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ARS & RENOVATIO, número 6, 2018, pp. 84-100 ISSN: 2340-843X 84 JOYAS BARROCAS CON CLAVEQUES Y ALJÓFARES DONADAS A NUESTRA SEÑORA DEL PATROCINIO EN EL MUSEO DE LOS CORPORALES DE DAROCA “Baroque jewels with claveques and aljófares donated to Our Lady of the Patrocinio in the Museum of Daroca’s Corporales” Carolina Naya Franco* Recibido: 15-3-2018 Aceptado: 19-4-2018 Resumen El Museo de los Corporales de Daroca, situado en el interior de la basílica, conserva media docena de alhajas barrocas hispánicas muy interesantes, a las que apenas se ha prestado atención. Las joyas fueron donadas a la desaparecida imagen de Nuestra Señora del Patrocinio en el transcurso del siglo XIX. En el presente artículo estudiamos estas alhajas, estableciendo analogías con piezas similares hoy conservadas en colecciones españolas, americanas y europeas. Palabras clave: joyas, Daroca, cristal de roca, esmaltes, perlas, Joyero de la Virgen del Pilar, Museo Victoria & Alberto, Fundación Lázaro Galdiano. Abstract The Museum of Daroca’s Corporales, which is located inside the basilica, holds half-dozen of a very interesting baroque Hispanic jewels which have been payed a lacking attention. These jewels were donated to the missing statue of Our Lady of the Patrocinio in the nineteenth century. In this paper we study these jewels establishing analogies with other pieces today preserved in spanish, ame- rican and european collections. Key words: jewels, Daroca, rock crystal, enamels, pearls, Treasury of our lady of the Pillar, Victoria & Albert Museum, Museum of Lázaro Galdiano. * Doctora en Historia del Arte. Profesora asociada del Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Zaragoza. Este artículo se enmarca entre las iniciativas del grupo de investigación consolidado “Artífice” (H10_17R) cofinanciado entre el Gobierno de Aragón y el Fondo Social Europeo de Desarrollo Regional.

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Joyas barrocas con claveques y alJófares donadas a nuestra señora del Patrocinio en el Museo de los corPorales de daroca

“Baroque jewels with claveques and aljófares donated to Our Lady of the Patrocinio in the Museum of Daroca’s Corporales”

Carolina Naya Franco*

Recibido: 15-3-2018Aceptado: 19-4-2018

Resumen

El Museo de los Corporales de Daroca, situado en el interior de la basílica, conserva media docena de alhajas barrocas hispánicas muy interesantes, a las que apenas se ha prestado atención. Las joyas fueron donadas a la desaparecida imagen de Nuestra Señora del Patrocinio en el transcurso del siglo XIX. En el presente artículo estudiamos estas alhajas, estableciendo analogías con piezas similares hoy conservadas en colecciones españolas, americanas y europeas.

Palabras clave: joyas, Daroca, cristal de roca, esmaltes, perlas, Joyero de la Virgen del Pilar, Museo Victoria & Alberto, Fundación Lázaro Galdiano.

Abstract

The Museum of Daroca’s Corporales, which is located inside the basilica, holds half-dozen of a very interesting baroque Hispanic jewels which have been payed a lacking attention. These jewels were donated to the missing statue of Our Lady of the Patrocinio in the nineteenth century. In this paper we study these jewels establishing analogies with other pieces today preserved in spanish, ame-rican and european collections.

Key words: jewels, Daroca, rock crystal, enamels, pearls, Treasury of our lady of the Pillar, Victoria & Albert Museum, Museum of Lázaro Galdiano.

* Doctora en Historia del Arte. Profesora asociada del Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Zaragoza. Este artículo se enmarca entre las iniciativas del grupo de investigación consolidado “Artífice” (H10_17R) cofinanciado entre el Gobierno de Aragón y el Fondo Social Europeo de Desarrollo Regional.

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Carolina Naya FrancoArs & renovAtio, número 6, 2018, pp. 84-100

Introducción

El Museo de los Corporales de Daroca (Zaragoza), situado en el interior de la basílica, conserva media docena de alhajas barrocas hispánicas de gran relevancia, a las que hasta ahora apenas se ha prestado atención. Un reciente hallazgo documental nos ha llevado a estudiarlas, analizando sus ma-teriales y estableciendo analogías con piezas similares hoy conservadas en colecciones españolas, americanas y europeas1.

El profesor Esteban Lorente, que catalogó los fondos del denominado entonces “Museo Colegial” para la colección de guías de los Museos de España en el año 1975, consideró estas joyas como de estilo barroco, de comienzos del siglo XVIII. La guía del museo que elaboró —todavía manual de cabecera para la información museográfica de la exhibición que recoge los fondos de las viejas iglesias de la ciudad además de los de la iglesia parroquial— reproduce en blanco y negro algunas de las jocalias y ornamentos que conforman la valiosa colección de Daroca, en la que se muestran numerosas y variadas obras de las artes suntuarias góticas y de la época de los Reyes Católicos. Una de las fotografías de la pequeña guía (en su mayoría procedentes del Archivo Mas) nos permitió conocer estas relevantes joyas barrocas2.

La curiosidad nos llevó a la villa de Daroca mientras investigábamos para nuestra tesis doctoral sobre el Joyero de la Virgen del Pilar, y ya desde entonces quedó pendiente el trabajo que hoy final-mente abordamos. En el transcurso del año 2015 volvimos para revisar documentación de la basílica de Santa María, con motivo del estudio de algunas piezas de platería seleccionadas para formar parte de la exhibición y catálogo de la fabulosa exposición sobre Fernando II de Aragón comisariada por los profesores Carmen Morte y Ángel Sesma3, y fue entonces cuando felizmente en el Archivo parroquial hallé un inventario que revelaba que estas seis joyas habían sido donadas a Nuestra Señora del Patro-cinio4. En el documento, donde figuraban algunas entradas datadas entre 1842 y 1860, no aparecían estas joyas entre las alhajas de la iglesia, sino que se encontraban en un epígrafe aparte bajo el título: “Alhajas de oro y plata de Nuestra Señora del Patrocinio”5.

1 Quiero expresar mi agradecimiento a la licenciada en Historia del Arte y técnica de turismo de la localidad de Daroca, Rosa Arnal, y también al profesor Esteban Lorente. A ambos, estudiosos de las tierras darocenses, les dedico estas páginas.

2 Esteban, 1975: 97, Nº 112 / Lámina LXXIV. También se refirieron a ellas someramente Federico Torralba en su monografía sobre la iglesia colegial y Francisco Abbad Rios, cuando hizo la relación del “Partido de Daroca” para el Catálogo Monumental: Torralba, 1974: 48 y Abbad, 1957: 494 (fig.1321). Esteban volvió a referirse a estas piezas, afinando la cronología: Esteban, 1998: nº 14, 116-117. Además, dos de estas seis joyas fueron catalogadas por Miguel Hermoso con motivo de una exposición en la Lonja de Zaragoza: Hermoso, 2008: cat.156, 339-340.

3 Sobre estas piezas de orfebrería en Daroca de tiempo de los Reyes Católicos: Naya, 2015a: 330-331; 2015b: 332-333.

4 Inventario de las alhajas, jocalias, ropas y demás utensilios de la Iglesia Colegial de Santa María de los Corporales de Daroca en la toma de posesión del Presbítero don José Bagués, cura párroco de la misma, entregadas al regente don Luis Doñelfa, Archivo Pa-rroquial de Daroca, Zaragoza (APD), (A.34.44) s/f.: 3-4. Este inventario está doblado a modo de cuadernillo y se recoge en un mismo legajo junto a otros inventarios. La signatura que citamos responde a este grupo general. Una anotación manuscrita en el encabezamien-to del documento que aquí nos interesa lo sitúa cronológicamente a finales del siglo XIX, con un interrogante. También cabe señalar aquí que la toma de posesión de José Bagués tuvo lugar los primeros días de agosto de 1888. Agradezco a Pascual Sánchez, del Archivo Parroquial de la ciudad, esta precisión cronológica.

5 Cabe citar que bajo este título aparecen ocho joyas sumariamente descritas, siendo las dos primeras coronas: una de ellas, de plata, era la que ordinariamente portaba la imagen; la segunda, de plata sobredorada, era reservada para cuando la virgen salía en procesión. Desconocemos si estas coronas todavía se conservan. También cabe señalar que el soporte de nuestras seis joyas se identifica como oro

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Las joyas, que datan del siglo XVII, no figuran en los inventarios anteriores conservados, por lo que quizás debieron ofrecerse a la Virgen del Patrocinio para su ornato en la primera mitad del siglo XIX. Además del hallazgo documental, también debemos citar que los materiales que conforman es-tas joyas habían sido hasta ahora erróneamente identificados, tanto en las fuentes documentales como en las bibliográficas, lo que justifica el estudio que ahora llevamos a cabo.

La capilla de la Virgen del Patrocinio se localiza a mano derecha de la entrada de la basílica. La imagen titular presidía un retablo del siglo XV en alabastros ingleses, dedicado a la Coronación de la Virgen; esta imagen fue tristemente robada en 1973, según la tradición oral. Reproducimos a este respecto dos fuentes gráficas: la primera es una postal antigua donde puede verse la imagen de la Virgen presidiendo el retablo (Fig. 1), y la segunda es una fotografía actual del retablo de alabastro policromado cuya hornacina a día de hoy permanece vacía (Fig. 2).

No obstante, debemos citar que cuando empezamos a investigar este asunto descubrimos que, hacia el año 1920, el arqueólogo e investigador Juan Cabré Aguiló (1882-1947) también había foto-grafiado e inventariado estas joyas para el inédito Catálogo Monumental de Zaragoza6, y ya entonces —aunque no refirió la fuente documental de la que extrajo la información— adscribió las piezas a Nuestra Señora del Patrocinio, tal y como aparece también en su ficha de inventario digitalizada en

en todos los casos, mientras que todas las gemas, incluso las perlas, se creyeron falsas.

6 Se le encargó a Cabré en 1917, pero no llegó a realizarse y se centra casi exclusivamente en Daroca. Se ha dado a conocer reciente-mente, a raíz de la instalación del Archivo Cabré en el Instituto del Patrimonio Cultural de España. Digitalizado, las joyas se describen en la página 205 (nº 1), incluyendo en la 206 una fotografía de las mismas. Cabe señalar que las coronas aquí no constan y que los claveques se identifican como brillantes. Disponible en: http://biblioteca.cchs.csic.es/digitalizacion_tnt/index_interior_zaragoza.html

Fig.1. Capilla de la Virgen del Patrocinio con la ima-gen titular en el centro, hoy desaparecida. Fuente: to-docolección.net.

Fig. 2. Retablo policromado de alabastros ingleses de la Co-ronación de la Virgen en la actualidad, sin la imagen titular. Fuente: fotografía de la autora, cortesía del párroco de la basílica de Santa María de Daroca.

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la Fototeca del Patrimonio Histórico (CABRE-5514). Hoy, además de recuperar este dato del olvido para el conocimiento de los investigadores, estudiamos estas joyas para reivindicar su importancia como exponentes de las artes suntuarias aragonesas en la denominada Época Moderna.

Un conjunto de alhajas barrocas devocionales con claveques y aljófares

Se trata de un conjunto formado por seis joyas españolas en oro amarillo, que datan de entre 1600-1680. Cronológicamente las dos primeras piezas son dos retablitos esmaltados de medio bulto de la Inmaculada Concepción y la Virgen del Pilar, aderezados con aplicaciones y pinjantes de claveques (Figs. 3-4). Estos dos retablitos debieron manufacturarse en talleres zaragozanos y materializan la transición en nuestro territorio de las formas renacentistas a las barrocas7. La tercera joya, exponen-te ya del clasicismo geométrico (hacia 1630), es una sortija a modo de roseta estrellada aderezada también con claveques (Fig. 7). Las otras tres joyas darocenses debieron manufacturarse entre 1670 y 1680 e indudablemente son ejemplares más propios del barroco decorativo. Están adornados con perlas de tipo aljófar ensartadas, asidas a su estructura metálica: se trata en este caso de un “cuadrito” de la Anunciación (Fig. 12), y dos rosas de pecho bajo viriles o ventanas de cristal de roca dedicadas a la Virgen del Pilar (Fig. 8) y al Ecce Homo (Fig. 11). Las joyas, por bloques, responden respectiva-mente en la actualidad a los números del museo 115 / 120.

Ya nos hemos referido a que las joyas darocenses son sin duda exponentes del más característico barroco hispánico: los denominados “retablitos” en las fuentes aragonesas son joyas parietales que reproducen las formas arquitectónicas de los retablos y se dedicaron a imágenes de devoción que se aplicaban remachadas en el centro de una estructura calada acartonada. En nuestro territorio desta-có la dedicación de estos retablitos a la Virgen del Pilar, la Inmaculada Concepción y al Niño Jesús vestido de cardenal, representado con orbe y cruz. Fueron sin duda las joyas más características del Reino de Aragón en torno a 1600. En cuanto al segundo grupo de joyas decoradas con aljófar revelan la moda de transición entre los Austrias y los Borbones. Se trata de tres joyas de pecho que custodian en su interior “cartillas” de devoción. Estos aderezos quedaban prendidos con cintas textiles a modo de escarapelas, y al desaparecer las gorgueras y lechuguillas se convirtieron en objetos que lucir en los escotes que empezaban a dejar los hombros al descubierto.

Comenzaremos por analizar las tres joyas aderezadas con “claveques”. La denominación de clave-ques no es específica de la documentación zaragozana; se generaliza en todo el ámbito hispánico para denominar al cuarzo cristal de roca en su variedad hialina (incolora y transparente), que debía tallarse mayoritariamente en la época en la localidad belga de Clabecq. Estas joyas tempranas aderezadas con claveques anunciaban la importancia de la manufactura de cristal de roca como material emblemático de la joyería religiosa barroca española. Los “retablitos” se denominaron de este modo en las fuentes

7 El profesor Cruz Valdovinos citó estos retablitos como posiblemente zaragozanos, al tratar los ejemplares de este tipo que se conser-van en el Museo Pilarista: Cruz Valdovinos, 1984: 353.

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documentales aragonesas desde comienzos del siglo XVII8, y fueron portados tanto por la burguesía mercantil como por las élites nobiliarias, en función de los materiales y calidad que configuraban la alhaja.

En origen, los retablitos más tempranos fueron “a dos haces”, es decir, reversibles, con una ad-vocación remachada en cada uno de sus lados. Algunas de las formas que finalmente adoptaron ya se intuyen en los Llibres de Passanties del gremio de joyeros barceloneses; en concreto en el Llibre II entre los exámenes de los años 1534-1548 (ff. 101, 110, 144, 145, 147...). Incluso decorados “a lo profano”, con alegorías, se consolidaron desde finales de siglo como una moda en toda Europa.

El retablito de la Virgen del Pilar darocense es cronológicamente la primera pieza de las alhajas del Patrocinio; debió ser manufacturado hacia 1600 (Fig. 3). Presenta una estructura configurada por roleos muy calados a modo de “cés”, esmaltados en su anverso en blanco y negro opaco además de por azul, verde y rojo de trasflor, tanto en la imagen como en las flores aplicadas. El reverso de la pieza se dejó sin esmaltar; en él figuran unas rayas a modo de retícula que le proporcionan un acabado matizado.

La Virgen va vestida “a la antigua” con un manto muy alto esmaltado en azul de trasflor, que ape-nas deja ver la cabeza del Niño. Está coronada con imperiales y resplandor de “flamas”. En su manto partido figuran estrellas, lunas y puntos dorados.

La imagen reposa sobre el pilar que según la tradición trajo la Virgen en carne mortal a Zaragoza. Sobre el mismo, se esmaltaron pequeños puntos en blanco opaco que simulan una cruz griega. Entre

8 Libro del Inventario que se hizo de las joyas, preseas, ornamentos y jocalias de la Capilla de la Purissima Virgen Santa Maria la Mayor y del Pilar, 1626, Archivo Capitular del Pilar, Zaragoza, Alm. 6, Cax. 6, Lig. 3, nº 2: f. 4r., nº 1; f. 6r., nº 3; f. 8r., nº 23; f. 8v., nº 30-31-32; f. 155r., nº 42.

Fig. 3. Anverso y reverso del retablito esmaltado con la Vir-gen del Pilar con esmaltes y claveques, hacia 1600 (7, 6 x 4 x 1,1 cm) Fuente: fotografía de la autora, cortesía del Mu-seo de los Corporales de Da-roca (Zaragoza).

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el pilar y la Virgen parece que se quiso figurar un rompimiento de gloria por medio de azules nubes algodonosas.

Bajo la imagen de la Virgen se dispusieron tres grandes aplicaciones florales de claveques de contorno redondeado-octogonal en sus pistilos, que dotan a la pieza de un aspecto muy decorativo. Las flores presentan cuatro pétalos esmaltados en rojo de trasflor, también decorados con gránulos en blanco opaco, que alternan con pétalos en verde de trasflor en cuyo soporte metálico se simularon, con incisiones, nervaduras. Del retablito penden además tres pinjantes de claveques de contorno romboidal.

Dos ejemplares de retablitos del Pilar se conservan en la Fundación Lázaro Galdiano: uno de ellos aparentemente idéntico al de Daroca (nº 698), y el segundo, análogo con ligeras variantes decorativas (nº 699)9. Este tipo de piezas se encuentran ampliamente documentadas desde mediados del siglo XVII en los inventarios de la Santa Capilla del Pilar. En 1670, ejemplares muy similares a estos eran descritos como: “un retablito de oro con esmaltes. Tiene en medio a Nuestra Señora del Pilar, y a los pies tres rositas con tres claveques, y tres penxantes con tres claveques. Pesa como esta, peso de oro 7 escudos y ½ y 18 granos”10. A este respecto cabe plantear si los ejemplares que acabaron en la fundación madrileña podrían proceder de la subasta pública de joyas del Pilar llevada a cabo en 1870. Aunque es ciertamente bastante probable, la documentación sobre la adquisición e ingreso de las joyas se quemó prácticamente en su totalidad durante la guerra civil, tal y como nos comentó el secretario del Patronato y jefe de la Biblioteca, Juan Antonio Yeves.

El ejemplar de Daroca también presenta paralelismos con uno conservado todavía a día de hoy en el Museo Pilarista (MP.V1. Grupo IV), con una estructura similar aunque bajo baldaquino. En las aplicaciones florales y pinjantes del retablito pilarista, más sencillos, predomina el color rojo.

Otras variantes presentan similar estructura de roleos calados en añil, blanco y negro opaco con ángeles orantes alados flanqueando a la Virgen, tal y como el que reproduce la profesora Nuria Dal-mases en el año 1991 en una colección particular, aunque ya en aquel momento había perdido sus tres pinjantes11. Muchos de estos ejemplares citados presentan el manto de la Virgen partido por una cenefa de motivos triangulares tangentes. Similar a este último, aunque con los colores más diversifi-cados y bajo baldaquino con perlas pinjantes, se expone un ejemplar en la Jewellery Gallery del V&A Museum, procedente de la subasta pública de joyas del Pilar de 1870 (341/1870)12. Esta joya, tal y como aparece en la documentación pilarista, fue donada a la Virgen del Pilar por Petronila Calzado, mujer de Pedro Perales, en 163213.

En cuanto al retablito de la Inmaculada Concepción de Daroca (Fig. 4) es un ejemplar que tam-bién debió manufacturarse en Zaragoza, entre 1610-1620, y se aderezó en su anverso con esmalte

9 Disponibles en: http://database.flg.es/ficha.asp?ID=698 • http://database.flg.es/ficha.asp?ID=699

10 Libro de las jocalias de la Santa Capilla, según el inventario que de ellas se hizo el mes de marzo de 1670, ACP, Zaragoza, Alm. 6, Cax. 6, Lig. 3, nº 4: 75, ítem 66.

11 Dalmases, 1991: 44 (figura 80).

12 https://collections.vam.ac.uk/item/O126447/pendant-unknown/

13 Libro del Inventario que se hizo de las joyas, preseas, ornamentos y jocalias de la Capilla de la Purissima Virgen Santa Maria la Mayor y del Pilar, 1626, ACP, Zaragoza, 1626: f. 12v., ítem 75. Sobre la subasta del Pilar: Naya, 2016: 87-95.

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azul y blanco opacos, así como con rojo, azul y verde de trasflor. Además se le aplicaron claveques sofisticadamente facetados y labrados en distintos contornos: circular, cuadrangular, rombo y gota. El reverso de la joya se reservó sin esmaltar y se decoró con una labor incisa —en este caso de rayas apaisadas— que crea una textura matizada.

Dos ángeles alados esmaltados en rojo y verde de trasflor coronan a la Virgen mientras está orando, vestida con los colores marianos. El brial blanco opaco se decoró con pintas doradas de lunas crecien-tes y puntos, conformando estos motivos una especie de flor tetralobulada característica de algunas de estas imágenes, mientras que el manto azul de trasflor se decoró con estrellas y lunas crecientes.

La Inmaculada apoya en este caso en una flor de claveques de cuyo centro pendía un tercer pinjan-te romboidal, hoy perdido. A ambos lados de la flor se conservan los otros dos pinjantes originales. La Virgen está flanqueada por dos aplicaciones de tres claveques guarnecidos a modo de follaje vegetal. Además, el retablito se coronó con un claveque cuadrado a modo de copete, tallado en una especie de estilo “en tijera” que se aderezó con un resplandor de rayos rematados en azul turquí opaco que semejan ser cabujones de turquesa.

El ejemplar más similar al retablito de la Inmaculada darocense sería el que se conserva en el Mu-seo Diocesano de Jaca, que estuvo asido a la reliquia de Santa Orosia, en el que figura la Inmaculada aplastando al dragón (Fig. 5). La Virgen también apoya en este caso en una flor de claveques, dispues-ta entre cinco pinjantes romboidales y dos aplicaciones de claveques triples que flanquean la imagen. La composición de la joya orosiana se cierra en su parte superior por tres aplicaciones florales de claveques esmaltados en rojo de trasflor. Una de ellas sirve a la Virgen de copete.

Una variante entre ambos sería el ejemplar bajo baldaquino de las colecciones de reserva del V&A Museum, también procedente de la subasta del Pilar (340/1870) (Fig. 6). La Inmaculada de la joya londinense, bajo baldaquino, apoya en lugar de en una flor sobre una luna creciente de claveques y,

Fig. 4. Anverso y reverso del retablito esmaltado con la In-maculada Concepción, con es-maltes y claveques, hacia 1620 (6, 4 x 5 x 1,6 cm). Fuente: fo-tografía de la autora, cortesía del Museo de los Corporales de Daroca (Zaragoza).

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además, se adereza con perlas “calabacillas” pinjantes. La Virgen está flanqueada por cuatro aplica-ciones florales de claveques, siendo las dos de su parte inferior más similares en concepción a las tres que decoran el retablito de la Virgen del Pilar darocense (Fig. 3).

En los tres retablitos de la Inmaculada, tanto el darocense, como el orosiano y el londinense, predominan los colores azules y rojos de trasflor, además de que la Virgen viste con los colores ma-rianos. Frente a la Inmaculada de Daroca, cuyo envés está exento de esmalte, los otros dos retablitos presentan su reverso calado esmaltado. No obstante, en estas piezas, la titular adquiere unos rasgos específicos: en actitud orante, tiene la vista puesta hacia el cielo y sus ropajes se salpican de decora-ción muy bien perfilada en dorado, de puntos, lunas y estrellas. Está coronada como reina de los cielos con diadema de “raios” con ligeras variantes: se apoya sobre contorno de “flamas” o se yergue sobre la media luna creciente, rememorando la iconografía apocalíptica.

La Inmaculada Concepción se proclama fervientemente por medio de emblemas y representa-ciones en distintos soportes en todo el orbe católico, y de manera muy especial en el arte hispánico, durante el primer tercio del siglo XVII. De acuerdo con Anna Somers, podemos establecer una crono-logía básica de 1610 a 1620 para joyas con esta temática14, tanto en retablitos como cuadritos, cruces y medallas caladas.

La documentación del Joyero del Pilar ratifica estas cuestiones: merece la pena destacar una única alhaja en la que figura la Concepción en el inventario de la Santa Capilla que comienza en 1607 y

14 Somers: 1980, pp. 80-82, cat. nº 103.

Figs. 5-6. Retablitos esmaltados de la Inmaculada Concepción del Tesoro de Santa Orosia (8,5 x 5,3 x 1 cm) y del V&A Museum, 340/1870 (7,7 x 5 x 1,3 cm) (1610-1620). Fuente: fotografías de la autora, cortesía del Cabildo de Jaca y del Victoria & Albert Museum.

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acaba en 1626; en concreto, “un rosario de pasta de açucar”15, mientras que en el siguiente, que co-mienza en 1626, se recogen bastantes ejemplares de joyas reversibles con la Inmaculada en el anver-so, quedando en el reverso una segunda imagen de san Francisco o el Santo Cristo. En los retablitos que figuran en el inventario de 1657, la Inmaculada Concepción ha ganado protagonismo y es la única vista posible de las alhajas16.

En otras joyas de la Inmaculada, avanzado el Barroco, predominan las perlas, además de que la paleta de colores ha variado hacia los rojos y verdes, como la coronada del Museo Metropolitano de Nueva York procedente del legado de Robert Lehman (1975.1.1515), o del mismo modo la del Mu-seo Arqueológico Nacional (1936/96/2). El contorno de flamas tiene perlas remachadas, o incluso la flanquean palmas triunfantes17.

En cuanto a la sortija en forma de flor estrellada guarnecida con veinticinco claveques (Fig. 7), po-demos datarla hacia 1630. Ya no es una joya de transición, sino que se trata de una pieza más propia-mente barroca, que acusa la ausencia de esmaltes y el predominio de las gemas preciosas facetadas. El reverso de la pieza queda totalmente forrado por el metal, que repite los contornos del anverso. Sus formas anuncian instaurado el primer clasicismo geométrico.

Es una roseta que presenta un cuarzo hialino central de contorno redondo-octogonal, plano en su base y labrado en altura, a modo de las tallas rosa. Está rodeada de ocho estilizados pétalos apuntados conformados por las mismas gemas talladas en trapecio y triángulo apuntado de tipo isósceles; péta-los que sin duda estilizan la composición de la joya. Entre sus intersecciones se engastaron ocho cla-veques labrados a modo de gotas, en disposición invertida. El brazo de la sortija se deformó y aplanó seguramente para que pudiera sostenerse en las manos de la imagen de la Virgen del Patrocinio. La forma modificada del brazo pudo confundir a Cabré, que consideró esta sortija como remate a modo de copete de la joya darocense de la Inmaculada.

15 Libro del inventario de la plata, jocalias y ornamentos de la Sachristia de la Sancta Cappilla del Pilar, y de las demás cosas tocan-tes a ella puestas por su orden hecho el primero de Henero de 1607, ACP, Zaragoza, Alm. 6, Cax. 6, Lig. 3, nº 7: f. 74r., nº 3.

16 Imbentario de las joias preseas y ornamentos de la Angelica y apostolica Capilla de la Sanctísima Iglesia de Sancta María la Ma-yor del Pilar, 1657, ACP, Zaragoza, Alm. 6, Cax. 6, Lig. 3, nº 3: f. 27r., ítems nº 86-87; ff. 29v.-30r., nº 106; f. 31r.-v., nº 116.

17 Se catalogan respectivamente por Truman y Arbeteta: Truman, 2012: 115-116, nº 35 y Arbeteta, 1998: 143, nº 95.

Fig. 7. Anverso y reverso de la sortija en oro con claveques engastados, ha-cia 1630 (3 cm). Fuente: fotografía de la autora, cortesía del Museo de los Corporales de Daroca (Zaragoza).

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Sortijas similares, en este caso en forma de flor de lis, se conservan en la Fundación Lázaro Gal-diano (nº 872 / 4265)18, o de perfil triangulado muy geométrico en el V&A Museum, con cristales de roca aparentemente tintados (nº 1215-1871) simulando diamantes a la moda barroca española.

En cualquier caso, la morfología de la sortija darocense recuerda indefectiblemente a algunos hábitos o encomiendas; remitimos a este respecto a cuatro ejemplares con el reverso esmaltado de la Fundación Lázaro Galdiano (especialmente al nº 3226)19.

No obstante, el reverso de la sortija también se incardina con una joya mixta pinjante a modo de encomienda en el Museo Pilarista (MP.V2. Grupo VII), que delata las mismas terminaciones perfila-das en el metal, trabajado a modo de forro. El oro es un armazón macizo en la joya zaragozana, casi un mero pretexto en donde sustentar claveques de distintos contornos (trapecio, redondo, gota y cua-drado). La relación de la sortija con estas joyas pinjantes a modo de hábitos o encomiendas nos lleva a plantearnos si este tipo de anillos fueron meramente decorativos, o presentaron en la época algún significado añadido, pudiendo ser insignias o distintivos de haciendas, representativos por tanto de dignidades a las que quizás se asignarían cargos o rentas.

En cuanto a las piezas con aljófares donadas a Nuestra Señora del Patrocinio, ya hemos adelantado la profusión de este tipo de perlas, redondas e irregulares, en los aderezos hispánicos de la segunda mitad del siglo XVII. La documentación zaragozana de los siglos XVII y XVIII20 ratifica su impor-tancia en el ámbito hispánico, ya que refiere numerosas alhajas cuya principal decoración fueron las perlas aljófar en combinación con otro tipo de perlas allanadas por un lado, que tanto las fuentes bibliográficas como las documentales denominaron como “asientos”21.

Estas joyas con aljófar, en muchas ocasiones de naturaleza devocional, incorporaban “cartillas” o estampas en el centro con santa Orosia, los Corporales de Daroca, la Anunciación, san Juan Bautista o la Adoración de los Reyes. Consideradas las manufacturadas en oro aderezadas con piedras preciosas como “populares” por la historiografía clásica, reivindicamos para ellas una denominación y caracte-rización mucho más ajustada que remita a su morfología “tradicional”. Sobre sus decorativas formas, una labor de perlas aljófar enfiladas en hilo dorado adorna todo el armazón de la alhaja, en estructuras normalmente conformadas por rosicas caladas y caracolillas. Las más “populares” en plata sobredo-rada y también en metal acompañaron el aljófar de vidrios, pastas y dobletes.

Las fuentes documentales y plásticas muestran que las joyas manufacturadas con metales precio-sos guarnecidas de aljófar fueron portadas por la burguesía mercantil y nobleza hispánica. De nuevo, la documentación pilarista revela que piezas de este tipo fueron ofrecidas al Pilar por la nobleza ara-gonesa; a este respecto remitimos a las donaciones de alhajas de la V y VI condesas de Aranda, o a la

18 http://database.flg.es/ficha.asp?ID=872. El segundo ejemplar de la Fundación Lázaro Galdiano aparentemente no está catalogado online. Puede verse en Arbeteta, 1998: 220-221. Para la pieza del V&A Museum: http://collections.vam.ac.uk/item/O118824/ring-unk-nown/

19 http://database.flg.es/ficha.asp?ID=3226/

20 En 1670 los aderezos con aljófar ya se recogen en un título propio del inventario de la Santa Capilla del Pilar: Libro de las jocalias de la Santa Capilla, según el inventario que de ellas se hizo el mes de marzo de 1670, ACP, Zaragoza, Alm. 6, Cax. 6, Lig. 3, nº 4: 13-33, nº 1-49.

21 Arfe y Villafañe, 1572: f. 62v.

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donación del hijo del conde de Sobradiel22. En cuanto a las fuentes pictóricas, baste con señalar dos retratos de nobles damas portando este tipo de joyas, como el de Isabel de Malcampo (ca. 1673 en la Pollok House), mujer del mercader flamenco Nicolás de Omazur, principal comitente de Murillo, o el de la duquesa del Infantado, Antonia María de la Cerda (hasta ahora anónimo, ca. 1680 en la Hispanic Society de Nueva York, A92).

Centrándonos ya en las piezas ofrecidas a la Virgen del Patrocinio por alguna dama de la burgue-sía o nobleza darocense, comenzaremos por la rosa de pecho de pequeñas dimensiones, con ventana “aovada” en cabujón de cristal de roca que guarnece una cartilla de la Virgen del Pilar en el anverso, reservando el reverso de la joya para la Virgen. La segunda advocación se sostiene por medio de un cristal asido a la estructura por un trabajo recortado y dentado en triángulos (Fig. 8).

Se trata de una estructura floral tetralobulada calada en oro, a la que se ha cosido una labor de perlas aljófar “ensartadas” por alambre dorado denominado en ocasiones “hilo de oro tirado”. Al-gunas perlas más gruesas decoran los intersticios de los pétalos y otras cuatro enmarcan la imagen, conformando una especie de cruz griega. La cartilla revela que la Virgen se representó de nuevo con el característico manto partido y diadema en crestería o resplandor de rayos. En el perímetro de la pieza cuatro perlas aperilladas —en este caso remachadas—, rematan la estructura. La “ventana” se sostiene por un bisel metálico en el que se perfilaron rayas incisas diagonales y paralelas caracterís-ticas de estas joyas.

La cartilla de la Virgen revela, igual que en algunos retablitos, el modo de venerar a la Virgen del Pilar en la Santa Capilla del Pilar según el culto antiguo, antes de la intervención de Ventura Rodrí-guez (1765). En este sentido reproducimos el proyecto para la Santa Capilla atribuido a Domingo Yarza (1725) en el Archivo Capitular del Pilar (Figs. 9-10), en cuyo detalle se puede apreciar cómo se veneraba antiguamente la imagen en su tabernáculo, con manto alto y fondo o “traspilar” de dis-tintas telas ricas estofadas tapizando el fondo del denominado como “Camarín de la Virgen”. A los lados de la imagen, los candeleros la iluminaban, tal y como también vemos en la cartilla de la rosa darocense23.

22 Libro de las jocalias de la Santa Capilla, según el inventario que de ellas se hizo el mes de marzo de 1670, ACP, Zaragoza, Alm. 6, Cax. 6, Lig. 3, nº 4: 32, nº 47-48; 19, nº 14; 27, nº 33.

23 Sobre el aderezo de la Virgen del Pilar: Naya, en prensa.

Fig. 8. Anverso y reverso de la rosa de pecho con cartilla de la Virgen del Pilar y perlas aljófar, ha-cia 1670 (4,5 cm). Fuen-te: fotografía de la auto-ra, cortesía del Museo de los Corporales de Daroca (Zaragoza).

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Rosas de pecho similares, bajo ventana de cristal de roca y aljófar se encuentran en el Museo Na-cional de Artes Decorativas de Madrid (CE01530/ CE06904) y de disposición vertical de san José y el Niño, con copete y diamantes en tabla en el Museo Pilarista (ca.1700) (MP.V2. Grupo VIII-IX). También bajo viril con copete y cartilla de santa Catalina de Alejandría, pero con reverso de esmalte “a la porcelana” (ca. 1710) se encuentra un virtuoso ejemplar perteneciente a la Cofradía del Car-men en San Pedro el Viejo de Huesca. En el bisel de nuevo presenta la terminación de rayitas incisas paralelas24.

La segunda rosa darocense también “aovada” en este caso guarnece con filigranas y aljófar una representación en el anverso del Ecce Homo, quedando el reverso vacío y protegido por un fragmento textil rojizo (Fig. 11). La imagen de devoción muestra el busto de Cristo, con manto rojo sobre los hombros y la corona de espinas. En la representación asoma la parte superior de la caña que porta Cristo en la mano izquierda, a modo de cetro. La escena ya muestra un Cristo triunfante, entre res-plandores, flanqueado por laureles.

El marco conforma una especie de orla alrededor de la devoción, que se rellena con unos “ochos” de cordoncillo sogueado aderezados por una perla traspasada y cosida por hilo dorado a la labor de filigrana. El bisel que sostiene la ventana de cristal de roca en este caso presenta una terminación lisa y matizada. El reverso, que podría haber custodiado una segunda devoción, también se protege por un cristal y se sostiene a la estructura por una chapa metálica recortada en triángulos a modo de engastes.

24 Este último ejemplar se estudia en Naya, 2017: 116-117.

Figs. 9-10. Boceto atribuido a Domingo Yarza (1725) y detalle del mis-mo. Fuente: cortesía del Archivo Capitular del Pilar (Alm. 6, Caj. 4, Lig. 1, nº 23).

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La pieza más similar a este ejemplar se encuentra en el Museo Pilarista, aunque su marco de péta-los más estilizados solo presenta filigrana calada en volutas; carece por lo tanto de perlas aljófar. Se trata de una rosa con cartilla de santa Apolonia y se exhibe en el arcón que hemos denominado como de joyas “tradicionales” de la Virgen (MP.A2. Grupo V).

Por último abordaremos la pieza más excepcional del conjunto de Nuestra Señora del Patrocinio: un cuadrito con “cartilla” de la Anunciación guarnecida con perlas aljófar (Figs. 12-13). Es quizás el mejor de su género conservado en las colecciones públicas españolas.

En el centro de la joya se representa en una vitela pintada la Anunciación: el momento en que el arcángel Gabriel anuncia a la Virgen que va a ser la madre de Cristo (Fig. 13). La Virgen, ya nimbada, porta brial rojo y manto azul de amplios pliegues y está sentada en una silla de caderas. Aunque en esta época se utilizan ya los asientos de brazos, todavía se representa esta silla por su clásico simbo-lismo jerárquico. La mesa, con terminación en volutas características de pata de lira, está vestida con un mantel verde y es característica del mobiliario español del último tercio del siglo XVII25. Sobre el mantel apoya un libro abierto y un jarrón con flores que alude a la pureza de María. El mismo cariz toma el ramo de azucenas que porta el arcángel, alado, vestido de blanco, amarillo y rojo. La escena se representa en un exterior; cierra la composición en el centro del firmamento el Espíritu Santo en forma de paloma, inmerso en un resplandor dorado.

La representación de la Anunciación se protege por un cristal biselado y se guarnece por un fino premarco metálico, en el que se han representado de nuevo rayitas incisas paralelas en diagonal. El marco, virtuosamente calado, acoge en sus formas acorazonadas labor de perlas cosidas. En el centro

25 Agradecemos las precisiones sobre el mobiliario representado en la escena a la profesora de la Universidad de Alcalá de Henares, Elisa Ramiro Reglero.

Fig. 11. Anverso y rever-so de la rosa de pecho del Ecce Homo con filigrana y aljófar, hacia 1680 (3,2 x 3,9 x 1,8 cm). Fuente: fotografía de la autora, cortesía del Museo de los Corporales de Daroca (Zaragoza).

Fig. 12. Anverso y re-verso del cuadrito de la Anunciación guarnecido en aljófar, hacia 1670 (7,2 x 8,8 x 0,6 cm). Fuente: fotografía de la autora, cortesía del Mu-seo de los Corporales de Daroca (Zaragoza).

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de estos “corazones” se dispone una estilizada pieza en forma de navecilla que remata en dos gránulos recortados en disminución. Las cuatro esquinas del marco se cierran por una perla más gruesa como remate. El reverso de la joya muestra taladros muy finos en los que asir la labor “cosida”. Sin duda pudo albergar una segunda devoción, pero en este caso guarda un fragmento textil sujeto de nuevo a la estructura por un cristal y forro metálico recortado en forma de pequeños triángulos.

Los cuadritos solían ser joyas de devoción con cartillas o “zifras” de Cristo o la Virgen, enmar-cadas por labor metálica calada aderezada con piedras preciosas. A veces presentaban también en su interior reliquias, como pedacitos de sudario, fragmentos de lignum crucis o firmas autógrafas de Santa Teresa.

La joya debió manufacturarse hacia 1670. No obstante, las pasantías barcelonesas muestran que estos cuadritos fueron una moda que perduró hasta finales de siglo. Un boceto parecido a la joya da-rocense, aunque ya sin trabajo calado, fue ejecutado todavía en 1698 (Llibre 3, f. 735).

Algunas alhajas hispánicas en forma de rosas aovadas con aljófar presentan analogías en su manu-factura con el cuadrito darocense, tanto el fabuloso ejemplar con marco de ovas de la Aparición de la Virgen a Santiago mientras estaba predicando a orillas del Ebro del Museo Pilarista (MP.A2, nº X), como la rosa de las colecciones de reserva del Museo Nacional de Artes Decorativas, con el mismo tema pilarista pero con marco de lúnulas guarnecidas de aljófar, orlando pastas verdes (CE01564). Y similar composición rectangular en aljófar, aunque de perfiles más apuntados, presenta otra joya de

Fig. 13. Detalle del cuadrito de la Anunciación guarnecido en aljófar.

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nuevo en la reserva del mismo museo madrileño (CE06903). Otro cuadrito similar afiligranado coetá-neo al darocense, aunque sin aljófar, se encuentra en el Tesoro de Santa Orosia de Jaca, con devoción del Niño Jesús junto a su primo san Juanito26.

Conclusiones

Las joyas de Nuestra Señora del Patrocinio de la basílica de Santa María de Daroca, apenas estu-diadas por el ámbito académico e historiográfico, no solo son ejemplares de excepcionalidad calidad, sino que presentan estrechos paralelismos en el panorama nacional e internacional con análogos en el V&A Museum, el Museo Metropolitano de Nueva York, el Museo Nacional de Artes Decorativas de Madrid, la Fundación Lázaro Galdiano o el Museo Pilarista de Zaragoza.

Los dos retablitos materializan la tipología de joya más importante en la transición entre el Renacimiento y el Barroco en el Reino de Aragón. Ambos ejemplares presentan claveques con face-tas muy elaboradas en distintos contornos. En cuanto a las joyas darocenses que datan de la segunda mitad de siglo, reflejan el cambio de moda que encuentra en la filigrana y el aljófar su mejor expre-sión; en este caso adornando viriles que protegen imágenes de devoción. Por lo tanto, las seis joyas del Patrocinio remarcan la importancia del cuarzo hialino como material emblemático de la joyería devocional española, ya sea en cabujones a modo de viriles, o tallado en forma de claveques.

Por último, el virtuosismo técnico del cuadrito de la Anunciación nos lleva a plantear lo inade-cuado de la denominación “popular” para algunas joyas con aljófar. Tras sus formas “tradicionales” pervive en muchos casos una escogida y poco habitual manufactura, que apoyada en las fuentes pic-tóricas y documentales revela lo privilegiado de muchas de estas alhajas.

26 Se reproduce en Naya, 2017: 57.

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