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GRUPO KUNTUR Petroglifo de Toro Muerto, valle de Majes, Arequipa. (Tomado de Guffroy, 1999) 4 Tukuy Rikuq BOLETÍN INFORMATIVO Julio 2007 Año 4, Nº 4 Dibujo del estado actual del rostro antropomorfo del atrio del Templo Medio de Garagay (1400 a.C.), lamentable situación producto de la incuria, la indiferencia y el olvido. Dibujo José Luis Fuentes. ISSN 1994-2427

Boletín Tukuy Rikuq nº 4

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Page 1: Boletín Tukuy Rikuq nº 4

G RU P O K U N T U R

Petroglifo de Toro Muerto, valle de Majes, Arequipa. (Tomado de Guffroy, 1999)

4

Tukuy Rikuq

B O L E T Í N I N F O R M A T I V O Julio 2007

Año 4, Nº 4

Dibujo del estado actual del rostro antropomorfo del atrio del Templo Medio de Garagay (1400 a.C.), lamentable situación producto de la incuria, la indiferencia y el olvido. Dibujo José Luis Fuentes.

ISSN 1994-2427

Page 2: Boletín Tukuy Rikuq nº 4

Contenido:

Víctor Falcón Huayta Copacabana. Un centro urbano de la cultura Lima en la costa central.

4

José Luis Fuentes Sadowski

Garagay: La sombra del monumento.

16

Carlos Campos Napán Los Guarco: tierras, edificios y entorno, una sociedad autónoma en la costa sur central peruana.

43

Pieter Van Dalen Luna Palpin: Un asentamiento con arquitectura funeraria en el alto Fortaleza, Cajacay, Ancash.

51

Renzo Ventura y Liana Quiros

Petroglifos en el Complejo Arqueológico Menocucho, valle medio de Moche.

56

Artículos

Notas

TUKUY RIKUQ

Boletín Informativo de aparición ocasional de

Arqueología

Año 4, Nº4

Julio 2007

GRUPO KUNTUR

Editores: Carlos Campos,

Alfonso Ponciano,

José Luis Fuentes.

Colaboradores en esta edición:

Víctor Falcón,

Pieter Van Dalen,

Renzo Ventura,

Liana Quiros,

María Montoya,

María Luisa Paredes.

Corrección y

diagramación:

José Luis Fuentes.

Pág.

Carlos Campos Napán

Villcahuasi o Los Huacones: La otrora capital de la sociedad Guarco en peligro de desaparecer.

60

María Montoya Investigaciones arqueológicas en la cuenca del río Imaza (Bongará-Amazonas).

63

Renzo Ventura Ayasta

Algunos apuntes sobre la arquitectura y los materiales arqueológicos del Pueblo Viejo de Huayo en la provincia de Pataz.

64

José Luis Fuentes Sadowski

Una litoescultura en Cerro Ñañañique, Chulucanas, Piura.

66

María Luisa Paredes Dávila

Estado actual del sitio de Cerro Paloma.

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Nº3: Junio 2006

Nº 3 Contenido:

Carlos Campos: El Salitre: Un templo solar Inca en la esfera de influencia del santuario Ychsma-Pachacamac.

José Fuentes: Huaca Concha: Historia de un arqueocidio.

Alfonso Ponciano: Japaní.

Katherine Zuzunaga: Restos arqueológicos en el sitio de La Venturosa, valle de Supe.

Juan Pablo Barandiarán: El valle medio del río Chillón: ejemplo de una interacción cultural entre sierra y costa durante el Intermedio Tardío.

Patricia Valderrama: Un sitio Inca en Punta Centinela, Cerro Azul, Cañete.

Alfonso Ponciano: Construyendo sobre el pasado: Sector 9.

Page 3: Boletín Tukuy Rikuq nº 4

GRUPO KUNTUR

Miembros:

-Carlos Enrique Campos Napán

-Alfonso Rogger Ponciano Gonzáles

-José Luis Fuentes Sadowski

Hecho el Depósito legal en la BN:

Nº 2004-8913

Cualquier correspondencia enviar a:

[email protected]

[email protected]

Editorial A pesar que en los últimos años daría la impresión que ha cambiado el rumbo, las pers-pectivas y hasta la suerte de la arqueología peruana pensamos que esto es sólo un espe-jismo. La arqueología en el Perú sigue pasando por una profunda crisis, agravada en los últimos años por los problemas que pasan las instituciones involucradas en su conduc-ción y por los irresolubles conflictos entre los mismos arqueólogos.

Sigue existiendo, pese a la promulgación de leyes al respecto y de campañas para crear la conciencia entre los ciudadanos, el huaqueo, el saqueo de los testimonios muebles prehispánicos y su tráfico y comercialización en el mercado negro de piezas arqueológi-cas. Causa profunda indignación el hecho de que hayan estado en pleno proceso de su-basta hace algunos meses atrás por la Casa Christi en Nueva York una serie de valiosas piezas arqueológicas peruanas, valiosas por el valor científico y por el valor de identidad que llevan dentro de sí, hecho que evidencia que los tentáculos del arqueotráfico no han dejado de manifestarse en el país.

Otro de los graves problemas que sigue aquejando nuestra labor como científicos es la diaria destrucción del patrimonio arqueológico, debido al abandono de los sitios arqueo-lógicos y por obras hechas al caballazo por municipalidades, gobiernos regionales y hasta por el mismo Estado. También ocurre esto debido al avance de la frontera agrícola, invasiones de sitios arqueológicos, explotación a gran escala por parte de mineras, petro-leras, etc. Da la impresión como si en el Perú no pudiera hacerse nada sin tocar eviden-cias arqueológicas del vastísimo patrimonio heredado de las sociedades prehispánicas, pero creemos que es precisamente un reto de los peruanos de ahora el encontrar un equi-librio entre la construcción de un presente y un mañana fructífero y el respeto y protec-ción a las evidencias y monumentos arqueológicos.

Referido a esto nos causa profunda indignación las lamentables declaraciones del primer magistrado de la República, que hace unos meses declaró, debido al caso Puruchuco, que “el INC sólo busca poner trabas al desarrollo del país...intangibilizando incluso la zona por donde caminó Pachacútec” (¡!). Creemos que frases como esta evidencian una profunda ignorancia de la delicada naturaleza de edificar un Perú de ahora respetando en lo posible las evidencias del pasado, que también, valga la redundancia, son importantes para la construcción de nuestra nacionalidad, y también evidencia la poca importancia que tiene para los políticos que nos dirigen, tanto de ayer como de hoy, la preservación del patrimonio arqueológico.

Creemos que siguen habiendo problemas graves en la arqueología peruana, fuera de la destrucción de nuestro patrimonio arqueológico están los problemas que pasan los estu-diantes de arqueología en su formación como profesionales en las universidades, los problemas internos que tienen instituciones como el COARPE o el INC y los conflictos generacionales entre los arqueólogos. Acerca del primero creemos justa y necesaria la organización de una CONADEA más fuerte y que se desvincule más de las taras y pre-juicios de los arqueólogos profesionales, además que es indispensable el fortalecimiento de los Centros de Estudiantes de Arqueología en cada una de las ocho universidades que enseñan esta sacrificada carrera. Los estudiantes tienen que ser los entes más críticos de los actuales problemas que azotan nuestra profesión.

Acerca del segundo problema ambas instituciones, el INC y el COARPE, atraviesan por crisis semejantes, debido a la polarización de sus miembros, polarización que teórica-mente debería dejar de lado a los bachilleres, egresados y hasta estudiantes de arqueolo-gía, pero lamentablemente es todo lo contrario. Éste problema está íntimamente vincula-do al problema de los conflictos generacionales entre arqueólogos, sumado a otros pro-blemas personales más recientes. Aunque parezca apresurado resaltar factores como éste que parecieran ser triviales pero creemos que afectan profundamente al desarrollo de la arqueología en el Perú: los irreconciliables conflictos entre los arqueólogos es uno de los más importantes factores para que la arqueología en el Perú este así, cayéndose a peda-zos, sin un adecuado manejo teórico y con personas que sólo velan por sus intereses.

Antes de terminar no queremos dejar de mencionar un problema muy grave que se vie-ne: la ampliación de la Av. Venezuela, que afectará la base sur de la Huaca San Marcos, la edificación más importante del conjunto Maringa. Como se recordará ésta edificación ya fue afectada en 1923 por la construcción de la misma avenida Venezuela, demoliendo la plataforma 19. ¿Significará esta nueva ampliación el cercenamiento de una buena porción de la huaca, pero ésta vez abriendo un perfil desde la plataforma 5 hasta la base? Creemos que un hecho tan terrible como éste no debe pasar en una huaca tan importante para los sanmarquinos y para la arqueología en general, esperamos que este delicado problema se resuelva sin afectar la integridad de la ya socavada Huaca San Marcos.

Esperando que el devenir sea venturoso para la arqueología en el Perú agradecemos infinitamente a todas las personas que colaboraron con nosotros y que permiten la apari-ción de éste nuevo número del Tukuy Rikuq.

GRUPO KUNTUR

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Víctor Falcón Huayta(2) Introducción Este trabajo se plantea un reconoci-miento integral del sitio arqueológico de COPACABANA (Pv46-20A), corres-pondiente a la Cultura Lima del Periodo Intermedio Temprano (ca. 200-650 d.C.). El sitio carecía de un examen de este tipo, aún en estudios recientes en los cuales aparece mencionado, los que si bien realzan su importancia no dan mayores elementos para tener una idea cabal de su extensión y complejidad, por lo tanto, no proporcionan una idea clara para su comparación con otros sitios de la misma cultura. En segundo lugar, este asentamiento es uno de los más extensos, complejos e importantes de la cultura Lima en el valle bajo del río Chillón y de toda la costa central que aún queda relativa-mente libre de edificaciones modernas, puesto que hasta hace muy poco se en-contraba completamente rodeado de campos de cultivo, y sólo recientemente está siendo sometido a un intenso proce-so de urbanización que, como es carac-terístico de la ciudad de Lima, no consi-dera los monumentos arqueológicos. Es indispensable que los programas de vivienda que colindan y/o afectan los restos arqueológicos de Copacabana tomen en cuenta esta situación. Los resultados de este estudio desean pro-porcionar elementos de carácter técnico

Chancay más hacia el norte, en donde se ubica el sitio arqueológico Cerro Trinidad. Todas son localidades cercanas al litoral con asentamientos arqueológicos de la cultura Lima. Políticamente, Copacabana se emplaza entre los distritos de Puente Piedra y Cara-bayllo, departamento de Lima. Al parecer sus montículos más elevados sirven de hitos de referencia para esta demarcación distrital que, de acuerdo a informantes locales provenientes de los pequeños nú-cleos habitacionales que están comenzando a gestarse en sus alrededores, no se en-cuentra muy clara debido a las reivindica-ciones que éstos presentan para que sus poblados sean considerados en uno u otro de estos distritos. De cualquier modo, el programa de vivienda “Villa Santa Rosa”, que afecta al sitio arqueológico tiene sus trámites y registro presentados ante la Mu-nicipalidad de Carabayllo. El acceso al sitio se logra a través de una trocha carrozable que parte de la carretera Panamericana Norte a la altura del óvalo de Zapallal (ubicado aproximadamente un kilómetro después del “Óvalo de Puente Piedra”), en donde se encuentra el cemen-terio Municipal de Puente Piedra. Desde aquí parte una pista que se dirige hacia el este hasta el paradero denominado “entrada de la mina” que se ubica sobre la zona norte del asentamiento arqueológico, desde aquí se camina hacia el sur y, aproximadamente a un kilómetro de dis-tancia, se encuentran los grandes montícu-los del Sector A de Copacabana. Antecedentes El primero en dar cuenta del sitio Lima de Copacabana fue Max Uhle, quien lo men-ciona en una ponencia en el XVI Congreso Internacional de Americanistas realizado en Viena en 1908. La publicación de las actas de este congreso se hace en 1910, aquí el artículo de Uhle aparece en alemán y con ilustraciones. Este mismo año se publica una retraducción –desde una ver-sión en francés– en la Revista Universita-ria pero sin las ilustraciones. Afortunada-mente, ahora contamos con una edición

Copacabana. Un centro urbano de la cultura Lima en la costa central.(1)

Tukuy Rikuq Año 4, Nº 4 Página 4

ARTICULOS

básicos para la delimitación de este asen-tamiento arqueológico La configuración urbana del sitio se orga-niza en dos grandes sectores. El primero de ellos (Sector A) concentra las edifica-ciones más imponentes con estructuras que llegan a alcanzar los 35 metros de altura. El segundo (Sector B) se extiende inmediatamente al este del sector A, sobre una terraza natural que bordea los terrenos de cultivo del valle y en el que se ubican estructuras menores que alcanzan actual-mente los cinco metros de altura; entre estos pequeños montículos se emplazaban estructuras al parecer más precarias. El sitio fue ocupado de manera continua desde por lo menos la fase Lima 4 hasta el período Nievería del Horizonte Medio, sustentando su desarrollo en el dominio de una amplia zona agrícola y el uso ex-tensivo de sistemas de riego. Localización del sitio Copacabana se encuentra ubicado en la parte inferior de la cuenca del río Chillón, margen derecha y sobre el límite norte de los campos actualmente bajo cultivo, más allá de los cuales se extienden las denomi-nadas “Lomas de Carabayllo”, extendidas sobre las planicies suavemente ascenden-tes de los últimos contrafuertes andinos. Sus coordenadas son: Latitud 8690650 N, Longitud 273500 E y su altura unos 200 m.s.n.m. Por ello, se encuentra estratégi-

1) Esta es una versión revisada e ilustrada del artícu-lo Falcón, 2001. Copacabana ha sido declarado Patri-monio Cultural de la Nación mediante las Resolucio-nes Directorales Nacionales Nº 233/INC del 27.03.02 y Nº 452/INC del 28.03.06 Los últimos cambios y modificaciones a la configuración del sitio arqueoló-gico y sus alrededores no han sido incorporados en este trabajo. El Autor.

2) Licenciado Arqueólogo de la Sub-Dirección de Investigación y Catastro, Dirección de Arqueología, Instituto Nacional de Cultura.

Fig. 1: Territorio y principales sitios de la cultura Lima con la ubicación de Copacabana (Dibujo: E. M.).

camente ubi-cado como punto de en-lace entre la amplia plani-cie irrigable del bajo Chi-llón y el im-portante yaci-miento ar-queológico de la cultura Lima deno-minado Playa Grande (Distrito de Santa Rosa) y Ancón en donde, asi-mismo, se registra pre-sencia de restos de esta cultura, así como con el valle del río

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fundiría a casi todos los investigadores futuros, excepto a Thomas Patterson. Lue-go, Villar Córdova sugiere un significado para el nombre de Copacabana, descom-poniéndolo etimológicamente en “Kopa” y “Kawana”, asimilándolos a su vez a parcialidades que “formarían una sola marca, con un régimen social autóno-mo...” (Ibíd.). Al respecto, pensamos que deducir organización social a partir de análisis etimológicos es metodológica-mente precario, aún para sociedades del Periodo Intermedio Tardío (s. XII-XV d. C.) y no es posible hacerlo con aquellas del Periodo Intermedio Temprano.

En 1960 Fernández Sotomayor menciona haber recogido “fragmentos de cerámica genuina de Ayacucho... en Maranga y Copacabana (Chillón)...” y los clasifica dentro de su tipo “Maranga C” (Fernández Sotomayor, 1960: 246). Ilustra fragmentos de estilo Nievería y, conjuntamente con Patterson, es el único autor que menciona cerámica de este tipo en el sitio. En 1965 Hans Horkheimer menciona dentro del sitio “Sapallar” un cementerio y estructuras de adobón y adobes con cerámica “Tricolor y Chancay Propio...

cronológica correcta, relacionándolo a otros importantes sitios de la misma cul-tura en el valle del Rímac; aún más, ade-lanta algunas hipótesis acerca de las ba-ses económicas sobre las cuales podían construirse centros urbano-monumentales de este tipo. Hipótesis que ochenta años más tarde tendemos a confirmar (Uhle, 1998 [1910]: 246). En 1935 el Padre Pedro Villar Córdoba lo menciona en su Arqueología del Depar-tamento de Lima, aunque su identifica-ción con el sitio Lima de los Desarrollos Regionales no es muy clara, pues dice: “al pie de un cerro que se desprende de las lomas de ‘Puente Piedra’ se encuen-tran las ruinas de una población, con arquitectura de tapial o paredes de una sola pieza, y un cementerio a base de “basurales”, como en Ancón,...” (Villar Córdova, 1982 [1935]: 170). Como se verá más adelante, no existe un cemente-rio formal y extenso en el asentamiento Lima al grado de ser comparable con aquellos de Ancón. Lo que pudo suceder es que Villar Córdova denominara Copa-cabana a un sitio que se encuentra muy cercano y ubicado entre el actual cemen-terio de Zapallal y el Complejo Lima de Copacabana y que en la foto aérea del Servicio Aerofotográfico Nacional (SAN) de 1945 aparece ya profusamente hua-queado. Este sitio, ahora desaparecido, estuvo compuesto de paredes, probable-mente de tapial en medio de un extenso cementerio correspondiente a la Cultura Chancay y que años después Stumer identificara como “Zapallar” (Stumer, 1954: 178). Lo cierto es que la cercanía de estos dos extensos yacimientos con-

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completa de ese trabajo en español (Kaulicke, 1998). En este artículo Uhle se refiere sólo a dos montículos de Copacabana, probablemente aquellos denomina-dos por nosotros como 7 y 8 del Sector A. Quizás por estar relativa-mente aislados del resto del conjunto no habrían permiti-do que se percatara de la mayor exten-sión y complejidad del sitio. Asimis-mo, lo ubica – des-de estos tempranos tiempos del desa-rrollo de la arqueo-logía en el país – en una posición Fig. 2 Foto aérea del Servicio Aerofotográfico Nacional (SAN), 1945. La flecha blanca indica el

Norte. La línea blanca bordea los montículos arqueológicos del centro urbano de Copacabana.

Fig. 3: Plano de ubicación del sitio de Copacabana en el valle bajo del Chillón, costa central del Perú.

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se mezclan dos zonas y dos componentes distintos. Es por ello que para referirnos al sitio Lima de Copacabana no considera-mos apropiado usar estas nomenclaturas. En 1962 Thomas Patterson realiza un reconocimiento y cateo de prueba en Co-pacabana como parte de su trabajo de tesis para establecer la secuencia maestra

de cerámica para la cultura Lima, definiendo con los materiales recolectados su fase esti-lística de cerámica 6. Es el autor que mejor define la extensión del asentamiento y lo aísla de otros componentes y yacimientos cercanos, aunque sin entrar en mayores de-talles en cuanto a su arquitectura, organiza-ción interna y complejidad. Lo denomina “Cerro Campana o Copacabana”, estable-ciendo la equivalencia de ambos términos, lo cual es pertinente toda vez que en nuestro trabajo de campo lo hemos comprobado; los lugareños denominan Copacabana a toda la zona y dentro de ella “Cerro Campana” a nuestro montículo 6 del Sector A (ver más adelante), debido a su altura y pendiente lo cual le asigna una forma acampanulada y destacada en el paisaje. Tal vez por todo ello y para salvar las confusiones previas le otor-ga la clave Pv46-20A (Patterson, 1966: 37,38), la cual usaremos en adelante para identificar el sitio. El hecho de que Patterson usara materiales provenientes de este sitio para definir su fase 6 no quiere decir que el sitio corresponda únicamente a esta fase como se podría creer. El mismo estableció una vigencia del asentamiento en un lapso que va desde la fase 4 hasta la fase 6 y dio cuenta de cerámica de una pequeña zona de cementerio (que veremos más adelante) co-rrespondiente a sus fases 8 y 9, así como tiestos Nievería del mismo lugar. De cual-quier modo, claramente dejó abierta la posi-bilidad de una ocupación continua para Co-pacabana desde la parte tardía de la época 6 del Periodo Intermedio Temprano hasta la época 1B del horizonte Medio (Ibíd: 108). Los resultados de nuestro trabajo confirma-ron su propuesta.

Página 6

que se agrupan sobre todo alrededor del Cerro de la Campana...Más al sur hay las modestas ruinas de Copacaba-na, donde M. Uhle excavó probable-mente en 1909.” (Horkheimer, 1965: 49). Nuevamente, existe una confusión debido a que la zona no fue recorrida exhaustivamente, no se segregan com-ponentes y yacimientos, y se usan los mismos nombres para lugares distintos puesto que actualmente “Cerro Cam-pana” es uno de los principales montí-culos arqueológicos del sitio Lima de Copacabana. Por último, la visita de Uhle a Copacabana debió realizarse entre 1906 y 1908, años en los cuales se desempeñaba como Director del Museo de Historia Nacional de Lima (Hampe, 1998). Un año después Duccio Bonavia nue-vamente reitera el error al consignar lo siguiente: “16 Cerro Campana. Cerro aplanado; construcciones de tapia y adobe; terrazas, patios y plataformas. Cerámica. Periodo Intermedio Tardío [sic]...” (Bonavia, 1966: 32). En otro acápite menciona: “20 Pampa Campa-na. Conocido también como Copaca-bana. Desechos de cerámica, conchas y materiales líticos. Periodo Interme-dio Temprano y Precerámico (Complejo Luz). Sitio tipo para la fase 6 del estilo Lima...El sitio comienza a 200 metros al norte de Pv46-16 (Cerro Campana) y se extiende hacia el norte y el oeste...” (Ibíd). En esta referencia

Año 4, Nº 4 Tukuy Rikuq

Fig. 4 Detalle de la foto aérea de la Fig. 2, Copacabana.

Fig. 5 Levantamiento aerofotográfico del centro urbano de Copacabana. Secto-rización y nomenclatura de sus montículos arqueológicos (Dibujo: E. M.)

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Fig. 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13, 14, 15 y 16: Cerámica recogida de los diferentes montículos de Copacabana ordenadas según secuencia de T. Patterson (1966).

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Fig. 17: Sector A. Los montículos 2, 3 y 4 se ven como “espolones” que se proyectan hacia el valle, a la izquierda. Vista de este a oeste, desde la cima de M5 (Foto: V. F. H.)

Fig. 18: Montículo 6 del Sector A o Cerro Campana (Flecha). En primar plano las casas precarias del programa de vivienda Santa Rosa (Foto: V. F. H.)

Fig. 19: Montículo 1 del Sector B del cen-tro urbano de Copacabana cortado por maquinaria pesada. Nótense los muros de tapia y adobitos, así como los rellenos y pisos arqueológicos de la estructura (Foto: V. F. H.)

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Nº 172): un geoglifo recto de 25 metros de ancho, probablemente del Formativo ubicado hacia el noroeste de Pv 46-20A, también ahora desaparecido. En 1992 Jorge Silva da cuenta de su visi-ta al lugar realizada en 1987 denominán-dolo “el complejo de Puente Piedra”, con “por lo menos seis montículos, desta-cando Huaca Campana...” (Silva, 1992: 396). Esta información es básicamente repetida en su Tesis Doctoral, en la cual se designa como “The Copacabana Com-plex (Pv 46-20)”. Aquí se destaca su po-sición estratégica en relación a los sitios ubicados en el litoral y aquellos ubicados más al norte, en el vecino valle de Chan-cay. Asimismo, se enfatiza su relación con los extensos terrenos de cultivo del valle bajo del Chillón, los mismos que sólo fueron productivos con la implemen-tación de extensos sistemas de regadío, tal y como lo había propuesto la vieja hipótesis de Uhle. En la ilustración de su levantamiento aerofotográfico se estable-cen tres sectores, volviéndose a incluir el sitio Chancay cercano a Pv 46-20A como “Sector I” (Silva, 1996: 144-145). Lo cierto es que éste no corresponde al sitio Lima, por lo que preferimos no usar esta sectorización. La prospección Durante nuestra prospección tuvimos cuidado de contrastar los montículos apa-recidos en las fotos aéreas del SAN de 1945 con las evidencias presentes en la actualidad. El levantamiento de tiestos de superficie se realizó teniendo en cuenta su procedencia específica, es decir, se consideró el montículo o la zona sobre los que se encontraban, registrándolos de

acuerdo a nuestra redefinición de la no-menclatura para los sectores del asenta-miento que son A y B. Esta cerámica de superficie, se describió y clasificó de acuerdo a la secuencia de Patterson (Patterson, 1966). Además, se hizo un nuevo levantamiento aerofotográfico de acuerdo a los resultados de nuestro traba-jo. La colección formada se encuentra depositada en el Museo Nacional de Ar-queología, Antropología e Historia del Perú. Descripción El asentamiento se emplaza sobre el lími-te norte de los terrenos llanos de la cuenca inferior del Chillón actualmente bajo cul-tivo – según ONERN alcanzan un área de 2,500 Ha.– sobre el borde de una gran terraza natural formada por el arenamien-to y los últimos afloramientos rocosos que se desprenden del macizo cordillerano hacia la planicie del valle. Estos rasgos geográficos parecen haber condicionado fuertemente la configuración total del asentamiento y su estructura urbana y, de hecho, debido a ellos podemos segregar dos grandes sectores en Copacabana. En el “Sector I”, definido por Silva, encontra-mos sólo cerámica de estilo Chancay en-tre los cortes dejados en la habilitación de calles y senderos aún no pavimentados, en medio de “casas huerta” que literalmente han cubierto el sitio. Sector A Las estructuras que se edificaron en este sector se ubican hacia la mitad oeste del asentamiento y se caracterizan por haber utilizado los afloramientos rocosos para elevarlos y dar una impresión más impo-

nente, por lo que constituyen las de ma-yor volumetría y altura del conjunto. Fue-ron enumeradas de oeste a este y de norte a sur, de acuerdo a lo que se podía apre-ciar en la foto aérea del SAN (1945) a primera instancia. De manera que nuestro montículo 1 se ubica en el extremo oeste y esta notable-mente aislado del resto del conjunto. Los montículos del 2 al 6 son en realidad un mismo cuerpo arquitectónico que por motivos de una mejor descripción y con-trol de los materiales que recolectábamos en superficie fueron segregados de mane-ra independiente. Asimismo, los montícu-los 7 y 8 constituyen estructuras que se edificaron sobre afloramientos rocosos. Los muros principales de todas estas grandes edificaciones sostienen una orientación promedio de 35º noroeste la cual imprime, con ligeras variaciones, el eje de alineamiento principal a todo el asentamiento. El Cuadrángulo de Copacabana En la foto aérea de 1945 se apreciaba un gran cuadrángulo de forma ligeramente trapezoidal en el extremo norte de este sector que se ubicaba en la cima del cerro que sirve de base a casi todas las estruc-turas del Sector A. Sus lados alcanzaban unos 90 m como promedio. Este cuadrán-gulo fue destruido, primero por una anti-gua explotación minera que realizó un corte a tajo abierto que lo atravesó de este a oeste y en este año se están construyen-do instalaciones de una granja avícola que han cubierto el resto de su área. En nuestro recorrido por el lugar no en-

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Fig. 20: Plano de la zona detallada en la foto aérea de la Fig. 4.

En 1988 un Inventario del Patrimonio Monumental Inmueble para los valles de Chillón, Rímac y Lurín ejecutado por la Universi-dad Nacional de Ingeniería da cuenta de tres sitos ar-queológicos con la deno-minación de Copacabana, a saber: (a) Copacabana. El gran “Centro Ceremonial” Lima (Ficha Nº 41), en donde se registra parcialmente el asentamiento y – como veremos – se limita a nues-tro Sector A. (b) Copacabana II: el sitio Chancay ubicado entre Copacabana y el cemente-rio de Zapallal, ubicado hacia el oeste y ahora des-aparecido. (c) Copacabana III (Ficha

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contramos fragmentería de superficie que pudiera darnos algún indicio sobre su filiación cultural, o restos de alguno de sus muros para indagar sobre su técnica constructiva. El terreno se encuentra lite-ralmente limpio de restos culturales lo que nos induce a pensar que este cuadrángulo pudo datar de una fecha más temprana o estar dedicado a una función que, al mo-mento, desconocemos. De cualquier modo, por los materiales de los alrededores pensamos que el cuadrán-gulo se logró por medio de la limpieza de su superficie interna y sus muros se habrí-an definido por el alineamiento de los grandes pedregones que abundan en los alrededores. Aunque creemos que no habría suficiente evidencia – al menos por ahora – para incluirlo en el conjunto ur-bano Lima de Copacabana, es de notar que sus muros tienen la misma orienta-ción que sus estructuras.

Montículo 1 (M1) Ubicado en el extremo oeste del asenta-miento, se trata de un pequeño montículo con una depresión central que se distingue sólo en la foto aérea de 1945. Sus dimen-siones aproximadas fueron 40 por 20 m. y debió tener unos cuantos metros de altura. Se decidió incluirlo por su cercanía y por el alineamiento de su eje mayor con el resto del conjunto urbano. Actualmente, el lugar en el que debió ubicarse se en-cuentra ocupado por construcciones mo-dernas por lo que no pudo distinguirse en el campo, menos definir su filiación cultu-ral.

Montículo 2 (M2) Como ya se dijo, se denominó “montículo” a las prominencias más nota-bles formadas por las plataformas y recin-tos rectangulares que coronan las estruc-turas que cubren toda el área y, al igual que los tres montículos siguientes, se des-tacan como espolones que se proyectan

del volumen principal hacia el valle en dirección sureste, emplazándose sobre los márgenes meridionales del mismo cerro sobre el cual se ubicaba el cuadrángulo. Las estructuras que se aglutinan en esta zona están edificadas en base a tapiales que constituyen recintos y plataformas cuadrangulares a diferentes niveles. Sus muros principales se orientan en sentido noroeste-sureste extendiéndose hacia el norte en niveles sucesivamente más eleva-dos – de acuerdo a la topografía del terre-no – alcanzando una altura aproximada de 25 m. sobre el piso del valle.

Montículo 3 (M3) Conjunto de recintos cuadrangulares y plataformas elevadas elaborados en base a tapiales que conforman un cuerpo alarga-do de eje noroeste-sureste. Cubre un área aproximada de 6,000 m2 y alcanza una altura de 15 metros sobre el nivel del campo de cultivo. Entre este montículo y M4 se reconoció una zona de menor nivel, igualmente con evidencias de contener restos arquitectónicos, que al parecer también fue zona de entierros de la época por la abundancia de hoyos de antiguos huaqueos y cerámica fragmentada.

Montículo 4 (M4) Estructuras de las mismas características que el conjunto anterior. Esta vez se de-tectó la presencia de los característicos adobitos Lima muy cerca de la superficie en una zona huaqueada ubicada en el bor-de noroeste. En el centro del montículo se ubica un pozo de cateo cuadrangular que muestra un relleno de ripio en su interior, al parecer parte del afloramiento rocoso natural. Altura aproximada 18 m.

Montículo 5 (M5) Uno de los montículos más elevados y de mayor grado de monumentalidad del asentamiento. Muestra una planta rectan-gular de aproximadamente 170 por 120

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jando ver perfiles de muros de tapia y adobitos sin una superposición clara. Los adobitos presentes sobre los montí-culos de Copacabana son aquellos típi-cos de esta cultura, pero de los que tien-den a ser cúbicos y hechos a mano, nin-guno es exactamente igual a otro pero todos parecen haber sido hechos de la misma manera pues tienen huellas de los dedos de sus artífices en por lo menos dos de sus caras, pero en las superficies restantes se presentan lisos y uniformes. El montículo alcanza una altura aproxi-mada de 35 m. y desde su cima se puede divisar todo el asentamiento y los alre-dedores. Hasta aquí la unidad arquitectónica y urbanística de los montículos 2 al 5 es clara, y conformaron un núcleo de edifi-cios probablemente interconectados, pues por sus materiales constructivos todos parecen ser coetáneos. Además, al pie de los mismos (borde meridional) corre una de las principales acequias de la zona, que los separa de los campos bajo cultivo y que ha erosionado sus estructuras. En su cauce se encuentra gran cantidad de tiestos de la cultura Lima.

Montículo 6 (M6) Debido a su singular perfil es conocido por los lugareños como “Cerro Campa-na” elevándose aproximadamente 35 m. y con una fuerte pendiente en su borde noreste. Es de planta ovalada y sus lon-gitudes mayores son 150 por 110 m. con una orientación noroeste-sureste; la mis-ma que sigue un conjunto de tres plata-formas cuadrangulares sucesivas que se ubican en su cima y que descienden hacia el sureste. Este rasgo arquitectóni-co parece ser recurrente en casi todos los montículos del sector y se constituye en un indicio claro que podría denunciar la fachada principal de las estructuras hasta aquí descritas, es decir, el ingreso a

Fig. 22: Perfil de un corte expuesto en el Montículo 8 (Dibujo: E. M.).

m. con una orientación similar al resto de las estructuras, la misma que se mantiene con el lineamiento que forma con M7 y M8, vale decir proyectándose hacia el sureste. Esta orientación noroeste-sureste parece ser el eje maestro del conjunto urbano y, aparentemen-te, obedece al relieve de la zona y sus aflora-mientos rocosos. Pre-senta una gran depre-sión en su parte central cuyo origen no es muy claro, la misma que se abre hacia el este, de-

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ellas se habría llevado a cabo por accesos que daban hacia el valle. Se detectó la pre-sencia de cabeceras de muros de tapial.

Montículo 7 (M7) Se encuentra sobre la planicie del valle ro-deado de campos de cultivo e igualmente aprovecha un afloramiento rocoso sobre el cual se edificaron estructuras en base a tapia-les y adobitos las cuales siguen la orienta-ción general del conjunto, al igual que el cuerpo alargado del montículo que alcanza una altura de aproximadamente 11 m. y una longitud de 200 m. por 120 m. de ancho. Los rellenos estructurales utilizaron, asimismo, el material rocoso sobre el cual se asentó el montículo. Una ocupación precaria reciente socavó parte de su superficie en un sector ubicado hacia el noroeste dejando amplios perfiles que delatan sucesivas remodelacio-nes que alternan tapiales y muros de adobi-tos.

Montículo 8 (M8) Es el montículo más meridional del conjun-to. Alcanza una altura de aproximadamente 15 m. y 220 m. de largo por 180 m. de an-cho. Al igual que M7 se edificó sobre un afloramiento natural. Es de planta amorfa, pero se pueden distinguir dos ejes sobre los cuales parecen haberse dispuesto sus estruc-turas. El eje mayor sigue el alineamiento general del asentamiento, es decir noroeste-sureste, con lo que parece ser una gran ram-pa de acceso en su extremo meridional. Este eje es cruzado perpendicularmente por otro noreste-suroeste que, de acuerdo a la foto aérea del 45 y a lo observado en el terreno está coronado por plataformas cuadrangula-res descendentes hacia el llano de cultivo. Se detectó la presencia de tapiales y adobitos. Zona A Denominamos así a una zona de límites in-ciertos pero con evidencias de contenido arqueológico monumental. Se ubica al norte de M6 ocupando los bordes inferiores del cerro en cuya cima se emplazaba el gran cuadrángulo. Es un terreno arenado y de suave pendiente en el cual se realizó una excavación antigua que reveló muros de ado-bitos y abundante fragmentería decorada de estilo Lima. Con bastante seguridad toda el área se encuentra cubierta de estructuras de este tipo. Al parecer, al igual que en tiempos pasados actualmente no se encuentra bajo cultivo. Sector B Se extiende hacia la mitad este del asenta-miento sobre una gran terraza natural de suave pendiente que constituye el borde me-ridional de las denominadas “Lomas de Ca-rabayllo” y que en tiempos del Periodo Inter-medio Temprano no estuvo irrigada. Sola-mente ahora los canales de riego han ganado altura y con ello invadieron los terrenos en los cuales se emplazaron todos los montícu-los arqueológicos de este sector, destinándo-

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Fig. 24, 25, 26 y 27: Reconstrucciones isométricas de la secuencia constructiva (Dibujo: Héctor Walde).

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los a campos de algodón, parte de los cuales están siendo urbanizados. De cualquier modo, debido a las suaves ondulaciones que muestra el terreno y a la abundancia de fragmentos de cerá-mica en los antiguos surcos de los algodonales, pensamos que toda el área estuvo ocupada con algún tipo de estructuras de la época Lima (esto se confirma con el hallazgo de muros de adobitos en el silo de una casa del “Programa de Vivienda Santa Rosa”). Los restos arqueológicos ahora presentes se limitan a ocho montículos, pero de acuerdo a la foto aérea del 1945 llegaban hasta once. Ninguno de los cuales llegaron a alcanzar el grado de monumentalidad y la altura de aquéllos del sector A. Todo el Sector B pertenece al distrito de Cara-bayllo. Montículo 1 (M1) Ubicado en el extremo noroeste del sector se encuentra arra-sado por maquinaria pesada en aproximadamente un 40% de su volumen, dejando perfiles de decenas de metros de longi-tud y cuatro metros de alto, que muestran hasta cuatro etapas constructivas en base a rellenos, tapiales y adobitos. De acuerdo a la foto aérea referida en su interior se disponían recintos cuadrangulares con la orientación general del asenta-miento, alcanzando una altura de 4 m. y 200 m. de longitud por 110 m. de ancho. Se recolectaron abundantes tiestos de estilo Lima y algunos de estilo Nievería provenientes del gran corte. Montículo 2 (M2) Se encuentra aproximadamente 150 m. al sureste de M1, es uno de los montículos más pequeños que aún quedan en Co-pacabana alcanzando unos 3 m. de altura y 25 m. de longitud. Tiene planta amorfa y sobre su superficie se observa la cabe-cera de un muro de piedras angulosas de cerro. Este rasgo se detecta por primera vez en el lugar. Cabe recordar que este tipo de materiales constructivos también se registran en la arquitectura Lima en sitios como Media Luna, Cerro Culebra y Pachacamac. Y, por supuesto, se recolectaron tiestos Lima sobre su superficie. Fue rodeado de antiguos campos de culti-vo y ahora se encuentra en venta en el “Programa de vivien-da Santa Rosa”.

Montículo 3 (M3) Ubicado a unos 130 m. al sureste de M2, tiene 40 m. de largo por 15 m. de ancho con una altura de 6 m. aproximadamente. El montículo alargado tiene una orientación norte-sur. Pre-senta el flanco este erosionado, dejando ver perfiles que muestran tapiales y adobitos con abundante fragmentería Lima. Es notorio el suave ascenso que muestra la superficie en los alrededores de este montículo, el mismo que se en-cuentra ceñido por un canal de riego. Lo más probable es que el montículo sólo exhiba una parte de las estructuras arqueo-lógicas, las mismas que se encontrarían soterradas bajo los campos de cultivo circundantes. Montículo 4a (M4a) Se ubica a unos 90 m. al noreste de M3 y conjuntamente con M4b formaban un solo cuerpo el cual fue dividido por el paso de una acequia matriz que permitió la irrigación de todo el Sector B. Alcanza una altura aproximada de 7 m. y 100 m. de largo por 50 m. de ancho; el cuerpo alargado del montículo tiene una orientación norte-sur. De acuerdo a la fotografía aérea y lo observado en el terreno, su parte más elevada es la mitad sur del montículo, el cual esta coronado por un recinto cuadrangular con la misma orientación que el resto del con-junto. Otras cabeceras de muros, con ligeras variaciones, ostentan la misma orientación. Pero lo que es más significati-vo es que presentan muros de doble cara que tienen como material de construcción piedras angulosas, al igual que M2.

Montículo 4b (M4b) Es un cuerpo plano y ubicado adyacente y al noreste de M4a. Es de forma irregular y alcanza 1.5 m. de altura y unos 50 m. de longitud. Presenta huellas de huaqueos, los cuales han dejado al descubierto un muro de adobitos. Montículo 5 (M5) Estructuras de planta cuadrangular distinguibles en la foto aérea del 45. Actualmente en su lugar se encuentran las ruinas de una antigua casa de campo edificada sobre una ligera elevación del terreno. Sin embargo, en una zona inmediatamente al este de es-tas ruinas se percibe una estructura rectangular compuesta por gruesos muros de piedra de campo, en cuyo interior se observan fragmentos de grandes cántaros de engobe naranja y una piedra de moler (batán). Montículo 6 (M6) En la foto del 45 se distingue como un montículo bajo y amorfo de aproximadamente 100 m. de longitud. A estas alturas ya no cabe describir la forma que adoptan las plantas de los montículos debido a la intensa deformación sufrida por la habilitación de los campos de cultivo que los han socavado hasta casi su mínima expresión, en el mejor de los casos, o simplemente los han des-aparecido. En el caso de M6 sólo queda un remanente en el ex-tremo norte, sin ningún indicio de arquitectura. El cuerpo princi-pal del montículo se presenta como una ligera colina cultivada. Se recolectó cerámica Lima de su superficie. Montículo 7 (M7) Uno de los montículos que delimita el asentamiento hacia el este. En la foto del 45 se aprecia claramente una extensión mayor a la que actualmente no esta bajo cultivo, pero que se deja notar por la ostensible elevación de los terrenos circundantes. Se ubica unos 80 m. al este de M6 y su eje mayor se orienta de este a oeste con aproximadamente 115 m. de longitud y unos 4 m. de alto. Esta coronado por un cuadrángulo definido por cabeceras de muros de piedras angulosas de campo. Se recolectaron tiestos Lima y un solo tiesto de estilo Chancay.

Montículo 8 (M8) Ubicado una decena de metros al norte de M7 y, conjuntamente con éste, marcarían el límite del complejo urbano de Copacaba-na hacia el este. Asimismo, se observó la presencia de cabeceras de muros elaborados con piedras de campo. Altura aproximada 3.5 m. y 40 m. de longitud. Afectado con ocupación moderna, pero deshabitada actualmente.

Montículo 9 (M9) Es una estructura en forma de L que se ubica en la parte central del sector B y se constituye en la de mayor extensión con aproxi-madamente 200 m. de longitud en dirección este-oeste. Actual-mente, se presenta como una ligera plataforma elevada, sobre la cual se han construido casas de material noble, una de las cuales es de la compañía CIPINSA, inmobiliaria dueña del terreno del Programa de Vivienda Santa Rosa. Presenta cabeceras de muros arqueológicos en su esquina suroeste. Las viviendas que están siendo habilitadas por la urbanizadora arriba mencionada ocupan el área que se encuentra entre este montículo o estructura y el montículo 6 del sector A o Cerro Campana.

Montículo 10 (M10) Montículo que estuvo ubicado muy cerca de Cerro Campana y que actualmente se encuentra completamente desaparecido. De acuerdo a la foto aérea del 45 alcanzaba unos 80 m. de largo por 40 m. de ancho. Alineado al eje general del conjunto, con una altura poco considerable tal vez de 5 m. Sobre su cima se destaca-ban tres recintos o plataformas cuadrangulares siguiendo el eje principal del conjunto urbano.

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Montículo 11 (M11) Denominamos así a un promontorio que, de acuerdo a la foto aérea del 45, estaba ubicado al sureste de M10, con forma irre-gular y de similares dimensiones que éste. Su cima estaba igualmente coronada por una estructura cuadrangular con la misma orientación del conjunto. Contaba, asimismo, con una especie de plataforma irregular en su flanco oeste. Actualmente en su lugar se encuentra una casa de campo, pudiéndose obser-var que se asienta sobre un pequeño afloramiento rocoso. Conclusiones A la luz de nuestros resultados Copacabana (Pv 46-20A) se confirma como uno de los asentamientos más extensos y com-plejos de la cultura Lima en la cuenca del Chillón alcanzando una extensión de aproximadamente 86.3 Ha. Con dos sectores claramente discernibles tanto por su configuración en el con-texto del relieve geográfico de la zona como por la volumetría alcanzada por su estructuras. El sector A ostenta las estructuras de mayor grado de monu-mentalidad y por los materiales empleados (uso masivo de ta-piales, rellenos limpios y adobitos), el arreglo de los muros principales y rasgos arquitectónicos (el más importante de los cuales parece ser las plataformas o recintos cuadrangulares que coronan sus cimas) constituyeron el núcleo principal del con-junto urbano. Su frente daba hacia el valle y su eje de orienta-ción principal (el cual siguió todo el asentamiento) parece res-ponder a imposiciones y necesidades prácticas, es decir, daban frente a las zonas de campos de cultivo. El sector B contiene los montículos más pequeños pero no por ello menos complejos e importantes. Con nuevos materiales constructivos además de los ya mencionados y estructuras que parecen responder a otros arreglos arquitectónicos, y por lo tanto funcionales, contiene además estructuras soterradas que no alcanzaron mayor altura y por lo tanto fueron fáciles de ni-velar por los campos de cultivo modernos. Lo más probable es que cubrían toda el área entre los cuales se disponen los peque-ños montículos. Todo ello hace presumir que este sector estuvo destinado a actividades de la urbe distintas de aquéllas efectua-das en los grandes montículos del Sector A. Por la cantidad y distribución de la fragmentería recolectada al parecer el asentamiento en su conjunto estuvo vigente desde Lima 4 hasta Nievería, teniendo su época de mayor auge entre las fases Lima 6 y Lima 9. De acuerdo a lo observado en el Montículo 1 del sector B, Nievería (el impacto de Huari en la costa central) se presenta en las postrimerías de la vigencia de este centro urbano de la cultura Lima y se limitó a remodela-ciones superficiales de algunas de las estructuras precedentes. Este asentamiento se ubicó en un lugar estratégico en cuanto a rutas de comunicación y dominio sobre una amplia zona agrí-colamente productiva por medio del uso de sistemas de riego, lo cual permitió la acumulación del excedente necesario para su edificación.

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“Así, por ejemplo, la invasión de la huaca Garagay es, por donde se la mire, un abuso, una incultura y algo totalmente injustificable. No es posible que unas cuantas familias so pretexto de terreno para levantar sus viviendas se introduzcan en un resto arqueológico completamente cercado y resistan a la autoridad, apropiándose de un bien común de la sociedad. Hay cosas que parecen ocurrir únicamente en el Perú.” Jorge Samamé Martínez, estudiante universitario. To-mado de El Comercio, 2 de Junio de 1987.

diéndose sus tres estructuras como montí-culos naturales. Fue hacia finales de la década del cin-cuenta, exactamente el año 1959, en que recién pudo repararse en la naturaleza arqueológica de los montículos. Este “descubrimiento” de la naturaleza ar-queológica de Garagay se debió a que la propietaria de la Hacienda Garagay Alto (donde se encontraba el sitio), la Sra. Rosa Valle de Forzoni Accolti (Ravines e Isbell, 1975:273) solicita un permiso para poder explotar industrialmente los montí-culos, con el fin de extraer piedras de éstos (Mejía, 1978:507) (Un caso similar ocurrió para Huaca La Florida en 1955). Es entonces que el Patronato Nacional de Arqueología comisiona a Manuel Onta-neda y Aquiles Ralli para realizar excava-ciones de prueba en el sitio (Ravines, 1975:9), aunque vale decir que esta pri-mera evaluación del sitio estuvo bajo la responsabilidad de Jorge C. Muelle y que trabajó también José Casafranca (Ravines e Isbell, 1975:255). En un informe que Manuel Ontaneda (10/08/1959) dirige al Ingeniero Jefe de la Sección Exploración y Conservación de Ruinas y Monumentos Arqueológicos hace mención que los trabajos en Garagay se realizaron desde el 21 de Julio al 3 de Agosto de 1959, realizándose 7 unidades de excavación: dos cateos y cinco cortes, al parecer todas realizadas en el montículo principal del sitio (o cuerpo central del templo en U). Éste informe fue publicado como apéndi-ce del artículo de Ravines e Isbell Gara-gay: sitio ceremonial temprano en el va-lle de Lima publicado en el tomo XLI de la Revista del Museo Nacional del año 1975. Datos adicionales a ésta primera intervención en Garagay los da Mejía Xesspe, quien visitó el lugar el 14 de Julio de 1961 y quien no sólo tomó apun-tes en un cuaderno de campo, hoy en el Archivo Mejía Xesspe en el Instituto Ri-va-Agüero de la PUCP, sino también los

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Introducción En Agosto del 2004 el suplemento do-minical del diario La República, Do-mingo, publicó un informe acerca del estado del sitio arqueológico de Gara-gay, importante sitio del período For-mativo ubicado en el distrito de San Martín de Porres en la ciudad de Lima, mencionando que el techo que allá por el año 1975 se colocó cubriendo un ambiente especialmente acondicionado para proteger los valiosos y únicos fri-sos formativos del montículo principal del sitio se había desplomado, para ser más exactos, el día domingo 2 de Agos-to de ese año. El informe Patrimonio por los suelos ilustraba en sus primeras páginas una desgarradora fotografía en la cual se observa en toda su dimensión, no sólo la estructura de caña colapsada sobre el muro que alguna vez hace algu-nos años ostentó una de las mejores muestras del arte mural prehispánico, sino a nuestro juicio los grados de desi-dia e irresponsabilidad a que ha llegado el ente que es el primer responsable de la protección de los vestigios arqueoló-gicos en nuestro país, y bajo el cual estaba como custodia desde mediados de los setenta Garagay: el actual INC, el Instituto Nacional de Cultura. Pero aunque suene increíble el INC de alguna manera estuvo advertido de que algo así podía pasarle al ambiente acon-dicionado en la pirámide principal del sitio, ya que sólo hace 10 años, en Agosto de 1997, se desplomó parte del techo que cubría el ambiente acondicio-nado cubriendo parte de las excavacio-nes y los frisos situados en el denomi-nado “Montículo A” o brazo derecho del templo en U. En esa oportunidad un equipo del INC reparó los daños y en su informe final recomendó tomar medidas para reforzar el ambiente que protegía en la pirámide principal los frisos del atrio de Garagay (Casareto, 1998), reco-mendaciones que nunca fueron escu-chadas y que 7 años después provoca-ron el desastre, pero sería ingenuo creer

Garagay: La sombra del monumento

José Luis Fuentes Sadowski(1)

1) Bachiller en Arqueología, UNMSM. E-mail: [email protected]

como afirma la nota de Domingo que el muro (y por ende los frisos) del atrio de Garagay fueron destruidos el día 2 de Agosto de 2004 por la caída del techo del ambiente. En verdad la destrucción de esos frisos ha sido un proceso constante desde al menos finales de los ochenta, poco tiempo después de que una turba de invasores asal-tara el área arqueológica, en un contexto de desórdenes sociales y promesas electorales que nunca llegaron a cumplirse. La historia que vamos a narrar en este artículo revela el grado de irresponsabilidad, desidia y deshonra al que ha llegado, no sólo el INC, sino también el Estado Peruano y de alguna forma también la sociedad peruana en su deber de preservar un invalorable legado de nuestros antepasados: el sitio arqueológico de Garagay el cual hasta ahora clama por una digna situación.

Primeras investigaciones en el sitio Garagay es un sitio arqueológico ubicado en el actual distrito de San Martín de Po-rres, provincia de Lima. Hasta hace unos treinta años rodeado de un paisaje rural actualmente su entorno se encuentra total-mente absorbido por la megápolis de Lima Metropolitana, estando rodeado por las urbanizaciones El Pacífico y Los Liberta-dores. Cronológicamente está asignado al Período Inicial (1800-800 a.C.) o también al Formativo Temprano (1800-1200 a.C.) y Medio (1200-800 a.C.). Garagay es uno de los sitios emblemáticos de los templos tempranos de la costa central con planta en U, patrón arquitectónico definido por el arquitecto Carlos Williams (1971, 1978-1980) y que junto con Condevilla, La Flori-da, Pampa de Cueva, Las Salinas, El Golf de San Isidro, Azcarruns, San Antonio, Yanacoto y Ricardo Palma conformaron los diez templos en U definidos para el valle del Rímac. A pesar de la monumentalidad de las es-tructuras que lo conforman el sitio paso prácticamente desapercibido para los inves-tigadores del pasado andino desde el siglo XIX hasta mediados del siglo XX, confun-

Fig. 1: Vista del cuerpo central de Garagay. Foto José Fuen-tes. Mayo 2000.

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publicó en el artículo Importancia prehis-tórica de la “Huaca Florida” en el valle de Lima en las actas del III Congreso Peruano del Hombre y la Cultura Andina publicadas en 1978. Al parecer primero se hizo una excava-ción en la cima del montículo principal (el Cateo Nº 1 del informe de Ontaneda) en donde debajo de un relleno de canto rodado y de tierra arcillosa se encontró un piso de barro, con 3 troncos clavados en él (Ravines e Isbell, 1975:273). Al pare-cer en este mismo cateo (o probablemen-te en una ampliación de éste) se descu-brieron “los vestigios de muros de piedra angulosa y de adobes cónicos, así como, una pared estucada con arcilla y pa-ja” (Mejía Xesspe, 1978:507)(2). Otro sector del montículo donde se hicieron excavaciones fue “en el flanco NE de una gran depresión al pie del poste” (Mejía, 1978:507) (una obvia referencia al atrio del cuerpo central) donde con seguridad fueron excavados los cortes 1 y 2 del informe de Ontaneda, descubriendo las paredes enlucidas, pintadas de diversos colores y con figuras en alto relieve (bajo relieve señala también Mejía (1978:508)). Éstos cortes se hicieron al parecer en la misma zona donde en 1974 Ravines e Isbell excavaran y encontraran los famo-sos frisos polícromos, pero los primeros frisos encontrados por Muelle correspon-dieron a la tercera y última fase de remo-delación del edificio (Templo Tardío), mientras que los descubiertos en 1974 fueron del Templo Medio (Ravines e Isbell, 1975:264). Lamentablemente en 1974 éstos primeros frisos se habían completamente desintegrado y como bien lo dicen Ravines e Isbell no pudieron ubicar (ni nosotros hasta la fecha) cual-quier dibujo, fotografía o descripción de éstos primeros frisos(3). Mejía menciona también que los muros que soportaron éstos frisos estuvieron construidos por piedras y adobitos hechos a mano (en forma de bolsas) de 10 a 15 cm. de diá-metro (también los denomina “en forma de bola o semiesféricos” (AMX-IRA-PUCP)). Vale la pena mencionar una información que Ludeña da a conocer en

INC. También en las inmediaciones del núcleo del cuerpo central se excavó el corte Nº 5, donde se encontraron paredes de piedra escalonadas, siendo al parecer éstas a las que refiere Mejía como “terrazas angostas adosadas a otras bien construidas y enlucidas” y cuyo “empastado con arcilla o barro presenta mezcla de grama o paja, como en los morteros de tipo Chavín o Cavernas de Paracas y Ocucaje” (AMX-IRA-PUCP). Se excavaron tres unidades más en 1959, que sólo llegaron a encontrar relleno (Ravines e Isbell, 1975:273). Después de éstos descubrimientos se desestimó el pedido de la propietaria del fundo de ex-plotar industrialmente los montículos, cubriendo Muelle sus excavaciones, so-bre todo de forma cuidadosa las que reve-laron los frisos polícromos (AMX-IRA-PUCP) (Casareto, 1998). Lamentable-mente, quizás poco tiempo después, ma-nos inescrupulosas desenterraron los fri-sos destruyéndolos para siempre. Mejía Xesspe, como hemos mencionado ya, visita Garagay y las excavaciones practicadas allí el 14 de Julio de 1961 (Mejía, 1978:507). En su visita realiza

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su tesis de Bachiller Investigaciones ar-queológicas en el sitio de Huacoy: valle del Chillón aprobada por la UNMSM en 1973, allí hace mención de unos frisos descubiertos por Casafranca en Garagay pero en un extremo del brazo derecho (Montículo A) (para 1973 ya destruidos) con lo cual pensamos que fueron frisos totalmente distintos a los que descubrió Ravines en la cima de éste montículo. No sabemos si éstos frisos fueron descubier-tos en el tiempo de las excavaciones de 1959 o en un momento posterior, esto podría ser la prueba que también se inter-vino en 1959 el brazo derecho, aunque pudo ser un descubrimiento casual. Lude-ña aparte de esto da un dato importante más: Ontaneda realizó un dibujo de los frisos o relieves de barro que excavaron en las “Terrazas de Garagay” y se encuen-tra en sus notas de campo, y que éstos frisos tenían entre las incisiones y las fi-guras los colores blanco, amarillo y rojo (Ludeña, 1973:148), hace alusión de un informe de Ontaneda hecho en 1959 (no creemos que se refiera al presentado como anexo en el artículo de Ravines e Isbell) en el cual al parecer se informan de todos

2) En su cuaderno de campo que consigna datos de la salida que tuvo a Garagay (14/07/1961) Mejía Xesspe menciona que los adobes cónicos eran dos, y formaban parte del muro junto con las piedras angulosas, infiriendo correctamente que al parecer originalmente conformaron una construcción ante-rior, para luego ser reutilizados allí, sus medidas fueron: 50 cm. de alto, 25 a 30 cm. de diámetro en la base y 5 a 10 cm. en el vértice (Archivo Mejía Xesspe, IRA, PUCP).

3) Muelle les encuentra una similitud con los relie-ves del templo de Cerro Blanco en Nepeña (Ravines e Isbell, 1975:273), Mejía Xesspe los compara con los de Moxeke en Casma (1978:508) y también con los de Punkurí (Archivo Mejía Xesspe, IRA, PUCP). Con Punkurí también Muelle hace una comparación (según Ontaneda (1959)) en Lu-deña (1973:148).

Fig. 2: Colapso del ambiente protector del atrio de Garagay. La República, suplemento Domingo. Foto C. Salazar (08/08/2004).

Fig. 3: Vista de Garagay en 1965. Tomado de Kauffman, 1968.

éstos detalles y de más; es importante esto ya que constituye la evi-dencia que éste técnico sí realizó un registro de los frisos y que proba-blemente se conserve todavía en su cuaderno de campo o en su infor-me. Aunque es curioso que Ravines siendo fun-cionario del INC cuando realizó su proyecto no llegara a ubicarlos hay la posibilidad que se encuentren en algún archivo olvidado del

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una serie de apuntes en un cuaderno de campo ahora conservado en su archivo, conservado en el Instituto Riva-Agüero (Libreta Nº 7 (1961-1963), tmx-519), entre ellos un croquis de la zona ar-queológica. Es interesante que Mejía Xesspe en el croquis que realiza de Garagay asigna a cada montículo una letra (Montículo A para el brazo derecho, Montículo B para el cuerpo central y Montículo C para el brazo izquierdo, igual a la sec-torización que Ravines e Isbell realizan en 1974) siendo el primer arqueólogo que realiza una sectorización del sitio. Para el Montículo A le asigna 50 m. de longitud en un eje N-S, 20 a 30 m. de ancho y 4 a 6 m. de alto, menciona que en la fecha de su visita exhibía unas excavaciones clandestinas en su lado occidental producto de los trabajos de extracción de piedras y desmonte, lo que había desenterrado algunos muros de piedra angulosa y barro, observando que sus bases se hallaban a mayor pro-fundidad que el piso natural del valle. El Montículo B tenía unos 200 m. de longitud en un eje E-O, 100 m. de an-cho y 10 a 20 m. de alto, compara de forma acertada este montículo con el cuerpo central de Huaca La Florida y menciona para ese entonces la presen-cia de una torre de alta tensión en su cima. Para el Montículo C sólo señala que también presenta una abundante acumulación de piedras rodadas, sobre éste último punto realiza algunas conje-turas, preguntándose si la amplia pre-sencia de cantos rodados cubriendo los tres montículos se debiera al arrojo a través de los siglos de las piedras de los

montículos del sitio se disponen como las ruinas de Chavín de Huántar: una estruc-tura principal y dos estructuras laterales que flanquean una plaza ceremonial. Las fotos son mudos testimonios del paisaje que rodeó Garagay hasta los setenta (Kauffmann, 1968). Podemos decir que uno de los primeros atentados de gran envergadura que sufre el sitio de Garagay se dio en 1970. Ese año la Cía. Ladrillera San Martín prácti-camente destruyó la plaza central del sitio, al extraer arcilla de esa zona para la confección de ladrillos. Si uno visita ac-tualmente el lugar puede observar hasta ahora los numerosos y regularmente pro-fundos boquetes que dejó la explotación de arcilla, en casi toda ésta área el piso que existió más otras evidencias arqueo-lógicas quedaron totalmente alteradas (Ravines, 1975:9). Al parecer ésta ladri-llera era propiedad de Bernardo Forzoni Accolti (al parecer el esposo de la señora que solicitó la explotación industrial de Garagay), ya que el INC lo multó por R.D. Nº 002718 con S/.100,000 el 14 de Enero de 1976 como lo atestigua el Me-morando Nº 007-OAJ-INC-76 (aunque se menciona que el Director Gerente de ésta compañía era Hugo Forzoni Accolti). El mismo año de 1970, Harry Scheele, un discípulo de Thomas Patterson, presenta su Tesis Doctoral en la Universidad de Harvard la que se titula The Chavin occu-pation of the central coast of Peru en la que hace alusión de los principales sitios formativos de la costa central del Perú, entre ellos Garagay, denominándolo PV47-19 (según la nomenclatura del sis-tema Rowe). Lo interesante es que Schee-le fue el primero en reparar que la planta del edificio (cuerpo central y montículos aledaños) adoptaba una planta en U. Menciona las excavaciones de Casafran-ca en el sitio (asignándole erróneamente la fecha de 1958) y también excava un pozo en el lugar, cerca de la pirámide principal. En la secuencia que elabora para el Formativo de la costa central asig-na Garagay a su fase intermedia (Middle) que fecha entre los 1200 a 500 a.C. (que es precisamente para él el período de introducción de los templos con planta en U en la costa central). Finalmente en la parte de los apéndices incluye un croquis de Garagay, en el cual asigna al brazo izquierdo la letra A, al cuerpo central la letra B y al brazo derecho la letra C, cro-quis elaborado por él mismo el 27 de Agosto de 1968 (Scheele, 1970). Tam-bién en Junio de 1970 sale publicado el artículo de Hugo Ludeña San Humberto, un sitio formativo en el valle del Chillón en el Nº 2 de la revista Arqueología y Sociedad editada por el Museo de Ar-queología y Etnología de la UNMSM. En éste artículo Ludeña compara acertada-

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abiertas (2 años después de efectuadas) lo que nos hace pensar que después de la tem-porada de 1959 que Ontaneda menciona en su informe debieron realizarse otras, en las cuales con seguridad se ampliaron las exca-vaciones hechas (muchas de las observacio-nes hechas por Mejía no son mencionadas en el informe de Ontaneda). Si prosiguieron las excavaciones hasta esa fecha desconoce-mos las razones. Otro dato curioso es que para la fecha de visita de Mejía ya se estaba explotando el brazo derecho para extraer piedras y desmonte. Sabemos que para este mismo año la Compañía Constructora Dos de Mayo, encargada de construir la pista al aeropuerto Jorge Chávez, señaló el sitio como un lugar idóneo de donde extraer des-monte y grava, destruyendo parte de un montículo lateral (¿el brazo derecho?) (Ravines,1975:9). Otra cuestión importante fue que ya Mejía observó en su visita una torre de alta tensión en la cima del montícu-lo principal, aunque Ravines (1975:9) men-cionara que fue en 1963 que las Empresas Eléctricas Asociadas instalaron la torre Nº 2005-2006, abarcando un área de más de 40 m2 y excavando una profundidad de 4 a 5 m. para la base de la torre (con el consi-guiente daño a las estructuras arqueológicas del montículo) pero el dato de Mejía contra-dice esto. Aunque Cock (1998:55) mencio-na que alrededor de 1961 se colocó ésta torre en una nota anónima de El Comercio (17/11/1992) se menciona que la fecha ini-cial de instalación de ésta fue 1954. En 1968 Federico Kauffmann publica en el Nº 1 de la serie Arqueología peruana en imágenes denominado Imagen de Chavín cuatro fotografías de Garagay tomadas en 1965 (Kauffmann, 1980:283), mencionán-dolo como “Garagay Alto” y que los tres

Fig. 4: Vista de la excavación y techado del atrio del cuer-po central de Garagay. Tomado de Ravines e Isbell, 1975.

campos agrícolas producto de la lim-pieza de éstos por los agricultores o por que sus anti-guos ocupantes, antes de abando-narlos definitiva-mente los “cubrieron” de éstos (algo así co-mo un entierro ritual, del cual se han dado varios ejemplos en los Andes, como Ko-tosh). Es interesante men-cionar que para la fecha de la visita de Mejía Xesspe al sitio las excavacio-nes de Ontaneda, Ralli y Casafranca hallan seguido

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mente el sitio de Garagay al de San Humberto (ahora Huacoy) que es anali-zado en su artículo, mencionando que más allá de que ambos comparten mate-riales constructivos semejantes (piedras canteadas y adobitos hemisféricos) es en las dimensiones, orientación y disposi-ción de los edificios (edificio central, dos brazos laterales, gran campo rectangular (plaza) y orientación del conjunto hacia el noreste) en que ambos sitios se aseme-jan más(4) (Ludeña, 1970:44). El artículo incluye un plano o croquis de Garagay y también un dibujo en tres dimensiones de las terrazas de un montículo de éste sitio. Conviene mencionar que en 1971 el ar-quitecto Carlos Williams publica en el Nº 1 de la revista Apuntes Arqueológicos un pequeño artículo en el cual define el patrón arquitectónico de templos en U para la costa central, Centros ceremonia-les tempranos en los valles del Chillón, Rimac y Lurín fue un artículo pionero ya que fue la primera vez que se definió este patrón arquitectónico para un con-junto de sitios monumentales de la costa central, entre ellos Garagay. Junto al artículo Williams presenta el primer pla-no topográfico del sitio (Williams, 1971:1-4). Hugo Ludeña en su tesis de Bachiller Investigaciones arqueológicas en el sitio de Huacoy: valle del Chillón aprobada por la UNMSM en 1973 hace una serie de menciones acerca de Garagay ya que compara éste sitio con Huacoy. Fuera de los datos acerca de las excavaciones de Muelle y Casafranca en 1959 y de los frisos descubiertos en esa oportunidad menciona que tanto en Huacoy como en Garagay encontró adobitos hemisféricos y estructuras circulares conformadas por

arqueológica sino también su puesta en valor, se inició así el período más fas-tuoso de Garagay, que fue de 1974, en que se iniciaron las investigaciones, hasta 1985 en que el sitio fue invadido y empezó su postración, destrucción y abandono. Es probable que sería demasiado redun-dante y abigarrado detallar los trabajos que se realizaron en ésta época y los resultados de éstos, vale decir que casi todo esto fue publicado por Rogger Ra-vines en diferentes artículos y publica-ciones: Garagay, un viejo templo en los andes en la revista Textual, Nº 10 del INC (Octubre 1975); (junto con Wi-lliam Isbell) Garagay: sitio ceremonial temprano en el valle de Lima en Revista del Museo Nacional, Tomo XLI, INC (1975); Garagay como arqueología experimental en Arqueología Peruana (Compilación de Ramiro Matos) (1979); Panorama de la arqueología andina (1982); (junto a Helen Engelstad, Victo-ria Palomino y Daniel Sandweiss) Ma-teriales arqueológicos de Garagay en Revista del Museo Nacional, Tomo XLVI, INC (1982); Sobre la formación de Chavín: imágenes y símbolos en el Boletín de Lima, Nº 35 (Setiembre 1984), y Garagay: un centro ceremo-nial del período formativo en Los Incas y el Antiguo Perú 3000 años de Historia publicado por el Centro Cultural de la Villa de Madrid en 1991. Hasta donde sabemos Ravines excavó en Garagay 3 zonas o sectores: en el atrio del montículo central, en buena parte del brazo derecho o montículo A y el pozo circular hundido situado frente a éste. La excavación en el cuerpo central fue una excavación en área de 20 x 20 m. aprox. en la cuarta parte del área del atrio (lugar en donde se ubicó la esquina este del mismo) excavación en donde limpió los muros y pisos que definieron los atrios de los templos Tardío y Medio

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cho de Garagay un corpus de 757 fragmen-tos de cerámica con la finalidad de hacer una comparación con el material que había recuperado en Huacoy (preparando un breve informe sobre esto) encontrando semejanzas pero también diferencias, definiendo siete tipos de cerámica para Garagay, mencionan-do que el material presenta todas las formas de Huacoy: sobre todo ollas sin cuello, tazo-nes y platos, fundamentalmente de los tipos negro fino y gris pulido de Huacoy. Curio-samente de la muestra recogida apenas 12 fragmentos eran decorados: 2 ollas sin cue-llo, 6 cuencos y 4 platos, los motivos eran aspas incisas, puntillado grueso, puntillado en zonas, hemicírculos realizados probable-mente con la uña, estampado, líneas parale-las, etc. Termina diciendo que en Garagay al parecer no hay diseños con rasgos chavi-noides (Ludeña, 1973:152-153). Al parecer ya para 1974 la progresiva urba-nización del distrito de San Martín de Po-rres había alcanzado Garagay, construyendo en sus alrededores las urbanizaciones El Pacífico y Los Libertadores. Fue en ese entonces que la Dirección General de Desa-rrollo Urbano, del Ministerio de Vivienda, mediante Resolución Directoral Nº 0115-74-VI-DU del 11 de Julio de 1974 autorizó la independización de un terreno de 177,052 m2 del fundo Garagay Alto, terreno en el cual se encontraban los tres montículos de Garagay más su plaza (Ravines, 1982:138)(5). Realizado esto el Departamento de In-vestigación del Patrimonio Monumental, del Centro de Investigación y Restauración de Bienes Monumentales del Instituto Nacional de Cultura inició el Proyecto 7.1.11 (Ravines, 1975:9) de investigación, delimi-tación y conservación de la Huaca Garagay (Ravines e Isbell, 1975:255) dirigido por el jefe del mismo: Rogger Ravines. Éste pro-yecto fue el responsable del descubrimiento de los más valiosos frisos polícromos que se hayan descubierto en un sitio formativo de la costa central del Perú, y también contem-pló no sólo la delimitación y cerco del área

4) Ludeña hace mención de una curiosa semejanza más entre ambos sitios: “sectores laterales con muchas piedras en la superficie , que nos hace pensar en restos de casas derruídas hace mucho tiempo y que no han sido removidas, por lo que se ha asentado en la superficie un musgo verdoso.” (Ludeña, 1970:44) situando éstos “sectores latera-les” en la “parte baja” de los sitios (junto a la plaza). Probablemente éstas evidencias pudo ob-servarlas Ludeña en Garagay antes que la ladrillera San Martín deprede el sitio en 1970.

5) Disponemos de otra “versión” del progresivo reconocimiento de Garagay como zona intangible, información dada en una carta que Augusto Neyra, Presidente del Asentamiento Humano 12 de Agos-to dirige al Jefe del INC Pedro Gjurinovic (21/10/94) en el cual se menciona que: el Patrona-to Nacional de Arqueología toma un acuerdo en la sesión del 21 de Diciembre de 1971 por el cual el área intangible de Garagay era de 177,050 m2, acuerdo que comunica Federico Kauffmann por Oficio Nº 177-SDCPC-71. Posteriormente el terre-no es inscrito en el Registro del Ministerio de Vivienda y Construcción el año 1973, autorizado por Resolución Directoral Nº 0250-73-VI-DU. Este terreno también se inscribió en el Registro de Propiedad Inmueble de la Provincia de Lima con ficha Nº 107731.

Fig. 5: Vista de dos frisos del atrio de Garagay, contiguos a la esquina este. Tomado de Ravines, 1984:34.

cantos roda-dos, debajo de las cuales encontró basura y ceniza, pen-sando que pudieron ser viviendas de planta circu-lar o depósi-tos (Ludeña, 1973:148). Menciona también que el año de 1970 reco-lectó del brazo dere-

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(no llegó a despejar estructuras del templo Temprano, de hacerlo hubiera desmantelado los muros del templo Medio con los frisos). Ravines observó que el atrio tardío encontrado en las excavaciones de Muelle de 1959 y sus frisos estaban casi a ras del suelo, y prácticamente casi todo se había desin-tegrado (Ravines e Isbell, 1975:259). Sus excavaciones se concentraron en despejar el atrio medio y dieron resulta-dos sorprendentes: fue la primera vez que se excavó el atrio de un templo en U en área y pudo descubrirse un área ceremonial, con una superficie confor-mada por tres pisos a diferente nivel, el inferior situado al centro del atrio, se-mejando una pequeña plaza cuadrangu-lar y los dos siguientes elevando suce-sivamente su altura hacia el muro su-reste. Los dos últimos con hileras de grandes pozos circulares, una de las hileras con restos de postes de madera enlucidos de barro y también con ofrendas. Lo más impactante fue despe-jar los muros noreste y sureste del atrio, donde se descubrió la “procesión míti-ca” de figuras, que al parecer se inicia-ba junto al ingreso exterior al atrio. Éstas imágenes y figuras mostraron una iconografía algo familiar para los cono-cimientos de la época pero sin duda correspondieron a la primera gran muestra de iconografía formativa de la costa central (con rasgos chavinoides y cupisnicoides). Se despejó también el inicio de una escalera que comunicaba el atrio con la parte superior de la pirá-mide. Al parecer toda esta zona fue una de las primeras en ser intervenidas cuando se inició el proyecto en Julio de 1974. Mejía Xesspe visitó las excava-ciones de Ravines e Isbell el 29 de No-viembre de 1974, como lo consta en otro cuaderno de campo suyo conserva-do en su archivo en el Instituto Riva Agüero (Libreta Nº 12 (tmx-522) AMX-IRA-PUCP). Visitó el sitio junto a los Dr. Barreto, Bonavia, Fernández,

de la Revista del Museo Nacional el artí-culo de Ravines e Isbell en el cual detallan los resultados que el proyecto tenía hasta ese momento. Aparte de la excavación en el cuerpo central del templo en U inicia-ron la excavación del brazo derecho o montículo A, allí en un principio sólo fue-ron desenterrando las diferentes estructu-ras y muros de contención del cual se compone éste, encontrando poca eviden-cia de frisos y también una cara humana modelada en calcita, mencionando tam-bién que éste montículo tiene cierta seme-janza con el Templo Viejo de Chavín de Huántar. Fuera de éstas dos áreas de exca-vación ya se había iniciado la excavación del pozo circular hundido situado frente al montículo A (el Área 107). En una foto-grafía que publican Ravines e Isbell (Foto 11) del pozo circular hundido para Se-tiembre de 1975 puede distinguirse una gran excavación en área (de unos 25 x 25 m. aprox.) que ya había desenterrado las cabeceras de los muros que delimitan el pozo y de tres de los cuatro accesos que al parecer tuvo. Al centro, en el interior del mismo, puede observarse dos trincheras cruzadas (en forma de x) que pensamos

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de Rosas, etc. y algunos estudiantes de Ra-vines, tomando apuntes de las excavacio-nes. Curiosamente pudo reparar en el perfil de un muro expuesto del atrio (sobre el cual estaban los frisos) y anotó que estaba cons-tituido por cuatro “capas” sucesivas de material: a) la superficial: el enlucido o capa de barro, b) una hilera de adobitos de “tierra vegetal” en forma de “quesillo se-rrano”(6), c) muro o hilera de piedra angulo-sa semi trabajada y d) relleno del muro: piedras mezcladas con barro gris claro, semejante al del piso del valle, lo que hizo pensar a Mejía en un origen aluvial del mismo. Ofrece después un boceto o dibujo de los frisos situados sobre éste muro, que fueron al parecer los frisos que inician la procesión de imágenes; también da un bo-ceto de la cabeza antropomorfa que en ese preciso instante estaba todavía en proceso de limpieza, dibujando lo descubierto hasta esa fecha y hasta imaginando una probable reconstrucción de la misma. En 1974 tam-bién Carlos Milla Villena entrega al INC un catastro de las cuencas del Rímac y San-ta Eulalia denominado Inventario, Catastro y Delimitación del Patrimonio Arqueológi-co del Valle del Rímac y Santa Eulalia en el cual Garagay es denominado 25i-14L-2, siendo la ficha descriptiva Nº 83 la que da una serie de datos bastante puntuales para el sitio. Lo interesante de este catastro es que la foto Nº 247 del mismo es del atrio de Garagay en pleno proceso de excava-ción, la foto tiene como fecha Diciembre de 1974 y es de la esquina este del atrio, con las figuras contiguas a medio despejar (Milla Villena, 1974:243). Para Setiembre de 1975 ya toda la porción del muro y del piso habían sido despejadas y se había ini-ciado la construcción del ambiente techado destinado a proteger éstos valiosos vesti-gios (que se desplomó en Agosto de 2004). Al mes siguiente la revista del INC Textual sacó en portada la foto en colores de la gran cabeza antropomorfa, anunciando a viva voz el gran descubrimiento a la comu-nidad científica. Al año siguiente apareció en el Tomo XLI

7)A éstas cuatro áreas de excavación posiblemente podríamos añadir una “quinta” más, que sería la escalera principal que permitía el acceso del vestíbu-lo al atrio del cuerpo central. Pensamos esto por la forma cómo Ravines e Isbell describen la misma: “Los escalones tienen un promedio de 40 cm. de alto por 30 cm. de ancho. La buena conservación de su enlucido indica que el tránsito por ellas fue mínimo.”(El resaltado es nuestro) ¿Se excavó parte de la escalera o simplemente se hizo una limpieza de parte de la misma?

8) Sin embargo doce años después de publicado éste artículo Ravines pareció retractarse de lo dicho: “No cabe tampoco detenerse en calcular los días/hombre necesarios para la edificación de estas estructuras monumentales, ni el origen de la mano de obra. De la misma manera resulta poco convincente analizar determinados aspectos del procedimiento empleado, no porque carezcan de interés, sino porque los datos recogidos aún son insuficientes.”(Ravines, 1991:221-222).

6)Las medidas de éstos adobes fueron: 0.10 a 0.15 cm. de diámetro en la base, 0.10 cm. de ancho ma-yor y 0.08 a 0.10 cm. de altura.

Fig. 6: Dibujo de la “procesión mítica” de frisos en el atrio del cuerpo central de Garagay. Dibujo José Fuentes.

Fig. 7: Dibujo del estado de conservación actual de los frisos, según fotos de La República (2004). Dibujo J. Fuentes

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poco a poco bajaron hasta el nivel del piso del pozo. Casi junto a donde estu-vo el acceso noreste se distingue la estructura ¿metálica? de una especie de torre (¿torre para la toma de fotografí-as?). El acceso sureste por su posición está alineado en un mismo eje con la escalera principal que permitió el acce-so a las plataformas del montículo A. Posiblemente hubo o hay en Garagay un pozo circular hundido más frente al brazo izquierdo, pero es probable que la acción de la ladrillera lo halla des-truido (siendo una suerte que el Área 107 no halla sido tocada). A éstas tres zonas de excavación podríamos agregar una más, que estuvo en la cima misma del cuerpo central (la zona que soporta la torre de alta tensión) donde Ravines e Isbell mencionan “nuestras excava-ciones han empezado a revelar una plataforma ahora muy dañada. Ésta estructura que tiene forma rectangular, o quizá también en U, y de frente a la gran plaza siguiendo el eje central del sitio, parece ser análoga al ushno in-caico” (1975:258) aunque también pudo ser una prolongación de la exca-vación en área del atrio(7). Rogger Ravines publicó en 1979 en la compilación Arqueología Peruana un interesante artículo denominado Gara-gay como arqueología experimental donde señala una serie de experimentos realizados con sus obreros sobre aca-rreamiento de material y transporte, para así calcular un estimado del tiem-po que se necesitó para construir Gara-gay y la cantidad de hombres que inter-vinieron en ello. Llega a la conclusión

nar que antes de los análisis de material Ravines hace unas breves referencias acerca del proceso de intangibilización del área arqueológica (poligonal) de Ga-ragay, del cómo antes de iniciar el pro-yecto en 1974 se cedió la parcela del área que estaba en pleno proceso de urbaniza-ción, luego de cómo se delimitó el área arqueológica (con un polígono de 8 la-dos) para dar después una breve descrip-ción del lindero. El área total de la zona arqueológica de Garagay definida en este artículo fue de 25.2940 hectáreas y el perímetro de la poligonal fue de 1,686.50 m. Adjunta a todo esto un plano del sitio, enmarcado entre las urbanizaciones El Pacífico y Los Libertadores, rodeado de calles y jardines, señalando los ocho vér-tices de la poligonal junto con la silueta del cerco del área arqueológica (perímetro de la poligonal) más algunas instalaciones de la puesta en valor que ya pensaba hacerse del sitio. Como se sabe sí se llegó a construir en parte el cerco del sitio, que aún puede verse en algunos sectores del viejo perímetro. Es importan-te remarcar todo esto ya que Garagay tuvo alguna vez un cerco protector que delimitó de forma tangible su área ar-queológica, y que fue un proyecto ar-queológico en plena puesta en valor de sus evidencias cuando el cerco y el área arqueológica fueron violentados por una turba de invasores la madrugada del 12 de Agosto de 1985, hecho por lo demás ilegal, atentatorio y condenable que hasta ahora no se ha solucionado. Sobre la cerámica del sitio Ravines men-ciona que se recuperó más de 4000 frag-mentos y que, a pesar de que su contexto

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que su edificación demandó 5 y medio mi-llones de días-hombre, en un tiempo no mayor de 200 años, estimando 28,000 horas-hombre por año. Éstos cálculos si bien discutibles son interesantes, ya que nos dan una idea acerca de la cantidad de pobla-ción y el tiempo que emplearon para cons-truir este monumento (otro asunto es la ma-nera de cómo los que dirigieron la construc-ción de Garagay “convencieron” a la pobla-ción del valle para erigir el edificio ¿persuasión? ¿coacción?). Thomas Patter-son ya había realizado un cálculo similar para La Florida: un mínimo de 6 736 670 días-hombre, al parecer para pocos monu-mentos prehispánicos se han hecho esta clase de cálculos.(8) Al año siguiente apareció el artículo del arquitecto Carlos Williams Complejos de pirámides con planta en U, patrón arquitec-tónico de la costa central en el Tomo XLIV de la Revista del Museo Nacional. En éste analiza con mayor profundidad todos los casos de sitios que han presentado éste pa-trón arquitectónico junto con las últimas investigaciones realizadas sobre los mismos (toma bastante en cuenta los descubrimien-tos de Garagay). Sobre éste anota una serie de datos (Azimut: 30º , área de la plaza : 13.5 Ha.) y elabora una cronología relativa para los templos en U de la costa central, situando Garagay en la Fase 4 de su Segun-do Período (posterior a La Florida y anterior a San Jacinto en Chancay). Al asignar la función de complejos agrario-religiosos para estos templos menciona que algunas excavaciones realizadas por Ravines en Garagay en áreas alejadas de las construc-ciones laterales sólo arrojaron tierra limpia y capas de lodo y piedra, más no estructu-ras, lo cual indicaría que Ravines excavó más unidades que las cuatro o cinco que habíamos deducido en un inicio (Williams, 1978-1980:109). Éste mismo año el mismo Williams publicó un brillante informe sobre la arquitectura prehispánica andina titulado Arquitectura y urbanismo en el Antiguo Perú en el Tomo VIII de la colección de Historia del Perú que editó Juan Mejía Ba-ca. En el capítulo 2 dentro de los ejemplos de arquitectura monumental temprana men-ciona a Garagay ofreciendo algunos datos de la arquitectura (todos tomados de Ravi-nes) pero haciendo alusión a los restos de pintura roja que cubren los enlucidos de los muros de piedra de la pirámide principal (Williams, 1984 [1980]:435). Ravines publicó un artículo más de Garagay en el Tomo XLVI de la Revista del Museo Nacional publicado en 1982 junto con Helen Engelstad, Victoria Palomino y Da-niel Sandweiss titulado Materiales arqueo-lógicos de Garagay, voluminoso artículo en el cual se hace una descripción y análisis de la cerámica, textiles, restos botánicos y ma-terial malacológico del sitio, junto a otros datos y comentarios. Es importante mencio-

Fig. 8: Friso de uno de los guardia-nes con escudo. Montículo A de Garagay. Tomado de Ravines, 1984

Fig. 9: Friso poco conocido de red de pescar. Montículo A de Garagay. Tomado de Ravines, 1984:35.

Fig. 10: Friso denominado “La Gran Imagen”. Atrio del cuerpo central de Garagay. Tomado de Ravines e Isbell, 1975.

Fig. 11: Detalle de uno de los frisos de rostro sechinoide, Montículo A de Garagay. Tomado de Ravines, 1984.

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mayormente fue los rellenos de las es-tructuras arquitectónicas, pueden servir para darnos una idea de la ubicación cronológica del sitio. Reconoce cuatro estilos principalmente: Curayacu, Coli-nas, Ancón y Huachipa. Divide también la cerámica en base al acabado de la superficie y la decoración en 6 alfares y 33 categorías (Ravines, 1982:141). El material textil lo revisa Helen Engels-tad, mencionando que la muestra consta de alrededor de 3000 fragmentos de textiles, la mayoría procedentes de tum-bas saqueadas de un cementerio situado en la cima del montículo principal de Garagay, pero algunos procedentes de la esquina este del mismo. Este cementerio fue al parecer un cementerio posterior al uso ceremonial del sitio, y por las carac-terísticas del material textil puede fe-charse hacia el Horizonte Medio 1B o 2A. Victoria Palomino y Ravines anali-zan los restos botánicos, encontrando los restos de una serie de plantas, prove-nientes al parecer no sólo de las áreas agrícolas que los antiguos habitantes de Garagay tuvieron, si no también de los humedales y pantanos que muy posible-mente circundaron el área en el período Formativo (encontrándose muchos res-tos vegetales en el lodo que conformó la argamasa de la construcción, que al parecer provino de éstos pantanos), siendo común el maíz, lúcuma, maní, calabaza, etc. Finalmente Daniel Sand-weiss analiza los restos malacológicos encontrando 17 especies de moluscos (entre Thais chocolata, Crepipatella, Choromytilus chorus, Argopecten pur-puratus, etc.) procedente de tres zonas ecológicas: fondo arenoso, fondo rocoso y farallones y fondo pedregoso. Sobre el posible origen de los restos menciona que al parecer todos los moluscos de Garagay están en un contexto secunda-rio, ya que originalmente fueron deposi-tados en los basurales que los poblado-res tuvieron contiguos a sus aldeas,

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siendo posteriormente estos desechos con los restos de conchas transportados al cen-tro ceremonial para servir de relleno a las construcciones. De todas formas la extrac-ción de estas especies al parecer se realizó en todo el litoral entre las desembocaduras del Rímac y del Chillón. Un hecho intere-sante es que Sandweiss menciona la pre-sencia de algunas valvas de Choromytilus chorus con restos de un pigmento rojo en su interior (¿cinabrio?) que al parecer fue-ron usadas en algunas ceremonias, agregan-do que valvas parecidas han aparecido en otros sitios arqueológicos como La Paloma, Chao y Morro de Eten (Sandweiss, 1982:224). Aparte de estos cuatro tipos de materiales Ravines hace una breve descrip-ción de objetos de arcilla, de piedra, de concha, de hueso y ovillos. Éste mismo año Rogger Ravines publica el libro Panorama de la Arqueología Andina, un manual de historia arqueológica prehispánica de Ecua-dor, Perú, Bolivia y Chile, en el cual hace algunas referencias de Garagay (y también de sus fechados radiocarbónicos). También en 1982 Lucy Salazar y Richard Burger publican el artículo La araña en la icono-grafía del Horizonte Temprano en la costa norte del Perú en el Tomo 4 de la revista Beiträge zur allgemeinen und vergleichen-den archäologie, dando interpretaciones iconográficas de algunos íconos de Gara-gay, los cuales según los autores represen-tarían arañas como algunos íconos de la cultura Cupisnique. Antes de producirse la invasión del sitio en agosto de 1985 Ravines hace una publica-ción más en el Boletín de Lima Nº 35 de Setiembre de 1984 titulado Sobre la forma-ción de Chavín: imágenes y símbolos, en el cual al margen de dar una serie de argu-mentos de cómo los logros culturales de los pueblos de la costa central del período For-mativo junto con los de la costa norte (Cupisnique) contribuyeron al surgimiento del estilo conocido por nosotros como Cha-vín (haciendo para ello algunas compara-ciones entre los íconos de Garagay con los

Cupisnique y Chavín) y también al mar-gen de un debate con Lucy Salazar y Ri-chard Burger acerca de la identificación del ícono conocido como la “La Gran Imagen de Garagay” que es un friso ubi-cado en la procesión mítica. (Identificado por Ravines como la langosta marina y según Salazar y Burger sería una araña (1982: 234)) da a conocer nuevos datos acerca de la arquitectura y los hallazgos ubicados en la pirámide A o brazo dere-cho de Garagay. Menciona que ésta pirá-mide también se compone de tres templos o estructuras superpuestas pero que la fase o templo más temprano sería con-temporáneo al templo medio del montí-culo principal de Garagay (menciona eso por encontrar en el primer templo del montículo A el friso de una red de pescar flanqueado por imágenes que pueden reconocerse como la “Gran Imagen de Garagay” (Ravines, 1984:35)) y que lo que vendría a ser el segundo templo en el montículo A sería contemporáneo con el templo tardío del Montículo B. Por la información que Ravines detalla en el artículo puede seguirse de alguna manera la continuación de los trabajos de campo en el sitio (que al parecer continuaron hasta 1983 o quizás 1984): en los años siguientes a 1975 por alguna razón (creemos por razones de conservación de los frisos) se dejó de excavar el atrio del cuerpo central para concentrar las exca-vaciones en el Montículo A y en el pozo circular hundido. La cantidad de estructu-ras despejadas que puede verse actual-mente en el Montículo A es prueba que continuaron las excavaciones allí después de ese año, revelando la arquitectura casi totalmente en su flanco norte y en su frontis principal (noroeste) revelaron la fachada del edificio y la escalera que permitía el acceso al mismo, que se ali-nea con una de las entradas al pozo circu-lar hundido. En éstos trabajos encontró más frisos: del templo más antiguo el friso de la red de pescar (único y poco conocido) y del templo intermedio los frisos de dos guerreros portando escu-dos, situados flanqueando el ingreso a lo que parece que fue la cámara más impor-tante del templo, y en una pared que tuvo seis nichos u hornacinas tres frisos de rostros antropomorfos, uno de ellos bas-tante semejante a las cabezas que apare-cen en Cerro Sechín y otros semejando a las cabezas clavas de Chavín (no da ma-yores referencias del templo más tardío, sólo que al construírselo se destruyó la parte superior del friso de los guerreros) (Ravines, 1984:35-37). Para ésta época ya estaba edificado el ambiente y coberti-zo que se hizo para proteger éstas nuevas evidencias, estructura que se desplomó sobre los frisos y estructuras en Agosto de 1997 (Casareto, 1998). Lamentable-mente Ravines no llegó a publicar un

Fig. 12: Plano de las estructuras excavadas por Ravines en el Montículo A de Garagay, brazo derecho del templo en U. Plano de Dante Casareto, 1998.

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plano detallado de las estructuras despe-jadas de éste edificio, cosa que sí llegó a realizar Dante Casareto en 1997, y que incluye en su informe de intervención a la estructura protectora colapsada. Este plano, aunque suene increíble decirlo, es el único plano planimétrico de una estructura de Garagay (fuera del dibujo en planta del atrio del cuerpo central publicado por Ravines e Isbell en 1975) que hemos podido consultar, ya que en ninguna otra publicación de los respon-sables de las excavaciones en el sitio figura un plano detallado de la arquitec-tura que se expuso (casi todos son pla-nos topográficos). Este plano levantado por Casareto es interesante ya que muestra como se distribuían los diferen-tes niveles, escaleras y ambientes de la pirámide. Puede notarse un cuerpo cen-tral, flanqueado en ambos lados por unas plataformas, la norte que fue exca-vada casi totalmente y la sur que aún permanece cubierta de tierra y piedras (y en la cual figura el inicio de una es-calera). El cuerpo central es una estruc-tura de planta cuadrangular, de tres pla-taformas superpuestas, la primera pre-senta en su frontis principal una escalera que permitió el acceso desde el exterior, dando a una especie de terraza o patio, que estuvo flanqueado por ambos lados por prolongaciones de la segunda plata-forma, la que tuvo una planta en U. La segunda tuvo también una escalera que permitió el acceso desde el patio o terra-za de la primera plataforma y que se alinea en un mismo eje con la primera escalera. Otra escalera igualmente ali-neada permite el acceso a la tercera pla-taforma en la cual estuvo el cuarto o ambiente principal de la pirámide, en el cual probablemente estuvo la imagen o deidad principal (Ravines (1984:36) menciona que esta imagen estuvo hecha en bulto, apoyada sobre tres escalones ¿semejante a la de Punkurí?). Flan-queando esta escalera las paredes latera-

tres poyos o estructuras cilíndricas, es interesante esto ya que no conocemos de otras plazas circulares que hayan tenido, in situ, una estructura, huanca u otro ob-jeto en el centro de las mismas. Actual-mente apenas quedan rastros de una de ellas. Vale la pena mencionar que tam-bién en 1984 el arquitecto Santiago Agur-to Calvo publicó Lima Prehispánica en el cual da algunas referencias para Garagay, mencionando que: en la comarca de Lima es el monumento Chavín más importante, que el núcleo del cuerpo central se con-forma de “seis cuerpos sobrepuestos que se escalonan dando lugar a un juego de terrazas y plataformas” (Agurto, 1984:72) y que cada ala se compone de tres cuerpos escalonados. Además repara que los brazos son “extrañamente asimé-tricos” y que el mayor tamaño del iz-quierdo pudo deberse a que el derecho estuvo en proceso de construcción en momento de abandonarse el sitio. El artículo de Ravines y el libro de Agur-to salieron publicados un año antes que el sitio fuera víctima de una invasión de pobladores, buscando un terreno donde vivir. Lo que pasó con Garagay desde Agosto de 1985 hasta nuestros días es propio de países como el nuestro, donde las fantasías y pesadillas surrealistas más increíbles y alucinantes son, lamentable-mente, realidad. Invasión del sitio y desidia del Estado En toda la historia de la República pode-mos decir que ha existido siempre un descuido y una actitud poco considerada

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do. Ravines menciona que los basamentos de las plataformas, escaleras y muros estu-vieron enlucidos y pintados de colores bri-llantes y soportaron en algunos casos frisos en bajo relieve. Al parecer hubieron o hay en esta pirámide más frisos de los reporta-dos hasta la fecha, sólo esperamos que no hallan sido destruidos. Sobre el pozo o pla-za circular hundida Ravines en su último artículo de Garagay titulado Garagay: un centro ceremonial del período formativo (1991:226) menciona que éste se sitúa 90 m. al oeste del escalón de arranque de la escalera principal de la pirámide A, que el pozo o plaza tiene un diámetro de 20 m. y 1 m. de profundidad y posee dos accesos laterales (pero en los planos y croquis ante-riores se distingue 3 accesos, y se insinúa

Fig. 13: Plano de Garagay. Trazado de la poligonal original y visión de cómo originalmente iba a ser su entorno. Tomado de Ravines y otros, 1982:137.

les tuvieron los frisos de los guerreros con los escudos. El frontis de este ambiente tuvo al centro el ingreso o es-calera y a ambos lados filas de tres hornacinas cada una, en medio de las cuales estuvieron los otros frisos de ros-tros sechinoides y cha-vinoides. En el plano de Casareto se pueden distinguir otras escale-ras que comunicaron éstas plataformas con los ambientes de la plataforma norte. Lla-ma la atención que la escalera principal de acceso a la pirámide se alinea en un mismo eje con el ingreso al am-biente principal situado en la cima de la plata-forma 3, y que a su vez todas éstas escaleras se alinean con un ingreso al pozo circular hundi-

Fig. 14: Plaza circular hundida de Garagay, cuatro días después de invadido el sitio. Foto El Comercio, 16 de Agosto de 1985.

uno más). Interesante que el fechado radiocarbónico CU-09 (PUCP-09) de 780 +- 70 fuera de una muestra procedente del pozo (Ravines, 1982:140) y tam-bién que se encontrara evi-dencia que el lado norte del mismo fue destruido en épocas prehispánicas por un gran aluvión. Los muros de la plaza circular estuvie-ron revocados y pintados de rojo. Habría que agregar que por una fotografía pu-blicada por El Comercio el 16 de Agosto de 1985 pue-de distinguirse que al me-dio de la plaza circular hay

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hacia nuestro patrimonio arqueológico, uno de los factores más destructivos fue y es la expansión urbana: sea ordenada o desordenada, ocupó, destruyó y arrasó zonas arqueológicas a lo largo y ancho del país, siendo la zona en que se dio este fenómeno más devastadoramente Lima Metropolitana a todo lo largo del siglo XX, debido a su descontrolada expansión. Sin embargo, desde la déca-da de los cuarenta la modalidad de inva-sión de tierras fue también una forma de expansión de la ciudad, un fenómeno que a pesar de los esfuerzos de las auto-ridades fue imposible controlar. Éstas invasiones fueron la ocupación forzada de terrenos agrícolas, baldíos, eriazos y hasta arqueológicos en distintas zonas de los alrededores de la capital. Los casos de invasión de zonas arqueológi-cas para la construcción de viviendas no sólo se han dado en Lima (como Chan Chan en Trujillo) pero creemos que los casos dados en la capital han estado dentro de los más patéticos de todo el país: Pachacámac, afectado por el A.H. “Julio C. Tello” (¡!); Armatambo, prác-ticamente destruido en los años 80, sub-sistiendo actualmente sólo las pirámi-des; Huaquerones en Ate, invadido a finales de los años 80; los geoglifos de Canto Grande, progresivamente barri-dos por la expansión del distrito de San Juan de Lurigancho; el complejo Cerro Culebras y Pampa de los perros en Ven-tanilla, Pampa de Cueva en Independen-cia, Cerro Pro en Los Olivos, etc. Éstas invasiones a zonas arqueológicas se dieron a la par de invasiones mayores

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donde ahora son los distritos de los conos de Lima, y se enmarcan dentro de proble-mas mucho más complejos en los que se involucran muchos aspectos del país. Las causas de éstas fueron muchísimas, pero siempre han gravitado la pobreza, el ham-bre, la ínfima probabilidad de conseguir un lote de terreno de una forma legal y plani-ficada. Dentro de este fenómeno se dio la invasión de la zona arqueológica de Garagay a me-diados de los años ochenta. Pero a diferen-cia de los casos mencionados anteriormen-te creemos que este caso fue especial y de una gravedad mucho mayor, puesto que la mayoría de zonas arqueológicas antes mencionadas se localizaron en zonas mar-ginales de la ciudad, siendo parte de un paisaje desértico y agreste, todas sin una barrera física que las delimitase (cerco de protección) y pocas con algún letrero o cartel que indicase su importancia históri-ca. Pero Garagay, en medio de modernas urbanizaciones, con un cerco protector en buena parte del perímetro de su poligonal, siendo un proyecto arqueológico de puesta en valor y con hallazgos tan espectaculares sufrió la misma suerte, no fueron éstos detalles suficiente impedimento para evi-tarlo. El asentamiento humano que actualmente bordea en casi su totalidad la zona arqueo-lógica de Garagay lleva el nombre de 12 de Agosto. Fue este día del año de 1985 que en horas de la madrugada alrededor de 800 personas aprox. ingresaron de forma ilegal a la zona arqueológica, pero los dia-rios de la ciudad sólo informaron del hecho cuatro días después. Pero la invasión de la zona arqueológica de Garagay fue una de las muchas invasio-nes que se dieron ese mes en el cono norte de Lima, fue parte de una oleada de inva-siones que al parecer empezaron el 1 de Agosto de 1985 en las cercanías de Fiori, distrito de San Martín de Porres y que se prolongaron en las semanas siguientes, invadiéndose el Parque Naranjal, la Ciu-dad Guadalupana, la Cooperativa de Tra-bajadores de Garagay, las urbanizaciones Garagay Alto, Santa Rosa y Juan Velasco Alvarado y también (para variar) la Huaca Palao. Éstas invasiones estuvieron alenta-das por personas que traficaron con la ven-ta de los lotes invadidos y que cobraron por “derechos de ocupación” en beneficio propio (El Comercio (23/08/1985) pág. A11). El día viernes 16 de Agosto de 1985 El Comercio informa que se habían produci-do las invasiones de la zona arqueológica de Garagay y del parque zonal Mayta Cá-pac. En Garagay hace alusión que para ingresar los invasores rompieron los cer-cos de alambres, ladrillos y adobes, saca-ron tanto de los tres montículos arqueoló-

gicos como de la infraestructura construi-da allí para proteger las evidencias ar-queológicas materiales para la construc-ción de sus viviendas, los tres guardianes del INC poco pudieron hacer, sólo pudie-ron impedir la inmediata destrucción de los frisos policromos ya que fueron ame-nazados de muerte si impedían el ingreso y la ocupación de toda la plaza del sitio(9). Lo increíble fue que los vecinos de la Urb. El Pacífico mencionaron que la mayoría de los invasores poseían viviendas en ur-banizaciones aledañas, así como en el complejo habitacional “Santa Rosa”. La policía tenía información que los instiga-dores de las invasiones habían sido el Pre-sidente del Consejo de Administración de la Cooperativa de Vivienda “César Valle-jo” Teófilo Tello y su socio Telmo Cul-quicóndor(10). El día sábado 17 de Agosto El Comercio informa que siguieron lle-gando pobladores a Garagay provistos de palos y esteras. Dos días después mencio-na que la policía había descubierto que las invasiones habían sido promovidas por un numeroso grupo de comerciantes dueños de tiendas, restaurantes y ferreterías que aprovechaban la ocasión para vender fie-rros, esteras, alambres, etc. (19/08/1985). Es curioso que al día siguiente el mismo diario mencione que no sólo los invasores habían pedido un plazo de 15 días para abandonar los terrenos y ser reubicados en otro lugar sino que los propietarios de otros terrenos invadidos y también el INC

9) En la misma nota de El Comercio se menciona que el hijo de uno de los invasores propietario de la cebichería “Tres pescados” en la urbanización Los Libertadores se apropió de varias piezas arqueológi-cas (suponemos material o vasijas que se encontra-ban en el gabinete situado en medio de la plaza) para su venta (¡!).

10) Culquicóndor aclaró en una nota enviada a El Comercio (23/08/1985) que él no tenía nada que ver con las invasiones.

Fig. 15: Plaza central de Garagay invadida, al fondo el cerro Mulería. Foto El Comercio, (01/09/85).

Fig. 16: Invasión de Garagay. Foto El Comercio, 16 de Agosto de 1985.

Fig. 17: Invasión de Garagay. Foto El Comercio, (14/09/1985).

Fig. 18: Invasión de Garagay. Foto El Comercio, 3 de Octubre de 1985.

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habían estado solicitando a la Prefectura la inmediata intervención para el desalojo de los invasores. Sabemos que algunas de éstas solicitudes llegaron a ser atendidas, pero nunca para Garagay, donde a la en-trada permanecía estacionado un camión de placa WI-7323, abasteciendo de este-ras a los invasores (20/08/1985). El sábado 24 de agosto El Comercio daba a conocer que a pesar de las muchas soli-citudes hechas por el INC para el desalo-jo de los invasores, ninguna de las autori-dades hacía algo al respecto. Mientras tanto los invasores seguían llegando, y sus cabecillas en reuniones nocturnas les aseguraban que nadie los desalojaría, y que de darse el caso las autoridades “a través del partido”(11) los reubicarían en terrenos del Estado. El domingo 1 de Setiembre el mismo diario mencionaba en una nota que “De los tres mil invaso-res a los terrenos privados de la ex hacienda Garagay solamente unas 500 personas necesitan realmente una vivien-da por haber sido desalojados o estar perdiendo juicios de desahucio.”(Pág. A6). Es curioso que al día siguiente el mismo diario informara que los invasores de parques y zonas arqueológicas “esperan la reubicación” mencionando para Garagay que crecía el numero de invasores, a la vez de los que huaqueaban y desmontaban adobes y material cons-tructivo arqueológico para sus viviendas. El viernes 6 de Setiembre El Comercio informaba que el juez del 28º Juzgado de Instrucción, Dr. Raúl Quezada Muñante había cursado notificaciones judiciales a los invasores, en las cuales se les infor-maba que tenían 24 horas para desocupar las áreas invadidas. En la nota se da a entender que se refería a todos los terre-nos invadidos de la ex hacienda Garagay (lo que involucraba la zona arqueológica y urbanizaciones aledañas), reparando El Comercio que era la primera resolución de desalojo dada por el Poder Judicial desde el inicio de éstas invasiones. Dos días después el mismo diario señalaba que “No urge mandato judicial para de-tener invasiones” (Pág.A7). A pesar que el día 6 se había informado que los inva-sores serían desalojados en 24 horas (el día 7) no ocurrió nada. El lunes 9 de Se-tiembre El Comercio volvió a mencionar que los funcionarios del 28º Juzgado de Instrucción, presidido por el juez Queza-da, aceleraban las investigaciones para el desalojo de los invasores, y que se había

más muertos por los invasores, además de muchos violentados de forma abusi-va por la policía). Fue curioso que de todos los terrenos invadidos (incluida la zona arqueológica de Garagay) fuera el único que fue desalojado, siendo terre-nos de dos empresas que planeaban ur-banizar la zona y de la Municipalidad del Callao. El día lunes 7 de Octubre El Comercio informaba que las obras de urbanización de esta zona desalojada se habían reiniciado, y que los invasores de la zona arqueológica de Garagay se habían inscrito o empadronado ante los funcionarios del Ministerio de Vivienda “adelantándose a la acción de desalojo de que serán objeto por mandato judi-cial.” (Pág. A5). Al día siguiente el mismo diario mencionaba que varios de los invasores desalojados del Callao venían a las áreas libres de la huaca Garagay a quedarse. Quizás la sorpresi-va visita que hizo al ex fundo Garagay el Presidente de la República, Alan Gar-cía, y sobre todo sus declaraciones de que “esas tierras serán para quienes las necesiten”(El Comercio (09/10/1985) Pág. A5) dio de alguna forma un respal-do a la ocupación de la zona arqueológi-ca, además de mencionar que el Ejecuti-vo había enviado al Parlamento un Pro-yecto de Ley para expropiar ese fundo y la hacienda Bocanegra (¡!). El lunes 14 de Octubre El Comercio informaba que el Ministro de Vivienda, Luis Bedoya, dijo que todavía “demorará” la expro-piación del fundo Bocanegra para entre-garlo a los invasores desalojados, que primero tenía que aprobarse el Proyecto de Ley de expropiaciones y después investigarse si los actuales propietarios del fundo tienen los documentos sanea-dos y tienen la valorización de sus tie-rras. En pocas palabras, era un asunto que tenía para rato y al cual podían per-judicar las aceleradas declaraciones del Presidente. Por nuestras investigaciones el asunto al parecer dejó de ser atendido por la pren-sa local durante el resto de 1985, evi-denciando que después del violento desalojo del 3 de Octubre a los invaso-res del Callao no se produjeron nuevos disturbios, quedando en un estado laten-te el desalojo de los invasores de la zona arqueológica. Antes que finalizara el año, el martes 31 de Diciembre en el diario El Nacional el arqueólogo Her-nán Amat se pronunció sobre lo sucedi-do en una nota titulada Garagay, gran-deza y depredación en la cual protesta por la invasión del sitio y enfatiza que está en manos del INC el concretar una acción decidida para salvaguardar estas valiosas evidencias. Es conveniente indicar que este mismo año de 1985 se publica el artículo de Carlos Williams A Scheme for the Early Monumental Ar-

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fijado un plazo de 48 horas para que lo hagan pacíficamente (para el día 11), pero dos días después tampoco pasó nada. El sábado 14 de Setiembre aparte de mencio-nar que el Ministro de Vivienda Luis Bedo-ya anunciaba que todos los invasores iban a ser desalojados y reubicados El Comercio informaba que los invasores de la zona arqueológica de Garagay empezaban a construir viviendas de adobe, piedra y la-drillo, seguros de su indefinida permanen-cia en la zona. Al día siguiente el mismo diario informaba que el desalojo de los invasores quedaba en manos de la II Re-gión de la Guardia Civil, al cumplirse los pasos legales hechos por el Ministerio Pú-blico y por el 28º Juzgado de Instrucción para el desalojo de los invasores. Estos pasos se habían iniciado el 28 de Agosto con la orden de desalojo decretada por el juez Quezada. En una nota publicada por El Comercio el martes 24 de Setiembre, en la cual fuera de saber que aún la Guardia Civil no se había movilizado para desalojar a los invasores se lee lo siguiente: “Dijeron que están (los invasores) dispuestos a colaborar con el Instituto Nacional de Cultura en la protec-ción y preservación de la huaca que existe en ese lugar, a cambio de que se les permi-ta quedarse en las zonas aledañas. Por último, manifestaron que en caso de que las autoridades les permitan quedarse en este lugar construirán además un muro de adobe de dos metros y medio para preser-var la huaca.” (¡!) Creemos que reparar en esta información es importante, ya que al parecer fue el inicio de un diálogo de los invasores de la zona arqueológica de Gara-gay con el INC, hecho que se confirmó dos años después con el acuerdo entre ambas partes de desalojar el área de la plaza del sitio para conformar las manzanas ahora conocidas, formando el cinturón que ac-tualmente rodea la zona arqueológica. Ade-más el eufemismo “quedarse en las zonas aledañas” en verdad significa quedarse dentro de la misma zona arqueológica, no importando si se ocupa el perímetro interno de la poligonal. El jueves 3 de octubre El Comercio volvía a mencionar los reclamos del INC por el inmediato desalojo de Gara-gay, a pesar de estar solicitándolo desde el día siguiente a la invasión (13 de agosto) siendo evidente que eran desoídos por las autoridades, por razones inexplicables. Al día siguiente, viernes 4 de octubre, El Comercio y los diferentes diarios de Lima informaron acerca del violento desalojo que se realizó de diez hectáreas invadidas situadas entre las Av. Perú, Faucett y To-más Valle en el Callao, terrenos que se sumaban a los invadidos en el cono norte, fue una batalla campal entre la Guardia Civil y los invasores, que terminó con un muerto por parte de los invasores según El Comercio (La República daba mención de

11) Se referían al Partido Aprista Peruano, el que hacía menos de un mes había asumido el gobierno del país. Garagay no fue la única invasión que reclamó protección y cumplimiento de “promesas electorales” al PAP, ya que casi todas las que ocu-rrieron en el cono norte lo hicieron, inclusive bauti-zando los nuevos asentamientos humanos con los nombres del Presidente de la República, la primera Dama, dirigentes del PAP, etc.

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chitecture of the Central Coast of Peru en la compilación Early ceremonial architecture in the andes publicado por la Dumbarton Oaks, siendo el editor Christopher Donnan. En este artículo hace un recuento de las características de los templos en U de la costa central y elabora una secuencia arquitectónica para estos monumentos: dos períodos y seis fases, las dos primeras estarían de-ntro del primer período, y las cuatro siguientes conformarían el segundo. Garagay lo ubica en la fase 4 en el se-gundo período, contemporáneo a Hua-coy, Chocas, Miraflores y Cuyo; siendo posterior a La Florida (Fase 3) y ante-rior a San Jacinto (Fase 5) (Williams, 1985:230-231). El INC también publicó un inventario de los sitios arqueológicos de la ciudad de Lima (lo que equivaldría a decir del valle bajo del Rímac) titula-do Inventario de monumentos arqueoló-gicos del Perú. Lima metropolitana (primera aproximación). La redacción de este inventario y su publicación estu-vo a cargo de Rogger Ravines y para Garagay le asigna el Nº 4, mencionando que el área actual (para 1984) era de 160,000 m2 y dando una muy breve reseña del mismo. El INC elaboró una estrategia para solu-cionar en parte el problema que se había suscitado al invadir los pobladores la zona arqueológica, en este caso el área de la plaza principal del sitio. Llegó al parecer a un acuerdo con los invasores: no los desalojarían (por el momento) del sitio arqueológico pero tendrían que abandonar el área de la plaza principal para instalarse (temporalmente) en toda la periferia del sitio, en todo el borde interno del cerco que limitaba el área del mismo. Ésta reubicación empezó al parecer en 1986, participando en ello autoridades judiciales, gubernamentales y el INC (Cock, 1998:48). Es curioso

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que antes de producirse la reubicación a las nuevas áreas donde se instalarían los invasores éstas fueron “evaluadas” por personal del INC y de la Corporación De-partamental de Desarrollo del Callao para verificar que éstas áreas no “contuvieran” vestigios arqueológicos. Según Cock (1998:48) ésta primera evaluación del sitio dio como resultado que las nuevas áreas destinadas para ser ocupadas temporal-mente por las manzanas del Asentamiento Humano 12 de Agosto no contenían restos arqueológicos, dando origen al concepto de “cerco vico” (¡!), y es más curioso toda-vía que ésta conclusión haya sido desmen-tida por el propio Cock cuando realizó éste la segunda evaluación 11 años después en el sitio. Una vez hecha ésta primera eva-luación los invasores fueron reubicados en las manzanas que existen hasta la actuali-dad, al parecer de las 800 familias que habían invadido el sitio en Agosto de 1985 sólo quedaban alrededor de 550 de ellas, pero por referencias de los mismos invaso-res la drástica reducción del número de personas a reubicar se produjo por que antes de producirse ésta un buen contin-gente de invasores (las referencias van desde sólo una cuarta parte hasta más de la mitad) decidió por libre voluntad trasladar-se a Ventanilla, debido a que allí podían acceder a servicios como agua y desagüe (cosa que en Garagay no han conseguido hasta la fecha, sólo electricidad y teléfo-no). La Asociación de Propietarios y Residen-tes de la Urbanización El Pacífico (en ade-lante APRUP) conserva un expediente de las acciones y reclamos efectuados por ellos por la invasión del sitio de Garagay, desde que ésta se realizó en 1985 hasta la actualidad. Es un expediente muy valioso, ya que no sólo conserva documentación enviada por ellos al INC o a la Municipali-dad de San Martín de Porres, sino también las respuestas de éstos entes, además de

documentación de los mismos. Así por una notificación conservada en el expe-diente de la APRUP (01/08/1988) sabe-mos que el Poder Judicial a través del 34º Juzgado de Instrucción emitió una senten-cia de desalojo de fecha 27 de Mayo de 1986, a la cual apelaron los invasores y que fue vuelta a confirmar por el fallo de Julio de 1986, en el cual se ordenaba la desocupación de los terrenos invadidos (Exp. Nº 225-86-4 cursado por el 6to Tri-bunal Correccional). Quizás ésta sentencia y fallo se refieran a la desocupación de la plaza principal del sitio y la reubicación de los invasores en el perímetro interno. El 30 de Octubre de 1986 El Comercio informaba que el Director Ejecutivo del INC César Urueta mencionaba que para desalojar a los invasores de Garagay se necesitaba de una comisión multisectorial, que estuviera conformada por el Poder Judicial, el Ministerio de Vivienda y las Municipalidades de Lima y de San Martín de Porres. Es curioso que este funcionario del INC mencionara que los invasores desconocían en esos momentos las senten-cias de desalojo formuladas por el Poder Judicial, también menciona que gracias a la campaña periodística desplegada por El Comercio los invasores abandonaron las mediciones y los trazos que hacían en el sitio (al parecer en la plaza) con el objeto de urbanizar el lugar. La nota termina mencionando que el guardián del sitio, Pedro García, fuera de ser el único que protege las evidencias excavadas no puede evitar las constantes agresiones que reci-ben los ambientes construidos para prote-ger los invalorables vestigios por parte de los invasores (arrojo de piedras, etc.). Es así como para 1987 ya se habían reubi-cado a buena parte de los invasores de Garagay en la periferia del sitio, al térmi-no de ésta y del proyecto de evaluación el INC elaboró una nueva delimitación de

Figs. 19 y 20: Fotos aéreas tomadas por el SAN: 6513-3-7-84, 24 (13/01/1984) (izquierda) y 400-87-A, 3684 (03/05/1988) (derecha). Nótese las manzanas de 12 de Agosto en todo el perímetro.

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Garagay (que alteró la poligonal esta-blecida por Ravines (1982:137)), que contempló dentro de su perímetro las manzanas de 12 de Agosto(12). Ésta nueva delimitación de Garagay se cris-talizó al confeccionar el INC en Marzo de 1987 el plano Nº T-03-87 (Resolución Jefatural INC Nº 020 del 19 de Enero de 1994), de escala 1/500 y que tuvo una Memoria Descriptiva. Según Cock (1998:48) la delimitación, declaración e inscripción de Garagay se realizó en 1987 con la aprobación de éste plano, pero esto no es del todo exacto, ya que la orden de inscripción del sitio de Garagay en los Registros Públicos y en la Superintendencia de Bienes Nacionales recién se dio con la Resolución Jefatural Nº 020 del 19 de Enero de 1994 expedida por el Jefe del Instituto Nacional de Cultura Pedro Gjurinovic Canevaro. Según Cock a pesar de ésta reubicación con el paso del tiempo los pobladores fueron des-plazándose casi imperceptiblemente hacia los montículos arqueológicos (como en la zona oeste del brazo iz-quierdo y en la zona posterior del cuer-po central). También refiere que la ubi-cación de la Manzana I se hizo en una zona en la que la primera evaluación no detectó la presencia de estructuras ente-rradas pertenecientes al brazo derecho (Cock, 1998:48). Aunque a primera impresión la medida de reubicar a los invasores fue una me-dida acertada, ya que hubiera sido una mayor calamidad si continuaban en la plaza central, el hecho de que el INC halla llegado a un acuerdo con gente que violentó un sitio arqueológico, lo depredó y que a vista de toda la comu-nidad cometió un delito flagrante fue desde nuestro punto de vista una medi-da que a la larga fue desacertada. Ésta reubicación fue pensada en un inicio sólo temporalmente, cosa que se ha convertido en permanente con el tiem-po transcurrido. Para el 6 de Mayo de 1987 El Comer-cio informaba que “Actualmente, con el esfuerzo de las autoridades del INC, quedan sólo 12 familias en su área sobre las cuales pende dos dictámenes judiciales de desalojo” refiriéndose al área de la plaza central. Días después el mismo diario mencionaba que el Muni-cipio de Lima no daría títulos de pro-piedad a los invasores que hayan inva-

plaza circular hundida, que muestra grue-sos estratos aluviales sobre la ocupación de la plaza (Bird, 1987:287,291). La foto aérea del SAN 400-87-A Nº 3684 del 3 de Mayo de 1988 es un documento visual que nos muestra contundentemente cómo cambió el aspecto de la zona ar-queológica de Garagay. Puede distinguir-se las viviendas de los invasores, ya de considerable tamaño, congregadas en manzanas en los cuatro flancos de la poli-gonal, siendo curioso que mientras las manzanas A, B, C, D, E, I y J estaban casi ya constituidas las F, G y H recién empezaban a conformarse. Otra cosa que llama la atención es que frente a las que son ahora las manzanas B y J estuvieron otras dos manzanas en el área de la plaza central; quizás fueron las viviendas que por presión del INC fueron desalojadas o se mudaron a la parte posterior del cuerpo central. Es curiosa la información que nos da un documento del expediente de la APRUP: una notificación de un abogado Valderra-ma a los pobladores de los sectores II y III del Asentamiento Humano 12 de Agosto (01/08/1988) refiere que aunque el fallo de desocupación emitido en Julio de 1986 no se había cumplido hasta la fecha éste estaba facultado para ejecutar-lo, recordándoles además que por Resolu-ción de Alcaldía Nº 037 de fecha 12 de Enero de 1988 los invasores habían sido reubicados en otro sector de San Martín de Porres. Esto nos hace pensar que el fallo de 1986 quizás no se refirió a la reubicación que hubo, o que se refirió a la reubicación conjuntamente con el poste-rior abandono definitivo de la zona ar-queológica, cosa a la que debe estar rela-cionada la resolución del Municipio de San Martín de Porres, lamentablemente a

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dido zonas arqueológicas en Lima a partir del 15 de Agosto y que iban a tomar las medidas pertinentes para su retiro definiti-vo (menciona los sitios de Garagay, Maran-ga, Armatambo, etc.) (25/05/1987). Al día siguiente El Comercio publicó en primera plana una noticia por demás indignante: después de una larga fiesta que concluyó en la madrugada del lunes 25 a altas horas de la noche una turba de invasores (posiblemente enardecidos por el alcohol y por la furia) atacó el gabinete construido por el proyecto de Ravines localizado en el cen-tro de la plaza central del sitio, ingresaron rompiendo las puertas y ventanas y arrasa-ron con todo lo que pudieron en el interior. Robaron y destruyeron cerámica, fardos, planos arqueológicos y documentación, además de llevarse bidones y tablones (no pudiendo hacer nada el guardián Luis Pérez para contenerlos). Por las crudas imágenes que publicó El Comercio pensamos que éste fue uno de los golpes más terribles que su-frió el proyecto y el sitio arqueológico de Garagay, debido a que por este acto delicti-vo perdióse mucha información, se descon-textualizó muchísimo material (como la fragmentería de cerámica, etc.) que estaba en sus respectivas bolsas con sus etiquetas, además de otros vestigios arqueológicos y documentación del proyecto. Y por si fuera poco, y no contentos con el terrible daño que infringieron se dirigieron a los ambien-tes construidos por el proyecto de Ravines para proteger los frisos, ingresaron a ambos ambientes y destrozaron doce enormes lu-nas que el proyecto del mismo había coloca-do como protección de las figuras polícro-mas, afectando en parte a algunas de ellas. Creemos que la destrucción de éstos vitrales y su olvidada reposición fueron la principal causa para el rápido deterioro de los frisos, y su casi completa destrucción a inicios de la presente década; una triste, patética e indignante muestra de la enorme hostilidad y absoluto desprecio que tienen estos inva-sores hacia el sitio invadido. Conviene mencionar que en el Volumen 52, Nº 2 de la revista American Antiquity, co-rrespondiente a 1987, Robert McK. Bird publica un interesante artículo denominado A postulated tsunami and its effects on cul-tural development in the peruvian Early Horizon en el cual postula que el principal factor por el cual se abandonan los centros ceremoniales de la costa central y norcentral fue debido a un gigantesco tsunami ocurrido hacia el año 900 a.C. y que tuvo entre sus consecuencias el hecho que se consolidaran los centros ceremoniales en la sierra. Men-ciona que los hallazgos hechos en Garagay por el proyecto de Ravines son pruebas de éste hecho catastrófico, como el que los montículos del sitio estén cubiertos de gran-des cantos rodados, que el flanco sur del cuerpo central y del brazo derecho muestren huellas de enorme erosión y la estratigrafía descubierta en la excavación hecha en la

12) Por la nueva delimitación tanto el área del sitio como el perímetro cambian, la poligonal de Ravines encerraba un área de 252,940 m2, mien-tras que en la nueva delimitación el área se redu-jo a 228,000.10 m2 . El perímetro de la poligonal de Ravines es de 1,686.50 m. mientras que el perímetro de la nueva delimitación es de 1,825.33 m. Éste plano Nº T-03-87 puede con-sultarse en el Informe Final del proyecto de evaluación de Cock (1998) (Plano 4).

Fig. 21: Saqueo del gabinete de Ga-ragay. Foto El Comercio, (26/05/87).

Fig. 22: Saqueo del gabinete de Ga-ragay. Foto El Comercio, (26/05/87).

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pesar del tono amenazante de la notifi-cación no se realizó ningún desalojo a pesar que la Municipalidad de este dis-trito ya había ordenado su reubicación, esto nos demuestra la persistencia de los invasores a quedarse en el sitio. Este documento nos deja con la duda de a quién representaba éste abogado Valde-rrama, posiblemente a la Municipalidad del distrito, o a los vecinos de las urba-nizaciones aledañas, o al INC. El 24 de Noviembre de 1988 salió publicado en El Peruano una nota sobre Garagay, que menciona que “El INC., a través de la Procuraduría General de la Repúbli-ca denunció a los invasores ante la Au-toridad Judicial correspondiente.” y que “Concluidas las acciones legales, queda únicamente la ejecución de sen-tencia de desalojo – ordenada por el Juez Instructor y confirmada por el Tribunal Correccional -, de los pobla-dores precarios de los Sectores 2 y 3 del Asentamiento Humano “12 de Agosto-Garagay”, en vista que el Sector Nº 1 fue reubicado en un terreno designado por la Municipalidad de Lima.” La nota termina diciendo que una vez libre el sitio el INC demolerá las viviendas que aún permanezcan dentro del perímetro y que acondicionará los gabinetes y el cerco destruido por los invasores. A pesar del tono optimista de ésta nota pensamos que se refiere a los moradores que aún quedaban en el área de la plaza central, ya que el resto estaba acordona-do en todo el perímetro interno. Una prueba de cómo el gobierno muni-cipal de San Martín de Porres apoyó a los invasores lo prueba el Oficio Nº0186-89/A-MDSMP mandado por el alcalde José Miranda al INC el 6 de Febrero de 1989, en el que se hace men-ción que el 6 de Enero de ese año éste alcalde presentó al INC el Of. 0019-89 en el cual solicitaba que liberara el te-rreno que ocupaba el Sector 3 de 12 de Agosto (15,000 m2) porque a criterio del municipio se encontraba a una distancia considerable que sobrepasaba la indis-pensable técnicamente (¡!). Fue por estos años, probablemente du-rante 1988, 1989 o 1990, que se produjo

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un hecho impactante en la zona de Gara-gay y que pudo ser aprovechado para sal-vaguarda del patrimonio arqueológico: Sendero Luminoso dinamitó la torre de alta tensión ubicada en la cima del cerro Mulería que mira precisamente hacia la Av. Universitaria y Garagay. Ésta al des-plomarse tensionó tan fuertemente los ca-bles que ocasionó el desplome de la torre ubicada en los jardines que divide las vías de la Av. Eduardo Barnard, torre que se ubica entre la torre del cerro Mulería y la torre ubicada en la cima del cuerpo central de Garagay. Al desplomarse la segunda torre, según versión de un vecino, los ca-bles chicotearon libres en la pista, pudien-do haber electrocutado a todo peatón que haya estado en la vía. Debido a esto la torre situada en la cima del montículo principal de Garagay también doblóse por el peso de los cables(13). Aunque es algo execrable destruir infraestructura energéti-ca del Estado fue una buena oportunidad para reubicar de una vez por todas la fatí-dica torre de alta tensión ubicada en Gara-gay. Pero por mas increíble que parezca esto no se produjo: Electro - Lima volvió a instalar una nueva torre de alta tensión en la cima del cuerpo central, situada unos metros más al sureste de la antigua ubica-ción, la segunda semana de Noviembre de 1992 (El Comercio 17/11/1992), siendo hasta ahora visibles las antiguas bases de la primera torre. En vista de ello el INC multó a la Empresa Electro - Lima con mil unidades de referencia tributaria (URT) ( 1’040,000 nuevos soles), pero el asunto quedó nuevamente como estuvo hasta nuestros días(14). Lamentablemente por todos los problemas y acontecimientos suscitados desde 1985 el Proyecto de Investigación, Delimitación y Conservación de la Huaca Garagay que-dó prácticamente congelado en el tiempo, paralizándose los trabajos efectuados por el INC y también sumergiéndose las evi-dencias expuestas en una postración y abandono que a durado hasta nuestros dí-as. Tanto el atrio con los frisos en el cuer-po central, las evidencias arquitectónicas con los frisos del brazo derecho y la plaza circular hundida quedaron a merced no sólo de los invasores, sino del tiempo y del abandono. A pesar de estar techados los primeros ambientes no impidió su progre-sivo deterioro, es que el INC tuvo una acti-tud terriblemente irresponsable al abando-nar, prácticamente a su suerte, las valiosí-simas y únicas evidencias que se descu-brieron en este sitio(15). Es importante re-parar que por las informaciones periodísti-cas de El Comercio desde Agosto de 1985 refieren la presencia en el sitio de 3 guar-dianes del INC: Pedro García, Luis Pérez y Bernabé Chipana. Por el informe de Dante Casareto de Febrero de 1998 refiere que en 1996 había fallecido el último de éstos tres

guardianes, el Sr. Bernabé Chipana. Al parecer los otros dos a lo largo de estos años por alguna razón dejaron de ser guar-dianes (16). El 30 de Marzo de 1990 El Comercio in-formaba en una amplia nota del estado del sitio de Garagay, menciona que Carlos Guzmán Ladrón de Guevara, funcionario del INC, hizo alusión que en Setiembre de 1989 la Procuraduría General de la Repú-blica dictó una sentencia de desalojo pero “por razones que desconocemos ha sido suspendida”. Además de ello denunció que empresas como Sedapal instalaron a los invasores agua y desagüe: en 1987 dos pilones y a mediados de 1989 dos pilones más, y que a pesar de la protesta del INC nada se pudo hacer para impedirlo. Tam-bién Electro Lima iba a instalarles luz pero el INC lo impidió. Termina diciendo

13) Según otras versiones la torre situada en la cima del montículo principal también fue dinamitada, junto con la del cerro Mulería. Según Cock la torre situada en el cuerpo central de Garagay fue destruida dos veces por atentados terroristas (Cock, 1998:9).

14) Algunas referencias nos mencionaron que por irónico que parezca fue la única vez que el INC multó a una empresa por depredar el patrimonio y que llegó a hacerse efectiva la multa. Con el dinero recaudado el INC pudo comprar un par de camione-tas con lo cual engrosó su logística.

15) Una actitud responsable hubiera sido, previendo que el problema legal de desocupación sería largo, el tapado de los frisos con barro protector, tal como se ha hecho con los frisos de Huaca de Los Reyes en el valle de Moche. Irónicamente este hecho si ha sido hecho por el INC en Garagay después de Agosto de 2004… después del desplome del ambiente y la casi total destrucción de los frisos polícromos.

16) Escuchamos una versión increíble de la salida de éstos dos guardias, o de al menos uno de ellos, que dice que hacia finales de los ochenta o principios de los noventa el INC realizó una evaluación de su personal, evaluando también a los guardianes de las zonas arqueológicas de Lima…en la cual evaluó tomando exámenes de razonamiento matemático y verbal (¡!), para personas adultas, varias de estas que a lo mucho sólo sabían leer y escribir, es increíble creemos nosotros el grado de absurdo criterio con que se puede evaluar al escaso personal de una insti-tución precisamente encargada de velar por la pro-tección de nuestro patrimonio, y a gente anónima que en muchos casos son los defensores inmediatos del patrimonio, poco valorados y recordados en la arqueología peruana.

Fig. 23: Viviendas dentro del cerco construido en 1982 para Garagay. Foto El Comercio,(22/07/1990).

Fig. 24: Vista de una de las manzanas de 12 de Agosto en Garagay. Foto El Comercio,(22/07/1990).

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que quedan aún 500 familias en el perí-metro del sitio y que la Municipalidad de San Martín de Porres en vez de bus-car una solución al problema no hace nada por éste. El 22 de Julio de 1990 el mismo diario siguió informando del lamentable estado de abandono del lugar, de los maltratos que vienen reci-biendo los guardianes del sitio (Rosa Herrera, su esposo Luis Pérez y Berna-bé Chipana) además de interesantes declaraciones del alcalde de San Martín de Porres, Marcelino Morales, que mencionó “hay cosas que no están claras como cuál es la zona arqueoló-gica propiamente dicha.” (¿?) y tam-bién “que lo que debe quedar en claro es que a la municipalidad no le corres-ponde conservar y mantener el patri-monio arqueológico, ya que para ello está el INC, el cual parece no cumplir bien su tarea, pues hay abandono y por ello ocurren estas invasiones.” (¡!), a lo que habría que agregarse que “la política del gobierno municipal no es erradicar, más bien consiste en dar vivienda a quien la necesita.” Termina la entrevista insistiendo que el INC “aclare” si el área invadida es arqueoló-gica o no, como se ve, es obvia la acti-tud parcializada del alcalde en pro de los invasores; la nota también incluye unas declaraciones de la Directora Eje-cutiva del INC, Laura Bozzo, que des-cartó cualquier tipo de acuerdo entre los invasores y el INC, y que éste insis-tirá en el desalojo definitivo del área arqueológica. Por la Resolución Directoral Nacional Nº 949 del 29 de Diciembre de 1999 firmada por Luis Repetto Málaga sabe-mos que el 26 de Setiembre de 1991 la Comisión Nacional Técnica Calificado-ra de Investigación y Conservación de Monumentos Arqueológicos por Acuerdo Nº 030 acordó reafirmar la declaración y reconocimiento de la intangibilidad de la zona arqueológica de Garagay, y ratificó la validez del plano de delimitación Nº T-03-87. Esto mismo fue vuelto a ratificar por la Co-misión Nacional el 12 de Noviembre de 1993 mediante el Acuerdo Nº 072. Éste

12 de Agosto sea considerado “cerco vivo” “con los cuales le daríamos una solución novedosa digna de ser imitada en el resto del país con similar proble-ma.” (¡!). El 19 de Enero de 1994 con la Resolu-ción Jefatural Nº 020, en la cual se hace alusión del Acuerdo Nº 072 del 12 de Noviembre de 1993, el INC vuelve a ratificar la intangibilidad de la zona ar-queológica de Garagay, con el perímetro de 1825.33 ml. y el área de 22 hectáreas + 8,000.10 m2. Se aprueba el plano de delimitación Nº T-03-87, de escala 1/500 con su respectiva Memoria Des-criptiva y se ordena la inscribción como bien inmueble de propiedad del Estado integrante del Patrimonio Cultural de la Nación en los Registros Públicos y en la Superintendencia de Bienes Nacionales. Es curioso que en sólo tres años (de 1991 a 1994) el INC haya ratificado tres veces un mismo tema, cosa que llama más la atención debido al cambio de actitud hacia este mismo tema que tuvo en los años siguientes y a los hechos que sucedieron después. Es importante mencionar que en 1994 Editorial Brasa publica la colección His-toria General del Perú y en el Tomo I (denominado “Los orígenes”) Peter Kau-licke publica un interesante estudio acer-ca de las sociedades precerámicas y for-mativas de los Andes (denominado Los orígenes de la civilización andina). En el capítulo II dedicado al Formativo Kau-licke hace una detallada síntesis de las investigaciones hechas sobre éste perío-do, y hace una serie de menciones acerca de Garagay, que ubica en el período For-mativo Medio (1000-650 a.C.) y del cual afirma que junto con Cardal son de los pocos sitios monumentales de la costa central que ayudan a clarificar en algo el panorama de la arqueología de ésta zona para éste período. También este año apa-reció el Inventario del Patrimonio Mo-numental Inmueble – Lima. Valles de Chillón, Rímac y Lurín, trabajo que rea-lizó la Universidad Nacional de Ingenie-ría en los valles bajos de éstas respecti-vas cuencas (inventariándose patrimonio

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mismo año de 1991 salió publicado en Ma-drid el último artículo de Rogger Ravines sobre el sitio, titulado Garagay: un centro ceremonial del Período Formativo en el li-bro Los Incas y el Antiguo Perú 3000 años de Historia publicado por el Centro Cultural de la Villa de Madrid. El 17 de Noviembre de 1992 El Comercio menciona que el INC multó a Electro Lima por la instalación de la torre de alta tensión nuevamente en la cima del cuerpo central del sitio, después del atentado terrorista perpe-trado. Electro Lima mencionó que la torre fue reinstalada en el mismo lugar de acuerdo a un “programa de reparaciones previstos para casos de atentados terroristas” sin que el hecho fuera de conocimiento de la directiva de la empresa, pero la protesta del INC no sólo se refiere a eso, ya que denuncia que la semana anterior la misma empresa empezó a dotar de electricidad a 12 de Agosto. Este año de 1992 Richard Burger publicó el libro Chavin and the Origins of Andean Ci-vilization en el cual hace una síntesis del período Formativo de los Andes Centrales. En el capítulo correspondiente a las socieda-des del Período Inicial dedica varios párrafos a Garagay, que junto con Cardal eran los dos templos en U mejor conocidos para esa fe-cha. El Informe Nº 177-93-INC/OAJ (07/12/93) menciona la opinión jurídica sobre el Pro-yecto de Ley Nº 962-93-CCD presentado mediante Oficio Nº 240-93-CFI/CCD por el Ingeniero Demetrio Patrias, Presidente de la Comisión de Energía e Infraestructura del fujimontesinista Congreso Constituyente Democrático. Éste Proyecto de Ley propone se declare intangible un área de 22 Ha. más 800 m2 de Garagay y que se cree un “Área de Protección” ó “Lindero Integrado Vivo” constituido por las manzanas de los sectores 1,2 y 3 de 12 de Agosto, así los habitantes de éste asentamiento humano se convertirían en los “defensores” contra futuras invasiones (¡!). Como puede verse, fue la primera refe-rencia a la posterior inmoral denominación de “cerco vivo”. Posteriormente en el Oficio Nº 164.JD 94 (03/01/94) dirigido al Ingenie-ro Humberto Sambucetti Pedroglio, Congre-sista de la Comisión de Educación, Cultura y Deporte los invasores presionaron para que

Figs. 25, 26 y 27: Fotos del rostro antropomorfo, de Ravines e Isbell (1975) (izquierda), de El Comercio (05/08/1995) (centro) y de El Comercio (29/07/1998) (derecha). Se aprecia el deterioro gradual y constante a lo largo de esos años.

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prehispánico, colonial y republicano), en el Tomo III hay una ficha para Gara-gay con el código 15-1278, dando datos bastante puntuales para el sitio arqueo-lógico. Es importante recalcar que men-ciona que el sitio no tiene ni un sanea-miento legal ni está oficialmente decla-rado monumento. El 5 de Agosto de 1995 El Comercio volvió a publicar otra nota de Garagay, mencionando que la reportera Alessia di Paolo sólo encontró como guardián del sitio al señor Bernabé Chipana, de 79 años de edad y que con dos perros cui-daba el sitio, con un sueldo de 300 soles mensuales dados por el INC. Posterior-mente el mismo diario el domingo 9 de junio de 1996 publica una visita hecha por los redactores de El Comercio y por el conservador Boris Márquez al sitio, en la cual comprobaron que de los 15 frisos desenterrados por el proyecto de Ravines entre 1974 y 1985 sólo queda-ban seis. Aunque fue un dato exagerado por los redactores del diario evidencia de un modo el grado de abandono que por entonces sufrían los frisos. Publican una foto en la cual puede distinguirse un tremendo forado en la zona inferior de la Gran Imagen del atrio, en la zona situada casi debajo de la cabeza de esta imagen voladora, desde el suelo hasta casi la altura del inicio del rostro y que había comprometido parte de la división geométrica situada en la dirección que siguen las imágenes hacia la escalera que sube del atrio a la plataforma supe-rior. Lo increíble de todo esto es que habiéndolo denunciado El Comercio

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sante que en esta nota se haga alusión a que el INC contemplaba la posibilidad de enterrar nuevamente los frisos como medi-da de protección (o quizás de cubrirlos de un barro protector), cosa que como sabe-mos todos no llegó a hacer. El 16 de Octubre de 1996 la guardiana del INC de Garagay Rosa Herrera Arias infor-mó mediante una carta al Director del Mu-seo Nacional de Arqueología, Antropolo-gía e Historia otro hecho inaudito: el 15 de Octubre de ese año a las 8:00 p.m. un gru-po de invasores destruyeron adobes cerca al almacén perjudicando el ingreso a éste depósito, agredieron verbalmente a los guardianes y dijeron que el lugar les perte-necía y que por ningún motivo iban a des-ocuparlo. El 21 de Octubre vuelve a enviar otra carta mencionando también que el techo del ambiente protector del brazo derecho se había desplomado parcialmen-te. Continuó por estos meses la presión de 12 de Agosto por buscar una solución “legal” a su permanencia indefinida en el sitio, así por un documento enviado por los invasores al Director del INC Luis Arista (07/11/96) sabemos que los pobladores de las manzanas D y E de 12 de Agosto se denominaron “Asociación de Vivienda 31 de Enero” y refieren a un Exp. de fecha 22 de Marzo de 1996 y a un convenio entre el INC y el asentamiento humano. Posterior-mente por el Informe Nº 028-96-CTA/INC (15/11/96) enviado por Guillermo Cock, Presidente de la Comisión Técnica de Ar-queología (CTA) al Director del INC Luis Arista menciona que: la CTA no tiene co-nocimiento de ningún convenio entre el INC y 12 de Agosto, que según el Art. 2

inciso “a” de la Ley 24513 y Resolución de Alcaldía Provincial de Lima Nº 2169 de 3 de Noviembre de 1986 prohíben el reconocimiento de Asentamientos Huma-nos ubicados en zonas arqueológicas que constituyen Patrimonio Cultural de la Na-ción (Ley 24513) y que los ocupantes de Garagay fueron declarados reubicables (Acuerdo 2169), mencionando además que la orden de desalojo fue suspendida por el mismo INC (¡!). Sobre la situación de Garagay menciona que: “A diferencia de otros sitios arqueológicos donde es posible redelimitar o de realizar arqueo-logía de rescate con la finalidad de libe-rar ciertas áreas a ocuparse por la pobla-ción en el caso de Garagay es imposible reducir el “área intangible” y, por el otro lado, cualquier proceso de “liberación” encontraría serias críticas por parte de la comunidad académica, debido a la impor-tancia del sitio” y “Una solución interme-dia de tipo “cerco vivo” implementada en Garagay, antes de tener alternativas “modelo” para sitios de diferente impor-tancia, podría tener como consecuencia el crear un precedente que dificulte el des-alojo de invasiones en otros sitios, ya que prácticamente todos pedirían soluciones a la de Garagay.”. Como puede observarse, un celo defensor que Cock posteriormente cambio de forma radical. Llama la aten-ción que el 28 de Noviembre como consta en un Acta de Entrega el mismo Cock entregara al Secretario General de 12 de Agosto 42 postes de concreto para que sean utilizados para la culminación del cerco perimétrico del sitio (suponemos que después el INC verificó que estos postes se usaron para tal fin). Finalmente el acercamiento de Cock hacia los invaso-res queda confirmado por el Oficio Nº 142/J/D/C/96 (13/12/96) dirigido a Gui-llermo Cock por el cual los pobladores de 12 de Agosto lo invitan a una gran choco-latada artístico bailable. Quizás los antecedentes del proyecto de evaluación de Cock se encuentran en una serie de trámites efectuados por 12 de Agosto ante el INC: el Oficio Nº 11-J-D-C-97 (10/02/97) menciona que 12 de Agosto solicitó su saneamiento físico-legal, señalando que viven aquí 2500 fa-milias; el Memorando Nº 050-97-INC/DGCPCMI INC (11/02/97) señala que la Dirección General de Conservación del Patrimonio Cultural Mueble e Inmueble recibió una queja de la Asociación de Vi-vienda 31 de Enero, que hace 6 años pre-sentó su Exp. 4764 con fecha 26 de No-viembre de 1991 con sus respectivas fi-chas registradas, demostrando que el área que ocupa se encuentra fuera del área in-tangible, pidiendo ésta Dirección que la Dirección de Conservación de Bienes Culturales Inmuebles verificase la existen-cia de dicho expediente y el trámite segui-

Fig. 28: El guardián de Garagay, Bernabé Chipana, fallecido en 1996. Foto El Comercio (05/08/1995).

públicamente el INC no hizo nada por remediar la conser-vación de los frisos hasta el 2004 cuando el techo de este am-biente colapsa. En la foto tomada por La República en su nota de Domingo puede observarse como este forado situado junto a la Gran Ima-gen habíase extendi-do destruyendo parte del rostro de esta figura y de la divi-sión geométrica co-lindante, ampliándo-se hasta el límite superior del muro, una destrucción ya advertida en 1996 y contra la cual no se hizo nada para reme-diarla en su debido momento. Es intere-

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do hasta la fecha. El 27 de Febrero de 1997 se produce la respuesta de la Di-rección de Conservación de Bienes Muebles con el Oficio Nº 078-97/INC/DCBI en el cual se dice que el INC nunca firmó un convenio con 12 de Agosto y que el Oficio Nº 427-91-DGCPC respondió al Exp. 4764-91 (13/12/91) en donde se les comunica a ADV 31 de Enero que se encuentra dentro de los linderos de Garagay, deli-mitado por el Plano T03-87. Antes de mencionar con más detalle todo esto quisiera decir que visite la zona arqueológica de Garagay por pri-mera vez en Abril o Mayo de 1997. En esa oportunidad pude observar que en los interiores de los ambientes acondi-cionados por el proyecto de Ravines para la protección de las evidencias a pesar del completo abandono y de la basura acumulada aún se conservaba buena parte de los frisos. En el montí-culo A o brazo derecho se conservaban casi todos o todos los frisos, mientras que en el atrio del montículo B algunas partes de las figuras habíanse derruido, yaciendo ignominiosamente en el suelo los pedazos de barro polícromo de las figuras. Había un tremendo forado en la pared de ladrillo del ambiente pro-tector que daba hacia el interior de la pirámide por el cual ingresaban droga-dictos. No pude creer que tan valiosas evidencias se encontrasen en ese esta-do. Posiblemente haya sido una de las últimas personas que vio erguido el ambiente protector del montículo A, ya que desplomóse en agosto de ese mis-mo año. Por el Informe Nº 423-98-INC/DGPA-DC presentado por Dante Casareto a Lyda Casas, Directora General de Pa-trimonio Arqueológico, el 10 de Febre-ro de 1998 sabemos lo sucedido con este asunto: la sobrina del guardián Bernabé Chipana, fallecido en 1996, informó al INC en Agosto de 1997 que el techo del ambiente protector del montículo A se había desplomado. Este techo por la descripción que da Casare-to se conformaba para ambos ambien-tes de una mezcla de caña chancada, esteras amarradas con soguilla y unos

de algunos sectores del área delimitada de Garagay.” (Cock, 1998:7) Los objetivos específicos de la evaluación (reconocimiento sistemático con excava-ciones) fueron: evaluar la existencia de vestigios arqueológicos en las áreas ocu-padas por 12 de Agosto y calificarlos cua-litativamente, exponer propuestas de trata-miento para las áreas ocupadas por 12 de Agosto que contengan vestigios arqueoló-gicos, realizar una propuesta de tratamien-to para el sitio arqueológico y, finalmente, proponer reubicar pobladores cuyas vi-viendas se encuentren sobre zonas que serían contempladas para un futuro plan de desarrollo del sitio (Cock, 1998:7). Pero más adelante menciona que el estu-dio de evaluación arqueológica (fase ex-ploraciones y excavaciones) tuvo como objetivos: definir los “límites” del templo en U(17) (a nuestro parecer se refirió a los límites de la arquitectura monumental), centrándose para esto en el extremo su-roeste del montículo A o brazo derecho y en la parte posterior (suroeste del cuerpo central o montículo B) y también determi-nar qué zonas de 12 de Agosto se encon-traban sobre estructuras o restos arqueoló-gicos (enfatiza en contextos primarios) y constatar la naturaleza e importancia de éstas zonas para preservar la integridad del monumento (Cock, 1998:13-14). Cock realizó 25 unidades de excavación en los cuatro “lados” que conforman los alrede-dores del conjunto (21 cortes de 2 x 2 m. y 4 trincheras) y en cuanto a ellas fueron sus objetivos: para los cortes “la finalidad de obtener el maximo de información sobre la existencia de restos arqueológicos y su calidad” (¿?) y para las trincheras “obtener información sobre la ubicación de los paramentos externos del monumen-to” (Cock, 1998:14). Cock sectoriza el área evaluada en 4 sec-tores: Sector A colindante con el períme-tro noreste del sitio, lado norte de la plaza central, Sector B colindante con el lado sur y suroeste del brazo derecho, Sector C colindante con el lado suroeste del cuerpo central y Sector D colindante con el lado noroeste del brazo izquierdo. En el Sector A ubicó 8 cortes (o cateos): 22 y 21 en la calle que separa las manzanas A y B de 12 de Agosto y 14, 13, 12, 10, 9 y 20 a lo largo de toda la calle que se sitúa entre las manzanas B y J y el espacio vacío de la gran plaza (en ambas calles las unidades estuvieron dispuestas en orden correlativo de noroeste a sureste). En todo éste sector Cock ubicó en todos los cateos (menos en el 10) evidencia de un piso que con segu-ridad fue la superficie de la gran plaza de Garagay (Cock, 1998:50), piso que tuvo una base de arcilla amarillenta que se asentó directamente sobre el estéril. Sobre este piso en casi todas las unidades se observó deposiciones de arena y tierra producto de fenómenos aluvionales (o de

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10 cm. de torta de barro, añadiéndose para el ambiente del atrio un armazón de fierro. El desplome de estos ambientes fuera del abandono se produjo también por haber sido elaborados mal. Al llegar al lugar Ca-sareto constató que del techo del ambiente en el montículo A se había desplomado el 40 % de éste, lamentablemente sobre los frisos, mencionando que la mayor parte de las vigas y viguetas estaban dobladas, raja-das o a punto de colapsar. De Diciembre de 1997 a Enero de 1998 se procedió al retiro no sólo del techo colapsado sino del que aún quedaba en su lugar, mencionando que casi todas las estructuras estaban apolilla-das o quebradas. Luego se cambió toda la estructura de cañas y se confeccionó un nuevo armazón de madera, para finalmente colocar un nuevo techo de calaminas de fibraforte, techándose 290 m2 que es el área del ambiente del montículo A a dos aguas. Casareto mencionó que quedaba pendiente elaborar los sistemas de drenaje para las excavaciones situadas exteriormente al área techada, para lo cual realizó el plano plani-métrico de las estructuras excavadas en el montículo A, drenaje que debía hacerse para el caso de lluvias torrenciales que po-día traer el Fenómeno del Niño que se esta-ba dando en esos años. Para el montículo B menciona que aunque el techo es de simila-res características aún se encontraba en pie pero estaba pandeándose por falta de vigas transversales, recomendado su urgente in-tervención, cosa que fue desoída completa-mente y que siete años después ocasionaron el desplome de ésta cobertura. Menciona también que el 40 % de los frisos han sido destruidos. El informe termina recomen-dando no sólo la intervención del ambiente del atrio, sino que se implemente todo un nuevo proyecto de puesta en valor del lu-gar, junto con un Museo de Sitio y vigilan-cia, para realizar así un plano definitivo de la zona arqueológica para su declaración formal y su respectiva inscripción en los Registros Públicos. Del 26 de Noviembre de 1997 al 3 de Ene-ro de 1998 Guillermo Cock llevó a cabo el “Proyecto de Prospección y Evaluación Arqueológica en el área ocupada por el AA.HH. 12 de Agosto, dentro de la Zona Arqueológica delimitada de Gara-gay” (Cock, 1998:13). Fue el segundo de los tres proyectos de evaluación realizados en el sitio arqueológico. Este proyecto de evaluación se realizó por interés de los po-bladores de 12 de Agosto de buscar una solución legal a su permanencia en la zona arqueológica, realizándose éste proyecto casi a la par de los trabajos de reconstruc-ción del ambiente del montículo A. El pro-yecto tuvo como objetivo “evaluar el con-tenido arqueológico del área donde se ubi-ca el AA. HH. y servir como herramienta técnica para dar una solución definitiva a la problemática desatada tras la ocupación

17) Creemos que hay cierta ambigüedad en este punto ¿Quiso decir “límites” de la arquitectura monumental o límites de las evidencias arqueoló-gicas? Recuérdese que los centros ceremoniales conocidos como “Templos en U” no solamente se conforman de los montículos y de la plaza, sino también de todas las evidencias arqueológi-cas que rodean éstos montículos, la mayoría de las veces evidencias domésticas. Recuérdese las investigaciones hechas por Muelle en La Florida (1957), Burger en Cardal y Mina Pedida (1985-1990), Lucénida Carrión en San Jacinto (1993), todas arrojaron que en las zonas exteriores colin-dantes existen importantes vestigios arqueológi-cos que forman parte del sitio arqueológico, tipificado como “templo en U”.

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empozamiento de agua). Es quizás la evidencia más contundente para refutar la hipótesis de chacras sagradas de Wi-lliams. En el Sector B ubicó 3 cortes o cateos: 11 (en la base noroeste del mon-tículo A o brazo derecho), 6 (en la zona suroeste del mismo) y 2 (en el flanco noroeste del extremo suroeste del mon-tículo A)(18). Éstas tres excavaciones tocaron estructuras arquitectónicas ente-rradas del brazo derecho, así en el corte (o trinchera) 11 pueden distinguirse dos (o hasta tres) remodelaciones del frontis noroeste del extremo norte del brazo, lo que Cock define como Muro B (y hasta posiblemente el A) estuvo asociado a un piso que en el extremo de la trinchera hacia la plaza está cubierto de sedimen-taciones fluviales. Según Cock este piso sería el mismo que exhibe la plaza o pozo circular hundido (Cock, 1998:30). El corte (o trinchera) 6 despejó un muro en el extremo noroeste de la misma, al cual se adosó por su flanco sur un piso y un muro que contuvo su relleno, más al sur encontraron vestigios de un canal relativamente moderno y al extremo sur de la trinchera los estratos de tierra agrí-cola bajo los cuales encontraron el esté-ril (posiblemente sea evidencia que no continuó el brazo derecho más hacia el sur). El corte o trinchera 2 evidenció un muro colapsado y sepultado (que Cock denomina Muro A) que se proyectó desde el frontis noroeste del Montículo A, asociado a un piso bien preparado, el cual al ser remodelado se le cubrió apa-rentemente de cantos rodados (a manera de empedrado), siendo los únicos vesti-gios dos líneas de cantos, casi a manera de zócalo del Muro A (Cock, 1998:18). De todas formas la evidencia es impor-tante y comprueba que éste piso fue remodelado al menos dos veces, piso que Cock considera el mismo que el de la trinchera 11 y el de la plaza circular hundida. Según Cock la mayor parte de la fragmentería cerámica recogida de éstas trincheras corresponde a tazas, cuencos, botellas y ollas sin cuello, mu-chos conservando rastros de hollín so-bre la superficie. Termina diciendo tam-bién que las evidencias encontradas en el corte 2 comprueban que las bases del brazo derecho se proyectan más al su-roeste de lo que superficialmente puede observarse, corriendo por debajo de la Manzana I de 12 de Agosto (Cock, 1998:51). En el Sector C Cock realiza 7 excavaciones: las trincheras 1 y 8, 1 en la parte baja del talud sureste del ala derecha del cuerpo central y 8 en el ta-lud suroeste del núcleo del cuerpo cen-tral, 3 entre la Manzana H y el ala dere-cha, 4 cerca del término en el llano de la trinchera 8, 5 entre la Manzana G y el núcleo, 7 entre la Manzana G y el ala izquierda y 25 entre la Manzana F y el

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ala izquierda. Son interesantes las trinche-ras 1 y 8 ya que estuvieron emplazadas en el talud del cuerpo central. En la trinchera 1 prácticamente no hubo estructuras arqui-tectónicas desenterradas y sólo en el lado sur de la trinchera se ubicó un piso, que probablemente pueda ser el mismo ubica-do en el cateo 2 al pie del muro de conten-ción del Montículo A. Al no encontrar estructuras en esta zona (sobre todo en el llano) Cock pensó que sería la prueba que el cuerpo central y el brazo derecho no estuvieron articulados (Cock, 1998:50). En cambio la trinchera 8 despejó parte del frontis posterior del núcleo y al menos encontró restos de 5 ó 6 terrazas, eviden-cias de tres muros de contención y dos superficies o pisos de éstas. En el segundo piso en altura Cock encontró la osamenta de un cóndor adulto (Hallazgo 1), deposi-tado como ofrenda probablemente al cons-truir la terraza. Sobre un muro más bajo en el talud encuentra el Hallazgo 2, que con-siste en una figurina. Más abajo del muro encuentra dos hallazgos más (3 y 4) que consisten en “piedras vestidas”, encontran-do junto al Hallazgo 3 un fragmento cilín-drico de madera, pintado de azul claro, rojo, blanco y negro, formando diseños ondulantes. Es interesante también que encontrara al excavar esta trinchera frag-mentos de estuco (barro pintado) probable-mente pertenecientes a frisos o superficies pintadas, los colores fueron rojo oscuro, blanco, rosado, verde, amarillo y negro (Cock, 1998:52). De las demás unidades la 3 y 4 fueron estériles, sólo encontrando en la 3 una capa de sedimento aluvial sobre el nivel estéril. En cambio en la 5, 7 y 25 se encontró un piso, similar a los ubicados en otras unidades excavadas y con toda pro-babilidad asociado al cuerpo central (en los cateos 5y 7 sobre el piso se encontró fragmentos de cerámica y carbón). Es inte-resante que en las unidades 7 y 25 sobre éste piso Cock hallara evidencias de terra-zas o rellenos de terrazas que fueron am-pliaciones del ala izquierda y que sellaron el piso. Y en la unidad 25 asociado a éste piso encontró los restos de un fogón circu-lar de aprox. 1 m. de diámetro, delimitado por una hilera doble de cantos rodados y que tuvo una tovera orientada al norte, Cock refiere que fogones similares halló Burger en el centro de las plazas circulares de Cardal (Cock, 1998:46) por lo que insi-núa que probablemente en este lugar se encuentre una enterrada. Finalmente en el Sector D ubica 7 unidades de excavación: 15 casi en la “esquina” sureste del brazo izquierdo, 16 en la planicie, entre la Man-zana C y el brazo izquierdo; 17, 18 y 19 en todo el borde o pie del lado norte del brazo izquierdo, ubicadas consecutivamente de este a oeste, entre las manzanas D y E y el brazo; y 23 y 24 en las inmediaciones del extremo oeste del brazo, cerca del punto de confluencia con el ala izquierda del

cuerpo central. Es interesante que en la 15 se halla encontrado los vestigios de un piso asociado a una intrusión de relleno (¿relleno arquitectónico del brazo izquier-do?) cubiertos por tierra agrícola moder-na, encontrándose también en la 16 un piso sobre el estéril y sepultado por tierra y arena. Es interesante este piso por la ubicación, puesto que probaría que el bra-zo no se extendió más allá del talud nores-te actual. La unidad 17 fue estéril mientras que en las 18, 19, 23 y 24 se encontró la evidencia de capas de tierra y cantos roda-dos que formaron parte de un relleno de una terraza, que se asentó directamente sobre el estéril. Cock piensa que ésta te-rraza sería la misma evidenciada en las unidades 25 y 7 (Cock, 1998:53), incluso cree que ésta terraza pudo ser como una terraza paralela al brazo izquierdo, similar a la ubicada al sur del brazo derecho de Cardal, donde se emplazaron las plazas circulares hundidas. El informe de Cock finaliza con un resu-men de la información proporcionada por las excavaciones hechas en cada sector (la cual “categoriza”), dando una serie de recomendaciones para los mismos. Para el Sector A manifiesta que “los pobladores de las manzanas del sector están sobre el apisonado que constituye el nivel de ocu-pación cuando el sitio estuvo ocupado. Sin embargo, eso puede afirmarse tam-bién sobre la población que está fuera del área delimitada en una extensión no de-terminada. Por ello, no se encuentran afectando material cultural prehispánico que atente contra la integridad del Templo en U.” (¡!) (Cock, 1998:54). Sobre el Sec-tor B recomienda que de excavarse y po-nerse en valor el Montículo A o brazo derecho (y sobre todo despejar su proyec-ción hacia el suroeste) tendría que desalo-jarse a algunos pobladores de la Manzana I. Sobre el Sector C menciona que por su proximidad al cuerpo central algunas vi-viendas de la manzana G deben ser reubi-cadas y que deben excavarse más los alre-dedores de la unidad 25. Y sobre el Sector D piensa que aparentemente es un área donde poder reubicar algunos pobladores de otras manzanas y que algunas vivien-das de la manzana E deberían ser reubica-das, sumado a que debería profundizarse las excavaciones en el flanco noroeste del brazo izquierdo. Después de éste resumen da una serie de recomendaciones, desde nuestro punto de vista válidas, en lo que concierne a la reubicación de la torre de alta tensión (variar el tramo, construyendo una nueva torre en medio de la Av. Uni-versitaria y desviar por allí el tendido para que vaya por Universitaria hasta la Av. Angélica Gamarra y de allí se una a su

18) Cock (1998:50) incluye al corte 1 en este Sector, pero nosotros pensamos que sería más adecuado ubicarlo en el Sector C, puesto que evaluó una parte del cuerpo central.

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trazo original en la Av. Los Próceres, incluso da un trazo más de alternativa) (Cock, 1998:56)(19). Finalmente propo-ne realizar un Plan de Manejo para el sitio arqueológico, mediante el cual se formalizaría (llámese “legalizaría”) la ocupación del sitio por los pobladores de 12 de Agosto, contemplándose en este plan el “reordenamiento espacial de la población, el papel que ellos van a cumplir en la preservación y conser-vación del sitio y del monumento, pla-nes de desarrollo que contemplen la investigación y puesta en valor de sectores del Templo, susceptibles de ser visitados por turistas, áreas de servicios, etc.” (Cock, 1998:56-57). Lo más increíble de todo esto puede leerse en éstos párrafos “Como se ha expuesto en la Introducción a este Informe, pensamos que si el Asenta-miento Humano 12 de Agosto no hubiese estado alrededor del sitio y se hubiese constituido en una barrera o cerco, Garagay estaría destruido. La reubicación realizada hace más de una década y los acuerdos pactados entre las instituciones gubernamentales, poder judicial, INC y los pobladores, han tenido un éxito que no tiene mu-chos otros ejemplos con los que se pueda comparar este caso. Si se des-alojasen a los pobladores hoy día, tenemos la certeza que el sitio sería completamente invadido en un plazo muy corto de tiempo y, creemos, esta vez no habría el espacio ni las condi-ciones para lograr una solución inte-gral. Por ello, pensamos que, la mejor manera de solucionar el problema de Garagay es la de oficializar el concep-to del cerco vivo o anillo de protección alrededor del mismo. La formalización de los pobladores del Asentamiento

Juan de Lurigancho) campo de geoglifos de Canto Grande, asignados para el Prece-rámico Tardío y al Período Inicial, relacio-nándolos directamente con los templos en U, mencionando en el libro varios datos acerca de Garagay. Es importante señalar que durante 1998 el gobierno de Fujimori dio una serie de dis-positivos legales que atentarían de forma irreversible contra el patrimonio arqueoló-gico. Relacionados con el tema de Garagay están que el 7 de Mayo de 1998 sale pro-mulgado el Decreto Supremo 017-98 P.C.M. con el cual se crea la Comisión Calificadora de Zonas Arqueológicas ocu-padas por Asentamientos Humanos, apro-bándose su reglamento y facultándola para aprobar los proyectos de evaluación ar-queológica, siendo ésta comisión la que a partir de la fecha categorizaría y delimita-ría los sitios arqueológicos ocupados por asentamientos humanos. Relacionado con esta ley se promulga el 13 de Noviembre de 1998 el Decreto Supremo 046-98-P.C.M. que modifica el Reglamento de la Comisión Calificadora de Zonas Arqueoló-gicas ocupadas por Asentamientos Huma-nos, agravando los procedimientos violato-rios de todo principio de conservación, pasando todas las instancias de decisión a manos de la Comisión de Formalización de la Propiedad Informal (COFOPRI) como única instancia que determinaría los casos en que se requiere la reubicación de inva-sores. El Comercio el 29 de Julio de 1998 denun-ció que por el abandono en que se encuen-tran los frisos de Garagay éstos están des-truyéndose irremediablemente. Los perio-distas del diario fueron acompañados al

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Humano 12 de Agosto pasa por una serie de procedimientos técnicos y legales que debieran implementarse a la brevedad po-sible.” (Cock, 1998:56)(20). Para hacer rea-lidad este plan de manejo implicaría “categorizar” nuevamente el sitio y además realizar una zonificación de la zona arqueo-lógica, en la cual se emplearía las siguien-tes categorías: zonas intangibles, zonas del Estado bajo cultivo o reforestación de espe-cies nativas, zonas de servicios, zonas ar-queológicas de reserva científica, zonas biológicas de reserva científica, zonas bajo investigación prioritaria, zonas de uso in-tensivo, zonas de conservación permanente, zonas de uso restringido, zonas de vivienda particular (que contemplaba las variables de “arquitectura tradicional” y “arquitectura libre/controlada”) y zonas en recuperación (Cock, 1998:57-58). Como podrá apreciarse en el Informe Final del Proyecto de prospección y evaluación ar-queológica en el área ocupada por el AA. HH.12 de Agosto, dentro de la zona ar-queológica delimitada de Garagay, distrito de San Martín de Porres, Dpto. y Prov. de Lima presentado por Cock al INC en Enero de 1998 el resultado final es beneficioso para la permanencia legal e indefinida de las personas que un 12 de Agosto de 1985 violentaron y depredaron un sitio arqueoló-gico, resultado final que contrasta enorme-mente con sus opiniones hacia algo más de un año, en Noviembre de 1996, en las cua-les critica la solución de “cerco vivo”. También en 1997 Lorenzo Rosselló publicó su importante libro Cantogrande y su rela-ción con los centros ceremoniales de plan-ta en “U”. En esta publicación fija su aten-ción en el ahora prácticamente arrasado (debido a la expansión del distrito de San

19) Es importante mencionar que refiere tam-bién del pésimo estado de conservación del gabinete del INC situado en medio de la plaza central, en el cual extrañamente se depositó material arqueológico no sólo de Garagay sino de excavaciones hechas por la Expedición Japo-nesa en Cajamarca (Huacaloma) y también de excavaciones hechas por el INC en Ancón, Santa Felicia y Nazca. Refiere que todo este material está completamente saqueado, las bolsas rotas, la cerámica completamente desper-digada y las etiquetas rotas y dispersas. El local mismo está en total estado de abandono, con los techos colapsados y usados los ambientes como letrinas y fumaderos de pasta básica (Cock, 1998:10). Nosotros nos preguntamos ¿A tanta irresponsabilidad llegó el INC?.

20) Esta conjetura evidencia la poca voluntad del INC de, en caso de desalojo de los invaso-res, cercar nuevamente el área y rehacer el proyecto de puesta en valor del sitio, truncado por la invasión de 1985. Poner a los pobladores de 12 de Agosto como los paladines de la defen-sa y preservación de Garagay, después de los atropellos y ensañamientos hechos contra el sitio a lo largo de su tiempo de permanencia allí, es el colmo de la desidia, del cinismo y de la desvergüenza.

Fig. 29: Vista del total abandono en que se encontraba el gabinete de Garagay. Foto El Comercio, (29/07/1998).

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sitio por la arqueóloga Marcela Olivas que reparó en los graves daños que los frisos venían sufriendo (en una foto sólo se conserva el 50% de la cabeza antro-pomorfa circundada por un medallón, además refiere que en Febrero de ese año una pared de uno de los ambientes protectores, probablemente del atrio del cuerpo central, había colapsado). Aparte de informar del total estado de abando-no en que se encontraba el gabinete del sitio situado en medio de la plaza cen-tral la nota menciona que los principales alentadores de la destrucción progresiva del sitio son traficantes de terrenos que a todo costa quieren desaparecer los vestigios arqueológicos de Garagay. Al año siguiente en la sesión Nº 47 de la Comisión Calificadora de Zonas Ar-queológicas ocupadas por Asentamien-tos Humanos (CCZAOAAHH) realiza-da el 26 de Octubre de 1999 se aprobó: el Informe técnico final de Cock y el Dictamen Nº 08-99-CTA-CCZAOAAHH del 21 de Octubre de 1999 con el cual se “desafecta” 39,373.11 m2 del sitio arqueológico de Garagay según el plano Nº 015-CCZAOAAHH-99. Poco tiempo des-pués Luis Repetto Málaga (entonces director del INC) saca la Resolución Directoral Nacional Nº 949 de fecha 29 de Diciembre de 1999 en la cual se aprueba la “remensura” (recorte) del plano Nº T-03-87 de Garagay, debido a que detectaron un “error material” en el perímetro del área intangible, en la Me-moria Descriptiva y en el plano aproba-do, siendo la Comisión Calificadora de Zonas Arqueológicas ocupadas por Asentamientos Humanos la que “utilizando métodos modernos” volvió a medir el área, reduciendo el área origi-nal del plano de 228,000.10 m2 a 227,963.67 m2 y el perímetro de 1825.33 m. a 1825.09 m. Ésta Resolu-ción invalidaba la Resolución Jefatural Nº 020 (19/01/94) y reducía el área in-tangible del sitio. Sumado a esto se “desafectaba” (liberaba) del área intan-gible rectificada del sitio de Garagay 3 hectáreas y 9,373.11 m2 (39,373.11 m2) (el área ocupada por las manzanas A, C, D, E, F, G y H, quedando dentro de la nueva poligonal la manzana B y parte de la J e I, por lo que tendrían que re-ubicarse). Se mantenía la intangibilidad del área remanente de Garagay que que-daba reducida a unas 18 hectáreas 8,590.57 m2 dentro de un perímetro de 1771.40 (todo graficado en el plano Nº 016-CCZAOAAHH-99, en el cual la nueva poligonal estaba completamente rodeada por las manzanas de 12 de Agosto) y por último se daban las si-guientes “condiciones” a los pobladores de 12 de Agosto que quedaron fuera del

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área intangible: cualquier remoción de tierra u obra que lo implique (desagüe, etc.) sólo podría hacerse con la supervisión y la aprobación del INC, las construccio-nes no podrían sobrepasar los 5.50 m. (2 pisos) y estaban prohibidas las obras de carácter subterráneo (a excepción de ci-mentaciones de poca profundidad). Como se ve, ésta Resolución Directoral, promul-gada por el fujimontesinista INC de finales de los noventa iba a ser la sentencia final para Garagay. Increíblemente, y esto es algo que junto con la invasión de 1985 avalan nuestra opinión de que vivimos en una realidad surrealista, el dictamen de la Resolución Directoral Nº 949 no prosperó debido a la oposición de los propios invasores (¡!). Aunque parezca increíble, a pesar que ofi-cialmente tenían ya en la mano los ansia-dos títulos de propiedad se negaron a aca-tar los dictámenes de ésta resolución, debi-do a las protestas de pobladores de las manzanas B,J e I, pero también debido a que les incomodaba terriblemente las con-diciones que el INC había dado para su permanencia en el lugar(21). Es así como los habitantes de 12 de Agosto interponen un Recurso de Reconsideración contra la Resolución Directoral Nacional Nº 949/INC, que fue dado antes del 24 de No-viembre del 2000. Fundamentaron su re-curso impugnativo precisamente en el Pro-yecto de Evaluación de Cock (mediante el cual, según ellos, se prueba la inexistencia de restos arqueológicos bajo las manzanas B e I (¿?)), abogan por el rescate de los restos bajo la manzana J, mencionan que el INC no tomó en cuenta un plan de manejo realizado por los mismos pobladores y el hecho de que no tuvieron acceso al plano mediante el cual quedaban dentro de la zona intangible las manzanas B, J e I. El 24 de Noviembre del 2000 se emite el In-forme Nº 048-CTA-CCZAOAAHH me-diante el cual se refutan todos los funda-mentos del Recurso de Reconsideración de 12 de Agosto, haciéndolo suyo la Comi-sión Calificadora de Zonas Arqueológicas ocupadas por Asentamientos Humanos el 29 de Noviembre del 2000. Posteriormente el 2 de Febrero del 2001 se emite la Reso-lución Directoral Nacional Nº 095 del INC mediante la cual se declara infundado el Recurso Impugnativo de Reconsideración interpuesto por 12 de Agosto y dispone el retiro de los pobladores de las manzanas B, J e I. Posterior a éstos hechos 12 de Agosto interpone un Recurso de Nulidad contra la Resolución Directoral Nacional Nº 949/INC, contra la Resolución Directo-ral Nº 095/INC y “contra los actos admi-nistrativos posteriores a la entrega del Estudio de Evaluación Arqueológica reali-zado por el Arquitecto Guillermo Cock Carrasco, argumentando la existencia de vicios insubsanables ocurridos en el pro-

ceso.”(Resolución de Secretaría General Nº 539, Ministerio de Educación, 30/10/2001). Los habitantes de 12 de Agosto refieren todo un listado de razones y fundamentos por los cuales declaran irregulares y nulos los actos administrati-vos realizados por el INC, fundamentos que son expuestos en la Resolución de Secretaría General Nº 539 del Ministerio de Educación, de fecha 30 de Octubre del 2001, en el cual, entre otras cosas, se dice: “Que, el estudio elaborado por el Arqueó-logo Guillermo Cock, no fue realizado por personal profesional preseleccionado y contratado por COFOPRI o el INC, ade-más de no proponer el Plan de Manejo de la Zona Arqueológica, conforme dispone la normativa previamente referida. Que, de acuerdo al marco legal pertinente, el Plan de Manejo de la Zona Arqueológica constituye el instrumento que delimita las áreas que mantendrán la condición de Zona Arqueológica Intangible, y las áreas a ser declaradas libres o desafectadas, por lo que su inexistencia demuestra que la declaración de desafectación parcial efectuada por la Resolución Directoral Nacional Nº 949/INC, no se explicó con-forme al procedimiento sancionado por ley.” Finalmente ésta nueva Resolución declara fundado el Recurso de Apelación interpuesto por 12 de Agosto contra la Resolución Directoral Nacional Nº 095 del 02/02/2001 expedida por el INC y declara nula la Resolución Directoral Na-cional Nº 949/INC de 29/12/1999 y nulo todo lo actuado con posterioridad a la entrega del Informe Final de Cock. Ésta Resolución está firmada por Rosa Mavila León, Secretaria General del Ministerio de Educación. Como puede observarse los invasores de 12 de Agosto no pararon de pelearla hasta que consiguieron anular esas incómodas resoluciones del INC (sorprende el hecho que una esfera más alta como el Ministerio de Educación los haya apoyado en esto, lo que evidencia contactos influyentes incluso para gente a primera vista humilde). Es importante mencionar que este año 2001 apareció en el Nº 28 del Journal of Archaeological Science el artículo de Isa-belle Druc, Richard Burger, Regina Za-mojska y Pierre Magny Ancón and Gara-gay Ceramic Production at the Time of Chavín de Huántar en el cual hacen una comparación de los análisis de asambleas cerámicas provenientes de Ancón y Gara-gay, usando las técnicas de análisis petro-gráfico, fluorescencia de rayos X, micros-copia electrónica y microanálisis por ra-

21) Estos hechos evidencian el grado de sinvergüen-cería y de “viveza” de la mayoría de los habitantes de 12 de Agosto, la consigna es simple: conseguir “todo” fácil, al menor costo posible… consigna habitual entre mucha gente deshonesta en nuestro país.

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yos X de energía dispersiva (SEM-EDX). Los resultados de éstos análisis son comparados con análisis similares realizados con cerámica de Chavín de Huántar, Pallka, Huaricoto y los sitios PV31-312 y PV31-330 del valle de Ne-peña, con el fin de verificar el intercam-bio cerámico entre éstos sitios. Para rea-lizar éste análisis los autores usaron 73 fragmentos de Ancón y sólo 10 de Gara-gay. Es interesante mencionar que éstos fragmentos provenían del corte 2 del proyecto de evaluación de Cock, hecho en el lado sur de la ladera noroeste del montículo A o brazo derecho de Gara-gay, y el contexto en que fueron hallados los fragmentos fue encima del piso situa-do entre las capas V y IV (el piso asocia-do al Muro A, que también según Cock tuvo los rastros de un posible empedrado y que se asocia al piso que se ubica junto a la plaza circular hundida). Ésta asam-blea de cerámica se compone de frag-mentos de cuencos, “ollas” y de botellas, siendo interesante el planteamiento de los autores que el nivel en que fueron encontrados los fragmentos es contem-poráneo con la fase Urabarriu de Chavín de Huántar (Druc, Burger, Zamojska y Magny, 2001:31). En el archivo de la APRUP hay una serie de documentos que dan a conocer un hecho infame, el primero en mencionarlo es un documento de fecha 13/05/2004 dirigido a Luis Guillermo Lumbreras (entonces Director del INC) por el Club de Investigación Geo Históricos del CEP San Columbano, el segundo es el oficio Nº 101-2005-APRUP enviado el 14/02/2005 a Ana María Hoyle (entonces Directora de Patrimonio Ar-queológico) por el Presidente, Secretario y Delegado de la APRUP, y el tercero es un Memorial enviado al Presidente de la República Alan García Pérez el 18 de Agosto del 2006 firmado por varios diri-gentes de la APRUP. En éstos tres docu-mentos, fuera de otras cosas, se denuncia la intención de los invasores de demoler parte del Montículo A (brazo derecho del templo en U) con maquinaria pesada. Esto ocurrió una noche del año 2002(22), según los documentos de la APRUP un directivo de los invasores, un tal Sr. Pon-ce, con apoyo de una pala mecánica y dos volquetes de placas WI-2028 y XQ-1686 pertenecientes a la Municipalidad de San Martín de Porres empezó la de-molición del Montículo A a las 11:30 de la noche, hecho que fue impedido por los vecinos de la Urb. El Pacífico, viniendo a constatar los hechos un patrullero de la

sobre la situación del sitio arqueológico, alcance a la comunidad una copia del plano de delimitación y haga participe a los vecinos de las acciones que se hagan en bien del sitio. El día domingo 2 de Agosto del 2004, debido al estado de desidia y abandono en el que se encontra-ba, desplomóse el techo del ambiente que por el año 1975 el proyecto de Rogger Ravines había construido para proteger los frisos excavados en el atrio del cuerpo central. La República informó de lo suce-dido el domingo 8 de Agosto, una sema-na después, en un informe titulado Patri-monio por los suelos, coincidentemente ese mismo día, 2 de Agosto, Guillermo Cock presentaba al INC el Plan de Mane-jo de la zona arqueológica de Garagay, con Expediente Nº 6303. Esto se mencio-na en el Oficio Nº1117-2004-INC/DREPH/DA-D (27/09/2004) emitido por Ana María Hoyle a Oscar Calvo, miem-bro de la APRUP, en respuesta a sus do-cumentos solicitando información del estado del sitio de Garagay. Menciona además que actualmente el plano Nº T03-87 es el que define la zona intangible del sitio y que acerca de la solicitud de copia es necesario informar al INC de la finali-dad del pedido. El Oficio Nº 101-2005-APRUP (14/02/2005) enviado a Ana María Hoyle por la APRUP solicita que dentro del Plan de Manejo y Propuesta de Conserva-ción, Protección y Delimitación de Gara-gay se considere a la APRUP, puesto que son los vecinos de las urbanizaciones que rodean el sitio arqueológico los más inte-resados en la puesta en valor de Garagay y del desalojo definitivo de los invasores,

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policía de placa KL-0472 (en otro dice KL-040272) bajo la jefatura de un Técnico apellidado Velarde, cuyo código personal era 30633393 (en otro dice 30633343), siendo el hecho denunciado por los veci-nos en la Comisaría Sol de Oro en Los Olivos. Lo más increíble de esto es que con posterioridad a los hechos los vecinos de El Pacífico fueron a solicitar la constan-cia de la denuncia, encontrándose con la sorpresa que no había sido registrada. En verdad indignantes estos testimonios, vien-do como el Municipio y la Policía actúan de forma irresponsable, beneficiando a los destructores del patrimonio arqueológico. El documento enviado a Luis Guillermo Lumbreras por la APRUP el 13 de Mayo de 2004, cuyo asunto es “Conservación del Patrimonio Arqueológico “Garagay””, presenta un triptico confeccionado por escolares del Centro Educativo San Co-lumbano acerca de Garagay, además que informa de la preocupación de los vecinos de las Urb. El Pacífico, Antares, Los Li-bertadores y otras por la suerte del sitio arqueológico, quejándose por los malos olores de 50 silos excavados por los inva-sores en la zona arqueológica, informando del intento de demolición del brazo dere-cho por los invasores, informando también que se trató de coordinar con la Municipa-lidad de San Martín de Porres para refac-cionar el cerco construido por el proyecto de Ravines “sufriendo el reproche por parte de los invasores, quienes manifesta-ron que cuentan con el respaldo legal del Instituto Nacional de Cultura, para actuar como propietarios de la Zona Arqueológi-ca Garagay.”(¡!). Lo importante es que el documento solicita que el INC informe

22) El primer documento refiere 08/06/2002, el segundo documento menciona 18/06/2003 y el tercero 18/07/2002, a pesar de la poca concordan-cia de las fechas por referencias de los vecinos de la Urb. El Pacífico este hecho ocurrió el año 2002.

Fig. 30: Vista de cómo quedaron los frisos tras el colapso del ambiente que allá por 1975 colocó el INC. Foto La República, Domingo. Foto C. Salazar (08/08/2004).

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ya que diariamente desde la invasión del sitio en 1985 no sólo han sido testigos de todos los atropellos hechos por los invasores al sitio arqueológico sino que han venido soportando hechos como: pandillaje, delincuencia, vandalismo, destrucción de parques, actitudes mato-nescas y groseras por parte de los inva-sores, venta de drogas, malos olores, etc. Informa también que la influencia de los invasores ha sido tal durante la década de los noventa que uno de ellos fue nombrado gobernador del distrito de San Martín de Porres. También mencio-na el intento de demolición del brazo derecho del 2002, la instalación por parte de EDELNOR de luz eléctrica con permiso del INC (mencionando que la Urb. El Pacífico sufre de constantes apagones debido a la sobrecarga de las matrices por instalaciones clandestinas), además de teléfono, Cable Mágico, etc. Mencionan que varios de los invasores no son gente tan pobre como han hecho creer, ya que poseen varias propiedades e industrias, quéjanse también de que el estado actual de la huaca no es propicio para la visita de estudiosos y turistas y que el Plan de Manejo actual sólo toma en cuenta a los invasores “ignorando a la población que se encuentra en el entorno de esta las urbanizaciones, quienes no solo adquirimos legalmente nuestras propiedades sino que sufrimos, las consecuencias de los problemas que los invasores ocasionan y a pesar de ser los únicos que verdaderamente hemos defendido la Huaca sin el apoyo de las autoridades competentes, pese a las gestiones que venimos haciendo ante el INC.” . Informa también que el 20 de Enero del 2005 fueron al INC y habla-ron con el arqueólogo Fernando Herre-ra, quien les manifestó que sí existía el Plan de Manejo del sitio y que se encon-traba en proceso de evaluación, pidien-do que regresaran en una semana. Re-gresaron el 27 de Enero pero no fueron atendidos ya que no se encontraba el encargado. Regresaron el 1 de Febrero y fueron atendidos por los arqueólogos Carlos Rea y María Gala quienes les mencionaron algunos aspectos del Plan de Manejo. También hablaron con la arquitecta Clorinda Orbegoso, represen-tante de COFOPRI en la Comisión Cali-ficadora de Zonas Arqueológicas ocupa-das por Asentamientos Humanos, mani-festándoles el INC que de querer parti-cipar en este Plan de Manejo deberán enviar una solicitud pidiéndolo. El 10 de Abril de 2005 la APRUP vuel-ve a enviar un documento al INC (Oficio Nº 117-2005-APRUP) en el cual vuelve a solicitar una serie de documen-tación referida a Garagay, refiriendo a la Ley Nº27806 (Ley de Transparencia

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y Acceso a la Información Pública), co-mo: plano de la zona intangible de Gara-gay, Plan de Manejo del sitio presentado por Guillermo Cock, Expediente técnico de la inscripción de la zona intangible de Garagay en los Registros Públicos, etc. Mencionan que el INC sólo les ha alcan-zado hasta ahora algunas resoluciones pero que no esclarece todavía la verdade-ra situación del sitio arqueológico “motivo por el cual nos esta causando gran preocupación e indignación al ver que a transcurrido aproximadamente 20 años a la fecha de la invasión y el INC y los Gobiernos de turno no se han mani-festado al respecto, mostrándose indife-rentes o teniendo una conducta negativa con relación al problema que afecta a nuestro Patrimonio Arqueológico,”. La-mentablemente por el Oficio Nº 136-2005-APRUP enviado a Luis Guillermo Lumbreras el 10 de Agosto de 2005 sabe-mos que hasta esa fecha el INC no envió ninguna respuesta ni mucho menos nin-guna información acerca de Garagay a la APRUP. Los vecinos refieren que se apersonaron al mismo INC a preguntar por sus gestiones, pero sólo fueron “peloteados” de un lado para otro. Solici-taron entrevistas con Ana María Hoyle pero nunca llegaron a tenerla. El Oficio Nº 2117-2006-INC/DREPH-DA-D (07/08/2006) remitido como res-puesta a la APRUP por parte de Alejan-dra Figueroa, entonces Directora de la Dirección de Arqueología, confirma que ante la problemática existente en Gara-gay el INC tomó la decisión de ejecutar mediante Decreto Supremo Nº 017 PCM el “Proyecto de Evaluación Arqueológica en el Área ocupada por el Asentamiento Humano 12 de Agosto – ADV 31 de Enero en el Complejo Arqueológico Ga-ragay”, el cual fue aprobado por el Comi-té Técnico de la CCZAOAAHH (COFOPRI), mencionando que el pro-yecto está a cargo del arqueólogo Moisés Ríos y que hasta la fecha se vienen exca-vando alrededor de 50 unidades de exca-vación. Aclara a la APRUP que no debi-era preocuparse por algún intento por parte de los invasores de destrucción de evidencias arqueológicas encontradas en este nuevo proyecto de evaluación y que el Plan de Manejo se desprenderá de los resultados de éste proyecto, pudiendo ser incluidos en éste, por lo que les mencio-na que el INC se comunicará con ellos en el breve plazo. Otra cuestión importante es que Figueroa confirma la inscripción de Garagay como inmueble de propiedad del Estado integrante del Patrimonio Cul-tural de la Nación en los Registros Públi-cos y en la Superintendencia de Bienes Nacionales con Ficha Nº 107731. Éste proyecto de evaluación se había iniciado el día 12 de Julio de ese año, y duró

aproximadamente hasta el 15 de Setiembre del mismo, llegándose a excavar 108 uni-dades o cateos y 4 trincheras, a lo largo de los cuatro lados del área arqueológica de Garagay, colindante con las manzanas de 12 de Agosto. Debido al inicio de este tercer proyecto de evaluación de Garagay, esta vez efectuado por el mismo INC, la APRUP decidió en-viar un memorial al mismo Alan García Pérez , con fecha 18 de Agosto de 2006, en el cual hacen un largo recuento de toda la situación que ha soportado el sitio de Gara-gay en éstos últimos 21 años, la indiferen-cia del INC y el diario malestar que los vecinos de las urbanizaciones colindantes al sitio han soportado a lo largo de éstos años por el Asentamiento Humano 12 de Agosto. El documento evidencia que la APRUP ve con profunda desconfianza la nueva evaluación de la zona arqueológica, debido no sólo a la anterior experiencia de Cock, sino por tener la impresión de ser un asunto casi hermético entre el INC y los pobladores de 12 de Agosto. También en todo este tiempo, debido al desplome del techo del ambiente protector del atrio en Agosto del 2004, el INC en la persona de la Sub-Dirección de Conserva-ción y Gestión del Patrimonio inició una serie de acciones destinadas a salvaguardar lo poco que quedaba, a esas alturas, de los frisos de Garagay, ejecutando el “Proyecto de Puesta en Valor de las Estructuras exca-vadas en los años 70’s” todo ello con un presupuesto de S/. 111,000.00. Para finales del 2006 ya había completado una conser-vación preventiva, y para verano del 2007 había reconstruido los dos ambientes pro-tectores, tanto del brazo derecho como del atrio, pero todavía sin iniciar un proyecto de restauración de los frisos, que será eje-cutado en el futuro. Sabemos que el INC elabora a estas alturas un Plan de Manejo del sitio, y que dentro de poco se presentará el Informe final del proyecto de evaluación realizado el 2006. Sólo esperamos que ésta vez el resultado final sí contemple la recu-peración integral del sitio arqueológico, la reubicación definitiva de los invasores y así Garagay deje de tener el penoso aspecto que actualmente ofrece. Breve discusión de nuestros conocimien-tos sobre el sitio Garagay es un sitio arqueológico pertene-ciente a la tradición arquitectónica de Tem-plos en U (Williams, 1971:2) (Ravines, 1975:8) (Ravines e Isbell, 1975:257) (Williams, 1978-1980:95) (Williams, 1984 [1980]: 417) (Ravines, Engelstad, Palomi-no y Sandweiss, 1982: 135) (Ravines, 1984:29) (Williams, 1985:230) (Ravines, 1991:222) (Bonavia, 1991:197) (Burger, 1992:63) (Kaulicke, 1994) (Rosselló, 1997:36), tradición arquitectónica propia de la costa central y norcentral en el Perío-

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1052 a.C. (a dos sigmas 95.4%) (no considerando el fechado PUCP-9, que bajaría el límite inferior de ocupación hasta el 792 a.C. (a un sigma) y a 591 a.C. (a dos sigmas)). Éste lapso de tiem-po está enmarcado en el Período Inicial de Rowe (1962), en el Período Inicial y comienzos del Horizonte Temprano de Lanning (1967), en el Formativo Infe-rior al Formativo Medio de Lumbreras (1974 y 1989), en el Período Inicial de Burger (1992), en el Formativo Tem-prano y Medio de Kaulicke (1994), en el Formativo Temprano y Medio Tem-prano de Elera (1997) y en el Formativo

Temprano y Medio de Kato y Seki (1998). En pocas palabras, un lapso de tiempo de setecientos años de ocupación (o mil dos-cientos años considerando el fechado PUCP-9) (a dos sigmas) por las sociedades del Formativo de la costa central que lo usaron como un importante (sino el más) centro ceremonial del valle del Rímac y de la costa central. Pero es importante recono-cer que no debió tener la misma envergadu-ra desde el inicio de su construcción-ocupación, sino que ésta fue creciendo pau-latinamente, hasta llegar a su punto máxi-mo al parecer poco tiempo antes que fuera abandonado. Por toda la información que tenemos hasta la fecha, por todas las investigaciones reali-zadas (sobre todo la de Ravines) coincidi-mos en asignar la función de un centro ce-remonial a Garagay, función que al parecer tuvo desde los comienzos de su ocupación hasta su abandono. Fue uno de los diez templos en U del valle del Rímac, sólo su-perado en tamaño por uno: La Florida. Puede dividirse la historia de la ocupación de éste templo en U o centro ceremonial en las tres fases de remodelación (Templo Temprano, Medio y Tardío) que detectó Ravines en sus excavaciones. Suponemos que el Templo Temprano empezó a cons-truirse hacia los 1700 a.C.(25) y probable-mente tuvo la misma disposición arquitec-tónica que las otras remodelaciones: núcleo conformado por una pirámide troncocónica flanqueado por dos alas laterales más bajas, con un atrio emplazado en el frontis que da a la plaza central. Un dato resaltante de ésta fase es que al parecer los brazos (o con más seguridad el brazo derecho) aún no estaban

23) Los fechados que figuran con el código “CU” son en verdad del laboratorio de radiocarbono de la PUCP mencionándolo una tabla de fechados radiocarbónicos que publica Ravines (1982: 164-165). También dice lo mismo el libro Andes. Radiocarbon Database de Ziólkowski y otros.

25) Es interesante ésta hipotética fecha de inicio de construcción de Garagay, ya que se produjo casi simultáneamente con el supuesto abandono de Huaca La Florida (1750 a.C.) (Patterson, 1985:65) y cuatrocientos años antes que supuesta-mente se abandone Cerro Sechín (Samaniego, Vergara y Bischof, 1985:182-184).

24) Según la tabla de fechados radiocarbónicos publicada por Ravines en 1982 todos los fechados de Garagay son de carbón, a excepción de CU-09 ( P U C P - 0 9 ) q u e f u e h e c h o d e “conchas” (mencionando que todos estos fecha-dos fueron hechos en 1977). Según el libro Andes. Radiocarbon Database de Ziolkowski y otros, las muestras hechas por el laboratorio “TK” fueron hechas con carbón, y las muestras hechas por el laboratorio de la PUCP fueron hechas con mues-tras botánicas (por lo que son menos fiables, además que el laboratorio de radiocarbono de la PUCP ha dado muchas veces fechados impreci-sos). También es casi inválido el resultado dado por el fechado PUCP-9 ya que cae en el problema del “Plateau de Hallstatt”.

construidos, ya que la primera fase cons-tructiva del brazo derecho se relaciona con el Templo Medio (Ravines, 1984:35). Tampoco sabemos si en la construcción de éste primer templo esta-ba ya emplazado el vestíbulo (aunque quizás éste se construyó cuando ya estu-vo definido el espacio de la plaza central, por la construcción de los dos brazos laterales) pero esto en verdad son sólo conjeturas. La utilización de éste Templo Temprano duró unos 300 años aprox. ya que el Templo Medio se construiría hacia los 1400 a.C. (Ravines e Isbell mencio-nan que empezó a construirse el Templo Medio hacia el 1200 a.C. (1975:266), y con la actual calibración radiocarbónica ésta fecha retrocedería unos doscientos años aprox.). Ésta fase remodelativa de Garagay no sólo nos ha dado las mejores evidencias en lo que concierne a la excavación de su atrio y al hallazgo de sus espectaculares frisos, sino que es importante ya que al parecer fue recién en ésta etapa que el conjunto adopta la configuración en U. Se empezaron a construir los dos brazos (al menos el derecho) y el área cercada entre el cuerpo central y éstos dos nuevos montículos o brazos definió un nuevo ambiente que fue la plaza central del si-tio. El período de ocupación de éste Templo Medio fue de 200 años según Ravines e Isbell (1975:266), pero quizás fue igual-mente de unos 300 como el Temprano. La remodelación y ampliación del cuerpo central sumado a la construcción de los brazos y, sobre todo, a la nivelación de la

Fig. 31: Garagay, desde la cima del cerro Mulería. Foto J. Fuentes. Marzo 2007.

do Inicial, que Burger también denomina “Cultura Manchay”. Por los fechados radiocarbónicos que Ravines recogió del sitio de-terminó su período de ocupación de los 1500 a 600 a.C. (TK-178 – 3340 +- 70 (1390 a.C.)) (CU-49 – 3170 +- 80 (1220 a.C.)) (TK-177 – 3090 +-70 (1140 a.C.)) (CU-09 – 2730 +-70 (780 a.C.))(23). Re-cientemente hemos calibrado és-tos cuatro fechados con el Sout-hern Hemisphere Atmospheric de McCormac (2004) y los resulta-dos son los siguientes (a un sig-ma): para (TK-178) un lapso de tiempo de 1660 a 1461 a.C.; para (PUCP-49) un lapso de tiempo de 1492 a 1268 a.C.; para (TK-177) un lapso de tiempo de 1402 a 1133 a.C.; y para (PUCP-9) un lapso de tiempo de 906 a792 a.C.(24) con lo cual el lapso de tiempo de ocupación de Garagay oscilaría entre los 1660 a 1133 a.C. (a un sigma 68.2%) y entre los 1738 a

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plaza central del sitio(26) demandó una gran concentración de mano de obra en el lugar, y sobre todo, su dirección. Creemos que esto puede significar un mayor control sobre la población por parte de los sacerdotes y sobre sus re-cursos. La iconografía de ésta fase de remodelación, tanto en los frisos del cuerpo central como en el brazo dere-cho muestra influencias cupisnicoides (la Gran Imagen) como también varios motivos iconográficos que son comunes con la iconografía Chavín de la fase AB de Rowe (1973). Es por ello que Ravi-nes piensa que el origen de algunas de las convenciones iconográficas Chavín estuvo en la costa central (1984:44). La fase del Templo Tardío se inicia hacia los 1200 a.C. (Ravines e Isbell mencionan los 1000 a.C. (1975:266) lo cual hemos corregido con la calibra-ción) y duró aprox. unos 200 años, has-ta el 1052 a.C.(27). Durante ésta fase se remodeló el cuerpo central, construyén-dose un nuevo atrio y dándole la confi-guración final que observamos en la actualidad. Los brazos se ampliaron, al menos en el brazo derecho Ravines detectó dos ampliaciones más. Relacio-nada con la segunda o tercera amplia-ción del brazo derecho estaría la plaza circular hundida, que quizás tuvo su contraparte simétrica frente al frontis sureste del brazo izquierdo. Aunque no quede prácticamente nada de los frisos del atrio de éste templo tardío (ni si-quiera al parecer un registro de ellos) los frisos y la configuración arquitectó-nica encontrados por Ravines en el bra-zo derecho nos dan una idea de cómo debieron ser éstos frisos perdidos. Ravi-nes encuentra en el brazo derecho una estructura conformada de tres platafor-mas superpuestas, la última de las cua-les tiene una planta en forma de U (ver plano Casareto, 1998). La proyección de la escalera principal es la que lleva a la cima del montículo donde se encuen-tra un ambiente restringido donde según Ravines “se levantó el santuario que debió albergar la imagen principal, en bulto, apoyada sobre tres escalo-nes.” (1984:36) ¿No recuerda ésta des-cripción acaso la imagen denominada “Felino Modelado en Bulto” que Tello halló en Punkurí en 1933? (Vega-Centeno, 1995:58) ¿Y no es similar acaso la planta de la segunda platafor-ma del brazo derecho de Garagay en forma de “U” a la planta de la segunda plataforma de la fase de construcción A1 del sitio de Punkurí? (Vega-Centeno, 1995:65) (Ver plano de Casa-reto, 1998)(28) Y es más interesante esto cuando se añade que Ravines encontró dentro de éste ambiente a dos frisos de guardianes puestos de perfil portando

un gran escudo (frisos que como habrán indicado muchos investigadores se aseme-ja a los dos “guerreros” o “danzantes” de los petroglifos cupisniques de Alto de las Guitarras (Ravines, 1984:36)). Sumado a esto Ravines encontró seis hornacinas flanqueando el ingreso a éste ambiente, y en los espacios entre cada hornacina en-contró los frisos de tres cabezas, una con rasgos sechinoides y las otras dos con ras-gos de las cabezas clavas de Chavín (Ravines, 1984:37). Como se ve hay ras-gos e influencias de varios focos culturales del Formativo de los Andes Centrales. Al parecer hubo una remodelación más en ésta pirámide y probablemente (debido a los datos encontrados en las Unidades 11 y 2 del proyecto de Cock) a ésta última re-modelación se asocia el piso final de la plaza central del sitio, piso que se asocia también a la plaza circular hundida situada en el eje que marca la escalera principal de acceso al Montículo A. Es interesante que la cerámica que Cock halló sobre éste piso en la Unidad 2 haya sido clasificada como contemporánea a Urabarriu de Chavín de Huántar por Druc, Burger, Zamojska y Magny (2001:31). El sitio al parecer es abandonado hacia los 900 a.C. (la investigación de Ravines men-ciona 600 a.C.) por razones y circunstan-cias no claras. Rosselló señala la hipótesis de que hubo durante este período un “Gran sismo” en la costa central, que originó el cambio del cauce de los ríos Rímac y Chi-llón. Desaparecieron los dos brazos del Chillón (que transcurrían tanto al sur como al norte de Garagay) y el cauce se trasladó definitivamente al norte, mientras que el Rímac, que desembocaba más al sur, tras-ladó su desembocadura al norte del Callao (Rosselló, 1997: 55-56). Siendo el sismo y el cambio del cauce de los ríos lo que ori-ginó el abandono de varios de los templos en U, entre ellos Garagay y Cardal. Nos parece que es una hipótesis hasta cierto punto atractiva y sugerente. Si bien un gran sismo pudo ocasionar en la organiza-ción de sociedades tempranas algunos tras-tornos no creemos que por sí solo sea la causa de la extinción de un tipo de organi-zación o cultura (en este caso, la “Cultura Manchay”). Sobre el cambio brusco de los cauces de los ríos si bien creemos que sí hay pruebas geológicas, topográficas y edáficas para probar que hubieron cauces de agua desembocando por Bellavista, al sur de Garagay y al norte del Cerro Mule-ría, pensamos que probablemente sólo fueron “brazos” (efluentes) de los cauces principales que al parecer siempre estuvie-ron en el cauce actual. Probablemente al-gún fenómeno climático causó el descenso de la descarga de ambos ríos, lo que oca-sionó que dejara de transcurrir agua por estos cauces.

De todas formas por las evidencias recu-peradas en Garagay es palpable que en algún momento de su ocupación, quizá al término de ésta, sufrió el embate de una catastrófica inundación. En las excavacio-nes de Ravines y Cock es notorio los ras-tros de avenidas de agua, que en el caso del lado norte de la plaza circular hundida es evidencia de una avenida sorpresiva y lo suficientemente fuerte como para ba-rrer con todo ese flanco de la plaza, por lo que no es tan descabellada la hipótesis de Rosselló (ilustrada en la Fig. 10, 1997) de una avenida de agua catastrófica que halla impactado en el flanco sur del brazo dere-cho (que hipotéticamente era semejante en proporciones al izquierdo) y que haya sido la responsable del actual estado del brazo. Y es lógico si uno revisa las curvas de nivel de esa zona, del flanco sur del ala derecha del cuerpo central y sobre todo, por la prueba empírica que arrojó la exca-vación de Cock en esa zona: los vestigios del brazo derecho se extienden inmediata-mente al suroeste del mismo, por lo que probablemente alguna vez tuvo la enver-gadura del izquierdo. La pregunta sería ¿Qué clase de desastre natural pudo oca-sionar esto? Dentro de estas teorías catas-trofistas se incluiría la postulada por Ro-bert McK. Bird sobre un gran tsunami hacia el año 900 a.C., que sería el respon-sable no sólo del aniquilamiento de la organización social en la costa central, sino que literalmente “barrió” el centro ceremonial de Garagay (por su cercanía al litoral) y que dejó entre otras evidencias los estratos aluviales que recubren casi toda o toda la extensión de la plaza, pro-ducto del agua en retroceso hacia el océa-no. Bird piensa que una ola capaz de se-mejante destrucción pudo medir más de

26) Éste es un detalle que acertadamente repara Williams (1978-80:109), intuyó que una buena parte de la mano de obra que erigió éstas colosales estruc-turas se empleó en “nivelar” las plazas centrales. Aunque se tenga la impresión que al erigirse éstos complejos en terrenos “llanos” no había necesidad de ésto, pensamos que eso es una apreciación super-ficial. El hallazgo de pisos en éstas plazas en Cardal (Burger, 1993) y en Garagay (Cock, 1998), es evi-dencia de que se “niveló” y se cubrió de un apisona-do o piso una gran extensión de éste ambiente.

27) Podría ser unos 700 años si se considera el fe-chado PUCP-9, es decir hasta los 591 a.C. pero sería algo inconsistente ya que duraría más que el doble del tiempo de los dos períodos anteriores.

28) Aunque vale la pena aclarar que el “Felino Mo-delado en Bulto” de Punkurí aparece en una escali-nata de la fase constructiva B1 de éste sitio (Vega-Centeno, 1995:58). Aún así guarda alguna concor-dancia, ya que la hipotética “figura en bulto” del brazo derecho de Garagay está en la tercera platafor-ma, posterior a la segunda, que tiene planta en “U”. El hecho que la segunda plataforma del brazo dere-cho de Garagay tenga planta en U haría que sea un exponente más de lo que Vega-Centeno definió como “Estructuras con cima en forma de “U” (1995:63) patrón arquitectónico definido para construcciones del área de Casma y para las cupisni-ques del valle medio de Jequetepeque.

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29) Sin embargo en otros templos en U, como Cardal y La Florida, sí se han encontrado vestigios de vi-viendas de pobladores comunes rodeando el sitio.

70 m. de alto (Bird, 1987:295-296). Ros-selló acopla la hipótesis de Bird a su esquema, mencionando que el tsunami fue producto del violento terremoto que ocasionó el cambio de cauce de los ríos (Rosselló, 1997:59). Nosotros pensamos que el abandono de los templos en U de la costa central, y la desaparición de la cultura Manchay, ocurren por la suma de una serie de fe-nómenos tanto humanos como naturales. Pero sospechamos que están íntimamen-te ligados al fenómeno ENSO (El Niño Southern Oscilation) que ocurrió hacia los 800-700 a.C., y que ocasionó el abandono de casi todos los templos mo-numentales costeños, cupisniques, cas-meños y templos en U (Elera 1993, 1997; Onuki 1993; Kato y Seki 1998, Burger 1992). Creemos que este Fenó-meno El Niño fue lo suficientemente fuerte como para golpear mortalmente la organización política, económica y so-cial de los habitantes de la costa central durante éste período, lo que ocasionó el abandono de éstos colosales templos, cayendo la sociedad de la costa central en un período convulso, del que sólo se recuperó al emerger la sociedad Lima (200 d.C.). Rosselló (1997:38, 40-42)maneja una hipótesis sugestiva sobre la estrecha relación entre los geoglifos de la quebra-da de Canto Grande y de otras quebradas cercanas en Lima y las orientaciones de los templos en U. Piensa que necesaria-mente para la construcción de cada tem-plo en U se trazaron geoglifos que ayu-daron en la orientación de los mismos. Así piensa que Garagay estaría relacio-nado con un geoglifo desaparecido ubi-cado en la “Pampa de Comas”, mencio-nando que en 1956 visitó el lugar con Mejía Xesspe y que hallaron cemente-rios a ambos lados del mismo en su pun-to de unión con el valle, y que en éstos ubicaron cerámica semejante a la encon-trada por Ravines en Garagay. De todas formas llama la atención su orientación, y llama más todavía considerando que al trazarse su planta en U se integraron a ésta, en la perspectiva que uno tendría hacia esa dirección, las colinas o cerros cercanos. Si uno se coloca en la cima del cuerpo central mirando directamente hacia el noreste notará como ambos bra-zos del templo en U parecieran proyec-tarse y prolongarse en los cerros mis-mos, el derecho con el Mulería y el iz-quierdo con el Pro. Pareciera que al mo-mento de elegir el lugar de edificación y construirlo integraron el mismo paisaje en la idea de una sola U gigantesca (Vega-Centeno, comunicación perso-nal). Acerca de otros aspectos del sitio cree-

climáticos y astronómicos, como también un probable rol de centro de acumulación y redistribución de bienes. Silva y García (1997:26) piensan que los templos en U del valle del Rímac fueron construidos por sociedades que tenían un grado de organi-zación política conocida como “Jefatura” en la cual son claramente diferenciadas la población común y la élite dirigente. Así, cada templo en U congregó a un grupo de aldeas que compartieron una misma zona geográfica, habiéndose iniciado con un templo en U “cabeza de serie” (en este caso el candidato más fuerte sería La Flo-rida) que ocasionó “réplicas” de sí mismo a lo largo del valle. Al parecer según éstos autores Garagay y La Florida fueron los templos en U más importantes del valle: Garagay controlando la zona del litoral y La Florida la zona de valle adentro (Silva y García, 1997:27). Burger en cambio piensa que éstos asentamientos no estuvie-ron integrados dentro de sistemas políticos complejos, que hubo débil estratificación social y que en cambio las instituciones religiosas si tuvieron un mayor control de la sociedad (Burger, 1992). El hallazgo de cerámica Curayacu, Colinas, Ancón y Huachipa por las excavaciones de Ravines (Ravines, Engelstad, Palomino y Sand-weiss, 1982: 136-138) es la evidencia pen-samos de contactos e interrelación entre diferentes poblaciones ubicadas tanto al sur, este y norte de Garagay, aunque los análisis hechos con cerámica recuperada de la excavación de Cock (Druc, Burger, Zamojska y Magny, 2001:42) evidencien que la cerámica de Garagay fue fabricada en los mismos alrededores del sitio, y que no hubo un intercambio significativo con

mos que Garagay fue en su época el cen-tro ceremonial más importante de su área (a pesar de existir a la redonda vestigios de varios otros templos en U, como Pam-pa de Cueva, Condevilla, Naranjal e In-fantas), lugar al que convergieron los habitantes de las aldeas dispersas en las márgenes de los ríos, en el litoral y en las lomas. Tal como señalaron Ravines e Is-bell (1975:266-267) al parecer Garagay no significa una forma temprana de urba-nismo. No hubieron numerosos vestigios de montículos más pequeños alrededor del mismo, ni las excavaciones hechas han hallado contextos domésticos rodean-do los montículos más grandes(29). Quizás, como dijeron éstos arqueólogos, sus edifi-cadores vivieron dispersos por la comar-ca, pero los sacerdotes encargados del culto probablemente sí residieron en el centro ceremonial. Pero creemos para ésta discusión que la pregunta más difícil de ser contestada o resuelta es: ¿Qué meca-nismos existieron para que se erijan éstas gigantescas construcciones? ¿Fue coac-ción por la violencia? ¿Fue coacción reli-giosa o ideológica? ¿O fue simplemente el resultado de un “acuerdo” entre los dife-rentes habitantes de la región? Creemos con toda sinceridad que éstas preguntas están muchísimo más allá de ser contesta-das con los actuales conocimientos que tenemos del sitio. Ravines e Isbell men-cionaron que Garagay es el resultado de la convergencia de poblaciones aldeanas y dispersas que buscaban interrelacionar diferentes grupos de parentesco en la construcción, en ciclos calendáricos, del centro ceremonial. A mayor participación de determinado grupo familiar crecía el prestigio social del mismo. Insisten tam-bién en que cumplió un rol muy importan-te en el cálculo y predicción de eventos

Fig. 32: Campeonato de fútbol de 12 de Agosto en la plaza principal de Gara-gay. Foto Samuel Bringas, 2005.

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Ancón (que produjo al parecer su pro-pia cerámica) y tampoco con otros cen-tros formativos como Pallka, Nepeña y el mismo Chavín de Huántar. De todas formas creemos que un centro ceremo-nial de la importancia y envergadura de Garagay debió tener un prestigio y una influencia que repercutió más allá de la misma costa central. Creemos que falta mucho por saber acerca de la organización política, so-cial, económica, religiosa, estrategias de subsistencia, iconografía, etc. de este alucinante sitio arqueológico ubicado en medio de nuestra triste ciudad capi-tal, datos e información invalorable que perderemos totalmente si dejamos que Garagay siga abandonado a su suerte. Reflexiones finales Lo sucedido con Garagay es un hecho que pueda parecer común que suceda en el Perú: invasión de una zona arqueoló-gica. Pero aunque parezca exagerado decirlo fue y es un caso casi único de desidia, irresponsabilidad, abandono y olvido de la sociedad, el Estado y el INC hacia con el patrimonio arqueoló-gico de todos los peruanos. Nosotros coincidimos con Cock cuando tipifica el caso de Garagay como un trauma pero discrepamos profundamen-te de su parecer cuando inmediatamente lo considera una paradoja, la “paradoja” de que precisamente por la invasión de 1985 es que Garagay ha podido preservarse hasta nuestros días (¡!). Vale la pena transcribir éstos párrafos de Cock: “Sin embargo, a pesar de haber estado ocupado desde 1985, Ga-ragay se ha conservado prácticamente completo y en el mismo estado en el que se hallaba en 1985” (1998:4) y también “La PARADOJA está en que, si no fue-se por la población que está hoy día asentada en el sitio, éste hubiese sido invadido y destruido, como ha sido el caso de prácticamente todos los sitios arqueológicos que han atravesado por este proceso.” (1998:5) ¿Qué podemos pensar de semejantes afirmaciones? ¿Revelan en verdad un conocimiento cabal de lo que ha significado para el sitio de Garagay la invasión de 1985 y sus repercusiones en todos éstos años? ¿Es cierta ésta “paradoja” enunciada por Cock? Nuestra modesta opinión es que nunca ha existido, y que su enun-ciado reveló las verdaderas intenciones de éste investigador: legalizar la pose-sión de los pobladores de 12 de Agosto en el sitio. Nosotros, modesta y humil-demente nos preguntamos ¿Contribuyeron a la conservación del sitio los pobladores que lo invadieron una madrugada del 12 de Agosto de

1985, ocupando la plaza central del sitio y amenazando de muerte a los guardianes? ¿Contribuyeron a la conservación del sitio éstos pobladores que abrieron zanjas en plena zona arqueológica, extrajeron pie-dras, barro, tierra y adobes de los montícu-los arqueológicos para la construcción de sus viviendas y que inclusive huaquearon en el sitio? ¿Contribuyeron a su conserva-ción éstos mismos pobladores que la ma-drugada del lunes 25 de Mayo de 1987 saquearon el gabinete ubicado en la plaza del sitio y luego destrozaron los vitrales con que se protegían los invalorables frisos ubicados en el atrio y en el brazo derecho, hecho que determinó la progresiva des-trucción de los mismos? ¿Contribuyeron a su conservación éstos pobladores que una madrugada de Julio de 2002 intentaron, con maquinaria pesada prestada del Muni-cipio de San Martín de Porres, demoler el brazo derecho donde se encuentran ex-puestas evidencias arquitectónicas y sobre todo una serie de valiosos frisos? ¿Contribuyeron a su conservación éstos pobladores que en éstos veintidós años han abierto silos, han hostilizado a los guardia-nes del INC, han convertido algunas áreas en botaderos de basura y se han autopro-clamado reiteradas veces los “dueños” de la zona ? Por todo esto nos parece total-mente absurda la “paradoja” de Cock. Nosotros sabemos perfectamente que el país ha pasado por agudas crisis en los últimos treinta años, la subversión, la crisis económica, la falta de empleo, el hambre, la miseria, etc. empujó a miles de poblado-res a asentarse en cinturones humanos alrededor de las principales ciudades (sobre todo Lima) y que muchas zonas arqueológicas fueron perjudicadas, pero aún así Garagay reviste un caso especial: fue un sitio en pleno proceso de investiga-ción y puesta en valor, que tuvo un cerco perimétrico parcialmente construido cuan-do se produjo su ocupación. Nosotros nos preguntamos: ¿Cuál sería nuestra reacción, o nuestra indignación si nos enteramos que una madrugada invadieron y ocuparon sitios como Pucllana en Lima o Huaca de la Luna en Trujillo? ¿Acaso no reclamaría-mos una inmediata reacción de las autori-dades? ¿Por qué no pasó eso en Garagay? Nos llama la atención que junto con la invasión de Garagay se produjo en Agosto de 1985 numerosas invasiones en el cono norte de Lima, y una realizada en terrenos de propiedad privada colindante con las avenidas Perú y Faucett fue desalojada brutalmente por la policía un mes después de producida ¿Por qué en un país como el nuestro sí funciona la ley ante los intereses de un particular y no para el patrimonio de todos los peruanos? Después de producida la invasión del sitio, el INC presionó reite-radas veces ante las autoridades, por varios años después de producido el incidente ¿Por qué esa indiferencia? ¿Por qué ese

desinterés pleno, incurioso y malsano de las autoridades? ¿Por qué ese desinterés del Poder Judicial y de las fuerzas policia-les, evidenciado cuando se produjo el intento de demolición del brazo derecho el 2002, y la policía no hizo ningún regis-tro de eso? ¿Por qué ese colaboracionismo interesado con las expectativas de los invasores por parte de las autoridades municipales del distrito, como el caso del alcalde Marcelino Morales en Julio de 1990? ¿Por qué esa demagogia derrama-da por los políticos de turno, alcaldes, parlamentarios y hasta presidentes, para con las expectativas de los invasores? (véase García en 1985 y Fujimori en la década de los noventa) ¿Por qué esa falta de reacción, de criterio y de sentido co-mún por parte del INC para proteger los frisos y la arquitectura expuesta antes que sean destruidos? ¿Por qué la sociedad peruana dejó que ocurriese un hecho tan lamentable como éste?. La pobreza no es justificativo para que ocurran atentados tan graves contra el patrimonio cultural, pero analizado con mayor frialdad el caso de Garagay eviden-cia a una turba desesperada de pobladores que fue manejada hábilmente por trafican-tes de terrenos, que aprovecharon la co-yuntura de cambio de gobierno para nego-ciar con las necesidades y angustias humanas. Evidencia también un aferra-miento casi patológico por parte de la mayoría de los pobladores que han perma-necido allí, a pesar de no tener servicios básicos como el agua y el desagüe, servi-cios que podrían haber tenido si se trasla-daban a otro lugar. Nosotros creemos, con toda la buena fe del mundo, que si puede llegar a solucio-narse el caso de Garagay. Creemos que el INC, que ha tenido desde 1985 hasta hace poco una gran irresponsabilidad por no tomar medidas idóneas de emergencia para conservar las extraordinarias eviden-cias de Garagay (sobre todo los frisos), aún puede reivindicarse en su esencial papel de principal protector del patrimo-nio arqueológico nacional: podría coordi-nar con el gobierno, las autoridades muni-cipales, el Ministerio de Vivienda, etc. para llegar a un acuerdo con los actuales pobladores de 12 de Agosto para que pue-dan ser reubicados en otro lugar, donde sí puedan tener una vida digna, con todos los servicios básicos, y creemos que pue-de ser viable ya que por referencias de algunos pobladores no todos se aferran de forma desesperada y radical al lugar. Pen-samos que ésta reubicación debería ir de la mano de un exhaustivo estudio hechos por trabajadores sociales para determinar qué pobladores en verdad no tienen pro-piedades fuera de 12 de Agosto y qué pobladores en verdad no tienen recursos, ya que por referencias que tenemos sabe-

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mos que como hay gente humilde y hon-rada hay también gente deshonesta, que tiene propiedades fuera de su casa en la invasión y que posee más recursos que lo que uno imagina, queriendo siempre encontrar una salida fácil a todo esfuer-zo o sacrificio que tantas personas asu-men hidalgamente en su vida. Hace pocos meses América Televisión trasmitió en el programa “Cuarto Poder” un reportaje titulado “Las Historias de Huaca Garagay” (Domingo 6 de Mayo del 2007) en el cual se da una visión completamente parcializada con los in-vasores del problema de Garagay, po-niéndolos como “víctimas” del “intolerante y abusivo” INC que no los deja tener sus títulos de propiedad ni servicios básicos. Nosotros nos pregun-tamos ¿Quién en verdad fue la víctima aquí? Pero al margen de eso revela las influencias que tienen los pobladores de 12 de Agosto, y también la poca serie-dad con que un medio de prensa informa sobre un problema tan delicado para el patrimonio del país. Interesante también las declaraciones de pobladores desespe-rados, exigiendo el cumplimiento de la promesa hecha en campaña por el actual mandatario de tener en seis meses solu-cionado su saneamiento legal. Como se ve, actitudes políticas y demagogia que vuelven a repetirse, inexorablemente, como una maldición cíclica en el país. Garagay espera justicia, justicia para con las evidencias de incalculable valor de un templo de nuestros antepasados, jus-ticia para con un sitio que aún guarda valiosísimos conocimientos científicos, justicia para con un sitio monumental que abierto al turismo sería una razón más para sentirnos orgullosos de nuestro extraordinario patrimonio arqueológico. No dejemos que siga así esta triste reali-dad, triste “orden establecido” para con la arqueología peruana y salvemos a Garagay, de una vez por todas, de la incuria de la indiferencia y del polvo del olvido.

“¡Cómo, hermanos humanos, no deciros que ya no puedo y ya no puedo con tánto cajón,

tánto minuto, tánta lagartija y tánta

inversión, tánto lejos y tánta sed de sed! Señor Ministro de Salud: ¿qué hacer?

¡Ah! Desgraciadamente, hombres huma-nos

hay, hermanos, muchísimo que hacer.” César Vallejo, Los nueve monstruos de

Poemas Humanos. Agradecimientos: Quisiera agradecer la ayuda desinteresada de Samuel Bringas, vecino de la Urb. El Pacífico, que amablemente me facilitó consultar el archivo de la APRUP.

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1975 Garagay. Un viejo templo en los Andes en Textual, Nº 10, Revista del Instituto Nacional de Cultura, Octubre. Pg. 1-12, Lima.

1979 Garagay como arqueología experimental en Arqueología Peruana, Compilador Ramiro Matos Mendieta. Pg. 75-80.

1982 Panorama de la Arqueología Andina. Instituto de Estudios Peruanos. Lima.

1984 Sobre la formación de Chavín: Imágenes y Símbolos en Boletín de Lima, Nº 35, Año 6, Setiembre. Pg. 27-45, Lima.

1985 Inventario de monumentos arqueológi-cos del Perú. Lima metropolitana (primera aproximación). Instituto Na-cional de Cultura. Municipalidad de Lima Metropolitana. Lima.

1991 Garagay: Un centro ceremonial del Período Formativo en Los Incas y el Antiguo Perú 3000 años de Historia. Centro Cultural de la Villa de Madrid, Febrero-Abril. Pg. 218-229.

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Introducción Recientemente se han realizado numerosas investigaciones en la costa sur -central del Perú, focalizándose los estudios a los pe-riodos tardíos, observándose un notable interés por entender la problemática con-cerniente a la ocupación local y a las carac-terísticas de la dominación política, admi-nistrativa y religiosa por parte del estado imperial inca en esta parte del Tawantin-suyu; (V. g. Ángeles,2004; Baca,2004; Campos,2006; Coello,1998;Noriega,2000; Tantaléan y Pinedo, 2004). Sin embargo se ha dejado del lado en estos últimos años la investigación en el valle de Cañete en lo que concierne a este periodo anterior a la llegada de los incas a la Costa Central (1100 d. C. a 1470 d. C.). Si bien es cierto contamos con fuentes históricas, excava-ciones y/o datos arqueológicos provenien-tes de la zona de Cañete creemos que aún falta mucho por saber de la ya famosa so-ciedad de los Guarco. Este artículo preten-de ser un balance de la información obteni-da, y por otro lado busca entablar algunos hilos conductores que lleven a conocer, entender y comprender las diferentes mani-festaciones culturales de esta formación social.

Los estudios etnohistóricos y arqueológi-cos en el valle bajo de Cañete nos han re-velado la presencia de un grupo social que se desarrolló durante el periodo conocido en la arqueología peruana como Estados Regionales (1100 d. C. – 1470 d. C.), un periodo anterior a la llegada de la avanzada expansiva incaica a la Costa Central Perua-na. Esta sociedad es conocida por los in-vestigadores como Guarco.

La sociedad Guarco extendía sus dominios desde el litoral hasta la zona conocida hoy como Ungará (o Hungara) en el valle bajo de Cañete, con una extensión aproximada de 120 km² (Marcus, Matos y Rotswo-rowski: 1983-1985:126). Este era un pue-blo guerrero a decir de las crónicas, que fue el único en oponer resistencia a la con-quista inca en esta parte de la costa perua-na (Castro y Ortega Morejón: 1968, p.467).

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Entorno geográfico El valle del río Cañete se extiende 139 Km. al sur de la ciudad de Lima. En éste la vida del hombre se desarrolló desde tiempos muy remotos gracias a la gran cantidad de agua transportada por el río del mismo nombre que nace en las altas cordilleras de los de-partamentos de Junín y Lima, en la laguna de Ticllacocha a una altura aproximada de 4600 msnm. (ONERN, 1970:24), generando que el vastísimo valle de Cañete provea de gran cantidad de productos agrícolas a las socie-dades pretéritas.

El clima predilecto, el agua abundante y la gran cantidad de habitantes de la esplendoro-sa sociedad Guarco fueron factores determi-nantes en la explotación de tierras de cultivo a gran escala.

Los Guarco, expertos conocedores de su medio geográfico, destacaron por la creación de un sistema de canales de irrigación alta-mente sofisticado que les permitió desarro-llar una alta producción agrícola y tener un desarrollo autónomo. Para defender estos canales los Guarco edificaron fortalezas en lo alto de colinas ubicadas estratégicamente donde pudieran observarse el flujo de perso-nas y/o ejércitos (V. g. a Ungara y Cancha-rí).

Esta sociedad además de dedicarse a la agri-cultura también se dedicó a la pesca especia-lizada identificando las zonas de extracción

93), señala la presencia de ciénagas y jun-cos en las cercanías y contornos de Cerro Azul.

De cronistas, viajeros e historiadores Como es bien sabido son varios los cronis-tas de los siglos XVI y XVII que hacen diversas referencias acerca de las fortale-zas, palacios y templos de los Guarco; así como de sus enfrentamientos militares con los Incas y algunos datos que nos han servi-do para caracterizar esta sociedad.

Cabello de Valboa [1586] (1951:338-339) señala que la palabra Guarco se impuso al valle luego de la represalia cusqueña so-bre los nativos de este lugar y que su signi-ficado tendría que ver con el término nativo que significa peso o balanza. Señala ade-más que el Inca ordenó “colgar” en las murallas de la fortaleza a los “rebeldes” locales.

Etimológicamente Guarco significaría los colgados o ahorcados, en alusión directa a la matanza realizada por los incas.

Francisco de Jerez ([1534] 1968: 249) nos relata lo siguiente:

“… A este pueblo (Pachacamac) vinieron los señores comarcanos a ver al capitán con presentes de lo que había en su tierra y con oro y plata… El señor de Malaque, llamado Lincoto, vino a dar la obediencia a su majestad, y trujo oro y plata; el señor

Acerca de los Guarco, sus tierras, sus edificios y su entorno: una sociedad autónoma en la costa sur central peruana

Carlos Campos Napán(1)

Fig. 1: El mar de Cañete, medio natural ampliamente conocido por los Guarco. Foto Carlos Campos. Ene-ro, 2007.

Fig. 2: El río Cañete, uno de los más caudalosos de la Costa Peruana, vista tomada desde la Fortaleza de Ungará. Foto Carlos Campos. Octubre, 2006.

de tal o cual especie marina. Además de ello, se ha podido determinar a partir de excavaciones el consumo de cuyes (Marcus: 1987a, 1987b, Marcus et. al., 1999).

Los Guarco además ob-tuvieron productos de los llamados ihuancos, que no son otra cosa que una especie de bofedales de agua salobre que les ofrecía una serie de re-cursos naturales tales como la totora, el junco y algunos otros más. Midddendorf (1973:92- 1) Licenciado en Arqueología UNMSM. E-mail:

[email protected]

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de Hoar, llamado Alincay, hizo lo mesmo; el señor de Gualco, llamado Guarilli, asimismo trujo oro y plata…” (el parénte-sis en negrita es nuestro).

De esta información, se infiere que el probable nombre del Señor de Guarco a la llegada de los españoles a Pachacamac fue Guarilli.

Por su parte, el más insigne de los cronis-tas, Pedro Cieza de León destaca que los Guarco se juntaron y rechazaron los ata-ques de los Incas por lo cual fueron seve-ramente castigados y aniquilados:

“Tres o cuatro años tardaron los inkas en vencer a los yungas. Durante los meses de estío suspendían sus guerras por no resistir los ejércitos serranos el calor del verano. Con el tiempo se debi-litó la resistencia de los Guarco, y cre-yendo en los ofrecimientos de paz, sa-lieron de sus fortalezas y se rindieron. Sin más pensar el Inka: ...mandó a sus gentes que los matasen a todos y ellos con gran crueldad lo pusieron en obra, y mataron a todos los principales y hombres más honrados dellos que allí estaban, y en los que no lo eran, tam-bién se ejecutó la sentencia, y mataron tantos como hoy día lo cuentan los des-cendientes dellos y los grandes monto-nes de huesos que hay son testigos”. (Pedro de Cieza de León. El Señorio de los Incas Yupanquis y de sus grandes

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se unieron a los Runahuanac (Lunahuaná), Mala y Chilca en una Confederación diri-gida por un solo señor llamado Chuqui-mancu, quién ante la penetración de tropas incaicas al valle de Guarco opuso fiera resistencia. (Garcilazo de la Vega. Comen-tarios Reales de los Incas. Libro Sexto, Cap. XXIX, pp.390-391. [1609] 1991).

A decir de Rostworowski (1978-1980) este es el único cronista que señala esta aseve-ración y no es reproducida en ningún otro documento de los siglos XVI y XVII. Esta información ha sido varias veces cuestio-nada e incluso se ha logrado demostrar su inconsistencia.

En otro acápite Garcilaso menciona que:

“Sujetado el Rey Chuquimancu y dada la orden en el gobierno, leyes y costumbres que él y los suyos habían de guardar, pa-saron los Incas u conquistar los valles de Pachacámac, Rímac, Chancay y Huaman, que los españoles llaman la Barranca, que todos estos seis valles poseía un señor poderoso, llamado Cuismancu, que tam-bién como el pasado presumía llamarse Rey, aunque entre los indios no hay este nombre Rey, sino otro semejante, que es Hatun Apu, que quiere decir; el gran se-ñor”. (Garcilaso de la Vega. Comentarios Reales de los Incas. Libro Sexto, Cap. XXX, pp.391-392. [1609] 1991).

Se observa en el relato que hay mención de

curaca de "Malla" y Cuismanco curaca de "Conchucos" (en el callejón de Huaylas, quien se alió con el Chimu Cápac).

Por otro lado es Waldemar Espinoza Soria-no quien analiza un importante informe: El primer informe etnológico sobre Cajamar-ca. Año de 1540 (1967), en el que transcribe e interpreta la Primera Visita General de los Curacazgos Andinos. Corresponde a la se-gunda visita -de por lo menos siete- que se hicieron en el siglo XVI al reino de Caja-marca, con la finalidad de conocer la reali-dad socio-económica de los pueblos indíge-nas y establecer así la tasa tributaria que debían aportar. En él señala que:

“Asistieron siete curacas de waranca, uno de los cuales, el de Cuismancu o Ciuzman-cu, era al mismo tiempo el jefe de los seis restantes. [...] quien en 1540, no era otro que el mismo de 1535: Carwarayco. [...] De acuerdo al estricto orden jerárquico del régimen señorial de Cajamarca, al jatuncuraca Carwarayco y a la waranca de Cuismancu, le seguía la waranca de Chuqui-mancu, cíe extensos territorios y con diez pachacas y pueblos “(Espinoza, 1967: 15-17).

De aquí se desprende que las dos principa-les warancas (o guarangas) de la Wamani de Cajamarca (llamada luego por los espa-ñoles, provincia) eran las de Cuismancu y Chuquimancu. En tercer lugar estaba la waranca de Chonta, y le seguían Pampa-marca, Caxamarca, Pumamarca y una últi-ma integrada por mitmas o indígenas no oriundos de la zona. Los nombres simila-res relativos al mítico personaje "Chuquimancu" están registrados enton-ces, puntualmente en este documento, para la zona norte en Cajamarca, y no para la costa central.

Estas informaciones respaldarían la versión que desmiente la existencia de Chuquimancu en el valle de Cañete, pues Garcilaso al es-cribir sus crónicas ya de avanzada edad, lo haría recordando lo que alguna vez escu-chó, y queda la posibilidad que le haya faltado mayor información o pueda haber confundido los nombres. En todo caso, lo cierto es que aún no tenemos el nombre o los nombres de quienes dirigieron el ya famoso enfrentamiento contra los Incas, queda pues una tarea pendiente.

Asimismo, el Padre José de Acosta ([1550] 1940, Libro 3, Cap. 15) nos relata que “…los pobladores de Guarco resistieron al Inka, y que él fingiendo deseos de paz, acep-tó la celebración de una solemne pesca, y con ese fin los costeños se adentraron con sus balsas. Mientras tanto las tropas incai-cas aprovecharon para entrar sigilosamente y adeñuarse del valle; para luego castigar duramente a los rebeldes quedando despo-blada desde aquel entonces esta hermosa tierra…”

Años más tarde, el Padre Bernabé Cobo ([1653] 1956), siguiendo la información del Padre Acosta, nos relata la visita del orejón

Fig. 3: Vista Panorámica de Norte a Sur de 5 montículos Guarco del complejo arqueológico Cerro Azul. Foto Carlos Campos.

Fig. 4: Detalle de uno de los 10 montículos Guarco de Cerro Azul. Foto Carlos Campos.

hechos y goberna-ción… Segunda Parte de la Crónica del Perú. Cap.LIX, p .161 [1551] 1968).

Por otro lado, el conocido cronista mestizo Garcilaso de la Vega, quien a p a r e n t e m e n t e copió y retocó parte de lo que Cieza de León había escrito, aña-de que los Guarco

dos nombres muy s i m i l a r e s : “Chuquimancu" y “Cuismancu”.

Por su parte Pedro Vi l l a r Córdova (1935: 281) indica que estos dos nom-bres corresponderían a dos personajes, jefes simplemente de pequeñas comunida-des y no de reinos o c o n f e d e r a c i o n e s . Chuquimanco sería

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Apu Achache, quien estuvo encargado de realizar una visita a este valle. En aquel entonces era señora del valle una curaca que no quiso consentir que el Inka se aseñoriase de sus dominios. Al oír la Coya la noticia solicitó que la deja-se someter a la rebelde, a lo que accedió el soberano.

La Coya envió una embajada a la curaca y le hizo saber el deseo del Inka de de-jarla en su señorio y de la conveniencia de celebrar una solemne ceremonia en honor del mar para confirmar la paz. La curaca creyendo en las palabras de la embajada enviada por la Coya ordenó los preparativos para la fiesta, y el día señalado todo el pueblo se embarcó. Cuando los Guarco se hallaban en pleno mar, lejos de la costa, entraron sigilosa-mente los ejércitos incaicos y se adueña-ron del valle; ante esto los Guarco no tuvieron otra opción que rendirse (Cobo [1653] 1956: T III, p. 203).

Fray Martín de Murúa ([1611] 1962: T. II, cap. LXXXVII: p. 6) nos señala un importante dato a considerar: el que la fortaleza de Guarco fue mandada a cons-truir por los capitanes Apu Mayta y Vill-ka Kiri por orden expresa del Inca.

El destacado historiador Domingo Angu-lo publicó en 1921 algunos documentos referentes a la fundación española de la villa de Cañete el 20 de abril de 1556, en el valle de Guarco, por el entonces virrey del Perú Antonio Hurtado de Mendoza. Angulo nos relata lo siguiente: “...ni bien los conquistadores ocuparon el valle e implantaron en él, el régimen comendatario la población indígena comenzó a decrecer rápidamente y la desolación llegó a tanto, que cuando el Marques de Cañete acordó fundar la villa que nos ocupa, no se encontraron más de 70 u 80 personas entre caciques, principales e indios que tenían sus ran-cherías en esta zona...” (Angulo: 1921, p.25).

Asimismo, hacia finales del siglo XIX, algunos viajeros “científicos” visitaron y recorrieron este valle, describiendo sus “ruinas” o vestigios arqueológicos más importantes.

Entre ellos habría que mencionar a Ernst W. Middendorf, quién en el Tomo II de su obra Perú, dedicado a la Costa descri-be el valle de Cañete y sus asentamien-tos arqueológicos más notables, apoyán-dose sobre todo en las versiones del cro-nista Pedro Cieza de León.

George Squier, reconocido diplomático norteamericano y acucioso viajero (1863-1865), es otro de los personajes que recorrió el valle. Dentro de sus apor-tes destaca la elaboración de un plano del sitio de Herbay Bajo, denominándolo e l P a l a c i o d e l R e y I n c a (lamentablemente en la actualidad no queda mucho de este asentamiento,

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dado y reconocido diplomático, Eugenio Larrabure y Unanue le dedica gran cantidad de páginas al estudio del Señorio de Guarco, desarrollando descripciones particulares sobre “Cerro Azul”, “Cancharí”, “Villcahuasi”, “La Fortaleza de Chuquiman-cu o Hungará”, el Palacio de Herbay, y la Muralla del “Huarcu”. De particular impor-tancia son sin lugar a duda los pequeños croquis de ubicación, que elabora este autor de las zonas arqueológicas más importantes del valle de Guarco.

Larrabure y Unanue conoció el valle en el siglo pasado y señala que el número de estructuras prehispánicas en este valle era inmenso.

Investigadores del siglo XX Hacia 1933 el arquitecto Emilio Harth- Te-rré publica un estudio acerca del valle de Cañete denominado Incahuasi. Años antes había publicado otro articulo denominado La Fortaleza de Chuquimancu (1921), sien-do el de 1933 bastante parecido al primero. En el articulo de 1933 destacan las descrip-ciones del pueblo de Guarco, el Palacio de Cancharí, La Fortaleza de Hungará y exten-samente el Palacio Inca en Lunahuaná. Lo más valioso de la obra de Harth-Terré sin duda lo constituyen los planos del sitio de Incahuasi, del “Palacio de Canchari” y de La “Fortaleza de Chuquimancu” (Fortaleza de Ungara).

Es el arqueólogo norteamericano Alfred L. Kroeber el primero en efectuar trabajos ar-queológicos en el valle, sobre todo en los

sitios de Cerro Azul y Cerro del Oro (1937), realizando excavaciones someras en lo sitios mencionados. Los datos obtenidos por Kroe-ber han permitido a otros investigadores conti-nuar con los trabajos iniciados en Cerro Azul (V. g. a Marcus, Matos y Rostworowski:1983-1985). El aporte más significativo de Kroeber a la arqueología del valle de Cañete es sin duda su secuencia estilística que sigue siendo la más utilizada para el valle bajo de Cañete (Middle Cañete y Late Cañete).

L. Stumer en 1941 es el segundo en elaborar una secuencia cronológica para el valle bajo de Cañete, realizada principalmente en base a la arquitectura y cerámica. Durante su recorri-do, este arqueólogo constató la existencia de hasta 40 complejos arqueológicos y calculó algo más de 110 montículos arqueológicos (huacas en palabras de Stumer) (Stumer, 1971: 25) si los contamos de manera indivi-dual. Considera además que el estilo cerámico más antiguo de Cañete está en asociación con el uso de adobes hechos en forma de grano de maíz (Época del Formativo). Posteriormente ubica el desarrollo del adobe típico de Cañete: hecho a mano casi cúbico (Época del Floreci-miento Regional). Solo tardíamente se genera-lizaría el uso de la tapia (Época Fusional, Épo-ca de Reinos y Confederaciones).

Otro dato importantísimo señalado por Stumer es la forma de las tumbas elaboradas por la cultura Guarco, éstas:”… son en su mayoría circulares, usualmente con un diámetro de 60 a 85 cms. y con una profundidad de más o menos 1.50 m. Se nota la presencia de techos

Fig. 5: Estructura D de Cerro Azul excavada por J. Marcus en 1984, vista isométrica tomada desde el SW (Fuente: Marcus, et. al.:1999).

Fig. 6: Estructura 9 de Cerro Azul excavada por J. Marcus en 1985, vista iso-métrica tomada desde el NE (Fuente: Marcus, et. al.:1999).

puesto que ha sido destruido y en gran parte igno-rado por los pobla-dores que viven a los alrededo-res).

Por otro lado en el Tomo II de su libro Historia y Arqueolo-gía (1935), el hacen-

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de madera y cañitas y también de caña brava y paja. Los enterramientos se en-cuentran en forma de fardo con envoltura exterior de esteras…” (Stumer, 1971: 33).

Hacia finales de la década de 1970 María Rostworowski publica un importante estu-dio etnohistórico sobre los señoríos de Guarco y Lunahuaná (1978-1980), hacien-do una síntesis de los trabajos efectuados en Cañete, y sacando a la luz muchos datos obtenidos de fuentes históricas antes no consultadas.

Posteriormente, entre los años 1983 y 1985, la arqueóloga Joyce Marcus de la Universidad de Michigan excavó 4 estruc-turas arquitectónicas en Cerro Azul. La estructura denominada 1, ubicada en el Cerro El Fraile, y la estructura denomina-da 3, en el Cerro La Centinela, correspon-dieron por la presencia de características estilísticas arquitectónicas a la arquitectu-ra clásica Inca.

Las otras dos estructuras fueron: la estruc-tura D, denominada así por Kroeber (un importante conjunto construido de tapia y en palabras de Marcus un edificio residen-cial de élite) y la estructura 9, cercana a ella (una más pequeña a manera de depó-sito u almacén). Ambas habrían sido edifi-cadas por los Guarco y posteriormente reutilizadas en tiempos de la ocupación Inca (Marcus, 1987a, 1987b).

En los últimos años ha crecido el interés por esta sociedad y es de destacar el apor-te de jóvenes arquitectos (V. g. Guzmán, 2003; Alvino, 2007). También ha crecido el interés por esta sociedad en las aulas sanmarquinas (V. g. Zavala, 1994; Ramí-rez, 2005, 2007).

La arquitectura como proceso producti-vo de construcción, socialmente defini-do en un espacio y tiempo determina-dos, podrá entenderse mediante los cri-terios de a) forma, b) función (con rela-ción al del edificio arqueológico), mientras que por otro lado, la relación existente entre los objetos, los procesos y las ideas, implica un sistema que alu-de a la c) finalidad social del edificio.

Así, mencionamos a continuación los

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Arquitectura Ceremonial: Que puede ser administrativo- ritual, edificios sagrados o templos, y presenta una arquitectura bas-tante vistosa con características peculia-res. Arquitectura Defensiva o de Protección: Aquí se encuentran los edificios denomina-dos fortalezas y los palacios con “puestos de vigía”.

Arquitectura Funeraria: Cementerios, Estructuras funerarias aisladas. Obras de Acondicionamiento territorial: Aquí se encuentran los caminos, las obras hidráulicas, las terrazas además de los depósitos y /o almacenes. Según todos los investigadores que han refe-rido a esta sociedad (Villar Córdoba, Kroe-ber, Stumer, Hyslop, Marcus) la arquitectura de los Guarco esta caracterizada por el pre-dominio de la tapia, una técnica constructiva típica de los sitios prehispánicos de la Costa Peruana.

La forma general de los edificios nos señala que están levantados sobre plantas cuadran-gulares o rectangulares.

Los edificios no son de una sola pieza o cámara, sino son un conjunto de cuartos, a veces un verdadero laberinto de habitacio-nes, como si fuesen un conglomerado. Algunos investigadores han logrado iden-tificar fortalezas, palacios, templos, etc., de acuerdo a las características visibles que presentan. Nosotros a manera de hipó-tesis presentamos los sitios Guarco más importantes y su posible función dentro del aparato político, social y administrati-vo de esta sociedad: -El Centro Administrativo - Ritual de Cerro Azul (llamado por algunos: Fortale-za de Guarco). -El Centro Administrativo - Ritual de Villcawasi (o Los Huacones).

Fig. 7: Figurinas Guarco extraídas durante los trabajos de excavación de Marcus en Cerro Azul (Fuente: Marcus, 1987).

Fig. 8: Cántaro efigie, ejemplar diagnostico de la cerámica Guarco.

cional - espacial; percepción del espacio y jerarquización (tamaño, dirección , seguri-dad, bienestar, dominio).

La finalidad:

-Emplazamiento: lugar, paisaje, geografía, orientación geográfica y distribución del espacio.

-Cosmovisión: modos culturales de perci-bir la realidad, concepciones del espacio y del tiempo.

La interpretación de la arquitectura ar-queológica es bastante difícil debido a la complejidad de ésta, puesto que no hay edificios dedicados exclusivamente a un solo aspecto. En todo caso se habla del espacio (o los espacios) arquitectónicos y las actividades que predominan en el sitio arqueológico, el cual debe apoyarse nece-sariamente en otros (recurrencia). Por ello es prioritario excavar para poder confirmar o negar una hipótesis de carácter arquitec-tónico.

Lo que tal vez podamos definir con mayor claridad a nivel de análisis prospectivo son los conjuntos arqueológicos, asentamien-tos o edificios distribuidos dentro de un sistema regional (que podría obedecer a un sistema de planificación del territorio y/o patrón de asentamiento).

Clasificación de la arquitectura Guarco

En general, no es sencillo establecer una clasificación arquitectónica de las socieda-des del antiguo Perú. A pesar de ello las siguientes líneas trataran de esbozar una primera aproximación a la arquitectura de la sociedad Guarco: Arquitectura Residencial de Carácter Cotidiano: Pequeños edificios aislados, con habitaciones simples que existen, pero que son difíciles de encontrar o evidenciar por ser construcciones más factibles de haber perecido o haber sido sepultadas. Arquitectura Residencial de Carácter Elitista: Son grandes edificios con accesos restringidos, bastante bien acondicionados, y por lo general presentan elementos dis-tintivos a los anteriores.

elementos de análisis arqui-tectónico que encierran estos tres conceptos:

La forma:

-Forma física: morfología, planimetría, tipología, y tecnología.

-Forma espacial: proporción y percepción.

La función:

-Función física y/ o psíqui-ca: actividades o usos del espacio, e interrelación fun-

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-Las fortalezas de Ungará, Cancharí y Palo. Existen otros sitios Guarco, que venimos recorriendo como parte de un trabajo de mayor envergadura pero que no discuti-remos aquí, si no en una posterior opor-tunidad. A continuación se describirán los sitios antes mencionados para conocer algunas de sus características:

Cerro Azul Este asentamiento es bastante complejo y se compone de varios sectores. Está ubica-do en el balneario de Cerro Azul. Hacia la línea de playa se divisan 2 peñascos adya-centes que encierran una costa acantilada. El farallón septentrional se llama Cerro del Fraile y se extiende hacia la bahía de Cerro Azul. El farallón meridional corresponde a Cerro Centinela, que hoy sostiene un faro.

Al parecer Alfred Kroeber (1937) no in-vestigó las estructuras Inka existentes en las cimas de estos farallones.

Tierra adentro se halla un cerro aterrazado en sus flancos llamado Cerro Camacho. Las quebradas que seccionan Cerro Cama-cho, a decir de Kroeber, contienen entie-rros de la Cultura Cañete Tardío (1100 d. C.-1470 d.C.), es decir, entierros asignados al Periodo Intermedio Tardío.

Sobre los entierros, Ramírez (2007), señala entre sus conclusiones lo siguiente: “Existe una relación entre los cementerios y los centros ceremoniales administrativos por lo cual se infiere que estos entierros serían de la clase dominante.” (Ramírez, 2007:30). Esta última aseveración nos pa-rece descabellada y falta de sustento, debi-do a que no se puede inferir esto hasta que no sean excavadas un gran número de tum-bas y se tenga un corpus necesario e idó-neo además de tener excavados no solo uno, sino varios asentamientos Guarco.

Entre Cerro Camacho y Cerro Centinela se encuentra una depresión protegida no visi-ble desde el mar, que contiene 10 edificios monumentales de muros de tapia. Kroeber asignó una letra del alfabeto a cada edificio o conjunto (A hasta la J), designando como ruinas pequeñas a los otros montículos. (Kroeber, 1937: 265).

La estructura “D” denominada así por Kroeber, fue excavada como se señaló líneas arriba por Joyce Marcus, quien des-cribe el edificio como una residencia de elite, en la que gran parte del espacio con-siste en lugares de depósito y áreas dedica-das al trabajo controlado. Entre los espa-cios arquitectónicos excavados al interior de este edificio, destacan el hallazgo de 9 vasijas de gran tamaño con capacidad para almacenar de 700 a 2000 litros, y 2 gran-des fogones capaces de dar cabida a una serie de ollas. Esto hace pensar que el edi-ficio fue usado para la preparación de una gran cantidad de bebida y de alimentos.

En la estructura 9, colindante a la estructu-

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destaca el consumo selecto de especies de pescado y cuyes, además del consumo oca-sional de carne de camélido (Marcus, et. al.: 1999), e infiere las posibles interrelaciones de los habitantes del litoral con los habitan-tes del valle medio.

Villcawasi (o Los Huacones) Ubicado cerca de las ex haciendas de San Pedro y Santa Cruz, se encuentra a escasos 900 metros al Oeste del distrito de San Luis de Cañete, rodeado por tierras de cultivo. Larrabure y Unanue (1941) lo describe como un extenso complejo arqueológico compues-to de numerosos edificios de tapia, en donde es posible identificar un Templo del Sol. El asentamiento es conocido hoy como Los Huacones (Williams y Merino, 1976). El sitio en la actualidad es un complejo arqueo-lógico constituido por más de 20 montículos de adobe y tapia interconectados por plazas y edificios menores. A decir de Hyslop (1984) podría ser un candidato a ser llamado el centro de poder político de los Guarco.

De acuerdo a nuestros recorridos y pequeñas pesquisas este sitio de carácter monumental posee un patrón ligeramente distinto al ob-servado en otros sitios asignados a los Guar-co, además de ello se han reportado adoqui-nes de piedra en uno de los edificios princi-pales, el cual viene siendo afectado al estar siendo utilizado como cantera para la elabo-

ción, recogida por Larrabure y Unanue basado en documentos históricos señalados por este autor.

Vilcawasi guarda mucha información de la sociedad Guarco, sin embargo es muy poco lo que se sabe de él. Esperamos en un futu-ro no muy lejano poder sacarlo del anoni-mato para de esta forma ayudar a entender no sólo a esta sociedad, sino a gran parte de la cronología cultural del valle bajo del río Cañete.

Ungara Este sitio está ubicado sobre una colina rocosa a 150 msnm., en la margen derecha del valle de Cañete. Esta maciza construc-ción está compuesta de dos grandes mura-llas que circundan la colina en su totalidad y de tres que la circundan de forma parcial en su lado Oeste, en donde es posible apre-ciar muros con cresterías almenadas, a ma-nera de perfiles escalonados. Además de ello se pueden observar claramente barrios dispuestos en tres de sus flancos y posibles depósitos. En el lado Sureste se observa una gran cancha remodelada en tiempos incaicos, la misma que se encuentra delimi-tada por estructuras bastante bien elabora-das de tapia. Otra característica peculiar de este asentamiento y que es observada de igual forma en Canchari, son “puestos vi-gía” construidos en puntos clave del lado

Fig. 9:Vista parcial del complejo arqueológico de Vilcahuasi o Los Huacones, véase los montículos, formando una plaza. Foto Carlos Campos. Enero, 2007.

Fig. 10: Vista de una plaza arqueológica cubierta por vegeta-ción, en el lado SE del complejo arqueológico de Vilcahuasi. Foto Carlos Campos. Enero, 2007.

ra “D”, Mar-cus destaca la evidencia de depósitos para la conserva-ción de pesca-do seco. Final-mente Marcus corrobora lo dicho por Kroeber al sostener que son edificios construidos y utilizados por los Guarco.

En su más reciente arti-culo Marcus

ración de nue-vos adobes (Juan Mogro-vejo: comuni-cación perso-nal, 2006) (V. g. Nota de Vilcawasi en este número).

A nuestro parecer el sitio debe ser deno-minado Vilca-wasi por ser esta su más antigua acep-

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Oeste. La técnica constructiva predomi-nante es la tapia, aún cuando es posible observar algunos paramentos de tapia levantados sobre piedras del mismo cerro, unidas con argamasa de barro.

Ungara fue la contraparte militar de Inka-wasi al ser la principal fortificación mili-tar del Señorio de Guarco (Hyslop, 1984). El asentamiento arqueológico esta situado cerca de las principales tomas de irriga-ción emplazadas en las riberas del río Cañete, que dan agua y vida a esta parte del extenso y rico valle agrícola.

Por lo tanto Ungará fue edificado por dos razones: para protegerse de las incursiones de sus vecinos y para mantener y proteger las tomas de agua para irrigar sus tierras.

Y adicionalmente fue el lugar que dio mayor cobijo a la población Guarco du-rante la guerra emprendida contra los cuz-queños.

Cancharí Este sitio ha sido catalogado como pala-cio por varios investigadores (Larrabure y Unanue, 1941; Harth –Terrë; 1933). Situa-do en la parte media del Señorio de Guar-co, es descrito como un edificio rodeado por elevadas murallas de tapia sobre una elevación natural. A sus pies se encuen-tran dos canales de irrigación que en la actualidad son conocidos como María Angola y San Miguel.

Al haber sido descrito minuciosamente por el arquitecto Harth Terre (1933) no vamos a entrar en mayores detalles sobre

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el mismo punto. Sin embargo queremos hacer algunos comentarios con respecto a la última publicación realizada sobre Cancharí (Alvino, 2007).

El arquitecto Alvino quiere vertirnos sus ideas de la concepción formal del edificio intentando establecer su filiación inca, utili-zando el termino kallanka para algunos de las unidades espaciales localizadas en el Sector Sur de Canchari. Sin embargo nos parece algo aventurado y desvirtuado de la verosimilitud a pesar de que el autor señala “…no se ordenan alrededor de un espacio, sino que debido a su forma rectangular alar-gada se adosan lateralmente en su lado más largo; esto obliga a un artificio para su ac-ceso simul taneo e independien-te…” (Alvino, 2007, 18). Lo concreto es que no son estructuras tipo kallanka, puesto que esta estructura tipo se encuentra sólo en

Fig, 11: Plano del sitio arqueológico de Canchari según el arquitecto Harth- Terré (1933).

Fig. 12: Vista panorámica del edificio principal del asentamiento arqueológico de Canchari. Enero, 2007.

se proyectan diferentes orientaciones vincu-ladas al mar.” (Alvino, 2007: 19).

Esta última aseveración nos parece fuera de lugar puesto que Canchari no es un edificio de carácter religioso. Se observa claramente su función militar, además si se pretende demostrar que ha sido construido por los incas las orientaciones de estos bastiones deberían emplazarse más bien en relación directa a los ciclos del sol (Punchao) o de la luna (Quilla).

El sitio de Canchari fue construido de forma estratégica de manera tal que permitía ob-servar el movimiento de personas en la que-brada aledaña de Pócoto.

Un último comentario con respecto al arti-culo del arquitecto Alvino refiere a su afir-mación de que: “… Los arquitectos yungas fueron los que diseñaron y construyeron Canchari, bajo lineamientos y directivas del Inca….” (Alvino, 2007: 23). Nos pregunta-mos ¿Arquitectos yungas? ¿No serían más bien “arquitectos quechuas”? Los arquitec-tos incas tuvieron que dirigir y adiestrar a las poblaciones locales en el manejo espa-cial y cosmogónico de las trazas inca, ade-más recuérdese el exterminio de la pobla-ción local Guarco a manos de los incas.

En nuestra opinión Cancharí es una fortale-za militar por excelencia por la distribución espacial del mismo, su fortificación perfecta y la dirección de los bastiones hacia los puntos cardinales. Además lo hacen posible los depósitos cercanos a este y su inaccesi-bilidad, todo esto lo convierten en un fuerte imponente.

Palo Se localiza al frente de Ungara, en la mar-gen derecha del río Cañete sobre un aflora-miento rocoso. Se encuentra divisando los cerros de la quebrada de Topará al sur. El sitio consiste en edificios de tapia bastante similares a los de Ungara. Es probable que haya tenido muros circundantes, que hoy solo son posibles ver en fragmentos. Al igual que Ungara también tenía estructuras aisladas, depósitos y puestos vigía construi-dos a base de tapia.

Palo, Cancharí y Ungara se constituyen así en las obras militares de los Guarco,

sitios Inka importan-tes, lo que Gasparini y Margolies (1977), señalan como arqui-tectura del Poder.

Por otro lado en sus comparaciones con el edificio de Para-m o n g a s e ñ a l a “….En el edificio de Paramonga también se aprecian bastio-nes, los cuales en Cancharí se han independizado del cuerpo principal y

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Los edificios y espacios arquitectónicos en los sitios de Cerro Azul y Villcawasi definidos como arquitectura ceremonial (administrativo - ritual) tienen su asidero por cuanto se encuentran formando estruc-turas de carácter público, en donde la po-blación participaba de manera dinámica, tanto en actividades de carácter reciproco, como religioso. Asimismo estos sitios representan el eje conductor de la sociedad Guarco.

Esto último se encuentra evidenciado de alguna manera por Kroeber (1937) al seña-lar que existe una gran plaza central de forma irregular en las estructuras Guarco de Cerro Azul. Además de las excavacio-nes efectuadas por Joyce Marcus (1987a, 1987b) en la estructura D (señalada por Kroeber) en este mismo sitio.

Las fortalezas tienen su sustento por estar enclavadas en puntos estratégicos del terri-torio Guarco y servir de protección a las grandes tomas de agua construidas por esta sociedad. Por ejemplo Cancharí esta en el centro del territorio Guarco y a sus pies se encuentran dos bocatomas. Lo mismo ocu-rre con Ungara y Palo que defendían la parte este y sur del territorio Guarco.

Ungara fue el edificio militar de mayor envergadura, en otros términos era la prin-cipal fortificación militar de los señores de Guarco contra sus enemigos.

Las obras de acondicionamiento territorial se evidencian por la presencia de canales construidos por la sociedad Guarco tanto en Ungará como en Cancharí y en Vilca-huasi.

Discusión Los términos utilizados por diversos inves-tigadores como: señorío, etnia, estado u otra denominación han estado presentes a lo largo del presente artículo.

El término de sociedad estatal se basa en el hecho de que existió una clase explotadora y una clase explotada, económica y políti-camente subordinada (Bate, 1998: 89).

La clase dominante en los Guarco generó formas de coerción ideológica y militar que permitieron un desarrollo muy amplio de la tecnología hidraúlica, además de una pesca altamente productiva y otras activi-dades especializadas.

Los datos etnohistóricos nos han permiti-do conocer el impacto inca en la sociedad Guarco y acercarnos a algunas caracterís-ticas del valle luego de la invasión espa-ñola.

Los cronistas acertaron al señalar la valen-tía, bravura y tenacidad de los Guarco, pues-to que estos pusieron en jaque al imperio más poderoso de los Andes, durante 3 o 4 años. Basta recordar que en memoria de la victoria obtenida sobre éstos, el Inca ordenó construir un hermoso Templo del Sol en el acantilado rocoso de Cerro Azul, y asesinó a los rebeldes a sangre fría, poblándolo luego con sus aliados (los Coayllo y los Chincha) y mitimaes (Mochicas) traídos de diversas zonas del Imperio.

El militarismo ha sido poco estudiado en los Andes y hay escasos territorios en los que pueda ser evidenciado a partir de la arqui-tectura, como identificando edificios con una función defensiva. Creemos que los Guarco tuvieron fortalezas y con un fin bas-tante claro, el cual debería ser investigado y analizado con mayor detalle.

La discusión acerca de su posible unión con otros pueblos (Confederación) para resistir la avanzada incaica no ha podido ser corro-borada, y por el contrario varias veces a sido cuestionada.

La cerámica Guarco es un problema que aún falta por resolver, aún cuando contamos con una secuencia fiable para el valle de Cañete. En algo más de 100 años de iniciada la ar-queología peruana solo han sido excavados científicamente dos asentamientos prehispá-nicos de la sociedad Guarco: Cerro Azul y Cerro del Oro.

Menzel (1971) ha establecido que el único estilo que se encuentra en el valle de Cañete y que corresponde a esta época es lo que Kroeber llamaba Cañete Tardío, que tiene una estrecha relación con la cerámica chin-chana.

Creemos necesario realizar excavaciones en área en los sitios discutidos en este trabajo, puesto que de lo contrario será imposible reconstruir los modos de vida de la sociedad Guarco.

Una reflexión final pasa por señalar que numerosos sitios del valle de Cañete han desaparecido con el pasar de los siglos, es así que la muestra que tenemos en la actuali-dad es mínima con respecto a la gran canti-dad de edificios existentes en el pasado.

Creemos que con la información proporcio-nada y obtenida hasta el momento sobre la sociedad Guarco es necesario: establecer patrones de asentamiento (en base a la dis-tribución de los sitios a lo largo y ancho del valle), conocer claramente el material ar-queológico (no sólo cerámico) asociado a esta sociedad, tener contextos arqueológicos fiables, formar una nueva hornada de jóve-nes arqueólogos que intensifiquen y alimen-ten los trabajos de investigación en este valle, para poder decir finalmente de qué

hablamos cuando nos referimos a los Guar-co. Es hora de hablar con datos arqueológi-cos y no solo con fuentes provenientes de la etnohistoria y con datos de carácter especu-lativo.

Por otro lado damos a continuación algunos lineamientos de trabajo que ayudarán a un desarrollo sostenible de la investigación en este valle:

a) La identificación de la sociedad Guarco, como grupo humano autónomo de la costa centro – sur peruana, durante el periodo conocido como Desarrollos Regionales y su posterior sometimiento al Tawantinsuyu, a partir de un adecuado manejo y conocimien-to de la cerámica ( a partir de tipos y/o esti-los).

b) La reconstrucción de los modos de vida de la sociedad Guarco, a partir de un análi-sis distribucional de sus asentamientos en el valle bajo del río Cañete.

c) Una comprensión del manejo de los re-cursos naturales y el espacio geográfico circundante por parte de esta sociedad.

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Introducción El presente trabajo esta referido a un reconocimiento superficial realizado en el sitio arqueológico de Palpín, anexo del mismo nombre, Cajacay, Ancash. Por su ubicación, a pocos kilómetros de la laguna de Conoco-cha, la región de Cajacay era de gran importancia, constituyéndose en la puerta de entrada a la cabecera del Callejón de Huaylas y al Callejón de Conchucos por la pampa de Langas, camino a la actual ciudad de Chi-quián. La muerte en el Perú Prehispánico, era considerada como un fenómeno de gran complejidad, de compartida preocupación y un componente neta-mente social. La infinidad de caracte-rísticas en el ritual funerario, estaba en relación con las diferentes culturas y naciones que ocuparon el territorio andino, antes de la llegada de los españoles. Se conoce, pues, que tras la muerte de un individuo, y más si pertenecía al status dirigente, se suce-dían días de rituales para asegurar al “difunto” una gran despedida y el asegurarle el paso al mundo de los muertos. La presencia de este asentamiento con arquitectura funeraria nos puede dar algunas propuestas para dilucidar el problema de las manifestaciones culturales prehispánicas en esta re-gión, en la cual no se ha realizado ninguna investigación arqueológica, por lo que el presente trabajo se pre-senta como pionero. Dicho reconoci-miento arqueológico se realizó en la última semana del mes de Octubre del año 2001, en compañía de los compañeros José Onofre Mayta y

relieve escarpado y abrupto de gran pendiente y estrechas gargantas. El río Fortaleza o Para-monga nace en las alturas de las lagunas de Huamblac y Macato, discurriendo sus aguas por las quebradas de Upapampa y Moyocan-cha, las cuales en su confluencia dan origen al río Fortaleza. Este río es de régimen muy irre-gular y torrentoso, presentando marcadas dife-rencias entre sus descargas extremas. El sitio arqueológico se encuentra ubicado, ya propiamente, en la Región Suni, de escarpado territorio, rodeado de cerros de gran pendiente y grandes afloramientos rocosos. El área cir-cundante al sitio presenta una vegetación de tipo herbácea, conformada por plantas bajas, y vegetación arbustiva como algunas especies de cactáceas. El clima es frío, con presencia de fuertes vientos y precipitaciones pluviales en los meses de lluvia. Descripción de la arquitectura funeraria de Palpín El asentamiento presenta 11 estructuras arqui-tectónicas de carácter funerario, se podría decir, dispuestas alineadamente. Las estructu-ras arquitectónicas identificadas son las si-guientes: Estructura 1: Se ubica hacia el lado suroeste de la plataforma, a 1.63 m. de distancia de la pared oeste del farallón. Presenta 2 niveles. En

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Martín Rodríguez Huaynate, regresando a tomar datos a mediados del mes de Diciembre del mismo año.

Ubicación El sitio arqueológico de Palpín se en-cuentra ubicado políticamente en el anexo del mismo nombre, distrito de Ca-jacay, provincia de Bolognesi, Departa-mento de Ancash, a la altura del Kilóme-tro 52 de la carretera Paramonga – Hua-raz. Geográficamente se ubica en la mar-gen izquierda del río Paramonga o Forta-leza, en la cuenca alta, a 3 589 metros sobre el nivel del mar, en las coordena-das UTM: 8877380 N y 0236935 E (Sistema WGS-84), en la parte media del cerro Palpín. El asentamiento se encuentra sobre una plataforma artificial, excavada en la parte media de un farallón rocoso muy escar-pado y vertical, a 50 metros de altura con respecto al fondo, hasta donde llega la ladera del cerro. La plataforma tiene 55 metros de largo en un eje este – oeste, mientras que el ancho es de 4 metros en el lado oeste y 2 metros en el lado este, en un eje norte – sur, en progresiva dis-minución mínima del espacio de la mis-ma. Para acceder a la plataforma se debe escalar por zonas de gran pendiente.

Palpin: un asentamiento con arquitectura funeraria en el alto Fortaleza, Cajacay, Ancash

Pieter van Dalen Luna(1)

Fig. 1: Mapa político de la provincia de Bolognesi.

Fig. 2: Medio ambiente circundante al sitio arqueológico. Foto Pieter Van Dalen. Octubre 2001.

1) Licenciado en Arqueología, Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Email:[email protected]

Medio ambiente y eco-logía La cuenca del río Forta-leza, perteneciente al sistema hidrográfico del Pacífico, cuenta con un área total de drenaje de 2 348 Km2 y una longitud de 111 kilómetros. Pre-senta un curso sinuoso, en especial en la cuenca alta donde se caracteriza por presentar un paisaje encajonado, de fondo profundo y quebrado, un

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general la planta de esta estructura, o de su primer nivel, tiene 2.70 m. de largo y 2.22 m. de ancho. Este nivel tiene 1.24 m. de altura, sobre el cual se encuentra un alero de 0.10 metros de alto, formado por lajas alargadas que sirven de cubierta o techumbre. Presentando además un vano ubicado en la parte central y frontal de la estructura de 0.43 m. de alto y 0.43 m. de ancho. El segundo nivel tiene un largo de 2.47 m. de largo, un ancho de 2 m. y 1.28 m. de alto. El espesor de los muros en los dos niveles es de 0.41 m. El nivel 2 es de forma cuadrangular, con esquinas curva-das y presenta también un vano de 0.38 m. de ancho por 0.40 m. de altura, ubica-do en la parte media y frontal del mismo y a 0.15 m. de altura con respecto a la superficie del nivel 2. El material constructivo son piedras la-bradas de forma adoquinadas, de diferen-tes tamaños de largo y de una altura aproximada en promedio de 0.18 m. uni-das entre sí con argamasa de barro con inclusiones de algunas piedras pequeñas o pachillas. Algunas piedras presentan una coloración rojiza, debido a la aplica-ción de pintura roja. En el interior de la estructura se puede apreciar la presencia de abundantes restos óseos humanos, los cuales han sido huaqueados. Estructura 2: Se ubica a 0.20 m. de dis-tancia de la estructura 1, hacia el lado este. Al igual que la anterior presenta dos niveles arquitectónicos. La planta de la estructura, y por lo tanto del primer nivel, tiene 2.30 m. en el lado oeste, 3 m. en el lado norte y 1.86 m. en el lado este, por lo que no es de forma cuadrangular pro-piamente, debido a la morfología de la pared interior del farallón. Este nivel tie-ne 1.20 m. de altura, sobre el cual se en-cuentra la techumbre a base de lajas alar-gadas. Presenta un vano de 0.43 m. de alto, 0.48 m. de ancho y 0.60 m. de espe-sor. En el interior del vano se puede ob-servar un cráneo que presenta una tela llana (técnica 1x1) de color negro a ma-

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este, por lo que no es de forma cuadrangu-lar propiamente, debido a que se adecua a la morfología de la pared interior del fara-llón. No es posible identificar la altura de este nivel debido a que se encuentra en pésimo estado de conservación, sólo se observa la acumulación de piedras produc-to del derrumbe de los muros. El nivel 2 por su parte esta superpuesto al primero, aunque se encuentra muy destruido, notán-dose solo amontonamiento de piedras pro-ducto del colapso. Estructura 5: Se ubica a 0.43 m. de dis-tancia de la estructura 4, hacia el lado este. Presenta igualmente dos niveles arquitec-tónicos, los cuales son difíciles de identifi-car debido al mal estado de conservación. La planta de esta estructura es de 3.43 m. en el lado oeste, 3.13 m. en el lado este y 2.72 m. en el lado norte, por lo que presen-ta una forma irregular, adecuándose a las características del terreno. El nivel 1 tiene una altura aproximada de 1.20 m., sobre el cual se encuentran colocadas las lajas de 1.65 m. de largo, dispuestos en un eje este–oeste, las cuales sirven de cubierta de este nivel. La altura del nivel 2 es de 1 m., aun-que es posible que no sea el tamaño origi-nal debido a que se encuentra en pésimo estado de conservación. Estructura 6: Se ubica a 0.40 m. de dis-tancia de la estructura 5, hacia el lado este. Es de forma semi ovalada, con la base hacia el lado norte, en el cual presenta un vano, de 1.15 m. de ancho, el cual no es muy identificable debido al mal estado de conservación de la estructura. En la parte media de la estructura, en el eje norte - sur, la planta tiene una longitud de 1.70 m., mientras que el muro norte que sirve de base tiene 1.88 m. La altura aproximada es de 0.72 m. Se observa un solo nivel, al parecer habría estado igualmente techado, debido a la presencia de una laja de 1.12 m. de largo.

tectónicos La planta de la estructura tiene 2.47 m. en el lado oeste, 3.10 m. en el lado norte y 2.56 m. en el lado este, por lo que no es de forma cuadrangular propiamente, debido a que se adecua a la morfología de la pared interior del fara-llón. La altura del primer nivel es de 1.00 m. Sobre este nivel presenta una cubierta similar a las de las otras estruc-turas, que lo separa del otro nivel. Pre-senta un vano ubicado en la parte central del muro norte, el cual tiene 0.68 m. de alto, 0.55 m. de ancho y 0.50 m. de es-pesor. Este vano, al igual que los de las otras estructuras, presenta muros dobles. El nivel 2 tiene 2.27 m. en el lado oeste, 2.22 m. en el lado este y 2.80 m. en el lado norte. Mientras que presenta 1.10 m. de altura y al igual que el primero presenta una cubierta a base de lajas alargadas en un eje este–oeste. Estructura 4: Se ubica a 0.28 m. de distancia de la estructura 3 hacia el lado este. Al igual que las anteriores presenta dos niveles superpuestos. La planta de la estructura, y por lo tanto del primer ni-vel, tiene 3.00 m. en el lado oeste, 4.25 m. en el lado norte y 2.67 m. en el lado

Fig. 3: Vista de detalle de la estructura Nº 3. Foto Pieter Van Dalen. Octubre 2001.

Fig. 4: Plano del sitio de Palpín.

nera de un tocado. El nivel 2 tiene 2.30 m. en el lado norte, 1.70 m. en el eje este–oeste y 1.10 m. de altura y al igual que el primero presenta una cubierta a base de lajas alargadas en el eje este–oeste. Estructura 3: Se ubica a 0.30 m. de distancia de la estructura 2, hacia el lado este. Al igual que las anteriores pre-senta dos niveles arqui-

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Estructura 7: Se ubica a 4.40 m. de dis-tancia de la estructura 6, hacia el lado este. Presenta una planta rectangular. Tiene 2 m. de largo en el eje este – oeste y 1.07 m. de ancho, en el eje norte – sur. No es posible determinar la altura debido a que los muros se encuentran destruidos, sin embargo es posible que haya presen-tado una morfología similar a las otras estructuras descritas. Estructura 8: Se encuentra en un forado en el farallón, a 40 m. de altura aproxi-madamente, con respecto a la superficie de la plataforma, por lo que es inaccesi-ble por las escarpadas paredes del fara-llón. Sin embargo se puede observar des-de abajo que presenta una forma rectan-gular y la arquitectura es uniforme al resto del asentamiento. Es posible que sea la única estructura que no ha sido hua-queada, hasta el momento de las visitas, debido a su inaccesibilidad. Estructura 9: Se ubica en un forado del farallón rocoso, a 4.20 m. de altura con respecto a la superficie de la plataforma. Tiene 1.30 m. de largo en el eje este – oeste, pero no se puede determinar el ancho en el eje norte sur por encontrarse en el farallón. El acceso a la misma es difícil, sin embargo se encuentra en pési-mo estado de conservación. Estructura 10: Se ubica a 19 m. de dis-tancia de la estructura 7. Se encuentra en pésimo estado de conservación. Tiene más de 3 m. de largo, en el eje este – oes-te y 1.80 m. en el eje norte – sur. En el lado norte llega a 0.20 m. de distancia del borde de la plataforma.

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a 2.20 m. de distancia de la pared. Los materiales constructivos de todas las estructuras son piedras labradas de forma adoquinada unidas entre sí con argamasa de barro, con la inclusión de pequeñas piedras a modo de pachillas. Las caras planas de las piedras se encuentran dis-puestas hacia los paramentos. El basa-mento de los muros es con piedras ligera-mente más grandes y profundas. Las cu-biertas por su parte están conformadas por lajas de aprox., y en promedio, 1.30 m. de largo y 0.20 m. de ancho, dispuestas todas en un eje este – oeste. En el interior de cada estructura se han cavado niveles subterráneos para colocar mayor cantidad de contextos funerarios, corroborado por el elevado número de huesos y la gran profundidad del interior de las estructuras. Según como avanzaban las ceremonias funerarias, se aumentaba el volumen y el espacio de la plataforma mediante el picado de la pared del fara-llón, para la construcción de las estructu-ras. Las estructuras presentan muros rectos, a excepción de la número 6, por ser de for-ma semi ovalada. Sin embargo, no todas presentan esquinas rectas, hay muchas que las presentan curvas. Todas las es-tructuras presentan sus muros pintados de color rojo ocre, de igual manera que la

logía como “Tumbas tipo Chullpas en abrigos rocosos”. Ellos definen la presen-cia en esta zona del grupo Ocros, parcia-lidad de la nación Cajatambo, que se extendía por toda la parte norte del de-partamento de Lima en el Intermedio Tardío. Contextos funerarios Todas las estructuras arquitectónicas presentan en el interior abundantes restos de osamentas humanas, producto del huaqueo intensivo a que han sido expues-tas. Es posible que dentro de cada es-tructura hayan sido enterrados entre 10 a 15 individuos (según la cantidad de crá-neos y fémures identificados, así como las dimensiones de las estructuras) los cuales presentaban una red de ofrendas conformada por ceramios y tejidos. En el interior de la estructura 2, en el nivel 1, se pudo observar un cráneo que presenta-ba un tejido negro llano de 1x1 en la ca-beza a manera de un tocado, por lo que se puede inferir que la mayoría de los con-textos funerarios presentaban este patrón, ya que se ha encontrado abundantes res-tos de estos tejidos, asociados a las osa-mentas. No es posible definir el patrón funerario debido al mal estado de conser-vación de los mismos, pero en las partes altas del farallón se encuentran muchas estructuras en buen estado de conserva-ción, las cuales a futuro pueden darnos a

Fig. 7: Vista de detalle interno de una estructura funeraria. Foto Pieter Van Dalen. Octubre 2001.

Fig. 6: Acumulación de restos óseos humanos, producto del huaqueo. Foto Pieter Van Dalen. Octubre 2001.

Fig. 5: Ubicación del sitio arqueológico de Palpín.

Estructura 11: Se ubica a 1.15 m. de distancia de la es-tructura 10 y se encuentra igualmen-te destruida, por lo que no es posible definir con exacti-tud sus dimensiones espaciales. Ésta, al igual que la ante-rior, son las más destruidas del asen-tamiento. Se ubica en el extremo orien-tal de la plataforma,

parte baja de la pared del farallón, posible-mente como símbolo de status o como patrón decorativo de las áreas funerarias de la región (esto se podrá definir analizando otros sitios similares de la región). Melgar y Lázaro (2007:252-253) identifi-can estructuras similares en la vecina cuenca de Pativilca, en la localidad de San Pedro de Copa, definiéndolas en su tipo-

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conocer dicho patrón. Pierre Duviols (1986:452) describe el informe de una visita de sacerdotes de la Compañía de Jesús a la provincia de Lampas del corregimiento de Cajatam-bo (cerca al pueblo de Cajacay), en el año de 1619, con la finalidad de realizar la extirpación de idolatrías, en el cual se describe los rituales funerarios de la región : “...sus entierros que son vnas cueuas o bovedas grandes debajo de la tierra donde los ponen sentados las rodillas con la voca y las manos en la mejilla alli les ofrecen diversas vezes al año coca que es una oja de ciertos matorra-les que los indios traen de ordinario chupando el sumo cebo de carneros de la tierra [camélidos] cuies y otros co-nejos de las indias vollos [...] de masa de mais chicha y mas cosas semejantes que es el ordinario sacrificio...” Refiere además que recibían ofrendas y ceremonias cada cierto tiempo: “ ...tenidolos en una casa con vaile y borrachera publica de todo el pueblo dos o tres dias y abiendoles puesto ro-pa limpia y hechotes muchos sacrificios los abian buelto a enterrar donde antes estaban (...) y tienen tan buena traza en disponer los cuerpos que no se comen de gusanos antes se secan y enjugan de suerte que se hallo cuerpos de mas de doscientos y trescientos años entre otros se hallaron dos de dos caciques antiquísimos vestidos de ropas muy ricas con los ojos de oro y mucha plu-meria por todo el cuerpo de que hazen lindos vestidos y vnas como medias lunar que ponen en la cabeza a modo de diadema y otras cosas estas huacas y cuerpos muertos adoran y consultan en sus necessidades...” (Duviols, 1986:452)

Material cerámico Se pudo observar en la superficie del

Fig. 8: Vista de detalle del estado de conservación de las estructuras funerarias. Estructura Nº 4. Foto Pieter Van Dalen. Octubre 2001.

La cuenca alta del río Fortaleza o Paramon-ga se encuentra surcada por numerosos ca-minos prehispánicos que se comunican con las regiones aledañas. El camino troncal es el que corría a lo largo de la margen sur del río, que unía la costa con la cabecera del callejón de Huaylas. Es posible reconocer sectores de este camino que se encuentran en buen estado de conservación y que pasan por debajo del cerro Palpín. Aunque en los últimos años (después de las visitas realiza-das) se nos ha informado que ha sido total-mente destruido para construir encima la carretera de la Minera Antamina. La ubica-ción del sitio de Palpín en las cercanías de este camino muestra la importancia que pudo haber tenido. En los pocos tramos que se conserva se puede observar que el ancho es de casi 2 metros y presenta muros de contención en la parte baja y en la parte alta. El primero como base para el camino y el segundo para evitar el deslizamiento del cerro. Este camino comunica por el oriente con Conococha y la pampa de Langas, lugar donde se ramifica en dos: uno hacia Chi-quián y Huánuco por Huayhuash, y el otro

Fig. 9: Dibujo en planta de la Estructura Funeraria Nº 1.

hacia el Callejón de Huaylas. Esto revela la importancia de este camino y la fun-ción que habrían cumplido los asenta-mientos de la cuenca alta del Fortaleza, dentro de la compleja red comercial, funcionando como entes de interacción entre la costa y las regiones citadas. Además de este camino principal existen numerosos caminos menores intervalles. Así hay por ejemplo uno que comunica la cuenca alta de este valle con el de Pativilca y la zona de Cajatambo, mien-tras que otro se dirige hacia Ocros. Hay además otro camino secundario que re-corre el largo del río por la margen Nor-te. En la época Tahuantinsuyo esta red de caminos se complejizó aún más. La fuente señalada líneas arriba demuestra mediante una fábula como los incas con-quistaron la región, luego que los ayllus de la región de Cajacay y Lampas habí-an hecho una alianza con los Conchucos para poner una trampa a los cuzqueños, quienes descubrieron la trampa y derro-taron a los locales: “ ...dicen que en tiempo muy antiguo aun antes del gobierno de los Yngas todas las guacas eran hombres y muje-res como los de agora pero que salio del Collao que es en el Obispado del Cuzco otros dizen de la laguna de Chu-quito en el obispado de la Paz que lla-man Titicaca vn gran gigante Dios de aquella tierra llamado Huari Viraqocha que tenia barbas a cuia causa a los es-pañoles por tenerlas llaman viracocha por parezerse en ellas a su Dios el qual por doquiera que pasaba convertia las huacas en piedras. Supieronlo los indios de esta provincia y juntaronse con los Conchucos y trataron de hacer entre si vna casa con cierta trampa y combidar

asentamiento escaso ma-terial cerámico (10 frag-mentos), de los cuales sólo uno era diagnóstico, correspondiente al borde de una olla de cuello rec-to. Los fragmentos co-rresponden a vasijas de pasta roja oscura, textura gruesa y con abundantes temperantes como mica, cuarzo y roca molida. Son vasijas utilitarias, ya que algunas de éstas presen-tan restos de hollín.

Camino prehispánico

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a holgarse en ella al Huari y este en-trando dar orden que caiesse en la trampa y muriesse en ella dispusieron las cosas para que este intento pero el Huari que era muy sabio entendio luego la maraña y disimulando hizo que se juntasen las huacas en el lugar señala-do y alli las conuirtio a todas en piedras de varias figuras de leones, osos, etc. [...] y desde entonces todas quedaron hechas de piedras y esta casa es muy temida y tenida en gran veneracion y llamanla casa de las huacas y esta en Los Conchucos si bien hablaban y da-van respuestas a sus hijos los hombres y cauesas de sus linajes que oy ai de indi-os en esta tierra lo qual duro hasta que los españoles llegaron a Cajamarca…” (Duviols,1986:452–253) Estado de conservación del sitio de Palpín El sitio arqueológico de Palpín se en-cuentra en un mal estado de conserva-ción debido principalmente al huaqueo y a la destrucción por los agentes climáti-cos. Muchas de las estructuras han co-lapsado de forma natural, notándose el amontonamiento de las piedras dispues-tas naturalmente. Mientras que los hua-queros han terminado de destruirlas sa-cando las piedras con pico y barreta, depositándolas algo alejadas de las es-tructuras mismas. Además a pocos me-tros de distancia del sitio, en la parte baja se ha edificado una torre de alta tensión.

Conclusiones -El asentamiento de Palpín presenta una arquitectura de carácter funerario, con-formado por 11 estructuras, la mayor parte con dos niveles arquitectónicos. -La función de este asentamiento es úni-camente funerario y ceremonial, sin embargo es posible que haya estado aso-ciado con algún asentamiento doméstico y administrativo cercano, el cual no hemos podido identificar. -En base al análisis arquitectónico y de los escasos fragmentos cerámicos halla-dos en superficie se puede deducir que la tradición local guarda estrecha relación con la contigua región de Cajatambo. -El asentamiento pertenecería a la tradi-ción del Intermedio tardío local, la cual habría recibido una marcada influencia cultural de la región de Cajatambo. -La ubicación del asentamiento en un lugar inhóspito y prácticamente inacce-sible obedecería a su ideología religiosa y funeraria, como un lugar de descanso del cuerpo y morada de las almas. -Por las dimensiones del asentamiento y el escaso número de estructuras funera-

rias, se infiere que éste tenía un rango local, posiblemente haya sido el cementerio de un ayllu pequeño de los alrededores y que el entierro de personas en este lugar haya esta-do discriminado únicamente a aquellos que formaban parte de un status elevado dentro del mismo.

Agradecimientos Se dedica un agradecimiento especial al señor Narciso Herrera, de la localidad de Palpín, quien colaboró con nosotros en el guiado hasta el sitio arqueológico y a su esposa por habernos acogido en su casa. Además a los colegas arqueólogos José Onofre Mayta y Martín Rodríguez Huayna-te, quienes acompañaron y nos apoyaron durante el reconocimiento de campo.

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Introducción El Complejo Arqueológico Menocucho se ubica en la margen izquierda del valle medio de Moche, a una altura promedio de 350 msnm., y cerca a la confluencia de los ríos Moche y Sinsicap (Figura 1). Los petroglifos motivo del presente artículo no habían sido registrados anteriormente pese a que existen numerosas referencias sobre el sitio y varios aspectos de su ar-quitectura, cronología, secuencia ocupa-cional y función (Billman 1996; Campa-na 2000; Cherre 2001; Conklin 1990; Gutiérrez 1998; Watanabe 1976). Nosotros habíamos reportado una breve referencia del lugar (Hostnig 2003: 204-205), así como una descripción más ex-tensa y detallada de las nueve piedras con petroglifos que registramos en el sitio (Ventura y Quiros 2004). A continuación describiremos brevemente las principales características de este conjunto rupestre.

Los Petroglifos Los petroglifos localizados dentro del Complejo Arqueológico Menocucho se encuentran hacia ambos lados de una pequeña quebrada estrecha, ubicados a unos 150 m. en dirección NE de dos edi-ficios con esquinas curvas pertenecientes al Período Formativo Temprano del valle. Hemos registrado en total nueve piedras con diseños, dos de ellas se ubican en el lado norte y las siete restantes en el lado sur de la quebrada (Figura 2). El soporte pétreo utilizado para plasmar los diseños es un tipo de granodiorita. Se han conta-bilizado en total quince paneles con pe-troglifos, de los cuales, catorce están

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te una línea recta de otros diseños que forman un trazo complejo continuo. Pue-den distinguirse cuatro puntos en la parte derecha de la piedra. El petroglifo fue hecho mediante percutido superficial. Su orientación es N 20º E (Figura 3c).

Men-P3a Motivo abstracto de 11 cm. de alto y 34 cm. de ancho. Dos trapecios unidos, el de la izquierda es más grande que el de la derecha, presenta además líneas rectas y curvas tanto al interior como al exterior de la figura. El diseño fue realizado utili-zando la técnica del percutido superficial, su orientación es S 70º W (Figura 3d).

Men-P4a Figura compleja de 55 cm. de alto y 80 cm. de ancho (Foto 1). Se compone de dos círculos, el más grande es un círculo concéntrico; el segundo presenta un pun-to central. Desde el círculo concéntrico hacia la izquierda se proyecta una línea ondulante que se une a un personaje an-tropomorfo que tiene aparentemente las extremidades extendidas. Hacia arriba de este círculo, otra línea ondulante se une al círculo con punto. En el extremo derecho, una vez más, una línea ondulante recorre una arista sinuosa de la piedra. Petroglifo hecho mediante percutido superficial, se orienta al oeste (W) (Figura 3e).

Men-P4b Diseño antropomorfo, mide 47 cm. de alto con 52 cm. de ancho. Personaje con cabeza perfectamente circular, presenta dos triángulos a modo de orejas unidos a la cabeza por el ápice. Su cuerpo es casi rectangular con las extremidades extendi-das. La extremidad superior derecha de la imagen sostiene una figura cruciforme probablemente superpuesta. El motivo ha sido hecho mediante percutido superfi-cial, su orientación es S 30º E (Figura 3f).

Men-P4c Representación compleja. El extremo superior derecho exhibe un círculo con rayos externos y punto central de 24 cm. de alto y 19 cm. de ancho. La parte cen-tral muestra una posible cabeza de 14 cm. de alto y 22 cm. de ancho. Finalmente, en la parte inferior izquierda existe un dise-ño abstracto del que se proyectan varios trazos. El petroglifo fue realizado me-diante percutido superficial, su orienta-

hechos con la técnica del percutido super-ficial y uno por percutido profundo y puli-do. Los motivos no parecen distribuirse de manera aleatoria sobre las piedras: su forma o una característica particular en ellas (sinuosidades, oquedades, visibili-dad) parecen constituir en parte, criterios de selección para la realización de las figuras. Algunas imágenes sólo pueden ser vistas a determinadas horas del día, mientras que el estado de conservación de la mayoría de diseños es bastante malo.

Descripción de los motivos Men-P1a Diseño casi circular con rayos, tiene 36 cm. de alto y 35 cm. de ancho máximo. Presenta un punto central y otros dos pun-tos ubicados en direcciones diagonalmen-te opuestas. El petroglifo ha sido hecho con la técnica del percutido superficial y presenta una orientación N 50º W (Figura 3a).

Men-P1b Figura antropomorfa de 17 cm. de alto y 32 cm. de ancho máximo. Muestra una cabeza de forma trapezoidal ligeramente bipartida, cuerpo rectangular con un punto en la parte del vientre y las extremidades extendidas. El diseño ha sido realizado usando el percutido superficial, su orien-tación es S 50º W (Figura 3b).

Men-P2a Representación compleja, tiene 45 cm. de ancho máximo. Se compone de un espiral y una figura sigmoidea separadas median-

Renzo Ventura(1) y Liana Quiros(2)

Petroglifos en el Complejo arqueológico Menocucho, valle medio de Moche

Fig. 1: Mapa de ubicación del sitio de Menocucho, valle medio de Moche.

1) Licenciado Universidad Nacional de Trujillo. Email: [email protected] 2) Arqueóloga Universidad Nacional de Trujillo. Email: [email protected]

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ción es N 10º E (Figura 3g).

Men-P5a Figura en forma de U de contorno cerra-do tiene 17 cm. de alto y 11 cm. de an-cho. Presenta al interior dos líneas rectas que dividen el diseño en tres segmentos. Otras líneas se proyectan desde el borde externo de la figura y en la parte superior de la abertura de la U se ubica un punto. Unos 25 cm. más abajo alrededor de un hoyo natural en la piedra se ha diseñado una figura circular con rayos de 5 cm. de diámetro. Todos los motivos se realizaron mediante percutido superficial, su orien-tación es N 80º W (Figura 3h).

Men-P5b Dos aves con las alas extendidas. La pri-mera de ellas, con 25 cm. de alto y 15 cm. de ancho tiene el cuerpo con las alas hacia abajo, cabeza circular orientada hacia arriba, pico alargado y un ojo cen-tral circular. Inmediatamente a la izquier-da, se encuentra una voluta cerrada en forma de ocho de 15 cm. de largo. La segunda ave de 15 cm. de alto y 29 cm. de ancho tiene pico corto, una cresta en la cabeza y un punto como ojo. Un poco más abajo existen trazos poco identifica-bles. El petroglifo ha sido hecho median-te percutido superficial y se orienta al norte (N) (Figura 3i).

Men-P6a Depresiones circulares o pocitos. Alrede-dor de 34 depresiones circulares de dife-rentes tamaños (2 a 3.5 cm. de diámetro) y profundidades (0.5 a 1 cm.). No pare-cen formar ninguna figura en especial. Las depresiones han sido hechas median-te la técnica del percutido profundo y pulido. Se orientan hacia arriba (cielo) (Figura 3j).

Men-P7a Dos círculos simples, el más grande tiene 7 cm. de diámetro y el más pequeño 4 cm. Un poco más abajo, hacia la izquier-da, hay un par de líneas curvas. El petro-glifo fue hecho mediante percutido super-ficial. Se orienta al sur (S) (Figura 3k).

Men-P7b Voluta cerrada de cuatro extremos, hecha con una doble línea continua que forma una banda o cinta que vuelve sobre sí misma. Mide 30 cm. de alto y 25 cm. de ancho máximo. Se ha realizado mediante percutido superficial, se orienta al oeste (W) (Figura 3l).

Men-P7c Representación compleja. Una gran figu-ra en forma de U que encierra otros dise-ños menores, tiene 40 cm. de alto y 90 cm. de ancho, sus extremos rematan en rectángulos. El rectángulo de la izquierda parece tener dos ojos, porque se superpo-

la figura hacia el extremo inferior iz-quierdo existen una serie de líneas curvas y otros trazos (Foto 2). Todos los diseños se han realizado con la técnica del percu-tido superficial. La figura del ave ha sido rellenada usando la misma técnica, todo el motivo se orienta al sur (S) (Figura

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ne al diseño de una voluta cerrada en for-ma de ocho de 13 cm. de largo. Esta volu-ta parece formar una unidad con el diseño de un círculo concéntrico y un ave con las alas extendidas. Dentro de la U y más a la derecha, aparece una figura antropomorfa con las extremidades extendidas. Fuera de

Fig. 2: Diseños de círculo concéntrico, círculo con punto central y línea sinuosa recorriendo la arista de la Piedra 4. Foto: RVA.

Fig. 3: Disposición de las piedras con petroglifos en la quebrada. Las letras en minúscula señalan la cara de la piedra que ha sido utilizada para plasmar los diseños.

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3m).

Men-P8a La figura es un punto de 3.5 cm. de diámetro realizado mediante percutido superficial. El punto se orienta al norte (N) (Figura 3n).

Men-P9a Motivos circulares con rayos opuestos simétricamente, el de la izquierda tiene 15 cm. de ancho y el de la derecha 12 cm. Están separados 35 cm. uno del otro y han sido hechos mediante percu-tido superficial. Se orientan N 60° W (Figura 3o).

Comentario Los petroglifos de Menocucho descri-tos e ilustrados aquí, pueden servir de fuente comparativa para futuros estu-dios sobre iconografía del arte rupestre. La presencia de ocupaciones sucesivas

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en el sitio, que van desde el Formativo Temprano hasta el Intermedio Tardío, complican la ubicación cronológica del conjunto. Sin embargo, en el corpus pre-sentado se pueden advertir algunas repre-sentaciones vinculadas estilísticamente con la iconografía formativa, tal es el caso de la volutacerrada en forma de ocho sobre las Piedras 5 y 7 (Figuras 3i y 3m) y la voluta cerrada de cuatro extre-mos sobre la Piedra 7 (Figura 3l), sin que esto signifique que tal fechado relativo pueda aplicarse a todo el grupo (Ventura y Quiros 2004: 32). Ambos tipos de representaciones apare-cen graficadas en otras estaciones petro-glíficas de la costa norte, como la Piedra de la Compartición en el valle Chicama (Ravines 1986: 41, fig. 2; 1991: 31, fig. 1), y el Alto de las Guitarras en el valle de Virú (Disselhoff 1955: 66, fig. 21; Núñez Jiménez 1986: 368, fig. 598). Así como sobre otros soportes arqueológicos con ubicaciones cronológicas correspon-dientes al Período Formativo de los An-des Centrales (ver Figuras 4 y 5). Los más de 900 sitios de arte rupestre en cuatro modalidades, recientemente inven-tariados y reunidos en una publicación (Hostnig 2003) dan cuenta del enorme patrimonio rupestre que tiene el Perú, y de manera muy especial el departamento de La Libertad, con 24 sitios de pinturas rupestres, 33 de petroglifos y 5 de geogli-fos conocidos actualmente (ibid: xix, Gráficos 1 y 2). Sin embargo, muchos yacimientos vienen siendo destruidos sin que se sepa de su existencia o se haya hecho previamente un trabajo de registro arqueológico adecuado. Urge entonces trabajos que recopilen información docu-mental en esta clase de sitios para que no sean simples vestigios olvidados.

Fig. 5: Diversas imágenes grabadas en Menocucho.

Fig. 4: Motivo en forma de U realizado sobre una voluta en forma de ocho, más temprana en la Piedra 7. Foto: RVA.

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Fig. 6: Voluta cerrada en forma de ocho sobre petroglifos y otros soportes: a. y b. Menocucho, Moche; c. Alto de la Guitarra, Virú; d. Piedra de la Compartición, Chicama; e. Cerámica de Purulén, Je-quetepeque; f. Cerámica estilo Ocucaje, Ica.

Fig. 7: Voluta cerrada de cuatro extremos sobre petroglifos y otros soportes: a. Meno-cucho, Moche; b. Alto de las Guitarras, Virú; c. Botella estilo Tembladera, Jequete-peque; d. Mate de Puémape, Jequetepeque.

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Lo que escribo en estas líneas es algo que ocurre frecuentemente en el Perú. Parece ser que el patrimonio arqueológico de todos los peruanos es lo último que nos interesa y seguramente es así puesto que nadie hace nada para remediar la perdida de nuestro valioso pasado. Hace algunos meses atrás, visitamos el pueblo de San Luis de Cañete situado a 135 Km. al sur de la ciudad de Lima. El panorama que tuve ante mis ojos fue de-solador. Uno de los sitios arqueológicos de mayor importancia de la provincia de Cañete se encuentra en peligro de desapa-recer a expensas de las autoridades. Este es el sitio conocido hoy como “Huacones” (No tenemos una referencia exacta del porque o desde cuando es co-nocido con este nombre, sin embargo así es como la mayoría de personas lo cono-ce) . La historia de la destrucción de Huaco-nes no es reciente, data de hace ya algu-nos años atrás, en que el Licenciado en Arqueología Juan Mogrovejo Rosales ( 2001) denunció la destrucción de dos montículos de forma tronco piramidal, uno conocido como Los Chinos y el otro al sur del complejo, destacando este últi-mo por la peculiaridad de presentar ado-quines labrados en piedra en uno de sus lados dispuestos a manera de escalones. Los pocos que quedaron después de la destrucción, fueron recolectados y trasla-dados al Museo de Arqueología , Antro-pología e Historia del Perú (Juan Mogro-vejo, comunicación personal 2006). Larrabure y Unanue (1941) escribió en su ya famosa Ruinas prehistóricas de Cañe-te, un capitulo dedicado a Villcahuasi. En éste discute la localización de los edi-ficios y las tierras destinadas para el Inca en el valle de Guarco. Basándose en va-rios documentos coloniales, concluye que estos se localizarían dentro del terre-no de los montículos o huacas llamados de Villcahuasi, en donde es posible iden-tificar un templo del Sol y en sus alrede-dores un Acllahuasi o Monasterio de las Escogidas. Creemos necesario denominar al sitio con este nombre en tanto es el estudio más antiguo con el cual se dio a conocer la zona arqueológica. El sitio en la actualidad, es un complejo arqueológico constituido por más de 25 montículos artificiales construidos a base de adobe y tapia interconectados por plazas y edificios menores. El asenta-miento como señalé líneas arriba es cono-cido en la actualidad como Huacones

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La destrucción del montículo con adoqui-nes de piedra persiste, debido a la poca visibilidad del mismo desde el lado de ingreso de NW a SE. Sigue siendo afec-tado en su frente sur por personas ines-crupulosas quienes destruyen el montícu-lo para fabricar nuevos adobes, utilizando el monumento de cantera (El viernes 5 de Enero del año en curso fuimos testigos de la remoción de tierra y destrucción, éstas personas utilizan un camión para trans-portar el material a otro lugar donde rea-lizan la nueva mezcla para la fabricación de adobes). Por otro lado hay varias pla-zas del complejo que vienen siendo relle-nadas con basura moderna, transportada por camiones. (No hemos constatado el hecho, pero algunos lugareños nos seña-lan que es el mismo municipio de San Luis quien realiza este trabajo). Nos parece que ha llegado la hora de hacer algo por este complejo arqueológi-co que no tiene nada que envidiarle a los conjuntos arqueológicos de la Costa Nor-te. Su localización, su peculiaridad arqui-tectónica y su traza urbana, lo configuran en un centro arqueológico que permitirá brindarnos importantes datos no sólo de la sociedad Guarco, sino sobre las demás sociedades pretéritas que se asentaron en este valle. ¿Donde están las autoridades para velar por nuestro patrimonio? (Llámese INC, COARPE, PNP, Municipalidad, etc. ) La destrucción perpetrada a este asenta-miento arqueológico sólo demuestra des-interés, falta de respeto por el pasado y la escasa importancia que le tomamos al patrimonio cultural de todos los perua-nos . Ante todo mi preocupación se da por el hecho de tratarse de un sitio excep-cional ( una zona arqueológica monu-mental ) con un incalculable potencial científico y turístico por explotar. Sin lugar a equivocarnos en este conjun-to arqueológico debe estar la clave para reconstruir la cronología completa del valle bajo de Cañete, debido a las múlti-ples técnicas de construcción y a los ma-teriales arqueológicos observados en superficie. Lo cual lleva a pensar en un uso continuo en la época prehispánica. Espero que estas líneas llamen a la re-flexión y sirvan para que se detenga la destrucción de este importante monumen-to del pasado.

(Williams y Merino, 1976) y se encuentra ubicado cerca de las ex Haciendas de San Pedro y Santa Cruz, a escasos 850 m. del pueblo de San Luis de Cañete . Villcahuasi es uno de los conjuntos ar-queológicos monumentales más importan-tes de la provincia de Cañete, sin embargo es una lástima que hasta la fecha ningún investigador se halla preocupado en reali-zar algún trabajo arqueológico exhausti-vo. En palabras de Hyslop (1984), uno de los mejores investigadores del valle de Cañe-te para los periodos tardíos, Villcahuasi es el candidato más fuerte para ser conside-rado la capital y/o centro de poder político - administrativo del antiguo Señorío de Guarco. Y razones no le faltaron puesto que la altura de los montículos, su dispo-sición, conjunción, interconexión y re-creación de espacios de carácter público hacen suponer en la grandeza y maestría que los Guarco adscribieron al conjunto. Durante algunos recorridos que hemos efectuado en la zona se ha podido deter-minar que la ocupación humana en este conjunto arqueológico corresponde a más de un período. Sólo a nivel arquitectónico se observan adobes que podrían estar rela-cionados con el Horizonte Medio, una fuerte presencia de tapia ( Intermedio Tardío o Guarco) y algunos adobes típicos del Horizonte Tardío. Los canales de irrigación, obras de gran envergadura que rodean el conjunto ar-queológico, presenta similitudes formales con el Complejo Maranga de Lima. El sábado 9 de Setiembre del 2006, fui-mos al sitio arqueológico acompañados por un reportero de Cañete para denun-ciar el hecho y hacer pública nuestra pro-testa ante las autoridades locales. Sin em-bargo hasta el día de hoy el periodista en mención no ha escrito o publicado alguna foto referente al hecho. No sabemos el por qué de su proceder pero nos ha causado bastante sorpresa y evidencia falta de compromiso con una causa justa. El complejo arqueológico ha sido decla-rado Patrimonio Cultural de la Nación con el nombre de Huacones mediante Resolu-ción Directoral Nacional Nº 94/ INC del 4 de febrero del 2005. Sin embargo sabe-mos que hasta la fecha el INC no ha ela-borado el Expediente Técnico correspon-diente para su debida Inscripción en Re-gistros Públicos como Monumento inte-grante del Patrimonio Cultural de la Na-ción.

Villcahuasi o Los Huacones: La otrora capital de la sociedad Guarco en peligro de desaparecer

Carlos Campos Napán(1)

NOTAS

1) Licenciado en Arqueología UNMSM. E-mail: [email protected]

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Vistas del sitio de Villcahuasi o Los Huacones, ubicado en el valle bajo de Cañete. Fotos Carlos Campos Napán, Enero 2007.

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Los trabajos de investigación arqueoló-gica que venimos realizando en la región Amazonas, en el marco del proyecto Qhapaq Ñan del Instituto Nacional de Cultura (Montoya, Díaz y Araujo 2003; Montoya y Luján 2004; Montoya y Za-valeta 2005), nos ha permitido constatar la riqueza arqueológica de la cuenca media del río Imaza. Esta es generalmen-te citada por los investigadores de la cultura Chachapoya como el límite norte del área territorial de este grupo étnico (Lerche 1983, 1995; Schjellerup 1997). En base a documentación etnohistórica se infiere que en la cuenca del Alto Ima-za, habitaba uno de los mas aguerridos grupos étnicos Chachapoya, conocido como los Pomacocha. El área además adquiere gran significa-ción histórica ya que fue escenario de la última batalla entre las tropas Chachapo-ya y las tropas Inca en tiempos de Huás-car. Los cronistas Cabello Valboa (1951) y Murúa (2001) relatan que el grupo de los Pomacocha se aunó a los grupos Honda, Chupat y a los Comacocha para repeler la invasión Inca en el territorio norte de los Chachapoya. Sin embargo, a

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Chiliquín de la provincia de Chachapoyas) y en correlación con la información etnohistó-rica obtenida, no existe aún un panorama claro sobre el dominio Inca en esta cuenca, en el sentido tal y como lo relatan los cro-nistas Cabello Valboa y Murúa, siendo ade-más que sitios Inca han sido muy escasa-mente registrados. De los sitios arqueológicos, con ocupación Chachapoya, el sitio denominado Pomallaj-ta (Montoya 2005) recientemente ubicado en el anexo Las Palmas del distrito de Jum-billa, es el asentamiento mas complejo y extenso (180 hectáreas), en relación a los otros sitios Chachapoya registrados en nues-tras prospecciones: Rumiyacu, Copal, Mira-mayo, Huacapampa (Corosha), Shug, Com-boca B, Comboca C (Florida), Iglesiapampa B, San Mateo B (Jumbilla), Purun Teata A, Gosmal, Mojóncruz B, Contamana B (Recta). Pomallajta debió ser una de las principales llajta que aportaría al contingente Chacha-poya en el enfrentamiento con los Inca, au-nándose a otras pertenecientes a los otros grupos étnicos (como los mencionados por los cronistas) de la cuenca media del río Imaza, quienes lucharon para repeler el ata-que Inca. Otras llajta existentes en esta zona son las que debieron habitar lo que son hoy los si-tios arqueológicos de Comacosh (Shipasbamba), Miraflores, Gualulo (Pomacochas), Quitaya (Chisquilla), Chi-valta (Olleros), Llambashallca (Granada), etc. Todos estos sitios representan un potencial de investigación para conocer los hechos e implicancias históricas que tuvo el último encuentro entre los Chachapoya e Inca, así como el impacto en los primeros años de la Colonia. Ésta es sólo una de las varias pro-blemáticas de investigación que seguirá guiando nuestros trabajos en la cuenca me-dia del río Imaza las próximas temporadas de campo.

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Investigaciones arqueológicas en la cuenca del río Imaza (Bongará—Amazonas)(1)

María Montoya Vera(2)

1) Articulo publicado en Revista Identidad Cultu-ral. Instituto Nacional de Cultura-Amazonas. Año 2006. Pp. 23-24. Chachapoyas.

2) Magíster María Montoya Vera E-mail: [email protected]

Fig. 1: Panorámica desde el sitio de Miramayo en dirección a la desembocadura del rio Imaza (Yambrasbamba, Bongará).

Fig. 2: Sitio San Mateo

Figs. 3 y 4: Aterrazamientos, muros, caminos, etc. son visibles en el sitio de Pomallajta, luego de la tala indiscrimi-nada de bosques por colonos foráneos.

pesar de la estratagema polí-tica realizada por los Chacha-poya (narrada por los cronis-tas) fueron finalmente subyu-gados, sólo y luego del apoyo de fuertes refuerzos de con-tingentes de tropas Inca. Por las prospecciones ar-queológicas que venimos realizando en la cuenca alta y media del río Imaza (que abarca además de la provin-cia de Bongará, también los distritos de Granada, Gon-cha, Olleros, Quinjalca y

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Introducción El proceso cultural prehispánico de la provincia de Pataz es poco conocido a través de las fuentes arqueológicas. Esta carencia se debe principalmente a la falta de investigaciones en el área de su jurisdicción. La presente nota tiene co-mo objetivo dar a conocer algunas de las características del sitio arqueológico Pueblo Viejo en el distrito de Huayo, con la intención de comenzar a esbozar la historia regional de la provincia.

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Algunos apuntes sobre la arquitectura y los materiales arqueológicos del Pueblo Viejo de Huayo en la provincia de Pataz

Renzo Ventura Ayasta(1)

creación tuvo como antecedente la preexis-tencia del anexo de Santa Magdalena de Huayo que pertenecía al curato de Chillia en el Partido de Patas o Cajarmarquilla hacia 1776 (Bueno 1951:61-63). Políticamente el distrito se divide en 10 anexos que son: San-ta Cruz, Cucahuasi, Paucarmarca, Rangra-coto, Parcoycito, Amancay, Usca, Pucabam-ba, Callauto y La Deliciana. Este último lugar fue visitado por Julio C. Tello durante la expedición al Marañon del año 1937. En el camino entre Chillia y La Deliciana Tello inspeccionó las ruinas de Wampu y al llegar a La Deliciana pudo re-gistrar tres piedras esculpidas (dos felinos y una antropomorfa) procedentes del Huayán en la puerta de la capilla de la casa-hacienda (Tello 2004 [1937]: 297-299; 333). Actual-mente algunos bloques de piedra con repre-sentaciones de felinos se encuentran for-mando parte del contrapaso en el basamento de ingreso y del altar mayor de la capilla. Luego, en 1949 una expedición financiada por el Instituto de Antropología de la Uni-versidad Nacional de Trujillo, dirigida por el arqueólogo Philip Curtin y el Sr. Luis Gutiérrez recorrió varios sitios en la parte central de Pataz (Chillia y Parcoy) mencio-nando a las ruinas del Huayán en el Huayo como un conjunto arquitectónico muy im-portante e incluyéndolo en un mapa algo impreciso (Curtin 1951: 49-63), aún cuando este sitio no fue visitado por la expedición.

Pueblo Viejo de Huayo El sitio arqueológico del cerro Pueblo Viejo se ubica en dirección sur del distrito de Huayo, en las coordenadas UTM 0213139 E – 9110966 N y a una altura de 3850 m.s.n.m (Foto 1). No existen referencias bibliográfi-cas sobre el lugar, aún cuando en el Inventa-rio de Monumentos Arqueológicos del Perú (Zona Norte), Hoja 17-h, se consigna el sitio Nº 10 como: Cº. Pueblo Viejo – Centro Poblado – Distrito de Huayo (Ravines y Matos 1983: 110). Al revisar la ubicación

del sitio en el mapa adjunto (Ibid.: 109) constatamos que, en efecto, el sitio en cuestión se denomina también cerro Pue-blo Viejo, sin embargo, se trata de una montaña con el mismo nombre, ubicada al sureste del sitio que nos ocupa y que pertenece realmente al distrito de Chillia.

Sobre la arquitectura del sitio El sitio esta conformado por un extenso grupo de recintos de planta circular acondicionados sobre varios niveles de plataformas y aterrazamientos adaptados a la topografía del terreno en la cima del cerro. Las estructuras se extienden en dirección noroeste y hacia el sureste desde la cumbre de la elevación. La parte más alta del sitio presenta un conglomerado de recintos circulares con un diámetro fluctuante entre los 6.20 m. y 7.40 m. (Foto 2). Sus muros, construi-dos con piedra canteada y mortero de barro, tienen un ancho promedio de 0.70 m. Una escalera corta de 0.80 m de an-cho conduce desde este nivel a uno ubi-cado un metro más bajo, donde continúa la arquitectura circular que se dispone alrededor de un espacio cuadrangular a modo de plaza que tiene 5 m. por lado (Figura 2). Hacia el oeste de este punto yace una pequeña terraza, elevada unos 0.40 m. por encima del nivel de la plaza, que presenta recintos circulares acondiciona-dos sobre ella. El espacio entre la terraza y el borde de la plaza define un corredor en forma de L de 1.80 m. de ancho que se dirige hacia otras estructuras ubicadas al noroeste y suroeste de esta ubicación. Los accesos de las estructuras son bajos y presentan bloques rectangulares de piedras canteadas planas, dispuestas per-pendicularmente al eje de los muros para conformar las jambas de puertas bajas que presentan umbral elevado de 0.10 m.

(1) Licenciado en Arqueología, Universidad Nacional de Trujillo. Email: [email protected]

Fig. 3: Mapa de ubicación del sitio Pueblo Viejo en el distrito de Huayo, provincia de Pataz.

Figura 2. Disposición de la arqui-tectura de recintos circulares en la parte superior del sitio. Dibujo: RVA.

Fig. 4: Imagen Satelital de la sierra patacina con la ubicación del sitio Pueblo Viejo. Nótese su cercana ubi-cación al río Marañon. Tomado de Google Earth. Europa Technologies 2006.

Fig. 1: Arquitectura de recintos circulares en el sitio Pueblo Viejo de Huayo. Foto: RVA.

Huayo: Ubicación y antecedentes El pueblo de Huayo, capital del distrito del mismo nombre, se ubica en la sierra patacina del departamento de La Liber-tad, a una altura promedio de 2183 m.s.n.m. (Figura 1). El actual distrito fue creado como parte integrante de la Provincia de Pataz o Cajamarquilla, por el denominado “Reglamento Provisio-nal” del General San Martín el 12 de Febrero de 1821 (García 1967:47). Su

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(Foto 3). La mampostería de las estructuras es careada y la altura conservada de los muros alcanza 1.10 m. en promedio. No se observa ninguna clase de decoración orna-mental sobre los muros de la estructuras.

Sobre los materiales arqueológicos Hemos hallado sobre la superficie de las habitaciones circulares fragmentos cerámi-cos correspondientes a vasijas finas y bur-das (Foto 4). Los fragmentos de vasijas finas corresponden a tazones o cuencos de pasta naranja y caolín. La parte externa e interna de estas vasijas ha sido alisada has-ta obtener una superficie mate. La mayoría

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presenta en su interior un mortero de pie-dra hecho de arenisca roja o roca granítica conocido localmente como muchikay (Foto 5). Finalmente, encontramos en el sitio un bloque de piedra arenisca roja de forma rectangular con un petroglifo reali-zado en la técnica del percutido superfi-cial sobre una de sus caras. El bloque mi-de 0.40 m. de largo, 0.25 m. de ancho y 0.13 m. de espesor. El diseño representa una figura serpentiforme bicéfala que tiene sobre una de las entradas de su cuer-po una circunferencia de 0.07 m. de diá-metro (Figura 5).

Comentario final La arquitectura circular en el sitio presen-ta una marcada tendencia hacia la aglome-ración sobre los espacios aterrazados y plataformas. Sin embargo, estos espacios parecen organizarse alrededor de peque-ñas plazas, mientras que la circulación interna se da a través de estrechos corre-dores. Las figurinas de camélidos muy comunes en el sitio son al parecer un ras-go distintivo de la región. Evidentemente las actividades de tipo doméstico están atestiguadas por la presencia de morteros para la molienda y por los fragmentos de cerámica sencilla (cántaros, ollas), aunque otro tipo de actividades no pueden descar-tarse dada la ubicación del sitio, dominan-do el paisaje circundante y las rutas de acceso a los valles de Huayo, Chillia y del Marañón. La ubicación cronológica del sitio y su filiación cultural son bastante complica-das debido a la ausencia de trabajos ar-queológicos en la zona que hayan estable-cido secuencias de cerámica que sirvan de

Fig. 6: Figurina de camélido. Dibujo: RVA.

Fig. 5: Fragmentos de bordes. Dibujo: RVA.

Fig. 9: Vista del sitio. Foto: RVA.

Fig. 8: Fragmentería cerámica de superficie. Foto: RVA.

Fig. 10: Mortero de piedra arenisca roja. Foto: RVA.

Fig. 7: Dibujo a mano alzada del blo-que rectangular de arenisca roja con el petroglifo serpentiforme percutido en uno de sus caras. Dibujo: RVA.

de los fragmentos en el sitio corresponden a vasijas domésticas predominando los bordes de cántaros y ollas de pasta naranja y marrón (Figura 3). También hemos re-gistrado figurinas de camélidos en pasta naranja con engobe blanco en el dorso (Figura 4). Los camélidos presentan cuatro orificios pequeños en el abdomen a modo de mamas y una incisión linear bajo la cola evocando una vagina. Al parecer se trata-ría de representaciones de hembras de ca-mélidos hipotéticamente vinculados con la fertilidad de los rebaños. De modo general cada estructura circular

marco comparativo. Tentativamente propongo que se trataría de un asenta-miento tardío (¿Intermedio Tardío?) vinculado con grupos de pastores-agricultores, aunque soy conciente de que se necesita más evidencia para co-rroborar tal hipótesis. Como señalé al principio de esta breve nota, existe muy poca información so-bre la arqueología de la provincia de Pataz. Ella esta circunscrita a unos po-

cos artículos y escasas referencias sobre algunos lugares arqueológicos remarca-bles (por ejemplo Numamarca, Yurac-yacu, Tamburco). Dos problemas sur-gen de esta carencia, por un lado el des-conocimiento del carácter y la ubica-ción cronológica de los sitios, que impi-de la contextualización de los procesos culturales en la región, como en el caso expuesto; y en segundo lugar, y más grave, la destrucción rápida y silenciosa de los yacimientos arqueológicos sin tener el más mínimo conocimiento de su existencia.

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El motivo de la presenta nota es informar acerca de la existencia de una litoescultura procedente del sitio arqueológico de Cerro Ñañañique, sitio del período formativo ubicado contiguo a la ciudad de Chuluca-nas, departamento de Piura.

En Junio de 1998 visitamos por primera vez el sitio y constatamos la existencia de esta litoescultura, hallada al parecer el mismo año por unos peones entre los pueblos jóvenes Villa Canadá e Inmaculada Concepción en la zona denominada Loma Leonor, al norte del sitio arqueológico. Encontramos la pieza lítica sobre el suelo, protegida por un cobertizo im-provisado y cercado por un alambre de púas. Al parecer las intensas lluvias del Ñiño de ese año o una excavación clandestina casual fueron las causales de su hallazgo. Aquella primera vez la piedra se encon-traba muy cerca de la vía afirmada que rodea la zona

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arqueológica y el cerro mismo de Ñañañique. La población del lugar había bauti-zado a la litoescultura como el “Lanzón de Chulucanas”.

En Agosto de 2006 volvimos a visitar Cerro Ñañañique y constatamos que la litoescultura ya no se encontraba en el lugar que la viéramos en 1998, nos infor-maron que los pobladores la habían movilizado al local comunal del pueblo joven Mercado Jarrín, con el fin de protegerla, encontrándola en el patio de este local. Al parecer al trasladar la pieza lítica se fracturó uno de los extremos.

La litoescultura mide aproximadamente unos 3.10 m. de largo, entre 0,6 a 0,7 m. de ancho y entre 0,15 a 0,35 m. de grosor. La mitad de su superficie está cubierta de relieves que por su forma de ejecución y estilo de decoración evidencian su clara filiación formativa. Mientras que la otra mitad no los tiene, dando la impre-sión ésta parte por su forma ojival que fue la parte que debió estar enterrada en el suelo. La zona decorada con relieves debió prolongarse más de lo que actual-mente puede percibirse, ya que su extremo está roto.

Una litoescultura en Cerro Ñañañique, Chulucanas, Piura

José Luis Fuentes Sadowski

Fig. 1: Mapa del Departamento de Piura, señalando la ubicación de Cerro Ñañañique.

Fig. 3: La litoescultura en Junio de 1998. Foto José Fuentes.

Fig. 2: Dibujo de la litoescultura. José Fuentes, Agosto 2006. Los relieves pueden notarse en una de las caras laterales y al parecer rodearon todos los lados de la litoescultura, lo que nos hace pensar que estuvo erguida en un lugar donde era visible por todos sus lados y que no se encontraba confor-mando parte de alguna estructura arquitectónica. Al parecer la naturaleza mineral de la piedra es granito.

Los motivos iconográficos partiendo desde el extremo roto se conforman de dos hileras de dos motivos con forma de “U” seguido de un solo motivo en forma de “U” en cuya “boca” hay otro motivo similar pero orientado en dirección contra-ria. Le sigue tres motivos paralelos, teniendo los dos de los costados el extremo contiguo a la zona sin decoración doblados en direcciones contrarias, sólo conti-guo a uno de los motivos hay el diseño de una “voluta” con ambos extremos doblados en direcciones contrarias.

Por los motivos iconográficos pensamos que la pieza se relaciona a la fase Pane-cillo (600-400 a.C.) definida para el sitio de Cerro Ñañañique por el arqueólogo Jean Guffroy.

Para finalizar esta breve nota instamos a las autoridades pertinentes (INC-Piura)

Fig. 4: La litoescultura hoy (Julio 2007). Foto Carlos Campos.

tomar las medidas correspondientes para la protección de ésta importante pieza lítica, único exponente hasta donde sabemos del arte lítico for-mativo piurano. Éstas medidas pueden ser el tras-lado de la pieza a un lugar techado (ya que el intem-perismo la va afectando) en un lugar seguro, co-mo puede ser un museo.

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Estado actual del sitio de Cerro Paloma

Maria Luisa Paredes Dávila(1)

El sitio arqueológico de Cerro Palo-ma se encuentra ubicado en la cuen-ca de Chilca siendo sus coordenadas 12º 24' LS y 76º44' LO. Fue descu-bierto en 1961 por un estudio de re-conocimiento del CIZA (Centro de Investigaciones de Zonas Áridas) de la Universidad Agraria, bajo la direc-ción de Fréderic Engel (1966, 1976), quien lo registró como 12b-VII-613. La excavación en la temporada de 1975 lo completó Bernardino Ojeda. En 1976 las excavaciones fueron llevadas a cabo por un equipo con-junto de la Universidad de Missouri bajo la dirección de Robert Ben-fer y el CIZA. Luego las demás temporadas fueron realizadas sólo por Robert Benfer y sus colaborado-res. Se trata de una aldea precerámica que data del 5000 al 2500 a.C. Engel diferencia dos fases de ocupación. La primera se compone de ocupaciones estacionales encontrándose habitácu-los, pozos y bancales. La segunda fase está representada por el Templo Rojo (3000 a.C.), y también por viviendas de planta ovalada, circular

y hasta casi cuadrangular. En el sitio además se han encontrado entierros humanos en los vestigios de las vi-viendas. El número total de entierros hallados son 251. Actualmente el sitio de Cerro Palo-ma está descuidado y abandonado. El sitio es usado para prácticas de motocicleta. Existe basura al pie de los cerros y en la quebrada, donde se encuentran los habitáculos. Además en medio de la basura se crían cerdos y ovejas que se alimentan de los desperdicios. El Templo Rojo ha perdido muchas de las piedras que conformaban su estructura. Cerca del Templo Rojo se encuentra una granja de aves que usa como botadero de plumas y sangre a este sitio, por lo cual abundan las moscas y arañas. Se espera una respuesta por parte de las autoridades ante esta situación de abandono del sitio de Cerro Paloma, como también se tome en cuenta las condiciones inadecuadas en que se crían los animales y su efecto negati-vo en el sitio.

Fig. 1: Desechos d e p l u m a s dejados por la granja que se encuentra cerca del Templo Ro-jo. Foto María Paredes. Mayo 2007.

Fig. 2: Motociclista recorriendo el Cerro Calcarí. Foto María Paredes. Mayo 2007.

Fig. 6: Pozo precerámico, que se encuentra con basura en su interior. Foto María Paredes. Mayo 2007.

Fig. 3: Ovejas en medio de la basura, en la ladera del Cerro Pico Rayado. Foto María Paredes. Mayo 2007.

Fig. 4: Vista del Templo Rojo en Ma-yo de 1999 . Foto José Fuentes.

Fig. 5: Vista actual del Templo Rojo. Foto María Paredes. Mayo 2007. Nótese que se han ex-traído casi to-das las piedras que eran las caras de muro.

1) Estudiante de Arqueología UNMSM. E-mail: [email protected]

Page 68: Boletín Tukuy Rikuq nº 4

El Tukuy Rikuq seguirá atento, siempre vigilante del patrimonio, denunciando cualquier atentado contra éste.

¡ALTO A LA DESTRUCCIÓN DE NUESTRO PATRIMONIO ARQUEOLÓGICO!

Vista del corte efectuado en uno de los montículos de Cerro Trinidad, valle de Chancay, Lima. Foto José Fuentes. Agosto 2001.

Vista de un forado abierto junto al montículo de El Paraíso, valle del Chillón, Lima. Foto José Fuentes. Mayo 2005.

Vista de un huaqueo en Cerro Ban-durria, valle de Chilca, Lima. Foto José Fuentes. Mayo 2000.

Trinchera clandestina efectuada en lado noreste de la Huaca Menocu-cho, valle de Moche, La Libertad. Foto Renzo Ventura. Junio 2006.

Vista de un socavón abierto en la pirámide principal de Dos Cabe-zas, valle de Jequetepeque, La Li-bertad. Foto José Fuentes. Mayo 2006.

Vista de un corte efectuado a una huaca en el valle medio de Huar-mey, efectuado por la ampliación de la carretera. Ancash. Foto Wil-bert Fuentes. Octubre 2003.

Vista de huaqueos efectuados en el sitio de Cerro de la Horca, valle de Fortaleza, Lima. Foto José Fuentes. Octubre 2002.

Vista del felino en bulto en la esca-linata de Punkurí, valle de Nepe-ña. Foto José Fuentes. Junio 1999

Vista del sitio de Conchopata, Aya-cucho, parcialmente lotizado por una Asociación de Vivienda. Foto José Fuentes. Octubre 2001.

Vista de Garagay, con la torre de alta tensión en la cima. Foto José Fuentes. Mayo 2000.

Vista de Pucará en el valle me-dio del Chillón, afectado por la explotación minera. Foto Jorge Camara. Setiembre 2006.

La amenaza latente: la ampliación de la Av. Venezuela y el cercena-miento de la Huaca San Marcos. Foto José Fuentes. Julio 2007.