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6 7 Biblioteca: Ensayos críticos Ilustración de tapa: Daniel García Publicado mediante un Subsidio a la Creación de la Fundación Antorchas. Concurso 2000 de Becas y Subsidios para las Artes. Primera edición: diciembre de 2001 © Ana Porrúa © Beatriz Viterbo Editora España 1150 (S2000DBX) Rosario, Argentina E-mail: [email protected] I.S.B.N.: 950-845-110-6 Queda hecho el depósito que previene la ley 11.723 Impreso en Argentina A Leandro Gutiérrez, in memorian A Beatriz Sarlo

Variaciones Vanguardistas La Poetica de Leonidas Lamborghini

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Page 1: Variaciones Vanguardistas La Poetica de Leonidas Lamborghini

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Biblioteca: Ensayos críticos

Ilustración de tapa: Daniel García

Publicado mediante un Subsidio a la Creación de la Fundación

Antorchas. Concurso 2000 de Becas y Subsidios para las Artes.

Primera edición: diciembre de 2001

© Ana Porrúa

© Beatriz Viterbo Editora

España 1150 (S2000DBX) Rosario, Argentina

E-mail: [email protected]

I.S.B.N.: 950-845-110-6

Queda hecho el depósito que previene la ley 11.723

Impreso en Argentina

A Leandro Gutiérrez,

in memorian

A Beatriz Sarlo

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Agradecimientos

Este libro es una parte de mi tesis doctoral sobre

Leónidas Lamborghini y Juan Gelman, defendida en la

Universidad Nacional de Buenos Aires en diciembre de

1999. La dirección estuvo a cargo de Beatriz Sarlo a quien

agradezco su honestidad intelectual, su don de trabajo

y la lectura, comprometida y minuciosa (pero sobre todo

lúcida) del texto a lo largo de ocho años. También agra-

dezco las indicaciones de los jurados de la tesis: Ana

María Barrenechea, María Teresa Gramuglio y Noé

Jitrik.

El proyecto inicial que terminó —muchos años des-

pués— en una tesis fue pensado bajo la dirección de Ig-

nacio Zuleta, a quien le debo mis inicios en el ejercicio

de la crítica. La primera parte de la tesis se llevó a cabo

con una beca de la Universidad Nacional de Mar del

Plata y tuvo la co-dirección de la Dra. Lisa Bradford,

que también hizo correcciones útiles.

Manuel Porrúa me ha permitido entender la idea de

variación desde su erudición musical y trabajó codo a

codo conmigo en ese sentido; Rafael Filipelli buscó reso-

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nancias de tangos varios en su oído; Marcela Romano y

Cristina Fernández también rastrearon fraseos o ver-

sos en literaturas que conocen mucho más que yo; José

Luis Mangieri puso a mi disposición los textos inhalla-

bles de los sesenta y sus relatos sobre la época; Carlos

Altamirano me permitió encuadrar ciertos debates polí-

ticos de época; José Antonio Román acercó, más de una

vez, su perspectiva histórica y política; Leandro Gutié-

rrez aceptó el desafío de guiarme en las lecturas sobre

el peronismo y por eso estas Variaciones vanguardistas

–que no pudo leer– están dedicadas a su memoria.

Otras personas leyeron –de distintas maneras– el li-

bro, e hicieron sugerencias o me permitieron leer lo que

ellos habían escrito sobre Lamborghini, estableciendo

un diálogo que considero indispensable a la hora de es-

cribir: agradezco a Daniel García Helder, Marcelo Díaz,

Omar Chauvie y Pablo Ingberg. A Jorge Monteleone, cu-

yos trabajos y sugerencias fueron de gran utilidad para

pensar mejor la cuestión de la escucha en la poesía de

Lamborghini. Hago una mención especial a las lecturas

de Miguel Dalmaroni, y a la posibilidad de discutir con

él algunas ideas sobre Leónidas Lamborghini y la poe-

sía del período que conoce muy bien como crítico –sus

sugerencias, sus intervenciones siempre fueron inteli-

gentes y productivas–; también de Fabiola Aldana y Al-

fonso Mallo por el diálogo asiduo sobre los trayectos que

uno hace para escribir crítica y por los trabajos de edi-

ción sucesivos que hicieron del texto. En este sentido,

también quiero agradecer a María Celia Vázquez, por el

solo hecho de compartir paso a paso los temores que des-

pierta el primer libro: es decir, por la amistad.

Agradezco además, a María Teresa Lamborghini y a

Leónidas Lamborghini por su disposición permanente

ante mis requerimientos de libros o información.

Finalmente, querría dejar constancia del esfuerzo

amoroso que hicieron mis padres, María Luisa López y

Jesús Porrúa, junto a mis hijos, Juan y Nacho, para que

el tiempo de escritura del libro fuese una realidad.

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Libros de Leónidas Lamborghini

El Saboteador Arrepentido, Buenos Aires, El Peligro Ama-

rillo, 1955.

Al Público, Buenos Aires, Ediciones Poesía Buenos Aires,

1957.

Al Público. Diálogos I y II, Buenos Aires, New Books

Editions, 1960.

Las patas en las fuentes, Buenos Aires, Perspectivas, 1965

y Buenos Aires, Sudestada, 1968.

La estatua de la libertad, Buenos Aires, Alba ediciones, 1967.

Coplas del Che, Buenos Aires, Ediciones A.R.P, s/f. “Prologo”

de Hernán Benítez.

La canción de Buenos Aires, Buenos Aires, Ediciones Ciu-

dad, 1968.

El Solicitante Descolocado, Buenos Aires, Ediciones de la

Flor, 1971. Reeditado por Libros de Tierra Firme en 1989.

Partitas, Buenos Aires, Corregidor, 1972.

El Riseñor, Buenos Aires, Marano-Barramedi editores, 1975.

Episodios, Buenos Aires, Tierra Baldía, 1980.

Circus, Buenos Aires, Libros de Tierra Firme, 1986.

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Verme y 11 reescrituras de Discépolo, Buenos Aires, Sud-

americana, 1988.

Odiseo confinado, Buenos Aires, Ediciones Van Riel, 1992.

Con grabados de Blas Castagna.

Un amor como pocos (novela), Buenos Aires, Alfaguara,

1993.

Tragedias y parodias I. 1. Estanislao del mate, 2. La

ovejíada, 3. En la laguna, Buenos Aires, Libros de Tie-

rra Firme, 1994.

Comedieta (De la globalización y el arte del bufón), Buenos

Aires, Ediciones Estanislao, 1995.

La experiencia de la vida (novela), Buenos Aires, Leos (edi-

ción del autor), 1996.

Las Reescrituras, Buenos Aires, Ediciones del Dock, 1996.

El jardín de los poetas, Buenos Aires, Adriana Hidalgo edi-

tora, 1999.

Personaje en penehouse y otros grotescos, Buenos Aires,

Ediciones del Dock, 1999.

Perón en Caracas (teatro), Buenos Aires, Folios, 1999.

Carroña última forma, Buenos Aires, Adriana Hidalgo edi-

tora, 2001.

Discos

Tango-blues, Buenos Aires, Shows Record, 1968. Es un sim-

ple en el que Héctor Alterio interpreta algunos de los

poemas de La canción de Buenos Aires.

Eva Perón en la hoguera, Buenos Aires, Picón, 1973. El poe-

ma está recitado por Norma Bacaicoa y la música com-

puesta por Dino Saluzzi.

I. Preliminares

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1. El escritor y sus escuchas

En 1954, Leónidas Lamborghini (Buenos Aires, 1927)

publica su primer libro, El Saboteador Arrepentido, al

que siempre se volverá retrospectivamente como el ini-

cio de una larga serie que finaliza dieciocho años des-

pués con El Solicitante Descolocado. Las lecturas de

época comienzan con Al Público, editado por el sello Poe-

sía Buenos Aires en 1957. Lamborghini recordará, mu-

chos años después, el interés puntual de Luis Alberto

Murray y Raúl Gustavo Aguirre por lo que él escribía:

“Aguirre me insistía en que siguiera adelante y, si bien

no opinaba directamente sobre mi poema, interpreté su

apoyo como una señal alentadora. Me decía: ‘Esto no lo

pudiste hacer sin Poesía Buenos Aires’”.1

Efectivamente, Lamborghini participaba de manera

asistemática en algunas reuniones del grupo vanguar-

dista, con cuyos integrantes tenía un dato común: la

oposición a la poesía del ’40, al neorromanticismo de Vi-

cente Barbieri o León Benarós, a la poesía elegíaca.2 Pero,

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mientras Poesía Buenos Aires se aleja apoyándose en

ciertas constituciones del género, básicamente europeas

–y para ser más precisos francesas–, recuperando sus

manifiestos y sus resoluciones estéticas, Lamborghini

reconstruye su relato de origen en la mezcla de tradicio-

nes: “El Saboteador Arrepentido empezó en la casa de

mi abuela. Estaba casi en penumbras –la penumbra que,

creo, recorre mi poema– y leía ‘Le Balcon’ de Baudelaire.

(...) Esa vez percibí una entonación que luego sumé a la

figura del Arnault, que el Dante pone en las últimas

páginas del ‘Purgatorio’.”3 Pero los textos o figuras invo-

cados por la serie no terminan ahí; al menos hay dos

clivajes más, ineludibles para leer la poesía de

Lamborghini: uno es el Martín Fierro de José Hernández

y otro es T. S. Eliot, con su ensayo “Poesía y drama”.

Ambos relacionados a la idea de personaje, diálogo y ver-

so dramático.

La forma de oponerse a la poesía del ’40, a su senti-

mentalismo, a su carácter folletinesco, es diferente. Hay,

entonces, una respuesta a la frase de Aguirre, que la

sitúa como frase pretenciosa y de algún modo, ciega: “Lo

cierto es que yo había escrito ese librito, de unos 500

versos, ‘porque no estaba escrito’, según me lo confesaba

a mí mismo”.4 La recepción, más allá de la “palmada en

la espalda” del líder de Poesía Buenos Aires y del “dato

alentador” de que a Oliverio Girondo le había interesa-

do el poema, mediado por una mínima conversación con

Brascó, es casi nula: “Pero, en general, me topé con la

indiferencia o la reprobación. Digamos que estaba solo

frente a los de la generación del cuarenta, con este

monstruito en el que el yo lírico no aparecía”.5 La gene-

ralidad de las lecturas parecieran poder resumirse en

las palabras de Nalé Roxlo: “Está bien, Lamborghini,

pero esto, en todo caso, es para una novela.”6

El abandono del yo lírico y del tono elegíaco asociado

al mismo marca una línea divisoria que funciona como

lugar de diferenciación, también, con los surrealistas y

los invencionistas: “En aquél momento predominaba el

modelo de los poetas del cuarenta y aún del cincuenta.

Lo que yo hacía era una bestia disonante. Han tenido

que pasar dos o tres décadas para que esta disonancia

empiece a ser aceptada.”7

Ni del ’40, ni del ’50: la figura del escritor no se cons-

truye paralelamente a la de sus contemporáneos, sino

más bien en oposición a ellos; por eso, cuando enumera

un posible linaje nacional en el que su escritura “contra

la lagrimita” se inscribiría, menciona a la gauchesca de

Hernández, a Estanislao del Campo, a Leopoldo Mare-

chal, Nicolás Olivari, Macedonio Fernández, Oliverio

Girondo, Discépolo “y el mismo Borges”;8 la figura del

lector, por su parte, es simétrica, ya que Lamborghini

escribe el libro que no estaba escrito y además “el libro

que (...) quería leer”, el que “juzgaba necesario” porque

no era ofrecido por el mercado.9 El lector es él mismo, ya

que se presenta como aquél que puede leer lo disonante

en la literatura clásica o en la gauchesca: no lee el cato-

licismo en La Divina Comedia de Dante Alighieri sino

el momento de hibridación, cuando se introduce un dios

pagano como Apolo en el Paraíso; no lee la trayectoria

del héroe nacional en el Martín Fierro de José Hernández

sino el costado payasesco, alejado de toda épica posible.

El modo de leer de Lamborghini justifica su modo de

escribir, cuando habla de la parodia o la reescritura.10

Leer y escribir son actividades de igual jerarquía, son

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operaciones inseparables y éste es un costado novedoso

para una figura de escritor que, en la década del ’50,

aún estaba constituida en relación a una ideología de la

originalidad. Aquí, el escritor es el que construye su voz

en combinación, en contrapunto con otras voces de la

literatura.11

2. Cantar sin voz

Como el que

sin voz

estudia

canto.

Como el que

en el Canto

estudia

esa otra voz.

Como el que

sin voz

canta

en la voz

de esa otra voz.

“El cantor”, L.L

La biblioteca de Leónidas Lamborghini aparece en sus

textos bajo la forma de la intromisión e incluso del pla-

gio; hay allí autores y tradiciones ineludibles: la poesía

gauchesca con Hernández, Hidalgo o Estanislao del Cam-

po, el tango con Discépolo, Gardel o Manzi, la poesía clá-

sica con Dante Alighieri, Góngora o Shakespeare. Todos

ellos están y se transforman en los poemas. En el círcu-

lo perfecto que propone “El cantor” como poética, el que

escribe es el que escucha otras voces y “estudia” en ellas

el canto; el poeta es el que no tiene voz (en una ficción

que desmitifica las concepciones románticas del origen)

y le da forma mediante las voces de otros.

“El cantor” condensa, como una pequeña pieza de una

gran máquina, una figura lamborghiniana que recorre

de distintas formas toda su producción y que articula

no sólo la imagen del escritor, sino también los modos

de la escritura. La imaginación literaria se modela a

partir de la figura de la escucha. La reconstrucción de

un ejercicio, el de escribir, debe entenderse entonces como

una forma de la audición, presente por ejemplo cuando

Lamborghini dice que percibe un tono en la lectura de

“Le Balcon” de Baudelaire, o cuando recuerda que antes

de la escritura de “Eva Perón en la hoguera”, “había leí-

do Los condenados de la tierra, de Fanon, y había escu-

chado todo un año una jam session”.12

Como imagen del poeta en los textos, también entra

en este orden imaginario la apelación a las Musas, el

artificio clásico presente en la serie de El Solicitante

Descolocado: “Vena mía poética susúrrame contracto/

Planteo, combinación/ Y remate”13, y exasperado hasta

la exageración en la apertura del Odiseo confinado: “¡Oh

insondables Espacios!/ ¡Oh Eter enigmático!/ ¡Oh

Ultramundo!// ¡Que Cordero, el paródico,/ –nuestro Hé-

roe–/ hable en espíritu,/ (con su voz, por mi voz),/ de su

jamás antes/ concebida Odisea!”14

El uso de la invocación clásica como inicio del poema

–cuyo tratamiento suele ser paródico– puede pensarse

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en relación a la imagen del escritor como lector de cier-

tos tonos en la literatura (que es siempre la lectura de

lo diferente) y en ciertos discursos sociales. Como si

Lamborghini –aunque esto no es siempre así– no pudie-

se escribir sin leer otros textos.

Pero la figura de la escucha no termina allí, sino que

además involucra, como ya se dijo, las modalidades de

la escritura, asociadas a la construcción del personaje y

al trabajo sobre la voz que lo identifica, que pueden

indagarse en la serie inicial de Lamborghini, que comien-

za con El Saboteador Arrepentido (1954) y cierra con El

Solicitante Descolocado (1971).15

En principio, habría que volver sobre una de las figu-

raciones del canto, que recorre toda la serie y que tiene

que ver con la presentación de una voz. Los “me detengo

un momento”, que articulan el inicio de monólogo tanto

de El Solicitante Descolocado como de El Letrista

Proscripto (Las patas en las fuentes), funcionarían como

el “aquí me pongo a cantar” de la gauchesca. Se introduce

un personaje y se le da entrada a una de las voces del

poema. Incluso, ya en el cierre de El Saboteador Arrepen-

tido, se retoma el tópico del canto de esta tradición: “Esta

guitarra cae ya/ volcada de mi alma/ Su última nota/ es-

pera”, que luego reaparecerá transformado o deformado

en Al Público, cuando se da el final conjunto de este per-

sonaje con el Solicitante: “1, 2, 3/ No canto más/ –Explo-

tando–/ Do re mi fa sol la/ ¡Sí!/ Poniendo en marcha la/

Fábrica” (17).

Las aperturas y los cierres, en esta serie, no dejan de

ser una fórmula que –como la invocación clásica a la

Musa– permiten poner en escena un personaje: “En to-

dos los poemas clásicos –incluso en el Martín Fierro– se

recurre a los dioses o a la musa dando por sentado el

apoyo que brindan al poeta. Yo escribí: ‘Tú no tienes voz

propia ni virtud’. Fue una variante. Eso es lo que los

dioses responden en mi poema.”16 Aquí, lo que se subra-

ya es la falta de “voz propia” que rompe con el límite de

una fórmula clásica, para plantear la constitución

discursiva peculiar del poema, minado de voces impro-

pias o ajenas.

Impropias porque los otros discursos –los de la lite-

ratura, pero básicamente las consignas, la publicidad,

los relatos periodísticos– atentan contra la especifici-

dad de lo poético. En 1955, cuando se publica El Sabo-

teador Arrepentido, la poesía era una “palabra autosufi-

ciente”, en los términos en que define al género Bajtín;17

tenía un lenguaje propio, prestigioso, heredado de las

vanguardias europeas y su sintaxis era, en la mayor

parte de los casos, la de la compleja textura de la ima-

gen surrealista.18 No es raro, entonces, que los textos de

Lamborghini hayan desentonado en un contexto gene-

ral que tenía ciertas notas comunes.

No tener “voz propia” debe ser entendido en estos tér-

minos como impertinencia, pero también se debe hacer

hincapié en el tipo de material que ingresa al texto y en

los efectos de este ingreso sobre la constitución del dis-

curso poético. En la serie de El Solicitante Descolocado

el poema adquiere una nueva identidad a partir de lo

que Bajtín denomina “la palabra ajena”, porque obedece

al principio de la narrativización del género, y porque

en él están presentes –no en forma azarosa o esporádi-

ca– la estilización, el diálogo y la parodia que son modos

de relación con la otra voz, modos de dialogización de

los enunciados.19 Es evidente, en este sentido, el uso en

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la serie de formas como la payada y el diálogo; este últi-

mo, tomado básicamente de Hidalgo, se hará extensivo a

casi todos los poemas de Tragedias y parodias I, y su fun-

ción seguirá siendo la dramatización de las voces. Tam-

bién en esta línea pueden leerse ciertas estilizaciones,

sobre todo, del tango: “Desempleado/ buscando ese man-

go hasta más no poder/ me faltó la energía la pata ancha”

(ESD; 20).

Ahora bien, ¿se trata sólo de otras voces? No sola-

mente, porque la escucha tendrá que ver también con la

modulación de estas voces, más allá de la estilización

que permite conservar ciertos tonos y leer el poema como

algo recitado o cantado. Más allá incluso de la parodia

(que trabajaría en otro orden), lo que interesa es el tra-

tamiento de lo que se oye; el de la mezcla es uno de los

efectos más salientes, ya que la voz del Solicitante y del

Saboteador se verá interceptada permanentemente por

enunciados evocados, o escuchados. En medio de los

monólogos pueden aparecer fragmentos de cartas o char-

las telefónicas, transcripciones de telegramas o relatos

de un técnico de fútbol sobre cómo está jugando su equi-

po; puede aparecer la indagación de la maestra: “–¿Qué

clase de niño fuiste tú?/ –a, e, i, o, u”, o la irrupción de

las consignas políticas: “–La tierra para quien la traba-

ja”, “‘aquí/ los únicos privilegiados/ son los privilegiados’,

‘la insurrección es un arte/ es un arte’”, o “‘la redención

por la lucha’”. Pero estas voces aparecen aisladas, frag-

mentadas, como cuando se introducen citas transforma-

das de Operación masacre de Rodolfo Walsh para recons-

truir la voz de los fusilados de José León Suárez: “‘y caí-

mos adentro/ en el basural/ y también ahora sí/ sabemos/

que alguno se salvó/ para contarlo’” (ESD; 38).

Las voces, presentadas como citas en el texto, proce-

den de distintos lugares y tiempos diversos y se yuxta-

ponen en el poema generando un efecto de quiebre cons-

tante, de pérdida de la linealidad. No hay una voz ho-

mogénea; pero además, tampoco hay una voz íntegra

porque a la operación de mezcla se suma la de corte de

las frases: “‘(...) la vida por/ la vida por/ cruzando la Gran

Plaza.’” (ESD; 37).

Cuando se corta una frase el efecto es doble: su costa-

do más evidente es el de las transformaciones semánticas

(pérdidas, encubrimientos, agregados); pero también se

interrumpe un tono, el que está asociado al origen del

enunciado o el texto que se recupera; se disloca una sin-

taxis. Se dirá que ambos efectos son costados de una

misma operación y es cierto; sin embargo, trabajar so-

bre el fraseo en el poema supone entender el ejercicio

del poeta y el producto de su praxis como distintos mo-

dos de escuchar. En este caso, la interrupción legisla y

provee el sentido. La voz –el tratamiento de la voz– es el

personaje.

La escritura como escucha imaginaria de ciertas vo-

ces está fuertemente asociada, en la serie de El Solici-

tante Descolocado, a algunos espacios que funcionan

como lugares de la voz. Así, el monólogo del Saboteador

Arrepentido, que rememora en el primer texto de

Lamborghini su pasado laboral en una fábrica textil, se

inicia con la audición de un sonido: “Oh Máquina de los

Recuerdos/ y esta música traqueteante/ renace, que aún

vive, que aún persiste/ de los batanes” (ESD; 15); la re-

lación entre sonido, espacio y voz se despliega comple-

tamente en los versos que introducen la idea de exhibi-

ción circense: “La pista se rodea/ de todas las especies,

Page 11: Variaciones Vanguardistas La Poetica de Leonidas Lamborghini

26 27

de todos los órdenes/ y clases/ sobre todo de público”, y

más adelante: “Tome asiento/ nadie debe perderse/ un

espectáculo/ abro mi risa negra/ a función continuada”

(ESD; 9); luego, en Las patas en las fuentes, el espacio

no será el de la pista, sino el de la plaza. Allí convergen

todas las consignas como fragmentos que representan

distintas voces del campo político. Se escucha una voz

apelativa, se escuchan gritos, y El Solicitante Descolo-

cado presta su oído (“apoyando mi oído/ en el obrero con-

centrado:/ vibra”, “y yo acerco mi oído tenso a su boca”,

ESD; 10 y 76) e incorpora versos de un tango, decires o

restos de charlas callejeras: “‘y ahora la plata/ no vale

nada/ no vale nada/ no vale nada’” (ESD; 30-1). Sobre el

final de la serie, en “Diez escenas del paciente”, el Soli-

citante está en “la casa llena de ruidos” (la Casa de Go-

bierno), como el Líder, escuchando y tratando de “reco-

brar el entendimiento” (ESD; 116).

La “casa llena de ruidos” es la contracara de una ideo-

logía poética que se construye a partir de otros imagi-

narios modernos (la soledad del poeta, la audición del

misterio, el desciframiento del “bosque de símbolos”

baudelairiano, la diferencialidad del lenguaje artístico),

de una ideología que tiene algunas de sus aristas más

cristalizadas en la década del ‘50 en Argentina20 y que

se extiende bastante más allá en el tiempo, tal como se

lee en el poema “Signos” de Alejandra Pizarnik: “Me

habían prometido un silencio como un fuego, una casa

de silencio./ De pronto el templo es un circo y la luz un

tambor.”

Las coincidencias suelen ser sólo eso, coincidencias;

sin embargo es llamativo que “Signos” pertenezca a un

libro que fue publicado en el mismo año que la versión

completa de la saga del Solicitante y el Saboteador: El

infierno musical y El Solicitante Descolocado son de

1971. Lo más notable es la espacialización diversa de la

voz, la “casa de silencio” y la “casa llena de ruidos”. El

silencio se asocia, por supuesto, a una larga tradición

de la poesía moderna que se juega a rodear la idea de

imposibilidad de la escritura y está siempre permeado

por cierta connotación sacra (aunque laica);21 el ruido,

en cambio, es lo que siempre estuvo fuera del círculo del

género, al menos de sus constituciones más literarias.

El silencio se ubica en “el templo” y el ruido, tal como ya

se ha visto, en el “circo” anunciado por Pizarnik como

negación de lo poético y elegido por Lamborghini en sen-

tido positivo, como lugar de dramatización y de conta-

minación de la voz. Este último es, justamente, el rasgo

que caracterizará a la poética sesentista.22 La permeabi-

lidad del discurso poético es la clave común en los tex-

tos y genera una dicción y una sintaxis particular. En

cuanto a la primera, el remedo de la oralidad es el dato

más destacable, el uso del voseo y de las frases hechas

del habla cotidiana va acompañado de la introducción

del discurso político, periodístico, científico, etc. El poe-

ma muestra su falta de límites y se rompe con la idea de

lector privilegiado. La sintaxis es la que se impone como

naturalización del lenguaje poético, aquello que la críti-

ca o las versiones de época denominaron “coloquialismo”.

La linealidad es, en parte, la de los modos de enuncia-

ción retomados: la información y la argumentación, so-

bre todo.

Los textos de Leónidas Lamborghini pueden inscri-

birse dentro de estas pautas, sobre todo por el abandono

de las ideologías poéticas dominantes y por la puesta en

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foco de ciertos géneros asociados a la oralidad, como el

tango y la gauchesca, gesto al que se suma el lugar pri-

vilegiado del discurso político como material. Sin em-

bargo, es en el tratamiento de la voz en donde se instala

la diferencia. En la serie de El Solicitante Descolocado

el fraseo, tal como se ha dicho, comienza a perder

linealidad y en los textos posteriores, el objetivo parece

ser la destrucción del lenguaje coloquial.

La escucha deja de ser la construcción de una voz

pública en los poemas de Lamborghini que retoman tex-

tos concretos (la Marcha Peronista, el Himno Nacional

Argentino, La Razón de mi Vida de Eva Duarte, o unos

versos de Góngora, entre muchos otros), o en los que

parten de una frase propia, los que no tienen un texto

como antecedente. En este último caso, el de los poemas

de La canción de Buenos Aires (1968) y Circus (1986),

no se puede hablar del tratamiento de una voz o un tono,

sino más bien de un ritmo que estará dado por la es-

tructura que abre todos los poemas, “como el que” y se

repite estrofa a estrofa; en La canción de Buenos Aires,

además, los poemas tienen estribillo y se refuerza el efec-

to rítmico: “Como el que de calle/ en calle/ busca esa ca-

lle/ y no la encuentra// porque no tiene el más mínimo/

sentido de la orientación.// Como el que estaba/ perdido

de antemano/ de calle/ en calle// porque no tiene el más

mínimo sentido/ de la orientación.”23 De todos modos, en

los poemas de Circus, mucho más breves, el ritmo esta-

rá pautado por la economía de términos, y por la rota-

ción de éstos en el interior de la frase.

Ahora bien, ¿qué sucede en los poemas que el autor

denomina reescrituras?24 Allí hay dos voces que arman

un contrapunto peculiar, la del texto previo y la del au-

tor. Quizás, en este caso, la figura del poeta más que la

del que escucha es la del que lee. Pero en realidad, escu-

cha y lectura tienen un punto de unión porque el fraseo

del texto original, su sintaxis, se somete nuevamente al

corte que ya no operará sólo sobre los límites de un enun-

ciado (el comienzo o el final) como en El Solicitante Des-

colocado, sino también sobre el interior. Es interesante

en este caso ver la continuidad (y no la diferencia que

expone el mismo Lamborghini) en el tratamiento de una

voz. La relectura, que supone transformaciones impor-

tantes del texto original –en muchos sentidos, destruc-

ciones– es, justamente, la construcción de una voz.25 Es

evidente que ni Eva Perón, ni el apóstol Pablo, ni Vincent

Van Gogh “hablan” con su propia voz, sino con fragmen-

tos, segmentos de aquélla, porque se toman “sus propias

palabras, sólo que en otra combinatoria y con otra sin-

taxis”.26 De este modo, si en “La primera epístola del

Apóstol San Pablo a los corintios” se lee: “Pues está es-

crito: Destruiré la sabiduría de los sabios,/ y desecharé

el entendimiento de los entendidos” (1,19)27, en la ver-

sión de Lamborghini esta sentencia poética quedará re-

ducida a mínimas partículas, incluso a preposiciones:

“destruiré por: pues. Plugo plugo a. por la locura/ des-

truiré la: a la. a. destruiré. ¿dónde están?. de los: la/ sa-

biduría. Plugo que: discierne: y a él no.”(100).

¿Qué queda aquí de lo que dice la epístola de San

Pablo? El tono imperativo o el propio de la imprecación

se mantiene en la repetición de algunos verbos; sin em-

bargo, el corte que aísla los términos borra casi por com-

pleto los temas del original.28 En realidad, como acto de

enunciación, Lamborghini parece retomar una frase que

Page 13: Variaciones Vanguardistas La Poetica de Leonidas Lamborghini

30 31

repite varias veces Pablo en sus epístolas: “Hablo con

locura” (II, 11, 21), o “Como si estuviera loco hablo” (II,

11, 23) y dramatiza, desde ese enunciado, una voz; en-

tonces, construye un personaje. Se podría decir, incluso,

que Eva, Van Gogh y San Pablo hablan con la misma

voz, porque los textos originales se leen desde el lugar

de la alienación en un doble sentido: la lectura de

Lamborghini aliena al texto original, lo convierte en otro,

y los personajes se presentan, a través de su nueva voz,

como alienados.

Nada parece permitir una puesta en relación de las

reescrituras con la oralidad, incluso cuando se retoman

textos que en su origen estaban asociados a ella, como

el tango o la poesía gauchesca; sin embargo, si hay algo

que caracteriza a la poesía de Leónidas Lamborghini es

su tratamiento como forma, es el resultado –y esto lo ha

destacado siempre Ricardo Piglia–29 de cierta sintaxis

que le otorga a los textos una voz propia, hecha de otras

voces, hecha a partir del ejercicio de incorporación y ani-

quilación de ciertos términos, frases y tonos. Si no pue-

de pensarse a las reescrituras en relación con lo oral, sí

puede postularse la construcción de una voz, de un fraseo

y una dicción, en la apuesta de este quiebre que es, tam-

bién, una forma de la audición, una de las aristas de la

figura de la escucha en la producción del autor.

Porque la idea de audición en los poemas de

Lamborghini no puede separarse nunca del gesto que se

expone como construcción de una voz. La mediación

–por lo general equiparable a un modo de lectura que

impone la diferencia como principio– está siempre pre-

sente. No se trata de una escucha directa, aún cuando la

ficción apele a una voz pública, fuertemente tramada

por los discursos sociales; la voz será lo solicitado, lo

dado, lo escuchado, lo repetido, pero también lo trans-

formado; la voz poética se construye dialógicamente (e

incluso polifónicamente) y exhibe su carácter ficcional:

no es una voz real sino una voz construida en términos

poéticos. No se propone como una voz directa (tal como

lo hace la mayor parte de los poemas sesentistas), sino

indirecta, bajo la pauta del artificio.

Page 14: Variaciones Vanguardistas La Poetica de Leonidas Lamborghini

32 33

Notas

1 Jorge Fondebrider (reportaje), “Las pretensiones son enormes;

los resultados, deformes”, en Diario de Poesía, Nº 13, Bs. As., prima-

vera 1989; 3-5.2 Sobre la denominada “generación del 40” ver los dos tomos Luis

Soler Cañas, La generación poética del 40, Bs. As., ECA, 1981 y el

“Prólogo” de Claudia Baumgart, Bárbara Crespo de Arnaud y Telma

Luzzani Bystrowicz a La poesía del cuarenta, Bs. As., CEAL, Colec-

ción Capítulo, Nº 105, 1981.3 Jorge Fondebrider (reportaje), op. cit.; 3.4 Daniel García Helder (reportaje), “Nada que ver con la belle-

za”, en Diario de Poesía, Nº 38, Bs. As., invierno de 1996; 16-17.5 Jorge Fondebrider (reportaje), op. cit.; 3.6 Daniel García Helder (reportaje), op. cit.; 16.7 Juan Escobar (entrevista), “Leónidas Lamborghini: asimilar la

distorsión y devolverla multiplicada”, en Spinoza, Nº 3, Bs. As., agos-

to de 1993; 23-26.8 Ibid; 26.9 Ibid; 23.10 Ver Juan Escobar (entrevista), op. cit.; 25-26.11 Esta figuración no es válida para libros como La Canción de

Buenos Aires, o Circus que no reescriben o apelan a otros textos.12 Jorge Fondebrider (reportaje), op. cit.; 5. Sobre las relaciones

de poesía y oralidad es interesante revisar algunos capítulos del

libro de Josefina Ludmer. El género gauchesco. Un tratado sobre la

patria, Bs. As., Sudamericana, 1988, ya que Lamborghini retoma la

poesía gauchesca. En sus textos, entonces, también reaparecerán

las estrategias de presentación de la voz del otro como “voz oída”

que postula dos reglas; la primera –dice Ludmer– es “la ficción de

la reproducción escrita de la palabra oral del otro como palabra de

otro y no como la del que escribe” y la segunda es “la construcción

del espacio oral, el marco de la ‘voz oída’ en el espacio interior del

texto.” (73). También son interesantes y más abarcadores los planteos

de Jorge Monteleone sobre la inscripción de lo oral en la poesía como

invención de una voz imaginaria, como “aquello que el lector

interioriza como la voz de un fantasma, la voz del sujeto imaginario

del poema. Es aquella entonación que de algún modo organiza los

ritmos en una sucesión particular (...)”, pero además, es la sucesión

de ciertas voces porque “el poema habla con un tono que se reconoce

en los antepasados, establece sus parentescos”. Ver “Voz en som-

bras: poesía y oralidad”, en Boletín del Centro de Estudios de Teoría

y Crítica literaria, Rosario, Nº 7, octubre 1999; 149 y 150.13 Leónidas Lamborghini. El Solicitante Descolocado, Bs. As., De

la Flor, 1971; 9. De ahora en más se utilizará la sigla ESD, para las

citas de este libro que provendrán siempre de esta edición y no de

la posterior, que hizo Tierra Firme en 1989, que involucra nuevas

variaciones.14 Leónidas Lamborghini, “La Invocación”, Odiseo confinado, Bs.

As., Ediciones Van Riel, 1992; 16.15 La serie se inicia con El Saboteador Arrepentido, Bs. As., El

Peligro Amarillo, 1955. Esta voz se suma a la del Solicitante Desco-

locado en Al Público, Bs. As., Poesía Buenos Aires, 1957. En Al Pú-

blico. Diálogos I y II, Bs. As., Ediciones New Book, 1960, se agregacomo “Diálogo segundo” el que mantienen El Letrista Proscripto y

El Letrista del Sesquicentenario; ambos personajes desaparecerán

en el libro posterior de la serie, Las patas en las fuentes, Bs. As., Pers-

pectivas, 1965 (reeditado en 1968 bajo el sello Sudestada). El quinto

libro es La Estatua de la Libertad, Bs. As., Alba ediciones, 1967, y el

último El Solicitante Descolocado, Bs. As., Ediciones De la Flor, 1971.

Este reúne “Las patas en las fuentes”, “La estatua de la Libertad” e

incorpora una parte inédita, “Diez escenas del paciente”. La serie fue

sometida a un proceso de reescritura constante.16 Jorge Fondebrider (reportaje), op. cit.; 3.17 Dice Mijail Bajtín, en “La palabra en la novela”, Teoría y esté-

tica de la novela, Madrid, Taurus, 1989 [1975]; 102: “En los géneros

poéticos, en sentido restringido, no se utiliza, desde el punto de vis-

ta artístico, la dialogización natural de la palabra: la palabra es

autosuficiente y no presupone enunciados ajenos fuera de su mar-

co. El estilo poético es aislado, de manera convencional, de toda

interacción con la palabra ajena, y sin ningún miramiento hacia la

palabra ajena.”18 La lectura de los poemas publicados para la fecha de Raúl

Gustavo Aguirre, Rodolfo Alonso, Edgar Bayley, Francisco Mada-

Page 15: Variaciones Vanguardistas La Poetica de Leonidas Lamborghini

34 35

riaga, Julio Llinás, Enrique Molina o Aldo Pellegrini, da cuenta de

ciertos sistemas de atribución que repiten a las vanguardias fran-

cesas. Son comunes los términos como “alcoholes”, “orquídea”, “lila”,

“maravilla”, “fosforescencia, “incandescencias” o “líquidos”. Este len-

guaje prestigioso se asienta también en las imágenes hilvanadas,

tal como las describe Michael Riffaterre en “La métaphore filée dans

la poésie surréaliste”, La production du texte, París, Editions du

Seuil, 1979; 217-234. Una muestra interesante de esta configura-

ción del lenguaje poético presente en los poemas surrealistas e

invencionistas es la antología Poesía argentina, preparada por el

Instituto Torcuato Di Tella (Buenos Aires, Editorial del Instituto,

1963).19 En “La palabra en Dostoievski” (Problemas de la poética de

Dostoievski, México, F.C.E, 1986) Bajtín dice que la estilización, la

parodia, el relato oral (skaz) y el diálogo “(...) se caracterizan por

un rasgo común: la palabra en ellos posee una doble orientación:

como palabra normal, hacia el objeto del discurso; como otra pala-

bra hacia el discurso ajeno” (258). Más adelante agrega que “(...) en

la estilización, en la narración y en la parodia la palabra ajena es

absolutamente pasiva en manos del autor que la opera. (...) En la

polémica oculta y en el diálogo, por el contrario, la palabra ajenainfluye activamente en el discurso del autor haciéndola cambiar

bajo su sugestión. (276)20 La figura del poeta como un ser diferencial está presente tan-

to en los surrealistas, cuando Aldo Pellegrini dice que el artista es

“un exiliado más allá de las fronteras de una vida social” (“La sole-

dad del artista”, Para contribuir a la confusión general, Bs. As., Nueva

Visión, 1965), como en los invencionistas, por ejemplo cuando Jorge

Enrique Móbili en “Carta a todos nosotros”, lo caracteriza como “una

especie ejemplar rescatada del caos y del mito para comprender el

universo en sus propias condiciones” (en Raúl Gustavo Aguirre

(comp.), Literatura argentina de vanguardia. El movimiento Poesía

Buenos Aires 1950-1960, Bs. As., Fraterna, 1979; 27). En este últi-

mo libro, muy importante para recomponer la trayectoria de los

invencionistas, aparece “Noción de poesía” de Nicolás Espiro, que

enuncia esta ideología en términos proféticos: “[sin el accionar del

poeta] la humanidad tendrá carta blanca para descender a los maxi-

lares de la zoología, adonde la impulse naturalmente el peso de su

masa” (36). El grupo Poesía Buenos Aires (que adquiere en realidad

el nombre de la revista dirigida por Raúl Gustavo Aguirre, cuyo

primer número es de 1950) está formado, entre otros, por Edgar

Bayley, Jorge Enrique Móbili, Nicolás Espiro, Rodolfo Alonso, Wolf

Roitman, Juan Carlos Aráoz de Lamadrid, Alberto Vanasco, Mario

Trejo y Juan Jacobo Bajarlía. El grupo surrealista de este período,

liderado históricamente por Aldo Pellegrini, reúne en las revistas A

partir de cero (1952) y Letra y línea (1953) a Francisco Madariaga,

Enrique Molina, Carlos Latorre, Julio Llinás y Juan Antonio Vasco.21 Sobre la sacralización de la poesía en el sistema poético ar-

gentino de la época, ver Miguel Dalmaroni, “Sacrificio e intertextos

en la poesía de Alejandra Pizarnik”, en Orbis tertius, Año I, Nº 1, La

Plata, 1996; 93-116.22 Dice al respecto Adolfo Prieto, en uno de los pocos y de los más

lúcidos trabajos sobre la literatura de aquella época: “Y se sentían

herederos de una lengua poética vaciada de su savia por los cultores

del poema incontaminado, por los alquimistas del lenguaje trans-

parente. La lengua poética de Poesía Buenos Aires, desde luego.”,

en “Los años sesenta”, Revista Iberoamericana, Nº 125, oct-dic. 1983;

899-900. Sobre la poética sesentista, y como postulación de líneas

diversas en la década, ver el artículo de Delfina Muschietti, “Las

poéticas de los ‘60”, en Cuadernos de literatura, Resistencia, Nº 4,

1989; 129-141.23 Leónidas Lamborghini, “Buscando la calle”, La canción de

Buenos Aires. Responso para porteños, Bs. As., Ediciones Ciudad,

1968; 8. Algunos de los poemas de este libro reaparecerán en Episo-

dios (1980).24 En el año 1996, Lamborghini publicó una serie de textos bajo

el título de Las reescrituras (Bs. As., Ediciones del Dock). Allí incor-

pora poemas que habían formado parte de otros libros: “Eva Perón

en la hoguera” que pasará a llamarse simplemente “Eva” es, sin

embargo, el mismo texto que apareció en Partitas en 1972; las ver-

siones de la Marcha Peronista, del Himno Nacional Argentino, de la

payada entre Fierro y el Moreno y el poema “El Riseñor”, que ya

habían sido publicados en El Riseñor en 1975 y también varían sus

títulos; “El Cíclope”, “Las dos riberas” y “La espada” que habían

aparecido por primera vez en Episodios, en 1980, con otros nom-

bres, y los tangos de Verme y 11 reescrituras de Discépolo, 1985. Se

agregan, además, dos poemas inéditos, “Vincent” que tiene como texto

previo las Cartas a Theo de Van Gogh y “Pablo” que reescribe algu-

nas zonas de “La epístola a los corintios” del Nuevo Testamento.25 Esta posible continuidad es percibida también por Osvaldo

Aguirre al analizar El Solicitante Descolocado: “Ese proceso de des-

trucción, por la continua desmembración del verso y aun de la pala-

Page 16: Variaciones Vanguardistas La Poetica de Leonidas Lamborghini

36

bra, acaso sugiera el estado anímico del que habla, reproduzca “el

disco rayado/ de la cabeza”. Pero más bien parece apuntar a la ex-

ploración de los diferentes ruidos de los residuos verbales resultan-

tes. En este sentido, se aproximan, o preanuncian, a “Villas”, “Ple-

garias” y otros poemas incluidos en Partitas (1972)”, en “La

‘Commedia’ popular” (reseña sobre El Solicitante Descolocado, Li-

bros de Tierra Firme, 1989), en Diario de Poesía, Nº 13, primavera

1989; 5-6.26 Esto es lo que dice Leónidas Lamborghini con respecto a sus

reescrituras. Ver Daniel García Helder (reportaje), op. cit.; 16.27 “Primera epístola del Apóstol San Pablo a los corintios”, La

Santa Biblia. Antiguo y Nuevo Testamento, Bs. As., Sociedades Bí-

blicas en América Latina, 1960; 1053. Los parágrafos que

Lamborghini utiliza para escribir su poema 2 de “Pablo” son: “¿Dón-

de está el sabio? ¿Dónde está el escriba? (...)” (1,20); “Pues ya que en

la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabi-

duría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predi-

cación” (1, 20); “Pero el hombre natural no percibe las cosas que son

del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede en-

tender, porque se han de discernir espiritualmente.” (2, 14)28 El poema no habla de Dios y de la relación de los apóstoles y

los creyentes con él; tampoco de la necesidad de diferenciarse de los

judíos; no están presentes las posiciones de San Pablo sobre la for-

nicación, la gula o la identidad sexual que son los tópicos relevan-

tes de la Epístola.29 En “Leónidas Lamborghini. Poeta confinado en las palabras”,

una nota aparecida en Unicornio, Mar del Plata, Año 2; Nº 4, abril-

mayo 1993; 15-16, Piglia dice: “Este poeta escribe en todos los esti-

los, en los estilos del pasado y en los que todavía no existen. Ha

inventado una sintaxis, una escritura entre las palabras, un tono

nuevo para volver a decir lo que la lengua dice.” Esta nota había

sido publicada en Clarín en el año 1992.

Page 17: Variaciones Vanguardistas La Poetica de Leonidas Lamborghini

37

II. Variatio/ variationis

Page 18: Variaciones Vanguardistas La Poetica de Leonidas Lamborghini

3938

“(...) la lógica de la re-escritura, si es que

existe, no es reductible a un sistema de dos

valores.”

Pierre Laurette

Voces indirectas, que se construyen –en mayor o me-

nor grado– como artificio. Aquí, quizás esté una de las

posibilidades de leer la producción lamborghiniana.

Cuando lo que ingresa al poema es la palabra ajena, el

artificio estará en el montaje o en el corte que produce

una sintaxis peculiar. Será, entonces, el tratamiento de

los nuevos materiales1 lo que importa en la poética de

Lamborghini. Es imposible pasar por alto esta instan-

cia y pensar solamente en qué es lo que ingresa al poe-

ma. Todo debe ser “retocado” (releído), incluso cuando

desaparece la palabra ajena, aquella que se reconoce con

más o menos dificultad en la mayor parte de sus textos.

Porque aún en este caso, en los poemas de La canción de

Buenos Aires o de Circus, existe una frase inicial que

será transformada una y otra vez.

La lógica que organiza el texto no es siempre la de la

parodia, propuesta con asiduidad por el mismo Lambor-

ghini. Ni siquiera si se piensa la parodia como la rela-

ción “de semejanza y diferencia” (“parecido pero distin-

Page 19: Variaciones Vanguardistas La Poetica de Leonidas Lamborghini

4140

dice que la variación “consiste en un número indetermi-

nado de piezas breves, todas ellas basadas en un mismo

tema –que casi siempre se expone al principio de la obra–,

el cual es modificado cada vez intrínseca y extrínseca-

mente”.4

“Cíclope” parte –y se aparta bastante– de algunos ver-

sos de la “Fábula de Polifemo y Galatea” de Luis de

Góngora,5 y se presenta como indagación sobre la iden-

tidad del personaje mitológico, a partir de dos temas que

se despliegan alternativa y conjuntamente. El texto po-

dría diagramarse de la siguiente manera: T1– T2– T1 y

T2– T2. El tema uno (T1) trabaja a partir de metáforas

que intentan definir el carácter divino o humano del cí-

clope: “cielo o cíclope/ o humano o celeste:/ a cuál:”(64).

La variación se produce por despliegue de opciones

antitéticas. El T2, leído en correlación con el primero,

completa la serie de oposiciones en torno a lo divino o lo

humano a partir de términos como agua (opuesto a cie-

lo) y duda (opuesto a fe): “el agua neutra en duda o/ la

duda del agua/ neutra en/ duda o/ el agua en la duda/

neutra o”(67). En la estampa IV se unen ambos temas,

comenzando por la reproducción idéntica del T1: “ojo/

un ojo o sol/ en la frente/ del agua/ cuando/ el ojo/ en el

cielo/ cuando/ el sol en la frente o cíclope o/ en lo huma-

no del agua/ cuando/ el ojo/ en el cielo o en lo celeste/ del

agua/ vi/ se veía” (70-1). Sobre el final del poema, la va-

riación se producirá nuevamente a partir de uno solo de

los temas, el T2.

La estructuración de este poema se teje deliberada-

mente sobre la noción de variación musical; hay en “Cí-

clope” un uso literal de esta forma que no será, sin em-

bargo, el de la mayoría de los poemas en los que habrá

to”) que establece cualquier texto con su modelo, cuya

función sería devolverle productividad al original o a

una tradición.2 ¿Qué sucedería, entonces, con los poe-

mas que se articulan a partir de la palabra propia? ¿Cuál

sería allí el modelo a parodiar? Pero, además, si bien la

parodia genera una disonancia con respecto al otro tex-

to, ésta supone un grado importante de deconstrucción

del material retomado, e incluso, como dice Bajtín, una

inversión de la otra voz. En la producción de Lambor-

ghini, en cambio, algunas veces, los materiales que in-

gresan al poema conservan sus constituciones iniciales,

se respetan figuraciones y texturas e, incluso, se repi-

ten los sentidos de origen; otras, serán sometidos a pro-

cesos de transformación que suponen prácticamente la

pérdida de su identidad: se alteran hasta la exaspera-

ción las sintaxis del original, se desfiguran sus imagi-

narios y se construyen sentidos inexistentes en el texto

previo, o se radicaliza (y se ridiculiza) una línea argu-

mental, partiendo de la inversión de una pequeña frase,

o de un enunciado aleatorio. Son, más bien, dos movi-

mientos los que se efectúan sobre los materiales del poe-

ma, no dos tipos de parodia, pero sí dos modos de una

misma operación –explicitada en algún momento por el

mismo Lamborghini3– que permite pensar toda su pro-

ducción bajo una misma lógica, la de la variación. Se

podría hablar, entonces, de variaciones ornamentales,

contrapuntísticas, amplificativas o libres de un discur-

so previo, ajeno o propio.

Hay un poema de Episodios, “Cíclope”, que expone

pedagógicamente esta idea, como exhibición de un pro-

cedimiento que puede recubrir distintos temas y que se

ajusta bastante a la definición más clásica, aquella que

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4342

en el fragmento (frangere=romper) está in absentia. En

tanto en el detalle aparecen las marcas del sujeto que

corta el objeto y éste tendrá límites definidos, éstas se

borran en el fragmento que tendrá por esta razón lími-

tes indefinidos, los que produce la ruptura. El detalle

transforma en excepcional el objeto cortado y postula

un juego de variación de las jerarquías que estaban pro-

puestas en el pasado del material que se recupera. El

uso del detalle, en Lamborghini, está asociado a un pro-

ceso muy marcado de desnaturalización de los sentidos

previos del texto original. En el caso del fragmento, por

el contrario, la función del corte varía desplazándose más

hacia la creación de un código peculiar que insiste en

los enunciados inacabados. Mientras que ante la apari-

ción del detalle hay que fijar más la atención en los

reprocesamientos que el autor hace de determinado sec-

tor de un material previo, en el caso del fragmento la

atención debe deslizarse hacia la tarea del lector por

reconstruir el entero in absentia.

Detalle y fragmento pueden ser entendidos, enton-

ces, en términos discursivos; algunas veces ingresan al

texto versos, del Martín Fierro por ejemplo, y mantie-

nen cierta integridad a pesar de su carácter fragmenta-

rio; otras estos mismos versos son sometidos tan fuerte-

mente a la operación de corte que pierden su identidad:

el camino de retorno al original –por momentos iluso-

rio– supone estar atento no sólo a los discursos sociales

o literarios que actúan en la gestión del poema de

Lamborghini (y aquí opera la idea bajtiniana de dialo-

gismo o polifonía), sino a huellas menores. La noción de

hipograma de Riffaterre permite pensar también en

“microestructuras semántico-estilísticas”,9 que pueden

que revisar la linealidad propia de la variación, aquella

que asumió una identidad indiscutible en el movimien-

to barroco. Lo que interesa, entonces, no es la reproduc-

ción exacta de una forma –de un movimiento completo–

sino entender la variación como modo de producción de

los textos. Así, considerando al tema como un texto pre-

vio, un género discursivo, o un enunciado propio o ajeno,

la variación, como operación central de la poética de

Lamborghini, presentará distintos grados: comentario

y distorsión.6

La variación es, para mí, lo que define a la máquina

lamborghiniana; los textos se producen como transfor-

mación de la palabra ajena y de la palabra propia. El

primer paso implica necesaria y obviamente detectar los

materiales que ingresan al texto y su origen, e instalar-

se, entonces, en uno de los dos sistemas semióticos de

los que habla Laurette analizando el pastiche como tra-

ducción, el del texto original y el autor a partir del cual

se escribe el pastiche.7 Entre este primer sistema

semiótico y el segundo, el del texto final y el autor que

lo crea, existe una compleja red de relaciones que per-

mite unir alternativamente los elementos de uno y otro.

El segundo paso supondrá revisar el modo de entrada

de los materiales al nuevo texto.

La operación de transformación de los materiales está

asociada, la mayor parte de las veces, a la técnica de

corte, que produce una escritura compuesta de detalles

o fragmentos del enunciado o texto inicial.

Omar Calabrese, en su libro La era neobarroca8, ana-

liza detalle y fragmento como dos formas que producen

texturas similares. El detalle (detail=cortar de) supone

un término precedente reconocible, mientras que éste

Page 21: Variaciones Vanguardistas La Poetica de Leonidas Lamborghini

4544

damentales de la variación, permitirá, en un tercer mo-

mento, indagar ciertas relaciones que superan el siste-

ma de dos valores del que habla Laurette, tales como los

modos de lectura que el texto final diseña, o la instala-

ción de los textos de Lamborghini en una tradición.

La variación como comentario

El comentario es una de las modalidades que adquie-

re la variación en los textos de Lamborghini y como ges-

to de interpretación supone cierto grado de integridad

del material retomado. Esto significa, entonces, que el

nuevo texto conservará, a pesar de la operación de trans-

formación, puntos salientes del texto, enunciado o géne-

ro original; cuando la palabra ajena esté ausente, el efec-

to de la variación será el mismo porque el poema parti-

rá de un enunciado inicial y como ejercicio sobre la pa-

labra propia propondrá una serie de transformaciones

de la frase, más que por corte, por rotación.

1- Primera variación del tango

La variación permite que un mismo material aparez-

ca de forma distinta cada vez; en textos como Las patas

en las fuentes y “Payada”11 puede leerse el diseño de una

de las configuraciones del tango en la producción de

Lamborghini y en ambos se postula un cruce entre este

género y la tradición de la poesía gauchesca.12

presentarse bajo la forma de semas, presupuestos, sis-

temas descriptivos (entendidos como grillas metoní-

micas) o clisés. Éstos nunca se actualizan completamente

porque indican una concepción del texto como “un neu-

rótico que reprime la matriz, la desplaza produciendo

variantes.”10

Sin embargo, debería hacerse aún una aclaración,

porque Riffaterre trabaja los hipogramas solamente den-

tro de la literatura y más específicamente dentro del

marco de la poesía. Busca el origen de un verso o de una

imagen en la tradición literaria y no se permite romper

ese cerco. Aquí, sería necesario desplazar la noción de

hipograma hacia otras zonas. Se podrían leer entonces,

extendiendo de alguna manera la propuesta, los

hipogramas no literarios que aparecen en un texto de-

terminado. La competencia del lector para rearmar un

texto, para hacer según Riffaterre una verdadera lectu-

ra, deberá tener en cuenta en estos casos, entonces, dis-

cursos que no fueron específicamente literarios y que

estaban textualizados, o no, a partir de otras prácticas

sociales. En algunos casos, estos hipogramas aparece-

rán como meras frases sueltas que se filtran en el texto

y, en otros, se expandirán de diferentes maneras median-

te imágenes, otras citas, o campos semánticos.

El corte que produce como resultado la escritura del

detalle y el fragmento, o una escritura caracterizada por

el cruce de ambos, no es, como se verá más adelante, la

única técnica utilizada por Lamborghini para transfor-

mar los materiales retomados, pero sí es la que se su-

perpone casi siempre al resto de las técnicas producien-

do una textura peculiar en los poemas.

Pensar en el detalle y el fragmento como técnicas fun-

Page 22: Variaciones Vanguardistas La Poetica de Leonidas Lamborghini

4746

vale,/ decí,/ quejarse/ y recordar/ el pasado mejor:/ si no

lo superás,/ lo traicionás.”(P,87)

El Letrista del Sesquicentenario es la voz de la Re-

sistencia peronista: “señal y don/ de rebelión/ y aún en

desigual/ luchar,/ luchar/ tu suerte/ hasta la muerte”

(P,81), o bien: “acertar la coyuntura/ de marcar esta lla-

mada:/ ‘urgente/ liquidar orden caduco’”(P,86). El

Letrista Proscripto es, en cambio, la voz de la derrota y

la impotencia, hasta que cierra su discurso en coro con

el de El Letrista del Sesquicentenario: “–Poder/ Poder;/

a la oscura noche/ del yo proscripto/ circunscripto/ diga-

mos ¡Chau!/ buscando/ forzando/ alcanzando/ una/ la/ sa-

lida” (P,89). En Las patas en las fuentes, en cambio, El

Letrista Proscripto representa únicamente la voz de la

impotencia y la derrota, mientras que el contrapunto

propio de la situación política se hará más complejo en

las voces del Solicitante y El Saboteador.

Sin embargo, la articulación de las voces que drama-

tizan la situación política posterior al golpe de la Revo-

lución Libertadora es el único índice que nos remite al

género gauchesco, porque el resto de las marcas men-

cionadas –modos de enunciación, tópico de la edad de

oro– son también propias del tango.14

A pesar de la propuesta efectuada desde el título del

poema (“Payada”), o desde los prólogos de Jorge Marano,

Juan José Sebreli, Alfredo Andrés y Joaquín Giannuzzi,

que acompañan la edición de la serie hasta Las patas en

las fuentes e insisten en establecer la relación entre el

poema y la gauchesca, el tango como género ocupa un

lugar mayor, se expande más allá de los rasgos compar-

tidos, a partir de la inclusión de ciertas figuras que lo

identifican desde sus orígenes.

Sin embargo en este encuentro, la gauchesca desapa-

rece bajo las marcas del tango. Es cierto que la articula-

ción de las voces es la propia del primero de estos géne-

ros: la alternancia entre la voz de dos personajes, El

Letrista Proscripto y El Letrista del Sesquicentenario

en “Payada” y la primera de éstas sumada a las de El

Solicitante Descolocado y El Saboteador Arrepentido en

Las patas en las fuentes. Inclusive, además de la dispo-

sición dialógica de las voces, los modos en que éstas enun-

cian son los propios de la poesía gauchesca, desafío y

lamento, a los que habría que agregar el propio del con-

sejo,13 como tono intermedio. El desafío, como apelación

a una segunda persona, es el tono que permite sobre el

final de “Payada”, la unión de las dos voces en coro. Has-

ta ese momento, la payada en realidad puede leerse como

un contrapunto de pasado y presente con roles inverti-

dos: El Letrista del Sesquicentenario representa el pa-

sado pero enuncia en el tono del futuro, el del desafío:

“Hacé caso,/ te lo ruego,/ salí de tu ceguera/ y para no

seguir siendo/ la víctima del cuento/ tomá conciencia/

de lo esencial” (P,87); El Letrista Proscripto en cambio,

que como figura representa al presente después del gol-

pe del ’55, enuncia en el tono del pasado: “y el corazón/

trabajador/ que ayer vibró/ feliz/ hoy es la sombra/ –al

despertar–/ de lo que fue/ un latir” (P,80). La payada se

despliega, en este sentido, en el intersticio entre el gol-

pe de la Revolución Libertadora y la asunción de la re-

sistencia como modo de acción política, y se plantea como

un contrapunto entre las posiciones a tomar después del

golpe de estado de 1955, haciendo hincapié en la impo-

sibilidad o la posibilidad de mantener el tópico de la

edad de oro, propio de la poesía gauchesca: “Y de qué

Page 23: Variaciones Vanguardistas La Poetica de Leonidas Lamborghini

4948

Desde una temática tradicional en el tango, enton-

ces, la voz del Letrista se desliza hacia otras zonas que

tienen que ver con la denuncia de una situación políti-

ca. El uso de verbos tales como “vender”, “liquidar”, “re-

matar”16 –que fueron usados desde la década del ’50 para

designar acciones de entrega del denominado patrimo-

nio nacional– para armar el relato del abandono y la

traición, permite leer la voz de los personajes del texto

definiéndose como patria o colonia. Esta disyunción, a

modo de consigna, también articuló el discurso de la Re-

sistencia peronista.

Específicamente, el tono del lamento –un individuo

abandonado, que se queja, que increpa– y ciertos tópi-

cos que se desprenden de la figura del amurado (la po-

breza, el rencor y principalmente el que se resume en el

aforismo “todo tiempo pasado fue mejor”), serán los que

permitan leer la situación política como un espejo de la

situación afectiva: “Amigo, por qué somos/ así:/ somos

de una mujer/ y su abandono/ nos requebranta/ nos de-

rrota// qué grande eras/ cuánto valías/ mi general” (P,79).

El índice que comparten ambas figuras, la del amurado

y la del proscripto, es su identidad de derrotados. El pa-

ralelo es muy claro desde el momento que postula tam-

bién un paralelo de contextos, aunque como se ha dicho

se salte de un ámbito del orden privado a otro del orden

público. Lo privado se hace público y lo público aparece

como privatizado, encerrado en la figura del yo

proscripto.

En Las patas en las fuentes, esta equiparación del sig-

no de la política y el del tango presenta al menos dos

formas más de entrada. En primer lugar, no sólo la voz

del Letrista Proscripto trama lo político con versos

El tema sobre el que se propone la variación es el del

hombre abandonado, el amurado y se presenta ya en el

inicio del poema: “mujer, mujer querida,/ me dijo chau,

me dijo/ que se iba” (P,77), e inclusive arma un relato en

el texto que produce una tensión hacia el pasado: el día

que se conocieron, la vida juntos y el abandono. Recupe-

rar una figura y un relato tan cristalizados en la tradi-

ción del tango significa un gesto que mantiene la varia-

ción dentro del sentido del género. Pero además de reto-

mar las zonas más reconocidas de este material, aque-

llas que de alguna manera se han transformado en cli-

sé, el proceso de expansión del género se refuerza no

violentando el material retomado: el discurso de El

Letrista Proscripto no sólo se despliega en el modo de

enunciación más saliente del género, el del lamento, sino

que además está muy tramado por significantes y fraseos

reconocidos en el tango: “hoy es la sombra/ –al desper-

tar–/ de lo que fue/ un latir”(P,80).

La variación ejercida sobre el tango podría ser carac-

terizada como ornamental,15 ya que se conservan los

“puntos básicos” del género, de tal modo que el origen

del texto puede ser reconocido fácilmente. Una de estas

instancias contextuales es la imagen del amurado, a

partir de la cual El Letrista Proscripto arma la parábo-

la política de la traición, de la derrota. Esta figura, la

del engañado en el amor, se equipara en el texto a la del

reprimido, el perseguido y en última instancia a la ima-

gen del país: “Nos venden compañero/ nos liquidan,/ nos

reprimen.// Templando el bandoneón/ que hay en mi co-

razón/ cantar/ la pena honda”, y un poco más adelante

“vacío sin su amor/ sumido en el dolor/ Patria en mier-

da, colonia,/ mujer,/ mujer querida” (P, 80).

Page 24: Variaciones Vanguardistas La Poetica de Leonidas Lamborghini

5150

de aserrín.../ ¿No ves que están bailando? ¿No ves que

están de fiesta?/ Vamos, que todo duele, viejo Disce-

polín...”; pero en los versos de Lamborghini ésta apare-

ce más que nada como escenario circense, asociada a la

idea de espectáculo.

La variación supone, en este caso, la lectura en clave

actual de un texto pasado, a partir –como ya se ha di-

cho– de la equiparación del signo de la política y el del

tango, que permite la homologación de figuras diversas.

No se trata de un traslado directo del tango al texto pro-

pio, porque Lamborghini retoma la zona de las letras

amorosas y no la de las políticas, que también existían

en el género. Hay, en esta elección, un grado importante

de traducción del material, debido al nuevo rol adjudi-

cado a la figura del amurado, que además en ciertos

momentos articula el tono del desafío que no le es pro-

pio en la tradición del tango.20

Lo que sucede es que en esa tarea que significa releer

o reescribir una tradición, Lamborghini en “Payada” y

en Las patas en las fuentes elige politizar el material a

partir de su zona más codificada. Detrás de la actuali-

zación está presente la idea de que el género re-escrito

es una instancia de definición de lo nacional, una escri-

tura de la identidad a partir de la cual puede leerse la

realidad presente, o el pasado.21

En los dos textos analizados, el tango es una de las

manifestaciones de la palabra ajena, retomado como

género en tanto proporciona los rasgos más caracterís-

ticos o más directamente como cita, a partir de la apari-

ción de versos que, a pesar de la variación, son fácil-

mente reconocibles. Las marcas del material retomado,

entonces, no se destruyen, sino que se mantienen desli-

reconocibles del tango, sino también la del Solicitante

Descolocado a partir de variaciones simples: “Desemplea-

do/ buscando ese mango hasta más no poder/ me faltó la

energía la pata ancha/ aburrido hace meses, la miseria/

busco ahora trabajo en la era atómica” (PF,37), que en-

vían a “Yira... Yira” de Enrique Santos Discépolo,17 o a

partir de variaciones más complejas: “Cómo se pianta la

vida./ Cómo rezongan los años/ cómo se viene la muerte/

tan callando”(31), que se postulan como lunfardización

de un texto culto, “Las coplas a la muerte del padre” de

Manrique.18

En segundo lugar, la inserción del monólogo de El

Letrista Proscripto, permite la homologación con las dos

figuras principales del nuevo texto, El Solicitante y El

Saboteador en su condición de arrepentido, que repre-

sentan en el mundo del trabajo lo mismo que aquél en el

mundo afectivo: la alienación.

Por otra parte, en ambos textos existe una visión

carnavalizada de la realidad que es propia de ciertas

letras de tango durante la crisis de 1930.19 En el caso de

“Payada”, mediante la imagen de la comparsa: “Y para

más/ todavía estás/ obligado por los mismos/ que te

oprobian/ a entrar en esta farsa/ que les hace el juego//

¡Qué comparsa!...” (P,87) y en el de Las patas en las fuen-

tes por medio de otra figura espacial, ya vista, que es

una variación a partir de una pequeña huella del tango

“Discepolín” de Homero Manzi: “La pista se rodea/ de

todas las especies, de todos los órdenes/ y clases/ sobre

todo de público/ en la primera fila van/ los relegados.”

(PF, 25-6). El espacio de la carnavalización es, en el tex-

to de origen, la pista de baile: “La pista se ha poblado al

ruido de la orquesta.../ se abrazan bajo el foco muñecos

Page 25: Variaciones Vanguardistas La Poetica de Leonidas Lamborghini

5352

ya que el relato aparece a partir de pantallazos cuya

forma es el fragmento (se corta el tiempo, se eliminan

tramos de lo sucedido y se aborda una y otra vez la esce-

na del sobreviviente con la bala clavada en la garganta)

y además, se repiten ciertas frases o verbos (“no nos li-

beren”, “arrastrándome”) que funcionan como clivajes

de intensificación. La voz del otro, que es aunque no esté

mencionado, Carlos Livraga, aparece a partir de citas

que recrean los testimonios originales, usando el relato

indirecto: “‘pero los demás/ casi todos los demás/ allí/

sobre el basural/ sangre de lo mejor/ goteando/ derra-

mada en lo podrido/ en lo fétido’” (86), y el discurso di-

recto: “–Esto fue/ antes de la descarga/ cuando la orden/

de bajar/ fue obedecida”(85), o bien más adelante: “–¡Co-

rran! ¡Corran!”.

Los hechos relatados, de todas maneras, no se alte-

ran y se respetan los sentidos que tiene el material en

las recopilaciones de Walsh. La variación permite el pa-

saje del testimonio a la dramatización, de tal manera

que las voces reales se equiparen en el poema a las vo-

ces alegóricas como la de La Mujer de la Antorcha o la

del Buen Idiota. Es una variación que contribuye a la

construcción de una voz.

3- El juego de la palabra propia

Algunas veces, las definiciones etimológicas de un

término sirven para pensar operaciones textuales; me

refiero en este caso al verbo latino commentor (comen-

tar) que recubría acciones tales como reflexionar, expli-

car, componer, pero también ejercitarse y estudiar. Es

zándose en otros sentidos existentes en el texto origi-

nal, aunque en otra clave: la del amor traidor. Quizás

podría relacionarse esta operación con la forma de la

apostilla –como acotación que aclara o completa un es-

crito–, propia del comentario.

2- Primera variación del discurso político

En la serie de El Solicitante Descolocado es muy cla-

ro el proceso de construcción de una voz política. Lo que

hace Lamborghini es, por una parte, yuxtaponer consig-

nas tal como se dieron en la realidad política de aque-

llos años (“No son todos los que están/ no están todos los

que son” o “La tierra para el que la trabaja”). La media-

ción se da, en este caso, a través del montaje. Pero esta

voz no será sólo política sino también histórica, y en este

sentido entran al poema, fragmentos de la Marcha

Peronista levemente retocados (“que grande eras/ cuán-

to valías/ mi general”) o –bajo un gesto constructivo más

claro– los relatos de los fusilamientos de José León

Suárez.

El texto previo a variar es aquí el resultado de las

investigaciones que Rodolfo Walsh hizo sobre el caso,

hasta completar la edición de Operación masacre.22 Ade-

más de la operación de montaje –que arma una larga

duración en el discurso político, porque le otorga un li-

naje, un pasado– la mediación tiene que ver con una ins-

tancia anterior de textualización sobre la que se ejercen

dos variaciones fundamentales. Una de ellas es la re-

creación del episodio, ya que no se toman los términos

del texto de Walsh, y la otra, es el tratamiento literario,

Page 26: Variaciones Vanguardistas La Poetica de Leonidas Lamborghini

5554

elemento rítmico. Sin embargo, hay otras formas de en-

tender su uso. La comparación, como se dijo, parte de un

vacío, de una zona en blanco, como se verifica en algu-

nos poemas de Circus: “Como el que/ come.// Como el

que/ traga.// Como el que/ come/ como tiene/ que tragar-

se”,24 o bien en “Maravilloso” de La Canción de Buenos

Aires: “Como el que nunca/ se olvidó el paraguas/ pero

eso sí/ alguna vez los anteojos”. La relación in absentia,

el blanco, es el del primer elemento denotativo o literal

de la comparación. Este gesto haría pensar más en la

metáfora que en la comparación, sin embargo también

hay un proceso de distorsión de ésta, ya que la compara-

ción en estos casos no intenta agregar significados nue-

vos mediante la construcción de una analogía cuyo se-

gundo término connota al primero. El segundo término,

que es en realidad la totalidad del poema, es el que trans-

forma los propios significados. La transformación de los

significados, sin embargo, tampoco responde, como en la

metáfora, al establecimiento de una relación de identi-

ficación, de sustitución.

El poema se abre, entonces, con una construcción com-

parativa que no responde a los usos de la comparación,

pero tampoco a los de la metáfora; se abre con una com-

paración abierta, que es el resultado de la unión de este

procedimiento con la elipsis, y funciona no sólo como un

elemento rítmico, sino también como el artificio que per-

mite las operaciones de variación ornamental.

En la primera estrofa de cada poema se presenta el

tema, o frase principal y en el resto, se varía este tema

de distintas formas. En algunos casos, la variación se

produce por la rotación de los mismos significantes a lo

largo de todo el texto: “Como el que/ se siente ya/ un

interesante revisar algunos poemas de Lamborghini

como variaciones, teniendo en cuenta las dos últimas

acepciones mencionadas. Sobre todo, aquellos textos que

no parten de la palabra ajena, sino de una frase inicial

(un incipit) que se torsiona de todas –pareciera– las

maneras posibles; aquellos poemas cuyo tema es la pa-

labra propia, los de La canción de Buenos Aires, Circus

y algunos de los de Episodios.

Si bien la variación a partir de la palabra propia per-

mite que estos textos se puedan pensar mejor dentro de

la tradición poética, ya que están más cercanos a la idea

de originalidad acuñada por el Romanticismo y retomada

por los movimientos de vanguardia argentinos del ’50,

el modo en que se articula la variación permite cuestio-

nar este enclave.

Todos estos poemas se abren de manera idéntica: con

una construcción comparativa, como el que, que a su vez

se repite en el inicio de cada estrofa. Es preciso destacar el

uso de esta construcción, ya que la vanguardia estipuló

una praxis de la comparación asociada a la imagen que

tiene su origen en la ya conocida secuencia que inaugura

Les Chants de Maldoror de Lautréamont: “bello como el

encuentro fortuito en una mesa de disección de una má-

quina de coser y un paraguas”. Sin embargo, el uso que

Lamborghini hace de este recurso no es tampoco el de la

tradición de la vanguardia, ni el que se lee con recurrencia

en la práctica de los surrealistas e invencionistas argenti-

nos. En primera instancia, porque no se relaciona con la

metáfora y en segundo lugar, porque nunca está presente

el primer término de la comparación.23

Estos rasgos hacen que la construcción comparativa

funcione en una primera lectura de los textos como un

Page 27: Variaciones Vanguardistas La Poetica de Leonidas Lamborghini

5756

hace como despliegue de un mismo significado dicho de

formas diferentes.

Este grado mayor de libertad en la variación se ob-

serva en la totalidad de los poemas de La canción de

Buenos Aires que involucran un transcurso temporal y

por lo tanto la posibilidad del relato, acompañados siem-

pre por un estribillo, como en el caso de “Sin boleto”:

Como el que ese día

creyó confiado

que tenía su pasaje

pero no lo tiene

y viene el guarda

y así de golpe se ve enfrentado

a lo terrible

porque es como si lo hubieran

sorprendido en su más secreta culpa.

Como el que todos los días

guarda su pasaje

sin perderlo

pero hoy lo ha perdido

y viene el guarda

y empieza a sentirse

condenado

porque es como si lo hubieran

sorprendido en su más secreta culpa.

Se repite el estribillo, se repiten los términos

involucrados en la frase matriz, se repite el modo de

apertura y estructuración de los poemas a partir de la

comparación abierta. La repetición es, no sólo en estos

textos, otra de las técnicas básicas de la poética

extraño/ en la vida.// Como el que/ siente ya/ extraña/ a

la vida.// Como el que/ en la vida/ se siente ya/ un extra-

ño/ entre extraños”,25 o bien: “Como el que pensaba/ muy

seguro/ que la vida/ era un seguro// hasta que un cán-

cer/ estalló en su cabeza// Como el que estaba/ seguro/

de estar seguro/ y hacía planes tan seguro”.26 En el pri-

mer ejemplo, el simple movimiento de los términos en

la frase produce los nuevos significados, mientras que

en el segundo, la rotación casi no altera el significado

del término y en ambos casos se puede hablar de una

variación sintáctica. Ésta, en otros poemas, es mínima,

ya que la sustitución de una simple preposición va pro-

porcionando nuevos significados.27

En el poema “Rondó caprichoso” de Verme y 11

reescrituras de Discépolo, hay en este mismo sentido una

variación doble. Lo que varía en principio es el final de

cada estrofa, manteniéndose intactos los dos primeros

versos y luego se dará la variación de cada una de estas

estrofas, como cuestionamiento: “como el que/ no sabe

ya/ qué gozar.// Como el que/ no sabe ya/ qué desear.//

Como el que/ ¿qué/ desea?// cuando escribe/ que no sabe

ya/ qué desear// Como el que/ ¿qué/ goza?” (81). De este

modo, sujeto y objeto de la escritura están puestos en

un mismo nivel de indefinición.

En algunos textos, la variación adquiere una modali-

dad más libre, en tanto se desarrolla mediante térmi-

nos que no están presentes en la primera frase: “Como

el que/ dibujaba/ un túnel/ en el muro.// Como el que/

dibujaba en el muro/ un pequeño tren/ que entraba/ al

túnel.// Como el que/ subía al pequeño tren/ y atravesa-

ba/ el muro”.28 Aquí el desarrollo se da por acumulación

paulatina de elementos, mientras que en otros casos lo

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5958

La variación como distorsión

1- Primera variación de la gauchesca (adentro y

afuera del género)

Recuerdo a la gente desconcertada. Me

preguntaban qué era lo que estaba haciendo.

Respondí que intentaba un gauchesco

urbano; una gauchesca sin gaucho, sin

caballo, sin boleadoras. Lo que contaba era

el espíritu de la poesía gauchesca. Mi

propósito era muy lineal: quería plantar dos

voces –la del Solicitante y la del Sabotea-

dor– que cantaban una experiencia afín,

como el caso de Cruz y Fierro.

Leónidas Lamborghini

La variación como distorsión implica, siempre, des-

naturalizar (y hasta liquidar) el enunciado o género a

partir del cual se produce la escritura. Los grados pue-

den leerse –como ya se dijo– en los tratamientos diver-

sos de un mismo material; la poesía gauchesca fue y es,

en la producción de Lamborghini, una de las zonas más

asediadas, más reescritas. Tal es así que, aún bajo el

signo de la distorsión, las constituciones del género son

diferentes cada vez y obedecen a focalizaciones preci-

sas: de sus sujetos (autor y enunciadores), de su lengua-

je, de su imaginario, de sus relatos, etc.

Lamborghini mismo define parte de la serie que lue-

go se completará en El Solicitante Descolocado, como

“gauchesco urbano”. La sola yuxtaposición de estos dos

términos presenta un problema, sobre todo si se piensa

lamborghiniana. Omar Calabrese, hablando de la esté-

tica de la repetición, indica como una de sus caracterís-

ticas fundamentales el policentrismo.29 Y estos poemas

de Circus o La canción de Buenos Aires, parten siempre

de un centro, enunciado en el primer verso, que se des-

pliega de diferentes formas y construye centros satéli-

tes, dependientes, o genera otros centros con cierto gra-

do de autonomía a partir de la ampliación y la mutación

del inicial. De este modo se instaura el juego, al que se

refiere Calabrese, entre la variación de lo idéntico y la

identidad de muchos diferentes.

Si el comentario puede caracterizarse como una for-

ma de decir lo mismo con otras palabras, como explica-

ción, los textos analizados juegan a invertir esta propo-

sición, ya que dicen la diferencia a partir de la semejan-

za en el enunciado. En este caso, entonces, se podría re-

tornar sobre otros sentidos del término comentario, bá-

sicamente sobre el de “ejercitarse” y el de “estudiar”.

Lamborghini hace ejercicios con el lenguaje, ejercicios

lúdicos. No para postular el sinsentido (o para destruir

sentidos iniciales) sino, por el contrario, para abrir los

términos al espacio de la ambigüedad, de la indetermi-

nación o –lo que es lo mismo– de la pluralidad de signi-

ficados, a partir de la máxima economía de materiales.

Y así como en el poema “El cantor” se hablaba del “que/

en el Canto/ estudia esa otra voz”, aquí se puede pensar

en el que estudia en su propia voz, en quien ensaya una

voz como mero juego, como torsión del lenguaje sobre sí

mismo.

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6160

Así, la construcción del Saboteador Arrepentido como

personaje implica la duplicidad, tanto en lo que respec-

ta a la definición del rol social (“Entonces me erguí/ mi-

tad empleado-mitad obrero/ sólo como un monstruo sa-

bría hacerlo”; 15), como en el orden estrictamente

discursivo, introduciendo una palabra “irresoluble in-

ternamente y ambivalente”.33 La presentación paródica

de este personaje es la que permite que asuma, casi a la

misma vez, los dos discursos opuestos con respecto al

capital, en el año 1955, cuando –tal como lo explica Da-

niel James– la defensa del capital nacional es uno de

los rasgos que la denominada Resistencia mantiene del

discurso tradicional del peronismo.34 El nacionalismo

económico instalaba a la Resistencia dentro de la línea

del pensamiento peronista y a su vez, la diferenciaba de

las propuestas de la triunfante Revolución Libertadora.

El Saboteador se hace cargo en principio, de uno de

estos discursos: “entonces/ sobreponiéndome, alcanzo a

defender con victoria/ toda esa época/ la bandera del

capital ajeno” (17) y luego del otro:

el que había desatado la corrupción desorganizadora

creyó llegaba ahora el colmo

quiso salvar mas ya era tarde e impotente

vio sin la antigua alegría

–saboteador arrepentido–

bajar el nivel nacional

de la producción

y el Costo

ir hacia lo Altísimo.35

En medio de dos discursos contradictorios, como otra

instancia más del relato político, se genera la figura del

en la inscripción del poema en el interior de un género

de larga tradición y altamente codificado. La articula-

ción de los opuestos (campo/ ciudad) se explica, sin em-

bargo, más allá de las pautas retóricas, o mejor dicho,

por fuera de los límites del género, a partir de ciertas

definiciones de Las patas en las fuentes que responden

a un sistema de lectura epocal.

Internamente, la marca más evidente de la gauchesca

en el texto –a la que ya se hizo referencia– sería la dis-

posición dialógica de las voces, que apela ciertamente a

formas del género como la payada y el diálogo, pero tam-

bién a las ideas de Eliot sobre la construcción de un per-

sonaje en el teatro en verso.30 El poema en su totalidad

está armado a partir del itinerario del Solicitante Des-

colocado por la ciudad y, en este sentido, Las patas en

las fuentes despliega dos cronotopos31 existentes en la

gauchesca, el del camino de la vida –que da cuerpo a

una historia tensada hacia el pasado– y el de la auto-

biografía, cuya función dentro del género fue siempre,

según Josefina Ludmer,32 defender al gaucho y atacar a

sus enemigos políticos.

El cronotopo autobiográfico se despliega en el texto

de Lamborghini (y en la totalidad de la serie de El Soli-

citante Descolocado) en este mismo sentido, ya que apa-

recen la figura del obrero –en términos laborales y polí-

ticos– y la de sus enemigos. Sin embargo, si uno retomase

las versiones del texto desde sus comienzos, hasta Al

Público. Diálogos I y II, podría verificar que la autobio-

grafía, hasta ese momento, sirve como instancia de cons-

trucción paródica del personaje y, entonces, las identi-

dades políticas presentan un carácter lábil, pierden co-

hesión, nitidez.

Page 30: Variaciones Vanguardistas La Poetica de Leonidas Lamborghini

6362

vientes de los fusilamientos de José León Suárez, la

mujer que lleva la antorcha y el pueblo en la plaza.

La disposición de las voces, sus tonos y el uso de la

autobiografía –que no son por otra parte marcas exclu-

sivas del género– no son signos suficientes, sin embar-

go, para reponer la poesía gauchesca como texto previo

de Las patas en las fuentes. Pareciera que el segundo

término de la designación de Lamborghini, urbano, bo-

rra las características más salientes del primero, gau-

chesco. Porque no sólo desaparecen el gaucho y el campo

–tal como lo anuncia el autor– sino que tampoco se lee

el sistema retórico de la poesía gauchesca.38 En cuanto

al conjunto de proposiciones descriptivas y progra-

máticas, sí aparecen en referencia al obrero, pero muy

dispersas y planteadas polémicamente a lo largo de todo

el poema.

En realidad la voz más clara del programa político,

dentro de la primera parte de Las patas en las fuentes,

estaría dada en la figura de El Letrista del Sesquicen-

tenario, que se incluye en Al Público. Diálogos I y II cons-

truyendo el contrapunto con El Letrista Proscripto y que

luego desaparece de la versión final.

La resolución del programa en la serie del Solicitan-

te, con posterioridad a 1967, aparecería recién sobre el

final del libro, en el collage de voces que se articulan en

el espacio de la plaza, mediante consignas fragmenta-

das que representan además un programa más amplio

que el de las políticas obreras.

Y si en el diálogo entre personajes y en el modo de

enunciación algunos encuentran una estrecha relación

del texto con la gauchesca, es preciso decir que, justa-

saboteador, que será retomada sobre el final de Las pa-

tas en las fuentes en relación con la Resistencia peronista

y sus políticas, no sólo gremiales, posteriores al ’55.36

Internamente, entonces, se puede pensar una rela-

ción entre el poema de Lamborghini y la gauchesca a

partir del uso de la autobiografía (aunque con desplaza-

mientos), así como también a partir de los tonos –de los

que ya se había hablado– adoptados para el diálogo o el

contrapunto: desafío y lamento. El primero de éstos, en

la poesía gauchesca, presenta la lengua como arma, como

elemento militar y político; mientras que el segundo

postula la lengua como ley.37

En Las patas en las fuentes, el tono del lamento arti-

cula los primeros monólogos de El Solicitante y El Sa-

boteador; en ambos casos este tono se presenta, efecti-

vamente, como la lengua de la ley que postula en el año

1957 –cuando se edita Al público– la racionalización en

las fábricas que tiene como consecuencia el desempleo

del Solicitante, la no colocación en la sociedad (en pri-

mera instancia en el ámbito del trabajo y por extensión

en el resto de los ámbitos públicos y privados). El Sabo-

teador, por su parte, habla de su pasado en el mundo del

trabajo, desde un presente también de despojo: renun-

cia aceptada. El tono del lamento toma cuerpo en el re-

lato de estas dos formas de la alienación.

El tono del desafío será el que articule toda la segun-

da parte del poema y se presenta a partir de una serie

de voces, las de la Resistencia peronista, a las que El

Solicitante les va dando entrada a partir de su propio

relato de lo que vio en la calle: en esta línea está lo que

dicen el poeta de barricada, la maestrita, los sobrevi-

Page 31: Variaciones Vanguardistas La Poetica de Leonidas Lamborghini

6564

Posteriormente, en la primera edición de Las patas

en las fuentes se lee un estudio preliminar de Alfredo

Andrés –que reconoce la marca de la gauchesca en la

articulación del texto a partir de diálogos– y un prólogo

de Juan José Sebreli. En este último, que volverá a re-

producirse en la segunda edición del libro, se establece

la homologación de dos procesos históricos que habla-

rían de un cambio de estado: la conversión del gaucho

en peón de estancia y del lumpen en obrero. Así como la

gauchesca, para Sebreli, se hacía cargo de la primera de

estas transformaciones, Las patas en las fuentes daría

cuenta del segundo proceso mencionado. Sebreli inclu-

sive diseña un linaje para este proceso en el que entran

no sólo la gauchesca, sino también el tango de Discépolo

y “algunos poetas suburbanos”, junto con ciertos textos

de Arturo Jauretche y el poema de Leónidas Lambor-

ghini.

Más adelante, en la tercera edición del mismo libro,

el prólogo estará a cargo del poeta Joaquín O. Giannuzzi,

que dice: “Así transcurre el poema, tambaleándose, ca-

yéndose y levantándose. Así como nuestra tragedia, que

es la del Martín Fierro. Porque, integralmente, Lambor-

ghini como poeta y como argentino irrumpe desde la

entraña de José Hernández. El personaje estaba dado.

Más aún: era el mismo Lamborghini.”39 En este caso no

se habla sólo de un linaje, tal como lo hacía Sebreli,

sino que además se repite una equiparación de sujetos

que se arma con frecuencia en la lectura del Martín Fie-

rro de Hernández: la de la figura del autor y el persona-

je. La crítica de Giannuzzi añade otro elemento para

revisar los índices de la relación entre la poesía

gauchesca y el texto de Lamborghini, que es la postu-

mente, la voz de los personajes es la clave más fuerte de

la desnaturalización del género. En El Solicitante Des-

colocado no sólo no aparece la lengua rural. Si se adhie-

re a la tesis lamborghiniana de un gauchesco urbano,

debería suponerse que la lengua que aparece en el texto

es la lengua del obrero, así como la lengua que aparece

en la gauchesca es la construcción de un código que imi-

ta la voz del gaucho, en una concepción naturalista del

lenguaje. Y no es así: ni El Saboteador, ni El Solicitante

hablan como un obrero industrial de la década del ’50

en la Argentina. El código que aparece en el texto es, en

realidad, el resultado de un procedimiento de esteti-

zación de la voz del otro, que tendrá que ver con el corte:

“En vez/ tú no tienes voz propia/ ni virtud/ dijo/ y escri-

bes sólo para/ yo quise decirle mentira mentira/ para

purificarme” (9), y con un relato armado a partir de yux-

taposiciones: “hasta mi cansancio frente a vos y/ la in-

dustria// en mitad/ del capital problemas de las mer-

mas/ disparado a/ tocar los senos de la pequeña

Maruska.” (19). Estas voces, expulsadas del campo polí-

tico y económico, sólo balbucean, dicen a medias.

Si bien en El Solicitante Descolocado el género

gauchesco se ve sometido a un proceso de contracción

de sus marcas principales, habrá una conformación ex-

terna de esta relación, diseñada por la crítica que rodea

el inicio de la serie.

Ya en el prólogo a la edición de Al Público. Diálogos I

y II, Jorge T. Marano enuncia la relación con la poesía

gauchesca a partir de un cotejo bastante forzado entre

ciertos párrafos del Martín Fierro de Hernández y del

poema de Lamborghini.

Page 32: Variaciones Vanguardistas La Poetica de Leonidas Lamborghini

6766

de la gauchesca, pero está descontextualizado, aislado

de su trama de origen.

Este hipograma pierde centralidad hasta tal punto

que de él derivan por expansión, en las otras dos partes

que conforman la serie de El Solicitante Descolocado,

algunas imágenes que remiten a la problemática del

decir/no decir, pero que a la vez se van separando pro-

gresivamente de la figura del payador: entrar–salir, es-

cupir–no escupir en “La estatua de la libertad” y ovi-

llar–desovillar, específicamente en “Diez escenas del

paciente”.40 Si bien estos nuevos pares se pueden leer

en forma análoga a la de tomar la guitarra/ dejar (rom-

per) la guitarra, no son absolutamente equivalentes. En

realidad, dada su originalidad, parecen desestructurar

un tópico, evidenciar su cristalización, y –además– des-

plazarlo, ya que tienen un mayor desarrollo cuantitati-

vo y cualitativo, porque se relacionan con otras prácti-

cas que de algún modo articulan el texto: el trabajo tex-

til en la fábrica y la entrada y salida permanente de los

dos personajes en el mundo del trabajo.

En el orden de lo poético se podría decir que Lambor-

ghini refuta41 el género gauchesco; lo que él hace, más

que una reescritura que elige ciertas instancias forma-

les de “un sistema literario arcaico” como define Sarlo a

la gauchesca, es una relectura del género, asociada a

una línea de interpretaciones políticas que lo postulan

como forma de indagación de la historia del país y del

discurso nacional.42 Ésta es, además, la misma lectura

que Lamborghini efectúa sobre el tango (la del revisio-

nismo histórico) y que le permite, en “Payada”, la varia-

ción ornamental de una figura, la del amurado, y su tras-

lación del poema como un discurso de la identidad, de la

nacionalidad. Éste va a ser un dato muy importante para

las lecturas posteriores de Las patas en las fuentes, e in-

clusive para la ubicación que el mismo Lamborghini bus-

que hacer de su texto en el sistema poético argentino.

Por último, otra de las críticas periodísticas, que apa-

recen reproducidas en la contratapa del libro, también

hace alusión a esta relación del texto de Lamborghini

con la gauchesca: “ ‘Las patas en las fuentes’, como ‘Mar-

tín Fierro’ es mucho más que un poema, –dice Osiris

Chierico en Confirmado–, una construcción literaria, un

elemento referencial histórico.” Acá Chierico se refiere

claramente a la ideología sobre lo literario presente en

ambos textos (constituirse como “un elemento referencial

histórico”) en una versión que tiene sus puntos de con-

tacto con la idea de literatura como testimonio.

Todos estos prólogos y comentarios son, en realidad,

una lectura del texto de Lamborghini que no escapa a

un gesto de época. La homologación que hace Sebreli

entre gauchesca y tango está presente en los análisis

que de estos dos géneros hizo el revisionismo histórico,

incluido por otra parte en el linaje que él mismo arma, a

partir de la figura de Arturo Jauretche.

La relación del texto con la poesía gauchesca no sería

posible, en realidad, fuera de este proceso crítico que

rodea la aparición de la serie. Lo único que queda como

índice probado (exclusivo) del género es el tópico de la

guitarra: “esta guitarra cae ya/ volcada de mi alma/ su

última nota/ espera” (21). Éste se presenta como una

huella y funciona, en tanto hipograma, como un clisé, ya

que es una de las zonas más codificadas en la tradición

Page 33: Variaciones Vanguardistas La Poetica de Leonidas Lamborghini

6968

tema completo faltan aquellos sentidos que implica otro

de los significantes del tango: anclao. Además zarpa,

como significante retomado en el primer poema de la

serie, varía la lógica del término en el tango, ya que no

se asocia al recuerdo, sino a su imposibilidad: “el lejano:

una zarpa/ del recuerdo/ en una calle que no/ recuerda/

que no ve” (61). Esta variación de la lógica del tango se

logra alterando los sujetos; el que zarpa ya no es el per-

sonaje del tango, sino el recuerdo. El significante anclao

será el que cierre la serie y la lógica que lo articula en el

tango está presente en una de las variaciones internas:

“el ancla anclada/ en la nieve que no cae: que/ está en el

que está/ varado/ sin saber si/ quién sabe” (71).

Los poemas restantes, también están construidos a

partir de la recuperación de significantes del tango a

modo de detalles: ventana, nieve, puñal, volver, noche,

curtir, ancla, cambiado, etc. La agrupación de estos

hipogramas (grillas metonímicas) convertidos en “célu-

las generadoras”, produce nuevos textos que se mueven

dentro de la lógica del tema de “Anclao en París”, o la

desplazan, como ya se vio con respecto al poema inicial.

Si en el tango estos significantes dependían necesa-

riamente del tema central –la evocación desde un lugar

lejano– porque su función era la construcción del relato,

ahora, en el texto de Lamborghini adquieren autonomía,

tienen su propio desarrollo.

Estas microestructuras cuasi independientes son las

que hacen pensar en una escritura minimalista del tema

propuesto por Cadícamo en “Anclao en París”. Cada

significante es separado de la totalidad y ésta desapa-

rece, se desgrana, no sólo porque se abandona el relato,

como ya se dijo, sino por la forma de segmentación de la

lado del campo amoroso al campo político, sin que el cli-

sé, en este caso, pierda su contexto original.

2- Segunda variación del tango

En Verme y 11 reescrituras de Discépolo, Lamborghini

retoma el tango para realizar una operación de varia-

ción muy diferente a la efectuada en “Payada”. En este

último poema, el tango es recuperado para actualizar

su imaginario y cuando aparecen variaciones de algu-

nos de sus versos se encuadran en este gesto de lectura.

Ahora el tango aparecerá a partir de las letras concre-

tas, pero éstas parecen estar separadas de la tradición

del género.

Uno de los textos del libro, “Zarpa”, compuesto de

nueve poemas, varía una y otra vez el tango “Anclao en

París” de Cadícamo. Este tango puede ser resuelto en

una frase o tema: la evocación de la ciudad de Buenos

Aires, desde París; la evocación nostálgica del exiliado.43

“Zarpa” de Lamborghini, en cambio, no puede leerse a

partir de un solo tema, que se despliega de distintas

formas, al modo de la variación ornamental, sino que

está construido como una variación amplificativa o li-

bre.44 La fragmentación, el corte de la sintaxis y las re-

laciones innovadoras de los términos –que provienen en

su totalidad de la letra del tango– son lo que hace que el

texto previo sea casi irreconocible.

El tema del tango retomado aparece a través de un

significante que es el que le da título a todo el poema y

lo relaciona con su original: zarpa. “Zarpar” es un frag-

mento del tema del tango, ya que para que estuviese el

Page 34: Variaciones Vanguardistas La Poetica de Leonidas Lamborghini

7170

porciona sentidos diferentes y hasta contradictorios, en

el caso de la secuencia de poemas que aparece en Verme y

11 reescrituras de Discépolo bajo el título “La distorsión

cambia la hache”, habría que pensar el ejercicio de la

variación sólo a partir de la primera de estas relaciones.

De los once textos que componen esta sección del li-

bro, ocho están construidos a la manera de “Zarpa”.46

Los pre-textos son siempre letras de Enrique Santos

Discépolo. El procedimiento básico es el corte de la fra-

se matriz que otra vez permite postular una escritura

de tipo minimalista, hecha de segmentos que escamo-

tean el sentido del original y del nuevo texto. Esto se ve

con claridad en “Reina”, cuyo texto previo es “Confe-

sión”,47 tango con letra de Discépolo y Luis César

Amadori: “Reina: hecha/ de sol. de verás./ de hacerme./

(...) / Reina: hecha/ de pa’. de/ ibas. de lejos./ de hoy. de

mi. de/ mirarte” (35).

El corte y la fuerte alteración sintáctica que permi-

ten la variación como distorsión del otro texto, se leen

aquí con claridad en la construcción de los atributos de

la mujer. El primer modificador del participio guarda

cierta pertinencia en cuanto “sol” está asociado en “Con-

fesión” a la figura amada –“Sol de mi vida”// Ibas linda

como un sol”–; a partir de ahí se produce un efecto de

indefinición de los atributos, porque las construcciones

serán mucho más complejas, más extrañas e inclusive

algunas violarán la gramática: “hecha/ de pa’. de/ ibas.”

Las formas de la variación producidas por el uso de

este procedimiento son, como efectos de lectura, múlti-

ples. En algunos casos como en el citado, el relato des-

aparece por completo. La desaparición del relato va

acompañada de la pérdida del ritmo y de los tonos del

frase inicial: “la ventana. los tonos./ las pupilas./ la que

contempla: la/ ventana” (62). Cada significante aislado,

entonces, y puesto en el mismo nivel que los otros; cada

significante puesto en escena como un detalle de un dis-

curso mayor que a su vez será rodeado de otros signifi-

cados, a partir de mutaciones mínimas: “lo que la venta-

na/ contempla: lo/ muriente” (62). Así, los antiguos

circunstanciales –“sobre mi ventana”–, se transforman en

sujetos; los antiguos calificativos –“tonos murientes”–, en

objetos del texto, simplemente cortando la frase origi-

nal y alterando la sintaxis.

Este tipo de escritura, como la música minimalista,

ensaya combinaciones a partir de una extrema econo-

mía de medios y del uso de pequeñas células de sentido,

que al repetirse dan una textura monótona al poema, a

pesar del movimiento continuo.45 De este modo, se gene-

ra un fraseo que ya había aparecido en ciertos poemas

de El Riseñor (1975), tales como “en el camino su (una

epopeya de la identidad)”, que varía la Marcha Peronista

y el Himno Nacional Argentino.

Pero más allá del uso de determinadas técnicas que

producen texturas similares, lo que une a estos poemas

es la identidad de la variación como distorsión. En 1975

Lamborghini encabeza su libro con un epígrafe que dice

“asumir la distorsión,/ asimilarla/ y devolverla multipli-

cadamente”; en Verme y 11 reescrituras de Discépolo

aparecen once poemas bajo el título “La distorsión cam-

bia la hache”.

Sin embargo, mientras que en el poema mencionado

de El Riseñor habría que pensar el ejercicio de la distor-

sión a partir de dos relaciones, la del autor con el texto

retomado y la de éste con la realidad política que le pro-

Page 35: Variaciones Vanguardistas La Poetica de Leonidas Lamborghini

7372

Otros dos casos en los que la variación adquiere mo-

dalidades diferentes son “La muerte del fakir” y “La

muerte del amor”.50 En ambos textos se pueden leer las

líneas fundamentales del relato, tal como aparece en el

tango. La variación podría interpretarse casi como un

traslado de un sistema semiótico a otro, dado el nuevo

armado a partir de escenas. Desde un texto fundamen-

talmente oral como el tango, se construye otro en el que

el componente visual se privilegia. En el primer caso, el

relato se sintetiza en tres acciones:

La risa de las cosas

que soñara el fakir en el pasado

mira al fakir.

El fakir se planta

para mirarla: a un paso.

–Plantarse aquí–

Pero el fakir cachado por la risa

de las cosas

que soñara

da un paso más:

y muere de la risa. (33)

Se toma, entonces, un atributo que en el tango apare-

ce a modo de imagen del personaje –“Pa’ que seguir así/

padeciendo a lo fakir”– para transformarlo en sujeto del

nuevo texto –tal como sucedía en “Reina”– y se invierte

la lógica del tango a partir de la introducción de un tér-

mino inexistente en el texto original, “risa”, que sólo

puede pensarse como derivación de “mueca” –“Somos la

mueca de lo que soñamos ser”–. En “La muerte del amor”,

el gesto de borramiento del personaje del tango es aún

más fuerte. Desaparece el sujeto femenino que increpa

tango: confesión y lamento. Junto con la eliminación del

sujeto del tango, se borra uno de los rasgos esenciales

de su poética, la sentencia.

En otros casos, sin embargo, el texto está construido

de tal manera que el efecto de lectura es más apegado al

tango que varía, ya que el texto original no queda redu-

cido a restos lingüísticos como en el caso de “Reina” que

extrema un procedimiento. En “El fallo de la suerte”,

cuyo texto original es “Yira, yira...”,48 se mantiene el nú-

cleo semántico principal del tango, la espera, a pesar de

que el relato casi desaparece. En el poema de Lambor-

ghini el sujeto y el objeto de la espera absorben atribu-

tos que aparecen en el tango como no propios: giran, la-

dran, son sordos y ciegos. La acción se traslada al que

sería el sujeto del tango y a su objeto simultáneamente.

De esta manera la sentencia varía ornamentalmente,

conserva su significado pero dicho de otra manera: “El

que espera/ y lo que espera el que espera/ giran. Y la-

dran/ hasta quedar secos”(34). Este cierre del poema es

una traducción, una interpretación en otro código del

estribillo del tango.

Pero la variación más compleja se da a otro nivel. “El

fallo de la suerte” retoma el significante que da título al

tango y que se repite a través del estribillo: yira / gira.

El significante se despliega temáticamente como en el

original, e inclusive con el mismo significado: el trans-

currir ineludible de las cosas o el destino.49 Pero ade-

más este significante se traslada al centro del texto,

transformándose en un procedimiento que le da cuerpo,

ya que los términos giran en el poema y los atributos no

son fijos así como tampoco lo son sujeto y objeto de la

enunciación.

Page 36: Variaciones Vanguardistas La Poetica de Leonidas Lamborghini

7574

la hache”. La variación libre asume cabalmente en es-

tos textos la forma de la distorsión. El primer gesto en

este sentido está en los títulos que son en realidad una

variación desde el plano estrictamente fónico del título

del tango. El final de los tres títulos (a/ la/ hache) man-

tiene las resonancias del original. Pero además de este

trabajo de segmentación, la distorsión, que es el núcleo

ideológico fundamental del tango, aparece trasladada es-

trictamente al plano ortográfico: “La distorsión llama a

la h. febril. vamo’. el/ llamado o llama-hado. el llama-

hola. es/ igual. vamo’. febril. el llama –¿hola?. igual es”

(37), o bien en el poema número 6: “La distorsión borra

la h:/ a abido borra a ha habido. Erida borra a/ herida.

Onrao borra a honrao” (39).

El núcleo ideológico del tango, la distorsión del mun-

do y de la moral y dos de sus núcleos semánticos –“es lo

mismo” y “mezclaos”– son retomados en los poemas de

Lamborghini y sometidos a un fuerte proceso de traduc-

ción. Ambos están dichos por el juego ortográfico, pero

también están cuestionados por este mismo juego. La

distorsión, planteada antes en términos de moral, te-

máticamente, se traslada ahora a la escritura y más

precisamente a la falta de definición ortográfica; hay un

alejamiento, entonces, del contexto original porque des-

aparecen –como en la mayor parte de los poemas de Ver-

me y 11 reescrituras...– los elementos descriptivos y el

sujeto que sentencia. La distorsión pierde su tensión ha-

cia el exterior y se vuelve sobre sí misma, pasa de ser

un núcleo ideológico a ser un núcleo formal-semántico.

Sólo queda en escena la escritura como una forma de la

distorsión.

en “Qué vachaché” y se jerarquizan dos sujetos alterna-

tivos: el amor y un disfrazado, convirtiéndolos en los per-

sonajes que articularán las tres escenas del poema: “El

Amor/ nadando en la sopa/ cuenta monedas/ –plata/ –

plata/ –plata./ Un disfrazado/ sin carnaval/ pasa comien-

do/ tajadas de aire y dice/ que va a arreglar/ el mundo./

–Pero no tiene colchón–/ El Amor/ lo llama. Y el disfra-

zado/ le dice tanta/ pavada/ que el Amor/ se ahoga en la

sopa” (45).

Tanto en “El fallo de la suerte” como en estos dos úl-

timos poemas, se pierde el sujeto del tango: el otario que

sentencia en “Yira, yira...”, el suicida en “Tres esperan-

zas” y la mujer que abandona e increpa en “Qué

vachaché”. Junto con el sujeto del tango se diluyen sus

tonos.

La eliminación del sujeto del tango es en estos poe-

mas una constante y posibilita la variación como distor-

sión, ya sea transformando antiguos objetos en sujetos

(la espera, el objeto de la espera), o creando un sujeto

que se distancia, que no está comprometido en la acción

o en la sentencia, lo que produce en el lector un efecto

de extrañamiento: se accede al relato del tango como

espectador.

Si se leyesen conjuntamente “Payada” y estos poemas

de Verme y 11 reescrituras de Discépolo, se podría tra-

zar una línea que va desde el tango como cantera temá-

tica, o como imaginario al que se recurre directamente

para decir otra cosa, hasta el tango como escritura.

Este gesto, esta nueva postura ante la variación del

tango, se lee con mayor claridad en los tres poemas que

varían “Cambalache”:51 “La distorsión llama a la hache”,

“La distorsión cambia la hache” y “La distorsión borra

Page 37: Variaciones Vanguardistas La Poetica de Leonidas Lamborghini

7776

vuelve sobre aquella disposición de las voces, las gran-

des voces de la gauchesca –sus largas tiradas de ver-

sos– y las minimaliza.

“el Sabio Blanco y el Sabio Negro. el Sabio Negro y el

Sabio Blanco”, poema de El Riseñor, focaliza el ejercicio

de la variación sobre la famosa payada entre Fierro y el

Moreno, la del canto XXX del Martín Fierro de José

Hernández. Elige, entonces, la zona privilegiada del can-

to, la del contrapunto, que sólo se recupera desde el tí-

tulo, por la alternancia de los nombres, ya que los

payadores desaparecen bajo una nueva figura, la del na-

rrador. Éste transforma sus voces en fragmentos incom-

pletos de lo que eran, las cita a partir de una nueva

combinatoria: “al momento./ el Sabio Negro con un an-

zuelo tragado. con una sonda./ el Sabio Negro que sabe

del oro del hierro de los volcanes./ el Sabio Negro que

sabe de los peces de los vientos del/ Cojo”(40). Lo oral

aparece como un resto incrustado en el discurso del na-

rrador: “el Sabio Negro con un anzuelo tragado. con una

sonda/ introducida experimentado por el Sabio Blanco:/

–lloran cuando caen. cantan/ cuando cantan”(41). Si la

payada del Martín Fierro es la parte más artificial del

poema (en donde los gauchos ignorantes se convierten en

gauchos sabios) la reescritura de Lamborghini trabaja

sobre este giro y lo refuerza convirtiendo la dificultad de

las preguntas y los argumentos en ilegibilidad: “–es el

dolor de la Madre. Tanta. de la Gallina/ que hace nacer

los huevos: diez. Tanta. de la madre del Cojo./ de la ma-

dre que brama en los volcanes cuando hace nacer./ Tanta.

Tanta. es el dolor de los que gimen: de las cuerdas”(41).

Obviamente lo anulado es la sabiduría de los gau-

chos. Todos los argumentos están deconstruidos o incom-

Si “Payada” no proponía un cuestionamiento del tan-

go como género, sino un simple traslado ornamental de

su imaginario de un ámbito privado a uno público, estos

textos de Verme y 11 reescrituras de Discépolo parecen

construirse en sentido contrario. Desde “Zarpa”, “La

muerte del fakir”, “La muerte del Amor” y “El fallo de la

suerte” por ejemplo, hasta “La distorsión llama a la

hache”, “La distorsión cambia la hache” y “La distorsión

borra la hache”, puede leerse la variación del tango como

una modalidad de la distorsión. Acá Lamborghini está

refutando una forma de escritura: elimina de distintas

maneras sus relatos más cristalizados, borra al sujeto

del tango y se distancia de sus tonos; elimina la trama

que permite reconocer al género.

El tango, en estos casos, no es utilizado como texto

paralelo para decir otras cosas, sino que está escamo-

teado. El proceso de reconstrucción del modelo que el

lector debe hacer es mucho más complejo. Se trata de

leer restos, resonancias. Se trata de trabajar en contra

de la desaparición de ese primer texto para poder cote-

jarlos y ver las operaciones de refutación ejercidas so-

bre el mismo.

3- Segunda variación de la poesía gauchesca

La distorsión de las marcas del género en la serie de

El Solicitante Descolocado no impidió, de todas mane-

ras, que en su época sea leído como un texto cercano a la

gauchesca. Allí, al menos, había dos voces en diálogo y

quedaba como testigo del ejercicio de reescritura el tó-

pico de la guitarra. Cinco años después Lamborghini

Page 38: Variaciones Vanguardistas La Poetica de Leonidas Lamborghini

7978

Peregrinación”, multiplicando su efecto de su sentido.

Esto a nivel de interpretación del texto original. Sin em-

bargo, la operación elegida hace pensar en un movimien-

to contrario, de apertura, ya que un mismo significante

se escribe de diversas formas y proporciona nuevos sig-

nificados a partir de la repetición y la acumulación: “...los

lagrimones...//...las últimas/ poblaciones...// ...los pobla-

dores/ de las últimas/ poblaciones...// ...los lagrimones/

de los pobladores/ de las últimas/ poblaciones/ rodan-

do... //”(48).

El procedimiento consiste en retomar un significante

repitiéndolo, cambiando su posición en la frase, su je-

rarquía sintáctica. El tema continúa desplegándose, con

el agregado de nuevos términos, cuyo desarrollo adquie-

re mayor libertad con respecto al texto original:

“...tropillas/ de pisadas/ de/ pieses...// ...olfatiando...//

...perdiendo/ el rumbo...// ...perdiéndose...// ...tratando/

de rumbiar...// ...tantiando/ en ese desierto/ o casi nada

o/ nada...// ...y/ sin porrón...” (55). Última frontera y de-

sierto, serán de este modo, los dos términos que, ade-

más de desplegarse en el texto, se convierten en núcleos

semánticos que permiten la apertura hacia instancias

que no están en el original: extrañeza – soledad/ Los

perdidos – los que no ven – los que no desean – los que

no entienden – los que no recuerdan.

Pero además de la aparición de sentidos ausentes en

el original, “La Peregrinación” postula otro final que el

del texto de Hernández. Si en este último el narrador no

sabe el final de los dos gauchos, abriendo un espacio de

indefinición que dará lugar a la segunda parte del libro,

en el poema de Lamborghini este espacio se cierra, al

optar por uno de los significantes – perdiéndose, perdi-

pletos, en un gesto que parece situar al escritor como el

que desafía, el que “esperimenta” a los dos gauchos, o a

los lectores de la payada como Fierro al Moreno: “pero

doy gracias al Cielo/ porque puedo en la ocasión/ toparme

con un cantor/ que esperimente a este negro” (v. 3979-

3982; “La Vuelta...”).

Años después, en Verme y 11 reescrituras de Discépolo,

el Martín Fierro reaparecerá como texto previo en “La

Peregrinación”, a partir de segmentos de otra de sus

zonas más difundidas: el cierre de la primera parte.52

También en este caso, como en las reescrituras del tan-

go que forman parte del mismo libro, se detecta la des-

aparición del sujeto narrador que articula el texto origi-

nal, de sus personajes y de los elementos descriptivos

del relato. Sólo quedan ciertos significantes, a partir de

los cuales operará la variación. Éstos están separados

del poema, de tal modo que adquieren otra jerarquía y

generalizan su sentido postulando una lectura paradig-

mática.

La separación de los significantes es lo que permite

la variación amplificativa como rotación permanente de

los términos en el nuevo texto, en un movimiento cons-

tante de apertura por derivación múltiple: poblaciones –

pobladores – poblados (como sustantivo y adjetivo) – des-

poblados./ Tropilla – atropillado. A este primer fenómeno

de derivación casi fónica, se agrega otro que se podría

caracterizar como gramatical, ya que un mismo atribu-

to se despliega y cubre distintos objetos: últimas pobla-

ciones/ últimas miradas/ últimos pobladores/ últimas

caras/ última frontera/. El sentido de cierre del adjetivo

“últimas” en el Martín Fierro se expande de esta forma,

hacia todos los objetos del mismo retomados en “La

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8180

4- Segunda variación del discurso político: el pe-

ronismo

(himnos)

En “en el camino su (una epopeya de la identidad)”

Lamborghini varía dos discursos que tienen que ver con

la creación de colectivos de identificación en la Argenti-

na, uno de índole particular, la Marcha Peronista y otro

de índole general, el Himno Nacional Argentino.

Los poemas 1 y 3 de esta secuencia, son la puesta en

escena de lo que en otras estampas será trabajo sobre

los discursos concretos. El primero presenta a un perso-

naje, el extraviado, el que no sabe ni quién es, ni dónde

está; el segundo, al loco que trata de entender sus pro-

pias palabras.53 Ambos poemas arman además un juego

de espejos, de dobles: el extraviado que lee su propio

nombre y ve su propia foto en la sección de extraviados

y no se reconoce, el loco que habla con otro y es él mis-

mo. Estos textos tematizan el movimiento doble que se

da entre reconocimiento e identidad, que se trasladará

también a los poemas que retoman el Himno Nacional

Argentino y la Marcha Peronista: “y me reconozco pero

no/ me identifico/ en lo que está.” (22)

En los primeros versos del poema 2, se da el cuestio-

namiento del camino (que es el camino de Perón, a imi-

tar en la Marcha):54 “cuál/ cual es el camino en ese pun-

to/ donde uno está sólo/ pregunté” (11), a partir de un

anuncio de entrada y salida del personaje que se repeti-

rá a lo largo de todo el texto, “y salgo y entro”, funcio-

nando como acercamiento y toma de distancia de la ver-

dad desplegada en la Marcha Peronista, como doble gesto

de identificación y no identificación. La identidad (que

dos –, que aparecerá como negación en la “Vuelta de Mar-

tín Fierro”: “Pobre de aquél que se pierde/ O que su rumbo

estravea!”. En otro sentido, el relato de la vuelta del

personaje de Hernández se articula a partir de tres su-

puestos: el haber visto, el recordar y el entender, que

están invertidos en el poema de Lamborghini: “...acos-

tumbrándose/ a no ya/ verse/ a no verse ya’...// ...a ya no

ver...” (56); “acostumbrándose/ a no/ ya recordar...” (58)

y por último: “...a ya no/ entender/ ni ya entenderse...”

(59). La opción por el significante perdidos es la que

permite esta resolución, ya que se retoma uno de los

modos de relatar el exilio, el de la poesía gauchesca, y se

cierra la posibilidad de retorno.

Así, en este caso, puede pensarse también la varia-

ción como un modo de actualización, tal como sucedía

con el uso del tango en “Payada”, aunque con resolucio-

nes muy distintas.

Con respecto a la gauchesca, entonces, y retomando

la cuestión del itinerario poético de Lamborghini, es

posible leer, en el trayecto que va desde “Payada” a “La

Peregrinación”, una operación paralela a la ejercida so-

bre el tango. Si en el primero de los poemas menciona-

dos aparecen algunos de los rasgos del género, los tonos

y el contrapunto (aunque la modalidad sea la distorsión),

en esta segunda instancia de la variación se postula una

nueva escritura del género, que no se aleja, paradójica-

mente, de sus términos. La gauchesca está en este sen-

tido desnaturalizada, privada de sus identidades y pro-

porcionando solamente significantes (como lo podría ha-

cer cualquier otro texto).

Page 40: Variaciones Vanguardistas La Poetica de Leonidas Lamborghini

8382

aparece claramente en la letra de la Marcha) se postula

como una búsqueda y, entonces, el extraviado, rastrea

indicios para ubicarse, intenta rearmar el mapa –en este

caso discursivo– a partir de la indagación sobre cada

uno de los significantes que formaban una trama cerra-

da en la Marcha Peronista.

El recorrido supone una serie de desplazamientos: si

en el original lo que se combate es el capital y el gran

conductor es Perón, ahora estas instancias serán some-

tidas a la interrogación: “en el camino su lo que está. lo

que conduce: la realidad/ de lo que identifica en el com-

bate: lo que se combate. y /gritemos de: lo que vive. el

corazón de lo que vive en/ el combate y que/ conduce: la

identidad (...)”.55

El combate de la Marcha Peronista es, en el poema de

Lamborghini, “lo que se combate”, pero también “lo que

vive en el combate” es lo que conduce a la identidad;

mientras que Perón será suplantado como conductor por

la realidad. Esta relación Perón/ realidad vuelve a pre-

sentarse en otras secuencias del poema: “en el camino

su el sos que /conduce lo que la realidad da/ dad./ lo que

la igualdad da” (13). La variación en este caso pone a

Perón (no mencionado en todo el poema) como conduc-

tor de lo que la realidad hace, no como transformador,

carácter que sí posee en la Marcha.

En otros casos la conducción se particularizará aún

más: “lo que conduce en el/ sueño del combate:/ los prin-

cipios del san. viva” (18). Al sujeto de la conducción que

ya aparecía en una cita anterior, el combate, se le agre-

ga ahora un objeto: la utopía de “la Patria Grande con

que San Martín soñó”.

La distorsión hasta aquí tiene que ver entonces con

el cuestionamiento de la conducción –no negada pero sí

suplantada en el ejercicio de corte y rotación de los

significantes– y con la creación de un colectivo de iden-

tificación que genera oposiciones, a partir de un signifi-

cante, combate, que era una de las instancias de unidad

de la Marcha. Los signos, que antes eran propios de la

unidad, ahora se multiplicarán cuestionándola.

Otra de las constelaciones que arma el texto de Lam-

borghini produce una nueva combinatoria entre anti-

guos términos de la Marcha, realidad/ sueño/ combate /

identidad: “el combate sin cesar/ de lo que es en el sueño

y/ siguiendo en/ la realidad/ que fue soñada y es en/ los

principios” (17). La verdadera articulación entre reali-

dad y sueño, es decir la formulación de la utopía, se dio

en el pasado –dice el poema–, en los principios del pero-

nismo que serán los que conservan la identidad busca-

da, y se está dando en el presente: “el que es en el sueño

efectivo que trabaja en/ la realidad./ la realidad efecti-

va que trabaja en/ el sueño” (15/16). El resguardo de la

utopía se plantea en este movimiento dialéctico al que

los versos hacen referencia y se relaciona directamente

con la existencia del combate: “lo que conduce el/ sueño

en/ la realidad y/ la realidad en/ el sueño: el combate. los

principios del/ combate: sin cesar y/ siguiendo” (18). El

combate se da por la utopía y tiene dos caras: “el comba-

te combatiendo: el sueño/ que es soñado y fue y entra en/

la realidad y/ sale” (20). El combate como identidad en-

tonces, como se dijo antes, pero también los que luchan

contra ese combate.

El texto de Lamborghini se va armando de este modo

como un tejido, como una trama en la que cada signifi-

cante reformula su carácter de ideología, mostrando las

Page 41: Variaciones Vanguardistas La Poetica de Leonidas Lamborghini

8584

distintas significaciones que la tensión hacia el exterior

le proporciona, porque el material retomado tiene una

fuerte impronta histórica. El poema expone, justamen-

te, el trabajo sobre la historicidad, sobre las modifica-

ciones que produce en el discurso peronista la realidad

política argentina.

Que el combate aparezca como eje de algunas de las

secuencias que se producen a partir de la variación, y

que arme una nueva combinatoria de los sentidos de la

Marcha Peronista, tiene una carga de sentido muy im-

portante en el año 1975, cuando la lucha armada ya te-

nía una larga historia y había comenzado el exterminio

por parte de los militares. En el año 1975 ya había

desaparecidos y la identidad de vencedores y vencidos

era una certeza a unos meses del golpe de estado de los

militares.

En el año 1975, las identidades dentro del peronismo

estaban muy escindidas y podrían describirse como po-

siciones inconciliables; desde uno de los sectores, el que

rescata la utopía como necesidad de articulación entre

el sueño de la patria grande y la realidad, Lamborghini

cuestiona la identidad del peronismo y, haciéndolo, cues-

tiona su propia identidad.

La variación, en este caso, da cuenta de las escisio-

nes de la identidad, da cuenta de las distorsiones a las

que se ve sometida la Marcha Peronista como texto de

la unidad, en el año 1975.56

En la parte 4 de este extenso poema, el texto variado

es de mayor alcance en lo que respecta al colectivo de

identificación: el Himno Nacional Argentino. El cambio

de los términos en la sintaxis de la frase funciona en

este caso como alterador de todo el sentido del texto ori-

ginal. Así del “Oíd mortales el grito sagrado”, se pasa en

el texto de Lamborghini a “Oíd lo mortal” (25), en una

variación en la que el sujeto se transforma en objeto. Lo

mortal, además, está relacionado al poder: “(..) oímos el

ruido de lo mortal/ en el trono.(...)” (26), operación lógi-

ca si se piensa, por ejemplo, en las relaciones entre el

poder oficial y la Triple A (Alianza Anticomunista Ar-

gentina), que se propone impedir el desarrollo político

de la izquierda peronista.57

Este simple trastocamiento de los antiguos sujetos

en objetos es lo que permite leer en el poema de

Lamborghini el presente, como subversión del texto pa-

sado. En el año 1975 los tiranos vuelven a ser los opre-

sores y los mortales en vez de ser los triunfadores serán

los derrotados, en un proceso en el que se diseña el gol-

pe de estado del año 1976.

“en el camino su....” es un largo texto que se escribe

sobre el o los límites de la identidad peronista, y de la

identidad nacional. Por estas razones, en el poema 5 “epi-

sodio de la Mole”, último de esta serie se lee: “el nombre

de la identidad: vértigo/ el nombre de la identidad: abis-

mo. y eco del eco” (29).58 La identidad es una instancia a

construir; no estará dada en una sola voz o texto a modo

de origen, sino en la traducción de los mismos, que im-

plica no sólo recortes, sino también distorsiones con res-

pecto al sentido original.59

Muchos años después, en Perón en Caracas (1999) será

el líder el que pone en cuestión lo enunciado en la Mar-

cha Peronista, como un costado más de la ambigüedad

de sus enunciados: “–...¿Todos unidos triunfaremos?...

(corto silencio y agrega después) ...bueno, todo es una

Page 42: Variaciones Vanguardistas La Poetica de Leonidas Lamborghini

8786

manera de decir... Todo puede ser uno... Uno destinado

a modificar el curso de la Historia... Uno al que acompa-

ñan todos ...hasta donde quieran acompañarlo ...el Todo

que es el Líder” (25).

(modos del relato)

Además del montaje de consignas que permite en El

Solicitante Descolocado la aparición del discurso

peronista y su cruce con otros discursos provenientes

de la izquierda tradicional; además de poner a prueba y

cuestionar la certeza de todos y cada uno de los signifi-

cantes de la Marcha Peronista, la variación de este dis-

curso político –central en los textos de Lamborghini–

también se ejercerá sobre los modos en que se relataron

los orígenes del movimiento.

La Razón de mi Vida60 de Eva Duarte de Perón es uno

de los textos canónicos del peronismo y uno de los elegi-

dos por Lamborghini para ejercer su variación sobre los

modos del relato. Si bien es una falacia medir “literaria-

mente” el texto de Eva, porque no intenta ser una “obra

literaria”, sí es válido revisar a qué formas e imágenes

de la tradición apela, que son por otra parte, las que le

dan un alto grado de legibilidad en el momento de su

publicación.

En principio habría que hablar de una forma de es-

tructurar el texto que tiene sus antecedentes en la no-

vela romántica, como la historia de “una humilde pro-

vinciana” que lucha en la ciudad hasta llegar a cumplir

un destino importante y en esto tiene mucho que ver el

pretexto permanente de inferioridad y la centralidad de

la figura de Perón, que se transforma junto con la Provi-

dencia en la explicación última del itinerario. En segundo

lugar, y en relación con el género del que se toman prés-

tamos, se podría mencionar un repertorio de imágenes

heredadas del romanticismo tardío, de imágenes abso-

lutamente cristalizadas en el discurso literario argenti-

no del momento: “El encuentro me ha dejado en el cora-

zón una estampa indeleble; y no puedo dejar de pintarla

porque ella señala el comienzo de mi verdadera vida”; o

bien “Yo lo vi aparecer, desde el mirador de mi vieja in-

quietud interior” (30); éstas forman una retórica peculiar

alrededor de la figura amada, lo que explica más acabada-

mente su procedencia del romanticismo epigonal.

Lamborghini en su texto barre con estos dos princi-

pios de la escritura de Eva; las imágenes de La Razón

de mi Vida serán sustituidas por otras armadas a partir

del corte y de las nuevas relaciones entre los términos o

frases que arroja esta operación,61 y la estructura del

texto de Eva Duarte, que tiene que ver con una historia

tradicional, con un principio y un fin, con un modo de

contar homogéneo, también será transformada. “Eva

Perón en la hoguera” cuestiona este modo lineal de na-

rrar, a partir de una sintaxis que insiste en la incom-

pletud, en lo que no termina de decirse, en los vacíos (a

pesar de la repetición permanente de enunciados). Es

justamente esta repetición de enunciados, que van alte-

rando mínimamente su estructura y entonces retocan-

do o agregando significados, la que produce el efecto en

el lector de un texto que se desescribe y vuelve a escri-

birse sucesivamente y por lo tanto de un texto abierto

(efecto que, como ya se ha visto, se repite en las rees-

crituras de Lamborghini).

A la propuesta de un relato homogéneo, entonces, se

superpone la de un relato inacabado, que vuelve a escri-

Page 43: Variaciones Vanguardistas La Poetica de Leonidas Lamborghini

8988

birse repetidas veces. Esto tiene que ver, como ya se dijo

antes, con la consideración de las marcas históricas del

discurso político como material.

La distorsión de los modos del relato peronista, que

también se lee en Las patas en las fuentes, será de suma

importancia para la construcción de un linaje político

en la producción de Lamborghini, ya que permite supe-

rar el relato de los acontecimientos como pasado inmó-

vil que se dio bajo la forma de la estampa o la oda,62 y

proponer –a partir de cortes y cruces discursivos, que

entran en polémica con el discurso político, contempo-

ráneo a la escritura de los textos– la construcción de

una voz distinta, sin solemnidades ni heroismos, con

menos certezas y, a la vez, más radicalizada.

5. Tercera variación de la poesía gauchesca

Durante su exilio en México (1977-1990), Lamborghini

escribe una serie de textos relacionados exclusivamen-

te con la poesía gauchesca, que luego se publicarán bajo

el título general de Tragedias y parodias I.63 En este caso,

todos los poemas parten del registro de lengua del géne-

ro y mantienen la figura del gaucho, aunque sometida a

un grado importante de caricaturización, que se lee con

toda claridad en “Eyaculatoria pa’un gaucho”, de

Estanislao del mate: “(...) ¡Gaucho a-/ rrinconao!/ ¡Gau-

cho bur-/ lao ¡Gaucho flagelao!/ ¿Te’ han puesto al a-/

sador, gaucho? ¡Gaucho/ comido y carcomido!/ ¡Gaucho

ovillao! ¡Gau-/ cho acabao! Te’ han des-/ quisiado’ el mate,

gau-/cho, te lo han enyenao/ ‘e morisquetas, gaucho./

gaucho ‘e la ‘epoca . gau-/ cho epotecao” (37).

La variación opera de un modo absolutamente dife-

rente al que se leía sobre el género en El Solicitante

Descolocado y en “La Peregrinación”; si en estos dos ca-

sos se podía pensar en una lectura política del género

(que suponía el barrimiento de sus marcas principales)

y en una reescritura de una zona del Martín Fierro des-

de una tradición absolutamente ajena, vanguardista,

ahora Lamborghini se sitúa en el interior del género, en

una de sus constituciones históricas y desde allí, parece

leer toda la gauchesca.

La reescritura más notable de este nuevo gesto es la

de “El jolgorio’ e la criación”64 que retoma fragmentos

del primer canto del Martín Fierro y tematiza el acto de

la escritura a partir de la figura –nuevamente– del do-

ble: “y cuando arranca del Aquí: del Aquí me Pongo. Y/

se le parte en dos el cuerpo ’e toraso/ y una mitá era él

mesmo vestidito de’ombre de la ciudá/ y la otra parte

era/ el Gaúcho e’ los Gaúchos con la pilcha de ombre ‘e

las pampas...” (25). Desde esta figura puede entenderse

el ejercicio de variación que Lamborghini hace sobre los

versos del texto original, porque hay –de hecho– una se-

gunda voz (con registro gauchesco y un modo de inter-

pretar ajeno al texto retomado) que funciona como con-

trapunto: “y le’ iban saliendo como agüita e’ manatial...¿Y

ande avería/ un manantial en ese cuarto!”, o bien: “y que

cantando me’ an de’ enterrar cantaba/ ¡y qué avería’ e

cantar un cadáver! ¡oigaló!”. La segunda voz, en parte,

no puede interpretar lo que dice la primera; hace una

lectura literal de lo que dicen los versos del texto de

Hernández, que por literal, es risible. Pero también hay

un proceso de degradación del original, o en todo caso,

de la figura del gaucho Fierro, porque el “¡oigaló!” que

Page 44: Variaciones Vanguardistas La Poetica de Leonidas Lamborghini

9190

cierra la última cita es en la gauchesca una “expresión

reducida de ¡óiganle al maula!, o también de ¡óiganle al

duro y se duebla!” algunas de las “frases familiares y

despectivas usadas por los paisanos para aludir a quien

reacciona cobarde o tímidamente después de haberse

mostrado decidido o corajudo”.65

El tratamiento del Martín Fierro es –por primera vez

en la producción de Lamborghini– paródico, porque tal

como lo explica Bajtín, el autor introduce en la palabra

del otro “una orientación ajena” que “entra en hostilida-

des con su dueño primitivo y lo obliga a servir a propó-

sitos totalmente opuestos.”66

Esta segunda voz literal y a la vez polémica, que pone

en clave cómica los versos del Martín Fierro, recuerda a

los diálogos del Pollo y Laguna del Fausto de Estanislao

del Campo, cuando el primero le relata la ópera de Char-

les Gounod y Laguna responde desde el asombro y la

incredulidad. En “El jolgorio’ e la criación”, la segunda

voz pone en suspenso la seriedad (y entonces la veraci-

dad) de lo dicho por Fierro –y éstos son los propósitos

opuestos–, pero también parodia el modo de enuncia-

ción del género: las metáforas se desnudan en su identi-

dad de clisés y se deconstruye, a partir de esta superpo-

sición de voces y del título mismo del poema, la relación

del cantor con el canto, explicitada repetidas veces en el

Martín Fierro: “Vamos dentrando recién/ a la parte más

sentida,/ aunque es todita mi vida/ de males una cade-

na–/ a cada alma dolorida/ le gusta cantar sus penas.”

(6; v. 931-36). La función del “canto” deja de ser el relato

de las desventuras del gaucho, para convertirse en su

contrario, en jolgorio, en fiesta. La voz que lee el Martín

Fierro es la de Estanislao del Campo, o mejor dicho la

que en el Fausto se construyó como voz paródica de la

“alta cultura”; la diferencia es que aquí la parodia se

produce sobre un texto interno al género, sobre la figura

del héroe, sobre sus relatos y hasta sobre sus modos de

enunciación.67

Pero también, de alguna manera, Lamborghini repi-

te la operación del Fausto en el poema del mismo libro

“Vuelo del alma y faconaso’ e Dios”, que reescribe la poe-

sía de San Juan de la Cruz.68 El tópico del ascenso del

alma (la Esposa) en su búsqueda de unión con el Esposo

(Dios), se traduce en términos propios de la gauchesca;

la “herida”, la “llaga” serán el “faconaso”, y la “guarida”

o la “casa sosegada” de San Juan serán “tapera”69:

“–Amigaso, ¿no siente/ en ocasiones/ que’ el alma/ se

le quiere volar/ de la tapera’ el cuerpo?...” (17).

Hay dos procedimientos que equiparan el tratamien-

to del tema culto que hace Lamborghini –su distorsión

como parodia– con el Fausto. Uno de ellos es la hipérbo-

le, que se presenta nítidamente en las versiones del alma

en vuelo en boca de uno de los dos gauchos que dialo-

gan: “–¡Ansina!,/ como un cuete/ dentrando/ en la

imensidá/ e’ la cortina asul....”, o bien: “ –¡Ahijuna!/ con

el alma priparándose/ pa’ su último/ vuelo supersóni-

co...” (17). Además de la exageración (y la inadecuación

genérica) de la imagen, lo hiperbólico está presente en

el uso exclamativo extendido, que se convierte casi en el

único modo de respuesta o de apreciación del objeto,

muchas veces bajo el modo de la interjección (¡Velay!,

¡Ahijuna!). El otro procedimiento común –y ya mencio-

nado– es el del extrañamiento de lo relatado (el amor

místico) bajo un registro cotidiano que da lugar, incluso,

al doble sentido: “–Que la china es atráida/ por tal juerza

Page 45: Variaciones Vanguardistas La Poetica de Leonidas Lamborghini

9392

tremenda,/ que no puede/ dejar de juirse’ al rancho;/ y

que Dios la pinetra...”/ –¡Ah, Gauchaso!” (18).70

Si en El Solicitante descolocado Lamborghini inten-

ta “un gauchesco urbano”, aquí reconstruye los rasgos

sobresalientes del gauchesco histórico, el rural. Los gau-

chos hablan de cosas de gauchos en su registro de len-

gua, pero lo que se pierde es el sentido político del géne-

ro, el que –como explica Angel Rama– desaparece, jus-

tamente, con el Fausto.71

Por eso se recupera una zona de la gauchesca en la

que la parodia está asociada a la polémica, pero tam-

bién a lo risible. Desde este punto también se entiende

la incorporación de Hidalgo, de los inicios del género, en

Tragedias y parodias I; en el poema 9 de “En la laguna”

se lee: “Cielito digo/ que sí,/ que el valor/ es reidor” y se

desarrolla una teoría de la parodia (“–La torva nube/

paisana/ cae/ sobre el pato/ cuacuarón;/ pero el pato/ que

es matiz/ áhi nomás/ se hace perdiz,/ y en el centro/ e’ la

laguna/ áura le cuacuea/ a la luna...”).72 De los cielitos

de Hidalgo queda el rasgo caricaturesco, pero se pierde

el carácter fuertemente advocativo y partidario que los

definió. Sobre el final del texto de Lamborghini apare-

cen, en este sentido, unos versos que remiten concreta-

mente al “Diálogo patriótico interesante”: “–Desde el

prencipio,/ paisano,/ esto ya se equivocó...” (60);73 pero la

descontextualización, produce la pérdida del sentido crí-

tico del texto previo que es incluso analizado como el

que pone sobre el tapete la cuestión de la desigualdad

ante la ley, que luego sería retomada por Hernández en

las figuras de Fierro, de Cruz y de sus hijos.74 El tema

social del poema de Hidalgo, será sustituido por el tema

literario; las luchas, las definiciones son las de

Lamborghini dentro de la gauchesca: “–En el centro/ de

esas aguas,/ entre muchos/ patos riales,/ un pato/

lamborginiesco/ nada/ y cuacuea/ su matiz...” (57), y si

“riales” puede permitir, en este caso, cierta alusión al

contexto de producción del poema de Hidalgo, la distin-

ción, como lucha en el interior del género será la que

cierre el poema: “–En la orilla/ e’ la laguna/ los paisa-

nos/ se disenriedan,/ y juyendo perseguidos/ por el

cuacueo/ del pato” (60).

La distorsión opera sobre el texto canónico de la

gauchesca, el Martín Fierro, pero también de algún modo,

sobre sus orígenes, la poesía de Hidalgo: como si fuese

necesario reescribir toda la tradición de nuevo (despo-

jándose de sus zonas más obturadas y recobrando aque-

llas que se consideran productivas) para que el género

siga funcionando dentro de los modos de la literatura

argentina.

Page 46: Variaciones Vanguardistas La Poetica de Leonidas Lamborghini

9594

Notas

1 La definición de material está tomada de Theodor Adorno, Teo-

ría estética, Barcelona, Ediciones Orbis, Hyspamérica, 1983 [1970];

197: “Material por el contrario es todo aquello de lo que parten los

artistas: todo lo que en palabras, colores, sonidos se les ofrece hasta

llegar a las conexiones del tipo que sea, hasta llegar a las formas de

proceder más desarrolladas respecto del todo: por eso las formas

pueden tornarse en material, como pueden convertirse en todo lo

que se les opone y sobre lo que tienen que decidir.”2 Dice L. Lamborghini: “Ahora la parodia está de moda. Si em-

bargo yo empecé a ejercitarme en la parodia en 1957. En ese mo-

mento pensaba la parodia como payasada. Ahora la pienso comouna relación de contraste y semejanza con un modelo. Como dije en

Circus: “Lo mismo pero parecido”, en Fondebrider, Jorge (reportaje).

op. cit.; 3. Ver también los reportajes que ya se han citado, el de

García Helder y Juan Escobar, y agregar Julio Schvartzman.

“Leónidas Lamborghini ...o la gauchesca urbana”, en Diario La Ca-

pital, Mar del Plata, domingo 25 de septiembre, 1994; 4, y Gustavo

López y Mirta Colágeno. “Leónidas Lamborghini. Para que el cami-

no no sea borrado”, en VOX, Nº 6/7; Bahía Blanca, primavera 1998.

En el Odiseo confinado (Van Riel, 1992) y en Comedieta (Estanislao,

1995) Lamborghini desarrolla una teoría de la parodia como texto

teórico metido dentro de la poesía. En este sentido, retoma y amplía

el gesto que ya había iniciado en 1975 con “El estro paródico”, texto

en prosa incluido en El Riseñor.3 La definición está incluida en el libro Partitas: “PARTITA. Dic-

cionario: ‘Partita equivale a variaciones. Una partita o partida mu-

sical es el juego completo que se hace sobre un tema, variándolo y

transformándolo, melódica, contrapuntística y rítmicamente, lo que

se verifica disponiendo una serie de diversas jugadas o variaciones

que el compositor hace sobre el tema propuesto.’” (9)

4 Esta definición pertenece a Joaquín Zamacois, “III. La Varia-

ción”, en Curso de formas musicales, Barcelona, Labor, 1982; 136.

Ver también sobre el tema:

-Ulrich Michels, “Géneros y formas. Variación”, en Atlas de Mú-

sica I, Madrid, Alianza, 1982; 157.

-Gunther Schuller, “La improvisación”, en El jazz: sus orígenes y

desarrollo, Bs As, Víctor Lerú, 1973.

-Graham Wade, “Tema y variaciones”, en La música y sus for-

mas, Madrid: Atalena, 1982; 50-53.

Si bien esta será la definición asumida por mí de aquí en más, es

importante destacar que el autor también habla –en relación a cier-

tos textos propios– de la operación en términos matemáticos: “Hay

reescrituras que he hecho aplicando ciertas fórmulas de las mate-

máticas de integrales aprendidas en la Facultad. Fórmulas de com-

binaciones sin repetición, con repetición, permutaciones, variacio-

nes”. Daniel García Helder (reportaje), Diario de Poesía, op.cit.; 17.5 Los versos retomados son: “(que, de Neptuno hijo fiero,/ de un

ojo ilustra el orbe de su frente,/ émulo casi del mayor lucero)” (v. 52

y 53) y “pisando la dudosa luz del día.” (v. 73). A partir de estos

términos Lamborghini reconstruye, por oposición, pares ausentes

en el original: de tierra (orbe), celeste y agua (aunque éste apareceen distintos momentos en el original, “Donde espumoso el mar

siciliano”); de duda, fe; de divino, humano. “Ojo” y “frente” se man-

tienen iguales. Ver Episodios, Bs. As., Tierra Baldía, 1980; 63-75.6 En este sentido difiero de los análisis de Daniel Freidemberg

que propone la distorsión como única clave de lectura. Ver “Leónidas

Lamborghini: multiplicar la distorsión”, en “Herencias y cortes. Poé-

ticas de Lamborghini y Gelman”, texto incluido en el tomo 10 coor-

dinado por Susana Cella de Historia y crítica de la literatura argen-

tina. La irrupción de la crítica, Bs. As., Emecé, 1999. Dirección de

Noé Jitrik; 201-209. Carlos Valverde, por su parte, considera que “la

variación no es el único experimento formal en la obra de Leónidas

Lamborghini. Podría decirse que prácticamente cada libro suyo pone

en funcionamiento un dispositivo de escritura diferente (además de

recoger procedimientos previamente utilizados). Ver “Fragmentación

y continuo (Leónidas Lamborghini)”, en Los Lamborghini. Ni “atípicos”

ni “excéntricos”. Bs. As., Colihue, Colección Puñaladas, 2000; 43. La

diferencia, en todo caso, es que yo planteo la variación como una lógi-

ca y como modo de producción de todos los textos de Lamborghini (y

no sólo de aquellos que él ha considerado como tales).

Page 47: Variaciones Vanguardistas La Poetica de Leonidas Lamborghini

9796

7 La intención no es definir los textos de Lamborghini como

pastiches, aunque algunos podrían considerarse como tales. El artí-

culo de Laurette es muy interesante porque plantea las relaciones

en términos semióticos y en este mismo sentido, habla de los proce-

sos de transformación del texto original como traducción.8 Omar Calabrese, “4. Detalle y fragmento”, La era neobarroca,

Madrid, Cátedra, 1987.

Me parece válido aclarar, que no comparto con Calabrese la cir-

cunscripción del fragmento y el detalle, como técnicas, a la pos-mo-

dernidad que él caracteriza como neo-barroca.9 Dice Riffaterre: “Es entonces una paradoja que el texto poético

sea interpretado como un desvío en relación a la norma, (...) no existe

la norma que corresponde a la lengua fijada por las gramáticas y

los diccionarios; el poema está hecho de textos, de fragmentos de

textos integrados con o sin conversión, en un nuevo material. Este

material (palabra más exacta que norma) no es sólo la materia bru-

ta de la lengua, él actualiza las estructuras estilísticas, es un dis-

curso cargado de connotaciones.” La production du texte, París, du

Seuil, 1979; 205-206. Ver también del autor, Sémiotique de la poésie,

París, du Seuil, 1983 [1978].10 Michel Riffaterre. Sémiotique de la poésie. op. cit.; 33. (El des-

tacado no está en el original). No comparto la teoría de Riffaterre

como modo de leer todos los textos de la literatura; en el caso con-

creto de la producción de Leónidas Lamborghini, la puesta del texto

como un juego intertextual se hace evidente porque es uno de los

clivajes más fuertes de su poética.11 Es necesario aclarar en este punto la relación entre ambos

textos. La primera aparición del diálogo entre El Letrista Proscripto

y El Letrista Sesquicentenario data del año 1960 y se encuentra en

Al Público. Diálogos I y II y se mantendrá en el paso siguiente de la

serie, la edición de Las patas en las fuentes de 1965. En el año 1966,

el texto se publicará en forma mimeografiada, como poema autóno-

mo con el nombre de “Payada”, con un prólogo de John William Cooke.

Más adelante el primer monólogo del Letrista Proscripto ingresa

en el texto de Las patas en las fuentes (1968) y desaparece la voz del

Letrista Sesquicentenario.

En la primera edición conjunta de El Solicitante Descolocado

(1971), compuesta por “Las patas en las fuentes”, “La estatua de la

libertad” y “Diez escenas del paciente”, desaparece también la voz

del Letrista Proscripto.

“Payada” volverá a publicarse como un texto autónomo en

Partitas, Bs. As., Corregidor, 1971. De acá en más esta será la edi-

ción que se citará del texto en cuestión, para el cual se adoptará la

designación P. En cuanto a las citas de Las patas en las fuentes, se

harán sobre la edición de Bs. As., Sudestada, 1968. El libro se desig-

nará de aquí en más como PF.12 La variación ejercida sobre el género de la poesía gauchesca

en Las patas en las fuentes y más precisamente en El Solicitante

Descolocado, se analizará más adelante, ya que los monólogos del

Solicitante Descolocado y del Saboteador Arrepentido agregarán

elementos que no están presentes en el contrapunto que luego se

autonomiza con el título “Payada”. En el caso de la variación del

tango en cambio, ambos textos pueden ser equiparados, marcando

algunas diferencias mínimas.13 Josefina Ludmer caracteriza desafío y lamento como los dos

tonos propios de la poesía gauchesca tradicional, que provienen en

realidad del fenómeno de recepción de la voz oída de los payadores.

Ver su libro El género gauchesco. Un tratado sobre la patria, op. cit.;

137. Sobre el tono del consejo en “Payada” de Leónidas Lamborghini

se podrían citar los siguientes versos:

–Yo, por eso,

lo aconsejo bien: volverse sabio

en esta cosa de entender el aparato

y del sentido de la precisión

hacer exacta ciencia

situándose en la acción. (88)

La figura del Letrista del Sesquicentenario, remite por supues-

to a los cientocincuenta años de la Independencia. La instalación

de esta voz junto a la del Letrista Proscripto, significa un gesto de

nueva lectura de este acontecimiento histórico como reinterpretación

(modernización de una voz se podría decir) y como creación de un

linaje que postula una continuidad en el período de la Resistencia

peronista, posterior al golpe de Estado de 1955.14 Josefina Ludmer explica que los dos tonos propios de la

gauchesca, desafío y lamento se trasladan, a través de la milonga,

al tango. Ver op. cit.; 137 y 219. Es interesante, en este sentido, leer

el libro de Noemí Ulla. Tango, rebelión y nostalgia, Bs. As., CEAL,

Colección Capítulo, Serie Sociedad y cultura/12; 1982 [1967], que

ya desde el título está presentando esta doble articulación de la

que se hablaba en el tango.15 Joaquín Zamacois, op. cit.; 137: “La melodía de un tema admi-

Page 48: Variaciones Vanguardistas La Poetica de Leonidas Lamborghini

9998

te ser modificada –ya en su ritmo, ya en su línea de sonidos– sin

que por ello el tema quede desfigurado hasta el punto de no permi-

tir la identificación. Todo estriba en que se acierte a conservar los

puntos básicos de su contexto y de la armonía acompañante. Por

eso, el compositor, en la Variación ornamental, enriquece a volun-

tad el tema –añadiéndole arabescos, figuraciones, escalas, arpegios,

etc– o, por el contrario, elimina del mismo notas accesorias y giros

superfluos, establece nuevos ritmos, cambia el compás, la modali-

dad, el movimiento...; pero mantiene lo fundamental de la melodía,

de la armonización y de la estructura de los períodos y subdi-

visiones.”16 Leónidas Lamborghini, “Payada”, op. cit.; 77: “Ella se fue/ solo

quedé/ Patria en remate/ llorando.”17 El tango de Santos Discépolo dice: “Cuando rajés los tamangos/

buscando ese mango/que te haga morfar/”. Hay otras inclusiones

de versos del tango en El Solicitante Descolocado, como por ejem-

plo: “Yo, el ubicuo Gerente/ devine popular. Coordino y distribuyo

los trabajos/ tomo y obligo”, que procede obviamente del tango “Tomo

y obligo” con letra de Manuel Romero y música de Carlos Gardel:

“Tomo y obligo. Mándese un trago/ de las mujeres mejor no hay que

hablar.” En este caso también se puede leer la re-escritura del tan-go como un deslizamiento del plano amoroso al político.

Otro de los ejemplos remite a “Mi noche triste” de Pascual

Contursi que dice: “Y si vieras la catrera/ cómo se pone cabrera/

cuando no nos ve a los dos.”. El texto de Lamborghini dice: “en mi

soledad/ no se puede confort y/ si vieran mi catrera.” (31).18 Este procedimiento ya se había dado en realidad en el sistema

interno del tango. Carlos Viván, justamente, trabaja sobre el mismo

texto: “Cómo se pianta la vida!/ Cómo rezongan los años!/ Cuántos

fieros desengaños/ nos van abriendo una herida;/ es triste la prima-

vera/ si se vive desteñida.” (“Cómo se pianta la vida”). Pero la varia-

ción más compleja, sin lugar a dudas, es la que se da sobre la letra

del tango “Volver” de Alfredo Lepera. El Solicitante dice: “vuelvo al

mismo lugar. Nunca/ pero se vuelve/ siempre/ siempre// y salgo y

entro y salgo y entro”. El significante volver en el tango está asocia-

do al regreso a los orígenes: el país, el barrio, la mujer amada, etc.

Aquí, en cambio, se relaciona con la posibilidad de comprender el

país (–En este país/ equívoco del equívoco/ de los equívocos/ pre-

gunté./ (...) y salgo/ y entro) y con la entrada y salida del Solicitante

en el mundo del trabajo. Pero además, el significante volver (entrar)

también envía a una consigna política que comienza a utilizarse en

la época de la Resistencia peronista, que es el contexto político de

Las patas en las fuentes: “Volveremos”. Es interesante destacar que

el sintagma “salgo y entro” también se repetirá como estribillo en

la reescritura de la Marcha Peronista, aunque aquí la vuelta ten-

drá que ver con la posibilidad de acercarse a los sentidos desplega-

dos en el texto previo.19 Bastaría pensar al respecto en un tango como “Cambalache”

de Enrique Santos Discépolo.

Noemí Ulla dice que “Discépolo muestra con lucidez una socie-

dad en crisis, en disolución”, “una sociedad carente de afectos y res-

peto por el hombre”, tiñendo a sus personajes de “una convicción de

indiferencia ‘universal’ ante el dolor ‘universal’ ” (op. cit.; 111). Esta

ideología está presente en los textos que estoy analizando de

Lamborghini, que por otra parte también dramatizan una época de

crisis, la que sigue al golpe de Estado de 1955. Sin embargo, y justa-

mente por esta razón, los elementos propios de esta ideología que

se filtra desde ciertos sectores del tango, no son presentados como

universales.20 En “Payada”, como en El Solicitante Descolocado, no aparece,

para articular el tono del desafío, la figura del compadrito, sino la

del amurado, la del abandonado. Esto tiene que ver, en realidad,con el tipo de operación que el texto efectúa sobre el tango como

material. No sólo toma sus imágenes, sino que además las transfor-

ma, les posibilita el manejo de los dos tonos: desafío y lamento. Ade-

más, la aparición del tono del desafío está asociada a la denuncia

política.

Sobre la figura del compadrito en el tango ver:

-Horacio Salas, “La secta del cuchillo y el coraje (Guapos y

compadritos)”, El Tango, Bs. As., Planeta, 1986; 61-73.

-Noemí Ulla, “La exaltación del coraje”, en op. cit.; 59-67.

-Idea Vilariño, Las letras de tango, Bs. As., Schapire, 1965.21 Es muy interesante, en este sentido, leer el artículo de Alejan-

dro Rubio, “El saboteador recalcitrante” que resalta aquellos ele-

mentos discursivos que ponen en duda la lectura política del texto.

A mi modo de ver, esta inquietud tiene una fuerte relación con el

modo en que se lee a Lamborghini en los ’90 y, sobre todo, con la

incorporación que hacen los poetas jóvenes de la producción del autor.

Ver “Dossier Leónidas Lamborghini”, en Diario de Poesía, Nº 38,

invierno 1996; 22.22 Sobre los primeros textos que aparecen en la prensa, antes de

la edición de Operación masacre, como por ejemplo el diálogo con

Page 49: Variaciones Vanguardistas La Poetica de Leonidas Lamborghini

101100

Juan Carlos Livraga “Yo también fui fusilado”, que se publica en

una hoja gremial llamada Revolución Nacional, el 15 de enero de

1957, ver Roberto Ferro (recopilación y prólogo), Rodolfo Walsh. Yo

también fui fusilado. Vuelve la secta del gatillo y la picana y otros

textos, Bs. As., Libros de GenteSur, 1990. Los fragmentos de los so-

brevivientes del fusilamiento de José León Suárez en el poema de

Lamborghini, se encuentran en El Solicitante Descolocado, Bs. As.,

Ediciones de la Flor, 1971; 37-38 y 85-88.23 Sobre la comparación, la metáfora y sus relaciones ver, Luiz

Costa Lima, “Metáfora: do ornato ao transtorno”, en A aguarrás do

tempo, Río de Janeiro, Rocco, 1989; 123-186 y Catherine Kerbrat-

Orecchioni. “Las connotaciones como valores asociados”, en La con-

notación, Bs. As., Hachette, 1983; 122-178.24 Leónidas Lamborghini, “Comer y tragar”, en Circus, Bs. As.,

Libros de Tierra Firme, 1986; 48.25 Leónidas Lamborghini, “El extraño (1)”, en Circus, op. cit.; 42.

Este sería el caso también de otros poemas como “Insistente” (15) y

“El recluso” (21).26 “Seguro de vida”, La canción de Buenos Aires, sin número de

página.27 Este aspecto de la variación sintáctica puede identificarse en

“Ocultaciones”, Circus; 33: “Como el que/ se esconde/ en sí mismo.//

Como el que/ se esconde/ de sí mismo./ Como el que/ se esconde/ a sí

mismo.// Como el que/ no sé/ y se esconde/ así.” Otras veces es un

juego de palabras lo que permite la variación, como en “Clown”, poe-

ma de Circus (11), en donde a partir del sonido se establece una

relación entre los verbos “estila” y “destila”, o en “El mendigo” de

Episodios (29), en donde lo relacionado son los sustantivos “temor”

y “temblor”.28 Leónidas Lamborghini, “Tres gags en la pared”, Circus; 31.29 Omar Calabrese, op. cit.; 60. Las otras dos características de

la estética de la repetición en sus usos más contemporáneos son,

según el autor, la variación organizada y la irregularidad regulada

que define el ritmo frenético.30 Es interesante destacar que el mismo Lamborghini menciona

como origen del modo de dramatización de las voces a T. S. Eliot y

no a la poesía gauchesca: “¿Pero cómo sería esa poesía, esa poesía

encarnada por un personaje? Me encontré entonces con Eliot y su

ensayo “Poesía y drama”, en el que habla de la ‘transparencia’ que

debe tener la poesía con respecto al personaje. El estaba hablando

de teatro en verso, opinaba que la poesía lírica no servía para eso

porque obturaba esa ‘transparencia’ con imágenes, metáforas, etc.

que convertían a la pieza de teatro en verso en un hermoso recital

de poesía, faltando al objetivo de mostrar al personaje ‘desde aden-

tro’, que es lo que hace Hernández en su Martín Fierro”, en Daniel

García Helder (reportaje), Diario de Poesía, op. cit.; 17. Ver de T. S.

Eliot, Poesía y drama, Bs. As., Emecé, 1952. El ensayo es una confe-

rencia dictada en la Universidad da Harvard en 1950.31 Mijail Bajtín, “Las formas del tiempo y del cronotopo en la

novela”, op. cit. (1991), [1975]. Los cronotopos, según Bajtín, son las

formas de asimilación y representación de las relaciones entre tiem-

po y espacio, no sólo en la literatura sino en el arte en general.32 Josefina Ludmer, op. cit.; 230.33 Mijail Bajtín, “La palabra en Dostoievski”, Problemas de la

poética de Dostoievski, op. cit.; 258 y ss.34 Ver Daniel James, “Ideología y conciencia en la Resistencia

peronista”, Resistencia e integración. El peronismo y la clase traba-

jadora argentina 1946-1976, Bs. As., Sudamericana. Colección His-

toria y Cultura, 1990 [1988]; 129.35 Leónidas Lamborghini, “El Ausentismo”, El Saboteador Arre-

pentido, op. cit.; sin número de página. La cita está tomada de este

libro, porque ya en Al Público (1957), segundo libro de la serie, seproduce una variación que elimina, además de los títulos que enca-

bezaban cada parte, el término “nacional”.

El rol de saboteador de uno de los personajes, puede plantear

ciertas dudas cuando a esta voz se agrega la del Solicitante Desco-

locado en el año ’57. Si uno no tuviese en cuenta que la primera

edición de la secuencia es de 1955, podría relacionar la figura del

saboteador con las prácticas gremiales y políticas de la Resistencia

peronista. En realidad El Saboteador y el Solicitante en los dos pri-

meros diálogos, hacen alusión a su pasado en el mundo del trabajo,

antes del golpe de la Revolución Libertadora. Por esta razón El Sabo-

teador, ya arrepentido de su condición, dirá en la sección titulada

“La Descolocación”: “En el tejo fue escrita la aceptada Renuncia,/

tanto vil ostracismo/ después supe/ El Trabajo es salud, es factor/

dignifica”.36 Sobre este tema ver Daniel James, “Comandos y sindicatos:

surgimiento del nuevo liderazgo sindical peronista”, op. cit.; 107-

127.37 Josefina Ludmer, op. cit.; 137.38 Beatriz Sarlo, analizando el Martín Fierro de José Hernández,

reconoce en la escritura de este poema tres elecciones: la lengua

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103102

rural, las convenciones retóricas de la literatura gauchesca y un

conjunto de proposiciones descriptivas y programáticas sobre la si-

tuación del gaucho. Ver “Razones de la aflicción y el desorden en

‘Martín Fierro’”, Punto de Vista, Año 2, Nº 7, nov. 1979; 7-9.39 Joaquín Giannuzzi, en Las patas en las fuentes; 14-15.

En una de las críticas periodísticas que aparecen en la contratapa

de esta edición del libro, también se lee la alusión a lo nacional

como definición del poema. Dice Raúl García Brarda en La Ventana

de Rosario: “ ’Las patas en las fuentes’ constituye un grito

desgarrante que trae consigo la esencia ineludible del ser argenti-

no, fatalista y visceral”.40 La analogía entre “decir” y “escupir” no aparece hasta la pri-

mera edición de El Solicitante Descolocado. Este despliegue de imá-

genes que reelaboran el tópico del canto de manera diversa es, en

otro orden, uno de los datos que permite articular las tres partes de

la serie.41 La idea de refutación de la gauchesca está tratada por Jorge

Luis Borges en su ensayo “Eduardo Gutiérrez, escritor realista”,

Textos cautivos. Ensayos y reseñas en “El Hogar” (1936-1939), Bs.

As., Tusquets editores, 1986. Edición de Enrique Sacerio-Carí y Emir

Rodríguez Monegal.42 Es importante mencionar acá la revisión y reescritura perma-

nente que Lamborghini hace de aquellos discursos que pueden ser

considerados como propios de la identidad nacional: el Himno Na-

cional Argentino o la Marcha Peronista en “en el camino su (una

epopeya de la identidad)” (El Riseñor), la payada en el texto del

mismo nombre (Partitas), La Razón de Mi Vida de Eva Duarte de

Perón en “Eva Perón en la hoguera” (Partitas), o el tango, principal-

mente en Verme y 11 reescrituras de Discépolo.43 Transcribo aquí la letra del tango, para los cotejos posteriores

que sean necesarios: “Tirao por la vida de errante bohemio/ estoy,

Buenos Aires, anclao en París;/ curtido de males, bandeado de apre-

mios,/ te evoco desde este lejano país./ Contemplo la nieve que cae

blandamente/ sobre mi ventana que da al bulevar;/ las luces rojizas

con tonos murientes/ parecen pupilas de extraño mirar.// Lejano

Buenos Aires/ qué lindo que has de estar,/ ya va para diez años/ que

me viste zarpar./ Aquí, en este Montmartre,/ faubourg sentimen-

tal,/ yo siento que el recuerdo/ me clava su puñal.// Cómo habrá

cambiado tu calle Corrientes,/ Suipacha, Esmeralda, tu mismo arra-

bal.../ Alguien me ha contado que estás floreciente/ y un juego de

calles se da en diagonal./ No sabés las ganas que tengo de verte/ y

aquí estoy varado sin plata y sin fe;/ quién sabe una noche me encana

la muerte/ y, chau, Buenos Aires, no te vuelvo a ver.”44 Joaquín Zamacois, op. cit.; 139: “El tema no necesita aparecer

completo para acreditar su presencia. Puede bastar un fragmento

suyo, un simple detalle de los que le han dado personalidad al ser

expuesto. En tal caso, el tema se convierte en cantera de la cual se

extraen elementos que necesitan de otros complementarios para lle-

gar a constituir estados musicales nuevos, pero que no por eso de-

jan de ser hijuelos de aquél. El compositor, pues, al componer una

Variación amplificativa, toma “algo” (poco o mucho) del tema –ya de

su línea de sonidos, ya de su ritmo o de su armonía– y, considerando

ese “algo” como célula generadora, crea sobre su base una nueva

idea musical, que pasa a ser protagonista de una de las variaciones,

pero que en la siguiente cede el puesto a otra.”45 Estas son algunas de las marcas de la música minimalista,

destacadas por Dominique Bosseur y Jean-Ives. “La Musique

contemporaine depuis 1945”, Révolutions Musicales. París: Ed.

Minerve, 1986; 172-176.

En relación a la textura de la música minimalista y estable-

ciendo una analogía con el Op Art, dice Herman Sabbe: “...while the

technique of repetition and multiplication of similar short cells,linked in a continuous, gradually variegated progression and

transition of one motive to another related motive, produces a static,

though incessantly moving, acoustic texture, that seems to be an

aural analogy to the visual experience of observing an Op Art

painting...”. Citado por Wim Mertens, “Minimal Music”, American

Minimal Music, London, Kahn and Averill, 1988; 15.46 Me refiero a “La muerte del fakir”, “El fallo de la suerte”, “Rei-

na”, “El gayo fané”, “Una flor en la tormenta”, “Los títeres”, “La

muerte del amor” y “El sueño de Jesús”.47 Enrique Santos Discépolo y Luis César Amadori, “Confesión”:

“Fue a conciencia pura/ que perdí tu amor.../ Nada más que por sal-

varte!/ Hoy me odiás/ y yo feliz/ me arrincono pa‘ yorarte.../ El re-

cuerdo que tendrás de mi/ será horroroso/ me verás siempre gol-

peándote/ como un malvao.../ Y si supieras bien/ qué generoso/ fue

que pagase así/ tu buen amor...// Sol de mi vida.../ fui un fracasao./

Y en mi caída/ busqué dejarte a un lao,/ porque te quise/

tanto...tanto.../ que al rodar,/ para salvarte/ sólo supe/ hacerme

odiar...// Hoy después de un año atroz/ te vi pasar.../ Me mordí pa’

no yamarte// Ibas linda como un sol/ se paraban pa’ mirarte.../ Yo no

sé si el que te tiene así/ se lo merece,/ sólo se que la miseria cruel/

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que te ofrecí/ me justifica al verte hecha una reina,/ que vivirás

mejor/ lejos de mí...”48 Enrique Santos Discépolo, “Yira, yira”: “Cuando la suerte que

es grela,/ fayando y fayando,/ te largue parao;/ cuando estés bien en

la vía,/ sin rumbo, desesperao;/ cuando no tengas ni fe/ ni yerba de

ayer/ secándose al sol;/ cuando rajés los tamangos/ buscando ese

mango/ que te haga morfar;/ la indiferencia del mundo,/ que es sor-

do y es mudo/ recién sentirás.// Verás que todo es mentira/ verás

que nada es amor,/ que al mundo nada le importa.../ Yira...yira/

Aunque te quiebre la vida,/ aunque te muerda un dolor,/ no esperes

nunca una ayuda/ ni una mano ni un favor// Cuando estén secas las

pilas/ de todos los timbres/ que vos apretás,/ buscando un pecho

fraterno/ para morir abrazao;/ cuando te dejen tirao/ después de

cinchar/ lo mismo que a mí./ Cuando manyés que a tu lao/ se prue-

ban la ropa/ que vas a dejar,/ te acordarás de este otario/ que un día,

cansado,/ se puso a ladrar.”49 Así como en El Solicitante Descolocado, según se ha visto,

Lamborghini contextualizaba un núcleo semántico propio de los

tangos de Discépolo, es interesante destacar que en este caso, se

mantiene el nivel de universalidad que la sentencia tiene en el ori-

ginal.50 Los textos previos de estos poemas son “Tres esperanzas” y

“Qué vachaché” respectivamente.51 Enrique Santos Discépolo, “Cambalache”: “Que el mundo fue y

será una porquería/ ya lo sé;/ en el quinientos seis/ y en el dos mil

también;/ que siempre ha habido chorros,/ maquiavelos y estafaos,/

contentos y amargaos,/ valores y dublés,/ pero que el siglo veinte es

un despliegue/ de maldá insolente/ ya no hay quien lo niegue;/ vivi-

mos revolcaos en un merengue/ y en un mismo lodo todos manoseaos./

/ Hoy resulta que es lo mismo/ ser derecho que traidor,/ ignorante,

sabio, chorro,/ generoso, estafador./ Todo es igual; nada es mejor;/ lo

mismo un burro que un gran profesor./ No hay aplazaos ni escala-

fón/ los inmorales nos han igualao./ Si uno vive en la impostura/ y

otro roba en su ambición,/ da lo mismo que si es cura,/ colchonero,

rey de bastos,/ caradura o polizón.// Qué falta de respeto,/ que atro-

pello a la razón,/ cualquiera es un señor,/ cualquiera es un ladrón./

Mezclaos con Stavisky/ van Don Bosco y la Mignon,/ Don Chicho y

Napoleón,/ Carrera y San Martín./ Igual que en la vidriera irrespe-

tuosa/ de los cambalaches, se ha mezclao la vida,/ y herida por un

sable sin remaches/ ves llorar la Biblia contra un calefón.// Siglo

veinte, cambalache/ problemático y febril;/ el que no llora, no mama/

y el que no afana es un gil./ Dale nomás, dale que va,/ que allá en el

horno se vamo a encontrar./ No pienses más, echate a un lao,/ que a

nadie importa si naciste honrao./ Que es lo mismo el que labura/

noche y día como un buey/ que el que vive de los otros,/ el que mata

o el que cura/ o está fuera de la ley.”52 Se trata, específicamente, de tres estrofas finales del canto

XIII:

Cruz y Fierro, de una Estancia

una tropilla se arriaron–

por delante se la echaron

como criollos entendidos,

y pronto sin ser sentidos

por la frontera cruzaron.

Y cuando la habían pasao,

una madrugada clara,

le dijo Cruz que mirara

las últimas poblaciones;

y a Fierro dos lagrimones

le rodaron por la cara.

Y siguiendo el fiel del rumbo

se entraron en el desierto–

no sé si los habrán muerto

en alguna correría–

pero espero que algún día

sabré de ellos algo cierto.

Sobre el final de “La Peregrinación”, Lamborghini también reto-

ma palabras sueltas del resto del canto, de tal modo que las estrofas

principales de la variación, van perdiendo su integridad.53 Los poemas son ‘una canción’ y ‘otra canción’ de “en el camino

su (una epopeya de la identidad)”, en El Riseñor, op. cit.; 9 y 23

respectivamente.

Todos los poemas que integran este texto, reaparecerán en Epi-

sodios –sin alteraciones– con carácter autónomo y bajo títulos dife-

rentes: “El Extraviado”, “En el hospicio” (correspondientes a ‘una

canción’ y ‘otra canción’), “El combate” (que reescribe la Marcha

Peronista) y “SEOL” (que reescribe el Himno Nacional Argentino).

Mientras estos cuatro poemas aparecen en forma consecutiva, “Epi-

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sodio de la Mole” que era la quinta parte del poema de El Riseñor,

varía su nombre por “En la montaña” y se intercala, mucho más

adelante, entre otros poemas.54 Se transcribe la letra completa de la “Marcha Peronista” para

facilitar los cotejos: “Los muchachos peronistas/ todos unidos triun-

faremos/ y para siempre daremos/ un grito de corazón/ ¡Viva Perón,

viva Perón!// Por ese gran argentino/ que se supo conquistar/ a la

gran masa del pueblo/ combatiendo el capital// Por los principios

sociales/ que Perón ha establecido/ el pueblo entero está unido/ y

grita de corazón/ ¡Viva Perón, viva Perón!// Perón, Perón, qué gran-

de sos/ mi general cuánto valés/ Perón, Perón que grande sos/ sos el

primer trabajador// Imitemos el ejemplo/ de ese varón argentino/ y

siguiendo su camino/ gritemos de corazón/ ¡Viva Perón, viva Perón!/

/ Por esa Argentina grande/ con que San Martín soñó/ es la realidad

efectiva/ que debemos a Perón.”55 Leónidas Lamborghini, “2 en el camino su”; 11. Los subraya-

dos no están en el original; se utilizan para poder visualizar mejor

el complejo proceso de variación al que son sometidos los términos

de la Marcha Peronista.56 Es muy interesante recordar las distintas apropiaciones de la

Marcha Peronista, hasta llegar a la versión de los Montoneros quesignifica el grado más fuerte de distorsión, por ejemplo en la estro-

fa que dice “Con un fusil en la mano/ y Evita en el corazón/

Montoneros Patria o Muerte/ los soldados de Perón.”57 Sobre esta relación ver Richard Gillespie, op. cit, 1987; 194 y ss.58 La crítica de Lamborghini a la construcción de una identidad

a partir del Líder tiene una flexión ideológico-política y una flexión

filosófico-lacaniana. Ver: Jacques Lacan, “La cosa freudiana o senti-

do del retorno a Freud en psicoanálisis”, Escritos I y II, México, Si-

glo XXI, 1976 [1966].59 En este mismo sentido se pueden leer “Eva Perón en la hogue-

ra” y “Plegarias” (ambos de Partitas).60 María Eva Duarte de Perón, La Razón de mi Vida, Bs As, Edi-

ciones Volver, 1986. No se discute aquí la autoría del texto porque

importa más la fuerte relación que se estableció luego, en la circu-

lación que incluía hasta el sistema educativo obligatorio, entre el

ensayo y Eva.61 Un ejemplo de este tipo de imagen, podría ser: “Los humildes

que laten generosamente” (VI, 60), que se origina por la yuxtaposi-

ción de algunos términos del texto de Eva Duarte. Los párrafos que

le dan origen en este caso especial son: “Desde entonces conozco

todo el muestrario de corazones que laten bajo el cielo de mi Pa-

tria”, y: “A medida que iba descendiendo desde los barrios orgullo-

sos / y ricos a los pobres y humildes / las puertas se iban abriendo

generosamente.”

Habría que agregar que algunas de las imágenes que aparecen

en “Eva Perón en la hoguera” de Lamborghini, tienen su origen di-

rectamente en La Razón de mi Vida, y se mantienen tal como apa-

recen en este libro: el cóndor, el gorrión, el sol, los ricos como árbo-

les y los pobres como pasto, son algunas de ellas. De todos modos, lo

que cambia es el contexto y, entonces, estas figuraciones se leen de

manera distinta.62 Es interesante, en este sentido, pensar la diferencia del relato

del 17 de octubre que dramatiza Las patas en las fuentes, con otros,

como el de Raúl Scalabrini Ortiz, que se ajusta a una retórica de

época: “Un pujante palpitar sacudía la entraña de la ciudad. Un

hálito áspero crecía en densas vaharadas, mientras las multitudes

continuaban llegando. Venían de las usinas de Puerto Nuevo, de los

talleres de Chacarita y Villa Crespo, (...). Brotaban de los pantanos

de Gerli y Avellaneda o descendían de las Lomas de Zamora. Her-

manados en el mismo grito y en la misma fe iban el peón de campo

de Cañuelas y el tornero de precisión, el fundidor, mecánico de au-tomóviles, la hilandera y el peón. Era el subsuelo de la patria suble-

vado. Era el cimiento básico de la nación que asomaba, como aso-

man las épocas pretéritas de la tierra en la conmoción del terremo-

to”. Ver “Aparece en el escenario político el coronel Perón el 17 de

octubre de 1945”, en Yrigoyen y Perón, Bs. As., Plus Ultra, 1972; 72.63 Leónidas Lamborghini, Tragedias y parodias I. 1. Estanislao

del mate; 2. La oevejíada; 3. En la laguna. Bs. As., Libros de Tierra

Firme, 1994.64 “El jolgorio’ e la criación” corresponde al libro Estanislao

del mate.65 Nota de Noemí Susana García y Jorge Panesi, en la edición del

Fausto de Estanislao del Campo, Bs. As., Colihue, S/F; 61.66 Mijail Bajtín. Problemas de la poética de Dostoievski, op.

cit.; 270.67 Es interesante, también, pensar la apropiación del diálogo corto,

rápido e incisivo propio de Estanislao del Campo, en varios de los

poemas de Parodias y tragedias I, en relación a los monólogos o los

contrapuntos más extensos de la serie de El Solicitante Descoloca-

do, que parecieran seguir al Martín Fierro. En “El jolgorio e’ la

criación” Lamborghini ejerce una operación de yuxtaposición de los

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versos del poema de Hernández, más específicamente de la payada

entre Fierro y el Moreno, fuera de la tirada extensa de los monólo-

gos, generando un diálogo de otra índole: “¡Y salgan otros a cantar /

y verán quién es el bueno!// disafiaba Don José// y el Gaúcho’ e los

gaúchos: –¡No me hago al lao’ e la güeya// aunque vengan degoyando!/

/ y Don José: –¡Ande quiera’ ago pata ancha!// Y el Gaúcho e’ los

Gaúchos: –¡Nací como nace el peje// en el fondo de la mar!” (27)68 Las citas textuales de San Juan de la Cruz son: “¡Amada en el

Amado transformada!”, que pertenece al poema “En una noche obs-

cura”, y “que muero porque no muero”, verso que funciona como es-

tribillo de “Vivo sin vivir en mí”.69 La idea de herida o llaga divina está presente en casi todos los

poemas de San Juan de la Cruz y forma parte de la codificación de

la poesía mística española. Así, en la primera canción del “Cántico

espiritual” se lee “Como el ciervo huiste/ habiéndome herido;” y en

la novena, “¿Porqué, pues has llagado/ aqueste corazón, no lo sanas-

te?”. Este tópico también se repite en “¡Oh llama de amor viva”:

“¡Oh llama de amor viva, que tiernamente hieres/ de mi alma en el

más profundo centro!, (....) ¡Oh cauterio suave!/ ¡Oh regalada lla-

ga!”. La asociación entre “herida” y mirada de Dios, es clara tam-

bién en el “Cántico espiritual”: “Descubre tu presencia,/ y mátemetu vista y hermosura;/ mira que la dolencia/ de amor, que no se cura/

sino con la presencia y la figura”, y será reescrita específicamente

en el poema de Lamborghini: “–¿La que dicen/ que jué achurada/

allá Arriba e’ los Arriba/ por el faconaso/ e’ la Mirada e’ Dios?” (18).70 La lectura en clave sexual de los mitos de la gauchesca, o de

sus motivos más prestigiosos, puede leerse sobre todo en “La doma”,

poema que pertenece a Estanislao del mate: “¡Velay!, el más/ jinetaso/

rapador e’ conchas/ que haiga:/ ¡el gaucho!// El sabe cómo/ montar/

a su forsuda/ sansona...// Y cuidando/ e’ no enriedarse/ en la

enmañada/ pelambre,/ se acomoda/ lijerito/ entre esas púas/ como

ansuelos...” (21). Hay un procedimiento similar sobre el tango en

“Personaje en Penehouse”, que retoma el tango de Gardel y Le Pera

“Rubias de New York”: “July/ menëando/ Mary/ menëando...// ...cria-

turas...// –Días/ de penehouse...// ...y no había/ más/ que ponerse/

con el pene/ a trabajar...”. Ver Leónidas Lamborghini, Personaje en

Penehouse y otros grotescos, Bs. As., Ediciones del Dock, 1999; 9-29.

Este largo poema fue escrito en México en 1978.71 Ver Angel Rama, Los gauchipolíticos rioplatenses. Bs. As., CEAL,

Colección Capítulo, 1982; 95.

72 Leónidas Lamborghini, “En la laguna”, del libro del mismo

nombre de Tragedias y parodias I; 59. Es importante destacar que

“la perdiz” aparece en el “Nuevo diálogo patriótico” de Hidalgo, pero

asociada a la figura del poder español, que se enmascara ante el

triunfo de las luchas independentistas: “¡Ah Chano, si de sabido/

perdiz se hace entre las manos!”. Ver Bartolomé Hidalgo, Cielitos y

diálogos patrióticos, Bs. As., CEAL, Colección Capítulo, 1979; 57.73 Los versos del diálogo de Hidalgo son: “Desde el principio,

Contreras/ esto ya se equivocó;/ de todas nuestras Provincias/ se

empezó a hacer distinción.” Ver Bartolomé Hidalgo, op. cit.; 43.74 Ver al respecto el “Prólogo” de Noemí Ulla a la edición citada

de Hidalgo y también el apartado “La transparencia de Hidalgo es

la distribución de las voces. Una verificación de la teoría de los ani-

llos de Einstein” de Josefina Ludmer, op. cit.; 63-97.

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111

III. Dos lecturas de los clásicos

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113112

1. Palimpsestos

El Odiseo Confinado (1992) impone un protocolo de

lectura. Abre, a partir de la voz de Cordero, con una ex-

tensa teoría de la parodia que describe en términos de

escritura el periplo del héroe de la Odisea homérica: “es-

cuchar parecíame esas Voces/ en polifónico, ordenado,/

excelso Coro.// Y, entre ellas,/ mi voz –en paralelo can-

to–/ con ellas concertada”.1 Un texto que se autodefine,

que propone el modo en que debe ser leído y supone la

aceptación de la idea lamborghiniana de parodia como

una relación de semejanza y diferencia con el Modelo.

Así, el tratamiento de los otros textos puede ser más o

menos cómico2 e, incluso, deformante,3 incorporando en

la atribución que caracteriza la reescritura una autocrí-

tica de la propia práctica. Porque el protocolo incluye

tanto la modalidad de la escritura como sus límites. De

todos modos –aún pensando en los límites enunciados

por Cordero que define su viaje como fracaso– siempre

se visualiza una distancia crítica, aunque esto no impli-

que la inversión del otro discurso que Bajtín atribuye a

Page 56: Variaciones Vanguardistas La Poetica de Leonidas Lamborghini

115114

como lo enuncia Lamborghini comparando el Odiseo con-

finado con las reescrituras anteriores.6 Si el dramatis-

mo de la voz de Eva o de San Pablo se construía a partir

de los términos del original, aislando significantes y as-

tillando la sintaxis del verso, ahora la interrupción que

producía el corte desaparece. Incluso los monólogos se

alejan del collage y el montaje, porque a pesar de la can-

tidad de nombres anunciados en el principio del poema

(Garcilaso, Dante, Bernárdez, etc.) éstos no suponen una

interrupción del propio discurso. Hay unicidad en el tra-

tamiento de cada una de las voces y la nueva textura

será la de su organización como polémica entre estilos y

lenguas peculiares.

De la Odisea quedan, en los monólogos de Cordero, el

paródico, y en las secciones del poema tituladas

Palimpsestos,7 nombres o construcciones que envían rá-

pidamente al original: Ulises, Telémaco, los aqueos, el

Hades, “Aurora, la de rosáceos dedos”, “la de ojos de le-

chuza”, Zeus, Ares, “el vinoso Ponto”, etc. Estas nomina-

ciones contaminan fuertemente la superficie textual,

pero además Cordero mantiene un estilo8 “clásico” y este

es el carácter homogéneo de su voz. El registro es culto,

plagado de términos arcaizantes, lejanos al habla colo-

quial (“nimia” “hartura” “divinal” “fortísima” “acerbo”

“gracil” “veleidoso” ) y el uso de los verbos en segunda

persona del plural (“halláis”, “llamáis”) tiene un lugar

importante, así como también la posposición de la for-

ma pronominal (“sumáronse” “precipítase” “elevábase”,

etc.). En el orden de la retórica, el hipérbaton y las for-

mas de la anáfora son figuras corrientes y envían tanto

a la poesía barroca como a la española del siglo de oro:

“¡Oh libro, y pides/ y me pides más trabajo;/ y más y

la parodia. Según Lamborghini, y según el Odiseo confi-

nado, el nuevo texto se separa del Modelo y en este mo-

vimiento genera uno nuevo, que ya estaba inscripto en

el primero, tal como lo explicita Cordero: “Que no eran

del Modelo/ risibles, desemejantes/ de toda semejanza,/

contrahechos derivados.// Sino Modelos, también,/ en

los que el Modelo,/ complacido,/ se miraba.// Y más:/

que al Modelo/ superaban” (35). La deconstrucción de

los textos es también delación de sus costados más ca-

nónicos, de sus lecturas cristalizadas. En este sentido,

la crítica sería también un modo de preservación.4

La parodia, de todos modos, es un procedimiento que

Lamborghini transforma en el planteo poético central

del Odiseo confinado. Pero en todo caso, sería importan-

te desligarla del carácter filosófico que, tal como lo ex-

plica Freidemberg, se le adjudica.5 Como filosofía, pre-

sente también en Comedieta (1995), la parodia refiere

un mundo que mezcla lo trágico y lo cómico, pero no per-

mite leer los modos de procesar los otros discursos o las

constituciones textuales.

La propuesta es no quedar enredados en la teoría in-

corporada (sin olvidarla) y leer –en principio– el ejerci-

cio de la variación de la Odisea de Homero y de la ópera

Turandot de Giacomo Puccini, haciendo hincapié en el

registro de la escucha lamborghiniana, de la reescritura

que se propone como audición en el poema: “¡Y que aque-

lla otra voz,/ no de cordero,/ más la del fiero Calaf, el

salvador,/ –cuando salvar quiso a su pueblo–/ así, y del

mismo modo,/ oír podamos!” (16). Leer es escuchar los

otros textos, pero también es poner en escena voces dra-

máticas, que en este caso están asociadas con un inten-

to de recuperación de cierta integridad en el fraseo, tal

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117116

no deja de lado (o hace pie) en el insulto, “‘¡Mentiroso!’/

‘¡Traidor!’”, como el personaje femenino de “Qué

vachaché”. En este sentido se arma un contrapunto en-

tre dos modos de decir diferentes, uno que se mantiene

dentro del ejercicio del discurso como “decoro” y otro que

transgrede estos lineamientos, sobre todo en términos

temáticos.12

En la variación de Turandot el ejercicio de transfor-

mación de la voz (más allá de que se conserven los nom-

bres: Calaf, la princesa Turandot, los pekineses, Liu, y

algunos elementos de la ópera como el gong asociado a

los enigmas) es de otro orden, porque no propone sólo

un desplazamiento de la figura, sino directamente del

modo de enunciación de la épica. En principio, este pro-

ceso puede leerse como un cuestionamiento de la propia

identidad, invirtiendo así el sentido de la ópera:13 “¿Y

soy/ un Caballero Aguila,/ un noble mexica/ misturao/

con chilango naco/ bien pasao?// ¿O...el/ mismísimo/

Príncipe Calaf?...”.14 La voz de Calaf se asienta en la

destrucción del registro clásico (y del registro culto y el

tono patético del texto original), sustituido por el uso de

una especie de lunfardo bilingüe, argentino-mexicano:

“¡Mamones!// ¡Engrupidos,/ con la sabiola/ llena de

grupos!....// ¡Puta madre!/ ¡Chale!” (123). En algunos

casos, incluso, la lengua adquiere inflexiones internas,

como la del tango y la de la gauchesca sobre el argenti-

no: “y dispertarla/ de una güena/ vez/ de su largo/

apoliyo,/ al son/ de mi bandoneón....// Y parlarle,/

platicarle,/ chamuyarle/ muy cerquita/ al oído” (133).

La voz de Calaf es, entonces, una zona de articula-

ción de distintos registros y distintas lenguas. Los pri-

meros son los propios del habla popular mexicana y, en

más perfección/ pides, me pides!” (27). Pero además, el

verso utilizado en los monólogos de Cordero, suele ser

medido, aunque conviva con fraseos o formas poéticas

absolutamente modernas.9 Algunas de estas marcas son

las que le permiten hablar a Pablo Ingberg de “un vero-

símil homérico” en el texto: “(...) Sorprende (especial-

mente en los palimpsestos) la cantidad de endecasílabos

acentuados al uso clásico, a menudo entrelazados con

heptasílabos, otras veces disimulados tras un encabal-

gamiento, y siempre diseminados entre versos de otras

cantidades que evitan tanto una posible monotonía del

ritmo como una completa extranjeridad respecto de la

poética de su autor.”10 Más allá entonces, de la construc-

ción anti-heroica de la figura del “nuevo Ulises”, el esti-

lo es una variación como comentario de la poesía clási-

ca, una construcción que remeda la antigüedad del dis-

curso poético, presente no sólo en la Odisea, sino tam-

bién en algunos de los textos de los autores menciona-

dos, como Dante Alighieri, Quevedo, e incluso (aunque

se trate de poéticas y calidades muy diversas) de Jorge

Luis Borges y Francisco Luis Bernárdez.

La Tipaza, que adquiere voz propia en uno de los poe-

mas denominados Palimpsestos, permite leer la oscila-

ción entre un estilo y un género discursivo. En su pre-

sentación se distancia de las nominaciones clásicas: “‘¡Ni

con Dido/ me compares!/ ¡Ni con Medea o Circe,/ ni

Calipso!/ ¿¡Y quiénes son ésas!?/ ¡Yo, la Tipaza soy!’” (91),

pero también hace uso de algunas de las marcas del es-

tilo clásico ya mencionado.11 Sin embargo, su voz –en

íntima relación con ciertas instancias del relato– se cons-

truye en uno de los tonos del tango, el del desafío (e in-

vierte así el discurso de Penélope), como increpación que

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119118

guas o lenguajes porque en el movimiento entre la copia

y la distorsión, asume la posibilidad de todos los regis-

tros y todos los estilos. Esta multiplicidad es la que pro-

duce el pasaje de la ópera a la opereta, del patetismo a

la comicidad y de la lengua única (o del estilo único) al

cocoliche.

(la antología)

Machina-ae: (del gr. mechané), Máquina

(obra compuesta con arte), instrumento,

aparato, ingenio// (fig.) astucia, medio,

ardid// armas, medios de acción, expedien-

tes, recursos.15

En “Diez escenas del paciente” (1971) aparece una

imagen que es central en el texto que reescribe el Odiseo

confinado: “agachado/ inclinado/ desovillo/ desovillo”

(116). Un hombre hace la tarea de Penélope, una

Penélope que estará definitivamente ausente (ya que no

puede reconocerse en la figura de la Tipaza) cuando

Lamborghini varía el texto homérico.

Y en el Odiseo confinado –como si el escritor retomase

aquel hilo suelto– la recuperación de El Solicitante Des-

colocado será un gesto relevante. La máquina transfor-

ma muchos textos, pero también se ocupa de la produc-

ción anterior de Lamborghini. Opera, de este modo, so-

bre el pasado de ciertas tradiciones y sobre el pasado de

la escritura propia. Abre una zona para la continuidad,

un espacio que podría ser pensado como antología. No

porque el texto pasado permanezca intacto, sino como

modo de poner a producir, nuevamente, lo antiguo.

relación con la lengua de los argentinos, los del tango y

la poesía gauchesca (que también están asociados a la

cultura popular). Calaf se mueve entre estas dos len-

guas haciendo un ejercicio de traducción permanente

(“¿Me explico?/ ¿Tá?...”) y amplía el espectro al incluir

vocablos en italiano, francés y latín. El es el verdadero

políglota del poema. Así como Cordero habla permanen-

temente de la parodia y de los modelos a los que apeló

su escritura, Calaf pone en acción y expande este prin-

cipio, hacia la multiplicidad de las lenguas, los registros

y los estilos. Esto es claro en el fragmento que acude al

pastiche de Shakespeare: “¿Diría, diría,/ ‘mi cabeza/

es/ un colmenar/ atestado/ de canijas/ abejas/ que

chocan/ ciegas/ entre sí/ llenas de sonido/ y de furia”

(136). El pasaje del lunfardo (“–Me zumba/ la

sabiola...//¿Y cómo/ lo diría/ el divino/ Willie?”) a la

estilización que supone en este caso un registro culto,

metafórico, es posible en la voz de Calaf, así como tam-

bién la alusión –en otra parte del monólogo– a Los siete

locos de Arlt, y la reescritura en clave cómica de Hamlet

(“–¿Agarrar el mazo/ o...no/ agarrar/ el mazo?...// ¿Le-

vantarlo/ a huevo?...”); también es plausible la mención

de episodios del Fausto de Estanislao del Campo, o (casi

en un mismo nivel jerárquico) la alusión al canto de la

Odisea, en el que Circe convierte a los hombres en cer-

dos: “Y en otro/ desdobla-/ miento/ ¡y no les miento!/ vi

venir/ chanchos/ que parecían/ hombres salvajes,/ en-

demoniados...” (130).

Si la voz de Cordero imita un estilo, se construye so-

bre la base de un “verosímil homérico” y suena, por esta

razón, como “literatura”, la voz de Calaf no unifica sino

que dice todos los textos y se escucha como cruce de len-

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121120

dad/ de.../ sustraerme;/ es decir,/ es decir,/ de suici-

darme” (139), en tanto en los palimpsestos será el padre

del Nausica el que intenta darse muerte (ya con los

lineamientos de la caricatura), una y otra vez.

En este juego de espejos entre los personajes, Calaf,

el salvador, retoma los versos de cierre del monólogo del

Letrista Proscripto (que había desaparecido de la serie

del Solicitante en el año 1971): “¡Y a poder/ mi no po-

der!” (151). Quizás desde aquí, pueda pensarse en una

continuidad con ciertas voces anteriores que articulan

desafío y lamento en un discurso político. Lo que se trans-

forma, más que las voces, es su tratamiento, ya que la

reconstrucción dramática adquiere, tal como se ha di-

cho, una textura diferente, más homogénea.

Un libro, entonces, que lee los libros anteriores y ejer-

ce, sobre el monólogo a dos voces, o sobre determinados

fragmentos concretos, ejercicios de variación mínimos.

Hay un lugar en esta máquina, en esta “obra compuesta

con arte”, para el pasado de la propia producción, que se

entiende a partir de la idea de palimpsesto (un texto

escrito sobre otro), planteada en el libro como ficción

–incorporada en el título de algunas secciones– y como

materialidad concreta.17

(texto sobre texto)

Además del cuerpo del poema, el Odiseo confinado

contiene un texto en manuscrita, escrito sobre las pági-

nas de una revista cultural (en realidad, una escritura

no sobre sino entre las líneas de ciertos artículos).18 Aun-

que sea imaginariamente, el manuscrito es previo al poe-

ma; sin embargo, cuando se cotejan queda claro que no

son lo mismo porque, más allá de las historias o los per-

En este sentido, es interesante ver que el Odiseo con-

finado se estructura, al igual que la serie de El Solici-

tante Descolocado (1971), a partir de dos voces, la de

Cordero, el paródico y la de Calaf, el salvador. También

abre y cierra con la invocación a los dioses, al estilo clá-

sico: “¡De ese prodigio/ de absoluta inutilidad;/ del abso-

luto y prodigioso/ fracaso de ése, su intento!// ¡Permi-

tidlo!” (16), e incorpora el pasaje de este tópico a la

gauchesca: “¡Y vengan/ santos en/ mi ayuda!” (153). Cor-

dero evoca una fábrica cerrada como el Saboteador Arre-

pentido en el principio del poema y también se habla de

la resistencia (aunque no se trate ya en este caso de la

Resistencia peronista).16

Por otra parte, en Al Público. Diálogos I y II, El

Letrista Proscripto arma el relato del abandono en cla-

ve tanguera y cuenta “–La conocí en un cine/ del cen-

tro”, y luego habla de la vida juntos en “la triste pieza/

cuarto de agonía/ y desolación” y del momento en que

ella lo deja: “me dijo chau, me dijo su desprecio;/ y en

cada insulto suyo/ ahora me veo”. Veinte años después,

en Odiseo confinado, la abandonada será la mujer, la

Tipaza, que no se lamenta como el Letrista, pero repite

un relato que los lectores de Lamborghini ya conocían:

el primer encuentro en el cine, una vida de privaciones:

“‘¡Y comencé a seguirte/ como una perra fiel,/ de pensión

en pensión,/ de pieza en pieza,/ a cual más miserables!’”

(96). Aunque cambien los personajes, la historia sigue

siendo la misma y su tradición también, la del tango.

Y hay otra inversión de géneros, ya que en “La esta-

tua de la libertad” aparece “aquella mujer/ que tenía la

manía/ de suicidarse// (...) escapaba/ a suicidarse/ a dia-

rio” (103) y en el Odiseo confinado Calaf dirá: “la necesi-

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123122

lógica que las justifique en medio del poema y el hecho

concreto de que el texto se lee de atrás para adelante.21

Esta falta de límites y de linealidad, la forma azaro-

sa como se mezclan las escenas y el pasaje del texto de

abajo (copiado en manuscrita) al nuevo texto, son pau-

tas del movimiento que puede adquirir la escritura. Por-

que en realidad, lo que importa del manuscrito, más que

lo que dice, es la puesta en escena de una práctica omni-

presente en el Odiseo confinado, la del palimpsesto. No

interesa la continuidad de una historia, sino exponer

los distintos modos de reescribir un texto que impacta

masivamente sobre la nueva escritura. El fragmento

también se entiende a partir de esta función. Se trata

de un discurso cortado, delirante, que fuerza al lector a

fijar la atención sobre las operaciones porque además

mantiene a la vista el texto que será variado. Pero, en-

tonces ¿cuál es la diferencia entre ésta y el resto de las

variaciones? Se podría decir que lo que distingue a esta

máquina es que no opera variaciones completas sobre

un material, sino fragmentos de variaciones en donde

la materialidad de la escritura y los procedimientos son

lo que queda a la vista y la resolución del texto previo

nunca es muy clara, cosa que sí sucedía en las rees-

crituras del Himno Nacional, de La Razón de mi Vida, o

incluso en algunas posteriores como las de la gauchesca

en Parodias y tragedias I.

Como copia por desplazamiento, podría leerse, por

ejemplo, la relación entre los planteos de Villoro sobre

la revolución y el poder, o los de Nesti sobre la festivida-

des mexicanas como unión de principios opuestos y la

teoría de la parodia, que se escribirá casi en los mismos

sonajes comunes, estos textos funcionan de manera dis-

tinta; ambos presentan la idea de escritura como pa-

limpsesto, pero de modos diversos.

La de los manuscritos es una máquina pequeña que

despliega todas las operaciones que se pueden hacer

sobre el otro texto, que en este caso es el de los ensayos

que le sirven de soporte. Es una máquina pequeña pero,

paradójicamente, no tiene límites precisos, porque pro-

pone el fragmento como forma privilegiada.

Si el cuerpo del poema es el que permite la integri-

dad de las voces (que incluso recuperan el pasado de la

propia producción), el manuscrito hace del fragmento y

del detalle su modo de constitución; las historias están

fragmentadas materialmente en dos sentidos. Uno, ya

mencionado, es que no aparecen todas las páginas del

manuscrito y el otro, es la irrupción del texto de base en

la propia escritura.19 Citas textuales completas, las no-

tas al pie o la bibliografía reaparecerán, con distinta fre-

cuencia y con mayor o menor peso, en medio del manus-

crito. La figura del escritor se confunde, en estos casos,

con la del copista y la praxis de la escritura con una

tarea artesanal pautada por los signos más que por el

sentido.20 Pero también el modo de enunciación sigue

los parámetros del fragmento, ya que el texto en letra

manuscrita pasa (sin hilación narrativa concreta) de un

tema a otro y las escenas o los relatos están, en este

sentido, absolutamente descontextualizados. El fragmen-

to se suma así a otras instancias de ilegibilidad que in-

terrumpen hasta límites inciertos la posibilidad de una

lectura lineal, tales como la presentación de las dieci-

séis páginas de la revista cultural, intercaladas sin una

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125124

con los relatos sobre el hijo que no quiere nacer, “el en-

gendro” y las dudas de sus padres sobre tenerlo o no te-

nerlo (Ps; 22). La lectura se desplaza, en ambos casos, del

plano político al filial, o si se quiere, al psicoanalítico.

La contaminación es hasta aquí, prácticamente, co-

pia de la letra. La máquina copia el texto de los artícu-

los mediante la cita, o abriendo zonas de pasaje –hacia

el orden estético, político o psicoanalítico– que de todos

modos, se escriben en los mismos términos: destrona-

miento, risa y/o lamento. Pero hay otras relaciones me-

nos evidentes que funcionan como lecturas de los gra-

bados de Posadas, sobre los que también hay largas

parrafadas descriptivas e interpretativas.22

El impacto de esta figuración de la muerte permite

otro modo de la variación alejado de la letra, cuando se

convierte en un detalle que se desprende de los graba-

dos y pasa a formar parte del modo de presentación de

algunos personajes –el cuerpo “esquelético” del padre

de Nausica–, o de alguna escena aislada: “¿qué fue sino

un esqueleto de mujer que me masturbó con su huesuda

mano en aquel cine durante la odisea de los cines?” (Ps;

33). Incluso, se podría pensar en una expansión de la

figura de las calacas cuando, en ciertas zonas del ma-

nuscrito, irrumpen en el discurso una sucesión de muer-

tes que no se despliegan luego en relatos; algunas son

familiares (el padre de Nausica, la tía Vice, el “divinal

Chiche”, “murió mi divinal padre mientras yo estaba en

el país de Rulfo”), otras sociales: “Murió la divinal que

ahorcó a su joven hija y luego se suicidó con barbitúri-

cos porque según lo dejó escrito no podía ya hacer frente

a las dificultades económicas, se entiende y no sólo esta

sino otros más, arrojándose al vacío, encerrándose en

términos. Si uno de los subtítulos del artículo de Nesti

es “La fiesta como tiempo de júbilo y lamento” (Ps; 32),

el manuscrito dirá: “Pero la parodia es la marca del

pobrecito hombre, su marca de fábrica. La parodia es su

destino y eso no es trágico. Eso es cómico. Aunque puede

ser también trágico.”(Ps; 42). Si la revolución se inter-

preta como subversión de valores (rejerarquizaciones

entre lo alto y lo bajo) y como enfrentamiento con la au-

toridad, el manuscrito hará una traducción estética de

estas ideas utilizando los mismos términos: “parodia de

la autoridad que al final pétrea como parecía se desmo-

rona por completo” (Ps; 37). Por su parte, los grabados,

los de las calaveras de Posadas y uno de los del artículo

de Villoro que “es una alegoría del triunfo de los plebe-

yos que danzan (hombres y mujeres) alrededor de un

árbol en cuya punta se ha colocado un gorro frigio, sím-

bolo de la revolución” (Ps; s/n), también funcionan como

textos paralelos (como ilustraciones) de las reflexiones

estéticas. Y esta es una operación que hace el escritor

cuando describe, en forma extensiva y minuciosa, la ima-

gen que es visible para el lector.

En la misma dirección, como pasaje a otro orden de

un mismo tópico, podría pensarse también la idea de

destitución de la autoridad que plantea Villoro, en con-

trapunto con la reflexión sobre la paternidad de Ulises

y su hijo Telémaco: “El divinal Homero cuenta que

Telémaco buscaba a su padre, el circular Odiseo, y que

lo buscaba con todo amor, pero se olvida, o no quiere

decirlo, que como todo hijo también odiaba a su padre,

quería echarlo, matarlo; Hijo de la contradicción. Padre!

Padre! Por qué me has abandonado. Y en ese momento

empezó el tiempo del hijo” (P; s/n), y también en relación

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127126

todo– alrededor de la figura del escritor y de su amigo

Juan, que no es otro que Gelman.

El texto funciona, de este modo, como una pequeña

autobiografía del propio exilio y de la experiencia de

escritura en México (país que se menciona en varias

oportunidades, sobre todo a partir de las alusiones a

Juan Rulfo). Por esta razón, tanto las escenas de la muer-

te que derivan de los grabados de Posadas, como la pre-

sentación de Nausica –la esposa en el exilio–, o las ideas

del artículo de Villoro sobre la revolución francesa, per-

manecen fuertemente asociadas a índices del presente

o el pasado propio. Por eso, cuando comienzan in media

res los palimpsestos se alude al cierre de la fábrica y a

la situación de indigencia, que es un dato tanto de la

vida de Lamborghini como de las dos voces que articu-

lan su primera serie poética, la del Solicitante y El Sa-

boteador.24

Fragmentos, escenas cortadas, retazos de un discur-

so mayor son las modalidades elegidas para dar cuenta

de la escritura como una práctica –más o menos alea-

toria– sobre otros textos. Por eso la incorporación de

datos autobiográficos es importante; esta máquina ha-

bla de la praxis del escritor y la figura de Cordero, el

paródico no está suficientemente construida en el ma-

nuscrito: así se pone en un primer plano la idea de ejer-

cicio (y en este sentido el palimpsesto sí es un texto pre-

vio al poema).

(migraciones)

Hay un punto en el que estas dos máquinas, la que

genera el cuerpo del poema y la del manuscrito, se unen

y producen el efecto de la sobredeterminación. Este punto

una pieza a morir asfixiados por el gas, dándose al alco-

hol y a la droga, hartos de estar.” (Ps; 28), y también

políticas: “Murió el Gran Viejo y antes, casi dos décadas

antes, La Jefa Espiritual. Y después murieron muchos y

tantos”.

La alusión a Perón y Evita y la introducción del nom-

bre propio –“Al parecer nadie quiere nacer; y el Nene

que iba a ser, llamado Leónidas no fue la excepción”, o

bien, “No lo que digo sobre Ulises y su padre Leónidas”,

Ps, 38 y 42– son algunos de los rastros del tratamiento

del otro texto que esta máquina siempre trabajará como

actualización, como puesta en clave contemporánea de

lo que lee.

Algunos de los relatos arman esta relación, claramen-

te, como contrapunto situado entre dos temporalidades.

Así en el palimpsesto de la página 28, Villoro habla so-

bre la cuestión de la construcción y la legitimidad del

poder y el texto en manuscrita presenta la figura del

Gran Ideólogo liberal y habla de las privatizaciones y

los despidos, de los empresarios y los “lobbies” que ejer-

cen el poder real, en una alusión clara a la Argentina de

aquellos años, la del menemismo. El contrapunto es, en

este caso, inversión del sentido del texto previo.

Del mismo modo se lee la Odisea, ya que los preten-

dientes de Penélope, serán los Pretendientes que vacían/

venden la casa y ésta será el País Desperdiciado; este

último nombre alude a la Argentina (el “país de los co-

medores de carne”, el “País de los sí-mientos”) y se cons-

truye por contaminación con el texto previo, así como el

de los Antiguos, que serán los que mantienen una rei-

vindicación nacional.23 También en este orden se da la

revisión del tópico del regreso, que se articulará –sobre

Page 63: Variaciones Vanguardistas La Poetica de Leonidas Lamborghini

129128

de las alusiones de este tipo, como las de “La Invoca-

ción”,26 y se convierte en un poema; hay aún otro ejem-

plo de esta modalidad especular cuando en la sección

VII, Cordero, el paródico reproduce tipográficamente las

dificultades que la materialidad del texto previo impo-

ne a la escritura, y convierte lo que es generalmente

reflexión sobre este proceso en un poema “concreto”. En

ambos casos, el relato de la materialidad se convierte

en detalle artístico, como si se tratase de una versión

ampliada de un segmento definido.

La relación entre ambos textos también puede apa-

recer diluida (o solapada) cuando se arma a partir de

restos o fragmentos, y aquí es donde mejor se percibe la

distancia que los separa. Así, la pequeña aparición de la

mujer de los electroshocks en los manuscritos (que no

se sabe ni quién es), ocupa la quinta sección del libro,

“Palimpsestos. La Tipaza”. La operación es la de expan-

sión de un pequeño núcleo; el relato termina de armar-

se e incluso adquiere linealidad al aludir al día en que

se conocieron (en un cine),27 y al final de la relación: “¡ Y

cuando al extranjero/ país huiste, yo, que no lo sabía,/

vagando de café en café,/ buscábate, buscábate!” (99). El

proceso es el mismo, aunque se invierta la dirección, en

el tratamiento de la figura de Nausica, que aparece re-

petidas veces en el texto escrito en manuscrita: se habla

de su incomprensión del exilio, del suicidio de su padre,

de su reacción ante los saqueos, etc. De todos estos indi-

cios, en el poema sólo queda un detalle de una escena

erótica, pero absolutamente despersonalizada: “Dedo

entrando/ y saliendo/ secreto, frenético,/ furtivo,/ de

ardiente/ vaginal conducto.” 28

También se podría pensar en una expansión (aunque

es, a la vez, el que se desarrolla como variación del viaje

homérico y propone la idea de escritura como viaje (so-

bre o entre otras escrituras). De hecho, las interrupcio-

nes materiales (la aparición de una fotografía, o de un

título), las reflexiones sobre esta dificultad y la teoría

sobre la parodia, ocupan prácticamente la totalidad de

ambos textos, si se dejan de lado las secciones del poe-

ma denominadas Palimpsestos y el monólogo de Calaf,

el salvador.25 A veces también se repiten episodios con

pequeñas variaciones, como en la escena de los (s)aqueos

a los supermercados que en el poema, en la sección “VI

Una oda al consumismo”, presenta un antecedente, un

robo personal, que no está mencionado en el manuscri-

to; y en este último, a su vez, aparece el asesinato casi

ritual del potrillo pura sangre del hipódromo que no

existe en el cuerpo del poema. Estas son transformacio-

nes mínimas –que agregan o quitan acciones a una mis-

ma escena– y proponen un lazo fuerte y evidente de

unión entre ambos textos.

Pero las referencias de un texto a otro no se asientan

siempre en la repetición, sino que a veces adquieren un

tratamiento raramente especular: si el manuscrito dice

“Esta última línea (tachadura) acaba de pasar por el

borde inferior de la ilustración, aprovechando un estre-

cho blanco que se abría entre ella y la continuación de

la columna del medio” (Ps; 33), en la sección IX del poe-

ma esta materialidad por la que atraviesa la escritura

se transforma en el único objeto del poema: “la página:

ne-/ gro/ plastrón/ o charco/ de negra/ tinta de/ don-

de/ surge el/ angustiado/ per-/ fil de un/ poeta/ igno-

to” (165). La rareza del reflejo es que, en este caso, se

transforma en extraordinario, ya que se aísla del resto

Page 64: Variaciones Vanguardistas La Poetica de Leonidas Lamborghini

131130

artículos de Nesti y Villoro que generan variaciones, sino

también por los grabados de Blas Castagna que son una

versión del poema. “Cartoon” también permite leer el

proceso de asimilación del fragmento desde otra pers-

pectiva, como construcción autónoma de las descripcio-

nes que el escritor hace de las imágenes de las calacas o

de la revolución francesa en el manuscrito. La media-

ción es, en este caso, muy clara ya que se retoman no

sólo imágenes sino el texto de una historieta.

Otras veces, los fragmentos del manuscrito que

migran al poema, serán integrados al monólogo. Porque

más allá del carácter centrípeto de la voz de Cordero

(que convierte todos los textos en un estilo, que constru-

ye un “verosímil homérico”) y del carácter centrífugo de

la voz de Calaf, el salvador (que asume las lenguas y los

estilos dispares), la máquina del poema incorpora el frag-

mento como constitución de una voz dramática y, enton-

ces, arma un contexto que está ausente en el manuscri-

to. La unicidad de esta voz es la instancia de integra-

ción del resto, aquello, justamente, de lo que carecen los

fragmentos del palimpsesto.

En este sentido, y en el contexto de los múltiples re-

gistros y lenguas, Calaf también se hará cargo de los

textos que sirven como soporte del manuscrito. Del de

Nesti, a partir de la incorporación de la figura de

Coatlícue, la diosa serpiente de la tierra que es la ma-

dre de Huitzilopochtli, el dios de la guerra en la mitolo-

gía azteca, y del término “chingada”.32 De este modo, hay

una versión mitológica del desafío; por otra parte, y sin

perder de vista el diseño caricaturesco del personaje,

Calaf habla de los proletarios y dice “liberé al popolo”

de otro orden) si se relaciona la frase de uno de los ma-

nuscritos, “y después murieron muchos y tantos” (Ps; 28),

con la evocación de los asesinatos políticos en el estadio

vacío de la sección XI del poema: “muchedumbre de vo-

ces fantasmales que poblaron/ el Estadio vacío;/ (...)/

estallaban/ en ovaciones de descompuesto júbilo/ que

entremezclábanse en mi mente,/ como una pesadilla,/

con los ayes, con los alaridos,/ de una gran matanza.”

(183) Aquí se parte de un elemento mínimo, de una fra-

se y no de un relato o de una escena; la relación por lo

tanto es más forzada, o si se quiere, menos certera.29

Pero así como las migraciones de un texto a otro es-

tán signadas a veces por el fragmento, el detalle –tal

como se ha visto– también es una de las formas de este

proceso de reescritura, a tal punto que desde un signifi-

cante común, pueden armarse historias muy distintas.

Este es el caso del término “engendro” que envía en el

manuscrito a la escena ya mencionada del alumbramien-

to del niño que no quería nacer,30 y en el poema a la

historieta de la mujer que da a luz un niño con alas,

porque tiene un esposo humano y un amante pájaro: “En

medio/ de los dos,/ el cúbico/ huevo roto;/ y asomando/

(...)/ el grotesco/ producto;/ mezcla burda/ de partes,

semihecho,/ engendro/ engendrado/ por engendros.”31 Un

mismo significante une un fragmento descontextualizado

y una sección completa del poema; el proceso es similar

al de aquellas secciones del texto que imponen a las re-

flexiones sobre la materialidad de la escritura, un efec-

to constructivo que las autonomiza. En “Cartoon” se in-

troduce la idea de lectura de la imagen que es funda-

mental en el libro, no sólo por las ilustraciones de los

Page 65: Variaciones Vanguardistas La Poetica de Leonidas Lamborghini

133132

(como en la ópera), abriendo de este modo una versión

política del desafío que está presente en los planteos de

Villoro sobre la revolución francesa.

No se puede hablar en el Odiseo confinado de una

sola máquina, sino de dos que –como se dijo– abordan

de manera diferente la cuestión central del palimpsesto

como modo de escritura (y por supuesto unen esta idea

a la de parodia). La diferencia más clara es que la má-

quina mayor, la del poema, es una máquina artística,

que plantea la variación como construcción de voces dra-

máticas, aunque esto no signifique abandonar la idea

de arte como artefacto, como trabajo sobre la materiali-

dad de los otros textos; la más pequeña, en cambio, es

una máquina que expone sólo el artificio que hace posi-

ble este modo de escritura. En este sentido, se decía,

puede pensarse como ejercicio previo, e incluso como una

zona de adiestramiento para llegar al poema, porque allí

se visualiza la tarea del escritor como lector de los otros

textos que está presente en el poema como una teoría de

la parodia en la voz, sobre todo, de Cordero. En el ma-

nuscrito, en cambio, el escritor describe lo que ve y lo

que lee, introduce párrafos completos del otro texto para

pasar luego a una interpretación, pero éstos no pasan a

formar parte de una voz imaginaria (y aquí es impor-

tante tener en cuenta la lectura autobiográfica de los

manuscritos). Si la máquina mayor tiene un carácter

fuertemente compositivo, que permite leer el resultado

del ejercicio del palimpsesto, la menor trabaja desde la

descomposición y pone en evidencia sólo el proceso. Su

carácter fragmentario la separa del orden prescriptivo

y, a pesar de que se hable aquí también de la parodia,

ésta aparecerá a partir de ciertos restos del discurso y

no como una teoría coherente.

2. El juego de la poesía

Hacia fines del siglo XIII Ramón Lull construye la

primer máquina lógica:33 una serie de discos que gira-

ban alrededor de un mismo eje; en uno de ellos figura-

ban –simbolizados por letras– ciertos conceptos y en el

otro, ciertos atributos. La puesta en movimiento de al-

guno de ellos –o de ambos a la vez– permitía la combi-

nación de los signos. La máquina funcionaba como un

“ars combinatoria”, pero el resultado era siempre una

serie limitada, porque ponía en relación un término con

otro, unidireccionalmente. La combinación era aleatoria,

pero a la vez partía de un ejercicio de elección de los

términos muy estricto. Era una máquina mecánica, más

allá de que este adjetivo conservase su significado

etimológico, aquél que le otorgaban los griegos a meca-

nismo, el de invención ingeniosa.

Los textos de Lamborghini no son una máquina lógi-

ca, sino más bien todo lo contrario; en principio porque

los materiales retomados, puestos en relación, tienen una

densidad histórica y una serie de lecturas políticas e

ideológicas que harían imposible la circunscripción en

un concepto, y además, porque la variación, justamente,

desarma las lógicas de los géneros, de los discursos y

aunque se ajuste a la variación sintáctica –como en

muchos poemas de Circus–, la economía de términos

envía, por medio de pequeños movimientos en la frase,

a la ambigüedad o a la multiplicidad de sentidos.

Page 66: Variaciones Vanguardistas La Poetica de Leonidas Lamborghini

135134

Pero hay un texto de Lamborghini que podría pen-

sarse bajo la invención de Llull, El jardín de los poetas,

que se publica en 1999 y reúne poemas escritos en Méxi-

co, entre los años 1977 y 1990. El punto de partida (o de

llegada) es el de las vanguardias históricas que propo-

nen como única referencia del poema el lenguaje y –en

estricta relación con esta instancia– al poeta como una

figura que se construye a partir de su capacidad de ju-

gar en este espacio.

Los cientoveintiocho textos que componen El jardín

de los poetas34 giran alrededor de un mismo tema, los poe-

tas. La variación no opera produciendo varios centros más

o menos autónomos, o centros satélites, sino expandien-

do el único centro sobre todo desde el orden de la atribu-

ción o la predicación: “Poetas esperando sin mayor espe-

ranza/ la inspiración de la Musa./ Poetas esperando sin

ninguna esperanza/ la inspiración de su Musa./ Poetas

poniendo todas sus esperanzas en la espera/ de la inspi-

ración de su Musa.” (“Parterre 4”; 14). Cada verso repite,

prácticamente, al anterior, y “la espera”, que está presen-

te en el título de esta primera sección (“Poetario de la

espera”) funciona como término de la variación, en un

pasaje que también repite pasos similares, ya que puede

ser sustantivo, adjetivo, verbo o adverbio. A estas sim-

ples transformaciones gramaticales se agrega, además,

un proceso de atribución que funciona por graduación (“sin

mayor esperanza/ sin ninguna esperanza”) o por oposi-

ción, cosa que se da sobre todo en el pasaje de uno a otro

poema o parterre (jardines), como engarce que permite

la variación exhaustiva de lo mismo y la entrada de otro

elemento que funcionará en varios poemas: “Poetas an-

gustiados en espera/ de la inspiración de su Musa” (15)

es el cierre de “Parterre 6” y “Poetas nada angustiados

esperando/ la inspiración de su Musa”, la apertura de

“Parterre 7”. En las otras dos secciones, “Poetario de los

sueños” y “Poetario de las metamorfosis”, el funcionamien-

to de la variación es similar. En el primer caso, hay un

enunciado que se mantiene siempre igual: “Poetas soñan-

do su poema”, y lo que varía temáticamente son las cir-

cunstancias de este sueño: “Poetas soñando su poema/ poco

antes de limpiar una botella vacía./ Poetas soñando su

poema/ después de llenar una solicitud de crédito./ Poe-

tas soñando su poema/ antes de consultar un sismógrafo

casero.” (“Parterre 23”; 57). La posibilidad de la variación

se concentra, entonces, en una zona de la frase. La últi-

ma sección, por su parte, es la que mejor responde a cier-

tas prácticas de la vanguardia histórica, las mismas que

ensayó Oliverio Girondo en En la Masmédula (1956). La

variación se da por multiplicación de atribuciones y és-

tas a su vez, suelen trabarse por contaminación fónica:

“Poetas pararrayos– reyes– ruyas– riyas– royos– ruyos./

Poetas perasrayos– porosrayos– purosrayos– portarrayos./

Poetas palosrayos– pelarrayos– patarrayos– poetas

pitarrayos.” (“Parterre 1”; 87).

El jardín de los poetas es, de hecho, la exposición de

una máquina propia de las vanguardias; en “Poetario de

la espera” ésta se produce por combinación sintáctica

de muy pocos términos, en “Poetario de los sueños” se

contrasta la rígida estructura que abre todos los textos

con las secuencias absurdas de circunstancias y en

“Poetario de las metamorfosis” entra en escena la fuer-

te valoración del sonido, que permite el ingreso de neo-

logismos y palabras-valija (la invención es aquí un

efecto de la combinación). Los “bosquecillos” también

Page 67: Variaciones Vanguardistas La Poetica de Leonidas Lamborghini

137136

arman un sistema cerrado, que entra en relación con

el principal a partir de la operación constructiva: “Poe-

tas sin Musa, mudos./ Poetas sin Musa, ciegos./ Poetas

sin Musa, sordos.” (33); o bien: “Poetas converseando con

su Musa./ Poetas estrofándose con su Musa./ Poetas

consonándose con su Musa” (51).

El carácter constructivo de esta máquina es muy fuer-

te y su modo de producción es “mecanizado”, porque ex-

hibe una única matriz que ordena un movimiento, o va-

rios, que podrían ser infinitos, pero respetan siempre

una pauta común. La variación se convierte en un mero

ejercicio.

La idea de artificio, ya se ha dicho, es fundamental para

leer la producción del autor, pero en este caso se arma a

partir de prácticas probadas y consagradas. El gesto de

“retocar” los materiales desaparece y la transformación

de las distintas tradiciones que opera en términos genera-

les la variación en sus textos anteriores, también. O dicho

de otro modo, la concepción de la escritura como juego al-

canza aquí uno de sus límites. Se juega con reglas estric-

tas y predeterminadas. De hecho, Lamborghini mismo

advierte la dureza de esta máquina cuando dice, en el “Can-

cel de entrada” al libro: “Forma (...) cuyo funcionamiento

mecánico, automático, me permitía desahogarme de tanto

trabajo a full, de tanto recalentamiento cerebral al vacío

en la olla a presión de la publicidad.”

El jardín de los poetas es un libro que cualquier lec-

tor común puede asociar con la escritura de vanguar-

dia, porque tiene todos los ingredientes que dieron cier-

ta legibilidad a esta tradición. El movimiento mecánico

y probado convierte el texto vanguardista en un clásico,

estabiliza una práctica, impone y respeta un canon.

Odiseo confinado, en cambio, hace el movimiento con-

trario, actualiza a los clásicos (dos épicas, dos grandes

géneros), los saca de la historia de la literatura para

hacerlos hablar con una voz contemporánea.

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139138

5 Daniel Freidemberg, “Leónidas Lamborghini: multiplicar la

distorsión”, en op. cit.; 205: “Más que un procedimiento, la parodia

es en Lamborghini un punto de vista y hasta, en cierto modo, una

filosofía.”6 En Julio Schvartzman , op. cit.;4 : “Todo lo que fluía se negaba

para mí. Esto concluyó cuando llegué a la primera voz del “Odiseo

confinado”, donde me encontré con Garcilaso. Lo que trato, con la

voz de Cordero el Paródico que allí aparece, es de recuperar la

fluencia. Eso es quizás lo que usted ve en el ‘Estanislao’”.7 El cuerpo del poema incluye cinco series denominadas también

palimpsestos: “V Palimpsestos– La Tipaza”, “VI. Palimpsestos– Una

oda al consumismo”, “X. Palimpsestos– Padre en el Hades”, “XI

Palimpsestos– En el estadio abandonado” y “XIII Palimpsestos– Hi-

jos mateando en la cocina”.8 El término estilo está utilizado aquí en su sentido más difundi-

do, como el modo de escribir de un autor o “el estilo de una época, de

un movimiento artístico: el estilo romántico, barroco, etc.”, en Oswald

Ducrot y Tzvetan Todorov, Diccionario enciclopédico de las ciencias

del lenguaje, México, Siglo XXI, 1986. En este caso se hablará de un

“estilo clásico”, pensando en una larga duración que incluye no sólo

los poemas épicos griegos, sino también el resto de los autores men-cionados por Cordero.

9 Se podría considerar como tratamiento moderno del verso el

que aparece en “XII Cordero, el paródico”, ya que apela a la conta-

minación fónica de los términos y a la segmentación del significante:

“–El resquicio/ es el quicio/ el res-/ quicio/ por entre/ medio:/

el subterrá-/ -neo-/ hombre del/ resquicio/ en su/ quicio/ por entre

medio/ de.” (185). También, “VII Cordero, el paródico” que podría

pensarse en la línea de la poesía concreta.10 “Cordero el polítropo. Recorrido por la obra de Leónidas

Lamborghini” es un ensayo inédito de Pablo Ingberg que reconstru-

ye con erudición este proceso. Habría que agregar, sin embargo, que

Lamborghini atribuye el uso del endecasílabo a la lectura de

Garcilaso de la Vega y no a la del poema épico. Ver Daniel García

Helder (reportaje), op. cit.; 17.11 Leónidas Lamborghini. “V Palimpsestos. La Tipaza”: ‘¡La que

agresiva, a los psiquiatras,/ prolija cuenta hacía/ de esas penetra-

ciones,/ desafiándolos!’// ‘¡La que entre/ electrochoques/ te nombra-

ba’ (94).12 El contraste interno puede leerse sobre todo en algunos frag-

mentos de “V Palimpsestos La Tipaza”, que integran la voz de Cor-

Notas

1 Leónidas Lamborghini. Odiseo confinado. Bs. As., Ediciones Van

Riel, 1992; 19-20. Con grabados de Blas Castagna.2 Entre las teorías más modernas de la parodia, la de Margaret

Rose será la que defienda la necesidad del componente cómico en

este procedimiento o género; por su parte Linda Hutcheon dice que

el estatuto de la parodia es el de la repetición con diferencia, con

distancia crítica, que no implica el componente cómico (más propio

según ella de la sátira) sino la ironía. Ver al respecto Margaret A.

Rose, Parody: ancient, modern, and post-modern, New York,

Cambridge University Press, 1993 y Linda Hutcheon, A theory of

parody. The teachings of twentieth-century art forms, New York,

Methuen, 1985.3 Leónidas Lamborghini, Odiseo confinado, op. cit.: “homeros y

dantes abominables, contrahechos;/ y quevedos deshechos; y josé

hernández/ y del campo gauchicojos; y marechales de oído;/ y

discépolos sin genio;/ y apollinaires, y eliots, y pounds enanos,/ de

pacotilla; y virgilios al ras, de risa;/ y macedonios simiescos;/ y

bernárdez groseros, y garcilasos caricaturescos;/ y lugones de pri-

mera escuela;/ y borges sin maestría,/ eran la prueba aquella, la

evidencia.” (30)4 La función de preservación es considerada tanto por Hutcheon,

como por Rose. Lamborghini siempre pone el acento en la actuali-

zación del género, como forma del homenaje y también como conti-

nuidad: “Yo no estoy de acuerdo con que el género se haya cerrado.

Por eso todavía le estamos dando vueltas. Lo mío, que defino como

una gauchesca urbana, es una manera de decir frente al encasilla-

miento de ‘la Biblia gaucha’, vayan y lean”, en Julio Schvartzman

(reportaje), op. cit.; 4. En realidad, en este sentido, la idea de paro-

dia del autor se asocia fuertemente a la del formalismo ruso, ya que

se relaciona el procedimiento con un momento de corte en la tradi-

ción y un salto evolutivo de la serie literaria. Ver, sobre todo, Jurij

Tynjanov, “V. Dostoevskij e Gogol (Per una teoria della parodia)”, en

Avanguardia e tradiziones, Bari, Dedalo libri, 1968 [1929]; 135-171.

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país. Por otra parte, la posibilidad de introducir partes de los monó-

logos o las consignas en una obra de teatro, refuerza la idea de

dramaticidad de la serie inicial de Lamborghini.18 Supuestamente, son cuarenta y siete las páginas de la revista

cultural sobre las que se escribe el texto en manuscrita. Esta es

una alusión presente en los palimpsestos mismos, pero también en

la apertura del poema, en “La Invocación”. Los artículos que se con-

servan, cuya fecha consta al pie de cada página –domingo 9 de julio

de 1989– son tres: “La revolución francesa: ¿ilusión o realidad?” de

Luis Villoro, “La salvación del laberinto” de Arnaldo Nesti y dos

páginas de la sección de la revista denominada Columna semanal:

una incluye cuentos cortos de Mario Benedetti y la otra una nota de

Myriam Moscoso sobre Javier Molina titulada “De frente y de per-

fil”. Del primero de los artículos se incluyen las dos primeras pági-

nas (sin número) y las 25, 26 y 28. Del segundo, que trata sobre las

fiestas religiosas de México, se incluyen la página de inicio, la 32

(intercalada entre las del artículo de Villoro) y las subsiguientes,

hasta la 38. Este artículo está completo. Los dos textos de la Co-

lumna semanal están en la página 39 y en la 42 (este último incom-

pleto). Este texto incorporado en el libro será denominado de aquí

en más como manuscrito, o palimpsesto y para las citas se utilizarála sigla Ps, seguida por el número de página de la revista en la que

se encuentra.19 Es interesante pensar esta irrupción como una puesta de lo

que es realmente un palimpsesto, un texto escrito sobre otro, pero a

la vez un texto que borra otro. Las citas, de este modo, simularían

la recuperación de este texto primero. Sin embargo, no han desapa-

recido, porque el artículo de la revista está presente, ya que se es-

cribe entre y no sobre líneas.20 Esto es así hasta tal punto que algunas veces lo que se copia,

lo que emerge del texto de abajo, rompe no sólo la linealidad del

relato que se está desarrollando, sino también la del artículo sobre

el cual se escribe, ya que se sigue una secuencia horizontal que

retoma segmentos de las distintas columnas, razón por la cual se

multiplica la incoherencia de lo que se lee.21 El texto en manuscrita comienza en la última página de la

sección Columna semanal de la revista, es decir, en la página 42 de

las supuestas 47 que su utilizaron para escribirlo y está intercala-

do entre las páginas 176 y 177 del libro. No hay en este caso, el de la

nota de Moscona titulada “De frente y de perfil”, una relación decla-

rada entre el soporte y lo que se escribe en manuscrita; lo mismo

dero como evocación de una relación pasada: ‘¡Y cómo has/ de saber-

lo tú! ’ ! / / ‘ ¡Asustado! ’ ‘ ¡Vendido! ’ / / ‘ ¡Húndete! ’ / ‘ ¡Húndete! ’ / /

........................../ ..........................// –Relámpagos/ de su cabellera

fatal, ensortijada,/ y el rojo resplandor de sus ojos/ inyectados en

sangre,/ vislumbré, allá,/ en el horizonte fantasmal/ del recuerdo. /

/ Y bajo la nube negra, espesa,/ de esa memoria siempre amenazan-

te,/ el fiero Aquilón de su ira, a duras penas,/ embargado por ideas

de culpa/ y de naufragio/ extenuado, y roto, y disminuido,/ una vez

más atravesé.” (100-101)13 En la ópera de Puccini –cuyo antecedente es la pieza teatral

del mismo nombre de Carlo Gozzi, estrenada en Venecia en 1762–

será la princesa china Turandot la que debe develar quién es Calaf

una vez que éste ha descubierto los enigmas propuestos por ella

que lo salvarán del sacrificio (al que muchos nobles y príncipes ha-

bían sido ya sometidos) y le otorgarán la posibilidad de desposar a

la princesa.

Cuando murió Puccini, la ópera quedó incompleta; la termina-

ron Franco Alfano y Vicenzo Tommasini. Se representó en Milán,

por primera vez, en 1924, bajo la dirección de Arturo Toscanini.14 La cita continúa de esta manera: “¿El cusifai ése/ de la Lui/

en la Turandot/ del tano/ Puccini,/ que una tarde/ vi/ en la tele...?”,y más adelante: “¿O un/ porteñito típico/ mamón/ y boludito?...”;

páginas 127 y 128.15 En Agustín Blánquez Fraile, Diccionario Latino- Español, op.

cit.; 1004.16 El que habla de la resistencia, como atributo de los desafíos

que hay que vencer es Calaf: “-Esa es/ la cosa.../ y la resistencia/

de la cosa/ está dentro/ de.../ uno mismo/ resistiendo.../ ¿Lo ves?/

¿Lo ves?/ ¿Viste?/ ¿Tá?/ Y hay que/ darle/ en la madre/ a la resis-

tencia/ de la/ cosa...¿Tá?/ Darle y darle,/ partirla/ por el eje,/ ¿y

no es/ mejor esto/ que pu-/ drirse?” (154)17 En Perón en Caracas de Leónidas Lamborghini, la idea de an-

tología puede ampliarse aún más. Se cita el poema “El cantor”. Perón,

habla de la parodia e incorpora una definición de “El estro paródico”,

texto de El Riseñor: “¡Parodia, genio de nuestra raza!”. Pero ade-

más, se recuperan gran cantidad de fragmentos de Las patas en las

fuentes (como voz en off, como voz de lo que pasó, o como contrapun-

to de lo que está pasando en la Argentina). Lo que es interesante,

en este caso, es el hecho de que la saga del Solicitante y El Sabotea-

dor construyó por medio del montaje y el corte un discurso político

que se convierte ahora en el único modo de decir la historia del

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143142

fue una fábrica textil que era de su padre. Es interesante, en este

sentido, retomar una frase del mismo palimpsesto citado “Padre fra-

caso en hijo fracaso” que permitiría tanto una lectura estética en la

que Lamborghini es el padre del “nuevo Ulises”, como una lectura

autobiográfica si retomamos lo que él mismo dice en algún reporta-

je: “Se habían ido cerrando diarios como Crítica, Noticias Gráficas,

Democracia, fuentes de trabajo. Periodista sin periódico, terminé

viviendo con mi primera esposa Ilda y mis tres hijos en un rancho

de lata y de cartón en Lavallol, donde escribí Las patas en las fuen-

tes”. Ver Daniel García Helder (reportaje), op. cit.; 16.25 Ver como ejemplo de esta repetición en el poema, la sección

“IV Cordero, el paródico”, que comienza diciendo: “–De un margen/

al otro, navegando;/ del izquierdo mar–/ al derecho mar–/ y de

éste/ –el que dejo ahora–/ al que dejé/ hace un momento” (79).26 Leónidas Lamborghini, “I La Invocación”; 15: “¡Y, a su bordo,/

ese nuevo Ulises navegando,/ por entre los tipografiados/ renglo-

nes, de una revista/ cultural!// ¡Y navegó –¡oh peripecias de la

Diagramación!–/ derivando por artículos, reseñas, notas/ y fotogra-

fías; ilustraciones/ y dibujos;/ y avisos publicitarios,/ y pequeños, y

medianos, y grandes titulares,/ yendo de un margen al otro margen/

de cada página, (47 págs.)”.27 El relato de la seducción amorosa en el cine puede ponerse en

relación con la escena del esqueleto y la masturbación que estaba

presente en uno de los palimpsestos. Aquí, lo que habría que tener

en cuenta es una inversión de signos que permite el pasaje de las

“‘¡Caricias que inocentes/ en aquel momento/ pareciéronme!’” (95)

al erotismo más exacerbado.28 Leónidas Lamborghini, “IV Cordero, el paródico”, en Odiseo

confinado; 87. La escena está desarrollada en uno de los Ps; s/n:

“Después de los prolegómenos ya descriptos ella puede sentarse

sobre mi parado, tieso dedo sin uña, mientras yo estoy acostado

introduciéndoselo, se entiende, hasta el fondo, se entiende. Ella, de

espaldas a mí, así sentada dando saltos sobre mis muslos mientras

la tiene enterrada y yo le acaricio suavemente o bien le tironeo los

nulos senos y a ratos retiro de allí mis manos y con los dedos de

ambas le pellizco el trasero hasta que siento que le salen alas (al

trasero, se entiende). Y es cuando ella empieza a gemir de gozo y

dice ¡ay! Y es que está por acabar (se entiende). (...) y de pronto otra

vez haciendo estas cosas con Nausica, por esto de la loca de la casa

puesta a inventar el juego de estas posiciones”.

sucede en el siguiente, que recopila cuentos cortos de Benedetti.

Sin embargo, ambos textos presentan escritores o hablan de ellos y,

a decir verdad, la escritura, las dificultades que debe superar el

escritor, son el tema casi excluyente del texto en manuscrita. Hay

otra conexión posible, que obedece a una lectura total de los

palimpsestos y es la del título del artículo sobre Javier Molina, con

las técnicas de descripción utilizadas para presentar a las calacas

de Posadas.22 Leónidas Lamborghini, Ps; 33: “Son 4 las calacas del genial

Posadas que con Rulfo son México, México profundo, 4 calacas de

cuerpo entero. Una tres cuartos de perfil, otra de frente, otra tres

cuartos de perfil, la cuarta de frente. Sus respectivos cráneos están

cubiertos con el típico sombrero mexicano pero como si fueran bo-

netes de payasos, cuatro clowns. Tres están vestidos burdamente,

los tres que aparecen de izquierda a derecha. El del extremo está

totalmente desnudo en sus huesos. Parecen estar llamándonos, ¡ven-

gan cabrones! Parecen gritar desde allí ¡ya tendrán que venir de

todos modos! ¡vengan! No saben lo que se pierden. La proximidad

de la muerte sin duda acentúa la conciencia del absoluto fracaso,

haber vivido al pedo, haber hecho tantas cosas al pedo, esto, lo otro

y lo de más allá (tachadura) luchando al pedo, teniendo esperanzase ilusiones al pedo.”

23 Leónidas Lamborghini, Ps, 37: “y qué decir con el PAÍS Des-

perdiciado donde los Arcaicos, los pocos que aún quedan siguen gri-

tando ¡Queremos Patria! ¡Queremos Patria! Y ¡Basta! De la impuni-

dad!”, y más adelante: “Patrias Tierras que son ya el sentimiento de

la Patria devoradas por los pretendientes que son ahora los verda-

deros comedores de carne, sumidas en la impunidad para la que

están terminando con la casa, vendiéndola al mejor postor mien-

tras los arcaicos siguen graznando sin querer, su ¡Basta!”24 Leónidas Lamborghini, Ps, 42: “Pero, la consecuencia del fra-

caso de golpe la suma de muchos golpes. Y otro hubiera sido el curso

si la fábrica no hubiera quebrado y yo no estaría en esta página

tratando de salir de este agobio. La bolsa fue destrozada: la con-

ciencia del fracaso total, la lima de los tantos fracasos como el de la

fábrica de pronto vacía donde hubo máquinas y hombres maneján-

dolas. Si otro hubiera sido el curso y los recursos. Porque hubo que

andar después a la intemperie. Porque habiendo quebrado hubo que

vivir bancándose hasta naufragar esa sarna de la pobreza, echados

de todas partes”. Este es, en realidad, un dato de la infancia de

Leónidas Lamborghini, porque la fábrica que efectivamente cerró

Page 71: Variaciones Vanguardistas La Poetica de Leonidas Lamborghini

144

29 En este mismo sentido se podría pensar la relación entre la

frase del Ps; 42, “Al parecer nadie quiere nacer; y el nene que iba a

ser, llamado Leónidas no fue la excepción. No quería ahí del otro

lado de la pared ventral, no quería, no quería.”, y unos versos de

“XIII Hijos mateando en la cocina”: “El suplicio de unos hijos/ que,

como ellos,/ elegido hubieran/ no haber nacido.” (191). Todo el relato

de esta sección del poema –la infancia de esos chicos y el presente

adulto de repudio al padre, convertido “en inservible viejo”– está

ausente en los palimpsestos.30 Leónidas Lamborghini, Ps; 22: “para que mamá diera a luz y el

engendro viera la luz y papá, de este otro lado del túnel en el lugar

de la luz cuando yo salía ahí, papá como diciendo, sí es mi engendro.

¿Y acaso todo hijo no es un engendro de padre y madre? Partes ni

siquiera bien mezcladas que para siempre, mientras dure la vida

del engendro, están en contraposición, contrapuestas, enmudecen.”31 Leónidas Lamborghini, “III Cartoon”, Odiseo confinado; 75. En

este capítulo hay otro modo de relación interesante con los

palimpsestos, que tiene que ver con la descripción que se hace de

las figuras. Los esqueletos de Posadas en el Ps; 33, “miran desde

esa pequeña isla” y son “cuatro calacas de cuerpo entero: una tres

cuartos de perfil, otra de frente, otra tres cuartos de perfil, la cuar-ta de frente” y en la historieta el espacio es un “Islote/ de no más de/

cinco centímetros”, el hombre y la mujer “están/ de perfil,/ en un

primer/ plano” y el pajarraco también.32 En realidad, el texto de Arnaldo Nesti habla sólo de

Huistzilopochtli, pero en el monólogo de Calaf, Coatlícue es tam-

bién la representación de la guerra o del mal.33 Sobre las máquinas lógicas ver José Ferrater Mora, Dicciona-

rio de filosofía, Tomo III, Madrid: Alianza, 1980; 2096-2098 y tam-

bién el apartado que se titula Ars Magna (nombre de la obra princi-

pal de Ramón Lull) en Tomo 1; 225-226.34 Leónidas Lamborghini. El jardín de los poetas. Bs. As., Adriana

Hidalgo, 1999. Casi todos los poemas del libro se titulan “parterre”

(jardín) y las secuencias serán interrumpidas por otros que se de-

nominan generalmente “bosquecillo” y sólo en una oportunidad

“malezal” y “matorral”.

Page 72: Variaciones Vanguardistas La Poetica de Leonidas Lamborghini

145

IV. Linajes políticos

y literarios

Page 73: Variaciones Vanguardistas La Poetica de Leonidas Lamborghini

147146

(...)la imaginación es mucho más que una

facultad para evocar imágenes que multipli-

carían el mundo de nuestras percepciones

directas; es un poder de separación gracias

al cual nos representamos las cosas

alejadas y nos distanciamos de las realida-

des presentes.

Jean Starobinsky1

y frenéticamente/ hago/ el Acto Imagina-

rio// imaginando/ que no cuento ya más/

mis moneditas/ imaginando/ y dejaba mi

posición fetal/ y ya no veía médicos/

imaginando

Leónidas Lamborghini2

1. Gauchos y amurados

El linaje político que se construye en El Solicitante

Descolocado se sitúa en el espacio de la identidad del

peronismo y el presupuesto que permite postular las

relaciones con el tango y la poesía gauchesca –en el tex-

to– es la tensión entre lo nacional y lo revolucionario,

en el interior de estos discursos. Lugones, en El Payador

(1916),3 identifica al gaucho como esencia de lo nacional

y como héroe, en una versión mítica absolutamente aje-

na al complejo proceso de traslación que Lamborghini

hará entre la figura del gaucho y la del obrero (que es,

por otra parte, antiheroica).

Page 74: Variaciones Vanguardistas La Poetica de Leonidas Lamborghini

149148

temporánea y la noción de linaje extensible hasta el pre-

sente.10

Estos datos serán, en todo caso, los que permiten el

armado en El Solicitante Descolocado de la figura del

obrero. El lugar de enunciación es el mismo que el de la

poesía gauchesca, el del sujeto en el mundo del trabajo,

cuya discusión se dio en el momento de emergencia del

género: el gaucho como “vago” o “ilegal” y el gaucho como

“soldado” o “desertor” de las guerras de Independencia.

En la traslación de Lamborghini, el gaucho es sustitui-

do por el obrero, por el sujeto en el circuito de la produc-

ción industrial (encargado, empleado, obrero), o expul-

sado del mismo (solicitante, descolocado), bajo una idén-

tica atribución, “vagos”, “borrachos”, o “desorga-

nizadores”: “Me deschava/ –En en el departamento/ atra-

sando día a día/ el reloj/ cinco tipos tirados/ viviendo

como chanchos/ perdiendo/ poco a poco la vergüenza/ la

decencia y la moral/ una habitación/ un aire viciado/

cocina y baño” (ESD; 22).11 La caracterización negativa

se da en términos morales, pero también económicos,

porque se hace referencia, como en el Martín Fierro,12 a

la necesidad de disciplinar la mano de obra de los obre-

ros peronistas, que han sufrido con la Revolución

Libertadora una fuerte ruptura de su identidad.13 La

clase trabajadora, hasta el momento fuertemente sindi-

calizada, comienza a desorganizarse y pierde sus ins-

tancias de representación. Esto produce un desquicio del

mundo del trabajo –cierre de fábricas, desocupación y

persecución política, todas instancias dramatizadas en

El Solicitante Descolocado– que se traduce en el poema

en una imagen –ya mencionada– que funciona como es-

tribillo, “entro y salgo”.

Sin embargo, hay otras interpretaciones posteriores,

que debaten con el esencialismo lugoniano y permiten

pensar mejor los términos de abordaje del género en

Lamborghini. Una de ellas es la que define a la poesía

gauchesca como “literatura nacional”, como la represen-

tación de un momento de la Argentina y como “clave his-

tórica sudamericana”,4 posible –siempre según Martínez

Estrada– a partir de la relación necesaria entre el géne-

ro, la historia y la verdad; la articulación de estos con-

ceptos es inseparable del carácter no oficial del género,

porque la gauchesca es lo que queda afuera, en tanto

voz del gaucho, de la literatura patriótica (himnos, mar-

chas, etc).5 La marginalidad como marca y como punto

de partida para decir “lo nacional” o procesos históricos

determinados, es una pauta muy interesante para pen-

sar la superposición de figuras que ejerce El Solicitante

Descolocado.

Además de esta lectura de Martínez Estrada, Lambor-

ghini recupera la que años después sobre el mismo gé-

nero hará el revisionismo histórico6 y fundamentalmen-

te, Juan José Hernández Arregui. El gaucho ahora ten-

drá un árbol genealógico, porque el revisionismo arma

uno de los recorridos de lectura de la literatura argenti-

na. De tal manera que, en la gauchesca aparecerá el “es-

píritu del criollaje explotado”7, o dicho en otras palabras,

“una clase convertida en proletariado rural y en los úl-

timos años en industrial”.8

El Martín Fierro, según Hernández Arregui, es “el con-

flicto inconcluso del pueblo argentino contra la oligar-

quía”. A la figura del gaucho como marginal y de la lite-

ratura gauchesca como no central, entonces, la crítica

revisionista anexa la lectura del género en clave con-

Page 75: Variaciones Vanguardistas La Poetica de Leonidas Lamborghini

151150

el título de la primera parte de la serie, “Las patas en

las fuentes”, que alude también a una versión anima-

lizada (“aluvión zoológico”) o inculta de los manifestan-

tes que fueron a pedir la libertad de Perón a la Plaza de

Mayo.17 En el poema, el episodio no se presenta en tér-

minos que encubren una visión “estética” del otro, sino

en términos políticos positivos, los de la insurrección: “y

lo que esas antorchas/ alumbran alzándose en la luz/ es

la toma/ del poder/ balbuceó el Buen Idiota// y también/

cuando metimos las patas el poder/ en las fuentes de la

Gran Plaza/ dijo mirando a los adictos”.18

Se dijo antes que la relación del poema de Lambor-

ghini con la gauchesca era posible sobre todo a partir de

la legitimación de una lectura de época, la del

revisionismo histórico. La idea de literatura nacional era

anterior, pero lo que postula Hernández Arregui (y an-

tes Jauretche o Scalabrini Ortiz) es una de las cadenas

de linajes, literarios y políticos, más fuerte del país, di-

señada desde los márgenes genéricos y culturales, con-

siderados como dramatización de “lo nacional” (y nece-

sariamente “popular”), pero también como elementos re-

vulsivos, revolucionarios, que desplazan modos de re-

presentación, que permiten el ingreso de ciertas voces a

la literatura, que se enfrentan con las definiciones ar-

tísticas tradicionales y que, incluso, como dice Hernández

Arregui, sostienen o dan cuenta de una lucha de clases

a lo largo de la historia.

La incorporación del tango en el linaje literario que

construye Lamborghini es, en cambio, mucho más clara,

porque se expande como escritura. En El Solicitante

Descolocado el tango proporciona imágenes: las del ba-

El otro es el gaucho y también el peronista, o “el pro-

letariado industrial” (en la caracterización de clase de

Hernández Arregui): la gauchesca y el texto de Lambor-

ghini incorporan las visiones negativas que surgen como

discriminación social,14 pero la identidad de sus perso-

najes también se construye –en parte– desde ese lugar,

desde esa mirada externa. En El Solicitante Descoloca-

do esta incorporación produce un diseño con ciertos cos-

tados paródicos (que se desdibujan sobre el final de la

serie) y, paralelamente, permite ejercer un proceso de

inversión de las descripciones despectivas de los obre-

ros peronistas. El caso más claro es el del “adicto–cabe-

za” que unifica dos términos usuales en las denomina-

ciones de época. Si se revisan las crónicas periodísticas

del 17 de octubre de 1945 se verá que la idea de adicto

aparece asociada a un registro, por momentos, policial:

“elementos adictos al ex vicepresidente de la República

intentaron poner en práctica un plan de perturbación

del orden”, dice el diario El Mundo;15 por su parte la

designación de “cabecita negra”, tal como lo explica Da-

niel James,16 proviene del interior del peronismo y será

utilizada luego, por sus adversarios políticos, en térmi-

nos negativos. En el texto de Lamborghini, la doble de-

nominación arma un sistema polémico que sitúa la vio-

lencia en otro lado –justamente en el gobierno– y el per-

sonaje se encarga de repetir ciertas consignas que res-

catan su identidad: “Aquí corren y corren/ los adictos

perseguidos/ por los perseguidores/ que son los des-/

libertadores// y qué tiene/ el adicto cabeza/ en la cabeza/

tiene/ económicamente libres/ y socialmente justos/ tie-

ne y tiene/ políticamente soberanos.” (ESD; 36). En este

mismo orden, el de la inversión, es importante destacar

Page 76: Variaciones Vanguardistas La Poetica de Leonidas Lamborghini

153152

nos burlan compañero,

nos engañan

torciendo por Derecho

–nos maniobran–

buscándote, buscándote, buscándote

nos desocupan

y otra vuelta

a la explotación, indignificación

llegando a Estado de

la Gran Mayoría Proscripta:

vota en blanco19

La variación que Lamborghini ejerce sobre el tango

de tema amoroso, la traslación hacia el plano público de

un lamento privado, es más compleja aún en un poema

como “En la subasta”,20 cuyo texto previo es “Tomo y obli-

go” de Manuel Romero y Carlos Gardel; éste proporcio-

na también la imagen del abandonado o el amurado:

“tembloroso yo:/ –me deshojado. no consigo. me hincado.

me cuántas veces./ me de qué modo. me./ me: la quería.

me de qué. la : envilecida. la: a otros/ brazos. la: vien-

tre.”(41). Sin embargo en “En la subasta”, el fenómeno

de traducción –aunque se despliega en el mismo sentido

que en “Payada”, escamoteando las hipótesis de sentido

del tango sentimental– presenta otra modalidad que es

la de la parodia de la retórica de la subasta pública de

campos y ganado: “bull-rich:/ –puros por cruza por un

total de. promedian. en punto/ hoy. mi experiencia lo

puede./ beba conmigo. de las mujeres mejor.// todas” (40).

Este contrapunto es entonces el que permite leer el tan-

go sentimental como una variación que significa, nue-

vamente, la politización del género:

rrio, la de la prostituta, la del cornudo, o la de la pordio-

sera; aparece mediante uno o más versos, mediante

significantes que remiten a letras de tango muy conoci-

das, mediante el uso del lunfardo o del ritmo propio del

género.

El lector reconoce rápidamente la presencia del tan-

go en este texto. Sin embargo, los fragmentos que pro-

vienen del género, no están marcados como un discurso

diferencial (no aparecen con otra tipografía, o entre co-

millas), tal como lo están las consignas por ejemplo. El

modo de decir del tango, es la voz de los personajes del

poema. Así como no aparecía la lengua rural y ni siquie-

ra la forma naturalista de construir el código, propia de

la gauchesca, sí aparece conservado el lenguaje y hasta

la sintaxis del tango, aunque ésta también se ve someti-

da –levemente en la serie de El Solicitante Descoloca-

do– a los dos procedimientos que caracterizan el fraseo

de los personajes, el corte y el cruce con otros discursos.

Las imágenes que El Solicitante Descolocado compar-

tía con la gauchesca sobre la relación entre sujeto y

mundo del trabajo –vago, desempleado, descolocado– se-

rán recubiertas en el caso del tango por la imagen del

abandonado, del traicionado; de este modo, se arma una

constelación de figuras que traba los géneros entre sí.

Pero así como se invierte la imagen negativa del obrero

peronista, el amurado en la voz –básicamente– del

Letrista Proscripto, será el que denuncia la traición po-

lítica y, en este sentido, el que enfrenta, el que abando-

na el tono del lamento y se apropia del tono del desafío

que transforma el monólogo en una forma de la arenga

política, en una incitación a la acción:

Page 77: Variaciones Vanguardistas La Poetica de Leonidas Lamborghini

155154

que reaparece nuevamente en el sistema de lecturas

político-literarias de Lamborghini.

Los géneros que ingresan al linaje literario construi-

do por Lamborghini, son releídos y transformados de

acuerdo con el diseño del linaje político. Lo literario está

en uno y otro caso, proporcionando los elementos que

permiten armar el linaje político: imaginarios en ambos

casos y lógicas histórico-políticas en el caso de la gau-

chesca. Los imaginarios del tango y la gauchesca serán

a su vez traducidos, en un caso deslizándolos hacia el

plano público y en el otro recontextualizando la posi-

ción del sujeto dentro o fuera del mundo del trabajo y

del mundo político.

2. Los muchachos

El fragmento presupone, más que el sujeto

del romperse, su objeto.21

Los linajes políticos en los textos de Lamborghini,

forman parte de un esfuerzo constructivo, posible a par-

tir de la variación. En principio este proceso estará re-

lacionado con un gesto que significa crear una genealo-

gía para el peronismo como discurso presente que posee

tensiones hacia el pasado y hacia el futuro en una cons-

trucción marcadamente polifónica. La polifonía textual

es la propuesta realizada sobre el momento de proscrip-

ción del discurso retomado y por lo tanto sobre un perío-

do histórico, fines de la década del ’50 y primera mitad

tembloroso yo:

–todas amigo.

amigo:

–la subasta comenzó. el remate. la venta.

tembloroso yo:

–envilecida.

amigo:

–24.000.000.

tembloroso yo:

–a otros brazos.

amigo:

–tomados y obligados.

tembloroso yo:

–entregada hoy. al verla.

amigo:

–deshojados.

tembloroso yo:

–porque me engaña: horn.

amigo:

–bull-rich y Cía. S. A. cría. (46/47)

La homologación de las figuras de la mujer y el gana-

do, es la trama sobre la que se despliega la variación del

núcleo ideológico del remate o la venta, que durante la

década del ’60 y del ’70, articula por un lado, a gran par-

te del discurso político de la izquierda que se autodefine

como antimperialista, y por el otro al discurso peronista

en una línea que, según los recortes, tiene dos puntos de

inicio: la década del ’40 con los postulados de Perón so-

bre lo nacional, o bien el discurso de Eva Duarte y la

Resistencia peronista que se desarrolla a partir del gol-

pe de estado de 1955. La definición de la oligarquía agrí-

cola-ganadera como vendepatria, está presente en esta

línea discursiva y también en el revisionismo histórico,

Page 78: Variaciones Vanguardistas La Poetica de Leonidas Lamborghini

157156

barricada que propone sabotear el discurso poético tra-

dicional, y las que provienen de la izquierda.25

El discurso de la Resistencia peronista aparece a tra-

vés de la estructura de sentimientos que Daniel James26

describe para este período: exaltación de la figura del

obrero y fuerte proceso de autoidentificación, celebra-

ción de la vida del trabajador en su dureza y aflicción y

en su relación con el hogar y la familia y nostalgia por

la era peronista.

El primero de estos tópicos se rastrea a través de todo

el texto, ya desde la elección de los dos hablantes y des-

de el espacio central, la fábrica, que funciona como esce-

nario recordado y como actual carencia. El segundo se

encuentra específicamente en la estampa de la casita

del buen tiempo y la casita del mal tiempo: “–ésta es la

casita del buen tiempo// un pequeño/ paraíso terrenal

una casita/ en la que el hombrecillo/ tiene/ un jarro de

aluminio/ donde el agua jamás/ se ha dejado beber/ más

límpida y más/ fresca” (LPF; 65). El relato de vida del

“hombrecillo” al Solicitante, construye una imagen que

contiene los rigores de la vida del obrero y sus benefi-

cios. A este relato habría que sumar las diversas evoca-

ciones del “verdadero fútbol” y del antiguo barrio que

aparecen en el poema. Y el último tópico de esta estruc-

tura de sentimientos aparece fundamentalmente en la

estampa posterior a la del ascensor y la mujer: “enton-

ces recordé/ cuando/ en este país/ se trabajó en un tiem-

po/ cobrando puntualmente// y fue el tiempo/ que yo no

trabajaba/ y ahora que trabajo/ cobro el sueldo/ que no

alcanza” (LPF; 77).

Sin embargo, estos tópicos no aparecen en el texto de

Lamborghini como los únicos componentes de la trama

de la del ’60, en el que la identidad del peronismo sufre

replanteos importantes.22

La segunda instancia de construcción del linaje polí-

tico también coincidirá con un período de transforma-

ciones políticas, la década del ’70, en el que la unidad

del discurso retomado se hará polémica. En este caso la

operación de traducción del discurso peronista será más

fuerte y estará asociada básicamente a la distorsión.

(polifonía: el coro)

En la producción de Lamborghini el discurso peronista

no es monológico (no es, entonces, el discurso de Perón)

sino polifónico. La polifonía podría rastrearse en la pre-

sentación misma de las voces que representan parte del

campo político argentino desde los comienzos del peronis-

mo hasta la década del ’60. En Las patas en las fuentes,

como ya se ha dicho, se identifican voces del pasado: las

de los protagonistas del 17 de octubre de 1945, las de

los manifestantes el día del bombardeo de la Revolu-

ción Libertadora a Plaza de Mayo, o las de los sobrevi-

vientes de José León Suárez. Las voces del presente,

serán las que articulen pasado y futuro en un collage de

enunciados de procedencias diversas.23

A partir de la construcción de un linaje discursivo, se

podría leer entonces el armado de voces en El Solicitan-

te Descolocado como una verdadera polémica: las voces

del sentido común24 (la gente en el tren y por momentos

El Saboteador y El Solicitante), las de la Resistencia

peronista que aparecen fundamentalmente en la segun-

da parte de “Las patas en las fuentes” y que pueden es-

tar representadas a nivel de poética, por el poeta de la

Page 79: Variaciones Vanguardistas La Poetica de Leonidas Lamborghini

159158

to de/ en la revolución por/ las urnas/ dijo// en el imperio

de/ la justicia/ y por supuesto/ en las instituciones y/ en

todas las libertades” (LPF, 80). Los elementos arcaicos

del discurso se encuentran explicitados en los persona-

jes del colectivo – “‘Oh oh en aquella época/ yo compré/

una vaquita/ por un peso’”–,31 mientras que los elemen-

tos residuales son los tópicos de la estructura de senti-

miento de la cual habla James. Estos son elementos

residuales y no sencillamente arcaicos, porque si bien

forman parte del discurso peronista tradicional, funcio-

nan en el presente del texto. Los elementos emergentes,

por último, son aquellos que remiten al discurso de la

Resistencia peronista.

Lo que es interesante en este caso, es ver cómo se unen

estos elementos discursivos y cómo se subvierten, a lo

largo del texto, sus jerarquías iniciales. Los elementos

del discurso residual y los del emergente no polemizan

nunca entre sí y se unen sobre el final del texto en la

escena de la insurrección. Esto significa la creación de

una continuidad en el linaje discursivo, que permite pen-

sar en forma conjunta –y unir en un collage– consignas

tan disímiles como “económicamente libres/ y socialmen-

te justos” y “la insurrección es un arte”. Los elementos

arcaicos del discurso, los del sentido común se filtran,

algunas veces, en el discurso del Solicitante y El Sabo-

teador. Esta mixtura discursiva y su posterior desarticu-

lación, permite leer el desarrollo dramático de los dos

hablantes como un desarrollo de conciencia de clase, que

negaría –a mi modo de ver– la versión lamborghiniana

que insiste en el costado payasesco de los personajes.

El debate más claro, se da entre los elementos del

discurso residual y del emergente unidos y los del dis-

que explica el pasado del peronismo, sino que represen-

tan más bien, como dice James, los sectores tradiciona-

les de su discurso.27 La tensión del texto hacia el futuro,

es posible a partir del ingreso de otros componentes del

discurso político, asociados a la experiencia de la izquier-

da. Este discurso tiene que ver con nuevos datos que

pautan, ya en pleno desarrollo, la experiencia de la Re-

sistencia peronista y en el texto de Lamborghini puede

leerse cristalizado en las consignas: “‘la redención por

la lucha’”,28 en boca del Saboteador antes de morir (que

pierde entonces su condición de “arrepentido”), o “‘La

Decisión es un don/ de la Inteligencia’/ balbuceó el Buen

Idiota/ ‘y el Coraje/ –tartamudeó–/ es su acción’” (LPF,

115), o la famosa consigna “liberación o muerte” en boca

del Solicitante. Inclusive puede pensarse relacionado a

la consigna proveniente de cierto sector del peronismo,

que dictará la maestrita: “–la tierra para quien la tra-

baja/ se inclina/ –la revolución no se detiene nunca.”

(LPF, 27). Este discurso fuertemente valorativo, es el que

describe a la Resistencia peronista como una forma de

acción, como sabotaje, como insurrección civil, tal como

lo pedía Perón.29

Todas las consignas, todos los programas políticos (o

los fragmentos de programas) se juegan (se jerarquizan)

en la serie de El Solicitante Descolocado, como elemen-

tos “arcaicos”, “residuales”, “emergentes” y “dominantes”,

tal como los define Raymond Williams.30 En este senti-

do, en el texto se encuentran dramatizadas las princi-

pales voces políticas de la década del ’50. La voz domi-

nante sería la de la Revolución Libertadora, parodiada

en el poema fundamentalmente en la figura del Cívico

Instructor: “–Confiemos/ en el cambio por/ en el veredic-

Page 80: Variaciones Vanguardistas La Poetica de Leonidas Lamborghini

161160

social, por región, por género, profesión o edad.34 Todas

las voces hablan una misma lengua y, en este sentido, se

pierde la fuerza centrífuga propia, según Bajtín, de la

novela. El movimiento es, justamente, el contrario, el de

una fuerza centrípeta, que unifica la lengua y que supo-

ne la construcción de un código poético que representa,

con su fraseo balbuceante y cortado, la alienación de los

sujetos que hablan. Pero la polifonía igual existe, en la

puesta en escena de los diferentes “horizontes axiológicos”

y “universos ideológicos” de los que habla Bajtín como

necesarios para la existencia del plurilingüismo.35

El peronismo aparece en esta primera construcción

del linaje político, como el espacio capaz de articular dis-

tintos discursos a partir de la acción como insurrección

civil. La insurrección propone el índice común para que

distintos sectores del discurso peronista y algunos frag-

mentos del discurso de izquierda se unan. Esto produce

una tensión hacia el futuro que será la que ya en la edi-

ción de 1971, postule la utopía de la toma del poder en

“Diez escenas del paciente”. El Solicitante Descolocado

es, entonces, un texto que diseña una unidad posible. La

lectura desde las pautas ideológicas de la Resistencia

peronista, permite también armar el pasado del pero-

nismo marcado por la acción. La elección, el recorte den-

tro del imaginario tiene que ver con “los que metieron

las patas en las fuentes” alterando las jerarquías esta-

blecidas, con los que se movilizaron a Plaza de Mayo el

17 de octubre de 1945.

(polifonía: interior de la voz)

El armado del linaje político, no tendrá que ver en

esta segunda instancia con la constitución de un discur-

curso dominante. La polémica se produce en el ámbito

de la plaza, porque la lucha discursiva es también una

lucha por el espacio público, por el espacio político más

destacado de aquellos años. En principio, el discurso

dominante, el de la Revolución Libertadora, es el que

ocupa el espacio entero de la plaza y de la calle; sin

embargo, esta jerarquización de los discursos se subvier-

te, ya que en dos momentos el lugar del discurso domi-

nante lo ocupa una mezcla del residual y el emergente.

Primero, sobre el final de “Las patas en las fuentes”,

cuando El Saboteador, la Mujer de la Antorcha, el Buen

Idiota, y los jóvenes, articulan en la plaza consignas en

las que desaparece el colectivo de identificación negati-

vo.32 En segundo lugar, en la tercera y última parte del

texto, “Diez escenas del paciente”, ya que los personajes

del subte penetran en la casa de gobierno.

La construcción del discurso político, en este sentido,

no es monológica sino polifónica, dada la ubicuidad de

los elementos arcaicos, residuales, emergentes y domi-

nantes y dado el contrapunto interno dentro de un mis-

mo modo de enunciación, porque los que se quejan de la

realidad económica en el colectivo y se sitúan del lado

de “todo tiempo pasado fue mejor”, representan un la-

mento opuesto al del Solicitante Descolocado que los

desprecia, al del Buen Idiota que dice: “Aquí/ los únicos

privilegiados/ son los privilegiados”, o al de los sobrevi-

vientes de José León Suárez, y porque, los que enfren-

tan, desafían a los “libertadores”, representan obviamen-

te la contraparte del desafío de éstos.

Lo que no aparece ciertamente en el texto de Lambor-

ghini es la heterología,33 la representación diferenciada

de las distintas voces. No hay distinción posible por clase

Page 81: Variaciones Vanguardistas La Poetica de Leonidas Lamborghini

163162

otra vía tiene que ver con la exaltación del nacionalis-

mo como “un sustrato cultural y un alma” de la nueva

identidad política.

La imagen positiva de la clase trabajadora, de “los

descamisados”, se construye en La Razón de mi Vida a

partir de la descripción de sus distintas facetas, pero

sobre todo, a partir de su presencia en la Plaza de Mayo

el 17 de octubre de 1945. A su vez, Perón aparece como

la figura que sabe articular el impulso revolucionario

de la clase trabajadora en un diseño casi heroico, como

“un hombre que insistía en avanzar por el camino difí-

cil”, “sin titubear ante ningún obstáculo” (LRMV, 31).

La imagen de Perón en el texto de Eva, además, tiene

fuertes marcas de mistificación, a tal punto que su exis-

tencia siempre se explica a partir de la existencia de

Dios y se compara su camino con el de Jesucristo.37

Se podría ver en La Razón de mi Vida dos tipos de

núcleos ideológicos: los conservadores y los revoluciona-

rios. E. P. Thompson38 explica, justamente, que ésta es

la dialéctica de “la cultura trabajadora” o “cultura popu-

lar”, lo que permitiría leer el texto de Eva Duarte como

una expresión, o una asunción de esta cultura, tal como

se conforma dentro del peronismo.

Los núcleos ideológicos conservadores en La Razón

de mi Vida tienen que ver por un lado con el sistema de

valores de los sectores populares y se refieren al ámbito

del catolicismo y al de la familia entendida como célula

básica de la sociedad, y por el otro con el sentido común

de las mayorías, que se filtra por ejemplo en la asocia-

ción mujer-intuición / hombre-lógica, que se despliega

también en la ensayística nacional algunos años des-

pués, como una verdad casi filosófica.39 Esta asociación

so a partir de fragmentos, sino más bien con la decons-

trucción interna del discurso peronista. Esta estará aso-

ciada a la distorsión, ya que el discurso de Eva se radica-

liza y el de Perón será ridiculizado. El núcleo ideológico

que posibilitará la variación será otra vez el de la políti-

ca como forma de acción, que volverá a articular, en la

década del ’70, las polémicas sobre la identidad del mo-

vimiento.

La Razón de Mi Vida (1951) de Eva Duarte de Perón

es una autobiografía política que a su vez intenta ser la

biografía del peronismo. En este sentido, se relata el

origen del justicialismo (a partir del 17 de octubre de

1945), las tareas desempeñadas por Perón y Evita y se

refuerza también una mitología propia del peronismo,

consolidada ya para la década del ’50 en la clase traba-

jadora argentina: “los descamisados”, la plaza de Mayo,

etc. Perón será en este texto el gran articulador de la

teoría y la praxis, lo que deviene en un estilo de argu-

mentación en el que la autoridad tiene un papel rele-

vante. En el armado del linaje peronista de La Razón de

mi Vida, Perón será el padre.

En este texto de Eva Duarte, quizás con mayor clari-

dad que en otros textos del peronismo, se pueden ver los

préstamos románticos que este movimiento tiene en su

concepción del pueblo. Al menos en el ensayo se desplie-

gan dos de las tres vías por las cuales Jesús Martín-

Barbero analiza que los románticos “descubren” al pue-

blo.36 Una de ellas es la exaltación revolucionaria que

trae aparejada una imagen positiva de las masas y se

explica a partir de la fuerza que alcanzan sus integran-

tes al unirse y a partir también de la figura del líder,

como “héroe que se levanta y hace frente al mal”. La

Page 82: Variaciones Vanguardistas La Poetica de Leonidas Lamborghini

165164

ria”. La búsqueda del justicialismo es en cambio la de

“una sola clase de hombres desproletarizados que vivan

y trabajen dignamente” (LRMV, 97).

Hasta aquí el discurso homogéneo de Eva, que res-

ponde al dogma justicialista. Sin embargo, en el mismo

capítulo, se produce una fisura, presentada como una

postura personal de Eva, que se explica no a partir de la

razón, sino a partir de la personalidad como una mane-

ra de sentir lo real: “Yo, sin embargo, por mi manera de

ser, no siempre estoy en ese justo punto de equilibrio.

Lo reconozco. Casi siempre para mi la justicia está un

poco más allá de la mitad del camino... Más cerca de los

trabajadores que de los patrones!” (LRMV, 98).

Desde este quiebre del “justo punto de equilibrio” se

escribe el texto de Lamborghini, que construye, así una

figura de Evita: “sí: más cerca./ sí: que nadie explote a

nadie./ sí: que nadie a nadie./ sí: la clase obrera/ sí: sec-

taria sí” (64).

En esta estampa de “Eva Perón en la hoguera” no

aparece expresada la tercera posición y se elimina la

concepción de una sola clase de individuos que traba-

jen. Sólo aparece la mención de la clase obrera, unida a

la aceptación por parte de Evita de su sectarismo, de su

posición no mediadora. En La Razón de mi Vida la cate-

goría “clase obrera”, será absorbida siempre por el enun-

ciado de mayor alcance ya mencionado, que diluye las

contradicciones sociales y económicas.

Otra de las operaciones de radicalización del discur-

so peronista se da en la estampa VII de “Eva Perón en la

hoguera”, que se escribe sobre el décimo capítulo de La

razón de mi Vida, “Vocación y destino”. Aquí Eva Duarte

intenta explicar las causas de su conformación como fi-

es la que construye ámbitos diferenciados para Perón y

Eva que proponen siempre el vínculo inferioridad/supe-

rioridad.

Los núcleos ideológicos revolucionarios tienen una

fuerte impronta anti-imperialista y anti-oligárquica y

se relacionan con otros discursos políticos anteriores

como el del irigoyenismo.

“Eva Perón en la hoguera” de Lamborghini40 se escri-

be en el espacio de la identidad abierto por el libro de

Eva Duarte, intentando resemantizarlo en el contexto

del discurso de izquierda que se configura en el país en

las décadas del ’60 y el ’70.41

Traducir La Razón de mi Vida desde este contexto

significa un gesto de afirmación y otro de transforma-

ción. El primero se da sobre los núcleos ideológicos re-

volucionarios, ya que Lamborghini conserva del texto

original el discurso anti-oligárquico de Evita; lo que se

transforma, obviamente, son los núcleos ideológicos con-

servadores.

Lamborghini ejerce sobre el texto de Eva, operacio-

nes ideológicas de radicalización, cuya estrategia bási-

ca es crear una nueva voz para Eva, que se despliega a

partir de las contradicciones, o de las fisuras, que su

propio discurso adquiere en La Razón de mi Vida.

En el capítulo XXII del libro, se explica quizás con

excesivo didactismo uno de los pilares básicos de la doc-

trina justicialista: la relación entre capital y trabajo que

a su vez significará hablar de la tercera posición.42 Esta

última supone fijar un punto intermedio entre el capi-

talismo y el comunismo como expresiones históricas que

además se analizan como extremos. Eva Duarte discute

con el comunismo al oponerse a “una sola clase proleta-

Page 83: Variaciones Vanguardistas La Poetica de Leonidas Lamborghini

167166

fue:

la injusticia siempre. por qué:

pobres por qué.

ricos por qué.

algo más. creo.

no: no digo Dios. perdóneseme.

fue: mi caso.

fue: mi vida. es. un destino. mi pueblo. una providencia

un origen. mi país. creo. la presencia. mi alma.

(61/62)

Si en La Razón de mi Vida aparecía la explicación

religiosa, en el texto de Lamborghini se leerá un proce-

so de desacralización de las causas, que pone el acento

en aspectos individuales: “mi alma”, “mi vida”, “un des-

tino” y en otros puramente materiales: “un origen” (enun-

ciado que en el texto de Eva está relacionado también

con lo sagrado), “el pueblo”, “la Causa”, “la injusticia”,

“los ricos”, “los pobres”.

La radicalización del discurso de Eva Duarte tiene

grandes alcances ideológicos. El borramiento de las cau-

sas que bordean lo sagrado será a la vez una conversión

laica y una materialización del discurso político que no

está presente en La Razón de Mi Vida. Estos dos gestos

y fundamentalmente el segundo, tienen que ver con la

operación que la izquierda peronista realiza sobre el

propio discurso que la contiene, en los finales de la dé-

cada del ’60 y con mayor claridad en década del ’70, y

que puede definirse como la lucha por la hegemonía den-

tro del movimiento, tal como la describe Verón en el acto

del 1 de mayo del año 1974.44

En relación con la definición discursiva del peronis-

mo, también puede leerse “Plegarias” –poema incluido

gura pública, articulando otro tipo de argumentación de

autoridad que tiene que ver con la religión. Si bien para

Eva, la causa última de su lugar “en el país y para su

pueblo” no es Dios, el razonamiento gira igualmente en

torno a las explicaciones del orden divino.43

La argumentación se arma a partir de una noción de

Dios ordenador de las cosas y los destinos, ya que inclu-

sive el planteo de “libre albedrío” aparece condicionado.

Los caminos y los destinos están previamente diseña-

dos y el rol del individuo es dejarse fluir dentro de las

leyes de este ordenamiento previo. En el texto de

Lamborghini, en cambio, la providencia no aparece aso-

ciada a Dios y las referencias a Dios, o a algo superior,

aparecen expresamente cortadas en el poema: “un sol:

pero además: hay que mirarlo.” Este “pero además” se

relaciona en los enunciados de Eva con algo superior:

“pero además hay (...) otra cosa cuya explicación no está

en nosotros” (LRMV, 45). Un corte de efecto similar se

da en el verso 9 de “Eva Perón en la hoguera”: “gracias

a. no el azar.”(61), lo que en el texto de Eva era un “gra-

cias a Dios”.

A este tipo de corte que tiene como finalidad elimi-

nar explícitamente del texto la figura divina como ex-

plicación última, se agrega en “Eva Perón en la hogue-

ra”, un proceso de sustitución de las causas:

mi alma. un origen

gracias a. no el azar.

fue: mi país. la Causa. mi pueblo.

(...)

fue: la presencia. una prueba.

(..)

Page 84: Variaciones Vanguardistas La Poetica de Leonidas Lamborghini

169168

flores y mansas garras/ paz y co có/ en la pradera

mansamente en las sílabas estiradas en el aire/ co có/ co

có/ co có/ paz y cantar en la estirada estirando las man-

sas/ los corazones en el aire/ co có cantando co có pas-

tando co có paz en la co có pradera” (27).

Si el decir de los leones, reyes de la selva, es el rugi-

do, el de los leones hervíboros es el canto, pero el canto

de una gallina. A la primera desnaturalización del león,

hervíboro, se agrega ahora una segunda ya que estos

leones cacarean. Obviamente aquí hay una contestación

contrapuntística que revierte el sentido de la metáfora.

La risa carnavalesca, tal como lo explica Bajtín, tenía

como una de sus funciones básicas ridiculizar a las máxi-

mas autoridades para renovarse. Juan Domingo Perón

es, obviamente, la máxima autoridad de un movimiento

que en la década del ’60 comienza a escindirse. La ope-

ración de Lamborghini sobre el discurso de Perón, se

relaciona también con el efecto de familiarización del

carnaval, que busca la destrucción de la distancia trági-

ca y épica. En este sentido puede leerse el enunciado

retomado por Lamborghini, ya que proporciona la ima-

gen del león (carnívoro/hervíboro) que se caracteriza,

como las imágenes carnavalescas, por la ambigüedad.

Los ámbitos del poema de Lamborghini también se re-

lacionan con acciones carnavalescas como las ceremo-

nias de coronación y destronamiento. Aquí se explicita

aún más la duplicidad del símbolo del león como rey de

la selva, contrapuesto al león hervíboro de las praderas.

Las “voces de la pradera” funcionan en el texto como

coro del león hervíboro y tienen también una construc-

ción paródica:

en el mismo libro que “Eva Perón en la hoguera”– que

funciona como contrapunto de este último. La operación

en este caso, tiene que ver con el enfrentamiento y la

ridiculización de un discurso.

El motivo a variar en este poema es una frase célebre

de Juan Domingo Perón: “Yo soy un león hervíboro”. El

contexto histórico-político en que se produjo este enun-

ciado es el golpe de estado de 1955, el derrocamiento del

gobierno peronista. La frase de Perón es la justificación

de la no violencia, la negación de la respuesta armada y

la resolución de este enunciado tiene su contraparte en

otro, esta vez de Lonardi, que es justamente uno de los

miembros de la Revolución Libertadora: “Ni vencedores,

ni vencidos”.

En el año 1972, cuando Lamborghini escribe “Plega-

rias”, la disputa interna del peronismo puede leerse a

partir de estas figuras, los hervíboros y los no-hervíboros,

que traducen el accionar de la izquierda y la ortodoxia

peronistas.

La lucha armada tiene sus orígenes ya en la década

del ’60, a partir del grupo Los Uturuncos conformado

por la Resistencia peronista. En 1970, ya existían las

agrupaciones guerrilleras Montoneros, FAP (Fuerzas

Armadas Peronistas) y FAR (Fuerzas Armadas Revolu-

cionarias) que hacia 1971 estaban intentando su unifi-

cación.45 La respuesta de Perón ante el golpe de 1955,

adquiere entonces, en la década del ’70 nuevos signifi-

cados, sobre todo si se tienen en cuenta sus sucesivas

posturas sobre la lucha armada.46

En “Plegarias” se carnavaliza47 el decir de los leones

hervíboros: “Co có/ la plegaria de los leones hervíboros

Page 85: Variaciones Vanguardistas La Poetica de Leonidas Lamborghini

171170

ción de las voces de Perón y Eva, sólo que una de ellas es

de tipo positivo y la otra es de tipo negativo; este solo

gesto valorativo arma un contrapunto en el interior del

discurso peronista, que se torna aún más polémico cuan-

do la voz disidente surge como carnavalización, como

parodia, del discurso de Perón.

(polifonía: los bordes exteriores)

A las traducciones del discurso peronista, en este pe-

ríodo se agregan variaciones sobre discursos que tienen

otra procedencia; el montaje, entonces, no es sólo un ejer-

cicio interno, sino que involucra la lectura de la produc-

ción completa del autor. Así, además de las consignas pro-

venientes del campo político de la izquierda en la serie

de El Solicitante Descolocado y de la radicalización del

discurso peronista, tanto en la reescritura de La Razón

de mi Vida, como en la crítica de “Plegarias”, el compo-

nente discursivo revolucionario aparece en otros textos.

Este es el caso del poema “Villas” (Partitas) que fun-

ciona, en cierto sentido, como expansión de la estampa

XI de “Eva Perón en la hoguera”, cuyo núcleo es la po-

breza. Los humildes, o los pobres, no aparecen aquí como

clase fundamental del movimiento peronista, como obre-

ros –y en esta instancia se destacan en el libro de Evita

características como la “generosidad”, el “desinterés”, la

“alegría”, o el “agradecimiento”–, sino como clase condi-

cionada económicamente: “los humildes: los he visto. los

humildes. la pobreza que: se esconde/ los ranchos de./

las casillas de: sepulcros de barro. peores./ sepulcros de

lata: peores/ (...)/ por dentro: el hijo muerto sin. entre

los brazos: no ataúd. sin./ he visto: no hay allí. he visto:

los brazos ataúd” (64).

–El amor nos anima como hace el sol con los colores

–Si queremos paz y alegría demos respeto con amor

–Los animales demuestran cariño y quieren a los seres

–La vida es más completa cuando hacemos el bien a los

demás

CON AMOR Y SONRISAS

–Lleva en tu mente la idea del bien

–Aprende a conversar con los pájaros y tu espíritu eleva

con ellos día a día (29).

Estos enunciados aforísticos remiten a un ámbito re-

ligioso, que tiene claras conexiones con la prédica

franciscana y su propuesta de una armonía cósmica, que

comprende al ser humano. Los versos pueden leerse como

un despliegue cristiano de la armonía que postula

Lonardi al decir “Ni vencedores, ni vencidos”. Las voces

de la pradera, el coro del león hervíboro, son los porta-

voces de la falsa armonía, sobre todo si se piensa en el

contexto de lucha del poema de Lamborghini. Esto se

relaciona con la otra transformación paródica de las “vo-

ces de la pradera”, que permite el deslizamiento del afo-

rismo hacia el imperativo.48 En esta segunda instancia,

entonces, del plano del consejo se pasa al de las órde-

nes; o bien podríamos decir en este caso, del plano reli-

gioso se salta al plano político. Es en este salto donde

terminan de unificarse y de adquirir su significado “las

voces de la pradera”, que hablan con la seguridad de

poseer la verdad, tal como lo hace el discurso religioso.

Si en “Eva Perón en la hoguera” se leía un recorte

discursivo del propio discurso de Eva Duarte y una

radicalización de ciertas zonas del mismo, en el caso de

“Plegarias”, se puede establecer la diferencia de tono que

posibilita la parodia. Ambos textos son una interpreta-

Page 86: Variaciones Vanguardistas La Poetica de Leonidas Lamborghini

173172

que al menos se escucha “el bullicio de los chicos jugan-

do en los baldíos”, se transforman en el contexto de la

villa miseria, donde “los niños juegan en el borde de

basura de las aguas podridas/ de la laguna” (17). El niño

muerto del texto de Eva, se multiplicará hasta extre-

mos inimaginables: “y mueren como moscas 65 mueren

por mil” (17). Ahora, la pobreza, está asociada a la muerte

y no a la clase trabajadora; la versión es materialista,

tanto en relación a las causas como a los efectos.

2.1 Imaginarios

La figura del obrero –ya se dijo– aparece desmitificada

en los textos de Lamborghini por la constitución de la

palabra doble, de la palabra paródica. Esto es claro en

el cierre conjunto del Solicitante y el Saboteador a la

primera parte de El Solicitante Descolocado: “–Al Divi-

no Botón/ Oh Exito Integral sobreponiéndote/ a los boci-

nazos del maligno/ oye este jeremido./ Concédenos/ la

tierra protegida/ dormir perfectamente en pedo/ donde

florezcan/ los sindicatos.// Extasis”.52

Además de esta dialogización interna del discurso del

obrero, la parodia también ejerce su acción sobre el dis-

curso peronista, invirtiendo el sentido de algunas de sus

frases más célebres: “después supe/ el trabajo es salud,

es factor/ dignifica/ y lo otro es el crimen/ la poesía mal-

dita” (38). En este canto de cierre de escena del Sabo-

teador Arrepentido, el discurso peronista está leído como

el que marca la ley y discrimina lo otro que está fuera

de su círculo: la cultura del trabajo, que dignifica, es lo

opuesto a la poesía maldita y el apotegma de Perón, se

Esta percepción económica de la pobreza tiene una

continuidad (y muestra otro costado) en “Villas”, que es

una variación amplificativa de ciertos fragmentos de ¡Es-

cucha blanco! de Franz Fanon,50 uno de los textos que

junto a Los condenados de la tierra tuvo más difusión

en la Argentina en la década del ’70. Dice el poema de

Lamborghini: “Distrofia: malamente/ desnutridos: pri-

mer grado, segundo grado, tercer grado/ Nacido en 1925

en Fort-de France doctor en medicina se especializó/ más

tarde en psiquiatría/ –Es cosa de agarrarse la cabeza

pero/ estas cosas hay que decirlas estoy/ dispuesto a

decirlas no/ a gritarlas/ Las proteínas que están meti-

das en la carne no están metidas en/ la sopa” (15). La

perspectiva es médica, el discurso sobre la pobreza es

ahora científico. La opresión –tópico central de toda la

producción de Fanon–51 se ve a partir de los efectos ma-

sivos de la mala alimentación, los primarios –desnutri-

ción– y los secundarios: “dis/ dis/ trofia/ dis/ dis/ lexia/

dificultades afacia” (17).

Sin embargo, la mención de la carne y la leche no pro-

viene del texto de Fanon, sino que pareciera enviar al

capítulo 28 de La Razón de mi Vida: “El trigo de nuestra

tierra, por ejemplo, servía para saciar el hambre de mu-

chos ‘privilegiados también’ en tierras extrañas; y los

‘peones’ que sembraban y cosechaban aquí ese trigo no

tenían pan para sus hijos. Lo mismo sucedía con todos

los demás bienes: la carne, las frutas, la leche. Nuestra

riqueza era una vieja mentira para los hijos de esta tie-

rra” (127). Desde aquí quizás, pueda entenderse un paso

más en la radicalización del discurso peronista. El ver-

bo en tiempo pasado será un verbo en tiempo presente

en el poema de Lamborghini, los barrios pobres en los

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175174

encargado de recobrar el entendimiento del Poder, mien-

tras que el poeta será el que debe recobrar el entendi-

miento de los fragmentos de realidad: “el lenguaje que

acaso/ se entiende/ cuando no se entiende/ que es cohe-

rente acaso/ cuando es incoherente acaso/ un fragmen-

to/ que puede ser el todo –acaso–/ que se fragmenta/ y

hay que reunir los fragmentos” (ESD, 121).

En la construcción de las figuras del peronismo, el

proceso de traducción continúa con Eva Duarte y Juan

Domingo Perón. Aquí se da una clara inversión de las

jerarquías tal como las planteaba el peronismo oficial.

La figura de Perón en principio mantiene el status

que adquiere en el imaginario del peronismo proscripto

en la década del ’50. Así, en “Las patas en las fuentes”

será el ausente: “y todos los/ –“hoy es el día de ‘ellos’”–/

me explicó el Instructor/ miraron hacia el lugar/ del

hueco símbolo./ tic tic.// nunca creí/ ver tantos.” (ESD;

55). Sin embargo, ya en esta instancia, Perón aparece

como el pasado, cambiando el tiempo verbal de la Mar-

cha: “‘que grande eras/ cuánto valías/ mi general’//

Gran Conductor/ eras primer/ y el corazón/ trabaja-

dor/ que ayer vibró”;57 mientras que Eva, el cadáver, ad-

quiere una relevancia mayor a nivel de símbolo como la

muerta-presente, vinculada a la acción y temida por los

“libertadores”: “Que se pudra/ que se seque/ el cadáver/

que no muere/ ronda la ronda/ de los secuestradores/

que son los libertadores/ y destruyamos/ su hermoso

barniz/ su armadura barniz/ y bailemos/ y bailemos/

meada y puteadas// ¿y ha muerto ya?/ pero no muere el

cadáver”.58

La heroicidad de Evita, también está presente en el

título del poema “Eva Perón en la hoguera” que insinúa

une directamente al discurso del sentido común: “el tra-

bajo es salud”.

La verdadera innovación que Lamborghini plantea en

el imaginario peronista, tiene que ver justamente con el

diseño de la figura del obrero, que se cuestiona perma-

nentemente su identidad: “entonces/ la cabeza me dictó/

bien adentro/ donde duele madurá/ madurá/ maldito im-

bécil/ lo único que te preocupa/ saber es/ quién es/ más

popular// o si el domingo/ lloverá/ y podrás comer/ la car-

ne asada/ de todos los domingos” (LPF, 94/5). La contra-

dicción interna de esta figura, se da porque el Solicitante

y El Saboteador son en realidad la alegoría53 de la situa-

ción político-económica posterior al golpe de estado de la

Libertadora. En este sentido, representan las fisuras que

se producen en la identidad del peronismo.

De este modo, las dos figuras del texto, definidas a

partir de su relación con el mundo del trabajo, dan cuen-

ta de un trayecto, de un proceso. En El Solicitante Desco-

locado el cronotopo autobiográfico unido al cronotopo del

camino, que tiene una fuerte carga simbólica, sirve para

desplegar la vida de un ciudadano en su relación con el

resto y en su relación con la política, como itinerario co-

lectivo y personal que va de la no conciencia, a la toma de

conciencia sobre el final de “Las patas en las fuentes”.54

Lo mismo sucede en el diseño de la figura del poeta,

tanto que en principio se articulará en dos modalidades

absolutamente diferentes, la del juglar y la del poeta de

barricada.55 Entre ambas se sitúa conflictivamente El

Solicitante, que hará un recorrido hasta definirse en

“Diez escenas del paciente”. Aquí, el “paciente” le escri-

be una carta al Líder, le pide una respuesta56 y se esta-

blece una nueva relación en la que el político será el

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177176

fuese por él que descendió hasta mí y me enseñó a volar

de otra manera, yo no hubiese sabido nunca lo que es un

cóndor”, y: “yo no era ni soy nada más que una humilde

mujer...un gorrión en una inmensa bandada de gorrio-

nes.” (LRMV; 7). En el poema de Lamborghini, se elimi-

na el verbo descender y “nada más” se transforma en “la

más”. Las pautas de la inferioridad de Eva, de su sumi-

sión permanente a la figura de Perón,59 desaparecen y

quizás esta sea la causa de la no mención de Perón en

todo el poema, de la negación de la argumentación de

autoridad tal como aparece en La Razón de mi Vida.60

Sin embargo la figura de Perón existe en el texto (“el

ausente”, “el prisionero”, “el líder”), aunque pierde

centralidad, se desplaza hacia el margen: su lugar lo

ocuparán Eva, o el pueblo. Es por esta razón que las

acciones o los atributos propios de Perón en La Razón

de mi Vida (“mis descamisados”, “su grito”, “su llama”)

sufren un proceso de indeterminación a partir de la eli-

minación de los posesivos: “los descamisados”, “el grito”,

“la llama”, lo que permite justamente leer una acción

como colectiva y no como personal.

Esta figura de Eva Duarte que adquiere un peso pro-

pio, que está ligada fundamentalmente a la acción y a la

justicia: “ese trabajo/ ese deber:/la justicia”, que desa-

rrolla un discurso revolucionario y que se presenta como

la “abanderada de los pobres” es la que se diseña, a par-

tir de un recorte –como dije antes– que lleva adelante la

izquierda peronista en la década del ’70. La radicaliza-

ción, el “sectarismo” de esta figura así presentada, legi-

tima una concepción del peronismo que será refutada

por Perón mismo al decir, un año después de la publica-

una comparación con Santa Juana de Arco. El carácter

heroico de la figura es, en ambos casos, un atributo de

su accionar (más que de su pensamiento) y Eva se pre-

senta como una mujer combatida (por la oligarquía, por

“los hombres comunes”, por los “Pilatos”, que serán la

contraparte del “nosotros” en el poema) y combativa como

resultado del rescate de los núcleos ideológicos revolu-

cionarios que se despliegan en La Razón de mi Vida. La

Eva de Lamborghini pierde el rol de puente entre Perón

y el pueblo y adquiere una acción propia, no mediadora:

“para mí los obreros”, “para mí el pueblo: ellos son!” (63).

Y la acción además, será lo opuesto a la palabra, tal

como se ve en la inversión o el corte de algunos enuncia-

dos de La Razón de Mi Vida. La primera de estas opera-

ciones se lee en la estampa XIII: “aquí estoy. quiero ser-

vir. empecé./ lo imposible: palabra” (66), mientras que

en el texto de Eva Duarte dice: “Sin embargo, Perón ya

me había enseñado muchas cosas y entre ellas a supri-

mir de mi diccionario la palabra imposible.” (LRMV,134).

En la estampa XIV se produce un corte del enunciado

de Eva cuyo efecto es el mismo: “por eso: veneno y amar-

gura en mis./ por eso: grito hasta. por eso afónica cuan-

do en mis. por eso la/ indignación en mis: se me escapa.”

(67). Lo suprimido es, en este caso, la palabra “discurso”

(“por eso en mis discursos...”).

Además de tener una acción propia, la figura de Eva

en el poema de Lamborghini hace un movimiento as-

cendente (si se piensa en las jerarquías establecidas en

La Razón de mi Vida). Ahora dice: “hasta mí: la más.

una humilde en la bandada” y es interesante desandar

el camino de construcción de este verso. Los dos frag-

mentos del libro de Eva que le dan origen son: “Si no

Page 89: Variaciones Vanguardistas La Poetica de Leonidas Lamborghini

179178

licitante Descolocado, cuando el “nosotros”, que incluye

al Solicitante mismo y a las figuras de la mujer y el niño,

se construye como el que tomará el poder, como el que

ingresará a la Casa de gobierno: “y yo era/ ése/ que era/

y yo grito que los reconozco/ y la mujer y el niño gritan

que me/ reconocen/ y yo no era/ ése que no/ era/ y antes

de seguir hacemos el Acuerdo General/ Para Gritar el

Desacuerdo General –des, des/ y los demás también ha-

cen / más/ no menos/ y nos siguen.” (142). Este “noso-

tros” se postula como colectivo de identificación en los

comienzos de la década del ’70, cuando se aparece por

primera vez “Diez escenas del paciente” y se verá cues-

tionado por indeterminación en 1975, en El Riseñor,

cuando Lamborghini varía la Marcha Peronista “veo/ la

foto de mi rostro/ allí –y ese otro que soy y soy que es

otro–/ y me reconozco pero no/ me identifico/ en lo que

está. y leo/ mis datos de identidad/ allí/ debajo de la foto/

de mi rostro y/ me identifico/ pero no me/ reconozco” (22).

La construcción de un linaje político para el peronis-

mo significa entonces, releer y transformar sus textos

de tal modo que se sometan a la tensión entre lo nacio-

nal y lo revolucionario. Del primero de estos componen-

tes ideológicos, Lamborghini conservará en el plano del

imaginario social, un tiempo y un espacio. Así, el 17 de

octubre de 1945 aparecerá como acontecimiento

fundacional, mítico y la Plaza de Mayo, como el lugar

simbólico. El segundo de los componentes ideológicos

mencionados, supone unir los orígenes del peronismo con

el período de la Resistencia peronista y con ciertos sec-

tores del discurso de izquierda que comienza a desarro-

llarse en la Argentina sobre fines de la década del ’60.

El índice común que permite la homologación de estos

ción de Partitas: “el justicialismo, que no ha sido nunca

ni sectario ni excluyente, llama hoy a todos los argenti-

nos, sin distinción de banderías”.61

2.2. Identidades

Además de las figuras del Solicitante y el Saboteador

como voces que van adquiriendo una identidad, en Las

patas en las fuentes las voces concretas del peronismo,

aparecen a partir de un fragmento: “somos los destroza-

dos/ los mutilados/ la vida por/ la vida por/ cruzando la

Gran Plaza” (61).

El colectivo de identificación, al que remite el título,

los que metieron las patas en la fuente de Plaza de Mayo,

no es acá “los descamisados”, “los peronistas” o cualquier

otro que se defina en forma positiva (por inversión de

sentido de la voz del otro, o por ser de uso generalizado

sin tener marcas peyorativas); el colectivo ahora, des-

pués de la Revolución Libertadora, tiene que ver con la

derrota: los destrozados, los mutilados, los deshereda-

dos,62 y se despliega en una serie de imágenes, la de Evi-

ta, no mencionada en todo el texto sino como “el cadá-

ver” y la de los fusilados, que ya tenía una versión fuera

del poema de Lamborghini y hace referencia a la ma-

tanza de José León Suárez.

Todas estas figuras articulan en realidad el linaje

peronista que propone el texto de Lamborghini: todas ellas

rodean la muerte, pero no suponen la desaparición defini-

tiva, sino, por el contrario, la identificación en la derrota.

Este colectivo, que marca una posición de inferiori-

dad, se invierte, como ya se dijo, sobre el final de El So-

Page 90: Variaciones Vanguardistas La Poetica de Leonidas Lamborghini

181180

acontecimientos, es la noción de la política como acción,

como insurrección.

Ya en los textos de la década del ’70, el esfuerzo cons-

tructivo se desplegará más que nada sobre los compo-

nentes ideológicos revolucionarios del peronismo.

Si en Las patas en las fuentes la operación ideológica

consiste en diseñar un imaginario político como recorte

y montaje de sistemas de creencias y formas de acción

propias de la historia del peronismo y de la izquierda,

retomando algunos mitos y símbolos y transformando

en el plano del imaginario social, la figura del obrero;

en los textos de la década del ’70 el trabajo se dará so-

bre las condiciones simbólicas de posibilidad63 de un

cambio revolucionario. En este último caso, se mantie-

nen las tareas de recorte y montaje, pero en el plano de

las figuras y de los discursos involucrados, el gesto ten-

drá que ver con la distorsión.

3. La fiesta del monstruo

La gauchesca le permitió a Leónidas Lamborghini

escribir la saga del peronismo, en una constelación de

nombres que se tejían alrededor del mundo laboral (so-

licitante, saboteador) y del mundo político posterior al

golpe de estado de 1955 (destrozados, mutilados, fusila-

dos, cadáver). Aquí, el victimario era el monstruo, esta-

ba animalizado, era ganso, perro feroz o tigre. En “El

consierto del bagual”, en cambio, el monstruo es la vícti-

ma, es caballo sin domar, tiene testuz y espinazo, como

el unitario de “La Refalosa” de Hilario Ascasubi, al que

se “lo sujeta como a potro de las patas” para cortarle el

cuello.64 El degollamiento se sustituye por apaleamien-

to, pero el poder es, siempre, un ejercicio sobre el cuerpo

del enemigo: “El consierto/ comenzó/ con un palo/ sobe-

rano/ en medio/ de la testús”65, y se postula, además, como

divertimento: “Y el cuerpo/ de’ ese sotreta/ jué el timbal/

ande sonaba,/ la música’ e percusión/ que’ el maistro/

del garrote/ pa’ diversión/ le arrancaba” (29). La diver-

sión está asociada, en uno y otro caso, a la presentación

del asesinato como espectáculo: “¡Y áhi va uno,/ y áhi va

otro!/ Y el dimonio/ se’ enretuerse/ y patea/ pa’ librarse/

de los palos/ que, una a una,/ le trituran las costiyas..../

/ Y asimijaba/ una dansa/ de loco,/ que ya supiera,/ que

la muerte/ le yegaba...” (31). No se asiste al momento

del asesinato solamente, sino al proceso lentificado que

lleva a la muerte, al proceso de tortura que se describe

paso a paso, como en el poema de Ascasubi: “hasta que

le da un calambre/ y se cai a patalear, y a temblar/ muy

fiero, hasta que se estira/ el salvaje; y, lo que espira”

(33).

Sin embargo, Lamborghini ejerce transformaciones

sobre “La Refalosa” y la primera de ellas tiene que ver

con la presentación de la voz porque “El consierto del

bagual” no es el relato de la acción propia, sino el de la

acción vista o escuchada. Es un gaucho el que le hace la

“rilasión” a otro, como el Pollo a Laguna en el Fausto de

Estanislao del Campo, y el relato, también se asienta

sobre un gesto exterior al hecho en sí, que es el de pa-

sarse la ginebra: “–¡Déme el porrón que no entiendo!”.

Hay una lectura de estas transformaciones que es poé-

tica. Lo que aparece en el poema de Lamborghini no es,

como dice Ludmer con respecto a “La Refalosa”, “la cons-

trucción de una lengua asesina y brutal”,66 porque la

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183182

voz está mediatizada. Pero además, y como huellas del

Fausto también, habría que destacar otra serie de va-

riaciones. Si en el texto de Ascasubi la violencia de la

lengua es también violencia sexual sobre la víctima

(como en “El Matadero” de Estaban Echeverría), en el

poema de Lamborghini ésta desaparece y se traduce, en

todo caso, en términos amorosos: “y tirando mordiscones/

muerde el aire,/ abre tamaños/ los ojos,/ como mesmo/ si

estuviera/ estasiándolo/ el amor” (32). Este verso, inclu-

so, puede pensarse como ironía sobre la voz desafiante y

autoritaria del federal de Ascasubi: “y entre nosotros no

es mengua el besarlo/ para medio contentarlo” (33). Pero

hay una operación de signo contrario y efecto similar,

que es la hiperbolización del proceso de tortura descripto

por “La Refalosa”; la actitud del unitario tiene una gra-

dación que va de la máxima resistencia física a la pérdi-

da de las fuerzas y la muerte, pero el bagual del poema

de Lamborghini “hecho astiyas” “entuavía resistía”, y la

escena que da título al texto de Ascasubi, cuando el “sal-

vaje” es parado sobre su propia sangre para verlo resba-

lar, también adquiere dimensiones mayores en “El

consierto del bagual”: “Sangre y pus/ que lo esmaltaban/

habían formao/ una ciénaga./ Y el pérfido/ del bagual/

parecía/ una pintura...” (33). La hipérbole, además, se

apoya en otro tópico que proviene del Fausto, el de la

oscilación de lo visto entre ficción y realidad: “–¿No

alusina, compañero?// –¡No, qué cine,/ es rialidá!/ Se lo

cuento,/ usté me dice...” (28).

Pero además de la sobreimpresión del Fausto sobre

“La Refalosa”, el cierre del poema de Lamborghini hace

ingresar otra zona de la gauchesca. El unitario de

Ascasubi es finalmente mutilado y se deja el cadáver

“arrumbao,/ para que engorde algún chancho, o

carancho.” (34); en cambio, el bagual “se convirtió en un

niñito” “Y tenía/ los ojos celestes/ como potriyito/ zarco”

(34). Esta reencarnación es una reencarnación litera-

ria, porque el personaje se transforma en el gringuito

del Martín Fierro de José Hernández.67 De este modo se

arma una cadena de asesinatos que es, a la vez, un modo

de armar un linaje literario y político: el de la poesía

gauchesca y el de los que mueren en el charco –de agua,

de sangre, de sangre y pus– por ser considerados el otro,

el enemigo. La introducción de los versos de Hernández

desplaza el poema de Lamborghini del lugar de enun-

ciación concreto de Ascasubi, que es uno de los repre-

sentantes de la poesía partidista,68 y el desplazamiento

tiene que ver con el doble cerco que se instala alrededor

de “La Refalosa”, el del Fausto que supone la despoliti-

zación del género y permite la lectura irónica del poema

retomado y el del Martín Fierro que instala el tema del

asesinato como tema social y, entonces, político.

El primero de estos cercos supone un modo de insta-

lación de Lamborghini dentro del género (que es –en

Tragedias y parodias I– el de las lectura de ciertos tex-

tos desde otros, en un nuevo diálogo, e incluso el del di-

seño de una voz propia en el interior del mismo) y el

segundo hace más al tratamiento del tema que copia la

idea de divertimento asociada al horror, tal como apare-

ce en Ascasubi, pero a la vez borra la percepción risible,

ausente en el texto de Hernández. El gringuito que “siem-

pre hablaba del barco” es un exiliado, como Lamborghini

y es un “cautivo”, como muchos de los argentinos en la

época del Proceso de Reorganización Nacional que se

inicia con el golpe de estado de 1976. La historia de la

Page 92: Variaciones Vanguardistas La Poetica de Leonidas Lamborghini

185184

gauchesca y la historia de los cadáveres argentinos se

unifica de esta manera, como historia de la barbarie,

como la repetición nacional de la fiesta del monstruo,69

tal como lo explica el mismo Lamborghini cuando prologa

la edición que Arturo Carrera hace de La Refalosa.70

4. Otros gauchos y amurados

Hay una serie de poemas de En la laguna que retoman

versos o fragmentos del Martín Fierro y trabajan sobre

las figuraciones del exilio. Lo novedoso, en este caso, es

que no se trata de una superposición de figuras –como

en la serie de El Solicitante Descolocado– sino de una

lectura metafórica, desplazada, de ciertas imágenes más

o menos relevantes: la del cardo, la del malón y la del

cantón. El registro de lengua es el de la gauchesca y la

posibilidad de actualización, que es a la vez la única

entrada al orden metafórico, se produce mediante es-

trategias diversas de mediación del otro texto.

“Cardos” remite a un verso aleatorio del Martín Fie-

rro: “Porque el cardo ha de pinchar/ es que nace con es-

pina”;71 desde la sentencia asociada al saber popular se

diseña una metáfora del alma del poeta y del país que

se convierten, de este modo, en términos reversibles: ‘Mi

alma /es una pampa/ extraña/ y lejana/ donde crecen/

los cardos’ (73), y más adelante: ‘Mi fatiga:/ una ñiebla/

que de pronto/ se abre/ y deja ver/ los alambres/ san-

grantes,/ encerrando/ a una pampa/ erizada de car-

dos’...(74). La mediación, la estrategia que permite en

este caso la lectura de la imagen en términos contempo-

ráneos, está dada sobre todo por la introducción en el

poema del glosario,72 que supone el extrañamiento de

un registro e instala la idea de paso del tiempo.

En “El malón”, lo evocado es otra vez la Pampa (‘Pam-

pa/ e’la nada,/ Vacío/ e’la infinitud’...), omnipresente en

la gauchesca y en textos posteriores como La cautiva de

Esteban Echeverría. Pero en este caso, lo que se recupe-

ra es una escena del Martín Fierro, la de la llegada del

malón y éste se convierte, en un traslado previsible, en

el ‘malón/ de recuerdos’. Sin embargo, la facilidad de este

pasaje que desemboca casi en una frase hecha, no deri-

va en una serie de rescates de la vida personal, sino en

una memoria literaria, ya que todo el poema está cons-

truido por fragmentos –por momentos un poco retoca-

dos– del Martín Fierro: ‘Ahí vienen/ dando/ alaridos.../

Ahi vienen/ tuitos desnudos/ y en un cerco/ bien for-

maos’... (71).73 El recuerdo es así, un modo de la antolo-

gía, y la zona elegida del poema gauchesco, postula este

ejercicio como recuperación del país a partir de la ima-

ginación literaria. El malón, en este sentido, es una for-

ma de leer el espacio propio, la pampa, el desierto, bajo

las mismas articulaciones polémicas, de lucha territo-

rial, que tuvo en el texto de origen. Si en “Cardos” la

pampa es el lugar de la naturaleza, pero de la naturale-

za hostil (tanto que del significante cardo puede pasar-

se a cardar y de allí a alambres sangrantes), en “El

malón” la pampa es el lugar ocupado por los indios, que

son los que desplazan o eliminan al gaucho en el Martín

Fierro. Hay un mapa que ha quedado inmovilizado bajo

el cristal de la literatura: el país es evocado por medio

de fragmentos o imágenes literarias; hay una topogra-

fía –diría Jens Andermann– que se convierte en

tropografía porque lo que se presenta “ya no [son] espa-

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187186

cios sino (...) imaginaciones y memorias de espacios,

convencionalizadas en tropos, en figuras e imágenes re-

tóricas.”74

La figura del poeta es la del lector y esto se ve con

claridad en la transformación de uno de los fragmentos

citados: “‘Y sin siquiera/ un hilito/ para atármelo/ a la

pata’...”, es una variación de los versos que cierran el

relato de lucha de Fierro con el hijo del cacique, “y al fin

me les escapé/ con el hilo de una pata” (v. 617-618) y

supone la imposibilidad de huir –aunque sea con difi-

cultades– del malón, de alejarse del enemigo. De este

modo, la actualización, devuelve la lectura metafórica

del exiliado que no puede deshacerse de sus recuerdos y

del país, que no puede ser pensado fuera de sus figura-

ciones literarias, como zona ocupada por el “salvaje”.

Si en “Cardos” y en “El malón” el país es la pampa, en

“Cantón” será la ciudad de Buenos Aires, también evo-

cada: “‘Cafesito/ e’ mi polis,/ charlas’ .... ‘charlas’,/ evoca

el gaucho/ acoyarao..../ ‘Ubelisco/ e’mi polis’...” (65). El

poeta, como duplicación de la figura del gaucho cantor,

rememora desde el cantón, desde la frontera, que es tam-

bién uno de los límites que diseña el mapa territorial de

la poesía gauchesca; se repite la idea de alienación del

país de origen, pero ahora en un tono claramente más

burlesco, porque lo que el gaucho trae a la memoria es

la ciudad (que es el objeto de muchos de los tangos es-

critos fuera del país), pero esta ciudad tiene una deno-

minación clásica (la polis, el lugar de la ciudadanía). Hay,

en la contraposición de registros, gauchesco y culto (que

ya está dada en la imagen del gaucho que lee a Platón),

un tono risible, que se acentúa aún más en el cierre del

poema: ‘El gaucho cantor,/ acoyarao,/ encerrao en el can-

tón,/ deja e’probar/ cantarle a su polis/ y pucherea” (66).

Más allá de la burla, sin embargo, la poesía gauchesca

sigue funcionando en Tragedias y parodias I, como un

modo de leer/pensar el país. El linaje literario sigue

unido a un linaje político. La diferencia es que, ahora, el

poeta no puede abandonar el registro del género y, mu-

cho menos, su imaginario. La idea que quizás esté pre-

sente debajo de la preservación de las marcas es la de

ausencia de historia, o la de la historia como repetición

(no transformación como proponía El Solicitante Desco-

locado) de lo mismo.

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189188

Notas

1 Relación crítica, Madrid, Taurus, 1974 [1970].2 La Estatua de la libertad, Bs. As., Alba ediciones, 1967;60.3 Sobre el desarrollo del componente pedagógico en El Payador

de Lugones ver Miguel Dalmaroni, “Lugones y el Martín Fierro: la

doble consagración”, en José Hernández , Martín Fierro, edición crí-

tica a cargo de Angel Núñez y Elida Lois, Col. Archivos, París, 2001.

Sobre las proyecciones en la literatura argentina del texto de

Lugones leer Carlos Altamirano y Beatriz Sarlo, “La fundación de

la literatura argentina”, en Ensayos argentinos. De Sarmiento a la

vanguardia. Bs. As., CEAL, 1983; 108-115, así como también Jens

Andermann, “Panteón y necrópolis: las patrias del Centenario”, en

Mapas del poder. Una arqueología literaria del espacio argentino,

Rosario, Beatriz Viterbo Editora, 2000; 219-232. Para ampliar larelación entre mito y gaucho hacia otras instancias no abordadas

en este trabajo se recomienda la lectura de “Capítulo 2. Teorías del

carácter pampeano: mitos de revelación” de Horacio González, en

Restos pampeanos. Ciencia, ensayo y política en la cultura argenti-

na del siglo XX, Bs. As., Colihue, Colección Puñaladas, 1999; 129-

234.4 Ezequiel Martínez Estrada, Muerte y transfiguración de Mar-

tín Fierro, Tomo 2, Bs. As., CEAL, Colección Capítulo, 1983 [1948];

337 y 351 respectivamente.5 Estos conceptos aparecen sobre todo en Ezequiel Martínez

Estrada, Para una revisión de las letras argentinas, Bs. As., Losada,

1967.6 Esto puede ser pensado así, a pesar de que las lecturas del

revisionismo histórico se postulan como contrapuestas a las de

Martínez Estrada, en cuanto a la idea de “nacionalidad”.7Juan José Hernández Arregui, La formación de la conciencia na-

cional (1930-1960), Bs. As., Ed. Hachea, 1970 [1963]; 289. En reali-

dad, las ideas del revisionismo se remontan varias décadas atrás de

este libro. No hay que olvidar que el grupo FORJA (Fuerza de Orien-

tación Radical de la Joven Argentina) nace en la década del ’30.

8Juan José Hernández Arregui, Imperialismo y cultura , Bs. As.,

Plus Ultra, 1973 [1964]; 163. Las mismas definiciones son utiliza-

das por Sebreli en el prólogo ya citado a Las patas en las fuentes.9 Hernández Arregui, op. cit. [1964]; 164.10 Arturo Jauretche, también establece proyecciones contempo-

ráneas de la situación del gaucho, como por ejemplo cuando lo equi-

para a la figura del croto, en su “Poema gauchesco”. Ver Hernández

Arregui, op. cit. [1963]; 383-384:

(...)

Sin sueldo que lo respalde,

golpeando a todas las puertas

cuando alguna carga acierta

lleva dos, hechas de balde

porque en el pueblo es rezago

y en el primer alboroto

le dan prontuario de vago;

Y empieza a rodar el croto!

Croto es el gaucho de a pie

y con el mono pendienteque de durmiente en durmiente

va por la vía del tren

La modalidad del poema gauchesco es utilizada varias veces por

Jauretche para explicar episodios contemporáneos concretos, o con-

ceptos de orden político más general como el imperialismo; tal es el

caso de El Paso de los Libres (relato gauchesco de la última revolu-

ción radical. Diciembre 1933, dicho en verso por el paisano Julián

Barrientos que anduvo en ella). Este texto, inclusive, tiene prólogo

de Jorge Luis Borges. Ver Hernández Arregui, op. cit. [1963]; 289.11 Hay un resto, un hipograma contextual que permite en este

mismo monólogo del Solicitante la conexión con el gaucho, o en todo

caso con lo rural (más que con lo ciudadano, ya que viven en un

departamento): “Telegrama-respuesta/ ‘Preséntese/ mañana en al-

pargatas/ sin ningún compromiso, limpio/ de polvo y paja’.” Los

subrayados no están en el original.12 Ver Hilda Sábato, Capitalismo y ganadería en Buenos Aires: la

fiebre del lanar. 1850-1890, Bs. As., Sudamericana, Colección Histo-

ria y Cultura, 1989. La autora habla de las medidas de coerción que

aparecen ya desde principios del siglo XIX, como forma de

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disciplinamiento de la mano de obra rural, que se traduce por ejem-

plo en la redacción del Código Rural sobre la primera mitad del

siglo, de gran utilidad tanto para los estancieros, como para el Es-

tado mismo mediante la imposición de la ley de levas. El Código

Rural intenta controlar una situación que tenía que ver con la ocu-

pación de tierras privadas o el robo de ganado.

Este disciplinamiento tendrá una repercusión importante en la

vida del gaucho criollo, que puede leerse como una ruptura de la

identidad en el Martín Fierro de Hernández. En este sentido dice

Beatriz Sarlo, “Razones de la aflicción y el desorden en ‘Martín Fie-

rro’”, op. cit.; 8: “La desgracia original es el desorden y, como tal, es

motivo de unidad del relato, y, a la vez, tópico literario, ideológico y

afectivo.”13 Sobre la conformación de la identidad peronista, es muy inte-

resante leer algunos documentos de trabajadores de la década del

’40 que se definen en contraposición a la percepción que de sí mis-

mos tienen en el período anterior al primer gobierno de Perón. Ver

Daniel James. op. cit.; 41-45.14 Sobre la visión que “los otros” tienen del gaucho a fines del

siglo XIX o con posterioridad, no hace falta más que leer dos textos

como el Martín Fierro de José Hernández y el Facundo de DomingoFaustino Sarmiento. Ver también Hilda Sabato, “III Los trabajado-

res”, en op. cit.; 79-129.

Sobre la visión que “los otros” tienen sobre los manifestantes del

17 de octubre de 1945, ver las declaraciones o los textos periodísti-

cos provenientes del Partido Comunista o del Partido Radical, reco-

pilados por Hernández Arregui, op. cit. [1963]; 385 y ss., en donde

aparecen términos de identificación como “hordas bárbaras”, “mur-

ga” u “hordas desclasadas”.15 La cita está tomada de una recopilación de crónicas de diarios

nacionales e internacionales. Ver Nora Mazzioti (selección), “El 17

de octubre en los diarios”, en Crisis, Nº 31, Bs. As., noviembre 1975;

31-38. También hay un fragmento de una nota del diario Crítica

que utiliza el mismo término para calificar a los peronistas: “Las

multitudinarias e imponentes columnas que los adictos al ex vice-

presidente prometían reunir para dar la sensación cabal de su po-

derío, se han trocado en grupos dispersos que recorren las calles

con paso cansino, en medio de la indiferencia y el desprecio de la

población”. La calificación negativa adopta otras atribuciones

destacables, en el mismo diario cuando se habla de los manifestan-

tes como “los elementos más recalcitrantes de este peronismo en

veloz menguante, [que] tratan de hallar desquite cometiendo des-

manes y recurriendo al sabotaje” y dice que “pretenden asumir una

representación que no les corresponde”. El diario La Nación inter-

preta el fenómeno en términos similares: “Los destinos de un país

de catorce millones de habitantes (...) no se rigen ni orientan ni

dominan con algaradas callejeras, amenazas y violencias. Nada cons-

truye el desmán por sí mismo; y no estamos en presencia de una

acción política, fruto de inspiración y concepciones ordenadas. No

se mueven detrás de ideas y principios; no poseen una disciplina

partidaria capaz de crear responsabilidades.” En tanto, en un co-

municado que en este último diario publica el Partido Socialista, se

califica a los manifestantes como “presuntas organizaciones obre-

ras” y se hace hincapié en la definición del otro desde la legalidad:

“mantenerse leal a los principios democráticos y legales sostenidos

con ejemplar valentía civil y probar ante propios y extraños que no

admitirá maniobras menguadas y perturbadoras de los agentes de

ese régimen –por mucho que se las disfrace como inspiradas en la

defensa de intereses obreros–”.16 Este proceso de inversión de las denominaciones despectivas

de los obreros peronistas es analizado por Daniel James, op. cit.; 48:

“El uso de “negrada” como sinónimo del proletariado en los años1930-40 poseía, pues, un fuerte simbolismo social en el cual hace

pie su posterior empleo por las fuerzas antiperonistas. Al prome-

diar la década 1940-50, los adversarios de Perón empleaban con

frecuencia expresiones burlonas y despectivas como “la negrada de

Perón” y “cabecitas negras”. Su incorporación al lenguaje del pero-

nismo, en cambio, les otorgó un nuevo status.”17 Es interesante leer, en este sentido, un artículo de Martín

Kohan que trabaja sobre la representación del “otro” político como

animal en la literatura argentina del siglo XIX , básicamente en “El

Matadero” de Esteban Echeverría y en el Facundo de Sarmiento, en

una doble articulación de animal “doméstico” y “salvaje”. Dentro de

esta caracterización, relaciona la percepción del peronismo con la

idea de “manada”, de aquello que no puede atraparse y por eso es

una amenaza. Ver “Los animales domésticos”, en Ana María Zubieta

(comp.), Letrados iletrados, Bs. As., Eudeba, 1999; 77-87.18 Leónidas Lamborghini, Las patas en las fuentes, op. cit.; 115-

116. La figura del Buen Idiota parece recubrir los atributos que ya

en la poesía clásica tenía la figura del bufón o del loco: el que dice la

verdad. En este mismo sentido, puede establecerse una relación con

el personaje de El Idiota de Fedor Dostoievski.

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19 Leónidas Lamborghini, Al Público. Diálogos I y II, Bs. As., New

Books, 1960; 32-33.20 Leónidas Lamborghini, Partitas, op. cit; 39-49.21 Oscar Calabrese, La era neobarroca, op. cit.; 88.22 Ver al respecto Daniel James, “La resistencia peronista, 1955-

1958”, en op. cit.; 69-144.23 Ver Leónidas Lamborghini, Las patas en las fuentes; 114-121.

En el collage por otra parte, entrarían voces que aparecen disper-

sas a lo largo del texto como la de la maestrita, o las de los protago-

nistas de la Revolución Libertadora.

Se toman en estos casos las ediciones separadas, dado que en

las versiones conjuntas de El Solicitante Descolocado se desdibuja

el contrapunto entre algunas voces de la política argentina, e inclu-

sive, otras desaparecen. Se usará, entonces, de Las patas en las fuen-

tes, la edición de Sudestada de 1968 y de La estatua de la libertad,

la segunda edición, de Alba, del año 1967. De aquí en más se estipu-

lan para las citas las siglas LPF y LEL respectivamente.24 Hablamos de sentido común en la conceptualización que del

término hace Antonio Gramsci. Para mayor claridad ver el artículo

de José Nun “Elementos para una teoría de la democracia. Gramsci

y el sentido común”, Punto de Vista, Nº 27, agosto 1986; 26-40.25 Sobre las relaciones entre el discurso peronista y otros discur-

sos provenientes de la izquierda, ver Richard Gillespie, Soldados

de Perón. Los montoneros. El discurso de la izquierda y el de la Re-

sistencia peronista, se cierran uno sobre otro, se unifican, sobre el

final del poema de Lamborghini.26 Ver Daniel James, “Ideología y conciencia en la Resistencia

peronista”; op. cit.; 139 y ss. La noción de estructura de sentimiento

que utiliza Daniel James está tomada de Raymond Williams, “Es-

tructuras del sentir”, Marxismo y literatura, Barcelona, Península,

1980 [1977]; 150-158.27 Daniel James también menciona el radicalismo y la concien-

cia de clase, como un dato más de la vivencia que el obrero tiene de

su condición después del golpe de 1955. Pero sucede que este tópico,

que también puede leerse en el poema de Lamborghini y que se

diseña más claramente a medida que avanza el texto, no proporcio-

na una tensión discursiva hacia el futuro.28 A partir de la primera edición completa de El Solicitante Des-

colocado, esta consigna se completará con la frase: “la insurrección

es un arte, es un arte”, también en boca del Saboteador. La alusión

a Lenin es de este modo, más clara.

29 Ver Juan Domingo Perón, “Directivas generales para todos los

peronistas. Enero de 1956”, en Roberto Baschetti (recopilación y

prólogo), Documentos de la Resistencia peronista 1955-1970, Bs. As.,

Punto Sur, 1988; 45-49.30 Raymond Williams, “Dominante, residual y emergente”, op. cit.,

1980; 143-149.31 Leónidas Lamborghini, Las patas en las fuentes; 52-53. La cita

que continúa con el desarrollo de estos elementos arcaicos del dis-

curso es: “y sentencia la anciana/ de pelo platinado:/ –Es la ley de la

vida/ y uno que parecía joven sentenció:/ –Hoy en día/ y otro de

maduro aspecto/ también sentencia: –Antes/ la gente era muy bue-

na/ ahora es muy mala// y cuando todos los podridos/ viejos/ los po-

dridos maduros/ y los podridos jóvenes/ estaban sentenciados/ los

vi bajar/ no sé en qué estación/ y vi que seguían/ me pareció/ al/ –no

sé hacia dónde–/ viejo papagayo rayado/ que repetía/ ‘la canción de

aquella época’”.

Es interesante tener en cuenta qué tipo de procedimiento apare-

ce aquí para presentar las voces que funcionan en el interior del

texto como elementos arcaicos. Justamente, la primera estrofa cita-

da, la forma de presentación de la voz de cada personaje, remite a la

poesía de Rubén Darío, remite si se quiere, a un lenguaje literario“arcaico”. Hay entonces, una parodia de la retórica modernista.

32 Leónidas Lamborghini. Las patas en las fuentes, op. cit.; 114:

“–Nada puede ni podrá/ más/ contra los gansos paz siniestros gan-

sos mitres/ contra los perros de imbéciles feroces/ que la Decisión/ y

el Coraje”.33 Sobre éstas y otras cuestiones de la interpretación del enun-

ciado en Bajtín, ver Tzvetan Todorov, Mikhail Bakhtine, le principe

dialogique, París, Editions du Seuil, 1981.34 Pensado desde este punto de vista y en las antípodas de El

Solicitante Descolocado de Lamborghini, está por ejemplo “La fies-

ta del monstruo” de Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares. La

heterología, en este caso, se da desde una visión negativa del

peronista y de Perón.35 Ver al respecto, Mijail Bajtín, “La palabra en la novela”. op.

cit., 1991 [1975]; 77-182. La existencia de diferentes universos ideo-

lógicos y axiológicos es más clara aún en la última edición de El

Solicitante Descolocado (Bs. As., Tierra Firme, 1989), ya que el Soli-

citante pierde en esta instancia su posición de narrador, la que le

permitía caracterizar a los otros personajes, y se mantiene sola-

mente el cruce de las distintas voces.

Page 97: Variaciones Vanguardistas La Poetica de Leonidas Lamborghini

195194

36 Jesús Martín-Barbero, “Pueblo y masa en la cultura. Los hitos

de un debate”, De los medios a las mediaciones. Comunicación, cul-

tura y hegemonía, Barcelona, Gustavo Gili, 1987; 17 y ss.37 Eva Duarte de Perón, “Capítulo XLVI. Un idealista”, LRMV;

202: “No he de cometer la herejía de compararlo con Cristo...pero

estoy segura de que, imitándolo a Cristo, Perón siente un profundo

amor por la humanidad y que eso más que ninguna otra cosa lo

hace grande, magníficamente grande.”38 E. P. Thompson. La formación histórica de la clase obrera, Vo-

lumen I. Barcelona, 1977.39 Este es el caso de Heterodoxia (Fragmentos sobre filosofía del

sexo) de Ernesto Sábato, que se publica en el año 1953.40 Leónidas Lamborghini, “Eva Perón en la hoguera”, en Partitas,

Bs. As., Corregidor, 1972; 55-71.41 Este discurso de izquierda en el campo político argentino se

relaciona con lo que Oscar Terán denomina como núcleos ideológicos

“contestarios”, “críticos”, o “denuncialistas”. Ver Nuestros años 60. La

formación de la nueva izquierda intelectual en la Argentina 1956-

1966, Bs. As., Puntosur, 1991. La relación entre esta nueva izquierda

intelectual y el poder también está analizada en Silvia Sigal, Intelec-

tuales y poder en la década del ’60, Bs. As., Puntosur, 1991.Como descripción de este discurso dentro del movimiento

peronista, ver Silvia Sigal y Eliseo Verón. Perón o Muerte, Buenos

Aires, Hyspamérica, 1988 y también Roberto Baschetti.42 Eva Duarte de Perón, LRMV, “Capítulo XXII. Una sola clase de

hombres”; 97: “El objeto fundamental del Justicialismo en relación

con el movimiento obrero es hacer desaparecer la lucha de clases y

sustituirla por la cooperación entre capital y trabajo.” Sobre este

aspecto de la doctrina justicialista ver, Richard Gillespie. “Antece-

dentes”, Soldados de Perón. Los Montoneros; 21-72.

Muchos años después, en la obra de teatro Perón en Caracas (Bs.

As., Folios ediciones, 1999), reaparecerá la cuestión de la tercera

posición en términos más políticos. Allí se recuperan todas las ver-

siones históricas sobre Perón, bajo la forma de la autoindagación

por momentos paródica: “–...Para unos, un genio político... un gran

estadista... para otros un chapucero, un payaso...un charlatán; para

unos... el que le dio felicidad al pueblo... para otros un mentiroso,

un dema-gogo; para unos... un revolucionario...un visionario... un

adalid del Tercer Mundo... para otros el de la ‘tercera posi-ción’

–...entiéndase ‘rodilla en tierra’” (14).43 Eva Duarte de Perón, LRMV; 43: “Y conste que yo no digo que

sea directamente Dios quien determine todas estas cosas, pero sí

que en su magnífico ordenamiento de todas las leyes y de todas las

fuerzas habrá creado alguna ley o alguna fuerza que conduce a quie-

nes libremente y generosamente quieren dejarse conducir.”44 Ver Silvia Sigal y Eliseo Verón, op. cit.; 210-214.45 Sobre la formación de grupos armados en el país ver Richard

Gillespie. op. cit, 1987.46 Sobre el apoyo y la incitación de Juan D. Perón a la lucha ar-

mada, leer “Carta de Juan D. Perón a la Juventud Peronista. Octu-

bre de 1965” y “Carta de Perón a las FAP (Fuerzas Armadas

Peronistas). Madrid. 12 de febrero de 1970”, ambas en Roberto

Baschetti. op. cit.; 222 y 439 respectivamente.47 Mijail Bajtín da las características de la carnavalización

(desjerarquización, pérdida de distancia, burla) en relación con las

festividades populares. Ver La cultura popular en la Edad Media y

en el Renacimiento. El contexto de François Rabelais, op. cit.48 Leónidas Lamborghini, “Plegarias”: “–La felicidad verdadera

es más grande cuando/ –Si puede hágase un/ –La risa y la música

son una gran/ –Viva sin temor solo a/ –Alegría nos da la vida cuando

tenemos la/ –Aprende a/ –La vía del cielo es:/ –Cuando se ha lo-

grado un equilibrio el Amor hace/ –No se enoje jamás con un” (29)49 Los fragmentos de La Razón de mi Vida de Eva Duarte sobre

los que trabaja esta estampa se encuentran en el capítulo 28 “El

dolor de los humildes”: “Yo también los he visto volver a casa con

el hijo muerto entre los brazos para dejarlo allí sobre una mesa y

salir luego a buscar un ataúd como antes buscaron médico y reme-

dios: desesperadamente.” (130) y “Los desprevenidos visitantes que

pasean por allí verán ranchos de paja y barro, casillas de latón,

algunas macetas de flores y algunas plantas, oirán algún canto

más o menos alegre, el bullicio de los chicos jugando en los

baldíos....y acaso se les ocurrirá pensar que todo eso es poético y

tal vez romántico”. (129) Los últimos detalles barriales “alegres”

desaparecen directamente en la variación de Lamborghini.50 Franz Fanon, Escucha blanco!, Bs. As., Nova Terra, 1966. Lo

notable en este caso de la elección de los fragmentos, es que uno

de ellos no procede directamente del texto de Fanon, sino del “Pre-

facio” de Francis Jeanson: “Nacido en 1925, en Fort-de-France,

doctor en medicina. Franz Fanon se especializó más tarde en psi-

quiatría” (7).

Los otros dos fragmentos provienen de la “introducción” que el

mismo Fanon hace a su libro: “Estas cosas voy a decirlas, no a

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197196

gritarlas. Porque hace ya algún tiempo, bastante tiempo, que el gri-

to salió de mi vida.”(31) y “Hay una zona de no-ser, una región ex-

traordinariamente estéril y árida, una cuesta esencialmente calva,

a cuyo término puede nacer un auténtico surgimiento” (32).51 La formación teórica de Franz Fanon es marxista, aunque es-

tablece un cruce entre las lecturas de Marx y las de Freud o Jung.

De todos modos propone reformulaciones que se basan en el estudio

de casos. Todos sus libros hablan de la opresión de la raza negra

(nació en La Martinica y participó en la revolución en Argelia) y

pueden interpretarse como tratados con ingredientes antropológicos,

políticos y, sobre todo, psicoanalíticos. Sobre su biografía y su tra-

yectoria intelectual se puede leer Fanon de Peter Geismar (Bs. As.,

Granica, 1972 [1969]).52 La cita está tomada de la segunda edición de Las patas en las

fuentes, Bs. As., Sudestada, 1968; 41, que es la que se ha manejado

hasta el momento de este libro. Sin embargo, es necesario aclarar

que estos versos sufren variaciones diversas. En la edición de Al

Público (1957) leemos: “sobre una pampa allí/ donde florezcan/ li-

bres los sindicatos.// Extasis”. La alusión a los sindicatos libres que

era una consigna propia de los opositores al peronismo, se mantie-

ne hasta al edición de Las patas en las fuentes de 1965. Luego apa-recerá tal como está citada y variará nuevamente en la edición de

El Solicitante Descolocado de 1971. En ésta, directamente desapa-

rece la alusión a los sindicatos, que es un dato concreto de la reali-

dad política después del golpe del ‘55 y queda “donde florezcan/los

Extasis”, que se repetirá sin modificaciones en la edición de la serie

de 1989.53 Lo alegórico de estos personajes no es sólo el nombre con el

que son designados, que describe de hecho una situación que puede

pensarse separada del destino meramente individual. En este sen-

tido es que el “relato autobiográfico” se convierte en alegórico.

La alegoría, tal como lo dice Benjamin en su trabajo sobre el

drama barroco alemán, no se percibe tanto en el plano lingüístico,

como en el figural y en el escénico.

Los personajes de Lamborghini, no aparecen como encarnacio-

nes de una virtud o de un vicio, sino más bien, como encarnaciones

de distintos procesos de conciencia.

La construcción escénica que se da casi al final de Las patas en

las fuentes, en donde se cruzan los cuerpos y las voces de La Mujer

de la Antorcha, El Buen Idiota, El Solicitante, El Saboteador que ya

no estará arrepentido, los sobrevivientes de la masacre de José León

Suárez y los autores de la Revolución.

Libertadora, puede leerse como una forma de lo que Benjamin

denomina apoteosis alegórica.

Ver Walter Benjamin, El origen del drama barroco alemán. Ver-

sión castellana de José Muñoz Millanes. Madrid, Taurus Humani-

dades, 1990 [1928]; 213 y ss.54 En el caso del Solicitante, por otra parte, se mantiene el rasgo

que Bajtín analiza como función de la voz autobiográfica en los tex-

tos de la antigüedad: verificación pública y cívica de la vida entera

de un ciudadano en el ámbito de la plaza.Ver del autor, Teoría y

estética de la novela, op. cit.; 284.55 Estas son figuras contrapuestas, tal como se lee en las citas: “y

debes desasirte/ del contorno social/ me dicta/ la cabeza del juglar/

que le dictó el amigo del café/ ‘si no te aniquilarás’// pero yo me

seguí contorneando” (ESD; 35). Aquí, además, se percibe uno de los

momentos de definición del Solicitante, en la alusión, encubierta en

el último gerundio, a las propuestas del grupo Contorno sobre la

relación entre literatura y política. El manifiesto del poeta de la

barricada se sitúa en esta misma línea, exacerbándola: “libre de la

complicidad/ con ‘lo poético’/ asome/ tu duro estallido/ de palabras/golpeando/ rompe el mito/ de que has nacido antes que nada/ para

expresar ‘lo bello’/ para decirlo ante todo/ ‘bellamente’// ¡Comienza

a abandonar esos prejuicios!// ¡COMPRENDE QUE ES IMPORTAN-

TE/ QUE TE TEMAN!” (ESD; 27-28).56 La introducción de los fragmentos epistolares, nos remite a la

relevancia que tuvo la carta en el desciframiento de la realidad ar-

gentina durante la época de la Resistencia. En Perón en Caracas esta

imagen, la del líder exiliado escribiéndole a John William Cooke, re-

aparece. En este sentido es interesante ver la cantidad de cartas que

recopila Roberto Baschetti en Documentos de la Resistencia peronista,

sobre todo aquellas que establecen las relaciones entre Perón y los

distintos actores del movimiento o las centrales obreras.57 Lamborghini, Leónidas. Al Público. Diálogos I y II. op. cit.; 34.58 Leónidas Lamborghini, Las patas en las fuentes; 92-93. Sobre

el valor simbólico del cadáver de Evita y la relación entre cuerpo y

política dicen Paola Cortés Rocca y Martín Kohan en Imágenes de

vida, relatos de muerte, Rosario, Beatriz Viterbo Editora, 1998; 15:

“Abordar la figura de Eva Perón es entonces preguntarse por la arti-

culación entre cuerpo y política. Cuerpo ficcionalizado, cuerpo alza-

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199198

do como estandarte, pero también cuerpo robado y cuerpo en dispu-

ta. El cuerpo de Eva Perón encarna valores y creencias, en especial

las vinculadas a la zona de lo femenino y a los modos de la praxis

política, y debe ser conservado como tal, aun a pesar de la muerte.

Es un cuerpo que se retacea a la acción natural del tiempo, de un

tiempo que debe conjurarse.” Sobre los distintos significados del

cadáver y sus asociaciones –tanto reales, como literarias– con la

inmortalidad leer, sobre todo, los capítulos II y III del libro, “Narrar

la agonía” y “Narrar la muerte”.59 La apelación constante a la figura de Perón le sirve a Eva

Duarte para justificar su escritura y su acción. Por ejemplo se lee

en el “Prólogo” a LRMV; 7: “Muchos me reprocharán que haya escri-

to todo esto pensando solamente en él; yo me adelanto a confesar

que es cierto, totalmente cierto.”60 Uno de los ejemplos de argumentación de autoridad, puede

leerse en la página 84: “Suelo oírle decir al Presidente que los go-

biernos y los estados van pasando de la época en que todo se decidía

en función de organizaciones políticas a la época en que todo se

decide en función de las

organizaciones sociales.”61 Discurso pronunciado por Juan Domingo Perón, el 21 de junio

de 1973, después de la matanza de Ezeiza. Tomado de Silvia Sigal y

Eliseo Verón. op. cit.; 59.62 Este colectivo de enunciación, aparece en boca del Solicitante

en la edición de 1968, que es la que estoy manejando y es otra de las

cosas que desaparece a partir de la edición de 1971: “y estoy con la

cabeza/ metida en la cabeza/ del adicto cabeza/ ‘soy un deshereda-

do’/ ‘soy un desheredado’” (59). La imagen obviamente, hace refe-

rencia a la frase de Eva Duarte de Perón: “Mi único heredero es el

pueblo”.63 Bronislaw Baczko, op. cit.; 17, habla de la importancia de este

fenómeno en el plano de lo simbólico, durante los procesos revolu-

cionarios.64En “La Refalosa” el unitario siempre será designado como “el

salvaje” y se instala, a la vez, un juego de oposiciones entre el valor

de esta atribución y el de “hombres flojos”. En “El consierto del ba-

gual” este término desaparece, pero su sentido será recubierto por

otros que lo sustituyen: “sotreta”, “indino”, “dimonio”, “loco”, “ribelde”,

“maldito”. Ver el poema en Leónidas Lamborghini, El Mate de

Estanislao, Tragedias y parodias I, op. cit.; 28-34.

65 “El consierto del bagual”; 29. Este ejercicio violento sobre el

cuerpo del otro es el que abre “La Refalosa”: “Unitario que agarra-

mos lo estiramos;/ o paradito nomás, por atrás,/ lo amarran los com-

pañeros/ por supuesto, mazorqueros, y ligao/ con un maniador

doblao,/ ya queda codo con codo/ y desnudito ante todo. ¡Salvajón!/

Aquí empieza su aflición.” Ver Hilario Ascasubi, Santos Vega y otros

poemas, Bs. As., CEAL, Colección Capítulo, Nº 15, 1967; 31-34. Se-

lección de Horacio Jorge Becco.66 Josefina Ludmer, “2. Los desafíos (del lado del uso)”, en op.

cit.; 169 y ss.67 José Hernández, Martín Fierro: “Había un gringuito cautivo/

que siempre hablaba del barco–/ y lo augaron en un charco/ por

causante de la peste–/ tenía los ojos celestes/ como potrillito zarco.”

(V. 853 y ss. de “La vuelta de Martín Fierro”).68 Sobre los distintos momentos de la poesía gauchesca y el rol

del autor en cada uno de ellos ver Angel Rama, “3. De la poesía

política popular a la poesía de partido: Hilario Ascasubi y Estanislao

del Campo” y “4. Fundación de la poesía social: de Hernández a

Lussich”, en Los gauchipolíticos rioplatenses, Bs. As., CEAL, Colec-

ción Capítulo, Biblioteca argentina fundamental, 1982; 59-128.69 Este es el título de un cuento de Adolfo Bioy Casares y Jorge

Luis Borges, en donde el monstruo es el peronismo. Josefina Ludmer

arma un corpus en el que “La Refalosa” se reescribe una y otra vez,

que incluye también “El fiord” de Osvaldo Lamborghini.70 Leónidas Lamborghini, “Sobre “La Refalosa””, en Hilario

Ascasubi, “La Refalosa”, Bs. As., El Mate; 1997: “La Refalosa es tam-

bién paradigmática en cuanto a marcar un momento de la lucha

entre argentinos, signado por la salvajada. (Dicho esto con perdón

de los salvajes). Salvajada por ambos bandos (José Hernández ha-

bla del ‘bárbaro Sarmiento’). Salvajada que tuvo su más amplio tea-

tro de crueldades (sin límite), en el período de nuestras guerras

civiles, durante veinte años: marca que reaparecerá a lo largo de la

historia de los argentinos –bajo distintas formas– hasta llegar al

presente.” (8)71 José Hernández, “La vuelta del Martín Fierro”, versos 359-

360. En el poema de Lamborghini dice: ‘Pinchudos/ cardos,/

pinchudos/ años’..., en Tragedias y parodias, op. cit.; 73.72 Leónidas Lamborghini, “Cardos”: “Carda:/ instrumento/ con

púas de hierro/ que sirve/ para cardar lana./ Cardo: nombre vulgar/

de algunas plantas espinosas.” (75). Este glosario de términos rura-

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200

les es el que le permite al autor, además, establecer los dos senti-

dos: el del alma herida y el de la patria cercada por alambres de

púa. Es válido aclarar, sin embargo, que otro de los modos de me-

diación de este poema es la risa, la burla sobre la evocación propia:

‘Tatadios: yo/ no soy Simeón/ pero me estoy sí,/ meando/ e’las ga-

nas’.... (75)73 La estrofa se arma a partir de versos de la primera y la segun-

da parte del Martín Fierro: “Qué vocerío! Qué barullo!/ qué apurar

esa carrera!/ La Indiada todita entera/ dando alaridos cargó–“ (v.

553-556); “en los caballos en pelos/ se vienen medio desnudos” (v.

485-486 de “La vuelta...”) y “Caminan entre tinieblas/ con un cerco

bien formao” (v. 523-524 de “La vuelta...”).74 Jens Andermann, “Introducción”, Mapas de poder, op. cit.; 18.

Esta cristalización ya se había producido años antes en el Odiseo

confinado. Allí, La Tipaza, repite uno de los relatos más codificados

del tango y la voz de Calaf no puede pensarse fuera o separada del

lunfardo tanguero. Pero además, y pensando en el orden de las figu-

raciones, la evocación del propio país abandonado, cita textualmen-

te la idea de desierto del Martín Fierro: “Uno viene/ como dormido/

cuando vuelve/ del desierto” (143). El texto propone una lectura

política de este tópico: “He aquí/ a un hijo/ del desierto...// Es de-

cir.../ del exilio” (124), y una lectura estética, la de la creación de

personajes, la de la incorporación de otras voces en el texto propio:

“–En el desierto/ de mi/ identidad/ florecen todos/ los espejis-

mos/ de la identidad...// (...) –¡Desdoblamientos!” (144).

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V. La máquina lamborghiniana

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Insisto: arte es artificio, simulacro. En mi

caso concreto, escribir es construir:

el poema como máquina.

Leónidas Lamborghini

La máquina lamborghiniana funciona por variación,comenta o distorsiona, acciona siempre sobre la otra voz,sobre la cita, sobre la frase propia que se presenta comoincipit del poema. Porque ya desde su definición etimo-lógica, la máquina es un medio de acción y hasta unarma. Digo, no es un instrumento (y ésta es otra de lasacepciones del término) inocente, sino que tiene un ca-rácter profundamente transformador. Así, habrá discur-sos que entran en polémica, que se superponen unos aotros (que se comen unos a otros); habrá también mon-tajes de citas que, en algunos casos, dan cuenta de susconfiguraciones históricas y que no debaten entre sí(como la puesta en común de consignas del peronismo yconsignas que vienen de la izquierda más tradicional).Habrá –por estas mismas razones– tratamientos distin-tos de la tradición, que puede conservarse intacta, o re-cuperar algunos de sus significados, de sus funciones,pero también puede partir de un punto cero, hacer tablarasa, olvidar (o tirar por la borda) todos sus presupues-tos. Este parece ser el caso de algunos poemas de Verme

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o elegíaca del obrero, Cordero vive su itinerario comouna forma de la traición y del fracaso); pero lo que esaún más importante, es la centralidad de la materia conla que trabaja el poema y, en este sentido, la explicitaciónde la artificialidad. Desde las teorías de este siglo, laidea de poesía como arte-facto, como artificio,1 es posi-ble a partir del formalismo ruso y, desde la praxis poéti-ca, sólo a partir de las vanguardias históricas que deesta manera se separan de la tradición romántica e in-clusive de la simbolista. Los caligramas de Apollinaire,las frases sin nexos de Marinetti, las imágenes hilvana-das que surgen como resultado de la escritura automá-tica en Breton, son la exposición del procedimiento.

En la producción de Lamborghini, el artificio está enrelación directa con el movimiento de los otros textos odiscursos en el poema: se pueden repetir una y otra vez,se pueden expandir con pretensiones de infinitud, pue-den girar sobre sí mismos o ser expulsados fuera de sucentro. Desde aquí parte el poema y así se configura lafrase poética, privilegiando el sonido y no la imagen.Éstas, en todo caso, son el resultado de operacionesdiscursivas (y por eso está antes el discurso y quedaexplicitado o es necesario recuperar el antes de ese dis-curso), como cuando se eliminan ciertos términos de La

Razón de mi Vida de Eva Duarte: “mi día: fuego. lo videsde./ ese fue: de mí. en todas las vidas/ hay:/ lo monó-tono sin. el paisaje sin” (58), o se da una nueva combina-toria de los términos del tango “Anclao en París”: “el le-jano: una zarpa/ del recuerdo/ en una calle que no/ re-cuerda/ que no ve.” (“Zarpa”; 61) Ni el ensayo de Eva, niel tango de Cadícamo responden a este sistema de cons-

y 11 reescrituras de Discépolo que reescriben el tango,pero no el de “en el camino su (una epopeya de la identi-dad)”, que gira una y otra vez sobre los significantes dela Marcha Peronista, dado que el ejercicio se planteacomo necesidad de cuestionar ciertos modos de la iden-tidad que ésta propone.

Pero en todos los casos, el corte, el fragmento y la re-petición, convierten al texto en una máquina que no co-pia, sino que produce. Porque las alteraciones puedenser totales o parciales, pero siempre existen y, además,casi nunca pueden establecerse a partir del cotejo dedos textos, sino que ingresan como filtros los sujetos, lasotras reescrituras de ese material y, entonces, la red notiene una sola entrada, sino muchas; las relaciones noson sólo unidireccionales, sino que se plantean tambiéncomo líneas de fuga diversas entre las que el escritorelige una, y luego se desplaza hacia otra. Así la máqui-na puesta a funcionar en un texto concreto, trabaja va-riando la gauchesca, pero también el tango y el discursoperonista; trabaja sobre las variaciones que cada uno deestos discursos ejerce sobre el otro (acordes, en muchoscasos, a las lecturas históricas o de época) y, a la vez,variando los sujetos de estos géneros (a veces los con-serva, a veces los hace desaparecer o mantiene solamentelos tonos). El funcionamiento es muy complejo y los efec-tos son masivos.

Porque la máquina lamborghiniana es una máquinavanguardista, antimimética. No busca la identificación:cuando hay personajes que dialogan o arman su monó-logo las previsiones se desplazan o se niegan (El Solici-tante y El Saboteador no representan la figura heroica

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Lamborghini ejerce el gesto contrario a la estilizaciónen los poemas de Verme y 11 reescrituras de Discépolo.Lo mismo hace con la gauchesca, va del grado menor dedistorsión al grado mayor (a la pérdida total de las mar-cas del género; desmarca el género) en “La Peregrina-ción”. El movimiento, sin embargo, no es lineal, ya queen el Odiseo confinado reaparecen tango y gauchescacon mayor integridad, proporcionando tópicos y constru-yendo la voz de Calaf (aunque también en este caso hayaoperaciones de transformación), y la gauchesca vuelve ainstalarse como material con marcas propias (aquellasque se habían borrado en la serie de El Solicitante Des-

colocado) en Tragedias y parodias I, que elige otra líneadentro de la tradición y postula, a pesar de los rasgosrisibles (o justamente por la presencia de los mismos) laposibilidad de escribir dentro del género cuando éste noforma parte de los linajes más comunes de la literaturaargentina. El itinerario es similar en el caso del discur-so peronista, es el que va de la serie de El Solicitante

Descolocado (que recompone y arma a partir de ciertasvariables históricas), a “Eva Perón en la hoguera”. Peroel discurso político reaparece sin una identidad tan pre-cisa años después, en la voz de Calaf que repone el tonodel desafío del Letrista Proscripto (y allí continúan sien-do importantes ciertos sentidos que estaban asociadosa la construcción del discurso peronista en sus distintasinstancias, la identidad, que será un modo de la indaga-ción, la resistencia y la revolución). Por otra parte, enlos palimpsestos aparecen enunciados (casi consignas)que se centran en la defensa de lo nacional (los de losArcaicos) y se relacionan con “Oda al comsumismo”, en

trucción de imágenes extrañas, extravagantes si se pien-san en relación con el original. Por otra parte, cuandoLamborghini reescribe un texto como el “Salmo XVII”de Francisco de Quevedo, éste variará notablemente sufraseo: “recuerdo de la muerte: los arroyos/ del yelo. loque la sombra. los despojos. el/ yelo en que los ojos. elmonte. la espada. ya:/ de yelo.”2 El hipérbaton quevedianose destruye bajo la presión del corte que aísla los ele-mentos e inventa nuevas relaciones, como por ejemplo,las que postula la expansión de “yelo” (“hielo” en el ori-ginal) sobre todos los términos. En realidad, la máquinaopera el pasaje de una estética a otra (sin jerarquizarninguna de ellas), del romanticismo epigonal, el tango,o el barroco a la vanguardia; el proceso convierte en ho-mogéneo lo disímil. La imagen existe y comparte con lasvanguardias históricas su referencia, el lenguaje. La di-ferencia es que aquí se produce como corte de un discur-so previo y no está asociada a la idea de creación o deinvención. El poeta no es un medium como presuponeBreton, ni es quien detecta las relaciones ocultas e in-venta una realidad inexistente (idea que ya estaba enBaudelaire), sino más bien el que lee de manera distin-ta algo que ya existe y lo hace de manera consciente.3

La lectura, en este sentido, no es un ejercicio de repe-tición; los poemas no copian a sus textos previos; cuan-do Lamborghini usa la estilización, como lo hace en“Payada” con el tango, no es para escribir “a la manerade”, sino para construir una voz dramática y para pasardesde allí al orden político. Pero si hubiera quedado al-guna duda, si a partir de allí el tango hubiese sido per-cibido como un material inalterable, años después

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rosa del artesano, sino con el recuerdo de otros tejedo-res, de otras lecturas. En otros momentos, el hilo se adel-gaza y se dejan de lado hasta los modos de producciónde los materiales que ingresan a la red. Se pierde suhistoria. El funcionamiento, dije, es muy complejo y losefectos son masivos. Nunca se trata de una sola opera-ción sobre un texto o discurso, sino de varias a la vez.

Esta retícula es la que permite la lectura de loinvariante a lo variante, de “Payada” a los textos de Ver-

me y 11 reescrituras de Discépolo o de El Riseñor porejemplo. Si se focaliza algún caso concreto –para queesto no sea sólo una imagen– podría retomarse la entra-da de dos tópicos a la serie de El Solicitante Descoloca-

do, el de la guitarra y el del amurado; ambos ingresan,en principio, intactos, como núcleos inalterables: sinembargo, el primero se expande en una serie de figurasequivalentes pero no idénticas, lejanas a la gauchesca,y el segundo mantiene casi todas sus marcas y funcionacomo texto paralelo; se expande, entonces, sobre una tra-ma original, conservando los sentidos (y hasta los rela-tos) que le dieron forma en la tradición del tango. Eltópico de la guitarra (del canto) y el del amurado (elabandonado en el amor) son sometidos, a pesar de losprocesos de transformación disímiles, a una lectura his-tórica de los géneros. Por su parte, las figuraciones deldesierto en el Odiseo confinado y en algunos poemas deTragedias y parodias I también responden, aunque per-manezcan intactos, como tropos literarios congelados, ala misma lógica.

Los poemas escritos a partir de la palabra propia

exponen pedagógicamente, tal como ya se dijo, el funcio-namiento de esta máquina que proporciona diferentes

donde el discurso político es, sobre todo, discurso contrael capitalismo y el mercado.

La máquina es, de hecho, el texto (allí se mueven losdiferentes discursos y adquieren distintas configuracio-nes) y se diferencia fuertemente de una matriz indus-trial porque invierte el proceso de producción. Si bien larepetición, tal como lo analiza Calabrese, permite laaparición de la serie, en los textos de Lamborghini des-lizará su función hacia el polo opuesto ya que al unirsea la técnica de corte, produce justamente textos que rom-pen con esta noción. La máquina no homologa, sino quegenera la discrepancia y es generada por ella en unadoble articulación: discrepancia con el texto original ydiscrepancia interna.

No se trata, entonces, de un molde fijo, de un espaciocon circuitos y funciones ya establecidos. Si uno pudiesepensar una forma para esta máquina, sería reticular,aunque tampoco se trataría de una red de tejido geomé-trico y armónico, sino más bien de una que deja las mar-cas del hilo utilizado y de la mano del tejedor. Y tampo-co se trataría de una sola red sino de una superposiciónde redes –muchas, distintas y desfasadas en su relacióninterna–. Los materiales, así, ingresan por distintasretículas (un mismo material ingresa por distintasretículas) y pierden su integridad inicial. No vienen alpoema a repetir sus formas de presentación en los otrostextos o en el discurso político. Una vez en el poema,ensayan otras formas que tienen que ver tanto con lasretículas diversas que debe atravesar como con el hilode la red; porque éste se teje no sólo como voluntad aza-

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tos de Las patas en las fuentes como voz en off, y sobretodo en su último libro Carroña última forma (2001),que recupera casi exclusivamente los textos anterioresdel autor, desgranando la frase hasta un grado extremoy uniendo partes de distintos poemas en una nuevacombinatoria. En estos casos, la máquina lambor-ghiniana se lee a sí misma, pierde la tensión hacia laotra voz, hacia el exterior.

(máquinas de época)

En la segunda mitad de la década del ’50 y durante ladel ’60 conviven surrealistas e invencionistas con la poé-tica emergente, la sesentista.5 Si se leen produccionescompletas y no textos aislados, cada uno de estos gru-pos propondrá una máquina peculiar que obedece a ideo-logías muy diferentes sobre lo poético.

La máquina de invencionistas y surrealistas puedepensarse unificada a partir de la noción de imagen. Losúltimos, retoman la configuración ya conocida del su-rrealismo bretoniano, la de la unión de elementos ale-jados en la realidad, bajo un proceso doble de extraña-miento, el de la incompatibilidad de los objetos y el dela descontextualización, o el planteo de un contexto aza-roso. Los invencionistas, por su parte, recuperan lasteorizaciones sobre el poema inventado del creacionistaVicente Huidobro, cuya concepción de la imagen coin-cide en muchos aspectos con la de los surrealistas, aun-que rechaza la escritura automática, ya que “el poetaes aquel que sorprende la relación oculta que existeentre las cosas más lejanas, los ocultos hilos que lasunen.”6

versiones de lo mismo. Los términos pueden ser sujetos,objetos o circunstanciales; pueden ser sustantivos, ad-jetivos, verbos y adverbios, y la lógica histórica es su-plantada por otra, básicamente lúdica. Sin embargo, hayun primer enunciado que funciona como antecedente yse convierte en inicio, en un antes de las variacionesposteriores. Aquí es donde se entiende con más justezalo que dice Lamborghini acerca de la idea de “creación”y de la necesidad de otras designaciones para la propiapraxis de escritura, tales como “jugar o (...) combinar,palabras que es menos folletinesca y más exacta.”4

Las dos máquinas vistas en el Odiseo confinado tam-bién plantean una pedagogía de la variación: la de lospalimpsestos muestra básicamente el ejercicio de laescritura (de manera deshilvanada y fragmentaria) y ladel cuerpo del poema, en cambio, imprime a este ejerci-cio crudo un carácter compositivo, construye voces ficti-cias que incorporan –de maneras distintas– los textosretomados, e incluso ciertos tramos o significantes pre-sentes en los artículos que sirven de soporte a lospalimpsestos.

Porque la máquina de la variación es una máquinade escritura que funciona, ineludiblemente, como má-quina de leer. Lamborghini relee las tradiciones (e in-cluso la tradición de un discurso que está fuera de laliteratura, como el político) y el gesto de vanguardia estádado en la ruptura de éstas, o en las brechas abiertassobre configuraciones históricas precisas, que son tam-bién un modo del cuestionamiento. También, en el Odiseo

confinado, Lamborghini cita y relee su propia produc-ción, gesto que se hará extensivo en la obra de teatroPerón en Caracas, donde reaparecen muchos fragmen-

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que inauguran los románticos y que alcanzaría su rea-lización paradigmática con los simbolistas franceses y–en algunos aspectos– con el trabajo de experimenta-ción verbal de algunas de las vanguardias europeas”.10

Contra la opacidad de la imagen, los poetas del ’60 pro-ponen la irrupción, a veces llana y lisa, de aquello queestá afuera del cerco del arte. El gesto es político, por-que se recuperan los materiales asociados a la oralidady no a la escritura (ciertos géneros como la gauchescao el tango, el discurso político y el denominado “len-guaje coloquial”). En la mayor parte de los casos, lamáquina sesentista es mimética, si entendemos lamímesis como construcción de procedimientos que in-tentan “naturalizar” el lenguaje poético.11

Los textos de Alfredo Carlino y Héctor Negro12 sonla exposición más clara de esta máquina mimética. Allíno existe diferencia entre el tango y los poemas; lospoemas son tangos (e incluso esta es una opción deli-berada), repiten sus sintaxis, sus temas, sus figuras.En otros casos, lo que importa –más que un género–son los giros del lenguaje hablado: el poema se cons-truye bajo la ilusión de un discurso transparente; elpoeta escribe tal como habla la gente e ingresan al poe-ma las frases hechas, el voseo, las apelaciones al lectory todos los discursos bastardeados por la tradición dela vanguardia, sobre todo de la vanguardia local. Enesta línea se lee la producción de Juana Bignozzi (aun-que allí todo esté pasado por el tamiz de la ironía), lade Eduardo Romano y gran parte de los textos de JuanGelman hasta Gotán13, por mencionar sólo a algunosde los poetas sesentistas.

Sobre esta matriz se escriben casi todos los textos desurrealistas e invencionistas que se circunscriben, deeste modo, a las operaciones de las vanguardias histó-ricas. El poema puede ser leído, casi siempre, como unaforma del homenaje, ya que repite términos prestigio-sos y fraseos como los de las metáforas hilvanadas. Laarbitrariedad es una lógica muy fuerte del funciona-miento de esta máquina, pero es una lógica ya asimila-da por los lectores de poesía contemporáneos.7 Ni si-quiera los términos serán distintos (salvo excepciones)y algunas imágenes son, en realidad, familiares, comolas asociadas a la licuación de los elementos. No hay,tampoco, relación alguna entre el discurso poético y losotros discursos (y si la hay, está muy diluida);8 hay res-peto por una tradición y la inscripción en la misma esobediente. ¿Se trata entonces de una máquina vanguar-dista? Lo es en tanto repite aquello que se consolidóhistóricamente en las vanguardias centrales, pero nopor su funcionamiento. Si bien la repetición sirve paraoponerse a una escritura puntual, la del neorroman-ticismo del ’40, hay ciertos presupuestos centrales delas vanguardias que se distorsionan, como por ejem-plo, la idea de lo nuevo.9

La poética sesentista, en cambio, no se plantea comouna vanguardia, sino a partir de una oposición históri-ca (casi un deber ser) con la ideología poética que éstasconstituyen. Porque como dice Dalmaroni, los poetasdel ’60 “imaginarán su identidad contraponiéndosepolémicamente” a la estética que se rige por “las nor-mas más estrictas de la lírica en tanto género más omenos codificado, ligado especialmente a la tradición

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voces dramáticas; pero estas voces además no deben serelegíacas y en este sentido, luego, también se separaráde algunos sectores de la poesía sesentista: “Anti-liris-mo, anti-lagrimita (tener presente aquello que decíaBaudelaire, la ‘canalla elegíaca’), anti-humanitarismo.Contra esas humedades, dureza, sequedad. Me doy cuen-ta que casi todo el tiempo he estado escribiendo ‘en con-tra’. En contra de esa estética y esa ética tan fayutas launa como la otra.”15 Los poemas a los inmigrantes, lospoemas a los albañiles bajo la forma de la oda –ya se havisto– no tienen lugar en la producción de Lamborghiniy el tono conmiserativo aún menos. Pero además, la na-turalización del lenguaje poético, aquella ficción de per-sonajes que “hablan” de lo que les pasa y de la realidadcon enunciados lineales, tensionados hacia el exterior,excéntricos diría Nicolás Rosa (“donde cada texto es unpretexto del contexto”),16 también se pondrá en suspen-so en la serie de El Solicitante Descolocado y se elimi-nará, claramente, en los poemas de la década del ’70, deEl Riseñor o Partitas, que se construyen a partir delenunciado incisivo “que corta, que calcula y cuadriculageométricamente el ángulo, el cuadrángulo y el rectángu-lo, una iconicidad del enunciado que se atiene al espacioque recorta: el movimiento del poema –una cronía–, elespacio del poema –una topía–”.17

La máquina lamborghiniana, en relación con la poé-tica sesentista, funciona como un laboratorio en el quese pone a prueba permanentemente la resistencia de losnuevos materiales: hasta dónde, parece plantear, el dis-curso peronista sigue siendo tal, o hasta dónde laoralidad, lo que dicen sus personajes, mantiene una hue-lla de aquella sintaxis, de aquella dicción.

(operaciones de transformación)

Me doy cuenta que casi todo el tiempo he

estado escribiendo ‘en contra’.

No se entiende nada. Mejor. Ya habrá tiempo

para que se entienda. Ya habrá tiempo para

que nos pongan un collar de perro.

Leónidas Lamborghini

La escritura de Lamborghini es una escritura a con-trapelo de la de sus contemporáneos;14 los términos delos epígrafes, el gesto antagonista y la imagen de unlector ausente o un lector futuro son presupuestos delas vanguardias históricas que se asumen como propios.Escribir “en contra” da la pauta, en principio, de dos fren-tes, pero también como posición merece algunas especi-ficaciones. Los surrealistas y los invencionistas repitenel gesto de sus antecesores y privilegian la imagen, lospoetas del ’60 hacen de la oralidad una premisa alrede-dor de la cual construir el lenguaje poético y desde allíarman su linaje: el tango, la poesía gauchesca, Carriego,Raúl González Tuñón, Nicolás Olivari, Portogalo, lospoetas de Boedo.

En 1957 Lamborghini publica Al Público, bajo el se-llo de Poesía Buenos Aires y muchos años después diráque “había escrito ese librito, de unos 500 versos, por-que no estaba escrito”. El origen es, en el relato del au-tor, una vuelta a cero y, en realidad, ya aquí se nota ladiferencia con las vanguardias del ’50: la imagen, queestaba legitimada por una larga tradición, desaparecedel poema y lo que interesa es la puesta en escena de

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ya de la identidad)” los movimientos de entrada y sali-da también se relacionan con el acercamiento o la leja-nía de los sentidos de la Marcha Peronista o el HimnoNacional. En los textos que reescriben “Anclao en París”de Discépolo está negada, en cambio, la posibilidad delregreso, tal como sucede en “La Peregrinación” que pri-vilegia del Martín Fierro el significante perdidos; másadelante, la vuelta será una doble forma del exilio en elOdiseo confinado (“–Uno viene/ como dormido/ cuando

vuelve/ del desierto/ a este/ desierto”). Pero tambiénlos textos pueden quedar anclados en algunas de las fi-guraciones y los relatos del tango, o vuelven sobre algu-nos de los tópicos más cristalizados de la gauchesca enlos poemas de Tragedias y parodias I (aunque el gestorisible indique un alejamiento); y los enunciados de EvaPerón, sometidos al corte, se pierden en sus propios tér-minos y recuperan su costado más radical, más sectario(en sentido positivo). En cuanto a experimentar, que esel significante de la payada de Martín Fierro y el More-no (“toparme con un cantor/ que esperimente a este ne-gro”) que reaparece en “el Sabio Blanco y el Sabio Ne-gro. el Sabio Negro y el Sabio Blanco”, también puedetrasladarse al resto de la producción del autor. Si en eloriginal, experimentar es poner a prueba, indagar al otro,los poemas de Lamborghini “experimentan” a los nue-vos materiales: abren fisuras, multiplican sentidos, nie-gan otros; en cada caso, la experimentación se transfor-ma en técnica y en algunos ejemplos concretos elsignificante puede leerse sólo en este último sentido. Elpoema que reescribe la payada es un ejemplo, ya que elcontrapunto se convierte, por momentos, en el lugar delsin sentido y los poemas que reescriben “Cambalache”,

Y aquí, justamente, es donde podría pensarse una delas premisas más fuertes de todas las vanguardias, lade la instauración de lo nuevo, que no es el tango, ni lagauchesca, ni el discurso peronista, sino su tratamientodiscursivo, la operación de variación. Porque Lambor-ghini toma de las vanguardias del ’20, de las históricas,el componente más experimental, que exalta la mate-rialidad y, a la vez, funciona como una mediación entreun discurso o un género y su textura final. No se tratade un mero juego sobre los materiales hegemónicos enla época, sino de un nuevo tratamiento de las tradicio-

nes nacionales.18

La tradición no es para Lamborghini un cauce en elcual deba inscribirse o el sistema selectivo que le per-mite legitimar una ideología sobre lo poético, pero tam-poco aquello que hay que eliminar, incluso como idea,tal como lo plantearon las vanguardias. La tradición eslo que debe ser reescrito porque tiene algo para decir.Por eso la serie de El Solicitante Descolocado arma unpasado del discurso peronista, que adquiere de este modouna densidad como material equiparable a la del tangoo la poesía gauchesca. Algunos significantes, que se re-piten en la producción de Lamborghini, pueden dar cuen-ta de este proceso: anclao, volver, perdidos, experimen-

tar; los tres primeros están fuertemente asociados altango y a la gauchesca. El viaje, el exilio, la imposibili-dad del regreso son algunos de los tratamientos de laidentidad en estos géneros, de la definición de lo propio.Así, en El Solicitante... los personajes entran y salen delmundo laboral, pero también del país o de la interpreta-ción del país y volver es también (elípticamente) la con-signa de la Resistencia; en “en el camino su (una epope-

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impostada como la de la ópera que funciona como textoprevio, sólo que la impostación no pasará ahora por ellenguaje culto y las metáforas presentes en Turandot

de Puccini,20 sino por el uso casi exclusivo de doslunfardos, el mexicano y el argentino. En este caso, nose trata entonces de la ruptura de la sintaxis oral sinode la falta de “naturalidad” de estos dos modos de deciren el sentido etimológico del término parodia, que pue-de traducirse como “cantar” “al lado o de lado”, “cantaren falsete, con otra voz, en contracanto –en contrapun-to–, o incluso cantar en otro tono: deformar, pues, o trans-

portar una melodía”.21 Así, en el acto final de la ópera dePuccini, Calaf le dice a la Turandot “¡Princesa de hielo!”o “¡Tu hielo es mentira!”, en tanto en el poema deLamborghini dirá: “¡Y mueran/ los pechos fríos!”; porotra parte, todas las alusiones a la muerte que están enboca de los coros de la multitud, los sacerdotes o lasmujeres, se transforman en el monólogo de Calaf en unalucha (no épica) contra una diosa extranjera, indígena:“¡Y he de vencer/ a la/ Coatlícue,/ he de liquidarla,/

pa’después/ llegar/ hasta la mina/ esa,/ la Turandot”(132). La parodia implica en este caso el uso de un re-gistro popular que funciona como un falsete alrededordel texto original. Por eso esta es una voz impostada,pero además disonante; es una voz que repite en tonorisible algunas de las instancias de la trama de la óperay que borra la solemnidad del drama planteado, e inclu-so, en un segundo círculo, deforma o es la contrapartede la de Cordero. Del mismo modo, podría pensarse, fun-ciona la voz hiperbólica de los gauchos en Tragedias y

parodias I, excesivamente ingenua y –por momentos–disparatada.

en Verme y 11 reescrituras de Discépolo también, por-que trasladan el núcleo semántico de la distorsión delmundo contemporáneo (o del país) al plano estrictamenteformal, al plano ortográfico.

Dije antes que la tradición es lo que debe ser reescritoy se podría ajustar este gesto (el de la variación comológica) ya que –para Leónidas Lamborghini– la tradi-ción es lo que debe convertirse en voz dramática parano enmudecer.

Las patas en las fuentes podría leerse como la forma-ción más aproximada al coloquialismo: los personajesarman sus monólogos, dialogan; se recuperan conven-ciones propias de los cancioneros juglarescos, tales comola repetición y el estribillo;19 los modos de decir del tan-go se conservan casi intactos y las frases hechas o losgiros sintácticos propios del habla forman parte de latextura de la frase. Sin embargo, ya en este texto –ydesde el inicio de la serie– se introduce el corte, la fraseinacabada, la segmentación y la voz será el resultado deun proceso bastante marcado de estetización, que plan-tea el balbuceo como re-presentación del desquicio en elmundo obrero después de la Revolución Libertadora.

Muchos años después y ya fuera del contexto de lapoesía sesentista, en Odiseo confinado, Lamborghinireconoce el intento de retorno a cierta integridad de lafrase; lo que sobresale, es cierto, no es el corte, la inte-rrupción: la artificialidad de la voz tiene que ver ahoracon otras decisiones. La de Cordero es una voz literariaque se puede pensar dentro de los cánones clásicos (yaque recrea un verosímil homérico) y por eso produce unefecto de extrañamiento. Calaf también tiene una voz

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trabajaron sobre el fraseo del poema a partir de la ideade yuxtaposición o ilación de imágenes, los dadaístas,los cubistas y los futuristas incluyeron en sus manifies-tos –y en su praxis poética– la eliminación de los nexosque consideraban innecesarios. En todos los casos, estetratamiento tenía que ver realmente con los cambios depercepción en el mundo moderno: para los surrealistas,la sucesión de imágenes es el modo de contraponerse allenguaje lógico (al lenguaje burgués, diría Breton) y esla puesta en escritura del fluir del subconsciente; paralos dadaístas la forma de dar cuenta del sin sentido, paralos cubistas como Apollinaire el traslado de la visión frag-mentada, no lineal y para los futuristas como Marinettiel modo de reproducción (desde la sonoridad del poema)de la velocidad del mundo moderno, que tanto admira-ban. No hay ningún ejemplo, sin embargo, de corte exa-cerbado como el que proponen “en el camino su...”, “Rei-na” o “La muerte del fakir”. En estos poemas, la van-guardia vuelve a articularse porque no copia la tradi-ción de la poesía gauchesca o del tango, pero tampocolos fraseos o los usos de la imagen que históricamentefuncionaron como “lo nuevo”.

Cuando Lamborghini decide mencionar la vanguar-dia aparece Apollinaire, pero también se recupera al-gún nombre –o alguna idea– de la poesía moderna: “DiceValéry que la poesía es una vacilación entre el sonido yel sentido. Los poemas no se escriben únicamente conideas, se escriben con palabras. No es uno el que guía alas palabras con exclusividad. Muchas veces son las pa-labras las que lo guían a uno. En ese juego, las ideas queuno tiene se alternan y hasta pueden terminar oponién-dose a lo primero que pensaste.”22 Aquí, en la elección de

El otro extremo de resolución de la voz –en “Eva Perónen la hoguera” o en “Villas”, por ejemplo– se da cuandoel corte se expande y la reticulación como gesto es unhecho; sin embargo, aquí puede leerse una continuidadcon la serie de El Solicitante Descolocado. A veces lossujetos que enuncian en el texto original se mantieneny otras, se eliminan (aunque en ningún caso podríanpensarse como personajes). A pesar de esto, el corte con-tinúa trabajando sobre la sonoridad del verso y, más quenada, sobre el dramatismo de la voz que se construyecomo punto límite de la alienación: sólo quedan peque-ños golpes, sucesivos. No se trata ya del balbuceo, sinode la imposibilidad de decir algo (que es dicho a partirde una forma, la de la sintaxis minimalista). Esta sono-ridad, de hecho, es la que hace posible la grabación de“Eva Perón en la hoguera” en 1973, recitado por NormaBacaicoa, con música de Dino Saluzzi, y la puesta tea-tral del mismo texto que en la década del ’90 hará Cris-tina Banegas.

Lo nuevo es, repito, el tratamiento de la tradición, sureescritura y su transformación en voz dramática comotrabajo sobre la artificialidad, que deforma de distintasmaneras la oralidad y, entonces, distorsiona sus mate-riales pero también destapa sentidos ocultos o abre otrosque estaban ausentes.

Uno podría decir, sin temor a equivocarse, que nadiehabía cuestionado las tradiciones hasta tal punto, en elperíodo que va de 1955 a 1975, pero también que nadiehabía planteado una destrucción de la frase poética detal envergadura. No hablo ya de las vanguardias del ’50sino, incluso de las europeas del ’20. Los surrealistas

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La producción de Lamborghini, en cambio, asume estatensión y la resuelve de manera peculiar: el nacionalis-mo es claro en la saga del Solicitante y El Saboteador,como relato político de la Resistencia peronista y, sobretodo, en la elección de ciertos géneros que persisten másallá de esta época. En cuanto al cosmopolitismo no seplantea, tal como lo explica Masiello en las vanguardiasdel ’20 argentinas, como recuperación de “las formasculturales de la Europa moderna” (absolutamente au-sentes como tema en sus poemas), ni como percepciónde la ciudad cuyos signos son –en Girondo, al menos– losimultáneo, la mezcla y el exotismo.27 La ciudad es siem-pre en Lamborghini el lugar de la alienación, es lo queexpulsa (y esto es así incluso en los poemas de La can-

ción de Buenos Aires); es el lugar del descolocado, delextraviado o del vagabundo que es la figura elegida enel último de sus libros, Carroña última forma, para unirlos poemas.

No hay un solo texto de Lamborghini en el que setematice el cosmopolitismo; sin embargo esta articula-ción ideológica es indispensable para entender el modode leer la tradición como borramiento o disolución par-cial de los modos de producción de los materiales (lasmuy distintas maneras de articular la poesía alrededorde la oralidad) y también sus lugares de procedencia,los márgenes. Es claro que el tango se origina en lossuburbios y desde allí hace un recorrido hasta el centroque lo legitima; también que la gauchesca se inicia en elcampo, a pesar de que sean escritores pertenecientes ala “alta cultura” los que ponen en escena y dan un lugara la voz del gaucho dentro de la literatura. En cuanto aldiscurso político peronista habría que tener en cuenta

esta cita, podría leerse una divisoria que ya estaba plan-teada en la década del ’20 en la Argentina, la de Boedo yFlorida, entendida a partir de las apreciaciones más ge-neralizadas, como debate entre una “literatura de tesis”o “literatura social” y una literatura de la forma. En estesentido también puede entenderse la mención en elOdiseo confinado de algunos de los nombres del grupode Florida: Girondo, Macedonio Fernández, Marechal,Borges e incluso Francisco Luis Bernárdez; en este seg-mento de la vanguardia argentina, el más experimen-tal, propone Lamborghini un linaje, más asociado porcierto a los planteos poéticos que a las resoluciones tex-tuales concretas.

También es interesante anotar (casi como una acota-ción al margen) que el grupo Martín Fierro no rompedefinitivamente la tradición carrieguista, o la de lagauchesca sino que las procesa de otra manera. En elcaso concreto de Borges este procesamiento tendrá quever con lo que Sarlo denomina “criollismo urbano devanguardia”, que es uno de los modos (el más saliente)de resolver “la tensión populismo/ modernidad o nacio-nalismo/cosmopolitismo [que] informa acerca de un he-cho significativo, casi una constante de la cultura ar-gentina del siglo XX.”23

Esta tensión no aparece ni en las vanguardias del ’50,alejadas de los géneros marginales,24 ni en los poetassesentistas, que resuelven el debate de época cifrado enel antagonismo entre estética de vanguardia y “culturapopular” o “literatura comprometida” inclinándose, cier-tamente, por la segunda opción.25 De allí la definiciónde “realismo” que vuelve a tener un peso importante enla caracterización de la nueva poesía.26

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que Lamborghini rescata más que su conformación ciu-dadana su momento de constitución desde los márgenes(aunque sea en el plano estrictamente imaginario). Des-de allí se entiende la elección del título de la primeraparte de El Solicitante Descolocado, “Las patas en lasfuentes” como periplo desde los barrios obreros o indus-triales del gran Buenos Aires hacia el lugar de consa-gración de lo político, la Plaza de Mayo.

Es cierto también –y aquí se instala el componenteexperimental como ideología cosmopolita de la literatu-ra– que estas tradiciones y discursos serán indagadosen sus configuraciones clásicas, en sus modos de decir:la Marcha Peronista no podrá ser cantada en la varia-ción de Lamborghini, así como tampoco los tangos deVerme y 11 reescrituras de Discépolo; el contrapuntoentre dos gauchos –por su parte– se convertirá en puraescritura. Los lugares y los modos de producción de losmateriales serán irreconocibles, porque se opta por ur-banizar los lenguajes y no por mantener las marcas quele dan identidad en la tradición. Se reescribe la tradi-ción desde la vanguardia. Se lee lo antiguo desde unaperspectiva que sólo es posible a partir de la moderni-dad y de la asunción de lo moderno en el arte. Lo nuevo

y lo cosmopolita adquieren una articulación peculiar enla poesía de Lamborghini porque son instancias inte-gradas como procedimientos, como movimientos de lamáquina textual.

(lecturas de la experimentación)

Ya se ha dicho que Lamborghini indaga los materia-les de la tradición nacional. A veces la experimentaciónconvierte el ejercicio de reescritura en una puesta ilegi-

ble, pero en la mayor parte de los casos, aun cuando elcorte se extrema y quedan algunos significantes que serepiten, se aislan y rotan enloquecidos en el poema, serecuperan sentidos de los textos retomados (algunos deellos como ya se ha visto atraviesan transversalmenteel discurso político, el tango y la gauchesca) o se pone enescena la ambigüedad de ciertos términos como lecturahistórica.

La resolución lamborghiniana de la tensión entre van-guardia y “cultura popular” (o entre “nacionalismo” y“cosmopolitismo”) produjo posiciones críticas encontra-das que podrían ilustrarse con algunos ejemplos. En elaño 1974 la revista Crisis publica la variación de laMarcha Peronista bajo el título “himnos” y arma un so-porte visual del texto que le otorga cierta legibilidad.La entrada al poema es una inmensa fotografía de unamanifestación del peronismo histórico presidida por sulíder en la Plaza de Mayo; ésta luego se fragmenta yacompaña (lateralmente o por debajo) el desarrollo delpoema que deconstruye el canto por excelencia del mo-vimiento. Sin embargo, la antigüedad de la foto –per-ceptible por la ausencia casi completa de barbas entrelos manifestantes y por la cantidad de corbatas– y lamultitud compacta, parecen funcionar como legitima-ción de la variación de Lamborghini, otorgándole unalegibilidad retrospectiva. Crisis resuelve el conflictocomo superposición de lo antiguo y lo vanguardista.

En 1973, como respuesta a la publicación de Partitas,aparecen algunas versiones críticas que leen las opera-ciones de experimentación en términos positivos. Unaes la de Juan Sasturain en La Opinión que dice “El deLamborghini es uno de los itinerarios más coherentes

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entre los que intentan darle una voz y un nombre a loque somos y no a lo que deberíamos ser.” En una direc-ción similar, Carlos Tarsitano, en el suplemento cultu-ral del mismo diario, escribe: “Desde Al Público hastaPartitas, Lamborghini fue realizando una operación sa-nitaria con el lenguaje, trató (y logró, en más de unaoportunidad) de resolver la contradicción entre la sus-tancia poética de sentido transformador y la forma lin-güística aprisionada por los barrotes de la consagraciónburguesa”. Pero en el mismo año, Jorge Asís publica unanota en El Escarabajo de Oro que pone a la experimen-tación (refiriéndose sobre todo al poema “Plegarias”) enel lugar de la ilegibilidad: “sino que sanamente debieradejar de embromar que ya está bastante grandecito, cócó, que debiera comprender que si en Argentina aún nose subió al pueblo al nivel del arte, la poca gente quelee, no es, ni siquiera en el fondo, tonta.”28

En Perón en Caracas (1999), Lamborghini retoma–desde el lugar más conflictivo de su producción, eldel discurso político– la idea de experimentación comoensayo, que se tematiza en el trayecto que va del ruido ala melodía. En este sentido, el peronismo aparece bajodistintas instancias de legibilidad, como un ruido: “En

off se escuchan silbatos estridentes, bombos que atruenan

y fragmentos de la Marcha peronista: es un pandemó-

nium sonoro en el que nada armoniza, un caos de ruidos

y chirridos, de disonancias que superan el límite de lo

soportable...es el monstruo maldito en el país burgués”(19), pero también en el ordenamiento de ciertas vocesque son –nuevamente– las del Letrista Proscripto, la delos fusilados de José León Suárez, las voces de la plaza,la de los libertadores que cantan la ronda alrededor del

cadáver de Evita. Este es un orden literario, el de lasvoces dramáticas del peronismo que se había delineadoen Las patas en las fuentes; es decir, es un punto en elque el peronismo se ha vuelto legible (audible), a pesarde que se reproduzcan las versiones que lo refutan: “¡Elaluvión zoológico! grita una voz ante las consignas delos manifestantes, y más adelante (como voces desde laplatea) se escucha: “¡Homosexual! ¡Asqueroso! ¡Corrup-tor de menores!”, o “¡Arcaico! ¡Arcaico!”. Esta instanciade legibilidad supone también que Perón hable de la Mar-cha Peronista como “una pieza de vanguardia” y se inte-rrogue sobre la posibilidad de hacer política desde laclandestinidad en estos términos: “¿y por qué no al poe-ma repartido en una fábrica como me han contado... unpoema rantifuso (se exalta un poco más) incitando a lalucha... sí, como ese poema que según me dicen hizo quelos obreros, ahí nomás, pararan la fábrica...” (32). La alu-sión a los textos anteriores propios es un hecho que, másallá de los rasgos irónicos, se plantea como un modo deleer el peronismo e incluso como ingreso al orden de laacción política.

Pero además de este trayecto del grito que no puedeescucharse al grito de los manifestantes, es interesanteel hecho de que a Perón (el político) se le otorgue el roldel que da el sentido, del que escribe, ya que él estudiapiano (es un pianista frustrado) y escucha una canciónen flauta (los ensayos de un vecino) que cada vez se acer-ca más a la precisión de la melodía. Incluso, Perón seautodefine a partir de los versos de “El cantor”: “...po-dría haberme dedicado al piano ...¿por qué no? ...aun-que, seguro, no hubiera sido un Chopin ...hay vocacio-nes que entrañan un misterio (toca una tecla interme-

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dia) ...que no se corresponde con la aptitud ...como aquelque sin voz estudia canto...” (21). Y luego dice: “–A mítampoco la melodía me salió del todo... Una democraciapopular... Una democracia... pero con pueblo... ésa eranuestra partitura...”.

Como en “Diez escenas del paciente” hay alguien queestá en “la casa llena de ruidos”, tratando de descifrarla realidad; antes era El Solicitante y ahora es Perónque recupera su voz. El peronismo tiene configuracio-nes literarias propias (tiene sus escrituras) y la escritu-ra o la palabra (no el ruido) fueron y serán las únicasposibilidades de acción: “...¡Quién me diera a mí la fuer-za de la palabra... esa fuerza de la palabra de San Pa-blo! ...¡El estilo, el estilo crea las cosas! ...¡La fuerza delestilo! ...¡Las frases! ¡Una frase! ...¡Se apoderan de larealidad! ...¿Y mis frases?... (vuelve a mirar hacia la

platea y les echa esta bravata) –¡Los destruiré con miestilo... frase por frase!” (22).

Lo popular, el peronismo, se plantea entonces comoforma de acción pero sobre todo como acción de la pala-bra (e incluso como asunción de ciertas voces del pero-nismo ya escritas o de la escritura de vanguardia de laMarcha Peronista). En el recorrido que va del ruido alreconocimiento de ciertas voces y a la idea de melodía oestilo se juega la legibilidad de un material y, también,el alejamiento de Lamborghini de la idea de “la litera-tura social”. No cuentan las figuraciones del obrero, dePerón o Evita sino sus voces, sus modos de decir, el arti-

ficio. No importa sólo el ruido, sino las transformacio-nes de ese ruido en diferentes escuchas.

El ruido, puede transformarse en una melodía legi-ble (a través del estilo) pero también en el discurso que

desplaza lecturas y hace ilegible el texto previo. Este –ya se dijo– es el funcionamiento de la máquinalamborghiniana y por eso Leónidas Lamborghini podríadecir –como Perón– “¡Los destruiré con mi estilo!”: nadaqueda en pie, nada queda sin retocar. El escritor será,como dice Piglia, el que “escribe en todos los estilos, enlos estilos del pasado y en los que todavía no existe”, elque se apropia de las otras voces y las transforma.

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Notas

1 Ver Victor Shklovsky. “El arte como artificio” [1917], en TzvetanTodorov (compilador). Teoría de la literatura de los formalistas ru-

sos. México: Siglo XXI, 1978. Primera edición en francés, 1965. Laidea de “artificio” se explica en contraposición a Potebnia que defi-nía el arte como “pensamiento por medio de imágenes”. A la nociónde arte como forma de pensamiento, los formalistas oponen la dearte como construcción y como modo de percepción que intenta, so-bre todo, desmitificar el objeto. Lo que importa entonces es la per-cepción del texto y ésta tendrá que ver, según Shklovsky, con el usoy la disposición de los procedimientos.

2 Leónidas Lamborghini, poema III de “Extramuros”, en Episo-

dios, op. cit.; 30-31. Este fragmento en realidad retoma términosde las tres últimas estrofas del poema de Quevedo: “Salíme al cam-po, vi que el sol bebía/ los arroyos del hielo desatados;/ y del montequejosos los ganados,/ que con sombras hurtó su luz al día.// Entréen mi casa, vi que amancillada/ de anciana habitación era despo-jos;/ mi báculo, más corvo y menos fuerte.// Vencida de la edad sen-tí mi espada,/ y no hallé otra cosa en qué poner los ojos/ que nofuese recuerdo de la muerte.” El poema de Lamborghini será pu-blicado nuevamente, bajo el título “la espada” en Las Reescrituras,op. cit.; 13.

3 El que procesa el surrealismo productivamente en la décadadel ’60, justamente a partir de la concepción de imagen que tiene elmovimiento, es Juan Gelman. En su caso, la imagen recubre los re-ferentes de época, pero además Gelman incorpora nuevos referen-tes que le permiten reinstalar la idea de azar y arbitrariedad (sobretodo en la serie de Traducciones) y trasladar los presupuestos delsurrealismo al plano estrictamente político.

4 En Juan Escobar (entrevista), op. cit.; 25.5 De todo el grupo de invencionistas y surrealistas, sólo puede

pensarse en una producción anterior a la década del ’50 en conta-dos casos. Aldo Pellegrini en la década del ’30 ya da a conocer suspoemas en la revista Qué y en 1949 publica El muro secreto; Enri-que Molina, publica Las cosas y el delirio en 1941 y Pasiones terres-

tres en 1946 y Edgar Bayley publica en común en 1949. De todas

formas, estos autores seguirán produciendo y publicando incluso enplena década del ’60.

6 Vicente Huidobro, “Manifiesto de manifiestos”, en Hugo Verani(compilación y prólogo), Las vanguardias literarias en Hispanoamé-

rica (manifiestos, proclamas y otros escritos), Roma: Bulzoni editore,1986 ; 245. Sobre el surrealismo y el invencionismo ver, MarianoCalbi, “Prolongaciones de la vanguardia”, en Susana Cella (directo-ra del volumen), Historia crítica de la literatura argentina. Tomo10, La irrupción de la crítica. Colección dirigida por Noé Jitrik,Buenos Aires, Emecé, 1999; 235-255. Una concepción similar de laimagen dentro de las vanguardias clásicas es la del futurismo: “Laanalogía no es otra cosa que el profundo amor que une las cosasdistantes, aparentemente diversas y hostiles. Sólo por medio deextensísimas analogías un estilo orquestal, y a la vez polícromo,polifónico y polimorfo, puede abarcar la vida de la materia”, diceFilippo Marinetti justificando su comparación de un perro fox-terriercon el agua hirviendo. Ver “Manifiesto técnico de la literaturafuturista” [1911], en Manifiestos y textos futuristas, F. T. Marinetti,Barcelona, Ediciones del Cotal, 1978; 158.

7 Sería interesante en este punto, rescatar el texto de César Aira,Alejandra Pizarnik, Rosario, Beatriz Viterbo Editora, 1998, en elque se propone la revisión de ciertos desplazamientos que su poe-sía, como combinatoria, ejerce sobre el modelo central, el surrealis-mo francés, sin salirse de “su estela”. También es pertinente traer acolación la definición misma del surrealismo como “un sistema delecturas, el más rico y productivo de los tiempos modernos” (15). Lamáquina surrealista sería, en este sentido, una máquina de leer ylo que habría que pensar es si los surrealistas argentinos no repi-ten las operaciones de lectura ya efectuadas en Europa y si no con-vierten al surrealismo en un estilo.

8 Esto no es así en las vanguardias europeas. Los surrealistas ylos dadaístas hicieron ingresar al poema, mediante el collage, losotros discursos. Si bien estos collages (como los del cubismo en pin-tura) ingresan luego al campo artístico con toda la legitimidad ne-cesaria, y si bien el otro discurso siempre quedó “marcado” como lodiferente por la técnica utilizada, el procedimiento, en sus inicios,era una crítica al lenguaje poético como mistificación. De todosmodos, uno no podría dejar de mencionar autores como JacquesPrévert que siempre hicieron uso del lenguaje coloquial. Lo quesucede es que tanto invencionistas como surrealistas leen un costa-do de la tradición europea. Incluso, dentro de estos grupos, hay au-

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tores que no podrían ser pensados solamente dentro de una máqui-na reproductora, cuyo efecto es el de la copia, como Rodolfo Alonso,Edgar Bayley o Mario Trejo, entre otros.

9 En el caso del surrealismo argentino habría que hacer una acla-ración, ya que la primera revista fundada por Aldo Pellegrini es de1928. Sólo median cuatro años entre la publicación de Qué, que agru-paba a autores como Ismael Piterbarg, David Sussman, ElíasPiterbarg, Mario Cassano y Adolfo Solari, y el primer manifiestodel surrealismo de André Breton. Lo que sucede es que Pellegriniproyectará en el tiempo sus ideas y así, en el año 1948 saldrá larevista Ciclo, en 1952 A partir de cero y un año después, Letras y

línea, en donde aparecerán por primera vez algunos poemas de En

la masmédula (1956) de Oliverio Girondo. En este segundo gruposurrealista se encuentran Enrique Molina, Francisco Madariaga,Julio Llinás, Carlos Latorre y Juan Antonio Vasco, entre otros. To-dos ellos publicarán a su vez en Poesía Buenos Aires, cuyo primernúmero es de 1950. Ver Mariano Calbi, op. cit.; 238-241.

10 Ver Miguel Dalmaroni, “Una poética de la praxis”, en Juan

Gelman contra las fabulaciones del mundo, Buenos Aires, Almagesto,1993; 9-19.

11 Esta es la definición de mímesis que da Gerard Genette. VerPalimpsestos. La literatura en segundo grado, Madrid, Taurus, 1989[1962]; 90-99.

12 Ver por ejemplo Héctor Negro, Bandoneón de papel, BuenosAires, Colección el Pan Duro, 1957 y Para cantarle a mi gente (Can-

ciones y poemas), Buenos Aires, Ediciones 2 x 4, 1971; tambiénAlfredo Carlino, Ciudad del Tango, Buenos Aires, Centro EditorArgentino, 1966.

13 Como ya se ha dicho, el procesamiento que Gelman hace de lasvanguardias históricas, funciona como cuestionamiento del“coloquialismo”. Por esta razón, la producción gelmaneana tambiénpuede ser leída como una máquina vanguardista en el interior de lapoética del ’60, con la que mantiene lazos más fuertes queLamborghini, ya que participa de uno de los grupos de época, El Pan

Duro, y se adecúa a los sistemas de legitimación más generalizados,que tendrán que ver con la relación entre literatura y política y –másclaramente- entre literatura y militancia partidaria y sindical.

14 Es necesario aclarar, en este punto, que Leónidas Lamborghinino pertenece sistemáticamente a ninguno de los dos grupos. Con elprimero tuvo cierta relación en el comienzo de su carrera de escri-tor; con algunos de los segundos tenía, más que nada, relaciones

afectivas. No es parte, entonces, de una formación más o menosestabilizada, con revistas y producción grupal; no escribe manifies-tos sino en sus libros de poemas. Lamborghini parece ser un escri-tor solitario y lo dice en todos los reportajes. En las décadas del ’50y el ’60 su escritura se diferenciaba básicamente de la deinvencionistas y surrealistas; pero también cuestionaba la poéticadel ’60, aquella que toma cuerpo de una manera peculiar en Argen-

tino hasta la muerte de César Fernández Moreno. Luego, el exilio enMéxico, lo aisló aún más de la producción local y de la latinoameri-cana. Su insistencia en la parodia o el grotesco continúan delinean-do, en ese momento y hoy en día, una poética de autor.

15 Ver Leónidas Lamborghini, “Reportaje: El Solicitante Descolo-cado”, en La Danza del ratón, Nº 8, Buenos Aires, agosto 1987; 4-8.Su hermano, Osvaldo, establecía años antes el mismo corte paraleer la literatura argentina: “¿Querés que te diga la verdad? ¿Cuáles el gran enemigo? Es González Tuñón; los albañiles que se caende los andamios, toda esa sanata, la cosa llorona, bolche, quejosa,de lamentarse (...) esto es poesía quejosa, hacer esa especie de or-gullo de padre proletario, que se levantaba a las cinco de la mañanacon sus manos callosas; que traía pan crocante a la mesa.” Ver “Ellugar del artista. Entrevista a O. Lamborghini”, en Lecturas críti-

cas, Nº 1, Buenos Aires, diciembre 1980.16 Nicolás Rosa. “Canon del significante”, Artefacto, Rosario, Bea-

triz Viterbo Editora, 1992; 92.17 Nicolás Rosa, op. cit.; 92.18 Esta es una apreciación de ‘lo nuevo’ que Beatriz Sarlo anali-

za dentro de las vanguardias argentinas del ’20 en relación a laescritura de Borges: “Toda una zona de ‘lo nuevo’ se articula conesta invención de Borges: ‘lo nuevo’ es también una relectura de latradición, que ha sido posible porque se la cruzó con la textualidadde la vanguardia y con un sistema reformulado de las literaturasextranjeras”, en Una modernidad periférica. Buenos Aires 1920-1930,Buenos Aires, Nueva Visión, 1988; 105. El sistema de lecturas euro-peas de Lamborghini no es, por supuesto, el mismo que el de Borges,pero incluye a varios clásicos, de períodos diversos, como Homero,Dante Alighieri, Shakespeare o Garcilaso. De todos modos, en rela-ción a la posibilidad de incorporar la tradición como ‘lo nuevo’ ha-bría que destacar a T. S. Eliot y su ensayo “Poesía y drama”.

19 Sobre las características de la tradición oral ver Ong, Walter.Oralidad y escritura. Tecnologías de la palabra. México: F.C.E, 1987[1982].

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Considerando los distintos grados en este trabajo de borramientode las marcas propias de la oralidad, se debería mencionar ademásde Las patas en las fuentes, un caso en el que la resolución tiene quever con el respeto de la oralidad, o más bien de las convenciones deun género fuertemente asociado a lo oral, como Coplas del Che. Bue-nos Aires; Ediciones A.R.P, Acción Revolucionaria Peronista, 1967.Este largo poema mantiene la lógica de los cancioneros tradiciona-les, en lo que hace al metro, la rima y el uso del estribillo. Citamosaquí solamente un fragmento: Forzando las condiciones/ un foco aquí/y otro allí/ los dueños del privilegio/ ya no podrán subsistir.// Yo soyel Ché/ y estoy vivo/ donde la guerrilla esté.// Forzándoles condicio-nes/ hasta que al fin/ no den más/ y forzando y reforzando/ los hare-mos recular. (10)

20 Dice Calaf en Turandot: “¡Princesa de muerte!/ ¡Princesa dehielo!/ ¡Desde tu trágico cielo/ baja a la tierra!/ ¡Ah! ¡Levanta elvelo!/ ¡Mira, mira, cruel,/ esa sangre purísima/ que se ha derrama-do por ti!”, y más adelante: “¡Flor mía!/ ¡Oh! ¡Mi flor de la mañana!/¡Flor mía, te respiro!/ ¡Tus senos de azucena.../ ...ah, tiemblan sobremi pecho!”, Barcelona, Orbis, 1994. Opera collection.

21 Gerard Genette, Palimpsestos, op. cit.; 20. Linda Hutcheon agre-ga que el prefijo griego de parodia significa tanto “cerca, junto a”como “contraste, oposición”. De esta manera hace hincapié en la di-ferencia que instala la parodia, que es siempre una distinción conrasgos críticos.

22 Leónidas Lamborghini, en Jorge Fondebrider (reportaje), op.cit.; 5.

23 Beatriz Sarlo, “Vanguardia y criollismo: la aventura de ‘Mar-tín Fierro’”, en Carlos Altamirano y Beatriz Sarlo, Ensayos argenti-

nos. De Sarmiento a la vanguardia, op. cit.; 171.24 La revista de vanguardia, Conjunción de Buenos Aires, dirigida

por Edgar Bayley y Juan Carlos Aráoz de La Madrid, propone unalectura del tango que consiste en recuperar en términos positivosesta tradición y cruzarla con la imagen de cuño vanguardista. Se citaa modo de ejemplo un fragmento del poema “El tango” de Aráoz de LaMadrid: “Tango, tango/ aprendido a bailar en las veredas/ cuando elbarrio era de árboles/ –nací en un barrio de magnolias y astros–,/ ylos tríos, violín, guitarra y fueye,/ gambetean el ritmo de los chotis/entre el vino carlón y los marianos.” Dentro de la poética del ’60 tam-bién hay ejemplos de esta unión entre tango e imagen surrealista;bastaría leer poemas como “Araca” de Alberto Szpunberg (el che amor,1965) o “increíble de gardel” de Julio Huasi (los increíbles, 1965).

25 En este sentido es interesante leer el texto de García Canclini,“Vanguardias artísticas y cultura popular” (ver bibliografía) comouna puesta de época del debate y el capítulo “La noche de las cáma-ras despiertas” de La máquina cultural de Beatriz Sarlo que anali-za con una perspectiva temporal este antagonismo en el “PrimerEncuentro Nacional de Cine” en Santa Fe, en el año 1970.

26 Esta idea está desarrollada en muchos de los artículos quereúne el 60 de Alfredo Andrés. Ver de este autor, “Los poetas de 1960”,“La poesía y los poetas del 60” y “Tres aproximaciones al 60”; tam-bién puede rastrearse esta concepción en “La generación del sesen-ta” de Roberto Hurtado de Mendoza y la denominación de “realismocrítico” en “Claves sobre el 60” de Daniel Barros. La defensa de unapoesía política (y los debates que ésta produce entre los autores deépoca) pueden rastrearse en la “Mesa redonda del 27-4-68” que sepublica en el mismo libro.

27 Sobre la percepción vanguardista de la ciudad ver, BeatrizSarlo, “Capítulo I. Buenos Aires, ciudad moderna” y sobre la pro-ducción de Girondo, específicamente, el apartado “Oliverio, una mi-rada de la modernidad” del capítulo siguiente, op. cit., 1988 y deFrancine Masiello el capítulo IV de la segunda parte “Contra lanaturaleza: el paisaje de la vanguardia” y especialmente las seccio-nes tituladas “Aventuras en el espacio: Oliverio Girondo” y “La Kodakdesafiante”, en Lenguaje e ideología. Las escuelas argentina de van-

guardia. Buenos Aires, Hachette, 1986; 107-133.En El Solicitante Descolocado, sin embargo, hay una percepción

de la ciudad (que es el lugar de lo laboral y de lo público) a partir dela simultaneidad de voces que aparecen fragmentadas, así como enla poesía de Girondo el ojo retiene detalles, metonimias de lo queve. Podría leerse en este caso un pasaje de la visión a la audiciónque repite procesos similares.

28 Todas estas notas están tomadas del “Dossier LeónidasLamborghini” del Diario de Poesía, Nº 38.

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Índice

Agradecimientos .. 9Libros de Leónidas Lamborghini .. 13

I. Preliminares .. 15

1. El escritor y sus escuchas.. 172. Cantar sin voz .. 20

II. Variatio/ variationis .. 37

La variación como comentario .. 451- Primera variación del tango .. 452- Primera variación del discurso político .. 523- El juego de la palabra propia .. 53

La variación como distorsión .. 591- Primera variación de la gauchesca (adentro y afuera del género) .. 592- Segunda variación del tango .. 683- Segunda variación de la poesía gauchesca .. 764- Segunda variación del discurso político: el pero nismo .. 81

(himnos) .. 81(modos del relato) .. 86

5. Tercera variación de la poesía gauchesca .. 88

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III. Dos lecturas de los clásicos .. 111

1. Palimpsestos .. 113(la antología) .. 119(texto sobre texto) .. 121(migraciones) .. 127

2. El juego de la poesía .. 133

IV. Linajes políticos y literarios .. 145

1. Gauchos y amurados .. 1472. Los muchachos .. 155

(polifonía: el coro) .. 156(polifonía: interior de la voz) .. 161(polifonía: los bordes exteriores) .. 171

2.1 Imaginarios .. 1732.2. Identidades .. 178

3. La fiesta del monstruo .. 1804. Otros gauchos y amurados .. 184

V. La máquina lamborghiniana .. 201

(máquinas de época) .. 211(operaciones de transformación) .. 214(lecturas de la experimentación) .. 224

Bibliografía .. 237

Otros títulos en Beatriz Viterbo Editora

El mundo maravillosos de Guillermo Enrique Hudson, porEzequiel Martínez Estrada

Sarmiento - Meditaciones Sarmientinas - Las invariantes

históricas en el Facundo, por Ezequiel Martínez EstradaPaganini, por Ezequiel Martínez Estrada

Las tres fechas, por César AiraTres estudios. Dante - Baudelaire - Eliot

por Sergio CuetoKoré, por Silvio Mattoni

Nacen los otros, por Arturo CarreraCopi, por César Aira

La letra de lo mínimo, por Tununa MercadoAlejandra Pizarnik, por César AiraLas letras de Borges y otros ensayos,

por Sylvia MolloyLiteraturas indigentes y placeres bajos

F. Hernández, J. R. Wilcock, V. Piñera,por Reinaldo Laddaga

El abrigo de aire. Ensayos sobre literatura cubana

por Mónica Bernabé, Antonio José Ponte y Marcela ZaninManuel Puig: La conversación infinita,

por Alberto GiordanoAndares clancos.

Fábulas del menor en O. Lamborghini, J.C.Onetti, Rubén Darío,

J. L. Borges y S. Ocampo, por Adriana AstuttiMapas de poder, una arqueología del espacio argentino

por Jens AndermannJuegos de seducción. Literatura y cultura de masas

por Ana María Amar SánchezFicciones somáticas.

Naturalismo, nacionalismo y políticas médicas del cuerpo

por Gabriela Nouzeilles

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