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Las pérdidas del gusto y del sentimiento en la Crítica del Juicio* DOMINGO BLANCO (Universidad de Granada) 1. El cometido de la tercera crítica No parecerá inoportuno, al conmemorar el segundo centenario de la C,-íti- ¿-a del Juicio, que para acceder al propósito de este libro evoquemos breve- mente la crítica al kantismo del Ensayo sobre la filosofta trascendenta/, que en el mismo 1790 publicaba Salomon Maimon, aquel singular autodidacta y tro- tamundos que podía pasar del todo inadvertido desde las alturas de la Acade- mía, de lo que se doliera ya Fichte, y a quien hoy define Reinhard Lauth como «un pensador independiente entre los papagayos». En la deducción trascen- dental de las categorías denunciaba Maimon una petición de principio, porque da Kant por supuesto que tenemos proposiciones objetivamente válidas, que es lo que había que probar’. Por otra parte, el entendimiento legisla a piori nada mas que sobre la forma de los fenómenos, lo cual significa que lo universal no contiene ningún principio de subsunción de lo particular empírico. Advierte Maimon que nada en el principio de causalidad deja discernir los casos parti- culares a los que se aplica. ¿Cómo sería posible aplicar los conceptos puros a la experiencia, se pregunta, si la intuición y el concepto a priori son absoluta- mente heterogéneos y proceden de dos fuentes distintas de conocimiento? La respuesta de la Crítica de la razón pura iníroducia como ténnino mediador un elemento oscuro, el esquema trascendental, producto (le un «arte» cuyo secreto esconde la Naturaleza, y ante el que no se puede más que quedar perplejo. ~<Perplexing notion» llama actualmente David BeIl al esquematismo 2. Pues según la Crítica, en su primera edición, no tendríamos conocimiento alguno sin la síntesis de la imaginación productiva, que reúne las representaciones conferenca pronunciada en la Universidad Complutense en lebrero de 199(1. 1 MAiMON, 5.: Vero,rh úb<.-r dic franszendentalpbilosopbie, (Jesarnrnelle Wúrke. cd, V. Verra. (3. Olms, Hildeshetin,. 1965-1976. t. II, p. 186. hay traducción francesa de 1-8. Scherrer: Essai sor la pbi/osopbie x,an.tyendaníale, París, Vrit,. 1989, PP. 129-13<).. FI ¡uicio de R, I..auth lo recogemos de su prólogo a esta edición. pp. 7-2. 2. BELI., 0.: «The Art ol h,dgernern», Mmd, abril de 1%?, p. III - Revista de Jilosaf la, 3 época. vol. VI (1993), ndm, 9, págs. 119-137, Editorial Complutense, Madrid.

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Laspérdidasdelgustoy delsentimientoen laCrítica del Juicio*

DOMINGO BLANCO

(Universidadde Granada)

1. El cometidode la terceracrítica

No pareceráinoportuno,al conmemorarel segundocentenariode la C,-íti-¿-a del Juicio, que para accederal propósitode este libro evoquemosbreve-mentela críticaal kantismodel Ensayosobrela filosofta trascendenta/,queenel mismo 1790 publicabaSalomonMaimon, aquel singularautodidactay tro-tamundosque podíapasardel todo inadvertidodesdelas alturasde la Acade-mía, de lo que sedolierayaFichte, y a quien hoy defineReinhardLauth como«un pensadorindependienteentrelos papagayos».En la deduccióntrascen-dentalde las categoríasdenunciabaMaimon unapetición de principio, porqueda Kant por supuestoquetenemosproposicionesobjetivamenteválidas,queeslo quehabíaqueprobar’. Porotra parte,el entendimientolegisla a piori nadamasque sobrela formade los fenómenos,lo cual significaquelo universalnocontieneningún principio de subsunciónde lo particular empírico. AdvierteMaimon que nadaen el principio de causalidaddejadiscernir los casosparti-culares a los que se aplica. ¿Cómoseríaposibleaplicar los conceptospuros ala experiencia,se pregunta,si la intuición y el conceptoa priori sonabsoluta-menteheterogéneosy procedende dos fuentesdistintasde conocimiento?Larespuestade laCrítica de la razónpura iníroduciacomo ténninomediadorunelementooscuro,el esquematrascendental,producto(le un «arte»cuyo secretoescondela Naturaleza,y anteel queno sepuedemás quequedarperplejo.

~<Perplexingnotion» llama actualmenteDavid BeIl al esquematismo2.Puessegúnla Crítica, en su primera edición, no tendríamosconocimientoalgunosin la síntesisde la imaginaciónproductiva, que reúne las representaciones

conferenca pronunciada en la Universidad Complutense en lebrerode 199(1.1 MAiMON, 5.: Vero,rh úb<.-r dic franszendentalpbilosopbie, (Jesarnrnelle Wúrke. cd, V. Verra.

(3. Olms, Hildeshetin,.1965-1976.t. II, p. 186. hay traducciónfrancesade1-8. Scherrer:Essai sor lapbi/osopbie x,an.tyendaníale, París, Vrit,. 1989, PP. 129-13<).. FI ¡uicio de R, I..auth lo recogemos de su

prólogo aestaedición.pp. 7-2.2. BELI., 0.: «TheArt ol h,dgernern»,Mmd, abril de1%?,p. III -

Revista de Jilosafla, 3 época. vol. VI (1993), ndm, 9, págs. 119-137, Editorial Complutense, Madrid.

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dadas(antesde cualquieranálisis),imaginacióncuyo efectoes «unaciegaperoindispensablefunción del alma» (A 78). Que Kant mismodebíaparticipar dela perplejidadlo dan a entenderlos cambiosde la segundaedición, la cualdeclaraa la síntesistrascendentalde la imaginación«una acción del entendi-miento sobrela sensibilidad»(B 152), pesea mantenerintacto el capítulo delesquematismo;y aunqueconservatambiénla expresión«ciegaperoindispen-sablefuncióndel alma» (B 102),Kant secorrigeen su propio ejemplary escri-be al margen:«funcióndel entendimiento».

Las categorías,continúala objeción de Maimon, como no puedenconstituirapriori másque la estructurade la experienciaposible,dejanperfectamenteinde-terminadoel detalle de la experiencia.Abre así la Crítica un abismoentrelomaterial-particulary lo formal-universaLy hace,en consecuencia,imposiblecon-cebir la diversidadde lo panicularbajo lo universal.En estaobjeción,paradecir-lo con palabrasde Cassirer,«Maimon pisa exactamenteel mismo terrenodel quepartenlas reflexioneskantianasdela C-íticadel Juicio».

A MarcusHerz, quien habíamediadopara enviara Kant el manuscritodeMaimon junto con unacartade éste,dirige Kant unacumplidarespuestael 26de mayo de 1789, por la quesabemosla alta estimaque le merecíasu critico:«Ningunode mis adversarioscomprendíatanbien mi obray el problemacapi-tal», escribe;perosabemostambiénquees una estimaen el desacuerdo.Mai-monproponesuptimir todasoluciónde continuidadentre lo sensibley lo in/e-ligible, y Kant interpretaque reducir la distinción entre sensibilidad yentendimientoa una meradiferenciaen el gradode concienciaequivalea unregresoal leibnizianismo,e inevitablementetambién al spinozismo.Quizásestaréplicakantianano hacíajusticia a Maimon, perono es la cuestiónhisto-riográfica la que nos ocupa,sino la filosófica. ¿Seha de optaro bien por laheterogeneidadde las dosfuentesdel conocimientoy susrespectivosdosmun-dos o bien por la diferenciade gradoen la claridady distinción de la concien-cia? ¿O era posible un terceroque el planteamientokantiano de estos añospareceexcluir?

La preguntacentrala la queintentaresponderla Crítica del Juicio espreci-samentelapreguntade Maimon de si esposiblepresuponera prio,-i unalega-lidad de lo contingente.La unificaciónde la profusiónde leyesempíricas,y delos millonesde especiesanimalesy vegetales,unificación queKantcree posi-ble por recursoa la «finalidad»comoconceptode la facultadde juzgar,entien-de al mismo tiempo que salvael abismoabiertopor las dos prituerasCriticasentreel entendimiento,queproporcionaa priori las leyes de la naturaleza(fenoménica)en genetal,y la razón que proporcionaa priori las leyes de la~ Puesel poderdejuzgarno es sólo el de subsumirlo particularbajo louniversaldado (el conceptoo la regla), quees la capacidaddejuzgardetermi-

3. CASStRER,E.: El probíeme del conoein,iento, México, FCE,i. IiI,p. 121.4. Primera Introducción, Ak. XX, 202.

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nante,esademásel de encontrarlo universalparalo particulardado,quees elpoder de juzgarreflexionante.El entendimiento,cmi su legislacióntrascenden-tal de la naturaleza,no atiendemás quea lascondicionesde posibilidadde unaexperienciageneralen cuantoa su forma>, y haceabstracciónde las leyespar-ticulares. El «principio de afinidad suficiente»que la primera introducciónpostula,con la intenciónde sustituirel leibnizianoprincipio de razónsuficien-te, en cuantoprincipio meramentelógico, por un principio real, al que aspiraKant aL menosdesde1763,eseprincipio de afinidad no se podríaencontrarenel entendimiento,que deja por enteroindeterminadaslas leyes particularesysusrelacionesmutuas5;no se puedeencontrarnadamásqueen la facultad dejuzgar retiexionante,que es un «poderde refiexionaí; según un cierto princi-pío, sobreuna representacióndada,con la mira de obtenerun concepto,posi-ble dc ese modo»(Ak. XX, 211). El ejemplo del acto de reflexionar se veinclusoen los animales,escribeKant, «aunquede unamanerameramenteins-tintiva, es decir, en relación no a un conceptoque por ahí se pudieraobtener,sino aunainclinaciónque así se tratade determinar»(XX, 211Y La suertede«reflexión»que es propia del instinto permiteal animal destacarciertasafini-dadesdel entornoen tantoqueafectana su conservacióno a susatisfacción.ElprecedenteanimaldeL Juicio reflexionanteestaría,pues,en aquelsentidointer-noquelos escolásticosllamaron«estimativanatural».

Mientrasel Juicio determinantees siemprelógico, puessu predicadoes unconceptoobjetivo dado,el Juicio reflexionantepuede ser lógico o puedeserestético,y éstea su vez puede serde dos clases: Ii cuandola facultadde juz-gar,anteun objetodado,confrontasin conceptola imaginacióncon el entendi-miento y percibeunarelaciónentreambospoderesde conocer,y 22 cuandoelpredicadodel juicio no perteneceal poderde conocer,como al bebero comeralgojuzgamosquees agradable.A éste llama Kant «juicio estéticodel senti-do», y al primero«juicio estéticode reflexión». En ésteya no se tratasólo dela sensacióncausadapor la intuición empírica,sino del juegoarmoniosode losdos poderesde conocerde la facultadde juzgar, imaginacióny entendimiento(XX. 224). El juicio estéticodel sentidoencierraunafinalidad material, mien-trasqueel juicio estéticode reflexión encierrauna finalidad fin-mal. Aqm¡él nose refiereenabsolutoal poderde conocer,sino al sentimientosensorialde pía-

5. Ak. XX. 21t).6. En estepuntohayque recordarqueen la Crítica cíe la razón pura, porque establecía que lodos

los fenómenosestánen un enlacecompletosegúnleyes necesarias,es decir,en unaafinidad oa.sceo-dental de la que la afinidadcrup/rica no es más que una simpleconsecuencia,Kant cree bacercom-prensible la completa afinidad de los fenómenospor el principio cíe ia necesariaunidadde apercep-ción <A 113-114 y 122), en virtud tic1 cual en la segunda edición atribuye en exclusiva alentendimiento la operacióncíe enlazara priori y unificar ladiversidadde lasrepresentaciones~B 134-135). Pero la afinidad no podía venir del entendimientoporque,como advierte con sumaagudezaS.Maimon, liria cosaestírte podamosdemostrarque lo particularesconlorntea lo general,queno puedecontradecir suscondiciones,y otracosamuy distinta es que dispongamos del fundamento positivo delo queesprecisamentela diferenciación de lo particular tcf. E. Cassirer, op. cii.. p. 119).

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cer; sólo el de reflexiónestá fundadosobreprincipiospropiosde la facultaddejuzgar.

Notemosestaprimera escisión,en mutuaexterioridad,que excluye comoajenoa pretensionesde universalidadal juicio sensorial,por su materialidad,y retienecomo único relevanteparala Crítica al poderestéticode reflexión, entanto quese representala finalidad del objetodado como concordanciade suforma con las facultadesde conocer,en basesubjetiva,portanto.

El Juicio reflexionantelógico, en cambio, se representala finalidad comoconcordanciade la forma del objetocon la posibilidadde la cosamisma,enbaseobjetiva, perobien entendidoque segúnun principio de la facultad dejuzgar:el de construirseun conceptopor el cual orientarseen la variedadde lanaturalezaen susformas,segúnleyesempíricas,a saber,el conceptode finali-dad.

Tanto en el orden estéticocuantoen el orden lógico, división que corres-pondea lade la primeraCríticaen Estéticay Lógica trascendental,atribuimosasía lanaturalezaunarelaciónconnuestrafacultadde conocersegúnla analo-gía conun fin. De un lado,consideramosla bellezanaturalcomoexposiciónopresentación(Darstellung)del conceptode la finalidad formal (subjetiva,en elsentidoindicado),y de otro ladoconsideramoslos fines de la naturalezacomoDarstellungdel conceptode unafinalidad real (objetiva).Juzgamosla primeramedianteel gusto(estéticamente),y la segundamedianteentendimientoyrazón(lógicamente).

Se operaaquíuna segundasegregacióny exteriorizaciónmutuaentre eljuicio estéticode reflexión, que se adscribeal gustoy a los sentimientosdeplacero displacer,y el Juicio teleológico,quees propio del orden intelectual,juicio del queexpresamentequedaexcluidoel gusto,y queno comprendeen síningúnsentimientode placer(XX, 228).

Espor estarestriccióndel conceptode gustopor lo queentiendeGadamerqueha llegado la hora de abrir la cuentade las pérdidas,y no sólo de lasganancias,quetrajo consigola Crítica del juicio El conceptode gusto,en sulargahistoria anterior aKant, eraun conceptoaúnmásmoralqueestético.Asíes,porejemplo, en Gracián,paraquienel gustosensorialmismo,el másani-mal de nuestrossentidos,contienesin embargoel germende la distinciónqueserealizaen el enjuiciamientoespiritualde las cosas.ComentaGadamer:

«El discernimiento sensibleque el gusí.oopera,como recepcióno rechazoeti virtud deldisfrutemásinmediato,no esenrealidadmero instinto, sino que seencuentrayaa mediocaminoentreel instinto sensorialy la libertadespiritual

0.

También Kant, hemosvisto, atribuíaal instinto animal unaprimera mani-festacióndel acto de reflexionar, y cabepreguntarsesi estaprefiguracióndelJuicio, que desapareceen la Introducciónpublicada,autorizabao no La doble

7. GADAMER, H-cr: Verdad y método, Salamanca. Sígueme, 1977, p. 67; cf. p. 74 n.

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soluciónde continuidad.Sabemos,de hecho,que la cartaa Reinholdde 28 dediciembrede 1787, es decir, cuandoya está impresala Crítica de la razónpráctica (Kant tiene63 años,no es el jovenzuelode 40 queatribuíaa los senti-mientosla capacidadde advertir lo bueno),anunciasu terceraCrítica bajoeltítulo Crítica del gusto.Queel objetivo centraleraya el mismolo sabemosporel artículo, igualmentedel año 1787, «Sobreel uso de los conceptosteleológi-cosen filosofía»,dondedeclara,en términosmuy próximosa los de la segun-da Introducción(Ak. V, 176),quela moral no puededescuidarla teleologíadelanaturaleza,puestoqueestádestinadaa realizarsusfines en el mundoy tieneque asegurarsede la posibilidadde realizarlosenél (Ak. VIII, 183). Y a Rein-hold le informade quela Crítica del gustoexpondrásu recientedescubrimien-to de unanuevaespeciede principios a priori, principios que hastaentonceshabíatenidopor imposibleencontrar,y que vienen a completarlas tres partesde la filosofía, correspondientesa las tres facultadesdel espíritu: la filosofíateóricaque en la Crítica de la tazónpura ofrecía los principios a priori tIc Lafacultadde conocimiento;la filosofía práctica,que en la Crítica de la tazónprácticaexponíalos principios a prio¡i de la facultadde desear(la voluntad);a las que se añadenahoralos nuevosprincipios a pt-io¡-i de la teleología,quecorrespondena la tercerafacultaddel espíritu,a saber:el sentimientode placery depena.Estoes lo queescribeKant, insisto,afinalesde 1787.

La posteriorreclusióndel gusto en el orden estéticoha tenido que operaruna restriccióndel conceptorespectode aquelplanteamientoinicial, pero asi-mismo respectodel uso social del mismo; puesel gusto, como indica Cada-mer,no remite únicamentea la estimaciónde lo bello en la naturalezay el arte,sino a todo el ámbito de las costumbresy conveniencias,en innumerablesaspectosqueescapana la jurisprudencia5.El conceptomásgeneralde la eKpe-ríenciadel gustoquedabaasídesplazadodel ámbito de las costumbresy apar-tado del centro de la filosofía, se lamentaGadamer,lo que dejó cerradoelcamtnoque hubierapermitido a las cienciasdel espíritu reconocera la ttadi-ción,e hizo que seperdiesela legitimacióndela peculiaridadmetodológicadeesasciencias,llevandosu autorrefiexióna apoyarseen el método de las cien-cias naturales.

Examinemos,pues,sucesivamente,si la argumentaciónkantianajustificala pérdidadel gustode los sentidosen la Estética,y sobretodo si justifica lapérdidadel gustoy el sentimientoen el Juicioteleológico.

2. La pérdida del Juicio del sentidoen el ordenestético

Los juicios por los que estimamosla bellezason un tipo muy peculiardejuicios sintéticosa priori, puestoqueexigen el asentimientode todospor una

8. Op. civ - p. 70.

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extensióndel sujeto del juicio que ni siquierale añadeconocimiento,sino unsentimientode placer o displacer(KU A 146). Que lo bello gustauniversal-mentesin conceptono significa quecuandoaprecio la bellezacrea quecadacual estaráde acuerdoconmi juicio, pero sí que deberíaestarde acuerdo(A66). En el juicio de gustode reflexión la imaginaciónlibre (la llama Kant libreporqueaquí la imaginaciónesquematizasin conceptos)despiertaal entendi-mientoy éstea su vez incita a la imaginacióna un juegoregularqueconstitu-ye unafinalidad sinfin, es decir,desinteresada;si bien,por añadidura(sin queel juego se deje explicar por tal propósitomotivador),ocasionala fruiciónestética.Estejuicio degustono se apoyamásque sobreel sentimientode ani-maciónrecíprocadel entendimientoen su legalidady de la imaginaciónen sulibertad. El objetoes estimadoporquesurepresentaciónes idóneaparaincitara las facultadesde conocimientoala mutuacolaboración.No proporcionanlosjuicios de gustoun conocimientodel objeto,pero sí tienenel poderde impul-sar el entendimientoa una extensióno ampliación del conocimiento.En laídea estéticala imaginaciónentregaal entendimientoun rico material sin ela-borarni habersido tenido en cuentaen los conceptos(KU A 195 s.), peseaque no lo entregaconvistas al conocimiento,con lo queel juicio no seriayaun juicio de gusto.Ahora bien, los criterios de estimaciónno obedecenaquí aun principio determinadoobjetivo, sino al principio subjetivode un sentidocomúnque determinapor sentimiento,y no por conceptoscomo el entendi-miento común (al que a vecestambién se llama sentidocomún, impropia-mente,puestoqueno juzga por sentimientos).Puesbien, aquel sentidocomúndel gustoestético,que no es sino el afecto que nacedel juego libreentreimaginacióny entendimiento,eseprincipio subjetivoes la condicióndela necesidada la quepretendenlosjuicio de gustode reflexión, y por la quepuedenéstoscomunicarseuniversalmente(§§ 19 a 21). Porqueese sentidocomúnes unanorma ideal, concedoa mi juicio de gusto,en cuantoejemploque es de tal sentido,unavalidez ejemplar,es decir, estoyjustificado parahacer,de un juicio que concuerdecon la norma, unareglaparatodosy cadauno (§ 22). Al consistir la normaen la mutuaactivacióndelas facultadesdeconocimiento,y no en una fórmula universalmenteutilizable, ni puedeelcreadorartísticocomunicarpreceptosque permitana otros producir obrasdevalor parecidoni puede él mismo concebirpor acción deliberadalas ideasestéticas.No sabecómole vienen,cuándo,de dónde,su voluntadno disponede los resortespara la producciónde belleza.Es en tanto quenaturalezacomoda el genio la reglapor la que realiza su obra, es la naturalezamismala que dieta la reglaal arte a travésdel genio (A 180). Quizá no hacefaltaseñalarqueestanaturalezano es la del «conceptode naturaleza»cuyaesfera,comolo sensibleo fenoménico,contraponeel sistemacrítico a la esferadel«conceptode libertad» comolo suprasensible.No pareceque esa naturalezaqueda las reglasal artey queesquematizacon y sin concepto,se dejeya sinmáscontraponera la libertad.

Porcontrastecon la universalidady necesidadde los juicios de belleza,los

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juicios de gustodel sentidoson tan privadose incomunicables,segúnel filosó-fo, quediscutirparatacharde erróneoel juicio de otroseríalocura:

~cCuatídose tratade lo agradableconsiente cadauno en que sit juicio, fundadopor él enun sentimientoprivadoy medianteeí cual dice deun objeto quele place,serestringea susola persona.Así, al decir: ‘El vino de Canariases agradable”admitesin dificultad quele corrija otro <a expresióny le recuerdequedebedecir: “Me esagradable’»1* 7).

ReconoceKant, no obstante,quetambiénsobrelo agradablese puededarunanimidadentre los hombres,negarseel gustoa uno y atribuirse a otros, sibien no en cuantosentidoorgánico,sino comofacultad de apreciarlo agrada-ble en general,como en un anfitrión que sabedivertir a sus invitados, de unmodo quegustaa todossinexcepción(* 7). Peroestauniversalidades la de unjuicio en relacióncon la sociabilidaden cuantoéstadescansaen reglaseirípiri-cas. Su universalidadse toma sólo comparativamente;en sentidopropio noson universalesesosjuicios, sino merasreglasgenerales,como lo son todoslos empíricos.Se refiere Kant, por ejemplo, a los atractivosque disfrutan loscomensalesreunidosen torno a una mesa:el relato interesanteo divertido, lahabilidadparaanimarunaconversacióne imprimirle un tono jocoso,sin máspropósitoque la diversióndel momento(A 176). 0 a los juegosde azar y deingenio,queno necesitantenerunaintencióninteresada,y sin los queningunasoctedadsabríadivertirse.En ellos no juegansolamentelas personas,juegantambiénlaesperanza,el miedo,la alegría,lacóleray otras afecciones,y por lavivacidadqueadquierenparecequetoda la vida corporal se viera acrecentadaen su movimiento interno.Lo pruebala jovialidad del ánimo queresulta,pesea que no se ganeen ello, ni se piense,ni se aprendanada(A 221). A los dosbienhechorescon los que, segúnVoltaire, la clemenciadivina quiso endulzarlos malesde la vida, la esperanzay el sueño,habríaque añadir la risa, diceKant, si el ingenio que la provocano fuesetan infrecuente(A 225). Así comoel movimiento de Las entrañasno es ajenoal deleiteque la músicanos causapor su variación, la risa,al ver el entendimientoaniquiladaen un final inespe-rado la expectaciónextremaque se le provocó,viene como un relajamientosúbito que, por una vibración de los órganos,restableceel equilibrio tras latensióny ejerce unareliz influencia sobrela salud (A 221). En general,por loquecomplacetodo juego libre y cambiantede las sensacioneses porquefavo-rece cl sentimientode la salud.Ahorabien, lasalud,quees por sí mismaagra-dable(al menosnegativamente,en cuantoausenciade todo dolor corporal),esademásbuena,aunqueesto no lo sea por si misma, sino al referirla por larazon a fines, puestoquees el estadoque nos pone en buenadisposiciónparaafrontartodasnuestrasocupaciones(§ 4). Sin embargo,la universalidadde lacondición de estar sano,que no es ya la de una regla social empírica,dejaintactaparaKant su distinciónentrelosjuicios dereflexión y los de sensactonen cuanto ala universalidady comunicabilidadde aquéllosy la validez priva-da de éstos,a los quedeclaraatribuible eladagiodegustibusnon esí disputan-

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dum.No es que sobreel gustode reflexiónse puedaen rigor disputar(dispu-tieren), pero sobreél sí se puede al menosdiscutir (sireiten) (§ 56). Quieredecirla distinción queal disputarse esperaalcanzarla unanimidadde los jui-ciossegúndeterminadosconceptosobjetivosyaadmitidoscomobasede prue-ba, pruebaqueprecisamenteno puedehaberparael juicio de gusto,puestoqueno se dejatraera conceptosdeterminados;a surespectosí se puede,contododerecho,discutir,puestoquese funda en un conceptoindeterminadoe indeter-minablede la razón: el del sustratosuprasensiblede la finalidad subjetivadela naturalezaparala facultaddejuzgar(* 57). En lo tocantea lo agradable,encambio,el principio que vale es el de que cadauno tiene(por los sentidos)sugustopropio. Nadieen esteordenexigede otro aprobaciónparasusjuicios degusto (§ 8). No ocurre solamente,comoescribe HannahArendt comentandoestepasaje,que«ningúnargumentome podrápersuadirparaqueme gustenlasostrassi resultaqueno me gustan»”.Es que, además,al irseeducandoel gustoartísticopodemosjuzgar erróneoso inmadurosnuestrosjuicios de bellezadela adolescencia,mientrasque no consideroquehe rectificado una falta o unainmadurezporqueen la infanciano soportara,por ejemplo, el sabordel ajo ylo encuentreahoradeliciosoen salsasy asados.Peroapenasescrito lo anteriorse abrecaminola duda: ¿seguroqueno lo consideroinmadurez?Los gastróno-mos, al menosdesdela Fisiología del gusto de Brillat-Savarin (1825), noaceptaríande buen gradoesadiferenciaconel gustoartístico. Aún menos losenólogosque por consejoreguladorcalifican las distintascosechasde unacomarcavitivinícola deexcelente,muy buena,buena,regularo deficiente,conpretensionesde validez públicae inclusoobjetiva (basadaen parteen análisisquímicos).Y no hay menor generalidaden la apreciaciónde los perfumistaspor los perfumes.La devoción por Brucknerde ilustresmusicólogos,y losestándaresdevalorque susjuicios transmiten,no persuadiránparaquedisfrutecon Bruckner al que encuentreampulosa(o sea,hinchaday redundante)suopulenciapsicosonora.Entreadmiradoresde SibeliuscomoToscaninio Kara-jan y detractorescomoLeibowitz o Adorno ¿essiquierapensableunaautori-dadquedecidieseparafijar laestimacióncorrecta?Hay unaanécdotade Beet-hovenque,a este respectode los dos órdenesdel gusto, no carecede ironía:cuandoestrenóen Viena, en 1826,el CuartetoOpus 130, la Gran Fugaqueloconcluía, por su aridezy asperezadesconcertóal público, que habíaprevia-menteaplaudidoy obtenidola repeticiónde otros movimientos;Beethoven,decepcionadopor la incomprensión,comentóque «sólo habíangustadolasgolosinas»’”.Comotérmino de referenciaparasu público tomaba,pues, laImputaciónde inmadurezo infantilismo del gustoquesuelehacersea los adul-tos—mujeresconmás frecuencia—a quienesgustanmucholosdulces.Volvere-mos aún sobrelo cuestionablede segregarlo estético-materialal reino de lo

9. ARENDT, H.: La vie de lesprit, París, PUF, i983, 1. 2, p. 259.lO. DE LA GUARDIA. E.: Los caartetos de Beethoven, Buenos Aires, Ricordi. <952, p. 129.

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arbitrario.Basteahoraobservar,en indicacióncomplementariaa la de la bon-dadde la salud,quelos procesosde evolucióndel gustomaterial,queson tam-biéndegenerativos,puedeninterferir con la libertadhastaamenazarla autono-mía del individuo racional, como ocurre cadavez que una sustancíao unaprácticahabitual despiertanen él una fuerte inclinación que le sometea sumáquinanerviosa. Y en general,como advierte¡-labennas,aquellaspreferen-cias o aversionesprivadasy capTicitosasde alguien, en las que los demásmiembrosde la comunidadno podemosreconocernuestraspropiasreacciones(como los casosde claustrofobiay de agorafobia,el gustopor el olor de man-zanaspodridas,etc.), las percibimosprecisamentecomoaberrantes,comodes-viacionesrespectode patronesde estimaciónqueformanpartede lo queconst-deramos(intersubjetivamente)normalidadracional: «Quienen sus actitudesyvaloracionessc comportaen términostan privatistasqueno puedeexplicarsusreaccionesni hacerlasplausiblesapelandoa estándaresde valor no se estácomportandoracionalmente»Y

El casoprototipico de la justificación de patronesde valoración lo ve[-Labermasen las argumentacionesde [acríticaestética,pero a lo materjatmnen-te agradableconciernetanto comoal artesuobservaciónde que«los estánda-resde valorni tienen la universalidadde normasintersubjetivamentereconoci-das ni tampocoson absolutamenteprivados»>1.Aunquela cuestiónha dequedarabierta,no pareceque la línea divisoria pasepor donde la trazabalaCríticadel Juicio estético,y por una razón de fondo que l-labermasrecogedeO. H. Mead: porqueKant supone,con los utilitaristas,que la metade nue:strasinclinacioneses el estadosubjetivo de placerqueresultade satisfacerlas,conlo cual reducetodoslos motivos del interésa episodiosprivados.De hecho,sín embargo,los interesesse dirigen a algo valioso y, como escribe Mead,«todaslas cosasque merecenla penason experienciascompa,.tidas»R.Nonecesitaremosabandonarla guíakantianaparaconfirmarestaobjeciónal Finaldel siguienteapartado.

3. La pérdida del sentimientoy del gustoen el Juicio teleológico

Puestoque el fin propuestopor las leyes del conceptode libertad hay quehacerlo real en el mundo sensible,argumentaKant, la naturalezatiene quepoder serpensadade modo que la legalidadde su forma concuerdeal menoscon la posibilidadde esosfines. Perono encontramosen nosotrosun principiofacultadopara determinar a priori la finalidad objetiva de la naturaleza,nipodríamosesperarobtenerlode laobservaciónempírica.Precisamentehayque

II . Teoría de la acción carnunicatíva, Madrid, Taurus, 1987, u t, p. 36.12. Op cii., pp. 35 y 40.13, Op. <itt. tI, p. 1 37.

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empezarrenunciandoa toda solución doctrinal o dogmática,paraexamínarsínuestroJuicio reflexionantepuede proporcionara su principio la validez deuna máximaque, aunqueno seaconstitutivade conocimiento,sí sea regulati-va, esto es,que ofrezcaa toda futura investigaciónun hilo conductorpor elqueorientarseante la dispersióncaótica y arbitraria en que se presentanalentendimientolas leyesparticularesde la naturaleza.En ordena esta reflexiónsobrela naturaleza,el juicio se prescribea símismocomoprincipio orientadorel conceptotrascendentalde una finalidad de la naturaleza.Si tomamoslosproductosde la naturalezacomo agregados,el entendimientoconcibea lanaturalezacomo procediendomecánicamente.Es incapazde hacerconcebibleun productonaturalcuyaspartes dependenen su constituciónde la idea deltodo, comoocurre en un organismoque, a diferenciade un reloj, por ejemplo,reparasuspropias averíasy hastareponelas piezasque vienena faltarle (A347).Si es en estesentidocomotomamossusproductos,la naturalezaprocedetécnicamente,es decir,comoarte(Ak. XX, 211-218).Si bien la quees propia-mentetécnicao artísticaes la facultadde juzgar. La naturalezaes meramenterepresentadaen tanto que técnica(XX, 220).0 en otras palabras,la «técnicade la naturaleza»no es másqueunarelación de las cosasa nuestrafacultaddejuzgar(XX, 221).En cuantoa si la relaciónfísico-mecánicay la relaciónal finpuedenestarvinculadasen un solo principio, el fondointerior de la naturalezaestádemasiadoprofundamenteocultocomo parasaberlo(A 312 y 316). Kantencuentradesmesuradoasegurarque si pudiérmospenetraren la naturalezahastael principio de especificaciónde sus leyes generalesno encontraríamosun principio quefundamentarasin necesidaddeintencionalidadla posibilidadde seresorganizados,pero le parecesencillamenteabsurdoesperarque loshombrespuedanalguna vez hacerconcebiblela producciónde organismossegúnleyes no ordenadaspor unaintención(A 334). Por eso,hombrescomosomos,no nosquedamás queestalimitada proposición:no podemosconcebirde ningún modo la finalidad de muchascosasnaturalesmás querepresentán-donoslas,aellas y al mundoen general,comoel productode unacausainteli-gente(de un Dios) (§ 75). Lo cual no demuestraquetal serexista,sino quesinpensaren su actuaciónintencionadano podemosformarnosconceptoalgunode la posibilidad del mundoen relacióncon los principios superioresde larazón. En la naturalezacorno tal no encontramosun fin supremosi decimosque los vegetalesexistenpara los herbívorosy éstos paralos carnívoros,ytodoslos reinosjuntosparael hombrecomoserlibre,capazde darsefines asímismo. Pueshabríaque contestaraún la pregunta:¿paraqué el ser libre? Lacrueldadde los pueblosprimitivos y el cúmulo de las calamidadeshistóricashacenla preguntamuy difícil decontestarY, sin embargo,el conceptode finde la naturalezaautorizauna audazaventurade la razón: la hipótesisde unaevoluciónde las especiesqueculntinaen el hombre(§ 80). Es que,en efecto,el hombrees el fin de la naturalezaporquenadamásqueen él, en cuantosuje-to de la moralidad, seencuentrala legalidadincondicionadaque le hacecapazde darsea sí mismoel fin supremo,anteel cual ya no cabeseguirpreguntando

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¿conqué fin?, puestoque es el bien puro, sin mezclay sin restricción: «Unabuenavoluntades lo único que puede dar a (la) existencia(del hombre:> unvalor absolutoy, conrelaciónaella, a laexistenciadel mundoun fin supremo»(A 407; cf. 394-395).

Somosasí conducidosa la religión, en el bien entendidode que es el con-ceptode Diosy laconvicciónprácticade su existencialo queprocedede nues-trasideasmorales,puessi fuera al revés—advierte Kant— nuestrosconceptosde los deberesresultaríande la coaccióny La sumisión forzada.Admitir laexistenciade Dios no es condiciónparareconocerla validez de la ley moral,quemandaincondicionalmente,con independenciade cualquiercontenidodela voluntado del entendimiento,puestoquees una ley formal. El fundamentodel deberlo pone Kant en la ley moral como principio formal práctico, cuyadirectividadprescindede toda la materia de la voluntad. Puestoque única-menteen la constituciónformal de mis accionesconsistesu valor moral inter-no, escribe.«puedohacertotalmenteabstracciónde la posibilidado del carác-ter irrealizablede los fines queestoy obligadoa realizarconformea esta ley»(A 456 n.). Como el fin último de todoslos seresracionales(la felicidad enarmoníaconel deber)vieneimpuestopor lamisma ley del deber,y no es razo-nableesperarde nuestrabuenaconductatal resultadosin admitir a Dios y a lainmortalidad,la razón reconoceráestasideascomo realespor su propia leypráctica,a fin de no incurrir en contradicciónconsigomisma(ibid.).

Tanto la Fundamentacióncomo la segundaCrítica hacíannotarque, másdifícil queconcebirla ideadeunarazónpurapráctica,es hacerlaeficaz in :-on-creto en la conducta,y que paradiscerniren qué casostienenaplicación lasleyes moralesy en qué casosno, así como paraprocurarlesacogidaen el áni-mo y aportara éste la energíaparasu realización,requierenesasleyes de unacapacidadde juzgar bien tempLaday aguzadapor La experiencia;pues sola-menteal Juicio correspondedecidir si una acción cae o no bajo la regla (cf.Ak. IV 389 y y 67). Las lineasque a estainvocacióndel Juicioprecedenen laFundamentaciónestablecenque la filosofía moral toda descansaenteramentesobresu partepura, «y cuandoes aplicadaal hombre no aprovechalo másmínimo del conocimientode éste—antropología—»(«... und auf den Menschenangewandt.entlehnt sie nicht das mindestevon der Kenntnis desselben(Anthropologie)»).Afirmación curiosaestaúltima, no sólo porqueparecedejarsin efectola distinción queel mismo prólogo acabade establecerentremoral (Moral) y ética(Ethik), quejunto a aquellapartepuratendríaunaparteempírica(antropologíapráctica)(IV, 388), sino sobretodo porqueen el segun-do capítulosostieneKant de la moral toda que «necesitade la antropologíaparasu aplicacióna los hombres»(«... alíe Moral, die zu ihrerAnwendungaufMenschender Anthropologiebedarf»)(IV, 412),por másqueen cuantofiloso-fía pura o metafísicahaya primero de exponerseindependientementede laantropología.

Puesbien, lejos de ayudara disipar vacilacionesy a resolverlas dificulta-desde laaplicaciónde la moral, la Crítica delJuicio remiteen conclusióna la

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ley moral in abstracto.El objetivo del libro erapensarla naturalezade modoquela legalidadde su forma concordaracon la posibilidadde los fines de larazónpráctica,perotermina haciendototalmenteabstracciónde si los finesqueestoyobligadoa realizar,conformea la ley moral, son posibleso son irrea-lizables.A ese propósitoresultainclusocontraproducentela contribucióndellibro al intento de convertir el agregadode experienciasen un sistema.Encuantoa esteproblema,en efecto,encuentraplausiblequeel científico sigaelprincipio del mecanismode la naturalezacuandorecorre,por mediode la ana-tomíacomparada,la variedadde las especiesanimales,paraver si sobreellano encontraráalgo semejantea un sistema;la analogíade las formas queencuentrale permite formar la hipótesisde un parentesco(Verwandtschaft)real de las especiesen suproducción,hipótesispor la quehacesurgir del senomaternode la tierraesa granfamilia de criaturas,desdelas formaspocofinali-zadashastalas especiesdeterminadasde los reinosvegetaly animal; pero elprocesoenteroquedapendientede fundamentoexplicativo, pueslo que elnaturalistano puedepretenderes quesu hipótesisconviertaa esaproducciónogeneraciónen independientede las causasfinales (§ 80). Ahorabien, estosig-nifica queel parentescoo la afinidad naturalsedisponeen ordenal infinitismode las Ideasde la razón,pues sólo en su incondicionalidadhacedescansarKant el conceptode finalidad. Y ciertamenteque por recurrir a las IdeasdeDiosy de inmortalidadla razónno se autocontradice,puestoqueson susideas,perotampocodisipa la sospechade que la finalidad del bien sin mezclay sinrestricciónestáen oposiciónabsolutacon el orden de la naturaleza.Precisa-menteporque,muy al contrario,disimulaestaoposición,que se da, y es irre-ductible, la Críticadel Juicio teleológicoinducea unailusión o a un delirio delavirtud, queheintentadohacerver porextensoen otrolugar’4.

Lo quese retira así a la filosofía,junto a la cuestiónde la realizabilidaddelosfinesracionales,es lacuestiónen direccióncontraria,pueslaconsideraciónde la realidadnaturalestá lejos de serirrelevanteparala ética. La Crítica delJuicio lo ignoraporquesubordinasu planteamiento,comoanteslo hicieran laFundamentacióny la Crítica de la razónpráctica, alas dicotomíasligadasdelaprimeraCrítica: «suprasensible-sensibles>,«cosaen sí-fenómeno»,«apriori-a posteriori», «forma-materia»y «trascendental-empírico»,que, en ciertomodo,las presidea todas.El conocimientode la naturalezase circunscribe,enconsecuencia,a la determinaciónde su fenomenicidadpor la improntaformalde las categoríasy las intuicionespuras.Otro seráel planteamientocuandoelOpuspostumumremontea la autoafeccióndel cuerpopropio (Leib) comoprincipio por el queexplicarcómoson posibleslosjuicios sintéticosa priori’5,

14. BLANCO, O.: «¿Undelirio de lavirtud?,,,en:Muguerza,J., y RodríguezAramayo,R, (eds):KantdespuésdeKant, Madrid, Teenos,1989,pp. 87 a116,

15. Cf. Ak. XXII, 67 y 450. (TraduccióndeFélix Duque,Transicióndelas principioscíe/aPitosde la ciencianatural a lafísica, Madrid, EditoraNacional,1983, pp. 528 y 475-476.)

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principio quesíanticipayaen cierto modo sobrela unidaddela expertencíainconcreto(no sobrelas sensaciones,lo que seríaabsurdo).En la primeraintro-duccióna la Crítica delJuicio Kant habíadistinguidotresactividadesquetodoconceptoempírico implica en la espontáneafacultad de conocer: 12 la apre-hensiónde lo diversoen la intuición, 2.0 la unidadsintéticade la concienciadeesa diversidaden el conceptode un objeto y 32 la exposición(Darstellung)del objetocorrespondientea ese conceptoen la intuición; la primera reqilierela imaginación, la segundael entendimientoy la tercerala facultadde juzgardeterminante.A lo que añadíala facultadde juzgarreflexionante:estética(scponedeacuerdola aprehensiónimaginativacon laDarstellungde un conceptodel entendimiento,perosin requerirparaello ningún conceptodeterminadodeobjeto) y teleológica(que conectala apercepciónde conceptosy leyesempíri-cosa la razón y a suprincipio de la posibilidad de un sistema,y así encuentrala ideade una finalidad de la Naturaleza,pero nadamásque relativamemiteanuestrafacultad de juzgar) (Ak. XX, 219-221).Puesbien, en 1799 a las tresprimerasacciones(queha pasadoa llamar: 1.” receptividadde los fenómenos,2.” espontaneidadde la composicióny 34 exhibiciónde laexposición)añadelasiguiente:

«4) Concepto de las percepcionesen un contextosistemáticoen cuanto(destinado)a laposibilidad objetiva de la experiencia(la unidadsubjetivade la concienciase transiormaen una unidadobjetiva del conocimientoempírico,porque lo queera pensadosegíin laforma se representacomo dado): un sistemaelemental se hacesislernanatural por divi-sión» (Ak. XXII, 382-383).

Félix Duqueobservaacertadamente,al confrontarambospasajes,queen elsegundose ha transformadoel Juicio reflexionantehastaposibilitar la unidadobjetivade la experiencia,porquelo cogitabile se representacorno dabile enfavor de todo dato posible’”. No conectaya Kant los conceptosempíricosa larazon y a su Idea de un fin supremo,y el valor de su principio deja de sermeramenteregulativo,por lo mismo quedejade restringirsea lo subjetivodenuestrafacultad de juzgar. En otras palabras,el «principio de afinidad sufi-ciente»puedellamarseahoracon pleno derecho«principio real». Es por launidadde la experienciaen la autoafección,y ante todo por la mediacióndelcuerpopropio, por lo que las fragmentariasobservacionescientíficas dLe laNaturalezase vuelvenparael viejo Kant susceptiblesde interrelacionarsepro-gresivamenteen un todo de la materiaconforme a principios a priori. Pararechazarla distinción de gradode los leibnizianosentrela concienciasensibley el intelecto no eranecesariala soluciónde continuidad,el tercerono estabaexcluido.La oposiciónreal (o el quiasma)entresentientey sensibleen el suje-to, autoconscientematerial,apunta la solución nuevade una ordenación[ras-

16. Op.cii,, p. 417 n, 26.

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cendentalno inmaterialistaen la que la propia actividad determinantedelentendimientoy la existenciade la razónestánsustentadas.De lo quepudo serla realizacióndel proyectodel Uebe¡gangencontramosun indicio en la insis-tencia conque vuelve sobrela generacióny sobrela entre-destrucciónde losvivientes.

La generaciónexige que cadacuerpoanimal estéconstituidode tal modoque,en función de él, existeotro cuerposeparado.Ya en el parágrafo82 de laCrítica del Juicio poníaKant de relieve que en la respectividadmutuade laorganizaciónde ambossexos,la finalidad externa(aquellaen que unacosadela naturalezasirve a otra de medio paraun fin) está ligada con la finalidadinternade la organización.Perocomoni en este todo organizantede la parejani en el equilibrio que Linneo explicabapor la interdependenciade las espe-ctes (los herbívorosmoderanel exuberantecrecimientovegetal; los carnívo-ros, la voracidadde los herbívoros,y el hombre,al perseguiry disminuir loscarnívoros,estableceun equilibrio entrelas fuerzasproductorasy destructorasde la naturaleza),podíaencontrarrespuestaa la preguntade paraqué sirvenlosreinostodosde lanaturaleza,abandonaesepunto de vistade la vinculaciónentrefinalidad internay externa,parabuscarla respuestaen la consideracióndel fin supremo.El Uebergang,en cambio,pareceasentarseen aquelplantea-miento.En mi autoafeccióncorporal.sin laqueno habríaautoconciencia>1,meencuentroconstituidoen tanto quemitad masculina,comomeraparteconstitu-tivamentemenesterosade complemento,y en estadualidadde los sexosreco-noceahoraKant la más altamanifestación,en el nivel orgánico,de la oposi-ción real que estápresenteen la naturalezatoda. Por otra parte, mtautoafecciónse sustenta,comotodo animal, de la destrucciónde otros vivien-tesque me incorporo.Es por la implicación de opuestosreales,por el inter-cambiode viday muertede los individuospor lo quelasespeciesperduran:

~cIgualque son representadaslas sustanciasorgánicascomovivas, cabria representarsedel mismo modoa laTierraentera,pueslos animalesson alimento mutuounos de otros,como lo son tambiénlos vegetalesparalos animales,demodoque hayque consideraratodosellos enconjuntocomoformando un todoorgánico,no sólomecánico»”.

El bien sin mezclani limitación sigue aúnbrillandocomo fin de la razónen el orden de la Idea,peroya no es posibleentenderlomás que en contrasteabsolutocon la perfeccióndel mundoo de lo existente,perfecciónque resideen el conflicto de principiosrealesopuestos,tanto en su partematerial-mecáni-ca cuantoen el reino orgánico,cuantoen el orden de la sociedadcivil por elantagonismogeneralizadode las libertades,quedebenlimitarserecíprocamen-te. El bien ideal, en la razónpura, resisteincondicionalmente,sin término, a

17. Alt XXII, 443. ifrad,, p. 470,)18. AL XXII, 276. (Trad.,p. 200.)

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estepolemossin elqueno se sostieneel equilibrio del mundo. En la medidaenqueesta interpretaciónderive consecuentementedel discontinuoe informecuerpodel Ueberganghabríaque buscarsu continuaciónmásfiel en obrascomo las deJeanNaberty, sobretodo, enLo visibley lo invisible, de M. Mer-leau-Ponty,queciertamenteestánguiandomi lectura.

Un trascendentalismono-inmaterialistapermite integrar, sin daño paralaincondicionalidadde la ley moral, la referenciade la primeraIntroducciónalinstinto animal, comoprefiguracióndel actode reflexionar;permiteincorporarel gustodel sentidoalgustode reflexión: nadiepretenderáqueno se modifica-ría el juicio estéticoante una pieza paraviolonchelo y orquesta,digamosel«Aprésun r&ve», deGabrielFauré,si el timbredel cello fuerasustituidoporeldeotro instrumento,por ejemplode la madera.Un trascendentalismono inma-terialistapermitereasumirel gustoen el amplio sentidode Gracián y del usocorriente del término que lo aplica al orden de las costumbresy de lo conve-niente.Permite,en fin, recuperarlos sentimientosen la radicalidadde sucargamoral, cuyaespontáneariquezano es reemplazableporningunalista de princi-pioso de obligaciones.

Entre el juicio de gusto y el juicio moral, todo lo que admite la Críticadel Juicio es unarelaciónde analogía:la que correspondea la bellezacomosímbolo del bien moral ½59). Los objetos de la naturalezao del arte, loscoloresmismosdespiertansensacionesqueencierranalgo análogoal estadoanímicosuscitadopor juicios morales.SostieneKant que sólo en esaconsi-deraciónal bien moralplace lo bello conpretensiónde asentimientogeneral.Es por eso,porqueel principio nadamásque subjetivode losjuicios de gus-to, quees el sentimientode la animaciónrecíprocade nuestrasfacultadesdeconocer,mira hacialo inteligible, por lo que la facultaddejuzgarno se ve enel gustode reflexión sometidaa unaheteronomíade las leyesde la experien-cia. Y por esotambién,porqueel gustoes en el fondo unafacultaddejtízgarla sensibilizaciónde ideasmorales,concluyeKant la crítica del Juicio estéti-co proponiendoel desarrollode las Ideasmoralesy la culturadel sentimien-to moral (el que procedede ellas) comola verdaderapropedéuticaparafun-dar el gusto (* 60). El sentidoes aquí necesariamenteunidireccional:de lasIdeasal gusto. Lo que no podía admitir Kant es la determinaciónen direc-ción contraria:del gustoy de los sentimientosa la moralidad.El sentimientomoral no es el criterio de nuestrojuicio moral; al contrario,es el efectosub-jetivo que la ley moral ejercesobrela voluntad(Ak. IV, 460). Así, el senti-miento de respeto,que es espontáneamenteoriundo de un conceptode larazon (IV, 402 n.). Fuerade este racionalismodel Juicio, que no toma de lanaturalezasensiblenadamásquela conformidada la ley (o sea,«lo quepue-de pensartambiénpor si la razónpura»)creíaKant que no podíadarsemásque el empirismode la razónpráctica,que extirpade raíz la moralidadde lasintenciones(AL V, 71). Siemprehay heteronomíacuandola voluntadbuscala ley que la determineen algún otro punto que no sea la universalidaddesusmáximas(IV, 441):

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«Es imposible pensarunarazónquecon su propiaconcienciarecibarespectodesus jui-cios unadireccióncuyo impulso procedade algunaotraparte, puesentoncesel sujetoatribuiría no a surazón, sino aun impulso,la determinacióndelJuicio» (IV, 448).

Del recursoa sentimientoseinclinacionesenseñaKant a recelarporprinci-pio, porqueintroduciríanen las motivacionesmoralesel elementoespuriodelinterésparticular; su condición de empíricoslos haceparticularessin más,meradispersiónrapsódicaque,comotodamateria,hade recibirdeotra dimen-sión de realidad, la trascendental,másprofunday constituyente,el ordende laforma. Serbenéfico,enaquellasalmastan llenasde simpatíay compasiónquedisfrutanexpandiendola alegríaa sualrededor,aunsin ningún otro motivo devanidado de interés, carecede valor moral, leemosen la Fundamentación;solo cuandola acciónbenéficase realiza sin inclinación alguna, por purodeber,sólo entoncesposeeesaacciónvalormoral (IV, 398).

Peroesteplanteamiento¿noestáreduciendoa fenómenotodolo queno esracional?A ladificultad de pensarla heterogeneidadentreelobjetodel sentidointerno(alma)y los objetosde los sentidosexternos,respondíalaprimera Crí-tica que «lo que sirve de baseal fenómenode la materiaen cuantocosaen síno es quizá tan heterogéneo»(B 427 s.). Lo que correspondea la sensacióndentro del fenómeno,y a lo quellamamosmateriadel mismo, suponeun prin-cipio másallá de todo sensible,dice tambiénen la respuestaa Eberhard(UeberemeEntdeckung Ak. VIII, 203).Esteprincipio no sensibley entera-menteincognoscibleteníaKant quepresuponerlocomosustratodeinclinacio-nesy sentimientosno menosnecesariamenteque de todo objetode sensación.Conformea las dicotomíascríticas,puestoqueel principio no es fenoménico,teníaque ser«suprasensible»o «Inteligible».Sin embargo,la naturalezaqueda la reglaal arte, que guardalos secretosdel esquematismo,que distribuyedesigualmentelacapacidaddejuzgar,o queda su olfatoy sagacidadal investi-gador,esanaturalezano es fenoménica,pero sí es constituyente(o naturante)sinsermeraforma; y sí es existente,es decir,no ideal.

No podíaKant ignorardel todo que tambiénel gustoy sentimientomoralpodíanser donesde esanaturalezatransfenoménica.La Crítica de la razónpura condenalos sentimientosa la validez privadaen la medidaen que loshacepertenecerúnicamentea fuentesempíricasde conocimiento(B 29), perolospromueveaJa «validezcomún»,comopusode relieveLouis Ouillermit, enel celebradoparágrafo40 de la Crítica del Juicio, dondelos inviste de la uni-versalidady necesidadque son los dos indicios ciertos de lo a priori’”. Enefecto,cuandola imaginaciónen su libertad despiertaal entendimientoy leincita a un juego regular,la representación,escribeKant, no se comunicacomo pensamiento,sino comosentimientointerior de modo que «sepodría

19. GUILLERMíT, L.: Lélucidation crin quedo ¡ugenzentde goúcse/cm Kant, Paris,CNRS,1986, p. 55.

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inclusodefinir el gustocomo facultadde juzgaraquello que haceuniversal-mentecomunicablenuestrosentimientoen unarepresentacióndada,sin inter-vencióndeun concepto»(§ 40).

Abriendo en ese momentoun paréntesisen la crítica del gustoque estáefectuando,enunciaKant las tresmáximasdel sanoentendimiento,o entendi-mientocomúnhumano,queson: 1) pensarpor símismo; 2) pensarponiéndoseen el lugar de cualquierotro, y 3) pensarsiemprede acuerdoconsigomismo.La primera es la máxima ilustradadel pensamientosin prejuicios, y es unamáximadel entendimiento.La segundaes la del «modode pensarampliado»,y es la máxima de la facultadde juzgar. Y la tercera,la del modo de pensarconsecuenteo consistente,es la máxima de la razón, y es la másdifícil decumplir porquerequiereque se hayaalcanzadoya el dominio de las dos pri-meraspor unafrecuenteaplicaciónde las mismas.Es decir,que la máximadela razónpresuponehabercumplido la del Juicio, por la que amplíauno sumodo de pensar,apartándosede las condicionesprivadassubjetivasdel juicioparavenir areflexionardesdeun puntode vistauniversal,queno puededeter-minarmásqueponiéndoseen el puntode vistade los demás.Así es comoevi-tamostomarpor objetivasaquellascondicionesprivadassubjetivasque hicie-ron naceruna ilusión perjudicial parael juicio. Esto lo hacemos,insiste,comparandoel juicio propiocon otrosjuicios, y no tanto realescuantosus jui-ciosmeramentevirtuales,estoes,poniéndoseenel lugarde cualquierotro. Asípodemosapartarmáso menos«lo queen el estadode representaciónes mate-ria, es decir,sensación»,y hacerabstracciónde las limitacionesde quedepen-de casualmentenuestrojuicio propio, paratendertan sólo a las característicasformales de la propia representación.Esto es,segúnKant, lo que hacemosnatural y habitualmentecuandobuscamosun juicio que debaservir de reglauniversal,a saber: hacemosabstraccióndel atractivo y de la emoción.Al ins-taurarasí ladistanciay el desinterésindispensable,comentaHannahArendt. elmodo de pensarampliadocrealas condicionesnecesariasde la imparcialidad2.

Pero ¿quésignificaese apartarla materiay hacerabstraccióndel atractivoy de la emoción?No puedoneutralizarun sentimientosino con otro sentimien-to, y cuandoa fuerzade imaginacióny generosidadme meto máso menosenla piel del otro, lo queocurrees quemido mi sentimientocon el ajeno.No mepongoen el lugar del otro si no es parasentir virtual o imaginariamentelo queél sentiríaefectivamente.Estejuego, queponeel propio sentimientoen l)ers-pectiva, siempreesposibleparala imaginación,precisamenteporquelos senti-mientosson compartibles,participables,incoativamenteuniversalesy, porende,comunicables.¿Cómopodríamos,sin consultarel sentimientopropio.darcumplimientoal imperativomoralde no someteral serracional«a ningunaintenciónqueno seaposiblesegúnunaley quepuedaoriginarseen la voluntaddel sujeto pasivomismo» (KpV, Ak. V, 87)? Paracumplir la ley de la razón

20. ARENDT, U.: La cíe delesprit. t. 2, p. 260.

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purahe deponermecomolaparteeventualmentepasiva,puesde otro modonopodría sabersi mi máximacomoagentees universalizable.Ahora bien, no esapartandola sensacióny haciendoabstracciónde la emocióncomose amplíael modo de pensar.

Pocosautoreshabránpenetradotan agudamentecomo HannahArendtenla vinculaciónde la estrechezdel modo de pensarparaponerseenel lugar delos otros,que no es cuestiónde estupidez,sino quepuede darseen personasmuy inteligentes,con la falta de discernimientoparalo que estábien y lo queestá mal, y con la propensióna vivir sin «malaconciencia»2’.Pero pocos, almismotiempo,habráncomprendidocomoArendtque«la ausenciade emocio-nesni causani promuevela racionalidad»22.Allí dondese impusieronlas con-dicionesextremasbajo las cualeslos hombrespodíanserdeshumanizados,loqueocurríano eraunainvolución a la irracionalidadde las emociones.Lo ate-rrador, cuandomiramoslas filmacionesde los Lagernazisal entrarlas tropasaliadas,no es la rabiao la violencia en los supervivientes,sino la evidentecarenciade ambas,la expresiónde absolutaindiferenciao ausencia.El senti-mentalismoes,sin duda,unaperversióndel sentimiento,perola soluciónno es«curar»al hombrede las reaccionesemocionales.CerteramenteescribeArendtquelo opuestoa lo racionalno es lo emocional,quepararesponderrazonable-menteuno debe,antesque nada, «sentirseafectado»23.No amplio mi «modode pensar»sinla correspondienteextensiónde mi autoafeeción.

Al estudiosode Kantno le chocaquehayaescrito,refiriéndosea la guíadela razónpura, que «la máselevadafilosofía no puedellegar más lejos, en loconcernientea los fines más esencialesde la naturalezahumana,que la guíaque esa misma naturalezaha otorgadoincluso al entendimientomás común»(KrV B, 859). No extrañaquela razón,porla cual somosautónomos,nosven-ga dadapor la naturaleza,puesva de suyoque el referenteaquíno es la enti-dad particular, como todo lo empírico,parala que vale decir que «el funda-mentode la obligacionno debebuscarseen la naturalezadel hombre»(Ak. IV,389; cf. 426 y 444).¿No será,en consecuencia,tan perjudicial parala morali-dadsumezclao confusióncon lo natural-empíricocomola pretensiónde pre-servarlapurade todacontaminacióncon lo naturalen sí? Peroesaes la distin-ción quese borraen lacontraposicióncuasimaniqueaentreel ordendel debery el ordende la inclinación o de la felicidad, contraposiciónque espropósitocentral tanto de la Fundamentación:«Una acciónrealizadapor deberdebeexcluir por completoel influjo de la inclinación (Neigung)»(Ak. IV, 400),cuantode la Crítica de la razónpráctica: «Toda mezclade móvilestomadosde la propia felicidad es un obstáculoparala influenciade la ley moral sobreel corazónhumano»(Ak. y, 156). De las inclinacionesllega a escribir Kant

21. Op. ch., t. 1, pp. t9-20y 28-29.22 y 23. ARENDT: Crisis de la República,Madrid, Taurus,1973, p. 164.

Page 19: Las pérdidas del gusto y del sentimiento en la Crítica del ... · A éste llama Kant «juicio estético del senti-do», y al primero «juicio estético de reflexión». En éste

Laspérdidasdel gustoy delsentimientoen la Crítica del Juicio 137

que«el librarseenteramentede ellas tienequeserel deseogeneralde todo serrazonable»(IV, 428). Entonces,si unaaccióntienevalor moral sólo cuandoescumplidapor deber«sin inclinación alguna»,y el hombretiene el deber(auncontingente)de desarrollarsusbuenasdisposicionesracionales,¿hade aplicar-se a esecultivo sin inclinación?Peronuncahabríapodido Kant volverseatrásde su autoexpresiónde las «Bemerkungenzu denBcobachtungen

«Yo soy por inclinación un investigador(¡ch hin selbstausNeigungein Forscber>.Yosiento la enterased de conocer,y la inquietud ansiosa(unddic begierigeUnrtíhe) deextendermi saber,o inclusoel contentodetodo progresocumplido» (Ak. XX. 44).

De la pasividadque inclina a la investigación(inclinación naturala la quenadiecalificaráde sensibleo empírica)esoriundala penetraciónparasaberLoquees razonablepreguntar(KrV B, 82), o paraelegir, de entreel cúmulo deproblemasque se planteanespontánemente,aquellosque importa resolver(Tráwne,Ak. II, 369); de allí vienen la sagacidady el olfato para rastrearlaspistasde un descubrimiento,o parajuzgarporanticipadopor dóndese encon-trará la verdadquese busca(Anthropologie,Ak. VII, 223 s.; cf. ‘irdume, Ak.II, 325). Estosdonesno se transmitena otros ni másni menosque los delgenioartístico(VII, 224-226);la agudezay penetraciónson tan reacioscomolas ideasestéticasa la accióndeliberada,no se suscitanporquela voluntad loordene,por lo mismoqueno surgepor mandatoel amorde inclinación(«pato-lógico»). (El filósofo, si lo es,es filósofo «patológico»;y en general,¿quéinvestigadorno presumiráde serlopor gusto, por afición?) ¿De dóndetendríala razón libertad, estoes,el poderde iniciar absolutamenteseriesde fenóme-nos y de franqueartodo límite predeterminado(KrV B 478 y 374) sino de esosdonesnaturalesque se sustraena la autocraciade la razón?Hay que hacervaler estasinvocacionesa la naturalezapor Kant contra Kant, contra la éticadepuradade sus fuentesestéticasy afectivas.Todaslas excelentesdisposicio-nes naturales(vortrejflicheNaturanlagen)quedan valor a la vida del hombrese desarrollan,de unaparte,graciasa las tendenciasde sociabilidady de dis-cordia (Idee,Ak. VIII, 21); y suponen,de otra parte,laafición y la fruición delque las activa.Excelenciase dice en griego areté, virtud, y no sealcanzasóloporque el sujeto se lo proponga,sino porquela bondadreal de unaempresaatraeal sujeto lo suficientecomoparaentregarseobstinadamenteal cultivo ydesarrollode sus talentosnaturales.De estaatetéfelicitaria, que surge de laestimaciónde lo realen sujerarquía,y cuyo conceptoes por esoético-ontoló-gico y no psicológico,La éticade Kant no dejasabernada.