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    Un da ms de Vida

    Rodas - Auschwitz- Buenos Aires

    La odisea de David Galante

    Martn Hazan, Junio de 2007

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    Este es el testimonio de la vida de David Galante, relatado por suahijado, Martin Hazan. De su particular relacin surgieronmaravillosos momentos de vida compartidos. Y en un determinadomomento surgi tambin este libro. Pero hay mucha gente msdetrs de estas pginas y es justo reconocerles a todos el meritode haberlo hecho posible.

    DEDICATORIA

    A mis padres Abraham y Rebeca A mis hermanas Rosa, Juana, Sara yMatilde. A mi hermano Hiski y a su esposa Regina quienes noscobijaron e hicieron de padres en nuestra llegada a la Argentina. A mi

    hermano Mosh, que despus de tanto sufrir en los campos deexterminio, form una hermosa familia con hijos y nietos, y que por unaenfermedad se fue prematuramente de esta Vida. A mi querida esposaRaquel, que me ha apuntalado durante 50 aos de silencio. A mis hijosSandra y Ezequiel, y a mi nuera Susy, que me apoyaronpermanentemente y siempre tuvieron la hidalgua de preservarme parano hacerme sufrir. A mis nietos Daniel y Yamit que me dan las fuerzaspara seguir adelante.

    DAVID GALANTE

    A Patricia y a Tiago quienes llenan mis horas, a pesar de haberlesrobado muchsimas para poder escribir este libro. A Bebu (mi mam)porque todava hoy es mi fuente de sabidura (y por todo lo que sufripara alcanzarla). A mi pap (Marcelo) por hacerme amar a los libros. ALaura y Claudio (mis hermanos) por aguantarme y quererme. Y a todosmis abuelos, Regina, Sal, Malquita, Hazdai y Leonor por animarse a laaventura de cruzar el mundo para soar con un futuro en esta Buenos

    Aires esperanzadora, enigmtica y lejana.

    MARTIN HAZAN

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    AGRADECIMIENTO

    Quiero agradecer especialmente a mis cuados Rita y Rubn, quecon amor y dedicacin me ayudaron a dar mi primer testimonio en1995. A toda la Comunidad Chalom de Buenos Aires que me hizo

    sentir en mi casa, cuando ms necesitaba una casa. A laFundacin Memoria del Holocausto y al Museo de la Sho, que medieron un grupo de pertenencia, y que junto a mis compaeros deinfortunio me brindaron la oportunidad de transmitir mi sufrimiento.

    Al Rabino Moti Maarabi por haberme impulsado a dar mi primertestimonio. Y a mi ahijado Martn, quien hizo posible este libro.

    DAVID GALANTE

    Gracias a todos los que de alguna manera me ayudaron a hacer

    realidad estas pginas. A Daniel Rafecas, Jos Menasc, SilvinaChague, Fernando, Norberto y Patricia Jazan, Mariela Ivanier, ,Hebe Uhart, Jorge Goldberg, Gerardo Young y Daniel Gutman.Tambin a Marta Cruz, Andres Peluffo y Cecilia Crivaro por lapaciencia y la buena voluntad.

    Y fundamentalmente a David por abrir su corazn de par en par ypermitirme entrar en su vida, con la confianza y la calidez que solouna personalidad de su estatura humana puede brindar. Esperoque estas hojas sean un humilde testimonio de su imprescindibleexistencia.

    MARTIN HAZAN

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    Prologo por el Juez Daniel Rafecas

    Conozco a David Galante desde hace unos aos, pues

    compartimos actividades en el Museo del Holocausto deBuenos Aires. Siempre me impact especialmente sutestimonio, transmitido en forma oral a los alumnos queacuden a escucharlo. Su mirada, propia de uno de loshombres ms sabios que conozco, invitan a uno a poneren perspectiva, en una larga perspectiva, todos losproblemas cotidianos con los que cada uno estacostumbrado a lidiar.

    Un joven vive, a mitad del siglo XX, en una Isla del Egeo,Rodas, que desde 1912 estaba bajo bandera italiana.Estudia, trabaja, se divierte, disfruta de la ternura y la

    contencin de los suyos. Su vida transcurre bajo el soldel Mediterrneo, junto con sus padres y hermanos,perfectamente integrado a un medio social que pareceimitar la armona del entorno natural. Los Galante y lasdems familias de la comunidad sefard de Rodas se loganaron tras casi cinco siglos de estancia en la isla. Hayincluso una academia rabnica que es su orgullo.Conviven en paz con turcos y griegos; cristianos ymusulmanes.Un da aparecieron las primeras nubes negras en elhorizonte. El fascismo italiano impone en 1938 leyesracistas que forzaban a los judos a segregarse del

    medio social que lo rodeaba. Las nubes comenzaron aavanzar. En septiembre de 1939 se desencadena laguerra en Europa, que se transforma en las primerasdificultades econmicas y en caresta de bienes bsicos.En septiembre de 1943 los alemanes ocupan Rodas. La

    oscuridad no ces en su avance, al contrario, la velocidad conla que todo lo cubri tom por sorpresa a esa comunidad.A mediados de junio de 1944 lleg a Rodas una comisin delas SS bajo las rdenes del obertsurmfhrer (teniente primero)

    Anton Burger, el mensajero del ngel de la muerte, AdolfEichmann. Burger era comandante del campo deconcentracin ms grande de Checoeslovaquia,Theresienstadt, y fue designado especialista en deportacionesdestinado en Grecia1. El director de la comunidad judasuperviviente, Maurice Soriano, asegura que con ellos estabaen comisin el Oficial de inteligencia de grupo de Ejrcitos E,Oberleutnant (teniente coronel) Kurt Waldheim, quien antes ydespus de la deportacin mantuvo informado al EstadoMayor del Ejrcito alemn acerca de los progresos en laevacuacin de los judos de las islas griegas y de todas susimplicancias2. La historia de Waldheim se la refiri Soriano a

    Galante oralmente, pero tambin tuvo el tino de dejarconstancia de ello en septiembre de 1961 en Yad Vashem, elformidable archivo histrico sobre la Sho existente enJerusaln3. Es que Waldheim, por aquel entonces un oscuropersonaje, alto, flaco, ligeramente rengo, se convertiradcadas despus, en Secretario General de la ONU y luego,en presidente de Austria.

    1Cfr. Hilberg, Ral: La destruccin de los judos europeos, Ed.

    Akal, Barcelona, 2005, p.1214.2Cfr. Cohen, Bernard-Rosenzwig, Luc: El misterio de KurtWaldheim, Ed. Gedisa, Buenos Aires, 1987, pp. 62-3.3De all se sirvi Hilberg, cit., p. 787. La cita de Soriano en Yad

    Vashem est registrada, segn Hilberg, como Historia Oral,

    1745/67. Agrega el historiador, que Soriano escap con su

    esposa en barco a Turqua.

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    La llegada de la comisin SS a Rodas coincidi con laconvocatoria para presentarse ante las autoridades deocupacin con sus documentos. No lo saban, pero erael prinicipio del fin para el colectivo judo de la isla. Susuerte ya estaba sellada. A mediados de julio, DavidGalante y toda la judera de Rodas, desde los bebshasta los ancianos, fueron deportados sincontemplaciones al perfecto opuesto de aquella isla deensueo.Durante un calamitoso viaje de mil quinientos kilmetros,de alrededor de un mes de duracin, fuerontransportados por mar y luego por tierra, a travs deSerbia, Hungra y Checoeslovaquia hasta la fronterapolaca, en un ferrocarril de ganado -cuyo boleto slo deida fue pagado por las SS al Reichsbahn con dineroincautado a las vctimas-, hacia el sitio ms espantoso

    jams concebido por el hombre, el agujero negro de lamodernidad: Auschwitz-Birkenau.Las vctimas de las Islas griegas no iban a ser laexcepcin, al contrario, la cercana de la costa turca, laactividad en la zona de la Cruz Roja, sumado a lareticencia natural de la poblacin local, forzaban msque nunca a mantener el mximo secreto acerca deldestino final de los deportados.El contraste entre el punto de partida y el de destino deeste viaje infernal pone en su exacta perspectiva lailimitada capacidad del hombre moderno en infligir dolory sufrimiento a sus semejantes, all cuando se cruzan

    ciertos componentes: odio, deshumanizacin, poderblico, discurso legitimante.Y que nadie se sorprenda de la racionalidad de estasdeportaciones. La endlsung, la solucin final delproblema judo, tuvo una larga evolucin en la que los

    nazis fueron impulsando medidas cada vez ms radicales,acompaado de un fro clculo de costo-beneficio. Haba quereducir al mnimo la diseminacin de rumores sobre lasmatanzas, la degradacin psicolgica de los perpetradores y elempleo de tropas y municin requeridos en el frente. Al mismotiempo, haba que llevar el proceso de destruccin al mayorritmo posible. As se engendr Auschwitz-Birkenau. YTreblinka. Y Sobibr. Y Belzec.Por otra parte, puede generar interrogantes el empeo en ladestruccin del pueblo judo a mediados de 1944, cuando losaliados ya haban desembarcado en Normanda, ascendanpor la pennsula italiana y, en el este, recuperaban territoriodesde el Bltico hasta las puertas de Budapest. Eso slopuede ocurrir all cuando se tenga una percepcin incompletadel pensamiento de Hitler, para quien tan importante era laguerra totalen el frente externo, como en el interno, en cuyo

    seno desde siempre los judos tuvieron un lugar de privilegioen calidad de enemigos del Reich. Por eso no huboexcepciones, ni demoras justificadas en prioridadeseconmicas o blicas.As, de los 1800 rodesles deportados, salvo unos 400 quefueron seleccionados para el trabajo esclavo, el resto, no msal bajar en el andn, fueron conducidos a las cmaras de gasy a los hornos crematorios. Los chicos, a los viejos, era elespantoso consejo que, en djudezmo, se oa en las tinieblas,proveniente de unos espectros vestidos con unos ridculostrajes a raya, entre tanto terror.De los restantes, slo se salvaron poco ms del centenar,

    quienes como Galante, fueron sealados por el destino conuna larga cadena de situaciones salvadoras, acompaado deun empeo indestructible por tratar de sobrevivir. De ambascosas se habla en este libro. El lector lo relacionar con losrelatos de otros sobrevivientes, Levi, Wiesel, Kertesz, pero

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    cada camino es distinto, las situaciones atravesadasnunca son las mismas.

    Pero el inters del relato de Galante no se detiene aqu.

    Buena parte del final de esta obra est dedicada areconstruir su vida despus de la toma del campo deexterminio por las tropas rusas, el 27 de enero de 1945,el relato de cmo particip pasivamente de la lucha en elfrente oriental, cmo pudo volver a Rodas, cmo dio consu hermano, sobreviviente de Bergen Belsen, enRomaEn especial, creo que la forma en la que estesobreviviente de Auschwitz, tuvo que ingresar en laRepblica Argentina en la posguerra, de polizonte,escondido durante un penoso y largusimo viaje en

    barco, para terminar preso en la crcel de Devotomerced a la persecucin implacable de las autoridadespoliciales y migratorias del Estado Argentino, nos dicemucho acerca del papel que cumplimos como pasdurante aquellos aos.Un papel tristsimo y que deberamos comenzar aasumir. La Argentina, al menos a partir de junio de 1943,estuvo gobernada por una dictadura militar favorable alEje4. Fue la ltima de las naciones americanas en cerrarsu embajada en Berln, recin en 1944. Hacia finales dela guerra, todos los pases americanos retiraron a susembajadores de Buenos Aires, en protesta por que

    Argentina no declaraba la guerra a Alemania. Recin lo

    4As por ejemplo, en la prestigiosa Enciclopedia del

    Holocausto, Director de redaccin: Zadoff, Efraim, entrada

    correspondiente a Argentina, pg. 131.

    hizo el 27 de marzo de 1945 (cuando el frente ruso estaba amenos de 50 km. de Berln) pues de otro modo la Argentina sequedaba afuera del concierto de las Naciones Unidas.Argentina recibi a los peores genocidas nazis. Son conocidaslas historias de complicidad y asimilacin de personajessiniestros como Mengele y Eichmann. No por nada este ltimo,al ser colgado en Jersualn en 1961, viv a Alemania, aAustria y a Argentina antes de expirar5.En fin, la historia de David Galante, en esta ltima parte, seentrelaza con este lamentable contexto, y permite comprenderun poco ms de nuestra historia reciente.Sin embargo, a lo largo de estas cuatro dcadas, la Argentinafue reivindicndose con David Galante. Desde aquel entonces,y tras aquel triste incidente que lo priv de su libertad duranteunas dos semanas, nunca ms volvi a ser molestado operseguido. Al contrario, aqu ech races, construy una

    familia y vive en paz.En definitiva, creo imprescindible conocer la vida de este judode Rodas, sobreviviente de Auschwitz y refugiado en laArgentina.Su enorme sabidura est plasmada en esta obra, condensadadespus de cuarenta aos sin decir una sola palabra a nadie,ni siquiera a aquellos como su hermano Moshe- con quienescompartieron la visin del infierno.Creo que conocer su historia constituye para nosotros un triplecompromiso: como miembros del gnero humano -pues elHolocausto atent contra la humanidad toda-, como productosque somos de la cultura moderna y occidental -la misma que

    engendr Auschwitz-, y finalmente, como ciudadanos

    5De ello se hace eco, entre muchos otros, Hannah Arendt, en su

    obra Eichmann en Jerusaln. Un informe acerca de la banalidad del

    mal.Ed. Lumen, Barcelona, 2001.

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    argentinos, no slo en desagravio para con este noblesobreviviente, sino tambin en homenaje a la paz y a lademocracia que tanto nos cost recuperar.

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    La puerta en la nariz

    No termin de preguntarle a David si estaba seguro deaceptar el desafo de hacer este libro, cuando alcanz adeslizar una mueca reveladora de su afirmacin altiempo que aprovechaba para atajarse: - Vos sabs queyo realmente quiero contarte todo lo que pas. Elproblema es que no recuerdo la mayor parte de lascosas que me pasaron en Auscwitz. Son ms decincuenta aos y hay un gran vaco de tiempo en elmedio. Ten en cuenta que hasta hace diez aos, yocasi no haba hablado de este tema con nadie. Mihermano Moshe muri en el 92 y jams mencionamosuna palabra de lo que nos pas en el campo. Era comoun secreto que no compartimos ni siquiera entrenosotros. No s si es mi memoria, pero la mayor parte

    de las cosas que me sucedieron quedaron atrapadas enel campo. Aunque algunas veces pasa algo que, degolpe, despierta un recuerdo que estaba dormido. Y escomo desenterrar algo que estuvo escondido durantemucho tiempo. Como aquella noche cuando me golpeecon la puerta del bao en la nariz; te acords

    Hice un gesto de negacin con la cabeza mientras lointerrumpa: - No David; recuerdo muchas ancdotasque me fuiste contando a lo largo de los aos, peroninguna que se relacionara con una puerta en la nariz.

    Respir sereno e hizo un ademn introductorio mientrasme deca: -Te cuento entonces.

    David se despert de madrugada con ganas de ir albao. Eran como las cuatro segn el reloj de la mesa de

    luz y Raquel estaba durmiendo tranquila, as que intentdesplazarse en la oscuridad sin hacer ruido. Entrsigilosamente al bao y una vez all gir su cuerporepentinamente sin darse cuenta que la puerta estaba a medioabrir. Sinti un fuerte golpe en la punta de la nariz, como unlatigazo involuntario. De repente y sin esperarla, una historiaque durmi durante cincuenta aos en su memoria, despertde improviso.

    David se vio formando una hilera frente a la barraca que le fueasignada en el campo de exterminio. Frente a l, un oficialalemn gritaba furioso, aguijoneando el aire helado deAuschwitz con sus insultos. Pareca estar descontrolado y losmotivos podan ser cientos: alguien que se fug frente a susnarices, un temor que no lo dejaba dormir o simplemente sucuota diaria de morbosidad que no haba sido satisfecha hasta

    el momento. Lo cierto es que el amenazante nazi, proferaunos alaridos aterradores, tan indescifrables como elocuentes.Para acompaar esos gritos, enarbolaba al viento su revolver,hacindolo girar entre sus dedos e intensificando entre losespectadores de turno, el temor angustiante por la proximidadde unas balas agazapadas en la recmara. Esa noche, un froatroz perforaba el intangible traje gris con el que Davidintentaba protegerse del invierno y pareca insensibilizar atodos los que all esperaban angustiados el resultado de esafarsa. Auschwitz estaba tan helado como para comprobar encarne propia que no es de azufre sino de hielo de lo que esthecho el infierno. - Cuando el suplicio se extiende tanto

    tiempo, llega un momento en que ya no te importa quin es eldestinatario de la bala que amenaza asomar desde el revolver;lo nico que te interesa es dejar de or esa cadena de gritos eintimidaciones escupidas al aire, que alargan con perversainsana el martirio innecesario de quien finalmente tiene que

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    caer. Por fin, el verdugo de turno se decidi a dar porterminada su opereta y empez a jugar con el dedosobre el gatillo, dibujando un horizontal columpio yapuntando con la punta del revolver hacia ambosextremos de la hilera. Pas reiteradas veces por la carade los sentenciados a fin de hacerles sentir que podamatarlos dos o tres veces a cada uno si aquel fuera suverdadero deseo. Aunque eso le robara la diversin demaana, y la de pasado, y la de pasado. La miradanunca sabe donde ocultarse en un momento as. Mirarlode frente puede ser tan letal como esquivarlo. Agachar lacabeza y rezar una y mil veces parece ser la nicaescapatoria para acelerar el fin de ese martirio. Derepente un alarido de fuego escapa del can y por uninstante, David sinti un latigazo seco y demoledor en lapunta de la nariz. - Como cuando me choqu con la

    puerta del bao.

    Alz instintivamente su mano derecha. Toc la punta desu nariz. Todava estaba all, junto a un ro de sangreque flua incesante. Sus dedos se tieron de rojomientras su mirada, incrdula, se colgaba de ellos.Intent detener el flujo de sangre haciendo presin condos dedos sobre la nariz mientras intentaba ayudarselimpindose con el puo de la camisa. No senta nada,ms que el dulce sabor de la sangre filtrndose por entrelas comisuras de sus labios. Apret bien fuerte con elpulgar y el ndice, tratando de detener la hemorragia. No

    pareca ser tan grave. Mir a su alrededor y descubri unmanojo de nieve cuya blancura contrastaba con elfurioso rojo de su mano. Aplicando un puado de nievesobre la nariz pens - la hemorragia cedera. Por uninstante, la gente haba comenzado a dispersarse a su

    alrededor esquivando su cuerpo como un bulto inoportuno. Seagach con algn esfuerzo, tratando de llenar su puo dehielo. En un fugaz recorrido, su mirada alcanz a divisar lafigura del hombre que segundos antes haba estado parado asu lado. Recortado sobre la nieve blanca, un plido yensangrentado rostro pareca haber encontrado la definitivabala que segundos antes apenas alcanz a rozar su nariz. Sepuso de pi y retorn a la barraca.

    Nunca haba recordado esa ancdota, hasta que una puertamal cerrada del bao se la devolvi de improviso, como unvendaval inclemente que tarda ms de cincuenta aos enllegar.

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    Nota del Autor

    El viaje de una lengua

    Toda vida es un viaje. Todo viaje est recorrido por innumerablesviajes. Y todos ellos tienen mltiples desviaciones que derivan enlos destinos ms inesperados e inciertos. Hay un viaje que seinicia en Espaa en 1492 cuando los Reyes Catlicos no tienenmejor idea que invitar diplomticamente a todos los judos aretirarse de Espaa (con los moros no fueron tan diplomticos), sopena de ser convertidos al cristianismo por las buenas o por lasmalas (ms por la segunda que por la primera).

    El Sultn del Imperio Otomano enterado de este buen gestode los

    Reyes Espaoles, manda publicar y distribuir un edicto a fin deque sean bien recibidos los sefaradm (trmino que identifica alos judos provenientes de Espaa y cuya traduccin exacta esespaoles en Hebreo) en todos los puertos bajo su dominio.Enterados de esto, muchos sefaradm comienzan a dispersarsepor el Mediterrneo buscando la proteccin del Sultn Otomanocon la ilusin de construir un futuro mejor en tierras levantinas. Yesta procesin continu con los aos ya que poco a poco, lainquisicin sigui expandindose por Europa y destinos seguroscomo Portugal e Italia comenzaron a convertirse en inhspitospara los sefaradm que desearan conservar su judasmo.

    Por el contrario y lejos de advertirlos como una amenaza, lasrelaciones con los Otomanos (ms conocidos popularmente comolos turcos) fueron mejorando y estrechndose con los aos, loque permiti la constitucin de comunidades pujantes ynumerosas en ciudades como Salnica, Estambul, Esmirna y

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    Rodas (uno de los puertos de mayor importancia de laGrecia antigua). Dos cosas fundamentales llevaron con elloslos sefaradm en su salida de Espaa. Una era la llave de sucasa, testimonio de que se iban con la idea de volver. Laotra era su lengua: el castellano. Un idioma que atesoraroncon tanto orgullo durante los ocho siglos que estuvieron enla pennsula, que ni la santsima inquisicin ni los reyes delimperio en el que no se pona el sol, pudieron obligarlos aabandonar. No existen muchos casos de conservacin deuna lengua en el exilio por tantos aos (ms de 500 paraser precisos) siendo esta una lengua no propia (como elhebreo) y que perdur por los siglos enriquecindose yevolucionando sin perder su esencia. El ladino odjhudezmo tambin es el espaol que mis abuelos trajerona Argentina. Una lengua dulce y graciosa que an resuenaen mi memoria asociado a las voces de Sal, Reyina,

    Hazdai y Leonor. An recuerdo la ancdota que contaba mibisabuela Reyina cuando lleg al puerto de Buenos Airesprocedente de Esmirna en 1912. Emocionada y sorprendidale dijo a su madre apenas pis tierra: - Al di, cualo es estotodos hablan djhudezmoaqu?

    Durante 500 aos, los sefaradm conservaron aldjhudezmo o ladino como su lengua madre an enconvivencia con otros idiomas como el griego, el rabe, elturco o el armenio.

    La lengua es la patria de un hombre y tambin es refugio,

    identidad y conciencia. La historia de los sefaradim estinevitablemente enlazada a la lengua de Cervantes. A sumodo y con perseverancia, los judos espaoles surcaronel mare nostrum, regando sus aguas de sufrimiento, pasiny sobre todo de un gran fervor por su cultura. Pero 500 aos

    en Rodas parecen haber sido suficientes y el destino con su manotrgica quiso que este viaje tan rico y enriquecedor terminara muylejos del calor de las playas del soleado Egeo.

    Durante todo el tiempo que dur la investigacin y la escritura deeste libro, hice un esfuerzo permanente por ingresar a un mundotan inexplicable como desconocido. A partir de cada relato, decada frase, de cada gesto, de cada silencio, intent sumirme enese mundo que, con increble serenidad y paciencia, desglosa ydescribe David Galante. An sabiendo que nunca podr entrar enAuschwitz hice el intento de asomarme a travs de sus ojos yesto fue lo que vi.

    Martin Hazan

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    Primera Parte: Rodas

    como deba interpretar mi generacin, la de los nacidos mstarde, la informacin que recibamos sobre los horrores delexterminio de los judos? No podemos aspirar a comprender loque en s es incomprensible, ni tenemos derecho a comparar loque en s es incomparable, ni a hacer preguntas, porque el quepregunta, aunque no ponga en duda el horror, s lo hace objeto decomunicacin, en lugar de asumirlo como algo ante lo que solo sepuede enmudecer, presa del espanto, la vergenza y laculpabilidad. Es se nuestro destino; enmudecer presa delespanto, la vergenza y la culpabilidad? Con que fin? solo mepregunto si las cosas slo deberan ser as: unos pocoscondenados y castigados y nosotros, la generacin siguiente,enmudecidos por el espanto, la vergenza y la culpabilidad.Bernhard Schlink - El Lector- Zurich 1995

    Rodas.

    David Galante naci en la isla de Rodas en 1925. Rodaspertenece al grupo de las Islas del Dodecaneso en el mar Egeo,prxima a la costa sudoeste de la pennsula Turca su fama tienems de 3.000 aos. Su ciudad capital, tambin se llama Rodas.

    Bajo el dominio del Imperio Otomano, los Judios siempre fueron

    respetados en tanto que eran considerados dhimmis ya quepertenecan al Pueblo del Libro. Aunque no tenan los mismosderechos que el resto de los sbditos del imperio, debido a que noeran musulmanes, podan desarrollar sus tareas normalmente sinmayores limitaciones. Como todo sbdito del sultn deban pagar

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    capitacin y hasta en algunos casos algn extra poda veniragregado, pero habitualmente tenan la libertad deadministrarse por leyes internas de la Comunidad y solo enmuy pocos casos deban recurrir a la Justicia Turca, la cualsola tratarlos en igualdad de condiciones. Precisamente porestar tan bien integrados al resto de la sociedad, ladecadencia del Imperio se hizo sentir tambin en todos loshogares judos por lo que luego de cinco siglos en tierrasotomanas, los jvenes debieron partir en busca de nuevoshorizontes. Tambin la guerra lleg por esta poca.

    Durante la guerra Greco-Turca la isla fue ocupada por lasfuerzas italianas en 1912. En 1923 a raz del Tratado deLausana, la isla qued oficialmente bajo dominio italiano.Italia aprovech a sentar sus bases en las islas Rodas y Cosen su afn expansionista para conquistar Libia.

    Contrariamente a lo que era la poltica habitual de los pasescolonialistas, los italianos llevaron la modernidad a Rodas,creando infraestructuras en obras de saneamiento, provisinde agua potable, energa elctrica, etc. Modificaron losplanes de enseanza y llevaron educadores a la isla.En Rodas existan algunos colegios en el nivel primario yluego vena el gymnasium, que constaba de tres ciclos y serega por las normativas de la famosa l'Alliance IsraeliteUniverselle. La Alliance como era conocida popularmente,era una institucin educativa de excelencia al estilo francsque tena escuelas en casi todas las ciudades donde habagran cantidad de sefaradim. En muchos casos, cuando las

    familias deban mudarse a otras ciudades o pases, sus hijospodan continuar normalmente con su educacin, siguiendoel mismo programa de estudios.

    Quienes deseaban seguir sus estudios ms all de esa instancia,podan ir al colegio catlico de los Santos Padres o al de lasMonjas Italianas que, si bien eran confesionales, ofrecan unrgimen muy liberal a sus estudiantes no cristianos. Sin embargo,estos colegios privados ms costosos, limitaban de hecho suacceso a las clases ms privilegiadas econmicamente.

    Los colegios de l'Alliance Israelite Universelle tenan unexcelente nivel educativo, lo que era muy reconocido en toda laregin. Incluso se daba el caso que muchas familias de lacomunidad griega o musulmana, an teniendo sus propioscolegios, decidan enviar a sus hijos al gymnasium de l'Alliancepor su mejor nivel de enseanza. Despus del Tratado deLausana el colegio paso a llamarse Scuola Israelita Italiana y elidioma francs paso a ser una asignatura ms dentro del planescolar. El idioma oficial pas a ser el italiano a pesar de que toda

    la gente la segua llamando l'Alliance.

    En las primeras dcadas del siglo veinte haba en Rodas unos5000 judos. En su gran mayora vivan dentro de la ciudadamurallada. Slo los pertenecientes a las clases ms acomodadasvivan en el Marash, un barrio moderno y lujoso que seencontraba en las afueras de la ciudadela.

    Sin embargo, la crisis econmica que padeci la isla provoc unagran emigracin. La situacin econmica comenz a empeorar dea poco y al no haber expectativas de desarrollo ni perspectivas

    que permitieran mirar con algn optimismo al futuro, ms de lamitad de sus integrantes decidi partir hacia otros pases deEuropa (solo cuando su situacin econmica lo permita), en latercera clase de los barcos que partan hacia el continenteafricano o a Estados Unidos o Argentina que eran los destinos

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    ms comunes para quienes nada tenan y soaban conhacerse la Amrica. Luego, cuando se avecin la guerra,todos los que estaban en condiciones econmicas y tenanla edad adecuada aceleraron la decisin. De los 5000 judosexistentes en la comunidad a principio del siglo XX, solo1800 quedaban en la isla cuando la segunda guerraempez.

    Los italianos

    Se puede decir que los habitantes de la ciudad comenzaron a vivirun renacimiento con la llegada de los peninsulares al gobiernode la isla. La sociedad italiana de Rodas, de pequeasproporciones, pas a ocupar los cargos de ndole gubernamental ylos cargos directivos de las empresas que ellos mismos habancreado.

    La convivencia entre los italianos y la judera se desarrollsiempre sin inconvenientes y en ms de una oportunidad lasolidaridad acerc a todas las comunidades. Los jvenes judosincorporaron al italiano como su idioma y hasta se puso de modajuntarse en grupos a cantar, desde las canzonettas napolitanashasta las operas italianas. Quizs sea por ello que quienessobrevivieron a la guerra se dirigieron hacia Italia como primer

    destino. Muchos de los sobrevivientes de los campos deexterminio eligieron pasar por Roma o Bologna, pero al descubriren carne propia los estragos que la pobreza de la post guerra allestaba provocando, decidieron continuar su viaje en busca denuevos rumbos.

    El bajo nivel de antisemitismo latente entre los italianos era algopalpable. El reducido porcentaje de judos de este origen muertosdurante la Shoa, comparado con el que sufrieron otros paseseuropeos, demuestra la actitud solidaria que tuvieron lospeninsulares hacia sus judos frente a las rdenes de ladeportacin. Las parodias que protagoniz el propio Mussolini

    para evitar deportar a los judos hacia los campos de exterminiopese a su buena relacin con el Reich, son una demostracin deese sentir del pueblo italiano, ms que un testimonio de lascualidades humanitarias del Duce. Pero en Rodas, la comunidaditaliana era demasiado pequea y la judera demasiado grande

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    como para poder modificar las rdenes impartidas por el altomando alemn con el objetivo de evacuar a los judos. Laspocas familias italianas que vivan en la isla tuvieron quecontentarse con derramar sus lgrimas detrs de laspersianas bajas, mientras asistan silenciosos a ladeportacin del pueblo judo.

    La religin

    Rodas contaba con 4 sinagogas, una yeshiv(escuela religiosa) yun colegio rabnico de muy alto nivel fundado en 1928 bajo elauspicio del gobernador italiano Mario Lago, a instancias,llamativamente, del propio Benito Mussolini. Este colegio atrajoestudiantes de los Balcanes, Turqua, Palestina, Egipto y hastaEtiopa, y rpidamente adquiri un alto prestigio en toda la zona.El colegio rabnico, despus de 9 aos de estudio, otorgaba eltitulo de Doctor en Filosofa. Su currcula no se restringasolamente a materias confesionales o teolgicas judas, sino queabarcaba materias ms generales como religiones comparadas(mono y politestas), historia mundial, etc. En 1937 tuvo lugar laprimera y nica promocin ya que al ao siguiente comenzaronlas leyes restrictivas y el rabinato no tuvo otro remedio que cerrarsus puertas.

    Durante la poca del Imperio Otomano era costumbre que lasautoridades de la Isla saludaran a los integrantes de las diferentescomunidades en las fechas de sus altas fiestas, yendo a sussinagogas, mezquitas e iglesias a presentar sus salutaciones. Eraun gesto de tolerancia y pluralismo muy valorado por todos, por loque Mario Lago (primer Gobernador Italiano de la isla) continuhacindolo anualmente hasta 1938 cuando fue reemplazado porCesare Mara De Vecchi Conte de Val Cismon (nada ms y nadamenos). El nuevo enviado pretendi que los representantesprincipales de cada comunidad fueran a saludarlo a l en susdiferentes festividades a fin de no tener que tomarse tantas

    molestias. De ser un gesto valorado y respetuoso, el rito pas aconvertirse en una demostracin del poder del nuevo gobernadory de su poca tolerancia hacia los distintos credos.

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    La familia

    - Mi familia estaba compuesta por mi padre AbrahamGalante, mi madre Rebeca Israel Benditcha, mis cuatrohermanas: Sara, Rosa, Juana y Matilde, y finalmente losvarones: Hiski y Moshe y yo. Me eduqu en el colegio judopatrocinado por la Alliance Israelite Universelle, ya entoncesllamado Scuola Israelita Italiana y estaba dirigido por elProfesor Gattegno de la judera italiana, que junto con sufamilia se establecieron en Rodas. La enseanza en laescuela primaria y en el gymnasium tena un excelente nively era muy reconocida no solo entre todas las comunidadesde la isla, sino tambin en toda la zona del dodecaneso.Tenamos una educacin de doble turno y nos enseabanfrancs, italiano y hebreo. Por lo tanto adems deldjhudezmo que hablbamos naturalmente todos los

    sefaradim, ms algunos conocimientos de griego y turco quetenamos por nuestros amigos en la isla, podamosdefendernos en muchos idiomas. Eso es algo que nos ayudbastante durante el tiempo que estuvimos en Auschwitz yluego de la guerra, aun cuando la mayora de las lenguasque all se hablaban eran las del norte de Europa. Completlos estudios del segundo nivel a los 15 aos y despus medediqu al trabajo. La guerra haba empezado; comenzamosa sentir el desabastecimiento, hubo tarjetas deracionamiento y muchos hbitos alimenticios tuvieron queser dejados de lado. ramos una familia religiosa; en micasa se coma casher, se iba al templo los viernes y luego

    festejbamos el Kabalat Shabat en familia. Mi mam era laque haca la comida y mis hermanas le ayudaban aorganizar la cena. Recuerdo que los sbados mi abuela ibaal templo y a la salida todos los nietos salamos a suencuentro para besarle la mano. Ella viva con nosotros, era

    una mujer alta y fuerte, lamentablemente en una cada en el baose fractur la cadera y, despus de estar un tiempo en camafalleci. Tambin viva con nosotros una prima que se llamabaDiana. Mi hermana Rosa se haba transformado en el pilar de lacasa, ella trabajaba en una librera. Era la mayor. Mi hermanaJuana se haba enfermado tras haber tenido un accidente; alderrumbarse la baranda del balcn del primer piso cayfracturndose la columna. Mi hermana Matilde era la ms chica,tendra 9 10 aos para esa poca. Mi hermano Moshe trabajabacomo empleado en un negocio de bonetera; con el tiempo seindependiz y se dedic a la compra y venta de mercadera textil.Durante la noche y para incrementar nuestros ingresos, toda lafamilia se reuna en torno a la mesa y nos dedicbamos a fabricarsobres para cartas que luego mi hermana Rosa venda en lalibrera donde trabajaba.

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    Rodas durante la Guerra

    David y su familia, al igual que toda la comunidad juda deRodas pasaron toda la guerra en la isla. Padecieron laslimitaciones econmicas propias de un estado de guerra.Escaseaban los productos de todo tipo, pero lo ms duro fuela falta de comida. Las raciones eran pequeas y cadafamilia tena que ingenirselas para hacerla durar. Sinembargo, el mediterrneo favoreca a la isla con un climaideal. Das clidos y noches frescas que permitan afrontarcon mayor tranquilidad la falta de combustible. Lacombinacin del fro y el hambre es uno de los mayoresazotes que padeci Europa durante la guerra. El fro enRodas nunca se hace notar, y el hambre siempre se puedepaliar con algunas de las maravillosas especies acuticasdel Dodecaneso.

    Si bien a partir del 39 era imposible irse de all, hay quienescoinciden en sostener que Rodas era un refugio de lujo. Laguerra no se haca sentir de otra manera que no fuera conlas restricciones econmicas. No hubo all bombardeoshasta que llegaron los alemanes en 1943. No circulabantropas, no haba requisas ni persecuciones. El trato de lacomunidad juda con las autoridades italianas era bastantecordial a pesar de que Mussolini formaba parte del Eje. Nohubo all ningn Kristalnacht (ni se enteraron que hubieraexistido). No haba leyes en contra de los judos y si bienpodra haber alguna clase de desavenencias con el emisario

    del Duceo con parte de la comunidad griega en la isla, estano poda ser mayor que la que suele existir entre dospueblos con cierta rivalidad, como hay miles en el mundo.No existieron ningn tipo de agresiones hasta que lositalianos se retiraron con la cada de Mussolini y los

    alemanes decidieron ocupar su lugar. Ese clima de acoso queagobiaba a los judos de toda Europa, no se haca sentir enRodas. Las noticias de la guerra, eran seguidas por algunosradioaficionados que por las noches se enganchaban a la seal dela BBC de Londres. Ellos transmitan las novedades que se ibanproduciendo, lo que no alteraba el normal funcionamiento de laapacible vida que suelen llevar las islas del mediterrneo y por loque hoy se han convertido en unas de las mayores atraccionestursticas del mundo.Aguas verdes y clidas, arenas suaves y doradas, una brisaapacible, noches frescas, y callejuelas angostas con pequeascasas blancas. Sin embargo la ciudad de Rodas cuenta ademscon un pasado de esplendor. Es una de las grandes ciudades dela Grecia antigua mencionada en los libros clsicos. Memnon deRodas fue el gran general griego con el que Alejandro Magno seenfrent en varias de las ms grandes batallas de la historia. Su

    ciudad amurallada con sus grandes puertas y su foso tiene unafigura imponente que sorprende a primera vista al viajero quearriba a sus costas. El Coloso de Rodas, la figura de un granguerrero de 18 metros de altura construido en bronce con ambaspiernas apoyadas a cada lado de la entrada del puerto es nadamenos que una de las Siete Maravillas del Mundo. Y en el centrode su ciudad antigua se encuentra el Gran Fuerte de losCaballeros de San Juan (conocido como el Fuerte de losCruzados), quienes haban construido all uno de susasentamientos de mayor importancia en su camino a Jerusaln.Este fuerte, es an hoy el edificio de mayor imponencia de la isla ysigue siendo visitado con gran asombro por turistas de todo el

    mundo. No por nada David conserva fresco el recuerdo de losgrandes barcos con turistas (antes de que el turismo sea esta granindustria sin chimeneas en la que se ha convertido), quienes seacercaban a la isla en busca de historia, aventura yfundamentalmente para disfrutar sus inigualables playas. Quien ha

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    visitado Rodas sabe que no se puede exigir ms de undestino turstico. Y no es difcil imaginar que la infancia deDavid all debe haber sido tan plcida, clida y gratificantecomo el clima tan especial que all se respira. O que por lomenos, se respiraba antes del fin.

    Las monedas en el mar.

    Las aguas turquesas del Egeo eran el hbitat natural del cuerpopequeo y tostado de David al finalizar la jornada escolar. Junto asus compaeros de lalliance, abandonaban furtivamente ladjhudera en direccin al puerto de Rodas atravesando laimponente muralla medieval que protegi a sus habitantes durantevarios siglos de los ataques extranjeros. Sedientos de diversin,David y sus amigos zigzagueaban entre las piedras de la murallasin considerar tal vez que esas rocas desde las que se gozaba deuna vista privilegiada del puerto de Mandraki y que antaoestuviera dominada por el Coloso, era un verdadero privilegio paralos ojos de cualquier mortal. En esa temprana edad, es difcilaprehender el valor de lo que se tiene frente a los ojos, ancuando las constantes visitas de barcos rebosantes de turistas

    debera darles alguna idea del magnetismo que la isla tiene paralos viajeros del mediterrneo desde hace ms de dos mil aos.

    Las tardes eran plcidas y amenas. Los cuerpos de los nios serevolcaban al descuido sobre una fina arena regada de almejas ycaracoles, y cada tanto encontraban alguna victima para caerleencima y sepultarlo bajo una montaa de cuerpos inocentes queexplotaban a carcajadas. Entre las actividades que mayoratraccin despertaban, la competencia por encontrar los mejorescaracoles en las profundidades del mar se fue convirtiendo en lapreferida; y las contiendas por alcanzar las piezas ms preciadasse fueron volviendo cada vez ms extremas y desafiantes. El solo

    hecho de nacer a pocos metros de esas seductoras playas,converta a todos ellos en verdaderos expertos en el arte decontener la respiracin para sumergirse en las profundidades deese mar cristalino y descubrir objetos de lo ms curiosos. Laincreble transparencia de sus aguas haca de cada juego un

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    deleite para los sentidos. A menudo, estas competencias noeran ms que una excusa para aguardar la llegada de unbarco con turistas: uno de esos lujosos cruceros queatracaban en el puerto con extranjeros vidos de playas ehistoria, impacientes por degustar algunas de sus exquisitascriaturas marinas. Los barcos atracaban en el puerto ymuchos viajeros elegan permanecer en sus camarotes paraevitar descender con sus pertenencias y alojarse en laciudad.

    Nunca pudieron descubrir quien haca correr la voz, pero erasabido entre los visitantes que el arrojar monedas al marpara que sean buscadas por los jvenes buceadores erauna aficin bastante comn entre los turistas de aquellapoca. Como un valiente Cousteau, David se zambulla juntoa sus amigos al ver que una delgada moneda plateada caa

    girando sobre si misma desde la cubierta de un modernoyate y se perda apenas por unos segundos entre lospliegues del oleaje. No era difcil encontrarlas an antes detocar fondo o apenas hurgando en el pedregullo. Losarrojados buceadores, emergan victoriosos de las aguasllevando a sus casas un trofeo generoso y de un valorincalculable para sus modestas pretensiones.

    Para los turistas no era ms que invertir unos centavos endiversin, observando a los jvenes nativos mostrar sushabilidades acuticas entre las cristalinas aguas en las quealguna vez reposara sepultado el mayor coloso de la historia

    de la humanidad. Para David, apenas uno de los tantosentretenimientos que alegraban sus horas y lo preparabansin saberlo en el difcil arte de la lucha por la supervivencia.A veces, los juegos de la infancia tienen esa extraa virtudde recrearnos un escenario ilusorio o ldico que nos

    adelanta sin premeditacin para los acontecimientos que un futuroinexplicable nos puede llegar a deparar.

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    El conflicto parece inevitable

    La mayor parte los jvenes de Rodas fueron emigrando amedida que avanzaba la dcada del 30 y los temores delinicio de la guerra se incrementaban. Todos ellos al irse,auguraban el sueo de una vida mejor, con posibilidades demayor prosperidad que la que se auguraba para la EuropaMediterrnea. Sus padres haban vivido los padecimientosque trajo aparejada la primera guerra mundial (conocida enese momento como La gran guerra, que adopt sunombre actual una vez iniciada la Segunda), y la mayorade ellos no quera enfrentarse a una situacin similar. Detodas formas, el peor horizonte imaginable hasta esemomento inclua serias restricciones econmicas y algunaque otra batalla en el mediterrneo que podra tenerloscomo ms cercanos o lejanos protagonistas. No mucho ms.

    Por eso la salida de Rodas generalmente se haca con algngrado de planificacin. Casi siempre haba algn parientelejano o cercano instalado en el lugar de destino (Rhodesia yel Congo Belga eran los lugares ms elegidos aunqueArgentina era otra de las posibilidades a tener en cuenta)que gestionaba los permisos de ingreso, algn contrato detrabajo y provea alojamiento y comida hasta que elinmigrante encontraba la manera de mantenerse por simismo. En el caso de las mujeres, lo mejor era encontrar unpretendiente con el cual casarse y entrar a la nueva tierracomo la esposa de. No todas tenan la posibilidad de elegiral candidato, y an cuando la tuvieran no haba mucho

    tiempo para pensarlo ni muchas alternativas para elegir. Hayque tener en cuenta que en el caso de la Argentina, debanrealizar un viaje de casi 15.000 Km. con una parada en unpuerto europeo (como mnimo) para cambiar de barco.Generalmente estos puertos solan ser los de Gnova o

    Marsella. El costo del viaje, estaba a cargo del viajero en el casode los hombres y a cargo del novio o de la familia de la novia(segn quien estuviera en mejores condiciones) en el caso de lasmujeres. Lo comn era que los hijos emigraran, los padres sequedaran y recibieran del exterior el dinero necesario paramantenerse. Esto era un hecho comn y poda verse conregularidad en muchas familias de Rodas.

    Dos de los hermanos de David pudieron emigrar de Rodas antesde la guerra. Hisky Galante vino a la Argentina en el ao 33,atrado por un primo de la familia que se haba asentado enBuenos Aires a principios del siglo. La otra hermana, Sara Galantese fue a Rhodesia (cuyo nombre no posee ninguna relacin con laisla sino con el clebre explotador de diamantes y de negros, elingls Willam Rhodes)donde en el ao 35 se cas y tuvo un hijo.

    En algn momento existi el proyecto de que David y Moshe,pudieran seguir los pasos de Hiskyi y emigraran tambin a laArgentina, pero este todava no se haba asentado en el pas (noera fcil conseguir un permiso para ingresar) y la crisis del 30dificultaba la tarea de encontrar un trabajo digno. Con estepanorama el viaje de los hermanos Galante se vio postergado demanera indefinida y cuando en 1938 parti el ltimo barco quesali de Rodas con destino a Amrica, la guerra estaba enciernes. Todos tenan conciencia de que no habra otraoportunidad para salir de all.

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    Tambin las piedras

    Las tardes en Rodas eran apacibles y clidas. Una suavebrisa acariciaba la isla desde el mar y en la ciudad loscomercios cerraban sus puertas mientras los rodesles se

    dedicaban con parsimonia a la tarea de la siesta. Un solinmenso y abrasador dejaba caer sus rayos de maneraperpendicular sobre la piedra rocosa, y las lagartijascorreteaban entre los arbustos que les ayudaban aesconderse de los pequeos humanos que intentaban darlescaza a fin de enarbolarlas en una varilla de madera cualtrofeo de guerra.

    David y sus amigos mataban el tiempo en esos menesteresmundanos y recorran la muralla de un lado al otro en buscade diversiones pasajeras mientras la ciudad reposaba. Una

    tarde de mucho calor, las pequeas piedras que sedesprendan de esa gran pared se convirtieron en suprincipal entretenimiento. Comenzaron a arrojarlas desde loalto de las almenas intentando alcanzar el destino mslejano posible, que en esta ocasin era el verde mar. Losque arrojaban sus proyectiles en direccin al poniente yalcanzaban el oleaje, demostraban estar capacitados paraejercer tareas temerarias tales como escalar una montaa otripular un barco. Quien no consegua tan ansiado destinopara sus rocosos misiles y apenas lograba hacerlos avanzara los tumbos entre las arenas de la playa, poda serconsiderado un candidato al fracaso.

    Los brazos se contraan y estiraban con destreza tratandode brindarles a las piedras toda la potencia y la direccinpara que atravesaran el aire con singular aerodinamia yalcanzaran a zambullirse con elegancia entre los pliegues

    del oleaje del Egeo. La competencia comenz a ganar enintensidad y color. Los contendientes se sacaban chispas y cadacual juraba que su proyectil haba logrado mayor distancia que losotros. Cuando los contendientes empezaron a perder inters en lacontienda, alguien hizo referencia a la carretera que bordeaba la

    muralla y a los pocos vehculos (mayoritariamente carros ybicicletas) que circulaban por ella. Definir que piedra haba llegadoun metro ms lejos o ms cerca en el mar no pareca ser losuficientemente interesante a esas horas de la tarde, peroacertarle a un conductor desprevenido a la carrera, adoptaba uncariz estimulante. Alguien mencion que podra ser peligroso ytodos coincidieron.- Sin embargo, -dijo Aarn Franco si arrojamos piedras mspequeas podremos continuar con nuestra competencia sin poneren riesgo la vida de nadie.La propuesta entusiasm al grupo y corrieron alborozados en

    bsqueda de esos pequeos tozos de roca, aptos para serarrojados a conductores desprevenidos. En un momento, todos seencontraban dispuestos a atormentar al primer advenedizo que seasomara por la carretera. Apenas unos minutos despus, alguiendio la seal de alerta y un hombre joven a bordo de unamotocicleta comenz a aproximarse en direccin a la djhudera.Cuando se acerc a una distancia prudente, las piedras surcaronel aire en direccin al blido en movimiento. Algunas alcanzaron aimpactar en el vehculo, pero una de ellas arrojada con singulardestreza, peg en la cabeza del desprevenido conductor que frende golpe y mientras hurgaba perplejo en los confines de sucabeza, alcanzo a divisar en lo alto de la muralla a un grupo de

    chicos que se dispersaba con algaraba.

    Las risas duraron hasta avanzada la noche. El grupo en pleno sereuni en una de sus callejuelas predilectas y el recuerdo delimpacto fue el tema central de la jornada. A medida que

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    avanzaban las horas, el disparo fue ganando en velocidad ydireccin. Raro era que el hombre permaneciera todava convida a juzgar por la intensidad y violencia que alcanz elpiedrazo en el recuerdo a esas horas del atardecer.Se iba poniendo el sol y David saba que tena que volver a

    casa para cenar. Mam Rebeca lo estara esperando y suhermana Rosa le recordara que todava tena que terminaruna tarea pendientes de la noche anterior. Acelerando elpaso David entr a la casa atrado por el olor de de la undelicioso manjar con el que estaba ocupada mam y que yaamenazaba con alegrarle la noche. Sin embargo el impulsoy el buen humor que lo embargaba, se vieron interrumpidospor la mirada severa de Pap Abraham que lo observaba ensilencio desde un viejo silln. David se detuvo de inmediatosorprendido mientras Abraham se incorporaba vehemente ysostenindolo de un brazo comenzaba a descargar con

    intensidad unas palmadas en su trasero. El grito de AQUIEN SE LE OCURRE ANDAR TIRANDO PIEDRAS PORLA MURALLA le confirm a David que el conductor de lamotocicleta era un conocido de su padre y que habaalcanzado a identificarlo. Por cinco das, el dolor de no poderencontrarse con sus amigos se sinti como el de laspalmadas sobre las nalgas. Esas que lo disuadieron demanera certera sobre la inconveniencia de elegir allanzamiento de piedras sobre personas como un inocentejuego de nios.

    Rodas 1939/42

    Trece aos y a trabajar

    Los judos consideran que a los trece aos, llega el momento de

    abandonar la infancia y afrontar la vida adulta. El acontecimientoque marca este lmite entre los juegos callejeros y lasresponsabilidades sociales es lo que comnmente se conocecomo Bar Mitzvah. A los trece aos, los chicos judos debenestudiar una parash (un salmo de la Torah) que deben leer en elservicio matutino del Shabat en la sinagoga, la que debe estarcompuesta por un mnimo de diez hombres. Tambin en esosdas, los hombres se colocan por primera vez el talit (especie dechal con cuentas de hilo crdeno) y los tefilim con los preceptosque guiarn sus vidas, uno en el brazo izquierdo (junto al corazn)y otro en la cabeza. Para la mayora de los chicos judos de hoy el

    Bar Mitzvah es un acontecimiento ritual con un gran valorsimblico, que dista de modificar sustancialmente sus hbitos devida cotidianos: siguen yendo al colegio, se mantienen bajo laresponsabilidad de sus padres y estn todava lejos de cualquierfuncin procreadora. La hora de convertirse en hombres seencuentra todava lejos. Sin embargo, en la vida de David,probablemente como en la de pocos chicos, el paso de la infanciaa la adultez se produjo ms por factores externos que por motivosrituales. A los pocos das de hacer su Bar Mitzvah, las tropasNazis invadan Polonia y empezaba la guerra en Europa. Si bienla paradisaca isla de Rodas estaba sumamente alejada de la fraPolonia, las consecuencias de la guerra se hicieron sentir en todos

    los rincones del planeta. Comenz a haber escasez de vveres eimportantes restricciones en la circulacin de productos. Dejaronde llegar a la isla las prendas femeninas que pap Abrahamcomercializaba en su local de ropa y su trabajo se hizo

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    innecesario. A los pocos meses del inicio de la guerra se vioobligado a cerrarlo.

    La vida se iba tornando cada vez ms difcil para los Galantepor lo que todos los hermanos tuvieron que salir a buscar

    trabajo. Moshe, consigui un puesto como dependiente enuna mercera importante, para la que le haba servido suexperiencia en el negocio de pap. Rosa entro a trabajar enuna librera, donde aprendi a amar a los libros a los quedescubra con curiosidad y pasin.

    A David le toc una tarea muy particular. Consigui untrabajo como vendedor de flores. Los italianos, instalados enla isla desde haca mucho tiempo, se preocupaban porembellecer sus casas y dejar contentas a sus esposas conun ramo de flores. Estas flores eran comercializadas por un

    ente gubernamental cuya sede se encontraba en losedificios de la administracin central de la isla.

    El cultivo principal era de Rosas, que eran tpicas de Rodas(de all su nombre) y se comercializaban en toda la regin.Rodas era famosa por sus Rosas y venan de otras islas yhasta del continente para llevarlas. Haba variedades detodo tipo y color: rosas, blancas, amarillas y rojas. La islaestaba repleta de rosales que surgan a veces naturalmenteal costado de una ruta, en los canteros de las calles o en elmedio del campo, al cuidado de la naturaleza. Por eso, enprimavera, Rodas festejaba a las miradas con su mejor color

    y exaltaba los nimos de los isleos con la fragancia de susaromas.

    Tan famosas eran estas Rosas, que el gobierno italianohaba enviado ingenieros agrnomos para mejorar laproduccin. Sin embargo, al iniciarse la guerra, esas Rosas

    quedaron slo para consumo interno. A pesar de la frgil situacinen la que los tena la guerra, los Italianos no reparaban en gastosa la hora de agasajar a sus mujeres, an cuando algunas de ellaseran adems sus esposas. Para David, este trabajo era unabuena forma de llevar algo de dinero a su casa y adems poda

    relacionarse e interactuar con otras personas de distintos orgenescomo los griegos, los turcos y los italianos. Esto tambinimplicaba aprender algunas palabras de cada una de esaslenguas lo que sera de un valor incalculable aos despus en loscampos de exterminio.

    - Yo tuve que hacerme mayor de golpe. Los hermanos tenamosque salir a trabajar para mantener la casa y yo senta que tenaque ser responsable por el destino de mi familia. Era una cargaalgo pesada para un chico de apenas trece aos, pero en esemomento, no tenamos otra alternativa.

    En la poca de la ocupacin italiana, el negocio de las flores eramanejado directamente por el gobierno. David haca all todo tipode tareas. Reciba las flores de madrugada, las ordenaba en unviejo galpn y muchas veces se encargaba de repartirlas, canastaen mano, siguiendo un recorrido marcado por su jefe, en unlistado donde constaban las direcciones de los clientes y el detalledel pedido. No siempre reciba una propina por estos transportes(el delivery no se haba popularizado todava) pero cuando lequedaban unas monedas en el bolsillo, se permitan el lujo deagregar un pedazo de pan en la mesa familiar o alguna confiturade esas que tanto le gustaban y que ltimamente se haban vueltoinaccesibles.

    David pas unos meses encargndose de las flores cuandoalguien le coment que haba una oportunidad de trabajar en unaempresa petrolera. All la paga era mejor y su jefe era un conocido

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    de la familia llamado Moris Soriano. Luego de una entrevistade cortesa, David empez su nueva tarea con muchoentusiasmo y con la expectativa de llevar ms dinero a casa,aliviando la situacin del hogar. Se senta ms importantepor esto y pensaba que sus padres estaran orgullosos de l.

    La cara de preocupacin de pap Abraham se ibaacentuando y esto tambin preocupaba a David que todavano crea entender muy bien cmo poda ayudarlo.

    En la petrolera, David era el chico de los mandados. Seencargaba de llevar y traer papeles, encargos, pedidos yotros asuntos menores. Pero Moris Soriano tena reservadapara l una actividad muy particular, adems de llevar y traera sus hijos del colegio. Durante la guerra, las restricciones alconsumo de pan eran importantes y tenan un lmite porfamilia. Sin embargo, Moris haba hecho un arreglo con el

    italiano encargado de manejar el horno y se haca traer unaspiezas de pan extra muy temprano por la maana. David erael encargado de llevar esas piezas a la casa de Moris consigilo sin que nadie lo descubriera. Si la operacin se llevabaa cabo sin problemas, le corresponda una pieza de panpara llevar a casa como recompensa por la eficiencia en susservicios. David pas a ser el responsable de llevar el pana la casa y eso lo hizo sentir un hombre. Con obligaciones,responsabilidades y con una familia a la cual defender. PapAbraham no se senta conforme dependiendo de sus hijospara sostener la casa, pero aceptaba que con ese aporte,las restricciones de la guerra se hacan un poco ms

    llevaderas. No eran tiempos como para que su orgullo heridoentorpeciera la tarea de reorganizar el funcionamiento de lafamilia; tarea que los ms jvenes demostraban hacer conmucha responsabilidad y empeo.

    El Barco de refugiados

    En 1939, cuando estall la guerra, David tena 13 aos. Apenashaba hecho su Bar Mitzvah y hasta ese momento los efectos del

    conflicto blico solo se senta en las restricciones al comercio y alconsumo que afectaban a la economa de la familia Galante.Pocas y escasas noticias llegaban de la guerra a las costas deRodas y David tena un escaso conocimiento de ellas. Sinembargo, a veces surga un acontecimiento que trastocaba laparsimonia cotidiana de la isla y los haca tomar contacto con elresto del mundo, abandonando el aislamiento temporal yconfrontndolos con la cruda realidad.

    A mediados del ao 1940, lleg a las costas de Rodas un barcocon refugiados judos que se escapaban de Europa. Haban

    intentado desembarcar en Palestina pero el gobierno britnico queestaba al mando de la zona les impidi descender argumentandoque exceda el cupo de judos que podan ingresar all cada ao.En el barco venan judos checoslovacos, polacos, rumanos y deotros pases del este de Europa. Jvenes con la ilusin dealcanzar Eretz Israel y hacer realidad el sueo de la tierraprometida.

    Al tomar conocimiento de que en Rodas, una isla relativamentecercana a las costas de Palestina, haba una gran comunidadjuda (donde seguramente podran ser bien recibidos), sedirigieron all y solicitaron ayuda, esperando encontrar el momento

    oportuno para volver. Sin embargo, apenas arrib el barco a suscostas, las autoridades italianas impidieron su desembarco, talcomo era de esperar. No hubo gestin que modificara esta actitudde las autoridades, por lo que los integrantes del barco sesintieron atrapados y sin salida. Cautivos en el mare nostrum,

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    eran los parias de un mundo en el que ya no tenan lugar eintentar seguir escapando pareca una frmula ineficaz quelos conducira a la nada. Se sucedieron una serie dedebates respecto a la orientacin a tomar. Ningn destinopareca ser seguro. En medio de los acalorados debates y

    presos de una situacin que no tena retorno, alguienlament por un segundo el haber abandonado el continenteeuropeo, con toda esa inexplicable crueldad de la seguridadconocida. Atrapados en un laberinto y convencidos de queno tenan muchos ms lugares adonde ir, decidieronincendiar el barco frente al puerto, tirarse al agua y llegarnadando hasta las costas. Con este sencillo acto, pasaronde ser refugiadosa ser rescatados.

    Desbordados por esta inesperada situacin, las autoridadesitalianas no tuvieron ms remedio que detenerlos yaceptarlos en su nueva condicin, exigiendo que lacomunidad juda se hiciera cargo de su mantenimientodurante el tiempo que permanecieran en la isla. Les armaronunas carpas en el estadio de ftbol y los ms jvenes fueronlos encargados de llevarles ropa, comida, frazadas y todo loque pudieran necesitar. David form parte de ese grupo yrecuerda las ilusiones que animaban a esos jvenes quevean al futuro con optimismo y estaban seguros de llegar ala tierra de Israel para all ser libres y fundar su propianacin.

    El grupo de refugiados permaneci algunos meses en la isla,

    cantando, bailando y soando con un maana mejor. Perolas autoridades italianas no podan retenerlos por muchotiempo, as que mandaron a traer un barco de la pennsula ylos enviaron a un campo de refugiados en Sicilia. Sinsiquiera imaginarlo, ese incmodo acontecimiento les salv

    la vida, porque una vez que cay Mussolini, el sur qued liberadoy al terminar la guerra pudieron dirigirse finalmente a Palestina yhacer all realidad sus sueos. Si se hubieran quedado enRodas, hubieran terminado en Auschwitz como todos nosotros cuenta David. Como le pas a Adolfo y Sidney Foh, junto a la

    esposa de este ltimo, Feldora Sonne, y su pequeo hijo Alex,todos de Bratislava. Como excepcin y debido a que erancurtidores de cueros, profesiones altamente valoradas por suimportancia en la elaboracin de guantes, camperas y botasindispensables para aprovisionar al ejrcito, se les permitiquedarse en la isla. Adolfo se cas posteriormente con SilviaRozo que era una chica amiga de la familia Galante.

    Ellos creyeron que as salvaran sus vidas. La historia posteriordemostr lo contrario. Finalmente como a todos los rodesles, aellos tambin les toc Auschwitz como destino y murieron en lascmaras de gas, tan lejos de Eretz Israel.

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    Una lnea de contacto con el mundo

    La calidad de la convivencia entre las distintas comunidadesen la isla, turca, griega, italiana y juda, era de una razonabletolerancia. No exista discriminacin racial a nivel oficial,

    aunque al estallar la guerra y con el nombramiento deVecchi Conte como nuevo representante del Ducecomenzaron a sufrir las mismas leyes segregacionistas quehaban sido impuestas en Italia por el gobierno fascista.Todos los aparatos de radio fueron confiscados tanto a losjudos como a los musulmanes. Sin embargo, por lasnoches, David y un grupo de amigos se congregaban en lacasa de Tonino di Giambattista, un entraable amigo italianocuyo padre era marechal (mariscal), quien albergaba eseahora extrao y codiciado aparato que por decisin delgobierno de turno se haba convertido en una valiosa joyatan deseada como peligrosa. La informacin se habaconvertido en un bien de alto valor, que otorgaba poder aquien la posea. Acurrucados y en silencio, se reunan enuna pequea habitacin de la casa, aislada del exterior.David y sus amigos sentan palpitar fuertemente su coraznal escuchar los primeros acordes de la Quinta Sinfona deBeethoven que precedan a la edicin italiana del informativode la BBC de Londres. A travs de ella podan mantenerseactualizados y enterarse de las novedades de lo quesuceda en el mundo por boca de la voz oficial de losaliados. Eran noches reveladoras, aun cuando lainformacin era escasa y ocultaba lo ms importante: el

    destino trgico de los judos europeos. La voz del locutoritaliano invada todo el espacio y descubra las novedadespoco alentadoras sobre el avance de las tropas nazis. Eltemor comenzaba a ganar espacio entre los presentes y alfinalizar cada edicin se sucedan los ms acalorados

    debates respecto al futuro de la isla y a su impredecible destino.Poco a poco un sentimiento de temor fue apoderndose del grupocuando se enteraron que los alemanes tomaron Grecia y que conla cada de Mussolini se inici la batalla entre el eje y los aliadospor alzarse con las islas del Mediterrneo que haban pertenecido

    al gobierno italiano. Si bien nunca oyeron hablar de un campo deexterminio, la perspectiva de que los nazis pudieran tomar bajo supoder la isla de Rodas se haca intolerable para todos. Y eso fueprecisamente lo que termin sucediendo.

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    Los Alemanes toman Rodas

    - As estuvimos viviendo hasta 1943, fecha en que elgobierno italiano firm el armisticio con los Aliados. Comoconsecuencia, los alemanes ocuparon la isla y desde esemomento comenzaron los bombardeos areos y navales.Las bateras antiareas alemanas fueron colocadas encimade los techos de nuestras casas que daban al mar. El barriojudo fue elegido por su posicin estratgica frente a laentrada del puerto y por lo tanto, se convirti en el principaldestinatario de las bombas aliadas que atacaban lasposiciones alemanas. El trato que tenan los soldadosalemanes con nosotros, que ramos apenas unos jvenesde pantalones cortos, era hasta se podra decir cordial: nosconvidaban chocolate, pan y otras cosas que pudieranrecibir. Recuerdo muy bien el primer da de Pesaj de 1944,

    cuando la aviacin inglesa bombarde la isla. Los alemanesnos haban avisado que nos furamos de la judera porqueel enfrentamiento se avecinaba encarnizado. Esa nochemurieron unos 30 judos, quienes decidieron permanecer enla ciudadela por no tener otro lugar adonde refugiarse.Nuestra familia se haba retirado al interior de la isla, cercade donde comenzaba la zona montaosa. All mi padre tenaun amigo turco que nos hizo un lugar en su casa que erabastante grande. En realidad fuimos unos 40 50 judos quenos refugiamos en el establo de la finca hasta que pasaranlos bombardeos. La familia turca que nos aloj en su granjase mostr muy atenta y solidaria, y nos ayudaron todo lo que

    pudieron, an cuando no estaban preparados para recibir atanta gente. Cuando regresamos encontramos parte de lajudera y la muralla destruidas. Nuestra casa que estabadebajo de una batera antiarea alemana se haba salvadomilagrosamente aunque se encontraba bastante daada.

    Como pudimos y con algn esfuerzo, tratamos de ordenar todo loque haba sido daado y nos arreglamos para instalarnosnuevamente, pensando que tal vez lo peor de la guerra ya habapasado.

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    Una fuga inconclusa

    La idea de abandonar la isla en bote para tratar de alcanzarlas costas turcas era una ilusin lejana para todos, pero eldevenir de los acontecimientos fue tornando esta

    descabellada idea en una alternativa probable y tentadora.Cuando los Nazis tomaron finalmente la isla, todos en elgrupo de amigos de David empezaron a evaluar seriamenteesta posibilidad y solo pareca ser cuestin de tiempoponerla en prctica. Asesorados por pescadores turcos,algunos comenzaron a organizar sus expediciones y apreparar un programa de escape. Los ingleses habanminado gran parte del mar egeo (sobre todo la entrada almar negro) y los alemanes controlaban las costas de la isla.La nica alternativa pareca ser abandonar la costa deRodas apenas cada la noche en un pequeo bote, con lamisin de remar con todas las energas y rezar para que lamarea acompae, intentando que el alba encontrara a lapequea embarcacin a mitad de camino. Desde all podrandivisar la costa turca surcada por suaves montaascercanas a la ciudad de Marmaris. Logrado ese objetivo,llegar a Turqua no era difcil. Una vez alcanzado elcontinente slo era necesario dirigirse a alguna de lasmuchas ciudades costeras en las que tambin abundabanlas comunidades judas donde podran refugiarse. Turquaera neutral en ese momento y los alemanes no parecantener intencin de poner sus garras all.

    Algunos amigos del grupo intentaron la aventura con todoxito. Junto con su amigo Rafael Menasch, David coincidique a ellos tambin les haba llegado su turno. Durantevarios das se reunieron con amigos y pescadores, tratandode averiguar las mejores pocas para pasar, evitando

    cualquier percance y aprovechando el curso de las mareas. Unavez que el plan estuvo avanzado, David se lo coment a suhermana Rosa, hermana mayor y en ese momento motor principaldel sustento en el hogar. Rosa se enfureci cuando escuch suplan. Le dijo que estaba loco. Que no poda arriesgar de esa

    manera su vida, pero que mucho menos poda abandonar a supadres en esa situacin: - Mam y Pap nos necesitan ms quenunca y no podemos dejarlos librados a su suerte. Pase lo quepase en la isla, necesitamos unirnos en torno a ellos paraproteger los. Tu contribucin a la economa familiar es importante,no importa la cantidad de dinero que puedas conseguir. No podsirte David. Todos te necesitamos.

    No lo pens dos veces. Con pesar, pero seguro de su decisin,David se reuni esa noche con Rafael Menasche y le comunic sudecisin. Abandonaba el plan de fuga porque su familia lonecesitaba. Rafael lo entendi y abort l tambin toda intencinde dejar la isla en bote. Al igual que David, Rafael ingres unoscuro da y a paso firme en el campo de exterminio deAuschwitz-Birkenau, pero nunca lo abandon con vida.

    Otros integrantes del grupo, partieron para la isla de Cos creyendoestar ms seguros ya que esta isla estaba en poder de losingleses y de los italianos que despus del armisticio se pasaronal bando aliado. Desgraciadamente y luego de una feroz batallacon los alemanes donde ambos bandos sufrieron una fuertecantidad de bajas, la isla tambin qued en poder de las tropas

    germanas y sus judos fueron deportados hacia Auschwitz juntocon los de Rodas. Los ingleses de la isla fueron tomadosprisioneros y los italianos fusilados, por haber traicionado a susantiguos aliados del tercer Reich.

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    La Comisin Rosenberg

    En Julio de 1944, llega a la isla de Rodas la tristementefamosa Comisin Rosenberg quien llegaba con la misin deejecutar su parte en la Solucin Final. Una vez instalada

    en la isla, el 2 de julio de 1944, una ordenanza del comandomilitar alemn promulg un edicto en el que ordenaba atodos los judos de Rodas presentarse en el edificio de laaviacin (una gran construccin moderna edificada por lositalianos y que se encuentra emplazada frente al puerto deRodas) con todo su dinero, joyas y objetos de valor. Algunosjudos sospecharon la mencin de dineros, joyas y objetosde valor en el pedido por lo que se apresuraron y losenterraron en el jardn de sus casas incluyendo monedas deoro y hasta billetes. Otros se presentaron en el edificio de laaviacin con todo lo que posean.

    El mircoles 19 de julio de 1944, un oficial del comandosuperior alemn se present a las 3 de la tarde en la casade Moris Soriano (el jefe de David) creyendo que era elpresidente de la comunidad juda. Moris se ofreci paraacompaarlo a la casa de Jacob Franco, en ese momento,presidente de la comunidad. Una vez all, el oficial lesinform que por orden del comandante general alemn,todos los judos deban presentarse a la maana siguientesin excepcin en el edificio del comando aeronutico. Era elprincipio del fin. Los alemanes (como haban hecho ya entoda Europa) encargaban la tarea de organizacin y

    persuasin a los dirigentes de la comunidad a fin de juntar yencolumnar sin dilacin a todos los judos con direccin aldestino que tenan prefijado: las cmaras de gas.

    La comisin puso en ese momento a disposicin de Jacob Francoun automvil en el que ira acompaado por un oficial de laGestapo y un intrprete griego llamado Costa. Franco fue elencargado de recorrer la isla para decirles a los judos cul era ladecisin de la comisin. Todas las familias deban presentarse

    adems de con sus pertenencias y valores, con provisiones para10 das. Los que no se presentaran espontneamente seranbuscados en sus casas. En caso de demora, el padre de familiadeba ser inmediatamente fusilado y as sucesivamente hasta quese dirigieran al edificio de la aeronutica. Costa, el griego que alprincipio solo pareca oficiar de intrprete y hablaba muy bien eljudeo-espaol, comenz a desplegar todo su arte de intrigas,mentiras y amenazas con el objetivo de hacer afluir la mayorcantidad de valores posibles hacia las arcas nazis de las queevidentemente se haba asegurado alguna clase de rdito encompensacin por los servicios prestados.

    Aos despus, Moris Soriano le asegur a David que en el grupode oficiales nazis que lideraba la comisin, se encontraba KurtWaldheim, quien posteriormente fuera Secretario General de laONU y presidente de Austria. Eso lo record cuando Waldheimera ya un personaje pblico y las sospechas de que habaintegrado el ejrcito alemn durante el nazismo eran mucho msque sospechas. David y Moris, volvieron a encontrarse algunasveces ms despus de que todo aquello termin.

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    Telegrama de Buenos Aires

    A ms de 10.000 kilmetros de distancia, Hisky Galante secasaba con Regina Capeluto el 17 de Julio de 1944 en eltemplo de la comunidad Chalom en la calle Olleros entreConesa y Cramer del barrio porteo de Colegiales. Lanoticia no permiti grandes festejos en la isla. El da quelleg el telegrama informando de la buena nueva a la familiaGalante, su casa acababa de ser destruida por unbombardeo y el cartero encontr a todos sus integrantesrevolviendo los escombros y preparando sus valijas. Enunas horas ms deban presentarse en el edificio de laaviacin ubicado en Tchemenlik, junto al puerto de Rodas,para esperar el momento de la deportacin. No hubosonrisas ni lgrimas para celebrar el casamiento de Hisky.Una extraa sensacin recorri la garganta de todos los

    integrantes de la familia Galante. - Camino al edificio de laaviacin nos topamos con unos carteles junto a la playa queen italiano decan claramente PROHIBIDA LA ENTRADA APERROS Y JUDOS.

    El edificio de la aviacin

    - Cuando llegamos al edificio de la aviacin en Rodas, los Nazisnos dijeron que el motivo por el que estbamos ah era que nosiban a llevar a todos a un campo de trabajo. Las familias

    podramos permanecer juntas en el campo si trabajbamos paraellos. Como el viaje era muy largo, nos obligaron a entregarlestodas nuestras pertenencias a punta de pistola. Joyas, dinero yttulos de propiedad se fueron por los inodoros de los baos deledificio de la aviacin, porque en un momento de desesperacin,muchos decidieron que era mejor perderlo todo, antes queentregarlo a los enemigos. Los esfuerzos de toda una vida se ibande viaje sin escalas a travs de las cloacas de un edificio pblicoconstruido por la aviacin italiana. Recuerdo haber visto por laventana del edificio, un camin lleno de bolsas con joyas y dineroque los nazis le haban confiscado a todos los que sepresentaban.Para nosotros, escapar era imposible e impensable. Siencontraban a un judo escondindose en casa de un griego o unturco, lo fusilaban. Si alguno protestaba o intentaba incitar algnacto rebelde del resto de la comunidad, era eliminado deinmediato. Nadie tena armas. Nadie necesitaba armas en Rodaspor el tipo de vida que all llevbamos. Estbamos tan lejos deEuropa que nunca pensamos que la guerra llegara hasta nuestraisla. Pasamos tres das dentro del edificio de la aviacinesperando la llegada de los barcos. Esos tres das fueron eternosy angustiantes. Una sensacin de incredulidad, incertidumbre ydesamparo se fue apoderando de todos. Nadie entenda lo que

    estaba pasando. Nadie poda imaginar lo que estaba por pasar.Finalmente alguien alcanz a divisar tras un ventanuco del bao,la llegada de unas barcazas. Haban llegado por nosotros y noimaginbamos adonde nos llevaran. Cuando nos hicieron salir deledificio en direccin a los barcos, nos hicieron caminar con la

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    cabeza agachada, mirando el piso. Pap abraz a mam ylos cinco hermanos tratamos de mantenernos juntos. Yomiraba hacia el piso sin poder articular ningn pensamiento.Los habitantes no judos de la isla, griegos, turcos eitalianos, tenan prohibido abrir las ventanas para seguir

    nuestro paso hacia la muerte. Estaba prohibido mirar ynuestro futuro era una pregunta que no pareca tenerrespuesta.

    El viaje en barco

    - El 23 de Julio de 1944 nos subieron en tres barcos. Eran tresbarcazas cargueras y nos llevaban abajo en las bodegas, dondesolan transportar animales u otro tipo de cargas. Podamos salir a

    cubierta a tomar aire cada tanto y hasta alguna noche en que hizomucho calor, nos permitieron salir para dormir al aire libre. Comidano tenamos mucha y el hambre empezaba a hacer estragos entrenosotros. A los tres das de viaje cuando el barco se detuvo en laIsla de Cos, donde subieron los 100 judos que all vivan, elcomandante alemn de la isla nos hizo enviar comida, lo quecalm un poco nuestra ansiedad. Tambin recogimos algunosjudos de la isla de Leros.Algunas veces veamos pasar a los aviones aliados por arribanuestro. Ellos saban perfectamente adonde nos llevaban. Dehecho los aliados tenan el control del mediterrneo y no dejabanpasar barcos alemanes. Sin embargo nadie se opuso a que nosllevaran a nosotros en camino al campo de exterminio. No hubodurante esos siete das un solo intento por detener el avance denuestros barcos. Y a los aviones aliados los veamos a diariovolando sobre nuestras cabezas. Aos despus cuando volv aRodas me encontr con un amigo griego que espiaba para losingleses. El me confirm que los ingleses siempre supieron quenos llevaban y hacia dnde. De hecho l haba informado todo loque nos estaba pasando y ellos ya estaban al tanto.Tardamos siete das en total en llegar al puerto de El Pireo enAtenas. En estos siete das muchos fallecieron. Ya sea porhambre o enfermedades, algunos integrantes del grupo fueron

    muriendo y sus cuerpos tuvieron que ser arrojados al mar. Cuandopor fin pusimos nuestros pies en el continente europeo, sentimosque algo extrao estaba por pasar. Los peores temores seapoderaron de nosotros y ya nadie se animaba a ensayar una

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    palabra de aliento. Europa se extenda a nuestros pies ynuestros cuerpos ya estaban cansados de ella.

    Los barcos judos en el mediterrneo

    Sobre el control de los barcos en el mediterrneo ha habido ungran debate y unas cuentas polmicas respecto a la actitud quelas fuerzas aliadas deban tomar frente al transporte de judos en

    direccin a los campos de exterminio.

    Luego de apoderarse de la isla de Creta, los alemanesprocedieron a la deportacin de los judos como estabaestablecido en su procedimiento de rutina, en una situacin similaral que vivieron los judos de Rodas, solo que algunos mesesdespus. Eran cuatrocientos los hijos de Israel transportados endos modestas barcazas que se dirigan con alguna prisa hacia elcontinente europeo. Los aliados detectaron este movimiento ydado el control que tenan del mediterrneo, los intimaron adetenerse y a entregarse. Ambas embarcaciones prosiguieron sumarcha como si no hubieran recibido orden alguna. Dos avionesdel mando aliado sobrevolaron las naves a fin de disuadirlos en sunegativa a acatar la orden de rendicin. El avance de las navescontinu tal como estaba previsto. Finalmente la aviacin aliadaabri fuego destruyendo las dos pequeas barcazas y eliminandoa todos aquellos que viajaban en ellas.

    Desde el lado alemn estaba todo muy claro. Iban a exterminar alos judos y los aliados les hicieron el favor de eliminarlos porellos. Toda la compleja operacin de traslado en territorio europeoqued abortada y podan continuar su bsqueda de judos porotras islas. Por otro lado los aliados, en su intento por detener las

    naves quedaron como victimarios de los judos, quienes de unaforma u otra (salvo algunas excepciones, de las que David es unode los mejores ejemplos) encontraran su destino final en lascmaras de gas.

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    Luego de este incidente, los aliados desistieron de cualquieroperacin de detencin de los contingentes de judostrasladados por va martima en el mediterrneo en funcindel costo operativo que les generaba, perofundamentalmente debido al poco inters demostrado por

    los nazis en la materiaprimaall transportada.

    ltimo tren a Aushwitz

    - Grecia nos recibi con sigilo. Nadie quera vernos y cuanto msrpido nos furamos, sera mejor. Todo estaba preparado paranuestra salida, aunque durante tres das nos tuvieron en el campo

    de prisioneros de Haidari. Un tpico campo de prisioneros de lasegunda guerra.

    Pareca un lugar de espera; nada en especial para temer, msque la espera. Despus de estar tres das en el campo de Haidari(del 1 al 4 de Agosto de 1944), los llevaron a una estacin detrenes donde esperaban para iniciar, de todos los viajes posibles,el que peor destino podra tener. Los vagones llevaban unainscripcin en el exterior que deca 8 Caballos/80 Personas.Todos notaron esa inscripcin. Nadie atin a comentar nada: -lasescenas violentas que vivimos antes de subirnos al tren meaterraron y fueron el prlogo perfecto de todo lo queempezaramos a vivir.

    A los ancianos y enfermos que no se podan subir por s solos altren, la familia tena que empujarlos y ayudarlos a subir. Aquellosa los que la tarea les resultaba compleja, directamente eranejecutados en el lugar por los Nazis, a fin de despejar la puerta deacceso y agilizar el proceso de carga. Los cuerpos baleadosquedaban tendidos junto a las vas y si los parientes insistan paraquedarse junto a ellos o protestaban por el disparo, un armacargada sobre su sien los disuada de cualquier intento endesacuerdo. No hubo el ms mnimo prolegmeno antes de

    disparar sobre los ancianos o enfermos. Ninguna advertencia. Losnazis disparaban sus pistolas con la misma diligencia queestampaban una firma en un formulario. Las mismascontemplaciones se tomaban con los parientes. Subir al tren omorir. Esa era la consigna, aunque en esta situacin el grado de

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    locura y perversin demostrado por los alemanes era mayoral de la isla.

    - Estas escenas se repitieron a lo largo de la maana junto alos vagones y todos los sobrevivientes que all estuvieron las

    recuerdan muy vivamente por el dramatismo con el que sesucedieron. Familias enteras tenan all la ms amargadespedida de sus seres queridos. Fue en ese precisomomento, al ver la ferocidad con la que nos subieron a lostrenes, en que muchos comenzamos a darnos cuenta haciadonde nos llevaban. Nadie poda poner tanto sadismo parallevarnos simplemente a un campo de trabajo. Nadie yapoda pensar que nuestro destino sera distinto de los quequedaban tendidos junto a las vas.

    El ascenso a los trenes fue un momento de ruptura. Estabanen continente europeo y all todo estaba mucho ms clarosobre los que les sucedera. Los gritos aterradoresproferidos por los nazis eran disparos en si mismos, o lo quesuceda con mayor regularidad, su ms previsible prlogo.La familia Galante subi con mucho temor al vagnasignado, tratando de mantener a Abraham y Rebecca asalvo de los golpes y sobre todo del desgarradorespectculo de sus amigos y parientes acribillados en unincomprensible andn. Tambin se preocuparon por ayudara Juana, que an con su dificultoso andar pudo subirse altren sin inconvenientes demostrando que an con la caderadaada conservaba cierto grado de agilidad y pericia.

    - Los trenes de carga a los que nos subieron, apenascontaban un balde con agua, una pieza de pan y algunascebollas. La comida no dur para ms de uno o dos das.Haba un barril en el medio del vagn para que hiciramos

    nuestras necesidades. Un vagn con 80 personas y en el medioun barril para que los 80 hiciramos nuestras necesidades. Elvagn estaba tan cerrado que apenas unos pequeos ventanucosnos permitan sacar un poco la cabeza para poder respirar. Lasensacin all era tan asfixiante que la gente se peleaba para

    poder asomar la cabeza aunque ms no sea para respirar un rato.

    David se esforzaba para que la estancia de la familia Galante enel vagn se mantuviera alejada de los focos de conflicto que lasprivaciones y limitaciones que un viaje de estas caractersticasimponan. Por un motivo que nadie recuerda bien, Moshe hizo casitodo el trayecto del viaje en otro vagn, por lo que las principalestareas de proteccin familiar se repartieron entre David y Rosa.Abraham y Rebeca estaban tan exhaustos como anonadados.Juana, apenas poda moverse (el accidente del balcn parecahaberse potenciado con la asfixiante situacin del vagn y el pocosutil tratamiento de los bastones nazis) y Matilde se veasumamente perturbada sin terminar de comprender lo que detodas maneras nadie comprenda, en esa inocente edad en dondelos pensamientos solo parecen estar guiados por las alas de lasmariposas.

    Cada tanto, el tren detena su marcha en medio del campo parapoder vaciar el barril de excrementos. La ocasin tambin erapropicia para bajar los cuerpos de los que haban muerto desde laltima parada. Al arrancar nuevamente, varias decenas de

    cadveres quedaban tendidos a los costados de las vas. Lasparadas eran cada tres das y el clima se iba poniendo cada vezms denso. En un momento, la formacin pas por Bratislava y lasorpresa invadi a cada uno de los ocupantes del tren. La mayoranunca haba estado en una ciudad as. Pero el clima que se

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    respiraba era atemorizante y la angustia iba ganando unlugar privilegiado en la garganta de cada uno de losintegrantes del convoy.

    Pero alguien esperaba all. David record que uno de los

    refugiados del barco incendiado frente a las costas deRodas (que haba conseguido el permiso de permanecer enla isla gracias a que se haba casado con una chica de lacomunidad) era de Bratislava. Posiblemente era Adolfo Foh.Al pasar el tren por la capital eslovaca su padre lo estabaesperando. Nadie sabe como se enter que pasara laformacin, pero lo cierto es que pudo gritarle que all estabay alcanz a arrojarle un pedazo de pan lo suficientementegrande como para compartirlo con los compaeros de suvagn. Esa fue la ltima vez que se vieron. El tren se alejde Bratislava una noche neblinosa con rumbo a un lugardesconocido. El 16 de Agosto de 1944, el cartel ArbeitMach Frei los esperaba fro y elocuente. Haban llegado aAuschwitz. Era la ltima parada.

    La importancia de estar bien informado

    La Solucin Final fue para los Nazis encargados del exterminio,la ley mxima que rega sus vidas hasta el final de la guerra. Ensu viaje a Auschwitz, los judos de Rodas pudieron ver los trenes

    parados en las estaciones, cargados de soldados. Las rdenes delalto mando alemn eran muy claras. Los trenes que llevabanjudos hacia los campos de exterminio tenan prioridad de pasopor sobre aquellos que transportaban a los soldados alemaneshacia el frente de batalla. No pareca ser razonable. Pero nada delo que all sucedi lo fue. Durante todo el trayecto, algunos que sehaban informado escuchando la seal de la BBC (antes de sertomados prisioneros en Rodas) sostenan que nunca llegaran alcorazn de Europa: - Primero tenemos que atravesar elmediterrneo que est controlado por los barcos aliados.Pero alllegar al puerto de El Pireo en Atenas, descubrieron cun solosestaban. Nadie hizo el ms mnimo esfuerzo para evitar quelleguen al continente. Si esperaban alguna clase de apoyo de losaliados, podan olvidarse. Ya estaba en claro que nadie los iba aproteger. Ni siquiera una mnima ayuda.

    Al llegar a Atenas, el discurso de los ms informados cambi porel siguiente: - Tendramos que cruzar medio continente por tierraen una zona de combates donde las vas frreas deben estardaadas y los alemanes deben estar preparndose para recibir elavance aliado. Piensen que los alemanes ya estn retrocediendoen Rusia, en Francia y en Italia. Deben estar con miedo comopara preocuparse por nuestro destino. El cartel Arbeit Macht

    Frei que permaneca colgado en la entrada de Auschwitzconfirm con inequvoca crudeza la poca veracidad de todas estasespeculaciones.

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    La deportacin de los judos de Rodas hacia Auschwitzdesde Atenas, fue una de las ltimas medidas que los Nazisadoptaron en Grecia. Una empresa con un altsimo nivel deorganizacin y una capacidad logstica de gran envergadura,y que fue comandada por Adolf Eichmann, permiti hacer

    llegar a casi dos mil judos desde unas alejadas islas griegashasta el corazn de Polonia en 27 das atravesando uncontinente convulsionado y en plena guerra.

    Fue una tarea finamente diseada e implementada con gransofisticacin. A los pocos das de la partida del trgicoconvoy, los alemanes se retiraban de la regin,replegndose del avance aliado. Era como si hubieranhecho lo ltimo importante que les quedaba por hacer entierras helnicas; una vez que el contingente con los judosde Rodas y Cos abandonaron, primero el Egeo y luego losterritorios continentales griegos, nazis y aliados retomaron labatalla. Pareca una de esas stiras blicas en donde ambosbandos solicitan un impassepara hacer sus necesidadesenmedio de la batalla, y luego continan luchando segn lasreglas acordadas.

    Una tarea sin oposicin

    Luego de tomar el poder y antes de que empezara la guerra, losnazis, proclamando la superioridad de la raza aria, decidieronexterminar a los malos ejemplos de la sociedad. Los imperfectos,

    los errores que podan poner al descubierto que la raza aria no eraperfecta. Y empezaron a eliminar a los lisiados, a los enfermosmen