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Fin Fin CURSO DECA INFANTIL Y PRIMARIA Módulo 1. Bloque 2

Introducción a la Sagrada Escritura 5

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CURSO DECA INFANTIL Y PRIMARIA

Módulo 1. Bloque 2

Pregunta 2

Señala la relación existente entre Is 2,1-5 y los relatos de la creación, del paraíso y del diluvio del libro del Génesis.

a) Texto Is 2,1-5.

FinFin

1. Lo que vio Isaías, hijo de Amós, tocante a Judá y Jerusalén. 2. Sucederá en días futuros que:

el monte de la Casa de Yahvehserá asentado en la cima de los montesy se alzará por encima de las colinas. Confluirán a él todas las naciones, 3. y acudirán pueblos numerosos.Dirán: « Venid, subamos al monte de Yahveh,

A la Casa del Dios de Jacob,para que él nos enseñe sus caminosy nosotros sigamos sus senderos.»

Pues de Sión saldrá la LEY,y de Jerusalén la PALABRA de Yahveh.

4. Juzgará entre las gentes,será árbitro de pueblos numerosos.

Forjarán de sus espadas azadones,y de sus lanzas podaderas.

No levantará espada nación contra nación,ni se ejercitarán más en la guerra.

5. Casa de Jacob, andando, y vayamos,

CAMINEMOS A LA LUZ DE YAHVEH

b) Explicación del texto.

No hemos de pensar que haya existido el paraíso en los términos con que lo describe Gn 2,4-25. Lo que existió, y existe todavía, es la posibilidad real para el hombre de lograr la perfecta armonía y paz, cuando se deja guiar por la luz y la fuerza de la palabra Dios.

Is 2,1-5, forma parte de la sección 2,1-4,6 que podemos titular “juicio y salvación en el día de Yahvé”. La sección está constituida por una parte central que desarrolla el proceso a la idolatría (2,6-4,1), enmarcada por

una doble evocación del monte Sión, hacia el cual, “en el futuro” (2,2), “aquel día” (4,2), subirán a él las naciones y allí se reunirán los supervivientes de Sión.

El proceso central denuncia la idolatría y la arrogancia, consideradas aquí como fuente de violencia e injusticia. La idolatría que pulula por el país, se encuentra fuertemente ligada a la arrogancia.

El encuadre (2,1-5 y 4,26) es de resonancia escatológica. Por el tema del presente curso nos interesa el primero. Recordemos, para aclarar este texto, que el tiempo escatológico no se concibe, en la esperanza de Israel, como el fin del mundo, sino que éste conlleva el fin de la desgracia. La estructura misma del texto nos invita a asociar este final con la desaparición de la arrogancia.

Como el decálogo aparece dos veces en el Pentateuco, así también el texto de la peregrinación de las naciones a Sión en el canon profético (Is2,1-5 y Mi 4,1-4).

La Torá de la peregrinación de las naciones, como muestra el paralelismo, es la “palabra de Yahvé”, el “camino” de Yahvé, es decir, la expresión de su voluntad.

Sión es el nuevo Sinaí, y a diferencia de éste, aquí la Ley está destinada no sólo a Israel sino a todos los pueblos.

El discurso de la peregrinación comienza con un cuadro simbólico de montañas y colinas. El mundo paisajístico cambia. Sión se convierte en la más alta de las montañas. Junto a Sión hay colinas que no alcanzan su altura. ¿Qué significa esta descripción?

Se ha de tener en cuenta la unidad a la que pertenece, en cuyo cuerpo central se hace un proceso a la arrogancia, a la idolatría (2,6-4,1). La razón por la que Sión superará a cualquier otra montaña es porque se va a convertir en el lugar más importante, mejor único, de encuentro con Dios.

En cambio, es necesario ver las colinas rebajadas –lo cual es sugerido por el mismo versículo y por el contexto de la unidad-como análogo a los templos y lugares de presencia de otros dioses.

El comienzo del texto de la peregrinación de las naciones sería la próxima desapariciónde los dioses. Las alturas, representan los

lugares donde se da culto a esos dioses. Y, probablemente, se refieran también a las naciones. Si las alturas representan también a las naciones, Sión a Israel.

En el futuro día, Sión se alzará más alto que el resto de los montes, pues en Jerusalén reina la Torá. Esta razón es más clara si se relaciona el v. 2 con las palabras proféticas finales (v. 5), donde se llama a la “casa de Jacob” a caminar en la luz del Yahvé. La casa de Jacob debe comenzar a caminar tras el Señor, a ser una sociedad justa, en vistas a lo que se promete para el “día que viene” (2,2). La montaña con la casa de Yahvé elevada sobre las otras colinas depende del hecho de la presencia de la Torá en Israel. Es gracias a Yahvé su elevación, por ser cuna de su Torá, de su Palabra. Por esta elevación será estandarte visible para las naciones (cf. Is 11,12). A ella acudirán las naciones, para caminar a la luz de la Ley.

Existe un paralelismo entre lo que dirán las naciones y lo que dice Israel en el presente: “subamos… sigamos… sus senderos (v. 3), “vayamos, caminemos a la luz de Yahvé” (v. 5), respectivamente. Cabe una doble interpretación de este paralelismo. El que se pronostique que las naciones caminarán tras las instrucciones del Señor, sirve de motivación en el presente para que también Israel vaya tras su Dios. O, bien, sólo si Israel camina tras la luz puede hacerse realidad esa profecía; es decir, sólo si Israel se deja guiar por la Torá, ésta puede pasar de Israel al mundo de las naciones.

Junto a la acción divina futura de hacer de Sión el punto de mira de todas las naciones e, incluso, de su mismo pueblo, se anuncia otra acción. Yahvé juzgará y será árbitro de las naciones de cara a que vivan en paz. Esta acción divina se sitúa también en el escenario de Sión. La paz se vincula a caminar tras sus sendas, es decir, a la observancia de su Torá.

Es un texto claramente universalista, pero el centro es Israel (Sión-Jerusalén), de donde parte la Torá para las naciones. La misión de Israel no es clara respecto a si es un testigo pasivo o activo de la Torá.

El mantenimiento de la armonía querida por Dios sólo se consigue si nos afianzamos, pues, en su Palabra, como bien lo señala el mismo Yahvé en su profecía acerca del Emmanuel: “Si no os afirmáis en mí no seréis firmes” (Is 7,9).

Ciertamente, el abandono de la Palabra es el mayor pecado de Israel. Así, el profeta Amós, tras enumerar los pecados de Israel concluye con las siguientes palabras, que expresan el culmen del pecado del pueblo de Dios: “Habéis conminado a los profetas, diciendo: ¡No profeticéis” (Am 2,12). De este modo el pueblo se instala en el “desorden”, pierde toda luz que le ilumine para caminar hacia la armonía. El abandono de la Palabra es la causa de la caída del reino Norte y del exilio, auténtico “diluvio” para Israel. ¿Cómo salir de este caos, de este “diluvio” destructivo? Recordando y viviendo las palabras de Dios recogidas en el Deuteronomio: “Guarda los preceptos y los mandamientos que yo te prescribo hoy, para que seas feliz, tú y tus hijos después de ti, y prolongues tus días en el suelo que Yahveh tu Dios te da para siempre” (Dt 4,40).

Consecuencia del abandono de la Palabra: la desarmonía universal del hombre con Dios, con el prójimo y con su medio vital.

El “sueño” de Dios se expresa en una creación sin violencia. Es por esto que el mando confiado por Dios al hombre sobre lo creado excluye la violencia. Este mismo verbo “mandar” (radah) lo encontramos en Ez 34, un largo oráculo de Dios contra los “pastores de Israel”, los reyes: “No habéis fortalecido a las ovejas débiles, no habéis cuidado a la enferma ni curado a la que estaba herida, no habéis tornado a la descarriada ni buscado a la perdida; sino que las habéis mandado con violencia y dureza” (v. 4).

Esta exclusión de violencia es recogida en las disposiciones de Dios a propósito de la alimentación de los seres vivientes en Gn 1,29-30: “Dijo Dios: « Ved que os he dado toda hierba de semilla que existe sobre la haz de toda la tierra, así como todo árbol que lleva fruto de semilla; para vosotros será de alimento. Y a todo animal terrestre, y a toda ave de los cielos y a toda sierpe de sobre la tierra, animada de vida, toda la hierba verde les doy de alimento. » Y así fue”. Según este texto todos los seres que pueblan la tierra son vegetarianos. Ningún ser viviente mata para alimentarse. Ni siquiera hay competencia por las plantas, porque Dios reserva para la alimentación de la humanidad “las plantas con semilla” y “los árboles frutales”, mientras para los animales les destina la “hierba verde”. La finalidad es clara: evitar la violencia.

Esta voluntad de Dios de una humanidad en armonía, en paz, sin violencia, está presente en el origen, y es propia del tiempo mesiánico: “Serán vecinos el lobo y el cordero, y el leopardo se echará con el cabrito, el novillo y el cachorro pacerán juntos, y un niño pequeño los conducirá. La vaca y la osa pacerán, juntas acostarán sus crías, el león, como los bueyes, comerá paja. Hurgará el niño de pecho en el agujero del áspid, y en la hura de la víbora el recién destetado meterá la mano. Nadie hará daño, nadie hará mal en todo mi santo Monte, porque la tierra estará llena de conocimiento de Yahvé, como cubren las aguas el mar” (Is 11).

Al crear Dios elimina cualquier causa de desarmonía, también por lo que se refiere al espacio vital. Cada especie animal recibe como espacio vital una parte del universo: los pájaros viven en el cielo, los peces en el agua, los animales y los hombres sobre la tierra (Gn1,20.24.26).

Pregunta 3

Lee los siguientes textos y señala si es preexíico, exílico o postexílico, e indica el por qué: Am 9,8-10; Am 9,11-15; Ag 2,15-19: Is 43,1-7; Os 9,1-9; Jr 30,1-4.10-16; Ez 20,31b-38.

Postexilio

586 a.C

Preexilio Exilio

Fuera de la tierra.

Promesas de vuelta.

En la tierra.Amenaza de

perderla.Llamada a la conversión.

De nuevo en la tierra.

Reconstrucción del Templo.

FinFin