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Eficacia de la Terapia Asistida con Perros en niños y adolescentes: Revisión
sistemática*
Effectiveness of Dog Assisted Therapy in children and adolescents: Systematic review
Valeria Grisales Gonzalez** Andrea López Gómez**
Universidad Catolica de Pereira [email protected]
Resumen
Objetivo: identificar a través de una revisión sistemática la eficacia de la terapia asistida
con perros (TAP) en niños y adolescentes desde los años 2010 al 2020. Método: las bases
de datos revisadas fueron: Pubmed, Scopus, Psychology and Behavioral Sciences
Collection y Dialnet, donde se obtuvo como resultado once estudios que cumplian con el
protocolo prisma y los criterios de inclusión y exclusión de este estudio. Resultados: los
resultados muestran que la implementación de la TAP produce consecuencias positivas a
nivel cognitivo, psicológico, emocional, motriz y social, en niños y adolescentes con
diferentes condiciones. Conclusión: la TAP se ha realizado en poblaciones con diferentes
condiciones, sin embargo, en los estudios no realizaban comparaciones en relación a la
eficacia que tiene la TAP
Palabras clave: Terapia Asistida con Animales, Terapia Asistida con Perros, Terapia
Asistida con Perros en Niños y Terapia Asistida con Perros en Adolescentes.
Abstract
Objective: to identify through a systematic review the efficacy of dog-assisted therapy
(TAP) in children and adolescents from 2010 to 2020. Method: the databases reviewed
were: Pubmed, Scopus, Psychology and Behavioral Sciences Collection and Dialnet, where
eleven studies that met the prism protocol and the inclusion and exclusion criteria of this
study were obtained. Results: the results show that the implementation of TAP produces
* TRABAJO DE GRADO PARA OBTENER EL TÍTULO DE PSICÓLOGO UNIVERSIDAD CATÓLICA DE PEREIRA TUTOR: CAROL STEPHANIE ROJAS DONADO ** ESTUDIANTES DE PSICOLOGÍA UNIVERSIDAD CATÓLICA DE PEREIRA - NOVENO SEMESTRE
positive consequences at the cognitive, psychological, emotional, motor and social levels,
in children and adolescents with different conditions. Conclusion: TAP has been
performed in populations with different conditions, however, the studies did not make
comparisons regarding the efficacy of TAP.
Key words: Animal Assisted Therapy, Dog Assisted Therapy, Dog Assisted Therapy in
children and Dog Assisted Therapy in adolescents.
La Terapia Asistida con Animales (TAA) es una intervención terapéutica
estructurada y planificada, donde participa un animal con unos criterios específicos según la
necesidad que posea cada paciente (funcionamiento cognitivo, emocional, fisico y/o social)
(Cirulli, Borgi, Berry, Francia, y Alleva, 2011; Fontalba, 2016; Lundqvist, Carlsson,
Sjödahl, Theodorsson & Levin, 2017). Tiene objetivos previamente establecidos con los que
se cuantifica el progreso y se va realizando una evaluación general de todo el proceso
terapéutico, registrando las interacciones que se tengan con el animal (Cirulli et al., 2011;
Fontalba, 2016; Lundqvist et al, 2017; Reed et al., 2012).
Por consiguiente, se pueden añadir diferentes tipos de propósitos con respecto a las
dimensiones físicas, mentales, educativas o motivacionales, desplegándose así un objetivo
para cada una de las dimensiones. En cuanto a los objetivos físicos, hacen referencia a
mejorar las habilidades motoras finas; con respecto a los mentales, se busca incrementar
habilidades verbales, de atención, recreación y autoestima, disminuyendo la ansiedad y
sentimientos de soledad; en cuanto a los educativos, lo que se busca es aumentar el
vocabulario o mejorar el conocimiento de conceptos; y por último, los objetivos
motivacionales se basan en aumentar las interacciones con otros y la participación en
actividades grupales (Pet Partners, 2012 como se cita en Tielsch y Gilmer, 2015).
La TAA puede ser implementada por diferentes profesionales de la salud como
psicólogos, fisioterapeutas , médicos, entre otros (O'Conner, 2010; Fontalba, 2016); además
existen diferentes animales que se pueden utilizar en este tipo de terapia y entre los que más
se usan son los caballos, delfines, gatos, conejos, aves y perros, siendo estos últimos los más
utilizados (O'Conner, 2010).
Es importante mencionar que, los animales por sí mismos no son una terapia, sino
que son intermediarios entre el terapeuta y el paciente, contribuyendo a la obtención de
información de una mejor manera; además, brindan la posibilidad de crear actividades para
alcanzar los objetivos del tratamiento (Serrano, 2004 como se cita en Carvajal y Montoya,
2015).
Por otro lado, se ha encontrado en la literatura que la TAA genera bienestar
psicológico, emocional, físico, social y cognitivo (Fine, 2015; Fontalba, 2016). En este
sentido, se ha evidenciado que la TAA contribuye a afrontar diferentes problemas infantiles
como dificultades en el aprendizaje, agresividad, déficit de atención e integración social
(Cirulli et al., 2011). Además, el uso de los animales en la terapia representa un apoyo en
contextos terapéuticos gracias a que proporcionan un espacio tranquilo y de comunicación
entre terapeuta y paciente (Cirulli et al., 2011); incluso pueden servir como vínculo
emocional para mediar las interacciones en contextos terapéuticos (Serpell, 1996, como se
cita en Cirulli et al., 2011).
La TAA se ha venido investigando cada vez más en los últimos años alrededor del
mundo, tanto así que su implementación es cada vez más utilizada (Dolores, 2016). Por
ejemplo, en España se entiende la TAA como tratamiento alternativo para tratar alumnos
con diferentes problemas de discapacidad física, psicológica o sensorial, por este motivo se
han ido creando instituciones, fundaciones y empresas que se dedican a la investigación,
aplicación y desarrollo de las TAA (Dolores, 2016). De igual forma, desde el 2017 en
Medellín, Colombia, se implementó el acuerdo 065 de 2017 por medio del cual se adopta la
Política Pública de intervención y terapia asistida con animales, a fin de que se analice su
viabilidad jurídica (Acuerdo 065, 2017).
Es importante precisar que la TAA suele confundirse con la Actividad Asistida con
Animales (AAA), la cual no posee objetivos de tratamiento específicos, se basa en
interacciones y visitas informales, es espontánea, y no es necesario hacer un registro de cada
uno de los encuentros, además puede ser realizada por un voluntario, entrenador y/o
auxiliar, sin necesidad de un profesional de la salud (International Association of
Human-Animal Interaction Organizations, 2014 como se cita en Lundqvist et al., 2017;
Monedero et al., 2011 como se cita en Carvajal y Montoya, 2015).
Ahora bien, la Terapia Asistida con Perros (TAP) es la más utilizada en la TAA,
especialmente por su facilidad de adiestramiento, su temperamento y la variedad de razas
(Delgado et al., 2017). Como por ejemplo en un estudio de Silva y Osorio (2018), fueron
utilizados un Labrador Retriever y Golden Retriever. Según Jiménez (2008, como se cita en
Carvajal & Montoya, 2015), “el perro actúa como mediador entre el terapeuta y el paciente,
los motiva aumentando el esfuerzo y el interés durante el transcurso de las sesiones” (p. 20).
Habitualmente, la TAP suele durar entre 10 a 15 minutos, mientras es supervisado
por el cuidador (Ginex, Montefusco, Zecco, Trocchia, Burns, Hedal-Siegel, Kopelman, y
See Tan, 2018). Sin embargo, no todos los perros pueden ser utilizados en la TAA, puesto
que es imprescindible realizarles los exámenes respectivos que den cuenta de las cualidades
y destrezas de este, y que se descarten patologías, fobias y/o agresividad que este pueda
poseer (Ávila, 2012 como se cita en Carvajal y Montoya, 2015). Además, los perros deben
poseer sus vacunas y controles al día para evitar el contagio de alguna enfermedad ya sea
por parte del perro o del paciente; también deben tener la capacidad de poder montar en
ascensores sin alarmarse, de mantener la calma cuando están cerca de dispositivos de
asistencia ambulatoria y de no alterarse ante ruidos fuertes o movimientos repentinos de los
pacientes (Marcus, 2012; Pet Partners, 2012a como se cita en Tielsch y Gilmer, 2015).
Por otra parte, el éxito de la TAP está relacionado con la capacidad que los perros
tienen de interactuar en el ámbito social y emocional de los seres humanos, además de
desarrollar un sistema complejo de comunicación que se da gracias al proceso de
domesticación que permite el aumento de respuestas y voluntad de comunicación en el
paciente (Cirulli et al., 2011).
A partir de lo anterior, se puede decir que la TAP, se constituye como un apoyo
psicológico (Oropesa, García, Puente y Matute, 2009), puesto que se centra principalmente
en el ámbito afectivo y en la motivación del paciente. En diferentes estudios se encontró que
el uso de la TAP trae consigo distintos beneficios, por ejemplo en Lara (s.f, como se cita en
Carvajal y Montoya, 2015) se evidenció que los pacientes que son asistidos por un perro
poseían un aumento en la confianza en sí mismos e independencia, tendían a sentirse menos
solos y controlaban de una mejor manera el estrés; por otro lado, en Oropesa et al. (2009)
“La presencia de perros de asistencia favorece la eliminación de barreras sociales, mejora la
forma en la que la gente es percibida socialmente y facilita las conversaciones” (p. 7).
En este mismo sentido, cabe resaltar lo que dicen Chur-Hansen, Stern y Wineeld
(2010) quienes refieren que la relación que se establece entre humanos y animales es
beneficiosa, sin embargo, en la literatura aún falta evidencia empírica que lo fundamente,
puesto que existen diversidad de resultados frente al impacto y eficacia de esta terapia. Se
han encontrado muchos estudios aplicados y revisiones con diferente rigor metodológico,
evidenciándose estudios con metodologías muy rigurosas y otros con metodologías muy
simples, lo que conlleva a que sea más complejo la obtención de datos fijos (Nimer y
Lundahl, 2015 como se cita Limond, Bradshaw y Cormack 1997) . En este sentido, también
se desconoce con qué tipo población o trastorno es más eficaz la TAA (Cabán, Rosario y
Álvarez, 2014).
Se comprende la eficacia como el grado del efecto de determinada acción (Lam y
Hernández, 2008), logrando evidenciar el resultado que se espera (Jimenez, 2004; Galvez,
1999 como se cita en Lam y Hernández, 2008). De este modo, la eficacia de un tratamiento
presenta tres criterios específicos como: 1) que contengan respaldo por lo menos de dos o
más estudios experimentales; 2) que posean un manual de tratamiento y 3) que hayan sido
probados en una muestra de pacientes (Hickey, 1998; Seligman, 1995 como se cita en
Echeburúa, Salaberría, Corral y Polo, 2010).
Complementando lo anterior, existen tres tipos de eficacia
a) tratamiento eficaz y específico: aquel que es mejor que un tratamiento alternativo
o que un placebo; b) tratamiento eficaz: aquel que es mejor que la ausencia de
terapia en, al menos, dos estudios independientes y c) tratamiento probablemente
eficaz: aquel que obtiene resultados positivos pero que no ha sido replicado todavía.
(Chambless y Hollon, 1998 como se cita en Echeburúa, et al, 2010, p 249).
A lo largo del tiempo, han ido surgiendo distintos postulados que intentan
fundamentar teóricamente la TAA, sin embargo, estas explicaciones no han logrado ser
aprobados científicamente, y aún continúan en estudio (García, Amado, Albert, Lacasa y
Álvarez, 2017). A partir de esto, se encontró que la Teoría del Apego se utiliza como
sustento teórico en este tipo de terapia, y con base a esto, se decidió que en esta revisión
sistemática se abordará esta misma para su desarrollo.
El principal pionero de esta teoría fue John Bowlby (1969), quien postuló que el
apego consiste en una conducta instintiva que se desarrolla a través de la interacción con las
demás personas en el transcurso de la vida (Carvajal y Montoya, 2015). Asimismo, las
relaciones futuras del individuo van a estar determinadas por la calidad del vínculo que se
tuvo en la infancia con los padres o cuidadores (Bruni, 2012). Cabe resaltar que dicho
vínculo (padres o cuidadores - niño) es primordial para impulsar los lazos afectivos que el
niño vaya a configurar posteriormente con los otros (Garrido, 2006 como se cita en
Carvajal y Montoya, 2015). El establecimiento de un apego seguro, o de lazos afectivos
positivos en la infancia pueden actuar como un factor de protección contra la
psicopatología en el individuo (McGoron, Gleason, Smyke, Drury, Nelson, Gregas y
Zeanah, 2012 como se cita en Hawkins , R y Williams, J, 2017).
Teniendo en cuenta que el ser humano constituye relaciones afectivas de apego con
sus vínculos primarios como son los padre o cuidadores, también ocurre lo mismo con los
animales, puesto que estos, proporcionan afecto y seguridad a partir del contacto con ellos
(Carvajal y Montoya, 2015).
Se ha demostrado que el vínculo humano-animal trae consigo diferentes beneficios
como lo mencionan García et al. (2017), quienes apuntan a tres hipótesis:
1. Hacen referencia a la capacidad que tienen los animales de generar con rapidez
vínculos de empatía con los seres humanos (Berry et al., 2013; Mills y Hall, 2014;
Nimer y Lundahl, 2007 como se cita en García et al., 2017), a su vez, la interacción
con los animales ayuda al hombre a cubrir sus necesidades psicológicas básicas
(autoestima, respeto, aceptación y confianza), así como permiten que las personas
se identifiquen consigo mismas, que expresen aquello con lo que se les dificulta
hablar.
2. Apunta a que los animales que se usan en la terapia son mediadores y facilitadores
en la interacción social, estableciendo un vínculo seguro entre paciente y terapeuta.
3. Indica que el uso de perros en la terapia contribuye a que las personas que poseen
dificultades en el establecimiento de vínculos de apego seguros obtengan un apoyo
para potenciar estos lazos afectivos, fortaleciendo el vínculo y aumentando los
estados de ánimo positivos (Mills y Hall, 2014).
El uso de la TAA ha venido demostrando mayor éxito con el transcurso del tiempo
(Hoagwood, Acri, Morrissey y Peth-Pierce, 2017; Shani, 2017 como se cita en Hawkins y
Williams, 2017). Se ha resaltado el hecho de que los perros tienden a percibir más
fácilmente las emociones de los seres humanos, permitiendo un vínculo más fuerte
(Hawkins y Williams, 2017).
Del mismo modo, la evidencia de la implementación de esta terapia en niños, ha ido
en aumento, comprobandose que los animales pueden promover vínculos de apego seguros
en ellos (Hawkins y Williams, 2017).
En los últimos años, ha ido creciendo el interés por las diversas formas en que los
animales pueden utilizarse en espacios terapéuticos para mejorar la salud física y emocional
de los seres humanos. A partir de estos hallazgos, se han venido desarrollando
investigaciones y programas encaminados hacia el tratamiento de diferentes patologías,
como dificultades físicas, sensoriales, mentales, motoras, trastornos del desarrollo, entre
otros (Delgado et al., 2017).
A partir de esto, se ha considerado pertinente realizar una revisión sistemática en la
literatura con respecto a la eficacia de la Terapia Asistida con Perros entre los años del
2000 al 2020, puesto que con este rango de tiempo hay más posibilidades de que puedan
entrar más estudios. Sin embargo, cabe precisar que se hará específicamente en las
patologías de niños y adolescentes, puesto que estas dos poblaciones pueden aportar
planteamientos útiles para su abordaje desde diferentes disciplinas, permitiendo ampliar y
comprender de una mejor manera el conocimiento y la eficacia de este fenómeno, teniendo
en cuenta el ciclo vital de las poblaciones.
Según lo anterior, se propone la siguiente pregunta de investigación: ¿Cuál es la
Eficacia de la Terapia Asistida con Perros en niños y adolescente reportada por la literatura
entre los años 2010 al 2020?, esta pregunta tiene como objetivo general, analizar a través de
una revisión sistemática la eficacia de la terapia asistida con perros (TAP) en niños y
adolescentes desde los años 2010 al 2020; para alcanzar este objetivo se plantearon los
siguientes objetivos específicos:
Describir los procedimientos que se utilizan en los estudios experimentales y cuasi-
experimentales de la TAP en niños y adolescentes.
Especificar la eficacia de la TAP en niños y adolescentes.
Determinar en qué características de los participantes fue efectiva la TAP.
Método
Diseño
El presente trabajo, se basa en una revisión sistemática que consiste en sintetizar la
información científica existente sobre un tema en particular, contribuyendo a reforzar la
validez de las evidencias que se encuentran en la literatura; se suele implementar para
esclarecer información controversial, y de esta manera se abra paso a nuevas investigaciones
(Ferreira, Urrútia y Alonso-Coello, 2011), cabe agregar que se realizó un análisis
cuantitativo de los estudios.
Procedimiento
Se llevó a cabo una búsqueda sistemática en donde se utilizaron las siguientes bases
de datos: Pubmed, Scopus, Psychology and Behavioral Sciences Collection (EBSCO) y
Dialnet debido a que son bases de datos académicas de fácil acceso. Además, para la
búsqueda se usaron los términos: Terapia con Perros en niños y adolescentes, Terapia con
Perros en niños, Terapia con Perros en adolescentes, Assisted dog therapy in children and
adolescents, Assisted dog therapy in children and Assisted dog therapy in adolescents.
Se utilizó el Protocolo Prisma como guía para la realización de una investigación
más rigurosa, el cual consiste en crear unas normas como guía para la elaboración de
metaanálisis. La implementación de este protocolo permite reducir el impacto de los sesgos
inherentes al autor, y promueve la transparencia acerca de los métodos y del proceso,
además de evitar revisiones redundantes (Urrutia y Bonfill, 2010).
Inicialmente se realizó la búsqueda en las bases de datos seleccionadas, con la ayuda
de las palabras claves para filtrar los artículos relacionados con la terapia asistida con perros
en niños y adolescentes, esto dio como resultado 1730 artículos, cabe aclarar que no se
realizó alguna búsqueda en fuentes adicionales, una vez obtenido el resultado de la
búsqueda general se procedió a eliminar 1000 artículos que se encontraran duplicados en las
bases de datos dando como resultado 730 publicaciones, después de la cribada se eliminaron
536 artículos, una vez realizada la revisión de 194 artículos a texto completo se obtuvo
como resultado 11 artículos que cumplieron con los criterios de inclusión y exclusión de
esta revisión, a los cuales se les realizó una síntesis cualitativa y cuantitativa.
Figura 1. Diagrama de flujo Prisma
Se tuvieron en cuenta tres criterios de inclusión 1) Que hayan sido publicados entre
los años 2010 al 2020; 2) Que sus títulos estuvieran relacionados con Terapia Asistida con
Animales o Terapia Asistida con Perros; 3) Que tengan diseños metodológicos
experimentales y cuasi-experimentales, a su vez, que se realicen con población infantil y
adolescente.
Entre los criterios de exclusión se tuvieron en cuenta cuatro: 1) Los que no
estuvieron publicados entre los años 2010 al 2020; 2) Los artículos que no estuvieran
relacionados con niños y adolescentes; 3) Los estudios que implementaran otro tipo de
animales que no fueran perros (aves, caballos, delfines, etc.) y 4) Los artículos que hablaran
sobre Actividad Asistida con Animales, Intervención Asistida con Animales y Terapia,
Actividad e Intervención con mascotas.
Resultados
Los once estudios fueron publicados aproximadamente en los últimos diez años y se
desarrollaron en diferentes países del mundo. (Tabla 1).
Número Autor(es) Título Año País
1 Maria Lindström Nilsson, Eva-Lotta Funkquist, Ann Edner & Gunn Engvall
Children report positive experiences of animal-assisted therapy in paediatric hospital care
2019 Suecia
2 Manuela Perez, Claire Cuscaden, Joanne F. Somers, Nicole Simms, Sabia Shaheed, Leah A. Kehoe, Stephanie A. Holowka, Albert A. Aziza, Manohar M. Shroff y Mary-Louise C. Greer.
Easing anxiety in preparation for pediatric magnetic resonance imaging: a pilot study using animal-assisted therapy
2019
Alemania
3 Richard Eric Griffioen, Steffie van der Steen & Theo Verheggen
Changes in behavioural synchrony during dog-assisted therapy for children with autism spectrum disorder and children with Down syndrome
2019
Países Bajos (Netherlands)
4 Kristýna Machová, Petra Kejdanová, Iva Bajtlerová, Radka Procházková, Ivona Svobodová y Kamal Mezian
Canine-assisted Speech Therapy for Children with Communication Impairments: A Randomized Controlled Trial
2018 República Checa
5 Nathiana B. Silva y Flávia L. Osório Impact of an animal-assisted therapy programme on physiological and psychosocial variables of paediatric oncology patients.
2018 Brazil
6 Coley Vitztum, Patricia J. Kelly & An-Lin Cheng
Hospital-Based Therapy Dog Walking for Adolescents with Orthopedic Limitations: A Pilot Study
2016 Estados Unidos
7 M.C. Stefanini, A. Martino, B. Bacci, F. Tani
The effect of animal-assisted therapy on emotional and behavioral symptoms in children and adolescents hospitalized for acute mental disorders
2016 Italia
8 Nancy R. Geea, Jonell M. Belcherb, Jennifer L. Grabskic, Michael DeJesusa & Whitney Rileya
The Presence of a Therapy Dog Results in Improved Object Recognition Performance in Preschool Children
2015 New York, USA
9 Valeria Calcaterra, Pierangelo Veggiotti, Clara Palestrini, Valentina De Giorgis, Roberto Raschetti, Massimiliano Tumminelli, Simonetta Mencherini, Francesca Papotti, Catherine Klersy, Riccardo Albertini, Selene Ostuni & Gloria Pelizzo.
Post-Operative Benefits of Animal-Assisted Therapy in Pediatric Surgery: A Randomised Study
2015 Germany (Alemania)
10 Stefanini MC, Martino A, Allori P, Galeotti F, Tani F
The use of Animal-Assisted Therapy in adolescents with acute mental disorders: A randomized controlled study
2015 Italia
11 Xóchitl Ortiz Jiménez, René Landero Hernández & Mónica González Ramírez
Terapia asistida por perros en el tratamiento del manejo de las emociones en adolescentes
2012 México
Tabla 1. Identificación de estudios
Procedimientos de los estudios.
Durante la revisión, se pudieron identificar diferentes formas de realizar el
procedimiento para implementar la TAP, también se evidenció el uso de distintos
instrumentos para evaluar los resultados de la misma (Tabla 3).
En el estudio (1) los niños recibieron cuestionarios con opciones de respuesta fija y
libre antes y después de la TAP. El primer cuestionario evaluaba el bienestar de los niños en
ese momento y las experiencias frente a la atención hospitalaria pediátrica; los pacientes
fueron elegidos al azar y se inició la terapia, al finalizar, se les entregó el segundo
cuestionario, el cual incluía las mismas preguntas, pero complementada por una pregunta
sobre las experiencias de interacción con el perro de terapia (Lindström, Funkquist, Edner y
Engvall, 2019).
Otro de los estudios revisados es el (2), donde se realizaron unos cuestionarios para
medir los niveles de ansiedad relacionada con la realización de la (IRM), estos cuestionarios
se aplicaron antes y después de interactuar con el perro, la intervención consistió en que
antes de ingresar a la sala de exploración, el perro se encontraba en la sala de espera y no
sólo interactuaba con el paciente, sino que con el acompañante y las demás personas que se
encontraban ahí, luego el perro acompañaba al paciente en la sala de exploración durante la
preparación para realizar la IRM, sin embargo, durante la realización de ésta, el perro se
encontraba en la sala control y de ser necesario salía para calmar al paciente (Pérez,
Cuscaden, Somers, Simms, Shaheed, Kehoe y Greer, 2019).
De igual forma, en el estudio (3), se compararon patrones de movimiento sincrónico
en los perros de terapia, los niños con TEA y niños con SD, durante la primera y última
sesión de un programa TAP, para determinar los cambios que tenían después de la terapia en
relación a problemas emocionales y de comportamiento, por medio del programa
MediaCoder y el análisis de cuantificación de recurrencia cruzada (CRQA), para
operacionalizar la sincronía entre el movimiento del niño y el perro; cabe agregar, que antes
de la primera y después de la última sesión de terapia, los padres de los diez niños
completaron la lista de verificación del comportamiento infantil (CBCL) (Griffioen, Steen,
Verheggen, Enders-Slegers y Cox, 2019).
Por otro lado, el estudio (4) tuvo un grupo experimental que recibió terapia
tradicional y simultáneamente recibió sesiones de TAA, el grupo control sólo recibió
terapia tradicional, todo el procedimiento se realizó durante un año escolar; en ambos
grupos, se evaluaron sus habilidades motoras, la evaluación de estas habilidades fue con
dos pruebas y se realizaron al inicio y al final del año escolar; las intervenciones con el
perro, consistieron en realizar tareas motoras y del habla, como gatear, cepillarlo, darle
órdenes o crear historias de él, entre otras actividades (Machová, Kejdanová, Bajtlerová,
Procházkova, Svobodová y Mezian, 2018); en el estudio (5), realizaron actividades con el
perro, similares al estudio (4) y a diferencia del anterior antes de cada encuentro con el
perro, los niños eran revisados por una enfermera quien les realizaba un chequeo y
determinaba si estaban aptos para la intervención; cada sesión se trabajaba bajo los
objetivos personales de los participantes (Silva y Osorio, 2018).
De manera similar, el estudio (6), consistió en pasear al perro de terapia al aire libre
en la clínica ortopédica en la que se encontraban; se midió la actividad física de los
participantes desde el inicio, hasta 4 semanas después de haber terminado el programa, por
medio de un acelerómetro ActiGraph con el que se operacionalizó el nivel de actividad
física como movimiento normal (Vitztum, Kelly y Cheng, 2016).
El estudio (7) empleó un procedimiento donde el grupo experimental recibió terapia
estándar y TAA y el grupo control solo se le realizó terapia estándar; antes de realizar las
intervenciones el personal realizó capacitaciones sobre la AAA y programas de TAA, se
definió la población y se realizó el planteamiento de las intervenciones terapéuticas, las
sesiones individuales fueron grabadas y luego se documentó en una hoja de observación
(Stefanini, Martino, Bacci, y Tani, 2016).
Por otro lado, el estudio (8), seis semanas antes al estudio, se recopilaron objetos
familiares para los niños; se realizaron fichas laminadas con los objetos seleccionados y
fueron mostradas a cada niño de forma individual y aleatoria; en el estudio experimental, se
le presentaron a los niños dos condiciones: 1. Perro (objeto familiar más distractores) y 2.
Humano (objeto familiar más distractores); en la condición del perro, entraba también el
guía, y se sentaban cerca del niño; lo mismo sucedió en la condición humana, el cual
también se sentó cerca de los niños, aunque no tenía permitido hablar con ellos; luego, se
presentaron 10 láminas con objetos familiares para los niños, después cada lámina se
escondía y se le suministraba un juego de combinación como tarea de distracción; después
se retomó la prueba, donde se le pedía al niño que recordara los objetos que había visto;
esto se repitió para los 10 estímulos (Geea, Belcher, Grabski, DeJesus y Riley, 2015).
Asimismo, el estudio (9) en el grupo experimental el perro de terapia fue
especialmente preparado y elegido para las interacciones, que se evaluaron como adecuadas
y se registraron junto con el controlador, el guía supervisó al perro, atendió las necesidades
que éste tenía y respondió preguntas sobre él, mientras que, en el grupo estándar, los niños
tenían atención médica postoperatoria tradicional (Calcaterra, Veggiotti, Palestrini, Giorgis,
Raschetti, Tumminelli, Mencherini, Papotti, Klersy, Albertini, Ostuni, y Pelizzo, 2015).
Otro de los estudios fue el (10), donde los participantes tuvieron sesiones
semanales, antes de realizar las intervenciones se capacitó al personal sobre AAA y sobre
los programas de TAA, se definió la población y se planificaron las intervenciones, se
realizaron cuatro fases 1) familiarizarse con el perro y su guía, 2) intervención individual,
3) actividad grupal y 4) discusión de la experiencia de la TAP (Stefanini, Martino, Allori,
Galeotti, y Tani, 2015).
Finalmente, el estudio (11) consistió en sesiones diseñadas como taller; en cada
sesión participaron un mínimo de 3 binomios (conjunto perro y humano) y todas las
actividades del taller siempre estuvieron guiadas por el terapeuta y se trabajaron temas en
relación a la regulación emocional; al finalizar los participantes evaluaban cada taller; cabe
mencionar, que los participantes recibieron la información acerca del tipo de terapia a la
que iban a asistir una semana antes de iniciar el estudio, teniendo que firmar una carta de
aceptación (Ortiz, Landero y González, 2012).
Número Intervención Número de sesiones
Duración de la sesión
Instrumentos Resultados
1 La TAP comenzó con un período de calma y luego un período activo en donde se realizaron trucos con el perro, en supervisión del guía. Luego, un período de relajación concluyó la terapia.
No se especifican cuántas sesiones fueron en total
No se especifica
Cuestionarios con opciones de respuesta fija y libre para capturar las experiencias de los niños, que fueron formulados por los mismos investigadores para realizarle a los niños antes y después de la terapia.
El bienestar de los niños aumentó de moderadamente bueno antes de la terapia, a muy bueno después de la TAP, y los niños evaluaron la estancia hospitalaria como mejor después de la terapia.
2 El perro se encontraba en la sala de espera junto a su guía, cuando el niño llegaba se realizaban diferentes actividades como sentarse junto al perro y acariciarlo, también el perro acompaña al paciente a la sala de preparación, durante la IRM el perro se encuentra en el cuarto de control y solo si es necesario el perro sale para calmar al paciente para poder continuar con la IRM
1 sesión por persona a la hora de realizar la IRM
Los pacientes pasaron entre 20 y 60 minutos con el perro de terapia
Se diseñaron varios cuestionarios para determinar los niveles anticipados de ansiedad relacionada con la resonancia magnética de los participantes y para determinar sus opiniones sobre la experiencia
La intervención en 21 pacientes que compararon encuestas pre y post escaneo demostró una mejora estadísticamente significativa en los niveles de ansiedad del paciente.
3 Durante la primera fase de cada sesión, el niño y el perro, realizaron una serie de pequeños ejercicios para acostumbrarse a las tareas. Durante la segunda fase de cada sesión, se alentó al niño a construir una carrera de obstáculos y guiar al perro a través de ésta. En cada sesión, se agregó un obstáculo adicional, y se alentó a cada niño a sugerir obstáculos o tareas para el perro.
6 sesiones semanales
30 minutos Libro de códigos y el programa MediaCoder
Se encontró un aumento significativo en la sincronía con el transcurrir del tiempo entre niños y perro de terapia. Los análisis exploratorios sugieren una mayor sincronía entre los niños con TEA y sus perros de terapia, en comparación con los niños con SD.
4 las sesiones terapéuticas se realizaron en la oficina especializada para realizar TAP, se orientaban a los niños para realizar diferentes ejercicios motores como gatear, tocar la perra o pasar por encima de ella, también se realizaron ejercicios del habla, cuando el paciente daba una orden y la pronunciación era correcta la perra realizaba dicha tarea, como sentarse o pararse.
Una vez a la semana por un período de 10 meses, aproximadamente fueron entre 23 y 37 sesiones realizadas por cada participante
45 minutos Prueba de Kwint-Stambak (KS) y La prueba de Bruininks-Oseret ky
En general, las habilidades motoras de los participantes en ambos grupos mostraron una mejoría. No se detectaron diferencias estadísticamente significativas entre los grupos control y experimental
5 Se realizaron diferentes actividades, como cepillar al perro, darle de comer, guiar al perro sobre obstáculos, crear historias del el.
3 sesiones por semana
30 minutos En el niño: Inventario de síntomas de estrés infantil, Escala adaptada del estado de ánimo de Brunel, Escala de dolor de caras, Cuestionario de evaluación AAT, entre otras, En los cuidadores: Inventario de ansiedad por rasgos de estado, Escala de estado, entre otros.
Se identificó una disminución en el dolor, irritación y estrés y una tendencia hacia la mejoría de los síntomas depresivos. Entre los cuidadores, se observó una mejora en la ansiedad, confusión mental y tensión
6 Los 7 participantes debían pasear el perro de terapia en el entorno al aire libre en la clinica ortopedica en la que se encontraban.
16 sesiones durante 8 semanas
No se especifica
Acelerómetro
ActiGraph
Herramienta DAPA (Autoinforme)
Los niveles de actividad física aumentaron significativamente durante la intervención en comparación con el antes y el después. Estos hallazgos indican que un programa de terapia para pasear perros es una estrategia factible para aumentar la actividad física en esta población.
7 Todas las sesiones involucraron un animal y su guía. Durante cada sesión, el participante interactúa con un perro y su guía de la siguiente manera: actividades de juego, contacto físico, aseo, limpieza, comandos básicos de obediencia, caminar y rutas de agilidad.
10 sesiones, 1 semanal
45 minutos Autoinforme de la Juventud (YSR), la Escala de Evaluación Global de Niños y Datos de observación
Los resultados indicaron una disminución significativa en los síntomas de internalización y un aumento en competencia total, así como mejoras significativas en el funcionamiento global en el grupo de tratamiento con TAA, pero no en el grupo control
8 Se presentaron 10 láminas con objetos familiares para los niños. Después cada lámina se escondía para que el niño no la pudiera ver, y luego, se le suministraba un juego de combinación como tarea de distracción. Luego se retomó la prueba, donde se le pidió al niño que recordara los objetos que el perro había visto ( 1 objeto familiar + distractores) y donde el niño debía seleccionar las que había visto anteriormente.
Dos días por semana
De 60 a 90 minutos
Láminas con objetos familiares para los niños, láminas de distracción que contenían imágenes de personajes animados.
Los resultados mostraron que los niños en edad preescolar realizaron la tarea de reconocimiento de objetos más rápido y con mayor precisión en presencia del perro de terapia en relación con un humano y también en la condición de un objeto familiar versus cuatro distractores.
9 El perro de terapia fue especialmente preparado y elegido para las interacciones, que se evaluaron como adecuadas y se registraron junto con el controlador. El guía supervisó al perro, atendió las necesidades del perro y respondió preguntas sobre el perro.
No se especifican cuántas sesiones fueron en total
20 minutos Electroencefalogram
a, parámetros
endocrinológicos y la
escala de respuesta
del dolor.
Después de la entrada del perro, se notificó una actividad beta difusa del electroencefalograma más rápido en todos los niños del grupo de TAA; en el grupo estándar no se registró actividad beta.
10 1) familiarización con el animal y su guia; 2) intervención individual; 3) actividad grupal; 4) discusión de la experiencia TAA
Sesiones semanales durante 3 meses
45 minutos Escala de Evaluación Global de Niños, Funcionamiento global, Formato de la atención hospitalaria, Asistencia escolar ordinaria, Observación de AAT.
Nuestros resultados indican una mejora estadísticamente significativa en el funcionamiento global, reducción en formato de atención y mayor asistencia escolar ordinaria en el grupo de tratamiento, pero no en el control grupo.
11
Consistió en actividades diseñadas para aprender el manejo de las emociones, a través de la interacción con el perro. Se trabajaron actividades de regulación emocional.
7 sesiones, 1 vez por semana
1 hora, 30 minutos cada una.
1. Carta de aceptación. 2. Escala de Autoestima de Rosenberg 3. Escala Triat Meta Mood Scale (TMMS-24). 4. Autoevaluación en cada sesión. 5. Evaluación de beneficios de la TAA.
Los resultados mostraron cambios significativos en la atención emocional de los adolescentes, es decir, en su capacidad para percibir mejor sus emociones.
Tabla 2. Intervención y resultados de los estudios
La eficacia de la TAP en niños y adolescentes.
En los estudios revisados, las edades de la población se encontraban entre los 35
meses hasta los 18 años, en seis de los once estudios hacen mención sobre la eficacia de la
TAP en niños y adolescentes, no obstante, en el resto de los estudios no se realizó distinción
alguna entre las poblaciones.
En el estudio (1), se menciona que la TAP es una terapia complementaria adecuada
para niños de diferentes edades y diagnósticos (Lindström et al., 2019); por otro lado, en el
estudio (6), encontraron que al emplear la TAP en adolescentes con limitaciones ortopédicas
se promueve una mayor actividad física (Vitztum et al., 2016); asimismo, se evidencio que
la TAA en niños y adolescentes con trastornos psiquiátricos, promueve aspectos clínicos y
es útil como terapia complementaria como lo mencionan en los artículos (7) Stefanini et al.
(2016) y (10) de Stefanini et al. (2015), en este mismo sentido, en los resultados del estudio
(8) se encontró que los niños con edades preescolares acompañados por el perro
reconocieron los objetos mucho mejor que los niños que estaban acompañados por un
humano(Geea et al., 2015); y por último, el estudio (11) se reflejó que los adolescentes que
se les realizó TAP mostraron una mayor capacidad de expresar y sentir las emociones (Ortiz
et al., 2012).
Eficacia de la TAP según las características de los participantes.
En ocho de los once estudios hacen referencia a la efectividad de la TAP en las
diferentes características de los participantes.
En el estudio (2), los niños que se les realizó la TAP durante la preparación y
realización de las Imágenes de Resonancia Magnética (IRM), arrojaron como resultado un
efecto positivo sobre el estado emocional y disminución en el estrés (Pérez et al., 2019); de
igual forma, el estudio (3), obtuvo como resultado que los niños con Trastorno del Espectro
Autista (TEA) evidenciaron un aumento en el comportamiento de movimiento sincrónico
durante la sesión de terapia final, pero una disminución en sus problemas emocionales y de
comportamiento en comparación con los niños con Síndrome de Down (SD), según lo
informado por sus padres (Griffioen et al., 2019); sin embargo, en el estudio (4), menciona
que en ambos grupos con Disfasia del Desarrollo (DD) se encontraron mejoras en aspectos
motores faciales, pero no se detectó una diferencia significativa entre los niños con terapia
convencional del habla y los que tuvieron TAP adicional a la terapia convencional
(Machová et al., 2018).
Por otro lado, en el estudio (5) se obtuvieron resultados en los niños con cáncer y
los cuidadores; en los niños, no se observó cambios significativos en aspectos fisiológicos,
pero, sí se obtuvo una mejoría significativa en los niveles de dolor, irritación y estrés,
también se observó una tendencia hacia una disminución de los síntomas depresivos (Silva
y Osorio, 2018); en este mismo sentido, en el estudio (7) los resultados indicaron que los
niños con trastorno psiquiátrico al recibir la TAP como complemento de la terapia
tradicional mejoraron significativamente en síntomas afectivos, conductuales y en sus
competencias y tres meses después de la intervención su funcionamiento global era
significativamente mejor que en el grupo control; cabe precisar que los autores de este
estudio concluyeron que el empleo de la TAA podría ser una de las terapias más eficaces
para tratar los síntomas de internalización (Stefanini et al., 2016).
Simultáneamente en el estudio (9), se encontró que la intervención de TAA durante
los procedimientos posquirúrgicos indujo a una recuperación rápida de la vigilancia y la
actividad después de la anestesia, a su vez modificó la percepción del dolor e incitó a una
respuesta prefrontal emocional, también se observó una respuesta cardiovascular adaptativa
en presencia del perro (Calcaterra et al., 2015); y en el último estudio (10), en pacientes con
diagnóstico psiquiátrico la utilización de la TAP evidenció un aumento significativo en su
funcionamiento global, también se disminuyó el tiempo que pasaban en hospitalización, y a
su vez, se reflejaron cambios significativos frente a la participación social y las habilidades
de interacción social con pares y adultos (Stefanini et al., 2015).
Número Diseño Tamaño de la muestra
Característica de la muestra Tipo de perro
1 Diseño experimental con métodos mixtos, mediante datos cualitativos y cuantitativos
50 niños Neuro-oncología 7, daño cerebral 4, condición neurológica 8, cirugía menor 2, cirugía intermedia 11, cirugía mayor 16, trauma 2. Niños y adolescentes entre 3 a 18 años
Labradoodle
2 No especifica 21 pacientes Pacientes pediátricos que se preparan para imágenes de resonancia magnética Entre los 5 años y 16 años .
Labrador retriever
3 Diseño cuasi-experimental
10 niños. 5 niños con TEA entre 11–13 años y 5 niños con Síndrome Down entre los 12 a los 18 años.
Labrador y Labradoodle
4 Diseño experimental estudio aleatorizado
69 niños Diagnosticados con La disfasia del desarrollo, con un rango de edad de 4 a 7 años
Perro sin pelo peruano
5 Diseño cuasiexperimental
24 niños Niños con edades de 6 a 12 años diagnosticados con leucemia y tumores sólidos
Labrador retriever y golden retriever
6 Piloto exploratorio 7 participantes
Diagnóstico confirmado de la enfermedad de Blount o deslizamiento de la epífisis capital femoral (SCFE) entre 11 y 14 años.
No se especifica
7 Diseño Experimental pre-post con un ensayo controlado aleatorio.
40 adolescentes
Adolescentes entre lo 11 a 17 años con diagnóstico psiquiátrico grave
No especifica
8 Diseño cuasi-experimental
20 niños Algunos niños tenían una variedad de retrasos en el desarrollo. El rango de edad era de 35 a 66 meses
Border Collie
9 Estudio aleatorizado abierto, controlado, piloto.
40 pacientes Inmunocompetentes, sometidos a procedimientos quirúrgicos Niños de 3 a 17 años
Golden Retriever
10 Diseño experimental pre-post con un ensayo controlado aleatorio.
34 adolescentes
Hospitalizados por diagnósticos psiquiátricos, adolescentes de 11 a 17 años
No especifica
11 No se especifica. 5 participantes
No se especifica la condición de la población Edad promedio 18.8 años.
No se especifica
Tabla 3 . Diseño y población
Discusión
En los once estudios de esta revisión, se evidenció que la implementación de la TAP
conduce a efectos positivos tanto a nivel psicológicos, emocional, social, cognitivo y motriz,
lo que concuerda con lo planteado por Fine (2015) y Fontalba (2016).
Por otro lado, en los resultados obtenidos se puede inferir que no se encuentra un
procedimiento estandarizado para realizar la TAP. En los once estudios no solo se
realizaron distintos procedimientos, sino que también, presentaron diferente número de
sesiones de TAP, como por ejemplo en el estudio 2 (Pérez et al., 2019) la intervención solo
fue durante la preparación y realización de la IRM y en el estudio (10) la intervención se
realizó una vez por semana durante diez meses (Stefanini et al., 2015), además, no hay un
tiempo establecido para la realización de las mismas, puesto que en diferentes artículos el
tiempo de la TAP fue muy variable, incluso en algunos estudios no se especificó el número
de sesiones, ni la duración de las mismas: con respecto a la literatura, Ginex et al. (2018)
mencionan que la TAP suele durar aproximadamente entre 10 a 15 minutos, no obstante,
dentro de los once estudios se encontró que las sesiones duraban entre 20 minutos hasta 1
hora y 30 minutos.
Además, no se evidenció un instrumento estándar para evaluar la eficacia de la TAP.
Por lo tanto, como no se encuentra un instrumento estandarizado los estudios implementaron
diferentes pruebas psicométricas dependiendo de los objetivos del estudio y de las
condiciones de la población; las pruebas se realizaban antes y después de la intervención,
para luego realizar una comparación de los resultados y así evidenciar si hubo un cambio
significativo en las variables a evaluar, cabe mencionar que la aplicación de los
instrumentos tampoco tenían un tiempo específico para realizar el post-test, puesto que en
los once estudios el pre-test siempre se realizaba al inicio de cada intervención, en cambio el
post-test se podía realizar el mismo día al finalizar la intervención como en los estudios (2)
de Pérez et al. (2019) y (11) Ortiz et al. (2012), por otro lado, en los estudios (7) de
Stefanini et al. (2016) y (10) de Stefanini et al. (2015) los post-test se realizaron al finalizar
el número de sesiones programadas, en el caso del estudio (7) se realizó tres meses después
del pre-tes (Stefanini et al., 2016) y en el estudio 10 se realizó diez meses después (Stefanini
et al., 2015).
Por otra parte, en algunos artículos se encontró que la implementación de la TAP era
efectiva en niños y adolescentes, sin embargo, en algunos estudios no se vio reflejado el tipo
de diseño utilizado, por ende, esto baja la rigurosidad y confiabilidad de los resultados, y
esto se ve contrastado en la literatura con lo que mencionan Chur-Hansen et al. (2010),
quienes hacen referencia a que aún hace falta profundizar en estudios experimentales que
demuestren claramente el beneficio de la implementación de la TAP, puesto que en
diferentes investigaciones los resultados obtenidos son controversiales y no permiten una
adecuada recolección de la evidencia con respecto a la TAP.
A partir de los resultados obtenidos en esta revisión se identificó que la eficacia en
los once estudios se pueden considerar tratamientos probablemente eficaces según lo
mencionado por Chambless y Hollon, (1998) como se cita en Echeburúa et al. (2010 p.
249), donde establecen tres tipo de eficacia, 1) tratamiento eficaz y específico, 2)
tratamiento eficaz y 3) el tratamiento probablemente eficaz, donde se obtienen resultados
positivos pero que no han sido replicados todavía; en lo que respecta al tipo población o
trastorno también se desconoce la efectividad de la TAP (Cabán et al.,2014), puesto que no
se realizó una comparación entre sí, por lo tanto, no se evidenció una diferencia
significativa de la eficacia de la TAP entre niños y adolescentes, aunque, generalmente los
resultados de los estudios fueron positivos, no se especificó mayor o menor eficacia en las
poblaciones.
Conclusiones
En los estudios revisados la TAP se ha realizado en poblaciones con diferentes
condiciones como problemas en el desarrollo, enfermedades que afectan la motricidad,
cáncer, trastornos mentales, trastornos lingüísticos, pacientes en recuperación
postoperatoria, entre otras, sin embargo, los estudios no realizaban comparaciones entre la
eficacia que tiene la TAP en relación con las diferentes condiciones que presentaban las
poblaciones.
De la misma manera, en algunos estudios no se especificó cómo se realizaron las
sesiones de terapia con los perros, solo se señalaban los procedimientos de forma general de
la investigación, sin hacer énfasis en la intervención realizada con los perros.
Por otro lado, una de las limitaciones más encontradas dentro de los estudios fue el
tamaño de la muestra, puesto que generalmente eran pequeñas, lo que imposibilitaba la
generalización de los resultados. Sin embargo, en el estudio 7 mencionan que la TAP podría
ser la intervención complementaria, más eficaz para los adolescentes con trastornos
psiquiátricos que se encuentran hospitalizados (Stefanini et al. 2016). De igual manera,
como ya se mencionó anteriormente, otra de las limitaciones encontradas por las autoras fue
que algunos estudios revisados no especificaron el diseño utilizado, por tanto, esto afecta la
rigurosidad de los resultados.
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