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Polilla #4

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Revista Literaria

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Doce

Veintidós

Veinticinco

Treinta y dos

Treinta cinco

Treinta y nueve

iarmta L,I cuatro

:unrmta y ocho

Editorial

Tintn que corre

nrhira Fllape: €1 h Murillo Sandoval

iombre sin miedo. Mónica

Gloria Chávez, en svolucibn hacia la ontiutopia, Fdix Mrián Salamanca Marin

Co libertad religiosa en tos hermanos Koramnzov: una lecturci del hbroe. Rngblíca Morb Beltrtin

De sonidos, timbres y po~sín. Juan David Zombrano

Espantapbjaros, pohticn existencid de vnnguardin an Olivario Girondo. Daniel Rodriguez Le6n

Biblia y Ci~ncia Ficci6n: Divinizaci6n de lo ilusorio. Andr6s Mauricio Quiceno

Disolución jarhrquica en Ccis findariegas de Rlbolucio Angel. Morinna Votencio Leguizomón

Poemas. Rlajondro Rubio Garcio

Cuentos. David Fernando Rgudelo Miranda

Rector Julio Cesar Victoria Rguirre

Vicwrectoría RcadBmicn Gsrmón Giraldo

Vicsrrectotk Rdministrotiva nlba Cucia Restrepo

Vlcerrectoria de Investigaciones M r o Nel Martinaz %pes

Decana Focuftod de Educcicion luis Eduardo Tdllez Chivatci

Director Programa Espnñol y Literatura Mumaal Mora R~varet

bliIlo, Revisto Cltsraria Iúmero 4, julio de 9007 iSN 1900-9693 kvista de los Estudiantes de fspahol y iterciruro lniversidad d d Ouindio

'omltk Edltorlal ievddv Muiíoz loaizo bniel Mauricio Rodriguez Ingelo Cibiona Mejio uli6n Rlberto Duque m n Monuel Rcevsdo d o s Mario Corter indrks Rlberto Orteg6n

tsrsoria Editorkl orlos A. Castrillón usana Hanoo

'ort~do e ifustrctciones bdro Josb Giraldo Gimldo

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Los textos publicados en esta cuarta edición de Polilla pertenecen a la línea con que iniciamos la revista: ensayos literarios, poemas y rninicuentos que llevan al lector por un sinfín de momentos, sensaciones y pensamientos.

Temas como la religión, la antiutopía y la poesía, entre otros, se desarrollan en los diversos ensayos presentados en este número. Contamos entonces, con dos ensayos especiales pertenecientes al trabajo de grado de estudiantes de Licenciatura en Español y Literatura: Arturo Alape: El hombre sin miedo de Mónica Murillo Sandoval y Gloria Chávez, en evolución hacia la antiutopia de Félix Adrián Salamanca Marín. Además, tenemos una conmemoración especial de los ochenta años de la publicación de Suenan timbres de nuestro escritor quindiano Luís Vidales con el ensayo es titulado De sonidos, timbres y poesía. Autores extranjeros como Oliverio Girando y Dostoiewsky también serán trabajados en esta oportunidad.

Por otro lado en nuestra sección Di vagando encontramos los poemas de Alejandro Rubio y los mini cuentos de David Fernando Agudelo, estudiantes del Programa de Español y Literatura. Pues bien, queremos dejarlos entonces, con un material exquisito, listo para ser devorado por nuestros lectores polilludos.

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Arturo Alape: E1 hombre sim rmfiedo Mónica Murillo Sandoval* Estudiante de Licenciatura en español y literatura

Resumen

Arturo Alape, hombre de muchas vidas, fue un creador comprometido con la historia y el arte. Sus posiciones políticas lo llevaron a sufrir algunas tragedias personales y su muerte fue el testimonio de las tantas violencias que se viven en Colombia. En Noche de Pájaros, su novela testimonio, Alape nos habla de Usted, un personaje que huye de sus miedos a través de las noches de limpieza social de Cali. En contraposición a Usted, Alape demostró, con su vida y con su obra, que no tuvo miedo y que hasta el ultimo momento soñó con un país mejor.

Palabras claves: Arturo Alape, Testimonio, Violencia, Historia, Narrativa Colombiana.

1. La vida: Reflexiones desde su muerte

Un 7 de octubre de 2006 falleció Arturo Alape, hombre que desde distintos quehaceres trabajó por ofrecer una versión profunda y objetiva de la historia. Su vida fue un ejemplo de responsabilidad y coherencia, a través de ella demostró que más allá de justificar lo injustificable lo que necesita nuestro país es tener esperanzas. Alape no tuvo miedo, para él no existieron tabúes; las situaciones difíciles de su vida personal, al igual que su visión nostálgica de Colombia, lo llevaron a reconocer que padecía de cierta tristeza histórica

Arturo Alape incursionó con profesionalismo y pasión en muchos campos: la pintura, la literatura, la investigación, el periodismo y hasta la lucha armada. Este hombre de cuantiosas vidas ganó el reconocimiento de la academia y el cariño y admiración de muchas personas, desde los que lo conocieron personalmente hasta los que aprendieron y disfrutaron de su obra.

En el plano de las ciencias sociales Alape se consolidó como referente:

Sin duda el nombre de Arturo Alape se inscribe al lado del de Orlando Fals Borda y el de Alfredo Molano, como académicos que revolucionaron en nuestro país los cánones de la investigación en ciencias sociales. El primero con sus planteamientos etnometodológicos y los segundos con la profundización de esas propuestas metodológicas al traslaparlos con los escenarios de la buena la l i teratura (Villegas,2006)

De igual manera, en Alape se reconocen valores agregados de constructor y esteta, cualidades que le ubican como interlocutor especial de una parte de la radiografía nacional. Al rigor investigativo de lo contado se suma la agradable sensación de lo elaborado cuidadosamente: el arte de ubicar las palabras en su justo lugar, la textura alcanzada al calor de quien cocina con el espíritu, el sabor de las recetas bien hechas, los ingredientes que solamente habitan ciertos corazones:

Por la vía estética, sin proponérselo explícitamente, Arturo Alape ha dejado plasmada en su novela testimonio que culmina un exhaustivo ejercicio de pesquisa histórica, la crítica de la categoría pueblo como interpelación que conculca, paraliza, cristaliza el poder constituyente de las singularidades que las revoluciones modernas han puesto en el centro de la cuestión social. Esta lucidez coloca a Arturo Alape en su justo lugar como historiador de la m transición a la modernidad capitalista truncada F l

por el doble fenómeno de la guerra civil y el ? Frente Nacional, el modo como ocurre la , , revolución pasiva que desvía el rumbo a ese , , primer estallido de la multitud democrática que Alape captura con la doble pinza del esteta y el L historiador en la metáfora espacio-temporal del Cadáver Insepulto (Herrera, 2006).

' Ensayo presentado como requisito parcial para obtener el título de Licenciada en Español y Literatura, Universidad del Quindío. Asesor: Carlos A. Castrillón. ~Colombia es un pais oscuro? Mucho. Por un lado, la Política de Seguridad Democrática plantea desconocer la historia, como si no hubiera un pasado laboral, social, universitario. Esto crea un pais muy oscuro. Y, segundo, la guerra no produjo el nuevo país prometido en los 70. Ese no era este desastre de las tomas de pueblos. Ese no era el sueño. esa percepción lo entristece? Claro. Mientras muchos cantan victoria por lo que tenemos, sigo pensando que padezco de cierta tristeza histórica (En entrevista realizada por Diego Guerrero para El Tiempo,Agosto 27 de 2006).

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En el campo de la literatura Arturo Alape trascendió los límites imaginarios de las fronteras. Su obra escrita, universalizada, refleja un ser pueblo-nación suramericano:

Arturo Alape es así, en el contexto de las letras y culturas latinoamericanas, uno de los más importantes investigadores y conocedores de nuestra historiografía, sociedad e imaginarios; como también, un narrador literario de dimensión continental (Vasquez Zawadzki, 2006).

Al escritor lo perseguía su pasado y cargaba, no sin dolor, el costo de su vida y obra. Una de sus tantas luchas fue contra la estigmatización, especie de señalamiento materializado en la amenaza de una muerte a destiempo y ejecutada con sevicia y métodos denigrantes (como las miles de muertes que él mismo conociera muy bien luego de contarlas a lo largo de su obra). Arturo Alape tuvo que exiliarse en varias oportunidades:

No a todos les gustaban. Mi historia política me encuadró y siempre me han señalado. Con mi obra y con mi vida ha habido una resistencia social porque mis libros han sido muy polémicos y porque decidí ser el biógrafo de 'Tirofijo', con un texto muy leído y muy cobrado. Me lo cobraron con los exilios (Guerrero, 2006).

Debido a su preocupación por el conocimiento certero, Alape descubrió en los libros, las entrevistas, las noticias o las conversaciones así, sin más interés que el de compartir un café, que uno de los grandes males de nuestra conformación nacional, heredado de generación en generación, es el silencio. Fue así como el escritor asumió, desde el inicio de su obra, quizá sin proponérselo, una lucha frontal contra este mal.

Pintar, contar, recitar, escribir, enseñar a viva voz fueron sus métodos contra el silencio y fueron también sus expresiones de vida frente al terror, esa otra enfermedad paradigmatizada de nuestra historia incluso antes de que Colombia fuera nación. Para Arturo Alape "La Escritura de la fida sembrará flores marchitas en la sepultura de la Escritura del Terror". El hombre que auscultó minuciosamente la historia sabía muy bien que la escritura del terror nos acompaña de antaño:

La Escritura del Terror comenzó a escribirse como huella perdurable sobre el cuerpo humano, tenebrosa grafía escrita a filo de cuchillo y de machete [. . .] La Violencia en Colombia, parte descriptiva: Para "no dejar ni la semilla", a las mujeres próximas a parir, les hacían la cesárea, cambiándoles el fetopor un gallo, "no dejar ni la semilla" era negar al hombre del bando opuesto el derecho a la procreación; el "corte de franela" consistía en una profunda herida sobre la garganta muy cerca del tronco, corriendo con fuerza un afilado machete sobre la parte superior del cuello; el "corte de corbata" se hacía con cierta destreza a través de una incisión por debajo del maxilar inferior por donde se hacía pasar la lengua de la víctima, la lengua quedaba izada sobre el cuello, como blandiendo al aire; con el "corte de mica", se decapitaba a la víctima dejándole la cabeza sobre el pecho; el "corte francés" se ejecutaba despojando a la víctima viva, del cuero cabelludo, para que representara el repugnante espectáculo de un cráneo blancuzco y sanguinolento (Alape, 2002).

La escritura de la vida se transformó entonces en un reto para contrarrestar la escritura del terror. Bajo ese propósito el maestro construyó y socializó alternativas frente al silencio, pero más que un propósito colectivizante Alape buscó razones para sí mismo, confiado en las bondades del arte como elemento sensibilizador para salvar y salvarse, construir vidas y encontrar la apremiante libertad interior.

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De los últimos años de militancia en la guerrilla Alape nos comenta: "La palabra se convirtió en exorcismo para mis contradicciones existenciales y caí en sus redes [. . .] la literatura será por siempre la salvación de los perseguidos" (Alape, 2003).

De igual manera, el Alape del exilio sobrevivió a este drama humano, particularizado en su persona, gracias a la palabra:

El poeta lo sabe en los meses que ha vivido bajo el sol de ese pueblo maravilloso y la palabra solidaria que gesta su gente en cada uno de sus abrazos: que debe escribir con el frenesí de alguien que está a punto de ser ejecutado en el patíbulo, escribir como salvación y arma a la vez, la palabra que crea belleza e induce al hombre a deleitarse con profundas emociones interiores. Sabemos que el poeta está escribiendo como tabla de salvación (Alape, 2002).

Un 7 de octubre falleció Arturo Alape. Murió en circunstancias, podríamos decirlo, trágicas. Víctima de una larga y dolorosa enfermedad, altamente costosa, este hombre tuvo que recurrir (en este país orgullosamente "seguro y democrático". . . ¿qué será la seguridad, señores? ¿Qué será la democracia?) a acciones jurídicas para que le fuesen prestados los servicios médicos. Sus amigos se solidarizaron realizando eventos que permitieran solventar el pago de los costosos medicamentos. Paradójicamente, un hombre que trabajó toda su vida por salvar de la cotidianidad y el olvido a los grandes males de nuestro país, murió victima de uno de ellos, ausente de asistencia medica y de apoyo institucional.

Hoy reconocemos que el maestro Alape soñaba un país y se esforzó hasta sus últimos días por mantener la coherencia con su anhelo de paz y justicia. En la lucha contra la muerte (si es que se puede confiar en que algunos hombres realmente la pierdan) anheló también que su tiempo fisico sobre la tierra le fuese suficiente para vivir ese país diferente, soñado, pagado antes de cuenta, esperado con nostalgias: "Hoy me pregunto cuánto voy a resistir y si alcanzaré a vivir el posconflicto, algo que hace tiempo anhelo; a ver una paz dejnitiva que construya un país mucho más justo " (Guerrero, 2006).

2. Noche de Pájaros: Cali desde el testimonio

Historiador por excelencia, Alape se preocupó por esculpir estéticamente los grandes pero poco alentadores sucesos de nuestro acontecer

nacional. La violencia fue su temática fundacional: sus causas, las vidas y los contextos de sus protagonistas; los fenómenos que se desprenden de ella: el miedo, la marginalidad, la limpieza social, el hálito de desesperanza.

Protagonista del auge testimonial en Colombia, Alape se inscribe en el grupo de intelectuales que, a raíz de la continua crisis política y social, publican infinidad de textos en una nueva propuesta que "[. . .] permite al lector enterarse de temas y asuntos a los que de otra forma no tendría acceso" (Ortiz, 2000: 347).

Los hacedores del testimonio responden con pericia a la sentencia que uno de ellos mismos, R.H. Moreno Durán, pronunciaría en su ensayo "El oidor y el Cóndor": Sin la muerte nuestro país no daría señales de vida. Los hacedores del testimonio, buscaron y buscan afanosamente la vida en medio de esa enorme fosa común que es Colombia.

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Lucía Ortiz, en su "Narrativa testimonial en Colombia", nos dice, respecto a la obra de Alfredo Molano:

Una vez más se borran las líneas que dividen el discurso periodístico, el sociológico y el literario y se propone un nuevo modo de narrar comprometido. De todas maneras, la naturaleza testimonial de los relatos no deja de existir. Los personajes de este texto se convierten en voces colectivas que desde diferentes perspectivas nos van sumergiendo en una época de crisis, permeada por el terror y la muerte (Ortiz, 2000: 351).

En el mismo sentido de Molano, Alape asume la responsabilidad de narrar múltiples

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acontecimientos extraídos de los escenarios del testimonio. Sin embargo, en él se abona la p r e o c u p a c i ó n p o r e l e v a r estéticamente lo narrado, pues su capacidad para tallar los sucesos, otorgando un nuevo matiz a lo cotidiano, es estrategia para hacerlos perdurables en el tiempo (lo narrado y su obra), esto es, adaptables a las épocas venideras, además, para universalizarlos, pues el dolor no tiene fronteras, ni las solidaridades dentro y entre los hombres.

En esta línea encontramos su novela Noche de Pájaros, obra en la que Alape recrea la ciudad de Cali desde la óptica de los pensamientos y recuerdos de Us ted , e l protagonista-narratario de esta historia. Con el truco narrativo de crear un personaje que es a la vez protagonista-víctima-receptor, Alape constituye en Usted a todos los posibles lectores, configurando estéticamente la novela en tanto que irrumpe dramáticamente en su construcción simbólica. El lector que aborda la historia se encuentra íntimamente confrontado; revive una vez más el relato de Alape mientras es atrapado como potencial protagonista.

Usted se victimiza entregándose al juego de la estrategia de limpieza social implementada por el gobierno conservador; su motor de impulso es haber sido testigo accidental, pero no por ello inocente, de la matanza de la Casa Liberal en Cali durante el mes de Octubre de 1949. En la novela nos enfrentamos a un paseo por hechos históricos en tres tiempos: el pasado (la matanza, año 49), el presente (la limpieza social, décadas 50 y 60) y el futuro (la inevitable muerte, que no tiene tiempo). Lo noche, los

memoria, son los elementos que configuran la significación del texto. El escritor enfatiza en ellos para moldear, a veces agresivamente, el mensaje de su novela. Noche de Pájaros encaja suficientemente en el Corpus de textos testimoniales que elabora Francisco Teodosíadis a comienzos de los 90s. Para este crítico literario, el testimonio como género merece un importante reconoc imien to en e l c o n j u n t o d e l a o b r a latinoamericana, a pesar de que aún exista resistencia para incluirlo dentro del canon literario.

De igual manera, pueden reconocerse elementos puntuales de la obras para identificar a Alape como hacedor testimonial. Un ejemplo de ello, en una línea mas técnica, es el uso del lenguaje y la escogencia de personajes, aspecto del que Luz Mery Giraldo nos comenta:

[. . .] el lector no se siente ajeno a los hechos, porque estos han surgido de la realidad y al ser contados c o l o q u i a l m e n t e s e d i s t a n c i a n d e l o acontecido y se convierten en ficción literaria [. . .] La crítica ha estudiado la obra de Alape considerando los nexos con la historia y el logro de una expresión testimonial, justamente a partir del acercamiento a las realidades sociológicas y a la utilización del lenguaje coloquial. Así mismo se ha referido a su recurrencia a la oralidad y a ciertos personajes heroizados y mitificados por determinados ámbitos socioculturales (Giraldo, 1995: 2611

Theodosíadis propone un listado de características que, de identificarse en un texto, pueden configurarlo como

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testimonio. Algunas de ellas son el carácter contestatario, la existencia de una intencionalidad, la presencia de hechos socio-históricos y elementos paratextuales. Noche de Pájaros presenta un carácter constestario una vez que "[. . .] contesta a

una versión oficial de los hechos que han tenido relevancia para un colectivo social [...] puede desmentirlos o denunciar aquellos que se han q u e d a d o o c u l t o s " (Theodosiadis, 1996: 40). En cuanto a la intencionalidad del testimonio, es manifiesta en el momento en que el autor se atreve a contar otra versión de los hechos "desenmascarav, rescatar del silencio y el olvido una situación " (Theodosíadis: 1996, 44). En Noche de Pájaros, existe una intención política explícita toda vez que su construcción implica una confrontación al statu quo de una sociedad, retando el dominio del pasado, la historia y la memoria, como una forma de retar el dominio del presente.

En cuanto al paratexto, en Noche de Pájaros encontramos que, como elementos comunes en la obra de Alape, la pintura y la poesía acompañan la esencia significativa del libro. El texto de Henry James " . . . miró por la gran ventana a través de la cual yo había visto, una tarde de verano, lo que cambiaría para siempre mi vida", cumple en la novela una función de epígrafe y se nos presenta como abrebocas de los hechos esenciales de la historia; la masacre en la Casa Liberal, de la cual Usted es testigo mudo desde una ventana, y la metamorfosis del sentido de lo viviente que desde ese

momento arremete contra él.

En la portada, Alape nos regala el cuadro "El silencio del miedo en la mirada", título que sintetiza dos elementos de

fundamental importancia para la significación de esta novela en particular pero de la obra toda en general, de Alape: el miedo y el silencio.

Ahora bien, respecto a la presencia de hechos socio- históricos Noche de Pájaros evidencia las huellas en una ciudad, Cali, a la que años después el mismo Alape posic ionar ía como musa inspiradora de razones para una escritura. En Noche de Pájaros el autor nos cuenta la ciudad. Cali es el escenario identificable, sus calles son el espacio geográfico en el cual Usted huye de los pájaros, a la vez que huye de sus culpas. El Cerro de las Cruces, la calle del Cine Cali frente a la galería, la carrera novena, el Parque Caicedo, el café Bola Roja, son los escenarios de este relato de una Cali que no distingue tiempos para ser escenario de la flagelación humana. De igual manera, a través de la novela nos son narrados hechos históricos que van definiendo la veridicción del texto, en especial la masacre de la Casa Liberal en 1949 y, por supuesto, el toque de queda instaurado en la ciudad todos los días a partir de las 7 de la noche y cuyo aviso premonitorio de terrores es la sirena del carro de bomberos.

En el piso de lo simbólico, el autor no se limita para construir multiplicidad de elementos, algunos de los cuales es necesario revisar con lupa una vez que su presencia y repercusión no son evidentes a simple vista. Para efectos de este escrito se han tomado tres: la noche, los pájaros y el miedo/silencio; su carácter

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simbólico nos remite a la correspondencia de los mismos con elementos de la vida del autor. Veamos:

La noche

Usted, el narratario-víctima en este relato, recorre la noche de Cali y recorre la noche de su propia vida. A través de las emociones, pensamientos y recuerdos de Usted, Alape carga de significados a la noche transmutándola en sinónimo de terror, de temor, de vulnerabilidad, de soledad, de ausencia, de degradación humana, de muerte. En la noche la vida duerme: la muerte acecha. La noche también se significa desde la oscuridad humana, esto es, el conflicto interior, los pseudovalores y la indignidad.

En la noche las leyes son impuestas por los dueños de la muerte:

Por esos vidrios turbios del carro se entera de los ojos fantasmales que se divierten a estas horas cuando la ciudad duerme, si divertirse es buscar en el corazón de los hombres la ansiedad escondida paramatarla (Alape, 1984: 9).

El hombre se somete a épocas de nocturnidad. Sus conflictos, sus recuerdos, pero sobre todo, su cobardía, se ciernen sobre él con todo el peso de la culpa:

Usted sigue enjaulado en ese cuadro oscuro, maniatado en sus movimientos que, por más carrera de sus piernas, sus cortas zancadas nunca alcanzarán la boca del escondite (Alape, 1984: 23).

La noche se constituye en el laberinto sin salida, o mejor, cuya salida es la muerte, pero no la simple muerte de los que descansan por fin de este infortunio, sino la muerte cotidiana, la muerte de los sueños, la muerte de la condición humana, la muerte de la esperanza, virtud que lentamente pierde sus latidos aun a pesar de los adagios populares.

y con el patrocinio de los altos estrados gubernamentales, otorga a este relato una inevitable vigencia.

Este apelativo viene desde los años de la Violencia, cuando las bandas de conservadores, asesinos a sueldo pagados por el gobierno, eran conocidas como "pájaros". Un personaje emblemático fue recreado por Gustavo Álvarez Gardeazábal, quien en su novela Cóndores no entierran todos los días (1971), eterniza a León María Lozano, alias "el Condor", famoso líder conservador que personifica toda una época de terror en el Valle del Cauca, especialmente en Tuluá.

El mismo Arturo Alape hace referencia al calificativo de pájaros en su ensayo "Poeta en el exilio":

[. . .] la comprobación del asesinato cometido y de la cantidad de víctimas muertas, al presentarse la caja de cartón llena de orejas conservadas en cal, el "pájaro" o asesino recibía el pago acordado con el político o el hacendado (Alape, 2002)

Los pájaros

Los pájaros son los dueños de la noche. Estas figuras fantasmales marcaron una onda e inocultable herida en la historia nacional. Su permanencia en el tiempo, cambiando sus nombres, pero no así sus macabros métodos,

y legitimándose como ahora, desde

7 r.7 j -n . , - / : ,- ,r, :p - - - . - -. - -

En Noche de Pájaros Alape recrea a los asesinos a sueldo, además, virtuosamente logra instalarles características de aves carroñeras, haciendo mucho más significativo el apelativo:

Usted los imagina en veloz vuelo de aves de rapiña, volando con las alas abiertas por un cielo de nubes encapotadas, discurrir en el verano, absorber el polvo del día y la noche, camuflarse en la oscuridad su ropaje natural-, depositar las alas sobre las capotas de los carros negros semejantes por sus guardafangos y sus defensas y sus luces delanteras a una gigantesca oruga, no volar sino disparar al vaivén de la velocidad, divirtiéndose embriagados por el alcohol y su poder, sin las normas racionales del cazador en sano juicio [. . .] Aves rapaces que afilan el pico, preparan la digestión al escuchar con toda precisión el más pequeño ruido humano que penetre en el área que les pertenece, para luego caerle encima con la precisión de sus armas (Alape, 1984: 24)

Los pájaros son, sin duda, la representación de una violencia histórica, patrocinada e impune, capaz de los peores métodos, vestida con miles de rostros, alimentada en los lugares menos sospechados y amparada con los honores constitucionales. A través de esta violencia todo vestigio de justicia es infecundo.

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El miedo - silencio

Alape juega con el miedo durante toda la novela. El miedo está en la noche, en los pájaros, en las culpas de Usted. Ellas lo recrean, lo expanden, se mofan con él. El miedo confunde, paraliza, frena la acción; rápidamente se transforma en silencio. El fin del miedo es la muerte; el atropello de la verdad es el silencio.

Usted, el personaje-narratario, se enfrenta al miedo de la muerte próxima, pero su mayor miedo es en realidad haber faltado a la verdad, esto es, desentenderse de ella personificada en su hermano menor, en los ruidos de la calle, en la masacre en la Casa Liberal. De igual manera, Alape confronta al lector y lo cuestiona sobre sus propios miedos, traducidos en silencios, a la vez que posiciona nuestra historia como un recuento no de grandes hitos, sino de grandes

obardías. Pero el autor nos justifica, como años después podemos verlo en su poema "El miedo es mal de hombres"; todo buen padre que comprende a sus hijos, pero no por ello los libera de la responsabilidad.

El miedo es mal de hombres

(. . .) El miedo pulula en la ciudad agazapado y envuelto en la bufanda doblado en el bolsillo del pañuelo escondido en la manija del paraguas invisible en el llanto de velorios y manos de gestos indescifrables en estornudo agitado a plena luz en la esquina de la puerta azul en fortuito abrazo amoroso en la risa cómplice del vecino perdido en el cuerpo de su sombra

El miedo es un mal del hombre de este día y la próxima noche disfraz de la frágil indefensión que habita la densa atmósfera de una geografía abierta en sus heridas en el país de lacerada boca cerrada y perturbado en su sed de sueños

3. Conclusión: El hombre sin miedo

Un 7 de octubre murió Arturo Alape, hasta el último momento soñó con un país diferente, soñó con la justicia que hace tanto tiempo nos es ajena, soñó con una verdad movilizadora y que a la vez fuera capaz de sanar heridas. La apuesta de Alape fue contra el silencio y guardó coherencia con esa postura; su vida fue reflejo fl de ello. 6 I i I

El testimonio fue una de sus herramientas, F '8

quizá por que confió en que, como dicen ciertos ' 7

autores, es una forma de lucha, o más aún, la ( 7 única que nos queda. Sin embargo, hoy nos cuestionamos sobre su carácter pragmático, hoy nos preguntamos sobre su validez en un país donde por ejemplo, en el actual proceso de "desmovilizacion" de los paramilitares, lo que más escasea es la verdad, donde la justicia y la reparación de tantos y tantos años de infortunio, de tantos festines de pájaros, es la misma mueca descarada, repetida, aun a pesar de los acervos testimoniales.

Sin embargo, Alape no desfalleció en su intento por mostrar otra verdad, la verdad aturdida por

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los medios de comunicación y los anaqueles de la historia oficial, y tanto más, Alape demostró que la necesidad de transformación no es capricho de los seguidores de algún ismo o la frase desvencijada de un discurso ideológico. El escritor, con su vida y con su obra, derrumbó el tabú, nos indicó que la necesidad de transformación, de nuestro país, de nuestra sociedad, de nosotros mismos, es una tarea apremiante que nos exige la realidad. Gracias a su labor el testimonio recobra valor.

De entre el abanico de violencias que orgullosamente se exhiben en nuestro país, Alape escogió aquellas que se posicionan en la agenda pública nacional como tragedias colectivas. La violencia entre partidos políticos, el conflicto armado y la represión no dieron lugar para que este escritor profundizara en las otras violencias, esas que padecería al final de su vida, como la ausencia de servicios médicos de calidad, las condiciones indignas de vida de la mayoría de la población o el hambre, violencia mayor, en fin, esas violencias que podríamos llamar legalizadas, que no se condenan en ninguna parte, que no causan estupor, que no aparecen en los noticieros. Paradójicamente, como si la vida del escritor se hubiese hecho novela, su muerte fue testimonio de esas otras violencias.

En Noche de Pájaros, Usted (que en realidad es usted, es decir soy yo, es decir somos todos) trasegó por la noche de Cali esperando encontrar con la muerte el fin de su infierno interior; Usted huyó de su culpa mayor: el miedo traducido en silencio. Durante toda su vida Alape también trasegó, pero por otra noche, por esta noche colosal que es Colombia, pero contrario a Usted, Alape no huyó de sus culpas: huyó de los pájaros que lo desterraron, huyó de la indiferencia, huyó de la falsa paz de los sepulcros. El miedo- silencio no lo perseguía porque precisamente su apuesta fue contra él y lo enfrentó de comienzo a fin, y porque quizá comprendió aquello de que "hay que ser con miedo, pero no dejar de ser por miedo" como bien nos decía el poeta calarqueño Nelson Osorio Marín.

Quizá para nosotros ha llegado el momento de hacer también la labor: resignificar la noche, dimensionarla más allá de la muerte y el miedo como ese espacio donde igualmente se gestan los sueños y se trabaja honestamente por un país diferente. Es necesario reconocemos como seres de la noche, puesto que en ella vivimos y precisamente por eso hemos descubierto la necesidad de vivir de otra forma, la necesidad de encontrar la claridad, rehacer la palabra y exigir la justicia y la verdad. Es necesario también reconocer y dignificar a los otros seres de la noche, esos violentados que son igualmente sujetos de humanidad y derechos, habitantes de la calle que no necesitan limpieza social sino oportunidades, que aman y sufren y son víctimas de esa oscuridad colosal impuesta desde hace más de quinientos años.

Acaso debamos entender, entre otras cosas, el ejemplo de Arturo Alape y como su poema, llamar cadenciosamente la risa para ver si con ella se asoma la felicidad. Quizá debamos entender lo más importante: Alape nos mostró que es posible vivir muchas vidas en este país de tantas muertes.

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