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Historia de España. 2º Bachillerato IES “Inca Garcilaso” (Montilla) 1 TEMA 06. LA CONSTRUCCIÓN DEL ESTADO LIBERAL (1833-1868). 2A PEvAU. REVOLUCIÓN LIBERAL EN EL REINADO DE ISABEL II. CARLISMO Y GUERRA CIVIL. CONSTRUCCIÓN Y EVOLUCIÓN DEL ESTADO LIBERAL Tras la muerte de Fernando VII en 1833, Isabel II, fue proclamada reina de España. Durante su minoría de edad su madre, María Cristina, se apoyó en los liberales, que impulsaron un nuevo régimen liberal con medidas como la desamortización. El reinado de Isabel II se consolidó bajo un modelo liberal moderado basado en los principios de la Constitución de 1845 y que entró en crisis en los años sesenta. La reina fue derrocada tras el triunfo de la revolución “La Gloriosa” en 1868. 1. LA PRIMERA GUERRA CARLISTA (1833-1840) En 1833 murió Fernando VII y comenzó la regencia de María Cristina, que debía durar hasta que su hija Isabel alcanzara la mayoría de edad. Pero los partidarios de Carlos María Isidro, hermano del difunto rey, iniciaron una insurrección armada para impedir la consolidación del trono isabelino. 1.1. Dos opciones enfrentadas. Los insurrectos proclamaron rey al infante Carlos María Isidro, confiando en su persona la defensa del absolutismo y de la sociedad tradicional. Se iniciaba así una larga guerra civil, que enfrentaría a los defensores del Antiguo Régimen con los partidarios de iniciar un proceso reformista liberal. El carlismo se presentaba como una ideología tradicionalista y antiliberal. Bajo el lema “Dios, Patria y Fueros” se agrupaban los defensores de la legitimidad dinástica de don Carlos, de la monarquía absoluta, de la preeminencia social de la Iglesia, del mantenimiento del Antiguo Régimen y de la conservación de un sistema foral particularista. - Lo apoyaban numerosos miembros del clero y buena parte de la pequeña nobleza agraria. - También una amplia base social campesina, sobre todo en las zonas rurales de País Vasco, Navarra y parte de Cataluña, Aragón y Valencia. - Muchos eran pequeños propietarios empobrecidos, artesanos arruinados y arrendatarios enfitéuticos que desconfiaban de los liberales. Temían verse expulsados de sus tierras. - Se identificaban con los valores de la Iglesia, a la que ven defensora de la sociedad tradicional. La causa isabelina o cristina, eran defensores del liberalismo y, buena parte, del centralismo. - Tiene el apoyo de una parte de la alta nobleza y de los funcionarios, así como de un sector de la jerarquía eclesiástica. - Para ampliar esta base social y hacer frente al carlismo, la regente se vio obligada a buscar el apoyo de los liberales (burguesía liberal y sectores populares, accediendo a parte de sus demandas, que exigían el fin del absolutismo y del Antiguo Régimen. Mª Cristina de Borbón Dos Sicilias, esposa de Fernando VII y regente hasta 1840. Retrato de Vicente López Portaña (1830) Museo del Prado, Madrid. Carlos Mº Isidro de Borbón autoproclamado Carlos V Retrato de Vicente López Portaña. Real Academia de Bellas Artes, Madrid.

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Historia de España. 2º Bachillerato IES “Inca Garcilaso” (Montilla)

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TEMA 06. LA CONSTRUCCIÓN DEL ESTADO LIBERAL (1833-1868). 2A PEvAU. REVOLUCIÓN LIBERAL EN EL REINADO DE ISABEL II. CARLISMO Y

GUERRA CIVIL. CONSTRUCCIÓN Y EVOLUCIÓN DEL ESTADO LIBERAL Tras la muerte de Fernando VII en 1833, Isabel II, fue proclamada reina de España. Durante su minoría de edad su madre, María Cristina, se apoyó en los liberales, que impulsaron un nuevo régimen liberal con medidas como la desamortización. El reinado de Isabel II se consolidó bajo un modelo liberal moderado basado en los principios de la Constitución de 1845 y que entró en crisis en los años sesenta. La reina fue derrocada tras el triunfo de la revolución “La Gloriosa” en 1868. 1. LA PRIMERA GUERRA CARLISTA (1833-1840) En 1833 murió Fernando VII y comenzó la regencia de María Cristina, que debía durar hasta que su hija Isabel alcanzara la mayoría de edad. Pero los partidarios de Carlos María Isidro, hermano del difunto rey, iniciaron una insurrección armada para impedir la consolidación del trono isabelino. 1.1. Dos opciones enfrentadas. Los insurrectos proclamaron rey al infante Carlos María Isidro, confiando en su persona la defensa del absolutismo y de la sociedad tradicional. Se iniciaba así una larga guerra civil, que enfrentaría a los defensores del Antiguo Régimen con los partidarios de iniciar un proceso reformista liberal.

• El carlismo se presentaba como una ideología tradicionalista y antiliberal. Bajo el lema “Dios, Patria y Fueros” se agrupaban los defensores de la legitimidad dinástica de don Carlos, de la monarquía absoluta, de la preeminencia social de la Iglesia, del mantenimiento del Antiguo Régimen y de la conservación de un sistema foral particularista. - Lo apoyaban numerosos miembros del clero y buena parte de la pequeña nobleza

agraria. - También una amplia base social campesina, sobre todo en las zonas rurales de País

Vasco, Navarra y parte de Cataluña, Aragón y Valencia. - Muchos eran pequeños propietarios empobrecidos, artesanos arruinados y

arrendatarios enfitéuticos que desconfiaban de los liberales. Temían verse expulsados de sus tierras.

- Se identificaban con los valores de la Iglesia, a la que ven defensora de la sociedad tradicional.

• La causa isabelina o cristina, eran defensores del liberalismo y, buena parte, del centralismo. - Tiene el apoyo de una parte de la alta nobleza y de los funcionarios, así como de un

sector de la jerarquía eclesiástica. - Para ampliar esta base social y hacer frente al carlismo, la regente se vio obligada a

buscar el apoyo de los liberales (burguesía liberal y sectores populares, accediendo a parte de sus demandas, que exigían el fin del absolutismo y del Antiguo Régimen.

Mª Cristina de Borbón Dos Sicilias, esposa de Fernando VII y regente hasta 1840. Retrato de Vicente López Portaña (1830) Museo del Prado, Madrid.

Carlos Mº Isidro de Borbón autoproclamado Carlos V Retrato de Vicente López Portaña. Real Academia de Bellas Artes, Madrid.

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1.2. El desarrollo del conflicto armado. Al principio la guerra favoreció al bando carlista:

- El general Tomás Zumalacárrregui dominó la mayor parte del País Vasco y Navarra.

- El pretendiente don Carlos estableció su corte en Elizondo (Navarra) en 1834 y, posteriormente, en Vergara (Guipúzcoa).

- Paralelamente, se formaron otros focos rebeldes en el Pirineo catalán y el Maestrazgo, donde en 1835 el general Ramón Cabrera se hizo con la dirección de las fuerzas carlistas.

- En el asedio carlista a Bilbao, controlada por los liberales, murió Zumalacárregui (1835).

En 1836 se equilibró la guerra y, finalmente, se decantará hacia el bando isabelino.

• Por el bando liberal, isabelino o cristino, se cuenta con más recursos. El general Baldomero Espartero, con la victoria de Luchana (1836) pone fin al asedio carlista de Bilbao.

• Los carlistas consiguen algunos éxitos espectaculares, como las expediciones del general Máximo Gómez (que llegó hasta Andalucía), y la del propio don Carlos, que en 1837 se acercó a Madrid. En 1838 Ramón Cabrera tomó Morella (Castellón), convirtiéndola en capital de un amplio territorio dominado por sus tropas.

La imposibilidad de ganar la guerra provocó tensiones entre los partidarios de Carlos María Isidro. En agosto de 1839, el general carlista Rafael Maroto llegó a un acuerdo con el general liberal Baldomero Espartero, el Convenio o Abrazo de Vergara:

- Ambos bandos suscribieron la reconciliación.

- El Gobierno reconoció los empleos, grados y condecoraciones de los carlistas en la guerra. Se integró a los carlistas en el ejército conservando graduación y paga.

- Los carlistas aceptaron a Isabel como reina. - Los liberales se comprometieron a proponer a las Cortes garantizar los fueros vascos y

navarros. Sin apoyo militar, Carlos María Isidro abandonó España. La guerra se prolongó un año más en el Maestrazgo, donde el general Cabrera protagonizó una dura resistencia, hasta que, acorralado por Espartero, abandonó Morella en mayo de 1840 para dirigirse al Pirineo catalán, donde continuó luchando hasta julio de ese año, cuando cruzó Francia. Finalizada la primera guerra carlista, el liberalismo se asentó en España.

El abrazo de Vergara, el 31 de agosto de 1839. En las campas de Vergara (Oñate, Guipúzcoa), ante sus dos ejércitos, los generales Baldomero Espartero y Rafael Maroto simbolizaron su reconciliación con un abrazo.

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2. LA ETAPA DE LAS REGENCIAS (1833-1843) 2.1. La regencia de María Cristina (1833-1840). 2.1.1. Los gobiernos de transición (1833-1835) A la muerte de Fernando VII, el 29 de septiembre de 1833, su hija Isabel, de tres años, fue proclamada reina de España. Al asumir la regencia, María Cristina confirmó como primer ministro a Francisco Cea Bermúdez, con un gobierno compuesto en su mayoría por absolutistas moderados, con la pretensión de llegar a un acuerdo con los carlistas. Se aprobó la actual división provincial en 49 provincias, de Javier de Burgos (1833). El inicio de la guerra carlista y el apoyo de los liberales a la causa isabelina propiciaron la llegada al poder, en enero 1834, de Francisco Martínez de la Rosa, antiguo diputado de las Cortes de Cádiz, que representaba al sector más conservador del liberalismo. Promulgó el Estatuto Real de 1834, que refleja los principios del liberalismo moderado o doctrinario:

• Es una Carta Otorgada, es decir, concesión voluntaria del monarca. No parte de unas Cortes o Parlamento elegido por la ciudadanía.

• No reconoce la soberanía nacional. La soberanía seguía perteneciendo a la Corona.

• No recoge declaración de derechos y libertades. • Establecía unas Cortes Bicamerales, y con escasas competencias:

a) El Estamento de los Próceres, o Cámara Alta. Formada por personalidades designadas por la reina entre nobles, jerarquía de la Iglesia y burgueses adinerados.

b) El Estamento de los Procuradores, o Cámara Baja, elegida por un sufragio muy censitario.

2.1.2. Los progresistas en el poder (1835-1837) El desarrollo de la guerra carlista llevó a la reina regente a un acercamiento a los progresistas, y en 1835 nombró jefe de Gobierno a Juan Álvarez Mendizábal

• Reformó la ley electoral para hacerla más participativa. • Estableció la responsabilidad del Gobierno ante las Cortes y no ante el rey. • Reorganizó la milicia • Instauró definitivamente las Diputaciones Provinciales.

Francisco Martínez de la Rosa (1787-1862). Promulgó el Estatuto Real (1834), que reflejaba los principios del liberalismo doctrinario.

LIBERALISMO DOCTRINARIO: Corriente liberal que defiende la soberanía compartida entre el rey y las Cortes, el sufragio censitario, el bicameralismo, la confesionalidad religiosa y los derechos y libertades políticos restringidos. En economía, defienden el proteccionismo.

LIBERALISMO PROGRESISTA: Corriente liberal que defiende la soberanía nacional, cuyos representantes son las Cortes, un sufragio censitario que amplíe la base electoral, un parlamento unicameral, la aconfesionalidad religiosa (libertad de culto) y los derechos y libertades políticos muy amplios. En economía, defienden el librecambismo.

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Sin embargo, la decisión más importante de este gobierno fue la puesta en marcha de uno de los proyectos más ambiciosos: la desamortización de Mendizábal (1836), centrada en las propiedades de la Iglesia:

a) Objetivos: • Sanear la Hacienda y erradicar la deuda pública • Desarrollar el capitalismo en el medio rural • Crear una capa de propietarios, para afianzar el régimen liberal. • Castigar a la iglesia católica, que apoyaba al pretendiente carlista. b) Procedimiento: 1º se disolvían las comunidades religiosas, excepto las dedicadas a enseñanza y beneficencia. 2º el Estado confiscó sus bienes y los sacó a subasta pública. La necesidad urgente de dinero para financiar la guerra propició que se vendiesen por debajo de su precio real a grandes propietarios.

Cuando Mendizábal decretó en febrero de 1836 la desamortización de los bienes del clero, los privilegiados apremiaron a la regente María Cristina para que lo destituyese en verano de 1836. Fue sustituido por el moderado Francisco Javier Istúriz. Los progresistas promovieron en agosto de ese año la “sargentada” de la Granja, pronunciamiento de unos sargentos de la Guardia Real en la Granja de San Ildefonso que obligó a la regente a jurar la Constitución de 1812 y nombrar en el gobierno al progresista José María Calatrava. El nuevo gobierno progresista convocó elecciones a Cortes, que elaboraron la Constitución de 1837. Era un texto breve, de consenso entre moderados y progresistas.

a) Como principios básicos del progresismo:

• Establecía la soberanía nacional • Reconocía amplia declaración de derechos (prensa, opinión, asociación, etc.). • División de poderes. • Declaraba la aconfesionalidad del Estado. • Ayuntamientos elegidos por los vecinos. • La Milicia Nacional, encargada del mantenimiento del orden público.

b) Como elementos moderados: • Las Cortes poseían el poder legislativo compartido con el Rey. • Cortes bicamerales: Congreso elegido por sufragio censitario y Senado por designación real

entre los grandes contribuyentes. • Concedía amplios poderes a la Corona: derecho a veto, disolución del parlamento,

nombramiento y destitución de ministros, etc. • Financiación estatal del culto católico.

2.1.3. Los moderados en el gobierno (1837-1840) Aprobada la Constitución, se alternaron diferentes gobiernos moderados que, sin salirse del marco constitucional, intentaron desvirtuar los elementos más progresistas la Constitución de 1837:

Juan de Dios Álvarez Mendizábal (1790-1853). Puso en marcha el gran proceso desamortizador contra las propiedades de la Iglesia.

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• Limitaron la libertad de prensa. • Una Ley de Ayuntamientos que daba a la Corona la facultad de nombrar a los alcaldes de las

capitales de provincia. • Una legislación que tendía a devolver los bienes expropiados al clero secular y reimplantar

el diezmo. • En 1840 prepararon una ley electoral más restrictiva.

La Ley de Ayuntamientos enfrentó a progresistas y moderados, ya que los primeros defendían la elección directa de los alcaldes. El apoyo de la regente a la propuesta moderada provocó la oposición progresista, que impulsó un amplio movimiento insurreccional en muchas ciudades. Antes que dar el poder a un nuevo gobierno progresista, María Cristina dimitió de su cargo el 12 de octubre de 1840. Los sectores afines al progresismo dieron su apoyo al general Baldomero Espartero, vencedor de la guerra carlista y con gran soporte popular, que asumió el poder y se convirtió en regente en 1840. 2.2. La regencia de Espartero (1840-1843). Espartero asumió la regencia en 1840 e impuso un sentido autoritario a su gestión, lo que provocó la ruptura con su partido. La aplicación de una política librecambista ocasionó una protesta en Barcelona, cuya industria textil no era capaz de resistir la competencia de los productos extranjeros. A finales de 1842 estalló un motín en Barcelona, en el que estuvieron involucradas la burguesía (la medida arruinaría sus empresas) y las clases populares (veían peligrar sus puestos de trabajo). Para sofocarlo, Espartero mandó bombardear la ciudad desde el castillo de Montjuic. Ello colocó a Cataluña y buena parte de sus partidarios en su contra. Este episodio desacreditó al regente y provocó un pronunciamiento de moderados y progresistas disidentes, dirigido por el general Narváez. Espartero, sin apenas colaboradores, renunció en agosto de 1843. Fracasadas las dos regencias, la única alternativa fue declarar la mayoría de edad de Isabel II con tan solo trece años. 3. EL REINADO DE ISABEL II (1843-1868). 3.1. La década moderada (1844-1854) Tras la caída de Espartero en 1843 y la proclamación de la mayoría de edad de Isabel II, los moderados accedieron al poder con el apoyo de la Corona. Se inició así un período e gobiernos moderados que duró diez años y que finalizó en 1854 mediante el pronunciamiento militar progresista conocido como “La Vicalvarada”. En noviembre de 1843 Isabel II fue proclamada mayor de edad. Meses después, el general Ramón María Narváez, jefe del Partido Moderado, fue designado presidente del Gobierno. Se

Ramón María Narváez (1800-1868). Retrato de Vicente López (Museo de Bellas Artes de Valencia). Fue líder del partido moderado y primer duque de Valencia.

Baldomero Espartero (1793-1879). Retrato de José Casado del Alisal (1872), Congreso de los Diputados. Fue regente durante parte de la minoría de edad de Isabel II y líder del partido progresista.

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aplicó a consolidar el Estado liberal, de acuerdo con los intereses de la oligarquía terrateniente y financiera, y dentro de los principios de liberalismo doctrinario. La Corona y el ejército se convirtieron en garantes de un sistema que no dudó en falsear los mecanismos electorales para garantizar el triunfo del partido del gobierno, dejando a los opositores sin otra alternativa que la conspiración, como único camino para alcanzar el poder. 3.1.1. La Constitución de 1845. Mantuvo gran parte del articulado de la de 1837, pero con restricciones, recogiendo las ideas del moderantismo o liberalismo doctrinario:

• No explicita derechos como la libertad de imprenta. • Establece la soberanía compartida entre el Rey y las Cortes. • Ampliación de los poderes del ejecutivo, que recae en el rey: iniciativa legislativa, potestad

para disolver las Cortes. • Se disminuyen las atribuciones de las Cortes. • Las Cortes son bicamerales: Senado (miembros elegidos por el rey y en función de su cargo)

y el Congreso de los Diputados (elegido por sufragio censitario muy restringido). • Ayuntamientos y Diputaciones sometidas a la administración central. • Supresión de la Milicia Nacional. Se creó la Guardia Civil (1844) para el mantenimiento del

orden público). • El catolicismo, religión de la nación española. El Estado queda obligado a mantener su culto y

ministros. La Ley Electoral de 1846 fue muy restrictiva, ya que sólo otorgó el derecho al voto o a la condición de elegibles a un número escaso de grandes contribuyentes (varones) y, además, las circunscripciones electorales se hicieron muy pequeñas, lo que facilitó el control y la intervención de las oligarquías locales. 3.1.2. La institucionalización del Estado Liberal. El moderantismo pretendió consolidar la estructura del nuevo Estado liberal bajo los principios del centralismo, la uniformidad y la jerarquización La política centralista se plasmó en la reforma de leyes fundamentales y en la estructuración de la Administración central:

• La Ley Municipal (1845), dispuso la designación gubernamental de los alcaldes de las ciudades. Además, disminuía la autonomía o competencias de los ayuntamientos.

• El Código Penal (1848), un sistema legal uniforme en todo el territorio. • La Administración central ganará peso en el proceso centralizador y uniformador, siendo la

base del Estado. Se constituyeron las siguientes instituciones: - Los Gobernadores Civiles, que fueron los representantes del Gobierno en la provincia y

con funciones electorales, fiscales y económicas. - La Guardia Civil, fundada en 1844, cuerpo estatal dedicado al mantenimiento del orden

público, con fines civiles, pero con estructura militar. Desaparece la Milicia Nacional. - El Banco de San Fernando, instituido en 1829 y conocido como Banco de España a partir

de 1856. Contaba con un gobernador designado por el Gobierno y con sucursales en varias provincias. En 1851 obtuvo el derecho de emisión de moneda.

• Un sistema unificado de pesos y medidas, con la aplicación del sistema métrico decimal.

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La reforma de la Hacienda, introdujo un nuevo sistema impositivo con la creación de dos impuestos fundamentales:

- la contribución territorial, aplicada de acuerdo con la propiedad individual, y - el impuesto indirecto de consumos, que gravaba los productos de uso diario. Este

tributo resultó muy impopular y motivó numerosas protestas por parte de los sectores sociales humildes.

Para superar la brecha creada por la desamortización de Mendizábal, las relaciones con la Iglesia se restablecieron con el Concordato con la Santa Sede de 1851, cuyos términos fueron:

• La Iglesia reconocía a Isabel II como reina de España. • La Iglesia aceptaba la obra desamortizadora, pero establecía la suspensión de la venta de los

bienes eclesiásticos desamortizados y el retorno de los no vendidos. • El Estado español se comprometía al sostenimiento de la Iglesia Española. • Se debían restablecer a las órdenes religiosas. • Se concedía a la Iglesia amplias competencias en materia de educación. • Reconocimiento del catolicismo como la única religión oficial del país.

En definitiva, durante este período, la política estuvo dominada por una oligarquía unida en la defensa de la propiedad, y constituida por terratenientes, grandes fabricantes y alta burguesía comercial y financiera. Todas las elecciones del reinado de Isabel II fueron preparadas por los Gobiernos y ganadas por sus candidatos. El sufragio censitario favorecía al partido moderado y, por eso, la oposición progresista no encontró otra alternativa que los pronunciamientos militares y el retraimiento electoral. 3.1.3. La segunda guerra carlista (1846-1849) También llamada “Guerra dels Matiners”. Su nombre “madrugadores”, se aplicaba a los guerrilleros rebeldes que iniciaban sus actividades cuando el ejército regular todavía descansaba. Estalló en Cataluña, y los rebeldes apoyaban la candidatura al trono de Carlos Luis de Borbón, el conde de Montemolín (era el hijo mayor de Carlos María Isidro). El motivo de la guerra fue la negativa del Gobierno a que la reina Isabel se casara con el pretendiente carlista al trono, llamado Carlos VI por sus seguidores. En 1847 el general Cabrera entró en Cataluña, pero el conflicto se contuvo en este territorio y no alcanzó las dimensiones de la anterior guerra. Finalizó en 1849 con la amnistía por parte del Gobierno a los rebeldes carlistas.

CONCORDATO CON LA SANTA SEDE (1851) Artículo 1. La religión católica, apostólica, romana, que con exclusión de cualquier otro culto continúa siendo la única de la nación española Artículo 2. En su consecuencia, la instrucción en las universidades, colegios, seminarios y escuelas públicas o privadas de cualquier clase, será en todo conforme a la doctrina de la misma religión católica (...) Artículo 41. Además, la Iglesia tendrá derecho de adquirir por cualquier título legítimo, y su propiedad y todo lo que posee ahora o adquiriere en adelante será solemnemente respetado. Por consiguiente, en cuanto a las antiguas y nuevas funciones eclesiásticas, no podrá hacerse ninguna supresión o unión sin la intervención de la autoridad de la Santa Sede (…). Artículo 42. A este supuesto, atendida la utilidad que ha de resultar a la religión de este convenio, el Santo Padre, a instancia de S.M. Católica, y para proveer la tranquilidad pública, decreta y declara que los que durante las pasadas circunstancias hubiesen comprado en los dominios de España bienes eclesiásticos (…), y estén en posesión de ellos, y los que hayan sucedido o sucedan en sus derechos a dichos compradores, serán m molestados en ningún tiempo ni manera por su Santidad (..) y disfrutarán segura y pacíficamente la propiedad de dichos bienes.

Carlos Luis de Borbón, Conde de Montemolín. Era el hijo mayor de Carlos María Isidro. Fue aclamado por sus seguidores como Carlos VI

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Finalmente, se acordó un matrimonio endogámico entre los Borbones, y en el mes de octubre de 1846, Isabel II se casó con otro primo hermano, Francisco de Asís, duque de Cádiz. 3.1.4. La crisis del gobierno moderado. Los gobiernos moderados no tuvieron estabilidad. Actuaron de forma arbitraria y excluyente, manipulando las elecciones y reduciendo la importancia del poder legislativo. La vida política no se desarrollaba en el Parlamento, sino alrededor de la corte, y por influencia de distintas camarillas que buscaban el favor real. El autoritarismo se agudizó durante el gobierno de Bravo Murillo de 1852, que propuso una reforma constitucional semejante al Estatuto Real de 1834. Era un claro involucionismo político. La propuesta fracasó por la oposición de un sector del propio moderantismo, que consiguió desplazar a Bravo Murillo del poder, pero agudizó la descomposición interna del partido moderado y aumentó el descontento de amplias capas sociales, cada vez más marginadas de la participación política. 3.2. El bienio progresista (1844-1854). 3.2.1. La revuelta de 1854 y el nuevo gobierno progresista. En 1854, la acción conjunta de progresistas, moderados avanzados y demócratas (grupo republicano surgido en 1849 y partidario del sufragio universal masculino) consiguió un cambio en la orientación política del Gobierno. Los factores que influyeron fueron:

• La “vicalvarada”, (28 de junio de 1854) pronunciamiento del general Leopoldo O’Donnell en Vicálvaro (Madrid), de resultado incierto, ya que los sublevados se retiraron tras su encuentro con las tropas gubernamentales.

• Las Jornadas de Julio, en las que se constituyeron Juntas Revolucionarias en Barcelona, Valencia y Zaragoza, e incluso se alzaron barricadas en Madrid.

• El Manifiesto de Manzanares, publicado el 7 de julio de 1854, y elaborado por un joven Antonio Cánovas del Castillo. En él, los moderados puritanos (grupo de moderados que pretendía el entendimiento con los progresistas) pidieron el cese de la “camarilla” que rodaba a la reina, la rebaja de impuestos y nuevas leyes electorales y de imprenta.

Las elecciones de noviembre de 1854, realizadas con una ley electoral menos restrictiva, permitieron una mayoría progresista. El Gobierno de Espartero, nombrado presidente, amplió las libertades políticas y la participación electoral y promovió el desarrollo económico con la Ley General de Ferrocarriles de 1855, la desamortización de Madoz y la aprobación de la Ley de Sociedades Anónimas de Crédito, que posibilitó la ampliación de los negocios. 3.2.2. La desamortización de Madoz. Emprendida en 1855. Tuvo mayor alcance que la de Mendizábal y afectó a todo tipo de bienes:

- Resto de comunidades y clero secular.

Manifiesto de Manzanares, 1854. “Nosotros queremos la conservación del trono, pero sin camarilla que la deshonre, queremos la práctica rigurosa de las leyes fundamentales, mejorándolas, sobre todo la electoral y la de imprenta; queremos la rebaja de los impuestos, fundada en una estricta economía, queremos que se respeten en los empleos militares y civiles la antigüedad y los merecimientos; queremos arrancar a los pueblos la centralización que los devora, ofreciéndoles la independencia local necesaria para que conserven y aumenten sus intereses propios, y como garantía de todo esto queremos y plantearemos, bajo sólidas bases, la Milicia Nacional (…) Tales son nuestros intentos, que expresamos francamente, sin imponerlos por eso a la Nación”.

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- Bienes del Estado. - Los Bienes Comunales y los Bienes de Propios de los

Ayuntamientos. - Bienes de las órdenes militares y de instituciones benéficas

Se paralizó con el siguiente gobierno moderado y, nuevamente reanudada por los unionistas. Los ingresos obtenidos fuero muy superiores a los de la anterior desamortización. El proceso desamortizador tuvo importantes consecuencias:

• El Estado convirtió el patrimonio amortizado de la Iglesia y Ayuntamientos en bienes nacionales.

• Permitió el incremento de las superficies cultivables, lo que se tradujo en una mayor producción agrícola y una reducción de las áreas de pastos y bosques de los Ayuntamientos al ser roturados, perjudicando a la ganadería y favoreciendo la deforestación.

• No creó una clase de pequeños propietarios. Al contrario, consolidó la polaridad en la propiedad de la tierra, ya que aumentó el número y extensión de los latifundios (Andalucía, Extremadura, Castilla La Mancha) y muchos campesinos perdieron el acceso a pastos y bosques de los Ayuntamientos (bienes comunales), por lo que vieron mermados sus medios de subsistencia.

• Transformó la fisonomía de las ciudades. La privatización de bienes conventuales y municipales posibilitó cambios urbanísticos, ensanches, plazas y nuevos edificios públicos.

• Modificó las relaciones laborales en el medio rural. Amentó el número de campesinos que se convirtieron en jornaleros, mano de obra eventual y con precarias condiciones de vida; protagonizarán conflictos, como el levantamiento en Loja (1861).

Se intentó elaborar una nueva Constitución en 1856, la denominada “non nata”, (no llegó a terminarse ni a entrar en vigor). Reflejaba el ideario progresista, y sus rasgos más destacados eran:

• Reconocimiento de la Soberanía Nacional. • Se limitaban los poderes de la Corona. • Establecía el libre ejercicio de otras religiones, pero el Estado seguiría sosteniendo al culto

católico. • Cortes Bicamerales, con un Senado electivo y con igualdad de poderes que el Congreso. • Se recuperaba la Milicia Nacional. • Se establecía que los alcaldes serían elegidos por los vecinos.

La permanencia de los progresistas en el poder fue muy efímera. Surgieron discrepancias y escisiones dentro del partido progresistas: los progresistas más moderados acabaron integrándose en la Unión Liberal (partido de centro dirigido por Leopoldo O’Donnell) y los más radicales, en el Partido Demócrata.

Pascual Madoz, Pamplona (1806), Génova (1870). Fue el impulsor de la Ley de Desamortización General, que afectó a todo tipo de bienes, fundamentalmente a los pertenecientes a los Ayuntamientos.

BIENES DE PROPIOS: Patrimonio perteneciente a los municipios que los ayuntamientos arrendaban para cubrir con sus ingresos los gastos públicos. BIENES COMUNALES: Patrimonio de propiedad comunitaria de un determinado municipio cuyo aprovechamiento y disfrute pertenecía exclusivamente a sus habitantes. Solían ser bosques, tierras de libre pasto y labrantío.

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Falto de apoyos, Espartero dimitió en julio de 1856, y la reina confió el gobierno a Leopoldo O’Donnell (julio –octubre 1856), que dará un giro conservador, al disolver la Milicia Nacional y, mediante decreto, restableció la Constitución de 1845. Leopoldo O’Donnell dimitió al negarse a suspender la desamortización de Pascual Madoz. Supuso la vuelta de Narváez al gobierno (octubre 1856-octubre 1857), que supuso un nuevo giro de tuerca hacia el conservadurismo. 3.3. La descomposición del sistema isabelino (1856-1868). El período entre 1856 y 1868 estuvo dominado por la alternancia en el poder entre unionistas (1856-1863) y moderados (1863-1868). Pero el favoritismo de la Corona hacia estos últimos y la marginación de progresistas y demócratas condujeron a la descomposición no sólo del proyecto moderado, sino también del sistema político isabelino. 3.3.1. Unionistas y moderados: estabilidad y descontento. La última etapa del reinado de Isabel II conoció la alternancia entre el Gobierno de la Unión Liberal de Leopoldo O’Donnell (de forma ininterrumpida entre 1858-1863) y el Partido Moderado dirigido por Narváez (1863-1868).

La Unión Liberal apareció en 1858, como partido de centro, cuyos miembros procedían del Partido Moderado y del Partido Progresista. Se inspiraba en el Manifiesto de Manzanares de 1854. Los militares tuvieron gran relevancia, siendo sus líderes los generales Leopoldo O’Donnell y Francisco Serrano. Hasta 1866, la economía entró en un ciclo económico expansivo, al igual que en el resto de Europa, debido al auge de los bancos, la inauguración de vías férreas, la inversión de capital extranjero y la especulación

inmobiliaria. Pero la crisis europea de 1866 acabará con toda esta bonanza, incrementando el malestar social y, por tanto, teniendo su incidencia en la política.

En 1857 se aprobó la Ley Moyano de Instrucción Pública, que constituyó la primera ley reguladora de los estudios en España:

• Enseñanza primaria obligatoria desde los 6 hasta los 9 años, y gratuita para los que no pudieran pagarla.

• La segunda enseñanza o enseñanza media, con la apertura de institutos de Bachillerato y Escuelas Normales de Magisterio en cada capital de provincia.

• La enseñanza superior, con las Universidades, cuya gestión correspondía al Estado. • Se permitía la enseñanza privada en los colegios religiosos, que recibieron especial

consideración. La oposición se fortaleció, y el Gobierno respondió intensificando la represión. Tres hechos destacaron:

• Las sublevaciones campesinas (Loja, 1861). A pesar del crecimiento económico, se pudo de manifiesto el grave problema social de la tierra. La desamortización de los ayuntamientos

Leopoldo O’Donnell, de Unión Liberal. Litografía 1889

El general Ramón María Narváez, del Partido Moderado. Cuadro de Vicente López

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supuso el deterioro de las condiciones de vida de los jornaleros. Fueron duramente reprimidas por Narváez.

• La noche de San Daniel (abril 1865). El dirigente republicano Emilio Castelar fue destituido de su cátedra en la Universidad de Madrid, tras publicar en el periódico La democracia, un artículo (El rasgo) contra Isabel II. La protesta de los estudiantes en apoyo de Castelar fue sofocada por el gobierno de Narváez.

• El motín de los sargentos del cuartel de San Gil (junio 1866). Contó con la adhesión de progresistas y demócratas y comportó también un levantamiento popular en Madrid. Tenía como objetivo derribar a la reina y propiciar un cambio de régimen. El general Serrano acabó con la rebelión, con 66 fusilamientos y más de mil prisioneros.

3.3.2. La política exterior entre 1856 y 1863. Se emprendió una política exterior activa, que buscaba recuperar el prestigio internacional, unir a los diferentes partidos en un fervor patriótico y contentar a importantes sectores del ejército. Se llevaron a cabo tres campañas:

• Las campañas militares en Marruecos (1859-1860). Estuvieron motivadas por disputas fronterizas, y se saldaron con el triunfo en las batallas de Tetuán, Castillejos y Wad-Ras, donde adquirió gran prestigio un militar progresista, el general Prim. El sultán de Marruecos pidió la paz. La Paz de Wad-Ras (1860) permitió a España la incorporación del territorio de Ifni y ampliar la ampliación de las plazas de Ceuta y Melilla.

• La participación en la expedición a México (1861-1862), junto a franceses y británicos para exigir al gobierno mexicano el cobro de la deuda atrasada. Napoleón III pretendía instalar un imperio presidido por Maximiliano de Habsburgo con el objetivo de garantizar el cobro de la deuda y limitar la influencia de EE.UU. La expedición española, dirigida por Prim, desembarcó en Veracruz y, ante el escaso apoyo popular y por desavenencias con los franceses, se decidió retirar el ejército español.

• La intervención en Cochinchina (1858-1863), en colaboración con Francia. Se pretendía castigar una matanza de misioneros en 1858. La expedición benefició a Francia, que inició la penetración colonial en la zona.

3.3.3. La crisis final. El sistema isabelino entró en crisis generalizada a mediados de la década de los sesenta debido a:

• Factores económicos: la crisis europea de 1866 afectó a España con la quiebra de bancos, empresas de ferrocarriles e industrias siderúrgicas y textiles por la falta de algodón debido a la guerra de Secesión estadounidense (1861-1865). Igualmente, se produjeron varias crisis de subsistencia, debido a años de malas cosechas que se tradujeron en escasez de los productos de primera necesidad y su encarecimiento. Así se puso fin al período de crecimiento económico y se incrementó el malestar social, que se trasladó en la política.

• Factores políticos: a la escasa representatividad del régimen político se unió la acción represiva de los gobiernos moderados, que apartaron a los progresistas y demócratas del régimen y provocaron la retirada de los unionistas en la alternancia. Por otro lado, el enriquecimiento de las clases dirigentes con la Bolsa o el ferrocarril frente al

Fusilamiento de los sargentos sublevados en el cuartel de San Gil, en junio1866, según un dibujo de la época. La represión gubernamental alimentó las filas de los opositores al régimen.

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empobrecimiento de las clases populares aumentó la brecha social. Por último, la presencia de camarillas en torno a la reina, generaron críticas entre el pueblo y la oposición política.

Por todo ello, en agosto de 1866 se constituyó el Pacto de Ostende entre el Partido Demócrata y el Partido Progresista:

• Se comprometían a derribar el régimen isabelino. • Se convocaría una Asamblea Constituyente, elegida por sufragio universal masculino, que

tomaría la decisión sobre la nueva forma de gobierno (monarquía o república). • En 1867 se adhirió la Unión Liberal, lo cual tendrá una doble consecuencia.

- Por un lado, los unionistas aportaron una buera parte del ejército, lo que garantizaría el éxito de la revolución.

- Por otro lado, daba un carácter conservador, opuesto a todo cambio social. Así, contrarrestó el peso de los demócratas y la revolución quedaría desprovista de contenido social, quedando reducida a un simple pronunciamiento militar.

• Sólo los moderados se mantuvieron fieles a la reina.

EL PACTO DE OSTENDE Después de una breve discusión, porque la armonía de miras que se manifestó no daba lugar a otra cosa, se acordó por unanimidad lo siguiente: 1º Que el objeto y bandera de la revolución en España es la caída de los Borbones. 2º Que siendo para los demócratas un principio esencial de su doma político el sufragio universal, y admitiendo los progresistas el derecho moderno constituyente del plebiscito, la base para la inteligencia de los dos partidos fuera que por un plebiscito (...) o unas Cortes constituyentes elegidos por sufragio universal, se decidiría la forma de gobierno que se habría de establecer en España (…) en la inteligencia de que, hasta que así se decidiera, había de ser absoluta la libertad de imprenta, y sin ninguna limitación el derecho de reunión, para que la opinión nacional pudiera ilustrarse y organizarse convenientemente (…). 3º Que se reconocía como jefe y director militar del movimiento al general Prim, que podría emplear en lo que juzgara conveniente, a los presentes y sus amigos (…) Manifiesto de don Carlos María de la Torre, sobre los acuerdos de los firmantes del Pacto de Ostende, Bruselas, 4 de noviembre de 1866.