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Una serie de poemas satíricos y burlescos sobre los mandamases de la Watchtower. El autor escribe bajo el pseudónimo: Teófilo Josefo Tadeo. Un servidor lo cuelga con permiso del autor. Edición corregida y aumentada, 1 de julio de 2012
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1
Teófilo Josefo Tadeo (TEJOTA)
HISTORIA EN VERSO
DE LA WATCHTOWER
NEW YORK, JUNIO 2012
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2
COPYRIGHT BY
Teófilo Josefo Tadeo
INTELLECTUAL PROPERTY REGISTRY:
NY20120621/132
3
Todo lo que el hombre piensa
Es lo que llega a creer.
Jactancioso ha de imponer
Opinión severa, intensa.
Tregua jamás le dispensa
A quien quiere someter.
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5
Cambia el Cuerpo Gobernante
de opinión a cada instante
como cambia la veleta
que en el viento no está quieta.
6
7
EL ARMAGEDON
DESDE LA ATALAYA
En su torre-atalaya encaramados,
dan voces los del cuerpo gobernante
de que ven ya venir amenazante
el fiero armagedón por todos lados.
En cándidos caletres asustados
implantan con afán intolerante
su férreo parecer vociferante
que pronto queda en cuentos caducados.
Por el lejano y tétrico horizonte,
¿divísase espectral armagedón
llegar como salvaje mastodonte?
Más fácil es que sea un nubarrón
que al llegar la mañana se remonte
y haga mofa de toda predicción.
8
9
PAN, MAS QUE PALABRAS
¿Pide el pobre de comer
y le das predicación?
No puede ser buena acción
descuidar el gran deber
de dar comida al hambriento.
Para que Dios te bendiga,
llena al pobre la barriga;
después cuéntale tu cuento,
si es que te quiere escuchar,
que no tiene obligación
de oir tu disertación
y la puede rechazar.
Tú en cambio no te desligas
de la generosidad,
que es obra de caridad
con que al prójimo te obligas.
¿Pues no atendió el Cristo a miles
dándoles panes y peces,
todo eso sin muchas preces
10
y sin discursos febriles?
Porque el Cristo predicaba
pero a la par daba trigo,
no como hace hoy el testigo
que parla y parla y no acaba.
No niegues tu pan al pobre
y, cual si fuera tu hermano,
abre corazón y mano
y dale aunque no te sobre.
No busques contrapartida,
no esperes a cambio nada;
si eres persona abnegada,
más feliz será tu vida.
11
HISTORIA
EN VERSO
DE LA
WATCHTOWER
(Poemario en
1.200 versos)
12
13
LOS PROLEGÓMENOS
Aquila Brown fue el primero
en decir rotundamente
que dos mil quinientos veinte
era en años el entero
cómputo de los famosos
siete tiempos del profeta
para hacer de este planeta
la corte de los gloriosos.
Allá por el veintitrés
de aquel siglo diecinueve
que las montañas aún mueve
y aún suscita el interés,
tuvo gran repercusión
el libro “El Atardecer”
que Brown legó con placer
y es de fechas conmoción.
Después profetizaría
William Miller, que fue el mismo
14
fundador del adventismo;
afirmó que el fin vendría
y el Cristo aparecería,
ya el cuarenta y tres pasado;
no habiendo el Señor llegado,
gran decepción surgiría.
La tan ansiada venida
pospuso al año siguiente;
fracasó y, por consiguiente,
fue sonada la estampida.
Entre los muchos devotos,
Nelson Barbour se encontraba;
con chasco a Australia emigraba,
como tantos boquirrotos.
Este Barbour regresó
como veinte años después
y en Londres puso los pies,
algo que no le pesó,
pues fue allí que descubrió
por algún perdido estante
una obra interesante
15
que un tal Elliot escribió.
Filosofando profundo,
mister Elliot aducía
que al catorce se extendía
el gran tiempo de este mundo.
“Horas” era a la sazón
el libro que sutilmente
a Barbour le abrió la mente
y le embargó el corazón.
Creyó al punto detectar
que Miller se equivocaba
en tres décadas y estaba
ya el tiempo listo a expirar.
Y así fue que, finalmente,
risueño interpretaría
que el señor Cristo estaría
al setenta y tres presente.
Predicó en todo lugar
y, una vez que hubo pasado
el año supracitado,
16
no viendo al Cristo llegar,
corrigió el entendimiento,
pues era el fallo evidente,
y aplazó al año siguiente
el magno acontecimiento.
El año voló cual humo,
el Cristo no apareció
y la secta se escindió,
desairada en grado sumo.
Mas Barbour no se rindió
e hizo ver lo nunca visto:
que la presencia de Cristo
en el cielo aconteció.
Para explicar tal misterio
fundó su propia revista,
“El Heraldo”, siempre lista
para este asunto tan serio.
Una copia recibió
Charles Russell, que al leerla,
encontró que era una perla
y a Barbour presto escribió.
17
En verse con él convino
y al fin quedó convencido
de que tenía sentido
la fecha en que el Cristo vino.
Que fue en el setenta y cuatro
que acaeció tal evento,
según el discernimiento
que no era más que teatro.
Esta patraña adventista
la extendió Russell fanático
y en proclamarla fue enfático
cual activo publicista.
Por tal prédica insensata
muchos fueron engañados
y también decepcionados:
todo quedó en perorata.
Este Russell se valió
de la sociedad fundada,
la Watchtower se llamaba,
por Conley, que a aquél le abrió
18
las puertas editoriales,
imprimiendo por millones
todas sus publicaciones
y amasando así caudales.
Grosso modo predicaba
que el catorce aterraría
porque desastre vendría
sobre quien no le escuchaba.
Que el seiscientos seis fue el año
de la horrible destrucción
de la judaica nación
y ahora mayor era el daño.
Lo que Russell no sabía
es que un tal Birks escribió
que el seiscientos seis salió,
no de alguna profecía,
sino de añadir al año
quinientos ochenta y siete
el diecinueve que mete
Jeremías en su escaño.
19
Pero Birks erró la cuenta
porque dieciocho fueron
los años que transcurrieron
hasta aquella cenicienta
ruina de Jerusalén,
desde que al trono ascendiera
el monarca que tuviera
de los judíos desdén.
Tienen rigurosamente
razón los historiadores
cuando con sabios rigores
demuestran celosamente
que Jerusalén cayó
como torre de juguete
en aquel ochenta y siete
que una patria destruyó.
20
21
EL SEÑOR RUSSELL
ABRE EL TELON
En el siglo antes del veinte,
ya mediados los setenta,
aceptó Russell la cuenta
que echara precariamente
sobre los tiempos del mundo
un tal Barbour, adventista
y al par supremo cuentista,
calculador errabundo.
Este Barbour anunció
en su revista El Heraldo
-por cierto, sin gran respaldo,
pues fantasías urdió-,
que el Cristo empezó a reinar
el año setenta y cuatro,
de lo cual hizo teatro
y a algunos fue a impresionar.
Llegó a Russell la revista
22
y quedó conmocionado
tras leer lo publicado.
Solicitó una entrevista
con el tal Barbour, y pronto
éste a aquél en un momento,
sin mucho razonamiento,
le convenció como a un tonto.
Joven como Russell era,
sin letras, sin experiencia,
aceptó con diligencia
y con patente ceguera
las fechas que aquél le diera,
junto con ciertas doctrinas
que se estimaban divinas,
sin cotejarlas siquiera.
Las fechas que transmitiera
Barbour a Russell, aquél
las extrajo del papel
que un tal Elliot escribiera
como tres décadas antes
cuando quiso demostrar
23
que a punto estaban de entrar
los nuevos tiempos radiantes:
Seiscientos seis, como el año
en que la ciudad judía
sufrió en un aciago día
inimaginable daño.
Y la de mil novecientos
catorce, por deducción,
fecha del Armagedón,
lanzada a todos los vientos.
Y Russell, con impaciencia,
con mayúsculo entusiasmo,
sin malicia ni sarcasmo,
sin sopesar la evidencia,
inició con alegría
la tenaz predicación
ésa del Armagedón
que en el catorce vendría.
Mas, como no acaeció,
Russell, con vista de lince
24
la retrasó para el quince;
pero nada sucedió,
salvo que el mundo se vió
dentro de aquella gran guerra
que hizo temblar a la tierra
y que Russell no previó.
Para entonces el barbado
y locuaz predicador
era ya el publicador
más grande considerado,
pues vendía por millones
piezas de literatura
que no otorgaban cultura
y sí muchas diversiones.
La Watch Tower de Sión,
que fundara ilusionado,
la dejó como legado
a su fiel generación.
Tal revista en este día
se designa “La Atalaya”;
largo en doctrina se explaya
25
y en caduca profecía.
Dos años después fundó
un tal Conley la entidad
Watchtower, que utilidad
a Russell pronto le dio
cuando, tras un lustro entero,
la Watchtower refundó,
que a tiempo le redundó
un porvenir lisonjero.
Su famosa colección
de la Aurora del Milenio,
tramada con sumo ingenio,
fue de la grey distracción.
Charlatanes ambulantes
la expendieron por doquier
con gratuito quehacer
en tiempos tan apremiantes.
Famoso fue el Fotograma
de la Creación, que aún brilla
cual pionera maravilla
26
de la cinética trama.
Por tal admirable invento,
muchos fueron absorbidos
y sus destinos torcidos,
lejos del discernimiento.
Era Russell fiel masón,
como afirmó en un discurso
en una asamblea en curso,
no de la congregación,
sino de ilustres masones
de Pasadena. De grado,
libre masón aceptado
dijo que era, sin ficciones.
Enarboló por bandera
la piramidología;
su Biblia en piedra sería
la gran pirámide entera.
El caso es que presentaban
todas sus publicaciones
simbolismos de masones:
dobles alas destacaban.
27
Fue de viaje a tierra santa
y hasta Egipto visitó,
donde bien se retrató,
porque la historia lo canta,
en el vetusto y altivo
piramidal monumento
que a Keops su fundamento
se atribuye sin motivo.
Ya entonces, como es probado,
se dividió el movimiento,
al no ver el cumplimiento
de todo lo predicado.
Hoy en día, varias sectas
que se llaman Estudiantes
de la Biblia, aún expectantes
lanzan prédicas directas.
Cansado por el vaivén
de los esquivos asuntos,
la víspera de difuntos
murió Russell en un tren.
28
Media centuria perdió
de incesante predicar
que hubo al fin de caducar
porque su luz se fundió.
Junto a su tumba se alza
la pirámide masónica,
hoy completamente afónica
porque su voz ya no ensalza.
Los suyos se la erigieron
en honor de su persona
y la cruz y la corona
sobre su cima esculpieron.
Pleno de afabilidad,
su profetizar entero
pudo haber sido sincero,
pero sin veracidad.
Corrió por su propia cuenta,
no fue profeta inspirado
ni Dios le había enviado:
corona de humo detenta.
29
Del esclavo fiel se afirma
que activo está cual vocero
desde aquel siglo primero,
que la Biblia lo confirma.
Sería providencial
que Russell, por descontado,
hubiera al fin contactado
con el esclavo oficial.
Pero Russell no contó
con tal guía en la Escritura;
solitario en la aventura,
con aquél no contactó.
¿Restableció el cristianismo
este Russell en su día?
No, porque ya existía
desde el siglo primo mismo.
Todo aquel que bien discierna
verá que dos paralelas
marcan hoy sus cantinelas:
una antigua, otra moderna.
Si la antigua es verdadera,
30
la de Russell no lo es
y esto no tiene otro envés,
como es patente a cualquiera.
Una pirámide erguida
en un triste camposanto,
aprisiona a cal y canto
una esperanza perdida.
Fue tan solo una utopía
lo que Russell predicó;
por eso se equivocó.
Su vida quedó vacía.
31
RUTHERFORD DA LA PUNTILLA
Medio lustro de aflicción
pasó, vacío de gloria,
y ocupó henchido de euforia
Rutherford el gran sillón.
Su buen sudor le supuso,
pues, no siendo el designado,
manejó como abogado
los hilos y al fin se impuso.
El juez Rutherford, llamaban
a este nuevo presidente
de carácter vehemente;
ante él los suyos temblaban.
Tipo rudo y prepotente,
nunca gozó del afecto
tan profundo y tan perfecto
que a Russell le dio su gente.
Publicó un libro siniestro
lleno de barbaridades
32
que hizo pasar por verdades
de su difunto maestro.
Tal suceso motivó
que se escindiera la secta,
mas él, de manera afecta,
con furia el fuego avivó.
Para el año dieciocho
profetizó sin piedad
que la entera cristiandad
sufriría su desmocho.
Que, sin tregua y parsimonia,
Dios mataría a millones
que daban sus devociones
a la grande Babilonia.
Por una publicación
que a la nación criticaba
cuando en la contienda entraba,
fue recluído en prisión.
Cuando con la primavera
la libertad conseguía,
la rabia que le envolvía
33
le hizo perder la sesera.
Lanzó un folleto, además
de agudas disertaciones,
pregonando que millones
no morirían jamás,
e incluso fue más allá,
todo por llenar las arcas,
y afirmó que los patriarcas
resucitarían ya.
El veinticinco sería
el año de tal evento
y, tras su acontecimiento,
el Armagedón vendría.
Fue un lustro de excitación
para la feligresía,
que extendió su fantasía
por todo pueblo y región.
Con razones oportunas
los de la médica ciencia
pregonaban a conciencia
34
el uso de las vacunas.
La Watchtower saltó al punto
con esta declaración:
que toda vacunación
era diabólico asunto.
En el año veintidós,
Rutherford más incendiaba
los ánimos cuando daba
como primicias de Dios
tardías explicaciones
de que el Cristo visitó
a su esclavo y lo nombró
su mayordomo en funciones.
Todo oyente esto aceptó
como palabra del cielo,
así picando el anzuelo;
pero nadie detectó
que si un rey viene a un hogar,
el dueño al punto se entera,
no a la cuarta primavera:
absurdo es tal razonar.
35
Si, por dar fiel alimento,
el Cristo hubiera nombrado
en la tierra apoderado,
no valdría el argumento
de que la luz ha aumentado
desde aquel lejano día,
pues Cristo no nombraría
a quien todo lo ha cambiado.
¿Pues no dice la Escritura
que Cristo siempre es el mismo
y que nos lleva al abismo
toda enseñanza insegura?
Aquélla del diecinueve,
por mucha luz aumentar,
no es doctrina de cambiar,
así truene y así nieve.
La última Navidad
que Rutherford celebró,
en el veintiséis paró
y ya tal festividad
36
fue en la Watchtower prohibida,
igual que los cumpleaños,
que eran eventos extraños
para la misma “verdad”.
Pasado el tiempo, atizó
a la secta el gran lamento
y quedó como un jumento
quien tan mal profetizó.
Agachadas las orejas
por mentir sin fundamento,
perdió el ochenta por ciento
de las cándidas ovejas.
Amainada la tormenta,
a los suyos instruyó
y Beth Sarim construyó
allá por el año treinta.
Recaudó por donaciones
sus siete largas decenas
de millares y, sin penas,
colmó así sus ambiciones.
37
La suntuosa mansión
patriarcas albergaría,
a los que se esperaría
pronto en la resurrección.
Mientras tanto, en buen apaño,
Rutherford la ocuparía
y harto la disfrutaría
mes a mes y año tras año.
Tenía el fatuo señor
un Cadillac en la puerta
con su chófer siempre alerta,
y en la bodega, la flor
de esos caldos tan selectos
que todo experto alababa
y a los que él bien prodigaba
sus más cálidos afectos.
Otro Cadillac radiante
le esperaba en la ciudad,
producto de la piedad
de la manada ignorante
que soportaba las pruebas
38
y de buena fe creía
que el dinero se invertía
íntegro en las buenas nuevas.
Fundó su propia emisora
para lanzar por las ondas
fantasías trapisondas
que fraguaba sin demora.
Por tal novedoso medio
hizo del temor su espada
y la multitud captada
le supuso pingüe predio.
También por los años treinta,
cuando el alcohol fue prohibido,
Rutherford, enfurecido,
a la misma Ley se enfrenta.
Critica la prohibición
y, con voz de ordeno y mando,
se agencia de contrabando
bebidas de otra nación.
Novedad interesante
39
fue que la predicación
aprovechó la invención
de un artefacto parlante
que gramófono llamaban
e iban con él por las casas
agitando así a las masas,
que hasta la puerta atrancaban.
En el año treinta y uno,
el Rutherford visionario,
divino depositario
del verbo y faro oportuno,
prendió luz en lo secreto
y dio sin vacilación
nueva denominación
al fiel esclavo discreto.
Como era este fiel esclavo
el cuerpo entero de ungidos,
que otros no eran conocidos,
el tal cargó con el clavo
de testigos de Jehová
o Israel espiritual,
40
tipo de aquel natural
que aquí ni viene ni va.
El treinta y cinco a la mano,
viendo que sobraban miles,
encendió nuevos candiles
el doctor watchtoweriano.
Siendo más que las lentejas
tantos hermanos y hermanas,
echó al vuelo las campanas
y los llamó “otras ovejas”.
Salvó así la situación,
con dos clases ovejunas
y dos distintas fortunas.
Tamaña suposición
a comprender no se alcanza:
el que unos vayan al cielo
y otros queden en el suelo,
dobla la única esperanza.
Libros imprimió a montones,
que a espuertas se colocaron;
41
dividendos reportaron
por millares de millones.
Arco Iris bautizó
a su extensa colección,
desechada por ficción
cuando bien se analizó.
Hasta al führer alemán
le dirigió una misiva
con su loa preceptiva,
torciendo aquél su ademán,
pues no permitió ni loco
que un tipo de pacotilla
le hiciera la pelotilla
con alabanza a descoco.
Había allí a la sazón
veinticinco mil testigos
declarados enemigos
sin aparente razón.
A unos diez mil recluyeron
sin juicio y sin escrutinio
en los campos de exterminio
42
y los demás se perdieron.
Y de nuevo le escribió
el de América del este;
esta vez, echando peste,
sin tacto, a aquél encendió
y ahora el führer, cual demente,
descargó toda su saña
de diabólica alimaña
aun sobre el más inocente.
El neoyorkino, rotundo,
lanzó el siguiente alegato:
que no es bíblico el mandato
de traer niños al mundo
antes del Armagedón,
tiempo en el que se encontraba,
según él lo presagiaba
por divina inspiración.
Y, puesto que en unos meses,
la tormenta estallaría,
sabio y práctico sería
43
que a los santos intereses
y con la frente bien alta
se dedicase el testigo,
librándose del castigo
que Dios traería sin falta.
Antes de eso, “nueva luz”
el gran jefe recibió
y por ella concibió
que no fue muerto en la cruz
el Cristo, sino clavado
con enorme sufrimiento
a un madero de tormento,
un poste hincado en el suelo.
La cruz no tenía brazos,
declaró la mar de ufano
el patrón watchtoweriano,
dando al tema carpetazo.
Pero se habla en la Escritura
de “los clavos de las manos”
y entienden los escribanos
“stauros” como “T” pura.
44
En una gran asamblea
en Nueva York celebrada,
“Gobierno y paz” titulada,
se suscitó una pelea.
A los acomodadores
les dieron gruesos bastones
y levantaron chichones
a unos alborotadores.
Cerca del año cuarenta,
Rutherford, por vanidad,
compró una nueva heredad
apartada y suculenta.
La pagó sin dilación,
en secreto y con orgullo,
cargándole por chanchullo
todo a la organización.
Siendo los tiempos de guerra
y, creyendo que algún día
en la refriega andaría,
se construyó bajo tierra
45
dos búnkeres de hormigón
para su tranquilidad.
Casa de Seguridad,
Beth Shan, llamó a aquel rincón.
Nunca lo disfrutaría,
pues llegó el cuarenta y dos
y hubo de decir adiós
a cuanto más él quería.
Solicitó con audacia
sin falta ser enterrado
en su Beth Sarim amado,
mas se le negó tal gracia.
Los suyos lo mantuvieron
tres semanas insepulto,
en una heladera oculto,
y al final se decidieron
a inhumarlo en lo discreto,
sin ningún ceremonial
ni lápida memorial:
su tumba es hoy un secreto.
46
47
EL CABALLO KNORR
Y EL JINETE FRANZ
Ya muerto el juez, sin loores,
Natan Knorr tomó las riendas
y con ellas las enmiendas
a sus dos predecesores.
No era hombre de doctrina
ni de suma teología,
aunque sí organizaría
la empresa en forma ladina.
El teólogo en funciones
era el vicepresidente
Fred Franz, que muy sutilmente
cambió tiempos y sazones.
De la parte comercial
el propio Knorr se encargaba
y libre el campo dejaba
a su biblista oficial.
Este escribió a su manera
48
“La verdad os hará libres”,
libro que impuso calibres
a fechas que eran solera.
De un plumazo suprimió
lo que antes no se hubo visto
y la presencia de Cristo
al catorce retrasó.
Trasladó sin pundonor
al seiscientos siete el año
de la gran ruina de antaño
por Nabucodonosor,
todo para que cuadraran
los siete tiempos famosos,
de la Watchtower gloriosos,
que antes mal se calcularan.
Bien pudo haber atrasado,
hasta el quince, el cumplimiento
de los tiempos; mas lamento
esto le hubiera causado,
debido a que el diecinueve
fue el año del nombramiento
49
del esclavo, afianzamiento
de fecha que nadie mueve.
La salida del destierro
la pasó en un periquete
al quinientos treinta y siete,
algo impuesto a fuego y hierro,
y así cuadró a su criterio
los setenta años supuestos
a los judíos impuestos
en su triste cautiverio.
El año cuarenta y tres
tal chapucera reforma
cobró decisiva forma
y hoy es gran dogma de fe.
Todo el tema doctrinal
de la Watchtower se apoya
en esta burda tramoya
hecha punto cardinal.
Si a la sazón se demuestra
que los años del destierro
50
son un mayúsculo yerro
que se encajó en la palestra,
las fechas caen por su peso
y todo se viene abajo,
como inservible cascajo
de una estructura de yeso.
A fin de que sin tardanza
la Watchtower se expandiera
y su actividad creciera
por medio de la enseñanza,
se decidió que se abriera
la Escuela de Galaad,
de vital utilidad
en la labor misionera.
Por medio de voluntarios
que creían firmemente
que el fin era ya inminente,
se abrieron los escenarios.
Sin paga y con sacrificios,
estos ingenuos valientes
ejercieron diligentes
51
sus sacrosantos oficios.
Fundóse en México el Grupo
Editorial Ultramar,
que así se le dio en llamar
porque al “esclavo” le cupo.
Tal Grupo era en realidad
la Watchtower mexicana,
que no tocaba campana
en su pía actividad.
Como entidad cultural
y no como religiosa,
allí cultivó su rosa
de modo antinatural.
Por cuarenta y tantos años
jamás se pudo cantar,
ni rezar, ni predicar
Biblia en mano, por amaños.
En México una entidad
religiosa y forastera
que en el terruño quisiera
52
comprar una propiedad,
a su nombre no podía
registrarla, y fue por eso
que aquí se partió el queso
según lo que convenía.
Fue Knorr un señor vivales,
avispado negociante;
la empresa creció boyante
y el dinero entró a raudales.
Dio cuerpo a grandes ideas,
cambió la organización;
como al cuarto de millón
crecieron las asambleas.
En tanto que él se afanaba
en las lides materiales,
en las espirituales
la mente de Franz hurgaba.
Ya mediados los cuarenta
fue inspirado a declarar
que la sangre era un manjar
y abstenerse era la cuenta.
53
Y así impuso por las buenas
que no debía inyectarse,
sino de ella bien privarse,
que era comer por las venas.
Y todo aquel ovejuno
que no acató tal mandato
fue separado del hato
llegado el sesenta y uno.
Antes, en tiempo fecundo,
tuvo cabal acogida
la después tan discutida
Traducción del Nuevo Mundo.
Anónimos traductores
fueron un secreto a voces,
mas evitaron los roces
con los bíblicos doctores.
Fueron cinco en el consejo
que se metió en tal entuerto,
ninguno de ellos experto
en hebreo o griego añejo.
54
El más sabio de los cinco
fue Fred Franz; pero era lego
con pocas horas de griego
que no estudió con ahínco.
No fue el bíblico trabajo
la directa traducción
de la antigua erudición
del códice y del legajo.
Fue un importuno apañar
textos de otras traducciones,
que con torcidos renglones
pudieron acompañar.
Al sesenta y seis, volvió
el señor Franz a escribir
y, aunque no para prohibir,
todo el orbe revolvió.
Así nació aquel divino
libro de la “Vida eterna”,
aclamado cual linterna
para alumbrar el camino.
55
Contaba el libro de marras
que para el setenta y cinco
podíamos dar el brinco
de las diabólicas garras,
ya que hacía seis mil años
que Adán vino a la existencia
y Dios con mucha paciencia
esperó a reparar daños.
El fin del sexto milenio
muy limpiamente implicaba
que el séptimo se acercaba
y se cambiaba el proscenio.
Que era el milenio de Cristo
el que entraba ya en función
después del Armagedón,
según todo lo previsto.
Por públicas conferencias
y por la página impresa
el tema no era sorpresa
para las grandes audiencias.
Todo el mundo aquí entendía,
56
hasta el último confín,
que estaba cercano el fin
y el reino de Dios venía.
Alabóse a quien vendía
sus bienes, por dedicar
las horas a predicar
y generosa cuantía
donaba a la Sociedad
para así, de modo urgente,
poder llevar a la gente
las nuevas de la verdad.
Muchos, con gran convicción,
y loables intenciones
dejaron sus profesiones
y hasta cualquier afición,
porque la predicación
entendieron que, en conciencia,
tenía la preferencia
antes del Armagedón.
Todo el que estaba a la espera
57
de aquel año tan marcado
se dedicó de buen grado,
sin distraerse siquiera,
a teocráticos quehaceres,
viviendo más pobremente
y más virtuosamente,
y abandonando placeres.
Pasado el año en cuestión,
se dio un margen todavía,
pues de Eva no se sabía
cuándo fue su creación,
que se estimó en unos meses
después que Adán fue creado;
y, ya el tiempo caducado,
comenzaron los reveses.
La Sociedad alegó
que algunos se adelantaron
porque malinterpretaron
que el tiempo final llegó.
Que nadie les empujaba
a vender sus posesiones,
58
que fueron sus decisiones
que a donar los motivaba.
Tal cínico proceder
hizo que en menos de nada
fuera inmensa la espantada
y poco se pudo hacer.
Se arguyó la explicación
de que todo fue una prueba
por la que bien se comprueba
quién es fiel sin condición.
Por obra del fanatismo
encendióse otra lumbrera:
trasplantar órganos era
sin duda canibalismo.
Después se declararía
que tal cuestión, en esencia,
era un caso de conciencia
y a cada cual concernía.
Pero la hemotransfusión,
dado que la sangre, pues,
59
por ciencia un órgano es,
debiera por deducción,
lejos de la prohibición,
considerarse un trasplante;
mas aquí se da un desplante
sin lógica conclusión.
Tras el tomo “Vida eterna”,
impuso la Sociedad
el librito “La Verdad”,
relatando a suelta pierna
que el fin era ya inminente;
la “bomba azul” lo llamaban
y ya todos lo aclamaban
como alimento eficiente.
Poco después ya era activo,
del setenta en adelante,
ese Cuerpo Gobernante
que en modo retrospectivo
se hizo corona de flores
y al adepto confundía,
pues lo cierto es que regía
60
la junta de directores.
En el país africano
de Malawi, el presidente
decretaba abiertamente
que todo buen ciudadano
pagara cierto tributo
al partido gobernante,
partido en aquel instante
el único y absoluto.
Ya dicho impuesto abonado,
se entregaba una tarjeta
que hacía de papeleta
que probaba lo pagado.
La Watchtower entendió
que aquella situación crítica
era meterse en política
y el pago en cuestión prohibió.
Vio el gobierno tal acción
de no pagar el tributo
como un desaire absoluto
61
y una afrenta a la nación.
y castigó con rigor,
aunque rayó en la demencia,
tan grave desobediencia
a las leyes en vigor.
Y era de conocimiento
que en el país mexicano
los testigos, de antemano,
por librarse en un momento
del servicio militar
y evitarse gran trastorno,
a un oficial un soborno
pagaban sin rechistar.
Tomó el Cuerpo Gobernante
las riendas en los setenta,
lo que supuso una afrenta
para Knorr y un gran desplante.
Tal vez por la humillación
se aceleró su dolencia
y, perdida la eminencia,
se apagó en la defunción.
62
Fred Franz quedó relegado
de la función redactora
que gloria le diera otrora,
porque subía al estrado
todo un conjunto escritor
bajo cuya dirección
ya toda publicación
era de equipo labor.
63
FRED FRANZ EL AMASADOR
Fue Fred Franz el elegido
para el asiento vacante
y sería en adelante
de la Sociedad valido.
No tuvo la autonomía
de la que habían gozado
presidentes del pasado,
no absoluta jerarquía.
Dejó la universidad
pasada la adolescencia,
apoyado en la creencia
de la torpe absurdidad
que Russell dio en anunciar,
proclamando tan ufano
que el fin estaba cercano
y era inútil estudiar.
Durante décadas largas
se aconsejó sin barreras
que se evitasen carreras,
64
que eran desastrosas cargas.
Que el más alto cometido
era la predicación
y que otra dedicación
solo era tiempo perdido.
Formaba parte eminente
de aquella corporación
Raymond Franz, a la sazón
sobrino del presidente,
que bregó media centuria
por campo y congregaciones
dando las asignaciones
que preparaba la curia.
Raymond llevó muy eficiente
la sección del libro “Ayuda”,
que era sin sombra de duda
la patata más caliente
que la Sociedad cocía
y que tantos resquemores
levantó entre bastidores:
la de la cronología.
65
Rebuscando información
por todas las bibliotecas,
no sin severas jaquecas,
acaparó su atención
la muy palpable evidencia
de que, entre la Historia al día
y la Sociedad, había
décadas de diferencia.
Tras sopesar a conciencia
tal asunto, la razón
descubrió con aflicción
que la tenía la Ciencia
y que la ruina judía
no fue en el seiscientos siete,
como reza el sonsonete
watchtoweriano a porfía.
Con el Cuerpo Gobernante
fue a tratar sin dilación
la peliaguda cuestión
y de modo fulminante
66
rechazó aquél la propuesta.
Obligado el instructor
a ser un mero escritor,
veraz no fue en la respuesta.
De entonces en adelante,
temiendo un desaguisado,
no fue Raymond bien mirado
por el Cuerpo Gobernante.
Con subterfugio postrero,
fue de la curia expulsado.
Sus libros son hoy legado
que abre la vista al sincero.
Transcurrió el tiempo, y doctrinas
que de un modo se entendían,
ahora de otro se exponían,
con luces más blanquecinas.
Y el noventa y dos llegado,
con casi cien primaveras
partió a las altas esferas
Fred Franz, con pena llorado.
67
EL SEÑORON HENSCHEL
Y LA BAJADA DEL TELON
Al trono watchtoweriano
subió Henschel. Con falsía
trastornó la teología
que predicó todo hermano.
Ahora la “generación”
a tiempos no era aplicada,
sino a la gente malvada
que a Dios no presta atención.
Todo esto descoyuntó
lo que antes se había impuesto
y que hoy era otro supuesto
porque el fin no despuntó.
Y muchos se preguntaban
qué habían de predicar
y qué habían de aplicar,
que los textos no cuadraban.
En la década después
68
se cambió el razonamiento
y otro nuevo entendimiento
puso aquel dogma al revés.
Ahora la generación
la formaba cual tejado
todo ungido traslapado
y nadie puso objeción.
Tal cambio de la “verdad”
mostró que lo predicado
en cualquier tiempo pasado
fue una pura falsedad.
O bien que en la actualidad
la nueva interpretación
es una equivocación
con mayor oscuridad.
Aquí se hizo bien patente
que no hubo luz aumentante,
que al contrario, fue menguante,
negra noche finalmente.
Según este planteamiento
biznietos y abuelos son
69
la misma generación,
debido al traslapamiento.
Por su propia decisión
visitó Henschel sin falta
la remota isla de Malta
y, sin una explicación,
rechazó la invitación
de franca hospitalidad
que con espontaneidad
le dio la congregación.
Altivo, se fue a alojar
en hotel de cinco estrellas,
lo que suscitó querellas,
ya que fue un dilapidar
de los fondos destinados
a la gran obra mundial,
no mostrándose cordial
Henschel con los visitados.
Cercano el siglo a expirar,
renunció a la presidencia,
70
que ahora cambió de excelencia,
dado el nuevo administrar.
Y sería, sin amaño,
la Sociedad dirigida
no ya por persona ungida,
sino del otro rebaño.
Adams resultó elegido.
y hoy la Sociedad no rige
ni los destinos dirige
de la grey. Su cometido
solamente es el mercante:
una empresa editorial
que resulta proverbial
para el Cuerpo Gobernante.
71
LOS CAMINOS DE
LA WATCHTOWER
Aunque a la ONU la nombra
como la bestia salvaje,
lo cual es todo un ultraje,
ciertamente lo que asombra
es que durante diez años
la Watchtower apoyara
y en cierto modo aclamara
de la ONU sus redaños.
Descubierta por la prensa
tan extraña maniobra,
pronto se vio en la zozobra.
Con desfachatez inmensa,
rauda lanzó una misiva
mediante la que aludía
que en parte desconocía
bases de la preceptiva.
72
Que la razón de inscribirse
como una ONG residía
en usar la librería
y no en la de inmiscuirse.
No obstante, en carta oficial,
declaró el alto estamento
que no era requerimiento
tal inscripción especial.
Que el acceso a librería
nunca estuvo restringido,
como es de todos sabido,
y registro no exigía.
Registrarse suponía
de la ONU hacer mención
mediante publicación,
ensalzando su valía.
Debido al costo elevado
del material de impresión
y a que la contribución
del adepto se ha acortado,
se han cerrado sucursales
73
siendo de necesidad
reducir a la mitad
las páginas doctrinales.
La Watchtower hoy invierte
en Hedge Funds; estos son
grandes fondos de inversión
para el millonario fuerte.
De soberbios edificios
en Brooklyn tiene unos treinta:
puestos todos a la venta,
darán pingües beneficios.
Aparte están las haciendas
del gran Patterson distante,
donde el Cuerpo Gobernante
le da forma a sus enmiendas.
Más alla, Wallkill, la imprenta
con más tinta del planeta,
donde saca su gaceta
la Watchtower a la venta.
Warwick, Ramapo, Texedo…
74
todas grandes heredades,
sin contar las propiedades
que en el mundo tiene el credo.
Los salones de reunión
paga y construye el fiel bueno
que escritura a nombre ajeno,
no al de la congregación.
El gran Betel de Ajalvir
vivió momentos cruciales
y hoy los seguros sociales
ya no los puede eludir.
En los centros betelitas,
miles de trabajadores
hacen gratis las labores
cual si fueran cenobitas.
Hoy día están permitidas
las sanguíneas fracciones,
verdaderas transfusiones
en otro tiempo prohibidas.
Se impone la condición
de que se transfundan sueltas,
75
no juntas, y así dan vueltas
a su falsa erudición.
Por la firme decisión
de no hacer obligatorio
servicio sustitutorio,
muchos fueron a prisión.
Hoy se deja a la conciencia
de la persona en cuestión
esta determinación
de tan grave trascendencia.
Con quinientos accionistas
en completo anonimato,
afirma su califato
la Watchtower hoy, con vistas,
no a al fantasioso futuro
de la gran restauración
después del Armagedón,
sino a un presente seguro.
No es la Watchtower hoy día
del testigo fiel bastión
76
que para el Armagedón
seguridad prometía.
No es faro del que navega
ni una luz en el camino:
solo noche en el destino
de quien su vida le entrega.
77
CHASCARRILLOS
WATCHTOWERIANOS
78
79
¡WATCHTOWERIANO!
Oye, joven, con los watchtowerianos
¿te encadenas cogido de las manos?
Si te juntas, han de comerte el coco
y volverte majara poco a poco.
Te dirán que no importa la familia,
que no trates ni con la tía Emilia,
que en las filas estuvo y se salió
porque al cabo del tiempo el tufo olió.
Te dirán que es malsano derrotero
que demuestres amor por el dinero,
que es mejor sacudir el billetero
en un reino inminente y duradero.
¡Watchtoweriano, ay, watchtoweriano,
vaya coco que te han dejado, hermano!,
lo mismo que la teta de una vaca:
sin leche, pero bien lleno de caca.
80
Metido hasta el pescuezo en la gran
masa,
¿podrás tú predicar de casa en casa,
cargando el “Despertad” y “La Atalaya”
y picando como la abeja Maya?
Pateando dinámico la calle,
sin descanso y sin tregua dar al talle,
vas andando como los neandertales,
mirando con los pies pa’ los portales.
Fin de mes, cuando entregas el informe,
tienes miedo a que quede muy deforme
y lo inflas igual que una pepona
porque hay días en que has hecho
rabona.
¡Watchtoweriano, ay, watchtoweriano,
vaya coco que te han dejado, hermano!,
lo mismo que la teta de una vaca:
sin leche, pero bien lleno de caca.
Cuando llegan los días de asamblea,
81
la familia es auténtica pelea:
todos parten veloces como el viento
tan solo por pillar un buen asiento.
Hay que ir pa’ lucir el modelito
y, a la moda, corbata y trajecito,
dando vueltas y vueltas al recinto
por pescar a Jacinta o a Jacinto.
Poco importa perderse hasta el programa
si disfrutas después durante el drama;
la asamblea es más círculo social
que alimento y aliento substancial.
¡Watchtoweriano, ay, watchtoweriano,
vaya coco que te han dejado, hermano!,
lo mismo que la teta de una vaca:
sin leche, pero bien lleno de caca.
Por creer que encontraste la verdad,
porque al fin te sobró credulidad
sin haber indagado a voluntad,
has perdido tu esencia y libertad.
82
¿Y toleras que te hagan la puñeta
de tratarte cual mísera veleta,
con la mente fijada en la utopía
de una vida eternal, sin carestía?
¿Pa’ qué quieres vivir eternamente
si te vas a volver más que demente?
Y además, lado a lado con tu suegra,
¡ya la cosa la tienes más que negra!
¡Watchtoweriano, ay, watchtoweriano,
vaya coco que te han dejado, hermano!,
lo mismo que la teta de una vaca:
sin leche, pero bien lleno de caca.
83
A LA VUELTA DE LA ESQUINA
Se oye en la predicación
esta singular doctrina:
que ya está el Armagedón
a la vuelta de la esquina.
Y se pregunta el oyente
que dónde estará la esquina,
que no se la ve en oriente,
ni en occidente, ni en China.
En el siglo antes del veinte
se predicó que, en el año
setenta y cuatro, presente
ya estaba el Cristo en su escaño.
Que cuarenta años después,
por el catorce, estaría
el mundo entero al revés
y que el Cristo intervendría.
84
Pasó el catorce y el mundo,
si mal enfrascado en guerra,
continuó con su rumbo
y nadie enmendó la Tierra.
Después, por el dieciocho,
se anunció el fin religioso;
mas quedó como Pinocho
quien habló: fue un mentiroso.
Ya cerca del veinticinco
dijo el Ruther que profetas
darían todos el brinco
al sonido de trompetas.
También dijo que millones
no morirían jamás;
después de hacerse ilusiones,
la palmaron muchos más.
Y más tarde, hagan memoria,
el setenta y cinco vino
con seis mil años de historia
85
y un predicar peregrino.
Soltó prédica el “esclavo”
con lo del Armagedón,
mas tampoco dio en el clavo:
fue mala interpretación.
Hubo hermanos que muy prestos
vendieron hasta la moto
y quedaron descompuestos
y con el bolsillo roto.
Dejaron hasta el trabajo
y después de predicar
por toda senda y atajo,
no vieron el fin llegar.
Los de Brooklyn se excusaron
y, cortando por lo sano,
dijeron que malgastaron
muchos su dinero en vano.
Que el “esclavo” nunca dijo
86
que el Armagedón llegara,
que todo fue un revoltijo
que llevó a falsa algazara.
Que ahora es asunto importante
reajustar el pensamiento
y al “esclavo” en adelante
mostrarle sometimiento.
Quien demostró inteligencia
salió al punto de estampida,
ante la clara evidencia
de enseñanza tan torcida.
En la década final
del veinte, ¡qué erudición!,
dio el cambiazo doctrinal
lo de la generación.
Y entrado ya el veintiuno,
que este detalle no escape,
se consideró oportuno
dogmatizar el traslape.
87
Hoy se enseña con urgencia
que el fin está muy cercano
y quien muestre indiferencia
no es más que un vulgar mundano.
Lleva la predicación
más de un siglo de bocina
y aún está el Armagedón
a la vuelta de la esquina.
88
EL TRASLAPE
Dice el Cuerpo Gobernante,
no que se ha traspapelado,
sino que se ha traslapado
la generación menguante
del año catorce y pico,
que eso es nuevo entendimiento
y el que no entienda un pimiento
no es más que un torpe borrico.
Vienen ya nuevos ungidos
de la mano cogiditos
con los que son abuelitos
y andaban medio perdidos
en esto de interpretar
lo de la generación,
que era algebraica ecuación
y ahora es coser y cantar.
Con la moda del traslape
hay ungidos para rato
jugando al ratón y al gato
89
lo mismo que Zipi y Zape.
Tanto remendar el paño,
tanto alumbrar nuevas luces,
y al final se dan de bruces
los pastores y el rebaño.
Pero estos nuevos ungidos
son relleno y comodín,
no tienen ni don ni din
ni cerebro; solo oídos.
Son figurines de barro
que manejan los de arriba,
que los pasan por la criba
moviendo todo el cotarro.
El traslape, con verdad,
deja al Cuerpo Gobernante
disfrutar en adelante
de paz y prosperidad.
Y este concepto moderno
del traslape es tal apaño
que, aunque pase año tras año,
el catorce será eterno.
90
BETEL DE AJALVIR
Ese Betel levantado
con el ingenio y candor
de cuantos han derramado
sangre, lágrimas, sudor
en su inmensa construcción,
ese Betel que tuviera
del cielo la bendición,
que fue de España lumbrera
y supremo baluarte
de quien hizo por creencia
su camino y estandarte
con desatino y sin ciencia,
ese Betel que hoy se cierra
sin dar una explicación
y que su pasado entierra
sin una argumentación
que bien merece el creyente
91
que empleó tiempo, dinero,
todo esfuerzo diligente
y gran fe y ánimo entero
en casa tan prominente,
ese Betel tan ufano,
¿era verdaderamente
de Dios obra… o del humano?
92
ME APUNTARIA A BETEL
Me apuntaría a Betel
por solo el alojamiento,
gastos pagados, sustento
que tenga buen fundamento
y ponga el cuerpo contento.
Me apuntaría a Betel
por solo ropa elegante
que te haga más importante
y un automóvil flamante
repleto de carburante.
Me apuntaría a Betel
mucho mejor que a un hotel.
93
TRISTE Y SOLO EL BETELITA
En el Betel de Ajalvir,
al que alegre fue a servir
y lo cogieron de gancho,
lo pusieron en la Hantcho;
y ahora que se ha desmontado
de golpe todo el tinglado,
triste se va el personal
por no ganar ni un jornal,
y de gorra es enviado
a hacer el precursorado.
Quien a Betel fue a servir
pensando que iba a vivir
un luminoso futuro,
hoy lo ve todo muy oscuro.
94
LOS BETELITAS A DOS VELITAS
Triste queda Ajalvir
sin betelitas
que ahora habrán de vivir
a dos velitas.
Sin tener un oficio
remunerado,
¿rendirán su servicio
con desagrado?
Hallarán que la vida
no es paraíso
y tendrán acogida
por compromiso
entre algunos hermanos,
solo al principio;
mas serán los mundanos
quienes, con juicio,
les darán el empleo
que les permita
95
alcanzar su apogeo
libres de cuita.
Quien a obreros les pide
todo su don
y después los despide
sin galardón,
es de mente malsana
sin remisión
y demuestra que es vana
su adoración.
96
* * *
¿Qué será de la hermanita
que esperaba a un betelita?
Ya no lo habrá de alcanzar
y dejará de soñar.
* * *
¡Qué lástima, los viejitos
despedidos en tropel
de los hogares betel,
sin sueldo ni dineritos
para pagarse un motel
donde caerse muertitos!
97
CHARANGA WATCHTOWERIANA
Como Russell fue masón,
bailar nos hizo a su son.
Del catorce creó escuela
que aún arrastra su secuela
y es el eje del gran carro
y del confuso cotarro
sobre el que gira expectante
hoy el Cuerpo Gobernante.
Más tarde, con felonía,
se cambió la melodía,
cuando el Ruther se hizo jefe,
siendo solo un mequetrefe
que revolvió el gallinero
para embolsarse el dinero
que le entraba por millones
con tantas publicaciones
que daba como alimento
y no eran más que excremento.
98
Llegó después Federico,
que de oro tenía el pico,
y nos cambió el pentagrama
por una insulsa amalgama
de doctrinas chapuceras
que sacó de sus perneras,
como la de los setenta,
que a tantos hiciera afrenta,
y aún peor, sin más razones,
condenó las transfusiones
que de órgano son trasplante
y no un zampar repugnante
que se prohibió al pueblo hebreo,
que era divino trofeo.
Fueron estos presidentes
de obtusas y angostas mentes
los que escribieron las notas
para tantos cabezotas
que hoy se cuentan por millones
y dan sus contribuciones
con generosa alegría,
99
sosteniendo la utopía,
con ademán impasible,
de un futuro insostenible.
Cuando la torre se caiga
porque ya en firme no arraiga
y ha quedado macilenta,
muchos caerán en la cuenta,
viendo que al cambio de luces
contra el suelo dan de bruces,
que tantos vociferantes
de los cuerpos gobernantes
andaban desafinados
y no serán escuchados.
100
ASAMBLEAS DE DISTRITO
Asambleas de distrito
dejan el bolsillo frito
con tanta contribución
que, entre sesión y sesión,
piden solícitamente
que deposite el creyente
de buena disposición
en las cajas del salón,
y así poder sufragar
cuanto se debe pagar
por alquiler y otros gastos
que en cubrir no se da a bastos.
Y, aunque también se procura
vender la literatura,
al final sale el balance,
dicen, que con mal afiance.
El caso es que es cosa cierta
que, por “mantenerse alerta”,
que es el lema de asamblea
101
por el que se patalea
y que asaz por él se alterca,
ya que el fin está muy cerca,
uno despierto ha de estar
sin día alguno faltar,
que es nuevo el conocimiento
y abundante el alimento
que el fiel esclavo discreto
da por código y decreto,
y quien falte al ritual
del banquete espiritual,
perderá sin dilación
sustancial información.
De esta asamblea triduana
que nuevas luces desgrana,
según afirma tajante
el gran cuerpo gobernante,
¿ha de salir el creyente
confortado en cuerpo y mente?
Sin faltar a la verdad,
es la cruda realidad
que, escuchando el mismo tema
102
con la más estoica flema
por tres días de función,
quédase en ebullición
el cerebro todo el año,
sin remedio y sin apaño,
ya mermado el pensamiento
y el libre razonamiento.
103
MILLON Y MEDIO DE PERDIDOS
Dicen que millón y medio
de testigos se han perdido.
Nadie sabe cómo ha sido;
tal vez en el intermedio
de una asamblea aburrida
levantaron el asiento
a la hora del sustento
y salieron de estampida.
El caso es que no se ha dado
de ese medio y un millón
la mínima explicación,
y aquí ya hay gato encerrado.
¿Será que se han olvidado
de su cuerpo gobernante,
o es éste el que, fulminante,
la patada les ha dado?
Con miles que han, sin razones,
las filas abandonado,
104
no extraña que hayan bajado
tanto las contribuciones
y ahora tengan que venderse
los magníficos salones
de tantas congregaciones
que en mal momento han de verse.
Si salen ya, con certeza,
tantos como se bautizan,
es que los de arriba atizan
con inhumana crudeza.
De seguir en tal presteza,
con tanto expulsado a dedo,
no ha de quedar en el credo
títere con cabeza.
105
DADORES ALEGRES
Por donar con alegría
todo el dinero a porfía
para la gran construcción
de la opípara mansión
que fue el Betel de Ajalvir,
tuvieron que malvivir
con angustia y con sudores
tantos alegres dadores.
Hoy los que eran veinteañeros
en tiempos tan placenteros
pasan ya de los cincuenta,
si mal no sale la cuenta
y, viendo tanto malgaste,
ya que todo se fue al traste,
se preguntan angustiados,
perplejos, malhumorados,
si es que mereció la pena
privarse de vida buena
por dar recursos y esfuerzos
106
para que doce mastuerzos
vivan a cuerpo de rey
por encima de la ley
y se lleven, usureros,
de la venta los dineros
cuando el complejo se venda,
que no quedará ni prenda.
107
¿HABLA UN DIOS PADRE
A SUS HIJOS
MEDIANTE OSCUROS ESCRITOS?
Dicen que los libros santos
por Dios fueron inspirados;
mas, ¿cómo son aceptados
teniendo tantos espantos?
¿No será que unos vivales
que se hallaban sin sustento
se fabricaron el cuento
de los dioses celestiales?
Ellos, que estaban en ocio
y que se hicieron señores,
son los sagaces autores
de libros y sacerdocio.
Solo por su mediación
puede a Dios clamar un hijo;
¿es que está en un escondrijo
108
y a un hijo no da atención?
Dicen que sus libros son
cartas para sus criaturas
que, con palabras oscuras,
piden interpretación.
Y aquí los espabilados
hablan de dar instrucción
con supuesta erudición,
pues por Dios fueron nombrados.
La persona inteligente
piensa, como corresponde,
que un Padre nunca se esconde
ni habla tan secretamente.
Quien es Padre justo y recto
no necesita escribir
libros de oscuro instruir:
habla en vivo y en directo.
109
LA PANACEA ELECTRONICA
“Radio Electrónica Biola,
en salud es lo que mola”,
repetía como un loro
la revista “Edad de Oro”,
dándole publicidad
con gran animosidad
a un sofisticado invento,
el no va más del momento,
que, sin importar la edad,
para toda enfermedad
servía sin excepción,
por lo que su adquisición
era asunto necesario
para todo el vecindario.
Aquel genial aparato
que al final compró hasta el gato
y funcionaba por ondas
invisibles y lirondas,
curaba con electrones
110
sarnas, pestes, sabañones
y sarampiones y anginas,
callos, granos, culebrinas,
hemorroides y paperas
y verrugas y denteras
y fiebres de primavera
Y, por si esto fuera poco,
la mocancia nariguera,
el estreñimiento atroz
del que solo come arroz,
las diarreas salpiconas,
imponentes, reventonas,
y tantas otras dolencias
que hoy tratan en las urgencias.
Mucho ruido impetuoso
metió aquel chisme ostentoso
que no curó ni un catarro
y al fin quedó en despilfarro,
pues, tras calentar no poco
a todo vecino el coco,
fue a parar con desventura
al cubo de la basura.
111
Tanta promesa que, ufana,
se da de un mejor mañana
que ha de sanar todo mal
y aniñará al carcamal,
¿no nos trae a colación
la vetusta afirmación
que tomó por banderola
Radio Electrónica Biola?
112
AMANCIO
Amancio es un personaje
que representa al testigo
que de todos es amigo
y a nadie le causa ultraje.
Suele entrar en algún foro
para salir en defensa
de toda posible ofensa
que le cause deterioro
a su "esclavo fiel discreto",
de quien debe obedecer
con mayúsculo placer
todo estatuto y decreto.
Defiende su verdad pía,
aunque en la congregación
poca consideración
le tenga la jerarquía.
113
Escribe con letra verde,
comenzando "Amancio dice";
pero a nadie le maldice,
aunque con él no concuerde.
Soltero de nacimiento,
busca mujer en sus treinta;
mas, por mucho que lo intenta,
no se come ni un pimiento.
Admirable es nuestro Amancio
que al "amo" le sigue fiel,
por él se deja la piel
día a día, sin cansancio.
¡Oh, prodigiosa criatura
de quien hemos de aprender
con lealtad defender
la fe hasta la sepultura!
114
TODO ES SEÑAL
DEL TIEMPO DEL FIN
Llegó la peste porcina
y, atribuyéndose el don
de la inspiración divina,
no falta quien vaticina
que ya está el armagedón
a la vuelta de la esquina.
Peste, guerra o terremoto,
cualquier desgracia es motivo
para armar un alboroto
y captar algún devoto
que mantenga el colectivo
para el que otorga su voto.
Vive sin discernimiento
y habrás de pagar el precio
de gastar todo tu aliento,
y estar en sometimiento
a tanto profeta necio
cuyo hablar es solo viento.
115
LLEGA EL ARMAGEDON
Ya llega el Armagedón
y nadie sabe por dónde;
viene ya como un ciclón,
pero aquí nadie se esconde.
Los de arriba, construyendo
a la par que van pidiendo.
Los de abajo, con premura
colocan literatura
y el parné crece que crece
y en Brooklyn desaparece.
116
PROFETAS DEL FIN
Lo que escribiera Mateo,
lo escribió en tiempo presente;
asunto tan evidente
lo sabe hasta el más ateo.
No escribió en tiempo futuro,
para más de dos mil años,
que eso solo son apaños
tengámoslo a buen seguro,
de un chiflado inoportuno
que miró el texto al revés
y le buscó siete pies
cuando no tuvo ninguno.
No prestemos atención
a sujetos tarambanas
que hacen sonar las campanas
anunciando destrucción
y, como la tal no llega,
acomodan la rutina
de su inestable doctrina
según les va en la refriega.
117
PROFETAS DE VIENTO
Sobre lo que predijeron
los del Cuerpo Gobernante,
hoy con su duro talante
dicen que nada dijeron.
Rondando el año setenta,
publicaron limpiamente
que en el mismo siglo veinte
nos caería la tormenta
esa del Armagedón;
lo que afirmaron fue viento,
siguen viviendo del cuento
y a nadie piden perdón
por tal equivocación
de tamaño garrafal,
más propia de un garbanzal
que de seria erudición.
Y encima tienen el papo
de endilgar a los lectores
118
todo cúmulo de errores,
siendo de ellos el gazapo;
pues, tras lavarse las manos,
farfullaron sin talento
que fue un mal entendimiento
que tuvieron los hermanos.
Estos que con sutileza
cuelan su credo fulero,
llevan todo en el sombrero
pero nada en la cabeza.
Solo son espantaviejas
que andan jugando a profetas
mientras ordeñan las tetas
de toda clase de ovejas.
119
FECHAS ABSOLUTAS
El quinientos treinta y nueve
es una fecha absoluta
y ésta de aquí no se mueve,
ya que no admite permuta.
Sobre ella se ha edificado
todo un castillo de arena,
sin haber considerado
otras que entran en escena.
Así, hay eclipses lunares,
diecinueve exactamente,
que son enhiestos pilares
que hablan elocuentemente.
Bien los cita el almagesto
del gran Claudio Ptolomeo,
para algunos indigesto,
al igual que Galileo.
120
El canon real demuestra
tantas fechas absolutas
que en ciencia es tabla maestra
contra artimañas astutas
de quienes tan arduamente
aún defienden a destajo
tanta fecha incongruente
que se les viene ya abajo.
Si tuvieran por costumbre
cerciorarse del asunto
los de la gran muchedumbre,
aquí pondrían su punto.
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VILLANCICO ANTICIPADO
Ya vienen los Reyes Magos
a echarse sus buenos tragos
por diversión y deporte
con el rey del Sur y el Norte
y el del Oeste y el Este
y el del país de la peste.
En el centro de Betel,
que se ha hecho lujoso hotel,
se han hospedado los reyes
que a todos imponen leyes.
Al sumiso dan regalos
y a los demás nos dan palos.
La mirra, el incienso, el oro,
van para gloria y decoro
de ostentosas construcciones
y otras pomposas mansiones
que jamás soñó el Gran Rey
que aún es Pastor de la grey
122
y por palacio se apaña
con una humilde cabaña.
Hablar parece que importe
del rey del Sur y del Norte
más que del Rey que, en esencia,
es del Reino la eminencia.
123
EL ALIMENTO
AL TIEMPO APROPIADO
Del Cuerpo Gobernante es el oficio
no vivir con extremo sacrificio
para así preparar el alimento
que conviene impartir en su momento.
Para que haya condumio en la cocina
menester es tomarse por rutina
la costumbre de dar, pues lo primero
es tener que aportar un buen dinero
y cebar sin descanso al cocinero;
lo demás es asunto ya postrero.
Del sobrante podrá comer la oveja
si el pastor en el plato el hueso deja.
124
CAÑA AL MONO
En España un aforismo
reza con gracioso tono
que hay que darle “caña al mono
porque aprenda el catecismo”.
Con suma gracia, hay un foro,
que es de lógica aplastante,
que da caña a cada instante
y sin faltar al decoro,
al mono de la utopía
que, encaramado en un foco,
le come a la gente el coco
y le ciega día a día.
Otros monos, manducantes,
trepan al árbol frondoso
que del cielo se ha hecho acoso
y cacarean triunfantes.
Con enorme desparpajo
y con ínfulas de reyes
125
excretan pesadas leyes
que aplastan a los de abajo.
Al árbol de tronco gordo,
que da sombra a todas horas
con sus ramas seductoras
y con tanto mono a bordo,
a falta de hacha o de sierra,
se le escarba la raiz
hasta que dé su cerviz
de bruces contra la tierra.
Que este magnífico dicho
tan popular en España
de atizarle al mono caña
no se ponga en entredicho.
126
SI, PERO…
Quien en prejuicios se mece,
la mente nunca le crece
y, aunque se le hable en susurro,
no verá dos en un burro.
Solo actúa por dictado
de quien cree superdotado,
no tiene propia opinión
ni acepta contradicción.
En su ciega desazón,
no aceptará la razón
del reflexionar certero
y responderá: "Sí, pero..."
127
ENTREVISTA EN VERSO
CON EL BETEL DE ESPAÑA
Entusiasmado y risueño,
entablé conversación
con el Betel madrileño,
y ésta es la contestación.
¿Qué pasó con el dinero
que dimos para Ajalvir?
¿Se lo han cepillado entero,
pegándose el buen vivir?
¡Ese no fue su destino!
¡Se invirtió en la construcción
del Betel santo y divino!
¡No hubo dilapidación!
¡Perfecto! Mas surge un pero:
al vender, según se cuenta,
¿qué harán con tanto dinero
recaudado de la venta?
128
¿Vender el Betel? ¡Qué cuentos!
Lo que es de Dios no se vende.
¡Negociamos los talentos
y así el Señor no se ofende!
Y quédele esto muy claro:
ni vendemos ni compramos,
porque nos sale muy caro.
¡Tan solo simplificamos!
De acuerdo; pero suponga
que por moles o bemoles
se vende. ¿Tendrán “milonga”
los hermanos españoles?
Si se refiere al dinero
que deje la transacción,
queda reducido a cero
por ley de compensación;
porque esto dice el “esclavo”:
que el traslado hasta Inglaterra
no ha sido moco de pavo,
que costó más de una perra.
129
¿Y no ha de quedar, señores,
siquiera de lo que sobre,
sin que les cueste sudores,
algo para dar al pobre?
¡Déjese de insinuaciones
con tal vara de medir,
que en nuestras congregaciones
no hay ni un pobre de pedir!
Pero hay hermanos en paro
que las pasan muy canutas.
¿No creen que es un gran descaro
dejar que las pasen p….?
Es que el suceso imprevisto
le acontece a todo el mundo.
Quien predica y anda listo
no ha de ser un vagabundo.
¿Y qué hay de las lisonjeras
y modestas abuelitas
130
que donaron sus pulseras
y pasaron tantas cuitas?
Bien tuvieron por modelo
a la viuda que un buen día
depositó con gran celo
dos monedas que tenía.
¿Y cuantos todo perdieron
y nunca hicieron carrera
porque en Betel decidieron
llevar una vida austera?
Si, al vender la sucursal,
habrán de ser despedidos,
¿no es un fraude colosal
todos sus años perdidos?
¿Perdidos? ¡Quién lo dijera!
Nada en la vida han perdido,
porque la mejor carrera
es a Dios haber servido.
¿Dice usted que a Dios sirvieron,
131
o fue a una organización
a la que ayer todo dieron
y que sin vacilación
hoy los echa al basurero
como si fueran escoria?
¿Tendrán porvenir certero
tirando de alguna noria?
Olvida usted, buen amigo,
que Dios es gran proveedor
y de todo fiel testigo
no será defraudador;
que tendrá su bendición
en todo tiempo abundante,
si es que en la predicación
demuestra celo constante.
¿Le sirve de algún provecho
decirle a la buena gente
que ha perdido pan y techo:
“Vete y mantente caliente”?
¿No es lo que dice Santiago?
¿Por qué se olvida esta cita?
132
¡Qué futuro tan aciago
el que aguarda al betelita!
Y aquí se acaba la historia,
pues cogió tales rabietas
el gachó con mi oratoria,
que me mandó a hacer puñetas.
133
CARTA EN VERSO
A LA WATCHTOWER
Ilustrísimos señores
que lustráis las Escrituras
y al par las dejáis oscuras
y al fiel inducís a errores:
Para no llevarse a engaño
ni a vulgar malentendido
que el ánimo deja herido,
esto os digo de buen paño
y os lo digo muy sincero:
si pretendéis recaudar
más de lo que pensáis dar,
no contéis con mi dinero,
que es poco y a la vez mucho,
pues un grano no es granero
pero ayuda al compañero,
como dice el dicho ducho.
Bien me da la sensación
de que andáis en los oficios
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de atesorar edificios
con nuestra recaudación
y al pobre tan solo dais
promesas para un futuro
que se divisa muy oscuro
y en tanto no le ayudáis
y decís: “a Dios cuidados”,
cuando el Cristo predicaba
y a la vez bolsa portaba
para los necesitados.
No se muestra verdadero
el mensaje que portáis
y que con él asustáis
a incautos del orbe entero
que, en ciega credulidad,
aceptan si dilación
y sin investigación
eso que llamáis “verdad”.
Apeláis a la emoción
de la persona decente,
que así obnubila su mente
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y, en torpe resolución,
da su vida cabalmente,
sin tregua, sin restricción
y con determinación,
a vuestra causa incongruente;
y, hecho ya una marioneta,
lo movéis con sutileza…
o le cortáis la cabeza
igual que a Maria Antonieta,
que eso habrá de depender
de si se da por completo
y nada guarda en secreto…
o si empieza a contender.
Tal caso es el que me ocupa
y, como no soy un zote
que aquí se deje el gañote,
el asunto me preocupa.
Por eso he determinado,
tras pensarlo seriamente,
salir voluntariamente
de este confuso tinglado.
136
Así, no contéis conmigo
para vuestro menester,
porque no pretendo ser
ni bueno ni mal “testigo”.
Ni contéis con mi dinero
ni con mi tiempo un instante,
que ya he perdido bastante
y eso no lo recupero.
Con esta carta a la vista
y sin causaros pavor,
hacedme, pues, el favor
de borrarme de la lista.
137
INDICE
Todo lo que el hombre piensa… 3
Cambia el cuerpo gobernante… 5
El Armagedón desde La Atalaya 7
Pan, más que palabras 9
HISTORIA EN VERSO DE LA WATCHTOWER 11
Los prolegómenos 13
El señor Russell abre el telón 21
Rutherford da la puntilla 31
El caballo Knorr y el jinete Franz 47
Fred Franz el amasador 63
El señorón Henschel y la bajada del telón 67
Los caminos de la Watchtower 71
CHASCARRILLOS WATCHTOWERIANOS 77
¡Watchtoweriano! 79
A la vuelta de la esquina 83
El traslape 88
Betel de Ajalvir 90
Me apuntaría a Betel 92
Triste y solo el betelita 93
Los betelitas a dos velitas 94
Charanga watchtoweriana 97
Asambleas de distrito 100
Millón y medio de perdidos 103
Dadores alegres 105
¿Habla un Dios padre a sus hijos…? 107
138
La panacea electrónica 109
Amancio 112
Todo es señal del tiempo del fin 114
Llega el Armagedón 115
Profetas del fin 116
Profetas de viento 117
Fechas absolutas 119
Villancico anticipado 121
El alimento al tiempo apropiado 123
Caña al mono 124
Sí, pero… 126
Entrevista en verso con el Betel de España 127
Carta en verso a la Watchtower 133
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