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La ira. “CUIDA TUS PENSAMIENTOS
PORQUE SE VOLVERAN ACTOS.
CUIDA TUS ACTOS
PORQUE SE HARÀN COSTUMBRE.
CUIDA TUS COSTUMBRES
PORQUE FORMARÀN TU CARÀCTER.
CUIDA TU CARÀCTER
PORQUE FORMARÀ TU DESTINO
Y TU DESTINO SERÀ TU VIDA.”
(Gandhi)
Igual a Caín, tenemos al “león” de la ira dentro de nosotros. Debemos controlarlo o él nos controlará a nosotros. Dios no ha dicho que nunca debemos enojarnos, pero nos ha advertido del peligro de la ira descontrolada. La ira es la más violenta de las emociones humanas. Debido a que involucra sentimientos tan fuertes, la ira está muy cerca del pecado. La Biblia no dice: “Sé bueno y no peques”, o “Ama, pero no peques,” porque la bondad y el amor están muy lejos del pecado. Pero cuando estamos enojados, estamos en peligro de pecar. Alguien ha dicho: “Si vamos a enojarnos y no pecar, podemos enojarnos solamente contra el pecado”.
Recuerdo la historia de dos amigos que tomaban café en uno de esos restaurantes que permanecen abiertos las 24 horas. Discutían sobre la diferencia entre irritación, ira, y furia. A la una de la mañana pepe le dijo a su amigo: “te voy a mostrar un ejemplo de irritación”. Fue al teléfono publico, inserto una moneda, y marco un número al azar. Cuando una voz soñolienta le respondió al otro lado de la línea, pepe le dijo: “quisiera hablar con González”.
“no hay nadie aquí de apellido González” –contesto un hombre malhumorado y colgó.
“ese es un hombre irritado” –le dijo pepe a tomas.
Una hora más tarde, a las 2 de la mañana, pepe dijo “ahora te voy a mostrar a un hombre enojado”. Fue al teléfono, marcó el mismo número y lo dejo timbrar. Finalmente la misma voz adormilada respondió.
Pepe pregunto: “¿podría hablar con González, por favor?”
“¡que no hay nadie de apellido González! -fue la enojada respuesta, más fuerte esta vez. El hombre tiró la bocina del teléfono”.
Transcurrida otra hora, a las 3 de la madrugada, pepe dijo: “ahora te voy a mostrar un ejemplo de lo que es la furia”. “volvió al teléfono, marcó otra vez el mismo número y lo dejó sonar. Cuando, finalmente, el hombre dormido respondió, pepe le dijo:
“hola… le habla González… ¿ha habido alguna llamada para mí?”.
Si se enojan no pequen. No dejen que el sol se ponga estando aun enojados, ni den cabida al diablo (efesios 4:26-27).
La Ira: es una reacción natural física y emocional ante una injusticia.
Tres son los componentes importantes de esta definición:
La ira es algo natural. Las escrituras dicen que fuimos hechos “a la imagen de Dios” (génesis 1:27). Aunque esa imagen se deterioro por la caída del hombre, no fue borrada del todo. La gente todavía lleva la impronta de la imagen de Dios dentro de su alma. De modo que aunque caídos, todavía nos importan la justicia y la rectitud.
La ira es un asunto de percepción. Aunque nuestra ira es real, no siempre es justificada o está basada en información inexacta.
La ira siempre produce una respuesta. “si se enojan no pequen. No dejen que el sol se ponga estando aún enojados, ni den cabida al diablo (efesios 4:26-27).
Dios ha puesto al servicio del hombre un cerebro prominente, y como esas bombas que no explotaron, la ira sin procesar dentro de nuestro cuerpo es un elemento corrosivo que nos destruye con lentitud, física, emocional y aún espiritualmente. Al final el enojo reprimido agota nuestro auto-control hasta el punto que una chispita aparentemente inofensiva – una interrupción, una palabra casual, o aún una simple mirada- hace que explotemos. La ira que acumulamos en el interior puede ser tan destructiva como la que se desahoga.
Batiendo la leche se obtiene mantequilla, sonándose fuerte sangra la nariz, y provocando la ira, se acaba peleando (Proverbios 30:33).
Cruel es la furia y arrolladora la ira (Proverbios 27:4).
Como tratar con la ira:
Dese a si mismo una “tregua” emocional, aléjese del detonante es decir de la causa o motivo de su frustración.
Analice la causa de su enojo, busque tiempo y espacio necesario para analizar el objeto de su frustración, cree su propio tiempo de no confrontación, hágase dos preguntas:
¿Cual es la causa de mi enojo? ¿esta enojado porque alguna persona violo sus derechos?, ¿él o ella no cumplieron con alguna responsabilidad?
¿tengo información exacta y completa de este asunto?, Es necio y vergonzoso responder antes de escuchar (Proverbios 18:13).
No tenga en cuenta pequeñas ofensas. (El buen juicio hace al hombre paciente; su gloria es pasar por alto la ofensa (Proverbios 19:11).
MINISTERIOS NAZARENO
Aprenda a perdonar las ofensas grandes, esto genera tres causas:
El perdón verdadero admite que lo han ofendido.
El verdadero perdón reconoce la obligación de su ofensor con usted.
El verdadero perdón libera a su ofensor de la obligación hacia usted.
El perdón enfrenta al ofensor cuando es necesario.
No se asocie con gente iracunda.
Cuando termines deja a un lado la ira y continua tu camino, enfrenta cada día con una mentalidad abierta y positiva, toda situación es diferente, pero la sensación del juego puede siempre recapturarse si escuchas a tu interior y respetas a DIOS sobre todas las cosas, “Conoceréis la Verdad y la Verdad os hará libres. (Juan 8:32)
La personalidad seductora. Todos poseemos fuerza de atracción, la capacidad para cautivar a la gente y tenerla a nuestra merced. Pero no
todos estamos conscientes de este potencial interior, e imaginamos la atracción como un rasgo casi místico con el
que nacen unos cuantos selectos y que el resto jamás poseeremos. Sin embargo, lo único que tenemos que hacer
para explotar ese potencial es saber qué apasiona naturalmente, en el carácter de una persona, a la gente y
desarrollar esas cualidades latentes en nosotros. Los casos de seducción satisfactoria rara vez empiezan con una
maniobra o plan estratégico obvios. Esto despertaría sospechas, sin duda. La seducción satisfactoria comienza
por tu carácter, tu habilidad para irradiar una cualidad que atraiga a la gente y le provoque emociones que no
puede controlar.
La sirena. A un hombre suele agobiarle en secreto el papel que debe ejercer: ser siempre responsable, dominante y
racional. La sirena es la máxima figura de la fantasía masculina porque brinda una liberación total de las
limitaciones de la vida.
La sirena espectacular. En el año 48 a.C, Tolomeo XIV de Egipto logró deponer y exiliar a su hermana y esposa, la reina Cleopatra.
Resguardó las fronteras del país contra su regreso y empezó a gobernar solo. Ese mismo año, Julio César llegó a
Alejandría, para cerciorarse de que, pese a las luchas de poder locales, Egipto siguiera siendo fiel a Roma.
La sirena del sexo. Norma Jean Mortensen, la futura Marilyn Monroe, pasó parte de su infancia en orfanatorios de Los Angeles.
Dedicaba sus días a tareas domésticas, no a jugar. En la escuela se aislaba, rara vez sonreía y soñaba mucho.
Un día, cuando tenía trece años, al vestirse para ir a la escuela se dio cuenta de que la blusa blanca que le habían
dado en el orfanatorio estaba rota, así que tuvo que pedir prestado un suéter a una compañera más joven. El
suéter era varias tallas menor que la suya. Ese día pareció de repente que los hombres la rodeaban dondequiera
que iba (estaba muy desarrollada para su edad).
Claves de personalidad. La sirena es la seductora más antigua de todas. Su prototipo es la diosa Afrodita —está en su naturaleza poseer
una categoría mítica—, pero no creas que es cosa del pasado, o de leyenda e historia: representa la poderosa
fantasía masculina de una mujer muy sexual y extraordinariamente segura y tentadora que ofrece interminable
placer junto con una pizca de peligro. En la actualidad, esta fantasía atrae con mayor fuerza aún a la psique
masculina, porque hoy más que nunca el hombre vive en un mundo que circunscribe sus instintos agresivos al
volverlo todo inofensivo y seguro, un mundo que ofrece menos posibilidades de riesgo y aventura que antes. En el
pasado, un hombre disponía de salidas para esos impulsos: la guerra, altamar, la intriga política.
2. - El libertino. Una mujer nunca se siente suficientemente deseada y apreciada. Quiere atención, pero demasiado a
menudo él hombre es distraído e insensible. El libertino es una de las grandes figuras de la fantasía
femenina: cuando desea a una mujer, por breve que pueda ser ese momento, irá hasta el fin del
mundo por ella. Puede ser infiel, deshonesto y amoral, pero eso no hace sino aumentar su atractivo. A
diferencia del hombre decente normal, el libertino es deliciosamente desenfrenado, esclavo de su
amor por las mujeres.
El libertino apasionado. Para la corte de Luis XIV, los últimos años del rey fueron sombríos: el monarca estaba viejo, y se había vuelto
insufriblemente religioso y antipático. La corte se aburría y desesperaba por alguna novedad. En 1710, por lo
tanto, el arribo de un joven de quince años en extremo apuesto y encantador tuvo un efecto particularmente
intenso en las damas. Se apellidaba Fronsac, y sería el futuro duque de Richelieu (sobrino nieto del perverso
cardenal Richelieu). Era insolente e ingenioso. Las damas jugueteaban con él, pero en correspondencia el duque
besaba sus labios, mientras sus manos se aventuraban lejos para un muchacho inexperto. Cuando esas manos
se extraviaron faldas arriba de una duquesa no tan indulgente, el rey enfureció, y envió al joven a la Bastilla para
darle una lección. Sin embargo, las damas, para quienes había sido tan divertido, no soportaron su ausencia. En
comparación con los estirados de la corte, tenía una osadía increíble, ojos penetrantes y manos más rápidas de lo
conveniente. Nada podía detenerlo; su novedad fue irresistible. Las damas de la corte imploraron, y su estancia
en la Bastilla se interrumpió. Años después, la joven Mademoiselíe de Vaíois paseaba en un parque de París con
su dama de compañía, una anciana que jamás se apartaba de ella.
El libetino demoniaco. A principios de la década de 1880, algunos miembros de la alta sociedad romana comenzaron a hablar de un
joven periodista de reciente aparición, un tal Gabriele D'Annunzio. Esto era de suyo extraño, porque la realeza
italiana despreciaba enormemente a todo aquel que no pertenecía a su círculo, y un reportero de sociales era casi
tan vulgar como indigno. Los hombres de alta cuna, en efecto, le prestaban poca atención. D'Annunzio no tenía
dinero, y apenas unas cuantas relaciones, pues procedía de un ambiente de estricta clase media. Además, para
ellos era soberanamente feo: bajo, fornido, de tez oscura y picada y ojos saltones.
Claves de personalidad. En principio podría parecer extraño que un hombre visiblemente deshonesto, infiel y sin interés en el matrimonio
atraiga a una mujer. Pero a lo largo de la historia, y en todas las culturas, este tipo ha tenido un efecto implacable.
El libertino ofrece lo que la sociedad no permite normalmente a las mujeres: una aventura de placer absoluto, un
excitante roce con el peligro. Una mujer suele sentirse agobiada por el papel que se espera de ella. Se supone
que debe ser una delicada fuerza civilizadora de la sociedad, y anhelar compromiso y lealtad de por vida. Pero, a
menudo, su matrimonio y relaciones no le brindan romance ni devoción, sino rutina y una pareja invariablemente
distraída.
Peligros. Como el de la sirena, el mayor riesgo para el libertino procede de los miembros de su mismo sexo, mucho menos
indulgentes que las mujeres con sus constantes líos de faldas. Antiguamente, el libertino era con frecuencia
aristócrata; y por numerosas que fueran las personas que ofendía o hasta mataba, al final quedaba sin castigo.
Hoy, sólo las estrellas y los muy ricos pueden hacer de libertinos con impunidad; los demás debemos ser
prudentes. Elvis Presley era tímido de joven. Pero habiendo llegado pronto al estrellato, y viendo el poder que
esto le daba sobre las mujeres, enloqueció, y se hizo libertino casi de la noche a la mañana. Como muchos otros
de su especie, Elvis tenía predilección por mujeres ya comprometidas. En numerosas ocasiones se vio acorralado
por maridos o novios furibundos, y se llevó moretones y cortadas.