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Marcel Proust En busca del tiempo perdido Un amor de Swann (Volumen I) Adaptación y diseño de Stéphane Heuet sextopiso

Fragmento En busca del tiempo perdido iv. Un amor de Swann, vol. i

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Fragmento En busca del tiempo perdido iv. Un amor de Swann, vol. i, de Marcel Proust. Ilustraciones y adaptación de Stéphane Heuet.

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Page 1: Fragmento En busca del tiempo perdido iv. Un amor de Swann, vol. i

Marcel ProustEn busca del tiempo perdido

Un amor de Swann (Volumen I)

Adaptación y diseño de Stéphane HeuetMar

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I)

«Al igual que cuando poseemos una canción, grabada de porvida, no necesitamos que una mujer nos diga el principio pararecordar el resto. Y si comienza a la mitad, estamos tan acos-tumbrados a esta música que somos capaces de encontrarnuestra compañera en el pasaje fugaz donde ella nos espera».

Sexto Piso continúa con la adaptación gráfica de la obra capital deMarcel Proust. En esta cuarta entrega, Un amor de Swann, volumen I,presenciamos el encuentro entre Charles Swann y Odette de Crécy, unajoven parisina. Si bien, inicialmente, Swann no siente ninguna atracciónhacia ella, por considerarla frívola y poco interesante, se sorprenderá alir alimentando sentimientos extraños, que lo llevarán a buscarla en vanopor los bares y restaurantes de la capital.

Con el detalle minucioso de las ilustraciones de los delicados salonesy estancias de las casas de las clases altas francesas del siglo XIX, dela vida cotidiana y los espacios sociales de la ciudad, Stéphane Heuetcontinúa esta magistral adaptación que capta todo el entorno preciosoy evocador de la novela original.

sextopiso ilustrado

sextopiso

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En busca del tiempo perdido

Marcel Proust

Primera parteUn amor de Swann

(Volumen I)

Adaptación e ilustraciones

Stéphane Heuet

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AgrAdeciMientos

A la société des Amis de Marcel Proust y a Mireille naturel, su secretaria general, al cercle Littéraire Proustien de cabourg-Balbec y a su presidente, Jean-Paul Henriet,a nicole dauxin y séverine courtaud, a sinichi saiki, autor de Paris dans le roman de Proust (Éditions sedes, 1996),a daniel couty, Pierre Henriot, gérard Prosper,a Marine charlin, david Moreau,a François Lelièvre, Jean-Baptiste Heuet,a Jean Poupon, Pierre Malvache, stanislas Brezet,a Florence Forestier y la casa Hermès,

a suzel Pietri, sandrine Bosman y a la sociedad orbis-Média.

título de la edición original:Un amour de swann - Première partie© 2006 – gUY deLcoUrt ProdUction – stÉPHAne HeUetBased on the novel by: Marcel Prousttext adaptation: stéphane HeuetArt: stéphane Heuet

ilustración de portada: stéphane HeuetFormación: grafimetraducción: Violeta sánchez esteban

copyright © editorial sexto Piso, s. A. de c. V., 2013París 35-A, colonia del carmen, coyoacánc. P. 04100, México, d. F.

sexto Piso españa, s. L.c/ Los Madrazo, 24, semisótano izquierda28014, Madrid, españa

www.sextopiso.com

isBn: 978-84-945204-7-2 de la obra completaisBn: 978-84-15601-32-6 de este volumendepósito legal: M-15636-2013

todos los derechos reservados.ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, transmitida o almacenada de manera alguna sin el permiso previo del editor.

impreso en españa

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Un amorde Swann

ara formar parte de la «camarilla», del «grupito», del «pequeño clan» de los Verdurin, existía una sola condición indispensable: prestar tácita adhesión a un credo en el cual uno

de los artículos rezaba que el joven pianista protegido ese año por la señora Verdurin «hundía» a la vez a Planté y a Rubinstein y que el doctor Cottard daba mejor diagnóstico que Potain.

P

Los Verdurin no invitaban a cenar: siempre teníamos en su casa «el cubierto puesto».

En nuestras veladas no hay programa.

Tocará si le da la gana.

No obligamos a nadie. …Y como decía el señor Verdurin:

¡No debería estar permitido saber interpretar a Wagner así!

Segunda parte

V o l u m e N I

Todo «nuevo recluta» a quien los Verdurin no eran capaces

de convencer de que las reuniones de la gente que no venía a su casa

eran aburridas como una ostra, era excluido de forma inmediata.

¡Todo por los amigos, vivan los camaradas!

…Y así me quedaba muchas veces, hasta que amanecía, pensando en la época de Combray…, y por asociación de recuerdos, pensaba en aquello de lo que me había enterado varios años después de dejar el pueblo, en un amor que Swann había tenido antes de que yo naciera…

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La cabalgata de las Valkirias. ¡No, eso no!

Sabe que esa música me gusta

demasiado.

¡Sé lo que me espera!¿Tienen ustedes empeño en que tenga migraña?

Si él no tocaba el piano, charlábamos y uno de los amigos, casi siempre el pintor de turno, «soltaba», como decía el señor

Verdurin, «una pamplina gorda…».

¡Oh! El señor Biche va a soltar una de sus pamplinas gordas que hacen estallar de risa a todo el mundo…

…a todo el mundo, sobre todo, a la señora Verdurin, quien se tomaba tan a pecho las emociones que un día el doctor Cottard tuvo que colocarle la mandíbula,

que se le había desencajado de tanto reírse.

Me provoca muchas impresiones.

Saben bien que me ocurre lo mismo cada vez que la toca.

Pero a medida que los «camaradas» iban ocupando un lugar en la vida de la señora Verdurin, aburridos, marginados, fueron convirtiéndose en todo lo que retenía a los amigos lejos de ella.

Desde comienzos de diciembre, se ponía enferma sólo de pensar que los fieles la «dejarían» el día de Navidad y en Año Nuevo.

¡Os creéis que va a morir vuestra madre si no cenáis con ella el día de Año Nuevo, como hacen en provincias!

Como las mujeres, en este aspecto, eran más rebeldes para renunciar a la curiosidad mundana que los hombres, los Verdurin excluían a todas las «fieles» de sexo femenino. Aparte de la joven mujer

del doctor, este año se habían reducido casi únicamente a una persona que medio pertenecía al mundo galante, la señora De Crécy, a quien la señora Verdurin llamaba Odette, además de la tía del pianista.

Mañana, cuando quiera levantarme. ¡Adiós, no soy persona!

tengo que ocuparme de un enfermo en peligro.Debo irme:

quizá le siente mejor que no lo molesteesta tarde, pasará una buena noche sin

usted y puede que mañana por la mañana, cuando llegue temprano, lo encuentre

recuperado.

Quién sabe,

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Sus preocupaciones renacían en Semana Santa.

Usted, doctor, un sabio, un escéptico, viene el Viernes Santo como cualquier otro día, ¿verdad?

Vendré el Viernes Santo…, para despedirme, ya que nos vamos a pasar las fiestas de Pascua a Auvergne.

Si al menos nos lo hubiera dicho, habríamos organizado un viaje cómodo para hacerlo juntos.

Y se le ponía a prueba para ver si era capaz de no guardar secretos a la señora Verdurin, si era apto para sumarlo al

«pequeño clan».

Si no lo era, se cogía aparte a la persona fiel que lo había presentado y se le hacía el

favor de quitarla de en medio con su amigo o amante.

De igual forma, si un «fiel» tenía un amigo o una «asidua», una aventura,

dejaba «caer» a veces:

¡Está bien! Traiga a su amigo.

¿A Auvergne? Para que os coman las pulgas y los piojos, ¡que os aproveche!

La señora De Crécy te quiere preguntar una cosa. Ella desearía presentarte a uno de sus amigos, el señor Swann.

Porque usted así lo quiere. Ya sabe que yo no estoy fishing for compliments.

Pero bueno, ¿se le puede negar algo a una perfección como ésta?

Cállese, no le pido su opinión, le digo que es perfecta.

Así fue como este año, cuando la cortesana

le contó al señor Verdurin que había conocido a un

hombre encantador, el señor Swann, e

insinuó que él estaría encantado de ser

recibido en su casa… ¿Qué dices?

¡Pues bien, si su amigo es grato, tráigalo!

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…que le permitía hacerse hueco tanto en provincias como en círculos oscuros de París donde la hija del hidalgo o del escribano le parecían bonitas.

Porque el deseo o el amor le infundían un sentimiento de vanidad que no tenía en su vida cotidiana,

y que despertaba el deseo de brillar ante los ojos de una desconocida que lo cautivara,

sobre todo, cuando se trataba de una desconocida de condición humilde.

Al igual que un hombre inteligente no tiene miedo de parecer tonto ante otro hombre inteligente,

no será el hombre elegante el que tema que su elegancia pase inadvertida ante el gran señor, sino ante el tosco.

No era de esas personas que se abstienen de los placeres que se cruzan en su vida

fuera de la posición social en la que se quedan relegadas hasta su muerte.

Swann no buscaba encontrar belleza en las mujeres con las que pasaba su tiempo, sino pasar el tiempo con mujeres que desde un principio encontraba bellas.

Y muchas veces eran mujeres de belleza más bien vulgar, ya que las características físicas que buscaba eran, sin darse cuenta, por completo opuestas

a las que admiraba en las esculturas o pinturas de mujeres de sus artistas preferidos.

laro que aquella «camarilla» no tenía nada que ver con la sociedad que Swann frecuentaba. Aun así, a Swann le gustaban tanto las mujeres que, llegado el día en que conocía a casi todas las de la

aristocracia, ya no tenía en cuenta aquellas cartas de naturalización, casi títulos de nobleza que le habían sido otorgados por el barrio de Saint-Germain y que eran una especie de valor de cambio, de carta de crédito…

C

La profundidad y la melancolía de expresión paralizaban sus sentidos, que en cambio se despertaban ante una carne sana, generosa y rosada.

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Marcel ProustEn busca del tiempo perdido

Un amor de Swann (Volumen I)

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«Al igual que cuando poseemos una canción, grabada de porvida, no necesitamos que una mujer nos diga el principio pararecordar el resto. Y si comienza a la mitad, estamos tan acos-tumbrados a esta música que somos capaces de encontrarnuestra compañera en el pasaje fugaz donde ella nos espera».

Sexto Piso continúa con la adaptación gráfica de la obra capital deMarcel Proust. En esta cuarta entrega, Un amor de Swann, volumen I,presenciamos el encuentro entre Charles Swann y Odette de Crécy, unajoven parisina. Si bien, inicialmente, Swann no siente ninguna atracciónhacia ella, por considerarla frívola y poco interesante, se sorprenderá alir alimentando sentimientos extraños, que lo llevarán a buscarla en vanopor los bares y restaurantes de la capital.

Con el detalle minucioso de las ilustraciones de los delicados salonesy estancias de las casas de las clases altas francesas del siglo XIX, dela vida cotidiana y los espacios sociales de la ciudad, Stéphane Heuetcontinúa esta magistral adaptación que capta todo el entorno preciosoy evocador de la novela original.

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