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INTRODUCCIÓN A LA FONÉTICA Y FONOLOGÍA DEL ESPAÑOL TEMA 1 LOS MENSAJES LINGÜÍSTICOS Y LOS NIVELES DE ANÁLISIS ESQUEMA 1 La Lingüística como ciencia 1.1 Introducción 1.2 Objeto de estudio 1.3 Método 2. Las lenguas como objetos culturales 2.1 Las lenguas como objetos funcionales 2.2 Enunciado y texto. Enunciado: signo enunciativo y esquema sintagmático. El signo enunciativo. El esquema sintagmático 3 Las disciplinas lingüísticas 3.1 Disciplinas de la expresión. Fonética y Fonología 3.2 Disciplinas del significado. Semántica 3.3 Disciplinas del signo. Gramática. Morfología. Sintaxis 3.4 Otras disciplinas DESARROLLO 1 1 La Lingüística como ciencia En sentido amplio, se entiende por ciencia el conjunto de todos los conocimientos particulares, adquiridos por medio del estudio y la investigación, que posee la humanidad sobre el mundo físico y espiritual (por ejemplo, referidos a los números, a la materia y sus propiedades, a los seres vivos...), sobre sus leyes y sobre su aplicación a la actividad humana para el mejoramiento de la vida. En un sentido más restringido, se conoce por ciencia cada uno de los conocimientos particulares que forma el conocimiento global al que aludía antes. Así, los conocimientos acerca de los números se agrupan en la disciplina científica que se conoce con el nombre de Matemática; los que tienen que ver con la materia y sus propiedades, en la Física; y los referidos a los seres vivos, en la Biología. Hoy en día se acepta que la Lingüística es, como la Biología, la Física o la Matemática, también una disciplina científica, porque cumple con los dos requisitos básicos de toda ciencia: tiene un objeto de estudio claro y definido, y un método mediante el cual puede abordar con garantías la descripción y explicación de ese objeto de estudio. Primera lectura: E. Alarcos Llorach: "Generalidades en torno a la Gramática funcional". Puedes acceder a esta lectura pinchando aquí. 1 Atención: este tema incluye una serie de lecturas a las que se accede mediante enlaces externos. Estas lecturas pueden ser objeto de pregunta en el examen correspondiente.

TEMA 1 - grupo SinCom · 2019-01-30 · Introducción a la Fonética y Fonología del español. Tema 1 3. la forma que tiene (redonda) y los colores que usa (fondo blanco y borde

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INTRODUCCIÓN A LA FONÉTICA Y FONOLOGÍA DEL ESPAÑOL

TEMA 1

LOS MENSAJES LINGÜÍSTICOS Y LOS NIVELES DE ANÁLISIS

ESQUEMA

1 La Lingüística como ciencia 1.1 Introducción 1.2 Objeto de estudio 1.3 Método

2. Las lenguas como objetos culturales 2.1 Las lenguas como objetos funcionales 2.2 Enunciado y texto. Enunciado: signo enunciativo y esquema sintagmático. El signo enunciativo. El esquema sintagmático

3 Las disciplinas lingüísticas 3.1 Disciplinas de la expresión. Fonética y Fonología 3.2 Disciplinas del significado. Semántica 3.3 Disciplinas del signo. Gramática. Morfología. Sintaxis 3.4 Otras disciplinas

DESARROLLO1 1 La Lingüística como ciencia

En sentido amplio, se entiende por ciencia el conjunto de todos los conocimientos particulares, adquiridos por medio del estudio y la investigación, que posee la humanidad sobre el mundo físico y espiritual (por ejemplo, referidos a los números, a la materia y sus propiedades, a los seres vivos...), sobre sus leyes y sobre su aplicación a la actividad humana para el mejoramiento de la vida. En un sentido más restringido, se conoce por ciencia cada uno de los conocimientos particulares que forma el conocimiento global al que aludía antes. Así, los conocimientos acerca de los números se agrupan en la disciplina científica que se conoce con el nombre de Matemática; los que tienen que ver con la materia y sus propiedades, en la Física; y los referidos a los seres vivos, en la Biología.

Hoy en día se acepta que la Lingüística es, como la Biología, la Física o la Matemática, también una disciplina científica, porque cumple con los dos requisitos básicos de toda ciencia: tiene un objeto de estudio claro y definido, y un método mediante el cual puede abordar con garantías la descripción y explicación de ese objeto de estudio.

Primera lectura: E. Alarcos Llorach: "Generalidades en torno a la Gramática funcional". Puedes acceder a esta lectura pinchando aquí.

1 Atención: este tema incluye una serie de lecturas a las que se accede mediante enlaces externos. Estas lecturas pueden ser objeto de pregunta en el examen correspondiente.

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1.1 Objeto de estudio

El objeto de estudio de la Lingüística no es el lenguaje, es decir, no es la capacidad que tiene el hombre para hablar, sino el producto del mismo. El verdadero objeto de estudio de la Lingüística son, pues, las lenguas que hablamos. La Lingüística pretende, por lo tanto, básicamente, estudiar, describir y explicar desde todos los puntos de vista posibles la estructura que poseen las lenguas que utilizamos para hablar. Ahora bien, estas, o sea, las lenguas, constituyen un sistema común a una serie de individuos, formado por unidades (y por reglas de combinación de esas unidades), que utilizamos para transmitir algún tipo de información o de contenido.

Pero las lenguas no son los únicos "vehículos" transmisores de información (o, si se quiere decir de otra manera, transmisores de contenidos); en realidad, casi todo lo que nos rodea nos da algún tipo de información: el ruido del despertador, el olor a café de la mañana, los paneles publicitarios, las nubes negras que vemos cuando salimos de casa, el humo que desprende un incendio, los iconos del ordenador, las señales de tráfico, el gesto del policía de tráfico que nos encontramos en algún cruce, la fiebre que nos impide ir a trabajar, los emoticones como que usamos en los mensajes de los móviles, de los correos electrónicos o de los chats, la tarjeta roja que utiliza el árbitro... Evidentemente, no todos estos ejemplos son iguales, pero todos tiene en común algo: en todos ellos hay una realidad sensorial (por citar solo alguno de los casos anteriores: el ruido del despertador, la cara sonriendo del emoticón, la tarjeta roja) que se relaciona con otra realidad no sensorial que pertenece al mundo de las ideas (para los tres casos anteriores, respectivamente: "hay que levantarse", "estoy contento" y "expulsión"). A la parte sensorial la vamos a llamar desde ahora significante (o expresión); y a la parte no sensorial, significado (o contenido). El significante se puede definir como un hecho perceptible por los sentidos que se asocia en la mente a otra realidad no perceptible; el significado, como algo no perceptible a lo que evoca o se refiera el significante. Cualquier fenómeno de la realidad que cumpla el requisito anterior (es decir, que tenga un significante que se asocia a un significado) lo podemos llamar indicio. Su estudio corre a cargo de una disciplina (muy amplia) denominada Semiótica.

No obstante, a propósito de los ejemplos anteriores, algunos de ellos son indicios que ha creado el hombre para transmitir determinada información (los ejemplos del despertador, de los emoticones, de las señales de tráfico...), mientras que en otros el hombre no ha tenido nada que ver en su creación (los casos del humo, las nubes o la fiebre). A los primeros, que son de tipo cultural (porque ha intervenido el hombre en su creación), se les llama señales ; y a los segundos, que son naturales, síntomas. Se pueden establecer algunas diferencias entre ellos: las primeras son convencionales (las ha creado el hombre para transmitir un determinado significado), intersubjetivas, o sea, comunes y conocidas por un grupo mayor o menor de personas, y se encuentran sometidas a reglas estables de funcionamiento (están codificadas); las segundas son no convencionales, no están codificadas y son objetivas. Del estudio de las señales se encarga una subdisciplina de la Semiótica a la que llamaremos Semiología; del tratamiento de los síntomas se encarga, en cambio, la Sintomatología. Las lenguas que hablamos utilizan indicios que forman sistemas convencionales, intersubjetivos y codificados. Utilizan, pues, señales para transmitir información. Por esa razón su estudio entraría dentro de la Semiología, y también por eso es frecuente una afirmación como "las lenguas son procedimientos semiológicos".

Dentro de las señales todavía cabe hacer alguna distinción más: entre el significante y el significado de una señal puede haber una relación arbitraria, o puede haber una relación no arbitraria. En el primer caso, no hay nada en el significante que evoque o nos sugiera su significado; en el segundo caso, por el contrario, sí hay algo en el significante que de alguna manera alude o apunta a su significado. A las señales arbitrarias se las denomina signos; a las no arbitrarias, símbolos. El ejemplo de la tarjeta roja es un caso de signo, mientras que el caso de los iconos del ordenador es un caso de símbolo. Algunas señales de tráfico, como la que indica "paso prohibido a camiones", contienen ambos:

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la forma que tiene (redonda) y los colores que usa (fondo blanco y borde rojo) son la expresión de un signo cuyo significado sería "prohibición"; el camión que aparece en el centro es un elemento simbólico, porque nos indica que la "prohibición" afecta solo a ese tipo de vehículos.

En resumen:

Indicios

Señales (Convencionales: relación cultural entre sgte y sgdo)

Síntomas (No convencionales: relación natural entre sgte y sgdo)

Signos (arbitrarios: nada hay en el sgte que evoque al sgdo)

Símbolos (no arbitrarios)

Después de todo lo anterior, se puede concluir: (i) el verdadero objeto de estudio de la

Lingüística son las lenguas que empleamos para hablar; y (ii) estas últimas son sistemas o procedimientos semiológicos que usan signos (señales arbitrarias). El conjunto de esos signos (junto con las reglas de combinación de los mismos) constituyen el código al que un hablante acude para formar el mensaje que quiere transmitir.

Segunda y tercera lecturas:

A) El capítulo del libro Claves para la Lingüística, de Georges Mounin, titulado "El carácter específico de las lenguas naturales humanas", y B) La sección 4.5. del libro Lingüística y semántica, de Salvador Gutiérrez Ordóñez, págs. 93-106. Para acceder a la primera pincha aquí Para acceder a la segunda pincha aquí

1.2 Método

Una vez que ya se ha visto el objeto de estudio de la Lingüística, pasamos a ver su método. De una manera muy simple se puede definir el método como el diferente punto de vista desde el que se aborda un determinado objeto de estudio. Más técnicamente es un conjunto de unidades y conceptos que permiten explicar y describir satisfactoriamente un determinado objeto de estudio. El método que se emplee ha de cumplir tres requisitos: (i) no ser contradictorio, (ii) ser

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exhaustivo, y (iii) ser simple. El primero tiene prevalencia sobre los otros dos (siempre es preferible una explicación no contradictoria, aunque sea menos exhaustiva o menos simple que otra contradictoria); el segundo tiene preeminencia sobre el último (es preferible una explicación más exhaustiva a otra menos exhaustiva, aunque esta sea más simple que aquella).

Dos son los métodos clásicos desde los que se puede estudiar y explicar un objeto de estudio. El método inductivo y el método deductivo. El primero parte de la observación de la realidad que se quiere estudiar para extraer una norma o ley general que la explique. El segundo invierte los términos: parte de una hipótesis que, posteriormente, se intenta verificar en los datos particulares. Hoy en día se cree que cualquiera de los dos métodos es válido para ser aplicado a cualquier actividad científica, y asimismo se piensa que cualquiera de ellos es igualmente explicativo. De hecho, con bastante frecuencia a la hora de investigar se combinan ambos métodos de la siguiente manera: (i) se observan los datos de la realidad que se quieren estudiar y, a partir de esa observación, se establece una primera hipótesis (método inductivo); (ii) esta hipótesis se intenta verificar aplicándola a otros datos de la realidad distintos a los iniciales (método deductivo); (iii) la fase anterior puede suponer o bien una confirmación, o una rectificación parcial o total de la primera hipótesis.

En Lingüística estos dos puntos de vista que acabo de señalar (inductivo/deductivo) dan lugar a dos grandes escuelas o corrientes: la corriente funcionalista (o Lingüística funcional) y la corriente generativa (o Lingüística generativo-transformacional).

Cuarta lectura: Páginas 19 a 23 del libro de José A. Martínez, titulado Propuesta de Gramática funcional. Accede pinchando aquí

En el cuadro siguiente, y como resumen, se indican las diferencias entre las dos escuelas

lingüísticas ya mencionadas:

Lingüística funcional: Lingüística generativa:

Las lenguas sirven fundamentalmente para transmitir información Se pregunta para qué hablamos Las lenguas se aprenden y desarrollan en el seno de una sociedad. Las lenguas son, pues, fenómenos sociales (culturales) Las lenguas son diversas, aunque tengan una serie de rasgos comunes Pone énfasis en el carácter estructural de las lenguas. Estas forman un entramado en el que cada pieza se apoya en la que está al lado (concepto de valor).

Las lenguas sirven fundamentalmente para expresar el pensamiento Se pregunta por qué hablamos Las lenguas son, en realidad, capacidades transmitidas genéticamente por herencia y, en consecuencia, innatas La diversidad lingüística es, en realidad, aparente. Tras esa diversidad hay factores comunes que permiten hablar de “universales” lingüísticos. Hay una lengua común innata que permite a los hablantes crear su propia lengua Aunque reconoce el carácter estructural, pone énfasis en que las lenguas son conjuntos infinitos de oraciones generadas y transformadas desde una estructura profunda abstracta.

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2 Las lenguas como objetos culturales

Como, sin duda, ya sabes, en esta primera parte de la asignatura vamos a abordar el estudio de la Fonética y la Fonología del español. Y lo haremos adoptando un punto de vista funcionalista.

Para el funcionalismo las lenguas son instituciones humanas, es decir, se han hecho y se han desarrollado en el seno de una comunidad. Por esa razón, podemos decir también que son objetos culturales y que, como tales, se oponen a los objetos naturales. Todo objeto cultural se caracteriza al menos por lo siguiente: (a) es una creación del hombre; y (b) tiene una determinada finalidad (frente a cualquier objeto natural que ni ha sido creado por el hombre, ni tiene finalidad alguna). Lo básico, pues, de un objeto cultural es que tiene una función, que sirve para algo, que ha sido creado para un determinado fin (aunque se desconozca cuándo, por qué o cómo surgió).

Algún ejemplo: el reloj es un objeto cultural que sirve para marcar y medir el tiempo; el lápiz sirve para escribir o pintar; los coches para viajar más rápidamente, los periódicos para informarnos, etc. Es posible que la función para la que fue creado un determinado objeto cultural cambie con el tiempo e incluso que se pierda y que la pérdida de esa función inicial provoque la desaparición del objeto o su reclusión a mera pieza de museo: la lanza tenía como función original la de ser un instrumento de guerra y caza; hoy, en cambio, nadie iría a una guerra o a cazar armado de lanzas. Ahora bien, en realidad, los objetos culturales suelen tener no una, sino varias funciones (un reloj de pulsera marca la hora, pero también tiene una evidente función estética; un reloj de pared se puede utilizar como objeto decorativo, en especial si es muy antiguo; los periódicos nos informan, pero también nos entretienen; un lápiz sirve para escribir, pero también se puede utilizar como puntero; los teléfonos móviles de hoy no solo sirven para llamar, sino también para hacer fotos, videos, o para buscar información a través de internet...). Aunque un objeto cultural tenga varias funciones, siempre hay una más importante que las demás. A esa función más importante se la llama función primaria, reservándose el término de función o funciones secundarias para las restantes.

En realidad, las lenguas son como los relojes o los teléfonos móviles. Con ellas podemos hacer muchas cosas: podemos expresar lo que pensamos; podemos transmitir una información que nosotros tenemos, pero que nuestro interlocutor no tiene; podemos utilizarlas para manifestar nuestros sentimientos; podemos emplearlas para hacer cambiar la actitud del interlocutor... Pero ¿cuál de estas funciones es la función primaria? Tal y como se puede leer en la lectura de José A. Martínez señalada en el aparatdo anterior, la Lingüística funcional piensa que la función primaria de las lenguas es la segunda, es decir, es la transmisión de información. Más técnicamente, a esa transmisión de información la podemos llamar comunicación.

2.1 Las lenguas como objetos funcionales

La comunicación es un proceso mediante el cual se traslada una información (un contenido) desde un punto a otro utilizando un determinado conjunto de unidades que se combinan según una serie de reglas. Como consecuencia de lo anterior, en todo acto comunicativo se distinguen los siguientes componentes: (a) el lugar de donde parte la información, (b) el lugar al que llega la información, (c) la información propiamente dicha que se transmite y (d) el conjunto de unidades (y reglas de combinación de las mismas) a las que se acude para formar la información correspondiente; a estos cuatro componentes todavía hay que añadir dos más: (e) un soporte físico que permite el traslado de la información y (d) la situación concreta en que se produce.

Cada uno de estos seis componentes recibe un nombre específico: Lugar de donde parte la información → Emisor Lugar donde llega la información → Receptor

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Información que se transmite → Mensaje Conjunto de elementos a los que se acude para formar la información correspondiente → Código Soporte físico que permite el traslado de la información → Canal Situación concreta que enmarca el acto comunicativo → Contexto A estos seis componentes habría que añadir dos operaciones o actividades que realizan emisor

y receptor, la codificación y la descodificación: la primera parte de una idea o contenido que se quiere transmitir y acaba en la expresión que se elige como más adecuada; la segunda, en cambio, parte de la expresión que se recibe y acaba en el contenido con el que se asocia la anterior.

Veamos ahora una definición más completa de cada uno de los componentes de un acto comunicativo:

El código es un conjunto de unidades y de reglas de combinación de esas unidades que permite la construcción de cualquier mensaje. En el caso de las lenguas, se articula en varios niveles: el nivel fónico (constituido por el sistema de vocales y consonantes), el nivel morfológico (que incluye morfemas, lexemas, conjugaciones, prefijos, interfijos y sufijos...), el nivel sintáctico (en el que se encuentran las estructuras que constituyen las oraciones), y el nivel léxico-semántico (formado por las palabras y su agrupación en campos semánticos y familias léxicas). Conocer las reglas de combinación de las unidades del código puede resultar tan importante como conocer las unidades en sí. Por ejemplo, existe una regla en español que señala que cualquier sustantivo femenino que empiece por /á/ ("a" tónica, independientemente de que lleve o no tilde) se combina en singular con la variante masculina del artículo (el agua, el águila, el aula, pero las aguas, las águilas y las aulas), regla que no se aplica a los demostrativos (esta águila y no *este águila). Lo anterior implica que las secuencias El águila vuela alto o Las águilas vuelan alto están bien formadas y son ejemplos correctos de español, pero también supone dar como incorrecto (por eso lleva el asterisco delante) el ejemplo *Este águila vuela alto.

El emisor es el origen de la información. En el caso de las lenguas recibe el nombre de hablante. El emisor (o hablante), en el proceso comunicativo, realiza la codificación, que consiste en acudir al código para componer el mensaje correspondiente.

El receptor es el punto de llegada de la información. En el caso de las lenguas recibe el nombre de oyente. El receptor (u oyente) realiza la actividad contraria a la del emisor, la descodificación, que consiste en acudir al código para interpretar adecuadamente el mensaje que le han transmitido. En principio, emisor y receptor tienen que compartir el mismo código para que la comunicación tenga éxito, pero, en la práctica, puede no ser así. Entre dos hablantes del español hay muchos factores del código que son compartidos (la mayoría) y por eso la comunicación casi siempre se verifica, pero también puede suceder que existan ciertos componentes dispares como, por ejemplo, las piezas léxicas que emplee uno y otro. Los mensajes siguientes son casi incomprensibles para un hablante del español que no conozca el significado de las palabras en negrita: Y entonces me alcanzó el acerico; Le dio un buz; No hace más que gulusmear; Eso es un borborigmo.

El mensaje es la información que en cada caso se transmite. Para formar un mensaje el emisor acude al código y elige aquellas unidades que considera más apropiadas. Esas unidades están sometidas a una serie de reglas que se han de respetar para que el mensaje esté bien construido. En muchas ocasiones, para interpretar adecuadamente un mensaje no es suficiente con conocer qué unidades del código se han utilizado. Son casos en los que la intencionalidad del emisor y el tipo de receptor juegan un papel importante: el mensaje "Hoy comerás sopa" aporta un valor informativo distinto, según que la madre de Mafalda lo emita dirigido a esta o a su hermano Guille. En el primer caso, tiene una clara

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intencionalidad de castigo (porque Mafalda odia la sopa); en el segundo caso, de premio (porque a Guille le encanta la sopa).

Al soporte físico que utilizamos como vehículo de transporte de los mensajes se le llama canal. En las conversaciones es el aire; en las cartas, el papel; en los SMS, el teléfono...

Por último, se denomina contexto a las circunstancias espaciales, temporales, históricas, sociales... que condicionan los mensajes que construimos. En realidad, hay que diferenciar dos contextos, el contexto inmediato o situación de discurso y el contexto mediato. El primero lo forma el lugar y el momento en que se transmite un mensaje: el contexto inmediato de una noticia es la fecha en que se produce, el lugar donde se produce, la página o páginas que ocupa en el periódico donde sale publicada... El segundo está constituido por todos los factores culturales (históricos, sociales, ideológicos...) que rodean cualquier acto comunicativo: el contexto mediato de una noticia tiene que ver con la ideología y el carácter del periódico en el que aparece. El contexto (tanto el inmediato como el mediato) es también muy importante para comprender adecuadamente un mensaje: el contexto inmediato es el que hace que interpretemos el mensaje "Hace frío", emitido por una persona que entra en un local en pleno invierno con las ventanas y las puertas abiertas de par en par, como sinónimo de "Cerrad las puertas y ventanas"; el ejemplo anterior de Mafalda tiene que ver con el contexto mediato, puesto que solo será comprensible para aquellos de vosotros que conozcan (es decir, que en su contexto cultural se encuentren) las tiras del humorista argentino Quino.

canal emisor mensaje receptor codificación descodificación Contexto

Cuadro resumen de la comunicación

2.2 Enunciado y texto

Tal y como ya se ha visto, la Lingüística es la ciencia que tiene como objeto de estudio las lenguas que hablamos. También se ha visto que las lenguas son instrumentos de comunicación, por medio de los cuales se transmiten mensajes a partir de un determinado código o sistema. Teniendo en cuenta, pues, estas dos afirmaciones, la Lingüística persigue fundamentalmente el estudio de los mensajes de una lengua para, a partir de ellos, deducir el código o sistema que los sustenta y que hace posible su formación. Estudiar los mensajes lingüísticos supone no solo describirlos y clasificarlos, sino también explicarlos. De esa manera, se logrará, a su vez, hacer lo propio con el código (es decir, será posible describir, clasificar y explicar las unidades --y las reglas de combinación de las mismas-- que forman este último).

El conjunto de mensajes de una lengua recibe el nombre de texto. En realidad, se trata de una definición excesivamente amplia que caracteriza a una unidad difícil de abarcar. Por eso, en la

Código

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práctica, se acude a una caracterización más restringida: el texto es un conjunto limitado de mensajes que se considera suficientemente representativo de la totalidad de los mismos. Por ejemplo, si queremos estudiar las oraciones causales en español podemos optar por escoger diez obras literarias (o doce, o nueve...) y tomarlas como el texto a partir del cual estudiaremos ese tipo de oraciones. El texto es, pues, el punto de partida de los análisis lingüísticos. Todo texto de una lengua tiene que cumplir tres requisitos: ha de ser adecuado (para la situación contextual: no parece muy oportuno relatar el cuento de Caperucita Roja en un examen, por ejemplo; o contar un chiste en un entierro); ha de ser coherente (todos los componentes del texto tienen que tener entre sí una relación semántica: por ejemplo, los elementos que forman el texto de (1) y (2) que se pueden ver más abajo cumplen esta condición); ha de estar cohesionado (es decir, tiene que haber una serie de factores lingüísticos que "unan" los componentes de un texto para que guarden entre sí más coherencia)

(1)

Víctor todavía era un niño. Por aquel entonces desconocía la diferencia entre un camello y un dromedario. Solo sabía que los dos eran animales del desierto y que tenían jorobas

(2) Por aquí pasa un río. Por aquí tus pisadas fueron embelleciendo las arenas, aclarando las aguas, puliendo los guijarros, perdonando a las embelesadas azucenas …

No vas tú por el río: es el río el que anda detrás de ti, buscando en ti el reflejo, mirándose en tu espalda.

Si vas deprisa, el río se apresura. Si vas despacio, el agua se remansa.

Ángel González

Respecto a la tercera característica anterior (la cohesión), fíjate en los textos (1), (3) y (4). En ocasiones, la cohesión se logra mediante elisiones o referencias anafóricas: por ejemplo, en (1) se suprime (se elide) el sujeto en la segunda y la tercera oración porque es el mismo que la primera; y en la tercera oración hay una remisión anafórica ("los dos" se refiere al "camello" y "dromedario" que aparecen en la oración segunda); con estas dos estrategias --elisión y referencia anafórica-- se logra que las partes del texto queden perfectamente relacionadas entre sí. En otros casos, en cambio, la lengua dispone de un grupo de palabras que permite "pegar" o "unir" los elementos de un texto satisfactoriamente. Es lo que puede observar si compara (3) y (4): las palabras en negrita de (4) logran que ese texto tenga más cohesión y, a la vez, logran que sea más coherente que el de (3):

(3) Goza usted de buena salud. Conviene que se haga revisiones periódicas, porque estas enfermedades deben ser vigiladas. Suelen traer algunas secuelas. Venga por aquí cada seis meses (4) En conclusión, goza usted de buena salud. Sin embargo, conviene que se haga revisiones periódicas, porque, oiga, estas enfermedades deben ser vigiladas. De hecho, suelen traer algunas secuelas. Así pues, venga por aquí cada seis meses, ¿de acuerdo?

Introducción a la Fonética y Fonología del español. Tema 1 9

A estas palabras (las que tienes en negrita en (4)) que logran esos efectos se las ha llamado

marcadores del discurso. Son tan importantes en la construcción de los mensajes que, en ocasiones, reponen la coherencia que, en principio, no existe entre los elementos que forman un texto. Por ejemplo, entre las secuencias "Alicia es inteligente" y "La suspenden en los exámenes" no parece haber mucha coherencia (porque, normalmente, de quien es inteligente se espera que no suspenda); si ahora, en cambio, las unimos mediante uno de esos marcadores, la secuencia no resulta extraña en español (no "disuena"): "Alicia es muy inteligente. Sin embargo, la suspenden en los exámenes".

Acabamos de ver qué es un texto. Ahora bien, normalmente los textos suelen ser complejos, de tal manera que en su interior habitualmente podemos diferenciar, para su análisis, unidades más pequeñas. (1) es un texto del español (que puede servir para un examen lingüístico determinado). Pese a que se trata de un texto relativamente sencillo, podemos diferenciar tres componentes, que tienen como principal característica la de poder ser por sí mismos mensajes completos, es decir, cada uno de ellos puede ser una información completa (un mensaje) que transmite un hablante a un oyente en unas circunstancias contextuales determinadas. Esos tres elementos más pequeños son: (a) Víctor todavía era un niño; (b) Por aquel entonces desconocía la diferencia entre un camello y un dromedario; y (c) Solo sabía que los dos eran animales del desierto y que tenían jorobas. A cada uno de estos componentes más pequeños que diferenciamos en un texto se le llama enunciado.

Un enunciado se puede definir como un mensaje mínimo; se trata de la unidad lingüística mínima con capacidad comunicativa. Se caracteriza además por tres datos: (i) está delimitado siempre por dos pausas (en la escritura coinciden con puntos, puntos y coma y, en ocasiones, dos puntos) y se encuentra recubierto por un determinado "canto", al que llamamos entonación; (ii) es una unidad independiente y autónoma: como ya señalé antes, cualquier enunciado en "su" contexto constituye un mensaje por sí mismo y, en consecuencia, puede aparecer sin la "ayuda" de ningún otro componente lingüístico; y (iii) es completo semánticamente, es decir, transmite un significado pleno. Quiero recalcar que para definir el enunciado no acudimos a criterios de composición interna (de una secuencia), sino a criterios externos.

Es enunciado, pues, todo segmento del discurso caracterizado por poseer valor comunicativo (para un contexto determinado), independencia y autonomía, y completud semántica. Por lo tanto, a la hora de identificar un enunciado, no debemos fijarnos en si está compuesto de muchas o pocas palabras, o si hay verbo o no; para determinar si un segmento es un enunciado deberemos comprobar si es autónomo o independiente (por ejemplo, si puede ser la respuesta a una pregunta), si posee una entonación propia y completa, y si su sentido está cerrado. Teniendo en cuenta esto, las secuencias que van a continuación son todas enunciados (porque todas podrían ser respuesta a preguntas determinadas):

a) Los hipopótamos no juegan al baloncesto b) No c) ¿Llegarás hoy? d) ¡Ha llovido! e) El delantero del Deportivo de La Coruña f) Azul cobalto

Enunciado: signo enunciativo y esquema sintagmático

Texto y enunciado son dos unidades lingüísticas distintas. Normalmente, la primera es una unidad que contiene a la segunda y que, por tanto, es más amplia: el poema de Ángel González es un único texto formado por seis enunciados. Sin embargo, en ocasiones, es posible que nos

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encontremos con textos constituidos por un solo enunciado: No, Azul cobalto, o Los hipopótamos no juegan al baloncesto son textos formados por un único enunciado. En estos casos, texto y enunciado coinciden.

Independientemente de sus características definitorias (función comunicativa, entonación propia, completud semántica e independencia y autonomía) cada enunciado consta de dos componentes necesarios: el signo enunciativo o modus y el esquema sintagmático, dictum o simplemente secuencia. Los ejemplos Ha llegado tu hermano, ¿Ha llegado tu hermano? y ¡Ha llegado tu hermano! son, en realidad, tres enunciados distintos. Tienen en común una serie de palabras que se organizan alrededor de un verbo, pero difieren en que el primero es una "aserción", mientras que el segundo es una "interrogación" y el tercero una "exclamación". A la secuencia de signos que forma un enunciado, que se presenta linealmente y que tiene una determinada organización jerárquica se la llama esquema sintagmático (que puede ser oracional o no). Los valores del tipo "aserción", "exclamación" o "interrogación" no pertenecen al esquema sintagmático y se manifiestan a través de curvas de entonación (que es el "canto" que recubre cualquier enunciado), con las que forman el signo enunciativo. El signo enunciativo tiene, por lo tanto, como expresión o significante la entonación o contorno entonativo (cuya inflexión final puede ser ascendente, descendente o mantenerse en suspenso), y como contenido o significado la diferente modalidad o actitud del hablante hacia el propio enunciado (aserción, interrogación, exclamación...).

Enunciado

Signo enunciativo/Modus Esquema sintagmático/Dictum

Curva de entonación

Modalidad Oracional No oracional

Aunque esquema sintagmático y signo enunciativo son necesarios para que exista un enunciado,

también son independientes entre sí: el número de unidades o signos que constituyen el esquema sintagmático no afecta al signo enunciativo, y, a la inversa, este no condiciona a aquel. Por eso podemos encontrarnos enunciados con igual esquema sintagmático pero diferente signo enunciativo (Ha llegado/¿Ha llegado?/¡Ha llegado!) y enunciados con el mismo signo enunciativo y diferente esquema sintagmático (¿Llegará tarde?/¿Hoy?). Esta independencia es también la que propicia que esos dos componentes (esquema sintagmático/signo enunciativo) puedan estudiarse por separado.

El signo enunciativo

Posee dos componentes. La curva de entonación y la modalidad. Respecto a las curvas de

entonación, la parte más importante de las mismas es el tonema (el tono que va desde la última vocal tónica hasta el final). Puede descender (y entonces el tonema se llama cadencia); puede ascender (anticadencia) o puede mantenerse en suspenso (suspensión). Como se verá a continuación, los enunciados asertivos, desiderativos y exclamativos normalmente se unen a la cadencia (aunque en el segundo y tercer caso el descenso en el tono final del enunciado es más acusado, es mayor), y los interrogativos a la semicadencia (salvo en las interrogaciones parciales).

La modalidad, que se puede definir como el contenido del signo enunciativo y que más propiamente es la actitud del hablante respecto a los hechos que enuncia, puede propiciar una clasificación específica de los diferentes enunciados:

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(i) Enunciados asertivos: el emisor empeña su palabra en sostener la veracidad de lo que expresa el esquema sintagmático. De un enunciado asertivo se puede decir que es verdadero o falso. Pueden ser, a su vez, afirmativos o negativos: Usted tiene enemigos (Asertivo afirmativo), usted no tiene enemigos (Asertivo negativo). Son cerrados: no reclaman la intervención del oyente. La ortografía no representa la aserción. La inflexión final es descendente. (ii) Enunciados interrogativos: el emisor plantea una cuestión abierta a la respuesta del oyente. Los enunciados interrogativos no son ni verdaderos ni falsos. En la ortografía se representan siempre con los diacríticos ¿? Las interrogaciones, además, pueden ser totales o parciales. En las primeras la pregunta afecta a la totalidad del proceso indicado en el enunciado, no se utilizan pronombres interrogativos y la inflexión final es ascendente: ¿Llegará tu hermano? En las segundas el hablante centra su pregunta en uno de los elementos del proceso (el sujeto, el complemento directo, etc.), suelen utilizar pronombres interrogativos (relativos tónicos) y la inflexión final es descendente: ¿Dónde has comprado la camisa? (iii) Enunciados exclamativos: el emisor transmite un agudo sentimiento (de sorpresa, admiración, espanto, etc.) que le provoca la realidad o el proceso a que hace referencia su mensaje. Son verdaderos o falsos. Son afirmativos o negativos. Son cerrados: no reclaman la intervención del oyente. Puede haber enunciados exclamativos totales, sin relativos tónicos, (¡Tiene doce hijos!) o parciales, con pronombres exclamativos (relativos tónicos), (¡Qué cara más dura tienes!), según que la exclamación afecte a la totalidad del enunciado o a una parte del mismo. Los enunciados exclamativos son, en cierta medida, asertivos amplificados, en los que hay una caída mucho mayor de la inflexión o tono final. Las interjecciones son un tipo de enunciados exclamativos. La ortografía representa los enunciados exclamativos con ¡! (iv) Enunciados desiderativos: El emisor expresa un vehemente deseo de que se cumpla el contenido de su mensaje. No son ni verdaderos ni falsos. Pueden ser afirmativos o negativos. Son cerrados: no reclama la intervención del interlocutor. Adoptan una entonación semejante a los enunciados exclamativos (incluso en la ortografía utiliza el mismo signo: ¡!), pero en ellos el verbo va en subjuntivo y, a veces, se ayuda de partículas como ojalá, si que, así. Muchas expresiones de saludo, de felicitación son, en realidad, desiderativas. Algunos ejemplos: ¡Quién supiera escribir!, ¡Ojalá venga hoy!, ¡Si yo fuera rico!, ¡Felicidades!, Buenas noches, ¡Feliz Navidad! (v) Enunciados apelativos: El emisor pretende influir sobre su interlocutor en el discurso para que actúe en un sentido o en otro. Utilizan el imperativo o el subjuntivo (en este último caso son negativos). Este tipo de enunciados pueden ser peticiones, exhortaciones, órdenes, etc.

En realidad, los cuatro primeros tipos de enunciados según la modalidad anteriores se oponen al

último. Los enunciados asertivos, interrogativos, exclamativos y desiderativos tienen en común que en ellos el hablante se limita a transmitir o expresar a través del enunciado un acontecimiento, una vivencia. Los apelativos, como ya se indicó, pretenden modificar la actitud del oyente de una u otra forma. Por ello es por lo que, a los cuatro primeros, se les puede agrupar bajo el término general de enunciados con modalidad expresiva y se les opone en bloque a los enunciados apelativos:

Introducción a la Fonética y Fonología del español. Tema 1 12

La modalidad en esquema:

Asertiva Modalidad expresiva Interrogativa Exclamativa Modalidad Desiderativa Modalidad apelativa

El esquema sintagmático

Los enunciados también pueden ser distintos según su esquema sintagmático y, en consecuencia, también pueden clasificarse según este criterio. Para hacerlo hay que centrarse en la organización interna de los signos que componen los esquemas sintagmáticos. Así, en la secuencia Los hipopótamos no juegan al baloncesto es el verbo juegan el que preside el orden estructural y el que actúa como elemento central del esquema, de modo que los restantes segmentos son subsidiarios o dependen de él. En El Delantero del Deportivo, en cambio, es el sustantivo delantero el que hace el mismo papel. En consecuencia, se puede afirmar que ambos ejemplos constituyen enunciados con esquemas sintagmáticos diferentes, porque, mientras que en uno el centro del mismo es un verbo, en el otro lo es un sustantivo. Atendiendo a su esquema sintagmático, los enunciados pueden ser básicamente oracionales (o verbales), nominales, adjetivales y adverbiales, según que el elemento central, que preside la estructura del conjunto, sea respectivamente un verbo, un sustantivo, un adjetivo o un adverbio.

Después de lo anterior, hay que concluir que enunciado y oración son dos conceptos totalmente diferentes. El primero es la unidad comunicativa mínima (es decir, el mensaje mínimo) y se define por sus características externas (autonomía, completud semántica, entonación). A la hora de caracterizar el segundo, en cambio, hay que tener en cuenta que se trata de un tipo o clase de esquema sintagmático (cuyo elemento central es un verbo) definido por sus propiedades internas. El primero, en realidad, suele resultar un concepto más amplio que el segundo: puede haber enunciados que no son oraciones (El delantero del Deportivo, Azul cobalto, Extremadamente peligrosa, No....):

Enunciado

Oración

Aunque lo habitual es que los esquemas sintagmáticos se ordenen alrededor de un solo

elemento central (verbo, sustantivo, adjetivo o adverbio) no es infrecuente que encontremos dos segmentos, mutuamente necesarios o solidarios, presidiendo el orden estructural de un enunciado. A la pregunta ¿Crees que Juan vendrá? se puede contestar Claro que lo hará, donde el esquema sintagmático gira en torna a dos polos (Claro/que lo hará). Por eso, resulta útil completar la clasificación de los enunciados, según las características de su esquema sintagmático, hablando de esquemas unimembres (un solo elemento central) y esquemas bimembres (dos segmentos centrales mutuamente necesarios):

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Oracionales (Los hipopótamos no juegan al baloncesto) Nominales (El delantero del Deportivo) Unimembre Adjetivales (Azul cobalto) Adverbiales (No) Esquema sintagmático

Bimembre (Sí que vendrá, Claro que responderé con sinceridad)

No obstante, lo anterior, es bastante frecuente (y admisible) oponer el concepto de oración (esquema sintagmático unimembre organizado alrededor de un verbo) al de frase (esquema sintagmático unimembre organizado alrededor de cualquier sintagma que no sea un verbo). Así Los hipopótamos no juegan al baloncesto es una oración, pero El delantero del Deportivo, No o Azul cobalto serían casos de frases. De esta manera, el concepto de frase abarcaría los esquemas nominales, adjetivales y adverbiales que se han visto más arriba. Por otro lado, las interjecciones forman por sí mismas enunciados (de modalidad exclamativa) con un tipo de esquema sintagmático específico, al que podemos llamar interjectivo.

3 Las disciplinas lingüísticas

La tarea de un lingüista consiste básicamente en estudiar, describir y explicar el código de una

lengua. Para ello, ha de examinar los textos y, en concreto, los enunciados que constituyen los mensajes de esa lengua. Ahora bien, ¿existe una única posibilidad de estudio o, por el contrario, hay varias? En este último caso, ¿cuántas formas diferentes de examen existen?

A lo anterior hay que contestar que no hay una única forma de abordar el estudio de las lenguas y que a cada forma distinta que diferenciemos le corresponderá una disciplina lingüística también distinta. ¿Cuántas y cuáles son?

Los enunciados lingüísticos son, en realidad, signos, es decir, se trata de un tipo unidad en la que podemos diferenciar siempre un significante y un significado. Por lo tanto, desde un punto de vista lingüístico, existen básicamente los siguientes puntos de vista desde los cuales se puede intentar afrontar el estudio en cuestión:

A) Podemos dedicarnos solo y exclusivamente a analizar el significante de los enunciados, sin tener en cuenta su significado. B) Podemos atender solo al significado de los enunciados, sin tener en cuenta su significante.

C) Podemos tener en cuenta un tercer punto de vista en el que pongamos en relación el significante con el significado. Existen, pues, tres niveles: el nivel de la expresión o del significante; el nivel del contenido o

del significado y el nivel del signo (unión de significante y significado). A cada uno de estos tres niveles le corresponde una o varias disciplinas lingüísticas y en cada uno de ellos se utilizan unidades y conceptos distintos con relación a los de los otros niveles:

Introducción a la Fonética y Fonología del español. Tema 1 14

Enunciados lingüísticos

Significante Significante + Significado Significado Disciplinas de la expresión Disciplinas del signo Disciplinas del contenido

3.1 Las disciplinas de la expresión

En el nivel de la expresión, el lingüista estudia los elementos fónicos que componen el significante de los enunciados. Ahora bien, esos componentes fónicos pueden ser abordados desde dos ópticas diferentes: observando los aspectos materiales de los mismos, o considerando sus propiedades funcionales. Cada una estas dos maneras de tratar el significante da lugar a dos disciplinas diferentes: la Fonética y la Fonología.

A cada elemento fónico que compone el significante de los mensajes, la Fonética lo denomina sonido. Esta es, por lo tanto, su unidad de trabajo. A la Fonética le interesan los siguientes aspectos: (a) las propiedades físicas de los sonidos que utilizamos para hablar (por ejemplo, qué tono o qué timbre poseen); (b) los órganos que se utilizan para pronunciarlos y la forma en que se producen y articulan (unos con los labios, otros con los dientes; unos con vibración de las cuerdas vocales, otros sin ella...); y (c) los órganos que utilizamos para percibirlos y el proceso por el cual se convierten en impulsos electroquímicos que pasan al cerebro y allí se interpretan adecuadamente.

La Fonología, en cambio, solo tiene en cuenta aquellos elementos fónicos que tienen capacidad funcional, es decir, que son capaces de diferenciar palabras distintas (con significados distintos). A la Fonología le interesan, pues, no todos los sonidos que somos capaces de utilizar para formar enunciados, sino solo aquellos que poseen capacidad distintiva.

Veamos la diferencia entre Fonética y Fonología con dos ejemplos. La palabra "boba" contiene dos "bes" que se pronuncian de manera distinta en español: en la primera, los dos labios se unen a la hora de su pronunciación; en la segunda, se acercan mucho, pero no llegan a tocarse del todo. Entre esas dos "bes" hay, pues, diferencias fónicas y, como las hay, podemos decir que son dos sonidos diferentes del español; al primero, se le llama "b" oclusiva (porque al juntarse los labios, estos producen una oclusión u obstrucción en los labios al aire que sale de los pulmones); al segundo, se le denomina "b" fricativa o "b" aproximante (porque los labios se aproximan sin llegar a unirse del todo). En la palabra "boda", también hay diferencias fónicas entre el primer y el tercer sonido: el primero se pronuncia con los labios (y por eso se cataloga como labial), mientras que el segundo se articula con los dientes (y por eso se le denomina dental). Se trata también de dos sonidos diferentes del español, pero las diferencias entre estos dos sonidos (la "b" y la "d") son distintivas, porque el cambio de uno por otro lleva consigo la aparición de una palabra distinta del español (de un signo diferente): boda/boba. Las diferencias entre "b" oclusiva y "b" fricativa, y las que hay entre "b" y "d" le interesan a la Fonética. Las diferencias entre "b" oclusiva y "b" fricativa no le interesa, en cambio, a la Fonología, porque en español no son distintivas (en ningún contexto de nuestra lengua el cambio "b" oclusiva → "b" fricativa, o a la inversa, produce la aparición de palabras distintas con significados distintos). La oposición entre "b" y "d" sí entra de lleno en el campo de la Fonología.

La Fonética estudia, por lo tanto, todos los sonidos de una lengua ("b" oclusiva, "b" fricativa, "d"...). La Fonología solo aquellos con capacidad distintiva ("b" frente a "d", "p" frente a "t"...). A

Introducción a la Fonética y Fonología del español. Tema 1 15

los sonidos con capacidad distintiva se les llama fonemas y son la unidad de trabajo de la Fonología.

Los sonidos son, en realidad, las emisiones reales de cada uno de los hablantes de una lengua y constan de rasgos fónicos (labial, sordo, nasal...) tanto constantes como variables de hablante a hablante; los fonemas se componen solo de las propiedades fónicas que son constantes en todos los hablantes y que no varían en cada uno de estos últimos. Se denomina par mínimo al conjunto formado por dos palabras que se diferencian por un fonema. Son pares mínimos, por ejemplo, paso/vaso; casa/caza, pero/perro, boda/bota, boba/bola ... Los fonemas de una lengua pueden diferenciar signos (paso/peso/piso/poso/puso) porque se oponen y se oponen entre sí gracias a que tienen algún rasgo distintivo que los diferencia. Los rasgos distintivos son propiedades fónicas constantes de un fonema que permiten distinguirlo de los demás. En el ejemplo anterior de "boba"-"boda" la diferencia entre el carácter labial (de la "b") y dental (de la "d") es lo que sirve para oponer los fonemas "b" y "d". Son, pues, rasgos distintivos de esos dos fonemas. La definición de cada fonema, en consecuencia con lo anterior, está integrada por la enumeración de todos sus rasgos distintivos. Por ejemplo, los del fonema "b" serían: fonema consonántico, obstruyente, labial, sonoro, difuso y grave.

Los sonidos se representan (se transcriben) con corchetes ([p]); los fonemas, con barras (/s/). En resumen:

Los sonidos Los fonemas

son unidades materiales no poseen valor distintivo son potencialmente ilimitados (puede haber, en principio, tantas formas distintas de pronunciar los sonidos de una palabra como hablantes de una lengua) se componen no solo de rasgos distintivos (constantes y comunes a todos los hablantes), sino también de otros que cambian con cada hablante se representan con corchetes, y los estudia la Fonética

son unidades funcionales tienen valor distintivo, es decir, sirven para diferenciar signos diferentes de la lengua se presentan en un número limitado son la suma de un conjunto de rasgos distintivos (y solo de rasgos distintivos) se transcriben entre barras, y los estudia la Fonología

Se acaba de ver la diferencia entre fonemas y sonidos. Ten en cuenta que la escritura alfabética es, en principio, un intento de representar los fonemas, pero que con el tiempo se ha desvirtuado. Hay letras que no se pronuncian, como la "h"; hay fonemas que se escriben con dos letras (son dígrafos) como la "ch" o la "ll"; hay, por último, fonemas que pueden tener varias representaciones gráficas, como el fonema /b/ que se puede escribir con "b", "v" o "w". 3.2 Las disciplinas del contenido

La disciplina lingüística que estudia el significado se denomina Semántica. La semántica puede estudiar el significado aislado de las palabras que forman un enunciado o puede estudiar el contenido global de este último. A la primera se la conoce con el nombre de Semántica léxica o Lexicología; a la segunda con el de Semántica oracional o Semántica composicional.

El significado de las palabras, en realidad, es complejo. Está compuesto por un conjunto de propiedades o rasgos que definen y constituyen su contenido. Cada uno de esos rasgos se

Introducción a la Fonética y Fonología del español. Tema 1 16

denomina sema. Los semas permiten diferenciar palabras entre sí. Observa los ejemplos en los que cada palabra se compone de un número de semas (entre corchetes) propios que permiten su diferenciación:

potro: [animal], [equino], [joven], [macho] caballo: [animal], [equino], [adulto], [macho] yegua: [animal], [equino], [adulto], [hembra] toro: [animal], [bovino], [adulto], [macho] ternero: [animal], [bovino], [joven], [macho] vaca: [animal], [bovino], [adulto], [hembra]

El conjunto de semas de una palabra constituye su significación. De los ejemplos anteriores se

puede desprender que la significación de una palabra se obtiene siempre por la suma de sus semas (potro = animal + equino + joven + macho), pero no siempre esto es así. Para definir la palabra enano o la palabra gigante tenemos que recurrir a los semas [hombre] [pequeño] y [grande], pero la primera no resulta de la suma de [hombre] y [pequeño], ni la segunda de la de [hombre] y [grande], porque, como es evidente, un hombre pequeño puede no ser un enano, o un hombre grande puede no ser un gigante. En estos casos, los semas constituyen la significación de las palabras no por suma, sino por relación combinatoria, de tal manera que enano se definiría como [pequeño para ser hombre] y gigante [grande para ser hombre].

Todos los entes de la realidad a los que se les puede aplicar una misma significación forman una clase designativa o designación. Por ejemplo, cada una de las sillas que podamos encontrarnos forma la clase designativa (o designación) de “silla”.

La palabra "puerta", aislada de todo uso (por ejemplo, en el diccionario), tiene una significación y una designación, pero no señala ninguna realidad concreta. Sin embargo, cuando la empleamos en una oración como Cierra la puerta, sí podemos identificar el objeto concreto al que se refiere. La realidad señalada por la expresión "la puerta" se denomina referente o denotación. Para que una palabra pueda denotar, es decir, para que sea capaz de tener un referente (un ente de la realidad al que apunta) ha de ser o un nombre propio, o un pronombre personal, o un nombre común acompañado de un determinante (son determinantes el artículo, los demostrativos, los posesivos o los cuantificadores).

La significación de un signo es un valor codificado, constante para todos los hablantes de una lengua. Pero cada signo convive en la mente de cada usuario asociado a objetos y acontecimientos de su vida, a sus experiencias, a sus sensaciones, a sus sentimientos y actitudes. Por ejemplo, ante la palabra examen no reacciona igual un profesor y un alumno. Este tipo de adherencias asociativas, estas resonancias mentales y cognitivas del signo se denominan connotaciones. Las hay de diferente tipo: connotaciones lingüísticas (las palabras hall, adagio o perestroika connotan su origen inglés, italiano y ruso respectivamente); connotaciones culturales (un ejemplo típico son los tabúes: es raro que, en nuestro país, encontremos un niño llamado Judas, Herodes o Pilatos); connotaciones individuales (provocadas por la experiencia personal de cada uno: la palabra madre en un huérfano tiene una connotación claramente dolorosa); connotaciones de saber enciclopédico (provocadas por nuestro conocimiento de la historia, o del funcionamiento o características de los objetos: película no tiene el mismo significado para un director de cine que para un espectador).

La Semántica composicional estudia, por ejemplo, qué factores hacen posible una secuencia como El perro ladró con fuerza, pero imposible *La piedra ladró con fuerza. Parte de la base de que las palabras, además de tener una significación que las define, poseen otros valores semánticos que imponen (o restringen) la combinatoria con otras palabras distintas en el mismo enunciado: el verbo ladrar obliga a que el sujeto con el que se combina incluya entre sus rasgos semánticos el de [cánido]. También explicaría las ambigüedades de construcciones como El burro del herrero, según que el primer sustantivo sea una posesión (= "El herrero tiene un burro") o una propiedad (= "El herrero es un burro") del segundo.

Introducción a la Fonética y Fonología del español. Tema 1 17

3.3 Las disciplinas del signo

En el nivel del signo, la Lingüística estudia básicamente las palabras que forman los enunciados. Y lo hace mediante una disciplina que recibe el nombre de Gramática. La Gramática estudia la estructura interna de las palabras, la forma en la que estas se enlazan y los significados a que tales combinaciones dan lugar. La Gramática suele dividirse, a su vez, en dos subdisciplinas: la Morfología y la Sintaxis.

La Morfología se ocupa de la estructura de las palabras, su constitución interna, sus variaciones, los segmentos que las componen y la forma en que estos se combinan, así como la formación de unas a partir de otras. La Sintaxis se encarga de analizar la manera en la que las palabras se combinan y se disponen linealmente (en una unidad superior que recibe el nombre de enunciado –oracional, nominal, adjetival, adverbial o interjectivo--), así como del análisis de los grupos que forman. La palabra, pues, sirve de frontera entre la Morfología y la Sintaxis: la primera tiene como unidad de trabajo mínima el morfema y como unidad superior (que no puede sobrepasar) la palabra; la segunda, tiene a esta (la palabra) como unidad mínima de trabajo y al enunciado (oración o no) como unidad máxima. Ninguna de estas dos disciplinas puede traspasar sus límites: hay estudios lingüísticos por debajo del morfema, pero no son morfológicos (ni gramaticales); los hay por encima del enunciado, pero no son sintácticos (ni gramaticales).

El término Gramática conoce otra acepción más amplia, que no seguiremos en este curso, según la cual es equivalente al estudio global de una lengua; desde este punto de vista, incluye también el análisis de los sonidos del habla (que en esta lección vimos que correspondía a la Fonética) y de su organización lingüística (de la que se ocupa la Fonología).

La Morfología

La Morfología trabaja con morfemas. Un morfema se puede definir como cada unidad más

pequeña que se puede aislar o en la que se puede descomponer una palabra; por ejemplo, inevitablemente consta de los morfemas in-, evit-, -a-, -ble-. y -mente. Los morfemas reciben nombres diferentes en relación con el papel que desempeñan en la estructura de la palabra y en el proceso de formación de las mismas. Así, se denomina base léxica a la palabra de la que se parte para formar otra: por ejemplo, deporte es la base léxica de deportista. Se llama raíz a la parte de la palabra que permanece invariable en los procesos de flexión (declinación) y formación de palabras; en el mismo ejemplo anterior, la raíz es deport-. Son afijos los morfemas que aparecen unidos a la raíz o a otros morfemas; en el caso anterior, -ista. Según la posición que ocupan, los afijos pueden ser sufijos (si van pospuestos a la raíz: deport-ista), prefijos (si van antepuestos: im-posible) e interfijos (si van entre la raíz y un sufijo: polv-ar-eda). Por último, la Morfología suele dividirse en dos grandes ramas: la Morfología flexiva y la Morfología léxica. La primera estudia las variaciones (de género, de número, de persona, de tiempo, de modo...) de las palabras, variaciones que constituyen la flexión de una palabra; la segunda, también llamada formación de palabras, se ocupa de las pautas que permiten construir palabras o derivarlas a partir de otras (como deportista a partir de deporte). Hay dos procesos fundamentales de formación de palabras, (i) la derivación (uno o más afijos se añaden a una base léxica), que puede ser derivación por sufijación (cuando se añade un sufijo), derivación por prefijación (cuando se añade un prefijo) y parasíntesis (cuando se añade un prefijo y un sufijo a la vez); y (ii) la composición (combinación de dos o más bases léxicas).

Conviene hacer una aclaración sobre la parasíntesis: es un proceso derivativo que se da cuando se aplica la prefijación y la sufijación a la vez. Es decir, para que exista parasíntesis no puede existir la base léxica con el prefijo solo o con el sufijo solo. "Impersonal" no es un caso de parasíntesis, porque, aunque en la palabra hay prefijación y sufijación, no se aplican a la vez: primero hay sufijación (personal) y luego prefijación (impersonal); en cambio, "entristecer" sí lo es, porque no hay ni "tristecer", ni "entriste". También se habla de parasíntesis cuando se aplica composición y sufijación: quinceañero.

Introducción a la Fonética y Fonología del español. Tema 1 18

Por otro lado, en la partición de palabras en morfemas hay que tener en cuenta la llamada vocal temática, constituyente flexivo que distingue las conjugaciones y que en muchas ocasiones vamos a encontrar en palabras derivadas de verbos (en estos casos, suele ser una a para la primera conjugación y una i para la segunda y tercera): dese-a-ble, part-i-ción.

La Sintaxis

La Sintaxis estudia la combinación de palabras en los enunciados. Parte de la base de que en

paralelo al orden lineal en el que obligatoriamente se disponen, las palabras de un enunciado presentan un orden estructural o jerárquico, según el cual normalmente una palabra del enunciado es jerárquicamente superior al resto y ordena a su alrededor a todas las demás. En la secuencia Los hipopótamos no juegan al baloncesto, la palabra jerárquicamente más importante y que, en consecuencia, organiza toda la estructura es el verbo juegan. En ese orden estructural la Sintaxis diferencia funciones, relaciones y funtivos. El organigrama de una empresa, del Gobierno o de la Universidad de León es idéntica a la que existe en un enunciado: tomando como ejemplo el de la Universidad de León, en esta institución hay "puestos" (Rector, Vicerrector, Gerente...) que ocupan "personas" (José Ángel Hermida, José Luis Chamosa...), y entre esos "puestos" hay relaciones de dominio o igualdad (los Vicerrectores están supeditados al Rector, pero los Vicerrectores son iguales jerárquicamente entre sí).

Las funciones de una estructura lingüística son como los "puestos"; se trata de huecos, casillas vacías que pueden ser rellenados por una determinada palabra. En el ejemplo anterior (Los hipopótamos no juegan al baloncesto), la estructura, dejando a un lado la negación no, presenta las funciones de sujeto, núcleo oracional y suplemento o complemento de régimen; entre esas funciones se establecen relaciones de dominio y de igualdad: el sujeto y el suplemento están supeditados al núcleo oracional, pero ambos están en el mismo nivel jerárquico; por último, las palabras Los hipopótamos, juegan y al baloncesto son los funtivos (como "las personas" del ejemplo de la Universidad) que rellenan cada función de las anteriores: la primera ocupa el hueco del sujeto, la segunda la del núcleo oracional y la tercera la del suplemento. Entre las funciones más destacadas del español están el sujeto, el complemento directo (CD), el complemento indirecto (CI), el complemento circunstancial (CC), el suplemento, el atributo, el adyacente nominal... Cada función tiene unas características formales que la diferencian de las demás: por ejemplo, cualquier palabra que sea sujeto presenta concordancia con el verbo con el que se relaciona en número y persona; cualquier palabra que funcione como complemento directo puede ser conmutado por un referente átono que en la tercera persona es lo-la-los-las...

Las funciones de un enunciado aparecen trabadas en el mismo mediante tres tipos de relaciones: la subordinación, la coordinación y la interdependencia. Hay subordinación entre dos o más funciones cuando una de ellas es obligatoria (núcleo) y las demás pueden eliminarse (complementos o adyacentes): en Compró unos pantalones de pana, de pana está subordinado a pantalones, que es, a su vez, su núcleo (por eso se puede decir Compró pantalones, pero no *Compró de pana). Hay coordinación entre dos o más unidades cuando cualquiera de ellas puede ser eliminada sin que la secuencia sea agramatical o imposible: en Compró pantalones y camisas, pantalones y camisas están coordinados porque podemos tener indistintamente Compró pantalones y Compró camisas. Por último, hay interdependencia entre dos funciones cuando ambas son indispensables, cuando se necesitan mutuamente para poder aparecer: en Llegará terminada la cena, entre terminada y la cena hay interdependencia porque son agramaticales *Llegará terminada y *Llegará la cena (posible con otro significado).

Los funtivos son las palabras que rellenan en cada enunciado concreto cada función sintáctica. La Sintaxis no es partidaria de utilizar el concepto y el término de palabra y lo sustituye por el de sintagma. Es sintagma el signo o conjunto de signos que es capaz de rellenar una función sintáctica. En la secuencia El delantero prometió muchos goles tenemos 5 sintagmas: El (que funciona como determinante del núcleo del sujeto), delantero (es el núcleo del sujeto), prometió (es el núcleo oracional), muchos (es el complemento o adyacente nominal del núcleo del CD) y

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goles (es el núcleo del CD). Cuando un solo sintagma aparece en una función sintáctica se habla de sintagma simple; cuando hay dos o más unidos por subordinación o interdependencia se le llama sintagma complejo, y cuando hay dos o más coordinados se le denomina sintagma compuesto. El sujeto y el suplemento de En ese libro juegan hipopótamos a baloncesto son sintagmas simples; el sujeto y el CD de El delantero del Deportivo prometió muchos goles son sintagmas complejos; y el atributo de Parece alto y grande es un sintagma compuesto.

Para terminar, la Sintaxis clasifica en categorías los sintagmas según el tipo de función o funciones que pueden ocupar. Según este criterio hay cuatro grupos de sintagmas o categorías: sintagmas nominales (SN), sintagmas adjetivales (SAdj), sintagmas adverbiales (SAdv) y sintagmas verbales (SV). Los primeros entran en las funciones de sujeto, CD, CI o suplemento; los segundos en la de complemento nominal; los terceros en la de complemento adjetivo; y los últimos en la de núcleo oracional. Un tipo especial de sintagma es el interjectivo (SI), constituido por una interjección y sus posibles adyacentes.

Disciplinas lingüísticas

Fonética y Fonología Gramática Semántica

Morfología Sintaxis

3.4 Otras disciplinas lingüísticas

Fonética, Fonología, Semántica, Morfología y Sintaxis analizan, describen y explican la estructura interna de una lengua. Por esa razón, se consideran las disciplinas básicas de la Lingüística. En su labor, atienden fundamentalmente al código, es decir, a las unidades y reglas intersubjetivas que constituyen el saber lingüístico. Pero también parten de las siguientes premisas:

a) las lenguas (y su organización estructural) son comunes a los miembros de una comunidad de hablantes b) la unidad de referencia superior es el enunciado c) aunque se reconoce el carácter eminentemente oral de las lenguas, la mayoría de las investigaciones se centran en el lenguaje escrito y especialmente en los textos literarios

Ahora bien, estos cuatro aspectos (atención al código, carácter social de las lenguas, unidad de

referencia el enunciado y estudios basados en la lengua escrita) pueden someterse a revisión y de esa revisión surgen otras disciplinas.

3.4.1 En primer lugar, puede interesar (y de hecho interesa) el estudio de las estructuras lingüísticas en relación al uso que los hablantes hacen de ellas. La secuencia Hoy comerás sopa puede ser analizada de una determinada manera, utilizando criterios fonéticos, fonológicos, morfológicos, sintácticos y semánticos. Desde este último punto de vista transporta una información codificada literal que cualquier hablante del español entiende sin dificultad. Pero esa secuencia conlleva otros dos tipos de contenidos que no están codificados.

El primero de ellos tiene que ver con el llamado contenido referencial: aunque se comprenda el contenido literal hay datos que nos faltan para entender totalmente la secuencia. No sabemos quién la enuncia, desconocemos a quién va dirigida, y también ignoramos el día concreto al que se refiere el signo hoy (¿es el día en que vivimos o es otro?).

Introducción a la Fonética y Fonología del español. Tema 1 20

El segundo tipo de contenido no codificado está relacionado con el contenido intencional: es importante saber qué ha querido decir quien ha dicho esa secuencia y para qué lo ha dicho; lo ha dicho para dar una información simplemente, o lo ha dicho, en realidad, para castigar (por ejemplo, a alguien que no le guste mucho la sopa), o para premiar (a alguien a quien le gusta mucho la sopa). La Lingüística solo estudia el contenido codificado (es decir, el contenido literal), el significado de la secuencia Hoy comerás sopa.

La suma de ese contenido literal, el contenido referencial y el contenido intencional recibe el nombre de sentido. Su estudio pertenece a una disciplina que recibe el nombre de Pragmática. La Pragmática, pues, no se fija solo en el código, sino que también vuelve su mirada a otros factores del acto comunicativo como el emisor o el receptor y, en especial, el contexto. Además, considera que nuestros mensajes son como icebergs: existe una parte de ellos que está emergente, que se ve, pero existe otra sumergida, oculta. Para interpretar adecuadamente los mensajes hay que desvelar no solo lo que aflora en la superficie, sino también lo que está oculto. Un ejemplo de esta información oculta (que recibe el nombre de contenido implícito) es lo que la Pragmática llama presuposiciones e implicaturas. Las presuposiciones son contenidos implícitos (es decir, ocultos) constantes de hablante a hablante. Por ejemplo, en la secuencia El anterior Rey de España nació durante la Guerra Civil hay tres presuposiciones: (a) en España hay monarquía; (b) en España hubo una Guerra Civil; y (c) si sabemos las fechas de la Guerra Civil, también podemos extraer la edad del anterior Rey, que estaría dentro de los 80 años. Las implicaturas son también contenidos implícitos, pero no son constantes, es decir, pueden cambiar con los hablantes o con la situación. La secuencia Pepe ha dejado de fumar contiene una presuposición que cualquier hablante extrae: "Pepe fumaba"; y puede contener una implicatura que alguien puede extraer: "Dejar de fumar es posible (porque Pepe lo ha hecho)".

La Pragmática, por otra parte, juega un papel muy importante en la distinción, aceptada desde principios del siglo XXI entre enunciado lingüístico y enunciado pragmático: el primero es la suma de una determinada modalidad y un determinado esquema; el segundo es la suma del enunciado lingüístico ([modalidad + esquema]) y la intencionalidad o fuerza ilocutiva que puede adquirir en un contexto determinado y que lo configura como un acto de habla.

La distinción es relevante, porque puede suceder que un mismo enunciado lingüístico sea diferente enunciado pragmático (diferente acto de habla) según la situación discursiva en la que se inscriba. Por ejemplo, la secuencia Hace frío de (1a-d) es el mismo enunciado lingüístico (en concreto, es un esquema oracional asertivo), pero en cada ejemplo funciona como un enunciado pragmático diferente: adquiere un sentido, condicionado por el contexto, y es ese valor resultante en cada situación discursiva el que lo configura como acto de habla. En (1a) es una “respuesta” a una “pregunta”; en (1b) es una “denegación” a una “petición de permiso”; en (1c) es una “queja” a una “pregunta cortés”; y en (1d) es una “recomendación” a una “información”:

(1) a A: ¿Qué tal día tenéis por ahí? B: Hace frío

b A: ¿Puedo abrir la ventana? B: Hace frío

c A: ¿Su habitación es cómoda? B: Hace frío

d A: Voy a salir a la calle B: Hace frío

Introducción a la Fonética y Fonología del español. Tema 1 21

3.4.2 Es cierto que las lenguas tienen carácter social (son comunes a una serie de hablantes),

pero también es cierto que, en la práctica, entre los hablantes de una misma lengua puede haber diferencias provocadas por el lugar de nacimiento (no tiene el mismo "acento" un andaluz y un leonés o un asturiano), por el estrato social al que pertenecen (no habla igual una persona sin ningún tipo de estudios que una persona con ellos), o por la situación concreta en la que se encuentran (no hablamos igual ante el Rector que ante un amigo). En definitiva, en una misma lengua puede haber variantes o variedades. Para el estudio de las diferentes variedades de una misma lengua existe una disciplina, denominada Sociolingüística. A la Sociolingüística le interesan las variedades geográficas o diatópicas (también llamadas dialectos), las variedades diastráticas (las provocadas por el diferente estrato social) y las variedades diafásicas (las que tienen que ver con la situación de habla), pero también los posibles casos de bilingüismo o multilingüismo que pueden existir en una determinada comunidad de hablantes.

3.4.3 Las lenguas que hablamos hoy no son exactamente iguales a como eran hace siglos. Son

organismos vivos, que nacen, se desarrollan y cambian con el tiempo, y que, incluso, en algún caso, pueden llegar a morir (el caso del latín). Para el estudio de la evolución de las estructuras lingüísticas a lo largo del tiempo existe una disciplina que recibe el nombre de Historia de la Lengua. A los estudios de este tipo también se les denomina estudios diacrónicos y se oponen a los estudios sincrónicos, que son los que se hacen sobre la situación de las estructuras lingüísticas en un momento determinado de su historia.

3.4.4 También se puede estudiar la evolución de las reflexiones teóricas sobre las lenguas a lo

largo de la historia. La primera gramática sobre el español se la debemos a Antonio de Nebrija y data de 1492. Desde entonces hasta ahora ha cambiado mucho el pensamiento de los gramáticos y lingüistas. La disciplina que se encarga de estos aspectos recibe la denominación de Historiografía lingüística.

3.4.5 El enunciado es, en efecto, la unidad superior en los análisis lingüísticos, pero, como ya

se vio en esta lección, los enunciados se unen para formar textos. La organización de los textos tiene sus propias características. Su estudio lo aborda la Lingüística del texto.

3.4.6 Se puede poner énfasis en el carácter oral de las lenguas y en el estudio de los

intercambios conversacionales, sobre todo porque pueden observarse algunas características lingüísticas propias que no existen en el lenguaje escrito. De su estudio se ocupa el Análisis conversacional.

3.4.7 Por último, en muchas ocasiones, al lingüista o a los hablantes de una lengua le pueden

surgir necesidades prácticas. Puede resultar conveniente tener diccionarios que compilen el significado de la mayoría de las palabras que usamos, o puede resultar interesante explicar la relación entre mente y lenguaje, o los trastornos en el aprendizaje de las lenguas, o puede ser imprescindible saber cómo tiene que aprender una lengua un hablante no nativo. Para estos fines prácticos, surgen otras disciplinas como la Lexicografía, la Psicolingüística, o la Lingüística Aplicada.