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105 www.utadeo.edu.co • Revista La Tadeo No. 67 - Primer Semestre 2002 • Bogotá, D.C. - Colombia través del PNUD, las Naciones Unidas de- finen el desarrollo humano como el pro- ceso mediante el cual se amplían las opciones u oportunidades para los in- dividuos. Entre ellas, las que se consi- deran esenciales son: vivir una vida lar- ga y saludable, adquirir conocimientos a través de la educación y tener acce- so a los recursos necesarios para dis- frutar de una vida digna. Según este enfoque, el proceso de desarrollo debe crear un ambiente propicio para que las personas, ya sea individual o colec- tivamente, puedan cultivar a plenitud sus capacidades y encontrar oportuni- dades razonables para utilizarlas en una vida productiva y creativa. En la definición de desarrollo humano no se consi- dera explícitamente la dimensión ambiental, que cons- tituye una parte integral de la calidad de vida de las generaciones actuales y futuras. En el libro titulado La Tierra cambia de piel, escrito con mi esposa*, plantea- mos la necesidad de incorporar la calidad del ambien- te como uno de los elementos esenciales del bienestar. El concepto de calidad de vida es más comprensivo El comienzo del cambio que el de desarrollo humano y abarca una impresio- nante diversidad de variables que nosotros agrupamos en cuatro grandes componentes: nivel de vida (lo eco- nómico), condiciones de vida (lo social), medio de vida (lo ambiental) y relaciones de vida (la parte mental o consciente del ser humano). Nos preguntamos luego de qué dependen esas dimensiones, y la conclusión a la que llegamos después de un análisis exhaustivo de cada una de ellas es que la educación es el factor que integra y determina de manera fundamental a los cua- tro grandes componentes de la calidad de vida. La educación es el medio idóneo para transmitir y ampliar el conocimiento y, por lo tanto, para emplear en beneficio de la sociedad la mayor riqueza del ser humano: su potencialidad racional. Pero sus efectos favorables van mucho más lejos; ella contribuye a mo- dificar y encauzar comportamientos, estimular la co- operación social, promover la participación comunita- ria, ayudar a encontrarle un sentido a la vida y, por encima de todo, alentar la responsabilidad individual y colectiva de los ciudadanos. Como el hombre es un ser infinitamente maleable, siempre se puede mode- lar para que adopte un comportamiento moralmente sano y socialmente fecundo. La educación, el ambiente y la calidad de vida por CARLOS RODADO NORIEGA Mother Earth. * Elizabeth Grijalba de Rodado.

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través del PNUD, las Naciones Unidas de-

finen el desarrollo humano como el pro-

ceso mediante el cual se amplían las

opciones u oportunidades para los in-

dividuos. Entre ellas, las que se consi-

deran esenciales son: vivir una vida lar-

ga y saludable, adquirir conocimientos

a través de la educación y tener acce-

so a los recursos necesarios para dis-

frutar de una vida digna. Según este

enfoque, el proceso de desarrollo debe

crear un ambiente propicio para que

las personas, ya sea individual o colec-

tivamente, puedan cultivar a plenitud

sus capacidades y encontrar oportuni-

dades razonables para utilizarlas en una

vida productiva y creativa.

En la definición de desarrollo humano no se consi-

dera explícitamente la dimensión ambiental, que cons-

tituye una parte integral de la calidad de vida de las

generaciones actuales y futuras. En el libro titulado LaTierra cambia de piel, escrito con mi esposa*, plantea-

mos la necesidad de incorporar la calidad del ambien-

te como uno de los elementos esenciales del bienestar.

El concepto de calidad de vida es más comprensivo

El comienzo del cambio

que el de desarrollo humano y abarca una impresio-

nante diversidad de variables que nosotros agrupamos

en cuatro grandes componentes: nivel de vida (lo eco-

nómico), condiciones de vida (lo social), medio de vida

(lo ambiental) y relaciones de vida (la parte mental o

consciente del ser humano). Nos preguntamos luego

de qué dependen esas dimensiones, y la conclusión a

la que llegamos después de un análisis exhaustivo de

cada una de ellas es que la educación es el factor que

integra y determina de manera fundamental a los cua-

tro grandes componentes de la calidad de vida.

La educación es el medio idóneo para transmitir y

ampliar el conocimiento y, por lo tanto, para emplear

en beneficio de la sociedad la mayor riqueza del ser

humano: su potencialidad racional. Pero sus efectos

favorables van mucho más lejos; ella contribuye a mo-

dificar y encauzar comportamientos, estimular la co-

operación social, promover la participación comunita-

ria, ayudar a encontrarle un sentido a la vida y, por

encima de todo, alentar la responsabilidad individual

y colectiva de los ciudadanos. Como el hombre es un

ser infinitamente maleable, siempre se puede mode-

lar para que adopte un comportamiento moralmente

sano y socialmente fecundo.

La educación,el ambiente

y la calidad de vidapor CARLOS RODADO NORIEGA

Mother Earth.

* Elizabeth Grijalba de Rodado.

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Los conceptos relacionados con la ecología no te-

nían hace dos siglos la connotación e implicaciones que

han alcanzado con el paso del tiempo; el Libertador

Simón Bolívar fue uno de los gobernantes de su época

que mayor atención le prestó a la conservación y cuida-

do de los recursos naturales. En la literatura ambiental

suelen citarse con frecuencia los decretos expedidos

por el Padre de la Patria en relación con la protección y

preservación de la naturaleza. En 1825, desde

Chuquisaca, entonces capital de Bolivia, le asignó al

director general de Agricultura la tarea de proponer

“un plan para mejorar la agricultura, así en la variedad y

aumento de las mieses y plantas como en los instrumen-

tos y modos de labor para la tierra”. Y en ese mismo

año, desde Cuzco, aten-

diendo a la necesidad de

evitar la extinción de las

vicuñas y alentar su re-

producción, prohibió la

caza o matanza de ese va-

lioso animal, apetecido

no sólo como medio de

transporte sino por su

lana de excelente cali-

dad. Igualmente, regla-

mentó la utilización racio-

nal de todo tipo de ganado, los métodos de pesca y la

protección de las aguas y los bosques.

Sin embargo, faltaba mucha conciencia y educa-

ción para que esos esfuerzos pioneros de un gran vi-

sionario pudieran ser comprendidos y traducidos en

normas de comportamiento compatibles con la pre-

servación del ambiente natural. Esos primeros esfuer-

zos normativos, cayeron como semillas arrojadas en

terrenos pedregosos donde no pudieron germinar y

acabaron convirtiéndose en polvo seco o en letra muer-

ta. Con razón el propio Libertador en sus elucubracio-

nes postreras exclamaba que “no sabía si había arado

en el mar y sembrado en el viento”.

Pero no sólo decretos del Libertador, sino numero-

sos textos y mandamientos legales relacionados con el

uso racional de los recursos naturales se han quedado

en el curso de nuestra vida republicana en el rango de

las buenas intenciones, ya sea por no haber tenido rea-

lización concreta o porque su cumplimiento ha sido

apenas parcial y fragmentario. Por ese camino, se ha

generado una gran brecha entre lo que se desea o se

busca como objetivo social y lo que realmente se logra,

e igualmente una enorme diferencia entre lo que se

ordena y lo que finalmente se cumple. ¿A qué se debe

esta disparidad? A que la mayoría de esos mandamien-

tos legales, explícita o implícitamente, prescriben cam-

bios de comportamiento de las personas, los cuales no

se generan por medio de decretos o disposiciones de

esa índole, sino que requieren un proceso continuado

y permanente de formación y educación ciudadanas.

El resultado hoy sería muy diferente si la acción política

se hubiera concentrado de manera más intensa y efi-

ciente en la educación

para modificar conductas,

en lugar de empeñarse

inútilmente en producir

montañas de legislaciones

para pueblos con un bajo

nivel cultural.

La educación cum-

ple un papel importante

como elemento clave de

una estrategia encamina-

da a lograr un equilibrio

en las relaciones de los seres humanos con la natura-

leza. En ese proceso, el punto de partida es el cono-

cimiento sobre el entorno natural y artificial en que

se desenvuelve la existencia de los seres vivos. Sólo

es posible cuidar el ambiente como algo vital si lle-

gamos a entender lo que él significa para la vida de

las personas. Su conservación y preservación no son

un mero pasatiempo de ecologistas y ‘verdes’ ena-

morados del paisaje o extasiados por la belleza multi-

color de la naturaleza, sino algo esencial para la cali-

dad de nuestra vida y para la preservación de la es-

pecie humana.

Por lo mismo, resulta sorprendente que un núme-

ro muy grande de personas que viven en centros ur-

banos, es decir, en ambientes artificiales construidos

por el hombre, todavía no se hayan percatado de cuán

dependientes somos los seres humanos del medio

ambiente natural, cuando es precisamente de la tierra

Sólo es posible cuidar el ambiente como algo vital si llegamos a entender

lo que él significa para la vida de las personas. Su conservación y preservación

no son un mero pasatiempo de ecologistas y ‘verdes’ enamorados del paisaje o extasiados

por la belleza multicolor de la naturaleza, sino algo esencial para la calidad

de nuestra vida y para la preservación de la especie humana.

Deforestation.

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y de la atmósfera de donde obtenemos los recursos

con los cuales producimos alimentos y otros bienes

de uso cotidiano, y es en la tierra, en las corrientes

fluviales, en los mares y en el aire donde botamos nues-

tros desperdicios. Lamentablemente hemos conside-

rado a la naturaleza como un bien inagotable, lo que

nos ha llevado a una exagerada y peligrosa explota-

ción de sus recursos, y por otro lado continuamos arro-

jando cantidades ingentes de residuos al medio natu-

ral, sin advertir que éste tiene una limitada capacidad

para reconvertirlos o degradarlos.

El medio ambiente natural o biosfera consta de

agua, suelos, atmósfera, fauna y flora y, por supuesto,

de la energía generada por el sol. Los elementos vivos

y no vivos de la biosfera interactúan en comunidades

autorreguladas que se denominan ecosistemas, los cua-

les se equilibran mediante un continuo fluir de ener-

gía y el reciclamiento de la materia. En ese gran esce-

nario de la creación, el ambiente natural cumple tres

funciones esenciales para la vida humana:

En primer lugar, nos proporciona recursos, algu-

nos de los cuales son finitos y otros renovables, pero

aun respecto de estos últimos su proceso de regene-

ración puede verse alterado o afectado gravemente.

Si un recurso se consume más rápido que lo que se

regenera, su existencia se compromete, debido a su

uso desaforado, que en lenguaje técnico se denomina

‘sobreexplotación’.

Otra misión importante es la de asimilar nuestros

desperdicios, sean ellos naturales o de invención hu-

mana, incluyendo los residuos de la utilización de la

energía que muchas veces termina como calor residual.

Por último, nos brinda ‘servicios ambientales’, que

van desde la recreación y el disfrute estético del pai-

saje hasta los llamados ‘soportes de la vida’, expresión

con la que se designa a aquellos procesos naturales

de los que dependen los seres humanos porque man-

tienen el funcionamiento de la biosfera. Entre esos so-

portes cabe mencionar la diversidad genética, la esta-

bilidad de los ecosistemas, la composición de la at-

mósfera y la regulación del clima.

Todo lo que altere el curso natural de esos proce-

sos o interfiera sus interrelaciones puede afectar gra-

vemente la vida de los seres humanos sobre el plane-

ta. Y es precisamente allí, en este contexto, donde la

educación cumple un papel fundamental al hacernos

conscientes de la importancia de los recursos natura-

les, de la necesidad de darles un manejo adecuado y

de los efectos nocivos que provoca la utilización irra-

cional de los mismos. Esa educación le descubre al

individuo una perspectiva vital a través del manejo de

las diversas variables que influyen en la dinámica de

la vida, señalándole y enseñándole las responsabilida-

des y los compromisos que se derivan de ser simultá-

neamente un ‘ser natural’ y un ‘ser social’.

Por las consideraciones expuestas, es lógico de-

ducir que la educación ambiental debe responder al

desafío de formar ciudadanos capaces de relacionar-

se adecuadamente con todo aquello que los rodea y

constituye su entorno vital. Además, les debe hacer

comprender las relaciones de interdependencia con

dicho entorno, basándose en un conocimiento reflexi-

vo y crítico de su realidad biofísica, social y cultural,

con el fin de generar actitudes de valoración y de res-

peto por el ambiente y por todos los entes que confor-

man el maravilloso conjunto de la naturaleza.

Hacia una nueva ética ambiental

Entendida en su concepción amplia, la educación am-

biental no se limita a aspectos meramente ecológicos

sino que incluye elementos éticos, políticos, sociales y

culturales. Por lo tanto, si esa educación aspira a in-

fluir en las actitudes y a modificar comportamientos

de las personas, debe empezar preguntándose cuáles

son las bases éticas en que se apoyan las acciones de

los seres humanos, tanto aquellas que causan cambios

en su entorno físico como las que realizan en su vida

social. Sabemos que, de una u otra manera, esas ac-

ciones han perturbado el equilibrio de los ecosiste-

mas y la armonía de la sociedad civil, colocando en

alto riesgo la supervivencia de nuestra especie. Ese

proceso de autodestrucción no puede continuar. Hay

que replantear las concepciones que han influido so-

bre nuestra conducta en relación con el mundo que

nos rodea.

El trabajo que durante los últimos 20 años han ve-

nido desarrollando educadores y organizaciones no

gubernamentales en la búsqueda de una mejora en la

Y la galaxia fue tomando forma de florcomo hoy la vemos en la noche estrellada.Nuestra carne y nuestros huesos vienen de otras estrellasy aún tal vez de otras galaxias,somos universales,y después de la muerte contribuimos a formar otras estrellasy otras galaxias.De las estrellas somos y volvemos a ellas.

ERNESTO CARDENAL, Cántico cósmico.

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calidad de vida, a través de cambios de comportamien-

to y la ejecución de proyectos con participación activa

de la comunidad, ha permitido estructurar un nuevo

paradigma de valores que se ha venido aplicando me-

diante la utilización de metodologías acordes con los

diferentes desafíos ambientales.

La educadora María Novo, en su libro Educaciónambiental. Bases éticas, conceptuales y metodoló-gicas,1 formula lo que a su juicio deberían ser las ba-

ses de una nueva ética ambien-

tal cuya observancia contribui-

ría a generar una relación de

armonía entre los diversos ac-

tores de la naturaleza. Comple-

mentando esas ideas con otras

de nuestra propia experiencia,

nos hemos dado a la tarea de

compendiar en forma de máxi-

mas la esencia de esa nueva

ética ambiental, encaminada a

producir cambios profundos

en el comportamiento de las

personas con todo lo que cons-

tituye su entorno vital. El nue-

vo paradigma axiológico se

podría caracterizar así:

a) Del antropocentrismo albiocentrismo. No es viable ni

sostenible que el hombre se

siga sintiendo ajeno o superior

a la naturaleza. El antropocentrismo, que ha llevado al

ser humano a creerse dominador y dueño absoluto de

todo lo que lo rodea, tiene que ser sustituido por el

biocentrismo, en donde el hombre es apenas una es-

pecie viva más de la compleja red de interrelaciones

que se denomina biosfera.2 Mientras la mentalidad

antropocéntrica ha convertido al hombre en un de-

predador de su ambiente, la actitud biocéntrica lo

conducirá a darle un uso racional a los recursos de la

naturaleza.

b) De la autosuficiencia a la ‘ecodependencia’.Nuestra vida se desarrolla en un marco de interdepen-

dencia con las demás especies. El ser humano no es

completamente autosuficiente, ya que no puede man-

tenerse solo sobre el planeta, sino que su superviven-

cia depende de otras formas de vida más elementales.

Este principio, que se conoce como ecodependencia,le obliga al hombre a establecer una comunidad de

intereses con el resto de los seres vivos. El interés co-

mún es nada menos que el de mantener la vida sobre

el planeta. Por lo tanto, una actitud racional y de alta

conveniencia para la especie humana es ‘comprender’

la comunidad biótica como una genuina comunidad

de intereses, donde cada ente animado o inanimado

no es más que la manifestación particular de un todo

universal.

c) De lo ilimitado a lo finito. No se puede seguir

considerando a la naturaleza como una fuente inago-

table de recursos o como un botadero de capacidad

ilimitada, interpretación que estimula el consumismo

y el despilfarro. Los procesos naturales establecen un

límite a la tasa de utilización de recursos y, a su turno,

la naturaleza tiene una capacidad limitada de absor-

ción o degradación de residuos o desperdicios. La con-

ciencia de la finitud nos debe llevar a replantear la

errónea actitud de valorar las necesidades por enci-

ma de las posibilidades. Es absolutamente necesario

mirar y analizar las dos caras de la moneda: la deman-

da que generan nuestras necesidades esenciales o

suntuarias, pero igualmente las limitaciones que im-

pone la oferta de recursos que es posible extraer de la

naturaleza.

d) Del ‘inmediatismo’ al largo plazo. El patrimonio

natural es un activo valioso que debe ser utilizado no

sólo por las generaciones actuales sino por las venide-

ras. No se trata de sacralizar la naturaleza como si fuese

un museo de piezas intocables. Se trata de usar los re-

cursos naturales en forma racional, es decir, permitien-

do que los efectos desfavorables sobre el entorno pue-

dan ser asimilados por la capacidad regeneradora de

los ecosistemas. Preservar la vida sobre la Tierra requiere

mantener el equilibrio en la comunidad biótica y, parti-

cularmente, una armonía entre el hombre y el ambien-

te. Los llamados derechos de la naturaleza no se opo-

nen a los de la humanidad, ni los de ésta deben ejerci-

tarse al costo de violentar los de aquella.3 La utilización

de los bienes de la naturaleza no es sólo un problema

de asignación de recursos en el presente sino una elec-

Overpopulation.

Preservar la vida sobre la Tierra requiere mantener el equilibrio en la comunidad

biótica y, particularmente, una armonía entre el hombre y el ambiente.

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ción ínter-temporal entre el presente y el mañana. La

ética del largo plazo es el verdadero compromiso con

las generaciones que nos habrán de suceder.

e) Del ‘más tener’ al ‘más ser’. La concepción ma-

terialista ha llevado a identificar el progreso y el desa-

rrollo con una mayor posesión de bienes materiales y,

particularmente, en el campo de la economía, con una

producción más abundante y un consumo más alto.

Sin dejar de reconocer la importancia de esos facto-

res en la obtención del bienestar, el planteamiento es

cojo, ya que deja por fuera todo aquello que significa

avance espiritual, mental y moral del ser humano. Es-

calar niveles más altos de conciencia, de solidaridad,

de realización interior y de senti-

do de la existencia, constituyen

logros probablemente más im-

portantes que el simple ensan-

chamiento de la posesión o dis-

frute de bienes materiales. Por lo

tanto, una genuina educación

ambiental debe propender por

una ética que valore más el ser

que el poseer.

f) Del egoísmo a la solidari-dad. La ética ambiental se ocu-

pa no sólo de las relaciones con

la naturaleza, sino también con

los demás seres humanos. Ellos

cuentan de manera importante

en nuestra historia y en nuestro

discurrir cotidiano. Ignorarlos es una actitud miope que

tarde o temprano acabamos pagando. El déficit de so-

lidaridad con nuestros semejantes se convierte tarde

o temprano en superávit de angustia e inseguridad en

nosotros mismos. Los conflictos étnicos o regionales,

las migraciones de indocumentados o refugiados, las

luchas aparentemente religiosas y otros problemas de

índole similar son manifestaciones de que los demás,

querámoslo o no, también cuentan. Cuando la casa

del vecino tiene ratones el problema no es sólo del

vecino sino de toda la vecindad. Y precisamente, para

esos problemas que empiezan como individuales pero

que rápidamente se transforman en colectivos, es ne-

cesario buscar salidas y alternativas que requieren la

comprensión y la cooperación de los sectores próspe-

ros del planeta. Hay que incorporar el concepto de

equidad, que no se debe confundir con una igualdad

matemática en bienes e ingresos. La equidad implica

una responsabilidad moral de ayudar a los otros a de-

sarrollarse y a avanzar a partir de sus propios medios y

posibilidades.

g) De la ignorancia al conocimiento. El progreso

material de las naciones basado en la utilización irra-

cional de los recursos ha sido, en la mayoría de los

casos, el resultado de la falta de conciencia sobre la

importancia de mantener el equilibrio de los ecosiste-

mas y del desconocimiento de los efectos nocivos que

su deterioro tiene para la calidad

de vida y la supervivencia de las

especies.

h) De la pasividad a la ac-ción. La nueva ética ambiental no

puede quedarse al nivel de la

mera especulación sino que

debe concretarse en acciones,

materializarse en hechos, alimen-

tarse de la propia realidad. En

ese sentido, la verdadera escala

de valores no se limita a prescri-

bir un perfeccionamiento teóri-

co, sino que se convierte en un

ejercicio real con la propia vida.

El cambio de comportamiento no

se puede lograr con el solo em-

peño educativo de maestros y educadores. Para avan-

zar por ese camino, es absolutamente indispensable

que cada ciudadano se convierta en factor permanen-

te de persuasión y de acción con el fin de propiciar e

impulsar los cambios institucionales y políticos que

coadyuven al logro de los objetivos buscados. La par-

ticipación comunitaria es esencial en el aglutinamiento

y la movilización del esfuerzo colectivo. Esta participa-

ción es el verdadero desarrollo político de la educa-

ción ambiental.

1 María Novo, La educación ambiental. Bases éticas, conceptuales y metodológicas, Madrid,

Editorial Universitas, 1995.

2 Idem, págs. 76-83.

3 Idem, pág. 102.

Resource Depletion.

Bajo nuestro esfuerzo analítico la Vida se descortica. Se desarticula en el infinito, en un sistema anatómica yfisiológicamente coherente de abanicos encajados. Microabanicos, apenas insinuados, de las Subespecies y delas Razas. Abanicos, ya más anchos, de la Especies y de los Géneros. Abanicos cada vez más desmesurados delas Biotas y después de las Capas y finalmente de las Ramas. Y para terminar, el conjunto entero, animal y vegetal,formando por asociación una Biota única, que se enraiza, quizá como simple radio, en algún verticilo anegadodentro del mundo molecular. La Vida, una simple Rama, pendiente de otra cosa…

TEILHARD DE CHARDIN, El fenómeno humano.

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Bases metodológicas

Para que la educación ambiental sea un instrumento

eficaz en la mejora de la calidad de vida debe ser

integral, interdisciplinaria, intercultural y participativa.

Como lo hemos expresamos atrás, lo ambiental va

mucho más allá de lo meramente ecológico; abarca

aspectos económicos, sociales, políticos y culturales

y, por lo mismo, trasciende los límites de una simple

cátedra de ecología. Ella no se puede circunscribir a

una sola esfera del conocimiento, y mucho menos a

una simple disciplina, porque esa concepción reduc-

cionista no permitiría abarcar ni comprender la com-

pleja variedad del problema ambiental. Y lo que es

más importante, como la educación ambiental busca

un cambio de actitudes que conduzca a nuevas for-

mas de pensar y de actuar, ella debe propiciar tam-

bién la construcción de una escala de valores o de

un código de comportamiento, cuyos principios con-

formen una renovada ética ciudadana. Por supuesto,

la creación de esa escala de valores no se logra sim-

plemente con la transmisión de conocimiento, sino

que surge de un proceso combinado en el que inter-

vienen el aprendizaje, las vivencias y los sentimien-

tos. Es decir, las relaciones de los seres humanos con

su entorno no sólo deben ser enseñadas como con-

ceptos sino vividas como realidad y sentidas como

afecto.

En este orden de ideas y con base en la experien-

cia obtenida en el trabajo con la gente, consideramos

que el conocimiento se debe edificar identificando

primero el problema que se va resolver y tomando lue-

go en consideración las características de los indivi-

duos que aprenden, ya sea como personas o como

comunidad. Se debe partir de lo que el educando ya

sabe o conoce, de sus ideas, aprensiones y valores

precedentes, así como de las expectativas, intereses y

afectos que trae consigo, y utilizar ese bagaje, correc-

to o equivocado, para erigir sobre él una estructura

de conocimiento y moldear los cambios de comporta-

miento que se buscan. Para los educadores debe ser

suficientemente claro que una de las cosas que más

influye en el aprendizaje y motiva la atención es lo que

el alumno ya sabe, porque lo aprendió del medio na-

tural o social en que se ha formado.

Por supuesto, si las anteriores consideraciones re-

sultan relevantes cuando se trata de individuos que

aprenden, con mucha mayor razón son válidas para el

caso de comunidades o grupos humanos:

Los patrones culturales de cada pueblo son

un elemento esencial que jamás debe ser

ignorado por el educador o educadora am-

biental, a la hora de trazar un programa.4

El reconocimiento de la realidad multiétnica y

multicultural de una nación, que debe reflejarse en la

forma como se estructura un programa de educación

ambiental, tiene que conducir a un intercambio enri-

quecedor de experiencias, a un diálogo entre las dife-

rentes culturas, que las beneficie recíprocamente de

una manera más efectiva que la copia indiscriminada

de modelos y paradigmas educativos foráneos. Al re-

conocer la pluralidad étnica y cultural de Colombia,

Rodolfo Llinás y E. Reichel-Dolmatoff, en su informe

para la Misión Ciencia, Educación y Desarrollo, seña-

lan la valiosa oportunidad de utilizar de manera origi-

nal y creativa esas posibilidades ligadas a nuestros

ancestros amerindios, afroamericanos y occidentales,

lo que, según los mencionados expertos,

[…] permitirá maximizar habilidades de

diversas bases culturales para diseñar

nuevos sistemas de aprendizaje e incor-

porar una variedad de orientaciones cul-

turales al dominio del racionalismo cien-

tífico y de la tecnología contemporánea.5

La formación del conocimiento en lo relacionado

con el ambiente es un proceso transaccional en el que

Es clave saber cuál es el papel que jugamos en un mundo donde cada hábitat,

o incluso cada elemento de la naturaleza, es tan sólo una de las múltiples piezas

de un ajedrez universal que debe ser concebido y comprendido en forma integral.

Earth vision:

a stark reality.

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actúan las características del entorno (físico, étnico o

cultural) y los esquemas o marcos de referencia men-

tales del sujeto que aprende. El educador tiene que

convertirse en un auténtico mediador entre sujeto y

entorno para construir lo que podría denominarse un

‘nuevo conocimiento’, el cual se logra cuando los

educandos relacionan lo que están aprendiendo con

lo que ya sabían, ya sea para confirmarlo y ensanchar-

lo o para rectificarlo o modificarlo.6

La educación ambiental debe ser regionalizada y,

por supuesto, participativa, lo que es una manera de

llevar la descentralización educativa y los procesos de

gestión hasta el individuo mismo como elemento pri-

mario de la sociedad. Es decir, la problemática am-

biental y sus respuestas deben tener en cuenta las ne-

cesidades de la comunidad para la cual se diseñan y

proponen. En la escuela, la educación ambiental debe

estar en consonancia con los problemas particulares

en los cuales se encuentra inmersa, ya que ellos afec-

tan de manera directa a los individuos y a las comuni-

dades y están estrechamente relacionados con su es-

tructura social y cultural. Más aun, es por medio de

una adecuada comprensión de esos problemas como

se puede influir en la forma de actuar y de relacionar-

se de los individuos y colectividades con los diferen-

tes componentes del entorno.7 Cada pedazo del pla-

neta, cada región, cada localidad, corresponde por lo

general a un hábitat distinto con ecosistemas particu-

lares, donde se presentan diversas formas de relación

con el ambiente, lo cual tiene una marcada incidencia

en la caracterización de los problemas y en las diver-

sas aproximaciones para resolverlos. Por lo mismo, los

procesos educativos deben reconocer que los proble-

mas ambientales se refieren a un espacio concreto y a

una temporalidad particular.

Sin embargo, aceptar esta particularidad no signifi-

ca desconocer la interdependencia de los fenómenos

ambientales o ignorar que vivimos en un mundo global

e interconectado, donde las acciones contaminantes o

degradantes del medio ambiente en un lugar cualquie-

ra del planeta pueden hacer sentir sus efectos negati-

vos en otros sitios distantes de aquél en que se originó

el disturbio. En otras palabras, es necesario entender la

problemática ambiental relacionada con el espacio que

habitamos y con los ecosistemas a los que pertenece-

mos o en los que se desenvuelve nuestra existencia, pero

también es esencial comprender el complejo tejido de

interrelaciones de nuestro subsistema natural con los

demás subsistemas. Es clave saber cuál es el papel que

jugamos en un mundo donde cada hábitat, o incluso

cada elemento de la naturaleza, es tan sólo una de las

múltiples piezas de un ajedrez universal que debe ser

concebido y comprendido en forma integral. Esa com-

prensión y la conciencia de la responsabilidad que de

ella emana, son precisamente las que nos pueden lle-

var a comportarnos como ciudadanos del universo y no

como simples moradores de pedazos dispersos y aisla-

dos del globo terráqueo.

Por supuesto, el buen educador no puede permi-

tir que la concepción universal de la problemática del

ambiente se vuelva una actitud especulativa y teorizante

que no logre concretarse en una acción o un resulta-

do práctico. Lo verdaderamente significativo es pasar

del pensamiento a la acción, y más específicamente

que el conocimiento global se traduzca en una acción

local que comprometa al individuo con su entorno. La

mejor manera de lograrlo es hacer que los alumnos

afronten los problemas de su realidad cotidiana como

un caso de estudio y de investigación, de tal modo

que la búsqueda de las respectivas soluciones se con-

4 María Novo, op. cit., cap. IV, pág. 154.

5 “Misión ciencia, educación y desarrollo”, citada en Cultura para la Paz, Bogotá, Ministerio

del Medio Ambiente, Subdirección de Educación Ambiental, 1995. pág. 14.

6 María Novo, op. cit., pág. 155.

7 Ministerio de Educación Nacional de Colombia, “Política Nacional de Educación Ambien-

tal”, op. cit., pág. 17.

Earth Vision 2000:

Sustainable Future.

De este modo, de la guerra que libra la naturaleza, de la muerte y el hambre, surge directamente el más exaltadoobjetivo que podamos concebir, esto es, la producción de animales superiores. Hay majestad en esta idea de lavida, con sus diversas facultades, conferida originalmente a unas pocas formas, o a una sola; y también en que,mientras este planeta giraba de acuerdo con las leyes fijas de la gravedad, de un comienzo tan sencillo, infinitasformas de gran belleza y maravilla han evolucionado y siguen evolucionando todavía.

CHARLES DARWIN, El origen de las especies.

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vierta en un ejercicio tan apasionante para los que

aprenden como útil para la sociedad. La escuela debe

ser un auténtico laboratorio territorial.

La ausencia de propósitos claros para afrontar los

problemas ambientales del respectivo país ha impedi-

do concentrarse en los verdaderos desafíos que en cada

contexto deben convocar la atención nacional. Este es

un asunto de la mayor importancia, si se tiene en cuenta

que no hay una crisis ambiental que afecte a todo el

mundo en la misma forma. Hay problemas ambientales

diferentes, que cada uno de nosotros experimenta en

diferente forma y que dependen de factores tan diver-

sos como dónde vivimos, qué recursos tenemos y cómo

nos afecta el problema.

Lamentablemente, el énfasis que las naciones

industrializadas han puesto en daños como la destruc-

ción de la capa de ozono y el recalentamiento de la

atmósfera, ha llevado a que estos temas estén más en

la mente de algunos grupos ecológicos que los rela-

cionados con la deforestación, la erosión, la contami-

nación de las aguas y del aire o la precaria sanidad

ambiental, que constituyen amenazas mucho más se-

rias e inminentes para los países del mundo en desa-

rrollo. Cuando existen restricciones presupuestales o

financieras ostensibles y hay que encarar varias difi-

cultades en forma simultánea, lo lógico es establecer

una escala de prioridades o, si se quiere, de graveda-

des. Sin embargo, son muchos los casos en donde no

se ha procedido de conformidad con esta recomen-

dación, a pesar de que la escasez de capital y el senti-

do común harían más aconsejable la adopción de una

metodología como la que aquí se señala.

De otro lado, hemos carecido de una pedagogía

encaminada a crear conciencia sobre la importancia

de contar con una rica diversidad biológica. Los es-

fuerzos de la educación (formal e informal) se han ca-

racterizado por una visión catastrófica de las relacio-

nes entre el hombre y la naturaleza, con poco énfasis

en el conocimiento de la biodiversidad, de su valor

como reserva genética y de su papel en la provisión

de los llamados ‘servicios de soporte de la vida’, es

decir, de los procesos naturales que mantienen el fun-

cionamiento de la biosfera. Como explicamos atrás, la

diversidad de un ecosistema guarda una estrecha re-

lación con la productividad y la estabilidad del mis-

mo, de suerte que mientras más especies contenga,

mayor es su rendimiento productivo y mayor su capa-

cidad de defensa frente a eventuales agresiones de

agentes exteriores como las sequías, el fuego, las pla-

gas y otras presiones ambientales.

De todas maneras, el esfuerzo realizado por orga-

nizaciones no gubernamentales de carácter ambien-

tal ha sido loable, especialmente en países como los

de América Latina donde, en términos ecológicos, está

casi todo por hacer, hasta el punto de que los niños de

esta parte del mundo tienen menos dificultad en iden-

tificar a los animales de la fauna africana, como la ce-

bra, el elefante o la jirafa, que a las especies nativas de

su continente como la danta, el armadillo o el tucán. El

trabajo continuado de esas entidades ha servido para

despertar la conciencia y el sentido de la responsabi-

lidad en varios sectores de la sociedad que ya empie-

zan a mirar los recursos naturales y la preservación

del medio ambiente con un criterio distinto.

Un ejemplo de este comportamiento inducido por

la acción de instituciones privadas es la nueva Consti-

tución Política de Colombia, expedida en 1991. Ella

representó un avance importante del derecho positi-

vo en lo relacionado con el bienestar, la calidad de

vida y el medio ambiente, hasta el punto de que unos

38 artículos de la nueva Carta –un 10% del total– se

refieren de una u otra manera a aspectos ecológicos o

ambientales.

Calidad de la enseñanza

La calidad de la educación en muchos países del mun-

do, pero especialmente en los de menor desarrollo

relativo, ha sido notablemente deficiente. Sus falencias

se han reflejado también en la educación ambiental,

la cual ha adolecido de los mismos defectos. Se trata

de una educación encasillada dentro de moldes rígi-

dos, heredera de los procedimientos educativos que

impuso la revolución industrial, cuyo interés primario

radicaba en preparar un ejército de trabajadores dis-

ciplinados en el cumplimiento de horarios y en la eje-

cución de faenas rutinarias en los procesos de pro-

ducción. Ese tipo de docencia memorista y repetitiva,

donde el maestro es el dueño del conocimiento y el

Todos los seres humanos nacen con un gran sentido de la exploración de las cosas,

indagando su pequeño universo y atreviéndose incluso a ponerle nombre a los objetos

y a las personas. Sin embargo, el modelo educativo tradicional, que es una especie

de libreto forzoso que no permite que se formulen preguntas diferentes a aquellas

cuya respuesta ya conocemos, ha contribuido a cortarle las alas a la creatividad.

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alumno de la ignorancia, no ha propiciado la creativi-

dad, ni la innovación, que son los verdaderos motores

del progreso y del ascenso del hombre. Los vuelos

imaginativos, la curiosidad, la síntesis, la espontanei-

dad, los relámpagos intuitivos, han sido literalmente

suprimidos en la escuela tradicional o se dan sólo

esporádicamente en las mentes de unos pocos privile-

giados, sin que ello sea el resultado de un proceso

educativo. Esa desalentadora realidad fue precisamen-

te la que llevó a John Gowan, profundo conocedor de

la problemática de la educación, a afirmar que:

Hasta ahora sólo hemos cosechado la

creatividad en estado silvestre. No hemos

tenido más personas creativas que las que

han seguido siéndolo testarudamente a

pesar de todos los esfuerzos de la familia,

de la religión, de la educación y de la

política por frenarles el desarrollo de esa

cualidad o quitárselas de la cabeza…

Si llegamos a democratizar la creatividad

–esto es, fomentándola en vez de negar-

la, en nuestra cultura– podremos incre-

mentar el número de personas creativas

hasta llegar a formar una masa crítica.

Cuando una cultura alcanza ese nivel,

como sucedió en la Atenas de Pericles,

en el Renacimiento, en la Inglaterra

isabelina, la civilización da un gran paso

hacia adelante.8

Todos los seres humanos nacen con un gran senti-

do de la exploración de las cosas, indagando su pe-

queño universo y atreviéndose incluso a ponerle nom-

bre a los objetos y a las personas. Sin embargo, el

modelo educativo tradicional, que es una especie de

libreto forzoso que no permite que se formulen pre-

guntas diferentes a aquellas cuya respuesta ya cono-

cemos, ha contribuido a cortarle las alas a la creativi-

dad. Se podría decir que los métodos de enseñanza

que con más frecuencia se utilizan hoy día no e-ducan,en el sentido etimológico de la palabra, sino que in-ducen. En efecto, educar viene de ‘e’, que indica “ha-

cia fuera”, y ‘deuk’, que en las lenguas indoeuropeas

significa “llevar, conducir”. Por lo tanto, e-ducar es dar-

le rienda suelta a la imaginación del discípulo, es per-

mitir que la persona desarrolle espontáneamente todo

su potencial creativo, sin colocarle frenos o cortapisas

a esa potencialidad. In-ducir, por el contrario significa

“llevar hacia dentro”, esto es, hacia las teorías ya esta-

blecidas, hacia los prejuicios arraigados, hacia mol-

des o formatos rígidos que el maestro impone.9

Los descubrimientos científicos han permitido con-

cluir que los hemisferios izquierdo y derecho del ce-

rebro, si bien están en continua interacción, cumplen

funciones diferentes. El izquierdo es el centro del dis-

curso hablado, del lenguaje. Suma, resta, relaciona,

mide, clasifica, organiza, nombra y todo lo reduce a

sus componentes constitutivos. En cambio el derecho,

aun cuando no puede ponerles nombres a las cosas,

es el cerebro intuitivo, capaz de crear imágenes a par-

tir de unos cuantos rasgos, de completar formas o fi-

guras sugeridas apenas por unas pocas líneas o pin-

celadas; por lo mismo, es el hemisferio de los sueños y

de las fantasías. El izquierdo se encarga del pasado,

relacionando los hechos de hoy con los que aconte-

cieron antes; el derecho se encarga de lo nuevo, de lo

desconocido y, por lo tanto, es el centro de la genuina

innovación. Este último es el motor de los sentimientos

y de las pulsaciones emocionales, se expresa con imá-

genes o símbolos, descubre pautas y patrones, tiene

visión de conjunto, ve el contexto y por ende descu-

bre el significado de las percepciones globales.

Lamentablemente, por razones biológicas o cultu-

rales nos hemos habituado a utilizar de manera predo-

minante el hemisferio izquierdo, de suerte que hemos

disminuido de manera apreciable la enorme potencia-

lidad de nuestro cerebro y limitado el sentido de la

intuición y de la creatividad humanas.

Por fortuna, los hallazgos sobre la especialización

de los hemisferios cerebrales han abierto a la educa-

ción un nuevo horizonte de posibilidades para el apren-

dizaje. La comprensión científica de la intuición ha em-

pezado a ejercer una enorme influencia en la metodo-

logía del aprendizaje que hoy trata de encender la chis-

pa intuitiva de los educandos, con el propósito de que

8 Texto tomado del Journal of Creative Behavior, citado por Marilyn Ferguson en

La conspiración de Acuario, Barcelona, Editorial Kairós, 1994, pág. 349.

9 Véase Mario Grondona, Bajo el imperio de las ideas morales, Buenos Aires,

Editorial Suramericana, 1993, págs. 146-148.

Ozono.

Ímpetu, ímpetu, ímpetu,Siempre el ímpetu procreador del mundo,

Surgen de la penumbra elementos contrarios e iguales, siempre la[sustancia y la multiplicación, siempre el sexo,

Siempre un nudo de identidad, siempre lo diferente, siempre la[generación de la vida.

WALT WHITMAN, Canto de mí mismo.

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no sean sólo los destellos de unas pocas mentes privi-

legiadas los que contribuyan a impulsar el ascenso y

el progreso del hombre. De lo que ahora se trata es

de emplear la educación y las psicotécnicas para alen-

tar en el mayor número posible de personas su capa-

cidad intuitiva y creativa, mediante la integración de

los dos hemisferios corticales, impulsando la coheren-

cia del intelecto con los sentimientos, y de la razón

con la intuición. Es decir, se busca desarrollar la capa-

cidad de utilizar la totalidad del cerebro, con lo cual

se abrirían nuevos y amplios horizontes para la huma-

nidad, siempre ávida y anhelante de una mejor cali-

dad de vida.

De otra parte, el sistema educativo ha generado

compartimentos estancos, en los que el educador y el

educando no logran integrarse y mucho menos con-

formar un equipo para la investigación científica per-

manente, para la aplicación del conocimiento a la rea-

lidad cotidiana y circundante o para el hallazgo de

soluciones concretas y viables a los problemas ambien-

tales de la vida diaria.

En la clase de educación que se ha impartido du-

rante años el maestro dibuja los problemas reales en

el tablero, pero casi nunca lleva los alumnos a que los

observen o analicen en la realidad, de suerte que se

establece una especie de divorcio, no sólo entre la

teoría y la práctica sino entre el conocimiento y la na-

turaleza. Es indispensable que la educación permita y

estimule la participación del educando y de toda la

comunidad en la construcción del conocimiento que

habrá de aplicarse a los problemas que los afectan.

Es bueno tener presente que educar en este mun-

do de mutaciones y cambios difícilmente previsibles,

significa considerar los sucesos y los fenóme-

nos en términos de probabilidades y no de

certezas absolutas. Según el principio de in-certidumbre de Heisenberg, la ciencia nun-

ca puede conocer perfectamente la realidad,

porque la operación misma de observarla, ana-

lizarla o medirla, la altera. Y por ello es indis-

pensable no perder de vista la relación entre

el observador y lo observado, teniendo siem-

pre presente que el primero no sólo condi-ciona los experimentos en que interviene, sino

que incluso los influye y los determina. Los

avances científicos están forzando a una revi-

sión del concepto de ‘leyes de la naturaleza’,

hasta el punto de que estas últimas ya no se

pueden entender como enunciados

deterministas o verdades inconmovibles sino

como meras ‘posibilidades’.

El comienzo del cambio

Por fortuna, ya comenzaron a darse los primeros pa-

sos –aunque todavía preliminares– encaminados a

modificar los patrones tradicionales de enseñanza en

algunos países de América Latina, a juzgar, al menos,

por lo que se plantea como nuevos propósitos de las

políticas nacionales de educación ambiental, donde

se señalan recomendaciones como estas:

En el proceso educativo debe ser claro

para qué, cómo y por qué se forma un

individuo, partiendo del conocimiento de

lo que quiere (valores e intereses), lo que

puede (capacidades) y lo que debe ha-

cer (responsabilidades), tomando como

referencia su problemática particular in-

serta en una problemática global (familia,

comunidad, región, país) resultado de las

La educación tiene que ser una política de Estado, que trascienda el horizonte temporal

de un gobierno para convertirse en un proceso continuo y permanente

de aumento de coberturas a todos los niveles y mejora de la calidad.

Our Legacy.

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relaciones que se establecen entre las

dinámicas propias de los componentes de

la sociedad y de la naturaleza.

Y se llega a precisar aun más:

Se trata de una escuela en la que los cri-

terios de integración e interdisciplina se

hagan realidad a partir de proyectos

participativos, cogestionarios y autogestio-

narios que permitan desarrollar en el in-

dividuo no solamente conocimientos sino

valores y actitudes que incidan en la cons-

trucción de una concepción del manejo

del ambiente.10

Tanto en las constituciones políticas como en sus

desarrollos legales se han consagrado normas enca-

minadas a implantar métodos educativos que colocan

el tema del ambiente como una de sus preocupacio-

nes y propósitos fundamentales. Un ejemplo de esta

nueva tendencia es la Constitución colombiana de 1991

que, en lo relacionado con el aspecto que comenta-

mos, dio lugar a la expedición de la Ley General de

Educación (Ley 115 de 1994), en la cual se señala que

la educación ambiental debe ser obligatoria en los

planteles públicos y privados, desde el nivel preesco-

lar hasta la básica y media. Además, se considera que

la nueva dimensión del proceso educativo debe

permear todo el currículo, entendido éste como el

conjunto de criterios, planes de estudio, programas y

metodologías encaminados a lograr una formación

integral de los estudiantes.

De igual manera, la Ley 99 de 1993, por la cual se

creó el Ministerio del Medio Ambiente en Colombia,

establece que este último debe adoptar conjuntamente

con el Ministerio de Educación Nacional los planes y

programas docentes y el pensum que en los distintos

niveles de la educación nacional se adelanten en rela-

ción con el medio ambiente y los recursos naturales

renovables, así como también promover con dicho Mi-

nisterio programas de divulgación y educación no for-

mal y reglamentar la prestación del servicio ambiental.

Sin embargo, estos esfuerzos de concertación en-

tre las diferentes agencias del Estado encargadas de

organizar, estructurar y adelantar políticas nacionales

de educación ambiental están apenas en embrión, y

es mucho lo que falta en esta parte del continente para

lograr una verdadera coordinación, no sólo entre las

referidas entidades públicas sino entre ellas y las or-

ganizaciones no gubernamentales que han venido ade-

lantando acciones para crear conciencia ambiental y,

sobre todo, educar a la comunidad, especialmente a

los niños, dentro de unos nuevos valores y una nueva

ética en su relación con la naturaleza y con sus seme-

jantes.

Es mucho lo que falta por hacer en términos de

educación. En primer lugar, lograr que la educación se

convierta en la idea fuerza de un proyecto-nación. La

educación tiene que ser una política de Estado, que

trascienda el horizonte temporal de un gobierno para

convertirse en un proceso continuo y permanente de

aumento de coberturas a todos los niveles y mejora de

la calidad. Esa política educativa debe ser un mandato

constitucional surgido de la voluntad de una nación que

le debe exigir a sus políticos y gobernantes colocar a la

educación en el primer lugar de las prioridades nacio-

nales, con suficiente respaldo presupuestal, como lo

hicieron los países del sudeste asiático o las naciones

que hoy exhiben un alto grado de desarrollo.

Pero somos nosotros los que tenemos que crear

conciencia ciudadana, para que esa fuerza colectiva

de una nación se convierta en mandato insoslayable

de quienes, por delegación popular, tienen la respon-

sabilidad de adelantar la gestión pública. Cuando lo-

gremos el objetivo habremos dado un salto cuántico y

cualitativo no sólo en la protección y generación del

ambiente, sino que avanzaremos hacia niveles más al-

tos de desarrollo humano y, sobre todo, de una mejor

calidad de vida.

CARLOS RODADO NORIEGAIngeniero civil de la Universidad Nacional de Colom-

bia. Magister de economía en la Universidad de los Andesy con especializaciones en las universidades de Chicagoy de Michigan. Ministro de Minas y Energía, parlamenta-

rio, periodista, presidente de Ecopetrol, actualmente es elrector de la Escuela Colombiana de Ingeniería.

10 “Política Nacional Ambiental”, op. cit., pág. 19.

Desde su nacimiento en las islas jónicas, hace cerca de tres mil años, el pensamiento occidental se harepartido entre dos actitudes en apariencia opuestas. Según una de esas filosofías, la realidad auténtica yúltima del universo no puede residir más que en formas perfectamente inmutables, invariantes por esencia.Según la otra, al contrario, es en el movimiento y la evolución donde reside la única realidad del universo.

JACQUES MONOD, El azar y la necesidad.

ILUSTRACIONES DE VÍCTOR CAUDURO ROJAS. SERIE ‘MILLENNIUM’DE LA GLOBAL ENVIRONMENT & TECHNOLOGY FOUNDATION (GEFT).