Wari San Jose Moro

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    La Presencia de Wari en San José de Moro

    Luis Jaime Castillo Butters

    Pontificia UniversidadCatólica del Perú

    Programa ArqueológicoSan José de Moro

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    La Presencia de Wari en San José de Moro

    Luis Jaime Castillo Butters

    INTRODUCTION

    El debate acerca de la presencia Wari en la

    costa norte se inició hace cien años, al nacer laarqueología en esta región. Sin embargo, mien-tras que la comprensión general de la evolucióncultural de las sociedades norteñas ha avanza-do considerablemente, el entendimiento de loque sucedió en la región en particular duranteel Horizonte Medio, que coincide con el fin dela cultura Mochica y el inicio de Lambayequey Chimú, resulta aún muy confuso. La historiade la arqueología de la costa norte y del pro- blema que aquí nos ocupa se in icia cuando Max

    Uhle, en 1899, ubicó una serie de vasos«tiahunacoides» en la explanada sur de la Huacadel Sol (Uhle 1915), abriendo el debate acercadel papel de las sociedades serranas del Hori-zonte Medio en el desarrollo de la costa norte.En base a sus datos Uhle determinó que la cos-ta norte debió estar bajo el dominio de las so-ciedades serranas durante un periodo de su his-toria. La posterior distinción entre Wari yTiahuanaco y la definición de sus estilos y fa-ses no ayudaron a esclarecer el problema en lacosta norte (Menzel 1968). La cantidad de ma-teriales de clara filiación Wari en esta regiónfue siempre muy limitada y generalmente de proveniencia dudosa. Más aún, la gran mayo-ría de especimenes que exhiben influencia detradición Wari fueron hechos localmente, bajocondiciones políticas y sociales no necesaria-mente definidas. Rafael Larco abordó este pro- blema definiendo un esti lo Wari Norteño, que

    a su vez subdividió en fases y que correspon-

    dería precisamente a la síntesis de las tradicio-nes norteñas y sureñas (Larco 1948, 1966b).Posteriormente se ha reportado ocasionalmen-te hallazgos de cerámica polícroma, pinturasmurales que se creían de influencia Wari e in-cluso sitios cuyo trazo ortogonal sería una re-miniscencia de los modelos urbanísticos Wari.En términos generales esta evidencia pareceríaser el resultado de a lgún tipo de presencia Wari, pero escrutada con cuidado la mayoría de ellano ha sido concluyente. El problema es deter-

    minar la forma que tuvo la presencia Wari en lacosta norte a través de contextos arqueológicosdocumentados y a partir de ellos determinar quecondición o carácter tuvo esta presencia.

    Este artículo se centra en los resultados delProyecto Arqueológico San José de Moro, que paradójicamente nun ca tuvo como ob jetivoabordar el problema de la presencia Wari en lacosta norte. San José de Moro, sin embargo, presenta una relativa abundancia de evidenciadel fenómeno Wari en lo que comúnmente seconoce como el Horizonte Medio 1 y 2, y ensus encarnaciones regionales al lado de expre-siones clásicamente Mochicas. Tratándose de unsitio densamente estratificado, es posible nosólo estudiar el fenómeno sino situarlo en unasecuencia evolutiva, lo que nos permite enten-der su punto de inserción, las influencias in-mediatas que se producen al llegar las diferen-tes influencias y los resultados o consecuencias

    Luis Jaime Castillo Butters. Profesor Principal del Departamento de Humanidades, Sección Arqueología y Director de RelacionesInternacionales y Cooperación de la Pontificia Universidad Católica del Perú. ([email protected]).

    Los dioses del anti guo Perú . Krzysztof Makowski, editor. Págs. 103-135. Colección Arte y Tesoros del Perú. Lima, Banco deCrédito del Perú, 2000.

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    a largo plazo. Así, es posible ver como Wari noconquistó a Moche, sino que fue primero in-corporado por los propios mochicas, para lue-go convertirse en una influencia poderosa y en

    última instancia un factor del colapso de estasociedad. Asimismo, en el sitio se encuentranlo que parece ser las primeras adaptaciones delos estilos Wari a la tradición cerámica de lacosta norte. Como la cerámica no es otra cosaque nuestro barómetro de las condiciones polí-ticas y culturales que imperan en una ciertaépoca, podemos asumir que tanto la presenciade artefactos Wari, como las influencias queestos estilos tuvieron en la costa norte reflejanuna rica historia política que nos permite en-tender mejor qué es lo que estaba pasando enJequetepeque en los siglos VIII y IX y por ex-tensión nos permitirán comprender el papel quetuvieron los agentes exógenos en el fin de lasociedad Mochica.

    Como veremos, buena parte de este artícu-lo es un ejercicio de estilí stica, en el que se pre-sentan artefactos novedosos y se discute infor-mación respecto a diseños, colores y formas.Desde la perspectiva de una investigación cen-trada en el fenómeno Mochica Tardío la discu-sión acerca de los estilos Wari, sin embargo,

    no es sólo una disquisición artística, sino quela claridad respecto a la secuencia, el origen yla evolución de los estilos tiene connotacionesimportantísimas para entender los procesos po-líticos que afectan a la costa norte. Para enten-der la presencia Wari en la costa norte es im- prescindible definir cuál es la relación entreWari, la entidad política basada en Ayacucho,y los estilos derivados de esta, entendidos comoexpresiones de entidades políticas que estable-cen algún grado de afinidad con el estado Wari.

    Cuando encontramos artefactos de los estilos Nievería, Atarco, Viñaque o Pachacamac que-rríamos saber si estamos tratando con Wari ocon un dependiente o subordinado, o simple-mente con una entidad política ligada a Wari por vínculos de simili tud esti líst ica. Si la res- puesta es la primera, habría que preguntarse por que las sociedades de la costa norte manifies-tan su relación con Wari a través de la identi-dad peculiar de uno de sus subordinados; perosi la respuesta es la segunda, cabría preguntar-

    nos por qué una entidad política independienteexhibe semejanzas con un estilo dominante.Lamentablemente para quienes trabajamos en

    la costa norte no está en nosotros contestar adecuadamente estas preguntas y dilucidar lasrelaciones sociales y políticas que generaron losestilos de cerámica que encontramos. De los

    estudios del fenómeno Wari debemos exigir, por lo tanto, una mayor precisión estilística y ma-yor comprensión de procesos políticos.

    EL CONTEXTO ARQUEOLÓGICODE LA INTERACCIÓN MOCHICA-

    WARI EN SAN JOSÉ DE MORO

    Investigaciones en San José de Moro

    San José de Moro fue un centro ceremonialy cementerio ubicado en la parte norte deJequetepeque, propiamente en la orilla derechadel Valle del río Chamán o de San Gregorio(Figura 1). El sitio esta compuesto por una se-rie de montículos habitacionales de baja alturaque fueron producidos por la superposición de pisos domésticos, por un montículo ceremonialcorrespondiente a la ocupación Mochica Tar-día, la Huaca la Capilla, y por áreas llanas en-tre los montículos (Figura 2). Dado que losmontículos fueron afectados por una intensadepredación, nuestras excavaciones desde 1991se concentraron en las zonas llanas, donde en-contramos densas estratigrafías de superficiesde ocupación y capas de relleno que denotanuna intensa actividad relacionada con la cele- bración de fiestas y ri tuales .

    San José de Moro se encuentra rodeado por sitios arqueológicos correspondientes con la parte final del Intermedio Temprano y el Hori-zonte Medio , entre los que des tacanasentamientos amurallados mochicas en Cerro

    Chepen, Cerro Colorado, la zona de Talambo yen las montañas que corren paralelas al océa-no, al oeste del valle (Hecker y Hecker 1990,Dillahey 2001). La historia ocupacional de estaregión es muy compleja y se intensificó al ini-cio del Intermedio Temprano, para alcanzar sudesarrollo más importante al final del periodo(Figura 3). Las excavaciones arqueológicas queconducimos en San José de Moro han permiti-do identificar un importante número de tumbasMochicas Medio y Tardío de elite (Figura 3)

    así como contextualizar la cerámica mochica delínea fina (Castillo 1996b; Castillo y Donnan1994a, 1994b; Donnan y Castillo 1994). De este

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    Figura 1. Mapa de la Costa Norte con indicación de los sitios mochicas más importantes. (Dibujo LJC).

    sitio, asimismo, provendrían ceramios de filia-ción Wari o de tradiciones derivadas de este, part icularmente de la costa central y sur. Tra-tándose de un sitio mochica adscribible preci-samente al periodo en que la influencia Waridebió impactar la costa norte, es evidente que

    San José de Moro podría resultar crítico paraentender la forma e intensidad que esta influen-cia tuvo.

    La presencia Wari en San José de Moro haresultado difícil de evaluar puesto que si bienalgunas colecciones regionales contienen

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    numerosos ceramios de estilo Wari o derivado,y de especimenes mochica con decoración pic-tórica o formas de influencia Wari, en lasexcavaciones arqueológicas la presencia demateriales con estas características es muy li-mitada. Como ilustración baste decir que en los550 metros cúbicos excavados en la Unidad 17-20 sólo se encontraron dos docenas de fragmen-tos de cerámica polícroma. La evidencia de con-

    textos arqueológicos de que disponemos, comose verá, proviene esencialmente de las tumbasde elite del periodo Mochica Tardío. Los arte-factos de las colecciones regionales, aparente-mente, también provendrían del mismo tipo decontextos funerar ios des t ru idos por lahuaquería. Por esta limitación de datos en susinicios el Proyecto Arqueológico San José deMoro no se planteó abordar el problema de la presencia Wari en el sitio como uno de sus ob- jetivos centrales . No obstante, a medida que sesumaron los años de excavaciones en el sitio yaumentaba nuestro conocimiento de la socie-dad Mochica Tardía, mayor se hacia nuestro

    entendimiento de los problemas asociados aella. Resultaba evidente que la presencia de latradición cerámica y artística del HorizonteMedio tuvo un peso gravitante en el desarrollode la sociedad Mochica Tardía, por lo que paraentender a estos últimos ha resultado impres-cindible tratar de poner en perspectiva el «pro- blema» Wari .

     Nuestra fuente de información esta consti-

    tuida por los artefactos cerámicos o líticos,completos o fraccionados, importados o local-mente producidos de acuerdo a la tradición Wariy de sus derivados, o combinando lo estilos yformas mochicas con los de estas tradiciones.Esta evidencia se puede presentar en: a) con-textos arqueológicos, que incluye los materia-les encontrados en tumbas, así como en otro tipode contextos y b) los artefactos, generalmentecompletos de colecciones regionales, particu-larmente la colección Rodríguez Razetto, dePacasmayo. Ambas fuentes nos ofrecen infor-mación de muy diversa calidad, pues mientraslas tumbas contienen relativamente poca

    Figura 2. Plano de San José de Moro. (Dibujo LJC).

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    una serie de utensilios utilitarios de cerámicaque se han conservado, a veces reunidos en

    cuartos semisubterráneos (Figura 4), comograndes tazones para mezclar los ingredientes,ollas para cocer la chicha, paicas para fermen-tar el liquido y botellas de cuello efigie dondela chicha se dejaba macerar por tiempos pro-longados (Figura 5). La analogía con centrosceremoniales históricos permitiría inferir queen San José de Moro las fiestas se debían cele- brar de forma estacional y en arreglo a un ca-lendario ceremonial.La segunda y no menos importante función del sitio

    estaba ligada con los entierros y rituales funerariosde las élites regionales. Los entierros se celebrabanaparentemente en conjunción con las actividades

    cerámica polícroma fina, los artefactos de co-lección no poseen información contextual y son

    difíciles de situar en la secuencia evolutiva.Las excavaciones realizadas en San José deMoro han revelado una intensa ocupación delsitio a partir del periodo Mochica Medio, quese intensificó aún más durante el periodoMochica Tardío. En esta época el sitio fue esen-cialmente un gran centro ceremonial, en el quese congregaban las poblaciones mochicas dediversos sitios en el valle y al cual acudían po- blaciones culturalmente mochicas de fuera delvalle. Estas poblaciones se agrupaban en torno

    a la celebración de fiestas y ceremonias, dondeel elemento predominante era la producción yconsumo de chicha. Para este fin se empleaba

    Figura 3. Cuadro cronológico de la historia ocupacional de San José de Moro. (Dibujo LJC).

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    Figura 4. Cámara Semisubterranea que contenía un conjunto de artefactos de cerámica para producir chicha.(Foto Martín del Carpio).

    Figura 5. Áreas de preparación de chicha. (Foto Martín del Carpio).

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    Figura 6. Tumba de Bota típica de San José de Moro. (Foto Juan Pablo Murrugarra).

    celebratorias, que seguramente se constituían parael efecto en rituales funerarios. Los entierros, si bienconstituyen los contextos más elaborados, y

    seguramente fueron fruto de los rituales máscomplejos, se producían de forma ocasional, es decir que el uso del sitio no dependía de la funciónfuneraria. Los entierros que hemos ubicado en SanJosé de Moro suelen ser de individuos de la élite queaparecen en tumbas de bota (Castillo y Donnan1994a) acompañados de ajuares funerarios muy ricosen los que destacan las ofrendas de cerámica (Figura6). Asimismo, en 1991 y 1992 excavamos unasección del cementerio donde la forma predominantede las estructuras funerarias era la cámara de adobes

    rectangular. Esta modalidad funeraria es la que prese nt a tumbas má s comple jas y ri ca s enasociaciones y que, consiguientemente, requirieronde mayor inversión y fueron fruto de los rituales máselaborados. De las cinco tumbas de cámara MochicaTardío excavadas destacan dos, la M-U41 y la M-U103 donde se hallaron las llamadas «Sacerdotisasde San José de Moro» (Figura 7).

     Las Puntas de Obsidiana

    Los artefactos líticos de estilo Wari que se han halladoen San José de Moro son puntas de obsidiana, o de

    algún tipo de sílice, hechas en base a delgadaslaminas retocadas de forma foleácea y con base planade no más de seis cm. de largo por 4 cm. de ancho

    (Figura 8). Puntas de obsidiana no han sidoreportados de otras excavaciones de sitos mochicas,y las que se encontraron en San José de Morocorresponden casi exactamente a puntas halladas enPikillacta y otros sitios Wari (G. McEwan,comunicación personal 1992). Las puntas deobsidiana halladas en San José de Moro se ubicaronen todos los casos en tumbas Mochica Tardías. Unade ellas es la Tumba M-U26 (Figura 9), una tumbade cámara perteneciente a un individuo masculinoadulto, en la que se ubicaron cinco puntas (Figura

    8). Los otros dos casos corresponden a tumbas enforma de bota, las tumbas M-U409 y M-U623(Figuras 10 y 11) en las que, misteriosamente, las puntas estaban ubicadas en el relleno de las tumbas,es decir que su ubicación no correspondía con el niveldel suelo de la cámara funeraria, sino con la profundidad media del relleno. Suponemos que las puntas fueron depositadas como ofrendas cuando lastumbas estaban siendo rellenadas con arena limpia.Otros artefactos, particularmente ollas pequeñastiznadas de hollín han aparecido también «flotando»

    en el relleno de las tumbas, lo que indicaría quecomo parte de los rituales de clausura de la tumbase emplearon este tipo de artefactos. En todos

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    Figura 7. Tumba de Cámara M-U 41. (Foto Christopher Donnan).

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    Figura 8a. Puntas de Obsidiana de tecnología y forma Wari encontradas en la tumba de Cámara MochicaTardía M-U26. (Foto LJC).

    Figura 8b. Detalle de las puntas de Obsidiana encontradas en la tumba de Cámara MochicaTardía M-U26. (Foto LJC).

    los casos es evidente que se trata de artefactosimportados, preparados con materias primas ytrabajados con tecnologías no disponibles en laregión. En los tres casos mencionados las tum- bas correspo ndían a individuos masc ulinosadultos. Las puntas, particularmente el conjun-to hallado en la cámara M-U26, parecerían no

    haber estado asociadas con mango de maderaalguno, sino más bien parecen haber sido em- pleadas muy poco y en todo caso sin el auxiliode un soporte. Además de estas piezas encon-tradas dentro de contextos funerarios, un con- junto de más de 20 puntas de similar forma ytecnología fueron halladas en San José de Moro,

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    Figura 9. Tumba de Cámara M-U 26. (Foto Christopher Donnan).

    Figura 10. Tumba de Bota M-U 409. (Foto Juan Pablo Murrugarra).

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    aparentemente en una ofrenda aislada y muysuperficial (Figura12). La asociación de las

     puntas con las tumbas indicaría que fueron usa-das en algún aspecto de los rituales funerarios,o en particular en rituales relacionados con in-dividuos masculinos. Cabe señalar que en cual-quier caso las tumbas donde se encontraron es-tas piezas constituyen la enorme minoría enrelación a las tumbas donde estas no aparecie-ron.

    Cerámica Importada y Cerámica

     Mochica Polícroma

    La interacción entre la sociedad MochicaTardía y la sociedad Wari y sus derivados se

    expresa de manera más elocuente en la presen-cia de artefactos cerámicos de origen foráneo yen artefactos producidos localmente pero imi-tando formas, colores y diseños iconográficos

    asociados con la tradición Wari. San José deMoro ha sido reconocido en la literatura comouno de los lugares de donde proviene una grancantidad de artefactos de origen foráneo y don-de se encuentra con frecuencia artefactos deestilos mixtos (Shimada 1994:229-231, 249-252; Bawden 1996:296-300), sin embargo es-tas referencias no pudieron proveernos de la in-formación contextual de los hallazgos. Se haencontrado en el sitio ejemplos de cerámica pertenecientes al Horizonte Medio 1 de los es-t i los Niever ía , Robles Moqo (Pacheco) ,Cajamarca Cursivo y Cajamarca Costeño, asícomo diseños de clara influencia Chakipampa.Para el Horizonte Medio 2 se han ubicadoespecimenes de estilo Viñaque, Pachacamac,Atarco, Cajamarca Cursivo Floral y CajamarcaCosteño. Adicionalmente, y representando elconjunto numéricamente mayor, es frecuenteencontrar artefactos de forma mochica en losque se han incluido motivos, colores o formasde cerámica característicos del Horizonte Me-dio. Antes de abordar la pregunta de porqué

    aparece esta suerte de muestrario de estilos delHorizonte Medio en San José de Moro, quere-mos discutir la información contextual con laque contamos y la ubicación cronológica deestos hallazgos en la secuencia ocupacional delsitio.

    Ordenar la evolución de los estilos comple- jos de cerámica Mochica Tardía de San José deMoro e incluir en este orden la presencia deartefactos de origen foráneo y aquellos local-mente producidos en imitación de estos estilos

    foráneos no ha resultado una tarea sencilla. Laevidencia parece apuntar a que existieron has-ta tres momentos en este fenómeno. En el pri-mer momento no hubo influencia de Wari o susderivados, es decir, el estilo más elaborado fueel de línea fina canónicamente Mochica Tardía.El sitio de Pampa Grande, donde no se ha re- portado evidencia de cerámica Wari, correspon-dería a este periodo (Shimada 1994). En el se-gundo momento aparecen las primeras piezasde cerámica importada, correspondientes con el

    Horizonte Medio 1 y florece un nuevo estilo, oestilos, derivados de la influencia externa. Estemomento puede subdividirse en dos etapas,

    Figura 11. Dibujo de la Tumba M-U 623. (DibujoMartín del Carpio).

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    Figura 12. Conjunto de Puntas de Obsidiana Encontradas en una Ofrenda Aislada en San José de Moro. (Foto LJC).

     primero el momento en el que aparecen los pri-meros ceramios importados que son incorpora-dos a las tumbas Mochica Tardías de élite y unasegunda etapa donde se inicia la producción de

    ceramios con estilos híbridos y la producciónde copias locales de ceramios de estilo foráneo.La tumba de la Sacerdotisa excavada en 1991(Figura 7, Donnan y Castillo 1994a) pertenecea la primera etapa, dado que en ella encontra-mos sólo artefactos importados de esti lo Nievería y Cajamarca en asociación con cerá-mica mochica de línea fina. En el tercer mo-mento desaparece la cerámica de línea fina, perosubsisten las copias locales de piezas de estiloimportado y se afianza un estilo cerámico hí-

     brido en el que se combinan rasgos de la icono-grafía mochica y las formas, colores y diseñosvenidos de fuera. Este momento puede subdi-vidirse a su vez en dos etapas, la primera co-rrespondiente al final del Mochica Tardío y lasegunda que corresponde con el inicio del pe-riodo Transicional (Rucabado y Castillo ms).En este ultimo momento las influencias pare-cen corresponder con estilos propios del Hori-zonte Medio 2. La expresión contextual de es-tos tres momentos nos permite llegar a la for-mulación de al menos tres fases al interior delos que hemos venido denominando el PeriodoMochica Tardío. Estas fases están expresadas

    en tumbas especificas y dentro de ellas en for-mas de cerámica y esti los de decoraciónreconocibles.

    LA FASE MOCHICA TARDÍA A

    Esta fase correspondería con el inicio del periodo Mochica Tardío, caracterizado por la presencia de cerámica con decoración pictóri-ca compleja (Figura 13). Creemos que el ori-gen de la cerámica de línea fina en San José deMoro se debe a una migración de artistas desdela región Mochica Sur (Castillo 2001, ms). Es-tos habrían llegado a Jequetepeque asentándo-se en San José de Moro y trayendo consigo la

    tecnología pictórica y los temas de la iconogra-fía Mochica Tardía (Fases Moche IV y V delsur). Considerando la presencia de la cerámicaforánea como un punto de inflexión podemosdistinguir dos momentos en la fase MochicaTardía A: primero, cuando no existe cerámicade origen foráneo en contextos mochica y se-gundo cuando aparecen los pr imerosespecimenes de cerámica importada, correspon-dientes al Horizonte Medio 1. El sitio tipo parael primer momento de esta fase es Pampa Gran-

    de, donde se han encontrado botellas con dise-ños de línea fina o diseños complejos en relie-ve (Shimada 1994: Figs. 2.10, 7.35, 8.11, 8.12,

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    Figura 13. Ejemplos de botellas decoradas con iconografía de línea fina hallados en San José de Moro.(Dibujos Percy Fiestas).

    9.7). Cabe resaltar que estos artefactos son declara inspiración Mochica V del sur, particu-larmente los que presentan diseños geométricosy asas es t r ibo decorados con l íneaslongitudinales. También es característico de estafase la presencia de cántaros de cuello efigiecon caras moldeadas (Press-mold face neck jars,Shimada 1994, F igs . 7 .31 , 7 .32) . EnJequetepeque cántaros de este tipo son más biencaracterísticos del periodo Mochica Medio (ver 

    Tumba E1 en Ubbelohde Doering 1983, Figs 13a 26) y no de la cerámica Mochica IV o V delsur. Shimada ilustra al menos una botella cuyocuerpo tiene la forma de una pelota de rugbyque revelaría algún tipo e influencia de la tra-dición Nievería. Es posible que no se hayanencontrado artefactos de origen foráneo enPampa Grande por cuanto aún no se han halla-do allí contextos funerarios.

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    Figura 14. Dibujos de cerámica de estilos Wari o derivado encontrada en San José de Moro. (Dibujos Percy Fiestas).

    El segundo momento de la Fase MochicaTardía A corresponde con el arribo de los pri-meros artefactos de cerámica importada (Figu-ras 14 a 16). El sitio tipo para este segundomomento es San José de Moro y dentro de él elsector aledaño a la Huaca la Capilla, donde seencontraron las tumbas de cámara de lasSacerdotisas. En la tumba M-U41, de la Sacer-dotisa, se encontraron dos botellas de estilo

     Nievería, y una plato con base anular de esti loCajamarca fabricado con kaolín (Figura 17). Aesta fase correspondería un fragmento de uncántaro de cuello efigie de estilo Pacheco y asu-mimos que en esta fase llegarían a San José deMoro artefactos de estilo Chakipampa, de loscuales se derivarían los diseños de las Serpien-te Chakipampa y el Rombo de San José deMoro que se discuten más adelante. La cerámi-ca de más alta calidad durante este periodo sonlas botellas con decoración compleja de líneafina. La cerámica local de calidad intermediamuestra una clara continuidad con formas pre-dominantes en el Periodo Mochica Medio.

    Son características de la cerámica de estaépoca: a) las ollas con bultos en el cuerpo, cue-llo corto y evertido, b) los cántaros o botellasde cuello efigie, tanto los producidos con dosmoldes, como los que se realizan con un solomolde parcial impreso, c) las jarras pequeñascon cuerpo carenado o redondeado y cuello rec-to divergente, d) las botellas pequeñas con di-seños impresos, particularmente las que repre-

    sentan venados o a un águila bebiendo de unacopa, o las que presentan cabezas de felinos ye) las botellas con el cuerpo achatado (« flasks»)[Figura 18: a) M-U26-C39, M-U102-C11; b) M-U15-C10, M-U41-C13, M-U103-C225, M-U104A-C26; c) M-U26-C27, M-UC30-C5 d)M-U15-C9, M-U102-C7, M-U103-C9, e) M-U103-C1, M-U103-C29]. También correspon-de a esta fase el tránsito entre la cerámicaCajamarca y la cerámica de estilo CajamarcaCosteño. Mientras que la primera se fabrica casiexclusivamente con kaolín, la segunda es fa- bricada con arcilla roja y encobada con kaolín.

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    Figura 15. Cerámica de estilos Wari o derivado encontrada en San José de Moro. (Foto Juan Pablo Murrugarra).

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    Figura 16. Cerámica de estilos Wari o derivado en la Colección Rodríguez Razetto y que habrían sido encontrada enSan José de Moro. (Foto Juan Pablo Murrugarra).

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    Figura 17. Dos piezas de estilo Nievería encontradas en la Tumba M-U 41. (Foto Juan Pablo Murrugarra).

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    La incorporación de elementos de las tra-diciones foráneas en el estilo Mochica Tardío yconsiguientemente el origen de la cerámicaMochica Polícromo se da es esta fase. Una bo-

    tella de asa estribo con decoración de un pez pero ejecutado en múltiples colores apareció enla tumba de la segunda Sacerdotisa (M-U103).La mayoría de las botellas Mochicas Polícromasdeben corresponder esta fase y la siguiente,siendo características de l a Fase Mochica Tar-día A las que tiene mayor proximidad con losestilos Mochicas. Las tumbas asociadas con estafase han presentado con frecuencia crisoles muysimples y maquetas de edificios fabricadas enarcilla cruda, pero cuidadosamente pintadas.Habíamos interpretados que tanto los crisolescomo las maquetas estaban restringidas a lasgrandes tumbas de cámara, lo cual es probable-mente cierto, pero cabría la posibilidad queademás sean especificas de esta fase. Finalmen-te un conjunto de cinco puntas de obsidiana fuehallado en una de las tumbas de cámara (M-U26) correspondiente a este periodo.

    LA FASE MOCHICA TARDÍA B

    La segunda fase del Mochica Tardío estamarcado por la proliferación de los estilos mix-tos y por la desaparición de algunas formas ca-racterísticas de la fase anterior. Las tumbas tí- picas para este periodo han sido halladas en lazona de la Cancha de Fútbol en San José deMoro y son tumbas de bota que contienen a unsolo individuo. En estos contextos no se hanhallado artefactos importados, aunque supone-mos que deben de haber seguido viniendo alsitio. Dado que los motivos derivados son losmismos que en la fase anterior, presumimos que

    se sigue en contacto con las mismas tradicio-nes correspondientes al Horizonte Medio 1.Artefactos fabricados localmente en imitaciónde formas características para Nievería (M-U602-C28) o con decoración Chakipampa (M-U736-C15) aparecen en estas tumbas. Duranteesta fase continúa la tradición de las botellas pictóricas de línea fina, que probablemente al-canza su máximo desarrollo (Figura 13). En lasformas de calidad intermedia es donde se expe-rimentan los cambios más importantes, que pue-

    den resumirse como una ruptura con las tradi-ciones derivadas del periodo Mochica Medio.Los cambios más importantes en los

    estilos cerámicos son los siguientes: a) las ollascon bultos son sustituidas por las ollas de «cue-llo plataforma», que se convierte en la formamás diagnóstica para la fase; b) los cántaros o

     bote l l as de cuel lo ef ig ie d i sminuyendrásticamente, persistiendo practícamele sólo através de los grandes cántaros llamados «Re-yes de Asiría» (Ubbelohde Doering 1967); c)las jarras pequeñas dejan de ser las formas máscomunes y pasan a tener el cuello recto y elcuerpo redondeado y con frecuencia se deco-ran con motivos foráneos; d) las botellas im- presas más comunes presentan d iseñosgeométricos en la parte alta del cuerpo y e) con-tinúan las botellas de cuerpo achatado (« flasks»)[Figura 19: a) M-U405-C3, M-U509-C11, M-U509-C19; b) M-U409-C2; c) M-U509-C14, M-U509-C21, M-U509-C30, M-U625-C4; d) M-U620-C3, M-U624-C10, M-U743-C5; e) M-U624-C5, M-U624-C31].

    Las tumbas que corresponden a la faseMochica Tardía B no han presentado cerámicade estilo Cajamarca Costeño. Tampoco apare-cen en ellas crisoles o maquetas. Es posible, sinembargo, que tanto la cerámica importada comolos crisoles y las maquetas sólo se den en tum- bas de cámara que están ausentes para esta fase

    de la colección de San José de Moro. Sería ló-gico asumir que este tipo de artefactos estánreservados para los individuos de la elite.

    Si en el periodo Mochica Tardío A se danlos primeros pasos hacia la formación de unestilo sintético Moche Wari, y un estilo MochicaPolícromo, donde lo que prevaleció fue la pre-sentación de motivos Mochica en colores, du-rante el Mochica Tardío B se da un prolifera-ción de los diseños mixtos, que no sólo sonmeras copias de diseños importados, sino que

    se reinterpretan y combinan con motivosMoches. De esta época deben ser los más ela- borados ceramios de asa estribo con decoración polícromo, como el famoso Huaco Amano(Donnan y McClelland 1999, Fig. 5.39), en elque se representa a la Sacerdotisa en la balsade totora en una representación polícroma, o losdiseños de guerreros o el Aia Paec echados bocaabajo que se discuten más adelante. Cerámicade estilo Mochica Polícromo fue reportada por Rafael Larco para Piura (1966a) y también ha

    aparecido en Paredones, en le Valle del Rímac,en Lima (Stumer 1958). Considerando el volu-men de la evidencia de cerámica entrando en y

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    Figura 18. Especimenes típicos para la Fase Mochica Tardía A. (Dibujos Percy Fiestas).

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    saliendo de San José de Moro se puede afirmar que el corto periodo de florescencia de la cerá-mica Mochica Polícroma fue el momento demayor interacción de Jequetepeque con el ex-

    terior.

    LA FASE MOCHICA TARDÍA C

    La tercera y ú l t ima fase del per iodoMochica Tardío se podría denominar tambiénfase Mochica Terminal. Durante esta fase se produce un drástica ruptura con relación a laslíneas de evolución de los estilos cerámicos quese venían siguiendo desde el Periodo MochicaMedio. El resultado es una reorientación de la

    cultura material hacia nuevas direcciones, lasque generan una solución de continuidad conrelación al periodo Transicional, que sigue aeste. Los contextos funerarios que caracterizana esta fase son tumbas de bota encontradas enla zona de la Cancha de Fútbol, mezcladas conlas tumbas de la fase Mochica Tardía B. Estastumbas son menos frecuentes que las que co-rresponden a la fase anterior, lo que nos lleva a pensar que se trató de un periodo de tiempo máscorto. Formalmente las tumbas de este periodoson semejantes a tumbas del mismo tipo de lasdos fases anteriores, lo que las diferencia es sucontenido. Una primera característica generales que estas tumbas contienen menos artefac-tos de cerámica que las anteriores. Al igual quesucedió en la fase anterior, no se han encontra-do artefactos importados en las tumbas de estafase, salvo una punta hallada en la tumba M-U623. Lo que caracteriza a las tumbas de esta fasees que la cerámica predominante, y ciertamen-te la más elaborada, es de una carácter mixto,combinando las formas características para

    Moche con las que provienen del sur y en lasque predomina el uso de decoración polícroma.Los motivos de origen Chakipampa se hace muy populares, part icularmente las serpientes y losrombos.

    Los estilos cerámicos durante esta fase ex- perimentan una serie de importantes cambios:a) las ollas de cuello plataforma comienzan a pe rder popular idad, y son reemplazadas por ollas de cuello compuesto o recto evertido; b)los cántaros o botellas de cuello efigie conti-

    núan su declinar, los que subsisten muestrancuellos más altos; c) las jarras pequeñas des-aparecen; d) las botellas impresas desaparecen;

    y e) las botellas de cuerpo achatados (« flasks») per ma necen, pe ro prese nt ando un a marcadavariabilidad [Figura 20: a) M-U729-C10, M-U729-C13; b) M-U623-C7, M-U626-C4; e) M-

    U314-C4, M-U314-C5, M-U623-C1, M-U623-C2, M-U729-C17].En general los artefactos de esta fase pre-

    sentan menos estandarización que en la faseanterior, lo que anticipa la enorme variabilidadestilística del Periodo Transicional. Esto es vi-sible en los  flasks   que tiene cuerpos llanos ocóncavos, con o sin asitas, decorados conchebrones en el hombro, con el cuello recto oevertido, etc (Figura 20e). Aparecen en estaépoca formas nuevas de clara influencia exter-na, como platos de base anular [Figura 21: a)M-U623-C6, M-U729-C16] de evidente origenCajamarca, o Keros negros [Figura 21: b) M-U626-C6, M-U729-C2] y botellas en forma degota [Figura 21: c) M-U314-C2 y M-U314-C3]que corresponderían a la tradición Wari. Estasúltimas formas son muy semejantes a un con- junto de piezas que Donnan encontró en el va-lle del Santa, en un contexto funerario de estiloMochica Tardío (Donnan 1973). También a latradición Wari corresponderían los Vasos Lira,decorados con serpientes Chakipampa

     polícromas [Figura 21: d) M-623-C9, M-U729-C19]. Las formas más elaboradas en este pe-riodo son botellas de doble pico y puente entrelas que encontramos una decorada con un mo-tivo Mochica en relieve, otra en cerámica re-ducida con diseños de cabezas de aves, y una botella decorada con un complejo y frecuentediseño del Rombo de San José de Moro [Figura21: e) M-U314-C1, M-U314-C7, M-U623-C5respectivamente].

    Una peculiaridad de las tumbas de este pe-

    riodo es que aparecieron en dos de ellas ma-quetas de estructuras, semejantes a las que seencontraron en las tumbas de cámara de la faseMochica Tardía A. Los edificios que se mode-lan son más elaborados, con muchas columnas,diseños en relieve y decoración pictórica pro-fusa. Tres de las tumbas de esta fase presenta-ron crisoles, que también son característicos delas tumbas de cámara de la fase, pero en estecaso modelados con caras humorísticas, o imi-tando piezas reales (Figura 22).

    Puesto que la fase Mochica Tardía C co-rresponde con el fin de Mochica en ella encon-tramos una serie de artefactos que claramente

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    Figura 19. Especimenes típicos para la Fase Mochica Tardía B. (Dibujos Percy Fiestas).

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    23Castillo, La presencia Wari en San José de Moro

    son antecedentes estilísticos de formas que sevolverán predominantes en e l Per iodoTransicional (Figura 23: M-623-C3, M-U729-C1 y M-U729-C14). Finalmente, el cambio más

    importante durante la fase Mochica Tardío Ces que ya no encontramos botellas de asa estri- bo con decoración de línea fina. Este esti lo dedecoración, con el que se produjeron las piezasmás sobresalientes de la cerámica Mochica Tar-día, desaparece al fin de la Fase Mochica Tar-dío B, sin pasar al Periodo Transicional.

    EL PERIODO TRANSICIONAL

    En San José de Moro el tránsito entre elPeriodo Mochica Tardío, con las tres fases que proponemos , y el Pe ri odo Trans ic ional es támarcado por el definitivo abandono de la cerá-mica de línea fina, y con ella de muchas de lasformas y estilos decorativos característicos dela alfarería Mochica Tardía, y por la desapari-ción de las tumbas de bota. La cerámica impor-tada durante el Periodo Transicional correspon-de a estilos del Horizonte Medio 2, especial-mente de la costa central y sur. En San José deMoro se han hallados abundantes especimenesde estilo Viñaque en asociación con tumbas de

    este periodo. También se reportan especimenesde estilo Pachacamac y Atarco. Los estilosMochica Polícromos prácticamente desapare-cen, manifestan-dose las relaciones entre losestilos ya no en la producción de copias, comofue el caso en el Periodo Mochica Tardío, sinoen la incorporación de elementos decorativos yformales en la cerámica local. Es decir que losestilos foráneos se vuelven fuentes de inspira-c ión y ya no de imitación. El Per iodoTransicional parece haberse extendido ente el

    800 y el 950 d.C.El periodo Transicional está caracterizado por tumbas de pozo asociadas a al ineamientosde adobes y paicas, que forman espacios parala celebración de rituales muy semejantes a loscelebrados durante el periodo Mochica Tardío.El contenido de estas tumbas revelaba aspectosde la alfarería Mochica pero combinados conelementos formales y decorativos que más pa-recían de estilo Lambayeque. Asociados a estacerámica encontramos gran cantidad de platos

    de base anular con engobe blanco y diseñosgeométricos conocidos como Cajamarca Cos-teño (Disselhoff 1958a). La cerámica parecía

    ser una combinación de muchas de las formasde cerámica de calidad intermedia y domésticaque se daban en Mochica Tardío con algunasformas derivadas de estilos foráneos. Abundan,

     por ejemplo, las cantimploras de cuerpo acha-tado («flasks»), los cántaros de cuello efigie ylas piezas de doble cuerpo (Rucabado y Casti-llo, ms.).

    Muchos de los estilos de cerámica que sedesarrollaron durante el periodo Mochica Tar-dío persistieron durante el Transicional. Pare-cería que los mismos artesanos que fabricabancerámica con una gran liberalidad estilísticacontinúan produciéndola, desapareciendo sólolos talleres que fabricaban cerámica Mochicade línea fina, que debe haber sido las más in-mediatamente asociada a las elites gobernan-tes. A los antiguos estilos se agregan algunosnuevos que parecen provenir de la zona deCasma, particularmente uno donde abunda lacerámica reducida con decoración impresa enrelieve. Además, aparecen estilos de cerámicareducida en los que se comienza a gestar lastradiciones que caracterizarán a la cerámicaLambayeque y Chimú. Es evidente que el ori-gen de los estilos cerámicos de estas tradicio-nes está en la conjunción de los antecedentes

    Mochicas con las tradiciones externas y es po-sible que esta síntesis se diera , al menos en par-te, en Jequetepeque. Si es así, la relación entreSan José de Moro y el origen y desarrollo deestos estilos, particularmente de Lambayeque,sería muy importante.

    Durante el Periodo Transicional seguimosencontrando ejemplares de cerámica importa-da, particularmente perteneciente al HorizonteMedio 2, de estilo Viñaque, Pachacamac,Atarco, Cajamarca y Casma Impreso (Rucabado

    y Castillo, ms.). Como sucedió en el periodoMochica Tardío, las piezas de cerámica impor-tada aparecen en pequeñas cantidades en tum- bas de é li te , rodeadas de especimenes de esti lolocal, delatando que continuó la restricción enla distribución de este tipo de artefactos y quelos individuos enterrados con ellos son de ori-gen local. Sin embargo, a diferencia de lo quesucedió en Mochica Tardío, durante el PeriodoTransicional no se ha podido documentar laexistencia de estilos de imitación, análogos al

    estilo Mochica Polícromo descrito aquí. Por elcontrario, parecería que el fin de la tradiciónMochica, y el abandono de los talleres de línea

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    Figura 20. Especimenes típicos para la Fase Mochica Tardía C. (Dibujos Percy Fiestas).

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    Figura 21. Nuevas formas de inspiración Wari típicas para la Fase Mochica Tardía C. (Dibujos Percy Fiestas).

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    Figura 22. Crisoles con caras modeladas hallados en tumbas Mochica Tardías C. (Dibujos Percy Fiestas).

    fina implica también el fin de la tradición polícroma local. Como se discute más adelan-te, es posible que los mismos talleres que pro-ducían la cerámica de línea fina hayan sido losque produjeron la cerámica polícroma. Las se-mejanzas estilísticas y el uso de los mismosesquemas iconográficos entre la cerámicaMochica Tardía de línea fina bícroma y los ar-tefactos polícromos revelaría que fueron losmismos artistas los que habrían ejecutado al-gunas de estas piezas. La inexistencia de un

    estilo de imitación o de un estilo propiamente polícromo no quiere decir que la cerámicaforánea no haya tenido una importante influen-cia en los es t i los locales del Per iodoTransicional. Durante este Periodo, por ejem- plo, las botellas de asa estr ibo disminuyen enfrecuencia, y más bien proliferan las botellasde pico y puente.

    La desaparición del estilo cerámico y laforma de tumbas que identif ica a la él i teMochica no s ignif ica que e l per iodoTransicional carezca de liderazgo. Tumbas decámara múltiples donde aparecen algunos indi-viduos con ricos ajuares funerarios han sido

    ubicadas para este Periodo (Figura 24). La re-compos ic ión de la é l i te en e l per iodoTransicional, sin embargo, no significa que sehaya podido controlar la proliferación de esti-los cerámicos o la producción de estilos de imi-tación.

    El periodo Transicional acaba de maneraabrupta alrededor del 950 d. C. cuando el vallede Jequetepeque es conquistado por el estadoLambayeque. En este momento desaparece lacomplejidad de los estilos cerámicos caracte-

    rísticos del periodo Transicional, y aparece elestilo Lambayeque Medio, representado por el«huaco rey», tanto en su versión reducida comooxidada, por platos de base anular y por ollascon decoración en relieve en la parte superior del cuerpo. Las tumbas conservan la forma de pozo pero los individuos son enterrados prefe-rentemente en posición flexionada y frecuente-mente asociados con grandes concentracionesde tiza. Lambayeque liquidó el liberalismoes t i l í s t ico que caracter izó a l per iodoTransicional y devolvió la región al control cen-tralizado de un estado expansivo.

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    27Castillo, La presencia Wari en San José de Moro

    recipientes, los colores empleados en la deco-ración y los motivos iconográficos. En este aná-lisis debemos contrastar los aspectos que se de-rivan de la tradición local, Mochica, de los as-

     pectos que devienen de las contribuciones detradiciones externas, Wari o relacionada y de-rivada de esta.

    Al combinar las dos líneas de influencia sedefinen ocho combinaciones (Figura 25), encuyos extremos están: a) lo estrictamenteMochica, representado por los ceramios de asaestribo, decoración bícroma, y motivos clási-cos de su iconografía (Donnan y McClelland1999) y b) lo estrictamente Wari, representa-dos por botellas de doble pico y puente, policromía, y diseños geométricos (ver Casti-llo y Donnan 1994b, Fig. 112). Además de las piezas que son puramente Mochica o Wari , en-contramos seis combinaciones, de las cualesexisten ejemplos para cinco:

    1) ceramios que combinan la forma e icono-grafía Mochica con la policromía foránea(Donnan y McClelland 1999, Fig. 5.39);

    2) ceramios que combinan la forma y policromía foránea con la iconografíaMochica (Larco 1966a, Fig. 108 y 109,Rowe 1942);

    3) ceramios que combinan la forma Mochicacon la iconografía y la policromía foránea(Colección Rodriguez Razetto),

    4) ceramios con forma foránea pero iconogra-fía y bicromía Mochica. El único ejemplode esta combinación es un ceramio de do- ble pico y puente encontrado en la tumbaMochica Tardía de bota M-U 314 donde serepresenta al Aia-Paec sujetado por un ga-llinazo y una iguana antropomorfizados, y

    5) ceramios de forma Mochica, con diseños

    foráneos ejecutados en esquema bícromo(Shimada 1994, Fig. 9.3). No conocemos e jemplos de la combinación

    restante, es decir, piezas de forma foránea quecontenga d iseños foráneos en esquemas bícromos. Es posible que los motivos foráneosestén tan estrechamente atados a la policromíay a la forma de la cerámica que no se represen-ten de otra forma. Los motivos de la iconogra-fía Mochica, por el contrario, son a todas lucessusceptibles de aparecer en esquemas bícromos

    o polícromos.

    EL CONTEXTO ESTILÍSTICO EICONOGRÁFICO DE LA

    INTERACCIÓN MOCHICA-WARI Los Nuevos Esti los

    A nivel iconográf ico y es t i l í s t ico , lainteracción entre las tradiciones Mochica y Wari produce durante el Horizonte Medio 1 y 2 unaserie de nuevos estilos en base a los cuales segeneran algunas de las tradiciones más impor-tantes en los periodos subsiguientes. Para com- prender la evolución de los esti los pictóricosdurante el periodo turbulento de fines de Mocheconviene analizar independientemente tres as- pectos de su cerámica: las formas de los

    Figura 23. Artefactos que presentan formas y estilos del periodo Transicional que aparecen en la Fase Mochica

    Tardía C. (Dibujos Percy Fiestas).

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    MOTIVOS DE LOS NUEVOSESTILOS

    Los motivos representados en los nuevos

    estilos que combinan las tradiciones Mochicay Wari tampoco son ilimitados. En la muestrareunida a partir de artefactos provenientes deSan José de Moro podemos distinguir dos gran-des grupos: a) las representaciones de motivostípicamente Mochicas en esquemas polícromos;y b) las representaciones de motivos Wari oderivados, casi exclusivamente en esquemas polícromos.

    Motivos Mochicas. Un importante númerode representaciones de esquemas Mochicas apa-

    rece en policromía, o en artefactos de formasWari o Derivadas durante el periodo que hemosdenominado más arriba Mochica Tardío B. Engeneral se trata de motivos simples, como pa ll ares (F igura 26 , ar riba izquie rda) , peces(Figura 26, arriba derecha), árboles de ulluchuscon monos (Donnan y McClelland 1999, Fig.5.32), diseños geométricos de cabezas de lifes(Figura 26, abajo) y panoplias (Figura 27).Menos frecuentes son las representaciones de personajes , como los «voladores», guerrerosque combinan rasgos de seres humanos con ca- bezas, alas y colas de patos (Figura 28, Donnany McClelland 1999, Figs. 5.36 y 5.37). Los

    «voladores» están siempre ataviados como gue-rreros y llevan en una mano porras, escudos ylanzas que forman una panoplia.

    Los casos complejos de representaciones

     polícromas encontrados en la muestra son par-ticularmente relevantes, ya que en ellos pode-mos ver algunos aspectos de la tradición pictó-rica de estos nuevos estilos. Los tres ejemplosque aquí se discuten han sido publicados por Donnan y McClelland (1999).

    a) La representación polícroma, en unceramio de asa de estribo, de un guerrero ca-marón ataviado con un tocado en forma de lunacreciente, y que lleva en una mano una pano- plia (Ibíd. Fig. 5.31). Esta pieza es muy seme-

     jante a una versión bícroma (Ibíd. Fig. 5.28) enla que la única diferencia es la forma del toca-do, en este caso de felino. Aún cuando existendiferencias entre una pieza y la otra, sería po-sible que ambas hubieran sido hechas por elmismo artista, o por artistas del mismo taller.La panoplias son particularmente semejantes enambos caso, aun cuando los detalles de la carade los personajes son bastante diferentes. Encualquier caso, una debió inspirarse en la otra.

     b) La representación de un Aia Paec y unaIguana antropomorfizada, ambos echados bocaabajo sobre una estructura de plataformas su- perpuestas , ataviados con los típicos atuendos

    Figura 24. Tumba de cámara del Periodo Transicional, M-U 615. (Foto Martín del Carpio).

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      Mochica Wari o Derivado

    Formas

    Botellas de Asa Estribo

    JarrasCantimploras con asitas

    Botellas de Doble Pico y Puente

    Vasos Lira, KerosBotellas en forma de Gota

    Colores Ocre sobre Crema Policromía

    Motivos

    Esquemas NarrativosIconos MochicasPanopliasPersonajes Boca Abajo

    Motivos GeométricosSerpiente ChaquipampaRombosChebrones

    Tabla 1. Combinatoria de formas, colores e iconografía mochica y wari en San José de Moro.

    y tocados de estos personajes y manipulando pali llos y pallares (Ibíd. Fig. 5.34). Esta repre-sentación claramente corresponde con un con- junto de representaciones muy caracterís ticasdel estilo de línea fina Mochica Tardío de SanJosé de Moro. Compárese esta representacióncon las representaciones en esquema bícromode las figuras 5.56, 6.143, 6.150 y 6.151 que

     publ ican Donnan y McClel land (1999) . Es tetipo de representaciones son las que Larco ha- bía llamado de los Descifradores y que Donnany McClelland llaman de la Ceremonia de losFrijoles y Palitos (Ibíd. Figs. 4.73 a 4.76) queaparece en la cerámica Mochica IV del sur. Enlas representaciones de San José de Moro serepresentan solo al Aia Paec y a la iguana, mien-tras que en los ejemplos Moche IV aparecenfelinos, venados y otros personajes tomando parte de la ceremonia.

    c) La representación de dos balsas de toto-ra antropomorfizadas en las que cabalgan unaSacerdotisa, que aparece con una mano pescan-do con un largo cordel y sosteniendo un pesca-do en la otra, y un guerrero ornitomorfo quesostiene un remo y que está rodeado por porras(Ibíd. Fig. 5.39). Nos hemos referido a esta re- presentación como el Huaco Amano, puesto quese trata de una pieza muy singular, quizá la pie-za más importante de su tipo que se encuentraen el Museo Amano de Lima. La representacióncorresponde a un esquema muy popular en elarte pictórico de línea fina desde Mochica IV,y en su versión simplificada de la mujer en la

     balsa de totora, es largamente el más común enla iconografía de la cerámica Mochica Tardía(Ibíd.3.44, 4.42, 4.72, 5.52, 5.65, 6148, 6.155a 6.166).

    MOTIVOS WARI

    Sólo tres motivos de la Iconografía asocia-

    da a Wari aparecen con frecuencia en artefac-tos producidos en San José de Moro: loschebrones, la serpiente Chakipampa, y un mo-tivo al que llamaremos el rombo de San José deMoro. Estos motivos, generalmente polícromos,se presentan tanto en piezas de formas Mochicascomo foráneas, aunque la mayoría de los casoscorresponden a la botellas de doble pico y puen-te u otra forma exógena.

    Los Chebrones son los motivos importadosmás frecuentes, puesto que aparecen tanto en

    artefactos producidos por artesanos Mochicasque imitan a piezas Wari o derivadas, y en arte-factos de forma y decoración Mochica Tardía.Pareciera que los chebrones se incorporan alrepertorio local de motivos decorativos en laFase Mochica Tardía B, ya que es muy frecuenteencontrarlos decorando los labios de jarras pe-queñas o en bandas en cerámica que, por lo de-más, es canónicamente Mochica. A diferenciade los otros motivos de origen Wari, loschebrones se presentan más frecuentemente en

    decoración bícromo que en policromía, lo quereforzaría nuestra idea de que se incorporan alrepertorio local (Figuras 19c, 20e y 21d)

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    Figura 25.- Cuadro de combinaciones de formas, colores e iconografías Mochicas y Wari presentes en la cerámica

    Polícroma de San José de Moro. (Fotos Juan Pablo Murrugarra).

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    Figura 26. Cerámica Mochica Polícroma con diseños de pallares, peces y lifes. (Fotos Juan Pablo Murrugarra).

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    Figura 27. Cerámica Mochica Polícroma con diseños de panoplias. (Fotos Juan Pablo Murrugarra).

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    Figura 28. Cerámica Mochica Polícroma con diseños de «voladores». (Fotos Juan Pablo Murrugarra).

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    Figura 29. Cerámica Mochica Wari con diseños de la Serpiente Chakipampa. (Fotos Juan Pablo Murrugarra).

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    Figura 30. Cerámica Mochica Wari con diseños del Rombo de San José de Moro. (Fotos Juan Pablo Murrugarra).

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    Figura 31. Cerámica Mochica Wari con diseños del Rombo de San José de Moro. (Fotos Juan Pablo Murrugarra).

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    La Serpiente Chakipampa es un diseño cla-ramente importado del repertorio Wari que apa-recen con mucha frecuencia en artefactos pro-ducidos en San José de Moro (Ochatoma y Ca-

     brera 2001:192 y 193). Por lo general se tratade una banda sinuosa que presenta dos protu- berancias, que pueden incluir pequeños ojos, enlos extremos y que está decorada con volutasque salen del cuerpo. En algunos ejemplos senota una tendencia a la simplificación del mo-tivo por la cual las dos cabezas en los extremostienden a desaparece, las volutas se simplifi-can o son omitidas hasta que el motivo se vuel-ve sólo una banda en forma de «S». Es intere-sante notar que por lo general estos diseños es-tán enmarcados en líneas gruesas de color os-curo que definen el contorno de la imagen y quese aplican después de que se ha pintado las áreasde color que definen las volutas y bandas. Laejecución de estos diseños, en la mayoría de loscasos no es muy cuidadosa, y ciertamente notienen la técnica ni pericia que es evidente enla decoración de línea fina Mochica Tardía (Fi-gura 29)

    El Rombo de San José de Moro es el moti-vo más complejo el repertorio Wari incorpora-do a la iconografía de San José de Moro en la

    Fase Mochica Tardía B (Figura 30 y 31). Se tra-ta de un motivo generalmente compuesto de dos partes: el cuerpo romboidal, y las cabezas cir-culares que aparecen en los extremos, a los quese agregan volutas y bandas sinuosas en losmárgenes. El cuerpo romboidal de la figura apa-rece, en los caso más complejos, dividido endos por una línea o un chebrón. En cada una delas dos mitades aparecen representaciones muysimplificadas de pallares, en el estilo caracte-rístico de la iconografía Mochica Tardía. En los

    casos más simples el rombo no se divide, sinoque se decora con rombos concéntricos y concírculos y se omite las cabezas en los extremos.Las cabezas son motivos circulares, que a suvez incluyen dos círculos que representan losojos, y una banda curva que representa la boca.Las cabezas se van simplificando a sólo un cír-culo con otro dentro de él, o desaparecen deltodo. El origen de este diseño se puede ras-trear a la iconografía Chakipampa, donde se leha interpretado como una representación

    estilizada de un cangrejo (Ochatoma y Cabrera2001:185). Al igual que en el caso anterior, seejecuta el diseño aplicando primero las áreas

    de color y luego delineándolas con líneas decolor oscuro. Dado que la tendencia es a queestos motivos, sobre todo los más complejos queincluyen a los pallares, aparezcan en finas bo-

    tellas de doble pico y puente, el motivo por logeneral se ejecuta con más cuidado que las ser- pientes Chakipampa. Finalmente queremos re-saltar dos caso muy singulares y casi idénticosen su decoración, en los que se representan di-seños aparentemente florales en decoración bícroma sobre piezas de forma Mochica (Figu-ra 31, abajo derecha y Shimada 1994, Figura9.3). Las piezas son una jarra y una rara botellacilíndrica y los diseños están representados en paneles ubicados en la parte superior del cuer- po con colores opuestos; uno en crema sobreocre, el siguiente en ocre sobre crema. Estosdiseños parecen ser versiones simplificadas delrombo de San José de Moro, donde se enfatizanlas volutas que rodean a la figura centra l, crean-do la impresión de un diseño floral. Lo singu-lar de estos dos caso es que los motivos no sonde tradición Mochica, empero se los represen-tó en bicromía, lo que constituye los únicosejemplos en los que motivos complejos de po-sible origen Wari aparecen en este tipo de de-coración.

    Además de los chebrones, las serpientes ylos rombos, hemos hallado en las tumbas de SanJosé de Moro algunas piezas muy singulares quereflejan un vínculo sostenido con la tradiciónartística Wari. En la Tumba M-U602 encontra-mos una botella de doble pico puente con unadecoración polícroma de una figura que tieneuna cabeza central y volutas proyectadas hacialos lados (Figura 32, arriba). Podría tratarse deotra versión de los elementos de cabeza de losrombos de San José de Moro. Sin embargo la

    forma de la pieza, y particularmente el hechode que tiene dos pajaritos modelados en el cuer- po, la acerca mucho a formas de cerámica de lacosta central, de estilos Nievería, o de piezasque han aparecido en Cerro del Oro. El segun-do ejemplo singular es una botella de doble picoy puente en forma de cabeza humana halladaen la tumba M-U620 (Figura 32, medio). Caberecordar que las representaciones de cabezas,los llamados huacos retratos, no son típicos dela cerámica Mochica Norte, sino más bien de la

    cerámica Mochica III y IV del sur. Esta pieza,sin embargo, podría considerarse un ejemplo deHuaco retrato para la tradición norteña. La

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     pieza esta decorada con colores del repertorio«foráneo» para San José de Moro. Finalmente,el tercer ejemplo que queremos traer a colaciónes una jarra de cuerpo redondeado, base planay cuello recto evertido, forma muy común enel repertorio Mochica Tardío A y B (Figura 32,abajo). Esta jarra fue confeccionada íntegra-mente en Kaolín y decorada con un chebrón en

    el labio y diseños de origen Wari en el cuerpo, part icularmente «pulpos» dentro de un circuloy un motivo compuesto por dos cabezas trian-gulares, brazos y piernas proyectados y círcu-los en el cuerpo y en las cabezas, a manera deojos. El primer diseño es típicamente Wari(Ocahtoma y Cabrera 2001:179), y el segundo podría ser también una derivación del diseñodel life, muy común en la iconografía Mochica.Dado que su forma es claramente Mochica, perosu pasta y su decoración es foránea, pareceríaque se trata de un caso de cerámica foráneaimitando una forma Mochica pero decorándolacon diseños Wari. La textura de la cerámica, por 

    efecto del kaolín, es semejante a la que se en-cuentra en la cerámica de la sierra norte.

    Un aspecto que resulta sorprendente al ana-lizar detenidamente los motivos que aparecenen la cerámica polícroma de San José de Moroes que los motivos, en su mayoría Chakipampa, provengan de sólo una de las variantes esti lí s-tica Wari. Si bien existen algunos ejemplos en

    los que los artesanos han tratado de imitar pie-zas foráneas, como el caso de la tumba M-U602que se mencionó más arriba, los motivos quese vuelven particularmente populares, la ser- piente y el rombo, son de tradición Wari y deorigen serrano. Piezas o fragmentos originalesde este estilo de cerámica, por otro lado, no haaparecido aún en San José de Moro. Sin embar-go, resulta evidente que los artesanos Mochicatuvieron que tener acceso a el para poder co- piarlo. La producción de artefactos con este t ipode decoración parece haber estado restringidaa las fases Mochica Tardío B y C, desaparecien-do en le Periodo Transicional.

    Figura 32. Tres ejemplos de cerámica Mochica Wari. (Dibujos Percy Fiestas).

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    desaparece o simplemente deja de distinguirse,es decir, se amalgama con los segmentos socia-les inferiores. Esta hipótesis reforzaría la ideaque el final Mochica es eminentemente un pro-

    ceso de crisis interna y de reconstitución del poder social (Bawden 1996; Casti llo y Donnan1994a, DeMarrais et. al. 1996).

    Para entender el impacto de Wari y sus de-rivados sobre la sociedad Mochica es útil ana-lizar lo que sucedía al interior de ambas socie-dades. Desde la perspectiva Mochica, al pare-cer, al inicio del Horizonte Medio se empieza aimportar cerámica de estilo Wari o de los esti-los de algunas de las sociedades derivadas oasociadas a esta, como Nievería, Pachacamac yAtarco. Para esta época Wari era concebidacomo una exitosa sociedad en proceso de ex- pansión, portadora de una refinada iconografíaque, a su vez, simbolizaba su ideología y reli-gión (Menzel 1964,1977; Schreiber 1992). Laélite Mochica habría considerado ventajoso parasu manejo político contar con elementos de estanueva ideología e iconografía, y quizá mostrar algún grado de comunicación con la élite Wari.Al importarse los primeros ejemplares de estacerámica, se produce un fenómeno que nuncaantes habíamos visto: se abren las barreras que

    impedían el acceso a los elementos de una cul-tura foránea. Los Mochicas, hasta esta época,habían sido impermeables a toda influenciaforánea, por lo que es muy raro encontrar arte-factos importados antes de esta época. La aper-tura, sin embargo, se da en un marco de accesodiferencial en el que sólo la parte más alta dela élite tiene acceso a los nuevos objetos im- portados. Es por esta razón que el los sólo seencuentran en las tumbas más complejas.

    Una presencia Wari tan diversificada y

    compleja en la costa norte sólo se ha reportadoen San José de Moro (Castillo y Donnan 1994ay 1994b). Hasta la fecha las evidencias dispo-nibles permiten afirmar que ésta se da dentrode una matriz Mochica. Es decir, que son ellosquienes importan e incluyen en sus tumbas lacerámica foránea. No hay ninguna evidenciaque permita afirmar que la aceptación de la ce-rámica importada se hizo bajo cualquier formade coacción. Ahora bien, la presencia de arte-factos Wari juzgada sin tener conocimiento de

    los contexto originales y sin saber que son muyescasos, ha llevado a pensar que la costa norteestuvo bajo el dominio imperial de esta

    EL FIN DE LA SOCIEDADMOCHICA EN JEQUETEPEQUE

    El cambio más importante, que definitiva

    y permanentemente marca el f inal de losMochica en Jequetepeque es la desaparición delestilo de línea fina, tanto en su forma bícromacomo en su variante polícroma. Durante el si-guiente periodo se han registrado algunos re-manentes y arcaísmos, e incluso piezas MochicaTardío reutilizadas, pero en general cesa la pro-ducción de este tipo de ceramios, y se pierde, por lo tanto, la tecnología involucrada en sumanufactura.

    Otro cambio importante que podemos dis-

    tinguir como marcador del colapso de la socie-dad Mochica en Jequetepeque es la variaciónen la forma de la tumba. Durante el periodoMochica Tardío la forma más común era la tum- ba de bota, que continúa en uso a medida quela influencia de los estilos cerámicos foráneosse hace más notoria. Sin embargo, cae en desu-so a la vez que desaparece también la cerámicade línea fina. Las botas son reemplazadas por tumbas de pozo en el periodo Transicional aúncuando se mantiene la orientación, con los pies

    al norte y la cabeza al sur, y la posición exten-dida dorsal. La desaparición de las tumbas de bota al fin de Moche marca el final de una tra-dición que existió desde el periodo MochicaMedio, y quizá antes y que estaba asociado alos segmentos medios y altos de la sociedadMochica. Su reemplazo por las tumbas de pozoen el periodo Transicional significa que se im- pone la forma que era popular más bien entrelos segmentos bajos de la sociedad Mochica.Antes de extinguirse, sin embargo, las tumbasde bota Mochica Tardías comienzan a mostrar ciertas variaciones sobre la norma, particular-mente en lo que se refiere a su orientación.

    Estos dos últimos factores son importantesde considerar a fin de entender qué pasó al fi-nal de la sociedad Mochica. Tanto las tumbasde bota como la cerámica de línea fina parecenhaber estado restringidas a la élite Mochica.Sólo los miembros de la élite se enterraban eneste tipo de tumbas, y solo ellos consumían estetipo de cerámica. El final de Mochica, por lotanto, estaría definido por la desaparición de

    formas que habrían marcado las diferencias declase. Es posible que el declinar en realidadhaya sido sólo el colapso de la élite, que

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    sociedad (Menzel 1977, Schreiber 1992). Arte-factos de estilo Mochica Tardío han sido repor-tados en sitios desde Piura (Larco 1966a) hastaLima (Stumer 1958), sin que por ello nadie haya

     planteado que la sociedad Mochica haya con-quistado el territorio comprendido entre estosdos extremos.

    ¿Por qué se pudo concebir como beneficio-so el importar artefacto de una cultura foránea,y por qué precisamente Wari? La respuesta aestas preguntas nos obliga a hacer un detalladorecuento de lo que presumimos sucedió en losúltimos años de la historia de los Mochicas enJequetepeque. Los Mochicas habría desarrolla-do, a lo largo de su historia, formas de controlsocial fuertemente basadas en contenidos ideo-lógicos, y en el manejo de sus manifestaciones(DeMarais, Castillo y Earle 1996). Este énfasistendía a minimizar la disensión y aumentar elconsenso, lo que repercutía directamente sobrela productividad, la solidaridad social y la le-gitimidad de los gobernantes. La élite Mochicahabría llevado esta estrategia hasta sus limites,colocándose en la posición de ser concebidoscomo dioses v ivos , o sus encarnaciones(Donnan y Castillo 1994). Recordemos que enesta época los seres humanos desaparecen casi

     por completo del registro iconográfico, por loque las escenas se centran en las acciones delos dioses. Es decir, que la élite no habría re-querido de mediación en su interacción con losdioses, sino que, los gobernantes habrían asu-mido directamente este papel. Esta estrategiaes muy conveniente mientras todo marcha bien, pero ante una crisis no deja espacio para culpar a un intermediario. Las graves fluctuacionesclimáticas que caracterizan a la parte tempranadel periodo Mochica Tardío (Shimada et. al.

    1991) habrían debilitado a la élite puesto que,aún cuando reclamando para si el papel de losdioses vivos, no puede impedir la destrucción.

    Debilitados, los gobernantes buscan repro-ducir las fuentes de poder que antes emplearoncombinando el manejo político con la legitimi-dad ideológica, pero esta vez tratan de reforzar la estrategia introduciendo elementos de otrosistema ideológico de gran prestigio. De estemodo, se establecen los primeros contactos conlos Wari, y quizá no directamente sino a través

    de sociedades intermediarias, apareciendo asíen Jequetepeque la primera cerámica importa-da de estilo Nievería, y en el cementerio de

     Nievería , en el valle del Rímac, la primera ce-rámica Mochica (Stumer 1958).

    La ruta de acceso y comunicación con lassociedades del Horizonte Medio de la costa cen-

    tral no parece pasar por la costa, sino que ha- bría conectado el valle de Jequetepeque con lasierra aledaña, donde la presencia Wari era másfuerte (Topic 1991). Esto lo podemos inferir dela ausencia de sitios intermedios con el tipo deasociaciones de San José de Moro, en el terri-torio Mochica Sur. La aparición de cerámicaimportada de estilo Wari coincide con la apari-ción de los primeros ejemplos de cerámica deestilo Cajamarca, en la que predomina el usode una arcilla de color blanco con la que se pro-ducen cuencos y platos con engobe crema ydecoraciones muy simples de líneas sinuosas y puntos de color ocre. El est ilo de ce rámic aCajamarca correspondería con la fase que pre-cede la aparición de los estilos cursivos y ladecoración tricolor mejor conocidos.

    La élite Mochica, y sólo su segmento su- perior, habría monopolizado ese tipo de mate-riales, alterando así una de las normas básicasde su sistema social: la redistribución de los bienes suntuarios entre los segmentos medios einferiores de su misma clase. Más grave aún, la

    élite gobernante por primera vez en su historiahabría estado impedida de cumplir con su obli-gación de redistribuir este tipo de bienes, pueslos artefactos que marcan la relación con la prestigiosa sociedad Wari no son producidos por ellos. Bawden ve en este tipo de menoscabosde los modelos de reciprocidad tradicionalesuna de las causas más importantes de la crisisinterna de la sociedad Mochica (Bawden 1996)

    Ante la imposibilidad de satisfacer las obli-gaciones con sus subordinados, y presionados

     por una fuerte demanda, se hace necesario fa- bricar localmente piezas que imiten las formas,los motivos iconográficos y la policromía deartefactos que antes sólo se importaban. Parasatisfacer esta necesidad se desarrolla el estilo polícromo de línea fina. Por lo tanto, poco des- pu és que se import ar an las pr imer as pi eza sWari, los Mochicas desarrollan nuevos tipos deartefactos de imitación que les permite mante-ner la red de reciprocidad con los otros segmen-tos de su propia clase. Hay que advertir que las

     piezas polícromas, al igual que lo que ocurrióantes con el estilo de línea fina o la cerámicade asa estribo en el periodo Mochica Medio,

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    aparecen en cantidades muy limitadas por tum- ba.

    Ahora bien, si la importación de artefactosWari y su inclusión en contextos de la alta élite

    reflejaba una aceptación de ciertos contenidoideológicos patrocinados por Wari, una afilia-ción con esta sociedad y el inicio de una aper-tura cultural e ideológica; la extensión de esos productos a los segmentos inferiores de la élite, bajo la forma de artefactos de imitación, impli-ca que los contenidos ideológicos y las influen-cias de Wari sobre la sociedad Mochica Tardíase generalizen.

    Las implicancias ideológicas de estos he-chos son muy complejas y aparentemente deefectos insospechados en su momento. Las nue-vas ideas, y la aparición de los estilos cerámicos polícromos coincide en el registro arqueológi-co con la apertura estilística Mochica Tardía.Aparecen formas nuevas, estilos de decoraciónnunca antes vistos y una gran cantidad de cerá-mica reducida. En cualquier caso, el proceso dedeterioro de la tradición Mochica que se gene-ra no es abrupto, sino lento pero constante.

    Ahora bien, no debe sorprendernos que sehaya generado un estilo polícromo a raíz delcontacto con Wari. La evidencia arqueológica

    nos muestra que es muy común que después dela interacción con Wari, y como efecto de ésta,las sociedades locales desarrollen esti loshíbridos. Esto pasó antes en Ica, en la costa sur,con el desarrollo del estilo Atarco que combinauna base Nazca con un influjo Wari. Tambiénhabía sucedido en la costa central, donde el es-tilo Lima da paso a los estilos Nievería yPachacamac de clara influencia Wari. Lamen-tablemente, la relación entre Wari y sus socie-dades derivadas o asociadas no esta clara, así

    como tampoco se entiende bien la estrategia deexpansión, influencia y control territorial Wari.En vista de este proceso de transformacio-

    nes resulta crítico definir en qué momento cesala cultura Mochica y por qué. Ninguna de estas preguntas es de fácil respuesta. Hemos indica-do más arriba que dos índices nos permiten de-finir el final de Mochica, la desaparición de lacerámica de línea fina, y de las tumbas de bota.Sin embargo, cabría señalar que a nivel de losestilos cerámicos muy poco más desaparece. Se

    continúa produciendo formas y estilos que ca-racterizaron a la cerámica de tipo intermediodurante el periodo Mochica Tardío, se continúa

    incluyendo muy poca cerámica polícroma en lastumbas, y mientras que la cantidad de artefac-tos importados es muy pequeña, su variedad esmuy grande. Aparecen en esta época ceramios

    de estilo Viñaque, Pachacamac y Casma.Parecería que al final del proceso, lo únicoque desaparece es aquello que más directamen-te asociamos con la élite. Desaparecen las tum- bas de los tipos que el los util izaban y se gene-ralizan las formas más simples de tumbas de pozo. Desaparece la iconografía de línea fina,y los ceramios que les servían de soporte. Aldesaparecer este tipo de cerámica también seextingue la iconografía religiosa compleja, quenunca reaparecerá en el arte cerámico de la cos-ta norte. Esto implica que la élite, principalsujeto de las representaciones desaparece delespacio iconográfico. La reemplazan los moti-vos geométricos, las pequeñas caras retrato, losanimales simplificados, todos motivos que pue- b lan l a iconogra f ía y e l ar te Chimú yLambayeque. Podemos inferir a partir de estastransformaciones que hubo un cambio de auto-ridad predominante, que la élite perdió el con-trol y fue desterrada, por lo menos del espacioiconográfico. Cabría señalar que este proceso,un deterioro interno, pudo haber tenido un ele-

    mento de violencia, puesto que en esta épocase multiplican los espacios defensivos, ciuda-des amuralladas, plazas fuertes en las cimas delos cerros, y otras indicaciones que la inestabi-lidad pudo llegar a niveles de violencia quenecesito que se tomaran medidas (Dillahey2001). ¿Dónde estaban las fuerzas del estado para evitar estas amenazas? Todo parece indi-car que el principal afectado en esta crisis fue precisamente el estado y sus dirigentes, que mal podían haber impedido que se generalizara la

    violencia cuando ellos mismo no eran capacesde defenderse. Sin embargo, también hay evi-dencia para suponer que este deterioro no fueabrupto, sino que se produjo durante un largo periodo de tiempo, quizá una generación com- pleta, y culmino con el debi li tamiento de laélite, más que con su derrota.

    CONCLUSIONES

    En este artículo hemos tratado de demos-

    trar que el periodo final de la cultura Mochicaen Jequetepeque coincide con la aparición delas primeras evidencias de la presencia de Wari

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    y sus derivados. Para este fin hemos estudia-do tanto la evolución de los estilos cerámicos,como los contextos arqueológicos de tumbasy espacios ceremoniales donde aparece esta

    evidencia. La concurrencia de ambos fenóme-nos claramente no es casual, ni está despro-vista de significado. Como se ha discutido aquíla presencia de las influencias foráneas coin-cide prácticamente con el inicio de lo que he-mos denominado el Periodo Mochica Tardío,y su evolución sigue de cerca las tres fases quese han planteado para el periodo. Como esteestá definido por la aparición de una serie denuevas formas de cerámica, particularmentedel estilo de Línea Fina, podríamos concluir que ambos fenómenos responden a causas se-mejantes. Es decir que la expansión de los es-tilos y la iconografía desde la zona de Trujillohacia Jequetepeque y Lambayeque se da a lamisma vez y, seguramente, por razones muysemejantes a las que permitieron la irrupciónde cerámica polícroma de la costa y sierra cen-tral.

    La desaparición de los estilos de línea finay Mochica Polícromo, al final del periodoMochica Tardío, también coincide. Durante elTransicional no tenemos ejemplos de cerámi-

    ca polícroma localmente producida en imita-ción de estilos foráneos, ni de cerámica deco-rada con iconografía de línea fina. Dado queel origen y el fin de ambas tradiciones coinci-de, creemos que es valedero suponer que ellasfueron generadas por las misma causas y quequizá responden a condiciones de producciónsemejantes, y que su fin también estaría rela-cionado con las mismas condiciones. Se ha postulado en la sección precedente que ambosestilos fueron producidos por y para la élite

    Mochica y por lo tanto su suerte es la mismaque la de este segmento privilegiado de la so-ciedad. El inicio del periodo Mochica Tardío,representado por la aparición de los estilos deélite que lo caracterizan sería, en términos dela sociedad, el encumbramiento de los segmen-tos sociales que usaron estos estilos como lossignos de su poder y alrededor de los cualesconstruyeron y afianzaron su control de la so-ciedad. El declinar de los estilos, hasta su to-tal desaparición, significaría asimismo el de-

     bili tamiento y extinción de las misma élites.Lo que queda por resolver es el papel que Wari jugó en este breve periodo de

    encumbramiento de una élite refinada, capaz de producir los artefactos que la caracterizan.

    Esta última incógnita no puede ser resuel-ta, más allá de lo propuesto arriba, sin conocer 

    las condiciones de la sociedad Wari y de lassociedades relacionadas a ella, particularmen-te en la costa norte. No sabemos qué estaba pasando en la sierra de Cajamarca en este pe-ríodo, ni si hubo una presencia Wari considera- ble. No seria nada raro que en Cajamarca en-contráramos una situación análoga, sin controlgeopolítico Wari pero con centros de influen-cia especializados en los servicios ceremonia-les para toda una región sostenidos por élitesespecializadas en la ejecución de los rituales.La cerámica de estilo Cajamarca, asimismo, está presente en Wari (Topic 1991:237) y al igualque en San José de Moro, en Wari durante elHM 2 se produce una sustitución de los arte-factos Cajamarca de Cajamarca por variantesde producción local, particularmente de platosde base anular o trípode.

    Lo que nos queda claro, asimismo, es quela presencia Wari no fue determinante, sino solocoadyuvante para el desarrollo de las estrate-gias de poder en la sociedad Mochica Tardía.En los contextos funerarios donde podemos es-

    tudiarlos, los elementos Wari no son los princi- pales elementos componentes del ajuar, y por lo tanto no parecería que su inclusión fueseobligatoria. En los contextos ceremoniales, por ejemplo en la preparación y consumo de la chi-cha ritual los artefactos que denotan la presen-cia o influencia de Wari no existen. Su papel,cualquiera que haya sido, se restringe a lainteracción entre las élites y al consumo espe-cializados de productos rituales.

    Esta peculiar distribución de la evidencia

    explicaría por que Wari no tuvo que desarrollar en la costa norte un control geopolítico del te-rritorio, como sucedió en otras regiones del país , sino que vasto con ejercer una influencia,a nivel ideológico, en segmentos escogidos, enlas clases dirigentes. Concordantemente, Tere-sa Topic afirma que «el interés de Wari en elnorte fue comercial, y seguramente, de baseideológica, y la fuerza militar jugo un papelmenor en las interacciones. [...] En el norte, lainfluencia Wari parece nunca haber resultado

    en un dominio político, sino que pudieron con-ferir un prestigio adicional a las élites locales».(Topic 1991: 244). Esto no quiere decir que no

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    hayan habido cambios importantes en la ocu- pación del vall e de Jequetepeque durante el periodo Mochica Tardío. Los sit ios más impor-tantes pasan de la desembocadura del río, el área

    de Pacatnamú, a la parte interior del mismo, alárea de Chamán. San José de Moro se convier-te en el centro ceremonial y cementerio másimpor tante del Val le . Prol i feran losasentamientos amurallados en los altos de loscerros, el más importante de los cuales es Ce-rro Chepén. Estos asentamientos parecen con-vertirse en pequeñas comunidades autónomasy capaces de ejercer su autodefensa. Ahora bien,este fenómeno de fragmentación política pare-ce haber sido el resultado de procesos internos puesto que anteceden a la l legada de las influen-cias foráneas.

    Si bien hemos encontrado evidencia de di-versos estilos derivados de Wari en San José deMoro, son los motivos más claramente relacio-nados con Wari mismo (Chakipampa) los quese imponen en San José de Moro. Tanto las Ser- pientes Chakipampa como los Rombos de SanJosé de Moro se habrían derivado de modelos provenientes directamente del centro y relati -vamente temprano en su secuencia. Estos mo-tivos son los que pueblen la cerámica Mochica

    Polícromo y son los que son mayor frecuenciase reproducen en copias locales. El fin del Pe-riodo Mochica Tardío es también el fin de es-tos motivos, lo que podría explicarse mejor sifueron los mismos talleres los que produjeronla cerámica de l ínea f ina y la cerámica polícroma. Esto no está claro puesto que la pe-ricia con la que se ejecutaron los ceramios delínea fina es muy superior a la que se empleoen decorar la cerámica polícroma. El ancho delas líneas, el uso del color, el pulido de las su-

     perf icies, son infinitamente mayores en la ce-rámica Mochica y más bien exhiben un manejo poco ref inado en e l caso de la cerámica polícroma. Sin embargo algunos casos, comolos ya citados en que encontramos el mismomotivo en versión polícromo y bícroma, podríanhacernos pensar que estos dos estilos estuvie-ron conectados de alguna forma.

    Finalmente, queremos resaltar una vez másel valor del contexto arqueológico. Si bien noha habido espacio suficiente en este artículo

     para discutir una a una las tumbas de donde pro-vienen los artefactos presentados, la diferenciasustantiva en nuestra observación del

    fenómeno reside en haber tenido la posibilidadde documentar la interacción entre la sociedadMochica y otras sociedades del Horizonte Me-dio en contexto. Sólo así es posible salir de l a

    dicotomía ausencia/presencia para poder eva-luar aspectos más importante como son el posi-cionamiento que se le otorga a algún objeto en particular, la representa tividad de los esti los,la escasez o frecuencia relativa, etc. En el casode la presencia Wari en Jequetepeque esta estoda la diferencia. Es indudable que Wari tuvouna marcada presencia en San José de Moro, pero es igualmente cier to que esta estuvo me-diada por las intenciones e intereses de la éliteMochica. El destino de ambos, Wari y Mocheestuvo íntimamente ligado, y así como empe-zaron juntos también sucumbieron a la mismavez. Ambos pervivieron, sin embargo, en susdescendientes, puesto que de su fusión se ge-neran las grandes sociedades de la costa norteen el siguiente capítulo de su historia

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