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1 Publicado en IMÍZCOZ, José María (director) Casa, Familia y Sociedad (País Vasco, España y América, siglos XV-XIX), Bilbao, Servicio Editorial de la Universidad del País Vasco, 2004. ISBN 84-8373-619-5, 487 páginas. Páginas 239-270. Fundar el linaje, asegurar la descendencia, construir la casa. La historia de una familia en Indias: Los Diez de Andino entre Asunción del Paraguay y Santa Fe de la Vera Cruz (1660-1822) Griselda Tarragó Universidad Nacional de Rosario – Argentina Universidad del País Vasco 1. Introducción: entre el archivo y la duda metodológica Hace ya muchos años la mirada atenta y entrenada de un eminente historiador argentino 1 me advirtió sobre las posibilidades que podría ofrecer lo que por entonces era un simple subtítulo dentro del abstract de los fondos del Archivo General de la Provincia de Santa Fe (Argentina) 2 . El archivo de la Familia Diez de Andino 3 se me presentó por entonces como un enigma de difícil resolución: testamentos, inventarios, cartas, cuentas, papeles sueltos de diversa índole que cubrían un arco temporal de casi dos siglos y “nombraban” a una cantidad impensada de personas, conformaban un universo de complicada aprehensión. Desandando el camino, una primera experiencia con las fuentes, me permitió una valoración diferente de la información: los testamentos de los cuatro cabezas de familia entre 1660 y 1822 4 tenían mucho que decir sobre los procesos económicos y sociales de este “espacio peruano” que la letra de Carlos S. Assadourian 5 había lanzado en la década del 70. Sin embargo, la duda metodológica que me señalaban los paradigmas historiográficos conductores me llevaban hacia el grado de “generalidad” y de “repesentatividad” que la historia de una sola familia distaba mucho de asegurar. Desde entonces mucha agua ha corrido bajo el puente de la historia y la acumulación de casos o la elaboración de series estadísticas ya no nos garantizan la seguridad epistémica de la objetividad, la generalidad o la representatividad. Una suerte de tendencia global a la “...progresiva descentración de los objetos del discurso científico del nivel de realidad directamente perceptible y manipulable por los seres humanos...” 6 , ha penetrado poco a poco también el campo de las ciencias sociales. La tarea posterior con cartas y cuentas agregó complejidad y riqueza al trabajo de archivo, conduciéndome a un ejercicio similiar al del desafío de armar un puzzel: una tarea lenta de ensayo y error, que en su lentitud y dificultad ofrecía las mejores Agradezco al Dr. José María Imícoz por su invitación a formar parte de esta obra y a mis colegas y amigos Darío Barriera, Elsa Caula Y Rafael Guerrero por la lectura previa de este trabajo y por sus constructivas y valiosas apreciaciones. 1 Al Dr. Juan Carlos Garavaglia, mi agradecimiento por aquella sugerencia que ha dejado una marca indeleble en mi relación con la historia. 2 En adelante AGPSF. 3 Colección Diez de Andino, en adelante CDA. 4 TARRAGÓ, Griselda “Los Diez de Andino: un linaje colonial santafesino (1660-1822)”, en Cuadernos de Historia Regional, núm. 16, Universidad Nacional de Luján, 1993, pp. 43-86. 5 ASSADOURIAN, Carlos Sempat El sistema de la economía colonial, Nueva Imagen, México, 1983. 6 CERUTI, Mauro “El mito de la omnisciencia y el ojo del observador”, en WATZLAWICK, Paul y KRIEG, Peter (Comps.) El ojo del observador. Contribuciones al constructivismo, Gedisa, Barcelona, 1998, p.51.

Tarrago Fundar El Linaje

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Publicado en IMÍZCOZ, José María (director) Casa, Familia y Sociedad (País Vasco, España y América, siglos XV-XIX), Bilbao, Servicio Editorial de la Universidad del País Vasco, 2004. ISBN 84-8373-619-5, 487 páginas. Páginas 239-270. Fundar el linaje, asegurar la descendencia, construir la casa. La historia de una familia en Indias: Los Diez de Andino entre Asunción del Paraguay y Santa Fe de la Vera Cruz (1660-1822)♦ Griselda Tarragó Universidad Nacional de Rosario – Argentina Universidad del País Vasco 1. Introducción: entre el archivo y la duda metodológica

Hace ya muchos años la mirada atenta y entrenada de un eminente historiador argentino1 me advirtió sobre las posibilidades que podría ofrecer lo que por entonces era un simple subtítulo dentro del abstract de los fondos del Archivo General de la Provincia de Santa Fe (Argentina)2. El archivo de la Familia Diez de Andino3 se me presentó por entonces como un enigma de difícil resolución: testamentos, inventarios, cartas, cuentas, papeles sueltos de diversa índole que cubrían un arco temporal de casi dos siglos y “nombraban” a una cantidad impensada de personas, conformaban un universo de complicada aprehensión.

Desandando el camino, una primera experiencia con las fuentes, me permitió una valoración diferente de la información: los testamentos de los cuatro cabezas de familia entre 1660 y 18224 tenían mucho que decir sobre los procesos económicos y sociales de este “espacio peruano” que la letra de Carlos S. Assadourian5 había lanzado en la década del 70. Sin embargo, la duda metodológica que me señalaban los paradigmas historiográficos conductores me llevaban hacia el grado de “generalidad” y de “repesentatividad” que la historia de una sola familia distaba mucho de asegurar. Desde entonces mucha agua ha corrido bajo el puente de la historia y la acumulación de casos o la elaboración de series estadísticas ya no nos garantizan la seguridad epistémica de la objetividad, la generalidad o la representatividad. Una suerte de tendencia global a la “...progresiva descentración de los objetos del discurso científico del nivel de realidad directamente perceptible y manipulable por los seres humanos...”6, ha penetrado poco a poco también el campo de las ciencias sociales.

La tarea posterior con cartas y cuentas agregó complejidad y riqueza al trabajo de archivo, conduciéndome a un ejercicio similiar al del desafío de armar un puzzel: una tarea lenta de ensayo y error, que en su lentitud y dificultad ofrecía las mejores

♦ Agradezco al Dr. José María Imícoz por su invitación a formar parte de esta obra y a mis colegas y amigos Darío Barriera, Elsa Caula Y Rafael Guerrero por la lectura previa de este trabajo y por sus constructivas y valiosas apreciaciones. 1 Al Dr. Juan Carlos Garavaglia, mi agradecimiento por aquella sugerencia que ha dejado una marca indeleble en mi relación con la historia. 2 En adelante AGPSF. 3 Colección Diez de Andino, en adelante CDA. 4 TARRAGÓ, Griselda “Los Diez de Andino: un linaje colonial santafesino (1660-1822)”, en Cuadernos de Historia Regional, núm. 16, Universidad Nacional de Luján, 1993, pp. 43-86. 5 ASSADOURIAN, Carlos Sempat El sistema de la economía colonial, Nueva Imagen, México, 1983. 6 CERUTI, Mauro “El mito de la omnisciencia y el ojo del observador”, en WATZLAWICK, Paul y KRIEG, Peter (Comps.) El ojo del observador. Contribuciones al constructivismo, Gedisa, Barcelona, 1998, p.51.

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posibilidades, revelando insospechadas imágenes que se corporizaban en las voces de estos hombres del pasado.7 ¿Dónde se encontraba entonces la clave para armar el rompecabezas?.

Una primera de estas claves se constituyó en indagar aspectos más globales acerca del tipo de sociedad de la que los miembros de esta familia eran actores. En términos generales se podría decir que ellos participaban de un contexto definido como Antiguo Régimen, y en estas sociedades hombres y mujeres se encontraban adscriptos por vínculos de pertenencia a formaciones colectivas de diversa índole8, en las que los actores eran siempre colectivos, y al interior de cuyas agrupaciones los individuos se encontraban unidos por nexos permanentes de un tipo particular, con formas propias de autoridad, reglas de funcionamiento internas, lugares y formas de sociabilidad y comportamiento. La definición de estos nexos y cuerpo de reglas no dependía de la voluntad de los hombres. No eran elegidos sino que se configuraban por el nacimiento de cada persona y estaban unidos a un imaginario relacionado con virtudes como la fidelidad, la lealtad, el honor. En esta sociedad de Antiguo Régimen los vínculos sociales actuaban como “estructuraciones sociales reales”, con reglas y prácticas específicas, que ordenaban a las personas en funcionamientos colectivos, de tal manera que: “El entramado social del Antiguo Régimen era un conjunto muy plural y complejo de cuerpos sociales o comunidades y de vínculos personales y redes sociales”.9

Sin embargo, estas herramientas daban respuesta sólo a una parte del gran cuestionario que el archivo abría. Dejaba sin responder las preguntas que era necesario formular cuando la profundidad del análisis también ahondaba la complejidad de esa exhumación, haciendo sonar la heterogeneidad y discordancia de esas voces, aunque frecuentemente ellas provinieran del diálogo entre personas relacionadas por vínculos tan aparentemente seguros como el parentesco o la amistad.

¿Qué sucedía entonces cuando nos preguntábamos acerca de la acción de los actores, especialmente cuando esa acción nos conducía al universo de los conflictos, arena donde se ponía en duda, se discutía y se negaba el tipo de vínculo heredado, la norma establecida y el comportamiento esperado?. Un individuo nacido en esta sociedad corporativa tendría escasos o nulos márgenes de acción en sentido opuesto o divergente al grupo o frente a una estructura de comportamientos que estaban fijados previamente por la costumbre, por la ley o por reglas propias.

Se inició entonces la tarea de encontrar herramientas que me permitieran completementar aquellas que me ofrecían estos modelos y comenzar a desovillar esta madeja de problemas. Y en este sentido algunos indicios resultaron esclarecedores, como por ejemplo la posición de Thompson, para quien la costumbre "...nunca fue realidad. Era entorno. La mejor forma de comprenderla es utilizando el concepto de `habitus´de Bordieu: un entorno vivido que comprende prácticas, expectativas heredadas,

7 Como referencia al trabajo con este tipo de fuentes se destacan GELMAN, Jorge Daniel De mercachifle a gran comerciante. Los caminos del ascenso en el Río de la Plata Colonial, Universidad Internacional de Andalucía, UBA, Sevilla 1996; MOUTOUKIAS, Zacarías “Familia patriarcal o redes sociales: balance de una imagen de la estratificación social” en Anuario del IEHS, núm. 15, Tandil, 2000, pp.133-151; CAULA, Elsa “Negocios y estrategias de una red mercantil a comienzos del siglo XIX”, en Cuadernos de Trabajo, Buenos Aires, Universidad Argentina de la Empresa, 2002; TARRAGÓ, Griselda “Cartas y cuentas: los negocios de un mercader santafesino del siglo XVIII”, en Cuadernos de Trabajo, Buenos Aires, Universidad Argentina de la Empresa, 2002. 8 GUERRA, François-Xavier "Hacia una nueva historia política: actores sociales y actores políticos", en Anuario, Vol. 4, Tandil, IEHS, 1989. pp. 243-264.

9 IMÍZCOZ BEUNZA, José María "Comunidad, red social y élites. Un análisis de la vertebración social en el Antiguo Régimen", en IMÍZCOZ BEUNZA José María (director) Elites, poder y red social. Las élites del País Vasco y Navarra en la Edad Moderna (Estado de la Cuestión y perspectivas), Servicio Editorial Univerdidad del País Vasco, Bilbao, 1996.

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reglas que determinan los límites de los usos a la vez que revelan posibilidades, normas y sanciones tanto de la ley como de las presiones del vecindario".10 El mismo Francois-Xavier Guerra, aportó claves que matizan su propuesta inical, particularmente cuando define a estos grupos como actores sociales reales y cuando señala como una condición fundamental de sus definición, la ubicación dentro de un campo estratégico.11

Un autor fundamental como Norbet Elías, abrió otros caminos al reflexionar sobre los procesos que se dan al interior de aquellos más lentos e inclusivos de formación de estados y civilizaciones, en los que los hombres individuales constituyeron conjuntamente configuraciones de diverso tipo, configuraciones de hombres interdependientes. Si bien estas formaciones pudieron permanecer durante muchas generaciones con un ritmo lento de transformación, la trama de individuos que la formaron fue único e irrepetible y este entramado de dependencias a la vez que abría al individuo un campo de decisiones, al mismo tiempo condicionaba los límites de esas decisiones.12

Refiriéndose especialmente al modelo de Guerrra, Zacarías Moutoukias ha publicado una crítica muy específica, enfatizando que al enfocar a los actores dentro de una mirada donde las relaciones sociales tienen un papel preciso y predefinido, esta propuesta tiende a poner el acento sobre “los aspectos más ritualizados de las configuraciones”, produciendo el efecto de excluir de la observación directa a dichos vínculos, así como los “márgenes de libertad e incertidumbre dentro de los cuales los agentes pueden manipular las normas y las representaciones reactualizándolas, tanto en sus prácticas cotidianas como en los conflictos propios a un conjunto social.” 13

Por otra parte, y avanzando en esta reflexión, desde el enfoque tradicional de redes14 hasta las propuestas de Maurizio Gribaudi15, el arco de posibilidades teóricas es complejo y nutrido en propuestas, especialmente la influencia del microanálisis cuya retórica demostrativa se desarrolla como un juego de deconstrucciones y reconstrucciones que intenta individualizar las articulaciones que guían las

10 THOMPSON, E.P. Costumbres en común, Crítica, Barcelona, 1995, p.122.

11 GUERRA , Francois-Xavier “El renacer de la historia política : razones y propuestas”, en GALLEGOS , José Andrés (director) New History, Nouvelle Historie. Hacia Una Nueva Historia, Actas/Universidad Complutense, Madrid, 1993. 12 ELIAS, Norbert La sociedad cortesana, México, Fondo de Cultura, 1996[1969]. Introducción. pp. 9-52.

13 MOUTOUKIAS, Zacarías "Narración y análisis en la observación de vínculos y dinámicas sociales: el concepto de red personal en la historia social y económica”, en BJERG, María y OTERO, Hernán (comps.) Inmigración y redes sociales en la Argentina moderna, IEHS/CEMLA, Tandil, 1995, pp. 211 a 241.

14El concepto de red tiene un status científico preciso: el "network analysis" de la antropología social británica de los años cincuenta y sesenta y el "structural analysis" norteamericano de los años setenta y ochenta. Las redes se entienden como tramas de relaciones de un individuo o grupo de individuos. Desplaza el eje de investigación hacia lo relacional, e implica centrar la mirada en personas concretas y vinculadas entre sí, la observación de un conjunto concreto de individuos efectivamente.

15 La idea central gira en torno a las configuraciones microsociales y discontinuidades del espacio social. Maurizio Gribaudi nos habla de la inestabilidad de las formas, los procesos generativos, el peso decisivo de las acciones individuales: el modelo implícito es el de un proceso histórico que se desplaza a través de fuerzas puestas en juego en configuraciones sociales complejas, que no son lineales y, a cada momento, imprevisibles. GRIBAUDI, Maurizio "Les discontinuités du social. Un modèle configurationnel", en LEPETIT B. (dir.) Les formes de l'expérience. Une autre historie sociale, Albin Michel, París, 1995.

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intencionalidades de los comportamientos sociales16. Y en este “...nos encaminamos hacia una conceptualización completamente distinta a la anterior: “contexto” y “configuración” son menos marcos de referencia que resultados, menos cortes específicos que constelaciones móviles. La apuesta por el vínculo lleva, como primera medida, a abandonar la sensación de seguridad y tranquilidad epistémica brindada por las estructuras y los contextos estáticos de aquellos años felices. Lo que viene a instalarse en su lugar es la idea de incertidumbre y el manejo de la posibilidad.”17

No se trata aquí de la descalificación de un encuadre por otro. En última instancia la cuestión radica en la elección metodológica y teórica que realice el investigador. Los resultados que arrojarán las diferentes decisiones serán por supuesto, muy diferentes, inclusive cuando se trabaje sobre una misma sociedad o sobre un mismo corpus documental. En un caso nuestra mirada puede revelar estructuras sociales que se reproduzcan por la inercia de su normativa (formal o informal): esa será, entonces, una visión que mostrará esencialmente el espectro de las relaciones o vínculos positivos, o sea, aquellos que finalmente se relacionan con conductas previsibles y con mecanismos sociales que impulsan el sistema hacia su reproducción eterna. Esta opción nos conducirá hacia la vía de la “excepción a la norma” cuando nos encontremos con comportamientos que no responden a lo establecido. Si por el contrario trabajamos mirando el “reverso de la trama”, o sea dándole una entidad explicativa central a los vínculos negativos o a la dinámica constructiva de los mismos, esa opción permitirá pensar la lógica de los comportamientos en clave de estrategia, de posibilidad, de incertidumbre, y el vínculo en tanto que construcción social antes que de contexto18 y en este sentido

La ley como expresión de vínculos, define en relación con determinadas condiciones los límites de lo posible. Pero no limita simplemente los posibles. El vínculo es también oportunidad. [...] La perspectiva alternativa que se puede delinear es la de una relación constructivista, circular y vicaria entre vínculo y posibilidad, donde las formas siempre diversas asumidas por esa relación indican las grandes etapas históricas efectivamente realizadas.19 Volviendo entonces a las claves para armar el rompecabezas, y después de

transitar un largo camino con esta documentación, la idea que unifica y que señala una posibilidad entre muchas, es que la historia de esta familia en Indias, tiene un carácter de construcción, de estrategia, de acción intencional, que más allá de ceñirse a normas y a conductas establecidas férreamente por un contexto ordenado, en realidad las crean a través de mecanismos que se relacionan más con la ensayo, con la negociación y con la posibilidad. El campo que se abre es el de una reconstruccción de las acciones de los actores quienes frente a un abanico de posibilidades eligen,

16 BARRIERA, Darío “Las babas de la microhistoria: del mundo seguro al universo de lo posible”, en Prohistoria, Núm. 3, Rosario, 1999, Pp. 177-186. 17 BARRIERA, Darío y TARRAGÓ, Griselda “El vínculo, las posibilidad y la negociación. Práctica mercantil, construcción de vínculos sociales y factores de riesgo (Santa Fe, Siglo XVIII), Ponencia presentada en el Simposio “Etrategias familiares, comportamientos políticos y vinculaciones regionales, 1700-1850”, Primeiras Jornadas de História Regional Comparada, Porto Alegre, 23, 24 y 25 de agosto del 2000. 18 BARRIERA, Darío y TARRAGÓ, Griselda “El vínculo, la posibilidad y la negociación...”, cit.; BARRIERA, Darío y TARRAGÓ, Griselda “De la confianza a la composición. Cultura del riesgo, de la previsión y de la resolución de conflictos entre mercaderes del siglo XVIII”, en Actas del Coloquio de Historia de la Empresa en América Latina, siglo XVII-XX, Maracaibo, 2002; TARRAGÓ, Griselda y BARRIERA, Darío “Elogio de la incertidumbre. La construcción de la confianza, entre la previsión y el desamparo (Santa Fe, Gobernación del Río de la Plata, Siglo XVIII)”, en GÁMEZ, Moisés DALLA CORTE Gabriela FERNÁNDEZ, Sandra ZABERIO Blanca (Coords.) Familias, empresas y mercado en América Latina, Siglos XVII-XX, El Colegio de San Luis, México, 2002. 19 CERUTI, Mauro “El mito de la omnisciencia...”, cit., pp.55-57.

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deciden y accionan en un sentido, conductas que aparentemente conducen a una paradoja teórica que sería, tal vez, algo así como pensar el modelo de la sociedad corporativa de Antiguo Régimen al revés. Ya que lo que esos comportamientos sugieren es que estos hombres tendieron a crear condiciones estructurales similares a la de los espacios desde donde se había partido, y que un sujeto nacido y criado en una sociedad donde la jerarquía, el honor y el prestigio eran los pilares sobre los que se asentaba cualquier trayectoria personal exitosa, no intentaría sino recrear esta vía como mecanismo tendiente a concluir un camino que le asegurara un “lugar” en ese nuevo contexto que era América.

Sin embargo, cómo se lograba esto en espacios sociales y culturales tan diferentes, especialmente en áreas como el Paraguay y Río de la Plata, estas regiones marginales del Imperio, donde las distancias y los tiempos redimensionaban todas las acciones y todas las posibilidades aprendidas y aprehendidas en el lugar de nacimiento. Lanzados a realidades en las que las jerarquías tenían fronteras muchas veces lábiles y menos visibles que en la sociedades de origen, estos individuos tendieron con sus acciones personales a la construcción de un sistema que intentaba reproducir - pero que en realidad creaba- una sociedad jerárquica y previsible, estableciendo, reforzando y resguardando jerarquías que se pretendían tan inmemoriales como el tiempo mismo, pero que sólo respondían en su entidad al campo de las posibilidades que la construcción de conductas y vínculos ofrecía, y que en ese campo podía asegurarles a sujetos de frecuente desdibujada filiación, una trayectoria tan honorable y exitosa como los “Grandes del Reino”.

La elección de una familia como hilo conductor y como mirador privilegiado en el desarrollo de esta problemática, responde a su valor estratégico en el análisis social, a su carácter como “...primera de sociabilidad, círculo inaugural y primario de las relaciones humanas, la familia como objeto de estudio ofrece al investigador la posibilidad de ubicar el punto inicial de las intersecciones (vínculos o acontecimientos que generan vínculos) en la construcción de la trama social.”20

Y es en la re-construcción de esta trama-drama social donde se ubica la propuesta de este trabajo que comenzaremos a andar de aquí en más, y que se asienta sobre tres pilares: cómo se creó el linaje en América, cómo se aseguró la descendencia uni-trocal de la casa más allá de lo que decían las leyes castellanas, y cómo la familia construyó la riqueza que la rodeó durante casi dos siglos. 2. Plata de Potosí, yerba del Paraguay: el péndulo de la riqueza

Y si de drama hablamos, éste tuvo un escenario preciso en el cual se tejió su configuración. Ese escenario conduce a este rico y dinámico espacio interior que abarcaba parte de las actuales repúblicas de Argentina, Paraguay, Uruguay y Bolivia. La organización de esta economía interior así como la dinámica21 de los espacios

20 BARRIERA, Darío Gabriel “Familles et Parentés: du construction d’un tisseau de loyautés vers la formation d’un espace a confrontation”, en Vers une histoire politique configurationnelle. Conquérants, families et rapports de pouvoir dans une ville aux confins de l’Empire Espagnol (Santa Fe, Río de la Plata, XVI-XVII siecles), Tesis de Doctorado, EHESS, París, 2002. 21Ver especialmente ASSADOURIAN, Carlos Sempat El sistema de... cit., y GARAVAGLIA, Juan Carlos Mercado interno y economía colonial, Grijalbo, México, 1983; GELMAN, Jorge Daniel De mercachifle a gran comerciante. Los caminos del ascenso en el Río de la Plata Colonial, Rábida/UBA, 1996; MOUTOUKIAS, Zacarías Contrabando y control colonial, Buenos Aires 1988, es insoslayable. Cfr. también MOUTOUKIAS, Zacarías "Réseaux personnels et autorité coloniale: les négociants de Buenos Aires au XVIIIè siècle", en Annales E.S.C., juillet-octobre 1992, n.4/5, pp. 889-915; "Narración y análisis..., cit.; "Redes sociales, comportamiento empresario y movilidad social en una economía de no mercado (el Río de la Plata en la segunda mitad del siglo XVIII)", en ZEBERIO, Blanca, BJERG, María y OTERO, Hernán Reproducción social y sistemas de herencia en una perspectiva comparada. Europa y los países nuevos, (siglos XVIII al XX), Tandil 1998, pp. 63 a 81. TANDETER, Enrique;

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interiores donde los flujos mercantiles interregionales dibujaban un paisaje complejo “...tramando de una manera absolutamente ajena al anonimato: las relaciones parentales (reales y ficticias), la amistad, el compadrazgo y –para ciertas tareas como el reclutamiento de fleteros, boyeros y peones– el control de las pequeñas clientelas en cada pago, constituyen la argamasa, la sustancia del funcionamiento efectivo y cotidiano del circuito mercantil que integra ese sistema económico colonial del Río de la Plata Paraná arriba y pampa adentro, hasta la cordillera, la puna y las menas argentíferas.”22 Sin la pretensión de un exhaustivo y completo “estado de la cuestión”, resulta necesario citar a tres autores que han hecho aportes fundamentales a la temática. Sin lugar a dudas, ha sido el modelo planteado por Assadourian, aquel que más impacto generó en cuanto a sus posibilidades interpretativas. Este “espacio peruano” le permitió al autor mostrar un movimiento de vaivén, entendido como “...punto de llegada de un proceso, originado en el siglo anterior, de formación de un mercado a nivel de macroescala regional...”, en el que Potosí y Lima23, operaron de manera decisiva en su conformación, por su función de polos de crecimiento, al que se adicionaron otros polos menores, y que en su conjunto marcaron la intensa dinamicidad del los flujos mercantiles, especialmente en caso de “...las producciones que partiendo de un solo punto se dispersan por todo el espacio peruano, como ese fascinante ejemplo de la yerba mate”.24

También los trabajos de Juan Carlos Garavaglia y Jorge Gelman resultan

fundamentales para comprender los dos ejes que articulan todo análisis económico del periodo: el mercado interno y la dinánica del comercio y los mecanismos utilizados por los mercaderes en estos circuitos.

En el caso de Jorge Gelman, su cuidado y preciso trabajo sobre la trayectoria del comerciante Belgrano Pérez25 le permite describir y analizar las prácticas y estrategias de estos actores en el Río de la Plata del siglo XVIII. Su obra es reveladora de las formas de apropiación del excedente por los comerciantes en una estructura en la que la inexistencia de un mercado nacional en términos modernos, permitía que el control sobre un “...conjunto de mercados locales o regionales distantes que aunque se vinculan a través del intercambio de diferentes productos, se desconocen entre sí...”, colocaba al comerciante en el lugar de articulador de los mismos. Esta posición les propiciaba además la posibilidad de aprovechar las ventajas que las diferentes

MILLETICH, Vilma y SCHMITT, Roberto “Flujos mercantiles en el Potosí colonial tardío”, Anuario del IEHS, 9, Tandil 1994, pp. 97 a 126; MIRA, Guillermo “La minería de Potosí, las élites locales y la crisis del sistema colonial”, en MENEGUS BORNEMANN, Margarita –coordinadora– Dos décadas de investigación en historia económica comparada en América Latina. Homenaje a Carlos Sempat Assadourian, El Colegio de México, México 1999, pp. 401-402. MOUTOUKIAS, Zacarías “Comercio y Producción”, en Nueva Historia de la Nación Argentina, Planeta, Buenos Aires 1999, pp. 51 y ss. 22 TARRAGÓ, Griselda y BARRIERA, Darío “Elogio de la incertidumbre...”, cit. 23 Ruggiero Romano -quien ha discutido esta posición- habla de “comercios interregionales, intrarregionales, locales”, de “redistribución” desde los puertos hacia el resto de la masa continental. Acordando con los planteos de Brading, afirma que la economía interior, tanto por el valor de la producción como por el intercambio comercial, superan claramente el sector externo de la economía colonial, concluyendo que no se trata de polos de desarrollo sino de centros de atracción. ROMANO, Ruggiero “Algunas consideraciones sore los problemas del comercio en Hispanoamérica durante la época colonial”, en Boletin del Instituto Ravignani, número 1, Buenos Aires, 1989, pp. 42-45. 24ASSADOURIAN, Carlos Sempat “Integración y desintegración regional en el espacio colonial. Un enfoque histórico”, en GROSSO, Carlos y SILVA RIQUER, Jorge (comps.) Mercado e Historia, Instituto Mora, México, 1991, pp. 141-164. 25 GELMAN, Jorge Daniel De mercachifle a gran comerciante..., cit..

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presiones de la oferta y la demanda regional ofrecía, especialmente en un contexto de fuertes fluctuaciones de precios en el tiempo corto.

La excluyente obra de Garavaglia por su parte, constituye uno de los cimientos más firmes para conocer los procesos de formación y funcionamiento de un mercado interno colonial, especialmente en lo referido al ciclo de producción-circulación de la yerba mate26, producto de la región paraguaya a partir de cuyo flujo mercantil se trazaba la parabólica Asunción–Santa Fe–Córdoba–Salta–Potosí.

Por su ubicación estratégica de ciudad ribereña (condición que la conectaba con la zona paraguaya) y a su vez de “boca de entrada” a los caminos interiores que conducían a Potosí, la ciudad de Santa Fe en la gobernación del Río de la Plata (Virreinato del Perú) fue trasladada (entre 1650 y 1660) del sitio original de su fundación el 15 de noviembre de 1573, por el vizcaíno Juan de Garay, a su actual emplazamiento en el triángulo que forman el río Salado y el Río Paraná. Desde entonces operó como un pivote desde donde se articulaba el ciclo de producción-circulación de la yerba mate al interior del “espacio peruano”. Esa condición natural de bisagra no sólo propició la expansión y diversificación económica de la ciudad, sino que –fundamentalmente-, generó las condiciones de emergencia de un sector mercantil de relevancia.

Como centro articulador de un creciente comercio terrestre y fluvial, Santa Fe construyó una estructura compleja y diversificada durante todo el siglo XVII. La demanda altoperuana estimuló el crecimiento de la economía santafesina que se apoyó en los recursos locales y la ciudad funcionó de hecho como punto de articulación hacia el mercado interior, para la introducción hacia las provincias interiores de la yerba y otras mercaderías. La Real Cédula del 18 de agosto de 1726 declaró a Santa Fe “puerto preciso”, o sea el puerto obligado de todas la embarcaciones que bajaban desde el Paraguay.27 Aunque inicialmente productos como los lienzos, vino, azúcar ocuparon un lugar destacado en este tráfico, fue en torno a la yerba donde la ciudad encontró sus mejores posibilidades. Hasta 1630 este producto todavía compartía posiciones con el vino y el azúcar. Aproximadamente desde esa fecha en adelante la yerba creció en forma sostenida como "producto exportable" paraguayo. Hacia 1667-1674 la carga de yerba entrada a Santa Fe supera las 22.000 arrobas anuales "...y no hay duda entonces que, desde fines de la década del sesenta, el producto local que permite relacionar -limitadamente- la región con la economía peruana, será la yerba mate.” 28 La progresiva constitución de este espacio interior de comercio interregional, con regiones especializadas en diferentes producciones y con redes mercantiles que

26 La yerba mate -cuyo nombre científico es ilex paraquariensis – es una hierba del grupo de las excitantia con alto valor energético como otros productos con alto contenido de cafeína. Probablemente de uso ceremonial entre los guaraníes, una vez iniciada la conquista su consumo se difundió primero en amplios sectores indígenas, luego mestizos y por último, entre los blancos, y hacia principios del siglo XVII su uso ya ha expandido por las gobernaciones del Paraguay y Tucumán, y después a la región altoperuana. La forma de beberla es lo que finalmente limitó su difusión fuera de América, porque una vez seca y procesada, se coloca en un recipiente llamado “mate” al que luego se le agrega agua caliente. Esta especie de te que se produce, se sorbe a través de una bombilla que es compartida por todos los partícipes en la rueda. GARAVAGLIA, Juan Carlos Mercado interno y economía..., cit., pp.40-64. 27 La ciudad no pudo hacer valer fácilmente el privilegio y enfrentó un largo conflicto con las ciudades de Buenos Aires y Asunción. El juicio se encuentra en en Archivo General de Indias, Sevilla, Charcas, 325 y Charcas 310. Al respecto véase TARRAGÓ, Griselda “El Largo beso del adiós: Santa Fe y el conflicto por el privilegio de Puerto Preciso (1726-1743)”, Ponencia presentada en las VIII Jornadas Interescuelas/Departamentos de Historia, Salta, Setiembre del 2001. 28GARAVAGLIA Juan Carlos. Mercado interno..., Cit., p.171.

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movilizaban esas producciones hacia la zona altoperuana, generó un compromiso creciente de Santa Fe en el circuito. Antes del traslado, particularmente en la década previa al mismo, se detecta una intensa actividad mercantil en la que el mayor peso de participación reside en un grupo de mercaderes, fleteros, apoderados, prestamistas, acopiadores de ganado provenientes de diferentes lugares de ese amplio espacio peruano. Estos se establecen temporariamente en la ciudad conectándose con un sector de la élite que precisamente responde al grupo fundador y sus descendientes, quienes siguen apegados a la venta de ganado y a las acciones de vaquería. Estos pasantes que operan en la ciudad, adelantan metálico y reciben como pago, en la mayoría de los casos, vacas, "haciendo ganado", mulas y yerba.29 Como consecuencia de las ventajas económicas del proceso mencionado, en el periodo que corre desde c.1660 a c.1750 , un grupo reducido de familias santafesinas se enriqueció notablemente y controló los resortes de esta economía30. La capacidad de movilizar grandes cantidades de yerba y ganado, y las importantes empresas de fletería en espacios tan dilatados como el circuito que partiendo de Paraguay, Buenos Aires o Santa Fe llegaba hasta Potosí, Oruro o La Plata, revela la magnitud del proceso y su capacidad de operación. La práctica más común se basaba en la simultaneidad de frentes diversificados de acción económica y en la urdimbre de una densa red de agentes -independientes o subordinados- dispersos en ese extenso ámbito regional.

En 1720, el problema en la frontera norte de Santa Fe, comenzó a afectar esta economía.31 Hacia fines del XVII, y ya en el nuevo sitio, la zona se tornará paulatinamente más conflictiva por la llegada de pueblos indígenas aguerridos y con gran potencial de ataque, como eran los grupos ecuestres guaycurúes32. Los momentos más terribles de esta lucha se dieron en la décadas de 1710-1740, cuando la población abandonó el territorio de la ciudad y su campaña para refugiarse en espacios más seguros. La constante incertidumbre obligó a los vecinos santafesinos a defenderse a través de campañas ofensivas y defensivas.

El 12 de julio de 1732 el gobernador Bruno Mauricio de Zabala designó teniente de gobernador en Santa Fe a Francisco Javier de Echagüe y Andía. Hacia 1734 la situación comenzó a mejorar por la acción de este militar y de Francisco Antonio de Vera Mujica, miembros de dos principalísimas familias de la élite mercantil y capitular, a quienes la inseguridad reinante afectaba notablemente en sus intereses. Tres reducciones jesuíticas, la de San Javier y la de San Pedro de Mocovíes y la de San Jerónimo de abipones generaron tranquilidad relativa por la alianza implícita con algunos caciques. Otras expediciones desde otras fronteras con el Chaco como las de Murphi, Melo de Portugal, Matorras, Arias así como la acción de Prudencio María de Gastañaduy desde la misma Santa Fe generaron una situación de progresiva tranquilidad y expansión territorial que se mantendrá sin mayores altibajos hasta 1810. Sin embargo , cuando esto suceda, el papel de Santa Fe como eje del tráfico de esa región ya no tendrá la misma centralidad que en el pasado.

Por otra parte, desde fines del siglo XVI en ese espacio, la vida económica estuvo sometida a la doble influencia del Perú minero y del vasto Atlántico. Ambos puntos constituían los extremos de un eje “secundario” pero cuyo volumen de flujo de 29ARECES, Nidia y TARRAGÓ, Griselda "Redes mercantiles y sociedad. Santa Fe, Siglo XVII", en Anuario de la Escuela de Historia, n°18, Rosario, 1999, pp. 79-98.

30TARRAGÓ, Griselda “Los Diez de Andino..., Cit.; TARRAGÓ, Griselda “Elite, parentesco y comercio en Santa Fe en el siglo XVIII”, en Anuario, n°16, Rosario, Escuela de Historia/Facultad de Humanidades y Artes 1994, pp. 175-187. 31 Ya en Santa Fe la Vieja, las fronteras de guerra presentaban dos frentes principales: la "otra banda" -actual Entre Ríos- y el Valle Calchaquí, hacia el río Salado. ARECES, Nidia et al “Santa Fe la Vieja. Frontera abierta y de guerra. Los frentes charrúa y chaqueño” , en Memoria Americana, n°2, Buenos Aires, 1993, pp. 7-40. 32 ARECES, Nidia (comp.) Poder y sociedad: Santa Fe, 1573-1660, Manuel Suárez & Prohistoria, Rosario, 1999.

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circulación fue adquiriendo una importancia creciente, no sólo en el nivel cuantitativo, sino por su calidad de integrador de economías regionales distantes y, hasta comienzos del siglo XVII, poco conectadas entre sí.

Ya el mismo Assadourian, en su estudio sobre la evolución del comercio de Córdoba advertía que más allá de la importancia de Potosí, existía una influencia cada vez mayor de Buenos Aires, tanto como puerta de entrada de bienes europeos como por la salida de plata. Fue esta doble dependencia lo que abrió espacios para que las élites locales reorientaran sus esfuerzos de acuerdo a las fluctuaciones no sólo del mercado minero sino también del puerto, articulándose así a la llegada de productos europeos según la coyuntura de la política internacional.33 Esta bipolaridad se mantuvo ya que después del descenso del siglo XVII, la producción de plata en Potosí inició su recuperación en las primeras décadas del Siglo XVIII, haciéndose notable desde la década de 1730.34

Hasta comienzo del Siglo XVIII Buenos Aires había estado excluida del tráfico legal. Sin embargo, tanto las distancia que la separaban del centro del poder español en Lima, como la peligrosa cercanía con los portugueses, transformaron a Buenos Aires “... en un puerto de la economía minera del Alto Perú por donde se escurría el metálico...” 35 Desde las primeras décadas del siglo XVII se autorizaron los llamados navíos de registro, que junto al otorgamiento de franquicias a vecinos fueron generando esta suerte de “liberalización” que se consolidó cuando la guerra con Inglaterra generalizó la frecuencia de navíos sueltos. El Río de la Plata conocerá, desde comienzos de este siglo XVIII una expansión notable. Este proceso se funda en la creciente capacidad de la ciudad porteña para captar los flujos comerciales de un ‘hinterland’ cada vez más amplio y en la existencia, en su zona inmediata de influencia, de algunos productos como los cueros y sus derivados de la explotación pecuaria, que servirán para la futura inserción de la región en el mercado mundial.36 Este crecimiento generó a su vez la atracción de población de regiones donde estos fenómenos no se verificaban, transformando la distribución espacial de los hombres y de las relaciones sociales en un único proceso, que condujo a la alteración inicial de los recursos, y al aumento de la importancia relativa de esta región.37 Sin embargo, el “bien exportable” por excelencia seguirá siendo la plata.38 En este contexto de reacomodamiento regional de los flujos mercantiles que comenzó a verificarse desde comienzos del siglo XVIII, mientras la yerba perdía peso en los negocios santafesinos, el sector ganadero dedicado a la producción de cueros comenzó a crecer39, proceso que se aceleró desde 1779 cuando se canceló definitivamente el privilegio de puerto preciso. 33 PUNTA, Ana Inés “Los intercambios comerciales de Córdoba con el Puerto de Buenos Aires en la segunda mitad del siglo XVIII. El sector de los comerciantes”, en Anuario del IEHS, n° 9, Tandil, 1994, pp. 35-60. 34 TANDETER, Enrique Coacción y mercado. La minería de plata en el Potosí colonial, 1692-1826. Buenos Aires, Sudamericana, 1992. 35 TANDETER, Enrique; MILLETICH, Vilma y SCHMITT, Roberto “Flujos mercantiles en el Potosí...., Cit. 36 GARAVAGLIA, Juan Carlos Economía, sociedad y regiones, Buenos Aires, Ediciones de La Flor, 1987, P. 67. 37 MOUTOUKIAS, Zacarías “Comercio y producción..., Cit., p. 72. 38 Idem, p.85. 39 GARAVAGLIA, Juan Calos Economía, sociedad...., Cit., p.68

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3. Fundar el linaje La serpiente que ciñe el mar y es el mar,

el repetido remo de Jasón, la joven espada de Sigur. Sólo perduran en el tiempo las cosas

que no fueron del tiempo.

Jorge Luis Borges: “Eternidades”

En 1624, nació en Poza de Pomar, Burgos40, Juan Diez de Andino. Era el hijo menor del segundo matrimonio de Martín Diez de Andino y Ana de Alonso, padres también de Simón Diez de Andino. Por vía de padre, era medio hermano del clérigo Martín Diez de Antuñano.

Caballero hijodalgo, entre 1645 y 1646 se desempeñó como procurador de su villa de origen. Sin embargo, su condición de hijo menor probablemente determinó su formación profesional que expresaba una estrategia familiar recurrente: un hijo para la casa, un hijo para la iglesia, un hijo para las armas. Desde muy joven entonces, sirvió en el ejército de Extremadura y en 1658 fue designado por el rey Sargento Mayor. El 19 de agosto de 1659 fue nombrado gobernador del Paraguay. Pasó a las Indias el 8 de octubre de 166041. Ocupó el cargo de gobernador del Paraguay entre 1662 y 1671, y desde 1679 (Real Cédula del 20 de abril de 1679) hasta el momento de su muerte en 1683. Se hizo cargo también en calidad de interino de la gobernación del Tucumán en 1678 por nombramiento del virrey del Perú, Baltasar de la Cueva, Conde de Castelar, gestión durante la cual pagó de sus propios caudales una expedición punitiva a los indios del Chaco. Si bien no llegó a ocupar esa dignidad, también fue designado gobernador de Buenos Aires en 1682.42

Como así lo indican las prácticas de la época, el cargo no recayó seguramente en Juan Diez de Andino por donación graciosa del rey sino después que el interesado hubiera hecho el “donativo” correspondiente a la corona. Y como cualquier inversión, la expectativa está dada por la posibilidad de ganancias. Sin embargo, el recién llegado no arribaba a la nada, sino a un mundo complejo de relaciones al que debía articular sus propios intereses “...los grandes objetivos del Estado metropolitano y los sectores dominantes de la madre patria –objetivos que muchas veces son contradictorios con los de sus vasallos coloniales- y los que surgen de las alianzas que establezca la cabeza regional del Estado con los diferentes grupos locales.”43

Y en esta tarea Juan Diez de Andino debió moverse en aguas especialmente turbulentas. El comienzo de la gran expansión de la yerba mate en el mercado interno colonial se articuló a unos de los grandes problemas que afectó al área durante la mayor parte del periodo de dominio colonial: el conflicto entre diferentes actores por el control de la mano de obra indígena. Este conflicto se hizo especialmente palpable en el enfrentamiento de los colonos con la orden jesuítica, gran productora de yerba, que ya mostraba por entonces claramente su tendencia a la autonomización en el control de sus misiones. Por supuesto, el gobernador como parte no sólo del estado del que era su cara y sus manos en esta región, sino como interesado directo en el negocio yerbatero, estuvo en el centro de la trama de alianzas, decisiones y conflictos. En la forma de manejo personal de estas tramas probablemente se encontraba la clave del éxito de cualquier gestión.

40 Algunos autores le asignaron una procedencia andaluza. Entre ellos, la versión más referida es la de LOZANO, Pedro Historia de la Conquista del Paraguay, Río de la Plata y Tucumán, Lima, Imprenta Popular, 1874, Tomo III, p. 367. 41 Archivo General de Indias (en adelante AGI), Sevilla, Contratación, 5432, N. 2, R. 44. 42 FERNÁNDEZ DE BURZACO Y BARRIOS, Hugo “El Maestre de Campo Juan José Diez de Andino. Gobernador del Paraguay, del Tucumán y del Río de la Plata (1624-1683)”, en Investigaciones y Ensayos, núm. 15, Academia Nacional de la Historia, Buenos Aires, julio-diciembre 1973, pp.267 a 288. 43 GARAVAGLIA, Juan Carlos Mercado interno..., cit., pp.306-307.

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Y si bien su posicionamiento estuvo más cerca de los colonos que de los jesuitas44, sus estrategias debieron ser lo suficientemente inteligentes, aceitadas y cuidadosas, porque paradójicamente es un jesuita el encargado de recordar sus dotes de “buen gobernante”, y en este sentido el gobernador había logrado algo más que resarcir su inversión inicial. El padre Lozano cuenta entonces que

Hallábase en el Paraguay, entendiendo en la causa referida del gobernador Sarmiento, el oidor de Buenos Aires don Pedro de Rojas y Cuna, quien escribió a la Real Audiencia informándolo que podría despachar provisión, para que de las reducciones de la Compañía saliesen cada año trescientos indios a disposición del gobernador para beneficio de la yerba, que es el trabajo más penoso de estas gentes, y por consiguiente el más aborrecido. El por que, fue dar medios de aumentar mucho su hacienda al gobernador Andino [...] Agradeciéndole el gobernador la buena voluntad, pero reconociendo la injusticia del arbitrio [...] añadió muy cristiano. Nunca Dios permita que yo adquiera con tan grave daño y perjuicio de los indios miserables [...] Y recibió [...] el premio de su desinterés, en el aumento de los bienes que le colmó el cielo. Concluyó este gobierno a fines de febrero de 1671 con aplauso universal de todos los súbditos, que dejó prendados de su afabilidad, valor y rectitud...”45

Es también él quien inicialmente destaca otra buena acción del gobernador en servicio del rey: su participación en una expedición contra los indios del Chaco, armando a su costa una compañía de blandengues -conducta no tan desinteresada ni muchos menos contradictoria con su perfil de empresario, si consideramos que la ruta de la yerba y de la plata se vio seriamente afectada por el avance de estos grupos indígenas...-.46 Qué es lo que la pluma de Lozano está señalando: recordar, guardar la memoria de un “hombre santo”, con una vida pletórica de buenas acciones -el trazo del jesuita deja a un costado el destino menos feliz que tal vez tuvieron los indios de las reducciones franciscanas...- en servicio del rey y del bien común, un pasado limpio y memorable, tan notable como honorable, que es necesario transmitir y mostrar como un ejemplo, ya que el premio del mismo altísimo ha sido premiarlo con bienes materiales y terrenales.

Si bien en un sentido antiguo “linaje” refiere a vínculos de afinidad sanguínea, y por lo tanto a una forma de organización del parentesco, su significado se fue enriqueciendo a lo largo de la historia como instrumento de los sectores más altos de la sociedad de antiguo régimen para diferenciarse por la hidalguía y nobleza que pertenecer a un linaje confería. Esta pertenencia aseguraba la conservación de status y prestigio, y el linaje como tal era percibido a través de la representación de una línea de descendencia unilineal que siempre tenía un origen y un fundador notable, y que se iba transmitiendo a través de un tronco principal que reproducía el honor y el status del iniciador en cada generación. Sin embargo, la cuestión no sólo radicaba en el rango obtenido, sino en la perduración del nombre y de la casa familiar a lo largo de generaciones a través de la transferencia de patrimonio material y simbólico, como el

44 GARAVAGLIA, Juan Carlos Mercado interno..., cit., pp.314-320. 45 LOZANO, Pedro Historia de la Conquista..., Cit., Tomo III, pp.367-368. 46 Otro gobernador posterior, el vizcaíno Esteban de Urízar y Arespacochaga, gobernador de Tucumán entre .... y...... es quizá el caso más sorprendente en lo que se refiere a este tipo de conductas. Contribuyó con ...... . Una cantidad notable. Sin embargo, es probable que también notables hayan sido los intereses empeñados en el circuito, de ahí la necesidad de mantenerlo despejado de cualquier peligro o contingencia.

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prestigio, el honor y la reputación, resultado que se vinculaba a su carácter de construcción mental en torno al parentesco, la sangre y la memoria.47

La memoria entonces, como dadora de prestigio, honorabilidad, aprecio y respeto. “...la esencia de lo mejor, la nobleza, lo más elevado en una conjunción de virtud, pero en ningún caso reciente, sino intemporal, lejana, acumulada en generaciones.”48 La necesidad de una memoria histórica, una historia de la familia, una genealogía que pudiera transmitirse, heredarse, contarse y mostrarse, con un pasado glorioso, con un fundador hacedor de hazañas que limpiara y legitimara la historia posterior del linaje. Sin lugar a dudas, Juan Diez de Andino logró su intemporalidad y su calidad de fundador fue -y es reivindicada en la actualidad- en su calidad indiscutible de fundador. Sus descendientes heredaron y se apropiaron de este capital, y agregaron méritos al honor familiar que fue objeto de atención constante de sus miembros quienes nunca descuidaron la tarea –con toda la carga de sentido que esa palabra conlleva- de mantener y acrecentar el legado.

Y si había un espacio donde en América este prestigio podía mantenerse –además de los cargos ejecutivos o militares- , este era el ámbito de la ciudad, donde el autogobierno de estas denominadas “repúblicas perfectas” constituía a los llamados “padres de la república” en los guardianes y ejecutores del “bien común” y del “buen gobierno”. La corporación urbana, los cabildos, administraban este bien común y alcaldes y regidores eran los ojos y los oídos de la comunidad.49 Pero para llegar a este lugar se necesitaba previamente tener la calidad de “vecino”, que como otras de la sociedad corporativa antigua, estas categorías no respondían a normas absolutamente explícitas o claras, sino que su “...aplicación a ciertas personas respondía a una visión de la sociedad, una visión que incluía tales consideraciones como su organización interna y su división en grupos, y que no dejaba considerar tampoco las relaciones personales que unía a los miembros de la corporación.”50 La idea de tarea se filtra también en la calidad de vecindad, un trabajo “por hacer” hasta ser finalmente elemento constitutivo de la “parte más sana de la población”, una “nobleza” americana construida y auto-otorgada en virtud de una legitimación que tenía su fundamentación en la propia dinámica social de cada ciudad, especialmente en áreas como el Río de la Plata.

Siguiendo los pasos de su padre, antes de su llegada a Santa Fe, Miguel Diez de Andino fue Gobernador en Santa Cruz de la Sierra (Bolivia)51. Posteriormente pasó a integrar el grupo de vecinos notables de Santa Fe. Tenía título de Maestre de Campo y las actas capitulares de la ciudad lo destacan por su participación en la lucha fronteriza y por haberse constituido en representante de la ciudad en 1717 en el pleito con Buenos Aires por la jurisdicción de los territorios de la actual provincia de Entre Ríos.52

47 HERNÁNDEZ FRANCO, Juan “Consideraciones y propuestas sobre linaje y parentesco”, en CASEY, James FRANCO, Juan Hernández (Eds.) Familia, Parentesco y Linaje, Murcia, Universidad de Murcia – Seminario Familia y Élite en el Reino de Murcia. Siglos XV-XIX, 1997, pp.19-21. 48 ATIENZA HERNÁNDEZ, Ignacio “La construcción de lo real. Genealogía, Casa, Linaje y Ciudad: una determinada relación de parentesco”, En: CASEY, James FRANCO, Juan Hernández (Eds.) Familia, Parentesco..., cit., p.41. 49 LEMPERIERE, Annick “Repúplica y publicidad del Antiguo Régimen”, en GUERRA, Francois-Xavier, LEMPERIERE, Annick et al. Los espacios públicos en Iberoamérica. Ambigüedades y problemas. Siglos XVIII-XIX, Fondo de Cultura Económica, México, 1998, pp. 55-57. 50 HERZOG, Tamar “La vecindad: entre condición formal y negociación continua. Relexiones en torno a las categorías sociales y las redes personales”, en Anuario del IEHS, núm. 15, Tandil, 2000, p. 127. 51 AGPSF, CDA, Legajo 26, noticias biográficas sueltas de la familia. 52 Citado por CERVERA, Manuel Historia de la..., Cit., Tomo II, p. 155.

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Por su parte Bartolomé Diez de Andino fue capitular durante los años 1745, 1749 y 1750, y las memorias de la ciudad registran su activa participación en todos los asuntos del bien común. Por esos años Bartolomé compró una casa que había pertenecido a una antigua familia santafesina. Ubicada frente a la plaza principal, el Colegio de los jesuitas y el Cabildo, esa espacialidad no hace sino materializar la posición adquirida en la sociedad local, a la que se agregaba también el honor y los méritos de la familia política. Su esposa Juana Maciel era nieta del Maestre de Campo Juan de Lacoizqueta 53

“...quien sirvió á fu Magestad desde su tierna edad, y que el año de mil seiscientos ochenta y ocho se le nombró por Capitán de San Carlos de Esteco, en la Provincia de Tucumán; y el de seiscientos ochenta y nueve Sargento Mayor del referido Castillo; y el de setecientos cinco se le nombró por Maestre Campo en atención a sus grandes méritos, y servicios executados, assi en Santa Fe de la Vera Cruz, Provincia del Rio de la Plata, como tambien en la Colonia de Sacramento...”54 Tanto Manuel Ignacio Diez de Andino como muchos de sus hijos tuvieron una

larga y activa vida política que transita el fin del orden colonial, la guerra revolucionaria y el proceso de construcción de una nueva organización política e institucional. Manuel fue cabildante en los años 1777, 1791 y 1804, cuando pidió se lo relevara de sus funciones por “achaques” de la edad. Dedicó sus últimos años a escribir un “Diario”, donde con cierta anarquía, registró día por día los acontecimientos políticos sucedidos entre 1815 y 1822.55

En junio de 1810, ya en pleno proceso revolucionario, la Junta Provisional Gubernativa constituida en Buenos Aires a nombre de Fernando VII, solicitó a los cabildos de las ciudades la elección de un diputado para incorporarse a dicho gobierno.56 El cabildo redactó la primera lista de electores, pero las consecuencias de la revolución comenzaban ya a palparse en los conflictos suscitados en torno a la decisión sobre quienes debían participar57, las prerrogativas de "asiento y voto", especialmente en cuanto a los oficiales de Hacienda, así como a qué características debía tener el acto a celebrar, si se trataba de un cabildo ampliado o de un cabildo abierto. Una vez reunidos los vecinos, el desacuerdo por los lugares resulta especialmente ilustrativo 53 JUAN DE LACOIZQUETA, natural de Legassa, valle de Bértiz-Arana, en el reino de Navarra. Primero estuvo en el Perú y después a Buenos Aires, cuando ya era Sargento Mayor. Se radicó definitivamente en Santa Fe a fines del siglo XVII, donde se casó en 1691 con Doña María Martínez del Monje cuya dote ascendió a 43.467 pesos y 2 reales, la más alta conocida en Santa Fe. Fue Alcalde de Primer voto en 1694, 1701, 1711; Procurador General en 1695, 1697, 1708. En 1694 recibió el título de Maestre de Campo y comandó dos compañías de santafesinos en la expulsión de los portugueses de Colonia de Sacramento. Fue Teniente de Gobernador en 1712-1715 y 1716. En 1720, por su desempeño y méritos, se le otorgaron privilegios por Real Cédula. En 1728 otorgó poder para testar a su hijo Juan José, de destacada actuación en Santa Fe también, quien lo otorgó el 18 de enero de 1729. CALVO, Luis María et al. El asentamiento vasco en el actual territorio de Santa Fe. 1573-1713, 1713-1810, Fundación vasco-argentina Juan de Garay, Buenos Aires, 1993. Tomo II.CRESPO NAON, Juan Carlos. La sociedad santafesina. génesis y evolución. SNT, 1983; UDAONDO, Enrique Diccionario biográfico colonial argentino, Huarpes, Buenos Aires, 1945, pp.475.

54 AGI, Sevilla, Charcas 196 R.1, N° 67, Relación de los servicios y méritos del Maestre de Campo Don Juan José de Lacoizqueta, 1719-1726. 55 Diario de Don Manuel Ignacio Diez de Andino, crónica santafesina, 1815-1822, Junta de Historia y Numismática Americana, Publicaciones de la Filial Rosario, n° 3, 1931. Noticia preliminar y Notas de José Luis BUSANICHE. 56IRIONDO, Urbano Apuntes para la historia de Santa Fe, Junta Provincial de Estudios Históricos, Santa Fe, 1968 [c.1850], p. 22.

57 AGPSF, Actas del Cabildo de Santa Fe (en adelante AC), 8 de junio de 1810.

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....con preferencia por su grado a los padres que han sido de esta Republica y entre ellos Dn Juan Francisco Tarragona quien quando fue llamado expuso que a él no le antelaba el asiento el dicho Maestro Galisteo y que por consiguiente si se le daba la preferencia se retiraría a su casa, haciendo al mismo tiempo presente que la combocasion echa no era arreglada por que unicamente debia considerarse a los vecinos, casados, afincados y arraigados, de cuya clase no eran muchos de los llamados expresando de nuevo se retiraba haciendo la protesta de nulidad de la eleccion con aquellos; en cuyo estado Dn Manuel Ignacio Diez de Andino, de los Padres tambien que han sido de esta Republica dijo que se les hacia agravio en esta preferencia, extendiendose a un a otros mas que le precedian; y tratando el Señor Presidente de allanar estas dificultades que entorpecian el efecto de la reunion propuso a todo el congreso el sentarse indistintamente en qualquiera de las sillas para que se procediese a la eleccion en que se conformaron exepto los Sres Padres de la Republica Dn Manuel Ignacio Diez de Andino, Dn Lucas de Echagüe y Don Juan Francisco Tarragona, segun precenciamos y oymos dentro de la misma Sala Capitular, y tambien otros que estaban fuera...58

Esta “herencia inmaterial” que Juan Diez de Andino tejió con una urdimbre de lazos compleja, se nutrió y se consolidó a lo largo de cuatro generaciones, siguió viva y fue objeto de apropiación y reproducción por parte de quienes se constituyeron herederos de algo más que un apellido. 4. Asegurar la descendencia

Muchos de los hombres recién llegados a América contrajeron matrimonio con criollas, generalmente hijas de familias principales en los casos de varones portadores de algún prestigio o riqueza, estrategia que permitía consolidar la posición social de la familia o del individuo u obtener el pasaporte para incorporarse a los grupos dirigentes que ostentaban el control de los gobiernos municipales y la burocracia administrativa y judicial y, por lo tanto, dueños de la puerta el acceso al poder político.59

Las estrategias matrimoniales se ubicaban en el centro de esta dinámica, estableciendo vínculos de parentesco, los cuales tenían "... un gran contenido social y un fuerte poder estructurante, regían en gran medida la vida colectiva y la acción social de los individuos, y condicionaban grandemente su vida personal. A las relaciones afectivas y de dependencia se añadía la comunidad de intereses, puesto que los miembros de la familia eran a menudo solidarios en actividades comunes."60 La familia tenía entonces, un significado más amplio que el estrictamente reproductivo o afectivo, ya que además era también un espacio económico, y en este sentido, un patrimonio que trascendía la vida de la familia misma. La vinculación entre patria potestad y patrimonio podía concretarse por el dirigismo familiar, a través de las estrategias de los denominados "cabezas de familia" para decidir acerca de posibilidades 58AGPSF, AC, 9 de junio de 1810, el resaltado me pertenece.

59Véase por ejemplo LAVRIN , Asunción "La mujer en la sociedad colonial hispanoamericana", en BETHEL Leslie ed. Historia de América Latina, Cambridge University Press/Crítica, Barcelona, 1994, Tomo IV, p. 113; TARRAGÓ, Griselda “Parentesco y Poder: el Cabildo Santafesino en el ocaso del Orden Colonial”. Ponencia presentada en el Simposio “Parentesco y Poder en Latinoamérica”. VII Jornadas Interescuelas de Historia, Neuquén, Universidad Nacional del Comahue, setiembre de 1999; HERZOG, Tamar La administración como fenómeno social: La justicia penal de la ciudad de Quito (1650-1750), Centro de Estudios Constitucionales, Madrid, 1995.

60 IMÍZCOZ BEUNZA , José María "Comunidad, red social... “, cit. p.31.

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matrimoniales de hijos o protegidos61, o para gestionar una política de colocación en carreras administrativas, militares y eclesiásticas.62

En este mismo contexto la dote aparecía como "un seguro material y de prestigio social" y como "un soporte protector del sistema matrimonial en una doble dimensión: por una parte la dote es un basamento económico que protege la constitución de la familia, puesto que favorece la convivencia y ayuda a cimentar el mutuo entendimiento de los cónyuges. Por otra parte, la dote actúa como freno del temido proceso de descomposición familiar por fallas de la convivencia, o del consentimiento de los esposos: en el caso de que se produjese la separación matrimonial, los bienes dotales regresarían a su procedencia".63 Los modos de transmisión del patrimonio condicionaban la forma de constitución de las parentelas. En sociedades con heredero único la parentela se centraba en la casa mientras que en las de herencia igualitaria en el individuo64. En la primera había una división jerárquica dentro del grupo de hermanos mientras que en la segunda se consideraba como un conjunto de elementos idénticos.

En éste último caso el papel de las redes de parentesco era esencial. Los testamentos, como instrumentos con intencionalidad económica, cumplían una función importante en este sentido. En sociedades como estas, en las que las leyes de herencia imponían un reparto equitativo entre los herederos era frecuente la constitución de alianzas familiares como mecanismo corrector. Estas relaciones podían revelarse en diferentes vínculos: familia de sangre, familia política, familia por alianza. El matrimonio, la asignación de la dote, las mejoras en los testamentos, tendieron a consolidar el patrimonio familiar, a ampliarlo, a generar alianzas políticas en espacios de poder restringidos.65

61 CHACÓN JIMÉNEZ, Francisco "La familia en España: una historia por hacer", en CASEY, James et al La familia en la España Mediterránea(Siglos XV-XIX), Crítica, Barceloma, 1987, p.3.

62 IMIZCOZ, José María GUERRERO, Rafael “A escala de Imperio. Familias, carreras y empresas de las elites vascas y navarras en la Monarquía borbónica”, en IMIZCOZ, José María (director) Redes familiares y patronazgo. Aproximación al entramado social del País Vasco y Navarra en el Antiguo Régimen (Siglos XV-XIX), Servicio Editorial de la Universidad del País Vasco, Bilbao, 2001. 63En todos los casos, la dote era instrumentada por la potestad, y por tradición bajomedieval reconocida por las Leyes de Toro, sólo podía transferirse desde un tercio a un quinto del patrimonio. CHACÓN JIMÉNEZ, Francisco "La familia en España...”, cit., p.112. Sin embargo, siempre había espacio para manipular los límites impuestos por la legislación. La dote podía tener un valor similiar en reales, aunque no en la intencionalidad de los bienes que se concedían o en lo que significaba en cuanto a capital relacional o simbólico.

64 BESTARD CAMPS, Joan "La estrechez del lugar. Reflexiones en torno a las estrategias matrimoniales cercanas", en CHACÓN JIMÉNEZ, Francisco y CHACÓN JIMÉNEZ, Francisco y HERNÁNDEZ FRANCO, Juan Poder, familia y consanguinidad en la España del Antiguo Régimen. Barcelona, Anthropos, 1992.

65En el caso de sociedades con filiación indiferenciada y no unilineal, la filiación no tiene un papel estricto en la delimitación de los grupos sociales, caracterizándose las parentelas por la ausencia de demarcación precisa, variando los límites de una sociedad a otra. En pequeñas comunidades, con alto índice de endogamia puede plantearse que todos son en realidad parientes. Se trata de una delimitación hecha en la práctica, lo que permite una gran flexibilidad en la inclusión/exclusión de parentelas. En este tipo de forma parentesco los matrimonios entre parientes permite la consolidación de las familias al reducir los ascendientes y los colaterales. Su práctica no crea nuevos parientes, cerrando el campo de parentesco. Sin embargo, el efecto de la compactación es tenido como positivo en el contexto de determinadas estrategias, generando redes densas de parentesco con alto grado de solidaridad”. BESTARD CAMPS, Joan "La estrechez....”, cit..

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La estrategia era la de "hacer un buen matrimonio" que permitiera maximizar los beneficios materiales y simbólicos para la familia, validando para ello las acciones necesarias tendientes a cumplir con este objetivo, estrategia que debe comprenderse como un momento en una serie de intercambios materiales y simbólicos, que no tiene por principio la razón calculadora, sino una "especie de instinto socialmente constituido que lleva a vivir como necesidad ineluctable del deber o como impulso irresistible del sentimiento las exigencias objetivamente calculables de una forma particular de economía"66 .

Paradójicamente, Juan nunca se casó. Sin embargo, siguiendo una práctica bastante común, como muchos hombres de su calidad y rango social y en previsión no sólo de su posible descendencia, sino también en clave de rodearse de un círculo de confianza, trajo consigo a dos sobrinos, hijos de dos primas67: Juan González Alonso de Guzmán, nacido en 1645 en la Villa de Poza, hijo legítimo de Bartolomé González y de María Alonso de Guzmán, y Miguel Diez de Andino, nacido en 1648. A este grupo familiar se agregó en 1663 el Alférez Antonio González de Andino, otro sobrino natural de Jerez de la Frontera, que llegó en calidad de criado y que se radicó en Santa Fe donde se casó con María de Torrejón.

Ambos sobrinos que llegaron a América “...sin caudales propios...”, fueron sus hombres de confianza en los negocios yerbateros, ya que según sus propias palabras, se ocupaban “...en aquello que yo les hordenava...”. Fueron también sus albaceas testamentarios en 1674. 68 Este documento, redactado 14 años después de su llegada descubre al elegido para dar continuidad al linaje. En él, Juan González Alonso de Guzmán será declarado heredero universal de todos los bienes materiales e “inmateriales” del Maestre Diez de Andino. Sin embargo, y como vimos, el campo de las certidumbres a veces resultaba más árido de lo esperado. En 1676, Juan dictó codicilo revocando esta elección en duros términos. No resulta difícil leer detrás de la misma, la deslealtad del elegido:

“...Y qe el dho Cappn Don Juan Alonso de Guzman aya y goce y tome para ssi todo el dinero que lleba consigo para embarcarse por el puerto de Bs Ayres a los reynos deespana y qe no sse lepida quenta, dello sinque entre ni pueda cosa alguna detodos los bienes derechos y aciones que el otorgante tiene o tubiere en este reyno ni en los dhos reynos de Espana.”69 No obstante, esta historia tuvo un capítulo inicialmente no proyectado que

finalmente corrigió el error del sobrino desleal . En Indias, y como muchas historias de esta época, Juan tuvo un hijo natural “...de una muger que no se nombra por no combenir...”, pero que el tiempo ha descubierto como Ana de Barbosa y Escobar. Miguel Diez de Andino podía ser hijo natural, pero esa condición no restaba legitimidad a su posible calidad de continuador del tronco familiar.70

66 BOURDIEU, Pierre El sentido práctico, Taurus, Madrid, 1991. "La tierra y las estrategias matrimoniales".

67 Archivo General de Indias (en adelante AGI), Sevilla, Contratación, 5432, N. 2, R. 44. 68 “El nombramiento de apoderados y ejecutores testamentarios refleja una confianza absoluta en la familia cercana...” GARCÍA FERNÁNDEZ, Máximo “Familia, parentesco y herencia en el Antiguo Régimen. El traspaso generacional de propiedades”, en CHACON JIMÉNEZ, Francisco, LLORENC FERRER, Alós (Editores) Familia, Casa y Trabajo, Universidad de Murcia, Murcia, 1997, p. 140. 69 AGPSF, CDA, Legajo I, Carperta 5.

70 Un citado genealogista dice que este hijo fue en realidad un mestizo, nacido de la unión del Maestre con una india Guaraní. AZAROLA GIL, Luis Los Maciel en la Historia del Plata, La Facultad, Buenos Aires, 1940, p.118. Posteriormente Hugo Fernández Burzaco desmintió esta posición, basándose en el hallazgo que de la testamentaria de doña Ana

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En el testamento, Juan Diez de Andino71, además de declarar heredero universal a su sobrino Juan Alonso de Guzman, le lega al sobrino homónimo de su hijo la barca, 1.000 reales de a ocho en plata y 1.000 arrobas de yerba, mientras que le asigna a su hijo una capellanía en España, encargándoselo a su medio hermano, Martín Diez de Antuñano. Este esquema hereditario diseña una primera estrategia de descendencia y continuidad que le entregaba al preferido la parte más sustancial de bienes materiales y simbólicos, le aseguraba a su otro sobrino un buen pasar y su continuidad en el negocio de la yerba (un hombre de confianza para su primo jefe de la casa) y resguardaba el futuro de su hijo, obturando a su vez la posibilidad de cualquier interferencia con la fortuna de la familia en Indias.72 Pero las posibilidades eran múltiples, y el plan originario no puedo cumplirse. No resulta improbable que haya dictado un nuevo codicilo antes de morir el 28 de noviembre de 1683, cuando su hijo nacido en 1668 tendría ya quince años y sus condiciones le hicieran apostar a su persona como elegido para la descendencia. Aunque murió soltero, Juan Diez de Andino dejó entonces como su heredero universal a Miguel Diez de Andino y Barbosa, nacido en Asunción del Paraguay por el año 1668, y durante las tres generaciones siguientes el linaje detentó un jefe elegido que no sólo se constituyó en el ego a partir del cual se organizó y consolidó la descendencia, sino también, como luego se verá, el que guió el sostenimiento y la organización de la “casa”.

En el último cuarto del siglo XVII Miguel se avecindó en la ciudad de Santa Fe de la Vera Cruz. Allí se casó con Petrona Alvarez de la Vega el 4 de febrero de 1704 y murió el 2 de julio de 1718, según parece a la escasa edad de 40 años. Su esposa no llevó dote al matrimonio, pero era hija de una antigua familia santafesina y en un patrón transaccional que se repitió reiteradamente73, muchos vecinos entregaron a sus hijas en matrimonio a estos comerciantes, pasantes, etc. que llegaban a la ciudad en el momento de mayor crecimiento del comercio de yerba y de una multiplicidad de actividades subsidiarias de aquél.

Miguel entró al matrimonio con “...caudal crecido...”74, asegurándose así su calidad de vecino y garantizando a esta familia benemérita local empobrecida, su perduración material y simbólica en el núcleo de las principales. Como reflexiona Susan Socolow “...más fácil casarse 'bien', tener asociaciones personales y comerciales prestigiosas y aprovechar las relaciones con el gobierno, si uno tenía un apellido importante. Sin embargo, un desconocido industrioso podía, a través del trabajo intenso, la acumulación de capital, el matrimonio y el parentesco y un poco de suerte, abrirse camino en los rangos del respetable grupo medio de los comerciantes."75 Como se verá posteriormente, no sólo contó con el legado de su padre, sino que su patrimonio aumentó considerablemente por la continuidad de su actividad mercantil.

Barbosa y Escobar hizo el historiador paraguayo Rafael Eladio Velázquez. La mencionada dama era hija legítima del Capitán Luis Barbosa y de Ana Ruiz de Escobar, vecinos de Buenos Aires. 71AGPSF, CDA, Legajo I, Carpeta 4, 72 “Todo novicio aspirante a profesar como religioso regular quedaba excluido del sistema de particiones y estaba obligado a renunciar a sus legítimas...” GARCÍA FERNÁNDEZ, Máximo “Familia, parentesco y herencia en el Antiguo Régimen. El traspaso...”, cit. P.134. 73 ARECES, Nidia y TARRAGÓ, Griselda “Santa Fe en la segunda mintad del siglo XVII. Familia y negocios: el caso de los Vera Mujica”, en NOEJOVICH CH., Héctor (Editor) América bajo los Austrias: economía, cultura y sociedad, Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima, 2001, pp. 335-354. 74 AGPSF, CDA, Carpeta 5, Legajo del pleito por los bienes de Miguel Diez de Andino. 75 SOCOLOW, Susan Los mercaderes del Buenos Aires Virreinal, Ediciones de La Flor, Buenos Aires, 1987, p. 37.

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Al morir dejó cinco hijos, todos probablemente muy jóvenes. Tres hijas: Ana casada con Antonio Perales, Josepha casada con Diego de Ledesma Valderrama, Ignacia casada con Joseph de Mendieta, y dos hijos varones solteros: Diego (el mayor de todos los hermanos) y Bartolomé Diez de Andino. Su muerte dio lugar a un complicado litigio por sus bienes que tuvo como actores principales a su esposa, y a dos de sus yernos: Diego de Ledesma y Antonio Perales76.

Aunque finalmente el reparto de los bienes se hizo por partes iguales entre los cinco herederos de acuerdo a lo prescripto por las leyes castellanas77, hay una figura que es significativa en cuanto a la problemática de la herencia, y que en última instancia encubre la clave de la descendencia trocal. Diego de Ledesma Valderrama, uno de los yernos litigantes, era socio en los negocios con Miguel Diez de Andino. Este le otorgó en matrimonio a su pequeña hija de 10 años cuando aquel contaba con 35, y la dotó con importantes bienes78 . Probablemente inicialmente éste haya sido el jefe elegido para conducir la casa. La elección tenía una lógica: Diego pertenecía a una antigua y prestigiosa familia vinculada al negocio de la yerba, con miembros que habían sido gobernadores de Tucumán y de Paraguay.79

Sin embargo, y tal vez como causa de una muerte temprana que no dio tiempo a la consolidación de los roles asignados, una vez más la estrategia inicial no ha podido consolidarse. El conflicto que enfrenta a la viuda con su yerno, nos revela probablemente el reclamo no sólo de los bienes materiales del patrimonio familiar que creía justo recibir sino del cumplimiento de pactos previos con el jefe. Finalmente el sucesor en la línea será Bartolomé Diez de Andino, también socio de su cuñado Ledesma Valderrama, y el único vivo de todos los hermanos hacia 1749.

El casamiento de Bartolomé consolidará una posición más ventajosa que la de su padre, al casarse con Juana Maciel, hija de Juan Maciel y de Rosa de Lacoizqueta, nieta del Maestre de Campo Juan de Lacoizqueta como ya se vio, y cuñada de Melchor de Echagüe y Andía80. Juana aportó al matrimonio una dote interesante81 y de 76 AGPSF, CDA, Legajo 5, citado. 77 El litigio dura más de un año y de los 124.173 pesos que aparecen en una memoria de capital levantada poco antes de su muerte, reciben cada uno 18.562 pesos. AGPSF, CDA, Legajo 5, citado. 78 Además de algunas propiedades, la dotó con 4.775 pesos en géneros, 19.562 pesos en especie y 2.136 pesos en otros objetos. Citado por CERVERA, Manuel Historia de la ciudad y provincia de Santa Fe (1573-1853), Universidad Nacional del Litoral, Santa Fe, 1979, Tomo II, p.155. 79 Datos en GARAVAGLIA, Juan Carlos Mercado interno..., cit., p.309; LOZANO, Pedro Historia..., cit., Tomo III, p.314. 80 Su hermana Isabel Maciel estaba casada con Melchor de Echagüe y Andía, nieto de FRANCISCO PASCUAL DE ECHAGÜE Y ANDIA, natural de la villa de Artajona, reino de Navarra. Se casó en Santa Fe el 21 de abril de 1683 con María Márquez Montiel a quien le otorgaron una dote de 10.270 pesos. Los testigos de soltería declararon que los conocían desde su arribo al puerto de Buenos Aires cuando era muy joven. Declaró también que frecuentemente viajaba a las Provincias del Perú. En la misma información consta el nombre de otros "pasisanos de Echagüe" que lo conocían de su misma patria y de Don Pedro de Izca y Araníbar que lo había conocido en la Villa Imperial de Potosí. Don Antonio Ignacio Caminos, Oficial subalterno de la Tesorería Foránea de Santa Fe extendió una certidicación, haciendo constar que "D. Francisco Pascual de Echagüe y Andía, natural de la Villa de Artajona, Reyno de Navarra, Virreinato de Pamplona, fue lexitimo descendiente de las ilustres casas de Echagüe, Echayde, Lasterra y Andía cuios timbres y escudos de armas de los quatro apellidos se demuestran en estampas insertas en sertidicacion que en 27 de Octre de 1695 dio el Sr. Alfonso de Guerra y Villegas, cronista mayor y Rey de Armas el mas antiguo de la Magestad Catolica"Cuando murió en 1699 era Teniente de Gobernador. Sus hijas se casaron con: Antonia con Manuel de la Sota, Catalina con José Troncoso, Francisca con Francisco de Ziburu, también navarro. 81 Carta dotal del 15 de diciembre de 1735 fechada en Corrientes. Importaba 4.855 pesos 4 reales en plata o 9.711 pesos en moneda en corriente. AGPSF, CDA, Legajo 12, Testamento de Bartolomé Diez de Andino.

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la pareja sólo nació un único hijo llamado Manuel Ignacio, quien tuvo una larga vida y allanó con su exclusividad y longevidad la cuestión de la descendencia.

Con él termina la historia uni-troncal de la familia, ya que su matrimonio con María Josepha Fernández Therán, generó una prolífica familia de once hijos y murió en 1822, doce años después del comienzo de la revolución rioplatense, cuando Santa Fe se encontraba ya constituida en provincia independiente y toda la región estaba inmersa en un proceso político, social y económico de profundas transformaciones.

5. Construir la Casa a) Plantar los cimientos

Como proceso integrado al de construir un linaje en Indias, tan honorable y meritorio como cualquier linaje principal del reino, y una vez asegurada la continuidad del linaje a través de la elección de un heredero, la cuestión esencial se centró en crear un patrimonio material lo suficientemente sólido para permitir la perduración de la familia en el tiempo. Construir y dotar a la casa que albergaba al jefe de toda su materialidad y de toda su carga simbólica, entendiendo que casa no solo refiere a la unidad de residencia, sino también a la red de individuos “...unidos por vínculos de parentesco consanguíneo o artificial que se simbolizan e identifican mediante elementos comunes como escudos, cargos o títulos.” 82 Y en esta realidad indiana y colonial, la clave de toda riqueza se escondía en el control de los circuitos mercantiles, fueran estos internos o transatlánticos.

Como muchos gobernantes de esta época en la que los negocios privados se confundieron con la actividad administrativa en esto que se ha dado en llamar la “universalización de la condición de mercader”, el gobernador del Paraguay se dedicó al comercio yerbatero. Esta “dedicación” podría considerarse desde dos perspectivas. Por una parte desde su actividad propiamente administrativa, cuando gestionó medidas que tendían a beneficiar la producción de yerba, especialmente en lo que se refiere a la asignación de mano de obra indígena para los llamados “beneficios yerbateros”83. Por otra, su perfil de “empresario” que se deja vislumbrar en los escasos indicios de su testamento, ya que dejó expresa su voluntad de que

“...no se haga ni se pueda haser almoneda de los bienes del dho otorgante, judicial ni extrajudicialmente [...] sobre quesehase lo mismo suplico en el ynbentario...” Sabemos que tenía una barca con la que transportaba yerba hasta Santa Fe, y

que esa barca además de transportar la suya propia, transportaba la de otros porque entre los legados a su sobrino Miguel aparecen la cuenta de los “fletes” que deben cobrarse y, como ya se mencionó, 1.000 arrobas de yerba, producto que también es parte de sus otras mandas. Sabemos además por el padre Lozano que tuvo la gracia del “...aumento de los bienes que le colmó el cielo...”. Como jefe y señor de la recién creada casa, gobernó una estructura compleja que no sólo se consolidó en bienes materiales, sino en una estructura jerárquica de parientes, protegidos y subordinados. Por lo demás su hijo tenía ya fortuna cuando se casó en Santa Fe, lo que también habla de que la casa tenía ya bases firmes.

Miguel Diez de Andino se dedicó básicamente al comercio de yerba, de ganado, de “efectos de la tierra” (especialmente textiles regionales) “efectos de 82 CHACON JIMÉNEZ, Francisco, LLORENC FERRER, Alós “Prólogo. Más allá de la familia”, en CHACON JIMÉNEZ, Francisco, LLORENC FERRER, Alós (Editores) Familia, Casa..., cit., p. 15. 83 En 1665 pedía a la Audiencia de Buenos Aires que de los pueblos de Itatin “se embien a la villa para cada venefisio que se hace de la yerva quatrocientos o quinientos yndios que se repartan entre los beneficiadores...”, citado por GARAVAGLIA, Juan Carlos Mercado..., Cit., p.318.

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Castilla” y hierro. Los créditos que él había otorgado a otros comerciantes, conformaban el grueso del patrimonio en su inventario de 1718. Su distribución, ya diseñaba el camino que unía el Paraguay con Salta, Jujuy y Potosí -donde se encontraba su deudor más importante.84 Tenía intereses en la ciudad de Salta, donde Agustín Castellanos, maestre de Campo del Gobernador de Tucumán, Esteban de Urízar y Arespacochaga, manejaba el grueso de sus asuntos en esa ciudad y el mismo gobernador de Tucumán era también su deudor.85 A su muerte su patrimonio ascendía un total de 124.173 pesos, una cifra relativamente importante para una región como la del Río de la Plata a principios del Siglo XVIII.

La mayor disponibilidad de fuentes especialmente correspondencia y las cuentas de Bartolomé y Manuel Ignacio Diez de Andino, con una intrincada red de operadores, socios, parientes, paisanos, categorías que frecuentemente se superponen, ha permitido un análisis más denso de las actividades económicas de padre e hijo.

En el caso de Bartolomé Diez de Andino –quien, como su padre, tuvo un temprano entrenamiento en la empresa mercantil86-, estas fuentes nos hablan de un comerciante que a diferencia de los muy conocidos y tradicionales nombres de Buenos Aires vinculados al tráfico ultramarino87, tenía su base de operaciones en un espacio interior que actuaba de conector de múltiples regiones, al que podemos caracterizar como un “jefe sedentario de empresas” 88 y cuya actividad “...puede describirse con la imagen de una hélice quieta y poco ortodoxa, cuyas aspas apuntan a Buenos Aires (sur) Mendoza y Chile (al oeste), el Alto Perú (hacia el norte) y Asunción (al noreste)89, que básicamente implicaba la organización de beneficios yerbateros o la compra de yerba en Paraguay pagando en parte con mercaderías que se han comprado en Buenos Aires (especialmente “efectos de Castilla” y hierro) y llevar la yerba -vía Santa Fe- hasta Potosí donde se vendía por plata constante y sonante. Esta actividad central de la empresa se combinaba con la fletería y el comercio de ganado vacuno, para lo cual había comenzado a incorporar a su patrimonio tierras de estancia en diferentes espacios de la jurisdicción santafesina. El crédito a otros mercaderes y a personas de diferentes categorías se agregaba a sus prácticas mercantiles.

Ni Juana Maciel ni Manuel Ignacio Diez de Andino se enfrentaron con la disyuntiva de la sucesión, pero sí con la dificultosa tarea de sostener la casa en una situación difícil a nivel familiar –como veremos- y en un contexto de profundos cambios estructurales en lo que había sido este “espacio peruano” y su dinámica, como se señaló. Poco a poco, hacer negocios en Buenos Aires se había transformado en una actividad casi tan rentable como hacerlos en el mismo Potosí. Ya no había que emprender una tan larga marcha vía Santa Fe para conseguir plata constante y sonante, y es en este contexto en particular en el que debemos comprender las actividades económicas de Manuel Ignacio Diez de Andino, que –a diferencia de sus antecesores- ya no se dedicó básicamente al comercio de yerba, sino a la producción de mulas para el Potosí y a la de cueros de ganado vacuno para el mercado Atlántico. Su vida –la biológica y la económicamente activa- estuvo atravesada por cambios decisivos en el espacio rioplatense. En 1776 se erigió el Virreinato del Río de la Plata con su capital en la ciudad de Buenos Aires y en 1779 se le canceló definitivamente el privilegio de puerto preciso a la ciudad de Santa Fe, consolidándose definitivamente la

84 TARRAGÓ, Griselda "Los Diez de Andino...", cit., p. 50. 85 Entre otras cosas se encontraban en manos del gobernador Urízar 2.443 varas de ruan florete y cuatro fardos de bretañas angostas. 86 En unas cartas sueltas, Bartolomé habla de viajes hechos de muy joven a Mendoza. AGPSF, CDA, Legajo 12, Carpeta III. 87 SOCOLOW, Susan Los mercaderes..., cit. GELMAN, Jorge De mercachifle..., cit., MOUTOUKIAS, Zacarías ¿Por qué los contrabandistas..., cit. 88 La expresión corresponde a ASSADOURIAN, Carlos Sempat El sistema de la.., cit.. P.86 89 TARRAGÓ, Griselda y BARRIERA, Darío “Elogio...”, cit..

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ya canonizada división entre “interior” y “litoral” que Tulio Halperín Donghi definiera a fines de la década del sesenta.90

No sólo la familia Diez de Andino, sino el grupo completo de mercaderes insertos en los circuitos yerbateros comenzaron a generar comportamientos económicos tendientes a transformar sus negocios ahora mayormente centrados en la producción y comercio de productos ganaderos. Varias estancias y otros establecimientos rurales que abarcaban importantes cantidades de tierra, ganados de diferente tipo, medios de producción y esclavos, se consolidaron en esta etapa como las fuentes principales de recursos de la familia.91

Todas estas unidades productivas rurales, a las que se agregaban una “chacra”92, una atahona en la ciudad y un horno de ladrillos con “esclavos maestros cortadores de material” funcionaban como un conjunto y apuntaban a la diversificación, y más allá de que el perfil de la empresa familiar fuese ahora de carácter eminentemente rural, la base desde donde operaba siguió siendo urbana y su carácter esencialmente mercantil. En última instancia aquello que distingue uno y otro tipo no es la actividad misma sino la lógica y el sentido que ella tiene, y un comerciante no deja de serlo por tener establecimientos rurales, ya esa condición no es central en su posición económica y menos social.93

Más allá entonces de esta autotransformación que producen muchas de estas

familias, el aspecto dinámico de esta economía siguió siendo el comercio, y es este comercio que continuó operando en condiciones similares pero con un nuevo diseño de los circuitos y productos comerciados. No sólo se comercializaban los cueros y las mulas producidos en las propias tierras, sino que estos se complementaban con la compra y posterior mercantilización de la pequeña producción campesina94 de la zona. La mula es en esta etapa la mercancía que permite llegar hasta Potosí donde todavía era posible conseguir plata, transitando circuitos que se mimetizaron con los anteriores de la yerba.95

90 “Santa Fe era en el Litoral otro factor del sistema jesuítico; y como tal había entrado en crisis a mediados del siglo XVIII. En decadencia como centro de comercio terrestre y fluvial, Santa Fe conoce sin embargo una prosperidad creciente gracias a la ganadería. En la diminuta ciudad no hay ya actividad artesanal alguna [...] He aquí un aspecto de la ruralización creciente de la vida santafesina [...] Santa Fe aprovecha su relativa cercanía al interior y las viejas rutas que con él se unen, se enriquece con la cría y el comercio de mulas, que con los grandes productores llevan a vender, en arrias inmensas, hasta Salta y Potosí. Son esas actividades las que dominan la economía santafesina...”HALPERIN DONGHI, Tulio Revolución..., cit., p. 31. 91 Las estancias eran: la de San Miguel del Carcarañal (al sur de la ciudad de Santa Fe), la de San Joseph de Guayleguaychú (al sur de la actual provincia de Entre Ríos) y la de Añapiré (al norte de la ciudad de Santa Fe). Ver TARRAGÓ, Griselda “Santa Fe en el periodo tardo colonial: producción ganadera, estancias y regiones”, en Anuario, núm. 17, Escuela de Historia/Facultad de Humanidades y Artes, Rosario, 1995/6, pp.217-238. 92 Se denomina de esta manera a un establecimiento rural de dimensiones medianas y de producción mixta: leche, cereales, legumbres y frutales entre los productos más importantes. 93 FRADKIN, Raúl “¿Estancieros, hacendados o terratenientes?. La formación de la clase terrateniente porteña y el uso de las categorías históricas analíticas”, en BONAUDO, Marta y PUCCIARELLI, Alberto (Comps.) La problemática agraria. Nuevas aproximaciones, CEAL, Buenos Aires, 1993, Tomo I, p.43. 94 Sobre la problemática rural en el Río de la Plata, véase GARAVAGLIA, Juan Carlos Pastores y Labradores de Buenos Aires. Una historia agraria de la campaña bonaerense 1700-1830, Ediciones de La Flor, Buenos Aires, 1999. 95 El patrón es el enviar mulas a Salta, donde un agente se encarga de invernarlas y luego venderlas y de enviar la plata a Buenos Aires, donde la recibe el agente Lezica, quien antes de remitir la ganancia, se cobra primero lo que ha adelantado en géneros y otras mercaderías que sirvieron previamente a su vez para pagar conchabos de peones o cueros y mulas a pequeños productores, en TARRAGÓ, Griselda Informe Final, Conicet, 1995, inédito.

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b) Levantar muros, abrir puertas y ventanas

Sin embargo, la organización de estas empresas siempre implicaban altos niveles de riesgo, especialmente en circuitos dibujados por la interconexión de espacios tan distantes unos de otros (se tardaba 5 meses para llegar desde Santa Fe a Potosí...). En su sentido más original “empresa”para el siglo XVII, y gran parte del XVIII, debería entenderse como un “...negocio arduo y dificultoso...”.96

Era entonces lógico que las estrategias para contrarrestar los altos niveles de peligros de pérdida y de incertidumbre en general, fueran muchas y frecuentes. La necesidad de plantear relaciones más íntimas entre comerciantes “...no solía ser muestra de desinteresada afabilidad sino que respondía a la necesidad de conocerse en un medio en el que la mayoría de las operaciones importantes se concertaban a crédito. En tales condiciones el saber quien era quien, el penetrar lo que valía cada uno bajo apariencias a veces engañosas, era requisito esencial para evitar sorpresas desagradables.”97 David Brading analizando a los comerciantes del México borbónico, afirmaba que la “...habilidad mercantil era esencialmente individual, y el éxito de una persona dependía principalmente del grado de confianza que era capaz de inspirar a los demás comerciantes.”98 Estudiando el caso del mismo grupo en Buenos Aires, Susan Socolow ofrece el mismo argumento visto desde un momento crítico, cuando nos recuerda que la “...empresa comercial no podía convertirse en una sociedad anónima que soportara la muerte de un fundador [...] todas las sociedades se disolvían automáticamente con la muerte de cualquier socio. La única esperanza del comerciante era que un hijo o un yerno, entrenado por él, continuara en el comercio, aunque fuese con un capital muy reducido, intentando a través de los contactos personales que el comerciante fallecido había establecido, recrear la fortuna anterior.”99

Juan trajo a sus sobrinos, Miguel trabó solidaridades con su yerno, Bartolomé montó su empresa con cuñados, primos, compadres. Sin embargo, en todos los casos “algo” sucedió que finalmente rompió el círculo previsible. Las reciprocidades entonces, no siempre eran positivas. Si centramos la mirada en Bartolomé Diez de Andino podremos ver cómo la muerte del Jefe de la empresa produjo un virtual estallido de esta densa red de agentes, parientes y solidaridades de diferente tenor. Nuevamente como en el caso de su padre, una muerte inesperada traerá consigo una situación de profunda incertidumbre. Montada la empresa esencialmente en vínculos construidos y sostenidos por una acción permanente de renovación y reforzamiento esencialmente personal, su desaparición condicionó el carácter de los mismos así establecidos y su existencia misma en cuanto a la carga de obligaciones implícitas que ellos conllevaban. La “deslealtad” de Francisco de Barúa y Manuel Ferreyra Braga de Couto parientes y socios, quienes virtualmente “desaparecen” en Potosí con una carga de yerba de 30.000 pesos, no sólo arrastrará a la viuda, a otros parientes y finalmente a su propio hijo a un largo conflicto de más de 20 años que no traerá a la familia sino pérdidas materiales e inmateriales.

El tema de la construcción de la confianza vinculado a los márgenes de incertidumbre siempre presentes en estas tramas basadas y tejidas en torno a vínculos personales es fundamental en el tratamiento de esta sociedad, y en este sentido “...los comerciantes y mercaderes prefirieran traer consigo a sus sobrinos o 96 COVARRUBIAS, Sebastián de Tesoro de la lengua castellana o española según la impresión de 1611, con las adiciones de Benito Remigio Noydens publicadas en 1674, SA. Horta, I.E, Barcelona 97 MARILUZ URQUIJO, José “Solidaridades y antagonismos de los comerciantes de Buenos Aires a mediados del setecientos”, en Investigaciones y Ensayos, núm. 35, Buenos Aires, Academia Nacional de la Historia, 1987. 98 BRADING, David Mineros y Comerciantes del México borbónico (1763-1810), Fondo de Cultura Económica, México, 1983, p. 145. 99 SOCOLOW, Susan Los mercaderes..., cit. p. 41.

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recomendados para llevar cuentas, o que casaran a sus hijas y sobrinas con sus socios, nos habla claramente de una política de construcción de vínculos primarios en función de una especulación: estos acuerdos, les permitirían obtener lealtades muy condicionadas, lo que, en esta lógica, suponía una importante disminución del riesgo. [...]El hecho de que un agente pueda llevarse un monto importante de mercaderías por cuenta de otro, no siempre es encuadrable dentro de la figura del “fiado”: revisando las cuentas que Bartolomé Diez de Andino tiene con varios corresponsales suyos100, y combinando la lectura de las cuentas con la de su epistolario –lo que no siempre es necesario hacer, puesto que en varias oportunidades aparecen ya confundidas– puede encontrarse un tipo de relación que no tiene que ver con el fiado ni con el crédito, sino con una operación que se monta sobre capacidades complementarias. Esta complementariedad de capacidades –“poder tener”, en el caso del mercader sedentario y “poder circular” en el caso del agente o factor de negocios– está en la base de un pacto, de un trato –no siempre escrito– según el cual las partes se comprometen bien a compartir los dividendos, bien a reintegrarse la suma en otro momento de una manera que será convenida en el futuro. Algunas de estas liquidaciones de cuentas llevan años, y con el cierre de negocio, el mercader o el factor que “debía” el cumplimiento, conserva sobre todo la “confianza” de quien lo habilitó. En la sociedad preliberal, donde el marco jurídico no provee de los instrumentos óptimos para la previsión101 –e, insistimos, quizás también en muchos casos que se pueden considerar en sociedades “modernas”– la confianza es al compromiso mercantil lo que el juramento a la prueba jurídica: es su garante, más allá del efectivo funcionamiento de la garantía. [...] Esta confianza es un elemento clave de este sistema porque es un valor clave de esta sociedad: en la búsqueda de un mundo seguro, se presentaba como el camino más directo. Presentada pocas veces como sustantivo, esta palabra solía y suele utilizarse para caracterizar una relación o una actitud: fácilmente identificable como predicado, como adjetivo, puede llegar a olvidarse que su construcción es una relación. Una relación que no era un fin en sí mismo.”102

6. A modo de cierre

Retomando algunas cuestiones que se plantearon al comienzo, la idea que guió la reflexión acerca de la historia de esta familia en Indias, es la de tarea, de construcción, de estrategia, de acción intencional de los actores quienes frente a un abanico de posibilidades eligieron, decidieron y accionaron para asegurar la memoria, el honor y la riqueza de la familia en ese nuevo contexto que era América, en una sociedad todavía abierta en muchos sentidos, donde las jerarquías no estaban tan claras. La elección de la familia como observatorio permitió mirar detenidamente la dinámica constructiva de vínculos y conductas, en el proceso de cómo se creó el linaje americano, cómo se aseguró la descendencia uni-trocal, y cómo la familia construyó la riqueza que la rodeó durante casi dos siglos. Pero también permitió observar los márgenes de incertidumbre y la capacidad de negociación implícita en todas estas estrategias y conductas. Y en esta realidad indiana y colonial, la clave de toda riqueza se escondía en el control de los circuitos mercantiles, fueran estos internos o transatlánticos. Y el comercio necesitó de una gran versatilidad en el manejo de los negocios, condición 100 AGPSF, CDA, caja 9. 101 No ignoramos que de hecho los había –la escritura de obligación, la libranza y la cesión de deudas, entre otros, analizados por GELMAN, Joge De mercachifle..., cit. pp. 95 y ss.– ni que es el Comercio el área dentro de la cual un derecho específico se va a desarrollar más tempranamente. Sin embargo nos estamos refiriendo a factores que, justamente, han sido descuidados y que nos parecen medulares en relación al marco jurídico; la traición de la confianza, efectivamente, es –como veremos más adelante– un punto que aparece como materia argumental en procesos judiciales entre comerciantes. 102 BARRIERA, Darío TARRAGÓ, Griselda “Elogio...”, cit.

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sine qua non de toda empresa montada sobre altos márgenes de incertidumbre pérdidas. Esa flexibilidad se puede comprobar claramente en la transferencia en los manejos económicos del grupo de mercaderes de yerba, hacia un esquema donde se combinaba la producción rural con su comercialización103, como forma dinámica de preservación del capital material y simbólico de estos hombres.

La contrapartida del aspecto estrictamente económico de la empresa, se correspondía con otra menos “visible”, pero no menos importante. Armar empresas, conformar compañías con parientes parecía ser el reaseguro más importante frente a la incertidumbre, ya que un miembro de la casa en sentido amplio respondería según los lazos establecidos. Sin embargo, y como se vio, esto no siempre sucedía, y era necesario muchas veces, volver a empezar.

103TARRAGÓ,Griselda "Santa Fe en el período tardo-colonial. Producción ganadera, estancias y regiones", en Anuario, Vol. 17, Rosario, Escuela de Historia/Facultad de Humanidades y Artes, UNR, 1996. pp.217-238.