ella, suud equivaldr í a a continuar pecando contra la justicia. Se exige, por tanto, porparte, el arrepentimiento interno y, por otra, el restablecimiento m á s perfectole del orden social.

    mo la justicia como tal obliga gravemente, la reparaci ó n, si es materia grave yle, es tambi é n seriamente obligatoria. La Sagrada Escritura as í lo exige:l imp í o se convirtiere de su pecado... y restituyere lo robado..., ciertamente

    á " (Ez 33, 14), para 30

    el arrepentimiento sea verdadero. De ah í que no basta confesar el pecado, hayi é n que hacer la restituci ó n, aunque el sacerdote hubiera omitido halde ella.

    bligaci ó n de restituir no cesa ni con la muerte del damnificado -en tal casor á repararse, herederos- ni del damnificador, pues si tienen bienes susderos est á n obligados a hacerla.

    ificultad est á , a veces, en la manera pr á ctica de llevar a cabo la compensacitituci ó n en cada caso particular, "pues -como dice Birngruber- ", habida cuenta

    ue el honor de la persona es superior a los bienes materiales, nadie debe estarado a una reparaci ó n siempre que ella le acarrease un grave quebranto en sur". Puesto que la vida es tan variada y se resiste a ser encerrada en f ó rmretas, no resulta f á cil dar normas que prevean todos los casos posibles. Es elble quien siente sobre su conciencia ese deber, el que ú ltimamente debe tra-

    e encontrar los medios convenientes.

    principio hay que restituir al perjudicado, esto es, al due ñ o, a sus herederosveces, a sus acreedores. La ley civil suele determinar el orden de prelaci ó

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    s casos de quiebra comercial, por ejemplo, y hay que atenerse a ella. Cuando noosible restituir al perjudicado porque se desconoce qui é n es, o porque son

    hos los da ñ ados en cantidades muy peque ñ as, o porque se pone en peligro la propiaa, entonces se recomienda entregar el dinero a obras ben é ficas, sociales u obrass, pues actuando as í se cumple el

    rngruber, ibidem.

    31I

    ocial de la propiedad. Si el da ñ o se ha causado al Estado, hay que reparar enipio al mismo Estado. "Pero -dice B. PTaring- como las instituciones deaci ó n y caridad se han dejado, en no pocas partes, al cuidado del Estado, es muy

    que las restituciones, en vez de ir a parar inmediatamente al fisco, seeen en favor de aquellos pobres o instituciones por las que el Estado debe

    esarse m á s en virtud de la justicia social o legal. En los pa í ses en los quedebido fundarse escuelas confesionales, que no reciben ninguna ayuda oficial, a

    de que los padres de familia que las fundaron tienen que contribuir, comos los dem á s, para las escuelas del gobierno, al tener que hacer una restitucitado, bastar í a dar para esas escuelas, que son el acreedor m á s inmediato del

    do".

    obligaci ó n de restituir no siempre presupone un hurto o un perjuicio. Puedeir que, sin haber quitado nada a nadie. alguien est é en posesi ó n de uno que no le pertenece, pero que é l crea, de buena fe, que es suyo. Mientrasesa buena fe, es l ó gico que no tenga obligaci ó n de desprenderse de é l. Perorgieran dudas fundadas a cerca de su propiedad, estar í a ob1igado a hacer las

    das diligencias para localizar al legitimo due ñ o. si esas pesquisas no die-esultado, seguir í a siendo el poseedor leg í timo del objeto.

    o aquel que sabc que la cosa que retiene no le pertenece, o el que teniendos positivas no hace ninguna investigaci ó n acerca del leg í timo propietario,poseedor de mala fe. No s ó lo est á obligado a

    lver el objeto a su propietario, sino tambi é n a entregarle los frutos queera haberle producido y a bonificar al leg í timo due ñ o por la ganancia perdida

    da ñ os que le ha originado.

    QUE NOS ENSE ÑA EL CATECISMO

    aigo a continuacion el texto del "Catecismo de la Doctrina Cristiana" referenteé ptimo mandamiento de la Ley de Dios.

    recho a la propiedad

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    ometed la tierra y dominad... sobre todo cuanto vive y se mueve sobre la tierra"1, 28), dijo el Se ñ or a nuestros primeros padres.

    Toda la tierra, con su fecundidad y abundancia de bienes y fuerzas, la puso Diosvicio del hombre, para que, con su trabajo, encontrara en ella los mediosel necesario sustento. Al servicio, se entiende, de todos los hombres, pues a

    excluy ó del uso de los bienes para la conservaci ó n de la propia vida.

    o hombre, pues, tiene derecho a poseer algunos bienes, de los que pueda usar yoner para s í mismo, sin ser turbado en su disfrute por los dem á s. Esto es laedad que lamamos privada, y que es una consecuencia o extension del derecho aa.

    * * *

    tamente, Dios no hizo un reparto o distribuci ó n de los bienes. Es la Autoridadl la que debe trazar las normas convenientes para que todos puedan, de maneraí fica y ordenada, Ilegar a tener los bienes

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    necesitan para su vida. Ser í a contrario a la dignidad y libertad de la personaana que la sociedad o el Estado se apropiara de todos los bienes y noitiera a cada uno bienes propios. As í como ser í a tambi é n faltar a su misi óitiera una injusta distribucion de las riquezas, por la que unos poseye-

    anto que dejaran a los dem á s sin nada.

    ociedad debe, pues, regular los modos leg í timos de adquirir la propiedad, aso ordenar su uso, para que se cumpla el fin establecido por Dios, a saber, que

    ienes sirvan para el bien de la comunidad humana.

    la propiedad sea un derecho sancionado por Dios lo est á diciendo el dec á logoé ptimo y en el d é cimo mandamientos. Jesucristo no la conden ó , aunque s í cond

    busos. San Pablo recordaba a los cristianos de Efeso: "El que robaba, ya no antes bien, af á nese trabajando con sus manos en algo de provecho para poderl que tenga necesidad" (A los Efesios, 4, 28). Y cuando en sus Cartas mencionaecados que Ilevan al infierno, nunca faltan los pecados contra la propiedad.

    s pecados proceden, a veces, de la mala voluntad contra el pr ó jimo, para hacero; pero m á s frecuentemente de la ambici ó n de riquezas. Olvidamos que las riquezas

    a son buenas cuando nos conducen al servicio de Dios y del pr ó jimo; pero no louando ponemos nuestro coraL6n en ellas m á s que en los bienes del alma.

    e ñ or nos amonesta: "No allegu é is tesoros en la tierra donde la polilla y eln los corroen y los

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    nes horadan y los roban. Atesorad tesoros en el cielo... Donde est á tu tesoro,í est á tu coraz ó n" (Mt 6, 19-21). Y en otra ocasi ó n dec í a: "Qu é dif í cilmeun rico en el reino de los cielos. Es m á s f á cil que un camello entre por ele una aguja que el que entre un rico en el reino de los cielos". Oyendo esto

    isc í pulos se quedaron maravillados y dijeron: "Qui é n, pues, podr á salvarse?á ndolos, Tes ú s les dijo: Para los hombres, imposible, m á s para Dios todo es

    le" (Mt 19, 24-26).

    osible, ciertamente, que el rico se salve si sabe hacerse pobre de esp í ritea sin poner su coraz ó n en las riquezas y emple á ndolas al servicio de Dios;Projimo. "Bienaventurados los pobres de esp í ritu, porque de ellos es el reino

    s cielos" (Mt 5, l).

    cristo nos da con su divino ejemplo la doctrina justa sobre las riquezas, puesdo rico, se hizo pobre por amor nuestro, para que vosotros fueseis ricos por sueza" (II a los Corintios, 8, 9).

    joven rico que quer í a seguirle le dijo: "Si quieres ser perfecto, ve, vende

    o tienes. y dalo a los pobres y tendr á s un tesoro en los cielos, y ven yueme" (Mt 19, 21).

    ca han faltado en la Iglesia seguidores de Cristo en ese camino de perfecciuales, dejando los bienes de la tierra, han seguido al Se ñ or en busca deienes del cielo.

    e ñ or nos manda: Buscad, pues, primero el reino de Dios y su justicia, y todasem á s cosas se os dar á n por a ñ adidura" (Mt 6, 33).

    hoso el que sabe hacerse pobre de esp í ritu, tenga

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    tenga riquezas, siguiendo a Cristo pobre. Desdichado de aquel que pone suó n en las riquezas, las tenga o no las tenga, con olvido de los verdaderos

    s eternos.

    á l es el s é ptimo mandamiento de la Ley de Dios?é ptimo mandamiento de la Ley de Dios es: No hurtar á s.

    é nos manda el s é Ftimo mar?damiento de la Ley de Dios?é ptimo mandamiento de la Ley de Dios nos manda respetar los bienes ajenos.

    é proh í be el s é Ftimo mandamiento de la Ley de Dios?é ptimo mandamiento de la Ley de Dios proh í be hacer da ñ o al pr ó jimo en sus

    s.

    é es hurtar?ar es quitar o retener una cosa ajena contra la voluntad de su due ñ o.

    m á s del robo, hay otras maneras injustas de aprovecharse de los bienes ajenos?m á s del robo, hay otras maneras injustas de aprovecharse de los bienes ajenos,

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    o son la usura y el fraude.

    é es la usura?sura es no dar el justo peso y medida o dar una cosa por otra.

    la vida social qu é pecados suelen cometerse contra el s é ptimo mandamiento de la

    de Dios?a vida social suelen cometerse contra el s é ptimo mandamiento varios pecados,

    o son: no pagar el justo salario a los empleados y obreros; no dar el debidomiento en el trabajo; servirse de la miseria privada o de la escasez p úenriquecerse con injusta subida de precios; no cumplir los deberes del cargoitiendo que se perjudique al pr ó jimo o al bien com ú n.

    ó mo peca el que roba o hace da ñ o al pr ó jimo en sus bienes?ue roba o hace da ñ o al pr ó jimo en sus bienes peca mortalmente si el da ñ

    e, y venialmente si el da ñ o es leve.

    A qu é est á n obligados los que han robado y han hecho da ñ o al pr ó jimo en suss?que han robado o han hecho da ñ o al pr ó iimo en sus bienes est á n obligados a

    uir lo mal adquirido y a reparar cuanto antes los darios culpablementeados.

    giaa sagrada Liturgia nos presenta en algunas Misas el pasaje del Evangelio que

    a el episodio del cobrador de tributos, Zaqueo, en cuya casa se dign óedarse Jesucristo. La profesi ó n de Zaqueo le pon í a en peligro de faltar a la

    ia, y expresando su buena voluntad dijo a Jes ú s: Se ñ or, doy la mitad de miss a los pobres, y si alguien he defraudado le devuelvo cuatro veces m á s9, 8).

    i ó né strate propicio, Se ñ or, a nuestras plegarias, y despu é s de que aceptes las

    das y las oraciones de tu pueblo, atrae hacia Ti los corazones de todos,que, libres de la codicia de las cosas, pasemos a desear las celestiales.

    (Secreta de la Dominica XXIV despu é s de Pentecost é s).

    erda

    u é aprovecha al hombre ganar todo el mundo, si pierde su alma!" (Mt 16, 21).

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