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sombra en el es· ejo IVONNE ROBLES MOHS literaria. milia Macaya no sólo se ha distinguido como una de las investigadoras más serias de la Escuela de Filología de la Universidad de Costa Rica, sino que, precisamente, la conjugación de sus diferentes inquietudes intelectuales convocó también la práctica Con La sombra en el espejo, recientemente publicada por la Editorial Costa Rica, Emilia Macaya se revela como narradora, como agente material que individlláliza una dinámica histórica particular: un diálogo de escrituras. La estructuración de la serie de los ocho relatos conforma un tejido de voces, de citas, de intertextos, anunciado en los propios títulos: "Medea", "Midas", "Alcestes", "Eva","Greta", "Fedra", "Pigmalión" y "Adriadna", y en los epígrafes de Eurípides, Alfonso Crespo, John Bainbridge, Ovidio, Catulo y Hesíodo. Sin embargo, esta remisión explícita no destruye la multivalencia del conjunto, porque lo inaugurado se desplaza de inmediato; es decir, con acierto, la autora se inclina por citar en forma de fuga, por tematizar discontinuamente. En consecuencia, la presentación de informaciones convergentes desde textos alejados, distantes, redunda en la posibilidad de conjugar lo clásico, Jo mitológico, con Jo contemporáneo, o lo contemporáneo como mostración oe una situación milenaria, y, en lo contemporáneo, la actualización mítica, el nuevo significante, el nuevo símbolo. Desde tal perspectiva, el sentido de cada texto y del conjunto total brota del juego de los dos espacios básicos: el secuencial -la propia sucesión de las frases- y el aglomerativo -la correlación con otros sentidos exteriores-. Secuencial y aglomerativamente, La sombra en el espejo regula Ja diversidad plural sobre un flujo expansivo y retomante: el tejido cultural de Ja identidad femenina, así, el marco de las calificaciones sociales atribuido a Ja mujer opera como medio para el autorreconocimiento por la vía de los sucesos protagonizados, en último término, esta anagnórisis por exhortación delata la distancia de la mujer respecto de sí misma, del mundo que la ha separado y del compañero que Ja ha devaluado. La unidad en Jo vario devela, pues, el conjunto de estructuras sociales que han hecho de Ja mujer un ser sin definición, sin contornos, por consiguiente, la sombra en el espejo; pero si esto lo demarca la distancia apuntada, la misma constelación situacional, el grabado de la portada y colocado también al final de las narraciones -un Santoanastasio- y el epílogo instituyen la apertura, la búsqueda de la autenticidad. · Pasa a Pág.4

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sombra en el es· ejo IVONNE ROBLES MOHS

literaria.

milia Macaya no sólo se ha distinguido como una de las investigadoras más serias de la Escuela de Filología de la Universidad de Costa Rica, sino que, precisamente, la conjugación de sus diferentes inquietudes intelectuales convocó también la práctica

Con La sombra en el espejo, recientemente publicada por la Editorial Costa Rica, Emilia Macaya se revela como narradora, como agente material que individlláliza una dinámica histórica particular: un diálogo de escrituras.

La estructuración de la serie de los ocho relatos conforma un tejido de voces, de citas, de intertextos, anunciado en los propios títulos: "Medea", "Midas", "Alcestes", "Eva","Greta", "Fedra", "Pigmalión" y

"Adriadna", y en los epígrafes de Eurípides, Alfonso Crespo, John Bainbridge, Ovidio, Catulo y Hesíodo. Sin embargo, esta remisión explícita no destruye la multivalencia del conjunto, porque lo inaugurado se desplaza de inmediato; es decir, con acierto, la autora se inclina por citar en forma de fuga, por tematizar discontinuamente.

En consecuencia, la presentación de informaciones convergentes desde textos alejados, distantes, redunda en la posibilidad de conjugar lo clásico, Jo mitológico, con Jo contemporáneo, o lo contemporáneo como mostración oe una situación milenaria, y, en lo contemporáneo, la actualización mítica, el nuevo significante, el nuevo símbolo.

Desde tal perspectiva, el sentido de cada texto y del conjunto total brota del juego de los dos espacios básicos: el secuencial -la propia sucesión de las frases- y el aglomerativo -la correlación con otros sentidos exteriores-. Secuencial y aglomerativamente, La sombra en el espejo regula Ja diversidad plural sobre un flujo expansivo y

retomante: el tejido cultural de Ja identidad femenina, así, el marco de las calificaciones sociales atribuido a Ja mujer opera como medio para el autorreconocimiento por la vía de los sucesos protagonizados, en último término, esta anagnórisis por exhortación delata la distancia de la mujer respecto de sí misma, del mundo que la ha separado y del compañero que Ja ha devaluado.

La unidad en Jo vario devela, pues, el conjunto de estructuras sociales que han hecho de Ja mujer un ser sin definición, sin contornos, por consiguiente, la sombra en el espejo; pero si esto lo demarca la distancia apuntada, la misma constelación situacional, el grabado de la portada y colocado también al final de las narraciones -un Santoanastasio- y el epílogo instituyen la apertura, la búsqueda de la autenticidad. ·

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.EA-tértninos de la coordenada espacial, los diferentes universos mostrados se desarrollan en un medio urbano, esto que, aparentemente, sólo constituye un informante, delimita toda la atmósfera indicia!: un estado de cosas, las circunstancias de un núcleo humano específico. Así, lo individual cede ante la regulación colectiva, en el caso de la mujer de La sombra en el espejo, los móviles éticos y hedónicos -patrones establecidos y dominio del varón- la doblegan, la anulan, a pesar de que casi siempre esta mujer es culta, ha reali!ado estudios superiores, ha viajado y hasta se ha incorporado en la fuerza laboral.

Conforme con el epígrafe de "Greta", donde Bainbridge apunta: "La boga del estilo Garbo alcanzó a todas las mujeres, convocando bajo un mismo afán a la vendedora de tienda como a la dama aristocrática", es claro el reglamento de conducta seguido por la mujer, de disfraces de la propia personalidad y de lo circundante. De este modo, la actante de dicho relato cifra la conquista de Rodolfo en los consabidos mecanismos: la eficacia de la moda, el resplandor de la belleza lograda por la magia del cosmético y la imitación del rostro de turno, para, finalmente, comprender, con dolor, que el ardid no ha surtido los efectos esperados: ella que trabajó con ahinco hasta que "el parecido resultase indudable" con la Garbo, descubre que Rodolfo "tenía por departamento" un santuario a Katherine Hepbrum.

Proyectivamente, los disfraces o máscaras permiten evadir la realidad objetiva y provocar el autoengaño y la anulación más devastadora, en "Midas", Estela consciente de que "su vida, dedicadamente a los otros -padres viejos, marido veleidoso, hijos, hermanas desvalidas, tías enfermas, suegros, cuñadas divorciadas- comenzaba a perder los tintes propios y los contornos definidos", y especialmente, de que Femando, su esposo, sólo seguía perteneciéndole a "medias", se refugia en la transfiguración total de la casa, en el recarga.miento excesivo de su decoración: cambio de cortinas, lámparas, alfombras y plantas, y en la actualización de la sacra costumbre: la cena de Navidad, programada para las 11 p.m.; tres horas antes, Femando, sin la minima consideración, le anuncia su partida definitiva

La anulación psíquica y fisica de la mujer también se particulariza en la amenaza que constituye para el varón la mujer intelectual, según la protagonista de "Alcestes", en el inicio de la relación de pareja, el hombre admira en esta mujer el encanto de sostener una "conversación interesante", de ser "independiente", "útil", capaz de producir y valer por sus propios medios; pero una vez efectuado el matrimonio, el esposo la concibe como "un monstruo de intelectualismo, de autosuficiencia, al que se debe hacer cambiar ... Así comienz:!!i a tener que morir todos los días. O mejor dicho, se inicia sobre ti la incansable labor de aniqu· miento". Aunque la reprobación es explícita, los móviles éticos silencian la denuncia pública, esta heroina ha sido capaz de hacerlo, de sentirse "más liviana", porque confiesa en el diván de su psiquiatra.

El juego del dominio masculino, de los medios preservadores, del desconocimiento del modo de sentir de la mujer, de la incomunicación de la pareja y del deterioro psíquico es patente en "Fedra"; cuya protagonista enhebra su catarsis en la epístola que nunca llegará a su destinatario. El encatezamiento de la misiva sintetiza la imposibilidad del reencuentro: '"1.jueriJo esposo. Sé que va a extrañarte mi carta. Es

tanto lo que nos separa, tanto lo que evitamos conocer el uno del otro, que la falta de noticias no sólo constituye la situación normal, sino el estado deseable para ambos"; el desarrollo referirá no sólo la muestra de su "horror": su relación con Aurora y la significativa llegada del hijastro, sino también la indiferencia y el silencio del presente ante el deslumbramiento del pasado: la pasión por su esposo, el "hombre prohibido" que conmocionó sus 16 años.

Asimismo, el deslumbramiento potencial un trato prístino en "Pigmalión'', en el cual Irene, al creer con "intensidad poética" que ha encontrado "el hombre de su vida'', renuncia a la l 53 paterna, renta mensual y Mercedes Benz, y se instala con Sergio en un pequeño apartamento. En la entrega definitiva, Irene revive el bramar del Mi"lotauro, el canto de Orfeo, el candente fur:go en el encuentro de U ranos y Gea; concluida la escena de amor y en la vivencia cotidiana, el Sergio poético, resulta un "ser extraño" insulso· ante tal descubrimien'to, Iren~. cae en la mayor desolación, y se niega a retirar el premio nacional por Erotikon, su libro de poesías.

Dentro de esta nota dominante se desarrolla "Medea". En efecto, el juego de instancias representadas por la de la vida diaria y por la que la actante pretende escribir a la luz de la historia de Medea y Jasón, informa del hechizo de la relación en sus primeros tiempos y de la dación total de la esposa, hasta llegar al deterioro de la estima por la infidelidad del varón, en consecuencia, la distorsión de la personalidad se concreta en la posible ve~ no obstante, las propias exigencias de lo cotidiano -en este caso atención al comportamiento del niño- hacen exclamar a la actante "Adiós, Medea. Una vez más debo ser Penélope".

En "Eva" y "Ariadna", el conflicto delata "una extensa soledad". En el primero, Rosa, la mujer comprometida con la revolución, la libertad y la hermandad, evade de ese modo su dolorosa realidad: la infancia en medio de la peonada, el denigrante amor con Luis Antonio, el hijo no deseado, el terror ante los padres, el aborto, el viaje a la ciudad y su vida de prostitutafEn el segundo, la orfandad afectiva surge de las promesas incumplidas, del no saber y comprender hacia dónde las circunstancias, cuál es el arribo, y de la desesperación ante la impotencia del compañero.

La articulación e integración de los presupuestos develados ponen de relieve Cómo cada relato, cada unidad narrativa, por medio de sus secuencias, alcanza el particular proceso estructural en función de una revisión totalizadora, por esto, en un amplio sentido, como se anotó líneas arriba, el macrodiscurso configura una entonación exhortativa, conativa, por la proyección temática, la iteración del grabado de la portada -una mujer que sale de entre los barrotes- y el epílogo: "Y Zeus llamó a esta mujer Pandora, porque todos los dioses de las moradas olímpicas le dieron algún don que se convirtiera en daño de los hombres alimentados de pan"; es decir, si la cultura occidental ha visto en la mujer la caída del varón, en La sombra en el espejo, la escenografia pone en acción el rostro zaherido, la sombra ... , el proceso de reconocimiento, el ser humano que tiene nombre y que ha empezado a comunicarlo ...

En'sintesis, con La sombra en el espejo, Emilia Macaya ha logrado dos aportes fundamentales en el desarrollo de la cuentística nacional: el complejo universo de las historias mostradas y el conjunto de procedimientos narrativos que le han permitido abstraer un nuevo significante de la tradición literaria, política y cinematográfica.