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31 entrevista de aca E n la cabeza de Pablo Biffi convi- ven la agudeza para procesar y digerir situaciones dramáticas de las que fue testigo -y que suelen ser, por lejanas y por exóticas, bastante ajenas a la cotidianeidad del res- to-, y la naturalidad para contarlas. El contraste se descu- bre al primer con- tacto y puede mantenerse así durante horas, tal como sucedió en los dos encuen- tros que tuvimos en el mismo bar de Plaza Serrano donde hablamos desde el Lincoln de hoy hasta su incursión en la selva co- lombiana para entrevistar al número dos de las FARC. Prosecretario de la sección El Mundo del diario Clarín -donde aca- ba de cumplir 20 años-, lleva más de 70 viajes al exterior por trabajo y dice que nunca la pasó mal, aunque varias veces coqueteó con la muerte. Comienza la charla con el almanaque clavado en 1966: “Fui a nacer a Lincoln porque fui a nacer a Lincoln. Mis viejos, que ya estaban en Capital, querían que naciera allá. Era muy común. Después, viví poco (del 76 al 83), pero agarré los mejores años, porque estuve en sexto y séptimo grado y todo el secundario. Volvía de la escuela, comía y salíamos a callejear. No había computadora, celu- lar…”. -¿Te gusta ir? -Me gusta, sí. Entiendo que ha cam- biado, uno lo ve y dice ‘esto no es lo mismo’. Pero siempre se anteponen cuestiones sentimentales a cuestiones lógicas. Voy y me encuentro con todos, y lo que me asombra es que la gente no cambia, está siempre igual. Eso se llama calidad de vida. Me encanta ir sobre todo por mi hijo (Tomás, 9 años), que va a jugar a la casa del Tunga (Mar- celo Lombardo) y se queda todo el día, vamos al Rivadavia y le cuento que en ese arco la clavé en el ángulo, va a El Shorthorn a comprar carne… acá no lo mando ni al (supermercado) chino de la vuelta de mi casa. Por supuesto que acá tendrá otras cosas; pero farol y es- quina, cero. -En cuanto al trabajo, ¿con qué frecuencia viajás? -Cuando tengo ganas... Llevo 20 años en el diario, con lo cual hay cier- tos derechos adquiridos. A Bolivia, por ejemplo, no voy ni en pedo: La Paz está a 4 mil metros de altura. Casi me muero a los 18; ahora, ni loco. -Sin embargo te internaste en la selva colombiana para entrevistar a Raúl Reyes (por entonces segundo de las FARC). ¿Qué garantías tenías? -Las garantías y la seguridad que te pueden dar ellos y las que te podés generar vos. Yo estuve en ese campa- mento seis meses antes de que le ca- yera una bomba en la cabeza a Reyes y lo matara. ¿Y si esa operación se hacía seis meses antes? Nadie puede prever eso. También podés salir a la calle y te puede pasar un auto por encima. “Fui testigo de muchas cosas que van a estar en los libros de historia” SAN MARADONA “En 2004, cuando caía (Jean Bertrand) Aristide en Haití, te- níamos que entrar a Puerto Príncipe antes de las 19 para no quedar afuera de la ciudad. Había un puente y estaban los rebeldes de un lado y los oficialistas del otro. Nos dejaron pa- sar los rebeldes, y cuando vamos para el otro lado los oficialistas cierran el puente y quedamos en el medio. Los partidarios de Aristide odiaban a la prensa interna- cional. Nuestro chofer tenía un cartel de televisión nacional haitiana y empezó a hablar con estos tipos que nos querían matar a todos. ‘Sí, sí -le decían-, la TV hai- tiana pasa, pero estos blanquitos no’. Has- ta que pronunciamos la palabra mágica: San Maradona. Y terminamos a los besos y abrazos con los negros, hablando de fútbol, nos sacaban fotos, nos tocaban. Y ahí nos dejaron pasar”. PABLO BIFFI La pluma del periodista linqueño Pablo Biffi destaca en las páginas de Clarín, donde se convirtió en una especie de trotamundos. Escribió un libro, tuvo un hijo y plantó la bandera del coraje en la selva de las FARC. ¿Querías aventura? ¡Tomá! Por Pedro Fermanelli

Entrevista Pablo Biffi

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Entrevista al periodista linqueño Pablo Biffi, quien lleva más de 20 años trabajando en Clarín en la sección "Mundo".

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entrevista de aca

En la cabeza de Pablo Bi� convi-ven la agudeza

para procesar y digerir situaciones dramáticas de las que fue testigo -y que suelen ser, por lejanas y por exóticas, bastante ajenas a la cotidianeidad del res-to-, y la naturalidad para contarlas. El

contraste se descu-bre al primer con-tacto y puede mantenerse así durante horas, tal como sucedió

en los dos encuen-tros que tuvimos en el

mismo bar de Plaza Serrano donde hablamos desde el Lincoln de hoy hasta su incursión en la selva co-lombiana para entrevistar al número dos de las FARC. Prosecretario de la sección El Mundo del diario Clarín -donde aca-ba de cumplir 20 años-, lleva más de 70 viajes al exterior por trabajo y dice que nunca la pasó mal, aunque varias veces coqueteó con la muerte.

Comienza la charla con el almanaque clavado en 1966: “Fui a nacer a Lincoln porque fui a nacer a Lincoln. Mis viejos, que ya estaban en Capital, querían que naciera allá. Era muy común. Después, viví poco (del 76 al 83), pero agarré los mejores años, porque estuve en sexto y séptimo grado y todo el secundario. Volvía de la escuela, comía y salíamos a callejear. No había computadora, celu-lar…”.

-¿Te gusta ir?-Me gusta, sí. Entiendo que ha cam-

biado, uno lo ve y dice ‘esto no es lo mismo’. Pero siempre se anteponen cuestiones sentimentales a cuestiones lógicas. Voy y me encuentro con todos, y lo que me asombra es que la gente no cambia, está siempre igual. Eso se llama calidad de vida. Me encanta ir sobre todo por mi hijo (Tomás, 9 años), que va a jugar a la casa del Tunga (Mar-celo Lombardo) y se queda todo el día, vamos al Rivadavia y le cuento que en ese arco la clavé en el ángulo, va a El Shorthorn a comprar carne… acá no lo mando ni al (supermercado) chino de la vuelta de mi casa. Por supuesto que acá tendrá otras cosas; pero farol y es-quina, cero.

-En cuanto al trabajo, ¿con qué frecuencia viajás?

-Cuando tengo ganas... Llevo 20 años en el diario, con lo cual hay cier-tos derechos adquiridos. A Bolivia, por ejemplo, no voy ni en pedo: La Paz está a 4 mil metros de altura. Casi me muero a los 18; ahora, ni loco.

-Sin embargo te internaste en la selva colombiana para entrevistar a Raúl Reyes (por entonces segundo de las FARC). ¿Qué garantías tenías?

-Las garantías y la seguridad que te pueden dar ellos y las que te podés generar vos. Yo estuve en ese campa-mento seis meses antes de que le ca-yera una bomba en la cabeza a Reyes y lo matara. ¿Y si esa operación se hacía seis meses antes? Nadie puede prever eso. También podés salir a la calle y te puede pasar un auto por encima.

“Fui testigo de muchas cosas que van a estar

en los libros de historia”

SAN MARADONA“En 2004, cuando caía (Jean Bertrand) Aristide en Haití, te-níamos que entrar a

Puerto Príncipe antes de las 19 para no quedar afuera de la ciudad. Había un puente y estaban los rebeldes de un lado y los o�cialistas del otro. Nos dejaron pa-sar los rebeldes, y cuando vamos para el otro lado los o�cialistas cierran el puente y quedamos en el medio. Los partidarios de Aristide odiaban a la prensa interna-cional. Nuestro chofer tenía un cartel de televisión nacional haitiana y empezó a hablar con estos tipos que nos querían matar a todos. ‘Sí, sí -le decían-, la TV hai-tiana pasa, pero estos blanquitos no’. Has-ta que pronunciamos la palabra mágica: San Maradona. Y terminamos a los besos y abrazos con los negros, hablando de fútbol, nos sacaban fotos, nos tocaban. Y ahí nos dejaron pasar”.

PABLO BIFFI

La pluma del periodista linqueño Pablo Bi� destaca en las páginas de Clarín, donde se convirtió en una especie de trotamundos. Escribió un libro, tuvo un hijo y plantó la bandera del coraje en

la selva de las FARC. ¿Querías aventura? ¡Tomá!Por Pedro Fermanelli

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-¿Y miedo a ellos?-No. Si vos caíste ahí es porque arre-

glaste coordenadas, condiciones, y porque les interesa que salga la nota. No es que caíste en la selva en para-caídas. Arreglaste tal lugar y a tal hora, adonde te va a buscar una señora que se llama de tal manera, te va a pregun-tar por ‘Pedrito’ y vos le decís que ‘Pe-drito se fue al cielo’ y te vas a quedar ahí esperando. Y alguien va a llegar.

-¿Generan simpatía las FARC?-No, ya no. En algún momento sí, es

la única forma de poder sostenerte y crecer. Pero la cagaron en 2002, con el �n de los diálogos de paz y la política de secuestros a lo bestia. Fue una idea del “Mono Jojoy” que les costó carísima. Sufrieron un desprestigio político muy grande.

-¿Eso precipitó este �nal?-Sí, también el mundo cambió y ellos

no lo entendieron. Les llegó el cambio, sí, porque usan satelital, Internet, Fa-cebook. De hecho, ese fue uno de los errores que ellos cometen: el abuso de la tecnología les facilitó muchas cosas al principio, y al �nal los mató. Pero está claro que no son los ‘70, con la guerrilla luchando contra dictaduras. Cuando vos te enfrentás a un gobierno demo-crático es más complejo, no están da-das las condiciones. ¿Qué revolución vas a hacer? El mundo soviético se cayó a pedazos. Los secuestros y sus víncu-los oscuros con los narcos para �nan-ciarse los mató.

-¿Qué sentiste cuando murió Reyes?

-Y… -insiste en que pudo haber esta-

do ahí, luego relata-. Era buena gente, yo había compartido mucho con ellos, desde desayunos hasta charlas y par-tidos de fútbol. Como San Vicente del Caguán era una zona desmilitarizada, estaban todos: Alfonso Cano, Reyes, Simón Trinidad, “Tiro�jo” no tanto… Gente normal, en un pueblito de diez mil habitantes donde te sentabas en una mesa y estaban el cura, el guerrille-ro y las putas. Era Macondo por donde lo miraras. Todo muy absurdo.

“Yo no creo en la objetividad perio-dística. Odié y sigo odiando a Fujimori, un probado asesino. Pero yo me tengo que atener a lo que veo. No a lo que pasa, porque lo que pasa es lo que yo creo que pasa. Lo que sí yo tengo que ser es honesto conmigo mismo. El lec-tor tiene que saber que lo que yo cuen-to es lo que yo creo, con honestidad. No voy a inventar datos y una realidad porque a mí no me gustan Fujimori o Uribe. Sí es verdad que lo que cuento está teñido por lo que yo soy. He teni-do excelente relación con muchos pre-sidentes, como Pastrana en Colombia o Toledo en Perú, y sin embargo los he criticado mucho. No puedo desconocer que Fujimori ganó elecciones porque hizo cosas en función de sectores que lo terminaron votando. En Lima, pega-do a los cerros, había barrios que eran horribles y él los acomodó. ¿Que lo hizo con guita robada? Sí, probablemente, pero a esa gente no le importa: el Chi-no le hizo la casa, le puso la escuela, la

“Honduras es fantástico, un país muy divertido. Una mañana estábamos desayunando con Pablo Ordaz, de El País de España, y pensamos: ‘¿qué vamos a hacer hoy?’. ‘¿Vamos a entrevistar a Micheletti?’. ‘Dale’. Y salimos para la casa de gobierno. Llegamos a la puerta, primer soldado: ‘hola, venimos a entrevistar al presidente’. ‘Adelante’. Subimos las escaleras, segundo soldado: ‘venimos a entrevistar al presidente’. Adelante. Tercer soldado, lo mismo. ‘¿Por dónde es?’. ‘Por esa puerta, siga el pasillo’. Cuarta puerta: ‘Pasen, pasen, acá está’. Y en cinco minutos estábamos delante de Micheletti, sentados, tomando café. A nadie se le ocurrió preguntarnos quiénes éramos ni qué hacíamos…”.

EL LIBRO: MORIR POR TODO O POR NADAPublicado en octubre de 2006 (Planeta / Seix Barral), es un libro de crónicas basado en la experiencia de sus viajes por América Latina. Si todavía no lo leíste, ingresá a facebook.com/RevistaTelemaco y descargá las primeras 50 páginas.

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luz… El mundo no es sólo el mundo en que uno vive. Hay un montón de gen-te que tiene otras necesidades y otras aspiraciones. ¿Qué me importa a mí la luz, si yo no conozco la vida sin luz? Cuando se me va diez minutos puteo como un loco”.

-¿Se sienten ustedes, los periodistas de internacionales, una especie de “bichos raros” que deben amoldarse constantemente a otras realidades, conocer lo que sucede lejos de casa?

-De lo que hago, no hay lugares que no conozca. Juega mucho la formación de cada uno. Yo leo todos los diarios de Latinoamérica todos los días. Empiezo por México y bajo. Leo, guardo cosas... Acabo de cumplir 20 años en Clarín, hace 22 que cayó Fujimori en Perú y hoy no me parece tan complejo hablar del tema. Hay algo que siempre digo, medio en broma, medio en serio, y es que hay muchas cosas que van a estar en los libros de historia de las que yo fui testigo.

-¿Quiénes fueron tus maestros o referentes en Clarín?

-El Menchi (Hermenegildo) Sábat, por ejemplo, el más grande caricatu-rista, y el más grande analista político

sin escribir una sola línea. Un uruguayo: humilde, cariñoso, respetuoso. También Jorge Götlin; un burrero y tanguero que había doblado todas las esquinas. Mu-chos. Emilio Petco�… Con esos tipos aprendías a la fuerza. Porque la profe-sión además tenía esa cosa de transmi-tirles a los jóvenes lo que uno sabía. Hoy ya no, se perdió un poco esa mística.

Pablo dio clases de periodismo 16 años en la Universidad de La Plata y hace 4 que está en la Universidad de Palermo, donde dicta la materia “Fuen-tes de información”. Dice que el nivel de lectura y formación de los estudiantes de hoy es menor al de su generación: “El contexto también era otro, año 84, re-greso de la democracia, una época muy politizada. La universidad era un foco de debate permanente, era otro país”.

-Pero también es raro lo que sucede hoy, porque las tecnologías y las formas de acceder a la información avanzaron muchísimo.

-Claro, pero quizá no lo aprovechan. Desde el punto de visto político, creo que ocurre porque hay cierto descré-dito y les pasa por el costado. Pero yo no concibo a alguien que se dedique al periodismo y no entienda, no se ocupe

o no le interese la política. Te dediques al periodismo deportivo, cultural o de espectáculos.

Las últimas preguntas se consu-men en respuestas relajadas, irónicas y divertidas. Quiero saber cómo se las arregla con el idioma durante sus via-jes y me dice que apenas si aprendió a hablar el castellano; adónde va de vaca-ciones tras tantas horas de vuelo y me cuenta que desde hace 14 años para en su casita de Mar Azul, “preocupado úni-camente por el riego de las plantas y el combate a los caracoles”. Pablo apura el paso para atender a tiempo los deberes del hogar, el de acá, separado apenas unas cuadras de nuestro lugar de en-cuentro. Vive en un barrio atravesado como ningún otro por calles que llevan los familiares nombres de Nicaragua, El Salvador, Honduras (puede ser un gui-ño del destino o de Gay Talese, elija us-ted). Sólo nos queda la foto y no es difí-cil adivinar la intención. En eso estamos cuando un tipo que baja del colectivo nos observa en situación –preparando un contrapicado- y le espeta una so-carronería: “Sos petiso igual que yo, te quieren ridiculizar”. Nuestro entrevista-do le devuelve una sonrisa. El de la calle es un idioma inconfundible.

Producción: M.G.

Pablo Bi� junto a Raúl Reyes en la selva colombiana, en 2007.