Molina, Enrique - Hacia el fuego central o la poesía de Oliverio Girondo

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  • 7/22/2019 Molina, Enrique - Hacia el fuego central o la poesa de Oliverio Girondo

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    OLIVERIO GIRONDO

    OBRA

    EDITORIAL LOSADA, S. ABUENOS AIRES

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    Queda hecho el depsitoque marca la ley 11.723

    byEditorial Losada, S.A.Buenos Aires, 1968

    7 edicin: julio 1996

    Tapa: Alberto Diez

    Las ilustraciones del interior correspondena las de las primeras ediciones

    ISBN: 950-03-0401-5Impreso en Argentina - Printed in Argentina

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    HACIA EL FUEGO CENTRAL OLA POESA DE OLIVERIO

    GIRONDO

    por ENRIQUE MOLINA

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    El misterioso mercurio que convierte ciertas pginas depoesa en un espejo capaz de reflejar las ms reveladorasimgenes del sueo y de la tierra, suele, a menudo,disolverse con los aos para dejar slo un papel

    amarillento, unas palabras carbonizadas. Era falso.Al abrir ciertos libros que nos parecieron invulnerables en

    su momento suele encontrarse en ellos apenas algnhuesecillo de frases que resiste, o slo la flor ya seca que secoloc como seal. El miedo a la poesa, al extremotestimonio del ser que ella exige, la sumisin a toda clasede clculos y conformismos acaba, tarde o temprano poraparecer al desnudo. Un metro de hierro negro restableceentonces, con despiadada objetividad, las jerarquas. Loms bello del tiempo, su blasfemia, establece

    constantemente una ptica nueva.Casi medio siglo desde la aparicin de una obra poticaes tal vez el mnimo lapso exigible para estimar su poder,su resistencia a los grmenes de descomposicin que ponenen ella las circunstancias, el tono de una poca, la situacinhistrica. Slo una fuerza potica capaz de engendrarincesantemente nuevas energas, de abrir nuevasperspectivas de interpretacin a las que parecieran haberseconsumido en un momento dado, la salvarn de todocarcter fantasmal, harn de la misma una constelacin. Al

    acercarnos hoy a la poesa de Girondo, se nos presentaindemne. Nada se ha perdido de la fresca vitalidad de susprimeros libros, y mucho menos, de la trgica aventuraexistencial que testimonia el ltimo. De uno a otro extremobrilla la trayectoria de ese rayo que no cesa, la expresinde un espritu en el que se nos imponen como rasgoscapitales una apasionada avidez de la vida y una ardientesinceridad.

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    En efecto, sus seis libros de poesa, tanto como Interlunioesa extraa historia nocturna de la frustracin poseen,a pesar de sus diferentes entonaciones, una mismacoherencia interna que pone de manifiesto lo que esapoesa tiene de ineluctable, su movimiento en un sentidonico, lo que posee de destino.

    Cada uno de ellos constituye una etapa en un largoperiplo que se nos presenta como el balance cada vez msdesolado de una exploracin esencial de la realidad exteriory de los lmites ltimos del ser. Aventura jugada en dosplanos paralelos: experiencia y lenguaje, vida y expresin.Comienza por la captacin sensual y vida del mundoinmediato y la fiesta de las cosas. Termina por un descensohasta los ltimos fondos de la conciencia en su trgica

    inquisicin ante la nada.El lenguaje sigue y crea al mismo tiempo sta aventura,

    recprocamente la condiciona y es condicionado por ella.Desde la nitidez rotunda de Veinte poemas para leer en eltranva, a las frmulas encantatorias de En la masmdula,se desarrolla un proceso verbal que va desde la escrituralineal y lcida del comienzo hasta los mecanismos msremotos del lenguaje, en la profundidad de su origen.Mientras su presa es la realidad externa se dibuja preciso,directo, salta sobre las cosas con un zarpazo o las ilumina

    con imgenes netas, casi palpables. Cuando se vuelve haciael abismo interior pierde su ordenacin frontal, se tornahirviente, se crispa y estalla con la violencia de la presinque recibe.

    La obra de Girondo se ordena as como una solitariaexpedicin de descubrimiento y conquista, iniciada bajo unsigno diurno, solar, y que paulatinamente se interna en lodesconocido, llega a los bordes del mundo, una travesa enla que alguien, en su conocimiento deslumbrado de lascosas, siente que el suelo se hunde bajo sus pies a medida

    que avanza, hasta que las cosas mismas acaban porconvertirse en las sombras, de su propia soledad.Intensa y breve, esta obra posee una caracterstica

    especial: se despliega en una especie de ininterrumpidaascensin, en un proceso que culmina en un punto deincandescencia mxima: su ltimo libro. Un estallido final,un gran reverbero que concentra en un foco nico todos losfuegos anteriores. En otros autores tambin sus libros

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    suelen sucederse a distintos niveles, pero el mximo seencuentra a veces al comienzo o en medio, seguido confrecuencia de otros menos significativos. La obra de Girondotiene un sentido vertical, constituye as una especie deaccsis. Y su vrtice excede tanto las medidas corrientesque pasar an mucho tiempo antes de que se le haga

    justicia en toda su vertiginosa dimensin.

    Que se atrevan a vivir la poesa ha dicho Bretn. Esdecir, a vivir en la revelacin de las cosas, en la concienciade su naturaleza abisal, con la sinceridad salvaje que laautntica poesa implica.

    Girondo conoca la vanidad de los xitos literarios, laurdimbre de servilismo, adulacin y baja poltica que a

    menudo los condiciona. Un xito eventual sera capaz deconvencernos de nuestra mediocridad? No tendremos unadosis suficiente de estupidez como para ser admirados? sepregunta ya en el prlogo de su primer libro. La exigenciade una moral potica ser para l cada vez ms intensa. Asidentificar luego la degradacin de la poesa con ladegradacin del mundo y del amor: Nos sedujo lo infecto...

    / los poetas de moco enternecido (P. 278)1, toda esaescoria que confunde el amor con el masaje, / la poesacon la congoja acidulada (P. 280), juntos desprecio y

    compasin para quienes son esclavos de una retricaprefabricada, nutridos de canciones en pasta, / depasionales sombras con voces de ventrlocuo (P. 324).

    En su juventud particip con entusiasmo en elmovimiento Martn Fierro, que difundi en nuestras letrasalgunas de las inquietudes y bsquedas de los movimientosde vanguardia que por entonces agitaban a Europa. Fue unanimador, una figura ncleo, un hombre de incitaciones, untrasmisor de energas. En el segundo nmero de la revistadel grupo aparece un manifiesto firmado por Girondo. Pero

    terminada la euforia inicial, continu su marcha solitaria.Volvi la espalda a sus compaeros de generacin, que trasproclamar una mistificada actitud iconoclstica, acabaron

    1 Citamos los libros de Oliverio Girondo con las siguientes siglas: V:Veinte poemas para ser ledos en el tranva; C: Calcomanas; E:Espantapjaros; P: Persuasin de los das; M: En la masmdula. Elnmero que figura al lado de cada abreviatura indica la pgina de lapresente edicin.

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    por ubicarse dentro de las jerarquas tradicionales,pastando idlicamente en los prados de los suplementosdominicales. La efervescencia martinfierrista se diluy enuna mera discusin de aspectos formales. Ajenos a unautntico inconformismo, la mayora de los componentesdel grupo terminaron en las ms reaccionarias actitudesestticas. En este terreno, sus propias audacias que por lodems no haban ido muy lejos no tardaron enaterrorizarlos. Excepto algunos pocos entre los cualesdebe destacarse a Girondo y Macedonio Fernndez casitodos ellos han ofrecido un triste espectculo de desercin ycaducidad.

    Pero al contrario de la perspectiva del ojo, en laperspectiva de la poesa las cosas se agrandan a medida

    que se alejan. Tal ocurre con la obra de Girondo. El paso delos aos nos lo muestra cada vez ms intransigente en subsqueda. A tal punto que lo que escribe a los sesenta ycinco aos cuestiona mucho ms los lmites de la expresinque lo que escribe en su juventud. El camino inverso de casitodos sus compaeros de grupo, beatificados con la aureoladel Buen Gusto y las Buenas Costumbres.

    Para Girondo la poesa constituye la forma ms alta deconocimiento, una intuicin total de la realidad, con unaautonoma irreducible, por lo tanto, a un lenguaje de

    relaciones establecidas. Es necesario declararle la guerra ala levita, que en nuestros das lleva a todas partes declara en la carta incluida en la edicin de bolsillo deVeinte poemas. Y en otra parte de la misma: Yo no tengoni deseo tener sangre de estatua. Treinta y cinco aos mstarde confirmar el mismo sentido: al poema hay quebuscarlo ignfero super-impuro leso / lcido beodo /inobvio (M. 411). No teme incorporar a su visin lo que unlirismo acaramelado considera feo. Pero ese fesmo noes otra cosa que amor hacia todas las formas del mundo,

    fuera de sus connotaciones humanas, en su purezaprimordial. Ante el trgico resplandor de la existencia lasconvenciones estticas se resquebrajan. Girondo tiene elmal gusto de moverse como un animal inocente, el malgusto exaltante de llegar hasta su propia desnudez, en eldesamparo sin lmites del ser.

    Ante la revelacin deslumbradora y terrible de estar vivocmo no sentir su naturaleza gratuita e indescifrable? El

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    solo hecho de poseer un hgado y dos riones nojustificara que pasramos los das aplaudiendo a la vida y anosotros mismos? Y no basta con abrir los ojos y mirarpara convencernos de que la realidad es, en realidad, elms autntico de los milagros?, exclama. (E. 191). De todasu obra trasciende esa entrega vital. Y la poesa, despusde todo, qu es sino abrir los ojos y mirar? De ah eseamor, esa gratitud enorme que siento por la vida, esasganas de lamerla constantemente, esos mpetus deprosternacin ante cualquier cosa... ante las estatuasecuestres, ante los tachos de basura... (E. 192). Sus tresprimeros libros estn atravesados por ese entusiasmo, queles confiere una tensin particular. Pero al penetrar cadavez ms hondo en las apariencias stas descubren una

    calidad aterrorizante: lo fugaz perpetuo (M. 419). Laexperiencia se tornar cada vez ms amarga, hasta laconfesin final: qu nada toco / en todo (M. 428). Elinfierno es la condena a las llamas de un deseo infinito. Enla masmdula es el destello de una temporada en elinfierno, pues la pasin por la vida, ante la mismaconciencia de la nada, se exaspera, se exacerba an ms,se transforma en pasin desesperada por una realidadtantlica que no por eso deja de ser adorable.

    En unas lneas dirigidas a Evar Mndez acompaando lacarta incluida luego en Veinte Poemas carta, por otraparte, que pareciera haber sido escrita hoy mismo diceGirondo: Un libro, y sobre todo un libro de poemasdebe justificarse por s mismo, sin prlogos que lodefiendan o lo expliquen. La poesa, es verdad, no puede

    explicarse, dada la inmanencia con que usa el lenguaje.Slo es posible exponer el sentido de un poema, segn lasensibilidad del lector, seguir algunas de las significacionescontenidas en la obra de un poeta, y que de ningn modo la

    agotan, pues cada lector establecer con ella una relacinpropia, descubrir nuevos ecos en nuevas direcciones.La poesa de Girondo, dijimos, tiene un impulso unnime

    hacia esa pendiente vertiginosa, donde se desploma amanera de catarata: su ltimo libro, en el que todos loselementos se transfiguran a la temperatura del fuegocentral. Pero en esa corriente ininterrumpida puedensealarse, sin embargo, tres momentos bien definidos. Uno

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    detiene as las casas no se vuelan (C. 106), nos revelarms adelante el significado latente de esa realidad: la fuga.Ese mundo del gesto y las apariencias acabar pordesaparecer para dejar al desnudo la nada que ocultaba.Mientras tanto, la intuicin de la misma crea una pticagrotesca, de la que salta, como de un brusco cortocircuitode la corriente emotiva, la chispa ambivalente del humor,entre la agona y el orgullo. Es este uno de los rasgospermanentes de la poesa de Girondo.

    El humor es una paradjica manifestacin del deseo deabsoluto. Nace de una diferencia de niveles, de unadesproporcin. La conciencia de las posibilidades infinitasdel ser en pugna con los limites de la condicin humana,hace brotar ese orgullo resplandeciente, como un desafo.

    En Girondo el humor tiene un acento particularsimo. Unhumor al que no vacilo en llamar negro ese gradosupremo del humor potico pese a su contenido devoracidad sensual. Justamente, esa exigencia desmesuradadesemboca en la fatalidad de amar sin remedio algo que

    jams responde a la totalidad deseada. El humor se abreentonces como una salida de fuego de la realidad mediocre.No es una evasin, sino una puesta en juicio de esarealidad, un estado de supervigilia donde, sin embargo, eldelirio circula con los ojos abiertos, en un combate sin fin

    con las formas impenetrables del mundo. En la obra deGirondo ese resplandor no deja de iluminar con unaplenitud jocunda la insuficiencia del contorno.

    Ese dficit entre el deseo y su objeto, del que nace elhumor, se traduce por el sentido de lo grotesco en la poesagirondiana. Su pasin hambrienta de la existencia revelaconstantemente ese contenido de corrupcin, dedescomposicin que la misma oculta en todas sus formas, yque aparece desde el primer texto de Veinte poemas:

    Douarnenez,

    en un golpe de cubilete,empantanaentre sus casas como dados,un pedazo de mar...A la imagen, de un dinamismo ldico, del pueblo que

    juega a los dados con sus casas, respondeinstantneamente la negacin del mar convertido enpantano, degradado de su pureza y su inmensidad. Ese

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    mismo tema de la exuberancia que se corrompe, como si laintensidad misma de la vida fermentara en un proceso deeterna descomposicin, es una nota insistente en todo ellibro: unos ojos pantanosos, con mal olor, unos dientespodridos por el dulzor de las romanzas (V. 55). La miradadel pblico por exceso apergamina la piel de lasartistas (V. 55) o el sol ablanda el asfalto y las nalgas delas mujeres (V. 62), (siempre efectos de deterioro o dedao en una realidad que parece no soportar ni elentusiasmo ni la pasin).

    En el universo girondiano, siempre al borde de lacatstrofe, una carga demasiado intensa de energa semanifiesta en una especie de tremendismo. Es otro de susrasgos. En los dos libros iniciales, y tambin enEspantapjaros, aparece como una desproporcin entre lacausa y el efecto. Las sensaciones se producen como unestallido, cada gesto distorsiona el conjunto, resultaenergumnico, posee una fuerza de expansin desorbitada:

    Una descarga de oles! que desmaya las ratas quetransitan por el corredor (C. 113), un cantaor

    tartamudea una copla / que lo desinfla nueve kilos (C.113), hay tabernas que cantan con una voz de orangutn(V. 53). Todo es all atronador, cualquier acto retumbacomo un vendaval, todo es desmesurado, desbordante:

    piernas que hacen humear el escenario (V. 55), Frutasque al caer hacen un huraco enorme en la vereda (V. 62),un caf que perfuma todo un barrio de la ciudad durantediez minutos (V. 62), pupilas que se licuan al dar vuelta lacartas (V. 75), butacas que nos atornillan sus elsticos ynos descorchan un rin (C. 102), prpados como doscastauelas (C. 112), o la confesin exultante deEspantapjaros: El intento de comprobar que es unomismo es un peatn afrodisaco, lleno de fuerza, devitalidad, de seduccin; lleno de sentimientos

    incandescentes, de sexos indeformables, de todos loscalibres, de todas las especies. Y ms adelante: Mamnque usufructa de un temperamento devastador yreconstituyente, capaz de enamorarse al infrarrojo, desoldar vnculos autgenos de una sola mirada, de dejarencinta una gruesa de colegialas con el dedo meique...!(E. 176).

    Ahora bien, en ese mundo de sangre trepidante de

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    Girondo, aturdido por el desborde de su propia vitalidad, elsilencio, y su mbito la noche, adquieren una ndoleadmonitoria, algo as como la insinuacin de un peligro, deuna amenaza. En Veinte Poemas los dos Nocturnos seabren como una grieta que puede desmoronarlo todo. Dosbreves parntesis, suficientes, sin embargo, para introducirel desasosiego en esa fiesta de los sentidos, la sensacin dealgo tenebroso y difuso, en acecho bajo el calor y laalgaraba diurna.

    Cuando los ruidos del da se apagan, se perciben esosotros ruidos de la sombra como gritos extrangulados, comosi se asfixiaran dentro de las paredes (V. 59),mucho msinquietantes que el trueno de la accin, y que parecenproceder no del contorno sino del fondo mismo de la

    conciencia, ese trote de los jamelgos que pasan y nosemocionan sin razn (V. 59), o ese canto humilde yhumillado de los mingitorios cansados de cantar (V. 77).

    En Veinte Poemas la muerte es todava apenas unpresentimiento, como si se volviera la cabeza ante susombra para mirar a otro lado. Slo se insina por un vagomiedo, por cierta sensacin de desamparo y soledad queinvade los Nocturnos. En Veinte Poemas no hay muertean, sino slo una aprensin confusa: miedo de que lascasas se despierten de pronto y nos vean pasar, cuando el

    dilogo con el mundo se ha cerrado de golpe, hasta que elnico consuelo es la seguridad de que nuestra cama nosespera con las velas tendidas hacia un pas mejor (V. 77),con esa imagen del lecho como barco, presente, condistintas formas, en la poesa de diversas latitudes, y quede nuevo se repetir en Persuasin de los das:

    la cama que me esperael velamen tendidoanclada en la penumbra (P. 300)

    El escalofro que recorre los Nocturnos de Veinte

    poemas es slo una nota de alerta. Ms tarde, en losltimos libros, una conciencia desgarradora de la muerteocupar su sitio, lo invadir todo. Por ahora, aqu apenas haintroducido una nervadura de hielo.

    Otro elemento siempre en suspensin en la atmsferapotica de Girondo es la ternura. El mundo convulsivodonde se instala, est impregnado de una ternura muyespecial. No esa forma ms tibia del amor, sino la

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    sublimacin de ste, ms all de su contenido posesivo yegosta. El trato de Girondo con los seres y las cosas, supercepcin grotesca de las mismas, no se resuelve encrueldad sino en una ternura ltima por ellas, una inmensapiedad hacia lo irrisorio, lo desechado, las formas de lafrustracin (el relato de Interlunio est traspasado de unacompasin minuciosa por todo el fracaso humano).

    Esa ternura no es evanglica, no nace de la humildad sinode la avidez, de un amor inagotable a la vida, en todas susdimensiones, de una delicadeza natural para acercarse a losseres y a las cosas colocados en los niveles inferiores,destituidos por las falsas jerarquas estticas o sociales.

    La ternura se convierte en una negacin de esas falsasescalas y envuelve en su halo a esas viejecitas con sus

    gorritos de dormir (V. 54) que cruzan el primero de losVeinte poemas, o a ese perro fracasado, maravilloso desabidura y renunciamiento, del cual se informa que losperros fracasados han perdido a su dueo por levantar lapata como una mandolina, el pellejo les ha quedadodemasiado grande, tienen una voz afnica, de alcoholista, yson capaces de estirarse en un umbral para que los barran

    junto con la basura (V. 79), o a ese sapo de vientre decannigo con el cual, sin embargo, se mantienen lasdistancias, o a ese otro perro cotidiano que demuestra el

    milagro... que da ganas de hincarse (P. 365). Incluso seextiende hasta lo que est cargado por un mximo signo denegacin: las sombras, lo que nace de la opacidad de lamateria, como carencia de luz, el doble impalpable de lascosas: A veces se piensa, al dar vuelta la llave de laelectricidad, en el espanto que sentirn las sombras, yquisiramos avisarles para que tuvieran tiempo deacurrucarse en los rincones (V. 59). O bien, a la propiasombra quisiramos acariciarla como un perro,quisiramos cargarla para que durmiera en nuestros brazos,

    y es tal la satisfaccin de que nos acompae al regresar anuestra casa, que todas las preocupaciones que tomamoscon ella nos parecen insuficientes (E. 174).

    Tales actitudes, reveladoras de una indiscriminadaentrega a la existencia, se suceden en toda la poesa deGirondo. El tema de una comunin con todos los reinos dela naturaleza, con todas las formas de la vida, reaparece amenudo en ella. Una especie de solidaridad universal teida

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    por el humor: A nadie se le ocurrir dudar un solo instantede mi perfecta, de mi absoluta solidaridad (E. 200), Lasolidaridad ya es un reflejo en m, algo tan inconscientecomo la dilatacin de las pupilas (E. 200), Nunca sigo uncadver / sin quedarme a su lado. / Cuando ponen unhuevo, / yo tambin cacareo (P. 289).

    En su grado mximo, esa solidaridad conduce al tema delas metamorfosis. Expresin primitiva y ancestral de unpoder mgico, tal idea es significativa de un deseo deidentificacin total con el mundo, la esperanza de abolir laoposicin angustiosa del hombre y la naturaleza. Estasituacin, que Kafka y Michaux viven como una tortura(manifestacin de la incomodidad existencial del espritucado en la materia), en Girondo se expresa como un estado

    de jbilo o placer: voluptuosidad en paladear la siesta y losremansos encarnado en un yacar (E. 186), o Qu deliciala de metamorfosearse en abejorro, la de sorber el polen delas rosas! Qu voluptuosidad la de ser tierra, la de sentirsepenetrado de tubrculos, de races, de una vida latente quenos fecunda... y nos hace cosquillas! (E. 187). Talesestados no tienen el signo de una cada, sino de unaampliacin, de una dimensin mayor del ser.

    En el fondo de tal actitud hay un sentimiento departicipacin en una totalidad csmica: La certidumbre del

    origen comn de las especies fortalece tanto nuestramemoria, que el lmite de los reinos desaparece y nossentimos tan cerca de los herbvoros como de loscristalizados o de los farinceos. (E. 165.) Las fronterasdependen de un azar, de un imponderable: Un traspis, /un olvido, / y acaso fueras mosca, / lechuga, / cocodrilo.(P. 319.) Un parentesco universal se establece con todos loselementos y los seres, la participacin de todo en todo:

    Y el fervor,la aquiescencia

    del universo enteropara lograr tus poros,esa hortiga,esa piedra. (P. 319.)

    Con la oscura conciencia de un viaje a travs de infinitosestratos, del yo filtrado por todos los elementos terrestres:

    Primero: entre corales?

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    Despus: bajo la tierra?Ms cerca: por los campos?Ayer: sobre los rboles? (P. 340.)

    Por ltimo, cuando todas esas identificaciones, ese ciegofanatismo de pertenecer a la tierra llega a su paroxismo, sequisiera nutrir de ella misma: Hay que agarrar la tierra, /calentita o helada, y / y comerla. / Comerla! (P. 363.)

    Atento slo a la autenticidad de su experiencia, porencima del criterio de feo y bonito, la obra de Girondo,desde su libro inicial, significa un desafo a todas lascategoras convencionales. En ella se suceden,distorsionadas por el humor, las ms variadasrepresentaciones de un mundo energtico, abierto a laaventura, a la inquietud permanente, a las ms clidas

    relaciones del sueo y de las cosas, donde todos los murosson transgresibles y todos los pjaros inseparables, y el solconserva su fuerza anterior al diluvio.

    Tras Veinte poemas para leer en el tranva queda unitinerario de lugares que tiemblan por la refraccin de laatmsfera. Los casinos carnales hacen fabulosamente rico ocambian un collar de perlas por un mordisco nocturno. Unahumedad veneciana, tibia y suntuosa, cubre la piel de losorangutanes en Ro, en Dakar, en Sevilla. Por todos ladoscirculan tranvas llenos de personajes que se entrechocan y

    se dilatan como aerstatos, cubiertos de ex votos y postalescon paisajes en tamao natural. Chicas de Flores, que sontambin chicas de flores, cuyas nalgas remontan de unamitologa de familias, pasean por calles untadas conmanteca, como la luna. Un gua proclama frenticamentetodas las demasas de una existencia cuyos escaparatesreaparecen y huyen en una atmsfera giratoria, con unadoble dosis de oxgeno, de destellos inacabables.

    En 1921 aparece Calcomanas. Tanto por su acento comopor su tema este libro prolonga a Veinte poemas. En vez deun viaje por el mundo es un viaje por las piedras, la pasin,el fanatismo y el spero vigor de Espaa. De una Espaa decuerno y veln. Lo anacrnico y lo vivo abren los ojos, conuna acuidad penetrante, para poner en accin una picarescade la poesa.

    La capacidad entusiasta de contemplar las cosas como

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    una revelacin permanente se pone aqu de manifiesto en elgran nmero de exclamaciones que jalonan sus pginas.Asombro del nio que ve por primera vez la jirafa o lahormiga, de quien descubre un milagro en cada partcula dela realidad. Pues no olvidemos que an en la tensinangustiosa de En la masmdula, an bajo el signo de unpesimismo radical, la poesa de Girondo sigue siendo unapoesa de exaltacin de todas las fuerzas vitales, eltestimonio de una pasin y una ansiedad por el mundo, quevuelve siempre a tomar aliento para recrudecer, inclusopara sumergirse en sus materias y sus mutaciones. En losdos primeros libros ese fervor admirativo se muestra bajo laforma ms elemental: la exclamacin, de la que apenasquedar rastros despus de Persuasin de los das. A veces

    provocada por la simple visin de una cosa como si seasistiera a lo inaudito: El mar! (V. 58), Terrazas! (V.66), Guitarras, mandolinas! (V. 88), o bien porsituaciones ms complejas: Silencio que nos extrava laspupilas / y nos diafaniza la nariz! (C. 95), Barrio depanaderos /que estudian para diablos! (C. 109),

    Ventanas con aliento y labios de mujer! (V. 73), Cristosensangrentados como caballos de picador!.

    La significacin de las enumeraciones en la literatura hasido dilucidada muchas veces como un procedimiento que al

    mismo tiempo que pone al descubierto la heterogeneidaddel mundo, al abolir su ordenacin racional lejos, cerca,dentro, fuera, feo, lindo, etc. seala la convivencia caticade las cosas. Lautramont, en su clebre frmula (aunquereducida a dos trminos) exige que las aproximacionesestn presididas por el azar. En las enumeracionesfrecuentes en las obras del primer perodo de Girondo, elazar no interviene, pero la inesperada vecindad de loselementos que el poeta convoca crea una promiscuidadgrotesca: Hay efebos barbilampios que usan una

    bragueta en el trasero. Hombres con baberos de porcelana.Un seor con un cuello que terminar por estrangularlo.Unas tetas que saltarn de un momento a otro de un escotey lo arrollarn todo, como dos enormes bolas de billar (V.76), o Pasa una inglesa idntica a un farol. Un tranva quees un colegio sobre ruedas. Un perro fracasado, con ojos deprostituta... (V. 79), o esas otras de Calcomanas, dondepor la simple enumeracin de los nombres de las imgenes

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    desacredita por completo su significacin devota y obtienede la lista un efecto contrario, de gran farsa, como el de lasdignidades anunciadas en algn fastuoso diner de ttes:

    Pasa:El Sagrado Prendimiento de Nuestro Seor y Nuestra

    Seora del Dulce Nombre.El Santsimo Cristo de las Siete Palabras, y Mara

    Santsima de los Remedios.El Santsimo Cristo de las Aguas, y Nuestra Seora del

    Mayor Dolor.La Santsima Cena Sacramental, y Nuestra Seora del

    Subterrneo..., etc.

    Espantapjaros (1932), marca otra faz de la poesa deGirondo, hasta ese momento absorta en el fulgor de lasapariencias, retozando entre los decorados de la realidadinmediata. Su desplazamiento era horizontal. Aqu encambio comienza a ordenarse en el sentido de laverticalidad, se sita entre la tierra y el sueo. En elcaligrama que precede al texto, callado homenaje aApollinaire Rimbaud y Apollinaire son los mayores

    anctres que Girondo invocaba, ese rumbo estinequvocamente sealado: Y subo las escaleras arriba, ybajo las escaleras abajo. Doble viaje hacia la profundidad yhacia la culminacin del espritu.

    El acento cosmopolita en boga en la poca (Cendrars,Val-ry-Larbaud, Apollinaire) tena ecos en los dos librosiniciales, a travs de un temperamento excepcional. Perotodava los decorados no haban sido trascendidos,continuaban como una frontera, aunque de tanto en tantosu autenticidad era puesta en duda: La ciudad imita en

    cartn una ciudad de prfido (V. 61), Se respira una brisade tarjeta postal (V. 66). Y a menudo, a pesar de la risa sedeslizan a veces ciertas insinuaciones, como si las cosasocultaran una trampa: El teln, al cerrarse, simula un telnentreabierto (V. 55), las gaviotas fingen el vuelodestrozado de un pedazo de papel blanco (V. 57).

    En Espantapjaros los protagonistas ya no son las cosassino los mecanismos psquicos, los instintos, las situaciones

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    de omnipotencia, de agresividad, de sublimacin, puestasen accin en textos de un lenguaje expresionista, fustico,en un clima del ms riguroso humor potico. Aunque estobjetivada en situaciones concretas, expresada enimgenes significativas, la temtica parecera quererejemplarizar, por lo definidos, algunos de los movimientosfundamentales de ese fondo oscuro y turbulento del yo. Porsupuesto, no hay ningn designio en ello, son slocontenidos latentes, pero que se imponen bajo su tejido deparbolas del absurdo, de esa especie de pequeos mitosque componen el libro.

    A una gran distancia como libertad de espritu, magia yriqueza conceptual de la produccin lrica de su tiempo enel pas, con Espantapjaros se instala en nuestras letras

    una gran obra de poesa en prosa, que desdea el verso yse sostiene solo por su propia naturaleza potica.

    En este libro admirable ha dicho Ramn Gmez de laSerna muchos aos despus del que no ha hablado unsolo crtico de las grandes publicaciones, y al que la envidiaha evitado toda alusin, est la enjundia del talentoirrespetuoso que es lo mejor del argentino.

    En Espantapjaros todas son invenciones de porvenir, ylo inventado en este libro no tiene an nombre. Quin hapodido superar sus imgenes? Nadie! Es uno de los pocos

    libros que no recomendar para los colegios, pero queayuda a vivir...Una agresividad vital recorre algunas de esas pginas

    como una corriente de aire fresco, casi como un reflejonacido de la salud: A patadas con el cuerpo de bomberos,con las flores artificiales, con el bicarbonato. A patadas conlos depsitos de agua, con las mujeres preadas, con lostubos de ensayo. Es la rebelin contra los valoresestablecidos, las instituciones falsificadas, el arte, lasfamilias, todo lo que merece ese golpe de la poesa en

    busca del esplendor incontaminado de la vida.Frecuentemente Girondo, de un libro a otro, sueleretomar ciertos temas, a veces literalmente, como un ecoque se contina. De nuevo invoca ahora y sin duda es unade las claves de toda su poesa la pregunta inserta en lacarta-prlogo de Veinte poemas:lo cotidiano... no es unamanifestacin admirable y modesta del absurdo?, pararesponderse definitivamente: Lo cotidiano podr ser una

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    manifestacin modesta de lo absurdo, pero aunque Dios reencarnado en algn saca-muelas nos obligara a localizartodas nuestras esperanzas en los escarbadientes, la vida nodejara de ser, por eso, una verdadera maravilla (E. 191).

    El absurdo surge del no-sentido de una realidad deesencia impenetrable, el escndalo de una concienciainstalada en una naturaleza opresora y sin solucin.Absurdo de nacer y absurdo de morir. La ms alta poesa haenfrentado siempre al ser con el espectculo de sucondicin, y surge incluso como el ms alto desafo hacia elvertiginoso laberinto del universo.

    El humor, en sus diversos grados de furor, de sarcasmo,de cinismo, de desesperacin, es una manifestacin de eseabsurdo. La poesa asume el absurdo y lo transforma en un

    elemento positivo, lo exorciza, lo convierte en su propiasubstancia, de manera que el hombre deja de ser la vctimapara convertirse en testigo y juez. Por eso, aunque el gestoms trivial de lo cotidiano se revele como una expresin delabsurdo, la vida no dejara por eso de ser una verdaderamaravilla. Se pone al descubierto la contexturadesconcertante de la existencia, pero la pasin de estarvivo, incluso como un milagro de no-sentido, exalta lavisin: Cuando se tienen los nervios bien templados elespectculo ms insignificante una mujer que se detiene,

    un perro que husmea una pared resulta algo taninefable... (E. 192). Ese valor axiomtico de la vida es paraGirondo irrefutable. Qu salida queda? La nada o laaceptacin ciega de una situacin impenetrable:

    Comprendes? Yo tampoco. Yo no comprendo nada (P.318). Como todo espritu que se siente desgarrado por supropio misterio, Girondo se refugia en el humor, en elabsurdo: Yo dar mientras tanto tres vueltas de carnero(P. 319).

    La irreverencia hacia un orden en todas las

    dimensiones al que se siente como opresivo, revela unantima falta de adecuacin a las condiciones del mundoexterno: En el acto de entregar su tarjeta, por ejemplo, losvisitantes se sacaban los pantalones, y antes de serintroducidos en el saln, se suban hasta el ombligo losfaldones de la camisa (E. 159). Todo esto se produce demanera inexplicable, sin mencionarse el motivo, como sifuera consecuencia natural de un estado de cosas

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    sobreentendido. O tambin: Si por casualidad dejo deatarme a los barrotes de la cama, a los quince minutosdespierto, indefectiblemente sobre el techo de mi ropero.En ese cuarto de hora, sin embargo, he tenido tiempo deextrangular a mis hermanos, de arrojarme en algnprecipicio y de quedar colgado de las ramas de algnespinillo (E. 167). O el asombro ante su propio cuerpo,ante su mano, que aparece gigantesca, cruzada por

    millares de ros, como si fuera la tierra misma a la queestuviera ligado:

    sin explicarme cmo esa manoes mi mano,ni saber por qu causa se empea en disminuirme. (P.

    297.)

    Tal desacuerdo entre la conciencia y el mundo slo puedeinstaurar la angustia, el desorden, la catstrofe: As comohay hombres cuya sola presencia resulta de una eficaciaabortiva indiscutible, la ma provoca accidentes a cadapaso, ayuda al azar y rompe el equilibrio inestable de quedepende la existencia (E. 194). En el misterioso hilo deldestino acaso cada gesto no desencadena la catstrofe?La ms mnima volicin no provoca una serie infinita de

    causas y efectos de consecuencias imprevisibles? No esesa la condicin misma de la existencia?: Insensiblementeuno se habita a vivir entre cadveres desmenuzados yentre vidrios rotos... Inferido por la conciencia de unarealidad catastrfica, el drama aparece por todas partes:

    es rarsimo que pueda sonarme la nariz sin encontrar en elpauelo un cadver de cucaracha (E. 167). A tal punto: Mivida resulta as una preez de posibilidades que no serealizan nunca, una explosin de fuerzas encontradas quese entrechocan y se destruyen mutuamente (E. 172). Aun

    en la muerte (que aqu sigue siendo humana) la catstrofereaparece: el menor ruidito: una ua, un cartlago que secae, la falange de un dedo que se desprende... puededesencadenarla. Y cuando por fin cerramos los ojosdespacito para que no se oiga ni el roce de nuestrosprpados, resuena un nuevo ruido que nos espanta el sueopara siempre (E. 178).

    Precisamente el libro se cierra, hemos dicho, con un

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    extraordinario texto sobre el drama existencial que significala conciencia de la muerte. En un plano de humor kafkiano,en nombre de la vida, para lograr que no cundiera elmiasma de la certidumbre de la muerte por el mundo, seprocede a su aniquilamiento. Refirindose a ese texto AldoPellegrini quizs el nico autor que hasta ahora hadedicado un estudio serio a la obra de Girondo nos dice:

    Este ltimo poema, obsesionado por la idea delaniquilamiento y la inutilidad de todo, parece abrir lasperspectivas del segundo perodo del poeta, que se iniciacon Persuasin de los das. Pero todo el libro revela unescepticismo: el convencimiento de que vivimos en unmundo falso e intil.

    Con Persuasin de los das vuelve a cambiar el tono. Yano son los movimientos y las significaciones del sueo y laimaginacin lo que se impone, sino un sentimiento denusea. Las cosas pasan a segundo plano, como borradaspor el rechazo cada vez ms intenso de un mundodeformado por el mal. El ttulo se hace admonitorio, ponenfasis en la dialctica sombra del tiempo. Los dasdeslizan su desolado argumento. Dela elstica y abigarradacorteza de Veinte poemas se ha llegado a la visin de un

    mundo degradado por la miseria social y la miseria delespritu. Se ha pasado de un universo fsico a un universomoral. Persuasin de los das es el paso de la geografa a latica.

    Una especie de amargo furor resuena en ciertos textoscomo Ejecutoria del miasma, Testimonial, Es la baba,

    Invitacin al vmito, Hay que compadecerlos, Hazaay Lo que esperamos. Por los restantes, de tono menosapocalptico, se abre paso el mismo antiguo sentimientodeslumbrado de la vida, balanceado ahora entre el misterio

    y un humor ms severo.El clima exasperado del libro nace de un estado deacorralamiento. La insatisfaccin de una exigencia deplenitud nunca cumplida, antes dirigida exclusivamente aesa realidad exterior, donde el mar se empantana (V. 53),se dirige ahora tambin contra el propio yo: Azotadme! /Merezco que me azoten... No me postr ante el barro, /ante el misterio intacto (P. 274). Sentimiento de culpa,

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    expiacin de no haber respondido con la mxima posibilidadde sus dones a la gracia de la vida: Pero dime / sipuedes / qu haces, / all, / sentado, / entre seresficticios...? (P. 311).

    Poesa enfrentada a una dualidad torturante: el milagroinaudito de la existencia permanentemente destituido por elhombre. Una belleza minada, como la Venus Anadiomemade Rimbaud, smbolo eterno de este conflicto:

    horrorosamente bella de una lcera en el ano. Y esemalestar de la insuficiencia y la degradacin insiste una yotra vez con su denuncia, a la vez colrica y prisionera:

    Este clima de asfixia que impregna los pulmones (P. 272),esta nauseabunda iniquidad sin cauce (P. 313), la negrababa rancia (P. 291), la iniquidad encinta (P. 325), las

    lenguas carcomidas por vocablos hipcritas (P. 351), laimpdica mentira exhibiendo el trasero (P. 359). Yparalelamente, la vieja, eterna, irredimible fidelidad a laimagen solar de la vida: volver a sonre re / a la vida quepasa... (P. 356). Volver a la inocencia de la naturaleza: latierra que se escapa / bajo los alambrados, / con su olor achinita, / a zorrino, / a fogata (P. 363). Y la maravilla decada forma: Este perro. / Indescriptible! / nico! (P.364).

    Otro tema, ya presente en diversos momentos de la

    poesa de Girondo y que adquiere aqu una amplitud mayor,es el del vuelo. Es sabido que en toda obra literaria yparticularmente en poesa aparte del sentido semnticode las palabras, hay modos, situaciones, imgenesobsesivas, construcciones, etc., de las cuales puededesprenderse una significacin. Ahora bien, consideramosque el tema del vuelo ocupa un lugar muy importante en laobra de Girondo.

    En su tan bello libro El aire y los sueos Gastn Bachelardprofundiza algunos de los contenidos ms importantes del

    sueo de volar y del psiquismo ascensional. Cita all unafrase de Nietzsche: El que ensee a volar a los hombresdel porvenir habr desplazado todos los lmites; para l loslmites mismos volarn por el aire: bautizar, pues, denuevo a la tierra, la llamar 'la leve'. Las barreras son paralos que no saben volar. Declara que al tomar concienciade su fuerza ascensional el ser humano toma conciencia detodo su destino, y pasa revista a algunos de los contenidos

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    implcitos en la idea de vuelo, entre ellos la sensacin dealigeramiento, es decir, la transformacin de un serpesado y confuso que se torna claro y vibrante.Establece, asimismo, que hay una moral de la altura y questa no es slo moralizadora sino, por as decirlo,fsicamente moral. Por consiguiente, el que la busca, elque la imagina con todas las fuerzas de su imaginacin,reconoce que (la altura) es, materialmente, dinmicamentemoral.

    En otras consideraciones establece que tanto la vidaemotiva como los valores morales se jerarquizan segnuna verticalidad real en el seno del psiquismo. La cada nosera ms que una ascensin al revs (la verticalidadcontina). Dejando de lado la interpretacin analtica

    ortodoxa de los sueos de vuelo (smbolo del deseovoluptuoso) comprueba que el sueo de vuelo puede dejarhuellas profundas en la imaginacin despierta, por eso estan comn en el ensueo y en los poemas.

    El vuelo es expresin de la atraccin de la luz, del cielo,cauce de los impulsos de espiritualidad y del deseo depureza, y en l se realiza uno de los actos capitales de la

    mecnica de la ingravidez: la consubstanciacin con elaire, el elemento fluido por excelencia. El vuelo representa

    la energa ascensional y la transfiguracin del peso en

    luz. Para Blake anota Bachelard el vuelo significa lalibertad del mundo. As el dinamismo del aire se sienteinsultado por el pjaro prisionero.

    Sintomticamente, la inolvidable casa de Girondo,poblada de dolos y telas, tapiceras de la lluvia, restos denaufragios y cultos desaparecidos, y en cuyas cavernas sealineaban huacos, alcatraces, objetos soados,estremecidos de tanto en tanto por los trenes nocturnos dela vecina estacin Retiro, que cruzaban a travs de lasparedes, casi rozando la jarra de piedra con agua para las

    nimas colocada sobre una mesa, esa casa, digo, estabapresidida, aparte del Espantapjaros guardin apostado enla entrada, por una enorme imagen pintada por lmismo, de la Mujer Etrea en pleno vuelo.

    Ese vuelo ertico atraviesa de uno a otro extremo elprimer texto de Espantapjaros:Si no saben volar pierdenel tiempo las que pretenden seducirme, y toda la fuerzaascensiorial del amor se lanza hacia el cielo entre las

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    piernas de plumas de Mara Luisa.Tambin es sintomtico que el primero de los Veinte

    poemas, donde se inicia toda su obra potica, contengauna clara alusin de esta ndole. Y eso en la imagen quizsms importante del poema y al principio del mismo:

    Barcas heridas en seco con las alas plegadas! Aparte dela asociacin inmediata entre remos y alas, est la idea de

    vuelo de la barca sobre las olas, siempre lanzada hacia laaltura (o al abismo) por el movimiento del mar. Pero elimpulso vertical despliega su mxima virtualidad enPersuasin de los das, donde el salto al vaco, una poticaque trasciende y se remonta sobre la crcel y lamaterialidad fsica, anuncia el gran estremecimiento de Enla masmdula.

    El primer poema del libro, en efecto, es Vuelo sinorillas, un vuelo sin lmites, una despedida, un adisinfinito: Abandon las sombras, / las espesas paredes, losruidos familiares... / para salir volando /desesperadamente. Hasta el ltimo vestigio de unadisolucin csmica en la que ya no hay ni vida, ni destino,

    / ni misterio, ni muerte. Las alusiones al vuelo, o a lo quevuela nubes, viento, arena, astros, etc., son constantes.La atraccin del alto espacio se presenta con los msdiversos matices: el horizonte! con sus briosos tordillos

    por el aire (P. 278); era yo, / por el aire, / ya lejos demis huesos... (P. 286). Incluso hasta los propioscomponentes del cuerpo emprenden vuelo: los nervios seesparcen por el aire, / se elevan hasta el cielo. Adems dela instantnea identificacin: Si contemplo una nube / deboemprender el vuelo (P. 288). Finalmente, todo participa enese dinamismo vertical: Y el campo, las ciudades, / losrboles, lo inmvil, / rodando por el aire... / hacia el sol (P.304).

    Est tambin esa mano, que se hincha como un globo

    para emerger, / de pronto, / en la ms alta noche, hastacubrir todo el cielo (P. 296). Un coche muerto y un caballosobre las chimeneas, / en el aire (P. 305) despus dellegar desde el otro extremo de la vertical: de debajo delasfalto. Hay todo un trnsito, la propia existencia: Delmar, a la montaa, / por el aire, / en la tierra, /...dandovueltas, / girando (P. 335), que comienza con el impulsodel salto en Veinte poemas: Mi alegra, de zapatos de

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    goma, que me hace rebotar sbrela arena (V. 56).Lo que habita el aire, asimismo, significa esa ansiedad de

    ascensin, ese impulso de ala, que marca de un extremo aotro la obra de Girondo, desde su primer itinerario terrestrehasta la incandescencia de En la masmdula: As el humo,las nubes, son tambin signos de esa dinmica: convocacin de polvo, de humareda, de olvido (P. 286). Elhumo adquiere en Predileccin evanescente un carcterde fascinacin enigmtica: Ms que nada, / que todo... (P.339). Y su movimiento ascendente aparece, incluso,fuertemente acentuado por la disposicin grfica del poema,en el que los versos aparecen escalonados y sueltos, en ungran espacio, como si echaran a volar. La misma disposicincon el mismo sentido tiene uno de los poemas ms

    ilustrativos al respecto de En la masmdula: Plexilio (M.440), donde las definiciones de la ingravidez son numerosas

    egofluido, etervago, plespacio, nubfago, etc., y en elque no figura ya ni sombra de materia sino el purodinamismo de la fuga vertical. Por otra parte, en esteaspecto, algunos poemas en particular, por ejemplo los queintegran Trptico, (P. 285) tienen un grafismo vertical,una delgadez que los lanza hacia arriba (lo contrario de lospoemas de la clera, asentados sobre largos versos) yproducen una sensacin total de ingravidez, acentuada por

    la falta casi total de elementos materiales en ellos.La cada como inversin del vuelo seala el otro extremode esta verticalidad obsesiva: Abajo! / Ms abajo! / ysegua cayendo, / dando vueltas / y vueltas (P. 316) o Depronto, sin el menor indicio, caemos al vaco. Imposibleasirse a alguna cosa, encontrar una asperosidad a queaferrarse. La cada no tiene trmino (E. 178). En la poesade Girondo el drama es el encuentro con la nada en los dosextremos de su trayectoria, hacia arriba y hacia abajo.Tanto en Vuelo sin orillas como en el vuelo hacia abajo de

    Derrumbe se traspasan todas las instancias del ser: msall del aliento, de la luz, del recuerdo (P. 317). La partepositiva de la verticalidad seala Bachelard se dinamizaen la altura y considera la cada comi la nostalgiainexpiable de la altura. Vemos, pues, que tales imgenessurgen de un deseo de absoluto, de un irrenunciableimpulso cenital.

    Hemos visto, tambin, que los dos polos de la energa de

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    la verticalidad en Persuasin de los das desembocan en lanada. Ahora bien, en el centro mismo del libro (y casi justoen su centro fsico) como un foco central, como un ncleosecreto en torno al cual todo se ordena, figuran dospequeos poemas, el primero, como la advertencia final deuna terrible Persuasin de los das dice: Nada de nada: /es todo (P. 332), y el segundo, un estado derenunciamiento absoluto, que al llegar a la abolicin mismadel yo, recobra, sin embargo, como en un reflujo, elcontenido infinito del mundo: mientras dura el instante deeternidad que es todo (P. 342).

    Otro tema que se retoma de un libro a otro es el delllanto. Presente en el texto 18 de Espantapjaros:Llorar algrima viva, llorar a chorros... llorarlo todo, pero llorarlo

    bien. Llorar d amor, de hasto, de alegra..., etc. De all,en casi idnticos trminos, pasa a Persuasin de los das.Sin embargo, en el tono de cada versin hay toda ladistancia que va de un libro a otro. En el primero, el humores alegre, grotesco: Empaparnos el alma, la camiseta...Asistir a los cursos de antropologa llorando... festejar loscumpleaos familiares llorando. En el segundo es trgico:

    Lloremos. S! Lloremos / amargo llanto verde, /substancias minerales... (P. 354). Significativo del dolor yde la culpa, ese ro de llanto adquiere el carcter de un rito

    de purificacin, la plenitud asumida de la irrisin y eldesamparo humano. No una queja romntica, sinoexpresin del dolor existencial, nacido, ms que de lacondicin de vctima, de una exigencia de perfeccin moralque se siente incumplida, por el exceso mismo de sudimensin. Sin embargo, los dos poemas finales del libro seabren como la ltima nota de una desesperada dialctica dela esperanza y de fe intil en la vida.

    En 1946 Girondo publica una plaquette con un solopoema Campo nuestro. Situado entre sus dos libros dondela angustia y el furor se agudizan, el poema contrasta porsu melanclica atmsfera nostlgica, como si toda latensin de Persuasin de los das se aflojara en un ltimoinstante de paz antes de recrudecer en En la masmdula.Hay aqu algo como una pattica serenidad, esa especie desolemne tristeza que tiene el paisaje de la pampa al que

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    alude. El sentimiento de la nada, no obstante, vuelve aaparecer unido a la imagen de la vaca, sin duda el animaltotmico de Girondo, constantemente invocado en supoesa. La vaca es la animalidad pura, pero que seinterioriza, la bestia de ternura infinita, como la que pareceahondar sus extraos y alucinantes ojos. No es laanimalidad agresiva del len, ni la alada del pjaro. Es casila encarnacin de la calma orgnica, en una dimensinmonumental, la quietud rumiante, secreta. Tambin en eseextrao y nocturno relato de Interlunio, historia de unfracaso que trasciende su ancdota para hacerse el relatomismo de la frustracin, en el borde del mundo, en esaszonas inciertas donde la ciudad termina ante la soledad delcampo, aparece una vaca fantasmal y materna, la

    conciliacin con lo orgnico, con el ser manso y sagrado,smbolo de la bondad, de la nutricin y de la tierra.

    Con la aparicin de En la masmdula, en 1956, el ciclo dela poesa de Girondo penetra en el vrtigo del espaciointerior.

    Algunos de los elementos esbozados o presentes en loslibros anteriores, son forzados aqu a sobrepasar su gamadije en otra oportunidad refirindome a esta obra. Y enefecto, hasta la estructura misma del lenguaje sufre elimpacto de la energa potica desencadenada en este libro

    nico. Al punto que las palabras mismas dejan de separarseindividualmente para fundirse en grupos, en otras unidadesms complejas, especie de superpalabras consignificaciones mltiples y polivalentes, que proceden tantode su sentido semntico como de las asociaciones fonticasque producen. Bloques de palabras surgidas como una lavavolcnica, en una masa gnea, fundidas a una altatemperatura, y cuya separacin obedece ahora al ritmo, alimpulso de la necesidad expresiva que las aglutina, en vezde estar determinada por su propia autonoma de sentido.

    Pero esta situacin indita de las palabras en esta poesa,no es fruto de un capricho, sino consecuencia de laintensidad de un contenido que las fuerza a posibilidades deexpresin insospechadas. Nace de un verdadero estado detrance. Son el lenguaje del orculo, que es el ms altolenguaje de la poesa. Lo que yo escribo es orculo diceRimbaud. La lengua del orculo es la que se anima con lasemanaciones del abismo, la que capta y traduce la

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    dimensin trgica del ser ante el enigma de su destino.La condicin excepcional de los mecanismos de

    comunicacin verbal en En la masmdula nos obliga adetenernos ms que en los otros libros, en ciertos aspectosdel lenguaje. A este respecto dice Pellegrini: En Girondohay una verdadera sensualidad de la palabra como sonido,pero ms que eso todava, una bsqueda de la secretahomologa entre sonido y significado. Esta homologasupone una verdadera relacin mgica, segn el principiode las correspondencias, que resulta paralela a la antiguarelacin mgica entre forma visual y significado. Desdesiempre, en efecto, se ha intuido que aparte del valorsemntico de la palabra, puede haber una relacin entresonido y significado. Es decir, que sin ser un signo

    convencional, un elemento fontico puede tener unasignificacin por similitud, por asociaciones inconscientes,etc. Esta posibilidad de comunicacin, que va ms all de lacaptacin intelectual del signo establecido, para actuar casien el plano de la sensacin, Girondo la emplea con unacerteza que da una fuerza inusitada a su expresin. Alreunir la oscura significacin fontica y la del vocablo,dirigidas en un sentido nico, el lector es envuelto en unsortilegio verbal, donde la corriente potica se intensifica alextremo. Por ejemplo, en los dos versos iniciales del libro,

    que instalan de inmediato en la angustiosa sensacin de unpiso que se hunde: No slo / el fofo fondo, hay unasimultnea significacin de sentido y sonido. Por un lado, laidea evocada por el signo: lo fofo, por el otro la graveacumulacin de las o y la repeticin fo-fo-fo... n quesugiere un ruido sordo de hongos que revientan, de algoesponjoso, blanduzco, donde se hunden los pasos. El mismoefecto de significaciones extrarracionales, que desbordan yenriquecen constantemente el enunciado, crea en todo ellibro una especie de resonancia en la cual los vocablos

    adquieren vibraciones que se prolongan ms all de sucontenido conceptual. Cada poema, cada frase de En lamasmdula se presenta casi siempre como una galaxiaverbal. Su sentido no se tiende linealmente para sercaptado como a lo largo de un riel. Acta ms bien enremolino, un sismo psquico sin tregua en el que el intelectoy la sensibilidad son agitados al unsono con la mismaviolencia, como en una atmsfera potica extrema que

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    condicionara a su intensidad todas las percepciones.En el mismo sentido se debe consignar esta aseveracin

    de Michel Deguy: La poesa desata, desfonda, perfora,disloca el laberinto de las avenidas sonoras de la pgina: sela dira ocupada en detectar los ultrasonidos de la lengua; yal mismo tiempo, a la manera de la msica llamadaconcreta esa especie de generalizacin de la msica quequiere hacer a la msica coextensiva a todo el universo delos ruidos se abre a todas las lenguas, a todos losidiomas. Para ella el sentido est ligado al sonido y esdiferente de la significacin. El sonido mismo resulta signo;tenga o no significacin en la red de la comunicacinhumana o en el interior de tal disciplina... 2 En En lamasmdula la comunicacin llega al lmite de sus

    posibilidades en el plano racional, se torna sinfnica. Tantoel sentido como el ritmo, las asociaciones fonticas, laentonacin, etc., se descargan en un impacto nico. Laexpresin arrasa con los mecanismos convencionales y seinstala en lo ms profundo de la comunicacin ontolgica.En este libro de frmulas rituales se juega una de lasaventuras ms audaces de la poesa moderna.

    Sentimos en l el jadeo, la danza alrededor del fuego, laexaltacin encantatoria de los poderes verbales.

    Para la lingstica moderna las palabras, lejos de

    considerarse como unidades ltimas de sentido dentro delenunciado, se componen de la reunin de dos o msunidades menores, y la forma en que stas se agrupan noobedecera a reglas absolutas, a tal punto que en ciertaslenguas esquimales suponen la posibilidad de un idiomadonde en vez de palabras slo pudiera fragmentarse elenunciado por frases. Girondo en En la masmdula,obedeciendo instintivamente a mecanismos profundos dellenguaje, aglutina dos o tres palabras para formar unaespecie de supervocablos, como si stos se contrajeran y

    concentraran en un punto imantado por todas las energasde la elipsis para crear realidades nuevas.Girondo obliga, para seguirlo, a beber el agua con la

    mano he dicho en otra ocasin. La expresividad de sultima poesa se recibe como un vaho, un tufo de cosas y

    2Michel Deguy,Actes.

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    cuerpos empapados por el aliento original. Instalado en lanoche de los presagios, es la suya una poesa cuyas fuerzasinternas imponen, con absoluto despotismo, los rasgos de laforma. El lenguaje se precipita en estado de erupcin, losvocablos se funden entre s, se copulan, se yuxtaponen,combinando seres y formas en una especie de Jardn de lasDelicias. De tales simbiosis surgen visiones inditas, sntesisde especies y reinos, sonidos guturales que adquieren depronto una significacin prelgica (metafisirrata,

    erofrote, agrinsomnes, egogorgo, olaveca-bracobra... etc.)

    A menudo tambin la sintaxis entra en combustin. No esel pan de los monos lo que nutre esas frases. Pero en ellas,paradjicamente, retumba el eco rotundo y clsico del

    idioma.Tal experiencia impone una jerarqua distinta. Somete por

    un sortilegio, en el sentido ms literal del trmino. Por unhechizo que se extiende ms all de las zonas lcidas de lamente. Frmulas mgicas como en los lunihemisferios dereflujos de cogulos de espuma de medusas de arena de lossenos (M. 410), donde por una contraccin y multiplicidadde asociaciones tctiles, visuales, trmicas, deinnumerables resonancias, se sugiere la blancura, laredondez lunar, la suavidad de arena (y tibieza de la arena

    al sol), la delicadeza de la espuma, la calidad hipntica de lamedusa como atributo de fascinacin de los senos. O lasagrinsomnes dragas hambrientas del ahora con su limo denada (M. 404), con la difusa sensacin de chirrido agrio,que es al mismo tiempo insomnio y signo de la accin de ladraga. Introducirse en esta poesa es penetrar a laprofundidad del ser, hasta sus ltimos lmites. De ella sealza el sentimiento de una insatisfaccin existencial,sentimiento de la miseria de una existencia rebajada dondelas cosas adolecen perpetuamente de una falta de totalidad,

    se debaten entre los sub y los ex(no alcanzan su plenitud ola han perdido) para presentarse slo como carencia o fuga:subsobo, subnimas, subsculos, subsueos,exellas, exotro, exnbiles, etc. Sentimiento de lacondicin lacerada del yo en lo ms ntimo de su ncleoorgnico, entre el latido atronador del cuerpo, en lo fugazperpetuo.

    La poesa de En la masmdula es el estremecimiento de

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    las ms desamparadas y desafiantes energas humanasenfrentadas al absurdo y a la presencia total de la nada. Es,si los hay, un libro trgico. Seguir ahora cada uno de sustemas, profundizar en su contenido existencial, excederaen mucho las proporciones de estas notas. Slo quierosealar que desde el fondo mismo de ese viaje a lasgrandes profundidades que es toda su lectura, cuando yatodo el paisaje adorable de la piel ha sido trascendido,cuando ya todo el sueo multicolor de los sentidos delmundo ha revelado su raz desolada, surge en lo msoscuro de la noche esa imagen astral: Pero la luna intactaes un lago de senos que se baan tomados de la mano, dela que trasciende una desolacin dulce, la expresin de unatristeza csmica que hace resplandecer, sin embargo, toda

    la belleza humana en lo inaccesible del sueo y de loinfinito.

    Porque pese al pesimismo radical de estos poemas, en suaparente negacin hay un desafo. Tal negacin convierte,precisamente por la orgullosa avidez de absoluto que laorigina, en una incitacin a exigir de cada vida su msprofundo contenido. La mirada que recorre las cosas enellos no es la mirada de la complacencia o de la placidez,sino la que interroga el corazn de cada esfinge cotidiana,la que exige a cada cosa y a cada hombre sus posibilidades

    extremas de incandescencia y de furor. Poesa que practicalas mis hondas incisiones en la piel de la realidad, peroque sabe extraer de sus grandes noes, de sus islas slode sangre, un sol de mdula viva, una gota del aguaredentora del diluvio.

    Poesa de bisonte astral de Alta-mira, poesa conjuratoriacomo jams se ha pronunciado en este pas. Poesa posesa

    pura como una grgola de fauces de neuronafosforescente para el agua de, las cavernas

    poesa Oliverio poesa mortal famlica anatmicaintercostal incandescente en lo ms hondo del cielo delalma un humo de ascuacanes.

    poesa fosfato destinada a la formacin de un sentimientointraorgnico llena de crteres genitales de plexos yconstelaciones ncleos delicados y terribles.

    Y ahora recuerdo una curtiembre de la Boca y un cuerode toro sobre las piedras cuero de bestia despellejada con

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    sus dos lados tan absolutamente tiernos: uno de pelos, elotro sangriento de trofeo de sioux arrojado junto a losbarcos. He odo decir que antao a ciertas personas lasmetan dentro de un saco hecho con un cuero fresco que alresecarse las iba oprimiendo hasta lo intolerable.Necesariamente la poesa deba nacer de talescircunstancias.

    Como experiencia de lenguaje no existe en espaol unlibro comparable. Vallejo, en Trilce, realiza un intento encierto modo semejante, pero su tentativa queda a mitad decamino. Slo en un reducido nmero de los poemas queintegran ese libro consigue, en algunos momentos, hacer

    estallar el lenguaje, forzarlo a penetrar en zonas casiinexpresables de la subjetividad y el sentimiento, pero elresto obedece a formas tradicionales. Como muy bien loseala Andr Coyn, el resultado en Trilce es discontinuo,pues Vallejo no intenta construirse con los escombros dellenguaje comn un lenguaje propio3. En cambio, En lamasmdula es un todo orgnico, all Girondo se instala enun universo verbal cuyas leyes impone pero cuyoselementos poseen, sin embargo, una irradiacin paroxsticay un extraordinario poder comunicativo.

    Por tales razones En la masmdula es el acontecimientopuro, sin parangn ni referencia, no slo en las letrasargentinas sino en la dimensin del idioma. Es por completoinslito y quedar siempre solitario e imprevisible, pues nohay nada que lo prefigurara o lo anunciara, del mismo modoque quedar siempre nico, pues es imposible continuarlo.

    Libro de un temblor vital estremecedor, arroja al lector ala poesa del abismo, en un plano de revelacin del ser, conla misma intensidad metafsica y la misma desgarradoradimensin humana de los textos de Artaud.

    En la masmdula Girondo se ha adelantado demasiado ala poesa de su tiempo como para que las perspectivas quedescubre puedan ser recorridas an en toda su dimensin.Su aparicin fue recibida con el silencio reticente de laestulticia, cuando no con los balbuceos desorientados de

    3Andr Coyn, Csar Vallejo, edit. Nueva Visin, 1968.

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    quienes imaginan reducir la envergadura de una obraexcepcional a su propia incapacidad de acceder a la poesa.De todos modos, el reverbero que emana de sus pginas esuna de esas altsimas posibilidades que slo la poesaotorga de conexin con ese punto central del espritudonde el espacio humano y el espacio csmico se funden enuna ecuacin vertiginosa.

    Mayo, 1968.