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Hagamos Lo Imposible en los barrios

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- ¿Quiénes somos? - ¿Por que vamos a los barrios? - ¿Por qué desde la educación popular? - ¿Por qué construir centros culturales en los barrios? - Contra la criminalización de la juventud en los barrios

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*FRENTE JUVENIL HAGAMOS LO IMPOSIBLE

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INDIC

E ¿Quiénes somos?

Por qué desde la educacion popular

¿Por qué construir centros culturales en los barrios?

Experiencia del Centro Cultural Alegre Rebeldía- Barrio KM 13 Quilmes Oeste, Buenos Aires.

Contra la criminalización de la juventud en los barrios

Por que vamos a los barrios?

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Por qué desde la educacion popular

¿Por qué construir centros culturales en los barrios?

Contra la criminalización de la juventud en los barrios

Somos un frente formado por jóve-nes que no nos resignamos con lo que hay, con los males menores. Creemos que otro mundo es posi-ble, siempre y cuando trabajemos conscientemente para lograrlo.Somos un frente que, desde distin-tas especificidades, trabajamos to-dos los días para construir una alter-nativa. Como talleristas barriales y educadores populares, construimos en los barrios para socializar nues-tros conocimientos, para poner en diálogo nuestros saberes con los de nuestros propios vecinos, para en-señar y aprender, para crear colec-tivamente un conocimiento crítico que nos ayude a vivir mejor, que nos ayude a organizarnos mejor para así enfrentar con más herramientas los problemas que permanente nos pe-gan como clase trabajadora. Como artistas fomentamos y cons-truimos centros culturales, para aportar a un circuito alternativo de producción, distribución y exposi-ción artística, también los construi-mos en los barrios populares, bus-camos que sean centros sociales, centros que no sean indiferentes a las muertes por violencia de género, a los chicos asesinados por gatillo fácil, centros que participen activa-mente de la realidad que los atravie-sa.Como comunicadores fomentamos el desarrollo de medios comunita-rios, alternativos y populares, que muestren lo que los medios hege-

mónicos no informan, que en los barrios populares hay gente que se levanta todos los días para trabajar, que es solidaria, que quiere salir adelante y poder imaginar un mun-do mejor donde vivir. Como estudiantes impulsamos es-pacios de organización participa-tivos y democráticos al interior de nuestros espacios de estudio; alenta-mos el vínculo permanente y directo con la sociedad, porque no estamos aislados ni por fuera de esta realidad dolorosa que siempre nos atraviesa.Pero claro, así parece que somos jó-venes que nos queremos crear nues-tro propio mundito, un mundo piola y en paralelo al actual, con sus me-dios, sus barrios, sus artistas, sus es-pacios organizativos en los lugares de estudio y demás. Un mundo que se hace el boludo y es indiferente a los grandes problemas de la socie-dad. Pero no, esas ideas ya fueron superadas por la historia, construi-mos nuestro (contra) mundo, para pelear mejor por el mundo, para disputarlo, para que sea de quiénes lo construimos todos los días con nuestro trabajo: los pobres, los tra-bajadores, los estudiantes, en fin, los oprimidos. Y en eso estamos y a eso vamos, entonces cuando nos preguntan ¿quiénes somos? Noso-tros decimos con fuerza: ¡la juven-tud rebelde que lucha por el cambio social!

¿QUIENES SOMOS?

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¿De qué hablamos cuando hablamos de trabajo cultubarrial?

“Profe, ¿me dibuja un auto bien pio-la?” “Seño, mi mamá me dijo que puedo ir si después me traen de vuel-ta”. Seguro, a quienes estén leyendo esta nota, las citas les serán conoci-das. Seguro también estos lectores se reconozcan como talleristas o mi-litantes barriales, presumimos que a su vez comprenderán que realizan trabajo cultural en los barrios, da-mos por des-contado que esa actividad barrial la lle-varán adelante porque, como sea, recono-cen que algo anda mal, de lo que se de-riva la creen-cia de que ese trabajo puede mejorar (o generar las condiciones para hacerlo) la si-tuación inicial.Pero en la delimitación que acaba-mos de hacer encontraremos muy pocas determinaciones, muy poca información, tan poca que ese talle-rista o militante barrial podría ser tanto un independiente, como un militante de La Cámpora, o de una

organización de izquierda, o inte-grante del PRO o de alguna (otra) empresa. Con lo poco que hemos visto, esa persona podría sólo que-rer “embellecer” un poquito esta so-ciedad, o quizá quiera cambiarla de fondo.Partimos de considerar que no es posible medir la efectividad de un taller o actividad barrial si los pen-

samos en sí mismos, a i s l a d o s , fuera de la h i s t o r i a . Esto quiere decir que el “mismo” ta-ller de apo-yo escolar, significará cosas dis-

tintas si lo desarrollamos en un ba-rrio en el que el colegio queda lejos y los chicos no habitúan ir; o en un barrio de plena participación esco-lar. Y lo mismo cuenta hacia el pro-yecto que enmarca al taller. El mis-mo Festival del barrio, significará cosas distintas si es impulsado por una organización oficialista o por una organización independiente.

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Pero previamente habíamos encon-trado un factor común y puede que esto se ponga un poco más comple-jo; todo tallerista o militante barrial nos dirá que realiza su labor guiado por “objetivos humanos”. Entonces, ¿qué es lo que diferencia a nuestra praxis de la que llevan adelante las empresas que impulsan el trabajo barrial, o los partidos de los secto-res dominantes? Freire nos decía: “La humanización (…) responde a lo que denominamos ‘vocación de los hombres’. Vocación negada (…) negada en la injusticia, en la explo-tación, en la opresión, en la violen-cia de los opresores.” Y acá la cosa ya cambia, esta concepción de hu-manidad divide aguas en el trabajo barrial. Si aceptamos, junto a Freire, que la vocación de los hombres, su humanización, se encuentra nega-da por los explotadores y opresores, entonces difícilmente las empresas y los partidos de las clases opresoras puedan hablar de lo mismo que no-sotros cuando afirman que sus talle-res tienen “objetivos humanos”.En cambio, nuestros talleres y acti-vidades barriales pensados en cla-ve transformadora, humildemente pretenden ser un aporte a la huma-nización de las mayorías, a la huma-nización de los oprimidos. Se trata del proyecto de quienes día a día trabajamos para producir y repro-

ducir este mundo que, hoy, no nos pertenece.

TENSIONES Y DESAFÍOSReconocer que los talleres se en-cuentran enmarcados en la históri-ca tarea de humanizar la sociedad, les quita a los mismos toda el aura armoniosa y el carácter estático que las clases dominantes pretenden im-pregnarle a la actividad cultural en los barrios. Los talleres, pensados en esta clave, dejan de ser conciliación con los opresores, para convertir-se en disputa contra los opresores, aquellos que nos niegan la humani-dad.Nuestra actividad barrial no sólo debe mantenerse independiente de las empresas, sino también de su metodología conciliadora.Nos referimos al asistencialismo, aquella práctica parcial y unilateral que no ataca los problemas de raíz, desde sus causas, sino que simple-mente pretende suavizar sus conse-cuencias más evidentes.Pero esta práctica no sólo se en-cuentra en los programas barriales de los opresores. Es una posibilidad que nos acecha permanentemente a los talleristas que nos pretendemos transformadores y de la que sólo podemos delimitarnos con la elabo-ración de un proyecto claro, sólido y dinámico, que se permita un mar-gen de flexibilidad para afrontar los

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vaivenes de la realidad.

Traspasando los límites del tallerA la hora de la planificación de los talleres, es vital pensar en la reali-dad particular del barrio, con todas sus especificidades, con sus tranzas, con sus punteros, con sus vecinos resignados o “naturalmente” com-bativos. A su vez es preciso buscar las cuestiones estructurales que generan, permiten o fomentan las particularidades propias de nuestro territorio. Es decir, en lo particular tenemos un problema concreto, el puntero Mario; pero ese problema no es sólo particular, pensándolo desde lo general, se trata del estruc-tural aparato clientelar que crea a Mario y a tantos otros punteros a lo largo y ancho de nuestro país. Pode-mos correr a Mario, pero mañana vendrá una Susana si no generamos alternativas combatiendo el proble-ma de manera estructural. Todos tenemos un Mario y/o una Susana, sea que activemos en el co-nurbano bonaerense, en Jujuy, en Mendoza o en la Capital. Por eso se torna central el intercambio de ex-periencias y la articulación entre di-ferentes colectivos de acción cultu-barrial, para así complejizar nuestra intervención y hacerla más efectiva.

El objetivo de construir en conjun-to una conciencia colectiva capaz de valorar el papel histórico que los oprimidos tenemos para efectivizar nuestra propia liberación, tiene en la praxis cultural un capitulo ineludi-ble. La cultura es una manifestación y, a su vez, una forma de modificar, precisamente, la conciencia. Esa conciencia que sólo puede ser com-prendida de manera teórico-prácti-ca, como reflexión y acción, y en dis-puta con los opresores, implica, por lo tanto, procesos de organización barrial que acompañen los diferen-tes talleres que, de esta manera, se enmarcan en un contexto de nuevas relaciones.Que la sonrisa de los chicos que hoy encuentran en nuestros talleres un momento tan especial y exclusivo, se convierta en hábito, en la cotidiana y certera felicidad indispensable para revitalizar y embellecer el contra mundo que día a día venimos cons-truyendo desde abajo los oprimidos en tantas partes de nuestro país.

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Partimos para nuestro análisis de una certeza: toda práctica educa-tiva es política. No existe la neu-tralidad en la educación, aunque muchos intenten convencernos de lo contrario… Oscar Jara, pedagogo chileno, señala que si rastreamos las raíces históricas de la educación popular en América Latina, encontrare-mos que el concepto surge como forma de nombrar una serie de ex-periencias educativas que tienen como hilo común que las hilvana el hecho de surgir desde abajo. Son experiencias educativas estre-chamente vinculadas a los proce-sos organizativos de los sectores populares –obreros, campesinos, barriales-. Acordamos con Jara en que la educación popular no se define por un conjunto de técnicas (aunque las implica) ni por la modalidad que asume, si es escolar o extra-escolar. Sino que aquello que de-fine a la educación popular es su carácter de clase. En palabras del propio autor: “El término “popu-lar” no es más que una referencia a este carácter definitivamente cla-sista que ubica a la educación po-

pular como un proceso ligado a las necesidades, exigencias e intereses de las clases populares.” Desde Hagamos Lo Imposible creemos que la educación popular se asume instrumento de lucha por la emancipación de los oprimidos, se asume transformadora y crítica del orden social vigente; el elemento central es que existe como trasfondo de sus planteos un proyecto político de cambio social. Esto no significa que sólo a partir de la educación va-mos a cambiar la sociedad, sino que ésta es una dimensión importante -entre otras- en la cual debemos dar batalla. El trabajo pedagógico que deconstruye nociones del sentido común para pensarlas críticamente, que discute naturalizaciones, que incita a desconfiar de todo aquello que se da por sentado como eterna-mente verdadero, es fundamental para desarrollar nuestra conciencia como clase.

¿Por qué la educación popular?

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EXPERIENCIA DEL CENTRO CULTURAL: ALEGRE REBELDÍA- BARRIO KM 13 QUILMES

OESTE, BUENOS AIRES.Allá por el 2011 llegábamos por prime-ra vez al barrio Km13. Entre los pri-meros talleres, los primeros mates con las vecinas y las rosquitas fuimos co-nociendo más el barrio y su gente. Para el 2013 prefigurábamos el poten-cial a futuro que mostraba el taller de teatro, que más adelante se transfor-maría en lo que actualmente es la Es-cuela Popular de Arte. Por ese camino andábamos, alternando entre las casas de los vecinos, la canchita del barrio y el comedor como sede de los talleres. Hasta que vimos cada vez más firme-mente la necesidad de tener un espacio propio. Y se requiere valentía para em-prender proyectos de tanta magnitud, pero dado que nos enmarcamos en un proyecto mucho más audaz que es el del cambio social, la construcción de centros culturales aparece como un pe-queño paso, aunque no menor, frente a este objetivo que se mantiene firme en nuestro horizonte.Y vinieron los bingos, las choripanea-das, las rifas y las ferias americanas. Vinieron las jornadas de trabajo volun-tario, con sol y con frío, acompañadas con guisos y mates. Siempre con las ganas inagotables de construir, de cre-cer, de crear un espacio para el barrio y del barrio. Y vinieron los talleres, las copas de leche, los festivales, las obras

de teatro y los intercambios culturales. Algunas veces teniendo que enfren-tar más adversidades que otras (como la lluvia, que como bien saben todos fue nuestra maldición durante bastante tiempo ja!), pero siempre firmes, con la convicción de que cada uno de nues-tros sacrificios es un pequeño aporte en el presente que siembra un futuro más justo. El trabajo de todos estos años simbo-liza la semilla que anhelamos el día de mañana florezca en organización, dig-nidad, lucha y cultura popular.Cada clavo, cada madera, y cada mo-mento de trabajo depositado sobre estos, pasan hoy a formar parte de un todo que no es sólo el espacio físico, sino que son también las ganas y las certezas, la solidaridad y el respeto que construimos. Es también cada uno de nosotros, nuestros sueños y nuestros actos.Estamos muy contentos y orgullosos de tener el Centro Cultural Alegre Re-beldía, nos queda llenarlo de vida, que sea una real referencia para los vecinos y niños del barrio. Sin embargo, con este pequeño triunfo podemos decir, aún más firmemente, que lo imposible sólo cuesta un poco más.

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CRIMINALIZACIÓN DE LOS JÓVENES EN LOS BARRIOS (HISTORIA DE DAVID Y JAVIER) 1

Hace 3 años, ellos se encontraban cara a cara con el frío del fusil. La mañana del 3 de marzo de 2013, en la ribera de Quilmes, el subcomisario Alfredo Veysandaz fusiló por la espalda a Javier Alarcón (15 años) y David Vivas (21 años) e hirió a Marcelo Luquez. El ase-sinato a sangre fría fue la respuesta de Veysandaz, ante la protesta de los chi-cos después de que el policía les tirara el auto encima en una calle sin veredas.Por eso hoy nos toca escribir algo que sentimos en carne propia. Temblamos de indignación con el asesinato de Da-vid y Javier, con cada historia de gatillo fácil, temblamos cuando supimos que nos matan a un pibe cada 28 hs. Y es que, tal como dice el Che: “No creo que seamos parientes muy cercanos, pero si usted es capaz de temblar de indigna-ción cada vez que se comete una injus-ticia en el mundo, somos compañeros, que es más importante.”

Sentimientos de bronca y dolor se apo-deraron de nosotros al saber que para este sistema somos un simple dígito y ya no saber si lo que duele es el desa-mor hacia el prójimo o si la bronca pro-viene desde la inconsciencia humana.29 de febrero del 2016, fecha que nunca vamos a olvidar, donde muchos volvi-mos a tener esperanzas, día en que nos convocó la rabia y las ganas de reclamar por justicia, ¡y hacernos sentir! Au-mentaban los nervios y se retorcía en lo más profundo de nuestros cuerpos la incertidumbre y desconfianza, sabien-do que los que imparten justicia son completamente parciales, tan solo son un engranaje de este sistema de mier-da. Cortamos la calle y, ¡cuánta gente alrededor que se creía ajena a lo que sucedía! Y nosotros, nosotros ahí, ha-ciéndonos escuchar, cantando palabras verdaderas que golpean el pecho. Duele mucho entender que la policía se ma-

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neja con tanta impunidad que, los más pobres somos siempre el blanco fácil y que por la estigmatización tragan cual-quier verdura, ésa, la que nos brindan los medios de “incomunicación”, ésa, que trata de manipular el pensamiento del pueblo, ésa, la que nos quiere pa-cientes.El gatillo que se aprieta con facilidad por el poder, no sólo terminaron con la vida de los pibes, sino también con las esperanzas de todas esas familias. ¿Quién va a brindarles consuelo a las madres a las que se les arrebató un hijo?21 años para Veyzandas, el policía ase-sino de David y Javier. 21 años de con-dena… solo una caricia para ellas.NO HAY GARANTÍAS EN LAS INS-TITUCIONES DEL ESTADO y sabien-do esto: ¡Organización y lucha! Crea-ción de conciencia.

1. Por Cronistas Populares. Medio al-ternativo villero. Los jóvenes de las ba-rriadas populares escriben canciones, poemas, realizan entrevistas y videos, cuentan lo que los medios de comuni-cación hegemónicos no dicen: que en las villas hay personas trabajadoras, solida-rias, que también tienen cosas que decir. Es la historia contada por sus propios protagonistas.