Territorialidad Simbolica Barabas

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    Red de Revistas Cientficas de Amrica Latina, el Caribe, Espaa y Portugal

    Sistema de Informacin Cientfica

    Alicia M. BarabasLa territorialidad simblica y los derechos territoriales indgenas: reflexiones para el estado pluritnico

    Alteridades, vol. 14, nm. 27, enero-junio, 2004, pp. 105-119,

    Universidad Autnoma Metropolitana Unidad Iztapalapa

    Mxico

    Cmo citar? Fascculo completo Ms informacin del artculo Pgina de la revista

    Alteridades,

    ISSN (Versin impresa): 0188-7017

    [email protected]

    Universidad Autnoma Metropolitana Unidad

    Iztapalapa

    Mxico

    www.redalyc.orgProyecto acadmico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

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    14 (27): Pgs. 105-1

    La territorialidad simblica y los derechosterritoriales indgenas: reflexiones

    para el Estado pluritnico*

    ALICIA M. BARABAS**

    Este artculo intenta llamar la atencin sobre los procesos de fragmentacin territorial que implican las regionaliz

    ciones estatales, en contraposicin con la visin integral que proporciona la geografa simblica. Asimismo

    argumenta sobre el posible valor legal de la geografa simblica, como un conjunto de datos etnolgicos susceptib

    de ser utilizados para la demarcacin de etnoterritorios, esto es, los territorios de los grupos etnolingsticos, co

    queda definido en la seccin que trata de la construccin cultural del territorio. Por ltimo, se muestran algun

    ejemplos de demarcacin territorial entre grupos indgenas de otros pases, que tomaron en cuenta la territrorialid

    simblica.Palabras clave: territorialidad simblica, derechos territoriales indgenas, autonomas, Estado pluritnico.

    El territorio no es simplemente unespacio geogrfico delimitado por elConvenio 169, el territorio es algoque se vive y permite la vida, en lse desenvuelve la memoria que noscohesiona como unidad de diferencias.

    Lder Pez de Colombia

    chos territoriales, que pudiera tambin retroalimetar los procesos locales de sistematizacin de saber

    orales; informacin que surge de una investigacin qrealic acerca de la territorialidad simblica de lgrupos indgenas de Oaxaca, cuyas ideas generales

    presentado en otro artculo (2003a).Desde una perspectiva antropolgica conservado

    se podr argumentar que no es conciliable propon

    esta articulacin de la etnografa que, partiendo de dasimblicos, intenta construir un modelo de represetacin del espacio de las culturas indgenas de Oaxa

    con la vocacin poltica de reversin social de la infomacin que, valindose de esos datos etnogrficos, trade brindar a los indgenas, los sujetos de derechos ter

    toriales, una perspectiva de bsqueda en sus propiconocimientos para afrontar el problema de la autod

    limitacin de territorios tnicos. Dicha metodologaes innovacin ma sino que surge de la prctica cotempornea de pueblos indgenas de otros pases.

    * Artculo recibido el 24/05/04 y aceptado el 21/06/04.** Profesora investigadora del Instituto Nacional de Antropologa e Historia, Centro Oaxaca. Pino Surez, nm. 715, C

    68000, Oaxaca, Oax. Correo electrnico: [email protected]

    El propsito de este artculo es llamar la atencin acer-ca del posible valor legal de la geografa simblica

    como dato para la demarcacin de etnoterritorios y daralgunos ejemplos en el contexto de una conceptuali-

    zacin sobre etnoterritorialidad, adems de esbozar elmarco legal sobre el territorio. La argumentacin estsustentada en informacin proveniente de Oaxaca, sin

    embargo, pienso que puede ser vlida para otros es-tados del pas.

    Desde hace algn tiempo he estado interesada en

    brindar informacin antropolgica para los procesosde recuperacin cultural y fundamentacin de dere-

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    La territorialidad simblica y los derechos territoriales indgenas: reflexiones para el Estado pluritnico

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    Mi punto de vista es que tal conciliacin no slo esposible sino deseable si se quieren poner los estudios et-nogrficos a disposicin de la sociedad civil. Para los

    pueblos indgenas, utilizar sus propias representa-ciones sobre el espacio, la cosmovisin, la narrativasagrada o los procesos rituales como conocimientos yprcticas que moldean la territorialidad simblica, y astos como base para la (re)construccin de etnoterri-torios susceptibles de ser delimitados, es slo imple-mentar polticamente una parte del patrimonio culturalpropio para obtener el reconocimiento legal de los te-rritorios tnicos por parte del Estado nacional. Escierto que brindar tal bagaje de datos antropolgicos alos usuarios implica, aunque sea de manera indirecta,entrar en el debate poltico sobre el Estado plural, laetnicidad, la autonoma y los derechos indgenas, pero

    desde mi perspectiva ste es no slo un debate que tocaa la poltica y al indigenismo sino tambin a la an-tropologa acadmica comprometida con el futuro delos pueblos indgenas.

    Leyes, tierras y territorios

    Oaxaca es un estado pluritnico en el que convivendiecisis grupos etnolingusticos diferenciados (uno,los ixcatecos, en extincin lingstica), adems de lapoblacin no indgena (Barabas y Bartolom, 1999). Alo largo de las ltimas dcadas, los pueblos nativos

    han demandado el reconocimiento de sus sistemas or-ganizativos internos y han trabajado en la construccinde formas autonmicas de funcionamiento y de rela-cin con el Estado. En aos recientes, algunas de esasdemandas y reorganizaciones culminaron en reformaslegislativas, como el Sistema de Usos y Costumbrespara las Elecciones Municipales (1992) y la Ley deDerechos de los Pueblos y Comunidades Indgenasde Oaxaca, que legisl sobre la autonoma en 1998.Esta ley, en diversos artculos, sobrepasa el techo fe-deral de reformas y, por lo tanto, no tiene aplicacinactual real en Oaxaca.1 Varios indgenas e indigenistas

    la consideran un instrumento de utilidad en el futuro,sin embargo, tiene errores conceptuales, como homo-logar discriminacin con etnocidio, ambigedades entrederechos del Estado y de las autonomas, y grandes

    vacos; uno de ellos es la cuestin territorial, la cual re-sulta ambigua desde la concepcin de territorio hastalas posibles delimitaciones consecuentes.

    La Ley de Pueblos y Comunidades Indgenas Oaxaca define territorio indgena (art. 3, V) como:

    porcin del territorio nacional constituida por espaccontinuos y discontinuos ocupados y posedos por los p

    blos y comunidades indgenas, en cuyos mbitos espac

    material, social, poltico y cultural se desenvuelven aqu

    y expresan su forma especfica de relacin con el mun

    sin detrimento alguno de la soberana nacional del Esta

    mexicano ni de las autonomas del estado de Oaxaca y s

    municipios.

    En cuanto a los recursos se seala que los pueby comunidades tendrn acceso a ellos en trminos artculo 27 de la Constitucin. Como se advierte, es udefinicin inconsistente que no da ni un paso adelan

    en relacin con el usufructo y control de los recursdel medio, ni respecto a procesos de delimitacin los futuros territorios de los pueblos y comunidadindgenas.

    No obstante, la Ley Indgena de Oaxaca s afronel tema del territorio, que usualmente es dejado de lapor considerarse urticante para el Estado, a diferende la Ley Federal sobre Derechos y Cultura Indge(2001), la cual slo alude a las tierras ocupadas pindgenas en los trminos del art. 27 constitucionesto es, de acuerdo con la tenencia de la tierra adjucada por el Estado, que puede ser individual o, cuanms, comunitaria pero no tnica. Como es sabido,

    polmica gira en torno a la distincin entre tierrasterritorio, entendidas las primeras como medios de pduccin y el segundo como el mbito espacial histr

    y culturalmente apropiado por un pueblo. El Estanacional habla de manera exclusiva de tierras de lcomunidades agrarias y no se refiere a territorios los pueblos indgenas porque no reconoce cabalmena estos sujetos sociales y, adems, territorio le sugieun espacio con soberana que no est dispuesto a otgar por el momento. Las leyes internacionales comel Convenio 169 de la Organizacin Internacional d

    Trabajo (OIT) an no han resuelto la polmica y s

    implicaciones, y utilizan ambos conceptos de formindistinta.El Convenio 169 de laOITsobre pueblos indgen

    y tribales en pases independientes (1989), signado pMxico en 1990, define territorio indgena en la paII, Tierras, como la totalidad del hbitat que los pu

    blos interesados ocupan o utilizan de alguna maner

    1 El 25 de abril de 2001 fue sancionada por el Congreso de la Unin una ley sobre derechos y cultura indgena que resupolmica a nivel nacional. Diversos sectores sostienen que mutila los Acuerdos de San Andrs y la ley Cocopa, bloqueanen realidad el ejercicio de la autonoma para los pueblos indgenas. La nueva ley deba ser sancionada tambin en los congsos de los estados de la Unin. Oaxaca, todava de mayora prista, vot en contra de la ley federal.

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    Agrega que el concepto de tierra es equiparable al deterritorio y que los gobiernos deben tomar las medidas

    para determinar las tierras que los pueblos habitan

    tradicionalmente y garantizar la proteccin efectiva desus derechos de propiedad y posesin. Los estados na-

    cionales pocas veces han cumplido con estos compro-misos, en parte tal vez por la vaguedad de la homolo-gacin establecida entre tierras y territorios. La propuesta

    de la Comisin de Concordia y Pacificacin (Cocopa)toma el concepto tierra-territorio del Convenio 169 yrespeta los Acuerdos de Larrinzar, aunque sobre este

    tema no hubo acuerdo de fondo entre el gobierno y elEjrcito Zapatista de Liberacin Nacional (EZLN).

    Para el Estado mexicano la cuestin del territorio

    indgena es uno de los temas prohibidos, debido al in-fundado temor a la balcanizacin, al cuestionamiento

    de la soberana nacional y de las fronteras internas.2En la actualidad el Estado no reconoce territorios nitierras indgenas, y controla y puede concesionar o in-

    tervenir sobre los recursos del suelo (aguas, bosques)y del subsuelo (minerales) de las tierras ocupadas porindgenas, sean stas comunales, ejidales o privadas.

    Un caso extremo de intervencin forzada sobre el terri-torio es la construccin de grandes presas que aneganmiles de hectreas y provocan relocalizaciones masivas

    de poblacin indgena (Bartolom y Barabas, 1990).Los indgenas comienzan a buscar el reconocimiento

    legal sobre el territorio que habitan3 porque, aunque loposean, no hay norma jurdica que garantice su exis-tencia como tal y les permita defenderlo de las expropia-

    ciones y privatizaciones. Pero una normatividad jur-dica sobre territorios tnicos representa para el Estadoel ms complejo de los problemas. En primer lugar, la

    complejidad se relaciona con el estatus de los indiosen Mxico:4 en tanto la Constitucin no reconozca al

    Pueblo indgena como sujeto colectivo de derechos, las

    tierras que ocupan no podrn ser reconocidas y tratadcomo territorios. Por otra parte, un reordenamien

    territorial no vertical tendra que aceptar la legitimid

    del conocimiento local y la memoria oral (la geograsimblica, los ttulos primordiales, los lienzos pictog

    ficos) y facultarlos para delimitar territorios y resolvconflictos limtrofes; lo que enfrentara al Estado cmultitud de intereses regionales y nacionales. Pero

    vez el mayor obstculo radique en la concepcin mma del Estado, federalista en la forma y centralistala prctica, que no admite la existencia de territori

    internos con autonoma (Barabas, 1998).5Sin embaren otros pases de Amrica Latina, en particular Clombia y Ecuador, las leyes nacionales reconocen

    territorios indgenas y stos ya han sido en muchos sos demarcados mediante procesos de autodelim

    tacin, legitimados por el Estado, de los cuales no esvieron ausentes las referencias a la geografa sagray las narrativas en torno a ella.

    La fragmentacin de los etnoterritorios

    Este apartado tiene como propsito evidenciar los pfundos cambios que sufrieron los pueblos indgen

    en relacin con las nociones y demarcaciones terririales, sin ahondar en la vasta informacin histri

    sobre las instituciones y las regionalizaciones territorles poltico-administrativas coloniales y nacionaleque es de sobra conocida. Es preciso aclarar que los p

    cesos coloniales de fragmentacin territorial no fuerresultado exclusivo de la imposicin de las polticainstituciones de los espaoles; en muchos casos, las

    visiones territoriales y la modificacin de fronteretnoterritoriales surgan tambin de los conflictos

    ternos entre los nobles y algunos sectores indgena

    2 En el imaginario popular y de algunos cientficos sociales existe tambin el temor a que la poblacin no indgena sea echade los territorios tnicos legalmente reconocidos; temor infundado, pues lo que el reconocimiento territorial debe promono es la exclusin sino la transformacin de las relaciones intertnicas en el interior de los etnoterritorios.

    3 Es frecuente que el conocimiento puntual sobre el etnoterritorio no vaya ms all del nivel local comunitario o municipque representa un segmento del grupo etnolingstico o Pueblo indgena; sin embargo, casi todas las comunidades que ingran un Pueblo guardan memoria, mediante la narrativa y los rituales, de las fronteras del etnoterritorio global, esto de los lmites geogrficos intertnicos.

    4 LaOITdefine pueblo indgena por medio del factor histrico de ocupacin en un rea geogrfica del actual territorio naciondel factor cultural y socioorganizativo, como cultura, lengua, costumbres diversas y sus variaciones, y del factor concicia de pertenencia al pueblo indgena o identidad tnica. Dice laOIT, Pueblos indgenas son aquellos descendientes de poblaciones que habitaban regiones del pas antes de la Conquista y antes de la constitucin de las actuales fronteras estales, y que conservan todas o parte de sus propias instituciones sociales, econmicas, culturales y polticas. Es fundmental su conciencia de identidad indgena. En este trabajo, cuando menciono Pueblo me refiero al grupo etnolingstiy pueblo es equivalente a comunidad o mbito local.

    5 La cuestin de la autonoma territorial ha sido malentendida por el Estado al considerarla germen de separatismo y ataqa la soberana nacional. No obstante, los grupos de trabajo en Sacam Chen,Chiapas (1994) y las declaraciones del CongrIndgena Nacional son muy claros al sealar que las autonomas seran entes territoriales de la Federacin.

    6 Agradezco a Mara de los ngeles Romero por la lectura, los comentarios y las sugerencias hechas a este apartado.

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    No obstante, la progresiva implantacin de nociones oc-cidentales de territorialidad y las exigencias de los

    funcionarios, por ejemplo hacer mapas de las tierras

    de los pueblos y marcar sus fronteras con cruces mo-joneras, fueron cambiando las formas indgenas de

    pensar el territorio. Estas transformaciones contribu-yeron a la progresiva fragmentacin de los Pueblos in-dgenas y de las reas que antes ocupaban. Una grave

    consecuencia del largo y complejo proceso de desme-nuzamiento de los etnoterritorios es que los indgenasfueron perdiendo memoria de ellos y encapsulando gra-

    dualmente las nociones de Pueblo y territorio tnico enlos niveles comunitarios y agrarios.

    La Colonia dio comienzo a una poltica fragmenta-

    dora de las unidades poltico-territoriales prehispnicasque los espaoles trataron de imponer sobre los seo-

    ros o altepeme, que suelen homologarse con estadostnicos. Elaltpetl,para Lockhart (1999), era el territoriodel grupo localizado en una regin. Los altepeme eran de

    diferente tamao y complejidad poltica, y tanto podanser unidades locales como seoros, pero siempre setrataba de entidades autnomas cuyo emblema topo-

    nmico era cerro-agua, su glifo una montaa con unabarra en la base, que era el glifo del agua, y que denota

    fertilidad y orgenes sagrados. El templo prehispnicoera el smbolo principal del altpetl, de su soberana eidentidad, reemplazado por la iglesia o la campana en

    el sigloXVI. En el caso de los lienzos mixtecos la cam-pana simboliza tanto el lugar sagrado, cristiano o autc-tono, como el centro de un territorio que delimita (Ma-

    rroqun, 1988: 22). La hiptesis de E. Wake (2000: 478)es que en los mapas y lienzos indgenas del siglo XVI eltoponmico de montaa se asoci grficamente con la

    iglesia representada junto a un paisaje de montaas.Mediante el estudio de M. Jansen (1998) sobre los

    manuscritos 20 y 21 del Fonds Mexicain viene a corro-borarse que, para el posclsico, los mixtecos, as comootros mesoamericanos, tenan una concepcin cuatripar-

    tita del cosmos con un centro axis mundi. Las cuatroesquinas, columnas, puntos cardinales, son antepa-sados tutelares con sus naguales representados como

    dueos de los cerros sagrados que originan los linajes,protegen al pueblo, le dan su lengua, costumbres y terri-torio a cambio de ofrenda y sacrificio. Las deidades pro-

    tectoras del lugar que sera fundado reciban ritualesde limpia y augurios en los que se nombraban los topo-nmicos y los cuatro puntos cardinales hacia donde se

    marcaban las fronteras del seoro. Si bien entoncesalgunos estudiosos del tema (Garca, 1987: 76) indicanque los lazos asociativos del altpetl no eran territo-

    riales, en los cdices vemos una nocin de territorioque marca fronteras con cerros y orientaciones cardi-nales. Por ejemplo, el trabajo de N. Troike (1988) sobre

    el Cdice Colombino seala que hay muchas glos

    relacionadas con las fronteras del seoro de TututepPor otra parte, el mencionado estudio de Jansen retivo a la demarcacin del seoro de Tilantongo a par

    de los cerros-ancestros en los cuatro puntos cardinaly la actual tradicin mixteca de delimitacin territor

    practicada en los cerros con el corral de piedra, qmarca los cuatro puntos cardinales, y lapiedra de ad

    racin (el corazn de jade o del pueblo) en el centr

    podran indicar que aunque cambiantes y porosas seoros s delimitaban fronteras territoriales globalaunque esa delimitacin no implicara lneas ni moj

    neras sino que se estableca con base en los cuatro cersagrados que sealaban las orientaciones cardinal

    No sabemos con certeza cul era la territorialiddel altpetl como seoro, es decir, como unidad poltiterritorial amplia y compleja, pero sus fronteras er

    probablemente difusas por ser mbitos intertnicocambiantes, ya que se modificaban por la fundacide nuevos parajes locales, en razn de conflictos o s

    mentacin de linajes. Quiz algunos pueblos se uniera un Seor por pertenencia a un linaje, por alianzmatrimoniales entre los linajes y los seores de distin

    seoros o por causa de guerra. Los lmites entre seros seran inestables, y difusos en las reas internicas, como la chocho-mixteca de Tejupan o la mazate

    nahua de Teotitln, si es es que estas zonas intertnicexistan en el posclsico. Tampoco conocemos cera la relacin entre el seoro y el etnoterritorio

    tanto territorio de un grupo etnolingstico, pero en giones extensas, por ejemplo la Mixteca y otras, lseoros que integraban el grupo etnolingstico er

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    numerosos. Es posible que las nociones etnoterrito-riales estuvieran ligadas, como muestra Jansen, con

    los lmites espaciales del seoro, aunque no es impro-

    bable que existieran tambin nociones ms amplias,espacialmente correspondientes con el grupo etno-

    lingstico, dadas tambin de acuerdo con las orienta-ciones cardinales y los cerros emblemticos. Este conoci-miento existe hoy en varios grupos de Oaxaca (Barabas,

    2003a). Como un ejemplo, los lmites del etnoterritoriode la Mixteca Alta, donde segn se relata en Tamazolalos reyes mixtecos del pasado formaron los cuatro co-

    rrales de piedra que marcan los lmites de esa vastasuperficie tnica, se identifican en el cerro Tres Coronasde Tamazola por el oriente, el cerro-cueva del Diablo de

    Apoala por el norte, el cerro Montenegro en Tilantongopor el oeste y el cerro Yucucasa por el sur, o el cerro San

    Vicente, si se integra la Mixteca de la Costa.Otra informacin territorial la brindan los cdices

    cartogrficos, lienzos y mapas indgenas elaborados en

    los siglos coloniales hasta comienzos del siglo XIX,como el lienzo de Taba en la Sierra Norte zapoteca,entre tantos otros, que muestran el inters de las au-

    toridades indias por asentar sus derechos sobre latierra. Estos documentos, sin embargo, no plasmanla rica tradicin oral en torno a los lugares significativos

    del territorio, los eventos de fundacin del pueblo o lamtica descendencia de varios pueblos de un ancestro

    comn. En las Memorias de J uquila, que traducen unlienzo al alfabeto, se narra la migracin de los linajeszapotecos desde el valle a la sierra. Cada uno de los

    antepasados delimita la tierra de su linaje y fundalos barrios de Juquila, nombrando las colindancias ycolocando cruces como mojoneras (Romero, 2000).

    Tambin era frecuente, seala J. Galarza (1997), quelos cdices cartogrficos se utilizaran en litigios por l-

    mites; as, los cdices de tierras con su topografaindgena legalizaron y ampararon la propiedad de lastierras ante la Corona y, ms tarde, ante la Reforma

    Agraria, la cual acepta estos documentos indgenascomo pruebas de la propiedad territorial inmemorialde los pueblos. Los mapas del Archivo Agrario de Oa-

    xaca sirvieron para que muchos grupos reclamaran larestitucin de sus tierras comunales. Igualmente, enla Mixteca nahua tlapaneca se produjeron documentos

    pictogrficos durante los periodos mesoamericano ycolonial. De esa tradicin pictogrfica derivan los c-dices histrico-cartogrficos y los mapas, principalmente

    coloniales, que sirvieron para delimitar el territorioy dar cuenta de trmites, deslindes, otrorgamiento demercedes, legitimacin de la demarcacin territorial

    y de derechos de la comunidad sobre la tierra (Orozco yVillela, 2003: 140). La existencia de cdices cartogr-ficos prehispnicos demuestra que los indgenas tenan

    nociones territoriales que plasmaban en documetos pictogrficos, y su existencia colonial indica que

    pueblos dejaban cartografa de sus territorios c

    las fronteras bien demarcadas. En ellos los indgenhan volcado su conocimiento acerca de linderos y su m

    moria histrica y cultural sobre territorios inmemorialSobre los seoros, en la segunda mitad del sig

    XVI, se fueron conformando las repblicas de indios

    cual signific una ruptura en la nociones de territrialidad, con la instauracin de un sistema de asociaciterritorial que marcaba jurisdicciones y creaba pueb

    a partir de los procesos de congregacin territorial los siglos XVI yXVII. Estas nuevas unidades polticterritoriales, las repblicas de indios, quedaron bajo

    jurisdiccin de los corregimientos, y se les impuso uforma de organizacin, que fue el municipio castella

    con su cabildo de autoridades. En Oaxaca corregimietos y alcaldas mayores terminaron fusionndose plo reducido de la poblacin espaola, pero hacia 15

    (Acua, 1984) haba 41 corregimientos y 9 alcaldmayores. Las 22 alcaldas mayores resultantes defusin se consolidaron en el sigloXVIII (Gerhard, 198

    En parte contra la fragmentacin producida por estdivisiones, que obligaban a comunidades de un mismgrupo a depender de diferentes cabeceras poltico-adm

    nistrativas y diversas autoridades espaolas, se gesron rebeliones pantnicas cuyos combatientes acud

    a sitios de culto pantnicos, como cuevas, enterratorde jefes y lugares sagrados de orculos (Barabas, 199Despus de 1786 se promulg la Real Ordenanza

    Intendentes, la cual elimin esas dos instituciones emplazndolas por la Intendencia de Antequera, c22 subdelegaciones, aunque el cambio no implic u

    transformacin de la divisin territorial.La Independencia marc nuevas fronteras geogr

    ficas fijas que conllevaron soberanas distintas petambin fronteras idelgicas, mediante las que el Esdo comenz a edificar una identidad nacional simbli

    mente emblematizada, de la que la virgen de Guadalues smbolo religioso fundacional que legitima y sacralun espacio y un pueblo elegidos y as los separa simb

    licamente de Espaa, como ya ha sealado J. Lafa(1977). Se trata de una etapa compleja, con frecuencambios en el sistema poltico-administrativo y ter

    torial, cuyos dos momentos clave se desprenden deConstitucin de 1824 y de 1857. En 1825 el CongreEstatal aprob la primera Constitucin, donde se es

    blecen los lmites del nuevo estado de Oaxaca, dividen 8 departamentos, 22 partidos y 895 Pueblos, y 1857 Oaxaca recobra la categora de estado libre

    soberano, estableciendo una divisin territorial en distritos y ayuntamientos, que en 1868 aumentaro26 distritos. Los departamentos, partidos y Pueblos

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    1826 (1879) y las jefaturas polticas de 1883 muestrandos intentos de crear una divisin poltico-territorial

    en el sigloXIX.

    Durante estos procesos los pueblos indgenas noslo estuvieron sujetos a la frecuente modificacin de

    fronteras poltico-territoriales y poderes, sino que per-dieron parte de sus tierras vctimas de las plantaciones

    y las Leyes de Reforma y de Colonizacin. En Oaxaca

    ningn concepto de territorio tnico sobrevivi formal-mente, aunque por lo comn los pueblos continuaron

    viviendo en su misma rea territorial histrica. Al

    igual que durante la Colonia, el siglo XIXest surcadode rebeliones indgenas contra el despojo territorial ypor el autogobierno autnomo.

    La legislacin agraria nacional, producto del procesorevolucionario de 1910 indica Durand (1988), se

    explic slo en relacin con las demandas campesinasy no as con las reivindicaciones tnicas. Al imponersus propias categoras de derecho y de distribucin del

    espacio, el derecho agrario ha fragmentado los terri-torios tnicos en ejidos, tierras comunales y privadas.Los que tienen potestades sobre las tierras as fraccio-

    nadas son ejidatarios, comuneros o propietarios, perono los Pueblos sobre territorios porque estas figuras

    jurdicas no estn definidas en la Constitucin. La in-ternalizacin de las categoras agrarias como realidadinamovible, e incluso deseable, ha contribuido a que

    se desdibuje la nocin de territorio tnico compartido,que no tiene correspondencia a nivel agrario, y a quecada comunidad busque exclusivamente su dotacin

    agraria y la defienda a costa de mltiples conflictos in-tercomunitarios. Lo anterior no quiere decir que las co-munidades no puedan exigir los casos pendientes de

    restitucin de tierras comunales y la dotacin de eji-dales en el marco de la legislacin agraria, sino que en

    forma paralela puedan reconstituir sus territorios manera colectiva, obtener el reconocimiento legal p

    parte del Estado y el derecho de usufructo de los r

    cursos.7

    Las tierras que hoy poseen son las deocupactradicional, no coincidentes con los territorios inmmoriales,8 pero los indgenas estn muchas veces dpuestos a aceptarlas como si lo fueran, en tanto obtengsu legalizacin. No obstante, son muy numerosos

    que an demandan la recuperacin de tierras que hsido acaparadas por la propiedad privada. En ese cotexto, la reforma del artculo 27 (1992) y la Ley Agr

    ria (1993) fueron entendidas por los indgenas comnuevos atentados contra la integridad territorial de pueblos (Barabas, 1998).9

    No resulta una novedad sealar que cualquier regnalizacin es una manera arbitraria de recortar el e

    pacio, que depende de los criterios utilizados para demarcacin. La historia demuestra que las regionlizaciones han congregado o dividido mbitos espacia

    y culturales de acuerdo con factores econmicos, idlogas polticas, proyectos estatales o intereses de grupde poder.10

    Retomar el caso de Oaxaca (Barabas, 1998) paejemplicar el argumento de que las regionalizacionimpuestas por el Estado del siglo XXhan contribui

    nuevamente a fragmentar a los grupos indgenashacerles olvidar los antiguos territorios y a disminu

    la conciencia y la identidad tnica al pequeo lmde la comunidad de origen. Las regiones construidpara Oaxaca, apoyadas casi siempre en el modelo p

    porcionado por J. Tamayo (1950 y 1953), el cual legm la existencia de lassiete regiones ya reconocidasel imaginario oaxaqueo,11 han tomado en cuenta fa

    tores geoestadsticos, polticos y niveles de desarroeconmico, y han minusvalorado los criterios cultura

    7 Ni siquiera los Acuerdos de San Andrs Larrinzar sobre Cultura y Derechos Indgenas han tocado de lleno el tema de derechos territoriales del subsuelo, aguas y espacio areo, que segn la actual legislacin corresponden al Estado.

    8 Considero territorio inmemorial al territorio histrico de los pueblos indgenas antes de la Conquista, para diferenciarlo territorio de ocupacin tradicional, el cual ocupan en el presente despus de ms de cinco siglos de expropiacin y de la red

    tribucin agraria del sigloXX.9 El artculo 27, fraccin VII, de la Constitucin dice que la ley proteger la integridad de las tierras de los grupos indgen

    Pero la Ley Agraria reglamentaria sobre este tpico remite a la proteccin dada por la ley reglamentaria del artculo 4, qnunca fue promulgada. De manera que no existen formas jurdicas que protejan especficamente las tierras indgen(Lpez Brcenas, 1996: 2).

    10 A. Aubry y A. Inda (1999) sealan que el reparto municipal de Chiapas obedeci al sistema de contratacin de las finccafetaleras, conocido como enganche por deudas; vestigio territorial de las campaas deslindadoras de la poca porfiriaa finales del sigloXIX. Los lmites de los municipios y las cabeceras se deban a las necesidades de terrenos baldos y made obra indgena por parte de las fincas. Esalgica finquera del diseo municipal parece no haberse roto con la recieremunicipalizacin emanda del gobierno estatal (1999), ya que los nuevos muncipios responden a la lgica estratgica mtar y de los grupos de poder.

    11 Esta regionalizacin divide el estado en valles centrales, Mixteca, Caada, Istmo, Costa, Papaloapan y Sierra (Norte). Snumerosos errores y contradicciones han sido sealados por R. Moguel (1974), aunque todava es orgullosamente utilizapor las instituciones y el pueblo oaxaqueo. Hacia 1970 la regionalizacin propuesta por E. Irazoque en el contexto del POaxaca de la Organizacin de las Naciones Unidas (ONU) incluy ocho regiones: las ya mencionadas y la Sierra Sur.

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    y tnicos. Despus de 1970 el estado adopt una regio-nalizacin geoestadstica basada en la divisin distrital-municipal preexistente, que reubic a los 30 distritos

    rentsticos y judiciales en ocho regiones.12

    Como Oaxaca es un mbito histricamente plurit-nico, las regiones as recortadas quedaron configuradascomo de composicin multitnica, compartidas pordos o ms grupos etnolingsticos y por poblacin noindgena. Pero, tal vez no por casualidad, esta regiona-lizacin sustentada en divisiones poltico-adiminis-trativas, que no consideraron la territorialidad nativa,no contribuy a integrar a los indgenas incluidos enellas sino que literalmente seccion a estos pueblos.

    As, por ejemplo, los chatinos estn seccionados entrela Sierra Sur y la Costa, los triquis entre la Mixteca

    y la Costa, los mazatecos entre el Papaloapan y la Ca-

    ada. La pertenencia oficial a estas regiones ha gene-rado una identificacin global (ser de la Mixteca, costeoo del Istmo) puesta en juego en el contexto oaxaqueo,aunque lo cierto es que tiene escaso poder de convoca-toria. Entre los grupos involucrados no existen meca-nismos establecidos de integracin, por el contrario,las relaciones intertnicas regionales son muchas vecescompetitivas y conflictivas. Podrn mixtecos, chochos,triquis y tacuates referirse a la Mixteca como su reginde pertenencia, pero entre ellos no existen acciones (oproyectos) econmicas, polticas, tnicas o culturalescompartidas. En el Istmo de Tehuantepec se ha confi-gurado una cultura regional de fisonoma progresiva-

    mente zapoteca, sin embargo, las relaciones intertnicasentre zapotecos, huaves, mixes bajos, chontales y zoquesson desiguales y conflictivas. En estos dos casos, y enmuchos otros, puede decirse que los principales meca-nismos de integracin regional son los mercados, lossantuarios regionales multitnicos y, en ltimas fechas,algunos movimientos etnopolticos que congregan alas etnias incluidas en una o ms zonas vecinas. Sinembargo, mercados y santuarios promueven relacionesglobales espordicas, a veces competitivas, y los movi-

    mientos etnopolticos regionales o interregionales tienen, al menos ahora, suficientes bases para generelaciones multitnicas capaces de unificar poltic

    mente a los distintos grupos.La regionalizacin poltico-administrativa que sirde fundamento a las ocho regiones ha subdivididoestado de Oaxaca en 30 distritos rentsticos y judicia

    y 570 municipios.13 El distrito y el municipio dentrol pueden ser referentes para una adscripcin tnio lingstica construida en el tiempo, aunque, al iguque la regin, tienen escaso poder de convocatoriaincluso para muchos grupos no guardan relacin clos procesos de identificacin tnica. Lo que s queclaro es que estas dos subdivisiones se han impueshistricamente sobre los indgenas, dividindolos

    varias partes. En sus inicios, el municipio fue una in

    titucin impuesta por los colonizadores y utilizadalo largo de los aos como instrumento para la pulvezacin de los grupos etnolingsticos y sus territoridistribuidos entre diferentes municipios. Asimismha sido instrumento del Estado para otorgar o exproppoder poltico.14 El distrito, por su parte, es una formde regionalizacin igualmente lesiva para la unidadlos pueblos indgenas, pues los fragmenta entre divsas unidades poltico-administrativas.15 Una de lconsecuencias de la divisin distrital y municipal los grupos es que restringen de manera significativaconciencia de Pueblo y el ejercicio de la autonomterritorial, poltica y econmica. Y, no menos grav

    como los Pueblos indgenas estn fragmentados enmuchos municipios, dan la falsa apariencia de spoblaciones minoritarias asentadas en territorios inrrumpidos. La realidad es que, haciendo a un ladoactual regionalizacin municipal y distrital, los Pueb

    indgenas ocupan territorios compactos, no interru

    pidos, donde son mayora o parte sustancial de la p

    blacin. Esto sera evidente, en especial en los gruppequeos y medianos, si nuevos y mayores munipios congregaran a las comunidades en torno de otr

    12 Los criterios de esta regionalizacin son ms poltico-administrativos que geogrficos. Por ejemplo, la regin Istmo inclu

    ecosistemas tan diferenciados como el lacustre de los huaves, el selvtico de los zoques, las planicies de zapotecos binny chontales, la sierra chontal y la serrana de los zapotecos de la otra variante lingstica del Istmo.

    13 Muchos de los municipios no alcanzan las dimensiones exigidas por la ley y otros las exceden. En 157 casos las cabeceson poblaciones nicas de los municipios, en tanto que la mayora tiene desde unas pocas hasta 60 o 70 agencias munpales, de polica, y otras localidades dependientes.

    14 Son conocidos los casos de Copala y Chicahuaxtla (triquis) degradados al estatus de agencias muncipales de cabecemestizas, o de Santa Catarina Ocotln (chochos), tambin degradada en favor de la cabecera de Coixtlahuaca.

    15 Los grupos ms afectados por la fragmentacin distrital son los zapotecos y mixtecos, grupos muy numerosos y expandien el espacio. Sin embargo, la mayora de las meso y microetnias resultan tambin afectadas. Por ejemplo: los chochos esfragmentados entre los distritos de Coixtlahuaca y Teposcolula; los triquis, entre Putla, Tlaxiaco y Juxtlahuaca; lmazatecos, entre Tuxtepec y Teotitln; los chatinos, entre Juquila y Sola de Vega; los huaves, entre Juchitn y Tehuatepec; los mixes, entre Mixe, Yautepec y Tehuantepec; los chontales, entre Yautepec y Tehuantepec; los chinantecos, enTuxtepec, Ixtln, Villa Alta y Etla. En el caso de los zapotecos de la Sierra Norte, los hablantes de las variantes de El Rincy Cajonos estn seccionados entre los distritos de Villa Alta e Ixtln. Entre los zapotecos de la Sierra Sur, los distritosMiahuatln y Pochutla imponen lmites a los hablantes de las variantes de Loxicha y Ozolotepec.

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    cabeceras. Esto invalida el falso argumento de la dis-persin territorial indgena, utilizado en forma intere-sada por quienes niegan las posibilidades autonmicas,

    ya que est fundamentado en una lectura sesgada,derivada de la informacin estadstica por municipios.Lo dicho permite apuntar que las regionalizacio-

    nes fabricadas por el Estado tienen atributos y funcionesimpuestos por su lgica e intereses, que desconocenlos criterios histricos, territoriales, culturales y t-nicos, significativos para los indgenas. Las regiones,distritos, municipios y jurisdicciones agrarias resul-tantes de tal omisin han contribuido a fragmentara los Pueblos indgenas, a opacar el conocimiento localsobre el espacio compartido, a crear una falsa imagende discontinuidad territorial y minora; asimismo hanconducido a conflictos por lmites, a la desunin y a la

    prdida de fuerza colectiva, muchas veces entre co-munidades del mismo Pueblo. El mapa que muestra laterritorialidad contempornea de los grupos etnolin-gsticos de Oaxaca se ha ensamblado con el de los 30distritos y los 570 municipios, pero si le superpusira-mos los mapas coloniales, los del sigloXIX, el de tenenciade la tierra y el de las ocho regiones, veramos un mapatelaraa exhibiendo las mltiples divisiones territoria-les y poltico-administrativas que histricamente hanseccionado a los etnoterritorios.

    En la actualidad algunos grupos etnolingsticostienen claro conocimiento de sus fronteras territorialesglobales, extramunicipales y extradistritales (chatinos,

    mixes, triquis), y para otros es casi exclusivamente lo-cal (chochos) o sectorial (chontales, zapotecos, mix-tecos, mazatecos, chinantecos). Lo anterior no indicaque no existen los territorios tnicos que efectivamenteocupan, sino que los histricos y actuales procesos defragmentacin y amnesia inducida han diluido la me-moria colectiva acerca de ellos, localizando la nocinde territorio y restringiendo en ocasiones sus alcancesa los ncleos agrarios creados por el Estado. En estecontexto de fragmentacin forzadase inscriben los con-flictos limtrofes intercomunitarios, a veces centenarios,por la titularidad de tierras en litigio, que son posible-mente los puntos ms conflictivos de las relaciones in-

    tratnicas contemporneas y destructores de afinidadesetnoculturales.

    Espacio, territorio y etnoterritorialidad

    La fragmentacin del territorio y de los poderes asocia-dos que significan las regionalizaciones y divisiones

    jurisdiccionales creadas e impuestas por el Estado,las cuales es patente una intencionalidad de segmen

    a los grupos etnolingsticos al no atender los criter

    etnoculturales para regionalizar, encuentra su contparte en la territorialidad simblica. Frente a la divis

    estatal, la geografa simblica proporciona un enfoqintegrador del etnoterritorio que recupera categoraconcimientos culturales propios y muestra los lug

    res sagrados o micos, los cuales marcan centrosfronteras. Los pueblos de Oaxaca deben rememorareaprehender tales saberes, no como ancdotas de

    ancianos o sitios slo frecuentados por los brujos, cranderos y autoridades, sino como lugares de conomientos colectivos que marcan el territorio del gru

    y permiten superar la fragmentacin establecida pel Estado.

    A partir de la concepcin de territorio como espaculturalmente construido por la sociedad,16he intenta(Barabas, 2003a) identificar las pautas seguidas p

    los grupos etnolingsticos para la construccin de

    rritorios y lugares en mbitos locales y globales. decir, intepretar los significados sociales y culturales q

    tiene el territorio, en sus diversos niveles, para los ingenas que lo ocupan histricamente. La dimensin pacial (el medioambiente, la tierra) se refiere a la ba

    fsica sobre la que un pueblo se asienta. Desde ciertperspectivas, el espacioes una suerte de contened

    de caractersticas particulares, en el cual se van contruyendo diferentes significados, prcticas, pertenecias y lmites, en la medida en que un pueblo (o vari

    vive all, se sustenta de l y crea historia, sociedad y ctura en relacin con ese medio ambiente. Para otrano se trata slo de una materia inerte preexisten

    que se va llenando de significados, sino que composentidos previos, muchas veces dados por la excepc

    nalidad del dato geogrfico. As, el espacio interactcon la cultura y la historia del grupo tnico.

    El espacio culturalmente construido por un pueb

    a travs del tiempo puede ser determinado como territorio, el cual es, entonces, toda porcin de la naraleza simblica y empricamente modelada por u

    determinada sociedad, sobre la que sta reivindica dechos y garantiza a sus miembros la posibilidad de aceso, control y uso de los recursos all existentes. E

    tal contexto, etnoterritoriose refiere al territorio hbitado y culturalmente construido por un grupo etnlingustico a lo largo de la historia profunda. No s

    provee a la reproduccin fsica de la poblacin sino qen l se desarrollan relaciones de parentesco, cultural

    16 Esta nocin ha sido utilizada y ampliada por Raffestin (1980), Gupta y Ferguson (1992), Rodman (1992), Feld y Basso (19y Gimnez (1999), entre otros autores contemporneos.

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    lingusticas y polticas. El etnoterritorio rene las ca-tegoras de tiempo y espacio (historia en el lugar), y es

    soporte central de la identidad y la cultura porque in-

    tegra concepciones, creencias y prcticas que vinculana los actores sociales con los antepasados y con el te-

    rritorio que stos les legaron (Barabas, 2003a).El punto de partida para investigar y analizar la

    territorialidad de grupos etnoculturales son los proce-

    sos de construccin social y cultural del espacio, loscuales pueden ser estudiados desde dos dimensiones:los territorios locales, constructos socioculturales de

    pequea escala (el territorio domstico, el barrial, el co-munitario, la milpa y el monte cercano), y los globales,construcciones colectivas de amplia dispersin espa-

    cial (subregionales, regionales, tnicas). Cuando aludoa etnoterritorios pienso en territorios globales, pertene-

    cientes a grupos etnolingusticos, a regiones o a sub-regiones tnicas; no obstante, algunos grupos identificancomo etnoterritorio a los locales, que incluyen la co-

    munidad de pertenencia y el municipio.Tanto los territorios locales como los globales tienen

    fronteras e hitos geogrfico-simblicos que establecen

    centros, sitios especialmente significativos para los usua-rios. Estos puntos referenciales pueden ser identifi-

    cados como lugares (por lo general sitios sagrados o

    con significado), e incluso como huellas (marcas sigficativas), y son, como indica Rodman (1992), produc

    de la experiencia vivida. Desde una ptica interpretati

    los lugares-centros que condensan sentidos especiay de gran poder convocatorio (mtico, ritual, histri

    biogrfico), se construyen como socialmente embmticos. Para ciertos autores (Casey, 1996) el lugarconstruido social y culturalmente antes que las noc

    nes de espacio. No obstante, aunque de manera fenmenolgica sea as, no debemos olvidar que todo lugnombrado destacado del medio responde a represe

    taciones colectivas preexistentes que ordenan, clafican y simbolizan el espacio.

    Quiero destacar que los lugares significativos con

    guran una geografa simblica y permiten trazar mapde la territorialidad de cada grupo tnico. En el caso

    las culturas indgenas de Oaxaca esos centros o lugarsagrados son cerros que condensan mltiples represetaciones, como dejan ver las narrativas sobre ellos y

    rituales ah realizados. Al mismo tiempo, algunos esos cerros emblemticos sealan fronteras entre suregiones de un grupo; tal es el caso de la Mazateca c

    los tres cerros (Chikn Tokosho, San Martn Caballey Cerro Rabn) que dividen la Alta, Media y Baja, o m

    can fronteras entre grupos etnolingsticos, comoCerro Mujer, entre la Chinantla y la Cuicateca, o el CePjaro, entre la Chatina y la Mixteca de la Costa (B

    rabas, 2003a).Puede concluirse que, desde esta perspectiva, el

    pacio es considerado un mbito de interaccin simb

    lica e instrumental, el territorio un espacio culturalmenconstruido, y el lugar un mbito particular, especimente calificado y significativo. Territorios y lugar

    se construyen tanto en los mbitos privados como los pblicos, en los naturales como en los sociales, en

    sagrados como en los profanos o seculares. Asimismlos territorios sagrados y profanos matizando la dictoma resultan de las diferentes cualificaciones ot

    gadas al espacio, que orientan actitudes y prcticasla dimensin local y en la global.

    Se trata entonces de interpretar las maneras en q

    las sociedades y culturas construyen huellas, lugary territorios locales y globales, los perciben y los invten de significados. El proceso de simbolizacin q

    convierte espacios neutros en territorios y lugares sgrados, de diferente condicin y nivel, creatextoslos cuales se asocian atributos reales, imaginarios, efi

    cias, recuerdos, emocionalidades y experiencias indiduales y colectivas, para construir sistemas de smboque nombran y califican espacios culturales. En ellos

    desarrollan acciones simblicas plasmadas en mitnarraciones y rituales, a travs de los cuales accedmos a las claves que construyen la territorialidad.

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    Podra aventurarse la hiptesis de que las religio-nes tnicas son territoriales, cuyos conceptos y prc-

    ticas estn estrechamente entretejidos con el medio

    ambiente natural-cultural. Esa interrelacin, construidaentre seres humanos y naturaleza, comienza an antes

    de la concepcin, durante los ritos de pedimento defecundidad en santuarios naturales y devocionales, yse concreta despus del nacimiento en los rituales de

    determinacin de latona (alter ego animal) del recinnacido, lasiembra del ombligoy los baos de purifica-cin en el temazcal, que le confieren el estatus de per-

    sona social.Para los pueblos indgenas la naturaleza es con-

    cebida como un mbito sagrado en el cual moran los

    seres sagrados. La sacralidad puede irrumpir en cual-quier parte del territorio en sus diferentes manifesta-

    ciones, siguiendo una representacin del espacio que,en Mesoamrica y en la actualidad, est orientada porlos cuatro puntos cardinales y el centro. En el proceso

    de construccin de la territorialidad los lugares sa-grados suelen configurarse como sitios de gran poder deconvocatoria religiosa y tnica, y pueden ser enten-

    didos como procesos simblicos dinmicos, entretejidoscon las deidades o fuerzas potentes que se manifiestan

    en ellos y con los rituales que all se realizan. Entre lospueblos indgenas ese tejido intersecta todos los nivelesde la vida individual, parental y comunitaria, porque en

    la concepcin o cosmovisin sociomorfa del mundonaturaleza y sociedad son semejantes, estn emparen-tadas, y el modelo normativo de sus relaciones mutuas

    es de reciprocidad casi equilibrada. La sociedad no estdiferenciada de la naturaleza y ambas son imaginadascomo modelo del supramundo y del inframundo; as,

    en el espacio celeste hay tambin sistema de cargos yautoridades, y el mundo de abajo, de los muertos, es

    imaginado como el mundo terrestre.Los territorios son espacios polimorfos que albergan

    lugares sagrados, entendidos stos como espacios numi-

    nosos y calificados de diversa ndole, dimensin y poderconvocatorio. Pueden ser espacios naturales (cerrosaltos, fuentes de agua, cuevas, rboles sagrados, forma-

    ciones rocosas extraas) construidos como territoriossagrados por medio de la manifestacin de los dueos

    del lugar.Una de las caractersticas centrales de los et-

    noterritorios es que son considerados espacios pose-dos por poderosas entidades territoriales, llamadasdueos, seores o padres de lugares: dueo del cerro

    o del monte, de la tierra, de los animales, del agua, entreotros. De esta forma, cada lugar se corresponde con

    una entidad territorial potente ante la cual las pesonas deben realizar rituales y ofrendas para aplac

    enojos y propiciar permisos y ayudas sobrenatura

    que redundarn en abundancia y salud. Los dueson entidades sagradas muy sensibles; se ofenden

    no son atendidas por los humanos mediante ofrendy sacrificios y envan, en consecuencia, enfermedadcalamidades y privan a ese pueblo del beneficio d

    agua y la fertilidad que ellos controlan, tal como atesguan numerosos mitos de privacin de bienes.

    Otros espacios naturales son erigidos como luga

    y territorios sagrados mediante apariciones milagsas de vrgenes y santos que dejan huellas de su prsencia; eligen el sitio donde se fundar su templo

    con l, el pueblo del cual muchas veces son santos ptronos. Tales apariciones son reformulaciones sacra

    zadas del tema de los ancestros fundadores del puebbsicas en la construccin o reconstruccin de idendades y territorios tnicos. Tambin las apariciones dmonizadas (el catrn, los chaneques, la x-tabay) cont

    buyen a configurar la territorialidad simblica.En relacin con la construccin o delimitacin d

    territorio tnico son fundamentales los mitos migrarios y los heroicos de creacin territorial (por ejemp

    Cong Hoy, Fane Kantisini) (Barabas, 2003a). Todestos relatos, en particular los de los antepasados ilutres y los hroes culturales que legaron el territorio a

    cestral a la gente laHistoria en el Lugar, son parsustancial del conocimiento sobre etnoterritorios yla reivindicacin de derechos territoriales inmemoria

    e histricos. Asimismo son centrales los mitos que nrran laspeleas de naguales, rayos, centellas, ventarnes y bolas de lumbre, que son cuidadores de la ra(lmites) y que, por medio de sus celestes disputas, nmuestran en altorrelieve las fronteras comunales y

    intertnicas. No menos importantes son los llamadmitos de privacin, pues muestran la autoconcepciestigmatizada del territorio y la identidad tnica

    travs del relato de la prdida de riqueza natural favor de otros indgenas vecinos ms respetuosos de deidades, o de los blancos, como se observa en los

    latos de la huida de la culebra del agua de los puebzapotecos de la Sierra Norte hacia los mixes, o depobreza de los chontales altos para la riqueza de los

    indgenas, o la de los chochos para la Mixteca de la Co(Barabas, 2003a).

    Por otra parte, las peregrinacionesasantuarioson fenmenos clave para acceder a las nociones g

    bales de la etnoterritorialidad. Los santuarios son luga

    17 Para profundizar en el tratamiento conceptual y clasificatorio de santuarios y peregrinaciones puede consultarse Turny Turner (1978) y Turner (1974), en especial lo referente a la etapa liminar de los procesos rituales de pasaje y a las caracrsticas liminoides del fenmeno peregrinacin.

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    sagrados complejos y polifacticos, los cuales no slomarcan emblemticamente el territorio donde se ubi-

    can, sino que son factores principales de interaccin,

    articulacin social en general e intra e intertnica enparticular. Para que exista un santuario, seala Velasco

    Toro (1993), deben presentarse ciertas caractersticassignificactivas que permitan su conversin de sitiocomn en lugar sagrado. Debe ocurrir un hecho mara-

    villoso que legitime su carcter numinoso y de origenal mito fundacional y al culto posterior. Es entoncescuando adquiere sus poderes mgicos, curativos, pro-

    tectivos, milagrosos y se convierte en santuario; lugarde convergencia de creyentes buscando milagros.

    Vale aclarar que con el trmino santuario estoy nom-

    brando tanto a los lugares sagrados naturales (el cerro,el rbol sagrado, el manantial), los cuales carecen de

    templos (cuando ms, tienen cruces u oratorios), y queno son ni siquiera conocidos por la Iglesia, como a los

    construidos, que cuentan con templos e iglesias, forman

    parte de la prctica catlica popular y la Iglesia sabede ellos. A pesar de sus diferencias, deseo enfatizar queambos brindan a los fieles las condiciones para cons-

    truir referencias territoriales culturales. Los lugares sa-grados de las peregrinaciones indgenas en Oaxaca

    y los rituales desarrollados en los diversos santuariosmuestran con frecuencia la articulacin semntica en-tre las entidades territoriales autctonas y los santos

    catlicos.Las peregrinaciones a (y por) lugares sagrados y los

    santuarios (puntos de llegada) son procesos rituales

    que ponen en accin valores ysmbolos dominantesdela sociedad. La peregrinacin puede ser entendida comoun ritual de trnsito liminal o liminoide,18 que conduce

    a las personas a un estado psicoemocional que les per-mite ingresar a un espacio-tiempo progresivamente

    sagrado y teraputico. Cada lugar del camino sagradotiene un ritual diferencial y su importancia es principal-mente cognitiva y emocional, pues las redes de pere-

    grinacin estn ligadas a la reproduccin simblica deun espacio territorial propio. As, pueblos, redes de pe-regrinacin y santuarios conforman los que Velasco

    Toro (1999) ha llamado unaregin devocional.Podemos argumentar que los caminos de peregri-

    nacin construyen territorios de itinerancia ritual, por

    donde se transita cada ao, estableciendo los mismoshitos y marcas rituales. Sin embargo, tambin se viaja

    por espacios de significacin cotidiana y por nuev

    lugares sagrados. Las mltiples peregrinaciones trazredes de caminos, lugares y territorios sagrados. Alos caminos de peregrinacin y los santuarios (much

    veces situados en pueblos) pueden conformar unregin sociorreligiosa o devocional a la que confluy

    diferentes pueblos de distintas regiones tnicas.Por otra parte, la territorialidad es un importan

    organizador de la vida social, pues al tiempo que p

    mite articular la frontera entre individuo (territorioprivacidad) y colectividad (territorios pblicos), cont

    buye a afianzar la identidad colectiva, la cual se const

    ye en relacin con el medio. En las sociedades indgenel vnculo entre la identidad tnica y la territorialid

    es estrecho y vivencial, y la identificacin con el tertorio propio puede ser la base de la formacin de modlidades identitarias ecolgicas tnicas e intertnica

    por ejemplo las construidas entre los zapotecos del vlle o entre zapotecos y chinantecos serranos.

    Los territorios tnicos globales y sus fronteras e

    ternas quiz no sean conocidos actualmente por todlos pueblos indgenas, en cambio, s lo son las fronterinternas, comunales o subregionales, delimitadas p

    mojoneras, el medio ambiente y tambin por mitos, yendas, rituales, santuarios y las simblicas peleas

    18 De acuerdo con Victor y Edith Turner (1978), los fenmenos liminales o liminares propiamente dichos son obligatorioprevistos por la estructura social frente a la cual se constituyen como transiciones o inversiones simblicas desarrolladen communitas o antiestructura, por ejemplo, los rituales de pasaje del ciclo vital. Los fenmenos liminiodes, en cambio,revisten obligatoriedad y son resultado de acciones individuales o grupales que buscan transformar simblicamenteestructura cotidiana. Las peregrinaciones salen de la estructura cotidiana en busca de la sacralidad creciente que culmen el santuario milagroso.

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    los naguales vigilantes de las fronteras entre pueblos.Los procesos de (re)construccin de territorios tnicos

    globales, que los indgenas comienzan a hacer hoy en

    da en el marco de la reivindicacin de derechos territo-riales, pueden fundarse en los datos de la territorialidad

    simblica. Como es bien sabido, las fronteras estatalesnacionales e internacionales suelen cortar territorios t-nicos, cuestin relacionada con la jurisprudencia en

    torno a los derechos territoriales indios. En este aspecto,son importantes los lugares sagrados y rituales quepermiten trazar una geografa simblica propia de cada

    territorio tnico, as como los lienzos y cdices que con-ceden un acercamiento conceptual y espacial a los te-rritorios inmemoriales (preconquista) y tradicionales

    (postconquista), y latoponimia mica, que registralos atributos y cualificaciones de los lugares en relacin

    con hechos econmicos, histricos, legendarios, mticos,vivencias de acontecimientos, imgenes acsticas, vi-suales, semejanzas con objetos, animales, plantas o

    partes del cuerpo.

    La etnoterritorialidad simblicay los derechos territoriales indios

    No slo las leyes tratan en forma poco clara y renuenteel vital aspecto de los derechos territoriales indios.

    Tambin es tema soslayado por los intelectuales criollosen Mxico y es frecuente que la discusin de los inte-lectuales indios y las demandas de los lderes de orga-

    nizaciones etnopolticas, cuando tratan el tema de laterritorialidad en la construccin de las autonomas,se formulen exclusivamente en trminos de reorgani-

    zacin de las fronteras poltico-administrativas (munici-pios, distritos) y de la tenencia de la tierra (propiedad

    comunal, ejidal); ambos instrumentos de los gobier-nos coloniales y nacionales que tuvieron como conse-cuencia la fragmentacin de la territorialidad indgena.

    En Mxico, tanto los antroplogos como lo que es msgrave los intelectuales y lderes indgenas han puestomuy poca atencin a la concepcin y uso del territorio

    que tienen los paisanos en los pueblos. Una notable yreciente excepcin la constituye un texto de FranciscoLpez Barcenas y Guadalupe Espinoza (2003), en el

    que argumentan que la verdadera nocin de territorioes la que los pueblos tienen y practican en su cosmo-

    visin, narrativas y rituales.

    Se trata, como hemos visto, de una concepcin cutural del territorio, la cual se funda en complejos sis

    mas de representacin del espacio, en relaciones vivenc

    les con el medio ambiente y en sistemas de intercambrecproco que forman parte de una categora ms a

    plia que llamo tica del don (Barabas, 2003b).19 Estcategoras culturales y las prcticas rituales que ldan sustento estn plenamente vigentes en la mayo

    de las comunidades indias de Oaxaca, incluso en grmedida entre los migrantes (Barabas, 1999), y debser tomadas en cuenta en cualquier reorganizaci

    territorial futura, independientemente de que como capesinos continen demandando la restitucin o la dtacin de tierras.

    Podr parecer extrao a la mentalidad occidenque un pueblo indio reconozca histricamente sus ce

    tros, sus fronteras y sus cerros sagrados mediante lrelatos de las hazaas migratorias y fundadoras de los hroes primigenios, quienes dejaron huellas de su pa

    por los cerros y otros lugares del territorio. Sin embaras sucede, y los mitos y rituales que marcan el tertorio pueden ser formas tan vlidas de concebir fronter

    como las lneas medidas sobre la tierra y las aduansi se acepta la igualdad de las diferencias culturales y

    los modos culturales de representar la realidad.En este contexto, es importante recuperar la exp

    riencia de los nativos pintupi de Australia que se

    laron derechos territoriales a partir de los lugarsagrados de su territorio ancestral; los sitios que segcuentan los mitos y se recrea en los rituales crear

    las deidades para los pintupi como el Cerro del Lgarto y que les han proporcionado albergue, nutric

    y vivencias rituales de profundo contenido simbli

    Fred Myers (1986) analiza laensoacin(the dreaminla visin pintupi de otro orden de realidad, plasma

    en historias del tiempo de los orgenes mticos que nrran los viajes de sus ancestros y deidades de lugarlugar por todo el territorio, creando el mundo com

    existe ahora, nombrndolo y dando origen a multitde sitios sagrados (cerros, rocas, arroyos, saltos, lagrboles, etctera) con sus seas particulares, que s

    las marcas dejadas por los ancestros. Los pintupi, pueviajero, conocen los lugares y sus historias de territorio y los conectan entre s, logrando un sistem

    de organizacin territorial equiparable al pas (countuna clasificacin integral bordeada por una serie puntos geogrficos que marcan fronteras territorial

    19 Entiendo tica del don como el conjunto de concepciones, valores y estipulaciones que regulan las relaciones de recipcidad entre personas, familias, vecinos, comunidades, y tambin entre los humanos y lo sagrado. La tica del don se funy adquiere legitimidad, en el respeto, el honor, el no agravio y el servicio; principios que constituyen el cimiento morala sociedad y que se trasladan a la relacin con lo sagrado.

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    Alicia M. Barab

    1

    El ejemplo de los inuit, reseado por Luis HernndezNavarro (1999: 8), muestra que no son imposibles los

    casos de creacin de un nuevo territorio y un nuevo

    gobierno, llamado Nuvavut (nuestra tierra) en idiomainuit, cuyo marco legal fue la Ley Nuvavut, reconocido

    por el gobierno de Canad con el mismo rango de losotros territorios. Abarca casi la quinta parte de Canad

    y dentro del l los inuit pueden manejar los recursos,

    algunos minerales. Desde 1975 la federacin inuit Tun-gavikl ha negociado acuerdos con el gobierno para laobtencin de derechos territoriales, y en 1993 las auto-

    ridades canadienses concedieron a los inuit el controlde ms de 350 000 km2 de tierra. En este caso el Estado-nacin ha redefinido sus fronteras internas reconociendo

    mayores niveles de autonoma a uno de sus pueblosindgenas, sin balcanizarse ni fragmentarse.

    Chirif, Garca y Chase Smith (1991) han demos-trado en un acusioso estudio que las organizacionesindgenas nacionales de Per y Ecuador, como las con-

    federaciones AIDESEP yCONFENIAE, han trazado mapasglobales de los territorios indgenas de la selva comopaso para la autodemarcacin de etnoterritorios, cuya

    legalizacin es pactada con el Estado, paralelamenteo ms tarde. La primera, para actualizar la autocon-ciencia territorial de las organizaciones y preparar un

    plan de titulacin nacional de tierras en Per. La se-gunda, elaborando los planos de los territorios indge-

    nas de la Amazonia ecuatoriana tal como eran antesde la llegada europea a la regin, de acuerdo con la me-moria colectiva, con el fin de que esos territorios fueran

    reconocidos por el gobierno y sustraidos a la voracidadde las compaas petroleras.

    Tal vez el caso ms interesante en relacin con el

    valor legal de la geografa simblica sea el de las aldeasyekuana Akaana, Culebra, Watamo y Esmeralda del

    Alto Orinoco en la Amazonia venezolana. Estas y otrastrece aldeas definieron en 1993 sus fonteras territo-riales ancestrales a partir del conocimiento colectivo

    sobre el territorio, valindose de los relatos mticos delhroe cultural y ancestro Kuyujani, quien, en el tiempoinicial, sali de Yekuanajd, una tierra indiferen-

    ciada que Wanadi le haba confiado para dar a la genteen custodia; camin por el espacio midiendo y mar-cando las fronteras con los grupos vecinos karias y

    pemones, a quienes tambin demarc sus territorios.Al delimitar el territorio tnico yekuona iba explicandoel significado de cada una de las formas y accidentes

    del paisaje, para que la gente a quien se lo entregabaen custodia se empoderara y tomara cuidado y protec-cin de l (Jimnez y Peroso, 1994). El territorio deli-

    mitado a partir de los accidentes geogrficos men-cionados en el mito del ancestro mtico fue la basede un documento de autodemarcacin y reclamacin

    de derechos culturales que gestionaron junto con uONGvenezolana y canadiense (relacionada con la Asa

    blea de las Naciones Originarias de Canad), co

    miras a la legalizacin por parte del Estado venezola(Arvelo y Conn, 1995: 41). Este proceso de autodemcacin, seala Arvelo (1994), era necesario para eviel despojo, pues el territorio ancestral estaba sienfragmentado por un parque nacional, el cual no tomaen cuenta la ocupacin originaria de esas tierras pparte de los yekuana.

    La historia de invasin haba comenzado antes 1970, y en 1971 se form como respuesta una fuemovilizacin etnopoltica contra la compaa que se troduca para mineralizar, maderar y convertir tierr

    baldas (yekuana) en productivas. El Estado, en contparte, cre unas federaciones indgenas como inter

    cutores, con el propsito de que las aldeas se sumara su proyecto de demarcacin de tierras, que pretendotorgar dotaciones colectivas (aldeanas) a campesinfragmentando as el territorio tnico. En 1993, trmuchos aos de espera, los yekuana decidieron eprender el proceso de autodemarcacin de sus tierrancestrales, ante la ambigedad legislativa sobre sderechos territoriales. Este proceso es muy interesanpues se reunieron varias aldeas para discutir y recordcolectivamente cmo fue la primera demarcacin terrorial realizada por el ancestro mtico Kuyujani tiempos inmemoriales, cuando les dej ese territroen custodia. Con base en las discusiones se dibujar

    mapas semnticos,y sobre el ms exacto se establela metodologa de demarcacin fsica. Entre 19941995 seis equipos de 32 personas cada uno delimitarfsicamente el territorio entregado por Kuyujani, prduciendo un mapa en el cual se marca como hito clael cerro sagrado yekuana: el Marawaca. Como el anctro hroe antes de desaparecer por una cueva encerro haba prometido a su pueblo regresar, el proyecpara honrar la memoria de esta profeca, se denomiEsperando a Kuyujani. Dando continuidad a la dmarcacin fsica se detectaron con fotografa area hitos demarcados por los equipos de tierra y el maresultante fue digitalizado. Las copias fueron entreg

    das, junto con el documento, a las oficinas de gobiernCabe destacar que este ejemplo de autodemarcaciterritorial cundi entre sus paisanos del estado de Blvar y entre otros pueblos indgenas amaznicos y la Cuenca del Orinoco.

    No estoy proponiendo para los indgenas de Oaxay Mxico una autodemarcacin territorial, sino la tomde conciencia de que la geografa simblica es un instrmento til para el conocimiento de los etnoterritor

    y que es necesaria la inclusin de este aspecto cultuen la negociacin con el Estado nacional por la ter

    torialidad propia y la autonoma.

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    La territorialidad simblica y los derechos territoriales indgenas: reflexiones para el Estado pluritnico

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    Recuperarn y valorizarn los grupos indgenasde Mxico, empeados en construirse como autono-mas, sus propios conocimientos y prcticas conden-

    sados en la geografa simblica, hasta ahora menospre-ciados y relegados? Podrn conseguir que los datosde la geografa simblica sean reconocidos por el Esta-do como instrumentos vlidos para la reorganizacinterritorial; esto es, para la delimitacin de etnoterrito-rios? Podr el Estado aceptar la existencia de terri-torios propios de los pueblos indgenas? Podr recono-cer como vlidos legalmente los datos proporcionadospor la geografa simblica de los pueblos indgenas parala delimitacin de etnoterritorios? Estas expectativasson ya parte constitutiva central de la utopa india enotras regiones del mundo: una dimensin de lo posible,que comienza por estructurarse en el plano del imagi-

    nario y se va volcando a la accin para construir, pormediacin social, un mundo futuro ms cercano a lasaspiraciones (Barabas, 2002). Tal vez lo ms importantepara los pueblos actuales es revalorizar y recuperar elconocimiento y el uso de los lugares sagrados y de losrelatos y rituales que marcan los centros y las fronte-ras de los etnoterritorios. No slo mojoneras, ttulos omapas, sino el conocimiento inmaterial, narrativo, paratransmitirlo a las generaciones posteriores, para teneruna nueva herramienta con la cual reclamar derechosterritoriales, o, como sealan los mdicos tradicionales,para reconocer y proteger lugares sagrados de prcticaritual hoy amenazados.

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