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La casa de los espíritus ISABEL ALLENDE

Isabel allende y la casa de los espíritus (apuntes)

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La casa de los espíritus

ISABEL ALLENDE

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PARA LEER LA CASA DE LOS ESPÍRITUS.......................................................................3Biografía....................................................................................................................................7

PREMIOS.............................................................................................................................9OTROS RECONOCIMIENTOS..........................................................................................9ISABEL ALLENDE, epígona del Boom Latinoamericano...........................................10

El Boom latinoamericano........................................................................................................11El Realismo Mágico................................................................................................................13La casa de los espíritus............................................................................................................15

ARGUMENTO...................................................................................................................15TRAMA..............................................................................................................................17TEMA.................................................................................................................................18ESTRUCTURA..................................................................................................................18EL NARRADOR................................................................................................................20LOS PERSONAJES............................................................................................................21El espacio............................................................................................................................22EL TIEMPO........................................................................................................................22RECURSOS LINGÜÍSTICOS Y ESTILO.........................................................................23

NOTAS BIBLIOGRÁFICAS.................................................................................................26

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PARA LEER LA CASA DE LOS ESPÍRITUS

“Mi abuelo, quien provenía de una familia pequeña y arruinada por la muerte prematura del padre, se enamoró de una muchacha con fama de bella, llamada Rosa Barros, pero la chica murió misteriosamente antes de la boda. Quedan de ella sólo un par de fotografías color sepia, desteñidas por la bruma del tiempo, en las cuales apenas se distinguen sus rasgos. Años después mi abuelo se casó con Isabel, hermana menor de Rosa. En esos tiempos todo el mundo dentro de una clase social se conocía en Santiago, de manera que los matrimonios, aunque no eran arreglados como en la India, siempre eran asuntos de familia. A mi abuelo le pareció lógico que si había sido aceptado entre los Barros como novio de una de las hijas, no había razón para que no lo fuera de otra.

En su juventud mi abuelo Agustín era delgado, de nariz aguileña, vestido de negro con un traje arreglado de su difunto padre, solemne y orgulloso. Pertenecía a una antigua familia de origen castellano–vasco, pero a diferencia de sus parientes, era pobre. Sus parientes no daban que hablar, excepto el tío Jorge, buen mozo y elegante como un príncipe, con un futuro brillante a sus pies, codiciado por varias de las señoritas en edad de casarse, quien tuvo la debilidad de enamorarse de una mujer «de medio pelo», como llaman en Chile a la esforzada clase media baja. En otro país tal vez habrían podido amarse sin tragedia, pero en el ambiente en que les tocó vivir estaban condenados al ostracismo. Ella adoró al tío Jorge durante cincuenta años, pero usaba una estola de zorros apolillados, se pintaba el cabello color zanahoria, fumaba con desenfado y tomaba cerveza directo de la botella, razones sobradas para que mi bisabuela Ester le declarara la guerra y prohibiera a su hijo mencionarla en su presencia. Él obedeció calladamente, pero al día siguiente de la muerte de su madre, se casó con su amada, quien para entonces era una mujer madura y enferma de los pulmones, aunque siempre encantadora. Se amaron en la miseria sin que nada pudiera separarlos: dos días después de que él se despachara de un ataque al corazón, a ella la encontraron muerta en la cama, envuelta en la vieja bata de su marido.

Debo decir unas palabras sobre la bisabuela Ester, porque creo que su poderosa influencia es la explicación de algunos aspectos del carácter de su descendencia y, de alguna manera, representa a la matriarca intransigente, tan común entonces y ahora. La figura materna tiene proporciones mitológicas en nuestro país, así es que no me extraña la actitud sumisa del tío Jorge. La madre judía y la mamma italiana son diletantes comparadas con las chilenas. Acabo de descubrir por casualidad que el marido de doña Ester tenía mala cabeza para los negocios y perdió las tierras y la fortuna que había heredado; parece que los acreedores eran sus propios hermanos. Al verse arruinado, se fue a la casa del campo y se destrozó el pecho de un escopetazo. Digo que acabo de saber este hecho, porque la familia lo ocultó por cien años y todavía se menciona sólo en susurros; el suicidio era considerado un pecado particularmente deleznable, porque el cuerpo no podía enterrarse en la tierra consagrada de un cementerio católico. Para evitar la vergüenza, sus parientes vistieron el cadáver con chaqueta de levita y sombrero de copa, lo sentaron en un coche con caballos y se lo llevaron a Santiago, donde pudieron darle cristiana sepultura gracias a que todo el mundo, incluso el cura, hizo la vista gorda.

Este hecho dividió a la familia entre los descendientes directos, que aseguran que lo del suicidio es calumnia, y los descendientes de los hermanos del muerto, quienes finalmente se quedaron con sus bienes. En cualquier caso, la viuda se sumió en la depresión y la pobreza. Había sido una mujer alegre y bonita, virtuosa del piano, pero a la muerte de su marido se vistió de luto riguroso, le puso llave al piano y desde ese día en adelante sólo salía de su casa para asistir a misa diaria. Con el tiempo la artritis y la gordura la convirtieron en una monstruosa estatua atrapada entre cuatro paredes. Una vez por semana el párroco le llevaba la comunión a la casa. Esa viuda sombría inculcó a sus hijos la idea de que el

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mundo es un valle de lágrimas y aquí estamos sólo para sufrir. Presa en su sillón de inválida, juzgaba las vidas ajenas; nada escapaba a sus ojitos de halcón y su lengua de profeta. Para la filmación de la película de La casa de los espíritus debieron trasladar, desde Inglaterra hasta el estudio en Copenhague, a una actriz del tamaño de una ballena para ese papel, después de quitar varios asientos del avión para contener su inverosímil corpulencia. Aparece apenas un instante en la pantalla, pero produce una impresión memorable.

Al contrario de doña Ester y su descendencia, gente solemne y seria, mis tíos maternos eran alegres, exuberantes, derrochadores, enamoradizos, buenos para apostar a los caballos, tocar música y bailar la polca. (Esto de bailar es poco usual entre los chilenos, que en general carecen de sentido del ritmo. Uno de los grandes descubrimientos que hice en Venezuela, donde fui a vivir en 1975, es el poder terapéutico del baile. Apenas se juntan tres venezolanos, uno tamborea o toca la guitarra y los otros dos bailan; no hay pena que resista ese tratamiento. Nuestras fiestas, en cambio, se parecen a los funerales: los hombres se arrinconan para hablar de negocios y las mujeres se aburren. Sólo bailan los jóvenes, seducidos por la música norteamericana, pero apenas se casan se ponen solemnes, como sus padres.) La mayor parte de las anécdotas y personajes de mis libros se basan en la original familia Barros. Las mujeres eran delicadas, espirituales y divertidas. Los varones eran altos, guapos y siempre dispuestos para una pelea a puñetes; también eran «chineros», como llamaban a los aficionados a los burdeles, y más de uno acabó con alguna enfermedad misteriosa. Imagino que la cultura del prostíbulo es importante en Chile, porque aparece una y otra vez en la literatura, como si nuestros autores vivieran obsesionados con ello. A pesar de que no me considero una experta en el tema, no me libré de crear a una prostituta con corazón de oro, Tránsito Soto, en mi primera novela.

Tengo una centenaria tía abuela que aspira a la santidad y cuyo único deseo es entrar al convento, pero ninguna congregación, ni siquiera las Hermanitas de la Caridad, la tolera más de un par semanas, así es que la familia ha tenido que hacerse cargo de ella. Créame, no hay nada tan insoportable como un santo, no se lo deseo ni a mi peor enemigo. En los almuerzos dominicales en casa de mi abuelo, mis tíos hacían planes para asesinarla, pero siempre lograba escapar ilesa y aún está viva. En su juventud esta dama usaba un hábito de su invención, cantaba a todas horas himnos religiosos con voz angélica y al menor descuido se escapaba para ir a la calle Maipú a catequizar a gritos a las niñas de vida alegre, que la recibían con una lluvia de verduras podridas. En la misma calle el tío Jaime, primo de mi madre, se ganaba el dinero para sus estudios de medicina aporreando un acordeón en las «casas de mala vida». Amanecía cantando a todo pulmón una canción llamada «Yo quiero una mujer desnuda», lo cual causaba tal escándalo que salían las beatas a protestar.

En esos tiempos la lista negra de la Iglesia católica incluía libros como El conde de Montecristo; imagine el espanto que puede haber causado el deseo por una mujer desnuda vociferado por mi tío. Jaime llegó a ser el pediatra más célebre y querido del país, el político más pintoresco –capaz de recitar sus discursos en verso rimado en el Senado– y sin duda el más radical de mis parientes, comunista a la izquierda de Mao, cuando Mao todavía estaba en pañales. Hoy es un anciano hermoso y lúcido, que usa calcetines color rojo encendido como símbolo de sus ideas políticas. Otro de mis parientes se quitaba los pantalones en la calle para dárselos a los pobres y su fotografía en calzoncillos, pero con sombrero, chaqueta y corbata, solía aparecer en los periódicos. Tenía tan alta idea de sí mismo, que en su testamento dejó instrucciones para ser enterrado de pie, así podría mirar a Dios directo a los ojos cuando tocara la puerta del cielo.”( De Mis país inventado, de Isabel Allende. Memorias)

A modo de disculpa, expiación o penitencia, debo decir que ya es la enésima vez que leo La casa de los espíritus. En la primera, no pasé de la veintena de páginas. El

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recuerdo de García Márquez y otros autores sudamericanos me proyectó la imagen de un sucedáneo que sustituía al chocolate auténtico, negro, sabroso y amargo. Sin embargo, como ya me pasó en otros casos, la relectura obligatoria para su posterior explicación significó el descubrimiento de una autora o de un libro, que hasta entonces no reconocía ni como necesario ni cualificado. Aunque tiene sus limitaciones, el primer error en la lectura de La casa de los espíritus ha consistido en considerarla, por encima de otras virtudes, como una obra de ficción, como literatura “de la buena”, al estilo de sus predecesores. La prosa de Allende no tendrá el ritmo, la musicalidad, el equilibrio estilístico de sus predecesores, pero goza de la fuerza que le dota el testimonio, el reportaje, el alegato de una realidad mostrada o recreada míticamente. Curiosamente, llegué a las lecturas juveniles de Isabel Allende, La ciudad de las bestias y compañía, antes que a sus obras rigurosas y extremadas. Aún recuerdo como las cuatro horas y pico de un largo viaje de Logroño a Valencia, las llenamos contándole a la familia el argumento de La ciudad de las bestias. Obligaciones de la didáctica, uno llegó antes a la lectura ligera que a la lectura de calidad y de reflexión.

Para leer a Isabel Allende en este libro hay que hacer concordar el tiempo del lector con el tiempo histórico que en la obra se narra. Leer La casa de los espíritus desconociendo la historia reciente de Chile, el simbolismo del gobierno de Allende, la dimensión de una utopía que cae por culpa de los militares que impiden un cambio pacífico, la revolución sin violencia, es sacar un billete destinado a un viaje a ninguna parte. La obra es el testimonio de un país que creció en el sentimiento de millones de personas, chilenas y no, solidarias con una experiencia que significaba la esperanza de un futuro mejor. La cita de Neruda, el Poeta, del comienzo es la muestra de una desesperanza que fraguó no sólo en el corazón de los chilenos sino de todos los hombres que soñaron y sueñan con un futuro mejor, más justo y más igualitario. De la misma manera que soñaron alguna vez con la Segunda República Española.

El realismo testimonial de la novela se puede rastrear tanto en los datos históricos que se manejan en la novela: la crisis salitrera o la epidemia de tifus o el terremoto de 1939, la referencia a las dos guerras mundiales o el golpe de 1973, que finaliza la novela, entre muchos otros.

Pero, también, como se ve en la cita del comienzo, en los recuerdos de la autora que recomponen con fidelidad no sólo el nombre de algunos de los personajes que aparecen en la historia, sino también algunos de sus comportamientos o de sus acciones. Existió el abuelo que casó con la hermana menor, después de intentarlo con la hermana mayor, llamada Rosa, y que murió de causas desconocidas y lamentables. Hubo una abuela llamada Ester, estricta, rigurosa, beata, que imponía las costumbres conservadoras de manera exigente. Hubo una familia de tíos, uno llamado Jaime y médico, y otro extravagante y extraño, y que apareció un día en medio de la calle vestido tan sólo con un pañal y rodeado de críos que le vitoreaban o le tiraban de todo. Tal como se narra en el libro. Y que “la casa de los espíritus” no es sino una reproducción literaria de la casa familiar de la calle Cueto, en Santiago de Chile.

Para leer La casa de los espíritus no basta con saber que se lee una novela sino que estamos también leyendo parte de la historia de Chile, que simboliza también parte de la historia de la humanidad, en su proceso de búsqueda de la igualdad entre hombres y mujeres, entre ricos y pobres, entre ciudad y campo, entre la esperanza y la desesperanza en la que inequívocamente nos vemos abocados al acabar su lectura, con ese sabor amargo que produce el saber que el bueno no sólo pierde sino que es castigado, torturado hasta la muerte, y probablemente seguirá

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siendo derrotado siempre. Dicen los clásicos que el hombre es bueno por naturaleza. Por experiencia sabemos que “los buenos” son más que los malos. Pero, parece que la selección natural de la especie hace que estos prevalezcan siempre más y mejor que los otros. ¿Será ese el camino natural de la especie humana en la teoría de la evolución?

Cuánto vive el hombre, por fin?

Vive mil días o uno solo?

Una semana o varios siglos?

Por cuánto tiempo muere el hombre?

Qué quiere decir "Para siempre"?

Preocupado por este asuntome dediqué a aclarar las cosas.

Busqué a los sabios sacerdotes,los esperé después del rito,los aceché cuando salíana visitar a Dios y al Diablo.

Se aburrieron con mis preguntas.Ellos tampoco sabían mucho,eran sólo administradores.

Los médicos me recibieron,entre una consulta y otra,con un bisturí en cada mano,saturados a aureomicina,más ocupados cada día.Según supe por lo que hablabanel problema era como sigue:nunca murió tanto microbio,toneladas de ellos caían,pero los pocos que quedaronse manifestaban perversos.

Me dejaron tan asustadoque busqué a los enterradores.Me fui a los ríos donde quemangrandes cadáveres pintados,pequeños muertos huesudos,emperadores recubiertospor escamas aterradoras,mujeres aplastadas de prontopor una ráfaga de cólera.Eran riberas de difuntosy especialistas cenicientos.

Cuando llegó mi oportunidad

les largué unas cuantas preguntas,ellos me ofrecieron quemarme:era todo lo que sabían.

En mi país los enterradoresme contestaron, entre copas:"-Búscate una moza robusta,y déjate de tonterías".

Nunca vi gentes tan alegres.Cantaban levantando el vinopor la salud y la muerte.Eran grandes fornicadores.

Regresé a mi casa más viejodespués de recorrer el mundo.

No le pregunto a nadie nada.

Pero sé cada día menos.

(PABLO NERUDA, de Estravagario)

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Biografía(Según la página oficial)

1942Nace el 2 de agosto en Lima, Perú, donde su padre, Tomás Allende, primo hermano de Salvador Allende, es funcionario diplomático de Chile. Su madre, Francisca Llona, "doña Panchita", es hija de Isabel Barros Moreira y Agustín Llona Cuevas.

1945 Doña Panchita anula su matrimonio con Tomás Allende y regresa a Chile con sus tres niños pequeños a vivir en la casa de su padre en Santiago, donde éstos crecen al cuidado de su madre y del abuelo.

1953-1958

Doña Panchita se une a Ramón Huidobro Domínguez, el "tío Ramón", diplomático de carrera, destinado a Bolivia y a Beirut. En Bolivia, Isabel asiste a una escuela privada norteamericana y en Beirut a una escuela privada inglesa. En 1958 Isabel regresa a Chile a raíz de la crisis del canal de Suez para terminar sus estudios secundarios. Conoce a su futuro esposo, Miguel Frías, estudiante de ingeniería.

1959-1965Isabel trabaja para la FAO (Food and Agriculture Organization) de las Naciones Unidas, en Santiago. En 1962 se casa con Miguel Frías. Al año siguiente nace su hija Paula.

1964-1965 Viaja por Europa, vive en Bruselas y en Suiza con su marido y su hija.

1966Regresa a Chile y nace su hijo Nicolás.

1967-1974Escribe para la revista "Paula". Forma parte del primer equipo editorial y está a cargo de la columna de humor "Los impertinentes".

1973-1974 Colabora en la revista para niños "Mampato", en Santiago. Publica dos cuentos para niños, "La abuela Panchita" y "Lauchas y lauchones" y una recopilación de artículos, "Civilice a su troglodita".

1970-1972 Salvador Allende es elegido primer presidente socialista de Chile. El padrastro de Isabel, Ramón Huidobro, es nombrado embajador en Argentina. Mientras, Isabel trabaja en los canales 13 y 7 de la televisión de Santiago, donde tiene un programa de humor y otro de entrevistas.

1973Su obra de teatro "El embajador" se representa en Santiago. Golpe de estado del 11 de septiembre encabezado por el general Augusto Pinochet Ugarte. Salvador Allende muere, bombardeado por la aviación golpista.

1975Isabel y su familia se trasladan a Venezuela. Allí permanecen durante 13 años, debido a la amenaza de la dictadura chilena. Colabora con el periódico El Nacional, de Caracas.

1978Separación temporal de Miguel Frías. Vive en España durante dos meses.

1979-1982Trabaja de administradora del Colegio Marroco, escuela secundaria de Caracas.

1981Al recibir la noticia de que su abuelo de 99 años se está muriendo, comienza a escribirle una carta que se convertirá en el manuscrito de "La casa de los espíritus".

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1982Se publica "La casa de los espíritus", (Plaza & Janés, Barcelona).

1984Se publica "La gorda de porcelana", (Alfaguara, Madrid) breve novela humorística escrita en 1974. Se publica "De amor y de sombra", (Plaza & Janés).

1985Traducción al inglés de "La casa de los espíritus", Editorial Knopf.

1987Se divorcia de Miguel Frías. Se publica "Eva Luna", (en español, por Plaza & Janés) y en inglés. Primer encuentro con Willie Gordon en San José, California.

1988 Se casa con Willie Gordon, el 7 de julio, en San Francisco. Residen en San Rafael, California, hasta el presente.

1989Se publica "Cuentos de Eva Luna" (Plaza & Janés).

1990Democracia en Chile. Isabel regresa después de 15 años de ausencia para recibir el premio Gabriela Mistral de manos del presidente Patricio Aylwin.

1991Se publica Cuentos de Eva Luna, en inglés. Paula sufre un ataque de porfiria y entra en coma en diciembre en Madrid, cuando Isabel presenta su nueva novela, "El plan infinito".

1992Paula muere en San Rafael, en la casa de Isabel y Willie, el 6 de diciembre.

1993Se publica "El plan infinito" en inglés. Se pone en escena "La casa de los espíritus", en Londres. El 22 de octubre se estrena en Múnich la película "La casa de los espíritus", producida por Bernd Eichinger y dirigida por Billie August.

1994 Se publica "Paula" en español, alemán, holandés e inglés. "De amor y de sombra" pasa a la pantalla dirigida por Betty Kaplan.

1997 Se publica "Afrodita" (Plaza & Janés).

1998 Aparece "Afrodita" en italiano y en inglés.

1999 Se publica "Hija de la fortuna" (Plaza & Janés).

2000 Se publica "Retrato en sepia" (Areté)

2003el libro de memorias Mi país inventado (2003)

Actualmente reside en San Rafael, (California). Ha sido distinguida en la Academia de Artes y Letras de Estados Unidos y su lema es: "Dejen volar su imaginación y escriban lo necesario".

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PREMIOS

- Mejor Novela del año, en Chile en 1983. - Panorama Literario, en Chile en 1983. - Autor del año, en Alemania en 1984. - Libro del año, en Alemania en 1984. - Grand Prix d'Evasion, en Francia en 1984. - Grand Prix de la Radio Television Belge (Point de Mire) en 1985. - Mejor Novela, en México en 1985. - Premio Literario Colima, en México en 1986. - Quality Paperback Book Club New Voice, en USA (nominación en 1986). - Autor del año, en Alemania en 1986. - XV Premio Internazionale I Migliori Dell'Anno, en Italia en 1987. - "Mulheres" Premio a la Mejor Novela Extranjera, en Portugal en 1987.- Nominación al "Los Angeles Times Book Prize" en USA en 1987. - Library Journal's Best Book, en USA en 1988. - Before Columbus Foundation Award, en USA en 1988. - Premio Literario "XLI Bancarella", en Italia en 1993. - Independent Foreign Fiction Award de Junio- Julio 1993 en Inglaterra. - Brandeis University Major Book Collection Award, en USA en 1993.- Feminist of the Year Award, The Feminist; Majority Foundation, USA 1994.- Critics' Choice", USA 1996.- Books to Remember", American Library Assoc., USA 1996. - Hispanic Heritage Award for Literature, en Washington (USA), 1996. - "Malaparte" Amici di Capri, Italia 1998. - "Donna Citta Di Roma", Italia 1998. - Dorothy and Lillian Gish Award, USA, 1998. - Sara Lee Foundation, USA 1998.

  OTROS RECONOCIMIENTOS

- Miembro de la Academia de la Lengua, Chile, 1989.- Profesor de Literatura Honoris Causa por la Universidad de Chile, 1991.- Doctor of Letters at New York State University, USA, 1991.- Freedom to Write, Pen Club, USA, 1991.- Marin Women's Hall of Fame, USA, 1994.- Condecoración Gabriela Mistral, Chile, 1994.- Chevalier dans l'Ordre des Arts et des Lettres, Francia, 1994.- Miembro de la Academia de Artes y Ciencias, Puerto Rico, 1995.- Honorary Citizen of the City of Austin, USA, 1995.- Doctor of Humane Letters at Florida Atlantic University, USA, 1996.- Doctor of Letters at Columbia College Chicago, USA, 1996.

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ISABEL ALLENDE, epígona del Boom Latinoamericano

A mí no me gustan Isabel Allende o Laura Esquivel, que son epígonas de García Márquez, pero triunfan. Antonio Muñoz Molina

A pesar de los premios y reconocimientos recibidos, Isabel Allende no goza del reconocimiento completo por parte de todos los críticos y lectores. Hay un prurito que le niega la capacidad literaria suficiente para poder ser comparada con otros escritores que ya han recibido el laudo y el reconocimiento de toda la crítica avezada y académica. Su estilo no llega a ser, a juicio de estos críticos, suficientemente apto para otorgarle el título de “escritora clásica”, que no se duda en dar a otros narradores sudamericanos como García Márquez, Alejo Carpentier, Vargas Llosa, Julio Cortázar, etc. A juicio de estos críticos, Isabel Allende no pasará con grandes caracteres a la historia de la literatura.

Por el contrario, es innegable el éxito comercial y la capacidad de venta que la autora ha sabido tanto alcanzar como hábilmente trabajar. Este triunfo de ventas ha ido apoyado en unas novelas que buscaban la actualidad política y social más reciente en la que siempre tomaba partido por las ideas más progresistas y feministas. Justamente esta actitud es la que le ha granjeado otros de sus enemigos empedernidos, las fuerzas conservadoras, que han tratado de alimentar el mito de la falta de calidad en sus obras y achacar el éxito de ventas más a los mensajes que contenían que al valor literario propiamente dicho1.

Como en medio está la virtud, en palabras ya arcaicas, convendría que consideráramos que las obras de Isabel Allende no carecen de la validez literaria ni del valor de escritura suficiente como para descalificarlas por sí mismas, aunque no lleguen a la altura de los autores nombrados. La comparación con los grandes literatos del Boom Sudamericano más que beneficiarle le ha perjudicado excesivamente, porque sus valores no radican en lo estrictamente literario sino en el justo equilibrio del mundo de la ficción y de lo testimonial. Con un estilo sobrio y ágil, en muchas ocasiones, lo que acaba haciendo llamativa la lectura de Isabel Allende es la habilidad con la que hace latir el hondo sentimiento por un mundo más justo y equitativo en medio de un lenguaje que traduce una realidad más profunda, más emotiva, más espiritual, que nos aportaría una sociedad en la que el papel de la mujer fuera más equilibrado e importante. Reconocer la modernidad de estas ideas e, incluso, su carácter comercial no lo hace en demérito de la propia autora sino, en todo caso, en la esperanza de que este mismo compromiso sea asumido por muchos más escritores y por muchas más personas.

1 Si bien en general, las novelas, cuentos y relatos de la autora han recibido bastantes críticas respecto a su calidad literaria -sobre todo en su país de origen-, especialmente por los tintes (a veces escenas completas) de “realismo mágico” que se filtraron en las páginas de sus primeros trabajos con mucha intensidad, Isabel Allende es leída por un público masivo. Y junto a otras autoras/es, se ha convertido en una suerte de referente de cierto tipo de literatura que tendería a ser calificada en función de su éxito editorial como bestseller (y con ello “pseudoliteratura”), poco compleja, o incluso “light”, pero cuya presencia e importancia es innegable.

Bajo esta aparente liviandad, se reconoce el impacto que La Casa de los Espíritus produjo en la escena internacional, en la medida que sus páginas hicieron emerger una imagen de Chile contraria a aquella difundida por la dictadura militar durante sus primeros años de gobierno. Y además, por abrir el espacio editorial (en términos de mercado) a la narrativa escrita por mujeres, se ha convertido junto con la autora y el conjunto de sus producciones (tal vez una primera fase) en una suerte de referente ‘cultural’ (en el sentido más lato y ambiguo del término). ( Carmen Gloria Godoy, La Casa de los Espíritus: Familia, nación y clases. Pág. 1. Universidad de Chile 2008)

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El Boom latinoamericano“Con la misma carencia de argumentos sólidos con que en los años sesenta, mediada la década, se comenzó a alabar y a consagrar al llamado “boom de la narrativa latinoamericana”; hacia 1972 varios reportajes a escritores y artículos periodísticos fueron índice de que se había comenzado a decretar su extinción “(Ángel Rama, en El Boom en perspectiva, en Signos Literarios 1 (enero-junio, 2005), 161-208)

“Ahora bien, no se trató en ningún momento, de un movimiento literario vinculado por un ideario estético, político o moral. Como tal, ese fenómeno ya pasó. Y se advierte ya distancia respecto a esos autores así como cierta continuidad en sus obras, pero es un hecho, por ejemplo, que un Cortázar o un Fuentes tienen pocas cosas en común y muchas otras en divergencias. Los editores aprovecharon muchísimo esta situación pero ésta también contribuyó a que se difundiera la literatura latinoamericana lo cual constituye un resultado a fin de cuentas bastante positivo. Lo que ocurrió a nivel de la difusión de las obras ha servido de estímulo a muchos escritores jóvenes, les ha llevado a escribir, les ha probado que en América Latina existe la posibilidad de publicar, de conseguir una audiencia que trascienda las fronteras nacionales e, incluso, las de la lengua. El hecho es que hoy se escriben muchas más novelas que hace algunos años. No afirmo que la causa haya sido exclusivamente la de que un grupo de escritores obtuviera mucho éxito y una gran audiencia, pero, sin duda, esa realidad ha contribuido a dar mayor seguridad y a estimular las vocaciones jóvenes” Mario Vargas Llosa en Zona Franca, Caracas, 2a. época, Año III, No. 14, agosto de 1972, Recogido en Ángel Rama, en El Boom en perspectiva, en Signos Literarios 1 (enero-junio, 2005), 161-208

A lo

largo de la década de los sesenta se produce un fenómeno cultural, periodístico y editorial que da a conocer en todo el mundo la literatura que se llevaba a cabo en la América de habla hispánica. Hay quienes lo definen como el redescubrimiento de América desde el punto de vista literario y su entronización en la historia de la literatura universal.

Los autores que formarán parte del Boom eran ya conocidos en sus países. Habían armonizado en sus obras las experiencias indigenistas de otros escritores anteriores con los movimientos vanguardistas, así como con la narrativa internacional del momento. Eran lectores de Virginia Wolf, William Faulkner, Marcel Proust o Jean-Paul Sartre. Sabían, por lo tanto, conjugar el mundo indígena autóctono con las últimas tendencias narrativas.

Al mismo tiempo, sus posturas personales se asocian e identifican con los nuevos movimientos de liberación política y social, que se manifiesta tanto en el apoyo a la Revolución cubana como en el exilio obligatorio, que muchos de ellos tendrán que soportar.

Entre los factores que influyen en el desarrollo del Boom conviene destacar:

Esta es una pequeña muestra de los autores y de sus obras: Gabriel García Márquez (Cien años de soledad, 1967), Carlos Fuentes (La muerte de Artemio Cruz, 1962), Mario Vargas Llosa (La ciudad y los perros, 1963), Alejo Carpentier (El siglo de las luces, 1962), Juan Carlos Onetti (El astillero, 1961), Ernesto Sábato (Sobre héroes y tumbas, 1961), José Lezama Lima (Paradiso, 1966), Miguel Ángel Asturias (Los ojos de los enterrados, 1960), Julio Cortázar (Rayuela, 1963), Manuel Puig (La traición de Rita Hayworth, 1968), José Donoso (Un lugar sin límites, 1965), Mario Benedetti (La tregua, 1960), Guillermo Cabrera Infante (Tres tristes tigres, 1967), Elena Garro (Los recuerdos del porvenir, 1963), Manuel Mujica Láinez (El unicornio, 1965), etc.

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1.- El interés del mundo occidental por los nuevos procesos políticos y sociales que se están produciendo en la América no inglesa.2.- La creación por el Gobierno cubano de la Casa de las Américas, que acoge, difunde y premia, durante un tiempo, a estos escritores, en cuya revista escribirán.3.- La creación de otras revistas en otros países, que harán una labor similar a la anterior, como Siempre (México), Primera Plana (Argentina) o Marcha (Montevideo).4.- El reconocimiento internacional a la narrativa sudamericana.

5.- El apoyo de la industria editorial española sobre todo la editorial Seix−Barral, aunque también fueron importantes Plaza y Janés, y Bruguera. De esta manera, el mundo editorial español recuperará el mercado hispanoamericano perdido tras la guerra civil y se convertirá en uno de los más importantes de la zona.

En 1962, Mario Vargas Llosa es premiado por Seix-Barral con el Premio Biblioteca Breve por La ciudad y los perros. A partir de ese momento, la publicación de las novelas de Vargas Llosa, García Márquez, Julio Cortázar, etc. se convierte en un éxito editorial, que justifica bastante bien el nombre de “El Boom latinoamericano”. Justamente este éxito es el que le otorga el carácter de unidad y grupo; pues, como podemos ver en la cita de comienzo de Vargas Llosa, con el tiempo se hace evidente que no conforman ni un movimiento generacional ni una identidad de estilos, aunque todos ellos se suelen asociar a lo llamado “Realismo mágico.”

El Realismo Mágico

Aunque la figura central del boom es García Márquez y su obra Cien años de soledad, publicada en 1967, hay muchos autores y obras anteriores a esa fecha, que se han vinculado a este fenómeno. El cubano Alejo Carpentier, por ejemplo, o el argentino Julio Cortázar, ya estaban consagrados como escritores. Sin embargo, no habían sido "masificados", fenómeno que sólo ocurrió a partir de los 60. Juan Rulfo, de México; José María Arguedas, de Perú; Guillermo Cabrera Infante y José Lezama Lima, de Cuba; Jorge Luis Borges y Ernesto Sábato, de Argentina; y Juan Carlos Onetti, de Uruguay, entran en la renovación temática y estilística de nuestra literatura. En Chile, no podemos dejar de nombrar a Manuel Rojas, cuya obra cumbre, Hijo de Ladrón, expresa de modo magistral, los principales motivos de la literatura contemporánea: la marginación social, la angustia existencial, la incomunicación y la impersonalidad de la sociedad contemporánea. 1967 fue un año decisivo para las letras de América Latina, hasta entonces generalmente ignoradas en el panorama mundial. Ese año, el guatemalteco Miguel Ángel Asturias (1899-1974) se convirtió en el primer novelista latinoamericano en recibir el Premio Nobel de literatura (la chilena Gabriela Mistral lo había recibido por su poesía en 1945). También en junio de ese año apareció la novela Cien años de soledad, del colombiano Gabriel García Márquez (1928- ), que en pocos meses se convirtió en un best-seller mundial. Era la cúspide del "Boom" en la novela hispanoamericana, que había comenzado cuatro años antes con la gran popularidad de Rayuela (1963) del argentino Julio Cortázar (1914-1984), y que también incluía la obra del peruano Mario Vargas Llosa (1936- ) y la del mexicano Carlos Fuentes (1928- ), entre otros. Por primera vez en la historia, la producción literaria latinoamericana tenía un papel protagónico en la escena internacional y, para el año dos mil, otros cuatro escritores habían recibido el Premio Nobel de literatura: Pablo Neruda (Chile) en 1971, García Márquez en 1982, Octavio Paz (México) en 1990 y Derek Walcott (St. Lucia) en 1992, que escribe en lengua inglesa.

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Recibe este nombre un tipo de novela especialmente cultivado por los narradores hispanoamericanos a partir de 1950. El narrador cubano Alejo Carpentier consagra el término al emplearlo para caracterizar la narrativa moderna en la segunda mitad del siglo XX2. Consiste en crear un ámbito irreal o extraño donde transcurre lo real, en fusión realmente mágica. Lo que acontece aparece con un halo de misterio sobrenatural, que no desvirtúa lo que de cotidiano puede tener la aventura. Por ello, el hecho es vivido por los personajes como normal. Muchos críticos han hallado el origen del término en los cronistas españoles de Indias, que descubrieron a Europa las mentalidades de los indios, creadores de prodigios y mitos. De este modo, la fantasía se torna en realidad, y esta se transforma en fantástica.

“En nuestro Continente hay material preciso para un escritor, porque ocurren cosas extraordinarias todos los días. Aquí la vida tiene proporciones extravagantes. Es una tierra de huracanes, terremotos, hambrunas, donde los ríos son anchos mares, los desiertos son valles lunares, la selva es tan tupida que no entra la luz del sol y la historia oscila entre la comedia hilarante y el drama griego. La originalidad y el mérito de los escritores latinoamericanos ha sido darle el mismo valor a la realidad objetiva que a lo subjetivo. Es tan importante lo que se sueña en la noche como lo que se realiza en el día. Si eso es “realismo mágico”, mi novela lo tiene” (Isabel Allende en Marcelo Coddou, Para leer a Isabel Allende. Recogido por la novela chilena en el exilio, de Carmen J. Galarce; The Ohio State University, 1993)

Para Carpentier, lo maravilloso surge de una inesperada alteración de la realidad y supone una fe en el hombre y en sus posibilidades que tanto el autor como el lector deben compartir; pero lo que ocupa un lugar esencial dentro del realismo maravilloso es lo inhabitual, lo inesperado y lo inadvertido, que forman parte de la realidad cotidiana del continente. Si lo real maravilloso se encuentra en la historia y en la realidad, el papel del intelectual será diluir esa realidad y hacer creíble lo que aparece como maravilloso o sobrenatural.

Para Carmen Galarce lo que acaba caracterizando el realismo mágico es la naturalización de lo irreal y la irrealidad de lo natural, por un lado; y, por el otro, la falta de causalidad entre los sucesos irreales que acontece, es decir, el reconocimiento con naturalidad de los fenómenos extrasensoriales. Como podemos ver en el primer capítulo de Cien años de soledad, que los gitanos lleguen donde los naturales no saben volver, o encontrar un barco en medio de la nada del desierto, no sorprende; lo que sorprende a los naturales es la llegada del imán o el descubrimiento de la lupa.

Algunos de los narradores más representativos del realismo mágico son: Miguel Ángel Asturias (El señor presidente, 1946), Alejo Carpentier (El reino de este mundo, 1944), Jorge Luis Borges (Ficciones, 1944), Juan Rulfo (Pedro Páramo, 1955), Gabriel García Márquez (Cien años de 2 El término realismo mágico fue creado por Franz Roh en 1925 en su libro "El realismo mágico. Postexpresionismo". En aquel momento Roh hablaba del retorno a la realidad como tendencia en la pintura europea de entreguerras, corriente pictórica alemana post-expresionista; este grupo de pintores pretendía captar lo permanente, la esencia de la realidad, basándose en la coexistencia entre el realismo y la dimensión mágica que exploraba el expresionismo.

Durante los años veinte y treinta fueron muchos los bohemios latinoamericanos que viajaron al Viejo Continente para incorporarse a la corriente surrealista, tratando de buscar aspectos sobrenaturales para crear una realidad cimentada en los sueños y en el subconsciente. Cuando regresaron a Hispanoamérica, se dieron cuenta que no era necesario buscar esta realidad en Europa, pues ésta ya se encontraba en su propia cultura y países.

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soledad, 1967), Julio Cortázar (Bestiario, 1951) e Isabel Allende (La casa de los espíritus, 1982).

“No heredé los poderes psíquicos de mi abuela, pero ella me abrió la mente a los misterios del mundo. Acepto que cualquier cosa es posible. Ella sostenía que existen múltiples dimensiones de la realidad y no es prudente confiar sólo en la razón y en nuestros limitados sentidos para entender la vida; existen otras herramientas de percepción, como el instinto, la imaginación, los sueños, las emociones, la intuición. Me introdujo al realismo mágico mucho antes que el llamado boom de la literatura latinoamericana lo pusiera de moda. Esto me ha servido en mi trabajo, porque enfrento cada libro con el mismo criterio con que ella conducía sus sesiones: llamando a los espíritus con delicadeza, para que me cuenten sus vidas. Los personajes literarios, como los aparecidos de mi abuela, son seres frágiles y asustadizos; deben ser tratados con prudencia, para que se sientan cómodos en las páginas.Aparecidos, mesas que se mueven solas, santos milagrosos y diablos con las patas verdes en el transporte colectivo, hacen la vida y la muerte más interesantes. Las almas en pena no reconocen fronteras. Tengo un amigo en Chile que se despierta en las noches con la visita de unos africanos altos y flacos, vestidos con túnicas y armados de lanzas, que sólo él puede ver. Su mujer, que duerme a su lado, nunca ha visto a los africanos, sólo a dos señoras inglesas del siglo XIX que atraviesan las puertas. Y otra amiga mía, en cuya casa de Santiago se caían misteriosamente las lámparas y se volcaban las sillas, descubrió que la causa eran los huesos de un geógrafo danés, que desenterraron en el patio, junto a sus mapas y su libreta de notas. ¿Cómo llegó tan lejos el pobre muerto? Nunca lo sabremos, pero el hecho es que con rezarle varias novenas y decirle unas cuantas misas el infeliz geógrafo se fue”. (Mi país inventado. Isabel Allende)

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La casa de los espíritus

Cuenta Isabel Allende que el origen del libro radica en una carta que le escribió a su abuelo de 99 años y que este no pudo llegar a leer, pues murió antes. En ella, según dice, contaba recuerdos de su infancia, de la vieja casona de la calle Cueto, de sus abuelos y de todo aquello que le abrió al mundo de la fantasía en los sueños y fantasías de la infancia.

La obra se publicará, por primera vez, en 1982 por Plaza & Janés en Barcelona. El éxito de público será inmediato y la traducción a más de veinte idiomas también. Se dice que Allende ha vendido más de 35 millones de libros (no sólo de La casa de los espíritus) y que ha sido traducida a 27 lenguas.

La creación de la obra es poco después del Golpe de Estado del general Pinochet, que derribó violentamente a su tío, Salvador Allende Gossens, de la presidencia democrática de Chile, para la que había sido elegido tres años antes. Dos años después, Isabel se exilia en Caracas. El libro recoge en su última parte su recuerdo de esta experiencia atroz, así como lo enlaza con la historia de Chile a través, fundamentalmente, de las mujeres que forman parte de las distintas generaciones de la dinastía de los Trueba.

ARGUMENTO

La Casa de los Espíritus, publicada en 1982, la primera novela de Isabel Allende, narra la excéntrica vida familiar de los Trueba, especialmente centrada en Clara, una mujer distraída con dotes de clarividente.La novela comienza con una presentación de la familia del Valle y Esteban Trueba, heredero de una familia venida a menos, quien marcha a las minas del norte para hacerse rápidamente rico y así poder casarse con Rosa, la hija mayor de los del Valle. Sin embargo, mientras Esteban parece que va adquirir la riqueza necesaria para esa boda digna, recibe una carta en la que le informan de la muerte de Rosa, causada por ingerir casualmente un aguardiente envenenado destinado a su padre, un político liberal que pretende presentarse a las próximas elecciones. Un crimen político irracional e irresponsable.Al recibir la noticia, Esteban decide retirarse al fundo abandonado que su padre le había dejado de

herencia, como forma de superar el dolor de la muerte de la prometida y de conseguir la riqueza a través de un valor seguro, la tierra. Al llegar se encuentra con familias en una pobreza extrema. Con puño de hierro y arduo trabajo, Esteban logra poner en pie el fundo, compra otros vecinos y llega a amasar una gran riqueza. Al tiempo que trata a los campesinos con mano de hierro, los moderniza; pero les niega cualquier posibilidad de reconocimiento de identidad social, llegando a abusar incluso del derecho de pernada. De ese abuso nacerá Esteban García, hijo de Pancha García. Hijo ilegítimo y, por lo tanto, sin derecho legal a la sucesión. También recurre a los servicios de la prostitución, en los que conoce a Tránsito López, a la que presta 50 pesos para que marche a la ciudad.

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Al cabo de diez años, Esteban Trueba tiene que volver a la ciudad, porque su madre se había puesto muy grave, y propone a los Valle el casamiento con una de sus hijas, pues, “si ya le aceptaron en una ocasión, pueden volverlo a hacer”. La única hija que queda es Clara, la menor. Hija extraña que desde la muerte de su hermana había decidido no volver a hablar, aunque escribe todo cuanto ocurre en sus cuadernos. Clara vuelve a hablar para anunciar su casamiento con Esteban.Clara era una chica clarividente con poderes que, además de ver el futuro, ve y habla con los espíritus, posee el don de la telequinesia y la adivinación del futuro. Clara será el alma de la casona de la ciudad, de forma que cuando ella muere la propia casona entra en decadencia.Conforme la historia continúa, Clara y Esteban tienen una hija, Blanca, y dos hijos, Jaime y Nicolás, quienes son enviados a un colegio inglés. Tanto la mujer como los hijos, progresivamente se van alejando de las creencias y usos del padre. Un terremoto, que hiere terriblemente a Esteban Trueba, acaba por agriar el carácter de éste.

Blanca, desde el primer viaje a las Tres Marías (el fundo de su padre), se enamora de un niño del lugar. Pasan los años y el niño se vuelve socialista, difundiendo las ideas del socialismo que se daba en Europa, para así mostrarle a la gente que trabajaba en el campo que es posible organizarse para lograr un cambio y una sociedad más justa. Esteban lo echa del fundo, amenazando con matarlo si lo ve de nuevo, pero Blanca, durante su estancia en las Tres Marías, lo sigue viendo todas las noches a escondidas de su padre. La llegada del conde francés, Jean de Satigny, supone una posibilidad de cambio, pero es el detonante del enfrentamiento definitivo de Blanca y de Pedro Tercero García con Esteban Trueba, al denunciar el conde los amores ilícitos entre los dos. Esteba Trueba busca a Pedro Tercero para matarlo, tras la denuncia de Esteban García, pero sólo consigue cortarle tres dedos de la mano. Estaban García, vengativo y rencoroso, no recibe la recompensa prometida por la denuncia y acumula más odio. Blanca, embarazada de Pedro Tercero, es obligada a casarse con el conde francés, con el engaño de que Pedro Tercero ha muerto.Un tiempo después de haberse casado, y sin consumar el matrimonio, Blanca se da cuenta de que su esposo es un perverso sexual y huye a la casa de sus padres. Nunca más se sabrá nada de Jean de Satigny hasta que llaman a Blanca para reconocer su cadáver. Al huir de la casa del conde, está a punto de dar a luz y acaba llevándolo a cabo en la casa de sus padres, con la ayuda de su hermano Jaime (que era en esa época estudiante de medicina). La hija se llamará Alba.

A pesar del boicot del miedo por parte del partido conservador, el mismo que abanderaba el senador Trueba, la coalición de izquierdas obtiene el triunfo en las elecciones. Desde el comienzo las derechas, con el apoyo del Gobierno estadounidense preparan el boicot económico y el enfrentamiento social e incluso militar. En una ocasión Pedro Tercero, cantante famoso y miembro importante del gobierno popular, tiene que sacar de una situación difícil a Esteban Trueba. Es el momento en que Alba se entera de que este es su verdadero padre.Finalmente, los militares, financiados por los políticos conservadores, como Esteban Trueba, y la CÍA dan un golpe de estado y derrocan al Candidato, bombardeando la sede presidencial, en el que muere Jaime y el propio presidente. Después del golpe de estado, el propio Trueba comprueba que los políticos conservadores han caído en desgracia y que los militares han llegado para quedarse. Para ello no dudan ni en cambiar con mentiras la historia ni en matar o torturar a todos los que no piensan como ellos. El carácter de Esteban Trueba se dulcifica y llega, incluso, a ayudar a escapar a Canadá a Blanca y Pedro Tercero García.La tortura llega incluso a la propia familia de los Trueba, quien es menospreciado el día que detienen a Alba. El bastardo Esteban García, que ha alcanzado el grado de coronel, se encarga en persona de la tortura de Alba. La ayuda de Tránsito López, sugerida por Miguel –el novio guerrillero de Alba-, acaba salvando a ésta de una muerte segura.Cuando Alba piensa que va a morir, se le presenta la visión de su abuela Clara, quien le aconseja que busque el consuelo en la escritura. Y Alba empieza escribir, primero, mentalmente; después en cuadernos que le acercan sus compañeras de prisión. Para acabar escribiendo, con el apoyo de su abuelo, la historia de su familia, como manera de que las generaciones futuras no olviden nunca los fallos que ellos cometieron y que llevaron su país a

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la barbarie, por hacer primar los valores económicos sobre los sociales o éticos. Esteban Trueba acaba muriendo solo, empequeñecido (cumpliéndose la maldición de su hermana Férula) y abrumado por una vida, que él creía digna, pero que se vino a demostrar al final, vacía y carente de valores humanos y espirituales, que sin embargo encarnaban las mujeres de la familia. Alba dejará testimonio de todo ello, como ejemplo de la destrucción que el ser humano puede llevar a cabo.(Una lectura del argumento por capítulos podéis encontrarla en este documento, aunque el profesor no lo ha revisado exhaustivamente)

TRAMA

Encerrada en la perrera, con las ansias de morir en la mente y tratando de no respirar para mejor morir, Alba recibe la visita del espíritu de su abuela Clara que le sugiere que no muera, que escriba historias para sobrevivir. De esa manera Alba soporta la tortura y sale libre. Al encontrarse con su abuelo, ambos deciden escribir la historia familiar para poder soportar el dolor de vivir, las consecuencias de la tortura física de Alba y mental de Esteban Trueba, quien a los 90 años comprende el desperdicio de una vida, que le ha llevado a él a la soledad y a su nieta y a Chile, al terror. La historia empieza y acaba con la misma frase, con la frase que encabezaba los cuadernos de la abuela Clara. Es el carácter circular de la historia. Lo mismo es que, en el género humano, la historia se repite y siempre triunfa la barbarie. Lo que vendría a justificar los versos de El Poeta, Pablo Neruda, que encabezan el comienzo de la historia.

¿Cuánto vive el hombre, por fin?¿Vive mil días o uno solo?¿Una semana o varios siglos?¿Por cuánto tiempo muere el hombre?¿Qué quiere decir “Para siempre”?Preocupado por este asuntome dediqué a aclarar las cosas.Busqué a los sabios sacerdotes,los esperé después del rito,los aceché cuando salíana visitar a Dios y al Diablo.Se aburrieron con mis preguntas.Ellos tampoco sabían mucho,eran sólo administradores.Los médicos me recibieron,entre una consulta y otra,con un bisturí en cada mano,saturados a aureomicina,más ocupados cada día.Según supe por lo que hablabanel problema era como sigue:nunca murió tanto microbio,toneladas de ellos caían,pero los pocos que quedaronse manifestaban perversos.Me dejaron tan asustadoque busqué a los enterradores.

Me fui a los ríos donde quemangrandes cadáveres pintados,pequeños muertos huesudos,emperadores recubiertospor escamas aterradoras,mujeres aplastadas de prontopor una ráfaga de cólera.Eran riberas de difuntosy especialistas cenicientos.Cuando llegó mi oportunidadles largué unas cuantas preguntas,ellos me ofrecieron quemarme:era todo lo que sabían.En mi país los enterradoresme contestaron, entre copas:“-Búscate una moza robusta,y déjate de tonterías”.Nunca vi gentes tan alegres.Cantaban levantando el vinopor la salud y la muerte.Eran grandes fornicadores.Regresé a mi casa más viejodespués de recorrer el mundo.No le pregunto a nadie nada.

(De Estravagario, Pablo Neruda, 1958)

Pero sé cada día menos.

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TEMA

“Es la historia de una típica familia latinoamericana de clase media acomodada, pero me interesaba hacer una especie de fresco donde estuvieran retratadas todas las clases sociales y la ciudad, el campo, la geografía, el clima, la historia, la parte mágica y la real de la vida de América Latina. Elevar el tono a un plano continental en que todo el hombre y la realidad americana pudieran plasmarse. Era un proyecto ambicioso y no sé si cumplí con él.Pero también es una historia de amor, odio, sangre, violencia, ternura. También, un poco, una historia fatalista, son tan poderosas las fuerzas ajenas al hombre que se mueven en este continente. El final es un huracán en el que hasta los que lo provocaron caen envueltos.Pero no soy pesimista, creo que la humanidad avanza hacia alguna parece, creo e n mi pueblo y en los pueblos. Quise que al final de la novela quedara encendida una antorcha de esperanza, y la protagonista, que ha sido detenida, violada, torturada, que ha perdido a su familia y está sola en el caserón de su abuelo muerto, esperando que amanezca para enterrarlo, espera también un día mejor para ella y para el mundo, y entonces se sienta a escribir porque quiere reconstruir lo que perdió, y escribe que espera a Miguel, su compañero que está en la clandestinidad, y espera también a esa criatura que está gestando, hija de tantas violaciones pero sobre todo hija de ella. Lo que va a venir en este continente tiene que ser el producto del dolor asumido, de la violencia perpetrada y del renacer de la gente que, sin ignorar y olvidar, asume y supera”

(Isabel Allende, La Bicicleta, nº 44, pág. 39. Marzo 1984)

El tema del libro es, como dice su autora, la historia de una familia de clase media acomodada, la historia de los Trueba y Valle. Conviene precisar que la historia narrada se funda en elementos realistas extraídos de la vida y familia de la propia autora, así como de los sucesos fundamentales e históricos de su propio país, que acaban con la destrucción y muerte del presidente chileno, el Candidato (Salvador Allende), por parte del ejército chileno.

Podemos añadir, no obstante, que a través de las señales percibidas en el poema que da inicio al libro, así como en su final y en el propio acontecer de los sucesos narrados en este, la obra es una reflexión pesimista sobre la condición humana y, en particular, la realidad latinoamericana en la que la división en razas, clases y género, parece que fuera a durar eternamente y donde la destrucción de toda esperanza parece imponerse sobre un futuro más prometedor del ser humano, aunque siempre debiera quedar la esperanza de que el cambio pueda ser posible a partir del dolor asumido, pero sin ignorar y olvidar, para que la experiencia no se repita. Pero, ¿por cuánto tiempo muere el hombre?

ESTRUCTURA

El libro se nos presenta con un título (La casa de los espíritus), una dedicatoria, una cita introductoria y quince capítulos, numerados del uno al catorce, más el epílogo.

El título del libro hace referencia a la casa de Santiago en la que vivirá la familia el tiempo que no pase en la otra residencia, Las Tres María, la casa residente en el campo, en el fundo. Se establece de esta manera el enfrentamiento entre dos formas de vida que reflejan tanto dos espacios geográficos como dos formas de entender la vida, separadas por una distancia extrema que se refleja en la modernidad, el valor de la educación y de las apariencias de la ciudad, frente

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al mundo casi medieval, tradicional, en el que predomina el vasallaje, la ignorancia, la dominación y el maltrato.

Sobre la dedicatoria ya hemos comentado en el apartado referido al tema. Conviene precisar que esta cita está extraída, como ya hemos visto antes, de un poema de Pablo Neruda, que en la novela es nombrado como El Poeta.

En cuanto a los capítulos y su estructura en partes, podemos decir que esta hace gala de un juego de estructuras brillante e ingenioso, de manera que podemos pensar que se nos presenta con una estructura circular, pues empieza igual que acaba, tanto desde el punto de vista de lo escrito como de los sucesos (empieza con un asesinato político inexplicable e irracional y termina con otros asesinatos políticos, en este caso, premeditados y de violencia extrema, de exterminio del contrario); pero, sin embargo, tendría un carácter lineal en la sucesión de los hechos narrados; así como, un sentido retrospectivo, al ser construida la novela por su narradora al final de los hechos contados.

Al final asistimos a la sensación de que hemos sido arrastrados a un laberinto “ordenado”, cuya finalidad es hacernos partícipes de unos planos pergeñados por la autora y su narradora para sorprendernos con ellos, para acabar comprendiendo que lo más importante no es la sucesión encadenada de acontecimientos sino la globalidad de las vivencias de los personajes, no sólo sus acontecimientos sino las causas y las relaciones que entre todas sus manifestaciones se dan, de forma que la novela se convierte en el espacio en el que observar “los espíritus de todas las épocas:

“En la perrera tuve la idea de que estaba armando un rompecabezas en el que cada pieza tiene una ubicación precisa. Antes de colocarlas todas, me parecía incomprensible, pero estaba segura que si lograba terminarlo, daría un sentido a cada una y el resultado sería armonioso. Cada pieza tiene una razón de ser tal como es, incluso el coronel García. En algunos momentos tengo la sensación de que esto ya lo he vivido y que he escrito estas mismas palabras, pero comprendo que no soy yo, sino otra mujer, que anotó en sus cuadernos para que yo me sirviera de ellos. Escribo, ella escribió, que la memoria es frágil y el transcurso de una vida es muy breve y sucede todo tan deprisa, que no alcanzamos a ver la relación entre los acontecimientos, no podemos medir la consecuencia de los actos, creemos en la ficción del tiempo, en el presente, el pasado y el futuro, pero puede ser también que todo ocurre simultáneamente, como decían las tres hermanas Mora, que eran capaces de ver en el espacio los espíritus de todas las épocas.” (Epílogo de La casa de los espíritus).

De todas formas, si atendiéramos al plano lineal de los acontecimientos, propio del argumento, podríamos dividir la obra en tres partes:

1) Capítulo I al V

En estos capítulos se narraría el período de formación y maduración del matrimonio de Esteban Trueba y Clara del Valle, así como el crecimiento de su fortuna y del fundo de Las Tres Marías. Aunque se introduce el ambiente de realismo mágico, misterio y espíritus que rodea la casa de la ciudad, la mayor parte sucede en el campo, en el que a la ambición, violencia y abuso de poder por parte del marido, Clara trata de oponer y suavizar con la cultura, el respeto y la caridad.

La expulsión y muerte de Férula y el terrible terremoto marcarán el fin de esta primera parte. Como dice el narrador “El terremoto marcó un cambio tan importante en la vida de la familia Trueba, que a partir de entonces dividieron los acontecimientos en antes y después de esa fecha.”

La narración parece fundamentarse en los cuadernos de Clara así como en los recuerdos de Esteban Trueba (Muy pronto empecé a sentirme a gusto en el campo. Mis vecinos más próximos quedaban a una buena distancia a lomo de caballo, pero a mí no me interesaba la vida social,

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me complacía la soledad y además tenía mucho trabajo entre las manos. Me fui convirtiendo en un salvaje, se me olvidaron las palabras, se me acortó el vocabulario, me puse muy mandón).

El comunismo y el socialismo son sólo rumores lejanos.

2) Capítulo VI al X

Progresivo abandono de Las Tres Marías, en el que alcanza protagonismo la vida de Blanca y sus amores con Pedro Tercero García. El conocimiento de estos por parte de Esteban con el apoyo del conde francés Jean de Satigny provoca la venganza de aquel. Pedro Tercero no muere, pero su enfrentamiento con el patrón le genera el respeto de los campesinos así como audiencia a sus ideas revolucionarias.

Estos sucesos provocan el alejamiento de Esteban Trueba del fundo y su traslado a la ciudad donde empieza a especular con su dinero y a militar en política. Sale senador por primera vez.

La boda de Blanca con el conde y su alejamiento de la vivienda familiar provoca que la historia no sea sólo parte de Clara sino también de Blanca, que cobra un mayor protagonismo. Sus cartas serán necesarias para recrear este período.

La muerte de Clara finalizaría esta parte.

3) Capítulo XI al Epílogo

La política se convierte en elemento fundamental. Las referencias a la realidad, las citas textuales, los hechos reales, adquieren una gran trascendencia en la obra, que adquiere forma de documento testimonial.

A la par, como símbolos de esos movimientos sociales, los hijos (en especial, Jaime) y sobre todo la nieta Alba adquieren el protagonismo de los hechos. Hechos en los que el papel de Esteban Trueba va disminuyendo y cayendo en desgracia, en la misma manera que disminuye físicamente, tal como le maldijera su hermana Férula.

La detención, la tortura, la escritura redentora, la excarcelación y el acuerdo entre Esteban y Alba para contar la historia de la familia, pone punto final de forma circular a la novela. Al mismo tiempo la muerte de Esteban Trueba cierra la historia de la familia.

En resumen, Isabel Allende presenta la obra como una sucesión de acontecimientos en el tiempo, que se siguen linealmente hasta llegar al Epílogo, en el que la autora nos hace saber quién y por qué cuenta la historia, así como los documentos de los que se sirve para escribirla. Para que lo veamos más claro Alba, la escritora (“En algunos momentos tengo la sensación de que esto ya lo he vivido y que he escrito estas mismas palabras, pero comprendo que no soy yo, sino otra mujer, que anotó en sus cuadernos para que yo me sirviera de ellos”), acaba leyendo el primer párrafo con el que había empezado la novela.

Aunque La casa de los espíritus tiene un carácter cerrado en los hechos presentados, la no marcha de Alba a la espera de Miguel y del hijo que ha de nacer acaba dejando un final abierto, un resquicio por el que puede colarse la esperanza de que las cosas cambien, aunque es más un deseo que una probable realidad.

EL NARRADOR

La novela está escrita en tercera persona con la interpolación de la voz de Esteban Trueba, que habla en primera persona. Tan sólo en el epílogo se puede observar otra voz en primera persona distinta a la de Esteban Trueba que es la de Alba (Satigny) Trueba.

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Como ya hemos dicho hablando de la estructura, Alba nos cuenta en el epílogo que es la escritora de la historia y que para escribirla ha usado los cuadernos de anotar la vida de su abuela Clara, así como la correspondencia de su madre Blanca y otros documentos. Mientras estuvo vivo, su abuelo también participó en la escritura de la novela. Así vemos que el libro se nos presenta como una combinación de polifonías en la que Alba es la que acaba dándole el carácter definitivo.

No obstante, en la redacción de la historia Alba lleva tan al pie de la letra su papel de simple amanuense que su voz se reduce a ser “una narradora omnisciente”, que sólo deja su función en los momentos en los que su abuelo escribe su propia historia y cuando ella misma tiene que explicar el final de su propia aventura y la causa que le induce a adoptar el papel de escritora.

LOS PERSONAJES

Como saga de una familia, la enumeración de los personajes que forman parte de la obra es muy extensa y alargaría innecesariamente este trabajo. Sin embargo, para que estos puedan ser observados y recordados más claramente, podéis echar un vistazo a este archivo, copiado de la Wikipedia y ligeramente retocado.

Otro problema diferente es discernir cuáles de ellos son personajes principales y cuáles secundarios. Si tenemos en cuenta el tema de la obra, como ya hemos comentado, este se vertebra en torno a dos ideas fundamentales: el relato de la saga de los Trueba Valle y los problemas de índole político y social que abocarán a un final violento del relato. Partiendo de esta premisa, diremos que, aunque Esteban Trueba se convierte en eje vertebrador de todo el texto, el resto de la familia, sobre todo las mujeres, son elementos fundamentales tanto para el desarrollo del argumento como para la revisión del mundo social, político y femenino que la obra manifiesta. También habría que añadir como personajes principales aquellos otros que no siendo o formando parte de la familia sirven para configurar el mundo político e ideológico que se manifiesta en la obra.

Por estas razones consideramos como personajes principales a: Esteban Trueba, Clara Valle, Blanca Trueba Valle, Jaime y Nicolás Trueba Valle, y Alba Satigny Trueba, como miembros integrantes de la familia. Así como a Pedro Tercero García, Miguel y Esteban García. Los dos primeros, aparte de las relaciones sentimentales con la familia Trueba, por representar la ideología emergente y finalmente derrotada; y el último, por personalizar las relaciones ilícitas y bastardas de Esteban Trueba, así simbolizar el odio, el rencor y la insidia de los que asumirán el poder con el golpe de estado.

La mayoría de estos personajes son presentados por la escritura, desde el punto de vista de la profundidad psicológica, como personajes “redondos o densos”, es decir, que son personajes que no podemos conceptualizar con un simple vistazo sino que los vemos modificar y cambiar, adaptarse a nuevas formas de comportamiento o de pensamiento, que nos sorprenden. Así cambian las relaciones de Esteban y Clara en virtud de las acciones que cada uno lleva a cabo y cambian los planos de importancia con el paso del tiempo o las actitudes o actividades que llevan a cabo, según cambian las circunstancias de la acción.

Por el contrario, Esteban García se nos revela como un personaje plano, en el que siempre predomina el rencor y el odio por ser el hijo bastardo y no poder a poseer o heredar como un hijo legítimo.

Igualmente podríamos considerar a Miguel, al que a pesar de su brevedad hemos otorgado el papel de principal, como personaje plano, comunista, guerrillero clandestino, siempre comprometido, al que constantemente hemos visto en las mismas circunstancias y, por lo tanto, no podemos saber como reaccionaría en otras diferentes (cosa que si podemos percibir en Pedro Tercero). A pesar de todo, notamos un ligero cambio en la fuerza del amor que le lleva a perseverar en el afecto a Alba, a pesar de ser esta hija del senador Trueba y, por lo tanto, un enemigo de clase. No deja de ser un cambio en el carácter, que hay que tener en cuenta.

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El espacio

Los lugares donde se desarrollan los hechos contados en la obra son fundamentalmente dos: el agrario y campesino de Las Tres Marías y el urbano y burgués de la antigua casa de los Cueto, la Casa de los Espíritus.

El primero, Las Tres Marías, representa tanto el modelo conservador como el patriarcal en el que se desarrolla la obra. El mundo campesino es el lugar en el que se desenvuelve el espacio del miedo y de la ignorancia a lo que ocurre en el mundo y en el que el patrón usa el rol de macho dominante para imponer no sólo su dominio económico sino su control ideológico y social. El comportamiento de Esteban Trueba en el fundo es más propio de un señor medieval que de un hombre ajustado a su tiempo, aunque en el período de su vida tiene que aprender el cambio social que se manifiesta en toda la sociedad chilena, desde la proletarización del campesinado a la progresiva independencia de la mujer. En su intento de imponer el concepto de familia tradicional, Esteban está imponiendo en realidad una situación de violencia en la que predomina la violación, el adulterio, la dominación y los malos tratos. A pesar de la mejora de las condiciones de vida de sus “vasallos”, trabajadores, no acaba de entender que están al mismo nivel y en los mismos derechos que él.

El segundo espacio, La casa de los espíritus, dominado fundamentalmente por el matriarcado, es decir, por las mujeres de la estirpe, se caracteriza por un predominio de las formas del espíritu, de la sensibilidad, del sentimiento, de las fuerzas no-físicas sino del espíritu. Gran parte de ese nuevo espíritu viene aportado por el carácter femenino que imponen las mujeres de la familia y su especial clarividencia: Rosa, Clara, Blanca y Alba. Suponen, de esa manera, la modernidad reprimida por el golpe de estado, pero que se mueven a favor de las fuerzas de la historia. Al menos esa es la esperanza que queda latente, en medio del pesimismo, al final de la novela.

EL TIEMPO

Respecto al tiempo histórico narrado, o período histórico y cronológico en el que se basan los hechos, podemos decir que este corresponde con los dos primeros tercios del siglo XX.

El período histórico viene marcado por el golpe de estado del general Pinochet, que tiene lugar en 1973. Este acontece poco tiempo antes de que uno de los narradores, Esteban Trueba, cumpla los noventa años y muera, lo que nos lleva a pensar que este viene a nacer a mediados de los ochenta del siglo XIX. A comienzos de siglo, nacería su mujer, Clara.

En la obra se cuentan acontecimientos que sirven para enmarcarla históricamente. Estos van desde la presencia de las dos guerras mundiales a acontecimientos genéricos, que arriesgando un tanto podríamos localizar. Así ocurre con la epidemia de tifus, que podría referirse a la ocurrida en Chile en 1932; el terremoto de 1939 o las elecciones presidenciales de 1946, en las que saldría elegido como senador Esteban Trueba. Son, sin embargo, estas fechas, períodos más indicativos que precisos, pues la autora no fija con exactitud el acontecer de estos fenómenos. Los únicos verdaderamente fiables son los tres primeros nombrados: las dos guerras mundiales y el relativo al período de Salvador Allende, que acaba con el nombrado golpe de estado.

En cuanto al tiempo interno o tiempo narrado, diremos que este se sucede de forma lineal con frecuentes referencias a hechos futuros, es decir, anticipaciones o prolepsis, que nos preparan para lo que va a venir así como anticipa el resultado final de la propia estructura narrativa. Y es que desde el punto de vista de causa y efecto, es decir, la trama, la obra en realidad está contada en forma retrospectiva, al ser escrita desde el presente y comenzando por la parte más antigua de esta. Estamos, por lo tanto, ante el juego narrativo más atractivo que es

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la construcción estructural de La casa de los espíritus. El lector queda sorprendido al llegar al final, porque descubre que lo que se le ha ido contando transcurre en el pasado real del discurso, porque el texto es creado desde el presente de 1974, más o menos. De esta manera, todo lo que parecía lineal se convierte en una mirada al pasado desde el presente. Pero, para agudizar más el ingenio, la narradora Alba (puesto que el abuelo ya ha muerto) hace coincidir el principio y el final de la novela, dándonos de esta manera la sensación de un universo narrativo circular y cerrado. Lo que es más artificio que verdadera realidad narrativa.

Por último, en cuanto al tiempo interno decir que este se sucede con frecuentes saltos para centrarse tan sólo en los casos más relevantes de lo que le sucede a la familia Trueba Valle. De hecho, el narrador nos cuenta que ha organizado la obra como si fuera un puzzle, construido con diversos materiales (cuadernos de Clara, cartas de Blanca, anotaciones o testimonios de otros miembros de la familia) y encajados pieza a pieza por la supuesta escritora de la obra.

RECURSOS LINGÜÍSTICOS Y ESTILO

“Era una buena noche de junio, fresca y con luna, y estuvieron despiertos y retozando en la cama hasta el amanecer, indiferentes al viento que pasaba por el dormitorio, cargado con el llanto de los parientes de Prudencio Aguilar.

El asunto fue clasificado como un duelo de honor, pero a ambos les quedó un malestar en la conciencia. Una noche en que no podía dormir, Úrsula salió a tomar agua en el patio y vio a Prudencio Aguilar junto a la tinaja. Estaba lívido, con una expresión muy triste, tratando de cegar con un tapón de esparto el hueco de su garganta. No le produjo miedo, sino lástima. Volvió al cuarto a contarle a su esposo lo que había visto, pero él no le hizo caso. «Los muertos no salen -dijo-. Lo que pasa es que no podemos con el peso de la conciencia.» Dos noches después, Úrsula volvió a ver a Prudencio Aguilar en el baño, lavándose con el tapón de esparto la sangre cristalizada del cuello. Otra noche lo vio paseándose bajo la lluvia. José Arcadio Buendía, fastidiado por las alucinaciones de su mujer, salió al patio armado con la lanza. Allí estaba el muerto con su expresión triste.

-Vete al carajo -le gritó José Arcadio Buendía-. Cuantas veces regreses volveré a matarte.

Prudencio Aguilar no se fue, ni José Arcadio Buendía se atrevió arrojar la lanza. Desde entonces no pudo dormir bien.

Lo atormentaba la inmensa desolación con que el muerto lo había mirado desde la lluvia, la honda nostalgia con que añoraba a los vivos, la ansiedad con que registraba la casa buscando agua para mojar su tapón de esparto. «Debe estar sufriendo mucho -le decía a Úrsula-. Se ve que está muy solo.» Ella estaba tan conmovida que la próxima vez que vio al muerto destapando las ollas de la hornilla comprendió lo que buscaba, y desde entonces le puso tazones de agua por toda la casa. Una noche en que lo encontró lavándose las heridas en su propio cuarto, José Arcadio Buendía no pudo resistir más.

-Está bien, Prudencio -le dijo-. Nos iremos de este pueblo, lo más lejos que podamos, y no regresaremos jamás. Ahora vete tranquilo.

Fue así como emprendieron la travesía de la sierra. Varios amigos de José Arcadio Buendía, jóvenes como él, embullados con la aventura, desmantelaron sus casas y cargaron con sus mujeres y sus hijos hacia la tierra que nadie les había prometido. Antes de partir, José Arcadio Buendía enterró la lanza en el patio y degolló uno tras otro sus magníficos gallos de pelea, confiando en que en esa forma le daba un poco de paz a Prudencio Aguilar. Lo único que se llevó Úrsula fue un baúl con sus ropas de recién casada, unos pocos útiles domésticos y el cofrecito con las piezas de oro que heredé de su padre. No se trazaron un itinerario definido. Solamente procuraban viajar en sentido contrario al camino de Riohacha para no dejar ningún rastro ni encontrar gente conocida. Fue un viaje absurdo. A los catorce meses, con el estómago estragado por la carne de mico y el caldo de culebras, Úrsula dio a luz un hijo con todas sus partes humanas. Había hecho la mitad del camino en una hamaca colgada de un palo que dos hombres llevaban en hombros, porque la hinchazón le desfiguró las piernas, y las varices se le reventaban como burbujas. Aunque daba lástima verlos con los vientres templados y los ojos lánguidos, los niños resistieron el viaje mejor que sus padres, y la mayor parte del tiempo les resultó divertido.” (Cien años de soledad, Gabriel García Márquez)

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“Todos los que vivieron aquel momento, coinciden en que eran alrededor de las ocho de la noche cuando apareció Férula, sin que nada presagiara su llegada. Todos pudieron verla con su blusa almidonada, su manojo de llaves en la cintura y su moño de solterona, tal como la habían visto siempre en la casa. Entró por la puerta del comedor en el momento en que Esteban comenzaba a trinchar el asado y la reconocieron inmediatamente, a pesar de que hacía seis años que no la veían y estaba muy pálida y mucho más anciana. Era un sábado y los mellizos, Jaime y Nicolás, habían salido del internado a pasar el fin de semana con su familia, de modo que también estaban allí. Su testimonio es muy importante, porque eran los únicos miembros de la familia que vivían alejados por completo de la mesa de tres patas, preservados de la magia y el espiritismo por su rígido colegio inglés. Primero sintieron un frío súbito en el comedor y Clara ordenó que cerraran las ventanas, porque pensó que era una corriente de aire. Luego oyeron el tintineo de las llaves y casi enseguida se abrió la puerta y apareció Férula, silenciosa y con una expresión lejana, en el mismo instante en que entraba la Nana por la puerta de la cocina, con la fuente de la ensalada. Esteban Trueba se quedó con el cuchillo y el tenedor de trinchar en el aire, paralizado por la sorpresa, y los tres niños gritaron ¡tía Férula! casi al unísono. Blanca alcanzó a pararse para ir a su encuentro, pero Clara, que se sentaba a su lado, estiró la mano y la sujetó de un brazo. En realidad Clara fue la única que se dio cuenta a la primera mirada de lo que estaba ocurriendo, debido a su larga familiaridad con los asuntos sobrenaturales, a pesar de que nada en el aspecto de su cuñada delataba su verdadero estado. Férula se detuvo a un metro de la mesa, los miró a todos con ojos vacíos e indiferentes y luego avanzó hacia Clara, que se puso de pie, pero no hizo ningún ademán de acercarse, sino que cerró los ojos y comenzó a respirar agitadamente, como si estuviera incubando uno de sus ataques de asma. Férula se acercó a ella, le puso una mano en cada hombro y la besó en la frente con un beso breve. Lo único que se escuchaba en el comedor era la respiración jadeante de Clara y el campanilleo metálico de las llaves en la cintura de Férula.” (La casa de los espíritus, Isabel Allende)

El análisis comparativo de los dos fragmentos y, en especial de los párrafos subrayados, nos puede dar una idea de la diferencia de estilos y de las críticas que por regla general se le suele aplicar a Isabel Allende. Se dice de ella que es una continuadora de las ideas del realismo mágico, del boom de la literatura sudamericana, pero adaptada a una nueva época en la que el novelista y las editoriales tratan de conseguir el máximo de lectores, a través de la adaptación del escritor a un lector universal, dispuesto a saborear los libros que le son fáciles de lectura. Es la literatura de consumo, de masas. La simpleza del párrafo “comenzaba a trinchar el asado y la reconocieron inmediatamente, a pesar de que hacía seis años que no la veían y estaba muy pálida y mucho más anciana”, en el que el uso de la palabra “inmediatamente” o las adjetivaciones “estaba muy pálida y mucho más anciana” contrasta con la expresión, por ejemplo, trimembre del texto de García Márquez “Lo atormentaba la inmensa desolación con que el muerto lo había mirado desde la lluvia, la honda nostalgia con que añoraba a los vivos, la ansiedad con que registraba la casa buscando agua para mojar su tapón de esparto”. Es la diferencia entre un estilo inmediato, directo y simple, frente a un lenguaje equilibrado, rítmico, en el que brilla el concepto y el uso del lenguaje.

Ello no desmerece, en gran parte, el estilo de Isabel Allende pero ayuda a colocarla en el justo punto que merece. Allende hace uso de un estilo más estándar, más periodístico, más documentado y directo, al tiempo que carece de las habilidades necesarias para construir con sabiduría un texto literario al alcance de los clásicos. Ello no va en detrimento, sin embargo, de la capacidad de seducción de este su primer libro en el que sabe alcanzar el máximo de su lenguaje cuando se interna en los paradigmas de lo inmediato y de la crónica. La última parte de la novela, en la que predomina lo documental y documentado, alcanza instantes de grandeza narrativa, que la redimen del estilo no tan elevado que usa en los anteriores capítulos de su novela.

El estilo de Allende no será “alto, sonoro y significativo”, como dice Cervantes, pero sí apropiado y justo para la transmisión del pálpito y de las emociones que las situaciones, sentidas como vividas, merecen.

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Se cumplen así y se reconcilian las dos posturas enfrentadas sobre la calidad de la novela de Isabel Allende:

“Sobre Isabel Allende existen dos posiciones críticas: una que la juzga como novelista carente de calidad literaria y otra que la exalta como una gran figura de las letras latinoamericanas. Sin embargo, son escasos los estudios literarios que abordan con rigor la adhesión de la escritora chilena a la literatura de masas o popular y cuando ello ocurre sólo se procede de modo tangencial, con juicios apresurados y sin mayor fundamento como, por ejemplo, decir que su obra es best seller, subliteratura o escritura fácil. (…)

En este trabajo se rescata un gran mérito de la escritora estudiada: su plena conciencia del oficio que practica. La verdadera capacidad para articular técnicas y formas literarias, el rastrear y satisfacer las expectativas de un público fiel a su producción novelesca, acrecentada por publicaciones que aparecen anualmente en todo el mundo. (…)

Quizás, es conveniente puntualizar lo que Boyer (1992) señala: “la mala novela es la que no responde al contrato preestablecido, es la que ‘funciona mal’ para el sector de consumo al cual está destinada”. Es decir, aquella que no cumple con las expectativas de sus lectores.”

(LA ERA DEL ACCESO Y DE LA NOVELA POPULAR: UNA LECTURA DE HIJA DE LA FORTUNA DE ISABEL ALLENDE, FEDERICO PASTENE LABRÍN)

No es que uno esté de acuerdo con caracterizar la buena novela como aquella que se convierte en objeto de consumo y que su nivel de calidad concuerda con la cantidad de lectores, la historia demuestra lo contrario y lo errado de esta tesis; pero sí evidencia una de las cualidades fundamentales de la narrativa de Isabel Allende: la capacidad de hacer popular una novelística, cuyos orígenes eran más propios de un lector elegido y preparado que del gran público. Ha conseguido atraer lectores a la buena literatura sudamericana, a pesar de que eso haya ido en perjuicio de su propia calidad literaria. Al fin y al cabo, es una escritora de una época en la que los “best sellers” se fabrican antes de su publicación y los premios literarios se otorgan más en virtud de los nombres de los concursantes que de la propia obra que concursa.

Isabel Allende es una escritora de masas, en la que, al menos en su primera obra (La casa de los espíritus) hay que presumirle la inocencia del escritor que empieza, la inocencia primigenia, y culmina con su mejor obra, una obra digna, honesta y fuertemente emotiva.

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NOTAS BIBLIOGRÁFICAS.

- Cedomil Goic. Historia y crítica de la literatura hispanoamericana. Ed. Crítica. Vol. III. 1988

- Andrés Amorós. Introducción a la novela hispanoamericana actual. Anaya. 1973- Guillermo García. Literatura Hispanoamérica del siglo XX.- Revista La Bicicleta, nº 44. Entrevista a Isabel Allende. Marzo de 1984- Isabel Allende. Texto en exclusiva para Club de Cultura.com. - Isabel Allende. Mi país inventado. Plaza & Janés- Isabel Allende. La casa de los espíritus. Debolsillo. 2ª edición. Octubre 2009- Federico Pastene Labrín. La era del acceso y de la novela popular: una lectura de Hija

de la fortuna de Isabel Allende. Theoria. Vol. 13. Universidad del Bío-Bío- Carmen J. Galarce. La novela chilena del exilio (1973-87): el caso de Isabel Allende.

The Ohio State University.- Resumen de crítica literaria sobre Isabel Allende en http://intillajta.org/?p=85- Nicasio Urbina. La casa de los espíritus de Isabel Allende y Cien años de soledad de

Gabriel García Márquez: un modelo retórico común. 1990- Carmen Gloria Godoy R. La Casa de los Espíritus: Familia, nación y clases.

Universidad de Chile.- Andrea Tutor. Identidad hispanoamericana en Isabel Allende. Revista Literarias Siglo

XXI. Agosto 2006. Miami.- Pilar de Cecilia. Política, fantasía y realidad en Isabel Allende. Claves de un éxito. 1996- Pedro Carrero Eras. Narrativa hispanoamericana: anatomía de Eva Luna, e Isabel

Allende.- Doris Meyer. Parenting the Text: Female Creativity and Dialogic Relationships in

Isabel Allende’s La casa de los espíritus. Connecticut College.

Conviene agradecer la labor que llevan a cabo páginas como Wikipedia, Cervantes virtual, etc. y, por supuesto, Google y otros buscadores.

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