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The Project Gutenberg EBook of Riverita, by D. Armando Palacio Valdés This eBook is for the use of anyone anywhere at no cost and with almost no restrictions whatsoever. You may copy it, give it away or re-use it under the terms of the Project Gutenberg License included with this eBook or online at www.gutenberg.org Title: Riverita Author: D. Armando Palacio Valdés Release Date: August 28, 2009 [EBook #29831] [Last updated: March 26, 2012] Language: Spanish *** START OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK RIVERITA *** Produced by Chuck Greif and the Online Distributed Proofreading Team at http://www.pgdp.net

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TheProjectGutenbergEBookofRiverita,byD.ArmandoPalacioValdés

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Title:Riverita

Author:D.ArmandoPalacioValdés

ReleaseDate:August28,2009[EBook#29831]

[Lastupdated:March26,2012]

Language:Spanish

***STARTOFTHISPROJECTGUTENBERGEBOOKRIVERITA***

ProducedbyChuckGreifandtheOnlineDistributed

ProofreadingTeamathttp://www.pgdp.net

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RIVERITANOVELADECOSTUMBRES

POR

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ARMANDOPALACIOVALDÉS

MADRIDTIPOGRAFIADEMANUELG.HERNÁNDEZ

Libertad,16duplicado

1886ESPROPIEDAD

RIVERITATOMOI:I,II,III,IV,V,VI,VII,VIII,IX,X,XI,XII

RIVERITATOMOII:I,II,III,IV,V,VI,VII,VIII,IX,X,XI,XII,XIII,XIV,XV,

XVI,XVII

TOMOI

I

LaprimeranoticiaqueMigueltuvodelmatrimoniodesupadreseladioeltíoBernardo, persona de extremada respetabilidad y carácter. Tomole de lamanogravementemomentos antesde comer, y le llevó a su escritorio, unapiezadeaspecto sombrío, llena de cachivaches antiguos, grandes armarios de libros ycuadrosalóleoqueel tiempohabíaoscurecidohastanopercibirsesiquiera lasfiguras.Lassillaseranderobleviejo,lascortinasdeterciopeloviejotambién,laalfombramásviejatodavía,lamesadeescribirunverdaderoprodigiodevejez.

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Miguel sólodosveces en suvidahabíavisto este aposento sagradoy augustoparalafamilia.UnavezselohabíaenseñadosuprimoEnriquedesdelapuertaalzando discretamente la cortina ymirando con temor hacia atrás para no sersorprendidoenflagranteprofanación.OtravezhabíasidoresidenciadoporsutíoenaquelrecintoencompañíadelmismoEnriqueporhaberambosmaltratadodepalabraydeobraalacocineradelacasabajoelpretextoinfundadodequenoeransuficientesdosperasporbarbaparamerendar.Noesfácilimaginar,pues,elrespetoqueestapieza lemerecía aMiguel, aunque su temperamentono fuesedemasiadamenterespetuoso,segúnconstabademodoincontestableenlaescuelayenotrosdiversosparajesdelavilla.

D. Bernardo dejó a su sobrino arrimado a lamesa de escribir y comenzó apasear silenciosamente y con las manos atrás; sopló con fuerza tres o cuatroveces,desgarróotrastantas,ydijoalfinparándoseuninstante:

—Miguel,tútienesusoderazón,¿noescierto?

Miguellemiró,abriendomucholosojos,sincontestar.

—¿Hascumplidolossieteaños?—manifestósutíoponiendoelconceptomásalalcancedelniño.

—Tengoocho.

—Tantomejor...Enefecto, tupadresecasódiezañosdespuésqueyo...hacenueveaproximadamente...Muyniñoeresaúnparaentenderciertascosas.¡Muyniño!¡Muyniño!

YD.Bernardocontemplóconexpresiónde lástimaa susobrino,queapenaspodía posar, estirándose mucho, la barba sobre la mesa, y meditó brevesmomentos:despuéscontinuópaseando.

—Sinembargo,pienso,Miguel,queharásunesfuerzoparaentenderme...¿noesverdadqueloharás?...Noesmenesterquepenetresporcompletoelsentidodemispalabras,porqueenedadtantiernanoesposible;bastaconquetehagascargo de lo que voy a decirte... de lo que tengo encargo de decirte—añadiórectificando.—Has tenido ladesgraciadeperdera tumadrecuandonaciste,deno haberla conocido; era una verdadera dama, noble, distinguida, demodalesmuy finos, yque sehacía respetarde todos.Eneste concepto,nuestra familianada tuvo que oponer al matrimonio de Fernando, por más que tu madre nofuese rica, que no lo era en verdad: la distinción, los modales, las relaciones

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compensan muy bien la falta de fortuna. Mercedes estaba relacionada con lamejor sociedad de Madrid y sabía hacer los honores de un salón como laprimera.Desgraciadamenteparatupadre,fallecióalañodeestarunidos,cuandoel tapicero no había terminado aún de arreglar los dos salones que habíandestinadopararecibir,cuandoaúnnosehabíanrepartidotodaslaspapeletasdeenlace.SialgopudomitigareldolordeFernando,fueel testimonioderespetoqueenaquellaocasiónseapresuróadarlelaespumadelasociedadmadrileña:más de doscientos coches particulares siguieron el entierro de la pobreMercedes;S.M.mandóelcochederespetoconloslacayosenlutados;despuésserecogieronalapuertamásdeseiscientastarjetasdepésame,yalosfuneralesque por el eterno descanso de su alma se celebraron enSan Isidro, acudió unsinnúmerodepersonasdecalidad,yenrepresentacióndeS.M.,elmayordomode Palacio. Yo presidí el duelo de familia, el segundo cabo el demilitares, yMonseñorGinereldesacerdotes.Sobreestepuntonohaymásquedecir: todofue conforme a los usos establecidos y a lo que exigía el decoro de nuestrafamilia.

D.BernardosedetuvoparaecharunamiradaaMiguel,quienalcompásqueescuchaba a su tío, o no lo escuchaba (que esto nunca pudo averiguarlo D.Bernardo),dabainfinitasvueltasentrelosdedosaunvasogriegodebarroqueservíadeprensa-papeles.Quitóselodelamanosuavemente,colocoloensusitioytornóarecogerconelpaseoelhilodesuinterrumpidodiscurso.

—Eldolorquetupadreexperimentófuegrande,ysupoguardarcomoquienestodoeltiempodesuviudezelrespetoquedebíaalamemoriadeunadamatanprincipalcomo tumadre.Porespaciodedosaños,no solamentegastó lutoél,sinoquelohizollevaratodalaservidumbre,alcocheyaloscaballos;nopisólossaloneshastabien trascurridoelaño,ni recibióen lossuyosmásquea losamigos de entera confianza; de este modo se adquiere el respeto y laconsideraciónde lagente.Perocomo lascosasnodebennipueden llevarsealextremo, pasados dos o tres años, tu padre entró nuevamente en la vida de lasociedaddistinguida,dondeporsunombre,porsugradoenelejércitoyporsufortuna tienederechoabrillarentre losprimeros.Entoncesempezóa tocar losverdaderosinconvenientesdesuestado.EnunacasadelaimportanciadeladeFernandounaseñoraesabsolutamenteindispensable;túnopuedescomprenderestoporqueeresmuyniño,Miguel,¡muyniño!...

D.Bernardoconsideródenuevoasusobrinoconprofundacompasión.

—Lapresenciadeuna señora,deunadama, comunicaa la casaciertobrillo

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quenielnombrenieldineroporsísolospuedenalcanzar.Tupobrepapásehavistoprivadohaceochoañosdedarbailes,comidas,niuntésiquiera...¿Quiénhabíadehacerloshonores?...YvuestracasaesunadelasmejoresdeMadrid,estádecoradaconmuchogusto,aunqueuntantoabandonadadealgúntiempoaestaparte.Eslástimaygrandequenohayapodidoaprovecharsehastaahoraelespaciosoyelegantesalónquetenéis.Además,porloquehepodidoobservaryhan observado también algunas personas de la familia y de fuera, en casa deFernando reina cierto desconcierto inevitable; por buena que sea una ama dellaves, por buenos que sean los criados, no es posible que atiendan comocorresponde a todos los pormenores... Tu misma educación, Miguel, andabastantedescuidadaaldecirdelagente.Mehandichoquejurasencasacomouncarretero...

Estas últimas palabras las dijo D. Bernardo con más alta entonación yparándose frente a su sobrino.Éste sonrió avergonzado; pero al ver que el tíofruncíalascejas,quedoseotravezserio.

—¡Claroestá!unpadrepormásqueseesfuercenopuedeconseguirinculcarasushijos ciertas reglasdeurbanidad, sopenadenoperderlosdevistaun soloinstante.Estosólopuedehacerlounaseñora,unamadre...Asíquedesde largotiempovengoaconsejandoamihermano,yconmigotodalafamilia,ynosólolafamilia, sino cuantos amigos se interesan por él, que de nuevo tome estado,organicesucasasobreelpiequelecorrespondeysalveeldecorodelafamilia...Alfin,cediendoamisreiteradassúplicas,yrepitoquenosolamentealasmías,sinoalasdetodossusparientesyamigos,tupapáhapensadoendarasucasaunaseñorayatiunamamá...Peroentiéndelobien,Miguel,sóloporlasrazonesantes apuntadas, nopor otra alguna, tu padreha consentido en tomar estado...¿Tehacesbienelcargo?....

Miguellemirabayleremirabaconlosojosmuyabiertos,sinmoverse;sentíadeseosatrocesdeirseajugarconsuprimoEnrique.

—Ahorabien; lomismotupadrequeyo,que toda lafamilia,esperamosqueconlapresenciadetunuevamamáseopereentuconductauncambiofavorable;quedejesesosmodales,propiosdegentuza,nodecaballeros;quenopaseseldíametidoenlacocina,escuchandolassandecesdeloscriados;quenotearrastresporlossueloscomounperro,estropeandolosvestidos;queseas,enfin,menoscerrilydesvergonzado.

AMiguelselefiguróquesutíoleestabainsultando,porloque,aprovechando

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unadesusvueltas, lehizoalgunasmuecasdespreciativas,y,nosatisfechoconesto,aotravueltaunaseñahartomásgroseraquelehabíaenseñadoellacayo,yqueapoderverlahubieradejadoabsortoalrespetablecaballero.

—Con eso contamos,Miguel, aparte de otros muchos cambios beneficiososqueenvuestracasasehandeefectuarseguramente,yquetúnotienesedadaúnparacomprender.....Y,nadamásporhoy.Hecumplidoelencargoquetupadremehadado,elcual,entreparéntesis,esmuydébilcontigo.....¡peromuydébil!másdecienvecesselohedicho.....Túeresunchicoquehayqueeducarvirgaférrea,ysino,llegarásadarmuchosdisgustos.....

Miguelnoentendióellatín,perocalculóbienqueaquellodebíaseralgocomopalosoazotes,yllenodeiravolvióaenseñarlospuñosasutíoporlaespalda.

—Vamos,veteahoracontusprimos,ycuidadoconlas travesuras—concluyódiciendoD.Bernardomientrasempujabaalniñohacialapuerta.

Eraaquelseñoralto,seco,aguileño,bajodecolor,deedaddecincuentaaños,poco más o menos, pelo ralo y entrecano, cejas espesas, las mejillascuidadosamente rasuradas, dejando solamente debajo de la nariz un exiguobigote,quecadadíaibasiendomásexiguomercedalostrabajosinvasoresqueporentrambosladosllevabaacabolanavaja:laexpresióndesurostro,severaeimponente,alocualayudabanennopequeñaparteaquellascejaspobladasqueelbuencaballerohabíarecibidodelcielo,yquesolíaarquearyextenderen laconversacióndeunmodoprodigioso;yenmayorporcióntodavíaciertamaneraextraordinariadehinchar los carrillosy soplar el aire lentay suavemente, queinfundía en el interlocutor respeto y veneración. Había desempeñado algunoscargosdeimportanciaenlaadministraciónpública,yhabíaestadoapiqueunavez de ser nombrado senador ministerial: este era el sueño de su vida; teníabienes de fortuna, y gozabamucha consideración entre sus deudos y amigos:para coronar, no obstante, el edificio de su respetabilidad, que piedra sobrepiedra había ido levantando con trabajo durante muchos años, faltaba aquelremate;peroloalcanzaría,nohabíaquienlodudase;lafamilialoesperabaconafán;losamigoslodabancomoseguroenunplazomásomenosbreve.

II

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En el pasillo aguardaba Enrique a su primoMiguel, el cual, así que le violevantólosbrazosysonandolascastañuelasdiotresocuatrozapatetasenelaireparaacercarseaél.

—¿Quieresquebajemosalacocherahastalahoradecomer?

—¿Ysivienemamá?

Miguelhizoungestodedesprecio.Enriquevacilóalgunosinstantes,masalfinsedecidióaabrirconsigilolapuertayescaparseporlaescaleradeservicio.

EraEnriqueunmuchachoqueguardabaenaquellaépocasemejanzaincreíbleconunperroratonerodelosquehoytienenprestigioentrelasdamas;despuéssecompusobastante,peroaúnesfeohastadondeunhombredebienpuedeserlo.Traíaporlocomúnelcabellohechogreñasyaborrascado,lasnaricesllenasdemocos,lasmanossuciasyelvestidorotoycuajadodelamparones.SólocuandoadoñaMartinasumadreleveníaenmientessacarloapaseoollevarloamisaodevisitaaalgunacasaselepodíaver;masparaestoeranecesarioqueaquellaseñora le condujese al piso segundo y se encerrase con él en un cuarto quepudiera llamarse de las abluciones; al cabo de media hora después de habersufridounarazonablecantidadderepelones,estironesdeorejasybofetadas,quedoña Martina creía indispensable asociar siempre a su tarea, salía el buenEnriquellorosoysuspirando,peromáslimpioqueunapatena.Yhastaotra.Enla casa, donde imperaba la pulcritud, se lemirabademal ojoy era amenudovíctimaporsuaversiónaaquellapreciosacualidad,nosólodelascorreccionespaternales, sinode las crueles e impensadas arremetidasde suhermanamayorEulalia, jovendediezy seisabrilesnomuy floridos,casta, limpia,hacendosa,diligente,llena,enfin,devirtudesdomésticas,elmimodesuspapásyelblancodelodiodeEnriqueydelprimoMiguel.

—Oyes, Miguel—le dijo Enrique en voz baja, mientras descendíancautelosamenteporlaescaleradelpatio;—¿paraquétequeríapapá?

—Para decirme que mi papá va a casarse—respondió Miguel alzando loshombrosconindiferencia.

—¿Conquién?

—Conunaseñora.

—¿Entoncesvasatenermamápronto?

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Miguelnojuzgónecesariocontestar.

—¿Estáscontento?

—¿Amíquémeimporta?

—¿Notienesmiedoquehaya?...(Enriquehizounaseñaexpresivadevapuleo.)

Miguellemiróunpocoturbado.

—¿Porqué?

—Las mamás pegan siempre más que los papás—afirmó sentenciosamenteEnrique.

Miguelcallóunosinstantesyalfindijo:

—Simepegase,lepegaríaaellapapá.

Enriquenoquisoinsistir.

Enestocruzaronelpatioyentraronenlacochera.Loqueallíhicieronnoespara contado y menos para descrito; un sinnúmero de travesuras, todas enmanifiesta oposición con la integridad y aseo de los trajes: baste decir que aúltima hora entraron en la cuadra, montaron los caballos, les llenaron lospesebres de paja, les barrieron la porquería, y no satisfechos aún, tomando elcepilloyelrascador,sepusieronasacarleselpolvo(yaechárseloasímismosencima).Cuando se fue acercando la hora de comer, estaban ambos que dabaasco mirarlos; tanto, que Enrique, el cual, como ya hemos dicho, no teníainclinación bien determinada hacia la limpieza, quedó un momento pensativomirándoseymirandoasuprimo.

—¿Sabesqueestamosmuypuercos,Miguel?

Ésteasintióconlacabeza,mirándoseymirandoasuprimotambién.

—Sivamosalcomedorasí,medamamáunatocata...¡Recontraquétocata!

Miguel,conquiennohabíadeirelasunto,secontentóconsacudirseunpocoelpolvo.

—Mira,vamosalcuartodeEulalia,alpisosegundo,yallínospodemoslavar...Yoconestasmanosnovoyalcomedor.

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Enefecto,lasmanosdeEnriqueenaquellasazónnoestabanvisibles.

Subieronconlamismacautelaquehabíanbajadopor laescaleradeservicio,echóEnriqueunaojeadaalgabinetedesumadre,yenterándosedequeestabaallíEulalia,subieronyasintemoralgunoalpisosegundoyseposesionarondelcuarto de aquella señorita. Lo primero que hicieron fue echar el pasador a lapuertaafindequenolossorprendiesen.Despuéscomenzaronausaryaabusardeloscopiososmediosdeaseoqueallíexistían;sumergieronamboslasmanosen la jofaina, que trasvertía de agua clarísima; apoderáronse de unamagníficapastilladejabóndealmendras,yenpocosminutos,afuerzadesobarseconella,la redujeron casi una tercera parte; tomaron las esponjas, las empaparon en elagua del jarro y se las pasaron repetidas veces por el rostro y la cabeza; nocontentosconesto,llevaronsusmanossacrílegasaltarrodelapomada,alfrascodelaceiteyalospomosdelasesencias,adobándoseyperfumándosecontodoello sin duelo alguno; no satisfechos aún, osaron coger lamisma borla de lospolvos de arroz que servía a la pulcrísima sultana para ocultar ciertas rosetasimportunasque laerisipelahabíahechonacerensurostro,yseembadurnaronconellaenmediodegroserascarcajadas;despuésllevarontodavíasuaudaciaausardeunfrascodecolorete,pintándoseloslabios,lasnaricesyhastalasorejas,comocerdosinmundosqueeran;despuéstornaronalavarseconlaesponjayasecarse con las inmaculadas toallas colgadas de entrambos lados del tocador;finalmente, se lavaron los dientes y las muelas esmeradísimamente con loscepillosquepara este efecto allí estaban, frotándolosprimero enuna cajitadepolvos dentífricos. Este magnífico y escrupuloso lavatorio del aparato dental,coronó, en opinión de ambos, la obra de aseo que con tan buen éxito habíanemprendido, y se decidieron a bajar al comedor. Pero antes de salir, se lesocurrió casualmente que tenían los pantalones cubiertos de polvo y porquería;vueltaaecharmanodelaesponja,porquenohallaroncepillos,yafrotarseconellahastataparlasmanchas.Lasbotassehallabantambién,yaúnmásquelospantalones, en estado de merecer, y Miguel acudió solícito con la esponja alimpiarlas;peroEnrique,noencontrandoelmediobastanteadecuado,entróenlaalcobadesuhermanayselaslimpiómuybienconlacolchadelacama.¡Ea!yaestánarreglados aquelpardepájaros; semiranen la lunadel armarioydejanescaparunsuspirodesatisfacción.Sinembargo,Miguelmeditaunmomento,ydice:

—¡Mira,tú,quesiEulaliavinieraahora!...

—Yano subehasta lahoradedormir... ¿Novesquevamosa comer en estemomento?Ysiviene,¿qué,recontra?Eldíaquemevuelvaapegar,ledoyenlas

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naricesconestabadila(aquíEnriquesacóunadebroncequeteníaescondidaadhocenelforrodelachaqueta).¡Ellanotieneporquépegarme,contra!¿Esmimadreporsiacaso?¡Ah,recontra;pegaporquesabemeterbazaapapá!Cuandoestámamádelante,ya seguardaellade tocarmeelpelode la ropa. ¡Yque lodiga! ¡Menudo coscorrón se ha mamado ayer!... Ya me dijo mamá: «no seastonto, Enrique; el día que te pegue tu hermana, tírale a la cabeza con lo quetengasamano.»Aquíestá labadila; ¡quevenga,quevenga!... ¡Vaya,hombre,queyanosepuedesufrir!¡todoeldíapegaquetepegarás,comosiyofueseunmulodeartillería!...

—¡Perochico,siladasconlabadilalamatas!

—¡Que lamate, recontra!¿Paraquésirveenelmundoesapuerca?¡Siempremetiéndosedondenolallaman!¡Caciplándolotodo!¡Metiendolasnarizotasenlascosasdesushermanos!...¡Yanolaaguantomás,recontra!

Apesar de las disposiciones belicosas de Enrique respecto a su hermana,quedoseuninstantesuspensoypálidoescuchandopasosenelcorredor,locualprobóasuprimoMiguelqueaúnnolehabíaabandonadoenteramenteelinstintodeconservación.Lospasossealejaronalfinsindarelresultadodesastrosoquefuedetemer,yEnriqueconvozmássosegadadijo:

—Meparecequeyaeshoradecomer.Vamosabajoantesquenosllamen.

Enefecto,cuandolosdosprimosllegaronalpisoprincipal,lafamiliaestabayaenelcomedor,queeraunapiezaespaciosa,amuebladatambiénalaantigua.Enel centro una granmesa de roble tallado cubierta con elmantel y atestada deplatos, copas, fruteras y dulceras; a juzgar por el número de cubiertos, habíaconvidados.Sobrelamesaardíaunalámparadebroncecolgadadeltecho.Losaparadorescasitocabanenélyerantambiénderobletallado;lassillasderobleigualmente;tododeroble.Estamaderadura,macizayadusta,parecíaelsímbolodeaquellarespetablefamilia.

Sentado ya a la mesa leyendo un periódico, estaba el dueño de la casa, D.Bernardo Rivera, con la frente espantosamente fruncida, no porque estuviesedisgustado, sino porque tal era su costumbre siempre que leía algo; guardabafrentealosperiódicosyloslibroslaactitudprevenidayhostildelquenoquiereser juguete de sofismas o frases relumbrantes.DoñaMartina, su esposa, dabavueltasporlaestancia,atentaaquenadafaltase,nisobrase,enlamesayenlosaparadores. Era mujer de unos cuarenta años, de regular estatura, metida encarnes,quenohabríasidofeaalosveinte,defisonomíaabiertaysimpática,pero

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ordinaria; el talle y la figura más ordinarios aún, porque el vientre le habíacrecido en los últimos añosmuchomás de la cuenta y no había corsé que losujetase; lavozagudaydesentonada, losademanesbruscosyelmirardulceyhalagüeño:vestíaun trajede terciopelodecolorcastaño,queenaquellaépocaeraelsumolujoentrelasseñorasdecalidad;masadvertíasequeaquelterciopelono estaba tan bien pegado a sus carnes como era de esperar, dado el aspectoimponenteyelconcertadogustoyeleganciaquereinabanenlacasa.Consistíaesto (vamos a decirlo en secreto al lector, porque en secreto y al oído se lodecían los amigos de la familia cuando tocaban este asunto), en que doñaMartinahabíasidoplanchadoraensusjuvenilesaños,planchadoradelacasadesu esposo, o pormejor decir, de los padres de su esposo. CómoD. BernardoRiverahabíadescendidotanabajoydoñaMartinahabíasubidotanarriba,noerafácildeexplicarenaqueltiempo;añosatrásnohabíataldificultadparalosqueapreciaban, en su justo valor, las carnes macizas y sonrosadas de la buenaseñora.Secontabanaestepropósitomilanécdotasmásomenoschistosas,quetodas redundaban en elogio de ella; doñaMartina había sido, en sus tiemposfloridos, una fortaleza inexpugnable; el fuerte de Figueras y la ciudadela deSantoña,erancastillitosdenaipesalladosuyo;suscondicionesderesistencialahabíanllevadoal términofelizenquehoylavemos.Verdaderosofalsosestosdichosmaliciosos, el resultado es queD. Bernardo se encontró casado, y fuenecesario que su esposa salvase de un golpe la enormedistancia quemediabaentre suhumildady lagrandezay autoridadquehabían acompañadoalSr. deRiveradesdesusmástiernosaños.¿Lasalvóenefectoestaseñora?Enconceptode D. Bernardo no, y esta era la espina más dolorosa de su vida, la que leamargabalasmuchassatisfaccionesquelasociedadlehabíaproporcionado.Sinembargo, hay que convenir en que ella había hecho todo lo que estaba de suparte; si no lo había conseguido, acháquese a todo menos a falta de buenavoluntad.Ytodavíacreemosqueandabasuesposoalgoexageradoenestepunto;porquedoñaMartinasupomuybien,alcabodepocosaños,recibiralosamigosde suesposocondignidad,yaquenocondistinción,y supo tambiénprepararunamesa con elegancia y pasear en carretela por la Castellana sin ir rígida eincómodaenelasiento;aprendióigualmenteanodormirseenelTeatroRealyasaludara susamigasdesde lejosabriendoycerrando repetidasveces lamano;ofrecíalacasabastantebien,aunquesiempreconlasmismasfrases;seenterabadelasúltimasmodasyselasaplicaba;seechabapolvosdearrozysepintabalascejascuandoibaaalgúnsarao;porúltimo,aunqueconmarcadoacentoespañol,habíallegadoahablarmedianamenteelfrancés.

Apesar de todo esto, el Sr. de Rivera no estaba satisfecho. No que lo

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manifestasetontamenteyalprimeroquellegase,pueslacircunspeccióneraunadesuscualidadespredominantes,perolodejabatraslucirasusíntimosamigos.HallabadonBernardoque sucaraesposa reñíademasiadocon los criadosyavoces, que sus frases de cortesía eran siempre las mismas y pronunciadas enretahílacomounalección,quedabaconfianzaacualquieramigaylainiciabasinreparoenlosasuntosdomésticos,quenoobservaba,enfin,conlaspersonasquefrecuentaban la casa, aquella dignidad y reserva, aquel sosiego imponentepropiosdeunaperfectaseñora.EstecapítulodecargosqueelSr.deRiverateníaguardadocontrasuesposa,habíaocasionadoseriosdisgustosmatrimoniales.

Sentada en una butaca trabajando con aguja de marfil en una colcha deestambreestabaEulalia,cuyafisonomíasemejabanotablementealadesupapá:era también larga de cara, aguileña, de cejas pobladas y labios colgantes queexpresabanun profundodesprecio a todo lo que abarcaban sus ojos: como él,tenía fruncida la frente casi siempre, lo cual daba a su rostro una expresiónhostil,nomuycomúnporfortunaen lasdoncellasdesusaños;porqueEulaliaestaba en la edad del amor, de las ilusiones, de la ternura, del rubor y lainocencia,pormásqueningunadeestascosasseadvirtiesenenella.

Cuandolosdosprimitospisaronelcomedor,levantólacabezaylesclavóunaintensamirada escrutadora, que ellos por tácito acuerdo fingieron no advertir.Mascontra loqueesperaban,envezdeconvertirladenuevoa la labor,siguiócadavezmásfijaymásescrutadorasobreellos,hastaelpuntodeturbarlos.Paraevitar su fascinadora influencia se acercaron a los señores que allí había, loscualeslessaludaronconpalmaditasenelrostro.DoñaMartina,despuésdedaraMiguel un beso sonoro en la frente, les preguntó que dónde habían estado:contestóMiguelenvozalta,paraquelooyeseEulalia,quesehabíanpasadolatardeenelcuartodeEnriqueyCarlosjugandoconelmapaderompe-cabezas.Al oír esto Carlos, que tenía un año más que Enrique, se puso hecho unenergúmeno,diciendoquesi leenredabanotravezconsusmapas, ibaahaceruna en las narices de su hermano y su primo que fuese sonada; pero aquél letranquilizóenseguida,manifestándoleporlobajoquenohabíanandadoconsurompe-cabezas,sinoconlosfrascosdeEulalia:nosólosesosegó,sinoquetuvounaverdaderasatisfacción,porqueparaodiaraEulaliaestabantodosdeacuerdoenlacasa,menossupadreysumadre.

CarlitoseraelhijomásguapoqueteníanlosSres.deRivera,yelmásaplicadotambién. Cara redonda y sonrosada, facciones correctas, ojos negros yexpresivos y poblados de largas pestañas. Todos sus estudios en la escuelafueron coronados por un éxito lisonjero; diplomas con orla de colores, libros,

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medallasdemetal azogado,hastaunacoronade laurel concintasde sedaquehizo llorar ymoquear copiosamente a doñaMartina, cuandode lasmanosdelmaestro la vio bajar solemnemente a la cabeza de su hijo. Pero su estudiofavoritohabíasidosiemprelageografía,sobretodolaastronómica.Losglobosterráqueos y las esferas armilares que había hecho comprar a su padre, nopuedenfácilmentecontarse;apesardeserunhombredeciencia,estosartefactosdurabanpoco tiempo íntegros en susmanos;y consistía enqueCarlitosno selimitabaaestudiarlalección,comocualquierchicovulgar,sinoquelaaltezadesu pensamiento le arrastraba a escudriñar los secretos topográficos de nuestroplaneta,paralocualideabagrandesvíasdecomunicaciónqueteníacuidadodeseñalarcontintasobreelglobo,atravesandolasmontañasmásaltasysalvandomares y lagos por medio de asombrosos puentes que ningún ingeniero delmundosehubieraatrevido siquieraa imaginar.Muchasveces, sinembargo, latintasecorríasobrelapieldequeestabarevestidoyquedabaelglobohechounasco,yvueltaacomprarotrosupadre,paraqueelfuegodelapasióngeográficanoseextinguieseenelniño.Puestocantealasesferas,pasabalopropio.Carlitosno consideraba los espacios celestes con el asombro del hombre ignorante nirespetabadebidamentelasleyesinmutablesquedeterminanlasrevolucionesdelos astros; familiarizado con todos sus movimientos de rotación y traslación,formaba cuando se le antojaba nuevos sistemas planetarios, convirtiendo a unsimple satélite, a la luna, verbi y gracia, en estrella fija y haciendo girar a sualrededor a todos los planetas, incluso la tierra: o bien imaginaba nuevos ycaprichosos eclipses, poniendo en conjunción astros que jamás se vieran, nifueraposible,entalpostura.DetodolocualresultabaamenudoquecuandomásembebecidoensuobraestabaCarlitos,hacíaelaparato¡crac!saltabanalgunasdelaspiezasmásimportantes,dislocábanseconestootrascuantas,ylabóvedaceleste padecía un completo trastorno, como si fuese llegado el día del juiciofinal. Pero como Carlitos manifestaba vocación tan decidida para GranArquitectodelUniversoysupapánoqueríademodoalgunocontrariársela,aldíasiguienteyateníaotraesferaenqueproseguirsusexperienciasastronómicas.

Enrique había conseguido sosegar a su hermano; no de la misma suerte aEulalia,quien,despuésdealzarmuchasveceslacabezaytragárseloamiradas,se resolvió a levantarse de la butaca y acercarse disimuladamente a él y a suprimito; congrandisimulo tambiénpuso lanariz sobre la cabezade ambos,ycerciorándosedequedespedíanuntufoaromáticomuymarcado,saliórepentinay apresuradamente de la estancia. Enrique yMiguel semiraron consternados;massacandofuerzasdeflaqueza,seacercaronaVicente,elprimerodeloshijosvarones del Sr. deRivera, y se pusieron a examinar atentamente la cadena de

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relojquerecientementelehabíacompradosupapá.

TeníaVicentetresañosmásqueCarlos;estoes,trece;perosemejabatenerdiezyseisporlaestatura,ytreintaporsuextraordinariagravedad.Eraunmuchachoderostrolargoyamarillo,secodecarnesyanguloso,miradafijayopaca,cabezaerguida y ademanes reposados, de hombre yamaduro.No era tan aplicado niteníalasfelicesdisposicionesdesuhermanoparalascienciasylasartes;masencambio poseía una elegancia y una distinción de modales, que teníacompletamentesubyugadoaD.Bernardo.Hablabamuypoco;nojugabanunca;susplaceresconsistíanensalirdepaseoconsupapáyotrosseñoresmayores,yque así le viesen sus amigos y compañeros de Instituto. Preocupábale laindumentariamuymásdelacuenta,aldecirdesumamá,quelemirabaporestocon algunaojeriza: nohabía sastre que le hiciesebien la ropa, ni planchadoraquelediesegusto;contalmotivo,siemprequeestrenabauntrajeounasbotasoseponíacamisalimpia,armabaunjollínqueseoíaentodalacasa;verdadqueestos eran los únicos momentos en que daba cuenta de sí y mostraba algúnarranque,porquetodolodemásdeestemundoparecíatenerlesincuidado;perode todos modos, era un posma que molestaba mucho; y lo que decía doñaMartina conmuchísima razón:—Siesteniñoes tan impertinente ahorapara laropa,¡quéharácuandotengaveinteaños!Enefecto;cuandotuvoveinteaños,nohabíaquien loaguantase.HayquedecirqueD.Bernardonoparticipabade laojerizadesuesposahaciaVicente;antesconsiderabaaquellapulcritudcomounapreciosa cualidad, que le recordaba las que le adornaban a él en su infancia.Regalábaleamenudo,unasvecesconunbastón,otrasconunalfilerdecorbata,otrasconalguna sortijadepocoprecio,yeldíaquecumplió los treceaños lecomprórelojdeplataconcadenadedoublé.EsteregalohabíapuestofrenéticoslomismoaEnriquequealGranArquitecto,loscualesveníanyamuyagriadospor las preferencias injustificadas de su señor padre; así que tan pronto comotuvieron noticia de la injuria que se les hacía, armaron un formidablepronunciamiento, que, por fortuna, hubo de sofocarse pronto, gracias a unaballena larga y bastantemente gruesa que doñaMartina poseía para los casosdifíciles.Después de todo,D.Bernardo tenía razón enno entregar a sus hijosmenoresningúnobjetodelicado,porquehubieraduradomuypocoensusmanos;enlasdelmayordurabatodoeternidades.Cuandoparadisimularmejorelmiedosefueronaquéllosajugarconsucadena,nopudoreprimirlaindignaciónylesadvirtió con unmanotazo de que aquello era de «mírame y nome toques,» yparaevitarmásconflictos, se levantóde la sillay sepusoadarvueltaspor laestancia,sinperderunátomodesuingénitagravedad.

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Además deMiguel, que comía todos los domingos en casa de su tío, habíaotrosdosseñoresconvidados,loscualesconversabanenunrincón.Ajuzgarporla confianza que D. Bernardo y su señora hacían de ellos, dejándolos solos,debían ser amigos íntimos, de la casa. El uno era un gigante, sin pecar deexageradosaldecirlo;entodoMadridnosehallaríanseguramentedoshombresque le aventajasen en estatura. Llamábase D. Pablo Bembo, pero nadie leconocía sinopor el coronelBembo,porque loera,hacíayabastantes años,decaballería. Las facciones de su rostro abultadas, talladas en colosal, como lafigura; la voz tan áspera y gruesa que dabamiedo; por fortuna hablaba poco:gastabapatillas,entrecanasya,unidasalbigotealamodadealgunosañosatrás.Lasmanosylospieserancosadever;nohabíahalladohormasparaloszapatosen ninguna parte; por lo que siempre que viajaba llevaba en el baúl unas quehabíamandadohacersealamedida.Pasabaporhombrerico,aquienelsueldonoimportabanada,yestabacasisiempredereemplazoparavivirenlacorteasugusto. Sus modales torpes y bruscos como los de un elefante, la palabraestropajosa, la inteligencia tarda y oscura al parecer: sin embargo, después detratarlesecomprendíaqueeramássocarrónquelerdo:raravezmirabadefrentealapersonaconquienhablase.

El otro era un caballero de mediana estatura y edad, delgado, pálido, ojoshermosos,demirarsuaveyhumilde,cararasuradaenteramente,asemejanzadelosclérigosycomediantes;frenteespaciosa,aumentadaporunacalvabrillante,ymodales tímidos.Se llamabaD.FacundoHojeday era el amigo íntimoyeladlátereeternodelseñordeRivera;noseconcebíaaD.BernardopaseandoporelRetirooelPradosinllevarasuizquierdaaD.Facundo:ésteledabasiemprela derecha o le dejaba la acera según los casos, reconociendo la inmensasuperioridaddeaquél.Talsuperioridadsehabíamostradoyadesdela infancia,cuandoambosasistíanalaescuela;noqueD.Bernardofueseundiscípulomásaventajado,puesaunquelosdosgozaranopinióndeaplicados,todavíaHojedalesacabaalgunaventajaenestudiarconahíncolasleccionesyescribirlascuentasconlimpieza;peroD.Bernardo,todasuvidahabíatenidounnosequédealtoysuperior,queinfundíarespeto.Estasuperioridadsefueseñalandocadavezmáscon el trascurso del tiempo; los caminos que los dos amigos tomaroncontribuyeron poderosamente a ello. Mientras D. Bernardo, por virtud de lariqueza heredada de sus padres, comenzó desde muy joven a figurar en lasociedad madrileña y a ser un factor indispensable en los salones y teatros,Hojedaveíasenecesitadoaseguir lamodestacarreradefarmacéuticoyaabrirbotica,unavezterminada,enlacalledeFuencarral.Aunquesuamistad,mercedaestascircunstancias,parecíabastantedispuestaaentibiarseporloquetocabaa

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lapartedeD.Bernardo, losesfuerzosdeHojedano loconsintieron.Todos losmomentosquelafarmacialedejabalibre,aprovechábalosparacorreracasadesuamigoyprestarlecualquierservicioqueestuvieseasualcance:eratanbueno,tancariñosote,tanrespetuoso,queapesardeladistanciaquelosseparabayqueel boticario se complacía en reconocer, D. Bernardo condescendiómagnánimamenteatratarle,adejarqueleacompañaseenelpaseoyhastaadaralgunaqueotravezunavueltaporlaboticayjugarallíuntresillo.NoesposiblefigurarselaprofundagratitudqueelbuenodeHojedaguardabaasuamigoporestasmercedes.Habíapermanecidocélibe,ygraciasasuseconomías,consiguióformarenalgunosañosuncapitalito,cuyasrentasdebíaniracumulándoseaél,porquelomismogastabahoyqueeldíaenqueabrióalpúblicosufarmacia.Nopodíansermássencillassuscostumbres:habitabauncuartitobajodetrásde latiendaencompañíadelmanceboyunacocineraviejaquearreglabasusfugacesrefacciones:dosotresvecesporsemanacomíaencasadeRivera,yunaqueotraseautorizabaellujodeentrarenunrestaurantyengullirseuncubiertodediezreales; jamás iba al teatro, pero tenía dos pasiones decididas, los toros y lossermones, lascualesprocurabaocultarporqueentendíaque laprimeraeraunaflaqueza,ydejarver la segundaacusabavanidado jactancia.DenadahuíaD.Facundocomodeestoúltimo; jamáslehabíaoídonadievanagloriarsedecosaalgunanihablarsiquieradesusasuntos,contalquedelaconversaciónresultaseél en buen lugar por cualquier concepto; su reserva era proverbial en casa deRiverayen lasdemásque frecuentaba,quenoeranmuchas;estacualidad,envez de respeto, inspiraba risa a sus amigos, los cuales se complacían enmortificarle haciéndole preguntas referentes a su vida y negocios, y hasta leespiabanlospasosparadecirdespuésenplenatertulialoquehabíahecho,dóndehabíaentrado,conquiénlehabíanvistohablar,etcétera.LoqueestomolestabaaHojedanoesdecible:alprincipio se turbabay levenían loscoloresa lacara;más adelante, cuando advirtió que era broma, se negaba a contestar alimpertinente, limitándose a alzar los hombros en señal de resignación o amasticar alguna frase de disgusto. Por lo demás, su candor rayaba en loinverosímil:cualquierdisparate,porgrandequefuese,contalqueselodijesenen serio, lo creía; no le entraba en la cabeza que una persona de años y decarácter seatrevieseadecirdelantedegenteunapatrañapor sóloelplacerdeembromaraunamigo;noobstante, tantoabusaronde lasmentirasconél,queandandoeltiempollegóanocreersiquieralasverdades,opormejordecir,éstaseranlasqueseleatravesabanconmásfrecuencia.

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III

Acomer,acomer—dijodoñaMartina.

Y en elmismo instante un criado apareció con la humeante sopera entre lasmanos.

D. Bernardo se levantó para ofrecer el asiento al coronel Bembo; pero éste,conociendo las costumbres de la casa, se guardómuy bien de aceptarlo; si elanfitrión hubiera cambiado de sitio, quizá no le sentase tan bien la comida.Ocupóunpuestoasuderecha;sentáronseVicente,CarlosyMiguelenlassillasquedoñaMartina les fuedesignando,mientrasHojedaaguardabaenpieaquetodosestuviesencolocadosparaacomodarse.

FaltabaEulalia.

—¿DóndeestáEulalia?—preguntósumadre.

El criado manifestó que la había visto hacía un instante subir a su cuarto.EnriqueyMiguelsemiraronysonrieroncomocazurros;peroestabanunpocopálidos.

—Aver—dijodoñaMartinaalcriado,—subaustedalcuartode laseñoritaydígalequeyaestamosalamesa.

Nohubonecesidad.EnaquelmomentoaparecióEulalia,todasofocada,conlosojosllorososyunajofainaentrelasmanos.

—¿Quéeseso?—preguntódoñaMartinaconsorpresa.

—¡Mamá, no sabes lo que han hecho en mi cuarto esos chicos!—profirióEulalia con trabajo y dispuesta a sollozar.—¡Todo lo han revuelto yestropeado!... ¡Los polvos de los dientes llenos de agua!... ¡Los frascos deesencia abiertos y menos de mediados!... ¡El jabón hecho una repla!... ¡Loscepillosdedientesporelsuelo!... ¡Laesponjallenadeporquería!... ¡Lacolchademicamallenadebetún!Ylatoalla¡miracómolahandejado!...

Yexhibióaloscircunstantesconunamanolatoalladondeestabanseñaladoscomo carbón los dedazos asquerosos de su primoy hermano, y con la otra lajofaina,conteniendounlicornegroyespeso,quealmoverseladejabateñida.

—¿Peroquiénhahechoeso?—preguntódoñaMartina.

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—EnriqueyMiguel.

—¡Sehabrávistomuchachomáscerdo!—exclamó,dandolavueltaalamesaparaacercarsealprimero.

Yluegoquesehuboacercadolearrimóunpardebofetadasqueseoyeronenlacocina,ysobreésteotropar,yotrodespués,yasísucesivamente,hastaqueD.Bernardoexclamóenvozaltaeimperiosa:

—¡Mujer!

Doña Martina suspendió la corrección y volvió los ojos a su esposo consorpresa.

—Observa—dijo éste bajando la voz y señalando al coronel—que haypersonasdelante...

—DispénsemeV.,coronel—manifestólaseñorasofocadaaúnporlaira;—peronolopuedoremediar...¡Estehijoconsuscochineríasmequitalavida!

El hijo, en tanto, daba tales gritos, que no diré en la cocina, sino en toda lavecindaddebieranoírseperfectamente.

Sehabíalevantadodelasilla,yenelcolmodelfurorpegabaalláenunrincónpatadashorrendasenelsuelo.

—¡Contra! ¡recontra! ¡me c... en diez!... ¡Por esa cochina!... ¡por esasinvergüenza!...¡poresametebaza!...

—¡Chis! ¡chis!... ¡Silencio, niño!—dijo D. Bernardo, frunciendo aúnmás lafrente,locual,enverdad,parecíaimposible.

—¡Vamos,Enrique!—exclamódoñaMartina,procurandoreprimirse.

—¿YporquénolepeganaMiguelquehizomásqueyo,recontra?—gritóconfuror.

—¡Vamos,Enrique!—volvió a exclamar doñaMartina.—¡Tengamos la fiestaenpaz!

Yacercándoseaélymetiéndolelavozporeloído,comenzóadecirle:

—¿No comprendes,mentecato, queMiguel no es hijomío?... Si lo fuese lepegaríacomoati...Perotúeresmayorquéél,yestásentucasa...Debierasdar

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ejemplo...¡Aquiénseleocurrensinoatiesascosas,majadero!...Erescapaztúsolode revolverestacasay todas lasdeMadrid... ¿Eseso loque teenseñaelmaestroenlaescuela?¿Di,gaznápiro,di?...

Le tenía cogidoporunbrazo,y cadaunadeestas frases iba acompañadadeuna fuerte sacudida.Cuandohubo concluido su filípica, le dejó llorando en elrincónysefuedetrásdeEulalia,quesehabíasubidodenuevoalcuarto,paracerciorarsedelnúmeroydelaclasedeestragosallíejecutados.

Mientrastanto,D.Bernardo,demalísimotalante,notantoporlatravesuradesu hijo como por las incorrecciones de su esposa, sirvió la sopa a todos loscomensales, llenando también el plato de aquélla y el de su hija ausente. AlllegaraldeEnrique,dijoentonoperentorio:

—Niño,venasentartealamesa.

PeroEnriquesehizoelsuecoysiguiógimiendoypataleandoaratos.

—¡Niño!—gritó D. Bernardo con voz estentórea.—¡Ven ahora mismo asentartealamesa!

Elmuchacholevantólacabezaatemorizadoymirandoasupadrequeteníalosojos clavados en él con terrible expresión de cólera, comenzó a caminar aregañadientesycomoarrastradohacialamesa.Yacasohubierallegadoaellasinnovedadsienaquelmomentonovieseaparecerporlapuertaalacausantedelosbofetones, a Eulalia, que entraba en el comedor seguida de sumamá.Verla ysentirseposeídodeinsanofurorfuetodouno.

—¡Indecente! ¡por ti me han pegado! ¡Ya me las pagarás todas juntas,recontra!... ¡Tehede romper esas narizotas de trompeta! ¡Metebaza!... ¡Fea!...¡Feona!...¡Chula!...

Aloírse insultarde estemodo,Eulalianopudocontenersey se arrojó comouna fiera sobre su hermano, dándole tal estirón de pelos, que el berrido deEnrique,alsentirlo,hizolevantarseasustadosalospresentes.DoñaMartina,queapesardesustravesurasteníapasióndecididaporaquélyqueyaestabamedioarrepentidadehaberlecastigado,seindignómuchísimo.

—¡Oyes,mentecata!¿quiénerestúparapegaratuhermano?¿Noestamosaquítu padre y yo para eso? ¡Aguarda, aguarda un poco, que yo te bajaré loshumillos!...

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Ysedirigióasuhijaconlamanolevantada:estacircunspectajovenlohubierapasadomalanoponerseensalvocorriendoentornodelamesa;doñaMartinanopudoatraparla:almismotiempo,lomismoHojedaqueelcoronel,procuraronponerpaz.

D.Bernardoestabatanirritadoconlastosquedadesdesuesposa,quenopudodecirnihacernada:siguiósentadoconlosojosclavadosenelplatomientrasunenjambre de pensamientos sombríos y melancólicos relacionados con sudesigualmatrimonio,lebullíaenlacabeza.

Finalmente,fuéronsecalmandopocoapocolosánimosqueestabanirritados.Doña Martina dejó de perseguir a su hija y se sentó a la mesa, aunquemurmurandoamenazas;aquélla tambiénsesentómirandorecelosaasumadre;D.Bernardo,haciendounprodigiosoesfuerzodediplomaciaparasobreponerseasujustodesabrimiento,entablóconversaciónconelcoronel.ElúnicoquepagólosvidriosrotosfueelmíseroEnrique:laautoridaddelpadreydelamadre,decomúnacuerdo,decidieronquesequedarasincomer,¡porinsolente!Mas,comosucedesiemprequeenEspañasecastigaauncriminal,nofaltaronempeñosenseguida para que la sentencia se casara; los ruegos de Hojeda y el coronellograronalfinquelapenaseredujerasolamentealaprivacióndelpostre.YelbuenEnrique (aquienhayqueagradecerpor lomenoselqueenmediode sucólerarabiosanosacaselabadilahomicidaqueteníaenelforrodelachaqueta)vinoasentarsealamesaconlasmejillascoloradasdeloscachetes,losojosylasnariceshúmedasy lospeloscaídospor la frente.Estaba tanhorroroso,que suprimoMiguel, compadeciéndole muy de veras, sintió unos deseos atroces dereír;loscuales,comoesnatural,tratódecontenerporcuantosmediosestuvierona su alcance, mordiéndose los labios, mirando hacia otro sitio, etc., etc. PeroquisosumalasuertequeEnriquevinoaentender,porlacontraccióndelrostrosinduda, lasganasque le retozabanporelcuerpo,ycon talmotivoempezóalanzarleunasmiradas feroces,envenenadas.EntoncesMiguelyano fuedueñodesí,ydeimproviso,enunmomentodesilencio,soltóeltrapodelarisa,yconélachorretazosporbocaynariceslacucharadadesopaqueacababadetragar.Todoslosrostrossevolvieronconasombro.

—¿Dequéteríes,Miguel?—lepreguntósutía.

—¡Demí,recontra,demí!—gritóEnriquedesesperado.

—¡Vamos,silencio!—ledijodoñaMartinaencarándoseseveramenteconél.—¿Tienesganasdellevarlasotravez?Miguelnoseríedeti...¿Porquésehade

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reír,tontuelo?...

—Porquesí...yobienlosé...¡Porqueesunhipócrita!...

—¡Silencio,tedigo...yacomer!

Miguel se había puesto muy serio, comprendiendo que había cometido unagrosería,yqueseladisimulabanporserconvidado.Duranteunratolargopudoconseguirreprimirse,haciendoparaello titánicosesfuerzos.Enrique teníafijosen él sus ojazos saltones cargados de ira, adivinando perfectamente lo que leandabapordentro.Silevantabalavistayveíaaquelrostromocoso,másfeoaúnpor la cólera, estaba perdido. Por eso no la movía un instante del plato,devorandoelcocidoquesutía lehabíaservido,sinmascar losbocados.Llegóun instante, sin embargo, en que por casualidad o por atracciónmagnética seencontraron sus ojos. Y ya no pudo más. Otro flujo de risa; los garbanzosesparcidosporlamesa;losrostrosdeloscomensalesvueltosdenuevohaciaél.Peroestavezhabíamásseveridadqueasombropintadaenellos,mayormenteeneldesutío.

—¿Quéeseso,Miguel?—ledijoconaparentecalma.—¿Porquéestamos tanrisueños?

Miguelsepusomuycolorado,ynocontestó.

—¿Teríesacasoporquehancastigadoatuprimoporfaltasquelosdoshabéiscometido?...Noestábieneso,Miguel,noestábieneso....Debierasserunpocomásgeneroso.....Siatinotehanpegado,noesporquenolomerecieses,bienlosabes,sinoporquetutíanotieneautoridadparahacerlo.Peroafortunadamenteparatodos,yparatitambién—añadiómirandoalcoronelconsonrisamaliciosa,—nofaltarádentrodepoco tiempoquien la tengayponga lascosasenorden,que buena falta está haciendo. Entonces, amiguito, quizá le toque a Enriquereírsedeti,aunquetampocoharíabien...Labuenaeducaciónylamoralcristianaprohíbenreírsedelosmalesdelprójimo...

Miguel, que se había ido poniendo cada vez más colorado, al llegar a estepunto rompió a llorar, y se echó de bruces sobre lamesa.D.Bernardo sonriósatisfecho del triunfo obtenido por su oratoria. Doña Martina acudióinmediatamenteaconsolaralniño.

—Vamos,Miguelito,nollores,tonto....Situtíotequieremucho.....Notomesamal lo que te dice..... Si él..... Tú eres un buen chico, ya lo sé, y lo saben

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todos.....Eres incapazdereírtedeEnriqueporquelehayanpegado.....¿Verdadquenoteríesdeeso?

Miguelseabstuvodehablar,porquenoqueríamentir,nitampocollamarfeoasu primo. Siguió todavía algunos momentos con las narices metidas por elmantel comoen sondeprotesta contra las reticenciasmal intencionadasde sutío. Al fin, vencido de los ruegos y los halagos de la tía, levantó la cabeza:aquélla se apresuró a secarle las lágrimas y losmocos con su propio pañuelo.Tomóotravezeltenedorysiguiócomiendo.

Laconversacióngiróenseguida,poriniciativadelmismoD.Bernardo,sobrelanecesidadabsolutaqueteníasuhermanodellevaracasaunaseñora,opiniónqueyaleoímosemitirnohacemuchotiempo.

—Simihermanoseempeñaenpermanecersoltero,muchomásvaldríaquesedeshiciesedelosmueblesysefueseaviviraunafonda.....

Hay que advertir que D. Bernardo consideraba lo de vivir en fonda puntomenosqueunadeshonra:pornopisarestosestablecimientosvulgares,dondelaspersonas se confunden ridículamente en torno de la mesa redonda, procurabatenersiempreenlaspoblacionesquevisitabaunacasaderespeto(asílallamaba)donde no hubiera más huéspedes que él. De este modo se comprenderáfácilmentelainflexióndesdeñosaquedioalapalabrafondacuandopasóporsuslabios.

—No sé si V. habrá observado, D. Pablo—siguió dirigiéndose al coronel (aHojeda rara vez le concedía este honor),—qué desbarajuste hay en casa deFernando.....Raravezseencuentraunacosaensusitio:elpolvoandaesparcidopor losmuebles: loscriadospordonde lesparece.Amímehapasadomásdeuna vez ir a ella y no haber uno para quitarme el abrigo. ¡Si le dijese a V.,coronel,queenciertaocasiónmihermanofueamudarsedecamisa,ynopudo,porquenohabíaningunaplanchada!

—¡Hum!—gruñó el gigante en señal de admiración, pero sin apartar lossentidosdelroast-beefqueteníadelante.

—¡Quéhorror!—exclamódoñaMartina,comosiemprequesehablabadeestesucesoinaudito:yasabemosquesufuerteeralaplancha.

—¡VeaV.,veaV.cómocomesuhijo!..... soltando lacarneyamascadaenelplato!

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Miguelsepusocoloradootravezhastalasorejas.

—¡Vamos,Bernardo,déjaleya!—manifestósuesposa;ydirigiéndosedespuésalcoronel:—AprendaV.,amigoBembo;lasmujereshacenmásfaltaenlascasasdeloqueaV.selefigura.

—Nolodudo,nolodudo—murmuróelgigantesinapartarlosojosdelplato.

—Y si no lo duda V., picaronazo, ¿por qué no sigue V. el ejemplo de micuñado?

—Señora,nomesientoaúnpreparado.

Doña Martina soltó una carcajada estrepitosa, burda, que hizo arquearlevementelascejasaD.Bernardo.

—NoloestaráV.nunca,siDiosnoponeenellolamano,¡queojalálapongapronto!

—Esafelicidad,primerolehadetocaradonFacundoqueamí—murmuróconvozcavernosa.

Hojedalevantólacabezaturbado.Pocascosaslemolestabantantocomoversealudido en este asunto de mujeres: por eso el socarrón del coronel lo hacíasiemprequehallabaoportunidad.

—¡Yo!.....coronel.....ruegoaV.....elmatrimonio.....

—¡AbuenapartevaV.,amigoBembo!.....Hojedaesunegoistazo.....Másdeveinteveceslehequeridocasar,ysiempremehadadocalabazasalanovia.

—PermítameV.,Martinita—seapresuróadecirD.Facundo,—yonohedadocalabazasanadie.....Estassoncosasmuygraves,Martinita.....

—Hojeda no se casa—prosiguió la señora,—por no abandonar su vida desolterón egoísta. ¿Quién le quita a él de dar su paseíto por la mañana en elRetiro, su sermoncito por la tarde en las Calatravas o en la Encarnación, sustorosonovilloslosdomingos,etc.,etc.?

—Sepamosloqueestácomprendidoenesasetcéteras,D.Facundo—manifestóelcoronel.

Hojedalemiróconira,ynocontestó.

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—PeroV.esotracosa,coronel;V.esunhombredemundo,menosarregladitoqueHojeda,ypuedehacerfelizacualquiermuchacha.

—Ya lo oyeV.,D. Facundo—dijo el coronel.—Los hombres arregladitos nopuedenhacerfelicesalasmuchachas.

—No,hombre,no;noquierodecireso—manifestódoñaMartinariendo...

Pero en aquel instante entraron en el comedor dos nuevos tertulios y sesuspendió la conversación. Ninguno de los dos llegaría a veinticinco años:dieron lamanocongranconfianzaa losseñoresybesarona losniños, locualtestimoniaba su amistad con la familia deRivera. El uno era delgado, pálido,ojos pequeños, bastante feo todo él, aunque vestido con gran pulcritud yelegancia: se llamaba Juan Romillo, hijo de un rico camisero de la calle delPríncipe:supadrelehabíadestinadoalforo,enelcualnohabíahechograndesadelantos;encambiodesdemuyniñohabíadespuntadoenelartedevestirseyen el conocimiento pleno, absoluto, de cuantas noticias verdaderas o falsascorrían por la villa: en las casas donde él entraba no se leían los diariosnoticieros,porqueeraninútiles:aestosereducíasucienciaysuspartes.Elotroeraunguapochico, rubio, sonrosado,debarba rala e incipiente,ojos azulesyhúmedos, los labios siempre plegados con sonrisa tierna y humilde, losademanes respetuosossinserencogidos.HabíanacidoenCubadeuna familiaopulenta,quedespuéssearruinóeneljuegodeBolsaalestablecerseenEspaña.Eraabogadotambién,comosuamigoycondiscípuloRomillo,peromuchomásestudioso y aprovechado, lo cual era de necesidad, pues Romillo tenía enperspectiva una fortuna considerable, mientras él solamente la que adquiriesecon su trabajo. Figuraba en la Academia de Jurisprudencia como orador deesperanzas,yhabíafundadoencompañíadeotrosunasociedadparalaaboliciónde la esclavitud, y otra para abolir las quintas y matrículas de mar. En estosasuntosdeinteréshumanitariomostrabaValle(ArturodelValleerasunombre)una actividad y un interés tan laudables como prodigiosos: el número deasambleas,omeetings,comosedecíaenlosperiódicos,ydebanquetesqueporsuiniciativasehabíanpromovido,eraincalculable;eldeartículosyfolletosquehabía escrito en apoyo de sus ideas generosas, tampoco podía apreciarse conexactitud. En estos folletos solía venir debajo del título, a modo de sello, unpésimograbadorepresentandounnegritoderodillasyaherrojadoconlasmanoslevantadas al cielo. En los banquetes figuraba también otro negrito, pero decarneyhueso:alospostresdeestosfestineshumanitariosraravezdejabaValledelevantarsediciendoenvozaltaysolemne:

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—Se me dise, señore, que ahí afuera hay un hombre de coló que deseafraternisáconnosotros.¿Tenéisinconvenienteenqueestavíctimadelainjustisiasosialentreasaludaros?

—¡Que entre, que entre ahora mismo!—gritaba la asamblea como un solohombre,presadeentusiasmoabolicionista.

EntoncesValleabríalapuertaysacabadelamanoalnegrito,elcualsedejabaabrazar de todos los comensales entre vítores y aplausos. Y después seemborrachabacomocualquierblanco,yaunmejoralgunasveces.Estepersonajeoportuno, que llegaba siempre por casualidad al final de los banquetesabolicionistas,andandoeltiempollegóaserconocidoenMadrid.Lagentesolíadecircuandopasabaporlacalle:«AhívaelnegritodeValle.»

Las ideaspolíticasdeéste, aunquemuydemocráticas, estaban templadasporaquella eterna y dulce y amable sonrisa de que hemos hecho mención: estasonrisaeraelmejorsalvo-conductoparaentraryserbienacogidoentodoslossalones de la corte: gracias a ella,D. BernardoRivera, que no tenía pizca dedemócrataniabolicionista,sedignabaotorgarlesuamistadprotectora:—«Esunmuchacho excelente—solía decir,—salvo sus ideas...; pero ya las irámodificando con el tiempo.» Con aquella sonrisa, beneficiada con acierto, sepodíahacerunagrancarrera.

Losdospollos(comodoñaMartinalosllamaba)fueronsaludadosconefusiónpor lospresentes.D.Bernardolesentregógenerosamentesumano,aunquesinperderunpuntolagravedadquetanbienlesentaba.Alinstanteseentablóunaconversación animadísima acerca de los asuntos que entonces embargaban laatencióndelacorte:unodeelloseralallegadarecientedelcélebretenorMario.Romillo lo esclareció de unmodo notabilísimo; entre otros datos importantes,hizosaberqueMariohabíadadoordenaL'Hardy,elpastelerodelaCarreradeSan Jerónimo, de que no vendiese más botellas de champagne, puesprobablementenecesitaríaéllasexistenciasquehubiese.

—¡Ave María purísima! ¿Pero se las va a beber todas?—exclamócándidamenteHojeda.

—Sí señor—repuso gravemente Romillo.—Se bebe por término medio unadocenadebotellastodoslosdías.

—¡NohagaV.caso,hombre!—exclamódoñaMartina riendo.—EsteRomillosiempretieneganasdebromas.Selasbeberánentreélysusamigachos.

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Estaban a los postres. Romillo y Valle fueron invitados a tomar café y sesentaron a la mesa. Después del tenor Mario, versó la plática sobre losfusilamientosdealgunossargentosquesehabíansublevado.Romillodioacercade este punto pormenores no menos interesantes: uno de los reos no habíaquedadomuertoenelacto;selevantópidiendomisericordia;elconfesortratódeinterponerseentreélyloscañonesdelosfusiles;peroelGeneralquemandabalastropasacudió,yalzandolaespadallenodecólera,ledijo:

—¡Padrecura,asupuesto,olefusiloaV.enelacto!

—¡Qué horror!—exclamó Valle, poniendo los ojos en blanco y posándolosdespuésblandamentesobreEulalia.

—En efecto—dijo D. Bernardo,—es muy triste todo eso, pero de absolutanecesidad. ¿Dónde iríamos a parar si no se castigase con mano fuerte larebelión?

—Quesecastiguedeotromodoseñó;lapenademuertedebeserproscritadeloscódigos.

—Novayamosa lasdeclamaciones, amigoValle: lapenademuertedebedesubsistirmientrashayacriminalesquelamerezcan.V.esmuyjoven,querido,ytiene las ideas generosas, pero irreflexivas, propias de la juventud.CuandoV.haya vivido más, verá que no puede gobernarse con el corazón, sino con lainteligencia.

—Tal ves sea lo que usté dise... pero yo no lo puedo remediá... ¡me causanhorrótodaslaspenascorporale!

Alpronunciarestaspalabrassus labiosestabancontraídosporunasonrisadeinefabledulzura,mientrassusojosseguíanmirandoalaprimogénitadeRivera.

D. Bernardo todavía se dignó contradecir otras cuantas veces al jovenabolicionista,favorqueéstesupoapreciarenloquevalía,procurandodarasusargumentosunsesgosentimentalquenomolestasepoconimuchoalrespetableprohombre:dejábaseacorralaralgunasveces,otrasseescapabapormediodeunsofisma evidente, otras se confesaba vencido, aunque persistiendo en suscreencias.

—Sus rasone son poderosa, no tienen vuelta de hoja, lo comprendoperfectamente;peronopuedojuzgáalahumanidadtanmal;sigocreyendoquelomediosuavesonpreferible.

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LadiscusióndeestasuerteerasabrosaparadonBernardo,ynadaperdíaconelloeljovencubano.DoñaMartinalecontemplabaconadmiraciónysimpatía,participandodesusopinionescaritativas.Eulalialeescuchabasindisgusto,queeralomejorquepodíaesperarsedeestaseveradoncella.

Al finRomillo llamó laatenciónde todos, sacandodelbolsillodelgabánunlindo artefacto, que según dijo le acababan de enviar de París. Era unestereoscopio de nuevo sistema; de otro bolsillo sacó una colección de vistas,iluminadas unas, otras sin luz, representando los paisajes y monumentos másnotables del universo. En torno de él se agruparon inmediatamente todos,exceptuandoeljefedelafamilia,aquiennopodíaninteresartalesbagatelas,yRomillo fue colocando las vistas ymostrándoselas, explicandopreviamente loquesignificaban.

—Alrededores deNápoles... Ahí tienenVV. elVesubio a un lado... el golfodebajo...

—¡Hermoso país!—exclamóD. Facundo, que después de los niños, y acasoantes, era el que conmás afán ponía los ojos en los cristales.—Hombre, quéganastengoyodehacerunviajeporItalia.

—Puesaello.

—¡Sinosegastasetanto!

—Pero,hombredeDios,¿paraquiénquiereustedesegatazoquetieneencasa?¿Noesmejorquesediviertaporcuentadelosherederos?—dijodoñaMartina.

—MigatoestámásflacodeloqueV.piensa,Martinita.

—LatorreinclinadadePisa.

—¡Vayaunacosararaysorprendente!—exclamóelcoronel.—Yonosécómohapodidoconstruirseesatorre.

—Haciendoquelaverticalquepasaporelcentrodegravedad,caigadentrodela base—manifestó Carlitos, que había estudiado su poquito de física en laescuela.

—Muy bien, chico, muy bien—repuso el coronel mirándole.—Eres ya unsabio.

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Carlitossepusocoloradodegusto.PeroEnrique,queestabadetrás,seindignóconaquellapruebadesabiduríaqueacababadedarsuhermano,yledijoaloído:

—¡Farol!¿Yahasmetidolacucharada?¡Farolderetreta!

El Gran Arquitecto, que tenía mucho puntillo y no estaba avezado a sufririnjuriastanmanifiestas,lealumbróportodacontestaciónunasoberanamorradaen las narices. Pero Enrique, que conocía a dónde llegaban las fuerzas de suerudito hermano, sin proferir una queja, se arrojó sobre él comoun león, y lehubiera despedazado a no intervenirmuyoportunamente en la contiendadoñaMartina.

—Envíaesosniñosalacama—ordenóD.Bernardo.

—Ahora, ahora; en cuando lleven aMiguel a su casa—repuso la señora.—Estoyesperandoqueelcriadoconcluyadecomer.

—ElpuertodelaHabana—dijoRomilloponiendoelestereoscopiodelantealcoronel.

—SupaísdeV.—dijoEulaliaaValle,conunamagodesonrisa.

—¿TieneV.deseosdeversutierra?—preguntódoñaMartina.

—¡Y cómo no, señora!—respondió el cubano poniendo otra vez los ojos enblancoy conafluencia admirable.—¿Nohede tenerdeseodever amipaí, lositiodondesehandeslisadoloañodemiinfansia?¿Nohedetenergrabadoenmicorasónaquelloparaje tandelisioso,aquellanaturalesa tan rica?¿Nohedeapetesé encontrarmeotra ves enmediode aquella selvavírgene, bajoun sielosiempreasul,ybebéelaguadelcocoycomélapiñayelplátanoylaguayaba?

Hablabadecarreraysindetenersecualsilehubiesendadocuerda.

Cuando terminóelpanegírico,volvióaponer losojosensusitio,yel rostroperdiórepentinamentesuexpresiónanimada,comosielmecanismointeriorsehubieseparado.

—PaisajedelasorillasdelNilo—manifestóRomillo.

—De aquí salieron las siete vacas gordas y las siete flacas que vio José ensueños, ¿no esverdad?—preguntódoñaMartinamientrasmiraba con atenciónporloscristales.

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—Justamente—contestó Hojeda,—las que simbolizaban los años deabundanciaydemiseria.¿NoandaporahíelpalaciodeFaraón,Martinita?

—No señor, no le veo; loque sí hay sonunos animalesmuy feos, así comoserpientesgrandes...

—Aver,mamá,déjamever...—dijoCarlitosconmuchoafán.

Sumamálepusoelestereoscopiodelante.

—Soncocodrilos—manifestóenseguidaelniñoconsuficiencia.—Pertenecenalaclasedelosreptiles,ordendelossaurios,familiadeloscrocodílidos.

—¡Mucho,mucho,chico!—manifestóelcoronelconlamismasorna.

—Todoslosanimalessedividenencincotipos...

—¿Nadamas?

—No señor, nada más: vertebrados, articulados, moluscos, radiados yheteremorfos... Lo que hay es que después se dividen en clases, órdenes,familias, géneros y especies... Los vertebrados se dividen en cinco clases:mamíferos,aves, reptiles,anfibios y peces; losmamíferos en catorce órdenes:bimanos,cuadrumanos,quirópteros,insectívoros,fieras,pinnípedos...

—Vamos,niño,basta—dijoaestasazóndonBernardo,quecomenzabaaverloridículodetodoaquello.

—Roedores,desdentados,proboscideos,paquidermos...

—¡Bastatedigo,niño!

—Solípedos,rumiantes,sireniosycetáceos.

—¡Si no te callas,Carlitos, voy allá y te arranco las orejas!Cuidado con locargantequeseponeestechiquilloalgunasveces!

—¡Anda,bienempleadoteestá,porfarol!—ledijoporlobajoEnrique.

—DéjeleV.,amigoRivera,déjeleV.esplayarse.¿V.nosabeque lacienciaavecesproduceindigestiones?—manifestóelcoronel.

Carlitoscerrólabocamuymohíno.

—EltemplodeSantaSofíaenConstantinopla—veaV.,coronel—dijoRomillo.

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—¡Hombre,muy hermoso!...No sabía yo que enConstantinopla hubiese untemplosemejante.¡Quécolumnastanpreciosas!¡quécolumnas!...

—Vea V., D. Facundo, vea V.—dijo Romillo quitándoselo al coronel yponiéndoselodelantealboticario.

Almismo tiempo apretó un resorte que el aparato tenía, y trocó la vista deltemplo por la de una figura obscena. Sólo para esta broma había comprado ytraídoelestereoscopio.

Hojeda apartó instantáneamente los ojos horrorizado, y encarándose con elcoronel,lepreguntóconretintín:

—¿YlegustaaV.esto,coronel?...¡Noestánmalascolumnas!

Elcoronellemirósorprendido.

—Aver,aver...—dijerontodos.

Romillovolvióacolocar lavistaprimitiva,quefuemuycelebrada.EntoncesD.Facundo,viéndole sonreír, cayóen labromaycomenzóadirigirlemiradasiracundas;yhasta seacercóaéldisimuladamenteparadecirlepor lobajoconvozirritada:

—¡Parecementiraqueunjovenbieneducadotraigaaquíesasporquerías!

—¿QuétieneV.,D.Facundo?—preguntóJuanitoenvozalta.

Elboticario,desconcertadoconlaaudaciadeaquelmequetrefe,contestóllenodeconfusión:

—Nada,nada;lepreguntabaaV.siaúnfaltabanmuchasvistas...porquedeseoretirarmetempranoestanoche.

—Si no te molesta mucho, Facundo—dijo don Bernardo,—desearía que tequedasesunratitoaúnconnosotros.Tengounasorpresaquedarte...

—Molestarme...deningúnmodo...aguardaréloquetúquieras...

El estereoscopio continuó dando juego algún tiempo, y mientras lo daba,apareció en el comedor el último retoño de los Sres. de Rivera, que veníadormido en brazos de la nodriza. Era una niña de catorce meses, de caritaovaladaypálida,conciertaexpresióntristeyreflexiva.

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—AquíestámiSerafina—exclamólamadrellenadegozoyorgullo.

Lostertuliosfuerondepositandounbesoenlafrentedelacriatura,procurandonodespertarla,ylanodrizaseretiró.

Terminaron al fin las vistas.Romillo guardó su estereoscopio, no sin recibirantes algunas miradas como saetazos del indignado Hojeda. Valle habíaconseguido acercarse a la primogénita de losRivera, y procuraba entretenerlaagradablemente hablándole de sus muchísimas ocupaciones, lo requerido ysolicitadoqueeradetodoelmundo,losaplausosqueganabadondequieraquepedíalapalabra,etc.,etc.Losniñoshabíanformadoungrupoysedivertíanenunrincón,exceptuandoelcomedidoVicente,quesepaseabasilenciosamentealolargodelaestancia,bienresueltoanoserconfundidoconaquellachiquillería.DoñaMartina,elcoronel,RomilloyHojeda,formabanelnúcleodelatertulia,departiendo alegremente en torno de la mesa, mientras el señor de Rivera semantenía un poco alejado de ellos con un periódico en la mano. Al cabo,dejándolosobrelamesayacercándose,lesdijosoplandoantesrepetidasveces:

—VoyadarlesaVV.unanoticiaquecreohadeserlesgrata,dadalaamistadquemeprofesanyelcariñoyelinterésconquehancompartidohastaahora,lomismonuestrospesaresquenuestrasalegrías.

Todosalzaronlacabezaconsorpresa.

—Pero antes de dársela, les ruego queme aguarden aquí algunos instantes.Tratarédeserbreve,paraquelacuriosidadnolespiquemuchotiempo.

Ysaliódelcomedor.

—¿De qué se trata, doñaMartina, de qué se trata?—preguntaron a una voztodos.

—Señores,yonolosétampoco—repusoésta,dejandonoobstanteadivinarensusojosgozososquelosabíaperfectamente.

—Vamos,Martinita,dígaloV.

—¡Nolosé,Hojeda,nolosé!...

—Señores, aguardemos, ya que doña Martina no quiere decirlo—manifestóRomillo.—D.Bernardonopuedetardarmucho.

Tardó,sinembargo,másdeloquecontaban;unbuencuartodehoralomenos.

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Alfinseoyóenelpasilloalgocomorepiqueteodearmasyespuelas,yaparecióenlapuertaelSr.deRiveravestidodemáscara.

Granasombroentodosloscircunstantes.

—Pero,¿quéeseso,D.Bernardo?

—Señores—dijoéstesolemnemente;—elcapítulodecaballerosdelaordendeSanJuandeJerusalem,mehahecholahonraderecibirmeensuseno.AquímetienenVV.degranuniforme...

—Muylindo,Rivera,muylindo...estáV.admirablemente—dijoelcoronel,sinpodercomprendersebien,porlaentonación,sihablabaseriaoirónicamente.Lomásciertodebíaser loúltimo,porqueD.Bernardoestabahechounverdaderoadefesio.El uniforme era de color rojo subido.Parecía una langosta cocida; yparaquelasemejanzafuesemásnotable,lamuchedumbredecordonesycorreasqueleenvolvíanremedabanbastantebienlasantenasdeaquelanimalucho.Unespadón disforme le colgaba de la cintura; el tricornio estaba adornado conplumas.

—¡Yquécalladitoselotenía!—dijoValle.

—Yo lo sabía ya hace días, pero nome atrevía a publicarlo, comprendiendoque D. Bernardo se estaba haciendo el uniforme para dar una sorpresa a susamigos, como así resultó—repuso Juanito Romillo, a quien molestabamuchísimoelignorarcualquiernoticia.

—Estámuy bien, ¿no es verdad?—preguntó doñaMartina, llena de cándidoorgullo.

—Admirable, señora, admirable—contestóel coronel convozcavernosa.—AverRivera,déV.lavueltaparaqueleexaminemosportodaspartes...

D.Bernardogirógravementeenredondo,haciendosonarelterribleespadónylasespuelas.Enaquelinstanteseoyóunresuellosingularenlaestancia,alcualsiguióunaexplosióndecarcajadacontenida.EraelpobreMiguelque,despuésde haber trabajado como un héroe para contener la risa, poniéndose coloradocomounpimiento,habíareventadoalfin,congrandolordesualma.Sutíoleclavóunamiradacapazdedejarlesecoenelacto;losdemáslemirarontambiénseveramenteyconasombro;nadiedijonada,sinembargo.Despuésquesehubodesahogado, bajó la cabeza lleno de confusión y vergüenza. D. Bernardo seretiró inmediatamente, y en el comedor hubo unos momentos de silencio

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embarazoso.Hojeda,para templarelmalefectode la imprudenciadelniño,seapresuró a entablar conversación acerca de la ordendeSan Juan, haciendodeellaydesusmiembroscalurososelogios.Sinembargo,doñaMartina,queestabarealmenteenojada,alcabodepocosminutosllamóalayodelosniñosparaquesubieraaacostarlos,yordenóallacayoquecondujeseaMiguelasucasa.

Elchicosedespidió, todavíaconfuso,de la tertulia,ydejó lacasade su tío,situadaenlacalledelPrado,ysefuepasoentrepasoconellacayohastalasuya,queestabaenladelArenal.

IV

El abuelodeMiguel había sidounode losnegociantesmás ricosdeMadridduranteelreinadodeFernandoVII.Almorirdejóacadaunodesustreshijos,Bernardo,Manuel (dequienhablaremos en seguida)yFernando, una rentadecatorceoquincemil duros, que sóloD.Bernardohabía conseguido,merced aciertas negociaciones con el Tesoro, aumentar considerablemente. La deFernando permanecía en tal estado; y en cuanto a la de Manuel, se habíamermadobastante.

Fernando, el último de los hermanos y padre deMiguel, era un hombre derostroenjutoyavinagrado,comoD.Bernardo,cejasespesasyterriblesbigotes.Nadiediríaquedetrásdeesterostroimponenteymarcial,seocultabaunespíritufinoysensiblecomoeldeunadamisela,yquedebajodelacruzlaureadadeSanFernando, ganada por un acto de arrojo que asombró a la nación, latía uncorazóndepaloma.Nadamáscierto,sinembargo.Aquellosbigotesterriblesnoservían,enrealidad,másqueparaquetodoelmundosesubieseaellos:yelmásencaramado de todos eraMiguel, a quien su padre no sabía negar nada, quehacíacuantoseleantojaba,fuesetuertooderecho,yqueconsumalaeducacióndabapieaquesedijeseloquesutíolehabíadichoaquellatarde.

Cuandollegóacasayfueadar lasbuenasnochesasupapá,encontróaéstesentado en una butaca de su gabinete, fumando y envuelto en la sombra queproyectabalapantalladelquinqué.

—Buenasnoches,papá.

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—Buenasnoches,hijomío.

Miguel seacercóparadarleunbeso.Elbrigadier le retuvoentre sus rodillasacariciándoleloscabellos.

—¿Cómolohaspasadoencasadetutío?

—Bien.

—¿Tehasdivertidomucho?

—Bastante.

—¿Supongo que no habréis hecho ninguna travesura que enfadase a la tíaMartina?

—No,papá—respondióelchicosinvacilar,ylecontótodoloquehabíahechoaquellatarde,omitiendoloquebienlepareció.

—Bien, asímegusta.Ahora tendrásyadeseosde irte a la cama, ¿verdad?...Vaya, pues a la cama, hijomío, a la cama.....Noquiero retenertemás..... a lacama,alacama.....

Sinembargo,seguíareteniéndoleentrelasrodillas.AlfinMiguel,forzándolasunpoco, logró salir de ellas, y sedirigió a la puerta.Cuandoya estaba cerca,volvióallamarlesupadre.

—Oyes,Miguel..... ¿No tehahablado tu tíoBernardo?...preguntoleconvozalgoalterada.

Miguelsedetuvoynocontestó.

—¿Notehahabladodeciertoasunto?

—Sí—murmuróelchico,tambiéncortado.

—¿Yquétehadicho?...Cuenta.....

Miguelcomenzóacolocarselosdedosdelamanoizquierdaunossobreotrosynodijopalabra.

—¿No tehadichoque ibas a tenerprontounamamá?—articuló el brigadiercadavezmásturbado.

—Sí—murmurósordamenteelniño.

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—¿Yquétepareceatideeso,Miguel?....

Silenciosepulcralporpartedeéste.

—Vamos,venaquí,tonto,venaquí—ledijoconvozcariñosa;ymetiéndoledenuevoentresusrodillas,comenzóabesarleconafán.

—¿No es verdad que a ti no te disgusta tener unamamá?... ¿No ves cómotodos tusamigos la tienenmenos tú?...Yaveráscómo laquieres...peronuncamásqueamí,¿noescierto?...Ycuandovayasalcolegioyapodrásdeciraloscompañeros:—Tengo una mamá, como vosotros... Y lo mismo a tus primosEnriqueyCarlos...Ysaldrásconellaapaseoencocheparaquetodoslavean.Ella,queesmuybuena,tehadequerermucho,ytúnoladarásningúndisgusto,¿verdad?Ya te conoce por el retrato... Y tú la conocerásmuy pronto a ella...¿Quieresconocerlaahoramismo?

Yconmanofebril,pordondesepodíaadivinarelgradodeapasionamientoaque el brigadier había llegado, sacó del bolsillo una cartera y de la cartera unretratodemujer,quepusodelantedelosojosasuhijo.

—Mírala,¿tegusta?

Miguellaechóunarápidamiradaporcomplacerasupadreybajólacabezaenseñalafirmativa.

—Vamos—dijoelbrigadierenvozbajaytemblorosa,—dalaunbeso.

El chico obedeció posando levemente los labios sobre el retrato. Su papá lepagó este acto de galantería con un sinnúmero de caricias y le fue a despedirhastalapuertamuyconmovido.

Aldíasiguienteelbrigadieranuncióasuhijoquesemarchabaenbuscadelamamá y que tardaría en volver cuatro o cinco días; recomendole con muchoencarecimientolaformalidaddurantesuausencia,elrespetoalamadellaves,lamesuracon losdemáscriados, lapuntualasistenciaalcolegio,elestudio,etc.,etc.

—AquíllegatutíoManolo—dijoviendoentrarasuhermano,—aquientedejorecomendado: él se encargará de dar una vuelta por aquí todos los días yenterarsedecómosiguesyquétalteportas...

El tíoManolo,queacababadeentrar, era, conmucho, elmejormozode los

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treshermanos.Apesardesuscuarentaycincoaños,conservabaunafrescuradecutisyunagallardíadetallequeniensusmocedadeshabíanellosdisfrutado:eraunhombreverdaderamentenotableporsufigura:altocomosushermanos,peromejor proporcionado, de facciones correctas y varoniles, cabello negro ynaturalmente rizado, donde apenas se advertía aún tal cual hebra de plata,patillasnegras también, largas,sedosas,elcuelloblancoyredondocomoeldeunamujer,elpiemenudoylasmanosfinasyaristocráticas.Enhonraygloriadeesta figura, para regalarla y darla el debido esplendor, había sacrificado D.ManuelRiveratodosutiempoycasitodosucapital.D.Bernardohablabadeélcon poco respeto y le trataba con cierto despego: el mismo brigadier, aunqueriéndole bien, no se mostraba muy impresionado por aquella famosísimaestampa,ysolíareprenderlesuavementealgunascosasquellamabapuerilidades.Encambio,susobrinoMiguelleadoraba:yadeniñoansiabavolaraéldesdelosbrazos de la nodriza: el tufo de los perfumes que gastaba, el roce de aquellassedosaspatillasalbesarle,ysobretodo,lafrancaalegríaquerespiraba,lehabíanseducidosiempreyaúnleteníancompletamentesubyugado.

—Pierde cuidado, Fernando—dijo gravemente el real mozo.—Yo haré queMiguelcumplaconsusdeberesyseportecomounapersonaformal...Nitú,niBernardo—añadiódirigiéndoseasuhermanoentonoconfidencial—sabéistrataraloschicos.Bernardoconsurigorinoportuno,ytúcontudebilidad,noservísparaelcaso...Yohubierasidoungranpadre...Aloschicosesmenestertratarlescon familiaridad,darles expansión,hablarles comoamigos... y cuando llega elmomento de ponerse serios, se les echa un terno redondo y se les dice: ¡c...chico,nohaymásremedioquehaceresto!...¡ysehace!¡vayasisehace!

Elbrigadiersonrióaloíraqueldiscurso,ydijo:

—Bueno,Manolo,túteencargasdedaralgunasvueltasporestacasayvigilarquetodomarchebien...YsiquieresytienestiempoparasacaraMiguelapaseo,sácale...

—Nada,hombre,pierdecuidado,tedigo.

Enefecto, elbrigadierpartió aquellanocheparaSevilladejandoaMiguel alcuidadodeloscriadosybajolavigilanciadesutío.Estealdíasiguientevinoaenterarse de cómo había pasado la noche, y tuvo la amabilidad de conducirlehastaelcolegio;aldejarloalapuerta,leprometióvenirabuscarleyllevarleaalmorzar consigo.Yasí fue;peroenvezde llevarle a la fondadondealojaba,prefirióirseaalmorzaralrestaurantdelIris.Comieronybebieronalegremente

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como dos camaradas: el tío puso en práctica su tema pedagógico de laexpansión.Alospostres tenía lasmejillasbastantecoloradasyhablabapor loscodos.

—¿Sabes,Miguel?...Ahora,porlatardeteperdonoelcolegio.Unatardemásomenos importa poco.Vamos a dar un paseíto en coche, que esmuy higiénicodespués de almorzar bien... porque hemos almorzado bien; ¿no es verdad,Miguel?Eslástimaquenoteencuentresenedaddefumar...tedaríauncigarro...Peroyallegarásaallá...

Al levantarsedelasiento,Miguel se tambaleóunpoco, locualhizo reíra sutío. Como éste ya no tenía coche, se fueron a casa del brigadier, y mandóenganchareltílbury,ysubiéndoseaélyponiendoalsobrinoasulado,empuñóconmuygentildisposiciónlasriendas,yenderezólospasosdelcaballohacialaCasadeCampo.El tíoManoloeraunode losprimerosmayoralesdeEspaña;daba lástima que aquellas extraordinarias facultades hubiesen quedado tanpronto oscurecidas por falta de materia donde aplicarlas. Miguel iba en susglorias,admiradodeveraltíoaflojaryrecogerlasriendasyfustigaralcaballo,con tanto arte, para ponerle al trote corto o largo, y hacerle revolver en pocoespacio.

—¿Qué tal,Miguel?—lepreguntómuycomplacidodeaquellaadmiración.—¿Quiénloentiendemejor,Pedroelcocherooyo?

—¡Tú!—contestóelchicoconentusiasmo.

—Pues aún no has visto nada... Guiar con un caballo lo hace cualquiera.Mañanapondremoslosdos,elCentauroyelVeloz,alatendée,yveráscómomelasséarreglar.

DesdelaCasadeCampovinieronadarunavueltecitaalPrado.EltíoManolofue enseñando a Miguel los trenes más lujosos y nombrándole sus dueños:tambiénleenseñólasbellezasdelacorte.

—¡Guapa mujer esa que acabo de saludar! ¿eh? Es hija de Bustamante elbanquero...; ligerita..., ligerita!...Alláva laCondesadeFuenteseca...nomehavisto...alaotravueltalasaludaré...¡Cuidadoqueseconservabienesamujer!...Adiós,Lucía, a los piesdeV.,—dijo, quitando el sombrero, a una joven rubiaque venía en carretela con otras señoras.—Esa chica que acabo de saludar essevillana y muy amiga de la que va a ser tu mamá... ¡muy romántica! ¡muyespiritual!... No tiene una peseta, ¿sabes?... Si va en coche, es porque la

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convidanlasamigas...DeesohaymuchoenMadrid,chico...¡Tedigoqueaestecaballo le han estropeado la boca! ¡EsePedro!... ¡esePedro!...No sé cómo tupadresehaencaprichadoporél...yolehabíarecomendadootromagníficoquehabíasidomuchosañosdeVillamejor,peronomehahechocaso,yhapreferidoesebruto...

MiguelechóunamiradaatrásporqueestabasegurodequeellacayoseloibaacontartodoaPedro.

—Espérateunpoco...ahívienelaAlbini...

El tíoManolo saludó a la últimamoda agitando el sombrero en el aire. Lablondayobesacantante,queveníaarrellanadaenunacarretela,lecontestóconsonrisaamistosa.

—EslaprimeratipleabsolutadelTeatroReal...¡Unahermosamujer!...ynadaarisca...Siteparece,vamosadarlavueltaparaquelaveasbien...

Ysinmásaguardar,hizorevolveralcaballoysepusoaseguirelcochedelaAlbini, y en toda la tardeno le perdiódevista.Cuandooscureció se fueron atomarunsorbetealIrisydespuésacasa.

Al día siguiente no hubo colegio tampoco por la tarde, y salieron en cochecomo habían convenido a la tendée, luciendo el tío Manolo sus aptitudesprodigiosasenelPrado.Miguelibaembelesadoyorgullosodeverquelagentelesmirabamucho.Aquellamaneradeengancharloscaballoseratodavíararayunpocopeligrosanocontandoconjacasamaestradas.PorlanocheeltíolellevóalTeatroRealaunpalcoqueteníanabonadoentrevariosamigos,lepresentóatodosellosyfuemuybesuqueadoyobsequiadodedulces.Eltíodesapareciódelpalcodurante un acto, yMiguel supopor los amigos quedebía de estar en elcuarto de la Albini. En efecto, al cabo de una hora vino muy sonriente ysatisfecho y sufrió con alegría lamatraca que sus amigos le dieron por haberdejadoal sobrinoabandonado.Alotrodíadespuésdepaseo le llevóacasadeunosamigos,dondeseensayabanhacíayatiempodosactosdeóperaquedebíancantarseyrepresentarseenelcumpleañosdelaseñora.Estaeraunagranmúsicay tocaba el piano admirablemente; de voz andaba tal cual. Su hija la teníapenetranteybastantedesagradable,perosabíacantar.ElSr.deTrujillo,esposoypapárespectivamentedelasmencionadasdamas,intendentedeejército,niteníavoznisabíacantar,perocantaba.Habíaotraporcióndetertulianosqueconlasmismasdisposicionesparaelartemusicalqueelintendente,sehabíanprestadoatomarparteenlafunción.Entretodosellosdescollabacomolarobustaencinaen

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bosquedemadroños,eltíoManolo.Miguelpudoconvencerseenseguidadequeeraelgallodelaquintana.Riveraparaaquí,Riveraparaallí,Riveraesto,Riveralo otro, en todas partes hacía falta y para todo se le consultaba. ¡Cómono, sisabíacasitantamúsicacomolaintendentayposeíaunavozaceptabledetenor!Asíquedehechoéleraeldirectordelafiesta,pormásqueaquellalofuesedederecho.

Se iba a cantar un acto de la Lucía, de Donizetti, y otro delCoradino, deRossini.Losensayoshacíayamasdetresmesesquehabíancomenzado;todoelinvierno había estado el tío Manolo preguntando a la intendenta: «¿Son tuecifre?Amerisponde,»ycontestándoleaquéllaconvoztemblona«Siii.»Apesardeesonosalíabien;yeraporque laspartes secundariasno lo tomabancon lamisma afición y calor que las primeras. Los coros de ambos sexos,particularmente,estabanrematados;cadacualporsulado.Envanolaintendentaponíamalacaraalasseñoritasquelasecundabanylesdirigíadevezencuandoalguna pulla amarga: en vano el tíoManolo, conmás paciencia y amabilidad,hacíarepetirinfinitasveceslospasajesdifíciles.Nada;lasseñoritasyseñoritosquecomponíanlareunión,tomabanaquellosensayoscomopretextoparaversetodas las noches y decirse recaditos y ternezas; y cuando por indicación deRiverasecolocabanlosvaronesfrentealashembrasalosdosladosdelpiano,había un fuego graneado de miradas y señas que ardía Troya; la intendentaestabadadaalosdiablos.

Cuando la tertulia pareció mostrar interés fue al hablarse de los trajes.Comenzaronconcalorlospreparativosdeindumentaria;lascoristasencargaronvestidos riquísimos a París y se retrataron con ellos: los caballeros tambiénfatigaronalossastresconmenudenciasimpertinentes.Todoestoeramotivodeindignaciónparalaintendenta.«Detraposmuybien—solíadecirconamargura;—pero de música están VV. tan desnudos como su madre los parió.» El tíoManololotomabaconmásfilosofía,sobretodoenloquetocabaalasseñoritas.La intendenta no estaba lejos de sospechar que también él andaba metido enalgunadeaquellasintrigasamorosasqueseurdíandescaradamenteensusalón.

Se hicieron en éste algunas reformas necesarias para el caso, esto es, seconstruyóenunodelosextremosunbonitoescenario.EltíoManolo,aquiensele alcanzaba también algo de pintura, bosquejó dos decoraciones bastanteregulares. La de la ópera de Rossini representaba las inmediaciones de uncastillofeudal,dondehabitabaaquelseñorqueaborrecíalasmujeres;alapuertahabíaungranletreroquedecía:IlferoceCoradinoodiailsexofeminino.LadelaobradeDonizetti representabael salóndeunpalacio;enel fondo teníauna

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plataformaparaqueseviesebienal tenorcuandoentraseapedircuentasdelaperradaque sunovia le estabahaciendoy causara su apariciónmás efecto.Elescenarioteníaunapuertaalforoquedabaalgabinetedelacasa;porlapuertadeescapedelaalcobahabíandesalir losartistasavertirseenlashabitacionesqueseleshabíadestinado.

Todo esto vio Miguel con asombro y deleite. Su tío le llevó varios días alensayo y le iba explicando minuciosamente lo que cada objeto del diminutoteatro significaba y para lo que servía. Los futuros intérpretes de Rossini yDonizetti leagasajabanmucho;perounacosanopodíasufrirconpaciencia,yeraquetodosalbesarleodarleafectuosaspalmaditasenelrostrolemostrasencompasión.—¿Dóndetienesapapá?—EnSevilla,contestabaél.—¿YquéfueahaceraSevilla?lepreguntabansonriendo.Miguelseencogíadehombros.—¿Nofue a buscarte una mamá? Él se callaba. Entonces le daban un beso yvolviéndose a los demás exclamaban por lo bajo:—¡Pobrecito! Estasexclamaciones le inquietaban un poco; mas al instante se disipaba la malaimpresión.Aquellosdías su tío le traía sumamentedivertido; al colegiopor latarde ya no había vuelto; después de almorzar en casa o fuera, al paseo, alcasino,dondeveíaatíoManolojugarunapartidadecarambolas,algunasvecesa los toros y por la noche al ensayo o al teatro. El ama de llaves le decíasacudiendolacabezacondisgusto:—¡Buenavidateestásdando,Miguelito!¡Noséenquépararánestasmisas!—Elbrigadierhacíayamásdeochodíasquesehabíaidoynodabanoticiadelretorno.EncasadeltíoBernardonohabíavueltoa poner los pies; sin duda la antipatía, o pormejor decir, elmiedo que aquélinspirabaatíoManoloeralacausaprincipaldeestealejamiento.Sinembargo,una tardevinoEnriquea convidarle a comerdepartede suspapásy fuemuyrecriminadodetodalafamiliaporsuingratitud.

LlegóporfinelcumpleañosdeAnita;asíllamabanlosamigosalaintendentaapesar de hallarse ya cerca de los cuarenta y no poder revolverse de gorda.Desde las primeras horas de la mañana tío Manolo anduvo tan diligente yafanoso,quenopudoelsobrinoecharlelavistaencimahastaquevinoadecirlequealassietevolveríaporél.Yenefecto,antesquefuesensonadassepresentóabuscarleyconelbocadoen laboca le llevóacasadeTrujillo.Si inquietoypreocupadoandabael tíoManolo,no loestabamenos la intendenta;amásdeltemor natural de que se desluciesen por culpa de los otros sus reconocidas yacatadas facultades de cantante, el negocio de las invitaciones le dabamuchaguerra;paranoagraviaraningunasehabíanconvidadomáspersonasdelasquecabían en el salón; cuando empezó a llegar la gente hubo algunos disgustos;

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varias señoras se vieron obligadas a quedarse de pie por falta de asiento yalgunassemarcharonmuydesabridasantesdecomenzarlafiesta.¡BuenosiríanponiendoalosTrujillo!Paraquenoocupasesilla,tíoManolollevóaMiguelalescenario. No le pesó de ello; al contrario, los preparativos, el trajín de losartistas,lasvoces,lasrisaslellenabandegozo.Cuandocomenzaronallegardeloscuartosperfectamentedisfrazadostodosaquellosseñoresyseñoras,tardóenreconocerlos;alpasarpordelantedeél lepreguntabanacariciándolelacara:—¿Meconoces,Miguelito?—Yél,despuésdemirarlosconatención,decía:—Sí,Fulano—yestolecausabaunvivoplacer.Peroelqueledejóconfuso,absortoyentusiasmado fue tío Manolo vestido de señor feudal; llevaba botas de anteamarillo que le llegaban hasta los muslos y el cuerpo ceñido con loriga quebrillaba comoun espejo; el casco era enorme y asombroso por la cantidad deáguilas,grifosydragonesyotrosanimalesemblemáticosque leadornaban; labarbalellegabacasihastalacintura,yhastaelmediodelaespaldaloscabellos.Finalmente, en esto, como en todo lo demás, se reconocía el gusto y laesplendidezdeRivera.

Suaparicióncausómágicoefectoenelauditorioyfuesaludadoconunasalvadeaplausos.Tambiénalaintendentaselaaplaudióalsalir.ElactodeCoradinofue un triunfo para ambos: tíoManolo dijo su aria de salida admirablemente,segúndoso tresdilettantti sietemesinosqueallí seencontraban,yesoqueeradifícildevocalizar;eraprecisamenteelfuertedeRivera;noteníagranvoz,perovocalizabaperfectamente.Dondelaintendentalellevómuchaventajafueenlamímica:Anitaeraunaconsumadaactriz,mientraseltíoManolosemovíapocoycon trabajo en la escena.El actodeLucía comenzó igualmentemuybien: loscoros,contra loqueseesperaba,estuvieronbastanteacertados:Riveradijosusprimerasfrasesdeindignaciónconbuenéxito:elconcertantetampocosaliómal.Mas al terminarse el acto, cuando el célebre ¡Ahmaledetto! del tenor, el tíoManolo tuvo la desgracia de soltar ungallo.Nuncahabía dado las notas altasmuyclarasylas temíamucho.Enelauditorioselevantóunlevemurmullo,alcual siguióunestrepitosoaplausoen testimoniode simpatíayperdón.Rivera,sin embargo, se desconcertó completamente y cantó lo que quedabarematadamentemal.Encambio la intendentaapretódefirme,sobre todoen ladeclamación: al echar los brazos al cuello a Rivera para retenerle, estuvoinimitable. Cuando bajó el telón, tío Manolo, desesperado, saltándosele laslágrimas,agitólospuñoscontraelsueloexclamando:

—¡Infametierra!¿porquénoteabresymetragas?

Miguel, que presenciaba el espectáculo desde los bastidores, se conmovió

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profundamentealvereldolordesutío.

Asíterminólaóperacasera.AldíasiguientetíoManolo,cuandofueavisitarle,estaba muy triste y avergonzado y no tuvo humor para sacarle a paseo. Elbrigadiernoacababadeanunciarsusalida:sinembargo,sesospechabaquenotardaría en llegar.Paraacabardeponerledemalhumor, el tíoManolo recibióunacartadeldirectordelcolegionoticiándolequeMiguelsedescuidabamuchoen sus estudios hacía ya algunos días. Esto ocasionó unamuy fuerte desazónentretíoysobrino.

—¡Mira, mira, majaderillo, lo que me dice el director!—exclamó lleno decólera.—¿Es ésta manera de portarse? ¿Qué dirá tu padre cuando venga y losepa?¿Paraesoprocuroyoquetediviertas?...

El fuerte de tíoManolo no era la lógica: porque procurar que se divierta unchico no es procurar que estudie. Bien lo comprendióMiguel, pero no quisocontestarle conociendo sucarácter arrebatado: además,no le conveníaponersemalconél.

—¡Chiquillo!¡Tontuelo!¡Ponermeamíenberlinadeestamanera!...¡Vayaunmodo decente de corresponder a mis condescendencias!... Nada, si con estoschicosesmejorsermaloquebueno...yamevoyconvenciendodeeso...¡Elpalo,el palo... esto es lo único que respetan!... ¿A que no harías esto con tu tíoBernardosiélsehubieseencargadodeti?...¡Hombre,meparecequesifueseshijomíoterompíaeltraseroaazotesenestemomento!

Miguelaguantóelchubascoconlacabezabajaysinchistar.YyaquesehubobiendesahogadotíoManolosemarchódandoungranportazo.

Peroalotrodíavinotanrisueñocomositalcosa,salieronjuntosapaseoyporla noche le llevó al cuarto de laAlbini. Todavía disfrutó el hijo del brigadierotroscuatroocincodíasdevidaregalona,porquesutíonovolvióaacordarsedemandarleestudiarmásquedelsantodesunombre;alcabollegócartadeSevillaanunciando la salida del brigadier y su nueva esposa, y las cosas tomaronrepentinamenteunaspectomásserio.Porconvenioexpresoentreambos,Miguelhabíadeirporlamañanaabuscarasutíoconlacarretela,ydesdelafondairíanaesperaralosviajeros.

Cuandosubióalafondaaesodelassiete,tíoManolocomenzabaaaderezarse,en cuya grave y prolija ocupación no gustaba de que nadie le turbase. Sinembargo,Miguel logró entrar en el cuarto y se sentó respetuosamente en una

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sillaaesperarquesedieseporterminada.Elnegocionoeratanfácilyexpeditocomo a primera vista parecía: el Sr. de Rivera había sido siempreextremadamenteescrupulosoenellavado,planchadoydemásartesdecorativas;gustabaasimismodequetodaslasprendasqueusabaleviniesencomoanilloaldedo;cualquierdiscrepanciaenestamateriaconseguíaalterarlelabilis.CuandoMiguelentróestabavivamentesatisfechoporquelospantalonesqueestrenabalehabíansalidomuybien.Diotresocuatrovueltecitastaconeandoporelgabinete,yparándosedelantedelespejo,dijo:

—¿Quétal,Miguel,tegustanestospantalones?

Miguelnoentendíacasinada,perocontestóafirmativamente.

—Yocreo—manifestóRiveraconvozconmovida—quesonlosquemejormeha sacado Utrilla hasta ahora... Y el género es muy rico... inglés legítimo...tócalo,hazelfavordetocarlo...

Miguellediounpellizquitoalpañoydijoquesí,queerabueno.

—¡Doceduros,amiguito!—Yviendoqueelsobrinolemirabasincomprender,repitió:

—Quemehancostadodoceduroscomodocesoles...Perochico,quéquieres,cuandolascosassalenbien,doyporbienempleadoeldinero...Lotristeesdarlocuandosalenmal...¡Laverdad,sehaportadoelamigoUtrilla!YquenohayotropantalónenMadridigual...Eselúnicoquehavenidodeestedibujo...

Lodecíaenuntonoquerebosabadealegría,moviéndosedelantedelespejoydandopataditasenelsuelo.DespuéssepusoasilbarLadonnaemóvileysefuea la alcoba a buscar la camisa que ya tenía preparada sobre la cama. Pero lacamisa no logró satisfacerle como el pantalón; la pechera hacía bomba y elcuelloestabapocodescotado.Despuésdemirarsegravementealespejomuchasvecesydeprocurararreglarlatirandodeellahaciaabajo,eltíoManolosoltóunternoyechóunamiradaferozaMiguel.Enseguida,procurandorefrenarse,sinpoderconseguirlo,exclamóporlobajoysonriendoforzadamente:

—¡Aquenomevistohoy,Miguelito!

Pero éste, envezde contestar a la sonrisa conotra, permaneciómuy serioyasustadoadivinandolatempestadquehervíadebajodetalespalabras.Enefecto,Riveranotardóenmurmurarunablasfemiaespantosa.Estabamuypálidoyselehabíaformadouncírculooscuroentornodelosojos.

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—Oyes,Miguelito, ¿quiereshacermeel favorde salirtea la sala?—dijoa susobrinoenuntonoalmibarado,peromuysospechoso.

Miguel se apresuró a escapar del gabinete.No tardó en oír fuertes trastazos,acompañadosdevivasinterjecciones,paseosyunresuellolúgubredemalísimoagüero.Alfintodoquedóensilencio,ycuriosodesaberenquéconsistía,mirópor larendijade lapuerta,yvioasu tíosentadoenunabutaca,enmangasdecamisa,hundidalacabezaenelpecho,elpelocaídoporlafrenteenlamástristey desesperada actitud que nadie pudiera imaginarse. Después de permaneceralgunosminutosentalestado,vecinodela locura,vioqueselevantaba,yconcristianaresignaciónsacabadelarmario la tercercamisa,ydespuésdemeterlelos botones, se la ponía dando un profundo suspiro. Al cabo de un cuarto dehora,concluidasutarea,saliódelgabineteserio,tranquilo,unpocopálido,comosucedesiempredespuésdelasgrandescrisis.AlencontrarsesusojosconlosdeMiguel, sonrió avergonzado.A éste le acometieron aquellasmalditas ganasdereírquetantodañolecausaron,ynofaltómuchoparaecharlotodoaperder.Porfortunaconsiguiórefrenarlas.

Encamináronse lomás pronto posible al parador de la silla de posta, que notardóenllegar.AbriólaportezuelaeltíoManolo,yseapresuróadarlamanoasucuñada,quesaltóentierraconmuchacomposturayelegancia.Elbrigadier,despuésdeabrazarasuhijo,lopresentóasunuevamamá,quienlediounbesoen la mejilla, reparando poco en él. Era una mujer hermosa, alta, maciza decarnes, el rostro blanco y ovalado, negros y grandes los ojos, pestaña larga,cabellocastañotirandoarubio,derechadeespaldasycogidadecintura,gallardaybriosaensusmovimientosyuntanticosoberbia.Miguelentendióquenohabíavisto nunca nada tan bello, y la expresó su rendimiento mirándola hastacomérsela con los ojos. Terminados los saludos y las preguntas que en casostalessuelenrepetirsebastante,seentraronloscuatroenlacarretela.Sentoseladamaenelfondoaladerecha,yelbrigadierasulado:MiguelyeltíoManoloseacomodaron enfrente. Comprendiendo el buen efecto que en su hijo habíacausado lamamáque le traía, el brigadier ibamuycomplacidoy estabahartolocuaz;muchomásdeloqueacostumbraba.EltíoManolo,porciertoinstintodecoquetería que jamás le abandonaba, hacía esfuerzos por mostrarse agudo ychistoso delante de su cuñada, y la abrumaba a galanterías.—«Ángela, ¿temolestan las ventanillas abiertas?—la decía llamándola por su nombre ytuteándola ya.—¿Quieres que cerremos ésta de la derecha? ¿Llevas los piesfríos?Dame acá esa sombrilla. Échate hacia atrás, que irásmás cómoda.» Lahermosa dama contestaba a estos homenajes con leves sonrisas no exentas de

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displicencia.

—Vamos,Miguel—dijo el brigadier.—¿No te parece mejor tu mamá que elretrato?

Miguel,ruborizadoygozoso,contestóquesíconlacabeza.

—Demodoquevotasami favor,¿verdad?—lepreguntó lanuevabrigadieracongraciosoacentoandaluz.

Miguel,avergonzado,noseatrevióacontestar.

—¡Yalocreoquevota!—respondióporélsupadre.—Yestádispuestoahacertodoloqueestédesuparteporquelequierasmucho.¿Noesverdadqueserássiempreobedienteatumamá,ynoladarásningúndisgusto?

Elmuchachoafirmóotravezconlacabeza.

—Vaya,dalaunbesoahora.

Miguelfuemuygustosoabesarlaenlamejilla,peroenaquelinstanteladamasacó la cabeza por la ventanilla para ver los edificios de la Puerta del Sol,mientras le tendíasumanoenguantada.Elniño,obedeciendoaunsignodesupadre,latomóentrelassuyasylabesó.

AlllegaracasavolvióeltíoManoloaayudarlaasaltardelcocheyofrecerlacaballerosamente su brazo para subir la escalera. El brigadier y su hijomarchabandetrás.

V

Aquella hermosa señora que estusiasmó a Miguel, era hija de una familiasevillana, tannecesitadadebienesdefortunacomoricaentimbresyblasones.Había tenido innumerables admiradores, algunos novios y casi ningúnpretendiente.Loshombresenestaedadprosaica raravezsevuelven locosporamor;y locuraeracasarseconÁngelaGuevaranoposeyendomuchodineroybuenos deseos de gastarlo: porque esta joven esclarecida, educada en laadoración de su estirpe, tenía de ella tan alto concepto y tan pagada estaba

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igualmente de su belleza, gallardo ingenio, despejo y gentileza, que ningúnpalacio consideraba bastante suntuoso, ningún trono suficiente elevado paracontenerysoportartalsumadeperfecciones.Suentradaenlosteatrosypaseosde Sevilla levantaba siempre un murmullo de admiración en la gente: losforasterosseapresurabanapreguntara losnaturales:—¿Quiénesesa joven?—¿LegustaaV.,verdad?—solíancontestarchuscamente,—puestengaV.cuidado,porque es de mírame y no me toques.—Y era cierto: la noble doncella pasóbastantes años (hasta alcanzar casi los treinta), sin que nadie se atreviesemásque a mirarla: era una soberbia figura decorativa, el mejor ornamento quizá,exceptuadolaGiralda,de laciudadquebañaGuadalquivir famoso;perocomoaquélla,nilosinglesessiquieraosabanllevársela.

Yasí sehubieraestado lapobrehastadesmoronarse,anohaberarribado,encomisióndel servicio, el brigadierRivera.Ángelahabía llegadoenmateriadenoviosaunescepticismodesconsolador:tantolahabíanrequebradoconlavistayconla lenguasinulterioresconsecuencias,queconcluyópor imaginarqueelamoreraunfrívoloentretenimientoparanoaburrirseenlastertulias,yelmarido(el suyo, por supuesto) un ser hipotético, una incógnita imposible de despejar.Así,cuandoelbrigadier,rendidoatantahermosura,seresolvióapedirsumano,entregolaapresuradamentecomosifueraunpesoquelamolestase:ynoreparóen la diferencia de edad, ni en la figura quijotesca del pretendiente, ni en laviudez,nienelhijoqueestabaalláporMadrid:todoeranadacomparadoconelmagnoproblemaquese resolvía:casarseyvivirconboatoen lacorte.Sevillaentera se alegró; dio un suspiro de descanso, exclamando: ¡Al fin la hemoscasado!

Aquí dan comienzo las desdichas del héroe de nuestra historia. Tan prontocomo lanobledoncellaandaluzapisó losumbralesde lacasadeRivera, tomólasllavesdelosarmariosyseencargódesudirección, tuvoabienarrojarleelguante. No se detuvo en melindres hipócritas, ni preparó el terreno, ni dejótrascurrir siquiera el tiempo de cortesía, como hacen la mayor parte de lasmadrastras; desde el primer momento reveló queMiguel no le agradaba y ledeclaró la guerra; por lo menos tuvo el mérito de la franqueza. Aquél tardóbastantetiempoenrecogerelguante.Laimpresiónquesunuevamamálehabíaproducido era demasiado grata para que se borrase fácilmente; pensó que seentrabaunángeldelcieloporsucasa.Prontosehubieratrocadolaadmiraciónenamor,si lagentilseñoralehubiesetendidosumanoprotectora.Peronofueasí: la nueva brigadiera rechazó indignamente la fijamirada de adoración queMiguel tenía comomuda caricia posada constantemente sobre ella. En vez de

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agradecerla y de sentirse lisonjeada, comenzó a exclamar ásperamente enpresencia de los criados: «¿Por qué me mirará tanto este niño?» Miguel nocomprendióenunprincipioquesumadrastraledabacalabazas.Suinteligenciainfantilnopodíadarsecuentadequeunsertanhermosoaborrecieseaquiennolehabíahechoningúndaño,ypersistiócándidamenteensuamorplatónico.Masa la postre no tuvo más remedio que percibir que se le declaraba la guerra,¡guerrabieninjustaporcierto,ybiendesigual!Sintiólasespinasdeaquellarosaespléndida,yquedóconfusoyapenado.Erauntemperamentomuynerviosoelsuyo; no cabía en él la indiferencia: o amaba o aborrecía. Por eso, pasada lasorpresa,sinbuscarlarazóndetalantipatía,trocoseprestosuamorenodio.Yalos pocos días la brigadiera Ángela, si quiso, pudo observar que los ojos deMiguelnoexpresabanningunaclasedeadoración.

Encendiosemás con esto lamala voluntad de aquélla; la guerra estalló contodos sus horrores, sin tregua y sin cuartel. Si Miguel salía de paseo con ellacayo,losojospenetrantesdelaandaluzasiempredescubríanalavueltaensutraje alguna mancha, algún siete mal recosido por una sirviente piadosa:—«¡Jesú,quéniñomasusioymarevoltoso!¿Quédirálagentequelevea?Diráqueyoleabandonoyledejoandarhechounpordiosero.¡Esunavergüensa!»Sisequedabaencasayjugabaconloscriados,laseñoraseponíafuriosa,ledolíala cabeza, hablaba de la bajeza de sentimientos que el muchacho revelaba,allanándose a estar siempre entre la servidumbre, e increpaba duramente albrigadierporquenosabíaeducarasuhijo.Si,porcomplacerasupadre,tomabalaresolucióndeestarsequietoysentaditoenunasillatodalatarde,estoeraloquenopodíaverelpasmodeSevilla:—«¡Jesúquéniñotanposma!¡Siempreenlas mismitas faldas de una, mirándolo todo, observándolo todo!... ¡Ay, quéfatiga!»

Ni era fácil, como se ve, que le diese gusto en nada. El brigadier padecíamucho con esta injustificada aversión y procuraba mitigarla, sin resultadoalguno.Necesitábaselapasiónlocaquesumujerlehabíainspiradoysucarácterpacífico,paraquealgunasvecesnohubieseunescándaloencasa.Losparientes,encuantosehicieroncargodeloquepasaba,mostraronmuchodisgusto.Elmásindignado fue tío Manolo:—«¡El día que vea a esa petenera tratar mal a misobrino—habíadichoenciertacasa,—comonosetapelasorejasconceravaaescucharcosasmuylindas!»Ypasócomohabíaprevisto.Labrigadiera,quenose recataba de nadie para hacer lo que se le antojaba, reprendió agriamente aMiguelenpresenciasuya,yentreotrosinsultoscometiólaligerezadellamarlemalacasta.Oírestoyvolverse loco tíoManolo, fue todouno;pormilagrono

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acabóallímismoconsucuñada.Asíytodolaagarrófuertementeporelbrazo,ysoltando tres o cuatro ternos seguidos, le escupió más que le dijo: «Oyes tú,grandísimopendón;sucastaesmejorquelatuyasietemilveces...¿Quéhubierasidodetisinotehubierascasadoconelcalzonazosdemihermano?¿Asípagaselbienquetehahecho,insultándoleaélyatodosnosotros?...¡Puesmira,chica,queelporvenirdetucastahubierasidolucidocomohayDios!...Estabaisconelaguaalcuello,máspobresque lasarañas,¿y todavíavienesechando fieros?...¡SiledigoaV.,hombre,queesmorirsederisa!...¡Vayaunhermanobabiecaquetengo!...¡Babieca!...¡Másquebabieca!...»

Labrigadiera,respuestaalinstantedelsusto,serevolvióairadaylevomitótresocuatroinsultosferoces,ydespuéstuvoporoportunodesmayarse.TíoManolosaliódelgabinetebatiendolaspuertasysoltandojuramentos.Encontroseen laescaleraasuhermano,yencarándoseconél, ledijo:«¡Parecementiraqueconesosbigotazos te traigaalineadolacursilonadetumujer!¡Eldíaquevuelvaaponerlospiesentucasa,quemeentierrenvivo!»

Y sin aguardar la respuesta del atónito brigadier, bajó en cuatro saltos laescaleraydesapareció.

La bella andaluza logró al cabo de poco tiempo indisponerse con todos losparientes de sumarido, y lo que esmás grave, que éste apenas se tratase conellos. En cambio comenzaron a frecuentar la casa bastantes miembros de lacoloniasevillanaamigosdelafamiliaGuevara:lamayoríaseñorasyseñoritas.Entre estas últimas lamás íntima y asidua fueLucía Población, aquella jovenrubia que D. Manuel de Rivera saludó en el Prado llevando a Miguel en sucompañía.Lospormenoresbiográficosquehabíadadoasusobrinoeranexactos.

Lucíanoteníafortuna;vivíaatenidaaunapensiónqueelEstadolepagabaporhabersidosupadreregentedelaAudienciadePuertoRico.RelacionadayaunemparentadaporsumadreconvariasfamiliasaristocráticasdeSevillayMadrid,disfrutó, aunque sin poseerlo, del bienestar y esplendor que el dinero procura.Desdequehabíaquedadohuérfanadepadre,susricosparienteshabíantenidolaamabilidaddeinvitarlaacomerconfrecuenciayllevarlaalteatroyalpaseo.AlosdiezysieteañosperdiótambiénasumadreyfuerecogidaporlosMarquesesdeCisneros, sus parientesmáspróximos establecidos enMadrid.ComoLucíaeraunajovenhermosa,discretaybieneducada,ycomoporotrapartecontabacon diez o doce mil reales de orfandad, fue carga muy liviana para aquellosseñores,quesóloteníandoshijosygozabanbuenarenta.HabíasidoenSevillamuyíntimadelafamiliaGuevara,yenparticulardeAngelita,pormásqueésta

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la aventajase en edad siete u ocho años lo menos. Enfriadas un poco lasrelaciones por la separación, volvieron a calentarse tan pronto como seencontraronenMadrid.AlpocotiempodellegarÁngela,suamigaapenassalíadecasasinoparadormir;nialpaseo,nialteatro,niamisasiquieradejabandesalirjuntas.

EraLucíaunarubiadelasdichasvulgarmentevaporosas;ojosazulesyclarosyunpocohúmedos,tersayblancalafrente,loscabelloscomomadejasdeoro,lascejasperfiladasenarco,algoaguileña,eltallefinoyesbelto,elrostroalegreymuyapacible.Formabasuhermosuradichosocontrasteconladelabrigadiera;quizás fuera este el fundamento más sólido de su amistad. También sediferenciaban notablemente en el humor. Ángela era desdeñosa, irascible,absolutamenteincapazdeenternecerse,amigadelosplaceresdelamesasobretodoslosdemás.Lucíaeraromántica, llorona,conribetesdeliterata,amigadecontar los sueños y los presentimientos, muy habladora, astuta y zahorí paraexplicarlosmisteriosylaberintosdelcorazón;apenascomía.Detaldiversidadde cuerpo y espíritu nacía el acuerdo que entre ellas existía.ÁngelamandabasobreLucía,peroacondicióndeescucharla,locualnolecostabatrabajo;ejercíasobreellaunciertoprotectoradomaternal.Lucíaensusadentroscompadecíaasuamigaporestartanignorantedelosinefablesdeleitesdelapoesíaydelamor,yenestemutuoaprecioydespreciovivíanambosgeniosacordadosytranquilos.

Lucía notó en seguida la antipatía de su amiga por el hijastro, y trató devencerlasuavemente;puesnohallabafundamentoparaello.RecordabaMigueldespuésdehombrequelabellezadeestaseñoranolehabíaimpresionadocomoladesumadrastra;maselcariñoquelemostróysucarácterafableyexpansivo,concluyeron, no obstante, por seducirle. Un día, recién casado su padre,charlaban las dos amigas mientras él jugaba en un rincón; debía referirse laconversación a su persona, porque ambas lemiraban amenudo, lamamá conojosseverosydesdeñosos,Lucíacondulzura.

—Venacá,Miguelito—ledijoéstadepronto.Miguelacudióal llamamiento.La amable señorita le hizo unas cuantas preguntas de poca sustancia, ycogiéndoledespuésporlabarbaymirándolefijamente,dijocomosiataseelhiloaunaconversaciónempezada:

—¡Puesnoesfeoestechico,Ángela!

La brigadiera calló. Miguel, que tenía ya más penetración de lo que sefiguraban, comprendió que había estado su rostro sobre el tapete, y agradeció

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todasuvidaalablondasevillanaestabuenaopinión.

Otravezsunuevamamá,cuyaantipatíafuesiempreenaumento,lecastigóporhaberrotoconlapelotaunjuegodetocadorquelehabíanregaladoensuboda.Dejoloencerradoenelcuartoroperoconordenaloscriadosdequebajoningúnpretextolediesendemerendar,ysefuedevisitaconsumarido.LlegóalpocoratolaseñoritadePoblación,yenterándosedequenohabíanadieencasamásque Miguel, y éste sumido en oscura mazmorra, tuvo a bien sacarle de ella,apesarde lasadvertenciasde lasdoncellas,que temíanasuseñoramásquealmismo demonio. Llevolo al comedor, hizo que le diesen de merendar y leacaricióyagasajócortesísimamente.DeesteyotrosfavoresfueMigueldeudoraestadamadurantesupermanenciaenlacasapaterna,ysiempreselostuvomuyencuenta.

A la brigadiera se le habíametido en la cabeza casar a su amiga, y casarlaventajosamente.ComoMigueleramuyniñoyno se recatabandeél,pudooírvariasconversacionesacercadeestepuntoyhastapercibióalgunavezelnombredelnovioquesumamáproponía.Atodoslosencontrabalaamableseñoritapocoadecuados;jurabayperjurabaquesólosecasaríacuandohallaseelmaridoquehabíavistoensueñosoalmenoselquemásselepareciese.Aestocontestabalabrigadieraquenofuesetonta,quetodoeramúsicacelestialyqueloimportanteeracasarseconunhombrecapazdemantenerlaenlacategoríayconelbienestarquehabíadisfrutadosiempre.Digamosque lavaporosa rubianoechóen sacorotolosconsejosdesubuenaamigayaunquesupoaprovecharlos.Peroestoseverámásadelante.

Alañodecasarseelbrigadierdiole suesposa,como frutodebendición,unahermosaniñaquesebautizóconelnombredeJulia: fuerefuerzodedesgraciapara el pobre Miguel, aunque de modo inocente. Como astro de primeramagnitud,oscurecióalosdemásseresracionaleseirracionalesdelacasa,ypasóa ser el centro de todas las miradas y atenciones, y el tema de todos losdiscursos. En los días que siguieron a su nacimiento Miguel viviócompletamente ignorado, haciendo lo que bien le placía, gozando una calmadichosa. Por desgracia, duró poco. Las negras pupilas de la brigadiera notardaronencaerdenuevosobreél,ydetrásdeaquellaspupilasseagitabaahoraun pensamiento tan egoísta y mezquino como acorde con nuestra flacanaturaleza.Aquelchicueloqueteníadelanteibaaprivarasuhermosayadoradahija de una mitad de fortuna, por lo menos. Este pensamiento, siempre fijo,siempre presente en el cerebro no muy sólido de la brigadiera, llegó aexasperarlaatalpunto,queconvirtiólacasamuypronto,demonarquíaabsoluta,

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perodiscreta,queera,enferozeinsufribledespotismo.Elmismobrigadier,quetenía a mucha honra no haberse pronunciado jamás contra las institucionesvigentes,estuvoapiquedesublevarsecontodalaguarnición,representadaporMiguelytresocuatrocriadosantiguos.Ycomolasogaquiebrasiempreporlomásdelgado,laguarniciónpadeciómásenestelancequesudignojefe.Despuésdefrecuentescombates,emboscadas,escaramuzasyhastabatallascampalesenque la brigadiera dio pruebas de ser consumada estratégica,muy superior porciertoasumarido,quenopasaría jamásdemedianogeneraldedivisión,a lostresfielesyantiguosservidoresselesdiolaabsoluta,yaMiguel...tambiénseladieron.Veamosdequémodo.

TeníaJulitadosaños,pocomásomenos.Eraunaniñaencantadora,quesereíahasta desternillarse cuando caía cualquier objeto al suelo, y decía ya papá ymamá correctamente y con propiedad.Almismo tiempo demostraba felices yexcepcionales disposiciones para lamúsica clásica.Cuando su padre entonabaconvozarrónde sochantre el ariadebajodeLucreziaBorgia o la serenata deFausto, la niña se enternecía, empezaba a hacer pucheritos, y concluiría porllorar frenéticamente, si antes no diese la brigadiera la voz preventiva de:«¿Quierescallarte,Fernando?»

No es posible negar, sin embargo, que Julita profesaba algunas ideasequivocadas acerca del régimen gramatical y del valor de las palabras. Porejemplo,¿quérazónpodíatenerparallamaralacarnechichayalaniñeraTita,nombrándoseFelisa?Comprendemosperfectamentequeparapedirquesodijesequisquis:aquí,porlomenos,existelaraízdelverdaderovocablo.Susopinionesacerca de los instintos y carácter de los animales domésticos eran igualmenteabsurdas.Alpasoqueexagerabahasta lo indecibleelpodery la fierezade lasgallinas, huyendo de ellas con gritos de terror, guardaba simpatía viva yprofundahacialosgatos,lacualnopudodestruirseconlosfrecuentesarañazosque estas ingratas criaturas infligían sobre sus tiernas manecitas. Así quetropezabaconunoperdíanuestraJulialachabeta,ygritandoconladulzuradeunruiseñor«¡papá,mamo!¡papá,mamo!»seibahaciaélylecogíaporelrabo.Enlamismacategoríaquelosgatos,oacasounpocomásalto,colocabaJulitaasuhermanoMiguel,aquienllamabaMichel.Erauncariñociegoelqueletenía:lomismoeraverle,quesusbracitosseagitabandealegría,lanzabanchispasdegozolosojos,ypedíacontodalafuerzadesuspulmonesquetrajesenaMichel,olediesenaellalamuerte.Asíqueleteníacerca,letirabaporloscabelloshastahacerlellorar,enseñaldeadmiración,obienllenabasurostrodebaba.Miguel,másgalantequelosgatos,nosólosedejabatirardelospelosconlapacienciade

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un mártir, pero hasta buscaba con afán las ocasiones del martirio. Con unagenerosidad de que hay muy pocos ejemplos en la historia, no solamenteperdonabaa suhermanita sus ferocescaricias, sino también losmalos tratosydesabrimientos que por causa de ella estaba obligado a padecer. Porque labrigadieranopodíasufrirconpacienciaestasimpatía:seirritabacontrasuhijacuandopedía que le trajesen aMiguel sin demora, ymuchomás cuando éste,motu propio, se llegaba a darla un beso. Teníale formalmente prohibido eltomarla en brazos, jugar con ella, y en general acercarse cuando no se lomandasen:peronuestroMiguel,desafiandolasirasdelabrigadieraunasveces,yotrasburlandosuvigilancia,pasabalargosratosconella,haciendopayasadasparaverlareír,oacariciándolabuenamente.

Una mañana se hallaba Julita muy arrellanada en su cuna, contemplandofijamente el cielo raso. La niñera la había dejado sola por irse a retozar a lacocina.Su rostroofrecíaunagravedaddesusada; losojos inmóviles, estáticos;loslabiosplegadosenseñaldereflexión;lasmanosdescansandotranquilamentesobreelvientre.Todoparecíaindicarqueestabaembebidaenalgunameditaciónfantástica.Devezencuandolevantabaunpocolamanoychasqueabalalengua,locualcomunicabaunamelancolíaprofundaasumeditación:otrasvecesdecíaenvozbajayronca:«¡upa,upa!»Arrastradaporeltorbellinodesustristísimasideas, hubiera concluido sin duda por llorar y gritar desesperadamente, si alentornarunpocolavistahacialapuertanohubiesevistoenellaadmirablementepeinadoyacicaladoasuhermanoMiguel.

—¡Michel,Michel!—dijosaliendodesuestupordolorosoyextendiendohaciaéllosbracitosdesnudos.

Miguelsedirigióaellamirandoa todaspartescomoun ladrónque temesersorprendido.Al instante quedaron los dos confundidos en un estrecho abrazo:delcualabrazoresultóMiguelcompletamentedespeinado,conlacarallenadebabaysincorbata.Julitalablandíaenseñaldetriunfo.

El muchacho, que había sufrido con harta impaciencia que le asease ladoncella, permitió ahora muy complaciente que su hermana le desasease, yacercandoaellaloslabios,lepreguntóbajito:

—Di,¿mequieres,mona?

Laniñavolvióatirarledelospelosyasobarlelacaraenfedeeternocariño.

—¿Aquiénquieresmás,amíoaTita?

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—Michel, Michel—dijo Julita trayéndole hacia sí y dándole un furiosopuñetazoenlanuca.Ynocontentaconestaclaramanifestación,prosiguióconénfasis:

—Titafeya...Michelapo.

Miguelenajenadobesóapasionadamentelosbrazosdesuhermanita.Despuéslepreguntó:

—¿Quieresquetecoma?

HabiendoasentidoJulitaconunadocenadeinclinacionesdecabeza,elchicocomenzóafigurarquelacomíalosbrazos,lacara,elpecho,laspiernas,enfin,todasudiminutapersona.Laniñasedeshacíadegozoalversedevoradadetangentilmanera.

—¿Tecomomás?

Claroestá.Julitadeseabaquelacomiesehastanodejarrastrodeella.Eltigre,asíquehuboterminado,descansóalgunosinstantessobrelamismaalmohadadesu víctima. Esta todavía se arrancaba la carne del pecho a puñados paraofrecérsela.

—Oyes,Julita,¿cómohaceelgato?

—¡Mau,mau!

—¡Ca!noesasí,verástúcomohace.

Yponiéndoseencuatropatas,comenzóadarvueltasporlaestancia,lanzandotalesytanverdaderosmaullidos,queJulitaquedósuspensayestática,creyendotenerdelantedesíyenrealidadunindividuodelarazafelina.Comonoeracosadedejarpasartanoportunaocasióndedaraconocersusbenévolossentimientoshaciaestafamilia,dijoconprofundaconvicción:

—Mamo,apo.

Miguelvinotriunfanteaella,yladiounbeso.

—¿Quieresagua,monina?—lepreguntóderepente.

No sabemosqué clase demotivos habrían impulsado aMiguel a ofrecer tanespontáneamenteaguaasuhermana.Seanlosquequieran,lociertoesqueésta,comonopodíanegarlenada,aceptóelofrecimiento.Masalservírselaelbueno

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deMiguel,dejócaersobrelacunaelvasolleno.Laniñaestuvotresvecesparallorar y otras tantas para reír: al fin se decidió por lo último, hallando muygracioso, aunque demasiadamente húmedo, el chiste de su hermanito. Pararecompensar su tolerancia, éste tornó a hacer el gato conmás voluntad aún ymaestría.Después imitó al perro y al burromenos quemedianamente.Al fin,queriendo terminar de un modo digno y brillante sus trabajos zoológicos,propusohacerlagallina.Todaslasantipatías,terroresyresentimientosdeJulitasedespertaronalescucharestenombremalhadado.

—¡No...inano...inafeya!

PeroMiguel,arrastradodeldeseodelucirsuhabilidadenestenuevoejercicio,noquisoatenderalanegativaysepusoacacareardelolindoentodoslostonosagudos y graves. La niña, agitada, convulsa, con los ojos espantados, gritabacadavezconmásfuerza:

—¡No...inano...!¡feya,feya!

Fue necesario terminar. El artista quedose un tanto mohíno viendodespreciadossusesfuerzos.

—Upa,upa—dijolaniñaalcabodeunratodesilencio,tendiendoaMiguellosbrazos.

—No,notelevanto,queriñemamá.

—¡Valientecosameimportaamíqueriñamamá!—dijolaniña;estoes,debiódecirlo; en realidadnohizomásque repetir conungestoquenodaba lugar aréplica:

—¡Upa,upa!

Miguelsesometió.Cuandolatomóenbrazoshalloseconqueestabahechaunasopa.¡Elmalditovaso!Alpensarensumadrastraselepusolacarnedegallina.Fueseporquetalpensamientoleprivararepentinamentedelasfuerzas,oporquenuncalashubieratenidomuyhercúleas,eslociertoquealsacarladelacuna,sinsabercómolaniñase ledeslizóde losbrazos,ycayódandounfuerteporrazoconlabarbaenlabarandilla.

¡OhDiosclemente!¿quépasóallí?LasangredeJulitacorrióenabundancia;losgritos seoyeronenmedia leguaa la redonda.Acudió la servidumbre,yelportero,ylosvecinos,ylosguardiasmunicipalesdelacalle,yelmédicodela

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casadesocorro,ylaguardiadelPrincipal,fuerzadeartilleríaycarabineros,yloqueesaúnmásespantablequetodoesto...acudiólabrigadiera.

Enlamismanocheelconsejodeguerra,presididoporaquélla,condenóalreonombrado Miguel Rivera a seis años de presidio con retención, que debíanpurgarseenunedificiogrande,feoysucio,sitoenlacalledelDesengañodondeseleíaconcaracteresborrososesterótulo:Colegiode1.ªy2.ªenseñanzabajolaadvocacióndeNuestraSeñoradelaMerced.

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VI

Tan sucio era aquel caserón por dentro como por fuera; la enseñanza y elalimento que se daba correspondían muy bien con el local. El fundador ydirectordelestablecimientoeraunexcoroneldeartilleríaandaluzyamigodelafamilia Guevara; por eso Miguel había ido a dar allí con sus huesos. El talcoronel, llamadoD. Jaime,había salidodel cuerpoporunasuntodehonor enqueelsuyonohabíaquedadobienparado;tuvoalgunaspalabrasconotrooficialde ingenieros, nombráronse los padrinos, y cuando llegó la ocasión deformalizarse el desafío, nuestro D. Jaime se achicó y dio toda clase desatisfacciones;losartillerosseofendieronmuchoconestaconducta,dejarondesaludarle,yelcoronelalcabosevioobligadoapedirlaabsoluta.Porsupuestoquelosalumnosnosabíanpalabrade todoesto;antesse teníanformada,delabravezayesfuerzodesudirector,unaideasuperioratodahipérbole;nohabíaenel colegio quien no le tuviese por más áspero y belicoso que Roldán y másdenodado queOliveros deCastilla, y quien no le temblase. El propio coronelhabíafomentadoestaopiniónrefiriendoasusdiscípulosenlosmomentosenqueel álgebra les dejaba algún respiro, un sin número de hazañas portentosas yaventurassangrientasllevadasatérminoporsumano,oencuyaejecución,porlomenos,habíatenidopartemuylucida.Además,cuandoseincomodaba,yeramuyamenudo,acostumbrabaadesafiaralmuchachodelincuente,ynosóloaél,sinotambiénatodalacátedrayalcolegioenterolomismoquehizoelCidconelpueblodeZamora.—«¡Hombre,tendríagraciaqueuztedezeburlasendemí!...Nada,zeñore,elquequiera reírzeque lodiga francamente.Lohombrehandezerhombresiempre.¡Quelodigayledaréunapiztolaparaquenospeguemountiro!¡Yzivieneelpapá,zelopegoalpapá,canazto!¡Yzivieneelhermano,zelopegoalhermanito!¡Yzivieneelabuelito,alabuelito!¿Eztamo?»Loschicosquedabanpetrificadosdeterror.

HabíaotroprofesorparalageografíaylasHistoriasdemedianaedad,hombretímido y pusilánime hasta el exceso, que ganaba el sustento suyo y el de sumadreyhermanascongrandísimoesfuerzo,corriendotodoeldíadeuncolegioaotro,dandoademáslecciónparticularenalgunascasasycantandodetipleenlas funciones religiosas. Llamábase D. Leandro; era de estatura baja y bajotambién de color, con grandes ojos negros y dulces que pedían misericordia;

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andabasiemprevestidodenegroycuidadosamenterasurado,comoconveníaasu estado semisacerdotal; poco le faltaba para gastar corona.Daba lección demúsicaalosalumnosquelapagasen,yeraenloquemásseplacía;todosuamory pasiones se cifraban en el arte; no tenía grandes facultades para él, bien losabía y no se avergonzaba de confesarlo; pero lo amaba platónicamente, yadoraba a quien brillase cultivándolo.Hablarle a él de los grandesmaestros yaundelospequeños,eraverlecaersebocaabajocomounindioenpresenciadesus ídolos. También dibujaba un poquito, muy poquito; pero en secreto. Encuanto lemirasen fijamente se ruborizaba; cuandopor casualidad hablaba conunamujer,teníalosojospuestosenelsuelo.

El profesor de Psicología, Lógica y Ética era el reverso de éste: pedante,charlatánsinpizcadesustancia,procazdepalabraydeobra,ycoléricocuandosecreíadenigrado.Nollegabaalostreintaañosdeedadyhabíahechoyanueveodiezoposicionesacátedrassinresultadoalguno;sólounavezhabíaobtenidounsegundolugar.Fueradelosmomentosenqueestabasentadoencátedra,nohablabadeotracosa;oposicionesporarribayporabajo;conocíalosnombresdetodos loscatedráticosdeEspaña,de institutoydefacultad,sabíacómohabíaningresado en el profesorado (casi siempre por intrigas según él), llevaba lacuentaexactade todas lascátedrasvacantesyaunde lasque ibanavacar, lasque tocaban a turno de oposición o a concurso, los tribunales que se habíannombradodesdediezañoshastalafecha,ycalculabalosquepodíannombrarseenlosucesivo,ymejoraúnlosqueleconvendríaquesenombrasen.Apesardesus ínfulas, era un gorrón que se dejaba regalar tabaco, alfileres de corbata yhasta tal cual peseta por los alumnos. Llamábase D. Benigno, pero estos leapodabanPppsicologíarecalcandomucholap,comoélacostumbrabaahacer.

El catedrático de Física e Historia natural, señorMarroquín, era un antiguorepublicanodebarricada,quehabíaperdidolaplazadeauxiliarenelInstitutodeSanIsidroporsusideaspolíticasyreligiosas.EntodaEspañanohabíahombremásheterodoxoqueél:nocreíanienlamadrequeleparió.D.Jaime,quenoeraintolerante,ylapruebaesquelososteníaensucolegio,lehabíaprohibido,noobstante, que hiciese alarde de sus ideas, contrarias a toda religión positiva,delantedesusdiscípulos.—«AmigoMarroquín,nozeauztébalzaminaenzuvía;tooeztamoenteraodequeesodeDioylosantosonarmaalhombro;perosilospapáylazmamáquierenquezuzhijoslocrean,¿quélezvaV.ahacé?Ojo,pue,con el pico, ¿eztamo?No vaya a atufársemeD. Juan (D. Juan era el cura), ytengamounlío.»—Porinstintodeconservación,quetardeonuncaabandonaniauna losenemigosdeDios,procurabaMarroquín refrenarse:peroconmucho

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trabajo lo conseguía.Hallóunmedio ingeniosodemanifestar su rencor alSerSupremo sin comprometerse, y fue la preterición: ni por casualidad se leescapabaelnombredeDios;enreemplazosuyodecíasiempre lanaturaleza,ycuando algún chico lo nombraba, solía rectificarle suave y disimuladamente,diciendo:—«Esoes, las fuerzasde lanaturaleza,perfectamente.»—Erahombredecomplexión recia,hirsutocomoun jabalí (así le llamabanenelcolegio), lesalíanlospeloshastapordebajodelosojos,firmesyerizadoscomopúas;losdela cabeza andaban siempre revueltos y aborrascados por la imposibilidadabsolutadedomeñarlos,ylosgastabalargosparaquemejorseobservase.Puesnodiremosnadade lascerdasque le salíanpor lasmanosy lasmuñecas,quepodían competir muy bien con las de los cepillos más ásperos. CuandoMarroquínescribía,unodelostrabajosmayoreserapelearconaquelvellodelamuñeca, que le borraba a lo mejor los renglones: no tenía otro remedio quemetérselos a cada momento debajo del puño de la camisa; pero a veces seimpacientabaterriblemente.¡Estospelosindecentes!Ysearrancabaconrabiaunpuñadodeellos.«Tantospelostieneenelalmacomoenelcuerpo,»decíadeélelcapellándelcolegioconsordacólera.Noestamosconformesconestejuicio.Marroquíneraunpobrediablo,noexentode laspasioncillasqueatormentanaloshumanos,talescomolaenvidia,lalujuria,lagula,peronoenmásaltogradoquelamayoríadeellos.Sinembargo,errabamuchoenechárselasdeausteroyhombre acrisolado, rompiendo en presencia de los discípulos tarjetas derecomendaciónytratandoconafectadodesdénalhijodealgúntítulo,porqueenrealidadestabamuylejosdeserlo,ydeellotenemosdatosinconcusos.

EnemigoirreconciliabledeésteeraelcapellánD.JuanVigil,directorespiritualde los alumnos, maestro de doctrina cristiana, y catedrático de latinidad yretóricaypoética.Espersona tannotabledesdevariospuntosdevista,quedeellanosocuparemosconalgunadetenciónmásadelante.Sólodiremosahoraqueerahombredecuarentaañosdeedad,rubio,pálido,depocascarnesynomuyapretadas,demedianaestaturaygrandesextremidades.Despuésdeldirector,lapersonamás influyente en el colegio: dormíadentrode él, y aun sedecíaqueteníaalgunaparticipaciónenlasganancias.

Además de estos personajes principales, había algunos otros secundarios: unmaestrodeprimeras letras,unpasante,uninspector,doscriados,unacocinera,unadoncelladelaboryunaplanchadora.

El régimen interno del colegio no era un modelo de orden y disciplina. Eldirectorsecuidabapocodeél:decíasequetirabadelaorejaaJorgeenelcasino,y talvez fuesecierto: lo indudableeraque lascosascasinuncaandabanbien,

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quemásdecuatrovecesfaltódineroenlacajaparapagaralalmacenista,yquealosprofesores se les adeudabancasi siempre treso cuatromesesde sueldo.Apesar de esto, D. Jaime tenía suerte; no se le marchaba un chico: el colegiosiemprelleno.Talvezcontribuyeseaellosumismodesorden,queteníaalgodepatriarcal;aquellaamableindisciplinaeramuydelgustodelosniños.Aunquelacomidaeradeinferiorcalidad,noestabatasadanihabíagranrigorenlashoras:si un chico tenía hambre, bajaba a la cocina, pedía pan y queso, y sininconveniente alguno, se lo daban, y si la cocinera, de natural francota ybonachona, estabadehumor,hasta le freíaunhuevoounamagra.CuandoD.Jaime«estabaenfondos,»losgaudeamussesucedíanenelcolegio;variedaddepostres, vino de Jerez y hasta se improvisaba una que otra merendeta en elcampo:D.Jaimeeramuyaficionadoapintarpaisajes,muymalos,esosí,peroquenoporesodejabandesercelebradospordiscípulosyprofesores.Encambio,sisedabanbizcasyelbolsillosedesmayaba,adiósconfitesylamantequilladelchocolate y las copitas a las once; nadie comía más que lo estrictamenteindispensableparanofenecerdehambre.Además,aquellosdíasnohabíaquiendirigieselapalabraaD.Jaime,niaunlemirasealacara:loscastigoseranmásfrecuentes:elpaloandabalistoylasopaperezosa.Hayqueconfesarlo,porquees lapuraverdad, losúnicosprogresos literariosycientíficosdelcolegiodelaMercedsehacíanenestosdíasdecrisismonetaria.

La llegada de Miguel no causó efecto alguno, ni en profesores, ni endiscípulos:unniñomás,ybienatrasaditoporcierto.Sinembargo,no tardóenllamar la atención de unos y de otros por su condición inquieta y ruidosa: encuanto tomó confianza, y le bastaron pocos días, mostrose tan travieso, tanturbulento,quelosmaestroscomenzaronamurmuraryatenerlesobreojo,ylosalumnos a contar con él para todas las jugarretas. Don Jaime dijo que aquelchico«eradelapieldeldiabloyhabíaqueapretarleunpocolostornillos.»Elcura, aficionado a losmotes, le puso por sobrenombreBullita, y por él se leconociómucho tiempo en el colegio.Apesar de esto, nodespertó rencores, niantipatías;habíaensurostroexpresivociertanoblezaqueatraíageneralmente,yensustravesurasnuncadejabadehallarsealgunagracia:asíque,losprofesores,aunque le castigasen con dureza, no dejaban muchas veces de reírse y decelebrar al hallarse reunidos «la buena sombra de aquelmuchacho.» El únicoqueleodiócordialmentedesdesuentrada,fueelfamosoPppsicología,eleternoyasendereadoopositor.Porsupuestoqueelodiofuerecíprocoalinstante,yqueMiguelnoperdonómediohumanodevejarley tenerleencontinuosobresalto:cuando iba a pronunciar la palabra Psicología, nunca dejó en su vida deprepararse con cierta tosecilla, que hacía inmediatamente sonreír a los

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compañeros. Los castigos que por esta broma hubo de padecer, no son paracontados: pasaba casi todas las horas de recreo encerrado en unas jaulas demaderaconrejasdehierroqueD.Jaimehabíahechoconstruirenelpatioparalosdelincuentes:sobreestasjaulas,ydebidoalainventivadePppsicología,sehabían puesto grandes cartelones con nombres de animales; en uno decíaHipopótamo, en otro Rinoceronte, en otro Bucéfalo, en otro Mastodonte,etcétera, etc. Miguel recorrió innumerables veces la fauna moderna y laantediluviana,peroyanoledababenditalavergüenza;sedistraíaeltiempodeprisióntocandolatrompetaconlospuñoshastaqueveníaelinspectorahacerlecallar: los chicos, de quienes era querido, solían traerle los postres que lessobraban, o bien cigarrillos, o cualquiera otro entretenimiento para que no lopasasetanmal.

Noporvirtuddeloscastigosyreprensiones,sinoporotracausamuydistinta,la conductadeMiguel reformosealgún tantoduranteuna temporadadevariosmeses,alosdosañospróximamentedehallarseenelcolegio.Fueelamorquienoperóestecambio,simerecetalnombrelaaficiónprematuraqueleprendióporla planchadora del colegio. Había establecido ésta en su cuarto de trabajo,situadoenlaguardilla,unatertuliadondeacudíanalgunosniñosenlashorasderecreo: contábales historiasmaravillosasmientras repasaba la ropa blanca o laaplanchaba.Desde un día que subió casualmente aficionose tanto a ellas, quecomenzó a acudir asiduamente para escucharlas. Sentado a los pies de lanarradora, con la cabeza apoyada en sus rodillas, pasaba admirablemente lashorasembebecidoy suspenso.Pordelantede susojosdesfilaron lasaventurasestupendasdeLosdoceparesdeFrancia, lahistoriadeAladinoo la lámparamaravillosa,ladeFloresyBlanca-Flor«sudescendencia,amoresypeligrosquepasaronporserFloresmoroyBlanca-Florcristiana,»ladePierresdeProvenzaylahermosaMagalona,ladeElesforzadoClamadesylahermosaClermonda,oseaElcaballodemadera,yotrasmuchasinteresantísimasdondelavirtudsaletriunfante y el vicio corrido. Sabida de todos es la particular inclinación quetienenlasplanchadorasaveralosbuenosricosyfelicesyalosmalosabatidosymiserables. Miguel participó muy pronto de estas ideas: y aunque la bellanarradoraagotóprontamenteelrepertoriodesusfábulas,cadadíalasescuchabaconmás atención y deleite. Fuerza es confesar, comoya indicamos, que algo,bastante y aunmucho influía en su atención el placer que empezaba a sentircontemplandolavigorosayagraciadafiguradePetra(asíse llamaba).Llegóaadmirarlacomounbruto:elidealdelabellezaseencarnóparaélensuscarnesfrescas,sonrosadasyuntantocrasas.

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Elcuartodelaplanchadoraeraunaverdaderaestufaenlastardesdeverano.Laproximidaddel tejado, lobajodel techoy lahornilla encendida se conjurabanparahacerlointolerable.Noobstante,Miguelencontrábaseallícomoelpezenelagua:lamayorpartedelastardes,cuandollegóestaépoca,selaspasabanuestrohéroemanoamanoconelideal,sinquenadievinieseaturbarlo.Lostertulianosde la guardilla desertaban hostigados por el calor. El ideal semostraba en suposibledesnudez,losbrazosremangadoshastaelsobaco,ellivianopañuelodepercal arriado hasta donde el pudor empezaba a gritar con fuerza.Elmórbidocuello relucía con el sudor, las mejillas se inflamaban y los negros y malpeinadoscabelloscaíanencrenchassobre laespaldayen rizossobre la frentesalpicada también de menudas y brillantes gotas de agua. Ahumaba laplanchadora,opormejordecir,despedíaunvahosutilypunzantequeMiguelaspirabaembriagándosesindarsecuentadeello.

Cuandonoveníanotroschicos,Petranosedecidíaamalgastarsustalentosdenovelista,ysededicabaconalmayvidaalatareaqueselehabíaencomendado;elhijodelbrigadierseguíaconatenciónprofunda,comounaprendizquedeseaimponerseprontoenelarte,lasmanosdelabella.Algunasvecesledabaaéstaporhacerleunsinnúmerodepreguntas,enterándosedetodoslospormenoresdesuvida;losdisgustosdeMiguelconsumadrastralaenternecieronsobremanera,ysedesatóeninjuriascontraella,diciendoquenoteníacorazónyqueerapeorque las fieras de los montes; después alargó su diatriba a todas las señoras.—«MiraMiguelito,quetelodigoyo;ningunaseñorasabeloqueesconciencia;tienenelcorazónmásduroqueunapiedra;siescaso,valemásunapobredelacallequetodasesasseñorasconsucoloreteysuringorango...Nollevannadaqueno seapostizo: el pelo, el color, losdientes... yotras cosasquenoquierodecirte porqué eres todavía pequeño... Pocas gracias que sean bonitas de esemodo... ¡anda, anda!... ¡pues si las pobres nos pusiéramos todos esosperendengues!...Peromásvalelonatural,¿noesverdad,Miguelito?¿Llevoyopolvosdearroz?¿llevocolorete?¿eh?...Toca, toca loquequieras... frotabien(Miguelfrotabaconmanotemblorosa).Yapesardeeso,nocambiomiscoloresporlosdeningunadeesasseñoritastísicasquevanalPradoencarretela...»

El hijo del brigadier asentía incondicionalmente a estas atrevidasproposiciones; quizá las llevase en su pensamiento más allá que la mismainteresada.LaverdadesquelaadmiracióndePetrarcaaLaurayladeDanteaBeatriz erannadaencomparacióncon la apasionadayvehementequenuestrochicoprofesabaalaplanchadora.Laadmirabasincomprenderquelanaturalezapudiese formar otro ser que rivalizase con ella; todo lo encontraba hechicero,

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desdesuscabellos,untanticorevueltos,hastasuspies,nadabrevesynadabiencalzados.Petra,quealprincipionohabíareparado,concluyóporfijarseenaquelniñoquetanasiduamente lavisitaba,yvencidadesuconstanciaoporventurahalagadaporlaadoraciónqueenélveía,testimoniolealgúnafecto.Undíaqueestabansolos,comoMiguellamirasedesdesutaburetehastacomérselaconlosojos,ledijoconsonrisaburlonayplacenteraalapar:

—¿Porquémemirastanto,Miguelito?...¿Tegusto?

Lavergüenzaylaconfusiónseapoderarondelchico;sepusocomounacerezay concluyó por llorar desconsoladamente como si le hubiese dicho algunainjuria. Petra le consoló y le mimó, dándole algunos besos, que fueron loshierrosconqueleesclavizóparasiempre.

De allí en adelante mostrose muy benévola hacia él; le cosía con esmerocualquierroturaquehubieseensuvestido;lepegabalosbotonesylearreglabalacorbata;cuandoveníadespeinado,consuspropiospeines lealiñabaelpelo.Miguelvivíaentrelosbienaventurados;elrocedeaquellasmanosensucabezaleproducíanespasmosdedicha,yelperfumedelapomadadeheliotropoquelaplanchadora usaba, causábale una embriaguez dulce y feliz como no volvió asentirlajamásensuvida.

Escondiciónprecisadelasplanchadoras,ytambiéndelasquenoloson,hacercon gusto el papel de ídolos y propender a la dominación. Petra, dejándoseadorar, adoptó cierta actitud protectora ymaternal. Se interesó vivamente portodo lo que a Miguel concernía, revolvió su baúl, contó las camisas y lospañuelos,fuedepositariadeldineroqueledaban,enunapalabra,sehizocargoporcompletodeladireccióndesusnegocios,tantomoralescomoeconómicos.Las pocas cartas que el muchacho recibía leíalas ella de cabo a rabo, yfrecuentementedictabalarespuesta:cuandolecastigaban,lellevabalacomidaalaprisión;algunasvecesllegóporsupropiaautoridadalevantarelcastigo,yloqueaúnesmásgrave,arecriminaralprofesorqueselohabíaimpuesto.

Por la pendiente de la soberanía se llega muy pronto al absolutismo. Petraempezó a mandar en Miguel como en cosa propia, y a dictarle reglas deconductaparatodoslosactosdelavida,haciéndoleestudiarasuladoeltiempoque juzgaba necesario y prohibiéndole los juegos cuando lo creía oportuno.Porque perdió dos pañuelos en pocos días, tomó la resolución de cosérsele albolsillo.Teníaquedarlecuentadelempleodetodoslosmomentos:—«¿Quéhashecho después de salir de clase? ¿Con quién estabas hablando en el patio?

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¡Cuidadoquevuelvasotraveza subirtealpasamanode laescalera!NoandesmásconPepito;nomegustaesechico.Yamehandichoqueayernohassabidolalección.¿Quéhaceseltiempoqueestásenlasaladeestudio?Pordecontado,enredar:¡sitetuviesesiempreamiladoandaríasunpocomásderecho!»—Llegóa reprenderle duramente las faltas como si tuviese sobre él autoridad.Migueltemblabacuandosubíaalcuartodelaguardillaconelpantalónroto, lomismoque cuando iba a ver a su madrastra. Mas en cambio de estos apuros teníacompensaciónes:laplanchadorasemostrabaamableygenerosaaratos:algunasveces le levantaba entre sus robustos brazos y le tiraba al aire volviendo arecogerle; le daba vivos y sonoros besos; le llamaba pichoncito, rico mío,querido, y le estrechaba con tal fuerza contra su seno, que andaba cerca deasfixiarle.Eranuestrohéroeyamuyhombreytodavíaalrecordarestosabrazosexperimentabaunadulzurainexplicable.

Desgraciadamente, como sucede casi siempre, Petra se desvaneció con elpoder; envezdemantener sudominioen los límitesdiscretosyconvenientes,empujolo lentamente hasta los últimos extremos, convirtiéndolo en undespotismoescandalosoyrepugnante.Miguelpasóalcabodealgunosmesesaser su paje de cola: «Miguel, tráeme las tenazas.—Miguel, echa carbón en lahornilla.—Miguel, corre a pedir a la cocinera agujas.—Miguel, abre esaventana.»Elhijodelbrigadierseapresurabaacumplimentarestasórdenescomoel caballero que busca ocasión de festejar a su dama y ansía testimoniarle surendimiento.Ladamarecibíaelhomenajesinpestañar,cualsilefuesedebido.Pocoapocoempezóamostrarse impertinenteydescontentadiza: «¿Cómohastardadotanto,chico?—Noesesoloquetepido,hombre,noeseso,¡parecequeestás en Babia!—¿Dónde tienes los ojos? ¡tonto, retonto!—¡Me estásconsumiendo la paciencia, chiquillo!» Nuestromuchacho llegó prontamente aejecutar los oficios más viles. La planchadora se complacía en tenerle horasenterasabanicándolamientrastrabajaba,enobligarleadarlustreasuszapatosyengeneralenproporcionarletodoslosoficiosdeunconsumadonegrito.Peroéllosdesempeñabacongusto;despuésdetodo,eraelfavoritoynadieledisputabaeste título. La sultana, aunque cada día más altiva y desdeñosa, todavía leconsentía apoyar la barba en su regazo y contemplarla largos ratos fijamente.Aquellosojosardientesyávidosdemandabantímidamenteunacaricia.Petraeracadavezmenos expresiva; pero aunquedemalaganay con semblante hosco,aúnsedignabahacérselas.

Laverdadesqueseibacansandodelchico;laadoraciónfervientesinlímitesque éste la tributaba, llegó a empalagarla. ¡Tal es la condición humana! Este

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cansanciomanifestoseenfrecuentesenojosydesabrimientos,sinmotivoalgunolamayorpartedelasveces.MostrábaseamablecontodoelmundomenosconMiguel, para quien reservaba tan sólo su mal humor. Esto le hizo padecerbastante, y aun conmovido por sus desprecios y reprensiones, lloró lágrimasamargas que la planchadora concluía por enjugar con el pañuelo. Acariciaba,más lehacíapagar lascaricias:«¡Ahora ledael sentimientoalniño! ¡Quierescallarte, tontuelo! ¿Te figuras que estoy yo aquí para templar gaitas? ¡Bueno,bueno, ya empieza el lloriqueo!» Con estas y otras tales expresiones abría lallavedelaslágrimasquesumanotratabadesecar.Masnopararontodavíaaquílascosas.UndíatrasladandoMiguelunacestaconropaaplanchadadeunsitioaotro,ladejócaeralsueloysemanchóunabuenaparte.Petra,hastaentonces,ensusmásfuertesenojosnohabíahechomasquecogerleporelbrazoysacudirle;ahoralediounasoberbiabofetadaqueleencendióelrostro.Envezdeponerloenconocimientodeldirector,oporlomenosmarcharseynosubirmásalcuarto,como aconsejaba su dignidad, contentose con llorar perdidamente. ¡Y bienperdido quedó desde entonces! Petra, para resarcirle, le hizo caricias muyexquisitas,con locualdioporbienempleadoelbofetónysedispusoa recibirtodoslosqueenadelanteaquéllafueraservidadarle,comoasíacaecióenefecto.Lasreprensionescomenzaronaircasisiempreconacompañamiento;segurayadequeseaceptabanlosgolpes,nolosescaseó;másporunacontradicción,bienexplicableporcierto,desdequecomenzóadárselos,lemostróalmismotiempomayorafecto;tansuyoleconsideraba,tanpobreymiserableleveíaasuspies,ytanto le sorprendió su paciencia, que no es mucho si después de una buenagranizadademojicones,leotorgasealgunaspruebasdeafecto.Elmuchachosecreía bien indemnizado recibiéndolas; lejos de apagarse el fuego de su pecho,crecióysesobresaltóhastalosumo.Eraunapasiónencarnizada,furiosa,bestial,como sólo existen en esa edad en que los sentidos amanecen. Los hombrespuedenhablarcuantogustendesuspasiones, lospoetasynovelistasexaltar laviolenciadelasdesushéroescomoplazcaasufantasía;nadaescomparablealaaficiónconcentrada,fijayardientequealgunavezdespiertanenelalmayenelcuerpo de un niño las formas exuberantes y macizas de una mujer. Migueldespreciaba en el fondo de su corazón a Petra. Con la precoz viveza decomprensión de los niños cortesanos, no se le ocultaban sus defectos ni eldespreciablepapelquedesempeñabacercadeella;perounaadoraciónciegayfrenética que le hacía soñar noche y día, le tenía fatalmente encadenado. Losmalostratosdesuídolo,eranunalicientequecomunicabasabormásexquisitoalos deleites quedisfrutaba.Aquella dependencia absoluta enque estaba, aqueltemor y zozobra en que vivía, ejercían sobre él cierta suave fascinación, unencantoirresistible.Despuésdegustarlo,pornadaenelmundoquisieraquesu

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dueñocambiasedecondiciónytemplasesusrigores.

Ni se crea tampocoque los castigos dePetra le produjesenmuchodolor.Alprincipiolehicieronllorar,másporlahumillaciónqueporsuefectofísico;peromás tarde halló en esta misma humillación una nueva fuente de dulces yhalagüeños placeres. Por una aberración que a nosotros sólo nos toca hacerconstar, los golpes de aquellos brazos tersos y mórbidos, en vez de causarledolor, evocaron en sunatural fogosounmundode ignotasvoluptuosidades.Ydesdeentonces,nosólolossufríaconresignación,peroaunllegóaprovocarlosconastucia,contrariandoasuterribledueñohastaverlofueradesí.¡Oh,cuandose irritaba,eraPetraunamujer realmentehermosa!Susmejillas secoloreabanfuertemente,loslabiosseencendían,lasnaricessedilataban,losojosadquiríanunaexpresióndeolímpicoorgullo,ytodosucuerposeestremecíaalsoplodelaira. Miguel permanecía aterrado, y al propio tiempo embelesado ante ella.Cuando la iracundaplanchadora leestrujabaentre susmanos, sentíaseposeídode espanto, de amor, de respeto y de gozo, lo mismo que los héroes de lagentilidadcuandoincurríaneneldesagradodealgunadesusdiosas, tanbellascomoterriblesyvengativas.Caíaderodillasasuspiespidiendoperdón,yselosabrazaba y besaba temblando de terror y voluptuosidad. La diosa, vencida detanta humildad, solía tenderle una mano y levantarle haciéndole jurar que novolveríamásaquebrantarsuspreceptos.DemuybuengradoloharíaMiguelsinosehuyerandeestemodolosmisteriososdeleitesquegozabaensusenojos.

Finalmente,tambiénllegóaaburrirselaregiaplanchadoradeejercerunmandotandespótico;que lamujer,comodicen losquefilosofanacercadeellaen lasmesas de los cafés, esmás feliz dejándose dominar que dominando. El pobreMiguel la cansó y apestó de tal manera, que vino a cobrarle verdaderoaborrecimiento.Apenas se pasaba día sin que no le arrojase de junto a sí conalgúninsultoqueibaaclavárseleenelcorazón:ennopocasocasioneslecerrólapuertao le tuvoaguardandohorasenterasparadejarleentrar.CoincidióestedesvíoconfrecuentarelcuartodelaguardillaunnuevomuchachodelosañosdeMiguel,perogordoycrecido,ytanrubioyblancocomounainglesa.Elrecientetertuliano rindió pleito homenaje a la planchadora, y comenzó a visitarla conasiduidad.¡AhmiserableMiguel!Enuninstanteperdióhastalaspocasmigajasde favor que le quedaban. El chico gordo quedó alzado sobre el pavés a lospocos días y proclamado favorito exclusivo, dueño absoluto del cuarto de laplancha y sus alrededores.No obstante,Miguel insistió en acudir a él por lastardes,sinobedecerlasórdenesdePetra,queformalmenteselohabíaprohibido.Undíaentrónuestroniñomuydescuidado:latraiciónleacechaba:deentrelas

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faldasdelaplanchadorasaliórepentinamenteelnuevofavoritoycayósobreélconelímpetuyrabiadeunafiera;arrojolealsueloycomenzóagolpearlecontalfuria,queenpocosminutosnoledejósitioenelrostrosinsucorrespondienteseñal.Mientrasdurabaelvapuleo,Petralocontemplabariendo,¡queatalgradode fiereza llevó su despego! Molido, deshecho y ensangrentado bajó nuestroMiguel, y al verlo en tal estado diose parte al director. El cual, enterado delsucesoysospechandolodemásqueenelcuartodelaguardillaocurría, tuvoabien prohibir, bajo penas severas, que ningún chico pusiese los pies en laguardilla,¿eztamo?

VII

Aquelchicogordo,rubioytanespigadoqueaporreóalhijodelbrigadier,teníaunnombresonoroyaristocrático,PedroMendozayPimentel.Eraenelfondounmuchacho excelente, tranquilo, amable, inofensivo: si había cometido aquellavileza fue solamente por instigación de la planchadora. A los pocos días,arrepentido sin duda, procuró hacer las paces con Miguel; éste, que no erarencoroso,leperdonófácilmenteyleaceptóporamigo:enpocotiempollegaronaseríntimos.NopococontribuyóaestrecharestaamistadporpartedenuestrohéroelaojerizainjustificadaqueelcurahabíatomadoaMendoza,yquelehacíapadecerbastante.Mendoza era en la clasededon Juan el blancode todos susdonairesyelhazmereírdeloschicos.Llamábalealternativamentebrutandoroparisiense;elprimermote,comolapalabramismaindica,porqueleteníaporelmayormajaderoquecomíapan;elsegundo,porqueeramuypulcro,aficionadoavestiralamodayallevaresenciasenelpañuelo.Aquellavayacontinua,aquelmartilleo,parecíalemuypesadoaMiguel.ElpobreMendozanohacíaenclasenada que no fuese tuerto; en todo hallaba motivos el cura para soltar unacuchufleta o un sarcasmo que hacía prorrumpir en carcajadas a los alumnos:cuandolesacabaalmediopara traducir,yasabían todosquehabía jaranapararato.

LaverdadesqueelpobreMendozanoerade losmásdespiertos,peronosepodíanegarqueestudiabay tratabade cumplir con sudeber, yque solamenteporcaprichooporalgúnsentimientomenosdigno,elcuraseensañabaconél.Miguel le compadecía de veras: si carecía de inteligencia para aprender yexplicar bien las lecciones, la culpa no era suya.Así que, cedió en seguida al

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ruego que le hizo, poco tiempo después de trabar amistad con él, de estudiarjuntos y ayudarse a «sacar las composiciones.» Y como Miguel era decomprensión rápida y expedita, aunque un poco aturdido, no fue pequeño elservicio que le prestó; tanto, que al verle traducir con más facilidad y alexaminar sus temas mejor concertados, el cura no salía de su asombro:«¡Brutandor, parece que laProvidencia ha querido al finmandarte un rayodesentidocomún;alabadaseaella!»Elcapellán,aunquepresumíadeperspicaz,nodioenlarazóndeestefavorablecambiohastapasadosalgunosmeses;cuandoalfinaveriguóquelascomposicionesylastraduccionessesacabanconayudadevecinos,noquisieraequivocarme,perotuvounverdaderoalegrón,porqueveíaconfirmadosu juicio:«¡Hola!¿conqueBullita sehadignado tenderte sumanoprotectora? ¡Oh generoso niño!... Ven aquí, Bullita... declíname generosopuer..........ytú,Brutandor,declínameasinus..........auntiempo.»YenverlosirdeclinandoavocesformandoalgarabíaholgábaseD.Juanysedivertíalaclase.

Este capellán era un hombre bastante original. Miguel tuvo ocasión deconocerlemuybien,porquelemostrópredileccióndesdeelprincipio,aunquenodejabapor esode castigarleduramentey amenudo; en losúltimosañosde lasegundaenseñanzallegóasersufavorito,yhastaletrajoadormirasumismocuarto; le hizo algunas confidencias, y gustaba de charlar con él, o, máspropiamente,murmurar del personal del colegio, lomismo delmasculino quedel femenino. Tenía un amor propio exagerado; presumía de todo lo que unhombre puede presumir, hasta de guapo, peromuy singularmente de forzudo,aunquenoloeragrancosa.Nadahabíaqueleplaciesetantocomoenseñarlosmúsculos del brazo y los tendones, y ponerlos contraídos y tiesos.Los demáseranhombresafeminadospor losvicios; sóloconservándosepurocomoél,nobebiendo más que agua, no tomando café y huyendo de las porcuzas (lasmujeres),sepodíallegaratalrobustez,energía,ánimoyhermosura.

No obstante el cariño queMiguel tenía a su amigoMendoza, no dejaba dejugarlealgunaspasadas.Habíanotadoqueelcapelláneramuyaficionadoalaspalabrasterminadasenamen,emen,imen,omenyumen,yqueexperimentabacierto deleite pronunciándolas; a cada momento decía examen, o resumen, odictamen, y a veces traía poco apropósito algunas raras, y que no eran muycastellanas, como el velamen de los barcos, el cacumen, etc. Pues bien;preguntándoleundíaaMendozaciertopuntoquenotraíaellibro,Miguel,queestabaasulado,ledijorápidamentealoído:«Diquenolotraeeltextumen.»Elinfeliz,queestabaatortolado,lorepitiósinfijarse,y.....¡aquífueella!D.Juan,pensandoqueunoyotroseburlabandeél, lesdioaentrambosunacorridade

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mojicones que por poco les arde el pelo. Miguel lloraba y reía a un mismotiempo.Enotraocasiónelhijodelbrigadier,quedormíaenlamismasalaqueMendoza, se levantópor lanoche,y conunpedazodenitratodeplataque sehabía procurado, le pintó las manos mientras se hallaba dormido. Al díasiguienteMendoza le preguntómuy apenado lo que serían aquellas manchas.Miguelquedosegraveypensativoylecontestó:—«Mientrasesténenlasmanosme parece que no tienenmucha importancia; pero oí decir ami padre que sisalen en la cara es muerte segura, porque manifiesta que la sangre estácorrompida; un tío mío se murió de esa enfermedad.» Con estas noticias sequedóMendozamásapenadoaún.PorlanochenodejóMigueldepintarletresocuatromanchas en el rostro, con lo cual, al verse por lamañana en el espejo,comenzóadar talesgritosyaproferir tales lamentos,queacudióeldirectoryalgunos profesores. Enterados del caso y hechas las correspondientesaveriguaciones,seleimpusoaMiguelunseverocastigo.Elcapellán,quesabíalaamistadqueamboschicosmantenían,saliódelasaladiciendo:—«Tantoquisoeldiabloasumadre,quealfinlesacólosojos.»

Sinembargo, laamistadseguía inalterable.Mendoza leperdonabaal instanteestas y otras bromas, y Miguel, que no las llevaba a cabo con intenciónmalévola, sino por el afán irresistible de reírse, le pagaba su paciencia«sacándolelossignificados»ymetiéndoleenlacabezalaslecciones.YesoqueBrutandor, según todas las señas, continuaba siendo el favorito de laplanchadora;peroaMiguelyaselehabíapasadoaquellaprematurainclinaciónamorosa y no se le daba un bledo por el antiguo objeto de sus ansias. Esteburlabalasórdenesperentoriasdeldirector,llevandoaMendozaasucuarto,sibien con secreto; y digo que era ella y no éste quien las burlaba, porque elmuchachonuncahubieraosadohacerlo sino fueseporqueella leobligaba.Alfin, tanto miedo tuvo de que el terrible coronel lo supiese, que con precozsentidodeterminósepararsedeaqueldevaneoquenoleconveníaynosubirmásal cuarto de la planchadora. Miguel le dio por ello la enhorabuena. Petra lepersiguió todavíaalgún tiempo;peroelnuevoTeseosehizoelsordoy ladejóabandonada. No lo estuvo mucho tiempo, sin embargo, porque el demagogoMarroquíncomenzóarompercondesusadafrecuencialosbotonesdelalevitayelpantalón,y con lamisma frecuenciaa subir a sumoradabuscando remedioparatalesdesperfectos.Yeraloextraño,queaunquePetraeraexpeditayteníalamanolargaparaeltrabajo,nuncatardómenosdemediahoraenpegarunbotónaMarroquínoencoserleelmásinsignificantesiete.

Estosretrasosinjustificadoscomenzaronanotarseenelcolegio;loschicosse

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pusieron en observación y al instante se propalaron entre ellos mil especies,absurdasunas,verosímilesotras,perotodasgraciosas.UnodecíaquehabíavistoaMarroquínporelagujerodelallave,derodillasdelantedePetraybesándolaunamanolomismoqueuncaballeroandante;otrolehabíavistopellizcarlaunmusloalpasarporsulado;otrolehabíaoídodecir,estandolosdosasomadosaun balcón:—«Petra, te amo;» otro, más serio que los demás y más digno decrédito, aseguraba que su criado había visto un domingo a Marroquín en unmerenderode lasVentasdelEspírituSanto,manoamanocon laplanchadora.Estasnoticiasvolabanporelcolegioysecomentabanentrerisayalgazara.Perolos demás profesores, sus compañeros, no se reían; estaban indignados.DistinguíaseentretodoselcuraD.Juan,aquiennolefaltabamásqueestoparaaborrecer de muerte al heterodoxo naturalista. Después que éste salía de laestanciadestinadaalosprofesores,entregábaseafuriososcomentariosysoltabatoda la bilis que tenía acumulada: «¡Barájoles, si no fuesemirando aDios, leponía los cinco dedos en la cara a ese puerco!... ¿Han visto ustedes nunca unhombremásrijoso?...¡Esehombrequemapordondepasa,barájoles!...¡Yluego,conquiénvaa ensuciarse!... ¡conunaporcuza!...»EstedesprecioqueD. Juantestimoniaba a Petra, no era sincero, según pudo convencerse más adelanteMiguel; elodioaMarroquín, sí.Otrode losqueexpresabanconmáscalor suindignacióneraPppsicología:propusoquesedieseparteadonJaimeyquesearrojaseignominiosamenteaMarroquíndelcolegio,yqueélsecomprometíaadesempeñarsusclaseshastafindecurso,medianteunacortagratificación;perolos compañeros se negaron a dar este paso. Al poco tiempo, el mismoPppsicología fue sorprendido por el inspector durmiendo la siesta con lacocinera,unamujerotafeayobesahastalamonstruosidad,yenteradoelcoronel,lospusoaambosen lacalle,conalegríageneralde losalumnospor loquesereferíaaD.Benignoyconsentimientoen loque tocabaa lacocinera,queeragenerosayamableensumogrado.

Coneste suceso,que llamóextraordinariamente laatención,dejoseenpazalhirsutoMarroquín,«elcualporlomenossabíaguardarlasformas,»segúndecíaD.Leandro,eltipledeSanIsidro.Andandoeltiemposesupoqueaquélestabaenseñando a leer y escribir a Petra, que después le dio lecciones de Historia,Geografía,Aritmética, Física eHistoria natural, que en seguida la hizo leer laHistoria de los Papas y la Inquisición y algunos folletos materialistas, y quedespuésdehaberlaseparadoconvenientementedetodareligiónpositiva,lahizosuesposa«anteel altarde lapropiaconciencia.»PerocuandosucedióestoyahabíasalidoMigueldelcolegio.

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Elcarácterdelhijodelbrigadiernuncapudomodificarse,niporlasbuenasniporlasmalas;últimamenteyasehabíarenunciadoacorregirleyselecastigabaúnicamentecuando las travesurassubíandepunto.Todos reconocíanque teníamucha disposición y que si se aplicase sería el número uno del colegio;desgraciadamente,duranteelcursoestudiabapoco,ysóloalllegarelúltimomesapretaba de firme; pero le bastaba para sacar en el Instituto tan buenas notascomoelprimero.Tampocoerabuenguardadordelosdeberesreligiosos;elcurale tenía encerradomuchas veces por hincarse sólo con una rodilla en misa opellizcaraloscompañeros;duranteelrosarioseentreteníaencomercastañasymeterlascortezasenlosbolsillosdelosotros,oenprolongarlaesedelorapronobismásdelacuenta,oencualquierotrairreverenciaquesolíacostarlecara.Cadaseismesesconfesaba todoelcolegioconsudirectorespiritual,quien lospreparabapreviamenteenelestudiodeladoctrinacristianayconunexamendeconcienciacolectivo;sehacíaenelsalónmayordelestablecimientoafindequecupierantodoslosalumnos; lasventanasseentornabanparaqueenlaestanciahubieseuna luzdiscretaymisteriosaqueconvidasealéxtasisy lameditación;cadacuálestabasentadoenunasillaformandocírculoentornodelcura,elcualibaleyendoporunlibrolosdiversospecadosqueenlavidapuedencometerseyexplicándolos en seguida con proligidad invitándoles después a recordar sitenían que acusarse de ellos. Reinaba un silencio profundo durante algunosminutos.Volvía el cura a leer otro pecado, y así se pasaba casi toda la tarde.«Terminado el examen de conciencia—dijo una vez don Juan—el niño seprosternará ante una imagen de Jesús crucificado (el cura tendió la vista entorno, y no viendo ninguna, dijo cambiando de tono:)—A ver, Miguel, ve aloratorioytraeelcrucifijograndedemadera.»Miguelsepresentóenseguidaconélenlasmanos.—«Ponteahídefrenteylevántalo.»Todossearrodillaronfrenteal hijo del brigadier, que estaba de pie sosteniendo la imagen. «Terminado elexamen, el niño se prosternará ante una imagen de Jesús crucificado y diráconmigoconelmayorfervorposible:¡Dios!...»Elcurapronuncióestapalabraenvoztanaltaytanlastimera,queMiguel,sinpodercontenerse,soltóeltrapodelarisa,cayéndolelosmocossobrelasmanos.DonJuanseindignótanto,quelevantándosedeunsaltoyagarrandolavaradeseñalarenlosmapas,arremetiócon él hecho un basilisco. Fue de ver entonces aMiguel correr por la sala ybrincar sobre lasmesas conelCristo enalto,perseguidodecercapor el cura,que cuando le tenía al alcance de la vara, se la arrimaba a las carnes nosuavemente.Losalumnosqueaúnvivenrecordaránseguramenteaquelincidentechistoso,queterminómandandoaMiguelalencierroyponiéndoseotrochicoensulugar.

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Aldía siguiente por lamañana, iban a confesarse unopor uno al oratorio, ydesdeallíacomulgara la iglesiadeSanMartín.Elcuraeramuyaficionadoaimponer penitencias extrañas y severas. A uno lemandó una vez que cuandosintiesetentacionesdepecar,arrimaseeldedoíndiceaunaluzhastaquemárselo,rezando después un padrenuestro: a Miguel le mandó en cierta ocasión quemetieseortigasenlacamayseacostaseencuerosconellasunanoche;peroelmuchachonotuvoánimosparacumplirestapenitencia,yalapostreelcurasevio precisado a conmutársela por otra. Mandole también en otra ocasión quecuandosoltasealgunapalabraobscena,besaseinmediatamentelatierra:estasílacumplió,connopocarisayalgazaradeloscompañeros,puescuandosehallabamásembebecidoenel juegoyse leescapabacualquierpalabradeaquéllas,sebajabarápidamenteadarunbesoenelsuelo;masélnoseruborizabayllegóatomarloarisacomoellos.

Losdomingos,ytambiénalgunastardesserenasytempladasentresemana,ibatodo el colegio de paseo, alumnos y profesores: marchaban de dos en dosuniformadosporlascallesdeMadrid,ysalíanamenudoporelSalóndelPradohacia Atocha o por la puerta de Toledo hacia San Isidro. Los transeúntes sedeteníanuninstanteparaverpasaraquellacomitivadondeabundabanlosrostrosdelicados de cutis nacarado, un tanto pálidos por la clausura y los hábitosviciososdelcolegio:cruzabanpoblandoelairedeunmurmullosuave,comounenjambredeabejas,másatentosalaconversaciónquellevabanentabladaqueala perspectiva de las calles y a las bellezas del campo. Delante iban los máspequeños,ydetráslosmayores;elcapellán,elinspectorylosdemásprofesorescerraban lamarcha.Cuando llegabanaunparaje solitarioyapartado, sehacíaalto y se rompían filas. Durante una hora entregábanse todos a los juegospeculiares de la infancia, el salto, la pelota, la peonza, etc. A veces, losprofesores alternaban con ellos en estos juegos y llegaban a interesarse y aherirseenelamorpropio;elcapellán,principalmente,yasabemosquesejactabadesobresalirentodaclasedeejercicioscorporales,ycreíaposeerlasfuerzasdeSansón;asíquelepinchabanunpoco,sedespojabadelosmanteosylasotanayseponíaadarbrincoscomounzagal,cogíaalosbueyesdelascarretasporloscuernos,sacudíalosárboles,enseñabalosbrazos,levantabaloschicosapulsoyejecutaba otras prodigiosas hazañas que recordaban las celebradas deOrlandofurioso.

Sieldirectorlosacompañaba,quenoerasiempre,habíasesióndepintura;unchicolellevabalacaja,yencuantosehallabanfrenteaunobjetodignodeserpintado(yelcoronelnoeraescrupulosoenlaeleccióndeasunto),sentábaseen

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una tijerita formadaconelmismobastóny comenzabael degüellodel artedeVinci yRafael.D. Leandro, por su parte, sacando del bolsillo la flauta hechapedazos, y uniéndolos después con esmero, y templándola con pausa,principiaba a atormentar a Rossini yMercadante, aunque más tímidamente yconfesandosuindignidad.Loschicossereuníanentornodeunoodeotro,segúnsus aficiones; pero los más preferían los ejercicios gimnásticos del capellán.Marroquín,elvelloso,notomabapartecasinuncaeneljuego;preferíaapartarseun buen trecho de todos y sentarse sobre alguna piedra y entregarse a lameditación; últimamente había descubierto que el estudio servía demuy pocoparailustrarse;loprincipalerapensar,meditarmucho.

Ya hemos dicho que el cura mostró predilección por Miguel, apesar de suconductanadaejemplar.Sindudalamismatravesuradelchicolecaíaengracia;además, tenía en mucho sus partes intelectuales y creía de buena fe «que enformalizandollegaríaaseralgodeprovecho.»Cuandohubounpocodeaprietoenelcolegioporelexcesivonúmerodemuchachos,no tuvo inconvenienteenllevarlea suhabitaciónyenque se le armaseunacamaa su lado.Elhijodelbrigadier, al principio no encontró de su gusto este cambio; prefería la celdaformadaconbiombosenelsalón,dondeahurtadillasdelinspector,recorríalascamas tirando de los pies a los compañeros o «haciéndoles carteras con lassábanas.»Despuéssehallómuchomejor,cuandoelcapelláncomenzóatratarleconcierta familiaridaddeamigomásquedeprofesor.Lasextravaganciasyelcarácter de aquél llegaron a hacerle tanta gracia, que no había para él mayorplacerquetirarledelalenguayescuchar.D.Juannecesitabaunoyenteaquienexponer los muchos pensamientos que le fatigaban la cabeza, sus teorías, subraveza,susfuerzas,suhigieneysuhorrora«lasporcuzas.»Miguel,queerayaunmancebodequinceaños, le servíaadmirablementeparael caso; aveceselcapellán,pensandoquehablabaconunhombreyaformado,sedeslizabaunpocoen ciertasmaterias escabrosas.ObservóMiguel que apesar de su odio al sexofemenino, D. Juan gustaba mucho de esta conversación y venía a ella confrecuencia. Por las noches, después que se acostaban y apagaban la luz, eracuando se departía largamente acerca de este y otros asuntos.Decíale el curamuchas veces, que había aceptado aquella plaza en el colegio por no ir depárroco a un pueblo, y eso que le habían ofrecido curatos muy lucrativos.—«Peroenunpuebloestáunomuyexpuesto;notendríamásremedioquetomaramadegobierno,yesosiempreescomprometido...¡Cuántoshancaídoysehanroto las narices!... El que ama el peligro, perecerá en él, dice el apóstol...Figúrate,Miguel, quemeto de ama a Petra u otra así por el estilo, y que unanochelagranporcuza,conmalaintención,vieneamicuartoallamar.—¿Quién

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estáahí?—Señorcura,tengomiedo.—¿Aquétienesmiedo,granyegua?—Señorcura, tengo miedo a los truenos... ¿Y qué hace un hombre en este caso,barájoles?Lomásprobableesqueunoabralapuerta,yentonces¡adiósconlacolorada!...Elhombremássantometelacaraenelbarroyquedaperdidoparasiemprejamás,amén.»ObservabaMiguelquecuandoelcapellándescribíatalesescenas,nuncadejabadetraercomoelementodeellasaPetra,sibienencalidaddetérminodecomparación;estolehizopresumirquetodoaqueldesprecioquehaciaellaafectabaerapuramúsica,yquelagentilplanchadoraobrabasobresucorazón la misma mágica influencia que sobre otros muchos del colegio. YentoncespenetrótambiénlarazóndelodioprofundoqueMarroquínleinspirabadealgúntiempoaaquellaparte,yhastadelaantipatíahaciaMendoza,dequientodos los alumnos creían que estaba Petra enamorada. Riose no poco en suinterioraldescubriraquellaflaqueza,yconintenciónpococaritativa,comenzóasoliviantarlesiemprequepodía,sacándoleconversaciónacercadelasrelacionesdeMarroquín y la planchadora, noticiándole todo lo que corría por el colegioacercadeellas,yagregandoélmismocuantopodíaparaabrasarledecelos.Elcura llegabaaponerse frenéticoyse leoíadarvueltasdespuésen lacamasinlograrconciliarelsueño.

Enciertaocasióndescubrióenelbaúldeunalumnounlibrodemitologíaconestampasdeshonestas,yselollevóasucuarto.Miguellesorprendióconélentrelasmanosmirándoleatentamente:elcapellánquedóalgoconfuso:—«Barájoles,acabodeencontrarestelibracoenelbaúldeAdolfitoMedina...¡Conestascosasseentretieneesecerdo!»Migueltomóellibroycomenzóahojearlo,sinqueelcuraseloimpidiese;antesechabamiradasintensasyescrutadorascadavezquedabavueltaalapáginayaparecíaunanuevafigura,queeraporlogeneralladeuna mujer desnuda o medio desnuda; pero nunca dejaba de hacer algúncomentariodespreciativo.—«¡MireV.,barájoles,mireV.esaporcuzaenseñandotodoloqueDiosladio!...¿Ytodoesoquées,Miguel?...¡Nada!...¡Porquería!...¡Barájoles!¿Noesvergüenzaqueloshombressepierdanporesascochinadas?»Talescomentariosservíandecontrapesoalasmiradas;peroMiguelnosedejabaengañar.—«¿NolepareceaV.,señorcura,queestasirenasepareceaPetra?—Pchs... un poco, pero no debe de ser tan gorda como ésta.—¿Que no? Anda,anda, pues se conoce queV. no la ha reparado bien.—Puede ser, puede ser—decía el cura bajando los ojos,—yono reparomucho en esas cosas.»Despuésque las hubieron visto con detención sin dejar una, D. Juan le echó un largosermón acerca de la necesidad demantenerse puro, para ser vigoroso física eintelectualmente, tomándolo nada más que desde el punto de vista utilitario.—«Aquímetienesamí,quederribodeunamocadaaunhombrefornido.¿Por

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qué?Porqueencuantoamanecemelevantodelacama,y...¡alagua,patos!Sintemordeningunaclasemeechoeljarrollenosobreelcuerpo...Porlanochemeacuesto en cuanto puedo... A la comida, agua pura... Los alimentos sanos,nutritivos...Yencuantoaesasporcuzasqueacabancon loshombres, siempreprocuré tenerlas lejos... Cuando era estudiante, hubo una que hasta quisoponermecasa;peroyoalcéelbastón¡barájoles!y,sinosemeescapapronto,ladejo como una breva. Nada... en cuanto alguna se me acercaba en la calle,mocadalimpia...¡Vayanallá,alinfierno,atenertratosindignos!...»

A pesar de esta higiene y régimen espartano, el cura tuvo la desgracia deenfermar. Comenzó a ponerse triste y amarillo, que daba pena verlo: comer,comíabien,peronoleaprovechaba.Elmédicodelcolegio,quevinoavisitarlo,le dijo que tenía una afección hepática, una ictericia, y que era de todo puntonecesarioquesedistrajese,paseaselargo,ymejorqueapie,acaballo.PerodonJuannoerajinete,pormásquesobresalieseenotrosejerciciosgimnásticos,ynoqueríaverseexpuestoaserderribado.Sinembargo,comoelmédicoinsistíaenlospaseosacaballo,sedeterminóaalquilarunjamelgoparadarunavueltaporlasafueras,demadrugada.Miguelalquilóotroparaacompañarle,yasíqueDiosamanecía,salíanseambosporlapuertadeToledooSanVicente,yseespaciabanporaquelloscamposmedia leguaouna, segúnel tiempoy laocasión.Elcurallevabaenelbolsillounaonzadechocolate,yhabíaaconsejadoaMiguelquellevase otra: en el primer merendero o taberna que tropezaban, las tomabandisueltas en agua, y proseguían sumarcha.AMiguel le gustabamucho trotar,peroelcuraseoponía,porquesegúnél«sebatíandemasiadoloshipocondrios:»enrealidaderaquetemíacaerse.Ordinariamenteibanemparejados,departiendoamigablemente:elcapellánmostrabaasudiscípulocadadíamásestimación:enuna cosa no estaba conforme con él, y se la recriminaba a menudo: era laamistad queMiguel profesaba aBrutandor.—«¡Mentira parece ¡barájoles! queseasamigodeesejumento!Yélhasabidobienaprovecharse.Sinofueseporti,nosaleadelantenuncadealgunasasignaturas.»Nuestrohéroepensabamaldelcura por esta antipatía, achacándola a lo que ya hemos dicho, porque si bienMendoza no era un águila, ni había de sobresalir jamás en los estudiosespeculativos, tampoco leparecíaunasno;discurríabastanteacertadamenteenocasiones,eraamigodecumplirconsudeber,yteníauncarácter,aunquegrave,muyapacibleysimpático.Poresteaborrecimientoinjusto,porsupresunciónyridiculeces, Miguel no pagaba al cura su estimación; antes buscaba modo dereírsede ély remedarledelantede los compañeros.Un sucesodepocamontavinoaaumentarestedesprecioyahacerleformarunaideamásruinaúndesucarácter.

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Ni los paseos ecuestres, ni otras medicinas que el médico le propinó,consiguieronponerlebueno.Ibadecayendodedíaendíayenpocoestuvoquesemuriese;perolaprovidenciadeDios,quesindudalereservabatodavíaparaalgo útil, quiso que, cuando menos lo pensaba, arrojase algunas varas desolitaria. Averiguada con tal motivo la enfermedad que le aquejaba, era fácilcurarle,yenefecto,enpocotiemposecuróyquedótanbuenocomoantes.Asíque se vio sano comenzóde nuevo a bravear y hacer piernas esforzándose enlevantarpesosenormesyenseñandodenuevolosmúsculosdelbrazo.Peronobastabaestoasusánimosyasupresuncióndevarónatléticoygladiador:queríademostraralgunavezqueestas fuerzasqueel cielo lehabíaconcedidopodíanutilizarse y dejar bien sentada en el colegio su fama de valiente y esforzado.Había en el establecimiento un criado gallego,mozo de veinticinco años a losumo, alto, grueso, fornido, del cual se contaba entre los chicos que habíalevantadodos hombres con los dientes y otras proezas; con éste determinódehabérselasnuestrocapellán.Undíadescubrióqueelgallegosehabíapuestosusbotas para ir a paseo; no quisomejor ocasión, y ardiendo en cólera, le dijo aMiguel:—«¿SabesqueelbribóndeManuel sepusoayermisbotaspara irseatunantear por las tabernas?... ¡Pero no se ha de reír de mí ese jayanoteindecente!... Ahora vas a ver, barájoles.» Y le llamó desde su cuarto. AcudióManuel; el cura cerró la puerta y comenzó a recriminarle durísimamente;Manuel, bajando la cabeza, se disculpó torpemente; mas el cura, en vez desuavizarse con esta actitud humilde, siguió alzando el gallo cada vez más, yconcluyóporpasaravíasdehecho,dándoleunatremendabofetada,queresonóentodalacasa.ElpobreManuel,avezadoallevarpalizasdecabosysargentoscuandoestabaenelservicioypenetradodesdeniñodelprofundorespetoquesedebealossacerdotes,nosemovióyaguardó,escondiendolacara,lagranizadademojiconesypuñadasqueelcuraledescargó.Nobastaronadesarmarlenilahumildad evangélica del gallego (que por cierto a levantar lamano le hubieradeshecho), ni las súplicas de Miguel que presenciaba conmovido aquelescándalo.Hastaquesecansóestuvoaporreandoalinfelizcriado,dejándoleconvarioschichonesenlacaraylasnaricesensangrentadas.EstaconductaindignóaMiguelenaltogrado,yloqueacabódedesprestigiaralcurafueque,envezdeavergonzarsedehaberpegadoaunhombrequenosedefendía,aúnsejactabadeello el muy ruin.—«¿Has visto, barájoles, has visto quémocada tan gorda leasestélaprimera?¿Québiensonó,eh?...Puesaúnfueronmejoreslasqueledipordebajo,enlasnarices,aunquenosonabantanto...¡Barájoles,yaleteníayoganasaesemastuerzo!...¡queecheroncasahoraconsusdientesdecaimán!»

Pero no se pasaron muchos días sin que el cielo vengara al pobreManuel,

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dejando aMiguel en extremo complacido, y fue delmodo siguiente: SalieronunatardedepaseohacialaMoncloatodoslosalumnosyprofesores,ycuandohubieronllegadoasitioapropósito,mandóeldirectorromperfilas,yloschicoscomenzaron,comoordinariamente, a recrearseacompañadospor susmaestros.Armosejuegodepeonzaenunparaje,enotrodesalto,másalládearo,yasísedistribuyeronenuninstantetodos;elcoronelsepuso,comosiempre,adibujar,copiandodelnaturaluncarromato,ydonLeandrosefueaunlugarapartadoasonar la flauta acompañado solamente de tres o cuatro discípulos;mientras elcura,quedesdequehabíaexpulsadolasolitariaandabamuygalányboyante,sedivertía,tumbadoenelsuelo,enlevantarapulsodosniños,unoencadabrazo.Mas cansado al finde este ejercicio, se levantóy comenzó apasear buscandomedio de utilizar nuevamente sus músculos poderosos: y sin darse cuenta deello, fue acercándose en silencio al paraje donde tocaba la flautaD. Leandro.Unavezcercadeél,noseleocurriónadamásgraciosoqueagarrarpordetrásalinfeliz preceptor, levantarle en alto y apretarle con todas sus fuerzas:—«¡Suélteme,D.Juan,quemehacedaño!»—gritóeltipledeSanIsidromedioasfixiadoypataleando.D.Juansereíasinsoltar.Peronocontóconlahuéspeda,lacualenestaocasión fueMarroquín,quien indignadodeaquelactobrutal,oporventuracediendoa laaversiónque le inspiraban todos losclérigos,acudióvelozmente en auxilio de su compañero, y sujetando a su vez al cura por laespalda, le apretó tanto la cintura, que aquél se vio obligado, no solamente adejar en paz a D. Leandro, sino a pedir con voz quejumbrosa misericordia.Dejoleal cabodeun ratoMarroquín,pero tanestropeadoymaltrecho,queenvezdereírsedelabroma,comenzóatoseryaquejarse;laverdadesqueestabamuypálido:—«¡Barájoles!estopasadebroma,Sr.Marroquín.—¿PuesnoestabaV.haciendolomismoconD.Leandro?—Peroyonoleapretabacontodasmisfuerzas,comoV.hahechoconmigo.»

Loschicosserierondelpercance,hallandoelcastigodeMarroquínmuyensulugar.Encambio,elcurasepusocadavezmáshosco,ycomenzóapasearsesolotosiendo y escupiendo amenudo y llevando lamano al bajo vientre. Cuandollegó la hora de la cena, no probó bocado; los alumnos se hacían guiños yconteníanaduraspenaslarisa.Altiempodeacostarse,Miguelsevioobligadopormásdemediahoraaoírlevomitarinjuriascontrasumortalenemigo.Alfinconcluyó diciendo:—«Por las buenas, Miguel, ya sabes que no hay hombremejorqueyo...¡Peroporlasmalas,soyunafiera!Marroquínmelashadepagar.Se figura, barájoles, queporque soy clérigonohedepedirle satisfacción...Seequivoca...yo lomismovisto loshábitosdel sacerdote,queempuño laespadadelmilitar.Mañanahablaremos.»

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Durmiose, por último, en estas disposiciones belicosas, mientras Miguelsonreíaentresábanas,pensandoque todoquedaríaenaguadecerrajas.Nofueasí, sin embargo. Al día siguiente el cura continuaba taciturno y encrespado,meditandoferocesvenganzas:elapretóndeldíaanteriorhacíarebasarlacopa,ysentía la necesidad de dar cualquier desahogo a su odio.Mientras duraron lasclasessemantuvograve,ysosegado:actituddignadelquepiensajugarlavidaalaspocashoras:comiópocoysinhablarpalabra.Alllegarlanochecomenzóapasear,agitadamente,porunodeloscorredores.PocoratodespuéspasóporallíMarroquín que iba al comedor a cenar: el cura le dejó cruzar a su lado sinsaludarle; pero cuando estaba a unos cuantos pasos de distancia, le llamó:—«Oigaustedunapalabra,Sr.Marroquín.»—Miguel,queestabaenacecho,vioqueMarroquín se volvía y el cura le hablaba al oído; el profesor heterodoxolevantólacabezaconsorpresayseapresuróadecirenvozbastantealtaynadapacífica:—«Cuando usted quiera.»—D. Juan volvió a hablarle al oído, ytornaron a separarse. Miguel, interesado y afanoso por saber el resultado deaquellaaventura,noperdiódevistaalcurauninstante:violesentarsealamesaynoprobarapenasbocado.Marroquíncomiócomositalcosa.Concluidalacena,elcurasubióasucuartoyseestuvoallíunratito:despuéssaliócautelosamenteysubióalaboardilla.Marroquín,queestabapaseandoporelcorredoryleviosubir, no tardó en seguirle también sin hacer ruido. A entrambos los siguióMiguelconmássigiloaún.Cerraron trassí lapuertade laboardilla;peroestapuerta, vieja y desvencijada, tenía tales rendijas, que le permitieron aMiguelenterarsedeloquedentroocurría:elcuraencendióunquinqué,quehabíasobrela mesa de la plancha, y acto continuo se despojó de la sotana, y quedó enmangas de camisa hecho un gladiador; y para que todavía la semejanza fuesemásperfecta, remangóselas, y lomismo lospantalones.Marroquín se limitó aquitarseelgorroy la levita.TodosevolvíaojosMiguel tratandodeverdóndeestaban las espadas a que el cura había aludido la noche anterior; pero noparecíanporningunaparte.Ycongransorpresaydesengaño,puesestabacreídodequeibaapresenciarunaextrañayterribleaventura,vioqueloscampeonesseponían a darse de morradas como mozos de cuerda. El cura, que estabaespantosamentelívido,dijoconvozronca:—«Podemosempezar,»—yalinstantearremetió con Marroquín, dándole una granizada de puñetazos que, porprecipitadosydescompuestos,noconsiguieronaturdiralhirsutoprofesor,elcualechandodospasosatrás,yalzandolamano,asestóalcura,enmediodelacara,tantremendabofetada,quemediolevolcó,ysinohubierasidoporlamesa,enque tropezó, le hubiera volcadopor entero.Y sin aguardar a que el clérigo serepusiese, le alumbró una nueva, por el otro lado, de tal manera que le pusoderecho.Elcuraentoncessetrabóconél,cuerpoacuerpo,procurandocontodas

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susfuerzasarrojarlealsuelo;peroMarroquín,sujetándoleasuvezporelcuelloymetiéndolelacabezadebajodelbrazo,principióadarleconelotrotanfierosgolpesen lasnarices,queelcuragritóconvozsofocada:—«¡Socorro;quemematan!»—Miguel le dejó gritar un poco más, pues no le pesaba de aquelmerecido vapuleo, y sólo cuando vio que Marroquín persistía incansable ensolfearle, bajó a escape la escalera llamando al inspector:—«D.Ruperto, creoqueD.JuanyelSr.Marroquínseestánpegandoalláarribaenlaguardilla.»—Subióel inspectorasaltosyhallóalcuraenunestadoquedabalástimaverlo:echandosangreporlasnaricesylosdientes.Noquiso,sinembargo,quesedieseparte al director, ni se dijese nada en el colegio. Entre D. Ruperto yMiguellleváronle a su cuarto, le pusieron algunos paños de árnica, y le dejaronacostado. Al día siguiente se quedó en la cama, porque tenía la nariz muyhinchadayunojotambién.Miguelfueahacerlecompañíayprocuróconsolarledel mejor modo que pudo con alguna piadosa lisonja. Lo que más alivió lapesadumbredelvencidoatletafueoírledecir:—«V.estámalo,señorcura;peroMarroquín tampoco andamuy bueno... Tiene la cara como un pan...Además,dicenquevaaquedarresentidodelpecho.»

VIII

En los dos primeros años vino el asistente de su padre a sacarle todos losdomingosdelcolegioyllevarleacasa.Elcorazónlepalpitabadealegríacuandoelinspectorleavisabaparaquesevistieseeluniformeysepreparaseasalir.Encasa,sinembargo,noleaguardabangrandesrecreos:comerconsupadre,besarasuhermanita,retozarconloscriadosenlacocinaysalirapaseoencoche:yacambio de estos gustos, contemplar todo el día el rostro de sumadrastra quecadavezleparecíamásaborrecible,ysufrirsusreprensionesydesdenes.Peroelpobre chico apetecía con ansia el amor y los cuidados de la familia: ante labárbara indiferencia del colegio, el cariño y la consideración que letestimoniabanloscriadosdesucasaéranlesabrosos.

Fácilesdesuponerquelaantipatíadelabrigadieranocediónadaduranteestetiempo;antessefuerecrudeciendogradualmente,pormásquenotuviesetantasocasiones como antes de mostrarla. Otro tanto acaeció con Miguel: en sunaturaleza impresionable fue echando raíces de tal suerte, que apenas podíamirarlasinadvertirqueseleencendíanlasmejillasylacóleraleroíaelcorazón.

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En ciertosmomentos, cuando se hallaba bajo el peso de algúnnuevo agravio,volaba su imaginación en alas de la cólera y se complacía en ir estudiandodetenidamentetodoslostormentosdequehabíaoídohablar,losqueempleabalaInquisición con los herejes y los Emperadores romanos con los cristianos, ytodosellosse losaplicabaconfruiciónasumadrastra.Alcabosucedióloqueeradeesperar.Una tarde, al regresardelpaseocon sus compañeros, cruzandodesde el Prado a la calle de Alcalá, se vieron obligados a pararse por no seratropellados de los carruajes. Los ojos deMiguel, que estaba en primera filaaguardandoeldesfile,tropezaronconlosdesumadrastra,queveníaencarretelaabierta. La brigadiera le hizo un signo con la cabeza; pero el niño contestóclavandoenellaunamiradafríayapartandodespuéslosojoscondesdén.¡Ay!labrigadierallegóasucasaentalestadodeexaltación,queloscriadospensaronquesehabíavueltoloca:hubonecesidaddelfrascodeléter,friccionesdeaguafríaenlassienesyunacucharadadelanti-espasmódico;alcabodemediahoralairascibleandaluzarompióallorarperdidamente,llamándoselamujermásinfelizdelatierra.LabrigadatodapadeciódurantequincedíasporcausadelagroseríadeMiguel;peromuyparticularmentesudignojefe,quetardóalgunosmesesenverlimpiodenubarroneselcieloconyugal.Desdeentonceselcolegialnovolvióapisarlasescalerasdelacasa,malllamadadesupadre,pueseradetodoentododesumadrastra.

No le pesó tanto a Miguel como era de presumir: por aquella épocacomenzabanaestrecharsesusrelacionessingularesconPetra,ylosdomingosenquealaplanchadoranoletocabasalir,pasabalamayorpartedeltiempoensugrata compañía. Lo único que sintió positivamente fue el verse privado deacariciar a su hermana, de la cual continuaba siendo el gato predilecto. Encuantoasupadre,empezóavisitarconmásfrecuenciaqueanteselcolegiodelaMerced:dosotresvecesporsemanalellamabanalahoraderecreoparadecirlequesupapáleaguardabaenelsalón,yaloírlo,volabahaciaalláconelcorazónhenchidodealegría.Elbrigadierlerecibíaconlosbrazosabiertosyleapretabacontraelpechopreguntándoledespuéscon sonrisadulcey triste:—«¿Cómo teva,hijomío?»—Seenterabaminuciosamentedesusestudios,desusrecreos,desus faltas, de sus premios, de cuanto le ocurría, en suma, y no se cansaba derecomendarle laformalidady laaplicación;casinuncasemarchabasindejarlealgúnregaloodinero,quenopocasvecespasabaíntegroalasmanosdelagentilplanchadora,dueñoabsolutodesusaccionesypensamientos.

Miguelempezóanotarqueelabrazoquesupadreledabaalverleeracadavezmás prolongado, y la sonrisa con que le saludaba cada día más dulce y más

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triste. El corazón le dijo que era muy desgraciado, y a medida que lo eraaumentabaelcariñoque leprofesaba.ElbrigadierRivera,queostentabaensupecho losdíasdebesamanos la cruz laureadadeSanFernando, gemía enunaesclavitudinsoportable.Laredenquelasoberbiaandaluzaleteníaaprisionado,era ya tan tupida, que el triste no podía sacar un dedo fuera sin riesgo deprovocar algún conflicto. ¡Quién sabe los esfuerzos y la habilidad quedesplegaba, los peligros que corría para lograr el ver tan amenudo a su hijo!Apagado el fuego de la pasión amorosa que le había arrastrado a un segundomatrimonio,padeciendolosvejámenesqueéste trajoconsigo,despertoseensumemorialapurafelicidadquehabíagozadoconelprimeroyelrecuerdodelasvirtudesdesuinfelizesposa;elamordelhijoquelehabíadejado,crecióensupechoconestasdulcesmemorias,ylacomúndesgraciaquesobreellospesaba,contribuyó también a acalorar su cariño. Al fin era su primogénito, el frutodeseado de sus primeros amores, el depositario de su apellido y el único quepodía trasmitirlo, por cuanto de su esposaÁngela no tenía varón: todo se fueagregandoenfavordelcolegial.Además,suhijaJuliasecriabacontantomimoymelindres,producíatalesdisturbiosenlacasayoriginabatantosdisgustos,queenmediodelamordepadre,quenomuerenunca,elbrigadierRiveranopodíamenos de sentir hacia ella cierto leve rencor que la desgracia de Miguelcontribuíaasostener.Poresosutremendaesposa,alverlealgunasvecessalirdecasasindarunbesoalaniña,lellamabapadredesnaturalizado.

Losmomentos de verdadera dicha para el brigadier eran aquellos en que seencerrabaconsuhijoenelsalóndelcolegio.Lejosdelasmiradasdelenemigocomún,podíaentregarse librementea lasexpansionesdel afectopaternal,y seentregaba de buen grado.Teníale larguísimo rato entre sus rodillas,mirándolefijamenteconojosaterradoresparacualquieramenosparaMiguel,queyasabíaaquéatenerse; tirábalepor loscabellossuavemente,yamenudo le rozaba lasmejillasconsusferocesyencrespadosbigotes.Algunasveceslemontabasobrelosmuslos y se entregaba, sin saber por qué, a unmovimiento vertiginoso decaballodesbocadohaciéndolesaltarmásde loqueelchicodeseara.Cuandoelfurioso corcel quedaba rendido y jadeante, nuestro colegial veía a menudodeslizarseporelrostrodesupadreunalágrimaabultadaquesedeshacíaalllegaral bigote, después de lo cual, el bravo brigadier apretaba a su hijo contra elpecho hasta descoyuntarlo,murmurándole al oído palabras amorosas.Algunasveces solía decirle:—«Tú no sabes, hijomío, lo que te quiere tu padre; ya losabrás,yalosabrás...¡yaalgunolepesará!»añadíaentonotriunfal.Miguelnosabía loqueestaspalabrassignificaban;peroveíasonreírasupadre,yesto leensanchabaelcorazón.

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Un día aquél vino a noticiarle con tristeza que había pedido el cuartel paraSevilla.Miguel comprendió inmediatamente que quien lo había pedido era sumadrastra.Elbrigadierleabrazóllorandoysedespidiórepitiéndolealoídolasmismas incomprensibles palabras: «¡Ya sabrás, ya sabrás lo que te quiere tupadre!»Laandaluzanoquisodecirleadiós,niMiguelsehumillóasolicitarlo.Desde Sevilla su padre le escribíamuy amenudo, y cada cinco o seismesesveníaahacerleunavisita;perojamásintentóllevarleapasarlasvacacionesensu casa. El pobre colegial, al llegar elmes de junio, veía partirse a todos suscompañerosalegrescomolasgolondrinas,ydurantealgunosdíasllorabaasolasensucuarto.Masprontoseconsolaba,queensuedadlaspenasnoabrensurcoprofundo en el corazón, y aceptaba la vidamonótona y holgazana del colegiocongusto.

SurespetabletíoD.BernardoRiveraveníaavisitarledevezencuando,ysiélnopodíahacerlo a causade susgravesocupaciones, comisionaba al buenodeHojeda, para que fuese en su nombre. Miguel prefería estas visitas porrepresentación.D.Facundoeraunhombrecorrientequeleenterabadetodoloque ocurría por elmundo (elmundo deD. Facundo), le traía siempre algunagolosinaysedejabainterrogarconlapacienciadeunsanto.PorélsupoquesuprimaEulaliasecasabaalfinconArturoValle,eljovenabolicionistaquehabíaconocidoencasadetíoBernardo,quienhabíaconsentidoenestematrimonioenvista de que Valle iba templando un poco sus opiniones avanzadas y habíarenunciadoalosbanquetesantiesclavistas.Perocomolanaturalezasensibledeeste joven necesitaba algún tierno desahogo, sustituyó a los esclavos por losniños, dedicando toda su actividad a la protección de estos seres inocentes;fundóunasociedadparaelefecto,einauguróunaseriedebanquetesquedieronmuchoquedeciralosperiódicos;tambiénescribióalgunosfolletosacercade«laeducación física intelectual y sentimental de los niños,» «los juegos de lainfancia,» «el trabajo de los párvulos,» etc., etc. D. Bernardo le dejó esterecurso inofensivo,aunquehubieradeseadomásquesededicasea los trabajosdel foro y a la resolución de otros problemas jurídicos demayor importancia.También supo porHojeda (y esto le llenó de asombro), que Lucía Población,aquellaseñoritarubia,tandulce,tanpoética,amigadesumadrastrahabíadadosumano al coronelBembo, ascendido hacía poco tiempo a brigadier. En estohabíanvenidoapararaquellaslargasdisertacionesacercadelamor,elideal,lospresentimientos y otras reconditeces psíquicas que le había oído, aunque sincomprenderlas, cuando iba a comer a casa; en casarse con un elefante. Su tíoManoloveníatambiénaverle;peroeramuycaprichosoydesigualensusvisitas;

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le daba una temporada por ir casi diariamente y sacarle a menudo a paseo,violentandoparaellolavoluntaddeldirectorylasprácticasdelestablecimiento;despuéssepasabadosotresmesessinparecerporelcolegio.

CuandoMiguelsehizobachiller,conlanotadesobresalienteenletrasyladeaprobadoenciencias,vinosupadredeSevilla,ytuvieronunalargaconferenciaparatratardelaeleccióndecarrera:elbrigadierseinclinabaaladeingeniero;peroMiguelquiso ser abogado,y aquélno se atrevióa contrariarle.Ofreciosedespués la cuestión de alojamiento; en el colegio ya no podía permanecer; elbrigadierpensóen lacasadesuhermanoBernardo;perohabiéndole tocadoelasuntocondelicadeza,hallóunaacogidatanfría,quizáporlafamaqueMigueltenía adquirida de travieso, que le dejómuy ofendido, y jurando no volver apedir jamás un favor a su hermano. En Manuel no pensó, porque conocíademasiadosugénerodevida,incompatibleconloscuidadosylavigilanciaqueexigeunmuchachodediezysieteaños.Alfinnotuvomásremedioquedejarloacomodado en una casa de huéspedes, modesta, pero decente, de la calle deJacometrezo. Antes demarchar le pronunció un sentido discurso acerca de lanecesidaddeserformalyestudioso,«siquieraporqueaquellanomesaquelocoechándometodoeldíaalacaratustravesuras.»

Con esta etapa dio comienzo para nuestro mancebo un modo de vidatotalmentedistintodel quehasta entonceshabía tenido.Elgoce inefablede laindependencialeembargóporalgunosmeses;entrabaysalíadecasacienvecesaldía,sinnecesidadalguna,sóloparaconvencersedequeeralibre,dueñodesusacciones; tiraba de la campanilla y se hacía traer vasos de agua sin tener sed;compróunapetacay algunas librasde tabacopicado, ypara aprender a hacercigarros,seensayó,porconsejodeuntenientedeartilleríaquesealojabaenlamisma casa, haciéndolos con arenilla de la salvadera; corría por las callesdeteniéndoselargoratodelantedelosescaparates,ygastabaeldineroalquilandoporhorasberlinasdepunto;entrabaenloscafésypedíacopasderonocognac,sóloporenjuagarselaboca,puesnopodíaatravesarloslicores.Seenamorabadecuantascorbatasveía,ynopudiendoresistiralatentacióndecomprarlas,llegópronto a poseer una colección asombrosa: después le dio por los gemelos ytrasladóasucómodatodaunatiendadebisutería;después,porlasboquillasdeespumademar.Últimamenteseenfrascóenlalecturadenovelas:leíabuenoymalo,cuantocaíaensusmanos.

EnlosprimerosmesesdecursoasistióunascuantasvecesalaUniversidad:losprofesoresleaburrieron:usabantodosunajergafilosóficaqueleparecíaneciaeincomprensible. Prefirió corretear por Madrid en compañía del teniente de

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artilleríayotrosamigos,queno tardóenadquirir,de loscuales fueal instantemuy querido por su genio abierto y simpático y su «buena sombra.» Su vidadurante aquel curso hay que confesar que no fue muy edificante. Su amigoíntimoycompañerodecolegio,PericoMendoza,tambiéncomenzócuandoéllacarreradederecho,peroconmuydiversosauspicios.Desdelaaperturadelcursonohuboestudiantemáspuntualnimásdiligente;cargadosiempredecuadernoscaminodelaUniversidad,ometidoensucuartoponiendolosapuntesenlimpio;estaerasuvida.AlojabaenunamodestísimaposadadelaCorrederabajadeSanPablo,pagandonueverealesaldía.ElpobreBrutandor,apesardesusapellidosilustresy sonoros, estabamuy lejosdenadar en laopulencia.Supadre, segúnpudo averiguar más adelante Miguel, era un cirujano de un pueblecillo deExtremadura; la carrera se la costeaba un tío cura. Pero nada de esto dejabatraslucirsuexterior,siemprepulcroyaliñado.Habíacrecidoyengordadohastaconvertirseenloqueelvulgosuelellamar«unrealmozo.»Surostro,aunquesinexpresión,noteníanadaderepulsivo;erafresco,sonrosado,rebosandodesaludy cercado por una patilla rubia y precoz que le sentaba admirablemente. Loúnicoqueafeabaaquellafigurahermosae imponente,eraciertadesproporciónentre la cabeza y el tronco: era un poco cabezudo.Miguel se había quedadopequeñito y menudo: poseía en cambio una fisonomía expresiva y simpática,modalessueltosyunmododehablartanagraciado,quecautivabaacuantosletrataban. Su temperamento inquieto se había modificado, o, por mejor decir,habíatomadootrosesgo,manifestándoseahoraensuconversación,siemprevivay salpicadade frases oportunas: para intimar con cualquier persona le bastabamediahora.

Pocosmesesdespuésdeabiertoelcurso,seencontraronMiguelyMendozaenlacalle.Aunqueseguíansiendomuyamigos,estabanalgoalejadoseneltrato,aconsecuenciade lavida tandistintaquehacían;puesmientrasMendozaasistíacon puntualidad a las cátedras y pasaba muchas horas en casa, el hijo delbrigadier rodaba en compañía del teniente y sus nuevos amigos por los cafés,teatrosyotrossitiosmenossantostodavíadelacorte.Sesaludaronconefusióny se contaron su vida. Mendoza aconsejó a su amigo que fuese por laUniversidad, porque eramuy fácil perder curso; losprofesores tenían famadeseveros;lasasignaturaseranlargasydifíciles,yacostumbrabanaapretarmásalosquenoasistíanaclase.Miguelseencogiódehombros,rioseunpocodelagravedad con que Mendoza le decía todas aquellas cosas, y prometió ir a laUniversidad y empezar a estudiar de firme. Después Brutandor le habló conrubordeciertosapuroseconómicosquealasazónpadecía.

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—Enestemomento—ledijo—ibapensandoentiytratabadeiravisitarteporsipudierassacarmedeestepilanco...Deboalapatronacercadedosmeses...

—¿Quédineronecesitas?—lepreguntóMiguelenseguida.

—Cuarentaduros.

—Puesnolostengo;peromañanaselospediréamitíoconcualquierpretexto,ytelosdaré...Pásatealahoradecomerpormicasa.

Aldíasiguientesepasó,enefecto,porlacalledeJacometrezo,yMiguelledioloscuarentaduros.

Trascurridoalgúntiempo,Mendozavolvióavisitarleylepidióveinticinco.Seencontrabaendeudaconotrapatrona,puessehabíamudadoalacalledelPez.Miguelvolvióaabrirsubolsayaremediarle.Porfin,ciertanocheenlosúltimosdíasdeenero,regresandoMiguelacasa,ledijoelcriadoalentregarlelaluz:

—Señorito,ensucuartoestáunjovenquehavenidoyaotrasvecesaverle...Llegóenmangasdecamisaysinsombreroymepidióporfavorqueledejaseentraraesperarle...Nosésihabréhechobien...Medijoquelehabíapasadounadesgracia...

Miguel, llenodeasombro, sedirigióa suhabitación: al entraroyó lavozdePerico.

—Buenasnoches,Miguelito.

Miróatodoslosrinconesdelgabinete,ynovioanadie.

—Estoyaquí,enlaalcoba.

Miguelfueaalláyleencontrómetidodentrodesucama.

—¡Perohombre!...

—Perdóname...mehallabamediodesnudoyteníamuchofrío...

—Pero¿quéhasidoeso?

—ElpatróndelacalledelPez...Mequitóelbaúlconlaropa,mearrancólalevita que llevaba puesta, el sombrero, la corbata... y después de darme unascuantasbofetadas,meechóalacallealasdiezdelanoche...

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Dijo esto con la misma calma que si hablase de otro. Miguel le miróestupefacto.

—¿Ytúquéhashecho?

—Veniraquí.

—Yaloveo,¿peroantesnohasdevueltoningunadelasbofetadasquetehandado?

—Ninguna.

—¿YparaquéquieresentoncesesasmanazasqueDiostehaconcedido?

—Silehubierapegado,mellevaríanalacárcel.

Miguelvolvióamirarledehitoenhito,yquitándoseelsombreroconafectadorespeto,ledijo:

—¡Oh, varón prudentísimo, yo te saludo! Aunque no esté bien averiguadotodavía si es mejor llevar bofetadas que ir a la cárcel, no puedo menos deadmirar tu profunda sabiduría... ¿Y por qué ha osado poner las manos en turostrovirginalyaligerartetantoderopa?

Mendozaunpocoamoscadocontestó:

—Porqueledebíamesymediodepupilaje.

—¡Problema!—exclamóMiguel.—Siporadeudarlemesymediodepupilajeelpatróntehadadoquincebofetadas...¿Fueronmásomenos?...

Mendoza,másamoscadoyfruncido,noquisocontestar.

—Pongamos quincé... Si hubieses llegado a deberle año y medio, ¿cuántasbofetadastehubieradado?

—Meparecequeellancenoesparareírse.

—Si nome río: es que soymuy aficionado, como sabes, a lasmatemáticas.Perovamosaotracosa:¿yporquédebíasmesymedioenlaposadacuandonohaceunoquetehedadoveinticincoduros?

Mendozatampococontestó.

—Esteproblematelovoyaresolveryo.Consisteenquetú,envezdepagarla

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posada,gastas todoeldineroenlevitas,sombreros,guantes,corbatas,etc.,etc.Siempre has tenido la manía de ponerte muy guapote... y sin consecuenciasulteriores,comonosealadeenseñartedebaldeporesascallesdeDios...Hastaahoranotehevistoconquistaranadiemásquealaplanchadoradelcolegio...

Estoúltimoselodijoenuntonomásirritado,quepodíaachacarsemuybienalrecuerdodesuderrota.

—¿Quéteproponessaliendoa lacalle tanperfilado?Quedigan:«¡ahívaunbuenmozo!»Puesparatanflojoresultado,nomerecelapenaquesacrifiquesatu familia, que pases tantos apuros y te expongas como hoy a coger unapulmonía.

Mendozaescuchólareprensiónsinimpacientarse.LairritacióndeMiguelpasóal instante. Llegándose a la cama, y tirándole cariñosamente de los pelos,comenzóadecirriendo:

—Animal,procuraestrecharteunpoco,ynoronques,porquevoyaacostarmecontigo. ¡Qué honor para ti y para tu familia! ¿verdad?... Pero has de sermodesto.Perico,¡cuidadoquelopropalesporahí!

Laconsecuenciade todo fuequeBrutandor sequedódefinitivamente avivircon Miguel: éste pagaba un duro por su gabinete; el ama de la casa,acomodándoselosdosenél,rebajóelpupilajeacuatropesetascadauno;delascuatro pesetas que le tocaban, quedó convenido entre ambos que Mendozapagaría diez reales y Miguel supliría los otros seis en tanto que aquél nomejorasedefortuna.Masaunqueasíseconvino,loqueacaeciófuequelamayorpartedelosmesessevionecesitadoelhijodelbrigadierapagaríntegraocasiíntegralacuentadeambos.Mendozacontinuóperfilándose,comodecíaMiguel,amásymejor;cuandoéste,encolerizadodespuésdepagarlacuentadesahogabacon él su bilis, ponía una cara tan compungida e inclinaba la frente con tantahumildad, que la ira de su amigodisipábase comopor encantoy concluíaporreírse y resarcirse del dinero que soltaba con algunos sarcasmos que tambiénresbalabansobrelapieldeBrutandor,sinlograrhacerlecambiardeconducta.

LosdosúltimosmesesMiguel asistiópuntualmente a las clases, y sedio talatracóndeestudiar,queobtuvoenlosexámeneslanotadesobresalienteenunaasignatura, y la de notable en otras dos. Mendoza, apesar de su constanteaplicaciónydesusvoluminososcuadernosdeapuntes,noconsiguiómásqueladebuenoenlastresasignaturas.Pormásqueestoledejaseunpocodespechado,nolomanifestó;estabaacostumbradoyaaveraMiguelmeterseenlacabezalos

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librosrápidamente;porotraparte,elhijodelbrigadierteníaladelicadezadenocomentarelasuntodelasnotasydarlemuypocaimportancia.

En el curso siguienteMiguel dejó la compañía del teniente y sus disipadosamigos y se aplicó de todas veras al estudio. Pronto adquirió fama en laUniversidaddebuenestudiante,ymásparticularmentedemuchachodespejadoeingenioso.Comenzó a llamársele entre los compañerosRiverita a causa de sufigura exigua y también por su carácter alegre y decidor. El suyo y el deMendozaformabancontrastenotable,yquizáenestoconsistieraaquellamutuasimpatíaqueaentramboslosteníasujetos:mientrasMiguelteníaatodashorassueltalallavedelaconversación,aMendozahabíaquesacarlelaspalabrasdelcuerpocontirabuzón.Siporcasualidadaquélguardabasilencio,nohabíamiedoque éste lo turbase; horas enteras se pasarían sin comunicarse nada. Muchasveces, después de comer, se sentaban ambos al par de la chimenea; era elmomentoenqueaMiguelleasaltabalamelancolía;seacordabadesupadre,delatristesuertequelehabíacabidoseparadodeél,viviendosinfamiliahacíayatantosaños.Solíapermanecercalladoytaciturnoalgúntiempo,duranteelcualMendoza le seguía el humor y semostrabamás taciturno todavía, aunque sinmotivoalguno.Alfin,cuandolosmalospensamientosdeMiguelsedisipaban,rompía súbito el silencio poniéndose a cantar o a brincar, si es que no se leocurríaalgunacosaparaembromarasuamigo:

—Oyes,Perico,¿sabesloqueestoyobservando?

—¿Qué?—decíaéstelevantandolosmediocaídospárpados.

—Quetesuenalacabeza.

Pericoabríalosojosdesmesuradamentesincomprender.

—Sí;yaratoquelaestoyoyendosonar:haceglu,glu,comolasollascuandohierben...

—¡Quétonteríastienes,Miguel!

—Tedigoquesí,queteestásonando.¡Milagroquetúnolaoyes!

Perico,entendiendoalfinlabroma,seencerrabadenuevoensumutismo.

Otras veces, cuando paseaban juntos por el Retiro y llevaban largo rato sindespegarloslabios,decíaMiguel:

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—¿Aquenosabes,Perico,paraloquemesirvestúenelpaseo?

—¿Paraqué?

—Paradarmesombra.

En efecto, Mendoza era tan alto y tan gordo, que la figurilla de Rivera seresguardabaperfectamentedetrásdeél.

—Enresumidascuentas,lomismomedacaminarcontigoporaquíqueconunárbolfrondoso:erestanfrescoytansombríocomocualquieradelRetiro.

Y cuando algún amigo los tropezaba y les decía:—Siempre juntitos, ¿eh?—Miguel contestaba guiñando el ojo:—El que a buen árbol se arrima, buenasombralecobija.

Pericoponíaunacaramuyindigestaymasticabaalgunaspalabrasdedisgusto.

Siguió aplicándose el hijo del brigadier al estudio del derecho, si bien conciertadesigualdad:mientrasenalgunasasignaturasapretabadefirmeyllamabapoderosamentelaatencióndelprofesoryloscompañeros,otraslasabandonabacasiporcompleto.Supadreleseguíavisitandounaqueotravezysemostrabaenextremocomplacidodesuconductayaplicación:no tantodesueconomía;fuesepormotivodelgastosuplementarioqueMendoza leocasionabaoporsupropiaprodigalidad,oporambascosasalavez,lociertoesquegastababastantemásdeloquedebiera.Cuandoelbrigadierseloadvertíasuavemente,quedabaalgunas horas triste y pesaroso, formaba propósitos de enmienda; pero a lospocosdíasolvidábaseenteramentedeellosyseguíadandoacometidascruelesalbolsillopaterno.PasabalasvacacionesenMadrid,oatodomásseibaalgunosdías al Escorial en compañía de una familia conocida. El brigadier, cuandollegabaelverano,leinvitabaairseconellosaunpueblecitodelacostadondesolíanpasarlosmesesdecalor;peroMiguelobservabatalvacilaciónyfrialdaden este convite, que comprendía perfectamente que no debía aceptarlo: supresencia en la casa era ocasionada a muchos disgustos, y de ningún modoqueríaquesubuenpadrepadecieseningunoporsucausa.

En el cuarto año de su carrera se hizo presentar como socio en el Ateneo.Desdeentoncesfueasiduodiscípulodesuscátedrasytertulianodesuspasillos;mañana, tarde y noche, en todas las horas que las clases le dejaban libre, seencerrabaenelclásicoestablecimiento,centroresplandecienteenaquellaépocadelascienciasy las letras;ordinariamentepedíaunlibroyseenfrascabaenla

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lectura; en poco tiempo se tragó un número considerable de volúmenes,versandocasitodossobreestéticayfilosofía.Eraelterrordelbibliotecario,puesletraíaconstantementeenejercicio,encaramadosobrelosarmarios.Unavezenposesión del libro apetecido, nuestro mancebo corría a sentarse al lado de lachimeneaysedejabatostarlaspantorrillas,mientraselcerebronavegabaporlosmaresignotosdelametafísica;primerofaltaríaelsolensucarrera,quenuestroestudianteenunade lasbutacasde terciopelocarmesídelAteneo.Al llegarelmesdeoctubreempezabaésteapoblarse,ysuspasillosarebosardecampeonesliteratosyfilósofosquenocheydíaseejercitabanenelartedeladiscusión;nosindetrimentodelostímpanosdeotrossociosmáspacíficos.Almismotiemposeabríanlacátedrasdondeseexplicabanlasmateriasmásindispensablesparalavida: losorígenesde lospueblos semíticos; examendel códigoGregoriano; elhombre en el terreno terciario, etc., etc. En la sesión de ciencias morales sedebatíanarduoseinteresantesproblemas:enladeliteraturaseleíanversostanarduos,aunquemenosinteresantes.

Unanocheallevantarselasesión,Miguelsintióqueletocabanenelhombro;eraValle,elmaridodesuprimaEulalia,unodelosoradoresmásimportantesala sazón, no sólo del Ateneo, sino también del Congreso. Los años habíanarrancado a su rostro aquel tinte afeminado y poético de que hemos hechomenciónyselohabíandadomásvaronil,trasformándoloenunhombrehermosoydistinguido;gastaba largosbigotes,dondebrillabaya talcualhebradeplata;vestía con refinada elegancia y continuaba sonriendo con dulzura a cuanto ledecían. Por lo demás, hacía ya tiempo que era moderado, y de los másintransigentes; había sido gobernador en varias provincias y diputado en doslegislaturas. Desde algunos años antes, los niños a cuya protección habíadedicado tantos desvelos yacían abandonados a sus propias fuerzas, lomismoquelosnegritos.Deaquellafervorosamanifestacióndeentusiasmodemocráticoy tierna sensibilidad, sólo quedaban en las librerías de viejo algunos residuosacusadores.EnvariasdeellassolíaversetodavíaalgúnfolletoabolicionistadeValle con su correspondiente negrito aherrojado en la cubierta, las manoslevantadasalcieloendemandadejusticia.Ningúntranseúntelehacíacaso,yeramásqueprobableque así se estuviesede rodillashastaque fuese apararmástardeomástempranoalmontóndelpapel inútil;elmismoValle,alcruzarpordelantedeél,solíaapartarlosojoscondesprecio,noexentoderencor.Elnegritoauténtico,estoes,eldecarneyhuesoqueasistíaalosbanquetesabolicionistas,hacíayatiempoquehabíadesaparecidodeMadridsinquenadiesupiesedóndehabía ido a parar: tal vez cansado y ahíto de las comidas sentimentales, sehubieramarchadoalÁfricaareponerelestómagoconlosplatosmásnutritivos

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delacocinaantropófaga.

—Oyes,Miguel,¿tienesnoticiadetufamilia?—ledijoconamableentonación,perorápidamente,comosilellamasenenotraparteytuviesemuypocotiempoqueperder.

—Noseñor;haceunaporcióndedíasqueno tengocartadepapá;hoy leheescritootravez...

—Puesséqueestáunpocoenfermo.

AMiguellediounbrincoelcorazón.

—¿Hahabidocarta?

—Sí,hahabidocarta.

—¿Ycómonomehanescritoamí?

—No lo sé; lo que hay de cierto es que tu padre no está bueno, que es unhombre, aunque no viejo, muy gastado por los achaques, y que debéis estarprevenidosparacualquiersucesodesagradable.

Nuestro estudiante se sintió profundamente conmovido; guardó silencio uninstante y no queriendo preguntar más porque adivinaba vagamente que algoterriblelequeríancomunicar,dijoúnicamente:

—Bien,mañanaporlamañanatomaréeltrenmixto.

—Es inútil—repuso Valle, después de vacilar un poco.—Puesto que has desaberlo, más vale que sea cuanto antes... Tu padre ya ha fallecido... Vaya,resignación...yquedaconDios.Tehamejoradoentercioyquinto.Adiós.

DeestemododulceyconsoladorrecibióMiguellanoticiadelamuertedesupadre. Quedose algunos minutos clavado en el suelo lleno de estupor, y porúltimo, haciendoun esfuerzo, sedirigió conpasovacilante a undepartamentosolitarioysedejócaerenundiván;metió lacabezaentre lasmanosysollozólargo rato, sin que nadie viniese a acompañarle: solo el conserje, al dar unavuelta de inspección por la sala, hallándole de aquella suerte, le preguntó consolicitud:

—¿Quéeseso,D.Miguel?¿lloraV.?

Cuandosupolacausasesentóasuladoyleprodigólosconsuelosquepudo.

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EnelpasillosediscutíacongritoshorrísonoslacuestióndelSyllabus.

IX

Pasadosalgunosdíassupoque,enefecto,supadrelehabíamejoradoentercioyquinto,loqueconstituíaasufavor,teniendopresentequeenlosúltimosañosel capital del brigadier se habíamermado, una renta de sietemil duros; supotambién que su madrastra, en el frenesí de la cólera intentaba ponerle pleito.EntoncesseexplicóperfectamenteaquellasonrisatriunfaldelbrigadiercuandoalabrazarleenelcolegiodelaMercedledecía:«¡Yasabrásloquetequieretupadre...yalosabrás!»Elpleito,comoeralógico,nopudoprosperar;lasoberbiamadrastrasevioprecisadaadesistir,aunqueguardandoodioprofundo,nosóloaMiguel,sinoalamemoriadesumarido;éstesehabíavengadocumplidamentedetreceañosdesuplicio.

ElcuradorqueeneltestamentoledejabaerasutíoBernardo,elecciónquelemortificó un poco, porque jamás había logrado simpatizar con él. Eltemperamentoinquietoyelespíritusarcásticodelsobrinosecompadecíanmuymalconlagravedadyelsosiegoyelperfectoequilibriointelectualymoraldeltío. D. Bernardo le trataba con afectado desdén, no concediendo importanciaalgunaasustriunfosuniversitarios;parecíadecirleconelgesto,yaquenoconlapalabra: «Apesar de esas notas y esos estudios filosóficos, nunca serás unhombre respetable.» Sin embargo, en este desdén mezclábase un poquito demiedo,elmiedoqueprofesangeneralmenteloshombressiningenioalosquelotienen:estabasiempreenguardia,temiendoqueMiguellehirieseconalgunadesus salidas habituales, y para evitarlo se mostraba con él más serio y másreservadoqueconlosdemás.

Por otra parte, se habían pasado ya bastantes días desde el fallecimiento delbrigadier,yel tíoBernardosólohabía idoahacerleunavisita,yenellano lehablódeintereses,nisedioporentendidodelcargoquelavoluntaddelfinadoleimponía.Miguelsospechóquenoteníaganasdesersututor:lejosdedisgustarleestasospecha,lecausóverdaderaalegríaysepropusoverificarlapronto,yaunponertodoslosmediosporconvertirlaenrealidad.Unamañanasaliódesucasaendirecciónaladesutío,dispuestoatenerconélunaconferenciayresolverdeunavezelproblemadelagestióndesusintereses.D.Bernardoseguíaviviendo

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en la casa de la calle delPrado, de su propiedad.El criado, en vez de dejarlepasar buenamente, por tratarse de un pariente tan cercano de los señores, leintrodujo, como siempre, ceremoniosamente en el salón, y le mandó esperar.—«Empieza lacomedia»—dijoMiguelparasísonriendo.Ysinhacercasodelruegodel lacayo, luegoqueéste se fue, saliódel salón,ysubiendo laescalerainterior,sefuederechoalcuartodesuprimoEnrique.Eralaúnicapersonaconquien simpatizaba en la casa, si se exceptúa también su tía Martina, a quiensiemprehabíaprofesadosincerocariño.Enriquesehabíapreparadoparatresocuatro carreras especiales, y en ninguna había logrado ingresar. Por último, yparatenersiquieraalguna,sedecidióaentrarenlaAcademiadeInfantería:alahora presente era alférez de este cuerpo, de reemplazo, sin vestir jamás eluniforme, que le parecía ridículo, viviendo en la corte como un señorito rico,gozandode todos losplaceresy singularmentede los toros,queera suaficiónpredilecta, casi unamanía. Los papás habían pasadomuchos disgustos por sucausa:eralaúnicanotaquedesafinabaenelconciertocasero.CadavezqueletraíanaD.Bernardolanoticiadeunanuevacalaverada,deunnuevosuspenso,seponíaa laspuertasde lamuerte,dejabadecomer,dehablar,defumar,ysepasabadosotresdíasdandopaseosporelcorredorylanzandodevezencuandounosayessofocados,quetraspasabanelcorazóndesufielesposadoñaMartina.—«Distráete,hombre;nopiensesmásenello:vasaenfermar,yprimeroerestúque él... Además, no todos los chicos han de ser modelos como Carlitos yVicente...»D.Bernardonohacíacasodeestasjustasobservaciones,ysólosalíadesuvoluntarioostracismocuandoalgúngravequehacerveníadichosamenteaembargarsuatención.Porlodemás,Enriquecontinuabasiendoelfavoritodesumadre, la cual, aunque no lo confesaba ni a ella misma siquiera, porque loconsideraba comouna injusticia demarca, no podíamenos de sentirse atraídahacia aquel hijo que representaba en la casa, en aquella casa severa yreglamentadacomounconvento,laalegría,laespontaneidad,labondadfrancaycampechana. Allá a la postre también D. Bernardo, sus hijos y su yernocomprendieronquehastadesdeelpuntodevistaestéticohacíafaltaenlafamiliaquien representase la indisciplina, algo que formase contraste y rompiese lamonotonía de aquella vida correcta. En secreto, cuando estaban en familia,murmurabantodosdeél,leponíancomountrapo,segúnlaexpresiónvulgar,yesto no dejaba de ser también un placer, o por lomenos, un pie socorrido deconversación: de vez en cuando D. Bernardo le llevaba a su cuarto y lepronunciaba un largo discurso para llamarle al orden y recordarle sus deberesnaturalesysociales,ladignidaddelcaballero,eldecorodelafamilia,etc.,etc.Pero si había alguna persona de fuera, al hablar de Enrique todos sonreíanalegremente, como diciendo: «No nos pregunten VV. por ese calavera, ese

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aturdido.¿Quiénponepuertasalcampo?»Latoleranciaquemostrabanleshacíasimpáticos,yalmismotiempoprestabamásrealceasuconductaintachable.

Carlitos había terminado la carrera de ingeniero de caminos y se disponía aemprenderladeciencias.Fueconstantementeelnúmerounodesuclase,yhabíaescrito ya algunos artículos sobre mineralogía en una revista científica.Continuabasiendoelsabiodelafamilia,conbeneplácitodetodos.Vicentehabíapasado algunos años en Inglaterra, estudiando no se sabía qué, probablementelos usos y costumbres de laGranBretaña, hacia los cuales se sintió desde unprincipiotaninclinado,quetodasuvidavistió,comió,durmió,yhastatosióalainglesa. Trajo además de allá, entre otra infinidad de manías, la de lasantigüedades,lacualfuemuydelagradodesupadre,ycontribuyónopocoenadelanteal esplendory respetabilidad siemprecrecientede la familia.CompróenInglaterraunnúmeroconsiderabledetrastosviejos,platos,tapices,yadornólacasaconellos:además,conpermisodesupadre,todoslosveranosdabaunavueltecita por las provincias y regresaba abundantemente provisto de objetosantiguos.Lacasadeestasuerte llegóprontoaparecerunmuseoarqueológico:era cada vez más sombría y más triste. Vicente consiguió también ejercerpoderosa influencia en ella, particularmente en lo que tocaba al orden y laetiqueta: loscriadosconsiderábanlecomosu jefe inmediato,yhaciaélvolvíanlosojossiemprequeibaahacersealgoquenofueselarutinadetodoslosdías.Doña Martina a cada instante le preguntaba:—Vicente, ¿dónde colocamos aRomillo?Vicente,¿debetemplarseelBurdeos?¿Dóndeponemoslaestatuaquehantraídohoy?¿AquéhorasesirveenLondreseselicorquehemosrecibido?—ElmismoD.Bernardo,apesardesunodiscutidainfalibilidad,nosedesdeñabaalgunavezdeconsultarleenasuntosdeceremonia;v.gr.:sihabíadevisitaraD.Fulanoodejarlesimplementeunatarjeta;sidebíaaceptarlainvitaciónacomerdeD.Mengano,etc.,etc.Vallevivíatambiénenlacasayteníayadosniñasdetresydosañosrespectivamente;sehabíaadaptadotanadmirablementealmododeserdeaquellafamilia,queparecíanacidoycriadocontodosellos;lamismapulcritudenelvestir,lamismaafectadacortesía,elmismocuidadoextremosoennodecirnihacernadadeparticular,lamismagravedadyénfasisparaexpresarlascosasmástriviales.Aúnenestolessacabaventaja:elantiguoabolicionistanopodíapreguntaraunamigolahoraoloquepensabadeltiempo,sinllamarleaparte con cierto aparato demisterio: los que le veían, siempre juzgaban queestaba tratando algún asunto muy serio y muy escabroso. Apesar de estaadaptación,nohabíaperdidoimportanciaalgunanidentronifueradelacasa;alcontrario,elmatrimonioselahabíadadogrande,yhabíacontribuidonopocoaque saliese elegido diputado y a que gozase de respeto y consideración

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universales. Por otra parte, en el hogar tenía su puesto señalado, su esfera deacción, y de esta suerte no podía haber choques ni rivalidades: era el hombrepúblico, el estadista; como Carlitos era el sabio; Vicente, el maestro deceremonias;Enrique,elcalavera,yD.Bernardo,elvarónrespetableyrespetadoque esparcía su sombra protectora sobre todos. Eulalia continuaba siendo lamismagraveyáridapersonaquecuandohemostenidoelhonordeconocerla,unpocomásgraveyunpocomásárida.Ellabioinferiorlecolgabaconexpresiónmásseñaladaaúndedespreciohacia todas lascosas terrestres.Deestegeneraldespreciosesalvaba,noobstante,sumarido,supadreyhermanos,exceptuandoEnrique,ytodoslosusosycostumbresdelabuenasociedad,delascualesera,comosuseñorpadre,fielguardadora.LamismadoñaMartina,apesardesugrancorazónysuespontaneidad,ydeaqueltemperamentofrancoycampechanoqueDiosladiera,nohabíatenidomásremedioquesucumbirydoblegarsealaférreaetiquetadelafamilia,haciéndosemásseria,máscomedida,yperdiendoconellomuchodelatractivoquesucarácterteníaparaelsobrinoMiguel.

CuandoéstepenetróenelcuartodeEnrique, lehallóafeitándose frenteaunespejo,tanpreocupadoyatentoasutarea,quenolevionioyólospasos.

—Hola,Enriquillo,¿cómova?

Enriquevolvióasustadolacabeza.

—Ah,¿erestú,Miguelito?Siéntate,hombre,mealegromuchodeverteaquí.

Miguel, en vez de obedecer, se puso a dar vueltas por el cuarto, observandoconsemblanterisueñocuantoenélhabía.Estaballenodeatributostaurómacos:sobrelapuertaunacabezadisecadadetoro;alosladosunasmoñaslujosas,conlos colores caídos ya por el tiempo; por las paredes algunos cromos,representandolasdistintassuertesdeltoreo;unaespadayunamuletaformandotrofeo.

Miguel se detuvo frente a un par de banderillas simétricamente colocadasdebajodelaespadaylamuleta.

—Laúltimavezqueheestadoaquínoteníasestasbanderillas.

—Me las ha regalado, no hace más que ocho días, Marmita... ya sabes...Marmita—dijo,volviendoelrostroquerebosabadeorgulloysatisfacción.

—Sí,sí...yasé...Marmita...cualquierbruto,vamos...

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Enriquesequedórepentinamenteserioytriste.

—Hombre, Marmita es un amigo... Además, hoy no hay quien pongabanderillascomoélenningunaplazadeEspaña...¿Lehasvistoeldomingo?

—Nofuialostoros.

—Pues chico te digo que enmi vida he visto colgarlas al quiebro de aquelmodo... ¡Como si no se hubieramovido, chico... lomismo! La plaza se vinoabajo...¡Eracosadecomérselo!...Enelquintotoropusootrasalrelance,cuandomenossepensaba,quedejópasmadoatodoelmundo...Sobreelmismomorrillolasdos...¡Nipintadas,chico!...Laplazasevinoabajo...

—¿Peronoestabaenelsueloya?

—¿Cómo?

—Sí,hombre,acabasdedecirmequesevinoabajoenelprimerpar.

—¡Bueno,bueno!...túsiempredeguasita.

Ydandolavueltacontinuóafeitándose.

—Pueshacíayatiempo—dijoMiguel,despuésdedarotrascuantasvueltasporla habitación—que echaba demenos aquí unas banderillas.Me extrañaba queteniendotantascosasdetoros,nohubieraporlomenosunpar.

—¿Querrás creer, chico—repuso Enrique, dejándose engañar como muchasvecesporel tonoserioquecomunicabaMiguelasuspalabras,—quenosemehabíaocurrido?...CuandoMarmitamelasmandó,tuveunverdaderoalegrón...

—Sí,sí,comprendoquehabrásidounadelasmáspurassatisfaccionesde tuvida.

Enriquevolvióamirarleserioyamoscado,ycontinuóafeitándose.Yanoerasufisonomíaenteramenteladeunperroratonerocomodeniño;habíamejoradoun poco; no mucho; la mejoría principalmente consistía en que andaba máslimpio, sin mocos en las narices, ni repegones en las mejillas; aquel peloindómitohabíaconseguido,afuerzadepomadasycosméticos,domeñarlo,ylollevaba aplastado sobre las sienes como los chulos. Gastaba la barba cerrada,pero en aquel momento la estaba modificando, dejándose unas patillas depicadormuycucas.Asíquehuboacabadoestaoperación,sevolvióhaciaMiguelunpocoavergonzado;mascomoésteledijesequeestabamuybienyquehabía

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ganadobastanteconaquelcambio,sepusoenseguidadeunhumorexcelente,abrazó a su primo cordialmente, le dio un puñado de tabacos habanos, ycomenzóacharlardecosasalegres.

—¡Lástima,Miguelillo, que no tengas afición a los toros!—le dijo cortandorepentinamente el hilo de la conversación y mirándole fijamente con ojoscompasivos.—¡Sivierasquébuenosratossepasan!

—Sisuprimiesenlasuertedelaspicas,iríacongusto—dijoMiguelcondeseodecomplacerasuprimo,soltandounabocanadadehumo.

—¡Nodigaseso,Miguel,porDios!¿Túnosabesquesinpicasnopuedehabertoros?

—¿Pues?

—Porque irían enteritos a lamuerte y quedaría todos los días algún diestrosobrelaplaza.

—Debían defender los caballos, almenos, para que no anduvieran las tripasrodandoporelsuelo.

—¡Ese es otro error!—exclamó Enrique, a quien la discusión interesabaextremadamente.—Los caballos no pueden defenderse, porque si el toro nohallasedondecebarseytirasesiemprelosderrotesalaire,concluiríaporhuirse,como es natural, y no se podría lidiar en las otras suertes. Los que no soisaficionados, siempre empleáis los mismos argumentos, ¡los caballos!... ¡lastripas!... Si atendieseis a la lidia, no repararíais en esas menudencias... pero,¡claroestá!nosabéisloqueestápasando,noosocupáisdeestudiareltoro,osaburrís,yvaisamiraralláalotroextremodelaplazaaversiaalgúncaballoselehasalidoelmondongo...Yenúltimoresultado,¿qué?¡Noparecemásquenohabéis visto nunca las tripas de un animal! ¿No os coméis todos los días elchorizoenelcocido?

Miguel, que fumaba tranquilamente en una butaca sin atender a lo que suprimodecía,preguntóentonodistraído:

—¿Peronohabríaalgúnmediodesustituiresasuertedepicas?

—¡Ninguno!—gritóEnrique.—¡Absolutamenteninguno!

—Bien,hombre,bien;noteenfurezcas.

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—¿Te figuras que los toros son una cosa de ayermañana?... Todo lo que serefierealostorosestámuypensado...¡muycalculado!...Losquenoentiendenunapalabra,vencorreraltorodetrásdelostoreros,ynadamás;perolosquehanestudiadoalgo, saben la razónde todos losmovimientosque seejecutanen laplaza...

—Puesentonces—dijoMiguelseriaypausadamentesoltandootrabocanadadehumo,—teanuncioquecuandoseaministrodelaGobernación,tendréelhonordesuprimirlascorridasdetoros.

Enriqueleechóunamiradatorva.

—¡YaselibraráningúnministrodelaGobernacióndesuprimirlostoros!

—¿Ydóndeestátupadreahora?—dijoMiguellevantándose.

La fisonomía de Enrique volvió a adquirir repentinamente su habitualexpresióndebondadeinocencia.

—Meparecequenohasalidoestamañana.¿Quieresverle?

—Sí,tengoquehablarconél.

—Vamosallá.

Y poniéndose apresuradamente una chaqueta, sin haberse metido aún elchaleco, condujo a su primo por los corredores hasta cerca del cuarto de supadre. Allí vaciló un poco, porque seguía profesando a aquella habitación elmismorespetoquecuandoniño.

—Raimundo—dijo, viendo a un criado pasar,—entra en el cuarto de papá ypregúntalesipuederecibiralseñoritoMiguel,quedeseahablarle.

Elcriadotardóunratoensalirconlarespuestaafirmativa.Miguelentrósolo.

Estaba el tíoBernardo sentado en su poltrona, leyendo los periódicos con lamisma expresión de hostilidad con que siempre había acogido todas las ideasexpresadas por escrito. Había envejecido bastante: la calva, ya dilatada, se lacubríaungorrodeterciopelomorado;másflacoymáspálido;elbigotecanosohabíaquedado reducido,mercedal lentoperocontinuado trabajode lanavaja,porentramboslados,aunamotitadebajodelanariz.

—Buenosdías,tío,¿cómosigueV.?

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—Hola,Miguel:bien,¿y tú?—respondióD.Bernardosinapartar lavistadelperiódico.

—Desalud,bien.

—¿Tevasresignando?—lepreguntó,siempreconlavistafijaenelperiódicoyconuntonoligeroquehirióvivamenteaMiguel.

—No,señor—contestóésteunpocopicado.

D.Bernardosedignólevantarlavistahaciaélmanifestandosorpresa;tornóabajarlaydijoenvozbajaycavernosa:

—Puesnoadelantarásnadaconatormentarte;hayquesometersealavoluntaddeDios.

—Yomesometoalafuerza.Resignarseysometersetranquilamentelohacenlosquenosientenconintensidadlasdesgracias.

—Supongoquenoquerrásdecirmequeyonohesentidoprofundamentea tupadre.

—DebocreerqueV.lohasentidomucho,porqueeraunmodelodepadres,dehermanosydecaballeros.

—Asíes,yteaconsejoqueloimitessiempre.

—Hagoloquepuedo;pordeprontolelloromucho,comoélmelloraría.

—Nojuzgoquedebencondenarse las lágrimasenabsoluto;peromeparecenmás propias de las mujeres que de los hombres. Te aconsejo entereza parasoportar esta prueba terrible. Pasados ya los primeros días, es absurdo seguirentregadoaldolor,yprecisadarsecuentaexactadesusituaciónypensarenloporvenir.

—Aesoveníaprecisamente;atratarconV.lacuestióndeintereses.

Casi todas las conversaciones entre tío y sobrino desde hacía algún tiempo,tomaban este tono un si es no es picante.Miguel era díscolo, y cada día ibaformandounaideamáspobredelasdotesintelectualesdeltíoBernardo.Este,sinodespreciabaasusobrinoenelfondo,aborrecíasucarácteryleteníamiedo.Ambos se hallaban perfectamente convencidos de esta antipatía y procurabandemostrárselaconmásomenosdisimulo.Laconversaciónquesobre intereses

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entablaronnofue larga:desde losprimerosmomentoscomprendióMiguelquesu tío no deseaba hacerse cargo de la curaduría, y grandemente satisfecho,aunqueocultándololomejorquepudo,lefacilitóelcaminoparazafarsedeella.

—Sí,tío,sí;comprendoperfectamentequelasgravesocupacionesqueV.tieneen su vida pública y privada no le permitirán dedicarse al arreglo de misnegocioscon laatenciónqueV.quisiera...Yo losientomuchísimo...peromásvalequedesdeelprincipiohablemosclaro...

—Pormi parte estoy dispuesto a cumplir en un todo la voluntad del finado;bienlosabes...Perotemoqueapesardesacrificarotrosquehaceres...

—Nada,nohablemosmásdeeso.Comoeneltestamentoseseñala,endefectodeV.,atíoManolo,queélseencargue,yaqueestádesocupado.

D.Bernardosonrióirónicamentealescucharelnombredesuhermano.

—Sí;élbienpuedeencargarse;losquehaceresnolematan.

Con la solución dada al asunto, ambos se habían puesto de buen humor; lapláticafueenadelantemásexpansivayafable.D.Bernardoinvitóasusobrinoaalmorzar,yésteaceptósinqueselorogase.

Cuandobajaronalcomedor,estabayareunidalafamilia.Comoeracostumbre,todos aguardaban en pie al jefe de ella, quien después de saludarles grave ycortésmente, se sentó y les invitó a sentarse con un ademán tan imponente yseñorial, queMiguel no pudomenos de sonreír.Nadiemás que él sonrió: losdemás,inclusoValle,queerayaunpersonajepolítico,aceptabanaquellaseveraetiqueta,persuadidosdequepracticándola,sealejabandelvulgoyganabanenprestigio y respetabilidad. Miguel, exagerando un poco el desdén que leinspirabatalfarsa,decíaparasí:—«¡Pero,señor,estaesunafamiliadesainete!»Durante el almuerzo se habló de varios asuntos políticos y domésticos, perosiempreconelmayororden,sinquebajoningúnpretextosequitasenlapalabraunos a otros; después que todos expresaban su opinión, D. Bernardo solíaresumirydarlasuya,yensudefecto,lohacíaValle,comosegundapersonadelacasa.Casisiemprecoincidíantodosenelmododeverlascosas;cuandoasínoera, se mostraban tal deferencia los unos a los otros para contradecirse, queconcluían por estar conformes. Alzar la voz para discutir se consideraba allícomo la manifestación más acabada del mal gusto; sólo en las tabernas sedisputaba a gritos. A veces había también sus rasgos de ironía, sus chistes;Carlitos y Valle se autorizaban algunos; entonces todos sonreían con

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benevolenciayhastasereíasuaveydiscretamente,nuncaconfuertesosonorascarcajadas.Encasitodoslosasuntosqueenlamesasetrataban,manifestábaseclaramente el desdén que la mayor parte de las cosas y personas inspiraba aaquellaprivilegiadafamilia,yelíntimoconvencimientoquetodosprofesabandesuindiscutiblesuperioridad.Estasuperioridaderaeldogmadelacasa.

Enriquetomabamuypocasvecesparteenlaconversación;noseconsiderabaalaalturadesushermanos,conocíasugeniosulfúricoy temíadesafinar.Desdequesesentaronalamesa,latransformaciónqueacababadeoperarensurostrohabíallamadolaatencióndetodos,hastadesupadre,quenosedignabarepararsinoenmuycontadascosas:habíaledirigidoduranteelalmuerzocuatroocincomiradaslargasyescrutadoras,yél,pornosoportarlas,bajabalavistaysehacíaeldistraído;estabaavergonzado,yhubieradadocualquiercosaporponersedenuevolospelosquesehabíaquitado.Nadieseatrevió,sinembargo,ahablarledeellos.Cuandoconcluyerondealmorzar seprocedióahacerelcafé sobre lamismamesa,tareaenquedeantiguoseplacíalafamiliadeRivera,yalacualconcedíaextremadaimportancia.Enestaocasión,laimportanciaeramuchomásgrande porque se trataba de ensayar una nuevamaquinilla que Carlitos habíaencargadoaParís.Todosseprepararonconansiedadaverfuncionarelaparato.Carlitos se había encargado de armarlo; desgraciadamente, apesar de sureconocido talento mecánico, no había logrado encajar algunas piezas en suverdaderositio;elcafésaliótanrevueltoymalo,quefueimposibleatravesarlo.Entonces se produjo en la familia de Rivera un movimiento de sorpresadolorosa; peronadieosódirigir cargo algunoal causantede ladesgracia; sólopormedio de rodeos y perífrasis, Valle declaró que el café pudiera estarmásclaroaún,locualnosabíasidebieraachacarsealacalidaddelmismocafé,aladeficienciadelaparatooaalgunaligeraimperfecciónenlamaneradearmarlo.D.Bernardotosiódosotresveces,locualindicabasiemprequeibaadeciralgo,yeralaseñalpreventivaparaquetodoelmundosecallase.Enefecto,guardaronsilencio.

—Para que sepamos cuál es la causa de lo que ha ocurrido, y si Arturo haacertadoenalgunadelasdiversasindicacionesqueacabadehacer,precisa,antetodo, que se lave el aparato, se le desarme y lo volvamos a armar condetenimiento.... A ver, Raimundo, llévate esa máquina, que se lave bien, ydespuésdesecarla,latraes.

Mientras Raimundo estuvo por allá, apenas se habló en la mesa, como siestuvieran todos bajo el peso de alguna grave preocupación: se esperaba suvueltaconmaldisimuladaimpaciencia.Cuandollegóydejódenuevoelaparato

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sobrelamesa,losojossevolvieronanhelanteshaciaeljefedelafamilia,quien,despuésdetoserotrasdosotresveces,dijosolemnemente,dirigiéndoseasuhijoCarlos:

—Carlitos, ten labondaddedesarmarelaparato,afindequesepamos,siesposible,dónderesidelafalta.

Carlitos se apresuró a tomar la máquina, y con mano un poco temblorosa,comenzó a desarmarla, bajo la mirada fija y atenta de su familia. Según ibasacandolaspiezas,dejábalasesparcidasagranelsobrelamesa.

—¡Alto allá!—exclamó D. Bernardo extendiendo las manos.—Las distintaspiezasnopuedennidebendejarsedeestemodoconfundidas,exponiéndonosaque después no sepamos para qué sirven. Coloquémoslas ordenadamente, aderechaeizquierda,segúnvayansaliendo,ynohabrámástardedificultades.

Carlitoscomenzóaalargarlaspiezasasupadre,yésteacolocarlasendiversosparajesde lamesa,nosinvacilarantesalgún tiempoypensarbienelproyelcontradecadasitio.

—EstatapaderadecristallacolocaremosaquíjuntoaEulalia,¿noeseso?...Elrecipiente superior lo pondremos delante de Vicente, ¿qué tal?... Bien; quedacolocado... acordarse bien... queda colocado delante de Vicente... El pasadoraquíamiderecha...noolvidarse...Elrecipientedelaleche,¿dóndecolocaremoselrecipientede la leche?...Aguárdateun instante,hombre... locolocaremos,sinoosparecemal,aquídelantedeArturo...acordarsebien,delantedeArturo...

Unavezdesarmadoelaparato,Carlosprincipióaencajardenuevounaspiezasconotras,conseguridadydesembarazo,comoelqueconocebienelterrenoquepisa. Su padre, no obstante, a quien disgustaba siempre la prisa, le atajó enseguida.

—Altoahí,Carlos;esonoesresolverladificultad...Hayquetomarlascosasconmáscalma;sino,obtendremoselmismoresultado.Antesdeprocederalacolocación de una pieza cualquiera, es necesario cerciorarse si la anterior estábien colocada; esto es, si ajusta perfectamente con la otra... Nada deprecipitarse... ¿A qué conduce la prisa?... ¿No tenemos sobrado tiempo?...Caminemosconcautela...¿Noeseso?...

D.Bernardo echóunamirada en tornobuscando la aprobación,que todos leconcedieron sin vacilar. Después, tosió dos o tres veces, en testimonio de

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hallarsesatisfecho.

ApesardelacautelaydelespacioqueCarlitossetomóparaarmarlamáquina,yadespechodelosgravesysensatosconsejosquesupadreleibadando,yqueélrespetuosamenteseguía,cuandodenuevosehizoelcafé,saliótanmalocomolavezanterior.Fuenecesarioapelaralaantiguamaquinilla.Lafamiliatomóelcafépensativaysilenciosa.Miguelsepusoajugarconsussobrinitas,lasniñasde Eulalia. D. Bernardo se levantó al fin de lamesa, encendiendo un cigarrohabano.Aunquesucontinenteerafríoygrave,comosiempre,adivinábasequenoestabadebuenhumor:elnegociodelcafélehabíaexcitadounpocolabilis.Antes de salir se volvió hacia Enrique, que aún continuaba sentado, y le dijoseveramente:

—¿Porquétehasdejadoesasridículaspatillasdetorero?

—Me estorbaba la barba—contestó el alférez humildemente, un pocoruborizado.

—Yporquelabarbateestorbase,¿habíarazónparaponerlacaracomoladeunchuloounchispero?...¿Nosabesqueereshijodeunafamiliarespetable,yquedebesimitaralaspersonasdecentes,lomismointeriorqueexteriormente?...Aversitequitasinmediatamenteesosadornos...¡Noquierochulosopicadoresen mi casa!... Tiempo hace que me estás disgustando con tus groserasinclinaciones...Yaséquetienesporamigosaunoscuantostorerosogranujasdelacalle,olvidandoloquedebesatufamiliayloquedebesatimismo...quenotienes otros placeres, que ver encerrar y apartar los toros... Me hiereprofundamente tener un hijo tan insensato... ¿De dónde has sacado esasaficiones?...¿Novesa tushermanos,dequiennadie tuvoquedecir jamásunapalabra?...

Hizoaquíunapausa largael irritadoseñordeRivera,ydijodespuésen tonoperentorio,saliendodelcomedor:

—¡Quenotevuelvaaveresaspatillas!

Enriquerecibiólareprensióndemalísimotalante,conloscodosapoyadosenlamesaylacabezametidaentrelasmanosenseñaldeprotesta.Cuandosupadrevolviólasespaldasyestabaunpocolejos,dejórepentinamenteaquellapostura,yagitandofrenteaéllospuñosconfrenesí,exclamóconvozsofocadaafindequenoleoyese:

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—¡Enmicaramandoyo!

Todosguardaronsilencio,inclusodoñaMartina,antelacóleradelalférez.SóloEulaliaseatrevióadecirsolemnemente:

—Eso,Enrique,estámuymalhecho:papátienerazón...

Nopudoconcluir:suhermanoseleechóencimaconvertidoenbasilisco.

—¡Yameextrañabaamíquetúnometieseslacucharada!¿Quiéntepideaticonsejo,niquésemedaamíquetú loencuentresmaloobueno?... ¡Esdecir,quemamásecalla,yqueesta tontuela ¡mentecata! sehademeter siempreenmiscosas!...Yohagoloquemeparece;¿sabes?...Medejolaspatillasomelasquito;¿sabes?...Ytútecallas;¿sabes?...

Nadieprotestó;elmismoValle,queeraaquiencorrespondíaponercorrectivoaaquellaspalabras,selastragó;elalférezpudoseguirgritandocuantoquiso.

—¿Sabes—le dijo Miguel cuando estuvieron solos en el cuarto—que no esprecisamente la dulzura lo que te caracteriza cuando tienes que dirigirte a tuhermana?

Enriqueencogióloshombrosenseñaldedesprecio.

X

ElhoteldePuertoRico,dondetíoManolosealojaba,noera,enrealidad,másqueunamedianacasadehuéspedes.Nadadecuantocaracterizaaloshotelesseencontraba en él; nimovimiento de criados, ni entrada y salida de viajeros yequipajes, ni ruido de ninguna clase. Lo único en que remedaba un poco lamanera de ser de aquellos establecimientos, era en los números pintados (contintadeescribir)sobrelapuertadeloscuartosyenlosimpresosconlacuentaqueafindemesrepartíaunacriadaentreloshuéspedes.Porlodemás,éstoseranfijosynopasabanmuchodeunadocena.Entreellos,elmásantiguounMarquésdiplomático retiradodel serviciohacíaveinte años, seco, avellanado, fruncido,sinpizcadedientesyenteramentesordo(soltero).Otrodelosquellevabanmástiempoenlacasa,eraunmayordelConsejodeEstado,buenmozo,muydadoalaseoyalosperfumes,gastrónomo,abonadoperpetuoalaópera,animaldañino

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entre el bello sexo, disimulando sus cuarenta y cinco años con arte diabólico(soltero). Un ex-diputado carlista aniquilado por el reuma, viviendo de susrentas,pasandolosdíashúmedosenlacama,lossecosenelcafédelaesquina,jugando al dominó, entrado ya en días, gran narrador de cuentos verdes,silenciosoentodoslosdemásasuntos,hombredulceyservicial(separadodesumujer).Unoficialdemarina, joven, terriblediscutidordecuantosproblemasocuestionessesuscitasen,porespecialesytécnicosquefuesen;todolosabía,todolo analizaba, los asuntos religiosos como los financieros, lo perteneciente alordenfísicoyloquetocabaalespiritual;contodoeso,hablabapocodebarcos;asistíainvariablementealosestrenosdelosdramas,yemitíasuopiniónagritosen lospasillosde los teatros,ydespués,en lamesade la fonda (soltero).Esteoficial constituía el tormento y la penitencia de unmédico anciano que ya noejercía,yquetambiénsehospedabaenelhotel;hombreilustradoymeticuloso,quejamásaventurabaunaopiniónsinhaberlameditadocongranespacio.Vivíaallídisfrutandodeuncapitalquehabía juntadoensulargacarreraprofesional,procurándose, con escrúpulos de monja, cuantos goces higiénicos, cuantoscuidados y regalos puede inventar una imaginación experta y dedicadaexclusivamenteatangratatarea;losrazonamientos,opormejordecir,lacharlainsustancialdeloficialdemarina,leponíafueradesí,lealterabalabilis,erasuúnicacruzenestavida.

—¡Pero,hombredeDios!¿SabeV.porventuraobstetricia?

—¡Amí quéme importa la obstetricia! Lo que le sé aV. decir, es que unamujerpuedeconcebirdeunanimal,yqueestáprobado.

—¡Cómohadeestarprobadosemejantedisparate!

—DispénsemeV., D. Agustín, dispénsemeV.; no es un disparate, nimuchomenos.HayunmédicoalemánllamadoGrotte...

—Noconozcosemejantemédico.

—Ustednoloconocerá;peroelqueV.noloconozca,nopruebanada...Digo,queGrotte,queeselmédicodemásreputaciónqueexisteenAlemania,yquehaescrito infinidad de libros, afirma terminantemente que una mujer puedeconcebirdeunmono,yhastadeunperro...

—¡Jesús,québarbaridad!¡NoestarámalmonosabioeseseñorGrotte!

—¡Dispénseme V., D. Agustín; dispénseme V.! Grotte goza de reputación

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europea,esmiembrohonorariodelaAcademiadeCienciasdeBerlínydeladeParís, director de uno de los hospitales más importantes, médico delEmperador...

AD.Agustínleretozabanlasganasdedecir:«¡Todoesoesunapatraña,yV.unmentecato sin pizcade sentido común!»Pero se contenía por educación, ycortabalasdiscusionesdiciendoentonosarcásticopreñadodecólera:

—Bueno, hombre, bueno; tiene V. razón... V. lo sabe todo... Conoce V. lafisiología, la anatomía, la obstetricia... para eso es V. marino... Yo no sé unapalabra de esas cosas... para eso soy médico... Nada, nada, tiene V. razón...dejemoseso.

EstasretencionesdebilisleproducíanadonAgustínalgunosdisturbiosenelestómago;estuvotentadoalgunasvecesadejarlacasa,peroledolíaenelalmaabandonar un gabinete muy gentil al mediodía, que él había amueblado conparticular esmero.NuestroD.ManuelRivera, por sus prendas personales, porsus relaciones con la alta sociedadmadrileñaypor los añosque llevaba en lacasa,representabatambiénpapelprincipalenella.

Los demás huéspedes eran figuras secundarias, que presenciaban riendo lasdisputasde lamesa redonda, aventurandopocasveces suopinióny aceptandoresignadamente la oligarquía de los seis que hemos enumerado, los cualesgobernabanlafondaasutalante,dictandoalcocinerolosplatosyaldueñolashoras de las comidas; los criados, que se renovaban amenudo, poníansemuyprontoaltantodelaexistenciadeesteprimerestamento,yempezabanaservirsiempreporaquellapartedelamesaenquesesituaba,loquehacíamontarencólera a una señora viuda, ajamonada, que en las discusiones daba siempre larazónaloficialdemarina.

Cuandoéstecomíaencasa,erasabidoquehabríagrancalorenlamesa,muchoruido,gritosdesaforados:eldueñodelafonda,elcocineroyelpinche,cuandolaalgazarasubíadepunto,asomabandisimuladamentelasnaricesporlapuertaunpoco asustados; mas al instante se tranquilizaban oyendo palabras que nocomprendían, y se retiraban de nuevo a la cocina. Pero el oficial comía confrecuenciafueradecasa;entonceslamesaredondalanguidecía,quedabasumidaen un letargo triste y silencioso; se oía el ruido de los platos y el de lasmandíbulas; el mayor del Consejo de Estado era el encargado de animar laescena, y lo hacía llamando la atención delMarqués, que comía abstraído, ydándolesiemprelamismabroma:eldiplomáticohabíaprestadocincodurosaun

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tunante llamadoLaguna,quevivíadel juegoylaestafa,ycomoesnatural,nohabíavueltoaecharlelavistaencima.

—D.Lorenzooo—gritabaelatusadomayor.

D.Lorenzoseguíacomiendotranquilamente.

—D.Lorenzoooo—tornabaagritar.

—¿Cómo?—decíaaquél levantando lacabezayponiendo lamanopordetrásdelaoreja.

—QuehoyhevistoaLagunaaa.

—¡Hum!—gruñía el viejo bajando de nuevo la cabeza y dándose ya porenteradodelabroma.

—Mehadicho,queesV.unapersonamuysimpáticaaa.

—¿Sí,eh?—refunfuñabaD.Lorenzosinlevantarlavista.

—Muchooo...yqueprobablementevendráundíadeestosahacerleaV.unavisitaaa.

Esta noticia producía siempre risa entre los comensales, que estabanperfectamenteenteradosdetodo.

—Nolocreo.

—PuescréaloV.;estámuyagradecidooo.

—Esosílocreo—murmurabaconsorna.

—Dice,queaningunapersonapediráélcincodurosconmáslibertadqueaV...encasodenecesidaaad.

—¡Hum!

—QuehasidoV.paraélunpadre...

—¡Ya,ya!

—Mehapreguntadoquéformalidadesseexigíanparalaadopcióoon...DeseaqueV.ledeclarehijoadoptivo.

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—Mejorseríahijopródigo.

Laocurrencialevantabaalgazaraenlamesa.Elmayorvolvíaalacarga.

—¿CuántopiensaV.darleparasusgastosparticularescuandoseasuhijooo?

—Nada...ledejaréletraabiertaentodaslastabernasychamizos.

—Esoestábien;¿peroylosgastosimprevistos?

—HabiendoaguardientedeChinchón,estátodoprevisto...

ElMarquéshablabapausadamente,dejandotrascurrirunespacioregularentrela pregunta y la respuesta; de este modo, su ironía causaba más efecto. Y labromaseprolongabaal travésdelacomidacongrandesintervalosdesilencio.Al día siguiente, si el marino no llegaba a sazonarla con alguna discusióncientífica o literaria, se repetía la vaya con leves variantes: los comensalesencontraban muy donoso al mayor, y cuando se descuidaba en embromar alMarqués, le guiñaban el ojo excitándole a hacerlo; la charla del marino losmareabayaburríaunpoco;perosiempreseencontrabandispuestosaconfesarsutalentoysusconocimientospococomunes.

Desdelaúltimavezquelevimos,D.ManuelRiverahabíaenvejecidobastanteen realidad, en aparienciamuy poco; el vientre le había crecido, las patas degallosehabíanacentuado,elcabelloylabarbaestabanpobladosdecanas.Mascomo acudía, casi tan pronto como su compañero el mayor del Consejo, alreparodeestosmandoblesdeltiempo,amortiguabasufuerzaylaheridaapenassemostraba.Hacía algunos añosqueusaba constantemente justillodegamuza(enveranode hilo), que recogía y aprensaba el abdomen; jamás se lavaba sinfrotarsedespuésconunallamada«aguadeCircasiapararefrescaryembellecerelcutis;» todos losmesesdabaunavueltaporcasadeldentistapara limpiar ladentadurayorificarlosmuchosagujeritosqueibanpareciendoenella;encuantoalascanas,ahíestabasufuerte; las tinturasqueusaba, traídasporél todoslosañosdeParís,eranlaenvidiadelmayorporlofinasyexquisitas.Sinembargo,porlasmañanasantesqueelbarberollegase,cuandotíoManoloenvueltoensubata le esperaba sentado en la butaca leyendo los periódicos, tenía todo elaspecto de una ruina venerable: aun después de salir fresco y rozagante delcuarto, un ojo experto y curioso podía notar en ocasiones, en que andaba latintura descuidada, ciertas vislumbres de plata en la raíz de la patilla. Esto encuantoalocorporal;porloquetocaalespíritu,nuestroD.Manuelnonecesitabacomponer ni aliñar absolutamente nada; teníalo tan fresco, tan vivo y juvenil

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comoalosveinteaños.Yesoqueporefectodesusconstantesprodigalidades,padecíaconfrecuenciaseriosdisgustosenelordeneconómico;hacíayabastantetiempoqueteníavendidasoempeñadaslasfincasquesuspadresledejaron;estono le impedía vivir holgadamente y recrearse con el mismo sosiego que siestuviese recién heredado.Nuncahabía retrocedidoni pensaba retroceder antelosgastos indispensablesaunhombrequefrecuenta labuenasociedad,queesgalánydivertido.Elcómoproveíaaellosnadie losabía,nielmismoMiguel,quedespuésdelamuertedesupadresefueavivirconélenelHoteldePuertoRico.Tenía noticia por sus primosypor algunos amigosdelmal estadode lahaciendadesutío;peroseasombrabadequeéstenadaledijesenihallaseensusactosalgoqueacusaselaruinadequesehablaba.

Como el pez en el agua se encontró nuestromancebo en el hotel de su tío;aunquemuyjovenparaello,formóinmediatamentepartedelprimerestamentoodirectorio,enatenciónquizáalosméritosdeaquél,enpartetambiénalossuyospropios; pues muy pronto se mostró en la mesa como muchacho deentendimiento, alegreydespejado.ElmédicoD.Agustínhallóenélpoderosoauxiliarcontra lasafirmacionesdisparatadasdeloficialdemarina,ydesdequese vio secundado, se las tuvo tiesas en todas las discusiones, y no quisoretroceder ni humillarse ante ninguna cita de autor exótico. Perdió terreno eloficialdedíaendíaycomenzóadecirseentreloscomensalesqueformabanelpúblico, que tenía una ciencia superficial y que el sobrinito de D.Manuel leponíamuchas veces las peras a cuarto.Hasta la viuda ajamonada que le dabasiempre la razón comenzó a quitársela y apoyar con vivas cabezadas lo queMiguelmanifestaba; pero esto, según se supo después, fue porque la viuda lepropuso un cambio de habitaciones, fundándose en que el oficial parabamuypocoencasaylebastabauncuartomáspequeño;notuvoaquéllagalanteríadeaceptareltrueque,ysecaptóparasiempresuantipatía.

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Pocosdíasdespuésdevivirjuntos,dijoD.Manuelasusobrino:

—¿Sabesquiéntienemuchosdeseosdeverte?...AquellaseñoradelintendenteTrujillo,acuyacasatellevéyounanochecuandoeraschico...¿Noteacuerdasquecantóunosdúosdeóperaconmigo?...Haquedadoviuda lapobrehaceyadosaños...Esunabuenaseñora,muyamableyobsequiosa...

—¿Yaquellahijaqueteníaytambiéncantaba?...

—Se murió antes que su padre... Anita se ha quedado completamente sola.Cuandosucedió tudesgraciamepreguntóconmucho interéspor ti,ymehizoprometerlequetellevaríaalgunanocheporsucasa...Noestertuliaformal;nosreunimos solamente tres o cuatro amigos, de modo que puedes venir sininconveniente.

Aquellanochefue,enefecto,Miguelconsutíoacasadelaintendenta,quienlerecibióconmuchoagasajo:notantoalostresocuatroamigosdequehabíahabladotíoManolo,yquefueronentrandounodespuésdeotro.Todoselloseranentradosendías;unoeracoronelretirado;otro,catedráticodematemáticasenlafacultadde ciencias; otro, ex-gobernadordeprovincia.ObservóMiguelque laintendenta ejercía una soberanía absoluta, casi despótica, sobre esta diminutatertulia;ordenabaentonoperentoriocualquierservicio,contestabaconacritudalasobservacionesquelahacían,yengeneralsemostrababastanteindiferentealasatencionesyacatamientosqueacadainstantelaprodigabanaquellosseñores,inclusoeltíoManolo.Sinembargo,ésteeraelúnicoconquiensehumanizabaaratos.Echandolavistaentornoyadvirtiendoellujoqueallíreinaba,prontoseconvencióMigueldequelostertulianostodos,sinexceptuarasutío,apetecíanlamanounpocorugosayadelaintendenta.Frisabaéstaenloscincuenta,peronoestabamalconservada,yapoyadasobreelpedestaldeunamásqueregularfortuna,parecíaalosojosdesusamigoscomounadiosa.Bienpersuadidaestabatambién ellade su influencia fascinadora, ypor eso abusaba;quizá se juzgasedigna de un marido más fresco y juvenil. Lo cierto es que trataba a suspretendientesconostensibledespego.¡Quéesfuerzoshacíacadaunodeellosporaventajar a los otros en cortesía, donaire y gentileza! ¡Cuántos cartuchos deconfites entregados con emoción y olvidados inmediatamente sobre la mesa!¡Cuántorequiebro,cuántagalanteríaperdidosenelaire!Elgestohabitualdelaintendenta era de disgusto; cuando la preguntaban por su salud, siemprecontestaba: regular. Los tertulios tocaban con mucha habilidad este registro,porqueeraelúnicoalcualsolíaresponder:cuandosehablabadesusdebilidades

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ysusnervios,eracuandoAnitasemostrabacomunicativa;aveceslatertuliasepasaba horas enteras hablando de gastralgias y dispepsias o de otrasenfermedadesdelaparatodigestivo.Teníaademáslaintendentaotrodefectoque,apesardesuacreditadapaciencia,solíaindignaralospretendientes;sedormíaamenudoenlabutacaylosteníatodalanochehablandoentresíyenvozbaja;nochesperdidasparaelbloqueode laplaza,quecausabanprofundodesalientoenlostertulios.Puesaúnnoeraestolopeor:lopeoreraqueAnita,queteníauntemperamentolinfáticoexhaustodesangre,gustabademantenervivaycargadaincesantemente,hastaenlosdíastemplados,lachimeneadesugabinete;merceda esto y al cuidado con que se cerraban todas las puertas y rendijas, aquellahabitacióneraunhorno;enocasioneslaatmósferaseponíacasiirrespirable;elcoronelyelcatedrático,queeranobesosysanguíneos,sudabangotasdetintayestabanexpuestosaunacongestión;peroelex-gobernadory tíoManolo, lejosde compadecerles, se complacían muy mucho en aquel tormento, y hasta sehubieranalegradoquizádeunamagodeapoplejíaquelesimpidiesesalirdecasaporlasnoches.

AnitarecibióaMiguel,comoyahemosdicho,coninusitadaafabilidad:aquellanovedad,aquellafrescuradespertóenella,acostumbradaalossemblantesgravesyajadosquediariamente la rodeaban, ideas risueñas, laalegríade la juventud.Lostertuliosdisfrutarondelbuenhumordelaintendentaaquellanoche;envezde dormitar tristemente en la butaca o de describir con voz apagada losfenómenosnerviososdeldía,semostróenextremolocuazydivertida;hablosedelosteatros,depolítica,delasaventurasgalantesdelacorte,serió,sedijeronchistesmásomenosingeniososportodos.Anitaseavinohastaaabrirelpianodespués de variosmeses que permanecía cerrado, y cantar una romanza. Perocontra loquedebía esperarsey formandoextrañocontraste con losdemás, tíoManolo empezó a ponerse, poco después de haber llegado, serio y taciturno;apenas contestaba a lo que le preguntaban, cual si se hallase bajo el peso dealguna triste preocupación.Miguel le examinó con inquietud, sin saber a quéatribuir aquella tristeza,puesno sabíaquehubiese tenidodisgustoalguno.Sinembargo,observóquesutíomirabaconfrecuenciaalassolapasdelalevitayselas arreglabaconmano trémula:y como le conocíamuybienhacía tiempo, alinstante comprendió que había motivo grave para aquel singular y repentinocambiodehumor;elcuellodelalevitanoajustababien;hacíaunfuellecitoporatrássiemprequebajabalacabeza.D.Manuelalponerselaprendaencasanohabíapodidoapreciarbienestedefecto;sólosehabíadadocuentavagadequeexistía.Masasíquesesentócercadeunarmariodeluna, logródescubrirlodemodoevidente,ycomoesnatural,sintióunaprofundaydolorosaimpresiónque

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le impidió desde entonces tomar parte en la alegre plática que se habíaentablado. En un principio limitose a arreglar el cuello, disimulando lomejorquepudosudisgusto;perolabilisselefueexacerbandopocoapoco,perdióalcabolapaciencia,ycuándocreíaquenoleobservaban,comenzóadarvivosyfuertes tirones a las solapas. No consiguió sino excitarse más y más; elendiabladocuello,aunquequedabaensusitiodespuésdecadatirón,notardabados minutos en bajarse y ahuecarse de nuevo. La desesperación se ibaapoderandovelozmentedelgallardocaballero;hastaseledescompusounpocoel semblante. Por último, sintiéndose enteramente incapaz de permanecer pormástiempoenaquellaangustiosasituación,selevantódeprontoydijoconvozalterada,queselehabíaolvidadodarunrecadoaunamigo,queledispensasenun momento, que no tardaría en volver. Viéronle marchar todos con ciertasorpresaacausadesumanifiesta turbación:enlarisaquesedibujóenlacaradelex-gobernador,quisoadivinarMiguelquehabíaatribuido la salidaaalgúnmalestar del cuerpo.No tardó siquieramedia hora en entrar: traía puesta otralevita,elrostroselehabíaserenadoporcompletoysemostróenseguidatalcualera:jovial,divertido,siguiendodurantetodalanochedeunhumorexcelente.

Cuandoalasdoce,pocomásomenos,sedeshizolatertuliaysalieron,cogiódelbrazoaMiguelylepreguntóalegremente:

—¿QuéteparecedeAnita?

—Esunaseñoramuyamable.

—Bienconservada,¿eh?

—Sí;parasuedad...

—¿Cómoparasuedad?Novayasafigurartequeesunavieja...Después,muydistinguida,¿verdad?

Ybajandolavozyacercandolabocaaloídodelsobrinoañadió:

—¡Ciento cincuentamil duros en casas, y acciones del Banco!... ¿He dichoalgoMiguel?

No necesitó éste tirarle mucho de la lengua para averiguar sus planes.Acometido de súbito deseo de expansión, D.Manuel le abrió enteramente elpecho.Hacía tiempoque«leestabaponiendolospuntos»aAnita.Eldeseodeformar una familia que nunca sintiera en su vida, había concluido porenseñorearse de su alma. «Qué cosamás rara, ¿ehMiguel? Al llegar a cierta

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edad,todoscaemos.Esunaleyprovidencial.»—Peroaélyanoleconveníaunachiquilla: necesitaba tranquilidad en casa; unamujer formal.—«Fuera de casa,todoloquetúquieras;yonosoyunsanto,yaundespuésdecasado,nodiréquealgunaveznosaquelapiernapordebajodelamanta...Peroelhogar...elhogar,chico,esunacosamuysagrada.»AnalizódespuéselcarácterdeAnita,unpocosecoenocasionesyhastairritable;peroenelfondocariñosoyexpansivocomopocos; unamujermuy sensata,muy seria en todas sus cosas y de un corazóninmejorable.Cuandollegóalcapítulodelosquepretendíandisputarlesumano,elcoronel,elex-gobernadoryelcatedrático,sedibujóunasonrisadelástimaensus labios: habló de ellos con desdén olímpico.—«Unos pobresmamarrachos,Miguel;ningunotienepizcademundonisabeloqueessociedad,nisehavistojamás en tales trotes: así que sin poderlo remediar enseñan la oreja a cadainstante.Anita,queesmuylista,bienlonotayseríedeellos;sinolosdespidedeunavezesporqueatodaslasmujeres,hastalasmássensatas,lesgustateneruna corte de adoradores... aunque sean unos tontos, ¿sabes?... Pero ya se iráncansando... ¿Has reparado los pantalones de don Ladislao el catedrático?... lomismoqueunassayas...Anitayyonosmirábamosyapenaspodíamoscontenerlarisa;¡pobreseñor!...Elcoronelnoesfeo,perotampocosabellevarcongustonada...nilaspatillas.»

Hablando de sus proyectos y murmurando de esta suerte llegaron hasta lapuerta de casa. Después de gritarle un rato, vino el sereno a abrirles y lesacompañóconelfarolhastaelpisoprincipal.Allíelcriado,mediodormidoaún,les entregó a cada uno la llave de su cuarto y se despidieron hasta el díasiguiente.

El tíoManolo, sereno,majestuoso, semejante a un dios, se fue a descansar,meditandocomoUliseslamuertedelospretendientes.

XI

DesdequeMiguelencargólagestióndesusnegociosaltíoManolo(ylohizopocosdíasdespuésdehaberpasadoloqueacabamosdenarrar),novolvióésteasentirensualmaaquelnobleimpulsoquelearrastrabaarendircultoalosdioseslares.Quizájuzgabaincompatibleelcargodetutordiligenteconlosdeberesqueimponeelyugomatrimonial,ypreferíasacrificarenprovechodesusobrinolos

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placeres inefables con que la familia le brindaba. Verdad es, que procuróhonradamente desquitarse aplicándose con laudable asiduidad a los gocespropios del soltero. No le fue a la zaga en esto Miguel, estimulado con suejemplo:amboscomenzaronadarsevidadepríncipesdisfrutandoalegrementede los siete mil duros de renta que el brigadier había dejado; teatros, bailes,paseos,cenasaúltimahora,partidasde juegoydecaza,nochesdeamorydecrápula, de todo gozó el héroe de nuestra historia en los cuatro años quesiguieron a la muerte de su padre. Su inclinación al estudio sufrió notablemenoscabo durante este tiempo; sin embargo, terminó la carrera con regularlucimiento.Unavezenposesióndeltítulodeabogado,novolvióaabrirunlibrodederecho;losmomentosqueelplacerledejabalibreconsagrábalosalalecturadeobrasamenas,locualeratambiénunplacer.

Al llegar a la mayor edad le vino la idea de pedir cuentas a su tío: habíaobservadoenlosúltimostiemposciertasdificultadestocantesalnumerario,quelehicieronentrarensospechas.Lascualestuvoelsentimientodeverconvertidasencertidumbres:sutíoyélsehabíangastadoenloscuatroaños,nosólolarentaanualde sietemilduros, sinoel capital correspondienteacincuentamil realesqueestabacolocadoenaccionesdelBancoypapeldelEstado:nolequedabanmásquetresfincasurbanas.

Al saberlo tuvo un fuerte altercado con su tío, le recriminó con dureza sunegligencia y le dirigió algunas palabras ásperas: el pobre D.Manuel apenassupo defenderse: quedose cortado y confundido, murmurando torpementealgunas disculpas. Cuando aMiguel se le calmaron un poco los nervios y seencontró solo en su cuarto, sintió grandes remordimientos; había obrado conpocagenerosidad:despuésdetodo,lamismaculpahabíatenidoélquesutíoeneldespilfarro:alrecordarelsemblanteavergonzadoytristedeaquél,sentíatantalástima y un pesar tan profundo de haberle sin razón ofendido, que no pudodormirentodalanoche.

LarentaquelequedóerabastanteparavivircondesahogoyaunconrelativolujoenMadrid.Sehizocargodelaadministracióndelascasasypusoordenensusgastos,procurando,noobstante,queasutíonolefaltasenciertosgocessinloscualeselcaballeronocomprendíalaexistencia.Ysiguieronviviendoalegresysatisfechosenlamejorarmonía.

La amistad de Miguel con su antiguo compañero de colegio y de posada,Mendoza, se había enfriado un poco durante los últimos años, más bien porefectodelaseparaciónqueporquehubiesemediadoentreellosmotivoalgunode

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disgusto. Cuando se encontraban en la Universidad o en la calle se hablabancariñosamente y paseaban juntos si Miguel no tenía cosa urgente que hacer.Algunasvecestambién,endíasdeapuro,Mendozasolíapasarseporcasadesuamigo y pedirle unos cuantos duros. Por lo demás, trascurrían a vecesmesesenterossinverse.

Pocodespuésdeterminarlacarrera,Mendoza,quecadadíaeramejormozoyseaplicabaconmásahíncoaparecerlo,quisohaceroposiciónaunasplazasdeoficiales, vacantes en el Consejo de Estado. Antes de resolverse vino aconsultarloconMiguel,quien leanimómuchoy leprometióaprovechar todassus relaciones para conseguir lo que deseaba. Miguel frecuentaba la altasociedadyeraamigodevariospersonajespolíticos;seleconocíaenlossalonescomoenlaUniversidadporelnombredeRiverita,yerageneralmentequeridopor su figura simpática, aunque exigua, y su trato franco y gracioso. HizoMendozaalfinsuejerciciodepreguntas,ynofuemásquemediano,desuertequeaunponiéndoseenlomejor,desconfiabamuchodellevarnúmero,locualletraía muy cabizbajo y desalentado. No obstante, cuando llegó el segundoejercicio, que consistía en escribir encerrado, durante veinticuatro horas, unadisertaciónsobreuntemaelegidoentretresycontestardespuésalasobjecionesquedoscompañeroslehiciesen,ocurrióseleunaideasalvadora;pidióporfavoraMiguel,encuyotalentofiabamucho,queselaescribiese.Hubonecesidadparaellodevalersedeunardid.Alahoraenqueseencerraba,fueRiveraporallá,seenteródeltemaelegidoycorrióameterseenlabibliotecadelAteneo,dondeenpocas horas consultando libros y esforzando el ingenio, escribió un largo yerudito discurso. El problema era que llegase a las manos deMendoza. ParaconseguirlofuearondaralasaltashorasdelanocheeledificiodelosConsejos,diounsilbidopenetrante,comounenamoradoqueavisaseasunovia,yalpocoratoseabrióconcautelaunaventanadelpisoaltoyseviounhilodesedaflotaren el aire;Miguel amarró apresuradamente elmanuscrito y el hilo comenzó asubirarrastrándoloconsigo.

A la mañana siguiente fue lleno de zozobra a presenciar el ejercicio de suamigo.Este,quehabíacopiadoladisertaciónenbuenaletra, la leyóconfirmeentonación y no poco aparato; los jueces quedaron sorprendidos de tantaerudición y agradable estilo, en quien no sospechaban que existiese. Cuandollegóelmomento,sinembargo,decontestara lasobjeciones,decayóbastante;no sabíamásque referirse a sudiscurso; luchabaenvanopor encontrar algúnnuevoargumentoendefensadelatesis.Apesardeestoydelmedianoejerciciodepreguntas,eltribunal,pagadodelosconocimientosnadacomunesquehabía

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demostrado,leaprobólosejercicios.EntoncesfuecuandoMiguelpusoenjuegotodas sus amistades para conseguir que el ministro le concediese una de lasplazas; el mayor del Consejo, su compañero de hotel, no fue uno de los quemenos trabajaronenelasunto.Finalmente,despuésdemuchas idasyvenidas,empeñosyzozobras,Mendozafuenombradooficialdelaltocuerpoconsultivocon docemil reales de sueldo; aunque no eramuy pingüe, tenía el empleo laventajadeserinamovible,yenlacapital,ymuyapropósitoparatrabaramistadcon los próceres de la política y la administración, bajo cuya égida es comoúnicamentesepuedehacerfortunaenEspaña.Elhijodelcirujanoestaba,pues,en franquía, o loque es igual, tenía asegurado sumodusvivendi.Celebrose eltriunfoporlosdosamigosconunacenayhubobrindisfervorososenellaysejuraronfidelidadeterna.

Pocotiempodespuésdeestesuceso,sobrevinootroenlavidadeMiguelquedioorigenacambiosimportantesenella.Yahemosdichoquehabíaentradoconbuenpieenlasociedad,queseleteníaporhombreamenoydivertido,ygozabadetodoslosprivilegiosquelafortunayelingeniosuelenconcederenlacapital.Pocos sabían como él despertar el buen humor en las tertulias, hablar condonairedelasmilfrivolidadesqueconstituyenelencantodelabuenasociedad.—«Mifuerteymirecursosupremoparaextasiaralastertulias—solíadecirconironía,—eselteatroReal.»Porqueentonces,comoahora,laconversaciónamenaporexcelenciaenMadrideraladelaópera,yaquéleratenidoporhombremásdiscretoyagradablequienproporcionaseenlasreunionesdatosmásfidedignosacercadelavidaprivadadelostenoresybarítonos.

Pues sucedió que cierto día, habiendo fallecido un caballero con quienmanteníaalgunarelación,sevistiódenegroyfueadarelpésamealafamilia.La habitación de la señora estabamedio a oscuras, como es de rigor en talescasos, por lo que fue necesario que ella le saludase antes para saber a dóndedirigirse.Despuésquelaapretólamanoyleexpresócuántosentía,etc.,etc.,diovuelta, y secándose los ojos para ver algo, percibió una silla vacía y fue asentarse en ella. Los circunstantes guardaban silencio y se mantenían en laactitud rígida y dolorosa adecuada a las circunstancias.Nuestro joven procurótambiénadoptarunapostura reflexivametiendo lasmanosentre las rodillas,ybajandolacabeza,locualnoleimpedíalevantarlosojosque,acostumbradosyaa la oscuridad, consiguieron al cabo distinguir las personas y los objetos. Nomuylejosobservóqueunacabecitademujerestabavueltahaciaél,yqueunosojos negros le contemplaban sin pestañear; la cabeza era hermosa y delicadacomo la de una madona, los ojos vivos y alegres. Sintiose el joven

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particularmentecautivadoporaquellamirada,dondeadivinabaciertamisteriosasimpatía;nosólosuamorpropiosesintióhalagadopor las insistentesmiradasdelajoven,sinoqueexperimentóunsentimientodeatracción,quelearrastrabahaciaella.Contentose,alprincipio,condecirparasí:—¡Quéniñatanbonita!—Despuésavanzóunpocomásydijo:—¡Vayaunachicasimpática,tienecaradebuena!—Porúltimonopudomenosdepensar:—Yohevistoestafisonomíayaen otra parte. Y empezó a dar vertiginosas vueltas en la imaginación paraaveriguar dónde y cómo la había visto; pero por más que hizo no pudoaveriguarlo. Recorría en un instante con el pensamiento, todas las casasconocidas,todoslosparajespordondehabíaandado,ynologróencontrarmarcoparaaquellacabeza.Sinolaheconocidoenelmundo,laheconocidoensueños,sedijo;yohevistomuchísimasvecesestacarayestosojos.Yenefecto,pocoapocoelsemblantedelajovenconsusrasgosdelicados,consuexpresiónfrancayrisueña,selerepresentócomounsueñoamablequehabíatenidoendistintasépocasdelavida;trasladosealosdíasdeplacer,recordólosmomentosenquesu fantasía le hizo entrever los campos floridos de la dicha; días ymomentosfugacesparaélcomoparatodos,peroquedejanlahuelladeDiosenelespírituylepreservandelacorrupción.Losojosdeaquellajovenlepusieronencontactocon todos los objetos bellos que había visto en su vida, con todos lospensamientoshonradosquehabíancruzadoporsumente,contodaslaslágrimasdulcesquehabíavertido.Acordosedelafepuraysencillaconquerezabaenelcolegioante la imagende laVirgenyelansiaconquedeseaba teneralasparalanzarseporlosespaciosazulesyllegarhastasutronodeestrellasycantarasuspieslasalabanzasdesuhermosurainmortal;recordólasvecesenquesupadrelehabíadadoabesarelretratodesumadre;recordólasdulzurasinefablesquelecausabadeniño lamúsicaqueacompañabaa lasprocesiones,y laembriaguezque le producía el perfume del incienso, se le representaron los juegos de lainfancia y el cariño vehemente apasionado que sintió cuando niño por suhermanitaJulia...

¡Julia!...Lediounvuelco el corazón.Habíahallado loquebuscaba: aquellacabezasemejabaextraordinariamentealadesuhermana,nosólojuzgandoporel recuerdo de la infancia, sino por el retrato que de ella poseía, regalo de supadre. Clavó en la joven los ojos con interés ansioso, queriendo averiguar unalgovagoqueempezabaabullirleenelpensamiento,exploróconafántodoslosrasgosdesufisonomía,examinótodoslospormenoresdesuvestido.—¡Sifueserealmente mi hermana!—se dijo.—Todo cabe en lo posible. Esta familia esamigasuya....pudieronvenirdeSevillaapasarunatemporada—¡quiénsabe!—Y seguía mirándola fijamente cada vez con más emoción: la joven tampoco

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apartaba de él su mirada, llena de interés. El corazón empezó a batirleaceleradamente:seleapoderóungrandesasosiego,quelehizomudardeposturaveinte veces en dosminutos; sintiose sofocado, y se desabrochó la levita.Eranecesario salir de aquella terrible duda; saber si todo era pura ilusión, o siefectivamente se encontraba cerca de la hermana de su alma. ¿A quiénpreguntarlo? La señora de la casa estaba lejos; no era oportuno levantarse ydirigirseaella:además,todoelmundoseenteraría.Paseólavistaentorno,ynohallóningúnamigo:entoncessedecidióapreguntarloalaseñoraqueestabamáscerca, fuese quien fuese; volviose cuanto pudo hacia ella, se inclinó hacia suoído,mas cuando iba a articular la primera palabra quedó repentinamente sinvoz, pálido y estático. La señora que estaba a su lado no era otra que sumadrastra, la brigadiera Ángela en carne y hueso, mucho más ajada, con elcabello gris, pero todavía bella y arrogante. La circunstancia de estar tocandoconellaylaoscuridaddelasala,habíanhechoquenolaviesehastaentonces.La brigadiera debió conocerle en cuanto entró, porque así que Miguel hizoademándedirigirlelapalabra,volviólacabezaaotroladoenseñalevidentedemal humor y desdén. El rencor que siempre le había tenido estaba másencendidoahoraporeltestamentodelpadre.

Miguelpermanció inmóvil largo rato, sumergidoenunmardepensamientostristes.Cuandoalzólavista,suhermana(porqueeraella,yanolecabíaduda)leestabacontemplandoconmayorternura.Unacorrientedesimpatía,másaún,decariño sincero y apasionado, se estableció entre ellos; los ojos eran losencargados de trasmitirla: habló la sangre, hablaron los dulces e inefablesrecuerdos de la niñez, habló la memoria venerada del bondadoso brigadierRivera. En poco estuvo que ambos se levantasen y se abrazasen ante laconcurrencia;mas enMiguel pudieron losmiramientosmundanos, en Julia eltemordesumadre;yambospermanecieronensusasientos.

Labrigadiera se sofocaba;estaba inquieta,nerviosa;hacía rechinar la sillaalmoverse.Porúltimo,nopudiendoyacontenerse,selevantóparasalir; todoslaimitaron, y hubounos instantes de confusiónmientras se despedían;merced aella Miguel se acercó disimuladamente a su hermana, y, sin saber cómo, sinmirarse siquiera, sus manos se encontraron y se dieron un apretón furtivo yapasionado.Jamásexperimentónuestrojovenunaemociónmásdulce,nifuetanfelizcomoenaquelmomento;vinieronasusojosalgunaslágrimasquetuvoqueocultarconelpañuelo.Julia,porsuparte,estabapálidaytemblorosa,yapenaspodía articular las palabras indispensables para despedirse. Cuando se fueron,Miguelquedócomosi repentinamente le introdujesenenuncalabozo lóbrego;

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novio,nioyónadadecuantohabíaasualrededor,y,sinvergüenzaalgunadequeleobservasen,seechóallorarcomounniñoysedespidiótambién.

XII

Averiguó que su madrastra había venido a vivir a Madrid para cobrar máspuntualmentelaviudedad,yquehabitabauncuartoterceroenlacalledelBarco;estolehizosospecharquelahaciendadesupobrehermanahabíasufridofuertemenoscabo, si es que no había volado enteramente. Tan luego como supo eldomicilio de ellas se constituyó en asiduo paseante de la calle y comenzó aespiarlosbalconesdelacasaconelceloylainsistenciadelmásrendidogalán;pero los balcones permanecían herméticamente cerrados como los de unconvento;pormásquehizonuncalogróveraJulia.Apelóentoncesalosmediosque suelen emplear los tenorios callejeros; sobornó a la portera y pudocerciorarsedequesumadrastrahabitabaallíenefectohacíatresmeses;perosuhermana había ido a pasar una temporada al campo con unos amigos por noencontrarsebiendesalud.Renuncióporentoncesapasearlacalleaguardandosuregreso.Yalcabodealgúntiemposucedióloquevamosaver.

CiertatardedeveranohallábaseMiguelsentadoenunadelassillasdelPradoconelcigarroenlabocadisfrutandovoluptuosamentedelaamenidaddelsitioydelatemperatura,quenopodíasermásagradableenaquellahora.Elvastosalónarenoso comenzaba a poblarse de los que como él salían después de comer agozardel fresco.Nuestro joven,conmirada indiferenteveíacruzarpordelantedeélgruposdeseñorasunasveces,otraspaseantessolitarios,niñosconsusayosoniñeras; ladisposiciónde suespíritunoerahacíayaalgunosdías tanalegrecomo antes; el encuentro con su madrastra le había perturbado bastante,inclinándole a los pensamientos serios y tristes. Los cuatro años de vidaplacenteralehabíanhechoolvidarsedeentrarensímismo,recordarsuhistoria,meditar sobre lo presente y lo porvenir.Al tropezar con aquellos restos de sufamiliadespertaronsúbitamenteensualmamilrecuerdosdolorososyalegresdela infancia, presentimientos y dudas que le tuvieron por algún tiempomelancólico. Hallábase, pues, enfrascado en tristes cavilaciones, comoordinariamenteleacaecíasiemprequeestabasolo,cuandoacertóaveralolejosdos señoras, cuya figura le trajo a la memoria en seguida a su madrastra yhermana.Segúnfueronacercándose,pudocerciorarsedequenoeranotras.Le

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diounsaltoelcorazón,yvacilóuninstanteentremarcharseantesquellegasenopermanecer en su sitio. Optó al fin por esto último y aguardó. Pronto ledivisaron,porquehabíapocaspersonassentadas;labrigadieraarrugólafrenteentestimoniodedesagradoypasósindirigirleunamirada.Juliatambiéncruzósinmostrarquereparabaenél;masalospocospasosvolviólacabeza,yaespaldasde su madre le envió una sonrisa y le hizo una serie de muecas y saludosafectuosísimos, aunque reprimidos; después con rápido y gracioso ademánacercólamanoalpecho,arrancóunclavelquellevabaylotiróalsuelo.Miguelcorrióal instantearecogerlo;albajarsesintióunospasosprecipitadosdetrásyvio frente a sí al levantarse a un cadete deEstadoMayor, flaco y larguiruchocomo una espina, quien le dirigió una mirada torva y colérica y hasta tuvoconatos de abocarle; pero después de vacilar un instante siguió caminandoaunquevolviendoamenudolacabezaparamirarledearribaabajoconexpresiónnadapacífica.Miguel,sinhacerlecaso,cambiótodavíadelejosunasonrisaconsuhermanayllevóelclavelaloslabios.

Cierto,nodejabadeserinteresantelasituacióndeamboshermanos,obligadospara testimoniarse su cariño a esconderse como dos amantes contrariados y aempleartodalaastuciaydisimuloqueéstosusan.Miguelsabíaapreciarlaylagustaba, y hasta se placía e interesaba en ella, por más que la deplorase coninterminables lamentaciones cuando se hallaba entre amigos. Comenzaron aescribirse pormedio de la portera, se hacían señas desde el balcón y la callerespectivamente,citábanseparalascasasconocidas,yburlandolavigilanciadela terrible brigadiera, se daban besos apasionados en los corredores. ¡Cuántasveces en sus cartas sehizomencióndeaqueldía infausto enqueMigueldejócaerasuhermanitasobreelbordedelacuna!¡Cuántashablabandelaparticularafición que Julita tenía a despeinarle! Miguel le escribía: «Aún siento,picaronaza, tusmanos entremis cabellos y aúnme duelen los tirones quemedabas. Media hora por lo menos tardaba tu doncella Rosalía en ponerme lacabezacomoladeunquerubín;ytúniunsegundosiquieraendejármelacomounaselvaenmarañada!¿Conservasfidelidadalosgatos?Silarazafelinanoteha hecho apurar la copa del desengaño, te proporcionaré cuando quieras unvariado concierto: aúnmayo con bastante afinación.» Julia le contestaba: «Sipiensasquesemehaquitadolamaníadedespeinarte, teequivocas.Cuandoteveoenlossalonestanperfumadoyelegante,hechoundijedereloj,¡nosabesloquedaríaporachucharte,porchafartelacamisa,pormeterlasmanosentreesospelos tan rizaditos y engomados ¡simploncillo! y ponerlos tiesos como unescoba! Eres tonto de remate; como sabes que eres guapo no hay quien tesufra...»

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AlfinMiguelhallóelmediodereconciliarseconsumadrastra.Elcariñocadadíamásgrandeasuhermanitalehizopensarquelahabíadespojadodeunaparteconsiderabledefortuna:supadrenohabíaobradocontodajusticiaalmejorarle:lasmujeresnecesitansiempreundoteproporcionadoasueducación,porquenopueden vivir de su carrera como los hombres. «Después de todo, se decía,aunquemipadremequisieramucho,nohaydudaquealredactareltestamentohaobedecidoenciertomodoaldeseodevenganza.¿Yquéculpatienemipobrehermanadelcarácteraltivoydominantedesumadre?»Porotraparte, ledolíaverlaenuncuartoterceroviviendoconrelativaestrechezmientrasélgozabadetodoslosatractivosdellujo.Estasimaginacionesfueronlabrandoensucerebrounadecisiónquealcaboformulóporescritoencartaasumadrastra:escribiolesindecirnadaa Julia suplicándole leconcedieseunaentrevista«para tratardeasuntos que a ella y a su hija interesabanmucho.»La carta, aunque seria, eraafectuosaydejabatraslucirintentosgenerososydeseosvivosdereconciliación.Labrigadieralecontestómuyatentacitándoleparaeldíasiguientealastresdela tarde en su casa. Aquella noche apenas pudo dormir nuestro joven bajo laobsesióndemilpensamientosafanososycambiossúbitosdetemorydealegría:losnerviosseledesbocabanfácilmenteynoerapoderosoasujetarlos.

Despuésdealmorzar,odehaberintentadohacerlo,porqueapenaspudopasarbocado, después de haberse vestido con pulcritud, después de haber estadoalgunosminutosenelcafétomandomaquinalmenteunacopa,dechartreusse,seencaminóconpasovivoalacalledelBarco,imaginandoloquehabíadedecirasumadrastraygozandoconlagrataperspectivadelareconciliación.AlllegaralaesquinadelacalledelaPueblaprocurórefrenarelpasoytranquilizarse:masaldoblarladelBarcoalcanzóaveralolejosaquelcadetedesgalichadoquetanferozmentelehabíaqueridointerrumpircuandorecogióenelpaseoelclaveldesuhermana.YalehabíatropezadootrasmuchasvecesenlamismacalleconlosojospuestosenelbalcóndeJulia.

Elcadete,alverlepasearlamismacalleyalparecerconlosmismosintentos,learrojabamiradasprovocativas,cencellantes,cargadasdeltradicionaldesprecioqueelelementomilitarhasentidosiemprehaciaelciviltratándosedeempresasamorosas.PeroMiguel,conlaimprevisióntemerariadelajuventud,hacíacasoomiso de este desprecio, y solía contestar a aquellasmiradas con una sonrisadulceyun si esnoesburlonaque iba amontonando la cólera en elpechodelferozcadete.Latempestadrugíayasobrelacabezadenuestrojoven,yélseguíatansosegadocomosiestuviesebajouncieloazulysereno.Comocaminabanensentido contrario no tardaron en acercarse y pasar uno al lado de otro,

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repitiéndoselamismatorvamiradaporpartedelmilitarylaidénticasonrisaporla del paisano.Miguel cruzó a la acera de enfrente para entrar en casa de labrigadiera;masantesdeefectuarlooyóunavozcavernosaasuespalda:

—Cabayero;oigaV.

Volvioseyseencontrófrenteafrentedelcadete.

—¿QuéseleofrecíaaV.?—lepreguntósonriendo.

Elcadetevacilóuninstante,pusosusojossanguinariosenelsueloydijoconvozbroncadeadolescentequeestáenlamuda:

—Cabayero,quisierasabersiV.está«enrelaciones»conesachicadelnúmeroquince...

—¿Delnúmeroquince?—dijoMiguel,másrisueñoaún.

—Síseñor,cuartotercero.

—Puesenefecto,estoyenmuybuenasrelaciones;síseñor.

Hubo unos segundos de silencio. El hijo de Marte, apesar de su innataferocidad,quedoseunpocoturbado.Alfinrompióatrompiconesdiciendo:

—Perobien... esas relaciones...yohace tiempoque lahagoeloso...quisierasabersiesV.novio...

—¡Ah! eso es otra cosa: para que yo sea novio de ella hay una pequeñadificultad;yesquesoysuhermano.

Elcadete levantó losojos,dondesepintabaelasombro, laalegría, ladudayalgunasotrasemocionessecundariasqueseríaprolijoenumerar.

—¿PerodeverasesV.?...

—Depadrenadamás;noseasusteV.

Alcadeteno lehizoefectoesta rectificación; siguióexpresandocon losojoslosmismossentimientos,conidénticaviveza.Después,acometidosúbitodeunaidea, la de que aquel paisano «se estaba quedando con él» se puso otra vezfruncidoyenfoscadoyvolvióasacarlavozdelasprofundidadesdesupecho.

—Cabayero,yonoconsientoquenadieseguaseeconmigo.

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—HaceV.perfectamente;aplaudoesadecisión.

—Esque...yonocreoqueV.seahermanodeesaseñorita...

—TambiénestáV.ensuderecho;silerepugnacreerlo,nada,nada,pormínoseviolenteV.

—Esqueyo...

—Sientoenelalmanotraerlafedebautismoenelbolsillo;perosiV.notienecosamásurgentequehacer,puedepasarsepor lasacristíade la iglesiadeSanGinésyallíleenseñaránellibroparroquialdondeconstaminacimientoyeldemihermana...SiV.deseaunatarjetaparaelsacristánseladaré...¿NolaquiereV.?...Bien, puesV.medispensará, caballero;me aguardan en estemomento...MiguelRivera,paraserviraV....

Ygirósobrelostalonesysemetiópugnandopornoreírenelportaldelacasadesumadrastra.Unavezdentrodeél,quedoserepentinamenteserioalpensarque antes de tres minutos iba a encontrarse frente a ésta. Era un momentosolemne.Subiólentamentelaescalera,creciendosuemociónacadapeldañoqueibasalvando.Cuandollegóarribaestabatanconmovidoquenoseatrevióaqueleviesenenaquelestado:descansóalgunosmomentosprocurandoserenarse,ydespués que lo hubo conseguido a medias, cogió el llamador con manotemblorosa, tirando de él suavemente. Esperó un rato sin que nadie viniese:cuando ya iba a tirar segunda vez, oyose una voz adentro que decía con tonoimperioso:

—¡Quehanllamado!

Lediounvuelcoelcorazón:eralavozdesumadrastra.Alinstanteseabrióelventanilloylepreguntaron:

—¿QuédeseabaV.?

—¿LaseñoraviudadeRivera?...

—Síseñor—dijolacriadaabriendolapuerta.

EnaquelmomentoMiguelestaba,sinsaberporqué,completamentesereno.

—¿Cómoessugracia?

—MiguelRivera.

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—Voyaavisar:tengaV.labondaddeaguardaruninstante.

En cuanto nuestro joven se quedó solo, oyó unos pasos vivos ymenudos, ydivisóenlaesquinadelcorredoraJuliaqueasomólacabezanadamásparaverquiénera«lavisita.»Alencontrarseconsuhermano,descubriótodoelcuerpoyse quedó pasmada, estática, mirándole fijamente con marcada expresión desusto. Esta actitud hizo comprender aMiguel que la brigadiera nada le habíadichodelacartanidelacita.Despuésavanzólentamentehaciaélmanifestandosiempre la misma sorpresa mezclada de terror, sin hacer caso de la sonrisatranquilizadora de su hermano: cuando éste la tuvo cerca, avanzó tambiénalgunospasos,ycogiéndolaporlacintura,ladiounpardesonorosbesosenlasmejillas. Entonces el susto de Julia llegó a su colmo: se arrancó conextraordinaria violencia de los brazos que la sujetaban, se puso terriblementepálidaysellevóeldedoaloslabios,diciendoconvozdefalsete:

—¡PorDios,Miguel,porDios...queestáahímamá!

Lacriadaaparecióenaquelinstanteporelotroextremodelcorredor.

—PuedeV.pasarcuandoguste,señorito.

Miguelhizounamuecarisueñaasuhermana, ledijoadiósconlamanoysedirigióconpasofirmealasala,precedidodelacriada,quienalllegaralapuertalevantólacortinayledejóelpaso.

La brigadieraÁngela, que estaba sentada en una butaca, se levantó al ver aMiguel, pero no avanzó a su encuentro. Tenía la misma figura gallarda yarrogante,masel rostroestabanotablementeajado;dibujábaseen tornodesusojos un círculo grande azulado, y surcaban su frente dos profundas arrugas,señalesqueacreditabanlaviolenciaysoberbiadesugenio:losnegrosysedososcabellosqueMigueladmirabaenotrotiempo,blanqueabanyaportantossitios,queeranmásgrisesquenegros:vestíaunabatadeseda,tambiénajada,yajadosestabantambiénlosmueblesdelasala,yajadaslascortinasylaalfombra.Todoloadvirtióelhijodelbrigadierdeunasolaperointensamirada,ynosinpena,recordandoelantiguoesplendordesucasa.

—¡Oh,mamá!¿cómosigueV.?—dijoavanzandoconefusiónhaciaella.

—Bien,¿ytú,Miguel?—contestótendiéndoleunamano.

Miguel, que iba decidido a abrazarla, se detuvo ante aquella actitud y secontentó con tomarle lamanoy apretarla contra supecho.Y reteniéndola aún

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entrelassuyas,exclamó:

—¡Cuántotiempo!...

—¡Mucho,sí!...Traeunasillaysiéntate.

PeroMiguel,sinhacercaso,siguióenpie,yvolvióaexclamar,arrasadoslosojosdelágrimas:

—¡Pobrepapá!

Lamanodelabrigadieratemblóunpocodentrodelassuyas;perosoltándoseenseguida,leseñalódenuevounasilla.

—Siéntate,Miguel,siéntate.

Obedeció, colocándose al lado de la butaca de sumadrastra, ymetiendo lasmanosentrelasrodillasylabarbaenelpecho,guardósilencio:algunaslágrimasleresbalaronlentaycalladamenteporlasmejillas.

—¿Hacemuchotiempoquehasconcluidolacarrera,Miguel?—lepreguntóentononaturallabrigadieraalcabodeunrato.

—Hacedosañosnadamás—repusosecándoselosojosconelpañuelo.

—¿Yquétehacesahora?

Estapreguntasecayhechaenuntonomássecoaún,cortóla tiernaemociónque embargaba a nuestro joven en aquel momento y le dejó un pocoembarazado.

—Pocacosa...Mediviertolomásquepuedo.

—Sí,sí,yalohesabido,queeresunjovenalamoda.

—Lasmodasduranpoco;pasarécomohanpasadolastrabillasylascorbatasdesuela...

Laconversaciónibaatomarunsesgodemasiadofrívolo,yMiguellocambiópreguntandoconinterés:

—¿YVV.quétalseencuentranenMadrid,mamá?

—Amímesientabienesteclima...aJulianotanto.

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—¡Pobrecilla!...acostumbradaalcalordeSevilla,elfríodeestepueblonoleharámuchoprovechoseguramente.

—Yo también estaba acostumbrada al calor cuando vine hace años, y sinembargonomehahechodaño;...dependedelasnaturalezas...

—¿PeroJuliasehapuestomalaaquí?—preguntóMiguel,aunqueyalosabía.

—Hatenidouncatarrillopertinaz,pero lahemandadoaMejoradaunosdíasconmiprimaRafaela,ysehapuestobuena.

—Es una chica muy graciosa... ¡Caramba cómo se ha desarrollado, y quémonísimasehapuesto!

—Tus flores no tienen gran valor en este caso—dijo la brigadiera sonriendonadamásqueconelbordedeloslabios.

—¿Porqué?¿Porquesoysuhermano?...Nocreaustedqueinfluyetantoenmijuicioesacircunstancia;lajuzgodesapasionadamente,comounextraño...comoun joven a la moda—añadió devolviendo irónicamente a su madrastra elcalificativoquelehabíadado.Yporsiestopudieraofenderla,dijodespués:

—Usted,mamá,debeescucharcongustoqueJuliaesguapa,porqueademásdesersuhija,seleparecenotablemente.

—Tampocoadmitoesaflorencubierta... ¡Tehasvueltomuygalante,Miguel!—repusolabrigadieradignándosesonreírafablemente.

Más había de galantería que de verdad en lo que aquél acababa de decir.Aunque la brigadiera había sido bella, acaso más que su hija, ésta no se leparecíasinoenlaformadelafrente,estrechaydelicada,yenlaboca.Losojosde Julia eranmás chicos que los de sumadre, peromás vivos, y de unmirarsuaveyhalagüeño,quenuncalosdeéstahabíantenido;lanariznoeratampocoaguileña,sinorectayfina.Enlafiguraaventajabamucholamadrealahija,yenelcolortambién,paralosqueprefierenlasblancasalasmorenas.Julitaeraunamuchachamás bien baja que alta, peromuy bien proporcionada; tenía el talleesbelto y airoso como pocos; todos sus ademanes eran vivos y resueltos yestabanimpregnados,sivalelapalabra,deunagraciasingular;elcolortostadoendemasía,acercándosemuchoaldelasgitanas,conlascualesguardabamásdeestepuntodesemejanza;loscabellosidénticosalosdesumadrecuandoteníasuedad,negros,sutilesylustrosos,ycayéndoleenrizossobrelafrente.NoeralahermanadeMiguelundechadodebelleza,oloqueesigual,noposeíalapureza

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ycorrecciónde líneasgeneradorasde laarmonía (lacualesmásaparentequereal algunas veces); pero en cambio llevaba en sus ojos, en su garbo, en susonrisa,elbrilloylasaldeAndalucía.

Miguel no sabía cómo dar a la conversación un giro elevado y noble,acomodadoalossentimientosqueagitabansualma.Hubieraqueridohablardesupadre,desubondadosísimopadre,aquientantohabíaamado;debuenaganahubierarecordadotambiénlospormenoresdesuinfancia,pormásqueenellalabrigadieranodesempeñaseunpapelmuygrato;dispuestoestabaaolvidartodaslasheridas,todoslosdesdenesyacordarseúnicamentedeloscortosmomentosdedichaquehabíadisfrutado;hastaloscastigosdesumadrastraadquirían,conlaveladaluzdelosaños,yaltravésdelasúbitaternuraquesehabíaapoderadode él, un aspecto maternal que borraba su injusticia; por su gusto se reiría,trayéndolosacuentocomohacenalgunasvecesloshijoscariñososdespuésquellegan a hombres. Pero la actitud reservada, aunque atenta y afable de labrigadiera, le imponíarespetoy lecortaba losvuelosparadesahogarelpecho.Porotraparte,deseabatambiénentrarenlacuestióndeinteresesynoseatrevía,temiendoofender suorgullo.Despuésdehablaralgunosminutos todavíaenelmismotonoindiferente,máspropiodeunavisitadeamigoquedeunaentrevistatangraveysolemnecomodebíaseraquella,procuróencauzar laconversaciónhacia lo que quería, hablando mucho de sí mismo, de sus tristezas y de suporvenir.

—Nosontodofloresenlavida,mamá:aunquemeencuentreenunaposicióndesahogadaypuedadisfrutardelosplaceresqueofrecelacortealosjóvenes,nosoy tan feliz como el mundo supondrá seguramente. Tengo muchísimosmomentosdemurria,detristeza,acordándomedequevivosolo,quemefaltaelcalordelafamilia,elcualnopuedereemplazarseconnada...MitíoManolo,yasabeV.comoes...muybueno,muycariñoso...pero...ocupadoexclusivamenteendivertirse...Yelhombrenovivesóloconelrecreodelosteatros,deloscafésydelosbailes.Cuandohayunpocodecorazón,seapeteceotracosa...

—¿Porquénotecasas?—dijolabrigadierasecamenteysinlevantarlacabeza.

—Elcasarsenoesunactotanlibrecomopareceaprimeravista...Secasaunocuandollegalahorayunaporcióndecircunstanciassehanjuntadoparaello...Casarseporquesí,porunadeterminacióndelavoluntad,sinhaberseenamoradoantes de una mujer y sin juzgarla digna de llamarla esposa, me ha parecidosiempreinsensato...Además,enMadrid,enlassociedadesqueyofrecuento,seencuentran muchas jóvenes bonitas, elegantes, que tocan el piano

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admirablemente,ycantanavecescomolastiplesquesechicheanenelReal,yavecespintanacuarelasypaisajesalóleodemasiadoverdes,yescribencartasalos novios con bastante ortografía... pero buenas esposas y buenasmadres defamilia,¿creeV.queseencuentrancontantafacilidad?

—¡Bah!

—No lo crea V., mamá... En fin, a mí no me ha llegado aún la hora... Ymientrasquemellegue, loestoypasandomal.Mesobragranpartede larentaquetengo,ysinohagomaluso,noséquéhacerdeella...

Miguelguardósilenciouninstante,ydespuésdevacilar,dijotímidamente:

—SiV.melopermitiera,lapartiríadebuenaganaconmihermana...

—Bien—dijolabrigadieraconvozunpocotemblorosa.

—¿YconsentiríaV.quemevinieseavivirconustedes?

—¿Porquéno?

—¡Oh mamá!—exclamó Miguel enternecido;—me hace V. feliz con esarespuesta.¡TengounosdeseostanvivosdevivirconVV.!...—Yapoderándosealmismotiempodeunamanodelabrigadiera,labesóconefusiónrepetidasveces,mientrasdoslágrimasleresbalabanporlasmejillas.

—¡Vamos, que no me negará V. que tengo un corazón muy sensible!—dijoriéndosedesupropiaemoción,comoteníaporcostumbre.

Alabrigadieranoleparecióbienestasalidaysequedóseria.Nierafácilquepenetrase jamás el verdadero carácter deMiguel, y lo que aquellos arranquessignificaban.Noobstante,semostródespuéstodoloamableyexpansivaqueleconsentíasunaturaleza,locualpudieramuybienachacarse,sinsermalpensado,a lapromesaqueMiguel acababadehacer respectoa su fortuna,pormásqueellaen laaparienciano lehubieseconcedidoningunaimportancia.Maselhijodelbrigadiereratandichosoconaquellareconciliaciónyconlaperspectivadevivir en la misma casa de su hermana, que prefirió creer que también sumadrastraseenternecíaysegozabaentenerlenuevamenteporhijo.

Cuandomás embebido se hallaba en la conversación, sintió queunasmanoschiquititas lesujetabanlacabezapordetrás,yse ladespeinabanconfuria.EraJuliaquehabíaentradodepuntillassinsernotada.

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—¡Alfinhascaídoenmismanos!¡Abajolospeluqueros!

—¡Y tú en las mías! ¡Arriba las niñas sevillanas!—dijo Miguel sujetándolaparadarlaunbeso.

—¿De dónde sacas tú, fatigoso, que yo soy de Sevilla?—repuso Julita conmarcadoacentoandaluz,ycomiéndosemásde lamitadde las letras.—Yosoygata,ymuygata,yporquesoygata,tearañoytearrancoestosricitostancucosdedondecuelgasloscorazones.

—¿Hay alguno colgado?—preguntó Miguel riendo y dejándose sobarpacientemente.

—Vamos,basta,Julia—dijolabrigadierasonriendotambién.

—¡Oh, no!—contestó aquélla, siguiendo conmás ardor en su tarea.—¿Tú tehasfiguradoquesepuedeecharimpunementefloresaunachicaquenohacetresmesessiquieraquehallegadodeSevilla?¡Yquéflores,VirgendelAmparo,quéflorestancursis!¡Quemehedesarrollado!¡Quesoymuymona!...Anda,tonto;¿tefigurasquesóloenMadridsedesarrollalagente?

—¿Ycómosabestúquetehaestadoechandoflores?—lepreguntósumadre,clavándolaunamiradaterrible.

Juliasepusoencarnadahastalasorejas.

—Loheoídoporcasualidadalcruzarporelpasillo...

—¿Casualidad, eh?—dijo la brigadiera con sonrisa sarcástica.—Pierdecuidado,queyameencargaréyodequenoserepitanesascasualidades.

Juliaseturbóantelaamenazadesumadre:quedoseunmomentopensativaytriste; pero en cuanto aquélla bajó la cabeza para continuar su labor, hizo unmohíngraciosoyalzóloshombrosenseñaldeindiferencia.Colocadaenpiealladodesuhermano,siguióacariciándoleloscabellosylabarba.Miguelsehabíaquedado también repentinamente serio. Al cabo de un momento, Julia,metiéndolelabocaporeloído,ledijomuyquedo:

—Mira, vamos a sentarnos al sofá y podremoshablar lo quéqueramos...Loharemoscondisimulo;aguardaunpoco.

Ydespuésdeacercarsealbalcónyecharunaojeadaalacalle,dijoenvozalta:

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—Miguel,túnohasvistolosretratosquenoshemoshechoúltimamentemamáyyo,¿verdad?

—Comonohubieraidoacasadelfotógrafo,esdifícil...

—Voyaenseñártelosahoramismo:verástambiénlosdenuestrosparientesdeSevilla...Tengounasprimasmuyguapas:aversiteconvienealguna.

Ysaliócorriendodelasala.

—¡Quéchiquillatanviva!—exclamoMiguelvolviéndoseasumadrastra.

—Sí,muyvivaymuyinsufrible—repusoéstaconmalhumor.

—Es la edad—dijo Miguel, a quien parecía imposible que la brigadiera nohallasegraciosayamableasuhija.

—Nadadeeso:yahacumplidodiezyseisaños,ycadadíaestápeor.

Juliaentróconunálbumenlamano.

—Venaquí,alsofá,Miguel,ytenánimoparavernuestracoleccióndefieras.

—Enséñameprimeroturetratoyeldemamáparaquemeinfundanvalor.

—Aquílostienes—dijosentándosealladodesuhermano.—Miraamamá¡québienestá!—Tanguapetonacomosiempre—añadióguiñandounojoyapuntandocon los labios a su madre, que estaba sentada de espaldas a ellos.—¿No teapetecedarlaunbeso?...Vamos,dáselo...

Miguel acercó, riendo, los labios al retrato. Julita quería desagraviar a sumamá. Ésta, sin levantar la cabeza, y en un tono entre alegre y displicente,exclamó:

—¡Ah,aduladora!Yasabesquemeempalagaeldulce.

Julita hizo otra mueca, se rió, y presentando con extraordinaria viveza suretratoaMiguel,ledijo:

—Eh,¿quétal?

—Admirablemente.

—¿No es verdad que con estamantillita blanca y estos rizos por la frente yestosojillosentornados,soycapazdedarelopioacualquiera?

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—Sí,acualquiercadete—repusosuhermanoporlobajo.

Julita quedó un segundo suspensa, y se puso otra vez encarnada; peroreponiéndoseenseguida,lediounpellizco,diciendo:

—¡Ahgranuja!¿Quécorreodegabinetetehavenidoadarlanoticia?

—¡Yyoque soñabapara ti lomenosconuncoronel!—siguióenvozbajayreprimiendolarisa.

—¡Yallegaremosallá!

—¡Diablo! esmenester que se pronuncie antes siete veces lomenos; y te lopuedenescabecharfácilmente.

—¡Pobrecillodemialma!—exclamóJulitaponiendolacaratriste.

—¿Perolequieresdeveras?

—Unpoquito.

—Puesél tambiéntequierea ti:alentrarenestacasahaceunmomento,mevinoapreguntarconsemblantefoscosiyotegalanteaba.

—¡Quétonto!—exclamólaniñarojadeplacer.—¿Ytúquéledijiste?

—Quenopodíaaunquequisiera,porqueeratuhermano.

—¿Yélquehadicho?

—¿DeverasesV.hermanodeesajoven?

—Ytú,¿quédijisteentonces?

—Ytandeveras,aunquedepadrenadamás.

—Yél¿quédijoaeso?

—¡Chica,nomeacuerdo!—manifestóMiguelsoltandoareír.—¡Quégraciosaestásconesodequédijisteyquédijo!

Julia estaba tan interesada y pendiente del relato de su hermano, que no sehabía dado cuenta de aquellas repeticiones. Quedose un poco cortada; peroconcluyóenseguidaporreírsedesímisma.

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—MiraelretratodetíoJoaquín—dijoenvozalta.—VivíamosenSevillamuycerquitadesucasa.EsfiscaldelaAudienciaytienelastreshijasquevasaver...éstaeslaprimera,Sofía.

—¡Ufquéfea!...DispénsemeVV.,nohepodidoremediarestegrito...

—Di lo que gustes—manifestó la brigadiera.—Hace ya tiempo que estamostodosenello.

—Miralatercera,Gertrudis.

—Pueséstaesmásfeaaún.

—Aquíestálasegunda,Lola.

—¡Demonio,estaesverdaderamentehorrible!

Juliaseechóareírdiciendo:

—En Sevilla las llaman «las tres circunstancias agravantes.» A la primeraPremeditación,alaterceraAlevosía,yalasegundaEnsañamiento,porordendefealdad.

—Tienegracia...CualquierdíamevoyaSevillaporunadeellas.¿Ysonesaslasprimasdequemehablabas?

—No,hombreno:éstassontías...primassegundasdemamá...Porsupuesto,telodigoenreserva,porquesiellassupieranqueyoandopropalandoestesecreto,seríancapacesdeasesinarme,¿noesverdad,mamá?

—Puesquequieranono—respondió labrigadiera,—son tus tías, y lamenorpasayadelostreinta.

—Oyes, Julia—dijo Miguel hablando otra vez en voz baja.—¿Se te hadeclaradoyaese...?

—Elotrodíamepusounacartaenlamano;peroyoladejécaer.

—¿Pues?

—Esuntíolila,¿sabes?

—¿Peronoacabasdedecirmequelequieres?

—¡Quéséyosilequiero!—dijoalzandoloshombroscondisplicencia.

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—Puesereslamásinteresadaenelasunto.

—Desdeundíaenquelevidepaisanoconunospantalonesmuycortos,semehaquitadobastantelailusión.

—Noteapuresporeso,chica;esqueestácreciendoaún...debesalegrarte.

Siguió la conversación todavía un buen rato. Miguel prometió traer al díasiguiente susmaletas. Julia, brincando de alegría, le enseñó el gabinete dondeibaadormirentantoquenosebuscaseunacasamáscapaz,comoacababadeconvenirse entre ellos. Al fin se despidió lleno de gozo, prometiendo venir abuscarlasdenocheparallevarlasalteatro.

Al poner el pie en la calle, cortó repentinamente el hilo de sus risueñospensamientoselverapostadoenlaaceradeenfrente,yenactituddeespera,aloquepodíasospecharse,alcadeteenamoradodesuhermana.—«Vaya,meparecequevoyatenerqueandarapescozonesconestemajadero»—sedijo.Peromuycontra lo que presumía en aquel momento, el cadete salvó rápidamente ladistanciadeunaaceraaotrayarremetióconélconlosbrazosabiertos,lacarasonrienteyrebosandodejúbilo.

—DéjemeV.que leabrace,D.Miguel—ylohizosinaguardarelpermiso.—Acabodesaber,porlaportera,queesV.,enefecto,hermano«deesachica,»ymepesamuchísimodehabertenidoconV.esacuestión...

—¿Quécuestión?

—La que tuvimos, antes de entrarV... ¡Caramba, si yo lo hubiera sabido!...¡Cómohabíadeatreverme!PorDios,medispenseV.

AMarte, al decir esto, se le había suavizado notablemente la expresión delsemblante:lavoztampocoeratanprofunda.

—NotengoporquédispensaraV.—contestóMiguel,zafándosedesusbrazosymirándoleentrerisueñoyadmirado.

—¡YyoquepensabaqueeraV.mirival!LeestuveaV.esperandomásdedoshoras: no queríamarcharme a casa sin darle una satisfacción... He perdido laacademiaporello.

—Losientomuchoyseloagradezco;peronohabíanecesidad.

—AhoravoyapediraV.unfavor—dijovacilandounpoco.

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—Usteddirá.

—QuevengaV.conmigoabeberunabotelladecervezaalSuizo.

—Nomegustalacerveza.

—Quiendicecerveza,dicecognac,marrasquino,chartreusse...,enfin, loqueV.guste.

—Notengoinconvenienteenello:loquesentiréesque,pormicausa,pierdaV.algunaotraclase.

—Noseñor,yalasheperdidotodas.

—Puesvamosallá.

Y se emparejaron caminando en dirección al café Suizo. El cadete le dejórespetuosamentelaacera.

—Mozo,unacopa...¿dequé,D.Miguel?

—Deagua.

—¿Cómodeagua?—dijosorprendidoyuntantoamostazado.

—Esloúnicoquemeapeteceenestemomento.

—¿Pero?...

—¿NoqueríaV.antesdarmeunasatisfacción?

—Síseñor.

—PuesdemeV.ahoraladedejarmebeberagua,puestoquetengosed.

—Bueno;siV.seempeña...—Ydirigiéndosealmozoconvozroncademando:

—Conazucarilloygotas,¿entiendes?Amíunacopaderon.Tráeteademásloscigarros,paraqueescojamos.

Sehabíansentadounofrenteaotro.Elcadete,siempregalante,habíaobligadoaMiguel a sentarse en el diván,mientras él se había acomodado enuna silla.Examinábaleaquélatentamente sinquitarleojo,mostrandoenel semblante talgravedad,quealeguasseadivinabaqueeraforzada.Realmenteelcadeteeraunsercuriosoensuaspectofísico.Porsudelgadezparecíamontadoenalambres;

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tanrubio,quecasidabaenalbino;elcuellolargocomoeldelasgirafas,yconuna nuez... Miguel no había visto jamás nuez tan desmesurada: de todo elindividuoeraloquepreferentementellamabasuatención.

Vino el mozo con el servicio y los cigarros. Utrilla, que así se llamaba elcadete,seempeñabaenqueMiguelescogieseuno.

—Nopuedeser,querido:esasbrevassondemasiadofuertesparamí;yogastounoscigarrosmásflojos...aquítieneV...siV.gusta...

—Muchas gracias: yo necesito que pique un poco el tabaco; lo flojo nomesabeanada...

—¡Milagroserá—pensóMiguel—quetútetraguesesacopazayesabreva!

—Pues como le iba diciendo, Sr. Rivera—manifestó Utrilla, comenzando apegar feroceschupetonesal cigarro,—nosabeV. loqueamímealarmóverlepasear lacallede suhermanita.Enseguida semesubióel tufoa lasnarices...Losmilitaressomosasí...Ydijeparamí,entonces:Hayquecortarestopor losanoyjugareltodoporeltodo:otúoyo.¿Aquévienenesasrivalidadesenquelosdos seestánodiando,y sinembargo, seaguantanundíayotro sindecirseuna palabra? Eso lo puede hacermuy bien un paisano, pero unmilitar... creoyo... V. bienme comprende. Así que ¡zás! en cuanto vi la cosa seria,me fuiderechoalbultoymeaboquéconV...

—Ysiyonohubiera sidohermanode Juliay lagalantease, ¿quéhubieraV.hecho?

—Puesnada...hubiéramosidoalterreno.

—¿Aquéterreno?

—Aldelhonor.Nosotros,losmilitares,estamosmáscomprometidosqueVV.,lospaisanos,cuandolleganestoscasos.Anosotroseluniformenosobligaanotransigir...

—Conqueunamuchachaprefieraaotro,¿verdad?

—No señor, no es eso; entre nosotros hay ciertas leyes... Lo que en otrocualquieranoescobardía,pongoporcaso,enunodenosotrosloes...Luegohayelespíritudecuerpo...SiloscompañerossabenqueV.nohaquedadoencimaencualquier cuestión, le dejan de saludar y le obligan a salirse del cuerpo... La

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verdadesquelamiliciaesunacosamuyseria,yquenosepuedejugarconella.

—Mucho—afirmó Miguel gravemente, lanzando al aire una bocanada dehumo.—¿YcuántotiempohacequeesV.militar,Sr.Utrilla?

—Enlaacademia—respondióelcadetedespuésdevacilarunpocoytoser—nollevomásqueseismeses...peromeheestadopreparandoantesdosañosconuncomandante del cuerpo... y en realidad, desde que uno entra en la academiapreparatoria,yaseleconsideracomomilitar.

—Mucho—volvióaafirmarMiguelinclinandolacabeza.

—Dentrodequincedíasnosexaminamosdelprimer semestre; si salgobien,mefaltaráncuatroañosymedionadamásparasaliratenientedelcuerpo...;porsupuesto,sinopierdoalgúnsemestre.Hacenfaltaoficiales;demodo,quelomásprobable es que no aprieten mucho... Además, estos quince días pienso estarempollandoelálgebra.Soyunhombremuyespecial. ¡Caramba,sinofuerasuhermanita,algomejorandaríayodeella!Endibujoestoybastantebien...¡claro,como que mi padre me ha hecho dibujar desde los diez años! En topografíatampocoandomal.Alúnicoquetengomiedo,esaltíodelálgebra...¡Esuntíomásmarrajo ymás seco! Sale uno al encerado a exponer un teorema, y a lomejor se equivoca, porque es muy fácil equivocarse... ¿V. cree que se loadvierte?¡Nada!Elmuyperrosequedaseriocomounposte,yV.nosabequesehaequivocadohastaelfin,despuésdeunahora...

Miguel le escuchaba distraído, pensando en su hermana y en su madrastra,echando cálculos alegres sobre la vida feliz que iba a hacer en su compañía,recordandoconplacerlospormenoresdelaentrevistaqueconellasacababadetener.

Cuandoelcadetehizounapausa,lepreguntóporhablaralgo:

—¿YV.esnaturaldeMadrid?

—Sí,señor;henacidoaquí,yaquímehecriado...Mipadretieneunafábricade bujías esteáricas en las afueras, cerca de losCuatroCaminos... acasoV. lahayavisto...¿no?...puessiV.vaporallíalgúndíadepaseo,notieneV.másquepreguntar pormí, y le dejarán pasar a verla. Omejor será, que el día queV.quiera ir allá, me avise, y le acompañaré, con tal que sea después de losexámenes.Mipadre esviudo,y tiene treshijos; el últimode ellos soyyo;mihermanoprimeroeselquecorreahoraconlafábrica;mihermanaEugeniaestá

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casadaconunagentedeBolsa...Amítambiénqueríametermemipadreenestoslíos,peroyosoyunhombremuyespecial;bastaquememandenunacosa,parahacerlacontraria.Amísiempremegustómucholavidadelmilitar;hoyaquí,mañanaallí,unasvecesconmuchodinero,otrasvecessinunapeseta.

—¿Demodo,queaV.legustaríaviajar,conocerpaíses?

—Sí,señor,muchísimo;yosoyunhombremuyespecialeneso.

—¿YquénecesidadtieneV.dehacersemilitarparaello?¿Nosepuedeviajardepaisano?

—Claro;habiendodinero...Peroamímegustaviajardeciertomodo;estandoenunpuebloquincedías,enotrounmes...y luegoquesiendounomilitar,entodaspartes se le recibecon losbrazosabiertos...Laschicassemuerenporeluniforme... ¡Es una tontería, por supuesto!—añadió sonriendo y dejando bientraslucirquenolateníaportal,sinoporunapruebagrandedesabiduría.—MireV., amínomegusta eluniforme; soyunhombremuyespecial.Losprimerosdías,meloponíaconentusiasmo;peroahorayameapesta...Además,comounotienequesaludaratodoslosoficiales,¡yhaytantosenMadrid!...

Elcadetesiguió todavíabastante ratohablandodesímismoconvozdebajoprofundo,contándolecienmilcosasquenole importabannada,yafirmandoacadainstantequeeraunhombremuyespecial.Miguelnopodíaadivinarenquéconsistíaestaespecialidad,comonofueseenlanuez,que,enefecto,cadavezleparecíamás especial.Observó también que estaba un pocomás pálido que alprincipio,locuallemovióapreguntarlepordosvecessisesentíamal,peroelcadete afirmó rotundamente que se encontraba admirablemente. No obstante,alláaloúltimo,sepusoenpie,confesandoquelaatmósferadelcaféestabaalgopesadayqueseríabuenodarunavueltecitaentrecalles,alocualaccediómuygustososucompañero.

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Llamaronalmozo,yambostratarondepagar;peroéste,seaporquejuzgaseaMiguel conmás edad y carácter para el caso o por otra causa que no es fáciladivinar,rechazóeldineroqueelcadeteleponíaenlamanoytomólamonedaqueaquélleofrecía.¡AquífueTroya!Elcadeteseindignóconestaacción,deunmodoindecible,sepusoaúnmáspálidodeloqueestaba,echótresocuatroternos redondos con la voz más cavernosa que halló entre sus registros, yamenazó con estrangular al mozo acto continuo. Esfuerzos inauditos costó aMiguelsosegarle,ysolamenteloconsiguióconlapromesadequevendríaotrodíaa tomarcualquiercosaparaqueél lapagase.Apesardeestosaliódelcafétaciturnoy sombrío; aquellodequeMiguelhubiesepagado siendoél quien leinvitara,parecíaleelcolmodelahumillación.Todavíacuandoibaendirecciónalapuertacruzandoporentrelasmesas,sevolviódosotresvecesparalanzarunamirada de desafío al mozo, que ya estaba sirviendo a otros parroquianos sinhacercaso.

Una vez en la calle, Utrilla se mostró mucho menos locuaz.Miguel se vioprecisado, para sostener la conversación, a hacerle preguntas a las cualescontestabacadavezconmásconcisión.Alpocoratosedetuvorepentinamenteymanifestóquenosesentíanadabien.Decirestoyarrimarseaunportalyecharloshígadosporlaboca,fuetodouno.

—¿LehabráhechoaV.dañoelcigarro?—lepreguntóMiguel.

—¡Cá, no señor!... No comprendo lo que pudo ser... Acaso el ron que medieronestaríamalo.

—Sinembargo,elcigarro...V.escupíamucho...

—Noseñor,no;estoyacostumbrado.

Viéndoleaúnbastantepálidoydesfallecido,Miguelllamóauncochedepunto,lehizosubiraélylecondujoasucasa,situadaenlacalledelSacramento.Elcadete,apesardesumalestado,queríadescoyuntarsedándolelasgracias.

FINDELTOMOI

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RIVERITANOVELADECOSTUMBRES

POR

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ARMANDOPALACIOVALDÉS

MADRIDTIPOGRAFIADEMANUELG.HERNÁNDEZ

Libertad,16duplicado1886

TOMOII

I

Miguel no fue tan feliz como había imaginado viviendo con su madrastra.Aunque Julita le proporcionaba con su alegría infantil y cándido donairegratísimosmomentos,estabanamargamentecompensadoséstosporelmalestarque leproducíael carácter rígido, inflexible,de labrigadiera.Estecarácternotenía ocasión de manifestarse con él, porque evitaba escrupulosamente todomotivo de choque o disgusto; pero semostraba en toda su violencia y a cadahoradeldíaconsuhijaJulia.Nopodíahacerlapobreniñanada,fuesetuertooderecho,quemereciesesuaprobación;eraunordenarconstantedelamañanaala noche, primero una cosa, después otra, a menudo cosas contrarias, lo queproducíadisgustos,conflictosyescenasruidosas.Juliateníaocupadostodoslosminutosdeldía;cincohorasdepiano,dosdebordado,dosdeestudio,etc.Pornadaenelmundopodíainfringirseesterégimendespótico:lamenorinfraccióncostabamuchas lágrimas. Si por impaciencia, o arrastrada de su genio vivo ydesenfadado,contestabaalgunacosaqueoliesedecienleguasafaltaderespeto,ya podía prepararse: la brigadiera se erguía como una fiera, la llenaba deinsultos,yolvidándoseamenudodeloquedebíaasupropiadignidad,yapesarde losañosde Julita, lapellizcabacruelmente, laabofeteabay la tirabade loscabellos:—«¡Asumadrenosecontestajamás;seobedeceysecalla,aunqueno

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tengarazón!»—Eranlaspalabrasquesiempresalíandesubocaencasos tales.Labrigadierateníadelapatriapotestadlamismaideaquelosromanos;nohabíalímitesparaella.Cuandoseefectuabaalgunadeestasescenas,ypordesgraciaerandemasiado frecuentes, siempreconcluíandelmismomodo:Julitase ibaallorarlareprensión,lospellizcosolasbofetadasasucuarto;sumadrenovolvíaa hablar con ella, ni a dirigirle siquiera una mirada: para que hubiesereconciliación,eranecesarioqueJuliafueseaponersederodillasdelantedeella,y cruzadas las manos en el pecho, como estaba acostumbrada desde niña, lapidieseperdón.Sóloasílograbaentrarensugracia.

Poco tiempodespuésdehaberse trasladadoMiguel, fue testigodeunade lasmás repugnantes escenas de este género. Cuando terminó con el piano unamañana,Julitasefuealcomedor,ymotupropio,porsuextremadainclinaciónalaseo,sacótodalavajilladelosarmariosysepusoalimpiarlaesmeradamenteyacolocarladenuevoensusitio.Empleóenlatareamuchomástiempodeloquehabía imaginado: cuando tornó al gabinete donde sumadre se hallaba, ésta lepreguntóconlaasperezaacostumbradasihabíacosidounvestidoqueselehabíarotoeldíaanterior.

—Todavíano—contestóJulitatranquilamente.

—¿Y qué te has hecho toda lamañana? ¡holgazana! ¡más que holgazana!—exclamólabrigadieraconira.

Julia, que estaba muy ufana de su labor y que pensaba dar una sorpresaagradableasumadre,ledijoriendo:

—¿Mamá,tieneV.vergüenzaparallamarmeholgazana?

Nuncalohubieradicho.Labrigadiera,sinoírmás,selanzósobreella,lacogiópor un brazo y la sacudió tan fuertemente, que la chica perdió el equilibrio ycayóal suelo,dandocon lacabezasobreunpiedelpiano: lanzóungritoysellevó la mano a la cabeza, de donde corría un hilo de sangre. La brigadiera,terriblementeasustada,pálidacomounamuerta,searrodillócercadesuhija,laincorporó,yempezóabesarlafrenéticamente,mientrasMiguel ibacorriendoasu cuarto en busca del frasco del árnica. Pusiéronla inmediatamente unacompresa, sujetándola con una venda, y gracias a esto la herida quedó prontocerrada. Julia no tardó en serenarse: sumadre también se calmópoco a poco.Pero todavíamientras la quitaba la sangre de la cara conunpañomojado, nopodíamenosdedarsueltaasugenioexclamando:

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—¿Loves?Estotehasucedidopordesvergonzada.

Labrigadiera, aunqueparezca extrañodespuésde loque acabamosdedecir,amaba a su hija; pero la amaba a su manera, mortificándola sin cesar paraplegarla de unmodo incondicional a su voluntad. La voluntad era la facultaddominante, característica de su espíritu; todas las demás, el entendimiento, lasensibilidad, la memoria, estaban avasalladas por ella, hasta poder dudarsealgunas veces de si existían.Ante el caprichomás insignificante, la ternura yhastaelamormaternalhuíanaesconderse;peroseríainjustoafirmarqueestabadesprovistadeellos.Lapruebaesqueenelmomentoenque suhija seponíaenferma,noseapartabadeellauninstante,nidedíanidenoche.Verdadesque,aunen talestado,suvoluntadnodejabadeseguiractiva,haciéndole tragar lasmedicinasconterribleexactitud,noconsintiéndolesacarunbrazofuera,nidartantasvueltas, etc., etc.Esto era irremediable.Además, paravestir a Julia conelegancia,paraproporcionarleunaeducaciónbrillante,noledolíagastartodosucaudal, ni aun sacrificar sus propias comodidades.Mientras estuvo en Sevillapudo competir en vestidos y sombreros con las hijas de las familias másaristocráticas.Aestosedebía,porsupuesto,lagranmermaquesobrevinoenlahaciendaqueelbrigadierlahabíadejado.

Noobstanteelrégimenseveroenquesumadrelateníaaprisionadayelferozdespotismo que sobre ella ejercía, Julia no era tan desgraciada como pudierapresumirse. La naturaleza la había dotado de un carácter alegre, bondadoso yalgotornadizo,yestecarácterlasalvabadeunadesdichacierta;lasimpresionesenelladurabanpocoy se sucedíanconpasmosa rapidez;pasabacon increíblefacilidaddelllantoalarisa,ydelarisaalllanto;eraincapazdemeditarsobrelas injurias que la hacían, ni menos de guardar por ellas el más leve rencor.Además,comoestuvotodasuvidabajoelpoderylavigilanciadesumadre,nopensaba que hubieramás vida, y estaba tan acostumbrada a sus filípicas que,cuando no eran extraordinarias, las escuchaba como un ruido enfadoso, y seautorizaba una que otra vez, si el temporal no era muy recio, ciertas salidasgraciosas,aunqueatrevidas.

—Mamá,mehadichounapersonabienenteradaqueenelpurgatorioacabande suprimir los pianos. Hasta allí se van mejorando las costumbres.—Mamá,¿seráfaltartealrespetodecirtequehoytehasechadomuchospolvosdearroz?—Mamá, si yo tuviese una hija, por lomenos un día a la semana, la dejaríadormircuantoquisiera.

Estosdonaires,cuandosubíandepunto,solíancostarlebastantecaros.

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Miguel,aquientodoaquellocogíadenuevas,yqueadorabaasuhermana,nopodía sufrirlo con calma: cada vez que le tocaba ser testigo de una de estasescenas,padecíahorriblementey lecostabaesfuerzosdesesperadosel reprimirsus ímpetus y no hacer a la brigadiera alguna áspera advertencia. Perocomprendíaqueconestonoadelantabanada;alcontrario,pondríalascosasenpeorestado,ysecallabatragandobilisoapelabacontimidezalosruegosparaconjurarlaborrasca.Másdeunavezpensóenirsedenuevoalafonda;peroalinstante su conciencia se rebelaba. ¿Esto no era egoísmo? ¿Qué adelantaba suhermanaconqueélnoestuvieseencasa?Porelcontrario,sabíaperfectamenteque Julita se consolaba mucho teniéndole cerca, no sólo porque templabaalgunasveceselrigordesumadre,sinotambién,yestoeraloprincipalparaella,porquedesahogabaconélsupecho,porquelaanimaba,porquepasabacharlandodeliciosamentemuchos ratosensucompañía,porqueseplacíaenarreglarleelcuarto, porque la llevaba con frecuencia al teatro y procuraba, en suma, portodoslosmediosqueestabanasualcance,hacerlemásdulcelaexistencia.Porotraparte,tampocoMigueleradenaturalmelancólico,comoyasabemos;Juliayélseentendíanadmirablementeparabromear,reír,bailaryhastabrincarporlacasa. Y como la alegría es contagiosa, algunas veces, muy pocas, también labrigadiera participaba de ella y sonreía a sus juegos.Miguel solía aprovecharesta buena disposición y osaba retozar con la fiera: cogiéndola súbito de lacinturalaempujabaconalgunaviolenciaylahacíacorrer,asupesar,porlasalaoelcorredorhastafatigarla,sinhacercasodesusprotestas.

—¡Estatequieto,Miguel!¡Basta,Miguel!¡Miraquemefatigo!

La brigadiera, enfadada a medias, no podía menos de reírse. Miguelcomprendíabiencuándoconveníasoltarla.

—¡Eresunlocoincorregible!...¡Eresmáschiquilloaúnquetuhermana!

—Vamos,cálleseV.,señora,ovolvemosadarotrosseisgalopes.

—No,no,memarcho,porqueeresmuycapazdehacerlo—decíariendo.

EstassonrisasteníanparanuestrosjóveneselincalculablevalorquetieneparaloshabitantesdeLondresunrayodesolenmediodelinvierno.

Miguel entregaba a su madrastra puntualmente la mitad de su renta. No selimitabaaestosuliberalidad:amenudolashacíavaliososregalos,lasllevabaalteatroylasobsequiabademilmodosdistintos.Lacasasehabíamontadosobreunpiemásalto:vivíanenuncuartodesahogadodelacalleMayor:envezdela

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cocinerayladoncellaqueantestenían,habíaahoraotrosdossirvientesmás,unadoncella para Julia y un criado para Miguel. La brigadiera aceptaba, sinembargo, lagenerosidaddesuhijastro sinmostrarpizcadeagradecimiento:alcontrario,parecíaquetomandosudineroosusregalosleotorgabaungranfavor,ledabaunapruebadeconfianza,yqueéleraquienestabaobligadoporelloaguardarleeternagratitud.

Algún tiempo después de vivir de aquel modo, tuvo nuestro joven otroencuentro, fecundo tambiénengravesconsecuencias.AcontecióqueundíadeCarnavalsedisfrazódemáscara,yencompañíadeotrosdosamigos,sebajóalPrado.Vestíatrajedechula,yostentaba,paramayorregocijodelosmirones,unsenoexuberante,embutidodealgodón.

El salón rebosaba de gente; pocas máscaras, no obstante. Las que había,desfilaban entre los carruajes dando saltos para no ser atropelladas, y semontabanenlatraseradeellos,enelestribo,yavecessesentabanalladodelosdueñosparaembromarlos.ElgrupodondeibaMiguelsequedóalgunosminutosinmóvil presenciando el desfile e inquiriendo con la vista si entre las gravesdamas y caballeros que venían arrellanados en los landaux o mylords habíaalgunosdesusconocidosaquienpoderdirigirse.UnodeloscompañerosatisbóaldiputadoVidalqueguiabauntílbury,yescapóacolocarseasulado,lanzandochillidoshorrísonos.«¡Perico! ¡Perico!padrede lapatria, aguárdame.»Elotrotuvo la felicidad de ver a su novia en carretela y fue a colocarse de pie en elestribo.QuedóMiguelsolamenteenesperadealgúnamigo;peronoacababadepasar.Conocíabastantedevistaydeoídasalamayorpartedelaspersonasqueocupabanlosaristocráticostrenesquecruzabanlentamenteguardandofila,perono tratabaaninguna:elbaróndeAguilarconsuseñora, lamarquesaviudadeIstúrizconsuhija,despuéslosseñoresdePérezBlanco,enseguidaelembajadoringlés, luego la señora deManzanillo con sus tres hijas, unas señoras que noconocía,unconsejerodeEstadopróximoaserministro,elbanqueroMendiburuconsuseñorayhermana, lageneralaBembo:...aéstasí laconocía.EraLucíaPoblación,aquellarubiatanespiritual,amigadesumadrastra,quehabíacasadomientrasélestuvoenelcolegioconelcoronelBembo,ascendidohacíapocoageneral.D.PabloestabaenFilipinasenuncargoimportante;decíasequehabíaidoalláa reponersu fortuna,quebrantadapor lasprodigalidadesdesuesposa.Vivía ésta enMadrid con sus tres hijos, gastandoun arreoque confirmaba taljuicio. Además, en los últimos tiempos había dado bastante que decir conalgunashistoriasgalantes,loqueporotrapartelahabíaelevadoalacategoríade«mujeralamoda.»Miguelnohabíahabladoconelladesdeniño:yestoporque

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sabíaqueestabahacíamuchosañosreñidaconsufamilia.Lahabíaencontradovariasvecesenlossalonesdelacorte;perocomoLucíaafectabanoconocerle,éltampocosehabíadecididoasaludarla.Sinembargo,noteníacontraellaquejaalguna:enlarupturaderelacionesconsumadrastra,estabaconvencidodequelaculpaeradeésta.

Viendoquenocruzabaningúnamigo,Miguelsedecidióapasarunratoconlagenerala.

—Lucía,Lucía,hermosaLucía,déjamecontemplarteuninstantedecerca...

Ysaltósobreelestribodelavictoriaenqueibaladamaysesentóasuspies.

—Heaguardadomásdeunahoraparavertepasarypoderofrecertemicajadedulces...toma.

—Gracias,máscara—dijo la dama con sonrisa de complacencia, abriendo almismotiempolacajitadeMiguelysacandodeellaunaalmendraconsusdedosenguantados.

—¡Quéenvidiasentiránahoralosquemevean!

—¿Porqué?

—Porquevoysentadoalospiesdelareinadelahermosura,laestrellaSiriodelossalonesdeMadrid.

Eljovenexageraba.Noobstante,Lucíaeraunadelasbellezasquecitabanlosperiódicos en sus revistas de salones y teatros. Los años no la habían hechodesaparecer;porelcontrario,alredondearyabultarsusformas,habíandadoasufiguraunamajestadqueantesno tenía.Conservabael rostro tersoynacarado:suscabellosdoradosnoconteníanaúnningunahebradeplata:susojoslímpidos,azules, tenían una expresión vaga de melancolía e inocencia que contrastabasingularmenteconloquedeellasedecía,yquelacomunicabaciertomisteriosoatractivo.Vestíaconextraordinariaelegancia.

AlaspirarlatufaradadeinciensoqueMiguelleechódeimproviso,unasonrisaplacenteracontrajosuslabios.

—¡Oh!máscara,eresmuygalante,muygalante...

—Noesgalantería;espuraverdad:todoelmundoteadmiraenMadrid...

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—Vamos,aceptoesocomobromadeCarnaval;perotelaagradezco,porqueesdelicada.

—Agradéceselo aDios, que te ha hecho así... Aunque alguna parte tambiéndebió tomar el diablo cuando te ha formado, porque has hecho muchosdesgraciados.

Ysiguióunbuenratomanejandoel incensario: lageneralasonreíasiempreyse iba interesando cada vez más por la máscara. Cuando estuvo ya bastantepreparada, el joven dio otro giro a la conversación, enderezándola por ciertoscaminospeligrosos.

—¡Ay,Lucía,túnosabescuántomehashechopecardepensamiento!

—¿Yporqué?—repusoladama;ensusojosbrillóunachispademalicia.

—Porque...porque...¡bah!¿Quieresquetelodiga?

—Sí,dímelo.

—Nomeatrevo;tevasaenfadarconmigo.

—Nomeenfadaré;dímelo.

—Síteenfadarás;yyoquieroseguirsiendotuamigo...digo,tuamiga...

—¡Cuando te digo que no me enfadaré!... Vamos, me comprometo a elloformalmente;habla.

—¡Ay,Lucía!¿Melojuras?

—Telojuro.

Eljovenselevantó,acercósucabezaaladeladama,yrozandoconloslabiossuoído,dejócaer enélunascuantaspalabritas,que lahicieronprorrumpir encarcajadas.Miguel no esperaba tan buena acogida, y quedó un poco cortado;inmediatamente se repuso, y comprendiendo que la generala estaba curada deespantos,seenfrascóenunaconversaciónlibreydesvergonzada.

Lagenerala, a cadanuevo equívocoo reticencia,mostrabamayor alegría, sedesternillabaderisaydabapieconsusingeniosasypicarescasrespuestasaqueel joven se engolfase cada vezmás adentro. Ya no pensómás en cambiar desitio;seencontrabaadmirablementealospiesdeLucía.

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Lageneralaqueríaaveriguarquiénera lamáscaraque tantasy tantasbuenascosassabía.

—Soytulavandera,¿nomehasconocido?—respondíaeljoven.

—¡Oh,milavanderanoestanpícaracomotú!

—Lacaretamehaceserpícara;sincaretasoymuyinocente.

—Vamos, máscara, dime quién eres; has conseguido interesarme... si me lodices,prometoguardarteelsecreto.

Eljovenseobstinabaensostenerqueeralalavandera;ambossereíandeaqueldisparate. La noche iba cayendo; los carruajes ya dejaban el Prado, y lamuchedumbrequeseapiñabaenelsalónsehabíaenrarecidobastante.

LageneraladesplegóelabrigoyselometióconlaayudadeMiguel;peronoacababa de dar al cochero la orden de retirarse; la máscara había picado sucuriosidaddemujercaprichosa,ybuscabaunaaventuraconeldeseoirritadodequienvaadespedirsedeellasparasiempre.Porúltimo,Miguelsedeclaró:eraun joven enamorado tiempo hacía, y que devoraba en secreto su amor sinesperanza,ysuscelos.Nuncahabíatenidoocasióndeacercarseaella,yaunquelahubieratenido,talveznolaaprovechara,porquetemíaserdespreciado;conlamáscarapuesta,yaeraotracosa;noestabaembarazadoporelmiedo;sesentíaconfuerzasbastantesparadecirleenvozalta:

—Teadoro,Lucía,teadoro...teadoro...teadoro...

Yel jovenrepetíacasiagritossufrase, llamandolaatencióndelaspersonasquepasabancerca.

Lagenerala reíaacarcajadasyhallabacadavezmásdivertidaa sumáscara;aparentandojuzgarlotodopurabroma,dudabaenelfondoquenofueseverdadysentíadulcementeacariciadasuvanidad.

—¿Erestanfeoquenoteatrevesadecirmequemeadoras,sincareta?

—Losoybastante;pero sobre todosoyun ser insignificante, indignodequefijesenéltushermososojos.

—Por lo pronto, máscara, tienes una cualidad bastante rara en el día: lamodestia.Yanoeres,pues,taninsignificante.

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—Cuandonohaymérito,lamodestianoesvirtud.

—Déjamecomprobaryomismasiesverdadloquedices.Alzaunpoquitolamáscara.

—Deningunamanera;noquieroqueteríasdemí.

—Aunquefuesesfeo,siemprequedaríascomohombreagradableeingenioso.

—Muchasgracias...peronotragoelanzuelo.

—Dimeentoncestunombre.

—¿Paraqué?...nomeconoces...mellamoJuanFernández.

—Esonoesverdad.

Ambos quedaron silenciosos unos instantes. La generala estaba un pocodespechada de la obstinación de Miguel: quería advertir en ella ciertaindiferenciadisfrazadaconelvelodeltemor.Laconversaciónlahabíaanimadotambién.

—Hace ya demasiado fresco y voy a retirarme—dijo en tono más grave; ydespuésdeunapausa,añadióconafectadadesenvoltura:—¿Conqueteresignasasermiadoradorensecreto?

—Sí.

—Noteenvidioelpapel;debedeserpocodivertido.

—¡Oh,estristísimo!Peroleprefieroaldeamantedesdeñado.

—Sinoteconozco,¿cómopuedodarteesperanzas?

—Puesbien;¿quieresconocerme?

—Yatehedichoquesí.

—Mañanacorrespondea tu turnoen laópera. ¿Noescierto?...El jovenqueveasconunacameliablancaenlasolapadelfrac,esesoyyo.Peroescondiciónprecisa que tú lleves dos camelias también en la mano, una blanca y otraencarnada:sitegusto,dejacaerlaencarnadayquédateconlablanca;sino,hazlocontrario.

—Convenido.

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—Hastamañana,pues;adiós,adióshermosaLucía...Voyapediralcieloquesequeestanochetodaslascameliasencarnadas.

II

MuchovacilóMiguelantesderesolverseaentrar,conlacameliablanca,enlasaladelTeatroReal.¿QuédiríalageneralaBemboalveraunmuchachoaquientuvo, más de una vez, sentado en su regazo, ofrecerse como amante? ¿Seindignaría? ¿Soltaría la carcajada? ¿Lograría despertar con su admiración yfidelidadalgunaternuraenelpechodelahermosaLucía?Taleseranlasdudasque le atormentabanmientras iba y venía, del foyer a la puerta de la sala, sinatreverseaponerelpieenella.Levantabacautelosamentelacortinaparaecharlos gemelos a la generala, que estaba en un palco platea, más hermosa quenunca,relampagueandocomoescaparatedejoyería:tornabaalfoyer;dabatresocuatropaseítos,setirabaporelbigotehastaarancárselo;volvíaalapuertadelasala,searreglabaelcuellodelacamisa,echabaunamiradaalasolapadelfrac,dondeartísticamenteestabacolocadalacamelia,yotraalamanodelageneraladonde brillaban una blanca y otra encarnada; pero no acababa de decidirse.Lucíatambiénestabaimpaciente;loobservabanuestrojovenconplacer;variasveces la había sorprendido echando una rápida e intensa mirada por todo elámbitodelasbutacas,yhabíaqueridoadivinar,ensuslabios,ciertaexpresióndedesencantoodisgusto.

Al fin hizoun esfuerzo supremoy se coló rápidamente enmediode la sala.Unavezallí,seencontrósereno,yponiendoconosadíalosojosenelpalcodelagenerala, esperó. Al tropezarse con él la mirada de ésta, llevose la mano alsombreroylahizounsaludoexagerado,fantástico,delosquetantogustabanlosmancebilloselegantesenaquellaépoca.Lageneralacontestóconafabilidad,ydirigió la vista a otro sitio; mas al volverla de nuevo haciaMiguel, al ver lacameliablancaensufracyalobservarsumiradafija,penetranteyunsiesnoesrisueña,recibiótalsorpresa,quenopudocontestaraloque,enaquelmomento,lepreguntabaunviejomilitarque teníaasu lado.Elhijodelbrigadiernotóelestremecimiento de sus manos y vio claramente que una ola de rubor habíasubidoasusmejillas,pormásquehubieravueltorápidamentelacabezahacialapuertadelpalco:—«Yaeresmía,»pensócon la fatuidadpropiade los jóvenesqueaspiranasentarplazadeseductores.

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Lageneralatardómuchoenmirarledenuevo;peroestoleimportabaaélmuypoco: sabía que el golpe estaba dado y que había sido certero, y esperabaconfiadamenteelresultado.Enefecto,despuésdelargorato,duranteelcual lageneralaafectósostenerunaconversaciónanimadísimaconelmilitar,volviólacabezahacialasalaypaseóporellalamiradasindetenerlaenMiguel:alaotravez,yaladetuvounpoco;alaotra,unpocomás;alaotra,yafuederechaaél.Establecioseentoncesun tiroteodemiradas,quenocesóen toda lanoche.Laexpresióndesorpresaydevergüenzanoacababadedesaparecerporcompletodel rostro de Lucía; pero esto le prestaba aún más atractivo. La cameliaencarnadatampocosedeslizabadesusmanos.Miguel,cadavezmásdueñodesímismo, se atrevió a hacerle seña de que la arrojase: la generala bajó los ojossonriendo,peronohizocaso.Acaeció,noobstante,loqueeradeesperar:alláalfinaldelcuartoacto,cuandoel tenoravanzahasta lascandilejasparaexpresarconalgúndodepecholaemociónqueleembarga,ylasseñorasselevantandesus asientos dejándose poner los abrigos por sus maridos, amantes oadmiradores,larojacameliacayóalsuelo:lagenerala,conelabrigoyapuesto,seprecipitófueradelpalco,sindudaparaocultarsuconfusión.UnasonrisadetriunfocontrajoloslabiosdeMiguel,quiensaliótambiénvelozmentefueradelasalayseapostóenelvestíbuloesperandoaLucía.Alpasarésta,rozandoconél,aunquesinmirarle,deslizóensumanounacartaqueteníapreparada.Enellaseconfesabaperdidamenteenamorado:«unapasióndeniñoqueeltiemponohabíahechomásquetrasformaryfortalecer:»laamaba,valiéndosedelaexpresióndeVíctorHugo,comoungusanoamaaunaestrella;laimpresiónquesubelleza,suangelicalbondadyladulzuradesucarácter,habíanhechoensucorazóndeniño,no había podido borrarse: «era su primer sueño de amor.» Para decir esto, enresumen,habíaempleadodospliegosdeletramenuda.Aldíasiguienterecibiólacontestaciónensucasa:lacartadelageneralaeradignaycariñosa;peroestabaescritaenuntonoprotector,quenolesentóbienanuestrojoven:lerecordabasuinfancia, le ponía de manifiesto lo extravagante de aquel amor, «que no era,comoélaseguraba,unapasiónfirmeyverdadera,sinouncaprichodeniño:»leindicabaelridículoquesobreellacaeríasicedieseaesecaprichoyelmundoloaveriguase: por último, le aconsejaba que desistiese de su intento y procuraseolvidarla.

PeroMiguelestabarealmenteinteresadoenlaaventura,aunquenotantocomodecíaensucarta:estacontestaciónnohizomásqueexcitarle.Detrásdeaquel«olvidaesecaprichoyquiéremecomounasegundamadre,pueslosoytuyaporla edad y por el cariño que desde niño te profeso,» adivinaba que la generaladeseaba que insistiese, y que entendía y alcanzaba mejor aún que él lo

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interesante de aquella aventura. Si no, ¿por qué había dejado caer la cameliaencarnada?—Replicó, pues, empleando una retórica más fogosa aún,describiendosuamorysussufrimientos,procurandoconmoverlapor todos losmediosimaginables.Cruzáronsedespuésalgunasotrascartas:Miguelpedíaunaentrevistaparadesahogarsiquierasucorazón,«aunquedespuésledespreciase.»Lucía se negaba a darla, considerándola inútil y aun perjudicial para ambos.Insistió el joven cada vez con más afán. La generala cedió al cabo «porcompasión,porquetemíaquehicieseunalocura,»citándoleparaeldíasiguiente.Miguel debía pasear a pie y por la tarde hacia la Casa de Campo, y tropezarcasualmente con el carruaje de Lucía: ésta mandaría parar y entablaríanconversación,hastaquealapostreleinvitaríaasubirydarconellaunpaseo.

Asíserealizópuntoporpunto.Miguelacudióalacitallenodeemoción,tantomás, cuanto que Lucía había sabido darla un atractivo especial con aquelmisterio.Silehubierarecibidolisayllanamenteensucasa,nosentiríalamitaddeldeleite.

—Adiós,Miguelito...PareV., Juan... ¿Cómo tan solopor aquí, querido?¿Tededicasameditarporestassoledades?

—Phs...huyendodelanoriadelaCastellana...¿YV.,generala?¿LegustaaV.tambiénlafilosofía?

—Por haber filosofado en casa es por lo que vengo aquí—dijo riendo.—Meduele un poco la cabeza, y temíamarearme en la Castellana... Pero súbete, ydarásunavueltaconmigo:despuéstedejarédondequieras.

Todo fue dicho en voz alta para que lo oyesen el cochero y el lacayo. Sinembargo, cuando éste, lleno de sumisión, inclinándose con el sombrero en lamano,abriólaportezuela,brillabansusojosconmaliciosaexpresión:alsubiralpescante dio un pellizco significativo a su compañero, y ambos rierongroseramentesinosardecirseloquepensaban,portemordeserescuchados.

Al verse solo y mano a mano con Lucía en el carruaje, Miguel perdió laserenidad:nosupoporloprontomásquecontinuarlaconversaciónempezada,hablandodesuaficiónalcampoydelplacerquetendríaenpasearlargotodoslosdías;perolavidadeMadrid,lasvisitas,lamoda...estabacortado,aturdido;no sabía por dónde empezar. La generala, afectando también confusión yvergüenza, le observaba, sin embargo, sometiéndole a un atento examen, delcual,enrealidad,nosaliómallibrado.Miguel,aunquenoerabuenmozo,poseíaunafiguradelicadayunrostrograciosoyexpresivo.

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Alfinsevioellaprecisadaatomarlainiciativa.

—Vamos,yahasconseguidoloquecontantoafánpedías.¿Estáscontento?

—¡Oh,sí!

—Yo no: cualquier indiscreción en estas circunstancias, me perdería, mepondríaenridículo:yamevoyhaciendovieja.

Miguelprotestó;nopasabaporlavejez:seatrevióadecir,aunquemirandoalpaisajeporlaventanilla,quenohabíaenMadridniñaquepudieracompetirconellaenhermosurayelegancia.

Lucía noquiso aceptar la lisonja: no se hacía ilusiones; a los treinta y cincoaños(sequitabacuatro)unamujeresvieja;¡peromuyvieja!

—Y lo más triste de todo—añadió dejando escapar un suspiro,—es que,recorriendoconlamemorialosañosdemivida,meconvenzodequenuncahesidojoven.

—¿Cómo?...

—No, no he sido joven, porque jamás he gozado de las puras alegrías de lajuventud,deloséxtasisapasionadosdelprimeramor,delasdulceszozobrasquetraeconsigo,delosplaceresideales...Siemprecontrariadaenmissentimientos,enlasafeccionesdemicorazón...Elmundo,losparientes,lascircunstancias,meobligaronacasarmemuy jovenconunhombreaquiennoquería.Echaronuncántarodeaguasobreelfuegodemiespíritu,y loapagaron...Yohubierasidoalgo bueno, algo santo, algo puro, y me transformaron en un ser vulgar,insignificante. Sentía arrebatos heroicos en mi corazón, impulsos sublimes...Todomurióalsubiralaltarconunhombrequemeera repulsivo...Losdemáshombres no hicieron nada por redimirme... al contrario; contribuyeron aencenagarmemásymásenlaprosadelavida.Todoscuantossehanacercadoamíconlalisonjaenloslabios,doblandolarodillaparaadorarme,notraíanotroobjetoqueeldesatisfacersuvanidad,opuramenteundeseobrutal:ningunohavenidoaentristecerseconmistristezas,aalegrarseconmisalegrías,aconfundirsualmaconlamía,arealizarelverdaderoamor,elamorpuroysantoconquetodaalmaelevadasueñasiempre...Túmismo,Miguel,paraquienyodebierasersagrada,alacercarteamíenelPrado,lohashechoconesetono,conesacruelfrivolidadquetantasveceshatraspasadomipecho...Loheaceptado,porquemehe ido acostumbrando... Créeme, que de todas maneras, es muy duro... ¡muy

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triste!

Lagenerala,alpronunciarestaspalabrasenvozbajayreprimida,sehabíaidoanimandopocoapoco;susmejillassehabíancoloreadofuertemente,yporellasrodaban,alconcluir,dosgruesaslágrimas.Miguelsesintióconmovido.

—Muchosientohaberlaofendido...¡Perdónemeusted!

—No;tienesrazónparatratarmeasí—repusollevándoseelpañueloalosojos.—Yonoquieronipuedopresentarmeanteticomounasanta:elmundotehabráenterado perfectamente de que no lo soy. Hice muchas locuras en la vida...escandalicé con ellas a la sociedad... Pero créeme, Miguel, yo he rodado alabismo, porqueme han empujado... he rodado, guardando en el fondo demialmaalgunaperlaqueaúnnohatocadonadie.

Riverita se quedó algunos instantes pensativo y silencioso. Cruzaron por suespíritu las ideas románticasque tienensiempre los jóvenesdecorazón,ydijolevantandolacabezaycomohablandoconsigomismo:

—¡Quiénsabe!¡Cuántasvecesnosequivocamosjuzgandoporlamáscaraquellevamospuestaenlavida!

—La mía ha sido siempre impenetrable—dijo con exaltación la generala,clavandoenélsusojoshúmedosybrillantes.—Semejuzgafrívola,caprichosa...ycorrompida;semultiplicanmisamantes,secitanmisextravaganciasysemearrojanalrostroinfinidaddeflaquezas...Quizátenganrazón:todocuantomalohiceenmivida,procuréquefueseprontosabidodelpúblico;envezdeocultarlasfaltasconartificio,procuréarrojarlasalamurmuración.¿Yestosabestúporqué lohacía?... ¡Puesenel fondoeraparavengarmedelescasoplacerquemecausaban!

Estas últimas palabras fueron dichas con inusitada violencia. Miguel, queestaba bajo el hechizo de su figura distinguida, su elegancia y la suavidadvoluptuosa de sumirada, se dejó arrastrar por ellas. Lo que la generala decíaestabadeacuerdoconelespírituquedominaenlaliteraturamoderna,segúnelcual en lamujer, amás de la virginidadmaterial, existe una como virginidadmoralindependientedelaprimera:amenudolaquemásamantestieneeslaquemejor guarda esta virginidad; en medio de la corrupción y los placeres, elcorazónpuedepermanecerincólumeysano,yllegararedimirseysentir,cuandoencuentraotrosemejante,elencantodelosamoresinocentes.Ycomoenaquelmomento estos artículos halagaban su amor propio, no tuvo inconveniente en

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concederles franca y cordial acogida. Ambos se entretuvieron largo rato conellos.Lucíaseconfesóderramandolágrimas;relatósusangustias,sussueños,lasamarguras que en medio del placer sentía, el aborrecimiento, mejor dicho, eldesprecio que la grosería de los hombres le inspiraba, el ansia de subir a otraregiónmáselevada,depenetrarenunaatmósferapuraydiáfanadondepudieserespirar con libertad.Miguel, lleno de íntimo regocijo, la consoló, excusó susfaltasyexpusotambiénsusideasparticularesacercadelamor.

El carruajemarchaba por la solitaria carretera, sin ruido, acusando su linajearistocrático.Elpaisajeseextendíaporambosladosásperoytriste:losárbolesquebordabanelcamino,desnudosporentero,dejabanpasoalosojosyporentreaquellos seveía la luz rojizadel solmoribundo.La elasticidadde losmuellesproducía enMiguel cierta vaga soñolencia.Dueño de sí completamente y conunahermosamujerqueleescuchabaatenta,hablabacomosifueraparaadentro,vaciandoelcargamentodeideasmásomenospoéticas,deparadojasfantásticas,de conceptos retorcidos que tenía en la cabeza: los exhibía con arrogancia,satisfaciendosuvanidad,deseandotantoseradmiradocomoamado.

Insensiblemente fueron concretando sus ideas, aplicándolas al momentopresente. La generala desenvolvió con entusiasmo un programa de redención;pintólosencantosdeunavidailuminadatansoloporelamor.

—¡Oh, si yo tropezase con el hombre demis sueños, con un espíritu noble,hermanodelmío!Envano lo he buscado toda la vida...Nunca hallémás quecinismo, frivolidad, corrupción. Algunas veces venían disfrazados con elprecioso manto de la galantería, del buen tono... pero en el fondo, ¡siempre,siemprelamismagrosería!

Miguel,conunsilenciodiscreto,procuróllamarlaatenciónhaciasí.Despuéssemostró también ardiente partidario del amor ideal, de la vida sencilla. Porúltimo, se ofreció con labio balbuciente, embargado por la emoción, como elejemplar o archetipo que Lucía había soñado. Esta posó en él una larga yprofundamirada que le turbó aúnmás, exhaló después un delicado suspiro yguardósilencio.Alcabodealgunosinstantestomódenuevolapalabraconvoztemblorosa.

—Mentiría,Miguel,si tedijesequenome inspiravivo interésygratitudesaadhesiónquedesdeniñomehasdemostrado...yqueahorasemanifiestadeunmodobiendistinto—añadiósonriendo.Mentiría—añadióconanimaciónybrío—sinoteconfesasequemeseducemuchísimolaideadetenerteenmipoder,de

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serparatimadreyamanteaunmismotiempo...¡Oh,quésituacióntanoriginal!Aquelniñoqueyotuvesobremiregazo;aquientengolavadoypeinadomuchasveces;aquientengolibradodebastantescastigos,¡convertirseahoraenamanteyendueño!¡Estoesalgoquesesaledelovulgar,algonuevoyextraño!...Pero¡ay, Miguel! estos sueños hermosos no pueden realizarse... ¿Sabes por qué?Porquesonquimerasquenopuedenhalagarsinoaunaimaginaciónlocacomolamía. Tú no ves aquí sino unamujer que te agradamás omenos y a quiendeseasrendiratodotrance...

Miguel hizo protestas fogosas: se presentó, de buena fe, como un serexcepcional también, comounheridode la granbatalla de la vida, el corazóngoteando sangre y desengaños; relató igualmente un sin número de sueños,pasiones y genialidades, ponderó sus amarguras, las noches de insomnio, lasvagasinquietudes.

Amboseranfelicespresentándosemutuamentecomoalmasincomprensiblesoporlomenosnocomprendidasdelvulgo,ynosecansabandeexhibircondeleitetodaunamuchedumbredeideasysentimientosimaginarios.

PorfinlageneralaseconvenciódequeMigueleraelhombrequebuscaba,elideal de sus ensueños; le miraba con ternura, le hacía repetir con afán susenmarañadas psicologías, se enteraba de los últimos pormenores de su vidaespiritualynocesabadedolersedenosermásjovenpararealizarporenteroelsueñodeamorquetodalavidalehabíaperseguido.

—¡Cuántodaríapor teneralgunosañosmenos,yser libredevolarcontigoaalgúnhermosorincón lejosdeeste ruido infernal,deestaeternamurmuración,detodalamiseriaquenosrodea!Unacasitaalaorilladelmar,bañadaatodashorasporlabrisa,unjardinilloquecuidar,unpedazodepanquellevarnosalabocaysaludparacorrerysaltarporloscampos.¡Eralobastanteparaserfelices!

Entraronenplenoidilio.Lucíatrazóconvehemenciaelcuadrodelafelicidadpastoril;pintólavidasencilla,frugal,inocente,delcampo,lasinefablesdulzurasde la familia; se representó aMiguel saliendo de casa y viniendo rendido defatigaa lahoradelcrepúsculoparadescansaren susbrazos;aellacosiendoobordando a su lado; otras veces, yendo a la pesca juntos, o a dar un paseo acaballo,oacogermorassilvestresporelcampo...

—¡Oh!—dijoMiguelunpocoexaltado—¡aúnpodemosserfelices!

—¡Siesofueraverdad!...Perono;yonopuedoserparatimásqueunamadre...

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Miguelnoquisodemodoalgunoaceptarlamaternidad.

—¡Nadademadre...no,no...yoquierosertuamante...tuamante!—Yrepetíalafraseconcrecienteanimación,unpocotrastornadoya.

—Bien,serásloquequieras;hijo,amante,loqueseteantoje;perojúramequeespurotuamor,quenohaynadadevergonzosoenesapasión,quenointentarásnadaparaprofanarestelazoquehadeunirnuestrasdosalmasparasiempre.

Elhijodelbrigadierjuró.Suamoreraideal;unaardienteadoración.Confesabaque al principio no había pensadomás que en el amor vulgar; pero ahora, alsondar los inefables misterios que encerraba el alma de la generala, alcomprender que su corazón estaba virgen y puro, al adivinar en ella un sersuperior,todossusgroserospensamientossehabíanapartadocomolavaimpura;sóloquedabaelorosinmezcladeunapasióngrandeyelevada.

Y ambos disertaron mucho rato, acerca de la naturaleza de su amor, y seextasiaronen recíprocaadmiracióndesusalmas.No;ellosnopertenecíana lasociedad en que vivían, eran de otra pasta, estaban criados para los grandessentimientos,paralavidadelcorazón.

—Túerespoeta;tienesunespíritusuperior;túnopuedesamarrealmentesinoaunamujerquetecomprenda.

Miguel reconocía que era verdad; confesaba que hasta entonces no habíaamado; era huérfano de padres y de amor, y ofrecía algunas de susextravaganciasmorbosasalagenerala,comorasgosdeunanaturalezasuperior.Lisonjeado en su amor propio, embriagado por lasmiradas de la hermosa, enaquel momento creía cuanto afirmaba, juzgándose un ser extraño y digno deadmiración.

Peroagotada lapsicologíaamorosa,nuestroRiveritasintióunvagomalestar,muy semejante a lavergüenza.Enun intervalode silencio se le representódeimproviso lo ridículo que había estado con aquella palabrería altisonante ymetafísica ensortijadaque jamáshasta entonceshabíausado,paradeclararse auna mujer; y no pudo menos de reírse de sí mismo. La aventura comenzó aparecerle por demás extraña. Hallarse en ocasión tan propicia al lado de unamujercomoLucíaqueleconfesabafrancamentesuspecados,sersuamante,ypasareltiempodisertandosobremateriasabstractas,yhaciendoelpapeldeserincomprensible ymisterioso, era cosa tan singular, que rayaba en lo absurdo.Como ya no tenían qué decirse, los intervalos de silencio eran cada vezmás

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prolongados. Ambos miraban, por las ventanillas, el paisaje, que se ibaoscureciendo poco a poco. El carruaje se deslizaba suavemente con rumorblandoyvoluptuoso; los caballos, enderezadoshacia casa, piafabandevez encuandoconlaperspectivadelpesebre.

Lagenerala,quesehabíaquedadomelancólica,lemirabaensilenciosuaveytristemente.

¡Pero esto es estúpido!—se dijo de pronto Miguel, dando un suspiro. Yresolvió en el acto descender de las alturas y humanizarse. Era difícil, noobstante.¿Cómoempezar?

Empezó tomandounamanode lagenerala.Esta, completamenteembebecidaensusensueñosvagosydulcesmeditaciones,noparecióadvertirlo.Eljovenlallevó después a sus labios, sin que tampoco lo advertiese. Entonces, un pocotemeroso,perovenciendoeldeseoalatimidez,introdujoelbrazopordetrásdesuespalda,yquisoestrecharlalacintura.Lagenerala,advertidaalcabo,procurósepararlo,pero tan suavemente,queelbrazovolvióal instante almismositio;tornóladamaasepararlomásblandamentetodavía,yelbrazo,cualsituvieraunresorte,volvióasuposición.Después intentóbesarlay labesó.Despuésquisoqueellalebesaraaél;resistióunpoco;alcabocediódiciendo:

—Tedoyunbesomaternal;noteimaginesotracosa.

Después...lahermosageneralaledejóenlacalleMayoralapuertadesucasa,cuando ya los faroles, recién encendidos, rompían débilmente las sombras delcrepúsculo.

—Hastamañana...alasnueveenpunto...yasabes,enlaesquinadelacalledelasInfantas.

III

Alasnueveenpuntodelanoche,enlacalledeFuencarral,esquinaaladelasInfantas,Miguelesperabaalagenerala,quedebíacruzarenuncochedealquiler.Asílohabíanconvenido.

El coche se detuvo. ¡Con qué emoción placentera abrió nuestro joven la

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portezueladelaberlinaysesentóalladodeLucía!Elcocheroesperabaórdenes.Viendo que no se las daban, preguntó, inclinándose a la ventanilla y con vozáspera:

—¿Adónde?

Ambossemiraronindecisos.AMiguelseleocurrióporfindecir:

—Atocha,145.

Eralamayordistanciaquehalló.Abrigabaeldesigniodeiraotraparte,peroeranecesarioconvenceralagenerala.

Las calles estaban cuajadas de gente; las luces de los faroles y las de losescaparatesiluminabanlasacerasylosrostrosdelostranseúntesquesedeteníanamirar los objetos exhibidos.Lavilla entera salía en esta hora a gozar de lasdulzurasdelacivilización,quetrasformalanocheendía,elsilencioenruido,lasoledadenconfusiónyalgazara.

Alentraren laberlina,habíaapretadoconefusión lamanoenguantadade lagenerala y la había conservado en su poder. Ésta le acogió cariñosa, pero unpocotristeycircunspecta.Hablaronenlosprimerosmomentosconembarazodelos pormenores de la cita, el tiempo que había esperadoMiguel, lo que habíacausado el retraso de la generala, etc., etc. Lucía aprovechó, no obstante, elmotivopararecomendarledenuevomuchadiscreción.Migueljuróyperjuróquesusilencioigualaríaaldelastumbas.Pocoapocofuedesapareciendolareservanaturaldelosprimerosinstantesyentraroneníntimoygratocoloquio.Miguelvolvióadescribirlasfasesdesuamor,presentándolomásarcanoyenmarañadoque nunca; la reflexión le había suministrado un sin fin de pensamientosdelicados,vagaslucubraciones,dulcespsicologíasyfrasesespirituales,quefuevertiendocomofloresdesuingenioenelregazodelabella.Éstalasrecibióconextremado gozo, estimulando con su admiración y con tal cual conceptoatrevido,pueseramujerdevivaimaginación,eltalentoylafantasíadenuestrojoven.Elcocherodabaconásperotraqueteoporlascalles,sincaminarporesocon gran celeridad. La decoración de las tiendas y escaparates iluminados, elgentíoquediscurríaporlasaceras,loscochesquesincesarcruzabandeunladoydeotro,pasabantotalmenteinadvertidosparalosamantes,quesaltabansobreloscansadosmuellesdelsimón,enanimadaplática,devorándoseconlosojos.

Miguelplanteóalfinelproblemaquebullíaensucabeza:eldeirapasarunratoenbuenamorycompañaacualquierparte.

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La generala soltó bruscamente la mano que le tenía cogida, y echó atrás lacabezaconmanifiestasseñalesdehallarsegravementeofendida.Nuestrojovenseasustóunpocoypidióperdónconlabiobalbuciente:noporquecreyesequehabía cometido ninguna profanación; pero temía que aquélla, poseída de supapel de «alma hermosa, inmaculada,» tardase demasiado en ceder a susinstancias.

Guardó silencio obstinado la dama, en la actitud firme e imponente de unadeidadherida.Miguelsehumilló,sellamóbestia,sedeclaróindignodelamordeunalmatanelevada.

—¡Oh,nuncacreyeradeti!...—exclamóellaalfin.Yuntorrentedelágrimassedesprendiódesusojos.

—¡Perdóname!

—¡No!

—¡Sí!

—¡No!

—¡Fueunmomentodeextravío!

Alfinlassúplicasvencieronsuánimo,yeljovenquedóabsuelto.

Peroelcarruajeseaproximabayaaltérminodelacarrera,yMiguelnosabíaquépartidotomar.

Después de otro intervalo de silencio en el que procuró concentrar todas lasfuerzasdesuespíritu,volvióelataque.

—¡Tú no me quieres!—dijo en tono quejumbroso, adoptando a su vez laactituddehombreagraviado.

—Biensabesquenoesverdad;biensabesquetequiero,queteadorocontodamialma.

—¡Oh,simequisieras,medaríasesapruebainequívocadetuamor!

—¡Oh, Miguel! ¡Siento desde ayer un vacío tan grande en mi corazón!...¡Parece como si me hubieran arrancado la última creencia, el últimopensamientoconsolador!¡Porquéhabremosarrastradonuestroamorporellodo!

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AMiguel lehizopocagraciaestodel lodo.Buscóconafánargumentosparacontrarrestarlalógicadelagenerala.

—Puesyotedigoquedesdeayerteadoroaúnconmásentusiasmo...quenohamenguadoelamorylaadmiraciónquemeinspiras...Peroquieroqueseasmía,completamentemía...comoyolosoytuyo...encuerpoyenalma.

Después demuchas protestas de cariño por una y otra parte,Miguel volviósolapadamente, dando grandes rodeos, a su tema. No, él no quería rebajar ladignidad de su dueño, él no quería manchar el amor que se tenían; por esobuscabaunsitioquemerecieraalbergarloalgunosmomentos:lamismacasadelagenerala.

Estarecibiólaproposiciónsinenfado;peronoquisoaceptarla.Erainadmisibleporelriesgoquesecorría;seenteraríanloscriados,oelportero,olosvecinos...

—No,noseenterarán;tomaremosprecauciones;túsubesprimero,despuésmeabreslapuerta...

—Peroloscriadoslooyentodo;lapuertaestácercadelacocina;además,hayunchicoencargadodeabrir...

Miguelinsistíaapretandoelingenioparacombatirlostemoresdelagenerala:ésta amontonaba las dificultades, dejando, no obstante, entrevermás omenoslejano,eltriunfodeljoven.

Paróelcarruaje.Seencontrabanfrentealnúmerodesignado.Miguelvacilóuninstante sin saber qué hacer: al fin salió del coche y entró en la casa paradisimular;alpasarpordelantedelaportería,preguntó:

—¿Elseñordon(elnombredeunpersonajepolíticoquehabitabaenaquellacalle),noviveaquí?

Dentrodelagarita,cenabaelporteroconsumujerysushijos:alescucharlapreguntalevantólacabeza.

—¡Oh,noseñor!sehaequivocadoV.;lacasadedon...quedamuchomásatrás,enelnúm.62...

—¡Ah!...puesmehabíandicho...¿DiceV.queenelnúm.62?...

—Síseñor,hacemuchosañosqueviveenlamismacasa.

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—¿Cuarto?

—Meparecequesegundo.

—Muchasgracias.

—Nolasmerece.

Volvió a salir. Al entrar en el coche, interrogó con ojos suplicantes a lagenerala,lacualsedignóhacerunsignoafirmativo.Entoncesdijorápidamentealcochero:

—Huertas,30...Deprisa.

Y se enderezaron a todo el correr del jamelgo hacia la casa de la generala.Miguellediolasgraciasconacentoconmovido,besándolelasmanosrepetidasveces. Pero Lucía guardó silencio, y se mantuvo con la cabeza inclinada enactitudmelancólicayreflexiva,dejandoqueeljovenexhalaraconlabiotrémulotoda la alegríaque rebosabade su alma.Alpoco rato,Miguelpudonotarquealgunas lágrimas bajaban silenciosas por susmejillas, y experimentó dolorosaimpresión.

—¿Porquélloras?—preguntó,acercandosurostroaldeladama.

Lucíanocontestó.

—¿Por qué lloras?—volvió a decir con ansiedad.—¿Tehe ofendido? ¿Acasoyanomequieres?...

—¡Oh no; no es eso!... Lloro, Miguel, sobre nuestro amor... lloro sobre laúltimailusiónperdida...Sientohaberteconocido...Sientohaberdejadodespertarmi corazón ya dormido, y forjarme, por algunos instantes, ciertas quimerasdeliciosas que se desvanecieron como el humo... ¡Por qué he de ocultártelo!Cuandoayermedeclarastetupasión,tuveladebilidaddecreerenella,ysoñé,inmediatamente,conunamorfielypuro,conelamorqueennobleceelespírituynosincitaalasideaselevadasyalasaccionesgenerosas...Creívolveralosañosdecolegiala,cuandoelmundoseofrecíaantemivistacomounhermosofanaltrasparenteydiáfano,cuandonoacertabaaverenélmásquecosaslindas...todorisueño...todohermoso...Volvíaaentrarenlajuventud.Unanuevaauroraparamialma...Peronofuemásqueunrelámpagoquemehizoentreverlosverjelesdelcielo.Yalinstantequedésumidaotravezenlaoscuridad...Hoy¿quésomosnosotros? ¡Dos seres vulgares que viven como tantos otros en el cieno,

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queriendo persuadirse de que son felices!Aunqueme ames,Miguel, tengo laseguridaddequenosientespormílaadmiraciónrespetuosa,elentusiasmoquesentíaseldíadeCarnavalechadoamispiesenelcarruaje...¿Comprendesahoramitristezaymislágrimas?

Miguelcomprendióqueeranecesarioestardeacuerdoconlagenerala,aunquefueseporbrevesinstantes.Bajólacabezayquedópensativoytriste.Depronto,levantándola,exclamó:

—¡Que no te quiero! ¡Que no te adoro! ¿Quién es el que puede dejar deadmirarteasíqueteveayteescuche?No,Lucía,no;lasfaltasquecometamosylasmanchasquecaigansobrenuestroamor,sedeberánexclusivamenteamí.Túhas cedido por la bondad de tu carácter... porque me quieres... y porque mecompadeces.

Al pronunciar estas palabras el hijo del brigadier creía sentir lo quedecía, yestabarealmenteconmovido.

—Gracias, Miguel, eres generoso conmigo; pero tu generosidad no meexcusa...Tengotantaculpacomotú.

Las lágrimas seguían cayendo en abundancia de los ojos de la generala.Mientrasprocurabaconvencerladesuinocencia,prodigábalanuestrojovenmilcariciasapasionadas,sinmiedoyaaservistodelostranseúntes.Elinterésdelaescena le embargaba. Por otra parte, la noche había avanzado un poco, y lascallesquerecorríannoerandelasmástransitadas.

LlegaronaladelasHuertas.Lucíaseapeódelantedesucasayentró;Miguelsiguió en el carruaje y lo despidió en la primer esquina: allí aguardó a que lageneralaentreabrieseelbalcóndesugabineteparaentrartambién.

Lucía habitaba el piso segundo (derecha e izquierda) de unamagnífica casarecién edificada; tenía un número considerable de criados, aya inglesa para laniña primera, cochero, lacayo, dos troncos de caballos, uno de ellos de valor,etc., etc.Muchaprisanecesitabadarse el generalBemboa recoger loqueportantosagujerosseleescapabaasumedianaranja.

Miguel,vista la señal, subióa la casaconpaso firmeydecididoparaqueelporteronoledetuviese.Lucíaleesperabaenloaltodelaescalera.

—Entrasinhacerruido—ledijoapagandolavozcuantopodía;—así...sobrelapuntadelospies...

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Cuando estuvieron en su gabinete, una estancia lujosamente decorada, lasparedesderasoazul,losmueblesforradosdelamismatela,sedejócaerenundiván,reteniendolamanodeMiguelqueteníacogida.

—¿No sabes?... he despachado al chico de la puerta conun encargo, y amidoncellaconotro...Peroaúnnospuedenoír...¡Muchocuidado!

Eljovensesentóasulado,ylaabrazócontrasporte.

—¡Yaestamossolosytranquilos!¡Quéplacertangrande!

Lageneralaleapartósuavemente,ydejócaerlacabezasobreelpecho.

—¿Noestáscontentaamilado,Lucía?—preguntó,mientrasleacariciabaconternuraunamano.

—No.

—¿Porqué?

—Porque te tengomiedo: porque eres un loco... y yo otra loca—añadió conamargura.

—Elamor, ¡quéesmásqueuna locurasublime!—exclamósentenciosamenteMiguel,tratandodeenlazarladenuevoconsusbrazos.

—Porlomismoqueessublime,nodebemosdegradarla...Seamosfuertesconnosotros mismos... atrincherémonos detrás de nuestras ideas elevadas, ydefendámonosdelasgroseríasdelapasión...

—¡Qué alma tan grande tienes!... Eres muy hermosa, Lucía... ¡Te amo! ¡teamo!...¡te,adoro!...

—Ámame, sí; pero ámame conun amor ideal, dignode ti y demí...Nomehumilles,porDios,nomebajeshastaelsuelo,yaquetuamormecolocaenunsitioelevado...Teloanuncio,Miguel...,notardarásendespreciarme...

Yalproferirtalespalabras,caíanotravezalgunaslágrimasdesusojos;Miguelprotestócontraestasuposición;sostuvoelidealismodesuamor,cubriéndoladevivosyapasionadosbesos.Lucíasedejabaacariciarconresignación.

El gabinete era un nido tibio y hermoso, lleno de perfumes penetrantes;contiguo a él, separadapor columnasdoradas demadera y por una cortina dedamascoazul, estaba la alcoba.Por entre losplieguesde la cortina seveíaun

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gran lechomatrimonialdepalo santo,ycercadeélotropequeñitodeniño: laestancia,esclarecidadébilmenteporunalámparaveladoradebombaesmeriladaquependíadeltecho.

—Calla—dijolageneralasuspendiendoelalientoeinclinandolacabezahacialaalcoba,—creoquedespiertamiChuchú.

Enefecto,elmáspequeñodesushijos,quedormíaenlaalcoba,habíadadounlevegemido,al cual siguióotromás fuerte.Lucíacorrióaalláparaquenosealborotase.

—Calla,Chuchú,calla,queaquíestoyyo.

Elniñonohizocaso.

—Sinocallas,elhombredelasnaricesgrandesvendráabuscarteytellevará.

—¡QueroÍa!—clamóelniño:Íaeraladoncella,quesellamabaMaría.

—No,monín,no;duerme.

—¡QueroÍa!

—Nogrites...miraquevaavenirelhombrefeo.

—¡QueroÍa!

—¡Nogrites, chiquillo!... Pronto vendráMaría...Mañana temando a dormirconlasniñas.

—¡QueroÍa!

—¡Mira, si no te callas, te doy azotes!...Vamos, duérmete: si te duermes, tecompraré un caballo para que vayas al Retiro montado como tu amiguitoJulián... y después te llevo alCirco a ver los clowns... ¿no te acuerdas de lossaltosquedan?¡Quésaltostangrandessobreelcaballo!¿eh?...Ylaniñarubiaquesesubealtrapecio,¡québonita!,¿eh?...YdespuésvamosacasadeJulianito,ycomerásdulces...yotrodíairemosaLeganésaveralatíaAdelaidaparaquete regale el pajarito de cristal que canta dándole cuerda... y lo traeremos paracasa,¿verdad?...¿Notegusta?

Elniño,quehabíasuspendidoelllantoparaescucharasumadre,cuandoéstaterminóelrepertoriodepromesas,volvióagritar:

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—¡QueroÍa!

Nofueposibleporningúnmediohacerledesistirdesuempeño.

Lageneralaestabafuriosa.

—¿Peroquéedad tieneelniño?—preguntóenvozbajaMiguel,quesehabíaaproximadosilenciosamentealaalcoba.

—Tresaños.

—Pues sácalode la cama,nohayningúncuidado: aver si se entretieneconcualquiercosa.

Lucíaloenvolvióenunchalylosacóalgabinete.Erarubioyhermosocomoun angelito, con grandes ojos azules; no se manifestó sorprendido al ver aMiguel;suspendióelllantoylemiró,sí,coninsistencia,perosinpreguntarnadaa su madre.Miguel quedó un poco cortado ante aquel examen, y le pesó dehaberaconsejadoalageneralasutraslado.Despuésprocurócaptarsesuamistad;tomolo de los brazos de aquélla, y lo sentó sobre sus rodillas; le acariciósuavementesuscabellosensortijadosylediounbesosonoroenlamejilla.

—¿Mequieres?—lepreguntóconvozmelosa.

El niño le miró fijamente con ojos serenos y graves. Después pronunciósecamente:

—¡No!

Miguel se turbó, y quedódesde entoncesmal impresionado.Al poco rato sedespidiódeLucía.

IV

Bajólaescaleralentamente,demalhumor,conelalmatristeyfatigada;sentíaeldescontentodesímismoqueacompañasiemprea losplaceres ilícitos. ¡QuéajenoestaríaelpobreD.PabloBemboaqueelniñoquelevantabaenaltoconsus descomunalesmanos «para ver aDios» había de ser con el tiempo quienescarnecierasunombre!Estepensamientolecausabaunadesazónprofunda.En

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vanosedecía,paraapagarelgritodelaconciencia,quelageneralayalohabíadeshonradomásdeunavez;quesiélno,otrosería;queelpecadoafuerzaderepetirsehabíapasadoaservenialenlasociedadelevada;quelejosderebajarlea losojosdeella, seríaunagraciamásentre lasmuchasque leconcedían.Detodosmodos,ledecíaunavozinterior,lafaltadelageneralanopuedeexcusarlatuya;sitodosseechasenlamismacuenta,elmundonoseríamásqueunhatodepícaros; además, él estaba en peor caso que los otros porque tenía con lageneralaciertoparentescoespiritualformadoporladiferenciadeedadyporlasrelacionesespecialesquehabíanmediadoentreellos;elgeneral,porotraparte,había sido el amigo y el compañero de su padre, y nadie estaba tan obligadocomoelhijodelbrigadierRiveraarespetarsuhonorysuscanas.

Eranlasonceymediadelanoche.Lagenteaúndiscurríaporlascalles,sobretodo por las céntricas, donde algunos teatros comenzaban a vomitar por suspuertas centenares de espectadores. Tan embebecido iba Miguel en suspensamientos,loscualeslemortificabanmásdeloquenuncaimaginara,quealpasarpor lacalledelPríncipenoviodosbultosechadosen laacerahastaquetropezóconellos.Erandosniños,elmenorde loscualesdormíaodescansabacon la cabeza apoyada en las rodillas del mayor. El frío era intenso. Miguelobservó a la luz del farol la extremada palidez de ambos, sobre todo delmáspequeño.

—Oyes, chico, ¿cómo tienes aquí a este niñomedio helado? ¿por quénoosvaisacasa?—dijoencarándoseconelmayor.

Éste,quetendríaseisosieteañosdeedad,levantóhaciaélsusojosgrandesyhermosos, en torno de los cuales se dibujaba un círculo azulado, y balbucióalgunaspalabrasquenopudoentender.

—¿Qué dices, querido?—manifestó Miguel en tono afectuoso y bajando lacabezaparaoírlemejor.

—Notenemosmásquetresreales—murmurósinalientoelniño.

—¿Yquéimportaeso?

—Tenemosquellevarcinco.

—¡Ah!—exclamó comprendiendo lo que aquello significaba.—Y si no loslleváisospegan,¿verdad?

Elchicobajólosojosylacabezaenseñalafirmativa.

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—¿Tenéispadres?

—Madre.

—¿Yeslaqueosmandaalascallesaestashoras?

—Sí,señor.

—¡Excelentepersona!—dijoporlobajo;ysacandounaspesetasdelbolsillo:

—Toma;marchaosahoramismoacasa.

Elniñofuealevantarse,peronopudo;suhermanitoseloestorbaba.

—Levanta,Rafaelito.

Elchiquitínnosemovía.

—¡Levanta,Rafaelito!

Miguellocogióentrelosbrazosylopusoenpie;peroalverquenosetenía,exclamóenaltavoz:

—¡Esteniñoestáyerto!¡Quéatrocidad!

Ycomenzóasacudirloyafrotarlo.

Algunostranseúntessehabíanparadoyformaronentornodenuestrojovenyde los niños un grupo que fue engrosando por momentos. Algunos quisieronayudarleenlatarea:otroscomenzaronainterrogaralmayor.Miguellesexplicóloquesabía,ycausógranindignación.Noseoíanmásqueestasexclamaciones:—«¡Pobrecillos!¡Quévergüenzademadre!¡Laautoridaddebíadeintervenirenestascosas!»etc.

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Al fin se había conseguido que el niño se tuviese en pie; pero estabacadavérico, haciendo rodar sus ojillos de un lado a otro sin darse cuenta dedóndeestaba.Tendríaunoscuatroocincoaños.AMiguelseleocurriódeprontoqueamásdefríotendríanhambreaquellasdesgraciadascriaturas,ytomandoacadaunade lamano, rompióconellas,porentre lamuchagentequesehabíaaglomerado, con intención de llevarlas a algún sitio donde reparasen elestómago.Cuandoyasealejabadelgrupo,oyóaunajovendelpuebloexclamar:

—¡Y luego dirán que no hay caridad enMadrid!Mira, chica, mira a aquelseñoritocómosellevaaesospobresniños...

El hijo del brigadier sintió un dulce estremecimiento de gozo al escucharaquellaspalabras:ysiguiótriunfanteconlosdosniños.PeroenlaesquinadelacalledelPradosintióunospasosprecipitadosqueseguíanlossuyosyoyóqueledecían:

—Caballero,déjemeV.llevarunodeesosniños.

Lavozeraconocida.VolvioseyreconociólafisonomíadelboticarioHojeda,elfielamigodesutíoBernardo,elbarónhumildeybondadosoquetantasveceslehabíaidoavisitarcuandoeracolegial.

—¡D.Facundo!

—¡Miguelito!...Mealegromuchoqueseastú,querido...¡Diostelopagará!...Dameacáelmáspequeño.

—¿DedóndeveníaV.aestashoras?

—De casa de tu tío... como siempre...Hoyme he descuidado un pocomás.Cuandolleguéaesegrupodegenteyatúveníasconlosmuchachos,peronoteconocí:meenterédeloqueerayquisetambiéntenermiparteenlabuenaobra.

—¿DóndequiereV.quevayamos?...Yopensaballevarlosaunrestaurant.

—Si te parece—dijo tímidamente D. Facundo,—entraremos en el café delPradoqueeselmáspróximo:conozcoaldueño.

—Adelante;vamosalcafédelPrado.

Cuandollegaronaél,Hojedapropusoqueentrasenporelportal,dondehabíauna puertecilla que comunicaba con la cocina; así evitaban la exhibición.

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Entraron,pues,enlacocina,dondelospinches,elcocineroyalgunosmozosqueallíestabanlosexaminaronconsorpresa.Hojedaordenóqueal instantefrieranun par de chuletas: el cocinero, al saber de lo que se trataba, se puso aprepararlas con gran prisa; los pinches también desplegaron toda su actividad.Pronto se reunieron en aquel sitio otros cuantos mozos formando círculo entorno de los dos muchachos, que con el calorcillo del fogón y de las lucescomenzaron a revivir.Miguel se quedó absorto contemplando los andrajos dequeibanvestidos.Acudiótambiénelamo,aquienHojedamandóavisar;todoshacían preguntas sobre preguntas a los pobres chicos, que apenas articulabanmásquemonosílabos.

—Dejadlos ahora—dijo el amo,—ya hablarán cuando tengan el estómagolleno.

—Vaya,rumia,aquítenéisconquéllenarelfuelle—dijoelcocineroengallegocerrado,presentándoleslaschuletas,cadaunaenunplato,ycolocandolosplatossobreunasilla.Losniñossearrojaronaellascomolobos.Alverlosdesgarrarlascon losdientesy soplar almismo tiempoparanoquemarse,Miguel sintió losojoshúmedos.Unodelospinchescolocósendasrebanadasdepanalladodelosplatos.

—Aver—dijoMiguel,—quetraigandoscopasdeJerez.

Mientras loschicoscomían, enteramenteabstraídosde loque les rodeaba, eldueño del café, Hojeda, Miguel y los demás que asistían a esta escena loscontemplabanconojosquebrillabandealegría:todoslosrostrosexpresabanundeleitecasisensual.Cuandohubierondadobuenfinalpanyalaschuletasysehubieronbebido el Jerez, los niños se animaron repentinamente, sobre todo elpequeño, que era elmás aterido; susmejillas recobraron el suave color de lainfancia,ycomenzaronaexaminarconatenciónlosobjetosylaspersonas.

—¿Habéis despachado ya?—preguntóHojeda... Pues vamos con lamúsica aotraparte.

—¿Cuántoesesto?—dijoMiguelaunmozo,llevandolamanoalbolsillo.

Eldueñodelcafé,quehabíaoídolapregunta,seapresuróadecirle,sujetándoleelbrazo:

—Caballero,yonocobrolaslimosnas.

Miguelnoinsistió.

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—DiosselopagaráaV.,D.Ramón—ledijoHojedaapretándoleefusivamentelamano.

Ysalieronalacallellevandopordelantealosniños,loscualesibanbrincandocomocervatillosporlaacera.

—¡Ehchischis!—gritóelboticariollamándolos.—¿Enquécallevivís?

—EnlacalledelTribulete—contestóelmayor.

—¿Quénúmero?

Loschicossemiraronunoaotroconsorpresayquedaronsilenciosos.

—¿Nolosabéis?Estábien.¿Perosabréisiracasa?

—¡Ah,síseñor!

—Bueno: ahí en la esquina tomaremos un coche, ¿no le parece a V., D.Facundo?—manifestóMiguel.

—Cómoquieras,Miguelito.

Tomaronunsimónen laplazadeSantaAna,dandoordenalcocherodequeparaseenlaesquinadelacalledelTribulete.Loschicos,quesehabíansentadoen la bigotera de la berlina, iban tan sorprendidos y gozosos, que costó grantrabajohacerlescontestaraciertaspreguntas.MientrasD.Facundointerrogabaal mayor con extremada habilidad para enterarse pronto de lo que necesitabasaber,Miguelhablabaconelchiquitín.

—¿Nooshabrándadohoydecenar?

—No—dijoelniñomoviendolacabezaaunladoyaotro.

—¿Yhabéiscomidoporlamañana?

—Sí.

—¿Yquéhabéiscomido?

—Lentejasypan.

—¿Nohabéiscomidonadadesdeentonces?

—UnpocodepanquemedioPepe.

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—¿QuiénesPepe?

Silencioyasombrodelniño.

—¿Esalgúnamigotuyo?

—Eselchicodelavecina.

—¡Ah!¿Yquiéntehadadoesechaquetónquetellegaalospies?

—EltíoRemigio.

—¿QuiéneseltíoRemigio?

Nuevoymayorasombrodelniño,quelemiraconojosestáticos.

—¿Esalgúnhermanooparientedetumadre?

—Esalbañil.

—¡Ah, es albañil!—Ycomprendiendoqueno sacaríamás en limpio,Migueltomóotrorumbo.

—¿Yganáistodoslosdíasloscincoreales?

—Algunosdíasno.

—¿Yquéossucedecuandonolosganáis?

El niño vaciló un instante, y después hizo con su manecita un ademán devapuleomuyexpresivo.

Miguelconmovidoguardósilencio.

En la esquina de la calle del Tribulete despidieron el coche; los chicos sinvacilarfueronderechosalapuertadeunacasaviejaysucia;elmayorsevolviódeespaldasydiocon los taconesdesuszapatos rotosalgunosgolpes;alpocoratoabrióunavieja,quedejóescaparalverlosungruñidonadapacífico;perosumalhumorseconvirtióensorpresaalobservarqueHojedayMiguelatravesabanel portal y seguían a losmuchachos; éstos subían decididos la escalera, comohormigas que entran en su guarida; Miguel sacó un fósforo, porque la viejaportera se había retirado con la luz. Subieron hasta la guardilla; los niños sedetuvierondelantedeunapuertecita.

—Aquíes—dijoelmayor.

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Hojedallamóconlosnudillosdelosdedos,peronadiecontestó.

—Nohabrávenidotodavíamimadre—manifestóelmismochico.

—¿Yquéoshacéiscuandollegáisantesquevuestramadre?

—Nossentamosenlaescalera.

Enestoseabrióunapuertecitacontiguaalaprimerayaparecióunhombreentraje de obrero, con una lamparilla de petróleo en lamano.Al ver a aquellosseñores les dio las buenas noches y les preguntó lo que deseaban. Hojeda leexplicóelcasoenpocaspalabras.Elobrerolesinvitóapasarasuhabitación,yunavezdentro,lesmanifestóenconfianzaquetambiénélysumujersabíanladesgracia de aquellos pobres niños, y que habían querido intervenir pararemediarla,peroinútilmente;lamadreeraunamujerviciosa,oficialadesastre,amancebadatiempohacíaconunalbañil,yquehabíatenidoaquellosniñosconun primer marido o querido, que esto no lo sabían; dioles algunos otrospormenores,queindignaronextremadamenteaMiguel.

Peroaquellamalamujernoacababade llegar;yfuenecesariodespedirsedelobreroydejar a los chicos en la escalera, conunabuena limosnaquenuestrojovenlesdio.Cuandoyabajaban,aparecióporfinsumadre.Hojedaentróconellaenlavivienda,queerauntristeydesabrigadodesván,sinotrosmueblesqueuna mesilla y dos o tres taburetes; en una esquina había un miserable fogónapagado;enotra,unmontóndetrapos,restos,alparecer,deunantiguocolchón,dondedormíatodalafamilia.

Miguel quedó asombrado del tacto y la habilidad que D. Facundo desplegópara noticiar a aquellamujer lo que habían hecho y para arrancarla todos losdatosquenecesitabasaber;dedóndeera,conquiénhabíaestadocasada,dóndetrabajaba, etc.Lamujer, que al principio los acogiera conmarcada hostilidad,ante lamiradadulceyserenay laspalabrassincerasdeHojeda, se fuepocoapocosuavizando.Alfin,cuandoéstelerecordócontonoafectuosolosdeberesque teníaparaconsushijos,aquellas infelicescriaturas, sinotroamparoenelmundoqueella,rompióasollozar.Elboticariolaconsoló,prometiéndolavolveral día siguiente y hacer por los niños todo cuanto pudiera. Lo que más lesorprendióaMiguelfuequeenningunadesusfraseshizodonFacundolamáslevealusióna losmalos tratosquedabaa loshijosnia laconducta licenciosaqueobservaba.

Cuandoalfinsalieronalacalle,ledijo:

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—¿YquépiensaV. hacermañana,D.Facundo, con todos esosdatosquehatomado?

—Procuraré comprobarlos; tengomuchos conocimientos entre los pobres deMadrid.Después trataré de sacar para ella la racióndeSanVicente dePaul ymandaralchicoprimeroauncolegio.

—¿PorcuentadeV.?

—Esmuy barato: no vayas a creer que se trata de una gran cantidad. Entreunoscuantosamigos,hemosfundadouncolegioparaniñosdesamparadosynossalepormuypococadaplaza.

—¡Pobres criaturas! ¡Dejarlos así abandonados a la intemperie, expuestos aquedarse muertos en medio de la calle, y todavía si no traen el dinero justopegarles!...EsamujeresunainfamequenomerecequeV.seocupedeella.

D.Facundodiounsuspiroydijoponiéndolelamanosobreelhombro.

—¡Ay,Miguelito,sobreestascosasyotrasparecidas,haymuchoquehablar!Yonodiréquenoestémalloquehaceesamujer;perollamarlainfame,noestanjusto como a primera vista parece. Después de haber pasado muchos añoscontemplando todos los días cuadros semejantes al que acabamos de ver;despuésdehabermefamiliarizadoconlos tormentosquepasanlospobres,consus ideas, y hasta con su lenguaje, he concluido por hallar muchos másdesgraciadosqueinfames.Enelmismocasopresente,ciertoqueloprimeroquesaltaalavista,eslamaldaddeesamujer;peronotedetengasenlasuperficie;ve más adelante; examina, investiga y hallarás seguramente que no es tanculpable.Primerotienesqueconsiderarqueenlasastreríanoganamásquesietereales;yqueconsieterealesnopuedencomersiquierapansecotrespersonasenMadrid; después debes tener en cuenta que una mujer sola, sin amparo, estáexpuesta siempre a caer en las garras de cualquier tunante que la enamora;despuéslasideasqueesagentetienedelaeducacióndelosniños,nosoncomolastuyasylasmías,porquenohanvistonientendidonadabueno;elgolpearaloschicosesunadetantascostumbresfeasyrepugnantescomotienen...

—¡Detodosmodos,D.Facundo!...

—Sí, sí, te concedo que esa mujer obra mal; pero bien examinadas y bienpesadas todas las circunstancias, no es tan perversa, de seguro, como tú teimaginas.

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Miguel guardó silencio y se puso a meditar sobre las palabras de Hojeda,mientras caminaban emparejados hacia el centro de la villa. Después de unalargapausa,levantólacabezaydijo:

—¿Sabe V., D. Facundo, que no sospechaba que V. se dedicase tanparticularmenteahacerobrasdecaridad?

Elpedazodecaraquelaenormebufandadelboticariodejabaaldescubierto,secoloreófuertemente.

—¿Yo?...¡cahombre!no...¡quétontería!...deningúnmodo...nolocreas...—comenzó a balbucir torpemente como un hombre cogido infraganti de algúndelito.

—Loqueestáalavistanosepuedenegar—dijoMiguelsonriendo.

Hojedasemantuvosilenciosoalgunosinstantes;después,parándosedeprontoy cogiendo a nuestro joven por el brazo con mucho aparato de misterio, yesforzándose por dar a su voz y a sus ojos la mayor expresión posible deseveridad,ledijo:

—¿Sabes,Miguelito,porquéhagoyotodasestascosas?

—¿Porqué?

El boticario le estuvo mirando algunos segundos con extraordinaria dureza;despuésexclamó:

—¡Poregoísmo!

Ysoltándoleelbrazo,diorápidamenteunoscuantospasosdejándoleatrás.

—¿Cómo?¿cómo?—dijoMigueltodoasombrado.

El boticario sin volverse, pero haciendo un ademán expresivo con el brazo,volvióaexclamarconmásfuerza:

—¡Porpuroegoísmo!

—¿Cómoeseso,D.Facundo?—preguntóavanzandohastacolocarseasulado.

—Teloexplicaréenseguida—repusoHojedaentonoconfidencial,parándoseotravezyotravezcogiéndolepor lamangadelgabán.—Yono tengo familia,comotúsabes;nosoyaficionadoalestudio,porquecomprendoqueaunqueme

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hagapedazos los cascosnuncapasarédecierto límite: tampocomegustan losjuegos,pueselbillarlotomosolamentecomounmediodehacerejercicio:losteatros no los piso jamás; entre los espectáculos públicos únicamente megustan...

—Lostoros,yasé.

—Esmiúnicovicio...peronoloshaymásqueenlaprimaverayunavezporsemana, aparte de algunas corridas extraordinarias. La botica no me ocupaningúntiempo,porquetengoalfrentedeellaaunpobremuchachoqueacabadehacersefarmacéuticoyalcualse lapiensodejarcuandomemuera...Sinomevoyalossermonesynomeentretengoenprotegeraalgunospobrecillos,¿quéquieresquehagayodemí?...¿Nocomprendesquememoriríadeaburrimiento?

—Sinembargo,losactosensínodejandetenermérito.

—¡Ninguno, hombre, ninguno!—repuso con energía.—Mira: te lo explicarémejor.Yo,cuandosuboacasadeunpobreymeenterodesuvida,ylesocorroyleaconsejo;cuandodoyvueltasporMadridbuscándolealgunacolocación,estoyentretenidísimo, tantocomocualquierseñoritoen losbailesdeMontijo,con ladiferencia de que mientras él llega a casa al amanecer, hastiado, ojeroso ymustio, yome acuesto tranquilito a las doce, y si he hallado empleo paramihombre,meduermomáscontentoqueelReydePrusia,ysinolohehallado,melevantoporlamañanaconánimospararevolvertodoMadrid...Dimetúahora,¿quién entiende mejor la vida, él o yo? ¿Quién es aquí el egoísta?... Voy aponerteotroejemplo.Acabasdepasarunahoraconmigodesdequenoshemosencontrado en la calle del Príncipe.Quiero quemedigas con sinceridad si enestahoratehasaburrido...

—Nosólonomeheaburrido,sinoquehepasadounodelosratosmásfelicesdemivida.

—¿Lo ves? ¿Qué mérito tiene entonces lo que hemos hecho? Lejos dejuzgarnos dignos de admiración, somos dignos de envidia por lo que hemosdisfrutado...

—Concedo,D.Facundo,queenestecasoparticular,acasotengaV.razón;peroconsagrarlavidaenteracomoV.ahacerobrasdecaridad,esdignodealabanzayrecompensa.

—¡Recompensa! ¡recompensa!—exclamó con fuego el boticario.—Pues qué,

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¿tejuzgarásacasoresarcidodeldineroquehasdadoporunabutacaenelteatrodespuésdehaberpasadolanochequizábostezando,ynoteconsideraráspagadodelqueregalasteaesosniños,gozandounahoradefelicidad?

—Bien,peroV.esotracosa:yoloacabodehacerporcasualidad,mientrasqueV.lotieneporcostumbre.

—¡Mejor que mejor! Yo gozo todos los días tanto o más de lo que tú hasgozadohoy...

Siguió desenvolviendo con brío su tesis nuestro farmacéutico, mientrascaminabanhacialaPuertadelSol.Miguelhabíaconcluidoporguardarsilencio,escuchando con placer y curiosidad aquellas peregrinas teorías. Al llegar a laesquinadelacalledelaMontera,Hojedavolvióensídeprontoydijoeneltonoafectuosoyhumildequelecaracterizaba.

—¡Buenamatraca tehedado,Miguelito!PerdonaaesteviejochochoyveteconDiosadescansar,queaquínosseparamos.

Miguel se despidió de él apretándole con efusión lamano. Cuando se huboapartadoseisuochopasos,ledijovolviendoallamarle:

—Conste, D. Facundo, que no me ha convencido V., y que es V. una granpersona.

—¡Ungranegoísta!—gritóelboticarioalejándose.

V

¿Qué te pasa hoy? ¿Parece que estás triste?—decía la generala cierta noche,tomandolasmanosdesuamanteentrelassuyas.

—Puesnotengonada(almenos,queyosepa)—repusoentonohumorísticoél.

—Sítal;hayentufisonomíaciertaexpresiónmelancólica;pormásquetratesdeocultarlaconaparentealegría,noloconsigues;entusojoshaymenosbrilloqueotrasveces;tieneslamiradavagayperdida...

—No;loquetengo,eslamiradadeperdido.

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—Ríete loquequieras: tengouncorazónquenoseengaña.Túestás triste,ymeloocultas.

—Si tienesmuchoempeñoenello, loestaré;perosóloporgalantería.Por lodemás,nuncaheestadomásalegre.

—Pero la tuya es una alegría marchita... no tiene frescura... no sale delcorazón...esunamáscara.Yoquisiera,Miguelmío,sabertodoloqueaconteceentuespíritu, todoloquepiensas, todoloquesientes...Nomebastasaberlospensamientos y los sentimientos grandes; deseo conocer también los másíntimos;deseoescudriñarlosúltimosrincones,losúltimospliegues...quieroquenopaseportucabezaunaidea,aunqueseatandébilcomoelsoplodeunniño,que no llegue a mi noticia... quiero conocer todas las emociones queexperimentas, aun aquellas que apenas sean capaces de mover tu corazón...quieroentrardentrodetimismo...quieroformarunasolapersonacontigo...

Los grandes ojos azules, lascivos, de la generala, se clavaban con amorosainquietudensuamantealproferirestaspalabras.

Migueldespertódelaindiferenciaenqueyacía.

—Todo eso eres, cielomío... Todo eso ymuchomás—contestó, apretándoleconefusiónlasmanos.

—¡Si fuese cierto!... Pero no... tu amor va siendo cada día más tibio... Amedidaqueelmíoseenciende,eltuyoseapaga...

—¡No lo creas, Lucía!—exclamó el joven, dando a su exclamación mayorfuego del que le hubiera correspondido si no se hubiera tomado un poco detrabajo.—¡Te adoro... te adoro con pasión loca... frenética! Eres el únicopensamientodulcequeanimamiexistencia...Pídemelavida,ymeverásdarlaconalegría...

—¡No quiero tu vida, chiquillo!—dijo la generala sonriendo y haciéndolemimos con la mano en el rostro.—Quiero tu amor; pero un amor verdadero,grande,infinito...¡Túnosabeslaslocurasqueyosueño,loscastillosquelevantoenelaire!Muchasvecesmefiguroqueenefectomeadorascontodotucorazón,contodaslasfuerzasdetualma,yqueyosoyparatiloquefueBeatrizparaelDante y Laura para el Petrarca, un objeto divino que te preserva de todopensamiento innoble, que gracias ami amor se va engrandeciendo tu espíritu,despierta tugenio, elgenioque tienesenel fondodel alma...porqueyoestoy

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seguradequelotienes...

—Enefecto,tengoungeniomuymalo;avecesnohayquienmeresista.

—No,no;esotraclasedegenio—dijoladamariendo.—Masaunqueestonofueseunaquimera,aunquetúalcanzasesalgúndíalacelebridad,soymuytontaenforjarme ilusiones...Túestáscomenzando lavidacasi,casi...elporvenirsepresenta risueño.Cuando llegues a donde yo creo que tienes derecho a llegar,¿qué seré para ti?... Una vieja que ha cometido la insensatez de amarte. Unapobremujerenamoradaridículamente...

—¡Alto,querida!Teanuncioqueyaestoyenternecido.Nosigasadelante,sinoquieresvermehacerpucheritos...Hablemosdeotra cosa—añadió reclinándoseperezosamente en el sofá y estirando las piernas con demasiada confianza,—hablemosdePérezAlmagro.

PérezAlmagro era el último amante que la generala había tenido, y que nodejabadeinspirarciertainquietud,yaquenocelos,anuestrojoven.

—¡Oh,quécrueleres!¡Noperdonasmediodehacermesufrir!

Miguelibaareplicar;peroenaquelinstanteunleverumorlejanosedejóoírenelpasillo.Lucíasepusoenpieconsúbitoyprontomovimiento;elrostropálido,eloídoatento,lamiradaestática.Escuchóunmomento.

—¡Alguienviene!...Esladoncella...¡Deprisa,deprisa!¡Escóndete!

—¿Dónde?—preguntóaturdido.

Ladamapaseóunamiradaintensayansiosaporlahabitación.

—Aquí—dijo corriendo a un armario embutido en la pared y abriendo elcompartimentoinferior.

Miguel se metió allá de cabeza. Lucía dio la vuelta a la llave. En aquelmomentoentrabaladoncella.

—¿Quéhay,Carmen?—preguntócongrancalma,dirigiéndosealespejoparaarreglarelpelo.

—Señorita,vengoadarlecuentadelbilletequemeentregóporlamañana.

—¡Ah!sí...elbillete...¿Decuántoera?

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—Dediezduros.

—Bien,¿quéhacompradoV.?

—Losbotonesparaelvestidodelaniña,hancostadoveintisietereales...

—¿Quémás?

LasombrillademissAna,quehepagadoyo;nolahanqueridodarmenosdetresduros.

—Bien;soncuatrodurosysietereales.

—LacorbataparaChuchú...catorcereales.

—Son...cincodurosyunreal...¿selahapuestoya?

—No, señorita;mañana cuando vaya a paseo; esmuy bonita; aMaría le hagustado; ¿no sabe usted? El chico quería ponérsela cuando salíamos delcomercio...¡Pocotrabajoquemecostóquitárselodelacabeza!

—¡PobreChuchú!

—Cuando vio que no conseguía nada por las malas, se puso a hacermecaricias...¡Anda,Carmelita,monina,ponmelacorbata...tehededarundulcedelosdelamesa...—Yoledecía:—¿Elquetetoqueati?—Sí,sí,elquemetoqueamí...

—¡Oh,quémalo!

—¡NosabeV.,señorita,lasmoneríasquehizoparasacármela!

—¡PobreChuchú!¿PorquénoselahapuestoV.?

—Porqueencasanohabríaquienselaquitasedespués.

—¿LehaencargadoV.losguantes?

—Sí,señorita.

—¿EncasadeClement?

—Sí,señorita:quedaronenmandarloselsábado.

—¿Loshapagado?

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—Sí,señorita:docereales.

—Bueno,entoncesson...cincodurosytrecereales.

—Hecompradotambiénelagremánquefaltabaparaelvestidodelaniña.

—¿Cuántofaltaba?

—Dostercias:quincereales.

—Sonentonces...aguardeV....son...seisdurosyochoreales...¿noeseso?...

Carmenafirmóconlacabeza,mientrashacíamentalmentelacuenta.

—¿Quémás?

—Nomeacuerdodemás—manifestó,despuésdevacilarunosinstantes.

—¿Ylaesponjadeltocadorqueleheencargado?

—¡Ah!¡semeolvidaba,señorita!...diezyochoreales.

Miguel se asfixiaba en el armario. Estaba de rodillas, el cuerpo doblado, lacabeza apoyada en uno de los rincones. Así que entró, empezó a sentir elmalestardelapostura;nopodíaalzarlacabeza,nienderezarpoconimuchoelcuerpo;laspiernasencogidastambiéndetalmanera,quelecausabancalambres.Pero a los pocos segundos, notó o creyó notar que le faltaba aire para larespiración, y se estremecióde congoja: hizo frecuentes y largas inspiracionesparaprobar,yobservóquecadavezhallabamásdificultad;tratódecontenerelalientoparaeconomizarelaire,peroestonohizosino fatigarlemás.Entoncesquisodarlavueltayaplicarlabocaaunarendijaaversiconseguíarecogermásoxígeno:nolefueposible.Laideademorirasfixiadocruzóporsucerebro:unsudor frío y copioso le bañó todo el cuerpo: la congoja se apoderó de él. Enpocossegundospensómillaresdecosasaterradoras;violamuertecaraacara;elmiedo le dejó yerto, desmayado; estuvo a punto de perder el sentido.Mas depronto,elinstintodelavidadespertó,serevelóconímpetuensuorganismoylesugiriópensamientosdesalvación:

—«¡No,loqueesyonomeahogoaquícomounratónporesa!...Voyadarunapatadaalapuertayhacersaltarlacerradura.»—Estaidealeconfortóuninstanteydio tiempoaquepenetraseen sumenteotroproyectomenosviolento, eldellamarlaatencióndelageneralasinsernotadodeladoncella:siesteproyectofracasaba,acudiríainmediatamentealrecursoextremo.Extendióunamanohacia

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atrás y rascó la puerta con la uña, produciendo un rumor semejante al de losratones...

Elfinoyatentooídodeladamasedioporenterado.

—Carmen,vayaV.alcomedor,ytráigameunvasodeagua...¡Sientounpicorenlagarganta!...¡Jesús,quétostanrara!

Yladamatosióhastaquererreventar.

CuandoCarmen hubo desaparecido, dirigiose precipitadamente al armario, yabrió.Miguelsalióa rastrasdel fondoconel semblantepálido,descompuesto,completamentedemudado.

—¿Quétepasa?—preguntóconsobresaltoLucía.

—¡Quemeahogo!

—¡Correalaalcoba...métetedebajodelacama!

El joven se apresuró a cumplir la orden, y al instante apareció de nuevo ladoncella.

Lageneralasebebióelvasodeaguasingana.

VI

Eh,chis,chis,Miguelito,¿adóndetandecidido?

—AlRetiro.

—Paralospies,chavó,yentraatomarunacañitaconmigoyestosseñores.

MiguelsedetuvoysonrióalverasuprimoEnriquesentadoaunamesadelcaféImperialal ladodelaventanayrodeadodevariostoreros.Comonoteníaprisa,aceptóelconviteyseacercóaellossaludándolesconun:

—AlapazdeDios,caballeros.

—Buenastardes,amigo—lecontestaron.

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YsesentóenelhuecoquegalantementeledejaronysebebiódeuntragolacañaqueEnriquelepusodelante.

—Te presento a mi amigo José Calzada, célebre matador de toros que yaconocerásconelnombredeelCigarrero,aunquehacemuchosañosquenomataen la plaza deMadrid... Su hermanoBaldomero, elSerranito, banderillero defama...SebastiánCampos...

Enriquesedetuvovacilanteantesdepronunciarelalias.

—DigaoztéMerluza,D.Enriquito:Merluzazoy,MerluzahezíoyMerluzamehedemoríeldíamenopenzao.

—Pues bien, mi amigoMerluza, el banderilleromás barbián de la plaza deMálaga...Mis amigosD. Pablo López yD. LuisMaría Pastor, aficionados alarte.

Todos saludaron a nuestro joven,muy circunspectos, sobre todo los toreros,quesonlosquemejorconservan,eneltrato,lagravedadserenayafablepeculiardel pueblo español, tan distante del orgullo británico como de la extremadaurbanidaddelosfranceses.

El Cigarrero era un hombre ya entrado en días, con el cabello casi blanco,pequeño,fornido,soportandosusañosconmuchagallardía.Miguelhabíaoídovariasvecescitarsunombreentrelosastrosdeltoreo;perocomogloriapasada;tanto, que lo juzgaba retirado hacía tiempo. El hermano era unmuchacho deveinticinco o veintiséis años, buen mozo, de rostro hermoso aunque algoafeminado. Merluza un jayán monstruosamente feo. Los dos aficionados,jovencitosbarbilampiños,escuálidos,yvestidosalaúltimamoda.

La conversación no se interrumpió por la llegada de nuestro joven, quien sepuso a escuchar con poca curiosidad. Se hablaba de toros; no hay para quédecirlo: sediscutía lamayoromenor severidade inteligenciade lasplazasdeMadridydeSevilla.Unode los jovencitos sosteníaqueenMadridse juzgabaconmásseveridadycompetencia.

—Pues zarvo zu parecé, D. Luizito—decía Merluza,—y zarvo er de too lopresente,amímepaece,vamo...queenZeviyahayafición...yez loquedigoyo,ondehayaficiónlohaytoo.

—Sebastián, yo no te niego que haya afición en Sevilla, pero no es paracomparar con la que hay en Madrid. Además, aquí se estudia el toreo por

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principios,loquenoseestudiaallí...aquíelpuebloesmásilustrado...

—Yazé,yazé,D.Luizito:nomedigaozténa.Ondenohayprencipionopuéhaber na... ¡Pero mire ozté que en Zeviya hay mucha afición!..... ¡¡Muchaafición!!

—EnMadridhayquetenermuchodeaquí,querido(apuntandoaunojo).Sitedescuidasunpoco,yatieneslabroncaencima...yalgomásenocasiones.

—¡Calleozté,zeñorito,zienZeviyapounamijitaletiranaunolaBiblia!

EnriqueaprovechóelcalordeladisputaparacomunicarasuprimoporlobajoalgunosdatosimportantesacercadelavidadelCigarrero.

—Ahídondeloves,Miguel,haceveinteañoserael toreroquese tirabamásporderechoenEspaña.EnSevillaharecibidomuchasveces.

—¿Aquién?

—¡Altoro,hombre!

—Muyseñormío.

—Pero,claro,conlosañossehaidohaciendounpocotumbón...¡Perocomointeligente!...loqueescomointeligente,niCayetanoniSanCayetanoleponenelpiedelante.

Terminada la disputa, comenzó a hablarse de los toreros en boga. Lospollastres aficionados, y Enrique también, creyeron halagar al Cigarrerorebajandoelméritodeellos.AsombroleaMiguelelahíncoylasinceridadconqueaquélcomenzónoblementeadefenderlos,aunquesin levantar lavozysinperderunpuntodelagravedadquelecaracterizaba.

—Mieusté,D.Luisito,erquemáyerquemeno,tienesuquebranto,yarmehóecribano se le cae un borrón. Si Caytano se huye, e que estámu castigao, elprobesicoyasevapaViyaviehacomoyo...Perodigaustéquesí,D.Luisito...cuandolesaleuntorodeverdá,¡Caytanotásuperió!

—Vamos,conCayetanotodavíatransijo—dijoEnrique.—Aunquedesconfiado,le he visto muchas veces torear con arte y en corto y meterse como Diosmanda... Al que no puedo resistir es al Gordo. ¡En la vida le he vistomedioaplomado,nipincharmásqueapasodebanderillas!

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—Tampococreoesoqueustédise:arGordolepasaloqueatoonosotro;siertoroacudebien,tágüeno;sinotienegana,támalo.Yaluego¿quésepuéesídelamuleta?Coneyaenlamano,haymupocoquetengantangüenasombra...Loque le tiene erGordo, e que sabe demasiao er terreno que pisa... y cuando sesabemucho...vamo...yameentiendeusté,D.Enriquito.

—Oztéperdone,zeñóJosé—dijoaestasazónMerluza.—Mepaeceamíqueaquí D. Enriquito habla bien... Er Gordo poniendo banderiya, ¡la corona deMaríaZantízima!peromatando,¡laperrazinvergüenzadezumare!

ElCigarrerosepusomuyserioyrepusoenojado:

—Atinotetocaesínadeeso,Sebastián.Tooestoseñorepueenhabláloquegusten,perotú,hijo,nopuée...¿Tamo?

Merluzaacortado,rectificócomopudosusbrutalespalabras.

EralaprimeravezqueMigueloíadecirbienenuncorro,delaspersonasdelmismo arte o profesión que los presentes; y no poco quedó admirado de quefuesenlostoreros,genteporloregularincultayplebeya,quienesdieranejemplodenoblezaycompañerismoalosquecultivanotrasartesmáselevadas.

TampocoadmitióelCigarrerolaslisonjasqueleprodigaron,lomismoEnriquequesusamiguitos.Sinecharseportierraconfingidamodestia,supocolocarseensuverdaderositio,estoes,pordebajode losespadasqueentonces llevaban laatencióndelpúblico,sintraeracuentosusgloriaspasadasolostiemposenquegozabademásrenombre.

—Ya soy vieho.Ya no pueo competí con lomuchacho... Peromase farta laguita,porquemicasasiempresehapaesíounhospisio...yhagoloquepueo...ya vese un poquiyomeno de lo que pueo... Si Caytano aprieta en su toro, yoaprietoenermío;siafloha,yoafloho...Simesaleuntoritovivitoyvoluntario,le toreo por lo arto y le doy lo que pide er animá. Si me sale blando y sinvergüensa le doyungoyetaso ¡y a viví!...Amímepodráhasépeasoun toro,¡peroenlavíaunroíobuey!

Pasóun ratoagradableMiguel,oyéndolesdisertarenestilopintoresco, sobretauromaquia, que para ellos era el compendio de todas las ciencias, y el finsupremodelavidahumana,ysedespidióalcaboafectuosamente,nosinhabersidoantesconvidadoaunanovilladadeaficionadosqueEnriqueysusamigosestabanorganizandoabeneficiodeunosnáufragosquesehabíanperdidoenel

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Adriático.Estanovilladahabíadeefectuarseelpróximodomingoenlaplazadelos Campos Elíseos; sería presidida por la señora del ministro de Marina,dirigidaporelCigarrero,ynadiepodríaasistiraellasinentregarunduroa lapuerta,salvolosamigosinvitadosporloslidiadores.

Dosotresdíasantesdelseñalado,pasóMiguelporcasadesutíoBernardo.Alentrar en el cuarto de Enrique, oyó gran ruido, como si trasteasen con losmuebles;quedóaltamentesorprendidoalverasuprimoconsendasbanderillasen lasmanos delante de una silla, levantándose sobre la punta de los pies enactituddeclavárselas.AunquealgoavergonzadoacausadelarisaqueaMiguelleacometió,notardóenreponerseymanifestarlecómoseestabaensayandoenloscambios,salidasycuarteos,pueseraunodelosbanderillerosqueeldomingodebíantrabajarenlosCampos.

—Peroesasillameparecequesedebeaplomaralgoen lasuertedepalos—dijoMiguel.

—Chico, no tengo otra cosa.Quise ensayar con el perrito demi hermana, ymiraloquemehahecho...

Ylevantandounpocolospantalones, leenseñólashuellasde losdientesdelanimalitoenlacarne.

Estabamuyanimado,peroconfesabaqueteníalosnerviosunpocoexcitadosyque dormía mal por la noche. ¡Eso de presentarse delante de un público tanlucido!Perodetodosmodos,élconocíamuybienlateoríadelasbanderillas;nolefaltabamásqueunpocodepráctica.

—Mira;paraponerlasalcuarteo,secolocaunoasí...conlospiesjuntitos.Secitaalanimal...Hayqueesperarquearranque,¿entiendes?ymarchardecididoacortarle el terreno... Si el toro no baja la cabeza para tirar el derrote... nada...¡Hayqueandarseenestoconmuchoojo!

—¿Ytienesesperanzadeponerlasbieneldomingo?

—Sieltoretemesalebravoyarrancandobien,piensoestarhastaguapo...

—Noteloaconsejo;tevanadesconocer.

—Si sale blandoohuido, tiraré a cumplir nadamás... a salir del paso.Tododepende de la suerte, como tú comprenderás... Eso le pasa a Cayetano, alCigarreroyatodoelmundo.

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Llegadalatardedeldomingo,sefueMiguelalosCamposyentróenlaplaza,queyaestabamásquemediadadegente,casi todadecategoría: los lidiadorespertenecían en su mayor parte a la aristocracia. Había en los palcos unamuchedumbre de niñas bonitas, ostentando la blanca mantilla de encaje y lapeineta: los tendidos demadera estaban poblados de caballeros elegantementevestidos.MiguelfueacolocarseentrebarrerasalladodeelCigarreroquedirigíalalidia,sintomarparteenella.

Dadalaseñalporlapresidenta,queeraunaseñoraguapetona,muyrumbosaymuy dadivosa, aparecieron en el redondel las tres cuadrillas al son de unamarchaespañolatocadaporlabandadeunbatallón:cadacuadrillasecomponíadel espada, tres banderilleros y los correspondientes monos sabios: estabansuprimidaslaspicas.Losalguaciles,queerandosmarqueses,marchabandelantemontando briosos caballos y haciendo piernas con ellos. Gran tempestad deaplausos al verlos aparecer: losmuchachos se presentaban vestidos de chulosconricascapassobreloshombros,imitandoperfectamenteenelmododeandarelaireyelcontoneopeculiardelostoreros.Saludaronalapresidentayarrojaroncongarbolascapasdegalaalosamigos,cambiándolasporlasdeuso.Detodoslos tendidosseoíanvocessaludandoa los lidiadores:éstoscambiabangritosysaludosconlosespectadores,ysosteníanconversaciónconellosenaltavoz.

Hasta aquí todo marchaba perfectamente. El marquesito alguacil recogió lallave que la presidenta le arrojó, y fue haciendo corvetas a entregársela alencargado de abrir el toril, cargo que, por cierto, se habían disputado unvizcondeyelhijodelpresidentedelTribunalSupremo.Sonóelclarínysaltóalredondel un torete negro, con bragas, de bonita lámina.El primer sentimientoque los lidiadores experimentaron al echarle la vista encima, fue de traición oengaño manifiesto. Todos ellos le habían visto varias veces, primero en elencierroydespuésenelcorral;peronuncalespareciónilamitaddegrandequeentonces. Así que, sospechando que pérfidamente se lo habían trocado en elchiquero,cambiaronrepentinamenteelcolorfrescoysonrosadodesusmejillasporunblancomatenadavistoso.Yporunmovimientosimultáneo,queprobabalaunidaddesusconvicciones,sepegarontodosalabarreraycolocaronelpieenel estribo, preparados a cualquier evento. El novillo se disparó contra uno deellos. Todos, como un solo hombre, saltaron la barrera. El novillo, viendo elcampolibre,sepaseóporélasutalante,enmediodelagriteríayalgazaradelagente. Un buen rato se estuvieron los lidiadores entre barreras, celebrandoconsulta, hasta que al fin, estimulados por los amigos de los tendidos, que nocesabandeperseguirlescongritosypullas,yporelpoquillodevergüenzaque

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todavía les quedaba, después de la salida del toro, se decidieron a entrar denuevoenelredondel.Perofuecontodacalma,montandosobrelabarreracomosi estuviesen impedidos de las piernas, y bajándose después poquito a poco;parecíaqueibanaentrarenunbañodeaguafría.Unodeellostuvolaaudaciadesepararsecomocincoo seispasosdel tablero,y llamar laatencióndelnovilloconelcapote.Unamiradaseveradel torobastóparahacerlebrincar labarrerasinponerelpieenelestribo.

Lacorrida fue ricaen incidentes.Caídas,choques,atropellos, saltosmayoresqueeldeAlvarado,detodohubo,hastacogidas,locual,enverdadqueparecíaimposible.Apenastirabaneltrapo,seechabanacorrerllenosdepánico,dándosecon los talones en las nalgas, y precipitándose de cabeza por encima de lastablas,sinqueeltorosehubiesemovidodesusitio.Losbanderillerosclavabanlospalosenel airemuchasveces;otrasenalguna región ignoradadelanimal.Losespadasigualmentepinchabandondepodían,sinaproximarsejamás,niporcasualidad,alsitioverdadero.EnvanosaltóelCigarreromásdeveintevecesalredondelaponerorden;envanolesarreglabalosnovillosyseloscuadraba,desuertequenohabíamásquedejarsecaer;detodosmodoslaconfusión,elruidoylasatrocidadesdetodogéneronocesaronentodalatarde.

Enrique,quevestíaunachaquetillaelegantísimadeterciopelocolorgranate,enlos comienzos de la lidia dio, como sus compañeros, ejemplo de prudencia ycircunspección.Rodeó, sí, infinitas veces la plaza, pero fue, casi siempre, pordetrásdelabarrera,ycuandolohizopordelante,eratancerquitadeella,queacierta distancia parecía por detrás. Llegado el momento crítico de poner lasbanderillas, que fue en el segundo novillo, las cogió, y aunque muy pálido,marchóresueltamentehaciaél;sepusoconlospalosencruz,yalzándosesobrelapuntadelospies,comenzóamugirterriblementeparallamarlaatencióndelanimal; y en efecto, así que éste le vio en aquella actitud fanfarrona, vinorápidamenteaembestirle.Mas,congranasombroyvergüenzadesusamigos,envez de clavarle las banderillas las soltó de lasmanos, y la emprendió a todocorrerhacia labarrera.Nopudosaltarla.Antesque lohiciese,el toro lehabíacogido por la parte posterior, y le había tirado al alto. Todos acudieron ysofocaronalbecerroconloscapotes.PeroEnrique,levantándosefuriosocontraél,eindignadocontrasímismoporaquellavergonzosahuida,comenzóagritarcomo un energúmeno:—¡Dejádmelo, dejádmelo!—Y arrancando unasbanderillasalprimeroqueencontró,sefueciego,frenéticohaciaeltoro,yselasclavó en el pescuezo, sufriendo por ello una nueva cogida. Afortunadamente,ninguna de las dos tuvo serias consecuencias; los pantalones rotos y algunas

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contusiones. Los espectadores, desternillados de risa, le aplaudían con calor yhastaletiraroncigarros.

Quedómuyufanodeestetriunfo;tantoque,acercándosealsitiodondeestabanMiguelyelCigarrero,lepreguntóaéste:

—¿Eh?¿QuélehaparecidoaV.,maestro?

—Nohataomal—contestóeltorerosonriendo.

VII

MiguelnohabíadejadodesernuncaunodelossociosmásasiduosdelAteneo.Aunquenotomabaparteenlasdiscusionessobrelospueblossemíticos,sehabíahechonotarbastanteenloscírculosprivadosqueseformabanporlasnochesenelvasto corredordel establecimiento, y se le teníaporunamableydespejadocompañero.Trabóamistadconotrosjóvenesmoluscosdelosquemásbullían,yéstosnotardaronencomunicarlelafiebredecargoshonoríficosqueaelloslesdevoraba. La ambición ardía en los pechos de los exploradores de la razasemítica; apetecíanse y buscábanse con noble emulación los cargos desecretariosdelassecciones.¡Eratanbrillanteellevantarseenelcomienzodelassesiones a leer el acta de la anterior! Las intrigas tenebrosasmenudeaban; lastraicioneserancosacorriente.Habíadosbandosprincipales:eldelosviejosyeldelosjóvenes;losprimeroseranmásennúmero,yvencíansiemprequenoseles cogía descuidados; los segundos, más activos, tramaban asechanzas paraderrotaraloscandidatoscontrarios,unasvecespresentandolossuyos,enunióndealgunapersona ilustrey respetable,otrasvecesaprovechando lasnochesdemás frío en que los viejos no se atrevían a salir de casa, otras dividiendo conastuciaalosenemigos;todoslosmedioseranlícitos.

Gracias a una de estas sorpresas, y secundado con energía por algunosmuchachos, que al verle tan asiduo en la asistencia le respetaban ya comounsabio en ciernes, consiguióMiguel ser secretario tercero de la junta directiva,encargadodelalumbradoycalefacción.YqueriendodarunagallardapruebadesuceloporlosinteresesdelAteneo,asíquetomóposesióndelcargo,hizoponerhornillasdecockenlaschimeneasysuprimiólaleña,queocasionabaungastodemasiado considerable. Mas he aquí que esta patente economía, en vez de

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satisfacer a los socios, les disgusta y levanta polvareda; los viejos se pusieroninmediatamenteenfrentedelaudazreformadoryalgunosjóvenestambién.¿Paraqué sirven esas economías? ¿Para traer más libros? Demasiados hay en labiblioteca.Unoradornovel,joven,tradicionalistaeimitadordeDonosoCortés,que en las juntas generales del Ateneo se ensayaba para el Congreso, leapostrofó duramente, luciendo una voz y un juego de actitudes que envidiaríaMirabeau: demostró hasta la saciedad, que aunque el cock proporcionase elmismo calor que la leña, había en ésta un algo espiritual que satisfacíanecesidades de orden más elevado; hizo presente que el Ateneo no era unasociedaddemercachiflesocupadosenrecogerochavos,yqueelsórdidointerésdebíaserarrojadodel templode lacienciaa latigazos(aquíbebióunsorbodeaguaazucaradayselimpiódespuésloslabiosconesmero).Expresósuprofundasorpresadequeunjovenfuesequientomaralainiciativaenlafunestaempresadeprivardecomodidadesaloshombresquetrabajanenelcampodelaciencia,ycontalmotivoexaltóelrespetoqueleesdebidoyquesiempresehatributadoalsabio,haciendounbelloyminuciosoparangónentreéste,queconsusobraselevayenriquece losespíritus,yelobrerode lamateria,queeternamenteserásiervo de la gleba, decidiéndose, claro está, por aquél. Por último, terminódiciendoque al declararsepartidario incondicional de la leña, no le impulsabaningúnmóvilbastardo,quenosehacíaecodeningúnresentimientoparticular,porquenocabíanensucorazón talesmiseriasvergonzosas;hablabasolamenteporeldeseogenerosodemantenerenelAteneoelselloespiritualquesiemprelehabíacaracterizado.Esteelocuentediscursoprovocómuchosaplausosentrelossocios,particularmentelosviejos,loscualesenlasprimeraseleccionesdecargosderrotaronaMiguel,nombrandoensulugaraljoventradicionalista.

Tanto como a Miguel le aburrían los discursos hueros y ampulosos que sepronunciabanenel salóndesesiones, tanto leagradabanasuantiguoamigoycondiscípuloMendozayPimentel.Muyraravezseleveíaenlabibliotecaconunlibroabierto;peroencambio,pormilagroperdíaunasesiónlomismodelasección de ciencias exactas, que de la de morales y políticas o literatura.Admiraba profundamente a casi todos los oradores, cuanto más campanudosmejor,yseenfadabaconMiguelcuandoéstehacíaburladeellos.Pocoapocosehabía ido modificando la opinión que de él tenía formada desde la infancia.DespuésdehaberoídoalosoráculosdelAteneo,comprendíaqueMigueleraunchicolisto,«perobastanteligero.»Yanolepedíadinero,porquehabíaascendidoadiezyseismil realesdesueldo, loscualesempleabacasi todosenvestirseyuna mínima parte en comer; pero su amistad continuaba inalterable. Se hizopresentar por Riverita en algunas tertulias políticas donde nuestro joven tenía

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acceso,entreellasladelgeneralcondedeRíos,unodelosjefesalasazóndelpartidoliberal.Estafuelaquemásleplugoydondeechóraíces.Elgeneraleraunhombredegeniovivoyenérgico,habladorsempiterno,narradordecuentosverdes, con mucha afición a la política y poca o ninguna al arte militar. Alprincipio no le cayó en gracia Mendoza: su carácter grave y silencioso lecausabatedio:—¿SabeV.,Riverita,queeseamigodeustedeslomismoqueunroble?—le dijo pocos días después de habérselo presentado. Cómo se arreglóMendozaparallegaraseralcabodealgunosmesesunodelosíntimosdelacasay acompañantes preferidos por el general, fue cosa que nadie supo. Y, sinembargo,eramuysencillodeexplicar.Mendozasufrióunatemporadalafrialdaddel conde y el desdén de la condesa con gran filosofía, y siguió asistiendoconstantementealatertulia.Notomabapartemuchasvecesenlaconversación,porque tenía la desgracia de que no se le ocurría jamás una frase oportuna ochistosa;cuandolohacía,eraúnicamenteparamanifestarsuaprobaciónabsolutaeincondicionalalaspalabrasdelconde,oparainterrumpirconun¡oh!oconun¡ah!queexpresabansuadmiraciónysimpatía.

Undíaelgeneraldescubrióconsorpresa,alhablardelsistemacolonialinglés,queMendozapensabaexactamenteigualqueélsobreestacuestión.Verdadqueelmismogeneralhabíaemitidosuopinión,hacíaalgunosdías,delantedeaquél;peroyanoseacordaba.—Estechico—sedijo—esmásdeloqueparece.Otrodíadescubrió la condesa, que jugaba peor que ella al tresillo, y que era uncompañeroaquiendevezencuandoselepodíadarcodillo:desdeentonceslemiróconsimpatíayleinvitabaconfrecuenciaahacerelcuarto.Sialgunavezsele ocurría ganar, la condesa le hacía pagar cara la victoria, dirigiéndole unagranizada de bromas que cualquier tomaría por insolencias: pero Mendozasonreía tan candorosamente y daba pruebas tan patentes de que sólo la suertehabíaocasionadoladerrotadeladama,queéstaconcluíaporreírsetambién.Enpocotiempoconquistólasimpatíayhastaelafectodelosesposos.Habiéndoseofrecido al general para ayudarle a escribir cartas en ocasión en que éste sehallabamuyapurado,cumpliócontalexactitud,queapesardequelasepístolaseran un poco pedestres y enrevesadas, aquél aprovechó sus servicios algunasotrasveces,yhastarecabódeljefedelaoficinaqueledejaselibrealgunashorasafindenomolestarletanto.Conestocasipuededecirsequefuedesdeentoncesel secretarioparticulardel conde, y como tal era consideradopor laspersonasquefrecuentabanlacasa.Notardóenhacerseindispensablealafamilia.Porlasmañanas, antes de ir a la oficina, daba una vuelta por la casa: el general leencargabaalgunosrecadosovisitasquenopodíahacerpersonalmenteniconfiaraningúncriado,lacondesa,menosescrupulosaquesumarido,lehacíamuchas

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veces desempeñar oficios humildes: como comprar juguetes para los niños,pagaralgunascuentasal joyero,etc.Por las tardessolíaacompañaralcondeapaseo,casisiempreapie,puesnoeraaquélamigodeusarelcoche.

AlpasoqueMendozaintimabaconestepersonajeysehacíadesusfamiliares,Miguelseguíasiendonadamásqueunodetantoscomovisitabanlacasa:yaunpodía asegurarse que en los últimos tiempos, sus relaciones con la generalaBembohabíantraídociertoenfriamientoentodaslasdemás.Lucíalereclamabacasi todo su tiempo. Por otra parte, le desplacían cada vez más las tertuliaspolíticas,dondelosasistentesvenyexaminantodaslascuestionesporelprisma,nodelentendimientodeldueñodelacasasiquiera,sinodelapasiónqueleagitaencadamomento,yrepitensiemprecomounecolaspalabrasdeljefe.Aunquealgunasvecesdespertabalarisaylaalegríaenlareuniónconsusfrasespicantesy observaciones oportunas, había con respecto a él cierta prevencióndesfavorable,hija,anodudarlo,deltemor;todoslesonreían,perocuandoestabapresente no reinaba la misma confianza que cuando ausente. Nada hay quemolestetantoaloshombresvulgarescomoelingenio,yenlatertuliadelgeneralformaban aquéllos mayoría. Miguel notaba vagamente esta hostilidad;comprendíaquenoestabaensucentro,yporesoibapocasveces.

GrandefuesusorpresacuandounanochealentrarenelsalóndesesionesdelAteneo, vio a su amigoBrutandor en el uso de la palabra. PerorabaMendozadesde uno de los bancos de la izquierda, donde acostumbraban a sentarse losjóvenesdemócratas,ylohacíacontantodesembarazo,contanbriosaentonacióncomo si en toda la vida hubiera hecho otra cosa.—¡AveMaría!—dijoMiguelparasí—esteBrutandornoconoce lavergüenza.—Ysesentóenunasillaparaescucharle. Pero como esperaba tan poco de él, quedó agradablementesorprendido al ver que iba saliendo del paso. Se discutía la cuestión social.Mendozarepitió todos los lugarescomunesqueseencuentranen losmanualesdeEconomíapolítica,manoteandomuchísimo,dandocortospaseospordelantede la sillaypronunciando laspalabras conun cierto recalcamiento sonoro, desuertequenoseperdíaunasílaba.Lascondicionesexternas,lavoz,lafigura,lefavorecían en extremo. En su discurso citó infinitas veces los nombres deCobden y la Liga de Mánchester, sobre los cuales se detenía con particularcariño,tantoqueMiguelenunatemporadanolellamómásque«elcoaligadodeMánchester.» Algunos de los socios salieron del salón antes de concluir; lamayoría,noobstante,sequedóescuchándoleconatención.Alterminarledieronalgunos aplausos de cortesía. Miguel, que estaba pasando un mal rato por eltemordequesepusieraenridículo,respiró.

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—Querido Mánchester, has estado bastante bien—le dijo abrazándole. Y locreíadebuenafe.NopodíanegarsequeMendozahabíaprogresadomucho.Peroenelcursodelasdiscusionesmenudeódetalmodolosdiscursos,queaMiguelllegóahacersele insoportable tantavulgaridady tancampanudamentedicha,ydejódeentraraescucharle.

A fuerza de mucho hablar, Mendoza logró hacerlo con cierta facilidad, yadquirió pronto el aplomo y los modales de los oradores más célebres, a loscuales imitaba(en laparteexterna,pordecontado)escrupulosamente.Subíaybajaba la voz y la ahuecaba como un consumado artista; llevaba las manostrémulasalpecho,lasagitabaenelaireydoblabaelespinazoaunqueestuviesediciendocualquiercosanaturalycorriente,sóloporqueCastelaryMorenoNietolohacíanenlospasajespatéticos;terminabamuchasveceslosperíodosconlaspalabras «tribunal de la historia», «las leyes indeclinables del progreso» o «laemancipacióndelospueblos»,abriendomucholaedepueblos,comoeramodaentonces. Aunque algunos inteligentes sonreían escuchándole, no dejó de serconsiderado,alcabo,comojoveninstruidoy«deesperanzas.»

Unatarde,BrutandorllamóaparteaMiguel,yllevándoleaunodelosrinconesdelAteneo,lepropusofundarentrelosdosunperiódico.Paraellocontabaconunapersonaque facilitaba el dinero, y con la proteccióndel general condedeRíos,queseríasuinspirador.Halagolelaideaanuestrojovenviendoenellounmodo de despertar su actividad dormida y desahogar la mente de porción deideasqueallálebullíanacercadelossucesospolíticosydelospersonajesqueenellos intervenían.Aceptó,pues,con júbilo,yMendozaquedóencargadodedar los pasos necesarios para sacar la autorización, alquilar cuarto, buscarimprenta,etc.Enpocosdíasquedaronzanjadosestosasuntos,yfueresueltoqueunjueves,1.ºdeabril,apareceríaelprimernúmerodeLaIndependencia,«diarioliberaldelamañana.»

VIII

Despuésdelaaventuradelarmario,Miguelquisopersuadiralageneralaaquecomprase el silencio de la doncella, a fin de no pasar en adelante un sustoparecido.Lucíaseopusoresueltamenteaello;nopodíaniqueríafiarlallavedesuhonorauncriado,yhablabaamenudode traiciones,anónimosdirigidosal

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general, cartas interceptadas y otros cuentos terroríficos que no dejaban depreocuparaMiguelporalgunosmomentos.Peroalmismotiemposeasombrabade que siendo tan públicos los desvaneos de la dama, hubieran pasadoinadvertidos para su marido. Lo que había de positivo en todo esto, y así loentendió pronto, era que la naturaleza de Lucía necesitaba del aliciente delsecreto y del temor. El ansia, la zozobra, los terrores súbitos, las esperasprolongadas,losmomentossupremosdeangustia,losesfuerzosdeingenioparabuscarrecursos,losrasgosdeosadía,eldrama,enfin,delamorperseguidocontodosuaparatodemisterioydisimulo,leplacíasobremanera.Loquenofuesetemblar,colocarseñalesenlosbalcones,esconderasuamanteyestarsiempreadosdedosdeserdescubierta,lohallabamonótonoyfastidioso.¡Cuántasveces,estando en el lecho a las altas horas de la noche, se estremecía al escuchar elrumordeuncarruaje!Levantabavivamente lacabeza,apretabacon lasmanoscrispadaselbrazodesuamanteyescuchabaansiosamente.¿Nopodíavenirenélsumaridoy sorprenderlos? ¡Quémiedo! ¡Qué angustia!Sólo cuando el cocheseguíadelargopordelantedelacasahaciendovibrarloscristales,secalmabasucongojayvolvíaalavida.

Una nueva aventura muy desagradable, semejante a la del armario, vino aconcluirconlapacienciadeMiguelyadarleánimosparaexigirseriamentedelageneralaquepusieraasudoncellaalcorrientedeloquepasaba.

Desde la aventura del armario, Miguel, siempre que la doncella venía, seocultabaenlaalcobadebajodelacama.Unanoche,comodecostumbre,LucíalemandóquesefuesealesconditeparaarreglarconCarmenlascuentasdeldía.Leparecía esto un excelentemediopara disimular y evitar sospechas.Tiró enseguidade la campanilla,yhabiendoacudidoal instanteCarmen, sepusocontodososiegoatomarlelacuenta.Eralahoradelasconfidenciasdomésticas:ladoncella,alpasoqueexplicabaelempleodeldinero,seentreteníaanarrartodoslosincidentesinsignificantesdeldía,lasnonadasdelacasa:hablabalargamentedelasgraciasdeChuchú,desusoportunascontestaciones,comprendiendoqueerael flacode laseñora;sequejabadealgunasgroseríasdel jefe;contabaconrisitaburlonaquemissAnahabíacompradounanuevacajadepolvosdearroz.—¡Bah!¿paraquéquerráesabuenamujerlospolvosdearroz?¡Detodosmodosha de salir a la calle más fea que Picio!—Pasaba revista a la servidumbre yformulaba juicios y acusaciones. María no se llevaba bien con el lacayo. Elcochero dabamuymala vida a sumujer, elmiércoles la había pegado con lafustahastaquesecansó.—¡Quéhombrestanperversoshay!¿verdad,señorita?Paradarconunoasí,másvalequedarsolteratodalavida.

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Lageneralaprocurabacortarsecamentelosasuntosyabreviar.Carmenacudióalalisonjaestanocheparaprolongarlaconversación.—¡Quéhermosaestabalaseñora con el vestido azul que se había puesto ayer tarde! La doncella de losRamírez había oído al señorito decírselo a su hermana. Todos los colores leveníanbienalaseñora:¡peroparticularmenteelazul!...¡Ah,elazullesentabacomoanadie!

Lucía se enterneció un instante: preguntó con interés por losRamírez.—¿EsverdadqueelseñoritosemarchabaaParísunodeestosdías?Unchicofeo,perosimpático: cierto día le había oído contar un sucedido con mucha gracia.Despuéshablódeunvestidoqueproyectabahacerse,encolorclaroconadornosdeterciopelocarmesí;unaideaqueselehabíaocurridoaellasinconsultaralamodista;estabaseguradequehabíadegustarmucho.Perosúbitamentevolvióensíydijoconpalabrarápidayseca:

—Vamos,adelante,...elpañuelodelaniñadiezyseis,¿noeseso?

—Sí,señorita.

—Soncuarentaytres...¿HacompradoV.eljabón?

—Nadamásqueunapastilla...nomeacordabasilaseñoramehabíamandadocomprardosouna...

—Lehabíamandadocomprardos;peronoimporta...¿DóndelahapuestoV.?

—Enlaalcoba,sobrelamesadenoche.

Alpronunciarestaspalabrasentróenlaalcobaparabuscarlapastilla.Cuandollegócercadelamesa,dioungritodeterror.

Miguel quedó yerto en el fondo de su escondite. La generala, con vozdemudada,preguntódesdefuera:

—¿Quéeseso,Carmen?

—¡Señorita...unsombrerodehombresobresucama!

Hubounosinstantesdesilencio,duranteloscualeselcorazóndeMigueldabasaltosterribles.Lageneralaserepusomuypronto.

—¿YporesoseasustaV.,tonta?...Revolviendomiarmario,hetropezadoconesesombrerodelseñor,quenosécómovinoadaraél...Meestorbabaylohe

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sacado...SiV.loquiereypuedesacaralgodeél,lléveselo...nosirveparanada.

—Muchísimasgracias,señorita—dijoladoncella,saliendoconelsombreroenlamano.—Tengounhermanoaquienleservirátalvez...

Nosehablómásdelasunto.Lageneralasiguiótomandolacuentaconcalma,elsemblantepálido,lavozunpoquitoalterada.

Miguelsevionecesitadoasaliraquellanochesinsombrero.Esperóunratoenelportalvecinoysemetióenelprimercochedealquilerqueacertóacruzar.

Al fin la generala cedió a los deseos, vehementemente expresados por suamante,yseconfióaladoncella.Desdeentoncessusentrevistasfueronfácilesytranquilas.Carmenlesevitabaconartetodamolestia,lessuministrabacompletaseguridad y sosiego. Con este nuevo orden de cosas se acomodabamuy biennuestro héroe; parecía que le habíanquitadoungranpesode los hombros; enrealidad compraba antes demasiado caros los placeres que su amiga leproporcionaba.

Pero lageneralano se avenía tanbien con el sesgo tranquiloyprosaicoquetomaban sus amores; la seguridad, la exactitud de cronómetro de las citas, elamable sosiego que en ellas disfrutaba, la descorazonaron, comenzaron aaburrirla, y en sus adentros le pesaba de queCarmen se hubiese prestado tangustosa a servirles.Toda la vida había tenido el flaco de las aventuras;mas aúltimahoraestaaficiónsehabíaexacerbadodeunmodonotable;experimentabaun apetito vorazde lo extraordinario, como si se le escapase la juventudynoquisiera terminarla sin un buen golpe. Así que no pudiendo satisfacerlo consoñadasescenastrágicas,porqueMiguelsereíadesustemores,dioseaejercitarsurecalentadaimaginaciónenotraclasedecaprichosraros.Nadapodíallevarsea cabo en sus relaciones de un modo normal; era forzoso adobarlo todo conalguna especia demisterio.En los teatros, para comunicarle cualquier noticia,pudiendo hablarle sin obstáculo alguno, prefería emplear un sin número designosmasónicoso señalesmisteriosashechasconelabanico, losguantes, losgemelos o cualquier otro utensilio, de lo cual resultaba en ocasiones no pocaconfusión y perplejidad paraMiguel. Las cartas que le escribía iban siemprefirmadasconnombredevarón,Alfredo,comosifuesendeunamigoaotro;masnoporesodejabandevenirsalpicadascontodaclasedefrasesapasionadas:«Teadoracontodosucorazón...Alfredo.»«Queridodemialma,losminutoslejosdetiseconviertenensiglos...»«Ayercontemplandolalunadesdeelbalcóndemicuartomeasaltóel recuerdodelpaseonocturnoquehemosdadohacealgunos

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díasysentí resbalar las lágrimaspormi rostro...»«Temandaun tiernoabrazoapasionado tu Alfredo.» Si las tales cartas se extraviasen darían mucho quepensaryreíralcuriosoqueconellastopara.

YenverdadqueLucíanolasescaseaba:nadaleplacíatantocomodisolverelardor de su corazón gastado en renglones interminables. Había leído muchasnovelas y copiaba descaradamente los conceptos amatorios de más bulto:particularmente Jorge Sand, su novelista predilecto, le suministraba uncargamentodepensamientos,unasvecesdelicados,otrasextravagantes,conquesazonarsusinconmensurablesepístolas.Supuntilloconsistíaenescribirlasmuyespirituales,plagadasdesignosdeadmiraciónypuntossuspensivos.Nopocasveces, después de pasar con Miguel unas cuantas horas, le mandaba por ladoncellacincooseispliegosdeletramenuda.

Lafantasíadelageneralaeratodavíamásfecundaenlainvencióndenuevosyperegrinosplaceres.Ciertanochedelmesdemarzo,enqueporrarezacayóunafuerte nevada sobre Madrid, mirando descender lentamente los copos por laatmósfera,levinoenapetitoelhacerunaescursiónalRetiroconMiguel.—¡Quéhermosodebedeestaraestashoras!Veremoslanievecuajarseenlascallesdearenayformaralfombra. ¡Quéplacerhundir lospiesenella!... ¡Y losárboles!¿cómo estarán los árboles? ¡Qué lindos!... A mí me encanta la nieve... ¿Teatrevesair?...¿Aqueno?

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ClaroqueMiguelnoseatrevíayquedeplorabaenelalmaaquelrarocapricho;pero se avergonzabadeconfesarlo.Opuso resistencia, aunquedébil;manifestóalgunas dudas acerca de si les consentirían la entrada; habló vagamente depulmonías, fiebres catarrales, etc. La generala no le escuchaba; le parecía suproyecto tan original, que por nada dejaría de ponerlo en obra; era de lomásromancescoquenuncase lehubieraocurrido.Miguelaceptóal fin,aunquedemala gana. No obstante, cuando salieron a la calle y vio que el cielo se ibadespejandoyque la luna asomabaya sudiscoplateadopor losbordesdeunanube,nopudomenosdeproferirunaexclamacióndeentusiasmo.

El Retiro estaba espléndido, arrebujado en su jaique blanco. La amarteladaparejalorecorrióconextremadogozo,deteniéndoseamenudoparacomunicarsesus impresiones. Aquel paisaje, un poco teatral, debía enajenar de placer a lagenerala. Caminaba en perpetuo éxtasis, dejando escapar exclamaciones deasombro, hablando de las dulzuras de lamuerte, delmundo invisible y de lasregiones donde el amor es perdurable: nunca se creyó tan superior, tan porencima del nivel común de la humanidad como entonces: compadecíasinceramentea losseresvulgaresqueenaquellashorasestabantranquilamentedurmiendoynogozabancomoellosdelmágicoefectodelalunasobrelanieve.Miguelnoloscompadecíatanto,sobretododesdequehabíaestornudadocuatroocincovecesseguidas.

Al ver un rinconcito en que la nieve había cuajado en más abundancia,circundadodealto setode rosaldonde los árbolesdejabanpasarpor entre susbrazos, delgados hilos de luz, la generala se detuvo sorprendida y cautiva; unpensamiento extravagante cruzó por su cabeza y una sonrisa entreabrió suslabios. Tomó lamano deMiguel y lo condujo suavemente hasta el centro deaquelfantásticorecinto,ysedejóbañaruninstanteporelrayodela luna.Milpensamientospoéticoscruzaronentoncespor la imaginaciónde ladama. ¡Quédesprecioyquéascoleinspirabaenaquelmomentoelmundofrívoloqueseveíaobligadaahabitar!Desdeaquelblanconidoinmaculadosedebíaascenderalaspurasregionesde lo ideal,alpaísde losensueños,avivirycomerciarcon losseresprivilegiados,dondelapasiónimperasinabsurdastrabassociales.Sentíasetrasfigurada en semi-diosa, sublimada por la pálida luz que la inundaba y elblanco tapiz que se extendía a sus pies, divinizada por el enjambre de altas yhermosas ideas que revoloteaban por su cabeza. La acometió un rapto deapasionadalocura,ysecolgósúbitamentealcuellodesuamante,cubriéndoledebesos: después, comounpájaro herido de amor, se dejó caer sobre la nieve yobligóaMiguelasentarseasulado:ycomenzóarecitarconvozenternecidael

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poema quemás le había subyugado nunca,Le Lac, de Lamartine. Lasmanosenlazadas,juntaslassienes,lamiradahúmedayanhelante,fijaeneldiscodelaluna,dejáronsearrastrarambosdulcementealmundodelasquimerasdeliciosasy se repitieron con acento arrobador lo quemil veces se habían dicho ya. Elblancomantodearmiñoconservósuhuellahastaqueelsolvinoaborrarla.

IX

Julitasoltóunaestrepitosacarcajada,cuyosecosllegaronhastaelgabinetedeMiguel. «¿De qué se reirá aquella loca?» se preguntó éste sonriendo tambiénfrentealespejomientrasseaderezabaparasalir.

—¡Miguel!¡Miguel!—gritósuhermanadesdeelpasillo.—Venaquí,porDios;¡mira,portuvida!

Acudiósolícito,yalasomarlacaraporelcorredor,vioasuprimoEnriqueentrajedechulo;chaquetillacorta,fajadeseda,camisolabordadasujetaalcuelloporbotonesdeoro,sombreroanchodefieltro,pantalónceñidoybotadecharol:elcomplementodeltrajeeraunavaraenlamano,muylarga,comodestinadaaconducirpavos.

Julita se arrimaba a la pared, sujetándose la cintura con las manos para nodesternillarse de risa. Enrique de pie, cerca de la puerta, sonreía un pocoavergonzado.Miguelsiguióalinstanteelejemplodesuhermana.

—Lacosanomerecetantarisa—concluyópordecirelprimo,amostazado.

PeroniJulianiMiguelhicieroncaso.Cuandosehubieronsosegadounpoco,vinieronhaciaélyleexaminaroncuriosamente.

—¿Perocómodiablotehadadolaocurrenciadeponerteasí?¿Tehavistotupadre?

—No:meheidoavestiracasadeunamigo:tengoallíeltraje...

—Puessiteve,defijoledaunataque.¿Yaquéasuntotehasvestidohoydechulo?

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—¡Toma!¿nosabesqueseabrelatemporada?

—¡Ah!¿hoyhaytoros?¿MataelCigarrero?

—¡Yalocreo!:despuésdequinceañosquenopisalaplazadeMadrid.Aesovenía,aversiquieresirconmigo.

—Hombre—dijo indeciso,—no soy muy aficionado a los toros; pero elCigarreromehasidosimpático...¿Metraeslocalidad?

—Tetraigolacontrabarreradeunamigoqueestáenfermo.Amiladoyasabesquenopuedesponerte,porquetodaslasbarrerasestánabonadas;peroestamoscerca.

—¡Ay,llévame,Miguel!—exclamóJulitasaltándolealcuello.—Llévamealostoros.

—¿Tienesdeseo?

—¡Muygrande!Lostorosmeencantan.

—¡Eso,eso!—gritóEnriqueentusiasmado.Túeresespañoladepuraraza.¡Pisaesesombrero,chiquita!

Yloarrojóalsuelo.

Julita no se anduvo conmelindres; tomó la galantería al pie de la letra y sepusoa taconearsobreel infortunadosombrerode tal suerte,quesiEnriquenoacudeatiemposelohacepedazos.

—Estávistoquecontigonosepuedesergalante—dijodemalhumormientraslolimpiabaconlamangadelachaqueta.

Miguel,previoelpermisodesumadrastra,mandóalcriadoporunacarretelaacasa de Lázaro y por un palco a la de un revendedor conocido. Después quemadre e hija se vistieron la clásica mantilla y Miguel cambió la levita y elsombrerodecopaporlaamericanayelhongo,subieronloscuatroalcarruaje.

Eranlasdosymediadelatarde.Elsolbrillabaenelfirmamentosinqueunasolanubeasomaraporelhorizontearecibirsuparternalcaricia.Madridgozabadel privilegio divino de su cielo sin dirigirle siquiera unamirada de gratitud,comounasultanaaquien lascariciascausan tedio.Alcruzarpor laPuertadelSol, vieron el chorro de su fuente, despidiendo fúlgidos destellos elevarse por

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encimadeltejadodelPrincipal.AlaentradadelacalledeAlcaláhabíaunalargafila de ómnibus que una muchedumbre asaltaba anhelante, furiosa, cual si setrataradeescaparaungraveeinmediatopeligro.Peromuycontraloquesucedeencasostales,envezdeoponerselosunosaqueseencaramasenlosotros,todosse ayudaban con solicitud,mostrando por anticipado lo que debe ser y lo queseráconeltiempolafraternidaduniversal.

—Eh, buen hombre, que se va V. a caer... Deme V. la mano.—Caballero,téngameV.porelbastón.—NopongaV.elpiesobrelarueda.—¿QuiereV.quenosapretemosmás?Bueno,hombre,bueno,nosapretaremos.

Estos gritos se oían en todas partes, viéndose a algunospobres viejos por elaire,elevadosa la imperialde losómnibusenbrazosde losqueyaestabanenella.Las caras resplandecíande alegría, lomismoque el cielo.La acerade laderecha, donde estaba el despacho de billetes, veíase cuajada de gente, quediscurríaporellaenespectativadequelaslocalidadesbajasenysepusiesenalalcance de su bolsillo. Un sinnúmero de coches particulares y de berlinas depuntocubríanmásabajolaanchacarretera,galopandoendirecciónalaplaza;yaltravésdeellos,dejándolosatrásenseguida,corríandesbocadoslosómnibus,mientraslosqueibanencima,sinmiedoaestrellarse,embriagadosporlacarreravertiginosa,saludabancongritosdealegríaalosqueibandejandoenposdesí.Algunos picadores con sus chaquetas de brocado y sombreros inmensosgalopabantambiénsobrealgúnmalcaballo,llevandoalasancasaunamigo,quele abrazaba cariñosamente para no caerse. Los peones bajaban por las aceraslentamente,enamableplática,formandoapretadosynumerososgrupos.

Unacarretelaabierta,dondeibantoreros,seacercóuninstantealcostadodeladeMiguel y siguió adelante. Era la del Cigarrero, que contestó al saludo deEnrique yMiguel con la gravedad afable que le caracterizaba. El Serranito yMerluza,queibanconél,saludaronconmásexpansión.

—Mebrindarásunpar,¿noesverdad,Baldomero?—gritóEnrique.

—Auténo,queemufeo:aesaseñoritatanremonísimaqueyevautéalavera—contestóelSerranito.

Julitaseechóareír,ruborizada.

En torno de la plaza, donde llegaron en seguida, se agitaba la multitud,pugnando por entrar; los coches que allí se juntaban producían disturbios ymotines,que losguardiasnoeransuficientesareprimir.Despuésdedejarasu

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madrastrayhermanaenelpalco,Miguelseretiróconsuprimo,pretextandoquedeseabaverdecercamatarelprimertoroalCigarrero,yqueluegovolvería;enrealidad,eraporquehabíavistoalageneralaBemboenunpalcoconlaseñoradelbanqueroMendiburu.Bajó al redondel, ydesde allí pudohacersenotardeella,ylasaludóceremoniosamenteconelsombrero.

Laarenaestaballenadeaficionados;unamuchedumbreabigarrada,compuestade estudiantes, paletos, chulos, señoritos y soldados, elegantes unos, otrosdesarrapados,fraternizandotodosycreyendoqueporelmerohechodehallarseallí,enelterrenodeltoro,comosidijéramos,participabandelarrojoygallardíade los lidiadores. Los tendidos se iban poblando lentamente, y desde aquí alredondelmediabansaludosygritosentreunosyotros,queconvertíanlaplazaenunmercado.Lavozdelosvendedoresdenaranjassalíaentretodaslasdemás;ylas naranjas, cuando alguno las demandaba, volaban rápidas y certeras de lasmanos de aquéllos a las del comprador, por encima de las cabezas. En lostendidosdesombra,losjóveneslechuguinoscharlabanenvozalta,levantandolacabeza para mirar a las damas de los palcos. En los de sol, los honradosmenestrales se acomodaban en sus asientos, resueltos a dejarse tostar toda latarde, y hablaban entre sí de tauromaquia,muypagados de ser los verdaderosinteligentesenlaplaza.Eljúbilo,laalegríanerviosaquecomunicalaesperanzadelplacer,brillabaentodoslosojos.

Al fin los alguaciles salieron a despejar, y los aficionados del redondel sefueron retirandohastadejarloenteramente libre.EnriqueyMiguel,quehabíanestado en los patios interiores hablando un momento con el Cigarrero y sucuadrilla, también fueron a ocupar los respectivos asientos. El ruido habíadisminuidobastante; gracias a esto se percibían los acordes de la charanga dehospicianos, que hasta entonces no había logrado hacerse escuchar. Losespectadores sacaban los relojes y dirigían miradas significativas a lapresidencia. En esto la charanga entonó con energía lamarcha real; todos losrostros se volvieron al mirador regio donde apareció la reina Isabel: algunosbatieronpalmas;otrosdijeron«chis, chis,»porque laatmósferapolíticaestabaentoncesencapotadaconciertosnubarronesquedescargaronnomucho tiempodespués.Hechalaseñal,alcabo,lascuadrillasentraronenlaarenaalsondelamarcha de la zarzuelaPan y toros: salían, como de costumbre, formando tresfilas, al frente de cada cual iba el respectivo espada. Al verlos estalló unprolongadoaplauso.Cruzaronlaplazagraves,firmes,acompasados,escuchandolagriteríaquesuapariciónhabíalevantado,conlamayorindiferencia;brillabansusricosvestidosycapellaresdespidiendovivosdestellosquealegrabanlavista.

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—¡Miale,mialeelviejo!...Esees,eldela izquierda...Mialequécaratiene...¡Lezumbaelalmaaesetío!..EnEspañanoquedayaquienrecibatorosmásqueél...

Toda laatenciónde laplazaestabaconcentradasobreelCigarrero,apesardequemataban también el Gordo y Lagartijo, que comenzaba entonces a ser elniñomimado del público.Mas para el aficionadomadrileño, el ver recibir untoroesunadeesasilusionesquejamásserealizanaunquevivanconstantementeen el corazón:aguantar lo hacen varios toreros; pero recibir, lo que se llamarecibirdeverdad,nolohanhechomásqueloshéroesantiguosdeltoreo.

Saludaronconademánuniformealapresidencia,yrompieronfilas,tirandolascapasdegalaalosamigosdelostendidos,queseencargarondesucustodiaconmás orgullo que si se tratara del Arca de la Alianza. El presidente sacó elpañuelo;sonóelclarín;abrioselapuertadeltoril:aparecióelprimertoro.EraunMiuracastaño,chorreao,listón,finoydehermosalámina,largoylevantadodecuerna.Mostrosevoluntarioynobleenlasvaras,aguantandoseispuyazosdelospicadores de tanda. Pero al llegar a los palos comenzó a defenderse. Sinembargo,elSerranitoleclavóunsoberbioparcuarteandoconfinuraylimpieza,que sorprendió agradablemente al público: en Madrid no sabían, como enSevilla, queBaldomero era un chico que daríamucho que hablar.Merluza sepasóunavezy luegocolgóunpalo cuarteando también.Volvió elSerranito acogerlospalos,ydespuésdeintentarenvanocolgárselosalsesgo,selospusoquebrandocon limpiezaymaestría.Huboundeliriodepalmasen laplaza; sufiguraesbeltaylasingularcorrecciónydelicadezadesusfacciones,cautivaronal público; las mujeres le clavaban codiciosamente los gemelos; se paseótriunfanteentornodelaplazarecibiendosonrienteelaplausodelostendidos.

LlegósuturnoalCigarrero:avanzógravementehacialapresidencia,sequitólamonteraydijoconvozroncaunascuantaspalabrasquenadiepudoentender;después se fue derecho al toro, que tenía marcadas tendencias a huirse.Persiguioleinfructuosamentealgúntiempoenmediodelacuriosidadexpectantedelaplaza.Porfin,graciasalosesfuerzosdelacuadrilla,pudotrastearle,ylohizobastanteceñido,dándolealgunospasesbuenos;elpúblicoaplaudióyselasprometiómuyfelices.Masenmediodelafaena,eldiestrosufrióunacoladayperdió enteramente el aplomo; dio otros tres o cuatro pases sin confianza ydescompuesto; y deprisa y corriendo, sin estar bien cuadrado el animal, lió eltrapo bastante lejos y se tiró a paso de banderillas. La estocada resultó unbajonazodelomásmaloquenuncasehubieravisto.Esindescriptiblelacóleraqueseapoderódelosespectadores.Sihubierasidootrotorero,hubierapasado

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conunasilba,grandeopequeña;perohaberconcebidolaesperanzadeveraunantiguo maestro toreando por el sistema de Montes y venir a la plaza apresenciar aquella ignominia, esto ponía fuera de sí a los aficionados. ¡Quégritería, cielo santo! ¡Qué injurias! ¡Qué lamentos! Parecía que a cada uno leacababanderobarelhonordesuhija.

—¡Morral,ladrón,grancochino!¡Asíteahorquenporlospies!¿Erestúelquerecibías los toros? ¡A la cárcel con ese pillo! Señor presidente, ¿para cuándoquiereV.laGuardiacivil?

Y en medio del alboroto, las naranjas, las botellas vacías y hasta algunaspiedras, volaban a la plaza, ypormilagronoherían al diestro.Éste avanzaba,pálido, avergonzado, hacia la presidencia. Al llegar cerca del tendido dondeestaban Enrique y Miguel, una naranja certera le dio en el rostro y le sacósangre. Enrique, que ya estaba excitado y nervioso, no pudo reprimir laindignación,ylevantándosegritóalosqueestabandetrás:

—¿Quiénhasidoesevaliente?¿Esevalientesinvergüenza?

—¡Fueraelchulosietemesino!¡Quebaile!—contestarondesdearriba.

—¿SedirigeV.amí?—dijounolevantándoseconarrogancia.

—Medirijoalquehayasido.

—Puesnosveremoslascarasalsalir.

—Selaveréaustedparaescupírsela—contestóEnriqueencolerizado.

—¡Fuera,fuera!¡Quesesienteesebabieca!—gritarondesdearriba.

Notuvomásremedioquehacerlo.ElCigarrerosonreíalimpiándoselasangrecon el pañuelo. Era una sonrisa tan triste y tan humilde, que aMiguel se leapretóelcorazónyestuvieronapuntodesaltárselelaslágrimas.

Sólocuandoaparecióelsegundotoroenelruedo,concluyódeltodolabronca.Pormás que trabajó, hasta no podermás en los quites, el pobreCigarrero noconsiguió captarse la benevolencia, ni siquiera el perdón del público.Cuantosesfuerzoshacía,cuantoscapotesechaba (y la justiciaobligaadeclararque losechabaconarte),servíandebefaydeirrisiónalenfurecidopueblo.ElGordo,ensutoro,estuvocomocasisiempre,pasandodemuletaconmaestríaypinchandobastantemal.Lagartijotoreóelsuyosobrecortoyconfrescura,ysemetiópor

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derechoavolapié,dandounabuenaestocada,perosaliendotrompicado.Muchosaplausos.

Llegóelcuartotoro,quecorrespondíadenuevoalCigarrero.EraunVeraguacoloradolistón,bragado,ojinegro,abiertodecuernaydebuenaestampa,comocasitodoslosdelDuque;unbravoyhermosoanimal.

Merluzalecolgóunbuenparalcuarteo.ElSerranitocogiódespuéslospalos,yencuantoelpúblicolevioenmediodelaplaza,aplaudió.

—¡Oletumare,saleroso!

Quiso ponerlas cuarteando también, pero se pasó una vez porque el toro noarrancó.Volvióacuartearyvolvióapasarsepor lamismarazón.Denuevosefue hacia el toro, y otra vez se pasó. Entonces hubo cierto movimiento deimpaciencia en el público; se oyó un silbido; esta fue la perdición del pobremozo. Herido su amor propio, acometió ciego a la res y quiso clavarle lasbanderillas a todo trance; el toro, que no se había movido, le enganchó pordebajo del brazo y lo echó al aire. Sonó un grito de horror en la plaza. Lascuadrillas enteras se arrojaron sobre el animal, tratando de llevárselo; peroinútilmente. Inútilmente el Cigarrero brincaba con heroísmo delante de loscuernos,metiéndole el trapo por los ojos; inútilmente Lagartijo y elGordo leechaban también los capotes, exponiéndose a morir; el toro, como si tuviesealgúnagraviodel infortunadoBaldomero,noatendía anada,y lo recogióotravezyotravezlotiróalaire.EntonceselCigarrero,porúltimainspiración,soltóla capa, se agarró fuertemente al rabo de la bestia y comenzó a colearla; diotantasvueltas,quealfincayómareado;elGordolallevóconlacapalejos.EnestoelSerranitosehabíapuestoenpie,sonrióforzadamentealpúblico,comoelgladiador que quiere morir con gracia, se llevó la mano al pecho y cayó denuevo, soltando chorros de sangre por las heridas. Dos monos sabios lorecogieron y lo llevaron a la enfermería; otros corrieron en seguida a tapar lasangreconarena.

El presidente, que debía de estar conmovido y alterado como todos losespectadores,diolaseñaldemuerte,sinconsiderarqueal toronoselehabíanpuestomás que un par de banderillas, y que era peligroso para el espada quefuese tan entero a lamuerte. ¡Aquí fue ella!El público, que gusta demostrarbuen corazón después que han sucedido las desgracias, se levantó en masa,volviéndoseiracundocontraelpresidente,comosiélfuesequienhubierapegadolascornadasalSerranito.

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—¡Bárbaro,bárbaro,asesino!

Agitaban frenéticos lospuñosy losbastones frente al palcopresidencial, losojosllameantes,losrostrosdemudadosporlaira.Nadierespetabaniseacordabasiquiera de la majestad que estaba a su lado: se proferían los dicterios mássoeces. Pero el presidente, aunque estuviese arrepentido, y debía de estarlo, ajuzgarporlaconfusiónquesereflejabaensusemblante,yanopodíarevocarlaorden;sudignidadseloimpedía.EntonceselpúblicosevolvióalCigarrero,queyahabíacogidolostrastos,ylegritó:

—¡Nolomates,nolomates!¡Quelomateeseasesino!

ElCigarreroencogióloshombrosysedispusoairenbuscadelares.Enaquelinstanteuntoreroquellegabacorriendoledijoalgoaloído,yelespadasepusoterriblemente pálido. El público comprendió que había malas noticias delSerranito. Quitose el matador la montera, se pasó la mano por la frente conabatimiento,selapusodenuevoymarchóhaciaeltoro.Losgritosseapagaroninstantáneamente;reinóunsilenciolúgubreenlaplaza.

—¡Ha matado a su hermano! ¡ha matado a su hermano!—se decían losespectadoresaloído.

Y todos sentían ansiedad inexplicable, una simpatía profunda por eldesgraciado Cigarrero. Éste avanzaba con lentitud, el paso vacilante, hacia eltoro.Peronosedetuvohastadejarcaereltraposobrelosmismoscuernos.

—¡¡Ole!!—rugiólaplaza;volvióareinarelsilencio.

El toro brincó como si hubiera sentido un acicate, y se revolvió al instante,furioso.Elespadalediounpasedepecho,superior.

—¡¡Ole!!—rugiódenuevolaplaza.

Yotravezsehizoelsilencio.

Siguieronaésteotrospasesnaturalesyenredondo,dadostanencortoycontalmaestría,queelpúblicoquisovolverseloco.Lospiesdelmatadorapenassemovíannisalíandeuncírculoestrechísimo;peroestecírculoparecíasagradoeinfranqueable; los cuernosdel toropasaban rozando la chaquetilladel ancianotorerosinhacerleelmásligerodaño.Alfin,lafiera,hartadetantorevolverseyacometersinfruto,sedetuvojadeante.Eltoroyeltorerosemiraron;lióésteeltrapotranquilamente,seechóelestoquealacaraycitóconelpiepararecibir.

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Acudiólabestia,furiosa,yseclavóellamismalaespadahastalaempuñadura.Huboungritoreprimidodeentusiasmoenlaplaza.Eltorosequedóuninstanteinmóvilfrentealtorero,lanzóundébilmugidoysedejócaerdesplomadosobrelosbrazos.

Nadiepuederepresentarseloqueentoncespasó:undelirio,uninmensoataquede nervios; diez o doce mil energúmenos gritando con toda la fuerza de suspulmones; una nube de cigarros, petacas y sombreros volando por el aire ytapizandoalinstantedenegrolablancaarena.VeinteañoshacíaquenosehabíavistoenlaplazadeMadridlasuertederecibir,deestemodoconsumada.

ElCigarrerodirigióunamiradavagaalostendidos;sepasóotravezlamanoporlafrente,ydejandocaeralsuelolamuleta,seechóacorrercomoungamosinatenderalosgritosdeentusiasmo,alosllamamientosquedetodosladoslehacían;brincólabarreraydesapareciódelavistadelpúblico.

CuandollegóalaenfermeríaestabanyaallíEnriqueyMiguelconelmédicoyalgunosamigos.ElcuraacababadeconfesarysedisponíaaponerlaunciónaldesdichadoBaldomero,quepresentabaenelrostrolasseñalesindefectiblesdelamuerte.Alentrarsuhermanovolviólosojoshaciaélysonrióconcariño.

—¿No habrá sío náa, eh?—le preguntó éste con voz alterada y ronca,queriendopersuadirsedequenoeracasodemuerte.

—Pocacosa,Pepe...quemevoyarotrobarrio...

El cura avanzó en aquel instante con los sagrados óleos. Todos loscircunstantesdoblaronlarodilla.Reinósilencioaterrador,quesólointerrumpíael murmullo del clérigo y el estertor del moribundo. Cuando aquél concluyó,Baldomerodirigióotrasonrisaasuhermanoy le tendió lamanodiciendocontrabajo:

—Mischiquitine...

—Pierde cuidiao, Baldomero—repuso el anciano con la voz anudada yllevándoselamanoalcorazón.—Tushijoseránlomío.

Enaquelinstanteseoyóungranvoceríoenlaplaza.Eralaplebe,quesaludabalaentradadelquintotoro.

ElCigarrerosedejócaersollozandoenlosbrazosdeMiguel.

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—¡Quétristesa,D.Miguelitodelarma,quétristesa!

X

NopocasidasyvenidascostólaaparicióndeLaIndependencia,«diarioliberaldelamañana.»NuestroamigoMendozaporpocopierdelarazónapurocorrerporlascalles.Desdelaimprentaalalmacéndepapel,deaquíalaredacción,delaredacciónacasadeRíos,yasítodoeldíaypartedelanoche.Lamayoríadelosredactoresfuenombradaporelconde;algunoseranhijosdesustertulianosasiduos,otrosperiodistasfamélicosaquienesdebíaalgúnsueltolaudatorio.

Por fin apareció el primer número.Grande fue la sorpresa deMiguel al leerdebajodeltítulootrorengloncitocortoquedecía:«Director:donPedroMendozayPimentel.»Nopudoreprimirunsentimientodeindignación.

—¿Peroestemajadero,quésehabrá llegadoafigurar?—murmuróestrujandoelperiódico.Yalpocorato,viendoentrar jadeante,corriéndoleelsudorporlafrenteaBrutandor,seencaróconéldiciéndole:

—Oyes,Perico,¿tesientesconfuerzasparadirigirmeenlasarduastareasdelperiodismo?

Mendozasepusocoloradoycomenzóabalbucir:

—¡Yonohesido!...¡Demasiadoséyo!...Elcondesehaempeñado...Decíaqueeranecesariaunapersona...Nonosatrevimosaponerteatiporsinoquerías...Detodosmodosyasabes...

—Bueno,bueno;yalosétodo—repusoMiguelconacritud.—Peroestascosas,queridoPerico,sedicenporsinoconvienen.

Asíquedóelasunto.Encuantoselefueelenojo,Miguelseriódelagansadadesuamigoynovolvióapensarmásenella.Noobstante,selahizopagarconalgunasbromas;eralamenorvenganzaquepodíatomar.

—Te participo, amadoMánchester, que si nome das un fósforo, divulgo elsecreto que hace años te tengo guardado—decía sin levantar la cabeza de lascuartillasqueestabaescribiendo.

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Mendoza le daba el fósforo gravemente y se salía evitando en cuanto le eraposiblelasburlasdesuamigo.

—¿Quésecretoesese?—lepreguntabanriendolosdemásredactores.

—Hice juramento de no revelarlo. Acaso algún día él mismo lo descubra.TenganVV.paciencia.

Y,enefecto,alcabodealgunosmeses,habiendoescritoMiguelunartículodepolémica personal, Mendoza se autorizó el enmendarlo añadiéndole algunaspalabrasqueprodujeronunserioconflictoalperiódico.

—¿LovenVV.?—gritabaencolerizadoenmediodelaredacciónarrojandoelsombrero contra el suelo.—¡Hace tantos años que yo le guardo fielmente elsecretodequeesunanimal,yélmismoacabaderevelarloahora!

—Ya lo sabíamos—apuntó un redactor sonriendo ymirando con recelo a lapuerta.

—¡Ah!¿LosabíaV.?

—Losabíamos todos—dijootromirando tambiéna lapuerta.—TodosmenoselcondedeRíos.

—Esotieneunaexplicaciónmuysencilla:consisteenqueelcondedeRíosesmásanimalqueél.

Los redactores se miraron consternados, y sin decir otra palabra, bajaron lacabezaycontinuaronescribiendo.

—Oyes,Perico—ledecíaotravez,—meparecequeesalevitaesmuycorta.

Loscompañerosserieronporqueestabamuylejosdesercierto.

—Esbastantelarga—contestóMendozaunpocoamostazado.

—Para cualquier otromortal no lo dudo, ¡pero para un director!... Observa,Perico,quetienescontraídosconelpúblicociertoscompromisosineludibles.

LaredacciónsecomponíadeunasalaygabineteenuncuartoentresuelodelacalledelBaño.Enunprincipio todoera redacción,maspaulatinamentey a lasordina,Mendozasefuequedandosoloenelgabinete.Ciertodíaapareciósobrelapuertadeésteunletreroquedecía:Dirección.Pericosecreyóenelcasodedarunaexplicaciónasuamigo.

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—Noextrañeslodelletrero,Miguel.Yacomprenderásquetúnadatienesquever con eso... Pero los demás... El generalme dijo que debía haber un cuartoreservado...Porqueyasabes...Vienenvisitas...

—Bien,hombre,bien;noteapures,Majagranzas...

Mendoza, que no había leído el Quijote, no entendió la cruel intención delmoteyquedómuysatisfecho.

Elperiódicoestabainspirado,ocomoempezabaadecirseentonces,eraórganodel general conde de Ríos; pero éste no se dignaba pasar casi nunca por laredacción:cuandodeuvasabrevaslohacía,nuncadejabaelconserjedeentraraanunciarlo a los redactores, quienes se apresuraban a sentarse y a quedarseabsortosensutarea.Elúnicoqueseguíacomoestaba,paseandoofumando,conlasmanosen losbolsillos,eraMiguel.Elgeneral sedescubríaalentrar,yconafectadaamabilidad,dabalasbuenasnoches.

—¿CómosiguenVV.,señores?

Al ver aMiguel en actitud un poco displicente, fruncía levemente las cejas;perodominándoseenseguida,seapresurabaasaludarle;Miguelleestrechabalamano sin ceremonia. Después solía pasar al gabinete con Mendoza, quien leseguía,embargadoporelsustoyelrespeto.Alpocoratoseoíalavozcascadadelgeneraldictandoalgunaordeno«echándoleunachillería,»comosedecíaenlaredacción.

—¡Caramba,Mendoza, nome llamenVV. tantas veces ilustre aSerrano!Yame tienen VV. de ilustración hasta el cogote.—Dígale V. al encargado de losteatros que es un adoquín; ayer da un palo al drama de Chamorro, que escorreligionario,yhaceunoscuantosdíasponíaporlasnubesunapiececitamuymaladeun sobrinodeGonzálezBravo... ¡Ah!yqueme tengacuidadocon laFerni:ya sabeV.quehacantadoenmicasa.—Vamosaver,Mendoza, ¿cómoconsienteV.queeseSr.DarwindigaenlaseccióndeVariedadesqueelhombredesciende del mono? (Pausa mientras contesta Mendoza, al cual no se oye.)¿Traducido,eh?Puesquenotraduzcantalesbadajadas...¡Buenmonoestaráesetraductor!

El que se oía llamar de esta suerte, o majadero, o adoquín, se hacía eldesentendidoybajabaaúnmás lacabeza fingiéndoseenteramenteembebecidoensutrabajo.Peroalgunodeloscompañerostosíamaliciosamenteylosdemás

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seechabanareír.AMendozaenestoscasosnoseleoíaelmetaldelavoz;pormaneraquedesdelasala,parecíaqueelgeneralhablabasolo.Peroesto,comoyahemosdicho,sucedíamuypocasveces:ordinariamenteeldirectoribaatomarórdenes a casa de aquél dos a tres veces cada día. ElGeneralmostraba en ladirección del periódico la misma saludable energía que siempre le habíacaracterizado dentro de los cuarteles. Pero allí, como en éstos, su espírituesencialmente analítico se detenía mucho más en los pormenores que en elconjunto.Unremiendomalpegado,unacorreamalpuesta, sacabadequicioyencendía la cólera en el pecho del héroe de Torrelodones (así le llamaba LaIndependenciaundíasíyotrono).Asimismounanoticia fiambre,unanunciotorcidollevabaasunobleespírituunaturbaciónextrañaquenoerapoderosoareprimir.Mendoza teníabuen cuidadodeno turbarle amenudo.Los artículos,lossueltosnoconseguíanexcitarel interésdelvalerosocaudillo,ydejabaa laredacción bastante libertad en estamateria.En cambio, por nada en elmundoconsentiríaquesevariaseeltítulodeunasecciónsinconsultarle.Algunasveces,por espontánea y libérrima inspiración, él mismo llegó a cambiarlos. Un día,después de venir de su casa recibió Mendoza un volante ordenándole, entérminos que no daban lugar a torcidas interpretaciones, que la sección delperiódicotituladaNoticiasgenerales llevasepornombre,deallíenadelante,eldeNoticiasuniversales.Apesardelautilidadinnegabledeestareforma,pueseladjetivouniversales,sinduda,máscomprensivoquegeneral,algúnredactorseempeñabaensostenerquelossuscritores,nosólonolaagradecerían,sinoquenisiquieraseharíancargodeella.Elúnicoasuntovedadoparalosredactoreseraelsistemacolonialinglés,ytodoloquedeélsederivase;elgeneralsereservabaenteramente estamateria, en la cual era indudablemente peritísimo; comoquehabía tocado dos veces en la India al ir a Filipinas. Su punto de vista, enconsonancia con la energía de su carácter, era que para colonizar un país, sehacía indispensable extirpar a los indígenas; sin extirpación, imposible lacolonización.Estefueelprincipioquesostuvoenunaseriedeartículosescritos«conmásbizarríaquegramática,»aldecirdeuncolegaministerial.PorciertoqueRíosseempeñabaenqueMendozafueseadesafiaraldirector;peronopudoconseguirlo.

Loúnicoque se leíaconagradoenelperiódico,hayquedecirloa riesgodeherirlasusceptibilidadexquisitadealgunosredactores,eralaseccióndesueltospolíticos,queestabaacargodeMiguel,oRiverita,comoallíselellamaba.Sinembargo,elgeneraldabainfinitamentemásimportanciaalosartículosdefondo.Losfondosestabanacargodeunancianosilencioso,taciturno,viudo,consietehijas que se alimentaban y vestían con los cincuenta duros mensuales que le

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producíanestosfondosasupadre.Ibaalaredacciónelprimeroysalíaelúltimo;susartículos,llenosdecordura,desensatez,deprudencia,dabanvueltasiemprealosasuntossinentrarenellos;elgeneralencontrabaestomásconformeconlasreglasde la estrategia,queel apoderarsedel asunto«descubriendoel cuerpo.»Además, tenían la incalculable ventaja de que comenzaban y terminabanconstantementedelmismomodo,conligerísimasvariantes.

Heaquíelmodelodesuestilo:

«Alestudiarconcretamentelosimportantesproblemasqueserelacionanconelfomentodelosinteresesgenerales,basedelaprosperidadindividualycolectiva,no puede desconocerse, en manera alguna, lo mucho que en su resolucióninfluye una acción sistemática y continua, en lo que toca a la administraciónpública, tan poderosa para remover los múltiples obstáculos que estorban lamarcha próspera de un determinado país. No es que nosotros desconozcamosqueensuesfera respectivaseprecisaelconcurso inteligentede todasaquellasotrasentidades,capacesdedescubrirlasfuentesderiqueza,quesonotrostantosfactoresdelbienestarsocial,siemprequeeltrabajoempleadoparaobtenerelfinpropuesto,respondaalasexigenciasdeunarazónilustradaporlasleccionesdelapráctica,etc.,etc.»

Cuando vinieron a contar aMiguel que el general decía que los escritos deRamos (así se llamabaelviejode los fondos), teníanmáspesoque los suyos,exclamó:

—¡Claro,poresonopuedendigerirlosmásquelosavestruces!

XI

Llegóelmesdejulio.LageneralaBembosefuehuyendodelcaloraBiarritz.Miguelnolasiguióalinstante,porqueteníaquellevarasumadrastrayhermanaa Santander; pero convino con ella en ir a pasar el mes de agosto a Pasajes,donde D. Pablo había tenido el capricho en otro tiempo de edificar unamagníficacasadecampo.EnesteretirosuaveycampestrecontabalageneralaimitarladeliciosaéglogadePabloyVirginia,yunpoquitotambién,siposiblefuera,lapasiónlibreysalvajedeChactasyAtala.

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DespuésquedejóinstaladaasufamiliaysupoqueLucíaestabayaenPasajes,setrasladóaestepuntoenunvapor.SaliódeSantanderalrayarelalba:elcielodiáfano, como pocas veces suele verse en aquella costa; lamar azul y rizada.Corría un viento fresco y ligero, que ensanchaba el pecho y abofeteaba lasmejillas. Subió al puente con el capitán, que se reía de verle tambalearse ycogerse fuertemente a la barandilla, y desde allí contempló el espectáculosublime de levantarse el sol en el mar. Se levantó como siempre, magnífico,sereno,sinmostrartemoralgunoalostouristes,queledescribenensuscartasalosperiódicos,nimenosa lospoetascursis,que le traeny le llevanyalgunasveces hasta le mandan pararse para que escuche sus simplezas. El capitán sepaseabaconlasmanosenlosbolsillos,sinhacerlemalditoelcaso(alsol,noaMiguel), y cuando éste, sin poder contenerse, soltaba alguna exclamación deentusiasmo,sedeteníaylepreguntabaconamabilidad:

—¿LegustaaV.elsol?

—¡Muchísimo!

El marino sonreía con semblante compasivo, como diciendo: ¡Qué sería elmundo,silosgustosfueseniguales!Yenvozaltacontestaba:

—Noestámal,no;noestámalelsol...

Despuésdetransigirdeestemodoconlasflaquezasdelprójimo,emprendíadenuevosupaseo.Yparadarseñalesmásclarasaúndesubenevolencia,sedeteníadenuevo,sonriente.

—Ahoraporelveranodagustoviajar,¿verdad?Nohacefríoninguno...Luegoseva viendo toda la costa: lamar está comouna seda...Cuando se levante elpiloto, le pediremos que toque la guitarra... ¡Ya verá V., ya verá qué bien lamaneja!

Peroenmediodesudiscursosedetenía,mirandoalaproa,fruncíalascejas,seinclinabasobrelabarandilla,siempreconlasmanosenlosbolsillos,ygritaba:

—¡Babor!

—Babor—contestabaeltimoneldesdeabajo,comouneco.

Seguíaelcapitánunratoconlascejasfruncidasymirandoalaproa;alcabovolvíaainclinarseydecía:

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—Alavía.

—Vía—respondíaeltimonel.

Entonces se extendían de nuevo los resortes que tenían contraído su rostroatezado,yvolvíaadibujarseensuslabiosunasonrisacándidayafable.

—Dagustooírletocarlassevillanas;yaveráusted.

Cuando la tarde declinó pasaron por delante de San Sebastián. Miguel seesforzabaporver labocadelabahíadePasajes,sinconseguirlo.Elcapitánsedesesperabaporquenoaparecíalalanchadelpráctico.Alfinsedistinguiócomoun punto negro allá entre las olas: se acercó al costado del buque, trepó unhombreconboinaprontamentealaobramuerta,yenseguidaalpuente,ydijoconacentovizcaíno:

—Buenastardes,D.Isidoroylacompañía.

Llegaronalaboca,queeraestrechísima.Elpráctico,sinperderdevistalaproadelvapor,hablabaalegrementedelaromeríaqueacababadedejarallá,sobrelosaltosdelpueblo.Entraronporuna ríaangosta,entredossierraselevadas,ynotardaronendesembocarenlabahía,que,enrealidad,nomerecíatalnombre:eraunaespeciedelago,nomuyextenso,rodeadoportodaspartesdealtasmontañasycuyacomunicaciónconelmarpasabainadvertida,anofijarsemucho.Lahoraenqueentraroneraladelcrepúsculo.Enlabahía,porefectodelabruptocordónquelacircundaba,habíayapocaluz;elsolsehabíahundidotiempohacíapordetrás de losmontes, y allá en el cielo veíase el semicírculo de la luna, fino,azuladoypuntiagudo:elHésperohacíaguiñosasuladoantesdeocultarse.

Elpuebloseextendíaporentrambosladosadosadoalamontaña,ysuscasasestaban bañadas por el mar, al cual podían los vecinos salir por escaleras depiedra.Enmuchashabíatambiénunpequeñoterradoojardíndondemerendabanodepartíansosegadamentetomandoelfresco,obailabanyreían,segúnelhumorylaocasión.Miguelseenteróporelprácticodequeelpuebloestabadivididoendosparroquias; lapartede laderechase llamabaSanPedro, lade la izquierdaSan Juan. Enfrente, bastantemás lejos, había un grupo de casas y almacenesnuevamente edificado, conocido con el nombre de Pasajes ancho, o Anchosolamente.

El vapor ancló en medio de la bahía hasta el día siguiente. Miguel estabasorprendidoyenamoradodeaquelretirosilenciosoymelancólicoqueentrelas

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sombras crepusculares tomaba apariencias aún más tristes y fantásticas. Laimaginación comenzó a hablarle un lenguaje suave ymisterioso.Miraba a lascasas donde todavía no se percibía luz ninguna, y se preguntaba:—¿Los quehabitan allí, lejos del ruido, encerrados por esta muralla natural, serán másfelicesquelosquevivimosenlaagitaciónestruendosadelacorte?¡Quiénsabe!Fijose en una pareja de jóvenes asomados a la barandilla de un terrado, y nopudomenosde envidiarlos.Allá enMadridno se ama,de seguro, comoaquí:estamossolicitadosportantosdeseosalavez,queelcorazónnopuederecogerseyvivirenlacontemplaciónfelizdelserqueseadora.EnaquelmomentonoseacordabaparanadadeLucía.Suespíritu,impresionadoprimeroporlasublimepresenciadel océano, y ahorapor la dulcepoesíade aquel lago, se despegabacon tediode lavida torcidayartificiosaqueacababadedejar,de susplaceresmentidosypecaminosos,yseuníaconcariñoalsentimientodedichatranquilaqueaquelpueblecilloretiradoypintorescoinspiraba.

Vinoasacarledesumeditaciónelcapitán,queleinvitabaatomarunacopitadeginebraenlacámara:Miguellemanifestóquedeseabasaltaratierraybuscarposada.

—PierdaV.cuidado,ahoravaallegarÚrsula.

—¿QuiénesÚrsula?

—Labatelera:ellalellevaráatierrayselabuscará.

Y,enefecto,alpocoratoseacercóalcostadodelvaporunbote,ydentrodeélunajovenquemanejabalosremosconsingularmaestría.EnPasajes,elserviciodelosesquifesquetrasportanlagentedeunpuntoaotrodelabahíaestáacargodemujeres.

—Buenastardes,D.Isidoroylacompañía.

—Ahíteentregoeseseñorito,Úrsula.Cuidadoloquehacesconél.

(Aquíelcapitándijounagranbarbaridad,quenoesposiblerepetir.)

Úrsulasonriósinescandalizarse.

—¡Alláél,D.Isidoro,alláél!

Saltóenelbotenuestrojoven,yfueconducidoprontamentealaorilla.Úrsulaeraunazagalafornida,pobremente trajeadayconunoscolores tanvivosenel

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rostro, que sorprendieron a Miguel: más adelante averiguó que bebía muchoaguardiente.Amarróelboteycondujoasupasajeroporunastoscasescalerasdepiedra hasta la calle. Era ésta bastante angosta y torcida: como domingo, nodejaba de haber alguna animación en ella; los vecinos estaban sentados a laspuertas hablando, o jugando en las tiendas a la lotería.Al sentir los pasosdelforastero,levantabanelrostroyleexaminabanconcuriosidad;elquepregonabalos números también suspendía su canto un instante para mirarle. En lastabernas,quenoeranpocas,seoíamuchaalgazara.Erayacasinoche.Úrsulalefue guiando al través de aquella calle larga y tortuosa, que era la única de laparroquiadeSanPedro,hastaunaplazoletaencuyocentrobailabaungrupodemuchachas.Labatelerasedetuvodelantedeunacasaviejaconescudosobrelapuerta, y se arrimó a la ventana de la tienda donde había estanquillo. Dijoalgunaspalabrasenvascuence,yunamujerquehabíadentroseinclinóparaveraMiguel.

—Nohay inconveniente—contestóencastellano.—¿Vienepormucho tiempoesecaballero?

—NosédeciraV.,señora—dijoaquélterciando.—Probablementetodoelmes.

—LepuedoofreceraV.lasalaporahora;perosivieneunafamilia,queesperodentrodealgunosdías,tendráV.quetrasladarsealahabitacióndearriba,queesmáschica.

—Nomeimporta:teniendouncuartodecente,mebasta.

La mujer con quien hablaba tendría unos cuarenta años de edad; era alta,corpulenta, y aunque bastante descaecida, todavía conservaba en su rostroseñalesdeunabellezasuperior.Vestíauntrajemodestodemerinonegro,comolamayoríadelasquepasanporseñorasenlospuebloschicos.Levantosealoíresto,salióalportaleinvitóal jovenasubirconella.Miguel,antesdehacerlo,despidióalabatelera,encargándolequelemandasenelequipaje.Lasaladondeentróeraespaciosa:losmuebles,aunquenoricos,parecíandecentes.

—Estaes suhabitación,porahora—dijodoñaRosalía (queasí se llamaba lahuéspeda).—Estaeslaalcoba.¿QuiereV.queletraiganluz?

—Hastaquevengaelequipajenolanecesito.

—Bien,puesdispénsemeV.;tengoelestanquilloabandonado.

Y la matrona salió de la estancia dejándole solo. Después que hubo dado

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algunasvueltasporellayenterádosedesudisposicióna laescasa luzqueallíhabía, encendió un cigarro, saliose al corredor y se echó de bruces sobre labarandadehierro, poniéndose a contemplar, conojosdistraídos, el bailede laplazoleta.Elgrupode jóvenesbailabacadavezconmásentusiasmoycantabacada vez más alto. La mayor parte de ellas eran frescas y robustas más quehermosas, pero algunas merecían el nombre de tales. Los movimientos eranvivos,sueltos,graciosos:elquemásleagradóaMiguelfueunoqueconsistíaenpegarlosbrazosalcuerpoydarvueltasa ladanza,saltandoapiejuntillas.Entornodeellashabíabastantesmirones,hombresymujeres.Delgrupodeéstasobservóquesedestacóunaniñayvinoasentarsesoladebajodelcorredordondeél se hallaba: la miró un instante, mas no pudiendo verle la cara, entornó denuevo losojoshacia ladanza.Alcabodeunratopercibióvagamenteunavozdetrásdesí:

—Oiga—decía lavoz.Perono imaginandoque sedirigíanaél, siguióen sucómodapostura.

—Oiga—repitiólavozunpocomásfuerte.

—¿Eh,quiénva?—dijoentonces,volviéndose.

Entre las sombras de la sala distinguió la figura de la niña que estaba antessentadadebajodelcorredor.Podríacontarquinceañosdeedad,yaloquelogrópercibir,teníaunacaritaredondaymorena,bastanteinsignificante,ygastabaelcabelloentrenzatodavía.

—DicemitíaquesiquiereV.cenar—manifestólachica,convoztemblorosa.

—Siposiblefuera...Tengoalgúnapetito.—Ycomoyadeseabahablar,añadió,sonriendoconamabilidad:

—¿NobailaV.conlasotrasjóvenes?LahevistoaV.muysolitaahídebajodelcorredor.

—Nuncabailo—respondiótodaconfusalaniña,comosileimputasenalgunafaltagrave.

—¿NosabeV.?

—Sí,señor,sé,pero...

—Vamos,nolegusta.

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—Antesmegustabamucho;ahora,notanto.

Todo esto lo decía cada vez más acortada, sin dejar caer de los labios unasonrisa inocente y humilde, que agradó a Miguel. Era lo único que podíaagradarle: el rostro, sin ser feo, nada tenía que pudiese llamar la atención;además,noloveíaclaramente,acausadelaoscuridadenquelasalasehallaba.

Cuandodijolasúltimaspalabras,laniñaseretiróprecipitadamente.Miguellapreguntóaldesaparecer:

—¿CómosellamaV.?

—Maximina—contestósinvolverlacabeza.

Trajéronle poco después la cena: la criada era una vieja fea y avinagrada;limitoseaencenderuna lámpara,poner lamesa,y sobreella losmanjares, sinpronunciarpalabra.PeroalpocoratovolviódoñaRosalíaadarleconversación,y sinqueél la tirasede la lengua, soltola tanbiénaquellabendita señora,queantesdeconcluirdecenaryasabíaMigueltodoloconcernienteasuvida.

DoñaRosalíaestabacasadaconunex-capitándebarco,retiradotempranodeloficio porque el reuma no le permitía navegar. Había hecho algunos cuartos,pocos;consurédito,conloquedabaelestanquilloyconloquedejabanalgunoshuéspedes por el verano, vivían modestamente, pero sin trampas. Tenía seishijos:elmayor,quecontabadiezynueveaños,estabaempleadoenuncomerciodeSanSebastián;elsegundoestudiabaparapilotoenBilbao;eltercero,Adolfo,loteníaencasa,unpedazodemaderaquenoservíamásqueparadardisgustos;veníandespuésdosniñasdeochoydiezaños,yporúltimo,unniñodecincoqueera,segúntodaslasseñas,elídolodesusojos.

—¿Yesachicaquehavenidoapreguntarmesiqueríacenar,quiénes?

—Ah,Maximina,¡pobrecilla!Esmisobrina;hijadeunhermanodeValentín,mimarido.Noconocióasumadre;supadreeraelcapitándelDuero,unvaporque V. habrá visto acaso. Ese vapor, yendo hace tres años para Manila,embarrancó. Mi cuñado, sin considerar si el barco podía salir o no, se fuecorriendoasucamarote,seencerróenélysepegóuntiro.

—¡Quéatrocidad!

—Eraunhombretandelicado,quealpensarquepudieranecharleaéllaculpa,se le amontonó el juicio y cometió esa locura. El barco en cuanto alijaron un

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pocosalió,porquesegúndiceValentín,elbajoeradearena;elpobreBonifaciofueelquesequedóallídebajodelagua.Maximina,porsupuesto,nosabelodeltiro;creequesupadresemurióenManiladeenfermedad.Comosequedósolasinpadrenimadre,nosotroslarecogimosdelcolegiodondeestaba,ylahemostraídoparacasa.¿Quéíbamosahacer?Tenemosmuchoshijos,yesunsacrificioelquenosimponemosmanteniéndola,vistiéndolaycalzándola,peroalgosehadehacerporDios,¿verdad,D.Miguel?Noesmala,noseñor,ysabecuántodebeagradecer a sus tíos lo quehacenpor ella... Pero la pobre sirve para poco.Escallada,sufrida,nodaningunamalacontestación...

—¿Quéedadtiene?

—Quinceaños;vaparadiezyseis.

—Prontosecasaráentonces.

—¡Ay,Dios!—exclamódoñaRosalía con profunda lástima.—Meparece queestánverdes;hoynosecasanlasjóveneshermosassinotienendinero,¿cómosehadecasarellanosiendoricanibonita?

—Yonolaencuentrofea.

—¡Ay, Dios! ¡Pobrecilla! Ya comprende que no debe pensar en esas cosas.Últimamente sehametidomuchopor la iglesia.Confiesaycomulga todas lassemanas, y oye misa siempre que puede. Yo la dejo mientras no falte a lasobligacionesdecasa,quecomoV.sabe,sonloprimero.Hacepocoescribióasutío (porque de palabra no se atrevería) diciéndole que quería sermonja. Peroparasermonja,D.Miguel,senecesitaundote,ynosotrosnopodemosdárselo.Valentín estaba empeñado en hacérselo de su bolsillo, pero yo me opongo.Cuandolascosasnosepueden,hayqueresignarse.Lomismoseganaelcielodentroquefueradelconvento.¡Lapobrecillalohasentidomucho!

Tanta compasión dio mala espina a Miguel. Cansado de escuchar a suhuéspeda, se levantó, y con pretexto de arreglar el equipaje, se fue hacia laalcoba.DoñaRosalíaalcaboledejósolo.

Aquellanochenoerafácilveralagenerala.Sucasasehallabadelotroladodelabahía,yatalhoracostaríatrabajodarconella.Porotraparte,Lucíadeseabaquesusvisitasfuesensiempresecretas:eranecesariosaberenquéformaqueríaquelashiciera.Determinó,pues,aguardarhastaeldíasiguiente.

Eramuytempranoparairsealacama.Cogióelsombreroyelbastónparadar

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una vuelta por el pueblo. Al salir, aún continuaba el baile en la plazoleta:Maximinasehallabaotravezsentadaenlasillacontemplándolo.

—Buenasnoches,Maximina—dijonuestrojovenacercándoseaella.

—¡Ay!buenasnoches.

—¿AúnnosehadecididoV.abailar?

—Noseñor.

—Puesyosí.

Laniñalemirósorprendida.

—PeroantesquierodescansarunpocoalladodeV.¿Nohayporahíunasilla?

—Voyporellaahoramismo—repusomuyazorada.

Yentrandoenelestanquillo,salióconunaquecolocóbastantelejosdelasuya.Miguel, con gran desembarazo, las puso juntitas. En cuanto se sentaron, lasmuchachas del baile comenzaron a dirigirlesmiradas de curiosidad. La nocheestabaestrellada,niclaranioscura.

Entablóconversación,hablandodelbaile,deltiempo,desuviaje;agotóenuninstantetodosloslugarescomunes.Maximinasonreíaconamabilidadacuantodecía;peroapenascontestabamásqueconmonosílabos,aunqueseconocíaquehacíaesfuerzosporsermásexplícita.Alfinseatrevióadecir:

—¿NobailaV.?

—SiV. nome hubiese entretenido hasta ahora ya estaría dentro del corro—contestóponiéndoseserio.

—¡Yo!—exclamólaniñainmutándose.

—Sí;usted.—Miguelsoltóaldecirlounacarcajada.—NohagaV.caso:nuncahe soñado en bailar; pero menos ahora que me encuentro en tan agradablecompañía.

Lachicaestabatanasustadatodavía,quenosupodarlasgracias.Adivinandosuinquietudnuestrojoven,prescindiódelasbromashabitualesenélycomenzóatratarlaconmásrespeto.Enteroseconamabilidaddelospormenoresdesuviday fue poco a poco ganando su confianza, haciéndola hablar con más

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desembarazo.

Pero el baile se había deshecho. Algunas jóvenes se fueron para sus casas;otras, y con ellas algunos galanes, vinieron a sentarse delante del estanquillo,paralocualdoñaRosalíalesconsintiósacarmássillasyunbancolargo.MiguelpermaneciósentadojuntoaMaximina.

—SaqueV.laguitarra,doñaRosalía—dijounadelasmuchachas.

—¿VaacantarJuanito?

Juanitoeraelpilotodelvapordondenuestrojovenhabíallegado.EraandaluzymuyconocidoenPasajes.

Encuantovinolaguitarra,comenzóaalegrarlatertuliaconplayeras,polosysevillanas.Miguel, con gran sorpresa de las jóvenes hermosas que allí había,echándosehaciaatrásenlasilla,principióahablaraloídoaMaximina.¿Quéledecía?Nada;tonterías:queloestabapasandomuyagradablemente;queeraunachicamuy simpática; que se alegraba de haber venido a parar a su casa, etc.Maximina,más sorprendida que confusa, escuchaba sonriendo aquellamúsicatannuevaparaella(ladeMiguel,noladelpiloto).Nuestrojovenpasabaelratodelmejormodoquepodía,esperandolahoradeirsealacama.

—¿PorquénosesientaV.alladodePaulina?—lepreguntólaniña.

—¿QuiénesPaulina?

—Aquellachicatanhermosaqueestácercadelapuerta.

Miguelseinclinóporverla.

—Nolaveobien;parecebonita,enefecto—dijorecostándoseotravez.—PeroV.tambiénloes...ymuysimpáticaademás.

—¡Oh,porDios!—exclamólaniñaruborizándose.

—¡Vayasiloes!—replicóMiguel,posandosumanosobreladeellaydándoleuncariñosoapretón.

Lachicanosemovió:ambosguardaronsilenciounosinstantes.

—¿Vamos a jugar un poco a las prendas?—dijo una de las jóvenes así queJuanitohuboterminadosurepertorio.

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Comenzóeljuegodeprendas.Encendieronunfósforo:selofueronentregandounos a otros mediante ciertas palabras que había que pronunciar en voz alta:pagaba prenda aquel en cuyasmanos concluyese o se apagase.Nuestro joventomaba poco interés en el juego. Cuando el fósforo llegó a él bastantedisminuido,lodejócaersinentregárseloaMaximina,ypagóprenda.

—¿Porquénomelohadado?—lepreguntóésta.

—PorquenoqueríaqueV.sequemase.

Sepusoenberlinaalosdueñosdelasprendas;selesmandódecirtresvecessíytresvecesno;seleshizocontentaralospresentes,etc.,etc.Miguel,mientrasduraban estas operaciones, no dejaba de depositar de vez en cuando algunaspalabritaseneloídodeMaximina.Conlaosadíadelcortesanocorrido,llegóaapoderarse de unade susmanosy a retenerla entre las suyas.Sorprendiose alobservarquelaniñanolaretiraba.Eraunamanodevirgen,macizayfría,unsiesnoesgrande,peroperfectamentetorneada:lehizorecordarlasdelagenerala,largas y descarnadas y siempre ardorosas. La apretó tímidamente primero,despuésconmásenergía:alcabolaacaricióconcariño,rozándolasuavementeporencima.Maximinaledejabahacer,sinsoñarconretirarla,comosifueseunacosamuynatural.Nomanifestósiquieramayoremociónoinquietudqueantes:tansóloselaquitabacuandoibaahacerusodeellaeneljuego.¿Quéseráesto?sepreguntabaMiguel todoconfuso.¿Tendráestachicayatantamalicia?¿Serápurainocencia?Aunquesuexperiencialeinsinuabaloprimero,unavozinteriorle decía lo contrario; y atendiendo a ella, contentose con acariciar tierna ynoblemente aquella mano que con tal candidez le entregaban. La tertulia sedeshizo al fin, y nuestro joven se fue perplejo y caviloso a la cama,proponiéndoseobservaratentamenteaMaximinaenlosdíassiguientes.

XII

LoprimeroquehizoaldíasiguienteporlamañanafueescribiraLucía.«Estoyaquídesdeayerporlatarde.Dimecómohedearreglarmeparaverte.»SaliódecasayfueenbuscadeÚrsulalabatelera.

Asíquedioconellalepreguntó.

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—¿ConocesalaseñoradelgeneralBembo?

—¡Vaya!

—Puesvasallevarleestacartaahoramismo.Aguardacontestaciónyventeenseguida.Enelmuelleteespero.

Cogiólabateleralosremos,atravesólabahía,amarróelboteydesaparecióalláentrelosárboles.Mientrastornabaconlarespuesta,nuestrojovensefueahacerunavisitaalcapitándelvaporyalpilotodelaspeteneras.

Poco tardó Úrsula en aparecer de nuevo remando con prisa: saliole alencuentroMiguelasíquepusoelpieentierrayrecibiódesusmanosunbilleteperfumadoquehabíametidoenelseno.

Decíaasíelbillete:

«Queridomío:Unainquietuddulceymisteriosaqueayernocheexperimentómicorazónmeanunciabasindudaqueestabascercademí.Nopodemosvernoscomoantes,porqueCarmensehaquedadoenMadridynotengoconfianzaenloscriados.Precisaquetuscartasseansecretas.Lachicaquellevaéstaesfielyreservada:tepuedetraerensubotealasdiezdelanoche.Alentrarenéldebesencenderunfósforo;cuandotehallesenmediodelabahíaotro,yotroporfincuandosaltesentierradelladodeacá.Acadaunodeestosfósforoscontestaréyoconlamismaseñaldesdeelmiradordecasa.Nosreuniremosjuntoalatapiadeljardín.Prudenciaydiscreción.Nofaltes.

Tuyohastalamuerte,

ALFREDO.»

Al leer la carta no pudo menos de sonreír, diciendo para sus adentros:—¡Cuándo se le concluirá a estamujer la manía de las aventuras!—Concertosedespués con la batelera para su expedición nocturna y se despidió de ellarecomendándolemuchosigilo.

Cuando entró de nuevo en la habitación encontró en ella a Maximina, queestaba acabando de arreglarla, y a su primo Adolfo, un muchacho de trece acatorce años con grandes cachetes, el cabello corto y erizado y unos ojoscargados de carne, fieros y desvergonzados. Por algunas palabras que logrópercibir desde el pasillo comprendió que había reyerta entre los dos primos yadivinótambiénlacausa.Adolfotratabadecuriosearenelequipajedelhuésped

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y Maximina se oponía a ello. Cuando nuestro joven entró, ambos quedaronsorprendidos: Maximina en medio de la sala con la escoba en la manosonriéndole;Adolfoarrimadoaunacómodamirándoletorvamente.

—¡Oh, qué trabajadora es Maximina!—dijo Miguel acercándose a ella sinhacercasoalgunodeAdolfo,quelehabíasidoantipático.

Alaluzdeldíapudoapreciarmejorsufigura.Eraunamorenamáspálidaquesonrosada, la nariz pequeña, la boca fresca, la cabeza y la frente muy bienmodeladas, el cabello castaño y los ojos garzos, ni grandes ni pequeños,másbaja que alta, apretadita de carnes y abultada de formas, revelando en susmovimientos un gran vigor muscular. Nadie podía llamar hermosa a estamuchacha con justicia, y sin embargo, la expresiónhumilde e inocente de susojos,lasonrisaconstantequecontraíasuslabios,lahacíanaltamentesimpática.Llevabaunvestidodepercalclaroconunpañuelodecolorderosa,queletapabaelpechoypartede la espalda.Aloír la exclamacióndeMiguel, contestó conotra:

—¡Mucho,sí!

—Yalocreo.Tantemprano,yyametieneV.arregladoelcuarto.

—¡Toma,porqueselohamandadomimadre!—dijoAdolfodesdeunrincón,condeseodemortificarasuprima;peroéstacontestómuynaturalmente:

—Esverdad,melohamandadomitíaencuantoV.salió.

—¿Y tú haces tan prontito lo que te mandan como ella?—dijo Miguelencarándose con el chico.—Entonces serás ya un sabio; porque tus padres desegurotemandaránestudiartodoslosdías.

Adolfoleechóunamiradarecelosaybajólosojossincontestar.

—Hedadounavueltaporelpueblo—siguióeljovendirigiéndoseaMaximina,—ydespuésestuveenelvaporconJuanito.

—Elpuebloesfeo—respondióaquélla.—Esodicentodoslosforasteros...

—¿YV.nolodice?

—Amímeesigualunpuebloqueotro.

—¿NovaV.devezencuandoaSanSebastián?

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—Casinunca.Mitíamellevacuandohayquetraeralgúnencargo;peroidaporvuelta.Una vezme llevómi padre (que en gloria esté) aBilbao a pasar unosdías...¡SisupieraV.quédeseosteníadevolverme!

—¿Pues?

—Estabacansadadeandardeunsitioparaotro... al teatro... alpaseo... a loscomercios... Me dolían mucho los pies. Decían que era porque no estabaacostumbrada.

—MehadichosutíaquehaestadoV.educándoseenuncolegio...

—Sí,señor,dosaños,enunconventodeVergara...

—¿YlegustabaaV.estarallí?

—Muchísimo.Nuncahesidotanfelizcomoentonces.

—¿DemodoquedebuenaganavolveríaV.conlasmonjas?

—¡Oh,yalocreo!

—Ellaquierevolveryhacersemonja...perolefaltanmonises—dijoelanimaldesuprimoterciandodenuevoenlaconversación.

AquellasalidagroseraindignómuchoaMiguel,quiendirigióalchicuelounamiradadedesprecio.Maximinasehabíapuestolevementeencarnada.

—No lo crea V... Sí, desearía volver; pero no causando perjuicio a nadie.Comprendoqueahora,mientraslasniñasnoseanmayores,mitíamenecesita...

—¿YquétienedeparticularqueV.lodesee?—dijoMiguelcondulzura.—EsonopruebamásquetieneV.uncorazónagradecidoypiadoso.

Maximina se ruborizó entonces hasta las orejas. Adolfo, a quien sin dudapareció muy mal esta alabanza y quería a todo trance desahogar suresentimiento,exclamósonriendoestúpidamente:

—¡Esunabeatona!Sepasalavidacomiendolossantos.

—Pues ahora no estaba comiendo los santos, sino barriendo—respondióMiguel.

—Ya ha estado en la iglesia; comulga los jueves y los domingos y trae una

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sogaatadaalcuerpo.¿QuiereV.verla?

Yelgranbárbarosefuederechoasuprima,conintenciónsindudadeabrirlaelvestido.

—¡Estatequieto,Adolfo!—exclamóaquélla,asustada,nerviosa.

PeroAdolfo no hizo caso y llegó a poner lasmanos sobre ella. Entonces laniña,conunafuerzaquesorprendióaMiguel,lerechazóhaciéndoletambalear.Adolfovolvióalacargariendogroseramente.

—¡Adolfo, que llamo a mi tía!—gritó Maximina, roja como una cereza ysaltándoselelaslágrimas,yotravezlerechazóconbrío.

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—Esonosehace,chico—dijoMiguelqueriendointervenir.

Pero Adolfo, irritado por la superioridad muscular de su prima, se habíaagarradoaellayforcejeabaporabrirleelvestido,aunquesinresultado.Miguellearrancóavivafuerzaylepusoalapuertadelasaladiciéndole:

—¡Yapodíantuspadresdarteunpocomejoreducación!

CuandovolvióhaciaMaximina,lahallósollozando,tapándoselacaraconlasmanos.

—Vamos,Maximina,seréneseV....esoyapasó.

PeroAdolfo,desdeelpasillo,empezóavociferar:

—Quesalga,quesalgaesahipócrita...Nomemarchodeaquíhastaqueleaticeunascuantaspiñas.

A las voces que daba y al ruido que acababan de hacer, subió doñaRosalíapreguntandoenojada:

—¿Peroquéesesto?¿quépasaaquí?

—Nada,señora—contestóMiguel,—queesemuchachoqueríaabrirelvestidoaMaximinaparaenseñarunasogaquedicequetrae.

—No,madre—gritóAdolfo,—esqueellamepegó,porquelallamébeatona.

—Tú te callas, tunante—ledijo lamadre encolerizada, aplicándole almismotiempounasoberbiabofetadaqueleenrojeciólamejilla.

AdolfosepusoaclamaralverdaderoDios.EntoncesdoñaRosalía,arrepentidasindudadehaberlastimadoasuhijo,serevolviófuriosacontraMaximina.

—¡Buena hipocritilla estás tú también!Haces la comedia y lloriqueas, hastaqueconsiguesqueyolepegue...

Anteaquella injusticia, lapobreniñaquedócomoaturdidaun instante;ensusemblantedescompuestoseadivinabanlosesfuerzosquehacíaparanoromperalloraragritos.Dejóescaparunsollozoahogado,sellevólamanoalcorazónysaliócorriendodelaestancia.

—Vamos; a encerrarse a su cuarto, como siempre—dijo doña Rosalía,

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sonriendoirónicamente.

Noobstante,comoveíaclaroqueMiguelnoaprobabasuconductaysupropiaconciencia tampoco, se esforzó en demostrar que Adolfo era un muchachoaturdido,perodeunfondoexcelente;queMaximinaeramuysusceptible,quenosabía aguantar una broma y tratar a su primo como lo que era... un niño. Porúltimo,allásefueconélacariciándoleyprometiéndolevariascosasparaquesecalmase.Miguelquedótristementeimpresionadoporaquellaescena.

Pasóeldíavagandodeunladoaotro,leyóunpoco,escribióotrorato;alfinllególanoche.Despuésquehubocenadoysufridomediahoraasulocuacísimahuéspeda,sedispusoaacudiralarománticacitaquelehabíadadolagenerala.Mientras ibapor lacalleenbuscade laescaleradepiedradondeÚrsulahabíaquedadoenesperarle,nopodíamenosdereírsedelamorqueLucíaprofesabaalmisterio.Despuésde todo,puedeque tenga razón,concluyópordecirse; sinofueseporestosgranosdepimientaechadossobrenuestrasrelaciones,laverdadesque llegarían a sermuy fastidiosas.Halló aÚrsula sentada en las escalerasdormitando.Alsentirsuspasossepusoenpievivamente.

—¿EsV.,señorito?

—Yosoy:¿tienesahíelbote?

—Lotengoamarradodondesiempreparaquenosospechen.Voyabuscarloenseguida.

Labatelerabajóalaorillayporellasefuerozandoelaguahastadesaparecerenteramentesusiluetadelavistadenuestrojoven.Pocosminutostardóenoírelchapoteo de los remos y en percibir el bulto del esquife. Así que encalló, seapresuróasaltarenél;peroantesdequeÚrsulalopusieseotravezafloteysealejase de la orilla, tuvo cuidado de sacar un fósforo ymantenerlo encendidohastaqueseconcluyó.Enelmismoinstantesurgióotraluz,alláalolejossobrelamasaoscuradelosárbolesdelaopuestaorilla.Labateleracomenzóamanejarlos remos procurando no hacer ruido. El pueblo de Pasajes reposaba. En losbuquessurtosenlabahíahabíanseapagadoyalosfogones,ylostripulantesseentregabandescuidadamente al sueño.Lanoche estaba encapotada y apacible.Aunque avezado a las citas nocturnas y secretas, la de ahora, por lo original,consiguió interesar a nuestro joven. No poco contribuyó a ello también el nohabervistoa suamantehacíayacercadeunmes.Con la separación sehabíarefrescado un poco el recuerdo de sus fortunas, que en los últimos tiemposhabían perdido para él bastante atractivo. Al llegar al medio de la ensenada,

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Úrsulaledijo:

—Estamosamediocamino,señorito.

Miguelsepusoenpie,encendióotrofósforoylomantuvovivotodoeltiempoqueduró.

—¿SabeV.,señorito—ledijoÚrsula,—quesihayalgunoporahíenvela,ynosobserva,noséquépensarádenosotros?

—Pensaráquesomosnovios,¿yquémalhayeneso?

—ParaV.ninguno.¡Amí,buenamepondrían!

Enaquel instante surgióotra luzen tierra,peronoya sobre losárboles, sinomásbaja.

—¡MireV.,mireV.elfosforito!—exclamóconacentomalicioso.

—Rema,rema:aversillegamosprontoalaorilla—repusoMiguel.

Un toque de corneta se dejó oír en el silencio de la noche, claro, estridente,partiendodelAncho.

—¿Quéeseso?—preguntóeljoven,asombrado.

—Nosé—contestólabateleraconnomenosasombro.

Otrotoquecontestóalprimerodesdelaopuestaorilla.Oyéronsedespuésvocesdemandoyruidodepasosalacarrera.

—Boga,bogadeprisa,averquédiablossignificaesetrajín—dijoMiguel.

Úrsulaobedeció,ynotardaronmuchosminutosenllegarcercadetierra.Peroalsaltarenellanuestrojoven,ungrupodeseisosietesoldadosavanzóhaciaél,poniéndolelasbocasdelosfusilessobreelpecho.

—Darsepresotodoelmundo.

Miguelquedópasmado.

—¿Peroporqué?...

—A ver—dijo el sargento, sin escucharle,—uno de vosotros que registre elbote,yvosotrosdosmeteosporahíentrelosárbolesypilladmealoscómplices.

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—¿Dequésetrata,señores?—preguntóMiguel,procurandocalmarseycalmaraloscarabineros(porqueaquellossoldadoserancarabineros).

—YalosabráV.enlacárcel—contestóelsargento.

Losupoantes,porfortuna.Loscarabineros,alveraquellasseñalesmisteriosashechasdesdelabahíaycontestadasentierra,sefiguraronquesetratabadeunalijodecontrabando,ypromovierontodoaquelalboroto.GrandesesfuerzoshizoMiguel para convencerles de que no había semejante cosa, que iba dando unpaseoporplacerynadamás.Alcabodemediahoradediscusión,el sargentotuvoque rendirsea laevidencia,puesnohabíamotivoalgunoqueconfirmasesussospechas.Eljovenmadrileñolemanifestóquehabíallegadoeldíaanterioren el vaporCarmen, que allí estaba, y a cuyo capitán podían preguntar si eraverdadloquedecía:queestabahospedadoencasadeD.ValentínVázquez,etc.,etc.Despuésdemuchovacilar,elsargentolepermitióvolverseasucasa,aunqueacompañado de un carabinero que averiguase si efectivamente alojaba en laposadaquedecía.

XIII

Irritadoporaquellaaventurapeligrosayridícula,sepresentóaldíasiguienteencasadelagenerala,sintomarprecauciónninguna,ylamanifestóquenoqueríaoírhablardecitasmisteriosas.Lucía,quelanocheanteriorlehabíaesperadoenvano, se condolió extremadamente de su percance, aunque no pudomenos dereír al oírselo contar.Desde entonces se vieron todos los días a la hora que aMiguelleplacíavisitarelhoteldeD.PabloBembo.

El tiempo que estas visitas le dejaban libre aprovechábalo para hacerexcursionesaSanSebastián,trabajarparaelperiódicoosaliralapescaconsuhuésped.EsteD.Valentín,antiguocapitándeElRápido,bergantínredondoquehacía la carrera de laHabana, era una persona bastante original. Tendría a losumo cincuenta años; era alto y enjuto y de complexión recia, si no fuese elreumatismoquea largas temporadas le atormentabamucho;gastabael cabellolargoy labarba, yagris, en formade cazo.En suvidahabíavistoMiguel, nipensabaver,hombremássilencioso:estuvounaporcióndedíassinoírleelmetaldelavoz:cuandoletropezabaenlacalleoencasa,elmarinosellevabalamano

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al sombrero y gruñía algo que debía ser «buenos días» o «buenas tardes»juzgandoporhipótesis.Enlacasajamásseleoíapedirniordenarnada:parecíaunasombracuandoentrabaosalíaosesentabaalamesaacomer.Consumujery con Maximina, más se entendía por gestos que por palabras: como susnecesidades eran poco complicadas, no costaba gran trabajo tenerle siempresatisfecho.Sielreumanoleteníapostrado,salía,casitodoslosdías,apescarenunbotedesupropiedad:horasyhorassepasabaelex-capitánfondeadocercadetierra,inmóvil,conelaparejoenlamano,dejándosetostarporelsolyazotarporel aire. A fuerza de no mantener relaciones más que con los peces, se habíaidentificadoconsunaturalezafría,graveysilenciosa;eraunverdaderodervichedelmar,cuyaaspiraciónúnicaparecíaconsistirenpenetrarmásymásenesteelementoy fundirseydisolversealcaboenél,comounapiedradesal.Por lodemás, en el pueblo era considerado como un buen vecino y marino muyinteligente.

Este hombre, que cruzaba por el mundo en zapatillas, fue el compañeroconstante de Miguel en sus excursiones marítimas. Claro está que hablabanpoco, casi nada; pero nuestro joven había creído comprender por gestos, porgruñidos,másqueporpalabras,queerasimpáticoaD.Valentín, locualpodíaachacarsea la aficiónquemostrabaa lapesca.Sobre tododesdeciertodíaenque enganchó (pura casualidad) unamagnífica robaliza y consiguiómeterla abordo, el ex-capitán le guardó, aunque tácitas, altas consideraciones.Además,había adivinado también que el ex-capitán profesaba un afecto vivísimo a susobrina Maximina, bien pagado por parte de ésta: ambos se comprendíanadmirablemente, con sólomirarse, y se tributaban todas las pruebas de cariñoquepodían.Ydigopodían,porquedoñaRosalíaestabaaltantodeestecariñoynomanifestabatendenciasmuydecididasaalentarlo.

PortodoestoMiguelfueestrechandosuamistadconél.Maximinacadadíasemostraba a sus ojos más simpática e interesante. Las personas candorosas ysinceras tienen la ventaja de no repetirse. Así que, sin que ella pudiesesospecharlo,almismotiempoqueleabríasualmaparaquehundieselamiradaenella,ibacautivandoladesujovenhuésped,entérminosqueaéstellegaronafastidiarle todosen la casa sinoeranMaximinay su tío.Hablabaconaquéllalargosratosaprovechandolosmomentosenqueveníaaarreglarsusala.

—¿EstáV.ocupado,D.Miguel?

—Ahoravoyadejarlatarea.

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Y mientras salía del cuarto y Maximina se ponía a asearlo, charlabanalegremente.Miguel la embromaba con el convento: ella se defendía negandoquetuvieseporentoncesintencióndeencerrarseenél.Sinembargo,altravésdeestasnegativassetraslucíaqueacasoconeltiempollegasearealizarlo.Undíaponiéndoseserioledijo:

—Nosoypartidariodelosconventos.Lasvirtudesmáshermosasdelareligióncristiana,quesonlacaridadyelsacrificioporlosdemás,nopuedenpracticarsesinoenmediodelasociedad.¿Paraquésirventodas lasqueunajovenllegaaadquirirsihandequedarencerradasentrecuatroparedes;sielmundonosehadeaprovechardeellasjamás?Lasúnicasmonjasaquienesrespetoyadmirocontodomicorazónsonlashermanasdelacaridad.

Maximina le miró sorprendida y no contestó. Todo el día estuvo un pocopensativa.

Solíanreunirsediariamentealahoradeloscureceralgunosjóvenesdelantedelestanquillo, aunque no en tanto número como los domingos. Las noches eranapaciblesycalurosas,ylatertuliaseprolongabaaveceshastalasnueveymediaolasdiez.Miguelsefueacostumbrandoaasistiraella,dejandolasvisitasalagenerala para otras horas. Sentábase a menudo al lado de Maximina y secomplacíaenregalarleeloído.Sinospreguntasensicreíaloquelaibadiciendo,nos sería casi imposible contestar. Lo único que podemos decir es que no larequebrabaporburlarse,niaunporpasarelrato:esposiblequeafuerzadeserlesimpática,lafueseencontrandohermosa.PeroMaximinaestabatanconvencidade lo contrario, que rechazaba las lisonjas del joven con tanto más empeñocuanto más grata le iba siendo su compañía. Una noche le dijo con acentosuplicante:

—PorDios,nomedigaV.quesoybonita.

—¿Porqué?

—Porque seme figuraque estáV.haciendoburlademí, ymecausamuchapena...

—AunqueV.nolofuese,amímeloparece,yconestobastaría;peroyaqueV.seenfada,lallamarésimpáticaúnicamente.

—Tampoco.NomellameV.nada.

Las demásmuchachas que allí había, todas demás edad queMaximina, les

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echabanmiradaspenetrantesy comenzabanamurmurarde lapersistencia conque el joven forastero se sentaba al lado de aquélla. Los juegos con que sematabael tiempoenaquellareuniónalairelibre,eranpocovariados:esconderunobjeto para queunode ellos lo hallase,mientras los demás cantaban, unasvecessuaveyotrasfuerte,segúnsealejabaoaproximabaaél:adivinarquiéneralapersonacuyoretratofuesentrazandodepalabralospresentes:correrelflorónpor lacuerda....Este juegodel floróneraelquemásagradabaaMiguel:deélconservótodasuvidaunrecuerdovivoyplacentero.Consistíaenintroducirunasortija por una cuerda y agarrarse a ésta todos los tertulianos formando corro;uno se quedaba en el medio, y los demás corrían la sortija disimuladamentegritando:

Elflorónestáenlamano.Sigaelflorón.Sigaelflorón.

El corifeo hacía una señal: el coro callaba y quedaba inmóvil: si adivinabaquiénteníalasortija,éstepasabaalcentrodelcorro,yaquélocupabasusitio;sino, volvía a seguir el florón su carrera.Nuestro joven gozaba con este juego,porque le trasladaba a la infancia, y acaso tambiénporque al agitar lasmanossentía el contacto de las deMaximina.Muchas veces se reía pensando: ¡Si elcondedeRíosmevierajugandoalflorón!

Aldomingosiguientesebailó,comoeldíaenqueélllegarahabíaprometidoaMaximinaentrarenelcorrosiellabailaba.Laniña,confiandoenestapromesa,se decidió a ello, pero el huésped no quiso cumplir la palabra, y se quedósentado delante del estanquillo como simple espectador. La pobreMaximina,defraudada, le miraba con ojos tristes, dejando adivinar que sin él estaba allíaburrida.

—Oyes,Lolita—dijoeljovenllamandoaunadelaspequeñasdedoñaRosalía,—veadeciraMaximinaqueencuantooscurezcaunpocomás,bailaré.

Maximina,alrecibirlanoticia,sepusoalegre.Y,enefecto,cuandolassombrasde la noche invadieron la plazoleta, seguro ya de no llamar la atención, elforastero se aventuró a tomar parte en el baile.No semostró todo lo suelto yairoso que fuera de desear, por lo cual tuvo que escuchar algunas carcajadasreprimidas;perolasllevóconpaciencia,yalospocosminutosyanosefijabaenélnadie...nadiemásqueMaximina,queledecíaenvozbaja:—«LevanteV.máslosbrazos.»—«NosalteV.tanto.»Consejostodosmuyoportunos,queeljoven

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iba siguiendo al pie de la letra. La niña estaba alegre, satisfecha: Miguel lasacabaabailarconmásfrecuenciaquealasotras:luegoprocurabacolocarseasuladoparatenerlacogidadelamano,quesecomplacíaenapretarsuavementeyacariciar.Despuésdebailarunofrenteaotro,losjóvenesteníanlacostumbredeabrazarseuninstantealconcluir.Miguel,aprovechandounodeestosabrazos,y a favor de la oscuridad, cogió la trenza de Maximina, que colgaba por laespaldaconunlazodesedaenlapunta,ylallevóaloslabios.

—¿QuéhaceV.?—dijolaniñavolviéndoserápidamente.

—Besarlatrenzadesupelo.

—¿YporquéhaceV.eso?—preguntóconsorpresa.

—Porquemegusta.

Maximinabajólosojosyguardósilencio.

Pocodespués,elhijodelbrigadierquisobesarleunamano;perolaniñalabajóconfuerzasinsoltarse,ynolefueposible.

Maximina,desdeentonceshastaqueelbailesedeshizo,semanifestóunpocomáscircunspecta,aunquesindejardeestarcariñosaconsuamigo.Alconcluirsey venir los jóvenes a su acostumbrada reunión, dijo que le dolía un poco lacabeza,yenvezdepermanecerenlatertulia,seretiró.CreyóMiguel,envistadeesto,haberlacausadoalgúndisgusto,yestabacondeseosdehablarconella.Al día siguiente demadrugada la halló bordando en el estanquillo. Estaba unpoco pálida, y sus ojos, al levantarlos hacia Miguel, aunque sonrientes,expresabanunasuavemelancolía.

—¿CómohadescansadoV.,Maximina?—lapreguntó.

—Nohepodidodormirentodalanoche—respondiólaniña.

—¿Pues?

—Nosé...dabavueltasymásvueltas...ynada.

Miguelsonrióadmirandoaquellaingenuidad.

Enlosdíassiguientes,amedidaquebuscabalasocasionesdehablarconellaasolas, la niña las evitaba cuidadosamente. Sin embargo, una vez que doñaRosalíaselevantódejándolossolosenelestanquillo,Miguellacogióunamano

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ycasiavivafuerzaselabesó.Maximinasepusoencarnadaynosupomásquedecir:

—¡Oh,porDios!...

Otravezledijoaloídohallándosedetertulia:

—TengoquepediraV.unfavor,Maximina.

—¿Quées?

—QuemedéV.unrizodesupelo.

Lachicalevantólosojosconsorpresa.

—¿MelodaráV.?—repitiómirándolaatrevidamente.

Maximinabajólosojoshaciendounaseñalafirmativa.

Perotrascurrióundíaytrascurrierondos,ytres,ynodabaseñalesdecumplirsupromesa.Miguellepreguntabaporseñas:ellasonreíasincontestar.Entoncesel jovensehizoelenojadoyevitóasuvezelencontrarseconella.Maximinacomenzóaecharlemiradastristesytímidas,queobservabariendointeriormente.Alfin,unanocheporpropiainiciativa,aquéllavinoasentarseasulado.Nuestrojovensemostróinflexible;noquisohablar;afectótomarunapartemuyactivaenlosjuegosdeprendas.Entonceslapobreniñadijoconvozdébil:

—TomeV.

Miguelnolaoyó.

—TomeV.—repitióunpocomásalto.

Alvolversevioqueteníaenlasmanosunpapelitoblanco.Comprendióqueeraelrizodepeloylotomóapretándolealmismotiempolosdedosconternura.

—Muchas gracias, Maximina—le dijo con acento conmovido.—Es V. muybuena,ycadadía...

Antes que pudiese concluir, la niña se levantó, entrando en la casa.Miguelquedósaboreandounadulcefelicidadquenuncahastaentonceshabíagustado,ladeserqueridodeaquelmodotaningenuoytanpuro.Teníaelcorazónhenchidodesuavessentimientos;unaternurainefableinvadíasualma,ysedijo:¿Porquénohedequereryoaestaniña también?¿Porquénohededecírselo?Agitado

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porestedeseosúbito,selevantódelasillayentróencasaconlaesperanzadeencontraraMaximinayexpresarleloqueenaquelmomentosentía.Recorrióaoscuras la sala, el comedoryelpasillo, llamándola suavemente;peronopudohallarla. Echó unamirada a la cocina y no vio en ellamás que a la taciturnacriadamondandopatatas.Sehabráidoasucuarto,sedijo,ybajótristementelaescalerapararestituirsea la tertulia;peroalcruzarpordelantedelapuertadelestanquilloqueestabaaoscuras,seleocurriómeterlacabezadentroydecir:

—Maximina.

—¿Qué?—contestóunavozapagada.

—¡Oh,picarilla!¿estáV.aquí?

Yseintrodujoenlatienda.

—¿DóndeestáV.?

—Aquí.

—DemeV.lamano.

—¿Paraqué,parabesarla?Noquiero;esV.muymalo.

Miguelsoltóunacarcajada,reprimiéndolaparaquenoleoyesenfuera.

—No,criatura;esparasaberdóndeestáV.nadamás.

Sesentóalladodeellaenunasillabaja.

—¿PorquésehaescapadoV.delatertulia?

—¿YV.porquémeandabuscando?

—ParadecirlaaV.unacosa.

—¿Quées?

—...Que la voy queriendo a V. mucho—dijo con acento apasionado,cogiéndolaunamano.

Laniñaguardósilencio.

—YqueV.tambiénmevaqueriendoamíunpoco,¿noesverdad?

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Tampococontestó.

—Vamos,dígameV.quesí...aunqueseamentira.

—Yonodigomentiras—manifestólaniñaconvozdulce.

—¿Entonces,nomequiereV.?...

—Tampocodigoeso.

Miguelentusiasmadolaabrazó.

—Puesyotequiero,tequieroporlohermosaylobuenaqueeres...

Maximinaalsentirseenlosbrazosdeljovencomenzóatemblarfuertemente.

—¡SuéltemeV.!¡porDiosmesuelteV.!

—¿Mequierestú?¿mequieres?

—¡SuéltemeV.,porDios!

—No,sindecirmequemequieres.

—Puessí,lequiero,lequiero;¡suéltemeV.!

Eljovenlabesóconpasiónenloslabiosyladejóhuirasucuarto.Élsevolvióalatertulia.

XIV

Miguelsacóelrelojparamirarlahora.

—¡Oh qué reloj tan fastidioso!—exclamó la generala apoderándose de él ymetiéndoselodenuevoenelbolsillosinpermitirqueloabriese.—Antes,cuandoestabasamiladonohacíastantousodeesaalhaja.Depocosdíasaestapartenose te cae de lamano. ¿Qué prisa tienes? ¿No has venido a Pasajes pormí?...Además,observoqueestásalgodistraído;quesiemprecruzatufrenteunaarrugaprofunda,signodegravesmeditaciones...hastateencuentroayeryhoyunpocoojeroso...

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—¡Vaya, que no traesmal belén conmi fisonomía!—dijo él sonriendo: bajoestasonrisasetraslucíalacólera.

Enefecto,lageneralaexplorabaatodashoraselsemblantedeMiguelcomoelmarino el del tiempo. Unas veces estaba pálido, otras fatigado, otrasmelancólico, otras excesivamente risueño; nunca dejaba de tener alguna cosaque le llamase la atención. Esta eterna y escrupulosa inspección le habíahalagadoalprincipio,despuésleaburrióunpoco,yúltimamentehabíallegadoairritarle.

—¡Yteenfadasporeso,ingrato!—exclamóLucía.—Siobservotufisonomía,esquenomiromásqueaella;todolodemásmepareceindiferente...Turostroesellibrodondeleomifelicidadomidesgracia.

Aunque ya no le causaban impresión alguna las metáforas amorosas de lagenerala,Miguelsedulcificó.

—Nomeenfado,Lucía...Siestugustotrasformarteenunsemáforoyseñalartodas lasvariacionesqueexperimento, ¿quévamosahacer?Esunapruebadeamorqueteagradezco.

Lageneralacreyóquedebíacontinuarconelmismotema.

—Nopuedesfigurarte,Miguel,loquesufrocuandoteveotriste,loquegozocuando estás alegre... ¡Si supieras!...Al través de tu sonrisa veo yo elmundorisueño,hermoso,piensoqueelcieloestásiempreazul,elcamposiempreverdeyrondoso,yqueloshombressontodosfelices...¡Oh,silosupieras,estoysegurade que sonreirías siempre como ahora lo haces! ¿No es verdad?... ¡Algunasvecesmeacometenunospensamientostantristes!Laimaginaciónexcitadaporel amor, da muchas vueltas... ¡Si Miguel se muriese! me digo. Esta idea meaniquila,medejayerta,comosielcielosedesplomase...Sitútemurieses,¿quéharíalapobreLucía?Morirsetambiéndepena;ysinosemoría,peorparaella...No quiero pensar en eso, Miguel, porque toda me acongojo. Ya no habríafelicidad posible en la tierra: sólo tu recuerdo dulce podría prestarme algúnconsuelo en ciertos momentos. ¡Oh, te juro que si te murieses, guardaría tuimagenenelcorazónhastalahorademimuerte,yaunmásallá,siposiblefuera,viviríasenespírituconmigo;ytodoslosdías,todoslosdías,sinfaltaruno,iríaavisitartealcementerioyadejarsobretusepulcrounpuñadodeflores...

La generala había empleadoyamuchas veces este recurso, y siempre con elmismoéxito.AMiguelno le caían engracia estas ideas lúgubresyprocuraba

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llevarlaconversaciónhaciaotropunto.Estavezlacortólevantándosedeldivándondeambosestabansentadosycogiendoel sombrero.Parapaliarunpocoelmal efecto de este brusco movimiento, se acercó sonriente a la dama y laacaricióamorosamentelacara.

—Tengounacartaparaelperiódicoempezada...Necesitoterminarlaantesquesevayaelcorreo.Adiós,amormío...

Aquelamormíofuepronunciadodeunmododistraído,rutinario,quehubieramortificadoa lagenerala, si no fuese frecuente en ella tambiénal acariciardepalabraasuamante.

—¡Quépronto!Apenashasestadoconmigodoshoras.

—Mañanaprocuraréestarmástiempo...Hoynopuedo.

Lucíaselevantótambiényleechólosbrazosalcuelloconelmimodeotrasveces. Miguel soportó aquel abrazo y aun hizo esfuerzos por mostrarseentusiasmado.

—Aguardaunpoco—dijo lageneralasoltándosey tomandoun ramilletequehabía sobre la chimenea.—Toma estas flores, ponlas delante de ti cuandoescribas,paraqueallevantarlacabezateacuerdesdetuLucía.

Miguel cogió el ramo y lo besó maquinalmente, como tenía por costumbresiemprequelageneralaledabaalgúnobjetoenrecuerdo:luegosedespidió.

AlsalirdelchalletllevabaelcorazónmenosoprimidoqueRomeoalsepararsedeJulietaenaquellacélebrenochequeellectorconoceráseguramente;perosupaso era cuandomenos tan ligero.Quería llegar a tiempo a la novena de SanRamónNonnatoquesecelebrabahacíadíasenlaiglesiadeSanPedro.AllíveíaaMaximina,alacualestabaligadoporunasimpatíairresistible.Yloquemásleentusiasmabaeraqueéstahabíaaceptadosusamoressinaquellareservaqueeltemordeserengañadasobligaamanifestaralasmuchachas,cuandounjovendecondiciónsuperiorsedirigeafestejarlas.Maximinafuesunoviasinquetuviesenecesidad de vencer escrúpulos y prevenciones que el cálculo o la maliciaintroduceenelpensamientodeaquéllas.Leentregósucorazóncon inocencia,comounacosanaturaloquenopodríaserdeotromodo.Loúnicoquelahabíahecho vacilar al principio fue la sorpresa de que se dirigiese a ella conpreferencia a otras jóvenes que pasaban en el pueblo pormuchomás bonitas;una vez convencida de que aquél tenía elmal gusto de encontrarla bella o al

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menos simpática, no consideró poco ni mucho la diferencia de fortuna ni seimaginóquetodoaquellopodríasernadamásqueunpuroyfrívolopasatiempoporpartedel jovenforastero.Abriósuespíritualamorconlainocenciaquelaflor abre su cáliz a los rayos del sol. Y aquella niña tímida, melancólica yreflexiva,enalgunosdíashabíaexperimentadonotabletrasfiguración;laalegríaque rebosaba de su alma comunicó a su rostro atractivos que antes no tenía,graciaasusmovimientos,sonoridadasurisa,brilloasupalabra.Estecambionopudopasarinadvertidoanadie,peromenosaMiguel.Observoloconplacer,conelplacerdelartistaquecontemplalaobrasalidadesusmanos;fueunalicientemáspara seguirla enamorando sincalcular las fatales consecuenciasqueaqueldevaneohonestopodríatraerconsigo.

Cuando se hubo alejado de casa de la generala, cerca ya de la orilla dondeÚrsulaleaguardabaconsuesquife,echóunamiradaalramoquellevabaenlamano,reflexionóqueeragrandeymolestoparallevaralaiglesia,ydiciendo:—¡A dónde voy yo con esta carga de hierba!—lo arrojó al suelo, y siguiórápidamente su camino sinmás pensar en él.La novenadeSanRamón atraíamuchagentealaiglesiadeSanPedro.Erauntemplogrande,sucioytenebrosohastadedía:porlanoche,concuatroocincolámparasdeaceitecolgadasaquíyallá a largas distancias, ofrecía un aspecto siniestro.Mas ahora el rosetón deluces que ardía en torno de la imagen alegraba un círculo muy ancho donderesaltaban las cabezas de las beatas que se colocaban en primera fila.Miguelacostumbraba a introducirse en la iglesia por la puerta de la sacristía, y desdeésta,sacandounpocolacabeza,veíatodalaparteiluminadadeltemplo.

Maximina y su tía se acomodaban allá enfrente, cerca de un banco parasentarseenlosintervalosdedescanso.Laniña,penetradadeunvivosentimientoreligioso,noosabamirarhaciaMiguel;creíaprofanarlamajestaddelacasadeDios.Noobstante,algunaqueotravez,deraroenraro,seautorizabaellevantarlosojosyclavarleunarápidaygravemirada,arrepintiéndoseinmediatamentedehaberlohecho.Anuestro joven lehacíagozarmásaquella tímidayrapidísimamirada que las ardientes y prolongadas que otras mujeres más bellas y másvistosaslehabíanechadoenelcursodesuvida.

Aunquealargadistancia,observóaquellatardequeelsemblantedeMaximinanoeraelmismodeotrosdías;lamelancolía,siempreesparcidasobreél,sehabíaconvertidoenprofundatristeza;susmiradaseranmásfrecuentesymáslargas,yentornodesusojosuncírculolevementeencarnadoacusabaclaramenteelllantovertido.¿Quélehabrápasado?sepreguntóconinquietud.¿Lahabráreñidosutía?Ydeseóqueseconcluyeseprontolanovenaafindeenterarse.

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Era noche cerrada cuando salieron de la iglesia. El joven forasteroacostumbrabaaesperaradoñaRosalíaysusobrinaenelpórtico,ofrecerlesaguabendita y acompañarlas a casa en unión de otras vecinas, lo cual le permitíaemparejarse con su novia y sostener con ella conversación aparte. Todo estorespirabaun sentimiento idílico, de suave felicidad, que, como contraste a susrefinados amores cortesanos, le causaba un gran deleite. Después de haberladirigidoalgunaspreguntasinsignificantes,alascualescontestólaniñacondulceyapagadavoz,unpocomásapagadaqueotrasveces,lapreguntóbruscamente:

—¿Qué tienes?... Parece que estás triste y has llorado (la tuteaba en secretodesdehacíaalgunosdías:ellanoseatrevíaahacerlosinoalgunaqueotravez,cuandoeljovenseloexigíaconvehemencia).

Maximinasiguiócaminandoensilencio.

—¿Tehareñidotutía?

—No.

Volvió a guardar silencio. Al cabo de un instante, acercando más el rostro,observóquealgunasgruesaslágrimasrodabanporsusmejillas.

—¿Estásllorando?...¿Porqué?—preguntóconzozobra.

—Nolloro...noesnada—contestóellalevantandohaciaélsusojossonrientes,peronubladosporlaslágrimas.

—Lloras,sí,yquierosaberporqué.Meparecequetengoderechoparaello...siesquemequieres,comodices.

Todavíalecostóalgúntrabajoarrancarlesusecreto.Alfinlaniñadesahogóelpechooprimidoydijoconvozcortadaporlossollozos:

—Hoy han estado en casa Paulina y Segunda y me llevaron a la tienda deJoaquinaantesdeveniralanovena...yallícomenzaronaburlarsedemí...¡Medijeronunascosastanmalas!

—¿Quétehandicho?

—QueV.seestabariendodemíysóloaparentabaquerermepordivertirseunrato...Quecómopodía figurarmeyoqueun joven ricoy elegante sehabíadecasarconmigo...

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—¿Todo eso te han dicho?—exclamó Miguel con sorda irritación.—¿Nadamás?

—TambiénmedijeronqueV.teníaunanovia...unaseñoraqueviveahíenelcaminodeFrancia,yquelaibaV.avertodoslosdías...¡Parecequevinieronabuscarmeapropósitoparadarmeestapuñalada!

—Puesnotehandichomásquelaverdad.

Laniñalemiróconojossuplicantes.

—Sólo que hay una pequeña dificultad para que esa señora, a quien visitomuchosdías,seaminovia...yesqueesaseñoraestácasada.

Miguelhabíapenetradoperfectamenteelalmadelaniña:poresolepresentóesto comounadificultad insuperable.En efecto,Maximina abriómás losojosmanifestandogransorpresa;exigióqueeljovenselojurara,yunavezhechoeljuramento,unrayodealegríailuminósusemblante.

—¡Pero qué malas son esas chicas!—exclamó cruzando las manos.—¿NotendránmiedoqueDioslascastigue?

Miguel se esforzó enpersuadirla a queno creyese nadade cuanto la dijeranacercadeél,lehizomilprotestassincerasdecariño,ylogróqueantesdellegaracasasedisipasenlasnubesquevelabansurostro.Alllegar,despojoseMaximinainmediatamentedelamantillaysefuealacocina,dondenuestrojovenlasiguió.Eraunahoraéstamuyocupadaparalaniña:lacenadeloschicosydelhuéspedexigíabastantespreparativos:lacriadaseencargabaúnicamentedelcondimentode losmanjares;doñaRosalíadeatenderalestanquillo.Maximinaencendió lalámparadel comedorypusoelmantel sobre lamesa:Miguel la seguía con lavista: ella levantaba de vez en cuando la suya y le enviaba una sonrisa paramostrarlelaconfianzaqueteníaensuspalabrasylofelizquelahabíahechoconellas.Unavezpuestalamesa,volvieronalacocina.

—Hay que limpiar esa vajilla—dijo la criada con el tono agrio que siempreusaba.

—¿LahafregadoV.ya?

—Sinolahubierafregado,¿cómosehabíadelimpiar?¡Vayaunasalida!

—Noseincomode,Rufa—dijounpocoacortadalaniña.

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Ycogiendo un paño, se sentó con calma a secar los platos.Miguel se sentócercadeella.

—Voy a contarles a VV. un cuento—dijo aquél tomando otro paño yponiéndoseasecarplatostambién.—ViajandounamigomíoporlaChina,haceyabastantesaños,mecontóquehabíallegadoporlanocheaunpueblollamadoCerdópolis.Encuantoestuvodentrodeél,yanoleextrañóelnombrequetenía;noseveíanmásquecerdosportodaspartes;enlashuertas,enlascallesyhastadentrodelascasas;enfin,nosepodíadarunpasosintropezarconalgunodeestosanimaluchos.

—¡Quéolorhabríaallí,madremía!—exclamóMaximina.

—¡Atroz!medijoquenosepodíarespirar.Puessucedióquefueaalojarseacasadeunodelosprincipalesdelpueblo;perolamayorpartedelascasas,aunlasdelosricos,noteníanmáshabitacionesquelacocinaylosdormitorios.Eldueñolepresentóasushijas,unaschicasbastantefeas,conlosojostorcidosylos pies muy chiquitos... en fin, VV. ya habrán visto a algún chino. Parecíanamables,ymiamigoquedómuysatisfechodelrecibimientoquelehicieron.Noquedó tan contento de la madre, esposa de nuestro chino. Era una vieja queestabaalladodelfogónpicandocebolla,asícomoestáahoraRufa.

Maximina levantó losojoshacia lacocineray luego losvolvióhaciaMiguelconunaexpresiónentrecándidaymaliciosa,sospechandoalgunabroma.

—Cuandomiamigosedirigióaellapreguntándolecómoestabadesalud,nolecontestó más que ¡hum! sin levantar la cabeza siquiera. Mi amigo miró consorpresa al marido y a las hijas, como diciendo: ¿Qué le he hecho yo a estaseñoraparaquemerecibadeestemodo?Perolomismoélqueellas,envezdeavergonzarse, levantaron los ojos al cielo, con un gesto de resignación que lesorprendió todavía más. Se pusieron a cenar, y mi amigo durante la cena ydespuésdeellatratódecaptarselassimpatías,oporlomenoslabenevolenciadelaseñora,prodigándolemuchasatencionesydirigiéndoleamenudolapalabra.Todofueinútil:lachinacontestabaconsugruñidoacostumbrado,oatodomás,con algún monosílabo que revelaba su mal humor. El marido y las hijas secontentaban con hacer aquel gesto de resignación y dolor, que cada vez ibamaravillando más al viajero. Después de estar algún tiempo de sobremesa,retiroseadescansar.Cuandoporlamañanaselevantó,encontróatodalafamiliamuy triste y como consternada. Les preguntó en seguida con interés qué lespasabademalo.

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—¡Lapobremadre!—exclamóunadelasniñas.

—¿Quélehapasado?¿Estáenferma?—preguntó.

—AhílatieneV.

—¿Dónde?—dijomirandoatodaspartes,sinverrastrodechina.

—Ahí.

—¿Perodónde?

—EsamarranaquetieneV.delante.

—¡Cómo!—exclamómiamigo,creyendoqueelchinosehabíavueltoloco.

—Sí, señor; ya sabíamos en casa que de esta semana no podía pasar.Usted,señor,porlovisto,nosabeloqueocurreenestepueblo...

El chino le explicó entonces que en aquella villa había una enfermedad, pordesgracia muy común, que se llamaba cerdofalgia, y que consistía en latrasfiguracióndelhombreencerdo.Deahí la inmensacantidaddecerdosconque tropezaba en las calles. El primer síntoma de esta enfermedad era elmalhumor:enesteprimergrado,losenfermospodíancurarsecomolostísicos,yalefectosiemprequealgunoeraatacado,seempleabanparavolverlealasaludmilclasedefiestasyregocijos,enlascualestomabapartetodalafamilia.Algunossalvaban,pero lamayoríapasabanal segundoperíodo, llamado«del silencio,»porquehablabanmuypoco:todavíaenestegrado,salvabaunoqueotro.Perosidesgraciadamente entraban en el período de los «gruñidos,» entonces era cosaperdida:alcabodealgúntiempo,veníalatrasfiguración.Suseñorahacíayadosmesesqueestabaeneltercergrado.

Miamigoquedópasmadoycomprendióporquécuandogruñíaelamadecasahacíantodosgestosderesignación.

Al terminarMiguel sucuento,Maximinahacíaesfuerzos sobrehumanosparacontenerlascarcajadasqueseleescapabandelaboca,viendoloamoscadaquesehabíapuestoRufa.

En aquel momento entró doña Rosalía con otra señora de su misma traza.Miguelalverlasdejóapresuradamenteelpañoyelplatoqueteníaenlasmanos,para que no le viesen ocupado en tarea tan poco varonil.Después de cambiaralgunas palabras, Maximina, sin darse cuenta de lo que hacía, le alargó dos

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platosdiciendo:

—Yanonosquedanmásquesiete.

Peroeljoven,avergonzadoyconmuymalhumor,selosrechazó.

—DejeV...DejeV.eso.

Laniñaruborizadayconfusaexclamóconvozdébil:

—¡Comohastaahoramehabíaayudado!...

XV

«Mi queridísima hermana:—escribíaMiguel a Julia—Me preguntas por quépermanezco tanto tiempo en este pueblecillo, y supones, infundadamente, quepasarélamayorparteenSanSebastián.Asimismohacesalgunasreticenciasqueme desagradan, porque no están bien en boca ni en pluma de una niña tancandorosacomotúeresydeseoquesigassiendo.Tehasequivocadoentodastushipótesis. Permanezco en Pasajes (ya puedes comenzar a reírte) porque estoyenamoradodelasobrinademipatrona.Esunaniña(sigueriendo)quenopasapor bonita, ni es gallarda, ni tiene talento, ni una educación esmerada. Estoyenamoradonosédequé;acasodelalma,aunquenoloaseguro.Loquesípuedoafirmar es que no hay mujer (exceptuando tú) que me parezca tan linda, tanamableytanbieneducada.Nohacumplidoaúnlosdiezyseisaños.¡Sivierasquébuenayhumilde es!Está tan convencidade su insignificancia, queyohehechocomoJesucristo;queriendo ser laúltima, la elevéaprimera.Hapasadodos años enunconventodeVergara, y cuandoyo llegué, estaba empeñadaenhacersemonja:ahorayasefueapaseoelmonjío.Estonoquieredecirquenofuese una buena religiosa;Maximina, que así se llama, en cualquier estado ysituacióndelavidaseríabuena,porqueasílahizoDios.Mepasolosratoscomoun tonto escuchándola; cuando narra su vida de colegiala: las nonadas ypuerilidadesdesuscompañeras,quemecuentacongrancalor,meembelesanlomismo que la novela más interesante: conozco ya a todas las hermanas delcolegiocomosilashubieraparido:hayunahermanaSanOnofre,dediezyochoaños,hermosa,instruida,perodemuymalgenio;enelconventotodoelmundolatemíamásquealasuperiora;¡figúratequeaunaniña,porquemanifestóasco

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alvasodeotra,lahizocomerlassobrasdetodaslasdemásenunplato!HayotrallamadaMaríadelSocorro,de lamismaedadqueMaximina,muydulce,muytímida;cuandolasniñasenredabanensuclase,noteniendoánimoparareñirlasocastigarlas,seechabaallorar.PerolosamoresdeminiñaeranlahermanaSanSulpicio, una andaluza hermosísima, llena de gracia y atractivo; había cuatrochicasenamoradasdeellaperdidamente;perolaquesellevólapalmayllegóasersufavoritaalcabodealgúntiempo,fueMaximina;sinembargo,lahermana,queeraunpococoquetaalparecer,secomplacíaalgunasvecesenmortificarlamostrándolegranfrialdadoadoptandoconellauncontinentesevero,hastaqueviendosucaracontristada,seechabaareíryletirabasuavementedeunaoreja,llamándola tonta.Undía vino orden de arriba para trasladar a esta hermana aotro convento, y se marchó secretamente sin despedirse. ¿Quién se lo dice aMaximina?sepreguntarontodaslascolegialas.Alfinuna,máshabladoraypeorintencionada que las otras, se lo comunicó bruscamente: mi niña recibió unfuertegolpe en el corazón;pero tratóde reprimirse, porque ledabavergüenzaestallarensollozosdelantedesuscompañeras:esteesfuerzosobresímismalecostó caro, porque al poco rato se sintiómalyhuboquedesabrocharle a todaprisaelvestido,paraquenoseahogase.

Oyendoelrelatodetalesescenasinfantilessepasaelmentecatodetuhermanosabrosamente el tiempo, y no tiene ganas de volver aMadrid. ¿Querrás creer,queridahermana,queencuentromássabiduríaenlaspalabrasdeMaximinaqueen los cursos de sistemas coloniales que nos da en su casa el conde deRíos?Indudablemente,estoyperdido.RazóntienemitíoBernardoendecirquenoseréenlavidanadadeprovecho.

Muchos recuerdos a mamá. Salud y Estado Mayor. Un abrazo que casi teasfixiedetuhermano,

MIGUEL.»

TresdíasdespuéslacontestacióndeJulia,quedecíaasí:

«Mimásqueridohermano:Sipormigustofuese,noteescribiríahoy,porquetengoquedarteunanoticiadesagradable;peromamálomanda...y...cartucheraen el cañón, quepa o no quepa. La noticia es que nos vamos aMadrid en lasemana próxima, hacía el miércoles o jueves. Por consiguiente, ya sabes quedebesponerteencaminocuantoantes.Muchosientoarrancarteesafelicidadquedicessentiryenlacualnocreo.Todalavidahassidounpillodeplaya,ynotearriendolostizonazosquehasdellevarenelotromundo.Esapobrechicaserá

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biendesgraciadasisefíadetuspalabritasdemiel;notardaráeniralpanteóndelas víctimas, como Teresa, Paquita, etc., etc. ¡Me avergüenzo de ser hermanatuya,grantuno!

SabráscomotenemosnoticiadequetíoManolosecasaconlaviudademarras.Ya era tiempo. Lo mismo uno que otro necesitan ponerse dentadura nueva,porqueestánalgoduritos.Ahíteenvíounacartaqueporlaletrameparecedeél:supongoqueserádándotepartedelaboda.

ElcuerpodeEstadoMayormemandadarterecuerdos.Mamálomismo.Yonome contento sino con un fuerte mordisco en una oreja: ya sabes que soyespecialistaeneseramo.Avisacuandosales.

JULIA.»

DentrodeéstaveníaotracartadeD.ManuelRiveranoticiándolesupróximomatrimonio.El antiguo seductor semanifestaba en ella contritoy congrandesdeseosdereformarseenlotocantealamoralylascostumbres,yanunciabaentérminos concretos que estaba resuelto a someterse a las leyes generales querigen losdestinosde lahumanidady la encaminana lo infinito:hablabade lanecesidadimperiosaquesienteelhombredetenerunacompañera«queleayudea soportar el fardo de la vida,» de los goces dulces e inefables del hogardoméstico,delosmutuossacrificios.Porúltimo,llamabaalSerSupremoensuauxilioylerogabasedignasebendecir«supobrechoza.»

Miguel, en vez de enternecerse comodebía, se riómucho leyéndola:mas alinstante quedó triste y cabizbajo al recordar que debía abandonar a Pasajesdentro de pocos días. La verdad era que lo estaba pasando bien y que no lehalagaba nada tornar de nuevo a la bulliciosa vida de la corte. Por otra parte,¡qué sentimiento tan vivo experimentaría la pobreMaximina! En cuanto a lagenerala,hacíayadíasquehabíaformadopropósitoirrevocablederomperconella,sibienesperabaverselejosparallevarloacabo;noleacomodabahacerloenunaentrevistapornoescucharsusquejasdecodornizromántica.

EnlaexpresiónmelancólicayreflexivadesucaraadivinóMaximinaquealgotriste le pasaba. Trató de mostrarse entonces más alegre y habladora que deordinario, a findedisipar sumalhumor: adivinabavagamentequede rechazoiba a caer sobre ella; pero no lo consiguió; Miguel, contra su costumbre,respondíacongravedadasusinstancias.

—¿Quétienes?—ledijoalfintímidamente.—¿Estásenfadadoconmigo?

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—¿Porquéhabíadeestarlo?—contestósonriendotristemente.—¿Teremuerdeporalgolaconciencia?

—Amíno...pero...

Miguel guardó silencio unos instantes: los ojos escrutadores de Maximinaestabanposadosconanhelosobreél.

—Tengoquedarteunamalanoticia—dijoalcabodulcificandocuantopudolavoz.

Laniñasepusoextremadamentepálida;peronodespególoslabios.

—MehaescritomihermanaparaquevayaareunirmeconmamáyconellaaSantander,yacompañarlasaMadrid.

Maximinacontinuósilenciosa,doblandolacabezasobreelpecho.Entoncesletocóanuestrojovenobservarlaconciertainquietud.

—Noserá laúltimavezquenosveamos,hermosa—dijocariñosamente.....—Lomismo te seguiré queriendo enMadrid, y a la primera ocasión que semepresente,vendréahacerteunavisita.

Laniñalevantólosojoshaciaélesforzándoseporsonreír.

—Ahoraqueestoypróximoasepararmede ti—siguiódiciendoel joven,—escuando veo cuánto has penetrado enmi corazón... Parecementira que en tanpocotiempotehayallegadoaquererdeunmodotanentrañable...¿Tepasaatilomismo?¿Meseguirásqueriendocuandodejesdeverme?

Maximinamovióvariasveces la cabeza en señal afirmativa.Conmovidoporaquel silencio, que revelabamejorqueninguna frase loque su alma sentía, eljoven le tomó unamano y la llevó suavemente a los labios: por primera vezdesde que se conocieran, ella no hizo resistencia alguna. Cada vez másembargadoporlaemoción,Migueldejóquesualmasedesbordase; laexpresócon lenguajevivoyapasionadocuánto laamabay lo felizquealgúndía seríauniéndose a ella; la prometió no olvidarla ni un solo instante, escribirla amenudoyveniraverlaencuantolefueseposible.

Laniñasellevólamanoalafrenteydijoconvozalterada:

—Semeestápartiendolacabezadedolor...

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EnaquelmomentoentródoñaRosalíaenelestanquillo.

—¡Pobrecita!—exclamóMiguel.—Debe V. acostarse un poco a ver si se lepasa.....

—¿Qué; te duele la cabeza?—preguntó la tía.—La canción de siempre.....Andavearecostartehastalahoradecomer:yatellevaréelaguasedativa.

MaximinasubióasucuartoydoñaRosalíaquedódisertandoconMiguel,queapenas la escuchaba. Por la tarde la niña pudo bajar al estanquillo: tenía elsemblante un poco descompuesto. Cuando estuvieron solos, ella le dijotímidamente:

—¿Quieresunacosaquevoyadarte?

—¡Yalocreo!Cuantotúmedesseráparamísagrado.

Maximinasacódelbolsillouncrucifijodeplatapendientedeuncordónyseloentregóruborizadadiciendo:

—Este crucifijome lo regaló la hermanaSanSulpicio el día de su santo: lotraigocolgadoalpechohacetresañossinquitarlojamás...

Miguelseloarrebatóconalegría.

—Precisamente ibayoapedirteunamedallitapara colgar al cuello. ¡Cuántomealegroquetehayasanticipado!Teprometonosepararmedeélnidedíanidenoche...Perovoyasuplicarteunfavor...quetúmismamelocuelgues.

Maximinavacilóuninstante:alfintomódenuevoelcrucifijo;MiguelbajólacabezayelCristoquedócolgadoporlapartedefueradelchaleco.

—Ahora—dijoélconsonrisamaliciosa—esmenesterqueloocultesdebajodelacamisa.

—No;esohazlotú.

Losdosdíasquesiguieronaestaescenatrascurrieronsuavesymelancólicos.Los amantes estabanmucho tiempo juntos, pero se hablaban poco.Maximinahacía visibles esfuerzos por mostrarse serena. Miguel, adivinando estosesfuerzos,sentíasuamorysucompasióncrecer.

Tomópasajeenunvaporquedebíasalirporlatarde.Maximinaaqueldíaporlamañanasemanifestócasicontenta.Sinembargo,estandoenconversacióncon

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él en la sala, cuando menos parecía indicarlo la expresión de su fisonomía,rompióasollozar fuertemente.Miguel laacaricióy laconsolóen los términosmejoresquepudo.

Despuésquearreglósuequipaje,eljovenrecorrióelpueblodespidiéndosedelos amigos que durante su estancia se había ganado: próxima ya la hora departirse y habiendo oído sonar el pito del vapor, volvió a casa con objeto dedespedirsedeMaximina.Pormásquelabuscóportodaspartesnopudohallarla:nadie sabía dónde se habíametido: doñaRosalía opinó que se habría ido a laiglesia.NoesdecibleloqueestodisgustóaMiguel,quiendespuésdemandarelequipaje,sefueconelcorazónoprimidohaciaelmuelle;peroantesseleocurriódarunavueltaporlaiglesia.Comoeltiempoapuraba,corrióhastasofocarse;noviorastrodeMaximinaentodoelámbitodeltemplo.Saliócabizbajoyllegóalvapor,queestabapitandoterriblementeenesperasuya.Cuandosaltóabordo,elcapitánledijoconmalosmodosquehacíaquinceminutosqueaguardabanporél:nolecausóningúnefectolareprensión.Subióalpuente;enelmomentodearrancar el buque, percibió en el balcón corrido de la casa de D. Valentín lafigura de la niña. Echómano apresuradamente a los gemelos del capitán quecolgabandelabaranda,ypudoverasunoviallorosaconunpañueloenlamanohaciéndoleseñas.Sacóelsuyodelbolsilloycontestóllenodeemoción.Latardeestaba tranquila, el cielo nublado, las aguas de la pequeña bahía inmóviles yverdosas espejaban confusamente la columnadehumoque el vapordejaba enposdesí.Algunasotrasfigurashumanasseasomabanalosbalconesyterradosaloírlosprolongadosyfuriososronquidosdelamáquina.

En tanto que el barco no salió por la boca estrecha de la bahía,Miguel noapartólosgemelosdelosojos,dirigiéndolosalbalcóndondelatristeMaximinaquedaba.Cuandounapeñaselaocultó,dejócaerlasmanoscondolor:despuésselimpiólasmejillas,queestabanhúmedas.

XVI

Llevabaelcorazóntanhenchidodeamor,deadmiración,deentusiasmo,queJulitasevionecesitadaasufriradiario,poralgúntiempo,lasdescripcionesqueleplugohacerde labondad, sencilleze inocenciade laniñadePasajes.A lasmujeresnolesdisgustaestaclasedeconfidencias:asíque, lejosdehuirlas, las

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provocaba, informándose con deleite de todos los pormenores más o menospuerilesdeaquellosamoresidílicos,tanenconsonanciaconsuedadysusexo.

Miguel rehusaba enseñarle el retrato. Temía que no le gustase. Después demuchosruegos,yanunciandoconempeño«quefísicamentevalíapoco,»losacódeunacarteradondelollevaba.

—¡Puesnotienenadadefea!—exclamóJulita.—Alcontrario,esunacaramuysimpática...

AMiguelseleensanchóelcorazón,ysedibujóensuslabiosunasonrisabeata.

—¿Sabesaquiénsepareceunpoco?...AClaritaMazón...

ClaritaMazóneraunajovenbastantelinda.Sinembargo,Miguelnotransigióconelparecido,yhastaseindignó.

—¡Pero qué enamorado estás, Miguel!—exclamó Julita sonriendomaliciosamente.—Asímegusta...Yaeratiempodequelaveletaquedasefijauninstante...¿Sabesquesiyoestuvieseenlapieldeesaniñalashabíasdepagartodasjuntas?

—Locreo—repusoeljovenriendo.

—No te duermas sobre los laureles, pillo, porque en cuanto yo puedaentendermeconella,selohedeaconsejar.

—Noteharácaso.

—¡Quiénsabe!Leharéverloquetúeresconesacaradeangelitoderetablo.

DesdeSantander,MigueltelegrafióaPasajes,dandonoticiadesullegada.Asíquesaltódel trenenMadrid,pusootro telegrama,yescribióaquelmismodía.La contestacióndeMaximina tardó seis en llegar.La impaciencia quenuestrojoven manifestó en estos días hizo reír mucho a su hermana. Contra sucostumbre,aguardabaencasaalcartero,yhastaleespiabadetrásdeloscristalesdelbalcónyleibaaabrirélmismolapuerta.

Lacarta,quealcaborecibió,veníaenunsobrepequeño,escritoconmagníficaletrainglesa,laletraqueseenseñabaenelconventodeVergara;sucontenidonoera largo ni expresivo, pero respiraba modestia y candor: llamábale en elcomienzo«apreciableMiguel»ysedespedíacomo«seguraservidora,»locuallehizoreír.Enlaréplicalediobastantematracaconaquella«seguraservidora,»y

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la niña, en las cartas siguientes,modificó su despedida: el comienzo, o sea el«apreciable,» ya le costó más trabajo que lo cambiase; al fin, se aventuró allamarle«queridoMiguel.»Todaslascartasselasleíaésteasuhermana.Juliaprincipióasentirvivasimpatíahaciaaquellaniñademenosedadaúnqueella.Undía le dio una estampita de su librodemisa, para que se la enviase de suparte. Maximina, al acusar el recibo, se manifestó tan conmovida por aquelregalo,queJulianopudoresistiraldeseodeponerlaunaposdataenlacartadesu hermano, dándole cariñosas expresiones. La niña de Pasajes contestó conotra;secambiarondespuéslosretratos;porúltimo,alcabodedosmeses,yaseescribíandirectamente.

Porestetiempoelhijodelbrigadierhabíacortadoenteramentesusrelacionescon la generala Bembo. No pocos esfuerzos caligráficos le costó aquelrompimiento: las quejasde la nuevaAriadnaveníandiariamentepor el correoesparcidas en cinco o seis pliegos de letra menuda: era necesario contestar aellas:alfinTeseosecansóylasguardófilosóficamenteenelbolsillo.Entradoyael invierno, Ariadna volvió aMadrid, y no se pasaron quince días sin que latrompetadelescándalopregonasesusamoresconelsecretariode laEmbajadafrancesa.AMiguelnolemaravillónadaestesuceso.

UndíaJulitaledijoabocadejarro:

—¿Cuándopiensascasarte,Miguel?

Sepusocolorado,yrespondióvacilanteyconfuso:

—¡Oh, elmatrimonio!...Hay que pensarlo con calma.... Es un negociomuygrave.

Ycortórepentinamentelaconversación,hablandodeotracosa.Juliasequedótristeypensativa.Lehizoestapregunta,porquehabíaobservadoquesuhermanonomenudeabatantolascartasaPasajescomoantes.Empezóasospecharqueseiba cansando, y tembló por la pobre Maximina. No se dio por vencida, sinembargo.Al cabo de pocos días le cogió en su cuarto, por la oreja, y le dijomedioenbromamedioenveras:

—Notesueltosinomedicesahoramismosipiensasonocasarte.

—Pero,chica,¿atiquetevanitevieneeneso?—contestóeljovenriendo.

—TengointerésporMaximina,porqueesmiamiga.

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—¡Sinolaconoces!

—Noimporta,laquieroyacomosilaconociese.

—¿Tendríasgustoenserhermanapolíticadelasobrinadeunaestanquera?—preguntóeljovenconmalicia.

—¡Ya locreo!—repusoJuliaponiéndoseseria.—Siesbuenaybieneducada,¿porquéno?...

—No vayas a pensar que yome detengo por eso—dijoMiguel, poniéndosetambién serio.—He meditado mucho en estos últimos meses acerca de talasunto,yalfinnohepodidomenosdeconfesarmequenosirvoparacasado.Elque ha hecho hasta los veintisiete años la vida independiente que yo, esmuydifícilquepuedaacomodarsealorden,a lapaz,a laseriedesacrificiosqueelmatrimonioexige...Y, francamente,para serunmalcasado,¿novalemásquepermanezcasolterotodalavida?...Porotraparte,simecasoconesachica,quenoestáacostumbradaaltratodegentenihaentradojamásensociedadalguna,yacomprendesquedeborenunciarenabsolutoamisrelacionesyalasantiguasamistadesdemi familia:yonoquieropisarun salóndondemimujernohagabuenpapel...Además,Maximinaesdemasiadoniñaydemasiadoinocenteparadominaraunhombretanmaleadocomoyo,ypararegirunafamilia...

Así continuó el hijodel brigadier rebuscando argumentos en su cerebroparaocultar losverdaderosmóvilesde suconducta,queeranel tedioy lavanidad,pasionesasquerosasquelavidacortesanahabíandespertadonuevamenteensucorazón. Julia no apartaba su mirada escrutadora de él, lo cual concluyó porturbarleyobligarleacallar.Despuésdealgunosmomentosdesilencio,aquéllaexclamómoviendolacabezacondolor:

—¡PobreMaximina!

Ydespuésdeunapausalarga,dijoconenergía:

—Puesmira,Miguel,sinohasdecasarteconella,esunpecadograndequelaestésengañando.Debescuantoantescortaresasrelaciones.

—Bien; de eso ya hablaremos... Acaso tengas razón... Hasta luego—dijoponiéndoseelsombreroydándoleunbesodedespedida.

Pormásquenosduelahablarmaldelhéroedenuestrahistoria,laverdadnosobliga a confesar queMiguel tuvo la cobardía de cortar sus relaciones con la

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niñadePasajesdejandodeescribirla.Alcabodeunosquincedías,suhermanaleenseñóunacartaquehabíarecibidodeella;sedabaporenteradadeldesamordesu novio, sin proferir una queja; disculpaba su conducta manifestando quedespués de la separación había reflexionado que ella no podía convenir a unhombre como Miguel; hubiera deseado, sin embargo, que éste se lo hubieradichoantesdetenerlaimpacienteytristemuchosdías;terminabadiciendoquealfinhabíaconseguidodesutíaelpermisoparahacersemonjadelacaridad.

Esta carta, donde al través de la firmeza y naturalidad de los conceptos, seentrevíaunamanotemblorosayunosojosnubladosporlaslágrimas,conmovióhondamente a nuestro héroe, y le hubiera conmovido aúnmás, hasta el puntoquizádemarcharseaquelmismodíaaPasajesparapedirperdónaMaximinayhacerlasuesposa,sidesgraciadamenteaquélnofueseundíacríticoyterribledesuexistencia.

Elperiódicodel condedeRíos sostenía frecuentespolémicasconotrodiarioconservadortituladoLaMonarquía.Estaspolémicas,untantoásperas,nohabíanrebasadohastaentoncesloslindesdeunacortesíamásomenosambigua.Llegóun punto, no obstante, en que la discusión se fue agriando en términos queaparecieroneneldiariomoderadoalgunosinsultosveladoscontraelinspiradorylos redactoresdeLaIndependencia.Miguel se juzgóenel casodeescribirunartículocontestandoaestasinjurias,quefueunverdaderoprodigiodehabilidad:devolvíanseconcreces todasaquéllasalenemigo,perodeunmodo tan finoybienencubierto,queeraimposibledemandarreparaciónantelostribunales,ynoerafáciltampocohallarmotivoparaunduelo.Elartículoseleyóenlaredaccióny fue calurosamente aplaudido. Por desgracia, en esta ocasión fue cuando aMendozaseleocurriódescubrirenteramenteaquelsecretoquesuamigoleteníaguardadohacíaaños.Altraerlelaspruebasdelartículo,seautorizó,sinconsultaranadie,cambiarunodesuspárrafosmetiendootrodecosechapropia.Porvirtudde esta funesta ocurrencia, lo que era una frase incisiva y bien meditada, seconvirtióengroseroyferozinsulto.EncuantoMiguel,alleerelperiódicoporlamañana,seenteródelamodificación,revolvióselelabilis,comprendiendoqueno podía menos de producir fatales consecuencias; fue a la redacción, y noencontrandoaMendoza,comenzóadecirenpresenciadesuscompañerosloqueyahemosvistoenotrocapítulo.

Todossuscálculosquedaronconfirmados.Nosepasaronmuchashorassinquedoscaballeros,padrinosdeldirectordeLaMonarquía,viniesenaexigiraldeLaIndependencia una satisfacción personal. Mendoza, pálido y tembloroso, lescontestóqueélnoeraelautordelartículo,ylesprometióqueenelnúmerodel

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díasiguientesaldríaunarectificación.NofaltóquienlepasararecadoaRiverita,quien a toda prisa acudió a la redacción, antes que de ella hubiesen salidoaquellosseñores.Asíquellegó,deshizocuantosehabíaconvenido;contestóqueera suyo el escrito, se opuso a publicar ninguna rectificación, y nombró porpadrinosalcondedeRíosyauncompañerollamadoMerelo.Despuéssevolvióacasa,yfuecuandoJulitalemostrólacartadeMaximina.

Lospadrinosdeloscontendientestardaronundíaenteroyemplearontodalasalivadesusgaznatesendiscutirlascondicionesdeldesafío.Elpuntomásarduoera el de la elección de armas. El conde de Ríos, fundándose en que suapadrinadoeraelretado,creía tenerderechoaelegirlas,y lososteníacongrancalor.Enrealidad,hacíamuchohincapiéenesteasunto,porqueerasabedordequeelperiodistamoderadopensabaelegirelsable,noporque lomanejasecongrandestreza,sinoporque,dadasuestaturaycorpulencia,debíallevarventajaaladversario.Lospadrinosdeaquéldefendíanconigualtesónsuderecho,porserelofendido.Alasdiezdelanocheaúnnohabíanpodidoarreglarse.EnunadesusentrevistasconRíos,Miguel,cansadoalfinpor tantadilación, lerogóqueaceptasecuantascondicionesquisieranponerloscontrarios.

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Envirtuddeesto,quedóconvenidoqueeldueloseefectuaseasableconpunta.Hora,lassietedelamañana;sitio,laquintadeVistalegre,enCarabanchel.

No fue adormir a casa:pasó recadoa sumadrastra, advirtiéndolaquedebíavelaraunamigoenfermo,afindequeniellaniJuliaestuviesenconcuidado.Nosaliódelcasino,dondehabíaestadotodalatardeesperandoelresultadodeladiscusióndelospadrinos.Hastalasdosdelamadrugadajugóaltresillo:cuandolapartidasedisolvió,estuvopaseandolargoratoporunodelossalones;cansadoalfin,serecostóenundiván,ynotardómuchosminutosenprenderleunsueñopesadoyletárgico.Latensiónenquesusnervioshabíanestadolasúltimashoras,habíaterminadoporunenervamiento.Durmiómediahora,y,duranteella,soñómil disparates: ahora se encontraba enun inmensopalaciodeshabitado, dondecierta sombra, que vio cruzar, le causó un terror extraño, que jamás habíasentido:ahoraseibaabatirdentrodeunaiglesiaconunhombrequenoconocía,yqueresultabaserD.Valentín,eltíodeMaximina,elcual,sinsabercómo,seconvertíaengatoysearrojabasobreél,clavándolelasuñasalcuello:despuéssevio en medio del mar, flotando como una boya, a merced de las olas, sinesperanzadequenadievinieseasocorrerle.

—Señorito,señorito...

—¡Eh!¿quéhay?—dijorestregándoselosojos.

—Vamosaapagar.

—Bueno...¿SabeV.siestáenlasaladejuegoelSr.Merelo?

—Meparecequesí,señor.

Se fue hacia allá y encontró a su amigo ganando bastante dinero. Al verleentrar, Merelo le dirigió una sonrisa alegre y expansiva; bien claramente seentendía que en aquel instante no le importabamucho queMiguel se fuese amatar.Todavía estuvoengananciasun largo rato,hastaqueviendo señalesdeque la suerte se torcía, levantose como jugador experto y salió de la salaabrazadoasuamigo.

—¿Quéhoraes,Miguelillo?

—Lascincomenoscuarto.

—¿Hayánimo,verdad?—lepreguntóabrazándoledenuevoconefusión.

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—¡Sí,hombre,sí!Yotengoánimoytúdinero—contestósonriendo.

—¿QuieresquevayamosacasadedoñaMariquitaatomarchocolate?

—Vamos.

Mientrastomabaneldesayuno,Merelo,cadavezmásalegreycariñoso,hablóde muchas cosas con pasmosa lucidez; pero especialmente de esgrima.Realmenteestaeralaconversaciónqueveníaalcasoentonces,yentendiéndoloasílediounamultituddeconsejosencaminadostodosanodejarsepegarporeldirector de La Monarquía; antes bien, a partirle por el medio en la primeraocasión.

—Nada de fintas, ¿entiendes?... Los golpes han de ser rápidos y decisivos...Déjale a él que finte cuanto quiera... Tú quieto, sereno, aplomado... a parar ycontestarnadamás...Yacaeráenalgunacontestación.¡Puesnohadecaer!

MiguelmojabadistraídamenteelbizcochoenelchocolatepensandoDiossabeenqué.Cercayadelasseissalierondelestablecimientoyenderezaronlospasoshacia la calle de la Reina, donde vivía el general Ríos. Era noche cerradatodavía.Alllegarvieronelcochealapuertaenesperayadesudueño.Pasaronalcondeunrecadoporellacayoynotardóenpresentarseenvueltoenungabánde pieles; el lacayo venía detrás con los sables. Después de saludarseafectuosamente, subieron al carruaje, y éste comenzó a rodar por las callessilenciosasconásperotraqueteo.

CuandosalieronporlapuertadeToledo,comenzabaarayareldía.AlllegaraCarabanchelyaestabaclaro.Duranteeltrayecto,elgeneralyMerelonocesaronde hablar de política. La mañana despejada. Al apearse cerca de la regiaposesión, hacía un frío intenso: los árboles, desnudos, tenían su armazóncubiertodeescarcha.Porelcarruajequevieronalapuerta,comprendieronquesus contrarios ya habían llegado, y en busca de ellos se dirigieron por loshermosos jardines del opulento banquero. Mucho antes de llegar al parajedesignado, vieron sus figuras negras resaltando sobre el blanco tapiz de lahelada.Miguel, que hasta entonces había dado señales de hallarse inquieto ynervioso,quedórepentinamenteencalma:desdeentonceshastaelfindellancemanifestó una absoluta y extraña serenidad que dejó altamente complacidos asuspadrinos.Saludaronéstosaloscontrariosyalmédico,quedebíaservirparalos dos contendientes según se había convenido: Miguel y el periodistamoderado se hicieron de lejos una leve inclinación de cabeza. Escogiose elterreno, que fue un camino de arenamejor resguardado que los otros por dos

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altos setosde rosal;midiéronse los sables;despojáronse los adversariosde losgabanes y levitas, quedando con el chaleco, en gracia del frío que hacía;colocóseles en su sitio con el sable en lamano: por último, el condedeRíos,comolapersonademásrespetoqueallíhabía,secolocóenelmedio,alargólosbrazostomandoconlosdedoslaspuntasdelosdossablesyseapartódiciendoconfuerteentonación:

—Señores,cumplanVV.consudeber.

El director de LaMonarquía era un mocetón robusto, de treinta y cuatro atreinta y seis años de edad, cuya figura formaba triste contraste en aquellaocasiónconladelicadayexiguadeRivera.Sinembargo,alospocosmomentoscomprendió éste que no se las había con un tirador consumado.Miguel habíatiradoalgunastemporadaselsableyelflorete:sucontrarionoconocíaalparecermás que esta última arma; pues hubo que advertirle por los padrinos que nolevantaselamanoizquierda,ylacolocasedetrásdelaespalda.Peroestomismole hacíamuy peligroso, porque en vez de hacer uso del filo, alargaba a cadainstante la punta del sable, manteniendo a Miguel fuera de distancia. Estecomenzóaatacarvigorosamentetirandogolpessencillosalbrazo,alacabezayal hombro: su contrario, en vez de pararlos, la mayoría de las veces rompíaalargandolapunta:deestasuerte,alostresminutoslaluchaseconvirtióenunasalto desordenado de florete. Sin embargo, el periodista monárquico le tiróimpensadamenteungolpealacabeza;perohubodesalirlecaro,porqueMiguelparóycontestócontalrapidez,quesinorompeatiempolerajalacara.Desdeentonces no tirómás tajos. La lucha se prolongó cerca de quinceminutos sinresultado.Miguel, que era el que atacaba, se sintió fatigadísimo; tanto, que lohizopresenteenvozalta,ylospadrinoslesobligaronasuspenderylesdierondiezminutos de descanso.Durante ellos,Miguel se vistió el gabán y se fue afumar un cigarro en un banco con lamayor tranquilidad, en la apariencia, enrealidad muy irritado por aquel extraño procedimiento de su contrario.Comenzadadenuevolalucha,tampocodioresultadoalgunoenbastantetiempo,apesardequeMiguel,cadavezmásimpaciente,atacabaconfuriabatiendoparaherir el sable de su adversario; pero éste tenía brazo de hierro, y apenas siconseguía apartar la punta un instante. A los ocho o diez minutos volvió asentirse cansado, mas no osó declararlo por vergüenza. Aflojó en el ataque,haciéndolocadavezmásdébilydesordenado.Advertidoelcontrario,comenzóatirarle frecuentes estocadas: apenas tenía fuerzas para pararlas. Al cabo, elrobusto periodista le separó el sable con el suyo a viva fuerza, y le hundió lapuntaenelpecho.

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Miguelcayósoltandounchorroabundantedesangre.Todosseapresuraronasocorrerle.EldirectordeLaMonarquíabalbucióalgunaspalabrasmanifestandosu sentimiento, a las cuales el herido no pudo contestar. Elmédico le hizo laprimeracurayactocontinuofuetrasladadoalcoche,quelellevóencompañíadeaquélysuspadrinosacasa.

XVII

Elpronósticodelmédicofuereservadoenlosprimerosmomentos.Alcabodeveinticuatrohorasmanifestóquesuestadoeragrave,aunquenodesesperado.

Julitahabíapadecidovariosataquesnerviososeneltrascursodeaqueldía:lavistadesuhermanomoribundolehabíacausadoprofundayterribleimpresión:nohubofuerzahumanacapazdehacerletragaralimentonimedicinaalguna.Elsustodesumadretambiénfuegrande,perotrasformosesúbitoenvivayásperairritación,delacualfueronvíctimaslospadrinos,elmédico,loscriados,yhastaelmismoMiguelasíqueseencontróenestadodesufrirla:lagranpreocupacióndelabrigadieranoeraqueaquélsecurase,sinosaberquiénhabíatenidolaculpadeladesgracia: tanintemperanteydesbocadaestuvo,queelcondedeRíosnopisómáslacasa,limitándoseapreguntartodoslosdíaspormediodeunlacayoelestadodelenfermo.

Afortunadamente, salió del peligro pronto: a los cinco días ya se le permitíahablar,aunquenomucho.Julianoseapartabadesucabecera.Lamamáera laencargadaderecibir lasnumerosasvisitasquellegaban;yporciertoquenosehartabadecontaratodoelmundolospormenoresdelacatástrofe.

Unatarde,Juliasehallaba,comodecostumbre,cosiendoalladodelacamadelenfermo;elcualdormía.

—Oyes,Julia—dijodeprontodespertándose.—¿Quiereshacermeunfavor?

—¿Cuál?

—Léeme otra vez la carta de Maximina..... El día aquel no estaba yo paraenterarmedenada.....

Juliasonrióconsemblantetriunfal.Enefecto,hacíadíasqueobservabaensu

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hermano cierta predisposición a la melancolía bastante ajena a su carácter: amenudosepasabahorasenterasconlosojosestáticos,inmóvil,dandoseñalesdehallarse emboscado en una maraña de pensamientos tristes: le molestaba lacompañíadelosamigosyaunllegabaadesagradarlequesuhermanaleleyesedemasiado tiempo.—Miguel piensa enMaximina—se dijo aquélla al verle tanreflexivo.¿Quémisteriodeamorseleescaparáaunajovendediezysieteaños?—Puesquepeneunpoco;yaresollará.

Yasífue,comolopensólaniña.

—Voyabuscarla—contestósaliendoapresuradamentedelaalcoba.

Notardóenllegarconellaenlamano:sentosedenuevoysepusoaleerlacongrancalma,observandodereojoalherido.

Alconcluir,ésteteníalosojoshúmedos,yexclamómirandoaltecho:

—¡Pobreniña!

Juliaguardólacartaenelpecho,cogióotravezlacosturaysepusoamoverlaagujaensilencio.Alcabodealgunosminutoselenfermovolvióadecir:

—Voyapedirteotrofavor...

—Loquequieras...

Tomalasllavesdemiescritorio,queestánahíenelchaleco,abreelsegundocajóndelaizquierdaysacauncrucifijodeplataquehayenél...ytráemelo.

—Aquí está—dijo presentándoselo a los pocos instantes colgando de unpedazodecordón.

—Este crucifijo—manifestó algo ruborizado—me lo dio Maximina alsepararnos:semerompióelcordón,yesperandocomprarotro,loguardéenelescritorio.

—Tengoyouno;nonecesitascomprarlo—repusolajoventornandoasalirdela estancia y entrando otra vez al instante con un cordoncito azul. Y sinmásdilación tomó el crucifijo demanos deMiguel, sacó el cordón viejo,metió elnuevoydijoconnaturalidad:

—¿Quieresquetelocuelgue?

—Bueno—contestóMiguelponiéndoseotravezcolorado.

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Al tiempo de colgárselo, Julita acercó la boca a su oído y le dijograciosamente:

—Silohubierastraídosiempre,notehabríanherido.

Ysinesperarcontestaciónsaliódandobrincos.Cuandoestuvoenelpasillo,sequedóinmóvilderepente,meditóunmomento,ydibujándoseensurostrounasonrisadeplacer,siguiócorriendoasucuartoyactocontinuosepusoaescribir.

Laverdadesqueen losdíasque siguieronaestaescena, Julita semanifestódignadeunaplenipotenciadeprimerorden.

Pocosdiplomáticossehubieranconducidocontantahabilidad.

NovolvióahablarasuhermanodeMaximina:peroledejabalargosratossolo,ycuandoestabaasuladopermanecíaquietaysilenciosa,esperandoconrazónqueelpensamientodelheridollevaríaacabosu tarea,ymejorporsísoloqueconauxiliodenadie.Devezencuando,dandolargosrodeos,quelahacíanreír,Miguel sacaba la conversación de Pasajes y de Maximina, contándole porcentésima vez todos los episodios de sus inocentes amores. Ella le escuchabaatenta,leanimabaaseguir,peroguardándosedehacerlepreguntaalgunaacercade sus designios. Esta táctica parecía excitar cada vez más la locuacidad delenfermo;y aun se advertían en él ciertosdeseosde comunicar alguna cosademás trascendencia; mas tales deseos veíanse contenidos por la reserva y elsilenciodeJulia.

Unamañana,porfin,éstavinoasentarsemástempranoquedecostumbreasucabecera. SiMiguel se hubiera fijado en ella, tal vez habría advertido en susojillos inquietos y negros un brillo singular y en sus manos cierto temblorinusitado; pero se hallaba tan embebido en sus pensamientos y habitualmelancolía,quenadaobservó.

—Dime,Miguel—ledijo la jovenlevantandoresueltamente lacabeza,—¿quépiensashacercuandotelevantes?

—¿Cuandomelevante?...¿Quéquieresdecir?..—repusosorprendido.

—Sí;¿quépiensashacerdetuvida?

—¿Quéséyo,chica?...Lodesiempre.

Hubounratodesilencio.Miguelesperabaquesuhermanaconcretasemásel

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pensamiento:viendoquenolohacía,sedecidióahablar.

—La verdad es, Julia, que hemeditado bastante en estos días acerca demisituación, y no la encuentro tan halagüeña como a primera vista parece. Tú ymamáconstituíshoymiúnicafamilia.Conlosdemásparientesnocuentoparanada.Tútecasarás,comoesnatural.Mamá...yasabescómotieneelgenio; lavida a su lado no puede ser alegre. Por otra parte, me voy haciendo viejo(carcajadadeJulia).Noterías;aunqueporfueranomesientoviejo,pordentronecesito ya sosiego, comodidades; la vida de fonda me horroriza. No puedesfigurartelacompasiónquemeinspiranesosviejosqueandanrodandosolosporlas casas de huéspedes..., que se ponen enfermos y tienen que llamar a unahermana de la caridad... que al llegar de la calle no pueden comunicar susimpresionestristesoplacenterasconunserquerido...queconganasosinellassevenforzadosasalirtodaslasnoches,porquelasoledadlesarrojadelcuarto...¡Eshorrible!

—Bien;todoesoquieredecirquedeseascasarte—manifestóJuliaconsonrisaburlona.

—Nohedicho tal cosa—respondióavergonzado,y reponiéndoseen seguida,exclamó:—Perosilohubieradicho,¿qué?...¿Tienealgodeparticular?

—Nada,hombre,nada;alcontrario,siemprehecreídoquedebíascasarte.

—¿Peroconquién?—preguntóeljovenentonoangustioso.

—Conlamuchachaquemásteguste...,siesquetequiere.

—Ahíestáladificultad...,quenomegustaninguna.

—¿NiladePasajestampoco?

Miguelseturbóaúnmás,ydijoconpalabravacilante:

—¡Quépícaraeres!Maximinamegustaba.Laverdadesqueseríaunabuenaesposa...

—¿Puesporquénotecasasconella?

—¿Creestú...?—preguntódirigiéndoleunamiradatímidayanhelante.

—¡Vaya! Yo me alegraría muchísimo. Creo que es la única mujer que teconviene.

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—¡Ay, Julita!—exclamó con vehemencia incorporándose un poco.—Quéplacermehasdado.Haceunaporcióndedíasquenopiensoenotracosa.

—Losabíaperfectamente...Perohazmeelfavordetaparte,porquesitemueresnohayboda,yyoquierocomerdulcesatodacosta.

Miguel la dirigióuna sonrisade reconocimiento.Hubootrapausa.Sequedópensativo y miró dos o tres veces de soslayo a su hermana, como si no seatrevieseamanifestarleloquecruzabaporsumente.Alfinseaventuróadecir:

—Todavíatengoquepedirteotrofavor,Julita.

—Yasécuáles:queescribaaMaximina,¿verdad?

—¡Qué talento tan prodigioso! No pareces hermana de un redactor de LaIndependencia... Escríbele, sí, porque yo, Dios sabe cuándo podré coger lapluma.

—¿Yquéledigo?

—Loquequieras.

—Bien;lediréquelaquieresmuchoyquedeseascasarteconellaaescape.

—¡Eso;yqueesmásguapaquelavirgendelCarmen!

—Calla,bruto.Voyahoramismo,noseaquetevuelvasatrás.

Saliódelaalcoba;nosepasarondosminutossinqueselaoyesegritardesdelapuerta:

—Yaheescrito,Miguel.Ahíestálacontestación.

Alzó los ojos y vio a la mismaMaximina, a quien Julia empujaba hacia lacama.Detrás vio asomar la cara del hombre-pez, o sea deD.Valentín, el ex-capitán del Rápido, quien hacía todo lo posible por ocultarse detrás de lasjóvenes.Creyóqueestabasoñando:detalmodosepintóelespantoensusojos,queMaximinasedetuvoenmediodelgabinete.

—¡Vamos,necio,nopongasesacara,quelaasustas!—exclamóJulita.

Brillóentoncesunachispadegozoenlosojosdeljoven.Maximina,másrojaqueunacereza,avanzóunospasosmásylepreguntóconvoztemblorosa:

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—¿CómoseencuentraV.,Miguel?

—¡Enelsétimocielo;aladerechadeDiosPadre!

Y tomándole una mano comenzó a besarla con frenesí, como si no hubieranadiedelante.

—Julia te ha escrito pidiéndote perdón de mi parte, ¿no es verdad?...Diciéndote que estaba en peligro de muerte, y deseaba casarme contigo,¿verdad?...Puestodo,todoesoescierto...Sóloqueyanomemuero.Mecasaréen cuanto me levante de esta cama y seremos muchos años felices... Digo(bajando la cabeza y cambiando de tono) en el caso de que tú me quieras...¿Estásconformeconelprograma?

Laniñahizounaseñalafirmativa:laemociónlaimpedíahablar.

Miguelestrechóconfuerzasusmanosylasllevóalcorazón.

D. Valentín contemplaba atónito aquella escena. Julita, desde la puerta,exclamósentenciosamentellevándoseundedoalafrente:

—¡Yluegodirámamáqueaquínohaymásqueviento!

Aquella misma noche volvieron D. Valentín y su sobrina a Pasajes. Tressemanasdespués fueMiguelacasarse.A lasdoshorasde recibir labendicióndelcura,emprendieronlamarchaparaMadrid.

El destino tenía reservadas todavía aMiguel otras penasyotras alegrías, lascualesmásadelantecontaré,sienellofuereDiosservido.

FIN

OBRASDELMISMOAUTOR

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CalledeJacometrezo,72,Madrid

Losprecios indicados enprimer término sonparaMadrid los en segundoparaprovincias,francosdeporte.

ALARCON(D.Pedro).—DiariodeuntestigodelaguerradeÁfrica;3tomos,9y10pesetas.

—DeMadridaNápoles;7y8pesetas.

—Poesías;5y5,50pesetas.

—ElSombrerodetrespicos;3y3,50pesetas.

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—ElEscándalo;4y4,50pesetas.

—ElNiñodelaBola;4y4,50pesetas.

—ElFinaldeNorma;4y4,50pesetas.

—ElCapitánVeneno;3y3,50pesetas.

—LaPródiga;4y4,50pesetas.

—Novelascortas;3tomos,12y13pesetas.

Contiene: Primera serie. Retrato y biografía del autor. Cuentos amatorios.—Segunda serie. Historietas nacionales.—Tercera serie. Narracionesinverosímiles.

—LaAlpujarra;5y5,50pesetas.

—Cosasquefueron;4y4,50pesetas.

—ViajeporEspaña;4y4,50pesetas.

—Juiciosliterarios;4y4,50pesetas.

—Amoresyamoríos;4y4,50pesetas.

BALZAC.—(Dostomos.)—Contieneelprimero:Escenasdelavidaprivada.—Unafamiliadoble.—LaseñoradeFirmiani.—LaVendetta.—Lacasadelgatoquepelotea.—ElbailedeSceaux.—Elbolsillo.

Contieneelsegundo:AlbertoSavarus.—Lapazdelhogar.—Laqueridafalsa.—Estudiodemujer.—Unestudiomásdemujer.—LagranBreteche.

TraduccióndeE.BorrelyL.Aner;preciodecadatomo,2,50y3pesetas.

—Cuentosdroláticos, traducidosporQuerubíndelaRonda,conunprólogodeClarín;2pesetas.

AMICIS(Edmundode).—España:traduccióndeSuárezFigueroa.Unvolumenholandesa,tela,5pesetas.

—Marruecos:traducidoporJ.MuñizCarro.Unvolumen,connoticiabiográfica,3,50y4pesetas.

—Elvino,susefectospsicológicos;unapeseta.

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—RecuerdosdeParísyLondres: traduccióndelmismo.Unvolumen,2,50y3pesetas.

—Holanda:traducidoporH.GinerdelosRíosyJ.MuñizCarro.Unvolumen,4pesetas.

—Constantinopla: traducción deH.Giner de losRíos.Dos volúmenes, con elretratodelautor,5pesetas.

—Recuerdosde1870-71:traduccióndelmismo.Unvolumen,3pesetas.

—Lavidamilitar:bocetos,primeraserie,traduccióndelmismo.Unvolumen,3pesetas.

—La vida militar: nuevos bocetos, segunda serie, traducción del mismo; 3pesetas.

—Novelas:traduccióndelmismo;3pesetas.

Contiene: Camila.—La casa paterna.—Furio.—Manuel Menéndez.—Un grandía.—Alberto.

—Páginassueltas:traduccióndelmismo;3pesetas.

—Retratosliterarios:traduccióndelmismo;3pesetas.

—Italia:traduccióndelmismo;2tomos,6pesetas.

—Losamigos:traduccióndelmismo;3tomos,9pesetas.

—Poesías:traduccióndelmismo;3,50pesetas.

BIBLIOTECAdeautoresescogidos.—A1y1,25pesetascadatomo.

Quevedo.—MarcoBruto;untomo.

Sauvestre.—Unfilósofoenunaguardilla;untomo.

Quintana.—Obraspoéticas;untomo.

Ossian.—Poemasgaélicos;2tomos.

Jovellanos.—Oracionesydiscursos;untomo.

VíctorHugo.—Discursos;2tomos.

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BIBLIOTECA de cuentos y leyendas de autores ingleses y norte-americanos.

TraducidaporM.JuderíasBénder.

UnacartadeMissGreenwoodycuatrocuentosdeN.Hawthorne;untomo,unapeseta.

MemoriasdeunGobernador,porWáshingtonIrving;untomo,unapeseta.

Leyendasextraordinarias,porE.PoeyWáshingtonIrvinguntomo,unapeseta.

El Tesoro escondido y Los Pigmeos, por Natanael Hawthorne; un tomo, unapeseta.

ElVellocinodeOro,porNatanaelHawthorne;untomo,unapeseta.

LasegundapartedeIvanhoe,porW.M.Thackeray;untomo,unapeseta.

ElBarónyunproyectodeferrocarril,porX.X.X.;untomo,unapeseta.

CAMPOAMOR (de la Real Academia Española).—Los pequeños poemas:quintaedición,únicacompleta:1882;untomo,5pesetasenMadrid,y5,50enprovincias.Encuadernadosalainglesaconunaeleganteplancha,1,50pesetasmás.

—Dolorasycantares:décimo-sextaedición,únicacompleta, conel retratodelautor. Madrid, 1882; un tomo, 5 pesetas en Madrid y 5,50 en provincias.Encuadernadasalainglesaconunaeleganteplancha,1,50pesetasmás.

—Poesías y fábulas: quinta edición. Contiene: Ternezas y flores.—Ayes delalma.Untomo,8.ºmayor,4y4,50pesetas.

—Eldramauniversal:poemaenochojornadas;primeraedicióndegranlujo,8y9pesetas.

—Idem;terceraedición,3y3,50pesetas.Encuadernado,unapesetamás.

—Colón: poema, con un prólogo de D. Severo Catalina (nueva edicióndiamante),3pesetas.Encuadernadolujosamente,unapesetamás.

—EpístolanecrológicadeD.LuisGonzálezBrabo;unapeseta.

—ElPalaciodelaverdad:comediaentresactos;2pesetas.

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—Guerraalaguerra:doloradramática;unapeseta.

—DíesIræ:dramaenunacto;unapeseta.

—Cuerdosylocos:comediaentresactos;2pesetas.

—Elhonor:comediaentresactos;2pesetas.

—Pensamientos:extractodesusprimerasobras;1,50peseta.

—Poética:1,50pesetaentodaEspaña.

—Polémicas con la democracia: segunda edición aumentada; un tomo, 8.ºmayor,3y3,50pesetas.Encuadernado,unapesetamás.

—Loabsoluto:3,50y4pesetas.

CANTOS populares españoles.—Recogidos, ordenados e ilustrados porFranciscoRodríguezMarín,sociofacultativodeElFok-LoreAndaluz.5tomos8.º,25y27pesetas.

Contiene:Nanas, o coplas de cuna.—Rimas infantiles.—Adivinanzas.—Pegas.—Oraciones, ensalmos y conjuros amorosos.—Requiebros, declaración,ternezas, constancia, serenata y despedida.—Ausencia, celos, quejas ydesavenencias,odio,desdenes,penas,reconciliaciónymatrimonio.—Teoríayconsejos amatorios.—Cariño y penas filiales.—Religiosos.—Sentenciosos ymorales.—Fiestas y baile.—Columpio.—Jocosos y satíricos.—Estudiantes,soldados, marineros y mineros contrabandistas, brabucones y borrachos.—Carcelarios.—Históricos y tradicionales.—Locales.—Varios.—Apéndicegeneral.—Algunasobservacionessobre losversosdelCantarde los cantarescitados en la presente obra.—Melodías.—Advertencias.—Post scriptum,etcétera,etc.

DAUDET.—Losreyeseneldestierro.Novelaparisién,traducidaporD.JoaquínPortuondo;3,50y4pesetas.

ELICESMONTES.—Elpatriotismoespañol.Apuntesparaunlibro,recogidosdelasgloriaspatrias,dedicadoalosespañolesresidentesenAmérica.Madrid1885;untomoen8.º,2,50pesetas.

—Elgobiernoyelejércitodelospuebloslibres.—Tratadodederechopolíticoyplan de organización militar, según el credo democrático y los últimosadelantosdelartedelaguerra,2,50.

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ESCANDON.—HistoriamonumentaldelheroicoReyD.PelayoysussucesoreseneltronocristianodeAsturias,ilustrada,analizadaydocumentada.Obradesumo interéspara loshistoriadoresycuriosos;contiene lascrónicasoficialesdeaquellostiempos,quesonmuypococonocidas;untomoen4º,5pesetasentodaEspaña.

FLORES.—Lahistoriadelmatrimonio;2y2,50pesetas.

—Tiposycostumbresespañolas;3y3,50pesetas.

—Ayer,hoyymañana;6tomos,18y20pesetas.

FERRERDELRÍO.—Galeríadelalitera,conlosretratosdeQuintana,Lista,Gallego,Burgos,Toreno,MartínezdelaRosa,Lastrayotros;untomoen4.º,5pesetasentodaEspaña.

—Album literario español. Esta obra comprende una colección de artículos ypoesías de nuestros más célebres escritores contemporáneos y forma laSegundapartedelaGaleríadelaliteraturaespañola;untomoen4.º,4pesetasentodaEspaña.

GOMEZSIGURA.—ElTaciturno(novela);4pesetas.

GIMENEZYHURTADO.—CuentosespañolescontenidosenlasproduccionesdramáticasdeCalderónde laBarca,TirsodeMolina,AlarcónyMoreto,connotasybiografías,1881;untomoen8.º,2,50pesetas.

—LasaldeMaríaSantísima.Musaepigramáticaycancionero festivopopular,en donde figuran los más célebres epigramas de autores antiguos ycontemporáneos y losmás intencionados y alegres cantares del pueblo, etc.,etc.,conunrazonadoeinteresanteprólogodeD.EduardoBustillo,1882,8.º;2pesetasentodaEspaña.

LISTAYARAGON.—Ensayosliterariosycríticos,conunprólogodeD.JoséJoaquíndeMora;2tomosenunvolumen4.º,6pesetasentodaEspaña.

OVILO Y CANALES.—La mujer marroquí, estudio social. Ilustrada concromoallápizydibujosapluma,porDemócrito;untomo8.º,3pesetas.

PEREZGALDÓS (D.Benito).—EpisodiosNacionales,20 tomos,a2pesetasuno.

—DoñaPerfecta;2pesetas.

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—Gloria;2tomos,4pesetas.

—Marianela;2pesetas.

—LaFamiliadeLeónRoch;3tomos,6pesetas.

—ElAmigomanso;3pesetas.

—LaDesheredada;8pesetas.

—ElDoctorCenteno;2tomos,6pesetas.

—Tormento;3,50pesetas.

—LadeBringas,tercerapartedelDoctorCenteno;3pesetas.

—LoProhibido;2tomos,6pesetas.

—LaFontanadeOro;2pesetas.

—EpisodiosNacionales:ediciónilustradaconmásde1.200facsímile.

TomoI.Trafalgar.LaCortedeCarlosIV;120grabados,13pesetas.

TomoII.El19deMarzoyel2deMayo.Bailén;125grabados,14pesetas.

TomoIII.NapoleónenChamartín.Zaragoza;125grabados,14pesetas.

TomoIV.GeronaCádiz;130grabados,14pesetas.

TomoV.JuanMartínelEmpecinado.LabatalladelosArapiles;14pesetas.

TomoVI.ElequipajedelReyJosé.Memoriasdeuncortesano;13pesetas.

TomoVII.Lasegundacasaca.ElgrandeOriente.

TomoVIII.El7deJulioyloscienmilhijosdeSanLuis;13pesetas.

TomoIX.ElTerrorde1824yunvoluntariorealista;14pesetas.

TomoXyúltimo.LosApostólicosyunfaccioso;15pesetas.

PONSONDUTERRAIL.—ElHerrerodelconvento;2tomos8.º,de336y434páginas,3pesetas.

—LosAmoresdeAurora:segundapartedelHerrerodelconvento;untomo8.º,

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de668páginas,2pesetas.

—Lajusticiadelosbohemios:terceraparteyúltimadelHerrerodelconvento;untomo8.º,de567páginas,2pesetas.

—ElCapitándelospenitentesnegros;2tomos,2y2,50pesetas.

—ElDiamantedelComendador;untomo,1,50pesetas.

PEREDA.—Sotileza.1885;untomo,4,50y5pesetas.

—Tiposypaisajes;untomo,3pesetas.

—Tipostrashumantes;2pesetas.

—Esbozosyrasguños;4y4,50pesetas.

—Elsabordelatierruca;tela,3y4pesetas.

—PedroSánchez,segundaedición,4,50y5pesetas.

Enpublicación:

Obras completas, esmeradamente corregidas, a 4 y 4,50 pesetas tomo.Encuadernadasbonitamente,entela,unapesetamás.

Sehallandeventalassiguientes:

—Loshombresdepro.

—Elbueysuelto...

—D.GonzaloGonzálezdelaGonzalera.

—Detalpalotalastilla;4y4,50pesetas.

—EscenasMontañesas;4y4,50pesetas.

POLOYPEILORÓN(D.M.).—Borronesejemplares,misceláneadeartículos,cuentos,parábolasysátiras;1883,8.º,2,50y3pesetas.

—Costumbres populares de la Sierra de Albarracín; cuentos originales (muymorales);1876,terceraedición,2y2,50pesetas.

—Sacramento y concubinato: novela original, de costumbres aragonesas, conunacarta-prólogodeD.ManuelTrueba;1884,8.º,2,50y3pesetas.

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—Supuesto parentesco entre el hombre y el mono, contra Darwin; 1884, 8.º,segundaedición,3,50y4pesetas.

—Losmayos:novelaoriginal,decostumbresaragonesas,conunprólogodeD.M.MenéndezPelayo;1879,segundaedición,8.º,2,50y3pesetas.

—ElementosdePsicología;1881,segundaedición,8.º,3y3,50pesetas.

—ElementosdeLógica;1882,segundaedición,8.º,3y3,50pesetas.

—ElementosdeÉtica;1882,segundaedición,8.º,3y3,50pesetas.

RODA.—Losoradoresromanos:leccionesexplicadasenelAteneocientíficoyliterariodeMadrid,enelcursode1873-74,conunprólogodelExcmo.Sr.D.AntonioCánovasdelCastillo;untomo,2,50y3pesetas.

—Losoradoresgriegos.LeccionesexplicadasenelAteneocientíficoyliterariodeMadrid,enelcursode1882-73,conunprólogodelExcmo.Sr.D.AntonioCánovasdelCastillo;untomo8.º,2,50y3pesetas.

—BrevesnoticiassobrelavidaliterariaypolíticadeCánovasdelCastillo:unapeseta.

—Ensayosobrelaopiniónpública;3pesetas.

—Traduccióndelmismo.Bacón,ensayodemoralydepolítica;untomo4.º,3y3,50pesetas.

RODRIGUEZMOURELO.—LaRadiofonía.Estudiodeunanuevapropiedadde las radiaciones, conunacartadeD. JoséEchegarayyprólogodeD. JoséRodríguezCarracido;1883,untomoen8.º,4y4,50pesetas.

SPENCER (Herbert).—De la educación intelectual, moral y física: vertida alcastellano, con notas y observaciones, por Siro García del Mazo; segundaedición,corregidayaumentadaenvistade la inglesade1884;8.º,3pesetas.Obra muy recomendada a los padres, jefes de familia y a los maestros engeneral.

—Fundamentosdelamoral,vertidadirectamentedelinglés,porSiroGarcíadelMazo;4.º,1881,5y5,50pesetas.

—Losprimerosprincipios,traduccióndeJoséAndrésIrueste;4.º,6y7pesetas.

—PrincipiosdeSociología; traduccióndeEduardoCazorla,1883,2 tomos4.º,

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14y15,50pesetas.

VARELA(D.Juan).—PepitaJiménez;2,50y3pesetas.

—DoñaLuz;2,50y3pesetas.

—LasilusionesdeldoctorFaustino;2tomos,5y6pesetas.

—ElComendadorMendoza;2,50y3pesetas.

—Pasarsedelisto;2,50y3pesetas.

—Cuentosydiálogos;2,50y3pesetas.

—PoesíayartedelosárabesenEspaña;3tomos,9y10pesetas.

—Disertacionesyjuiciosliterarios;6y7pesetas.

—Algodetodo;2,50y3pesetas.

—DafnisyCloe;3y3,50pesetas.

—Estudioscríticos;3tomos,9y10pesetas.

—ElindividuocontraelEstado;2pesetas.

PSICOLOGÍAALEMANACONTEMPORÁNEA,

POR

TH.RIBOT

Traducidaconautorizacióndelautor

POR

FRANCISCOMARTÍNEZCONDE,

ProfesordePsicología.1880,8.º,3,50pesetas.

Este libro, una de las mejores producciones del eminente psicólogo Ribot,expone con claridad y precisión admirables el movimiento de la Psicología

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científicaenAlemania,desdeprincipiosdeestesiglo,enquesehizoelprimerensayo,hastanuestrosdías.Por suordencronológicoaparecen los trabajosdeHerbertysuescuela(Waitz,Lazarus,Steinthalyotros);deBeneke,queaplicalaPsicologíaalaeducación;deLotze,autordelateoríadelossignoslocales;deFechner, fundador de la Psico-física; y de Wundt, creador de la Psicologíafisiológica.Alavezqueexponelaobradecadaunodeestosinvestigadores,elautor se detiene a estudiar, al paso que se presentan, las cuestionesfundamentalesde laPsicologíacientífica, esclareciendocongrancopiade luz,entreotrosproblemas,elorigendelanocióndeespacio,lacríticadelaleydeFechner y la duración de los actos psíquicos. Así este libro, a la ventaja deimponer al lector en el movimiento de la Psicología moderna alemana,movimientomáshondoydemásporvenirqueeldelainglesa,juntaladedarleaconocerelconceptoyplandelaPsicologíacientífica,tandistintosdelaantiguametafísica, y los vitales problemas que hoy ocupan la atención de losinvestigadores.

DERECHOINTERNACIONALPÚBLICODEEUROPA

POR

A.-G.HEFFTER

TRADUCCIÓNDEGABINOLIZARRAGA,ABOGADODELILUSTRECOLEGIODEMADRID,ETC.,ETC.

Esta obra, cuyo mérito está reconocido por todo el mundo, y de que sonevidentepruebalastraduccionesquesehanhechoacasitodaslaslenguas,vieneallenarunvacíoennuestraliteraturapatria.Suinterésnopuededesconocersealconsiderarqueenellasetratantodaslascuestionesinternacionales,lomismoenlapazqueenlaguerra.

Hoyqueloslazosdenaciónanaciónvansiendocadavezmásíntimos,alaparquemásdefinidos,creemosprestarpublicándoloungranservicioatodoslosqueseinteresanporestaclasedecuestiones.

Tales son las razones que hemos tenido presentes al decidirnos a ofrecer alpúblico la presente traducción, habiendo conseguido hacerlo con tal baratura,

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quecostandoenfrancés70rs.,lanuestra,queformaunelegantetomoen4.ºde553páginas,buenpapelyesmerada impresión,suprecioeselde8pesetasenMadridy9enprovincias.

ENRIQUEAHRENS

ENCICLOPEDIAJURIDICAOEXPOSICIÓNORGÁNICADELACIENCIADELDERECHOYELESTADO

VERSIÓNDIRECTADELALEMÁN

AUMENTADACONNOTASCRÍTICASYUNESTUDIOSOBRELAVIDAYOBRASDELAUTOR

POR

FRANCISCOGINER,GUMERSINDODEAZCÁRATEYAUGUSTOG.DELINARES

Profesoresenlainstituciónlibredeenseñanza.

Este importantísimo libro es uno de los quemás alto renombre han dado entodaEuropaasuautor,tanestimadoentrenosotros,yacuyasobrastantodebelacultura filosófica y social de nuestro pueblo. Contiene, después de laIntroducción, un compendio de Filosofía del Derecho, por demás preciso ycompleto, enmedio de su brevedad; unaHistoria general delDerecho, quizásuperioracuantashastahoysehanpublicado;unaexposición,modeloacabadoensugénero,delDerecho,especialmenteencuantoalaesferaciviloprivada,yporúltimo,unaojeadaalosprincipalesproblemasdelDerechopúblico.

En el Estudio sobre la vida y las obras del ilustre jurisconsulto alemán seexponenenbreveresumensusprincipalesescritos:asícomoenelgrannúmerodenotascríticasqueacompañanalaversión,sehaprocuradocompletareltextoprimitivo,envistadeotrostrabajosposteriores,poniéndoloenconsonanciaconlas últimas investigaciones filosóficas e históricas. Por último, en la partereferente al Derecho civil alemán, no sólo se han indicado las principalesmodificaciones introducidas en éste después de la publicación de laENCICLOPEDIA,sinolasmásimportantesdiferenciasentreaquélynuestroderechopositivo.

EltomoIconstade336páginas,ycomprende:

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Advertenciadelostraductoresyanotadores.—NoticiasobrelavidayobrasdeAhrens.—Prólogodelautor.—Introducción.

PrincipiosdeFilosofíadelDerecho:FundamentacióndelaideadelDerecho.—Exposicióndesuselementoscapitales.—Críticadelosprincipalessistemas.—Formas del Derecho; fuentes inmediatas y mediatas.—El Estado.—DivisiónorgánicadelDerechoprivadoypúblico,segúnlosfinesdelavida.

Historia del Derecho: Principios filosóficos de esta historia.—Períodoscapitales.—El Derecho pre-histórico.—Derecho oriental; ojeada general.—Losindos.—El pueblo zendo.—China.—Egipto.—Los hebreos.—Derechomusulmán.—Apéndices.

EltomoIIconstade464páginas,ycontiene:

HistoriadelDerechoenGreciayRoma:DiferenciaentreambosDerechos.—Derechogriego.—Derechoromano.—Juiciohistóricoyfilosófico.

Historia del derecho de los pueblos cristianos: Derecho germánico de susdiversas épocas hasta nuestros días.—Derecho de los pueblos germánicos noalemanes.—Derechogermánicodelospuebloslatinos.—Derechodelospuebloseslavos.—Derechohúngaro.—Juiciofilosófico-histórico.

EltomoIIIconstade384páginas,ycontiene:

Sistemadelderechoprivado:Elconcepto,fin,divisiónymétododelmismo.

Partegeneral:SujetodelDerecho.—Objetodelmismo.—Relacionesjurídicas;origen y terminación de los Derechos.—Modos de adquirir el Derecho.—Informacióndelasrelacionesjurídicasenelespacioyeltiempo.—ProteccióndelosDerechos.—Laposesión.

Parte especial: Derecho de las personas.—Derecho de bienes.—Derecho deobligaciones; contratos y sus clases.—Derecho de sociedad.—Derecho dematrimonio,defamiliaydesucesión.—Derechodelasprofesiones.

Derecho público: Derecho del Estado y de la sociedad.—Derechointernacional.

Metodologíajurídica.

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Preciodelaobra,18pesetasenMadridy21enprovincias.

Encuadernadoenpastaespañola,4,50pesetasmás.

CALDERÓNDELABARCA

Teatro selecto, precedido de un estudio crítico de D. Marcelino MenéndezPelayo;4tomos,8.º,48y56reales.Contiene:

TOMOI

Estudiocrítico,porD.MarcelinoMenéndezPelayo.

DRAMASRELIGIOSOSYFILOSÓFICOS

La vida es sueño.—La devoción de la Cruz.—El mágico prodigioso.—ElPríncipeconstante.

TOMOII

DRAMASTRÁGICOS

Elmédicodesuhonra.—Asecretoagravio,secretavenganza.—ElalcaldedeZalamea.—Elmayormonstruoloscelos.—Amardespuésdelamuerte.

TOMOIII

COMEDIASDECAPAYESPADA

Casacondospuertasmalaesdeguardar.—Ladamaduende.—Nohayburlascomoelamor.—Mañanasdeabrilymayo.

TOMOIV

OBRASVARIAS.—COMEDIAS

Nosiemprelopeorescierto.—Guárdatedelaguamansa.

ZARZUELAS

EllaureldeApolo.—Lapúrpuradelarosa.

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AUTOSSACRAMENTALES

LacenadeBaltazar.—Lavidaessueño.—ADiosporrazóndeestado.

Sevendenlostomossueltosa12y14reales.

MADRID,1886.—ImprentadeManuelG.Hernández,Libertad,16duplicado

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thingsthatyoucandowithmostProjectGutenberg-tmelectronicworks

evenwithoutcomplyingwiththefulltermsofthisagreement.See

paragraph1.Cbelow.TherearealotofthingsyoucandowithProject

Gutenberg-tmelectronicworksifyoufollowthetermsofthisagreement

andhelppreservefreefutureaccesstoProjectGutenberg-tmelectronic

works.Seeparagraph1.Ebelow.

1.C.TheProjectGutenbergLiteraryArchiveFoundation("theFoundation"

orPGLAF),ownsacompilationcopyrightinthecollectionofProject

Gutenberg-tmelectronicworks.Nearlyalltheindividualworksinthe

collectionareinthepublicdomainintheUnitedStates.Ifan

individualworkisinthepublicdomainintheUnitedStatesandyouare

locatedintheUnitedStates,wedonotclaimarighttopreventyoufrom

copying,distributing,performing,displayingorcreatingderivative

worksbasedontheworkaslongasallreferencestoProjectGutenberg

areremoved.Ofcourse,wehopethatyouwillsupporttheProject

Gutenberg-tmmissionofpromotingfreeaccesstoelectronicworksby

freelysharingProjectGutenberg-tmworksincompliancewiththetermsof

thisagreementforkeepingtheProjectGutenberg-tmnameassociatedwith

thework.Youcaneasilycomplywiththetermsofthisagreementby

keepingthisworkinthesameformatwithitsattachedfullProject

Gutenberg-tmLicensewhenyoushareitwithoutchargewithothers.

1.D.Thecopyrightlawsoftheplacewhereyouarelocatedalsogovern

whatyoucandowiththiswork.Copyrightlawsinmostcountriesarein

aconstantstateofchange.IfyouareoutsidetheUnitedStates,check

thelawsofyourcountryinadditiontothetermsofthisagreement

beforedownloading,copying,displaying,performing,distributingor

creatingderivativeworksbasedonthisworkoranyotherProject

Gutenberg-tmwork.TheFoundationmakesnorepresentationsconcerning

thecopyrightstatusofanyworkinanycountryoutsidetheUnited

States.

1.E.UnlessyouhaveremovedallreferencestoProjectGutenberg:

1.E.1.Thefollowingsentence,withactivelinksto,orotherimmediate

accessto,thefullProjectGutenberg-tmLicensemustappearprominently

wheneveranycopyofaProjectGutenberg-tmwork(anyworkonwhichthe

phrase"ProjectGutenberg"appears,orwithwhichthephrase"Project

Gutenberg"isassociated)isaccessed,displayed,performed,viewed,

copiedordistributed:

ThiseBookisfortheuseofanyoneanywhereatnocostandwith

almostnorestrictionswhatsoever.Youmaycopyit,giveitawayor

re-useitunderthetermsoftheProjectGutenbergLicenseincluded

withthiseBookoronlineatwww.gutenberg.org

1.E.2.IfanindividualProjectGutenberg-tmelectronicworkisderived

fromthepublicdomain(doesnotcontainanoticeindicatingthatitis

postedwithpermissionofthecopyrightholder),theworkcanbecopied

anddistributedtoanyoneintheUnitedStateswithoutpayinganyfees

orcharges.Ifyouareredistributingorprovidingaccesstoawork

withthephrase"ProjectGutenberg"associatedwithorappearingonthe

work,youmustcomplyeitherwiththerequirementsofparagraphs1.E.1

through1.E.7orobtainpermissionfortheuseoftheworkandthe

ProjectGutenberg-tmtrademarkassetforthinparagraphs1.E.8or

1.E.9.

1.E.3.IfanindividualProjectGutenberg-tmelectronicworkisposted

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withthepermissionofthecopyrightholder,youruseanddistribution

mustcomplywithbothparagraphs1.E.1through1.E.7andanyadditional

termsimposedbythecopyrightholder.Additionaltermswillbelinked

totheProjectGutenberg-tmLicenseforallworkspostedwiththe

permissionofthecopyrightholderfoundatthebeginningofthiswork.

1.E.4.DonotunlinkordetachorremovethefullProjectGutenberg-tm

Licensetermsfromthiswork,oranyfilescontainingapartofthis

workoranyotherworkassociatedwithProjectGutenberg-tm.

1.E.5.Donotcopy,display,perform,distributeorredistributethis

electronicwork,oranypartofthiselectronicwork,without

prominentlydisplayingthesentencesetforthinparagraph1.E.1with

activelinksorimmediateaccesstothefulltermsoftheProject

Gutenberg-tmLicense.

1.E.6.Youmayconverttoanddistributethisworkinanybinary,

compressed,markedup,nonproprietaryorproprietaryform,includingany

wordprocessingorhypertextform.However,ifyouprovideaccesstoor

distributecopiesofaProjectGutenberg-tmworkinaformatotherthan

"PlainVanillaASCII"orotherformatusedintheofficialversion

postedontheofficialProjectGutenberg-tmwebsite(www.gutenberg.org),

youmust,atnoadditionalcost,feeorexpensetotheuser,providea

copy,ameansofexportingacopy,orameansofobtainingacopyupon

request,oftheworkinitsoriginal"PlainVanillaASCII"orother

form.AnyalternateformatmustincludethefullProjectGutenberg-tm

Licenseasspecifiedinparagraph1.E.1.

1.E.7.Donotchargeafeeforaccessto,viewing,displaying,

performing,copyingordistributinganyProjectGutenberg-tmworks

unlessyoucomplywithparagraph1.E.8or1.E.9.

1.E.8.Youmaychargeareasonablefeeforcopiesoforproviding

accesstoordistributingProjectGutenberg-tmelectronicworksprovided

that

-Youpayaroyaltyfeeof20%ofthegrossprofitsyouderivefrom

theuseofProjectGutenberg-tmworkscalculatedusingthemethod

youalreadyusetocalculateyourapplicabletaxes.Thefeeis

owedtotheowneroftheProjectGutenberg-tmtrademark,buthe

hasagreedtodonateroyaltiesunderthisparagraphtothe

ProjectGutenbergLiteraryArchiveFoundation.Royaltypayments

mustbepaidwithin60daysfollowingeachdateonwhichyou

prepare(orarelegallyrequiredtoprepare)yourperiodictax

returns.Royaltypaymentsshouldbeclearlymarkedassuchand

senttotheProjectGutenbergLiteraryArchiveFoundationatthe

addressspecifiedinSection4,"Informationaboutdonationsto

theProjectGutenbergLiteraryArchiveFoundation."

-Youprovideafullrefundofanymoneypaidbyauserwhonotifies

youinwriting(orbye-mail)within30daysofreceiptthats/he

doesnotagreetothetermsofthefullProjectGutenberg-tm

License.Youmustrequiresuchausertoreturnor

destroyallcopiesoftheworkspossessedinaphysicalmedium

anddiscontinuealluseofandallaccesstoothercopiesof

ProjectGutenberg-tmworks.

-Youprovide,inaccordancewithparagraph1.F.3,afullrefundofany

moneypaidforaworkorareplacementcopy,ifadefectinthe

electronicworkisdiscoveredandreportedtoyouwithin90days

ofreceiptofthework.

-Youcomplywithallothertermsofthisagreementforfree

distributionofProjectGutenberg-tmworks.

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1.E.9.IfyouwishtochargeafeeordistributeaProjectGutenberg-tm

electronicworkorgroupofworksondifferenttermsthanareset

forthinthisagreement,youmustobtainpermissioninwritingfrom

boththeProjectGutenbergLiteraryArchiveFoundationandMichael

Hart,theowneroftheProjectGutenberg-tmtrademark.Contactthe

FoundationassetforthinSection3below.

1.F.

1.F.1.ProjectGutenbergvolunteersandemployeesexpendconsiderable

efforttoidentify,docopyrightresearchon,transcribeandproofread

publicdomainworksincreatingtheProjectGutenberg-tm

collection.Despitetheseefforts,ProjectGutenberg-tmelectronic

works,andthemediumonwhichtheymaybestored,maycontain

"Defects,"suchas,butnotlimitedto,incomplete,inaccurateor

corruptdata,transcriptionerrors,acopyrightorotherintellectual

propertyinfringement,adefectiveordamageddiskorothermedium,a

computervirus,orcomputercodesthatdamageorcannotbereadby

yourequipment.

1.F.2.LIMITEDWARRANTY,DISCLAIMEROFDAMAGES-Exceptforthe"Right

ofReplacementorRefund"describedinparagraph1.F.3,theProject

GutenbergLiteraryArchiveFoundation,theowneroftheProject

Gutenberg-tmtrademark,andanyotherpartydistributingaProject

Gutenberg-tmelectronicworkunderthisagreement,disclaimall

liabilitytoyoufordamages,costsandexpenses,includinglegal

fees.YOUAGREETHATYOUHAVENOREMEDIESFORNEGLIGENCE,STRICT

LIABILITY,BREACHOFWARRANTYORBREACHOFCONTRACTEXCEPTTHOSE

PROVIDEDINPARAGRAPHF3.YOUAGREETHATTHEFOUNDATION,THE

TRADEMARKOWNER,ANDANYDISTRIBUTORUNDERTHISAGREEMENTWILLNOTBE

LIABLETOYOUFORACTUAL,DIRECT,INDIRECT,CONSEQUENTIAL,PUNITIVEOR

INCIDENTALDAMAGESEVENIFYOUGIVENOTICEOFTHEPOSSIBILITYOFSUCH

DAMAGE.

1.F.3.LIMITEDRIGHTOFREPLACEMENTORREFUND-Ifyoudiscovera

defectinthiselectronicworkwithin90daysofreceivingit,youcan

receivearefundofthemoney(ifany)youpaidforitbysendinga

writtenexplanationtothepersonyoureceivedtheworkfrom.Ifyou

receivedtheworkonaphysicalmedium,youmustreturnthemediumwith

yourwrittenexplanation.Thepersonorentitythatprovidedyouwith

thedefectiveworkmayelecttoprovideareplacementcopyinlieuofa

refund.Ifyoureceivedtheworkelectronically,thepersonorentity

providingittoyoumaychoosetogiveyouasecondopportunityto

receivetheworkelectronicallyinlieuofarefund.Ifthesecondcopy

isalsodefective,youmaydemandarefundinwritingwithoutfurther

opportunitiestofixtheproblem.

1.F.4.Exceptforthelimitedrightofreplacementorrefundsetforth

inparagraph1.F.3,thisworkisprovidedtoyou'AS-IS'WITHNOOTHER

WARRANTIESOFANYKIND,EXPRESSORIMPLIED,INCLUDINGBUTNOTLIMITEDTO

WARRANTIESOFMERCHANTIBILITYORFITNESSFORANYPURPOSE.

1.F.5.Somestatesdonotallowdisclaimersofcertainimplied

warrantiesortheexclusionorlimitationofcertaintypesofdamages.

Ifanydisclaimerorlimitationsetforthinthisagreementviolatesthe

lawofthestateapplicabletothisagreement,theagreementshallbe

interpretedtomakethemaximumdisclaimerorlimitationpermittedby

theapplicablestatelaw.Theinvalidityorunenforceabilityofany

provisionofthisagreementshallnotvoidtheremainingprovisions.

1.F.6.INDEMNITY-YouagreetoindemnifyandholdtheFoundation,the

trademarkowner,anyagentoremployeeoftheFoundation,anyone

providingcopiesofProjectGutenberg-tmelectronicworksinaccordance

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withthisagreement,andanyvolunteersassociatedwiththeproduction,

promotionanddistributionofProjectGutenberg-tmelectronicworks,

harmlessfromallliability,costsandexpenses,includinglegalfees,

thatarisedirectlyorindirectlyfromanyofthefollowingwhichyoudo

orcausetooccur:(a)distributionofthisoranyProjectGutenberg-tm

work,(b)alteration,modification,oradditionsordeletionstoany

ProjectGutenberg-tmwork,and(c)anyDefectyoucause.

Section2.InformationabouttheMissionofProjectGutenberg-tm

ProjectGutenberg-tmissynonymouswiththefreedistributionof

electronicworksinformatsreadablebythewidestvarietyofcomputers

includingobsolete,old,middle-agedandnewcomputers.Itexists

becauseoftheeffortsofhundredsofvolunteersanddonationsfrom

peopleinallwalksoflife.

Volunteersandfinancialsupporttoprovidevolunteerswiththe

assistancetheyneed,arecriticaltoreachingProjectGutenberg-tm's

goalsandensuringthattheProjectGutenberg-tmcollectionwill

remainfreelyavailableforgenerationstocome.In2001,theProject

GutenbergLiteraryArchiveFoundationwascreatedtoprovideasecure

andpermanentfutureforProjectGutenberg-tmandfuturegenerations.

TolearnmoreabouttheProjectGutenbergLiteraryArchiveFoundation

andhowyoureffortsanddonationscanhelp,seeSections3and4

andtheFoundationwebpageathttp://www.pglaf.org.

Section3.InformationabouttheProjectGutenbergLiteraryArchive

Foundation

TheProjectGutenbergLiteraryArchiveFoundationisanonprofit

501(c)(3)educationalcorporationorganizedunderthelawsofthe

stateofMississippiandgrantedtaxexemptstatusbytheInternal

RevenueService.TheFoundation'sEINorfederaltaxidentification

numberis64-6221541.Its501(c)(3)letterispostedat

http://pglaf.org/fundraising.ContributionstotheProjectGutenberg

LiteraryArchiveFoundationaretaxdeductibletothefullextent

permittedbyU.S.federallawsandyourstate'slaws.

TheFoundation'sprincipalofficeislocatedat4557MelanDr.S.

Fairbanks,AK,99712.,butitsvolunteersandemployeesarescattered

throughoutnumerouslocations.Itsbusinessofficeislocatedat

809North1500West,SaltLakeCity,UT84116,(801)596-1887,email

[email protected]

informationcanbefoundattheFoundation'swebsiteandofficial

pageathttp://pglaf.org

Foradditionalcontactinformation:

Dr.GregoryB.Newby

ChiefExecutiveandDirector

[email protected]

Section4.InformationaboutDonationstotheProjectGutenberg

LiteraryArchiveFoundation

ProjectGutenberg-tmdependsuponandcannotsurvivewithoutwide

spreadpublicsupportanddonationstocarryoutitsmissionof

increasingthenumberofpublicdomainandlicensedworksthatcanbe

freelydistributedinmachinereadableformaccessiblebythewidest

arrayofequipmentincludingoutdatedequipment.Manysmalldonations

($1to$5,000)areparticularlyimportanttomaintainingtaxexempt

statuswiththeIRS.

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TheFoundationiscommittedtocomplyingwiththelawsregulating

charitiesandcharitabledonationsinall50statesoftheUnited

States.Compliancerequirementsarenotuniformandittakesa

considerableeffort,muchpaperworkandmanyfeestomeetandkeepup

withtheserequirements.Wedonotsolicitdonationsinlocations

wherewehavenotreceivedwrittenconfirmationofcompliance.To

SENDDONATIONSordeterminethestatusofcomplianceforany

particularstatevisithttp://pglaf.org

Whilewecannotanddonotsolicitcontributionsfromstateswherewe

havenotmetthesolicitationrequirements,weknowofnoprohibition

againstacceptingunsoliciteddonationsfromdonorsinsuchstateswho

approachuswithofferstodonate.

Internationaldonationsaregratefullyaccepted,butwecannotmake

anystatementsconcerningtaxtreatmentofdonationsreceivedfrom

outsidetheUnitedStates.U.S.lawsaloneswampoursmallstaff.

PleasechecktheProjectGutenbergWebpagesforcurrentdonation

methodsandaddresses.Donationsareacceptedinanumberofother

waysincludingchecks,onlinepaymentsandcreditcarddonations.

Todonate,pleasevisit:http://pglaf.org/donate

Section5.GeneralInformationAboutProjectGutenberg-tmelectronic

works.

ProfessorMichaelS.HartistheoriginatoroftheProjectGutenberg-tm

conceptofalibraryofelectronicworksthatcouldbefreelyshared

withanyone.Forthirtyyears,heproducedanddistributedProject

Gutenberg-tmeBookswithonlyaloosenetworkofvolunteersupport.

ProjectGutenberg-tmeBooksareoftencreatedfromseveralprinted

editions,allofwhichareconfirmedasPublicDomainintheU.S.

unlessacopyrightnoticeisincluded.Thus,wedonotnecessarily

keepeBooksincompliancewithanyparticularpaperedition.

MostpeoplestartatourWebsitewhichhasthemainPGsearchfacility:

http://www.gutenberg.org

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includinghowtomakedonationstotheProjectGutenbergLiterary

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