Pinckaers - Las Pasiones y La Morall

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    tema

    as p siones la mor lSERVAIS PINCKAERS

    J Divergencia acerca del lugar de las pasionesen la moral

    El lugar que santo Toms concede al estudio de las pasiones enla parte moral de la umma theologica es muy notable. Es el tratado que cuenta con mayor nmero de cuestiones, 27 que contienen132 artculos: ms que la bienaventuranza y los actos humanos juntos, ms que las virtudes y los dones, ms que las leyes y la gracia.Esta comparacin cuantitativa no significa, evidentemente, que eltratado de las pasiones sea el ms importante a ojos del DoctorAnglico, pero indica, no obstante, que suscitan en l un particularinters. En su plan, tan cuidadosamente elaborado, las pasiones forman parte de lo que intitula la consideracin universal del obrarmoral, y que ulteriormente denominar la moral fundamental.Una ojeada a sus obras anteriores pone de manifiesto la atencincreciente que santo Toms dedica a las pasiones del hombre. En sucomentario a las Sentencias l. III, dist. 15 , aprovecha el pasaje enel que Pedro Lombardo trata de las flaquezas humanas asumidas porCristo, especialmente la tristeza y el dolor de la Pasin, para estudiarla naturaleza de las pasiones humanas, ocupndose en particular deaquellas que los Evangelios a tribuyen a Jess. Muy significativa tambin es la importante cuestin consagrada a la delectatio el placer yel gozo, como parte constitutiva de la bienaventuranza, al final desu comentario a las Sentencias l. IV dist. 49 . Santo Toms vuelvesobre l asunto en De Veritate asignando a las pasiones una cuestin de 10 artculos, tras l estudio del libre arbitrio y de la sensua-

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    lidad, y antes del de la gracia. En dicha obra sigue respetando larelacin tradicional con la Pasin de Cristo. En la Summa theologi-ca santo Toms da, por ltimo, curso libre a su genio y sin duda,a su deseo de escribir sobre el tema: el tratado de las pasiones sedesgrana en ella sin cortapisa, como un racimo de fruta madura.A nuestro entender, noexiste ni entre los Padres de la Iglesia ni enla Edad Media ningn estudio de las pasiones humanas que seacomparable a ste por su envergadura o por su calidad. Se trata deuna obra nica, clsica ... y demasiado olvidada.Para evitar todo malentendido, precisemos que el trminopasin carece en santo Toms del matiz peyorativo que ha adop-tado, en la poca moderna, con el sentido de sentimiento vehe-mente que arrebata la razn. Designa, sencillamente, los movimien-tos de la sensibilidad; se podra decir que se traduce en lossentimientos o en las emociones, buenas o malas.El lugar que santo Toms adjudica a las pasiones se revela tantoms significativo para nosotros en la medida en que contrasta con elpapel que se les atribuye en la moderna moral catlica. Tomemos,por ejemplo, un prestigioso manual, escrito secundum principiaS homae Aquinatis y que debemos al padre D. M. Prmmer1En l se abordan las pasiones, en la parte que trata de los actoshumanos bajo el epgrafe De hostibus voluntarii de los enemigos ,es decir, de los obstculos que se presentan al carcter voluntario delos actos humanos), juntamente con la violencia, el temor y los esta-dos patolgicos del cuerpo. A fuer de discpulo de santo Toms elpadre Prmmer expone, como aqul, en cuatro pginas el panora-ma de las pasiones; pero ese fragmento queda enmarcado, comoreferente, en el contexto de la apreciacin negativa que en lo suce-sivo se haba de imponer como tradicional en teologa moral: laspasiones son obstculos para la libertad y la calidad moral de losactos. Cmo se explica tal disparidad de miras en el seno de laescuela tomista? Cmo comprender, a su luz, el inters, que nosatrevemos a llamar creador, de santo Toms por las pasiones?

    Dos concepciones de la moralHay una razn fundamental que explica tales diferencias en el tra-tamiento ele las pasiones: nos encontramos ante dos concepciones,

    dos sistematizaciones de la moral. Santo Toms es el intrprete delpensamiento antiguo, que conceba la moral como una respuesta ala cuestin de la felicidad. Ahora bien, la primera experiencia que dela felicidad tiene el hombre es el placer, al que se vinculan los demssentimientos que configuran las distintas pasiones. Los manuales al

    1 D. M. Prmmer: Manuale 77 ?eologiae Momlis Friburgo de Brisgovia 1953, ed.

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    uso por el contrario hacen gravitar la moral en torno a la cuestinde la obligacin.

    De ah que la estimacin moral de las pasiones la toma de posi-cin con respecto a ellas sea determinante en la diferenciacin delas grandes escuelas filosficas de la Antigedad. Los epicreosponen la felicidad al nivel de las pasiones en una calculada bs-queda del placer y en la ausencia de dolor. Los estoicos por el con-trario consideran las pasiones como dolencias y proponen el idealde la apatheia del alma de la indiferencia ante toda pasin. Los pla-tnicos predican una superacin de los placeres sensibles para acce-der al regocijo a que lleva la contemplaciqn de las Ideas. La escue-la de Aristteles es la ms matizada. Pone en el centro de superspectiva la accin del hombre con la virtud que hace a aqullaperfecta. La felicidad consiste en la ms alta actividad del hombreque consuma el placer mejor. Los placeres y las dems pasiones reci-ben su calificacin moral de las acciones que los acompaan. Laspasiones sern pues buenas si contribuyen a una buena accin ymalas en el caso contrario.Pero cualesquiera que sean las divergencias entre las escuelas dela Antigedad el estudio de las pasiones ocupa siempre un lugar decapital importancia en la reflexin moral incluso entre los estoicos.Los Padres de la Iglesia que evidentemente rechazan de plano ellaxismo de los epicreos se inspiran conforme a su propia inclina-cin en las posiciones de las dems escuelas puesto que el cristia-nismo se presenta a sus ojos tambin como una respuesta al pro-blema de la felicidad pero una respuesta que proviene de Diosmismo mediante la palabra de Cristo. Entablando siempre el vigoro-so combate espiritual contra la carne en la lnea de san Pablo adop-tan en general ante las pasiones una lnea de conducta equilibradaque se aproxima a la postura aristotlica. l ejemplo de Cristo queexperiment la tristeza la alegra el dolor la clera los mantienealejados del rigorismo estoico. Santo Toms sigue idntica l nea a lahora de elaborar la umma theologica las pasiones son una com-ponente necesaria del obrar humano que depende de los actos y desus principios internos las virtudes en orden a la bienaventuranza.Su anlisis es preciso detallado bien articulado y armnico en suconjunto una pequefia obra maestra en consonancia con los edifi-cios de la poca.En contrapartida a partir del siglo siguiente la moral se articulade manera progresiva en torno a dos polos la libertad y la leyenfrentadas mediante la obligacin. La consideracin de la felicidadqueda al margen de la moral y el tratado acerca de la bienaventu-ranza desaparece de los manuales. En lgica consecuencia laspasiones sern confinadas a un pequeo rincn del estudio de losactos humanos y comprendidas en lo sucesivo como una amenazapara la soberana de la libertad y la razn como algo que provienede las regiones sombras de la sensibilidad humana. Nos hallamos

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    en la poca del racionalismo y el voluntarismo. La sensibilidad y laspasiones carecen ya de derecho de ciudadana en una moral ocu-pada por completo en establecer y defender unas leyes constrictivas;pero aqullas sabrn recuperar su potestad a travs de caminos ocul-tos, insinundose mediante ellos hasta en la libertad.As pues si queremos comprender el alcance y la riqueza del tra-tado de las pasiones en santo Toms, hemos de volver a situarnosen la perspectiva tan profundamente humana de las morales de lafelicidad que aqul sistematiz. La pasin es una de las componen-tes directas y necesarias de la respuesta a la pregunta por la felici-dad. No puede construirse una moral verdaderamente humana sintener esto en cuenta.

    JI La relacin de las pasiones con el esprituen santo TomsAvancemos en nuestra consideracin del tratado de las pasionesen santo Toms. Aunque no sea ms que leyendo el sumario, seaprecia en seguida que el autor, tras definir las pasiones como movi-mientos del apetito sensible, no se cie estrictamente, sin embargo, alnivel de la sensibilidad. Ya el problema de la calificacin moral delas pasiones sita stas en su relacin con la razn y la voluntad, y lesasigna una dimensin que no tienen, por ejemplo, en los animales.

    Santo Toms las considera como pasiones del hombre, integradas enel compuesto humano. Pero el rebasamiento de la pura sensibilidadse hace an ms manifiesto, especialmente, en el estudio del amor,cuando hace la distincin entre amor, dileccin, caridad y amistad,considerando el amor como el trmino ms comn el que englobaa los restantes (q. 25, a. 3). s evidente que ya, en ese momentopiensa en la virtud de la caridad. La cosa se confirma cuando el Santoestablece la distincin entre el amor de concupiscencia y el amor deamistad (a. 4), pues resulta claro que el ltimo no pertenece al mbi-to de la sensibilidad; sirve para definir la virtud de la caridad comouna amistad con Dios. Despus (q. 27), las causas del amor, el bien,la belleza, el conocimiento, la semejanza, se entienden de modogeneral, antes de hallar su aplicacin en el nivel sensible. Finalmente,los efectos del amor (q. 28): la unin, la mutua inhesin, el xtasis, elcelo, el amor pasin que hiere al amante, evocan directamente el len-guaje y las experiencias de la mstica cristiana; las numerosas citas dele divinis nominibus de Dionisia Areopagita aparecen para confir-marlo (q. 28). l estudio del placer, o delectatio tiene igual dimensin.Santo Toms distingue entre el placer y el gozo, precisando que stees un placer que deriva de la razn y es, por tanto, de naturaleza espi-ritual. Ello le lleva a interrogarse sobre la existencia de una delecta-cin en el apetito intelectual, y a comparar los placeres corporales y

    los intelectuales. Podrarr.os multiplicar los ejemplos.

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    Las pasiones y la morals evidente, por tanto, que santo Toms no desliga la sensibili

    dad del espritu en su estudio de las pasiones. Ms bien se elevacontinuamente desde los movimientos de la sensibilidad a la vidamoral y espiritual. Su perspectiva es, en efecto, la del telogo cuyoobjetivo predominante es, c'omo dice a propsito de las circunstancias (q. 7, a. 2), mostrar cmo los actos humanos con sus compo-nentes se ordenan a la bienaventuranza. ste es el punto de vista:santo Toms contempla las pasiones como un elemento constitutivodel obrar humano en orden a la bienaventuranza en Dios a travsde las virtudes y los dones como principios interiores o personalesde la accin. Se comprende as, que la prolongacin hacia las virtudes y los dones haya sido ya indicada a ropsito de las pasiones.De hecho el tratado de las pasiones constituye la preparacin directa del de las virtudes: el estudio del amor anticipa el de la caridad;otro tanto puede decirse para el deseo o la concupiscencia con respecto a la esperanza. En cuanto al estudio de la delectacin , sehalla en inmediata relacin con las cuestiones sobre la bienaventu-ranza, como lo demuestra el texto paralelo del libro IV de lasSentencias dist. 49, cuya q. 3, con sus cinco artculos y su quincenade questiunculae est consagrada al asunto en esta primera redaccin del tratado de la bienaventuranza.As, santo Toms, en la Summa no trata el tema de las pasionescomo fisilogo, ni como psiclogo, ni como filsofo puro sinocomo telogo, pues mantenindose siempre en el nivel de la sensibilidad, en el que se reencuentra con el psiclogo, su perspectiva sedilata hasta las relaciones del hombre con Dios, como su verdaderabienaventuranza. l inters particular de santo Toms por las pasiones proviene de su contribucin a la accin moral y al progreso delhombre en su camino hacia Dios; tambin dimana del hecho de quela sensibilidad proporciona al hombre una primera imagen y unvocabulario bsico para expresar las realidades espirituales.

    Un lenguaje similarEfectivamente, la relacin que santo Toms establece entre pasiones y realidades espirituales, especialmente las virtudes, se basa en

    profundos cimientos atinentes al proceso del conocimiento y a laconcepcin misma del hombre. Como recuerda con frecuencia elDoctor nglico, nuestro conocimiento procede de la percepcinsensible. Nuestras primeras reacciones subjetivas pertenecen almismo orden y constituyen, precisamente, las pasiones: placer ydolor, inclinacin o miedo, amor, clera, etc. Como el lenguaje sigueal conocimiento nos valemos espontneamente de las representaciones y del vocabulario de las pasiones para describir y calificaranalgicamente los movimientos de nuestro espritu en el plano dela afectividad, as como del saber. Todo el arte del moralista consis-

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    te en distinguir los elementos de similitud y las diferencias, asegu-rando la agilidad del paso de lo sensible a lo espiritual. Pensando enel sutil juego del lenguaje evanglico, podra decirse que las pala-bras fueran una parbola de los movimientos del espritu en su aper-tura al mundo y a Dios.

    Una concepcin unificadora del hombrey de su accinHay que ir un poco ms lejos an,y decir que el lugar que ocu-pan las pasiones en la umma se apoya en una concepcin unitariadel hombre y de su accin. El compuesto humano no est formado

    por dos substancias artificialmente reunidas, sino a veces opuestasentre s. Para santo Toms hay una armona natural entre cuerpo yalma, entre sensibilidad y espritu, sean cuales fueren los conflictosque entre ellos pudieran sobrevenir. Tal unin y tal armona reper-cuten en el juego de las facultades: razn, voluntad, sensibilidad,percepcin sensorial, tienden a funcionar coordinadamente, entreotros, en el libre albedro, constituido por un juicio y una voluntadque asumen el deseo sensible que les corresponde. En esta pers-pectiva, la sensibilidad se perfecciona sirviendo al espritu, conayuda de las virtudes que lo educan. As, gracias a la unin naturalentre cuerpo y alma y a la armona de fondo que dicha unin creaentre nuestras facultades, puede operarse un paso espontneo de losensible a lo espiritual, y lo espiritual puede, a su vez, repercutir enlo sensible, tanto para el bien como para el mal.

    La diferencia es notable en relacin con la teologa franciscana,que distingue diversas almas en el compuesto humano y separa demanera mucho ms neta las facultades intelectuales de la sensibili-dad. Enseguida viene el nominalismo, que hace estallar la armonaal concentrar la libertad en el mero querer, y la moral en la ley,como principio de obligacin racional, no dejando a la sensibilidadotra salida que la estricta obediencia o la rebelin.Notemos de pasada que l coordinacin entre l sensibilidad y lavida del espritu que establece santo Toms se corresponde bastan-te bien, pese a las diferencias, con el lenguaje de la Escritura, cuyostrminos designan de ordinario las cosas en la experiencia concretay sensible que de ellas tenemos, pero cuya irradiacin interior llegahasta la cima del espritu. As, la pobreza evoca la humildad delcorazn, y la riqueza la suficiencia y el orgullo. l tiempo, segn laexperiencia cristiana, el mismo Espritu Santo realiza su obra en elcompromiso del cuerpo hasta el sufrimiento fsico de la Pasin (lameditacin acerca de la cual se halla, histricamente, en el origendel tratado de las pasiones y, en consecuencia, el padecimiento mshumilde, como la enfermedad o el miedo, va a poder adquirir unverdadero valor espiritual, trascendiendo con mucho la fisiologa.

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    En esta perspectiva, entre los movimientos de la sensibilidad vinculados al cuerpo y los movimientos del espritu, se establece uncontinuo vaivn, una interaccin que descansa en la misma naturaleza del hombre que despus podr adquirir un alcance sobrenatural gracias a la caridad y a su, penetracin en las fibras de la sensibilidad, con ayuda de las dems virtudes, especialmente la fortalezay la templanza, sin olvidar la paciencia, citada siempre en las listasde san Pablo junto con la caridad.Tal es, a nuestro entender la explicacin de la eflorescencia deltratado de las pasiones en la umma theologica los estudios que locomponen se hallan en estrecha comunicacin con el conjunto deesta gran obra, en particular el estudio deJa felicidad, las virtudes ylos dones. No se puede atribuir a las pasiones un papel ms positivo en otra concepcin del hombre y de la moral, ya se piense en elplatonismo o en el estoicismo y, ms tarde, en el nominalismo y enDescartes, del que hablaremos a rengln seguido.

    l tratado de las pasiones en santo Toms es una obra a la vezfilosfica y teolgica; ambas dimensiones se interpenetran a susojos. Hay un enfoque teolgico cierto, por su integracin en unaumma de teologa y por su perspectiva: el ordenamiento a la bienaventuranza en Dios, la preparacin del estudio de las virtudes,

    especialmente las teologales; tambin por sus fuentes, sobre todo lamstica cristiana.

    III Comparacin con DescartesTiene gran inters para nosotros comparar el estudio de las pasiones en santo Toms con el tratado de Las pasiones del alma deDescartes, sin dejarnos intimidar por la aparatosa declaracin de esteltimo de que Jos antiguos han enseado tan pocas cosas sobreellas, y en su mayor parte tan poco crebles, que no puedo teneresperanza alguna de acercarme a la verdad que apartndome de los

    caminos que ellos han seguido .. . Cmo explicar tamao desdnsino en virtud de la adopcin de un nuevo punto de vista acerca delas pasiones que proporciona a Descartes la impresin ele estar obligado a escribir aqu como si lo tratara de una manera que nadieantes de m hubiera empleado ?

    La base sobre la que Descartes construye su tratado de las pasiones es estrictamente filosfica, y se apoya en una concepcin delhombre que viene indicada de antemano. l principio es el siguiente: para estudiar las pasiones hay que partir de la diferencia existenteentre el alma y el cuerpo atribuyendo a este ltimo todo lo queexperimentamos en nosotros y que puede a su vez, atribuirse a loscuerpos inanimados, y atribuyendo al alma lo que no concebimosen modo alguno que pueda pertenecer a un cuerpo como son lospensamientos. Esta separacin entre el pensamiento y los fenme-

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    nos que dependen del cuerpo lleva a concebir las pasiones a modode una mquina que se mueve a s misma , de un autmata seme-jante a un reloj, cuyo movimiento viene producido por la sola fuer-za que emana de su resorte y de la forma de sus ruedas (1 parte,art. 5). Nos encaminamos as hacia una explicacin fisiolgica de laspasiones cuya atencin se centra en la interaccin de los rganos delcuerpo el corazn, el cerebro, los msculos, los nervios, la produc-cin y circulacin de los espritus animales. Sin embargo, a diferen-cia de los autmatas de la fsica, las pasiones son afecciones delalma, o de las emociones que se refieren particularmente a ella ,pero tienen su principal causa en el terreno del cuerpo; estn cau-sadas, mantenidas y fortalecidas porelmovimiento de los espritusanimales provocado por la pequea glndula existente en el cere-bro, en la que el alma ejerce particularmente sus funciones y quees su principal asiento. El cuerpo opera sobre el alma, y concita enella las pasiones, en virtud de dicha glndula, y mediante ella elalma puede asimismo, actuar sobre el cuerpo. El principal efecto delas pasiones consiste en que incitan y disponen al alma a querer lascosas para las que preparan el cuerpo (art. 40). Como escribeMalebranche, las pasiones son movimientos del alma que acompa-an a los de los espritus y la sangre, y que producen en el cuerpo,en virtud de la construccin de la mquina, todas las disposicionesnecesarias para conservar la causa que les ha hecho nacer Trate mora/e, 1. 1, c. XIII, IV). As entendidas, las pasiones tienen porobjeto, ante todo, asegurar el bien del cuerpo.Las pasiones plantean a Descartes un delicado e interesante pro-blema, en la medida en que implican una interaccin2 entre alma ycuerpo. Lo resolver a partir de su antropologa, que ve al hombrecomo un compuesto de dos substancias: el alma que piensa y que noes en absoluto extensa, y el cuerpo que es extenso y que no piensaen absoluto, como dir Malebranche Trait e mora/e, l 1, c. XIII).Descartes introduce as una nueva relacin entre el espritu, quese concentra en las ideas claras y distintas, y el cuerpo entendidoen lo sucesivo como una mquina; inaugura una nueva actitud delespritu frente al cuerpo que podra definirse como la mirada del

    mecnico o del ingeniero. Aun cuando afecten al alma, las pasionesse considerarn en lo sucesivo desde esa perspectiva, a causa de losprocesos de orden corporal que entraan, y que constituyen una

    2 El Tratado de las pasiones es una respuesta a una nota crtica de la prin-cesa Isabel, hija de Federico V, elector palatino, la cual escribi a Descartes: Lossentidos me muestran que el alma mueve el cuerpo pero no me ensean enabsoluto, como tampoco el entendimiento y la imaginacin, la manera en quelo hace y por ello pienso que hay propiedades del alma que nos son desco-nocidas, que podran, quiz, trastocar aquello de lo que vuestras meditacionesmetafsicas me han persuadido, por tan buenas razones, acerca de la inexten-sin del alma (Carta del 1 de julio de 1643).

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    Las pasiones la moralespecie de mecnica. El inters de Descartes se centra, sobre todo,en la fisiologa de las pasiones.La visin de las pasiones ser, en lo sucesivo, radicalmente distinta de la de los antiguos, incluido santo Toms. sta es la razn deldesdn de Descartes: no haUa nada de bueno en los autores que lohan precedido porque, sencillamente, no puede comprenderlos nicompartir sus concepciones. Lo que ha cambiado es la relacinmisma del espritu con la pasin. Los antiguos contemplan las pasiones como un fenmeno humano que vincula alma y cuerpo. Lasobservan desde dentro, como algo que les pone a prueba y de loque interesa, ante todo, su dimensin moral en orden a la felicidad.Descartes introduce una separacin radical entre el pensamiento ylas pasiones, en funcin de la actitud que adopta: las contempla conla distancia que separa el pensamiento con sus ideas claras y distintas, de los fenmenos corporales; observa las pasiones comodesde fuera y se le aparecen en adelante como mera mecnica, pormuy complejos que sean sus engranajes. Se trata slo de una mecnica que afecta al alma. Hay que guardarse de ellas si se quiere evitar las ilusiones y favorecer el progreso del conocimiento racional yde ese modo el gobierno del libre arbitrio.El inters de la innovacin cartesiana radica en que sienta lasbases filosficas de la moderna psicologa experimental. Eso no sepuede negar; pero tampoco se pueden disimular las prdidas queeso acarrea. Diremos, en una palabra, que Descartes ha contribuidode manera decisiva a deshumanizar las pasiones. Para l, ya no comprometen al hombre entero, espritu y cuerpo conjuntamente, y porende pierden su repercusin moral y espiritual. El mtodo cartesiano puede darnos un conocimiento racional de las pasiones, quepodra llamarse cientfico; pero es a partir de una experiencia cosificada, que se ha hecho externa, a la manera de la de los cuerposfsicos. De este modo Descartes da la espalda a la comprensin delas pasiones que nos procura la experiencia interior, en la que predomina su conexin con el espritu que habita en nosotros, con lapersona que somos. Ha despersonalizado las pasiones. A su modode ver, ya no existe un paso natural entre la sensibilidad y el mundoespiritual; no subsiste sino una relacin accidental, un paralelismoocasional , como dice Malebranche. El lenguaje de las pasiones nopodr ya aplicarse a los movimientos del espritu ms que de unamanera artificial, preada de confusin.Despus de la aparicin del de Descartes, no conviene arrinconar el tratado de las pasiones de santo Toms. Puede por el contrario, sernos muy til, ayudndonos a redescubrir la faceta interiorde las pasiones, lo que las hace propiamente humanas y las entronca con la vida moral, los movimientos del espritu y la gracia. Ellono nos obliga, en modo alguno, a rechazar los hallazgos de la psicologa moderna, pero nos permite percibir sus lmites y rellenar suslagunas. El asunto es capital para la moral y la teologa, que se si-

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    tan en el bando de la interioridad espiritual, si queremos que laspasiones entren de nuevo en ella como factores humanos importantes y significativos.

    Sealemos otra consecuencia de la perspectiva cartesiana sobrelas pasiones. Al separar e espritu, de la mecnica del cuerpo y laspasiones Descartes suprime el vnculo entre la voluntad y la espontaneidad de aqullas, que se ejerce en l deseo el amor, el placer,etc., y favorece con ello una concepcin voluntarista de la moralbasada en la libertad de la indiferencia, en la pura determinacinvoluntaria. A partir de ah, la espontaneidad y la sensibilidad espirituales desaparecen del horizonte; slo quedarn frente a frente, lrigorismo voluntario y la erupcin irracional de los sentimientos y lasemociones.

    V Entre santo Toms y Descartes:elpadre Coe.ffeteauEs probable que entre santo Toms y Descartes haya servido deintermediario un autor olvidado hoy en da: l padre Coeffeteau,dominico del que escribi La Bruyere: un estilo grave, serio, escru

    puloso va muy lejos. Leemos a Amyot y a Coeffeteau; a cul de suscontemporneos leemos? (Caracteres, c. 1). El padre Coeffeteauescribi varias obras de teologa con nimo de exponer la doctrinade santo Toms, en particular un Tableau des passions humaines, deeurs causes et de leurs e.ffets aparecido en 1620 y que hasta 1664conoci 16 ediciones, con traduccin inglesa de 16213. Recordemosque Las pasiones del alma de Descartes data de 1649.Resultara interesante hacer una comparacin entre Coeffeteau,por una parte y santo Toms y Descartes por la otra. Veamos algunas notas que muestran cmo en el siglo XVII, se opera un cambiode perspectiva en lo tocante a las pasiones entre los lectores engeneral y entre los mismos discpulos de santo Toms. Coeffeteaucomienza por definir la pasin: un movimiento del apetito sensitivo, causado por la aprehensin o la imaginacin, del bien o delmal, seguido de un cambio que acontece al cuerpo en contra de lasleyes de la naturaleza,. (p. 2). El ltimo trmino de la definicin nossorprende. Santo Toms no lo habra introducido en ella, puesto quesu objetivo como moralista es ms bien asegurar la conformidad delas pasiones con la naturaleza humana. Coeffeteau se explica msadelante: las pasiones ocasionan un cambio que interviene en elcuerpo en contra de las leyes de la naturaleza, porque lanza el cara-

    3 Nacido en 1574 en Chateau-du Loir (Maine), Coeffeteau fue regente yprior del convento de Saint-Jacques, en Pars. Muri el 21 de abril de 1623.Citamos su Tableau des passions segn la edicin de 1632.

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    zn fuera de las limitaciones del movimiento que la naturaleza le haprescrito, y lo agita extraordinariamente (p. 16). Tambin podemosllamar pasiones del alma a las enfermedades que la alteran y la tur-ban como la piedad el temor, la vergenza, las concupiscencias, laclera y dems Las pasion,es son movimientos de la sensibilidadque producen un cambio en el cuerpo. Coeffeteau concede tambinmucha atencin a los rganos del cuerpo afectados por las pasiones:para l las pasiones que algunos atribuyen a distintos rganos,como el hgado para el amor, el bazo o la hiel para la clera, tienen,sin embargo su centro en el corazn, fuente de la vida y de todaslas operaciones vitales, en virtud de la agitacin de los espritus vita-les que surgen del corazn y se expanden por todo el cuerpo.Sealemos tambin la calificacin de las pasiones como enferme-dades , que recuerda l opinin de los estoicos. Coeffeteau, no obs-tante, la refuta ms adelante (p. 67).Detengmonos aqu. Lo que acabamos de decir nos basta paracomprobar que Coeffeteau adopta un punto de vista muy diferen-te del de santo Toms. Su inters se orienta hacia la sensibilidadrelacionada con los cambios que as pasiones producen en elcuerpo. El alcance moral y, sobre todo espiritual de las pasionesdesaparece del primer plano. Tambin considera que si se da elnombre de pasiones a los movimientos del entendimiento o a losde la voluntad se debe a una manera impropia de hablar, y poralusin a las pasiones de los sentidos con las que tales movi-mientos tienen cierta relacin Ello significa que l aplicacin delos nombres de las pasiones a los movimientos del espritu es arti-ficial, mientras que para santo Toms procede de una analoganatural. Sin duda Coeffeteau afirma ciertamente siguiendo a santoToms que el alma s la forma del cuerpo; pero para explicar laspasiones prefiere considerar aqulla como causa motora (p. 11),lo que recuerda especialmente la concepcin platnica de las rela-ciones entre el alma y el cuerpo relacin que santo Toms criticapor lo menudo para establecer su propia posicin contra la escuela franciscana 0-I q. 76). Con lo que vemos de nuevo en qumedida el estudio de las pasiones depende de l antropologa quese adopta y se aplica.Hemos puesto de relieve algunas divergencias entre el padreCoeffeteau y santo Toms, su maestro. Conviene, sin embargo, feli-citarle por haber apreciado el valor del tratado de las pasiones y porhaberlo considerado digno de ser presentado al pblico cultivado decomienzos del siglo XVII4.

    4 La tarea poda ofrecer dificultades inesperadas. En 1607, Coeffeteau anun-ci una traduccin de textos teolgicos de santo Toms. La Sorbona se alboro-t, y le pidi que renunciara a tal empresa, por temor de que la doctrina desanto Toms perdiera su enjundia si se someta al juicio de mujeres o de gen-tes mal dispuestas .

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    V El placer el gozo y la felicid dQuerramos concluir esta panormica del tratado de las pasiones en

    santo Toms mostrando la incidencia, bastante considerable, que puedetener sobre la concepcin misma de la moral, en particular en lo que serefiere al lugar que se atribuye a la consideracin de la felicidad en laconstruccin y presentacin de la moral. Ms concretamente, diremosunas palabras sobre la incidencia del estudio de la delectatio, en la cuestin del eudemonismo, que, en moral, opone el sistema kantiano, entreotros, al tomista y a travs de ste, a los Padres y a la filosofa antigua.Veamos, en pocas palabras, la tesis que proponemos: la crtica kantiana del eudemonismo descansa en ura representacin de la felicidadconstituida a partir de la experiencia sensible, de la experiencia del placer. En contrapartida, la moral de santo Toms, cuando establece labienaventuranza como fin ltimo de la moral, toma como fundamento principal de su representacin de la felicidad la experiencia espiritual del gozo, conforme a la famosa definicin de san Agustn: la felicidad es g udium de veritate. Tenemos, pues, de una y otra parte, doseudemonismos, de distinta naturaleza: el primero, el que rechaza Kanty que erige la bsqueda del placer en supremo principio de la accin,corrompe la moral hacindola utilitaria y egosta; as, en este caso nopodr salvarse la moral ms que expulsando ese deseo interesado dela felicidad, lo que lleva a una especie de divorcio entre la moral delpuro deber y la bsqueda de la felicidad. La otra forma de eudemonismo, si queremos mantener el trmino, se construye a partir de unaexperiencia moral y espiritual, el rebasamiento activo de la bsquedadel placer y de la utilidad sensible mediante la apertura generosa aDios y al otro que realiza el amor de amistad y, muy especialmente, lavirtud de la caridad, cuyo fruto directo es el gozo.De esta manera viene a inscribirse en el centro del debate sobreel eudemonismo el estudio de la delectatio incluido por santo Tomsen su tratado de las pasiones pero vinculado, desde el libro IV delas Sentencias al anlisis de la bienaventuranza y retomado en eltratado de la caridad (II-II, q. 28).El anlisis de santo Toms es matizado. Cuando compara ladelectatio (cuya traduccin habra de ser placer , pero este vocablotiene una aplicacin ms restringida, ms vinculada a lo sensible)con el gozo (I-II, q. 31, a. 3), distingue que el trmino delectatopuede emplearse en el terreno sensible y en el racional o espiritual,mientras que el gozo slo es propio del orden de la razn o delespritu: no se atribuye el gozo a los animales; es propio del hom-bre, as como de los ngeles o de Dios, podramos aadir. En losdos artculos siguientes, santo Toms compara los placeres sensibles vinculados con el cuerpo y los gozos del espritu, para mostrarcmo stos exceden a los primeros por su naturaleza, su calidad ysu potencia. Concede, no obstante, que nuestro apego a los placeres sensibles pueda dar a stos mayor fuerza sobre nosotros.

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    Las pasiones y la moral

    Aqu observamos claramente cmo santo Toms, sin romper elvnculo con la experiencia del placer sensible, traza, sin embargo,con cuidado y pulcritud el camino que lleva a la experiencia espiritual, que se despliega mediante el ejercicio de las virtudes, cuyoefecto sera el gozo y principalmente, el ejercicio de la caridad enla que se concentra la gracia del Espritu Santo que define la nuevaLey I-II, q. 106, a. 1 y 108 a. 1). Tamao trabajo no puede abordarse, evidentemente sin un rebasamiento de la sensibilidad y unapurificacin del corazn para extirpar de l el egosmo hasta la raz,lo que apenas podemos acometer sin la intervencin de un Otro porla gracia del amor. Esta purificacin es lo que describen las bienaventuranzas evanglicas, segn la interpretacin de santo Toms,que las orienta hacia la bienaventuranza de los corazones puros ylas pone en el origen de su tratado de la bienaventuranza.

    En II-II, q. 28, consagrada al gozo que causa la caridad, precisamuy exactamente la naturaleza y la pureza de aqul. El gozo espiritual es doble: en primer lugar, viene causado por la consideracindel bien divino tomado en s mismo y por s mismo conforme alamor de benevolencia y tal es el gozo mejor; este ltimo, despusproviene de nuestra participacin en el bien divino y, como tal, seenlaza mejor con la virtud de la esperanza que nos hace tenderhacia el gozo de Dios, estando por otra parte moderada por el gradode caridad a. 1, corp. et ad 3).Esta experiencia del gozo espiritual es lo que inspira a santoToms su concepcin de la felicidad, y le permite hacer de ella lapiedra angular de su moral. Consiste en una participacin en la bienaventuranza y en el gozo de Dios, que se revela en Cristo y secomunica por el Espritu Santo.Evidentemente, no encontramos nada de esto en Kant: ningnestudio comparable del placer ni, sobre todo, del gozo espiritual. Eleudemonismo que combate es el del utilitarismo ingls de primerahora, orientado hacia el progreso del bienestar, hacia la felicidadconcebida como el disfrute del mayor nmero de bienes por elmayor nmero de hombres. Su determinacin de construir una filosofa apoyada nicamente en la experiencia sensible, en el orden delconocimiento, reaparece en el plano afectivo y lo arrastra a unarepresentacin de la felicidad basada slo en el placer sensible. Encuanto a la experiencia espiritual, Kant parece haberle dado del todola espalda desde el comienzo de su andadura al hacer la crtica delas lucubraciones de Swedenborg en los Sueos de u visionarioexplicadospor los sueos de la metafsicaDe todos modos, la misma estructura del sistema moral kantiano,heredero lejano, de hecho, del nominalismo, sin duda a travs deLutero, le impide conceder un papel positivo a las pasiones, especialmente al placer y a la felicidad, a causa de la radical separacin entrela libertad, celosa de su autonoma absoluta, y las inclinaciones desplazadas al mbito de la sensibilidad. Desde entonces, las pasiones no

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    Servais Pinckaerspueden aparecer ya ms que como una amenaza para el imperio de lalibertad, una gangrena de la vida moral, como dice el propio Kant; deello se sigue tambin un desconocimiento de las inclinaciones espiri-tuales y de la experiencia interior, cuya fuente son. Ahora bien, lo quedistingue el gozo del placer es, principalmente, que el placer tiene suorigen en el exterior del hombre, en los bienes sensibles, mientras queel gozo procede del interior del hombre, de su accin ms personal,espiritual; pero de una interioridad que en virtud del amor se abre aDios y al otro, trascendiendo las satisfacciones la mera sensibilidad.Terminaremos con dos citas. La primera es de Bergson, uno delos ms lcidos crticos de Kant, que tuvo la intuicin de la diferen-cia entre el placer y el gozo y que la expresa ajustndose a su per-sonal experiencia filosfica:

    La naturaleza nos advierte mediante signo precisode que nuestro destino est alcanzado.Ese signo es el gozo.Digo el gozo, no el placer.El placer no es ms que un artificio imaginado por la naturalezapara obtener del ser vivo la conservacin de la vida;no indica la direccin a la que se lanza la vida.Pero el gozo anuncia, siempre, que la vida ha triunfado,que ha ocupado el territorio,que ha alcanzado una victoria:todo gran gozo tiene acento triunfal.Pues, si tenemos en cuenta este signo,y si seguimos esta nueva lnea de hechoshallaremos quedoquiera haya gozo hay creacin:tanto es rica la creacin, tanto es profundo el gozo.La energa espiritual, Ed. del centenario, p. 832).A nuestro entender, santo Toms debi experimentar un gozo deeste gnero cuando compuso su tratado de las pasiones.Tomaremos la segunda cita de Fnelon. Trata acerca del conjun-to de las pasiones y nos muestra cmo pueden habitar tanto en el

    alma de un apstol como en la de un telogo: se es el estado delos apstoles tan bien expresado por san Pablo. Siente todo con unapureza y una vivacidad infinita; lleva en su corazn todas las igle-sias; el universo entero es demasiado limitado para su corazn; seregocija, se aflige, se encoleriza, se enternece su corazn es comola sede ele las ms violentas pasiones. Se hace pequeo se hacegrande tiene la autoridad de un padre y la ternura ele una madre,ama con amor celoso, quiere ser anatema para sus hijos; todos sussentimientos le estn impresos, y as Dios hace amar a los otroscuando no se ama ms Lettres et opuscules spirituels, XII).

    Traducido de francs por Pablo M artO

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