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En la cabeza de Pablo Bi� convi-ven la agudeza

para procesar y digerir situaciones dramáticas de las que fue testigo -y que suelen ser, por lejanas y por exóticas, bastante ajenas a la cotidianeidad del res-to-, y la naturalidad para contarlas. El

contraste se descu-bre al primer con-tacto y puede mantenerse así durante horas, tal como sucedió

en los dos encuen-tros que tuvimos en el

mismo bar de Plaza Serrano donde hablamos desde el Lincoln de hoy hasta su incursión en la selva co-lombiana para entrevistar al número dos de las FARC. Prosecretario de la sección El Mundo del diario Clarín -donde aca-ba de cumplir 20 años-, lleva más de 70 viajes al exterior por trabajo y dice que nunca la pasó mal, aunque varias veces coqueteó con la muerte.

Comienza la charla con el almanaque clavado en 1966: “Fui a nacer a Lincoln porque fui a nacer a Lincoln. Mis viejos, que ya estaban en Capital, querían que naciera allá. Era muy común. Después, viví poco (del 76 al 83), pero agarré los mejores años, porque estuve en sexto y séptimo grado y todo el secundario. Volvía de la escuela, comía y salíamos a callejear. No había computadora, celu-lar…”.

-¿Te gusta ir?-Me gusta, sí. Entiendo que ha cam-

biado, uno lo ve y dice ‘esto no es lo mismo’. Pero siempre se anteponen cuestiones sentimentales a cuestiones lógicas. Voy y me encuentro con todos, y lo que me asombra es que la gente no cambia, está siempre igual. Eso se llama calidad de vida. Me encanta ir sobre todo por mi hijo (Tomás, 9 años), que va a jugar a la casa del Tunga (Mar-celo Lombardo) y se queda todo el día, vamos al Rivadavia y le cuento que en ese arco la clavé en el ángulo, va a El Shorthorn a comprar carne… acá no lo mando ni al (supermercado) chino de la vuelta de mi casa. Por supuesto que acá tendrá otras cosas; pero farol y es-quina, cero.

-En cuanto al trabajo, ¿con qué frecuencia viajás?

-Cuando tengo ganas... Llevo 20 años en el diario, con lo cual hay cier-tos derechos adquiridos. A Bolivia, por ejemplo, no voy ni en pedo: La Paz está a 4 mil metros de altura. Casi me muero a los 18; ahora, ni loco.

-Sin embargo te internaste en la selva colombiana para entrevistar a Raúl Reyes (por entonces segundo de las FARC). ¿Qué garantías tenías?

-Las garantías y la seguridad que te pueden dar ellos y las que te podés generar vos. Yo estuve en ese campa-mento seis meses antes de que le ca-yera una bomba en la cabeza a Reyes y lo matara. ¿Y si esa operación se hacía seis meses antes? Nadie puede prever eso. También podés salir a la calle y te puede pasar un auto por encima.

“Fui testigo de muchas cosas que van a estar

en los libros de historia”

SAN MARADONA“En 2004, cuando caía (Jean Bertrand) Aristide en Haití, te-níamos que entrar a

Puerto Príncipe antes de las 19 para no quedar afuera de la ciudad. Había un puente y estaban los rebeldes de un lado y los o�cialistas del otro. Nos dejaron pa-sar los rebeldes, y cuando vamos para el otro lado los o�cialistas cierran el puente y quedamos en el medio. Los partidarios de Aristide odiaban a la prensa interna-cional. Nuestro chofer tenía un cartel de televisión nacional haitiana y empezó a hablar con estos tipos que nos querían matar a todos. ‘Sí, sí -le decían-, la TV hai-tiana pasa, pero estos blanquitos no’. Has-ta que pronunciamos la palabra mágica: San Maradona. Y terminamos a los besos y abrazos con los negros, hablando de fútbol, nos sacaban fotos, nos tocaban. Y ahí nos dejaron pasar”.

PABLO BIFFI

La pluma del periodista linqueño Pablo Bi� destaca en las páginas de Clarín, donde se convirtió en una especie de trotamundos. Escribió un libro, tuvo un hijo y plantó la bandera del coraje en

la selva de las FARC. ¿Querías aventura? ¡Tomá!Por Pedro Fermanelli

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-¿Y miedo a ellos?-No. Si vos caíste ahí es porque arre-

glaste coordenadas, condiciones, y porque les interesa que salga la nota. No es que caíste en la selva en para-caídas. Arreglaste tal lugar y a tal hora, adonde te va a buscar una señora que se llama de tal manera, te va a pregun-tar por ‘Pedrito’ y vos le decís que ‘Pe-drito se fue al cielo’ y te vas a quedar ahí esperando. Y alguien va a llegar.

-¿Generan simpatía las FARC?-No, ya no. En algún momento sí, es

la única forma de poder sostenerte y crecer. Pero la cagaron en 2002, con el �n de los diálogos de paz y la política de secuestros a lo bestia. Fue una idea del “Mono Jojoy” que les costó carísima. Sufrieron un desprestigio político muy grande.

-¿Eso precipitó este �nal?-Sí, también el mundo cambió y ellos

no lo entendieron. Les llegó el cambio, sí, porque usan satelital, Internet, Fa-cebook. De hecho, ese fue uno de los errores que ellos cometen: el abuso de la tecnología les facilitó muchas cosas al principio, y al �nal los mató. Pero está claro que no son los ‘70, con la guerrilla luchando contra dictaduras. Cuando vos te enfrentás a un gobierno demo-crático es más complejo, no están da-das las condiciones. ¿Qué revolución vas a hacer? El mundo soviético se cayó a pedazos. Los secuestros y sus víncu-los oscuros con los narcos para �nan-ciarse los mató.

-¿Qué sentiste cuando murió Reyes?

-Y… -insiste en que pudo haber esta-

do ahí, luego relata-. Era buena gente, yo había compartido mucho con ellos, desde desayunos hasta charlas y par-tidos de fútbol. Como San Vicente del Caguán era una zona desmilitarizada, estaban todos: Alfonso Cano, Reyes, Simón Trinidad, “Tiro�jo” no tanto… Gente normal, en un pueblito de diez mil habitantes donde te sentabas en una mesa y estaban el cura, el guerrille-ro y las putas. Era Macondo por donde lo miraras. Todo muy absurdo.

“Yo no creo en la objetividad perio-dística. Odié y sigo odiando a Fujimori, un probado asesino. Pero yo me tengo que atener a lo que veo. No a lo que pasa, porque lo que pasa es lo que yo creo que pasa. Lo que sí yo tengo que ser es honesto conmigo mismo. El lec-tor tiene que saber que lo que yo cuen-to es lo que yo creo, con honestidad. No voy a inventar datos y una realidad porque a mí no me gustan Fujimori o Uribe. Sí es verdad que lo que cuento está teñido por lo que yo soy. He teni-do excelente relación con muchos pre-sidentes, como Pastrana en Colombia o Toledo en Perú, y sin embargo los he criticado mucho. No puedo desconocer que Fujimori ganó elecciones porque hizo cosas en función de sectores que lo terminaron votando. En Lima, pega-do a los cerros, había barrios que eran horribles y él los acomodó. ¿Que lo hizo con guita robada? Sí, probablemente, pero a esa gente no le importa: el Chi-no le hizo la casa, le puso la escuela, la

“Honduras es fantástico, un país muy divertido. Una mañana estábamos desayunando con Pablo Ordaz, de El País de España, y pensamos: ‘¿qué vamos a hacer hoy?’. ‘¿Vamos a entrevistar a Micheletti?’. ‘Dale’. Y salimos para la casa de gobierno. Llegamos a la puerta, primer soldado: ‘hola, venimos a entrevistar al presidente’. ‘Adelante’. Subimos las escaleras, segundo soldado: ‘venimos a entrevistar al presidente’. Adelante. Tercer soldado, lo mismo. ‘¿Por dónde es?’. ‘Por esa puerta, siga el pasillo’. Cuarta puerta: ‘Pasen, pasen, acá está’. Y en cinco minutos estábamos delante de Micheletti, sentados, tomando café. A nadie se le ocurrió preguntarnos quiénes éramos ni qué hacíamos…”.

EL LIBRO: MORIR POR TODO O POR NADAPublicado en octubre de 2006 (Planeta / Seix Barral), es un libro de crónicas basado en la experiencia de sus viajes por América Latina. Si todavía no lo leíste, ingresá a facebook.com/RevistaTelemaco y descargá las primeras 50 páginas.

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luz… El mundo no es sólo el mundo en que uno vive. Hay un montón de gen-te que tiene otras necesidades y otras aspiraciones. ¿Qué me importa a mí la luz, si yo no conozco la vida sin luz? Cuando se me va diez minutos puteo como un loco”.

-¿Se sienten ustedes, los periodistas de internacionales, una especie de “bichos raros” que deben amoldarse constantemente a otras realidades, conocer lo que sucede lejos de casa?

-De lo que hago, no hay lugares que no conozca. Juega mucho la formación de cada uno. Yo leo todos los diarios de Latinoamérica todos los días. Empiezo por México y bajo. Leo, guardo cosas... Acabo de cumplir 20 años en Clarín, hace 22 que cayó Fujimori en Perú y hoy no me parece tan complejo hablar del tema. Hay algo que siempre digo, medio en broma, medio en serio, y es que hay muchas cosas que van a estar en los libros de historia de las que yo fui testigo.

-¿Quiénes fueron tus maestros o referentes en Clarín?

-El Menchi (Hermenegildo) Sábat, por ejemplo, el más grande caricatu-rista, y el más grande analista político

sin escribir una sola línea. Un uruguayo: humilde, cariñoso, respetuoso. También Jorge Götlin; un burrero y tanguero que había doblado todas las esquinas. Mu-chos. Emilio Petco�… Con esos tipos aprendías a la fuerza. Porque la profe-sión además tenía esa cosa de transmi-tirles a los jóvenes lo que uno sabía. Hoy ya no, se perdió un poco esa mística.

Pablo dio clases de periodismo 16 años en la Universidad de La Plata y hace 4 que está en la Universidad de Palermo, donde dicta la materia “Fuen-tes de información”. Dice que el nivel de lectura y formación de los estudiantes de hoy es menor al de su generación: “El contexto también era otro, año 84, re-greso de la democracia, una época muy politizada. La universidad era un foco de debate permanente, era otro país”.

-Pero también es raro lo que sucede hoy, porque las tecnologías y las formas de acceder a la información avanzaron muchísimo.

-Claro, pero quizá no lo aprovechan. Desde el punto de visto político, creo que ocurre porque hay cierto descré-dito y les pasa por el costado. Pero yo no concibo a alguien que se dedique al periodismo y no entienda, no se ocupe

o no le interese la política. Te dediques al periodismo deportivo, cultural o de espectáculos.

Las últimas preguntas se consu-men en respuestas relajadas, irónicas y divertidas. Quiero saber cómo se las arregla con el idioma durante sus via-jes y me dice que apenas si aprendió a hablar el castellano; adónde va de vaca-ciones tras tantas horas de vuelo y me cuenta que desde hace 14 años para en su casita de Mar Azul, “preocupado úni-camente por el riego de las plantas y el combate a los caracoles”. Pablo apura el paso para atender a tiempo los deberes del hogar, el de acá, separado apenas unas cuadras de nuestro lugar de en-cuentro. Vive en un barrio atravesado como ningún otro por calles que llevan los familiares nombres de Nicaragua, El Salvador, Honduras (puede ser un gui-ño del destino o de Gay Talese, elija us-ted). Sólo nos queda la foto y no es difí-cil adivinar la intención. En eso estamos cuando un tipo que baja del colectivo nos observa en situación –preparando un contrapicado- y le espeta una so-carronería: “Sos petiso igual que yo, te quieren ridiculizar”. Nuestro entrevista-do le devuelve una sonrisa. El de la calle es un idioma inconfundible.

Producción: M.G.

Pablo Bi� junto a Raúl Reyes en la selva colombiana, en 2007.