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Cuando nuestras manos pueden tocar el pasado. Comprender la historia desde la
arqueología.
Gemma Cardona Gómezi
Maria Feliu Torruella
Para poder tener experiencias sólidas de enseñanza y aprendizaje de la historia
debemos pensar en la historia como investigación, indagación, resolución de
problemas y enigmas; en definitiva, debemos partir del principio didáctico de hands on,
minds on, hearts on, para poder utilizar metodologías activas de enseñanza y
aprendizaje. Si tocamos la historia, podemos convertirla en fuente y método de
conocimiento. Si nos quedamos relegados a la enseñanza memorística de hechos y
conceptos difícilmente desarrollaremos habilidades de pensamiento en nuestros
alumnos y perderemos la oportunidad de connectar pasado, presente y futuro mediante
la vivencia sensorial.
Palabras clave: didáctica de la historia, arqueología, estrategia didáctica, métodos de
enseñanza y aprendizaje.
1. Comprender el pasado… desde el presente.
La enseñanza y aprendizaje de la Historia no está exenta de problemas. En primer
lugar, debido al propio carácter del objeto de estudio: el pasado, el tiempo, su medida,
sus características, lo que ya pasó. A diferencia de otros aspectos de la realidad, como
el espacio, el tiempo es una dimensión abstracta, que, por su propia naturaleza, está
en cambio constante. Por ello, no puede ser observado directamente ni experienciado
de igual manera que la observación de un paisaje actual, las entrañas de un animal, o
una reacción química en el laboratorio. La historia, a diferencia de otras disciplinas que
se enseñan y aprenden en el contexto escolar, no puede ser experimentada en un
laboratorio, ni replicada, ni observada directamente, pues el viaje en el tiempo es
imposible.
¿Podemos revivir cómo eran las vidas de las personas en otros tiempos? ¿Podemos
observar con nuestros propios ojos qué pasó en distintos momentos puntuales del
pasado? ¿Qué pensaban las personas del pasado, qué vivieron, qué sintieron? ¿Cómo
eran, qué comían, cómo vestían, cómo hablaban? La investigación histórica se
encarga, precisamente, de tratar de responder a todas estas preguntas y muchas más
desde múltiples puntos de vista, utilizando las fuentes disponibles, su estudio y su
crítica (elemento esencial en la investigación histórica), contrastando información y
sacando conclusiones… desde el presente. La disciplina histórica, pues, interpreta los
restos del pasado (materiales e inmateriales) y la información que estos contienen
mediante múltiples técnicas y metodologías, a la luz de distintas teorías interpretativas,
que permitan seleccionar, descartar, relacionar, criticar… las informaciones disponibles
para comprender un pasado que nunca más volverá. Por ello el uso de fuentes es
imprescindible para la comprensión del pasado.
La historia, pues, como conocimiento del pasado, conlleva problemas que debemos
tener en cuenta para su enseñanza y aprendizaje. En primer lugar, la historia, como
pasado, tiene un alto componente de abstracción. La comprensión del tiempo histórico
y de los hechos del pasado, precisamente por encontrarse en contextos
sociotemporales (e incluso espaciales) lejanos, requiere un esfuerzo de imaginación,
conceptualización y abstracción para comprenderse. Como hemos comentado, el
pasado no puede observarse directamente, aunque sí existen alternativas para
acercarnos a él: simulaciones en vivo (arqueología experimental) o por ordenador (por
ejemplo, el proyecto SimulPastii), reproducciones, réplicas, objetos, fuentes escritas…
aunque todas ellas tienen sus límites y potencialidades.
Además, la historia, tradicionalmente, ha sido enseñada como un conjunto de hechos,
sucesos, personajes y fechas, desde una perspectiva positivista del pasado, como
relato inequívoco, único y verdadero. Actualmente la investigación histórica reconoce
los límites de la propia disciplina, pues las interpretaciones sobre un mismo hecho,
como en toda disciplina científica, pueden ser diversas en función de la teoría sobre la
que se trabaje, las fuentes consultadas y la metodología crítica aplicada. Por ello, el
conocimiento de la historia está en constante cambio, y es lo que le otorga, entre otros
aspectos, un carácter enigmático e interesante. Este hecho, sin duda, tiene sus
repercusiones en el sistema educativo y debemos trabajar en pro de la interpretación
crítica del pasado, acercándolo a partir de formas didácticas vivenciales que nos
posibiliten un aprendizaje empático del pasado para poder así construir discursos que
nazcan del diálogo, la comprensión y el cuestionamiento científico. Es de esta forma
que la historia puede contribuir, como disciplina social y humana, a la formación
científica de la ciudadanía (Chapin, 2006; Chiodo y Byford, 2004; Zhago y Hoge, 2005).
2. ¿Cómo solucionar los problemas de aprendizaje del pasado?
Una de las posibles soluciones para mejorar la comprensión del pasado por parte de
los niños, niñas y adolescentes debe partir de la superación de los tradicionales
procesos de enseñanza y aprendizaje basados en el aprendizaje memorístico y la copia
para ir a procesos cognitivos más complejos. Debemos pensar, pues, en la historia
como investigación, indagación, resolución de problemas y enigmas; en definitiva,
debemos partir del principio didáctico de hands on, minds on, hearts on, para poder
utilizar metodologías activas de enseñanza y aprendizaje. Si tocamos la historia,
podemos convertirla en fuente y método de conocimiento.
Este cambio de paradigma didáctico, nos permite superar algunos de los problemas
expuestos con anterioridad, ya que cuando estamos dotando de materialidad la historia,
estamos superando una parte del proceso de abstracción para poder experimentar a
partir de los sentidos, recrear algunos procesos y, en definitiva, acercarnos un poco
más al pasado. Uno de los aspectos más significativos que este cambio didáctico
conlleva es la posibilidad de conectar con la parte más humana de la historia, y este
hecho tiene un gran potencial educativo puesto que suscita preguntas y genera
empatía. Y al mismo tiempo nos permite establecer conexiones entre el pasado y el
presente para analizar los cambios y continuidades. Los niños y niñas (así como los
adolescentes) suelen considerar que el tiempo que ellos viven es mejor que el de sus
ancestros y a menudo, cuando experimentados didácticamente con este tipo de
metodologías, descubren que muchos elementos actuales tienen su origen en un
pasado más o menos remoto. Les ayudamos, pues, a romper con el estereotipo de que
el pasado estaba “atrasado” para plantear que el presente es simplemente distinto, ni
mejor ni peor. Para poder hacerlo, como hemos dicho, debemos poder tocar, sentir,
hacer y reproducir.
3. ¿Arqueología en la escuela?
“Archaeologists everywhere bemoan the fact that archaeology is not a regular school
subject -- and we are right, but only up to a point. But we must not confuse the absence
of the word ‘archaeology’ with the concept and practice of evidence-based learning in
the teaching of history in schools” (Corbishley, 2011: 110).
Como afirma Corbishley, la arqueología no es una materia escolar explícitamente
presente en los currículos. Tampoco lo suelen ser otras disciplinas, como la psicología,
la antropología, las ciencias jurídicas, la sociología o las ciencias políticas. Esto no
implica que no estén presentes sus conocimientos, integrados en contenidos de otras
materias, y que no deban enseñarse sus contenidos en la etapa escolar.
La arqueología es una disciplina que se encarga de investigar e interpretar el pasado a
partir de sus restos materiales. Esto implica que la disciplina arqueológica permite
aproximarse a cualquier pasado (lejano o cercano) desde cualquier evidencia material
(desde objetos, huesos, pasando por paisajes), de forma que, desde una perspectiva
didáctica, tiene múltiples potencialidades para acercar el pasado a la ciudadanía del
presente desde el hands on, minds on, hearts on.
Y es que la arqueología va más allá del estudio de grandes monumentos y la
realización de grandes excavaciones en yacimientos de épocas del pasado remoto.
También se estudian desde la disciplina arqueológica restos de épocas más recientes
(por ejemplo, del pasado industrial, de la Guerra Civil española o de nuestro tiempo),
restos de materia orgánica que pueden aportar mucha información sobre el pasado
(restos de polen, semillas, carbones…), e incluso la arqueología puede ayudarnos a
comprender la historia de un edificio mediante la lectura estratigráfica de sus muros
(arqueología de la arquitectura). Pero hay un denominador común: los restos que
podemos observar o registrar son fragmentarios, es decir, suelen ser una parte del todo
que existió en su momento; y los restos necesitan de su contexto original (estrato,
relación con otros restos, lugar original) para que puedan aportar más información. Por
ello, si encontráramos un pequeño objeto esférico de plomo en una caja vieja en casa,
necesitaríamos conocer dónde se hallaba originalmente, si se encontraron más como
ella o distintas, cuándo se halló… para poder conocer qué es. Podría ser una bala de
época moderna que se hallaba en un campo de batalla, restos de un proyectil romano,
restos de fundición de época tardoantigua… Sin su contexto y su estudio comparado
con otros restos, se hace muy difícil conocer el pasado.
Por todo ello, la arqueología (entendida como estudio de los restos materiales del
pasado y su contexto) permite un acercamiento a la historia desde el concepto de
aprendizaje práctico (hands on), el pensamiento (minds on) y el sentimiento (hearts on),
puesto que conecta la materialidad, junto con la resolución de problemas y la empatía
histórica. Sus potencialidades didácticas son diversas, puesto que permite aproximarse
a la metodología de investigación científica, recreando los procesos de investigación
con estrategias que van desde el análisis de objetos hasta la simulación de
excavaciones o la colaboración con investigaciones reales, participando del proceso de
investigación o bien observándolo directamente (Santacana y Hernández Cardona, 1999;
González Marcén, 2010). Además, la arqueología permite, como hemos comentado, un
acercamiento tangible al pasado: por ello, la reproducción de procesos y el contacto
sensorial con los restos materiales (o sus réplicas) permite una comprensión más
global de la historia, desde la sensorialidad, el pensamiento y la emoción. La
observación directa y la interacción con los objetos permite, a su vez, conectar
aspectos del pasado con el presente, fomentando la empatía histórica, la valoración del
pasado y posibles acciones para su protección (Ayán et al, 2010), permitiendo una
educación en valores desde el patrimonio y el conocimiento del entorno (Henson,
2004). En un sentido amplio, el pasado desde la materialidad podría trabajarse de
forma interdisciplinaria (Pujol, 1996), aglutinando conocimientos de materias tan
diversas como matemáticas, tecnología, lengua y literatura o física y química para
comprender, por ejemplo, cómo se cocinaba en la antigüedad.
De entre todas las potencialidades de la arqueología para el aprendizaje de la historia,
a continuación nos centraremos en aquellas que permitan una aproximación vivencial
al pasado. Muchas de ellas se inspiran en técnicas y conocimientos procedentes de los
avances en investigación en arqueología experimental.
4. Tocar la historia en el aula
Como hemos ido comentando, uno de los problemas principales en la enseñanza y
aprendizaje de la historia es el poco contacto que podemos establecer con el hecho
histórico y por ello es imprescinble proporcionar experiencias educativas basadas en
metodologías sensoriales y de carácter práctico. Además de permitir un contacto con la
materialidad, pretendemos que las siguientes propuestas permitan el desarrollo de
habilidades de pensamiento, mediante el planteamiento de enigmas, problemas a
resolver y el uso de recursos como el debate o el diálogo. A diferencia de otras
estrategias, el uso de recursos materiales inspirados en los del pasado, que recreen
situaciones o procesos históricos, permiten, más allá de la comprensión de los
procesos en sí, un acercamiento empático al pasado. En este apartado, queremos
presentar algunas ideas que pueden desarrollarse en el aula para poder tocar el
pasado.
4.1. Cocinar y comer
Cuando nos planteamos el viaje sensorial a otros tiempos, a menudo nos centramos en
el tacto como el sentido primordial y nos olvidamos que poder oler o “saborear” otros
tiempos sería un recurso didáctico muy potente. A menudo se dice que no
aguantaríamos el olor de según qué época pero, ¿somos capaces de comer lo mismo
que nuestros antepasados? Plantearse procesos de investigación con nuestro
alumnado que les lleve a recuperar recetas de otros tiempos y poderlas recrear en la
escuela es un proceso de alto valor educativo ya que nos permite hablar de costumbres
y tradiciones, pero también de economía y comercio. ¿Por qué no plantear el montaje
de un mercado de época romana para, después, poder recrear un festín del momento?
Además, no solamente podemos centrarnos en el estudio de una época en sí sino que
la alimentación también puede ayudar a comprender hechos puntuales. Así pues,
centrarnos en los denominados (y documentados) “menús de guerra”, por ejemplo,
aproximará la cocina y las condiciones de vida de la gente durante la Guerra Civil
Española. Existen múltiples formas de acercarnos a las recetas de otros tiempos: cada
vez son más comunes las publicaciones de difusión de investigaciones al respectoiii,
pero, a menudo, las fuentes históricas nos proporcionan información de primera mano:
tenemos el caso, por ejemplo, del escritor latino Marco Gavio Apicio con su obra De re
coquinaria, uno de los libros de recetas más antiguos conocidos hasta el momento.
4.2. Vajilla de otros tiempos
Muy relacionado con el ámbito de la comida, podemos proponer acciones proactivas
que impliquen la reproducción de utensilios de cocina de otros tiempos. En este
sentido, es mucho más práctico centrarse en la antiguedad como época histórica
porque a partir del uso del torno será más difícil realizar la traslación al aula. Con la
reproducción de determinados utensilios de cerámica, podemos establecer cuánto
tiempo necesitamos para su realización, qué cantidad de material, cómo debemos
cocerlo para que se pueda usar, etc. Podemos buscar formas cerámicas asociadas a
cocción y la comida, para probar de reproducirlas con los materiales utilizados en el
pasado, usando sus técnicas (por ejemplo, para encender el fuego o cocer la cerámica)
e incluso reproduciendo objetos también usados en las “mesas” de la antigüedad, pero
de materiales distintos a la cerámica: utensilios de madera y cestosiv.
4.3. Vestirse
Una de las actividades con más potencial didáctico es la que nos posibilita vestirnos de
otras épocas. La primera decisión que debemos tomar es la selección del período
histórico, aunque puede ser una estrategia didáctica aplicable a cualquier época, es
importante la elección ya que en gran parte el éxito de la propuesta dependerá de ello.
Si bien es cierto que este tipo de actividades tienen un alto componente lúdico
debemos considerar que se trata de una actividad que implica un proceso de
investigación por parte del alumnado puesto que deben saber identificar cómo se vestía
en otras épocas, qué tipo de ropa se usaba, etc. Por ello, como decíamos, es
importante seleccionar una época que permita encontrar información y fuentes para
contrastar la documentación.
Una vez tenemos el período histórico delimitado, podemos dividir el aula en pequeños
subgrupos para trabajar distintos grupos sociales (si es que la época elegida lo
permite) y de este modo, podemos representar la sociedad de una forma más
completa. A partir de aquí, empieza otro proceso que tiene que pasar, sin duda, por la
búsqueda del tejido apropiado, la confección del vestido, etc. El uso de ropa de otros
tiempos facilita la vivencia sensorial de aspectos como la textura de la ropa, el peso, la
incomodidad, los procesos necesarios para hacer los tejidos, etc. Podemos
complementarlo con elementos como los zapatos, los complementos, el peinado o,
incluso, según la época y la clase social, cosméticos (perfumes, cremas o maquillaje).
4.4. Construir
Uno de los recursos más visuales que podemos usar en el aula es la recreación de
determinados procesos constructivos. Debemos pensar que por cuestiones de
limitación de tiempo y espacio, no siempre será posible la reproducción de un edificio
entero y a escala real, pero quizás podamos centrarnos en la reproducción de
materiales constructivos. Por ejemplo, un recurso relativamente sencillo de plantear es
la fabricación de adobe, que nos permita plantear cuántos deberíamos fabricar para
construir una estancia, cuánto tiempo deben secarse al sol para ser usados, etc.
Podemos reproducir otros materiales y técnicas constructivas, como el tapial o los
entramados vegetales. En caso de disponer de espacio en los exteriores del centro
educativo, podemos plantear la construcción de una cabaña, utilizando materiales y
técnicas de época prehistórica. Más allá de reproducir el espacio arquitectónico,
podemos completarlo con la reproducción de objetos cotidianos y elementos presentes
en el interior y exterior del edificio. Este tipo de ejercicios acercan de una forma muy
visual y vivencial los procesos constructivos que a menudo son olvidados dentro de la
enseñanza y aprendizaje. Además, alejan estereotipos y permiten obtener otra visión
del pasado y sus formas de hábitat, especialmente en la prehistoria (Bardavio, 1999).
4.5. Herramientas del pasado
La recreación de artefactos de otros tiempos siempre es un recurso didáctico muy
interesante ya que nos traslada a un viaje tecnológico en el tiempo que es de alto
atractivo para los estudiantes. Además, plantearse de forma empírica si un
determinado utensilio es útil para cortar carne o para cocinar abre un sinfín de
posibilidades didácticas. Recurriendo a ejemplos conocidos, podemos reproducir
objetos relativamente sencillos, como un bifaz, o, con materiales similares, probar de
reproducir utensilios más sofisticados, como puntas de sílexv. El proceso puede
complementarse añadiendo el mango correspondiente a la herramienta, y probando su
utilidad y eficacia.
Sin duda, el viaje tecnológico en el tiempo responde siempre a necesidades humanas y
nos adentra en el mundo de las ucronías ya que a partir de la imaginación podemos
idear artefactos que nos ayuden a resolver problemas reales o venideros. ¿Cuáles son
las preocupaciones tecnológicas de la actualidad? ¿A qué necesidades responden?
¿Cómo se pueden resolver? Una vez más, la recreación de un artefacto histórico, nos
permite, pues, conectar con el pasado y a su vez, reflexionar sobre el presente e
imaginar el futuro.
4.6. ¿De quién es esa bolsa?
Un ejercicio didáctico con amplia trayectoria pero con resultados siempre positivos, es
el que está centrado en el propio método científico que parte del hallazgo de algo
concreto para poder elaborar hipótesis y desencadenar un proceso de investigación.
Este tipo de estrategias didácticas se pueden desarrollar en dos tiempos, en un primer
lugar el maestro o profesor pueden proponer el material para estructurar las primeras
fases del conocimiento y ayudar al alumnado a elaborar hipótesis. En un segundo
momento y cuando los conocimientos están adquiridos, es interesante plantear la
creación de bolsas/maletas en pequeños grupos y de distintas épocas. Este hecho les
supone la búsqueda y selección de fuentes, materiales de otros tiempos, etc. Y
además, les motiva para poder descubrir el material que los demás compañeros han
creado.
4.7. Simular un yacimiento
No hay mejor manera de entender qué es la arqueología y para qué sirve que ponerse
a excavar un yacimiento y estudiarlo. Pero, como es obvio, el acceso a una excavación
real suele quedar lejos del alcance del alumnado de educación primaria y secundaria,
principalmente por el conocimiento técnico y las titulacionesvi. Una de las posibilidades
que tenemos es la simulación de un yacimiento en el centro escolar (patio, jardín o
entornos del colegio) que nos permita acercar la ciencia arqueológica al alumnado.
Para poder recrear un yacimiento, es importante que hagamos una buena selección de
material; en determinados museos se pueden conseguir réplicas de objetos
arqueológicos aptos para este tipo de actividades. También podemos reproducirlos
nosotros mismos. La planificación del yacimiento es más importante que su
excavación, puesto que los materiales, su localización, las capas estratigráficas a
representar… determinarán la lectura e interpretación posterior. Por ello, es
recomendable “inventarse” una historia para los estratos a reproducir, distribuir los
objetos en el espacio para que “narren” esa historia, y enterrarlos con tierra. Es
relevante destacar que gran parte del trabajo a realizar empieza una vez se ha
finalizado la excavación puesto que debemos enseñar a nuestros alumnos a clasificar y
catalogar los objetos obtenidos para así poder sistematizar la información. Debemos
tener en cuenta, además, que el grupo que entierra los objetos debe ser distinto al que
los recupera excavando, puesto que, de lo contrario, la investigación pierde sentido.
En caso de no disponer de espacios exteriores, podemos preparar “cajones”
arqueológicos que representen distintos estratos. Para ello, debemos reproducir en
cajas de almacenamiento (mejor si son de plástico, con tapa) estratos con objetos
arqueológicos. Esta estrategia permite, no tan sólo solventar problemas de espacio,
sino también “excavar” con menos tiempo los “yacimientos”, aunque la excavación en
el exterior se asemeja más al proceso real de investigación (Cardona, 2012; Chiarulli,
Dailey y Sturdevant, 2000; Bardavio, 1999).
4.8. ¡Hemos encontrado un cadáver!
La arqueología permite, en cierta forma, reproducir el método de investigación propio
de la disciplina de una manera relativamente sencilla. En caso de que no podamos
reproducir un yacimiento en nuestro centro educativo, podemos plantear
investigaciones de tipo arqueológico mediante la resolución de problemas y enigmas.
Muchas veces la arqueología se asemeja a la investigación criminalística,
especialmente en casos como el del soldado de la Fatarellavii. Por ello, proponemos
que, a partir de los resultados de la investigación se plantee un enigma a partir del
cuerpo del soldado encontrado en una trinchera. Las estrategias a seguir podéis
encontrarlas en un número anterior de esta misma revista (Sallés, 2013). Más allá del
planteamiento de hipótesis, su resolución y su discusión, podemos proponer,
especialmente para el alumnado de Secundaria, la realización de un debate sobre
cuestiones de memoria histórica, sobre empatía histórica con el trabajo con fuentes
orales o testimonios escritos, e incluso visitar espacios del conflicto de la Guerra Civil
española, presenciar un evento de recreación histórica o, por qué no, participar de
iniciativas ciudadanas para proteger y preservar este patrimonio.
4.9. Arte en la antigüedad
El arte ha acompañado al hombre desde los inicios de la historia y por tanto
encontramos manifestaciones artísticas en cada una de las épocas. La recreación de
procesos artísticos en el aula puede ser otro recurso educativo con un gran potencial.
Desde un tapiz, hasta un retablo gótico, pasando por figuras de terracota o divinidades
antiguas, pueden reproducirse con más o menos cercanía a las técnicas y materiales
originales con los estudiantes. Al margen de la reproducción en sí, que siempre debe
hacerse basándose en un rigor científico y usando los materiales adecuados, nos
parece importante subrayar las posibilidades de establecer cambios y continuidades en
el tiempo con este tipo de propuestas. Así pues, ¿qué paralelos podemos encontrar
entre los lares romanos o una bandera de un equipo de futbol puesta delante de la
televisión? Esta reflexión, nos permite ir un paso más allá en la recreación artística de
una época concreta para centrarnos en plantear, siguiendo con el ejemplo anterior,
¿qué tipo de divinidad protectora necesitaríamos en la actualidad?
4.10. Sonidos del pasado
¿Es posible reproducir los sonidos y la música del pasado? Muchos investigadores se
lo han preguntado a lo largo de los últimos años, y actualmente existen ya
investigaciones que arrojan luz sobre este aspecto. Uno de los experimentos más
conmovedores es, precisamente, la reproducción y experimentación de música del
Paleolítico con una réplica de un objeto de hace más de 40.000 añosviii. En la
antigüedad los instrumentos se hacían con materiales naturales, como hueso, madera
o piedra. En la prehistoria existían los “zumbadores”, objetos que emitían un sonido
similar a un zumbido al moverlos. Y, por comparaciones con sociedades indígenas
actuales, sabemos que también existían instrumentos de percusión variados, como
sonajeros hechos con conchas, raspadores de hueso y madera, y tambores de distinto
material y formas. También se han encontrado evidencias de arpas en la antigua
Mesopotamia. Con todo ello, ¿por qué no experimentar y crear instrumentos de la
prehistoria para hacer, al final, un concierto? Podemos empezar con una investigación
en aspectos de arqueoacústica para reproducir los instrumentos, con materiales
similares a la realidad, y poder crear melodías y ritmos con ellos. Se puede completar
la actividad con la realización de danzas al ritmo de la música, basándonos en
paralelos etnográficos.
5. Conclusiones. Los límites de la materialidad
Uno de los principales problemas que podemos tener cuando trasladamos al aula
estrategias didácticas de esta índole es que perdamos el rigor histórico que deben
tener estas actividades y las convirtamos en manualidades sin ningún tipo de
contextualización o finalidad científica. Si bien es cierto que en la mayoría de ideas que
hemos presentado el componente lúdico es esencial, nunca debemos perder de vista
que todas ellas deben contemplar en su ejecución un amplio proceso de investigación
riguroso. En este sentido, para poder asegurar este rigor, es fundamental que
recorramos a los expertos y así asegurarnos de cumplir con los objetivos previstos.
Existen equipos especializados de arqueólogos, que estarán dispuestos a ayudarnos
así como gestores del patrimonio, museólogos, conservadores, etc. Además, si
acercamos al aula estos profesionales también estamos proporcionando al alumnado el
contacto real con la ciencia histórica. Depende de dónde se encuentre nuestro centro
escolar, podemos trabajar junto con los arqueólogos municipales o agentes locales que
seguro que nos acercarán el patrimonio de nuestra localidad.
Otro de los problemas que podemos encontrar es la limitación estructural que este tipo
de recursos conlleva. Esto significa que tengamos pocos materiales, presupuesto y
espacio para poder desarrollar dichas propuestas. En este sentido, deberemos buscar
alternativas y en muchas ocasiones las encontraremos recorriendo a los museos o
centros patrimoniales que ofrezcan tipologías de actividades parecidas a las que
hemos planteado. Este hecho, también puede solventarnos un problema subyacente y
es la falta de formación que podemos tener en este tipo de actividades. A menudo, el
personal de los museos o centros patrimoniales está formado especialmente para
desarrollar este tipo de planteamientos didácticos que pueden sobrepasar las funciones
docentes. Existen, además, grupos de investigación, eruditos locales, etc. que estarán
encantados de entrar en el aula y trabajar conjuntamente con nuestro alumnado. En
muchas ocasiones, implicar a las familias en estas estrategias de enseñanza y
aprendizaje también puede ayudarnos a solucionar las limitaciones con las que nos
encontremos.
A la limitación estructural, debemos añadirle también la complejidad de montaje que
muchas de estas estrategias conlleva pero si nos dejamos guiar y asesorar por los
centros de recursos, los servicios de préstamos de kits didácticos en los museos, etc.
seguramente conseguiremos superarlo. La falta de tiempo dentro de la estructura
organizativa escolar también puede causarnos algún que otro quebradero de cabeza,
pero la enseñanza y el aprendizaje de la historia planteado des de la perspectiva que
hemos expuesto implica una concepción distinta de la educación. Por esto es
importante que busquemos las formas de integrar estas estrategias didácticas dentro
de nuestros temarios. Así, plantear proyectos más amplios que impliquen a más
profesorado nos será de gran ayuda.
Para explorar las posibilidades de las fronteras del conocimiento y cambiar la forma de
enseñar y aprender el pasado, es necesario también cambiar y explorar los límites y
posibilidades de las dinámicas escolares, docentes y del aula. En este sentido, y desde
hace unos años, urge un cambio en la concepción de las humanidades, y la historia en
particular, así como en sus metodologías de enseñanza y aprendizaje, su función en la
educación y su sentido en la sociedad (Zhao y Hoge, 2005). Precisamente, la
reivindicación de la historia como conocimiento crítico del pasado, como componente
identitario que permite comprender la propia cultura y también a otros, es necesaria, y
debe pasar por un cambio en la forma de enseñar estos contenidos. Por ello, la
introducción de estrategias didácticas proactivas para facilitar el aprendizaje y la
comprensión de la historia son necesarias, y la integración de aprendizaje práctico y
sensorial (hands on), junto con el desarrollo de habilidades de pensamiento (minds on)
y el factor emocional (hearts on) son claves para favorecer el desarrollo integral de
niños, niñas y adolescentes.
Agradecimientos
Este artículo forma parte de la investigación desarrollada en el sí del
proyecto Desarrollo de estrategias y técnicas didácticas a partir del patrimonio y
la arqueología del conflicto para la enseñanza/aprendizaje de las ciencias sociales y la
historia, financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad (Ref. EDU2012-
35299). Las autoras son miembros del grupo de investigación DIDPATRI – Didàctica
del Patrimoni de la Universitat de Barcelona (SGR2014-945).
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SANTACANA, J. y HERNÁNDEZ CARDONA, F. X. Enseñanza de la arqueología y la
prehistoria. Lleida, Milenio, 1999.
ZHAGO, Y.; HOGE, J. “What Elementary Students and Teachers Say about Social
Studies”, en The Social Studies 96 (5), 2005, pp. 216-221.
i Este artículo forma parte de la investigación predoctoral desarrollada en el si de una ayuda de
Formación del Profesorado Universitario (FPU2012) del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. ii www.simulpast.net
iii El grupo de recreación histórica Kuanum (http://kuanum.blogspot.com.es) tiene propuestas sobre
cocina de la antigüedad. También puede ser útil el libro de Santacana, J. y Durán, J. (2011) iv En la web Diario de Atapuerca (http://www.diariodeatapuerca.net/arqexp.htm) podéis consultar
propuestas vinculadas a la reproducción de cerámica y cestos, entre otras propuestas. v Íbidem
vi Aunque los estudiantes no pueden participar en campañas de excavaciones como técnicos y como
personal de la investigación, sí que pueden llegar a colaborar como voluntarios en algunas tareas o bien
en campos de trabajo específicos de arqueología. Consultad la oferta en vuestra región. vii
Para el conocimiento de los datos arqueológicos, consultad González Ruibal (2011). Para la propuesta
en el aula, consultad Jiménez et al. (2014). viii
Se muestra la experiencia y sus resultados en el vídeo
https://www.youtube.com/watch?v=nnLsK2f2IzM.
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