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Darwin y la evolución

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texto de Darwin elaborado por profesores del IES Pablo Serrano de Andorra, Teruel.

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Una edición en colaboración con el Departamento de Biologíay Geología para la conmemoración del segundo centenario delnacimiento de Charles Darwin y el ciento cincuenta aniversario

de la primera edición de El origen de las especies.

Autores del texto: Isabel Martín-Montalvo Cortes, Cristina LejCiprés y Javier Alquézar Penón

PRIMERA EDICIÓN, 2009Ediciones de la BibliotecaDepartamento de Edición

Maquetación: JAPIES Pablo Serrano

Hermanas Zapata, 844500. ANDORRA. Teruel

Cuaderno de Ciencia n.º 2Colección dirigida por Javier Alquézar Penón

La teoría evolucionista despertó un enormeinterés por los simios, bien para explicarla,

como intenta -según alega- La IlustraciónEspañola y Americana (1872), con estos

dibujos, bien para sacar provecho comercialal debate suscitado, como la popular marca

de anís de Badalona (1870), cuya botellase ilustró con un primate humanoide.

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omo de cada especie nacen muchos más individuos delos que pueden sobrevivir y, por tanto, hay que recurrircon frecuencia a la lucha por la existencia, se deduce

que cualquier ser, si varía, aunque sea levemente, de algúnmodo provechoso para él, bajo las complejas y a veces varia-bles condiciones de vida, tendrá mayor probabilidad de sobre-vivir y, por tanto, de ser seleccionado de forma natural. Segúnel vigoroso principio de la herencia, toda variedad selecciona-da tenderá a propagar su forma nueva y modificada.

El origen de las especiesCharles Darwin

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Iguana

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SUMARIO

I. El año Darwin, 7

II. Charles Darwin: una vida para la ciencia, 11

III. La teoría de la evolución, 29

IV. Los detractores de Darwin: creacionistas deantes y de ahora, 57

V. Las pruebas de la evolución, 63

VI. La evolución hoy: la base genética de laevolución, 71

VII. Referencias bibliográficas, 79

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Dibujo de Charles Darwin por Doug Alves.

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2009 es el año de Darwin. Se cum-plen 150 años de la publicaciónde El origen de las especies, el

libro que revolucionó la historia de las ciencias de lavida proponiendo la más bella teoría de la historianatural, y 200 años del nacimiento de su autor:Charles Darwin.

Dicen que las grandes ideas, los grandes descu-brimientos científicos, suelen ser casi siempre senci-llos, simples y elegantes. Lo que aportó Darwin fueuna poderosa teoría sobre cómo podría producirseel mecanismo por el que las especies de seres vivoscambian continuamente, es decir, evolucionan; ycon ello revolucionó nuestra concepción del mundo,destronó al ser humano de su lugar de privilegio yrefutó muchas de las creencias fundamentales de suépoca.

No ha habido ninguna revolución científica -conla excepción de Copérnico y Galileo en los siglosXVI y XVII- que haya tenido tanto impacto en la cul-tura humana como la teoría de la evolución. Si laastronomía moderna dejó bien claro que la Tierra noera el centro del universo, ni siquiera del sistemasolar, la biología moderna a partir de Darwin nosobliga a aceptar que no somos especialmente distin-tos de otros organismos, ni en cuanto a nuestro ori-gen ni en el lugar que ocupamos en la naturaleza.

Si tuviéramos que elegir la teoría que más tras-

cendencia ha tenido entre todas las trascendentes–el sistema geométrico de Euclides, la ley de la gra-vedad de Newton, la relatividad de Einstein, la físi-ca cuántica o la teoría molecular de la herencia- éstasería la del origen de las especies por selección natu-ral de Darwin porque consiguió más que ningunaotra que afectara a algo tan básico como las ideassobre nuestra situación y relación con las demás for-mas de vida.

El siglo XIX fue llamado «el siglo de la divulga-ción» porque los descubrimientos científicos eran elmotor de la revolución industrial y las sociedadescientíficas estaban de moda. Pero en aquella socie-dad victoriana llena de contrastes, donde el conser-vadurismo tenía el mérito de conservar... hasta lalibertad de pensamiento, la idea de Darwin, quepropone nada menos que una explicación a la totali-dad de las formas de vida sobre la Tierra, dio muchoque hablar. La idea de que unas especies se «trans-mutaban» en otras (término usado en la época) pasóa convertirse en una hipótesis científica, en un mun-do aquel en el que casi todos daban por sentado quecada especie en nuestro planeta era fruto de un dise-ño estático, específico e independiente.

Darwin primero describe y después propone.Describe la biodiversidad observada durante su via-je a bordo del HMS Beagle por el mundo y concluyeque todas las especies son variaciones de diseños

EL AÑO DE DARWIN

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comunes, relacionables y cambiantes. Pero ya antesque él otros naturalistas habían teorizado sobre lavariabilidad de las especies; lo genial de Darwin essu propuesta de un mecanismo para la evolución: laselección natural, una selección de variedades depatatas, vacas, rosas o perros –algo que los humanosllevamos haciendo toda la vida- pero sin selecciona-dor, la vida se autoselecciona sola.

Darwin transformó la idea dominante de estabi-lidad (de la Tierra, de las especies que la habitan eincluso de las clases sociales) en una sucesión deimágenes en movimiento, como dice el paleontólogoN. Eldredge en su libro Darwin, el descubrimiento delárbol de la vida. Sin embargo, ha habido algunas lec-turas distorsionadas del darwinismo –el darwinis-mo social- como la del propio primo de Darwin,Francis Galton, quien en 1860 se quejaba de que «lasociedad moderna protegiera de la selección naturala sus miembros menos aptos», o más tarde algunasde las ideas de la ideología nazi o de economistasneoliberales, que utilizan la teoría de la evolución deDarwin como un legitimador de la desigualdadsocial.

Hoy la evolución es un tema que está fuera detoda duda en el mundo de la ciencia: hay un acuer-do generalizado sobre cómo, a lo largo de la historiade la Tierra, surgieron las formas de vida complejasa partir de formas más simples. También se está deacuerdo en que los caracteres particulares que per-miten acomodar el organismo a su ambiente, comola carrera del leopardo, el aroma de una flor o eldedo pulgar oponible, han aparecido por el procesode selección natural tal y como Charles Darwin pro-puso hace 150 años. Sin embargo, esto no excluyeque desde finales del siglo XX haya habido algunascríticas científicas que, sin plantearse la realidad dela evolución, cuestionan ciertos aspectos del proceso

o algunos mecanismos de la evolución darwiniana.Por ejemplo, el biólogo japonés Motoo Kimura(1967) propone que la variación de las poblacionesse produciría a partir de mutaciones neutras lamayoría de ellas (ni favorables ni desfavorables); esdecir, no se debe tanto a la selección natural como alazar. O Eldredge y Jay Gould (1972), que defiendenun ritmo irregular y brusco en la aparición de nue-vas especies, y no lento y gradual como proponíaDarwin, aunque es bien sabido que el dilema deDarwin, su gran dificultad, era precisamente cómoexplicar con su teoría gradualista la «gran explosióncámbrica», el hecho de que la vida (los primerosmicrobios) apareciera hace 3.500 millones de años ysin embargo no fuera hasta hace 543 millones deaños, al comienzo del periodo Cámbrico, cuandoocurrió la explosión de la vida animal. Dicho de otromodo: la evolución tardó poco en inventar a los ani-males, aunque tardó 3.000 millones de años enponerse a ello.

Hoy día, la nueva biología molecular ha corro-borado la «osada» propuesta de Darwin aportandoevidencias de que la vida en la Tierra apareció sólouna vez, que posee un código genético universal yque todos los seres vivos procedemos de un mismoorigen: un organismo unicelular.

Cuando Darwin publicó su teoría, faltaban 50años para que se hablara de genes, 95 para conocerla doble hélice de ADN y aún 144 para que se com-pletara la secuencia del genoma humano, por men-cionar los tres hitos biológicos más conocidos. Estosignifica que Darwin no pudo ni imaginar lo quevino después.

La evolución entendida a la manera de Darwines un hecho científico y contrastado de maneraabrumadora, pero no es universalmente aceptado.Hay dos grandes polémicas en torno a Darwin y su8

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teoría de la evolución: una es la que enfrenta a evo-lucionistas y creacionistas. Éstos han mantenido susataques y críticas desde que se enunció y ahoraresurgen con ímpetu desde posiciones religiosas conel auge del «Diseño Inteligente», la nueva cara delviejo creacionismo. La otra divide a los que mantie-nen las ideas darwinianas sólo en el ámbito biológi-co, en el estricto campo para el que fue creada, y losque, inspirados en el pensador decimonónico Her-bert Spencer, intentan aplicar la selección natural ala explicación y justificación de las conductas huma-nas: el darwinismo social.

Pero, por encima de todo, el darwinismo es algomás que una teoría científica, ya que está en juegonuestra propia identidad: ¿quiénes somos?, ¿dedónde venimos? y ¿cómo decidimos hacia dónde ir?La innovadora teoría de Darwin era radical yextraordinaria. Todo se transforma continuamente.Si el entorno cambia, las especies se acomodan ycambian también.

Recordar y celebrar a Darwin es un homenaje alrigor intelectual, a la honestidad y valentía de unhombre que supo desprenderse de creencias y mitospor la Ciencia y la Razón, también un homenaje alpoder de la mente humana para comprender elmundo. Pero, además, debe ser una respuesta de laCiencia ante el auge del nuevo creacionismo.

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Fotografía de Charles Darwin a los 70 años.

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CHARLES DARWIN: UNA VIDA PARA LA CIENCIA

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Arriba, casa natal de Darwin en Shrewsbury. A laizda., Charles Darwin, a los siete años. En la páginacontigua, su padre, el Dr. Robert Darwin.

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Charles Robert Darwinna ció en TheMount, Shrews-

bury (en el condado de Devon, cerca del País deGales), el 12 de febrero de 1809 en el seno de unafamilia ilustrada con ascendientes dedicados almundo de la ciencia. Su padre, Robert Waring Dar-win, era médico y su abuelo paterno, Erasmus Dar-win, al que no conoció porque murió siete añosantes de su nacimiento, había sido naturalista y poe-ta, y fue miembro de la Royal Society. También suabuelo materno, Josiah Wedgwood, perteneció aella. Su madre, Sussanah, murió cuando Charlescontaba tan sólo 8 años, por lo que apenas guardórecuerdo de ella. Tuvo cuatro hermanas (Marianne,Caroline, Susan y Emily Catherine) y un hermano(Erasmus), él hacía el quinto de la serie.

De pequeño reverenciaba a su padre, un hombremuy cariñoso, de presencia imponente (1,90 m dealtura y 150 kg de peso) y liberal (whig), aunque decarácter dominante al parecer, lo que no debió ayu-dar en las relaciones padre-hijo, de las que mucho seha hablado. La fortuna familiar estaba aseguradagracias al acierto del Doctor Darwin en inversionesen canales y propiedades, así como en el desempeñode otras actividades financieras.

De Charles Darwin se conoce muy bien la vida ylas circunstancias de su trabajo gracias a sus propios 13

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recuerdos relatados en su Autobiografía, a las abun-dantes biografías realizadas sobre su persona,empezando por la que realizó su propio hijo Francis(Vida y cartas de Charles Darwin, 1876), y por el grannúmero de cartas que se han conservado, hasta lafecha unas 14.500. Se sabe que mantuvo correspon-dencia con unas dos mil personas de muy diferenteposición y ocupación, desde políticos y militares,pasando por científicos y escritores hasta jardineroso simples aficionados a la Botánica o a la Zoología.

UNA EDUCACIÓN Y UN APRENDIZAJEREÑIDOS

La primera educación de Charles vino de lamano de su hermana Caroline, nueve años mayorque él. Enseguida, no obstante, en 1817 y durantetan sólo un año, estuvo como alumno externo en laescuela del reverendo George Case, donde ya empe-zó a mostrar su inclinación por la naturaleza y elcoleccionismo (conchas, huevos de pájaro, minera-les, sobres de cartas franqueados…). A renglónseguido, con nueve años ingresó, esta vez comoalumno interno, en la escuela del doctor SamuelButler, donde ya estaba su hermano Erasmus y don-de permaneció bien a disgusto durante siete años.«Nada pudo resultar peor para el desarrollo de mimente que la escuela del doctor Butler, pues era delmás rígido clasicismo; lo único que se enseñaba eraun poco de geografía antigua y de historia.», llegó aescribir. En este periodo escolar por lo que se intere-só principalmente fue por la poesía (Byron y Shakes-peare) y por la química (sus experimentos realiza-dos en el cobertizo de su casa o a hurtadillas en elcolegio le valieron el mote de «Gas» entre sus con-discípulos). Pero en verdad Charles Darwin nohabía sido precisamente un as en los estudios y nada

hacía predecir su carrera posterior: «Cuando salí dela escuela, no era ni muy brillante ni muy torpe parami edad; creo que mis maestros y mi padre me con-sideraban un muchacho normal, quizá por debajodel nivel intelectual medio».

Su padre, desde que Charles era pequeño, siem-pre le había procurado interesar (en vano) por lamedicina para que siguiera sus pasos, por lo quecuando llegó el momento le pareció lo más naturalque cursara (lo mismo que su hermano) los estudiosde Medicina. Con ese fin ingresó Charles Darwin enla Universidad de Edimburgo en 1825, con 16 años,aunque sin ningún entusiasmo. Allí asistió a clasesde Historia Natural y Geología, con el doctor RobertJameson, y de Zoología, con Robert Edmon Grant,pasando largos ratos en el Museo de Historia Natu-ral y discutiendo en la Plinian Society sobre cuestio-nes de estas ramas de la ciencia, que sí le atraían porsí mismas. En cambio, las operaciones quirúrgicas yla disección anatómica de cadáveres le producíancierta aversión más que otra cosa. El miedo a tenerque declarar a su padre su poca afición por la Medi-cina le mantuvo alejado largas temporadas de sucasa paterna en Shrewsbury y le conminó en cambioa pasar largas temporadas en Maer con su tío Jos(Josiah Wedgwood), quien representaría para él unainfluencia muy positiva y un firme apoyo para sucarrera científica. Con él y su familia realizó sus pri-meros viajes: Escocia, Irlanda, Londres y París.

En Edimburgo sólo pasó dos años, no dio tiem-po para más. Su padre, convencido de que estabaperdiendo el tiempo, lo sacó de allí y, renunciando asu aspiración de verle convertido en médico (situa-ción que se había repetido con su otro hijo, Eras-mus), le hizo ingresar en el Christ’s College de Cam-bridge en 1827 para estudiar Teología y encarrilar sufuturo como clérigo de la Iglesia Anglicana. Nueva14

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El Christ' College de Cambridge.

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imposición que tampoco ilusionaba a Charles,quien, no obstante, esta vez sí acabó sus estudios,aunque no llegaría a profesar por las circunstanciasque luego se narrarán. Sin embargo, ya desde su fra-caso escolar en Edimburgo, Charles fue desarrollan-do un cierto complejo de culpabilidad hacia supadre, con quien las relaciones nunca fueron fluidas.

Si bien la dedicación hacia los estudios teológi-cos no sirvieron más que para cumplir el guión esta-blecido, su estancia en Cambridge fue de lo másprovechosa para su formación científica pues desdeel primer momento entró en relación con eminentesgeólogos y botánicos, hasta tal punto que sorprendeque un simple estudiante pudiera tener semejantesamistades. Hasta el propio Darwin se sorprendió:«Mirando al pasado, deduzco que debía haber en míalgo que me hacía un poco superior a la mayoría delos jóvenes, pues de lo contrario las personas que hemencionado, mucho mayores que yo y de una posi-ción académica mucho más elevada, nunca habríanpermitido que me relacionara con ellas». Dos deestas relaciones fueron más decisivas, la de John Ste-vens Henslow y la de Adam Sedgwick. El primero

no era un profesor de Botánica al uso: llevaba a susalumnos a hacer estudios de campo y los recibía ensu casa. Darwin salía de paseo con él casi a diario,tanto es así que llegó a ser conocido en Cambridgecomo «el que pasea con Henslow». En su calidad declérigo muy pronto se dio cuenta Henslow de queDarwin no tenía vocación religiosa y en buena medi-da fue responsable de que se encaminara en otradirección. Con el segundo, profesor de Geología,Darwin aprendió la necesidad de observacionesminuciosas y constantes como método de investiga-ción durante una excursión geológica que realizaronpor el norte de Gales.

El 24 de agosto de 1831, Henslow escribió a Dar-win informándole de la oferta del capitán de navíoRobert Fitzroy de «ceder parte de su propio camaro-te a un joven que se ofrezca como voluntario paraacompañarle, sin retribución alguna, como natura-lista, durante el viaje del Beagle… Le he señaladoque tú eres la persona más indicada de cuantas pue-den estar dispuestas a aceptar tal situación. Se lo hedicho no porque te considere un naturalista consu-mado, sino porque estás perfectamente capacitadopara recoger, observar y anotar todo lo que merezcala pena en el campo de la Historia Natural: No ten-gas dudas ni temores por tu capacitación, pues teaseguro que, en mi opinión, eres la persona queestán buscando».

La oposición frontal de su padre («Si encuentrasun hombre con sentido común que te aconseje hacereste viaje, tendrás mi consentimiento.») se rompiócon la intervención del tío Jos -a quien Charles habíaacudido para exponerle el dilema-, quien fue capazde convencerle a pesar de que eso significaba rom-per su voluntad por segunda vez. Y así fue comoCharles Darwin, licenciado en teología, en matemá-tica euclidiana y en estudios clásicos, se embarcó,

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El geólogo Adam Sedgwick y elbotánico John Henslow.

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aún con dudas, el 27 de diciembre de 1831 en el Bea-gle como naturalista.

UN VIAJE INICIÁTICO: LA AVENTURADEL BEAGLE

La presencia de Darwin en el Beagle sólo se ex -plica, lo mismo que su estancia en la Universidad,por la posición económicamente desahogada de quedisfrutaba gracias a la fortuna paterna, ya que nipara el segundo caso había despuntado como estu-diante ni para el primero tenía la titulación necesa-ria. Esto, no obstante, a la hora de la verdad no fueningún problema pues había recibido una buenaformación práctica de Henslow y Sedgwick y habíaaprendido a disecar pájaros y a coleccionar fósiles,rocas y escarabajos; y poseía la mejor virtud, era «unhombre de una curiosidad sin límites», como decíasu tío Jos. Para asegurarse, Darwin, durante la espe-ra hasta la partida del barco, se programó el tiempoa base de toda una serie de actividades metodológi-cas y de formación en las distintas ciencias natura-les. Darwin se tendría que enfrentar con un trabajosolitario sin más ayuda que la que le pudieran pro-porcionar algunos pocos libros y sus compañeros deviaje.

El Beagle había sido comisionado por el Almi-rantazgo británico para realizar mediciones geográ-ficas precisas en torno al globo, de ahí las numero-sas expediciones fluviales y terrestres que se realiza-ron durante el viaje. El papel de Darwin era, pues,complementario.

El capitán del barco, Robert Fitzroy, de 26 años,cuatro más que Darwin, era un aristócrata no exce-sivamente inteligente, pero sí de una fuerte persona-lidad. Como compañero de viaje resultó bastanteinsoportable, dado su agrio carácter y sus frecuentes

momentos de mal humor. Sus ideas a veces tampo-co ayudaron pues en alguna ocasión acarrearon másde una discusión con Darwin, quien no compartíapor ejemplo su defensa de la esclavitud. Sus compa-ñeros de alojamiento fueron el guardamarina PhilipGidley King y el dibujante Augustus Earle. Otros alos que llegó a conocer bien, de los sesenta que seembarcaron, fueron Charles Musters, voluntario, ylos que con el paso del tiempo llegaron a almirantes,John Lort Stokes y Bartolomew James Sullivan. Uncaso aparte fue el de Simms Covington, «violinista yayudante de camarote de popa», que acabaría porser ayudante de Darwin a cambio de 60 libras anua-les desembolsadas por el padre de aquél. El trabajode Covington le liberó de tareas rutinarias de dise-cación y de preparación de materiales, de maneraque él pudo dedicar más tiempo a su estudio.

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Robert Fitzroy, capitán del Beagle, des-pués de ascender a vicealmirante.

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El 27 de diciembre de 1831 el Beagle partió deDevonport, en Plymouth, con destino inicial a lasislas Canarias. Durante las primeras semanas se sin-tió muy mareado («destrozado y enfermo», sobretodo en el tránsito por el Golfo de Vizcaya y Finiste-rre, hasta el punto de que llegó a escribir: «El males-tar es enorme y supera con mucho lo que puedasuponer alguien que no haya estado en el mar másque unos días».

Uno de los autores que más le habían influidofue Humboldt, a quien leyó con devoción en su épo-ca universitaria despertándose en él un fervientedeseo de conocer las tierras descritas por el grangeógrafo alemán, en concreto las islas Canarias adonde había llegado a proyectar un viaje. Por fin ibaa ver cumplido su deseo, pero cuál no sería su de -cepción cuando al llegar a Tenerife el 6 de enero de1832 no pudieron desembarcar, pues les obligaban auna cuarentena de doce días.

Rumbo al sur, Darwin ideó una especie de redde arrastre para capturar plancton con el que diopor comenzadas sus investigaciones. Diez días des-pués pudieron echar pie a tierra, por primera vez, enla isla de Santiago (islas Cabo Verde): «Tenía gran-des deseos de que llegara aquel momento, pueshabía leído las descripciones de Humboldt y temíallevarme una desilusión: qué vanos eran aquellostemores es algo que sólo pueden decir los que hayantenido la misma experiencia que yo he podido vivirhoy... Volví a la costa, caminando sobre rocas volcá-nicas, oyendo el canto de pájaros desconocidos yobservando nuevos insectos revoloteando alrededorde flores nunca vistas… Ha sido un día gloriosopara mí, como un ciego que recibiera la vista; alprincipio, se quedaría anonadado ante lo que ve yno le sería fácil entenderlo. Esto es lo que yo sientoy seguiré sintiendo».

De nuevo en ruta, Darwin atravesó el Ecuador el17 de febrero entre los acostumbrados rituales: «Unode los hombres me vendó los ojos y así tuve quepasar por entre cubos de agua, que retumbaban congran estrépito».

El nuevo continente los recibió en Bahía (Brasil)el 28 de febrero. La impresión que le causó a Darwinla contemplación de los paisajes y selvas tropicalesfue de una magnitud mucho mayor de lo que de porsí ya esperaba: «No es posible imaginar nada másdelicioso que observar la Naturaleza en su formamás grandiosa, aquí en las regiones tropicales…

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El periplo del Beagle alrededor del mundo.

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Plantas trepadoras que se enredan entre sí… belloslepidópteros… silencio… ¡Hosanna!… ranas concolores de sapos… animales que saltan lentamen-te…».

Instalado cerca de Río de Janeiro, en la bahía deBotafogo, dedicó el tiempo a hacer expediciones deexploración y a recopilar muestras de todo, sin espe-cializarse, con una energía tal que fue capaz de reco-ger 68 especies de coleópteros en un solo día. Ésa erasu rutina diaria, mientras tomaba nota de todo con-tinua y sistemáticamente. En Brasil pudo comprobarlos efectos de la acción colonial en la degradación de

los esclavos y la amoralidad de sus amos («Nunca esagradable someterse a la insolencia de los hombresque tienen poder; pero someterse a los brasileños,personas detestables y viles, resulta casi intolera-ble»).

El 5 de julio el Beagle tomó rumbo a Montevideo,pero ante el espectáculo revolucionario con que seencontraron prosiguieron hasta Buenos Aires. Enaquellas pampas pudo conocer, además de todasuerte de revoluciones (eran los primeros años deindependencia de las nuevas naciones americanastras su emancipación de España), dos curiosas espe-cies animales, los ñandúes (avestruces) y los guana-cos (llamas). La expedición visitó la Patagonia («Ellugar más desolado que he visto nunca.») haciendoescala en Bahía Blanca. Allí conoció el método de losnativos para cazar mediante boleadoras y pudorecoger en sus exploraciones fósiles interesantes ymucho frío. Tras una estancia en Montevideo, endonde Darwin recibió correo y el segundo volumen(el primero se lo había regalado Fitzroy al comienzodel viaje) de Principios de Geología de Lyell -libro cru-cial para su trayectoria investigadora-, regresaron aBuenos Aires, donde tan sólo estuvieron esta vezocho días y desde donde escribió a su hermanaCarolina: «Nuestra principal diversión era pasear acaballo. Y admirar a las damas españolas. Tras ver auno de estos ángeles deslizarse calle abajo, comenta-mos involuntariamente: “¡Qué tontas son las muje-res inglesas, no saben ni andar ni vestirse!” Lo sien-to por vosotras. A todas os vendría muy bien acer-caros a Buenos Aires».

Los meses cálidos fueron aprovechados paraviajar hasta los territorios más extremos al Sur deAmérica, la Tierra del Fuego. Uno de los objetivosprincipales de esta expedición era devolver a su tie-rra a los fueguinos Jeremy Button, York Minster y su 19

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esposa -Fuegia Basket-, indígenas que habían sidollevados a Inglaterra por el capitán Fitzroy en unviaje anterior y que habían sido educados a la mane-ra occidental con el fin de hacer un experimentosocial, que resultó todo un fiasco: el misionero queles acompañó en su reinserción abandonó prontotras serles robadas sus pertenencias nada más llegary los fueguinos «civilizados» abandonaron prontolos hábitos adquiridos en el viejo continente, regre-sando al estado aborigen. La impresión causada porlos nativos de Tierra del Fuego no pudo ser peor enDarwin: «Nunca me había imaginado la enormediferencia entre el hombre salvaje y el hombre civi-lizado».

A finales de marzo de 1833 el Beagle, después derecalar un tiempo en las islas Malvinas, regresó aBuenos Aires para pasar el invierno, tiempo quedarwin ocupó en realizar salidas desde su base enMaldonado, con algunos descubrimientos impor-tantes, como el de una segunda especie de ñandú(Struthio darwinii), y en empaquetar sus últimascolecciones para enviarlas a Inglaterra. Llevó a cabouna expedición a Santa Fe remontando el río Paranáa caballo durante más de 300 millas en la que pudorecoger muchos fósiles, pero un acceso de fiebre leobligó a regresar en barca río abajo. También realizóotra expedición por el río Uruguay y su afluente elrío Negro.

A comienzos de diciembre el Beagle abandonóde fi nitivamente el río de la Plata, dirigiéndose aPuer to Deseado, donde Darwin obtuvo la evidenciade que la tierra firme había emergido del agua debi-do a un movimiento orográfico gracias al descubri-miento de conchas marinas en la llanura.

La quilla del barco tuvo que ser reparada en ladesembocadura del río Santa Cruz, tiempo que seaprovechó para realizar una expedición río arriba de

25 personas dirigida por el propio capitán del navíohasta llegar a tan sólo unos 100 km del Pacífico en lacabecera del río. Para Fitzroy fue todo un fracaso,pero no para Darwin, que se pudo hacer idea de lamoderna formación de la Patagonia.

Por fin en mayo de 1834 abandonan las costasorientales de América del Sur encaminándose haciael estrecho de Magallanes, que atravesaron en juniopara ir a fondear bajo el monte Sarmiento, dondepudieron contemplar los bellos glaciares que des-cienden hasta el mar. A finales de julio llegó el Bea-gle a Valparaíso, población donde Darwin encontrópor fin interlocutores con los que hablar de Geologíay desde donde intentó realizar una expedición a losAndes que resultó fallida porque cayó enfermo. Suagotamiento físico le condujo a desear por primeravez su vuelta a casa. Recuperado, en febrero de 1835visitó Concepción, donde pudo asistir a un terremo-to, que redujo la ciudad a ruinas en dos minutos, yvolvió a dirigirse después a Santiago y los Andes,donde llegó a ascender una altura de 3.000 m, perorecayó en la enfermedad y regresó hundido física-mente. La expedición, con todo, fue muy provecho-sa desde el punto de vista geológico. Aún realizaríaantes de abandonar Chile otra expedición, esta vezal norte de Copiapó, a unos 700 u 800 km, donde dosmeses después le habría de recoger el Beagle decamino al Perú. Era julio de 1835 y Darwin llevabaya más de tres años lejos de casa.

En Perú apenas pudieron detenerse algún tiem-po debido a las circunstancias políticas. A pesar deello, a Darwin le dio tiempo para estudiar los arreci-fes de coral urdiendo una teoría sobre su formaciónque la posteridad científica se encargaría de corro-borar.

La partida hacia el archipiélago de las Galápa-gos fue el 7 de septiembre de 1835. Nada más llegar20

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San Salvador, Bahía. Vista general del golfo de Todos los Santos dibujada por Augustus Earle.

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transmutó su interés, hasta ese momento predomi-nante por la Geología, por el de la Biología, tantopor la fauna como por la flora. Le fascinaron lasiguanas, las tortugas gigantes y los sinsontes. Obser-vó la variedad de pájaros pinzones en el conjunto delas islas y en una sola isla incluso. Intuyó que todaslas especies descendían de un antepasado común,pero que con el tiempo cada una se habría ido espe-cializando en un nicho ecológico distinto del de lasotras, es decir, empezó a convertir sus datos en unateoría de transformación evolutiva de las especies.Este tiempo que Darwin dedicó a estudiar la fauna yla flora de las islas fue sin duda el momento másdecisivo para su consagración científica, aunquedespués tardase tanto en escribir y publicar sus des-cubrimientos.

A finales de año el Beagle estaba en Nueva Ze -landa y poco después, el 12 de enero de 1836, enAustralia, donde pudo conocer especies como elornitorrinco, el lobo marsupial y el oso hormiguero,que podían tener correspondientes europeos, y pre-guntarse por qué habían seguido caminos tan distin-tos.

El adiós a Australia se produjo el 14 de mayopara recalar primeramente en las Islas Cocos, dondepudo Darwin seguir profundizando en sus teoríassobre la formación de los corales. A continuación, enuna larga travesía (durante la cual Darwin se dedicóa escribir su diario y algunos artículos científicos)que pasó por la isla Mauricio, el Cabo de BuenaEsperanza, doblando África, y por las islas de SantaElena y Ascensión, llegó otra vez el Beagle a Bahía,con suman do así su vuelta al mundo. NuevamenteBrasil tuvo efectos terapéuticos sobe Darwin, algoalicaído en los últimos tiempos por el peso abruma-dor de su tarea científica: «Esta tierra es un verdade-ro invernadero, enorme, salvaje, descuidado y exu-

berante que la Naturaleza se ha hecho para teneruna casa de fieras».

Esta estancia brasileña fue el último episodio delfantástico viaje del Beagle, que arribó por fin a tierrainglesa en Falmouth, el 2 de octubre de 1836. Dosdías más tarde Darwin se trasladó a Shreswbury, ala casa de su padre, quien al verlo -tras cinco años ydos días de ausencia- lo primero que dijo fue: «¡Leha cambiado por completo la forma de la cabeza!».

EL ORIGEN DE LAS ESPECIES Y DE LA FAMA

Los primeros meses después de su regreso Dar-win los ocupó en las visitas a sus casas familiares deShrewsbury y Maer y a su profesor y amigo JohnHenslow en Cambridge. Después pasó a residir enla calle Great Marlborough de Londres, donde encompañía de Covington, su ayudante, se dispuso aorganizar y clasificar sus extensas colecciones. Apartir de ellas publicó Zoología del viaje del Beagle conla colaboración de destacados profesores, expertosen aves, peces, reptiles, mamíferos y fósiles, quehicieron las correspondientes descripciones técnicasde los materiales. También redactó su Diario deinvestigaciones (1837), un fabuloso libro de viajes queobtuvo el reconocimiento del mismísimo Humboldt.El tiempo que siguió lo dedicó preferentemente aestudios geológicos que habrían de dar lugar con eltiempo a tres publicaciones: Arrecifes de coral (1842),Islas volcánicas (1844) y Observaciones geológicas sobreSudamérica (1846). El reconocimiento del mundo dela Geología se materializó con el nombramiento en1838 de secretario de la Sociedad Geológica, cargoque aceptó no muy convencido pero en el que per-maneció tres años. Pero no todo en este campo fue-ron honores, en 1839 tuvo «una inmensa metedurade pata, hasta el corvejón» -como autocríticamente22

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calificó su pifia- que le enseñaría en el futuro a sermás prudente en la difusión de sus teorías. Se trata-ba de una tesis errónea que explicaba unas extrañasformaciones geológicas conocidas como las «sendasparalelas de Glen Roy», en Escocia, a las que les diouna explicación proveniente de sus observacionesen Chile muy alejada de la realidad, que tenía quever con las glaciaciones y que él no tuvo en cuenta.

Independientemente de esto, fue una época enla que Darwin entró en contacto con los más emi-nentes científicos, algunos de los cuales influiríanfuertemente en su obra, como es el caso del geólogoCharles Lyell, al que ya había leído con detenimien-to durante el viaje, y el botánico Joseph Hooker, conquien habría de entablar una fuerte y duraderaamistad. Tampoco tuvo olvidadas sus inquisicionesen Botánica y Zoología pues ya en 1837 comenzó aescribir unos cuadernos bajo la denominación de Latransmutación de las especies, idea en la que se ibareforzando cada vez más, aunque le faltara averi-guar aspectos esenciales como el de los mecanismospor los que las especies se dotaban de las adaptacio-nes evolutivas.

Fue en un momento de dispersión intelectualcuando -interesándose por el Ensayo sobre el principiode la población del demógrafo Robert Malthus, otrode los grandes genios de la época- le sobrevino larespuesta: la selección natural. Había comprendido,movido por esa lectura, que la superpoblación teníaque ser el factor impulsor de la competitividad y dela selección. A partir de este momento (concreta-mente desde el 3 de octubre de 1838, que fue cuan-do tuvo la revelación) se dedicó en cuerpo y almapor el resto de su vida a demostrar la teoría de laevolución de las especies por selección natural.

Una decisión trascendente le tocaba tomar en elplano personal, la cuestión matrimonial. Darwin se

mostraba reacio a tomar esposa pues, aunque leencontraba indudables ventajas, temía que la vidafamiliar le apartara en alguna medida del trabajocientífico. Sin embargo, finalmente cedió: «Dios mío,es insoportable pensar en pasarse toda la vida comouna abeja obrera, trabajando, trabajando, y sin hacernada más. No, no, eso no puede ser. Imagínate loque puede ser pasarse el día entero solo en el sucioy ennegrecido Londres. Piensa sólo en una esposabuena y cariñosa sentada en un sofá, con la chime-nea encendida, y libros, y quizá música… cásate-cásate-cásate».

Una vez tomada la decisión, no arriesgó muchoDarwin: fue directamente a Maer y pidió en matri-monio a su prima Emma Wedgwood, hija del «tíoJos», un año mayor que él, atractiva, inteligente yenérgica. La mujer elegida por Darwin, que «era unángel y tenía dinero» fue la compañera ideal duran-te cuarenta y cinco años, que le cuidó siempre en suenfermedad y con la que tuvo diez hijos, a los queaplicaría una serie de experimentos -como hacía contodo lo que pudiera ser objeto de observación- paraestudiar las emociones humanas, otro de los camposen los que se habría de interesar científicamente.

La ceremonia de la boda -oficiada por uno desus primos, el reverendo John Allen Wedgwood- secelebró en St. Peter’s Church, en Maer, el 29 de ene-ro de 1839, cinco días después de haber ingresado enla Royal Society, el mayor reconocimiento socialpara un hombre de ciencia. Ya en 1838, además desecretario de la Sociedad Geológica, había sido vice-presidente de la Sociedad Entomológica e ingresadoen el Atheneum Club y formaría parte poco despuésdel consejo de la Geographical Society (1840). Suestatus se había consolidado definitivamente y, ade-más, seguiría sin tener ninguna preocupación eco-nómica por el mantenimiento familiar ya que, a las 23

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400 libras anuales de asignación que le venía pasan-do su padre, se sumarían las 10.000 que le dio por suboda más las 5.000 que aportó Emma como dote.Poseía, pues, el matrimonio una bonita fortuna queaún se habría de incrementar más con el tiempomediante algunas operaciones financieras y porherencia.

Darwin, entonces, decidió cambiar de aires yfijar su residencia en el campo, para lo que adquirióuna casa, Down House, la que iba a ser su definitivodomicilio familiar, a unos 25 km de Londres, aisladoen un ambiente propicio para su trabajo pero lo sufi-cientemente cerca de la capital como para ir a reu-niones científicas o recibir la visita de amigos y cien-tíficos, en especial las de Joseph Dalton Hooker yThomas Henry Huxley. Una vida apartada, metódi-ca y rutinaria, sin viajes, hasta el final de su vida,cuando reflexiona: «Pocas personas deben de habervivido una vida más retirada que la nuestra. Apartede visitas breves y alguna escapada a la costa o aalgún otro lugar, no hemos ido a ninguna parte».

La salud de Darwin, que ya se había resentidodurante el viaje, le privó temporadas enteras de acti-vidad, sin que se tenga ninguna seguridad sobre laenfermedad que le aquejaba y que le provocaba pro-blemas de estómago, flatulencias y náuseas. Haydos teorías: que padeciera la enfermedad de Chagaso que sufriera una afección psiconeurótica (tambiénpudiera ser que las dos); la primera la habría contra-ído en los trópicos y la segunda pudiera deberse alas tensiones en su trabajo y a las in comprensiones yrechazos que su teorías provocaron socialmente y ensu entorno profesional e, incluso, familiar. Quizás atodo esto se deba también la desconfianza de Dar-win hacia sus propias ideas y su resistencia casipatológica a publicar antes de disponer de abundan-tísimas pruebas demostrativas de sus teorías.

Animado por Hooker y Lyell, Darwin comenzóa escribir en 1856 una obra definitiva y monumentalsobre su teoría, que no tenía visos de finalización (endos años redactó diez largos capítulos). Así estabanlas cosas cuando una circunstancia inesperada cam-bió el curso de los acontecimientos. En 1858 Darwinrecibe una carta de Alfred Rusell Wallace desde lasislas Molucas, en la que le hace partícipe de su teo-ría sobre la evolución de los seres vivientes del mis-

mo tenor que la suya. Darwin se arriesgaba a perderla iniciativa en cuanto a la paternidad de la teoríaevolucionista. Aconsejado nuevamente por Hookery Lyell aceptó una presentación conjunta con Walla-ce de sus trabajos (el de Darwin solamente un resu-men) el 1 de julio de 1858 en la Linnaean Society. Ese 25

En la página opuesta, el matrimonio Robert y Emma Darwin. Arriba, el domicilio familiar en Down House.

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acto fue el punto de inflexión de sus escrúpulos parapublicar. Ya nada le detuvo, un año y pico después,el 24 de noviembre de 1859, publicó un resumen demayor extensión, que es la obra que conocemoscomo El origen de las especies. De su primera ediciónse vendieron 1.250 ejemplares, que se agotaron elmismo día de su puesta en venta al público. Hubonecesidad de sacar dos reediciones en los dos añossiguientes, la primera de 3.000 ejemplares y lasegunda de 2.000. El éxito de ventas le encumbró enla fama. Aún en vida del autor se habrían de sacarotras tres ediciones, en total seis, todas ellas revisa-das por el propio Darwin.

La recepción de la obra dividió al mundo inte-lectual, recibió el apoyo de buena parte de los mayo-res científicos del momento, pero también sufrió elrechazo de otros, especialmente dolorosos en lo querespecta a algunos como su antiguo profesor deGeología Adam Sedgwick o, su colaborador en losprimeros momentos, el paleontólogo Richard Owen.Fue este último el que resultó más peligroso pues semostró especialmente beligerante, hasta el punto deque en 1860 convenció al obispo de Wilberforce(«Sam el Meloso») para que asistiera a una reunión,que se hizo célebre, en la que se iba a contraponer lateoría evolucionista con la creacionista, que era laversión generalizada hasta entonces y por supuestode la todopoderosa Iglesia Anglicana. Por suertepara Darwin estaba presente en la reunión T. H.Huxley, quien derrotó brillantemente con su dialéc-tica al obispo y sus seguidores. Parece ser que en unmomento dado Wilberforce de forma sarcástica qui-so dejar fuera de combate a su oponente preguntán-dole maliciosamente si se consideraba descendientedel mono por línea paterna o materna. Provocacióna la que Huxley vino a contestar que, si tenía queoptar entre un pobre mono y un hombre de gran

influencia y especialmente bien dotado intelectual-mente, pero que empleaba sus dotes para ridiculizaruna discusión científica que buscaba la verdad, ele-giría sin dudar al primero. Esta victoria significó unrespiro trascendental para Darwin y el evolucionis-

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Darwin y la evolución

mo, aunque naturalmente siguieron registrándoseataques con asiduidad, pero siempre encontrarondefensores para refutarlos y en eso destacaron espe-cialmente Huxley y el biólogo Ernest H. Haeckel,que vino a cumplir el mismo papel que aquél en

Alemania. Después de ese hito que significó la publicación

de El origen de las especies en 1859, Darwin sacó a laluz otras 10 obras, de ellas seis de temas botánicosespecíficos, tres sobre aspectos de la teoría evolucio-nista y una breve autobiografía: De los diferentes arti-ficios mediante los cuales las orquídeas son fecundadaspor los insectos (1862); La variación de los animales y delas plantas bajo la acción de la domesticación (1868); Ladescendencia humana y la selección sexual (1871); Laexpresión de las emociones en el hombre y en los animales(1872); Las plantas insectívoras (1875); Sobre los movi-mientos y costumbres de las plantas trepadoras (1875);Los efectos de la fecundación directa y de la fecundacióncruzada en el reino vegetal (1876); «Autobiografía»(publicada por su hijo en 1876 dentro del libro Viday cartas de Charles Darwin); La facultad de movimientoen las plantas (1880); y «mi librito sobre la formacióndel mantillo vegetal gracias a la acción de las lom-brices» (1881).

A finales de 1881 Darwin empezó a padecer gra-ves problemas cardíacos que le llevaron a la muerteal poco tiempo debido a un ataque al corazón. Escri-bió Emma en su diario: «Murió tranquilamente a lastres y media del día 19 de abril» de 1882. Fue ente-rrado junto a otro de los grandes revolucionarios dela ciencia, Alfred Newton, en la abadía de Wes-tminster. Su féretro fue llevado a hombros por tresbiólogos, íntimos amigos suyos (Huxley, Hooker yWallace), por el presidente de la Royal Society, porel eclesiástico Farrar y por Robert Lowell, el embaja-dor estadounidense, muestra palpable del reconoci-miento universal que había adquirido sin duda sufigura y su obra.

27T. H. Huxley y el obispo Wilberforce.

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Variedad de árboles del Brasil.

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LA TEORÍA DE LA EVOLUCIÓN

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Para Darwin, el pequeño tamaño delos insectos impedía apreciar su

asombrosa construcción.

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¿Qué explicación tenía la extraor-dinaria diversidad de for-mas dispersas por toda la

superficie terrestre? y ¿a qué se debe su particulardistribución geográfica?

Muchos naturalistas y exploradores de los siglosXVIII y XIX se hacían preguntas como ésta, y Dar-win, en su viaje alrededor del mundo en el Beagle, sehabía planteado cuestiones similares ante algunoshallazgos. ¿Por qué los gigantescos fósiles de anima-les extinguidos que encontró en Argentina se pare-cían tanto a los actuales armadillos?, ¿por qué el crá-neo del fósil Taxodon recuerda a la vez al del elefan-te y el ratón?, ¿por qué al avanzar hacia el sur delcontinente americano los animales estrechamenteemparentados –como el ñandú o el avestruz- se ibansustituyendo unos a otros?, ¿por qué las especiesque vivían en las islas Galápagos eran tan particula-res, tan distintas en cada isla y al mismo tiempoparecidas a las especies del cercano continente sud-americano?, ¿por qué los animales que vivían al estede los Andes eran tan diferentes a los del otro lado?,¿por qué diferían tanto los animales sudamericanosde los norteamericanos?, ¿por qué los animales delextremo norte eran tan similares en todos los conti-nentes?, ¿por qué eran tan escasos (sólo una especiede rata) los mamíferos en las Galápagos? Y en defi-nitiva, ¿a qué se debe esa inmensa variedad de for-mas en la naturaleza, con características a veces tanparticulares o sorprendentes como el larguísimocuello de las jirafas, la asombrosa estructura dealgunos escarabajos con verdaderas y complejasarmaduras defensivas, o la hermosísima cola del

macho de la viuda del paraíso? Más aún: ¿se puede predecir la existencia de

especies determinadas aunque no se conozcan? La idea de la evolución de las especies surgió

ante los ojos de Darwin como una realidad hastaconvertirse casi en una obsesión: «Era evidente que,hechos como éstos, y también otros muchos, sólo sepodían explicar mediante la suposición de que lasespecies se modifican gradualmente, y el asunto me

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Ñandú: un ave no voladora muysimilar al avestruz africano.

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obsesionaba.», dice Darwin en su Autobiografía, y apartir de ese momento dedicó su vida a la búsquedade datos que confirmaran e hicieran madurar su teo-ría.

EL CAMINO HACIA LA TEORÍA DE LA EVOLU-CIÓN: PRECEDENTES Y OPONENTES

Charles Darwin fue el fundador de la modernateoría de la evolución, pero no fue el primero ensuponer que los organismos evolucionan o cambianen el tiempo, aunque sí el primero en proponer unmecanismo válido para que se produzca la evolu-ción. En su época había ya una revolución científicocultural en marcha: muchos naturalistas (entre otrossu propio abuelo) no admitían las ideas creacionis-tas; sin embargo, sus ideas evolucionistas no erandemasiado sostenibles. Él mismo, en la tercera edi-ción del Origen de las Especies de 1861, informó de laexistencia de una veintena de antecesores.

Pero ¿quiénes eran estos naturalistas que yaintuían el hecho de la evolución? La idea de queunos organismos podían dar lugar a otros apareceya en la escuela filosófica griega de Anaximandro deMileto (610–546 a. C.), filósofo y «biólogo» griego,quien sugirió hace más de 25 siglos que «la vida seoriginó en el agua y en el barro de la tierra primige-nia; luego colonizó los continentes, y los animales ylos humanos evolucionaron de formas más sim-ples».

Aristóteles (384–322 a. C.), el primer «gran biólo-go», creía que todos los seres vivos podían ordenar-se jerárquicamente en una Scala Naturae en la que elhombre ocupaba el peldaño más alto, y hasta finalesdel siglo XIX muchos naturalistas creían en estaescala natural aunque la mayoría pensaba que todoslos seres vivos eran el resultado de la creación divi-

na y, además, que fueron creados para el servicio ydisfrute de la humanidad. Entre los que creían en lacreación divina estaba Carl von Linné (1707–1778),el gran naturalista sueco que diseñó el sistemaactual binomial para nombrar a los seres vivos en suobra Systemae Naturae (1735), aunque más tarde lle-gó a sugerir que «las plantas proceden de un ances-tro común».

De la misma época, Georges Louis Leclerc deBuffon (1707–1788) creía que «las especies puedensufrir cambios en el tiempo», pero sólo «grupos infe-riores» de seres vivos. Durante un tiempo conside-ró la posibilidad de que las especies animales «podí-an haber descendido a partir de un tipo originalmediante transformaciones morfológicas», perorechazó finalmente esta hipótesis, aunque abrió ca -minos a posteriores evolucionistas.

El avance, por otro lado, de las nuevas teoríasgeológicas uniformistas de Hutton (1726–1797), geó-logo escocés que proponía que la Tierra se habíamodelado por procesos lentos y graduales, y algomás tarde Lyell, profesor de Geología y amigo deDarwin, con ideas parecidas sobre los cambios «gra-duales» de la Tierra, tuvo una enorme influencia enel desarrollo de las ideas evolucionistas. El unifor-mismo significaba, primero, que la Tierra tenía unalarga historia (la idea imperante sobre la edad de laTierra era que apenas llegaba a 6.000 años, lo queresultaba completamente insuficiente para la mayo-ría de las teorías evolucionistas); segundo, dejabaclaro que el mismo «cambio» constituía el cursonormal de las cosas; y tercero, el uniformismo supo-nía que había otras alternativas a la interpretaciónliteral de la Biblia.

Así mismo, en aquella época, durante la últimaparte del siglo XVIII, se puso de moda el interés porlos fósiles, restos conservados de organismos muer-32

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tos hace mucho tiempo, y hasta entonces considera-dos como caprichos de la naturaleza. Al final delsiglo XVIII ya se sabía que cada estrato de roca esta-ba caracterizado por sus clases de fósiles específicosy ya había comenzado la revolución geológica: ya nose estudiaban sólo los distintos tipos de rocas yminerales, sino que la ciencia de la Tierra empezabaa estudiar ya el tiempo, así que la propia historia dela Tierra ya no podía desligarse de los organismosvivos, tal como lo revelaba el registro fósil.

Pero para entender los precedentes a la teoría dela evolución de Darwin, hay que conocer tambiénlos contrarios a ella. Algunos de ellos, prestigiososnaturalistas como el paleontólogo Georges Cuvier(1769–1832), fueron oponentes duros y persistentes.Cuvier reconocía que muchas especies que habíanexistido hace algún tiempo han desaparecido parasiempre, pero lo explicaba mediante grandes catás-trofes como el bíblico Diluvio Universal y que nue-vas especies eran creadas posteriormente. Era, pues,un creacionista, aunque también un excelente pale-ontólogo.

Otro importante oponente a la evolución, elestadounidense Louis Agassiz (1807–1873), sosteníaque el registro fósil mostraba que se habían produ-cido hasta ochenta extinciones de la vida, seguidasde otras tantas creaciones diferentes.

El primer naturalista que, oponiéndose a la ideade la invariabilidad de las especies, desarrolló unateoría general de la evolución y explicó sus mecanis-mos, fue Jean-Baptiste Lamarck (1744–1829), natura-lista francés, que por cierto fue quien acuñó el térmi-no Biología para designar la ciencia de los seresvivos. En 1801 propuso osadamente que «todas lasespecies de animales, incluida el propio Homosapiens, eran descendientes de otras especies», en suobra Filosofía Zoológica. Se había dado cuenta, como

Cuvier, de que las rocas más antiguas conteníanfósiles de formas de vida más sencillas y lo interpre-tó como que las formas más complejas habían pro-gresado (evolucionado) a partir de formas más senci-llas. Las premisas en las que basó su teoría de la evo-lución fueron las siguientes:

1. Todos los organismos tienen una tendenciainnata hacia su perfeccionamiento (una especie deprogresión ascendente en la Scala Naturae de Aristó-teles), que les permite adaptarse a los más diversosambientes. Los cambios de ambiente originan cier-tas necesidades en los organismos para adaptarse alas nuevas condiciones de vida. Esto conlleva unincremento o disminución en el uso de algunosórganos, que se traduce en su mayor o menor des-arrollo y la consiguiente modificación del organis-mo. Es la «Ley del uso y desuso de los órganos».

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Jean-Baptiste de Monet, caballero de Lamarck, fue el padre de la primera teoría evolutiva,denominada «Ley del uso y desuso».

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2. En el caso de que los cambios ambientales ori-ginen necesidades completamente nuevas, puedensurgir, como respuesta, órganos también nuevos. Odicho de otra forma: «La función crea el órgano».

3. Para que estas nuevas características se perpe-túen deberán ser hereditarias, es decir, los caracteresadquiridos durante la vida de un individuo por eluso o desuso de sus órganos pueden ser transmiti-dos a sus descendientes. Sería lo que él llamó:«Herencia de los caracteres adquiridos».

Hoy, con los conocimientos actuales de genética,sabemos que esta afirmación es falsa, que las res-puestas adaptativas de los organismos no se puedenregistrar de ningún modo en los genes.

Lamarck utilizó el ejemplo del origen de las jira-fas, un animal descubierto recientemente que causa-ba sensación en la época, para explicar su teoría delsiguiente modo: las jirafas procederían de antepasa-dos semejantes a los antílopes de cuello y patas delongitud normal que, en épocas de sequía, se veríanforzados a comer hojas de acacias que abundaban enlas copas de los árboles. A medida que pasaba eltiempo las hojas accesibles se agotaban y sólo que-daban las que estaban a mayor altura, así que lanecesidad de obtener alimento les obligaría a estirarel cuello y las patas, debido a lo cual se irían alar-gando progresivamente. Esta característica adquiri-da la heredarían sus descendientes según el princi-pio de la herencia de los caracteres adquiridos, queseguirían esforzándose en estirar sus cuellos genera-ción tras generación hasta llegar a las actuales jira-fas.

De este modo, por adaptación a los diferentesambientes durante millones de años, habrían surgi-do, según Lamarck, las distintas especies que habi-tan nuestro planeta.

La ideas evolucionistas de Lamarck, con serpoco claras y no demostrables, y, sobre todo, basa-34

Las jirafas de Lamarck:1. El esfuerzo de las jira-fas por alcanzar las hojas

de los árboles hace cre-cer su cuello. 2. Los hijos

nacen ya con el cuellomás largo y siguen esfor-

zándose por coger lashojas. 3. La siguiente

generación tiene el cuellomás largo.

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das muchas veces en especulaciones poco o nadafundamentadas, fueron rebatidas por el prestigiosocreacionista Cuvier, lo que hizo más difícil todavíaque los científicos de la época aceptaran cualquieridea evolucionista. Sin embargo, tienen un enormevalor histórico porque prepararon el terreno paraque más tarde triunfara la teoría de la evolución porselección natural de Darwin.

Finalmente, para Darwin, la influencia de suabuelo paterno Erasmus (1731–1802), quien dudabaya de las especies «fijas e invariables» sugiriendoque éstas tienen conexiones históricas entre sí y quelos animales cambian en respuesta al ambiente,pudo también ser importante, aunque Charles, queconocía las posiciones de su abuelo Erasmus porquehabía leído su obra más conocida, Zoonomía, en laque sostenía tesis muy avanzadas para su épocasobre la transformación de los seres con criteriosmuy semejantes a Lamarck, confiesa que no leimpresionaron mucho esas ideas escuchadas en sujuventud, pero que «puede que favoreciera que lasapoyara aunque de una forma diferente».

EL NACIMIENTO DE LA TEORÍA DE LA EVOLU-CIÓN DE DARWIN

El viaje del joven Charles Darwin a bordo delBeagle alrededor del mundo es uno de los más cono-cidos y mitificados de la historia de la ciencia. Lamayoría de las publicaciones de Darwin surgieronde las experiencias y de la información recogida enel periplo, cuando Darwin, una vez de vuelta, empe-zó a ordenar el material científico traído, a revisarlos datos y a analizar sus ideas. El capitán del Beagle,Fitzroy, buscaba un joven naturalista culto, perosobre todo creyente convencido, para encontrarnuevas pruebas del Diluvio Universal y del creacio-

nismo divino. Por entonces Darwin era aún un fer-viente defensor del creacionismo de la Biblia y lapropuesta parecía hecha a su medida. Y lo que enprincipio iba a ser un viaje de dos años terminódurando casi cinco y supuso para la Ciencia unaverdadera revolución.

A la vuelta, en 1839, se publicó el Viaje de unnaturalista alrededor del mundo, el diario de Darwin,en el que explica sus hallazgos y descubrimientos,describe con es mero centenares de especies y re -flexiona sobre cues tiones que más tarde darán lugara su teoría delorigen y evolu-ción de las es -pecies. Los escri-tos de Darwinno son simplesdescripciones:las di ferencias ylas semejanzasentre especies,in terpretadas ala luz de su dis-tribución geo-gráfica, planteanpreguntas queno tenían res-puesta en lasideas clásicas so -bre la creacióndel mundo.

Durante latravesía Darwinleyó los Princi-ples of Geology,del eminenteprofesor de Geo-

Antepenúltima páginadeL diario de Darwin

en el Beagle.

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logía de la Universidad de Oxford Sir Charles Lyell,que acababa de publicarse, y, a pesar de que Lyellrechazaba la evolución biológica, fue precisamenteeste libro el que abrió a Darwin la mente a la idea dela evolución gradual en la naturaleza al sostener que«los cambios sufridos por la superficie terrestre hanvenido instados por fuerzas que ejercen una acciónconstante y gradual a lo largo del tiempo y quesiguen operativas», por cierto una verdadera revo-lución para la Geología de la época, que era eminen-temente catastrofista.

Al llegar a la desembocadura del Río de la Plata,pudieron penetrar en la Pampa y estudiar la faunafósil de mamíferos. Para Darwin, observar restos deanimales fosilizados completamente distintos a losactuales le hizo pensar en extinciones y en sustitu-ciones de unas especies por otras. En Punta Altadescubre un osario de mamíferos terrestres fósiles

gigantescos extinguidos, como el Megatherium, pere-zoso gigante del tamaño de un elefante, o el Toxodonplatensis, un extraño animal con características deelefante y a la vez emparentado con los roedores.

Ante los restos fosilizados de aquellos animalesde seres prehistóricos desconocidos que se habíanextinguido milenios atrás, Darwin advirtió el detallemás significativo de todos, que no era precisamenteel de sus desmedidas dimensiones sino el hecho deque todas aquellas desaparecidas criaturas guarda-ban pasmosas similitudes con sus parientes demenor tamaño vivos en el presente. Fueron las pri-meras pruebas de que las diferentes especies esta-ban en proceso de continua transformación.

El hallazgo de conchas marinas fósiles en la cor-dillera de los Andes, a cuatro mil metros de alturasobre el nivel del mar, y la presencia de restos deconíferas fosilizadas a cientos de kilómetros de dis-

36

Reconstrucción del esqueleto deMegatherium, cuyo nombre indica

sus enormes dimensiones.

Cráneo de Toxodon platensis, herbívoroextinguido, por el que Darwin pagó 18peniques a un granjero en Uruguay.

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tancia del emplazamiento actual confirmaron susideas sobre la importancia de los cambios geológi-cos del pasado.

Así mismo le llamaron la atención las diferen-cias entre la flora y la fauna a ambos lados de la cor-dillera de los Andes. En la mente de Darwin ibacalando poco a poco la idea del origen por evolución

de las especies, paralelamente a los cambios gradua-les geológicos.

El 17 de septiembre de 1835 el Beagle llegó a lasislas Galápagos. Lo que Darwin observó allí sería

decisivo para apuntalar sus ideas sobre la transfor-mación de las especies, la solución a lo que se consi-deraba el «misterio de los misterios»: el origen de lasespecies. Aquello que terminaría siendo su Teoríade la Evolución por Selección Natural.

El archipiélago de las Galápagos, constituidopor una decena de islas de origen volcánico, seencuentra a 972 kilómetros de las costas de Ecuador.Lo primero que llamó la atención de Darwin fue elextraordinario número de seres concentrados en tanpoco espacio. Más aún le sorprendió que la mayorparte de los animales y plantas eran endémicos yraros, aunque con similitudes que indicaban suparentesco con los del continente sudamericano.Pero lo que definitivamente atrapó más su interésfue el asunto de la diversidad: de una misma espe-cie había tantas formas como islas en las que dichaespecie vivía. Él mismo intuyó la trascendencia de loque estaba viendo: «La primera aparición de nuevosseres sobre la Tierra».

Algunas observaciones fueron muy significati-vas para Darwin, como las tortugas gigantes quepresentaban diferencias de una isla a otra en la for-ma del caparazón, o los sinsontes que poblaban lasislas, pero lo que sorprendió especialmente a Dar-win fue la observación de las distintas variedades depinzones: ¿por qué la forma y el tamaño de sus picoseran tan variables?

Quizás los pinzones se habían adaptado a dietasdiferentes, al encontrar diferentes alimentos aprove-chables en distintas islas, y a lo largo de sucesivasgeneraciones se habían adaptado al medio. Y lospinzones se parecían lo suficientemente entre sícomo para suponer un origen común.

En Galápagos no había mamíferos, excepto unaespecie de ratón confinada en la isla más oriental delarchipiélago. Las 15 especies de peces que encontró 37

Conchas marinas fósileshalladas a 4.000 m de alturaen la cordillera de los Andes.

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Islas Galápagos y su situación frente a la costa pacíficasudamericana.Las tortugas de las islas Galápagos, todas de la especieTestudo elephantopus, tienen diferente caparazón segúnla isla a la que correspondan.

Tortugas gigantes de las Galápagos.

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eran todas desconocidas, lo mismo que casi todoslos insectos y gran parte de los vegetales. Aunquelas islas están cercanas entre sí, Darwin pensó quelas fuertes corrientes oceánicas que las circundandificultan el intercambio de especies a través delagua, y la falta de vientos huracanados hace impro-bable el traslado frecuente de aves, insectos o semi-llas de una isla a otra. La idea de que cada especiepodía preceder de otra, de la cual se había apartadoy aislado, siguió abriéndose camino en su cabezacada vez con más fuerza.

Las siguientes escalas fueron Tahití, NuevaZelanda, Tasmania y la costa sudoeste de Australia,en ellas Darwin pudo observar las significativasdiferencias (y también las igualmente significativassemejanzas) de la flora y la fauna con las de Améri-ca del Sur o las del viejo mundo.

La expedición del Beagle, que terminó el 2 deoctubre de 1836, resultó ser una inmensa base dedatos: 363 páginas de notas de Zoología, 1.383 pági-nas de notas de Geología, 770 páginas de un diario,1.529 especies conservadas en alcohol, 3.909 especí-menes disecados y... una tortuga viva capturada enlas Galápagos.

Todos los datos recopilados y las meticulosasobservaciones durante el viaje alrededor del mundodel joven naturalista maduraron en la mente de Dar-win durante los siguientes 20 años –quería asegurar-se de que los hechos argumentados que iba a pre-

39

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Gradación en el tamaño de los picos de pinzones de cuatro especies procedentes de diferentes islas.

Los pinzones de las islas Galá-pagos, con el pico adaptadocada uno al tipo de dieta.

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sentar estaban fuera de toda duda- hasta publicar en1859 El origen de las especies, la síntesis de una TeoríaCientífica que explica los cambios biológicos irre-versibles, lentos, graduales y continuos de los seresvivos, naciendo así el concepto de Evolución porSelección Natural.

LA TEORÍA DE DARWIN: EVOLUCIÓN PORSELECCIÓN NATURAL

«Cuando estaba a bordo del Beagle, me impre-sionaron mucho ciertos hechos que se presentan enla distribución geográfica de los seres orgánicos queviven en América del Sur y en las relaciones geoló-gicas entre los habitantes actuales y los pasados de

aquel continente. Estos hechos parecían dar algunaluz sobre el origen de las especies, este misterio delos misterios [...]».

«El misterio de los misterios», así comenzaba laintroducción al libro sobre el origen de las especiesdonde Darwin expuso su revolucionaria teoría en laque defendía la transformación de unas especies enotras. Pero ¿cómo puede aparecer una nueva especiea partir de otra?

Desde que regresara de la expedición del Beagle,Darwin comenzó a trabajar sobre sus notas del viajemientras seguía de cerca el avance de las investiga-ciones sobre sus colecciones, y emprendió la redac-ción de sus Cuadernos, en los que ya utilizaba laexpresión «mi teoría» de forma recurrente cuando

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Ornitorrinco: primitivo y raromamífero australiano.

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se refería a la «transmutación de las especies».Las ideas gradualistas de Lyell sobre los cambios

geológicos habían calado enormemente en su mentey Darwin se dio cuenta de que podían ser aplicablestambién a los organismos vivos, es decir, partiendode la posibilidad de que «una especie da vida a otra»había que encontrar el mecanismo para que esto sepudiera producir. ¿Cómo llegó Darwin a encontrarese mecanismo de la evolución?

En los antecedentes evolucionistas previos aDarwin dominaba la idea de la scala naturae o serieascendente hacia formas de mayor perfección en latrans formación biológica. Darwin rechazaba estaidea de la progresión lineal en beneficio de la evolu-ción ramificada (él mismo esbozó un «árbol de lavida»): a partir de un ancestro común algunas espe-cies evolucionan siguiendo caminos diferentes.

Los trabajos de investigación que inició a media-dos de 1837 se centraron en el estudio de los anima-les domésticos y de las plantas cultivadas, siempre ala búsqueda de argumentos y datos que probaran suteoría de la transmutación de las especies. Reunióinformación y se relacionó con criadores de ganadoy cultivadores de plantas para disponer de datossobre organismos sometidos a domesticación, esdecir, seleccionados de forma artificial para conse-guir nuevas y mejores razas y variedades.

Los estudios sobre la cría de palomas le fueron aDarwin de mucha utilidad. Seleccionando las palo-mas con características especiales, como pico grandeo cola con muchas plumas, para la cría, se ha conse-guido un gran número de formas exóticas que pro-vienen todas de la misma especie silvestre y puedencruzarse entre sí, aunque las nuevas variedadespueden llegar a ser tan diferentes como si fueran dedistinta especie. Con la selección artificial se eligequé individuo será el que dejará descendencia. Pen- 41

Árbol evolutivo dibujadopor Darwin en 1837, enuno de sus cuadernosde notas.

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saba que ahí, en el proceso de selección artificial,debía de encontrarse el punto de partida que expli-cara el proceso de formación de nuevas formasorgánicas de manera natural, es decir, vio una ana-logía muy estrecha entre la selección artificial obser-vada y la selección natural. ¿Pero cómo se las arre-glaba la naturaleza para conseguirlo?

La lectura del Ensayo sobre el principio de poblacióndel sociólogo inglés Thomas Malthus (publicado en1798) le proporcionó la clave para la aplicación a lanaturaleza del principio de selección artificial.

En su libro, Malthus sostenía que la poblaciónhumana estaba aumentando de tal manera que pron-to sería prácticamente imposible alimentar a to dos loshabitantes de la Tierra. Dedujo que esta idea (la can-tidad de alimentos y otros factores que limitan laspoblaciones) podría ser válida para todas las espe-cies: no todos los descendientes sobreviven; al gunosson «elegidos» mediante un proceso que llamó «se -lección natural»: sólo los mejor dotados y más conve-nientes para un determinado medio; y es ese ambien-te precisamente el que selecciona a los me jores. Éstos,que sobreviven, se reproducen (mientras que losdemás no lo consiguen), dando en herencia esoscaracteres más útiles, repitiéndose el proceso. A lolargo de muchas generaciones la ac ción de la selec-ción natural producirá un cambio evolutivo en unadirección determinada. La variabilidad es, por tanto,la gran diferencia entre el planteamiento de Darwin ysus predecesores evolucionistas. Para él una especiesurge cuando las diferencias entre los individuos deun grupo se convierten gradualmente, a lo largo demuchas generaciones, en las diferencias entre grupos,y ocurre gracias a que estos grupos están sometidos adiferentes factores ambientales.

Las conclusiones a las que, tras casi veinte años,llegó Darwin se pueden resumir en los siguientes

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Variedades de palomas obte-nidas por selección artificial.

Como buen aficionado a lacría de palomas, Darwinconocía los métodos de

selección artificial y concluyóque en la naturaleza, con un

proceso análogo, la accióndel ambiente sustituye a la

elección del hombre.

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puntos:1. Los seres vivos, en condiciones naturales, pro-

ducen muchos más descendientes de los que podránsobrevivir. La mayoría de los descendientes muereantes de llegar a adultos por la escasez de alimento,la acción de depredadores, enfermedades, etc.

2. Existe una variabilidad dentro de cada espe-cie: los individuos no son idénticos, y algunas deesas diferencias pueden ser más favorables queotras para la supervivencia.

3. Sólo sobreviven los más aptos; en la lucha porla existencia -o sea, en la competencia que se estable-ce para lograr alimento, facilidad de huir de losdepredadores o resistencia ante enfermedades-triunfan los que reúnen mejores características, esdecir, los mejor adaptados.

4. En cada generación la naturaleza selecciona aestos organismos más favorecidos, que son, por tan-to, los que llegarán a reproducirse frente al resto,que morirá. Es lo que Darwin llamó Selección Natu-ral.

5. Los supervivientes podrán transmitir a sudescendencia los caracteres o rasgos adaptativosfavorables.

De este modo, la suma de pequeñas ventajaslogradas por esta selección natural, generación trasgeneración, daría lugar a una nueva especie.

En 1842 Darwin redactó un breve resumen desus tesis evolucionistas en apenas 35 páginas, quemás tarde amplió a 230, donde recogió por primeravez el desarrollo de sus ideas sobre el origen de lasespecies, pero Darwin seguía trabajando en la bús-queda de nuevos datos y pruebas que avalasen suatrevida teoría y no terminaba de decidirse a publi-carla. Finalmente lo que le hizo publicar sus ideasrevolucionarias en 1859 fue la carta de Wallace des-de el archipiélago malayo en junio de 1858, en laque, en un artículo titulado «Sobre la tendencia delas variedades a apartarse indefinidamente del tipooriginal» esbozaba su teoría de la evolución basadaen la selección natural, ¡y Wallace había llegado a lasmismas conclusiones que Darwin sobre los mecanis-mos de la evolución de forma independiente!

También Wallace pensó que en el mundo animaldebía de haber una fuerte selección de los mejordotados, los más rápidos o astutos en cada genera-ción, es decir, los mejor adaptados, porque si no elmundo estaría superpoblado. Como los grandes cam -

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A la izda., los seres vivos pro-ducen muchos más descen-dientes de los que puedensobrevivir. Población de pingüi-no emperador (Apenodytespatagónica).En la página que se reproduceal lado, Darwin calcula elaumento de una población deelefantes en ausencia de lími-tes impuestos por la falta dealimentos y llega a la conclu-sión de que a partir de unapareja, al cabo de setecientoscuarenta años, habría dieci-nueve millones de elefantesvivos.

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bios del medio ambiente eran siempre lentos, trans-curría el tiempo necesario y suficiente para que sobre-vivieran en cada generación los mejor adaptados.

El impacto y la sorpresa fueron enormes: «Nun-ca vi una coincidencia más notable [...]. Si Wallacetuviera el borrador del manuscrito que escribí en1844, ¡no hubiera podido hacer un resumen mejor!»,escribió Darwin a Lyell lleno de desconcierto. Asíque Darwin se animó a terminar su gran obra, en laque llevaba trabajando veinte años.

Wallace nunca puso en duda que Darwin fuerael primero que aportó una documentación y unosdatos experimentales y concluyentes sobre la evolu-ción por el mecanismo de la selección natural, y tan-to él como el mismo Darwin mantuvieron una acti-tud generosa y respetuosa hacia el otro durante todasu vida.

El libro, On the Origin of the Species by NaturalSelection, or the Preservation of Favoured Races in theStruggle for Life (El origen de las especies por medio de laselección natural, o la preservación de las razas favoreci-das en la lucha por la existencia) se publicó el 24 denoviembre de 1859, hace ahora 150 años, en Lon-dres. La sexta edición (de 1872), revisadas y corregi-das las anteriores, se considera la definitiva.

El texto, expresado en un estilo muy próximo ysencillo, obtuvo un enorme éxito gracias a la clari-dad del razonamiento de Darwin. Está dividido entres partes; en la primera se describen los conceptosbásicos de la teoría de la selección natural; en lasegunda, Darwin discute las objeciones que piensaque podrían plantearse en contra de su teoría evolu-cionista; por último, en los capítulos finales, ademásde defender la evolución frente a la explicación cre-acionista, expone muchos fenómenos biológicos quese explicaban perfectamente mediante la teoría de ladescendencia con modificaciones, como la llamó el

propio Darwin.Con respecto a las implicaciones de su teoría

sobre los orígenes del género humano (una especiemás en el mundo natural), Darwin tuvo buen cuida-do en no mencionarlo de momento, consciente delmás que probable impacto sobre la sociedad victo-

44 Portada de la primera edición de El Origen de las Especies por medio de la selección natural,o la preservación de las razas favorecidas en la lucha por la existencia (1859).

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riana y muy religiosa, y esperó algunos años hastaatreverse con tema tan delicado. En 1871 se refiriópor fin al tema del origen del género humano en Laascendencia del hombre y la selección sexual, libro en elque relacionaba a los primeros humanos con losmonos del Viejo Mundo tratando a la especie huma-na como a cualquier otra de la naturaleza, sobreen-tendiendo que las leyes válidas para el resto de losseres vivos se le podían aplicar sin una distinciónparticular. Y, entonces sí, se desencadenó la granofensiva de la totalidad de la prensa religiosa y decierta parte del mundo científico, incluyendo a evo-lucionistas tan confirmados como el propio Wallace–padre de la teoría de la evolución por selecciónnatural junto con Darwin-, quien estaba en total des-acuerdo en este punto.

El último párrafo de El origen de las especies esuna síntesis sencilla y perfecta del pensamiento deDarwin. Dice así: «Hay grandeza en esta concepciónde que la vida, con sus diferentes poderes, haya pro-venido originalmente de una o unas pocas formas, yque, mientras este planeta ha seguido sus ciclos deacuerdo con la ley fija de la gravedad, a partir de unprincipio tan simple haya evolucionado y esté evo-lucionando un número infinito de formas tan bellasy maravillosas».

Para ilustrar el mecanismo evolutivo de Darwiny Wallace vamos a utilizar el ejemplo de las jirafasque ya sirviera a Lamarck anteriormente para expli-car su teoría de la evolución. ¿Por qué las jirafastenían cuellos tan exageradamente largos? La expli-cación darwinista sería así: los antepasados de las

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Grabado de una obra del darwi-nista Thomas Henry Huxley, don-de compara los esqueletos demonos antropomorfos (gibón,orangután chimpancé y gorila)con el humano.

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jirafas no serían idénticos (lo que él llamaría variabi-lidad), sino que habría individuos con el cuello algomás largo de lo corriente (fig. 1). En épocas desequía, las de cuello más largo estarían más capaci-tadas para alcanzar las ramas de los árboles, por loque podrían sobrevivir, mientras que las demás irí-an pereciendo de hambre (fig. 2). Los supervivientesserían los progenitores de las siguientes generacio-nes, entre cuyos miembros se iría seleccionando elcuello cada vez más largo. Al cabo de muchas gene-raciones se llegaría a las actuales jirafas (fig. 3).

Darwin no sólo estuvo décadas acumulandoinformación y dándole vueltas para explicar laextraordinaria diversidad de formas vivas dispersaspor toda la Tierra, también llegó a predecir la exis-tencia de algunas especies teniendo en cuenta que elmedio que selecciona es también biológico. Él habíadedicado mucho tiempo a estudiar una especie muyparticular de orquídea de Madagascar, la Anagrae-cum sesquipedale, que tiene un larguísimo espolón otubo lleno de néctar azucarado. Basándose en estaestructura, Darwin predijo que debería haber enMadagascar una mariposa que tenía que tener unalengua o espiritrompa de 25 a 28 centímetros de lar-ga para alcanzar el néctar almacenado en el tubo yasí poder polinizar la orquídea. Esta mariposa, laXanthopa morganii praedicta, se descubrió cuarentaaños después, confirmándose la predicción de Dar-win.

Sin embargo, la teoría de la evolución, tal comola había formulado Darwin, tenía un punto muydébil: la falta de un mecanismo que explicara de for-ma coherente el proceso de la herencia. Por aquellaépoca Mendel estaba estudiando los procesos here-ditarios, pero sus descubrimientos sobre las leyes dela herencia no fueron conocidos hasta principios delsiglo XX. A partir de ese momento los avances en el46

Explicación segúnDarwin del cuello

largo de las jirafas.

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campo de la genética hicieron posible encontrar larespuesta a los tres interrogantes que Darwin nuncapudo contestar: 1. Cómo se transmiten los caractereshereditarios de generación en generación; 2. Por quélos caracteres hereditarios no se «mezclan», sino quese mantienen fijos desapareciendo en una genera-ción y reapareciendo en la siguiente; y 3. Cómo sur-ge la variabilidad sobre la que actúa la selecciónnatural.

CÓMO FUNCIONA LA SELECCIÓN NATURAL Y CÓMO NACE UNA ESPECIE

La teoría de la evolución, tal como la había for-mulado Darwin, mostraba –como ya sabemos- unpunto muy débil: la falta de un mecanismo queexplicara el proceso de la herencia. Los avances pos-teriores en el campo de la genética resolvieron losinterrogantes de Darwin, y los mecanismos de laevolución por selección natural han quedado aclara-dos. En el contexto de la evolución darwiniana y lagenética –que es como debe entenderse la evolucióncon los conocimientos actuales- la eficacia de unindividuo (es decir, «el mejor dotado») no se refierea la mejor forma física o el mejor adaptado alambiente, sino al número relativo de descendientesque sobreviven, esto es, a la cantidad de genes quese encuentran presentes en generaciones sucesivas.

Darwin propuso la hipótesis de que en las espe-cies en que las hembras escogen activamente a susparejas, las preferencias de las hembras hacia uncarácter específico juega un papel importante en laevolución de la ornamentación de los machos yexplicaría las características extremas que a veces seobservan en ellos. La viuda del paraíso, por ejemplo,es un ave que presenta unas enormes diferenciasentre sexos: la hembra es más pequeña, parda y conuna corta cola; el macho, en cambio, es mucho ma -yor, con un plumaje negro reluciente con franjasrojas y una cola de casi medio metro de larga.

El resultado de la selección natural es lo que lla-mamos adaptación, término que puede tener variossignificados en biología. Primero, puede indicar unasituación de estar amoldado al ambiente (en reali-dad todo ser vivo está adaptado al ambiente). Segun-do, la adaptación puede referirse a un carácterdeterminado que permite al organismo adecuarse a 47

Orquídea Anagraecumsesquipedale, con sugran «espolón» lleno denéctar, y la mariposa, consu larga espiritrompa,cuya existencia predijoDarwin: Xantopha morga-nii preadicta.

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su medio. Este carácter será un «carácter adaptati-vo», como el ojo o la mano. Tercero, la adaptaciónpuede significar el proceso evolutivo, producidodurante muchas generaciones, que da como resulta-do organismos mejor dotados para su ambiente. Unbuen ejemplo de adaptaciones son las que presentael pájaro carpintero, que le ayudan a obtener el ali-mento, como tener dos dedos oponibles dirigidoshacia atrás, que le permiten trepar por el tronco ver-tical de los árboles; tener las plumas caudales muyrígidas para sostenerse; un pico muy recio capaz deperforar la madera; unos fuertes músculos en el cue-llo para utilizar el pico como martillo; las cavidadesaéreas en el cráneo, que amortiguan los golpes en elcerebro cuando repica la madera y una lengua muylarga para cazar los insectos debajo de la corteza.

Cuando dos o más especies interactúan estre-chamente ejerciendo una fuerza selectiva mutuaentre ellas, se producen acomodaciones simultáne-as. A esto es a lo que llamamos coevolución, y ocurremuy a menudo entre plantas e insectos (es decir,entre las flores y sus polinizadores). Un ejemplointeresante es el que se da entre la asclepia, plantaque produce una sustancia amarga y tóxica (quedisuade a los insectos y otros herbívoros), y la mari-posa monarca.

La oruga de esta mariposa ha llegado por evolu-ción a poder ingerir este vegetal sin que le afecte latoxina. Incluso, al alimentarse de ella, almacena ensus tejidos el tóxico, que, por tanto, luego estará pre-sente en la mariposa adulta. En consecuencia, lamariposa monarca tiene mal sabor y es tóxica parasus depredadores. Además, como el sabor por símismo no sería suficiente defensa, la mariposa y laoruga han desarrollado «colores de advertencia»muy llamativos, negros y amarillos (bastante comu-nes por otro lado en otros tipos de animales veneno-

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sos como anfibios o reptiles); hay también otrosinsectos que se alimentan de asclepia y que tambiéntienen brillantes colores de advertencia. Incluso hayotras mariposas que, sin tener mal sabor ni ser vene-nosas, presentan por mimetismo coloraciones simi-lares a la monarca, con lo que se protegen frente aposibles depredadores.

Pero la adaptación no es perfecta, la evoluciónno lleva siempre implícito producir seres cada vezmás perfeccionados o más complejos. La evoluciónva actuando sobre estructuras preexistentes, esdecir, la selección natural funciona con el materialque tiene disponible. Por ejemplo, los vertebradosterrestres y sus descendientes (nosotros mismos)estamos limitados estructuralmente por un cuerpocon una larga columna vertebral y cuatro extremida-des, una en cada esquina, con las que nuestros ante-cesores empezaron a arrastrarse fuera del agua. Laevolución sólo puede construir encima de lo yaconstruido, y por eso algunos de nuestros proble-mas como la dificultad del parto o el lumbago pue-den asociarse directamente al cambio de posicióncuadrúpeda a erguida. Precisamente, como dice elpopular divulgador de las ideas evolucionistas, elpaleontólogo Stephen Jay Gould (fallecido en 2002):«Esa ausencia de perfección es la mejor prueba de laevolución, antes que las adaptaciones perfectas».

Por otro lado, la selección natural puede produ-cir especies distintas, no emparentadas, con grandesparecidos, o bien, seres de aspecto muy diferentepero muy emparentadas y próximas. El primer caso–la Evolución Convergente- ocurre con especies queocupan ambientes parecidos y tienden a tener seme-janzas en su aspecto aunque no sean especies empa-rentadas, porque, al estar sujetas a presiones selecti-vas parecidas, muestran adaptaciones semejantes.Por ejemplo, las ballenas y los delfines son mamífe-ros que presentan formas hidrodinámicas semejan-tes a los tiburones y otros grandes peces (aunque tie-nen sangre caliente y respiran por pulmones).

El segundo caso –la Evolución Di ve rgente- se pro-duce cuando una población se queda aislada del res-to de la especie, y al sufrir diferente presión selecti-va (en distinto ambiente) evoluciona de diferente 49

En la página opuesta, machodel ave Viuda del paraíso consu llamativa cola de mediometro. Darwin propuso elmecanismo de «selecciónsexual», que complementa alde selección natural. En esta página, arriba, adap-taciones del pájaro carpinteropara poder comer los insectosque habitan debajo de la cor-teza de los árbolesAbajo, mariposa monarca y suoruga sobre la asclepia, plan-ta tóxica a la que la oruga seha adaptado, la puede ingeriry la acumula en sus tejidos,de forma que es tóxica parasus depredadores.

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manera. Por ejemplo, el osopolar (Ursus maritimus), depelaje blanco, procede de laescisión de un grupo de osospardos (Ursus arctos), que que-dó aislado bajo una duras pre-siones selectivas ambientales,evolucionando a adaptacionesa la vida en el hielo en aguasglaciares, como sus gruesasalmohadillas en los pies, cabe-za y hombros más hidrodiná-micos, o el color blanco de supelaje relacionado con la nece-sidad de pasar desapercibidomientras caza.

Pero el gran misterio («el mis-terio de los misterios» de Dar -win) que realmente trata deresolver la teoría de la evolu-ción por selección natural es eldel origen de las especies.Aunque Darwin tituló su granobra El Origen de las Especies,nunca fue capaz de explicar deltodo cómo se originaban lasespecies. Hoy ya sabemos cuá-les son los mecanismos por losque surgen nuevas especies.

¿Pero qué es una especie?Las especies son las clases deorganismos que hay en la Tie-rra, pero una definición másexacta sería un grupo de pobla-ciones naturales cuyos miembros

pueden reproducirse entre sí pero no con los miembros deotros grupos de poblaciones. La clave está en el «aisla-

miento genético», porque sus genes son los respon-sables de las características únicas que poseen.

¿Y cómo se originan las especies? Desde unaperspectiva evolutiva una especie es un grupo re -productivamente homogéneo, pero muy cambiantea medida que recorre el tiempo y el espacio. Así,grupos que se separan y se aíslan reproductivamen-te del resto de la población, se pueden diferenciartanto como para convertirse en una especie nueva.Este proceso –la especiación- ha ocurrido durante3.500 millones de años dando lugar a la gran diver-sidad de organismos que han poblado la Tierra entiempos pasados y en la actualidad.

Los miembros de una especie comparten el mis-mo conjunto de genes, pero ¿cómo un grupo degenes se separa de otro y comienza su viaje evoluti-vo en solitario? Lo más frecuente es que se produz-ca por un aislamiento geográfico determinado porla aparición de una barrera geográfica que evita elflujo génico, como islas, una montaña, un lago o ladesaparición de un istmo que unía dos masas conti-nentales.

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La especiación puede ocurrir así (ver figura dearriba):

1. Dos poblaciones de una misma especie que-dan separadas por una barrera geográfica como elmar o una alta cordillera (aislamiento geográfico).

Una de ellas, por ejemplo, emigra a una isla mien-tras la otra se queda en el continente.

2. Las dos poblaciones siguen una evoluciónindependiente. En cada una de ellas se produciránmutaciones genéticas que darán lugar a nuevascaracterísticas diferentes en las dos poblaciones.

3. La acumulación de diferencias entre ambaspoblaciones y la selección natural terminarán pororiginar dos especies distintas.

ALGUNOS EJEMPLOS

Finalmente, para comprender cómo funciona elmecanismo evolutivo de la selección natural vamosa ver tres ejemplos: el primero, el de la extraordina-ria variedad de los pinzones de las islas Galápagos,fue observado precisamente por Darwin, que reparóen ello en su viaje en el Beagle, aunque fue muchodespués cuando lo utilizó como uno de los puntosfuertes de argumentación a favor de su teoría. Elsegundo ejemplo, el de la historia del caballomoderno, es uno de los más ilustrativos de la evolu-ción. Finalmente, el tercero, el de la mariposa delabedul, es conocido como ejemplo de selecciónnatural acelerada.

Los pinzones de DarwinUna de las observaciones que llamaron más la

atención de Darwin al llegar a las islas Galápagosfueron las variaciones en el pico de los pinzones, unejemplo clásico de «radiación adaptativa»: la evolu-ción de cada especie a partir de un antepasadocomún para aprovechar un tipo de alimento concre-to. ¿Cómo pudo surgir tal variedad de especies? Secree que se originaron a partir de una sola pareja –ouna sola hembra fecundada- procedente de Sud-américa, a casi mil kilómetros, que pudo llegar 51

En la página opuesta, a laizda., «evolución convergen-te»: estos cuatro animalesmarinos (ictiosaurio, delfín,foca y pingüino), todos ellosdescendientes de antepasa-dos terrestres diferentes,comparten adaptacionescomo la línea hidrodinámica ylas aletas, pero escondendiferencias básicas como laanatomía de las aletas.A la dcha., el oso polar se haadaptado a la vida en el hielo.Es un ejemplo de «divergenciaadaptativa» con el oso pardo,del que procede.En esta página, el aislamientogenético que puede conducira la «especiación» se puedeproducir a partir de situacio-nes geográficas distintas: a)islas auténticas, b) cimas demontañas, c) charcas, lagos eincluso mares y d) masas devegetación aisladas.

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52 Tipos de pinzones de las islas Galápagos con diferentespicos adaptados a diferentes tipos de alimentos.

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empujada por fuertes vientos. Al colonizar las islas–con una gran diversidad de hábitats diferentes-distintos grupos de pinzones se verían presionadospor distintas fuerzas selectivas según el hábitat. Delgrupo ancestral surgieron 13 especies diferentes al irmigrando a las islas cercanas, como resultado de laselección natural y de las barreras genéticas debidasal aislamiento geográfico.

El primitivo pinzón que llegó a las islas tenía unpico cónico corto y fuerte para comer semillas de latierra. Algunos de los actuales pinzones se alimen-tan de semillas y se diferencian en el tamaño de sus

picos, lo que influye en el tamaño de las semillas quepueden consumir; otro se alimenta de higos chum-bos y tiene un pico mucho más largo y afilado; otraespecie con pico de loro come frutos y yemas; y, porfin, otros con pico delgado son insectívoros, cadauno adaptado al tamaño de los insectos que comen.

El proceso pudo haber sido así (ver figura): losprimeros pinzones que llegaron a una de las islasfueron aumentando en número y, mediante la selec-ción natural, se fueron adaptando gradualmente alambiente, sobre todo al tipo de alimentos (fig. A yB). Algunos de los pinzones pudieron alcanzar unasegunda isla donde el ambiente era distinto (fig. C).Los pinzones de la segunda isla también se adapta-ron progresivamente al nuevo ambiente (fig. D).Algunos pinzones pudieron regresar desde lasegunda isla, pero eran ya tan diferentes que su cru-zamiento resultaba imposible. Se habían convertidoen dos especies diferentes (fig. E). El proceso pudorepetirse más veces, de modo que se fueron coloni-zando las otras islas (fig. F), hasta llegar hoy día a lastrece especies diferentes de pinzones que habitan lasIslas Galápagos.

Equus: un ejemplo de evolución con fósilesLa historia del caballo moderno está particular-

mente bien documentada a lo largo del registro fósil,y por eso podemos considerarla como un ejemplomuy ilustrativo de evolución.

Hace unos 60 millones de años, al iniciarse elperiodo Terciario, la línea de caballos estaba repre-sentada por Hyracotherium o Eohipus («caballo primi-genio»), un herbívoro pequeño (25 a 30 cm) con tresdedos en sus pies traseros, cuatro en sus delanterosy unas almohadillas como las de los perros. Susdientes contenían pequeñas superficies de abrasión,con coronas bajas que no soportarían mucho desgas-

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Origen de las especies de pinzones en las Galápagos a partir de una primera pareja procedente del continente.

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te. Probablemente no comían hierba (no habíamucha entonces) sino que «ramoneaban» comiendohojas suculentas de las ramas. Además, la posiciónde sus ojos era mucho más baja que la de los caba-llos actuales. Un poco después, en estratos algosuperiores, encontramos caballos de mayor tamaño,con tres dedos y también ramoneadores con molarescada vez más grandes que crecían a medida que sedesgastaban. Poco a poco, en estratos superiores sehan ido encontrando fósiles de Equus cada vezmayores, con el dedo medio de cada pie ensanchán-dose paulatinamente y reduciéndose a la vez los dosdedos sueltos laterales de cada pie.

Estos cambios anatómicos se pueden correlacio-nar con los cambios en el ambiente. En la época delos primeros –Hyracotherium- había marismas convegetación suculenta y sus dientes estaban adapta-dos al ramoneo. Poco después, las praderas de gra-míneas duras y resistentes se fueron extendiendo ylos caballos cuyos dientes podían moler las gramí-neas sobrevivieron, mientras que los que continua-ron comiendo ramas desaparecieron. En cambio, laposición del ojo -cada vez más arriba- facilitó la vigi-lancia sobre los depredadores mientras pacían.

El clima fue haciéndose más seco, la tierra seendureció y la reducción de los dedos a uno solofacilitó el trote sobre un suelo endurecido para loscaballos cada vez más grandes, que pudieron man-tener así la velocidad de huida frente a los depreda-dores.

Así pues, la evolución de Equus –deducida apartir del registro fósil- muestra una acumulaciónde cambios adaptativos debidos a una presión selec-tiva para pacer y para incrementar el tamaño.Muchas especies coexistieron en el tiempo, de lascuales sólo unas pocas sobrevivieron.

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El caso de la mariposa del abedulBiston betularia es una mariposa nocturna blan-

quecina muy bien conocida por los naturalistasingleses del s. XIX y muy abundante sobre cortezasdel abedul y líquenes. Sobre este fondo, la mariposapasa absolutamente inadvertida, camuflada por suscolores claros y su inmovilidad.

Hasta 1845 todos los especímenes recolectadoseran claros, menos uno de color negro capturado enel área industrial de Manchester. En aquella épocade industrialización masiva, el hollín mató los líque-nes y tiñó de negro los troncos de los árboles en losdistritos más contaminados.

En estas condiciones la sustitución de las mari-posas claras por las oscuras fue rapidísima y cadavez fue más frecuente encontrar la mariposa negra ymenos, la clara; tanto, que en 1950 sólo unos pocosindividuos de la población tenían colores blancos yse encontraban en zonas poco contaminadas.

¿De dónde surgieron los individuos negros deBiston betularia? Siempre había habido formasnegras de la mariposa pero en números muy reduci-dos, ¿por qué aumentó la población tan espectacu-larmente?: la coloración protegía a las mariposas delos pájaros insectívoros.

Darwin y la evolución

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En la otra página, historia evolutiva delcaballo moderno (Equus) a partir del

pequeño Hyracoterium de hace 60millones de años.

En ésta, pájaros insectívoros comiendolas mariposas que destacan sobre eltronco de los árboles y mariposa delabedul (Biston betularia) en sus dos

formas: clara y oscura.

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Caricatura de Darwin publicada en 1874por el London Sketchbook.

Portada de la revista francesaLe Nouvel Observateur de

enero de 2009 que contieneun dossier especial titulado

«200 años después de Darwiny la guerra continúa. Dios

contra la Ciencia».

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LOS DETRACTORES DE DARWIN: CREACIONISTAS DE ANTES Y DE AHORA

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William Paley, creacionista significado del siglo XVIII, que puso la siguiente ideacomo ejemplo para compararlo con organizaciones biológicas complejas:

un reloj ha tenido que ser diseñado necesariamente antes de ser construido.

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Darwin y la evolución

Desde los mismos tiempos deDarwin, la resistencia alas nuevas ideas evolu-

cionistas se manifestaba en muchos ámbitos tantosociales como científicos, pero donde más ha reper-cutido la idea de la evolución ha sido en el de la reli-gión. Darwin publicó su libro en un contexto socialen el que el relato bíblico de la creación que se reco-gía en el Génesis seguía siendo la única explicacióndel origen de la vida, de las especies y de la huma-nidad. Ya conocemos (capítulo 2) la anécdota sobreel debate, en 1860, entre el arzobispo conservadoranglicano Samuel Wilberforce el Meloso y el natura-lista seguidor de Darwin, Thomas H. Huxley, y susarcástica contestación. Por entonces Darwin eracruelmente caricaturizado en revistas y periódicos.

La mayor parte de las religiones monoteístas(cristianismo, judaísmo, islamismo) explican el ori-gen de todos los seres vivos como obra de un Diosomnipotente, y esta idea es la que ha empujado a loscreacionistas de antes y de hoy a lanzarse en su cru-zada antievolucionista.

Cincuenta años antes de que Darwin publicarasu Origen de las especies, el clérigo inglés WilliamPaley (1743–1805) escribió su obra Teología natural,en la que defendía la idea de que los organismosdan muestras manifiestas de haber sido diseñados yde que sólo un Dios omnipotente y omnisciente es

capaz de explicar la perfección, diversidad y com-plejidad de formas y de seres. En su obra, que deno-ta un enorme conocimiento de la Biología, exponemúltiples ejemplos de organización específica y fun-cionalidad exquisita tan perfectos que, según él, sóloun Creador puede haber ideado «invenciones» tancomplejas y maravillosas. Para él, la complejidad dela anatomía funcional del ojo humano, por ejemplo,le hace pensar que no podía haber surgido porcasualidad, sin un propósito y diseño previos quepermita realizarlo. Del mismo modo que si encon-tráramos en el campo un reloj y nos preguntáramoscómo habría llegado hasta allí, no responderíamosque estuvo allí siempre, sino que fue fabricado poralguien siguiendo un diseño de todas sus piezas,cada una con su función específica.

Por cierto, que Charles Darwin había leído laobra de Paley durante su formación universitariacausándole «mucha satisfacción y beneficio» y sinplantearle, por aquel entonces, ninguna dificultadpara aceptar sus razonamientos.

Pero, a pesar del tesón con que los creacionistashan luchado contra la teoría de la evolución de Dar-win desde que fue publicada, ésta fue abriéndosecamino con la fuerza que le da la razón y la eviden-cia de los hechos y está ya fuertemente instalada enla sociedad. Sin embargo, desde mediados del sigloXX hasta ahora parece haber renacido con fuerza –y 59

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no sólo en EE. UU.- el denominado movimiento del«creacionismo científico», un conjunto de propues-tas que defienden como verdad científica las expli-caciones bíblicas sobre el origen del mundo, de lavida y de la humanidad.

El resurgimiento del creacionismoSegún Leandro Sequeiros, catedrático de Pale-

ontología, el resurgir del antievolucionismo haseguido tres estrategias que permiten diferenciartres periodos. El primero (1910-1940) se caracterizapor la lucha por conseguir que se aprobara unalegislación en EE. UU. que eliminase la Teoría de laEvolución en los libros de texto, siempre activamen-te apoyados por iglesias evangelistas, y así en 1925un profesor de ciencias de Secundaria, John ThomasScopes, fue condenado por enseñar en el aula lasteorías evolutivas. En una segunda etapa (desde1960), desarrollaron la estrategia de potenciar el«Creacionismo científico» o «Ciencia de la Crea-ción» aportando supuestas pruebas científicas quedemostraban, entre otras cosas, la creación en 6 díasde 24 horas y la existencia del Diluvio Universal yconsiguieron que en muchos estados la legislaciónobligase a la enseñanza del Creacionismo y la Evo-lución con igualdad de tratamiento. Sin embargo,los creacionistas «científicos» iban perdiendo fuerzay juicios. Finalmente, desde los años noventa pareceemerger una nueva variante del creacionismo cien-tífico que no niega abiertamente la evolución, perola considera el plan de un ser poderoso: es la Teoríadel Diseño Inteligente.

El Diseño InteligenteLa alternativa del Diseño Inteligente no es otra

cosa que una versión disfrazada del creacionismomás rancio. El principio del que parten es que las

especies son demasiado complejas para haberse des-arrollado gracias tan sólo a la evolución y, por tanto,su existencia tiene que ser obra de un diseñadorinteligente: Dios. Y, por otro lado, que numerososejemplos del diseño evolutivo de los seres vivos nosmuestran que están muy lejos de ser tan perfectoscomo el que se conseguiría si lo realizara un diseña-dor inteligente, pero resultan suficientemente bue-nos como para adaptar el organismo a las nuevasnecesidades ambientales.

El antecesor ideológico de esta corriente creacio-nista fue William Paley y su ya mencionada TeologíaNatural de 1803, que fue resucitada por varios auto-res y defendida principalmente por tres: W. Dembs-ki, P. Johnson y M. Behe. Este último -profesor deBioquímica-, el más conocido divulgador del diseñointeligente, no ataca indiscriminadamente todos losfundamentos de la Teoría de la evolución, pero nocree que explique la biología molecular ni cree quehaya originado sistemas complejos. Behe propone laexistencia de complejidades irreductibles en los orga-nismos vivos y define esto como «entidades mate-riales compuestas por varias partes organizadas,que interactúan organizadas entre sí para la realiza-ción de una función básica que se espera del conjun-to y donde la eliminación de una de sus partes haceque el sistema deje de funcionar» y argumenta quelos sistemas reales de complejidad irreductible no pue-den ser el resultado de una evolución mediante lige-ras modificaciones sucesivas. La Teoría de la Evolu-ción demuestra que los órganos y otros componen-tes de los seres vivos carecen de toda complejidadirreductible, es decir, jamás aparecen repentinamentecon esa perfección final; pueden ser complejos peronunca irreductibles, y la prueba de ello es la presen-cia constatable de versiones menos complejas de losmismos sistemas.

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Un ejemplo muy utilizado por los creacionis-tas del diseño inteligente, y que ya Paley habíautilizado casi dos siglos antes, es el del ojo huma-no. Sostienen que su estructura y organización esde tal complejidad que nunca habría podido sur-gir por casualidad.

Hace tiempo que está totalmente demostradoque la formación de nuestros ojos se produjo através de una serie de pasos evolutivos y su for-mación requirió la integración de muchas unida-des genéticas que mejoraron la eficacia del tipode ojos preexistentes, menos perfectos. A partirde los primitivos órganos sensibles a la luz de losancestros de los vertebrados, han ido aparecien-do nuevas y ventajosas características que supu-sieron avances (pigmentos, células en forma decopa, aparición de la lente cristalino, nerviosópticos…) hasta la aparición de los ojos com-puestos de los insectos y de los altamente des-arrollados ojos de los vertebrados y cefalópodos.

Además, las imperfecciones entrarían encontradicción con un diseñador inteligente:nuestro ojo tiene un «punto ciego», una zona dela retina donde convergen las fibras nerviosasvisuales para formar el nervio óptico; ¿qué crea-dor hubiera planificado un diseño con defectos?Lo único que ha podido hacer la selección natu-ral es que nuestro cerebro disimule el error y noseamos conscientes de él. La evolución sí da unaexplicación correcta a las imperfecciones porqueresponde a las necesidades de los organismos, nogenerando un diseño óptimo sino arreglándosecomo puede con lo que tiene, modificando pocoa poco las estructuras existentes para adaptarse ala realidad.

Pero los ejemplos favoritos de complejidadirreductible para Behe y los defensores del diseño

inteligente son el flagelo bacteriano y la coagula-ción de la sangre.

El primero se trata de una estructura demovilidad de las bacterias que funciona como unremo y está constituido por tres partes compues-tas de proteínas específicas, ordenadas de mane-ra que el flagelo deja de funcionar si se pierdeuna de ellas, así que según la Teoría del Diseñointeligente esa unidad no puede haber evolucio-nado gradualmente, parte por parte, porque nofuncionan si están separadas. Pero sabemos quehay diversas clases de flagelos (desde más sim-ples a otros diferentes) y que han podido surgirde otras estructuras con diferente función comola secreción e incluso que algunas proteínas delflagelo por separado sí resultan funcionales.

Respecto al segundo ejemplo, el mecanismode la coagulación de la sangre, es uno de los pro-

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Debajo, estructura del ojo humano,ejemplo de complejidad irreductible

del Diseño inteligente. A la izda.,ojo compuesto de un insecto.

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cesos bioquímicos que,según Behe, han tenidoque ser diseñados inteli-gentemente porque in -tervienen en él variaspartes proteínicas inter-dependientes en unacomplejísima organiza-ción. Nuevamente unargumento refutado pormultitud de estudios,que demuestran la evo-lución de los mecanis-mos que realizan la coa-gulación en los vertebra-dos, por ejemplo a partir

de modificaciones evolutivas de proteínas semejan-tes en el sistema digestivo.

Todos los paleontólogos conocen el proceso evo-lutivo por el cual una estructura cambia su funciónoriginal por otra nueva, como, por ejemplo, las patasde dinosaurios que dieron lugar a las alas de lasaves o el falso pulgar del panda, que pasó de servirpara la caza y el desplazamiento a utilizarse parapoder comer bambú.

Otro de los argumentos preferidos de los crea-cionistas del diseño inteligente es que niegan la exis-tencia de fósiles intermedios entre grupos diferentesaprovechándose de la dificultad de encontrar ejem-plares, sobre todo de formas de gran tamaño. Sinembargo, el registro fósil de microfósiles es riquísi-mo y los micropaleontólogos encuentran con facili-dad ejemplares intermedios, sobre todo de organis-mos planctónicos, que pone de manifiesto que laespeciación ha ocurrido tanto de forma gradualcomo de forma rápida o «puntuada».

A los creacionistas se les podría plantear un

montón de preguntas que les sería imposible res-ponder, como algunas de las que se hace el catedrá-tico de Paleontología de la Universidad de Zarago-za, Eustoquio Molina: ¿Por qué un diseñador inteli-gente tardaría tantos millones de años en crear seressuperiores cuando ya había seres vivos 3.000 millo-nes de años antes? ¿Por qué las especies se extin-guen y su nicho ecológico es ocupado por otras nue-vas? ¿Por qué un diseñador inteligente poblaría lasselvas tropicales de América, África y Asia con espe-cies diferentes? ¿Por qué parece tan caprichosa ladistribución de organismos en islas oceánicas, conmultitud de especies endémicas y carencia de otrasmuchas que podrían estar allí? ¿Por qué un diseña-dor ha permitido la extinción de tantas especies a lolargo de millones de años? y ¿por qué el ser huma-no (supuestamente creado a su imagen y semejanza)está provocando la sexta extinción en masa?

Ciertamente la pseudociencia del creacionismoen su forma más sofisticada, el Diseño Inteligente,sigue intentando abrirse camino en EE. UU., sobretodo en el mundo de la educación, aunque siguecosechando fracasos en los tribunales. No hace tan-to, en 2007, todavía hubo un juicio en Dover(Pennsylvania) en el que en la sentencia final se afir-ma que el llamado Diseño Inteligente no es una teoríacientífica sino una creencia y que por ello no puedeenseñarse en la escuela pública.

En Europa el creacionismo ha tenido muchamenor fuerza, restringido sólo a círculos fundamen-talistas católicos; sin embargo, un nuevo ataque, estavez desde las filas islámicas, y muy virulento, pre-tende refutar las teorías de Darwin en nombre delIslam. Son los neocreacionistas musulmanes y sujefe de filas, el predicador turco Adnan Oktar, queha editado y distribuido un lujoso Atlas de la Crea-ción por miles de colegios e institutos franceses.62

El panda presenta seis dedosen sus patas delanteras. El

sexto es una adaptación paracoger bambú y se ha originadoa partir del alargamiento de un

hueso de la muñeca.

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LAS PRUEBAS DE LA EVOLUCIÓN

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Un ejemplo de clasificación taxonómica de algunos mamíferos.

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Hoy día la evolución de los seresvivos es aceptada por los cientí-ficos como un hecho probado y

sin la menor duda, pero ¿se puede probar la evolu-ción? Observar directamente cómo actúa la evolu-ción es muy difícil, casi imposible; sin embargo,estudiando los seres vivos, se observan hechos queseñalan con toda claridad a la evolución como únicacausa razonable. Estos hechos –las pruebas de laevolución- se organizan en seis grupos principales:pruebas taxonómicas, pruebas biogeográficas, prue-bas paleontológicas, pruebas embriológicas, prue-bas anatómicas y pruebas bioquímicas.

Pruebas taxonómicasLas pruebas taxonómicas se refieren a la clasifi-

cación de los seres vivos a partir de sus característi-cas (taxonomía). Cada especie de seres vivos seagrupa con otras parecidas en grupos o taxones. Asu vez, los grupos se unen con otros parecidos, dan-do lugar a grupos de mayor tamaño, hasta llegar alreino. Este tipo de clasificación jerárquica surgióantes de que se desarrollara la teoría de la evolución;sin embargo, se aprecia sin ninguna duda que lasespecies se relacionan unas con otras, como si guar-daran entre sí parentesco y compartieran antepasa-dos comunes. De hecho, hoy día se habla de clasifi-

caciones evolutivas: lo que refleja la taxonomía sonlas relaciones de parentesco entre todas las especiesde seres vivos. En el árbol de la clasificación de losmamíferos carnívoros de la figura se pueden obser-var el lobo y el zorro, dos especies de la familia delos cánidos, con un antepasado común muy cercanoen el tiempo; lo mismo que el león y el puma, de lafamilia de los félidos, o la cebra con otros équidos.Los del mismo orden tienen también un antepasadocomún, pero más alejado en el tiempo, y finalmentetodos ellos tienen un antepasado común más anti-guo, un primitivo mamífero del que surgieron.

Pruebas biogeográficasLas pruebas biogeográficas se ocupan del estu-

dio comparativo de seres vivos de distintas partesdel mundo y se comprueba que la flora y la fauna dedos regiones son más parecidas cuanto más cercanasestán. Si cada especie se hubiera creado de formaaislada, esta relación no tendría por qué cumplirse,en cambio sí se explica si las especies están relacio-nadas. Así, tendrán antepasados comunes y seránparecidas las especies de zonas próximas.

Las faunas de América del Sur y de África sondiferentes, aunque están relacionadas; por ejemplo,existen monos distintos en ambos continentes y estose debe a que éstos se separaron hace millones de

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años, por lo que las faunas actuales han evoluciona-do a partir de esos antepasados comunes.

No obstante, la fauna de Australia es totalmentediferente (no existen monos, por ejemplo) y esto seexplica porque se separó mucho antes y, por tanto,los antepasados comunes son muy lejanos.

La distribución geográfica de las especies delextremo oriental del Índico está claramente divididaen dos regiones de fauna totalmente distinta a pesarde su proximidad, separadas por la llamada Líneade Wallace (ver figura). La explicación está en ladiferente historia geológica de las islas, con unasprocedentes de la placa tectónica de la India y elsureste de Asia, mientras que las otras correspondena la placa de Australia y Papúa Nueva Guinea. Du -rante los millones de años en que estas placas estu-vieron separadas, la evolución discurrió por cami-nos diferentes en ambas y, tras su contacto, han

man tenido faunas y floras claramente distintas.Desde que el supercontinente Pangea empezó a

quebrarse hace 250 millones de años, el movimientode sus fragmentos ha tenido un efecto decisivo en laevolución: esa fauna tan especial y peculiar de Aus-tralia (ornitorrincos, canguros, koalas...) y de Sud-américa (llamas, anacondas, pirañas, vicuñas, tapi-res...) se debe a que ambos territorios han sido islasdurante casi 100 millones de años.

En los archipiélagos alejados de los continentes,como en las famosas Galápagos, fuente de inspira-ción de Darwin, es frecuente encontrar especies deanimales propias de cada isla, pero muy relaciona-das entre sí. Esto se debe a que todas proceden deuna inicial que llegaría a una de las islas, a partir dela cual se originaron las demás al colonizar y adap-tarse al resto de islas.

En Australia hay 57 especies diferentes de can-

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La línea de Wallace separa fau-nas y floras muy diferentes a

pesar de su proximidad, porquelas islas de la izquierda están

en una placa tectónica y las dellado derecho están en otra, y

han estado separadas millonesde años.

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guros, ¿no es lógico pensar quepodrían provenir de un antepasa-do común que habría dado origena todos ellos?

Pruebas paleontológicasEl tercer tipo de pruebas, las

paleontológicas, se basan en elestudio del registro fósil que, deforma indiscutible, nos dice quelos seres vivos que han ido habi-tando la Tierra han cambiado yque unas especies han sido susti-tuidas por otras.

Es difícil encontrar una cadenade fósiles que explique perfecta-mente el proceso evolutivo que lle-va hasta una determinada especie,aunque existen algunos ejemploscomo el del registro fósil del caba-llo, del que ya hemos hablado, quepermite seguir los cambios anató-

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El Archaeopteryx tenía plumasy pico como las aves, perotambién dientes y cola como lade un reptil.Abajo, reconstrucción delArchaeopteryx.

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micos sufridos desde un animal del tamaño de unperro con cuatro dedos en sus patas, hasta el actual,de gran estatura y con un solo dedo en cada pata.

Pero el hallazgo más interesante para avalar elhecho de la evolución es el de una forma fósil inter-media entre dos grupos de seres vivos. El Archaeop-teryx es un ave cuyas plumas son perfectamentevisibles, pero con características reptilianas como losdientes en su pico y sus garras. Si las aves no hubie-sen evolucionado a partir de ciertos reptiles, ¿quésentido tendría la existencia de especies comoArchaeopteryx? El problema es que de momento sehan encontrado pocas de estas formas intermediasde animales de gran tamaño, aunque sí muchas enmicrofósiles del plancton.

Pruebas embriológicasLas pruebas embriológicas se basan en la obser-

vación del desarrollo embrionario. Al analizar las

fases iniciales de embriones se descubre que existenmuchas semejanzas, y más cuanto más próximosson los animales. Los embriones de un pez, un rep-til, un ave y un mamífero son muy parecidos en susfases tempranas, por ejemplo poseen cola y arcosbranquiales, aunque más tarde siguen un procesode diferenciación progresiva y algunos conservanestas estructuras, mientras que otros las pierden.Parece evidente que los embriones que presentancaracterísticas similares tienen un antecesor común.¿Cómo explicar que los embriones humanos presen-ten hasta las seis semanas una cola si no es porquenuestros antepasados la tuvieron?

Pruebas anatómicasLas pruebas anatómicas se refieren a las simili-

tudes en la estructura interna de órganos de seresvivos emparentados. Por ejemplo, el esqueleto delas extremidades anteriores de una persona, un

murciélago, un delfín, un caba-llo, un topo o un ave, a pesar desus grandes diferencias externasy su diferente función, respon-den al mismo modelo y estánconstituidas por las mismas pie-zas, son órganos homólogos y esinevitable pensar que se trata deadaptaciones de una única ana-tomía, la del antepasado común,a usos distintos. Es un modeloque todas estas especies hanheredado de su antepasadocomún. ¿Cómo podría explicar-se si no fuese así? Las especiescon estos órganos homólogoshan sufrido una evolucióndivergente.

Comparación de losembriones de un pez y

un ave. Se observa quelos arcos branquiales ylos arcos aórticos son

equivalentes.

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Otra prueba la aportan los órganos vestigiales,partes del cuerpo sin ninguna utilidad en la especieactual. Un ejemplo nos lo proporciona el fémur y lapelvis de la ballena, un mamífero que no tiene yaextremidades posteriores, puesto que ya no las nece-sitan, y por lo tanto quedaron reducidas a su míni-ma expresión.

Pruebas bioquímicasLas pruebas bioquímicas nos

hablan de las enormes similitudesmoleculares entre seres vivos. Todos,desde las bacterias a la especie huma-na, están constituidos por los mismoselementos químicos, básicamente car-bono, hidrógeno, oxígeno y nitrógeno.Todos ellos construyen sus proteínascon los mismos 20 aminoácidos (unida-des constituyentes de las proteínas)siguiendo idénticos procedimientos, ylo hacen gracias a las instrucciones pro-porcionadas por el mismo tipo demolécula: el ADN. Dicho de otro modo:todos tienen un mismo sistema genéti-co con un mismo código y una manerauniversal de expresarlo. ¿Pueden expli-

carse estas similitudes sin asumir un origen común?Y, sobre todo, ¿cómo explicar que las diferenciasentre el ADN de dos especies se reduzcan a medidaque se aproximan evolutivamente?

Cuanto más parecidos son dos organismos, máscoincidencias existen entre las moléculas que lo for-

Órganos homólogos: extremidades anteriores de cinco mamíferos con la misma estructura ósea pero formas muy diferentes,adaptadas a funciones diferentes: coger, excavar, galopar, nadar o volar.

El fémur y la pelvis de la ballenason órganos vestigiales, ya que notiene extremidades posteriores

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man. Se han podido confeccionar árbo-les filogenéticos entre especies basán-dose en sus proteínas y su ADN. Estosárboles en general confirman las clasi-ficaciones taxonómicas clásicas. En elcaso de la especie humana se ha com-probado que el animal con el que tene-mos más coincidencias es el chimpan-cé; esto quiere decir que tenemos unantepasado común bastante cercano enel tiempo y no que descendamos deeste animal, como se dijo erróneamen-te en tiempos de Darwin para desacre-ditarle.

Sin duda las semejanzas bioquími-cas nos proporcionan la evidencia másnotable de la evolución.

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La universal molécula que constituye el material genéticohereditario: la doble hélice del ADN constituida por la

repetición, en dos cadenas complementarias, de 4 molécu-las (las bases nitrogenadas) exactamente iguales en todos

los organismos: A, C, G y T.

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EVOLUCIÓN HOY: LA BASE GENÉTICA DE LA EVOLUCIÓN

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Microfotografía de barrido electrónico de un cromosoma.En los cromosomas se encuentran los genes.

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La selección natural propuesta por Dar-win se produce, como ya sabemos,cuando se dan las tres condiciones

siguientes: primera, hay una población de seres quehacen copias de sí mismos; segunda, el proceso decopia no es perfecto; y tercera, los errores de copiageneran diferencias en la capacidad de superviven-cia de la descendencia.

Los animales y vegetales producen copias de símismos al tener descendencia, y estos descendientesson «copias» porque se parecen a sus progenitores.Los monos tienen bebés monos y no bebés huma-nos. Al hecho de que los descendientes tiendan aparecerse a sus progenitores se denomina «heren-cia». Ni siquiera Darwin podía explicar por qué losdescendientes tendían a parecerse a los progenito-res. Sin embargo, ahora ya sabemos por qué. Sabe-mos algo que Darwin no sabía, sabemos que existenlos genes.

Descubrimiento de la GenéticaEn 1866 el monje austriaco Gregor Mendel

publicó un trabajo en el que explicaba sus experi-mentos con plantas de guisantes cultivadas en elhuerto del monasterio. Mendel logró descubrir quecada característica (factor hereditario) de los guisan-tes tenía variantes, y esas variantes venían determi-nadas por los alelos (las posibles formas de un gen)

y se heredaban de padres a hijos según unas leyesestadísticas muy fáciles de comprender. Mendelacababa de descubrir cómo se definían todas lascaracterísticas de un ser vivo y cómo mediante lacombinación de los factores hereditarios podíanocurrir todas las accidentales modificaciones queDarwin había supuesto. Las tres leyes de Mendelfueron el inicio de la genética. Más tarde, en 1902,W. S. Sutton en Estados Unidos y T. Boveri en Ale-mania, mediante observaciones independientes,dedujeron que los factores hereditarios residían enlos cromosomas. En 1909, W. Johannsen designó elfactor hereditario de Mendel con el término «gen».

Pero ¿qué es un gen? Los genes son cadenas deADN. Cada célula del cuerpo contiene grandes can-tidades de ADN, una molécula compleja formadapor cuatro bases: adenina, guanina, citosina y timi-na dispuestas en una larga línea. La secuencia enque se ordenan tiene gran importancia porquesecuencias distintas codifican proteínas distintas.Las proteínas son las moléculas básicas con las quese construyen los seres vivos. Cada gen determinaun tipo distinto de proteína. Las especies son distin-tas porque tienen proteínas distintas o porque seordenan de modos distintos, o por ambas razones.Así los seres humanos son distintos de los monosporque poseen distintos tipos de proteínas especia-lizadas ordenadas de distinta manera, y eso se debe

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a que poseen genes distintos. Por supuesto, la dife-rencia es relativa, los monos y los seres humanosson diferentes, pero no tanto como los seres huma-nos y los plátanos porque poseen más genes comu-nes. En dos seres vivos de la misma especie se apre-cian ligeras diferencias, algunas de ellas se deben ala existencia de genes diferentes pero otras se debenal hecho de haber crecido en entornos diferentes, así

el desarrollo no está determinado sólo por los genessino también por el entorno.

¿Cómo conseguimos variabilidad en una especie?La selección natural necesita variabilidad. En

algún momento, los descendientes deben diferen-ciarse de sus progenitores en algún aspecto, porsutil que sea (un poco más altos, más veloces). Algu-

na de estas diferencias tiene que ver con losgenes, normalmente el proceso de replica-ción del ADN es exacto, pero ocasionalmen-te ocurre un error en el proceso de copia y sealtera la secuencia de bases, si esto ocurre enuna célula germinal, el nuevo gen que notenían los progenitores aparece en la descen-dencia: se ha producido una mutación. Unaalteración puede pasar desapercibida, perotambién pueden darse alteraciones impor-tantes en la función de la proteína. Por ejem-plo, en la evolución humana, tuvo lugar lafusión de dos cromosomas relativamentepequeños en uno bastante grande, el cromo-soma 2. Los chimpancés, gorilas y primatesconservan la situación original.

En los organismos con reproducciónsexual, existe otro mecanismo que generavariabilidad en la descendencia. Se trata dela combinación aleatoria de los genes de lamadre y del padre, que se transmiten demanera independiente y se expresan aten-diendo a las leyes de Mendel, pero este pro-ceso no es suficiente para que ante un cam-bio en la presión ambiental se pueda produ-cir evolución por selección natural.

Si las especies pueden cambiar con eltiempo y adaptarse a nuevos entornos esgracias a los «ocasionales errores de copia»,74

Cromosoma y ADN.

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pero no todos constituyen cambios adaptativos,algunos no se pueden transmitir, o no son ni perju-diciales ni beneficiosos; es lo que se conoce comomutaciones neutras, por tanto, si todas las mutacio-nes fuesen de este tipo no habría selección natural.

Las mutaciones que aparecen en las especiesdependen del azar, el hecho de que una mutaciónsea beneficiosa, que proporcione una mejor adapta-ción al ambiente y un incremento en la descendencia,no implica que sea más probable que se produzca.

El neodarwinismo y sus antecedentesWeissman, a finales del siglo XIX, se dedicó a

estudiar la herencia, para ello cortó la cola a ratonesdurante 22 generaciones y observó a sus descen-dientes, todos con cola. Demostró que los caracterestransformados en vida no se mantenían en las crías,fue un duro golpe para el Lamarckismo, cuya teoríase basaba por completo en la herencia de los carac-teres adquiridos.

Tras los descubrimientos de Mendel, se debíarevisar la teoría de Darwin e incluir de algunamanera todos los nuevos conocimientos genéticos.

Con los primeros estudios genéticos surge elMutacionismo o Mendelismo propuesto por De Vries,esta teoría elimina la selección natural como fuentede evolución, tratando de explicarla únicamente apartir de las mutaciones: «Una nueva especie se ori-gina de repente, es producida a partir de una espe-cie preexistente sin ninguna preparación visible ysin transición».

En la década de 1920 y 1930 se demostró queleves variaciones en los genes, con la SelecciónNatural actuando de forma acumulativa, podríanproducir cambios importantes. El mutacionismoquedó desechado y se proporcionó una estructurateórica para la integración de la genética con la teo-

ría de Darwin sobre la Selección Natural, naciendoasí la Teoría sintética de la evolución o Neodarwinismo.

A partir de los años 20 los estudios comienzan acentrarse en las poblaciones. Diversos científicoscomienzan a estudiar cómo se producen variacionesen las poblaciones y los efectos de la Selección Natu-ral sobre ellas, y se llega a la conclusión de que todapoblación natural es heterogénea a causa de lasmutaciones y esta heterogeneidad es la base del pro-ceso evolutivo.

En el año 1937 Th. Dobzhansky publica su obraGenetics and the origin of species. Su gran mérito fuereunir los conocimientos de diversas ramas de laBiología (genética, genética de poblaciones, taxono-mía…) en lo que se conoce como Teoría Sintética dela evolución , apoyada en la teoría darwinista de laselección, en los conocimientos de la genética y deltratamiento matemático de la dinámica de poblacio-nes-, y que se basa en dos premisas fundamentales:

1. La Evolución es un proceso gradual de susti-tución de alelos (cambios en la frecuencia génica) enel seno de una población. La fuente de variabilidadde estos alelos serían las mutaciones puntuales y larecombinación genética (mezcla de cromosomashomólogos durante la meiosis).

2. El material genético es sólo la materia prima.Lo que dirige el proceso evolutivo es la SelecciónNatural, escogiendo las combinaciones adaptativasnuevas, sobre las poblaciones que son las unidadesbásicas de evolución.

La teoría neutralistaLos neutralistas defienden que el azar no sólo se

encuentra en las mutaciones, sino que a lo largo dela vida de los sujetos ejerce una fuerza mayor que laSelección Natural.

Para los neutralistas, cuyo máximo expositor es 75

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Motoo Kimura, la mayoría de los genes son selecti-vamente neutros, o sea, no tienen ni más ni menosventaja que los genes a los que sustituyen; es decir,por sí mismos no producirían evolución.

Las mutaciones se pueden propagar en unaespecie sin necesidad de tener una ventaja evoluti-va, cambiando el genotipo de la especie, contraria-mente a lo exigido por los seleccionistas. La suertede ese mutante neutro dependerá sólo del azar, lainmensa mayoría de alelos mutantes se perderán,pero algunos terminarán por fijarse en la población.

De esta manera, la evolución es un proceso másconstante de lo que la teoría sintética parece admitir,ya que, a nivel molecular, los cambios ocurren cons-tantemente, aunque no se noten.

Los neutralistas no niegan la fuerza de la selec-ción natural, al igual que los seleccionistas no nie-gan la importancia de la deriva genética.

La Teoría del Equilibrio PuntuadoEn el registro fósil se observa a menudo que las

especies permanecen estables durante un tiempopara luego desaparecer o transformarse de formaaparentemente brusca, esto parece indicar que laevolución no es un proceso lento y continuado comodefiende la teoría sintética, sino que se produce demanera irregular, a grandes saltos; es lo que sedenomina Teoría del Equilibrio Puntuado.

Cuando Darwin publicó su obra el 24 denoviembre de 1859, un compañero, Thomas HenryHuxley, le reprendió por su famoso Natura non facitsaltum (‘La Naturaleza no hace saltos’). Darwin eraun estricto seguidor de este lema, a pesar de losdatos del registro fósil. Darwin argumentaba que elregistro fósil era imperfecto e incompleto: vemoscambios abruptos porque nos faltan los pasos inter-medios. Según la hipótesis del equilibrio puntuado

este hecho sería una consecuencia directa del modoen que las especies evolucionan, haciendo improba-ble la fosilización de las formas de transición. Esaimprobabilidad aumenta si, como la teoría supone,la especiación se produce sobre todo en situaciones

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Darwin y la evolución

El paleontólogo y divulgadorcientífico Stephen Jay Gould.

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de crisis, en poblaciones de distribución localizada yefectivo reducido.

Lo específico de la teoría del equilibrio puntua-do tiene que ver con el ritmo al que evolucionan lasespecies. Según Eldredge y Gould, durante la mayorparte del tiempo de existencia de una especie éstapermanecería estable o con cambios menores (perio-dos de estasis), acumulándose cambios evolutivosdurante el proceso de especiación, que sería unaespecie de revolución genética breve en términosgeológicos. Las diferencias entre la «teoría sintética»y la «teoría del equilibrio puntuado» se refieren nosólo al tempo (rápido o lento) de la evolución, sinotambién al modo en que ésta se despliega. Así, losneodarwinistas defienden que la evolución se des-arrolla según un patrón lineal o filogenético con unasucesión lineal de una especie a otra, mientras quelos puntuacionistas son partidarios de una evolu-ción en mosaico, es decir, ramificada: una especieancestral da lugar a múltiples especies descendien-tes que, a su vez, o se extinguen o continúan ramifi-

cándose. Puede parecer que esto contradice a lo que los

neutralistas aseguran, pero lo que ocurre es queambas teorías operan a dos niveles distintos. Losneutralistas hablan de una evolución a nivel mole-cular y los puntualistas hablan de la evolución anivel morfológico.

Como vemos, las grandes teorías actuales no sonexcluyentes. Se basan en el darwinismo y cada unaincide en un aspecto: la Teoría Sintética trata de unirtodos los datos provenientes de las diversas ramasde la Ciencia, la Teoría Neutralista incide en el pla-no molecular de la evolución y la Teoría de los Equi-librios Puntuados, en la parte morfológica.

Teoría del gen egoístaSu autor, Richard Dawkins, en su libro El Gen

Egoísta, publicado en 1976, escribió: «El presentelibro debiera ser leído casi como si se tratase de cien-cia-ficción. Su objetivo es apelar a la imaginación.Pero esta vez es ciencia».

El propósito de Dawkins es examinar la biologíadel altruismo y del egoísmo. Demuestra que el fac-tor importante en la evolución no es el bien de laespecie o grupo, sino el bien del individuo o gen.Para él y sus seguidores, los individuos no son másque máquinas creadas por los genes para su super-vivencia, lo que se resumiría en la siguiente expre-sión: «La gallina no es más que un invento del hue-vo para poder producir más huevos». Los genescontrolan a los individuos de manera indirecta. Pri-mero programan la «máquina» y luego ésta disfrutade cierto grado de libertad.

La teoría tradicional defiende la Selección de Gru-pos por la que un individuo lo hace todo por el biende la especie, de manera que se convierte en un sim-ple peón que lucha por el bien común. Eso explica 77

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Árboles evolutivos según los neodarwinistas (A) y según los puntualistas (B).

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los comportamientos altruistas. Dawkins defiende,en cambio, la Selección de Individuos o de Genes. Cadaindividuo lucha por su propia supervivencia, que setraduce en la supervivencia de sus propios genes.

Pero, ¿y el hombre? El hombre ha alcanzado unamadurez que le permite oponerse a los egoístasdeseos de sus genes y controlar su propia máquina.Seríamos máquinas que han aprendido a progra-marse. La causa de que el hombre pueda controlar-se es la Cultura, factor al que Dawkins (y cada vezmás biólogos) dan una mayor importancia en la evo-lución humana.

Desde que Darwin nos proporcionó la teoría dela evolución por selección natural, tenemos una res-puesta científica para las preguntas profundas: ¿Tie-ne sentido la vida? ¿Quiénes somos? ¿Por qué esta-mos aquí? ¿Qué es el hombre?... Ya no hemos derecurrir a la superstición para contestarlas. Paraalgunas personas, las respuestas científicas resultanaburridas y poco estimulantes. No obstante, paraDarwin, el hecho de la evolución no era feo en abso-luto. La última frase de El origen de las especies expre-sa el asombro del autor ante la belleza de nuestrahistoria evolutiva: «Hay grandeza en esta concep-ción de que la vida, con sus facultades diversas, fueinsuflada originariamente en unas pocas formas oen una sola; y de que, mientras este planeta ha idogirando de acuerdo con la ley fija de la gravedad,han evolucionado en él, y están evolucionando, apartir de un comienzo tan sencillo, infinidad de lasformas más bellas y maravillosas».

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Richard Dawkins, autor de la teoría del «gen egoísta».

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Referencias bibliográficas

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Páginas webhttp://www.cervantesvirtual.com/Buscar.html?texto=El+origen+de+las+especiesUna página del Instituto Cervantes Virtual donde se puede leer de arriba abajo El origen de las especies

de Darwin.http://www.evolutionibus.info/evolucionbiologica.html Página con muchos artículos interesantes sobre la revolución científica de la evolución.

Dos páginas sobre Creacionismo y Diseño inteligentees.wikipedia.org/wiki/Diseño_inteligenteWikipedia ofrece un artículo con abundancia de referencias y enlaces.creationwiki.org/esEsta página exige, literalmente, que sus redactores «deben creer que el universo y la vida en la tierra

fueron creados por God».

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Esta edición no venal, con fines pedagógicos y hecha para su distribuciónentre el público lector del Instituto de Enseñanza Secundaria Pablo Serranode Andorra, se acabó de imprimir el 11 de diciembre de 2009, en el tramo

final del año Darwin.