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15 Marzo-Abril 2011 www.casaarabe.es Análisis Siria: el régimen ante el desafío de la revolución ISSN 1989-0400 Atalaya sociopolítica de Casa Árabe Sumario Análisis 1. Siria: el régimen ante el desafío de la revolución . 2. Yemen: revolución y vacío de poder 3. Sudán en la encrucijada secesionista Perfiles 1. Suhayr al-Atasi: activista siria 2. Tawakkul Karman: voz y rostro de la revolución yemení Opinión pública 1. Los egipcios, optimistas ante la nueva etapa postrevolucionaria. 2. Perspectivas de futuro de los egipcios. 3. Perspectivas de futuro de los jóvenes yemeníes. 4. Los jóvenes árabes y el entorno económico. 5. Los tunecinos y las perspectivas de futuro. Documenta 1. Informe de la Comisión de Investigación de los sucesos ocurridos durante la revolución egipcia. 2. Acuerdo entre Hamas y Fatah para la reconciliación palestina. 3. Comunicado final de la conferencia de la oposición siria celebrada en Antalya. 4. Iniciativa de los Países del Consejo de Cooperación del Golfo para Yemen. 5. Primer comunicado de los altos mandos militares yemeníes revolucionarios. 6. Comunicado del octavo congreso de la Conferencia Nacional-Islámica. Escaparate de libros y revistas Publicación del IEAM de Casa Árabe Dirección: Gema Martín Muñoz Director adjunto: Rafael Ortega Rodrigo Investigador: Rocío Vázquez Martí A mediados de marzo comenzaron en Siria los enfrentamientos entre manifestantes y fuer- zas de seguridad que, según estimaciones, podrían haberse cobrado hasta ahora la vida de más de 1.000 personas y haber provocado la detención de unas 10.000. Estas revueltas constituyen el mayor desafío al que se ha enfrentado el régimen baazista desde los años 80. Siguiendo la estela de la “primavera árabe”, los sirios han salido también a la calle para reivindicar una serie de reformas democráticas que incluyen el levantamiento del estado de emergencia, una nueva ley de partidos o un reparto igualitario de las riquezas naciona- les. Pero, al igual que en én el caso de los otros países árabes, este levantamiento no ha estallado de la noche a la mañana. Aunque tímidamente, y en un plano más teórico que práctico, la sociedad siria lleva una década actuando para conseguir unas reformas políti- cas que les permitan avanzar hacia el establecimiento de un Estado democrático. La sociedad civil Desde que Bashar al-Asad asumiera la presidencia de Siria en el año 2000, intelectuales y activistas iniciaron una movilización que caminaba paralela a las promesas de reforma y modernización que el nuevo presidente trajo consigo. El Movimiento de la Sociedad Civil (li- derado por Michel Kilo) lleva diez años reivindicando pluralismo político y dere- chos civiles. Este movimiento nació en septiembre de 2000, impulsado por el es- peranzador ambiente de reformas que la llegada de Bashar inspiró en el país, en una etapa que se ha llamado “Primavera de Damasco”, cuando el escritor Michel Kilo se puso a la cabeza de un grupo de intelectuales que decidieron redactar el manifiesto de los 99” (que en diciembre

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15Marzo-Abril2011

www.casaarabe.es

AnálisisSiria: el régimen ante el desafío de la revolución

ISSN

198

9-04

00

Atalayasociopolítica de Casa Árabe

SumarioAnálisis 1. Siria: el régimen ante el desafío de la revolución . 2. Yemen: revolución y vacío de poder 3. Sudán en la encrucijada secesionista

Perfiles 1. Suhayr al-Atasi: activista siria 2. Tawakkul Karman: voz y rostro de la revolución yemení Opinión pública 1. Los egipcios, optimistas ante la nueva etapa postrevolucionaria. 2. Perspectivas de futuro de los egipcios. 3. Perspectivas de futuro de los jóvenes yemeníes. 4. Los jóvenes árabes y el entorno económico. 5. Los tunecinos y las perspectivas de futuro.

Documenta 1. Informe de la Comisión de Investigación de los sucesos ocurridos durante la revolución egipcia. 2. Acuerdo entre Hamas y Fatah para la reconciliación palestina. 3. Comunicado final de la conferencia de la oposición siria celebrada en Antalya. 4. Iniciativa de los Países del Consejo de Cooperación del Golfo para Yemen. 5. Primer comunicado de los altos mandos militares yemeníes revolucionarios. 6. Comunicado del octavo congreso de la Conferencia Nacional-Islámica.

Escaparate de libros y revistas

Publicación del IEAM de Casa Árabe

Dirección: Gema Martín Muñoz

Director adjunto: Rafael Ortega Rodrigo

Investigador: Rocío Vázquez Martí

A mediados de marzo comenzaron en Siria los enfrentamientos entre manifestantes y fuer-zas de seguridad que, según estimaciones, podrían haberse cobrado hasta ahora la vida de más de 1.000 personas y haber provocado la detención de unas 10.000. Estas revueltas constituyen el mayor desafío al que se ha enfrentado el régimen baazista desde los años 80. Siguiendo la estela de la “primavera árabe”, los sirios han salido también a la calle para reivindicar una serie de reformas democráticas que incluyen el levantamiento del estado de emergencia, una nueva ley de partidos o un reparto igualitario de las riquezas naciona-les. Pero, al igual que en én el caso de los otros países árabes, este levantamiento no ha estallado de la noche a la mañana. Aunque tímidamente, y en un plano más teórico que práctico, la sociedad siria lleva una década actuando para conseguir unas reformas políti-cas que les permitan avanzar hacia el establecimiento de un Estado democrático.

La sociedad civil

Desde que Bashar al-Asad asumiera la presidencia de Siria en el año 2000, intelectuales y activistas iniciaron una movilización que caminaba paralela a las promesas de reforma y modernización que el nuevo presidente trajo consigo. El Movimiento de la Sociedad Civil (li-derado por Michel Kilo) lleva diez años

reivindicando pluralismo político y dere-chos civiles. Este movimiento nació en septiembre de 2000, impulsado por el es-peranzador ambiente de reformas que la llegada de Bashar inspiró en el país, en una etapa que se ha llamado “Primavera de Damasco”, cuando el escritor Michel Kilo se puso a la cabeza de un grupo de intelectuales que decidieron redactar el “manifiesto de los 99” (que en diciembre

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de aquel año se convertiría en el “mani-fiesto de los 1.000”). Otros destacados intelectuales integrados en el movimiento eran el filósofo Sadiq al-`Azm, el periodis-ta Alan George o el empresario y miembro del Parlamento Riyad Sayf. El manifiesto contenía ocho puntos fundamentales: el fin del Estado de emergencia, la libera-ción de los presos políticos y el retorno de los exiliados políticos; fomentar las libertades individuales, especialmente la libertad de expresión y las normativas relacionadas con la creación de partidos políticos; recuperar la legislación relativa a las publicaciones y los medios de co-municación; la reforma de la ley electoral y la celebración de elecciones bajo supervi-sión de jueces independientes; garantizar la independencia del poder judicial y lograr la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley; otorgar a los ciudadanos sus derechos económicos, especialmente, conseguir un reparto justo de los recursos nacionales y proteger el medio ambiente; revisar la idea de que el partido Baaz es el líder de la sociedad y el Estado (tal y como estipula el artículo 8 de la Constitución); y poner fin a la marginación legal de la mujer. Pero Riyad Sayf expresó su intención de crear un partido político, razón por la que fue arrestado y que supuso, ade-más, el comienzo del fin de la “Primavera de Damasco”.

El inicio de las revueltas

La información sobre las revueltas es muy es-casa. El control del régimen sobre los medios de comunicación, incluído internet, y sobre la capacidad de movimiento de los periodistas, especialmente extranjeros, hace muy difícil tener datos fiables sobre los enfrentamientos y el número de víctimas. Además, es posible que, a parte del levantamiento popular, se estén registrando ciertos conflictos intercon-fesionales o interétnicos y que la delincuencia se haya disparado en medio del caos que rei-na en determinados lugares. El régimen, por su parte, aviva estos fantasmas (delincuencia

y luchas internas, además de utilizar la ame-naza del islamismo radical) para atemorizar a su población y dar su propia explicación de lo que está ocurriendo en el país.

Ya antes de la ola de protestas, las fuerzas de oposición, bien el Movimiento de la Sociedad Civil, bien los blogeros o los jóvenes activis-tas que trabajan a través de internet, o bien los defensores de los derechos humanos, sufrían la intransigencia del régimen, si bien Siria parecía estar saliendo poco a poco del aislamiento internacional y mejorando sus re-laciones con Washington.

Siria es muy diferente de Egipto y Túnez en su composición social, en su ideología políti-ca y en su estrategia de cara al exterior, por lo que es imposible que se produzca una simple repetición de las experiencias tuneci-na y egipcia. Aún así, el estallido inmediato de las revueltas sigue un modelo similar al de estos dos países. En el caso sirio, se puede comenzar a hablar de “revuelta” desde me-diados de marzo, cuando una multitud de manifestantes, que protestaban por la deten-ción de varios adolescentes que pintaban las paredes con sprays, inspirados por los jóve-nes de Egipto y Túnez, y que escribían sobre los muros frases desafiantes, incluído el ya famoso eslogan “el pueblo quiere la caída del régimen” (al-shaab yurid isqat al-nizam), prendió fuego a la sede del partido Baaz en la localidad de Dera‘a, además de quemar dos tribunales y dos locales de la compañía de te-lefonía móvil Syriatel. En esos mismos días, un niño de trece años fue arrestado, torturado y muerto a manos de los servicios secretos. El 4 de febrero se convocó el primer “viernes de la ira”, que fue completamente frustrado por las fuerzas de seguridad que, tan poco acostumbradas a los disturbios callejeros, reaccionaron desproporcionadamente, lo que tuvo como consecuencia la muerte de varias personas. La represión del primer inci-dente no hizo sino provocar que las protestas se extendieran a otras regiones del país, reci-biendo la misma respuesta represora.

Las protestas sirias han comenzado en nú-cleos de población periféricos, alejados de las grandes aglomeraciones urbanas. En el caso de Dera‘a, situada en la frontera con Jordania, se trata de una pequeña ciudad agrícola con un tejido social muy local y pro-fundo. Los jóvenes que fueron detenidos allí pertenecen a algunas de las familias y clanes más importantes de la región. El movimiento de protesta fue, en su inicio, una moviliza-ción por parte de las familias afectadas que exigían la dimisión del gobernador de la pro-vincia y de los responsables de los servicios secretos. La segunda ciudad afectada por los levantamientos fue Latakia, situada al otro extremo del país, un área con una gran población alawí (la minoría étnico-religiosa a la que pertenece la familia al-Asad). Resulta llamativo que fuera precisamente esta ciudad la segunda en contagiarse del movimiento de protesta, pero puede ser un indicio de que la mayoría de la población, incluídos sectores alawíes, quieren acabar con el monopolio de la familia al-Asad.

A pesar de que Bashar al-Asad ha sido percibido como un pragmático reformista, especialmente en los primeros momentos de su mandato, la reforma quedó básicamente reducida a la liberalización económica sin profundizar en los aspectos políticos. Cuando la presión exterior sobre Siria se acentuó tras el asesinato del ex primer ministro libanés Rafiq Hariri en 2005, sectores de la oposi-ción dieron un paso importante al redactar la Declaración de Damasco, el 16 octubre de ese mismo año. Por primera vez, todos los principales grupos y fuerzas de la oposición (desde los movimientos laicos de la sociedad civil, hasta los activistas kurdos, pasando por la ilegalizada organización de los Hermanos Musulmanes) se agrupaban para redactar un manifiesto en el que exigían un cambio de-mocrático en el país.

En la primera mitad de 2006, la organización de la recolecta de firmas para la mencio-

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nada Declaración de Damasco sirvió para acusarles de estar “trabajando al servicio de intereses occidentales” y fueron deteni-dos Michel Kilo y el abogado de Derechos Humanos Anwar al-Bunni. A finales de 2009, Haytham Malih, jefe de la Asociación de Derechos Humanos de Siria, era también de-tenido y, desde entonces, el régimen impuso numerosas restricciones en las fronteras para evitar que los intelectuales disidentes pudie-ran salir del país. Malih, de 79 años de edad, fue liberado en marzo de 2011, después de haber comenzado una huelga de hambre.

Ante las protestas actuales, el gobierno si-rio está alternando la represión radical con la adopción y promesa de reformas, lo que podría interpretarse como una lucha interna entre dos sectores del régimen. Aparte del uso de la violencia, la reacción inicial del go-bierno fue no asumir responsabilidad alguna y señalar aeslabones inferiores en la cadena de poder. Así, reformó el ejecutivo y se com-prometió a echar del ejército a los mandos de las tropas desplegadas en los puntos más conflictivos del país. La respuesta verbal del régimen se ha centrado en criminalizar a los manifestantes, o bien en presentarlos y tratar con ellos en términos sectarios. En cuanto a las medidas prácticas adop-tadas para aplacar a diversos sectores de la población, el 7 de abril el presidente al-Asad concedió la nacionalidad siria a unos 150.000 kurdos del país. Esta era una de las principales demandas de las organiza-ciones de defensa de los derechos de los kurdos. Pero Habib Ibrahim, miembro de uno de los grupos kurdos más importantes, señalaba que “la nacionalidad es un derecho de todo sirio, no es un favor. Nadie puede otorgarlo o denegarlo”. Al-Asad no logró rédito a su favor. Otro tipo de concesiones, como permitir a las profesoras de colegio lle-var el niqab (velo integral) o el cierre del único casino del país, parecen estar orientadas a aplacar supuestamente a los sectores más conservadores pero no tienen alcance para la amplia mayoría de la oposición, que está exigiendo verdaderas reformas políticas. Por último, aunque el régimen ha derogado el estado de emergencia, vigente deste 1963, esta medida no ha tenido ninguna repercu-sión en la práctica, dada la situación interna que atraviesa el país.

Los nombres propios

En un principio, la ira de los manifestantes no iba dirigida única ni principalmente contra el presidente al-Asad. Algunos de los nombres que se escucha gritar a los protagonistas de las protestas son Maher al-Asad, her-mano pequeño del presidente, que dirige la Guardia Republicana y la IV División, dos de los cuerpos en los que se apoya el autoritarismo represivo del régimen. Maher al-Asad es uno de los miembros más destacados de lo que se llama el ala dura del régimen y algunos observadores consideran que tiene más poder y control que el propio Bashar.

Asef Shawkat, el marido de Bushra, la her-mana de Bashar, es responsable de personal del Ejército de Tierra y jefe de los servicios de inteligencia militares. Shawkat ya participó en la represión del levantamiento islamista en la ciudad de Hama en 1982 (donde se calcula que murieron entre 15.000 y 20.000 perso-nas). Debido a su probada lealtad, al-Asad le introdujo en la élite de poder y le permitió casarse con su hermana, abriéndole así la puerta al clan familiar.

Pero, sobre todo, uno de los nombres más escuchados es el de Rami Majluf, multi-millonario empresario dueño de la mayor compañía siria de telefonía móvil, Syriatel, que posee grandes inmobiliarias y nume-rosos medios de comunicación. Majluf es un empresario que ha obtenido todos los privilegios imaginables y los monopolios co-merciales otorgados por el Estado a cambio de su absoluta lealtad. Así, durante la primera oleada de protestas que comenzó en Dera´a, además de la sede del partido Baaz y dos juzgados, se quemaron locales que eran pro-piedad de dicha compañía de telefonía móvil.

Las ventajas de al-Asad

No hay que olvidar que el caso de Bashar al-Asad difiere en varios aspectos de otros poderes totalitarios árabes. Es relativamen-te joven, 45 años, y lleva en el poder 10, lo que supone un tercio del tiempo que estuvo Mubarak y menos de la mitad de lo que se prolongó el régimen tunecino de Ben Ali. Además, al-Asad, a ojos de la opinión pú-blica, se ha mostrado siempre coherente en su oposición a Israel y en la política de no sometimiento al “imperialismo america-no”. Otro factor que podría contar a su favor es que se argumenta que ha conseguido mantener un cierto nivel de seguridad y estabilidad en un momento de especial ines-tabilidad en sus fronteras con Iraq y Líbano. Igualmente, la política de integración de la diversidad religiosa en Siria ha garantizado una buena convivencia confesional, factor importante en un país con un tejido social complejo. Por último, se ha presentado siem-pre como un presidente “humilde”, lo que contrasta, no sólo con otros dirigentes árabes (como Saddam Huseyn o Muamar al-Gada-fi), sino también frente a otros miembros de su familia: ha conseguido ser percibido como un reformista moderado cuyos esfuerzos son frustrados por la vieja guardia. En algunos cír-culos, se le considera cautivo del ala dura de la élite política heredada de su padre, que le

impide acometer las reformas que cree ne-cesarias.

Hay que señalar también que durante el mandato de Bashar al-Asad el país ha expe-rimentado ciertas mejoras, si bien en áreas que no se relacionan directamente con la democracia o los derechos humanos. Los medios de comunicación son más prolíficos e informan con mayor libertad, aunque siempre dentro de unos límites. El arte y la literatura también se han beneficiado de un ambiente de mayor libertad de expresión. A pesar de que algunas páginas de internet siguen per-manentemente bloqueadas, los sirios tienen un mayor acceso a la información y un ma-yor contacto con el mundo más allá de sus fronteras a través de televisiones por satélite, blogs y medios de comunicación extranjeros. Los teléfonos móviles y otro tipo de disposi-tivos son ahora accesibles a un sector más amplio de la población. Las organizaciones de mujeres han sido fomentadas y fortaleci-das y tienen cierto margen de maniobra. En el ámbito económico el régimen ha hecho grandes esfuerzos y ha logrado un creci-miento considerable, si bien, una vez más, los beneficios de tal desarrollo no han reper-cutido ampliamente en toda la sociedad. Es cierto que, a nivel regional, Siria atraviesa un momento económicamente adverso: no es un país exportador de petróleo y además está sometido, desde 2003, a un embargo económico; la retirada de las tropas sirias de Líbano supuso no sólo el regreso de 300.000 trabajadores que se sumaron al creciente paro, sino la pérdida de los privilegios comer-ciales de los que gozaba en sus relaciones económicas con el país vecino; y además, la sequía está afectando gravemente a la agri-cultura y la ganadería en diversas áreas del país. A pesar de esta coyuntura, al-Asad ha sido el promotor de una liberalización eco-nómica puesta en marcha a través de un cambio económico redistributivo, basado en

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la liberalización del mercado y las subven-ciones, que ha aligerado la burocracia y ha mejorado la infraestructura, aunque también ha traído consigo corrupción y privilegios para la élite económica.

Por todo esto, no se puede olvidar que exis-te (o tal vez existía hasta ahora) una cierta simpatía por el presidente al-Asad en deter-minados/algunos sectores de la sociedad. Las manifestaciones a favor del presidente que ha habido en el país, especialmente en Damasco, pueden haber estado organiza-das por el régimen pero contenían una cierta verdad emocional. Las minorías religiosas, como los cristianos o los drusos y, especial-mente, los alawíes (la minoría shií a la que pertenece la familia presidencial y que cons-tituye un 10% de la población), perciben la actual tensión con inquietud, ya que temen que se pudiera poner fin a la tolerancia reli-giosa hasta ahora característica de Siria. Los alawíes, y su círculo más cercano, temen convertirse en el objetivo de la revuelta, como si se tratara de una suerte de venganza por el monopolio del poder que acapara esta mi-noría. Tal vez por esta razón se han sumado también a las protestas.

El papel del Ejército

Las Fuerzas Armadas constituyen uno de los bastiones del régimen instaurado tras el gol-pe de Estado que el padre de Bashar, Hafez al-Asad, protagonizó en 1970. El ejército es el instrumento en el que más confía y se apoya la familia al-Asad para mantener el país bajo control. Para ello, han colocado a miem-bros de la familia en la cúpula militar y entre los mandos de las unidades más importantes, quedando el resto de los puestos de respon-sabilidad en manos de otros miembros de la minoría alawí.

A diferencia de las FFAA de Túnez o Egipto, que han tenido estrechas relaciones con EEUU y países europeos, el Ejército sirio no tiene una tradición de relaciones internaciona-les, más allá de sus lazos con los países del

este, en particular, con Rusia (dado que, du-rante la Guerra Fría, se situó en la órbita del bloque soviético). Esto hace que ni occidente ni la comunidad internacional tengan interlocu-tores válidos dentro de las FFAA, a través de los que podrían intentar influir en la situación, y supone una diferencia notable respecto a los ejércitos tunecino y egipcio.

Otra diferencia importante es que las tropas sirias no participan habitualmente en misio-nes internacionales de paz y su intervención en Líbano, desde el inicio de la guerra civil en 1975, fue más bien la de una fuerza de ocupación, a pesar de que formaba parte de un contingente de la Liga Árabe. Sus rela-ciones militares se limitan, principalmente, a Rusia e Irán (país con el que mantiene una relación estratégica), lo que hace que sus responsables sean unos auténticos desco-nocidos para las FFAA del resto del mundo.

En teoría, la cohesión étnico-familiar que existe en los círculos de poder militares ha-cen prever que el Ejército se mantendrá fiel a la familia al-Asad, por lo menos, hasta que vea amenazada su propia supervivencia. Parece, también, que las manifestaciones no han conseguido dividir a los mandos (como en Yemen) ni han conseguido que los oficiales se decidan a desobedecer las órde-nes de sus superiores, negándose a disparar contra los manifestantes (como en Túnez y Egipto). Pero la información que llega desde Siria es confusa y, a veces, poco fiable. La ca-dena de televisión al-Jazeera emitía, el 7 de junio, el testimonio grabado de un teniente del ejército sirio que aseguraba “me apunté para combatir al enemigo israelí pero, después de lo que he visto, después de la masacre de civi-les, no puedo continuar en el ejército”. También circula información según la cual, las víctimas que se han dado entre los militares (alrededor de 400) podrían haber sido el resultado de pe-queñas sublevaciones dentro del ejército por parte de soldados que se negaron a disparar a la población civil y que fueron eliminados por el propio ejército. Pero parece que las cadenas de mando, los oficiales de alto rango, se man-

tienen, hasta el momento, fieles al régimen y al círculo familiar.

El factor israelí, Occidente y los actores regionales

Puede que Israel sea el actor que más desea la continuidad del régimen de Bashar al-Asad. Siria es enemigo de Israel, pero es un ene-migo estable, conocido, poco molesto. Siria tiene suficiente influencia sobre Hezbollah como para persuadir a este grupo, si fuera necesario, de que haga un ejercicio de con-tención en la frontera con Israel. Igualmente, un régimen debilitado en Damasco tal vez no sería capaz de negociar un acuerdo de paz con Israel, en caso de que ambas partes estuvieran dispuestas. Es más, si el régimen baazista en Damasco fuera sustituído por un gobierno compuesto por diversos parti-dos y grupos completamente desconocidos, esto podría provocar que las élites israelíes añoraran los tiempos del antiguo régimen, cuando las relaciones con Siria, con todas sus complicaciones, eran, aún así, estables y convenientes. De hecho, las revueltas árabes, sea cual sea su resultado, ya han empezado a erosionar el status quo israelí, que siempre reivindica ser la única democra-cia de Oriente Medio.

Occidente también desea estabilidad en Siria, pero siente una evidente contradicción entre los valores que defiende y sus intereses más pragmáticos. EEUU tiene poco margen de maniobra en el caso sirio, ya que apenas tienen relaciones políticas, diplomáticas, co-merciales ni, como se ha comentado, militares. No tiene canales de comunicación a través de los que poder actuar. La secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton, que acudió a un célebre programa de la cadena CBS, “Face the Nation”, el pasado 26 de marzo, condenó de manera contenida la represión ejercida por el régimen sirio, sobre todo en comparación con las declaraciones que la ad-ministración estadounidense había realizado anteriormente respecto a Libia. En cuanto a una intervención internacional, Clinton declaró que “no se va a dar un consenso internacional a ese respecto”. Y continuó asegurando que “Bashar al-Asad es un líder diferente” y añadió que muchos miembros del Congreso que han viajado a Siria recientemente le consideran “un reformista”.

La Unuión Europea (UE), por su parte, que hasta hace poco intentaba reforzar sus vín-culos políticos y de cooperación con Siria, ha fracasado en su intento de promover en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas una declaración condenatoria por la violenta represión desplegada por el régimen. Siria no tiene un tratado de asociación refrendado con la UE y además, las medidas económicas de presión que pudiera aplicar no tendrían prácticamente ningún efecto puesto que Siria ya está bajo un embargo económico desde 2003. Hasta ahora, la UE se ha limitado a imponer sanciones a 23 dirigentes políticos sirios, encabezados por al-Asad, pero dichas

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sanciones no van más allá de impedirles la en-trada en territorio comunitario y bloquear sus cuentas bancarias.

Una de las razones por las que no puede prosperar una declaración condenatoria del Consejo de Seguridad es que Rusia y China, miembros permanentes del Consejo, veta-rán estos intentos, dado que Siria es uno de los pocos puntos de influencia de estos dos países en la región. Un cambio de régimen hacia un gobierno pro-norteamericano o pro-occidental supondría un obstáculo para la estrategia política, y también comercial, de estos dos países en la región.

Los dos actores regionales que más tie-nen que decir en la cuestión siria son Irán y Turquía. Irán mantiene con Siria una es-table relación política, económica y militar y, además, comparten enemigos comunes. Igualmente, a Irán no le conviene que las “revoluciones árabes” sigan triunfando, por miedo a un efecto dominó, sobre todo si tenemos en cuenta los levantamientos que tuvieron lugar en 2009 tras la supuestamen-te fraudulenta reelección de Ahmadineyad.

Desde hace unos años, Turquía está desa-rrollando un importante papel de mediación en diversas cuestiones regionales, siguien-do una línea de actuación cuyo objetivo es evitar los problemas con los países veci-nos. Además, Turquía es una economía en expansión y Siria constituye un mercado interesante para sus inversiones y sus expor-taciones. Por esto, Turquía, uno de los pocos países que se ha pronunciado con claridad, aboga por la introducción progresiva de re-formas y por la democratización del país. A

Turquía tampoco le interesa una Siria inesta-ble y por eso ha comenzado ya su mediación, acogiendo en la ciudad de Antalia las reunio-nes celebradas por las fuerzas de la oposición sirias.

La oportunidad perdida de al-Asad

Las revueltas que estos días agitan Siria confir-man, al igual que lo ocurrido en Túnez y Egipto y al igual que lo que está pasando en otros países, cuatro ideas fundamentales: en primer lugar, que las aspiraciones de los sirios, y de los árabes en general, son universales. Estas reivindicaciones no tienen matices religiosos ni culturales. Los árabes se han rebelado contra la pobreza, la injusticia social, la corrupción, la censura, la intimidación de las fuerzas de seguridad y la falta de oportunidades. En se-gundo lugar, los manifestantes han iniciado sus protestas sin ningún estímulo exterior y se están organizando sin ayuda externa. Las revueltas son genuinamente árabes. En tercer lugar, el civismo, el pacifismo, la creatividad y la solidaridad étnica y religiosa que ha do-minado todas las revoluciones árabes de las que hemos sido testigo desde el comienzo de este año, demuestran que, digan lo que digan sus gobernantes, los árabes están más que preparados para la democracia. Y por último, estas revoluciones han surgido de estratos amplios y diversos de la sociedad, desde las clases más pobres hasta la clase media. Los manifestantes que han salido a protestar a todas las “plazas de la liberación” de distintos países árabes no se han inspirado en los clá-sicos eslóganes islamistas, como el ya célebre “el islam es la solución”. Se trata de un nuevo nacionalismo árabe completamente civil, es decir, “arreligioso”. Estas no son las primeras

revoluciones que se han dado en el mundo árabe, pero sí son las primeras dirigidas contra el despotismo de sus gobernantes y no contra potencias coloniales.

Si Bashar al-Asad hubiera optado, cuando llegó al poder, por recortar ciertos intereses que regían su línea de actuación y hubiera desmantelado algunas estructuras obsoletas del régimen baazista, podría haber convoca-do unas elecciones libres y, seguramente, las habría ganado, obteniendo así la legitimidad que le correspondía como líder con apoyo popular. Podría haber hecho frente a las po-líticas beligerantes de la administración Bush sin tener que recurrir a la anticuada retórica pan-árabe o a discursos de conservadurismo islámico, y su posición sería, hoy día, más fuerte.

Fuentes

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A principios de febrero, amplios sectores de la población, encabezados por Los Jóvenes Revolucionarios, comenzaron a manifestar-se en las principales ciudades yemeníes exigiendo la caída del régimen del presidente Ali Abdallah Saleh. Yemen podía ofrecer otro modelo de salida distinta a la crisis, un acuerdo entre la oposición, los principales actores de la revuelta y el régimen, que pusiera fin al caos y estableciera las bases de la transición hacia un nuevo sistema político. Sin embargo, la iniciativa de paz de los países del Golfo no salía adelante por los continuos obstáculos puestos por el régimen. La tensión fue en aumento hasta que, junto a la revo-lución popular pacífica, el régimen se enfrentó a uno de los pilares de la sociedad yemení, los poderes tribales. Un conato de guerra civil en las calles de la capital acabó con la salida de Ali Abdallah Saleh a Arabia Saudí para recibir tratamiento médico tras un ataque contra el palacio presidencial. La revolución convive ahora con un vacío de poder.

Yemen: revolución y vacío de poder

La acumulación de crisis políticas y el estallido de la revolución

Ali Abdallah Saleh llegó a la presidencia de Yemen del Norte en julio de 1978 y en mayo de 1990 a la presidencia del Yemen unificado. Treinta y tres años en el poder, algo más que sus ex-colegas tunecino y egipcio, desalojados de sus presidencias por revoluciones que precedieron al le-vantamiento yemení. Treinta y tres años en los que el presidente, para mante-nerse en el poder, ha buscado alianzas coyunturales con las tribus, luego con los islamistas, después con nacionalistas, iz-quierdistas y de nuevo con las tribus, más tarde con el Partido Socialista, y otra vez con los islamistas y los líderes tribales. Desde hace algunos años, la situación del régimen era insostenible. Demasiados frentes abiertos y demasiadas crisis acu-muladas: la crisis política con la oposición del norte encabezada por el poderoso partido islamista al-Islah; el descontento y la movilización del sur ante su discrimina-ción; el movimiento huthí en la provincia septentrional de Sa‘daí y las seis guerras mantenidas con este grupo; el malestar por la adhesión del régimen a la campaña de “guerra contra el terror” impuesta por la Casa Blanca tras el 11-S y la presión estadounidense (incluidas incursiones de aviones no tripulados y bombardeos en zonas tribales del sur).

Las resistencias del régimen a iniciar un verdadero diálogo nacional, anunciado y pospuesto indefinidamente, que podría haber supuesto trazar un camino de re-formas políticas, no hicieron sino agravar todas estas crisis políticas (Ver Atalaya nº 11, junio-julio 2010). Asimismo, las con-diciones sociales y económicas se han deteriorado en un país ya de por sí em-pobrecido: corrupción y acaparamiento de las riquezas del país por parte de la familia del presidente –como por ejemplo del petróleo exportado a través de Bir Ali en la provincia de Shabwa–; un porcen-taje superior al 45% de la población vive bajo el umbral de la pobreza, una tasa de paro de entre un 35% y un 40% (de los que tres cuartas partes son jóvenes menores de 30 años y la mayoría con es-tudios de secundaria y superiores), y un 45,7% de analfabetismo. Por otro lado, la familia del presidente controla las princi-

La “Revolución de los Jóvenes de Yemen”, por un nuevo Yemen sin Ali Abdallah Saleh

pales instituciones militares (la Guardia Republicana y la Seguridad Central están en manos de sus hijos, sus hermanos o sus sobrinos), las leyes son cada vez más restrictivas (ley de prensa) y exis-tía la posibilidad de traspasar el poder a uno de los hijos de Saleh (Ahmad, jefe de la Guardia Presidencial).

El ejemplo de las revoluciones tuneci-na y egipcia (Ver Atalaya nº 14) fue el empujón definitivo para una moviliza-ción juvenil en febrero que partió de la Universidad de Sanaa, convertida en “Plaza del Cambio”, y que rápidamente se convirtió en una revolución popular pacífica. Ese estallido convergió con el fenómeno de las protestas semanales que desde hacía tres años encabezaba una joven activista, Tawakkul Karman, en la Plaza de la Libertad frente a la sede del gobierno, exigiendo, entre otras co-sas, reformas democráticas (libertad de prensa, libertad de expresión…). Así, comenzaron las movilizaciones de jóvenes a través de las redes sociales –sin intervención de los partidos políti-cos de oposición– y la celebración, el jueves 3 de febrero, de un primer Día de la Ira seguido de la primera mani-festación organizada el viernes 11 de febrero para celebrar el triunfo de las revoluciones tunecina y egipcia (ese

mismo día el ex presidente egipcio Hosni Mubarak dejaba el poder). Sin embargo, esa manifestación de júbilo y solidaridad fue reprimida por las fuer-zas de seguridad y por “partidarios” del partido gobernante, el Congreso Popular General (CPG), armados con palos. La actuación del régimen espo-leó más la revolución juvenil y popular. La dura respuesta, que incluyó el re-curso al ejército y a francotiradores, y la resistencia de los jóvenes revo-lucionarios, han ido descomponiendo progresivamente al régimen y pro-vocando deserciones en las filas del partido, del parlamento, y del ejército. En la institución militar, Ali Muhsin al-Ahmar, jefe de la zona militar noroeste (que incluye la capital) y general de la 1ª división acorazada, abandonó al régimen y asumió la función de prote-ger a los revolucionarios pacíficos de las plazas del Cambio y de la Libertad; más tarde, fueron oficiales de la todopoderosa Guardia Republicana los que desertaron. La decisión de poderosos líderes tribales de participar en la revolución pacífica (re-nunciando a las armas, numerosas en el país) fue inclinando la balanza, dejando al régimen sin más apoyos que las fuer-zas de Seguridad, parte del ejército, los seguidores del partido gobernante, y los mercenarios, los balatiya.

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Imágenes de las plazas del Cambio y de la Libertad en Sanaa, escenarios de la revolución pacífica

También se unió a la revolución pací-fica la Movilización del Sur (al-Harak al-Yanubi), una amalgama de partidos y grupos que durante estos últimos años ha mantenido un activismo político, no exento de enfrentamientos violentos con el régimen, en las provincias del sur marginadas prácticamente desde la uni-ficación del país en 1990. La revolución pacífica fue ganando más adeptos: en el norte los Huthíes, y, sobre todo, al-Liqa’ al-Mushtarak, un conglomerado que reúne a los partidos de oposición parla-mentaria, es decir, reconocidos por el régimen pero ignorados por el gobierno de Saleh, que se negaba o dilataba la ce-lebración de un diálogo nacional con ellos para paliar las graves crisis políticas del país. Esta alianza de al-Liqa’ al-Mushta-rak, en cuyo seno destacan la islamista y poderosa Agrupación Yemení para la Reforma/al-Islah y el Partido Socialista, ha ido adquiriendo progresivamente más protagonismo en la revolución popular y pacífica, sobre todo la jefatura más joven de la agrupación.

La matanza del 18 de marzo en la Plaza del Cambio, en la que murieron casi 60 manifestantes y centenares resultaron heridos, tuvo el efecto contrario al bus-cado por el gobierno, ya que suscitó una mayor solidaridad con los revolucionarios pacíficos y la adhesión de otros sectores de la población, sobre todo de los líderes de las grandes confederaciones tribales (Hashid y Bakil), pasando entonces de ser una revolución juvenil a una revolu-ción popular, siempre pacífica y cada vez mejor organizada con comités, represen-tantes, orden interno y coordinación.

La organización y el programa de la revolución popular pacífica

Es cierto que la primera iniciativa de salir a la calle la protagonizó un sector joven, al igual que ocurrió en Túnez y Egipto, pero la revuelta se ha ampliado a otros sectores hasta convertirse en una re-vuelta “popular” con componentes muy variados. Asimismo, no conviene olvidar que es heredera de toda una labor de oposición y lucha política y social a fa-vor de la reforma, que no ha encontrado nunca una respuesta mínimamente satis-factoria.

Ese primer movimiento se ha organi-zado en diferentes alianzas presentes

en los escenarios de protesta, como la Alianza Civil de la Revolución Juvenil, el Bloque de los Jóvenes y el Cambio, el Bloque de los Jóvenes de la Umma, el Consejo Democrático e Independiente de los Jóvenes o la Coalición de los Trabajadores Libres de Yemen. Se cal-cula que puede haber unos 72 grupos de activistas en las plazas del Cambio y de la Libertad.

A pesar de las dificultades, el Comité Organizativo de la Revolución Juvenil Popular (al-Layna al-Tanzhimiyya li-l-Thawra al-Shababiiya al-Sha‘biyya), presente en las provincias, ha establecido un calendario para su programa revolu-cionario pacífico, una visión del Yemen post Ali Abdallah Saleh: formar un conse-jo presidencial provisional de entre 5 y 7 miembros reconocidos por su capacidad, honradez y experiencia y que representen a las fuerzas políticas nacionales; fijar un periodo de transición que no exceda de los nueve meses y que comience con una declaración constitucional, la derogación de la actual Constitución, la disolución de las dos cámaras y la garantía de los de-rechos y las libertades fundamentales. El consejo presidencial provisional asumiría las tareas del presidente de la República durante el período transitorio y encar-garía a una personalidad de consenso formar un gobierno de tecnócratas en un plazo de dos semanas. Otras medidas que deberían adoptarse serían: la uni-ficación de los cuerpos de la Seguridad Política y la Seguridad Nacional en un único cuerpo dependiente del ministerio del Interior que garantizara la protección y seguridad de la nación y el respeto de los derechos humanos; la creación de un Consejo Nacional de Transición que representara a los jóvenes y a las fuer-zas políticas y nacionales y que debería asumir las siguientes funciones: dirigir un diálogo nacional con todos los com-ponentes de la sociedad y sobre todas las cuestiones, en primer lugar la cues-tión del sur y de los Huthíes buscando una solución justa; crear una comisión de expertos que recogiera las propuestas y conclusiones de ese diálogo nacional en forma de textos constitucionales de modo que garanticen la creación de un Estado civil, democrático y moderno basado en la alternancia pacífica en el poder, el plu-ripartidismo y el respeto de los derechos y las libertades de los ciudadanos; esta-

blecer las legislaciones necesarias para el período de transición; supervisar la ac-ción del consejo presidencial provisional y del gobierno de tecnócratas durante la transición; organizar un referéndum cons-titucional y elecciones parlamentarias; garantizar la independencia del poder ju-dicial y la separación de poderes; juzgar a aquellos implicados en la represión de la revolución y ofrecer compensaciones a los familiares de las víctimas; suprimir los tribunales de excepción y las cárceles especiales y liberar a los presos políticos y de conciencia; y congelar las cuentas del presidente, de sus parientes, de los símbolos del viejo régimen y recuperar las riquezas saqueadas.

Los revolucionarios han demostrado que la revolución es también social y cultural: acostumbrados a una representación es-casa o marginal de la mujer en la esfera pública yemení, justificada con viejos va-lores y tradiciones, las manifestaciones han contado con una gran presencia, cuando no dirección, por parte de las mujeres yemeníes, y el caso de la joven activista Tawakkul Karman (Ver Perfil) es muy significativo. Por otro lado, los revo-lucionarios han asombrado al mundo al demostrar su compromiso con el carác-ter pacífico de las manifestaciones en un país como Yemen, en el que las armas de fuego tienen una importante dimen-sión social y cuyo número triplica al de habitantes. Dado el vacío de poder tras la salida de Abdallah Saleh, las organizaciones re-volucionarias consideran que ha llegado el momento de comenzar a aplicar este programa, en coordinación con los parti-dos políticos de oposición y la sociedad civil, y sin intervenciones exteriores –en referencia a la iniciativa del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG)– que pue-den abortar la revolución y la transición, aunque esos partidos políticos prefieren que primero se produzca un traspaso de poder a la figura del vicepresidente y pre-sidente en funciones, Abderrabbi Mansur Hadi, siguiendo un proceso constitucional y apostando, todavía, por la iniciativa de los países del CCG. En el caso de que Hadi se negara a asumir sus funciones y no diera paso al proceso de transición, según otro de los actores importante en la escena yemení, el líder tribal Sadeq al-Ahmar, sería el momento de crear un

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consejo presidencial de transición. Es decir, coexisten dos visiones: la de los jó-venes revolucionarios y la de los partidos políticos.

Los movimientos juveniles han perma-necido, hasta ahora, al margen de las negociaciones de la Iniciativa del Golfo, en la que los actores han sido el régimen y los partidos políticos de oposición parlamen-taria, al-Liqa al-Mushtarak, que pueden acabar imponiéndose a las visiones más radicales de los jóvenes revolucionarios, aunque sin partidos políticos no se puede hacer ninguna transición democrática.

La Iniciativa del Golfo

La movilización de los países del Consejo de Cooperación del Golfo (Arabia Saudí, Qatar, Omán, Bahréin, Emiratos Árabes Unidos y Kuwait), se produjo casi dos me-ses después del estallido de las protestas en Yemen y tras el llamamiento lanzado por el presidente yemení al monarca sau-dí para que interviniera y salvara al país –y a su régimen– de una más que probable guerra civil que podría tener graves conse-cuencias en los países de este organismo regional. Aún así, el texto de la iniciativa tuvo que ser reformulado en tres ocasiones ante las reticencias del presidente yemení, especialmente para evitar la expresión “el presidente debe renunciar al poder” y sus-tituirla por “traspaso de atribuciones” a la figura del vicepresidente, o para apoyar su permanencia en el poder durante un mes y garantizar que no sería perseguido judi-cialmente, o para firmar la iniciativa como presidente del partido y no como presidente de la República. En realidad, la actitud del presidente ha sido la de aceptar primero y rechazar en el último momento las diferen-tes versiones de la Iniciativa, mientras que la oposición ha rechazado, luego aceptado y más tarde dudado de dicha Iniciativa, so-bre todo ante las concesiones al presidente, especialmente las referidas a su inmunidad y su permanencia aún durante un tiempo. Planteada por el secretario general del

Abdellatif al-Zayani, secretario general del CCG y mediador en la crisis yemení

Sadeq al-Ahmar, máximo líder de la confedera-ción tribal de Hashed

Consejo de Cooperación del Golfo, Abdellatif al-Zayani, el pasado 21 de abril, tras una serie de reuniones con las partes yemeníes, la Iniciativa (Ver Documenta) incluye la formación de un gobierno de unidad nacional, el traspaso de las atribu-ciones del presidente a su vicepresidente y su renuncia trascurridos treinta días. Pero al final, el presidente yemení rechazó la ini-ciativa y se negó a firmarla. Ahora asistimos a un nuevo intento de revitalizar la iniciativa por parte del Consejo, temeroso de que la inestabilidad en Yemen acabe trasladándo-se a sus territorios, pero que choca con la pasividad del régimen yemení y su insisten-cia en el uso de la violencia. Esta situación de impasse debida al juego del régimen ye-mení se reflejó en el seno del CCG, ya que Qatar, país al que Ali Abdallah Saleh acusa de promover las revueltas, decidió retirarse de la iniciativa. Mientras, la oposición parla-mentaria reclama al CCG, a la Liga Árabe, EEUU y Europa, una intervención extranje-ra que detenga las matanzas.

Por otro lado, los Jóvenes de la Revolución, no aceptan ninguna iniciativa que no con-temple la renuncia inmediata del presidente, la caída del régimen y su comparecencia ante la justicia, la creación de un consejo presidencial transitorio y la elaboración de una nueva constitución, sobre todo tras la salida a Arabia Saudí de Abdallah Saleh.

Revolución pacífica y ¿“guerra civil”?

La represión y otros factores transformaron el panorama: junto a la revolución popular pacífica, estalló un conato de guerra civil que enfrentó a las fuerzas del régimen con las milicias del líder de la poderosa confede-ración tribal de Hashed, Sadeq al-Ahmar, en las calles de la capital, mientras se abrían otros frentes armados en ciudades del sur (Taizz, Abin, Aden, Ibb, al-Hudayda).

Las tres grandes confederaciones tribales yemeníes (Hashid, Bakil y Madhaj) consti-tuyen un importante tejido social en el país que durante décadas ha sido marginado por el régimen (a pesar de las alianzas coyunturales) y la prueba han sido las actuaciones de algunos grupos tribales (secuestros de extranjeros incluidos) para presionar al régimen y obtener promesas de desarrollo y mejoras en determinadas zonas empobrecidas y marginadas. El régimen también intentó debilitar la impor-tancia de la estructura tribal vinculando la presencia de al-Qaida a la protección con-cedida por algunas tribus, especialmente en el sur, algo que siempre fue desmenti-do por los líderes tribales.

Una vez iniciada la revolución juvenil, los líderes tribales, espoleados también por los actos de violencia del régimen con-tra miembros de diferentes tribus, fueron uniéndose a las reivindicaciones pacíficas de los revolucionarios; y ello a pesar de los intentos del régimen de arrastrar a los

líderes tribales a una guerra civil. Así, el anuncio de Sadeq al-Ahmar, máximo lí-der de la confederación Hashed, y Amin al-‘Akimi, máximo líder de los Bakil, de apoyar, sin armas, la revolución pacífica, supuso un importante punto de inflexión en el equilibrio de fuerzas.

Mientras las plazas del Cambio y de la Libertad en Sanaa se convertían, al igual que la plaza de la Liberación en El Cairo, en los escenarios de una revolución pa-cífica (algo a lo que siguen sin renunciar) el bombardeo de la residencia de Sadeq al-Ahmar en la capital yemení –cuando en ella se reunía una delegación de me-diación para calmar los ánimos de los Ahmar– dio paso a otro escenario que ha convivido con el de las citadas plazas: un enfrentamiento armado entre el régimen y Sadeq al-Ahmar que tuvo lugar entre el 23 de mayo y el 6 de junio, detenido gracias a una mediación saudí, y que según ha de-jado bien claro el propio al-Ahmar no tenía nada que ver con la revolución pacífica y popular que está teniendo lugar en el país y que apoyan completamente.

En medio de este enfrentamiento armado tuvo lugar, el pasado 3 de junio, el ataque contra el palacio presidencial, en el que el presidente y otros altos cargos del gobier-no resultaron heridos. Al día siguiente el presidente salió del país para recibir tra-tamiento médico en Arabia Saudí. Este suceso, que puede representar el principio del fin del régimen y el inicio del cambio, está todavía rodeado de ambigüedades, ya que se desconoce quién está detrás del mismo: el régimen ha acusado a Sadeq al-Ahmar, pero también hay rumores de que fue un atentado perpetrado por el propio entorno de Ali Abdallah Saleh. Independientemente de la autoría del ataque, el resultado es que el presiden-te ha desaparecido de la escena yemení y todavía no ha reaparecido en público, dando lugar a un vacío de poder al que intenta poner remedio el vicepresidente y presidente en funciones, Abdeerrabbi Manssur Hadi.

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La Plaza al-Saba‘in, donde se concentran los seguidores del régimen

Los enfrentamientos en el sur tienen un doble componente: por un lado grupos armados vinculados a las tribus y milita-res que se han pasado a la revolución y que luchan en defensa de los revolucio-narios desarmados; y por otro lado, las acciones armadas de grupos vinculados a al-Qaeda. Según analistas y revolucio-narios, ha sido el propio régimen quien ha dejado el campo abierto a los ataques de estos grupos al evacuar a las tropas de los acuartelamientos que custodia-ban depósitos de armas y municiones, lo que propició la acciones de estos gru-pos armados, que han acabado tomando enclaves como la ciudad de Zinjibar en la provincia de Abiyan. Ésta ha sido otra táctica del régimen: intentar desvirtuar la revolución pacífica que exige su caí-da provocando un enfrentamiento civil que legitimaría el recurso al ejército para aplastar, de un solo golpe, a todos: arma-dos y pacíficos.

La actitud del régimen

Si bien el régimen comenzó ignorando las primeras protestas, insistiendo en que la situación yemení no podía compararse a la tunecina o a la egipcia, luego recurrió a la violencia, a asustar con el fantasma de al-Qaeda (afirmando que el caos que se produciría si caía el régimen favorece-ría que la organización se hiciera con el control de parte del territorio), o con el de una probable guerra civil y de la ruptura de la consagrada “unidad” del país (men-saje dirigido a Occidente y también a los países del entorno), una “unidad” duran-te mucho tiempo puesta en duda por las fuerzas políticas del sur y del norte. Poco después del inicio de la revolución pa-cífica, el régimen recurrió a la represión generalizada en las principales ciudades del país (Sanaa, Bayda, al-Rahida, Ibb, Aden, Taizz, al-Hudayda, Dhammar), con el uso de las fuerzas de seguridad, ejér-cito, francotiradores, elementos civiles

pro-régimen armados, y militares con tra-je civil, culpando a la oposición política, calificada como “bandidos y saboteado-res”, de lo que estaba ocurriendo en el país.

El 10 de marzo, para intentar frenar la revolución, el presidente anunció (como ha pasado en otros escenarios árabes, cuando ya había perdido su legitimidad y credibilidad y cuando la población exigía ya su caída) una serie de medidas: no se volvería a presentar cuando acabara su presidencia, en 2013, y tampoco su hijo Ahmad, general del Estado Mayor que dirige la Guardia Republicana, he-redaría la presidencia, un debate que ya se había producido en la sociedad yemení. Prometió una transición des-de el régimen presidencialista hacia un régimen parlamentario, una nue-va Constitución, con separación de poderes y ampliación del sistema de gobierno local como un primer paso ha-cia el federalismo. La elaboración de la nueva Constitución correría a cargo de una comisión formada por parlamenta-rios, senadores y actores nacionales, habría una nueva ley electoral… des-pués hizo un llamamiento a celebrar elecciones presidenciales anticipadas. Estas promesas, tardías y ya poco creíbles, no apaciguaron los ánimos. También recurrió a los ulemas y a la religiosidad; y al elemento tribal; y más tarde decidió reunir a sus seguidores en la Plaza al-Saba‘in todos los viernes en una especie de “contrarrevolución”.

Pero la matanza del 18 de marzo, el denominado “Viernes de la Dignidad” por los revolucionarios, dejó en la plaza del Cambio 52 muertos por disparos de sujetos armados (francotiradores apos-tados en las terrazas de los edificios de la plaza), provocó las primeras rupturas por parte de responsables y oficiales y supuso un punto de inflexión en la

revolución: más sectores sociales se unieron a las protestas de los jóvenes, y la revolución juvenil se transformó en revolución popular con llamamientos a la desobediencia civil secundados tam-bién por los comerciantes de la capital.

Ante la Iniciativa del Consejo de Cooperación del Golfo, el régimen yemení ha intentado ganar tiempo. Primero anunció la firma de la iniciativa del Golfo y posteriormente renunció a ello. Esto ocurrió varias veces, con el consiguiente nerviosismo de la oposi-ción y los revolucionarios. Ésta fue otra táctica de Saleh: involucrar a terceros países en la resolución, no de una “re-volución popular”, sino de una “crisis política” entre régimen y oposición, que si bien existía desde hacía tiempo no era el elemento principal de la revolu-ción.

Occidente, EEUU y el régimen yemení

Durante muchas semanas, la adminis-tración estadounidense y las jefaturas europeas han evitado hacer declara-ciones contundentes, como las que hicieron en los casos de las revuel-tas tunecina y egipcia, de apoyo a los revolucionarios o de presión sobre un régimen, aliado fundamental en la deno-minada lucha contra el terror dirigida por Washington. Así se explican las contra-dicciones que todavía aparecían entre responsables estadounidenses en abril, cuando la revolución ya llevaba dos me-ses en marcha: el secretario de Defensa afirmaba que EEUU seguía prestando apoyo militar al régimen yemení para “combatir el terrorismo”, mientras que la Casa Blanca afirmaba respetar la volun-tad del pueblo y sus opciones y pedía un traspaso rápido de poderes.

Sin embargo, el 12 de mayo, la Casa Blanca hizo un llamamiento a un tras-paso inmediato del poder e instó a las partes a firmar la Iniciativa del Golfo, siguiendo su estela la representante de política exterior de la Unión Europea, Catherine Ashton.

Ante las continuas maniobras del pre-sidente Saleh para evitar la firma de la iniciativa del Golfo, Occidente ha ido también dilatando las presiones. Tampoco Washington se ha mostrado entusiasta del anuncio de los revolucio-narios de las plazas del Cambio y de la Libertad de crear un consejo presiden-cial transitorio. Asimismo, el anuncio unilateral de que EEUU, a través de la CIA y desde bases militares cercanas, intensificará sus acciones militares por aire para combatir a al-Qaeda, es algo que podría generar gran malestar entre la sociedad yemení, en cuyo seno se han dado ya manifestaciones de descontento al respecto.

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Abderrabbi Mansur Hadi, presidente en fun-ciones

Conclusión: no hay vuelta atrás

La represión es cada vez más grave (incluso se habla de fosas comunes a las afueras de Sanaa donde habría al menos los cadáveres de 50 jóvenes re-volucionarios, según ha denunciado la Organización Nacional de Defensa de los Derechos y las Libertades; el ais-lamiento del régimen yemení es cada vez mayor (según fuentes militares tres cuartas partes del territorio y de los habitantes están con la revolución, al igual que dos terceras partes del ejér-cito, de acuerdo con al-Quds al-‘Arabi, 05/05/2011); y las escisiones, más nu-merosas: miembros del ejército, líderes tribales, y los sectores urbanos. Aunque el hecho de que las principales institu-ciones del país (sobre todo los cuerpos

de seguridad) estén en manos de fami-liares directos del presidente hacen más difícil la descomposición del régimen. Enfrente, una movilización que englo-ba a los jóvenes revolucionarios, a las fuerzas políticas de oposición, al-Liqa al-Mushtarak, al-Harak al-Yanubi, a los Huthíes, a líderes político-religiosos y a jefaturas tribales.

La salida de Ali Abdallah Saleh el 4 de junio ha dejado la dirección del país en manos del vicepresidente, Abderrabbi Mansur Hadi, general del Estado Mayor, un militar del sur que dirigió las fuerzas del norte en la breve guerra del verano de 1994. Él será el encargado, una vez lograda la tregua con Sadeq al-Ahmar, de organizar la necesaria transición, quizás siguiendo la hoja de ruta trazada por la Iniciativa del CCG, una hoja de ruta que establecía el traspaso de poderes a la fi-gura del vicepresidente. Por el momento, el presidente en funciones se ha reunido, después de mucha resistencia, con al-Li-qa al-Mushtarak, que aglutina la oposición parlamentaria, para calmar la situación en todo el país como paso previo a unas posi-bles conversaciones sobre el traspaso de poderes, así como con la Coordinadora Superior de la Revolución Yemení, es de-cir con los jóvenes revolucionarios, que insisten en la creación de un consejo pre-sidencial transitorio por el que todavía no apuesta el presidente en funciones.

Así, tenemos en Yemen varios frentes di-ferentes: los revolucionarios pacíficos de las plazas del Cambio y de la Libertad que exigen la caída del régimen, la creación de un consejo presidencial y el inicio inmediato del proceso de transición; los militares que apoyan la revolución en Sanaa y protegen a los revolucionarios pacíficos, a las órdenes del general Ali Muhsin al-Ahmar, quien se pasó a las filas de los revolucionarios el 21 de marzo; la oposición parlamen-taria aglutinada de al-Liqa al-Mushtarak, que ha buscado la negociación con el régimen y que podría capitalizar el movi-miento revolucionario; las tropas tribales (Hashed, Bakil) aliadas de la revolución pacífica, que se enfrentan con el ejército regular en la provincia de Sanaa; y los militares que se pasaron a la revolución y que mantienen un duro enfrentamien-to armado con el ejército del régimen en las provincias del sur. Aunque quizás debamos añadir otro frente: el de los su-puestos combatientes de al-Qaida que tomaron la ciudad de Zinyibar, capital de la provincia de Abiyan, y que desde fina-les de mayo se enfrentan al ejército, y la entrada unilateral de EEUU en campaña militar contra al-Qaeda.

Mientras, los yemeníes echan de menos una mayor y más decidida presión exte-rior sobre un régimen que se deteriora y agoniza pero que no acaba de caer.

Referencias

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Sudán ante la encrucijada secesionistaAránzazu Flores*

El pasado mes de enero, la población del sur de Sudán votó mayoritariamente a favor de la independencia de su territorio. El re-feréndum sobre la independencia o la permanencia en un Sudán unificado era una de las cláusulas del acuerdo de paz integral, firmado por el régimen de Jartum y el principal partido y guerrilla del sur, el Movimiento Popular de Liberación de Sudán, en 2005. Diversos factores han provocado que durante esa etapa de transición desde la firma de la paz hasta el referéndum la opción de la unidad fuera perdiendo terreno ante la opción independentista. El 9 de julio nacerá oficialmente el Estado de Sudán del sur con sus propios retos y desafíos y con otros compartidos con Sudán, un país que, a su vez, se transformará y tendrá que responder a sus propios retos.

Sudán, el conflicto norte-sur

Los conflictos armados en Sudán han afecta-do prácticamente a la totalidad de su territorio y, si bien las dimensiones étnica, cultural y religiosa juegan un papel en los enfrenta-mientos que se han producido y se siguen produciendo en el país, las causas de estos conflictos tienen su origen en la marginación política y económica y en la lucha por los re-cursos naturales, tradicionalmente la tierra de cultivo y la ganadería, y desde los años 80, el petróleo. El conflicto norte-sur es, sin duda, el más largo que ha sufri-do el país con dos fases, 1955-1972 y 1983-2005, y el más dramático en pérdidas humanas, ya que según da-tos de Naciones Unidas, se calcula que desde 1983 ha causado más de dos millones de víctimas y 4,5 millones de desplazados. La comunidad inter-nacional se involucró activamente en las negociaciones de paz, auspiciadas por la Autoridad Intergubernamental para el Desarrollo (IGAD), que agru-pa a siete países del África Oriental, y los gobiernos de Italia, Noruega, Reino Unido y Estados Unidos, y final-mente, el 9 de enero de 2005, se firmó en Nairobi el Acuerdo Integral de Paz entre el Congreso Nacional, el partido gobernante de la República de Sudán, dirigido por el presidente Omar Hasan al-Bashir, y el Movimiento Popular de Liberación de Sudán, creado en 1983 como reacción al proyecto centralis-ta del régimen de Ya‘far al-Numeyri (1969-1985) y dirigido por el coronel John Garang, fallecido poco después de la firma de la paz.

El acuerdo integral de paz incorpora los distintos acuerdos alcanzados en los años que duraron las negociacio-nes: el protocolo de Machakos; firmado en Machakos (Kenia) el 20 de julio de 2002 y que fue la hoja de ruta de todo el proceso hasta 2005; el acuerdo de reparto de poder; el acuerdo de reparto de riqueza (Naivasha (Kenia), enero de 2004); el acuerdo para la resolu-ción del conflicto de Abyei; el acuerdo para la resolución del conflicto en los Estados de Kordofán Sur y Nilo Azul, considerados “zonas marginadas” (manatiq muhammasha); y los acuer-dos sobre seguridad.

El protocolo de Machakos reconocía no sólo el derecho al gobierno autó-nomo del sur de Sudán durante un periodo interino de 6 años, sino que establecía el derecho a la autodeter-minación del sur de Sudán a través de un referéndum monitoreado por la comunidad internacional antes del fi-nal del mencionado periodo.

Adicionalmente, y en un último in-tento por promover la unidad del Estado, en el capítulo dedicado al reparto de poder, ambas partes se

Papeleta de voto: unidad o secesión

comprometieron a celebrar eleccio-nes generales en todo el país, que debían ser democráticas, pluriparti-distas y transparentes, pero que no lo fueron y consagraron de nuevo al presidente al-Bashir y a su partido, el Congreso Nacional (Véase Atalaya nº 10, abril-mayo 2010)

El acuerdo de paz y el compromiso del referéndum

Lo compromisos electorales estable-cidos por el Acuerdo integral de paz (CPA, en sus siglas en inglés) se han podido cumplir gracias a la voluntad de las autoridades sudanesas pero no hubieran sido posibles sin el apoyo financiero y humano de la asistencia electoral internacional, cuya coordina-ción de se ha realizado a través de la división de asistencia electoral de la UNMIS convertida en UNIRED (United Nations Integrated Referendum and Elections Division) a partir del verano de 2010, esta división coordinaba a las instituciones presentes en el país pertenecientes al sistema de Naciones Unidas como el PNUD o OIM, así como otras instituciones especializa-das (IFES, IRI, Carter Center o NDI).A pesar de los retrasos en la forma-

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ción de la comisión que habría de gestionar el referéndum de autode-terminación del sur de Sudán, éste se celebró en la fecha prevista. Entre el 9 y el 15 de enero de 2011, 3,9 mi-llones de sudaneses del sur pudieron ejercer su derecho al voto para de-cidir sobre el futuro del sur del país, de los cuales 116.860 estaban regis-trados en el norte de Sudán y 60.241 en los centros en el extranjero habi-litados en Australia, Kenia, Canadá, Uganda, Egipto, Reino Unido, Etiopía y Estados Unidos, gestionados por la IOM (International Organization of Migration).

No hubo prácticamente campañas en favor de la unidad, y dado que no se ha implementado una verdadera agenda para hacer que la unidad re-sultase atractiva para los ciudadanos del sur, el MPLS no tuvo que realizar mayor esfuerzo para movilizar a los votantes en favor de la separación.

La marginación del sur durante déca-das, en términos políticos, sociales y económicos, ha sido un hecho y sobre todo el largo conflicto, las víctimas y el sufrimiento son los responsables de que la población se haya inclinado hacia la secesión. Así pues, los resultados eran bastan-te predecibles: el 98% de los votantes registrados votaron a favor de la se-cesión.

En la actualidad, la Asamblea Legislativa del Sur de Sudán se está preparando para adoptar la constitu-ción interina antes de la declaración formal de independencia prevista para el próximo 9 de julio de 2011.

El referéndum de abyei y las consultas populares en el sur de Kordofán y el Nilo Azul

Se denominan las tres áreas o áreas transitorias a Abyei, las montañas Nuba en el Estado de Kordofán Sur y la región sur del Estado del Nilo Azul. Estas zonas quedaron asig-nadas al norte en 1956, fecha de la independencia de Sudán, pero el sur de Sudán las reclama como parte in-tegrante de su territorio.

Abyei

El contencioso más delicado, que po-dría quebrantar la frágil paz entre el norte y el sur, es el que les enfrenta por el control de la región fronteri-za de Abyei, situada entre el Estado norteño de Kordofán Sur y el Estado sureño de Bahr el Ghazal.

Esta zona, rica en recursos petroleros y en acuíferos, se encuentra en teoría

bajo un estatuto transitorio especial y sus ciudadanos deberán decidir si se mantienen como zona perteneciente al norte del país o si se incorporan al Estado de Bahr el Ghazal en el sur. Para ello estaba previsto que se ce-lebrara un referéndum el 9 de enero de 2011; sin embargo, la comisión que debe organizarlo aún no se ha formado. Tradicionalmente han con-vivido en este territorio comunidades Dinka-ngok (etnia negra no arabiza-da ni islamizada) y Misseriyya. Los Misseriyya son una de las tribus ara-bizadas dedicada a la ganadería y que transita de forma estacional por la región de Abyei para alimentar a sus animales. Durante el periodo que duró la segunda guerra civil norte-sur, en el contexto de las políticas tribales y de identidad, el gobierno de Jartum utilizó a los Misseriyya para tomar posiciones en el sur y su voto en el caso de que se celebre el referéndum favorecería, sin duda, la incorpo-ración de Abyei al norte de Sudán.

Como hemos visto, en el acuerdo in-tegral de paz ya se contemplaba un

marco de negociación para dar salida al conflicto de Abyei y además exis-ten otros mecanismos de resolución de conflictos como el Abyei Boundary Comisión y los recientes acuerdos de Kadugli. Asimismo, el Tribunal de la Haya se pronunció en sentencia a propósito de Abyei el 22 de julio de 2009.

A pocas semanas de la declaración de independencia de Sudán del Sur, se están produciendo enfrenta-mientos armados en Abyei entre el MPLS y el ejército de Sudán. Según declaraciones de la portavoz de la coordinadora de la OCHA (United Nations Office for the Coordination of Humanitarian Affairs), Elisabeth Byrs, realizadas el 22 de mayo de 2011, du-rante los enfrentamientos en Abyei, las tropas de la UNMIS se han visto atacadas, las ONG humanitarias han evacuado a su personal de la zona y alrededor de 15.000 personas se han visto obligadas a desplazarse alrede-dor del pueblo de Agok, 40 km. al sur de Abyei.

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Durante el mes de mayo de 2011 la tensión ha aumentado, y las fuerzas armadas del norte de Sudán han to-mado puestos en Abyei en respuesta a una acción militar del ejército del sur. Los presidentes de Sudán, al-Bashir, y de Sudán del Sur, Salva Kiir, están negociando una salida a esta tensa situación.

Los estados de Kordofán sur y del Nilo Azul

En lo que respecta a Kordofán Sur y al Nilo Azul, fueron Estados fuerte-mente involucrados durante la guerra civil. Se estima que unos 60.000 sol-dados procedentes de estos Estados lucharon del lado del Ejército Popular de Liberación de Sudán (EPLS), el brazo armado del MPLS, en contra del ejército de Sudán, según los datos aportados por Fouad Hikmat, asesor especial para Sudán de International Crisis Group.

En Kordofán del Sur se encuentra la comunidad nuba, tradicionalmente marginada. Durante el conflicto nor-te-sur sufrió la expropiación de sus tierras de cultivo y se vio obligada a desplazarse. Esta población se unió al EPLS contra el gobierno de Jartum.

El Estado del Nilo Azul cuenta con otras comunidades minoritarias en su territorio, y tiene una importancia es-tratégica para Jartum al ser también un gran productor agrícola.

En el acuerdo para la resolución del conflicto en los Estados de Kordofán Sur y del Nilo Azul, firmado en Kenia el 26 de mayo de 2004, par-te integrante del acuerdo global, se establece un esquema de reparto de poder entre el Congreso Nacional y el MPLS basado en la rotación de gobernadores de ambas formaciones durante el periodo interino, además de un esquema de reparto de la renta petrolera obtenida en Abyei.

Adicionalmente, las asambleas de cada Estado evaluarían la aplicación del acuerdo integral de paz valién-dose de un mecanismo de consultas populares. Se trata fundamentalmen-te de unas audiencias públicas en las que los ciudadanos se expresan en lo relativo al sistema de reparto de po-der y riquezas entre el CN y el MPLS.

En el caso del Estado del Nilo Azul, se habilitaron 116 centros corres-pondientes a 29 circunscripciones. Asimismo, un grupo de funcionarios se traslada de localidad en localidad para ir recabando las impresiones de las distintas comunidades. No obstante, no han transcendido pú-

blicamente hasta el momento los avances alcanzados.

Los retos de todos

Retos compartidos

Norte y sur tendrán que llegar a acuer-dos en torno a los grandes temas que han causado sus conflictos en el pa-sado y adicionalmente tendrán que entenderse en temas adicionales que surgen con la independencia.

La agenda común norte-sur de acuer-dos previstos en el acuerdo de paz y todavía pendientes de solucionar está sin duda encabezada por Abyei. Como acabamos de ver, todavía no se ha celebrado el correspondiente referéndum. Este conflicto debe solu-cionarse ya que cualquier medida de anexión unilateral podría ocasionar una vuelta al conflicto norte-sur.

En función de la resolución del con-flicto de Abyei, también tendrán que cerrar un acuerdo duradero en cuan-to al reparto de la riqueza petrolera. La mayoría de los yacimientos se en-cuentran en el sur, pero las refinerías y el oleoducto están en el norte.

Aunque se haya planteado la cons-trucción de un oleoducto en el sur de Sudán con salida al puerto de la ciudad costera de Lamu, en Kenia, lo cierto es que sin entrar a valorar la viabilidad del proyecto y los costes, a corto plazo, la única vía de salida operativa del petróleo es a través del oleoducto que llega a la ciudad norteña de Port Sudán, al borde del Mar Rojo. Por ello, tanto norte como sur tendrán que ponerse de acuerdo si quieren seguir beneficiándose de la renta pe-trolera. Según BP statistical review of world energy, las reservas petroleras totales de Sudán se estiman en 6.700 millones de barriles. De este modo se posiciona como el 6º productor de África con un 0,5% del total mundial.

Otro tema clave que además tiene implicaciones regionales, en especial para Egipto, y sobre el cual deberán llegar a un acuerdo es la gestión del caudal del Nilo, vinculada directamente con proyectos compartidos de desarro-llo agrícola e hidroeléctrico.

La demarcación de las fronteras y la desmovilización de los soldados y mili-cias en las zonas fronterizas son temas fundamentales de cara a la seguridad y a la estabilidad que todavía no se han solucionado durante el periodo interino de 2005 a 2011.

Asimismo, existen otros temas importantes para el correcto funcio-

namiento de ambos Estados-nación, como el reparto de la deuda externa o la protección de la integridad física y las propiedades de los sureños en el norte y de los norteños en el sur.

Retos para Sudán del sur

Los dirigentes del futuro Sudán del Sur, encabezados por el secretario general del MPLS, Pagan Amun, han identificado las prioridades que debe-rá afrontar el recién nacido país: el fortalecimiento de las estructuras del gobierno y la superación del subde-sarrollo.

La situación para la población en el sur de Sudán es de extrema fragili-dad: 3,3 millones de personas (40% de la población aproximadamente) sufren inseguridad alimenticia, ha-ciendo que las tasas de malnutrición y de mortalidad infantil hayan aumen-tado de formal alarmante.

Adicionalmente, hay 90.000 despla-zados internos debido a conflictos por disputas en cuanto a la propiedad del ganado y el uso de recursos hídri-cos. A esto hay que añadir la práctica inexistencia de infraestructuras y la carencia de servicios básicos de educación y sanidad, así como de la gestión del agua para la producción agrícola, generando todas estas cir-cunstancias una alta dependencia de la ayuda exterior.

La herencia del largo conflicto nor-te-sur incluye la presencia en su territorio de minas que impiden la normalización de la vida de las distin-tas comunidades.

En la esfera propiamente política, el MPLS deberá confrontar de manera constructiva la labor de oposición del resto de partidos políticos en el sur coaligados en la Alianza de Partidos Políticos de Sudán del Sur (entre ellos la Unión Nacional Sudanesa Africana, el Frente Democrático Unido), pero también buscar una solución para desmovilizar a los re-beldes anti-MPLS, como el grupo encabezado por Meter Gadet, anti-guo oficial del Ejército Popular de Liberación de Sudán, cuya milicia ha protagonizado enfrentamientos con el ejército del sur de forma intermi-tente desde el pasado abril.

Sudán del Sur tiene por delante un arduo camino. Una vez pasada la eu-foria por el nacimiento de una nueva nación, los dirigentes del MPLS, en su mayoría de origen dinka (la et-nia tradicionalmente dominante en el sur), deberán mantener la legiti-midad, tratar de transmitir que sus

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intereses van más allá de sus propios intereses tribales, y tolerar la parti-cipación de otros partidos políticos para generar estabilidad en el marco de un proyecto nacional que además satisfaga necesidades tan básicas como la autosuficiencia alimentaria.

Retos para Sudán del norte

En cuanto a Sudán del Norte, una vez que se produzca la secesión del sur tendrá que confrontar importantes retos internos. El más importante de todos es sin duda la pacificación de su propio territorio.

El conflicto en Darfur sigue sin con-tar con un alto al fuego global. Desde que en 2003 los grupos guerrilleros Movimiento de Liberación de Sudán (MLS) y el Movimiento de Justicia y Equidad (MJE) se levantaran en ar-mas reivindicando más poder político y recursos, se estima que el conflicto se ha cobrado más de 200.000 víc-timas y al menos dos millones de desplazados, según el Peace and Security Section of the United Nations Department of Public Information (agosto de 2007).

El acuerdo de paz firmado entre el gobierno de Jartum y la facción MLS en Abuja en mayo de 2006 no ha traí-do la paz ni la estabilidad a los tres Estados que componen la región de Darfur: Darfur Norte, Darfur Sur y Darfur Oeste.

El pasado 23 de febrero de 2010, el presidente Omar al-Bashir firmó un acuerdo de paz con el líder del MJE, Jalil Ibrahim, en Doha. En tér-minos del presidente, se trataba del principio del fin del conflicto en esta región. En un intento de legitimar la celebración de las elecciones en Darfur, el acuerdo estipulaba que el MJE se convertiría en partido político el 15 de marzo de 2010. La exclusión de otras facciones que han ido sur-giendo, como MJE/Democracia, hace imposible que se pueda considerar que se cuenta con un acuerdo de paz definitivo.

En la actualidad, la situación en Darfur no admite la ejecución de un proyecto de reconstrucción política y social, e incluso el acceso de la ayu-da humanitaria queda comprometido debido a las hostilidades entre tribus árabes, movimientos rebeldes y las tropas gubernamentales, según los informes de los observadores milita-res de la UNAMID.

El conflicto armado entre la re-gión este del país (que comprende los Estados del Mar Rojo, Kasala y

Gedaref) y el gobierno central se re-solvió en octubre de 2006, fecha en la que con la mediación de Eritrea se firmó el acuerdo entre Jartum y el Frente del Este, plataforma funda-da en 2005 compuesta por distintas tribus (rashaida, beja, shukryya, y nubios). Por ahora la situación es estable, sin embargo, el gobierno de Jartum deberá mantener sus compro-misos de transferencia de recursos para que la paz se mantenga en la región del este y no vuelvan a apare-cer focos de inestabilidad.

Omar al-Bashir tendrá que manejar la relación y las aspiraciones del res-to de partidos políticos encabezados por los tradicionales al-Umma y el Unionista Democrático, y confrontar un posible cambio de régimen, ya que sus propuestas para organizar un go-bierno de unión nacional a principios de enero de 2011 no han sido reci-bidas positivamente por el resto de líderes y formaciones políticas.

A pesar de que a principios de 2011 el gobierno de Jartum adoptó medi-das de austeridad presupuestaria (recortes en los salarios de los al-tos funcionarios y en los subsidios a sectores productivos, ampliación de la asistencia médica), la sece-sión tendrá sin duda consecuencias económicas y de hecho la población ya ha sufrido un deterioro en su po-der adquisitivo. En la medida que la situación económica se deteriore y las necesidades de la población se incrementen podríamos presenciar revueltas populares y exigencias de cambio.

Conclusiones

Desde que el líder del MPLS, John Garang, falleciera en 2005 en un ac-cidente de helicóptero poco después de haber firmado el acuerdo global de paz y de haberse convertido en vicepresidente del país, la idea de un nuevo Sudán -democrático, secular y unido- quedó completamente olvida-da. Garang fue sustituido por Salva Kiir, firme defensor de la independen-cia del sur, y desde entonces la única opción que se ha barajado por parte de los gobernantes del sur ha sido la independencia.

Ningún líder ha obtenido el suficien-te apoyo para presentar un proyecto unitario y defenderlo ante todos los sudaneses, y la comunidad inter-nacional, por su parte ha preferido apoyar el statu quo para no quebrar la frágil paz norte-sur.Con la legitimidad que otorga la victoria de un referéndum de auto-determinación, el próximo 9 de julio

el sur de Sudán proclamará su inde-pendencia y el continente africano pasará a acoger en su seno un nuevo Estado.

La independencia trae consigo espe-ranzas de mejora para los ciudadanos del sur; sin embargo, para que la población pueda disfrutar de estabi-lidad y de ciertos avances en cuanto a su seguridad, alimentación y salud, los responsables políticos en el sur tendrán que llegar a compromisos y soluciones en torno a los problemas que están en el origen del conflicto y que siguen pendientes de resolución, pero también a los nuevos problemas que surgirán una vez la secesión se haga efectiva.

Una vez proclamada la independen-cia, lo más probable es que volvamos a presenciar un clima de inestabilidad política. Tanto el norte como el sur se han caracterizado por una ausencia total de estructura económica y social unificadora.

Estas estructuras estatales postco-loniales poco consolidadas, una vez separadas, deberán tratar de organizar-se a partir de un modelo político de tipo federalista que combine un cierto gra-do de descentralización con el respeto a la heterogeneidad étnico-lingüística, religiosa, cultural y social de los suda-neses.

Tanto Sudán como Sudán del Sur han sido y serán fundamentales para la es-tabilidad en África. Adicionalmente, las potencias van trazando sus redes de influencia. Mientras China se interesa en la extracción de recursos naturales y en la creación de grandes explotacio-nes agrarias en suelo sudanés, Estados Unidos traza su hoja de ruta, apoya económicamente a Sudán del Sur y además ha anunciado su interés en normalizar las relaciones con el régi-men de Omar al-Bashir.

Dado el Estado de fragilidad de la paz y los complejos temas comunes y propios que tanto norte como sur deben todavía resolver, será nece-sario que la comunidad internacional siga directamente involucrada a largo plazo y que, más allá de proporcionar asistencia humanitaria y asistencia electoral puntual, apoye la capaci-tación y ayude a ambos Estados a conseguir una paz sostenible.

* Aránzazu Flores es licenciada en Ciencias Políticas por la Universidad Paris I Panthéon- Sorbonne y ha sido técnica de Educación Cívica y al Votante del Departamento de Asistencia Electoral de la Misión de las Naciones Unidas en Sudán (UNMIS)

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El apellido al-Atasi no es descono-cido en Siria. No sólo ha contribuido a la historia de este país con varios presidentes de la República, sino que ha aportado también importan-tes pensadores, políticos, médicos, embajadores y hombres de religión, conocidos tanto dentro como fuera de sus fronteras. Algunas mujeres de la familia también han destacado por ocupar cargos de cierta importancia, como Ibtisam al-Sayyed Sulayman al-Atasi que, en 2003, fue elegida diputada por Homs en el Parlamento sirio.

Originaria de la ciudad de Homs, los al-Atasi son una antigua familia que se remonta al siglo XVI. De ella nacieron tres presidentes de la república: Hashem al-Atasi (entre 1936 y 1939), Lu´i al-Atasi (entre marzo y julio de 1963) y Nur al-Din al-Atasi (entre 1966 y 1970). En el ámbito político, los al-Atasi han ocupado cargos en diversos niveles: desde concejales de pequeños pueblos, hasta diputados de la Asamblea Nacional, pasando por concejales de asambleas regionales o pequeños municipios, ministros y pre-sidentes. Miembros de esta familia han entrado, igualmente, en el cuerpo diplo-mático: ha habido embajadores al-Atasi en Alemania, Argentina y Japón. Al me-nos seis muftis de la ciudad de Homs han pertenecido a la familia al-Atasi, el último de ellos fue el padre de Hashem al-Atasi, además de otros dos miembros de este li-naje que fueron muftis de la región entera de Homs.

El padre de Suhayr, Yamal al-Atasi (1922-2000) es uno de los pensadores sirios más renombrados. Con estudios de psi-cología, se involucró en el movimiento nacionalista cuando aún era estudiante en los años 40. Conoció a Michel Aflaq y Salah Bitar y participó con ellos en la crea-ción del Partido Baaz Árabe Socialista, en 1947. Después de ocupar el cargo de ministro de Comunicación en 1963, se convirtió en el secretario general del Partido Unión Socialista (1968-1973), partido que abandonó en 1973, tras ha-ber sido encarcelado, para convertirse en secretario general del Partido de la Unión Socialista Árabe y, a finales de los años 70, presidente de la Agrupación Nacional Democrática, principal símbolo de la opo-sición, hasta su muerte.

No es sorprendente, por tanto, que Suhayr al-Atasi sea una personalidad relevante. Nacida en Damasco, en 1971, esta mujer

PerfilesSuhayr al-Atasi (Damasco, 1971), activista y presidenta del Foro Yamal al-Atasi para el Diálogo Democrático.

se ha visto expuesta a diversos tipos de intimidación por parte de las autoridades sirias, además de haber sido detenida recientemente. Se licenció en Filología francesa en la facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Damasco. En un prin-cipio expresó su interés por la producción cultural y cinematográfica pero, desde una edad temprana, se vio influída por las ideas de su padre, lo que la llevó a desarrollar un pensamiento y unas propuestas articuladas siempre en torno a la necesidad de estable-cer un diálogo nacional y superar la crisis que atraviesa el país.

En 2001, Suhayr al-Atasi fundó el Foro Yamal al-Atasi para el Diálogo Democrático, que lleva el nombre de su padre, junto con otras 70 agrupaciones y foros diversos. La iniciativa surgió tras la muerte del anterior presidente, Hafez al-Asad, y fue alentada por la etapa de reformas y apertura que parecía iba a comenzar. Esta etapa, que se llamó “Primavera de Damasco”, fue testigo de una movilización política y so-cial sin precedentes en la historia reciente del país. El Foro se ocupaba de diversas cuestiones políticas, culturales y de pen-samiento, teniendo siempre por objetivo reforzar los valores del diálogo democráti-co. Sus actividades se articulaban en torno a las conferencias y mesas abiertas que se organizaban todos los meses y que estaban abiertas al público. Pero estas iniciativas no duraron mucho, ya que las autoridades si-rias cerraron, uno tras otro, todos los foros de debate y organizaciones que habían sido creados aquellos años. Además, la mayoría de los activistas de la sociedad civil que par-ticipaban en ellos fueron encarcelados.

Las autoridades sirias pasaron por alto las actividades de este grupo hasta 2005, año en que el Foro al-Atasi fue cerrado, sien-do el último que quedaba en activo. Aquel

año, uno de los activistas de este grupo, Ali Abdallah, pronunció, en una de las confe-rencias del foro, un discurso que contenía un mensaje que le había enviado Sadr al-Din al-Bayanuni, el entonces guía general de los ilegalizados Hermanos Musulmanes sirios. Suhayr al-Atasi y Ali Abdallah, entre otros, fueron detenidos entonces y pasaron tres meses en la cárcel.

En diciembre de 2009, Suhayr al-Atasi decidió reabrir el foro, eso sí, ahora a tra-vés de Internet, concretamente, en la red social Facebook. Actualmente, su gru-po de Facebook, Jamal Atassi Forum, tiene 674 miembros. Tiene otro grupo en la misma red social llamado “la defensora Suhayr al-Atasi” (al-munadila Suhayr al-Atasi), que cuenta con 1.645 miembros. Recientemente, ha sido presionada y ame-nazada con cumplir una pena de dos años y medio de cárcel, para que cierre su pági-na de Facebook.

Suhayr al-Atasi se ha centrado siempre en alcanzar un diálogo nacional en el que tuvieran cabida todos los actores políticos y sociales sirios: el partido Baaz, los co-munistas, los Hermanos Musulmanes y activistas de la sociedad civil. Ha cues-tionado la capacidad y voluntad del régimen de introducir verdaderas refor-mas políticas.

El pasado 16 de marzo, Suhayr al-Atasi fue detenida de nuevo, junto a otras 40 personas, durante una protesta de silencio en la que exigían la liberación de los presos políticos, entre ellos el abogado Anwar al-Bunni, el escritor Ali Abdallah y los 15 jóvenes que fueron detenidos en Dera`a por pintar en las paredes eslóganes revolucionarios. Las autoridades la acusaron de ser una “es-pía israelí” y fue liberada el 3 de abril.

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Tawakkul Abdessalam Karman nació el 7 de febrero de 1979 en Mejlaf, en la provincia meridional de Taizz. Su fami-lia emigró después a la capital en busca de mejores oportunidades y condicio-nes de vida. Licenciada en la Facultad de Ciencias y Tecnología, posee estu-dios superiores también en Comercio, Ciencias Políticas y Pedagogía en la Universidad de Sanaa. En 2001 comen-zó su labor como periodista y escritora en varios diarios locales, y en este ámbito ha participado en cursos en el extranjero, como el de periodismo de investigación patrocinado por el Departamento de Estado estadounidense, aunque su in-terés no se centra exclusivamente en la información sino que abarca un amplio espectro: diálogo de religiones, la lucha contra la corrupción y la defensa de los derechos humanos.

Tawakkul Karman: voz y rostro de la revolución yemení

Poco después de destacar en la labor periodística, fue elegida en 2005 pre-sidenta de la Organización de Mujeres Periodistas sin Cadenas (Munazzamat Sahafiyyat bi-la Quyud)

Pero además, ha destacado por su labor de oposición política al régimen del presi-dente Ali Abdallah Saleh, desde su labor en las filas del partido Agrupación Yemení para la Reforma (al-Tayammu‘ al-Yamani li-l-Islah o simplemente al-Islah), la for-mación islamista yemení por excelencia y una de las organizaciones más poderosas del país. Tawwakul, casada y madre de cuatro hijos, es miembro de la asamblea consultiva de esta formación. Durante estos años de oposición al régi-men del Congreso Popular Nacional, en los que Tawakkul ha estado organizado semanalmente sentadas y manifestacio-nes en la plaza de la Libertad contra el gobierno, ha pasado por las cárceles y ha sufrido la presión y el acoso: el 12 de oc-tubre de 2010 fue retenida e injuriada por las fuerzas de seguridad tras participar en una manifestación pacífica organizada en Sanaa para apoyar a la población despla-zada de Aljashen (provincia meridional de Ibb), que protestaban por el comporta-miento injusto de la autoridad tribal de la zona.

En 2010 fue nominada al premio Woman of Courage por el departamento de Estado estadounidense, pero no lo ganó. Entonces declaró que no merecería ese

1. Los egipcios, optimistas ante la nueva etapa postrevolucionaria

La organización Gallup, a través de su centro en Abu Dhabi, ha realizado una amplia encuesta, con una muestra de mil egipcios, en la que destaca el momento de optimismo que atraviesa el país, tras la caída del régimen de Hosni Mubarak. La encuesta se ha realizado en varias fases, la primera en julio de 2007 y la última en marzo-abril de 2011.

En las ciudades y áreas más urbanizadas, el optimismo se acompaña también del des-contento por las condiciones económicas. A pesar de que, a nivel nacional, el número de egipcios que considera que la situación eco-nómica está mejorando se ha triplicado (del 15% al 46%), lo cierto es que el porcentaje de ciudadanos que cree que le economía a nivel local está empeorando se ha duplicado (del 25% al 53%). En este sentido, el trabajo sigue siendo su mayor preocupación. Así, el

premio hasta que no contribuyera a derro-car al régimen yemení y en esa tarea está.

A finales de enero de 2011 fue detenida por orden de la fiscalía general del Estado bajo la acusación de celebrar reuniones y marchas no autorizadas y alentar el caos y los disturbios con el fin de alterar la paz so-cial. Fue puesta en libertad, pero comenzó a recibir amenazas por parte del gobierno si no “se quedaba en casa bajo arresto do-miciliario”.

Es miembro, entre otras organizaciones, del Sindicato de Periodistas Yemeníes, la Unión de Periodistas Árabes, la Unión de Periodistas Internacionales, Periodistas contra la Corrupción, Organización Internacional de Prensa, Foro WANA de países de Asia Occidental y Norte de África, Organización Front Line y Amnistía Internacional.

Ha participado en la elaboración de numerosos informes sobre libertad de ex-presión en Yemen y de periodistas contra la corrupción. Ha supervisado o dirigido do-cumentales sobre diversos temas como la participación política de la mujer en Yemen.

Ha dirigido encierros, marchas de protes-tas, sentadas denunciando las violaciones de derechos humanos en 2009 y 2010, antes del estallido de la revolución juvenil popular, y defendiendo un Estado civil, de-mocrático, con participación política y de ciudadanía igualitaria.

Opinión pública

7887 83

757278 76

7063

88

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100

2008 otoño2009

primavera2010

otoño2010

primavera2011

Desean permanecer enEgipto

Satisfechos con su nivel devida

81% de los encuestados considera que este sigue siendo un mal momento para encon-trar un trabajo en sus propias comunidades. Un 20% aseguró estar satisfecho respecto a la accesibilidad a viviendas asequibles en sus áreas de residencia y un 36% considera que los servicios sanitarios son accesibles y de buena calidad. Ambos porcentajes no han dejado de reducirse desde 2008.

A pesar de que no están satisfechos con su nivel de vida, el porcentaje de egipcios que desea emigrar a otro país se ha reducido. Esto puede interpretar-se como un mayor nivel de compromiso hacia su nación, compromiso que no se había detectado en las encuestas an-teriores.

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Atalaya Sociopolítica Atalaya Sociopolítica Casa Árabe 17

15% 10% 9%5%

0%

10%

20%

30%

40%

50%

Porcentajes de apoyo

Hermanos Musulmanes

Partido Nacional Democrático

Partido Wafd

Partido al-Wasat

69%

14%

9%

8%

Aconsejar a los dirigentes políticos

Tener autoridad total

No tener ninguna autoridad

NS/NC

En el plano político, tras la revolución del 25 de enero, un 28% de los encuestados calificó positivamente a los dirigentes de su ciudad o lugar de residencia, frente al 49% que respondió igual en 2009. Esta

diferencia de porcentajes puede estar reflejando la mayor libertad que sienten ahora los egipcios a la hora de expresar sus opiniones. En cuanto a las próximas elecciones, que deberán celebrarse en

noviembre de 2011, un 89% aseguró que participará en lo que considera (el 91%) unas elecciones fiables. En 2010, menos de un 30% confiaba en que las eleccio-nes fueran libres y transparentes.

La religión sigue siendo una cuestión im-portante para la gran mayoría de los egipcios (96%) y el 92% asegura que confía en las instituciones religiosas.

Aún así, menos de un 1% considera que una República islámica al estilo iraní debería ser el modelo a seguir por Egipto. La mayoría (69%) opina

que los líderes religiosos deberían servir de consejeros a los dirigentes políticos, pero no ostentar un poder absoluto.

En cuanto al papel desarrollado por los medios de comunicación en el inicio y mo-vilización de las protestas, cabe destacar que el 81% de los encuestados aseguró que siguió las noticias sobre las manifes-taciones a través de la televisión egipcia estatal; un 63% respondió que se infor-maba a través de al-Jazeera; y tan sólo un 8% contestó que recurría a Facebook o Twitter para seguir el transcurso de las protestas. Este dato confirma que se ha exagerado el papel que han desempeña-do las redes sociales en la revolución.

¿Qué papel deberían desempeñar los líderes religiosos?

El estudio muestra también que la ma-yoría de los egipcios (75%) se opone a que EEUU ayude a las fuerzas políti-cas del país, lo que parece indicar que están buscando su propia manera de autoafirmarse. Además, los egipcios si-guen mostrándose recelosos respecto a las posibles injerencias de EEUU en sus asuntos internos. Dos tercios de los encuestados aseguraron que EEUU no pretende seriamente fomentar un proce-so democrático en la región, lo cual es un porcentaje bastante alto pero menor

que el obtenido en 2009, cuando tres de cada cuatro egipcios eligieron esta respuesta. Además, el 68% está con-vencido de que EEUU intentará ejercer una influencia directa en el futuro de Egipto, lo que implicaría que no permi-tiría a los egipcios forjar su propio futuro y tomar sus decisiones. Hasta tal punto llega el deseo de los egipcios de ser po-líticamente independientes que el 52% de los encuestados se opone a que su país siga recibiendo ayuda económica de EEUU.

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Atalaya SociopolíticaCasa Árabe18

2. Perspectivas de futuro de los egipcios

La organización Pew Research Center realizó, entre finales del mes de marzo y principios de abril, una amplia encuesta en Egipto en la que analiza la actitud y las

Muy favorable Más o menos favorable Desfavorable NS/NC

Movimiento 6 de abril 38% 32% 24% 7%

Hermanos Musulmanes 37% 38% 20% 5%

Mohammad Tantawi 45% 45% 8% 2%

Amr Musa 41% 48% 11% 1%Ayman Nur 32% 38% 29% 1%

Mohammad al-Baradei 25% 32% 39% 4%Omar Suleyman 14% 20% 66% 0%Hosni Mubarak 8% 5% 86% 1%

Calificación de los actores políticos:

Principales preocupaciones de los egipcios

perspectivas de futuro de los egipcios tras la revolución del 25 de enero. A pesar de que una gran mayoría celebra el triunfo de las protestas y la renuncia de Mubarak (77%), todavía existen ciertas dudas sobre la transparencia de las próximas eleccio-

nes. Un 41% está seguro de que serán elecciones limpias; aunque un 43% opina que serán fiables “hasta cierto punto”; y un 16% cree que no serán (en absoluto o hasta cierto punto) unos comicios transpa-rentes.

Una de las conclusiones más destaca-das de la encuesta es que los egipcios están deseando establecer un sistema democrático con un gobierno que asu-ma sus responsabilidades. Un 71% cree que la democracia es un sistema mejor que cualquier otro tipo de gobierno y un 62% está a favor de que las elecciones presidenciales y parlamentarias se cele-bren cuanto antes. Aún así, el 82% opina que mejorar las condiciones económicas es la prioridad actualmente; el 79% cree que garantizar un poder judicial indepen-diente es la prioridad; preservar la ley y el orden es la cuestión más importante para un 63%; y un 55% considera que la prioridad es celebrar elecciones multipar-tidistas.

En cuanto al papel que desempeñan las instituciones en la etapa post-Mubarak, el ejército es el mejor valorado. Un 88% considera que la influencia del ejército está siendo “muy buena” (53%) o “bue-

na” (35%), frente al 11% que opina que la actuación de los militares está siendo “mala”. Los líderes religiosos también han obtenido buenas valoraciones: el 29% opina que su influencia es “muy buena”, el 52% cree que es “buena” y un 18% la califica de “mala”. La actuación y eficacia de los tribunales ha sido valorada como “muy buena” por un 29% de los en-cuestados, un 38% la considera “buena” y un 32% opina que es “mala”. El papel desempeñado por los medios de comuni-cación informativos también obtiene una valoración positiva, puesto que el 24% lo considera “muy bueno”, el 45% lo califica de “bueno” y un 31% cree que es “malo”. Por último, la policía es quien peores re-sultados obtiene: un 19% opina que su actuación es “muy buena”, un 20% cree que es “buena” y un 61% asegura que es “mala”.

La visión que tienen de EEUU y de Obama sigue sin ser muy entusiasta. Un 20% de

los encuestados tiene una opinión favo-rable de EEUU, frente al 79% que tiene una visión negativa. La confianza en el presidente Barack Obama tampoco ha mejorado: un 35% que tiene mucha o alguna confianza en el presidente nor-teamericano, frente al 64% que asegura no tener mucha o ninguna confianza en que Obama haga lo correcto. Por ejem-plo, un 52% no aprueba la manera en que el presidente estadounidense está gestionando la demanda de cambios po-líticos que llegan de países como Egipto, Túnez, Bahréin y Libia. Preguntados concretamente por Egipto, el 39% ase-gura que la influencia de EEUU ha sido negativa, un 22% cree que ha sido posi-tiva y un 35% considera que no ha sido positiva ni negativa. En este sentido, el 15% de los encuestados desea que se estrechen las relaciones con EEUU; un 43% prefiere una relación más distante; y un 40% quiere que se mantenga como hasta ahora.

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16

33

44

53

53

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Corrupción

Falta de democracia

Falta de prosperidad económica

Inestabilidad política

Prohibición de partidos religiosos

NS/NC

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Atalaya Sociopolítica Atalaya Sociopolítica Casa Árabe 19

Sobre el futuro de Egipto, el 82% respon-dió que es necesario que la economía mejore; un 79% aseguró que lo principal es establecer un sistema judicial que tra-te a todos los ciudadanos por igual; un 63% apuntó que lo más importante es que se respete la libertad de expresión y se pueda criticar al gobierno libremen-

5

62

27

5 Aplicar la sharía de manera estricta

Guiarse por los valores y principios delislam pero de manera flexible

No debe estar influída por el Corán

NS/NC

¿Cuál debe ser la relación entre legislación y religión?

te; un 55% aseguró que lo importante es que se celebren elecciones libres y transparentes en las que concurran, al menos, dos partidos políticos, y un 50% dio la misma respuesta pero destacando la necesidad de que los partidos religio-sos puedan también formar parte del gobierno; el 39% puso en primer lugar

la necesidad de que las mujeres tengan los mismos derechos que los hombres; el 36% destacó la necesidad de que los coptos y otras minorías religiosas pue-dan practicar su religión libremente; y para el 27% lo más importante es que los militares estén sometidos al control de líderes civiles.

No existe una consenso mayoritario res-pecto a quién debería liderar el próximo gobierno. El 20% expresa su apoyo al partido Nuevo Wafd; el 17% se inclina por los Hermanos Musulmanes; seguidos del partido Ghad, con un 16%; el partido Tagammu obtiene el 11% del apoyo; el Partido Nacional Democrático, un 10%; un 5% respondió “ninguno de los anterio-res”; y, finalmente, un amplio 20% no dio ninguna respuesta.

En cuanto al Tratado de Paz que Egipto firmó con Israel, el 54% está a favor de que se anule, frente al 36% que desea que se mantenga, mientas que el 10% restante no dio una respuesta definida.

3. Perspectivas de futuro de los jóve-nes yemeníes

El grupo Silatech realiza periódicamente un estudio titulado Silatech Index que analiza la situación, la actitud y las perspectivas de futuro de los jóvenes del mundo árabe. Este estudio se realizó entre 2009 y 2010, es decir, antes de que comenzaran las protestas de este año, con un grupo de jóvenes de entre 15 y 29 años. La organización Gallup acaba de publicar el análisis de una parte del Índice, que se finalizó en noviembre de 2010, y ha querido centrar su atención en la juventud de Yemen.

En Yemen, un 46% de la población es menor de 15 años y, de ellos, un 49% ni son estudian-

tes ni están empleados. La tasa de fertilidad es una de las mayores del mundo y se prevé que la población se haya duplicado en 2033. En comparación con los jóvenes de otros países de la Liga Árabe, los yemeníes son quienes tienen una peor visión de la situación econó-mica y las oportunidades de empleo en su país. El 84% de los encuestados aseguró que era un mal momento para encontrar un trabajo en su zona o región; un 70% calificó las con-diciones económicas de “malas” y la mitad de éstos aseguró que la economía de su localidad estaba empeorando. Dado que los hombres están más involucrados en la fuerza de trabajo (un 58% de los hombres frente a un 29% de las mujeres) es lógico que éstos sean más pe-simistas respecto a la situación económica:

37

80

41

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44

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0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100

Insatisfecho con el nivelde vida

Mal momento paraencontrar un trabajo

Economía localempeorando

Economía local en malasituación

Total

Hombres

Mujeres

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Atalaya SociopolíticaCasa Árabe20

A pesar del pesimismo que gobierna la opinión de los yemeníes respecto a las condiciones económicas, es cierto que expresan un intenso deseo de cambiar su situación, especialmente los hombres: después de seis meses buscando un tra-bajo sin resultado, un 77% de los hombres y un 50% de las mujeres aseguraron que aceptarían un empleo por debajo de sus capacidades; un 74% de los hombres y un 54% de las mujeres pensarían en renovar su formación y cambiar su orientación la-boral; un 74% y un 58% respectivamente se decidirían a empezar su propio negocio; y un 65% y un 23% emigrarían a otro país.

4. Los jóvenes árabes y el entorno económico

La organización Gallup ha publicado tam-bién el informe total del estudio realizado

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31

64

53

46

37

46

37

23

16

0 10 20 30 40 50 60 70

2009

2010

Donaciones a la caridad

Medidas para atajar la pobreza

Medidas para proteger el medioambiente

Sistema de transporte público

Acceso a la vivienda

por Silatech en abril de 2011, Silatech Index: Voices of Young Arabs. El Silatech Index está dividido en tres apartados: per-cepciones de los jóvenes respecto mercado laboral; la visión de la situación económica y el entorno laboral de su país; y su valo-ración acerca de cómo se maximiza el capital humano. Este estudio se realiza con una muestra de 16.000 jóvenes árabes, de entre 15 y 29 años, en veinte países de la Liga Árabe. Para facilitar el manejo de los datos, los países han sido agrupados en tres categorías: ingresos altos (más de 23.000 dólares: Bahréin, Kuwait, Qatar, Arabia Saudí y EAU); ingresos medios (en-tre 23.000 y 2.600 dólares: Argelia, Egipto, Iraq, Jordania, Líbano, Libia, Marruecos, Siria y Túnez); e ingresos bajos (me-nos de 2.600 dólares: Comores, Yibuti, Mauritania, Territorios Palestinos, la región de Somalilandia, Sudán y Yemen).

La primera conclusión que se obtiene de este análisis es que los jóvenes árabes han logrado un mayor acceso a la tecnología y la comunicación. El 87% de los encuesta-dos aseguró que tiene acceso a un teléfono móvil, frente al 79% que respondió así en 2009. El acceso a internet también ha ex-perimentado una leve mejora. Estos dos factores pueden ser de gran utilidad para los jóvenes árabes en busca de empleo.

Aunque, en general, los jóvenes tienen una visión positiva de la situación económica de sus comunidades, a nivel nacional se muestran más pesimistas. Por otro lado, la satisfacción de los jóvenes respecto al acceso a viviendas asequibles ha disminui-do considerablemente. Así, menos de un tercio de los encuestados expresó su sa-tisfacción a este respecto, frente a casi la mitad que respondieron así en 2009.

Estoy satisfecho respecto a…

En países con ingresos altos:

En los países con altos ingresos, los jó-venes se muestran satisfechos con las medidas adoptadas por sus gobiernos en el ámbito laboral. Un notable 86% considera que sus líderes saben apro-vechar el potencial de la juventud en el terreno laboral. Igualmente, los jó-

venes de estos países creen que sus gobiernos están haciendo grandes es-fuerzos para la creación de empleos de calidad. Esto parece reflejar una ade-cuada combinación entre crecimiento económico e inversión en educación y sanidad. En cambio, los jóvenes de es-

tos países consideran que sus lugares de residencia no ofrecen un buen mar-co para los jóvenes emprendedores y no confían en que el gobierno permi-ta la proliferación de nuevos negocios que tengan posibilidades de obtener grandes beneficios.

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2009 2010

Dirigentes maximizanpotencial jóvenes

Creación empleos de calidad

Confianza en la permisibilidaddel gobierno

La comunidad favorable aemprendedores

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Atalaya Sociopolítica Atalaya Sociopolítica Casa Árabe 21

En los países de ingresos medios, los jóvenes tienen ahora mayor acceso a los teléfonos móviles y a internet (un 69% tiene acceso a internet en su co-munidad, frente al 63% que lo tenía en 2009). En estos países, los jóvenes están menos predispuestos a aceptar un trabajo que se pueda desarrollar desde casa (un 48%), en caso de que estuvieran seis meses desempleados.

Los jóvenes de los países con ingre-sos bajos tienen ahora más confianza en el funcionamiento y respeto de las leyes que en 2009. El 50% expre-só una total confianza en el sistema judicial, frente al 31% que lo hizo el año anterior. Esto puede implicar que los jóvenes se sientan más seguros y consideren que sus activos y sus propiedades están más protegidos, lo que puede fomentar las iniciativas de los jóvenes emprendedores. Por el contrario, en estos países los jóvenes creen que sus gobiernos no facilitan los trámites burocráticos lo suficien-te y no confían en que se permita prosperar a los negocios con grandes beneficios.

5. Los tunecinos y las perspectivas de futuro

La organización Sigma Conseil realizó, a principios del mes de junio de 2011, una encuesta en Túnez sobre la per-cepción de los tunecinos de la nueva etapa que vive el país y su valoración de los diversos líderes y partidos.

La encuesta revela que el 76,4% de los tunecinos se siente optimista con respecto al futuro del país y el 73,3% considera que Túnez está avanzando en la dirección correcta, frente al 19,7% que opina que el país se dirige hacia el caos. El 47% de los encuestados confirmó que había seguido el discur-so ofrecido por al-Bayi Qaid Essebsi, primer ministro del gobierno de transi-ción, y, de ellos, el 75% aseguró que había sido un “discurso convincen-te” y el 52,5% considera que la fecha anunciada por Essebsi para la celebra-ción de las elecciones a la Asamblea Constituyente es “adecuada”.

El partido al-Nahda se mantiene en primer lugar en intención de voto, con un 16,9%; el Partido Democrático Progresista ocupa el segundo pues-to con un 9,5% de apoyo; el 3,5% de los encuestados se inclina por la Agrupación Democrática por el Trabajo y las Libertades; el Partido de la Nación (liderado por dos ex ministros de la época de Ben Ali) al-canza el cuarto lugar, con un 3,1%; y la Conferencia por la República, con un 3% de intención de voto, queda en último lugar.

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2009 2010

Acceso a teléfono móvil

Dispuesto a renovar su formación

La zona de residencia está mejorando

Acceso a internet en la comunidad

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2009 2010

Confianza en el sistema judicial y enlos tribunalesAcceso a teléfono móvil

Condiciones económicas localesmejorandoAcceso a vivienda asequible

Confianza de los jóvenesemprendedores en el gobiernoSatisfecho con la gestión de lapobreza

En países con ingresos medios:

En países con ingresos bajos:

0,9

1,1

1,7

1,9

2,3

5,7

8,7

22

0 5 10 15 20 25

Farhat al-Rayhi (ex ministro de Interior)

Hama al-Hamami (Partido Comunista del Trabajo)

Ahmad Ibrahim (Movimiento Taydid)

Abdel Fatah Moro (miembro del Movimiento al-Nahda)

Ben Yaafar (Agrupación Democrática por elTrabajo y las Libertades)

Nayib al-Shabi (Partido Democrático Progresista)

Rashid al-Ganushi (líder de al-Nahda)

Qaid Essebsi (primer ministro de transición)

¿En qué líderes políticos confía?

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Atalaya SociopolíticaCasa Árabe

Documenta

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1. Informe de la Comisión de Investigación de los sucesos ocurri-dos durante la revolución egipcia.

Entre las conclusiones del informe fi-gura en primer lugar la culpabilidad del presidente egipcio Hosni Mubarak de la muerte de manifestantes durante esos días, cifra que según la Comisión se eleva a 846, mientras que el número de heridos se estima en, al menos, 6500. El ministro del Interior, Habib al-Adli, fue quien dio las órdenes a la policía y a la Seguridad Central de abrir fuego contra los manifestantes, desarmados, después de conseguir el visto bueno del entonces presidente Mubarak. El secretario gene-ral de la Comisión, el consejero Omar Marwan, dio a conocer los resultados de esta investigación, que ha durado dos meses, sobre los sucesos violentos protagonizados por algunas instituciones del régimen, incluidos la conocida como “Batalla del Camello”, y el colapso de la seguridad en las diferentes provincias del país, para lo que contó con más de 17.000 testimonios y 852 grabaciones de video. La lista de los incriminados en estos actos que intentaron acabar con la revolución pacífica incluye también a mandos policiales y de la seguridad, a dirigentes del entonces partido gober-nante, el Partido Nacional Democrático, y a diputados. Todos ellos han sido llevados ante la justicia. El Informe tam-bién señala que los francotiradores que dispararon contra los revolucionarios eran oficiales del departamento de la Lucha Antiterrorista de los servicios de Seguridad del Estado.

Varios periódicos egipcios, entre ellos al-Masri al-Yaum o al-Dustur publicaron el 11 de abril de 2011 un resumen del Informe. (resumen en árabe)(resumen en árabe)

2. Acuerdo entre Hamas y Fatah para la reconciliación palestina

Acuerdo entre Hamas y Fatah para poner las bases de la necesaria reconciliación palestina. La reconciliación palestina es un paso previo indispensable para lo-grar avanzar en el proceso de creación del Estado palestino en las fronteras previas a la guerra del 67 y con capital en Jerusalén. Tras más de cuatro años de ruptura, encuentros y desencuentros, los dos principales grupos palestinos, el Movimiento de Resistencia Islámica (Hamas) y el Movimiento de Liberación de Palestina (Fatah), acordaron en El Cairo, el 4 de mayo, formar un gobierno de unidad nacional, de tecnócratas, con un presidente designado por consenso,

encargado de crear las condiciones nece-sarias para la celebración de elecciones, la liberación de presos políticos (por de-creto presidencial y no por decisión de ninguna de las partes) y la consecución de la reconciliación social. Ambas par-tes deberán igualmente consensuar los miembros de la Comisión Electoral y el Tribunal Electoral que supervisarán un proceso electoral que deberá tener lugar un año después de la firma del acuerdo. El pacto contempla que deberá crearse una comisión superior de seguridad, por decreto presidencial y por acuerdo entre las partes; reactivar la comisión de la OLP y especial-mente la Asamblea Legislativa.

El acuerdo no está exento de polémicas y diferencias. La cuestión de la coordinación de la seguridad con Israel que continuará bajo el gobierno de transición puede sus-citar las reticencias palestinas, sobre todo de Hamas, teniendo en cuenta que el próxi-mo gobierno creado por acuerdo entre las partes deberá mantener esa coordinación de seguridad con las autoridades israe-líes. Las negociaciones con Israel también pueden generar diferencias: Hamas dio mandato al presidente palestino, Mahmud Abbas, para que negociara con Israel a tra-vés de la OLP, aunque luego se lo negó. Según algunos analistas, como Hani al-Masri (as-Sharq al-Awsat, 3/05/2011), la ausencia de un programa político conjunto de las dos principales fuerzas puede ge-nerar problemas entre ambas, así como también la no delimitación de las funciones y atribuciones de la jefatura de la OLP. La cuestión de la unificación de los cuerpos de seguridad de Cisjordania y la Franja de Gaza queda pospuesta hasta después de las elecciones. Los puntos más relevantes del acuerdo son la firma del documento egipcio de re-conciliación elaborado en octubre de 2009 que incluye la creación de cinco comisio-nes (reforma de la OLP; las elecciones; la reconciliación; la comisión ejecutiva mixta; los prisioneros); la creación de un tribunal electoral formado por 12 personas inde-pendientes elegidas por Hamas y Fatah en coordinación con el presidente Abbas; cele-brar elecciones legislativas, presidenciales y a la asamblea nacional palestina en un pla-zo no superior a un año desde el momento de la firma; creación de una comisión de estudio para la reestructuración de la OLP y la Asamblea Nacional Palestina, pre-sidida por el presidente Mahmud Abbas y formada por miembros de Hamas, de Fatah, del Comité Central de la OLP, por el presidente de la Asamblea Nacional e independientes; creación de un Consejo Superior de la Seguridad que aborde la cuestión de las fuerzas de seguridad de los grupos palestinos que deberán uni-

ficarse en un única fuerza profesional; creación de un gobierno provisional de tecnócratas independientes por acuer-do de las dos partes y cuyas prioridades serán preparar las próximas elecciones, supervisar la ejecución de los artículos del acuerdo, solucionar las cuestiones relacionadas con las organizaciones be-néficas y privadas, abordar los problemas de seguridad y gestión derivados de la ruptura palestina, unificar las instituciones de la Autoridad Nacional en Cisjordania, la Franja de Gaza y Jerusalén, proseguir los esfuerzos para poner fin al cerco israelí sobre Gaza y la reconstrucción de la zona.

(Texto íntegro en árabe)(Texto del acuerdo en inglés)(Texto en árabe de los detalles del acuer-do y el acta de la reunión celebrada entre Fatah y Hamas en El Cairo el 27 de abril) (Texto en inglés de los detalles del acuer-do y el acta de la reunión celebrada entre Fatah y Hamas en El Cairo el 27 de abril)

3. Comunicado final de la conferen-cia de la oposición siria celebrada en Antalya

Comunicado final de la conferencia de la oposición siria celebrada en Antalya (Turquía), al-Mu’tamar al-Suri li-l-Tagyiir, del 31 de mayo al 3 de junio. Más de 300 personalidades sirias, de dentro y fuera del país, representantes de fuerzas políticas y populares y de jóvenes se han reunido para evitar más derramamiento de sangre y adoptar una postura unificada y firme ante la insistencia del régimen de recurrir a la solución militar y rechazar las reivindica-ciones de la sociedad siria. La conferencia ha sido organizada por la Organización Nacional de Derechos Humanos y finan-ciada por tres empresarios sirios (Ammar Qurabi, líder de esta organización, y los hermanos Ali y Wassim Sanqar). Han participado representantes del Frente de Salvación Nacional (Abdelhalim Hadadam), los Hermanos Musulmanes, partidos kurdos, la Liga Cristiana Asiria, el Movimiento por la Justicia y el Desarrollo (los de la Declaración de Damasco de 2005).

El objetivo es establecer una hoja de ruta para apoyar la revolución, la libertad y la democracia y forzar al presidente a renun-ciar y entregar el poder. Así se recoge en el comunicado final de la conferencia que incluye siete puntos:

Se comprometen con las reivindicacio-nes del pueblo sirio de que el presidente se vaya, de cambiar el régimen y de apo-yar la revolución pacífica del pueblo sirio hacia la democracia y la dignidad. Hacen un llamamiento al presidente sirio para

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que dimita inmediatamente de todos sus cargos y entregue el poder tempo-ralmente, y según las disposiciones de la Constitución, al vicepresidente, hasta que se elija una asamblea transitoria que elabore una nueva Constitución y que basándose en ella se realicen elecciones parlamentarias y presidenciales libres y limpias en un plazo no superior a un año desde la dimisión del presidente. Se con-tinúa apoyando la revolución del pueblo sirio hasta conseguir sus objetivos y man-teniendo sus pilares (pacífica, nacional, protegiendo la unidad territorial, rechazo de la injerencia militar extranjera, la naturaleza nacional de la revolución que no se redu-ce a un grupo o a un sector). Reconocen la pluralidad de nacionalidades que com-ponen la sociedad siria (árabes, kurdos, caldeos asirios, siriacos, turcomanos, cir-casianos, armenios) y confirman que la nueva constitución recogerá los derechos e igualdad de todos ellos en el marco de la unidad nacional, basándose basado en un estado civil con un régimen democrático parlamentario. Se comprometen a actuar por una Siria independiente democrática, que respete los derechos humanos y ga-rantice las libertades para todos (incluida la libertad de creencia, de expresión y de practica de sus creencias). Trabajar para un florecimiento de la economía, del pro-greso científico en un ambiente de justicia, seguridad y paz. Además, se realiza un llamamiento a los pueblos árabes, la Liga Árabe, la Organización de la Conferencia Islámica y a la sociedad internacional a que asuman sus responsabilidades jurídicas y éticas para detener la violación de los de-rechos humanos cometidos contra civiles desarmados y apoyar las aspiraciones del pueblo sirio a la libertad y la democracia.

La Conferencia ha elegido a los miem-bros de la Comisión de Control (Layna Riqabiyya) que será el órgano interlocutor

con occidente. Las sesiones no han esta-do exentas de discrepancias, por ejemplo en torno a la definición del Estado, “laico” o “civil”, imponiéndose esta última.

(Texto en árabe)

4. Iniciativa de los Países del Consejo de Cooperación del Golfo para Yemen

Texto de la Iniciativa de los Países del Consejo de Cooperación del Golfo para encontrar una solución pacífica a la situa-ción yemení.

(Texto en árabe de la iniciativa del 10 de abril)(Texto en árabe de la iniciativa corregida del 24 de abril)

5. Primer comunicado de los altos man-dos militares yemeníes revolucionarios

Comunicado nº 1 de los altos mandos mi-litares yemeníes que apoyan la revolución popular pacífica. El general Ali Muhsin al-Ahmar, jefe de la zona noroeste (que incluye la capital) y jefe de la 1ª división blindada, acompañado del general Saleh al-Danin, jefe de la zona este, y el gene-ral Abdallah Ali Aliwa, consejero del jefe supremo de las Fuerzas Armadas y ex mi-nistro de Defensa, entre otros altos cargos militares, firmaron un primer documento de las Fuerzas Armadas que apoyan la revolución popular pacífica, emitido el 29 de mayo. El comunicado es un llama-miento a las fuerzas armadas, la guardia republicana y los cuerpos de seguridad solicitándoles que adopten una postura frente a los tiranos y corruptos. Uno de los motivos de este movimiento en las filas de las fuerzas armadas fue, tal y como apa-rece en el comunicado, el hecho de que el régimen entregara algunas provincias a grupos armados, bandidos y terroristas

envalentonados por el propio régimen para hacer creer a la opinión pública yemení e internacional que Yemen, sin Abdallah Saleh, sería el caos, y se produciría la “somalización” del país. Esa actuación del régimen, que obligó a las fuerzas arma-das a retirarse y dejar las instituciones en manos de esos grupos armados y a mer-cenarios a sueldo del régimen, supuso una afrenta y humillación para la institución mi-litar cuyo papel es proteger los logros de la nación, de la unidad y de la república. El comunicado incluye un llamamiento a los países del Golfo, EEUU y la UE para que redoblen sus esfuerzos con el fin de evitar una guerra civil en Yemen y contri-buir a sacarlo de la crisis en la que está inmerso. También les piden que adopten una postura valiente y reconozcan la revo-lución popular pacífica.

(Texto en árabe del comunicado)

6. Comunicado del octavo congreso de la Conferencia Nacional Islámica

Octavo congreso de la Conferencia Nacional-Islámica (al-Mu’tamar al-Qawmi al-Islami) celebrado en Beirut los días 16 y 17 del pasado mes de abril. Esta organiza-ción, creada en 1994, tiene como objetivo unificar las principales tendencias activas en el mundo árabe e islámico y propiciar el debate entre pensadores y activistas de esas tendencias sobre los principales desafíos a los que hace frente el mundo árabe islámico. Así, esta reunión, además de abordar el estado de la cuestión pales-tina, se dedicó en gran parte a estudiar los procesos revolucionarios y de cambio que están teniendo lugar en varios países árabes.

(Texto del Comunicado Final en árabe) (Página oficial de la Conferencia Nacional Islámica, poco actualizada)

Escaparate de libros y revistasLibros

Tawfiq al-Madini. Suqut al-dawla al-bulisiyya fi Tunis (Caída del Estado policial en Túnez). Beirut: al-Dar al-‘Arabiyya li-l-‘Ulum Nashirun, 2011, 303 págs. La revolución tunecina del pasado mes de enero sorprendió a propios y a extraños, pues en un plazo relativamente breve logró acabar con un régimen autoritario instalado desde hacía décadas. El investigador tunecino Tawfiq al-Madini analiza las princi-pales causas de la movilización juvenil que desembocó en una revolución popular y civil. En principio, y según el autor, la revuelta tenía una dimensión más social que política, pero logró acabar con el Estado policial impuesto por Ben Ali.

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Revistas

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Ali Harb. Thawrat al-quwa al-na‘ima fi-l-‘alam al-‘arabi. Nahw tafkik al-diktaturiyyat wa-l-usuliyyat (Las revoluciones de la fuerza durmiente. Hacia la desintegración de las dictaduras y los fundamentalismos). Beirut: al-Dar al-‘Arabiyya li-l-‘Ulum Nashirun, 2011, 118 págs. El pensador y filósofo libanés Ali Harb pre-senta una lectura de las revoluciones que están teniendo lugar en el mundo árabe, centrándose en los casos egipcio y tunecino, en los que ambos regímenes políticos se han colapsado en un breve período de tiempo y con un uso limitado de la violencia. Para Harb, el reto ahora no es el cambio de régimen político sino el cambio de mentalidad. El filósofo libanés contempla estas revoluciones, pacíficas e ideo-lógicas, como resultados de la globalización y de la revolución digital.

Abdullahi A. Gallab. A Civil Society Deferred. The Tertiary Grip of Violence in the Sudan. Gainesville: University Press of Florida, 2011, 264 págs.Este estudio relata la historia socio-política y el desarrollo de la violencia en Sudán y explora cómo ésta ha mutilado al Estado, retrasado el desarrollo de una identidad nacional y depredado la vida social y material de sus ciudadanos. Ofrece los primeros estudios de caso detallados sobre el desarrollo del es-tado sudanés colonial y postcolonial y argumenta que la violencia que colapsa el país se enmarca dentro del conflicto entre el poder imperial y la sociedad civil resistente. Abdullahi Gallab, profesor de Estudios Religiosos Africanos y Afro-americanos en la Universidad del Estado de Arizona, establece su argumen-to sobre tres formas de violencia: descentralizada (actores individuales que usan objetivos como forma de expresar su queja particular); centralizada (violencia ejercida ilícitamente por actores del Estado); y “doméstica” (violencia entre actores locales), existentes desde las épocas de la Turkiyya, la Mahdiyya y el condominio anglo-egipcio hasta el Estado postcolonial. A partir de fuentes académicas, archivísticas y una variedad de material oral y escrito y de la experiencia personal, Gallab ofrece un examen original de la identidad y la formación social en la región.

Laurent Bonnefoy. Salafims in Yemen. Transnationalism and Religious Identity. Londres: Hurst, 2011, 240 págs. Estudio dedicado al surgimiento del salafismo, destacando la doctrina salafí no violenta teorizada por el pensador yemení Muqbil al-Wadi‘i, fallecido en 2001, y las prácticas cotidianas de aquellos que se identifican como salafíes. El autor considera que el salafismo en Yemen surge, como algo autóctono, a principios de la década de los ochenta del pasado siglo, y que está ligado a las transformaciones locales relacionadas con la emigración, la individualización de las identidades religiosas y a la globalización. Laurent Bonnefoy es investigador del Institut Francais du Proche-Orient (IFPO) en Damasco e inves-tigador asociado del Institut de Recherches et d’Études sur le Monde Arabe et Musulman (IREMAM) de la Universidad de Provence y del Centre Français d’Archéologie et de Sciences Sociales de Sanaa (Yemen).

AL-Dirasat al-Filistiniyya, nº 86 (Primavera 2011). El dossier de la revista está dedicado a “un nuevo mun-do árabe” con artículos de Burhan Galyun (Un nuevo nacimiento del mundo árabe), Rashid al-Jalidi (Las revoluciones árabes de 2011: primeras observaciones históricas), Muhammaf Lotfi al-Yusufi (La revolu-ción tunecina: el pueblo quiere derrocar al régimen), y Jaled Fahmy (La expulsión de los dictadores y la liberación del autoritarismo). Junto a algunos artículos relacionados con Palestina, se incluye la sección de bibliografía y documentación. El número se abre con un editorial de Elias Juri sobre las revoluciones árabes.

http://www.palestine-studies.org/ar_journals.aspx?href=issue&jid=3&iid=86

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Revista Cidob d´Afers Internacionals, nº 93-94 (abril 2011). Este número de la revista publicada por el Centro de Estudios y Documentación Internacionales de Barcelona (CIDOB), coordinado por el investi-gador Ferran Izquierdo Brichs, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad de Barcelona, está dedicado a analizar los movimientos y partidos islamistas en el contexto actual. La revista incluye una introducción general al islam político en el s. XXI (Ferran Izquierdo) y análisis del movimiento isla-mista marroquí (Paloma González del Miño y Juan Antonio Macías Amoretti), argelino (Rosa Meneses), tunecino (Guadalupe Martínez Fuentes), de los Hermanos Musulmanes (Athina Lampridi), el choque de islamismos en África (Ignacio Gutiérrez de Terán), Hamas y Hizbullah (Stuart Reigeluth), el islam político en Siria (Ignacio Álvarez-Ossorio), el islamismo en la minoría palestina en Israel (Isaías Barreñada), Hizb al-Tahrir en Líbano (Antonio Alonso Marcos) y el movimiento turco Gülen (Francisco Veiga).

Al-Mustaqbal al-‘Arabi, nº 388 (junio 2011). El último número de la revista editada por el Centro de Estudios de la Unidad Árabe incluye numerosos análisis, entre ellos: la transición hacia la democracia en la nación árabe, entre la reforma progresiva y la acción revolucionaria, la reforma política en Siria y Líbano, y la tercera iniciativa del Golfo para resolver la crisis yemení. Se completa con las secciones de reseñas, bibliografía árabe y en otras lenguas, informes y documentos.

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